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Pearl S. Buck escribió algunos cuentos para niños, todos ellos tienen encomúneldeseodeexplicaralagentedeAméricayEuropalanaturalezayelmododeserdeChinasegúnpalabrasdelapropiaautora.

EnYuLan,elniñoaviadordeChinanosnarralahistoriadeunniñochinoalqueleencantanlosaeroplanosysuencuentroconunpilotonorteamericano.

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PearlS.Buck

YuLan,elniñoaviadordeChinaePubr1.2

Titivillus26.10.15

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Títulooriginal:YuLan,flyingboyofChinaPearlS.Buck,1945Traducción:JoséMªClaramundaBes

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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HUBOunavezenChinaunniño, llamadoYuLan,quenopensabamásqueen losaeroplanos.Todos los ratosque teníapara jugar losempleabaenconstruiraviones,utilizando materiales tan baratos como el papel y la madera, cañitas de bambú yminúsculosretalesdeseda,trocitosdemetalycordeles.Ensuslibrosdeestudio,enlos blancos espacios de las páginas no cubiertas por los caracteres de imprenta,dibujabaaeroplanosdetodoslosmodelosquesuinfantilimaginaciónpodíaconcebir.

Masningunodelosaparatitosquesalíandesusmanoseraperfecto.Larazóndeelloestabaenque,realmente,YuLannuncahabíavistodecercaunaeroplano.Sóloloshabíavistovolarcruzandoelcieloymuyaltossobresucabeza.Éleraunniñochinoybuenpatriotaalavez,ynolegustabacopiartalesaviones,queerantodosdelenemigoconquiensupatriaestabaenguerra.¿Cómoselashabíadecomponerparalograrsupropósito?Habitabaenuncasiignoradopueblecito,delquenoseacordabanadienisiquieraenestosbélicostiempos.Lasmáquinasvoladorasquepasabanporallíibanaotroslugares,aciudadesopoblacionesgrandes,y,siaalgúnpilotoseleocurríamirarhaciaabajo,todoloqueveíaeraunpuñadodeparduscascasascontejasdepajaqueparecíanbrotardelamorenatierracomoloshongos.Claroestáquelosaviadores no podían ver a Yu Lan vestido con su chaqueta y sus pantalones dealgodónazul,nielamarillorostrodelniñovueltohaciaelcielo.

—Quisieraqueunodeesosaeroplanoscayeseennuestroscampos—dijoundíaYuLanasupadre.

Su padre, de apellido Kung, era el maestro de escuela del lugar. Pasmado sequedóelbuenseñoraloírloquesuhijohabíadicho.

—Y¿quéharíamosconunavión,particularmentesihabíaunenemigodentro?—preguntó.

—Procura,sideseasalgo,quenoseanbarbaridadescomoésa—dijosumadrealmuchacho.

Barríaalasazónlamujerelescalóndelapuerta.Alzólavistamientrashablaba,porque,enaquelentonces, tresaviones se remontabanenel azuldelcielo.YuLansalió corriendo para verlos. Volaban más bajo que de costumbre, y el niño pudodistinguir bien la anchura de las alas y la forma de la cola de aquellos pájarosmecánicos.Desaparecierondelavistaenunabrirycerrardeojos.YuLanvolvióaentrar en su casa y semetió en su cuarto a dibujar en un pedazo de papel lo querecordabadelosaparatosqueacababadever.Guardóluegoelpapelenunacajaquetenía; esa precaución era necesaria porque sus hermanos pequeños, Yu Ren y YuFang,ysuhermanitaMei,eranunoschiquillosmuyentrometidosqueseapoderaban—sinpermisodesudueño,nohayquedecirlo—detodoloqueeradeél.Dentrodelacajahabíaunpequeñomodelodeaeroplano,hechoconcañitasdebambúypapel.Sacóelmodeloylocontemplóasuplacer,creyendoquenohabíaningúnmirónporallícerca.PeroaparecieroncomoporensalmoYuRenyYuFang,quetendieronsusmanitashaciael,paraellos,maravillosojuguete.

—¡Déjamelo ver! —gritó Yu Fang medio lloriqueando, como hacen los

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pequeñueloscuandopidenoquierenalgo.—¡Déjamequelotengaunminuto!—suplicóYuRen.TambiénMeisaliódenosesabedóndeytendiósussuciasmanitasenademánde

súplica,suciasporquehabíaestadochupandountrozodealfeñique.—¡No,no!—dijoYuLan,volviendoaguardarelmodeloenlacaja.Elmayorcitofueaquejarseasuspadres.—Padre,desearíaquedijeraalospequeñosquenotoquenmiscosas.Creoqueno

deberían entrar enmi cuarto sin permiso.Y, además,Mei siempre lleva lasmanossucias.

—¡Quéniñosmáspesados tenemos!—dijoel señorKungsonriéndose.Alzó lavistadel libroqueestaba leyendo,yañadió—:Acercaos,hijos.Meparecequehayaquíalgoquepuedeservirdeprovechosaenseñanzaparavosotros.

Yleyóenvozalta:—ElMaestrodijo:¡Quépoblaciónmásabundantehayaquí!»—¿Quéharemosconella?—preguntóJanYu.»—Instruirla—respondióelMaestro.El señorKungeramaestrode escuelay siempre estaba leyendo libros.YuLan

sabíadesobraqueelMaestrodequienhablabaellibroeraConfucio,quefueungranhombre,peroquehacíamuchísimotiempoquehabíamuerto.

—Puede ser que tus hermanos y hermana quieran aprender algo acerca de tuaeroplano—dijoelpadre—.Quizá,comodiceConfucio,túdebierasenseñarlos,envezdequejartedeellos.

—Nolespuedoenseñarnada—replicóYuLancontristeza—.Yomismonosénadadeaeroplanos.Todo loquesées loquehevistodeelloscuandovuelanmuyaltosenelcielo,sobrenuestracasa.

—¡Ydeseoyesperoquenoseacerquennunca!—clamólaseñoraKung.La madre estaba en la cocina preparando la cena que iba a consistir en

albondiguillasdecarnerecalentadasdentrodebarritasdepanyunplatodecolesconcebollasparaacompañarlas.

PeroKungnohabíaterminadosudiscursotodavía.Eramaestrodeescuelaynopodíamenosdeejercersusfuncionesdetal.Comenzóadecir:

—EntiempospretéritoshuboenChinaunhombreque inventounamáquinadevolar.LlegóestoaoídosdelEmperadorylemandóllamar.«Séquehasconstruidounamáquinaparavolar—dijoelEmperadoralhombre—.Enséñamela».Elhombreestabamuyorgullosodesuobra.«Nosólooslaenseñaré,sinoquevolaréenellaparaquemeveáis,señor».Ensuvanidadsubióalamáquinavoladorayseremontóconella en el aire.Cuando hubo dado unas cuantas vueltas sobre palacio, descendió yvolvió a presentarse ante el Emperador, esperando, claro está, que le dieran unpremio.PeroelEmperadoreraunhombremuysabioyteníaotrasideas.«Noaciertoaverelbienquepuederesultarparamipuebloconsubiralaire—dijoalhombre—,pero adivino y presiento losmuchos y grandesmales que puede acarrearle. Supón

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quenuestrosenemigosvenganentalesmáquinasdevolaryarrojenpiedrasenormessobrenuestrascasas,oexplosivosmetidosenjarras…».YelEmperadorcondenóadestierroalhombreymandóquemarlamáquinavoladora.

—¡Sabio fue el Emperador!—dijo la señora Kung desde la cocina, donde lasbarritas de pan con albondiguillas comenzaban a exhalar un delicioso aroma—. Sihubieransidoasílossabiosdeotrasnaciones,nocorreríamosahoraelpeligrodelasbombas.

YuLanescuchóestasenseñanzascongrandescontento;pero,comoeraunniñobieneducado,guardórespetuososilencio.Saliódelahabitaciónenqueestabayfueasentarse junto a la ventana de la cocina, donde pudo percibir los tentadores yexquisitos olores de la cena y pensar en lo extraño que era que los padres nocomprendiesen jamás a sus hijos. Cuando todo el mundo, hoy en día, poseíaaeroplanos,¿aquéhablardelviejoEmperadormuerto?

Contempló cómo se contoneaba un pichón por el corral buscando granos ymiguitasdepan.Alargólasmanos,cogióalavey,consumocuidado,leextendiólasalas. ¡Oh, si él pudiera saber cómo estaban hechos los huesos y cómo estabanformadaslasplumas!¡Oh,siélpudieradescubrirporquéelpichónpodíaelevarsucuerpotangordoporencimadelosmásaltosbambúes!

—¿Por qué…, por qué no tendré alas yo también? —preguntó a la graciosaavecilla.

Elpichónlemiróconsusredondosojosnegros,peronodijonipío.Envistade lamudezdelpájaro,YuLan lo soltóy se ensimismóen sus tristes

pensamientos.«Nosécómopodréverunaeroplanodeverdad.Vivimostanalejadosde otros países…No hay duda de que tendré que pasar todami vida en la tierramirandoalcielo.Nuncaconoceréloqueunosientecuandoseestáenlasnubes».

Enestoelolorcilloquedespedíanlasalbondiguillasylascolessetornó,paraél,detentadorenatormentador.Ledolíaelestómagodehambre,porloqueselevantóyentróenlacasa.

—¡Lavaos las manos antes de comer! —mandó a los niños su madre, comosiemprehacíaantesdepermitirlessentarsealamesa.

Losniñosobedecieronensilencio,y,con lasmanos limpias,sesentaronensussitios. La señora Kung colocó en el centro de la mesa una gran fuente con lascalientes barritas de pan con albondiguillas dentro, la col en un cuenco y, en otrocuenco,unpocodesopa.YuLanteníatantoapetitoqueseolvidódetodoalvertanbuenacomida.Alargólamanosindarsecuentaytomóunabarrita.

—Yu Lan —dijo la madre—, te estoy diciendo cada día que no te sirvas elprimero.¿Cuántasveceshabréderepetirlo?

—EldíaqueYuLannonecesitequelerecuerdenquenodebeservirseelprimero,seráelmásgratodetodosparamí—observóelseñorKung.

—Nopiensamásqueenlosaeroplanos—dijoYuRen.—Sólolosaeroplanos—corearonYuFangylapequeñaMei.

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—¡Calladvosotros!—gritóYuLan,queestabadefamiliahastalacoronilla.—¡Silencio!—dijolaseñoraKung.Pero, comprendiendo la madre lo que sentía el chico en su interior, no le

reprendió.Muyalcontrario,pusoensuplatolabarritamásgrandeymáscaliente.—Algunas personas se olvidan a veces de sus buenos modales cuando tienen

hambre—dijolamadrealosotrospequeñuelos.YuLantomólabarrita,lamordióyempezóasentirsemejor.—Noesningúnmalpensarenlosaeroplanos—dijobondadosamenteelpadrea

suhijo—.Masloquenodebesolvidareslabuenaeducación.—Sí,padre—respondióYuLan.Apesardeesto,YuLansiguiósoñandoenquealgúndíapodríavolar.Peroensus

ensueñosnoveíaelmododeconseguirlo.PorhaberloleídoenloslibrosdetextodelaescuelasabíaquelosavionesseconstruíanenremotospaísescomoNorteamérica.¿PodríairélalgunavezalosEstadosUnidos?

—Ahora que el viejoEmperador hamuerto, ¿no haremos nunca aeroplanos ennuestropaís?—preguntóasupadreundía.

—Esperoqueno—contestóelautordesusdías—.Abrigo laesperanzadequetendremos siempre presente en nuestra memoria lo que dijo el anciano y sabioEmperador.

—¿Ysilostienennuestrosenemigos?—preguntóelniño.—¡Ah! —exclamó el padre—. Pongamos nuestra esperanza en que podremos

librarnosdetenerenemigos.Ydichoesto,elseñorKungsepusoaleerensuslibrosantiguos.Ya comprenderéis lo desesperanzado que estaba Yu Lan. No había en el

pueblecito donde él vivía tiendas de juguetes en las cuales se pudieran adquirirdiminutos aeroplanos, ni persona alguna con conocimientos de aviación, aunquefuesen rudimentarios, con quien pudiese conversar él sobre ese tema. No, loslugareñosnohabíanvistoningunadeesasmáquinasdentrodelascualeselhombresesientepájaro,exceptoenelcielo,yvolandomásaltosquelasnubes,ynadiemásqueYuLanparecíatenerinterésenveruno.

Asíhubieranseguidolascosaseternamente,anoserporunsucesoocurridoenundíamaravilloso.Noesposiblepredecircuándovendráundíamaravilloso.Aqueldíaerasemejanteacualquierotrodía.YuLanestabaenelhuertoescardandopordondecrecían las coles. Su padre, aquella mañana, le había prometido darle algunasmonedassihacíabieneltrabajo.YuLannecesitabadineroconquecomprarpapelycordel para terminar de construir su aeroplano. Escardó, pues, con entusiasmomientrassuprogenitorseguíaleyendoensusantiguoslibros.

Sehallabaelniñorodeadodecolescuandosintióelzumbardelosmotoresdeunaviónquedebíadeestaraúnmuylejano.Habíaescuchadocontanprofundaatenciónlos ruidos que producían los aeroplanos, que supo distinguir en el acto que el deahoraeradeclasedistinta. Irguióel cuerpo,puesestabaagachado,ymiróal cielo,

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poniéndoselasmanossobrelosojos,aguisadepantalla,paraquenoledeslumbraranlosrayosdeFebo.Nohabíaduda:eraunaparatoquevolabaamuygrandealtura,yqueveníadelOeste.Erasolamenteunpuntitoenelcielo,sobrelascolinas,cuandocomenzóaverlo.Pensóqueascenderíaaúnmásyquepasaríasobresucabezacomohabíanhechotodaslasmáquinasvoladorasqueélhabíavistoantes.Masno;mientrasmiraba realizose el portento que demostró que era aquél un día maravilloso. Elaeroplanosebamboleó,seinclinó,subióybajómásdeunavez.Principióahacersemásgrandealosojosdelniño.Lentamente,ycomoresistiéndoseaello,comenzóadescenderoblicuamentehasta llegar tancercadedondeestabaYuLan,queelniñopudoverlasmarcasquellevabaenlasalas.Noeraunaviónjaponés;noteníapintadounredondosolrojo;teníapintadasestrellas.

Casi seasustóYuLanalverlo tanpróximo.Eramásgrandede loqueélhabíaimaginado.Huboun instanteenquequisoescondersedeaquellamáquina.Hubieracorridoarefugiarseensucasaytalvezaocultarsedebajodesulecho.Pero¿ysicaíasobresucasaysepultabaatodossusmoradores?

Mientras eso pensaba y mayor era su miedo, zigzagueaba el aeroplano y seacercaba, se acercaba…Veíayaelniñoclaramenteque ibaa aterrizar.Despuésdehaberbajado,temblabaysaltabamientrasibarodandosobreelsecoydesigualsuelodelcampo.Detúvosealfin,y,porprimeravez,vioYuLanquelosaeroplanosteníanruedasdebajodelasalas.Cuandovioesto,seolvidódesustemoresycorrióhaciaelaparato.

Sitú,lectorcilloolectorcilla,queposastushermososybrillantesojosinfantilessobreestaspáginas,recuerdasloquehasexperimentadocuandohasdeseadomuchounacosadurantelargotiempo,y,depronto,cuandotúmenosloesperabas,alguientela ha dado y has sabido que la tenías al fin, comprenderás lo que sintió Yu Lancuandovioqueelavióndescendíayseacercabaaél.

YuLanlomirabayremiraba;palpabayrepalpabaconsumanoellisocuerpodelaextrañaygigantescaavemetálica.Eracomoelcuerpodeunpájaromuygrande,peroerauncuerpoduro.Teníagrandesalasycola.Sucara,empero,eradiferente;envezdepico,teníacomounanarizredonda.

Estaba tan absorto en su contemplación el niño chino, que se olvidó demirarquiénibaenelaeroplano.¡Imaginaossusorpresa,cuandoloqueYuLancreíatechoparecióabrirseporsísoloysurgióporallíunhombre,unhombredeojosazulesypielblancatostadaporelsol!YuLannohabíavistonuncaunapersonaasí.Todaslasgentesqueélconocíateníanlosojosnegrosylapielamarilla.Miróaaquelhombredehitoenhito,comohabíamiradoalaeroplano.Habíaoídohablardelarazablanca,por supuesto; pero entonces tenía un ejemplar de ella ante sus ojos. Tenía la narizgrande el hombre. A Yu Lan le habían dicho que los hombres blancos tenían lasnaricesgrandes.Elhombrellevabapuestasropasdeabrigo,dedemasiadoabrigoparaunamañanaestival.Elhombredebiódepensar lomismo,porquesedesabrochó lachaquetaysequitóelcascoquelecubríalacabeza.

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—¡Cáspita,quécalor!—exclamóelaviador.Después de lanzar su exclamación se dio cuenta de la presencia del niño y le

saludódiciendo:—¡Hola!El chinito, que no había oído nunca esta palabra, no respondió nada.No hacía

másquemirar alhombre.Ycomoéste tenía la cabezadescubierta, observóqueelcabelloeradelamarillentocolordelapajadelarroz.Tampocohabíavistoantesunoscabellosasí.Todoelmundoqueélconocíaloteníanegro.Deasombradoqueestaba,seolvidódetenermiedo.

—¿Porquétieneustedelpelodeesecolor?—preguntóYuLan.—¿Nohablasinglés?—preguntóasuvezelhombre.—¿Cómoquiereustedquelohablesisoychino?—dijoYuLan.—Puesyotengolabuenasuertedesaberhablarelidiomachino—dijoelhombre

conunasonrisaburlonaquedejóversusblancosybrillantesdientes—.Elcabellolotengoasídesdequenací.

—¿Essuyoelaeroplano?—quisosaberYuLan.—EsdelTíoSam,aquienesperoquenoleimporteelquemehayaquedadosin

carburante.—¿Quéescarburante?—inquirióYuLan.—Carburanteesloquebebeelaeroplano—contestóelpiloto.—Déjemelover—dijoelniño.—Sehaacabadoelquellevaba.Nosepuedeverloquenohay.—¿Nopodríabeberaguaoté?—preguntóelchinito.—Nolegustanesasbebidas.Ahoracédemeelturnoparaqueteinterrogueyo.En

primerlugar,¿dóndeestoy?—EstáustedenlaprovinciadeSzechwan,cercadelpueblodeKung—respondió

elmuchachito—.Mipadreeselmaestrodeescueladeaquí,yosoysuhijomayorymellamoYuLan;peronoheaprendidonadadeloquequierosaberporqueamísólome interesan los aeroplanos, y los libros que estudio en la escuela no hablan deaviones. ¿Me querrá usted enseñar todo lo que haya que aprender en materia deaviones?

—¡Callaunmomento,porfavor!—rogóelhombre—.Mehasdichodemasiadascosasalavez.

—¿Cómosellamausted?—preguntóelniñochino.—JaimeSmith—respondióelaviador—.LosEstadosUnidossonmipatria.He

nacidoenlaciudaddeMilford,enelEstadodeOhio.—¿AsíustedesmísterJaime?—No—corrigióelhombre—,soymísterSmithoJaimeasecas.—¿PorquénoselepuedellamarmísterJaime?—preguntóYuLansorprendido.—Enmipaísponemoselnombreprimeroyelapellidodespués—explicóSmith

—.AllítellamaríanatiYuLanKung.

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—¡Qué tontería!—exclamó el niño chino—. Yo me llamo Kung Yu Lan. Miapellidoesprimero,porquelafamiliaesmásimportantequelapersona.

—Puesnosotrospensamosque lapersonaesmás importanteque la familia.DeahíquemellameJaimeSmith.

—¿LehedellamarSmith?—interrogóYuLan.—No,Jaime—respondióelhombre.—Hahechoustedquemearmeunlíodenombres—confesóelchinito.—Dejalosapellidos.YosoyJaime;tú,YuLan.¿Dóndepodríairacomer?—Aquí no hay fondas ni posadas.Mimadre es una gran cocinera y hace unas

albóndigasmuybuenas—dijoYuLan.—Entonces,llévameatucasaparaquepuedahablarcontumadre—dijoJaime.—¿Ydejaelaeroplanoahí?—preguntóelniño,quenopodíaconcebirquedejara

lahermosayrelucientemáquinasola—.¿Noestáhechodeplata?—Fuelasiguientepreguntadelingenuomuchachitomientrasacariciabaconambasmanosloscostadosdelavión.

—No, no del todo —contestó Jaime—. Ardo en deseos de probar esasalbondiguillas.

—¿Nolorobarán?—siguiópreguntandoelchico.—No podrá robarlo nadie—respondió el piloto—. Está su depósito tan vacío

comomiestómago.Conunpardebarritasdepanrellenasdealbóndigasdeesasquehacetumadrecobraréfuerzasparapensarloquehayadehacerdespués.

Dejaron,pues,elaeroplanoenelcampo,brillandosobreelsuelocomounpájarode plata, y Yu Lan guió a Jaime. El señor Kung estaba sentado, leyendo en lahabitaciónprincipaldesumorada,ycuandoalzólavistayviounhombrerubioalapuerta,creyóquesusojosleengañaban.Sequitóloslentesyselosvolvióacolocardespuésdehaberlimpiadosuscristales.

—¡Cielos!—exclamó—.Creíqueestababiliosoyveíalascosasamarillas.¿Quéesesto,YuLan?

—Havenidoenunaeroplano,padre—dijoelchinito—,ysellamaJaime.EnestohizosuapariciónlaseñoraKung,yconellasepresentaronYuRen,Yu

Fahg yMei, porque lamadre había estado haciendo pastelillos en la cocina y losniñosesperandoqueellalesdieraladulcemasasobrantequequedaraadheridaalasparedesdelbol,pararepartírselaycomérsela.

Nopudoreprimirungritolamujeralhallarseanteunhombreblancotanaltoycon el cabello rubio, y, asustada, se tapó los ojos con el delantal azul que llevabapuesto.Lostrespequeñueloscomenzaronadarchillidostambién.

—¡No tengáis miedo! —gritó para no ser menos Yu Lan en medio de aquelalboroto—.Saliódeunaeroplano.Elaeroplanoestáennuestrocampo.

—¿Cómoha sido eso?—preguntó asustado el señorKung—. ¿Quién ha dichoqueunaeroplanohacaídoenmicampo?

Jaimenocesódesonreírsehastaverquelosdemásseconvencierondequenose

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ibaacomeranadie.Cuandolosotrosempezaronatranquilizarse,hablóasí:—Mehabrán de perdonar por haber aterrizado conmi aparato en el campo de

ustedes. La verdad es quemi avión y yo sentimos hambre almismo tiempo y nopodíamosirmáslejos.Mirandodesdeelcielomeparecióquesucampoeraunbuensitio para aterrizar, y su casa agradable.Así es que resolví descender.Vuestro hijoestabaallíymediolabienvenida.

—Esmuyextrañoqueyoentienda loqueustedhabla—observóelmaestrodeescuela—.Nuncaheaprendidoningunalenguaextranjera.

—Esqueestoyhablandoenchino—dijoJaime.—¿Porqué?—preguntóKung.—Porqueloheestudiado—dijoSmith—.Muchosdemiscompatriotaslosaben.—Noshacenustedesunfavorinmenso—dijoelseñorKung.—Ningunoenabsoluto—repusoJaime.—¡Oh, sí!—insistió el cabeza de familia—.Nos ahorranmuchos trabajos.Yo,

porejemplo,notengotiempoparaestudiaridiomasextranjeros.VeíantodosyaqueJaimeeraunabuenapersonaapesardesuextrañoaspecto,y

sesentíanmástranquilos.YuLan,porsuparte,nopensabamásqueenvolverdondeestabaelaeroplano.

—Madre, dé de comer pronto a Jaime. Tráigale algunas barritas de pan conalbondiguillasdentro—dijo.

—Almomento—dijolaseñoraKung.Comolamadreyateníalacenahecha,losirviótodoylopusoenlamesa;elpato

asado, los nabos, las habas fritas, el arroz. A los pocos minutos estaban todossentadosalamesa,yhastalapequeñaMeisonreíaaJaime.

—TengoenOhio,enmicasa,unahermanadetuedad—dijoelpilotoalaniñita.—¿Cómosellama?—preguntóMei.—Catita,quequieredecirCatalina—contestóSmith—.Legustamuchochupar

caramelos.—¿Quésoncaramelos?—quisosaberMei.—Unospedacitosdeazúcarhechosalmíbaralfuegoyendurecidosincristalizar

alenfriarse.Temandaréunoscuantosalgúndía,paraquelospruebes—dijoJaime.—¿También tiene Catita los ojos azules y el pelo amarillo como usted? —

preguntólaseñoraKung.—Todoslosdecasalostenemos,lomismoyoquemihermanoyCatita.—¡Oh, pobre madre de usted! —exclamó la mujer del maestro de escuela,

lanzandounhondosuspiro.—Mimadre no concede ninguna importancia a eso—repuso Jaime, sonriendo

burlonamente—.Sesorprenderíasituvieraunhijocomolosdeustedes.—¿Deveras?—preguntólamujerchina,quenoseloqueríacreer.—Se sorprendería, sí, señora —dijo el piloto, sonriendo aún más burlón que

antes.

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—Megustaríahablarconella—dijolaseñoraKung—.¿Nolapodríatraerustedaquíensuaeroplano?

—Acasoquisieranustedesirapasarunpardedíasconnosotroscuandoterminelaguerra—dijoJaime.

—¡Sí,madre,sí!—gritóYuLan—.Yllévemeamítambién.ElseñorKungsealarmóengranmaneraaloíresto,ypreguntó:—¿Yyo?¿Quéharíayo?—Iríamosjuntos—contestósumujer.AlamadredeYuLanleparecíayaenteramenteposibleirapasarunoscuantos

días con otramadre como ella enNorteamérica. Se imaginaba estar hablando conaquella señora de cómo se guisaban las carnes y las verduras y legumbres, de laactualcarestíadelavida,decómosequitabanlasmanchasdefrutadelosvestidosdelosniñosycuáleraelmejormododehacerpescadoenescabeche.

—TúpodríasconversarconelpadredeJaime—añadió,dirigiéndoseasumarido—mientrasyolohacíaconsumadre.

—¿Dequélegustahablaralpadredeusted?—preguntóKungaSmith.—De política principalmente, sobre demócratas y republicanos—respondió el

piloto.—¿Quéesesodedemócratasyrepublicanos?—inquirióelprogenitordeYuLan.—Lomismoque los radicalesyhombresdepartidoque tienenustedesaquí—

repusoJaime.—¡Ah!—exclamóelmaestrodeescueladejandoescaparunsuspirodealivio—.

Asítendríamosalgoquedecirnoselunoalotro.Por este tiempo, Jaime ya había devorado varias barritas de pan con

albondiguillas,sehabíazampadodosbolesllenitosdearrozyprobadodetodoslosotrosplatos.SabíamanejarlospalillosparacomercomounhijodelCelesteImperio,y se sentía y estaba tan a sus anchas como en su propia casa, y todos los que leacompañaban en aquel momento le querían ya y procuraban no pensar en susextrañosojosypelo.

—Supongoqueasumadreleencantaráveniravisitarme—dijolaseñoraKungmientrassorbíasuúltimatazadeté.

—Amimadrenolegustamuchoviajar—repusoelaviador—.Peroquizápuedaconvencerla.

—Lapondríamosenlamejorhabitación—dijolamadredelchinitoquesoñabacon ser aviador— y lo pasaría aquímuy bien. Los huevos que diariamente ponennuestrasgallinassonmuyalimenticiosymuyfrescos.

—Esolegustaría—dijoJaime.—A mí me agradaría que también viniese su padre —dijo el señor Kung—.

Desearíaconocersuopiniónsobreungrannúmerodecosas.—YyojugaríaconCatita—seatrevióadecirMei.—Yyoconelhermanodeusted—fueloquedijoYuRen.

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—¿Cómosellamasuhermano?—preguntóYuLan.—Tomasito,yesunmonoquetienelacarallenadepecas.—¿Lacarallenadepecas?—preguntarontodosauntiempo.—¿Nosabéisloquesonpecas?Mirad,sonesto—dijoelaviador,enseñandoala

familiachinalasqueteníaensupropianariz.TodosmiraronasombradoslospuntitosparduscosqueteníaJaimeensuapéndice

nasal.—Estolohaceelsol—explicóSmith.—Nosotros no tenemos pecas —dijo la esposa del maestro—. Si la piel de

ustedes fuera amarilla como la nuestra, no las tendrían ustedes. Es porque tienenustedesesecolortanraro.

—Puedeser—asintióJaime,volviendoasonreír.Aunqueestaconversacióneramuyinteresante,podéisimaginaroslaimpaciencia

deYuLanporvolveralsitiodondehabíaquedadoelaeroplano.ComosiJaimesepercataradeello,surostrosetornóseriodeimproviso.

—Laconversaciónesmuyagradable,amigos;peroyonecesitogasolinaparamiavión.¿Podéisdecirmeadóndehedeiracomprarla?

Kungsetocólabarba,ydijo:—¡Gasolina!¿Quéesgasolina?Nohevistoesacosanunca.PorunmomentoregocijóaYuLanelpensamientodequeJaimeibaatenerque

pasar varias semanas allí, hasta que encontrara gasolina. Pero iba a ocurrir locontrario.

—Tendréquepediralabasequemeenvíe,supongo—dijoJaimealegremente.—Estaremosencantadosdequenoshonreconsupresenciaennuestracasa—dijo

elseñorKungconlaproverbialcortesíadelchino.—Trabajaréenelaeroplanoentretanto—replicóSmith.Jaime hizo una profunda reverencia a todos para agradecer tan amable

hospitalidad. No era preciso causar tantas molestias a aquella afectuosa familia.DecidierontodosacompañaraSmith.LaseñoraKungseenvolviólacabezaconunpedazode teladealgodónazul,paranocogeruna insolación,ydejó losplatos sinfregarhastalavuelta.Sumaridoresolviósuspenderlasclasesqueporlatardedabaalosniños.FuerontodosconJaimehastadondeestabaelavión,ylossiguióelpuebloen masa, pues sus habitantes ya se habían enterado del hecho insólito que habíaocurrido.Porúltimo,todosestuvieronpresentesallí,hastaloscanesdellugar,quenosepodíanacostumbraraveraJaimeygruñíanyladrabanincesantemente.Puedequehubieraunacincuentenadepersonasreunidasentornoalaextrañamáquinadevolar.

Yu Lan estaba enfadado con los mirones porque temía que, con tanta gentedelante,nopudiesevertodoelaeroplano.Peroloviotodo.NoseseparabadelladodeJaimeyobservabaaésteconatentacuriosidadmientrashablabaconunaespeciedetubonegro.

—¿Quéesesto?—preguntóelniñoalpiloto.

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—Estoeslaradio—respondióSmith—.Lasondasdelairellevanmispalabrasalabase.Metraerángasolinayladejaráncaerporaquícerca.

YmientrasJaimesepusoalimpiarelaparatoparaentretenerlaespera,llovieronlaspreguntasdeYuLan.

—¿Cómosellamaesto?—Elbalancíndedirección.—¿Yesto?—Lahélice.—Yaquello,¿quénombretiene?¿Paraquésirveestootro?YuLansiguiópreguntandoyJaimecontestandocariñosamentealaspreguntasdel

niño, nombrando todas las piezas del aparato e instrumentos que en él había,explicándole para qué servía y cómo funcionaba cada cosa.Elmuchacho se sentíamuycontentoysatisfecho,comositeniendomuchahambrelehubierandadotodalacomidaquesucuerpolepedía.

Duraronmuchotiempoaquellasexplicaciones,tantoquecomenzaronaclarearlasfilasdelosmirones,queelseñorKungseexcusódiciendoqueteníaalgoquehacer,quelamedianaranja(omandarina)delmaestrodeescueladijoqueteníaquevolveracasaa fregar losplatos,queYuRenyYuFangse largaronpara ira jugar,que losperrosrenunciaronaladrarysefueronadormir.

MasYu Lan no semovía.No tenía ganas de regresar a casa. Era enteramentefeliz.

—Yatendríanqueestaraquímiscompañeros—dijoJaime.Estabaenlociertoelpiloto.Alcabodemuypocoratoaparecióenelcielootro

aeroplano que se iba acercando al sitio donde estaban ellos. No bajó, pero vieroncómorevoloteabaoestabaensuspensounmomentosobreelextremodelcampo,ydespuésarrojabanalgodesdeelaparato.

—¿Quéesloquetiran?—preguntóYuLan.—Unbarrildegasolina—contestóJaime.Unparaguasblancoymuygrandeseabriósobreelbarrily,enseguida,comenzó

adescenderlentísimamente.—¿Quéclasedeparaguasesése,queyonohevistonunca?—interrogóelniño

chino.—Esloquesellamaunparacaídas—respondióelaviador—.Sielbarrilnofuera

colgadodeunparacaídas,caeríatandeprisaque,alllegaralsuelo,serompería,osicaía sobreunapersona la aplastaría.Deesemodo, cuandocaiga,no se romperáaltocarentierra,porquebajamuydespacito,muydespacito.

AcababadedecirestoJaime,cuandoelbarrilchocóblandamentecontraelsuelo.Jaimecorrióhaciaelsitiodondehabíacaído,agitandolosbrazos,yelavióndearribaseremontóenelairey tomósuavemente ladirecciónOeste.YuLan,porsupuesto,pisaba los talonesa Jaime,yentre losdosdesataronelbarrildeaquelparaguasdesedatanenorme.

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—DáseloatumadreydilequehagaconélunvestidoparaMei—dijoJaimeaYuLan—.Alaschicasdemipaíslesgustahacersevestidosconlateladesedadelosparacaídas.

—¡Perosiestelablanca!—objetóelchinito—.EnChinalasmuchachassólosevistendeblancocuandoestándelutoporhabersemuertoalguien.

—Puedesdeciratumadrequelotiñadeencarnado,entonces.Nuestrasmujerestiñenlateladelcolorquemáslesagrada.

YuLanplególasedaparallevárselaasucasa,yluegoayudóaSmithaempujarel barril para hacerlo ir rodando hasta el aeroplano. Jaime destornilló el tapón delrecipienteconunallaveespecial,colocóenelorificiounabombaconunlargotubode goma y comenzaron a dar de beber la gasolina al sediento aeroplano. Aquellíquidoteníaunolormuyfuerte.

—¿Esto es lo que beben los aeroplanos? —preguntó Yu Lan mientras hacíanfuncionarlabomba.

—Estosólo—repusoJaime—,ylesgustamucho.Cuandoestuvovacíoelbarril,YuLancomprendiódeprontoquehabíallegadoel

findeaqueldíatanfelizparaél.Jaimeseiríallevándoseelaviónconél.—¡Déjemeirconusted!—suplicóelniño—.¡Noquieroquedarmeaquí!—¿Quédirántupapáytumamá?Creeríanqueyosoyunladróndeniños.—¡Lléveme,porfavor!—volvióarogarelpequeñoYuLan.Jaime,mientrascontemplabaahoraaYuLan, sentíaunacosa raradentrode su

pecho.Eraque lesaltabaelcorazónsinéldarsecuenta.Y la razóndeque ledieraaquellosbrincoselcorazóneraquehabíavistodeprontoqueelniñochinoseparecíamuchísimoaTomasito,elhermanitoquehabíadejadoenOhio.Sí,aunqueYuLantenía losojosyelpelodelcolordelébano,yTomasito losojosazulesyelcabellorubio;aunqueelcutisdeYuLaneraamarillo,ypecosoelrostrodeTomasito;aunqueYu Lan había visto la luz por primera vez en China y Tomasito había nacido enNorteamérica, los dos niños se parecían.TambiénTomasito le había pedido que lellevaseconélcuandosaliódesupatria.

—¡Llévemeconusted,Jaime!—insistióelchinito—.Noquieroquedarmeenestaaldeatanatrasadadespuésqueustedsevaya.

Jaimesedetuvoareflexionarunmomentoantesdesubirasuaparato.—¿Porquéquieresvenirconmigo?—preguntóalniño.—Porquenoquieroquedarmeaquísinusted—respondióYuLan.—¡Perosinomehasvistomásqueundía!—Sinomemarchodeaquí,mipadremeharáestudiarparamaestrodeescuela,y

yonoquierosermaestro—dijoYuLanconprofundatristeza.—Puedesserlabrador.—Nomegustatampocoeltrabajodelcampo.Sólodeseounacosa:sabertodolo

quepuedasaberseacercadelosaeroplanosyserpilotoaviador.—¿Dóndehallarásunaeroplano?—preguntóSmith.

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—Aprenderéaconstruirmeuno—replicóelchicoconviveza—.No tendremosnuncaaeroplanosenChinasilosmuchachoscomoyonoempezamosahacerlos.

Jaimelemiróydijo:—Esverdadeso.Veoquetienesrazón.FruncióelceñoJaimeSmithysepusoacavilar.Alcabodeunminutodehonda

meditación,añadió:—Habladeestocontuspadres,y,siellosconsienten,volveréabuscartealgúndía

ytellevaréaChengtu,dondehaymuchasescuelasdeaviación.Tienesqueestudiarenunaescuelaprimero,¿entiendes?,antesdepodervolarenunavión.

YuLansequedómuyasombradoaloíresto.—¿Iralaescuela?—repitió—.Pero¡siyoaborrezcolaescuela!—Tampocomegustabaamí,perotuvequeasistiralafuerza.—Enlaescuelanomeenseñannadasobreaeroplanos—gimoteóelchiquillo—.

SólomehablandeloquedijoelancianoMaestroydeloquedijoelviejoEmperador.—¿QuiénfueelancianoMaestro?—Confucio.¿Quiénibaaser?—No me enseñaron nada sobre ese personaje en el colegio—dijo Jaime con

aspereza—.Siquierespilotarunavión, loque tienesqueaprenderen laescuelaesaritméticaycienciasycosasporelestilo.

—Aquínohaynadiequepuedaenseñarmeeso.—Entoncesvuelveatucasa.Díseloatuspadresyespérame.Yovolveréy,para

quesepasquesoyyo,haréinclinarmiaparatotresveces.Dichoesto,Jaimesubióalacarlinga,probósifuncionabanbienlosbalancinesde

direcciónypusoenmarcha losmotores.Mediominutodespuéscorríaelaeroplanosobreelduroysecosuelodelcampoyalminutosiguienteestabaenelcielo.Smithhizoinclinartresveceslamáquinaparadeciradiósyluegoelaparatovolóraudoenlínearectasobrelascolinasoccidentales.

Yu Lan se sintió tan solo como si fuese la única persona que quedase en elmundo.SeestuvocontemplandotantoratoyentaninmóvilposturacómosealejabaydesaparecíadelavistaelavióndeJaimequeunabandadadecornejasletomóporunespantapájarosydescendióabuscargranos.Seenfadaronmucholasavescuandovieronque,depronto,loqueparecíaespantapájarosseagachabayrecogíalateladesedadelparacaídas,yhuyerondeallí lascornejasgraznandoymaldiciendoporquehabíansidoengañadas.YuLannosefijósiquieraenellas.Regresóasucasayentróconelparacaídasplegadobajoelbrazo.

Leparecióquetodoestabaigualensucasa.Elpadreestabaleyendoenaquelloslibrosantiguosquetenía.Lamadre,queyahabíalavadolosplatos,estabasentadaensu baja silla de bambú, junto a la ventana abierta, y cosiendo un remiendo a lachaquetadeYuRen.ÉsteyYuFangestaban jugandoconpiedrecitasenelpatioyMeiestabaatormentandoasugatito,subiendoybajandouncordel,aunodecuyosextremoshabíaatadounpapeldoblado.

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YuLanentregóelparacaídasasumadreylecontóloquehabíadichoelpiloto.—Esuna sedamuybuena—dijo la señoraKung admirándola—.Hay bastante

telaparaquepuedasalirunachaquetaparamítambién.Melateñirédeazul.Estabamuycontentalamujerdelmaestroporqueensuvidahabíapodidotener

una chaqueta de seda.Mei dejó demolestar al felino y se puso a batir palmas encuantooyóqueleibanahacerunachaquetadesedaencarnada.

Kungapartólosojosdellibroycomentó:—EsunbuenchicoeseJaime.Yu Lan creyó llegado el momento de pedir licencia a sus padres para ir a la

escueladeChengtu.Sepusoanteellos,conlasmanosdetrásdelaespalda,comolehabíanenseñado,yhablódelamanerasiguiente:

—Padreymadre,tengoqueabusardevuestrabondadparapedirosungranfavor.Jaimemehaprometidovolver,ycuandovuelvamellevaráaunaescuelaquehayenChengtu, donde enseñan aritmética y ciencias y todo lo que es necesario paraaprenderapilotarunaeroplano.Osruego,padreymadre,quemeconcedáisvuestropermisoparairconél.

ElseñorKungsequitólosanteojosycomenzóadecirlentamente:—DiceelMaestro…AYuLanlehabíanenseñadoanointerrumpirasupadre,peroestaveznopudo

dominarsuimpaciencia,ygritó:—¡Padre, dígame que sí! El anciano y sabio Maestro vivía hace muchísimo

tiempo, cuando no había todavía aeroplanos. ¿Cómo podía saber, pues, lo quedebemoshacerhoy?

—¡Nuncaheoídohablarasíanadie!—dijoelpadre—.¡Jamáshabíanescuchadomisoídosunlenguajetal!¡Comosiloquefuebuenoparanuestrosantepasadosnolofuesetambiénparanosotros!

—SihubiesesabidoqueesenorteamericanoibaametertalesideasenlacabezadenuestroYuLan,nolehubieradejadoqueprobaranuestraexcelentecomida—dijolaseñoraKung.

CongranasombrodeYuLan, fue suhermanitaMei laquesalióensudefensaahora.

—SiYuLannoaprendeavolarenaeroplano,¿cómopodréiryoaveraCatita?¿HabrédepedirsiempreaJaimequemelleve?

EstaingenuapreguntahizoquelosespososKungsemiraranelunoalotro.—Esverdad—dijoelpadre,pensativo—.Cuandodeseehablarconelpadrede

Jaime, tendré que molestar a su hijo, suplicándole que me lleve, tendremos quedependerdeélsiempre.

—Yamí—dijoladueñadelacasa—,amímegustaríaquesiemprequeinvitealamadredeJaimeaveniranuestracasaviajase,enunaviónconstruidoennuestrapropiaChina,enlugarderogarasuhijoquelatrajese.

IntervinoelseñorKungnuevamenteparadecir:

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—Pasaconestocomoconlasillademanos.Cuandoinvitamosanuestrosamigosaquenosvisiten,lesenviamosunasillademanos.Seríaungraveinconvenientenopoderalquilarsiquieraunasillademanos.

—Quizá los aeroplanos sean la clase de silla demanos que tendremos cuandoseamosmayores—dijoYuLanconviveza.

—Me atrevo a decir que el viejo Emperador no pensó jamás en esto—dijo elseñorKungconturbadavoz.

—Contantoiryvenir,seríamuyembarazosoquelagentedelotroladodelmartuvieraqueveniraquísiempre,ynosotrosnostuviéramosquequedaraquísiempre,clavadoscomopostesenlatierraporcarecerdevehículospropiosparaandarporelcielo.

Éstassonlaspequeñecesqueobliganalospadresamudardeparecer.Cuandoelseñor Kung pensaba en los aeroplanos sólo como máquinas para hacer la guerra,consideraba estas cosas como malas, pues eso era lo que había dicho el viejoEmperador.Perocuandoveíaquelosavionespodíanrealmentellevarytraergentealotro lado delmar rápida y cómodamente, entonces cambiaba de opinión.Cerró sulibrodegolpeydeclaró:

—YuLan tiene razón.Esmuy necesario para nuestro honor que nuestra Patriatengaaeroplanospropios,yniquedecirtienequenosharánfaltahombresquesepanvolarenellos.Tienerazónelchico,madredemishijos.Prepáralesusropas,puesiráaChengtu.

YuRenyYuFangacudieroncorriendoaloíresto,y,comoesnatural, armaronunagranalgarabía,comosuelenhacertodoslospequeñuelos.

—¡Nosotros tambiénqueremos ir! ¡Déjenos iranosotros!—dijeron,aunquenoteníanclaraideadeloquesetrataba.

—¡Callad,vosotros!—Lesmandóelpadre—.YuLantienediezañosyvosotrossoismuchomáspequeños.VeamosprimeroloqueaprendevuestrohermanomayorenlaescueladeChengtu.

Quedózanjadoelasunto,ylaseñoraKungsededicóenlossiguientesdíasalavaryremendarlasropasdeYuLan.Conlateladelamejorbataqueteníasumaridohizoun trajenuevoparaelhijo.La señoraKungobróconmuchoatrevimientoalhaceresto,puescortóeltrajesindecirantesnadaasuesposo,ycuandoésteseenteró,yalacosanoteníaremedio.

—No te apures por eso—dijo a su marido—. Yo no necesito para nada unachaquetadeseda.TeñirédeunbonitocolormarrónlatelaquenosharegaladoJaimey te haré con ella una bata.Unmaestro de escuela no puede estar sin una bata deseda.Suesposaesalgosecundario.

Labuenamujercontentóatodoelmundo,y,comolessucedeatodaslasmadressin excepción, fue dichosa con sólo contemplar la felicidad de los demás. Y asítranscurrieronlosdías.

Ya os podéis imaginar en qué pasaba el tiempo Yu Lan. Aguardando

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continuamente a Jaime. Momento libre que tenía, momento que salía al campo aavizorar los cielos. Cuando oía el ruido que hace un aeroplano, por lejano queestuvieseelaparato,dejabacaercuantoteníaenlasmanos,osuspendíaeltrabajoqueestabahaciendo,ysalíacomouncoheteaversihabía llegadoJaime.Aprovechabalasnochesmuyoscuras,o losdías lluviosos,enqueél sabíaqueningúnaeroplanopodríavolar,trabajandoenunnuevomodelodeaviónquequeríaquefueseentodoparecido al de Jaime, del que recordaba exactamente hasta losmás insignificantesdetalles.

Pasaron los días y muchos aeroplanos sobre el pueblecito, y Yu Lan seguíaesperando y perfeccionando su modelo de avión. Algunos de los aldeanoscomenzabanaabrigardudasydecían:

—Elnorteamericanonovolverá,sehaolvidadodesupromesa.¿Porquéhabríadeacordarsedeti?

HastaelseñorKungdecíaasumujer,cuandoestabasegurodequesuhijomayornopodíaoírle:

—¿NocreestúqueJaimesehaolvidadodenuestroYuLan?Lamadremeneabalacabezaycontinuabasulabor.—Tenemosqueenviarlonosotrosalaescuela,aunquenovengaJaime.MasYuLannodudabaniunsolomomento.CreíaenJaimecontodosucorazón

yestabasegurodequeelpilotovolvería.Vedsiestabaseguro,queundíasepeleóconunchicodelpuebloqueledijoquenoleveríamás.AYuLannolegustabareñirconnadie,peronopodíasoportarqueledijesenqueJaimelehabíaolvidado.

Undía,aprincipiosdelnovenomesdelaño,queenChinaesseptiembre,recibiólamerecidarecompensasupacienteespera.Todoelmundo,desdeporlamañana,sehallabaenloscamposrecogiendoarroz.Inclusosumadresehabíaatadoaqueltrapoazula lacabezaysalidodecasaconunahozen lamano.YuRen,YuFangyMeiayudaban a recoger las gavillas. Yu Lan trabajaba con los hombres, segándolas yatándolas.

Amedia tarde,YuLansintióel ruidoqueproduceunavión.Miróhaciaarriba,comohacíasiempre,yviounpuntooscuroquesemovíayveníasobre lascolinasoccidentales.No creyó que fuese Jaime, porquemuchos aeroplanos habían pasadoporallísindetenersenisiquieradisminuirlavelocidad.

Peroesteaviónhizoquelesaltaraelcorazón.Estandoaúnmuylejosseinclinótresveces.YuLansoltólahozparamirarmejorysepusoadargritos.Todoslosqueallíestabancesarondetrabajarylevantaronlavistahaciaelcielo.Elaviónseinclinóotravez,redujolavelocidadycomenzóadescender.

—¡Jaime,Jaime!—gritóelniño.Sí,eraSmith,quehizodarunavueltaasuaparatosobreelcampoyescogió,para

aterrizar,elvastoespaciodeéstedondeelarrozyahabíasidosegado.Descendióelaviónhastatocarconlasruedasdesutrendeaterrizajeelduroyrecalentadosuelo;corrió el aparato un trecho no muy largo y se detuvo a corta distancia de donde

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todavía no había principiado la siega. Todos los presentes rodearon la máquinavoladora,y,enprimerafila,sehallabaYuLan.

SalióJaimegritando:—¡Hola,amigos!¡Mealegrodeverosotravez!Estabansorprendidoshastalosperros,quenoladraronysóloabrieronlasbocasy

jadearon. Sólo Yu Lan no estaba sorprendido, y quizá la señora Kung tampoco,porqueseacercópasitoapasoasuhijoyledijo:

—Sitehasdeirenseguidabáñateantesyponteropaslimpias.—¿Estásapunto,YuLan?—preguntóJaime—.Nopuedodetenermeaquímás

queeltiempojustodetomarunbocado,situspadrestedejanvenirconmigo.—¡Corre, date prisa! —dijo la señora Kung a su retoño—. ¡Lávate, que yo

entretantopondrélacomidaenlamesa!¡Québarahúndahuboallí!YuLanechóacorrercomouncorzo,sebañóelcuerpo

enelcubodelacoladaqueestabadetrásdelacasaysepusoropalimpia.JaimesecomióelarrozyelpescadoquelediolaseñoraKungyademásunboldetallarinessobrelosquelabuenamujervertióunasalsachinescaqueimprovisóenuninstante,hecha,entreotrosingredientes,conaceitefrescodehabas.

Mientrascomía,elaviadoribaexplicandotodoaljefedelafamilia.—Noseinquieteusted,señorKung—decía—.VoyacuidarmedesuhijoYuLan

comosisetratasedemipropiohermanoTomasito.Losmuchachosdemiescuadrillameayudaránapagar losgastosqueoriginen losestudiosdelchico.Esunniño tandespierto,quecreoseganaráunabecaparaelañoqueviene.Yalehehabladodeélaldirectordelaescuela.SiYuLanacabacomohaempezado,melollevaréamipaísalgún día para que le adiestren en todo lo necesario para ser un buen piloto deaviación.CuandovuelvaaChinasabráconstruiraeroplanosyvolarenellos.ChinanecesitamuchachoscomoYuLan.Además,quieroqueTomasitoyélseconozcan,porquesequerránmucho.

—Esustedmuybueno—dijoelmaestrodeescuela.—¡Coma,comamás!—instabaalpiloto laseñoraKung,con losojos llenosde

lágrimas.Eranlassuyaslágrimasdefelicidad,porquesehabíapreguntadomuchasvecessi

sumaridoyellapodríandaraYuLanlainstrucciónindispensableparaqueelchicopudiera ver realizados sus anhelos. El señor Kung era muy pobre, porque losmaestrosdeescuelaestabanmuymalpagados,y,por sieso fuerapoco,aún teníanotroshijosaquienesdareducaciónymantener.

SepresentóYuLanconel rostroarreboladopor la limpiezaypor laexaltaciónquecausalaalegría.Llevabapuestoeltrajequesumadrelehabíahechoconlateladelamásdecorosabataqueposeíasuprogenitor.Enlamanoteníasunuevomodelode aeroplano, porquepornadadelmundo se lohubieradejado en su casa.Pero elniñonopudoprobarbocado.

—Come,hijomío—insistíasumadre—.Elviajevaasermuylargo.

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—Yaestoyllenodesatisfacción—dijoYuLan.—Yplenodefelicidad—dijoelseñorKungmediotriste—.¡Yaséloqueeseso,

hijoamado,yalosé!Siendoyodetuedad,sentílomismoquetúahoracuandomedijomipadrequepodíasermaestrodeescuelaenvezdelabrador.

—¿Queríaustedsermaestrodeescuela?—preguntóelmocito.—Puesclaroquesí—respondióelpadre—.Poresocomprendoahoraloquepasa

porti.—Teharéunpaqueteconcomida—dijo lamadre—.Si tienesapetitomientras

estésvolando,podráscomeralgo.Pusoenelpaquetevariasbarritasdepanconalbóndigasypescadoenescabeche

dentro, añadiendo cuatro huevos duros, y lo cubrió todo con un floreado pañueloazul.LuegoabrazóaYuLan.Actoseguido,elseñorKungacariciólacabezadesuvástago.Lloró lapequeñitaMei.YuRenyYuFang, con losdedosmetidosen susbocas,contemplaronconextrañezaasuhermano,porquelesparecíaotroahoraquesemarchabaconJaimeaaprendertodoloquehabíaqueaprendersobreaeroplanos.

No sorprenderá a nadie que acudiera el pueblo entero a verlos partir. En esteinstante supremo, la emoción que embargaba a Yu Lan no le dejaba proferir unapalabra;Elniñosenotabaabsurdamenterígido,y,almirarasumadre,leescocíanlosojosporganasdellorar.Ledabapenapensarquenopodríaverasumadretodoslosdías.

ObservadoestoporJaime,leanimódiciendo:—¡Hay que ser valiente! Piensa en lo divertido que será cuando vuelvas aquí,

volando en un aeroplano tuyo, a ver a tu familia. Piensa en lo que te agradarállevarlos por todo el cielo en tu aparato. Además, vendrás a tu casa a pasar lasvacacionesdeAñoNuevo.Yomismotetraeré.

Sonrió entonces Yu Lan a la abnegada mujer que le dio el ser, hizo sendasreverencias a supadreya los aldeanosdemásedad,despidiosede toda la catervainfantil del pueblo a grito pelado y dio un cariñoso tironcito a la trenza de suhermanitaMei.LuegosubióalaviónyocupóunsitioalladodeSmith.IbanunpocoapretadosJaimeyél,porqueelniñosehabíapuestodoschaquetas.

—Enelcielosiemprehacefrío—lehabíadichoJaime.Pudieron acomodarse, sin embargo. Empezaron a hacermás ruido losmotores

mientraslamuchedumbrelesdecíaadiós.YuLanpensóqueelaeroplanocorríamuydeprisaporelsuelo,perofiguraosloquelepareceríaquecorríacuandoseelevaronenelaire.

—¡Ahorayasécómovuelamipichón!—dijoaSmith.Jaimeselimitóasonreír,pueslaverdaderaquenopodíaoírloqueledecíasu

pequeño compañero. Estaba muy ocupado, además. Un aeroplano en pleno vueloexigemuchaatenciónensumanejoporpartedelpiloto,yéstenopuededistraerseenotrascosas.

YuLansearrimómuchoaJaime.Sepusoamirartodoloqueseveía.Selehacía

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extrañoestaratantaalturasobrelatierra.Lesorprendíaverquetodaslascosasqueélhabíacreídograndeseranpequeñas.Lascasas,losríos,lasaldeas,loscampos,hastalas ciudades, parecían pequeñísimas. Vista desde el cielo, parecía la tierra lisacompletamente;loscoloressemejabanretazosdetelacosidosunosaotros.Volaronyvolaron hasta queYuLan se imaginó que había estado volando largo tiempo y sehabía acostumbrado del todo a ello. Comenzó a sentir el aguijón del hambre ydesenvolvió el paquete de comida que la previsión de su amante madre le habíahechollevar.Comióunpoco.Elaireestabacalmado,elcielodiáfano,yJaime,consumanolibre,comíatambién.Luegoquehubosatisfecholanecesidadqueimponíaelinstinto de conservación, Yu Lan se sintió tan dichoso y tan seguro al lado delnorteamericano piloto que se entregó en los brazos de Morfeo. Se enroscó comoquien dice en su rincón, y, reposando la cabeza en el brazo de su compañero, sequedóprofundamentedormido.

Jaimemiróelamarilloyapaciblerostrodelniñoymusitósonriendo:—¡Saludoenti,KungYuLan,alfuturoasdelaaviacióndeChina!

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PEARL SYDENSTRICKER BUCK (Hillsboro, 1892 - Danby, 1973). NovelistaestadounidenseyPremioNobeldeLiteraturaen1938,quepasólamayorpartedesuvidaenChinaycuyaobra,influidaporlassagasylaculturaoriental,buscabaeducara sus lectores. Recibió el premio Nobel en 1938. Hija de unos misionerospresbiterianos,vivióenAsiahasta1933.

Su primera novela fueViento del este, viento del oeste (1930), a la que siguióLabuenatierra (1931),ambientadaen laChinade ladécadade1920yque tuvogranéxito de crítica, recibiendo por ella el premio Pulitzer. Es un relato epopéyico degrandesrelievesydetallesvívidosacercadelascostumbreschinas;estáconsiderada,enesavertiente,comounadelasobrasmaestrasdelsiglo.

LabuenatierraformalaprimerapartedeunatrilogíacompletadaconHijos(1932)yUnacasadividida(1935),quedesarrollaríaneltemacostumbristachinoatravésdesustresarquetipossociales:elcampesino,elguerreroyelestudiante.Porlatrilogíadesfilancomerciantes, revolucionarios,cortesanasycampesinos,queconfiguranunambiente variopinto alrededor de la familia Wang Lung. Se narra la laboriosaascensión de la familia hasta su declive final, desde los problemas del ahorroeconómicoylastierrashastalaaparicióndelariquezaydeconductasysentimientosburgueses.

En1934publicóLamadre,yen1942Laestirpedeldragón,otraepopeyaalestilodeLabuenatierradondeapoyólaluchadeloschinoscontraelimperialismojaponés,enunrelatoquepartedeunafamiliacampesinaquevivecercadeNankín.También

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escribiónumerososcuentos,reunidosbajoeltítuloLaprimeraesposa,quedescribenlas grandes transformaciones en la vida de su país de residencia. Los temasfundamentalesdeloscuentosfueronlacontradicciónentrelaChinatradicionalylanuevageneración,yelmundoenérgicodelosjóvenesrevolucionarioscomunistas.

En 1938 publicó su primera novela ambientada en Estados Unidos, Este altivocorazón, a la que le siguió Otros dioses (1940), también con escenarionorteamericano,dondetrataeltemadelcultodeloshéroesyelpapeldelasmasaseneste sentido: el personaje central es un individuo vulgar que por azar del destinocomienzaaencarnarlosvaloresamericanoshastallegaralacima.

Atravésdesu librodeensayosOfMenandWomen (1941)continuóexplorando lavidanorteamericana.ElestilonarrativodePearlS.Buck,alcontrariodelacorrienteexperimentalistadelaépoca,encarnadaenJamesJoyceoVirginiaWolf,esdirecto,sencillo,peroalavezconresonanciasbíblicasyépicasporlamiradauniversalquetiendehaciasustemasypersonajes,asícomoporlacompasiónyeldeseodeinstruirquesubyaceaunrelatolinealdelosacontecimientos.

EntresusobrasposteriorescabemencionarLosKennedy(1970)yChinatalycomoyolaveo,deesemismoaño.Escribiómásde85libros,queincluyentambiénteatro,poesía,guionescinematográficosyliteraturaparaniños.

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