Preámbulo a la justificación de la filosofía como ciencia

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PREÁMBULO A LA JUSTIFICACIÓN DE LA FILOSOFíA COMO CIENCIA 1 Nos proponemosdesarrollar en esteensayouno de los temasque exponen de manera más elocuentela problemática filosófica, o cuando menos un aspecto sui generis dedicha problemática,el cual promueveuna polémicasin paraleloen ninguna otra disciplina del pensamiento:la posibilidad de con- siderarlacomo ciencia. El carácterpeculiar de la cuestión-aunque no el máslógico-- podría consistiren haberla ubicado alternativamentea niveles tan disparescomoson el de la ciencia, por una parte,de una posible injra- ciencia, por otra, y de una hipotética superciencia, por una tercera. Todo ello se ha dicho y reafirmadoacercade estadisciplina, en la cual se pone de relieve, mediante una exégesishistórica de sus doctrinas,que siemprehan existido los tresnivelesmencionados,aunque en distinto grado de evolución. Participan ellos de una referenciagenérica a todas las for- mas del pensamiento,confrontadaa la aplicabilidad específicaque corres- ponde a las doctrinas filosóficas,en cuya virtud sería posible ensayaruna clasificaciónde talesdoctrinasa partir del criterio esgrimidoen el distingo delos tressupuestosnivelesepistémicos: la ciencia, la injraciencia y la super- ciencia; ellos comprendenlos grandessectoresen que puedenagruparselas posturashabitualesde la filosofía,lo cual no esóbicepara que,en mediode semejantediversidaddoxográfica,exista el común acuerdode titularlas con el nombrede filosofía. Señalaremosen quéconsistela situación peculíarísíma. Históricamente, a la filosofía seha atribuido, de un lado, una especiede caráctersupracien- tífico al considerarlacomo reina de las ciencias, matriz fecunda y generosa de todo conocimiento,capazde llegar al saberabsoluto y revelar los abscón- ditossecretosde la naturalezaen suscausasprimeras y fines últimos, propó- sito ésteque haría sonrojara cualquier científico que tuviera una aceptable conciencialimitativa de su tarea. Por otro lado, la filosofía está acusada deviolar lasreglasde la lógicaqueella mismapostula,incurriendo envicios tanincongruentescomoseríala pretensióndeadquirir un conocimientoabso- luto e interferir lo que afirma el pensamientocientífico en tomo a la expe- riencia. La frecuenteimprecisión de sus objetivos pone en entredicho su existencia,de modoque el problemaconcernientea la validezfilosófica,con- templadodesdeel ángulo primario de su objetividad, no deja de ser in- quietante. [202 ]

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PREÁMBULO A LA JUSTIFICACIÓNDE LA FILOSOFíA COMO CIENCIA

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Nos proponemosdesarrollar en esteensayouno de los temasque exponende maneramás elocuente la problemática filosófica, o cuando menos unaspectosui generis de dicha problemática,el cual promueveuna polémicasinparalelo en ninguna otra disciplina del pensamiento:la posibilidad de con-siderarla como ciencia. El carácterpeculiar de la cuestión -aunque no elmás lógico-- podría consistir en haberla ubicado alternativamentea nivelestan disparescomoson el de la ciencia, por una parte,de una posible injra-ciencia, por otra, y de una hipotética superciencia, por una tercera.

Todo ello se ha dicho y reafirmadoacercade estadisciplina, en la cualse pone de relieve, mediante una exégesishistórica de sus doctrinas, quesiemprehan existido los tresnivelesmencionados,aunque en distinto gradode evolución. Participan ellos de una referenciagenérica a todas las for-mas del pensamiento,confrontadaa la aplicabilidad específicaque corres-ponde a las doctrinas filosóficas,en cuya virtud sería posible ensayarunaclasificaciónde talesdoctrinasa partir del criterio esgrimidoen el distingode los tressupuestosnivelesepistémicos:la ciencia, la injraciencia y la super-ciencia; ellos comprendenlos grandessectoresen que pueden agruparselasposturashabitualesde la filosofía,lo cual no esóbice para que, en mediodesemejantediversidaddoxográfica,exista el común acuerdode titularlas conel nombrede filosofía.

Señalaremosen qué consistela situación peculíarísíma. Históricamente,a la filosofía seha atribuido, de un lado, una especiede caráctersupracien-tífico al considerarlacomo reina de las ciencias, matriz fecunda y generosade todo conocimiento,capazde llegar al saberabsolutoy revelar los abscón-ditos secretosde la naturalezaen suscausasprimerasy fines últimos, propó-sito ésteque haría sonrojar a cualquier científico que tuviera una aceptableconciencia limitativa de su tarea. Por otro lado, la filosofía está acusadade violar las reglasde la lógicaque ella mismapostula,incurriendo en viciostan incongruentescomoseríala pretensiónde adquirir un conocimientoabso-luto e interferir lo que afirma el pensamientocientífico en tomo a la expe-riencia. La frecuente imprecisión de sus objetivos pone en entredicho suexistencia,de modoque el problemaconcernientea la validez filosófica,con-templadodesdeel ángulo primario de su objetividad, no deja de ser in-quietante.

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Diánoia, vol. 22, no. 22, 1976
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JUSTIFICACIÓN DE LA FILOSOFíA COMO CIENCIA

El ensayoque abordamosahora correspondea la realidad intrínsecadelas posturascuya abigarradadivergenciaexige un análisis casuísticodondese compruebela existenciade doctrinas que podrían incorporarsea cual-quiera de las subdivisionesen que semanifiestan,o quizá a variasde ellas,habida cuenta de la abrumadoradiversidad tética, metodológicay sistemá-tica que se encuentraen las mismas.Nuestropropósitose limitará a ensayarla presentacióngeneraldel problemaa partir del planteamientomedularquerequierelas condicionesbásicaspara constituira la filosofía comociencia;encaso contrario permaneceráesta disciplina a nivel de infraciencia, lo cualincluye la especulaciónpeculiar de creer que puedeerigirseen una especiede superciencia,comoen efectose ha creído repetidamente,e inclusive sepiensatodavíaen algunasocasiones.Empero,la cuestiónmedularque se im-pone comonormade principio en esteensayo,radica en determinarla posi-bilidad básicaque asistea nuestraocupaciónpara justificarsecomociencia.

A tal efecto,uno de los problemasque definen de mejor manera elestadoactual de la filosofía se encuentraen la dualidad antagónicay dialéc-tica establecidaentreel antiguo filosofar especulativoy el modernofilosofarcientífico. Este último correspondea la tendenciageneralque semanifiestaactualmentepara ubicar a todas las formas del pensamientoen el nivelcientífico de un saberobjetivamenteválido y, aunqueen épocasrecientesseagudizó esta demandade cientificidad, fuerza es admitir que desdehacetiemposepretendeimplantarla comonorma insoslayableen la reflexión. Eltratamientosinópticodel temanos remite el antecedentemás amplio en lahistoria del pensamiento,consistenteen promoverla rflexión a basede pun-tó;'de vista particularesen las correspondientesderivacionessistemáticasoparasistemátícas que reciben el nombrede posturas filosóficas. Seha enten-dido tradicionalmentepor posturala actitud personal,o cuandomenospar-ticular, en que semanejaun criterio máso menossubjetivopara debatir losproblemas.Dicho criterio esdistinto en cada casoy para cadaposturacons-tituye uno de los muchosque puedenaplicarseal ejerciciofilosófico.

Un enfoquedirectamenteabocadoa la crítica esel que tomacomopuntode partida la existenciaindiscriminada de las posturasparticulares,en locual esnecesarioresaltarcomoprimeramedida la incongruenciade su par-ticularismo.Pero en estecaso,comoen otros,se presentangradosy matices;el extremoinsosteniblea que puede llegar cualquier teoría es el desenlacenetamentesubjetivoy estribaen la actitud personalistade quien afirma: yocreo, yo pienso, yo opino, como si fuera ésteel argumentosupremode lareflexión. Al multiplicarse tal actitud, da caucea la abigarradapluralidaddoxográficaque suelefigurar comoprototipode la reflexión. El análisisdoc-trinario demuestraque ésta es la antítesisde la cientificidad, pues resultafrecuenteque cadaquien opine como cree,no como sabe.El hecho irrevo-cablede las posturas,tal comosehanmanifestadohastaahora,inducea cues-

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tionar severamentela cientificidad de nuestradisciplina, comoha sido cues-tionada con frecuenciaen el nódulo de susmás criticas disquisiciones.

Frente a tan controvertible realidad es necesarioabrigar 'la convicciónde que no puedensubsistirpor mástiempo las posturasfilosóficasentendidasa la antigua manera,como expresión particular y subjetiva;sus frecuentescontradiccionesaparecenen términoscontingentessobre la aleatoria trayec-toria de la cual se está queriendo liberar para ubicarse en un conceptounívoco y definido, estoes,científico, que elimine la multiforme concurren-cia doctrinaria, propendiendoen cambio a constituir la filosofía como cien-cia. Por ello, la correcciónque se impone al subjetivismoparticular de lasposturasseñalaun punto concluyente:la filosofía debealejarsecadavezmásde la constelacióndoxográficapara intentar la conversióndel viejo filosofar-por-posturasal congruentefilosofar-por-sistemas,erigiendola posturapersonalen impersonal y la doctrina profesadaen sistemademostrado.Sin embargo,todavía.la investigaciónse encuentraíntimamente ligada a las posturaspar-ticulares,de donde, al explicar su origen y consecuencias,llegamosa com-prender la necesidadde que subsista un solo criterio como instrumentoeficientede la pesquisa.¿Cómopuederealizarseel proyectode erigir a la fi-losofía como ciencia, si rio lo fuera, o de justificarla como tal, si ya lohubiera sido?

Un primer paso consistiráen el examende las'relacionesque establecela filosofía con las ciencias particulares, o quizá de la relación especificadonde encarnaun aspectomuy importante del problema que nos ocupa; setrata del procesoque nosotrosllamamosmetátesis aporética y consisteen laprogresivatransferenciaque lleva a cabo la primera al adjudicar su proble-mática a las segundas;son éstaslas que enajenansus motivosde reflexiónpara convertirlosen objetode estudioasequiblepor medio de la metodologíacientífica. El nombre de metátesisque otorgamosa este proceso significatransferencia de tesis,o sea la adjudicación aporéticaque acabamosde seña-lar. El procesometatético, cuando no es consciente,y por lo mismo no seefectúasobreuna basemetodológicacomún,auspicia en granmedida la con-fusión tantasvecesseñaladaentre filosofía y ciencias,aunque,observadodesdeotro ángulo permite su mutua comprensión.Todo ello nos pone en caminode justificar a la filosofía como ciencia, pues difícilmente se podría lograrestepropósitodejando incólume la abundantegama de doctrinas contradic-torias que constituyenla expresióncasuísticade la indiscriminadadoxografíasubjetiva,en vezde 10 cual esnecesarioprocedera su justificacióndialécticaen el senode la historia y a su reducción sistemáticaen los términosestruc-turalesque establecesu propia funcionalidad; al señalarel origende las pos-turasy su constanteproliferación,contemplamosel camino para reducirlas aunidad. Este es el punto de partida indispensablea nuestropropósito.

Lo que interesaa tal respectoes subrayar que del planteamientoautó-

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nomoseñaladoen la metátesisaporéticadependela posibilidad de constituira la filosofía comociencia.Cumple en primer término el requisitoelementalde exhibir un problemaexclusivo;en casocontrario apareceráuna vez másla reiteradacrisis que secontemplaen el transcursode la historia,cuya fun-ción ha consistidoen mostrara la filosofía comomatriz de otrasdisciplinas,las cualessurgende ella, pero se independizanal delimitar comopropio unproblemaque al principio se había consideradofilosófico pero, circunscritoa los alcancesde suplanteamiento,transmutaun temaparticulardel cual seencargala disciplina de la misma índole que, por ello mismo,es cienciaparticular. Este procedimientocuestionaen alto grado la posibilidadde queexistaun problemade caráctermaterial,específicamenteatribuible a la filo-sofía, y que al mismo tiempoderive de la experiencia,cuyasgrandesmuta-ciones históricas registran la pretensióncomún de producir un conceptouniversal del mundo y de la vida, en contrastecon el alcancecircunscritodel conocimientocientífico que, a pesarde los numerososintentosen con-trario, no trasciendeel ámbito particular que necesariamenteimpone la ex-periencia.

La leccióndel pasadoesmuy elocuenteen 10relativo al constantesurgi-miento de doctrinasescudadasen la mamparade una postura,o seade unaparentesistemaasumidoen formaunilateral, frentea las demásque coexis-ten con ella en el panoramahistoriogénicode las ideas.Se tratade un testi-monio fehacientedel carácterprecientífico que ha distinguido a nuestradis-ciplina, habida cuentade las contradiccionesconstantementemanifiestasensusdoctrinasy de la formainsoluta comosepresentana la miradadel obser-vador. Para comprobarestatesisbastadaun cotejode lo que sucedeen lascienciasparticulares,dondeno existenposturasal modo comose entiendenfilosóficamente,comosi cada una tuviera la razón absolutay no existieranlas contradiccionesque en verdadsemanifiestancomo resultadode su limi-tacióny su relativismo.Así vemossucederseunasa otraslas tesisracionalistas,realistas,idealistas,relativistas,criticistas,empiristas,etc.,esgrimiendocadauna su idea peculiar,que a la postreresultainsosteniblefrentea las otras, locual generael panoramade contradiccionesque ha hechosuponera la filo-sofía como el maremagnumde opinionesirreductiblesdonde nunca llega asentarseun definido acuerdo.

El conceptode posturaentraen crisiscuandoseobservacon la suficienteimparcialidad para eliminar las opinionessubjetivasque en ella semanifies-tan, clarificando al mismo tiempo la razón implícita de su origen.Este cri-terio se ha expuestocon la intención de ubicar a la filosofía en un planocientífico Q paracientífico,masno podría afirmarseque tal propósitose hu-biera convertidoen satisfactoriarealidad, aunque estéreconocidocomo ur-gencia de primer orden; la tónica generaldel filosofar-por-posturasestriba--cuando menosen el consensotradicional- en pronunciarsecontra cual-

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quier intento de cientificidad. Filosofía y ciencia, se dice, son irreductibles; noes posible convertir la ciencia en filosofía ni la filosofía en ciencia. Estecriterio va en paralelo a la particularidad de las doctrinas, enlazando elnódulo histórico del proceso metatético para concluir especificando sus rela-ciones con las ciencias y la necesidad de configurar la filosofía como ciencia.

La cuestión crucial en nuestro propósito consiste en explicar por qué lafilosofía debe asumir la categoría científica, teniendo a la vista la gama deexigencias planteadas para acreditarla en el campo académico de acuerdo alsentido que asume actualmente como investigación; de manera más amplia,para justificar su propia existencia en medio de las crisis evolutivas que laaquejan constantemente. Dicho problema se ha debatido a través de unaabundante exegética que aparece y reaparece en forma recurrente; se mani-fiesta en primer término mediante la puesta en crisis de las teorías formu-ladas de manera dogmática al estipular la conciencia crítica de la reflexióncomo tónica fundamental de la etapa culminante en cada período, cuyo últi-mo nivel de madurez propende a generar la autoconciencia del método y elsistema. Con ello se eleva la problemática, a partir de una actitud dubita-tiva, a la preocupación medular que gira en torno a su validez y constituyede manera implícita o explicita la base irremplazable para conferir el caráctercientífico a la filosofía. Podríamos decir que la conciencia crítica de nuestrotiempo ha traído el saludable efecto de rechazar todo pretendido saber que,en aras de la especulación, no pudiera verificarse objetivamente; ésta es la baseirremplazable en su erección científica.

De cualquier manera, no deja de ser inquietante que todavía en la actua-lidad se debata la vieja cuestión concerniente al tipo de ciencia que debeser la filosofía, e incluso llega a manifestarse cierta renuencia a admitir enella el carácter de cientificidad. Parecería que tal virtud, inherente a todadisciplina intelectiva, le está vedada por los requerimientos de fijar unaproblemática concreta, de obtener verdades relativas y comprobarlas en laexperiencia, en vista de su tradicional pretensión de universalidad, absolutezy eternidad, que en sus más dogmáticos avatares ha caracterizado a la madrede todas las ciencias.

Esta clase de pretensiones, vivas aún en las polémicas del campo filo-sófico, resultarían anacrónicas si hipotéticamente se trasladaran a cualquierade las ciencias particulares que se estabilizaron desde hace tiempo. La ingentepreocupación en torno a la cientificidad filosófica obedece precisamente alhecho de no haberla logrado por completo, pese a los numerosos intentosrealizados desde la época griega; pero no obstante el gran favor otorgado aeste propósito, existen algunos impedimentos que obedecen a ciertas defi-ciencias expuestas de continuo en la reflexión; tal es, en primer término, elir y venir de las posturas particulares, cuya más conspicua taxonomía sebasa en el dualismo epistémico que escinde, conforme a los factores filoge-

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néticosdel acto cognitivo, realismoe idealismo,empirismo y abstractismo,objetivismoy subjetivismo,vinculados en la síntesis dialéctica del procesoteoréticoe integrativodel saber.

La cuestiónde la cientificidad es debatida-no siempreen forma ex-presa- a travésde los siglos,medianteuna problemáticaque figura comotónica de las posturascríticas en la etapaagógicade cada periodoy denotaen ciertomodo su másalto nivel en la concienciacrítica que propendea larelativización del saber obtenido en eseperiodo. Con gran frecuencialasposturasdubitativasasumenuna preocupaciónanálogaal señalarla multi-plicidad insoluta de las doctrinasy se erigen en críticas cuando aceptanlairreductibilidad de las tesis examinadas;como resultadode esta asuncióncrítica irrumpe la necesidadde trascenderla abigarradadoxografía confi-riendo a la reflexión un caráctercientíficomedianteel acendramientode susvirtudes sistemáticas.De cualquier modo, este hecho no se ha reconocidounívocamente,ni seha planteadocon la decisivaurgenciadel caso;la nece-sidad de una rigurosa presuposicióncientífica sigueen perspectivaa pesarde los numerososintentos producidosdesdela Antigüedad,cuandopor vezprimera se admitió la exigenciade acometerel pensamientofilosófico enparalelo al científico, e inclusivede asimilar el primero al segundo.

II

Procedamosahora a plantear específicamenteel problema que nos ocupa;nadamejor para ello que implantarun despejedefinitorio. El conceptomásgeneral que pueda establecersede una ciencia nos lleva a considerarla,enprimer término,como un conjuntode conocimientos.Así, al mismotiempoque se rechazacualquier tipo de especulaciónse postula que todo conoci-miento verdaderoescientífico y quedaacreditadocomoautónomomediantela definida circunscripciónde su objeto.

Esta convicción pareceelemental,y lo es en realidad como principiobásico,mas no por ello fácil de cumplir; es necesario,en primer término,esclarecerlas condicionesque satisfarátoda cienciay los erroresque evitará,lo cual no estásuficientementeresueltoa pesarde algunaspreocupacionesexternadaspara discernir las circunstanciasque orillan al error, y por con-siguiente,a la negacióndel saber.Esta negaciónsuponeun arraigo en lasubjetividad;sabemosque el conocimientodebe ser verificado lato sensu enla experiencia,dondesecompruebala objetividadde los enunciados.Aceptarel requisito universal de objetividad tiene como consecuenciala definitivasuperacióndel impulso ficcional que describeKant en la célebreAlegoríade la paloma, por cuyavirtud el conocimiento,liberado de la sujecióna laexperiencia,volaría mejor que sometidoa la densaatmósferade la realidad.Esto vale particularmentepara el designioclásicode la filosofía;no obstante

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el considerableprogresorealizado en el campode la critificación doctrinaria,resulta inevitable replantear la vieja cuestión absolutista y romántica quedemandaun conceptouniversal del mundo y de la vida, en cuya posibilidadsurgencadavezmayoresdudas,sobre todo cuandola universalidad pretendeobtenersemediante la conversiónhipostáticade un elementoparticular. Noha podido erradicarsela sugerenteimagenuniversalque inspira la cosmopsi-covisión,pero la crítica modernacircunscribeel pensamientoa los estrechoslímites que comporta la definición estrictade cada objeto y su verificaciónen el sistemade conocimientosque origina.

A pesarde todo, la convicción en tomo a la cientificidad filosófica setraduceen la generalizadatónica de nuestrotiempopara promover la nuevarevoluciónen estadisciplina; semejanteconvicciónse extiendea medida queel conceptomismo de ciencia se hace más dúctil y trasciendela acepcióndemasiadocircunscritaque ha consideradocomocienciaúnicamentela exactao rigurosa; por ello se vuelca la mirada en la acepciónmatematicista,deanálogamaneraa como sucedióen el siglo XVII, no para eliminar de ella ala filosofía,sino al contrario,para incluirla en su seno.En todocaso,la preo-cupaciónde cientificidad representao debe representarel vértice común enel ámbito de la filosofía contemporánea,aceptandoel requisito básicode nocohonestarla lucubración abstractacon la investigaciónfilosófica.

Reconocemos,pues, que la filosofía es o debe ser ciencia. Pero, ¿quémodelode ciencia convienea la filosofía? Para aclararlo es necesarioacudira lo que significa el conceptode ciencia. Tiene dos sentidos:uno amplio,que equivalegenéricamentea conocimiento, y otro restringido,que conllevaespecíficamentela acepciónde conociminto sistemático. Entrambos cumplenla condición primordial de enunciar una verdad;cualquiera de las expresio-nespredicativasque se llaman conocimientos,entrañauna verdad que puedeser demostrada.Afirmamos entoncesque: todo conocimiento, por el hechode ser conocimiento, es demostrado, y por ser demostrado es verdadero, yPOTser verdadero es científico. Esta tesisse verifica a nivel elemental, adop-tando como punto de partida los conocimientosderivadosde la vida coti-diana y, a pesarde su carácteresporádico,pertenecena: una o varias ciencias.Lo más probable es que cada conocimiento incidental figure en calidad demotivaciónempírica: señalaráun problema por determinara la ciencia en-cargadade resolverlo..- Por ejemplo,si yo digo me duele la cabeza, estoyemitiendo un conoci-

miento verdaderoque correspondea un sucesoreal; aparentementeno esconocimientocientífico, pero concierne al área especificade una problemá-tica inherente a la medicina, cuya más amplia detenninabilidad registra laexplicaciónde por qué me duele la cabezay tambiénel precedimientoade-cuado para prevenir o erradicar el dolor. Análogamente,una observacióncircunscritacomopuede ser el verbo impersonal llueve, significa que se está

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JUSTIFICACIóN DE LA FILOSOFíA COMO CIENCIA

produciendo la precipitación pluvial y constituye un problema para otraciencia como es la meteorología,de modo que el conocimiento involucradoincidentalmente en la palabra llueve, es también un conocimiento científicoen la medida que pertenecea una ciencia, donde figura cama problema pordeterminar y ocupa el nivel más elemental de la investigación.

No es común admitir como configurativasde un sistema las expresionesaisladas,aunque encarnen una verdad; algunas de ellas llegan inclusive areconocersecomo axiomas del intelecto y, sin embargo,observamosque cadauno de los fragmentos incidentales del saber pertenece a una ciencia. Enocasionesa más de una; por ejemplo, ciertas acotacionescotidianas se incluí-rían en el saber antropológico, cuando se refieren a peculiaridades del serhumano; otras se clasificarían en el conocimiento físico si atañen a especí-fidadesde la naturaleza; otrasmás involucran conceptospsicológicoscuandose ocupan del alma. Todo pensamiento,por más esporádicoque se suponga,concierne de hecho a una o varias ciencias no obstante que, al margen deestaadjudicación, tales pensamientosquedarían en calidad de ideas efímeras,no científicas; aparentementecomo producto de alguna observación incí-dental.

En el campo filosófico estamanerade discurrir se expone en fragmentos,opiniones, máximas O sentencias que constituyen efectivamenteun estilo dereflexión alejado de las complejasformassistemáticasdel filosofar académico;pero ello no autoriza a calificarlo como falso o inoperante, si nos atenemosal másamplio designio del pensar,consistenteen producir verdades;algunasde ellas llegan a ser de gran alcancey en cierto modo realizan el hito filo-sófico tendentea descubrir las verdadesmás profundasdel intelecto y expre-sar la verdad radicalmente universal que concierneen cada casoal problemarespectivo.De esta suerte,por radicales y universales,dichos fragmentos lle-gan a sermuy elocuentes,e inclusive ciertas doctrinas encuentransu máximaexpr~siónen resumidos apotegmasde unas cuantas palabras, 10 cual les hahecho particularmente accesiblesal gran público; por ello se encuentranenel repertorio de las consejaspopulares y son pensamientosde cuño corrientecon un sinnúmero de aplicaciones en la vida cotidiana. Algunas constituyenverdadesbásicasdel saberacadémico;decir que todo tiene un limite, expresala gran verdad de que no hay nada infinito; un pensamiento análogo noslleva a reconocer que todo es relativo, como contraparte de que nada esabsoluto,El filosofar anecdóticose ha enriquecido mediante sentenciasdefi-nitivamente inscritas en la posteridad con el crédito eponímico del autor.¿Quién no ha escuchadoalguna vez el apotegmasocrático:Sólo sé que no sénada? ¿Podría ignorarse que Descartesinmortalizó el reconocido entimema:Pienso, luego existo? Y así sucesivamente.

Concluimos entoncesque el conceptolato de ciencia obliga a acreditarsecomoconocimientoverdadero,lo cual no sucedeen forma inequívoca;existen

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óbicescuya interferenciaen el procesoepistemológicoimpide la consecucionincontrovertiblede la verdad,comose verifica en todo el campodel sabermediante las aporías derivadasde la extensión ilegítima del pensamientoparticular al ámbito de la cosmopsicovisíón universal.De ahí sueleprovenirel planteamientode falsosproblemas,el empleode métodosequívocosy laconfusión en las significacionesconceptuales.También la insuficiencia ge-neral que seobservaen el lenguajecomovehículo de conocimiento,ademásde los erroresconstatadosdesdela antigüedadpor la lógica formal en lossofismas,falacias,antinomias,paralogismosy demásmodalidadesdel error"dialéctico".De todo ello pretendeliberarsela investigacióncontemporáneainaugurandosus trabajoscon un análisis semántico,sintáctico, semióticoysintagmáticodel lenguaje;en él se pone de relieve hasta qué grado puedeextendersela critica del conocimientoy, por consiguiente,el entredichoparaconstituir a la filosofía como ciencia,en la primera, elementaly universalacepción,o sea llanamentecomoconocimiento.

Veamosahora el segundoconcepto,concernientea la ciencia como co-nocimientosistemático.Señalemosa tal respectoque todo conocimientosis-temáticoesverdadero,aunqueno todoconocimientoverdaderoessistemático;la diferenciaestribaen que,ademásde verdadero,el conocimientopuedeseresporádico,y comotal, no sistemático.Así seobservacon frecuencia,en cuyocaso no puede afirmarseque tales conocimientosconstituyanuna ciencia,aunque seanverdaderos.Partimos pues,de que el conocimientofilosófico,para ser científico,debe ser sistemático;en otras palabras,para que la filo-sofía se justifique comociencia debe ser, ademásde verdadera,sistemática.Estaconviccióninducea la idea del métodoconformeal cual serealizacomociencia.El métodogeneraldel conocimientoconsisteen:

a) Partir del objeto por explicar.b) Concebir la hipótesis explicativa.e) Verificar la hipótesisen el objeto.Éste es el esquemageneral que debe cumplir toda ciencia; la cuestión

estribaen determinarqué caracteresespecíficosconcurren a la ereccióndela filosofía como ciencia, ademásdel mecanismouniversal consistenteenformular y verificar las hipótesis en el problema respectivo.De cualquiermodo,la primeracondiciónpara reconocera la filosofía comocienciaseesta-bleceafirmandoel conceptollano de ciencia en tanto conocimientodemos-trado, a partir del cual se llega a la configuracióndel sistemaorgánico yestructuradomedianteel empleodel métodocorrespondienteal problemaquemaneja.Este procedimientoconstituye,por lo demás,una tónica generalenla filosofíamoderna;reviertecomonorma sustantivadel trabajo académicoen la exigenciade apoyar a la investigaciónen un basamentoautónomo.objetivo y progresivo.

La constituciónde la ciencia esun procesopaulatino donde se registran

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diversasmodalidadesy gradaciones;a tal efectodistinguimos la etapa pre-paratoria del conocimiento científico propiamente dicho, el cual designa-remoscomo conocimientoprecientífico, de otra etapa que constituye la cul-minación del sabermediantela autoconciencialógica,epistemológicay meto-dológica de susprocedimientos,que llamaremosconocimiento metacientüico.La mismasecuelaevolutiva se registraen nuestradisciplina; así como existeun conocimientoprecientífico integrado por los enunciadosque entrañanconocimientosverdaderos,aunque no sistematizados,existe también la quevamosa denominar filosofía precientífica; en ella se incluyen casossimilaresde ejercicio cognitivo que pueden recibir la atribución filosófica en cuantoafocan determinadascuestionescomúnmenteadjudicadasal filosofar, perono lo hacende maneraplenamenteconsciente,o lo que equivale, autocons-ciente. Otra cosase observaen el conocimientocientífico y metacientífico;amboscasosentrañan la concienciade sistematicidady organizanel cúmulode problemasque continuamenteasaltana la razón filosófica; se trata deplanteamientosinmersosen una suertede filosofar incidental que la consejapopular ha llamado irónicamentesabiduría confusa, profusa y difusa, comoen efecto resulta estasapiencia pragmáticavolcada en la vida cotidiana yenvueltaen las confusionesque todossabemos.Inmersosen la multiplicidadde la experiencia,semejantesatributosresultan inherentesal procesointegra-tivo del saber,pero ello no autoriza a considerarloscomo deleznables,sinoconcomitantesa las primerasetapasdel saber,así en la filosoíía como en laciencia y la vida común.

El conceptode ciencia involucra, pues,dos acepcionesbasicassuna am-plia, equivalente en términos generalesa conocimiento,y otra restringida,que avala únicamenteal conocimiento sistemático,es'decir, a las cienciaspropiamentedichas.Ambas dimensionesparticipan del común denominadorque significa la ciencia como saber; a su vez, el saber es definible como laexplicación de un objeto planteadoen el problema por determinar,lo cualatañe de preferenciaal conocimiento científico, aunque esta definición severifica genéricamenteen ambos casos; el conocimientoes siempre scientia,pero el segundocasocomporta el conceptoestricto del saber como ciencia,equivalentea disciplina sistemáticaorganizadaen un cuerpo doctrinario.

Desdeun punto de vista funcional, conocimientoequivalea despejarlaincógnita planteadaen la ecuaciónepistémica: el despejeseobtienemedianteel establecimientode juicios, que a su vez comportan estructuralmentelarelación de conceptos.De ahí la definición básica expresadaen términosdepredicación lógica y de fundamentaciónaxiomática:el conocimiento consisteen la posibilidad de establecer relaciones conceptuales. La explicación delconocimientoy la maneracomo lleva a cabo su función, constituyeel cono-cimiento del conocimiento, o sea la concienciatrascendental,autoconcienciade formaspredicativasy relacionesestructuralesen la determinacióndel saber.

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. Ahora bien, retomando el origen del problema, esta definición resultaaplicable a la filosofía como un conocimiento que establecerelaciones ínter-judicativas, de análogamanera a como sucedeen cualquier rama epistémica.Éste es el requisito genérico que cumple la ciencia en tanto conocimiento;restapor verificar la condición específicadonde se estipula a la ciencia comoconocimiento sistemáticodesarrolladoen una estructura orgánica.Por ello, alplantear la exigencia de que la filosofía se constituya no sólo como ciencialato sensu sino como disciplina científica, y en último análisis como cienciarigurosa, es necesariotener en cuenta que existen ambos conceptos;general-mente cuando hablamos de ciencia se entiende únicamente el segundo,res-tringido al conocimiento sistemático,y se soslayael primero, que atañe a laveracidaddel sabercomoun dato objetivamenteválido e imbrica en términosgeneralesla problemática inherente a la doctrina de la verdad; éstaes deba-tida por la gnoseologíagenética y la epistemología teorética, o sean los doshemisferios que comprende la teoría del conocimiento. Obviamente, sólo elsegundosatisfaceen plenitud el requisito de cientificidad, desdeel momentoque verifica la condición erectiva del saber estructuradoen un sistemaorgá-nico; el pnmero contiene la potencialidad parcial del proceso gnoseológicoy cobra realidad íntegrativa en el segundo,de manera que aquél actúa comocondición preliminar pero no primordial de éste;sería incongruentesegregaral conocimiento fragmentariode la función integrativa que desempeñaen 'elsistema,soslayandocon ello el valor esencialque comporta cornoconocimien-to verdadero y prelación antelativa del conocimiento sistemático.

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La constitución de la filosofía como dencia no debería presentarmayor pro-blema si aceptamospreviamente que es capaz de erigirse en conocimientoverdadero;sin embargo,aun estacondición elemental nO es cabalmentecum-plida en las ocasionesque registran alguna distorsión en el prospectometo-dológico, traducido al esquemacondicionante de ser verdadero,demostrable,autónomo,congruente,limitado, relativo, concreto, etc. El origen de este in-cumplimiento se encuentra,cuandomenos parcialmente, en la naturalezadela filosofía que, en su ingénita tendencia a obtener un concepto universaldel mundo y de la vida, suele desbordar los límites sefialadospor la circuns-cripción estricta de un objeto de conocimiento. Otro factor muy influyenteen estagnoseologíaepístérníca radica en el soslayode la experiencia,por locual nuestradisciplina seexhibe en gran medida como especulación,o lo queequivale,como abstracciónanticientífica. Estos caracteresriñen con el deside-ratum genéricamenteepistémico y específicamentecientífico, a pesar de locual predominan a lo largo de la evolución filosófica que, en estascondicio-nes, cabría señalar cuando menos en cierto modo como una evolución ca-

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JUSTIFICACIóN DE LA FILOSOF1A COMO CIENCIA

rente de las definiciones aporéticasque son distintivas de la integratividadcientífica.

A mayor abundamiento,la filosofía tropieza con gravesobstáculosparajustificar su titularidad sobre cualquier problema de orden material; éstees un requisito básico,pues la carenciade un problema específicoimpide acualquier tipo de reflexión que pueda presentarsecomo ciencia, y así, enmás de una ocasión,10han puestoen tela de juicio los filósofosmismos.Lareiterada duda sobre esta posibilidad básica del filosofar denota su origenen cuantomeditación tendientea la universalidad,o sea la cosmopsicovisiónubicada sobreun problema particular, lo cual generala agógicainsatisfacto-riamente resuelta en cuanto a la capacidadde respondera la demanda deuna cosmopsicovisión universal,cuyo desenlaceciframos en la metátesis apo-rética, o seael trasladode un problema originalmente filosófico y universalal campo de las cienciasparticulares.

A travésde la historia se contemplareiteradamenteesteproceso,lo cualpone a la filosofía en entredichopor carecersupuestamentede los recursosmetodológicos que puedan configurar el correspondientesistema científico,sobre todo en un prospectotan amplio como el implicado en la motivaciónoriginal de nuestra disciplina. Tales recursos,en cambio, se producen congenerosidaden el dominio científico, donde se observa el traslado de losproblemasmateriales,inicialmente albergadosen el manto filosófico, al do-minio de la experimentacióny la sistematizacióncientíficas. Así aconteciócon el problema del ser, que florece espléndidamenteen el sistema de lascienciasnaturales;otro tanto sucedecon la temáticade la sociedad,que hadado origen a las ciencias sociales;las cuestionesdel hombre están insertasen el tronco de las ciencias antropológicas,y así sucesivamente.El procesometatéticoha actuadomuchasvecesy constituyela tónica permanenteen lahistoria paralela de la filosofía y las ciencias.

A travésde su evolución, la filosofía ha ido cediendoa las ciencias par-ticulareslos problemasinicialmente admitidosen su seno;la pretensiónmeta-física de llegar a verdadesúltimas, eternas,absolutase inmutables, cede elcampo a los planteamientosparticularesy se concretaen función de su par-ticularidad, convirtiéndoseen objeto de estudio para una o varias cienciasque, por ello mismo, se denominan particulares.De estemodo irrumpe undilema crucial en el deslinde de éstey cualquier otro apotegmadel conoci-miento, al cual nos permitimosdesignarcon el nombrede dilema aporético.Representauna alternativa que puede expresarsedel siguientemodo: si lafilosofía repite lo que afirman las ciencias, genera una duPlicidad estéril, ysi las contradice, Pierde frente a ellas. En estascondiciones,la mayor aporíaque establecenlas coordenadasinquisitivas para legitimar la subsistenciadenuestra disciplina es la siguiente: ¿existe un problema que sea específico

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de la filosofía y mantenga al mismo tiempo el carácter universal que lecorresponde por tradición?

Una respuestaadecuadadebería incluir el sentido que asumen las doc-trinas contemporáneascomo desenlacede la contradicción ingénita señaladaen las posturas:cada una de ellas contiene una verdad particular y, sin em-bargo,la presentacomouniversal.De ahí el graveerror heterónomocometidocon frecuencia:atribuir a la filosofía una temáticarevelada comopertinenteen las cienciasparticulares.Tal es el origen de la disputa científico-filosóficaque pone en crisis la validez de los conocimientoselaboradospara su reso-lución, 10 cual repercute en el entredicho de ciertas filosofías que se venreemplazadasventajosamentepor las ciencias respectivas.Se plantea entoncesotro interrogantecapital: ¿cuáles son las disciplinas filosóficas que satisfacenla autonomía sistemática de su problema?

Por ahora podemosafirmar que en calidad de tales disciplinas persistenlas clásicamenteaceptadascomo fundamentales: lógica, ética y estética; enellas se refrenda la trilogía que constituye virtualmente el denominador co-mún de todos los sistemas,derivado de la tríada antropopsíquicaestablecidasobrelas correspondientesvirtudes anímicas de razón, voluntad y sentimien-to. Para bocetarun esquemasistemáticode tales disciplinas habría que agre-gar la problemática diacrónica representadapor la filosofía de la historia yla canónica propedéuticaimplícita en la historia de la filosofía, asi como laasunción autocrítica que se canaliza en la filosofía de la historia de la filo-sofía, a la cual podemosllamar también metahistoria filosófica o metajiloso-fía, entendida como autoconciencia del saber implícito en la metodologíatrascendentaly en el sistema autónomo de las posturas críticas que consi-deran a la filosofía como una metodología en sí misma. Otras disciplinassuelen figurar eventualmente,pero han sido cuestionadascon frecuencia yquizá expulsadasdel tronco filosófico para adjudicar su temática específicaa las ciencias respectivas,como por ejemplo: la filosofía de la religión, dellenguaje, de la educación, del hombre, de la naturaleza, etc.

El problema que comporta la erección científica de la filosofía nos llevade estemodo a afrontar un dilema tan crucial como es el correspondientea la existenciao inexistencia,validez o invalidez, de algunasdisciplinas teni-dascomofilosóficas,y en última instancia la duda se extiendea la integridadde la filosofía misma.Esta dubitación puede proyectarseen las tres o cuatrograndesramasque hasta ahora se exhiben como puntales inconmoviblesdelfilosofar: lógica, ética y estética-incluyendo en la primera a la epistemo-logía- cuya conjunción está determinada en la filosofía de la historia, en-tendida como historia de las disciplinas filosóficas. La razón más poderosaque justifica esteesquemadisciplinario se encuentraen la elocuentecircuns-tancia de que las cienciasparticulares acometencada día con mayor eficaciala excogitaciónde los valores titulares de las disciplinas fundamentales:ver-

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dad, bondad y belleza, cuyo denominadorcomún englobala totalidad de losvalores.

Con esto llegamosa uno de los polos en que está cifrada la existenciade la filosofía y, por ello mismo,la posibilidad de constituirsecomociencia;creemosque a tal respectoes posible una doble solución aporética:por ellado material se constituyeen axiologia,y por el formal, en metodología.Elprimero recae,sin embargo,en la posibilidad metarérica constatadaen lasdoctrinasmateriales,a cuyomotivo cabeseñalarque las cienciasofrecencadadía mayoresaportacionesen relación al problema axiológico; cosadistintasucedeen el aspectoformal, donde la crisis se resuelvefavorablemente,puesal pretenderconstituirsecomo ciencia, la filosofía transmutasu vieja natu-raleza de concepciónuniversal y pretendidamentematerial, para erigirse enuna nueva ciencia, también universal pero no material, desdeel momentoque reviste fundamentalmenteun carácterformal o metodológico.

Las limitacionesdel conocimientofilosófico son, en el aspectomaterial,cada vez más estrecha;pero no sucedeotro tanto en el formal, donde seregistra la posibilidad de asumir una función metodológica,para la cual seamplían constantementesusposibilidades.Por ello reconocemosla autonomíadel problemametodológicoentre los fundamentalesde la filosofía, y no fal-tan quienespretendenreducir su destino a metodología,10 cual sucedepar-cialmente en diversasocasionescon la postulación formal que preconizaelcarácterprioritario de la metodologíacientífica, paralelamentea una meto-dología cultural, insertasambasen la concomitantemetodologíafilosófica.

Situadosen la coyunturade justificar un problemaque, ademásde ex-clusivo seauniversal,parecedifícil encontrarotro distinto del que denota lametodología,el cual induce a un nuevo conceptode la filosofía formal; esimportante considerartambién la aplicación filosófica al problemamaterialde los valores,situado en contrapelocomplementariode una filosofía basadaen la doctrina axiológica, como un esfuerzopor conservaren ella algunaproblemáticamaterial. Debemosconfesar,sin embargo,que actualmentere-sulta controvertible cualquier atribución material de la tarea, e inclusivepudiera ser ésteun tema extrafilosófico, teniendo en cuenta que el estudiode los valoresculturales tambiéncorresponde,cadavez en mayorgrado,a lascienciashomólogas:la historia, la sociología,la economía,la antropologíaydemásdisciplinas de la cultura. No olvidemosque es ella el recipiente uni-versal de los valores, por lo cual dichas ciencias se constituyenrespectiva-mente en historia, sociología,economíao antropologíade los valores,comode hecho semanejancon frecuenciaen susmarcosde referenciaconceptual.No parece,por consiguiente,que éstepudiera ser el camino indicado parajustificar en definitiva el problemauniversal y privativo de la filosofia, conmiras a su inherente justificación científica.

A cambio de ello, permanecela cuestiónmetodológicaen un dominio

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aún no enajenado,de maneraque establecerformalmentelo que son o debenser los valores,equivalea preguntarpor las condicionesformalesdel conoci-mientoy su aplicación a la vida cultural. Éste esun temaque subsistecomouniversaly.entroncaen los lineamientosdel consensocriticista que confiereal filósofo la facultad,ya no de concebir y postular idealmentelos valores,sino de establecersu función epistémica y regulativaentendidacomo coordi-nación estructuralo formal de la existencia.Tal es,en síntesisel problemaque señalamospara una axiología formal o metodología de los valores comoversiónsistemáticay científica de la filosofía contemporánea.

De estemodo creemoscumplir la condición elementalde toda ciencia,consistenteen justificar un problema propio; salvamosal mismo tiempo elreparoprovenientede la paulatina extensiónobservadaen el campo de lascienciasculturales,que amplían y concretancada vez más el sentido de lanormatividadteleológicay la electividadaxiológica,por cuyavirtud es posi-ble especificarcientíficamentelo que son y debenser los valores.Para elloesnecesarioteneren cuenta las indicacionesque en el campode la concep-tuacióncultural promuevenlas cienciasantropológicas,que son también lascienciasdel hombrey la cultura; abordanellas la determinaciónconcretadelas finalidades existencialesque denominamosvalores, tanto en el aspectode realización comoen el de justificación,con los hechosy obras originadosen susdiversasramas,atendiendoa los índices realistasque semanifiestanenla trayectoriaevolutiva de la vida cultural sin los cualesel planteamientoaxiológicono pasade seruna abstracción.El presupuestogenéricodel valor,proyectadodirectamenteal acto de la valoración,está apoyadopor el con-cursode las cienciasparticularesy establecela cientificidad de la axiologíaformal entendidacomometodologíafilosófica, que a su vez abre la posibi-lidad de establecera la filosofía como ciencia en su avatar axiológico-meto-dológico.Éste es otro de los aspectosbásicosque deben considerarseparaestablecerla cientificidad filosófica en un plano eminentementeformal, evi-tando su confusióncon las ciencias particularesdel valor, que son tambiénlas cienciasexplicativasdel hombre y la cultura.

Esta reiteradainsistenciaen la función formal que atribuimos a la, filo-sofía,obedece-entre otros aspectos--a la metátesisproducida en la acep-ción materialde la axiología: sobreella esnecesariollamar poderosamentelaatención.Para percatamosde la amplitud que revistela metátesisaxiológica,veamoslo que sucedeen el problemaacogidopor las disciplinas capitalesdela filosofía, como son la lógica, la ética y la estética,cuya indoctrinaci6nofrece el reducto tradicional para discernir los valores verdad, bondad ybelleza.

Desdeel punto de vista filosófico, sabemosque la lógica se convierteenteoría de las cienciasy tiende a develar el sentido de la verdad producidaen ellas, la ética semanifiestacomouna teoría de la conductaobservadaen

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la moralidad individual y colectiva,mientras la estéticase reafirma comouna teoríade la bellezarealizadaen el arte; éstees el tríptico aporéticoubi-cadoen el reductode la problemáticaclásicainsertaen la cultura. Allí estácifrada la mayor esperanzade legitimidad autónomapara el filosofar; sinembargo,nos vemosobligadosa concluir que estereducto se pone en entre-dicho al observarlas cienciasparticularesque intervienen con crecientein-tensidaden la determinaciónobjetivade su temática,abandonandola inve-teradaacepciónespeculativapara acreditarsecada vez más como un trata-mientocientífico de la cultura.

Por ello, aun las tresramascapitalesde la filosofía clásicasecolocanenestrechadependenciacon respectoa las cienciasdel hombre,principalmentela psicología,la pedagogía,la sociologíay la antropología;son ellas las queaportanlos materialesempiriológicospara elaborarla cosmopsicovisión cien-tífica y cultural referidaa su origenhumano.Es, pues,evidentela correlaciónestablecidaentre filosofía y cienciasparticularesante un problema comúndiscernidoentreéstasy aquélla; la virtual dependenciade la primera frentea las segundasresulta inversamenteproporcional a como se suponeen latradición para el comúnefectodel problemaabordadoen cadacaso.

Sin embargo,la dependenciaprecientíficade la filosofía no disminuyesu valor intrínseco,todavezque permaneceen el senode la correlaciónfun-cional inherentea cualquier cienciacon respectoa su propio objeto;en estecasoel objeto es puestoen entredichoy, por consiguiente,la disciplina quesupuestamente10 maneja.El motivo más conspicuode la crisis que afloraen el conceptocientífico de la filosofía entendidacomoaxiología,radica enla profunda metátesisque ha venido operandoen la función postulatoriade los valores,manifiestaen el notable incrementode las determinacionesempiriológicascon el proporcionaldetrimentode la especulación.El aspectomaterial involucrado en su calidad científica queda pendientede establecercon el método necesariopara aceptargenéricamenteel conocimientoespo-rádico, incorporándoloen cadacasoa la disciplina derivadade su plantea-miento original; esta función intrínsecaregistraun apreciablevolumen deopinionescirculantesen.el conocimientocotidianoy, ademásde complemen-tar el saberdisciplinario de la filosofía y las cienciasparticulares,se vinculaindisolublementea ellas como un conocimientoprimario y alternativo decarácteraxiológico-materialy metodológico-formal.

La consecuenciaadvertidaal reconocerambasespecificacionescientíficas,radicaen la configuraciónsistemáticadel saber,e incorporalos conocimientossignificadospor las ideas,opiniones,creencias,aforismos,lemas,fragmentos,etc.,como formaseventualesde un filosofar incidental, cuya asimilaciónsis-temática auspicia el procedimientometatéticoanteriormentedescrito.Porello afirmamosque las opinionescasuísticasde la vida cotidiana enuncianconocimientosverdaderosy paracientíficos,aunque no en la mismapropor-

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ción se acreditan como un saber científico propiamente dicho, si por tal seentiende,en sentido estricto,el sistemáticamenteorganizado,que obviamentesupera en nivel integrativo a la producción ocasional de las opiniones carac-terísticasa las primeras etapasen cualquier forma del saber.Es necesario,entodo caso,tener en cuenta las incontablesmodalidadesdel pensamientoque,aun siendo verdaderas,no correspondenal saber filosófico y científico en laplena acepción que revisten ambos términos, como un conocimiento formaly material, orgánico y sistemáticoconscientey autoconscienteapodícticamen-te fundado y metodológicamentedirigido.

IVA partir de consideracionescomo las anteriorescumplimos el propósito inhe-rente a esteensayo:la caracterizaciónpreambular de la filosofía como cien-cia. Es necesariodiseñar finalmente el concepto general de ciencia y paraello propondremosuna definición que la aceptacomo todo sistema de cono-cimientos; esteconceptodesembocaen la indisoluble correlación existenteenlos tresgrandesniveles integrativosdel saber científico: el problema, el mé-todo y el sistema.Desde esepunto de vista, resulta asequible una definicióncomo puede ser la siguiente: ciencia es un sistema de conocimientos queexplican un problema mediante el método adecuado.

En otro sentido, el caráctergenéricode cualquier conocimiento imbricala condición básicapara ser consideradocomo científico y establecesu estruc-turación orgánica en un sistemaepistémico,de suerteque los conocimientosinicialmente captadosen la realidad constituyen,por su caráctercontingentey empírico, el material para la edificación de una ciencia que, recíproca-mente, se constituye en calidad de estructura orgánica,10 cual genera otroenunciadomás amplio: ciencia es un conjunto de conocimientos estructura-dos en una organización sistemática que vincula, explica y resuelve la mul-tiplicidad de la experiencia.

Esta conclusión nos dice también cuáles son los requisitos que debecumplir un conjunto de conocimientospara constituirsecomo ciencia. Desdeluego,el conceptogeneralmenteaceptadocomodefinición primaria es el queestipula a la ciencia llanamente como sistema de conocimientos. Ésta debeser la definición básicade toda ciencia; en ella se sobrentiendeque el objetoes tambiénun problema por determinar, o como sedice en la epistemologíacrítica, la incógnita por despejar en la ecuación del conocimiento. A su vez,el objeto primario de toda disciplina encarna en el axioma fundamentalque la determina como ciencia particular y señala que el estudio del objeto.abre la posibilidad para la constitución del sistema.Éste se erige a partir delaxioma definitorio de su problema básico y constriñe díalécticamentea laestructuraepistérnicadel saber a partir del objeto conocido,de suerteque el

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contexto doctrinario de una disciplina encarna la respuesta integral otorgadaal interrogante planteado en el axioma subyacente a la base de la cienciamisma.

Entiéndase también que hablar de axioma puede significar, y de hechosignifica, un conjunto de postulados coímplicantes cuya definición primariase extiende a la cadena predicativa de la determinación, proseguida en elejercicio de la metodología dialéctica; sin ella no es posible configurarel contorno aporético del problema establecido inicialmente por el axioma oconjunto de axiomas, el cual quedará difundido en un gran número de in-terrogantes secundarios que derivan hacia los planteamientos sucesivosde lapostulación inicial, de suerte que cada paso predicativo repite a un nivelsuperior el mismo problema básico en busca de una solución que, al serobtenida, vuelve a generar un nuevo planteamiento, y así sucesivamente. Lametodología apodíctica señala el punto de arranque en la connotación predi-cativa del axioma, cuyo primer nivel es postulado en la concatenación dia-léctica y conlleva por modo natural la estructuración orgánica de la ciencia.Los planteamientos se repiten a cada paso, dando origen a sendos interro-gantes sucesivosque, en conjunto, integran la estructura sistemática del saber.

La función axiomática se aplica a definir cualquier ciencia, desde elmomento que fundamenta el sistema epistémico al cual pertenece el axioma,mediante la definición de la unidad estructural en cuyo derredor se incor-pora la multiplicidad de conocimientos constitutivos de la disciplina; lafunción postulatoria es fundamental porque contiene la unidad organizadoray configuradora de la pluralidad epistémica, determinada en cada caso porla definición del objeto que le pertenece. La definición ofrecida en calidadde axioma comporta patente de idea universal y engloba en primer términoel requisito de la ciencia como sistema; en cada disciplina el axioma es equi-valente, en cuanto acepción universal, a la unidad orgánica de los conoci-mientos estructurados en torno al problema común, el cual es definido inex-cepcionalmente como postulado característico del problema privativo en dichaciencia. Éste es el caso de la filosofía, cuyo problema radica primordialmenteen el conocimiento mismo y constituye el más importante de todos los pro-blemas.

A partir de esta funcionalidad aporética,.en la cual se plantea la cuestiónautónoma inherente a cada disciplina, se justifica el anhelo científico de lafilosofía mediante la incorporación de la facultad metodológica y la estruc-turación sistemática coligadas en un cuerpo de doctrina, lo cual permitecumplir las condiciones básicas de toda ciencia. Al mismo tiempo nos vemosinducidos a preguntar: ¿qué clase de ciencia es la filosofía? Este problemaconlleva un múltiple sentido, pues atañe a las diferentes acepciones registra-das en el concepto de ciencia y filosofía; en un primer plano de importanciadeben figurar las diversas maneras como se ha intentado fundar el carácter

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sistemático en tanto correlativo del científico; en todo caso, el requisito pri-mordial estriba en aceptar dicho carácter, pues no se concibe ciencia algunaque renuncie a la configuración de sistema, aunque este hecho constituyeapenas el punto de partida y genera los numerosos problemas debatidos enel análisis de la cuestión.

En primer término debemos mencionar la tendencia predominante en laactualidad para realizar la idea científico-filosófica bajo una metodologíadeductiva que verifique la asunción apodíctica proclamada por el raciona-lismo, ubicando la idea de ciencia como función normativa y autoconscientedel filosofar. La metodología matemática abona las abundosas corrientes lo-gísticas coincidentes en el vértice funcional e íntegratívo donde se vinculandialécticamente los parámetros aporéticos y metodológicos inspirados en elmodelo deductivo. Éste es el caso más conspicuo de las tendencias que regis-tra actualmente nuestra disciplina; pero, en términos generales, la condicio-nalidad científica se establece mediante la relación homóloga del problemaplanteado y el método aplicable a su resolución, concluyendo en el sistemade conocimientos resultante de su propio tratamiento.

En este orden de consideraciones se impone una refundacíón de la filo-sofía en paralelo a la dimensión universal del conocimiento científico; paraello es necesario demostrar que cumple satisfactoriamente la triple condicio-nalidad exigible a toda ciencia:

a).-Condición aporética Posesión de un problema propio, irreductiblea los de las ciencias particulares.

b).-Condición metodológica.Aplicación de un método homólogo paradesarrollar y explicar el problema.

c).-Condición sistemática.Congruencia estructural entre el problema yel método al integrar el sistema.

La correlación anterior estriba, como lo expresa el concepto mismo, enuna relación mutua establecida entre problema, método y sistema, teniendocomo base tipificante el reconocimiento científico en cada rama del saber.Dicha correlación señala en cada caso una modalidad especial de llevarse acabo; se presenta en la matemática con un peculiaridad específica, otra dis-tinta en la física, una más se observa en las ciencias sociales, en las antropo-lógicas; lo propio acontece en la filosofía, cuya manera de configurar la corre-lación epistémica verifica en su problema las verdades obtenidas en la edifi-cación sistemática como resultado de aplicar el método homólogo a su tra-tamiento,

Esta correlación se funda en Ia virtud que designamos con el nombre dehomologia estructural y consiste en una similitud manifiesta entre el pro-blema, el método y el sistema de cada disciplina, lo cual determina la per-meabilidad cognitiva· por cuyo efecto es posible que circulen los elementosepistémicos en los tres planos de la correlación mencionados anteriormente:

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problema, método y sistema. La correlación homóloga es el fundamento dela evolución dialéctica observada en el campo del conocimiento, la culturay la vida, cuya acepción particular constituye la clave para la integraciónsincrética de las ciencias. Si no existiera esa correlación, el conocimiento noevolucionaría, o, para decirlo claramente, no existiría.

La tesis final de este ensayo consiste en señalar escuetamente la corre-lación homóloga entre el problema, el método y el sistema integrativos decada ciencia; este señalamiento, con toda su simplicidad, es tanto más nece-sario por cuanto no resulta frecuente comprobarlo en la constitución de lasdisciplinas filosóficas, donde sólo por excepción se constata una precisa homo-logia en los tres niveles estructurales del organismo; suele acontecer que elproblema planteado comporte un falso problema, y que el método sea tam-bién erróneo, pues lo mismo se aplican procedimientos objetivos o subjetivos,realistas o idealistas, concretos o abstractos, empiristas o racionalistas; el efectoconsiguiente se traduce a la configuración del sistema cuyo conrrapolo es elno sistema, o sea la carencia de un sistema verdadero, aunque hubiera laapariencia formal y engañosa del sistema. ,

Una de las expresiones más frecuentes que ofrece esta deficiencia apo-rética consiste en confundir el planteamiento de un problema con su reso-lución, de modo que se cree obtener la respuesta a un problema, cuando enrealidad se maneja una distinta manera de presentar el mismo problema. Porejemplo, al afirmar la existencia del alma como explicación de la vida, loque se hace es reemplazar el concepto fenoménico de vida por el nouménicode alma, pero las connotaciones de la segunda no agregan ningún coeficienteexplicativo al contenido de la primera; esto es lo que significa retomar elproblema y presentarlo como solución. Tamaño procedimiento es frecuenteen la metafísica cuando hípostasía la entidad fenoménica cuya explicaciónquiere otorgar; así sucede, por ejemplo, con la célebre teoría platónica de lasideas, cuya existencia trascendente se concibe como réplica de las ideas em-piriológicas que ocurren fenoménicamente a la vivencia intelectual. Desde elángulo pertinente a la epistemología este procedimiento constituye un círculovicioso, y tal vez una petición de principio. Por lo demás, la aceptación deelementos que funcionan explicativamente aunque en verdad presentan nue-vos problemas por determinar, se encuentra inclusive en las disciplinas másfirmemente establecidas y forma parte de la secuencia metodológica indesli-gable del conocimiento científico; en cualquier caso, la sucesión alternanteproblema-resolución-problema constituye el nódulo dialéctico en la metodo-logía de todas las ciencias y se distingue suficientemente de los errores hete-rónomos a que nos hemos referido.

Al exponer los requisitos básicos para constituir a la filosofía como cien-cia es necesario apuntar también la condición que, por no cumplirse en lamayoría de los casos, constituye un obstáculo para justificarla en la deseable

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calidad científica: se trata del principio metodológicode autonomía, queencarna en esta épocay cada vez más un requerimiento insoslayablecuyaausenciaexplica por qué la filosofía no se ha justificado unívocamenteenun nivel científico, pesea los repetidos intentos del pretérito por llevar acabo estepropósito.Abrigamos la convicción de que nuestradisciplina in-gresaahora definitivamenteen esenivel, pero aun así priva la controversiainherentea lo que significael filosofar científico;gran partede las atencionesdedicadasal esclarecimientode la metodologíaconstituyenuna condiciónprevia a la aceptaciónmaterial de las tesisque le atañen tradicionalmente.

Hasta ahora, lo importante para la filosofía ha consistidoen postularuna entidad cualquiera confiriéndole un carácteruniversal para presentarlaen calidad de elementoresolutivo en la cosmopsicovisiónrespectiva;esteprocedimientooperaen formadogmáticacuandono seaplica la critificaciónrequerida en cada caso,de lo cual contemplamosun similar desarrollo enlasdiversasrespuestasdonde serefleja lá' problemáticadel ser,ya estélocali-zadaen el sermismoo en cualquiera de los elementosque alternativamenteacogenlas pretendidassolucionesal clásico problema de obtener la expli-cación universal del ser y la existencia.De estemodo, las consideracionessobrela universalidadtética o material del problema filosófico se extiendena la vida, la cultura, la naturaleza, la materia, las ideas, la energía, losátomos,el número, la proporción, los valores,y en general,a todasy cadauna de las hipótesisexaltadascomo clave explicativa de la experienciame-diante la asunciónuniversaldel ser derivando en cada casoa los elementosque configuran el núcleo doctrinario del planteamientorespectivo;en estareiterada secuenciaque presentasin más a lo empírico como teoréticoseamparandogmáticamentelos falsosproblemasy conduceninevitablementealos falsosmétodoscon las falsassolucionesde los que está saturadoel ca-tálogode las doctrinasfilosóficas.

Este procedimientoes insubsistenteen la actualidad; la sola presen-tación de un elementocomo universal no basta para convencerde lo quesearealmentela resolucióndel problema;lo másprobablees que constituyauno más entre los numerosostemaspor explicar medianteel ejerciciode ladeterminacióncientífica.De cualquier modo subsisteel conceptode la uni-versalidadcomo norma explicativa del ser, pero la aceptamosa título dehipótesisformal y debe concretarseen la homólogaexplicaciónmaterial; elesquemaresolutivo se mantienefundado en la relación de homología,aun-que varíe el procedimientopara llevarlo a cabo.Así, en vez de postularunaentidadcualquieracomoesenciauniversalde la realidad,procedemosa vincu-lar los diferentesnivelesexplicativosdonde se presentala secuenciaproble-ma-resolución-problema, eslabonandouna serie de gradacionesepístémicasoriginadasen la multiplicidad de la experiencia,entendida lato sensu comoplanteamientode objetividad,para culminar no de un modo directo, sino

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a travésde la estructuraconceptual-judicativaen una universalidadde laidea y los diversosnivelesde jerarquía cognitiva,lo cual seconsiguemedianteel procedimientode axiomatización que caracterizaa la moderna filosofíacientífica.

Por ello, hablar de la filosofía comociencia equivalea señalarel métodode axiomatización como procedimientoindefectible para filosofar; la con-clusión que obtenemosen estepreámbulo consisteen aceptar la necesidadbásica de erigir a la filosofía como ciencia y reconocer.tal carácteren laestructurapredicativa fundadasobreel métodode axiomatización.El objetode nuestroensayoha consistidoen llegar a la fronteraque separaal preám-bulo de la tareapropiamentedicha, lo cual conducea la justificaciónprimor-dial de la filosofía comociencia;creemoshaber aportadoalgunasconsidera-ciones básicasy esperamosque de ella se desprendanalgunasconclusionespara esclareceresteinquietanteproblemaen la temáticade nuestrotiempo.

MIGUEL BUENO

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXIco