Posicionamiento esf sa def-castellano
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
PROPUESTA DE POSICIONAMIENTO EN SOBERANÍA ALIMENTARIA DE
ENXEÑERÍA SEN FRONTEIRAS GALICIA
La Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas de 1948 reconoce el derecho de todas las personas
a contar con comida suficiente y de calidad. Sin embargo, cada año aumenta el
número de personas que sufren hambre en el mundo, y la mayoría de la humanidad ve
negado su derecho básico a una alimentación suficiente y adecuada. Esta situación
no tiene que ver con la falta de producción, sino con los problemas de acceso a los
alimentos, los cuales son consecuencia de las desigualdades, la injusticia, la
mercantilización de los recursos naturales y la alimentación, y la expansión de la
agricultura industrial y sus monocultivos.
En este marco, nace el concepto de soberanía alimentaria que, de acuerdo
con la definición que surgió a partir del Foro de Nyéléni (Malí) en 2007, es el derecho
de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles,
producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio
sistema alimentario y productivo.
Este concepto nace en el seno de los movimientos sociales, y no propone
únicamente medidas técnicas o económicas para garantizar el acceso a los alimentos,
sino que considera cuestiones políticas, ecológicas, sociales y culturales, y entiende
que es necesaria una transformación del sistema capitalista neoliberal actual que
establece un modelo de desarrollo basado en reglas injustas e insostenibles. Esta
transformación debe tener como principales actores a los agricultores y agricultoras,
poblaciones indígenas y movimientos campesinos.
Los objetivos de la soberanía alimentaria son válidos tanto en países del Sur,
donde el modelo del monocultivo extensivo para la exportación es el imperante, como
en los del Norte, donde las ayudas provenientes de las políticas agrarias favorecen el
dumping y el mundo rural está desapareciendo a una velocidad aterradora.
Consideramos la Soberanía Alimentaria una propuesta integral y completa de
transformación del modelo agroalimentario actual. Creemos que tiene en cuenta y
valora todos los actores que intervienen desde un punto de vista respetuoso con
criterios ecológicos, sociales y culturales. Por estos motivos consideramos la
Seguridad Alimentaria y el Derecho a la Alimentación términos incompletos y que
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
ignoran elementos clave que condicionan fuertemente la producción de alimentos y el
control sobre la misma.
Por tanto, para lograr la Soberanía Alimentaria, desde ESF defendemos:
• Modelo agroecológico frente al modelo agroindustrial:
El proceso de industrialización que ha sufrido la agricultura en las últimas
décadas no sólo no ha contribuido a disminuir el hambre ni a mejorar el acceso a
alimentos suficientes y adecuados de la población mundial, sino que supone una
seria amenaza a la soberanía alimentaria de los pueblos. El modelo agroindustrial
aumenta las desigualdades sociales, concentra la mayor parte de los beneficios
económicos en manos de empresas multinacionales y grandes productores, dificulta el
acceso a la tierra, agua y biodiversidad de las poblaciones campesinas e indígenas y
promueve la desaparición de la agricultura familiar
La línea tecnológica que dio lugar al modelo productivo agroindustrial, y fue
desarrollada únicamente por las grandes posibilidades de conseguir beneficios para
las industrias y las empresas suministradoras de los insumos agrícolas, impone un
modelo homogéneo que no tiene en cuenta las condiciones ambientales, contexto
cultural y necesidades específicas de las poblaciones campesinas e indígenas.
La expansión de la agricultura industrial erosiona la diversidad cultural,
agrícola y biológica del planeta sustituyendo los agrosistemas diversos por
monocultivos de exportación, y arrasando selvas, bosques y sabanas poco aptas para
la agricultura para expandir la frontera del agronegocio.
Por tanto, el modelo de producción alimentaria industrial (basado en un uso
intensivo de insumos como agroquímicos u otros productos químicos de síntesis en
acuicultura y maquinaria pesada, monocultivo, utilización irresponsable de semillas
híbridas y transgénicas, agua, etc.) tiene consecuencias ambientales y sociales
devastadoras: impactan negativamente sobre el medio ambiente mediante la
liberación indiscriminada de tóxicos y transgénicos, la deforestación, la erosión y
agotamiento de los suelos, el empobrecimiento de la agrobiodiversidad, la
sobreexplotación de los recursos y la dependencia de combustibles fósiles y productos
químicos de síntesis u otros insumos para asegurar la productividad (que reducen la
autonomía de las personas productoras), siendo un factor determinante en el cambio
climático; juega con la salud de todos/as los/as consumidores/as y productores/as, y
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
niega nuestro derecho a consumir y producir alimentos saludables, nutritivos y
culturalmente adecuados en unas condiciones laborales justas y dignas y sin
discriminaciones (en particular la de género).
Desde ESF Galicia defendemos el modelo agroecológico y otras formas de
producción alimentaria sostenible como reacción crítica frente al modelo de
producción alimentaria industrial y sus múltiples impactos. Los espacios
productivos de producción alimentaria básica deben ser entendidos como
ecosistemas que integran un conjunto diverso de elementos ecológicos y
humanos, y la búsqueda de la productividad debe hacerse a través de la
capitalización de los procesos biológicos y naturales, más que de las
innovaciones químicas o de la ingeniería genética. Creemos que es necesario un
cambio del actual modelo de producción alimentaria, hacia uno basada en los
principios de la agroecología, pesca artesanal sostenible y otros modelos de
producción alimentaria sostenible, que parta del respeto y del equilibrio con las
condiciones naturales, la cultura local y los saberes tradicionales, y sobre todo
que garantice la soberanía alimentaria tanto para las poblaciones presentes como
para las generaciones futuras.
Apostamos por el uso de tecnologías con un enfoque de desarrollo
humano y apropiadas para cada contexto, distintas en cada caso y heterogéneas.
Además, la difusión de técnicas y prácticas debe contar con la participación de
los/as producetores/as, que las probarán, evaluarán y adaptarán por sí mismos.
• Mercados locales frente a un mercado global y un modelo exportador
de alimentos:
El modelo de industria alimentaria, integrado en el sistema capitalista
neoliberal, considera los alimentos como una mercancía sujeta a las normas del
libre mercado. En esta dinámica, los países del Norte, una vez más, parten de una
situación ventajosa frente a los países del Sur ya que, no sólo tienen más recursos
económicos para apoyar su producción alimentaria con políticas que cuentan con
presupuestos millonarios y permiten prácticas como el dumping, sino que también son
beneficiados por las políticas económicas impuestas por el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio y
amparados por los Tratados de Libre Comercio. Así mismo, las grandes empresas
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
transnacionales también se benefician de este sistema influyendo en la formulación
de estas políticas según sus intereses económicos, al igual que se benefician
empresas y entidades financieras mediante la especulación con el precio de los
alimentos.
En gran parte gracias a estas políticas neoliberales y de ajuste estructural
impuestas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a los países
del Sur, durante las últimas dos décadas ha tenido lugar en estos países una
impresionante expansión de los monocultivos orientados a la exportación, que han
sustituido sistemas agrarios diversos dirigidos al consumo local, y han desplazado de
sus territorios a miles de comunidades indígenas y campesinas. Este modelo
agroexportador no sólo ha empobrecido aún más las economías de los países del Sur,
sino que ha debilitado la autonomía y la autosuficiencia alimentaria de estos países.
Creemos que la alimentación es un derecho, no una mercancía, por lo que
los alimentos no deberían estar sujetos a las normas de libre mercado ni afectados por
actividades especulativas. Por tanto, es necesario que se tomen medidas para evitar
esta situación, como la retirada de la producción de alimentos básicos de la
Organización Mundial de Comercio, la prohibición de la especulación con
alimentos, así como la protección de los mercados y la producción locales de los
países del Sur.
Rechazamos las políticas neoliberales de ajuste estructural impuestas
por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial a los países del Sur, ya
que están dirigidas por los intereses económicos de los países del Norte y de las
grandes empresas transnacionales, y ponen en claro peligro la soberanía alimentaria
de los países del Sur.
Apostamos por un sistema alimentario más local, en el que la comida sea
producida, recogida, procesada, vendida y consumida lo más cerca posible, y por la
defensa y promoción de una producción de alimentos a pequeña escala y
sostenible, con importante base campesina y familiar o de pesca artesanal que
garantice la autonomía alimentaria de la población.
• Acceso al agua y a la tierra.
En el contexto económico actual, en el que la producción de alimentos ha
sufrido un proceso de mercantilización, la tierra, el agua y la biodiversidad han
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
dejado de estar en manos de los pueblos para convertirse en objeto de especulación,
expuestos a la lógica del libre mercado. Este proceso ha fomentado la dinámica de
concentración de los bienes en pocas manos y, como consecuencia, la privación
del acceso a los bienes naturales de la población campesina e indígena que,
apartada de su fuente de sustento, se ve forzada a desplazarse de sus tierras hacia
las ciudades, generando pobreza y aumentando la despoblación del mundo rural.
Además, a partir de las últimas crisis alimentaria y financiera, surge a gran
escala el fenómeno de acaparamiento de tierras, que genera una mayor privatización
y concentración de las tierras agrícolas más fértiles, y por tanto una fuerte amenaza a
la subsistencia futura de personas que siguen dependiendo de sus agroecosistemas
locales para alimentarse en los países del Sur. Este acaparamiento está liderado tanto
por los gobiernos con “inseguridad alimentaria”, que dependen de las
importaciones para alimentar a sus pueblos, y se están adueñando rápidamente de
tierras agrícolas por todo el mundo en las cuales producir sus propios alimentos fuera
del país; como por las corporaciones de alimentos y los inversionistas privados,
ávidos de ganancias en medio de la profundización de la crisis financiera, que ven la
inversión en tierras agrícolas extranjeras como una importante fuente nueva de
ingresos. De esta manera, las empresas privadas extranjeras obtienen nuevas
formas de control sobre tierras agrícolas para producir alimentos, no para las
comunidades locales, sino para otros, y los/as trabajadores/as, las/os agricultoras/es y
las comunidades locales inevitablemente pierden acceso a la tierra para la producción
local de alimentos.
Desde ESF-Galicia creemos que el acceso a los bienes naturales garantiza
la permanencia de los pueblos en el territorio, sus vínculos con el mismo, sus
modos de entender el mundo, de vivir y de producir, permitiendo su desarrollo
sociocultural y político autónomo.
Para un acceso más equitativo y completo a la tierra, al agua y a otros recursos
naturales, así como para un mayor control democrático sobre ellos, es
imprescindible una Reforma Agraria integral y políticas agrarias que apoyen a la
producción nacional, desarrolladas con la plena participación de las comunidades
campesinas e indígenas y las pequeñas productoras y productores, y adaptadas al
contexto y a las necesidades de la población de cada país o región.
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
Rechazamos que los recursos naturales puedan ser objeto de
especulación financiera, así como el acaparamiento por parte de empresas
privadas y gobiernos extranjeros de grandes extensiones de tierra, ya que estas
prácticas ponen en peligro la soberanía alimentaria de los pueblos locales.
Defendemos que el agua en todas sus formas es un bien común y su
acceso es un derecho humano fundamental e inalienable. El agua es un patrimonio de
las comunidades y de los pueblos, no una mercancía, y por tanto su gestión y
control deben permanecer en el ámbito público, social, comunitario,
participativo, con equidad y sin fin de lucro.
Apostamos por una gestión sostenible de los ecosistemas y la preservación del
ciclo del agua mediante el ordenamiento del territorio, y consideramos la cuenca
hidrográfica como unidad básica integral de gestión.
• Protección de semillas autóctonas.
Uno de los elementos más característicos del modelo agroindustrial, altamente
tecnificado, es que hace a los y las agricultoras totalmente dependientes de los
insumos de origen industrial que suministran las empresas del agronegocio. De esta
forma, el paquete tecnológico en el que se basa el modelo de producción
agroindustrial y que es ofrecido por unas pocas multinacionales que dominan de
manera casi monopólica los mercados de insumos agroindustriales, tiene como una de
sus bases fundamentales, las semillas híbridas estándar. A pesar de que son
vendidas como semillas de alto rendimiento, este tipo de semillas necesitan unas
condiciones específicas y abundantes insumos agroindustriales para prosperar y
ser realmente productivas Además, la productividad y el índice de germinación de las
siguientes generaciones de estas semillas decae de manera muy importante, hecho
que impide guardar parte del grano cosechado un año para usarlo como
simiente el año posterior, obligando por tanto a las personas productoras que lo
asumen a comprar semillas cada año. Así mismo, mediante el uso de estas semillas
en lugar de semillas autóctonas adaptadas a la zona, se produce una pérdida de
biodiversidad y por tanto una uniformización genética de los cultivos, lo que aumenta
la vulnerabilidad de la agricultura respecto a fenómenos climatológicos adversos,
enfermedades, plagas y la carencia de insumos químicos y energéticos.
Además, el sistema de patentes desarrollado por estas multinacionales, y
el control que ejercen sobre el mercado conlleva la privatización del conocimiento y
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
el patrimonio agrogenético que las culturas campesinas y los pueblos indígenas han
desarrollado durante milenios.
Así mismo, la reciente expansión de los cultivos transgénicos, teóricamente
dirigidos para modernizar la agricultura, aumentar la producción mundial y acabar así
con el hambre en el mundo, ha constituido en realidad una nueva estrategia de las
multinacionales para seguir con el control monopolista del mercado mundial de
semillas e insumos agrícolas. Los transgénicos agrícolas controlados por unas pocas
empresas han profundizado la dependencia del campesinado y los y las
consumidoras respecto a las multinacionales que dominan el sector agroalimentario,
han posibilitado a las Empresas Transnacionales que controlan la industria
biotecnológica apropiarse de la agrobiodiversidad desarrollada por las culturas
campesinas e indígenas, y han negado el derecho de los y las productoras y los y
las consumidoras a elegir entre agricultura y alimentación modificados
genéticamente y libre de transgénicos, ya que los cultivos modificados genéticamente
llevan asociado el fenómeno de la contaminación genética. Además, el uso de semillas
transgénicas ha implicado la utilización de agroquímicos altamente contaminantes y
nocivos para la salud, y los efectos que los alimentos genéticamente modificados
puede tener sobre el organismo humano y sobre el medio ambiente en el que son
liberados son todavía desconocidos e impredecibles, de forma que el principio de
precaución ha sido totalmente ignorado, ESTO LO BORRÉ: y quienes consumen
han estado siendo empleados como cobayas en un laboratorio a escala planetaria.
Defendemos la importancia de proteger las semillas autóctonas, ya que la
Soberanía Alimentaria depende del acceso, el uso y la conservación que se haga de
la biodiversidad agrícola y de los recursos genéticos. Consideramos necesario que
exista una amplia variedad de organismos vivos adaptados a las condiciones de
cada entorno particular y aprovechables por los seres humanos, para que los pueblos
puedan decidir su propia producción y alimentación, y conservar un alto nivel de
autonomía e independencia de las multinacionales, así como preservar la riqueza
tanto ecológica como cultural y posibilitar un modelo de producción agroecológico
sostenible.
Las semillas no son una mercancía, sino una creación colectiva que refleja la
historia de los pueblos, y por tanto deben mantener su carácter de patrimonio
colectivo en lugar de ser utilizadas para el enriquecimiento de las multinacionales.
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
Los OMG no sólo no están contribuyendo a reducir el hambre en el mundo,
sino que están favoreciendo el monopolio de la agroindustria en detrimento de la
soberanía alimentaria de los pueblos, además de jugar con la salud de
consumidores/as, productores/as y población campesina. Por tanto, con un enfoque
de tecnología para el desarrollo humano, creemos que el cultivo de transgénicos
con estas condiciones debe ser prohibido, ya que incumple el principio de
precaución y niega el derecho a producir y consumir productor libres de transgénicos
por el fenómeno de contaminación genética.
• Equidad de género.
Dentro del sistema capitalista neoliberal y patriarcal, las mujeres, que han
jugado un papel fundamental en la agricultura a lo largo de toda la historia de la
humanidad, son las más afectadas por las políticas neoliberales y sexistas. Las
consecuencias del actual modelo de negocio alimentario (pobreza, acceso insuficiente
a los recursos, éxodo rural y migración forzada, guerras y violencia física y sexual,
etc.) afectan de forma más profunda a las mujeres, que sufren doblemente esta
problemática al partir de por si de una situación más desfavorable.
Defendemos el derecho de las mujeres a un acceso equitativo a los
recursos productivos (tierra, agua, semillas y otros medios de producción),
económicos, a formación e información, así como el derecho a unas condiciones de
trabajo justas y equitativas. Creemos que es necesario aumentar el empoderamiento
de la mujer, y por tanto su autonomía y derecho a participar plenamente en las
instancias de toma de decisiones, en la identificación y resolución de problemas y en
el cambio social.
• El fin de la promoción de agrocombustibles.
La expansión global que los cultivos energéticos para la producción de
agrocombustibles están protagonizando en los últimos años se explica, en buena
parte, por el impulso que los EE.UU. y la UE han decidido dar a este nuevo sector
industrial. Ambas potencias económicas han establecido por ley la implementación
obligatoria durante las próximas décadas de porcentajes crecientes de
agrocombustibles en el sector transportes. Sin embargo, esta obligatoriedad contrasta
con la incapacidad de autoabastecerse de las materias primas necesarias para
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
producirlos, por lo que las tendencias actuales son inundar los países del Sur con
cultivos energéticos, sustituyendo territorios ocupados en la actualidad por selva,
bosque, sabana y sistemas agropecuarios de subsistencia (y los millones de personas
que dependen directamente de ellos) por monocultivos energéticos de exportación, en
buena parte transgénicos, controlados por las multinacionales.
Además, el uso de cultivos usualmente destinados a alimentación para
agrocombustibles, conlleva un claro riesgo de aumento de los precios de estos
alimentos, haciéndolos inaccesibles para gran parte de la población, y agudizando la
pobreza y el hambre. Igualmente, las consecuencias serán graves si la materia prima
utilizada proviene de cultivos no alimentarios, puesto que éstos sustituirán las
producciones alimentarias preexistentes. A la vez, el desarrollo del modelo de
producción a gran escala previsto significará expandir en los países del Sur la
frontera agrícola sobre áreas con un enorme valor ecológico, social y cultural,
intensificando la presión sobre las comunidades indígenas y campesinas y la
destrucción ecológica asociada a la producción a gran escala para la exportación.
Así mismo, teniendo en cuenta que el modelo de producción agroindustrial es
una de las principales causas del calentamiento global, un modelo de producción a
gran escala de agrocombustibles provocará más emisiones de las que podría ahorrar
en reducir el consumo de combustibles fósiles y, en lugar de contribuir a mitigar el
cambio climático, lo acentuará y lo acelerará significativamente.
Por tanto, creemos que los agrocombustibles son una falsa solución para la
transición energética, ya que, al estar insertados en el actual modelo
agroindustrial, presentan todas sus desventajas: generan un mayor monopolio de
las empresas multinacionales, favorecen el agronegocio y la especulación con los
alimentos, dificultan aún más el acceso de la población local a los recursos
productivos y a los alimentos, y son incompatibles con la agricultura a pequeña y
mediana escala destinada a la alimentación y por tanto con la soberanía alimentaria.
Pensamos que el cultivo de agrocombustibles con estas premisas no sólo no
mitigará el cambio climático, sino que además provocará la intensificación de las
graves consecuencias globales ecológicas, económicas y sociales asociadas a
la expansión del modelo agroindustrial, y profundizará la dominación neocolonial
de los países del Norte sobre los del Sur, perpetuando el rol de estos últimos como
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
suministradores de materias primas para los primeros, e impidiéndoles avanzar hacia
mayores cuotas de soberanía alimentaria y desarrollo humano.
• Cambio del modelo de distribución y de consumo.
En los últimos veinte años las grandes empresas de los sectores relacionados
con la agricultura y en general la alimentación han llevado a cabo una intensa
actividad para hacerse con el control de sus respectivos sectores productivos,
fusionándose entre ellas y absorbiendo, desplazando y/o eliminando a las empresas
más pequeñas que operaban en su sector de actividad económica. Es por ello, que el
sistema mundial de producción de alimentos se caracteriza por una
concentración empresarial y control cuasi-monopolístico de unas pocas
Empresas Transnacionales en todos los eslabones de la cadena alimentaria
(aprovisionamiento de insumos, producción, transformación, distribución y
comercialización).
Además, la gran concentración horizontal que ha experimentado recientemente
el sector de la distribución y la comercialización y su marcada tendencia a realizar su
actividad de venta minorista de alimentos en grandes establecimientos
(supermercados e hipermercados) ha dado lugar a lo que se ha llamado la Gran
Distribución Alimentaria (GDA), que se ha convertido en la única vía de los y las
agricultoras y otras proveedoras de acceder al mercado. Esta posición de dominio
de las grandes distribuidoras les permite ejercer un control directo sobre la
producción agrícola, pesquera y ganadera (obligando a las y los productores a utilizar
semillas híbridas, aplicar agroquímicos, emplear grandes barcos para pesca industrial
o infraestructuras de acuicultura, haciendo inviable la producción artesanal de
productos del mar, etc.), e imponer unos precios en origen que prácticamente dejan
sin margen a los y las productoras y proveedoras. A su vez, este modelo de
distribución genera condiciones laborales precarias y de explotación, y la eliminación
de los pequeños establecimientos y comercios de barrio que no pueden competir con
los bajos precios y los prolongados horarios de apertura.
A sí mismo, la comercialización a gran escala está intrínsecamente ligada al
transporte a grandes distancias de los alimentos y el consecuente gasto energético y
contaminación, la desconexión entre la esfera de la producción y el consumo, el
consumo de ingentes volúmenes de embalajes, envases y bolsas de plástico y a la
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
generalización de unos hábitos alimentarios homogéneos, insanos, culturalmente
inadecuados y generadores de graves impactos socioculturales y ambientales.
Creemos que el modelo de distribución, comercialización y consumo
alimentario dominante es insostenible y lleva asociado graves impactos
socioculturales y ambientales, siendo factor clave en la agudización del hambre, la
subnutrición y la pobreza, en la degradación medio ambiental y en la erosión de la
diversidad de culturas alimentarias, gastronómicas, productivas, campesinas e
indígenas del mundo. Apostamos por un modelo de organización más local y
ecológico, que permita un mayor vínculo entre productores/as y consumidoras/es, un
menor gasto energético y emisión de contaminantes, y un mayor respeto a las culturas
y tradiciones y al vínculo con el territorio.
Rechazamos el sistema hiperconsumista actual, y pensamos que es necesario
sensibilizar y educar a la población mundial (y en nuestro caso particularmente
la de nuestro entorno) hacia un modelo de consumo más consciente, justo,
respetuoso con el medio ambiente y con los habitantes de los países del Sur.
• Incidencia política.
Las políticas agrarias promovidas por los organismos multilaterales y a
menudo por los gobiernos, imponen el modelo del agronegocio y del negocio
alimentario, e impiden por tanto el desarrollo de un modelo de agricultura campesina
u otros sistemas de producción de alimentos que garanticen la soberanía alimentaria.
Sin embargo, el hecho de que estas políticas estén apoyando un sistema injusto de
producción, distribución y consumo de alimentos no implica que no sean necesarias
para garantizar y desarrollar un modelo más equitativo y justo.
Pensamos que el rol del estado es importante en la construcción de un
modelo alternativo de producción, distribución y consumo. Es necesaria la voluntad
política por parte de los gobiernos y entidades políticas para facilitar el acceso a los
recursos naturales y tecnología mediante las reformas legislativas e institucionales
que promuevan la agricultura familiar y otros sistemas de producción alimentaria
sostenible; así como para evitar las relaciones desiguales e injustas en la
comercialización de alimentos.
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Propuesta de posicionamento en soberanía alimentaria
Las políticas gubernamentales en materia agrícola deben favorecer una
verdadera Soberanía Alimentaria, para lo que es imprescindible una transformación
del modelo económico y de negocio alimentario actual, y una redefinición de las
relaciones entre los actores involucrados en la producción y consumo, para lograr un
modelo más justo, equitativo y sostenible.
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