Padres que educan niños felices capitulo de muestra

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¿A quién está dirigido? A todas aquellas mamás y papás que cuando su hijo solo come aquello que más le gusta, tiene continuas rabietas o piensa que todo le sale mal... no se conforman con un simple "Los niños son así". Este es un libro muy especial que surge como demanda de todos aquellos papás y mamás que pedían por escrito y con ejemplos, algunas de aquellas pautas educativas que han llenado tantas horas de atención a las familias.

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Introducción

¿Por qué este libro?

¿Cómo leerlo?

Cap. 1: Aceptación de las normas

La rebelión del pantalón

Cap. 2: Alimentación

La asamblea de los alimentos

Cap. 3: Autorregulación

El caballero Baldomero y el dragón Ramón

Cap. 4: Autoestima

Magia Potagia

Cap. 5: Empatía y comunicación

Don Pablo el Ausente

Cap. 6: Educación medioambiental

El Pirata Marranete

Cap. 7: Respeto a la diversidad

La mejor gallina del mundo

Índice

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¿Por qué una de las tareas más maravillosas y satisfactorias que una persona puede rea-lizar en su vida, como es educar un hijo, puede en ocasiones, llegar a convertirse en una labor de las más difíciles, angustiosas o frustrantes? ¿Y si en algún momento (entiéndase por algún momento dos o tres veces al día, siendo este un día afortunado) llegamos a tal punto qué podemos hacer?

Las respuestas a estas preguntas pueden ser tantas y tan variadas como personas sea-mos capaces de encontrar, respuestas para todos los gustos, algunas incluso de gusto du-doso, pero lo peor de la cuestión es que ninguna de ellas será «la verdadera, la única y la infalible». Pongamos algunos ejemplos:

- Encontraremos soluciones de estilo conformista, resignadas o derrotistas, según las cuales nada podemos hacer más que respirar hondo y esperar que pase la tormenta. No sirven para solucionar ningún conflicto, aunque cumplen una gran función como terapia desculpabilizante: «… los niños son así…», «…esto es ser padres…», «…es su carácter…».

- Otras basadas en la tradición y la sabiduría popular ¿Si las cosas SIEMPRE han sido así quiénes somos nosotros para intentar cambiar nada y alterar el curso de la historia?: «…las niñas empiezan antes a andar…», «…los hermanos mayores son más inteligentes porque se tienen que abrir camino…», «…los hermanos pequeños son más listos porque tienen de quién aprender…».

- Las filosóficas: «…los niños no vienen con manual de instrucciones…», «…a ser padre no te enseña nadie…».

- Las basadas en las distintas corrientes pedagógicas de sección de revista del corazón: «…los niños te retan continuamente y si cedes a sus demandas estás perdido…», «…si no consigue lo que desea tendrá un trauma…».

La respuesta o solución mágica no existe, y por supuesto este libro tampoco la va a encontrar, ¿quiere decir esto, por tanto, que no tenemos nada más que hacer que cruzar los dedos y esperar que no nos «toque un niñ@ difícil»? Definitivamente NO. No encontra-remos tácticas u orientaciones que funcionen con todos los niñ@s ni todas las veces. Pero sí podemos, a través de un mayor conocimiento de los pequeños, intervenir en su desa-rrollo, siempre desde el respeto y el cariño, con aportaciones que aunque no son infalibles ayuden a mejorar la convivencia y si no a eliminar, sí a reducir actitudes poco apropiadas e invasivas al tiempo que fomentemos un desarrollo coherente y equilibrado.

Introducción

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Aceptación de las normas

No, que no y quetenó(o requetenó, con más de tres años)

Capítulo 1

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19ACEPTACIóN DE LAS NORMAS

SOBRE… LA ACEPTACIÓN DE LAS NORMAS

¿Qué entendemos por normas?Entendemos por normas un conjunto de reglas que se establecen con el fin de organi-

zar, conseguir o evitar comportamientos, acciones y actitudes. Estas se desarrollan según diferentes formas de pensamiento, principios, valores… lo que hace que sean diferentes, válidas o no válidas en función del lugar o el momento en el que se den.

Es decir, cada persona o grupo de personas (cada familia, pueblo, círculo de amigos, em-presa…) tendrá unas propias, que pueden coincidir en mayor o menor medida con las de otro grupo, pero en todos y cada uno de ellos son fundamentales, ya que su cumplimiento es uno de los factores que va a determinar el grado de adaptación al mismo.

¿Son las normas necesarias?En ocasiones nos encontramos familias que no se sienten cómodas con este tema ya

que asocian la idea de «norma o regla» a una imposición de tipo autoritario con conno-taciones negativas de castigo por falta de cumplimiento… Sin embargo debemos saber, que tienen un significado mucho más amplio y complejo que el de una simple orden que acarreará un castigo si no se lleva a cabo. Las normas nos van a ayudar a establecer límites que proporcionan al niño estabilidad emocional y una evolución adecuada en diferentes aspectos tan necesarios como por ejemplo:

- Su seguridad: «No cruzar la calle solo, no tocar la plancha…» evitarán situaciones peli-grosas.

- Su correcta adaptación al grupo de referencia: «No pegar o coger cosas ajenas sin permi-so…» quizás en otra época histórica o en una sociedad diferente a la nuestra, esta norma no exista, por darse un mayor valor a la fuerza que al respeto, o por pura supervivencia. Pero en nuestro contexto el incumplimiento de esta regla de forma continuada supondrá rechazo, dificultades para integrarse con otros niños.

- Su desarrollo personal: «Tienes que vestirte solo», «Lee todos los días», «Hay que hacer deporte»… indicaciones dirigidas a adquirir una mayor autonomía personal, física o inte-lectual, a transmitir una serie de valores culturales, a un mayor crecimiento como persona.

Podemos decir por tanto, que en el momento en el que un individuo empieza a formar parte de un grupo, comienza a recibir información sobre sus reglas (P. ej.: Tanto un niño que crezca en un entorno rural como el que crezca en el centro de una gran ciudad asimilarán normas de seguridad, aunque sean sustancialmente diferentes…). Las normas pueden coincidir, variar en número, importancia o ser absolutamente distintas, pero todos los grupos las tienen y ne-cesitamos participar en ellas si pretendemos estar integrados y formar parte de los mismos.

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¿Cómo podemos trabajar su planteamiento y desarrollo?En primer lugar debemos adquirir conciencia de que cada niño es único y especial y sus

reacciones no deben ser comparadas con las de ningún otro niño. Es más, un mismo niño a lo largo de su desarrollo pasa por diferentes etapas que harán sus respuestas diferentes ante una misma situación, pero ello no significa que el niño en cuestión «se haya vuelto malo o bueno», simplemente está creciendo y el hecho de que llegada una edad cuestio-ne nuestras decisiones, puede ser más una señal de independencia y maduración que de rechazo a la norma en sí. El entender este proceso nos va a ayudar a ver esa desobediencia o desafío, no como algo personal, sino como una etapa más a superar.

A continuación encontraremos una serie de orientaciones que nos pueden ayudar a mantener una actitud que facilite la aplicación de las normas de una forma correcta, es decir, estableciendo las que creamos necesarias para el desarrollo de nuestros pequeños pero siempre partiendo del respeto y el cariño.

Evitaremos actitudes, estilos o posicionamientos como: - El Autoritario: Valora la obediencia o el cumplimiento de forma incondicional, sin te-

ner en cuenta otros factores que hayan llevado a esa situación. Las normas se cumplen y el no hacerlo es desautorizarme, personalizando el problema.

P. ej.: Un niño que llega a casa a comer media hora más tarde de lo que se le había dicho, es castigado sin tener en cuenta que el motivo es haberse quedado ayudando a un amigo que se había caído.

Este estilo además de poco respetuoso y poco afectivo, tiende a crear personas con escasa capacidad crítica, dependientes, que no se paran a pensar ante una situación, y se limitan a cumplir lo que se les dice por miedo o por un deseo excesivo de agradar. Así mismo, puede provocar el efecto contrario y crear personas intolerantes, de pensamiento rígido, en un estado de rebelión continua y de desafío a cualquier figura que asocien a la autoridad .

- El Permisivo: Es poco exigente y no le gusta el control. Da las orientaciones para rea-lizar una tarea y explica los motivos, pero no revisa el proceso ni actúa sobre el resultado o consecuencias.

P. ej.: Un padre que le dice al niño que tiene que estudiar porque es bueno para él, pero no le ayuda en sus deberes, a organizar su tiempo. Además si suspende no lo castigará pero tampoco buscará una solución.

Este estilo puede acabar en la indiferencia tanto de los padres como de los hijos y tiende a crear niños inmaduros, con dificultades para controlar su comportamiento…

- El Victimismo y la Compasión: En ocasiones cuando no utilizamos las formas adecua-das para llevar a cabo una tarea y no sabemos cómo resolverla, cuando tenemos la sen-sación de «lo he probado todo, por las buenas y por las malas y no hay manera de hacer

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21ACEPTACIóN DE LAS NORMAS

que me obedezcan», caemos en suplicar o en el chantaje emocional aunque sea de forma inconsciente, para que cumplan las normas.

P. ej.: Unos padres piden al niño que se vista para ir al cole mientras ellos le dan el bi-berón al hermano pequeño. Como no lo hace le gritan que se dé prisa, dicen que será un mañaco, lo castigarán sin tele… Pero como tampoco funciona pasan al: «Me va a dar un ataque de nervios, por favor hazme caso porque ya no puedo más…».

Este estilo fomenta la idea de que las normas son para contentar a los padres, profeso-res…, y el no cumplirlas es hacer un mal contra ellos. No entienden la norma en sí, con las consecuencias que tiene el no cumplirla (llegar tarde al cole). Y tiende a crear niños manipuladores, más inestables a nivel emocional.

Buscaremos actitudes o estrategias que:- Orienten y dirijan las actividades, comportamientos o actitudes pero que expliquen

los motivos de las mismas, motivos que han de ser reales no fantasiosos, así como sus consecuencias. P. ej.: En un día muy frío de invierno el niño o niña no quiere ponerse el abrigo para ir al parque. Le explicaremos que hace mucho frío y si saliera sin él podría ponerse enfermo, quizás al pasar un rato mejore la temperatura y se lo pueda quitar, pero ahora sin él no podrá salir.

Estas actitudes ayudan a desarrollar el pensamiento crítico para que en un futuro sepa analizar y decidir qué normas cumplir y cuáles no. Además fomentan el autocontrol ya que son ellos con las decisiones que toman los que pueden cambiar las situaciones.

Los niños decidirán si cumplen o no la norma y en función de su elección tendrán unas consecuencias, que además recordarán en la próxima ocasión. Pero NO debemos caer por sistema en obligarles, enfadarnos, o convencerlos mediante «chantajes» o «fantasías». P. ej.: «Si no te lo pones me voy a enfadar, ya me vas a dar la tarde», «Si te lo pones compra-mos una golosina», «Te estás portando mal y así no te traerán nada los Reyes Magos»…

Además también tendremos en cuenta otros aspectos como:- Las normas pueden cumplirse o no. Es lo primero que tenemos que asumir y aprender a manejar. Ante el incumplimiento

de una norma, no personalizaremos ni etiquetaremos, no se trata de culpabilizar al niño ni castigarlo. Sino de entender el motivo que ha llevado a esa situación y tratarlo de forma concreta, además no buscaremos castigos, en su lugar hablaremos de consecuencias.

P. ej.: Si no quiere llevar al cesto la ropa sucia que se ha quitado, no nos enfadaremos, no diremos que es un desastre ni un desobediente y no lo castigaremos sin el postre que más le gusta. Podemos explicarle que es una tarea suya, y si no la pone en su sitio después no la podremos lavar, por último le indicaremos que puede salir a cenar o realizar cualquier otra actividad que consideremos oportuna en cuanto acabe, pero no antes.

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- Las necesarias, ni una más y siempre de forma concreta clara y sencilla.Decidiremos qué reglas son importantes y nos centraremos en ellas. No se trata de

«bombardear» al niño con un listado de cosas que debe y no debe hacer, al contrario, estas deben ser un número reducido para facilitar su cumplimiento y se expresarán de forma precisa teniendo siempre en cuenta la edad o madurez del niño. No importa si no coinciden con las de nuestra vecina, ya hemos dicho que cada grupo tiene las suyas pro-pias en función de sus necesidades o prioridades.

Además para un buen funcionamiento debemos ser rigurosos. Aquellas normas que vamos a cumplir «unos días sí y otros no» es preferible no establecerlas porque con ellas lo único que generamos son inseguridades y conflictos.

En este punto es importante, que si una tarea se ha realizado aunque no esté como nosotros esperábamos, no expresemos ningún reproche, felicitaremos al niño y lo que haremos será concretarla más la próxima vez.

- Sin amenazas. Es mejor sugerir, recordar u ofrecer opciones:Ante una tarea, comportamiento o actitud evitaremos tonos agresivos, con órdenes…

El ofrecer alternativas y suavizar el tono evitará muchas negativas, al igual que el informar de forma anticipada que ocurrirá un hecho. P. ej.: Se interrumpirá una actividad y en lugar de decir «Tienes que ponerte el pijama», «Nos vamos a casa» podemos decir: «¿Quieres ponerte el pijama ahora o dentro de cinco minutos?», «¿Te gustaría tirarte otra vez por el tobogán antes de irnos del parque?».

- Plantéalas en positivo: Hay una extendida tendencia a presentar los límites, indica-ciones o directrices en negativo de manera que resultan desagradables y provocan re-chazo ya desde su planteamiento. P. ej.: «Si no te comes los guisantes no podrás comer chocolate». Sin embargo, esta misma indicación en positivo te muestra que sí puedes, depende de tú conducta, de lo que tú hagas. P. ej.: «En cuanto te acabes los guisantes podrás comerte el chocolate».

En resumen, se trata de aplicar las normas a través de refuerzos y consecuencias co-herentes, siempre teniendo modelos en los que basarse, y a través de actitudes que fo-menten la autonomía, la responsabilidad y la toma de decisiones de una forma reflexiva y nunca bajo la presión del miedo o la culpabilidad.

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23ACEPTACIóN DE LAS NORMAS

ACTIVIDAD MOTIVADORA: «Normas entre todos»

Entre los aspectos que más dificultan la aceptación de las normas, encontramos el que no las entendamos como necesarias, o que las consecuencias que conllevan su incumplimiento no nos parezcan ajustadas y coherentes. Por otro lado, una de las cosas que más molesta a la persona, madre, padre o educador que las establece, es la repetición constante de las mismas.

La actividad que proponemos ayudará a no sentir las normas como algo ajeno e impues-to desde fuera, ya que busca la implicación y el consenso razonado de todas las partes. Así como la no repetición tipo «disco rayado», a través de un recordatorio visible para todos.

Al igual que en todas las actividades que a partir de ahora nos vayamos encontrando en los distintos temas, antes de plantearla a los niños primero la habremos trabajado nosotros para poder dirigirla de forma más acertada, pensando en posibles propuestas que hacer si no surge ninguna por parte de los niños o cómo podemos solventar determinadas demandas.

Buscaremos crear un clima agradable en el que podamos disfrutar todos y un momento adecuado, en el que no quepan las prisas.

Para empezar se les explicará a los niños de forma sencilla qué son las normas y porqué las necesitamos, dejando bien claro que no son para satisfacer a los adultos, hablándoles de consecuencias.

A continuación les preguntaremos sobre las normas que tenemos, cuáles les parecen ne-cesarias, cuáles no, si ellos las modificarían, si añadirían alguna otra… Un miembro del gru-po o familia (puede ser un adulto si los niños todavía no escriben con soltura) se encargará de apuntar sobre un papel o en una pizarra todas las ideas que vayan surgiendo. De estas se elegirán las que creamos imprescindibles, se concretarán lo máximo posible (quién debe hacerla, cómo, cuándo, así como qué pasará si no se cumple) y las redactaremos de la forma más directa y simple posible (no se trata de hacer artículos de la constitución).

P. ej.: «Al venir del colegio, todos prepararemos la merienda, al terminar cada uno reco-gerá lo utilizado y lo llevará a la cocina. Podremos ir a jugar cuando acabemos».

Se puede hacer más esquemática o con dibujos si los niños son más pequeños.Es importante:- Poner las normas en un lugar accesible y visible a todos para evitar repetirlas constantemente.- No censurar las propuestas de los niños, apuntar todas las ideas y posteriormente en-

tre todos iremos seleccionando.- No elegir un gran número, con la práctica se van asimilando, y podemos repetir la

actividad para proponer normas nuevas.- Las normas no tienen que ser solo para los niños, de hecho si nos implicamos obten-

dremos mejores resultados. P. ej.: Mamá no insistirá en que se dé un beso a todas las visitas, bastará con saludar y sonreír.

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CUENTO: LA REBELIÓN DEL PANTALÓN

Nico se levantó para ir al cole, como todos los días. Bostezó con la boca muy abierta, como todos los días. Se frotó los ojos llenos de legañas con las dos manos, como todos los días. E incluso se tomó un bol de cereales de chocolate con forma de dinosaurio, como todos los días. Pero vete tú a saber por qué, quizás por algo que soñó, quizás por-que la pasada noche se había puesto de chocolate hasta las orejas, que aquel día decidió no ponerse los pantalones. Y así se presentó en mitad del comedor, con unos calzonci-llos a lunares, para sorpresa de sus papás.

—Ponte los pantalones —le dijo su mamá sin darle mucha importancia. —Mami, Papi —dijo muy serio Nico— he decidido que nunca más me pondré pan-

talones. Son incómodos y muy feos; no entiendo por qué tengo que llevarlos.—. Su papá se llevó tal susto, que le dio hipo. Y tardó cinco días en que se le fuera.

Intentaron convencerle: «…que si no puede ser, que si se van a reír de ti, que si ya verás los Reyes Magos…» pero ni caso, Nico lo tenía claro. Así que decidieron darle una lección, sin darse cuenta del lío que iban a organizar. Mandaron a Nico al cole ¡en calzoncillos de lunares!

Os podéis imaginar la que se armó en el colegio. A las niñas les dio la risa floja, a los niños la risa fuerte y a los profes, les hizo muy poquita risa. Hablo con él Elena, la maestra de inglés más divertida, incluso Amelia, que era su tutora y su preferida, ella siempre le explicaba las cosas con mucho cariño, pero… nada de nada, Nico no atendía a razones, así que lo mandaron llamar del despacho del director.

—Nico, tu actitud es intolerable —dijo el director detrás de su espeso bigote—. ¿Dónde se ha visto a nadie venir al colegio sin pantalones?

—Pues yo creo que está muy bien —respondió Nico—. Así todos pueden ver mis calzoncillos de lunares, que son mis favoritos. Además, ¿dónde pone que hay que traer pantalones al cole? Las niñas traen falda y nadie les dice nada.

Sacaron el reglamento del colegio «El Charco» para enseñarle las normas a Nico, un mon-tón de hojas con pinta de aburridas. Busca que te buscaré, el caso es que no encontraron nada de pantalones y menos de calzoncillos de lunares. El director, rojo del sofoco, replicó:

—Bueno, no importa que no aparezca, pero esa ropa no es la adecuada, y te lo digo yo que soy más mayor.

Pero a Nico el rollo ese de los mayores, de su reglas y sus manías, nunca le había con-vencido, así que decidió declararse en huelga de pantalón caído. Y así estuvo hasta que sonó el timbre y se fue a su casa.

Esa noche no cenó chocolate, sino pescado con guisantes, pero a la mañana siguiente, se levantó con las mismas: algo de sueño, hambre de cereales de chocolate con forma de dinosaurio… pero de pantalones, nada de nada. Eso sí, llevaba unos calzoncillos a rayas

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rojas y negras, muy monos. Sus padres, que habían decidido continuar con la lección, lo mandaron sin rechistar al cole. Solo su papá, todavía con el hipo le dijo:

- Abrígate bien... HIP ...que hoy... HIP ...refrescará... HIP HIP.A lo que Nico contestó: ¡Hurra! A su padre, le hizo poquita, muy poquita gracia. Pero cuando Nico llegó al cole, algo increíble había pasado. Algunos niños, habían

decidido ir sin pantalones, otros sin camiseta ¡y los más atrevidos sin camiseta ni pan-talones! Aquello era un desastre, todos hacían lo que les apetecía sin pensar qué pasaría después: hablaban en clase sin pedir permiso, gritaban y se peleaban. Los profesores no sabían qué hacer, si regañar a los niños, a los padres o quitarse también la ropa. A la hora del recreo el director gritó por los altavoces: ¡Reunión urgente!

Se reunieron en la sala de profesores para discutir qué hacer con la «rebelión del pantalón». Había muchas opiniones. Unos decían que así no había que dejarlos entrar al cole, otros que lo mejor era esperar y acabarían entrando en razón ellos solos, ¡No podemos esperar tanto! Se oía también. La reunión iba a durar bastante.

Mientras tantos los niños estaban en el patio, corriendo, gritando y peleándose como locos. Pero mientras, sonó la sirena del recreo del colegio de enfrente y todos los alumnos y alumnas salieron también al patio. Cuando vieron a Nico y a sus compa-ñeros se quedaron asombrados, pero no dijeron nada. Todos se fueron amontonando junto a las vallas para no perderse tan llamativo espectáculo. De pronto los alumnos del colegio «El Charco» se sintieron observados, a Nico le dio mucha vergüenza. A sus amigos también les dio mucha vergüenza. Ya no les parecía tan divertido lo que estaban haciendo. Oían murmullos:

—¿Por qué van desnudos, no tienen ropa? —¡Van sucios y huelen mal!—¿Por qué se gritan y pegan, no saben hablar?Pero para colmo de males, resulta que era Octubre y precisamente vino a visitarles

el viento del Norte. El viento, al ver tantos niños alborotados, decidió unirse al juego, sopló su aliento helado por entre sus piernas y pasó lo que tenía que pasar. Una niña dijo ¡Achíss!, un niño dijo ¡Achúss! Y todo el patio estornudó a la vez ¡Achischuschús! Y venga mocos, dolor de cabeza, tos ¡Todos se habían constipado!

Los siguientes días fueran horribles para los niños. Les salieron granitos de la sucie-dad, estuvieron malitos en casa, tosiendo y estornudando. El doctor les recetó un jarabe que tenían que tomar tres veces al día. Con el desayuno sabía mal, con la comida fatal y con la cena peor. Por supuesto, todos se pusieron pantalones y cambiaron su actitud. Al pasar unos días, la mamá de Nico habló con él:

—Siento que hayas tenido que ponerte malito y pasar vergüenza para entender por qué debes llevar pantalones. Hay ciertas normas que debes cumplir. A veces, las normas

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son aburridas o nos gustaría hacer cosas diferentes, pero antes de no cumplirlas es mejor averiguar por qué están puestas o las consecuencias que pueden tener.

Nico entendió lo que le había dicho su mamá y le dio un beso. A su papá se le curó el hipo. Y al director, del susto que le dio, el bigote se le cayó.

Achís, Achés, Achús.El próximo cuento lo cuentas tú.

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SOBRE EL CUENTO

Mientras lo leemos a los niñ@sVamos a señalar aspectos a destacar mientras se realiza la lectura del cuento, que serán

aquellos relacionados con la negativa a la norma, cómo reaccionan los padres, qué hechos desencadena y la reflexión final.

Párrafo 2, cuando Nico comunica que no se va a poner los pantalones.Párrafo 3, donde intentan convencerle.Párrafo 4, las primeras consecuencias en el colegio, los niños y niñas se ríen y a los profes

no les parece bien.Párrafo 8, otros niños se unen a saltarse las normas.Párrafo 9, 10, y 11, aumentan las consecuencias de saltarse las normas y cómo se sienten

Nico y sus amigos. Al final, el porqué Nico acepta la norma.

Después de leerLas siguientes cuestiones van dirigidas a buscar la reflexión tanto de los niños como de

los padres o educadores, y para distinguirlas, estas últimas las hemos marcado con una «E» previa a la cuestión. Señalar que una reflexión del tema tras su lectura, sobre nuestra conducta personal, es fundamental si pretendemos obtener algún resultado, ya que para producir cambios en la conducta de los pequeños es imprescindible que previamente hagamos cambios en la nuestra.

• ¿Por qué no quiere Nico ponerse pantalones?• «E» ¿Cómo intentan convencerle sus padres? ¿Te parece un buen método? ¿Por qué?

¿Qué hubieras dicho tú? ¿Qué hubiera sido más correcto y posiblemente hubiera dado mejor resultado decirle?

• ¿Por qué crees que los compañeros y compañeras se reían y a los profesores les parecía inadecuado?

• «E» Nico piensa que el «no es adecuado porque lo digo yo» del director, son manías de los mayores. Si cambiáramos esa intervención por un razonamiento que el niño pudiera entender ¿Crees que cambiaría su actitud? ¿Cuál podría ser ese razonamiento?

• Muchos niños al ver que Nico hacía algo inapropiado se unen, lo imitan y tienen com-portamientos inadecuados ¿Ha pasado eso alguna vez en tu clase o con tus amigos? ¿Y tú que has hecho?

• «E» ¿piensas que la reflexión final que hace su madre es adecuada? ¿Cómo la podrías mejorar?

• «E» Para acabar imagina que esta historia u otra similar te sucede a ti. ¿Cómo reac-cionarías? Puedes seguir el guión del cuento para ayudarte a contestar en los distintos momentos del conflicto.

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TíTULO DEL CAPíTULO 29

• Si trasladas las distintas estrategias y orientaciones que hemos visto a situaciones coti-dianas y lo ensayas mentalmente, podrás ponerlo en práctica de forma más sencilla. ¡Res-pira hondo, los resultados te sorprenderán!