La barbarie - Mounier

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La barbarie bélica y sus falacias La barbarie de la justicia en la guerra La barbarie religiosa ACONTECIMIENTO 67 37 La barbarie estructural de nuestro tiempo La barbarie en la idea del hombre La barbarie científico-técnica La barbarie energética ANÁLISIS La barbarie La barbarie

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❏ La barbarie bélica y sus falacias

❏ La barbarie de la justicia en la guerra

❏ La barbarie religiosa

ACONTECIMIENTO 67 37

❏ La barbarie estructural de nuestro tiempo

❏ La barbarie en la idea del hombre

❏ La barbarie científico-técnica

❏ La barbarie energética

ANÁLISIS

La barbarieLa barbarie

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ACONTECIMIENTO 67ANÁLISIS

LA BARBARIE

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Bárbaro era, para los griegos, literalmente, el bar-barófono, el que «barbarbareaba» al hablar. Perono se nos ocurriría tener por bárbaro a quien,

tras aparcar a nuestro lado su apabullante cilindrada,nos preguntara en extraña lengua por la dirección quebusca. Más bien, al contrario, habría quien estuvieratentado de tenerse a sí mismo por bárbaro ante seme-jante personaje. No será la ignorancia de cualquier len-gua la que le haga a uno bárbaro, sino la lengua del Po-deroso, la lengua del Imperio.

Pero, además, la mera barbarofonía será, en todocaso, indicio de presunta barbarie, pero no su rasgo de-finitorio. No se considerará ya bárbaro al de habla extra-ña, sino al que es o, por su habla, nos parece a la vezrudo, fiero, peligroso, temible. Y ante el que, por eso,nos prevenimos… Habrá que hacer alguna barbaridadpreventiva frente a la barbarie del bárbaro, porque ensu-ciará nuestra Etnia, adulterará nuestra Raza, debilitaránuestra Nación, corromperá Nuestras Esencias, entur-biará nuestra clara Identidad, impedirá nuestra Sobera-nía. Hagamos desaparecer a los bárbaros para que nosean ellos los que nos hagan desaparecer a nosotros.Nos sentimos así legitimados para cualquier barbariefrente al bárbaro. ¿No es la guerra claro indicio de queaún estamos, como especie, en un nivel premoral?

A la idea de bárbaro, en efecto, va unida tambiéninicialmente la de fiero, rudo, repugnante, cruel, atroz,físicamente intimidante. Pero la sucia fiereza, las horri-bles imágenes que inspiran pavor físico o hieren «lasensibilidad del espectador» no son tampoco notasesenciales de la barbarie. La peor barbarie va emboza-da en tan civilizadas formas que a muchos les resultairreconocible. Ni todo lo que machaca nuestros senti-dos merece ser tenido y condenado por bárbaro, ni todolo que se aviene con nuestra sensibilidad puede ser te-nido por bueno. Y para detectar determinadas barbarieses preciso contar con un sentido moral no estragado,siendo así que son justamente las más refinadas e in-advertidas barbaries las que lo estragan.

«Barbaridad», «bárbaro» son términos que han veni-do a incorporar un sentido positivo tanto cuantitativa-mente («de eso sabe Carlos una barbaridad»), comocualitativamente («nos lo pasamos bárbaro en la excur-sión»). Pero, está claro, no hablamos aquí de esa pon-

derativa «barbaridad», ni de ingenuas y simpáticas «bar-baridades», sino de las que son espantosas brutalida-des, atroces bestialidades, horrenda barbarie.

Nos rodean e invaden muy diversos tipos de barba-rie, de planes, programas y actuaciones, de actos debarbarie que delatan un estado de barbarie. De nuestrabarbarie. Cada época produce su propia barbarie, conlos medios que le brinda su grado de progreso científi-co-técnico. Inéditas posibilidades de barbarie nos abrela revolución biotecnológica. Nuestra capacidad de bar-barie es muy superior a la del hombre de Atapuerca.Más eficaz, más eficiente, más limpiamente bárbara,más bárbara.

Lejos ya de su originario sentido etnográfico y lin-güístico, la barbarie aparece como un concepto moral.Ni se agota en ningún espacio o tiempo concreto. Atra-viesa la Historia, se hace presente en todas partes.Barbarie es la actuación, la actitud, el estado, la condi-ción de quien habla un lenguaje comportamental abso-lutamente contrario al lenguaje de las exigencias mora-les constitutivas de la realidad humana, personal. Prac-tica la barbarie, está en la barbarie no quiensimplemente viola el orden moral, sino quien lo hacehasta el punto de parecer desprovisto de la condiciónhumana. Como al bárbaro étnico-lingüístico el civilizadoque así lo llama lo sitúa fuera de la comunidad civiliza-da (cuando no de la humana, sin más), así en el ordenmoral la barbarie la atribuimos a quien llega a extremosde maldad para los que se piensa que sería obstáculoinfranqueable la mera condición humana, si la hubie-ra…

La cultura no excluye la barbarie, puede hacerla másrefinada, tanto más sucia moralmente cuanto másaséptica físicamente. Más insensible, más firme, me-nos expuesta a debilidades del arrepentimiento. Tantomás bárbara cuanto más bien argumentada. La civiliza-ción y el progreso científico no excluyen la barbarie, lapotencian. Alguien ha dicho que el hooligan no es sinoun refinado producto de nuestra civilización… Entre elhomo antecessor y el atildado Poderoso de hoy que via-ja en su avión particular, ¿qué diferencias moraleshay?. El moderno Poderoso puede ejecutar a más enmenos tiempo más limpiamente, sin ofrecer ni ofrecer-se el desagradable espectáculo de sanguinolenta «bar-

Presentación

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barie» exhibido por quien no podía alcanzar un alto ren-dimiento al eliminar prójimos por medios rudimentarios,con una quijada no tratada, sin empuñadura…

Progreso científico-tecnológico no es progreso moral.Evidentemente. ¿No hay progreso moral? No precisa-mente gracias al científico-tecnológico. Tenemos másmedios para hacer el bien o el mal, pero ésos nos sonlos medios con que nosotros mismos podemos hacer-nos mejores o peores moralmente. Resultará que quie-nes están en «mejores» condiciones de incurrir en lamás grande barbarie son los hegemónicos del poder, ala vez carcomidos por la perversión moral más absolu-ta, desprovistos del más elemental sentido ético, cega-dos por el apetito de dominio hasta la degradación delidiotismo moral. El más poderoso en bárbaras armas ul-tramodernas, pero eficaces sólo contra barbaridadesclásicas, se ha descubierto, de pronto, un terrible día, yaunque se niega a decírselo a sí mismo, como Gran Im-potencia Bélica Mundial frente a nuevas formas de bar-barie a las que sólo podrán hacer frente con eficacia ar-mas culturales y morales y a largo plazo. El pavor de suimpotencia le lleva al alarde del anacrónico poder queposee. Ante esas inéditas formas de barbarie es nece-saria una Gran Potencia Moral: ¿dónde está?

Dentro de cada grupo social, de cada cultura, serántenidos y prevenidos como bárbaros quienes conculcanla propia ley hasta parecer despojados de una faz hu-mana ante la mirada de los suyos. Pero el grupo comotal no advertirá su propia barbarie. La barbarie grupal(tribal, nacional, estatal…) se presentará circundadapor el halo del patriotismo, se verá legitimada como le-gítima defensa preventiva, como medio ineludible parasalvar los valores más sublimes, se querrá, incluso, en-vuelta en la bandera de los derechos humanos. Será te-nido por sospechoso, presunto traidor, quien haga aunla más tímida llamada a la autocrítica, a la discusiónsobre la legitimidad de la causa que nos mueve y de lapresunta implacable necesidad de medios en sí «bárba-ros»…

Para cada unos son bárbaros los otros. Esta relativi-dad cultural de la barbarie depende de la relatividad delos patrones morales. Pero contra todo relativismo he-mos de afirmar que hay una barbarie absoluta, una bar-barie que lo es y ha de ser reconocida tal en toda cultu-

ra y para toda cultura. Barbarie absoluta: la que lo esen relación con exigencias objetivas absolutas. El con-cepto de barbarie deja de contraponerse a civilización ocultura. La barbarie se contrapone a humanidad / cor-dura / sabiduría / amor. Barbarie absoluta la que tratade torcer violentamente el camino que conduce a un or-den mundial objetivo de exigencias de humanización, defraternidad universal, de buena globalización que prepa-ra el advenimiento del Reino.

Mientras nos veamos ante todo como miembros deuna comunidad particular cerrada, seremos extraños ybárbaros los unos para los otros. En una pluralidad deculturas cerradas, para cada una son bárbaras todaslas demás. Dejaremos de sentirnos y decirnos bárbaroslos unos a los otros, dejaremos de hacernos barbarida-des, cuando hayamos realizado la gran familia humana.Pero ese supuesto es, ése sí, es el del final de la Histo-ria, el de la consumación de los tiempos, el del adveni-miento definitivo del Reino.

Frente a la perversidad refinada de quien pisotea alhombre con los mejores modos, sin mancharse; frentea la exquisita corrupción de la sociedad opulenta indife-rente a las víctimas sobre las que se alza, apareceránlegitimados —asumirán el papel de los buenos— los jó-venes y elementales bárbaros que arrasen sin mira-mientos a los obesos tiranos moralmente hediondos: asangre y fuego. También la figura del bárbaro ha sido ladel puro, que salva al mundo, que hace avanzar a laHistoria. El buen bárbaro fieramente puro purifica desus escorias este sucio mundo. Puede ser fuerte la ten-tación de considerarnos situados en ese papel. Ése de-berá ser también el momento en que caigamos en lacuenta de que la frontera entre barbarie y amor atravie-sa el corazón de cada hombre.

Queremos que nuestra denuncia sea tan clara, inso-bornable y arriesgada como humilde. Porque la barbariecon la que hemos de enfrentarnos y de la que hemosde purificar este mundo, es nuestra barbarie. Y la luchacontra la barbarie, en este eón caliginoso, cubierto porel misterio de iniquidad, pasa por la efusión de sangre,de la nuestra, la metafórica y la real, la que se derramaroja y negra sobre esta tierra que así podrá ser trans-mutada en la nueva tierra en la que, bajo unos cielosnuevos, no habrá ya más llanto, ni gritos ni dolor.

LA BARBARIE