PoemillasMarineros

Antonio SerralvoIlustraciones: Carlos Ariza

PoemillasMarineros

Antonio SerralvoIlustraciones: Carlos Ariza

EDITADO EN VÉLEZ MÁLAGA, SEPTIEMBRE DE 2012

EDITA:Sociedad de Amigos de la CulturaCalle Paseo Nuevo, nº 4, Centro de Adultos María Zambrano, Vélez-Málaga

PRÓLOGO:Mercedes Junquera Gómez

DIBUJOS:Carlos Ariza

DISEÑO Y REALIZACIÓN:Domingo Moreno

IMPRIME:Imagraf Impresores

ISBN:978-84-616-0974-1

DEPÓSITO LEGAL:MA 2364-2012

En Antonio Serralvo nos enamora su alegre ternura, ese toque de improvisación, que parece una ocurrencia y es un flechazo al corazón, una cosquilla después del abrazo.

Antonio es sincero, atento, sensible, culto. Es distinguido, elegante, no tiene etiqueta. Nos cautiva y nos cultiva, riega nuestro humor preguntándose por nuestros secretos y escondites, atrapándonos mágico y malabarista en su red con otra perspectiva del lenguaje.

Juega limpio y es incansable. Y aunque utilice la ironía, es serio. Tiene buena intención, es una bellísima persona, tiene una personalidad diferente.

Y sus conceptos llegan dentro. Nos lleva desde su crisol a todos los espíritus poéticos de la ingenuidad, y mantiene el fuego sagrado que dejaron en sus manos Lobato, Quevedo, Lorca, Machado, Benedetti... porque Antonio lee significativamente, con el corazón.

Y nos recuerda esa radical igualdad espiritual de quienes sintonicen con el sueño de la razón en la búsqueda del norte desde la sensibilidades del sur.

Disfruten de una tercera o undécima lectura, ahora que hemos capturado sus ideas en letra impresa.

LA SOCIEDAD DE AMIGOS DE LA CULTURA

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En su segundo poemario de versos, Antonio Serralvo trata de poemas dedicados a los entresijos de la vida marinera, un intento acertadamente buscado para encontrar un hogar para el espíritu.

Serralvo ve a sus semejantes en el entorno que comparte con él mismo, sin idealizarlos ni ensalzarlos y nos habla de ellos y de sí mismo del modo en que ellos hablan, consiguiendo trascender lo radicalmente concreto, el aquí y el ahora, mediante un largo y logrado trabajo estilístico basado en la concentración, en la brevedad, en una extremada y progresiva depuración retórica, en una esporádica complejidad sintáctica que –paradójicamente– trasmite frescura con la más difícil sencillez estructural y, finalmente, con la carencia absoluta del menor intento de ser didáctico o moralizante. Sus poemas no explican sino presienten capturando las cosas y a los hombres de a pie, al modo de fotografías instantáneas, imprevistas, tomadas como retazos de la vida sin posibles poses.

Las maromas de los barcos requemadas por el sol y el pescador que las cuida tienen el mismo color.

El agua, la sal y el viento, junto a los rayos del sol, les hace que sean iguales los colores de los dos.

En este poemario Serralvo huye de lo abstracto (no hay ideas sino en las cosas). Se sirve de la técnica para quitar lustre a sus versos, hacerlos más flexibles, escuetos, vivos, intensos y accesibles. El resultado es una poesía ágil y vivaz, tranquila y natural. Sus poemas están trabajados para permitir sensaciones con la mayor naturalidad posible, con claridad y sencillez de imágenes y para hacer que lo ordinario parezca extraordinario.

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Su sentido del ritmo y humor junto con su buen oído, son conocidos. Por eso usa el verso libre y mide sus líneas ateniéndose a la respiración y no al acento, a la entonación del habla y no al salmódico soniquete clásico.

La musicalidad y visibilidad de todas sus composiciones muestran claramente que escribió sus poemas impelido siempre por las convergencias de pautas visuales o auditivas. La vista y el oído son la inspiración del poeta. Estos poemillas marineros pintan con palabras y escuchan las cosas. Los sentidos, no el intelecto, sensaciones, no abstracciones. No es de extrañar que en su obra poética, este poeta evite teorizar y prefiera reflexionar sobre lo visto.

Serralvo ama las cosas. Frente a la tendencia de la poesía lírica a generalizar asuntos y a evitar los objetos cotidianos, Serralvo en su poesía se acerca a ellos y los mira con devoción. No elige ni tiene prejuicios sobre objetos susceptibles de ser poetizados o que sean materialmente válidos para crear un poema. Su éxito es saber llamarlos por sus nombres y con sus versos provocar la sensación de inmediatez tangible de enorme vivacidad.

Otro logro alcanzado en este poemario es no ceder al tono meditativo, no interpreta el verso sino solamente presentarlo, es decir: no interiorizarlo, sino exteriorizarlo. No necesita símbolos, se conforma con que el lector vea a través de sus composiciones la belleza de lo real.

Una estrella presumida, se mira alegre en la mar y sueña todas las noches poder bañarse de sal. Y la mar contempla atenta su nervioso titilar mostrándole Sureflejo porque le quiere agradar.

La técnica y los temas que aborda Serralvo parecen fáciles y sirven además para dar fuerza a su obra por su contenido y, aunque en arte la técnica esté siempre presente y sea una condición sine qua non, el tema se funde en igual proporción con los demás elementos ya mencionados. Su conseguido lenguaje coloquial –solo en apariencia relajado–, su ritmo y elocuencia –magistralmente refrenada– hacen que su poesía nos lleve de lo concreto a lo inmanente.

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Hay en Serralvo un movimiento reaccionario contra la estética simbolista. Desea componer no ideas sino hacernos percibir la vida marinera y encontrar allí las sensaciones que provocan y que se convierten en informes instantáneos.

La sensación se convierte en la objetividad de las cosas gracias a una fuerza irresistible: la imaginación... La imaginación no representa, produce poesía que antes no encontrábamos en la realidad. El sentido del ritmo es para este poeta la potencia que define los objetos, que los trae a este mundo real. El poema pasa a ser una metáfora en la que los objetos hablan y las palabras no son ya ideas sino objetos sensibles. El objeto oído y la palabra dibujada: la imaginación no sólo se ve sino que se oye, no sólo se oye, también habla. Un verso libre que destaca por su ritmo dócil e interno y adaptable a cualquier situación expresiva y así, sin explicar nada, teniendo como meta la objetividad más extrema, logra poemas de una frescura muy peculiar, llena de dinamismo realista, como paisajes de un cuadro instantáneo que enmarca la foto de una cámara.

Sin duda hemos pensado que este imaginismo está inspirado en el Haiku y en el Tanka. Sabemos que su primer poemario fueron bellos Haikus escritos por Serralvo. Es natural la conexión de esa poesía japonesa con su obra creativa posterior. El autor de este poemario también ha dado a la imagen un poder y un valor primordial. Lo importante ya no sería la palabra, ni la frase, ni el verso, ni la estrofa. Lo importante ni siquiera sería que constituyan una unidad, sino que la forma es la creada por el poema mismo en su totalidad. De ahí se percibe que Serralvo sea contrario a la rigidez tradicional, a todo lo permanente y busque la variedad, la irregularidad, lo inmediato. Al igual que los pintores impresionistas, los imaginistas quieren aprehender lo momentáneo de la imagen, esa primera impresión que el poeta considera la fuente de toda experiencia verdadera.

Serralvo sabe que la poesía puede encarnar un misterio, una idea que llegue a ser palabra. Estos Poemillas tienden a vincular el ritmo y la imagen, y esta imagen sería como los ideogramas chinos, una imagen más plástica que musical; imagen más que nada que produce la evocación.

Cuando la tarde reflejaenelagua un rojo sol que tiñe el horizonte, están las barcas solas en la arena soñando la llegada de la noche.

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Los peces saltan saliendo del mar, los pescadores preparan sus redes. Con la marea saldrán a pescar.

En este poemario se produce una asociación de imágenes en el pensamiento. No se trata de un proceso racional sino, por el contrario, se hace necesario eliminar toda lógica formal, toda abstracción, todo comentario moral. Como en el haiku, se invita a la re-lectura y a la meditación ya que todo contenido humano aparece sólo de manera implícita en la imagen.

Una imagen es aquello que presenta un complejo intelectual y emocional en un instante de tiempo. La palabra procura una sensación de súbita libertad. Se siente una sensación que crece repentinamente, es algo así como lo que experimentamos ante las grandes obras de arte.

La primera impresión, que proviene de la experiencia visual, tendrá que traducirse en palabras y símbolos, pero sólo el ritmo podrá acercar el conjunto a su correspondencia exacta. Ese poder de concentración que parece perderse en el lenguaje se trasfiere de la imagen sensible a la idea, y viaja de regreso al objeto. No es más que la recuperación de la unidad original que parecería haberse impermeabilizado en el proceso de la comprensión intelectual.

La mar llora en invierno sus soledades, se queda fría la playa triste, sin nadie.

En la orilla, la espuma de blanco nácar, ya no choca con fuerza contra las barcas.

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La mar,sola,desierta,pasando fríolloracon un lamentode antiguos siglos.

El elemento subconsciente aparece en la imagen y en el símbolo pero, a diferencia de los simbolistas franceses, las imágenes aquí tratadas establecen entre ambos una relación de equivalencia. El símbolo quedaba soterrado en la consciencia y en cambio la imagen vuelve a unirse a la experiencia casi literal y nos ha trasportado a un mundo distinto de las meras apariencias.

Mercedes Junquera Gómez

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Blanca, la vela del boteque surcala mar serena.

Blanca,la espuma del aguatras el boteque navega.

Blancas, las nubes del cieloque en el aguase reflejan.

Azul,el inmenso marque va borrando la estelaque deja el bote al pasar.

Azul, la brisa marinaque hinchade vientolas velas,

y tostadoel pescadorque el sol, implacable,quema.

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Hay dos barcas en la orillavaradas junto a la mary las dos barcas suspiranpor volver a navegar.

Pescadoresen la arenatienden redesa secar.

¡Daos prisapescadores!

¡Recoged las redes ya!

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Una gaviotaplaneasobre el marsereno y quietoy en el agua se reflejalo mismo que en un espejo.

¿A dónde se irá volando?¿Por qué se marcha?¿Irá lejos?

El sol pone resplandorescon brillos de azul intenso.

En su vuelo,la gaviota,confunde el aguay el cielo.

18

La playa de la caleta,tiene la arena doraday el aguacomo una estrella.

Los pescadoresesperanpara salir a pescary preparan sus barquitas a la orilla de la mar.

Recogen los aparejosque se han secado en la arena,y con el sol de la tardesueltan al viento las velas.

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Las gaviotas se posan en la velas de las barcas que vienen de regresoy vuelanen tumulto alborotadotras las estelas con vuelo contento.

20En la tarde tranquila,los pescadoresregresan al puertoy agradecen al mar su buena pescacon blancas velas henchidas al viento.

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22

Cuando la tarderefleja en el aguaun rojo sol que tiñe el horizonte,están las barcassolas en la arenasoñandola llegada de la noche.

Los peces saltansaliendo del mar, los pescadores preparan sus redes.Con la marea saldrán a pescar.

23La lunaredonda y blancase asoma al atardecery quiere seruna barcapara dejarse mecer.

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Bajo el sol de una tarde de invierno,los pescadores reparan las redes,y en la arena, sentados en corro,cuentan historiasde barcos y peces,de días de bonanzay noches de tormentade terribles naufragiosy de lejanas tierras.

Las barcas en el aguaescuchan sus relatos

mientras la mar las duerme con su ritmo pausado.

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Tiemblanlas velas del barcoque se aleja por la mar.

Desde la orilla, una niñasuspira al verlo marchar.

Los suspiros de la niña, fuerzasal viento le dan para que el veloz navíono tarde ya en regresar.

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Pacientemente, la martrenza con algasverdes guirnaldasque llevan las olas.

Y las mareasmecen en sus aguasplateados pecesque las redes colman.

Los pescadorescelebran contentosla jornada de pescarealizaday toman de la marcomo una ofrenda pescados y guirnaldas.

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El cielo pone colores rojizosde fuego vivosobre la mar calma.

El azul, liso y suave, de la martoma ribetes de cálida llama.

Una barca,pequeña, navegandodeja su blanca estelahiriendo el agua, que en el atardecer,parece que se enciendeen llamarada.

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Se ocultatras una nube,la luna, como asustada,cuando encuentra su reflejoen el espejodel agua.

Los pescadoresse afanan,sacan las barcas al mary echando al aguasus redesquieren la luna pescar.

Pero en lugar de la lunasalen las redes repletasde pecesde plata pura.

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La luna,todas las noches,quiere mirarse en la mary contempla su reflejodura y blancaen su rielar.

La mar, serena y distantela observa,la ve brillary le pone olas de espuma, como encajesde cristal.

31

Desde la playa se puede contemplar,en la noche serena,la bahía.

Las luces de la costaformanun semicírculo dibujado en el aguaque se refleja y brilla. La mar, es de charol,brillante y negra.

Más adentro, el brillo de las lucesde las barcas que pescan.

32

Por la tarde,un revuelo de gaviotas sobrevuelauna barca.

Los pescadorestiran de la trallapara sacar el copode las aguas.

Ni siquiera una cubahan llenado esta vezy allí se quedanen la playa,solas,las gaviotas volando en tropel.

33

Sobre las rocas del espigón del puertohay un hombrepescando con caña.

En el atardecer,dorado, sobre el marmira pasar las barcas,que una tras otrasalen a pescar.

Mientras vigilaatentoel movimientoy las oscilaciones de su cañava perdiendo de vista,poco a poco,en el rojizo mar,todas las barcas.

Cae entonces el sole incendia el agua.

34

En una tardelimpia del invierno,se han posadoen el agualas gaviotascomo un mosaicode pañuelos blancos.

La mar, limpiay serenalas acoge y en su vaivén,pausado,las acunacomo se acuna a un niño.

A lo lejos un barco.

35

Un alegre tropelde gaviotassigue a los barcosque vuelven al puerto.

En la tarde de invierno,tan fría,el sol relucetibio desde el cielo y hace brillar de blanco nacaradoa las gaviotas que siguen su vuelotras los pecesque arrojan de nuevo,(inútiles despojos de la pesca)a la mar, los marengos.

36

El viejo tornode varar las barcasestá sobre la playaabandonado.

En su desvencijado tablazón ahora se posangaviotas y pájaros.

Porque en la arenaya no quedan barcasy es solo una reliquia del pasado.

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En la torre de la marse han posado las gaviotasporque no puedenvolar.

En la torre de la marestán golpeandolas olasque empuja la tempestad.

En la torre de la mar soplan los vientosque traecon su fuerzael vendaval.

En la torre de la maresperan los pescadores que no van a faenar.

En la torre de la marla mar se ha quedado en calma,y pueden ahora zarpar,las barquitas que suspiranpor salir a navegar.

39

Despuésde varios días de tormenta,la mar se va quedandososegada.

Vuelvea brillar el agua cristalinasobre la finaarena de la playa.

Vuelven los barcos a salir del puertoy a posarsegaviotasen el agua.

Vuelve a lucir el sol,vuelve la calma,igual que vuelvenuna y otra vezlas mismas olas,que, sobre el azul,bordan encajescon espumas blancas.

40

Barco de velasblancas al viento,que con periciasurcas la mar.

Tu fuerte mástiles un emblemade fortaleza y de libertad.

La mar se duermeal ritmo de las olas,las caracolasle hacen soñar.

Cuida la lunasu dulce sueño,mece la brisasu despertar.

41

Es de noche.Como un manto de plomoha caídola nieblasobre el agua.

Una barcaque faena aguas adentropierde su rumbo,va desorientada.

El vigía en la proa está observando,y entre la niebla, al fin, lo ve brillar.

El haz de luz del faromarca el rumbo,esta noche volverán al hogar.

42

Las maromas de los barcos requemadas por el soly el pescador que las usa tienenel mismo color.

El agua, la saly el viento,junto a los rayos del sol,les hace que sean igualeslos coloresde los dos.

43

Una estrellapresumida,se mira alegre en la mary sueña todas las nochespoder bañarse de sal.

Y la mar contempla atentasu nervioso titilarmostrándolesu reflejoporque le quiere agradar.

44

A Joaquín Lobato, In memoriam.

La mar llora en inviernosus soledades,se queda fría la playatriste, sin nadie.

En la orilla,la espumade blanco nácar,ya no choca con fuerzacontra las barcas.

La mar, sola,desierta,pasando fríolloracon un lamentode antiguos siglos.

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Hay un pescador que llorapor la orilla de la mar,se perdió su caracolay no la puedeencontrar.

Su llanto desconsoladonadie lo puede acallar.¿Cómo escuchará la olascuando esté lejos del mar?

47

Destellaarriba un lucerosobre la maren la noche.

Se lamenta un pescador,y en su voz pone un reproche.

Me están dejando sin mar,sin peces y sin estrellas.No puedo extender mis redesy secarlas en la arena.

¿De mi barca, qué será?

48

Hay un viejo pescadorsentadosobre una barca,bajo los rayos del soly dando a la mar la espalda.

Ya no sale a faenar.

Cada vezhay menos barcas,menos pecesque pescar,menos redes en la playa.

Allí está con sus recuerdosviendo en la arena la sombrade los bloques de hormigónque han puesto a la marun cerco.

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En la taberna del puertohay un pescador sentado,con la miradaperdida,fija en el mástil de un barco.

Sus ojos, de intenso azul,tienen un brillo apagadoigual que el amanecerde la mar un día nublado.

Hoy no sale a faenar,dejó su barco amarrado,han muerto dos pescadores.Se ahogaronen un naufragio.

50

En lo profundo de la mar inmensa,duermen sus sueñosdeseos y ambiciones.

El agua puso frenoa las codiciasy fina las quimeras e ilusiones.

Los peces son testigos de naufragios que el tiempo olviday que la mar recuerda.

La mar, que nunca cesaen su vaivén, guarda tesoros,historias y penas.

51

Hay una barca varadaen la arena de la mar,con las cuadernas al sol,maltrecha y desarboladaque ya no sale a pescar..

Sola contempla las olasy cómo vienen y vanmientras la acaricia el vientocon sus dedos de agua y sal.

Como esa barca,también, quisiera quedarme al solcontemplando el mar y el cielo, con la brisa marinerameciéndome en los recuerdos.

SOCIEDAD DE AMIGOS DE LA CULTURA