Metascopios_ No.1

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METASCOPIOS_

No. 1

Arquitectura_Cine_Emergente

Letras al aire_Música

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Abasolo 501 B (Frente a Centro Cultural “La

Garza”), 42000 Pachuca, Hidalgo.

Facebook.com/arte.latte.9

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Metascopios_

DIRECTOR

Alfonso Pontigo

DIRECTOR EDITORIAL

Alfonso Blanco

RELACIONES HUMANAS Y VENTAS

Verónica Lira

REDES SOCIALES

Lesli Bautista

DIRECTOR DE ARTE

Luis Raygadas

FOTOGRAFÍA

Ruy Cuevas

Alejandro Peralta

El contenido de la publicidad y de los artículos son responsabilidad exclusiva de los anunciantes

y de los colaboradores, y no reflejan necesariamente el punto de vista de Metascopios.

Colaboraciones, comentarios y ventas, escríbenos a [email protected]

metascopios.com

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twitter.com/metascopios

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Editorial_

M etascopios es un sitio para discutir, exponer ideas y confrontar maneras de pensar. Donde nuestros cola-

boradores, junto con nuestros lectores, generan un intercambio de conocimientos sobre la actualidad en

cultura y arte. Como nuestro nombre lo sugiere – Metascopios es la evolución del proyecto

“Metacaleidoscopios”- queremos formar un tapiz de diversidad cultural y de pensamiento. En nuestras columnas en-

contrarás un caleidoscopio de ideas que se convierten en una nueva forma de explorar nuestro contexto. La revista

no tiene una unidad temática, es más un acercamiento desde distintas ópticas a lo contemporáneo de nuestras 5

secciones: Arquitectura, Cine, Emergente (trabajos de fotografía en camino de despegar hacia lo profesional), Letras

al aire y Música.

Metascopios_ se publicará cada tres meses, esto para seleccionar las mejores colaboraciones que se publican

semanalmente en el sitio web y propiciar una segunda lectura dentro de la revista digital. La primer portada estuvo a

cargo de Ruy Cuevas, uno de los fotógrafos que publican en “Emergente”, y a quien le quiero agradecer por su exce-

lente trabajo fotográfico y compromiso con Metascopios. De igual forma doy las gracias a todos los colaboradores

que participaron en Metascopios_, ellos hacen posible que el proyecto exista; y a Sineàd Marti, por su apoyo incondi-

cional.

Espero que la disfruten, que la comenten y que sigan los proyectos de Metascopios.

Alfonso Blanco

Director Editorial

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Contenido_

Directorio_ 4

Editorial_ 5

Arquitectura_ 7

De la vivienda social y los alegres arquitectos_ 8

El otro habitante: la luz_ 9

Khan, un filósofo entre arquitectos_ 10

La arquitectura es arte_ 11

Cine_ 14

The square, armarse con cámaras_ 15

Narco cultura: nace una identidad, se desmorona un país_ 17

Gaspar Noé: ficción y la crudeza de la realidad_ 19

Emergente_ 22

La Maestranza_ 23

El color en la obra arquitectónica de Barragán_ 25

Letras al aire_ 27

Un poema de Bukowski_ 28

Anne Sexton_ 29

Cher proffesseur_ 31

La mujer pájaro_ 32

Habitar el poema_ 33

Tremens_ 35

Los libros de arena_ 38

Dios salve a la reina_ 41

Imagen y semejanza_ 43

Las memorias del tiempo perdido_ 45

El bello: el vello_ 46

La verdad no nos hará libres_ 47

Música_ 48

Everyday Robots/ Damon Albarn_ 49

Turn Blue/ The Black Keys_ 50

Melolagnia_ 51

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De la vivienda social y los alegres arquitectos_ Omar Téllez

El otro habitante: la luz_ Daniel Esteves

Khan, un filósofo entre arquitectos_ Lesli Bautista

La Arquitectura es arte_ Luis Xocoyotzin

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S er el designio de unos tra-

zos. Ser el usuario como un

objeto más que irrumpe

ajeno y extraño en el espacio. Uno

no elige los contornos que dibujan la

casa, la casa lo define a uno, esas

esquinas y esos vértices los eligen

los otros, algo fuera de uno, algún

ente voraz y sin forma; algo como el

capital y la crisis, el estado, la em-

presa constructora o en última ins-

tancia ese semi-dios autoproclamado

y arrogante que es el arquitecto.

La casa está ahí y uno dentro

de ella como algo más, sólo se la

habita con una resignación tibia y

trágica. Por supuesto uno puede (o

no) tener el titulo de propiedad y eso

no hace una gran diferencia, el

“diseño” (si es que es pertinente lla-

marlo así) fue hecho según la norma

y los estándares, las estadísticas y

los estilos de vida promedio

¿promedio de qué? De uno no, eso

es seguro. Afuera el paisaje lo azota

a uno con una hilera ridículamente

larga de casas exactamente iguales;

es el paisaje del interés social, de los

presupuestos bajos, es el paisaje de

las personas como números; y no es

como que estén vivos o tengan aspi-

raciones distintas o una personalidad

propia; al fin y al cabo son el prome-

dio ¿no? No, las casas de interés

social (esas que uno termina pagan-

do en un lapso de 5 a 20 años) no

son fabricadas para la gente, sino

para los institutos del gobierno que

son los que en última instancia po-

nen la lana. Pero claro, en un par de

años ya terminamos de cubrir el défi-

cit de vivienda en México ¡Bien, dé-

monos un abrazo todos! No importa

que esas casas ni siquiera se adap-

ten a las necesidades de sus habi-

tantes, o que se ubiquen hasta la

quinta chingada y no estén contem-

pladas dentro de un plan que las in-

tegre a las ciudades; o sea ni que

uno tuviera que ir a la escuela o al

trabajo, o tener acceso a cualquier

servicio. Tampoco importa que un

tercio de las viviendas del país ten-

gan algún tipo de rezago habitacional

y que encima buena parte de estas

hayan sido fabricadas con materiales

con una duración no mayor a 30

años; de todos modos el chiste es

buscar en dónde meter a tanto canijo

pues.

¿Y los arquitectos? Pues acá

echando el diseño de calidad, pro-

yectando en terrenos enormes y con

presupuestos igualmente grandes (o

de lo contrario soñando con hacerlo);

o sea ¿qué van a estar diseñando

“pichoneras”? ni de chiste, eso sería

una deshonra y obviamente uno no

puede hacer arquitectura en 90 m2 y

sin gastar millones de pesos, eso es

herejía. Tampoco se les ocurriría ver

a los habitantes de estas casas co-

mo personas y no como “usuarios”

anónimos e hipotéticos; ya saben

acá los únicos que tienen acceso a

un buen diseño y a una buena cali-

dad de vida son los que tienen la

lana.

De cualquier forma el que pier-

de es el que adquiere estas cajas

para autómatas y se enfrenta al reto

de hacer encajar su vida dentro de

ellas, modificándolas tímidamente

con la esperanza de hacerlas un po-

co menos ajenas, menos insensibles,

menos pálidas, sin saber nada de

leyes, ni estadísticas, ni funciones y

sin poder hacer gran cosa por inte-

grar completamente su vida periféri-

ca con el centro de las ciudades. De

cualquier forma las constructoras le

seguirán dando duro al negocio, fa-

bricando como si la demanda fuera

infinita y no hubiera otra forma de

vivir fuera del estándar.

De la vivienda social

y los alegres arquitectos

Omar Téllez | @wlaseva

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C erremos los ojos y pensemos en luz.

¿Listo? Muchos imaginamos

a la luz como un camino, otros como un

foco, algunos como una vela y muchas tantas cosas

más que vienen a la mente con esa palabra.

La luz es más que solo lo que se nos viene primero

a la mente cuando nos mencionan su nombre, más

que una fuente de iluminación, es una herramienta

que se ve limitada por el juicio y capacidad del ope-

rario.

Para poder hacer un uso consciente debe-

mos, primeramente, entender la luz desde el fondo.

No comprenderla solamente desde el punto de vista

técnico, conociendo los aspectos técnicos como ra-

diación, calor generado, umbra, sombra, propaga-

ción y demás características. Ampliemos nuestra

interpretación a un plano metafísico en donde el fe-

nómeno electromagnético es más que un espectro.

La luz es un ente viviente que, al igual que nosotros,

habita el espacio. Como residente del espacio se

convierte en un cliente y usuario al momento de di-

señar.

La luz nos ofrece un abanico de usos. La luz

es pintura cuando se usa para bañar un espacio con

su resplandor o reflexión. La luz es división al sepa-

rar espacios mediante oscuridad y claridad, o me-

diante tonalidades lumínicas diversas. La luz es ca-

lor. La luz es guía y camino. La luz es tranquilidad

pero también caos. La luz es jerarquización. La luz

es i n f i n i t o.

Daniel Esteves | @PielDeElefante

“la luz es como el agua, uno abre el grifo y

sale”

Gabriel García Márquez

El otro habitante: la luz

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“La monumentalidad es enigmática. No puede crearse

intencionalmente. No son necesarios ni el material más

exquisito ni la tecnología más avanzada…”

U n filósofo entre arquitectos, un poeta de la

luz, así referían a Louis Khan muchos de sus

contemporáneos. Su gusto personalísimo se

impuso en cada ángulo y detalle de los pocos y bien

armados proyectos que llevó a cabo (se mencionan

alrededor de 200 proyectos, aunque la colección de sus

dibujos en el archivo de la Universidad de Pennsilvania,

registra poco más de 6,300).

El estilo Internacional era el predominante en su

época, pero Louis fue un poco más allá al buscar su

propio estilo arquitectónico, ya que él creía que a la

arquitectura modernista le faltaba monumentalidad y

misterio. Evitó a propósito la apariencia ligera de los

edificios al estilo internacional, lo que comparaba con

una caja de cristal, que prevalecía en la época, y se

distinguió más bien por la creación de edificios masivos,

con estructuras sólidas de piedra y concreto. Sus traba-

jos, en general, fueron aclamados por la crítica, seña-

lándolo como uno de los más importantes arquitectos

de nuestra era. De hecho, Kahn influyó en las siguien-

tes generaciones de arquitectos y no sólo en las aulas,

como maestro de muchos de ellos, sino por sus inspira-

das creaciones y reflexiones acerca de las mismas, que

dieron tanto de qué hablar.

El Instituto Salk de estudios biológicos, es proba-

blemente una de las obras más icónicas de Louis Khan,

su fascinación por el concreto y los materiales con aca-

bado natural, se reflejan sin duda en esta edificación. El

vacío y el paisaje son los elementos donde se enfoca la

atención, haciendo que los bloques de edificios que

conforman los laboratorios del Instituto Salk pasen a un

segundo plano ante la plaza central del mismo, “La lí-

nea de concreto y travertino cobijada por el cielo cam-

biante que enmarca al Océano Pacífico. Ese patio cen-

tral evidencia el efecto tranquilizador que transmite la

plancha desnuda de concreto y mármol, donde se com-

prime y libera el espacio en un poderoso empuje visual

hacia el mar”.

Kahn se convirtió en uno de los arquitectos más

influyentes dentro del siglo XX, tuvo de principal influen-

cia a Le Corbusier, pero a sus edificios monumentales e

intemporales les añade una “construcción reflexiva

de los espacios” – como él mismo definió su trabajo -.

La incorporación de la luz es algo implícito en cada edi-

ficación, aportándoles un dramatismo con el que busca

transmitir el alma y voluntad de los materiales a través

de la simpleza y pulcritud del concreto y el ladrillo,

acentúa el carácter monolítico de sus edificios.

Era un arquitecto que se hacía preguntas de esta

naturaleza: ¿Cómo se verá mi edificio cuando llueva?

¿Cómo se sentirá el cuarto si me siento en la esquina?.

A final de cuentas un hombre enigmático, con grandes

dones para la arquitectura y una vida llena de secretos.

Khan, un filósofo entre

arquitectos

Lesli Bautista | @LesliBautista

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A lo largo del tiempo se ha discutido la naturaleza

técnica y artística de la Arquitectura, muchas veces

arrastrándola de un lado a otro, mutando su defini-

ción de acuerdo a quien la describe y define; sin embargo,

como tal, en su esencia la Arquitectura debe cumplir con cier-

tos requisitos que la conformaron y constituyeron en un princi-

pio, debe mejorar la calidad de vida del ser humano.

De acuerdo a la Real Academia Española, en su dic-

cionario de la lengua, define a la Arquitectura como: “Arte de

proyectar y construir edificios.” Definición base que nos permi-

te observar parte de su esencia.

En el inicio de la apropiación [uso] de espacios para

poder habitarse y desempeñar la vida, el ser humano buscó la

forma de mejorar su calidad de vida, el quid de la Arquitectura,

protegiéndose de los elementos y amenazas que podría impli-

car la intemperie o el espacio abierto.

Pronto esa necesidad de guarecerse, refugiarse y vivir

mejor, evolucionó hacia una proyección de lugares más ama-

bles y aptos para ser vividos. El cerebro humano entró en ac-

ción, cumpliendo su objetivo de herramienta para la supervi-

vencia y aprovechamiento del entorno, pasando ahora a modi-

ficar activamente el espacio: moldearlo para su vida, esculpirlo

para habitarlo y así cubrir sus necesidades de confort y super-

vivencia.

Así, podemos ver como al inicio, cuando el humano

buscó un lugar para desempeñar parte de su vida, se presentó

la idea de un lugar, un espacio que cumpliera con ciertas ne-

cesidades, se proyectó la idea de lo que se necesitaba… qui-

zá sin construirlo todavía con sus propias manos, pero ya im-

plicando un pensamiento arquitectónico: un lugar que cumple

con las necesidades de supervivencia y a la vez sea lo sufi-

cientemente cómodo y agradable* para ser habitado.

Es quizá en ese punto, en el que el hombre pasó de

apropiarse de un lugar preexistente a modificar el espacio y

construirlo, fue que nació verdaderamente lo que entendemos

por arquitectura: “Arte de proyectar y construir edificios.”

De esta manera surge la interrogante de si ¿Todo lo que se

construye es arquitectura?, y a su vez, ¿Todo lo que es Arqui-

tectura es arte? Las respuestas surgen de una observación y

pensamiento lógico simple e incluso sentido común con res-

pecto a lo que se entiende de forma natural.

No todo lo que se construye es Arquitectura, sin em-

bargo lo que se construye para habitarse sí lo es. No todas las

cosas que son construidas tienen el destino de albergar activi-

dades humanas, o ni siquiera son espacios que lo permitan,

sin embargo, una vez que se destina a ser habitado y es facti-

ble utilizarlo (más allá de si sea cómodo o facilite la vida) for-

zosamente se constituye un pensamiento para proyectar un

espacio moldeado por la construcción humana para cubrir

ciertas necesidades, convirtiendo esto en Arquitectura.

De este modo, podemos decir que existen tres formas

de hacer Arquitectura: la vernácula, la no-profesional y la pro-

fesional. Tres maneras que encuentran su base en quién la

hace y el resultado obtenido, todo fundamentado en el objetivo

principal y la búsqueda artística de una composición útil para

los diferentes niveles y tipos de necesidades humanas.

Todo ese palabrerío era parte de lo que tenía pensado

escribir para ustedes y así justificar detalladamente mi punto,

muy profesionalmente; tener una primera participación pompo-

sa y de calidad, pero no, no voy a hacer eso, no voy a ser tan

serio cuando nos vamos a estar leyendo constantemente por

aquí, para eso ya está mi blog

(filosofiasubjetiva.blogspot.com)

La Arquitectura es arte, no hay de otra. Sin embargo,

hay que comprender que para que algo sea arte existen re-

glas, conlleva técnica y se debe cumplir con ciertos requisitos.

La Arquitectura es

arte

Luis Xocoyotzin | @LuisXoco

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La buena Arquitectura es arte; una composición espacial que

cubre las necesidades emocionales, físicas, estéticas y de su-

pervivencia del ser humano es forzosamente artística y cumple

con los requisitos para ser una pieza de arte. Se necesita de

talento y sensibilidad para crear de tal manera que se cumpla

con lo necesario para habitar y al mismo tiempo enriquecer la

calidad de vida desde las diferentes dimensiones que necesita

para esto el ser y la vida misma.

Mi bien amado Jorge Luis Borges dijo que el trabajo del

artista era transformar lo que sentimos, percibimos y anhelamos

en símbolos propios del arte. En el caso del arquitecto, el traba-

jo es conocer (percibir) lo que se necesita y utilizar los símbolos

de la arquitectura (herramientas materiales e intangibles) para

alcanzar y dar respuesta a ese anhelo.

Incluso uno de los más técnicos arquitectos de la histo-

ria, el buen Jeanneret (Corbu), dijo que la arquitectura “es cosa

de arte, un fenómeno de emociones, que queda fuera y más

allá de las cuestiones constructivas.” “es el juego sabio, correcto

y magnífico de los volúmenes bajo la luz.”

Inclusive el escéptico de la decoración, enemigo a ultran-

za de las artes cotidianas y aplicadas en su época de proto-

racionalismo, el pleno ascenso de la modernidad, Adolf “hombre

culto” Loos, entendía y aceptaba a la Arquitectura como un arte.

Aún al principio de la “profesionalización” del arquitecto,

cuando la Arquitectura era un oficio aprendido, se enseñaba y

aprendía como un arte, una de esas que pasarían a formar par-

te de la lista clásica renacentista de las 7 Bellas Artes, destina-

das a enriquecer y enaltecer la vida y perseguir la estética. Na-

da raro que se aprendiera hasta hace no tanto en conjunto con

Pintura y Escultura.

Ya Paladio, en ese punto en el que las artes dejaron de

ser trabajos manuales de segunda categoría, reconstruyendo lo

dicho por el buen Vitrubio (¿Creían que no lo iba a mencionar?),

aceptaba esa inamovible básica de los requisitos propuestos

por el primer escritor registrado de Arquitectura, concibiendo

que la Arquitectura debe ser: Utilitas, Firmitas y Vetustas.

(Componentes elementales que permiten alcanzar la respuesta

a las necesidades básicas del hombre de un espacio útil, confia-

ble y que sacie su búsqueda estética; así dándole confort físico

y mental, emocional ¿Dónde radica su esencia artística? La

Arquitectura no es arte porque sea estética, lo es porque busca

saciar sensiblemente en una composición talentosa las deman-

das físicas y psicológicas del cuerpo y la mente y las necesida-

des estéticas y emocionales del ser.

Todo esto me lleva a recordar lo que iba a escribir en

todo aquél palabrerío del inicio: Las tres formas de hacer Arqui-

tectura. En un principio tenemos la Arquitectura Vernácula, he-

cha por los “no-arquitectos” (académicamente). Es aquella que

surgió cuando no existía esa entidad oficial del arquitecto como

tal. Es la Arquitectura que hace cualquier persona que no haya

recibido educación formal para ello con la voluntad de construir

y cubrir alguna necesidad espacial. Es empírica.

Mientras tanto, la Arquitectura Profesional se caracteriza

por los requisitos que debe cumplir y porque necesariamente

está hecha por alguien que ha recibido una educación formal

para esto. Inalienablemente debe ser arte. Busca resolver espa-

cialmente lo que se necesita en los distintos planos del ser hu-

mano. Es decir, es hecha por personas facultadas para (y que

logran) entender y atender esos requisitos fundamentales que

resultan en mejorar la calidad de vida, por lo cual es una obra

de (y es) Arte.

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También está la Arquitectura no-profesional

[después de releer varias veces, creo que prefiero

referirme a esta manera de hacer arquitectura como

arquitectura no-artística, que sería algo mucho más

acertado y exacto], que podría parecer ser la vernácu-

la, pero eso está muy alejado de ser así. Se trata sim-

plemente de la Arquitectura que no cumple con los

requisitos físicos y/o emocionales para mejorar la cali-

dad de vida del ser humano, no es arte.

Muchas veces la Arquitectura no-profesional/no

-artística está hecha por arquitectos que no son capa-

ces de crear una composición verdaderamente artísti-

ca que enriquezca y facilite la vida. De hecho, existen

composiciones vernáculas [obviamente] de arquitec-

tos no académicos/profesionales (refiriéndonos a que

no recibieron una educación formal) que cubren esas

necesidades y requisitos para llegar a ser arte, a partir

del conocimiento empírico y la sensibilidad suficiente

para serlo.

Así, la Arquitectura Vernácula suele ser no ar-

tística, pero sí puede llegar a ser arte. La Arquitectura

profesional tiene la obligación de serlo. Y la Arquitec-

tura no-artística es justo lo contrario a ser arte, sin

importar quién la haya creado (empíricos o académi-

cos). De este modo, la Arquitectura es Arte, aunque

no todas sus creaciones lo son; al igual que la Pintura

es Arte, pero no todo lo que se pinta es Arte; pero

siempre deben aspirar a serlo. Ser arte determina la

Arquitectura trascendente y que no sólo sacia unas

necesidades en detrimento de otras, sino que las con-

templa como un conjunto para cumplir su objetivo de

mejorar la calidad de vida del ser humano. Cuando es

arte, es cuando cumple con lo que se necesita espa-

cial y emocionalmente, enriqueciendo la vida.

*Con agradable nos referimos a un espacio que per-

mitiese a la mente e instinto del hombre sentirse lo

suficientemente cómodo y a salvo como para habitar-

lo.

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The square, armarse con cámaras

Narco cultura: nace una identidad, se desmorona un país

Gaspar Noé: ficción y la crudeza de la realidad

_Alfonso Blanco

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metascopios.com

The square, armarse con cámaras

Alfonso Blanco | @alfonsoblanco

E l documental se ha conver-

tido en la memoria colecti-

va de la humanidad. Des-

de sus inicios como género cinema-

tográfico se ha comprometido con la

misión de democratizar la forma en

que se cuenta la realidad. Abarcan-

do desde la exclusión social, hasta

los retratos de las condiciones de

vida de grupos discriminados en

ciertas sociedades. El documental

es la voz de los que la perdieron, de

igual forma, enseña a volar a los

que les cortaron las alas; porque en

plena época del bombardeo mediáti-

co, sigue existiendo “el mundo de

abajo”, ese mundo que necesita vol-

ver a la libertad.

25 de enero de 2011, Se ini-

cian las protestas en muchas ciuda-

des de Egipto en contra del gobierno

de Hosni Mubarak, quien tenía 30

años en el poder. Durante todo ese

tiempo nadie se atrevía a comentar

de política y la situación de la gente

distaba mucho de ser la adecuada

para vivir como seres humanos.

Tras la ola de protestas, mismas

que fueron aumentando de intensi-

dad, Hosni Mubarak dimite del poder

dejando a Egipto a cargo del Ejérci-

to.

Cientos de jóvenes, ancianos,

mujeres y niños salieron a las calles

para concentrarse en la plaza Tahir;

la cual se convirtió en el símbolo

más grande de resistencia en la Re-

volución Egipcia. En un grito ahoga-

do que clama libertad es imposible

como espectador no sentir un nudo

en la garganta, ya que presencia-

mos la lucha colectiva, que no distin-

gue raza, región o ideología política.

Solo así el pueblo egipcio logró de-

rrocar tres décadas de dictadura, de

opresión y de tortura.

Pero ese sería solo el princi-

pio; Egipto llevó a cabo elecciones

parlamentarias, en las que integran-

tes de la “Hermandad Musulmana”

ganaron casi la mitad de los esca-

ños. Mohamed Morsi, integrante de

la “Hermandad Musulmana” y primer

presidente electo democráticamente

después del régimen de Mubarak,

es nombrado ganador electo y toma

el poder en Egipto.

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El pueblo es engañado una vez más y Mor-

si se adjudica poderes casi absolutos, el pueblo

Egipcio regresa a la plaza de Tahir, y desde el

2011 hasta ahora no ha cesado la sangre en una

lucha desigual.

The square, es una película revolucionaria

sobre el cambio y el poder de las personas. Este

filme representa una experiencia de inmersión en

la Revolución egipcia, transportando al especta-

dor a través de un drama emocional y de las his-

torias personales detrás de las notas periodísti-

cas. Retrata el inspirador recorrido de 6 personas

– distintas entre sí - que luchan por una sociedad

más justa y participativa en el futuro de su nación.

The square, dirigida por Jeahane Noujaim,

representa una arriesgada inmersión en un Egipto

tan convulso, pero que se niega a perder la espe-

ranza. El equipo de producción pertenecía a las

filas revolucionarias, durmió y combatió pacífica-

mente en la plaza. De ahí que el documental sea

tan íntimo y haya llegado a ser universal al mismo

tiempo.

Las garras de la dictadura egipcia han im-

pedido que la película es estrene en Egipto. Sin

embargo, gracias a diversas plataformas, pudo

exhibirse en el festival de Toronto y en Sundance,

llevándose premios y conmoviendo a la audien-

cia. A México lo trajo Ambulante con todo y su

directora para ser presentado curiosamente en

una plaza. De igual forma, lo podemos encontrar

en el servicio de Netflix.

Por ahí decían que la revolución no sería

televisada, pero hemos encontrado en el docu-

mental un arma más poderosa; Y en un mundo

donde la libertad de expresión peligra día a día,

solo nos queda armarnos con cámaras y luchar

por nuestros derechos.

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Narco cultura: nace una identidad

se desmorona un país.

Alfonso Blanco | @alfonsoblanco

C iudad Juárez se ha convertido en una de las ciu-dades más violentas y peligrosas del mundo. Tan sólo en 2010 hubo tres mil 622 asesinatos en la

ciudad fronteriza. Al otro lado de la frontera – en El Pa-so, Texas-, la seguridad alcanzó un nivel que le otorgó a la ciudad el primer lugar (sólo hubo cinco asesinatos) como la más segura de todo Estados Unidos. En 2006 el gobierno del presidente Felipe Calde-rón declaró una guerra directa contra el narcotráfico que abarcó la mayor parte del territorio nacional. Los ojos de todo el mundo voltearon a ver a México -país al cual recomendaban las embajadas, como la de E.U., no visitar por los altos niveles de violencia-; con discursos vacíos y un bombardeo mediático, se nos repetía que las cifras y muertes siempre tenían que ver con acciden-tes “colaterales”. Las víctimas estaban relacionadas di-rectamente con el narcotráfico. La ola de violencia em-pezó a cubrir gran parte de la agenda pública, en los medios constantemente salían fotos con cuerpos des-cuartizados, colgados o convertidos en “rompecabezas humanos”. Bajo este contexto llega Narco cultura (2013). En este documental, el fotógrafo de guerra Shaul Schwarz analiza la penetración del narcotráfico en la cultura po-pular tanto en México como en Estados Unidos, y la manera en cómo esta actividad delictiva marca las vidas

de dos personajes: un compositor y cantante de narco-corridos de los Ángeles quien sueña con la fama, y un investigador criminal de Ciudad Juárez inmerso en la lucha contra el crimen organizado en México. Shaul Schwarz, nacido en 1974, comenzó su ca-rrera fotográfica en la Fuerza Aérea Israelí; después de terminar su servicio se dedicó a cubrir las noticias de Israel y de Jordania, antes de trasladarse a Nueva York en 1999, donde trabaja como fotógrafo para importantes periódicos. En 2008 comenzó un registro fotográfico de Ciudad Juárez que se convertiría en un constante en-cuentro con la muerte, y terminaría por definir el proyec-to cinematográfico. Para un gran número de mexicanos, los narcotra-ficantes se han convertido en un modelo a seguir; ejem-plifican un “Robin Hood” moderno. Los narcos represen-tan una manera de escapar de la pobreza y cuando lle-gan a obtener lo que siempre quisieron crean el nue-vo sueño americano. Parece que al tener dinero cual-quier cosa se puede obtener, y más en un país donde la impunidad ayuda a glorificar a estos sujetos, quienes se convierten en el ejemplo de “respeto” que tanto anhelan tener sus seguidores.

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Somos partícipes en el documental de una tocada del “Rey del corrido”, El Komander: “Con cuerno de chivo y bazuca en la nuca volando cabeza al que se atraviesa, somos sanguinarios locos bien ondeados, nos gusta matar…” Corridos como este son coreados frenéticamente por el público “pocho” y el mexicano. Lo mismo los estudian-tes y los niños de apenas tres años tienen como máximos ídolos a estas figuras completas, que lo mismo hacen corri-dos como actúan en películas. El cantante Edgar Quintero, quien forma parte del grupo de banda “Buknas de Culiacán”, comenta que por presentación cobra 45 mil dólares en Los Ángeles. Cuando llega a los conciertos, el público lo recibe como la estrella que ha logrado ser. Con armas y letras de narcocorridos llenas de pasajes violentos, él y otros cantantes del género construyen una identidad cultural que ha traspasado las fronteras férreas entre dos naciones. Una que sufre el con-sumo acelerado de drogas y el tráfico de armas, la otra que sirve de consumidor en potencia. En tanto, el perito Richi Soto narra el peligro que corre por realizar sus investigaciones. Nació en Ciudad Juárez, una ciudad que le resulta bonita, en la que dice puede encontrar gente buena, pero que sabe viven escon-didos ante el miedo colectivo. Su trabajo es uno de los más requeridos en México, y al mismo tiempo no es reconocido por lo que hace, la mayoría de las investigaciones quedan

truncas o almacenadas en bodegas donde se apilan cajas y más cajas. Vive con el constante miedo; la muerte ace-cha tras las calles desiertas de Ciudad Juárez. Muchos de sus compañeros renuncian ante las amenazas de muerte y los que se quedan viven con un reloj fatal o mueren en em-boscadas por el narcotráfico. Shaul Schwarz realiza un documental inquietante, y no inquietante en lo visual -como podríamos encontrar en películas del género naciente o en periódicos que claman por el morbo-, sino de una forma aterradora al ver a las madres quienes han perdido a sus hijos inocentes y niños que se encuentran en cada esquina con cuerpos humanos en los que el nivel de sadismo hace irreconocibles sus identidades. Es de igual forma un vistazo diferente dentro del tema. Aquí entramos a la vida de dos personajes: el primero (Edgar Quintero) saborea las mieles del triunfo, se codea con los embajadores de la muerte quienes visten ropa de marca y viajan en camionetas más equipadas que un vehículo militar; el segundo (Richi Soto) regresa del tra-bajo a casa, no sale a ningún otro lado y la idea de formar una familia en una ciudad tan violenta lo preocupa. El documental recorrió festivales internacionales como el de Sundance y Berlín, causando asombro e impacto. A México lo trajo Ambulante en su sección “Reflector”.

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Gaspar Noé: ficción y la crudeza de la realidad

Alfonso Blanco | @alfonsoblanco

U na ficción con toda la rude-

za de la realidad, un golpe

preciso al espectador, a la

casta conciencia de los que asisten al

cine con la esperanza de encontrar

una salida. Las primeras líneas de

esta reseña son como las películas de

Gaspar Noé, desde un inicio nos pre-

sentan lo que nos encontraremos más

adelante: un túnel donde las más ba-

jas pasiones y miedos del inconscien-

te humano se harán presentes. Cuan-

do parezca que la luz del final nos

salvara, descubriremos que solo es

una forma de hundirnos más.

Carne (1991)

Menos de cuarenta minutos son

suficientes para que Gaspar Noé nos

haga estremecer. Una advertencia

nada sobrante nos mantiene a tope,

pone de manifiesto que las escenas

que presenciara a continuación son

incomodas y crudas. Hablamos

de Carne (1991), mediometraje con el

que Noé se abre paso dentro de los

grandes festivales, para ser exactos

Cannes y el premio a mejor película

corta. Es la historia de un carnicero de

carne de caballos, se queda a cargo

de su hija joven que sufre autismo.

Una vida rutinaria que se hunde en la

monotonía, donde las imágenes son

asistentes a un baile vulgar y crudo,

donde desde el simple cortar de un

trozo de carne se vuelve incómodo.

Existe una cierta tensión sexual entre

el padre y la hija, los acercamientos

de cámara ponen de manifiesto la in-

comodidad que se sabe tendrá el es-

pectador. Un día el carnicero sospe-

cha que un albañil ha violado a su hija

y decide tomar venganza (tomen nota

que este tema se hará presente en las

siguientes películas). El carnicero se

va a prisión y su hija a un internado. Al

salir, el carnicero busca rehacer su

vida pero los recuerdos convierten su

vida en un infierno, donde la apatía y

el hastío hacen que se aleje de la so-

ciedad.

El carnicero no cerraría un ciclo

con esta cinta, regresaría unos años

después con Solo contra todos. Cinta

en la que se toca el tema de la ven-

ganza. La incompatibilidad social de

su personaje se presenta desde el

principio, asistimos a la vida fallida y

llena de fracasos, donde la redención

se sabe no llegara, donde la agonía

es marcada con desencuentros con la

esperanza. A la forma de El extranje-

ro de Albert Camus, se narra una his-

toria de tropiezo constante, donde los

personajes son otro factor más en la

aplastante rutina, la que no deja en

paz hasta el final de la película. Se

juega con el morbo del espectador,

con escenas de fuerte violencia y dis-

cursos crudos que incomodan.

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Irreversible (2002)

“Le temps detruit tout” – el tiempo lo destruye todo-, es

la llave que deja abrir la puerta de Irreversible en mi gus-

to personal un quiebre revolucionario en el cine de las

últimas décadas. Son varios los factores por lo

que Irreversible puede ser vista como una película trans-

gresora y a la vez genial. Primero hay que decir que su-

pone un ejercicio de atención y complejidad, la forma

narrativa – del fin al principio- supone un reto para el

espectador.

Somos participes de la más pura oscuridad y de-

pravación, dentro de un club homosexual (“Rectum”)

donde reina el sexo y el sadomasoquismo. Pocas veces

hemos asistido y asistiremos a los excesos que desde el

principio Noé pone sobre la mesa, va encadenando la

historia con planos-secuencia, en donde cada plano es

un bloque narrativo. Marcus (Vincent Cassel) descubre

que su novia acaba de ser salvajemente violada y gol-

peada. Acude al Rectum con su amigo Pierre (Albert

Dupontel) en busca de venganza, porque alguien le ha

dicho que “La Tenia” –ese es el apodo del violador– es

un asiduo asistente. Y después de un rato lo encuentran,

o creen encontrarlo, en el segundo piso del local. La se-

cuencia culmina con el asesinato de un hombre a quien

le destrozan el cráneo (una y otra vez)

con un extinguidor. Es aquí donde el ser humano

se vuelve animal, donde adquiere el instinto de vengan-

za. Porque a pesar de ser una ficción, la película es una

cruda copia de nuestros tiempos, donde la mayoría de

los crímenes quedan impunes. Conforme va pasando la

historia en forma regresiva, vamos descubriendo a los

personajes y los pasajes sumidos en música psicodélica

– compuesta por Thomas Bangalter (Daft Punk)- , que al

igual que la forma revolucionaria de filmar, no dan des-

canso.

Cuando una escena supera en fama a toda la pe-

lícula. Eso pasó en los 8 minutos agobiantes, donde vol-

teamos la mirada, donde muchos se salieron de la sala.

Un pasaje, un túnel hacia la perdición. La escena está

rodada de manera sádica y directa, sin ataduras ni tru-

cos a estilo Hollywood. Alex (Monica Belluci) es violada

y sufre todo tipo de vejaciones. El espectador es inyecta-

do por Noé, el receta sus dosis de incomodidad y trans-

gresión. Pero no es violencia gratuita como se puede

pensar, significa un viaje al bajo mundo, en el que sabe-

mos no habrá salida, pero que la novedosa forma de

narrar nos hará pensar lo contrario. La perdida de un ser

amado destruye como rayo. El amor es el origen de la

vida. Al tiempo no hay nadie que lo pare y como nos lo

avisó Noé, destruye todo.

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Enter the void (2009)

Entramos al vacío con Oscar (Nathaniel Brown) y su

hermana Linda (Paz de la Huerta), en plena orfandad, se

prometen jamás separarse. Sin embargo, tras el accidente

automovilístico que acabó con la vida de sus padres, las

autoridades no tienen otra alternativa que separarlos. Des-

pués de 20 años, ambos personajes se reencuentran y

descubren que se han convertido en seres marginales;

cerca de la promiscuidad sexual, las drogas y la muerte.

Sinceramente,

¿Quién pone atención a los créditos de las películas?, pa-

ra la mayoría pasan desapercibidos. No es el caso

de Enter the void (2009). Somos participes de un desen-

frenado y eclipsaste movimiento de imágenes, la música

hace juego con un trepidante cambio de tipografías, que

anuncian lo que apenas comienza. Oscar vive en Tokio

donde vende drogas, se relaciona con sujetos peligrosos y

mal vivientes. Parece que su vida mejora y trae a su her-

mana hasta la ciudad, empiezan a vivir juntos.

Una vez más se juega con lo establecido dentro del

cine, se altera la narrativa convencional y se ataca con

flashbacks de la infancia y flashforwards del futuro. En una

redada Oscar muere, la promesa que le hizo a su hermana

parece peligrar. Pero

eso no es del todo tragedia; al menos no para Oscar. Su

espíritu circula entre el mundo de los vivos y los muertos;

juega con la constante de la humanidad: ¿hay vida des-

pués de la muerte?, recorre junto a su hermana la tragedia

de su separación pero al mismo tiempo la sigue cuidando.

Enter the void es un viaje delirante hacia lo inhóspito

del inconsciente humano. Una mezcla de color, erotismo y

violencia. Como si estuviéramos en un viaje, producido por

algún hongo.

Como un Bonus les comparto un documental de la

revista VICE y el recorrido/entrevista que hizo con Gaspar,

que dicho sea de paso no es muy común que dé la cara

ante los medios, pero tratándose de VICE podemos espe-

rar lo que sea. http://goo.gl/qF04oK

Descubrir este tipo de cine supone una ruptura con

lo establecido, con las tramas sencillas y digeribles a las

que se nos quiere acostumbrar. No es un cine fácil ni dige-

rible, busca plantear interrogantes y no resolverlas. Nos

presenta las cosas como son – de ahí que incomode a

mucha gente, incluso críticos-, por momentos nos da una

esperanza, pero sabemos que no es suficiente. Gaspar

Noé y toda su obra es recomendable, si gustas de este

tipo de cine te atrapara y no podrás soltarlo, justo como a

mí me pasó.

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La Maestranza_ Ruy Cuevas

El color en la obra arquitectónica de Barragán_ Isaías Aldaír

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La Maestranza

Fotos y texto por

Ruy Cuevas | @Ruyct

P achuca enfrenta una gran

escasez de centros comu-

nitarios, culturales y áreas

verdes. “La Maestranza”, donde a

principios del Siglo XX se fabrica-

ban todo tipo de repuestos y herra-

mientas para la “Compañía Real del

Monte y Pachuca” es el perfecto

escenario para solucionar el proble-

ma en cuestión. Hoy en día, La

Maestranza corre riesgo de conver-

tirse en un complejo de viviendas;

los cuales son un parásito en esta

ciudad.

Con enormes puertas de madera, ilumi-

nado por decenas de ventanas, entre muros

de piedra y techo de lámina acanalada; se

llevaban acabo los procesos de forjado y fun-

dido básicos. Posteriormente en la historia de

este lugar, se fabricaron partes para maquina-

ria agrícola y automotriz. Su actividad duró

hasta los ochentas cuando la actividad de la

compañía minera disminuyo; dejando así el

edificio a su suerte.

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Lo que algún día fue una gran fabrica llena de obreros e ingenieros, ahora son solo es-combros y muros que no detienen nada. Su valor histórico es muy grande pero a pesar de eso se encuentra en mal estado y total-mente abandonada, sus muros colapsados permiten el libre acceso a cualquier persona.

Es imprescindible que “La Maestranza” sea aprovechada como un espacio comunitario y cultural. Hoy en día, después de mas de 30 años sin ser utilizado, la flora y la fauna han tomado el lugar por completo.

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A menudo escuchamos sobre la vanguar-

dia que hay en la obra arquitectónica de

Luis Barragán, y muchos la definen por el

uso del color. Es evidente el uso del color, y a pri-

mera vista, pareciera ser cierto. El hecho es que su

obra en términos arquitectónicos tiene un enfoque

sentimental; definida por el mismo arquitecto como

arquitectura de las emociones. A través del color,

se materializa este concepto.

El uso de colores cálidos plasmados estraté-

gicamente en cada muro logran ambientar cada

uno de los espacios, volviéndolos acogedores y

placenteros para las personas. Asimismo, la insta-

lación de celosías y la iluminación indirecta produ-

cida por cristales entintados, generan múltiples

juegos de luces y sombras que incitan al encuentro

de las emociones de las personas. Luis Barragán

usó el color y la iluminación como herramientas

para proyectar arquitectónicamente la espirituali-

dad y la infinidad de posibles sensaciones que los

colores cálidos pueden producir.

Luis Barragán, redefinió el uso del color en

sus proyecciones arquitectónicas en el momento

en que conoció al artista visual Jesús “Chucho”

Reyes Ferreira , además del escultor Mathias

Goeritz, con quienes entabló una fuerte amistad. Al

grado de integrar las obras de los dos artistas en

sus obras arquitectónicas. Fue tal la influencia de

estas dos personalidades, que en sus obras inte-

gró la misma paleta de colores (rosa, amarillo, ana-

ranjado y rojo) básicamente.

En otras palabras, el color ha sido un ele-

mento reinterpretado en las proyecciones de Luis

Barragán. El color tiene un motivo en su obra ar-

quitectónica que va más allá de lo estético. El color

seduce al ojo humano y se introduce en el mundo

sensible de cada persona.

Fotos y texto por Isaías Aldaír Cruz Hernández l @isaiasaldair

El color en la obra arquitectónica de

Barragán

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Un poema de Bukowski_ Martín Rangel

Anne Sexton_ Martín Rangel

Cher proffesseur_ Sineàd Marti

La mujer pájaro_ Claudia Damián

Habitar el poema_ Omar Téllez

Tremens_ Eduardo López

Los libros de arena_ Martín Juárez

Dios salve a la reina_ Luis Raygadas

Imagen y semejanza_ Luis Raygadas

Las memorias del tiempo perdido_ Alejandro Peralta

El bello: el vello_ Sineàd Marti

La verdad no nos hará libres_ Verónica Lira

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una noche no tan buena en el San Pedro del mundo

es improbable que un poema decente habite en mí

esta noche

y yo entiendo que eso es solamente

mi problema

y que a ti no te interesa

que yo me siente aquí a escuchar cómo un hombre toca

el piano en la radio

y que sea un mal piano, tanto en la ejecución

como en la composición

de nuevo digo: esto no te interesa

mientras uno de mis gatos

uno hermoso, blanco, con marcas extrañas

duerme en el baño

no tengo idea de qué podría ser de tu

interés

pero dudo que tú lo seas para mí,

entonces no te sientas superior

de hecho, considéralo, puedes

besar mi trasero.

sigo escuchando el piano.

esta no será una noche memorable

en mi vida

ni en la tuya

permítanos celebrar la estupidez

de nuestra insistencia

Original: http://www.poetryfoundation.org/poetrymagazine/browse/162/6#!/20603730

Traducción por

Martín Rangel

@senosderana

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El musgo de su piel Anne Sexton (Traducción por Martín Rangel | @senosderana)

En la Arabia antigua las niñas eran a menudo enterradas vivas junto a los cadáveres de sus padres, aparentemente a manera de sacrificio en nom-bre del Dios de las tribus…

Harold Feldman, “Children of theDesert”

Psychoanalysis and PsychoanalyticReview, Fall 1958

Lo único importante

era sonreír y quedarme quieta,

acostarme debajo de él

y descansar durante un rato, doblados uno sobre el otro

como si fuéramos de seda;

hundirme tras los ojos de mamá

y guardar silencio.

Estuvimos en la habitación

como se está en una boca o una cueva,

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como se está en el vientre.

Sostuve el aliento y

papá estaba ahí:

sus dedos, su calavera ancha

sus dientes, su cabello creciendo

como un prado o como un chal.

Yo me guarecía en el musgo de su piel

hasta que comenzaba a crecer de un modo extraño.

Mis hermanas

nunca sabrán que caí

fuera de mí misma ni

jamás sospecharán que Alá

no va a mirarme abrazar a mi papi

como quien abraza a un viejo árbol de piedra.

Poema original tomado de:

http://www.poetryfoundation.org/poem/171269

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M i Cher Professeur es tan querido como es pro-

fesor. Tiene mala letra y mira mi falda que se

levanta cuando intenta hablar con él. No se

trata de una declaración morbosa de amor;

tan sólo un intento de hablar acerca de mi maestre favorito. No

el que enseña teorías, sino el que hace ley.

Pero permítanme introducirles a tan exquisito perfil: existen, en

las aulas de cualquier plantel, hombres dedicados a la forma-

ción académica de aquellos que necesiten herramientas profe-

sionales y educativas para un desempeño óptimo en el entorno.

Es dentro de esta categoría en donde encontramos a los Chers

Professeurs.

Es importante aclarar que no todos los profesores pueden ha-

cerse acreedores de este título tan noble, esta insignia

de querido. Se necesita vocación, aptitud y sobre todo habilida-

des para enseñar lo que hay más allá del pizarrón.

El Cher Professeur es aquel que evoca el “presente, profesor”

como una sugerencia; permitiendo estar sin necesidad de estar-

lo del todo. Es una persona diestra en el manejo de la artillería

viril, conocedora de todo aquello que podemos encontrar inge-

nuo. Que calla, no por discreción, sino refutando la responsabili-

dad de sus conocimientos en el campo de las ventajas y las

lolitas.

Podría, pues, notre ami parecer peligroso. Y en efecto lo es.

Este tipo de profesores enseñan a no saber en dónde se en-

cuentra uno, a no conocer límites. Es el profesor que con una

metodología exacta roba un suspiro o una mirada por debajo

del escritorio.

Se trata de un hombre con manos de tiza, anteojos mansos y

corbata chueca; que esconde debajo del cinto la jerarquía de lo

obsceno, las manías de la depravación. Usted sabrá que está

frente a un Cher Professeur cuando constate que está siendo

educada para saber de qué lado se toma la vida; por dónde

entra y sale lo buscado.

Y entonces una no puede ser más que una mojigata, una cuya

perversión es un intento lastimoso de convertirse en la mujer

que sea. Y cuando esto nos queda claro nos damos cuenta que

la lección más importante ya nos fue dada. Es en ese momento

cuando Cher Professeur nos pasa al siguiente grado. Con hono-

res, toga y birrete.

Seguramente te encuentras, lector, buscando en tu memoria

alguna pista, una migaja que haya dejado, un libro mal acomo-

dado del que pudo ser tu muy querido. No te agobies.

Inténtalo una vez más.

Cher professeur

Sineàd Marti

@_Macorina

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La mujer pájaro

Claudia Damián

@Miss_Amnessia

N unca fui ni de aquí ni de allá. No recuerdo alguna vez

que me haya sentido parte de algo. De un hogar, una

ciudad, ni siquiera de unos brazos. No. Jamás mantu-

ve apegos y sin embargo sigo aquí varada. Sin poder moverme,

respirando el mismo aire una y otra vez. Asfixiándome.

Una vez escuché a alguien decir con la mayor dignidad

posible “los árboles mueren de pie”, como si fuera gran mérito

morir en el mismo lugar donde se nació. Siempre he pensado que

uno no es de donde viene; uno es de donde gusta: de la calle

favorita, del café preferido, del atardecer más sublime, del be-

so apasionado… De donde se quiera pertenecer. Yo nunca quise

pertenecer a algo o a alguien; siempre tuve envidia de los pája-

ros, de las mariposas. De todos los seres que reinventan la liber-

tad. Cada día miraba por la ventana imaginando que recorría todo

el mundo, soñando despierta con parajes místicos y edificios que

tocan las estrellas.

Todas las noches me quedaba dormida flotando entre

imágenes difusas de lugares que nunca había visto, pero que

pronto conocería. Y un día mientras el aire olía cada vez más a

podredumbre y recuerdos deslucidos sentí que algo dentro de mí

se transformaba. Un pequeño latido de calor dentro del pecho

que se extendía hacia cada parte de mi cuerpo y tuve alas. “La

mujer pájaro” dijeron algunos cuando me perdí en el claro cielo

azul.

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“No son míos el tiempo ni el espacio

(ni mucho menos la materia).

Ellos entran y salen como pájaros

por las ventanas sin puertas de mi casa.

Alguien habla detrás de esta pared.

Si cruzara, sería en la otra estancia:

el que habla soy yo, pero no entiendo.”

- CintioVitier -

I.

Entre los blancos muros y la piedra volcánica se pierde el rugido ahogado de la ciudad; una luz ámbar satura el aire del pasillo y el

mundo exterior y primitivo cuelga indiferente en una esquina. Hay un momento de la tarde en que uno siente que la casa está por

decir algo, o que la casa es una sucesión interminable de soledades o quizá también que la casa está soñando indefinidamente con

una oración inconclusa, articulando sus pequeños versos de concreto y de madera.

Afuera es siempre lo otro, la violencia, el ruido y el frenesí de las calles llenas de gente llenas de baches. La casa nos guarece del

mundo –dicen-; la casa es el primer microcosmos de lo cotidiano, contiene todas las historias y todos los recuerdos que nos suceden

y nos sucedieron. La casa nunca está en silencio, su discurso cruza más lento las horas, los años, las edades de las civilizaciones

humanas. Uno se acerca a las paredes y aprende que el hombre tarda 1500 días en cuajarse y si uno fuera mas longevo podría es-

cucharlas decir también que la muerte es un licor que sabe mejor si se añeja entre los ladrillos.

II.

El poema que habita la casa concluye; y parado frente al espejo se sonríe mientras se peina los versos con una cuchara de plástico.

Habitar el poema

Omar Téllez | @wlaseva

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III.

El espacio se contrae; la casa está tomando aliento, está tomando vuelo. Las puertas, las ventanas y

las trabes suplican; gritan a una escala cada vez más diminuta. El poema corre por entre las grietas y

los intersticios de las lozas derruidas hasta que el cielo cae con un ruido sordo. El poema repta entre

los escombros del nido primero, y mientras sus manos tantean el silencio espeso piensa en que un tal

Gastón habló alguna vez de la miniatura.

IV.

Él se tienta el cuerpo, apenas perdió un par de silabas, sabe que el mundo no habrá de ser ya más un

desierto de sal. Él se alza y asciende por entre la negrura, se le pega la soledad al cuerpo y al mirar el

polvo y el huizache piensa: ‘no podre sostener este cuerpo’. Trae los labios sangrando alcohol y kero-

seno.

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Tremens Eduardo López | @Loedru

—¡Lárgate, borracho miserable! —se oyó el grito del viejo, desde la

puerta de la cantina por toda la calzada hasta la peluquería; al poco

tiempo en un par de casas se encendieron las luces, que instantes des-

pués se apagaron. Un poco aletargado, se sentó en la banqueta: puso la

cara sobre las manos, los codos en las rodillas. Suspiró unas cuantas

veces. Con la visión borrosa intentó ver la hora en su reloj: las 2:49, o

45, o las 3:00, no sabía. El escaso alumbrado público no era un buen

aliado en esos momentos. Sentía la necesidad de ir a su casa y dormir

un poco, pero con solo pensar en los alaridos de Julia al verlo entrar por

la puerta se arrepintió; además, no se arriesgaría a que lo asaltaran por

tercera vez en el mes durante el recorrido de al menos nueve cuadras

más para llegar a su hogar. Su estado físico era crítico. Se levantó con

mucho cuidado de la banqueta y caminó en sentido contrario de Ju-

lia. Debo encontrar un lugar dónde dormir, pensaba a cada paso, pero

incluso el motel más cercano se encontraba más lejos que su casa. Me-

dia manzana después, se topó con una funeraria y la idea de seguir

buscando una posada le pareció ridícula. Echó un vistazo a su atuendo:

camisa rosa, pantalón de gabardina negro, un bléiser oscuro y mocasi-

nes; pasaría desapercibido. Entró a la recepción de la funeraria y, como

un hambriento comensal en un restorán, decidió elegir de entre los

velorios que se anunciaban en la pizarra. Beatriz Zúñiga, no conozco a

nadie con ese apellido; seguro nadie me reconocerá, y se dirigió a la Sala

3 en el segundo piso. Plañideras al costado del féretro, familiares ha-

ciendo chistes en una esquina; un par de señores fumando como si no

hubiera mañana, y en unos sofás, su utópico oasis: los familiares dur-

miendo. Se sentó disimuladamente a lado de una señora que mantenía

su barbilla sobre el pecho. Imitándola, cerró los ojos.

—¿Qué era de ti, hijo? —susurró la mujer. Apaciblemente, abrió los

ojos y volteó a verla con detenimiento. Le pareció más vieja que antes

de sentarse.

—¿Perdón? —respondió con cierta indiferencia.

—Sí, ¿qué era Betty de ti? ¿Eran amigos o…—y un silencio incómodo

interrumpió la charla.

—No… no precisamente. En realidad…verá…

—Por supuesto, ¿cómo no me di cuenta antes? Eres Joaquín, ¿verdad?

—interrumpió la anciana, disimulando un poco su aflicción. El joven se

desconcertó y fue hasta entonces que atendió de lleno la conversa-

ción—. Nunca olvido una cara, hijo; y menos si se trata de alguien que

era tan especial para mi Betty —una lágrima zigzagueó sus arrugas.

Jamás había visto a esa mujer en su vida; ella le hablaba con una fami-

liaridad sobrenatural.

—¿Por qué, Matilde?, ¿por qué fue así?

—Por amor, Octavio —contestó con relativa tranquilidad la esposa.

—¿Tanto lo amaba? ¡Si es un desgraciado!

—¿Lo dudas aún? Tenían años sin verse; no estuvieron más de

una hora juntos y fue capaz de dar la vida por él —susurró la madre de

Beatriz. Un escalofrío recorrió de pies a cabeza el cuerpo del entrometi-

do.

—Tu café —intervino la niña con dulzura en el momento más

inapropiado. Pero para él, su voz era como el grito de mil demonios que

taladraban sus oídos. Los padres de Beatriz voltearon, detectando la

presencia del joven. La niña con la mirada fija en él extendía la mano

con el vaso de café.

—Muchas gracias, pequeña —se adelantó y tomó la bebida de-

rramando un poco por su temblor generalizado. La niña con un gesto

despreocupado abandonó la escena para seguir ofreciendo bebida a los

presentes.

—¿Se te ofrece algo? —anticipó el señor.

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—No, nada particular, sólo quería… despedirme de Betty… eso es

todo —tartamudeó mientras se acercó al féretro. Pudo ver el rostro de

Beatriz. Es hermosa, y lo repitió cientos de veces en su mente. Era una

mujer alta, delgada, con pómulos apenas marcados, nariz respingada,

pestañas largas y rizadas, labios anchos y particularmente rojos, y un

pelo castaño claro que enmarcaba su angelical cara.

—Perdón —interrumpió la madre con un gesto de desconfian-

za—, ¿eras su amigo?

—Sí señora, soy Joaquín —dijo por inercia. La pareja se heló: su

sobresalto era muy evidente. El párpado izquierdo de la mujer tembla-

ba aceleradamente y los puños de su esposo se hicieron roca.

—Joaquín… —dijo entre dientes el padre. Un silencio extenso

sucedió. El joven se percató que su identidad emergente seguiría fun-

cionando y continuó con un poco más de alivio.

—¿Nos acompañarás también mañana? Desde donde esté, ella

lo apreciará mucho —advirtió la madre con lágrimas en los ojos.

—Sí, por supuesto. Aquí estaré. Pero por ahora tengo que irme,

en casa deben…

—Quédate a velarla —replicó con firmeza el padre, apresándole

el brazo con fuerza—, sabemos cuánto se querían—. Los padres perma-

necieron a un lado del ataúd y el muchacho regresó al sofá donde esta-

ba la abuela de Beatriz. Se sentó, nuevamente, junto a ella.

—No pude consolarlos mucho —se dirigió en voz baja a la ancia-

na, pero ya había caído en un sueño profundo.

No entendía nada de lo que estaba pasando, estaba inmerso en

una vorágine de problemas sin razón aparente, salvo la de querer des-

cansar en un lugar tranquilo. En ese momento, la idea de regresar a

casa y arriesgarse a que lo asaltaran le pareció magnífica. La situación

en la funeraria era terrible. Al parecer todos los presentes creían cono-

cerlo y a él todo le resultaba desconocido. A pesar de eso, sentía cierta

compasión por los padres; era una muchacha muy joven y preciosa. No

dejaba de pensar que todo ese asunto encerraba más que coinciden-

cias. Deseó haber tenido por lo menos una gota de alcohol en la san-

gre. Echado a patadas de un bar por no consumir y a dónde vine a caer,

se dijo a sí mismo riendo en silencio. La ansiedad lo devoraba y el café

había asentado sus gastritis. Su malestar iba a la alza. Sentía que el ner-

viosismo y la jaqueca lo mataban. Pasó toda la noche en vela, como

Betty, según sus padres, hubiera deseado. El zumbido en sus oídos fue

arrullándolo. Debe ser el Tremens, sólo eso, pensó antes de que el sue-

ño se perdiera para esa madrugada. Para ese tiempo su cuerpo era una

gelatina y el sudor no cesaba.

Al amanecer se llevó a cabo la misa de cuerpo presente. No había

podido dormir ni un segundo, y junto con los padres de Beatriz había

sido el único en vela. En ese momento, cuando el sol apenas se asoma-

ba, tenía el pretexto perfecto para salir corriendo a su casa a descan-

sar, pero sintió la obligación moral de esperarse un poco más de tiem-

po. La fatiga física le exigía una tregua. De vez en vez, se acercaba al

féretro y se lamentaba al asomarse a ver el tierno rostro de la mujer.

Repitió esta rutina hasta que el funeral terminó. Los escalofríos y el

mareo iban en aumento; su visión se nubló y la debilidad se apoderó de

él.

—¿Tienes en qué irte al panteón? —le preguntó la abuela. Una

vez más, Joaquín se vio comprometido.

—Preferiría ir a mi casa, es cuestión de minutos y los alcanzaría

allá —intentó librarse.

—No seas tonto, te bañas después; ni modo que andes todo el

día lleno de tierra de panteón. Vente conmigo, la funeraria tiene un

camión que nos llevará a los que no tenemos carro.— Apenas terminó

de convencerlo, vio pasar junto a él el ataúd con el cuerpo de Beatriz.

Lo terso de su rostro lo hacía pensar que seguía viva. En cuanto sacaron

la urna de la sala, su corazón se estremeció y la angustia lo doblegó.

Durante las dos horas de camino al cementerio mantuvo la mira-

da fija en la carroza fúnebre. El camposanto estaba a las orillas de un

pueblo colonial de aparente estilo español —con chozas coloridas, pero

de tejas inglesas, y un peculiar olor a encino que se filtraba ligeramente

hasta el camión donde Joaquín viajaba—, justo en las faldas de un ce-

rro. Las tumbas y capillas iban siendo construidas de base a punta: ha-

cían del lugar una especie de pirámide artificial. Acompañado de la

abuela, seguían a los padres y al ataúd. Subían el monte esquivando las

ramas y raíces de los árboles, los improvisados monumentos y las im-

perfecciones del mismo hasta llegar a la tumba justo a la mitad del ce-

rro. Para ese tiempo el clima era espantoso: la neblina impedía la visión

a más de cuatro metros y el frío empezó a hacer rechinar los huesos de

todos. En algún momento de la subida el muchacho se separó de la

anciana y terminando junto a una pareja de desconocidos.

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metascopios.com

—Sí, de veras, fue por ese tal Joaquín —susurró la mujer.

—Pensé que había sido un accidente.

—No, no lo fue, ella se sacrificó para salvarle la vida —dijo

con menos disimulo.

—¿Y él dónde está? —contestó con cierto morbo el hombre.

—No lo han visto desde… , bueno, desde que la atropellaron.

De pronto las nauseas sofocaron al joven. Su inquietud

lo consternó y una cascada de malestar lo paralizó: agitación,

irritabilidad; miedo y fatiga; un sinfín de sensaciones que lo te-

nían al borde del delirio. Intentaba mantenerse ecuánime e im-

perceptible. Miraba con atención cómo el féretro descendía

mientras su angustia le descuartizaba el corazón. Se arrojaron las

últimas paladas de tierra; se cimentó la lápida y la gente comenzó

a abandonar el cementerio. Permaneció inmóvil, invisible a los

demás, hasta quedarse solo junto a la tumba de Beatriz. Se arro-

dilló delicadamente encima del sepulcro, acariciando el epitafio

grabado con el nombre, que hasta hace unas horas, no conocía.

Sollozó las palabras más dulces que se le ocurrieron. Había perdi-

do completamente la voluntad de su cuerpo. Intentaba resignar-

se, pero la desesperación le desató el llanto y, a consecuencia de

sus rabietas espontáneas, serió golpes a la lápida con su cabeza.

Una espada había partido su alma en dos: el amor de su vida,

había muerto por él; y él, ni siquiera la conocía. El sudor de su

cuerpo cesó. Quedó paralizado, en posición fetal, sobre la tumba.

La sangre, densa como la niebla que lo cubría, salió por su bo-

ca. Debe ser el tremens, pensó.

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metascopios.com

Los libros de arena

Martín Juárez | @mmmartino26

M e gusta sentarme en el último escalón (el más

alto de una escalera), porque es divertido ima-

ginarme a las distancias entre las esquinas de

los escalones. Quizá tenga que ver con mis aficiones a

pensar o a desconectarme del mundo. Cuando estoy ahí,

sé que estoy junto con todos ustedes, cobijado bajo un

cielo y una particularidad que entenderemos más adelante.

Esto sobre todo si me llueve sobre las escaleras, porque

así pienso, y me fascino y me derrito en la idea de la piel

sobre el agua y las aguas sobre la piel. Así me imagino, es

como se puede llegar a plantear la idea general del orde-

namiento remanente que surge de una fina contemplación,

una adoración superflua, que surge del más trémulo y sin-

cero de los temores. Me gusta por comodidad, y por sere-

nidad, así por la maravilla y la necesidad lógica de esta.

Distancia, aristas, irracionalidad, me gusta sentarme en las

escaleras y pensar que la infinidad está ahí, siempre o casi

siempre.

El enfoque otorgado a estas cuestiones puede variar

muchísimo. Pero es un hecho que nos planteamos el que

el hombre vive intransigente en una serie de digresiones

que lo introducen a un torbellino de proposiciones a las

que no puede dar la espalda. Por ejemplo, este espacio

otorgado por varios entes (como Metascopios mismo) o

este instante particular en el que me es posible estar re-

dactando, resulta terminantemente atado a una idea aletar-

gada e inconsciente, inconsistente en cuanto a lo que po-

dría plantearse como una tendencia en mi humanidad; que

comunica a una particularidad audible, legible, en un es-

pectro de ondas visible para nuestros ojos, que reflejan un

conocimiento sobre un sonido que puede ser escuchada

dentro de un rango.

Las posibilidades aunque mínimas en tanto a la variedad

completa de rangos existentes, tienden a cantidades infini-

tas. Si nos preguntáramos por ejemplo, cuántas combina

ciones (ya no de palabras, sino de sonidos, porque hay

muchos menos sonidos que palabras) existen en tanto a la

composición de un ente comunicable para entre los seres

humanos, nos enfrentamos a números que resultan al ojo

de buen cubero, abrumadores.

Juguemos con un ejemplo musical, porque conside-

ro que las combinaciones de colores, formas, palabras,

movimientos y demás cuestiones son todavía más compli-

cadas dado el mayor número de permutaciones posibles.

Me excuso por las nociones de combinatoria tan sencillas

que están planteadas aquí, con el hecho de que se busca

una practicidad inmediata para llegar de manera directa a

la idea particular de la infinidad de posibilidades para llegar

a un algo determinado.

Imaginemos por ejemplo que tenemos una cantidad

de diez sonidos totales, (nada más 10 para poder hacer los

cálculos más sencillos y no los doce tradicionales de una

escala cromática). Tomemos como una línea temporal en

la que los sonidos podrían aparecer o no aparecer en un

sistema de 3 octavas (porque el 3 me parece un número

arbitrario suficiente para poder comenzar a divertirnos, pe-

ro sabemos que el oído humano cuenta con una cantidad

mayor en su rango de percepción). Ahora imaginemos que

esta línea temporal podría o no contener a un sonido parti-

cular o no. Pensemos en dos posibilidades, que el sonido

esté o no esté en un instante dado. Entonces estaríamos

hablando de una cantidad total de 230

combinaciones dife-

rentes de sonidos simultáneos en un instante particular en

esta línea temporal. Este planteamiento está más orienta-

do a la creación de la música en papel que en la ejecución,

pues obviamente sería un poco complicado que un solo

intérprete pudiera tocar 30 sonidos a la vez.

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Juguemos un poco más. Imaginemos que esta línea tem-

poral tiene, no sé, un total de 180 segundos que es lo que más o

menos imagino, recuerdo y pienso que podría tener una canción

promedio en este siglo. Ahora estaríamos hablando de un total de

230*180 combinaciones totales de canciones posibles interpretables

para un instrumento musical particular. Ahora imaginemos que

quiero usar cuatro instrumentos y multipliquemos este número

por cuatro. Y ahora, agreguemos porque queremos y podemos,

esos otros elementos y notas musicales que omito. Imaginemos

que por un momento estuviéramos considerando las variables

que competen a la textura, al volumen, o a los espacios tempora-

les en los que las notas duran más y menos que un segundo

(porque es una proposición burda que todas las notas duraran un

segundo, y este mundo sería fúnebre y horrendo). Rompamos

esta combinatoria básica y encontremos este número que resulta

ser más grande que lo que todas las personas que están leyendo

en este artículo podrían contar juntas (una vida tras otra).

Ahora, imaginemos que la longitud particular del tiempo que dura

la pieza que estamos tratando de crear no tiene una limitación de

3 minutos, sino de un par de horas, que sea una novena de Beet-

hoven con orquesta completa y coro, una octava de Bruckner, o

una de las más cortas óperas de Wagner. En el ámbito de las

palabras, pensemos en un Quijote, o un Hamlet. Pensemos en

todas las combinaciones y variables contingentes (químicas y

espacio-temporales) que funcionaron para que se pintara una

Gioconda, o una virgen de las rocas. En todas las combinaciones

posibles, encontramos la creación y síntesis particular de un pu-

ñado de ellas que brincan a los umbrales de la trascendencia en

la historia humana.

El dato curioso que le alegrará recordar a todo aquel que

esté maravillado ya por los números es que todas estas combina-

ciones están encuadradas en los decimales que derivan de un

número irracional. Cualquier historia, cualquier imagen (traducida,

por supuesto a un lenguaje numérico), cualquier composición

musical, cualquier lenguaje, cualquier cielo, o cualquier respuesta

está como una verdad hallable, en todas sus permutaciones en

una abstracción tan particular como un número cuyos decimales

nunca se terminan. Lo que a mí me parece curioso y que en reali-

dad es el motivo de todos estos planteamientos es que vivamos

esta realidad tan singular en la que tomamos un número dado (y

lastimosamente finito y pequeño) de estas posibilidades presenta-

das y los tomamos para crear, percibir y vivir nada más una de

estas realidades posibles presentadas.

De esta manera, y en el nimio planteamiento de un núme-

ro aislado, podríamos toparnos con una respuesta determinista.

En este número infinito se encuentra usted, ahora mismo, leyen-

do este documento y preguntándose las preguntas que sea que

se esté o no preguntando en este instante particular de esta reali-

dad (virtual o no), presentada, escrita, y ya vivida (con o sin final).

Ahí está usted, como un todo, como un punto, como un destino,

como un fin y como un medio, como toda posibilidad planteada.

En este instante determinado, un escolástico determinaría que

usted es potencia de una infinidad de actos distintos, y sin embar-

go, en este número, usted ya está escrito, como una y todas las

demás potencialidades.

Me imagino (y me fascina esta pequeña hipótesis) que

podríamos interpretar a los actos de varios seres humanos como

una respuesta indirecta a la idea de la infinidad del universo,

aplastando a la finitud del hombre. Pienso en un Bach, presentan-

do todas las variaciones del contrapunto clásico para armonizar

una melodía particular en el arte de la fuga. Podría ser no una

lucha contra el infinito, pero sí una manera preciosa de tomar al

toro por los cuernos (con o sin la consciencia de esta idea) y

ahondar en lo más hondo, nadar más y más abajo dentro de un

océano que no tiene fondo.

Recuerdo que muchas veces se me ha presentado (por

profesores y demás lectores) a un Jean Paul Sartre como un

maestro del engaño, que pudo concebir esta idea que raya en un

nihilismo literario que orilla a los seres humanos a contenerse en

una de las líneas más terribles y crudas que he alcanzado a leer

a los pocos años que se me ha permitido vivir. Quizás el negar a

las respuestas ontológicas cuando se afirma un somos nada para

la nada, sea un seguro causante de desasosiego; pero es un

hecho que podría ser que exista la posibilidad de que la respues-

ta correcta sea el caos en sí mismo (cuya idea era completamen-

te irreconocible para un hombre moderno o antiguo). En este ca-

so, este hombre habría tenido toda la razón en ridiculizar al senti-

do humano de la vida en una obra de teatro, o en un libro que

orillaría a muchísimos individuos al suicidio (consecuente de lo

que podría ser interpretado como una gran mentira). Crear al

existencialismo, no resulta finalmente en una noción del todo des-

cabellada e infundada. Esto, por supuesto, asumiendo que la

realidad es una, y que lo percibido es único, que somos una ver-

sión aislada e irrepetible, y demás suposiciones que en cierto

modo, pueden trivializar todo lo leído y convertirlo en una idea

inútil.

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metascopios.com

Cuando escuché por primera vez a la Grosse Fu-

gue pensé en la profunda sensación de una falta de estética.

Como si la armonía fuera una necesidad intangible, imposible,

inexistente, un intento de luchar en contra de esta inmensidad de

posibilidades extrapoladas en el contrapunto de Beethoven. Re-

cuerdo imaginar a todos y cada uno de los tonos recorridos en

un delirio, en una carrera contra el tiempo, de expresar sin una

armonía tonal a cada una de las líneas musicales que pasaron

por los últimos años del gran genio (si no es que todas, muchas).

Parecía como si su modulación maravillosa en el cuarto movi-

miento de su novena se mezclara con los pasos marchantes de

la heroica, y sentí como en su cuarteto de cuerdas, se llegaron a

escapar semblanzas ligerísimas de la patética para dar fe de una

cosa en particular. Quisiera dejar muy en claro que esta es una

interpretación particular para referirnos a lo abrumador que es

que algo tan vasto y fértil como la Grosse Fugue esté planteada

como una mínima lucha de un hombre contra el infinito. Al final,

quien decide quién gana es el espectador (me gustaría comentar

que yo le doy la victoria al genio de Beethoven, pero este es

definitivamente, otro tema). ¿Qué será cuando ya no quede nin-

guno quien decida?

La idea de que nada de lo que escribimos, componemos (como

humanidad), pintamos, y demás resulta ser original me parece

bastante plausible. Todo lo que vivimos en este globo, en este

siglo, en este segundo particular es el resultado de una de las

infinitas posibilidades que pueden hallarse en un compendio

completo de todas las historias del mundo, en un numerito. Me

imagino a uno de estos pequeñines que caben expresados radi-

calmente en dos caracteres (por su expresión radical) como el

libro de arena de Borges, que resguarda a los más terribles y

hermosos secretos y que nunca tendrá una última página. Los

veo como esta biblioteca infinita (imaginada en un paraíso litera-

rio Borgiano) con la diferencia de que no la sabemos leer, y que

más bien tendremos que descubrir poco a poco. O vaya, podría

también ser vista como la biblioteca enorme y sinfín de La noche

de los tiempos de Lovecraft, que resulta inquietante, atemorizan-

te y desesperanzadora.

Sin embargo, planteo una idea fascinante para los enemigos del

determinismo: Todo pensamiento humano (pensado o por pen-

sarse), idea, conclusión y acto, están contenidos en algo tan

sencillo como un número. Y si podemos encontrar un plantea-

miento tal que, en un conjunto universal, no pueda existir ningún

concepto que no esté contenido ahí (y que podamos interpretar

una vez que ya hallamos conocido dicho concepto) en un nume-

rito, ¿cómo podría negarse que podría existir, en algún albor

escondido de este universo más vasto que contiene a las abs-

tracciones completas de algo que es real, la respuesta a todas

las preguntas escritas sobre cualquier concepción temporal so-

bre la existencia del destino (o de muchos, de manera que resul-

ta que el que vivimos fuere una versión)?

Lo que es terrible y/o gracioso (si se toma al humor negro

como estandarte y escudo) y/o que podría presentarse como un

alivio (tal vez) es que jamás podremos saberlo. A fin de cuentas,

lo único que es cierto de todo esto y que podría funcionar para

terminar esto que tan pacientemente ha sido evaluado por usted

(y que siempre agradezco con el alma entera), es una de mis

frases preferidas que escuché de uno de mis profesores preferi-

dos cuando al terminar una clase, espetó: Somos un destello de

luz con una infinidad de obscuridad por detrás, y otra por delan-

te.

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“Todos los días, al ritmo de los gritos de un amo injusto y tiráni-

co, los obreros hemos trabajado. Los obreros construimos los castillos

de la reina, sus fortalezas, sus laberintos y las mismas mazmorras en las

que seremos encerrados en caso de no obedecer las órdenes de la cruel

y déspota matriarca. Hermandad, equidad y justicia eran cosas de las

que nunca se habían escuchado hablar en este desolado reino, más que

en susurros y vagas pesadillas. No hasta hoy, hoy me mantendré firme y

espero que ustedes se mantengan firmes a mi lado, mis hermanos.

Todos los días, derechos y en fila los obreros vamos a conseguir

los alimentos para los infantes, los zánganos burgueses y la grotesca y

obesa reina que nos mantiene a raya. Todo está organizado, todo es una

gigantesca línea de producción. Ni la más mínima falla es tolerada en

este sistema perfecto, perfecto solo para los que están al tope de la

pirámide, yo diría.

Desde el primer día de vida está marcado el destino de cada

individuo que nace dentro de las murallas del castillo de esta sociedad

decadente. En este lugar no existen los sueños, no existe el futuro y

mucho menos el pasado. Se vive el ahora y ahora es esfuerzo, trabajo y

dedicación. Cuando dejas de esforzarte, trabajar y dedicarte; ahí, ahí es

cuando te hacen notar que simplemente eres un obrero de miles de

millones y que eres descartable. Descartable.

Algunos han roto la fila y tratado de llevar a sus hermanos y

camaradas a la libertad; siempre han sido tratados como individuos

defectuosos, fallidos de producción, fuera del molde, desconoci-

dos. Indeseables. La fila simplemente se recorre un lugar y sigue avan-

zando, construyendo, recolectando. Hoy les suplico me escuchen y rom-

pan con esta cadena de discriminaciones y silencios.

Los revolucionarios siempre han muerto al final, sus nombres

son olvidados y su imagen solo es recordada por sus familias; suponien-

do que sus familias no hayan sido los primeros en darles la espalda. Las

nuevas filosofías siempre mueren en las tabernas en las que fueron

concebidas. Los nuevos pensamientos, muy seguido, terminan salpica-

dos en la pared después de las ejecuciones de los nuevos filósofos. Pero

cuando una idea sobreviva y logre crecer más allá de los murmullos; esa

idea se volverá una gran arma. Nuestra arma.

Los sirvientes de la reina, su policía, sus guardias y sus capataces, nunca

se han dado cuenta de que son prácticamente de la misma calaña que

aquellos a quienes oprimen. Olvidan que en algún momento muchos de

ellos compartieron mesa, olvidan que alguna vez fueron jóvenes juntos

y que todos nacimos hermanos. La ilusión de un poder y el miedo a la

falla siempre ha guiado a todos los seres por el camino equivocado.

Yo narro para ustedes, hermanos. Narro una historia de la ma-

nera en que la veo y la conozco; aun así, aun así, no logró ver cómo es

que el pueblo ha olvidado que el poder es de ellos y que el gobernante

solo los representa.

En la unión yace la fuerza, esa es la misma razón por la que los

que abandonan la fila siempre mueren. ¿Qué es una reina sin un pueblo

a quién ordenar? Nadie, nada. ¿Qué es un pueblo sin una reina? Un

pueblo sin una reina sigue siendo un grupo, y la fuerza existe en el nú-

mero.

Pocas cosas nos hacen diferentes a ellos, pocas virtudes los hacen lige-

ramente superiores, tal vez tuvieron una ‘mejor crianza’; pero ahí, ahí es

de donde nace su debilidad. Ellos nunca han visto a sus hermanos morir

a causa del frío azotador y las garras del invierno, nunca han presencia-

do la pérdida de un ser querido a manos de una fiera, nunca han arries-

gado su vida en batalla en contra de enemigos más fuertes y mortales

que uno, para ellos nunca han existido hambrunas que les hagan dudar

de su cordura y la lealtad de su servicio.

El sufrimiento nos ha hecho fuertes, el sufrimiento que hemos

pasado nos ayudará a abrir los ojos y abandonar la ceguera inducida por

la tradición y el temor a las nuevas lecciones que nos enseña el día a día.

¿Qué es aquello que apreciamos tanto y que ellos nos han da-

do? ¿Acaso es protección? Nosotros enfrentamos a las hordas enemi-

gas. ¿Acaso es ley? La ley que debería protegernos es ultrajada y usada

a su conveniencia día a día. ¿Justicia? ¡No me hagan reír! Justicia, yo

conozco a una meretriz con ese nombre; lástima que solamente atiende

a jueces y acomodados. ¿Comida? Nosotros hacemos crecer la comida

de sus manjares, la comida que apenas y vemos en nuestras mesas.

La comida. Hermanos, todos hemos sufrido hambre; sobre todo

en el invierno. En lo que a mi concierne, estoy de acuerdo en alimentar

prioritariamente a las crías, a los pequeños, al pobre, pobre futuro de

esta, tan auto-proclamada, sociedad; pero no estoy de acuerdo en lle-

nar primero las mesas de los asquerosos zánganos que se cuelgan bajo

la protección

Dios salve a la reina

Luis Raygadas | @Estupro_blema

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¿No están hartos de que cada mísero gramo de la comida que cultivamos

primero pase por ellos? Yo sí. Es hora de hacerle saber a esos buenos para

nada que las cosechas pueden ser suyas, pero las semillas son nuestras.

Es hora de unirnos hermanos, es hora de reclamar esta fortaleza como

nuestra y mostrarles el crudo y cruel mundo real a esos asquerosos rufianes.

¡Dios salve a la reina, mis hermanos, que dios la salve! Porque a partir de hoy,

claro como el cielo, nosotros ya no la salvaremos.”

Con estas palabras el filósofo se convirtió en líder y sus palabras resona-

ron como campanas en las cabezas de sus hermanos.

Todos los obreros entonces dejaron sus labores y retornaron enfurecidos

a la fortaleza, utilizaron todas sus fuerzas para derrotar a los fisiológicamente

superiores enemigos que servían fielmente a la reina cruel. Se adentraron a los

laberintos, inundaron cada cuarto con el ruido de los gritos de seres sedientos

de justicia: El discordante y perturbador himno de batalla y victoria. Los obreros

llegaron hasta el fondo de la fortaleza y ahí encontraron a su reina.

La mísera reina suplicaba piedad, misericordia y compasión; una compa-

sión que nunca tuvo ante sus propios hijos. Los obreros se veían cada vez más

irritados a causa de la hipocresía de la reina, su madre. Poco a poco, mordida a

mordida, despedazaron a la asquerosa y mórbida figura que alguna vez fue su

grillete y la causa de su represión y miseria.

El futuro era suyo, y ahora podían vivir en una sociedad donde no exis-

tían soldados, obreros, ni reinas; una sociedad que puede llegar a ser amada.

Una sociedad nunca antes vista en un hormiguero.

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Imagen y semejanza

Luis Raygadas | @Estupro_blema

Yo no recuerdo cuando comenzó, tampoco recuerdo como pasó

y mucho menos sé el porqué. Un día la gran mayoría de la humanidad

simplemente desapareció, se esfumó. Se fue. No sé si yo fui el único

que quedó aquí abajo, y no hay una manera fácil de averiguarlo así que

trabajaré bajo ese precepto.

Tal vez hay un destino y ese fue el que me orilló a estar solo, tal

vez fue pura suerte la que me salvó de desparecer junto con el resto de

la raza humana, tal vez hay una fuerza superior y esa fuerza tiene un

interés especial en mí. A veces dudo la existencia de un Dios, me siento

a pensar y miro las calles que ante eran transitadas por miles de perso-

nas; familias felices, pequeños, ancianos, jóvenes, enamorados. Es en-

tonces cuando pienso: ¿Un Dios permitiría que toda la vida en la tierra

desapareciera? ¿Un Dios permitiría el aparente secuestro de miles de

hombres y mujeres? ¿Un Dios existe? Y si Dios existe; ¿Le importamos?

Y la más importante de todas: Si existe un Dios que nos ha abandonado,

no le importamos en absoluto y permitió la desaparición de la mayor

parte de su creación ¿Vale la pena reverenciarlo?

Ahora, solo con mi mente y mi mismo, el concepto de un Dios

me confunde de sobremanera. ¿Qué define a un Dios? ¿Acaso las estre-

llas que pintó en el cielo? ¿Las criaturas creadas a su imagen y semejan-

za? ¿La voluntad que le da a los hombres? ¿Los hermosos paisajes que

puso en la tierra?

Yo no soy nadie para responder todas las preguntas que me

planteo, pero a veces, en mis momentos de delirios con respecto a la

existencia, llego a ciertas conclusiones. Conclusiones a veces sin senti-

do, conclusiones que probablemente no sean correctas, conclusiones

que a momentos llegan a satisfacerme.

Yo pensaba: Dios tiene la capacidad de transformar, de modifi-

car y de intervenir, estas habilidades son lo que lo hace grande, digno

de temor, amor y de respeto. Dios es incomprensible para nosotros,

provee de formas misteriosas y con eso se justifican las acciones cues-

tionables que él llega a permitir. Dios es más grande que nuestro inte-

lecto, las capacidades intelectuales de entendimiento, comprensión,

abstracción o cualquier otra que poseemos no se pueden comparar a

aquellas que él posee. Dios trasciende las generaciones, en historias, en

rituales y como arquetipo en

el cerebro de un sujeto.

Un día decidí que debía hacer algo con respecto a mis dudas sobre lo

que constituye a un ser divino.

Pasé años simplemente estudiando, estudiando el conocimiento

de la humanidad. Nuestro último legado no sería olvidado; una vez que

sentí que mis estudios eran suficientes como para llevar acabo mi plan,

me aventuré a una sección distinta de la ciudad abandonada. Me aden-

tré en multitudes de centros comerciales cuyos únicos visitantes eran

perros desnutridos y enredaderas que, poco a poco, reclamaban las

paredes como propias. Milagrosamente en uno de los centros abando-

nados encontré lo que buscaba: ratones, y no ratones cualquiera; rato-

nes mascota. Se preguntarán porqué buscaba ratones en tiendas de

mascotas cuando probablemente rondaban miles de ratones y ratas

salvajes por las calles, la razón es porqué los ratones en las tiendas son

domésticos, están vacunados, acostumbrados al contacto humano, y

algunas de estas cualidades ahora residen en su material genético. Un

ratón salvaje no se dejaría manipular por manos humanas sin soltar un

mordisco, y ese mordisco probablemente podría transmitir una enfer-

medad: he ahí el porqué de los ratones mascota.

En fin. El lugar era gobernado por miles de ratones que se ha-

bían reproducido sin control desde que la humanidad se había ido y ya

no podía limitarlos. Los ratones escaparon de sus jaulas y ahora deam-

bulaban libremente por la antigua tienda, la ahora sede de lo que mo-

mentáneamente y en tono de broma nombré “Ratópolis”. La sociedad

de ratones se alimentaba de los paquetes de comida que habían queda-

do abandonados en la tienda. Tomé un par de jaulas y todos los ratones

que pude llevar en una de ellas, para después distribuirlos entre las dos

jaulas, y me dirigí a mi hogar. Mi ahora laboratorio. El laboratorio en el

que me convertiría en el Dios de los ratones.

Hice una serie de pruebas para determinar las aptitudes de los

ratones. A cada ratón lo hice pasar por diferentes clases de dificultades,

obstáculos, y anoté como se desempeñaba cada uno de ellos. Cada

ratón le di un nombre en el archivo, anoté sus cualidades, aptitudes y

las diferencias en sus potenciales genéticos.

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Tomé a los ratones que demostraron más habilidad

en las pruebas pseudo-intelectuales, las cuales consis-

tían en diferentes retos con herramientas simples como

palancas y botones, y puse a esos ratones en la jaula

que nombré “jaula A” Los ratones que tenían cualidades

físicas más impresionantes, los que corrían más rápido y

más tiempo, en la jaula que denominé “jaula B”.

Críe a los ratones con dietas específicas para au-

mentar sus cualidades: Para los ratones que requerían

un desarrollo físico utilicé alimentos con altos contenidos

grasos y proteínicos, mientras que para los ratones cuyas

mentes quería desarrollar utilicé los alimentos que pre-

tenden nutrir el cerebro humano. Decidí sus dietas de

acuerdo a los esquemas humanos porqué alguna vez

escuché que los ratones son similares fisiológicamente a

los humanos y que por eso en ellos se prueban medica-

mentos dirigidos a humanos.

Desarrollé a los ratones en comunidades aisladas

por generaciones, cortas generaciones de ratón obvia-

mente, a cada uno le seleccioné a una pareja dentro de

su respectiva jaula, dejé que cada pareja tuviera una ca-

mada y después de periodos de prueba en cada camada

seleccionaba al mejor ratón; al cual hacía que se repro-

dujera con un ratón miembro de otra camada, con el fin

de promover la diversidad genética.

Permití la reproducción de solo los mejores ratones

más adelante, siempre criándolos con miembros de una

camada distinta a aquella en la que ellos nacieron; mien-

tras exista más diversidad genética en un organismo, es-

te organismo puede desarrollar mejores cualidades, más

fortalezas, más defensas.

Después de decenas de generaciones obtuve una

camada por jaula con la que estuve satisfecho, más que

satisfecho impresionado. Las modificaciones en las die-

tas, la crianza selectiva y el desarrollo especial que les

había dado a mis ratones por años había dado frutos: En

la jaula “A” tenía una pequeña camada de ratones que

eran capaces de usar herramientas simples, y la habili-

dad manual que viene con ello había causado que se

adaptaran para caminar sobre sus patas traseras, usando

su cola como un balance; similar a los canguros. En la

jaula “B” tenía una multitud de ratones poderosos, las

crías de los ratones se desarrollaban más rápido y eran

más independientes que los ratones nacidos en genera-

ciones previas, los ratones eran más rápidos, más fuertes

y más resistentes.

Entonces fue cuando comencé a criar los ratones

de las diferentes jaulas entre sí; utilizando el mismo mé-

todo que utilicé con anterioridad para permitir la diversi-

dad genética.

Después de generaciones de refinamiento, criadas

con cuidado y atención de mi parte, obtuve lo que busca-

ba: Una camada de ratones superiores, eran ratones

fuertes, capaces del uso de herramientas, caminaban en

dos patas, trabajaban en equipo y mostraban conductas

sociales. Les enseñé a temerme, les enseñé a reveren-

ciarme, les enseñé a ser fieles a mí. A veces les hablaba,

a pesar de que estaba seguro de que no tenían la capaci-

dad para entenderme

Un día los ratones decidieron escapar de sus jau-

las, pero se mantuvieron cercanos a mí, siempre camina-

ban a mi lado y me seguían a donde quiera que fuera.

Imitaban mis acciones torpemente, aprendían lento pero

pensaba que la repetición y observación podía contribuir

positivamente a su desarrollo.

Un día uno de mis ratones, parado en sus dos pa-

tas, majestuoso y poderoso, vio un ratón común, débil,

pequeño, indefenso, caminando en sus cuatro patas. Mi

ratón se acercó a él, trataba de comunicarse como lo ha-

cía con sus camaradas ratones pero el ratón pequeño y

salvaje no parecía entender; perplejo mi ratón me volteó

a ver con sus ojitos húmedos, señalando al otro ratón y le

dije: “No pude tomar a todos, solo tomé algunos. Tuve

que dejar otros atrás, ellos no son como tú, ahora no lo

son; ahora ellos son inferiores y, por ende, ustedes son

superiores.”

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H e visto triunfos a costa del miedo, he visto las lágrimas

de quien no quiere vivir convertirse en ríos que dan

vida, he visto a quien sufre de insomnio realizar sus

sueños de antaño. No es que estemos locos, es que estamos

demasiado cuerdos.

Comenzamos desde dentro, nos vemos como oscuridad

que se ve aherrojada a las cadenas de represión auto-inducida, la

soledad nos rodea y se nos van diluyendo las amistades y los

amores entre los dedos; estamos solos, pero el tiempo no es

cruel eternamente y se nos abre una pequeña puerta al siguiente

cuarto; detrás dejamos las cadenas y la oscuridad para adentrar-

nos a lo desconocido, a lo que vemos como una oportunidad úni-

ca, pero nos damos cuenta que, aún sin las cadenas y sin la ecu-

ménica oscuridad, seguimos encerrados, la puerta anterior se ha

cerrado y sólo guarda nuestros gritos arcaicos que queremos

olvidar. El tiempo es cruel queridos amigos, demasiado cruel y

por eso mismo, nos crea una pequeña mirilla al siguiente cuarto;

cuarto de luces, risas y voces que son omnipresentes y que nos

llenan de un júbilo que no hemos sentido en demasiado tiempo,

pero la mirilla es pequeña y no podemos hacer nada, sólo espe-

rar. La soledad y los gritos regresan, pero ahora son de la lejanía

tan corta que nos separa de lo que añoramos, simplemente no

estamos listos para seguir adelante.

¿Cuándo aprenderemos a estar solos, a poder crear luz

de nosotros mismo? La soledad no es soledad en sí misma, es

nuestra única compañía.

Un silencio; las voces del próximo cuarto se han desvane-

cido. Nuestro deseo por continuar es el mismo, sólo cambió lo

que queremos; la soledad nos une, ya no estamos tan rotos como

creíamos. El siguiente cuarto se nos abre, dejando entrever el

aura sobrante de la algazara ausente . Estamos listos para seguir

adelante, estamos bien en soledad, sólo sentimos muy dentro de

nosotros ambición que se traduce en querer continuar lo más

rápido posible.

Pero la ambición también es un ente silencioso que llena

de dolor todo lo que rodea, estamos nuevamente encerrados

escuchando los lamentos de los dos últimos cuartos que hemos

dejado atrás. El aprendizaje es certero, ahora sabemos que a

cada paso que demos habremos de aprender algo nuevo, es un

hecho; ahora estamos en compañía de nuestra soledad y somos

libres; nos falta aprender que la mortalidad es cara.

La sangre detiene el tiempo; nos quedamos un rato viendo

la bermeja herida en los nudillos; la pared se ha roto, pero noso-

tros hemos aprendido que somos humanos, estamos sangrando

y el camino que vamos dejando a cada gota que cae nos vuelve

inseguros y más conscientes de lo que somos.

Proseguimos a la última habitación; la soledad ha muerto

y frente a nosotros nos encontramos con una dama; nunca había-

mos tenido tanto miedo, es la primera vez que nos enfrentamos a

otro ser humano ¿Qué hacer, qué decir, qué pensar?

La primera palabra, la única palabra que logró romper

todo, la que llegó liviana y efímera en un impulso de nervios y

desesperación humana.

“Hola”

Las puertas se han roto, ahora la luz ha vuelto a nosotros.

Somos amigos, somos humanos, somos mortales, somos enamo-

rados. Somos luz.

Las memorias del tiempo perdido

Alejandro Peralta | @LiricoAlejandro

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Desde hace tiempo que me han venido las ganas de escribirle a, acaso el ramo más frondoso, al vello.

Pero no a cualquier vello, ni de cualquier parte del cuerpo; me refiero al vello que nace allá, en el monte, el de Venus;

ese monte de donde sale el sol; y cuya dueña escoge en donde ocultarlo.

Así bien, viene siendo claro a qué me refiero; esto que escribo lo hago pensando en la humedad que guarda semejante

bosque; en las mentiras que cuenta y en los dedos que quedan atrapados ahí.

Si me preguntan, es para mí un paréntesis.

Que señala una acotación sutil: aquí hay algo que decir.

De las licencias poéticas, la más justa.

El matorral isósceles de las bermudas; donde se pierde un gemido o aparece algo ya olvidado.

El vello púbico como la más clara afirmación de lo diverso que puede ser esconder una puerta; y es en este caso la

puerta al más allá; una puerta a la mujer.

De vez en cuando vienen por modas las de descubrirlo todo; la moda de no tener secretos; de la transparencia y la vul-

nerabilidad; pues bien, ya se habrán de ir.

Porque el vello se queda; se queda negándose siempre a irse.

Porque el vello crece; qué bello crece. Crece en primavera y en invierno; crece porque permanecer es adornar ese

cuerpo; esos andes.

Crece como siendo nieve; como haciendo frío.

El vello que crece se queda. Y si se le arrasa el cuerpo ya parece un cuento sin hadas.

El bello: el vello

Sineàd Marti | @_Macorina

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L a sociedad mexica en la actualidad nos hace la pro-puesta de separar nuestro pensamiento del pensa-miento colectivo. Como mexicanos ¿Qué tanto esta-

mos dispuestos a independizarnos?

Involucrase, preocuparse, comer, vestir, vivir y hasta besar lo suficiente, es lo que obtiene con un condiciona-miento, no traspasar parámetros, elegir límites que han sido marcados y que se vuelven ajenos, es en parte debido a que se mal-entiende el propósito de las capacidades del ser, y se vive por debajo o se excede en causas.

El contrato social por el cual intentamos regirnos, nos señala que existe el buen vivir, la buena forma de diri-girse y demás buenos que se supone debemos atender. Lo que es imperdonable a estas alturas es no tener un sentido de crítica y pensamiento propio, no nos podemos permitir desatender nuestras prioridades o el acobardarnos al dar nuestro punto de vista. Si tanto la libertad como la dignidad son ejemplos de lo que se llaman constructos mentalistas (inobservables), debemos pensar que los valores por los que estamos vi-viendo, son irrelevantes para el sistema. Necesitamos atender nuestros intereses y propósitos, tomando en cuen-ta que somos parte inevitable de una estructura que siem-pre nos abrirá la posibilidad de encontrarnos en la disyunti-va de la elección, ejercitar el pensamiento de crítica debe ser nuestro principal objetivo de éxito.

A partir de esto debemos entender que bien podría-mos ser marionetas, que inciden en acciones que serán innecesarias de raíz pero indispensables en superficie, pero esto es cliché entendido como punta de iceberg don-de sólo nos percatamos de lo evidente, por ello la capaci-dad de reconocimiento en tiempo y espacio determinado recae sobre el individuo. Si queremos seguir por el camino de la comprensión de la realidad del binomio persona-ciudadano entonces también es necesario considerar que la persona se mueve en cuanto a la posibilidad de elección voluntaria, es decir; que reconoce su deseo y actúa desde su utilidad.

¿Qué tan racionalistas podemos ser para tratar de determinar el momento en el que dejamos un rol para co-menzar con otro? Es decir; podemos estar conscientes de la transición que se realiza a lo largo del día para seguir en la búsqueda del equilibrio entre la impostura social que es inherente a nuestra vida y los deseos propios que se limi-tan por el pensamiento propio.

Kierkegaard en su libro Diario de un Seductor, escri-be; ‘¿Debo levantarme y pregonar mi presencia? No, pues quizás ellos me conozcan y acaso se perdería lo mejor del fuego.’ Esta observación parte de la necesidad del indivi-duo por ser reconocido, no sólo por lo que es, sino también por lo que hace, y si no fuera de este modo ¿entonces qué sentido tendría participar en el juego de los roles?, pero me atrevo a dejar la propuesta abierta para todo aquel que se considere importante a pararse en metro Hidalgo (Distrito Federal) a las siete de la noche, rodeado de sus iguales en condición, es decir; ciudadanos que día a día hacen hasta lo impensable por seguir en la lucha social. Debemos ser específicos al querer hacer determina-ciones que impliquen una asociación entre términos, pode-mos seguir ejemplificando, hablando de autores, haciendo referencia a situaciones cotidianas, pero si somos incapa-ces de distinguir entre nuestro mundo interno, existirán aspectos que nos detendrán y resultará fácil explicar que atendemos a los instintos más primitivos con los que he-mos nacido.

En el intento de la búsqueda de un nuevo porvenir, nuestro intelecto debe adquirir un valor importante, que logre identificar el tiempo y el espacio en la ubicación a nivel sociedad, para así tener un visión clara de los fenó-menos que se viven, el hambre de conocimiento debe im-ponerse.

Es por ello que la actitud de indiferencia debe ser la menos elegida entre nosotros.

Alguna vez escuché que todas las cosas están di-chas, pero yo creo que no de todas las formas posibles.

La verdad no nos hará libres

Verónica Lira | @VeroOLira

“Mala cosa cuando la gente en lugar de tratar de salir a la superficie se conforma con tener

limpio el fondo del pozo”

BENJAMÍN PRADO.

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Everyday Robots/ Damon Albarn_ Rubén Vital

Turn Blue/ The Black Keys_ Rubén Vital

Melolagnia_ Karen Miranda

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D espués de una carrera de 25 años, con proyectos

como Blur, Gorillaz, The Good, The Bad & The Queen

e incluso musicalizando la ópera “Dr. Dee”, Damon

Albarn ha demostrado una cierta comodidad por cantar detrás de

personajes de su creación; pero es ahora cuando decide relatar

su vida con unos ojos nostálgicos en lo que sería su primer ál-

bum solista.

Con la ayuda de su banda The Heavy Seas y la coproduc-

ción de Richard Russell –bajo el sello XL Recordings– lograron

un sonido un tanto diferente a lo que ha hecho anteriormente.

La primer canción lleva el mismo título que el álbum,

“Everyday Robots”-que también es el primer sencillo del disco-

. Everday Robots comienza con cuerdas, un piano suave y un

ritmo que da paso a Albarn; quien nos dice que día con día nos

hemos vuelto robots con nuestros celulares, en proceso de enve-

jecer, y estos robots sólo tienen pulgares en las manos. Pasando

a un lado melancólico y con arrepentimiento está “Hostiles”, que

lleva una línea acústica respaldada por un ruido esposo, mientras

la siguiente canción -”Lonely Press Play-, con un bajo burbujean-

te y una percusión en reposo, da vida a una balada adorable que

lamenta la ausencia de los seres amados, proyectando aisla-

miento.

La cuarta canción es “Mr. Tembo” que con The Leytonsto-

ne City Mission Choir como invitados, cuenta la historia de un

elefante llamado Mr. Tembo (Tembo en suajili significa elefante)

al cuál conoció en Tanzania. Otros invitados de lujo son Natasha

Khan -mejor conocida como Bat for Lashes- en “The Selfish

Giant” y Brian Eno en “You & Me” que se divide en dos partes,

donde Damon narra dos vidas separadas.

“Hollow Ponds” hace referencia a fechas claves en su

vida, los años 1976, 1979, 1991 y 1993, mencionado la sequía

del verano de 1976 en Inglaterra y el origen del título “Modern

Life Is Rubbiah” -álbum de Blur- tomado de un graffiti en 1993.

Para cerrar el disco “Heavy Seas Of Love”, otra colabora-

ción con Brian Eno y The Leytonstone City Mission Choir. Esta

canción se convierte en el momento más envolvente del disco,

saliendo del perfil bajo con un ritmo gospel con el cual se puede

interactuar; de igual forma es la canción que daría nombre a su

banda de acompañamiento: The Heavy Seas.

Everyday Robots es un memorable debut solista, captu-

rando 46 años de vida en 46 minutos, con proyecciones instantá-

neas de su infancia en Leytonstone hasta el día en que conoció a

un pequeño elefante. Dejando a un lado los personajes y las pre-

tensiones, hace un disco salpicado de nostalgia y melancolía,

que a pesar de tener una vista nublada, no le quita mérito a su

lindura y al poder de transportarte a un momento íntimo.

Damon Albarn/

Everyday robots

Rubén Vital | @Jude_Sb

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T ras una exitosa gira de estadios con el álbum ganador

de tres Grammy’s -El Camino- el dúo de Akron, Ohio,

regresa con su octavo álbum de estudio titulado “Turn

Blue” bajo el sello Nonesuch Records y con la coproducción de

Brian Burton, mejor conocido como Danger Mouse.

Burton ha colaborado con Dan Auerbach y Patrick Carney

desde el álbum del 2008 “Attack & Release”, ganándose un lugar

como tecladista y coescribiendo las 11 canciones del disco. Con

todo y eso, The Black Keys sigue siendo una banda de dos y lo

demuestran con gran seguridad.

Siete minutos de duración y una entrada acústica que da

paso a la percusión de Carney, es la manera en que empieza

“Weight of Love”, un movimiento audaz para dar comienzo a el

álbum. Dan Auerbach lamenta “I used to think, darling, you never

do nothing/But you were always up to something” marcando su

regreso al blues que acostumbraban, con solos sobre solos.

La dosis funk la da “In Time” con unos “ooh ooh’s” coreados que

se convierten en una guitarra gimiendo y unos falderos cortesía

de Dan, para cerrar con trompetas que acompañadas con la

canción que lleva el título del disco -”Turn Blue”- mantienen un

nivel de sensualidad palpable, con un coro suave que coquetea

con el bajo hasta el final de la canción; el cuál sigue haciéndose

notar en el primer sencillo “Fever”. Con un sintetizador, riffs cas-

cabelozos y un ritmo más acelerado la convierte en el himno de

la fiesta.

Predomina un lado conmovedor en las letras con falsetes

cristalinos, como el que azota contra el rasgueo de la guitarra en

“Waiting On Words” para acabar con el romanticismo: “Goodbye,

I heard you were leaving/Won’t try changing your mind”. Dan

barre sus preocupaciones amorosas con un potente bajo en “10

Lovers” que con un órgano Hammond y percusiones apretadas,

ofrece un funk de excelente calidad, capaz de poner a un estadio

a aplaudir a la par.

“Gotta Get Away” es la muestra de que empezamos bien y

termina aún mejor, siendo una gran y despreocupada tonada de

rock sin sentido, con letras al estilo de Credence Clearwater Revi-

val.

Más audaces y descarados, The Black Keys parecen tener

mejor planteado el camino que buscan tomar, mezclando el soul

sesentero con garage rock del medio-oeste sin caer en la incohe-

rencia, mutando de entradas acústicas y rasgueos potentes a

silos y coros psicodélicos; dejando que la predominante sombra

de blues que les ha caracterizado por más de una década se

asome.

The Black Keys/

Turn Blue

Rubén Vital | @Jude_Sb

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metascopios.com

P orque siempre quise ser Lolita, luz de

la vida de alguien, fuego de sus entra-

ñas. Su pecado, alma suya. Ser sen-

cillamente Lo, por la mañana, medir un metro

cuarenta y ocho descalza. Ser Lola con panta-

lones. Ser Dolly en la escuela. Dolores al fir-

mar. Pero en sus brazos ser siempre Lolita…

Melolagnia presenta, una playlist que

sin Vladimir Nabokov jamás hubiera sido posi-

ble:

Lolita - Lana del rey

Lollipop - The Churdettes

CRYSTAL CASTLES - Crystal Castles

Happy Together—Filter

Para oír completo el playlist visita este link http://8tracks.com/karenzio/lo-li-ta#smart_id=dj:2273837

donde además podrás encontrar más seleccio-

nes musicales de Karen.

Melolagnia

Playlists por Karen Miranda | @Karenzio_