Momentos efímeros

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En la vida todo se da repentinamente, un segundo puedes estar arriba y al siguiente estas abajo. Son fracciones de segundo las que nos cuestan para poder reaccionar, en ocasiones esas fracciones son tan cortas que antes de realizarnos de lo que hacemos o cómo lo hacemos ya estamos de vuelta en el suelo, sin saber que hacer, mucho menos que decir. Pero, ¿qué hacer? La vida no viene con un manual de instrucciones, todo lo contrario, debemos aprender que hacer con cada golpe, tropezando y dejándonos llevar. Es de esta forma en que va mi historia, una historia que posee 22 capítulos, pero prefiero resumirlos en 5, planteando mis sueños y mis fracasos, los tropiezos y hechos que me han hecho ser quien soy y quien quiero ser. No todo en la vida es malo, pero todo tiene un recuerdo de ser, una fotografía o una cicatriz y es así cómo se desenvuelve mi vida, entre fotografías y cicatrices.

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Publicado en El Salvador en 2014.

Titulo original: Momentos Efímeros.Autor: Alejandra Valeria Choto, 2014.

Editor: Alejandra Valeria Choto.Fotografías: Alejandra Valeria Choto, Héctor Martínez, Varios.

Diseño interno y portada: Alejandra Valeria Choto.

Ninguna parte de este libro de cuentos puede ser reproducido, almacenado o transmitido en manera alguna ni por ningún medio sin el permiso previo del autor.

Mayo 2014.

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Quien me ha acompañado en este viaje desde el día 0 y ese es Dios.Para esas personas que me han acompañado en este viaje, en especial

a esa persona que fue mi apoyo por 21 años.

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Capítulo1

Ciclo de vida

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Una persona posee un promedio de vida de 71 años, o eso es lo que dicen muchos libros, pueden contemplar un aproximado de 26,000 amaneceres y atardeceres, pueden contemplar cómo el Sol se alza y brilla cada día, el crecimiento una y otra vez de la luna, llegar a apreciar con sus ojos cómo la

lluvia cae o admirar un día repleto de nubes, donde no se puede apreciar ni una fracción de ese cielo azul.

Es un ciclo, ciclo en el que todos vivimos sin poder percatarnos de las pequeñas cosas que hacen cada día diferente, sin prestar atención a las cosas que nos rodean, cómo el sol puede variar su posición un grado, dos o tal vez más.

Comenzamos cada día de una forma mecanizada, siguiendo lo planeado en la noche anterior, teniendo que cumplir los diferentes pendientes que existen o tal vez la rutina de cada día, pero pocas veces somos capaces de levantarnos y dejar que en lugar de nosotros decir al día que tenemos que hacer, sea el día el que nos diga que hacer.

Y es así cómo el ciclo va una y otra vez, las frías horas de la madrugada dan paso a un cálido amanecer, la noche ha sido sin tregua alguna, un trabajo tras otros, nervios tras nervios y el sentimiento constante de querer rendirse, decir no más y tirar la toalla, cómo muchos dicen, pero esa simplemente no era mi forma de ser, tenía un punto a demostrar y no sólo a mí misma.

De esa forma iba mi vida, definiéndose por pruebas y planeando ese sueño perfecto al que accedería luego de un par de pruebas y disfrutaría por siempre. Pero claro la vida no es tan fácil y no siempre resulta lo que hemos planeado, ese justo momento es en donde todo comienza a cambia, debes cambiar todo desde el siguiente paso a dar hasta el final que quieres.

Y llego una vez más a este punto, ¿Por qué necesitamos darle un final a todo? ¿Por qué no simplemente dejamos que la vida vaya, disfrutamos de lo que suceda, de sus altos y bajos y de sus pequeños detalles? Son dos preguntas estratégicas, así que responderé de forma simple y sencilla:

— Porque todo en esta vida tiene un principio y final — pronuncié en un tono bajo, temiendo que alguien más escuchara mi respuesta, aunque la verdad estaba sola dentro de aquella habitación.

Mis ojos se desviaron del precioso amanecer que contemplaba y observe de forma fija el reloj, la

alarma sonando, cómo si hubiera dormido algunos minutos y necesitara despertarme, claro cosa tonta cuando te encuentras en parciales y dormir es lo último en tu mente.

— So many things to do and say, but I can’t seem to find a way — recité en lugar de cantar, revise unas veinte veces las cosas que llevaba, asegurándome que todo lo necesario iba conmigo, volví a echar un vistazo a mi reflejo e hice una mueca, en verdad no era la vestimenta justa para el gran día, pero no quedaba otra, siendo que era la que necesitaba llevar.

El camino a la Universidad era siempre el mismo, mis ojos saltaban del reloj al camino, calculando el tiempo justo, si todo salía bien no tendría que correr, pero si en el camino surgía algo, tendría que correr y rogar por no llegar tarde.

Al final todo resulto bien, presente el parcial, pude irme libre a disfrutar lo que quedaba del día, divagar y dejar que mi cuerpo recibiera el descanso que necesitaba.

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Mi cabeza se encontraba en el borde de la cama, pensando en el todo y en la nada, en las cosas que tenía por hacer, por ordenar, pero en verdad sin preocuparme por esas cosas, estaba cerca de mi cumpleaños y en verdad me gustaba fantasear en mi cabeza, fantasear sobre las cosas asombrosas que sucederían el año siguiente, sobre lo alucinante que sería un nuevo año de vida, una nueva etapa y agregando mi toque de dramatismo.

Me gusta soñar, no es una mentira, amo soñar, soñar con la vida, con lo que quiero y con mi futuro, siempre fue mi pasatiempo y uno más escribir aquellas ideas tontas que tuviera para cuando pudiera hacer mi gran sueño de escribir mi primer libro, claro todo esos son sueños que ahí quedan, historias a medias, que nunca terminan o nunca son lo suficientemente buenas para salir a la luz.

Enfoqué mi vista y observe la colección de libros que tenía ahí, pensando en que sería bueno para leer, tenía muchos por leer, desde los clásicos de Shakespeare de Hamlet y Romeo y Julieta, un poco de literatura inglesa cómo los libros de Narnia, los éxitos de los 90 y el 2000, o sea Harry Potter e inclusive cosas populares de hoy en día sobre vampiros y ángeles caídos, las tipícas luchas entre el bien y el mal, demonios que rompen las barreras y atacan Idris o uno que otro que hablara del amor.

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Siempre me preguntan ¿Por qué te gusta leer? y mi respuesta siempre es: Me gusta leer. Pero la verdad de aquella pregunta es: Me gusta escapar, escapar a ese mundo de amores imposibles, de diferencias de personas, de duelos mágicos, de tener un final feliz o lo más apegado a ello.

La puerta de mi habitación se abrió de un golpe y automáticamente me sobresalté, teniendo que abandonar mis pensamientos sin previo aviso.

— ¡Me asustaste! — exclamé sin contenerme al fijar mi mirada en mi mamá, quien sólo se soltó a reír y se fue a la sala, intente recobrar mi postura, pero claro ya había perdido la concentración en ella.

Luego de aquello me deslicé fuera de la cama y sólo asegure que mi cabello siguiera sujeto en el intento de moño, fui hasta la sala y sin pensarlo mucho me senté a su lado, para luego pasar a acomodar mi cabeza en sus piernas. Ahí estábamos las dos disfrutando de un rato sin mucho por hacer y en compañía de mis dos eternas compañeras, nuestras dos mascotas, Tessa y Gin, una Schnauzer y una chihuahua, una extraña combinación de la que yo disfrutaba.

No podía negar que disfrutaba de aquellos momentos a solas entre las dos, en donde sólo divagaba sobre el día, sobre lo que había hecho la típica pregunta de mi madre.

— ¿Les diste de comer a las perritas? — preguntó en el justo momento y aparte mi mirada de la televisión para verla. Tuve que levantarme para ver a mi mamá ir a revisar, por su mirada lo supe, era cómo tener un déja vu de lo que se veía a continuación.

— Por Dios contigo, estas perritas de seguro no han comido nada — comenzó con el discurso, tal y cómo lo sabía de memoria. Imité lo que decía con mímica en mis labios, mientras me ponía de pie e iba a poner comida en los platos.

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No considero mi vida una vida asombrosa la verdad, en ocasiones hasta considero lo aburrida que es, basada en rutinas y planes sin cumplir, pruebas y tropiezos, porque si hay algo que he aprendido son los tropiezos en la vida, la verdad de esos hay muchos en las vidas de todos, pero está en nosotros tomar lo mejor de ellos o dejarnos caer, eso es algo que he aprendido hace poco.

Todo lo que he vivido han sido cosas que puedo compartir, compartir lo que me ha sucedido, mis anécdotas, pero lo que está detrás de ellas es lo que no puedo compartir, son esas cosas las que considero privadas y las que nadie conoce.

Y es de eso de lo que trata mi vida, pero lo interesante no es lo que trata, lo interesante es cómo quiero capturarlo.

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El viento soplaba en nuestra contra, mientras avanzábamos hasta el parque, sin pensarlo demasiado me senté en el columpio y comencé a balancearme, observando de forma analítica lo que ahí estaba a nuestro alrededor, no era sorpresa que estuviera solo, no era sorpresa que con ella estuviéramos solas ahí, en verdad eso era lo que más me gustaba de aquel lugar, su soledad, era aquel ingrediente de privacidad que nos hacía disfrutar y no sentirnos observadas.

— Sabes, creo que para variar un poco deberíamos de salir a comer — dije sin pensarlo mucho, si me permitía pensarlo al final no lo diría y quedaría cómo un plan más en mi mente, voltee mi rostro a ella y puse mis ojos en blanco —  Tierra a comando estelar — llame moviendo mis manos frente a su rostro.

—  Lo siento —  escuché su disculpa al preciso momento en que vuelvo a tomar impulso en el columpio.

— Te decía que deberíamos hacer algo, cómo salir a comer — repetí encogiéndome de hombros, había estado a punto de no decirlo, pero luego pensé ¿por qué no?

— ¿Y si mejor te quedas a dormir? —  sugirió a lo que sólo pude sonreír.

—  No ando ropa, tendrías que llevarme por un poco, pero funciona —  dije sacando mi celular para escribirle a mi madre.

Quedarme en su casa era aquella rutina, comer, intentar ver

películas, intentar ver tele o simplemente dejar que ella viera algo, mientras yo me sumía en algún nuevo juego. Nos conocíamos desde hacía 4 años, era mi mejor amiga, cómo yo decía “la hermana que Dios tenía para mí”. Éramos tan parecidas en mucho, pero tan diferentes en tantas cosas, cómo la forma en que habíamos crecido o los momentos claves de su vida.

Siempre la una sabía lo que le sucedía a la otra, ella era esa especie de confidente que conocía todo sobre mi, inclusive conocía más que mi propia familia, ella era quien siempre estaba para mí y sabía que siempre lo haría.

La observe antes de golpearla con la almohada para llamar su atención.

Le pase mi teléfono mostrándole los comentarios — Sabes, esto es lo entretenido del internet, puedes subir lo que quieras y si lo dejas ahí por el tiempo suficiente podrás recolectar comentarios de personas que ya se esfumaron — dije con cierta diversión.

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Las calles de la ciudad resultaban ciertamente solas en un domingo por la tarde, todos querían disfrutar en sus casas o junto a sus familias u amigos, claro a eso íbamos, en verdad no me molestaba estar con mi familia, era apegada a ellos, aunque no todos, pero era apegada, estaba acostumbrada a ser la mayor y a pesar de eso ser la “niña de la familia” y era divertido.

Al entrar donde mi tía simplemente me ocupo de decir un hola e ir donde estaban las mayores, o sea mi abuela y mi bis abuela, ambas a quienes llenaba de besos y abrazos, porque uno nunca sabe cuándo podría ser ese momento en que se fueran y en verdad no me gustaba pensar en ese momento.

Todos reían contando viejas anécdotas, hasta que una capto mi atención, jamás me cansaba de escuchar las anécdotas de cómo yo había sobrevivido a tanto, era interesante, en especial porque no recordaba las más grandiosas.

— Sólo recuerdo los sonidos, alguien había llegado al hospital y tenía este mal presentimiento sobre lo que podría estar pasando, no tardo ni un minuto y el teléfono sonó, pidiendo que bajara, lo hice lo más rápido posible y sólo pude ver lo que sucedía, los llantos y luego no supe que más — narraba mi mamá

y yo la miraba de reojo, sin atreverme a mirarla fijamente.

Claro que sabía aquella historia, cómo había caído de bebé, casi a punto de cumplir un año, una caída de la cual podría no haber sobrevivido si me hubieran dejado dormir, los doctores estuvieron al tanto, inclusive neurocirujanos, pues eran dos fracturas de cráneo a las que me enfrentaba, lo critico de todo era que al ser tan pequeña aún las consecuencias podrían venir luego. Los días pasaron y al final de todo me recupere de aquella caída, sin nada más que un susto y demasiados sedantes y esteroides, las fracturas se recuperaron por ellas solas y por mi parte sólo me quedaría la anécdota de cómo sobreviví a dos fracturas de cráneo cuando tenía apenas 10 meses.

Cuando termino de narrar sólo pude sonreír, la verdad no sabía cómo lo había hecho pero ahí estaba con una simple sonrisa luego de haber sobrevivido a aquello y recordarlo.

— Será una mejor historia en unos años — comenté con una sonrisa en mis labios, sabiendo que tendría muchas por contar, claro, si llegaba a vivir tantos años.

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Capítulo2

Encontrando el camino

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Ella era una chica de sueños y metas grandes y la verdad no dudaba que los cumpliría, me gustaba estar con ella, convivir, no hacer mucho, sólo hablar, pasar un buen rato y entretenernos la una a la otra.

Dejando el vaso sobre la mesa y dirigí mis ojos a ella con una sonrisa adornando mis labios, no era de las personas que disfrutara de andar de arriba para abajo todo el día entre centro comerciales, en verdad si me ponían a escoger entre un centro comercial y un día fuera de la ciudad, mi decisión era aquella pasar el tiempo fuera de la ciudad, pero la verdad la vida es corta y me gusta disfrutar de aquellas personas mientras puedo.

— ¿Cuánto tiempo más te queda estudiando? — fue la pregunta que saltó en la conversación, mis manos dejaron el vaso y mi celular de vuelta en la mesa, una sonrisa se dibujó en mis labios a la hora de responder, esa respuesta la llevaba en mi mente todo el tiempo.

— Primero Dios, sólo 4 ciclos más, o sea 2 años y egreso, unos meses después me graduó — respondí mientras escuchaba el click de la fotografía y luego la guardaba, aquella conversación al lado de mis amigos me llevaba a un pasaje de mi vida que hasta hoy en día seguía pensando y analizando.

Algunas veces consideraba en lo mucho que podía sobresalir, siempre había sido una persona con buenas notas, aunque por la cantidad de tiempo que desperdiciaba eso era extraño, claro ese siempre había sido así hasta que recibí la primera negativa a mis sueños.

Siempre había tenido una meta en mente, algo por lo que había luchado y en verdad se me daba fácil hacerlo, pero un día desperté con dudas, con un nuevo sueño, algo que me atraía aún más que lo anterior, pero claro, era irme de mi zona de confort a una que no tenía nada que ver, pero al final lo hice

y me dedique a ello, a intentar luchar por este nuevo sueño, porque después de todo si vamos a estudiar algo es porque queremos desempeñarnos en eso de por vida.

Claro eso pensaba, todo estaba bien, una alumna excelente, graduada con promedios excelentes, todo iba acorde a los planes que ya había trazado, pero claro ahí es donde aprendí que la vida no se basa en cuan altas sean tus notas, uno no consigue un cupo sólo por ser una estudiante superior a los demás, las cosas cambian pues ahí ya interfieren otras cosas, cómo tus influencias u apellidos.

Así fue cómo la primera puerta se cerró para mi sueño, para que estudiara.

Levanté mi mirada mientras entrábamos al lugar. Una vieja amiga iba a mi lado, decía vieja en el sentido que la conocía desde hacía demasiado años y a pesar de que no fuéramos las personas más unidas en aquellos momentos, sin duda era una persona inseparable para mi.

Entramos al café, ambas nos sentamos en el fondo, entre un montón de cojines de todos los colores llamativos que uno pudiera imaginar

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¿Me di por vencida? Pues la verdad es que hubieron días en que si, en que me cuestioné, cuestioné mis decisiones y si lo mejor era ir a estudiar otra cosa, pero claro, no podía dejar que una negativa me cerrara las puertas de mi vida, simplemente decidí seguir luchando, comenzando de cero mis planes, mi futuro, tarde en reconstruir todo ese camino perdido, pero al final he luchado por conseguirlo y no darme por vencida.

En la vida recibí muchas lecciones, de las cuales he aprendido a salir adelante, a moverme y no quedarme ahí quieta, las lecciones que he recibido muchas veces, en su mayoría en verdad, han llegado de forma linda y amorosa, de hecho considero que para que en la vida aprendamos algo estas lecciones deben llegar de forma dura y dolorosa, porque así es la única forma en que se nos quedarán grabadas dentro.

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Siempre pensaba sobre ello y en aquel momento que terminaba de beber el frappé, en verdad podía hablar y hablar por largas horas referente a ello, pero al final prefería responder y terminar de analizarlo en mi cabeza.

Los sueños, son esos, tenemos una mente capaz de crear e imaginar una vida perfecta, pero la verdad, la vida perfecta no existe y si existiera sería demasiado aburrida, la vida está construida de obstáculos, obstáculos que nos ayudan a evolucionar, a trascender.

Está en nosotros saber qué hacer, saber en qué momento dejar esos sueños de lado y construir unos nuevos, porque esa siempre es una opción, pero la verdad ¿De qué sirve dejar sueños a medias? De nada, absolutamente nada bueno resulta de esos sueños inconclusos o dejarlos a medias, considero que lo interesante es luchar por esos sueños, reacomodarlos en la vida y ver qué pasa, si resulta, el sueño era para ti, pero si no lo hace, entonces debes sonreír y seguir intentando, tal vez en una segunda o tercera oportunidad lo consigues.

Observe de forma fija el libro que estaba entre mis manos “Bajo la misma estrella” de John Green, en verdad me gustaba este tipo de libros, aunque no acostumbraba a leerlos demasiado, prefería algo bueno de fantasía, pero aquel libro me había tenido capturada, a pesar de que sabía que al final alguien moriría, muy probablemente Hazel Grace, pero era un mal que se podía aguantar.

Nunca me había interesado tanto por saber del cáncer, claro no más de lo que normalmente las personas saben, todo eso sobre lo que normalmente las personas sanas no desean saber, saber el lado malo de la vida, el lado cruel, el lado en donde sabes que en cualquier momento puedes morir, porque aunque para todos sea algo así: morir en un accidente, envenenarnos, nos dé un paro cardíaco, entre otras formas. Para esas personas la muerte es algo con lo que aprenden a vivir, algo que saben que puede suceder por una metástasis o que de pronto tus pulmones colapsen y el líquido los embargue.

Todo eso me llevaba a pensar en lo afortunados que somos todos los demás que no padecemos algo así, pensar en lo mucho que nos quejamos cuando simplemente tenemos un resfriado o cuando algo en nuestras vidas sale mal, cuando hay muchos que ni siquiera llegan a terminar de estudiar y nosotros podemos hasta deprimirnos por no estudiar en la flamante Universidad que queremos o por no sacar el promedio perfecto.

Todo esto parece tan extraño, ver las dos caras de la vida y pensar que todo lo malo que me ha podido pasar en mi vida no se compara ni una milésima a lo que estas personas, tal vez de 16 años e incluso más jóvenes han tenido que pasar.

Pensar en los que tienen que dejar toda la vida “normal” a un lado y pensar en lo mucho que aún hoy recuerdo cómo tuve que tirar todos mis sueños y planes, por un simple rechazado, me hace apreciar todo lo que he logrado, todo lo que soy hoy y lo que puedo ser mañana.

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Amo diseñar, amo ser una diseñadora, amo ver la vida con colores, ver ese lado distinto del día a día que pocos aprecian y muchos ven cómo algo más entre el montón de cosas.

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En este camino para cumplir un sueño, siempre surgen tropiezos, tanto físicos, emocionales, cómo de notas, todo es un conjunto que siempre va de la mano y nos lleva hacia adelante o hacía atrás, dependiendo de cómo resulte todo.

Mientras pensaba en eso, no pude evitar no sonreír ante los recuerdos que venían a mi mente, sabía justo a donde me llevarían.

Recordaba cada detalle, una serie de láminas, finalmente había terminado aquel trabajo, pero claro no me había fijado en la hora, ya era casi la media noche, lo cual me decía que había sido un éxito de noche, pues sabía de sobra que si mi mamá me viera en aquellos momentos diría “Ten cuidado, no te vayas a cortar”, pero claro, mi mamá dormía y sólo tenía que cortar.

Lo que no supe exactamente bien es cómo paso lo siguiente, si la regla se había movido, si mi mano había sido la culpable o mis dedos se habían movido, sólo fui consciente cuando un dolor agudo recorrió mi cuerpo, mis ojos se abrieron de golpe y de pronto la sangre comenzaba a saltar de forma dramática, y aunque muchos piensen que exageró, no fue así, la sangre comenzaba a salir de mi dedo y no pude más que gritar: de susto, de dolor, de no saber qué hacer. Pronto corríamos al hospital, media noche y nosotros en emergencias esperando que el doctor llegara y diera su diagnostico.

No quería ver lo que me había hecho, no quería verlo, sólo podía pensar en que tanto de mi propio dedo había perdido, pero en verdad no quería verlo.

El doctor aplicó la anestesia entre mis dedos y sólo podía rogar que hiciera efecto, pero eso fue algo que no paso, era consciente de todo y a la primer puntada no pude más que morder mi labio con fuerza y contener todo el aire, sentía todo, cada vez que la aguja atravesaba mi piel e intentaba unir aquel trozo de dedo.

No fue consciente de cuantos puntos recibí, calcule que eran unos 12, pero no estuve segura nunca y nunca pregunte, que vida la mía, 19 años y mutilada de un trozo de mi dedo.

La recuperación fue lenta, dolorosa, no hay peor dolor que el que sé que sentía a cualquier golpe o roce que recibiera, una experiencia que no le deseo a nadie.

Los días pasaron desde aquel corte, increíblemente el trozo de dedo pego, pero Dios tenía otros planes y así cómo me corte el dedo, el tejido se regeneró provocando que recuerde aquel sufrimiento de forma peor, pues al final fue Dios quien dio la respuesta y no un médico o algo que el hombre pudiera hacer.

Hoy observo de forma divertida mi dedo índice de la mano izquierda, posee una pancita en la punta, donde no tengo ninguna sensación cómo tal, es cómo cuando recién pasa el efecto de la anestesia y tú sabes que ahí están tus piernas, pero en verdad sólo puedes tocar, pero no sientes nada. Mi huella dactilar no se regenero, pero sé que es una cicatriz que debo recordar con afecto y son cicatrices de batalla.

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Recargué mi cabeza contra la almohada, mientras me acomodaba en una mejor postura dentro del sillón individual, analizando la lista de películas disponibles para ver, llegué a una, la verdad no de mis preferidas, pero el nombre siempre me había agradado.

“Una serie de eventos desafortunados” bueno era una especie de subtitulo que me hacía pensar en la serie de eventos que conformaban la vida, para unos es: nacer-crecer-amar-reproducirse-morir. Lo que está de forma predeterminada para nosotros, pero otros lo tienen más cortos y del nacer se pasan al morir, otros llegan a amar, pero al final todo termina en morir.

Pero claro cómo no iba a saber yo del ciclo de la vida, si en especial al mío propio lo armaría de una forma diferente, una visita al hospital periódicamente, porque lo de mi dedo pudo ser una de las últimas pero

antes de esa habían muchas más, claro, hacía sólo 3 años antes había sufrido un caso de apendicitis, nada del otro mundo si lo comparamos con mis accidentes de pequeña, pero claro una bonita cicatriz, aparte de perderme cerca de medio mes de mis últimos días en el colegio.

En verdad es cómico cómo todo ha dejado una cicatriz en mí, tanto si es una cicatriz visible, cómo interna, todas esas cicatrices que reunidas forman ese camino de construcción hacia tus metas o sueños.

Pero es de esa forma en que estoy construida, a base de caídas, fracturas, operaciones, cicatrices, enfermedades y fracasos, así es cómo he sido formada y cómo he dado pasos hacia adelante, en lugar de ir hacia atrás, porque para mí hacia atrás no es una opción, la verdad hay que seguir hacía adelante sin tener la opción de regresar, aunque en muchas ocasiones desee volver atrás.

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Capítulo3

Un antes y un despues'

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La vida no es vida si no sufrimos un poco, eso es lo que he aprendido con el paso del tiempo, cómo todo tiene un principio y un final, cómo la vida de los demás siempre posee un principio y un aviso de cuando el final se acerca, tal vez este final sean unas muestras excesivas de cariño o una enfermedad.

Las cosas nunca van cómo planeamos o cuando lo hacen, siempre hay alguien que se va, así es cómo debe de ser, no sé por qué, pero así es cómo siempre pasa.

Muchas veces tenemos aviso de cómo puede pasar, de cuando debe pasar, pero simplemente oramos, confiamos en Dios porque no pase pronto, por estar preparados para una perdida, en especial cuando ésta pérdida es para siempre, cuando es una pérdida de la cuál sabes que no puedes recuperar dejando el orgullo de lado, porque la muerte es algo con lo que vivimos y muchos han aprendido a luchar día a día con sus enfermedades.

¿Por qué hablar de muerte en un libro que celebra la vida y los desafíos de la vida?

Porque somos humanos, tenemos cuerpos mortales que tarde o temprano volverán a la tierra y se esfumarán.

Podemos tener miles de planes sobre nuestras vidas, nuestros sueños y nuestras metas, todo lo que queramos viajar, aquella infinidad lista de lugares que queremos conocer, la famosa bucket list, todas esas cosas que queremos hacer antes de morir, pero nadie sabe cuándo vamos a morir, sólo Dios, puede ser hoy mientras lees, puede ser mientras duermas, pero no lo sabes y no quieres saberlo.

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En ese transcurso de éste nuevo padecimiento, no pude detener el motor de mi vida, mis luchas, podía decir que finalmente estaba en ese lugar en donde quería estar, estudiando lo que quería estudiar, luchando por mis sueños, luchando sin detenerme y mucho menos pensar en hacerlo.

Muchas veces considero que el tiempo pasa muy rápido, en el sentido que un año más paso, recuerdo exactamente las palabras que se dijeron a las 0:00 horas del 2012.

— Por un año más juntos.

Cómo olvidarlas, cuando sólo sonreí, me sentí bien, me sentía afortunada, más de lo que muchas veces lo había hecho, a pesar de ser una afortunada con sólo vivir, pero me sentía afortunada.

El tiempo corría, corría demasiado rápido y antes de lo que esperaba su enfermedad había llegado a una fase terminal.

Sabía que terminal no significaba muerte automáticamente, pero sabía que con el tiempo esto llegaría, sólo era cosa de estar preparados para eso, pero:

¿Cómo prepararnos para la muerte de un ser querido?No tengo la menor idea, me sentía grande, me sentía una persona emocionalmente preparada para hacerlo, pero simplemente, dudo que algún día alguien esté listo para ver a un ser querido partir. En verdad yo no lo estaba y mucho menos lo estoy.

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Y es de esa forma cómo un nuevo capítulo para mi vida comenzó, ya no era la típica estudiante universitaria, que disponía del 100 por ciento de su tiempo para estudiar, pues tenía otras obligaciones, pero a pesar de eso, de no disponer de mi vida a mi antojo, puedo decir que ese tiempo fue el mejor invertido en mi vida, pues pude devolver un poco de lo mucho que me han dado, pude devolver un poco de mi deuda de aquel día en que me sacaron del colegio con mi pie fracturado, únicamente con la ayuda de mi madre y mi abuela.

¿Hubo algo difícil que hacer? Sí, sus crisis, creo que esas podrían ser de las peores partes de esos 9 meses que pase cuidando de ella. Recuerdo la primera de ellas, cómo estuve sentada en el borde de la cama y sólo acariciaba su cabeza, la escuchaba decir que sentía que se quemaba por dentro, que sentía un fuego y para una persona que no puede tomar más de 2 tazas de líquidos al día, no había mucho por hacer.

Cada lunes era día de hospital, si todo salía bien el martes a las 8 de la mañana estaba de regreso en la casa, claro, con los efectos secundarios de una diálisis. Ella muchas veces llego a comparar las diálisis con las quimioterapias.

Siempre contaba de lo que pasaba dentro de esa sala, cómo eran los médicos o cómo muchas veces los internistas andaban ahí y se quejaba de que ellos no podían hacer las cosas bien.

Recuerdo cómo aquella imagen de esa mujer fuerte, de contextura rellena se iba perdiendo, cómo aquella mujer de energías, que siempre comía, que podía valerse por sí misma, se fue desvaneciendo, cómo sus ojos se fueron nublando e inclusive habían días que no podía ver, cómo efecto secundario de la insuficiencia renal.

Pero no todo era malo, en verdad no, porque gane una compañera, alguien que estaba todo el tiempo a mi lado, que me regañaba cuando me desvelaba, que estaba ahí para celebrar mis logros y que inclusive me enseñó a valerme por mi misma en aquel tiempo, me pudo enseñar tantas cosas.

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Sería fácil decir que eso la llevo al hospital, pero no fue así, una caída, una simple caída la llevo a postrarse a una cama, una operación que no se podría dar por su diabetes, por más que se intentara, no lo podría lograr.

Y fue así cómo un 1 de junio ella se fue al hospital y así cómo el mes más largo de mi vida comenzó.

Muchos pensarán de que sirve recordar un viaje cómo este, pero para mí sirve de mucho, sirve para saber cuál fue el antes y el después de mi vida.

El ver a aquella mujer postrada en esa cama, provocaba que recuerde a la mujer que siempre había sido una luchadora, que

siempre había salido adelante, que siempre nos ofrecía algo más para comer o simplemente, aún en los momentos de su enfermedad, me dejaba descansar mi cabeza en sus piernas. A quién veía en aquellos días, no era ni la sombra de lo que había sido antes.

Recuerdo hablarle, decirle que hacía falta en la casa, que ya pronto volvería, darle un beso y un abrazo de despedida y prometer que volvería en aquellos días.

Son tantos recuerdos que en ocasiones me cuesta ponerlos en orden en mi cabeza, porque todos quieren salir a flote y dejarme navegar en ellos.

Llegar de sorpresa y que me

sonriera, eso es de lo mejor que tengo para atesorar, pero también está aún el último momento en que la vi con vida, un 25 de junio, sí en menos de un mes se había ido por completo. No pude más que mantenerme al borde de su cama, aferrando esos barrotes en mis manos y observarla, mientras lloraba en silencio, porque lo último que quería era que ella se preocupara por verme llorar.

Al menos hoy aún tengo el consuelo que pude decirle un último “Te amo”, darle un último abrazo, un último beso, sostener su mano entre las mías y escuchar cómo me llamaba una última vez “Mi princesa”, cómo correspondía a mi último “te amo”.

Me gustaría decir que después de ese día volví al hospital a verla, pero no fue así.

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Sólo 4 días después a las 4:45 a.m. ella había fallecido y a las 8:45 a.m. me avisaron.

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No supe que hacer, no supe que decir, más que escuchar cómo me avisaban que ella ya había fallecido, las lágrimas correr por mi rostro y no poder detenerlas, comenzar a pensar en todo y a la vez quedarme en la nada.

Desearía haber podido estar ahí para poder darle un beso en

su frente, acariciar sus mejillas, sostener su mano, pero no pude, no pude más que sentir cómo todo se venía abajo, porque a pesar de haber pedido a Dios que la librara de su sufrimiento, porque es un sufrimiento que nadie merece en esta vida, porque a pesar de eso, dolió y aún duele.

En ese momento supe que tan vagas son las palabras, cómo un pésame sólo se acumula con muchos más, un lo siento, no logra hacerte sentir mejor, cómo las flores se apilan y tú sólo las puedes ver, preguntándote cuales le gustarían más.

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¿Mi consuelo? Que ya no sufre, que todo el dolor terminó, que ya no hay agua en sus pulmones que provoque que le cueste respirar.

Ella dio una lucha, una lucha muy grande, que pocos pueden dar. Esa forma de aferrarse a la vida que sólo la caracterizaba a ella. Porque no cualquiera aguanta que semana a semana introduzcan una aguja en tu abdomen o inyectarse día a día, creo que hay pocos que se atreverían a ese tipo de cosas.

¿Qué me quedó?Los recuerdos, los buenos recuerdos a su lado, lo que aprendí de ella y esos amigos que me demostraron su apoyo, los amigos de verdad que estuvieron a mi lado en este largo proceso, los que me escribieron a pesar de la distancia y los que respetaron mi espacio.

Todo lo que nos sucede en esta vida tiene un antes y un después en nosotros, este es el punto de donde nació mi después. La vida sigue, sí, sigue, pero luego de esto me cansé de la humanidad, cada quien tiene cómo afrontar una perdida, muchos se rodean de personas, salen a fiestas, se ven inmersos en su trabajo, yo, por mi parte, me cansé de la humanidad, quise alejarme de todo y de todos, por mí, porque así me sentía mejor.

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Ella pudo haber partido ya, pero se que pronto yo podré alcanzarla en ese viaje.

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Capítulo4

Rendirse no es una opcion'

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La vida sigue y así cómo esto llego, me vi obligada a salir adelante, de a poco, no puedo decir que volví a mi vida normal cómo si nada, de hecho no fue así. Tuve que hacer una nueva rutina, una nueva forma de hacer las cosas.

No negaré que la parte difícil de todo esto ha sido intentar volver a la normalidad, cosa que no existe, porqué así cómo luego de mi apendicitis no volví a tener apéndice, tampoco hay una vuelta a la normalidad luego de perder a alguien, ahí es donde entran muchas cosas sobre nosotros cómo personas, cómo somos, porque cada uno afronta las cosas diferentes, muchos reaccionan al momento, otros pasan tiempo comenzando a caer en picada o otros cómo a mi me paso, aprendemos a vivir con el vacío en nuestras vidas, ese vacío que en lugar de hacerse más pequeño puede crecer, pero con el que aprendes a vivir, a sobrellevar.

Observe de forma fija el celular, ahí iba la misma pregunta de los últimos meses y sólo pude sonreír ligeramente, preguntándome cuando mi “bien” podría ser sincero o si volvería a estarlo.

— Up and down — respondí dandole enviar y volví a recostar mi cabeza contra la pared.

Mentiría si dijera que llorar no ha sido algo constante en mi vida en este ultimo año, pero hay momentos en donde las emociones y los sentimientos pueden más que la fortaleza, es ahí donde la montaña rusa de emociones llega, cuando en un momento estar cuesta arriba riendo y de pronto las emociones son mayores y comienzas a ir en picada hacia abajo.

Pero cómo todas las buenas cosas, las malas van pasando.

En este lapso de tiempo que ha transcurrido desde esa perdida, desde que pude sentir ese dolor que pocas veces imagine sentir, debo decir que todo poco a poco se ha ido acoplando, mi humor, mi forma de ser, mi forma de sentir y sobre todo la sonrisa, que ya no es más una sonrisa fingida, una buena parte del tiempo.

No es cómo si nada hubiera pasado, porque nunca será así, en verdad es lo contrario, pero ha sido el punto de partida para quien soy el día de hoy, quien ha aprendido de todos sus obstáculos y ha salido, con unas cuantas cicatrices, pero ha salido adelante.

Cada día que amanece, no negaré que dejo que mi mente vague entre mis recuerdos, entre esos momentos dulces, entre las locuras que he hecho en mi vida y de vez en cuando dejo que vague entre esos obstáculos que son los que me acompañan hoy en día.

Pero he aprendido a ver todo de una forma diferente, a darle una sonrisa al día que me fracture mi pie, porque si, yo se lo que es andar un yeso acompañándome.

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Lo extraño de ese día, es que ahora que pienso, las caídas más sin gracia son las que más daño nos pueden causar, podemos pasar todo el día saltando entre bancos de arena para medir la velocidad o que tan lejos logras saltar, pero cuando sólo pones el pie en uno de ellos es cuando caes, pero bueno hay que tener en cuenta que tengo un historial ya muy grande de lesiones en mis tobillos gracias a cuando practicaba Volleyball, y la verdad no me arrepiento de ese tiempo.

Así que de esa forma fue, una caída tonta que resulto con mi tobillo enyesado por dos semanas y aprender a soportar las muletas para poder caminar.

Pero ni un tobillo lesionado de esa forma me ha podido detener de todo el resto de saltos que me han acompañado, de todas las aventuras que he podido tener y de los lugares que he explorado.

He sido una persona de tropiezos en esta vida, más de los que una persona normal pudiera tener, porque muchos cuentan de una mala varicela o de cómo tienen muchas cicatrices pequeñas por andar en bicicleta o patineta, pero yo puedo contar que tengo un propósito porque vivir, porque si Dios hubiera deseado que mi vida fuera corta, ya tuvo momentos de sobra para terminar con mi vida y aún así me ha regalado más años.

Prefiero dividir mi vida por esos tropiezos, hacer una lista de ellos y analizarlos, pensar en que luego de cada uno vinieron cosas buenas, momentos importantes.

Puedo comenzar con mis fracturas de bebé, de ahí puedo pasar a la abertura de mi frente a los 4 años, en verdad esa es una de las que con más detalle recuerdo, se inclusive el mes en que paso, se porque fue y debo decir que aprendí porque nunca debes de jugar con una pelota dentro de la casa.

De ahí puedo pasar al año siguiente y pensar en cómo no hay un niño que no sufrió un accidente dentro del colegio, bueno yo lo sufrí y se que es la razón por la cual tengo una cicatriz en la parte trasera de mi cabeza.

Tengo mala suerte con mis pies desde que era pequeña, en verdad tengo demasiada mala suerte con ellos, porque inclusive las cosas más insignificantes pueden provocar que me caiga, por eso tengo una cicatriz en mi rodilla izquierda, porque la hundí en fragmentos de vidrio.

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Y en este recuento apenas voy por cuando tenía 5 años.

Si me pongo a pensar, cómo hago siempre que estoy al lado de mis amigos, puedo rememorar cada caída o lesión mayor que he tenido y me doy cuenta de lo mucho que he sobrevivido, de que lo vean así o no soy un milagro de Dios, pues pueden decir que unas sólo han sido unas caídas, pero si lo ves cómo los hechos que le han pasado a una niña hasta sus 5 años, puedes darte cuenta de que son más que pequeños accidentes.

El resto de mis años, o sea los 17 años siguientes puedo resumirlo entre enfermedades, diferentes exámenes sanguíneos, inclusive se lo que son las ultras y es algo que lo aprendí a los 9 años. Poseo una lesión en el hígado, otra en el vaso, provocadas cuando tenía 9 años, sin aún saber las causas del padecimiento, sólo poder recordar ese dolor que no me dejaba respirar.

Sufrí varicela, nada fuera de lo normal entre los niños.

Hasta mi cumpleaños 16 no había sufrido ninguna operación aún, cosas menores, nada que ameritara que tuviera que ingresar a un quirófano, pero mi vida no estaba trazada de esa forma y aunque me pude librar de pasar por el quirófano el mismo día de mi cumpleaños 16, tuve que hacerlo 5 meses después.

¿Qué puede ser una mayor pesadilla para una estudiante a punto de graduarse? Tener un caso de apendicitis a sólo 1 mes antes de hacer una de las pruebas más importantes de mi vida cómo estudiante.

Puedo decir que recuerdo exactamente cómo paso, cómo estaba sentada en mi ultima clase de la tarde y sólo pude recostar mi cabeza en la mesa del pupitre y pensar lo mucho que deseaba que diera la hora de salida, pues en mi mente pensaba que era una gastritis, sin imaginar que sólo 24 horas después estaría en un quirófano siendo operada.

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Soy fanática de toda clase de películas, desde las de terror a las románticas y hay una que puedo decir que me ha enseñado muchas cosas, su nombre es “Lo imposible” y relata de lo mucho que las personas pasan luego de una catástrofe natural, la lucha que ellos tienen por reunirse con sus seres queridos, que aunque todo les diga que ellos están muertos, no se pueden dar un momento para dudar y parten en busca de ellos, esperando poder encontrarlos

A pesar de todos los padecimientos que han acongojado a mi vida, me considero alguien afortunada, porque se que la vida podría traerme cosas peores, pero puedo decir que rendirme no es una opción, porque no sólo he tenido muchas enfermedades y caídas, he sufrido perdidas y incluso he visto cómo mis sueños se ven truncados en muchas ocasiones.

Con todo esto, rendirme ha pasado muchas veces por mi cabeza, rendirme de vivir, de luchar, cansarme de todo, pero no es una decisión que me atreva a tomar.

En 22 años he aprendido que no podemos darnos por vencidos al primer golpe, que no podemos dejarnos caer y quedarnos rendidos en el suelo, debemos levantarnos y continuar adelante, eso es lo que yo he hecho y debo decir que no me arrepiento

de ningún paso de los que he tomado, que ninguna de esas veces que me he puesto en pie han sido en vano y que de cada una de ellas he aprendido y he podido salir adelante.

Sí, puedo considerar el ultimo año cómo el peor de todo, pero no físicamente, es un asunto emocional que me abruma y toma control de mi sin poder hacer mucho por ello, pero debo decir que aún eso se va pasando.

Existen personas que buscan la salida fácil a los primeros tropiezos, que piensan que eso es demasiado para ellos o que no hay una forma de salir adelante de ello, por eso buscan la salida fácil de ello, se sienten miserables, pasan por depresiones interminables, pero por otro lado hay personas que aún en sus peores momentos agradecen estar con vida, reciben con una sonrisa todo lo que les venga y lo aceptan sin cuestionar el porque de estas cosas pasan en sus vidas.

A pesar de todo lo que he podido pasar en mi vida, en tan sólo 22 años, puedo decir que no hay nada mejor que disfrutar de un amanecer, disfrutar de un clima cálido o de dormir con el sonido de la lluvia, son pequeñas cosas que hacen disfrutar de lo bueno de la vida.

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Cerré mis ojos al recibir el sol de lleno en mi cara, cada día trae una nueva oportunidad para cambiar las cosas, para vivir, para disfrutar.

No importa si sólo he visto 8,030 amaneceres de los 26,000 que puede ver una persona normal, lo que importa es lo que he aprendido y que en esos 8,030 amaneceres el podido aprender, las luchas que he dado en cada uno de ellos y las oportunidades de vivir un nuevo día que he tomado.

A pesar de las veces que me ha tocado reconstruir mis sueños, plantear todo una vez más, la vida no ha sido sólo llena de tristezas, todo lo contrario, a pesar de tener algo malo, se que he sonreído, se que he podido explorar otros mundos con mi mente y se que puedo volver a hacerlo un día de mañana, se que a pesar de tropezar una vez más, puedo volver a levantarme y seguir adelante, seguir en movimiento sin pensar en una derrota o en rendirme.

Rendirme en esta vida, nunca ha sido una opción y no creo que nunca la tome cómo alternativa.

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Capítulo5

Un presente y un futuro

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Observe de forma fija el teclado, pensando en cómo comenzar a redactar, pero la verdad ni una idea podía venir a mi mente, mucho menos a mis dedos. No es que fuera mala a la hora de escribir, pero en veces hay unos proyectos que son más difíciles que otros, este era uno de esos. Es difícil pensar

en cómo comenzar a escribir, a grabar algo tuyo en letras a las que otros podrán tener acceso, pensar en los detalles que debe llevar, pero una vez he comenzado se que no puedo terminar sin darle un final adecuado.

Llegado a este punto me quedan muy pocas cosas por decir u hacer, en verdad lo que queda es poco, pero se que tal vez en un año más pueda agregar un capítulo nuevo o hacer un libro totalmente nuevo, dependiendo mis avances.

He llegado a un punto en mi vida en que he avanzado en muchas cosas, en el que puedo decir que la vida no es sólo el inicio de un día y su final, están muchas cosas dentro de ese día, los proyectos a emprender o cuando nos permitimos improvisar un plan o nuestras ocupaciones del día.

El día esta lleno de momentos y así lo esta nuestra vida, muchos pueden durar y alargarse, pero hay muchos que son efímeros, cómo los segundos que tarda en caer tu celular o los que demoras en encender la televisión, pero esos momentos efímeros son los que pueden cambiar nuestro día a día si sólo podemos capturarlos por un poco más.

El sol puede que siempre ascienda y se posicione sobre nosotros, de la misma forma todos los días, pero hay día que el sol dura más tiempo en el cielo y hay otros en

donde dura menor tiempo.

Podemos ver este ciclo una y otra vez, aunque en verdad pocas veces nos tomemos dos días para comparar las variaciones que hay entre un día y otro, muchos pueden decir un día puede estar más lleno de nubes y otro estar más despejado, pero es mucho más que eso, la forma en que avanza el día, la forma en que las personas lo disfrutan o los pequeños detalles que lo hacen único.

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Estoy viviendo tal vez no los mejores momentos de mi vida, pero se que estoy en el lugar que debo de estar y disfruto de ello.

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Al tocar el botón play, supe que la película que vería era algo diferente e interesante, no sería la típica película de amor, en verdad al momento en que la película transcurría pude darme cuenta de muchas cosas que no todos nos damos cuenta.

Su nombre es “About time” tal vez no sea la primera opción para todas las personas, la más interesante, pero en verdad es una de las que más lecciones te deja.

¿Qué harías si pudieras retroceder en el tiempo y revivir un momento de tu vida, lo cambiarías?

Tal vez al principio si lo haría, re haría mis errores, los arreglaría e intentaría que todo saliera perfecto, pero luego de un poco me daría cuenta que esa no es la decisión correcta, me daría cuenta que esos errores son los que han hecho que todo sea interesante y que muchas veces el corregirlos no cambiaría el resultado.

Pero si hay algo que me gustaría hacer y es revivir cada día, volver al inicio de cada día y revivirlo, esta vez sin el estrés de que algo malo puede ocurrir, lo haría todo desde cero, pero lo haría disfrutando inclusive el momento en que me tropiece y caiga, en lugar de quejarme me reiría de ello.

Es así cómo deseo vivir mi vida, disfrutando cada momento sin estrés alguno, disfrutar de la canción que suena en la radio y cantarla, a pesar de que no me guste, cerrar mis ojos y admirar los sonidos que me rodean.

Porque si pudiera volver a vivir cada momento de mi vida, se que lo haría, pero no con el fin de cambiar algo, con el fin de disfrutar, disfrutar de todas esas oportunidades que se pueden ir, disfrutar de cada lesión, aprender de cada caída una vez más y disfrutar de esas personas que se que saldrán de mi vida, disfrutar una vez más de esa persona que se que se ira, disfrutar de una caricia en mi cabeza o de un regaño, porque todo eso forman los momentos de nuestra vida.

El camino que he recorrido no ha sido nada corto, ha sido un camino lleno de obstáculos y de muchos altos y bajos, más de los que me hubiera gustado, pero ha sido un camino que me ha dado mucho, que me ha permitido avanzar, que me ha permitido crecer.

He logrado muchas cosas que he querido y he avanzado demasiado en mi camino para ser una diseñadora, algo que es mi gran sueño y es mi próxima meta a alcanzar.

No puedo decir que ha sido fácil, pero puedo decir que es algo que ha valido la pena, un camino del cuál he disfrutado cada segundo y del que sigo disfrutando cada segundo.

Tal vez no he sido constante con mis proyectos, pero se lo que quiero hacer, se que tengo mucho por seguir y por cumplir.

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Han existido miles de momentos que he deseado rendirme, que me he preguntado cual es mi propósito en la vida, cual es el fin de que siga viviendo o cual es el fin de despertar cada día, pero hoy se que tal vez no tenga una vida perfecta, pero si especial, pero si única.

Las oportunidades de replantearme mi vida han llegado en muchas ocasiones y muchas veces he cuestionado el porque me pasa eso, pero me doy cuenta que esas ocasiones han llegado para poder replantear que quiero hacer, que son oportunidades que muchos desearían y yo he tenido, a mi se me han podido presentar y aunque me haya quejado de ellas, se que las he aprovechado.

Puede ser que sienta que haya desperdiciado algún momento, alguna oportunidad, pero hoy puedo pensar en cómo sería mi vida si muchas de esas cosas no hubieran pasado, si algo tan simple cómo un cambio de universidad no hubiera ocurrido y puedo apreciar lo que soy hoy, apreciar quien soy y todo lo que he logrado, porque se que si algo tan pequeño cómo eso no hubiera pasado sería una persona diferente.

No me considero una artista, pero si una genio imaginando, desde que era pequeña así había sido, creando mi propio mundo donde combatía el bien y el mal o donde simplemente vivía dentro del mundo de mis héroes preferidos y me enamoraba perdidamente del príncipe azul, sí, creía en toda esa charlatanería del príncipe azul, pero ahora se cómo es la vida:

No soy una princesa y este no es un cuento de hadas, esto no es Hollywood, esta es una ciudad pequeña y yo soy una soñadora, este es

un gran mundo.Tenía tantos sueños acerca de mi vida, finales felices, la vida perfecta que cualquiera quisiera, pero simplemente ahora se que la vida no es así, que los sueños no siempre se hacen realidad y que hay que luchar más de lo que se demuestra por lo que uno quiere, no todo viene de una forma fácil y a pesar de pensar en que la vida perfecta no existe, porque nada llega de forma tan fácil, se que luchando se puede llegar a ellos.

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Puede ser que la vida perfecta no exista, que la mía sea lo más alejado a la perfección posible, pero soy consiente de todos los obstáculos que he

llegado a superar y me puedo sentir victoriosa hasta este punto.

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