Porque Soy Un Pueblo Celoso

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 ¡… PORQUE SOY UN PUEBLO CELOSO! LESTER DEL REY Este relato es probablemente el más famoso de su autor en los Estados Unidos, y también uno de los más discutidos, ya que su tema no puede ser más polémico: la posición del hombre ante Dios, y la posición de Dios ante el hombre y todas las demás razas del universo. El planteamiento que del Rey hace de este problema lo es ciertamente todo menos ortodoxo, lo cual le mereció, a su publicación, una sólida fama de iconoclasta, cosa en cierto modo muy discutible, ya que en toda su extensa obra solamente dos relatos (este y Evensong, aparecido en las "Dangerous Visions" de Ellison) tocan directamente el tema religioso. Sin embargo, en el parco panorama mundial de la SF religiosa, al que ya nos hemos referido en otras ocasiones, este relato brilla resplandecientemente con luz propia, como uno de los mejores, tanto por su profundidad temática como por su alcance. I ... en el día en que tiemblen los guardianes de la casa y se encorven los hombres fuertes... y se cierren las puertas a la calle, debilitándose el ruido del molino... se tendrá miedo de las alturas y de los sobresaltos en el camino, y la almendra será desdeñada... pues marcha el hombre hacia la casa de su eternidad y los plañideros recorren las calles... ECLESIASTES, XII, 3–5. El constante y ensordecedor rugido de una nave extraterrestre retumbaba por encima de sus cabezas cuando el reverendo Amos Strong subió al púlpito. Cuadró un poco sus delgados hombros, y sus descarnadas mejillas se hundieron aún un poco más. Vaciló un instante, mientras sus oscuros ojos se levantaban bajo sus hirsutas cejas grisáceas. Colocó el sobre rasgado y el telegrama sobre el atril, al lado de sus notas. Su mano de azuladas venas y su huesuda muñeca, surgiendo de su manga de sarga de un color negro reluciente, apenas temblaban. Su mirada se dirigió al banco donde acostumbraba a sentarse su esposa. Ruth no vendría esta vez. Ahora ya no hacia falta seguir esperándola. Ella había leído el mensaje antes de hacérselo llegar a él. Pero no dejaba de parecerle extraño: nunca había faltado a un servicio desde el nacimiento de Richard, hacia casi treinta años. El silbante sonido se perdió mas allá del horizonte, y Amos se inclinó hacia adelante para sujetarse con las dos manos al desgastado pupitre. Se envaró y se esforzó en dar a su voz la potencia y la calma que necesitaba. –Acabo de recibir hace un momento la noticia de que mi hijo ha resultado muerto durante la batalla de la Luna –dijo a sus intrigados fieles. Alzó el tono de su voz, y el volumen se amplificó –. Había rezado para que, sí fuera posible, se me evitara el tener que beber de esta copa. Sin embargo, Señor, que sea tu voluntad y no la mía. Apartó los ojos de los consternados rostros, prohibiéndose a sí mismo oír las voces de conmiseración de los otros que habían pasado por lo mismo. La iglesia había sido construida cuando Wesley estaba dos veces mas poblado que ahora, pero las catástrofes que habían azotado a sus fieles los habían reunido en la vieja iglesia 1

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El constante y ensordecedor rugido de una nave extraterrestre retumbaba por encima de sus cabezas cuando el reverendo Amos Strong subió al púlpito.

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  • PORQUE SOY UN PUEBLO CELOSO! LESTER DEL REY

    Este relato es probablemente el ms famoso de su autor en los Estados Unidos, y tambin uno de los ms discutidos, ya que su tema no puede ser ms polmico: la posicin del hombre ante Dios, y la posicin de Dios ante el hombre y todas las dems razas del universo. El planteamiento que del Rey hace de este problema lo es ciertamente todo menos ortodoxo, lo cual le mereci, a su publicacin, una slida fama de iconoclasta, cosa en cierto modo muy discutible, ya que en toda su extensa obra solamente dos relatos (este y Evensong, aparecido en las "Dangerous Visions" de Ellison) tocan directamente el tema religioso. Sin embargo, en el parco panorama mundial de la SF religiosa, al que ya nos hemos referido en otras ocasiones, este relato brilla resplandecientemente con luz propia, como uno de los mejores, tanto por su profundidad temtica como por su alcance.

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    ... en el da en que tiemblen los guardianes de la casa y se encorven los hombres fuertes... y se cierren las puertas a la calle, debilitndose el ruido del molino... se tendr miedo de las alturas y de los sobresaltos en el camino, y la almendra ser desdeada... pues marcha el hombre hacia la casa de su eternidad y los plaideros recorren las calles...

    ECLESIASTES, XII, 35. El constante y ensordecedor rugido de una nave extraterrestre retumbaba por

    encima de sus cabezas cuando el reverendo Amos Strong subi al plpito. Cuadr un poco sus delgados hombros, y sus descarnadas mejillas se hundieron an un poco ms. Vacil un instante, mientras sus oscuros ojos se levantaban bajo sus hirsutas cejas grisceas. Coloc el sobre rasgado y el telegrama sobre el atril, al lado de sus notas. Su mano de azuladas venas y su huesuda mueca, surgiendo de su manga de sarga de un color negro reluciente, apenas temblaban.

    Su mirada se dirigi al banco donde acostumbraba a sentarse su esposa. Ruth no vendra esta vez. Ahora ya no hacia falta seguir esperndola. Ella haba ledo el mensaje antes de hacrselo llegar a l. Pero no dejaba de parecerle extrao: nunca haba faltado a un servicio desde el nacimiento de Richard, hacia casi treinta aos.

    El silbante sonido se perdi mas all del horizonte, y Amos se inclin hacia adelante para sujetarse con las dos manos al desgastado pupitre. Se envar y se esforz en dar a su voz la potencia y la calma que necesitaba.

    Acabo de recibir hace un momento la noticia de que mi hijo ha resultado muerto durante la batalla de la Luna dijo a sus intrigados fieles. Alz el tono de su voz, y el volumen se amplific . Haba rezado para que, s fuera posible, se me evitara el tener que beber de esta copa. Sin embargo, Seor, que sea tu voluntad y no la ma.

    Apart los ojos de los consternados rostros, prohibindose a s mismo or las voces de conmiseracin de los otros que haban pasado por lo mismo. La iglesia haba sido construida cuando Wesley estaba dos veces mas poblado que ahora, pero las catstrofes que haban azotado a sus fieles los haban reunido en la vieja iglesia

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  • deteriorada hasta tal punto que pese a todo estaba casi llena. Atrajo hacia s sus notas, apartando de su espritu su dolor para dedicarse a la misin que haba llenado toda su vida.

    Nuestro texto de hoy es tomado del Gnesis anunci . Captulo diecisiete, versculo siete, y captulo veintisis, versculo cuatro. Los ley en la Biblia que tena delante, encontrando las pginas al momento, sin ningn error.

    Establecer, pues, mi alianza entre t y yo, y con tu descendencia despus de ti, en la serie de sus generaciones, a modo de alianza eterna, a fin de que venga a ser yo tu Dios y el de tu descendencia.

    Y multiplicar tu posteridad como las estrellas del cielo y dar a tu descendencia todos esos pases, y sern benditos en tu descendencia todos los pueblos de la Tierra.

    Se haba aprendido de memoria la mayor parte de su sermn, ya no contaba con su inspiracin para que le guiara como acostumbraba a hacer antes. Empez con una voz calmada, oyendo a ratos sus propias palabras mientras aportaba a las incertidumbres de sus feligreses la solucin evidente y reconfortante. Dios haba prometido la Tierra a los hombres en una alianza eterna. Por que pues los hombres deberan tener miedo y perder su confianza? Porque monstruos procedentes de otro planeta haban surgido en enjambre del vaco interestelar para poner su fe a prueba? Como durante los das de esclavitud en Egipto o de cautividad en Babilonia, siempre tendran que enfrentarse a pruebas, y habra das en que los dbiles se tambalearan, pero el triunfo final era una promesa firme.

    Haba hecho un sermn sobre el mismo texto en su antigua parroquia de Clyde, cuando el gobierno acababa de emprender la construccin de su base en la Luna, y aquella vez se haba apoyado ampliamente en la alusin a las estrellas de los cielos para apaciguar las inquietudes de aquellos que estimaban que el hombre no tenia nada que hacer en el espacio. Fue entonces cuando Richard anunci a sus padres que haba presentado su solicitud para la colonia lunar, tomando las propias palabras de Amos para legitimar su negativa a entrar en las rdenes. Aquella haba sido la ltima vez que haba visto a su hijo.

    Haba utilizado el mismo texto an otra vez, haca ms de cuarenta aos, pero haba olvidado los motivos, del mismo modo que se haba disipado la pasin que lo haba animado antiguamente, creando su reputacin de evangelista precoz. No recordaba de aquel sermn ms que la expresin escandalizada en el rostro barbudo de su padre cuando cometi un error en una cita. Era uno de los pocos recuerdos precisos que tenia del perodo anterior al cambio de su voz y al brutal fin de su entusiasmo evanglico.

    Se haba esforzado en volver a encontrar su inspiracin despus de su ordenacin, y haba sentido una gran amargura ante los asaltos que libraban contra sus fuerzas espirituales las obligaciones del matrimonio y la paternidad. Pero finalmente haba admitido que Dios no quera que l fuera un moderno Pedro el Ermitao, de modo que se haba resignado a la tarea que estaba en condiciones de realizar. Ahora volva a encontrarse en la parroquia de sus principios; y si no era capaz ya de inflamar el alma de sus feligreses, al menos poda compensar un poco el horror de la invasin extraterrestre bebiendo en las fuentes de los aforismos que se saba de memoria.

    Una segunda nave rugi sobre sus cabezas, casi cubriendo su voz. Haca seis meses que las enormes naves haban surgido del espacio para posarse delicadamente en la Luna y atacar a las fuerzas estacionadas all. Un mes ms tarde haban comenzado

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  • las incursiones contra la propia Tierra. Y ahora, mientras el mundo discuta y se esforzaba en unirse contra ellos, los invasores establecan sus bases un poco en todas partes para conquistar el mundo kilmetro tras kilmetro.

    Amos vio que los rostros bajo l se levantaban, llenos de clera y de temor. Elev ms su voz para dominar el rugido, y termin apresuradamente su sermn a fin de cumplir con los ltimos ritos del servicio divino.

    Vacil cuando su auditorio se agit. El servicio estaba finalizando v l haba hablado, pero no haba sido en realidad un autntico oficio. Lentamente, como movidos por voluntad propia, sus labios se abrieron y oy su propia voz recitando el Salmo veintisiete:

    EI Seor es mi luz y mi fortaleza; a quien puedo temer? Hablaba en voz baja, pero capt la reaccin de su auditorio cuando comprendi lo oportunas que eran aquellas palabras . Aunque todo un ejrcito se levantara contra mi, el miedo no anidara en mi corazn; aunque la guerra se desencadenara contra m, estara seguro de ello. El aire pareca estremecerse como antes, cuando Dios pareca estar en comunicacin directa con el, y cuando termin ni un rumor brot de los bancos . Ten confianza en el Seor; ten nimo, y El dar fortaleza a lo corazn; cuenta, te lo digo, con el Seor.

    El calor de aquella aura mstica flotaba an cuando descendi lentamente del plpito. Luego se produjo un rumor de motos fuera, y alguien golpe en el batiente de la gran puerta de entrada. Su impresin se disip.

    Alguien se levant y acudi a abrir, y la luz del exterior inund repentinamente la iglesia. El ardiente y seco soplo del mundo material penetr, precursor de una nueva tempestad de polvo. En los peldaos de acceso y en el csped circundante haba unas cuantas langostas, recordando a la gente los daos que haban sufrido ya sus cosechas. Amos pudo ver la amargura invadirles de nuevo literalmente en sensibles oleadas, antes incluso de identificar la silueta baja y rechoncha del doctor Alan Miller.

    Amos! Has odo la noticia? Jadeaba coma si hubiera venido corriendo . La han dado por la radio mientras t estabas aqu parloteando!

    El petardeo de las motos cubri sus palabras. Bajaron rpidamente por la nica calle de Wesley, en direccin al oeste. Todos los motoristas llevaban uniforme, iban armados y bajaban a todo gas. Una nube de polvo se elev tras ellos, y Doc Miller empez a toser mientras maldeca. Desde haba algunos aos cada vez expona mas abiertamente su ateismo; cuando Amos le haba conocido, durante su primer ministerio, al menos haba mostrado un cierto respeto hacia las creencias de los dems.

    Ya basta dijo secamente Amos . Ests en la casa de Dios, Doc. Que es lo que dice la radio?

    Doc ahog su acceso de tos. Perdona dijo . Pero es que, muchacho, los extraterrestres han desembarcado

    en Clyde. Imagina, apenas a ochenta kilmetros de nosotros! Han organizado una base all. Por eso han pasado tantos cohetes por encima de nuestras cabezas.

    Un suspiro de desnimo brot del grupo que le haba escuchado, luego un murmullo, a medida que la noticia iba pasando de boca en boca.

    Amos apenas se dio cuenta de la sensacin que causaba la noticia. Era en Clyde donde haba ejercido su ministerio antes de venir aqu. Intent representarse las naves enemigas posndose, luego arrasando la ciudad con ayuda de gases y proyectiles. El tendero de la esquina con sus nueve hijos. El dicono cojo que lo haba sustituido. Las dos hermanas Ames, con sus hordas de perros y gatos, con su sempiterna cruzada

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  • contra la juventud pecadora. Intent imaginar a los humanoides de piel verde andando por las calles de la ciudad, invadiendo la iglesia, profanando el altar. Y estaba tambin Anne Seyton, que haba sido la novia de Richard, aunque perteneciera a otra religin...

    Y que ha ocurrido con la guarnicin? grit un fornido granjero. Tena un hijo all, me dijo que tenan los medios para neutralizar cualquier nave que se posara en aquel lugar. Que bastaba con bombardear sus toberas durante el aterrizaje...

    Doc inclin la cabeza. Media hora antes del desembarco se produjo un cicln que arranc el techo del

    acuartelamiento e inutiliz todas las instalaciones. Jim! grit el fornido campesino, arrastrando a su delicada mujer hacia su

    coche. Si han matado a Jim... Otros asistentes se dirigan tambin hacia sus coches, pero una nueva columna de

    motoristas se lo impidi. Esta vez avanzaban ms lentamente, seguidos por un grupo de blindados. El ltimo carro de combate lleg, fren su marcha y se detuvo. Un hombre de rostro sucio que llevaba un uniforme de mayor bastante estropeado sac la cabeza por la torreta.

    Hey, ustedes, mtanse a cubierto! No han odo las noticias? Vuelvan a sus casas y qudense escuchando sus radios, antes de que un avin serpiente se dedique a cazarlos por el simple placer de hacerlo! Los serpientes van a avanzar directo hacia aqu, si avanzan hacia Topeka, como parece ser! Volvi a meter la cabeza y se puso a maldecir contra uno de los hombres del interior. El carro de combate arranc bruscamente en direccin a Clyde.

    Los peridicos haban hablado hasta la saciedad del deporte al que se dedicaban los aviones enemigos. La multitud se dispers por los alrededores de la iglesia. Amos intent retenerlos para una ltima oracin, para que tomaran el tiempo necesario para reordenar sus ideas, pero abandon su idea cuando la primera oleada lo ech a un lado. Un minuto mas tarde estaba solo con Doc Miller en el atrio.

    Ser mejor que vuelvas a casa, Amos sugiri Doc. Tengo mi coche aqu al lado. Te importa si lo llevo?

    Amos, descorazonado, hizo una seal negativa con la cabeza. Senta como si sus huesos estuvieran secos y crujientes, y en su boca haba un polvo mas espeso que el de la atmsfera. Se senta viejo y, por primera vez en su vida, casi intil. Sigui calmadamente al mdico, aliviado ante la idea de recorrer en coche las pocas calles que le separaban de la pequea casa que le haba proporcionado la parroquia.

    Llegaron junto al coche de Doc en el momento en que un cacharro vetusto y herrumbroso se detena ante ellos. Un hombre llevando un mono sucio y manchado asom la cabeza por la ventanilla, el rostro agitado por los tics.

    Estis preparados, hermanos? Estis en paz con vuestras conciencias? El da del Armagedn ha llegado, como anunciaba el Libro. Poned vuestras conciencias en orden con Dios, hermanos! El fin del mundo est cerca, como fue predicho! Amn!

    Dnde anuncia la Biblia otras razas distintas de la nuestra alrededor de otros soles? le espet Doc.

    El hombre parpade. Frunci el ceo, y aull algo acerca de los pecadores que arderan por toda la eternidad en las llamas del infierno, antes de arrancar de nuevo en su viejo cacharro. Amos suspir. Ahora que las dificultades aumentaban, los fanticos estaban apareciendo por todos lados para predecir la condena del mundo y difundir falsas palabras, ahora en mayor nmero que nunca, con gran prejuicio de todas las religiones sinceras. Nunca haba podido llegar a la conclusin de si estos seres tenan

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  • para la causa de Dios alguna utilidad, o si no estaran inspirados mas bien por las fuerzas satnicas.

    La casa de mi Padre tiene muchas moradas cit a Doc, cuando el coche de este se puso en marcha. Puede que aqu hay una alusin alegrica a otros mundos en los cielos.

    Doc hizo una mueca y se alz de hombros. Luego suspir y apoy una mano en la rodilla de Amos.

    Me han dicho lo de Dick, Amos. Lo siento. El primer beb que ayud a traer al mundo! Y el ms hermoso de todos! Suspir de nuevo, con el rostro vuelto en direccin a Clyde, y Amos no hall nada que pudiera responder. No lo comprendo. No podramos soltar sobre ellos unas cuantas bombas atmicas? Qu ha ocurrido con los artefactos de la base lunar?

    Amos baj ante la casa sin pintar donde viva, estrech la mano de Doc e inclin la cabeza en seal de agradecimiento, sin decir nada.

    Tendra que poner en orden sus pensamientos aquella tarde. Cuando llegara la noche, lo cual permitira a las gentes circular sin hacerse cazar por cualquier avin enemigo que pasara, la campana de la iglesia les llamara, y necesitaran un gua espiritual. Si consiguiera simplemente impedirles que pretendieran comprender a Dios, si consiguiera hacerles simplemente aceptarle...

    Haba habido aquel momento en la iglesia, en el que Dios haba parecido envolverles, tanto a l como a sus ovejas, en un clido abrazo, dndoles un nuevo sentimiento de autntica plenitud. Quiz ahora, en este momento de agobiante necesidad, hubiera encontrado una cierta medida de inspiracin...

    Ruth estaba poniendo la mesa. Su cuerpo menudo y tranquilo se mova siempre con la misma eficacia, aunque su rostro estaba hinchado y sus ojos enrojecidos.

    Lamento no haber podido asistir al oficio, Amos. Pero poco despus de irte t vino Anne Seyton. Haba sido informada antes que nosotros, y...

    La televisin estaba encendida, mostrando los enormes titulares del Kansas City Star; se dio cuenta de que era intil comunicarle las nuevas noticias. Tom su mano.

    Dios no nos toma ms de lo que nos haba dado, Ruth. Hemos tenido la felicidad de conservar a Richard durante treinta aos.

    No te preocupes por m. Se apart hacia la cocina, la espalda envarada bajo los efectos de una profunda tristeza. No has odo lo que te he dicho? Anne est aqu. La mujer de Dick! Se casaron en secreto antes de que l se fuera, justo despus de la conversacin con l acerca de su diferencia de religiones. Haras bien en verla, Amos. Est al corriente por su familia, en Clyde.

    El la sigui con la mirada cuando ella sali. El chasquear de la puerta exterior tras ella marc su partida. El nunca haba prohibido aquel matrimonio; simplemente haba hecho una advertencia a su hijo, que se pareca tanto a Ruth. Vacil, luego termin por dirigirse hacia la minscula habitacin de huspedes. Una voz ahogada respondi a su llamada, luego la cerradura interior gir.

    Anne? dijo. La habitacin estaba casi a oscuras, pero pudo distinguir el color dorado de sus cabellos y la silueta de su poco femenino cuerpo. Tendi la mano y sinti unos dedos afilados en su palma. Cuando ella se giro hacia la dbil luz, no vio ninguna huella de lagrimas, pero su cuerpo estaba sacudido por secos sollozos.

    Anne, Ruth acaba de anunciarme que Dios nos ha dado una hija... Dios! ella lanz la palabra con dureza, y su mano se retir bruscamente.

    Dios, reverendo Strong? El Dios de quien? El que ha enviado meteoritos contra la

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  • base de Dick, legiones devastadoras de insectos y sequa contra nuestros cultivos? El Dios que se sirve de tornados para favorecer el aterrizaje de los serpientes? Ese Dios, reverendo Strong? Dick le ha dado una hija, y ahora est muerto! Muerto!

    Amos abandon la habitacin, retrocediendo. Haba aprendido a soportar la sombra de burla en la voz de Doc cuando pronunciaba el nombre del Seor, pero esto era algo distinto, el tono de esta voz le produca carne de gallina y pona una opresin en su garganta. Anne haba pertenecido a una fe distinta, pero hasta entonces haba parecido bastante religiosa.

    Seguro que era tan solo cosa de sus nervios. Se giro hacia la puerta de la cocina para llamar a Ruth y enviarla junto a la joven.

    Por encima de su cabeza, el intermitente sonido de un reactor desgarr el aire con un sonido que nunca hasta entonces haba odo. Pero las descripciones de la radio eran muy precisas. No poda tratarse de una nave terrestre.

    Luego vino un segundo rugido, y luego otro ms, y el sonido se confundi con un retumbar regular.

    Entonces todos los sonidos fueron dominados por el tabletear repentino de un arma de gran calibre, mientras una rpida sucesin de deflagraciones le llegaba desde el jardn trasero de la casa.

    Amos avanz titubeando hacia la puerta trasera. Ruth! grit. Se produjo una segunda rfaga de detonaciones. Ruth se derrumb al suelo antes

    de que l hubiera podido alcanzar el umbral de la puerta.

    II Dios mo, Dios mo, por que me has abandonado?... Como agua me derramo y

    se han dislocado todos mis huesos. Mi corazn se ha vuelto como cera y se derrite dentro de mis entraas. Est seca cual teja mi garganta y mi lengua pegada al paladar, y en el polvo de la muerte me sumes.

    SALMOS, XXII, l, l5, l6.

    Las detonaciones haban cesado cuando corri a levantarla entre sus brazos. El ltimo de los aviones enemigos haba desaparecido en direccin a Topeka o a cualquier otra ciudad donde proseguir su caza.

    Ruth viva aun. Una de las horribles balas la haba alcanzado en el abdomen, desgarrndole una parte del costado, y sangraba abundantemente. De todos modos, el corazn aun lata, y ella gema dbilmente. Cuando la deposit sobre el divn, abri los ojos un breve instante, le reconoci, y se esforz en sonrer. Agit los labios, y l se inclin para escucharla.

    Lo siento, Amos. Una tonta. Una carga. Lo siento. Cerr los ojos, pero sonri de nuevo cuando l se acerc para besarla en los labios. Ahora soy feliz. He esperado tanto tiempo.

    Anne permaneca en el umbral, los ojos desorbitados, negndose a creer aquello. Cuando Amos se levant, ella sali de su estupor para precipitarse haba el botiqun, luego corri para hacer jirones de un trozo de ropa e intentar detener el flujo de sangre.

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  • Amos, como ciego, tom el telfono. Murmur algo a la operadora y luego, al cabo de un minuto, Doc Miller estaba al otro lado del hilo. Haba temido que el medico no estuviera en su casa. Tuvo la impresin de que Doc le haba prometido acudir, pero no recordaba las palabras exactas que haba pronunciado. La hemorragia se haba detenido finalmente, pero Ruth estaba lvida, incluso sus labios haban perdido todo color. Anne lo condujo par la fuerza hasta un silln, empujndole suavemente con sus manos apoyadas en los brazos de l.

    Lo siento, padre Strong. Yo... Yo... El volvi a levantarse para ocupar de nuevo su lugar junto a Ruth, mirando con el

    rabillo del ojo la mesa a medio poner. Haba en el aire un olor a quemado. Se dirigi a la vieja cocina de lea para retirar las cacerolas y meterlas en la fregadera. Anne le sigui, pero apenas si la vea, hasta el momento en que la oy echarse a llorar. Esta vez, las lgrimas fluan abundantemente.

    Los caminos de Dios no son los mismos que los de los hombres, Anne dijo l, y sus palabras liberaron la corriente de sus propias emociones. Cansado, se dej caer en un silln, con las manos blandamente apoyadas en sus rodillas. Su cabeza se derrumb contra la mesa, abrumada por la debilidad y la incertidumbre propias de su edad. Amamos nuestra envoltura carnal, y nuestros corazones se rompen cuando est desaparece. Solo Dios puede conocernos a todos y desentraar la compleja red de todas nuestras existencias. No es bueno detestar a Dios.

    Ella se dej caer, abatida, cerca de el. Yo no le detesto, padre Strong. Nunca he sentido odio hacia El. Amos no poda

    tener la certeza de que ella fuera sincera, pero se abstuvo de preguntarle. Ella suspir. Madre Ruth aun no est muerta!

    La necesidad de responder le fue ahorrada por la puerta abrindose bruscamente para dejar paso a Doc Miller, que llegaba corriendo. El hombre bajo y regordete echo una breve mirada a Ruth, luego se acerc rpidamente, mientras abra su maletn y tomaba una botella de plasma, que tendi a Anne. Se puso a trabajar meticulosamente.

    Hay una posibilidad declar finalmente. Si ella fuera ms joven o ms fuerte, dira que hay muchas posibilidades. Pero en el presente caso, y puesto que es usted creyente, creo que hara bien en rezar algunas plegarias especiales.

    En ningn momento he dejado de rezar respondi Amos, dndose cuenta de que era la verdad. Las plegarias se haban ido sucediendo en su cabeza desde la primera detonacin, y no se haban interrumpido en ningn momento.

    Transportaron con precaucin a la herida del divn al dormitorio, donde era posible cerrar las contraventanas y donde no le llegaran los diversos ruidos de la casa. Doc le administr a Anne un calmante y la envi a la otra habitacin. Se gir hacia Amos, pero no insisti cuando el pastor le hizo un gesto negativo.

    Voy a quedarme aqu, Amos dijo el medico. Con ella. Hasta que veamos como marchan las cosas, o hasta que me llamen a otro lado. La telefonista sabe donde encontrarme.

    Entr en el dormitorio, cerrando la puerta tras l. Amos se qued de pie en medio del saln, con la cabeza inclinada, durante un largo momento.

    El sonido de la televisin le devolvi a la realidad. Topeka haba dejado de emitir, pero otra estacin estaba dando imgenes de los desastres.

    Los hospitales y escuelas parecan ser los objetivos predilectos de los aliengenas. Los gases haban ocasionado una enorme cantidad de muertes, que hubieran podido

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  • ser evitadas si se hubieran seguido las instrucciones. Pero ahora eran las bombas in-cendiarias las que causaban los daos ms graves.

    De todos modos, el enemigo haba encajado golpes tan duros como los que haba dado. De las cuarenta naves enemigas que haban sido contabilizadas, veintinueve haban sido abatidas sin lugar a dudas.

    Al ruido de la televisin, Doc regres al saln. Me pregunto si ellos tambin dirigen a Dios las plegarias por sus muertos

    murmur. O acaso la compasin de tu Dios no se extiende a ms razas que la nuestra?

    Amos agit lentamente la cabeza. La pregunta era nueva para l. Pero no poda tener ms que una sola respuesta.

    Es Dios quien gobierna todo el universo, Doc. Pero estoy seguro de que esos seres demonacos no le consagran a El su adoracin!

    Estas seguro? Se parecen demasiado a los humanos! Amos giro sus ojos hacia la pantalla, que durante un breve instante mostr uno

    de los cadveres del enemigo. Eran en efecto muy parecidos a los seres humanos, aunque mas achaparrados y muy musculados. Su piel era verde, y no llevaban ropas. No tenan nariz sino tan solo dos orificios, bajo sus orejas curiosamente aplastadas, que se estremecan como para respirar. Pero eran lo suficientemente humanos como para pasar por hombres deformes, si unos buenos maquilladores se haban cargo del trabajo.

    Eran criaturas de Dios, como lo era l mismo! Y, como tales, poda el renegar de ellas? Entonces su espritu se estremeci de horror ante el recuerdo de las atrocidades de que eran culpables, de las torturas de que se hablaba, de su increble salvajismo tan poco conciliable con el sofisticado perfeccionamiento de sus naves. Eran seres diablicos que haban renunciado a su pertenencia original al reino de Dios. Hacia el mal, uno no poda experimentar ms que odio. De modo que poda el mal experimentar adoracin hacia cualquier cosa que no fueran las potencias de las tinieblas?

    Ante este pensamiento, su espritu se despert a la necesidad de preparar un sermn para aquella misma noche. Iba a ser necesario que el tema y el texto fueran sencillos; ni l ni sus fieles estaban en condiciones de un raciocinio profundo. Aquella noche debera servir a Dios a travs de las emociones. Aquella idea lo aterraba. Para recobrar fuerzas, intent aferrarse al breve instante de exaltacin que haba conocido aquella maana, pero era algo que pareca estar muy lejos.

    El lamento de una sirena son en el exterior, en un crescendo que pareca querer romper los tmpanos, seguido por el ahogado sonido de un altavoz llevado mucho ms all de su volumen mximo.

    Finalmente, se levant para salir al csped delantero en el momento en que el vehiculo blindado llegaba delante de su casa. El tanque pareca estremecerse sobre sus orugas a punto de caer en pedazos. El amplificador y los altavoces estaban precariamente sujetos a la parte superior de la torreta. Segua avanzando por la calle, repitiendo una y otra vez el mismo aviso:

    Abandonen la ciudad! Todo el mundo debe marcharse! Las fuerzas humanas se han visto obligadas a replegarse para efectuar un reagrupamiento! Los serpientes se dirigen hacia nosotros, camino a Topeka! Saquean y matan a su paso! Abandonen la ciudad! Todo el mundo debe marcharse!

    Hubo un silencio, y luego son otra voz distinta; se pareca a la del mayor que ya una vez se haba detenido en el pueblo.

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  • Maldita sea, lrguese de una vez, todos ustedes! Lrguense ahora que aun tienen la piel intacta! Hemos sido vencidos! Maldita sea, Blake, cllese y djeme hablar! Hemos sufrido una derrota aplastante, y no nos queda ms que retroceder e ir a llorar en las faldas de mama! Lrguense, no sean estpidos, abandonen esto! Los serpientes estn llegando! Apresrense!

    El blindado oscilaba en medio de la calle, rugiendo su mensaje, y ahora le seguan refugiados de todas clases. Hombres metidos como ganado en coches y camiones, hombres en carros de todas clases, tirados por caballos. Luego se dej or un segundo altavoz, procedente de uno de los camiones:

    Qudense a cubierto hasta la noche! Entonces vyanse! Los serpientes tardarn an un poco en llegar! Mantengan la calma! Procedan a la evacuacin con orden, aprovechando la noche! Nosotros mismos vamos a ocultarnos desde el momento mismo en que encontremos un lugar favorable! Este es nuestro ltimo aviso! Qudense a cubierto por el momento, y efecten la evacuacin cuando sea de noche!

    Hubo una vibracin sonora en el cielo, y los aviones enemigos iniciaron un picado. Doc arrastr a Amos al interior de la casa, pero de todos modos tuvo tiempo de ver a los hombres saltar en pedazos bajo los efectos de los proyectiles, que daban la impresin de desprender una densa humareda e inflamarse desde el momento mismo del impacto. Algunos de los hombres que se batan en retirada consiguieron ponerse a cubierto. Una vez se hubieron ido los aviones, volvieron a salir y se reagruparon, dejando tras ellos a los muertos pero llevndose a los heridos.

    Estos hombres tienen necesidad de mi! protest Amos. Y Ruth tambin respondi Doc. Adems, somos demasiado viejos, Amos. No

    haramos ms que entorpecerlos. Sin duda tienen sus propios mdicos y salvadores de almas. Se estn jugando la piel por nosotros, maldita sea! Han agrupado a sus heridos graves y nos los dejan como advertencia, as como para atraer a los aviones sobre ellos y proteger a los dems, que deben estar desparramndose por los bosques y por los campos. He escuchado una de nuestras estaciones regionales, y la situacin es ms bien mala.

    Se gir sobre sus talones para volver al dormitorio. Un poco demasiado tarde, la televisin estaba empezando a dar rdenes de evacuacin a todos los ciudadanos a lo largo de la carretera de Clyde a Topeka, as como instrucciones detalladas. Por alguna razn ignorada, pareca que los extraterrestres no podan localizar de noche a los objetos pequeos en movimiento. Todas las rdenes repetan que deba aguardarse la oscuridad.

    Doc volvi a salir y Amos levant la mirada hacia l, sintiendo que su crneo estaba a punto de estallar, pero conservando una idea clara y fija.

    No se puede mover a Ruth, verdad, Doc? No, Amos murmur l mdico. Pero no tiene tanta importancia. Tendras que

    ir con ella. Tengo la impresin de que esta volviendo en si. Voy a reanimar a la chica para que se prepare.

    Amos entr en la habitacin lo ms silenciosamente que le fue posible, pero no vala la pena tomar tantas precauciones. Ruth haba recuperado ya l sentido, como si alguna consciencia de su prxima muerte la obligara a emplear de la mejor manera posible sus ltimos minutos de vida. Tendi hacia l una mano tmida. Su voz era dbil pero clara.

    Amos, lo se. Y ahora ya no me importa, salvo por ti. Pero necesito preguntarte una cosa, Amos. T...?

    9

  • El se dej caer cerca de la cama cuando su voz se hizo vacilante, deseoso de hundir su cabeza contra l pecho de ella, pero sin atreverse a sacrificar aquellos pocos momentos que le quedaban en contemplarla. Se esforz en arrancar las palabras de las profundidades de su cerebro, pero se daba cuenta de que hacia falta algo ms que palabras. Se inclin sobre ella para besarla, como la haba besado al principio, hacia tantos aos.

    Siempre te he querido, Ruth dijo. Y te sigo queriendo. Ella pareci relajarse. Suspir.

    En este caso, Amos, ya no me sentir ms celosa de Dios. Necesitaba tener la certeza.

    Tendi una debilitada mano para hundir los dedos en los cabellos de l. Sonri, y las arrugas de su rostro se atenuaron. Su voz era ahora suave, casi joven.

    Y abandonar todo y a todos para no ligarme ms que a ti... la ultima silaba fue apenas un soplo, y la mano cay. Amos dej al fin que su cabeza se derrumbara, y un nico sollozo ahogado

    escap de su pecho. Junt las manos de ella con ternura, colocando encima la gastada alianza de metal barato, luego se levanto lentamente, con la cabeza inclinada.

    Y el polvo volver al polvo, tal como haba sido antes, y el espritu regresar a Dios, que se lo haba dado. Padre mo, te doy las gracias por todos los instantes que he pasado con ella. Bendcela, Seor, y gurdamela.

    Hizo un signo con la cabeza a Doc y a Anne. La joven pareca enferma y permaneca sentada, mirndole fijamente con unos ojos en los que se mezclaban el dolor y la compasin.

    Necesitars dinero, Anne le dijo, mientras Doc entraba en el dormitorio. No dispongo de mucho, pero hay...

    Ella retrocedi, agitando la cabeza. Tengo el suficiente, reverendo Strong. Me las arreglar. El doctor Miller me ha

    dicho que coja su coche. Pero y usted? Tengo todava un trabajo que cumplir dijo l. Aun no he redactado mi sermn. Todos aquellos que van a abandonar sus hogares necesitan ser reconfortados. Y en tales horas todos necesitamos la ayuda divina.

    Ella se levanto, con paso vacilante, para seguir a Miller a la habitacin. Amos abri su viejo escritorio y tom papel y lpiz.

    III Desenvainan su espada los malvados, tensan su arco, para derribar al pobre y

    desvalido, para matar a los rectos de conducta. He visto al malvado tirnico, expandindose en todo su poder como cedro

    frondoso.

    SALMOS, XXXVII, l4, 35

    Las tinieblas apenas empezaban a insinuarse cuando ayudaron a Anne a subir al coche del medico, tras comprobar que el depsito de combustible estaba lleno. Se

    10

  • mostraba calmada y haba recuperado toda su lucidez, pero evitaba tanto como le era posible acercarse a Amos. Termin dirigindose al doctor Miller.

    Que piensa usted hacer? Hubiera debido preguntrselo antes, pero... No se preocupe por mi, hija ma le dijo el, con un tono tan jovial como si le

    estuviera contando a un viejo que le quedaban aun ms de cuarenta aos de vida. Me las arreglar. La telefonista ser una de las ltimas en irse, y la conducir en su propio coche. Vaya delante, segn como planeamos. Y recoja a todos aquellos que encuentre por el camino. No hay peligro; aun es demasiado pronto para que los hombres se dediquen al pillaje, a la violacin y al robo. No pensarn hasta ms tarde en todo esto.

    Ella le tendi la mano antes de instalarse. En l ultimo instante, apret brevemente los dedos de Amos. Luego apret l acelerador, y l coche enfil la calle a gran velocidad.

    Me detesta murmur Amos . Ama demasiado a los hombres y demasiado poco a Dios para comprender.

    Y quizs t ames demasiado a tu Dios como para comprender que amas tambin a los hombres, Amos. No te preocupes, ella terminar por aparselas. La prxima vez que la vea, sus sentimientos habrn cambiado. Bueno, hasta luego.

    Doc se fue hacia la centralita de telfonos, con su maletn en la mano. Amos lo sigui con la mirada, intrigado como siempre ante alguien que poda negar con tanto fervor la Divinidad y sin embargo observar religiosamente todos los mandamientos del Seor, excepto la adoracin. Hacia mucho tiempo que eran amigos, hasta tal punto que todos los feligreses haban dejado de sorprenderse ante ello y aceptaban esa amistad como algo natural, aunque el enigma estuviera cada vez ms lejos de su solucin.

    Un sonido aument de intensidad: una enorme nave estaba aterrizando. Luego fueron los balbuceos ms tenues de los curiosos reactores enemigos. Los aviones pasaron directamente sobre su cabeza, pero esta vez no hubo ametrallamiento.

    Amos permaneci un cierto tiempo frente a la ventana del dormitorio, luego se dirigi hacia la iglesia. Abri las puertas de par en par. El sacristn no se vea por ninguna parte, pero Amos haba hecho sonar ya las campanas muchas otras veces. Se quit la gastada chaqueta y agarr la cuerda.

    Era un duro trabajo, y sus manos estaban blandas. Hubo un tiempo en que aquello haba constituido para l un placer, pero ahora su sangre pareca demasiado pobre como para absorber todo l oxigeno necesario. La camisa se pegaba a su espalda y, cuando hubo terminado, se sinti completamente embotado.

    Casi inmediatamente l telfono empez a sonar en tono imperativo en su pequeo despacho. Fue a tomar l auricular, vacilando y jadeando. Era la voz de Nellie, cargada de terror.

    Reverendo, que ocurre? Por que suena la campana? Para las oraciones, por supuesto! explic l. Por que otra cosa podra sonar? Esta noche? Entonces, voy a... colg. Encendi algunos cirios y los dispuso en el altar, de modo que su claridad fuera

    visible desde la oscura calle, pero que ninguno de sus rayos pudiera traicionarles a los ojos enemigos que los espiaban desde el cielo. Luego se sent y aguard, preguntndose que era lo que poda retrasar al organista.

    De la calle le llegaban llamadas ahogadas y gritos de inquietud. Un coche se puso en marcha, seguido de un segundo. Luego todo un grupo parti a la vez. Fue hasta la puerta, en parte para gozar del relativo frescor de fuera. A todo lo largo de la calle, la gente cargaba sus bienes en los coches, mientras otros se marchaban ya. Le hacan

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  • seales con la mano a su paso pero ninguno frenaba su velocidad. Oy telfonos sonando un poco por todas partes, pero si Nellie estaba comunicando alguna noticia urgente a l lo haba olvidado.

    Regres al pie del altar y se arrodill. Su espritu no formulaba ninguna plegaria determinada. Se contentaba con unir sus huesudos dedos que reposaban sobre sus rodillas y levantar la vista hacia el smbolo aparente de su vida. Afuera, los ruidos continuaban, entremezclados. Importaba poco que nadie sintiera deseos de entrar en la iglesia esta noche. Estaba abierta, como debe estarlo la casa de Dios en perodos de dificultad. Hacia ya mucho tiempo que no intentaba imponer la religin a aquellos que no estaban dispuestos a adoptarla.

    Y poco a poco las pruebas del da empezaron a integrarse al bosquejo general de toda su existencia. Haba aprendido a aceptar: desde la muerte de su hija cuando aun era pequea, no haba descubierto ningn medio de poner fin al dolor que pareca ocupar una parte tan grande de su vida. Pero poda rechazarlo hasta la parte trasera del mundo de su devocin y afrontar su suerte, fuera cual fuese, sin clera ante la voluntad del Seor. Tambin esta vez reciba los acontecimientos tal como se producan.

    Sonaron pasos tras l. Gir la cabeza, sin preocuparse de levantarse. Era la modista, Angela Anduccini, vacilando en el umbral de la puerta. Nunca haba entrado en la iglesia, aunque viva en Wesley desde los dieciocho aos. Esboz una torpe seal de la Cruz y aguard.

    Amos se levant. Entre, Angela. Est usted en la casa de Dios, y toda persona es bienvenida. Ella tena en sus ojos una expresin de sombro terror, de tensin, cuando mir

    atrs, hacia la calle. Pens... que quiz el rgano... El lo abri para ella y accion el interruptor. Empez a explicarle el mecanismo,

    pero la sonrisa que esboz ella le indic que era innecesario. Ella pase sus curtidos dedos por las teclas, luego empez a tocar, suavemente, como para si misma. El se sent en uno, de los bancos, escuchando. Desde haca dos aos culpaba al instrumento de su mal sonido, pero ahora se daba cuenta de que la mecnica era perfecta, la culpa era de la persona que lo haba manipulado hasta entonces. Esta nueva msica era bastante extraa para su iglesia, pero le gustaba.

    Una pareja que se haba instalado en la vieja granja de los Surrey, en las afueras del pueblo, entr cogida de la mano, como si los dos cnyuges desearan sostenerse mutuamente. Y, un minuto mas tarde, era Buzz Williams el que entraba, trastabillando y esforzndose en ocupar de puntillas un asiento cercano al de Amos. Desde la muerte de sus padres, Buzz era para el pueblo una carga difcil. De momento estaba medio borracho, aunque sin alcanzar su exuberancia habitual.

    No tengo coche y estoy borracho murmur. Puedo quedarme aqu hasta que pase alguien... o pase alguna otra cosa?

    Amos suspir y le seal a Buzz el asiento sobre el que tenia clavados los ojos. En algn lugar deba haber un vehiculo para los cuatro miserables que se haban acordado de Dios cuando todo lo dems les haba fallado. Si uno de los dos jvenes esposos sabia conducir y conseguan encontrar algn coche era deber de Amos el asegurarse de que obtuvieran una seguridad.

    Bruscamente, el atrio de la iglesia y la msica dejaron de existir, para devolverle al mundo de las realidades... que ahora se haba vuelto curiosamente irreal.

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  • Descendi los peldaos delanteros, esforzndose en recordar si Jameson hijo habra tomado su cacharro, cuando una camioneta se detuvo delante del templo. Doc Miller descendi de ella, resoplando al pasar por la portezuela.

    Capt la situacin a la primera ojeada. Solo cuatro ovejas descarriadas, Amos? Cre que tendramos que amontonarlos

    los unos encima de los otros. Se dirigi a Buzz. Tengo un trasto delante de la puerta, Buzz. Rene al resto del ganado, y en marcha.

    He bebido dijo Buzz, con el rostro enrojeciendo repentinamente. Bueno, has bebido. Al menos t lo sabes, y no habr problemas de circulacin.

    Toma la direccin de Salina, no rebases la sesenta y dos, y todo ir bien. Doc apart a la menuda Angela Anduccini del rgano y la condujo afuera, mientras Buzz arrastraba consigo a la pareja. Vamos, apresrense.

    Se fueron, con Buzz aferrndose al volante y Angela sentada a su lado. El pueblo estaba como muerto. Amos cerr el instrumento y comenz a empujar las puertas de la iglesia.

    Tengo un tractor agrcola en la calle, un poco ms lejos, para nosotros, Amos dijo finalmente Doc. Por un momento tem que iba a quedarme corto de ideas. Haba muchos ms imbciles de los que podras imaginar que crean que podan acomodarse todos en un mismo vehiculo. Estoy seguro de que algunos incluso se me han escapado y estarn tirados por ah por las inmediaciones del pueblo. Bueno, al tractor le va a faltar sin duda algo de elegancia, pero resultar prctico por las carreteras pequeas. Hemos de irnos.

    Amos agit la cabeza. En ningn momento haba reflexionado sobre ello, pero la decisin estaba tomada en su cerebro desde el principio. Ruth segua aguardando una sepultura decente. No poda abandonarla ahora, como tampoco haba podido abandonarla en vida.

    Tendrs que irte solo, Doc. Me lo tema. El medico suspir, secndose la frente. Hasta el ltimo da,

    debera recordar que los creyentes son ms valerosos que los ateos. De acuerdo, Amos; no hay nada que hacer, me quedo. No es muy inteligente, pero as lo siento. Imagino que lo mejor que podras hacer es apagar las velas.

    Amos apag a regaadientes los cirios, preguntndose como conseguira persuadir a su amigo de que se fuera. Sus odos haban percibido ya dbiles ruidos de metralla; el enemigo estaba en camino.

    Las inciertas explosiones de un motor agobiado se dejaron or en medio de la calle, luego el petardeo ces. Se oy una exclamacin, un silencio, y el motor volvi a ponerse en marcha. Giro durante una decena de segundos, rate, y se par de nuevo.

    Doc abri una de las ventanas. En medio de la calzada, un hombre empujaba un coche antiguo mientras su mujer sujetaba el volante. Pero el motor se negaba a ponerse en marcha. El hombre tom sus herramientas, abri el cap y empez una desordenada bsqueda de la avera.

    Si es usted capaz de conducir un tractor, hay uno a una calle de distancia! le grit Doc.

    El otro levant la cabeza, ech una breve mirada por encima del hombro, luego tir apresuradamente de su mujer para hacerla salir del coche. En un segundo se oy el pesado rugir del tractor. El hombre lo lanz a toda velocidad calle adelante, dejando a Doc y Amos plantados all. Los ruidos del enemigo acercndose eran claros ahora. De detrs de la esquina de la calle empezaba a verse una luz.

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  • No haba ningn lugar donde ocultarse. Encontraron una ventana cuya cristalera artificial estaba rota por un ngulo. Se situaron all de modo que pudieran vigilar la calle. La avanzada enemiga estaba ya a la vista. Progresaban de casa en casa. Tras ellos dejaban algo que formaba nubes de un humo brillante, sin que se produjeran de todos modos llamas ni fuego aparente. En todo caso, no haba ningn edificio incendiado.

    En el preciso instante en que el grueso del enemigo hacia su aparicin, la puerta de una de las casas se abri bruscamente. Un hombre delgado surgi por ella, seguido de su mujer gorda y de su hija aun ms gorda. Echaron a correr calle arriba, desgarrando sus ropas y rascando con frenes su enrojecida piel.

    Sonaron varias detonaciones. Los tres fugitivos se estremecieron pero siguieron corriendo. Una nueva descarga. Al principio Amos pens que eran muy malos tiradores, lo cual resultaba increble. Luego se dio cuenta de que eran de una habilidad mucho ms increble aun. Los extraterrestres apuntaban primero a las manos, luego suban metdicamente a lo largo de los brazos, no desperdiciando un centmetro de lenta tortura.

    Por primera vez desde hacia aos. Amos sinti que el miedo y la clera se amasaban en una dura bola en su vientre. Se irgui, echo los hombros hacia atrs, con la barbilla levantada, y avanz hacia la puerta. Sus labios murmuraban una plegaria cuyas palabras apenas deca a medias:

    Ven, Seor. Oh Dios, levanta lo mano, no olvides a los humildes. Por que los malvados condenan a Dios? El dijo desde lo ms profundo de su corazn: no lo vengars. T has visto, puesto que contemplas el mal y el rencor para castigarlos con Tu mano. Los pobres se encomiendan a Ti; T eres el sostn de aquellos que no tienen padre. Rompe los brazos del malvado y del inicuo; purifica su maldad hasta que no quede nada de ella...

    Quieto, Amos! chirri la dura voz de Doc en su odo. No hagas el idiota! Adems, cometes un error de citacin en el ltimo versculo!

    Aquello consigui atravesar la nube de su clera. Saba que Doc le haba recordado conscientemente a su padre, pero el truco haba funcionado, y el recuerdo de las cleras paternas cuando cometa errores de citacin reemplaz a su fro furor.

    No podemos tolerar que esto prosiga! Pero se dio cuenta de que ya todo haba terminado. Haban abatido a sus tres

    blancos. Sin embargo, una visin subsista, la de una desgraciada criatura, medio despellejada...

    La voz de Doc expres el desnimo que senta. No podemos hacer absolutamente nada, Amos. No llego a comprender que una

    raza sea lo suficientemente evolucionada como para construir naves interplanetarias y sin embargo se dedique a cometer tales horrores. Pero a la larga esto representar una ventaja para nosotros. Mientras nuestros ejrcitos se organizan, el enemigo malgasta as su tiempo. Y, adems, esto endurece nuestra voluntad de resistencia.

    El enemigo no limitaba sus ejercicios deportivos a destruir a los humanos. Se tomaron casi las mismas molestias para matar a un viejo gato gordo apenas lo descubrieron. Y todos los cadveres eran amontonados en un enorme furgn arrastrado por una veintena de seres aliengenas.

    Era evidente que posean un cierto conocimiento del comportamiento humano. Desde un principio haban dejado a un lado los comercios y concentrado todos sus esfuerzos en las casas de habitacin. La avanzada haba pasado por delante de la iglesia sin concederle la menor atencin. Pero inmediatamente despus penetraron en una

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  • carnicera y salieron de ella cargados con grandes trozos de carne que echaron al furgn junto con los cadveres.

    Luego un grupo se reuni ante la iglesia, sealando con el dedo el campanario y su campana. Dos de ellos prepararon una especie de mortero, que fue rpidamente apuntado. Deslizaron el obs en el tubo. Hubo una sorda explosin, y la campana reson secamente y sus fragmentos cayeron crepitando sobre el techo y el patio de abajo.

    Uno de los seres desplaz el mortero, apuntndolo directamente hacia la puerta de la iglesia. Doc arrastr a Amos y le hizo tenderse entre dos bancos.

    Maldita sea, parece que no les gustan las iglesias! Han elegido el punto ideal! Cuidado con las astillas de madera!

    La puerta fue reventada, y un objeto pesado fue a golpear contra el altar, derrumbndolo y siguiendo su camino hacia el rgano. Amos dej escapar un gruido al or el ruido.

    Toda actividad haba cesado cuando volvieron a su puesto de observacin junto a la ventana. El enemigo haba continuado su camino, avanzando lentamente. Si bien tenan aviones, no parecan poseer vehculos de superficie motorizados, y el furgn progresaba tan solo gracias al esfuerzo de los veinte extraterrestres de piel verde. Avanzaba directamente hacia la iglesia.

    Amos lo contempl a la vacilante luz de las grandes antorchas que mantenan encendidas algunos de los aliengenas. La mayor parte de los cadveres le eran desconocidos, pero reconoci a varios. Y sus ojos percibieron entonces en lo alto el cuerpo de Ruth, retorcido, deformado, y su rostro, inexpresivo en el reposo de la muerte.

    Se levant, agotado, y esta vez Doc no hizo ningn gesto para retenerlo. Sigui la hilera de bancos y rodeo los restos de una de las puertas. Fuera de la iglesia, el aire era aun ardiente y seco; inspir profundamente. La fachada de la iglesia estaba en sombras, y no pareca haber extraterrestres para observarle:

    Descendi los escalones de piedra. Ahora se senta firme sobre sus piernas. Su corazn lata muy fuerte, pero entre los mltiples sentimientos que pesaban como plomo en su estomago no quedaba el menor temor. Como tampoco experimentaba la menor clera.

    Observ que el enemigo se detena para mirarle fijamente, mientras algunos intercambiaban animadas palabras.

    Avanz con el mismo paso comedido que lo haba conducido hasta su matrimonio, haba tantos aos. Lleg junto al furgn y tendi la mano para levantar uno de los colgantes brazos de Ruth y colocarlo atravesado encima de su pecho.

    Es mi mujer dijo calmadamente a los extraterrestres, que fruncan el ceo. Me la llevo conmigo a la casa.

    Levant los brazos y empez a apartar los otros cuerpos que le molestaban. No experiment ninguna sorpresa cuando vio los brazos de Doc que se levantaban para ayudarle, mientras el medico dejaba escapar una retahla de obscenas maldiciones.

    En ningn momento haba tenido la menor esperanza de conseguir su objetivo. En absoluto.

    Bruscamente, una docena de aliengenas se precipitaron sobre los dos hombres. Amos se dej abatir sin resistir. Doc se debati un segundo, luego tambin cedi. Los extraterrestres los ataron y los echaron desapasionadamente al furgn.

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  • IV

    Ha tensado su arco como enemigo, ha elevado su diestra cual un adversario, y ha matado todos los encantos de los ojos; en la tienda de la hija de Sin, ha derramado su indignacin como fuego.

    Se ha comportado el Seor como enemigo, ha aniquilado a Israel, ha aniquilado todos sus palacios, ha demolido todas sus fortalezas, ha multiplicado en la hija de Judd llanto y plaido.

    Ha repudiado el Seor su Altar, ha desdeado su Santuario, ha entregado en manos del enemigo los muros de sus palacios; se han dado gritos en la Casa del Seor como en un da solemne.

    LAMENTACIONES, II, 4, S, 7.

    La primera reaccin de Amos fue la sorpresa de ver completamente manchado su nico traje decente. Se agit por un momento sobre los cadveres amontonados, esforzndose por encontrar una posicin ms confortable. Un pastor puede llevar un traje ajado, pero nunca profanara el altar con manchas de esta naturaleza. Luego una parte de lo ridculo de esta preocupacin termin por imponerse en su mente. Se relaj todo lo que pudo.

    Haba realizado todo lo que tenia que realizar, y ahora ya era demasiado tarde para las lamentaciones. Ya no poda hacer otra cosa ms que aceptar las consecuencias de sus actos, al igual que haba aprendido a aceptar todo lo que Dios haba juzgado bien enviarle. Nunca haba sido un hombre de gran valor, pero la fuerza divina lo haba sostenido en la mayor parte de las duras pruebas que cualquier hombre debe sufrir. La misma fuerza seguira sostenindolo ahora.

    Doc estaba frente a el, mirndole directamente despus de haberse girado sobre su barriga. Por un momento, los labios del medico se curvaron en una sonrisa torva.

    Imagino que estamos en una buena situacin. Quiz seamos demasiado viejos para morir rpidamente, y preparen algo especial para nosotros. De todos modos, una vez muertos, ya no lo sabremos, de modo que es idiota tener miedo a reventar.

    Si haba hablado con la intencin de iniciar una discusin, fracas. Amos estimaba que aquella era una filosofa totalmente desprovista de esperanza; de todos modos, sin duda vala ms que nada. Su propia fe en la existencia de otro mundo dejaba tambin bastante que desear: tena la certeza tanto de la inmortalidad como de la existencia de un cielo y de un infierno, y sin embargo jams haba conseguido hacerse una idea satisfactoria ni del uno ni del otro. El furgn haba dado media vuelta y estaba recorriendo ahora la calle en sentido inverso, en direccin a Clyde. Amos se esforz en no pensar ms en la incomodidad material de aquel medio de transporte mirando las casas para contar cuantas faltaban antes de llegar a la suya. Terminaron aproximndose a ella, pero fue Doc quien primero se dio cuenta del hecho. Gru:

    Mi coche!

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  • Amos entrecerr los ojos para escudriar las sombras a travs de la vacilante luz de las antorchas. El coche del medico estaba aparcado a un lado de la casa, y la portezuela estaba abierta. Alguien deba haber avisado a Anne que l no se haba ido, y ella haba debido volver rodeando la horda de extraterrestres!

    Comenz a rezar para que el convoy pasara sin darse cuenta del vehiculo, y al principio pareci que su plegaria era oda. Luego le lleg un grito procedente de la casa, y por un breve instante vio el rostro de Anne tras una de las ventanas delanteras. Sin duda les haba visto, a Doc y a l mismo, tendidos en el furgn. Abri la boca para intentar darle la alarma, pero era demasiado tarde. La puerta de la casa se abri. Ella estaba ya de pie en el umbral, llevando al hombro el fusil de Richard. El corazn de Amos pareci inmovilizarse cuando sus nervios se tensaron al mximo. El enemigo aun no se haba dado cuenta de nada. Si ella tan solo se mantena tranquila...

    El fusil ladr. Ya fuera por suerte, ya fuera por habilidad quien poda saberlo?, uno de los extraterrestres se derrumb. Ella echo a correr hacia ellos, mientras recargaba el arma. El fusil ladr una segunda vez, y un segundo enemigo se derrumb lanzando horribles balidos.

    Al menos esta vez no hubo la menor tentativa de tortura. El jefe del grupo extrajo de un estuche que colgaba de su cintura un instrumento tubular, y son una sola detonacin. Anne fue empujada hacia atrs cuando el pesado proyectil le golpe en la frente, y el fusil escap de sus manos muertas.

    El enemigo herido se esforzaba desesperadamente en alejarse arrastrndose. Dos de sus compaeros se ocuparon de l, sin piedad, sin ms emocin que si hubiera sido un ser humano. Su cuerpo sigui al cadver de Anne en la parte delantera del furgn, justo fuera del alcance de la vista de Amos.

    Esta vez Anne no haba parecido sufrir una crisis de nervios, pens con melancola. Era debido precisamente a que ella manifestaba tendencias hacia la histeria que le haba aconsejado a su hijo Richard que aguardara, y no porque sus religiones fueran distintas. Ahora, lamentaba no haber tenido nunca la ocasin de conocerla mejor.

    Doc lanz un suspiro, y cuando habl fue con un orgullo subyacente, pese al tono ronco de su voz.

    El hombre posee una virtud nica que no puede alcanzar una fuerza todopoderosa como tu Dios dijo. Puede ser valiente. Puede llevar su valenta hasta ms all de toda razn, por uno de sus semejantes o simplemente por una idea. Amos, compadezco a lo Dios si alguna vez el hombre decide declararle la guerra.

    Amos acus el golpe, pero la blasfemia no despert ms que una sombra de sus reacciones habituales. Su mente pareca adormecida. Estaba tendido de espaldas, observando las negras nubes que pasaban casi demasiado rpidamente a travs del cielo. Pareca anormal, y record cmo a menudo los informes citaban el detalle de que furiosas tormentas haban aniquilado o al menos impedido las operaciones de las tropas humanas. Quizs se estaba preparando un contraataque, y esto formaba parte de la defensa de los extraterrestres. Si disponan de medios de controlar la meteorologa, era muy probable. El claro de luna haba quedado ya oscurecido por los nubarrones.

    A unos ochocientos metros ms lejos, el enemigo lanz un clamor. Apareci un enorme tractor, mal conducido por uno de los extraterrestres, que visiblemente haba captado tan solo parcialmente el mecanismo de la maquina. Con grandes errores y rectificaciones, el vehiculo se coloc en posicin y el furgn fue amarrado a l. El tractor se puso en marcha a casi cincuenta kilmetros por hora, y el furgn salt y se tambale

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  • tras l. A partir de aquel momento, el trayecto se convirti en un autntico infierno. El propio Doc no poda evitar el gruir y maldecir cuando los tumbos eran demasiado violentos, aunque tuviera sobre sus huesos el triple de relleno que Amos.

    Afortunadamente, la velocidad disminuy cuando llegaron a Clyde. Amos se limpi la sangre del labio que se haba mordido, y consigui retorcerse hasta adoptar una posicin en la que sus contusiones no le dolan demasiado. Tras el pueblo, all donde se hallaban las naves enemigas, una capa de luz emitida por poderosos proyectores le permiti ver un conjunto de maquinas extraterrestres atareadas en la descarga de las grandes naves. De todos modos, los mecnicos de aquellas maquinas eran completamente distintos de los dems extraterrestres.

    Uno de los camiones enemigos gir para dar un rodeo al furgn, y Amos pudo ver claramente al ser que lo manejaba. No tenia nada de humano. Tena un tronco en forma de cono cubierto de un fino vello blanco, que se seccionaba en cuatro miembros gruesos que le servan de piernas. De la parte ms fina del cono surgan otros cuatro miembros tentaculares, que eran los que manipulaban los mandos del vehiculo. No haba ninguna cabeza aparente, sino tan solo ocho pequeos tentculos que ondulaban en la cima del cono.

    Vio otros cuatro de ellos, siempre a los mandos de las maquinas, ninguna de las cuales estaba conducida por los seres de piel verde. El furgn estaba atravesando ahora la ciudad fantasma que haba sido Clyde. Pareca pues que haba dos razas distintas aliadas contra la humanidad, lo cual explicaba que tales brbaros hubieran llegado a bordo de astronaves. Los verdes no eran probablemente ms que combatientes, mientras que los conos aterciopelados eran los tcnicos. Sin embargo, segn su comportamiento, los pilotos de los aviones serpientes deban reclutarse entre los combatientes.

    Clyde haba aumentado de extensin desde que Amos se haba ido, como la mayor parte de las poblaciones de los alrededores. Haba un nuevo supermercado en la calle misma que pasaba por delante de la antigua iglesia de Amos, y fue delante de este almacn donde se detuvo el tractor, con una tremenda sacudida. Los extraterrestres aparecieron de todas partes, para transportar los despojos del furgn a las enormes cmaras frigorficas de la tienda; dos de ellos se llevaron a Doc y Amos.

    Sin embargo, no les destinaban a una muerte relativamente dulce por congelacin en los grandes frigorficos. Los extraterrestres los arrojaron a una pequea celda rodeada de barrotes que iban desde el suelo hasta el techo, probablemente el lugar de trabajo del antiguo cajero. Resultaba una prisin bastante eficaz, y la cerradura que chasque cuando la cerraron por fuera era demasiado slida como para esperar forzarla.

    La celda tena ya un ocupante, un hombre joven, de estatura mediana, en quien Amos termin por reconocer a Smithton, el dentista de Clyde. Sus hombros se agitaban en espordicos sollozos, y permaneca acurrucado en un rincn. Contempl a los recin llegados sin verles.

    Pero me he librado murmur. Soy prisionero de guerra. No pueden hacerme esto. Me rend...

    Un extraterrestre, ms voluminoso que la mayora y llevando las nicas ropas que Amos haba visto hasta entonces sobre uno de ellos, lleg bambolendose hasta delante de la jaula y se detuvo, contemplndoles fijamente. El dentista dej de lamentarse y permaneci silencioso. El desconocido se levant las ropas hasta el pecho y se rasc la espalda contra un mostrador, sin quitarles los ojos de encima.

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  • Los humanos dijo con una voz spera, pero sin ningn acento son criaturas extraas. No normalizacin.

    Que me cuelguen gru Doc. Habla nuestro idioma! El extraterrestre les examinaba con una expresin que poda interpretarse como de sorpresa, con las orejas enhiestas.

    El don de lenguas es tan inusitado? La mayor parte de los sacerdotes de Nuestro Seor Dios Todopoderoso hablan todas las lenguas humanas. Es un milagro de los ms comunes, al contrario de la levitacin.

    Muy bien sugiri Doc. En este caso, puede decirnos con que finalidad nos tienen aqu?

    El sacerdote se alz de hombros. Para alimento, naturalmente. Los grethis comen carne de todo tipo, como los

    seres de mi propio pueblo... pero debemos estudiar las leyes para ver si vosotros os contis entre los alimentos autorizados. En caso afirmativo, vamos a necesitar algunos especimenes recin muertos para probarlos. As que aguardamos a que llegue el momento para utilizaros.

    Pretendis que nos estis atacando para alimentaros? No! gru con dureza el sacerdote. Nos hallamos en guerra santa, de exterminio. El Seor nos ha ordenado descender sobre la Tierra, donde se estn perpetrando cosas abominables, y no dejar ninguna criatura viva bajo vuestro sol.

    Dio media vuelta y sali pesadamente del almacn, llevndose consigo la ultima antorcha, y no dejando ms luz que la dbil claridad lunar y algunos reflejos de lejanas luces.

    Amos se dej caer sobre un taburete dentro de la jaula. Han tenido que ir a encerrarnos en un edificio nuevo y no en uno de los que conozco dijo. Si hubiera sido en la iglesia, hubiramos podido tener alguna posibilidad.

    Cmo? dijo Doc en tono seco. Amos intent describirle un pasadizo practicado en el enorme stano inacabado

    del edificio, al cual se acceda por una trampilla. Aos antes, una pandilla de jvenes haban cavado un tnel hasta l, utilizndolo como club privado hasta el da en que el pasadizo fue descubierto y se haba tapiado la parte exterior. Pero la tierra haba quedado blanda alrededor de los ladrillos. El tnel desembocaba en una zona boscosa que conduca a una zanja de drenaje, la cual a su vez iba a parar a un ro. Desde la iglesia, hubieran tenido la posibilidad de alcanzar el curso de agua y de deslizarse en l sin ser vistos, cosa que no podan hacer desde otras partes del pueblo.

    Los dedos de Doc temblaban sobre la cerradura cuando Amos hubo terminado su relato.

    Si consiguiramos franquear los setenta y cinco metros que nos separan de la iglesia... No saben mucho de nosotros, Amos, para encerrarnos en un local donde los tornillos de la cerradura se hallan en la parte interior! De todos modos, creo que estamos obligados a correr el riesgo!

    Los dedos de Amos temblaron tambin cuando toc las cabezas de los tornillos. Distingua una puerta que deba dar a la parte trasera de la tienda. Si conseguan salir a la callejuela que se encontraba all antes, podran seguirla casi hasta la iglesia... y desde all los rboles que rodeaban el lugar santo impediran que la luz llegara hasta ellos. Era una dbil posibilidad. Pero era solamente suerte? A sus ojos, era ms bien una intervencin divina.

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  • Para mi, simplemente es una negligencia de los extraterrestres gru Doc. Probablemente seria menos complicado todava en la mayor parte de los otros edificios, vista su forma de hacer las cosas. Arranca el fondo del cajn de la caja registradora, y separa dos tablillas. Tengo una moneda que se adapta a las cabezas de estos tornillos.

    Fue Smithton quien la emprendi con la caja, mientras rogaba como un nio que le llegara el sueo. Consigui de todos modos arrancar dos trozos de madera, entre los cuales Doc pudo sostener la moneda.

    Era un trabajo duro, y la moneda se deslizaba mas veces de las que hacia girar el tornillo, pero la cerradura haba tenido como finalidad impedir que los intrusos penetraran en la caja y no aprisionar a los cajeros. Tres de los tornillos cedieron. La cerradura gir en torno al cuarto y, con un pequeo esfuerzo, pudieron abrir su jaula.

    Doc se inmoviliz y atrajo a Smithton hacia l. Sgame y haga como yo. Ni una palabra. Ninguna tentativa individual de

    evasin. Si intenta algo que no me guste, le parto el cuello, ha entendido? Adelante. La puerta trasera estaba cerrada y asegurada, pero desde el interior. La abrieron a

    un patinillo repleto de inmundicias. La callejuela no estaba tan oscura como hubiera sido preciso, puesto que la luz penetraba en ella a travs de los huecos de algunos solares entre las edificaciones. Se ocultaron lo mejor que pudieron en las zonas de sombra, hasta que se hallaron ante la valla que rodeaba la iglesia. All, empezaron a tantear la pared en busca de la puerta lateral. No haba ningn extraterrestre a la vista.

    Amos avanzaba el primero, ya que conoca mejor el lugar. Solamente cuando llegaron ante la puerta se le ocurri el pensamiento de que poda estar cerrada con llave. En sus tiempos, l la mantena cerrada la mayor parte del tiempo. Empu el picaporte y tir... Estaba abierta!

    Se detuvo un segundo para darle gracias a Dios por aquella suerte suplementaria que les conceda. Luego, los tres hombres se encontraron en la pequea cocina donde se preparaban los refrigerios en las reuniones de feligreses de la parroquia. Siempre haba detestado estas celebraciones informales, pero ahora las bendeca, ya que les proporcionaban un escondrijo que les permitira tomar todo el tiempo que necesitaran para descubrir su salida.

    El edificio estaba lleno de ruidos y de olores, pero ninguno de ellos familiar a Amos. Algo hizo que los pelos de su nuca se erizaran. Se quit los zapatos y anud los cordones entre s para colgrselos del cuello. Los otros dos hicieron lo mismo.

    La puerta corredera se abra a un pequeo corredor que se abra delante del altar y desembocaba en el despacho privado, al otro lado.

    Estaban ms seguros si permanecan agrupados, sobre todo con un irresponsable como Smithton. Amos se apoy en la pared de la cocina para recuperar el aliento. Senta su corazn como si estuviera estrujado por una cuerda de la que tiraran fuertemente, y tena la garganta tan seca que deba hacer verdaderos esfuerzos para no ahogarse. Haba agua all, pero no se atreva a correr el riesgo de tropezar contra algn objeto cualquiera en su intento de alcanzar la fregadera.

    Rog a Dios que le diera fuerza, menos para si mismo que para ayudar a los otros. Desde hacia tiempo se haba resignado a la muerte. Si Dios quera que el muriera, estaba preparado; todo lo que le quedaba eran muertos. Y sus cadveres estaban sin duda mutilados! Adems, no haba conseguido otra cosa ms que colocar en un peligro mortal a aquellos que haban intentado socorrerle. Era viejo ya, y su organismo avanzaba hacia la muerte. Probablemente le quedaban aun otra veintena de

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  • aos de vida, pero ms all de su ministerio ya no tenia ninguna otra razn real para vivir... E incluso en su ministerio no haba sido ms que un mediocre, un fracasado. Sin embargo, ahora era responsable de Doc Miller, as como de Smithton.

    Cerr apretadamente los prpados, luego los volvi a abrir para echar una ojeada por una rendija de la puerta. Haba un poco de claridad en el camino que conduca al altar, pero no vio a nadie, y haba una serie de paneles que formaban como una pantalla. Tras aquel precario abrigo, podran estudiar el camino que tenan que recorrer. Avanz de puntillas, y adivin que sus compaeros le seguan.

    Se inclin hacia adelante para desplazar ligeramente uno de los paneles. Se hallaban a unos seis metros del altar, del lado derecho. Amos contempl los restos de lo que haba sido en otro tiempo el altar. Luego frunci el ceo al percibir delante de l un montn de tierra dispuesto de tal modo que formaba un montculo de extraas proporciones.

    Retir un poco ms uno de los paneles, sorprendido por la curiosidad que lo animaba, como se haba sorprendido ya de las incesantes modificaciones de su actitud mental.

    Haba dos sacerdotes con ropas muy adornadas, arrodillados en el centro de la iglesia. Pero sus ojos apenas los apercibieron, atrados por algo que se ergua delante del nuevo altar.

    Era una caja de madera, colocada sobre una plataforma de barro cocido. Llevaba cuatro signos que sus ojos no identificaron, pero que su mente tradujo en una sucesin de letras extradas de los alfabetos que haba; estudiado, imposibles de pronunciar y sin embargo cargadas de sentido. Y sobre la caja haba un velo, tras el cual Algo radiaba sin emitir luz.

    En su cerebro, una onda de fuerza se propag, formando sensaciones que hubieran podido ser casi palabras atravesando sus pensamientos... palabras parecidas a las odas hacia tanto tiempo por Moiss... palabras que Amos, con la muerte en el alma, no poda por menos que reconocer...

    SOY EL QUE SOY, yo que los arranqu de la esclavitud en Egipto, y que escrib en la pared delante de Baltasar MANE, THECEL, PHARES, como quedar escrito en toda la Tierra a partir de ahora. Puesto que he dicho a la descendencia de Mikhtchah: t eres mi pueblo elegido, y yo lo elevar por encima de todas las razas que viven bajo los cielos.

    V

    Y le fue dado el poder de hacer la guerra a los santos y de vencerles; y le fue dado poder sobre todos sus semejantes, de todas las lenguas y todas las naciones.

    Aquel que someta a otro a cautividad se ver sometido l mismo a cautividad; aquel que mate con la espada perecer tambin por la espada.

    REVELACIONES, XIII, 7, 10

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  • La descendencia de Mikhtchah. La raza de los invasores... Amos se senta fuera del tiempo, y el tiempo se distenda a su alrededor. Senta que su corazn dejaba de latir, pero la sangre pulsaba en sus arterias con un vigor que hacia decenas de aos que no conoca. Senta en su mano la mano de Ruth, que se agitaba vuelta a la vida, y saba que jams haba existido. Cerca de el vea los cabellos de Doc Miller adquirir un blanco de nieve, y sabia que as era, aunque le fuera absolutamente imposible ver a Doc desde el lugar donde estaba.

    Senta la clera de la Presencia suspendida sobre l, para pesar el menor pensamiento desde su nacimiento hasta su inevitable muerte, cuando dejara completamente de ser para continuar en la eternidad, y sin embargo saba que la Luz que haba detrs del velo ignoraba que l estaba all, que no reciba ms que los pen-samientos de los dos sacerdotes extraterrestres arrodillados en su plegaria.

    Todo aquello ocurra en una parte de su mente tan reducida que no poda situarla, aunque el conjunto de su intelecto englobaba todo el tiempo y todo el espacio y tambin todo lo que no era ni una cosa ni la otra. Sin embargo, cada parcela de sus percepciones ocupaba toda su mente, todo lo que su mente haba contenido y podra contener a partir de entonces. Lo perciba todo, salvo el presente, que era de algn modo un concepto respecto al cual el Ser ante l aun no haba encontrado la solucin.

    Vio a un hombre desconocido sobre una montaa poco elevada, que reciba unas tablas de piedra casi imponderables y grabadas con una escritura que todo el mundo poda leer. Y conoca a aquel hombre pero se negaba a creer en l, porque las ropas que llevaba no eran las mismas que figuraban en su imagen mental.

    Vio alineadas todas las plegarias que haba formulado en su vida. Pero por ningn lado se manifestaba el abrigo de calor divino que lo haba envuelto cuando era nio y cuya presencia haba vuelto a sentir de nuevo o casi la maana anterior. Y haba una cierta inquietud en su pensamiento, mezclada con clera; sin embargo, mientras este pensamiento estuviera en su consciencia, nada podra alcanzarlo.

    Cada uno de aquellos aspectos era falso, ya que no consegua formular ninguna estimacin de lo que era la verdad.

    Todo aquello termin tan bruscamente como haba empezado, fuera un microsegundo, fuera un milln de aos subjetivos ms tarde. Permaneci como abotagado, pero animado por una nueva vida. Y aquello lo dej muerto, con una muerte ms desesperada que cualquiera hubiera experimentado antes de l.

    Sabia tan solo que ante l se encontraba el Seor Dios Todopoderoso, Aquel que haba sellado una alianza con Abraham, Isaac, Jacob y su descendencia. Y saba que la alianza haba terminado. La humanidad haba sido rechazada; Dios se haba pasado ahora al lado de los enemigos de la descendencia de Abraham, al lado de los enemigos de todas las naciones de la Tierra.

    Incluso el concepto era demasiado para una mente humana que ya no estaba en contacto con la Presencia, tan solo una sombra tenue quedaba de l.

    Cerca suyo, Amos oy de nuevo la respiracin de Doc Miller, que apartaba de su frente los blancos mechones, con aire alucinado, mientras murmuraba una sola palabra:

    Dios!

    Uno de los sacerdotes levant la cabeza, y sus ojos dirigieron una mirada circular a su alrededor; su rostro tenia un aire como de trance, pero su expresin estaba cambiando.

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  • Fue entonces cuando Smithton grit. De su boca abierta se escapaba un grito continuo, sin modulaciones, y sus pulmones se hinchaban y contraan. Tena los ojos desorbitados, fijos, horribles. Como una marioneta de madera suspendida por sus hilos, se levanto y avanz. Rodeo los paneles y se dirigi hacia la Luz bajo el velo. Bruscamente, ya no hubo ms Luz, pero Smithton sigui en la misma direccin. Se inmoviliz ante el velo, y su grito se cort de golpe.

    Doc se haba puesto en pie en silencio, arrastrando a Amos tras de si. El pastor se levant, pero saba que no haba ningn lugar donde ir. Ahora todo dependa de la voluntad de Dios... O bien...

    Smithton gir con precisin sobre uno de sus talones. Su rostro careca de expresin, y sin embargo daba la impresin de estar completamente loco. Avanz con paso de autmata hacia los dos sacerdotes. Estos se echaron a uno y otro lado en el ltimo segundo, extrayendo dos pistolas automticas de origen visiblemente terrestre, pero sin tomarse la molestia de servirse de ellas. Smithton prosigui su camino hacia la puerta abierta de la iglesia.

    Alcanz el exterior, siempre seguido por las miradas de los dos sacerdotes. Puso el pie en el primer peldao, luego en el segundo, estuvo sobre la acera.

    Los dos sacerdotes dispararon! Smithton se estremeci, se detuvo, y de pronto se puso a gritar de nuevo, pero

    con una voz conocida, normal, la de una persona que sufre atrozmente. Sus piernas se agitaron frenticamente bajo l, y desapareci de la vista, y sus vacilantes pasos se hicieron cada vez menos sonoros. Estaba muerto la puntera de los mikhtchahs era tan notable como siempre pero segua movindose, cada vez ms lentamente, como si una reserva de vida en su interior fuera disminuyendo como un acumulador que se des-carga.

    Los sacerdotes intercambiaron una mirada, luego se precipitaron en su persecucin, lanzando sus llamadas en el momento en que cruzaban la puerta para hundirse en la noche. De repente, una cabeza y una mano reaparecieron, y una bala parti en direccin a los paneles de donde haba surgido Smithton. Amos se oblig a permanecer inmvil, mientras su imaginacin evocaba el impacto del plomo en su vientre. El proyectil golpe contra el panel y rebot a lo lejos.

    El sacerdote vacil, luego desapareci de nuevo. Amos echo a correr para atravesar la iglesia y alcanzar el corredor al otro lado del

    altar. Poda or el dbil ruido de los pasos de Doc tras l. La trampilla aun exista, aunque oculta bajo una alfombra dejada

    inadvertidamente all. La levant con esfuerzo y se dej caer por la abertura, sabiendo que el inacabado subsuelo no estaba a ms de un metro veinte de profundidad. Se apart para dejar paso inmediatamente a Doc, que descenda a su vez. Agachados lado contra lado, volvieron a bajar la tapa y avanzaron en la oscuridad, a tiendas, haba el otro lado del stano. Hacia cinco aos que Amos no haba puesto los pies all, y no lo haba hecho ms que una sola vez, para una breve inspeccin del trabajo que haban efectuado los jvenes que haban horadado el tnel.

    Crey que lo haba pasado y empez a buscar a tientas la pequea entrada, palpando con la mano. Era probable que todo el conjunto se hubiera derrumbado. Pero de repente, a dos pasos de distancia, su mano tropez con la abertura. Arrastr al me-dico en su seguimiento.

    Era ms bien estrecho, y en algunos lugares se haban producido pequeos derrumbes que haba que apartar para pasar. Tuvieron que recorrer una parte del

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  • trayecto arrastrndose. Tropezaron finalmente con la pared de ladrillos, y empezaron a escarbar el suelo a su alrededor, con las manos desnudas. Necesitaron una decena de minutos, durante los cuales les llegaron los clamores lejanos pero intensos de los mikhtchahs. Terminaron por emerger al aire libre, con las palmas y los dedos de sus manos ensangrentados, sin preocuparse de examinar los alrededores para asegurarse de que no haba extraterrestres en las inmediaciones. Una vez adentrados lo suficiente en el bosquecillo, hicieron una pausa para recuperar el aliento y luego prosiguieron su marcha.

    El principal peligro estaba en la zanja de drenaje, que en algunos lugares tena muy poca profundidad. Pero la suerte estaba con ellos, y los lugares ms expuestos se hallaban sumidos en las sombras.

    Luego vieron el ro discurrir ante ellos. No muy lejos se hallaba amarrada una barca de fondo plano.

    Unos instantes ms tarde flotaban, arrastrados por la corriente, lo cual les permita dejar reposar sus doloridos pulmones. Gobernar el esquife no exiga de ellos ms que un esfuerzo mnimo. Era aun de noche, y la nica claridad era la de la luna. Las probabilidades de una persecucin por parte de los aviones enemigos eran bastante escasas. Amos distingua apenas el rostro de Doc cuando este rebusc entre sus bolsillos para tomar un cigarrillo. Lo encendi, y expuls voluptuosamente el humo.

    De acuerdo, Amos, tenias razn: Dios existe... Pero infiernos, no me siento reconfortado de saberlo! No llego a concebir en que me socorre Dios... ni siquiera en que est ayudando a los mikhtchahs. Que obtienen ellos de todo esto, excepto algunos pequeos milagros meteorolgicos? Simplemente estn hacindole a Dios el trabajo sucio.

    Ellos poseern la Tierra, imagino... si la desean dijo Amos con voz insegura. No estaba convencido de que los invasores desearan este imperio. Y tampoco llegaba a captar el papel representado por la segunda raza extraterrestre. Si en algn instante haba llegado a entrever las respuestas a estas cuestiones, ya no lo recordaba. Doc, sigues siendo ateo, aunque ahora ests convencido de la existencia de Dios!

    El hombre gordezuelo dej escapar una risita cargada de amargura. Me temo que t tambin lo seas en el fondo, Amos. Yo, al menos, sigo siendo fiel

    a mi mismo. Pero no t. Tu habas fundado toda lo vida en la hiptesis de que Dios tena razn y tu debas servirle... y la nica forma de servirle era acudir en ayuda de la humanidad. Que vas a hacer a partir de ahora? Se supone que Dios sigue teniendo razn, automticamente... pero todo aquello en lo que siempre has credo demuestra que se halla totalmente equivocado, y no puedes seguir sirvindole ms que traicionando a tu pueblo. Cul es ahora la moral que puede adaptarse a lo ideal?

    Amos, agotado, agit la cabeza y ocult su rostro entre las manos. El mismo problema se haba ido precisando poco a poco en su pensamiento. Su primera reaccin haba sido aceptar su servidumbre a Dios, sin preguntas; tras esta tendencia haba se-senta aos de pensamiento condicionado. Sin embargo, ahora ya no poda conformarse a esta actitud. En tanto que hombre, se negaba a inclinarse ante lo que consideraba como el mal bajo su forma ms absoluta; y los mikhtchahs eran malvados, segn todas las definiciones de la maldad que haba aprendido.

    Poda exponer a las gentes la verdad y quitarles las creencias que en muchas ocasiones representaban la nica finalidad de sus vidas? Poda pasarse al enemigo, que no tenia ninguna necesidad de el, excepto como alimento experimental? O poda animar a los hombres a combatir repitindoles la vieja cantinela Dios est con

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  • nosotros... cuando sabia que las palabras eran falsas y que su resistencia poda conducirles a su condena al fuego eterno por haberse opuesto a los designios de Dios?

    La idea de que no recordaba claramente nada relativo a la vida futura, al otro mundo, le golpe. Ni los argumentos en pro, ni los argumentos en contra. Que le ocurra a un pueblo cuando Dios le abandonaba? Acaso haban sido abandonados tan solo bajo su apariencia fsica, mientras que tenan aun la libertad de ganar su salud espiritual? O estaban completamente perdidos? Haban dejado de poseer almas capaces de sobrevivir? O estaban estas almas destinadas automticamente al infierno, por nobles que pudieran ser?

    Para l, ninguna pregunta tenia aun respuesta. Sabia con toda certeza que Dios exista, pero esto ya lo haba sabido antes. Ahora no saba nada ms. Ignoraba incluso cuando Dios haba decidido dar a los mikhtchahs preferencia sobre la humanidad. Pareca poco probable que fuera algo tan reciente como su propia juventud. Y sin embargo, si no era as, como explicar la extraa luz espiritual que lo haba animado cuando era evangelista?

    No hay ms que una sola posicin racional declar finalmente. No importa lo que decida! No soy ms que un hombre entre los hombres!

    Cristbal Colon no era tampoco ms que un hombre, cuando jur que la Tierra era redonda. Y su rostro no tena la expresin que tiene el tuyo desde que has visto a Dios, Amos. Ahora se lo que quiere decir la Biblia cuando cuenta que el rostro de Moiss radiaba cuando descendi de la montaa, hasta tal punto que hubo que cubrirlo con un velo. Si no me equivoco, Dios acude en ayuda de la humanidad si t tomas la mala decisin!

    Doc echo su cigarrillo por la borda y encendi otro. Amos experiment un shock al observar que las manos del medico temblaban. Este se alz de hombros, y el tono de su voz se hizo normal.

    Me gustara que supiramos ms. Siempre has pensado en funcin del Antiguo Testamente y de algunos pasajes de las Revelaciones, casi exclusivamente, como otros tantos evangelistas. Yo nunca he reflexionado realmente en Dios. Me negaba a aceptarlo, de modo que lo ech de mi pensamiento. Quizs haya sido por esto que ambos hemos tenido esta visin de El. Pero me gustara por ejemplo saber el lugar exacto que ocupa Jesucristo en todo esto. Faltan demasiados elementos. Hay demasiados imponderables e hiatos. No disponemos ms que de dos hechos, y somos incapaces de comprender ni el uno ni el otro. Existe una manifestacin de Dios que ha tocado a la vez a los mikhtchahs y a la humanidad; y ahora Dios ha declarado sus intenciones de aniquilar a la humanidad. Debemos atenernos a estos hechos.

    Amos intent una vez ms negar el problema que se le planteaba. Supongamos que Dios tan solo est sometiendo al hombre a una nueva prueba,

    como lo ha hecho muchas veces en el pasado. Una prueba? Doc dej que la palabra se enredara en su lengua. Luego pareci escupirla. Sus inslitos cabellos blancos le conferan un aire de viejo, y la ausencia de toda burla en su voz hacia de l casi un desconocido. Amos, los hebreos se dieron un trabajo de perros para alcanzar Canaan; despus de cuarenta aos consagrados a vagar en torno a unos pocos kilmetros cuadrados, Dios les afirm de repente que aquella era la Tierra Prometida. Y entonces tuvieron que apoderarse de ella por los medios tradicionales que emplean regularmente los hombres para conquistar un pas. Salieron de Babilonia porque los antiguos profetas se empearon da y noche en mantenerlos unidos en tanto que pueblo nico, y porque consiguieron soportar las desventuras hasta el da en que la

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  • suerte les sonri. En nuestra poca han hecho casi exactamente lo mismo para obtener Israel, pero sin milagros! Aparentemente, Dios se haba retirado de ellos, de modo que tuvieron que hacerlo por si mismos. En el presente caso, no tengo una muy buena opinin de una prueba de este tipo!

    Amos senta que todos sus valores espirituales se estaban escapando en un torbellino. Se daba cuenta de que no mantena su cordura ms que aferrndose a la presencia de Dios; de otro modo, su mente hubiera buscado la demencia, como toda inteligencia que se ve obligada a resolver lo insoluble. Ya no se senta con fuerzas para comprenderse a si mismo. Cmo poda intentar comprender a Dios? Y en su pensamiento se estaba deslizando la idea de que ni siquiera Dios era capaz de comprenderse completamente a si mismo.

    Una creacin puede desafiar a lo que es lo suficientemente grande como para crearla, Doc? Y debe hacerlo, si es que puede? La mayora de los nios se ven obligados a ello respondi Doc. Agit la cabeza. El problema es enteramente tuyo. Todo lo que yo puedo hacer es sealarte algunos aspectos interesantes. Y de todos modos, esto no tendr importancia. Estamos aun muy dentro del territorio de los mikhtchahs, y no tardar mucho en hacerse de da.

    El bote segua su deriva, mientras Amos se esforzaba en poner orden en sus ideas, y se enmaraaba cada vez ms en la red de sus incoherencias. En que poda convertirse un hombre que haba pasado toda su vida en una adoracin ferviente, cuando descubra que su Dios era lo opuesto a lo que este mismo hombre haba es-timado bueno, a lo que siempre haba credo sinceramente bueno? Una interpretacin del imperativo categrico de Kant se desliz en su pensamiento; alguien se la haba citado en una ocasin. Quizs hubiera sido el propio Doc. Haz de modo que trates a la humanidad en todos sus casos, ya sea a travs de tu propia persona o de la de cualquier otro, como un fin en s y no como un simple medio. Estaba tratando Dios en este momento al hombre como un fin, o simplemente como el medio de alcanzar un fin cualquiera, empresa en la cual el hombre haba fracasado? Y el, hombre, haba alguna vez considerado seriamente a Dios como un fin, ms que como un medio de acceder a la inmortalidad del espritu y una tranquilidad ante el miedo a morir?

    Nos estn persiguiendo! murmur Doc. Seal con el dedo tras ellos, y Amos distingui una dbil luminosidad al otro lado de un recodo del ro. Mira... ah abajo hay una casa. En el momento en que el bote toque fondo, saltemos a toda velocidad!

    Tom los remos y, al cabo de unos instantes, tocaban fondo. Saltaron por la borda y lanzaron de nuevo el bote a la deriva. La casa estaba a unos treinta metros de la orilla, y corrieron hacia ella como locos. Incluso a la dbil claridad de la luna, podan ver que la construccin no era ms que una ruina, abandonada desde hacia mucho tiempo. Doc penetr en ella por una de las ventanas abiertas, arrastrando a Amos tras l.

    Por una rendija de la pared vieron a otro bote descendiendo la corriente, iluminado por una antorcha y manejado por dos mikhtchahs. Uno de ellos remaba, mientras que el segundo se mantena en la proa, con un arma, escrutando las aguas. Pasaron ante el edificio.

    Vamos a vernos obligados a quedarnos aqu decidi Doc. Amanecer dentro de media hora. Quizs no se les ocurra la idea de registrar una ruina como esta.

    Descubrieron una maltrecha escalera y subieron a tenderse en el suelo de un enorme desvn. Amos gimi buscando una posicin que no le hiciera sufrir demasiado. Y luego, de golpe, se durmi.

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  • Se despert cuando el da se filtraba por las mil rendijas de paredes y techo. Oy casi inmediatamente ruido de caoneo bastante cerca. Comenzaba a dormirse de nuevo cuando la cada de una granizada crepit furiosamente en el techo. Cuando termin, el caoneo ces tambin.

    Doc se despert al anochecer. No tenan nada que comer, y el estomago de Amos estaba atormentado por el hambre. Le dolan todas las articulaciones, y el solo hecho de andar le resultaba una tortura. Doc levant la vista para examinar las estrellas, pareci elegir una direccin, y parti a grandes pasos. Sus jadeos y sus gruidos indicaban que comparta los sufrimientos de Amos. Sin embargo, encontr la suficiente energa como para proseguir la discusin de la vspera.

    No dejo de preguntarme que es lo que vio Smithton, Amos. No fue lo mismo que nosotros. Qu es lo que piensas de las leyendas de grandes guerras en el cielo? No hubo acaso all una gran batalla, hace tiempo, cuando Lucifer estuvo a punto de ganar? Tal vez Lucifer represente tan solo alguna otra raza rechazada por Dios?

    Lucifer era Satn, el espritu del mal. Intent apoderarse del reino de Dios. Hummm... Le en alguna parte que conocemos tan solo el relato del vencedor, el

    cual tiende a dar naturalmente una cierta parcialidad a la historia. Que sabemos realmente de las autnticas diferencias? O del verdadero resultado? En cualquier caso, Lucifer pens tener su oportunidad, y parece que saba bien a quien atacaba.

    Los esfuerzos necesarios para la marcha hacan difcil la conversacin. Amos se alz de hombros y abandon la discusin. De todos modos, sigui reflexionando en silencio.

    Si Dios era todopoderoso y omnisciente, por que les haba permitido espiarle? O bien ya no era todopoderoso ante una rata a la que haba rechazado? Qu poda cambiar para Dios lo que el hombre intentara, ahora que lo haba condenado? Acaso la Presencia que haban visto era la totalidad de Dios... o no era ms que una forma de manifestacin?

    Sus piernas se movan rgidamente, entumecidas por la fatiga y frenadas por el hambre, mientras aquel problema fundamental daba vueltas en su cabeza. Cul era ahora su deber? Estaba con Dios o contra El?

    Encontraron algo de comida en una casa abandonada, y la prepararon a la camuflada luz de un hornillo, mientras escuchaban las noticias gracias a un transistor abandonado