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Post 3: El tercer espacio “Para que sea relajada y satisfactoria, la vida cotidiana debe e en tres ámbitos de experiencia. Uno es el doméstico, otro es el productivo y el tercero es el socialmente inclusivo, que nos ofr fundamento de la vida en comunidad, como su propia celebración.” R. Oldenburg. The Great Good Place No ha sido casual que empiece este post sentado en un café mient un viejo amigo, para tomarme con él mi quinto espresso del día y habitual charla de n de año, en la que seguramente hablaremos d trabajos, nuestros proyectos y, desde luego, buscaremos resolver problemas del mundo. Decía que no era casual que estuviera en un embargo, tampoco puedo decir que la elección del lugar haya sido sentido estricto, diría que esta ha sido convencional, en tanto relación necesaria entre el objeto de la reunión y el lugar eleg esto es cierto solo en teoría. Pienso que en la práctica hay alg relación entre una charla gratuita, aunque espontánea y relajada en buena medida inspiradora, y el lugar donde esta se desarrolla sobre el café; hablaré en cambio sobre los cafés , esos espacios donde las personas nos encontramos, de manera convencional o deliberada, p intercambiar ideas y socializar alrededor de una minúscula taza. “¿Qué signi caba tomarse un café en el siglo XVIII en Lima?”, fu propuso mi ocurrente profesora en el examen nal de Historia del Había que ver la sarta de interpretaciones oridas que algunos n para intentar decir algo válido y levantarle una ceja a la audaz embargo, de lo que no me cabía duda era que la pregunta venía co que no se trataba solamente de “tomarse un café…” Había que leer allá y encontrar el matiz social del asunto para atisbar así su Entonces, la pregunta detrás de la pregunta era, “¿Qué signi cab cafécon alguien …en Lima?” Al incluir esa variable en la formulació automáticamente comprendía todo lo que esta implicaba: el café n un lugar de comercio. Era (como hoy) un lugar de encuentro, de t debate, de creación intelectual y también de conspiración, de co espacio urbano situado en la frontera entre lo privado y lo públ una época de signi cativas transformaciones a nivel ideológico, y, por supuesto, político. Vale aclarar que esa interpretación m aprobar el curso con una nota digna.

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El tercer espacio

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Post 3: El tercer espacio

Para que sea relajada y satisfactoria, la vida cotidiana debe encontrar su balance en tres mbitos de experiencia. Uno es el domstico, otro es el laboral o productivo y el tercero es el socialmente inclusivo, que nos ofrece tanto el fundamento de la vida en comunidad, como su propia celebracin.

R. Oldenburg. The Great Good Place

No ha sido casual que empiece este post sentado en un caf mientras espero a un viejo amigo, para tomarme con l mi quinto espresso del da y tener nuestra habitual charla de fin de ao, en la que seguramente hablaremos de nuestros trabajos, nuestros proyectos y, desde luego, buscaremos resolver todos los problemas del mundo. Deca que no era casual que estuviera en un caf. Sin embargo, tampoco puedo decir que la eleccin del lugar haya sido intencional. En sentido estricto, dira que esta ha sido convencional, en tanto que no hay ninguna relacin necesaria entre el objeto de la reunin y el lugar elegido para ella. Pero esto es cierto solo en teora. Pienso que en la prctica hay algo de necesario en la relacin entre una charla gratuita, aunque espontnea y relajada, concentrada y en buena medida inspiradora, y el lugar donde esta se desarrolla. Hoy no hablar sobre el caf; hablar en cambio sobre los cafs, esos espacios donde las personas nos encontramos, de manera convencional o deliberada, para intercambiar ideas y socializar alrededor de una minscula taza.

Qu significaba tomarse un caf en el siglo XVIII en Lima?, fue la pregunta que propuso mi ocurrente profesora en el examen final de Historia del Per Colonial. Haba que ver la sarta de interpretaciones floridas que algunos nos fajbamos para intentar decir algo vlido y levantarle una ceja a la audaz docente. Sin embargo, de lo que no me caba duda era que la pregunta vena con clave. Intua que no se trataba solamente de tomarse un caf Haba que leer un poco ms all y encontrar el matiz social del asunto para atisbar as su relevancia histrica. Entonces, la pregunta detrs de la pregunta era, Qu significaba tomarse un caf con alguienen Lima? Al incluir esa variable en la formulacin, automticamente comprenda todo lo que esta implicaba: el caf no era solamente un lugar de comercio. Era (como hoy) un lugar de encuentro, de tertulia y de debate, de creacin intelectual y tambin de conspiracin, de conquista de un espacio urbano situado en la frontera entre lo privado y lo pblico. Todo ello en una poca de significativas transformaciones a nivel ideolgico, social, econmico y, por supuesto, poltico. Vale aclarar que esa interpretacin me sirvi para aprobar el curso con una nota digna.

Pero tratar de no aburrirlos con cuestiones demasiado acadmicas. No obstante, creo que es importante ubicarnos en el tiempo y recordar que los primeros cafs aparecen en el escenario comercial y cultural alrededor del s. XVI, primero en el Medio Oriente y luego en Europa. Por supuesto, ni la bebida ni el espacio donde esta se consuma estuvieron exentos de estigmas y prohibiciones. En su clsico volumen sobre la historia del caf ([endnoteRef:-1]), William Ukers relata el periplo econmico y social que este producto habra de recorrer, desde su cuna en Etiopa hasta su gradual universalizacin. Si bien su naturaleza estimulante la llev a su condena, a inicios del 1500, por parte de algn sultn ofendido por tanta excitacin de los nimos, el mundo rabe no tard en reconciliarse con ella y pronto las casas de caf se multiplicaran por cientos, especialmente en Persia y Constantinopla (Ukers, 1935: 15). Sin embargo, an cuando estas tambin seran condenadas por ms de un fantico religioso, la existencia clandestina de estos espacios lleg a tal punto que se tuvieron que aceptar como parte del paisaje urbano y comercial en las principales ciudades del Medio Oriente. [-1: UKERS, William (1922) All About Coffee. New York: The Tea & Coffee Trade Journal Company. 2nd Edition. Cuenta con descarga gratuita en el portal del Proyecto Gutenberg http://www.gutenberg.org/files/28500/28500-h/28500-h.htm]

Colocar imagen: Caf rabe.jpg Pie de imagen (bajar puntaje): Caf rabe, E. Girardet, leo sobre tela. Museo dOrsay, Pars.

Pero el estigma que caa sobre el caf y sus lugares de consumo no vendra nicamente desde el fundamentalismo religioso. Ya ingresados en Europa, en el s. XVIII, los cafs se propagaron rpidamente y despertaron las naturales sospechas de la nobleza, altamente sensible a la cafena sublimada en ideas liberales y crticas al rgimen absolutista. En sus Cartas Persas, un joven Montesquieu ironiza sobre el papel que desempearon estos espacios en el fortalecimiento de la clase intelectual parisina del Siglo de las luces: el caf est muy en boga en Pars: existe un gran nmero de casas pblicas donde lo venden () Hay una donde preparan el caf de manera tan particular, que agudiza el ingenio de quienes lo beben; o al menos todos cuantos all van se sienten mil veces ms inteligentes al salir, que al entrar.([endnoteRef:0]) [0: MONTESQUIEU. Cartas Persas, XXXVI. (1992) Mxico D. F: Consejo Nacional Para la Cultura y las Artes.]

Colocar imagen: Zu_den_blauen_flaschen_.jpg Pie de imagen (bajar puntaje): Caf La botella azul, Viena. Fuente: Wikimedia Commons

En el caso del Per, los cafs gozaran de la misma reputacin que en el viejo continente. Como nos cuenta el historiador Oswaldo Holgun en su reciente publicacin Cafs y Fondas en Lima Ilustrada y Romntica. (Lima: USMP, 2013), el primer caf limeo fue instalado por el italiano Francisco Serio y se le conoci como el Caf de Santo Domingo. Aos ms tarde, en 1776, el progresista empresario fundara el Caf de Bodegones, en la calle que le dio nombre, donde acudieron gente de la burocracia, letrados y comerciantes, hasta su cierre, ocurrido en 1860. En estos espacios, donde se lean el Diario Erudito y el Mercurio Peruano, circulaban desde luego las noticias sobre la revolucin en Francia y Estados Unidos y no tardaran en ser considerados focos peligrosos y necesarios de contar con vigilancia.([endnoteRef:1]) Dems est decir que para los periodistas y librepensadores de la poca, estos lugares eran puntos de reunin, que acercan a los hombres de talento, facilitan el comercio delicioso de los descubrimientos literarios, excitan una noble emulacin, publican y depuran las combinaciones cientficas.([endnoteRef:2]) [1: ROSAS, L. y Ragas, J. Las revoluciones francesas en el Per. Una reinterpretacin (1789-1848). Boletn de lInstitut Franais dtudes Andines / 2007, 36 (1): 51-65 ] [2: ROSSI Y RUB, Rasgo Histrico y Filosfico sobre los Cafs de Lima, Mercurio Peruano, I, 110. Citado por SOLIS, M. http://littlm.umontreal.ca/fileadmin/Documents/FAS/litterature_langue_moderne/Documents/2-Recherche/Tinkuy6FINAL.pdf]

Colocar imagen: Holgun.jpg

Si quisiera hacer un relato histrico del desarrollo de los cafs en Lima, el espacio quedara demasiado pequeo y probablemente entregara este post a mediados del prximo ao. Lo que me interesa anotar aqu es cmo, desde su aparicin en el espacio pblico, los cafs sirvieron para albergar, en su universo neutral, ajeno al mbito formal del trabajo y alejado tambin de nuestro entorno privado o familiar, esa bsica necesidad humana de socializar, crear y, particularmente, transformar el mundo en que vivimos. R. Oldenburg lo llamara, a fines de los ochenta el tercer espacio, es decir, ese lugar donde las personas se renen sin mayor propsito, elevado o mundano, que el de el disfrute, la vida y el alivio de juntar sus individualidades ms all de los contextos de la intencionalidad, el deber o la funcin especfica (Oldenburg,1989: 25).

Este tercer espacio, segn Oldenburg, se va a caracterizar por una serie de elementos que vamos a enumerar rpidamente: 1) debe ser neutral, es decir, las personas deben tener la libertad de entrar y salir a su gusto y sentirse totalmente cmodos en ello. 2) Debe ser totalmente inclusivo. No deben existir jerarquas de ningn tipo. 3) La principal actividad en estos lugares es la conversacin entre dos o ms personas. Es quiz por eso que cuando veo esos cafs donde las personas van nicamente a sentarse frente a las pantallas de sus laptops y smartphones siento como si estuviera en la oficina de algn ministerio. 4) Los clientes habituales. Esta es una caracterstica que surge casi inmediatamente con la aparicin de un caf y es lo que le imprime vida y autenticidad. Pero adems, todo cliente regular fue alguna vez un recin llegado. La aceptacin de los clientes nuevos es fundamental para la subsistencia de estos lugares. 5) El perfil bajo. Esta es una caracterstica clave en una poca cuando el que menos decora su espacio buscando impresionar a los visitantes. 6) Reina un nimo ldico. Nada de personal almidonado; la clave de estos lugares es la cercana y calidez de sus miembros. 7) Un hogar lejos del hogar. An cuando consta de un escenario totalmente distinto, este espacio se percibe con los mismos elementos de confort y seguridad que tiene nuestro hogar.

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Con mucho entusiasmo caigo en la cuenta de que hay cada vez ms cafs en nuestra ciudad que se preocupan por mantener esta condicin de tercer espacio y no ceden a la tentacin de suscribir modelos prefabricados bajo el argumento de maximizar sus ganancias. No son solo lugares para tomar e irse. Son espacios de encuentro habitual y donde se gestan amistades entraables. Son pocos, todava, pero empiezan a ser nuevamente una tendencia en nuestro espacio comercial urbano. Y lo ms interesante es que en ellos confluyen todos por igual: artistas, intelectuales, sibaritas, crticos, expatriados, jvenes, adultos, sin ninguna restriccin. Y es, por cierto, en uno de ellos donde le pongo punto final a este post. Hasta otra.

Referencias: