Naturalismo y realismo

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Contenido

NaturalismoCaracterísticasPeriodosEL naturalismo en Europa EL naturalismo en España EL Realismo

Evolucíon del Realismo

Descomposicion del Realismo Literario

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Naturalismo

El naturalismo es un estilo artístico, sobre todo literario, emparentado con el realismo, basado en reproducir la reali-dad con una objeti-vidad documental en todos sus aspectos, tanto en los más su-blimes como los más vulgares. Su máximo representante, teo-rizador e impulsor fue el escritor Émile Zola que expuso esta teoría en el prólogo a su novela Thérèse Raquin y sobre todo en Le roman expéri-mental (1880). Desde Francia, el Naturalismo se ex-tendió a toda Euro-pa en el curso de los veinte años siguien-tes adaptándose a las distintas literaturas nacionales. El natu-ralismo presenta al ser humano sin al-bedrío, determina-do por la herencia genética y el medio en que vive. En él in-fluyen el Positivismo de Auguste Comte, que no valora lo que

no puede ser objeto de ex-periencia, el Utilitarismo de Bentham y Stuart Mill, que juzga todo en función de su utilidad, y el Evolucionismo físico de Darwin y social de Herbert Spencer, que niega la espiritualidad del hombre al negar la intervención divina, y el materialismo histórico de Marx y Engels. En la mayoría de los escritos lo que se inten-ta es reflejar que la condición humana está mediatizada por tres factores:

1. La herencia genética

2. Las taras sociales (alcoho-lismo, prostitución, pobreza, violencia)

3. El entorno social y material en que se desarrolla e inserta el individuo.

Esto es, lo que se conoce en filosofía como Determinismo. De aquí deriva otra importan-te característica del Natura-lismo, una crítica (implícita, ya que el valor documental y científico que se pretende dar a la literatura de este tipo impide aportar opiniones propias) a la forma como está constituida la sociedad, a las ideologías y a las injusticias económicas, en que se hallan las raíces de las

tragedias humanas. La fisiolo-gía como motor de la conducta de los personajes;Sátira y denuncia social. La novela naturalista no vale como simple pasatiempo, es un estudio serio y detallado de los problemas sociales, cu-yas causas procura encontrar y mostrar de forma documentalConcepción de la literatura como arma de combate políti-co, filosófico y social;Argumentos construidos a la sombra de la herencia folleti-nesca y orlados de un abruma-dor.Feísmo y tremendismo como revulsivos. Puesto que se pre-sentan casos de enfermedad social, el novelista naturalista no puede vacilar al enfrentarse con lo más crudo y desagrada-ble de la vida social.Adopción de los temas rela-tivos a las conductas sexuales como elemento central de las novelas.

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Características Algunas formas de natura-lismo excluyen decididamen-te todo tipo de mecanicismo, como es el caso del materia-lismo dialéctico marxista —que puede englobarse también dentro del naturalismo—, para el que la realidad no está regu-lada por leyes mecánicas sino por la tríada hegeliana de la te-sis, antítesis y síntesis.

Las tesis soteriológicas revis-ten excepcional importancia —como se pone de relieve en todo pensamiento religioso o de corte platónico—, en el naturalismo el hombre es un ser plenamente radicado en sí mismo y que en sí mismo ad-quiere todo su sentido. De ahí que el naturalismo suela des-embocar en un humanismo radical, tal como aconteció con el naturalismo renacentista y con el del s. XVIII. La perfec-ción del hombre —según esta posición— se encuentra en el mejoramiento de su propia na-turaleza, no en la mutación de ella.

Cabe también destacar la ín-tima ligazón entre el naturalis-mo y el progreso de la ciencia físico-natural. Aunque este factor es meramente fáctico —y aun a ese nivel discutible: Dewey, p. ej., no reconoce esta ligazón—, parece ha ido liga-

do al desarrollo de las ciencias positivas, en especial de la Fí-sica y la Biología. Así ha su-cedido con el naturalismo de los presocráticos, en los que la preocupación por la fysis, la naturaleza, les llevó a una concepción naturalista de la realidad; con los pensadores renacentistas, influidos por el auge de la nueva ciencia; con el naturalismo decimonónico, que toma ocasión en gran par-te de la grandiosa compren-sión del cosmos que ofrecía la física newtoniana y los nuevos descubrimientos de la biología evolucionista; y, por último, con el actual naturalismo ba-sado en la nueva visión que del universo presenta el progreso científico.Finalmente, dentro de un na-turalismo consecuente los problemas epistemológicos no alcanzan la virulencia a que lle-gan en el seno de otras concep-ciones, p. ej., en el idealismo. Suele darse en los pensadores naturalistas una cierta con-fianza en el poder espontáneo de los órganos cognoscitivos humanos para captar la reali-dad. La correlación estableci-da por el naturalismo entre el hombre como microcosmos y el universo como macrocos-mos conduce a la creencia, más o menos explícita, de que

entre ambos se da una sim-patía óntica fundamentadora de una fácil captación del ser del segundo por la facultad cognoscitiva del primero. Y, de hecho, la gnoseología del naturalismo ha sido siempre un tanto pobre. A este aspec-to del naturalismo, aunque se habla de la Absolutización de la naturaleza, de la negación de la dualidad naturaleza-es-píritu o de la dualidad natu-ral-sobrenatural. También se caracteriza el naturalismo con el llamado “Optimismo antro-pológico” y con el mostrar una confianza de naturalismo. Es destacable, también, el que se refiera la figura de John Dewey (1859-1952) como psicólogo naturalista que puso un énfasis decidido en el tema de la edu-cación; éste apoya las diferen-cias entre los conjuntos opues-tos de cada uno.

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Históricamente .el naturalismo ha tenido cuatro momentos principales, por lo que puede distinguirse entre un naturalismo griego, un naturalismo renacentista, un naturalismo moderno y un naturalismo actual. Los filósofos naturalistas hacen que se elaboren muchas nociones importantes que pasarán al patrimonio filosófico de la verdad.

El primero tiene dos periodos fundamentales, encarnados en las escuelas presocráticas y en las posaristotélicas: epicúreos y estoicos; en todas ellas la physis se presenta como algo absoluto que en sí misma encuentra la razón de su existir; el propio ser humano no aparece más que como un elemento de la naturaleza, con ciertas peculiarida-des, pero sometido por completo y sin excepción alguna a sus leyes. Es muy significativo que la primera manifes-tación clara y definida de una teoría evolucionista aparezca en Anaximandro y se continúe en el epicúreo Lucrecio.El naturalismo renacentista es una clara muestra de la derivación, antes citada, hacia el humanismo; aunque ten-dencias naturalistas pueden señalarse en la mayoría de los pensadores del Renacimiento —ejemplo manifiesto sería Leonardo da Vinci—, sus representantes más típicos son Bernardino Telesio (1509-88), Francisco Patrizzi (1529-97) y Tomás Campanella (1568-1639).El naturalismo moderno, de fuerte raigambre científica, se inicia durante el s. XVIII —el naturalismo de la Enci-clopedia, cuyos jalones principales serán el naturalismo pananimista de Jean Baptiste René Robinet (1735-1820) y el naturalismo mecanicista de La Mettrie y de Holbach—, culminando en el siglo siguiente bajo la forma del materialismo mecanicista de L. Büchner, J. Moleschott y E. Haeckel.En la actualidad el naturalismo es una corriente de innegable difusión si bien con fuertes variantes entre sus diver-sos representantes. Pueden citarse entre ellos a A. N. Whitehead (The Concept of Nature, 2a ed. Nueva York 1926), A. Liebeck (Wetterwachen, Stuttgart 1928) y H. Blüher (Die Achse der Natur, Hamburgo 1949). Un grupo inte-resante de defensores del naturalismo es el formado por los autores de los 15 estudios sobre cuestiones filosóficas contenidos en Naturalisim and Human Spirit (ed. Y. H. Krikorian, Nueva York 1944) —entre los que cabe citar a S. P. Lamprecht, J. B. Pratt, W. R. Dennes y E. Nagel—, creadores del llamado neonaturalismo, cuya característica fundamental es una mayor apertura en el concepto de naturaleza y el abandono del materialismo y del mecanicis-mo presentes, en general, en el naturalismo anterior y tradicional.

Periodos

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EL naturalismo en Europa En Alemania el Naturalis-mo destacó sobre todo en el teatro; lo introdujeron Arno Holz y Johannes Schlaf, pero destacan los hermanos Carl Hauptmann (1858-1921) y so-bre todo Gerhart Hauptmann (1862-1946), así como Her-mann Sudermann y Max Hal-be. En Italia el Naturalismo se denominó Verismo y tiene su principal autor en Giovanni Verga (1840-1922), y su obra maestra en la novela de este autor titulada Los Malavoglia (Los Malasangre); también si-guieron esta estética Luigi Ca-puana (1839-1915) y Matilde Serao (1856-1927), así como una serie de autores menores de novelas regionalistas como Girolamo Rovetta, Grazzia Deledda y Renato Fucini. En Gran Bretaña el gran novelis-ta y poeta del naturalismo fue Thomas Hardy, y en el terreno dramático puede reconocerse alguna influencia de los pos-tulados naturalistas en Geor-ge Bernard Shaw a través de la asimilación que hace de dicha estética el dramaturgo norue-go Henrik Ibsen. En Francia, fuera del líder del movimiento, Émile Zola, existe naturalismo en Gustave Flaubert y en otros autores de menor fuste. En Ru-sia difundió el movimiento el gran crítico literario Belinski y lo siguieron en algunas de

sus obras autores importan-tes, como Gógol, Dostoievski, Goncharov, Chéjov y otros.

El naturalismo es el extremo del realismo en el estilo y la técnica, el naturalismo en Eu-ropa fue impulsado por Emile Zola; quien sólo se basó en las teorías filosóficas y científicas del siglo XIX, y cuyo objetivo principal era tener una nueva concepción del ser humano. Las teorías principales son: •Materialismo:

las relaciones espirituales solo pueden ser explicadas por la fi-losofía, donde el ser humano no pasa de ser solo un organismo.

•Determinismo:

Habla de que el hombre no nace libre, ya que actúa impul-sado por las circunstancias so-ciales y la herencia biológica.

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EL naturalismo en España

En España participaron de este movimiento hombres comprometidos con posturas cercanas al Krausismo o la izquierda como Galdós (La desheredada), Clarín y Vicente Blasco Ibáñez. Desde la óptica conservadora puede también hablarse de un Naturalismo cristiano no rigurosamente pesimista ni determinista en el que militaron autores como Emilia Pardo Bazán, Luis Coloma, José María de Pereda (que se acercó al naturalismo en su novela La Puchera), Juan Armada y Lo-sada, José de Siles, Francisco Tusquets, Ángel Salcedo y Ruiz y Alfonso Pérez Gómez Nieva. Otro tercer grupo estaría integrado por los hombres de la revista Gente Nueva, luego ampliado en otra revista, Germinal, de ideología más extremista y que estaría integrado por los escritores del llama-do Naturalismo radical: Eduardo López Bago, José Zahonero, Remigio Vega Armentero, Enrique Sánchez Seña, Joaquín de Arévalo, José María Matheu Aybar, Manuel Martínez Barrionuevo, Eu-genio Antonio Flores, Silverio Lanza, Emilio Bobadilla, Alejandro Sawa, Joaquín Dicenta (quizá el poeta y dramaturgo del naturalismo más importante en castellano), José Ortega Munilla, Jacinto Octavio Picón, Ernesto Bark, Ricardo Macías Picavea, José López Pinillos y algunos otros más. En lengua catalana destaca Narcís Oller. Epígonos del naturalismo son en cierta medida Felipe Trigo y Augusto Martínez Olmedilla.

Empero, y con la excepción de algunos ensayos serios, como La desheredada, de Galdós, lo que se practica en España no es un auténtico naturalismo zolesco, sino una fórmula conciliadora que extrae algunos recursos formales de Zola sin seguir su doctrina ideológica (ateísmo, positivismo, determinismo). Este sincretismo es el que practican Pardo Bazán o el marqués de Figueroa.

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EL Realismo El realismo literario es una co-rriente estética que supuso una ruptura con el romanticismo, tanto en los aspectos ideológicos como en los formales, en la se-gunda mitad del siglo XIX. Apa-rece aplicado a la literatura hacia 1825 para referirse a la imitación por parte de los románticos de la naturaleza y al detalle descriptivo de algunos de sus novelistas. Más tarde, su significado se precisó para aplicarse a ciertos pinto-res como Gustave Courbet que, frente a los temas grandilocuen-tes y las escenografías aparatosas del Romanticismo, llevaban a sus lienzos sencillas escenas de la vida cotidiana; enseguida se apli-có el vocablo a las obras literarias animadas de un propósito análo-go de recoger fieles testimonios de la sociedad de la época.Hacia 1853 en Francia una se-rie de escritores y críticos pre-sentan ya al realismo como una nueva estética alejada u opuesta a la romántica. En 1856 aparece una revista titulada precisamente Realismo, que en uno de sus nú-meros dice. El realismo pretende la repro-ducción exacta, completa, sin-cera, del ambiente social y de la época en que vivimos... Esta re-producción debe ser lo más sen-cilla posible para Al concluir ago-tados los presupuestos estéticos del Romanticismo se desecharon o se renovaron. Los que desecha-ron el Romanticismo siguieron la estética burguesa del Realismo; quienes lo renovaron formaron

la estética Postromántica.

He aquí sintetizados los rasgos esenciales del realismo, tanto en su orientación temática y enfo-que como en sus preferencias es-tilísticas, aunque hay que hacer algunas precisiones: la reproduc-ción exacta de la realidad toma a menudo como modelo los méto-dos de observación de las cien-cias experimentales. Un gran crítico, Ferdinand Brunetière, señalaría más tarde, en 1883, que “el Realismo viene a ser en arte lo que el positivismo es en la Filo-sofía”. Ya en 1843 Balzac se pro-ponía estudiar la sociedad como un científico estudiaba la natura-leza. Y Baudelaire, en 1851, reco-mendaba: “Estudiad todas las úl-ceras como el médico que está de servicio en un hospital”. Flaubert consultó tratados médicos para describir la muerte por envene-namiento de su Madame Bovary, y en general los novelistas se do-cumentan rigurosamente sobre el terreno tomando minuciosos apuntes sobre el ambiente, las gentes, su indumentaria, o bus-can en los libros los datos nece-sarios para conseguir la exactitud ambiental o psicológica.

Los escritores dejaron de cen-trarse en sí mismos y pusieron su interés en la sociedad, observan-do y describiendo objetivamen-te los problemas sociales, y para ello se valieron de un nuevo tipo de novela, la novela burguesa. En cuanto a la expresión, prefirieron

un estilo más sencillo, sobrio y preciso, en el que adquirió rele-vancia la reproducción del habla coloquial, especialmente en los diálogos, es decir, adoptando los niveles de lenguaje adecuados a los personajes, que representa-ban todos los estratos sociales.

Se halla inscrito en un movi-miento más amplio que afecta también a las artes plásticas, a la fotografía (que surge con el siglo XIX), y a la filosofía (positivismo, darwinismo, marxismo, méto-do experimental). La estética del realismo, fascinada por los avan-ces de la ciencia, intenta hacer de la literatura un documento que pueda servir de testimonio de la sociedad de su época. Por ello describe todo lo cotidiano y pre-fiere los personajes comunes y corrientes, basados en individuos reales de los que toma nota a tra-vés de cuadernos de observación, a los personajes extravagantes o insólitos típicos del Romanticis-mo. Esta estética propugna a su vez una ética, una moral funda-mentada en la objetividad y el materialismo filosófico.

En cuanto a los procedimien-tos literarios del realismo, son característicos el uso de la des-cripción detallada y minuciosa, con enumeraciones y sustantivos concretos; el del párrafo largo y complejo provisto de abundante subordinación, la reproducción casi magnetofónica del habla po-pular.

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Evolucíon del Realismo Su nacimiento está ligado al as-censo, al afianzamiento de la bur-guesía y a la nueva sociedad urbana originada como consecuencia del desarrollo de la Revolución indus-trial y el consiguiente éxodo masivo del campo a las ciudades. La meso-cracia o clase media preponderante, y progresivamente alfabetizada, im-puso sus gustos en materia literaria, pues la mayor parte de los lectores pertenecían a esta clase.

El público estaba interesado, más que por lo lejano en el tiempo y es-pacio y lo exótico de los románticos, por los problemas próximos y coti-dianos de la sociedad contemporá-nea, siempre presente a través del periodismo, que se desarrolla am-pliamente en el siglo XIX después de haber nacido en el XVIII, y de la fotografía, nueva técnica que repro-duce al detalle la realidad. En reac-ción contra el idealismo, se desarro-lla el positivismo de Auguste Comte (su Sistema de filosofía positiva se publica en 1850), que rechaza la es-peculación pura y la metafísica; en Inglaterra domina el pensamiento empírico del utilitarismo (Jeremías Bentham, John Stuart Mill) y el evolucionismo que Charles Darwin expone en su Origen de las especies (1859) pone de moda las ciencias naturales y la clasificación empí-rica de los hechos, haciendo notar que todos los seres humanos están encadenados al medio ambiente, que los moldea mediante la "adap-tación al medio" en una "lucha por la vida" que provoca una "selección natural"; el filósofo Herbert Spencer crea con este fundamento el Evo-lucionismo social y cultural, al que se adhiere el mismo Comte. El ex-perimentalismo se desarrolla con el

fisiólogo francés Claude Bernard, quien publica en 1865 su método experimental aplicado a la medi-cina. Por último, se desarrolla una nueva ciencia, la genética, a partir de que el botánico austriaco Gregor Mendel publique en 1865 sus leyes de la herencia. Por otra parte, la iz-quierda hegeliana desacredita la re-ligión (Ludwig Feuerbach) y las es-peranzas de redención fuera de este mundo y, sobre todo Karl Marx, lla-ma la atención sobre los condicio-nantes económicos y sociales de los pueblos o materialismo histórico y la lucha de clases y afirma que la realidad no debe ser teorizada, sino transformada.

La clase media empezó a notar los efectos beneficiosos del progreso, pero también los nuevos proble-mas a que daba lugar, hasta enton-ces desconocidos, como un cambio esencial de valores desde los tradi-cionales que dominaban en los am-bientes rurales a los urbanos, más cínicos, individualistas y materialis-tas. Este contexto favoreció el realis-mo como estilo literario y la prosa narrativa como género dominante, puesto que permitía reconstruir la realidad de una forma flexible y ale-jada de retóricas pasadas y moldes fuera de uso y dejaba libertad al es-critor para elegir temas, personajes y situaciones. Por eso la novela fue aumentando su popularidad gracias a su vinculación con la prensa pe-riódica, vehículo a través del que se difundieron, por entregas, numero-sas narraciones económicas que, de esa manera, llegaron a un público más amplio que nunca hasta enton-ces, gracias al abaratamiento de los materiales librarios de impresión y

edición y la alfabetización masiva por parte del estado, una de las con-quistas de las revoluciones burgue-sas, para garantizar en principio la igualdad ante la ley.

La libertad política y religiosa, la soberanía popular, el sufragio uni-versal y las reivindicaciones socia-les fueron motores que desde ese momento movilizaron en toda Eu-ropa a las masas de trabajadores y las impulsaron a participar en los acontecimientos políticos. Doctri-nas como el socialismo y el marxis-mo tuvieron una rápida aceptación y contribuyeron a crear entre los obreros una viva conciencia de cla-se, que prendió con gran fuerza en-tre el proletariado urbano, surgido como consecuencia de la revolución industrial, sometido a condiciones de trabajo infrahumanas y que so-brevivía a duras penas en las ciuda-des. Cuando este proletariado ad-quirió conciencia de clase entró en pugna con la burguesía, que de ser clase revolucionaria que lucha con-tra el Antiguo Régimen pasó a ser clase dominante y conservadora.

El origen del realismo literario eu-ropeo hay que buscarlo en la litera-tura española medieval y la novela picaresca española y, en concreto, en la versión que configuró sobre esa tradición el novelista Miguel de Cervantes. El desmitificador mo-delo cervantino influyó poderosa-mente en la literatura europea pos-terior, pero el descrédito por el que pasó el género narrativo durante el siglo XVIII aplazó su influjo euro-peo hasta bien entrado el siglo XIX, salvo en el caso de Inglaterra, que en el siglo XVIII comenzó su pro-

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pio realismo de la mano de Daniel Defoe, Samuel Richardson o Henry Fielding, entre otros, y del que bue-na parte de los escritores realistas posteriores son deudores.

La novela realista europea viene a ser la épica de la clase media o bur-guesa que ha conseguido —a lo lar-go de sucesivas revoluciones que le han ido confiriendo cada vez mayor poder (1789, 1820, 1830 y 1848)—, instalarse como clase dominante en todos los aspectos de la vida, in-cluido el cultural y el estético. Los ideales burgueses (materialismo, utilitarismo, búsqueda del éxito económico y social) irán aparecien-do en la novela poco a poco, y en su fase final también irán apareciendo algunos de sus problemas internos (el papel de la mujer instruida y sin embargo desocupada; el éxodo del campo a la ciudad y la mutación de valores subsecuente, por ejemplo). Por otra parte, cuando se vayan re-iterando y agotando los temas rela-tivos a la burguesía, la descripción realista irá penetrando en otros ámbitos y dejará la mera descrip-ción externa de las conductas para pasar a la descripción interna de las mismas, transformándose en nove-la psicológica y generando procedi-mientos narrativos introspectivos como el monólogo interior y el es-tilo indirecto libre. Todo ello posi-bilitó la aparición de movimientos en cierta manera opuestos, como el espiritualismo, por un lado, visible en la última etapa de narradores re-alistas como Benito Pérez Galdós, Fiódor Dostoievski y León Tolstói, y el naturalismo, por otro, que exage-raba los contenidos sociales, docu-mentales y científicos del realismo, aproximándose a la descripción de las clases humildes, marginadas y desfavorecidas. Los autores tratarán de ofrecer personajes.

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Descomposicion del Realismo Literario

El final de su evolución, agotados sus presupuestos iniciales y sin variedad alguna ya sus obras artísticas, el realismo literario se descompone en diversas corrientes que renuevan o modifican sus principios, bien seleccionando y desarrollando una de sus ramas, bien exagerándolos, bien rehuyéndolos y adoptando los principios opuestos, o bien contaminándolos y mezclándolos con los principios opuestos. El novelista, al exagerar y sistematizar al máximo los principios del realismo acaba desembocando en el naturalismo, cuyos presupuestos expone el escritor francés Émile Zola, que prácticamente reduce la novela a un docu-mento social, a una instantánea de su época. Un último avatar del realismo lo constituye el espiritualismo que, rehuyendo los principios del realismo, se interesa por todo aquello que éste había detestado: la reli-gión, el espíritu, el alma de las personas, lo tradicional, lo campesino... A esta corriente llegan al final de su periplo realista escritores como Tolstoi y Galdós. Otra corriente de la segunda mitad del siglo XIX es la del posromanticismo, que mezcla, en distintas dosis, realismo y romanticismo. La novela Madame Bovary, de Flaubert, puede considerarse típica de esta corriente. Otros escritores postrománticos: Herman Melville y Thomas Carlyle.

Ya en el siglo XX, la novela psicológica cultiva una faceta determinada del realismo: agotada la descrip-ción física y material de los entornos y escenarios, la atención se centra más bien en los personajes, cuya psicología es lo único ya que interesa. El novelista se fuerza a describir en sus mínimos detalles los ires y venires de conciencia, mediante técnicas como la del monólogo interior y el estilo indirecto libre. Son maestros de este arte el francés Edouard Dujardin, la inglesa Virginia Woolf, el estadounidense William Faulkner y, en especial, el más influyente de todos los novelistas modernos, el irlandés James Joyce. En España, ya en los años 60, destacó en esta onda el novelista Luis Martín Santos.

Caracterìsticas del Realismo Los rasgos fundamentales del rea-lismo son los siguientes:

Procura mostrar en las obras una reproducción fiel y exacta de la rea-lidad. Se opone al romanticismo en su rechazo de lo sentimental y lo tras-cendental; aspira, en cambio, a re-flejar la realidad individual y social en el marco del devenir histórico.Debido a su afán versista o de ve-rosimilitud, el realismo literario se opone asimismo directamente a la literatura fantástica. Hace un uso minucioso de la descripción, para mostrar perfiles exactos de los temas, personajes,

situaciones e incluso lugares; lo co-tidiano y no lo exótico es el tema central, exponiendo problemas po-líticos, humanos y sociales. El lenguaje utilizado en las obras abarca diversos registros y niveles de lenguaje, ya que expresa el habla común y se adapta a los usos de los distintos personajes, que son com-plejos, evolucionan e interactúan influyendo en otros. Las obras muestran una relación mediata entre las personas y su en-torno económico y social, del cual son exponente; la historia muestra a los personajes como testimonio de una época, una clase social, un oficio, etc.

El autor analiza, reproduce y de-nuncia los males que aquejan a su sociedad. Transmite ideas de la forma más verídica y objetiva posible.

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