Número 103 - Mounier

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SECCIONES 01 Editorial EDUCACIÓN Y TERAPIA 03 Los peligros de la prevención, por Encarna Ayuso PENSAMIENTO 06 Embriones humanos por ratones, por José-Román Flecha Andrés RELIGIÓN 09 La nueva evangelización y el cambio social, por Enrique Fregoso 11 RINCÓN BIBLIOGRÁFICO PRESENTACIÓN 14 Carta a un niño africano FERNANDO SOLER TOSCANO . . . . . . . . . . . . . . . 15 Carta a un político de derechas TEÓFILO GONZÁLEZ VILA . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Carta a un político de «izquierdas» CARLOS DÍAZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 Carta a un banquero LUIS CAPILLA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 Carta abierta a los dirigentes de la UE, a los políticos europeos, con epílogo para los ciudadanos europeos ANTONIO COLOMER . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24 Carta a un empresario JOSÉ ÁNGEL MORENO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26 Carta de un sindicalista a otro sindicalista FÉLIX GARCÍA MORIYÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 Carta a un joven investigador SERGIO BARBERO BRIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . 32 Carta abierta a los señores intelectuales CARMEN HERRANDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34 Carta a un joven JOSÉ LUIS LORIENTE PARDILLO . . . . . . . . . . . . . . 36 Carta a un desempleado ANTONIO ZUGASTI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38 Reflexiones desde los que han vivido (y viven) el éxodo IGNACIO SEPÚLVEDA DEL RÍO . . . . . . . . . . . . . . . 41 ¿Viviendo «la crisis» en el medio rural? ISABEL Y LUIS BLANCO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 Carta abierta a una ONGD ANTONIO PIÑAS MESA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 Carta a un docente RAMÓN HORCAJADA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Carta a un indignado LUIS NARVARTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 Carta a un discapacitado JUAN JOSÉ HERAS GUTIÉRREZ . . . . . . . . . . . . . . 53 Carta sobre Cáritas, en torno a la crisis JULIA PÉREZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55 Carta a un jubilado ANTONIO PUÉRTOLAS DE CASTILLAZUELO . . . . . . . 55 Carta a un hijo no nacido TERESA DE JESÚS ORTEGA ALMEDA . . . . . . . . . . 59 Carta a la Iglesia RICARDO DE LUIS CARBALLADA . . . . . . . . . . . . . 59 E n la presente crisis no hay día sin sobresalto. El paciente ciudadano contempla atónito la impotencia de los gobiernos para reconducir la crisis. Por la vía estrecha de los recortes se pretende ganar la indulgencia de los amos del dinero, pero todos los esfuerzos son inútiles, cuanto más se les quiere calmar más insacia- bles se muestran. Nunca es suficiente y parece que hay que recurrir al psiquiatra más que al economista, pues ya, impotentes ante la economía financiera, cada vez sospechamos más que sus móviles surgen del caos ignoto de un incons- Continúa en la página siguiente PRÓXIMOS NÚMEROS 2012 Las redes sociales Justicia y perdón Frente al auge de los mercados, una política viril Revista de pensamiento personalista y comunitario ÓRGANO DE EXPRESIÓN DEL INSTITUTO E. MOUNIER 2012 2 103 Número AÑO XXVIII EDITA: Instituto E. Mounier c/ Melilla, 10 - 8.º D 28005 Madrid 91 473 16 97 http://www.mounier.es Periodicidad: trimestral ISSN: 1698-5486 Depósito legal: M-3.949-1986 DISEÑO Y PRODUCCIÓN: La Factoría de Ediciones 91 521 32 20 [email protected] IMPRESIÓN: Egraf, S. A. ANÁLISIS «El acontecimiento será nuestro maestro interior». Emmanuel Mounier (1905-1950) Cartas a una sociedad en crisis Editorial LUIS FERREIRO, DIRECTOR DE ACONTECIMIENTO CONSEJO DE REDACCIÓN DIRECTOR: Luis Ferreiro SECRETARIO: Fernando Soler [email protected] Luis Capilla Carlos Díaz José Antonio Fernández Teófilo González Vila Carmen Herrando José M. Linares Poveda Julia Pérez Ramírez Félix García Moriyón Ricardo de Luis Carballada José Luis Loriente Pardillo José Manuel Alonso

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CC

IO

NE

S 01 Editorial

EDUCACIÓN Y TERAPIA

03 Los peligros de la prevención,por Encarna Ayuso

PENSAMIENTO

06 Embriones humanos por ratones,por José-Román Flecha Andrés

RELIGIÓN

09 La nueva evangelizacióny el cambio social, por Enrique Fregoso

11 RINCÓN BIBLIOGRÁFICO

PRESENTACIÓN 14

Carta a un niño africanoFERNANDO SOLER TOSCANO . . . . . . . . . . . . . . . 15

Carta a un político de derechasTEÓFILO GONZÁLEZ VILA . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Carta a un político de «izquierdas»CARLOS DÍAZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20

Carta a un banqueroLUIS CAPILLA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22

Carta abierta a los dirigentes de la UE,a los políticos europeos, con epílogopara los ciudadanos europeosANTONIO COLOMER . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24

Carta a un empresarioJOSÉ ÁNGEL MORENO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

Carta de un sindicalista a otro sindicalistaFÉLIX GARCÍA MORIYÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

Carta a un joven investigadorSERGIO BARBERO BRIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . 32

Carta abierta a los señores intelectualesCARMEN HERRANDO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

Carta a un jovenJOSÉ LUIS LORIENTE PARDILLO . . . . . . . . . . . . . . 36

Carta a un desempleadoANTONIO ZUGASTI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38

Reflexiones desde los que han vivido(y viven) el éxodoIGNACIO SEPÚLVEDA DEL RÍO . . . . . . . . . . . . . . . 41

¿Viviendo «la crisis»en el medio rural?ISABEL Y LUIS BLANCO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44

Carta abierta a una ONGDANTONIO PIÑAS MESA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46

Carta a un docenteRAMÓN HORCAJADA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

Carta a un indignadoLUIS NARVARTE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

Carta a un discapacitadoJUAN JOSÉ HERAS GUTIÉRREZ . . . . . . . . . . . . . . 53

Carta sobre Cáritas,en torno a la crisisJULIA PÉREZ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

Carta a un jubiladoANTONIO PUÉRTOLAS DE CASTILLAZUELO . . . . . . . 55

Carta a un hijo no nacidoTERESA DE JESÚS ORTEGA ALMEDA . . . . . . . . . . 59

Carta a la IglesiaRICARDO DE LUIS CARBALLADA . . . . . . . . . . . . . 59

En la presente crisis no hay día sin sobresalto. El paciente ciudadano contempla atónito la impotencia de losgobiernos para reconducir la crisis. Por la vía estrecha de los recortes se pretende ganar la indulgencia delos amos del dinero, pero todos los esfuerzos son inútiles, cuanto más se les quiere calmar más insacia-

bles se muestran.Nunca es suficiente y parece que hay que recurrir al psiquiatra más que al economista, pues ya, impotentes

ante la economía financiera, cada vez sospechamos más que sus móviles surgen del caos ignoto de un incons-

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PRÓXIMOS NÚMEROS 2012

� Las redes sociales

� Justicia y perdón

Frente al auge de los mercados, una política viril

Revista de pensamientopersonalista y comunitario

ÓRGANO DE EXPRESIÓNDEL INSTITUTO E. MOUNIER

2 0 1 2 ■ 2

103Número

A Ñ O X X V I I I

EDITA: Instituto E. Mounierc/ Melilla, 10 - 8.º D

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«El acontecimiento será nuestro maestro interior». Emmanuel Mounier (1905-1950)

Cartas a una sociedad en crisis

E d i t o r i a lLUIS FERREIRO, DIRECTOR DE ACONTECIMIENTO

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DIRECTOR: Luis FerreiroSECRETARIO: Fernando [email protected]

Luis Capilla

Carlos Díaz

José Antonio Fernández

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Carmen Herrando

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Félix García Moriyón

Ricardo de Luis Carballada

José Luis Loriente Pardillo

José Manuel Alonso

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E D I T O R I A L

ciente lujurioso y ebrio de poder, rayano en una obse-sión sádica. ¿A dónde quieren llegar?: algunos, toda-vía pocos, temen que sus pulsiones más profundas loconducen a sodomizar la sociedad, sin que quienesdeben defenderla la protejan de ellos.

Los economistas no quieren verlo así, nos diránque los mercados no tienen intención, pues son im-personales y nos equivocamos si hacemos una pro-yección antropomórfica, asignándoles voluntad e in-tenciones. Pero la sociedad no ha de verse a símisma como un ente impersonal y tiene derecho asentirlo de ese modo, puede reconocerse una subje-tividad que ha sido objeto de abuso y vejación, puedesentirse herida y reaccionar. Está por ver si eso ocu-rrirá y cómo, pero si llega a ocurrir viejas palabras co-mo `rebeldía’ o ‘revolución’ volverán a ponerse demoda.

La sociedad debe comenzar a hacerse preguntas:¿por qué ha de padecer la crisis y aguantar que la usu-ra gobierne la vida de las personas y las maneje comoa marionetas?, ¿por qué el terrorismo ha derramadola sangre de los que no cuentan y nunca la de losmagnates del dinero?, ¿por qué el Estado, que tieneel monopolio de la violencia legítima, permite que seviole la dignidad del trabajo, la paz social y la libertadde las personas, en aras de ganancias para unos po-

cos?, ¿por qué Europa no impone la calma a los mer-cados por las bravas si hace falta?

Las preguntas apuntan a la pérdida de virilidad enla política —por eso no debería sorprender un brotede fascismo como reacción—, a la pérdida de virtud—recuérdese que virtus es fuerza, coraje—, a la acep-tación resignada del poder de otros más fuertes a losque no se osado plantar cara.

¿Hasta cuando una sociedad deprimida va a aguan-tar eso? Frente a los bárbaros que nos gobiernan es-tamos esperando a Gandhi. Cuando Gandhi empren-dió la marcha de la sal sabía lo que la sal representabaen el inconsciente de los indios, era el símbolo de lavirilidad, por eso la prohibición de producir la sal erauna herida en el orgullo viril de una raza sometida, yconquistar la sal era recuperar la dignidad.

Esta sociedad aún no lo sabe, ni lo espera, pero undía tendrá que rebelarse frente a los que la sodomi-zan y recuperar y valorar su virilidad, hasta el punto deluchar por ella. Mientras tanto, habrá que velar paraque un oportunismo fascista no se adelante a las mi-norías gandhianas a las que corresponde emprenderla nueva marcha de la sal, que acabe con esa activi-dad financiera, juego usurero de una casta decadentey consentida, que debería ser condenada a trabajosforzados.

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Encarna AyusoEnfermera. Miembro del Instituto E. Mounier, Madrid

ACONTECIMIENTO 103 3

EL INFORME LALONDE

Desde que en el entonces ministro de Sanidadde Canadá, Marc Lalonde, publicara el informe Anew perspective on the health of Canadiens no sólo nosindicaba cómo se iba a morir en las sociedades mo-dernas, a saber, cáncer, eventos cardiovasculares, acci-dentes de tráfico, suicidio, (casi cuarenta años despuéséstas siguen siendo las causas más prevalentes demortalidad en el mundo desarrollado), sino que re-volucionó la manera de entender el ejercicio de lamedicina al plantear el concepto de determinantesde la salud. Para explicarlo de una forma sencilla, yano se busca un único agente causal que provoca laenfermedad, sino que se objetivan cuatro determi-nantes que influyen en el estado de salud de una per-sona: la biología, el medio ambiente, los estilos devida y el sistema sanitario. De todos ellos el que másinfluía en el hecho de enfermar y morir se relacio-naba con los estilos de vida y el menos influyente erael propio sistema sanitario. Ponía de manifiesto ellado oscuro del progreso económico (polución am-biental, vivir en las ciudades, abuso de alcohol, dro-gas, tabaco y desórdenes alimentarios). Por lo tantono todo dependía de los servicios sanitarios donde sehabían concentrado todos los esfuerzos de la socie-dad; en adelante, la salud se considera que es una res-ponsabilidad de los propios individuos —pues las de-cisiones individuales y hábitos afectan a su salud— yde las Administraciones que se comprometerán a fi-nanciar un sistema de salud que eleve el nivel de sa-lud de la población. Habíamos pasado de la «era dela epidemiología de las enfermedades infecciosas»durante la primera mitad del siglo a la era de laepidemiología de las «enfermedades crónicas» quecomienzan a percibirse en los países desarrolladosdurante la década de los y del siglo y paralas que no se encuentra una explicación.

En el epidemiólogo McMahon y Pugh apor-tan un nuevo marco de análisis con una publicaciónde enorme influencia posterior, con su concepto de

«maraña causal» en el desarrollo de métodos de in-vestigación. Esta idea de multicausalidad fue muynovedosa en el pensamiento médico, sus investiga-ciones ya se centraban sobre la asociación del tabacocon el cáncer. Con este nuevo análisis se trata de bus-car factores de riesgo para enfermedades crónicas, aligual que antes se buscaban agentes causales en eco-sistemas microbianos para las enfermedades infeccio-sas, y básicamente esta búsqueda se centra en el com-portamiento de los individuos. La epidemiología delas enfermedades crónicas pretende cambiar conduc-tas individuales a través de la educación sanitaria, ele-mento clave sobre el que pivota toda la atención sa-nitaria

LOS PELIGROS DE LA PREVENCIÓN

E D U C A C I Ó N Y T E R A P I A

ILUSTRACIÓN: ANA C. MARTÍN

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Con ello se iba generar un desplazamiento de lamedicina curativa a la medicina preventiva. Se nece-sitaba un nuevo marco para abordar la prevención deestas dolencias. En la Declaración de Alma Ata,promovida por la OMS y la UNICEF, estableció laAtención Primaria de Salud (APS) como fundamen-to científico y lógico de los servicios sanitarios, elinicio de la estrategia global de Salud para Todos. Laspropuestas consistieron en reformar los servicios sa-nitarios poniendo un mayor énfasis en la atenciónprimaria, en el compromiso de la democratizacióncon la participación comunitaria y sobre todo enorientar las intervenciones sanitarias más hacia la sa-lud que a la enfermedad.

PELIGROS DE LA PREVENCIÓN

Búsqueda de la salud perfecta y permanente

Es cierto el indudable bienestar ciudadano alcanzadoen estas décadas y los avances médicos que han me-jorado la salud de las poblaciones hasta niveles nun-ca conseguidos, sin embargo, esto no se ha corres-pondido con un aumento de salud subjetiva en lapoblación. Cuanto mayor es la oferta de salud, másgente responde que tiene problemas, necesidades, en-fermedades. Mientras en las zonas con servicios sani-tarios menos desarrollados esta percepción es menor.La población europea que se caracteriza por su en-vejecimiento, tiene gran dependencia del Sistema Sa-nitario y de sus productos (los franceses por ejemplo,son fantásticos consumidores de psicofármacos, y losespañoles de antibióticos), y como aquellos que tie-nen todo, la población europea dice tener poca salud.Hoy se vive angustiado por el miedo a que se le diag-nostique algo, y nunca se han hecho tantos chequeos.Es la «paradoja de la salud», que en la práctica setransforma en la búsqueda persistente y obsesiva deuna salud perfecta, con desprecio del nivel de saludreal que se posee. Y es que la salud se vuelve norma-tiva y exigible, y la higiene y la prevención se impo-nen de diversas maneras, incluso legales y penales. Yel enfermo se convierte en culpable por no haber se-guido las normas preventivas. Se generan grandes ex-pectativas, de ahí que crezca continuamente la de-manda de cuidados médicos y bienes sanitarios. Porotro lado el mercado ofrece todo tipo de productos

E D U C A C I Ó N Y T E R A P I A

ACONTECIMIENTO 1034

«saludables» que en muchas ocasiones se confundeoportunamente con «ecológico», o «natural». Se fo-menta una mística de la juventud eterna, la creenciade que cualquier problema no sólo de salud sino dela vida puede ser resuelto con la medicina y la tec-nología. Ya nos anunció Ivan Illich sobre la parálisisde las reacciones saludables ante el sufrimiento, la in-validez y la muerte como efectos contraproducentesde un progreso higiénico que utiliza la salud como sifuera un artículo de consumo (Némesis médica,).

Toda actividad sanitaria conlleva daños

Las actividades preventivas tienen beneficios y per-juicios, como toda actividad sanitaria. De ahí que nosiempre sea «mejor prevenir que curar». Dado que enla prevención se está actuando sobre personas sanas,la actividad preventiva tiene sentido cuando conllevamas beneficios que daños. Por ejemplo, una actividadpreventiva que sólo provocó daños fue el consejopara que los bebés durmieran boca abajo. Ésta acciónmultiplicó la incidencia de la muerte súbita en losbebés. De ahí que haya que ser muy prudentes al darconsejos.

Otras actividades que no han demostrado el bene-ficio en salud son los chequeos médicos, muy popu-lares y que forman parte de la rutina de la actividadmédica. Sin embargo no en pocas ocasiones son elinicio de incontables cascadas diagnósticas y terapéu-ticas de enorme coste en salud, tiempo y dinero.

Un ejemplo de actividad preventiva que transfor-mó previamente salud en enfermedad ha sido la te-rapia hormonal en la menopausia (consecuencia detratar los signos y síntomas del climaterio como en-fermedad), que en teoría prolongaría la juventud fe-menina al tiempo que disminuiría la incidencia deinfarto de miocardio. El resultado fue que desenca-denó enfermedades graves, desde cánceres de mamaa embolias pulmonares. Todavía hoy se sigue aconse-jando con un límite de años.

Medicalización de la sociedad

El concepto de «factor de riesgo» ha modificado pro-fundamente el campo de la prevención. Hasta en-tonces prevenir era evitar el daño futuro; por ejem-plo, vacunar, o asegurar el acceso a agua limpia. La

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introducción de la vacuna antivariólica y el consumode limón en los largos viajes marinos son dos medi-das preventivas de indudable valor, que evitan enfer-medades (respectivamente la viruela y el escorbuto).

Aunque estos factores de riesgo (por ejemplo: hi-percolesterolemia, obesidad, sedentarismo, hiperten-sión…) ni son causa de enfermedad, ni son necesa-rios ni suficientes, en la práctica clínica y salud pú-blica se vuelven factores cuasi-causales, y en la luchacontra ellos se centra gran parte de la actividad pre-ventiva del médico y salubrista. Pues pareciera quetoda enfermedad es evitable, que todo se puede pre-venir si combatimos los factores de riesgo. Por ejem-plo, ya no se trata de ser diabético por tener síntomasde sed, poliuria y adelgazamiento sino por tener unahemoglobina glucosilada de ,% o mayor. La enfer-medad se transforma en biometría, de esta forma laprevención puede ofrecerse casi sin límites, en laconfianza de transformar la terca realidad de la muer-te en un futuro vibrante de eterna juventud. Cadavez más se define la enfermedad ante simple sínto-mas o signos, aspectos estéticos, presencia de factoresde riesgo o por la probabilidad de padecer en el fu-turo una enfermedad. Y cada vez que se realiza unetiquetado de enfermedad, la consecuencia inmedia-ta es que para cada proceso existe un tratamiento.

Lamentablemente, las promesas de la prevenciónsuelen transformar a los sanos en enfermos, lo que depaso alimenta la maquinaria tecnológico-farmacéu-tica. Es lo que se ha llamado «medicalización de lavida». Tampoco podemos olvidar que para la cons-trucción de nuevas enfermedades y la comercializa-ción de tecnologías que la diagnostiquen y las traten,la industria financia a grupos de investigación de ins-tituciones académicas y de sociedades científicas,

que, además de participar en las investigaciones, vana ser elementos valiosísimos en la promoción de losnuevos medicamentos.

La prevención sin límites se ha convertido en unpeligro para la salud pública.

No faltan voces que denunciando estos excesosproponen al médico de familia actuar con una dobleética: la ética de la negativa y de la ignorancia. Ética dela negativa para negar con amabilidad, conocimiento yempatía la prevención que ofrece beneficios dudosos.Y ética de la ignorancia para compartir con los pa-cientes los límites de la Medicina, de forma que no seespere más de lo que se puede conseguir con los co-nocimientos y técnicas del momento. (J. Gérvas).

Por tanto, ante la prevención conviene la precau-ción. Primun non nocere (primero no hacer daño).

E D U C A C I Ó N Y T E R A P I A

ACONTECIMIENTO 103 5

. Gérvas, J., Pérez Fernández, M. «Protecciónde los pacientes contra los excesos y dañosde las actividades preventivas». En Tratado deMedicina de Familia e Comunidade. SMFC.Sao Paulo, (en prensa).

. Juan Gérvas. Prevención Cuaternaria para princi-piantes. Breve recetario par un sano escepticismo.Texto distribuido bajo licencia CreativeCommons by-nc-sa -.

. Informe Lalonde. En: http://www.hc-sc.gc.ca/hcs-sss/alt_for-

mats/hpb-dgps/pdf/pubs/1974-lalon-de/lalonde-eng.pdf

PARA LA ELABORACIÓN DEL PRESENTE ARTÍCULO HE

UTILIZADO LOS SIGUIENTES TEXTOS COMO REFERENCIA:

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José-Román Flecha AndrésComité de Bioética de la Universidad de Salamanca

ACONTECIMIENTO 1036

P E N S A M I E N T O

Pero, con este motivo, a petición de la organiza-ción ecologista Greenpeace, el Tribunal Federal deJusticia de Alemania acudió al Tribunal Europeo. Sepretendía en concreto que este Tribunal de Luxem-burgo interpretara la expresión «embrión humano»,a la que se refiere el art. () (c) de la Directiva de laUnión Europea //EC sobre la Protección Jurí-dica de la Invenciones Biotecnológicas.

Pues bien, la sentencia del Tribunal sostiene que lamencionada Directiva protege todos los estadios dela vida humana. En consecuencia, excluye al em-brión humano de la posibilidad de una utilizaciónindustrial que pretenda avalarse de la protección delas patentes de productos conseguidos mediante eluso de los embriones humanos2.

Esto es muy importante, no sólo por lo que pro-híbe sino por la aportación positiva. De hecho, lasentencia incluye, además, una definición del «em-brión humano» como un «organismo capaz de ini-ciar el desarrollo de un ser humano». Y esto en todoslos casos, ya se produzca el embrión por fecundacióno como resultado de una clonación.

CONCEPTO Y DIGNIDAD DEL EMBRIÓN

Así pues, la legislación europea sobre la protecciónjurídica de las invenciones biotecnológicas en ade-lante ha de considerar como un «embrión humano»:

todo óvulo humano a partir del estadio de la fe-1.

cundación; todo óvulo humano no fecundado en el que se2.

haya implantado el núcleo de una célula humanamadura;

Las leyes modernas que despenalizan o legalizanel aborto parten, de una forma o de otra, delpresupuesto de que no se puede reconocer un

estatuto de persona al embrión humano. En realidad,esta cuestión es todavía penúltima. Más allá subyacela convicción de que la dignidad de la naturaleza de-pende de una decisión heterónoma. Como si fueranlos demás los que con su decisión pudieran determi-nar la identidad personal. Es esta una aplicación másde la afirmación moderna de la libertad de decisión.No se admite la objetividad de la realidad.

Sin embargo, la dignidad humana no puede de-pender del tamaño, como no puede depender del se-xo o de la raza de la persona. Todavía recordamos laspalabras de alguna ministra del Gobierno de Españaque negaba la dignidad humana del embrión.

Pues bien, el día de octubre del pasado año, el Tribunal de Justicia Europeo ha protegido deforma indiscutible la dignidad del embrión humanodesde la fecundación. Su histórica sentencia obliga aciudadanos y gobiernos a repensar muchas posturastan interesadas como anticientíficas.

LA CUESTIÓN DE LAS PATENTES

Vayamos por pasos. En Oliver Brüstle habíadesarrollado una patente que afectaba a la estructuradel embrión humano. Evidentemente, pronto entra-ría en discusión el significado que para la Unión Eu-ropea tiene la categoría «embrión humano». No fal-taban estudios detallados sobre el tema en los que serevelaba una enorme ambigüedad sobre la admisiónde la personeidad del embrión1.

EMBRIONES HUMANOS POR RATONES

. Cf. D. Solter et al., Embryo Research in Pluralistic Europe, Wissenschaftsethik und Technikfolgenbeurteilung, Band ,(Berlin-Heidelberg-New York: Springer Verlag ) XVI + pp.

. Ver www.eurostemcell.org/story/european-court-bans-stem-cell-patents (..).

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todo óvulo humano no fecundado, pero estimu-3.

lado para dividirse y desarrollarse mediante parte-nogénesis, es decir mediante una reproducciónbasada en el desarrollo de células sexuales feme-ninas no fecundadas.

Estas orientaciones del Tribunal coinciden asom-brosamente con la doctrina de la Iglesia Católica ex-puesta en la instrucción Donum Vitae, publicada porla Congregación para la Doctrina de la Fe, el defebrero de 3.

Es preciso insistir. La sentencia del Tribunal de-fiende la dignidad del embrión humano, al excluirque pueda ser patentado un invento que haya impli-cado la destrucción previa de embriones humanos osu utilización como materia prima, sea cual fuere elestadio en el que estos embriones se utilicen. Estoimplica que no se pueden utilizar las células madreprocedentes del blastocisto.

Hay que felicitar al Tribunal por varios motivos.En primer lugar por la aclaración del concepto deembrión y por la defensa de su dignidad original. Ensegundo lugar por afirmar de forma indirecta que latécnica necesita la tutela y orientación de la ética. Yen tercer lugar, porque favorece la investigación so-bre las células madre adultas, frente a la investigacióncon células embrionarias.

Así pues, de acuerdo con esta sentencia no se de-be proteger jurídicamente una invención biotecno-lógica si requiere la destrucción o el uso de embrio-nes humanos. Cabe aquí señalar que esteprocedimiento ha sido permitido por la tercera leyespañola de reproducción humana asistida.

Ante esta noticia, algunos pensábamos que variospaíses europeos tendrían que aprender la lección yrevisar su normativa. Al mismo tiempo, lamentába-mos que los medios de comunicación hayan guarda-do un vergonzoso silencio ante esta sentencia.

UN TEST ALTERNATIVO

Sin embargo, noticias posteriores nos hacen olvidarlas esperanzas que habían surgido en el campo de laBioética personalista.

Como se sabe, en cualquier comisión universitariade Bioética se analizan cuidadosamente los proyectosde investigación. No precisamente para ponerles di-ficultades, sino para favorecer que sean aceptados porlos organismos que los patrocinan o por las institu-ciones académicas a las que desean presentarse.

Muchos proyectos requieren el uso de ratones pa-ra realizar los experimentos científicos pertinentes.En las reuniones de la comisión se evalúa el númerorequerido de animales. Además, se examina con cui-dado el trato que se ha de dar a los ratones, el dolorque pueden experimentar y, sobre todo, el medio ylos productos elegidos a la hora de aplicarles la euta-nasia.

Pero todo este proceso puede cambiar a muy cor-to plazo. El día de marzo de este año , Gio-vanni Maria del Re publicaba en el diario Avvenireuna nota que llevaba un título realmente inquietan-te: «La UE: ‘Basta de usar animales en los test. Use-mos embriones humanos’»4. Se trata de un comenta-rio al proyecto europeo ESNATS, que viene asignificar «Nuevas estrategias de tests alternativos ba-sados sobre las células estaminales embrionales».

Las palabras pueden ocultar la realidad. Bajo esassiglas se presenta el propósito de usar embriones hu-manos «sobrantes» de las técnicas de reproducciónhumana asistida y mantenidos en congelación. Setrataría de permitir y promover su utilización con elfin de realizar sobre ellos las necesarias pruebas de to-xicidad de los nuevos productos farmacéuticos. Deesa forma, se podrá prescindir de los ratones y se pre-vé un importante ahorro en los costes que compor-tan los animalarios.

P E N S A M I E N T O

ACONTECIMIENTO 103 7

. Cf. J. R. Flecha, «La instrucción Dignitas personae y problemática moral», en . (ed.), Cultura de vida desde Digni-tas personae, Salamanca , -.

. G. M. Del Re, «La UE: ‘Basta animali nei test. Usiamo embrión umani’», en È vita , suplemento de Avvenire.., . Se puede consultar también en [email protected].

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P E N S A M I E N T O

ACONTECIMIENTO 1038

Este proyecto de investigación sobre células madreembrionarias, está coordinado por Jürgen Hescheler,del Instituto de Neurofisiología de la Universidad deColonia, que lidera un grupo de centros univer-sitarios y empresariales. Se pretende que el proyectosea financiado por la Unión Europea con millo-nes de euros, en el ámbito del VII Programa marcoque está vigente en este período de -

Ahora bien, como se puede observar este proyec-to entraría en flagrante conflicto con el citado dicta-men del Tribunal de Justicia Europeo (..)que vetaba las patentes de embriones humanos, afir-mando de paso su identidad humana. Seguramenteinteresa saber que Hescheler, investigador en célulasmadre, se encontraba entre los que firmaron el añopasado en la revista Nature una carta, en respuesta alas declaraciones de Yves Bot, del Tribunal de JusticiaEuropeo sobre esa decisión de vetar la patentabilidadde los embriones y de los productos derivados deellos5. Tal vez esta observación, ofrecida también porGiovanni Maria del Re, puede ofrecer alguna pistapara explicar el conflicto.

SILENCIO DEMOCRÁTICO

Ahora bien, el problema ético que platea el proyectoESNATS incluye muchos aspectos interesantes. Peroen este momento basta subrayar y lamentar que lapolítica europea considera más respetables a los ani-males que a los embriones humanos.

Por otra parte, la utilización de embriones huma-nos para la investigación demostraría algo que resul-ta cada vez más evidente: la orientación económicaque viene caracterizando en estos últimos tiempos ala Unión Europea. Al parecer, importa sobre todo laganancia y los beneficios financieros de las grandesempresas.

Giovanni Maria del Re recoge palabras del médi-co y eurodiputado polaco Miroslav Mikolásik, quiense lamenta de que en Europa se acepte la destrucciónde embriones humanos para no tener que alimentary gestionar los animales de laboratorio.

En el mismo número del diario Avvenire, MicheleAramini insiste sobre este punto al subrayar una con-tradicción que resulta mas que evidente6. Mientrasque cada día se aumenta la protección de los anima-les y se prohíbe de modo creciente su utilización pa-ra una investigación que podría ser útil para el hom-bre, la sensibilidad ética con relación al embriónhumano disminuye de forma alarmante.

Claro que no cabe instalar un nuevo tribunal éti-co sobre bases maniqueas. El bien y el mal no se re-parten los terrenos con medidas equidistantes. Ha-bría que preguntarse si los organismos europeos deBruselas se atreverían a dar estos pasos si la opiniónpública europea manifestara de alguna forma su re-pulsa al nuevo desprecio de la vida humana. El silen-cio democrático nos acerca al silencio ante las dicta-duras que decretaron genocidios no lejanos.

. Véase la carta en la revista Nature (..) ; www.eurostemcell/org/commentanalysis/open-letter-stem-cell-patent-case (..).

. M. Aramini, «La civiltà svenduta per un capriccio», en È vita , de Avvenire .., .

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ACONTECIMIENTO 103 9

Enrique Fregoso1

Teólogo

R E L I G I Ó N

El anuncio de S. S. Benedicto XVI, mediante laCarta Apostólica Porta Fide, de convocar a par-tir del de Octubre de un Año de la Fe

en el que la Asamblea General del Sínodo de Obis-pos que se reunirá en Octubre llevará a cabo la Nue-va evangelización para la transmisión de la fe cristiana,plantea al pueblo de Dios el gran reto de sumarnos aesta urgente tarea considerando las mejores condi-ciones sociales para garantizar el mayor éxito posible.

En este breve análisis se trata de señalar la mejorposibilidad de establecer nuevas formas de relaciónhumana que reúnan las aspiraciones materiales y es-pirituales de los que habitamos un determinado país,en este caso México, para que la Fe se constituya enuna necesidad que dé sentido a nuestra vida y no unarazón obvia producto de la costumbre.

Se trata de que en el Año de la Fe «las comunidadesreligiosas, así como las parroquiales y todas las realida-des eclesiales antiguas y nuevas, encuentren la mejormanera de profesar públicamente el Credo»2, porqueque a fin de cuentas «la Doctrina social cristiana esparte integrante del ministerio de evangelización dela Iglesia…»3.

Se pretende encontrar un camino concreto ennuestra doctrina social que se muestre como la estra-tegia óptima para que la evangelización y la transfor-mación social puedan ocurrir en forma simultánea.

Para lograr lo anterior, el presente discernimiento sesustenta en tres reflexiones relativas a las instanciaseconómico-financieras, las gubernamentales y al papelconsiderado posible y necesario para la sociedad civil.

LA NUEVA EVANGELIZACIÓNY EL CAMBIO SOCIAL¿Qué núcleo social puede ser la base y el punto de partida de la nueva evangelización?

. Invita a los lectores a dar su opinión y comentarios por medio de: [email protected].. Cfr. Carta Apostólica PORTA FIDE de S.S. Benedicto XVI.. Compendio de la Doctrina Social Cristiana. Conferencia del Episcopado Mexicano. Doctrina Social, evangelización y promo-

ción humana, , Cfr. Pablo VI Exh. ap. Evangelii Nuntiandi,

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Primera reflexión: Se considera inviable en el mo-•mento actual la regulación de los intereses finan-cieros trasnacionales ante el proceso irrefrenabledel aumento indiscriminado de ganancias a costade la dignidad y la vida de los sectores de despo-seídos.Segunda reflexión: Se considera inviable en el mo-•mento actual la inversión del proceso de descom-posición de los Estados Nacionales, debido a lalucha incesante por el poder soportada en la co-rrupción y la impunidad.Tercera reflexión: Se considera indispensable aun-•que con un alto grado de dificultad la participa-ción organizada y pacífica de la sociedad civil afavor de la recomposición de la sociedad en loeconómico, político y social; buscando formas derelación humana que superen las diversas formasde control clientelar y corporativo, la migración yla cooptación, principalmente de los jóvenes, porel crimen organizado.

Propuestas de solución:Concentrar los esfuerzos de la Doctrina Social1.

Cristiana en el desarrollo y aplicación generaliza-da del principio de Subsidiaridad que implica elapoyo económico y educativo a favor de «la fami-lia, los grupos, las asociaciones, las realidades terri-toriales locales, en definitiva, de aquellas expresio-nes agregativas de tipo económico, social, cultural,deportivo, recreativo, profesional y político a las

que las personas dan vida espontáneamente y quehacen posible su efectivo crecimiento social»4.Como un primer paso inmediato, impulsar las2.

modalidades de auto organización para la sobre

vivencia de la sociedad civil, las redes naturales,sociales y culturales, mediante solidaridad y coo-peración para promover respuestas a sus necesida-des, mediante una conciencia de fraternidad ygratuidad, desechando la mentalidad actual rentis-ta, asistencialista y parasitaria de quienes todo loesperan del mercado que los deja como merosconsumidores y, peor aún, como desempleados,excluidos y marginados5.Con el desarrollo del punto anterior lograr una3.

masa crítica de población capaz de tener una vozde exigencia ante los poderes establecidos, quepermita hacer factible el logro del principio deSubsidiaridad y lograr en el mediano plazo for-mas de vida suficiente y sustentable6. Si los laicosimpulsamos el desarrollo de estas formas comuni-tarias estaremos ayudando a crear las mejorescondiciones para el éxito de la Nueva Evangeli-zación porque… «Todo lo que atañe a la comu-nidad de los hombres —situaciones y problemasrelacionados con la justicia, la liberación, el desa-rrollo, las relaciones entre los pueblos, la paz—, noes ajeno a la evangelización; ésta no sería comple-ta si no tuviese en cuenta la mutua conexión quese presenta constantemente entre el Evangelio yla vida concreta»7.

R E L I G I Ó N

ACONTECIMIENTO 10310

. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Principio de Subsidiaridad, p. .. Los Laicos y la Cuestión Social. Dignidad, Subsidiaridad y Solidaridad, p. .. Signo de los Tiempos «¿Qué futuro para México?» Sep. , p. .. Compendio de la Doctrina Social Cristiana. Conferencia del Episcopado Mexicano. Doctrina Social, evangelización y promo-

ción humana, , Cfr. Pablo VI Exh.ap. Evangelii Nuntiandi, .

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R I N C Ó N B I B L I O G R Á F I C O

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El lector que emprenda laaventura de leer El esplendordel mundo se va a ver, en pri-mer lugar, ante el plantea-miento firme de una tarea obli-gada. Necesaria. Porque va atoparse con las grandes cues-tiones que nos azotan hoy, yque seguramente le venían in-quietando cada vez más, altiempo que las venía pensandoa solas o comentando con losamigos más amigos, no sin unbuen grado de desconcierto. Yes que estamos ante un librovaliente, en el que el autor, per-mítaseme la expresión castizay algo irreverente para lostiempos que corren, «coge altoro por los cuernos».

Lo que plantea Vicente Ra-mos en su Esplendor delmundo es precisamente el re-descubrimiento de la hermo-sura del mundo y de la gran-deza del hombre —noignorando, desde luego, susmiserias, que tanto y con tanto

realismo considera en estaspáginas—, porque no deja deser cierto que hemos llegado auna suerte de barbarie: «bar-barie progresista», dirá el autor,impregnada además de un ca-tarismo cuya primera caracte-rística es el odio al hombremismo y a la vida, y a cuantode hermoso ha producido elser humano a lo largo de la his-toria, consiguiendo así ocultarla belleza del mundo y de laspersonas, que es justamentelo que el autor cree que hayque recuperar con urgencia, enuna suerte de redescubri-miento de la propia esencia hu-mana.

Y, junto a esto, el libro invitaa resistir; a resistir con lucidezy a pensar el desastre en elque estamos, reconociendoque lo que parecía ser la tomade las riendas de un mundodecente, tras los horrores delsiglo pasado, se ha venidoabajo, como han mostradoacontecimientos como losatentados del 11 de septiem-bre de 2001 en Nueva York odel 11 de marzo de 2004 enMadrid, las matanzas de cris-tianos en tantas partes delmundo, o los descalabros eco-nómicos cargados de inmorali-

En tiempos que favorecenmuy poco el apasionante que-hacer de la lectura, esta Apo-logía del libro es un regalo queCarlos Díaz hace a los lectoresde la colección Persona.

Leer es una aventura de losadentros, de la que se olvidahoy la mayor parte de nues-tros contemporáneos, pese aque en la cantinela de la co-rrección política todavía con-viene hacer alarde de ser lec-tor, pero lector de cualquiercosa —ahí está la trampa—, ytambién cada vez menos. Sa-bemos, y el autor de este libro

lo subraya en cada página, quelos libros son imprescindiblespara ser personas, con lo quelas preguntas sobre el particu-lar comienzan a encadenarse:¿De qué será síntoma, enton-ces, este olvido de la lectura alque estamos asistiendo? ¿Deldescuido de la dimensión inte-rior, que es el centro mismode la persona? ¿Del imperio deuna tecnología, no sé si endio-sada —pero sí endiablada—,que va dejando de ser mediopara convertirse en fin, y un fincada vez más servilmente re-verenciado? ¿O será sencilla-mente el fruto amargo de estedrama de la pérdida de identi-dad cultural, producto de tan-tos «post» de algo, que en mu-chos casos han llevado aolvidar la referencia inevitable

del «¿de dónde venimos?», yborrado, como se deriva de talhecho, ese ser «futurizos» porel que nos caracterizamos laspersonas? Preguntas queabren muchas otras, y llaman aestar alerta ante el estado decosas en el que nos hallamos,y a las que este nuevo libro deCarlos Díaz trata de dar res-puestas cargadas de realismoy de buen humor.

Nos envuelve un ambientecultural desarraigado, en el quela interpretación de los hechosviene a suplir dramáticamentea lo real mismo, sin que se seamuy consciente de ello. Anteesta traición a la verdad, CarlosDíaz invita a ir a lo verdaderosin temor, a darnos cuenta desi merece la pena aquello en loque creemos, y a acometer un

hondo ejercicio de fidelidad yde coherencia, dejándonos deciertas metafísicas y evitandocaer en la servidumbre de al-gunas «inidentidades», o en latrampa de las propias limita-

dad, que no hacen más queevidenciar que «los bárbarosestán aquí» y que la crisis delespíritu en la que andamos es,sencillamente, colosal.

Por las páginas de este li-bro, escrutador valiente de unarealidad innegable, claro y con-tundente donde los haya, cir-culan muchos autores que si-guen invitando a pensar hoy, ya hacerlo en profundidad; por-que pensar con lucidez es laprimera tarea moral de cual-quier hombre que habita unmundo contra el que se atentasin descanso. Y a lo que el au-tor invita ante todo es a aban-donar un pensamiento insta-lado en la muerte de Dios—con la consiguiente muertedel hombre— y a plantear ensu hondura las grandes pre-guntas y los eternos proble-mas del hombre, necesariospara hallar de nuevo el gozode sabernos criaturas huma-nas y recuperar la confianzaen nosotros mismos. Es unamisión que el autor propone atodos, pero muy especial-mente a los cristianos, queson blanco principal de estabarbarie y los principales im-plicados —aunque no los úni-cos, naturalmente— en este

pensamiento de resistenciaque estamos obligados a llevara cabo, en medio de tantas de-vastaciones. Ernst Bloch, aquien Vicente Ramos ha dedi-cado numerosos estudios,Horkheimer, Adorno, Facken-heim, Hannah Arendt…, perotambién René Girard, SimoneWeil, Joseph Ratzinger o JoséJiménez Lozano, entre tantosotros, son interlocutores delautor, y con ellos van a encon-trarse los lectores. Con talelenco de autores grandes, ellector comprenderá que estáante un libro necesario. Quienesto escribe lo calificaría in-cluso de increíble, porque pa-rece mentira que alguien sehaya lanzado a decir las cosascon semejante claridad.

«Nuestras sociedades ynuestros Estados —escribe Vi-cente Ramos— están en ma-nos de aquellos marineros bo-rrachos de que hablaba Platón,que están a punto de hundir lanave…» (p. 149). Se trata de to-mar el timón del barco, con se-renidad, convencimiento y es-peranza. Y de pensar. Y de creer.Y de hacer. Para acabar de unavez con tanta bruticie, y con es-tupidez tan alta y peligrosa.

Carmen Herrando

Apología del libro,

Carlos Díaz.

Fundación E. Mounier, colección

Persona n.º 41, Madrid, 2012

El esplendor del mundo.Ensayo de un pensamientode resistencia,

Vicente Ramos Centeno.

Biblioteca Nueva, Madrid, 2012.

171 páginas.

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Trece viajes diferentes consti-tuyen este libro que se aven-tura en viajar con intensidad yhondura, y por ende, como nopodía ser menos, en hablardesde sí mismo, pues no hayautobiografía que no sea ma-nera de viajar, ni viaje verdade-ro que no sea autobiográfico.Esta es una gran lección ya desuyo. Por lo demás, no hay au-tobiografía que no sea biogra-fía de todo y de todos, paisajey paisanaje, arte e historia, an-

tropología y sabiduría. JoséLuis Rozalén, claro está, refle-ja en estas hermosas páginasdidascálicas no sólo su propiacondición de catedrático, sinotambién su condición de discí-pulo de la Institución Libre deEnseñanza, prolongador de lasabiduría y de la bonhomía deGiner de los Ríos y de Cossío.

José Luis Rozalén escribesiempre sus libros, ya sean fi-losóficos, educativos o lingüís-ticos con el lenguaje de un hu-manista poético, con esetoque inconfundible inspiradoen las raíces cristianas e ilus-tradas en línea de la mejor tra-dición filosófica de la filosofíaespañola, que intenta ser pro-funda sin perder la claridad.

Viajar es vivir —con otroacento—.

José Luis Rozalén.

Editorial: Bohodón Ediciones

Madrid, 2011. 378 páginas

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ciones… El autor nos invitamuy directamente a «despre-cintar la verdad», esa «palomamensajera» que denuncia, altiempo que anuncia, y que nodeja, por lo mismo, de engen-drar una dimensión relacional,como presencia comunicadoraque es.

Apología del libro consta deseis capítulos en los que al au-tor le acompañan sus propiaslecturas, que van desde Mon-taigne hasta Machado, desdePaul Valéry hasta Juan RamónJiménez, pasando por Gracián,Clarín, Pessoa o Albert Camus,Séneca, Isidoro de Sevilla, ytantos otros, aunque la centra-lidad la tengan don Miguel deUnamuno, Platón, Aristóteles,Cervantes, y hasta algunos au-tores orientales de raíz taoísta.Quedan muchos por nombrar,pero el lector los descubrirácuando se adentre en la aven-tura de este libro defensor delos libros.

Carlos Díaz explica cómo veél mismo al libro: como re-nuevo que brota del mismo li-bro de la vida, pero tambiéncomo «ínsula de utopía», o

como un «jardín sagrado», re-gado muchas veces con la san-gre misma del escritor… Haceasí un elogio del libro, que de-fiende frente a amenazas detodo tipo, pero sobre todo delos dardos envenenados queprovienen de los enemigosque fingen complicidad y cer-canía. El autor ofrece tambiénun capítulo sobre su propia es-critura, donde entrega al lectorsu experiencia personal en elejercicio de escribir, confe-sando, además, algo que a nin-gún lector suyo le resultará ex-traño: que no puede evitarescribir. Esta inevitabilidadtiene, naturalmente, que vercon su vocación. Y porque esasí, sus lectores sabemos quemuchas veces se da en nues-tro autor una renuncia personala un estilo propio, a favor, pre-cisamente, de tantos desfavo-recidos ante quienes llega a«hacer concesiones por amoral prójimo». Esto le ha conver-tido en el autor más censuradode España, hecho que hablapor sí solo.

Encontramos también uncapítulo centrado en la creati-

vidad, en cómo escribir. Porsus páginas desfilan, entreotros, autores orientales demuy diversas épocas, como eltaoísta Lu-Chi, que dice que laescritura es una alegría y tam-bién fuente de la virtud. Y senos habla también del don deuna triple mirada: la mirada so-lidaria, la mirada del dolor y,cómo no, la mirada laboriosa.Los capítulos finales tratan so-bre la esencia de la palabra, elmeollo de la comunicación y lanecesidad de que la escriturasea escritura «limpia», sin ad-jetivos que la encorseten de-jándola a merced de la desper-sonalización.

La palabra es para CarlosDíaz, como lo fue para Ortega,un sacramento, una presencia,el basamento de un edificioque albergará a mucha másgente, un pilar fundante queno sólo anuncia, sino que tam-bién denuncia, a la vez quepone los cimientos para edifi-car la comunidad: te doy mi pa-labra es mucho más que uncompromiso; porque, comodecía Emmanuel Mounier, laexperiencia fundamental no

consiste en la originalidad, enla reserva circunspecta o en laafirmación solidaria, sino en lacomunicación, que es la quelogra la comunidad, desta-cando así la condición sinér-gica de toda palabra.

Pero la palabra, según nues-tro autor, no deja de ser el lo-gos que era «en el principio», ypor el que «fueron hechas to-das las cosas», porque a Él está«re-ligado» el hombre, de raíz.Y su composición creativa,cuando su referencia es la Ver-dad, es «como una punzada im-prevista que desgarra el almaadormecida», como decía sanGregorio Magno, algo que hiereen lo más íntimo, y que muevea un cambio de vida, como mo-vió el corazón de san Agustínobedecer a aquellas palabras—«Tolle, lege»— que fueron elpreámbulo de su conversión.Porque no se puede prescindirde la acogida personal de la pa-labra, una aventura personalque se abrirá a otros… Esta es,pues, la experiencia que reme-mora y nos brinda este nuevo li-bro de Carlos Díaz.

Carmen Herrando

Que intenta y que consigue:«En realidad —responde auna reciente entrevista—-siempre me he sentido y mesiento profesor, maestro, queha intentado, modestamente,sembrar alguna idea, algunasensibilidad, algún sentimien-to en el alma y en la mente demis alumnos. El escribir esuna prolongación necesaria deesa vocación filosófica y edu-cadora. Para mí la filosofía de-be ser ‘paideia’, educación éti-ca y estética… Para viajar,creo yo, no hace falta muchodinero, ya que ser viajero noes ser turista, sino inquietudintelectual y estética, ganasde aprender y de soñar».

Carlos Díaz

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Cartas a unasociedaden crisis

Análisis

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Querido amigo lector:

Con frecuencia nos lamentamos de no recibir car-tas a Acontecimiento por parte vuestra, cuando la vo-cación de esta revista es iniciar un diálogo sincero so-bre lo que nos conmueve o nos debería conmovercomo personas comprometidas. Por eso, en esta oca-sión, hemos tomado la iniciativa y nos hemos pues-tos a escribir cartas dirigidas a diversos sectores de lasociedad española con la esperanza de recibir unarespuesta, si no de ella, al menos vuestra.

Nos hemos inspirado en el número 26 de Aconteci-

miento (enero-marzo de 1993), hace casi 20 años,cuando una fuerte crisis internacional y española aso-laba nuestra sociedad. Existe una gran diferencia en-tre ambas crisis, aquélla, más intensa, pero más cor-ta, comenzó a remontarse en 1996, mientras la actualha ido agudizándose cada vez más, sin que se vea to-davía la salida y siendo previsible -para algunos- suprolongación y agravamiento.

El convencimiento del que partimos es el de quetodos debemos hacernos responsables de la crisis,independientemente del grado de culpabilidad quepodamos admitir para nosotros mismos. El daño queha causado a millones de personas no puede sernosindiferente. Es hora de pedir responsabilidades aquienes las tengan, pero también de examinar sinuestras propias actitudes como ciudadanos, trabaja-dores o en cualquier otro rol social que desempeñe-mos, no han contribuido por acción u omisión a crearel caldo de cultivo de esta crisis.

Por eso, sin olvidar que nuestra referencia es el serhumano que vive en la precariedad permanente, queél nos da la medida objetiva de esta crisis, y que fren-te a él hemos de justificarnos, ponemos ante nuestramirada a un niño africano. Él, cuyo futuro a largo pla-zo es el día siguiente y su horizonte de expectativasla mera supervivencia, es quien, con la magnitud desu tragedia, mide nuestros dramas.

En las cartas que siguen interpelamos, en primerlugar, a quienes creemos que tienen una mayor res-ponsabilidad en el desastre actual (políticos, banque-ros, empresarios…), para después preguntar a aque-llos que más sufren. Además, no hemos perdido devista algo que nos parece crucial: la crisis actual, sien-do una crisis económica, es mucho más que unamera crisis económica, es una crisis social y es, so-bre todo, una crisis del hombre que se aferra a unosvalores materialistas y a las formas de existencia quese sustentan en ellos.

Como aspiramos a que la lectura sea el inicio de undiálogo, y ambos los prolegómenos de la acción, megustaría dirigirte algunas preguntas para arrancar esedebate y, tal vez, una carta en la que nos dejes oír tuvoz. Ahí van:

¿Vives la crisis en tu propia carne? Si no es así, ¿te1.afecta realmente la crisis de los otros? ¿En quéconsiste de manera concreta esa crisis, cuálesson los hechos en los que delata su mordedura? En lo económico, en lo político, en lo social y cul-2.tural, ¿cuáles son los hechos más destacados yrepresentativos de lo que es la crisis?¿Quiénes son los responsables máximos de la3.crisis? ¿Quiénes son sus víctimas? Entre unos yotros, ¿qué cuota de responsabilidad tienes queasumir personalmente?La crisis se manifiesta como una parálisis: con-4.gelación del crédito, inactividad, desempleo...¿Té paraliza a ti también? Si no es así, ¿te mue-ve a hacer algo? ¿Qué haces y qué estarías dis-puesto a hacer, personal y colectivamente?La parálisis del pensamiento es particularmente5.desesperanzadora, cuando pensar no cuesta di-nero, aunque sí tiempo y esfuerzo. Las ideas sonun capital esencial al alcance de cualquiera: ¿tie-nes alguna idea que ilumine el túnel por el quetransitamos? Comunícanoslas, por favor.

Un cordial saludo, compañero

P R E S E N T A C I Ó N LUIS FERREIRODirector de Acontecimiento

Análisis103

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Querido amigo,

En primer lugar, disculpa que no sepa tu nombre, solohe visto tu imagen en una foto. Tampoco sé gran cosade tu país, ni siquiera de África. Por mucho que nos re-pitan que vivimos en un mundo globalizado, ignoramosla suerte de la mayor parte de los habitantes de nues-tro planeta. Desde Europa podemos tomar un avión ycruzar el océano en unas pocas horas, sentimos queestamos muy cerca de los que antes estaban lejos.Pero a los pobres siempre os veremos lejos, porque asíduele menos, por más que a tu país se puede volardesde España en menos tiempo que a Nueva York.

Hace algunos años que no escribía una carta, aun-que cada día escribo un puñado de correos electróni-cos. No sé si alguna vez has enviado un correo elec-trónico, posiblemente no tengas siquiera una cuenta,a pesar de que no se puede decir en justicia que seasajeno a estas tecnologías, pues la exportación del col-tán, presente en nuestros aparatos electrónicos, fi-nanció la guerra de tu país. Es duro nacer en una gue-rra, pero peor sin duda es morir en ella. Así que, dentrode lo que cabe, de momento te ha ido mejor que a losmás de cinco millones de muertos que dejó este ge-nocidio. ¿Pensabas que no lo sabía? Tal vez creyerasque si en el primer mundo conociéramos el drama detu país, nos negaríamos a usar tecnología de la que notuviéramos certeza de que ha sido producida sin ningúntipo de mano de obra infantil, desde la obtención dematerias primas hasta el ensamblado. Pero la desgra-cia es que todo esto lo sabemos, pero preferimos mi-rar para otro lado.

En el primer mundo últimamente sólo hablamos dela crisis, de la que decimos que comenzó hace cuatroaños. Hacemos bien en protestar, porque por la codi-cia de unos pocos podemos perder no sólo una buenaparte del bienestar al que nos hemos acostumbrado,sino derechos importantes que en muchos casos hansido resultado de generaciones de lucha. Pero peca-mos por mirar exclusivamente nuestro ombligo. ¿Quéson cuatro años de crisis o cinco millones de paradosfrente a mil millones de personas que pasan hambre,

o cuatrocientos millones de niños esclavos como tú?Nuestra crisis pasará, pero la vuestra seguirá. Ahoraque nosotros estamos en crisis, aunque la falta de se-guridad que sufrimos sea una pequeña parte de loque vive tu pueblo, podemos aprender algunas cosasde vosotros. La lección más importante que podríamossacar de esta crisis es que no necesitamos tantas co-sas para vivir como hemos creído los últimos años, quela felicidad no es directamente proporcional a lo queconsumimos.

Hace doce años, cuando aún no habías nacido, enel primer mundo no se hablaba de la crisis, aunque mu-chos avisaban de las consecuencias que podrían tenernuestros excesos. Entonces, en el año 2000, los paí-ses de la ONU redactaron, a bombo y platillo, los Ob-jetivos del Milenio. De habérselos tomado en serioahora no estarías trabajando, sino en una escuela ter-minando tu educación. En sólo doce años, estos paí-ses han pasado de pretender (o pretender hacernoscreer que pretendían) la educación universal para 2015a declarar que «las esperanzas son cada vez más dé-biles de que en 2015 se logre la educación universal,a pesar de que muchos países pobres han hecho tre-mendos avances», como ahora dicen en su web. ¿Porqué son débiles las esperanzas? En realidad, para quepuedas tener una escuela y vivir dignamente lo primeroque tenemos que hacer es dejar de apoyar a los queos explotan, dejar de financiar vuestra miseria. Tu pue-blo es capaz de hacerlo, siempre que no intente imitarlo peor del primer mundo. Y por supuesto, los paísesricos tenemos recursos económicos y conocimientode sobra para apoyaros. Pero buscamos mil excusaspara no actuar con valentía. Parece mucho reunir50.000 millones de dólares para erradicar el hambre enel mundo, pero sin embargo, eso es sólo el 1,08% deldinero que los países del primer mundo han dedicadoa rescatar a sus bancos desde el inicio de nuestra cri-sis. Solo a Bankia, el Estado español va a inyectarle degolpe la mitad de ese dinero. Y muchos ciudadanosasumimos los recortes necesarios para que nuestro

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CARTA A UN NIÑO AFRICANO

FERNANDO SOLER TOSCANOSecretario de Acontecimiento

Análisis 103

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narlos, aunque debes tener tus sueños. Tal vez te plan-tees venir al primer mundo. Si así es, ojalá para en-tonces encuentres países con los brazos abiertos, aun-que ya sabes que, hoy por hoy, no os lo ponemos fácila los africanos. Desde luego que me gustaría verte enEspaña, siempre enriquece la llegada de personas lle-nas de fuerzas e ilusiones. Pero no todos lo ven así. Enel mejor de los casos, tendrás que superar una autén-tica carrera de obstáculos burocráticos, difícil inclusopara un español. En el peor de los casos, si vienes deforma irregular, te juegas tu propia vida, o caer en ma-nos de mafias que te devolverán a la esclavitud hastapagarles el último céntimo. Pero aún así, encontrarásgente buena dispuesta a ayudarte. Comprendo que sivienes a España te preocupes en primer lugar por ayu-dar a tu familia. Pero no dejes de formarte para que undía puedas regresar a tu pueblo y trabajar por él. Por fa-vor, exígenos que en el IEM sepamos ayudarte a en-carnar el personalismo comunitario en las situacionesde tu pueblo. Si nuestro pensamiento no sirve paraabrirte camino y nuestra comunidad no es capaz de tra-bajar contigo, habrás acudido a nosotros en vano. Perocreemos que el pensamiento de Mounier está vivo yte podrá ayudar.

También puedes quedarte a trabajar por tu país. Sibien estaría encantado de que vengas a España, no dejade ser una lástima que un joven lleno de energía se mar-che de su país. Si los mejores os vais, difícilmente va amejorar vuestra situación. Eso sí, en caso de quedarteen tu país, procura no acabar abusando de otras per-sonas. Sabes que quien te compró a tus padres habíasido un niño esclavo como tú, que no tuvo escrúpulosen continuar la cadena de abusos. No debes culparlo,cuando se impone la ley del más fuerte es difícil salir deella. Pero tú no caigas en eso. Tal vez los pecados de losdirigentes del primer mundo y los del tercero no sonmuy distintos, los que tienen el poder se cuidan más desí mismos que del pueblo al que deberían servir. Y losque no tenemos poder, si tenemos la oportunidad, bus-camos protegernos a nosotros mismos sin querer verlas consecuencias que nuestra conducta puede tenerpara otras personas. Por eso decía Mounier que «la re-volución será personal o no será».

Pero también decía Mounier que será comunitaria ono será. Trabaja por tu pueblo, puedes colaborar paraque otros no tengan que pasar las mismas circunstan-cias que tú. En el IEM estamos convencidos de que larevolución deberá hacerse en comunidad. Pero tambiénsabemos, por propia experiencia, lo difícil que esto re-sulta, por eso no te desanimes, alienta a tus compañe-ros para manteneros firmes y si conseguís salir de la es-clavitud, trabajad juntos para romper el desorden en quevive vuestro país.

gobierno pueda hacer estos desembolsos. ¿Es que nopodríamos asumir recortes para evitar que mil millonesde personas pasen hambre? Verdaderamente, no me-recemos que nos perdonéis. Los medios de comuni-cación seguirán presentándonos campañas solidariasa favor del tercer mundo, pero en el fondo no tienenotro objetivo que tranquilizar nuestras conciencias, quesigamos consumiendo lo que podamos sin remordi-miento.

Quiero que sepas también que en el primer mundono todos ignoran tu situación. Aunque muchas vecesnuestra conducta está lejos de nuestros ideales, en elInstituto Emmanuel Mounier tenemos claro que nues-tro personalismo comienza en el más pobre, nuestrodiscurso sobre la persona no puede separarse de la ac-ción a favor de los empobrecidos. Nosotros tenemosesperanza en que es posible vencer al desorden esta-blecido, seguimos creyendo en la revolución. Peropara eso te necesitamos a ti. Sí, necesitamos que ten-gas esperanza en que puedes cambiar la situación detu pueblo. ¿Cómo podríamos ayudarte? Pienso que talvez podemos comenzar por controlar de dónde vieneny cómo han sido hechos los productos que consumi-mos. Parece difícil, por ejemplo, que renunciemos anuestro teléfono móvil, o a nuestro ordenador, a losque nos hemos acostumbrado en menos de veinteaños, parece que no podemos vivir sin ellos. Desde tuingenuidad infantil tal vez pienses que si en el primermundo supiéramos que nuestro teléfono móvil, o el ca-cao que consumimos, son producto del trabajo infan-til, y viéramos las condiciones en que trabajas, renun-ciaríamos a ellos. Alguna gente lo hace, pero no es unaopción mayoritaria, no creo que podamos ni siquiera pa-sar un día sin teléfono móvil, por mucho que miles deniños os dejéis la vida en las minas.

Pienso que algún día terminará tu esclavitud, y po-drás disponer de tu propia vida. Tal vez te parezca queasí te vas a parecer un poco más a los jóvenes del pri-mer mundo, pero no, no te creas que nosotros dispo-nemos de nuestra vida lo que deberíamos. También es-tamos esclavizados por muchas cosas. Aunque no te locreas, la abundancia puede llegar a esclavizar. Al finalterminamos haciendo lo que la sociedad espera que ha-gamos, lo que nos impone la moda, lo que dicta lo po-líticamente correcto, lo que en este momento nos ape-tece… Es esclavitud, aunque no la podemos comparara la tuya, desde luego. Por eso, tal vez, nos da másmiedo la posibilidad de que comencemos a decrecer,nos asusta tener que prescindir de muchas cosas que,siendo superfluas, nos parecen imprescindibles.

Así que si logras vencer tu esclavitud, toma las rien-das de tu vida y aprovecha cada momento. ¿Tienes yaplanes de qué vas a hacer? Me resulta difícil imagi-

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Querido amigo,

Me encargan redactar el duro pliego de cargos que re-caen sobre ti en cuanto político de derechas. Lo harésin renunciar a la amistad cívica, aglutinante indispen-sable de la polis. Sé de tu primitivo amor por la ciudady de tu sincera generosa entrega inicial al bien común.Sé que puedo ser injusto al hacerte destinatario per-sonal de unas soflamas que podrían dirigirse, sin de-masiada injusticia al conjunto de quienes ocupáis, aun-que no os guste veros así señalados, el lugar de laDerecha. Y puesto a denunciar tus pecados de políticode derechas no dejaré de empezar por los que com-partes con todos los demás, cualquiera sea su ubi par-lamentario.

La diferencia fundamental entre los políticos, al igualque entre los ciudadanos del común, no es —dijouno— la que os divide en derechas e izquierdas, sinola que se da entre decentes e indecentes. Pero resultaque tal distinción no se daría entre quienes integráis la«casta política», si fuera verdad que de semejanteconjunto, según muy extendida opinión, están exclui-dos «por definición» precisamente los decentes. «En-tonces, ¿tú crees que para ser político es necesario serun sinvergüenza? » —oí que preguntaba alguien a sucompañero de barra en aquel bar—. «¡Hombre!» —contestaba el otro— «no estrictamente necesario, perosí muy conveniente». Como ves, sois los publicanos ypecadores de nuestra sociedad democrática, fácilblanco del desprecio, del desahogo, de la indignacióny de la envidia que suscitan los privilegiados. Dema-siado fácil ese discurso contra los políticos. Pero el quemuchos os tengan por casta despreciable digna de to-dos los dicterios, no impide que la política sea «arte no-ble y difícil». Habría, en todo caso, que distinguir entredignidad de la política, pináculo de la ética, e indignidadde los políticos, al modo como Berdiaeff distinguieraentre dignidad del cristianismo e indignidad de los cris-tianos. En realidad, las mismas invectivas que recibísson un reconocimiento ex reverso de la alta conside-ración que merece la política. Teneros por lo peor equi-

vale a reconocer que sois lo mejor si bien en hediondoestado de putrefacción (Corruptio optimi, pessimum).Y bajo la férula de un tirano sin duda os echaríamos demenos aun con toda vuestra corrupción. Sí. Lo quepasa es que una situación «democrática» en descom-posición político-moral tiene un infalible «efecto lla-mada» precisamente para poner en marcha los zapa-tazos del salvador que se presentaría populistamenteaplaudido para limpiar tanta podredumbre. Habrá quefustigaros para que no nos pisotee a todos el dictador.Pero ¿quién soy yo para denunciaros a los políticos,cuando, en la seguridad de mi pequeño rincón (aureamediocritas), por mantener las manos limpias las cie-

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CARTA A UN POLÍTICO DE DERECHAS

TEÓFILO GONZÁLEZ VILAMiembro del Instituto E. Mounier, Madrid

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res comunes los de la libertad, la igualdad, la justicia,el pluralismo…, la diferencia entre la izquierda y la de-recha no puede estar en que la primera proclama y lu-cha por esos valores y la derecha los niega o los sub-ordina a contrarios intereses particulares. Tal sería ladiferencia entre demócratas y antidemócratas. Lo es-pecífico de la derecha y de la izquierda habría de si-tuarse en el mayor o menor énfasis que ponen enunos u otros de esos comunes valores y sobre todo enlas diversas propuestas prácticas para hacerlos reali-dad. Y no cabe esperar más profundas diferencias si setiene en cuenta, además, que en nuestro ámbito geo-político Izquierda y Derecha estáis todos instalados enel consenso socialdemócrata (Dalmacio Negro), en laaceptación y gestión de la Economía en términos quehagan posible un bienestar suficientemente somní-fero para que ni siquiera se active el potencial de re-belión de quienes, amputadas ya las gónadas emanci-patorias, no llegan a advertir felices su condición deeso: de esclavos felices. En esto estáis todos a lomismo: entregados al culto del becerro de oro.

Os movéis todos sobre la misma plataforma cultu-ral, axiológico-moral. No sois sino variaciones sobre elmismo tema. Hacéis posible la alternancia pero no po-déis ofrecer una verdadera alternativa. Parece, contodo, que la Izquierda no acepta que esto sea así. Y hasido la más solícita en afirmarse con llamativas señasde identidad o la más diligente en la tarea de reposiciónde insignias tras haber perdido el color las suyas tradi-cionales. Ahora, por lo visto, ser de izquierda es pro-fesar la ideología de género, estar a favor del aborto-de-recho, de la eutanasia-libertad, de la disoluciónpartenogenética de la Nación en naciones, la volunta-rista alegre afirmación de la sostenibilidad del disfruteinsostenible… ¿Por qué todo esto? Quizá porque esoes hoy lo progresista. Y eso es lo progresista porque es—en esto se equivocarían—lo nunca visto… En todocaso, la Izquierda se siente todavía depositaria de lautopía, ataviada con todos los ideales de la justicia, laigualdad, la tolerancia, el progreso, que ha decidido ha-cer suyos en exclusiva… El perfil de la Derecha, encambio, en la visión social más extendida, es precisa-mente el que le traza la Izquierda por contraste con laimagen encantadora que ésta tiene de sí misma. Segúnesa concepción, y sin que los defensores de semejanteesquema se ruboricen al sostenerlo ni sus víctimas lorechacen, la cosa está clara: Izquierda, buena, buena;Derecha, mala, mala. En esa imagen que la Izquierdaproyecta de la Derecha, ésta no sólo es cerril, intole-rante, involucionista, egoísta sino estúpidamente cri-minal pues, al parecer, le gusta concitar contra sí el odiopopular y se goza, por eso, sádicamente en pisotear losderechos de los más necesitados, dejar a los niños sin

rro vacías, sin tenderlas a otros, sin tratar de limpiartanta porquería como digo que hay, cuando, con no me-terme en política, hago la de conservar el desorden es-tablecido, en el que no me va tan mal…? Todo eso esverdad, pero nada de eso me deslegitima para hacerpor lo menos la política de criticaros a los políticos.

Entre vuestros pecados comunes está el autismocolectivo arjimaníaco: «encerrados con un solo ju-guete», con el juguete y juego del poder, el de cogerlo,no perderlo, perdéis el sentido de la realidad y con él,en último término, el poder mismo… El afán por el po-der os hace caer en la tentación de dar por buenos cua-lesquiera medios que os garanticen su logro. Y entreesos medios ocupa lugar central la mentira: perma-nente tentación en la que tan fácilmente caéis. Men-tís todos de ordinario, «de oficio». ¿Por qué tanto to-dos? ¿Por nuestro bien?

Más: la comunidad de vuestros intereses, en cuantomiembros no ya de una clase sino de una «casta», estápor encima de vuestras diferencias políticas y explicaque, a pesar de éstas, os entendáis unos con otros mu-cho mejor que cada uno de vosotros con quienes,desde fuera de ese club, son vuestros afines y votan-tes. No son necesarias largas negociaciones para quecerréis filas a la hora de mantener e incrementar vues-tras prebendas. Ese autismo es aún más intenso den-tro de cada partido y en el subconjunto constituido porlos integrantes del aparato. Vuestras filias y fobias in-ternas os ciegan en la asignación de responsabilidadesaunque eso os acarree el descalabro electoral.

En la medida en que participáis del poder experi-mentáis todos el afán de controlarlo todo. Una cosa esgobernar y otra ese afán compulsivo de control y do-minio aun sobre las zonas más íntimas de la vida, congrande quebranto de la libertad. Derecha e Izquierdahan de definirse por el contenido de sus objetivos y pro-puestas. Pero referida esa distinción a actitudes, demodo que ser de izquierdas significara estar de partede la libertad antes que del poder y ser de derechasconsistiera en estar del lado del poder antes que de lalibertad, todos sois de derechas cuando estáis en po-sesión del poder y de izquierda cuando aspiráis a con-quistarlo. Y frente a todos hemos de repetir —permí-teme hacerlo— que el que manda se desmanda y hayque teneros bajo vigilancia…

Y común os es a todos los políticos el más grave pe-cado específico que podéis cometer, el de torcer el De-recho: desviar la ley del bien común y doblarla hacia elinterés particular, personal o partidario: corruptio in le-gislando.

Al denunciar tus pecados específicos de político dederechas, tendría que tener claro qué es ser de dere-chas. En un sistema democrático en el que son valo-

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rioridad que por contraste exhibe a vuestro lado. Y cu-riosamente el conjunto de nuevas señas con que la Iz-quierda se identifica es para vosotros lo progre comúnque no podéis dejar de asumir con frívola iconoclasiade cuanto hasta ahora os merecía respeto. Se explicaasí el curioso fenómeno de la Derecha progre queacepta su inferioridad ideológica y sigue simiesca-mente los dogmas amparados por la infalibilidad de laIzquierda. Y no te acusaré de traicionar determinadosvalores fundamentales por no favorecer el error de queson los propiamente vuestros, de derechas. En todocaso, junto, frente, a la derecha de los intereses nodeja de haber quienes profesan, sin vergüenza alguna,una derecha de los valores…

Perdona el cruel resumen: Tenéis todos los vicios decuantos integráis la casta política partitocrática más lavagancia intelectual, la anemia idearia, la pobreza dia-léctica, el servilismo cultural ante la izquierda… El co-yuntural respaldo electoral mayoritario, expresión delrechazo a otros, no será muy consistente y duraderobajo la incesante lluvia fina de una desafiante cultura deizquierda que os empapa a vosotros mismos, incapa-ces de decir por qué sois de derechas y, avergonzadosde serlo, obsesionados por presentaros como centromediante el fácil expediente de cubrir las orondas ver-güenzas de vuestra derechía con vuestra liviana caca-reada progresía en cuestiones de fe y costumbres. Al-gunos de los tuyos se esmeran en este simiesconumerito con ridículo virtuosismo exhibicionista. No te-néis vergüenza cuando tanta os da ser lo que sois.Tenla tú. Vergüenza. Afirma: verás el miedo que lesdas. Puedes hacer mucho… Vale.

escuela y empujar a la tumba a los míseros viejecitosque no podrán ya adquirir esas pastillitas que les man-tienen con vida… Los más elementales maniqueos, allado de estos expeditivos portavoces, serían unos vir-tuosos del matiz y el claroscuro. Pero lo más signifi-cativo está en que esa simplista visión maniquea, pre-cisamente por su simplismo, funciona con tal eficaciapropagandística que los de Derechas en su mayoría pa-recéis aspirar solamente a que no se os tenga por tanmalos, ya que sois, en realidad, tan buenos y progre-sistas como los de Izquierda, según os desgañitáis ri-dículamente en gritar.

Os refugiáis en que lo importante es la economía.Sin embargo, aun los menos exquisitos saben, aunqueno sepan decírselo, que no sólo de pan vive el hombre.La Izquierda «profunda», aunque no lo sepa ni lo se-páis, mantiene un discurso teológico, ofrece la salva-ción. Se explica que vea en la Iglesia su verdadero ene-migo. Cuando una vez cierto progre con aires deintelectual explicitaba la radical oferta soteriológica ynos decía que el objetivo de la Izquierda es el de lle-varnos a todos ¡la felicidad!, fue un consuelo oír cómose pusieron a gritar los hombres libres en defensa desu ¡derecho a la infelicidad! Quizá lo mejor de la De-recha está en que se desentiende de tamaña ambicióny, por eso, cuando es democrática es más democráticaque la Izquierda cuando es democrática ya que ésta se-guirá queriendo salvarnos «por las buenas». Pero a lavez vuestro desinterés por las cuestiones «transcen-dentes» o, si quieres, antropo-morales explica vuestramanifiesta inferioridad ideológica y cultural frente a laIzquierda a la que le concedéis de antemano la supe-

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Despreciable político de izquierdas:

Disculpe usted si comienzo con un encabezamien-to tan poco benigno, pero no puedo albergar respec-to de su comportamiento sentimientos más noblesen este preciso instante. Soy un simple ciudadano.Podría decir con Pío Baroja lo siguiente: «La idea deque no seré nunca nada está muy arraigada en mi es-píritu. Está visto, no seré diputado, ni académico, niCaballero de Isabel la Católica, ni Caballero de indus-tria, ni concejal…Y, sin embargo, cuando se pasan loscuarenta años, cuando el vientre empieza a hincharsede tejido adiposo y de ambición, el hombre quiere seralgo, tener un título, llevar un cintajo, vestirse con unalevita negra». Tampoco tengo grandes esperanzasrespecto de la clase a la que usted pertenece. Meacerco a los setenta años y creo haber vivido todoslos dolores posibles causados por ustedes en el cuer-po social.

Cuando éramos jóvenes universitarios, ustedeseran hijos de papá y nietos y biznietos de papá. Grita-ban contra la dictadura, se acostaban con todas lasgentes que podían, y se autopresentaban como laúnica fuerza regeneradora de la historia. Todo lo queles rodeaba era supuestamente falso de toda false-dad: Iglesia, políticos, gentes de derechas. O uste-des, o el diluvio. Alguno de ustedes pasaron por co-misaría, fueron fichados e incluso encarcelados porun par de horitas. Con estas credenciales obtuvieronun gran curriculum que les sirvió para recabar en ade-lante medallas, cargos y honores. Ustedes, eran lagrandeza de la patria.

Con el curso del tiempo sin embargo, volvieron aser lo que llevaban en el Rh de su sangre: hijos, nie-tos o biznietos de burgueses. Ocuparon en cuantopudieron el sillón vacante del gobernador civil de tur-no. Se constituyeron así en nuevos burócratas con-servadores, enriquecidos, pretenciosos intelectual-mente, olvidando que el tiempo no es un reloj queconsume su arena sino un cosechador que ata su ga-villa: «Viejo burócrata, tu has construido tu paz a fuer-

za de cegar con cemento todas las salidas hacia laluz. Te has enroscado en tu seguridad burguesa, en-tre tus rutinas, en los ritos sofocantes de tu vida pro-vinciana. No quieres inquietarte por los grandes pro-blemas. Ya tienes bastante trabajo con olvidar tu con-dición de hombre. No eres en modo alguno elhabitante de un planeta errante, no te planteas pre-guntas sin respuesta. Tú eres tan sólo un pequeñoburgués de Toulouse. Nadie se preocupó de sacudir-te los hombros cuando aún era tiempo. Ahora la arci-lla de que estás formado se ha secado, se ha endu-recido. Y nada, en adelante, será capaz de despertartu músico dormido, al poeta o al astrónomo que qui-zás habitaba en ti en un principio» (Saint-Exupéry, A.de: Tierra de hombres. Ed. Plaza Janés, Barcelona,1967, pp. 197-198).

Las gentes de su clase son la quintaesencia delprincipio de Arquímedes, ese volumen que sumergi-do en la sociedad experimenta un empuje vertical yhacia arriba semejante al volumen de los cuerpos alos que desaloja. Lejos de ser como pretendía elhombre nuevo, no es más que el instinto del crepús-culo. Su tiempo no es otra cosa que un reloj que con-sume su arena, y no un cosechador que ata su gavi-lla. Su peso es un peso muerto, inercial, degradado,envilecido, la viva estampa del engaño con el que hadecepcionado a los pobres a cambio de asumir ellado malo o falso de la historia. Ante usted cabe pre-guntarse con Marcel Proust: «¿Cuál puede ser esedesconocido estado que no trae consigo ningunaprueba lógica, sino la evidencia de su felicidad, juntoa la que se desvanecen todas las restantes realida-des?». Y usted encarna la respuesta a esa preguntaen el terrible texto siguiente de Kafka: «Primero qui-so sacar de la cama la parte inferior de su cuerpo;pero aquella zona, que, además, no había visto nun-ca, y de cuyo aspecto, por tanto, tampoco podía ha-cerse una idea razonable, resultó ser demasiado pe-sada para moverse, la cosa marchaba muy lenta; y

CARTA A UN POLÍTICO DE«IZQUIERDAS»

CARLOS DÍAZ.Profesor de Filosofía, Univ. Complutense de Madrid

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es un nuevo día, sehan vuelto animales de

vino, de buen vino, decosecha, de añada, de bo-

rrachera de guante blanco.Su única preocupación es

dar consejos a los educadores para que se conviertanen burócratas y oficinistas con cargo al erario público.Esta es su elegía: después de tanto ambicionar, nadalate en aquellos sus presuntos corazones heridos.Han pasado de ser revolucionarios a pastores de bo-rregos esquilmados, ya no cantan más baladas ni ha-bitan en el exilio. Han convertido a los ciudadanos enexiliados sin canción. Ustedes no han hecho nada pornadie, antes al contrario, han deshecho a casi todos ytrocado la entera humanidad en un rencor nacionalis-ta cosaco. En el fondo del agujero estamos todos, na-dadores, piscina y vacaciones. Su única manera de lu-char contra la peste es expandirla. Su cuento ya notiene moraleja, es solo cuento. Serían incapaces deescribir algún salmo por el hombre. Mereces, políticoparásito de izquierdas hemipléjicas, una lección, perono estás dispuesto a aprenderla. En el día del de-rrumbe ya no dices bendita seas, prisión; eres unmonstruo. Eres un cobarde. Has pasado tanto por elaro que ya no tienes ninguna canción para después.Y, sin embargo, te gusta tu destino.

Un día también rezarás, rezarás una falsa oración,la del yo-mi-me-conmigo. Te has convertido de lacuna a la tumba en un himno a la precariedad. Des-cansa en paz, si puedes.

cuando, finalmente, mo-vido por una tremenda ex-citación, hizo acopio de todassus fuerzas para empujarse sin mira-mientos hacia adelante, resultó que había cal-culado mal la dirección, y se dio un tremendo golpecontra los pies de la cama: el ardiente dolor que ex-perimentó le enseñó que, en su estado actual, la par-te inferior de su cuerpo era, quizá, la más sensible. Envista de lo cual intentó sacar primero la parte superiorvolviendo cuidadosamente la cabeza hacia el bordede la cama. Lo consiguió también sin ninguna dificul-tad y, a pesar de su anchura y pesadez, la masa delcuerpo se deslizó finalmente en la dirección de la ca-beza. Pero cuando, por fin, consiguió sacar la cabezade la cama y sostenerla en el aire, le entró miedo deseguir resbalándose hacia adelante en aquella posi-ción, pues si al final se dejaba caer tal y como estaba,tendría que ocurrir un verdadero milagro para que nose hiriera la cabeza. Y precisamente en aquellos mo-mentos lo último que quería perder era el conoci-miento: para eso prefería quedarse en la cama».Exactamente esa es la metamorfosis que ustedeshan llegado a ser.

Son ustedes esos vulgares padres actuales de lapatria para quienes la victoria tiene muchos padres,pero la derrota ninguno. No me duele más, políticoprofesional de izquierdas, mi propio dolor que el su-frimiento de aquellos cuyos ideales de libertad, igual-dad y fraternidad, han laminado ustedes mismos. Us-tedes, que iban a transformar la tierra en el cielo, hansembrado de sal cada rincón del humus; ustedes, queestaban contra la resignación, piden resignación paralos próximos cien años de crisis; ustedes, que predi-caban alboradas venideras, han olvidado que cada día

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AVISO DEL AUTOR:Este artículo debe ser leído con cierta prevención, pues quienlo escribe fue empleado de Banca. En el subconsciente puedealbergarse el resentimiento y la envidia.

Sr. Banquero:Me preocupa su vida y sobre todo su actividad, por-que —no es un secreto— siempre ha vivido usted pe-ligrosamente, pero últimamente su afición al riesgonos pone a todos en peligro, un peligro que es muchomayor para los que menos tienen, por cuanto sonquienes acaban pagando sus excesos de riesgo.

Vivir con riesgo por generosidad es una virtud muyhumana, pero el riesgo por egoísmo es un vicio inhu-mano. La peligrosa zona por la que discurren vuestrasvidas está entre la codicia, «apetito desordenado deriqueza», y la avaricia, «afán de poseer y adquirir ri-quezas para atesorarlas». Así, no sólo vivís en peligro,sino que os convertís en un peligro para todos.

¿Qué pensar de vosotros que os creéis poseedo-res de una gran dignidad? Fue Moliere quien de unaforma lapidaria definió lo que es el avaro: «ese sersin entrañas que fornica todos los días con la mate-ria». Y no hay que ser un experto en Sagrada Escri-tura para interpretar la frase del evangelista (Mateo6, 24) donde nos dice: «no podéis servir a Dios y aldinero».

Que no sois trigo limpio es evidente, baste unejemplo. En cierta ocasión le pregunté a mi hermano—director de banco—- que me informase de algunasingularidad del presidente y, sobre la marcha, a miconsulta telefónica contesto: «puedes decir que es elúnico banquero del mundo que tiene 22 juicios». Porcierto, los va ganando todos. Pues los que se ponendifíciles pueden alargarse y la solución es, natural-mente, la prescripción. La última y más sonada, laque afectó al juez Garzón.

Hay que reconocer que tenéis una gran imagina-ción, lo malo es que no la apliquéis a mejores fines.De entre las innumerables fechorías que habéis he-cho, hay una que sobresale por su inventiva y su ex-

tensión. Me refiero a la que se conoce en la jergabancaria como «cesiones de crédito».

En noviembre de 1999, el Financial Times publicóun artículo titulado «Los pecados del Banco Santan-der», en el cual se revelan muchas cosas. El asaltosobre Banesto tiene su origen en las oscuras «cesio-nes de crédito» con las cuales se defrauda a Hacien-da en 100.000 millones de pesetas.

El Banco de Santander adjudicó 42.274 créditos afalsos prestatarios creados a partir de gente fallecida,identidades imaginarias, etc. El esquema estaba ba-sado en una pirámide, y con tantos intermediariosque hacía su detección casi imposible. Más de435.000 millones de pesetas llegaron al banco poreste sistema que ofrecía un 15% de interés, muy porencima del tipo del mercado.

Según el informe pericial 9.566 de estas operacio-nes se califican de «titular discrepante». Uno de ellos

CARTA A UN BANQUERO

LUIS CAPILLAMiembro del Instituto E. Mounier

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Vuestro poder financiero es tan colosal que locompráis todo: el humor, el amor y hasta la religión.

He conocido un banco que cuando se reunía elConsejo de Administración llamaba a un empleadopara que les hiciera de bufón. Así se definió delantede mí, un día, el cuenta chistes: «yo soy un cabrón»y de éste modo manifestaba su herida dignidad hu-mana.

Coincidieron en una reunión un obispo y un ban-quero de edad avanzada a quien acompañaba una jo-ven. El obispo —ingenuo o no— le pregunta: «¿suhija?». Y el banquero contesta: «no, no, mi novia».Sin comentarios.

Hace unos meses a una Virgen muy pequeña unbanquero le regaló un manto. Pero, aunque el mantocubriese el globo terráqueo, no taparía las tropelíasque había cometido a lo largo de su larga vida banca-ria.

Philip Roth es el nuevo premio príncipe de Astu-rias. Hay un momento, en su novela Patrimonio, quepuede resumir vuestro espíritu. Es cuando el padredel novelista le enseña a su hijo una caja metálica endonde el padre «guardaba su testamento, su pólizade seguros y sus libretas de ahorro».

Una vez más es Mounier, citando a Peguy, quienilumina la realidad: «así como los Evangelios son launión total del pensamiento cristiano, así mismo la li-breta de la Caja de Ahorros es el libro y la total reu-nión del pensamiento moderno. Sólo ella es lo bas-tante fuerte como para intentar oponerse a los Evan-gelios, porque la libreta de la Caja de Ahorros es ellibro del dinero, el cual es el anticristo».

A pesar de todo, y sabiendo que sois unos des-graciados, sigo creyendo que «en el hombre haymás motivos de admiración que de desprecio», aun-que vosotros, los banqueros, nos los pongáis muydifícil.

le tocó al Arzobispo de Tarragona, quien al ser inte-rrogado por los periodistas contestó con humor: «Se-ñores, confieso que en mi larga vida pastoral, he co-metidos muchísimas faltas, pero ahora no puedo arre-pentirme de las cesiones de crédito, como ustedesllaman a esas cosas, porque ni siquiera sé lo que sig-nifica».

El fiscal, que apreció indicios de criminalidad, soli-citó que se citara como imputados a todos los miem-bros de la comisión ejecutiva del Banco Santander.Pero a los tres meses el Ministerio público cambió sú-bitamente de criterio y solicitó el sobreseimiento librede los responsables del banco.

La abogacía del Estado, que debe defender los in-tereses de la Hacienda Pública, dependía jerárquica-mente del ministerio de Rodrigo de Rato, y pasó, sinmás, a solicitar el sobreseimiento, contradiciendo a lamismísima Agencia Tributaria.

La Abogacía del Estado, que ajusta las cuentas amiles de ciudadanos, deja al margen de cualquier res-ponsabilidad a los banqueros para que se hagan másricos a costa de tales operaciones fraudulentas, queel banco propone con manifiesta certeza de impuni-dad. Era la época en la que el presidente del Bancopresumía de que «él es el que lleva a José M.ª Aznaren su avión privado cuando se desplaza a Londres».

Si contáis con la complicidad de los que deben de-fender la legalidad y el interés del pueblo, no resultaextraño que degradéis a pueblos enteros. Así, en Sui-za, se ha votado y convertido en ley el secreto ban-cario. Los ladrones de todo el mundo pueden ir allí aocultar lo que han robado.

Sois clientes asiduos y permanentes de los «paraí-sos fiscales» y naturalmente siempre estáis en contrade la «Tasa Tobin», que posibilitaría una disminuciónde la distancia gigantesca que existe entre la econo-mía real y la financiera.

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¿N o se avergüenzan ustedes de que eseespacio de respiración libre que ha sido,pese a desfallecimientos, los países de

la Unión Europea, viva zozobra e inquietudes muy gra-ves, consecuencia de su incompetencia, cuando node sus comportamientos claramente vergonzosos?

No hace mucho publicaba, junto con otros colegasel libro Un nuevo rapto de Europa, en el que esta-blezco un paralelismo con el viejo y mítico rapto, peroahora realizado por la especulación financiera interna-cional, ante la que no han sido capaces de levantar unfreno de dignidad y rechazo.

Ese temor reverencial ante el ogro del mercado ylos tiras y aflojas para no irritarle nos llevaría a definirla naturaleza de la coyuntura europea actual de carác-ter «sisífico», evocando a aquel otro mito clásico delpersonaje que debe empujar con agobio la roca hastala cumbre de la montaña para verla rodar al pie de laladera irremediablemente, con profunda impotencia.

Pareciera que la única obsesión de ustedes es sal-var a los financieros incompetentes, cuando no co-rruptos, al precio que sea y sobre las espaldas de lospueblos europeos condenados a esa «sisífica» em-presa sin retorno.

¿Por qué no puede ponerse en pie un banco al ser-vicio de los ciudadanos en donde el ahorro popular seconceda sin intermediarios y en las mejores condicio-nes posibles a aquellos que quieren salvar sus em-presas, sus proyectos profesionales o poner en prác-tica iniciativas innovadoras e imaginativas?

Resulta además inadmisible que las deudas priva-das de entidades privadas como son los bancos quie-ran convertírnoslas en deudas soberanas, es decir,deudas de todos los ciudadanos, a través de la res-ponsabilidad de sus Estados.

Hemos asistido con asombro a esos comporta-mientos, que, si tuviéramos que volver a integrar enel derecho europeo instituciones del viejo derecho ro-

mano, tendríamos que definirlas como prácticas deusura, que en aquel derecho eran condenadas sólopor superar el 6% de interés como delito infamante,condenando a los que lo practicaban a devolver elcuádruplo de los intereses usurarios cobrados. Talvez, si esta práctica de infamia se recobrara ahora,muchos de esos dirigentes desvergonzados que, trasarruinar y quebrar a sus empresas financieras y dejara tantos ciudadanos en situación de angustia econó-mica, aún quieran cobrar indemnizaciones impúdicas,tendríamos que condenarlos a salir a la calle con elcapirote en el que reconocieran su infamia de quererenriquecerse a costa de la ruina de sus conciudada-nos.

Tal vez lo que nos falta es un liderazgo político dedirecta legitimación democrática unido a una intensaparticipación ciudadana. Nos quieren hacer creer lostecnócratas de mentalidad gerencial que no puedenser sustituidos, mediante el engaño de su supuestasuficiencia competencial. Hay que llamar a políticos alservicio del pueblo y comprometidos con él, y acabarcon esa lenta e ineficaz toma de decisiones en la UE.

CARTA ABIERTA A LOS DIRIGENTES DE LA UE,A LOS POLÍTICOS EUROPEOS, CON EPÍLOGOPARA LOS CIUDADANOS EUROPEOS

ANTONIO COLOMER VIADELCatedrático de Derecho Constitucionalde la Universidad Politécnica de Valencia

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camente el pueblo de aquella isla se rebeló contra elsometimiento a los fraudulentos actos de una bancadeshonesta y de sus cómplices políticos, que queríantransferir sus deudas a todos los ciudadanos. El recha-zo popular a esta estafa ha implicado un resurgimientode la vida social, política y económica de Islandia, queestuvo al borde de la quiebra en el 2008.

Para que este giro radical y ético sea posible se ne-cesitará la movilización de los ciudadanos y un granclamor popular.

El Derecho Comunitario europeo ha regulado re-cientemente las Iniciativas Ciudadanas mediante lascuales, reuniendo un millón de firmas de, al menos 7Estados de la Unión, se pueden elevar estas iniciativasal Parlamento o a la Comisión para que se tomen me-didas en el sentido de las propuestas arriba señaladas.Tendríamos que conseguir que fuéramos varios millo-nes de ciudadanos de la mayoría de países de la Uniónlos que respaldáramos tal iniciativa, de tal modo quepolíticamente y moralmente fuera irrechazable.

Una tal regeneración europea, al servicio del pue-blo europeo para construir su voz propia y autónoma,debe partir de considerar que no puede existir demo-cracia política sin democracia económica y que la dig-nidad de la persona, de sus derechos y libertades,empieza por este protagonismo para ganar su sus-tento sin sometimientos ni humillaciones.

Ciudadanos europeos y políticos honestos euro-peos, al final del primer capítulo de nuestro libro es-cribí: «tendremos que tener el coraje de desafiar aesos especuladores perversos, sus cómplices y en-cubridores, a esos raptores sombríos que sobrevue-lan el horizonte europeo, dispuestos a enriquecersesobre nuestra ruina. Y habrá que derrotarles»1.

Hay que acabar con esa pugna entre intereses na-cionales que debilita, cuando no paraliza, la presenciaeuropea, enérgica y decidida, tanto en el plano internocomo en el internacional. La infiltración de servidoresde las finanzas internacionales, que actúan como laca-yos leales en nuestras instituciones europeas, suponeun resorte desmovilizador y autocomplaciente conaquellos intereses enemigos de Europa.

Las instituciones europeas tendrían que volcarseen aquellas iniciativas locales de empleo por las quese presta crédito barato, asistencia técnica y estudiosde viabilidad a grupos que quieren poner en marchaproyectos renovadores y que integren sobre todo alos jóvenes desempleados, dándoles una nueva ilu-sión y esperanza de superar su situación, a la que hansido arrastrados por tales prácticas financieras, suscómplices y encubridores.

A finales del 2011 el grupo de economistas aterra-dos denunciaban la creencia dogmática de que losmercados financieros son el buen mecanismo deasignación del capital, en vez de considerar que la cri-sis es en buena media el efecto de la deshonestidade irresponsabilidad de algunos actores financierosmal vigilados por los poderes públicos. El mundo delas finanzas desregulado y globalizado no genera es-tabilidad económica sino todo lo contrario: infla losprecios de los activos en forma excesiva e irracionalgenerando burbujas financieras.

Si de verdad queremos que los principios de subsi-diariedad y solidaridad que vertebraron el proyecto eu-ropeo no sean una mera ficción hay que colocarlos enlos hermanamientos de las ciudades, de los grupos co-munitarios y cooperativos, de las asociaciones ciuda-danas y recordar la alternativa islandesa, donde pacífi-

1. Colomer Viadel, Antonio (coord.) Un nuevo rapto de Europa. Las encrucijadas del Tratado de Lisboa. Colección Política y Derecho(PO-DER) IBEM. Ed.Hathi, Valencia, 2012. Véase también en La Hora de Mañana (www.lahorade.es).

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Sr. D. Fulano Martínez

Presidente

Sociedad Española de Confecciones (SECO) (*)

Madrid, 25 de mayo de 2012

Sr. Presidente:

Me permito dirigirle estas líneas en representación dela organización social Escrutinio Empresarial (EsE) (*),que, como espero que quizás ya conozca, centra suactividad en el seguimiento, análisis y evaluación delgrado de responsabilidad social de las grandesempresas españolas. Algo que nos parece relevantesiempre, pero mucho más en las muy duras circuns-tancias por las que atraviesa nuestro país a causa dela crisis.

Una vez finalizado el análisis de todas las empre-sas del IBEX 35 que por estas fechas hacemos cadaaño (**), quería ante todo transmitirle nuestra felicita-ción: SECO ha conseguido el primer puesto del colec-tivo analizado en el ranking de responsabilidad socialempresarial (RSE) que elaboramos.

En este sentido, debo comunicarle que su empre-sa ha conseguido una puntuación particularmenteelevada en las tres siguientes facetas:

Las políticas de acción social que desarrolla su•fundación en el terreno asistencial y cultural.La amplitud y adecuación a los criterios interna-•cionales de su Informe de ResponsabilidadSocial. La calidad formal del Código de Conducta de su•grupo empresarial.

No son, desde luego, los únicos ni los más signifi-cativos componentes de la RSE, que tiene un carác-ter integral y que afecta a todas las vertientes, áreasy actuaciones de la empresa. Pero son aquellos enlos que SECO (y la inmensa mayoría de las empresasanalizadas) obtiene mejor calificación. Por eso, estaprimera posición debe verse matizada por las muybajas calificaciones que todas las empresas del colec-tivo y la propia SECO obtienen en la mayoría de lasrestantes dimensiones estudiadas.

CARTA A UN EMPRESARIO

JOSÉ ÁNGEL MORENOEconomistas sin Fronteras, www.ecosfron.org

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Análisis103

(*) Entidad ficticia.(**). Dos entidades españolas realizan realmente análisis anuales de este tipo sobre las empresas del IBEX 35, y ambos de una gran

calidad (mucho mayor de la que cabe intuir en esta carta): el Observatorio de la RSC (www.observatoriorsc.org), del que forma parteEconomistas sin Fronteras, y el Observatorio de la RSE (www.observatoriorse.org).

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para mejorar realmente la calidad ética de lasactuaciones.

Sea como fuere, y como antes le apuntaba, no sonéstas las deficiencias más importantes que observaEsE en la actuación de SECO. Hay otros aspectosque nos parecen mucho más significativos de suresponsabilidad social efectiva. Para no extendermemás de lo que es razonable, sólo apuntaré cinco.

SECO, que pese a la crisis ha seguido consiguien-1.do cifras de beneficios considerables, ha iniciadovarios procesos de deslocalización de plantas ennuestro país sin ningún tipo de diálogo ni con lossindicatos ni con las comunidades afectadas (y sindevolver las ayudas oficiales concedidas para lasinstalaciones). Así mismo, y al amparo de la crisisy de la reciente reforma laboral, SECO ha plantea-do severos procesos de despidos y de recorte delas condiciones salariales.Estas duras condiciones no parecen haber afecta-2.do a la alta dirección de la empresa, que, enconjunto, ha incrementado su remuneración enlos últimos cuatro años muy por encima del alzade beneficios y del salario medio, en el marco deun abrumador ensanchamiento de la brechasalarial. En concreto, su remuneración personal(sin incluir las generosas aportaciones a planes depensiones que cada año recibe) supera en laactualidad en 90 veces el salario medio de laempresa (***).Organizaciones sociales internacionales han3.denunciado las condiciones de producción y servi-cio que exige SECO a pequeños proveedores depaíses en desarrollo, que, para satisfacerlas,imponen inhumanas condiciones de salubridad ytrabajo a sus empleados.Así mismo, diferentes organizaciones sociales han4.denunciado las dos grandes factorías textiles queSECO está construyendo en América Latina y enel Sudeste de Asia, que están generando efectosambientales dramáticos en las zonas de construc-ción, están desplazando comunidades indígenasde su hábitat natural con indemnizaciones nonegociadas y ridículas y mantienen condicioneslaborales de extrema dureza en las plantillascontratadas en la construcción. Finalmente, SECO (como el 80% de las empresas5.del IBEX 35) opera en diferentes paraísos fiscales,

Con todo, no podemos dejar de hacer algunasconsideraciones incluso sobre estas tres actuacionesmás destacadas:

Las actividades de su fundación parecen decidi-•das sin ningún tipo de participación ni de valora-ción por parte de los potenciales colectivosbeneficiarios ni por otros agentes sociales. No seofrece tampoco ningún tipo de información sobreel valor social añadido realmente por las actuacio-nes, aportándose sólo datos del gasto en cadaactividad. Extraña también que las cuantíasdedicadas a comunicación sean similares a las derealización de las actividades.La sofisticación y amplitud del Informe de•Responsabilidad Social de SECO no evitan, sinembargo, defectos que en EsE consideramosrelevantes: sigue siendo un informe prácticamen-te incomprensible para la mayoría de la población;no pasa de ser sólo un muy atractivo recuento deactuaciones positivas, pero sin ninguna informa-ción relevante sobre los impactos sociales yambientales negativos, lo que impide una valora-ción objetiva de la calidad real de los comporta-mientos de la empresa; la presunta auditoría queha realizado del Informe una entidad especializa-da no deja de ser una amable y muy superficialsupervisión sin ninguna pretensión crítica y conescaso rigor; las informaciones recogidas en elInforme responden sólo a lo que la empresaquiere informar, pero de ninguna forma reflejan loque las diferentes partes interesadas (accionis-tas, clientes, proveedores, empleados, comuni-dades locales donde la empresa opera, expertos,organizaciones sociales…) quisieran conocer dela empresa para poder valorar objetivamente laforma en que les afectan sus actuaciones.Pese a la indudable pormenorización de los crite-•rios recogidos en el Código de Conducta, laempresa no facilita ninguna información de suaplicación ni de las consecuencias que estáteniendo ni de la existencia de canales confiden-ciales, fiables y seguros para que tanto los emple-ados como cualquier observador externo puedadenunciar al departamento que gestiona elCódigo acerca de la existencia de prácticas y depersonas que lo vulneran. Circunstancias quepueden alimentar la sospecha de que no es sinoun ejercicio de imagen, pero sin efectos prácticos

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(***). Este dato corresponde al promedio de las empresas del IBEX 35, en el que existen empresas con brechas salariales sustancial-mente mayores.

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través de complejos procesos de ingeniería fiscalo de puro fraude. Una empresa que, como lasuya, presume de responsabilidad social debería(al igual que desarrolla voluntariamente políticasde mecenazgo) hacer más de lo que la ley puedeobligarla a hacer en todos los ámbitos menciona-dos, contribuyendo a la economía nacional y alrespeto de los derechos humanos en la forma enque moralmente debería hacerlo. Algo, por otraparte, que sería rentable a la larga para la empre-sa.No parecen, tampoco, ni responsables ni éticos ni3.decentes el nivel y el ritmo de crecimiento de lossalarios de la cúpula de SECO. Al margen de lounilateral y poco transparente de su forma defijación (sin control por accionistas ni empleados),en las circunstancias actuales son niveles y creci-mientos simplemente obscenos.Su primera posición en nuestro ranking ha obteni-4.do una puntuación de 3,26 sobre una puntuaciónmáxima posible de diez. Es decir, que ni siquieraSECO consigue lo que podríamos calificar deaprobado. Imagine las puntuaciones de las 34restantes empresas.

Felicitándole de nuevo por ese primer puesto, peroesperando que impulse mejoras reales en la respon-sabilidad social de SECO, y agradeciéndole su interés,le saluda atentamente,

José Ángel Moreno

Escrutinio Empresarial

eludiendo el control y la fiscalidad de la Adminis-tración Pública española. Al mismo tiempo, el yamuy relevante negocio de venta on-line de SECOradica íntegramente en las Islas Seychelles, paraí-so fiscal donde SECO no tiene ninguna plantaoperativa y sólo cuatro empleados, pero dónderegistra un beneficio (sin tributación alguna) que,para no perder las formas, podríamos calificarcomo espectacular.

A este respecto, quisiera concluir esta carta defelicitación con unas consideraciones finales:

Las actuaciones por las que ha conseguido el1.primer puesto de nuestro ranking no afectan alnúcleo central de la actividad (y por tanto, de laresponsabilidad) de SECO, sino que en buenamedida se sitúan en el ámbito de la imagen. Todos los expertos coinciden en que una empre-2.sa responsable es la que no se limita a cumplircon la legalidad (y que, desde luego, no la elude).Por eso, una empresa que (como la suya) obtienebeneficios y presume de responsable no deberíaactuar con la miopía cortoplacista con que lo haceni acogerse a facilidades o a lagunas legales paradesarrollar deslocalizaciones sin negociación,realizar despidos colectivos no imprescindibles,deteriorar las condicionales laborales, permitirformas de trabajo irresponsable a las empresasque contrata, abusar de su poder de mercadofrente a pequeños proveedores o minimizar sucontribución económica a la Hacienda Pública a

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M alos tiempos corren para quienes nos dedi-camos a la militancia sindical. Con mayor omenor fortuna nos esforzamos por sacar

adelante un antiguo ideal que acompaña a la clase tra-bajadora desde los tiempos de la consolidación delcapitalismo como modo de producción, a comienzosdel siglo XIX. El sueño era sencillo: la unión de los tra-bajadores explotados y oprimidos lograría romper lascadenas de unas relaciones sociales de producciónen las que unos ganaban mucho y otros muy poco,para de ese modo lograr un mundo en el que, comodecía bellamente el cantor, «nadie escupa sangrepara que otros vivan mejor».

Ese ideal animó a trabajadores de toda Europa aunirse en asociaciones, practicando el apoyo mutuo ydiseñando estrategias de lucha para mejorar sus con-diciones de vida y obtener un reparto equitativo de lariqueza generada por el sistema productivo. Lucharoncon energía nuestros antecesores sindicalistas; pasa-ron momentos muy duros, sometidos a brutales re-presiones; pero también lograron importantes victo-rias, gracias a las cuales las condiciones materiales yespirituales de existencia de los trabajadores mejora-ron. Era una vida exigente y dura, pero honrosa. Y tan-to esfuerzo hizo posible que, en los llamados «treintagloriosos» desde 1945 hasta 1973, la lucha sindicalcontribuyera decisivamente a conseguir el Estado delBienestar en muchos países de Europa.

Podemos estar orgullosos de pertenecer a esta lar-ga tradición y de continuar lo que nuestros antepasa-dos hicieron para mantener lo conseguido y mejorartodo aquello que todavía funciona mal. Sin embargo,no corren buenos tiempos para los sindicalistas. Des-de comienzos de los años 70 del pasado siglo, la co-rrelación de fuerzas empezó a cambiar y 40 años des-pués estamos algo peor.

En los barómetros de opinión salimos mal para-dos. En el de Metroscopia del 2011, los sindicatosobteníamos una calificación de 3,3, y por detrás sóloestaban los obispos (3,1), bancos (2,9), partidos polí-ticos (2,8) y políticos (2,6)1. Abogados (5,8), policía(6,7) y científicos (7,4), entre otros, estaban mejor va-lorados. Lejos de mi intención conceder a estos ba-rómetros de opinión la capacidad de emitir juicios ver-

CARTA DE UN SINDICALISTAA OTRO SINDICALISTA

FÉLIX GARCÍA MORIYÓNProfesor de Filosofía

1. LOBERA, Josep: «Menos respeto a los que mandan» El País, 28/08/2011

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alcance modificar, esto es, nuestra propia prácticasindical, nos impide aportar soluciones que nos ayu-den a recuperar lo que pretendemos ser: asociacio-nes que contribuyan a mejorar las condiciones devida de los más desfavorecidos.

Una gran parte del problema está en nosotros mis-mos, en nuestro modelo de sindicalismo. El modelode representación sindical vigente en España en lasúltimas décadas ha favorecido un sindicalismo muyburocratizado, convertido en institución paraestatalde gestión de los conflictos laborales. Las eleccionessindicales, con un modelo muy próximo al de las elec-ciones parlamentarias, permiten decidir cuáles sonlos sindicatos representativos, con derecho a sentar-se en las mesas de negociaciones. El número de de-legados obtenidos garantiza unos importantes ingre-sos del Estado y la presencia de sindicalistas libera-dos.

Todo eso ha terminado generando una situaciónperversa que bien puede sintetizase en un refrán po-pular «no muerdas la mano de quien te da de co-mer». La burocracia sindical se sustenta con esassubvenciones estatales y no se siente urgida por lo-grar incrementar el número de afiliados. La separa-ción entre lo que realmente les preocupa a los traba-jadores y lo que les preocupa a los líderes sindicales,se va acentuando, separación que se radicaliza en lasgrandes empresas y en los organismos oficiales enlos que la relación directa de los delegados sindicalescon los trabajadores se debilita sensiblemente.

Siguiendo unos pasos que son habituales en losprocesos sociales, la distancia de los representantessindicales aleja a los afiliados de la vida sindical. Estealejamiento de afiliados refuerza la distancia de los re-presentantes y así terminamos en una práctica sindi-cal doblemente viciada: apenas hay capacidad de mo-vilizar a los trabajadores, por lo que no se puedenplantear luchas contundentes, capaces de forzar a lapatronal o el gobiernos a sentarse a negociar en con-diciones de mayor igualdad; los sindicatos se vantransformando en asociaciones que ofrecen serviciosjurídicos y otras prestaciones sociales, desde vaca-ciones hasta cursos de formación, pero que han olvi-dado o marginado el objetivo fundamental de lograruna transformación radical de las relaciones socialesde producción y de todo el orden social, político yeconómico. Luchan poco y sólo negocian, siempre ala baja porque no hay lucha previa.

Además hay casos de corrupción en los sindicatosigual que en otras instituciones, pero que en estecaso suelen ser más devastadores porque el sindica-lismo debe regirse por unos valores sociales diferen-tes, en los que el apoyo mutuo y la solidaridad son

daderos sobre aquello de lo que opinan (la verdad nose alcanza por votación popular), pero son instrumen-tos fiables para saber lo que piensa la gente. Y eneste caso, está claro. Los sindicatos no están bien va-lorados. Y si bien el pueblo no siempre tiene razón,tampoco suele equivocarse demasiado.

¿Cómo hemos podido llegar a esta situación? ¿Porqué no contamos con el favor de la opinión pública?Está claro que el mal viene de lejos. No debemos ol-vidar que los niveles de afiliación sindical son muy ba-jos en España, apenas un 15% (el 75% de los em-presarios pertenece a alguna patronal), y la afiliaciónha descendido en los últimos años. Es además mu-cho más baja entre los más perjudicados por la situa-ción actual, los trabajadores temporales (sólo el 10%).Y la mayoría de la afiliación milita bien poco, con unaescasa formación sindical, y política en general.

Está claro también que contamos con una campa-ña de desprestigio perfectamente diseñada y ejecu-tada. No hace mucho, Esperanza Aguirre, en una deesas frases que contribuyen a hacerla famosa, decíaque el sindicalismo caería como había caído el murode Berlín. Con su peculiar estilo políticamente inco-rrecto, decía lo que piensan en su partido, aunque nosuelan decirlo en voz alta. Hace ya varias décadas,Margaret Thatcher consideró también que los sindi-catos eran un enemigo para una sociedad libre y lan-zó un ataque furibundo que en aquellos momentos sesaldó con una sonora victoria de la Dama de Hierro.Desde estos círculos y desde los medios de comuni-cación que les son próximos no se pierde oportunidadpara destacar que los sindicatos, en especial los sin-dicalistas, son parte del problema de la precaria situa-ción de los trabajadores y en ningún caso una estra-tegia adecuada de solución. Son muchas las personasque han quedado convencidas por ese discurso anti-sindical.

Por otra parte, asistimos a una profunda crisis glo-bal, una de cuyas dimensiones es la restructuraciónde las relaciones laborales y la recuperación de la tasade beneficio por parte de la élite dominante. En esabatalla hay una clara contradicción entre los interesesde la élite y los de los trabajadores, como puede ver-se en la última reforma laboral, digna sucesora de to-das las anteriores. En esta batalla, la élite que estápresente en la patronal y el gobierno nos lleva claraventaja y nos ha infligiendo derrota tras derrota.

No obstante, demostraríamos muy poca sensatezsi nos limitáramos a echar la culpa a los de fuera. Esun recurso muy humano que casi todos ponemos enpráctica cuando algo nos sale mal, pero sin duda esun recurso que no ayuda a detectar los problemas re-ales y, al desviar la atención de lo que está a nuestro

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mensiones. No sólo tenemos que seguir luchandocon energía y tesón, con optimismo y sin desánimo,para frenar el deterioro creciente de las condicionesde existencia de los sectores menos favorecidos dela sociedad española. Debemos también acometercon decisión una profunda reforma interior para erra-dicar de nuestras prácticas sindicales toda la herrum-bre de los valores dominantes para que afloren y fruc-tifiquen los genuinos valores sindicalistas del apoyomutuo y la solidaridad.

Nuestra causa es justa, pues buscamos un mundomás solidario y menos desigual. Nuestra causa es ne-cesaria, pues sólo con esos mimbres podremos avan-zar hacia un nuevo orden mundial más sostenible ymás equitativo, capaz de proporcionar buenas condi-ciones de vida a todos los ciudadanos. Nuestra causa,en definitiva, merece tu esfuerzo y el mío, confiandoen que nuestro ejemplo logre atraer a más personashacia lo que hacemos y buscamos.

centrales. Los trabajadores no entienden la implica-ción de sindicalistas, incluso de cúpulas sindicales, enEREs2, algunos de ellos claramente fraudulentos.Tampoco comprenden bien la liberación laboral de losdelegados sindicales, bastantes de los cuales se per-petúan indefinidamente en los cargos. Les deja per-plejos que representantes sindicales hayan formadoparte de los consejos de administración de las Cajasde Ahorro en los años en que éstas fueron mal ges-tionadas y esquilmadas en beneficio de intereses par-ticulares.

Verás que la situación es dura, se avecinan a cortoy medio plazo tiempos más duros todavía. No está eltiempo para abandonos en la lucha ni para que cundael pánico o el desánimo. Como ya decía Mounier, ne-cesitamos una doble revolución, pues tenemos quecambiar no sólo el orden social sino también nuestropropio orden interior. La magnitud de la crisis actualhace más urgente si cabe el cambio en ambas di-

2. Expedientes de Regulación de Empleo.

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Querido compañero:

Has llegado hasta aquí con gran tesón, pero ahora teinunda una extraña desazón. Cuando te metiste enesto de la investigación, ya hace varios años, lo hicis-te, sobre todo, movido por una doble pasión: la deaprender y la de crear. Te habían contado que la torreEiffel tiene grabado en letras doradas los nombres desetenta y dos científicos de la Francia moderna, o quela Luna está inundada de cráteres con epónimos deilustres investigadores, pero nunca fuiste tan ambi-cioso como para imaginarte un futuro de semejantegloria. Más bien te asediaba una apremiante curiosi-dad por entender los entresijos de lo que te rodea. Yademás, siempre creíste que esta pasión tambiéntendría alguna utilidad, aunque a veces dudabas decuál.

Después de todo este tiempo, y aunque mantie-nes el mismo espíritu, la mente te pesa y el corazónse te encoge. La incertidumbre se ha instalado, ya nosólo en tu labor científica, donde surge de manera na-tural, sino en tu propia vida. No sabes donde estarás,ni a corto ni a largo plazo, y no te crees ya los cantosde sirena sobre la manida sociedad del conocimiento.La precariedad laboral, el paro, inundan tu vida, nosólo entre tus colegas de profesión, sino también en-tre tus amigos y familiares. A ello añades la concien-cia de que dos virus han infectado la médula dorsal dela ciencia: la banalización y la mercantilización exclu-yente. Aunque, no sé, quizás los dos virus pertenez-can a la misma cepa.

La banalización es en buena parte consecuencia dela obsesión productivista, herencia del agresivo mo-delo socio-económico vigente. Tal obsesión lleva apa-rejada una miríada de agentes controladores de laproducción, qué tu bien conoces, armados con unanueva ciencia, que se ha venido a llamar cienciome-tría, cuyo fin es evaluar la ciencia en cuanto sistemaproductivo: factor de impacto, índice H, u otros mu-chos parámetros son los nuevos índices que dicencómo de buenos científicos somos. El que las institu-

ciones regidoras de la ciencia utilicen tales paráme-tros es discutiblemente más o menos positivo o ne-gativo. Sin embargo cuando el factor productivista esinteriorizado por los científicos como valor por sí mis-mo, entonces las consecuencias son desastrosas.Empezamos a ir, no ya detrás de la verdad, sino de-trás del número, de una línea más en el currículo. Escuando fomentamos la cantidad sobre la calidad, lo li-gero sobre lo maduro, el pensamiento rápido y elbrain-storming sobre la argumentación sosegada pre-cedida de la reflexión. En suma, pérdida de rigor, enla acepción positiva del término.

De momento la banalización de la ciencia es una ten-dencia, acorde con unos tiempos en los que la poesíade moda es el haiku, y el medio de comunicación másutilizado, el twiteo. Que la tendencia cristalice es enbuena medida responsabilidad nuestra. Sin embargo,te advierto que han existido periodos históricos don-de la banalización de la ciencia supuso un retroceso,incluso una pérdida irreversible, del saber científico.Así ocurrió con la ciencia de la época helenística. Laconquistadora civilización romana no fue muy agra-ciada en grandes hombres de ciencia: Plinio, Varro,Seneca fueron más bien compiladores y divulgadoresde una ciencia previa y que muchas veces no supie-ron transmitir correctamente y, aunque consiguieronsalvar documentalmente parte del legado científicohelenístico, éste se presentó en versiones tan resu-midas y simplificadas que paradójicamente afianzó supérdida de facto.

CARTA A UN JOVEN INVESTIGADOR

SERGIO BARBERO BRIONESInvestigador del CSIC

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nos ayuda a fijar el rumbo sin desviarnos en nuestromapa mental. Sí la perseverancia es la brújula, la vo-luntad es su motor. Sin fuerza de voluntad, la brújulapierde el polo magnético y se confunde el rumbo.

La modestia no es, únicamente, una virtud ética,sino también epistemológica.

En la exploración científica, la modestia significa latemplanza en el razonamiento. El ser concientes deque incluso en la correcta ejecución del método cien-tífico, nuestras conclusiones puedan ser erróneas.Cuestionarnos acerca de la veracidad de nuestras ide-as es abrir la posibilidad de descubrir en el propiocuestionamiento lo que es realmente cierto. La mo-destia es más que una virtud; es, en cierto modo, unrequisito. Si creemos que hemos llegado a la cima denuestro saber, dejamos de escalar. Actúa, pues,como un acicate para continuar el esfuerzo.

La pasión, si bien no virtud, es una actitud deter-minante, y aunque no lo parezca está hermanada conla perseverancia. Es el primer impulso para ponerseen marcha, y el hálito cuando flaquean las fuerzas.Amigo, permíteme que brevemente te cuente unahistoria de pasión y perseverancia en ciencia: la de loshermanos William y Caroline Herschel. Vivían de lamúsica, él cómo organista, y ella cómo soprano. Porlas noches, para descansar los fatigados ojos del es-tudio de partituras, salían al jardín de su casa para re-lajar la vista mirando las estrellas. Así nació una pa-sión. A la avanzada edad de 35 años, William leyó suprimer libro de astronomía. Como no tenían dinero su-ficiente para comprarse un telescopio se lo constru-yeron ellos mismos. De esta manera los dos herma-nos empezaron a dedicar todo su tiempo libre a lacontemplación y estudio del cielo y todo lo que veíanen él. Para ello tuvieron que dedicar bastante esfuer-zo, puesto que continuaban su vida como músicos.¡Pero su pasión eran las estrellas! Con perseverancialos dos hermanos se convirtieron en unos de los másimportantes astrónomos de la época moderna. Con-siguieron que el entonces rey de Inglaterra, Jorge III,remunerase su actividad como astrónomos, con loque pudieron, por fin, dedicarse a la astronomía demanera profesional. Descubrieron, entre muchasotras cosas, un nuevo planeta del Sistema Solar, elque más tarde se llamaría Urano.

Amigo, no te entretengo más, espero que siquierapor un segundo se te haya olvidado la pesadumbre quete oprime. Termino esta carta recordando el final deotra carta, el que Caroline Herschel escribió a su her-mana para describir su gran pasión: las estrellas: «Haysecretos, querida hermana, y es nuestra tarea revelar-los. Tu nombre, como el mío, es una canción».

La utilidad socio-económica de la ciencia tiene in-cuestionables beneficios, y por tanto no debemosnunca obviar esta dimensión de nuestro trabajo. Ami-go, tú bien sabes que nunca compartiremos la con-cepción estética del matemático Harold Hardy, paraquién las matemáticas sólo eran realmente bellas sicarecían de aplicación práctica. Ahora bien, esta di-mensión transformadora de la ciencia es bifaz; lacomponente benefactora siempre ha venido acompa-ñada de la cara dañina. Precisamente por esta poten-cialidad, la ciencia debe estar dirigida y controladadesde la ética, y en un segundo estadio desde la po-lítica: una cara potenciada y la otra reprimida. Si, encambio, es dejada al libre albedrío de los vaivenes delmercado, la ciencia mostrará una u otra cara, sin or-den ni concierto. La mercantilización excluyente es unmovimiento monopolizador en la transmisión a la so-ciedad de la ciencia y la técnica. La exclusiva reorien-tación mercantilista del saber científico-técnico acaba,pues, coartando la elección democrática de los finesy objetivos de la ciencia, algo ineludible si persegui-mos una sociedad libre. Aquí también, compañero, te-nemos algo que decir y hacer.

El saber científico deslumbra por su capacidad pro-fética; por su increíble infalibilidad para predecir he-cho futuros. En los inicios de la astronomía griega lacapacidad de predecir eclipses era tan impactanteque a los grandes astrónomos, que atinaban en suspredicciones, se les atribuían poderes mágicos, obien se creía que eran mediadores divinos. Sin em-bargo la ciencia es muy torpe en predecir lo más sus-tancial: nuestro propio desarrollo como personas. Yesto es, sencillamente, porque ello depende de nos-otros mismos, de la voluntad de ejercer nuestra liber-tad. Como la libertad se despliega a través de las vir-tudes, ¿no crees que cabría preguntarnos qué virtu-des son las qué nos deben acompañar en nuestralabor científica?

Recuerdo ahora la carta que Iván P. Pavlov, el quefuera premio nobel de medicina en 1904, escribiópoco antes de morir; una carta dirigida a la juventudque deseaba dedicarse a la investigación científica. Eltexto, directo y conmovedor, expone las tres virtudeso actitudes que cualquier científico debe poseer: per-severancia, modestia y pasión.

Cuando todas las seguridades, y no sólo las labo-rales, se desmoronan, la perseverancia da coherenciay continuidad a nuestras acciones. Abordar, en serio,un problema científico es cómo iniciar una senda degran recorrido. En ella, continuamente nos aparecenmultitud de cruces, veredas, y desviaciones sin retor-no; la perseverancia es la brújula en el sendero, la que

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Muy distinguidos señores,

El motivo de esta carta que desde la revista Aconte-cimiento les enviamos es saber de ustedes, intere-sarnos por sus presentes quehaceres —otrora tancomprometidos—, por las acciones que acometen, oque les correspondería acometer, y que apenasnotamos en estos días tan duros y estos tiemposaciagos y difíciles, en todos los órdenes de la vida.Esto es lo que nos mueve a dirigirles este mensaje,que quiere ser un tanto inquisitivo (que no inquisito-rial, claro), porque sentimos no sin cierta desolaciónque en medio de una situación tan hosca, hay clamo-res que no se escuchan, y estamos, además, desdehace décadas, ayunos de verdaderas referenciashumanas, sobre todo humanas.

Padecemos tiempos duros. Algunos los describencomo «líquidos»; otros, recordando la célebre expre-sión de la gran Teresa de Jesús, los tildan de «recios»,porque algo tienen que ver con aquellos en los quevivió la santa, llenos de silencios buscados y tan colma-dos de apariencias falsas… Los de hoy están verdade-ramente empachados de relumbrones y bocinas, queno hacen más que anunciar («vender», se dice hoy,con mucho acierto) fórmulas y actos, las más de lasveces sin contenido alguno, y otorgar nuevas medallaspara animar las alabanzas de los poderes establecidos,a base de fotos y más fotos —de una calidad iniguala-ble, eso sí—. Porque no me negarán ustedes que hoyse presentan como nunca las fachadas de todo, perose cierran las puertas de las moradas con la mayor faltade acogimiento que se haya visto jamás. Tenemos ladesgracia de haber hecho un mundo en el que casinadie se cree la hermosa y cierta sentencia del princi-pito de Saint-Exupéry: «Lo esencial es invisible a losojos» (precedida de un innegable: «sólo se ve bien conel corazón»)… Lo grave es que no parece ni que se locrean ustedes.

La sociedad de hoy tiene escasas referencias; escierto. El relativismo se le ha metido en las entrañascomo una ponzoña para la que no se conoce antídoto(aunque no deja de ser verdad que si lo hubiera nadiese mataría por obtenerlo, porque escasos sonquienes combaten el mal del relativismo, y hastadiríase que son legión los que lo aplauden); pero nodeja de ser un veneno que lo deforma y lo desvitalizatodo, y que llega a desvirtuar como nunca la realidad,que es con quien nos las tenemos que haber todoslos mortales, y especialmente ustedes. ¿No lo creenasí? Sin embargo, parece que ustedes son los prime-ros en permitir que lo relativista se siga colando porlas ranuras de los campos donde ustedes más traba-jan, y me refiero a los medios de comunicación, a launiversidad, a la cultura de élites, y no digamos a lade la gente llana… ¿Dónde están hoy los adalides dela verdad? ¿Acaso ya no lo son ustedes? Siempresupimos —o eso nos enseñaron y así lo entendemosen el fondo de nuestro ser— que la verdad y la reali-dad están estrechamente ligadas; y para citar a unapensadora que se desgañitó en su tiempo por vivirloy proclamarlo, les recordaré una frase suya, nadadiferente de lo que afirmó el gran santo Tomás: quela verdad es «el estallido de la realidad»1. ¿No seráque son ustedes los primeros que han dejado decreer en la verdad, promotora desde siempre de lascuitas de los predecesores de ustedes, los intelec-tuales, y rectora de cuantas acciones tienen que vercon el noble acto de inteligere?

Al dirigirme a ustedes no puedo dejar de pensar enlas misiones que las gentes les han venido encomen-dando a lo largo de la historia, y de la historia másreciente (porque aunque intelectuales los ha habidosiempre, esa palabra —que una servidora recuerde—la inventaron cuando casi expiraba el siglo XIX quienesse refirieron con desprecio a Émile Zola, al denunciar

CARTA ABIERTA A LOS SEÑORESINTELECTUALES

CARMEN HERRANDOMiembro del Instituto E. Mounier, Zaragoza

1. Simone Weil, L’Enracinement, Gallimard (Folio), Paris, 1993, p. 319.

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moral por excelencia. Decía que el intelectual «es ytiene que continuar siendo el insobornable moralistade nuestro tiempo»18. Y escribió largo y tendidoacerca de que tanto la misión crítica como la misiónutópica constituyen la entraña misma de la laborintelectual. ¿Dónde está hoy esta crítica vigilante (quedebería, por otra parte, ser autocrítica) o esa«excomunicación del sistema establecido, de susataduras y aún más de sus honores», a la quetambién se refiere Aranguren? Pero no se trata tantode crítica de la sociedad, se apresuraba a añadirAranguren: «Exilio y soledad también; pero solidarios,unidos a los demás hombres en el presente y elfuturo» […] Y también en el pasado. Porque «sería ungrave malentendido —sigue diciendo Aranguren—inferir de lo que aquí se ha dicho que el intelectualdebe negar la cultura de la que procede, y en sunihilista búsqueda intentar partir de cero»…

Este forzoso compromiso con el pasado es otra delas cargas pesadas que llevan muchos de ustedes,señores intelectuales de hoy, sobre sus espaldas.Porque no pocos de entre ustedes colaboran en estadestrucción de lo antiguo, y desprecian lo viejo, comosi nada quisieran saber de esos «rostros pálidos» quenos han precedido y que, al estúpido parecer demuchos, nada aporta a la endiosada modernidad…

Confunden, señores, se confunden ustedes yconfunden ustedes a un pueblo cada vez más desam-parado en lo cultural y en todo lo demás, y que, porotra parte —y en esto, la verdad es que quedanustedes algo «libres de pecado»—, no deja de serculpable de su propia desazón, por su desgraciadacondición de lanar y ovejuno.

No les vamos a pedir que reaccionen, porque nose puede convertir quien se sabe bueno. Pero síqueremos denunciar ese papel de moralistas que yano juegan. Y pedir a la gente, pedirnos a nosotrosmismos, responsabilidad y lucidez. Y un compañeris-mo entre nosotros, entre quienes formamos estasociedad enferma y empobrecida sobre todo envalores, porque del reconocimiento de lo que somosy de una verdadera acción responsable y solidaria,tienen que surgir remedios.

Atentamente,

Carmen HerrandoMiembro del Instituto E. Mounier, Zaragoza

éste públicamente aquel escándalo que fue el casoDreyfus). De modo que ustedes, o su colectivo, porasí llamarlo, surgieron por acciones bien concretas dedenuncia, relacionadas, por tanto, con la fidelidad a loverdadero, y con miras hacia lo que es justo. Nopodemos olvidarlo.

Y al pensar estas cosas no puedo dejar de referir-me a intelectuales que les han precedido a ustedes,y que trataron de definir, con gran honestidad, estamisión que al parecer se concretó en las citadasfechas de finales del XIX. Me refiero, por ejemplo, aJosé Luis Aranguren, quien hace más de treinta añoshablaba ya de la «misión transgresiva» del intelectual,y se refería a ustedes (y a él mismo) como personascuestionadoras de todo y como gentes verdadera-mente independientes del poder establecido. Él vivió,y muchos son los testigos, este cuestionamiento desí mismo y esta independencia de lo puesto —másque de lo dado— con bastante espíritu crítico; y siguesiendo el referente de muchos. Así que, visto lo quesucede hoy, o lo que deja de suceder, ¿cómo novamos a preguntarles a ustedes, y con urgencia, enqué ha quedado todo aquello?

El mismo Aranguren proclamó que el intelectual secaracteriza por ser un heterodoxo. Y decía tambiénque el intelectual fetén «no se casa con nadie», yhasta que es «un excomulgado por sí mismo delsistema establecido, y se sitúa críticamente frente aél»17. Sin embargo, la experiencia que hoy nos brindanustedes es precisamente la contraria: les podemosver —además, sin que sientan ustedes vergüenzaalguna— bien guarecidos a la sombra amparadora delpoder establecido; y no se cortan —disculpen estaslicencias coloquiales, pero es que ni en estas cuestio-nes nos merecen mayor respeto— en hacer ostenta-ción de sus fidelísimas colaboraciones con la ortodo-xia; sólo que lo hacen, para más inri, dándole unahipócrita pátina de heterodoxia, tratando de imponer-nos así todos sus conformismos con un lenguajeconfundidor y feo como nunca hubiésemos imagina-do: el de la dichosa corrección política. Y es increíble—créannos— ver a los llamados intelectuales acomo-dándose a tanta idiotez. Sólo el estatus y el dineroexplican algo así, ¿qué otra cosa, si no?

En medio de los acontecimientos del año 1975,aunque también a lo largo de toda su obra, se referíaAranguren a la misión del intelectual como misión

2. Vean ustedes la obra de José Luis ARANGUREN La cultura española y la cultura establecida, en el volumen 4 de sus Obras com-pletas (Trotta, Madrid, 1996), p. 595.

3. Sigan leyendo esas páginas…

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Querido amigo:

Me resulta difícil escribirte sin adoptar un tono enve-jecido. Quienes ya no somos tan jóvenes y otros másmayores que, además, pretendemos ser militantestenemos siempre la tentación —razonable o no— delanzar hacia los de tu edad el reproche. Es para nos-otros como un tópico hablar de «generación perdida»como para otros lo es el decir «la juventud no es así»,«la juventud tiene valores», etc. El caso es que no osdespegáis de los clichés (pesimista u optimista), se-gún quién os mire. Por el contrario creo que no soisdistintos del resto de la gente, de los que os juzga-mos. Verdaderamente los de tu edad sois hijos deeste tiempo.

Tú eres un chico normal, vas al instituto y piensasen la universidad en la que entrarás el año que viene.Eres educado y también atento: no hay anciana quese caiga delante de ti y que tú no levantes. Tienes al-gún problema con tus padres. Sales por ahí con tusamigos y haces algo de deporte. Sé que alguno de tuscolegas no piensa en nada, aunque eso no significaque toda la juventud haya sido ganada para la «nada».Hay muchos que con sus padres ni se miran y que,más que la casa, su hogar es la calle. También sé, por-que lo he visto cuando voy a dar una vuelta por el par-que, como al salir de clase muchos de tus compañe-ros se reúnen en grupitos que no me gustan y quedesprenden un olor y unas risas sospechosas.

Pero hay algo en ti, como en la mayoría de los jó-venes, que no es normal —tampoco es normal en losmayores y, sin embargo, cunde—. ¿Alguna vez te hasplanteado algún proyecto común? ¿Te preocupa enserio lo que pasa fuera de casa (o fuera de tu vida)?Porque parece que eres un poco inmóvil de aquí paraallá sin salir de ti mismo o de los tuyos. Algunos dirí-an que es falta de compromiso, yo creo que la fuentedel problema es una falta de interés y cuando no esfalta de interés una falta de voluntad.

Creo que tienes la cabeza un poco vacía. En casa,sí, te dieron una cierta educación pero ¿qué ideales te

transmitieron? Quizá tus padres nunca te hablaron dela justicia, del perdón, de la comunión, de la verdade-ra solidaridad, de la libertad… o te hablaron de ello yte lo presentaron tan mal y con tal carga de hipocre-sía o de moralismo que preferiste girar el rostro concondescendencia hacia otro lado. Tus maestros nohan sido mejores, algunos pasotas y otros «pacifistascon el bastón de mariscal en la mochila». Nadie te hanarrado la épica de los santos, de los héroes y de losmártires ni sus biografías te son familiares. Los bue-nos libros que ponen en pie de guerra un corazón teson desconocidos. Ahora has oído hablar del 15-M,pero hay cosas que te echan para atrás. No te gustanlos extremos.

Cabeza vacía y corazón frío no pueden mover uncuerpo. De ahí tu cierta apatía y desgana. Aunque no

CARTA A UN JOVEN

JOSÉ LUIS LORIENTE PARDILLOMiembro del Instituto E. Mounier, Madrid

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para atrás. También, cada día verás, si observas, queeste mundo se vuelve más frío humanamente ha-blando. Los que somos de pueblo les tememos a lasciudades por ello, pero así es: todo un gran comerciocon gente que corre de un lado a otro en un anoni-mato que los diluye en la masa y donde nadie cono-ce a nadie.

Hemos hecho un mundo injusto. Lo hacemos to-dos los días y, junto al constatar cuán injusto es ycómo esa injusticia lo hace inhabitable, tenemos quepensar cuáles son las causas y cuáles las soluciones.Pero por ahora no es poco que te des cuenta de loque pasa. El análisis vendrá después, cuando de ver-dad te hayas indignado y estés dispuesto a dar unpaso hacia la dirección contraria, aunque la veas poruna parte cojitranca e incompleta y por otra te pidaresponsabilidad. Hay muchos análisis que se hacencon la tiza y que no comportan un verdadero deseode cambio, de «conversión» primeramente personal.

Quiero decirte una última cosa. Sabes que soycura. Cada día me duele más de ti y de tus amigosla falta de referencia a Dios. No te hablo de la se-xualidad o de ir los domingos a misa (posiblementede entrada no me entenderías siquiera, sería comoponer la carreta delante de los bueyes). Pero ya queDios ha sido la experiencia fundante de mi vida, mecuesta mucho pensar que para ti no signifique nada.Te declaras cristiano, mantienes una cierta simbolo-gía y algunas palabras que cada vez te dicen menosy de las que desconoces la profundidad de su signi-ficado. Pero en la práctica Dios no cautiva tu cora-zón. ¿Qué conoces realmente de Jesús de Nazaret?Es una idea o, peor, un mito. Mitos son tambiénpara ti la creación, la espiritualidad humana, el peca-do… la gracia (eso sí te lo han enseñado en la es-cuela y sabes de qué hablo, que ya es decir). No meextraña que un mito no sostenga tu vida. El proble-ma está en que no somos capaces de hacerte ver —lo mismo que con todo el imaginario antropológico,social, político… personalista— que te hablamos derealidades cuyo misterio se puede intuir o, incluso,se puede palpar. Transmitirte esto me parece lo másdifícil y a la vez altamente necesario. Una genera-ción desenganchada de la Trascendencia sí que esuna generación perdida. Piensa alguna vez en ello.

Termino. No sé por qué, pero tengo la costumbrede finalizar las cartas con un «bueno, pues…», comosi me resignara. Ante ti, tan amigo y a la vez resigna-do, no me resigno. Con toda la distancia crítica y aun-que te tenga de «dar caña», aquí me tienes.

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eres de esos que van «arrastra» por la vida y cuya mo-vida termina aparcada en un bordillo. Ciertamente, atodos (a tus padres, a mis compañeros de genera-ción) nos falta hoy libertad interior y voluntad de plas-mar la belleza, la verdad, el bien aunque sea en imá-genes defectuosas y revisables. Pero es que pocosson los que enseñan esta disciplina y menos los queacompañan en el camino. No es que seas veleidosoni que te puedan los vicios —como dicen algunos—pero tu voluntad es efímera y con esto tienes que te-ner cuidado. Mantener la firmeza en las decisiones,optar por lo mejor aunque suponga sacrificio, invertirtrabajo para el futuro… Un día harás un proyecto co-mún con otra persona y fundarás una familia y estoexige madurez y responsabilidad, que por otra parteestán muy ausentes del panorama. La generación detus padres tiró por la borda el «no hay redención sinefusión de sangre» —porque se lo explicaron muymal— y tú no entiendes que «corazón que no sangra,corazón que no madura».

Por otra parte, has crecido envuelto en un indivi-dualismo y un consumismo feroz. Estas dos plagas in-capacitan a cualquiera para pensar en el más allá delpuente y de la propia familia con sus intereses. Para al-gunos no hay horizonte más allá de sí mismos y de loque les implica porque limita sus posibilidades de ocio.«Tenga yo finde, pereat mundi», es su lema. ¿Cómohacer para que te intereses por la vida de los otros?

Te diría que frente a esto —tu vacío de ideas, tu vo-luntad un tanto quebrada y tu repliegue sobre los có-modos espacios del universo individual o familiar—abrieses los ojos: ver es parte del antídoto. Recuerdacomo los padres de Buda no querían que este viese ytocase la realidad y como al encontrarse con ella laorientación de su vida cambió. Entre todos estamoshaciendo el mundo más duro (duro ya lo era para 2/3de la humanidad, ahora nosotros lo comenzamos aexperimentar aunque sea ínfimamente por compara-ción). Es posible que no encuentres trabajo en algúntiempo, pero peor que eso es que, cuando lo en-cuentres, nadie te enseñará a trabajar (poco se hablade esta amenaza) y serás considerado una pieza deun engranaje económico al que, por tu parte, colabo-rarás incautamente sólo con respirar y más al consu-mir. La cuestión no es sólo económica o meramentelaboral, es personal: el trabajo también forma a la per-sona o por el contrario la deforma. Es posible que elnivel de vida que has visto en tus padres tú no lo pue-das tener. Sé que esto te parece una amenaza ficticia,pero el progreso social y económico también puede ir

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Querido amigo:

Dicen que estás «parado». No te lo creas. Las perso-nas sólo paramos con la muerte. Nosotros estamosvivos, nuestros pulmones respiran, el corazónbombea la sangre, el estómago reclama su alimento,nuestros ojos miran y nuestros oídos oyen, mil senti-mientos y sensaciones nos agitan. Seguimos movién-donos en un entorno social frente al que podemosreaccionar de mil maneras diferentes. Podemossentir temor o podemos sentir indignación y rabia, yquizá las dos cosas a la vez. Podemos resignarnos opodemos levantarnos con decisión y energía.

Las máquinas sí «paran». Si no se necesita quefuncionen, aprietan un botón y la máquina quedaparada, inerte. Cuando necesitan que funcione aprie-tan otro botón y la máquina vuelve a marchar.

Para ellos, el mundo del capital, los que están bo-rrachos de poder y riqueza, el ideal es convertirnos atodos en máquinas que se puedan poner a funcionaro parar cuando a ellos les convenga. Máquinas que secompran y se venden en el «mercado de trabajo».Máquinas que van a la chatarra o al vertedero cuandoya no son rentables. Aspiran a que seamos sólo má-quinas, que sólo tengamos un papel activo en la pro-ducción. Toda nuestra actividad debemos volcarla enla tarea profesional que nos designen para el mayorbeneficio de la magnánima empresa que «nos da tra-bajo». Una vez terminada nuestra tarea productiva,cuanto menos nos movamos mejor. Debemos olvi-darnos de los otros aspectos de nuestra existencia,de que somos seres sociales con un puesto y una ta-rea en la sociedad en la que vivimos. Para ellos nues-tra única tarea es producir bienes o servicios, y luegoquedarnos parados.

El sistema capitalista, para seguir manteniendo sumáscara de democracia y, al mismo tiempo, seguircon la dictadura del capital, necesita ciudadanos pasi-vos, abúlicos, cerrados en sus propios intereses e in-diferentes a todo lo demás, parados sociales. Estosconstituyen una buena materia prima para formar con

ellos, cuando les convenga, el ejército de los paradoslaborales.

Pero esta pasividad no es natural en los seres hu-manos, es el sistema el que nos educa, nos confor-ma para que adoptemos esa postura. Para eso el pri-mer paso es convertirnos en ciudadanos espectado-res, sumergidos en un mundo de diversiones.Divertir, en el sentido original de la palabra significadistraer, volver hacia otro lado, apartar la atención.Para lograrlo montan una formidable sociedad del es-pectáculo que actúa como un verdadero estupefa-ciente, nos aliena, nos hace vivir en mundos ficticios,nos saca de la realidad para así manejar ellos tranqui-lamente esa realidad. Cuanto más embrutecedor, es-tresante y sin sentido sea el trabajo más nos senti-mos tentados a entregarnos a esa diversión pasiva,alienante. Y cada vez estamos menos preparadospara enfrentarnos a esas condiciones deshumaniza-doras del trabajo.

CARTA A UN DESEMPLEADO

ANTONIO ZUGASTICristianos de base de Madrid

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publicitario son introducidos y procesados en fraccio-nes de segundo.

Esa mentalidad que nos van inoculando nos diceahora que todos somos de alguna manera responsa-bles de la crisis, que todos hemos vivido por encimade nuestras posibilidades (lo cual tiene mucho de ver-dad, sobre todo si miramos el nivel de vida de lospueblos europeos comparado con los del Tercer Mun-do, pero es muchísimo más verdad en unos casosque en otros, y desde luego la responsabilidad es to-talmente distinta, la de los manipuladores y la de losmanipulados). Nos dicen, no sólo las televisiones,sino las radios y todos los medios de comunicacióndel sistema, que lo importante para salir de la crisises calmar a los mercados, y para eso hay que ser dó-ciles y apretarnos el cinturón hasta partirnos por la mi-tad, y tener mucha paciencia, que ya volveremos acrecer cuando la prodigiosa mano invisible del mer-cado lo considere conveniente.

Ahora, ante el problema pavoroso de la falta depuestos de trabajo, lanzan el mensaje propio del barcoque se hunde: «Sálvese el que pueda». Ellos lo que di-cen es: «Hay que ser competitivos, emprendedores»,pero viene a significar lo mismo. Así el infeliz que nopueda salvarse, en vez de tirar al capitán por la borda,porque el muy canalla no llevaba botes para todos, seirá al fondo culpabilizándose por no haber sido suficien-temente hábil y rápido para coger un bote.

Lo que yo te quiero decir en esta carta es precisa-mente eso: que no te dejes parar. Hay dos formas deconseguir un empleo. Una es esperando paciente-mente a que alguna empresa considere que le vas aser útil. Otra es luchando por una sociedad donde lalibertad y la democracia no estén sometidas a las éli-tes económicas, y donde el derecho al trabajo, reco-nocido taxativamente por la Constitución Española yla Declaración Universal de los Derechos Humanos,no se quede en papel mojado.

Confío en que tu dignidad de persona humana teempujará por el camino de la lucha. Nadie puede ga-rantizar el triunfo, pero sí te garantizo que te sentirásmás orgulloso de ti mismo, notarás que tu vida tieneun sentido, que merece la pena. No conozco la fór-mula que nos lleve indefectiblemente a esa sociedadmás humana, ni creo que la conozca nadie, pero megustaría señalarte algunas cosas que me parecen im-portantes. En primer lugar no te dejes lavar el cere-bro. Recuerda lo que te comenté antes a propósitode la televisión. Si el capitalismo lo tiene hoy tan fáciles porque antes ganó la batalla ideológica en la so-ciedad. En la mente de la gran mayoría metió su cul-tura, sus valores y criterios, su estilo de vida. Si cae-mos en esa trampa será muy difícil que luego nos li-

Te parecerá raro y quizá absurdo lo que te voy a de-cir, pero creo que el primer paso hacia el paro es, ¿sa-bes cuál?, la televisión. En primer lugar, parece quenos prepara hasta físicamente: nos tiene parados, sen-tados en un sofá tres o cuatro horas al día. Se nosofrece como consuelo cuando volvemos agotados deltrabajo o padecemos las interminables horas del paro.La pantalla de vivos colores nos sonríe acogedora:«Vamos, ya has trabajado bastante, descansa, diviér-tete, no vas a sacar nada con preocuparte por esemundo tan desagradable que hay ahí fuera. Mira ysueña». Pero del sueño hay que despertar al día si-guiente, y ahí sigue inalterable, sombría, la cola de pa-rados en el INEM.

Así estamos, pasando horas y horas frente a eseaparato que llaman la caja tonta, pero que lo que haceen realidad es atontarnos a nosotros. Un fantástico in-vento que podía ser utilísimo para el avance y perfec-cionamiento de la humanidad si estuviera en buenasmanos. Pero ¿has pensado alguna vez en manos dequién está? ¿Puede cualquier asociación u organiza-ción que no tenga un multimillonario respaldo econó-mico poner en marcha una televisión? ¿Qué interesesvan a defender esos grupos multimillonarios con sustelevisiones? Y otra cosa a tener en cuenta. Los in-gresos de las televisiones privadas, la gran mayoría,proceden fundamentalmente de la publicidad. Están,pues, al servicio de lo que Joan Torres i Prat en su li-bro Consumo, luego existo denomina el complejo co-mercial-publicitario, un conglomerado de multinacio-nales y empresas publicitarias que condicionan loscontenidos televisivos.

La televisión es el arma más eficaz que tiene el sis-tema capitalista para convertirnos en ciudadanos es-pectadores, y cuando nos tiene ahí, sentados, incul-carnos su cultura, su mentalidad, sus valores, su for-ma de ver la vida. Y esto no lo hace de una maneraabierta y clara, sino que es un mensaje que de unaforma subrepticia va introduciendo en nuestras men-tes. Como afirma Torres i Prat en el libro citado ante-riormente:

Cuando de una manera abierta y explícita intentanconvencernos de la bondad de unos valores, de unaideología, inmediatamente levantamos nuestras de-fensas conscientes y racionales, y ante cada argu-mento siempre es posible buscar y encontrar un con-traargumento. El adoctrinamiento discursivo hoy, másque nunca, «lo tiene crudo». Pero cuando sólo inten-tan entretenernos… nuestra percepción consciente yactividad lógico-racional está relajada y las funcionesreflexivas, analíticas y críticas están bajo mínimos, sinresistencia. Mientras estamos distraídos con el es-pectáculo… los valores implícitos en el espectáculo

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to llegó a todo el mundo. ¿No podrían surgir en Ma-drid: «Los parados de la Puerta del Sol»? Hace pocosaños una película española recorrió nuestras pantallascon gran éxito: Los lunes al sol. Planteaba el proble-ma del paro, que entonces empezaba a resurgir ame-nazante. Su título podía servir de consigna a los para-dos madrileños: «Los lunes a Sol». Si consiguiéramosque una semana tras otra la Puerta del Sol de Madridfuera un hervidero humano, un clamor que resonarade norte a sur, ¿crees que podrían ignorar ese grito?¿Que todo iba a seguir igual?

Termino con una estrofa de esa inolvidable canciónde Labordeta: «Habrá un día en que todos, al levantarla vista veremos una tierra que ponga libertad». Haciaesa tierra nos movemos.

Con un fuerte abrazo,

Antonio Zugasti

bremos de las penosas consecuencias sociales y eco-nómicas que impone un sistema capitalista puro yduro.

Te quieren parado y también te quieren invisible,que te metas en tu casa, donde no te vea nadie, y deahí no te muevas, que seas sólo un número. Sólounas cifras en las páginas de los periódicos, o las pa-labras de un locutor que se las lleva el viento. Pero¿imaginas lo que serían más de cinco millones de per-sonas en la calle? Tranquilamente, serenamente, sinviolencia y sin impaciencia. Con firmeza y con tenaci-dad, reclamando ese derecho fundamental al trabajoque todos los seres humanos tenemos. No estaríaissolos, desde vuestras familias a los miles de indigna-dos que haríamos nuestra vuestra lucha. Sacando a lacalle, gritando ese enorme problema humano quequieren reducir a un simple dato económico.

¿Recuerdas las Madres de la Plaza de Mayo enBuenos Aires? La dictadura no pudo con ellas, su ges-

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E s posible que en los momentos de crisis —esdecir, en momentos de cambio brusco, de si-tuación dificultosa— es cuando una persona

pueda conocerse más a fondo y saber cuáles son susfortalezas y debilidades. Es un momento en que elser humano puede reconocer si en el pasado haconstruido sobre suelo sólido o frágil; si los valores yvirtudes en los que ha cimentado su vida se mantie-nen, y son una fortaleza, en los momentos de debili-dad, de fracaso y dificultad. Lo mismo le sucede acualquier sociedad. Los tiempos de crisis —sean gue-rras, desastres naturales, o crisis económicas comola actual— permiten ver los valores sobre los que esasociedad ha construido y el arraigo que esos valorespuedan tener en el tejido social.

En esta «carta a una sociedad en crisis» queremosreflexionar sobre esta situación. Deseamos dar unamirada a la sociedad española, a sus valores y virtu-des, así como también a aquellas zonas menos lumi-nosas en que se muestran los límites de la naturale-za humana. Hemos titulado esta carta «reflexionesdesde los que viven el éxodo», pues la mirada sobrela realidad española es a partir de las personas inmi-grantes; es decir, a partir de aquellos que han em-prendido el largo viaje —el éxodo— buscando no soloun lugar donde vivir, trabajar, crecer… sino un lugarque sea patria en el sentido originario del término,convirtiendo la tierra nueva en lo que será la tierra delos padres, la tierra de la esperanza, para los descen-dientes.

Una de las primeras cosas que impresiona a las mu-chas personas inmigrantes, es lo variopinta que es lacultura y la sociedad española. Vascos y catalanes, ga-llegos y andaluces, valencianos y aragoneses, cada cualcon su idioma, su historia, comidas, tradiciones, mane-ras de vivir la religiosidad. Frente a los discursos de cor-te nacionalista —aquellos que defienden solo una Es-

REFLEXIONESDESDE LOS QUE HAN VIVIDO(Y VIVEN) EL ÉXODO1

IGNACIO SEPÚLVEDA DEL RÍOUniversidad de Valencia

1. Deseo agradecer los aportes a la reflexión de Julio Gutiérrez Sequeira.

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es solamente desempleo, con todas las dolorosasconsecuencias personales y familiares que este tie-ne. La crisis en los países del sur tiene fuertes visosde urgencia, pues significa que no se tiene dineropara pagar la luz y el agua, por una parte, pero aún sellega más lejos, ya que para muchas familias la comi-da puede ser un bien escaso. Por eso, al hablar de cri-sis, muchas personas inmigrantes no viven la expe-riencia de que España esté en esa misma situación.El término crisis puede significar y apuntar a muy di-versas cosas. Hay menos trabajo —mucho menos—,hay recortes en muchos bienes y servicios, pero haycomida, hay redes de apoyo familiar, hay un Estadoque, mal que bien, funciona. De alguna manera estacrisis (y aquí tomamos prestadas las palabras de un fi-lósofo español) es una crisis de ricos, no en el senti-do de a quién afecta, sino que es una crisis de paísesricos que han perdido su capacidad productiva, dondemuchos de los beneficios se ven amenazados, etc.Porque las crisis de los pobres son aún más urgentes.Y con esto no deseamos menospreciar el dolor demucha gente que está en el paro, o aquellos que hanperdido sus pisos, o que simplemente ven reducidosu estilo de vida. La intención es simplemente otra:poner la crisis en perspectiva. Un inmigrante senega-lés, al referirse a la crisis, dice que en España no haycrisis de trabajo ni de salud. Es verdad que se viveajustado —más que antes—, pero siempre hay ami-gos dispuestos a ayudar, a tender una mano. Siemprealguien te dejará un lugar para dormir o te dará un pla-to para comer. Hay redes de solidaridad que permitenir «saliendo adelante»4. Como se puede ver, las ma-neras de mirar la situación actual son muy relativas.

Es posible que, al leer estas líneas, se pueda pen-sar que para los inmigrantes todo está bien en Espa-ña y que no hay ningún problema. Pero eso no es cier-to. En el último tiempo vemos cómo muchos dere-chos, conseguidos a fuerza de lucha durante los añosochenta, van siendo desarticulados y dejando a lostrabajadores en una posición cada vez más débil. Dala sensación, y aquí hay un tema que sería largo de re-flexionar, que la sociedad civil ha ido perdiendo sufuerza en el país. Quizás, y esto lo formulamos amodo de interrogante, los largos años de desarrolloeconómico y social pusieron demasiado énfasis en laimportancia de las libertades individuales, dejando de

paña y una manera de ser español— se pone de mani-fiesto la diversidad de la gente, de sus maneras de ser,de los paisajes. A través de los siglos los españoles hanaprendido, y están aprendiendo, a convivir con lo distin-to. De alguna manera, la interculturalidad ya se vive y esparte de lo que constituye la cultura española. Así, lapersona inmigrante se integra a un pueblo que estáacostumbrado, aunque no lo sepa, al encuentro y diálo-go con el otro que es distinto a mí.

Otra de las cosas que llama fuertemente la aten-ción en España es la integración social que existe enlas ciudades. Aquellos que venimos de América esta-mos acostumbrados a vivir lo opuesto: los barrios es-tán separados por clases, tendemos a excluir haciaarriba y hacia abajo; los ricos por un lado, los pobrespor otro. En sociedades con alta población indígena onegra, se vive la discriminación y la separación2. EnEspaña, en cambio, hemos conocido una realidad dis-tinta, en donde gente de distinta procedencia, profe-sionales y obreros, pueden compartir un espacio co-mún3. Eso habla de una sociedad que parece, en prin-cipio, muy igualitaria, con respeto al otro y pocadiscriminación.

Ahora bien, ¿qué es lo que una persona inmigran-te puede decir al ver la crisis de los últimos años? Mu-chas personas inmigrantes al llegar a España tuvieronla experiencia del derroche: ver tiendas que en plenoinvierno mantenían las puertas del local completa-mente abiertas, dejando que la calefacción entibiara lacalle. La abundancia también se vivía en la comida:había de todo en exceso, y mucho terminaba en la ba-sura. Los que hemos llegado a España hace algunosaños, contemplamos un país que vivía en la sobrea-bundancia. Una sociedad que estaba acostumbrada alo nuevo, a gastar, a derrochar. Por eso, cuando se ha-bla de crisis, luego del derroche de los últimos años,vale la pena relativizar lo que se dice, pues en la ex-periencia de muchas personas inmigrantes este paísno está en crisis, sino más bien en una situación pro-blemática o de ajuste, si se quiere.

Para comprender lo anterior, hay que tener enmente la situación de crisis —muchas veces perma-nente— que se vive en muchos países de AméricaLatina, África y Asia. Así, la experiencia de crisis enlos países del sur no significa noticias alarmantes decaída de los mercados, ni problemas con la banca; no

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Análisis103

2. Este tipo de exclusión tiene que ver con la conformación histórica de las sociedades americanas, donde el español o descendientede español era considerado un ciudadano de primera clase, mientras que al indígena o al negro se les consideraba de segunda y ter-cera clase, respectivamente.

3. Un amigo lo graficaba de la siguiente manera: «mi hijo entiende que algunos de los padres de sus amigos son doctores, otros pro-fesores, etc., y su madre tiene que limpiar casas para que podamos llegar a fin de mes. No le da problema».

4. Los mismos españoles viven la importancia de esas redes solidarias, especialmente a través de las familias.

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trato justo, etc., son derechos solo para los españo-les o para todos? Porque pareciera que algunos gru-pos minoritarios lanzan un discurso donde asumen laexistencia de personas de primera y de segunda cla-se; ciudadanos con plenos derechos y otros a los quese les reconocen solo algunos derechos. Si creemosen ciertos derechos fundamentales, hay que ser ca-paces de defender esos derechos en la persona hu-mana y no solo en ciertos grupos o nacionalidades.

Los inmigrantes queremos y podemos ser unaporte a la sociedad española. Aún más, ya estamossiendo un aporte. Es cosa de ver cómo muchos inmi-grantes buscan integrarse a la sociedad a través dedistintos grupos sociales y culturales; cómo aportanen lo económico y la sostenibilidad del sistema socialespañol5; otro gran aporte, sobre todo al tener en con-sideración la pirámide demográfica, es el cuidado delos más ancianos6. Quienes trabajan al cuidado de losancianos son, en su mayoría, personas inmigrantes.

La Revolución Francesa tenía tres principios esen-ciales: Libertad, igualdad y fraternidad. A lo largo deestos dos siglos y medio hemos sido capaces de pro-pugnar y desarrollar los dos primeros principios. Pero,nadie puede negar que estamos en deuda con el ter-cero. Necesitamos redescubrir la manera de ser fra-ternos, solidarios como una manera nueva de cons-truir sociedad. Si nuestros problemas —especialmen-te el origen de esta crisis— tienen que ver con unliberalismo exacerbado en todos los ámbitos (no soloeconómico, sino también en el de la libertad indivi-dual), vale la pena que ensayemos un camino distin-to: el del encuentro y preocupación por el otro, el ca-mino de la fraternidad como posibilidad de construc-ción de una sociedad distinta. Los tiempos de crisispueden sacar lo peor de las personas, pero tambiéntienen la capacidad de sacar aquellos valores que te-níamos olvidados y que nos pueden llevar a dar lomejor de nosotros.

lado —o quizás solo debilitando— el sentido de per-tenencia a una sociedad con valores comunes. El pro-blema del liberalismo exacerbado es que termina porolvidar que para que haya libertades se necesita unasociedad fuerte, con sentido de comunidad en laperspectiva de compartir y fortalecer valores comu-nes. Hoy en día, frente a la pérdida de derechos labo-rales, los recortes en la salud y en la educación públi-ca, pareciera que la sociedad civil no sabe qué hacer.Es verdad que hay protestas frente a lo que sucede,pero se nota poca participación en las huelgas y pocacapacidad para defender los derechos ganados. Al veresta realidad, uno se pregunta: ¿no se debiera pro-testar mucho más al ver cómo se desmontan los be-neficios ganados con tanto sacrificio? Da la sensaciónde contemplar una sociedad a la que le cuesta en-contrar sus valores comunes por los que luchar.

Uno de los mayores problemas que hoy está tra-yendo la crisis no tiene que ver con la pérdida de tra-bajos o derechos, sino con la experiencia de la exclu-sión. Muchas personas hoy en día son excluidas de lasociedad por su color de piel, lengua o procedencia.Los que más sufren esta exclusión son las personasinmigrantes del África negra y del Magreb. Se con-vierten en los rechazados en esta sociedad. Y paraañadir más dificultad, distintos grupos políticos hanencontrado cierto nicho de poder a través de los dis-cursos cada vez más xenófobos. Hasta algunos mi-nistros se dan el lujo de vocear que para los inmi-grantes se ha acabado el turismo sanitario. ¿De ver-dad creen que las personas inmigrantes del Áfricanegra o del Magreb han venido a hacer turismo sani-tario?

De esta manera, pareciera que los derechos en Es-paña son solo para los españoles y no para las perso-nas inmigrantes. Frente a esta situación es que unose pregunta con fuerza: ¿los derechos de igualdad, elrespeto a la dignidad de la persona, el derecho a un

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Análisis 103

5. Hay que recordar que muchos inmigrantes, debido al grupo etario en el que están, aportan a la Seguridad Social y casi no gastan. 6. Con la crisis actual, el cuidado de los ancianos está siendo tomado por familiares nacionales parados.

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E scribiros/hablaros en/desde el medio rural —unpueblo, digamos no pobre, extremeño en el Nortede Extremadura—, y tratar de hacerlo esperanza-

damente —con la que está cayendo, que dice la gen-te—, a quienes lo viven y esto escriben les resulta pocomenos que imposible. O, cuando menos, muy difícil.También, o incluso más, lo sería desde el medio urbano.

Pero aunque no fuera más que por ser coherentescon nosotr@s mism@s y por llevar la contraria a los«predicadores» de toda laya, como hemos solido ha-cer siempre, se puede y se debe hacer. Si no, ¿«Quécantarían los poetas, andaluces —o extremeños o rio-janos— de ahora»? Porque por encima/sobre todo y apesar de todo «NOS QUEDA LA PALABRA», desposeídosde casi todo.

Si hablamos por nosotr@s mism@s, aquí y ahora,contra tanto fatalismo agorero, antes, ahora y en ade-lante hemos tratado de vislumbrar y potenciar los sig-nos esperanzadores, traducidos en intentos o realida-des, que en muchos rincones periféricos han ido apa-reciendo, nacidos siempre desde abajo, con algunaque otra excepción.

Agruparíamos en dos grupos esos intentos o reali-dades:

Por un lado, y de un tiempo a esta parte con más•frecuencia e intensidad, se escuchan, desde esfe-ras muy altas y por personas nada dependientesde la tierra, voces de alerta para cambiar el con-cepto y las prácticas de rapiña sobre la tierra comocantera inagotable de recursos o las agresionesque ponen en riesgo la vida. Y lo que es más im-portante, contrarrestando el monopolio de los po-derosos, cada vez con mayor acogida.Por otro lado, hacia el medio rural, los pueblos, la•Tierra, en definitiva, llegan personas jóvenes, —tam-bién adultas— solitariamente, en parejas o peque-ños grupos —llamemos «alternativos» como califica-tivo general, sin especificar tendencias, ideologías—dejando el tipo de vida urbano consumista y ajetrea-do, intentando encontrar y practicar otros modos devida más acordes a la naturaleza y a la vida «tradi-cional», englobando en el término «vida» relacionessociales, económicas, culturales, etc.

Del primer grupo se hacen eco los medios de co-municación y es más conocido y notorio.

Del segundo se escribe/habla menos —cuando nose le niega el pan, la sal, y la palabra—, es más «ig-norado», que es peor, que desconocido. Y a buen en-tendedor... Pero, por todo ello, más cercano y atracti-vo, al menos para nosotr@s y haríamos dos subgru-pos.

En el primer subgrupo no hablaríamos de un fenó-meno nuevo, de personas que huyendo del modo devida urbano se vinieron a rincones, algunos semia-bandonados, «lejos del mundanal ruido siguiendo», ono, las huellas «de los pocos sabios que en el mundohan sido», a iniciar o reencontrarse con un modo devida más en consonancia y contacto con la Tierra, conla vida rural: artesanos, de profesiones liberales, etc.

Algunas asociaciones independientes o no, «pro-gramas oficiales», con ayudas administrativas, inclu-so privadas han elaborado, iniciado y llevado a caboproyectos de ayudas o diferentes formas de apoyo alos pobladores rurales o de atracción hacia nuevospobladores.

De ellos también se escribe y habla más. Inclusose presentan como «logros» por parte de las diversasadministraciones en sus diferentes versiones de unamisma máquina tragaperras (Ayuntamientos, Diputa-ciones, Consejerías).

O se utilizan como cebo tanto para ingenuos comoespabilados. Aunque, por mucha propaganda y de-más parafernalia, no hayan conseguido la «denomi-nación de calidad» como «panal de rica miel al quecien mil moscas acudieran».

Por poner dos ejemplos, sin ánimo ni de ofender nipropagar: el programa europeo Leader, en sus vario-pintas versiones, o Abraza la Tierra.

Un segundo subgrupo, que calificaríamos como«antisistema», está formado por personas muy jóve-nes, casi sin «estrenar», con todas sus carencias y ri-quezas, de quienes se escribe y habla menos, cuan-do no se les castiga con el látigo de la indiferencia,del silencio activo, sepultándolos en la fosa de la in-existencia o el olvido, o se les fustiga de palabra yobra obstaculizando su asentamiento y trabajo o pro-

¿VIVIENDO «LA CRISIS»EN EL MEDIO RURAL?

ISABEL Y LUIS BLANCOMaestros rurales

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blemas materiales, sino obstáculos/zancadillas, na-dando a contracorriente, cerrazones o ceguera men-tales, administrativas, localistas.

Cuesta abrirse camino, avanzar, asentarse, dar sa-lida a los productos de los que vivir con autonomía ydignidad. Renunciar a ciertas comodidades o avan-ces.

Para nosotr@s el medio rural es nuestro habitat,como el agua lo es para el pez. Y en él aspiramos aseguir creyendo que está el medio para nuestr@sniet@s:

Porque es más fácil poder abarcarlo física, afecti-•va, intelectualmente.Porque es más fácil el contacto material y no ma-•terial con la Tierra y sus riquezas.Porque es más fácil el intercambio humano con•los animales, las plantas y las personas.Porque las relaciones personales y comunitarias•son más cercanas y simples.Porque es más fácil para los niños, ancianos, per-•sonas con dificultades...(Ah! Pero que nadie se engañe: la realidad es más

jodida que su representación o ensoñación).Algunas de las personas o grupos que lo intentan

lo consiguen o creen estar en el camino y se alegrandel paso dado.

Otras desistieron y abandonaron.Nosotros creemos que habrá que desbrozar los

viejos caminos abandonados, apoyar, potenciar pro-cesos que hay que recorrer:

Análisis/ estudio de todas la realidades.•Fomento del asociacionismo (cooperativas, en su•pleno sentido, asociaciones de todo tipo, auto-gestionadas...).Creación de espacios de encuentro, debate. Etc.•Elevar la autoestima.•Desterrar el fatalismo tan arraigado en el medio.•Cultura, Cultura, Cultura, en su verdadero sentido.•Etc., etc., etc. •Habrá que seguir escuchando a los «ancianos» o

los Labordeta, porque «entre los dos, los tres... to-dos, hay que levantar». Pensando que «tal vez esahermosa mañana no la lleguemos a ver. Pero hay queforzarla para que pueda ser». Y entonces «ese día LaMaría se pondrá el traje otra vez».

En fin, para terminar, allá va la despedida. Aquí se-guiremos en la matraca. Estos serían algunos «signosde esperanza», o deseos, vaya ustéd a saber, que ve-mos y nos animan a seguir creyendo que el medio ru-ral es y será nuestro sitio donde compartir aquello porlo que alguna vez sentimos haber dejado parte del pe-llejo.

¡Salud y buen trabajo! ¡Y que llueva a cántaros!En Hervás, ante el 1º de Mayo

vocando enfrentamientos entre sí o con la poblaciónautóctona.

Quizás porque realmente presentan un peligropara la dulce calma de que se disfruta en el medio ru-ral. O para el sistema económico depredador que nopermite fisuras ni respondones. Es decir, castizamen-te: a estas «moscas cojoneras» cuanto antes las fu-miguemos, más ahorramos.

Viejas prácticas caciquiles que nos recuerdan ex-periencias personales o históricas. Y no hace falta irsea la Andalucía de las «agitaciones campesinas» o a laExtremadura de los braceros/jornaleros, yunteros, notan lejanos, por cierto, ni borradas de la memoria. Apesar de los esfuerzos...

Huyen de la ciudad o regresan al pueblo tras susestudios o quizá de alguna muy corta experiencia «la-boral» y buscan otro tipo de vida más sencilla y natu-ral, más barata incluso, acosadas por la crisis, inten-tando abrirse camino y dar pasos hacia otra economíamás justa, social, autogestionada, que mira más a unfuturo respetuoso con la Tierra y todos sus habitantes(no solo animales y plantas) para ir alumbrando, qui-zás ¿«una tierra y el hombre nuevo que llevamos ennuestros corazones»? Aunque esto último puede quesólo sea un viejo sueño y una vieja utopía de quienesesto escriben.

Y desde luego con otra forma de vida más austera,ahorradora, más comunitaria, solidaria, comunicativa,con otra forma de producir más acorde a las viejasprácticas campesinas, de intercambiar tiempo, pro-ductos, sabidurías... esbozando un proyecto de vida,de enriquecimiento personal y comunitario... ¿verdadque también nos suena?

Hablan en grupo, en asamblea. Intentan llevar lasideas a la práctica —antaño decíamos coherencia en-tre la teoría y la praxis—, tratan de crear, establecergrupos, redes de intercambio de productos, de tiem-po, de autoconsumo y autotrabajo, de trueque nosólo material, de crianza/educación/aprendizaje entrecriaturas y adultos...

Buscan pequeñas huertas o viñas, olivares, aban-donados que cultivan individualmente, mejor en gru-po... que tienen o les gustaría tener ovejas, cabras,colmenas, que intercambian semillas, plantones tradi-cionales de la zona. Con ellos o sus frutos acuden amercadillos o montan jornadas de formación/prácti-cas de agricultura/ganadería tradicionales-ecológicas;que escuchan a los viejos del lugar acerca de todoaquello que formó su mundo, que aman y añoran, ydel que apenas si van quedando las huellas...

Pero, ¡ojo! Nada de bucolismo o folklorismo bara-to y menos aún mercantil. De eso ya se encarganotros. Les resulta muy difícil abrirse camino, no sólopor inexperiencia, idealismo, incluso narcisismo o pro-

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Estimados amigos:

En el actual contexto de crisis económica precedidadesde hace años por una crisis de valores que, sinduda, ha sido la causa de aquélla, se está haciendohabitual la crítica hacia los personajes e institucionesmás implicados en el estado actual de la economía.Sin embargo, se nos antoja necesario que cada cualhaga una autocrítica personal de su papel dentro delescenario de la crisis. Una sociedad se compone dediversidad de actores y cada uno aporta algo a la to-talidad. Por ello desde la revista Acontecimiento pen-samos en escribir una serie de cartas a grupos, co-lectivos… autores y actores, en definitiva, que sonarte y parte de lo que estamos viviendo. Entre ellosos encontráis vosotras: las ONGD1.

Vaya por delante, en primer lugar, nuestra valoracióndel papel tan relevante que jugáis en la actual situaciónde crisis. No es fácil elaborar una crítica pues, a prime-ra vista, uno ve lo positivo y esperanzador de vuestralabor. No obstante, asumimos el reto de elaborar unaslíneas en las que aparezcan tanto las virtudes como losretos a los que os enfrentáis hoy día.

Subrayamos que sois aliento moral en un mundotécnicamente muy poderoso pero moralmente defici-tario. El trabajo gratuito o desinteresado despierta enocasiones la sospecha de los suspicaces con la ge-nerosidad. Sin embargo, así sucede y así lo demues-tra el creciente aumento del voluntariado en las últi-mas décadas. Las ONGD con su labor sois un indica-tivo de que el hombre es capaz de alteridad ydesinterés, y que vivís desde la conciencia de quetodo lo que no se da, se pierde.

En el entramado social aportáis también un genui-no valor educativo, pues vuestros estudios y análisisde campo visibilizan lo que algunos no ven (sobretodo porque la realidad de la pobreza, por ejemplo,

tiende a ser invisibilizada e ignorada). Dichos estudiosson elementos de juicio para quienes quieran vivircomprometidos con la realidad y sabiendo lo que losmedios de comunicación habituales no llegan a co-municar. Es por ello que tenéis una función provoca-tiva al invitar a transformar la sociedad desde una cul-tura de la solidaridad.

Vuestra labor llega donde no pueden los poderespúblicos ya sea por falta de capacidad o por falta decalidad (asistencialismo versus acogida humana li-bre). Las propias personas atendidas por ONGD sontestigos de la diferencia del trato dispensado en losservicios públicos frente al recibido por vosotros.

Nos tocaría ahora elaborar una crítica constructivaque favorezca cambios así como crecer con salud.

Comenzamos con un ejemplo tomado de un nomuy reciente libro de Carlos Gómez Gil titulado LasONG en la globalización. Estrategias, cambios y trans-formaciones de las ONG en la sociedad global, IcariaEditorial, Colección Ακαδηµεια, Cooperación y Des-arrollo, Barcelona, 20042. El estudio quiere mostrar

CARTA ABIERTA A UNA ONGD

ANTONIO PIÑAS MESAMiembro de Instituto E. MounierProfesor de la Universidad San Pablo CEU

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1. Nos referiremos de forma genérica a las ONG de ayuda al desarrollo o ONGD2. Se puede consultar una reseña de esta obra en http://www.revistapueblos.org/spip.php?article154, fecha de consulta 15.05.2012.

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Mayor transparencia y mejor evaluación de los proyectos3.realizados: al finalizar los proyectos de coopera-ción, hacéis las evaluaciones en función de las he-rramientas empleadas (escuelas construidas, pos-tas de salud, etc) y no en función de objetivos al-canzados (grado de escolarización de la zona,mortalidad infantil, trabajo de mujeres, etc). Paramejorar la evaluación y el seguimiento de proyec-tos es necesario seleccionar los indicadores ade-cuados que no se pueden quedar en medir pro-gramas sino en mejora de tasas de alfabetización,salud, nutrición… En este sentido, nos dice Fran-cisco Rey Marcos, miembro de Cruz Roja Espa-ñola, que la evaluación de proyectos se convierteen una auditoría contable que es una parte, perono la más importante, de la evaluación de proyec-tos3.Pérdida de independencia (no sólo económica), es de-4.cir, dependencia de fondos públicos: por ejemplo,nos dice Carlos Gómez, «ha aparecido un mercadoemergente de organizaciones que rivalizan entre sípor gestionar todo tipo de asuntos públicos convir-tiéndose en agencias subsidiarias y precarizadasque tratan de mantener parcialmente bajo criteriosde mínimos costes algunas de las anteriores fun-ciones que tradicionalmente venían desarrollandolos Estados. Esto ha provocado un proceso inevi-table de institucionalización de las ONG, que hantenido que asumir las exigencias de los gobiernospara optar a sus recursos y gestionar sus servi-cios, renunciando a parcelas cada vez mayores deautonomía crítica y programática».Poca inversión en formación interna de las personas que5.forman parte de vuestra ONGD: La educación ad intraes desde siempre la parte más deficitaria y másreclamada desde distintos espacios, tanto comola Educación para el Desarrollo.Potenciación del mercado (comercio justo) a veces de for-6.ma innecesaria4: La activista india pro-derechos hu-manos y defensa del medio ambiente VandanaShiva, relata uno de los posibles efectos pernicio-sos: «Ya que el comercio agrícola se basa en tie-rra, agua y biodiversidad, y la existencia de tierra yagua es limitada, las políticas agrarias orientadas ala exportación desvían la utilización de recursosnaturales para producir a bajo coste productos de

que no es oro todo lo que reluce bajo la etiquetaONGD así como la posible utilización por el mundoneoliberal. Afirma el autor que «La mayoría de lasONG consideran suficiente incluir esta sigla como ele-mento único de definición, conscientes de que sobrela misma se han proyectado valores y principios muyvariados como son una labor humanitaria, altruista, decarácter social y desinteresada, ajena a cualquier fina-lidad lucrativa o de negocio. Pero todo esto forma par-te más del imaginario colectivo que de elementos ge-neralizables a todas las ONG que actúan bajo esta de-nominación hoy día (…) Así, se ha ido construyendouna cierta visión naif sobre las ONG y el denominadoTercer Sector, asignándole todo tipo de virtudes ybondades muy alejadas de la realidad».

Es una llamada a la cautela para discernir quién esquién en el ámbito de estas organizaciones.

Ahora, de forma esquemática, presentamos la ne-cesaria autocrítica que podéis realizar, al menos, enlos siguientes aspectos:

Calidad y eficacia de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD):1.es importante centrar el debate en la calidad de laayuda y no tanto en la cantidad. El famoso 0,7%reclamado desde hace cuarenta años, no va a sol-ventar nada si no se consigue aumentar la efecti-vidad de la ayuda que se gestiona. Por otra parte,debéis ser los protagonistas en el seguimiento dela coherencia de políticas de desarrollo de los go-biernos y de la coherencia de políticas en general,con participación activa en los espacios de tomade decisión y auditorías.Prestar atención al octavo objetivo del Desarrollo del Mile-2.nio (Fomentar una asociación mundial para el des-arrollo): en ocasiones, las ONGD, incluso las deuna misma ciudad, no priorizáis las acciones encomún. Ni siquiera tenéis calendarios comunespara no solaparos en las actividades para sensibili-zar a la población. Una mayor unidad entre voso-tras haría surgir una masa crítica y de debate enlas distintas actividades aumentando vuestro pesoespecífico y la repercusión social. Por el contrario,tendéis a la atomización de los esfuerzos y porconsiguiente de la repercusión social que las dis-tintas actividades alcanzan, lo que va en contra deconseguir el octavo objetivo del milenio, a saber,una asociación mundial para el desarrollo.

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3. Aconsejamos, por su claridad, las reflexiones de Francisco Rey en la web http://www.iniciativasocial.net/reflexiones.htm consultado17.05.12.

4. Aunque se publicó en el año 2002 se puede consultar la crítica a la ONG multinacional Oxfam International Exportación a toda costa:La receta de libre comercio de Oxfam para el Tercer Mundo ver http://www.edualter.org/material/sobirania/enlace11.pdf consultado18.05.12.

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minos de justicia y promoción de los DDHH, aúnqueda en contadas ONGD un concepto asisten-cialista en sus Planes Directores. Conocemos laurgencia y necesidad de la asistencia en determi-nadas situaciones, pero hay que instar a reformu-lar dichos Planes Directores en función de cam-bios estructurales.Apelación al voluntarismo que disminuye la calidad del9.personal: el voluntarismo, en sentido peyorativo, esla voluntad ineficaz, inconstante y errática, queapela más al deseo que al compromiso real, esta-ble y mantenido en el tiempo. En este sentido esprioritaria una adecuada selección de las personasimplicadas y una distribución según perfiles per-sonales, laborales y técnicos. Dados los retos denuestro mundo ya no es suficiente, aunque sí ne-cesario, el querer.

Finalizamos aquí nuestra carta con una visión resu-mida tanto de aspectos positivos como oportunida-des de mejora o retos a tener en cuenta por vosotras,ONGD, como agentes imprescindibles entre otrospara cooperar en la salida de la crisis tanto económi-ca como, sobre todo, de valores.

Saludos cordiales, Antonio Piñas Mesa

Agradezco la ayuda prestada por Carmen Ramírez e

Iván de los Mozos para la elaboración de esta «carta abierta»

lujo en los países pobres, para consumidores ricosen los países ricos. Transfiere el control de los re-cursos de los pequeños campesinos y pescadoresa las corporaciones del agronegocio, destruye labase de recursos naturales mediante un uso nosostenible y en el proceso destruye el sustento delos pequeños productores y crea pobreza en lugarde eliminarla». Asunción de responsabilidades propias de los gobiernos:7.En este ejercicio de autocrítica debéis revisar, nosólo vosotras, sino el Tercer Sector y el voluntaria-do en general. ¿Hasta qué punto se están asu-miendo responsabilidades que competen al Esta-do? ¿No implica esto que los poderes públicos sedesentienden de ellas (sin ni siquiera esfuerzo enaportación de recursos) porque existen otros ac-tores sociales que asumen dicha tarea? Qué dudacabe, que supone un abaratamiento de costes,pero sobre todo, una progresiva pérdida de sensi-bilidad del Estado ante estos retos. Es, pues, prio-ritario que reclaméis a los gobiernos la cuota deresponsabilidad efectiva que tienen al respecto,con asignación de recursos humanos y económi-cos dentro de una planificación predecible a me-dio-largo plazo.Asistencialismo: Aunque a lo largo de las últimas dé-8.cadas habéis dado pasos de gigante para pasar delenfoque asistencialista a un enfoque basado enDerechos Humanos que busca fundamentalmen-te cambios de paradigma y estructurales en tér-

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Querido compañero:

Tal y como me pides respondo a las palabras que mehas dirigido. Realmente me han emocionado. Imaginolo que puedes estar pasando porque ya son, por miparte, bastantes años ejerciendo como docente y to-dos hemos pasado por tu situación. Creo que tus que-jas son totalmente legítimas en torno a lo duro que re-sulta motivar a los alumnos en cuestiones que, mu-chas veces, no interesan. Sé que has sacrificadomucho para formarte y puede ser frustrante que todocuanto llevas dentro no interese a tus alumnos. Porotra parte está toda la cuestión de los recortes y«agresiones», como tú llamas, al mundo educativo.Creo igualmente en la revisión seria que todos hemosde hacer de las leyes educativas en nuestro país. Lasideologías creo que han hecho un mal que será difícilsubsanar para quien esté dispuesto a hacer algo real-mente serio e importante por el bien de nuestra ju-ventud. Hasta hace bien poquito no me cansaba derepetir que el problema de la educación en España esmás grave que el económico.

Pero, si no te importa, voy a centrarme en un temaal que no has apuntado, que no sé si te lo has plantea-do correctamente, y en el que poco se repara ennuestro colectivo (y yo creo que en pocos colectivos).Hemos oído hasta la saciedad que esta crisis ha sidouna crisis de valores, una crisis ética por encima de loeconómico. Totalmente convencido de ello hoy quie-ro proponerte una cuestión no económica, sino de loque se esconde tras lo económico. Pocos son los quese paran a pensar y a hablar en torno a concepto tanolvidado como el de la vocación. Imagino tu cara desorpresa por semejante cuestión. ¡Ojalá y sólo fuerasorpresa! En algunos ambientes provocaría una son-risa irónica, en otros una mirada compasiva por se-mejante ingenuidad, cuando no despreciativa. Sé a loque me arriesgo. Responder con esta temática antela tensión del momento actual puede parecer sarcás-tico o irreal, pero creo que en lo más profundo del

alma humana hay conexión profunda entre el cumpli-miento de nuestro ser real y el cumplimiento denuestros deberes. Y cuando no existe semejante co-nexión, el hombre camina a la deriva y no hay quienlo pare. Se aplazan los tiempos, se superan las crisismomentáneas, pero no se impide la desolación final.

Hace muchos años pude leer una carta publicadaen la década de los cuarenta por el doctor GregorioMarañón en torno a la vocación. Cogí algunas notasque me impresionaron. No sé si está publicada nidónde, pero a ella me remito para estas palabras queahora escribo. Si lees despacio descubrirás respues-tas a muchos de tus planteamientos.

¿Has pensado realmente en lo que es la vocaciónantes de desahuciarte a ti mismo y al mundo entero?Gregorio Marañón habló de ella como la aspiración aservir de una aptitud todavía no revelada. Así es. Lavocación es como un impulso interior, voz inauditaque nos llama a hacer aquello para lo que servimos.Por eso decía que supondría una previa aptitud. Peroesa aptitud no se ha revelado en el momento en queen nosotros se despierta la vocación. Ésta se ve en laobligación de adivinar dicha aptitud. Brota en nuestraalma como un deseo de servir a una cosa que es pre-cisamente la cosa para la que servimos.

Fíjate que ya podemos intuir que servir, lo que sedice servir, ya no es una cosa, sino dos: se trataría detener una aptitud y en entregarse a esa aptitud. Valerpara algo y sujetarse voluntariamente a ese fin. ¿Y

CARTA A UNDOCENTE

RAMÓN HORCAJADAProfesor de Filosofía de IES

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de cumplirlos. La invención del deber es la forma su-prema de servir y, por lo tanto, el signo cierto de laverdadera vocación.

Creo además que hay un signo o síntoma de la ver-dadera vocación que no debemos ignorar: el trabajo ale-gre en la pobreza. La inteligencia y las aptitudes no pue-den ser bloqueadas, detenidas e interrumpidas por la co-modidad, por la ausencia de cualquier detalle, técnica oinstrumento perfecto que, por otra parte, nunca se aca-ban de encontrar. No se puede caer en ese puritanismotécnico que malogra la perfección inacabable de las ca-pacidades propias de la creación. Esta «enfermedad»,como afirmó Cajal, es consecuencia directa de la falta devocación.

Aquí se estrecha la unión entre vocación y amor. Elamor que pone condiciones no es amor verdadero. Lavocación que exige tantas condiciones no es voca-ción. La auténtica vocación se alegra en el trabajo. Elhombre que encuentra su vocación hace las cosasque tiene que hacer y otras que no debe, o que no lepiden, por el gusto de hacerlas, ni siquiera sin sabersi van a servir o no, porque el servicio auténtico secierra en el mismo hecho de realizarlo. Servir de ver-dad es servir por servir en dos sentidos: en el de te-ner una aptitud bien lograda y en el de ofrecerla. Noimporta el después ni los medios. La vocación autén-tica es consciente de que el trabajo auténtico no es-pera nada, lucha contra la adversidad y la pobrezadesde ellas, y sólo este trabajo conduce adonde estátodo lo que nos hace falta. La vocación no exige nada,presiente que lo que exige no se tiene jamás, perosabe que lo que nos hace útiles y felices es lo que he-mos merecido sin haberlo reclamado.

¿Y si, en último término, ya nos encontramos en elcamino errado, en el hastío y en la amargura? Real-mente no he pasado nunca por ese infierno. Cadauno en su interior tiene que medirse realmente conquien él es. Y puede que quede un remedio, no sen-cillo, pero infalible según el doctor Marañón y quetambién me atrevo a exponer en esta carta abierta:seguir adelante con todo el esfuerzo necesario. El es-fuerzo cumplido con alegría acaba por convertirsetambién en amor. Y el amor es siempre creacióncomo nos enseñó el personalismo. Acaso las formasmás eficaces de la vocación se deban a esta vocacióncreada por la lucha contra la vocación adversa. Por-que, igual que en el amor, hay una vocación que naceespontáneamente, pero hay otra que se crea en la lu-cha, por la generosidad de nuestro impulso, por la de-cisión de convertir en camino elegido el que nos dioel error o la fatalidad.

Un fuerte abrazo.

qué otra cosa es la combinación de estos dos ele-mentos sino el amor? Desde los presupuestos antro-pológicos, éticos y metafísicos en los que me he mo-vido toda mi vida no he hecho más que constatar laúnica verdad por lo que todo habría valido la pena: queel amor no se concibe sin servir. Él es algo imposiblesin una eficacia específica derivada de la entrega a loamado. Es decir, sin el servicio del amor. Todo cono-cimiento, toda especulación, todo se resuelve en querealmente es la sabiduría del amor la que dinamiza au-ténticamente al hombre, no sólo el amor a la sabidu-ría.

La vocación es la aurora del amor y éste ilumina aaquella, ilumina al alma para que descubra dónde va.La felicidad o la desgracia humanas que esta auroraanuncia depende de que un día el alma sepa lo que suvocación quería o, por el contrario, que el alma no en-cuentre el objeto de su amor, de su propia vocación.

¿Está en nuestras manos favorecer la conexiónque debe haber entre el alma y su vocación a la quese ve llamada? Creo que sí. Cada vida es un misterioinalcanzable e indefinible, en el que incluso tiene mu-cho que ver el azar, incluso tras cada vocación. La vo-cación no se engaña. Lo más difícil es distinguir elpaso seguro del que ha acertado en su vocación delque la ha errado, del que va derecho a servir a aque-llo para lo que sirve del que se deja llevar de espejis-mos de detalles o de ambiciones materiales que seponen como rumores de vocación para no avergon-zarse de los intereses realmente ocultos. No confun-dir una cosa con otra es la clave de la vocación, a loque un alma está llamada, aunque esa alma no lo pue-da saber todavía. A semejante empresa han de con-tribuir los padres en primer lugar y también los profe-sores, sin dimisiones y con la profundidad suficientepor parte de todos ellos para saber leer esas almasnacientes y desorientadas. Las mejores soluciones alproblema de la vocación las da siempre el hogar, perosi el maestro lo es de verdad ha de estar casi a la al-tura de los padres. El alma que levanta el vuelo y va yviene hasta que se lanza a la meta, está siempre ocasi siempre sostenida por las alas del amor. Si elmaestro merece este nombre, y sólo lo merece si asu ciencia une muchísimo amor, puede aumentar ymultiplicar, con una visión profunda y el tacto quenace del corazón, el número de posibilidades de queacierte la vocación incipiente.

Pero, insisto, el problema está en no confundir laverdadera vocación de la falaz. Además del amor, paraello tenemos algo más. La mejor certeza para escu-driñar la propia vocación no es el hecho de cumplir eldeber. Esto lo hace hasta el niño mimado, sino el he-cho de inventar deberes nuevos para darse el gusto

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Estimado amigo indignado del 15M,

¡Menos mal que existes! Cuando este país se acerca-ba a los 5 millones de parados, cuando los mercadostomaban el control de las decisiones políticas, cuandose desahuciaba a miles de personas, ni partidos políti-cos, ni sindicatos, ni defensores del pueblo… nadie le-vantó la voz. Todo era o fatalismo (no hay otra soluciónque plegarse al mercado), o pactos ocultos de satisfe-chos (como el que mantienen los sindicatos agradeci-dos con el Estado que los alimenta). Sólo os atrevis-teis a acampar en esta realidad vosotros y conseguis-teis que resonaran con vuestro grito silencioso milesde personas profundamente insatisfechas e indigna-das por la indignidad en la que vivían muchos de susconciudadanos.

Enseguida os menospreciaron diciendo que durarí-ais dos días. Como os mantuvisteis, intentaron desle-gitimaros diciendo que estabais manipulados por par-tidos de izquierda. De nada sirvió que en cada mani-festación gritarais que «no nos representan» o queincluso arrojarais un cubo de agua al coordinador deIzquierda Unida cuando intentó manipular la acción noviolenta para evitar un desahucio. Quien no quiere en-tender, no escucha; quien utiliza la mentira comoarma de desprestigio, no atiende a ningún hecho. Ha-béis logrado convocar a muchas personas, y ese es elprecio que el poder os reclama, y pone a ello todassus televisiones, radios y periódicos.

Los del Instituto Emmanuel Mounier que nos he-mos acercado a escucharos directamente, hemosoído muchas de las denuncias y reivindicaciones que,en el orden político y económico, llevamos muchosaños denunciando:

Avances hacia una democracia más participativa:•listas abiertas para que haya una verdadera religa-ción entre el representante y los representados;una circunscripción única para que todos los votosvalgan lo mismo; convocatorias de referéndumspara dar la voz al pueblo en todos los temas de re-

levancia; voto en blanco computable que refleje ladisconformidad con la actuación de los partidospolíticos; etc.Regeneración democrática de los políticos: fin de•los privilegios de los políticos (en forma de pen-siones y sueldos vitalicios, o de inmunidades antecorrupciones, o de coches oficiales y otros gastossuperfluos bajo el pretexto de «necesidades de sucondición»); eliminación de las subida de salariosque acontece al inicio de cada legislatura; incom-patibilidad del servicio público con el trabajo al ser-vicio de los intereses de grandes grupos privados,etc.Democracia económica: soberanía del pueblo y no•de los mercados; control democrático sobre losmecanismos de los mercados y sobre la banca;regulación y obligación de pagar impuestos a laeconomía financiera; etc.No-violencia activa: y todo esto con una estrategia•basada en la no-violencia activa (las acampadas noson más que una muestra de ello), el asambleís-mo y el uso de las tecnologías de la información ycomunicación.

CARTA A UN INDIGNADO

LUIS NARVARTEMiembro del Instituto E. Mounier, Madrid

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no basta. También que sólo con intentos másprácticos pero sin alma, tampoco. Sólo propues-tas bien fundamentadas (teoría) traducidas en es-tilos de vida (práctica), pueden tener éxito. Por lotanto, estudiar y vivir; indignación y acción; valor yvirtud. Y para mantener la acción no hay que dejarde compartir el destino de los que más sufrenesta crisis: los pobres.Y finalmente, permitidme una cuestión procedi-•mental: ¡qué largas, pesadas e ineficientes sonvuestras asambleas! En general lo son así todaslas asambleas, las vuestras y las nuestras. ¿Cómopodremos desarrollar métodos de decisión ágilessin renunciar al asambleísmo? Y ¿cómo hacerpara que esa proporción de vagos, jetas, parásitosy aprovechateguis que siempre se cuelan en to-dos los colectivos, puedan ser expulsados? Que-remos una democracia participativa, en nuestrasorganizaciones y en la sociedad, y para ello hayque saber detectar estos elementos minoritariosy tener el valor y la autoridad de evitar que nosvampiricen.

Muchos defienden, también algunos que se lla-man personalistas de nueva vía, que la solución prag-mática solo puede venir desde arriba, desde el poder,desde el gobierno, desde la academia. El poder, si noes compartido, es lo más parecido al mal. Regenerarla democracia, haciéndola cada vez más participativa,les da miedo, pero es el único camino. Olvidan queya, hace 2000 años, lo que no era entendido por lossabios y poderosos, sólo fue acogido por los sencillosy humildes, los que sólo tenían una tienda para acam-par al raso.

¿Cómo no estar de acuerdo con vosotros si éstasson parte de nuestras aspiraciones? ¡Cuánto nos hu-biera gustado saber llegar a tanta gente como voso-tros lo habéis hecho!

Desde esta empatía permitidme también que osdiga algunas cosas que echo de menos y que me pa-recen muy importantes. Ojalá estéis dispuestos a es-cucharlas porque, en ellas, creo que nos jugamosavanzar hacia nuestro objetivo común:

Falta un núcleo que dé unidad y sentido a todas•esas reclamaciones que, si no, quedan fragmen-tadas y, por tanto, vencidas. El enemigo lo tiene:un modelo de persona individualista, que busca supropio interés y cuyo valor supremo es el dinero.¿Cuál es vuestro modelo de persona? ¿Cuáles sonvuestros valores? ¿Cuál es el principio que da uni-dad a vuestras denuncias y propuestas? Creedme,ahí está la madre de todas las batallas y es a lo úni-co que el sistema tiene miedo. Cuando se hablade alternativa al sistema, se debería estar hablan-do de esto, y mientras estemos huérfanos de ello,el sistema no nos temerá. Renunciar a ello por unpluralismo que relativiza precisamente este as-pecto, es el veneno cultural que nos ha inoculadoel sistema para su tranquilidad. En el IEM lleva-mos años trabajando y haciendo esta propuesta.¿Querréis escucharnos?Falta articular una verdadera propuesta en el te-•rreno de la economía y la política, sin duda, basa-da en la autogestión, la democracia directa y en lafraternidad y la vida comunitaria. La Historia nosha enseñado que con una buena propuesta (teoría)

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Estimado amigo:

Es público y notorio que la situación que vive nuestropaís está obligando a los poderes públicos a adoptar es-trictas medidas que puedan hacer frente a la crisis, queafecta a todos los grupos sociales, incluido ese al quetú y yo pertenecemos. La diferencia de edad que mar-ca tu generación y la mía, no es óbice para que ambosseamos conscientes de la época actual, en la que nosmovemos a pesar de nuestras particulares circunstan-cias, pero que, indiscutiblemente, en mi caso hace queme traslade a tiempos pretéritos en los que las caren-cias sociales y de otros tipos, relacionadas con la disca-pacidad, estaban a la orden del día, y hoy, muy posible-mente tú las vayas a conocer por primera vez y yo, des-graciadamente, a recordarlas de nuevo.

No creas que las vigentes condiciones en este cam-po que ahora disfrutas y de las que seguramente aúntendrás queja, surgieron libre y unilateralmente del tra-bajo efectuado por la Administración, no. Es necesarioque sepas que los que te precedimos en el tiempo tu-vimos que enfrentarnos a cuantos no eran capaces devernos como al resto de ciudadanos. Que el vocabloque definía a nuestro colectivo, independientementede la patología de cada uno, era el de «subnormal».

Hubo un tiempo en este país, en el que la palabra«discapacitado» era sinónimo de «inválido»; es decir,alguien que no sirve absolutamente para nada y queocupaba, incongruente y jocosamente, la casilla des-tinada a la profesión del Documento Nacional de Iden-tidad. En tal época, ningún organismo estatal o priva-do abogó por recocernos, no sólo la dignidad naturalimpuesta por el mero hecho de pertenecer al génerohumano, sino que ignoró que éramos portadores tam-bién de unos sentimientos cuanto menos iguales alresto de los mortales, que se veían constantementeninguneados.

Hubo un tiempo en que se creó una única Asocia-ción Nacional de Inválidos que nos englobó a todos aefectos estadísticos, y que exclusivamente sirvió paradar trabajo a mutilados provenientes del bando ven-

cedor de la Contienda Civil recientemente acabada.Los que estuvimos inscritos en dicha asociación to-davía nos estamos preguntando qué beneficio alcan-zamos con ello, si no fue el de servir de expedientespara justificar una labor ya de por sí injustificable, ob-viando que tras los papeles de rigor se escondía unapersona.

Hubo un tiempo en este país —paralelo al descri-to—, en el que también afloraron asociaciones de pia-dosos y caritativos conciudadanos, que creyeron veren la ayuda que pudieran proporcionar en este sectorun camino abierto a las prebendas prometidas por unaIglesia dolorista y paternalista. Y otros ciudadanos alos que sólo se les puede calificar con el adjetivo de«espabilados», que supieron aprovecharse de la igno-rancia y la necesidad a que daba lugar, una siempretriste posguerra. En el primero de ellos, quizá el re-cuerdo que aún perdure en la mente de algunos coe-táneos sea el de los campamentos de verano másacordes a la ideología y parafernalia del Régimen, quea las necesidades físicas de sus especiales usuarios.En el segundo, la mendicidad del inválido se procura-ba contrarrestar a base de tómbolas rozando la ilegali-dad y que lucraron a determinados sujetos que, la ma-yoría de las veces, ni siquiera fueron procesados.

Hasta no hace mucho (ya en plena democracia), undiscapacitado, para poder volar en avión debía firmarun pliego de descargo en el que eximía de toda res-ponsabilidad a la compañía aérea en caso de acciden-te, y asumía los gastos derivados de cualquier des-perfecto que pudiera ocasionar a la nave (?).

En este país la educación de los niños y jóvenescon algún tipo de discapacidad estaba supeditada a labuena voluntad de los directores de colegios a la horade querer aceptarles como cualquier otro alumno, yaque no existía normativa ninguna que obligara y ga-rantizase la adaptación de las aulas y la integraciónescolar para este tipo de alumnado. En el mejor delos casos, siempre y cuando el poder económico de

CARTA A UN DISCAPACITADO

JUAN JOSÉ HERAS GUTIÉRREZMiembro del equipo diocesano de la FRATER,Responsable del Boletín Frater y de formación

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más, ha supuesto el reconocimiento del trabajo de de-dicación exclusiva por parte de los familiares (casisiempre mujeres), como si de cualquier trabajador setratara, habiéndose creado, en este campo, bastantespuestos de trabajo. Por fin podemos viajar en casitodo el transporte público y desplazarnos por nuestrasciudades gracias a la eliminación de barreras y a lasnuevas tecnologías aplicadas a la movilidad individualy colectiva.

Así podría seguir enumerando toda una serie demejoras que, en mayor o menor medida, están bene-ficiando nuestro status social. Sí, es verdad que toda-vía queda mucho por hacer y que esta tarea tienecomo freno las mentes y las voluntades de los políti-cos en particular, y la de la ciudadanía en general, altratarnos como potenciales votos unos, y «privilegia-dos de las ayudas públicas», otros. Sí, además de lacrisis económica que atravesamos, existe otra de va-lores que hace tanto daño o más que aquella.

Desgraciadamente la actual crisis afecta a todocuanto acabo de exponer, y las supuestas medidasreparadoras que se están implantando atacan directao indirectamente a lo conseguido con tanto esfuerzoen los últimos años. Sanidad, Educación, Asuntos So-ciales, Empleo…, se verán restringidos a todas laspersonas, pero a nuestro colectivo más aún. No hacefalta detallar cómo se verán afectadas cada una deestas parcelas, y por consiguiente nuestras propiasvidas, cuando se deje de percibir la ayuda de depen-dencia, cuando tengamos que abonar el transporteespecial para asistir a determinados tratamientos derehabilitación, cuando debamos pagar la parte corres-pondiente a las medicinas con unas míseras pensio-nes también rebajadas por otras causas de impues-tos, cuando aquellos escolares que necesiten aten-ción especial no la tendrán o se dará en aulasmasificadas, cuando determinadas ayudas para trans-porte se eliminen de nuestras distintas administracio-nes, cuando la correspondiente a prótesis u otros ele-mentos que favorecen nuestra vida cotidiana deje deasignarse, etc., etc.

Amigo discapacitado, he tenido un sueño y esperoque no se cumpla. Dios quiera que las cabezas denuestros próceres políticos se llenen de razón plural, yno de partidismo. Que el Estado de Bienestar alcanza-do al día de hoy no adquiera tintes dramáticos y tenganque venir a rescatarnos como finanzas mal llevadas.Pero mientras esto ocurre o no, seguiré creyendo en labondad del hombre como sujeto anónimo que única-mente se deja llevar por los sentimientos que nacende un corazón puro, y confiaré en mis propias posibili-dades que, aunque mermadas, son las que me hanmantenido hasta el momento presente.

la familia pudiera permitírselo, los profesores particu-lares suplían en el domicilio la parte docente, pero noasí la estrictamente moral y legal, puesto que paraque tuviera validez el curso, debíamos examinarnospor libre en los institutos marcados para tal fin con ellógico detrimento en las calificaciones.

Si del aspecto laboral hablamos, la propia Adminis-tración impedía que las personas con discapacidadopositaran a determinadas áreas de su competencia(la docente por ejemplo) arguyendo que por su espe-cial presencia física eran incapaces de imponer ordenen una clase (por lo visto lo de la letra con sangre en-tra era algo habitual, si no en la práctica, sí en el pen-samiento de quienes eran los responsables de la edu-cación a nivel nacional). Y como paso vanguardista(sólo en la teoría), al principio de los 70 del siglo XX, secrearon los Talleres de Empleo Protegido, que, a juz-gar por los sueldos que pagaban y la organización quetenían, bien pudieran haberse llamado Talleres de Ex-plotación Consentida.

Los edificios oficiales eran considerados bellos yprácticos no por su funcionalidad respecto al uso quede ellos pudieran hacer todos los ciudadanos, incluidotu colectivo y el mío, sino por la estética que guarda-ra con el entorno aunque este fuese totalmente inac-cesible y peligroso para nosotros. Podría decirse (enun alarde de ignorancia) que cuantas más barreras ar-quitectónicas tuviera, mucho mejor.

Con la democracia instaurada en 1976 en este paísempezaron a soplar aires frescos que poco a poco fue-ron impulsando también nuestros pobres cuerpos de-formados con otros bríos. Gracias a esta nueva formade gobierno y al asociacionismo de minusválidos queya venía trabajando en este campo desde años atrás,pudimos empezar a equipararnos al resto de los ciu-dadanos en diversas parcelas. Se adoptó la reserva deun establecido número de plazas en las empresas quereunieran determinadas características para fomentarla colocación en nuestro colectivo. Se empezaron aconstruir residencias para grandes afectados. Asimis-mo, se hicieron colegios especiales y a principios delos 80 del pasado siglo, se dieron los primeros pasospara integrar a niños discapacitados en colegios nor-males, llevando parejo tal acto el que también existie-ra la figura del profesional especializado en este cam-po en las llamadas Unidades de Apoyo. Logramos quela Sanidad pública tuviera en cuenta los tratamientosespeciales a que algunos están sometidos y que se in-vestigara, en la medida de lo posible, en las denomi-nadas «enfermedades raras». Más cercano en el tiem-po, se ha tenido en consideración el que los grandesafectados puedan servirse de ayudas económicas omateriales gracias a la Ley de Dependencia que, ade-

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Queridos amigos:

Cuando me pedís que escriba esta carta sobre lacrisis estoy en México. Aquí recibo vuestros correosdonde me decís: «con lo mal que estamos, no va aquedar nada de España cuando vuelvas». La verdades que en Europa, en España, damos mucha impor-tancia a la crisis por la que estamos atravesando.Vemos un panorama alarmante: desempleo, 5 millo-nes de parados, jóvenes que tienen que emigrarporque ahí es imposible encontrar trabajo, emigran-tes que estaban empezando a hacerse un huequitoen nuestra sociedad y que se ven en la calle y,algunos, tienen que volverse a sus países de origenhabiendo perdido muchísimo de lo que con tantotrabajo habían conseguido… y tantas y tantas cosasmás.

Y sin embargo en muchos países de este lado delAtlántico todo eso es lo normal, viven en crisis conti-nua y sus economías crecen, poco, pero crecen…

¿Qué está pasando en España? ¿Qué está hacien-do el gobierno español? ¿Qué recetas quiere aplicarEuropa a la crisis? ¿Se están aplicando medidas quenos vayan a permitir salir de esta situación? ¿Seestán dando ayudas donde se necesitan, para que loscolectivos que se han visto más empobrecidospuedan empezar a levantarse?

La verdad es que la respuesta a estas y otrasmuchas preguntas que uno se hace no son esperan-zadoras. Lo que sabemos tampoco lo es: se ha ayuda-do a los bancos, que precisamente generaron la crisispor su ineficacia y desvergüenza. La política hiperin-flacionaria de rescates financieros es un fiasco. Ytampoco se les exigirá que lo devuelvan cuando dejende estar con problemas. La sociedad está para ayudara los Bancos a que sigan ganando más que nadie,pero no para que la Banca ayude a los que lo necesi-tan.

Lo que estamos viendo que ocurre tampoco resul-ta esperanzador: se está desmantelando el llamado«Estado de Bienestar». Los trabajadores habían

CARTA SOBRE CÁRITAS,EN TORNO A LA CRISIS

JULIA PÉREZDel Instituto E. Mounier, Madrid

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pagar más impuestos, no se ha llevado a la práctica,pues sería tremendo que algún país lo hiciera, dandocon ello un ejemplo desastroso a los demás. Por elmismo motivo, no se perseguirá el fraude fiscal de lasgrandes fortunas, que tanto dinero supondría para lahacienda pública.

Desde el inicio de la crisis, en Cáritas donde traba-jo, pudimos ver cómo empeoraban las condiciones delos emigrantes: se fueron quedando sin trabajo poqui-to a poco. Las familias españolas que daban trabajo amujeres extranjeras, al quedarse en el paro, tuvieronque despedirlas, pues de lo primero que se puedeprescindir es de la mujer que cuida a los hijos, o quehace las labores del hogar. Sin trabajo los inmigrantesdejaban de pagar sus alquileres, sus facturas de luz,etc. Algunas familias habían conseguido iniciar lacompra de una vivienda, y ahora, ante la imposibilidadde seguir pagando la hipoteca, el Banco se quedó consus casas y ellos seguían debiéndole dinero. Amuchos les fue imposible aceptar trabajos legales,con papeles, porque sabían que sus sueldos lesserían confiscados para el pago de esas hipotecas delas casas que ya no eran suyas.

En los años que llevamos en esta situación, que vade mal en peor, hemos dado ayudas económicascuantiosísimas y hemos conseguido posponer situa-ciones calamitosas. Pero Cáritas no va a solucionardefinitivamente la situación de ninguna de las familiasque pasan por nuestras parroquias. La labor queestamos llevando a cabo debe continuar haciéndose,pero no nos podemos quedar solamente ahí.Tenemos la obligación moral de estar de parte de losafectados por esta situación, debemos denunciar quelas medidas que se están tomando no son de justicia,pues de ninguna manera debemos ni podemos dejarque se acabe con derechos que tantas luchas ysangre costaron y siguen costando.

No se puede acabar con la enseñanza, con lasanidad, con los derechos de los trabajadores. Esindispensable un cambio del sistema capitalista, delorden financiero global. El sistema financiero quesoportamos se ha apartado de la producción debienes físicos y está cada vez más dominado por laespeculación. Nuevas leyes al respecto deben darpaso a nuevas formas de economía y de sociedad.

Tiene que haber un cambio de mentalidad: es falsoque no se pueda hacer nada y es erróneo pensar quepodemos seguir viviendo en un mundo con tantísi-mas desigualdades, hay que decrecer para podersobrevivir dignamente. O eso o la destrucción delhombre por el hombre.

conseguido unos derechos «inaceptables», de modoque se legisla para que el despido resulte más baratoy rápido, y la razón que se da para ello es que así losempresarios contratarán a más personas. Efectiva-mente, en vez de tener a 20 familias con un salariofijo, escaso pero fijo, tendremos a 200 familias con unsalario escaso e intermitente: hoy trabajas, mañanano porque contrato a otro. Esto no es reparto deltrabajo, el movimiento obrero llamaba reparto deltrabajo a otra cosa, sino reparto del hambre portemporadas. En algunos países europeos, los trabaja-dores de grandes fábricas han preferido repartir eltrabajo, trabajar menos horas recibiendo menossalario, pero dejando a todos los trabajadores a laespera de que las condiciones económicas mejoren ypueda volverse a funcionar como antes, sin dejar anadie en la cuneta. En otros países ni siquiera eso esposible, pues el gran empresario quiere siempre laparte del león.

Según aseguran los entendidos, las brutalesmedidas de austeridad que se han impuesto soloaceleran la desintegración financiera, a costa de lavida de la gente, de las economías y de las naciones.Resulta que hay demasiados funcionarios (solamentea la ineficacia del Estado podemos deber que así sea)y en vez de disminuir su número y prejubilar aquienes haga falta, es mejor bajar los salarios detodos y así se van recortando derechos para el futuro.Incluso si están de baja pueden ver reducido susalario, porque ya se sabe que el que se queda encasa enfermo tiene menos gastos…

Cuando se inició la crisis, esa que le costó dosañitos reconocer a Zapatero y su gobierno, algunoslíderes europeos, léase Sarkozy, dijeron que habríaque revisar el sistema capitalista que a tales desas-tres nos había llevado. Pero se les pasó pronto,enseguida comprendieron que había que asustar a lagente, hablarle mañana, tarde y noche del infiernoque nos aguardaría a todos en breve para terminarhaciendo que paguen los de siempre, para justificarcualquier medida por muy impopular que sea porque«el gobierno no tiene otro remedio».

No me gustan las teorías conspiracionistas y meresisto a creer en los libelos que circulan proponiendoque esto de la crisis es un invento que lo único quepretende es anular los derechos conseguidos y retro-traernos a principios del siglo pasado, pero no creoque pueda haber duda de que se están tomandotodas las medidas necesarias para que no paguen lacrisis los más ricos. Incluso en los casos —que los hahabido— de que estos últimos hayan reclamado

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Querido Calixto:

Me dices que te acabas de jubilar y que te gusta-ría conocer mi propia experiencia de jubilado. Tengo77 años y llevo 7 como jubilado.

He intentado poner orden en lo que te digo aI.continuación; pero ni me ha sido posible lograrloplenamente, ni he sabido-podido expresar todo loque bulle en mi vida. En algún momento, lo escri-to no parece una carta… vg.: cuando digo: «elhombre» y no: «yo», me refiero a que eso mismo—que aparece como común a todos los sereshumanos— lo estoy pasando (en concreto) yo eneste mi tiempo de jubilado. Y tampoco pareceuna carta cuando —en ciertos momentos— da laimpresión de que desarrollo un tema. He decidi-do no ocultarte lo que la (mi) vida me plantea amí.

II.Decisiones anteriores a la jubilación (profe-1.sor de filosofía durante más de 40 años,miembro de I. Mounier y de HOAC) me haninfluido y seguirán influyendo hasta el finalde mi vida en este mundo.Como consecuencia de operaciones (glauco-2.ma) en ambos ojos, no he podido escribircomo hubiera deseado.Escuchar, ver, leer.3.

Estos años he escuchado muchasa.conferencias en Zaragoza y en Madrid.No me gusta hablar por no callar; pero, silo que oigo me sugiere sintonía o recha-zo, no me puedo callar. Digo lo quepienso. Los pequeños grupos de I. E.Mounier y HOAC son (para mí) un privi-legio, pues ahí se muestra el pálpito dela actual sociedad y la Iglesia con susluces y sombras.Ver lo que pasa: Los acontecimientosb.me sugieren aquello de Mounier: «El

CARTA A UN JUBILADO

ANTONIO PUÉRTOLAS DE CASTILLAZUELODel Instituto Emmanuel Mounier, Zaragoza

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Nueva Evangelización. Según mi manera de6.ver las cosas, esa nueva evangelización sólose dará en la medida en que la existenciapersonal cristiana sea verdadera existenciapersonal y verdadera existencia cristiana, yno mera recepción sociológica. Lo cual impli-ca que los cristianos (yo también) vivamoscomo cristianos de forma RAZONABLE (queimplica —entre otras cosas— saber dar razónde nuestra fe).Cuando miro mi mundo…, España…, aborrez-7.co la MENTIRA, manipulación, tergiversación (enciertos grupos políticos, en algún periódico deámbito nacional, en ciertos programas de TV)semejantes a lo de los peores SOFISTAS; y nome callo, sino que proclamo la VERDAD quepalpita imparable en mi pecho.

CRISTO, ad dexteram Patris y en su cuerpo(Iglesia) aquí (desde J. Ratzinger al cristianodel pueblo más perdido) me lanza, y a la vezme serena.Combate. Me encuentro en un cierto comba-8.te en lo íntimo de mí, (como he indicadoantes), y también frente al ambiente que merodea (1.: medios de comunicación: prensaescrita, TV, radio… ¡Cuanta MENTIRA: verdadOFICIAL…! 2.: Mucha gente no se entera de loque pasa realmente. Es gente manipulable,de hecho: manipulada. Esta gente está en el«se dice», que confunde con yo digo. ¡Pobregente!).A estas alturas ¿estoy programado? SÍ y NO.9.Sí, está programado: cada día, cada semana,cada mes, cada trimestre, cada año… y todami vida en una OPCIÓN FUNDAMENTAL TOMADA.NO, pues, fuera de mi opción fundamental,todo puede cambiar en cualquier momento,si hay un motivo.

Una vez jubilado, no me he aburrido nunca,10.más bien me ha faltado tiempo.

Por todo lo que he dicho anteriormente, soy inequí-III.vocamente opuesto a la eutanasia. Por delante (enmi propia persona) contemplo un horizonte arecorrer, horizonte tan sugerente o más que en misaños jóvenes… y hasta que Dios quiera.

¡Calixto! Un abrazo para ti y para los que hantenido la paciencia de llegar hasta el final de estacarta.

Con todo mi afecto,

Antonio Puértolas de Castillazuelo

acontecimiento será vuestro maestrointerior».Leo algún libro y ojeo a diario la prensac.nacional y regional. Selecciono lo queme llama la atención positiva o negativa-mente. Valoro por escrito lo selecciona-do. Estos recortes invaden mi piso.

Ante lo que veo: a) Fuera de mí; b) En mí.4.En mi mismo pueblo natal:a.

Fértiles huertas abandonadas…1.yermas… zarzaleras enrevesadas, Casa(s) abandonada(s)…2.Entre esos yermos, hay algunas

huertas familiares.Ante el panorama descrito, me

planto y me digo: ¿Podría vivir aquí miantiguo vecino de Kenia? Y sueño conuna economía de COMUNIÓN…

Manos a la obra, comenzamos conel keniata por la poda de los árboles enhuertas y olivar.

Inesperadamente, pasados unosmeses, mi familia se atraviesa…

Disgustado ante la SIN-razón, mifísico se resiente y una sobrina (médico)decide llevarme a la clínica Puerta deHierro de Madrid donde paso siete díasen observación.Ante lo que veo en mí, pasado unb.tiempo, reacciono y, entre otras cosas,me digo: ¡A por los yermos y zarzalerasen lo más íntimo de mí!… con el fin deno ser yo mismo un ESTORBO hacia unacomunión: 1, 2.

Horizontal con mis semejantes1.Profunda… conmigo mismo… con2.Dios en el fondo… Desde ahí, conlos cimientos saneados, quierohacer mi aportación al edificio de lanueva evangelización.

Tensiones, choques. Me encuentro en5.tensiones-choques, tanto con lo de dentro demí mismo como con lo de fuera de mí.Dentro de mí aparecen y reaparecen el bieny el mal. Y lo mismo entre lo de fuera de míy lo íntimo en mí; pero no quiero cansartecon una ¿excesiva? descripción. Por lo quecorto.

Esto me lleva a orar con el salmista: Si elSeñor no construye la casa, en vano secansan los albañiles.

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Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía,

y antes que nacieses te tenía consagrado (Jr. 1,5)

Mi querido hijo:

Me han pedido que escriba una carta «a un niño queno va a nacer» a un niño cuyo don de la vida, el ma-yor tesoro que se nos ha dado, alguien se atreve a ro-bárselo, a arrancársela de la forma más cobarde, te-rrible y cruel1.

Sé que debería dirigirme a los niños que no fueron,a los que no les dejarán ser… Pero me duelen, porquemi humanidad es débil y soy cobarde ante el dolor; ymás cuando el que sufre es una criatura indefensa. Poreso prefiero dirigirme a ti y que de alguna manera seastú quien se la hagas llegar y compartas con ellos todoel amor y la nostalgia que unos padres y hermanos tie-nen, junto al dolor de haber visto truncada la alegría dela noticia de tu llegada, por tu prematura partida.

Tu situación no es la de ellos, porque eras tan de-seado y esperado como amado. Y aunque te fuiste alcomenzar, cuando aún no se vería ni el puntito laten-te en una ecografía, eres parte de nosotros.

Nunca nos preguntamos el porqué de este dolor,pero sí el para qué, porque tenemos la certeza de laFe, y sabemos que cada persona tiene una misión enla vida y que cada vida termina cuando ha cumplido sumisión. Mi embrión tus ojos lo veían; en tu libro estánescritos todos los días que han sido señalados, sinque aún exista uno solo de ellos (Sal. 139, 16).

Tu efímera existencia, creo que ya ha dado fruto:Por un lado, me permite poder ponerme en la piel

de todas esas madres que han elegido ser madres deun hijo muerto (pues ya desde el primer momento dela concepción, se es madre) antes que de un hijovivo… Aquellas madres que han elegido o se han vis-to obligadas a darles a sus hijos una muerte cruel y

una sepultura en un cubo de despojos antes que lavida, el calor de unos brazos y la dulzura de un beso…

No las entiendo; tampoco las juzgo, ¿quién soy yopara hacerlo? Bastante dolor tienen con sufrir la au-sencia de sus hijos. Porque, tarde o temprano se dancuenta del terrible hecho. La inmensa mayoría pade-cen el «síndrome post-aborto» (la misma angustia, lamisma desesperación, la misma culpa: pesadillas, in-somnio, alcoholismo, agresividad o depresión, psico-sis… y suicidio). Pero lo peor es el no poder perdo-narse a sí mismas… No entiendo a las personas quedicen que las quieren y en lugar de acogerlas y ayu-darlas, les dan la espalda, las obligan a abortar; tam-poco entiendo a los que legislan leyes contra la vidadel más desprotegido y menos aún entiendo a lasque les practican el aborto o colaboran en ello.¿Cómo son capaces de matar despiadadamente a lascriaturas más indefensas y en el lugar supuestamen-te más seguro e inviolable, el vientre de sus madres?¿Pueden dormir tranquilos? ¿Pueden siquiera dormir?¿Pueden mirar a un niño y no preguntarse por los ni-ños que han matado? ¿Pueden abrazar a sus hijos yno preguntarse por los hijos a los que han impedidoser abrazados? ¿Por cómo serían? ¿Quiénes serían?¿…?

Por otro lado, tu existencia me permite ponermeante los chicos y chicas de mis clases, sobre todocuando me dicen que el aborto es la solución paraevitarse problemas, para no «estropearse sus vidas»adolescentes; y hacerles reflexionar sobre el milagrode su propia existencia, de cómo entre millones deespermatozoides, uno, fecundó a aquel óvulo que fueel «primero en madurar». Si cualquiera de los dos hu-biese sido distinto, serían otras personas totalmente

CARTA A UN HIJO NO NACIDO

TERESA DE JESÚS ORTEGA ALMEDALicenciada en Geografía

1. En 2010, fueron abortados 113.031 niños en España. Según datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; publica-dos en http://www.msssi.gob.es/estadisticas/informe.do.

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Esquizofrenia, que lleva a los gobiernos más pode-rosos de la tierra, a la ONU, a sus organizaciones sub-ordinadas ACNUR, la OMS, UNICEF, y a otras organi-zaciones internacionales a enarbolar las banderas de lademocracia, de la libertad, del bienestar, de la igualdad,a promulgar leyes que amparan —¡es repugnante!—,bajo eufemismos como salud sexual y reproductiva einterrupción voluntaria del embarazo, el poder asesinarsin condena. Sin ningún pudor ni remordimiento. La leyno hace moral un aborto provocado. Los hijos son unregalo de Dios, no son ni un derecho ni una propiedad.

¡Qué difícil resulta no caer en la desesperanza alver tanto mal causado, tanto daño infligido por lamano humana; por la ambición del ser humano, quenos hace estar sufriendo a nivel mundial una gran cri-sis económica y social causadas por la profunda crisisantropológica, porque la más perfecta «creatura», ca-paz de las mayores proezas y de las más perversasatrocidades, ha dejado de preguntarse por el sentidode su vida, por el destino para el que está hecho, per-diendo así el valor del mayor tesoro que posee, laVida. Pobre ser humano cegado por la soberbia, queno ve que sus días están contados, que por muchoque se esfuerce no puede mantener su juventud, nialargar su vida un segundo.

Más que otra cosa, esta situación, que me hacegritar «¿por qué?, ¿por qué existe un mal tan gran-de?», me obliga a ser humilde y dar gracias por haberexperimentado que la vida tiene un valor y una digni-dad. Por eso no me puedo quedar sólo en el grito des-esperado, porque hay esperanza, porque tengo la cer-teza de estar hecha para Otro, de que estamos he-chos para Otro, que nos llama a cada uno por nuestronombre y nos sostiene en la palma de su mano conuna infinita ternura y esta certeza nos pone en movi-miento, nos hace volver a construir, construir educan-do y dejándose educar, educando en la Verdad, susci-tando las preguntas, las grandes preguntas del cora-zón del hombre, ¿quién soy yo?, ¿cuál es el destinopara el que estoy hecha?, ¿cuál es el destino del otro?Las preguntas, que nos ponen en pie frente a la reali-dad, que nos hacen juzgar los hechos, no a las perso-nas; que nos enseñan a mirar con ternura la fragilidaddel otro y mi propia fragilidad. Termino con las pala-bras de un amigo sacerdote:

No te escandalices ante la tentación que sufres, tampoco te

escandalices por el error que cometas y vuelve de manera in-

domable a emprender el camino…

En la certeza de un feliz reencuentro, en el que po-der abrazarte y contigo a todos los inocentes.

Mamá

diferentes… Si hubiese llegado otro, no sería yo, sihubiese llegado otro no serías tú…

Después, les explico que una vida, cualquier vida,tiene un valor infinito. Es posible que alguien hagaalgo mejor que yo, mejor que tú; pero nadie lo hacecomo yo, nadie lo hace como tú. Cuando alguien «fal-ta», su hueco no lo llena otro alguien…

Cuando les hago ver que el aborto no es la solu-ción a ese «problema» no querido, pero sí buscado,(aunque no sean conscientes de ello), pues el gestoque han vivido está llamado a dar Vida, algunas chicasme dicen que preferirían abortar antes de dar a su hijoen adopción, porque no soportarían saber que tienenun hijo al que ellas no pueden cuidar, pero que estácon otros. Entonces les invito a que vayan al fondo deesa afirmación: ¿qué es lo que verdaderamente lesdolería?, ¿que su hijo pueda vivir y cumplir su destino,o que ese destino se cumpla abrazado por otra ma-dre?

Otras veces, me dicen que abortarían si su hijo fue-se deficiente, ya sea psicológico o físico, o si tuviesealguna enfermedad al nacer o que pudiese desarrollar-la por cuestión genética en la edad adulta. Entonces,les pregunto: ¿con los «ojos» de quién lo estáis juz-gando? ¿Con los de ellos, que aún, con sus limitacio-nes, viven y son felices siendo amados? ¿O con los delas personas «normales o sanas» agobiados más porel sufrimiento, de lo que podríamos perder, que por loque ellos nunca han tenido o no tendrán y, por lo tan-to, no pueden echar de menos? Entonces les hago verla alegría y cariño que reparten a manos llenas, porejemplo, los niños con síndrome de Down, haciendomás felices a los que tienen a su alrededor. O les pon-go el ejemplo de mi abuela, si alguien le hubiese dichoa su madre que debía abortar, porque los genes de suhija portaban una enfermedad que probablemente enla edad adulta la dejaría ciega completamente (comode hecho ocurrió cuando tenía 60 años), tanto sus hi-jos, como sus nietos, biznietos, y los descendientesde estos, jamás habríamos nacido… La vida, es siem-pre un bien. Es un bien por encima de las circunstan-cias en la que fue concebida o se desarrolle. A nadiese le puede negar la afirmación de la vida y la defensade su dignidad. Tiene un valor incomparable, es el va-lor de la persona, que nos hace únicos e irrepetibles.

Y por último, tú has hecho que pueda ponermeante la esquizofrenia de la sociedad y la cultura domi-nante, que no sólo ha pretendido matar a Dios, sinoque ha pretendido ocupar su lugar; el hombre piensaque él es ahora el sumo hacedor; dueño de la vida yla muerte de sus semejantes… cambiaron la verdadde Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la cria-tura en vez del Creador (Rm 1, 25).

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Queridas hermanas y hermanos en la fe:

Me han pedido que escriba una carta a la Iglesia. Loprimero que he pensado es en la imposibilidad de latarea. ¿Cómo atreverme a dirigir la palabra a mi queri-da Iglesia a la que tengo que escuchar todo? ¿Cómopuedo pretender enseñar algo a quien es maestra co-tidiana de mi vida y de la que tengo tanto que apren-der? Si al final me he puesto manos a la obra es por-que sé que nuestra comunión crece y se desarrolla enla comunicación. Y que nuestra fe se acrecienta ydesarrolla en las búsquedas compartidas.

Quiero compartir con vosotros algunas inquietu-des en torno a la crisis económica que golpea la eco-nomía mundial y en particular la española. Aunque nopodemos olvidar que hay una gran multitud de perso-nas que ni se enteran de la actual crisis por encon-trarse en una situación crónica de subsistencia.

LO PRIMERO, UN RECONOCIMIENTO AGRADECIDO

Lo primero es expresar mi gratitud a toda la Iglesiapor el amor y el servicio acumulado en tantos años dehistoria. Son una luz que alumbra el camino de quie-nes buscan una convivencia más humana. Una luz, aveces oscurecida por las sombras del pecado huma-no, pero que sobresale por encima de las sombras denuestras faltas. Hay quienes no reconocen esta luz ytienen fijada su mirada en los errores de nuestra Igle-sia, los cuales magnifican y agrandan sin tener encuenta cada contexto histórico. Lo hacen por diversosmotivos: por prejuicios, por desconocimiento, por ce-gueras ideológicas, por resentimiento… Ante las críti-cas, los hijos de la Iglesia debemos preocuparnos, so-bre todo, por presentar la verdad de los hechos y nodebiéramos obsesionarnos por nuestra imagen ni portener «buena prensa». Ya nos lo dijo el Señor, preo-cuparos de hacer el bien y no de vuestra buena ima-gen.

También doy las gracias porque esta Iglesia nues-tra de España ha sabido reaccionar con prontitud a lasituación en la que nos encontramos. Son muchas lascomunidades y grupos eclesiales que han desarrolla-do iniciativas de ayuda a los que más lo necesitan.Sería muy largo enumerarlas todas. Indico algunas deellas: se han incrementado los servicios asistencialesde las parroquias e instituciones de Iglesia, creandocomedores, roperos, bolsas de trabajo… Todas estasiniciativas cuentan con numerosos colaboradoresdesinteresados porque son muchos los que han sen-tido el impulso de la caridad cristiana ante la necesi-dad del prójimo. En casi todas las diócesis españolas,y desde el inicio de la crisis, sacerdotes y obispos do-nan voluntariamente una parte de su sueldo (que porotra parte es bien justito para vivir)… Son muchos loscristianos que individualmente apoyan humana y eco-nómicamente a otras familias en necesidad. Obispos,teólogos, animadores de comunidades han rastreado

CARTA A LA IGLESIA

RICARDO DE LUIS CARBALLADA, OPFacultad de Teología San Esteban (Salamanca)

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desarrollo económico tan importante como la in-yección de liquidez. Una sociedad éticamente másdesarrollada es también más eficiente económica-mente.

Desde esta perspectiva, quiero compartir convosotros mi perplejidad ante muchas de las pro-puestas para salir de la crisis. Por todas partes es-cuchamos eso de que para los chinos crisis es opor-tunidad. A mí me parece que para darse cuenta deque las crisis nos tienen que hacer recapacitar no hayque irse al Oriente. Pero es que además, esta crisisno nos está haciendo recapacitar demasiado comosociedad, ni la estamos viviendo como una oportu-nidad de hacer una sociedad mejor.

Reconozcámoslo con honestidad. El origen de estacrisis ha estado en la codicia, de la que muchos he-mos participado. En distinta medida y con respon-sabilidades diferentes, sin duda. Pero somos muchoslos que hemos consentido un modelo de desarrollobasado en actividades orientadas más a la gananciay a la circulación de capital que a la satisfacción denecesidades reales. Ha sido un modelo de desarro-llo que tenía como objetivo principal el lucro antesque ofrecer un producto de calidad o responder a lasnecesidades de la gente. Por eso, se promovía laconstrucción de viviendas pensando más en sobre-valorar su precio y obtener un mayor rendimiento mo-netario que en ofrecer viviendas de calidad y a un pre-cio asumible para los que de verdad las necesitaban.No se perseguía cubrir una necesidad social sino sim-plemente el enriquecimiento más burdo.

La crisis nos ha hecho ver lo sobrevalorados queestaban determinados productos que pagábamos aun precio desorbitado para dar cada vez gananciasmayores a quienes nos prestaban el dinero y volví-an a subir los precios… Y así hasta que la burbujaestalló y se llevó por delante la alegría y la ilusión.

La actual situación debiera ser ocasión para pen-sar que la economía que mejor funciona no es la queprovoca solamente un mayor margen de ganancia,sino la que proporciona productos de más calidad.Y esto conlleva pensar en el cliente, en los usuariosde los servicios, en sus necesidades. La economíaque mejor funciona es la que logra un producto decalidad porque se orienta a las necesidades realesde las personas y no sólo al beneficio. La creativi-dad, la originalidad, la innovación, proceden casisiempre de pensar en soluciones que facilitan la vidao resuelven problemas a las personas, y no sólo enla manera de incrementar los beneficios.

La crisis es una oportunidad para reorientar unamentalidad muy extendida, entre empresarios y tra-bajadores: que lo importante es ganar dinero y que

las raíces de esta crisis, que no es sólo financiera sinotambién moral, y han apelado al desarrollo de nuevasactitudes y un nuevo horizonte de reparto de los bien-es.

Gracias de verdad porque todas esas iniciativasnos muestran que en nuestra Iglesia sigue vivo el Es-píritu de Jesús que nos pidió servir a todos los que su-fren, a los pobres.

ALGUNOS INTERROGANTES

Pero ya lo sabéis, cada vez que nos ponemos anteDios y ante el evangelio de Jesús, tenemos que pre-guntarnos ¿es suficiente todo lo que hacemos? ¿Nopodemos y debemos hacer un poco más? El Señornos dijo que al que nos pida que le acompañemosun kilómetro deberíamos andar con él diez; al quenos pide el manto le deberíamos dar también la tú-nica… Hoy, ante tanto desempleado angustiado ydesanimado, ante tanto emigrante asustado y consus sueños rotos, ante tanto joven al que la frustra-ción ahoga sus ilusiones, en definitiva ante tanto mie-do y desesperación, el Señor nos dice que tenemosque hacer más, arriesgar más, darnos más.

Y nos pregunta si no estamos dando generosa-mente, sí, pero de lo que nos sobra, de lo que no nosafecta, de lo que no conlleva que tengamos que mo-dificar nuestro estilo de vida. Es cierto que ayuda-mos, pero quizás lo hacemos sin tener que levan-tarnos del sillón de nuestra comodidad, sin atrever-nos a sentarnos y compartir con el que sufre,buscando juntos las posibles soluciones. Nuestrocompromiso será real y efectivo cuando lleve a com-plicarnos la vida, cuando nos co-implique personal-mente en las dificultades de los otros. Lo demás essolidaridad a distancia, sin moverse del sitio, sin re-lación ni identificación afectiva con aquellos que su-fren.

Pero ¿qué más podemos dar en esta situación deprofunda crisis económica? ¿Qué más puede darnuestra Iglesia?

LA REFLEXIÓN, LO PRIMERO

En primer lugar recordamos una vez más que lo nues-tro no es dar soluciones técnicas. Eso les correspondea otros. Lo nuestro, como comunidad de fe, no esorganizar la sociedad. Nuestra tarea es construir con-ciencias, despertar esperanzas, animar las convic-ciones éticas, impulsar compromisos. Y lo hacemossabiendo que la ética es un factor de estabilidad y

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fadores sino la muchedumbre de los perdedores. Ellugar de la Iglesia está allí donde los seres humanosduelen y sufren.

La Iglesia está llamada a recorrer el camino de Je-sús. Y ese camino conduce al sitio en el que se en-cuentran los doloridos y enfermos, los rechazadosy olvidados, los pobres y excluidos del bienestar so-cial… El Señor nos pide no sólo que los recibamosbien cuando llaman a la puerta de nuestra casa, nospide que salgamos a su encuentro, que vayamos ensu búsqueda, que nos acerquemos a ellos para ofre-cerles consuelo y para alumbrar con ellos solucio-nes a los problemas que padecemos.

Me parece que aquí, como Iglesia todos tenemosque interrogarnos de verdad. ¿Salimos al encuentrode los que sufren? ¿Estamos dispuestos a inte-rrumpir nuestra vida y nuestras costumbres para aten-der al que duele? ¿Aceptaríamos que algo de nues-tra vida cambie para que otros tengan también sitioen el convite?

Es aquí donde muchos tenemos que reflexionar ycambiar. Al menos yo tengo que cambiar para que lassendas de mi vida se acerquen a los que más pade-cen.

Sabiendo que cada persona es un mundo valiosoen sí mismo y que la angustia de cada desempleadomerece ser atendida por sí, me atrevo a señalar losgrupos que más sufren la crisis: 1. En primer lugar,los emigrantes. Por ser los menos cualificados, portener menos ahorros y familia a la que recurrir. Ellosson los que más acuden a las puertas de los super-mercados, a la salida trasera de comedores colecti-vos, a recoger las sobras de la comida (como ocurreen algunos colegios concertados que conozco). 2. Ensegundo lugar, los jóvenes. Muchos de ellos cualifi-cados y con espíritu de laboriosidad, pero a los que lafalta de perspectiva laboral les está conduciendo alpantano del desánimo y la tristeza. 3. Parados de lar-ga duración, condenados a llevar a sus casas un sub-sidio de subsistencia mientras otros se jubilan conpensiones millonarias. 4. Ancianos con pensionestan mínimas como para comprar la fruta pieza a pieza («deme por favor una manzana y una naranja que noquiero que la fruta se me estropee en la casa», decíael otro día una mujer en la frutería del supermercado).

Ya lo digo: se trata de estar cerca de todas estaspersonas, escuchar sus dificultades y buscar solucio-nes, aunque éstas pasen por acogerlos en casa, dis-poner de más edificios para darles cobijo, despren-dernos de lo nuestro, desterrar tanto gasto superfluoy suntuoso de algunas celebraciones litúrgicas,(como bodas, primeras comuniones, bautizos…). Setrata de salir al camino de la vida para buscar junto

el cliente nos pague el servicio aunque realmente es-temos ofreciendo un producto deficiente. Cierta-mente hay quienes, empresarios y trabajadores, sehan preocupado sobre todo por realizar un buen tra-bajo, aunque su margen de beneficio fuera menor.Estos sin duda tendrán la cuenta del banco menosabultada pero habrán logrado la satisfacción del tra-bajo bien hecho.

Cuando escucho que la manera de superar la cri-sis es seguir consumiendo todo lo que se pueda, ofacilitando la creación de un macrocentro internacionaldel juego, pienso que como sociedad estamos apren-diendo bastante poco.

No superaremos la crisis volviendo a lo de antesaunque sea de otra manera (antes la construcción, aho-ra haciendo de España Las Vegas en Europa). La su-peración de la crisis será duradera mediante una pa-sada profunda por la ética. De este modo podremosentrever que el fin último de la economía no es in-crementar beneficios y ganancias sino responder a lasnecesidades y al bienestar común. Que no todo lo quepueda ser comprado debe ser adquirido; que la mo-deración y la austeridad en todas las facetas de la vidaayudan a mantener despierto el espíritu. Y tambiénque la satisfacción en el desarrollo de una profesióny un trabajo no depende únicamente de la cantidadque la nómina recoge. También produce satisfacciónel trabajo bien hecho, el servicio a los demás.

Repito lo dicho al principio. A la larga una socie-dad éticamente más desarrollada es también eco-nómicamente más eficiente. Muchos de nuestrosproblemas económicos como país tienen su raíz enel subdesarrollo ético de nuestra sociedad.

La Iglesia puede aportar a nuestra sociedad en es-tos momentos una reflexión serena y profunda so-bre lo que significa de verdad desarrollo económicoy el modelo social para conseguirlo. Y nos corres-ponde abrir un proceso educativo en el que todos ennuestra sociedad aprendamos comportamientosmás responsables y solidarios.

COMPARTIENDO EL DOLOR

En segundo lugar. No podemos olvidar a los que máspadecen la crisis. Sé que están presentes en las pre-ocupaciones de la Iglesia y que a menudo frecuen-tan nuestras casas en busca de ayuda y consuelo.Pero nos los dijo el Señor. Debemos saber encon-trar nuestro lugar. No está en los primeros puestos.El lugar de la Iglesia es junto a la puerta para estarmás cerca de los que se quedan fuera del banque-te. El lugar de la Iglesia no es el carro de los triun-

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plo, en las escuelas profesionales, que sustentadaspor grupos de Iglesia, supieron acompañar humana yprofesionalmente a tantos jóvenes en los años de esedesarrollismo que expulsó a tantas personas del cam-po a la ciudad.

También hoy, como comunidad cristiana, estamosllamados a impulsar nuevas instituciones en tiemposnuevos y ante problemas antes desconocidos. Porponer solamente un ejemplo, ¿no sería momento deimpulsar una fundación por el empleo? Es decir, un lu-gar en donde se apuntaran propuestas reales de re-parto del trabajo y de las rentas (no veo otra manerade lograr superar el desempleo en las sociedades téc-nicamente desarrolladas que con fórmulas de repartodel trabajo); donde se impulsaran nuevos modos decreación de empleo.

Es solo un ejemplo. Seguro que la cercanía a lospobres y sus urgencias nos ayudarían a pensar enotras muchas iniciativas necesarias y posibles.

Y CON TODO ESTO, LA ORACIÓN

Cuando nos preguntamos, ¿qué podemos hacer ennuestra situación?, no podemos olvidar aquello quees el centro y motor de la vida de la Iglesia: la ora-ción y la liturgia. Tenemos que seguir orando para pe-dir al Espíritu de Dios nuestra conversión; para abrir-nos a la luz de Dios que ilumina nuestra inteligencia;para recibir la inspiración de nuestro compromiso.

El tiempo que vivimos es tiempo de compromiso,de visión de futuro, de pensar de nuevo los caminosde la fraternidad. Pero todo ello será auténtico si esalimentado por la fuerza de Dios. Por eso nuestrotiempo también lo es de oración y penitencia; de re-flexión y conversión.

Nuestras comunidades deben celebrar la conver-sión y la penitencia acudiendo a un Dios que perdonanuestros excesos y nuestra codicia, nuestra irrespon-sabilidad y egoísmo. A un Dios que cada mañana nosconcede la oportunidad de caminar hacia la patrianueva de hermanos que nos promete en Jesucristo,su Hijo y nuestro Señor.

con los excluidos sendas de justicia, un mejor repartode la riqueza, una sociedad más igualitaria e integra-da. De esa sociedad de la que cada día nos alejamosmás. Baste recordar que la diferencia salarial entre undirectivo de empresa y un asalariado de esa mismaempresa es cada vez más grande desde hace algunasdécadas, diferencia que crece de manera exponen-cial. Lo que tendrá consecuencias en el nivel de inte-gración de nuestra sociedad.

Aunque la crisis nos haga mirar a los que sufrencerca, no podemos olvidar a los que están más lejos,a los que padecen en otros países con mayores ca-rencias que el nuestro. La justicia no es sólo un temade nuestra sociedad; lo es a escala planetaria y global.Por mucho que nos duela nuestra situación, hay mi-llones de personas en el mundo con dificultades in-comparablemente mayores que las nuestras. Y a losque nunca podemos olvidar ni podemos olvidar lo queles debemos: nuestro compromiso por un mundomás justo.

IMPULSAR INSTITUCIONES

El cristianismo y la Iglesia han sido en nuestra cul-tura un factor civilizatorio de primer orden. Aunquehoy el tópico sea señalar que la Iglesia se ha opues-to a la ciencia, al desarrollo, al progreso, lo cierto esque las mejores instituciones de nuestra tradición cul-tural nacieron al abrigo de la comunidad cristiana: elHospital, la Universidad, los hogares para menores,las residencia de ancianos… nacieron por iniciativade la Iglesia. Y en un tiempo no muy lejano hasta lasCajas de Ahorro con su imponente obra social (y aho-ra desmanteladas por las maniobras de mirada cor-ta y las corruptelas de nuestros políticos) surgieronimpulsadas por la Iglesia.

La Iglesia no sólo ha socorrido a los necesitados.Ha sabido también impulsar obras en institucionesduraderas que han propuesto un rumbo diferente anuestra sociedad, y han servido para promover y apo-yar a muchas vidas resquebrajadas. Pienso, por ejem-