Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN ECONOMÍA FACULTAD DE ECONOMÍA LOS CONSULADOS DE COMERCIANTES EN LA INDEPENDENCIA DE HISPANOAMÉRICA, EL CASO DEL CONSULADO DE MONTEVIDEO. 1794-1838 TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE MAESTRO EN ECONOMÍA PRESENTA: LUIS ALBERTO AGUIRRE MONTAÑO DIRECTOR DE TESIS: DR. JOSÉ ANTONIO IBARRA ROMERO DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO DE LA FACULTAD DE ECONOMÍA Investigación realizada gracias al Proyecto CONACYT CB_2011/168120 “Globalización comercial, Corporaciones y Redes de negocios en Hispanoamérica en los siglos XVIII-XIX”. Así también al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM, Proyecto IN305813 "La gran empresa familiar mexicana, 1960 - 2008" y al Proyecto IN 404413 “La Universidad Latinoamericana del siglo XX a través del archivo de la UDUAL” Agradezco a la DGAPA-UNAM la beca recibida. México D. F. Mayo de 2014

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE POSGRADO EN ECONOMÍA

FACULTAD DE ECONOMÍA

LOS CONSULADOS DE COMERCIANTES EN LA INDEPENDENCIA DE

HISPANOAMÉRICA, EL CASO DEL CONSULADO DE MONTEVIDEO. 1794-1838

TESIS

QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE

MAESTRO EN ECONOMÍA

PRESENTA:

LUIS ALBERTO AGUIRRE MONTAÑO

DIRECTOR DE TESIS:

DR. JOSÉ ANTONIO IBARRA ROMERO

DIVISIÓN DE ESTUDIOS DE POSGRADO DE LA FACULTAD DE ECONOMÍA

Investigación realizada gracias al Proyecto CONACYT CB_2011/168120 “Globalización comercial, Corporaciones y Redes

de negocios en Hispanoamérica en los siglos XVIII-XIX”.

Así también al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM, Proyecto

IN305813 "La gran empresa familiar mexicana, 1960 - 2008" y al Proyecto IN 404413 “La Universidad Latinoamericana

del siglo XX a través del archivo de la UDUAL” Agradezco a la DGAPA-UNAM la beca recibida.

México D. F. Mayo de 2014

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I

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II

Agradecimientos

Quisiera comenzar por agradecer a la Universidad Nacional Autónoma de México,

al abrigo de la cual se desarrolló esta investigación. De la misma manera agradezco

al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, el cual me otorgó la beca para estudios

de maestría así como una beca en calidad de asistente de investigación dentro del

Proyecto CONACyT CB_2011/168120 bajo la responsabilidad del Dr. Antonio

Ibarra. También me vi beneficiado del apoyo de la UNAM por medio del Proyecto

PAPIIT IN305813 bajo la dirección de la Dra. María Eugenia Romero Ibarra, y del

Proyecto PAPIIT IN404413 bajo la supervisión del mencionado Dr. Antonio

Ibarra.

Aunque pareciera trillado equiparar la elaboración de una tesis con un camino

andado, resulta que al poner un punto final al texto, es obligado echar una mirada

en retro y, efectivamente, se redibuja el derrotero pasado, a veces con color y voz

que no habían sido apreciados en su momento. La cantidad de agradecimientos

personales que este trabajo demanda es directamente proporcional al tiempo y

kilómetros empleados para su culminación. El inicio del camino es innegablemente

producto del esfuerzo y cariño de mi familia: mi padre, mi madre y mi hermano, a

ellos les dedico ese camino recorrido y el que queda por delante. Así también, a

esos con quienes tengo la suerte de compartir uno u otro apellido, mi

agradecimiento por estar presentes cada uno a su manera. Y a Karla, con quien no

comparto apellidos pero sí una parte del derrotero.

De ningún modo hubiera sido posible siquiera concebir este trabajo, ni ningún plan

a futuro, sin el apoyo del Dr. Antonio Ibarra. Su guía y paciencia (no se de cuál de

las dos tuvo que emplear más) posibilitaron que estas páginas constituyan el cierre

de una fase del camino y, a la vez, el inicio de otra. No hubiera tenido las fuerzas

necesarias para andar, si no me hubiera visto beneficiado del programa de

“desayunos escolares” que el Dr. Ibarra mantiene a la par con la Dra. Inés Dussel, a

la cual agradezco también su apoyo.

El camino se fue construyendo, y facilitando, gracias al apoyo y guía, producto

sobre todo del diálogo, del excelente conjunto de profesores que he tenido la suerte

de encontrar en las aulas. Al Dr. Enrique Semo, al Dr. Ernest Sánchez Santiró, al

Dr. Mario Contreras, a la Dra. María Eugenia Romero Ibarra, a la Dra. Elsa

Gracida, a la Dra. María Eugenia Romero Sotelo y a la Dra. Ana Carolina Ibarra, mi

más grande agradecimiento y reconocimiento en su labor. Así también, agradezco a

mis lectores: el Dr. Bernd Hausberger y el Dr. Antonio García de León que

posibilitaron una pronta corrección y ejecución del trámite de titulación.

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III

El oficio del historiador es, por definición, un ejercicio de ermitaño, sin embargo

quiero agradecer a los colegas que hicieron del camino algo menos solitario. Ellos

colocaron, entre página y página, una risa o hasta una carcajada. En primer lugar a

Iliana Quintanar y a Paola Chenillo, cuyo apoyo cobró dimensiones mucho más allá

de lo académico, sin ellas las piedras en el camino seguramente hubieran sido

montañas. También quiero agradecer la siempre eficaz y atenta ayuda de Patricia

Correa, sin ella los engranes nunca hubieran marchado. A los profesores y

colaboradores en el Proyecto “Globalización…”, en especial a Yovana Celaya y a

Álvaro Alcántara, sin cuya retroalimentación las líneas sueltas de esta investigación

hubieran nublado el resultado.

Atravesar casi por entero el continente para llegar al extremo austral no es empresa

fácil. Sin embargo el viaje y aterrizaje se facilitan cuando se cuenta con la guía y

apoyo de las personas indicadas. Muchas gracias a la Dra. Inés Moraes y al Dr. Luis

Bértola de la Universidad de la República, en Uruguay. Así también a todos los

miembros de la Unidad Multidisciplinaria y del Programa de Posgrado en Historia

Económica y Social de la Facultad de Ciencias Sociales en dicha Universidad, en

especial a Melissa Hernández. También resultó invaluable la ayuda del personal del

AGN en Uruguay para el trabajo documental.

Por último, el camino hubiera sido muy aburrido y monótono sin la presencia de

grandes amigos. A mis compañeros en la Maestría y a mis camaradas de TKD y

RASH-DF, que entre exámenes, golpes, música y risas encontramos la manera de

condimentar la vereda, cada quien a su estilo y forma.

Mayo 2014

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IV

Índice De comerciantes, y revoluciones. A manera de introducción .................... 1

Capítulo 1. En los márgenes: La Carrera de Indias y el Río de la Plata

................................................................................................................................... 23

El control y el monopolio: La Carrera de Indias ................................................ 24

Entre la dimensión pública y la privada: el arreglo consular del Antiguo

Régimen ................................................................................................................. 28

El Río de la Plata se suma al entramado comercial ............................................ 36

Reformar para mantener, el reformismo borbónico: comercio y consulados .. 41

El reformismo en el Plata: Montevideo aparece y se fortalece ........................... 54

Capítulo 2. Divorcio en el Plata: Intereses enfrentados, autonomías y

un Consulado al otro lado del Río ................................................................... 59

Guerras, mercados y mercancías: el belicismo constante del siglo XVIII y las

reformas comerciales ............................................................................................ 59

El resultado de las reformas comerciales en el Plata .......................................... 72

Mercaderes y negocios: los actores comerciales en ambas orillas .....................80

El Consulado de Buenos Aires: creación y labor como cabecera comercial del

Virreinato .............................................................................................................. 88

Río en medio: Los Diputados, la Junta de Comercio y la erección del Consulado

de Montevideo ....................................................................................................... 98

Capítulo 3. Entre imperios y revoluciones: el comercio montevideano

y las finanzas del Consulado en la conformación del Estado uruguayo,

1812-1838 ............................................................................................................... 110

La nueva cabecera del “Virreinato”: bastión de resistencia realista en el Plata

............................................................................................................................... 111

Cuando la revolución nos alcanzó: el régimen porteño en Montevideo y la

“Patria Vieja” ....................................................................................................... 123

La otra Corona en el Plata: el régimen portugués y la Provincia Cisplatina .. 136

Nueva República, viejas y nuevas disputas. Inicios del periodo independiente

del Estado uruguayo ........................................................................................... 148

Ampliando la escala de observación: miembros del tribunal consular, finanzas

del Consulado y tendencias del comercio montevideano (1812-1838) .............. 161

El Plata a la luz de los circuitos comerciales: a modo de conclusión . 168

Bibliografía y fuentes ........................................................................................ 177

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1

De comerciantes y revoluciones. A manera de

introducción

Las primeras décadas del siglo XIX fueron el escenario donde el desmembramiento

del Imperio hispánico en América dio vida a una multitud de naciones

independientes que, más allá de desligarse de su condición colonial, asumieron

como forma de gobierno la vía republicana y el liberalismo.

Dentro de este concierto de naciones, la región del Río de la Plata cobra un

significado importante por la lejanía de los centros políticos y económicos

tradicionales del sistema imperial. Esto provocó que, al iniciarse los movimientos

independentistas, la región quedara desvinculada de la metrópoli en un tiempo

relativamente corto. Sin embargo, se abrió el escenario para el conflicto entre

facciones internas, poderes regionales y potencias europeas, que buscaban

establecer su control en estos territorios.

En este contexto la llamada “Banda Oriental”, en referencia a su posición en los

Ríos Uruguay y de la Plata, tuvo un significado trascendental en el devenir histórico

de la región. Era el extremo austral del Imperio hispánico, punto de frontera con el

Imperio Portugués y de confluencia de intereses comerciales en Montevideo, su

ciudad-puerto más importante.

La región rioplatense mantuvo durante toda la época colonial un vínculo

importante con el mercado del Alto Perú, dejando así una impronta comercial que

marcó su desarrollo en la época posterior a la independencia. La región tenía como

foco económico y político la ciudad de Buenos Aires, cabecera virreinal, la cual

trató de mantener bajo su control, una vez estallada la independencia, a todos los

territorios heredados de su jurisdicción colonial. Montevideo y la Banda Oriental

significaron una fragmentación de esta unidad, la cual transitó por un sinuoso

derrotero hasta lograr su independencia.

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2

Tanto para Buenos Aires como para Montevideo, la principal actividad era el

comercio ligado a la Península, mientras que los circuitos mercantiles del interior

del Virreinato estaban concentrados en el primer puerto. Por lo tanto,

desarrollaron una clase mercantil bastante importante, compuesta por individuos

cuya actividad económica giraba en torno al comercio de ultramar, cobrando

relevancia tanto a nivel económico como a nivel político.

Los individuos ligados al comercio de ultramar estaban agrupados y representados,

en el Antiguo Régimen hispánico, por los Consulados de comerciantes. Bajo esta

corporación obtuvieron diferentes prerrogativas por parte de la Corona a cambio de

la cooperación, en diferentes dimensiones, con el orden colonial.

Una vez que estallaron los conflictos bélicos de independencia en el Plata, los

Consulados de comerciantes trataron de reubicarse en el nuevo y trastornado

estado de cosas. Para esto hicieron uso de diferentes estrategias que el control del

comercio les proveía y así marcaron su posterior sobrevivencia o desaparición en el

orden republicano.

Objetivos

La presente investigación busca analizar el camino por el cual transitó el comercio

agremiado de Montevideo desde fines del siglo XVIII hasta su disolución como

corporación en la primera década de vida independiente de la República Oriental

del Uruguay. Así también, se busca elucidar el papel que jugó dicha corporación en

la conformación del Estado uruguayo en las primeras décadas del siglo XIX.

La materia a investigar cobra otro nivel de relevancia al considerar en el vacío

historiográfico que existe sobre la temática consular montevideana. Los consulados

de comerciantes han sido prolijamente estudiados en el ámbito de la historiografía

latinoamericana reciente. Sin embargo, esta temática ha sido relegada por los

estudiosos uruguayos, mientras que los investigadores argentinos la han tocado

sólo tangencialmente. Como se podrá observar en el Estado de la cuestión, se

revela como una tarea de primer orden cerrar la brecha de investigación sobre este

Consulado con respecto a los sus pares en Hispanoamérica.

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3

Hipótesis

La hipótesis central de esta investigación es que el Consulado de comerciantes de

Montevideo debió tener un alto grado de adaptación al contexto político cambiante,

producto del desmembramiento del Imperio hispánico y la sinuosa conformación

de las repúblicas independientes, sumado a la injerencia de las potencias europeas.

Esta capacidad adaptativa se tradujo en una existencia relativamente larga en

comparación con la mayoría de sus símiles hispanoamericanos, particularmente el

Consulado de Buenos Aires, que se extinguió en 1821. La tardía creación del

Consulado en Montevideo y las coyunturas políticas de la región le proveyeron de

una particularidad histórica en el proceso de conformación de la República

independiente, ésta se expresó mediante un estado de subordinación, como medida

de integración, a los diferentes regímenes que transitaron.

Plan de la obra

El método de exposición de esta investigación va de lo general hacia lo particular,

es decir, del contexto imperial hispánico se irá cerrando la escala de observación

hasta llegar a la organización consular montevideana. Este recorrido hará posible

una visión de conjunto que pondrá en evidencia las interconexiones entre los ciclos

comerciales y el contexto político, así también entre agentes mercantiles y actores

políticos.

El primer capítulo busca establecer el marco geográfico, político, jurídico y

económico en que se desarrollará la investigación. La narrativa de todo este

capítulo tiene un perfil histórico-político, siendo la Carrera de Indias el centro del

análisis. Por lo tanto, la observación comienza en el contexto imperial, para esto se

necesita la descripción del marco jurídico en el cual se desarrollaba el sistema

comercial y, en particular, la forma corporativa del comercio en la organización

consular. La escala de observación se ciñe después hacia el papel del Río de la Plata

en el entramado imperial, así como su modificación con la implementación del

reformismo borbónico a mediados del siglo XVIII. Dentro de este contexto

reformista, Montevideo cobra auge como punto geoestratégico: como puerto

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principal de la región y como punto de contacto con las posesiones portuguesas en

América.

El segundo capítulo acude a una narrativa económica al analizar los resultados del

reformismo borbónico a nivel comercial, sobre todo ciñéndose al espacio

rioplatense. Los diversos conflictos bélicos en la Europa del siglo XVIII tuvieron su

repercusión en las posesiones coloniales. Bajo este contexto se desarrolló el espacio

rioplatense como punto de importancia geopolítica por la confluencia de intereses

de diversos actores. El desarrollo económico para la región estuvo comandado por

una clase mercantil particular, por lo tanto conviene delinear su perfil y diferenciar

sus componentes en ambas orillas del Río. La creación del Consulado de

Comerciantes de Buenos Aires en 1794 fue un punto de quiebre para la

organización del espacio comercial, su labor como tribunal mercantil y junta de

fomento económico dio a la región un impulso, sobre todo en el contexto de

liberalización comercial de fines del siglo. Pero la rivalidad comercial y política

entre ambas bandas del Plata fragmentaron la unidad virreinal hasta su completa

escisión en la primera década del siglo XIX, su expresión más importante a nivel

mercantil, y objetivo final de este capítulo, fue la creación del Consulado de

comerciantes de Montevideo en 1812.

El tercer y último capítulo rastrea la trayectoria del Consulado de Montevideo

desde su creación a fines del régimen colonial hasta su disolución por el gobierno

republicano en 1838. Para este objetivo se utiliza una cronología política, pero los

periodos resultantes se analizan desde una visión económica y mercantil, sobre

todo en relación a la vida corporativa del comercio montevideano. Para tal efecto

seguimos tres ejes que guían la narración: el contexto político, el desarrollo

comercial, y la organización consular. Entrelazando los tres elementos obtenemos

la visión integral sobre el devenir histórico del Consulado, sus objetivos y

resultados, en la vacilante construcción del Estado uruguayo a inicios del siglo XIX.

Estado de la cuestión

Para realizar una síntesis cabal sobre la producción historiográfica pertinente al

presente estudio, dado el entrelazamiento de temáticas que conforman un crisol de

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5

obras, se pueden delimitar tres ejes fundamentales que servirán de guía, a saber: a)

El sistema comercial del Imperio Ibérico; b) El papel y evolución de la clase

mercantil y la organización consular; c) La conformación de los estados nacionales

en Iberoamérica, haciendo énfasis en la producción historiográfica uruguaya al

respecto.

Respecto a la primera temática, el sistema comercial hispánico durante la época

colonial, deben considerarse en primer lugar las grandes obras de Earl Hamilton,1

la escrita por la dupla de Huguette y Pierre Chaunu2 y la de Clarence Haring.3 Estas

obras pioneras sentaron el camino sobre el análisis de la Carrera de Indias que

habría de desarrollarse posteriormente. Así también encontramos obras más

recientes que revisan y amplían las cifras con trabajo de archivo y que recogen

diversas aportaciones teórico-metodológicas para así lograr ampliar el análisis.

Dentro de estas obras cabe destacar las aportaciones de Antonio García-Baquero,4

Michel Morineau,5 Geoffrey Walker,6 John Fisher,7 y la dupla de Stanley y Bárbara

Stein.8 Estas investigaciones nos aportan el entramado general sobre el sistema

comercial así como cifras que reconstruyen la cuantía del tráfico de mercancías en

el Atlántico. Constituyen obras de referencia general que vale la pena asimilar

como marco de referencia.

Por otro lado, cabe rescatar autores que echan luz sobre el funcionamiento de los

circuitos mercantiles hispánicos en la región del Río de la Plata. En primer lugar la

obra de Carlos Sempat Assadourian,9 en la cual se encuentra un modelo de

inserción al sistema comercial imperial de la región altoperuana en el siglo XVII.

Por otro lado, los textos de Fernando Jumar10 conforman un análisis escrupuloso

del sistema comercial rioplatense en el siglo XVIII, tanto a nivel temático como

1 Hamilton, American, 1939. 2 Chaunu, Séville, 1955-1960. 3 Haring, Comercio, 1939; Haring, Imperio, 1966. 4 García-Baquero, Cádiz, 1976. 5 Morineau, Incroyables, 1985. 6 Walker, Política, 1979. 7 Fisher, Comercio, 1993; Fisher, Relaciones, 1992; Fisher, Imperial, 1985. 8 Stein, Plata, 2002. 9 Assadourian, Sistema, 1983. 10 Jumar, Commerce, 2000; Jumar, Fernando, Comercio, 2004.

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metodológico y de fuentes. Por último, la tesis doctoral de Fabricio Prado11

constituye un esfuerzo analítico del entorno comercial en la Banda Oriental

enfocado en las relaciones con las posesiones portuguesas en América.

Finalmente, se puede revisar la obra de John Elliot12 como una visión alternativa

del entramado imperial. El autor esquematiza las líneas generales de los procesos

de ocupación, organización y resultados de los gobiernos coloniales en los

territorios americanos, durante poco más de 300 años, de los imperios británico y

español. La óptica resulta renovadora al sentar las bases de una comparación entre

ambos imperios, de esta manera podemos advertir la geopolítica europea desde dos

tribunas diferentes y, sobre todo, contrarias.

Al pasar al segundo eje temático, la producción historiográfica sobre los consulados

de comerciantes y las comunidades mercantiles, encontramos una gran cantidad de

estudios en las últimas décadas: desde el texto clásico de Robert Smith13 escrito a

mediados del siglo pasado, donde expone las principales características del

régimen consular medieval y su transfiguración en los dominios del Imperio

español, poniendo énfasis en la evolución a través de los siglos. Conviene recuperar

también el estudio clásico de David Brading14, sobre el bajío mexicano a fines de la

época colonial, en el cual sentó las bases del análisis de los grupos de poder y élites

en el desarrollo de la economía tardocolonial.

Así también, encontramos el libro de Christiana Borchart de Moreno15 publicado en

la década de 1980, sobre los miembros del Consulado de Comerciantes de la

Ciudad de México en el siglo XVIII; donde da cuenta, a través de un gran trabajo de

archivo, incluyendo en notarías, el papel de los comerciantes como un grupo de la

élite económica. Referente a la Ciudad de México encontramos otro texto clásico

sobre élites y redes coloniales, el texto del Dr. John Kicza16 nos describe las formas

11 Prado, Shadows, 2009. 12 Elliot, Empires, 2006. 13 Smith, Historia, 1978. 14 Brading, Mineros, 1975. 15 Borchart, Mercaderes, 1984. 16 Kicza, Empresarios, 1986.

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de interacción de la élite virreinal y una caracterización de ésta como un grupo

heterogéneo con estrategias particulares.

La producción historiográfica más reciente sobre el Consulado de la Ciudad de

México, nos remite irremediablemente a los trabajos realizados por Guillermina del

Valle. En ellos aborda diferentes temáticas alrededor del Consulado como su

formación y papel en el largo plazo durante el periodo colonial novohispano: como

agente financiero de la Corona y actor político en conflictos como la defenestración

del Virrey Iturrigaray, inmersa en la controversia por la aplicación de la

Consolidación de Vales Reales.17

Referente al Consulado limeño encontramos los trabajos realizados por Jorge

Basadre y Rómulo Ferrero,18 María Rodríguez,19 Carmen Parrón,20 y Cristina

Mazzeo.21 Los dos primeros, han escrito textos que constituyen obras clásicas de la

década de los sesenta del siglo pasado: en ellas el objetivo central está en el periodo

republicano de la institución mercantil peruana, por lo que el espacio dedicado al

Consulado colonial es reducido. Por su parte, las obras de Parrón y Mazzeo son

textos más recientes y ubican su horizonte temporal en el reformismo borbónico.

Para el siglo XVIII podemos comenzar por las obras referentes a los Consulados

novohispanos. El caso de Guadalajara es analizado en los trabajos presentados por

Antonio Ibarra ofrecen diferentes puntos de análisis alrededor de éste como

pueden ser el estudio de la vida corporativa que se tambalea entre el Antiguo

Régimen y la modernidad reformista, los costes de transacción implicados del

control mercantil consular, una comparación con el caso del Consulado de Buenos

Aires como organizaciones producto del reformismo borbónico, e incluso

17 Valle, Consulado, 1997; Valle, Oposición, 2000; Valle, Apertura, 2003; Valle, Finanzas, 2012. 18 Basadre, Historia, 1963. 19 Rodríguez, Tribunal, 1960. 20 Parrón, Reformas, 1995. 21 Mazzeo, Consulado, 2003.

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problematiza el uso de fuentes consulares para la aproximación cuantitativa del

periodo.22

Para el caso del Consulado de Veracruz encontramos los trabajos de Matilde Souto

sobre la creación y papel del Consulado de comerciantes de Veracruz, así como el

tratado de las fuentes primarias y bibliográficas. En él se dibuja la institución

consular y la aparición de los nuevos Consulados como parte de la política

borbónica de adaptación al nuevo mundo comercial, el papel del Consulado en la

transformación del puerto, las políticas del mismo en el tráfico legal e ilegal y su

posterior actuación en el régimen independiente.23 También cabe citar el análisis y

una nueva problematización que hace Antonio García de León en su obra sobre el

puerto de Veracruz, en una visión de largo plazo, es decir, para todo el periodo

colonial, así como su estudio puntual sobre la creación del Consulado de aquel

puerto.24

El texto de Óscar Cruz rescata el acervo documental de los consulados erigidos

durante la administración borbónica, donde compila las Cédulas de erección de

todos los Consulados hispanoamericanos creados en la década de 1790.25 El

análisis del Consulado de Guatemala realizado por Michel Bertrand,26 destaca

como una exposición de fuentes y de metodología para lograr un estudio complejo

de caso. Referente al Consulado de Caracas encontramos las obras de Eduardo

Arcila sobre el papel que desempeñó la corporación a fines de la época colonial y

principios del siglo XIX.27

Pasamos así a las obras sobre el extremo austral del Continente. El libro clásico de

Susan Socolow28 centra su atención en los comerciantes de Buenos Aires dibujando

su situación dentro de entramado social del puerto, su permeabilidad en otras

clases, sus vínculos matrimoniales y de paisanaje. También diversos trabajos de

22 Ibarra, Contabilidad, 2002; Ibarra, Consulado, 2003; Ibarra, Mercado, 2003; Ibarra, Mercado, 2013. 23 Souto, Mar, 2001; Souto, Consulado, 2002. 24 García de León, Tierra, 2011; García de León, Orígenes, 2003. 25 Cruz, Régimen, 2001. 26 Bertrand, Consulado, 2002 27 Arcila, Real, 1957; Arcila, Documentos, 1964. 28 Socolow, Merchants, 1978.

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Zacarías Moutoukias29 responden a la temática mercantil bonaerense y sus

implicaciones en términos de redes y circuitos.

En particular sobre el Consulado de Buenos Aires, es imposible dejar de lado la

obra de Germán Tjarks, pionero en el tema, el cual con base en un gran trabajo de

fuentes reconstruye la vida política y económica del cuerpo bonaerense.30 Obras

más recientes son los trabajos de Liliana Crespi31 y Javier Kraselsky,32 quienes

tocan temas como la función corporativa del Consulado: su erección, problemas de

fuentes, la conformación de grupos y conflictos de interés.

Respecto a la otra banda del Río, son escasos los trabajos que podemos citar. El

libro clásico es la obra de Aurora Capillas,33 en ella se estudia el periodo anterior a

la erección del Consulado montevideano a la luz de documentación de repositorios

uruguayos, hasta llegar al periodo de la “Patria Vieja”. Podemos agregar el artículo

dedicado a la conformación de una élite montevideana a raíz de la diferenciación

entre estratos sociales a nivel económico, y también cultural, elaborada por Bernd

Schröter.34

Es pertinente revisar los textos colectivos, que tienen como centro de análisis las

relaciones del comercio agremiado con la política y la economía. Una obra de este

tipo de gran importancia es el libro coordinado por Bernd Hausberger y Antonio

Ibarra35 publicado en 2003. Éste esfuerzo colectivo se enmarca dentro de los

debates historiográficos de la vinculación de los consulados de comerciantes

hispanoamericanos con las políticas imperiales, mediados por las relaciones de

poder y redes de negocios. El horizonte temporal abarca los siglos XVII al XVIII,

por lo tanto se encuentran trabajos que analizan las diferentes coyunturas políticas

y económicas en la vida de los consulados, tanto los antiguos como los nuevos. Los

trabajos aquí reunidos giran en torno a la organización consular y su desarrollo en

29 Moutoukias, Río, 1983; Moutoukias, Réseaux, 1992; Moutoukias, Formas, 2002. 30 Tjarks, Consulado, 1962. 31 Crespi, Bases, 2002. 32 Kraselsky, Juntas, 2007; Kraselsky, Estrategias, 2001. 33 Capillas, Historia, 1962/1964. 34 Schröter, Estructuras, 1999. 35 Hausberger, Comercio, 2003.

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el tejido social y político de geografías como la Ciudad de México, Veracruz,

Guadalajara, La Habana y Lima.

El libro coordinado por en 2003 por Guillermina del Valle36 es otro esfuerzo de

análisis colectivo, esta vez restringido al espacio novohispano del siglo XVIII. El

interés gira en torno a las reformas derivadas del cambio de dinastía y sus

consecuencias en la reconfiguración de los grupos de poder, que originariamente

monopolizaba el Consulado de la Ciudad de México. El libro se divide en cuatro

grandes secciones, la primera, da cuenta de la situación de los comerciantes al

inicio del siglo separando entre los avecindados en la Ciudad de México y los de

Tierra adentro. La segunda, trata sobre las reformas borbónicas y su plan de

modificar las relaciones comerciales. La tercera, analiza las transformaciones que

las mismas reformas efectivamente tuvieron en diferentes latitudes, como Xalapa,

Cuernavaca, la Ciudad de México y la región sur de las costas del Pacífico. Por

último se hace una estimación de los resultados políticos de dichas Reformas en el

espacio de los tres consulados novohispanos.

Una obra colectiva más reciente, coordinada también por Antonio Ibarra y

Guillermina del Valle37 tiene como temática transversal el análisis de las redes y su

interacción con las instituciones a nivel hispanoamericano, entre los siglos XVII y

XIX. El interés en este libro se centra en el análisis de las redes en las sociedades de

Antiguo Régimen desde la temática mercantil. El estudio combina regiones

diversas, todas relacionadas con el Imperio hispánico, teniendo el énfasis en el

entorno novohispano pero incluyendo también la relación Mediterráneo-Atlántico

y el Río de la Plata. La dimensión dinámica de las redes sociales se hace palpable a

lo largo de todo el libro, resultando así una fuente importante de referencias, tanto

temáticas como metodológicas, de cara a la modificación de la Carrera de Indias en

el entramado imperial.

36 Valle, Mercaderes, 2003. 37 Ibarra, Redes, 2007.

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Finalmente, tenemos el libro coordinado por Nikolaus Bötcher, Antonio Ibarra y

Bernd Hausberger.38 Éste es producto de constantes acercamientos, encuentros,

coloquios y seminarios entre los colaboradores del libro. Se busca rescatar el

concepto de red y su utilidad para los diversos temas tratados por cada

investigador, pensando sobre todo en el comercio de larga distancia como eje de

integración de los cuerpos colectivos de comerciantes. Nos muestran así las líneas

de pensamiento que actualmente dirigen la historiografía sobre el tema. Se discute

desde el concepto mismo de “red” y su aplicación a una sociedad colonial del

pasado, así también la interacción, integración y prácticas en mercados, regionales,

trasatlánticos o globales.

Para finalizar las obras sobre consulados, merece la pena hacer mención de tres

obras que hacen un balance y recorrido en el largo plazo sobre la institución

consular. En estos casos no se restringen al espacio hispánico, más bien analizan

los objetivos y resultados de las política europeas referentes al comercio

restringido. Me refiero a los textos de Oscar Gelderbrom y Regina Grafe,39 Sheilagh

Ogilvie,40 y Gabriel Paquette.41 En el primero, los autores analizan la institución de

los guilds europeos en una óptica comparativa, poniendo énfasis en su composición

interior y su interacción con el exterior basándose en características como la

idiosincrasia y representación colectiva. La obra de Ogilvie se compone de un

complejo análisis de la institución gremial del comercio entre los siglos X y XVIII,

pone énfasis en los resultados e interacción con el resto de la sociedad desde el

punto de vista económico y cultural. Mientras que en su obra, Paquette observa la

complejidad del arreglo consular en el Imperio hispánico en el periodo

tardocolonial desde una arista política y cultural de su devenir histórico.

En referencia a las obras sobre el contexto revolucionario de independencia, la

producción historiográfica es bastante amplia. Para tal efecto me restrinjo a citar

un puñado de libros, que por su enfoque y geografías estudiadas nos rinden cuenta

de un análisis de conjunto que no se puede obviar en esta investigación. El texto de

38 Bötcher, Redes, 2011. 39 Gelderbrom, Rise, 2010. 40 Ogilvie, Institutions, 2011. 41 Paquette, State-Civil, 2007.

Page 17: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

12

John Lynch42 sobre las revoluciones en Hispanoamérica resulta una referencia

obligada. El eje de la obra es el proceso revolucionario a partir de la coyuntura de la

invasión napoleónica en la Península ibérica. El autor comienza por situar las

Reformas borbónicas como origen de los levantamientos ante la llamada “segunda

conquista”.

Otro libro de igual alcance geográfico es la obra de Jaime E. Rodríguez.43 Este autor

tiende a englobar el proceso revolucionario en toda Hispanoamérica para terminar

exponiendo las particularidades regionales. Los temas que aborda es el conflicto

por el vacío de poder, los proyectos de nación enfrentados y la cultura libera

decimonónica. Una obra más reciente, publicada en 2011, es la de Stefan Rinke.44

En su enfoque, regionaliza los procesos de independencia llevando de esta manera

un análisis más detallado del origen de los estados nacionales hispanoamericanos.

La obra resalta, entre muchas cosas, por integrar las diferencias nacionales en un

crisol integral del subcontinente, de esta manera enfrenta los mitos fundacionales

de las diversas naciones, acudiendo a explicaciones más reflexivas y críticas.

Podemos también citar algunos trabajos puntuales sobre los procesos de revolución

en la región rioplatense. Las obras clásicas de Tulio Halperín45 son un buen

ejemplo del entrelazamiento del análisis social y económico entre la independencia

y la conformación de la Argentina como nación. El autor, con los pies en la Historia

económica, enarbola explicaciones y narraciones sobre los sucesos en el estuario

del Plata. Para tal efecto entrelaza también aspectos sociopolíticos, así que el

análisis resulta bastante integrado. Un texto de reciente aparición es el libro de

João Pimienta.46 En esta obra se recogen los testimonios escritos en la prensa en

ambas orillas del Plata y en Brasil, de esta manera da cuenta del ambiente político y

social que la región vivía en las primeras décadas del siglo XIX y que abrirán el

camino para la conformación de estados nacionales diferenciados.

42 Lynch, Revoluciones, 2010. 43 Rodríguez, Independencia, 2005. 44 Rinke, Revoluciones, 2011. 45 Halperín, Revolución, 1972; Halperín, Guerra, 2005. 46 Pimienta, Estado, 2011.

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13

La producción historiográfica uruguaya sobre el proceso revolucionario y la

formación del Estado se conformó como campo de estudio en el siglo XX, teniendo

como eje rector el periodo artiguista. Sin embargo, gracias a la renovación

historiográfica, puede ser dividida en dos grandes grupos, tomando la mitad del

siglo pasado como punto de quiebre.47 Esta clasificación responde a una renovación

de aspectos epistemológicos y metodológicos en la investigación histórica, así como

una ampliación de las temáticas estudiadas a la luz de nuevos enfoques.

En el primer grupo de historiadores “tradicionales” podemos identificar, entre los

más célebres, a Francisco Bauzá, Isidoro de María, Pablo Blanco Acevedo y

Eduardo Acevedo Díaz. Este primer grupo de estudiosos del pasado colonial y del

siglo XIX uruguayo se puede englobar, a grandes rasgos, en un enfoque político que

rescata eventos puntuales y coyunturas que se presume determinaron el desarrollo

de la nación uruguaya.

Entre los textos que conviene rescatar para la presente investigación, encontramos

la obra de Francisco Bauzá,48 dividida en 4 tomos. En ésta, el autor hace un

recorrido desde los primeros pobladores del actual territorio uruguayo, pasando

por el descubrimiento y colonización inicial castellana, para luego plantear una

cronología de la región basándose en los gobiernos que se sucedieron durante el

periodo virreinal en Montevideo. Para el periodo de “descomposición” del orden

colonial toma como eje la política imperial que no pudo presentar una propuesta

aceptable ante el levantamiento popular, liderado por Artigas. Finalmente la

derrota de la “Patria Vieja” hace volver el orden colonial en un contexto de

injerencia de las potencias de la época y de la región.

Por su parte, Isidoro de María,49 plantea un recuento de los principales

acontecimientos montevideanos desde la fundación de la ciudad hasta la jura de la

constitución republicana, en dos tomos de que se compone la obra. Esta narrativa

47 Sobre una cronología de la producción historiográfica uruguaya que no se restrinja a la época colonial y primeras décadas del siglo XIX véase Zubillaga, Renovación, 1997; Sansón, Proceso, 2011. Ambos autores secundan la idea de una diferenciación entre la primera y la segunda mitad del siglo XX. 48 Bauzá, Historia, 1929. 49 María, Montevideo, 1957.

Page 19: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

14

resulta por demás ilustrativa porque el autor hace que los espacios cobren vida, es

decir, son las plazas, edificios, festividades y las colectividades las que toman en un

momento el protagonismo del relato. De esta manera esta obra cobra una

relevancia para conocer la vida de las colectividades montevideanas en la

dimensión de la esfera pública.

Por su parte, la obra fundamental de Pablo Blanco Acevedo50 constituye un

referente indispensable para entender el régimen colonial en la Banda Oriental

como precedente de la independencia uruguaya. En este texto se perfila el concepto

de “lucha de puertos” que ha resultado tan útil para entender el origen de la

identidad uruguaya en oposición a control bonaerense. Desde un enfoque político,

Blanco Acevedo entrelaza aspectos económicos y sociales que determinaron, desde

su óptica y desde su tiempo, la construcción de una nación como “inevitable”

consecuencia del estado de cosas imperante.

Para cerrar este grupo no podemos dejar pasar los aportes de Eduardo Acevedo

Díaz, célebre historiador que rescató el nombre de Artigas, desde una óptica

uruguaya, cuando su figura era víctima del desprecio por la historiografía

tradicional bonaerense. Para efectos de esta investigación rescatamos su obra

monumental dividida en 6 tomos.51 En ella delinea los acontecimientos políticos

más importantes del siglo XIX en la Banda Oriental. Así también recopila

fragmentos de legislación y algunas estadísticas fiscales que ayudan a dar cuenta

del proceso de construcción nacional. Para la presente investigación son útiles el

tomo primero, que comienza con el proceso de colonización hasta la campaña de

los “33 orientales”, y el tomo segundo que comienza en los gobiernos republicanos

de la década de 1830 hasta 1860.

Otros trabajos que conviene rescatar son tres obras que componen una bisagra

entre los dos grupos de historiadores. La primera fue escrita por Luis Enrique

Azarola.52 En ella se plantea, desde un enfoque tendiente a la dimensión social, la

conformación de la ciudad-puerto, su origen y desarrollo a inicios del periodo 50 Blanco, Gobierno, 1929. 51 Acevedo, Anales, 1933. 52 Azarola, Orígenes, 1940.

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15

colonial. La segunda obra es la de Carlos Real de Azúa,53 en ella se centra la mirada

en los actores principales en el devenir histórico del país. Se trata de un enfoque

desde las colectividades y de las élites, así como su caracterización con respecto al

desarrollo político de fines de la colonia y el siglo XIX. Por último, haciendo gala de

un manejo de fuentes sobre todo basado en correspondencia y documentación

militar, John Street54 sigue la pista de Artigas y su relevancia histórica en el proceso

de autonomía oriental. El resultado fue una obra que en líneas generales es positiva

para el prócer uruguayo.

En el segundo grupo, en que hemos dividido la producción historiográfica

uruguaya, conviene centrar la mirada en Juan Pivel Devoto. Este historiador

oficialista es clave en el tránsito de la historiografía tradicional hacia una de nuevo

cuño que se irá formando con el trascurrir de la segunda mitad del siglo XX. Desde

la docencia en el Instituto de Profesores Artigas y la dirección del Museo Histórico

Nacional fundó las bases de una nueva generación de historiadores. Para efectos de

esta investigación rescatamos su obra sobre el periodo colonial55 en la que toma un

enfoque tendiente al análisis de las relaciones económicas, para delinear los

procesos coloniales que devinieron en el movimiento armado de independencia de

la primera década del siglo XIX.

Un discípulo directo de Pivel Devoto fue Washington Reyes Abadie. De su

producción historiográfica tomamos el título El ciclo artiguista.56 En sus dos tomos

se sigue la figura de Artigas como dirigente del movimiento de emancipación hasta

su salida del territorio oriental en 1820. Contiene una importante cantidad de

documentos de época, sobre todo documentación militar, instrucciones y

proclamas. Se trata de una obra esencial para comprender el periodo de la llamada

“Patria Vieja” y su vinculación con el federalismo de la región.

Una segunda generación de historiadores, que atravesaron la coyuntura política de

la dictadura militar en el Uruguay, aparece como el grupo renovador de la

53 Real de Azúa, Patriciado, 1981. 54 Street, Artigas, 1959. 55 Pivel, Raíces, 1952. 56 Reyes, Ciclo, 1971.

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historiografía de ese país. Podemos diferenciar en un inicio, y a grandes rasgos, tres

grupos principales. El que componen Pedro Barrán y Benjamín Nahum; por otro

lado la dupla de Blanca Paris y Juan Oddone; y por último el grupo más

identificado con el enfoque marxista de Nelson de la Torre, Lucía Sala y Julio

Rodríguez. Entre estos grupos iniciales se formaron luego vínculos temáticos,

teóricos y metodológicos que desdibujaron las fronteras entre ellos, por lo tanto

conviene recapitular las obras que sirven para esta investigación de manera

integral.

Conviene comenzar por la tetralogía que componen los títulos: Estructura

económico-social de la Colonia;57 Artigas y su revolución agraria;58 Después de

Artigas (1820-1836);59 De la Colonia a la consolidación del Uruguay.60 Estas

obras forman parte de un mismo conjunto que busca explicar el camino de la

emancipación uruguaya desde la base material, sobre todo en torno a la producción

ganadera de la campaña oriental y sus implicaciones sociales. Bajo este enfoque

podemos encontrar también el análisis de Rosa Alonso y los citados Nelson de la

Torre y Lucía Sala,61 en ella se caracteriza a las élites en el periodo de ocupación

luso-brasileña de la Banda Oriental, sobre todo buscando encontrar los puntos de

quiebre entre facciones que detentaron el poder en la región.

Los célebres historiadores Pedro Barrán y Benjamín Nahum tienen un lugar

especial en la historiografía uruguaya. Sin embargo su producción está más volcada

hacia la segunda mitad del siglo XIX, así pues, para este trabajo recogemos su

aportación en la obra Bases Económicas de la Revolución Artiguista.62 En esta

obra los autores comienzan por plantear, desde un enfoque materialista, la

situación del estuario del Río de la Plata a finales de la época colonial, para luego

pasar así al examen de la campaña oriental y su significado a nivel social y político

con la revolución artiguista.

57 Sala, Estructura, 1967. 58 Sala, Artigas, 1978. 59 Torre, Después, 1972. 60 París, Colonia, 1973. 61 Alonso, Oligarquía, 1970. 62 Barrán, Bases, 1985.

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Así también, conviene citar a un grupo de autores contemporáneos que se

convierten en referencia obligada para esta investigación por su enfoque y temática

estudiada. Comencemos por Julio Millot y Magdalena Bertino.63 En su obra se

realiza un análisis sectorial de los diferentes episodios históricos del Uruguay:

desde el régimen colonial hasta la década de 1860. También bajo el enfoque de la

Historia económica sobresale el trabajo realizado por Inés Moraes64 para las

economías agrarias del litoral rioplatense en la segunda mitad del siglo XVIII. En

esta obra, después de una prolija discusión teórica-metodológica, se examina la

campaña rioplatense dentro del complejo sistema de fines de la colonia, sobre todo

poniendo énfasis en la producción de cueros y llevando a cabo una medición a

través del diezmo eclesiástico.

Por último la más reciente producción historiográfica para la época estudiada nos

remite a los trabajos de Arturo Bentancur para la época colonial, y a los estudios de

Ana Frega para la Independencia. Del primero rescatamos los estudios detallados

que lleva a cabo sobre la actividad portuaria en el Montevideo colonial en sus

artículos,65 así como en su libro.66 Bentancur nos ilustra sobre la actividad

portuaria de Montevideo y su reelevancia para el desarrollo de la ciudad y su pelite

mercantil. Mientras que de Ana Frega conviene mencionar su tesis doctoral,67 así

como el libro que coordinó.68 Con estos títulos la autora amplía el horizonte

temático de las investigaciones referentes a las primeras décadas del siglo XIX,

sumando así un enfoque económico y social que pueda comprender la complejidad

histórica de una manera más pertinente.

Despúes de haber hecho este recorrido sobre la producción historiográfica de la

que esta investigación se nutre y en la que busca insertarse, conviene analizar las

fuentes primarias rescatadas de los repositorios correspondientes y constituyen

parte esencial del trabajo.

63 Millot, Historia, 1991. 64 Moraes, Economías, 2011. 65 Bentancur, Provisión, 1996; Bentancur, Proceso, 2003. 66 Bentancur, Puerto, 1997. 67 Frega, Pueblos, 2006. 68 Frega, Historia, 2009.

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18

Crítica de fuentes

Las fuentes primarias utilizadas en esta investigación fueron recopiladas en el

marco del Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización Comercial,

corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”, y

constituyen parte de la Base de datos que se está elaborando con información

consular para dicho proyecto.

Los documentos consulares consultados se encuentran en el Archivo General de la

Nación, de la República Oriental del Uruguay. Dicho repositorio se encuentra

dividido en el “Archivo Judicial” y en el “Archivo Histórico”, este último es el que

nos interesa ya que contiene al “Ex Archivo General Administrativo”, compuesto

por 769 cajas y 1,573 libros que ocupan 128 metros lineales de documentación. Éste

a su vez contiene el Fondo “Consulado Real de Montevideo” que se compone de 14

libros.69

Los libros utilizados pueden dividirse en dos tipos, a saber: aquellos que contienen

información cuantitativa relativa a la contabilidad consular, y el libro 477 titulado

“Actas y acuerdos del Consulado de comercio de Montevideo, 1794-1812”.

Éste último libro, a pesar de su título, contiene diversa documentación de los años

previos a la erección de un consulado propio para el comercio montevideano,

esencialmente desde la creación del Consulado de Buenos Aires y por consecuencia

una Diputación de éste en Montevideo. Se trata de una recopilación de minutas de

reuniones de las juntas de comerciantes y hacendados, actas de acuerdos y

peticiones al Consulado bonaerense o a la Corona, y finalmente documentos

relativos a la erección del Consulado en Montevideo. Este libro resulta de vital

importancia para hacer un rastreo de la actividad de la comunidad mercantil

montevideana reunida en su “Junta de comercio”. Así también, es posible obtener

nombres de personajes que funcionaron como sus representantes ante diversas

instancias y mapear su actividad. Como se indica el título, el alcance temporal va de

69 Archivo General de la Nación, Guía, 2009, pp. 23-31; Archivo General de la Nación, Inventario, 1965, p. 15.

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19

1794 a 1812, por lo tanto es el antecedente documental directo de la creación del

Consulado.

Por otro lado, la contabilidad consular representa el grueso de la investigación e

información de archivo contenida en esta tesis, por lo tanto conviene hacer un

apunte sobre el sistema contable de “cargo y data” del Antiguo Régimen. La

contabilidad de una corporación como era el Consulado de comerciantes estaba

inserta en el orden imperial sobre el registro de las transacciones pecuniarias. Para

tal efecto se utilizaba el método de “cargo y data”, el cual una historiografía

cuantitativa inicial tendió a asemejar al sistema de partida doble de “debe y haber”,

es decir, ingresos y gastos.

Sin embargo esto resulta en un anacronismo de interpretación de la fuente. El

sistema contable de “cargo y data” es más un control interno de los oficiales

encargados de los caudales que de información hacia el exterior. Se trata de un

sistema que establece responsabilidades sobre los recursos, de ahí en término

“cargo” que se puede definir como “hacerse cargo” de los recursos.70

El error se volvió pernicioso al contemplar los libros de contabilidad menos

detallada de los Virreinatos, las “cartas-cuenta”. En ellas había partidas que no

significaban necesariamente ingresos, como puede ser las existencias del periodo

anterior, la reacuñación de moneda, o las deudas sin cobrar. El mismo fenómeno

pasaba con las “datas” al asemejarlas a gastos, aunque en la realidad no

respondieran a éstos, ejemplo de ello son las transferencias entre cajas.71

Sin embargo, considero que el sistema de “cargo y data” aplicado a una

corporación, como fue el caso de los Consulados de comerciantes, nos acerca de

manera pragmática a la organización financiera interna y externa de ésta. El peligro

de encontrar ingresos y gastos donde no los hay disminuye al tratarse de una

corporación “cerrada”, es decir, sin trasferencias a su interior que pudieran sesgar

la observación. Por otro lado, los recursos consulares fueron siempre una presa de

los gobiernos en turno, por lo tanto en el caso de empréstitos por parte del 70 Sánchez, Corte, 2013, p. 19. 71 Ibid., pp. 16-17.

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20

Consulado, el registro es explícito al asentarlo en las “datas” y, si es el caso de que

los recursos prestados fueran captados por el Consulado y luego puestos a

disposición de la instancia gubernamental correspondiente, a la par se asentaban

en los “cargos” y luego en las “datas”.

Por el lado de los ingresos, es de relevancia notar que el registro de los papeles de

crédito, tales como libranzas, no era registrado dentro de las columnas

correspondientes para la sumatoria, más bien se anotaba al margen a la espera de

ser efectivamente cobrada. De esta manera podemos observar que en los cortes

anuales de cada libro contable al final se puede diferenciar entre los recursos

líquidos y los recursos “en papel”. Otro rubro importante a considerar es que los

derechos consulares, como el arqueo y la avería, por veces eran tomados por el

gobierno en turno, ya fuera total o parcialmente. El registro se realizaba de manera

explícita, poniendo la cantidad efectivamente ingresada por dichos conceptos.

De esta manera creo que, tratándose de la contabilidad consular, el sistema de

“cargo y data” nos revela el esqueleto financiero de la corporación de manera muy

cercana a la realidad, es decir, mediante el registro de las sumas efectivamente

ingresadas y gastadas. Claro el objetivo principal de la corporación consular no era

obtener un saldo favorable cada vez mayor, más bien tenía el objetivo de control

sobre el tráfico vía la información que estos indicadores le proveían, tomando así

una ventaja al poseer el monopolio del control comercial.

Una vez hecha la salvedad sobre el sistema contable, conviene describir cada uno

de los libros utilizados para recrear la trayectoria cuantitativa del Consulado. El

periodo activo de éste va de 1812 a 1838, aunque tenemos dos lagunas de

información. La primera corresponde a los meses de junio de 1814 a febrero de

1815, correspondiente a los meses de gobierno porteño en Montevideo, una vez que

las fuerzas realistas entregaron la plaza. En este periodo el gobierno desapareció la

institución consular como medida de unificación entre los dos puertos. La segunda

brecha de información incluye todo el año de 1817 hasta el mes de agosto de 1818.

Este es el periodo de transición entre el gobierno artiguista y la dominación

portuguesa en Montevideo, sin embargo este hecho no explica la falta de datos ya

Page 26: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

21

que el Consulado no dejó de funcionar, por lo que simplemente podemos advertir

el extravío de los libros contables para este periodo.

Así pues, los diferentes libros contables gozan de cierta homogeneidad, sobre todo

a partir de 1818, sin embargo hay algunos rubros que conviene rescatar para tener

una visión general de las fuentes. El registro se realizaba en columnas separadas,

una para el título del rubro a anotar, luego la descripción de éste, seguido por la

cuantía separada según se tratara de un “cargo” o una “data”. Los números se

registraban también en diferentes columnas, una para pesos y otra para reales

incluyendo sus fracciones o decimales. Hacia finales del periodo cisplatino se hace

la conversión a reais, práctica que desaparece con el arribo de la República

independiente.

Los registros de arqueo son de periodicidad mensual, sin contar los registros entre

1812 y 1813 donde se detalla el derecho que pagó cada buque. Por su parte, el

registro del derecho de avería es siempre mensual, consignando las veces que los

caudales no se remitieron efectivamente detallando la razón. Los balances anuales

se realizaron en el mes de mayo hasta 1828, año donde se extiende el corte hasta

diciembre y empatando así el año civil con el año contable a partir de 1829. En el

periodo cisplatino, dentro de las “datas” se consignan individuos a quienes se les

pagó alguna cantidad por concepto de sueldos u obras para el Consulado,

constituyendo una buena fuente de nombres, para esto también sirven las portadas

incluidas al iniciar el año contable donde se consigna el funcionario a cargo de la

contabilidad.

Entonces, una vez expuestas las bases sobre las que se desarrollará la investigación,

sólo resta remarcar su importancia en el marco de la producción historiográfica

actual. La investigación reciente ha volteado a buscar en el ocaso de los imperios

coloniales el reacomodo de las fuerzas productivas y mercantiles que determinaron

el derrotero seguido por la geopolítica del siglo XIX. La emergencia de nuevas

naciones en Hispanoamérica se concibe entonces como parte integral del campo de

enfrentamiento entre potencias, teniendo en su interior dimensiones del conflicto

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22

que no pueden ser entendidas si no bajamos la escala de observación a temáticas

particulares.

Sin embargo, esta disección del problema pierde el objetivo si no se realiza en las

diferentes latitudes con un cierto grado de armonía, el cual haga posible su

interacción y paulatina integración en un mismo campo de análisis. Así pues, el

objetivo se centra en la posibilidad de rendir cuentas de los procesos de larga

duración que se mostraron trascendentales, así como en la posibilidad de

establecer vínculos entre regiones a través del análisis de redes y, su ulterior

conformación como modelos de interpretación de inserción política y económica en

los procesos de globalización.

Así pues, esta investigación se suma a dicho esfuerzo, haciéndolo desde un paso en

desventaja. Por lo tanto conviene entrar en materia, esperando que el resultado se

nutra de los avances temáticos y metodológicos de las investigaciones actuales y

que tienda a cerrar la brecha, aumentando a la vez el acervo de conocimiento sobre

la problemática.

Page 28: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

23

En los márgenes: La Carrera de Indias

y el Río de la Plata

A la región rioplatense se le puede considerar “marginal” en el arreglo imperial

hispánico de los siglos XVI-XVIII desde diversos aspectos. Por un lado, su

ubicación en el extremo austral del continente hizo que la penetración inicial de la

colonización castellana, la cual tuvo su centro alrededor del Caribe, fuera más o

menos tardía. Un mejor indicador de la marginalidad estuvo dado por la ausencia

de sociedades originarias complejas, jerarquizadas y sedentarias, como fue el caso

de Imperio Inca o las culturas mesoamericanas, este fenómeno sumado a la falta de

yacimientos de metales preciosos, retrasó el impulso peninsular de ocupar

efectivamente los territorios e integrarlos al sistema de intercambio comercial con

la metrópoli.

Por lo tanto, durante los primeros años de dominio colonial, la región se integró de

manera casi residual al sistema comercial, denominado como La Carrera de

Indias, organizada desde la metrópoli bajo los objetivos formulados por el régimen

castellano. Es más, si consideramos los datos oficiales sobre remesas y

embarcaciones, la integración inicial de la región del Plata en el siglo XVII fue

durante el periodo de estancamiento o declive en los niveles de transacciones.72

Los principales centros poblacionales en la América austral fueron fundados en el

siglo XVI, pero consistían más en enclaves estratégicos y fuertes militares,

dependientes de las transferencias de la capital del Virreinato del Perú, que en

verdaderos centros de despliegue económico y polos de atracción poblacional. En

1536 se funda Santa María del Buen Ayre, aunque es desocupada en 1541, año en

que son fundadas Santa María de la Asunción y Santiago de la Nueva Extremadura.

Por su parte Córdoba de la Nueva Andalucía fue fundada en 1572, seguida en 1580

por la refundación de Buenos Aires.

72 Véase Hamilton, American, 1934; Chaunu, Seville, 1955-1960; y García-Baquero, Cádiz, 1976. Para un punto de vista opuesto sobre el siglo XVII véase Morineau, Incroyables, 1985. Mientras que una discusión sobre la decadencia del comercio de Indias en el siglo XVII se encuentra en Oliva, Metrópoli, 2005.

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24

Estos núcleos poblacionales fueron partícipes del sistema comercial de forma

marginal, y sobre todo dependientes del tráfico dirigido hacia el Alto Perú. Por lo

tanto conviene delinear las directrices esenciales de la Carrera de Indias, sistema

comercial que se configuró con el transcurrir de la primera mitad del siglo XVI y

que duraría, más o menos bajo las mismas condiciones, hasta el último tercio del

siglo XVIII. De esta manera se podrá entender el papel que el litoral rioplatense

jugó en la economía interior y exterior de la región.

El control y el monopolio: La Carrera de Indias

El estudio del arreglo económico del régimen castellano en América nos arrastra

hacia el estudio del sistema jurídico sobre el cual funcionó el pacto colonial, es

decir, la transformación de la legislación castellana, la cual aplicada en ultramar se

convirtió en el Derecho Indiano.73 El sistema se basaba en un esquema fundado en

las regalías que la Corona tenía en los territorios americanos y que bajo un

régimen patrimonialista definirían su política de poderes, derechos y facultades

dentro del régimen monárquico.74

Dentro de este esquema, la contrapartida de los agentes particulares eran los

privilegios reales, mismos que dentro de una sociedad corporativa como era la de

Antiguo Régimen, dotaba de grandes prerrogativas a estos cuerpos, derivados de

las funciones y favores que desplegaban en beneficio de la Corona. Un ejemplo

claro de esto son las mercedes reales otorgadas a los adelantados al inicio del

periodo de colonización, llegando a colocarlos en una posición elevada como una

aristocracia de ultramar.75

En referencia al tráfico de ultramar, desde los inicios de la colonización la Corona

buscó mantener un control estricto, ya fuera de personas o de mercancías.

Diferentes políticas aplicadas de manera más o menos juiciosa, como la de permitir

el paso a las Indias sólo a los súbditos castellanos o la de restringir los tipos de 73 Ots Capdequí identifica al Derecho Indiano como las reglamentaciones dictadas desde la metrópoli para las particularidades americanas, teniendo un carácter adaptativo a la realidad colonial, siendo éste la fuente jurídica que privó, mientras que el Derecho meramente castellano tuvo un carácter supletorio. Véase Ots Capdequí, Estado, 1994, pp. 11-14. 74 Ots Capdequí, Estado, 1941, p. 34. 75 Ibid., pp. 22-24.

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25

mercancías traficadas, fueron mecanismos con los que la Corona buscó mantener

su dominio. Pero la política de puerto único fue la gran insignia de su estrategia de

vigilancia y control del tráfico de ultramar.76

La elección de Sevilla como puerta de entrada y salida para el tráfico comercial

colonial, aplicada con algunas particularidades,77 se explica por diferentes factores.

La decisión fue discutida y debatida, Sevilla se elevó como centro operacional

debido a su calidad de “puerto interior”, contrario a su competidor, y de buena

manera complemento, Cádiz. Sevilla presentaba una mejor defensa ante ataques

extranjeros o piratas, como bien se demostró a fines del siglo XVI por Drake y el

Conde de Essex.

Por su parte, los defensores del puerto gaditano argumentaban que remontar el

Guadalquivir era un trayecto demasiado peligroso y ocioso, sortear la Barra de

Sanlúcar y el camino de 100 kilómetros río arriba hacían que se retrasara la salida

efectiva hacia las Indias.

Pero la elección de Sevilla tenía también razones económicas y políticas, en ella

confluían diferentes rutas comerciales de la Península desde hacía ya tiempo,

dándole un carácter cosmopolita, era parte de circuitos mercantiles con África y el

resto de Europa.78 A la vez, era el centro de una región altamente productiva de

trigo así como de vinos, aceites y lana.

Por su parte Cádiz era un puerto casi aislado en una península, era paso de la ruta

que conectaba el Mediterráneo con el Mar del Norte, pero como ciudad era de

dimensiones modestas y a pesar de ser un mejor puerto natural, su infraestructura

era reducida.

En 1503 se erigió la Casa y Audiencia de Indias, comúnmente llamada Casa de

Contratación, con sede en Sevilla. Ésta tenía entre sus principales tareas fomentar y

76 Haring, Comercio, 1939, p. 5. 77 Por ejemplo la llamada Tabla de Indias con la cual los mercaderes gaditanos podían embarcar un tercio de las mercaderías destinadas al Nuevo Mundo, o la posibilidad de embarcar mercancías en el mismo puerto de Cádiz, siempre bajo el escrutinio, registro y control de un funcionario dependiente de la Casa de Contratación de Sevilla. 78 García-Baquero, Sevilla, 1992, tomo I, p. 124.

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26

regular el comercio con el Nuevo Mundo, objetivo para el que debía llevar un

registro estricto de las operaciones de tráfico hacia las Indias así como del

comportamiento del mercado. Estaba integrada por tres funcionarios principales,

un tesorero, un contador y un factor.79

En ella se registraban todos los navíos que habrían de partir para las Indias y todos

los que de éstas regresaban, conformando así parte del aparato fiscal de la Corona.

Para tal efecto, las primeras disposiciones hacían que los buques tuvieran que

remontar el Guadalquivir, registrar ahí su salida y volver a bajar para salir hacia las

Indias. Este trámite podría resultar engorroso e incluso peligroso, sobre todo

cuando los buques comenzaron a tener dimensiones mayores.

Para sortear este inconveniente, que podía llegar a tomar hasta un mes, se dispuso

que los buques pudieran registrarse en Cádiz frente a un funcionario dependiente

de la Casa en Sevilla, al cual se le llamó visitador.80 Este puesto significaba una

sumisión de los intereses gaditanos a los sevillanos, sumado a la condición de que

en viaje de retorno todos los buques abrían de llegar directamente hasta Sevilla.

Los encuentros y desencuentros entre el puerto fluvial y el puerto de mar serán una

constante que se expresará en la política Real sobre el tráfico indiano.

En la práctica, el sistema de la travesía de ultramar, y que habrá de durar hasta la

libertad de comercio de siglo XVIII, fue el de Flotas y Galeones. El objetivo era de

garantizar un trayecto atlántica más seguro, por un lado mediante la protección

contra los ataques enemigos, así como la de asegurar un camino inequívoco hasta

América, ya que los convoyes iban encabezados por una embarcación dirigente

llamada la “capitana”, mientras que otra, llamada la “almiranta”, iba al final del

convoy encargándose de acarrear a todos los buques.81

El sistema se componía de dos convoyes diferentes que salían anualmente, uno

hacia la Nueva España, llamado comúnmente “La Flota”, que debía partir en

primavera, atravesar el Caribe para finalmente arribar al puerto de Veracruz. El

79 Haring, Comercio, 1939, p. 11. 80 Ibid., p. 10. 81 Ibid., p. 253.

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27

otro, llamado de “Tierra Firme” o simplemente “El Galeón”, partía en verano con

destino al Istmo de Panamá, específicamente a Portobelo y Cartagena de Indias,

con destino final a Lima, después de surcar el Pacífico y arribar a El Callao.82

Ambos convoyes eran acompañados por la Armada de Indias, buques de guerra

destinados a la protección y financiados con el derecho de avería, rubro que en un

principio era administrado por la Casa de Contratación y luego será administrado

por el Consulado.

El régimen de Flotas y Galeones se mostró efectivo para lograr el control y

protección de los convoyes, los peligros, naturales y humanos, eran sorteados con

cierta efectividad. Pero resultó un régimen lento, costoso, incapaz de responder a la

demanda en ultramar y no exento de riesgos en los cuellos de botella como era el

triángulo creado por las Azores, Cabo Verde y Cádiz o en las Antillas.

Las políticas mercantilistas que permeaban el régimen castellano ubicaban los

territorios americanos como mercados complementarios dentro del entramado

peninsular. Eran reservados a los súbditos de la metrópoli, quienes debían de surtir

las mercaderías necesarias a las nacientes poblaciones del otro lado del Atlántico, la

producción colonial se orientaba a la producción de metales preciosos y sólo de

manera complementaria a la producción de bienes que se carecía en la Península.83

La reglamentación prohibía el comercio intracontinental, restringía el tráfico de

mercaderías que rivalizara con las exportaciones de la Península. Esta política

desarrolló un tráfico ilegal, tolerado en mayor o menor grado por las autoridades a

uno y otro lado del Atlántico, y mediante diversos mecanismos. En América

observamos un nivel remarcable de contrabando sobre todo en puntos de difícil

control como en El Caribe o en Buenos Aires.84

Por otro lado, también existía el problema de controlar quiénes eran los

particulares que efectivamente participaban del comercio ultramarino. Cabe hacer

la diferenciación entre los simples comerciantes y los llamados “cargadores”,

82 Ibid., pp. 252-255. 83 Haring, Comercio, 1939, pp. 161-163. 84 Ots Capdequí, Estado, 1941, p. 40.

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28

quienes eran los particulares que efectivamente podían comerciar con las colonias

americanas, éstos tenían una red de contactos que posibilitaba llevar a buen

término los negocios.

Como dijimos más arriba, los extranjeros85 estaban formalmente excluidos del

negocio comercial, pero existían diferentes mecanismos para sortear este

impedimento. Uno de los más utilizados era el de los llamados “metedores”, éstos

eran comisionistas que utilizaban su nombre para cargar mercaderías de

extranjeros en las flotas, siendo así una suerte de prestanombres en conveniencia

con los comerciantes de naciones diferentes.

Los actores particulares envueltos en el comercio de ultramar, como podemos

observar, para nada fueron pasivos receptores de las disposiciones reales, más bien

tuvieron un papel activo en la toma de decisiones de la política comercial. Para tal

objetivo, la representación corporativa en el Antiguo Régimen era el arma más

valiosa, resultó así que los comerciantes se agruparan en gremios, llamados

genéricamente los Consulados de Mar.

Entre la dimensión pública y la privada: el arreglo consular del

Antiguo Régimen

La asociación gremial, en forma general, engloba individuos que comparten

características y propósitos comunes. Como características aparecen la religión,

paisanaje, cultura, convicciones políticas, pero por mucho, es el oficio la

característica más aglutinante. El tipo de asociación gremial más difundida, fuera

de las asociaciones religiosas, en la Europa pre-moderna y moderna se dio en el

sector productivo, alrededor de actividades industriales y proto-industriales en

medios urbanos. 86

85 El término “extranjero”, para el caso de estudio, resulta bastante ambiguo, en un primer momento se restringió el comercio a los súbditos de la Corona de Castilla, luego se amplió también para los de la Corona de Aragón, así también para los demás reinos o provincias que en algún momento fueron dependientes de la unión dinástica. 86 Ogilvie, Institutions, 2011, p. 19.

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29

Los gremios en el sector terciario fueron formados por comerciantes al por mayor

interesados en la ganancia de comerciar bienes no producidos localmente y que

vendían a intermediarios, instituciones, productores industriales, gobierno, pero

no al consumidor final.87 Los gremios comerciales fueron una forma de paliar

distintas dificultades para el comercio de larga distancia como fueron: la

inseguridad de la travesía, el cumplimiento de contratos, el acceso a la información,

volatilidad de la economía y la representación frente al estado.88

Los gremios comerciales en Europa los encontramos en la Baja Edad Media, si bien

se pueden rastrear antecedentes en la Antigüedad Clásica pero la insuficiente

documentación deja duda sobre el verdadero papel y características de estos

grupos.89 Es a partir del año 1000 que podemos dibujar de manera más precisa las

líneas de una asociación gremial dedicada al comercio gracias a la documentación

de principados y municipalidades.90

El origen de los Consulados de comerciantes en el mundo hispánico se puede

encontrar hacia fines del siglo XIII dentro de la región catalana y valenciana,

integrante de la Corona de Aragón en la época.91 Su llegada a Castilla obedece al

crecimiento y a la expansión económica derivada del comercio ibérico, europeo,

africano y, ulteriormente, americano.92

La aparición de estos cuerpos deriva, siguiendo a Robert Smith, de una carencia en

dos frentes por parte del gobierno Real: por un lado era incapaz de garantizar la

defensa, protección, justicia y cabal cumplimiento de los derechos de propiedad

sobre las actividades mercantiles marítimas.93 En segundo lugar, esto redundaba

en un detrimento de la condición económica de los marinos y mercaderes,

87 Ibid., p. 19. 88 Ibid., p. 2. 89 Ibid., p. 20. 90 Incluso algunos historiadores pueden datar el origen de estos gremios por siglos: en Inglaterra en el siglo X, en el norte de Francia, Países Bajos y Norte de Alemania en el XI, en Italia en el XII y finalmente en la región ibérica en el siglo XIII. Véase Ogilvie, Institutions, 2011, p. 21. 91

En 1283 Valencia integró su Consulado por privilegio real, seguido por Mallorca en 1343,

Barcelona en 1347, Tortosa en 1363, Gerona en 1385 y Perpiñán en 1388. Smith, Historia, 1978, p. 20. 92 Smith, Historia, 1978, p. 14. 93 Ibid., p. 13.

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30

resultando entonces que los interesados se consolidaran en gremio para procurar

su progreso como grupo económico.

Así encontramos una doble cara o funcionamiento de la organización consular,

como tribunal mercantil, función adquirida por los consulados desde el principio

de su evolución,94 y por otro lado, como una asociación gremial en la cual eran

representados como grupo estamental, los más grandes comerciantes residentes de

una ciudad, en su mayoría de tipo portuarias, formando parte importante del

gobierno de ésta.95

Esta doble función podría servir para analizar el Consulado en dos frentes, pero

sería un error disociar una función de la otra ya que son producto del orden

mercantil en un arreglo económico, político y social dentro del entorno comercial

de fines de la Edad Media y del inicio de la globalización económica que significó el

descubrimiento de América para Europa y el para resto del mundo.

Históricamente, en su origen, la asociación gremial antecede al establecimiento de

un tribunal mercantil, pero esta relación no fue siempre unidireccional.96 Dicha

relación forma parte de un conjunto de relaciones políticas y económicas ante un

estrato social emergente que estaba ligado a su representación frente a la Corona y

frente al conjunto social.

Por otra parte, la función del Consulado como tribunal mercantil le daba una valía

para el conjunto de comerciantes porque dirimía los pleitos entre éstos de manera

sumaria. Se encaraban las partes en pugna, se presentaban sus argumentos y al

final se buscaba una solución rápida y conciliatoria. Así las transacciones no se

veían interrumpidas y el nivel de negocios en general era afectado en la menor

94

Ibid., p. 12. 95 Importante rescatar que el paso hacia la asociación gremial que significaban los consulados se inscribe dentro de la modalidad comercial donde los mercaderes eran sedentarios, el mercader itinerante o viajero que se movía junto con las mercaderías difícilmente desarrollaría la pertenencia a un grupo avecindado en una ciudad. Smith, Historia, 1978, p. 13 96

Como se podrá observar más adelante, en la erección del Consulado de Lima donde se argumenta que el gremio comerciante no estaba constituido al momento de la primera petición a la Corona de un consulado propio, hecho por el cual se retrasa la efectiva creación de éste. Véase Rodríguez, Tribunal, 1960, pp. 12-20.

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31

proporción posible. La conveniencia de contar con un órgano privativo y

especializado para la aplicación de justicia es uno de los argumentos más

frecuentes en las diferentes peticiones al Rey de consulados propios.97

El modelo de Consulado que habrá de seguirse en la Carrera de Indias será el de

Burgos, en éste el Tribunal se componía de un prior, cabeza titular del gremio, y

dos cónsules. La elección de éstos llegó a variar, según el caso y el tiempo, con

mecanismos que incluían una votación indirecta, el azar mediante sorteo y la

alternancia entre facciones.98 En referencia al juez de apelación, el común fue que

éste fuera una autoridad del gobierno Real, gozando así de una autoridad elevada.

Para el caso particular de Sevilla, la elección se realizaba mediante asamblea donde

se votaba por 30 electores, éstos determinarían los cargos de prior y cónsules,

mientras que el juez de apelaciones era miembro de la Casa de Contratación.99

En cuanto al proceso para dirimir disputas, el principal objetivo era evitar que el

proceso se alargara y provocara un mayor conflicto, por lo tanto se buscaba que las

partes llegaran a un acuerdo inmediato. Si esto no era posible se iniciaban los

exámenes de testigos y finalmente el Tribunal daba su veredicto, el cual para el

caso de los consulados castellanos bastaba con el voto mayoritario entre prior y

cónsules.100 Las apelaciones tenían un plazo de diez días, el juez de apelaciones

consultaba con otros asesores diferentes a los que tenía el Tribunal, siendo

necesario que el pleito fuera mayor a mil pesos para ser apelable.101

La capacidad coercitiva del Tribunal consular era grande, mediante un mecanismo

de fianzas podía garantizar el cumplimiento de las sentencias, e incluso podía

recurrir al arresto y/o confiscación de los bienes de los inmiscuidos en el pleito,

recurriendo así también a la subasta pública.102

97

Noejovich, Institución, 2003, p. 30. 98 Smith, Historia, 1978, p. 32. 99 Ibid., p. 32 100 Smith, Historia, 1978, pp. 35-36. 101 Ibid., p. 37. 102 Ibid., p. 38.

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32

La jurisdicción del Consulado fue siempre un punto de conflicto con otras

potestades como el cabildo, el ayuntamiento o la Iglesia. En un inicio el Consulado

sólo debía encargarse de pleitos referentes a la propiedad o administración de

embarcaciones y mercancías transportadas por mar, luego su poder se amplió a

toda actividad mercantil incluso terrestre.103

Por otro lado, la personalidad jurídica de quiénes podían ser juzgados por el

Tribunal consular fue otro punto de choque, en general la estratificación social

dictaba que el demandante debía seguir el fuero del demandado, resultando así que

en los pleitos no sólo se veían comerciantes sino también mineros, miembros de la

burocracia, armadores, marineros, etc.104

La asociación gremial se observa históricamente como la forma de asociación

básica con miras a incrementar los ingresos derivados del comercio en las ciudades

con mayor movimiento mercantil. Su unión le daba un poder de negociación que

como individuos aislados difícilmente podrían haber logrado. La forma más clara

del poder económico y político logrado fueron los privilegios reales, tales como

como el monopolio mercantil en el Atlántico y la facultad de cobrar y administrar

algunos derechos específicos derivados de éste.

Pero dichos privilegios tenían una contrapartida para el monarca: la capacidad de

disponer de un cuerpo sólido e integrado, si bien al interior no estaba exento de

conflictos, que facilitaba recursos económicos por medio de préstamos directos con

medios propios o mediante la captación y redirección de recursos ajenos.

Para el caso del Consulado de Sevilla, desde 1525 comienza a haber inquietudes por

el establecimiento de un Consulado propio. Los motivos fueron principalmente que

los niveles de transacciones, y de pleitos derivados, estaban rebasando la capacidad

de la Casa de Contratación.105 En 1543 el Rey concede la formación del cuerpo

consular en Sevilla. Dicho cuerpo se componía de los comerciantes de ultramar que

103 Ibid., p. 39. 104 Ibid., p. 41. 105 Ibid., p. 121.

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33

decidieran afiliarse, siendo así la asociación opcional. Los más grandes

comerciantes estaban representados en dicho gremio.

Pronto comenzaron las pugnas por la superposición de atribuciones con la Casa de

Contratación, uno de los rubros más importantes fue el cobro del derecho de

avería. En general las relaciones entre la Casa y el Consulado funcionaron en

complementariedad, la Casa pedía consejo al Consulado, éste con el tiempo fue

cobrando una mayor fuerza, llegando a necesitarse su aprobación para las

decisiones de la Casa de Contratación.106

Para ser miembro del gremio en el caso del Consulado de Sevilla era necesario ser

cargador de Indias, contar con al menos veinticinco años de edad y ser casado o

viudo.107 El gremio se componía, además del prior y cónsules, de cinco diputados

elegidos de entre los miembros. Al terminar su cargo, los priores y cónsules

funcionaban como consejeros. Durante su gestión, los priores y cónsules gozaban

de un salario, en general, el prior ganaba hasta el doble que los cónsules.108

Poco a poco el Consulado fue extendiendo sus atribuciones, con esto el personal

requerido fue creciendo, ya fuera con funcionarios fijos o temporales y

extraordinarios.109 La vida del Consulado se centraba en los miembros del

Tribunal, eran poco frecuentes las asambleas plenarias mas que para la elección de

los cargos principales, así entonces los personajes que primaban eran el prior, los

cónsules, los diputados defensores de mercaderías y los consejeros.110

La política de control de la Corona mediante los mecanismos de monopolio

comercial y de puerto único será también el punto nodal de la funcionalidad

consular. La Armada de Indias será el principal indicador de este binomio entre

autoridad Real y mercaderes, teniendo el derecho de avería como su método de

financiamiento.111 El monto de este derecho se determinaba por el Consejo de

106 Ibid., p. 126. 107 Ibid., p. 60. 108 Ibid., p. 60-62. 109 Ibid., p. 62. 110 Ibid., p. 63. 111 Ibid., p. 128.

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34

Indias, el cual negociaba con el Consulado, llegando a variar entre el uno y el siete

por ciento del valor de las mercaderías embarcadas.112

La contrapartida americana del sistema peninsular estuvo situada en los puertos de

Veracruz para Nueva España, y de El Callao-Lima para el Virreinato de Perú. Así

pues, se extendió el privilegio consular a los territorios de ultramar a fines del siglo

XVI y principios del XVII, ubicando los Consulados en las cabeceras de los dos

Virreinatos.113 Bajo este arreglo, se buscó mantener el esquema monopólico y de

control con puertos bien definidos y exclusivos para el tráfico indiano. Los

comerciantes agremiados, a uno u otro lado del Atlántico, utilizaron el cuerpo

consular como instrumento de representación y presión hacia la Corona, el

mantenimiento del monopolio fue una de las prerrogativas más buscadas.

El Consulado de Lima tuvo la particularidad, en un principio, de ser más un

tribunal que un gremio.114 La búsqueda de la administración de justicia,

jurisdicción propia y ejercicios sumarios se mostraron más apremiantes que la

representación gremial. Como cuerpo actuaron en consonancia con el Virrey al

sufragar los gastos urgentes mediante donativos, préstamos y financiamiento de

obras públicas como el mejoramiento del puerto de El Callao.115

Pero resultaría una simplificación pensar que sólo la función jurisdiccional

importaba en el actuar del Consulado, de ser así el Consulado se hubiera asentado

112 Ibid., p. 128. 113 En 1592 se creó del Consulado de Mercaderes de México, mientras que en 1613 se hizo lo propio con el Consulado de Lima. Smith, Historia, 1978, p. 27. 114 Basadre, Historia, 1963, p. 11. 115 La fundación del Consulado limeño consta de dos episodios remarcables. En 1592 el Cabildo eleva una petición de un Consulado propio, la cual suscriben 13 miembros de la élite comercial, con la justificación de la necesidad de un tribunal que regule los pleitos mercantiles. El Rey autoriza su creación pero ésta no ocurre, sino hasta 1613 y gracias a una nueva petición. Como explicación de este hecho podemos considerar un posible temor del Cabildo al poder que pudiera cobrar el Consulado. Una explicación más plausible es que esa primera petición no fue secundada por un número importante de comerciantes, como si se observó en 1613, la cual firman 66 mercaderes, de los cuales sólo uno se encontraba en la petición de 1592. Esto demuestra un grupo más plural, más abierto y mejor representante del comercio en sí, no de los miembros del Cabildo. Esta explicación se confirma si consideramos que en 1613 el Cabildo se mostró renuente de la fundación del Consulado, posiblemente porque escapaba de su control. Véase Rodríguez, Tribunal, 1960, pp. 17-23.

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35

en Portobelo y no en Lima.116 El Consulado agrupó a los más altos comerciantes,

constituyéndose así en un cuerpo de élite que buscó la manera de negociar con el

Virrey y darle una personificación al comercio mismo. Restringió el acceso al

comercio ultramarino, controló las vías de comercio interior y tuvo una cúpula

rectora que tomaba decisiones convenientes a ella misma sin consultar a los

escalones más bajos dentro del cuerpo mercantil.117

Como tribunal tenía la obligación de conciliar las pugnas mediante un sistema

“amigable”, en caso de ser esto imposible, debía juzgar de manera expedita para no

entorpecer el tráfico. Como cuerpo debía vigilar el buen cumplimiento de las

disposiciones reales, la administración y cobro de derechos, combatir el

contrabando y preparar debidamente tanto a la flota mercantil como a la Armada

de Tierra Adentro necesaria para la defensa del convoy.

El sistema consular que envolvía la Carrera de Indias estaba conformado para

mantener el control y el monopolio por parte de estos grandes cuerpos

representantes de una élite comercial, en ambas orillas del Atlántico, que habría de

presionar a la Corona para el mantenimiento del privilegio. El control del tráfico

estaba unido a un control de los precios con miras a incrementar las ganancias, así

pues los cargadores buscaban retrasar la salida de las flotas para incrementar los

precios finales de venta, esto fue medianamente conseguido, siendo una causa del

elevado tráfico ilegal y contrabando que en regiones como en el Río de la Plata era

de proporciones considerables.118

El Consulado de Lima fue un cuerpo de gran poder, buscó que todo el tráfico, tanto

al exterior como al interior se hiciera por los canales que él controlaba, resultando

que la entrada de mercancías por la región del Plata fuera una actividad

inicialmente combatida. Su organización interna se concentró alrededor de un

reducido número de notables, el cual restringió el acceso de otros miembros que no

pertenecieran a esa cúpula.119 Como Tribunal, tenía injerencia hasta en el comercio

116 Rodríguez, Tribunal, 1960, p. 8. 117 Ibid., p. 10. 118 Smith, Historia, 1978, p. 125. 119 Rodríguez, Tribunal, 1960, pp. 9-10.

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36

más menudo, controlado por el grupo poderoso. Los intereses políticos primaban

sobre los económicos, la coordinación de intereses con el gobierno virreinal le

garantizaba el seguir obteniendo ganancias del tráfico comercial a pesar de proveer

de préstamos de manera continua a la administración Real.120

Bajo este esquema económico-político será donde la región del Plata se incorporará

al sistema comercial imperial, teniendo dos dimensiones principales, al interior del

Virreinato y al exterior, es decir, de ultramar.

El Río de la Plata se suma al entramado comercial

El elemento impulsor de la conquista y colonización inicial de los territorios

australes del continente fue la búsqueda, o exportación, de metales preciosos y la

ocupación efectiva del territorio. Para fines del siglo XVI existían tres grandes

distritos administrativos: Cuyo, Tucumán y Río de la Plata, hallándose sujetos en el

orden político y judicial al Virreinato del Perú, acordando que Cuyo dependería de

la Audiencia de Lima, mientras que Tucumán y Río de la Plata responderían a la

Audiencia de Charcas. A partir de 1617 se dividió la gobernación del Paraguay y del

Río de la Plata, teniendo a Buenos Aires como residencia del gobernador y teniendo

bajo su jurisdicción la Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe, Chaco y la

Patagonia.

Desde inicios de la colonización hasta ya muy entrado el siglo XVIII sólo las

provincias con actividades directamente ligadas al centro dinámico exportador del

Potosí lograron mantener un nivel de actividad económica que posibilitara la

creación de núcleos poblacionales, provocando así, que la región en su conjunto,

resultara poco atractiva para el flujo de mano de obra y de capitales. Se constituyó

así como una “puerta trasera” de salida de metales preciosos y entrada de esclavos,

su flujo reducido pero constante hizo que Buenos Aires superara en importancia

económica a Asunción a mediados del siglo XVII.121

120 Ibid., pp. 11-12. 121 Garavaglia, América, 2005, p. 203.

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Fue posible la creación de un mercado al interior capaz de sostener intercambios al

interior del Virreinato, no sin olvidar que el objetivo cera la producción y salida de

plata del Potosí. Por otra parte, al considerar los géneros importados por el

Virreinato, mismos que se componían principalmente de textiles de calidad

elevada, esclavos así como hierro,122 nos rinden cuenta de una región altamente

independiente, sólo importadora de bienes suntuarios manufacturados o de

imposible provisión al interior. Encontrando entonces que la provisión de los

demás bienes es producto de un mercado interior interconectado con los núcleos

poblacionales que la componen y que demandan encadenamientos productivos

entre ellos. 123

El funcionamiento de dicho mercado interior obedece a las directrices elaboradas

desde la metrópoli, por lo tanto tendrá dos “polos de crecimiento”, Lima y El

Potosí.124 Este concepto engloba dimensiones derivadas de la alta concentración

poblacional, la cual a su vez surge como consecuencia de la dupla producción-

consumo, pero también se debe considerar la dimensión político-administrativa

con miras a lograr hacer llegar los metales preciosos hasta las arcas Reales. Ambos

polos crearán a su vez efectos de arrastre sobre las demás regiones, creando así un

crecimiento económico polarizado en la región.125

A su vez, las regiones en contacto con los dos polos tuvieron encadenamientos con

sus respectivas regiones limítrofes, provocando así un encadenamiento productivo

y una circulación al interior del espacio económico peruano. Con esto cada región

fue capaz de traspasar sus límites de consumo y producción, pero la obvia

concentración en las actividades y regiones principales provocó un desigual

desarrollo y una distribución de recursos dispar.126

122 Dichos bienes suntuarios iban dirigidos a las capas altas de españoles avecindados en el Virreinato. Véase Assadourian, Sistema, 1983, p. 130. 123 Assadourian, Sistema, 1983, p. 131. 124 Ibid., p. 132. 125 Ibid., p. 133. 126 Se puede entender la transferencia del excedente entre regiones y hacia el exterior al concebir la estructura de producción virreinal conformada por dos sectores: el sector productivo de subsistencia que era el asociado al mercado interno, mientras que el sector de comercialización era el que se asociaba a la transferencia de excedente hacia el exterior y proveía de ganancias netas. La

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Lima, en su papel de cabeza del Virreinato, era el foco organizacional, mientras que

El Potosí era el foco productivo basado en la explotación de metales preciosos. Pero

más allá, Lima era la puerta de entrada y salida legal para todo el espacio

económico peruano, ejercía así un control sobre la oferta de importaciones que

circulaban al interior y controlaba el comercio de ultramar y la salida de la plata

hacia la metrópoli.

Así pues, el comercio exterior estaba atado a los designios metropolitanos. El

sistema comercial oficial no reconocía otro comercio que el que pasaba por Lima,

seguía por Tierra al Potosí y luego cumplía el largo trayecto por Salta hacia

Córdoba para finalmente decantarse hacia la Capitanía de Chile o hacia Buenos

Aires. El comercio hasta la cuenca del Plata se hacía por rutas terrestres altamente

riesgosas y de volúmenes relativamente reducidos, originando que sus precios

fueran elevados.127

La política metropolitana para el espacio peruano se puede advertir en cuatro

líneas generales: Lima como único punto de entrada y salida; cierre hacia el

Atlántico dominado por Portugal; resistencia al comercio pacífico en el eje

Acapulco-Manila; y regulación estricta del intercambio fuera del virreinato.128

Por su parte, Buenos Aires, dependiente del llamado “gasto situado”, carecía de

excedentes para colocar en el mercado del Alto Perú, y por disposiciones de la

Corona no podía comerciar libremente con el exterior. Bajo este estado de cosas, en

el Río de la Plata se desarrolló pronto un sistema semiclandestino con el Brasil,

inicialmente liderado por comerciantes portugueses y, más tarde, holandeses,

franceses y sobre todo ingleses.

Mientras que las Coronas de España y Portugal estuvieron unidas (1580-1640),

formalmente se excluyó a Portugal y sus colonias del comercio directo con

Hispanoamérica, sin embargo en el Río de la Plata se autorizó la exportación de

relación entre ambos sectores no era de total enfrentamiento sino más de complementariedad, sin embargo se buscaba reducir el trabajo dedicado al sector de subsistencia para dedicar una mayor proporción de trabajo a la comercialización. Véase Assadourian, Sistema, 1983, p. 133-134. 127 Millot, Historia, 1991, p. 70. 128 Assadourian, Sistema, 1983, p. 149.

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harina y sebo al Brasil y a importar mercaderías europeas como azúcar, hierro y

papel así como esclavos.129

Por otro lado, el contrabando se componía principalmente de plata hacia el

exterior, y esclavos hacia el interior. Pero otros territorios como Tucumán o

Córdoba participaron también de este comercio al exportar sus productos al Brasil

y adquirir artículos que, introducidos legalmente por Lima, costaban el doble. La

salida de plata por Buenos Aires promovió el sector pecuario al complementar los

cargamentos con cuero y sebo, industria que despegó a mitad del siglo XVII.

Ante la multiplicación del contrabando y las demandas de los pobladores del litoral

e incluso de la Audiencia de Charcas, la Corona acordó en 1602 dar el privilegio a

los pobladores por seis años de exportar anualmente en sus propios barcos a Brasil,

Guinea y territorios vecinos una limitada cantidad de grano, sebo y tasajo,

pudiendo importar cualquier mercadería menos esclavos.130

En 1618 se modificó la concesión, restringiéndola a dos barcos por año. Éstos

zarparían de Buenos Aires hacia Brasil, de allí a Sevilla y de vuelta directamente a

Buenos Aires. Estaba prohibido parar en el viaje de vuelta en Brasil y sólo una parte

de las mercaderías importadas podía ser redirigido hacia el Perú bajo un derecho

adicional del cincuenta por ciento que pagaría en la aduana de Córdoba.131 Este tipo

de concesiones vio su fin en 1622, cuando no se renovaron más las licencias, sin

embargo el flujo de mercaderías se mantuvo de manera clandestina.132

Al respecto del comercio legal con la Península, a partir de 1618 se autorizó el

tráfico directo con el Río de la Plata mediante los llamados “navíos de registro”.

Este sistema incorporaba al tráfico oficial, mediante Reales Cédulas, buques sueltos 129 Al participar Portugal, ya fuera directamente o como intermediaria, en el circuito del Alto Perú obtuvo grandes beneficios, de manera legal o ilegal. Pero sobre todo este primer contacto mercantil le dio a Portugal, y a sus aliados, la experiencia para mantener un flujo comercial hacia el Río de la Plata incluso una vez que las Coronas se separaron. Véase Jummar, Commerce, 2000, p. 52. 130 Jummar, Commerce, 2000, p. 84. 131 Haring, Imperio, 1966, p. 336 y Smith, Historia, 1978, p. 124. 132Jumar, Commerce, 2000, p. 84. El perjuicio que la interrupción del comercio legal con el Río de la Plata trajo para la economía brasileña no fue sólo a nivel comercial sino también la circulación monetaria. Gran parte de la moneda circulante que había en el Estado de Brasil era plata que provenía del Potosí, se puede así explicar la renuencia portuguesa a abandonar las transacciones con el Río de la Plata. Véase Carrara, Receitas, 2009, pp. 86-87.

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40

que tenían como objetivo el comerciar bienes europeos por plata. Este comercio era

controlado por las autoridades españolas y, nominalmente, exclusivo de súbditos

de dicha Corona, sin embargo las excepciones, licencias de comercio e indultos

sugieren la intromisión de otras potencias dentro de este sistema comercial

transatlántico.133

La base del otorgamiento de las cédulas para los navíos de registro era la necesidad

de la Corona de la prestación de un servicio particular, el envío de navíos a Buenos

Aires, con objetivos variados como el transporte de tropas, armamento,

funcionarios o misioneros.134

La importancia de los navíos de registro radicó en la posibilidad de introducir

mercaderías en Buenos Aires, Tucumán y Paraguay y, si estos mercados se

mostraban insuficientes para absorber las mercaderías, se podían redirigir hacia el

Alto Perú o Chile. El propietario de la licencia tenía el derecho de hacer dos viajes

con dos buques mercantes en el espacio de cuatro años.135 Este tipo de comercio

legal sirvió para soslayar de manera más o menos efectiva las restricciones que el

comercio clandestino enfrentaba, así también fue la punta de lanza de una capa

naciente de comerciantes avecindados en Buenos Aires que habrían de cobrar gran

fuerza y prestigio en la región.136

Esta forma fue combatida por los mercaderes avecindados en Lima, sobre todo

porque con dichas licencias los comerciantes escapaban a diversos controles que en

el sistema de flotas eran rigurosos. Tenían una libertad de movimiento al poder

acceder a un mercado amplio que comprendía Chile, Paraguay y el Alto Perú, y la

capacidad de negociación con la Corona una vez que se obtenía la licencia ampliaba

potencialmente el privilegio.

Sin embargo, la capacidad de los navíos de registro fue rápidamente superada por

la demanda que implicaba la suma del consumo bonaerense con la redirección de

133 Jumar, Commerce, 2000, p. 89. 134 Ibid., p. 120. 135 Ibid., p. 119. 136 Ibid., p. 85.

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las mercancías hacia el mercado interior rioplatense. De esta manera se abrieron

nuevos medios para el tráfico ilegal con la llegada de embarcaciones europeas, en

un primer momento la mayoría de bandera holandesa, pero embarcaciones

inglesas y francesas también fueron partícipes de este mecanismo.137 El traslado de

las mercancías se hacía mediante pequeñas embarcaciones, mientras que los

grandes buques se quedaban a kilómetros de las peligrosas costas y playas, de esta

manera era casi imposible de controlar el arribo de mercancías y menos de

distinguir si habían llegado legalmente en un navío de registro o si era comercio

fraudulento.138

Bajo este esquema funcionó el comercio exterior del estuario rioplatense hasta la

llegada de la nueva dinastía junto con el siglo XVIII, momento en que el arreglo

colonial será trastocado de manera enérgica, pero paulatina. Así pues se abrirá una

nueva era del pacto colonial de cara al desmembramiento del mismo imperio en

ambas orillas del Atlántico.

Reformar para mantener, el reformismo borbónico: comercio y

consulados

La Guerra de Sucesión española, la cual se le ha llegado a llamar la “primera guerra

mundial” por el alcance bélico no sólo en territorio europeo sino también en los

espacios coloniales, tuvo su fin con los pactos convenidos en el Tratado de Utrecht

en 1713. Se trató de un nuevo reparto del mundo donde Inglaterra inauguraría dos

siglos de supremacía económica, política y militar basada en el dominio comercial

del tráfico marítimo.139

Paradójicamente, la paz de Utrecht dará paso a un siglo de constantes

enfrentamientos bélicos donde las grandes potencias europeas pondrán en juego su

más elevada capacidad guerrera, política, diplomática y comercial a lo largo y

ancho de sus dominios, es decir, no se restringirá el conflicto a Europa, sino que

137 Moutoukias, Rio, 1983, p. 81. 138 Jummar, Commerce, 2000, p. 85. 139 Liss, Imperios, 1989, p. 15.

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42

sus posesiones coloniales tendrán un papel primordial en los diferentes episodios

de conflicto.

Para el Imperio hispánico el siglo XVIII significó un punto de inflexión, el cambio

de dinastía reinante, que pasará de los Habsburgo hacia los Borbones, fue el punto

neurálgico de dicha transición. El primero Borbón reinante en la Península fue

Felipe V, nieto del Rey francés Luis XIV, sin embargo, el reformismo tuvo su

máxima expresión con el reinado de Carlos III a mediados de siglo.

Durante la Guerra de Sucesión española,140 la facción borbónica se acercó al abrigo

y protección francés. Francia obtuvo el asiento de la trata de esclavos, prerrogativa

antes portuguesa.141 La penetración del comercio francés fue haciéndose cada vez

más legal, si bien controlaban ya gran parte del comercio gaditano vía sus

apoderados avecindados en Cádiz.142 A la par se abrían nuevas zonas o rutas de

comercio, como el Cabo de Hornos en el extremo austral de América para

comunicar el Atlántico con el Pacífico y la consecuente entrada del Río de la Plata

en el trayecto.143

Sin embargo, la gran ganadora del Tratado de Utrecht fue Gran Bretaña. Obtuvo de

España el asiento negrero, Gibraltar y Menorca, afianzó su dominio en

Norteamérica en detrimento de Francia, y en Sudamérica, por medio de su aliado

Portugal y su punto de avanzada Colônia do Santísimo Sacramento.144

El comercio mediante el Asiento presentaba grandes oportunidades para el

contrabando, sumado a la prerrogativa del llamado “Barco de Permiso”, el cual le

permitía a Inglaterra introducir un buque anual con 500 toneladas de mercancías

en los mercados hispanoamericanos por medio de las ferias, las cuales debían

140 El comercio de ultramar estuvo gravemente afectado por la Guerra, a penas y lograron armarse las Flotas y Galeones, teniendo resultados poco provechosos sobre todo por la entrada de contrabando en ambos Virreinatos: a Nueva España desde las posesiones caribeñas extranjeras y desde Manila; mientras que para el Perú vía el Cabo de Hornos por parte de los franceses organizados desde St. Malo. Véase Walker, Política, 1979, p. 106. 141 Fisher, Relaciones, 1992, p. 141. 142 Stein, Plata, 2002, p. 176. 143 Fisher, Relaciones, 1992, p. 161. 144 Ibid., pp. 149-150.

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organizarse con regularidad.145 La política inglesa colonial tomaba un viraje,

comenzó a privar la ocupación de los mercados más que la ocupación efectiva,

política y militar de los territorios. De esta manera se consideraba que se obtenían

tantos beneficios de las colonias españolas como España misma, y que con un libre

comercio no cabría duda de que sería la más favorecida.146 Se creó la South Sea

Company que sería la encargada del Asiento hasta 1744, fecha en que expiraba el

acuerdo, estableciendo una factoría en Buenos Aires para lograr sus objetivos.147

Por su parte, Portugal tenía una alianza con Inglaterra desde mediados del siglo

XVII gracias a la alianza matrimonial de la Infanta Catarina de Bragança con

Charles II de Inglaterra en 1662.148 En el reacomodo de fuerzas de la Guerra de

Sucesión Española la posición geográfica del Brasil se abría de nuevo, si bien nunca

se cerró por completo, como una oportunidad de penetrar los mercados australes

de Hispanoamérica. Colônia do Sacramento será el punto de avanzada portugués,

fundada justo frente a Buenos Aires en 1680 será una suerte de moneda de cambio

en las disputas de las potencias europeas.

La importancia de Colônia do Sacramento para la Corona portuguesa se revela si

tomamos las cifras disponibles149 sobre los gastos erogados por la Real Fazenda

portuguesa. Dependiente de la Caxa de la Capitania de Río de Janeiro, en 1686 la

Colônia do Sacramento significó una erogación de 5,200,000 reais de un total de

20,963,980 reais para la totalidad de la Capitania, es decir un 24.8%. Para 1700 la

cifra de los gastos en la Colônia ascendía a 8,296,000 reais de un total de

65,477,470 reais, significando así un 12.6% del total.150 La importancia de la

145 Ibid., p. 150. 146 Liss, Imperios, 1989, p. 20. 147 Walker, Política, 1979, p. 210. 148 Esta alianza tuvo un alto coste económico para Portugal, así que se decretó una contribución para solventar los gastos de la dote y para mantener la paz con Holanda. Esta contribución fue uno de los principales ingresos coloniales para la Corona portuguesa hasta el descubrimiento y explotación de la región de Minas Gerais. Véase Carrara, Receitas, 2009, p. 40. 149 Para un estudio sobre las fuentes disponibles para la investigación histórica de la fiscalidad del Brasil colonial y los problemas de su conservación véase “Apresentação” y “Capítulo I” de Carrara, Receitas, 2009. 150 Carrara, Receitas, 2009, pp. 175-177.

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Colônia se revela en la política de gasto en aumento.151 El Tratado de Utrecht

limitará el dominio portugués en la Banda Oriental a “un tiro de cañón”,152 pero la

penetración en el circuito mercantil rioplatense será una constante hasta la toma

definitiva de la Colônia por fuerzas españolas y su afianzamiento legal en 1777 con

el Tratado de San Ildefonso.

Será así como España intentará recuperar el auge de su comercio y lograr un mejor

control de éste. Los principales teóricos y pensadores del siglo XVIII en España

propugnaban por que se retomaran las riendas del tráfico de ultramar mediante un

comercio “activo”, es decir, llenando los mercados americanos con productos

elaborados totalmente en la Península y no solamente redirigiendo mercaderías del

resto de Europa.153

Una de las principales medidas que nos conviene rescatar fue el traslado de la Casa

de Contratación de Sevilla a Cádiz en 1717 a pesar de la oposición de los mercaderes

sevillanos.154 La monarquía borbónica entrante en el trono español y recién salida

de la Paz de Utrecht buscó mejorar el control sobre el tráfico mercantil hacia

América manteniendo la política de puerto único. Pero ahora era Cádiz se mostraba

como el centro operacional del tráfico, sobre todo ante el creciente empuje

productivo de las potencias extranjeras que redirigían sus mercancías hacia

América.155 Sumado a esto, la tendencia europea a construir naves de mayor calado

hace cada vez más difícil la navegación por el Guadalquivir, tornándose Sevilla un

puerto cada vez menos apto para el comercio a gran escala.156

151 Si bien la cifra relativa presenta una disminución, debemos considerar que es durante los primeros años que la fortificación requiere mayores recursos. Sumado a los efectos de un ingreso, y gasto, fiscal en ascenso en la región derivado de la explotación aurífera y el consecuente cambio de región central en el Brasil colonial de inicios de siglo XVIII, el cual pasa de estar en Salvador de Bahía a Río de Janeiro. Véase Carrara, Receitas, 2009, p. 39. 152 Jumar, Commerce, 2000, p. 114. 153 Ibid., p. 35. 154 Walker, Política, 1979, p. 135. De hecho desde 1680 Cádiz se había convertido en la práctica la capital del monopolio mercantil imperial, véase García-Baquero, Cádiz, 1976, tomo I, p.105. 155 Stein, Plata, 2002, p. 221. 156 Se apuntan también los azotes meteorológicos que la región andaluza tuvo en el siglo XVII, fenómenos como sequías y lluvias torrenciales alternadas en extremo erosionaron el cauce del Río. Por otro lado, las carencias defensivas que tenía Cádiz fueron gradualmente paliadas por los avances tecnológicos militares que para el siglo XVIII le posibilitaban resguardar su costa. Véase Comellas, Sevilla, 1992, pp. 78 y 238.

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45

Los acuerdos fraguados en Utrecht imponían a España cierta apertura comercial de

sus posesiones americanas, sobre todo frente a Inglaterra, resultando que el

traslado de la Casa de Contratación a Cádiz buscara mantener el control imperial,

sin embargo el arrendamiento de la Aduana de Cádiz a particulares mermó la

capacidad de gestión del poder central borbónico.157

En 1720, el Ministro José Patiño buscó hacer más dinámica la flota y mejorar el

control monárquico en un sistema comercial con gran grado de injerencia

extranjera. El Real Proyecto de Flotas y Galeones buscaba mantener el control del

tráfico mercantil y promover tanto la recaudación para la Real Hacienda como la

competitividad de la producción interna frente a las potencias extranjeras.158

En el Proyecto se simplificaba el sistema arancelario, con cierta tendencia a la baja

para promover el tráfico. Se optó por el “palmeo”, es decir, el pago de derechos por

volumen sin la necesidad de revisar el embalaje. También se restringió la

navegación a buques armados en puertos peninsulares y el pago de licencias era

por tonelaje.159 El sistema resultó contradictorio y de resultados opuestos ya que

mediante el palmeo se prefirió la exportación de bienes de poco volumen pero de

elevado valor, bienes que no eran producidos en la Metrópoli sino reexportados

desde otras potencias.160

El Proyecto se componía de ocho capítulos, cuatro para delinear las políticas

imperiales y cuatro trataban el sistema arancelario. Se buscaba activar el sistema

de Flotas y Galeones, que fuera regular y de frecuencia anual, organizando ferias

como las que ya se realizaban en Portobelo. Estipulaba tiempos cortos de estancias

en los diferentes puertos americanos para garantizar el regreso de metales a la

157 Stein, Plata, 2002, p. 214. 158 Ibid., p. 221. 159 Ibid., p. 222. 160 El constante flujo de plata de los siglos anteriores hizo que los agentes exportadores andaluces no buscaran llegar a los centros productivos europeos, compraban manufacturas a intermediarios asentados en Cádiz o Sevilla con precios inflados. Estos intermediarios cobraron gran poder en la gestión del comercio porque podían recurrir al capital de sus casas matrices extranjeras y financiar el sistema de Flotas y Galeones a cambio de prerrogativas y privilegios comerciales. Véase Stein, Plata, 2002, p. 228.

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46

Península de manera continua.161 También se debía cumplir con la realización

regular de ferias en compromiso con la South Sea Company, ya que su Navío de

permiso debía llegar a la par que los convoyes peninsulares y vender sus

mercancías dentro de las ferias organizadas.

El resultado de la aplicación del Proyecto no fue el esperado. Si bien se elevó el

nivel de transacciones deprimido por el enfrentamiento bélico y la recaudación

para las arcas metropolitanas,162 el enfrentamiento entre mercaderes peninsulares

y americanos mermó los resultados comerciales. La resistencia a asistir a las ferias

de Xalapa y Portobelo por parte de los comerciantes de la Ciudad de México y de

Lima respectivamente fue uno de los detonantes.163 Los mercados de las dos

cabeceras virreinales se encontraban bien abastecidos por sus respectivos

contrabandos, resultando que el beneficio económico de los grandes mercaderes

era menor por los elevados precios que las mercancías legales.164

Durante la Guerra de la Oreja de Jenkins (1739-1748) el sistema de Navíos de

registro comenzó a expandirse. En parte porque las comunicaciones eran difíciles

entre la Península y América por el enfrentamiento bélico, pero también ese

sistema proporcionó rentas considerables por las licencias: 25,000 pesos por un

buque de 500 toneladas.165 Referente a la América austral, el aumento del tráfico

vía Buenos Aires sin intermediación de los comerciantes limeños creó el espacio

para una clase comercial bonaerense fuerte e independiente.166 Sin embargo, una

vez terminada la Guerra los comerciantes agremiados en ambos hemisferios

americanos y en la Península buscarán restablecer el sistema de Flotas y Galeones

ya que sus ganancias estaban siendo mermadas bajo los registros. Así en 1757 se

vuelve a armar la Flota con destino a Veracruz, atestiguando los últimos momentos

161 Walker, Política, 1979, pp. 142-143. 162 A lo largo del siglo el patrón de comercio sufrió cambios en cuanto a los bienes de retorno hacia la metrópoli, si bien los metales preciosos siguieron siendo la mayoría y los más apreciados, la valoración de productos indianos como el cacao, tabaco, algodón y azúcar tuvieron un auge y cobraron importancia en los embarques desde Indias. Véase Comellas, Sevilla, 1992, p. 250. 163 Este fenómeno ya había ocurrido en plena Guerra de Sucesión en 1708. Véase Walker, Política, 1979, pp. 66-70. 164 Waler, Política, 1979, p. 185. 165 Stein, Plata, 2002, p. 240. 166 Walker, Política, 1979, p. 262.

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de un sistema comercial que había permanecido, formalmente, casi intacto durante

200 años.167

La Guerra de la Oreja de Jenkins y la de los Siete Años (1756-1763) serán

catalizadores para que el reformismo borbón cobre ímpetu.168 En 1765 se abrirán

nuevos puertos en el arreglo de la Carrera de Indias: La Habana, Santo Domingo,

Puerto Rico, Margarita, Trinidad, Alicante, Barcelona, Cartagena, Girón, La

Coruña, Málaga, Santander y, de nuevo Sevilla. Con esta política se buscaba

dinamizar el comercio trasatlántico, manteniendo un control por parte la

administración monárquica.169 Los navíos de registro suelto, instrumento que hasta

mediados de siglo había cobrado gran auge pero se le consideraba supletorio por el

contexto bélico, desplazaron al comercio en convoy, resultando el porcentaje de

navíos en solitario con respecto al total de navíos y la misma relación con respecto

al volumen del comercio se oscilaron entre el setenta y el cien por ciento.170

Será así como para 1778, en la fecha emblemática del 12 de octubre, se determinará

la libertad de comercio para el Imperio. Con este Reglamento se abandonaron los

dos pilares de la Carrera de Indias, la política de puerto único y el sistema de Flotas

y Galeones. El comercio en Nueva España y Venezuela se excluyó de esta reforma

por algunos años, siendo aplicado hasta 1789.171

El nuevo sistema de comercio libre dejaba una protección velada por parte de la

Corona, al menos la mitad de la tripulación y los propietarios de las embarcaciones

debían ser súbditos españoles.172 A pesar de la apertura de puertos, Cádiz siguió

concentrando la mayor parte de las entradas y salidas de mercancías desde

167 Stein, Plata, 2002, p. 240. 168 Fisher, Relaciones, 1992, p. 162. 169 Ibid., p. 166. 170 García-Baquero, Cádiz, 1976, tomo I, pp. 24-28 y 131-133. 171 Las principales razones para no hacer extensiva dicha libertad comercial eran que, para la Provincia de Venezuela, la Real Compañía de Guipuzcoana de Caracas requería mantener la protección del monopolio de la Carrera de Indias; mientras que para la Nueva España existía el temor de que al constituir un mercado en auge resultaría demasiado atrayente para el comercio, dejando desamparadas a otras regiones, aunque también la presión del comercio agremiado en ambos lados del Atlántico ejercieron presión a la Corona. Véase Fisher, Comercio, 1993, p. 17. 172 Fisher, Relaciones, 1992, p. 172.

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América, alrededor de un 84 por ciento de las importaciones y un 76 por ciento de

las exportaciones.173

Los resultados del Comercio Libre no fueron inmediatos, sobre todo por la

declaración de una nueva guerra con Inglaterra en 1779. Es en 1782 cuando se

observa un punto de inflexión en el flujo ultramarino, y en 1784-1785 las entradas

de plata a la Península cobran niveles nunca antes vistos.174 Hacia 1786-1787 se

observa un declive tanto de las exportaciones como de las importaciones, para

luego mantener un estancamiento hasta 1792. Este fenómeno se explica por la

saturación de los mercados americanos y los bajos precios a los que se podía

vender.175

El constante enfrentamiento bélico limitó los alcances del Comercio Libre, los

cortos periodos de paz evidencian el auge del sistema liberalizado, pero los temores

en tiempos de guerra frenaban el armado de buques para la travesía

trasatlántica.176 El resultado general del Comercio libre, según cálculos de John

Fisher, es que el flujo de mercancías se expandió diez veces en el periodo 1778-

1809.177

El último episodio político-comercial del Imperio en el siglo XVIII, la Guerra entre

España e Inglaterra iniciada en 1796, realmente no resultó un freno al comercio, la

apertura al comercio neutral motivó el flujo y terminó por liberalizar las pocas

trabas formales que existían en el sistema comercial de ultramar. El comercio con

neutrales fue una medida de urgencia promovida por las autoridades indianas, y

aunque sancionada por la Corona a penas a los dos años de haberse establecido, la

prohibición resultó casi inoperante, sobre todo ante los acontecimientos

peninsulares de 1808.178

173 Fisher, Comercio, 1993, pp. 20 y 25. 174 Fisher, Imperial, 1985, p. 46. 175 Ibid., p. 47. 176 Ibid., p. 50. 177 Fisher, Comercio, 1993, pp. 24. 178 Ibid., pp. 48.

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Dentro de este contexto político-comercial la acción corporativa de la clase

mercantil buscó elevar o al menos mantener sus márgenes de ganancias. Esta tarea

implicó, por un lado, el reacomodo de redes espaciales y comerciales, creando a la

vez nuevas configuraciones en los acuerdos entre facciones mercantiles y, sobre

todo, con el nuevo poder centralizador y rector de la monarquía borbónica en el

Imperio hispánico.

El proceso paulatino de liberalización comercial del siglo XVIII y el

desmantelamiento de la Carrera de Indias significó una menor cuota de mercado y

de ganancia para el comercio agremiado. Por esta razón los comerciantes

agrupados en los Consulados de tradicionales tuvieron una opinión adversa al libre

comercio.179 La presión ejercida por estas corporaciones a mediados de siglo hizo

que el viejo sistema de flotas se mantuviera vigente a pesar de que el Marqués de

Ensenada favoreció los registros sueltos, ambos sistemas comerciales convivieron

hasta la libertad de comercio de 1778. Este hecho se observa también por una

tendencia a la diversificación de las actividades del grupo mercantil, el cual

redirigió su atención, capital y redes de intereses hacia actividades como la minería

y la explotación agrícola y ganadera.180

El mercado cautivo de los Consulados tradicionales será gravemente socavado a

finales de siglo con la aparición de una serie de nuevos Consulados al amparo de la

Corona. Ya desde 1717 con el traslado de la Casa de Contratación a Cádiz se había

formado un nuevo Consulado en dicha ciudad, pero no significó mas que el

traslado del viejo Consulado sevillano, quedando en esta ciudad una diputación.181

El Reglamento de Libre Comercio de 1778 ponía énfasis en la erección de

179 Suárez, Parecer, 2003, p. 120; Mazzeo, Consulado, 2003, p. 200; Álvarez, Impacto, 2007, p. 207. E incluso se observa una relación directa entre grado de antipatía al comercio libre y antigüedad en el Consulado para el caso de la Ciudad de México según una encuesta levantada entre 1791 y 1793 por el Virrey Revillagigedo. Véase Suárez, Parecer, 2003, p. 118. 180 Valle, Apertura, 2003, pp. 272-276. 181 Souto, Consulados, 1990, p. 235.

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consulados en las ciudades y puertos que lo ameritaran por su nivel comercial y

fortaleza de la comunidad mercantil.182

Así fue como entre 1784 y 1785 se crearon en la Península Consulados en Coruña,

Málaga, Santander, San Cristóbal Tenerife y el nuevo de Sevilla. Estos nuevos

consulados peninsulares adelantaron por una década a los que se establecerían en

Indias ya que la Corona buscaba fortalecer su poder frente a las corporaciones

tradicionales socavando su monopolio, existía el temor de que en las lejanas Indias

aparecieran nuevos grupos de interés que pudieran rivalizar con el poder central

metropolitano.183

Para mediados de la década de 1790 se crearon ocho nuevos consulados en los

territorios coloniales: en 1793 en Caracas y Guatemala, en 1794 fue el turno de

Buenos Aires y La Habana, y en 1795 consulados en Cartagena de Indias, Veracruz,

Guadalajara y Chile aparecieron para cerrar esa ola de nuevas corporaciones

comerciales bajo el abrigo borbónico.

Estos nuevos consulados tenían el objetivo de romper el gran poder que las

corporaciones mercantiles tradicionales habían formado dentro del sistema

comercial intercolonial. El proceso de liberalización comercial había ampliado la

comunidad mercantil y la había desconcentrado de los polos de atracción

tradicionales.184 Estos nuevos grupos debían ser puestos bajo el abrigo de la

administración imperial y no rivalizar con el poder central del gobierno borbónico.

A la par se buscaba empatar la política gubernamental con los intereses privados.

Estos nuevos gremios debían ser portavoces de los intereses imperiales y no sólo de

los de su cuerpo. Sus funciones se extendían más allá de la simple circulación de

mercancías, debían funcionar como promotores del desarrollo económico general.

182 La erección del Consulado de Manila se adelanta a esta disposición ya que fue creado en 1769 como un esfuerzo de la administración imperial por romper el monopolio asiático de los cargadores del Galeón. Véase Álvarez, Impacto, 2007, p. 192. 183 Souto, Mar, 2001, p. 52. 184 Las comunidades mercantiles localizadas fuera de los polos tradicionales y con grandes lazos de cohesión pueden rastrearse algunas décadas antes de la erección de sus respectivos consulados. Véase para el caso de Veracruz García de León, Orígenes, 2003, pp. 135-137; para Guadalajara Ibarra, Mercado, 2003, p. 146; para Manila Álvarez, Impacto, 2007, p. 193; para Buenos Aires Mazzeo, Consulado, 2003, p. 201.

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51

Debían fomentar el desarrollo del sector agropecuario y de las manufacturas, así

también las comunicaciones mediante la construcción de caminos y del

sostenimiento concienzudo de puertos.185 Mediante una institución de Antiguo

Régimen, que tenía sus bases en la administración de los Austrias, los Borbones

buscaron modernizar el sistema comercial colonial. De esta manera se crearon

dualidades contradictorias producto de un reformismo que buscaba a la vez

modernizar y mantener un poder de carácter absolutista.186

Los nuevos consulados indianos se establecieron bajo la misma reglamentación

Real, una misma cédula de erección se utilizó para institucionalizar dichas

corporaciones mercantiles. La tradición que siguieron fue la de la Cédula del

Consulado de Bilbao de 1737, a diferencia de los Consulados de Lima y México que

habían observado los lineamientos del Consulado de Burgos. La Junta de gobierno

se constituirá también como una junta de fomento económico de acuerdo a los

intereses imperiales, dotándola así de mayor capacidad de acción de diferentes

esferas económicas.187

Las Cédulas se componen de 53 artículos que describen la composición, funciones,

funcionamiento y prerrogativas de los consulados. Cada Cédula está adaptada a la

particularidad territorial del cada consulado con ligeras modificaciones con base en

una misma redacción. Las Cédulas comienzan enunciando la conveniencia de la

erección de un consulado en cada demarcación, describen el funcionamiento y

composición del Tribunal mercantil, la naturaleza de los juicios, el desarrollo de las

apelaciones, la jurisdicción y posibles conflictos, las diputaciones, las funciones de

la Junta de gobierno, las funciones del secretario, síndico, portero, contador y

tesorero, los ingresos del Consulado, el sistema de elecciones y la designación de

los primeros individuos destinados a cada oficio.188

185 Souto, Consulados, 1990, p. 248. 186 Para una discusión del tema de la capacidad modernizante de la institución consular de Antiguo Régimen véase Ibarra, Consulado, 2003, pp. 312-315; Ibarra, Mercado, 2013, pp. 1443-1449. 187 Souto, Consulados, 1990, p. 248. 188 Un análisis pormenorizado se encuentra en el siguiente capítulo con base en la Cédula de Erección del Consulado de Buenos Aires.

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52

Las diferencias entre Cédulas son sutiles y casi atienden sólo a toponomía de la

jurisdicción, si bien el caso del Consulado de La Habana es el que presenta mayores

variaciones. En este caso la integración de la clase de hacendados dentro de la

llamada “Junta Económica y de Gobierno”189 da muestra de la pujanza de ese

sector en la economía de la Isla. Por otro lado, el presidente de dicha Junta no será

el prior del Tribunal, como sí era en los demás casos, sino que ese nombramiento

sería ocupado por el Capitán General, e incluirá también al Intendente dentro de la

misma Junta.190 Por último, en reciprocidad a los servicios prestados se otorgó el

privilegio al Conde de Casamontalvo y a Don Francisco de Arango de ser partícipes

a perpetuidad de la Junta de Gobierno hasta que el Rey designara otra cosa,

quedando estipulado dentro de la misma Cédula.191

Los Consulados de Lima y México no fueron simples agentes pasivos ante estos

cambios en la estructura de intercambios ultramarinos. Sus redes comerciales y de

negociación sufrieron grandes cambios, el entorno cambiante también modificó sus

estrategias como cuerpo y el reacomodo de facciones al interior tuvo como

resultado un nuevo pacto, cada vez más vacilante, con la administración

metropolitana.

El Consulado de la Ciudad de México, por ejemplo, ejerció una gran presión para

no ver disminuidos los privilegios que el monopolio de la circulación de

mercancías, tanto al exterior como al interior, le traía. Uno de los mecanismos fue

la resistencia a proveer de recursos líquidos al Gobierno virreinal y, por el

contrario, otorgarlos a cambio de políticas convenientes.192 Estos métodos de

acción gremial eran los instrumentos tradicionales de proceder corporativo, sin

embargo, el episodio del enfrentamiento de una facción de mercaderes

encabezados por Gabriel de Yermo con el Virrey Iturrigaray y su ulterior deposición

189 “Real Cédula de Erección del Consulado de La Havana” consultada en Cruz, Régimen, 2001, p. 195. 190 “Real Cédula de Erección del Consulado de La Havana” consultada en Cruz, Régimen, 2001, p. 203-204 191 “Real Cédula de Erección del Consulado de La Havana” consultada en Cruz, Régimen, 2001, p. 2011-2012. El Conde de Casamontalvo falleció al poco tiempo de haberse instituido el Consulado, mientras que Francisco de Arango fue un personaje central en la vida de la Isla. Véase Goncalvès, Doce, 2003. 192 Véase Valle, Oposición, 2000.

Page 58: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

53

a principios del siglo XIX pone de relieve un nuevo tipo de correlación de poder

frente a la tambaleante administración virreinal.193

La cohesión de los cuerpos mercantiles tradicionales también fue socavada en el

aire reformista. Como evidencia podemos ver la reconstitución de las facciones

integrantes del Consulado de México. El sistema electoral que venía funcionando

desde 1743 era el de la llamada “alternativa” entre los bandos de vascos y

montañeses.194 Sin embargo, hacia fines del siglo dicho sistema se mostró

incompatible con el nuevo estado de cosas, las facciones se habían desdibujado y la

diversificación de intereses económicos y políticos abrió un nuevo camino de

negociación con la autoridad metropolitana y virreinal, como es evidencia el

conflicto electoral de 1787, 195 así como las nuevas diputaciones del Consulado de

México en territorios fuera de las jurisdicciones de los nuevos Consulados.196

El Consulado de Lima, por su parte, había recibido el más duro golpe con la

creación del Virreinato del Río de la Plata, poniendo a Buenos Aires como cabecera

política y comercial de la región minera del Potosí. Si bien esta medida formalizó

una relación que ya venía dándose desde tiempo atrás gracias al contrabando e

injerencia comercial de las potencias en el Atlántico, Lima conservaba aún el

puerto El Callao, posibilitándole controlar el comercio de todos los territorios que

permanecieron administrados por el Virreinato del Perú.197 Por lo tanto la creación

de un Consulado a orillas del Plata no representó un agravio crítico a su condición

comercial privilegiada ni a su vinculación con el gobierno imperial debido a que

mantuvo su papel como intermediario financiero.198

Los comerciantes limeños se encontraban embrollados, al igual que las autoridades

virreinales y metropolitanas por la necesidad de recursos fiscales, en los artilugios

mercantiles que el comercio neutral había abierto en el Pacífico, unos a los otros se

193 Para un estudio completo del episodio y sus antecedentes véase Valle, Finanzas, 2012. 194 Sobre los antecedentes e instauración de dicho sistema véase Hausberger, Elecciones, 2003. 195 Véase Valle, Apertura, 2003. 196 Véase Cruz, Diputaciones, 2007. 197 Mazzeo, Consulado, 2003, pp. 201. 198 Sin embargo la creación de nuevos consulados respondió también a la presión de nuevas élites en regiones antes marginadas que ahora arrebataban el control a los centros comerciales tradicionales. Véase Mazzeo, Comercio, 2010, pp. 260-261.

Page 59: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

54

acusaban de hacer transacciones ilícitas con ingleses y seguramente ambos

participaron debido al beneficio económico que se percibía.199 Existía entonces un

doble comercio, como dos caras de la misma moneda, uno legal y otro ilegal, razón

por la cual los comerciantes agremiados elevaban quejas al Virrey por el estado de

saturación en que se hallaban los mercados peruanos, sobre todo por mercaderías

asiáticas de bajo costo y calidad.

Se puede observar la creación de los nuevos consulados como el intento de

reformar el Antiguo Régimen hispánico, en su dimensión comercial, mediante una

medida ecléctica que conciliaba una concepción jurídica tradicional con el nuevo

orden económico que emanaba del proceso de globalización liderado por las

potencias europeas y el consecuente aumento de los mercados accesibles.200 Se

debe apreciar más como una medida de carácter pragmático que como un plan

preconcebido y articulado en el reformismo borbónico de segunda mitad del siglo

XVIII, producto también de la retroalimentación con las élites americanas y el

derrotero político y económico que ésas siguieron.201

El reformismo en el Plata: Montevideo aparece y se fortalece

Desde mediados del siglo XVIII se observa un cambio de todo el territorio al sur del

Perú, se recibió el impulso del comercio exterior como elemento dinámico en la

región. Por un lado, se fortaleció la apertura del Río de la Plata como intermediario

natural para el comercio de las regiones meridionales del Imperio en América, por

otro, la creciente explotación ganadera que habría de vincular al Litoral con el

mercado externo presentó grandes ventajas en el arreglo comercio interno y de

ultramar.

Buenos Aires, como puerto de entrada del Río de la Plata representaba una ventaja

por su localización, había entre este puerto y El Potosí unos 1,900 kilómetros de

caminos llanos que demoraban entre dos o tres meses en recorrerse, mientras que 199 Mazzeo, Consulado, 2003, pp. 208-211. La posición geográfica del Perú la protegió, en cierta medida, la inserción de navíos neutrales en su comercio, éstos se concentraron en el Caribe y Atlántico. Sin embargo es remarcable la presencia de embarcaciones norteamericanas o inglesas que llegaban vía el Cabo de Hornos. Véase Mazzeo, Comercio, 2010, pp. 267-270. 200 Gelderblom, Rise, 2010, pp. 33-35. 201 Paquette, State, 2007, pp. 296-298.

Page 60: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

55

de El Potosí a Lima la distancia era de 2,500 kilómetros de caminos de montaña

que demandaban cuatro meses para cubrirse por tierra, sin embargo la salida al

Pacífico en Arica aminoraba el trayecto.202 Esto tenía una repercusión lógica en los

precios de las mercaderías en el Potosí, según vinieran desde Lima o Buenos Aires.

El inicial aislamiento del Río de la Plata que iba rompiéndose por el tráfico, legal e

ilegal, de la región meridional del continente fue formalmente anulado por las

disposiciones de la Corona de crear el Virreinato del Río de la Plata (1776) y el

Reglamento de Comercio Libre (1778). La descentralización económica obedecía

también a intereses geoestratégicos debido a la gradual penetración de ingleses y

portugueses en la zona. El claro indicador de este fenómeno fue el contrabando,

por una parte, Inglaterra detentaba grandes prerrogativas al gozar del asiento de

negrero el Tratado de Utrecht, mientras que Portugal había comenzado su

expansión hacia el sur y oeste mediante sus bandeirantes en la región de Rio

Grande do Sul y a través de la Colonia del Sacramento establecida en 1680 justo

frente a Buenos Aires en la costa oriental del Río.

Así, la Corona decide declarar a Buenos Aires y Montevideo puertos que pudieran

comerciar en igualdad de condiciones que los otros puertos del Imperio, dando así

el impulso necesario a la región del litoral para el desenvolvimiento económico,

aunque seguía dependiendo en gran medida de su papel como intermediaria para

la salida de la plata.

Tiempo atrás, Montevideo había sido fundada en la segunda década del siglo XVIII.

Bruno Mauricio de Zabala, gobernador de Buenos Aires, había sido instruido por el

Rey para dicha tarea desde 1717, pero la falta de recursos y de voluntad había

dilatado el cumplimiento de dicha orden. Pero en 1723 un desembarco portugués

en la bahía de Montevideo y su fortificación sacudieron al cabildo de Buenos Aires

que veían perder definitivamente la otra orilla del Río. Zavala apremió el ataque a

la avanzada portuguesa que, al vaticinar una defensa demasiado arriesgada,

abandonó la plaza, dejando libre el camino para que el 20 de enero de 1724

202 Ferrer, Economía, 2008, p. 89.

Page 61: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

56

ondeara la bandera española, iniciando así el proceso de fortalecimiento y

poblamiento de la orilla oriental del Plata por parte de los españoles.

Según el padrón oficial, sólo siete familias, cuyos miembros sumaban 34 personas,

decidieron abandonar Buenos Aires bajo las promesas de tierras, ganado y títulos

en el lado oriente del Río, casi todos los jefes de familia eran militares

emparentados entre sí.203 Más tarde, en 1726 y 1729 se trajeron desde las Islas

Canarias nuevos pobladores, 16 familias,204 bajo las mismas promesas que a los

bonaerenses, constituyendo así el núcleo fundacional de la Ciudad de Felipe y

Santiago de Montevideo.

Se estableció un cabildo y regimiento formado por los primeros pobladores

originarios de Buenos Aires. El cabildo se renovaba anualmente por elección

secreta, formado por un alcalde de primer voto y juez de naturales, un alcalde de

segundo voto, un alférez real, un alguacil mayor, un alcalde provincial, otro de la

Santa Hermandad y dos regidores. La jurisdicción política y administrativa se

extendía, fuera de las murallas, al oeste hasta el arroyo Cufré, al este hasta las

Sierras de Maldonado, al norte con una línea que cerraba entre el cerro de Ojosmín

y el de Cebollatí.205 Los territorios fuera de esta demarcación estaban bajo la

jurisdicción de Buenos Aires, sin contar las misiones de los jesuitas.

En 1749 se decretó por real orden una gobernación para la ciudad de Montevideo,

mientras que para 1769 pasó a ser sede del apostadero naval de la flota española del

Atlántico sur.206 En estas condiciones jurisdiccionales se encontraba Montevideo al

momento de fungir erigirse el Virreinato.

La importancia geopolítica de Montevideo se sumó a su ventaja natural de consistir

en un puerto natural, profundo, que permitía el arribo de embarcaciones de gran

calado, a diferencia de Buenos Aires que requería de inversión en obras de

203 Millot, Historia, 1991, p. 17. 204 La tarea fue asumida por los comerciantes andaluces Francisco de Alzaybar y Cristobal de Urquijo. A la par debían trasladar tropas, pertrechos militares y bienes para aprovisionar a la nueva población con cuatro navíos de mil toneladas en cuatro años. Véase Azarola, Orígenes, 1940, p. 90; y García-Baquero, Cádiz, 1976, tomo I, p. 109. 205 Capillas, Montevideo, 1971, p. 3. 206 Capillas, Montevideo, 1971, p. 28.

Page 62: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

57

dragado.207 Casi desde su fundación fueron advertidas estas ventajas, para 1740

comenzaron a llegar navíos de registro cargados de esclavos que se retiraban con

“frutos de la tierra”, componiéndose casi exclusivamente de cueros. En 1770 recibió

el carácter de puerto terminal de pasajeros y en 1776 fue puerto de arribada y

espera de noticias para los buques de la Real Armada que se dirigían a El Callao.208

El sistema comercial austral se ve trastocado por los enfrentamientos de las

potencias europeas en pugna, en 1774 los ingleses son expulsados de las Malvinas,

mientras que en 1777 la Colonia es ocupada definitivamente por los españoles. Se

establece el comercio con Perú vía el Cabo de Hornos y se incrementa el tráfico por

vía terrestre con Chile y el Alto Perú, propiciando una mayor producción en la

región del litoral,209 trayendo a la vez un auge comercial para Buenos Aires y

Montevideo, siendo también el germen de su enfrentamiento. Con la creación del

Virreinato se establece un libre comercio dentro de su territorio a la vez que se

prohíbe la exportación de oro y plata hacia el Perú. Todo esto reorienta el comercio

de la región con una vasta red que incluía Cuyo, Chile, Alto y Bajo Perú, Asunción,

Corrientes, Santa Fe y la Banda Oriental que convergían hacia Buenos Aires.

Montevideo, como se ha dicho, resultaba un mejor punto para el arribo de grandes

embarcaciones, desde él partían lanchones que trasladaban los productos

importados a Buenos Aires y volvían cargados de cueros y productos del interior.

El comercio, regional y transatlántico, creció de forma casi vertical en el último

cuarto del siglo. En 1787 se autorizó a La Compañía de Filipinas introducir esclavos

directamente desde África para abastecer al Virreinato, Chile y Perú, ocurriendo

que muchas veces los barcos habían sido armados en puertos ingleses pero

ondeaban la bandera española al entrar en el Río. A su retorno llevaban cueros y

demás productos de la región, pagando el almojarifazgo respectivo en la Aduana de

Montevideo.210 Para 1791 se declaró a Montevideo puerto único para la

introducción de esclavos por plazo de seis años, prorrogado en 1798 y 1804. La

207 Dutrénit, Uruguay, 1994, p. 28. 208 Capillas, Montevideo, 1971, p. 29. 209Dutrénit, Uruguay, 1994, p. 39. 210 Capillas, Montevideo, 1971, p. 45.

Page 63: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

58

introducción de esclavos se hacía libre de derechos, mientras que se pagaba un 6%

por los frutos de retorno.211

Otras disposiciones que contribuyeron a elevar el nivel comercial del complejo

rioplatense fueron la autorización del comercio con colonias extranjeras en 1795, el

establecimiento formal de la carrera Montevideo-La Habana para comerciar tasajo

y la apertura al comercio neutral en 1797.

El aumento del nivel comercial tuvo también su reflejo en la fiscalidad de la región,

la Aduana de Buenos Aires había mantenido una recaudación por debajo de los

50,000 pesos hasta 1778, mientras que para la década de los noventa promediaría

400,000 pesos anuales a pesar de la disminución de aranceles que establecía el

Reglamento de Libre Comercio.212 Antes de 1778 entraban en promedio dos navíos

al Río de la Plata por año, después de esa fecha el promedio fue de entre setenta y

ochenta buques.213

Se observa que la importancia inicial de Montevideo era geopolítica, de cara al

avance portugués, pero luego se vuelca hacia una importancia económica. Al

consistir en un punto de avanzada del Imperio español se colocaba como “región de

frontera”.

La relevancia comercial como puerto del complejo platense convirtió a Montevideo,

paulatinamente, en un rival comercial de Buenos Aires. En este caso no pudo

operar el esquema de administración tierra adentro-puerto.214 La relación Buenos

Aires-Montevideo no tenía las mismas condiciones: Montevideo no estaba aislado

ni dependiente de la administración de bonaerense, pudo desarrollar en su

hinterland una industria propia y las ganancias del comercio, legal e ilegal, le

posibilitaban acumular capital y poder que habría de derivar en una clase comercial

con intereses propios. Por su parte, Buenos Aires era también un puerto, centro de

la administración virreinal y utilizó todo su poder para mantener esa condición.

211 Ibid., p. 46. 212 Millot, Historia, 1991, p. 26. 213 Capillas, Montevideo, 1971, p. 54. 214 Como fueron los casos de Veracruz-Ciudad de México o de El Callao-Lima.

Page 64: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

59

Divorcio en el Plata: Intereses enfrentados,

autonomías y un Consulado al otro lado del Río

La segunda mitad del siglo XVIII resultó para el entorno comercial del Imperio

hispánico una paulatina y constante liberalización. Este fenómeno abrió

oportunidades comerciales en las diversas regiones hispanoamericanas, pero

también trajo disputas y conflictos para cada uno de los actores que intervenían en

el intercambio en ambos lados del Atlántico.

Para la región rioplatense significó el comienzo del auge económico. La región

había escapado en cierta medida del control metropolitano instaurado en el

Régimen de Flotas y Galeones gracias a la modalidad comercial de los Navíos de

registro suelto, pero el volumen comercial legal se mantuvo en niveles

relativamente bajos con respecto a las cabeceras virreinales. Sin embargo, la

segunda mitad del siglo XVIII abrió el camino para que el estuario del Plata

desplegara su fuerza como región económica significativa. Este crecimiento trajo

consigo un ambiente político y social conflictivo inmerso en el ya belicoso contexto

de los imperios europeos.

Convine entonces comenzar por delinear los principales resultados del reformismo

borbónico a nivel comercial en los mercados trasatlánticos, de esta manera

podremos ceñir después la escala de observación a la región del Plata dentro del

concierto interno hispánico y de enfrentamiento imperial europeo a fines del siglo

XVIII e inicios del XIX.

Guerras, mercados y mercancías: el belicismo constante del siglo

XVIII y las reformas comerciales

El siglo XVIII hispánico estuvo marcado por enfrentamientos bélicos constantes

con otras potencias, pero más allá, el resultado desfavorable en cada guerra marcó

el camino por el cual la política imperial habría de tratar de abrirse paso para

recuperar su añorada hegemonía. El ritmo comercial estuvo entonces ligado a las

Page 65: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

60

coyunturas bélicas, condicionándolo episódicamente pero sobre todo

transformándolo en el largo plazo.

Ya hemos hablado de los resultados comerciales de la Guerra de Sucesión

plasmados en Utrecht en 1713 donde la supremacía británica se hizo notar. A este

enfrentamiento siguió el de la Cuádruple Alianza (Inglaterra, Francia, Las

Provincias Unidas de los Países Bajos y el Sacro Imperio Romano Germánico)

contra España en 1718-1720 por las pretensiones territoriales de ésta última en el

mediterráneo y en los Países Bajos. El resultado fue que Felipe V no pudo retener

sus conquistas mediterráneas y renunció a cualquier derecho sobre los antiguos

territorios españoles en los Países Bajos, así como también se confirmó su renuncia

a cualquier pretensión sobre la Corona francesa.

Otro episodio bélico que conviene rescatar fue la llamada “Guerra de la Oreja de

Jenkins” entre 1739 y 1748. Esta guerra puso en evidencia el conflicto latente entre

las potencias europeas y su decisión de no dar un paso atrás en su avance

americano. El conflicto anglo-español se dirimió casi por completo en El Caribe,

mientras que uno de los resultados europeos fue la firma de los pactos de familia

entre España y Francia. Las tensiones europeas en América no se resolvieron con la

firma del Tratado de Madrid de 1750, aunque se dio fin al “Navío de permiso” que

gozaba Inglaterra en las posesiones hispanoamericanas por medio del pago de una

compensación anual a la South Sea Company.215

También se trató de poner fin a las disputas sobre los límites en Sudamérica al

entregar a España la Colônia do Sacramento a cambio de siete misiones jesuíticas,

todo esto dentro de un aire conciliador debido al matrimonio del nuevo rey borbón,

Felipe VI, con la princesa portuguesa María Bárbara de Braganza. Se apelaba

entonces a la llamada “Teoría de las dos esferas” que en grandes líneas propugnaba

por el aislamiento bélico, es decir, que aunque Europa se encontrara en guerra, las

posesiones coloniales de las potencias mantendrían la paz, la realidad no pudo

resultar más opuesta.

215 Fisher, Relaciones, 1992, pp. 156-158.

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61

En cuanto a los resultados comerciales para España en la primera mitad del siglo

XVIII, se observa un aumento del volumen del tráfico, aunque es difícil calcular su

valor porque el Proyecto de 1720 cambió los derechos ad valorem por el “palmeo”

el cual sólo consideraba el volumen. Sin embargo, tomando como punto de

referencia el inicio del siglo, en 1747 el tonelaje comercial había crecido en un 60

por ciento, pero este resultado será modesto si se le compara con el índice para

1778, el cual triplicó su valor.216

La Guerra de la Oreja de Jenkins tuvo también repercusiones en el sistema

comercial imperial. Se comenzó por optar por los navíos de registro suelto ante la

imposibilidad de armar las flotas para el sistema en convoy. Sin embargo esta

medida se consideraba supletoria y temporal. Ante la presión de los grandes

mercaderes, una vez que la guerra terminó, se estipuló regresar al régimen de

Flotas y Galeones como fundamento, sin dejar de lado la navegación en solitario.

La organización de ferias comerciales en Portobelo y Xalapa (feria que

anteriormente se realizaba en Veracruz pero desde los años veinte de este siglo se

trasladó a dicha ciudad interior para proteger su comercio) resultó poco

provechosa.

Así también, la creación de compañías privadas comerciales, al estilo británico, fue

ampliando los espacios comerciales para un tráfico menos restringido para ciertas

regiones en ambos lados del Imperio. Estas compañías, con excepción de la Real

Compañía Guipuzcoana de Caracas y la Real Compañía de Filipinas, que fue creada

muchos años después, fracasaron antes del establecimiento del Libre Comercio, sin

embargo llegaron a controlar alrededor del 20 por ciento del tráfico atlántico entre

1730 y 1778.217 Estas compañías gozaban de un monopolio limitado a objetivos

concretos, mercaban productos específicos entre puertos bien definidos, sobre todo

puertos vascos y catalanes en la Península; con puertos periféricos en América.

Otro fenómeno comercial que cobró fuerza promediando el siglo fue la utilización

cada vez mayor de la ruta del Cabo de Hornos para llegar al Pacífico, provocando

216 Ibid., pp. 156-158. 217 García-Baquero, Cádiz, vol. I, 1976, p. 137.

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62

que el Río de la Plata se incorporara cada vez en mayor grado al sistema comercial

imperial a pesar de su teórica exclusión. El relajado control metropolitano en la

región y el beneficio económico ampliaron la brecha del contrabando, sumado a la

valorización de productos alternativos como los cueros, llevando a un auge

económico en la región.

Sin embargo, será la Guerra de los Siete Años (1756-1763) la que dará un verdadero

punto de inflexión en la política borbónica. España tuvo una entrada tardía en la

Guerra, resultado del duro golpe que la toma de La Habana y las Filipinas por

fuerzas inglesas dieron a su autoridad imperial. Si bien el Tratado de París de 1763

devolverá sus posesiones a España y le adicionará la Louisiana como compensación

de Francia, su aliada, por la pérdida de la Florida, la fuerte humillación dará el

impulso necesario para que el gobierno de Carlos III se proponga reformar las

relaciones con América.

La liberalización comercial había comenzado de manera cautelosa en 1765 con la

apertura de varios puertos metropolitanos, pero el Reglamento de Libre Comercio,

promulgado en la icónica fecha del 12 de octubre, vendrá a trastocar de manera

colosal e irreversible el arreglo mercantil con América. En el capítulo anterior

revisamos las principales disposiciones y características del Reglamento, así que

conviene revisar, en el largo plazo, el desarrollo y resultado comercial del Imperio

hispánico de ultramar.

La Gráfica 1 nos demuestra el nivel mercantil desde inicios del siglo hasta la

promulgación del Libre Comercio basándose en el tonelaje transportado en uno u

otro sentido:

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Fuente: Elaborada a partir de García-Baquero, Cádiz, 1975, vol. II, pp. 125-128.

El crecimiento del volumen comercial es evidente, sin embargo está salpicado de

bajas coyunturales que obedecen a los diversos episodios bélicos. Es apreciable la

tendencia creciente que cobra auge a partir de mediados de siglo a excepción de

1762 donde la entrada de España a la Guerra de los Siete años tuvo consecuencias

desastrosas para el comercio ultramarino.

El auge comercial puede responder en parte a la paulatina, y como vimos

titubeante, liberalización del comercio. La utilización cada vez en mayor proporción

de navíos sueltos puede responder a este movimiento. Se puede contrastar las

cifras correspondientes sólo al tráfico mercantil en Navíos de registro suelto en la

Gráfica 2:

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Gráfica 1. Total de toneladas traficadas entre España y América, 1717-1777

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Fuente: Elaborada a partir de García-Baquero, Cádiz, 1976, vol. II, pp. 131-133.

Se observa que los incrementos del volumen total comerciado corresponden con los

incrementos del tráfico en Navíos sueltos. Los navíos sueltos son la base del auge

comercial, su carácter más independiente les valió el incremento del tráfico. Esto

nos inclina a pensar que la navegación en solitario respondía a la dinámica

mercantil de las coyunturas, sin embargo la navegación en convoy no perdió

presencia hasta el comienzo de la segunda mitad del siglo.

Como se observa en la Gráfica 3, los navíos sueltos fueron reclamando mayor

proporción sobre el total traficado, mientras que los navíos en convoy respondieron

a las coyunturas políticas, reportando en algunos años un nulo porcentaje.

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Gráfica 2. Toneladas traficadas entre España y

América en Navíos sueltos, 1717-1777

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Fuente: Elaborada a partir de García-Baquero, Antonio, Cádiz, 1975, tomo II, pp. 125-128 y 131-133.

Ahora bien, los resultados del flujo comercial en uno y otro sentido una vez que se

promulgó la libertad de comercio pueden apreciarse en los índices de crecimiento

tomando como base 1778. La Gráfica 4 nos revela las variaciones del nivel

comercial de las importaciones españolas desde América en el periodo 1778-1796,

con excepción de los años 1779-1781 de los cuales no se cuenta con observaciones y

se supone una paralización comercial por una nueva declaración de guerra entre

España e Inglaterra.

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Gráfica 3. Proporción de toneladas traficadas entre España y América en navíos sueltos

sobre el total, 1717-1777

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Fuente: Elaborada a partir de Fisher, Comercio, 1993, p. 24.

Observamos un vertiginoso incremento del tráfico hacia la Península, la apertura

de nuevos puertos al tráfico, en ambas orillas del Atlántico, se tradujo en un

incremento total del tráfico.218 Sin embargo recordemos que los puertos de la

Provincia de Venezuela y de Nueva España fueron excluidos en un principio del

nuevo régimen comercial, pero para 1789 fueron incluidos, explicando así en cierta

medida el pico máximo del indicador en el periodo.

Pero resulta más interesante contrastar este índice con el correspondiente a las

exportaciones españolas hacia América en el mismo periodo. Se observa un

resultado mucho más modesto como se describe la siguiente gráfica:

218 Recordemos que los datos que toma Fisher son los correspondientes a los registros de buques individuales que con las reformas de 1778 debían describir el valor de las mercancías, diferente al registro anterior donde el palmeo sólo incluía el volumen de las mercancías.

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Gráfica 4. Índice de crecimiento de las importaciones de España desde América,

1778-1796 (base 1778)

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Fuente: Elaborada a partir de Fisher, Comercio, 1993, p. 19.

El crecimiento es también remarcable, sin embargo se debe considerar que el

aumento tiene puntos máximos que circundan el 600 por ciento tomando de nuevo

1778 como la base. Esto refiere un crecimiento mucho menor de las exportaciones

que de las importaciones, las cuales mantienen un crecimiento por encima del 600

por ciento desde 1784 llegando incluso a un punto máximo de 1,600 por ciento.

¿Cómo explicar esta diferencia?

El contrabando nunca pudo ser eliminado del sistema comercial hispánico, a pesar

de la apertura de nuevos puertos y reducción de algunos costes como fletes, seguros

y riesgos. Se mantuvo sin embargo un diferencial entre los precios españoles y los

europeos, así que el contrabando seguía siendo un negocio rentable.219

Es de resaltar también que la apertura de puertos peninsulares realmente socavó

poco el monopolio práctico de Cádiz. Este puerto concentró un 75 por ciento de las

exportaciones desde España a América, siendo su más cercano competidor

Barcelona con sólo un diez por ciento.220 En cuanto a las importaciones

219 Bernal, Libre, 1987, pp. 21-22. 220 Fisher, Comercio, 1993, p. 20.

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Gráfica 5. Índice de crecimiento de las exportaciones de España hacia América,

1778-1796 (base 1778)

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americanas, el fenómeno se agudiza, Cádiz concentra el 84 por ciento mientras que

Barcelona responde sólo por un 4 por ciento.221

Por otro lado, la plata seguía siendo el principal bien que viajaba de América a

España, pero también otras mercancías se habían logrado posicionar en los

mercados europeos, mercancías de poco volumen y de relativo alto valor como los

tintes y los cueros. A cambio de estos España exportaba diferentes manufacturas,

muchas de las cuales consistían en producción del resto de Europa, sobre todo de

las regiones correspondientes a Francia, Inglaterra, Alemania, Holanda, Italia y

Portugal.

El resultado obvio era que la metrópoli mantenía una balanza deficitaria con el

resto de Europa, esto hacía que requiriera cada vez una mayor cantidad de metales

preciosos para subsanar su déficit, transfiriendo así hacia América su incapacidad

de competir en el mercado europeo.222 Un cálculo de 1794 indica que la mitad del

déficit con Europa podía explicarse por mercaderías re-exportadas a América, sin

embargo el sistema imperial arrojaba un balance positivo al estudiar el comercio en

su conjunto.223

En 1797 las remesas americanas que la Metrópoli pudo rescatar constituyeron sólo

un 1 por ciento del total del año anterior, esto debido a una nueva declaración de

guerra con Inglaterra.224 España decide permitir el comercio americano a barcos de

naciones neutrales. Esto significó el último golpe liberalizador del sistema

comercial imperial. Una condición, que resultó por demás inoperante, era que los

barcos neutrales regresaran a España con los cargamentos americanos.225

Esta medida, que tenía carácter temporal y de urgencia ante la imposibilidad de

hacer frente a los mercados americanos, terminará por perpetuarse incluso ante su

revocación dos años después una vez que se restaura una paz vacilante en

221 Fisher, Impacto, 1987, p. 29. 222 Bernal, Libre, 1987, p. 24. 223 Fisher, Imperial, 1985, p. 45. 224 Fisher, Relaciones, 1992, p. 197. 225 Fisher, Comercio, 1993, p. 47.

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69

Europa.226 El auge comercial, pero sobre todo el beneficio económico que el

comercio con neutrales trajo para las colonias hispanoamericanas fue de tal grado

que las élites americanas no estuvieron dispuestas a renunciar a él, incluso

llegando a comerciar con las potencias rivales de manera disimulada.

Por otro lado, para España el comercio con neutrales significó la pérdida del

vínculo comercial, el cual difícilmente podría recuperarse. La Gráfica 6 muestra la

curva de exportaciones hacia América desde la libertad comercial hasta la década

de 1820, observando que desde mediados de la década de 1790 el tráfico tiende a

disminuir de manera extraordinaria.

Fuente: Elaborada a partir de Fisher, Comercio, 1993, pp. 19 y 63

Podemos constatar que el bajo nivel comercial obedece una vez más a la coyuntura

bélica, el pico que presenta la curva entre 1802 y 1804 se explica por el desbloqueo

comercial que la Paz de Amiens significó para el tráfico atlántico.

La Corona no tardó en darse cuenta del perjuicio que el comercio neutral

significaba para las arcas reales y para la economía peninsular, sobre todo ante la

extensión de los beneficios del comercio con América hacia los rivales ingleses. Sin

226 Costeloe, Spain, 1981, p. 210.

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Gráfica 6. Índice de crecimiento de las exportaciones de España hacia América,

1778-1820 (base 1778)

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embargo, la prohibición de dicho sistema fue inoperante, como inevitable resultó

la independencia comercial que cobraron las posesiones americanas.

Conviene cerrar este apartado con una mirada secular del significado para la

metrópoli en desarrollo comercial dieciochesco a partir de un indicador diferente.

Michel Morineau reconstruye esta curva con base en los informes que las gacetas

holandesas refieren sobre los envíos de metales preciosos provenientes de

América.227

Fuente: Elaborada a partir de Morineau, Incroyables, 1985, pp. 378, 377, 391, 417 y 430-435.

Se puede apreciar la tendencia a la alza del comercio, pero la volatilidad de los

datos nos revela la dependencia de los flujos mercantiles a las coyunturas bélicas

dieciochescas. El Reglamento de Libre Comercio realmente tuvo una corta

duración y restringida por los eventos políticos, frustrando así los objetivos

expansionistas. E incluso el crecimiento entre 1778-1796 puede considerarse

227 Morineau utiliza las gacetas de Ámsterdam, Utrecht y Lyede las cuales remitían informes a las casas comerciales y financieras holandesas con un alto grado de detalle sobre los envíos americanos. Sin embargo, para 1778 dichas gacetas desaparecen por la incapacidad de contabilizar los envíos ante la liberalización del comercio. Sin embargo el autor retoma los datos de la Gaceta de Madrid y del Correo Mercantil y los contrasta con los informes de los cónsules franceses en Madrid, de esta manera logra reconstruir la curva para estos años. Véase Morineau, Incroyables, 1985, pp. 351-354.

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Gráfica 7. Valor de los envíos de oro y plata desde América a España, 1721-1802

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modesto con respecto al crecimiento potencial que pudo haberse originado en un

contexto político diferente.228

España terminó el siglo XVIII como lo había comenzado, envuelta en un conflicto

internacional que paralizó sus relaciones económicas. Sin embargo, durante la

Guerra de Sucesión la injerencia comercial, legal o no, de otras potencias en

América ayudó a mantener a flote los mercados americanos que una vez

restablecida la paz volvieron a establecer vínculos con la Metrópoli. Pero un siglo

después, la economía americana era mucho más compleja, el decreto del comercio

con neutrales relajó tanto los vínculos con España que provocaría casi una total

disociación.229 Como consecuencia, también se fortaleció el acercamiento con los

acostumbrados rivales, los ingleses, y la aparición de los Estados Unidos como

nuevo socio comercial emergente.230

La Batalla de Trafalgar impuso el dominio incuestionable de las fuerzas británicas

en el Atlántico. Si antes los mercaderes de Cádiz habían decidido no zarpar hacia

América por miedo a ser apresados, ahora el encierro dejaba de ser voluntario. En

1805 se vuelve a permitir el comercio con neutrales, aunque como mencionamos

realmente nunca cesó, ahora sin la ilusoria cláusula sobre el retorno a España de

las mercaderías americanas.

El último respiro del comercio imperial hispánico se observó en 1808,

paradójicamente, ante la invasión napoleónica a España y el cese de las

hostilidades con Inglaterra. Pero el vínculo económico con América estaba roto, y

la fidelidad política vacilante. La entrada de América de lleno en la globalización de

fines del siglo XVIII y principios del XIX de la mano de una España belicosa y

derrotista, le significó una carga fiscal que habría de traducirse en un sentimiento

anticolonialista que atravesó transversalmente todos los estratos sociales

americanos.

228 Fisher, Relaciones, 1992, p. 239. 229 Las importaciones y exportaciones entre Cádiz y Veracruz, los puertos de mayor relevancia, bajaron en un 96 y 97 por ciento respectivamente. Véase Fisher, Relaciones, 1992, p. 243. 230 Las exportaciones entre 1795 y 1801 de Estados Unidos a la América española crecieron en un 600 por ciento, mientras que las importaciones se elevaron sólo en un 75 por ciento en el mismo año. Véase Fisher, Relaciones, 1992, p. 244.

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72

El resultado de las reformas comerciales en el Plata

El Río de la Plata fue convirtiéndose en un proveedor de bienes y en un mercado

importante para el comercio imperial. Si bien había existido un goteo continuo,

ahora el flujo era considerable, tanto que muchos agentes comerciales gaditanos,

vascos y gallegos se asentaron en Buenos Aires con la intención de participar de las

ganancias, trayendo así manufacturas y extrayendo cueros y plata potosina.231 En el

periodo de 1778 a 1796 el complejo rioplatense concentró en promedio el 12 por

ciento de los envíos a la Península.232

Este fenómeno estuvo ligado a la revalorización que tuvo la plata en el mercado

europeo, incrementando así su demanda. La participación del comercio francés en

los circuitos mercantiles en Sudamérica también contribuyó al empuje del tráfico

de plata potosina.233 Así pues, la región rioplatense fue cobrando un auge paulatino

de la mano de una Europa que cada vez demandaba una mayor cantidad de metales

preciosos.

Las mercancías eran descargadas en Montevideo, el cual consistía en un mejor

puerto natural, pero también más proclive a ataques enemigos como abría de

demostrarlo la ocupación inglesa de 1707. Sin embargo, ambos puertos

funcionaban de manera simbiótica y articulada en el arreglo imperial.234

Podemos observar el desarrollo del complejo platense desde mitad del siglo XVIII

en la Gráfica 8 construida a partir de los registros de buques mercantes al llegar a

la Península:

231 Fisher, Relaciones, 1992, pp. 215 y 216. 232 Fisher, Impacto, 1987, p. 33. 233 Tandeter, Coacción, 2992, pp. 18-19. 234 Fisher, Relaciones, 1992, p. 190.

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Elaborada a partir de Morineau, Incroyables, 1985, pp. 420, 450-454

Esta gráfica da cuenta de la importancia que los envíos desde Río de la Plata

significaban desde Tierra Firme. Su importancia es creciente (sin considerar la falta

de observación para 1799) a partir de la década de 1780, cuando efectivamente

puede considerarse que los efectos del comercio libre son apreciables.

La inclusión formal de la región del Río de la Plata en el comercio atlántico la

vinculó también hacia el Pacífico al constituirse en paso de la ruta al Perú vía el

Cabo de Hornos.235 Ambos puertos jugaron entonces un doble papel: como origen y

destino de una ruta específica del comercio imperial; y como estación de paso de

navíos mercantes. Bajo esta segunda modalidad se desarrolló una industria

proveedora de bienes y servicios que los buques mercantes requerían para la

travesía. Las exportaciones de metálico desde Río de la Plata constituyeron un 81

por ciento del total de mercancías entre 1779 y 1784, significando el 32 por ciento

de los ingresos fiscales.236

La simbiosis entre Buenos Aires y Montevideo puede evidenciarse en la Gráfica 9:

235 Sala, Estructura, 1967, pp. 16-17. 236 Tandeter, Coacción, 1992, p. 24.

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Gráfica 8. Proporción del valor de los envíos de oro y plata desde el Río de la Plata hacia España en relación a los

envíos por "Tierra Firme", 1756-1804

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Fuente: Elaborada a partir de Fisher, Comercio, 1993, pp. 95 y 96

Montevideo controlaba el tráfico exterior, al menos formalmente.237 El puerto

montevideano era la garganta del complejo platense, pero Buenos Aires

representaba la administración virreinal y era el canal de distribución de las

mercancías que entraban y salían en la región.238 La navegación entre uno y otro

puerto se hacía mediante embarcaciones de menor calado, las mercancías eran

trasladadas en uno y otro sentido, permitiendo así hablar de un “complejo

portuario rioplatense” más allá de disociar ambos puertos.239

Conviene también delinear el destino de los envíos salidos por el Río de la Plata

hacia la Península a partir de la apertura comercial.

237 Fisher obtuvo estos datos a partir de los registros con que las embarcaciones llegaban a los puertos españoles que se encuentran en el Archivo General de Indias. Estas guías eran elaboradas en Montevideo, teniendo como consecuencia que los registros reporten a este puerto como punto de salida. Véase Fisher, Imperial, 1985, p. 37. 238 Si bien ambos puertos funcionaban de manera coordinada, cada uno tenía sus redes e intereses, mismos que abrían de evidenciarse en el desquebrajamiento del Imperio donde cada uno puso sus lealtades en claro: Buenos Aires hacia el interior continental, y Montevideo hacia la Metrópoli. Véase Ribeiro, Fieles, 2013, tomo 2, p. 45. 239 Lelo, Espanha, 1996, p. 55.

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Gráfica 9. Origen del valor de las exportaciones desde el Río de la Plata hacia

España, 1797-1815

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Fuente: Elaborada a partir de Morineau, Incroyables, 1985, pp. 450-454

Observamos la preeminencia de Cádiz como puerto de destino, concordando con el

modelo imperial, pero a diferencia de éste, fue La Coruña, y no Barcelona, el

segundo puerto en importancia para el tráfico hacia la Península.

La Coruña es un puerto que desde mediados de la década de los sesenta del siglo

XVIII había obtenido de la Corona la prerrogativa de comerciar con las Antillas, El

Río de la Plata e incluso Nueva España a través de la sociedad pública de “Correos

Marítimos”.240 En todo el periodo el Río de la Plata absorbe en promedio el 60 por

ciento de las exportaciones gallegas, sobre todo concentradas en textiles

autóctonos.241

La clase comercial de La Coruña, pequeña y sin grandes capitales para invertir,

estaba permeada de agentes forasteros rentistas, mismos que diversificaban sus

inversiones no sólo en el comercio indiano sino también en bienes raíces,

240 Álvarez, Comercio, 1987, p. 165. 241 Aunque el Decreto de Libre Comercio abrirá la puerta para un viraje en el origen de dichos textiles, cobrando importancia los españoles, sobre todo catalanes, y los extranjeros, desarticulando el único sector gallego que pudo haber levantado su producción a principios del siglo XIX. Véase Álvarez, Comercio, 1987, p. 166.

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Gráfica 10. Distribución de las exportaciones de oro y plata desde Río de la Plata hacia

España, 1779-1804 Algercias

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manufacturas y deudas públicas y privadas.242 De esta manera se explica la

vinculación de una red ibérica de cooperación que al abrir el comercio en 1778 se

hará del control de las vías comerciales practicadas veinte años antes, y aunque la

masa de beneficios tuvo una tendencia a la baja, al ser repartida entre un grupo

selecto de comerciantes representaba un gran negocio, sobre todo ante la

liberalización de la trata negrera, mercado en el cual el Río de la Plata tenía una

importante participación.243

Por otro lado, cabe también analizar el tipo de mercancías que salían del Río de la

Plata hacia España. En el trienio de consolidación del Libre comercio (1787-1789),

el 95 por ciento de las exportaciones se componían de metales preciosos y cueros,

siendo otras de menor importancia carne salada, sebo, tabaco y harina.244 La plata

era el principal componente de las exportaciones, reportaba un 57 por ciento del

total y un 65 por ciento de los derechos que la Corona obtenía, mientras que los

cueros era el segundo género en importancia, respondiendo por un 20 por ciento

de las exportaciones y un 26 por ciento de las entradas a las arcas reales, y

finalmente el oro significaba un 18 por ciento de las exportaciones.245 Para 1796

esta estructura se modificó un poco, la suma de las exportaciones de metales

preciosos respondía por un 80 por ciento de las exportaciones totales, dividida en

el 28 por ciento de oro y 51 por ciento de plata, mientras que los cueros mantenían

un 20 por ciento del total.246

Observamos entonces que el crecimiento de los flujos comerciales en el Plata

estuvo condicionado por las necesidades europeas. Esta relación se acentúa si

observamos que los productos traídos al complejo portuario platense se componían

más de bienes manufacturados extranjeros que de mercaderías españolas. Esta

disparidad se agudiza si consideramos que muchas mercaderías extranjeras se

hacían pasar por españolas en los puertos peninsulares.247

242 Álvarez, Comercio, 1987, p. 172. 243 Ibid., pp. 173-175. 244 Lelo, Espanha, 1996, pp. 62-63. 245 Ibid., p. 63. 246 Halperín, Revolución, 2002, p. 48. 247 Millot, Historia, 1991, p. 74.

Page 82: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

77

La simbiosis entre las bandas rioplatenses sufre cambios debido al desarrollo

estructural de la Banda Oriental, su hinterland comienza a producir una industria

ganadera, orientada sobre todo a la producción de cueros, más eficiente y rentable

que la de Buenos Aires.248 Su campaña, prácticamente deshabitada, funciona como

un campo de producción extenso más acorde con la producción ganadera, sumado

a un alto avance en la tecnificación como se muestra al haber instaurado el primer

saladero de la región en las inmediaciones de Colonia del Sacramento.249 De esta

manera llega a competir con la producción bonaerense, la cual se encontraba

saturada y disputada por las ciudades cercanas del Litoral como Santa Fe y

Corrientes.

El puerto oriental también cobró un giro como proveedor de servicios portuarios,

es decir, no sólo constituía la garganta fluvial, sino que desarrolló una estructura

productiva-mercantil enfocada a suministrar a los buques mercantes y buques de

guerra de diversos bienes y servicios necesarios para la navegación.250 Para este

efecto poco importaba la filiación nacional de las embarcaciones, igual proveían

víveres, herramientas y materiales de repuesto, ya fuera para el viaje en altamar o

para el tiempo en que los buques permanecieran en el puerto. Así también se

encargaban del servicio de transportación entre puertos para realizar las diligencias

necesarias. Esta actividad económica funcionaba por medio de una licencia real,

otorgada por la autoridad virreinal, ocasionando conflictos entre mercaderes por su

adjudicación.251

Es de vital importancia rescatar las relaciones comerciales del puerto

montevideano con el territorio portugués colindante. Como vimos en el capítulo

anterior, el origen de esta relación tuvo un carácter semilegal. Para el último cuarto

del siglo XVIII la posesión hispánica definitiva sobre La Colonia abrió un nuevo

episodio de relaciones mercantiles semiclandestinas en la orilla oriental del Río.252

248 Sala, Estructura, 1967, pp. 107-109. 249 Halperín, Revolución, 2002, p. 37. 250 Sala, Estructura, 1967, pp. 48-52. 251 Véase Bentancur, Provisión, 1996. 252 Un gran número de súbditos portugueses expulsados de La Colonia se asentaron en Montevideo y al interior de la Banda Oriental, llevándose sus redes comerciales y poniéndolas en contacto con las redes existentes en el puerto español. Resulta emblemático el caso de Don Manuel Cipriano de

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78

En tiempos bélicos la Corona española permitió el comercio de barcos portugueses

en el Plata para abastecer y salvaguardar sus posesiones, mientras que la vía ilegal

utilizó las denominadas “arribadas maliciosas” donde los buques extranjeros,

argumentando algún desperfecto o condiciones climáticas adversas, obtenían el

permiso de entrar a los puertos españoles y así contrabandear sus mercancías.253

La “trata” era el principal rubro sobre el que funcionaba la relación Río de la Plata-

Río de Janeiro. Las mercancías rioplatenses que hacían frente a la introducción de

esclavos era primordialmente plata, pero el aprovisionamiento de los buques

ingleses, aliados de Portugal, cobraba una importancia por su constante presencia

en la zona.254

Montevideo constituía el paso obligado de esclavos hacia el interior.255 Estaba

inmerso en una red comercial a medio camino entre los Imperios español y

portugués, resultando que, en el tema del trafico esclavo, la relación era más de

cooperación que de enfrentamiento.256 Si bien, en tiempos de paz, la introducción

de esclavos africanos en el Río de la Plata vía el Brasil colonial era ilegal para los

súbditos de ambas coronas, los grandes beneficios económicos mantuvieron este

circuito funcionando a pesar de su clandestinidad.257

El reformismo borbónico dio al esclavismo un papel de vital importancia para

lograr levantar la producción en territorios periféricos como el Río de la Plata, así

que abrió su comercio hacia el tráfico negrero. Sin embargo sus mercaderes poco

sabían sobre el comercio directo de esclavos, esa prerrogativa la habían cedido

desde que dejaron en manos portuguesas la colonización de África. De esta manera

España tuvo que sumarse a un circuito comercial controlado por otras potencias y

Melo, de origen portugués pero que cambió hábilmente de lealtades entre ambas Coronas ibéricas. Véase Prado, Carreira, 2012. 253 Moutoukias, Río, 1983, p. 206. 254 Bentancur, Proceso, 2003, p. 108. 255 Aunque la creciente producción agropecuaria en la Banda Oriental comenzaba a absorber esclavos que realizaban las más diversas tareas en el medio rural. Véase Borucki, Posible, 2005, pp. 46-48. 256 Borucki, Slave, 2011, p. 81 y 104. 257 Incluso, el reformismo dieciochesco provocó que casi la mitad de esclavos introducidos entre 1500 y 1867 cruzaron el Atlántico entre 1750 y 1825. Véase Borucki, Slave, 2011, p. 81.

Page 84: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

79

hacer uso de sus redes sujetándose también a sus condiciones.258 El resultado para

el mercado negrero rioplatense fue una flexibilidad para hacerse de esclavos, ya

fuera por medio de las redes de comercio directo, o bien vía el Brasil. De esta

manera respondían a los impedimentos comerciales que el entorno bélico del siglo

XVIII les imponía.259

Las necesidades de los mercados del litoral, y las consecuentes ganancias, se

sobreponían a las lealtades juradas, un hecho ilustrativo fue la navegación de

buques hispánicos con bandera portuguesa para evitar represalias por parte de los

ingleses en tiempos bélicos. Esta práctica, que fue vigilada por la autoridad

virreinal, seguramente fue utilizada con una mayor soltura, aunque los registros

son incapaces de poner en evidencia.260

Las redes comerciales se mantuvieron entre colonias americanas de potencias

europeas enfrentadas, para la década de 1790 la presencia de actores extranjeros en

el comercio rioplatense se volvió un lugar común, y la guerra no cambió este

fenómeno.261 Los mercaderes rioplatenses beneficiados utilizaban diferentes

argucias, legales o prácticas, para mantener el tráfico con el puerto fluminense,

mientras que los partidarios del monopolio y control hispánico apelaban al respeto

y salvaguarda del Reino. El balance arroja un grado de autonomía colonial, que

tuvo expresiones violentas como la confiscación de mercaderías y apresamiento de

barcos enemigos, pero las redes informales de cooperación comercial sobrellevaron

estos inconvenientes y lograron mantener el flujo mercantil incluso una vez que los

brotes autonomistas hispánicos estallaron en la segunda década del siglo XIX.262

Conviene trazar el perfil de la clase mercantil emergente en el siglo XVIII para así

entender sus filiaciones, intereses y participación en el arreglo comercial imperial y

regional rioplatense.

258 Borucki, Slave, 2011, pp. 82-83. 259 Ibid., pp. 100-101 260 Para profundizar en el tema del “cambio de bandera” véase Malamud, Comercio, 1987. 261 Prado, Carreira, 2012, p. 169. 262 Prado, Shadows, 2002, pp. 122-134.

Page 85: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

80

Mercaderes y negocios: los actores comerciales en ambas orillas

Hemos constatado la importancia del Río de la Plata como punto de confluencia

mercantil y geopolítica. Pero los intercambios se lograban, o malograban, entre

agentes específicos, con intereses y redes propias que podían resultar de

cooperación o también de enfrentamientos. Podemos apreciar que los mercaderes

fueron el grupo social que más se benefició en el Río de la Plata a raíz de las

reformas comerciales del Imperio.

Se observa una comunidad mercantil integrada por los individuos que de una u

otra manera están inmersos en el giro comercial, ya sea en calidad de mercaderes

por cuenta propia o como comisionistas de casas comerciales americanas o

europeas. Las relaciones mercantiles demandaban el establecimiento y

permanencia de vínculos más allá de las fronteras regionales o imperiales. En el

Río de la Plata el orden colonial había impuesto un control formal sobre el giro

mercantil bastante restrictivo, sin embargo en la práctica se observó un desarrollo

importante de la mano de las formas clandestinas que el arreglo institucional

permitía.

Sin lugar a dudas el núcleo de la élite mercantil se localizaba en Buenos Aires, se

trataba de una élite urbana, pero difícilmente se puede separar de otras actividades

productivas como la ganadería y el comercio menudo.263 Su origen se observó a la

sombra del comercio controlado por Lima, sin embargo los diferentes canales

semilegales y una creciente autonomía de la región a partir del siglo XVIII le dio la

capacidad de enarbolarse como grupo social autónomo e incluso enfrentado a sus

pares limeños.

El punto máximo de autonomía se logró con la creación del Virreinato del Río de la

Plata y la apertura de sus puertos al comercio directo con España. De esta manera

Buenos Aires se encontraba a la par que Lima en cuanto a jerarquía imperial, si

bien su mercado no era tan importante como el de ésta, el circuito mercantil limeño

vía el Cabo de Hornos le beneficiaba por igual.

263 Socolow, Merchants, 1987, p. 2.

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81

Por otro lado, Buenos Aires concentraba el flujo de metales desde el Alto Perú hacia

el Atlántico, controlando de igual manera la distribución de mercancías europeas

hacia el interior del Virreinato. Ya se ha mencionado también la importancia de los

cueros como mercancía que no encontraba límites a su demanda al otro lado del

Océano. Y por último no debemos olvidar el vínculo esclavista que se tenía con Río

de Janeiro. De esta manera se fraguó una red mercantil atlántica-tierra adentro,

haciendo crecer la ciudad y convirtiéndose en sí misma en un mercado importante

para el flujo mercantil global.

En esta sociedad la jerarquía nobiliaria poco tenía que hacer frente al prestigio

social derivado de la posición ocupacional y económica. Sin dejar de ser un factor

importante, el apellido importaba poco en Buenos Aires colonial, sobre todo

porque las familias más prestigiosas poco tenían que ver con los grandes apellidos

peninsulares. Los estamentos estaban delineados ocupacionalmente: clérigos,

burócratas, comerciantes, militares, artesanos y campesinos. Bajo este aire, la

ciudad se llenó de emprendedores peninsulares que veían una oportunidad de

ascender en la escala social a pesar de su poco noble origen. 264

Sin embargo la dinámica del grupo fue trastocada ante el crecimiento del mismo y

la progresiva prosperidad que gozaban. Los patrones de consumo y de relaciones

sociales fueron modificándose conforme avanzaba el siglo. El sector mercantil de

inicios del siglo XVIII no era uniforme ni hermético, la escala de transacciones y la

movilidad entre ocupaciones hacen difícil una contabilidad precisa, e incluso un

censo de 1738 arroja que todos los individuos contabilizados estaban en vueltos de

alguna forma en actividades comerciales.265 Esta característica cambiará para fines

de siglo donde se muestran claras las divisiones, reportando para 1778 un 24 por

ciento de población partícipe del comercio a gran escala y un 5 por ciento adicional

como aprendices o dependientes de alguna casa comercial porteña.266 Incluso

264 Ibid., pp. 10-11. 265 Ibid., p. 12. 266 Ibid., p. 13.

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82

ocurrió una diferenciación a mediados de siglo entre los vocablos “mercader” y

“comerciante” que antes se usaban indistintamente.267

Un censo preparado por la Junta de Comercio porteña revela 653 individuos

activos en el giro comercial, de ellos se calcula que 145 traficaban mercancías a

gran escala y larga distancia, representando la élite mercantil del complejo

portuario.268 En promedio se encontraban entre los 35 y 54 años de edad, y su

origen era eminentemente peninsular (79 p0r ciento), sin embargo una gran

proporción llevaban ya entre 12 y 15 años avecindados en América, pero a raíz del

Decreto de Libre Comercio y de la muerte de los comerciantes más antiguos la

proporción de peninsulares tiende a concentrarse.269

El origen de los comerciantes también revela su filiación familiar. Los comerciantes

criollos (15 por ciento) eran hijos de peninsulares llegados a principios de siglo

dedicados sobre todo al comercio, pero también a la burocracia y al ejército,

mientras que los comerciantes de origen español eran hijos de familias poco

acomodadas sobre todo rurales o urbanas en puestos burocráticos bajos.270

El origen de estos comerciantes resalta por concentrarse en el norte de España:

Galicia, Castilla, Santander y las provincias Vascas componen el 70 por ciento,

mientras que Andalucía sólo responde por el 8 por ciento y Cataluña el 1 por ciento.

Los demás comerciantes provenían del resto de Europa (6 por ciento) mientras que

un 15 por ciento era criollo mayoritariamente bonaerense. Esta estructura

contrasta con las alianzas matrimoniales, de las cuales el 83 por ciento eran

matrimonios con criollas nacidas en Buenos Aires, otro nueve por ciento eran

criollas de otras regiones de virreinato, y sólo un 8 por ciento eran peninsulares.271

Esto se puede explicar por las redes que tejían los comerciantes peninsulares una

vez que lograban hacer fortuna en el Río de la Plata, mediante el matrimonio

267 “Comerciante” referirá al individuo imbuido en el comercio atlántico como socio de alguna casa peninsular o apoderado de éstas; mientras que “mercader” responde a los individuos que tienen una tienda local y hacen negocios en pequeña escala. Véase Socolow, Merchants, 1987, p. 14. 268 Socolow, Merchants, 1987, p. 15. 269 Ibid., p. 16. 270 Ibid., p. 17. 271 Ibid., p. 186.

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83

afianzaban su status y se hacían de recursos necesarios para diversificar su giro

comercial mediante las alianzas con familias ganaderas o de comerciantes antiguos.

El vínculo con la burocracia virreinal era otro punto importante de estos actores

económicos. Los aportes pecuniarios al aparato administrativo, imperial o local,

fueron un arma efectiva para ganar el favor de las autoridades.272 Así mismo el

control del Cabildo fue otro medio para ganar poder en las decisiones virreinales,

aunque los miembros del Cabildo comerciantes demostraron poca habilidad e

irresponsabilidad en los asuntos gubernamentales.273

Al otro lado de Río, la composición demográfica era diferente y de reciente

creación. El núcleo militar de inicios del siglo se había transformado con el pasar

de las décadas, la reglamentación del Libre comercio atrajo nuevos pobladores

ávidos de sumarse al auge mercantil. Al igual que Buenos Aires, en Montevideo la

situación nobiliaria importaba poco en la práctica, incluso la posesión de tierras

tendía a despreciarse si esta no se podía traducir en beneficio económico.274

El estadio inicial de la población oriental se caracterizó por presentar un bajo grado

de diferenciación social. Si bien el título de “Hidalgo de solar conocido” refería a un

status de preeminencia en cuanto a pionero en la colonización, su utilidad

económica resultaba precaria, resultando que en la práctica, no se tradujera en una

condición de élite.275 Así también, las fortunas poco ostentosas no representaban

una variable de diferenciación, sino que la pertinencia a la burocracia reducida o a

los altos cargos militares rendían mayor cuenta de la estratificación.

La importancia portuaria de Montevideo se tradujo en una jerarquía social

conformada rápidamente y orientada hacia los intereses de ultramar. El poder del

sector comercial se encontraba en la capacidad de maximizar las ganancias de una

producción ganadera rural limitada, pero inmersa en la red mercantil imperial. Su

posición geoestratégica la convertía en puerto-frontera de cara al Imperio

272 Ibid., p. 113. 273 Ibid., p. 121. 274 Dutrénit, Uruguay, 1994, p. 36. 275 Schröter, Estructuras, 1999, pp. 105-106.

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84

portugués capaz de consumir la incipiente producción local y la producción

redirigida desde otras partes del Virreinato vía Buenos Aires proveyendo de

esclavos y manufacturas europeas que dentro de las vías hispánicas legales de

comercio hubieran resultado poco rentables.

Claro está que la plata articulaba el círculo comercial. De ahí que los comerciantes

montevideanos monopolistas, muchos de ellos arribados después del Decreto de

Libre Comercio, fueran agentes de casas comerciales bonaerenses, gaditanas,

catalanas y gallegas. Estos agentes extendían sus actividades como hacendados,

navieros, saladeristas, molineros, traficantes de esclavos, mayoristas, pulperos y

prestamistas.276 Jugando también entre las vías legales y clandestinas del comercio

con una soltura adaptativa a las coyunturas.

Las fortunas que se lograron fraguar eran modestas incluso en el contexto virreinal,

la diversificación fue la base para paliar la estrechez del mercado interno y la

dependencia exterior de los ciclos comerciales. La producción ganadera fue uno de

los sectores más buscados por estos comerciantes, eran sus propios cueros, sebos y

tasajo las mercancías que transportaban hasta La Habana, regresando con azúcar,

aguardiente de caña o esclavos, para comerciarlos en otras partes del Virreinato.

Surtían a la campaña de las manufacturas básicas a cambio de cueros provenientes

del pequeño y mediano hacendado. También controlaban los saladeros y molinos,

con éstos surtían a los buques estacionados en el puerto de bizcocho y tasajo para la

travesía de ultramar, teniendo así una representación fuerte en el Cabildo para

hacerse de los contratos de aprovisionamiento naval.277

La migración a partir del reformismo borbónico amplió la base poblacional sobre la

cual podría constituirse una élite, el éxito económico de los “recién llegados”

imprimió un sello eurofílico a la élite emergente. Las alianzas sociales tuvieron

también reflejo, como se observó en Buenos Aires, mediante los matrimonios entre

criollas autóctonas acomodadas y comerciantes peninsulares recién elevados, al

276 Dutrénit, Uruguay, 1994, p. 37. 277 Ibid., p. 38.

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85

cual responde un 85 por ciento del total de los matrimonios de la élite.278 El

comercio montevideano inicial era muy tendiente al contrabando, y con vínculos

fuertes hacia la Península, por esos sus intereses pronto rivalizaron con los de

Buenos Aires.279

A partir de la década de 1790 la modesta clase mercantil marítima montevideana

cobra un auge remarcable. La combinación de los actores comerciales asentados

durante el siglo y la llegada de los nuevos agentes mercantiles posibilitaron un

eslabonamiento con las diferentes áreas productivas y la burocracia, así pues

cobraron un aire autónomo y tomaron las riendas como élite dirigente a la par que

el arreglo colonial-virreinal se iba diluyendo.280 La clasificación de los comerciantes

montevideanos presenta dificultades al no constituirse como clase homogénea, en

el carácter fronterizo del puerto, las oportunidades y riesgos diluían la capacidad de

una acción colectiva unificada. A la par mercaban como apoderados que a cuenta

propia, de manera legal o en el contrabando, con españoles o extranjeros, etc.

Sin embargo un corte temporal se puede hacer respecto al momento de su

incorporación al comercio montevideano. Hubo quienes emprendieron su carrera

mercantil antes o en la década de 1770, y otros quienes hicieron lo propio en plena

ebullición mercantil posterior a 1778. El primer grupo se componía de individuos

en su mayoría del norte de España, vascos sobre todo, solteros que circundaban los

veinticinco años. Éstos se constituyeron en el núcleo exportador mayorista, sin

embargo comenzaron en el sector minorista.281

El segundo grupo se conformaba por comerciantes llegados en la década de 1780 y

1790, impulsados por el auge económico rioplatense y las grandes oportunidades

de participar de él. Este grupo tenía un reducido capital mercantil, sin embargo su

fuerte era el capital social que acarreaban desde su ciudad de origen. Este grupo

278 Schröter, Estructuras, 1999, pp. 111-115. 279 Narancio, Independencia, 1992, p. 47. 280 Bentancur, Puerto, 1997, p. 15. 281 Ibid., pp. 16-20.

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86

será el que primará a partir del nuevo siglo debido a que el primer grupo, en su

mayoría, perderá preeminencia con el paso de los años.282

Es de notarse el impacto de la llegada de catalanes en este segundo grupo, sin

embargo se observa que fue una migración temporal, al cabo de cinco años de

pasantía por Montevideo proveyeron al puerto de medios de transporte,

incrementaron en número de mostradores y dieron cierto empuje a la industria

saladera.283

La migración de otras regiones españolas en el segundo grupo fue más

diversificada que en el primero. De él habrían de salir los principales mercaderes

de inicios del siglo XIX, sus conexiones a uno y otro lado del Atlántico les valieron

también concretar negocios a uno y otro lado del Plata. La movilidad entre el

comercio al menudeo y a gran escala también se explica por la pluralidad de

ocupaciones de sus propietarios, extendiéndose así redes capaces de hacer frente a

una demanda de población flotante derivada de la actividad portuaria en tiempos

de coyunturas desfavorables del tráfico de ultramar.

Las actividades comerciales montevideanas no pueden explicarse sin la sinergia

bonaerense. Hacia la década de 1760 el insípido cuerpo mercantil montevideano se

componía de una docena de individuos que administraban pulperías que

fomentaban y sostenían mercaderes porteños, quienes se llevaban todos los

beneficios producidos dejando sólo una pequeña comisión a modo de sueldo para

el administrador.284 La década siguiente fue testigo de la multiplicación de agentes

montevideanos de casas bonaerenses, todo dentro del auge comercial que

comenzaba a hacerse palpable en la orilla occidental del Plata. Sin embargo, los

orientales no recibían a título propio casi ninguna mercancía, y si llegaban a

hacerlo eran dependientes del crédito a corto plazo y muchas veces se veían

forzados a malbaratar sus mercancías para hacer frente a dicha deuda.

282 Ibid., p. 20. 283 Ibid., p. 21. 284 Ibid., p. 30.

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87

Sin embargo, la clase mercantil montevideana tomó bajo sus riendas las tareas de

aprovisionamiento de los buques ultramarinos, así como la exportación de los

frutos del país, primero los cueros, luego una protoindustrialización de las grasas y

el sebo, para terminar con la carne salada. Esta clase comercial versátil y volátil fue

la que comenzó el siglo XIX, en el ambiente revolucionario, buscando no perecer y

más allá, hacerse del poder político.285

El aprovisionamiento de víveres jugó un papel muy importante en el desarrollo de

la economía montevideana. Los asentistas lograron conformar redes de negocios

que vinculaban el transporte interior de las mercaderías necesarias, la producción

de los víveres y pertrechos necesarios, y una estructura de acopio adecuada. Esto

colocó a los asentistas en el centro de los flujos mercantiles, posibilitando así su

negociación con la Corona y obteniendo la inclusión en el fuero de la Marina y la

reducción o desaparición de aranceles sobre sus mercaderías. De esta manera se

constituyeron en un sector dinamizador propiamente montevideano e, incluso,

Oriental al hacer uso de las redes hacia el interior del territorio.286

Un viraje en las relaciones entre puertos comenzó a hacerse palpable,

transformaciones prácticas del comercio que habrían de modificar la relación de

dependencia montevideana. Las disposiciones de la Corona sobre la conveniencia

del uso de Montevideo como puerto de llegada y salida de las embarcaciones del

circuito atlántico habrían de dejar una derrama económica y así expectativas de

competencia por parte de los comerciantes asentados en Montevideo. Dos centros

comerciales en competencia, aunque las posibilidades de éxito montevideano para

arrebatar el control porteño eran poco reales, se vieron envueltos en un encuentro

frente a frente a partir de un marco regulatorio formal instaurado en la lejanía.

El enfrentamiento de intereses entre partidarios de cada puerto no era general.

Algunos comerciantes asentados en Buenos Aires que no gozaban de contratos

monopólicos que se cobijaron en las disposiciones del comercio libre estaban a

285 Real de Azúa, Patriciado, 1981, pp. 29-31. 286 Sandrín, Actividad, 2014, pp. 97, 110.

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88

favor del papel de Montevideo en el entramado del complejo portuario.287 Sin

embargo la competencia se agudizaba al acabarse el siglo sobre todo ante

coyunturas que beneficiaron en mayor medida al puerto oriental como el tráfico

peruano vía el Cabo de Hornos, el asiento negrero en Montevideo, el comercio con

neutrales, o incluso las invasiones inglesas.288

Posiblemente la Corona no esperaba un enfrentamiento entre ambas orillas.289 Un

régimen de gobierno probado por siglos era la dupla entre administración tierra

adentro y práctica portuaria. Este esquema había funcionado para México-

Veracruz, El Callao-Lima, Quito-Guayaquil, Caracas-La Guaira. Pero para Buenos

Aires-Montevideo resultó en un enfrentamiento entre puertos. Si bien Montevideo

resultaba mejor puerto natural, Buenos Aires era cabecera virreinal y asiento de los

principales mercaderes, empleando ambas características para retener su

supremacía. El elemento aglutinante era representado por el Consulado de

comerciantes de Buenos Aires, conviene entonces rescatar su devenir y acción

política y económica en el complejo rioplatense.

El Consulado de Buenos Aires: creación y labor como cabecera

comercial del Virreinato

La creación del Virreinato del Río de la Plata y del Virreinato de Nueva Granada

supuso para el Perú una reducción significativa de sus dimensiones geográficas.

Pero más grave resultó la embestida económica, se perdía así la región minera

altoperuana la cual encontraba una vía, ahora legal, de salida del metálico hacia el

Atlántico vía Buenos Aires. Sin embargo la élite comercial limeña mantuvo su

supremacía sobre la clase comercial bonaerense y chilena con base en el control de

287 Prado, Carreira, 2012, p. 176. 288 Bentancur, Puerto, 1997, p. 31-33. 289 Uno de los primeros asuntos de conflicto fue el proceder de Don Cipriano de Melo como Comandante del Resguardo, dependencia encargada de combatir el contrabando. Véase Prado, Carreira, 2012, p. 177.

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89

las redes mercantiles y los privilegios otorgados por la corona a cambio de

préstamos y donativos en los primeros años de la creación del nuevo Virreinato.290

Las fricciones entre los comercios de Lima y Buenos Aires se pueden rastrear hacia

1756 donde se establece la diputación y juzgado de comercio en esta última bajo la

dependencia del Consulado de Lima. Los conflictos de jurisdicción, así como del

juez de alzada depositado en la Audiencia de Charcas son los principales ejes de las

desavenencias con Lima. Sin embargo, con la creación del nuevo Virreinato las

apelaciones pasaron a realizarse en la Audiencia de Buenos Aires.291

El Reglamento de Libre Comercio contemplaba la creación de consulados de

comercio como los de México y Lima en los puertos recién habilitados que así lo

requirieran. Era de esperarse que los comerciantes de Buenos Aires quisieran

establecer un Consulado propio en vez de continuar la dependencia de un cuerpo

contrario a sus intereses y establecido en una jurisdicción política ajena. En julio de

1785 se convoca a una junta de notables comerciantes rioplatenses, a quienes se les

expone la necesidad de un tribunal consular que comprenda la jurisdicción del

Virreinato dada la habilitación de los puertos de Buenos Aires y Montevideo en el

tráfico con la Península.292

Dichas ideas son aprobadas por el cuerpo de comerciantes y se comisionan

apoderados para gestionar ante el Consulado limeño, el Virrey y el Rey, los trámites

necesarios para conseguir un propio consulado. Comenzará entonces un largo

proceso burocrático entre autoridades virreinales y peninsulares habrán de

turnarse el análisis de la pertinencia de la petición bonaerense, mediados por los

apoderados de la Junta de Comercio recientemente creada en 1779.

El cabildeo entre autoridades imperiales y la Junta de Comercio responde a un

juego de poder e intereses. La Corona necesitaba recursos líquidos, así pues,

negociar con las élites locales, a la par que fragmentaba el poder centralizado en las

290 Mazzeo, Comercio, 2010, pp. 260-261. 291 Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, p. 46. 292 Ibid. Desde 1779 los comerciantes bonaerenses convocaron a Junta de General de Comercio en la cual determinaron con cautela que no existía necesidad de contar con un consulado propio. Véase Kraselsky, Comerciantes, 2002, p. 87.

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90

viejas cabeceras virreinales, le abría la posibilidad de sumar agentes a las

negociaciones de Antiguo Régimen entre derechos y privilegios.293 Por su parte, la

élite mercantil de Buenos Aires representada en la Junta de Comercio veía

socavado su poder político y económico por el cuerpo mercantil de Lima, pero

también por el gremio de hacendados rioplatenses. La institución que representaba

la Junta ya no cumplía con el papel que venía desempeñando, a saber: dar a los

comerciantes porteños un campo de acción suficientemente amplio para negociar

con otros estamentos, así pues, la única vía posible era la institucionalización de un

Consulado diferente al de Lima.294

La Junta cumplió un papel de representación corporativa frente a la Corona y otros

cuerpos del Antiguo Régimen hispánico. De ahí que el análisis de su proceder entre

1779 y 1794 abriera la cuestión si se constituyó en una corporación en la práctica

antes de serlo formalmente.295 La búsqueda de una formalización de una práctica

más o menos evidente responde al ambiente intranquilo de las últimas décadas del

siglo donde las reformas trastocaban todo un orden, que de forma, había

funcionado durante dos siglos.

El cobro de Alcabalas significó también un punto de conflicto con la Corona, era

prerrogativa de la Junta de Comerciantes designar quiénes regularían la cantidad

que deberían pagar los comerciantes locales por dicho derecho. Los montos

adeudados rápidamente trajeron fricciones, evidenciando las pugnas internas y el

juego de lealtades entre grupos al interior de la comunidad mercantil.296

Otro papel de las Juntas fue el de proveer de recursos líquidos a la Corona frente a

las coyunturas bélicas, convocándose sesiones especiales en las cuáles se decidía el

monto a donar. La constante necesidad de recursos proveyó a los comerciantes

porteños de una carta a su favor en el cabildeo contra el Consulado limeño, para la

última década del siglo se consiguió que el Consulado de Lima dejara de percibir el

293 Kraselsky, Juntas, 2007, p. 147. 294 Ibid., p. 152. 295 Véase, Kraselsky, Comerciantes, 2002, p. 181. 296 Kraselsky, Comerciantes, 2002, p. 90.

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1.75 por ciento sobre los caudales de Buenos Aires y Montevideo que regularmente

le correspondían.297

Por otro lado, la otra cara de la institución consular era el tribunal privativo en

materia mercantil. Las disputas con el gremio de hacendados derivado de la

comercialización de los cueros abrió la necesidad de instaurar un tribunal que

dirimiera las pugnas de manera rápida y eficiente, así pues, la Junta apostaba que

un tribunal gremial le daría la fuerza necesaria para subyugar a los hacendados a la

promoción del comercio en el Virreinato.298

Mientras tanto, los apoderados de comercio porteño mantienen sus diligencias

para obtener un consulado propio. El proceso es largo y sinuoso, e incluso existen

desavenencias entre los apoderados respecto al papel que debería cumplir el

consulado en materia de representación.299 En 1791 se presenta ante el Consejo de

Indias una propuesta de estatuto y ordenanza para la erección del Consulado, la

cual constaba de 48 apartados que establecían el orden interno del Consulado, el

proceso electoral, el tribunal de apelaciones, etc.300 Sin embargo, como hemos

visto, todos los nuevos consulados en Hispanoamérica fueron creados bajo una

misma Cédula modelo.

Es hasta 1793 donde se logran divisar los primeros síntomas de éxito de la misión

porteña. El Consejo de Estado pasa su informe al Rey y se comienzan a preparar las

reales Cédulas para la elección de los nuevos cuerpos, el de Buenos Aires tendrá

como fecha de fundación el 30 de enero de 1794 en Aranjuez. Al fin la Cédula llega

a Buenos Aires el 20 de mayo de 1794, en ella se establecía la primera Junta de

Gobierno consular designada por la Corona. Se giran instrucciones para cumplir

con la administración de la avería en colaboración con la Aduana, se designa la sala

del ayuntamiento como casa provisional para la Junta y el Tribunal del comercio y

297 Ibid., pp. 105-108. 298 Kraselsky, Juntas, 2007, pp. 156-161. 299 Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, p. 54. 300 Ibid., p. 56.

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que todos los miembros del Consulado, temporales y perpetuos, presten juramento

ante el Cabildo.301

La Cédula de Erección nombra en el primer Tribunal de la manera siguiente: Prior

a Don Manuel Rodríguez de la Vega y su teniente a Don Joseph de Gainza; Primer

Cónsul a Don Juan Esteban de Anchorena y su teniente a Don Luis de Gardeazaval;

Segundo Cónsul a Don Juan Antonio de Lesica y su teniente Don Gaspar de Santa

Coloma. También nombra 9 consiliarios, y sus tenientes, así como al Síndico Don

Cristóval de Aguirre; como Secretario a Don Manuel Belgrano; como Contador a

Don Antonio Larrazabal; como Asesor letrado al Doctor Don Francisco Bruno de

Rivarola; y finalmente como escribano a Don Francisco de Paula y Carvajal.302

La función primordial del Consulado era de corte judicial, la jurisdicción del nuevo

Consulado se extendía a todo el Virreinato del Río de la Plata. Para esto existían

tres audiencias semanales: martes jueves y sábados de 8 a 10 de la mañana con

opción a prolongarse si era necesario.303 El Juzgado de Alzadas, si bien no formaba

parte del Consulado en sí, era parte integral del sistema de administración de

justicia. Para el caso porteño se componía del Decano de la Audiencia y dos colegas

elegidos por éste, quienes eran recusables.

Para comodidad de los litigantes y beneficio de los negocios se instauraron jueces-

diputados en las plazas comerciales que resultaran convenientes. Estos jueces

habrían de aplicar la justicia mercantil con el acompañamiento de dos colegas,

buscando mantener el sistema triunviral a semejanza del proceder del prior y

cónsules.304 Los lugares donde habrían de instaurarse diputaciones se eligieron a

partir una propuesta del Virrey.

El fomento del comercio era uno de los rubros que el Consulado tenía como tarea

esencial, su correcta vigilancia era un menester de vital importancia. Para tal efecto

301 Ibid., p. 57. 302 “Cédula de Erección del Consulado de Buenos Aires” consultada en Cruz, Régimen, 2001, p. 189. 303 Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, p. 64. 304 Una de las plazas comerciales que gozaban de esta figura era Montevideo, sin embargo ahí la justicia expedita se vio entorpecida por la continua ausencia o vacancia del diputado, optándose por trasladar este cargo a los alcaldes. Véase Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, pp. 80-82.

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la Corona creó en 1795 la “Secretaría de la Balanza” a la cual la Junta de Gobierno

del Consulado debía rendir cuenta de los estados de los ramos productivos y del

tráfico. Para dicha tarea se enviaron notas a las diputaciones para que rindieran

cuentas de los rubros que comprendía el informe.305

Por otro lado, el control comercial incluía tener una matrícula rigurosa de todos los

mercaderes inmiscuidos en el tráfico, fuera marítimo o terrestre, como mandaba la

Cédula de erección. El padrón no fue levantado cabalmente en los primero años del

Consulado debido a que no existía un acuerdo pleno sobre el caudal o

características que debían cumplir los individuos a empadronar. Mientras que en la

primera década de 1800 el padrón se vuelve más difícil aún por la tendencia a

esconder caudales y al posterior rompimiento de relaciones con la Metrópoli.306

En referencia a las finanzas del Consulado, según la Cédula de Erección, debía

financiarse por medio del cobro del medio por ciento por derecho de avería en los

puertos de Buenos Aires y Montevideo, así como de las multas que percibiera,

aunque estas últimas nunca llegaron a constituir un caudal remarcable. Este

derecho constituyó el punto neurálgico del orden consular, el derecho debía

cobrarse en las aduanas correspondientes y ser remitido al tesorero del Consulado,

debiéndose así vigilar su cumplimiento y tener un registro riguroso.

Los caudales de avería sirven entonces para dar cuenta del tránsito legal de

mercancías que circulaban por ambos puertos, dando también referencia de los

ciclos comerciales en las coyunturas políticas y bélicas remarcables como podemos

apreciar a continuación:

305 Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, p. 178. 306 Ibid., p. 191.

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94

Fuente: Elaborada a partir de Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, pp. 223-224.

Lo primero que podemos apreciar es que a pesar de que Montevideo era el puerto

de ultramar, Buenos Aires registra un mayor nivel de transacciones y concentraba

así también una proporción mucho mayor de percepciones fiscales.307 Así también

se puede observar que el desbloqueo comercial de 1802 tuvo un importante efecto

positivo para el comercio. Sin embargo debemos suavizar el pico registrado en la

curva de ese año porque la contabilidad que estamos utilizando se basa en cortes

anuales, que venían realizándose en el mes de junio, pero para el de 1801 y 1802 se

extiende hasta la totalidad del año, comprendiendo así más meses que los otros

periodos.

307 Este hecho debe contrastarse con la proposición de un hito en la historiografía tradicional uruguaya, me refiero a la obra de Pablo Blanco Acevedo El Gobierno colonial en el Uruguay y los orígenes de la Nacionalidad. En esta obra el punto de vista sobre los ingresos fiscales es diametralmente opuesto. Véase Blanco, Gobierno, 1959, caps. XI, XII y XIII.

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Gráfica 11. Valor del ingreso por derecho de Avería del Consulado de Buenos Aires,

1794-1808

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Para sortear ese problema podemos cruzar los datos de este derecho de avería

“ordinaria” con los de la llamada “nueva avería” o de “guardacostas”.308 Este

derecho se instauró en 1801, el registro con que se cuenta es mensual, rindiendo

cuenta de una mejor manera del volumen comercial:

Fuente: AGN, Bs. As. Sala IX. Real Tribunal del Consulado. Nueva avería de Guarda Costas. Tomas de razón. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.309

Observamos, en ambas gráficas, la clara interacción de ambos puertos, los ciclos se

corresponden y obedecen a los episodios bélicos. En 1802 con la Paz de Amiens hay

un repunte de las transacciones, para luego comenzar su depresión en 1804 hasta

tener una parálisis casi total durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807.

308 La “nueva avería de guardacostas” se instauró en 1801 como forma de financiamiento de los buques armados en corso para defensa del Río el cual se encontraba amenazado por la actividad inglesa. Para sufragar sus gastos, en tiempos de guerra se recurrió a una exacción de 4 por ciento a las importaciones y 2 por ciento a las exportaciones a excepción de los metales preciosos, mientras que cuando se declarara la paz la exacción consistiría en un medio por ciento sobre toda entrada y salida. Véase Tjarks, Consulado, 1962, tomo II, p. 525. 309 Agradezco al Doctor Antonio Ibarra por los datos obtenidos de los documentos del AGN de Buenos Aires.

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Gráfica 12. Valor del ingreso por el derecho de "Nueva Avería de Guardacostas" del

Consulado de Buenos Aires, 1801-1813

Buenos Aires Montevideo

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96

A partir de 1808 los ciclos entre ambos puertos comienzan a separarse. Esto se

explica por la política autonomista creada con el episodio de la Junta de Gobierno

de Montevideo iniciada en 1808.310 Esta situación significó el botón de despegue

para una autonomía política de Montevideo ante el desencuentro irreconciliable del

Nuevo Virrey Santiago de Liniers, de filiación francesa, y el gobernador de

Montevideo Xavier Elío, fiel a la Corona española.311 Durante este periodo se dejan

de remitir caudales a Buenos Aires, Elío toma dichos fondos para atender el

abastecimiento de tropas.

Una vez restaurada la unión política entre ambos puertos después de 9 meses de

autonomía, el Consulado pide rendir cuentas y caudales sobre los montos

recaudados mediante el derecho de avería, sin embargo la Junta de Comerciantes

de Montevideo aplaza dicho compromiso ante las noticias de un posible juzgado de

alzadas en la Banda oriental.312 La escisión política del episodio había abierto una

puerta franca al enfrentamiento económico entre ambos comercios, sumado a la

incierta y revuelta situación metropolitana.

El Consulado tuvo una labor constante como proveedora de recursos al real erario,

característica que a la larga fue estrangulando su capacidad de hacer frente a sus

apremios financieros. Desde 1793 la comunidad mercantil otorgó un donativo

como aliciente para la erección del consulado propio. En 1797 el Consulado toma

recursos a un 5 por ciento para remitirlos a la Caja real. Luego, en 1799, presta a la

Corona 100 mil pesos, recrudeciendo su situación financiera.313 A pesar de la

presión de sus acreedores, en 1806 decide acatar la real orden sobre la necesidad

de recursos en la metrópoli, resultando que el comercio debía pagar 1.5 por ciento

310 Después de la desocupación británica de Montevideo, la Corte en Madrid confirmó tanto a Liniers como a Elío en las funciones de Virrey y Gobernador de Montevideo respectivamente. Sin embargo las desinteligencias entre ambos personajes fueron un punto crucial cuando las fuerzas francesas invadieron la Península. En Montevideo se arma una Junta de Gobierno que desconoce la autoridad de Liniers y se abrigaba en la figura de Fernando VII. Finalmente en 1809 la Suprema Junta Central Gubernativa, bajo consejos de Martín de Alzaga, manda un nuevo Virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros. La Junta montevideana y Elío fueron elogiados por su espíritu patriótico y leal, sin embargo la Junta es disuelta debido a que las desinteligencias no tenían ya sustento. Véase Bauzá, Historia, 1929, tomo II, pp. 440-473. 311 Liniers es apoyado por el sector criollo de Buenos Aires, sin embargo su posición es insostenible ante los acontecimientos peninsulares. Véase Rinke, Revoluciones, 2011, p. 193. 312 Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, p. 230 y Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 6. 313 Ibid., pp. 234-235.

Page 102: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

97

sobre los frutos traficados y que los Consulados debían administrar y remitir a la

Caja de Consolidación de Vales Reales.314

Las invasiones inglesas vinieron a desgastar más el endeble equilibrio financiero

del Consulado. La separación política de Montevideo a partir de 1808 tuvo su

reflejo económico, los recursos remitidos fueron disminuyendo a pesar de la

presión del Consulado y del Virrey. Para 1811 no se alcanzan a cubrir los gastos, así

que se recurrió a los caudales del derecho de guardacostas para armar corsarios.315

Para salvar financieramente al cuerpo mercantil se acordó en 1814 una exacción de

1 por ciento adicional de todos los efectos comerciables. Sin embargo la segunda

década del siglo XIX trajo para el Consulado una pérdida creciente de poder,

político y económico, sus caudales irán pasando a la administración de la tesorería

general, primero en calidad de urgencia, luego de manera directa, hasta su

disolución en 1821.316

Una evidencia clara de la autonomía montevideana se encuentra en las remisiones

de caudales por derecho de avería de este puerto a Buenos Aires. Según Tjarks, la

recaudación de este derecho en Montevideo en 1808 fue de 4,044 pesos y 2 reales,

remitiendo a Buenos Aires sólo 2,539 pesos y 4 reales; para 1809 las cifras son

16,435 pesos y 5 reales recaudados y sólo remitidos 6,915 pesos y 7 reales; y

finalmente para 1810 se recaudan 17, 975 pesos y 1 real remitiendo solamente 4,653

pesos y 6 reales.317

El divorcio entre ambas comunidades mercantiles era ya un hecho, sin embargo los

antecedentes de este rompimiento pueden rastrearse desde tiempo atrás,

resultando útil poner la mirada en la otra banda del Río y buscar los principales

puntos de conflicto entre ambas comunidades de comerciantes.

314 Ibid., p. 238. 315 Ibid., p. 231. 316 Ibid.. 231-232. 317 Ibid., pp. 223-224.

Page 103: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

98

Río en medio: Los Diputados, la Junta de Comercio y la erección del

Consulado de Montevideo

El espíritu autonomista de los comerciantes montevideanos respecto al Consulado

porteño fue palpable casi desde la erección misma del Consulado en Buenos Aires.

Son remarcables las desinteligencias que sucedieron a raíz del oficio de los jueces-

diputados orientales durante el periodo donde formalmente el Consulado

bonaerense debía gestionar la administración de justicia del comercio

montevideano.

Como se ha mencionado antes, la Cédula contemplaba la creación diputaciones en

las ciudades o puertos que ameritaran una administración de justicia más veloz.

Para este efecto se designaron diputaciones en Montevideo, Santa Fe, Corrientes,

Paraguay, Córdoba, Mendoza, San Juan del Pico, Santiago del Estero, San Miguel

de Tucumán, Salta, Jujuy, Chuquisaca, La Paz, Cochabamba, Oruro y Potosí.318

El proceder del primer diputado montevideano, Bernardo de la Torre, resultó

inadecuado para la Junta de Gobierno porteña. Según ésta, el diputado se excedió

en sus atribuciones y en sus gastos de aprovisionamiento.319 El síndico de Buenos

Aires y la Junta de Gobierno toman a mal las prerrogativas que se atribuye,

ordenándole se ciña a las disposiciones que la normativa le confiere y las tareas que

la Junta le demande.320

Los desencuentros a título personal con los diferentes diputados serán una

constante, las atribuciones y recursos con que éstos debían contar mantendrán un

aire de conflicto en durante el tiempo que el comercio agremiado funcionó bajo un

mismo consulado.321 Por ejemplo, el segundo diputado, Juan Balbin Vallejo, trata

de declinar el cargo en el letrado Mateo Magariños, su petición es rechazada por la

318 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 7. 319Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, pp. 82. 320 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 13-17. 321 Tjarks, Consulado, 1962, tomo II, pp. 801-805.

Page 104: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

99

Junta de Gobierno. Ya en funciones solicita que sus recursos se amplíen de 300 a

1,000 pesos, petición de igual manera desaprobada.322

Las funciones del diputado debían ceñirse a la materia judicial, además de

fiscalizar y remitir la avería. En referencia al fomento económico, debía restringirse

a recolectar información para el Consulado. Esta información abarcaba rubros tan

diversos como el estado del comercio, los frutos comercializados, con quién se está

comerciando, costos de traslado y almacenamiento de mercancías, propuestas para

abaratar estos últimos, estado financiero de la región, el movimiento de buques,

etc.323

Otra dimensión del mismo problema fue la designación del juez-diputado para la

plaza de Montevideo. Los primeros serían elegidos por el Virrey, para después ser

electos por sorteo de entre los propuestos por los Cónsules, quienes se auxiliaban

de los diputados salientes. Su periodo sería bianual y las características que debían

cubrir eran las mismas que los priores y cónsules.324

Entre 1794 y 1812 los personajes que ocuparon el puesto de diputado fueron:

Bernardo de la Torre, Juan Balbin Vallejo, Ramón Mila de la Roca, Andrés

González, Joaquin de Chopitea, Juan Francisco Martínez, Mateo Magariños, José

Zubillaga, Faustino García, Francisco Antonio Maciel, Antonio Pereira, Pascual

Parodi, Cristóbal Salvañach, Carlos Camuso y Luis Antonio Gutiérrez. Algunos de

estos eran alcaldes de primer o segundo voto ante la falta de designación o ausencia

del nombrado. 325

El caso de 1798 sirve de ejemplo para ilustrar el conflicto. El Consulado designó al

abogado Don José de Revuelta, práctica contraria a los lineamientos planteados en

la Cédula de Erección respecto a los consejos de evitar la intervención de letrados

en los juicios mercantiles y evadir las “sutilezas del derecho” en los procesos. Para

tal efecto la Junta de Comerciantes montevideana eleva una queja a las instancias

322 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 17-18. 323 Ibid., pp. 24-28. 324 Ibid., p. 10. 325 Ibid., pp. 6 Y 7.

Page 105: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

100

virreinales correspondientes, arguyendo de nuevo al despotismo del Consulado

porteño.326 Montevideo logra deponer a este diputado, logrando mantener de entre

sus allegados el cargo. Para 1804 el sistema electoral es modificado, el diputado

será electo por voto secreto de entre la Junta de Gobierno, motivo por el cual las

quejas entre cuerpos mercantiles vuelven a aparecer.327

La prerrogativa sobre la justicia mercantil fue uno de los puntos centrales del

divorcio entre comercios de ambas bandas. Uno de los principales rubros de

discusión era sobre la inconveniencia de cruzar el Plata para presentar demandas

ante el Tribunal mercantil, razón por la cual los montevideanos solicitaban un

tribunal propio, designando juez de apelaciones al mismo gobernador de

Montevideo y al Consejo Supremo de Indias como tercera instancia. Esta petición

fue rechazada por la Corte en Madrid, calificándola de “muy extraña” en 1804

debido a que existía la figura del juez-diputado y el nivel comercial de Montevideo

se consideraba reducido como para gozar de un Consulado propio.328

Sin embargo, en 1809 cambió la opinión del Consejo de Indias respecto al mismo

tema debido a las invasiones inglesas, autorizando el juzgado de alzadas en las

mismas condiciones que en 1804 se había rechazado.329 En esta empresa debe

rescatarse el papel que jugaron los apoderados de los comerciantes montevideanos

en Madrid, luego en Cádiz, Nicolás Herrera y Manuel Pérez Balbas.330 Dichos

personajes consiguieron, también en 1809, que la mitad de la avería cobrada en

Montevideo permaneciera en este puerto para atender su mantenimiento.331

Las representaciones elevadas a las autoridades virreinales y metropolitanas de la

Junta de Comercio de Montevideo a través de sus apoderados para alegar 326 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 477 “Actas y Acuerdos del Consulado de Comercio de Montevideo. 1794-1812”, ff. 13-17. 327 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 12. 328 Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, p. 73. 329 Ibid., p. 74. 330 Ambos personajes fueron recompensados por el cuerpo mercantil con un medio por ciento del valor de todas las mercancías que circularan por el puerto. Sin embargo Nicolás Herrera abrazó la causa revolucionaria bonaerense en 1810, haciéndole perder dicha recompensa, mientras que a Manuel Pérez Balbas se le redujo a un tercio ante las presiones económicas del nuevo Consulado en 1812. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 115-116. 331 Si bien esta prerrogativa resultó de poca importancia práctica ya que a partir de 1810 ante el divorcio político entre los dos puertos del Plata Montevideo deja de remitir caudales a Buenos Aires.

Page 106: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

101

independencia del gremio bonaerense son también ilustrativas del conflicto.332 La

erección del Consulado de Buenos Aires incluyó un donativo a la Corona de

100,000 pesos, suma en la cual el comercio de Montevideo estaba comprometido

sin haber sido consultados. Para tal efecto se otorgó un poder a tres representantes

del comercio de Montevideo para alegar la independencia de los dos comercios,

hacer notar las antiguas contribuciones que estos comerciantes habían contribuido

para con la Corona, y asentar que el Consulado de Buenos Aires actúa

despóticamente.333 Dicha representación termina en favor de Montevideo, como se

constata en la comunicación de Nicolás Herrera tres años después.334

Otro motivo de desencuentro jurisdiccional fue el que los procesos judiciales con

extranjeros y los naufragios abrieron. El juez-diputado se empeñaba en fungir

como magistrado estos pleitos, pero el capitán de Marina veía con recelo esta

función al considerar que esa era una de sus propias funciones. El conflicto nunca

se llegó a resolver de manera institucional sino más bien por prácticas y cabildeos

políticos.335

El mantenimiento, limpieza y construcción de obras de infraestructura para el

puerto de Montevideo fue también motivo de desencuentro. La construcción del

fanal en la Isla de Flores ilustra un episodio del conflicto. Las quejas

montevideanas van encaminadas a la dilatación para su construcción, mientras que

el Consulado alega la falta de recursos. El comercio montevideano ataca esta

respuesta aduciendo que se contaba con los recursos debido a que, en primer lugar,

se ha dejado de lado la construcción del otro faro en el Cerro de Montevideo,

mientras que en segundo lugar, se han destinado grandes recursos a la habilitación

332 Incluso la Junta de Gobierno del Consulado llegó a prohibir las Juntas convocadas por los diputados, sin embargo el Rey desestimó dicha sanción promoviéndolas incluso con miras al fomento comercial y productivo. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 31. 333 Poder otorgado por 77 individuos del comercio de Montevideo a Don Juan Pedro de Aguirre, Don Juan de Ellauri y a Don Juan Balbin González el 14 de febrero de 1794. AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 477 “Actas y Acuerdos del Consulado de Comercio de Montevideo. 1794-1812” f. 1-10v. 334 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 477 “Actas y Acuerdos del Consulado de Comercio de Montevideo. 1794-1812” ff. 10v-13. 335 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 39.

Page 107: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

102

de la Ensenada de Barragán como puerto en la otra orilla del Río en contradicción

con las disposiciones reales.336

Los desencuentros alcanzaron también el ámbito fiscal cuando el Consulado de

Buenos Aires decidió elevar los derechos por introducción y extracción marítima

con miras a financiar la defensa del Plata en 1800 mediante la mencionada “Nueva

avería de guardacostas”.337 Los mercaderes montevideanos no están de acuerdo con

dicha exacción por considerarla inútil y de nuevo un acto excesivo de las

atribuciones bonaerenses.338

En junio de 1805, dentro de las reglamentaciones que la Consolidación de Vales

Reales trajo, se decretó un impuesto al comercio de frutos y caudales en los puertos

peninsulares y de ultramar. La exacción constaba de medio por ciento para oro y

plata, y uno y medio por ciento para los frutos.339 El cobro comenzó en enero de

1806 para el Río de la Plata, del cual tenemos el registro en la Gráfica 13:

336 Véase Acevedo, Anales, 1933, pp. 38-39; Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 43-58. Este punto de vista “uruguayista” se puede contrastar con la opinión de Tjarks que argumenta un egoísmo provinciano por parte de los comerciantes montevideanos y una ceguera selectiva nacionalista de los historiadores uruguayos. Véase Tjarks, Consulado, 1962, tomo II, pp. 801-812. 337 Tjarks, Consulado, 1962, tomo II, pp. 524-526. 338 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 477 “Actas y Acuerdos del Consulado de Comercio de Montevideo. 1794-1812” ff. 18-23. 339 Este derecho debía ser administrado por los Consulados, quienes debían cobrarlo a la par que la avería y remitido a las Cajas de Consolidación. La Corona también autorizaba al Consulado tomar donativos o préstamos al 6 por ciento para recaudar fondos, los donativos se hicieron de manera voluntaria, contrario a las disposiciones reales, y no se obtuvo el resultado esperado, sumado a que las invasiones inglesas suspendieron dicha disposición. Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, pp. 239-242.

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Fuente: AGN Buenos Aires. Sala IX. Real Tribunal del Consulado. Nuevo Impuesto, Tomas de Razón. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.340

Se observa el desinterés de Montevideo por contribuir con esta exacción. Son

esporádicas sus contribuciones y de caudal reducido. Incluso en 1810 al Consulado

registra el cargo correspondiente a Montevideo con la anotación de que no se

remitieron los caudales efectivamente.341 La desobediencia montevideana parece

más política que económica porque en el mismo año de 1806, ante la ocupación de

Buenos Aires, el comercio montevideano propone contribuir con un préstamo de

100,000 pesos a la Corona gravando las salidas y entradas de mercancías en un 2

por ciento, así como la creación de papel moneda para subsanar la inmovilidad de

recursos debido a la captura de la capital virreinal. Los recursos resultaron útiles

para la empresa de reconquista.342

Uno de los puntos de inflexión en el proceso de independencia, y divorcio, en el

estuario del Plata fueron las invasiones inglesas de 1806 en Buenos Aires y 1807 en

340 Agradezco al Doctor Antonio Ibarra por los datos obtenidos de los documentos del AGN de Buenos Aires. 341 AGN Buenos Aires, “Consulado de Buenos Aires, Nuevo Impuesto, Tomas de Razón”, f. 31. 342 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 58-61.

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Gráfica 13. Valor del ingreso por el "Nuevo impuesto de Uno y medio por ciento" del Consulado

de Buenos Aires, 1806-1812

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Montevideo. Ambas marcaron la fragilidad del Imperio, como antes lo había hecho

la toma de La Habana y las Filipinas.343 En el ámbito económico hicieron notar la

conveniencia de participar de un sistema comercial librecambista, razón por la cual

el Consulado juró lealtad al Rey inglés. Sin embargo después de movilizaciones

militares fue posible recuperar, a su tiempo, los dos puertos del Plata.

Las contribuciones de Montevideo para la reconquista de Buenos Aires y el

posterior desinterés de Buenos Aires ante la petición de ayuda de Montevideo es un

lugar común en la historiografía tradicional uruguaya. Sin caer en determinismos

por una u otra orilla del Río podemos decir que los navíos ingleses estaban

totalmente inmiscuidos en el tráfico del Plata, a veces se hacían pasar por barcos

norteamericanos para gozar del comercio con neutrales.344 La ocupación de ambos

puertos significó un quiebre político y social al interior del complejo rioplatense. El

comercio con ingleses continuó de manera ininterrumpida, a pesar de haber sido

prohibido.

La intervención militar estuvo acompañada de una invasión económica al

introducir una multitud de mercancías inglesas, baratas y sin el recargo de los

derechos españoles, durante los meses de ocupación británica en Montevideo. La

apuesta era que, una vez que Buenos Aires cayera, se podrían redirigir todas las

mercancías y distribuirlas por las provincias del Plata. Sin embargo la fortuna les

dio la espalda a los británicos y tuvieron que desalojar la plaza vendiendo sus

mercancías a precios ridículos o dejándolas a consigna.345 Dichas mercancías

fueron consideradas por el comercio porteño como “extranjerías”, así que debían

pagar un derecho de “círculo” para ser introducidas en el circuito mercantil

343 Para un estudio completo sobre el episodio de las Invasiones inglesas en el estuario del Plata véase Roberts, Invasiones, 2006. 344 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 68. 345 Bauzá, Historia, 1929, tomo II, pp. 438-439; Blanco Acevedo, Gobierno, 1959, pp. 196-198.

Page 110: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

105

rioplatense.346 La exacción significaba un 50 por ciento del valor de dichas

mercaderías.347

La queja montevideana no se hizo esperar, en noviembre de 1807 se comisiona Don

Pascual José Parodi y a Don Marini en el virreinato para evitar dicha exacción.348

Las autoridades bonaerenses, encabezadas ahora por Liniers, consideraron rebajar

a un 25 por ciento el recargo a las mercancías que fueran para consumo en

Montevideo, manteniendo los derechos a las demás mercancías. Sin embargo, las

gestiones de Nicolás Herrera logran que en 1808 la respuesta metropolitana sea

favorable a Montevideo eximiéndola del pago.349

Las peticiones por un Consulado propio fueron el estandarte de la relación

conflictiva entre los comercios de ambas orillas. No será sin embargo hasta la

coyuntura de independencia donde se logrará obtener un Consulado propio. La

Revolución de Mayo abrió un espacio de autonomía en diversas direcciones en el

Río de la Plata. Para Montevideo la independencia debía conquistarse no de

España, sino de Buenos Aires, y la adopción de la causa realista fue uno de los

medios que le valió a Montevideo su emancipación.

Como vimos más arriba la primera petición de un consulado montevideano de 1799

es desacreditada por el Virrey y el Consejo de Indias.350 Sin embargo los objetivos

de Nicolás Herrera y Manuel Pérez Balbas en Madrid no quitarán el dedo del

renglón. Entre sus consignas estaba obtener que el Consulado fuera trasladado a

Montevideo y que en Buenos Aires se instaurara una diputación.351 Sin embargo

estas proposiciones no son atendidas, pero es de notarse las prerrogativas antes

mencionadas que obtuvieron estos individuos en su empresa peninsular.

346 Hubo comerciantes porteños que participaron también de este comercio, seguramente aquellos de menor escala que no gozaban de privilegios en el sistema comercial imperial restringido. Véase Blanco Acevedo, Gobierno, 1959, pp. 196-198. 347 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 83. 348 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 477 “Actas y Acuerdos del Consulado de Comercio de Montevideo. 1794-1812”, ff. 23-25. 349 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 84. 350 Para un relato político pormenorizado del episodio véase Devoto, Raíces, 1952, pp. 123-129. 351 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 60-61.

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106

Después de pasado el episodio autonomista de la Junta montevideana era

necesario reestructurar las vías comerciales para proveer de recursos a las agotadas

arcas reales. Una de las medidas radicales adoptadas por el Nuevo Virrey Cisneros

es permitir el comercio con Inglaterra en 1809. Esto hizo recrudecer las relaciones

entre los partidarios de un comercio más abierto con los simpatizantes del régimen

monopólico. La invasión napoleónica había hecho mudar de bando a España, ahora

Inglaterra era aliada y prestaba ayuda a la Junta de Cádiz a cambio de la

liberalización del comercio americano.352

El rompimiento político definitivo sucede en 1810 con el levantamiento

revolucionario de Mayo en Buenos Aires. Los sectores criollos habían logrado

hacerse de un gran poder al interior de la administración Virreinal. La disolución

de la Junta Central y la posterior conformación del Consejo de Regencia en la

Península abrieron la oportunidad para que el brote autonomista porteño cobrara

un auge y tomara la vía insurreccional sin retorno.353 Por su parte, Montevideo

rechazó la autoridad de la Junta revolucionaria bonaerense y en cambio abrazó la

causa realista en el Consejo de Regencia gaditano.

El quiebre entre ambas bandas estaba expuesto. Incluso los criollos de la Banda

Oriental apoyaron la causa realista, más por un sentimiento de emancipación del

dominio porteño que por una fidelidad al monarca.354 Resultó entonces una tarea

primordial la organización económica, sobre todo al haberse convertido en la

cabecera virreinal una vez que Cisneros cayó del poder y Buenos Aires se divorció

totalmente del régimen metropolitano.355 El “Virreinato” quedó entonces reducido

a la Ciudad de Montevideo, reclamando la autoridad como cabeza virreinal y

viéndose sitiada por las fuerzas revolucionarias bonaerenses.

352 Sin embargo esta negociación es sinuosa al considerar que una liberalización comercial traería la catástrofe del comercio español. Era un pensamiento difundido entre la Junta Suprema Gubernativa no atender las presiones inmediatas condenando el futuro. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 101-102. 353 Rinke, Revoluciones, 2011, pp. 193-197. 354 Ibid., p. 205. 355 La urgencia económica hizo que Elío, elevado a la función de Virrey, introdujera nuevas exacciones, mismas que le valieron la antipatía del sector terrateniente que habrían de unirse a la causa artiguista.

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107

En el ámbito comercial, era imperativo reorganizar el sistema mercantil para lograr

activar la economía y atraer recursos a las arcas gubernamentales. La Junta de

comerciantes montevideana sancionó el comercio con extranjeros en 1811 debido a

que estaban siendo afectados los comerciantes que habían decidido mantenerse

fieles a la Corona española y no habían comerciado con extranjeros. De esta

manera Montevideo tomaba las riendas de su propio camino dentro de una

coyuntura específica. Era obvio que la creación de un Consulado propio sería la

consecuente resolución con la vía autónoma abierta.

La situación singular de Montevideo en la estructura del Imperio en

desquebrajamiento posibilitó que las autoridades locales tomaran prerrogativas

atribuibles sólo a la Corona. Estas prerrogativas, como resultó la figura del auto,

eran ejecutadas en nombre del monarca y a título de salvaguardar el reino. La

formalidad estaba puesta en la metrópoli y beneficio del Imperio, pero los pies y la

práctica se encontraban asentados en la situación particular y coyuntural de la

geografía rioplatense.

En marzo de 1812 tiene lugar una Junta General de Comerciantes, Navieros y

Hacendados de la cual emanará una petición formal para la erección del anhelado

consulado.356 Mientras que en abril del mismo año se elaborará un proyecto de

estatutos para el nuevo Consulado y que resultará la base reglamentaria de éste.357

En mayo de 1812, por medio de un auto erigido por el gobernador de la plaza

Gaspar de Vigodet, se logra crear un consulado propio a imagen y semejanza de su

antiguo rector el de Buenos Aires. En marzo de 1812 la Junta de Comerciantes,

Navieros y Hacendados acuerdan la importancia de contar con un cuerpo de

representación comercial y justicia mercantil, designando a Don Mateo Gallego,

Don Miguel Antonio Vilardebó, y a Don Juan José de Lage para que realizaran

todas las gestiones ante el Capitán general y al Cabildo para dicha erección.358 Las

356 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 87. 357 Dicho proyecto sorteaba las dificultades que la falta de la figura del monarca traía en la reglamentación de la Cédula bonaerense de 1794. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 265-267. 358 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 87.

Page 113: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

108

deliberaciones en las autoridades de la ciudad son rápidas, se alude a la

conveniencia y pertinencia, así como a las generosas contribuciones del cuerpo de

comerciantes en el auxilio de la Corona.359 También se justifica la creación de un

consulado en Montevideo al expresar que otros puertos americanos menos

importantes, como Veracruz según señalamiento de Vilardebó, gozaban ya de uno

propio, y que la falta de control mercantil y la intromisión de extranjeros el

principal causante de que en ese momento la patria española estuviera “en

llamas”.360

La creación del Consulado tenía un carácter provisional, dependiendo de la

evolución de los acontecimientos en la Península y disposiciones que la autoridad

del Rey pudiera dirigir. La base reglamentaria fue, tal como se proponía el proyecto

de abril de ese mismo año, la Cédula de Erección del Consulado bonaerense,

ciñéndose a establecer doce artículos específicos para su función en Montevideo.361

Entre las principales modificaciones se suprimían los cargos vitalicios de tesorero y

contador, cuyas tareas recaerían en el primer y segundo cónsul respectivamente.362

Los recursos con que es erigido el Consulado son por demás austeros, inmersos en

una consigna patriótica, sólo se atenderían los gastos de absoluta necesidad,

mientras que los recursos producto de los derechos consulares habrían de pasar a

las arcas reales atendiendo la especial situación de guerra tanto en la metrópoli

como en América. Los miembros del Tribunal no gozarían de sueldo hasta no verse

“tranquilizada la provincia”.363 Mientras que para ahorrar el pago de alquiler de la

casa consular se utilizaría las habitaciones “altas” del Fuerte, locación que utilizo

359 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 477 “Actas y Acuerdos del Consulado de Comercio de Montevideo. 1794-1812”, f. 46-48. 360 “Memoria de la Junta de Comercio, navieros y hacendados del 24 de marzo de 1812”, consultada en Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 271-274. 361 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 107 362 “Erección del Consulado de Montevideo en virtud de Auto del Capitán General de la Provincia del 24 de Mayo de 1812” consultado en Caravia, Acuerdos, 1863, pp. 3-6. 363 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 108. Los sueldos autorizados y que debían pagarse una vez fenecida la guerra eran: al Prior 1,000 pesos por año; al Primer Cónsul tesorero 800 pesos por año; al Segundo Cónsul contador 800 pesos por año; al Síndico 500 pesos por año; y finalmente al Asesor del Tribunal 400 pesos por año. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 305.

Page 114: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

109

hasta septiembre del mismo año en que fue trasladado a la casa del segundo Cónsul

Juan Domingo de las Carreras.364

La primera junta del nuevo Consulado se realizó el 30 de mayo, día emblema ya

que se daban por terminadas las relaciones con el gremio porteño debido a que

Luis Antonio Gutiérrez, alcalde de primer voto y diputado interino del Consulado

bonaerense, terminaba sus funciones. La matrícula consular se integró de la

siguiente manera: Manuel Diago ocuparía el cargo de Prior; mientras que Jayme

Illa y Jorge de las Carreras serían el primer y segundo cónsul respectivamente;

Damián de la Peña resultó electo Síndico; y para los consiliarios365 resultaron

electos Pedro Berro, Domingo Navarro, Francisco Joanicó, Clemente Darriba, Juan

Manuel de la Serna, Juan Safons, Manuel Mon, Lorenzo Ballesteros y Ángel

Villegas. Unos días después la Junta consular se reunió de nuevo para designar al

Doctor José Azevedo asesor letrado, a Joaquín Sagra escribano y como secretario a

Manuel Robles.366

De esta manera quedaba integrado el naciente Consulado, producto de las

circunstancias políticas, sociales y económicas de su entorno. La constante bélica

delineó su aparición y habría de ser también el factor más determinante en su

existencia. El Río de la Plata se evidencia como un punto de encuentro, y

desencuentro, de intereses imperiales y de los agentes colectivos producidos por la

fragmentación del orden hispánico en América.

Una corporación de insignia del Antiguo Régimen hispánico, creada en el fragor del

desquebrajamiento imperial, será testigo y actor del proceso de conformación de

una nueva república. Los episodios políticos bien delineados de la conformación de

un nuevo país pueden ser matizados bajo el crisol del comercio agremiado y de esta

manera proyectar luz sobre temáticas dejadas de lado en una narrativa centrada en

el Estado.

364 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 110. 365 El proyecto de abril consideraba la reducción del número de consiliarios a sólo tres, sin embargo este lineamiento no fue atendido y se eligieron nueve consiliarios como se contemplaba en la Cédula de 1794. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 265-267. 366 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 108-109.

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110

Entre imperios y revoluciones: el comercio

montevideano y las finanzas del Consulado en la

conformación del Estado uruguayo, 1812-1838

No es finalidad de este capítulo relatar los episodios y sucesos políticos que,

durante el periodo, forjaron el camino para constituir dos estados nacionales

separados por la corriente de los ríos Uruguay y del Plata. Dichos episodios están

bien delineados, desde una óptica política y, sobre todo, consagrados por la

historiografía tradicional uruguaya. Sin embargo, dicha cronología puede ser

utilizada para cambiar el ángulo de análisis y centrarlo en el comercio

montevideano desde su forma corporativa y así elucidar otra dimensión del mismo

problema.

La cronología arroja el problema de constituirse de 4 periodos disímiles entre ellos

en dos dimensiones. Por un lado, el horizonte temporal de los dos primeros

periodos resulta muy corto en comparación con los dos siguientes.367 En segundo

lugar, y en consonancia con la dificultad anterior, los dos primeros periodos

cuentan con una base documental y de registros menos abundante, menos

homogénea y salpicada de vacíos, mientras que para el tercer y cuarto periodo la

base documental se muestra más integral y uniforme.368 Sin embargo, la narrativa

gira en torno al contexto político, visto desde la arista del comercio agremiado, por

lo tanto considero que es plausible utilizar esta cronología.

A través de las cuentas del Consulado se puede observar cómo las coyunturas

políticas fueron conformando un derrotero económico, pero el proceso es

recíproco. Por lo tanto se retomarán, de cada periodo, los sucesos políticos más

destacables que ayuden a dar cuenta de los ciclos de negocios en el puerto de

367 Los dos primeros periodos se componen de dos años cada uno, mientras que el tercer y cuarto periodo comprenden una década cada uno de ellos. 368 Para un mayor nivel de detalle de la base documental véase la “Crítica de fuentes” en la “Introducción” de este trabajo.

Page 116: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

111

Montevideo, así también que ayuden a esclarecer el contexto económico bajo la

óptica del comercio agremiado.369

Resulta así, que al interior de cada apartado la estructura de la narrativa se

compone de la siguiente manera: contexto político tanto al interior como al exterior

de la región rioplatense; dimensión económica, sobre todo comercial de la época; y

finalmente el interior del Consulado, considerando políticas, actores y

resultados.370

La nueva cabecera del “Virreinato”: bastión de resistencia realista en

el Plata

La escasez relativa de datos para este periodo inicial de vida consular limita de

cierta manera el análisis de la corporación, sobre todo observando la cantidad de

registros para periodos posteriores, éstos comprenden a la vez una cantidad de

años mucho mayor. Sin embargo se puede dibujar un esquema útil para integrarlo

en la narrativa de la vida consular como el inicio de su proceder en el arreglo

comercial en la Banda Oriental.

Uno de los principales efectos de los sucesos ocurridos a partir de las invasiones

inglesas, y de los más retomados por los historiadores tradicionales, fue exacerbar

la tensión entre Montevideo y Buenos Aires.371 Hemos visto en el capítulo anterior

la forma autonomista que cobró la Junta de Gobierno de Montevideo de 1808 y su

“éxito” al lograr deponer al Virrey Liniers. Luego, el altercado económico por la

circulación de mercancías dejadas por los ingleses, fue la insignia de la lucha

emancipadora montevideana.

369 El avance actual de la investigación documental no permite realizar un análisis al interior del grupo de comerciantes que conformaron el Consulado. Esta línea puede ser desarrollada en un futuro a través del estudio de las facciones que conformaron la comunidad mercantil montevideana en los diferentes episodios aquí analizados. 370 Aduciendo a la heterogeneidad de los documentos consulares entre periodos, resulta que la utilización de fuentes primarias limita la homogenización del análisis a nivel consular. Algunos rubros, como la cuantía de los préstamos consulares al gobierno en turno o una pormenorización de los registros de arqueo, no son reportados integralmente en todos los periodos. Los rubros que resultaron incomparables entre periodos tampoco han sido trabajados por la reducida bibliografía que existe respecto al Consulado montevideano. 371 Roberts, Invasiones, 1938, pp. 123-124.

Page 117: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

112

El penoso estado fiscal del Virreinato trajo consigo descontento, escisiones y brotes

autonomistas en las diferentes facciones que conformaban el espacio político

rioplatense.372 Sin embargo, fue un acontecimiento metropolitano el que trajo

consecuencias funestas para el Imperio de ultramar: el avance francés en la

Península con la consecuente desaparición de la Junta sevillana. Este hecho abrió

el espacio para el episodio insignia de la independencia en América del Sur: la

Revolución de Mayo, en Buenos Aires.

Con este levantamiento, la división política en el Plata fue irreconciliable. La Junta

revolucionaria de Buenos Aires cesó la autoridad virreinal. Sin embargo, el Virrey

Cisneros comenzó por presidir la misma Junta, pero el desarrollo de los

acontecimientos terminó por sacarlo de la Junta y de Buenos Aires mismo. Por su

parte, Montevideo mantuvo su fidelidad al régimen peninsular, avecindado ahora

en Cádiz, desconociendo la autoridad que emanó de la Junta revolucionaria

porteña. La emancipación de Montevideo requería refugiarse en la causa realista,

difícil decisión de los sectores criollos que veían en la fidelidad peninsular más un

medio que un fin en sí mismo.373

La Banda Oriental recibió, a inicios de 1811, al nuevo Virrey nombrado desde Cádiz

Francisco Xavier de Elío, el prestigioso caudillo del enfrentamiento con Buenos

Aires. La Junta bonaerense no reconoció la autoridad ni del Virrey ni de las Cortes

gaditanas. Así fue como Elío estableció la cabecera de su Virreinato en Montevideo

y entró en guerra abierta con Buenos Aires. El Virreinato pronto se limitó

virtualmente sólo a Montevideo mismo, ya que la campaña fue sublevándose al

régimen monárquico, encabezados por el caudillo oriental José Gervasio de

Artigas.374

De esta manera Montevideo fue quedando aislado por el avance de las fuerzas

bonaerenses, unidos en este momento a los objetivos del interior de la Banda

372 Halperín, Guerra, 2005, pp. 75-78. 373 Lynch, Revoluciones, 2010, p. 98. 374 Blanco Acevedo, Gobierno, 1959, pp. 260-268.

Page 118: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

113

Oriental.375 El flujo comercial portuario fue muy limitado, mientras que la

ganadería se encontraba en ruinas así como la industria saladera. Los cueros salían

por otros puertos orientales, mientras que el ganado se iba arreando hacia el

territorio brasileño. Montevideo fue perdiendo su papel privilegiado en la

estructura comercial imperial, el tráfico negrero y la derrama del tránsito de

metálico, entonces sus principales prerrogativas, cesaron.376

La estructura de los intercambios en el Plata se fragmentó. El centro organizativo y

político, Buenos Aires, había perdido, por un lado, el vínculo con la producción

argentífera del Alto Perú y, por otro lado, al puerto de gran calado que significaba

Montevideo.377 Resulta obvio también, que para Montevideo su posición imperial

privilegiada cayera a la par que con el Imperio. Su papel en el arreglo del complejo

portuario del Plata y en las vías de comercio atlántico dependía del escenario que el

control y la gestión metropolitana le proporcionaban.

El interés de diversos sectores sociales montevideanos de mantener la fidelidad al

régimen monárquico podría explicarse por dos caras de una misma moneda: por

una parte, el sector de grandes hacendados, comerciantes, e intermediarios

monopolistas mantenían una fidelidad a la estructura económica y comercial del

Imperio; mientras que por otro lado, una larga historia de desavenencias políticas y

económicas con Buenos Aires crearon un sentimiento de rechazo y desconfianza

general a las iniciativas de ahí emanadas.378

En cambio, la campaña oriental estaba plagada por medianos y pequeños

hacendados, quienes tenían vínculos con el sistema imperial sólo a través de los

comerciantes intermediarios. Esto dejaba a la mayoría de los sectores sociales de la

campaña a merced del poder económico y político de los intermediarios. Sumado a

esto, apareció una nueva presión económica debido a la instauración de

gravámenes a la propiedad de la tierra, para mantener el aparato fiscal colonial de

375 El aislamiento tuvo episodios remarcables como el “primer sitio de Montevideo” entre mayo y octubre de 1811. 376 Millot, Historia, 1991, p. 106. 377 Halperín, Revolución, 2001, pp. 76-79. 378 Lynch, Revoluciones, 2010, p. 98.

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114

la ahora aislada Banda Oriental.379 Así pues, en la campaña oriental se abrazó la

causa revolucionaria, a la espera de un cambio en el estado de cosas que favoreciera

su integración en el sistema económico.380

El enfrentamiento entre Buenos Aires revolucionaria y Montevideo realista no se

hizo esperar. El avance de las tropas porteñas y las fuerzas de la campaña oriental

logró poner en estado de sitio a Montevideo en mayo 1811. Este aislamiento duró

hasta octubre del mismo año gracias a un armisticio entre los realistas

montevideanos y los revolucionarios porteños ante la amenaza del avance

portugués.381

Así pues, el gobierno del Virreinato en crisis trató de organizarse con base en el

restablecimiento de las comunicaciones y un sistema arancelario integral en el

complejo rioplatense, tratando de llegar a un acuerdo con Buenos Aires.382 Cada

una de las aduanas de los dos puertos buscó atraer mayores caudales por vía del

recargo fiscal de las mercancías a manera conveniente. El entendimiento no se

logró, incluso poniendo en peligro la subsistencia del armisticio.383

Las comunidades mercantiles, en una u otra orilla del Río, se vieron enfrentadas en

un contexto de pugna política. Las diferencias entre Buenos Aires y Montevideo

dependían de los circuitos comerciales en los que cada puerto estaba inscrito. Para

Buenos Aires resultaba más importante su red de distribución mercantil hacia el

interior de los territorios que habían conformado el Virreinato. Por otro lado,

Montevideo tenía sus intereses puestos en su el tráfico atlántico, ya fuera hacia la

Península o hacia Río de Janeiro. Evidencia de la adhesión mercantil montevideana

a la Península se observa en la política seguida ante el desmembramiento del orden

379 Street, Artigas, 1959, p.123. 380 Dútrenit, Historia, 1994, pp. 65-66. 381 Este hecho desató el célebre episodio patriótico uruguayo conocido como el “Éxodo oriental” donde Artigas se retira de la Banda Oriental seguido por sus huestes y la población adepta. Será también el inicio de la consolidación del poder artiguista como insignia del federalismo y oposición a Buenos Aires. 382 La situación de Montevideo era precaria, la guerra había agotado sus recursos y la revolución había acabado con el sistema colonial que le garantizaba privilegios. Una de las medidas para sortear este estado fue la creación misma del Consulado. Véase Barrán, Bases, 1985, pp. 39-45. 383 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 113-114.

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115

colonial, mientras que Buenos Aires cobra una impronta independentista,

Montevideo se mantuvo fiel al orden peninsular.384

El régimen comercial montevideano, buscando hacerse de recursos, decide

franquear el comercio con los extranjeros. Los registros del derecho consular de

arqueo385 nos pueden ayudar a cuantificar el movimiento de buques extranjeros en

el puerto. Entre agosto de 1812 y enero de 1813 se registraron 42 naves mercantes,

incluidas 12 eran extranjeras (28%), de las cuales 8 eran portuguesas (19%), 3

inglesas (7%) y 1 de la cual el registro no ofrece el dato.386

Siguiendo los registros mercantiles corporativos disponibles, observamos son de

corto alcance, la precariedad de fuentes nos ilustra poco sobre los movimientos

mercantiles montevideanos, sobre todo bajo la coyuntura política de los

levantamientos revolucionarios. Sin embargo, podemos hacer el ejercicio de

calcular el volumen de las transacciones por dos vías, a través del derecho de

arqueo y a través del ½ por ciento gravado al comercio.

En primer lugar, mediante el arqueo, una vez distinguido entre embarcaciones

nacionales y extranjeras, podemos calcular su tonelaje a partir del derecho que

pagaron. Quedando la gráfica como sigue:

384 Ribeiro, Fieles, 2013, tomo 2, p. 45. 385 Este derecho consistía en una exacción por volumen que se cobraba a los buques que entraran o salieran del puerto. El monto estaba determinado por el tonelaje y por la nacionalidad, siendo que a los buques nacionales cobraban 2 reales por tonelada, mientras que para los extranjeros la contribución era de 4 reales. Una representación nombrada “Dueños y capitanes de buques nacionales” elevó una queja ante esta exacción, misma que fue desacreditada por el Consulado. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 118-119. 386 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 1-12v.

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116

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 "Consulado, Tesorería, 1812-1815" ff. 1-7. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Observamos un arco con punto máximo en diciembre de 1812, para tener

mercadeadas una caída iniciando 1813, consecuente con el inicio del segundo sitio

de Montevideo, sin embargo el puerto se mantuvo abierto hasta mayo de 1814, así

pues no se le puede atribuir la caída tan abrupta.

A partir de febrero de 1813 los libros contables dejan de registrar ingresos por

derecho de arqueo, la estrechez de la observación no alcanza para delinear los

efectos de la instauración del Consulado en la Banda Oriental, pero podemos cruzar

este indicador con el del derecho de “½ por ciento” cobrado al comercio para

calcular el volumen comercial, recordando que en el registro se consignan dos

tercios de dicho recurso:

0

200

400

600

800

1000

1200

1400

1812-8 1812-9 1812-10 1812-11 1812-12 1813-1

Gráfica 1. Toneladas de mercancías ingresadas y salidas puerto de Montevido, 1812-1813

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117

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 "Consulado, Tesorería, 1812-1815" ff. 1-10. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Observamos entonces que los gráficos compaginan, tienen el pico a máximo a

finales de 1812, decayendo a partir del inicio de 1813. El bloqueo naval que

consigue imponer Buenos Aires sobre Montevideo, en mayo de 1814, puede ser

causa del término de los registros de comercio más allá de esa época. Y a la vez, la

dominación de la navegación en el Plata selló para Montevideo su suerte, quedando

totalmente aislada, teniendo como único remedio fue la rendición de la plaza.387

Otro indicador que podemos tomar para calcular el valor del comercio son los

derechos de avería. Aunque estos efectivamente no fueron ingresados al Consulado,

ya que fueron tomados por el gobierno virreinal según las disposiciones de erección

del Consulado, fueron registrados anualmente en la contabilidad consular. Sin

embargo, debido a que sólo tenemos observaciones anuales, podemos realizar un

simple cálculo del volumen comercial mensual mediante promedios simples. Para

el periodo de junio de 1812 a mayo de 1813 la cantidad corresponde a 5,854 pesos y

3 reales, mientras que para el periodo entre junio de 1813 a mayo de 1814 la suma

es de 1179 pesos y 4.5 reales. Una suma simple y llana de los dos periodos nos

387 Narancio, Independencia, 1992, p. 114.

0

5000

10000

15000

20000

25000

30000

35000

1812-9 1812-10 1812-11 1812-12 1813-1 1813-2 1813-3 1813-4

Gráfica 2. Valor del comercio de Montevideo calculado a partir del derecho de "1/2 por ciento"

Pes

os

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118

arroja 7,033 pesos y 7.5 reales, promediando 293 pesos por mes durante los dos

años.388

De esta manera podríamos calcular, mediante la proporción de ½ por ciento que

equivalía la avería, que el nivel del valor del comercio montevideano durante el

periodo fue de alrededor de 58,600 pesos en promedio. Sin embargo observamos

que los dos años tomados son muy disímiles entre ellos, haciendo el mismo cálculo

podemos decir que para el primer año (junio de 1812-mayo de 1813) el valor fue de

97, 500 pesos mensuales en promedio, mientras que para el segundo año (julio de

1813-mayo de 1814) el promedio fue de 19,600 pesos.

Estos cálculos resultan algo arbitrarios y restringen su análisis por consistir en

simples promedio aritméticos ante la falta de detalles en los datos. Cabe resaltar

que dichos resultados no compaginan con el nivel comercial calculado a partir de

las dos terceras partes del impuesto de ½ por ciento” cobrado al comercio durante

los meses correspondientes del periodo.389

En cuanto a la vida interna de la Consulado se puede observar que, una vez

sacudida la tutela comercial de la corporación porteña, los comerciantes

montevideanos conformaron su propio Consulado, tal como se observa en el

capítulo anterior. Las principales tareas del nuevo Consulado giraron en torno a

lograr el control y progreso del tráfico.390

El comercio extranjero fue regulado, siguiendo las disposiciones que desde 1811 la

Junta de comercio de Montevideo había propuesto.391 Así también, se prohibía la

388 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 1-10v. 389 En este punto la heterogeneidad de las fuentes y la estrechez del periodo se hacen muy palpables, tal como se advirtió al inicio de capítulo. 390 El Consulado guardó, a grandes rasgos, la forma bipartita de sus antecesores hispanoamericanos. Se componía por el Tribunal consular, conformado por el Prior y los Cónsules “tesorero” y “contador”, adoptando dichas tareas respectivamente. Por otro lado existía la Junta de Gobierno, compuesta por el Prior, los dos Cónsules, los Consiliarios, el Secretario (vitalicio), y el Síndico. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 107. 391 Los consignatarios de las cargas, que debían ser españoles radicados en el puerto y debían matricularse. Habría dos comerciantes encargados de garantizar el cumplimiento de las disposiciones, así como de prohibir la salida de frutos del país en barcos extranjeros hacia cualquier puerto español. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 97-98.

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119

salida de tasajo en buques extranjeros hacia Cuba, del cual Montevideo gozaba el

monopolio en el esquema imperial. El sistema era transgredido por la salida de

buques extranjeros que manifestaban que su destino era otro, sin embargo el

argumento del Consulado sostenía que era evidente que la isla caribeña era el único

consumidor de dicho producto.392 A este respecto se hizo llegar una queja al cuerpo

consular de La Habana para que impidiera, o al menos gravara, la importación de

carne salada.393

Dentro de las preocupaciones del nuevo Consulado estuvo también la

reglamentación de las escrituraciones mercantiles, siguiendo en esto las directrices

del Consulado de Bilbao expresadas en la Cédula de erección de 1794 para Buenos

Aires. Se determinó la obligación de reducir a escritura pública los contratos de

sociedad, tanto los ya existentes como los futuros, y de registrarlos en la secretaría

del Consulado.394

Por otro lado, la corporación requería de recursos para poder llevar a cabo las

diferentes tareas encomendadas. La normativa hispana sobre los consulados

proveía a estos con el derecho de avería y el producto de las multas del tribunal. Sin

embargo recordemos que dentro de los estatutos fundacionales de mayo de 1812

trasladaban, a manera de préstamo, los derechos consulares a la Caja real,

atendiendo solamente los gastos más indispensables.395

392 Ante esta medida los saladeristas y hacendados se quejaron por no haber sido consultados, esta disposición afectaba sus ganancias ya que los buques nacionales no se daban abasto para dar salida a su producción. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 99-100. 393 La respuesta del Consulado de La Habana, si bien reconocía la legitimidad de la queja y superioridad del tasajo de la Banda Oriental, ponía por delante la imperiosa necesidad del producto y la oferta insuficiente que tenían que complementar con el comercio extranjero. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 123-124. 394 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 125-126. 395 Los ingresos registrados en la contabilidad consular trasladados a las Cajas reales fueron: entre junio de 1812 y mayo de 1813 de 5,854 pesos y 3 reales de la “vieja avería y 6,138 pesos y 7 ¾ reales por la “nueva avería de guardacostas”; mientras que para el periodo de junio de 1813 hasta mayo de 1814 la “vieja avería” reporta 1,179 pesos y 4 ½ reales, mientras que la “nueva avería de guardacostas” fue de 1,617 pesos y siete y medio reales. La suma alcanza los 14,790 pesos y 6 ¾ reales. Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 1-12v.

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120

Entonces resultó que el ingreso consular más relevante fue el derecho de arqueo. El

periodo del cual se tiene registro es demasiado limitado,396 por lo que no puede

emplearse como indicador del tonelaje traficado en Montevideo. Sin embargo

puede utilizarse para tener una imagen del estado contable del Consulado, sobre

todo considerando que los gastos originados por la administración de justicia

consular eran cubiertos por la Caja real, entonces el arqueo fue un ingreso extra

para la corporación.

Tabla 1. Ingresos por derecho de arqueo Consulado de Montevideo, 1812-1813

Mes Pesos Reales

Agosto 1812 170 4

Septiembre 1812 210 Octubre 1812 338 4

Noviembre 1812 374 5

Diciembre 1812 295 2

Enero 1813 96 5

Total 1485 4 Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 "Consulado, Tesorería, 1812-1815" ff. 1-7. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

El arqueo se muestra como un ingreso considerable atendiendo a la precaria

situación pecuniaria del Consulado en sus inicios. Para tal efecto se observa que los

sueldos a pagar son los correspondientes al Secretario, al Oficial de la secretaría, al

Alguacil portero y por último para la denominada “Ordenanza” o portero

sustituto.397 Estos rubros se cubrieron con los ingresos aduanales que cada mes se

remitían de manera exacta para cubrirlos, quedando que el sueldo del secretario

era de 66 pesos 5 y medio reales, para el oficial de la secretaría era de 25 pesos,

misma cantidad para el alguacil portero, y para la ordenanza de 8 pesos dos y

396 Los registros van de agosto de 1812 a enero de 1813. La fecha final puede coincidir con el inicio del “segundo sitio de Montevideo” en febrero de 1813, sin embargo el bloqueo naval no fue efectivo sino hasta mayo de 1814, desalentando dicha proposición. Véase Acevedo, Anales, 1933, tomo I, p. 154. Resulta así que 397 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 306.

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medio reales. Sin embargo dichos sueldos se redujeron a la mitad a partir de marzo

de 1814.398

Un recurso con el que contó el Consulado al inicio fue el llamado “impuesto de ½

por ciento cobrado al comercio extranjero”, pensado para retribuir a Nicolás

Herrera y a Manuel Pérez Balbas desde la década anterior.399 Esta exacción fue

pagada integralmente a Pérez Balbas ante la decisión de Herrera de abrazar la

revolución porteña. En julio de 1812 la autoridad virreinal decidió proveer al

Consulado de dos tercios de dicho recurso.400

De signo contrario, los gastos extraordinarios del Consulado en su primer año de

existencia fueron de 890 pesos y 1 real en la habilitación de sus oficinas, y en su

segundo año el mantenimiento sobre el mismo rubro ascendió a 300 pesos y 3

reales.401

En suma, para analizar desde el interior las finanzas del Consulado, sus libros

contables nos aportan dos periodos coincidentes con nuestra periodización política:

de junio de 1812 a mayo de 1813, y de junio de 1813 a mayo de 1814.402 Los montos

se encuentran registrados en el sistema contable de Antiguo Régimen como

“cargos” y “datas”.403 Los resultados que arrojan son los siguientes:

398 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 1-12v. 399 Dicha exacción consta en los registros desde septiembre de 1812 hasta mayo de 1814. Sumando 671 pesos y 4 y 3/4 reales. Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 1-11. 400 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, pp. 115-117. 401 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 1-10. 402 Coincide con que en junio de 1814 las fuerzas sitiadoras porteñas logran la capitulación de Montevideo, terminando así el periodo de dominación colonial en su último reducto del estuario platense. 403 Es un lugar común identificar los registros de “Cargo” con ingresos, mientras que los de “Data” con egresos. Sin embargo, este sistema contable se encuentra más bien volcado a definir responsabilidades sobre los fondos gestionados. La voz del funcionario es la que crea estos registros, por lo tanto su vocabulario está cargado de un tono judicial. La palabra “cargo” responde mejor a la acción de “hacerse cargo” de los fondos, mientras que la “data” registra los fondos que han sido “descargados” de la responsabilidad del funcionario que elabora el registro. Véase el apartado correspondiente en la “Introducción” de este texto, así como Sánchez Santiró, Corte, 2013, pp. 14-26.

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122

Tabla 2. Contabilidad consular, cortes anuales, 1812-1814

Cargos Datas

Periodo Pesos Reales Pesos Reales

Jun1812-Mayo1813 15317 4.25 14658 4.5

Jun1813-Mayo1814 4038 6.5 3865 4 Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 "Consulado, Tesorería, 1812-1815" ff. 10 y 12v. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Sin embargo esas cuentas no reflejan el estado verdadero de las finanzas consulares

debido a que cuentan los derechos de avería, tanto la llamada “vieja” como la

“nueva o de guardacostas”. Ambos registros entran al final del periodo contable

como “cargos” y “datas” a la par, provocando un aumento artificial en las finanzas

consulares sin haber sido remitidos efectivamente.

Para tal efecto la tabla siguiente nos reporta las finanzas efectivas del Consulado,

una vez descontados ambos derechos de avería:

Tabla 3. Contabilidad consular, cortes anuales descontadas las averías trasladadas a la Caja Real, 1812-1814

Cargos Datas

Periodo Pesos Reales Pesos Reales

1812/6-1813/5 3324 1.5 2665 1.75

1813/6-1814/5 1241 2.25 1068 0 Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 "Consulado, Tesorería, 1812-1815" ff. 9, 9v, 12 y 12v. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Observamos que el consulado operaba con niveles monetarios muy limitados. Las

sumas sobrantes a cada fin de periodo son de 658 pesos y 7 ¾ reales para el primer

periodo y 173 pesos y 2 ½ reales para el segundo.404 Es sin lugar a dudas un

periodo de depresión económica para el Consulado. Si comparamos con en el

periodo de la diputación subordinada al Consulado de Buenos Aires, tan sólo el

ingreso por concepto de avería en el puerto de Montevideo rondó, en promedio, los

8 mil pesos anuales, alcanzando niveles máximos de 16 mil pesos alrededor de la

Paz de Amiens.405

404 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 9v y 12v. 405 Tjarks, Consulado, 1962, tomo I, pp. 223-224.

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123

La estrechez del periodo y de los datos observados restringe la capacidad de

analizar los resultados del proceder de la institución consular en Montevideo. Sin

embargo podemos observar la precariedad de recursos con que funcionaba al

interior el Consulado, donde su política de ingresos estaba dictada por sus gastos.

Los recursos que debía gastar era proporcionados por el erario real, evidencia del

pacto entre los comerciantes y el gobierno colonial expresado desde la normativa

de erección.

Los registros del Consulado terminan en julio de 1814, fecha en que el gobierno

adepto a la Península ha capitulado y Buenos Aires, ahora en pugna con la

insurrección del interior de la Banda Oriental y de todo el antiguo Virreinato, toma

el control del Montevideo. Se abrió así un nuevo episodio político que merece la

pena analizar desde la óptica comercial.

Cuando la revolución nos alcanzó: régimen porteño en Montevideo y

la “Patria Vieja”

La capitulación del gobierno realista en Montevideo a mediados de 1814 abrió un

breve episodio donde ambos puertos volvieron a formar parte de una misma

administración política, retomando así un lugar subordinado para el puerto de

Montevideo. La administración formal, después del polémico episodio sobre el

tratado del armisticio, fue la conformación de una “Provincia Oriental” a cuya

cabeza se encontraba un Gobernador intendente. Se nombró un nuevo Cabildo, se

trasladaron armas, pertrechos militares y hasta documentos de archivo a Buenos

Aires. En la administración se nombraron nuevos funcionarios adeptos al régimen

porteño,406 y se suprimió el Consulado montevideano, dejando en su lugar una

diputación como en los tiempos coloniales.407

La política bonaerense estuvo encaminada a reducir el autonomismo político y

económico de Montevideo, consolidando su política centralista. Buscando atacar la

406 Un caso emblemático fue Nicolás Herrera, aquel exitoso portavoz montevideano en la Península que había abrazado la causa de Mayo y ahora regresaba a Montevideo con sus antiguos privilegios. 407 Reyes, Ciclo, 1971, pp. 491-493.

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124

posición económica de los comerciantes montevideanos, se decretó, bajo el título

de “propiedades extrañas”, el traslado del remanente líquido a Buenos Aires de las

mercancías que los españoles ausentes dejaron en Montevideo y que se habían

acumulado por la imposibilidad de darles salida durante la guerra. Esta medida

tuvo el resultado de descapitalizar el sistema comercial meramente

montevideano.408 En esta tarea, el Consulado montevideano, en proceso de

extinción, tuvo que levantar informes para las autoridades porteñas y así deslindar

los caudales y mercancías propensos de ser expropiados.409

Refiriéndonos al Consulado en particular, se designó a Gerónimo Pío Bianqui como

diputado, con tareas específicas como recopilar toda la información fiscal, hacerse

de los fondos y desde luego, encargarse de disolverlo efectivamente.410 El diputado

nombrado siguió estas órdenes y se dispuso a administrar la justicia mercantil

como las ordenanzas de 1794 preveían. Esta situación puso al comercio de

Montevideo en una posición de subordinación todavía mayor que la sostenida

durante el régimen colonial. Desapareció el recurso de apelación a las autoridades

metropolitanas y ahora la injerencia bonaerense, bajo la administración del

nombrado “Directorio”, era mayor.411

Sin embargo, ya que Buenos Aires no tenía un control total del estuario del Plata,

las demás provincias se habían alzado contra su política centralista. Así entonces,

aunque controlaba Montevideo, el resto de la campaña oriental se encontraba

sublevada encabezada por Artigas. Aunque las batallas favorecían más al bando

porteño que al oriental, Artigas y sus comandantes ponían en jaque el orden

porteño sobre la Banda Oriental.412 Se sumaba a ello la creciente impopularidad del

408 Narancio, Independencia, 1992, pp. 121-122; Barrán, Bases, 1985, p. 47. 409 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 149. 410 Ibid., p. 142; Barrán, Bases, 1985, p. 46. 411 El Directorio porteño fue la forma organizacional que tomó el régimen revolucionario en Buenos Aires a partir de la Asamblea General de 1813. Para 1815 el Director Supremo era Antonio de Posadas, tío de Carlos María Alvear, oficial que rindió Montevideo realista y que sustituyó a su tío en 1815. 412 Incluso el traslado de caudales y mercancías antes mencionadas como “propiedades extrañas” se vio entorpecido y se llegó a requerir de embarcaciones particulares para su traslado a Buenos Aires. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 152.

Page 130: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

125

gobierno porteño por el aumento de exacciones y confiscaciones de la población

montevideana, sin importar si fueran criollos o españoles.413

Un ejemplo de exacción fueron las contribuciones, ordinarias y extraordinarias, de

las que fueron objeto los comerciantes, almaceneros y pulperos con base en las

propiedades, caudales y mercaderías de cada contribuyente. Para tal efecto se

conformó una comisión encargada de levantar un padrón de contribuyentes y su

capacidad de contribución. Los posibles contribuyentes trataron de evitar el pago a

toda costa, mientras que las autoridades porteñas fueron implacables en la

exigencia de dichas contribuciones, aunque la escasez recursos líquidos en la plaza

frenó la capacidad extractiva de estos rubros.414

La presión militar de las fuerzas artiguistas, empoderadas a partir de la victoria en

la campaña de Guayabos y las noticias sobre una expedición española al Plata,

hicieron que el Directorio porteño buscara una conciliación con Artigas. Para esto

comisionó a su secretario, y ex-apoderado del comercio montevideano, Nicolás

Herrera, para restablecer las relaciones con el jefe oriental y salvaguardar la

seguridad del Estado. Herrera reconoció en el régimen porteño de Montevideo la

causa del agotamiento de la industria y el estrangulamiento oriental, traduciéndose

así en una resistencia al pago de contribuciones, cada vez mayores, y la adhesión a

la causa de artiguista.415

Sin embargo, ni la habilidad política de Herrera ni los intentos del Cabildo

montevideano fueron capaces de cambiar la determinación artiguista sobre el

desalojo de la plaza de Montevideo para poder entablar negociaciones, condición

que se cumplió en febrero de 1815. 416 Se eligió un nuevo Cabildo, de orientación

criolla, para reemplazar a los individuos “aporteñados” que durante la ocupación se

habían fraguado la antipatía popular. Su objetivo primordial era restablecer las

413 Street, Artigas, 1959, p.203. 414 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo I, p. 156-158. 415 Ibid., pp. 166-169. 416 Street, Artigas, 1959, pp. 211-213.

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126

oficinas y jurisdicciones a su cargo, para garantizar, en conjunto con el gobernador,

la gestión política y económica.417

La administración artiguista concretó, dentro de las limitaciones impuestas por el

entorno político y económico, una considerable gama de reformas administrativas

y comerciales. Realizó la primera división departamental del territorio, se

organizaron las oficinas de gobierno y se institucionalizó la obligación de rendir

cuentas. 418

En el ámbito comercial, se aprobaron y publicaron reglamentos con el fin de

reorganizar el tráfico, vigilar el abasto y reprimir el contrabando, se abrieron los

puertos de Maldonado y Colonia al comercio excepto con Buenos Aires mientras se

mantuvieron las hostilidades.419 Así también, se estimuló el comercio extranjero

prometiendo seguridad siempre y cuando cumplieran con las condiciones de no

concesión de monopolios, el pago de los impuestos comunes y el respeto a su

exclusión en el comercio interno, reservado para los vecinos de la provincia.420

La penosa situación de la Hacienda oriental urgió a los miembros del Cabildo a

determinar las rentas que debían de percibir para su manutención. Se creó un

impuesto de un cuartillo por cuero entrado en Montevideo, se secularizó la

percepción de diezmos y cuatropeas y se ratificó la renta de papel sellado.421 La

base gravable sobre contribuyentes no se encontraba claramente delineada en el

entorno posbélico de la Banda Oriental, así que se estableció una comisión

encargada de recabar la información necesaria, comenzando las dificultades entre

417 Sala, Artigas, 1978, p. 80. 418 Narancio, Independencia, 1992, p. 125. 419 Street, Artigas, 1959, p. 236. 420 Narancio, Independencia, 1992, p. 125. El Convenio de Purificación establecía las reglas para garantizar el libre comercio con los súbditos ingleses como arriba se menciona, sin embargo dicho Convenio fue firmado en agosto de 1817, estando ya la plaza de Montevideo ocupada por las fuerzas portuguesas. 421 Este hecho ilustra la fusión de formas organizativas heredadas del régimen monárquico-colonial con las formas independentistas, se observa que los sellos eran los mismos que se utilizaron en la Colonia pero agregándoles la leyenda “Valga para el año 4° y 5° de la Liberad”. Véase Frega, Dimensión, 1996, p. 149.

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127

los bandos radicales y moderados, dividiendo así los grupos al interior de los

mandos artiguistas.422

En general, los objetivos fiscales del nuevo gobierno buscaban centralizar la

administración hacendaria y unificar los procedimientos con el objeto de asegurar

una correcta administración de los recursos públicos por parte de sus funcionarios.

Para la unificación se procedió al arreglo y organización de las cajas y receptorías

dependientes de todos los cabildos, estableciéndose para dicha tarea el cargo de

“Visitador ordenador”.423

Conviene rescatar la exacción con que fue afectado el comercio montevideano, del

cual el grueso se encontraba fundamentalmente en manos de españoles. Se impuso

una contribución de 40 mil pesos. El Consulado, restaurado después de su virtual

desaparición en la ocupación, debía conformar cuatro comisiones que fijarían las

contribuciones que cada individuo debería de cumplir según la fijación de su

capital mediante inventario y tasación de sus bienes. La contribución fue

suspendida en mayo por el sector moderado del Cabildo, amparándose en un oficio

de Artigas donde sugería evitar la imposición de nuevas contribuciones que

mermaran los efectos “libertarios” de la revolución. La suma que se alcanzó a

recolectar fue de 21,668 pesos, muy lejos del mínimo proyectado de 40 mil y más

aún de los 62 mil pesos fijados como el óptimo. 424

En el orden del comercio regional, Artigas había logrado establecer en los

territorios de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santa Fé, Córdoba y obviamente la

Banda Oriental, una unidad política bajo su mando adepta al federalismo y

contraria a los designios centralistas porteños, comúnmente conocida como el

“Protectorado”. Bajo este estado de cosas se estableció una unidad aduanera para el

tráfico de mercancías, los derechos serían pagados una sola vez y aplicaría para

todos los pueblos federados. La introducción de efectos estaba gravada entre 15 y

40 por ciento, protegiendo la industria interna, mientras que los frutos americanos

pagaban un 4 por ciento por importación. Estaban exentos de gravámenes el 422 Sala, Artigas, 1978, pp. 80-81 423 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, pp. 24-25. 424 Sala, Artigas, 1978, p. 85.

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128

azogue, las máquinas, los instrumentos de ciencias y arte, libros e imprentas,

pólvora, azufre, salitre, medicinas, armamento y los metales preciosos. En cuanto a

la exportación, la exacción general era de 4 por ciento, mientras que el cebo,

cuernos, peletería de carnero, suelas y el oro labrado pagaba 8 por ciento, seguidos

por un 12 por ciento a la plata. Los cueros pagaban 4 por ciento de alcabala , 2 por

ciento de subvención, sumados a ½ real para los cueros de yegua y 1 real para los

vacunos. Estaban libres de derechos de exportación las harinas y galletas del país.

Mientras que para la distribución de bienes, las pulperías pagaban una cuota única

y fija de 30 pesos anuales.425

El Cabildo gobernador, siguiendo la disposición sobre la apertura de los puertos

orientales al comercio con todas las naciones, condicionada al pago de los derechos

correspondientes, fue cuidadoso en la aplicación de la cláusula sobre el vínculo con

la campaña. Los extranjeros debían comprar en Montevideo los bienes a exportar

sólo a los agentes que el Consulado autorizaba para ello, no pudiendo penetrar en

el territorio oriental para dicha tarea. Estos agentes autorizados por el Consulado

fueron de mayoría criolla, observando un viraje en la composición del grupo de

poder en la corporación, en consonancia con la política artiguista de desconfianza

hacia los peninsulares.426

Los intereses comerciales de la Banda Oriental habían estado siempre en

consonancia con los de los territorios del Protectorado, de ahí provenían gran parte

de los cueros comerciados por Montevideo y ahí se dirigían las mercaderías

introducidas por este puerto.427 La resistencia al monopolio porteño fue el hilo

conductor de la unidad de las regiones, las cuotas aduaneras eran claramente

proteccionistas, creando así un territorio comercial integral y excluyente de Buenos

Aires, que se encontraba aislada por los llamados “corsarios de Artigas”.428

La combinación de esta unidad aduanera, el federalismo y la reforma agraria

artiguista se apunta como la causa de la reacción porteña contra la Banda Oriental

425 Narancio, Independencia, 1992, pp. 168-169. 426 Street, Artigas, 1959, p. 239. 427 Millot, Historia, 1991, pp. 111-113. 428 Sobre el tema de los corsarios artiguistas véase Beraza, Corsarios, 1978.

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129

que se tradujo en la invasión portuguesa iniciada en 1816. El régimen artiguista

abrió una posibilidad nunca antes vista de sacudirse el protagonismo porteño, no

sólo para la Banda Oriental, sino para todo el litoral y la región entrerriana. La

creación de un sistema económico, y político, fuera del control porteño amenazaba

la posición estratégica tradicional de Buenos Aires, hecho que difícilmente estaba

dispuesta a aceptar. 429

La amenaza de una nueva invasión portuguesa trajo el desasosiego a la plaza. No

hay que olvidar que la población de Montevideo tenía la impronta de la guerra

bastante fresca, así como considerar que su situación como ciudad comercial eje de

la región requería de una estabilidad política. De esta manera se puede entender la

actitud del Cabildo y los principales de la Ciudad para con el “invasor” portugués, el

cual llegó a Montevideo a inicios de 1817. Éste prometía dicha estabilidad y el

restablecimiento de su condición de privilegio frente a la campaña, sector que

Artigas había promovido y cuidado con bastante esmero.430

La política anti-europea del caudillo también le fraguó la desavenencia del sector

comercial tradicional. El delegado artiguista Miguel Barreiro es puesto en prisión,

para luego tratar de establecer el gobierno en Canelones, sin embargo las tropas del

general Frederico Leçor estaban demasiado cerca, las cuales entraron en

Montevideo en enero de 1817.

Como evaluación de los resultados comerciales en este periodo podemos calcular el

valor del comercio en Montevideo a partir del derecho de avería recaudado por el

Consulado:

429 Millot, Historia, 1991, pp. 112-113; Halperín, Revolución, 2002, pp. 295-299. 430 Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, pp. 73-75.186.

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Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 15-23v. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.431

La comparación con el periodo anterior resulta sugerente. En promedio durante el

dominio hispánico se comercializaron 17,500 pesos mensuales por medio del

cálculo vía las dos terceras partes del derecho de “½ por ciento al comercio”,

mientras que vía los registros anuales de avería el promedio mensual es de 58,600

pesos. Para el periodo de la “Patria Vieja” el promedio fue de 66,000 pesos,

inclinándonos a pensar que el cálculo vía los registros anuales de avería en la época

colonial resulta más plausible.432

En cuanto a la organización consular, el nuevo gobierno tomó como una tarea

primordial restituir su papel en la estructura económica. Buscó sobre todo

reinstaurar el tribunal sobre asuntos comerciales entorpecido durante la

431 Los registros no arrojan información detallada sobre los ingresos en los meses de agosto a octubre de 1816. Sin embargo en noviembre se registran 711 pesos como suma de la deuda en los 3 meses anteriores, dejando a noviembre sin registro. Sin otra manera de deducir la cantidad exacta a cada mes se realizó una simple división de los 711 pesos entre los 3 meses referidos. 432 Sin embargo, la comparación es engañosa por tratarse de registros muy heterogéneos y por no contar con un índice de precios que nos pudiera revelar la variación real. Los tiempos compulsivos revolucionarios resultan difícilmente comparables, sobre todo considerando la escasez de registros fiables y los periodos tan estrechos que los episodios políticos consignan.

0

20000

40000

60000

80000

100000

120000

140000

18

15

-3

18

15

-4

18

15

-5

18

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Gráfica 3. Valor del comercio de Montevideo calculado a partir del derecho de avería consular,

1815-1816

Pes

os

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131

ocupación. Para tal efecto se designó a José Vidal como presidente, nombramiento

empatado con el de Prior, el cual debía requisar los documentos relativos al

Consulado aún en manos de Pío Bianqui. Así también debía designar dos personas

de su confianza para regir en los asuntos judiciales del comercio.433

Los dos integrantes nombrados del Tribunal fueron José Lucas Obes y Juan

Correa. Mientras que el personal incluía a José Revuelta como asesor y a Eusebio

González como secretario. El doble cargo de Vidal como “Regidor Defensor de

Pobres” y Presidente del Consulado hizo que renunciara al poco tiempo de iniciada

su gestión, quedando así Juan Correa como presidente sustituto.434 Sin embargo

las renuncias sucesivas de Obes y Correa tambalearon la estabilidad del naciente

Tribunal, recayendo la presidencia en el asesor Revuelta. Ramón de las Piedras,

miembro del Cabildo, demandó una organización cabal del Tribunal, objetando la

pertinencia de mantener a Obes y a Correa en sus cargos debido a que debían

rendir cuentas a la “Comisión de Pertenencias Extrañas”.435 El Cabildo acordó

separar a ambos de sus cargos, recayendo la presidencia en el denunciante Ramón

de las Piedras, mismo que intentó renunciar a dicho nombramiento, sin embargo el

Cabildo no lo autorizó.436 Quedó así integrado el tribunal por Ramón de las Piedras

como Presidente, Andrés Manuel Durán como primer Cónsul, y Zenón García

Zúñiga como segundo Cónsul, mismo que consta en los estados contables del

Consulado.437

El Tribunal consular sufre una modificación en marzo de 1816 por mandato de

Artigas, el cual dicta que sea un miembro del Cabildo el nato Presidente del

Consulado, pidiendo se releve a Ramón de las Piedras, resultando electo por el

433 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, p. 29. 434 Ibid., p. 31. 435 Dicha Comisión tenía como objetivo deslindar propiedades susceptibles de ser incautadas para las arcas del gobierno a razón de pertenecer a “enemigos de la patria”. Funcionaba a la par de la llamada “Comisión de Extranjería”, que realizaba los juicios al respecto y decidía la pertinencia de enviar a los peninsulares al cuartel artiguista, llamado, “Purificación”. Obes y Correa resultaron llamados a dicho cuartel, a pesar de que Obes era criollo nacido en Buenos Aires. Ambos recibieron un indulto posterior de Artigas a condición de su cooperación pecuniaria y moral con la patria. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, pp. 64-67. 436 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, pp. 33-34. 437 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 15-23v.

Page 137: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

132

Cabildo Juan Francisco Giró, conformándose así la composición del Tribunal que

duró todo el periodo de gobierno artiguista. Se instituyó que la renovación de sus

miembros fuera anual, sin embargo los sucesos políticos dejaron sin efecto la

disposición.438

Los sueldos mensuales fijados por el Cabildo gobernador para los miembros del

Tribunal y sus empleados eran: 100 pesos para el presidente, 50 pesos para cada

uno de los cónsules, 70 pesos para el secretario,439 60 pesos para el asesor letrado,

25 pesos para el oficial primero, 8 pesos y 4 reales para el oficial segundo, y

finalmente 25 pesos para el alguacil portero.440

El alcance temporal sobre los datos contables del Consulado abarca desde abril de

1815 hasta diciembre de 1816,441 coincide así con la entrada del ejército portugués

en Montevideo, en enero de 1817. En noviembre de 1815 se observa un incremento

considerable en los sueldos pagados, este refiere a que fueron satisfechos los

sueldos adeudados al Presidente y Cónsules desde abril de ese año.442 La totalidad

de los sueldos son cumplidos cabalmente hasta marzo de 1816, fecha en que deja de

pagársele al Presidente, mismo fenómeno que ocurrió a partir de noviembre con el

Cónsul segundo.443

El Consulado tenía para el gobierno artiguista una importancia básica como

administrador de justicia mercantil. Así también, manejaba sus recursos de manera

438 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, p. 34. 439 Para este periodo el Secretario Eusebio González tuvo a su cargo también la tesorería del Consulado según se consigna el libro contable, véase AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 15-23v. 440 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, p. 34. Los gastos en sueldos fueron el principal rubro de erogaciones hechas por el Consulado en este periodo. Sin embargo el pago no fue completamente estable, en algunos meses algunos nombramientos no fueron satisfechos con el sueldo correspondiente, quedando pendiente su pago o siendo satisfecho meses después. Véase AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 15-23v. 441 Sin embargo la última anotación del Libro 321 consigna 140 pesos pagados al Secretario-Tesorero por sueldos de enero y febrero de 1817. 442 El pago de los sueldos adeudados emana de la disposición del Delegado de Artigas, Miguel Barreiro, para institucionalizar el Tribunal consular y quitarle su impronta provisional, a pesar que el Cabildo consideraba que los miembros del Tribunal no debían percibir sueldos por tratarse de miembros del Cabildo mismo. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, pp. 51-55. 443 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 15-23v.

Page 138: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

133

autónoma. Recibía el derecho de avería, así como las multas provenientes de la

aplicación de justicia. Por otro lado, sus gastos mayores correspondían a los

sueldos que promediaron en el periodo unos 280 pesos mensuales. Los gastos

extraordinarios eran menores, sobre todo enfocados en gastos de oficina y

acondicionamiento de las oficinas consulares, no superando los 30 pesos

mensuales. El único gasto extraordinario remarcable fue un préstamo al Cabildo

gobernador por 501 pesos en junio de 1815.444

Otra función del Consulado fue la de elaborar un padrón de individuos dedicados al

comercio, ya fuera con el exterior o al interior de las provincias federadas. Para tal

efecto se estableció un mínimo de 6,000 pesos de capital, así como demostrar su

adhesión al régimen americano en caso de los extranjeros mediante la “carta de

ciudadanos”.445

Sin embargo la principal función del consular era la administración de justicia,

para ello gozaba de la capacidad privativa de mediar en las desinteligencias

mercantiles, buscando siempre una pronta resolución en favor de agilizar los

negocios, incluyendo aquellos con extranjeros. Existieron casos donde se

traslapaban las prerrogativas del Cabildo, del Consulado y de la Comisión de

Propiedades Extrañas, sobre todo donde la nacionalidad del titular de los bienes en

disputa demandaba la intromisión de la Comisión.446

Las funciones del Consulado no se restringieron sólo al ámbito contencioso y como

recolectores de los fondos para el Estado.447 También continuó su labor como

centro organizativo de los miembros del comercio de la plaza, sin embargo las

juntas de comerciantes tuvieron un carácter esporádico y fueron poco atendidas

por parte del gobierno artiguista. A razón de esto se expone que el Consulado fue

restringido en sus legítimos derechos y obligaciones, como era la promoción del

giro comercial en la plaza y las obras en favor de éste, restringiendo su actuar a sólo

444 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 15-23v. 445 Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, pp. 76-78. 446 Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, pp. 169-175. 447 Recuérdese la exacción proyectada de 40,000 pesos, así como otros préstamos voluntarios que el Consulado recaudó a nombre del Gobierno.

Page 139: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

134

los tres miembros del Tribunal privativo.448 Estos hechos motivaron la elevación de

quejas a las diferentes instancias gubernamentales ante la percepción de un

comercio deprimido, descapitalizado y desarticulado.449

Para centrar la mirada en las finanzas consulares podemos ver los datos referidos a

sus balances anuales. Contamos para el corto periodo con dos cortes a la

contabilidad consular:

Tabla 4. Contabilidad consular, cortes anuales, 1815-1817

Cargos Datas

Periodo Pesos Reales Pesos Reales

1815/3-1816/2 4340 2.25 4063 2.25

1816/3-1817/2 2830 3.5 2851 3 Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 20 y 23v. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Realmente observamos que ni los ingresos, ni los egresos, ni los balances resultan

alejados de los mismos rubros para el periodo 1812-1814 durante el dominio

hispánico. La situación bélica mantuvo un comercio deprimido, y el corto espacio

temporal en ambas administraciones restringe observar los resultados del comercio

agremiado. Conviene en este punto revisar las entradas por derecho de avería

reportadas mensualmente en el libro de contabilidad consular:

448 Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, p. 72. 449 Son insignia de estas percepciones las realizadas por Luis González Vallejo, antiguo Secretario del Consulado durante la etapa colonial que emigró a Río de Janeiro durante el gobierno bonaerense y que recuperó el puesto de Secretario del Consulado durante el régimen lusitano en la Banda Oriental. Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, pp. 73-75.

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135

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 “Consulado, Tesorería, 1812-1815”, ff. 15-23v. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.450

Resulta difícil proponer un análisis de la tendencia de los ingresos consulares,

sobre todo ante la estrechez de la observación y la volatilidad de los registros. Sin

embargo, y a manera de hipótesis, es remarcable la caída de los ingresos a partir de

julio de 1816, tiempo en que el avance portugués sobre las fronteras de la Banda

Oriental es ya un hecho que amenaza la estabilidad del gobierno artiguista.

El estado de desasosiego ante la invasión portuguesa por el Río motivó al Cabildo a

dirigirse al Consulado para que tomara las acciones necesarias para resguardar los

bienes mercantiles e incluso plantear un traslado de éstos a una plaza más segura.

La junta de comerciantes respondió que para tal tarea requería saber el plan de

defensa del territorio oriental para así poder elaborar un plan propio para el

450 Los registros no arrojan información detallada sobre los ingresos en los meses de agosto a octubre de 1816. Sin embargo en noviembre se registran 711 pesos como suma de la deuda en los 3 meses anteriores, dejando a noviembre sin registro. Sin otra manera de deducir la cantidad exacta a cada mes se realizó una simple división de los 711 pesos entre los 3 meses referidos.

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Gráfica 4. Ingresos por derecho de avería del Consulado de Montevideo, 1815-1816

Pes

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136

resguardo de los bienes y capitales comerciales. Sin embargo el inquieto estado de

cosas dejó en la indecisión cualquier medida precautoria de evacuación.451

Un punto de conflicto entre el gobierno, ahora en alerta bélica, con algunos

comerciantes fue la incautación de los bienes de origen portugués que se

encontraban en el momento en el puerto. Las quejas elevadas a la “Mesa de

Guerra” por parte de los afectados son desatendidas, abriendo un nuevo episodio

de ocultación de bienes, caudales y personas para la posterior emigración de

Montevideo, sobre todo de europeos. El gobierno respondió con la incautación de

los bienes inmuebles de los emigrados si no se presentaban en un corto periodo de

tiempo a reclamar sus pertenencias.452

La acción del Consulado durante el periodo debe entenderse en el contexto bélico, y

sobre todo supeditado a las necesidades del emergente gobierno artiguista. Su

principal función fue la administración de justicia, así como la captación de

recursos líquidos para las arcas gubernamentales. A pesar de que el Consulado se

vio subordinado a otras instancias gubernamentales, como el Cabildo,453 su

importancia fue reconocida por Artigas, a pesar de que sus bases sociales y políticas

se encontraban en la campaña, provocando así un enfrentamiento con los

principales pobladores de Montevideo.

La otra Corona en el Plata: el régimen portugués y la Provincia

Cisplatina

Montevideo fue tomada por las fuerzas portuguesas en enero de 1817.454 Algunos

miembros del Cabildo abandonaron la plaza, los miembros restantes junto con

algunos grandes comerciantes fueron los encargados de recibir al general Carlos

451 Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, pp. 180-182. 452 Véase Capillas, Historia, 1962/1964, tomo II, pp. 183-185. 453 Falcao, Vigía, 1919, p.37. 454 El avance portugués sobre la Banda Oriental fue asunto de reclamo por parte de España frente a Cuádruple alianza, misma que dio la razón a España pero Portugal, apoyada por Inglaterra alegó que se trataba de una ocupación temporal con el fin de evitar el avance del artiguismo sobre el territorio brasileño, la cual acabaría cuando España tuviera la capacidad de enviar sus fuerzas, hecho que nunca se concretó por los levantamientos liberales contra Fernando VII. Véase Narancio, Independencia, 1992, pp. 239-241.

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137

Frederico Leçor y entregarle las llaves de la Ciudad. Este prestigioso militar fue el

encargado de organizar el gobierno durante todo el periodo de ocupación luso-

brasileña, desde el cargo de gobernador y capitán general. Su política estuvo

encaminada a atraer los diversos sectores sociales montevideanos mediante la

creación de cargos, títulos honoríficos y el reparto de prerrogativas económicas a

los adeptos al régimen.455 Así también se llevó a cabo como una gran obra de

reconstrucción de edificios públicos y saneamiento de la ciudad.456

Estas acciones fueron exitosas en tanto que logró integrar a sus adeptos en

organismos centrales de la administración como el Cabildo, la Cámara de

Apelación, el Cuerpo Cívico y el Consulado de comercio.457 Este fenómeno se

complementó con el regreso de personajes salidos durante las épocas

revolucionarias, algunos de ellos avecindados en Río de Janeiro. Muchos de estos

personajes estaban vinculados al comercio montevideano, sobre todo de filiación

peninsular, tal fue el caso de Nicolás Herrera, o José Lucas Obes, ambos

incorporados al ejército portugués en calidad de consultores voluntarios.458

Sin embargo, resultaría un desatino pensar que la adhesión de unos cuantos

miembros de la élite política y económica de Montevideo fueron suficientes para

mantener al régimen portugués-brasileño por poco más de diez años. La élite en

general había desarrollado una desavenencia con las medidas más radicales del

artiguismo. El comercio había sido azotado por los frecuentes sitios de la Ciudad y

por la actividad de los corsarios artiguistas.459 El gobierno portugués se miró como

una oportunidad de reactivar los circuitos comerciales, establecer la paz y retornar

a un estado de cosas de corte imperial y monárquico que en un pasado había

455 Dútrenit, Historia, 1994, p. 90. 456 Falcao, Vigía, 1919, p.25. 457 El Consulado fue “restablecido” en febrero de 1817 mediante un “Auto Superior” de Leçor, el cual tuvo la finalidad de restituir el carácter corporativo del Consulado en el contexto de un régimen monárquico. Véase Falcao, Vigía, 1919, p.39. 458 Falcao, Vigía, 1919, p.12. 459 La actividad de los corsos se mantuvo en el Plata como medida bélica de artigas para atacar los barcos portugueses. Véase Beraza, Corsarios, 1978, pp.13-15.

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138

significado para Montevideo el crecimiento sin igual, hecho que fue bastante

pregonado en la prensa pro-lusitana.460

Pero la resistencia oriental no había sido sofocada en la campaña. Hasta 1820 la

lucha fue constante, desvinculando una vez más el interior de la Banda Oriental

con su principal puerto. En 1821, con la provincia pacificada y escuchando las

peticiones de anexión de diversos sectores orientales, se pactó la adhesión

mediante un Congreso de notables al Reino de Portugal, Brasil y Algarves bajo la

denominación de Estado Cisplatino Oriental. Las reformas económicas durante la

Cisplatina afianzaron el poder de Montevideo sobre todos los demás puertos

orientales, a la par que consolidaron el poder del patriciado estanciero latifundista

que se había visto atacado durante el artiguismo, sector que apoyó la anexión al

Imperio portugués.461

La colaboración de los sectores orientales poderosos pronto se vio mermada por la

llegada de agentes portugueses e ingleses que amenazaban su posición económica.

Llegaron de Río de Janeiro comerciantes que se establecieron en Montevideo y se

convirtieron en fuertes competidores de los ya establecidos, sumado al regreso de

los comerciantes peninsulares que habían salido durante la lucha armada.462 El

sector comercial que había recibido con tanto agrado la estabilidad prometida

pronto se dio cuenta que sería desplazada por le élite migrante lusitana.463

A partir de 1821 se observó una tendencia de las autoridades en favor de sus

compatriotas portugueses. Los saladeristas y comerciantes criollos recibieron un

duro golpe con la prohibición de matar vacas e introducir sus cueros en

Montevideo, también con el recargo de derechos y las licencias para pasar ganado

en pie al Brasil. La apertura a la introducción de cueros brasileños sin ningún

gravamen era también evidencia del favoritismo por el comercio brasileño.464

460 Falcao, Vigía, 1919, p.29 461 Reyes, Economía, 1969, pp, 10-13; Torre, Después, 1972, pp. 9-11. 462 Dútrenit, Historia, 1994, p. 92. 463 París de Oddone, Colonia, 1973, p. 40. 464 Castellanos, Cisplatina, 1982, pp. 12-13.

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139

La política lusitana sobre Montevideo se enfocó en proveer al puerto de un

esplendor comercial, para tal efecto se realizaron diversas obras como la mejora y

construcción de caminos, mantenimiento y mejoras en el muelle. Las obras se

realizaron con fondos públicos y del Consulado, bajo la aprobación de éste. La obra

insignia y polémica al inicio del gobierno lusitano fue el tan anhelado faro en la Isla

de Flores para evitar los peligros del “banco inglés”.465

La independencia de Brasil en septiembre 1822 trastocó el orden del Estado

Cisplatino en cuanto que Leçor era adepto al gobierno independentista brasileño,

mientras que otros sectores avecindados en la Banda Oriental eran defensores de la

unidad imperial portuguesa. El episodio se decidió por la victoria de Leçor, a pesar

de haber tenido que abandonar la plaza de Montevideo durante casi un año,

jurándose así la nueva Constitución brasileña en mayo 1824,466 festividades donde

el Consulado participó mediante el aporte pecuniario para los festejos.467

Las medidas económicas sobre el comercio siguieron una línea liberal en un

contexto de actividades con navieros portugueses e ingleses, quienes dependían de

una casa matriz normalmente en Río, contando así con mayores capitales,

desplazando a la oligarquía local a pesar de haber sido reforzada por el regreso de

españoles.468 Brasil se transforma en intermediario de los efectos europeos,

tropicales y del tráfico negrero. Hubo una tendencia a aumentar los impuestos, a

pesar de la resistencia del Consulado para estimular el tráfico. La respuesta en 1817

465 Negociaciones más o menos secretas apuntan a que para costear la construcción del faro se acordó la cesión de una cantidad importante de territorio colindante con el Brasil en el llamado “Tratado de la Farola”. La polémica versa sobre la tendencia entreguista de la élite política y comercial oriental y la potestad del Cabildo para acordar dicha cesión. Véase Street, Artigas, 1959, p. 332; Falcao, Vigía, 1919, pp. 145-170. 466 Sin embargo comenzaba a concretarse la idea de emancipadora en uno y otro lado del Plata que desembocaría en la célebre expedición de los “33 orientales” de 1825. Varios hacendados y comerciantes que tenían sus principales vínculos económicos en el territorio del estuario del Plata, incluido Buenos Aires, fueron partícipes o un gran apoyo del movimiento independentista. Véase París de Oddone, Colonia, 1973, p. 42. 467 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 “Real Consulado. Manual de Contaduría, 1818-1827”, f. 30 [1823-1824] 468 Se observa que las intenciones portuguesas en la Banda Oriental no eran para nada “temporales”. El objetivo era asentarse y consolidar el viejo proyecto colonial de ocupación. Véase Torre, Después, 1972, pp. 9-10; Castellanos, Cisplatina, 1982, pp. 12-13.

Page 145: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

140

ante este conflicto fue un aumento de los impuestos interiores y una reducción de

los aduaneros.469

Las mercaderías en tránsito pagaban 4 por ciento si iban a depósito y estaban

exentas si seguían su camino, mientas que los derechos de introducción eran de 25

por ciento para los efectos europeos y 30 por ciento para los “caldos”. Las

exportaciones por su parte pagaban 4 por ciento y los cueros 2 reales más por

carga.470 En 1822, ante la incorporación al Imperio portugués, se gravaron con

tarifas especiales a las mercaderías que compitieran con la producción brasileña o

portuguesa, evidenciándose los privilegios de los comerciantes de luso-brasileños.

El nuevo sistema imperial no privilegiaba a Montevideo como lo hacía el régimen

hispánico, más bien era incorporado en una situación subordinada a los intereses

brasileños.471 La disposición de adoptar, en líneas generales y en el discurso, el

sistema comercial hispánico tenía la doble finalidad de granjearse la adhesión de

los grandes comerciantes peninsulares y así también atraer los recursos por la vía

fiscal, tal como el viejo Imperio español.472

El nivel comercial del puerto se elevó a la par que la pacificación de las relaciones

internacionales se comprobaba.473 El derecho de arqueo nos puede revelar la

tendencia del tráfico montevideano desde el punto de vista de una exacción que

gravaba el tonelaje del comercio. Es imposible calcular el tonelaje total a partir de

este derecho debido a la falta de detalle en los registros sobre la procedencia de los

buques, la tarifa era diferenciada según su nacionalidad y los libros sólo consignan

sumatorias mensuales.

469 Castellanos, Cisplatina, 1982, p. 12. 470 Millot, Historia, 1991, pp. 117-118. La determinación de los derechos que habría de pagar el comercio fue producto de un largo debate encabezado por el Prior Obes y el administrador de la Aduana José María Roo, el primero, guiado por su condición de comerciante y liberal de pensamiento, pugnaba por una rebaja de los derechos, mientras que el segundo personaje era de parecer contrario. Véase Falcao, Vigía, 1919, pp. 76-85. 471 Millot, Historia, 1991, p. 118; París de Oddone, Colonia, 1973, p. 40. 472 Falcao, Vigía, 1919, p.51. 473 Los buques mercantes salidos de Montevideo se contabilizan de la siguiente manera: 73 en 1815; 74 en 1816; 203 en 1817; 262 en 1818; 270 en 1819; 255 en 1820; 412 en 1821. Véase Falcao, Vigía, 1919, p. 210.

Page 146: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

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Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 "Real Consulado. Manual de Contaduría. 1818-1827" y Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831". Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Se observa una tendencia creciente en el periodo a pesar de un estancamiento y

disminución en los años de conflicto político por la independencia de Brasil. Son

diez años de observaciones mensuales que rinden cuenta del desempeño comercial

del puerto de Montevideo en un relativo contexto de paz sin igual en el siglo XIX.

Otra medida de la actividad comercial la podemos obtener a partir del derecho de

avería en el mismo periodo, obteniendo así un aproximado del valor del comercio:

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Gráfica 5. Ingresos por derecho de arqueo del Consulado de Montevideo, 1818-1828

Pes

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142

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 “Real Consulado. Manual de Contaduría, 1818-1827” y Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831". Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Existe una correspondencia de las dos gráficas respecto al periodo de

estancamiento-depresión desatado por el Grito de Ypiranga que inicia la

independencia Brasileña, hasta la jura de la Constitución brasileña en Montevideo.

El crecimiento es más palpable en el cobro de avería, nos habla de un tráfico de

mercancías de mayor valor hacia final del periodo sin que esto supusiera un

aumento tan pronunciado en el tonelaje comerciado.

La comparación con los periodos anteriores resulta ilustrativa del aumento del

nivel comercial. Para el periodo hispánico el promedio mensual fue de 58,600

pesos, mientras que para el periodo de la “Patria Vieja” el promedio fue de 66,000

pesos. La Cisplatina arroja un promedio mensual de 285,o00 pesos. Son diversos

los factores que podemos asociar este gran crecimiento. El periodo es grande,

alrededor de once años de una política articulada y en favor de promover el

comercio. Sobresale la estabilidad de la región y la relativa calma política después

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Gráfica 6. Valor del comercio de Montevideo calculado a partir del derecho de avería

consular, 1818-1828

Pes

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Page 148: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

143

de tantos años de levantamientos armados, como los principales factores para

desarrollar la economía del puerto montevideano como nunca antes se había visto.

Sin embargo los beneficios de dicho comercio no se expandieron en el grueso de la

población, sobre todo porque el comercio oriental, ya fuera americano o

peninsular, estaba sometido a las grandes casas brasileñas, los grandes

beneficiados del regreso al sistema de “liberalización” tipo colonial.474

Por su parte, la actividad consular cobró en este periodo una gran importancia

como generadora de obras de infraestructura portuaria. Para promover la actividad

comercial se cuenta el controversial “Faro de la Isla de Flores”, obra comandada

por José Lucas Obes, las reparaciones y ampliación del muelle en la Bahía de

Montevideo, el Faro del Cerro y la creación de la Academia Náutica enfocada en la

enseñanza comercial y de navegación.475 Por otro lado se construyó un nuevo

muelle en Colonia del Sacramento para el cual no se consultó al Consulado, el cual

era contrario a esta obra, demostrando las desavenencias que tuvieron el

Intendente Gobernador con el Tribunal Consular.476

El Consulado también recuperó su función como recolector de recursos y

prestamista al gobierno provincial. Esta función recuerda mucho las formas del

régimen hispánico, sin embargo en esta ocasión se verifican pagos sustanciales a la

caja consular como contrapartida de los préstamos.

Muchos de sus préstamos fueron hechos con base en los derechos consulares

cobrados por la aduana, éstos constan en los registros consulares a pesar de no

haber sido ingresados realmente. Una primera cantidad de préstamos de este tipo

son los verificados entre marzo y agosto de 1821, sumando un total de 8,512 pesos y

5.5 reales.477 Este fenómeno se repite en 1822 y 1823 al tomar las entradas de la

avería consular para los meses de octubre, noviembre y diciembre de 1822, así

474 Falcao, Vigía, 1919, p.63. 475 Ibid., pp.93-95. 476 Este enfrentamiento fue tan crítico que el Cabildo llegó a promover frente al gobierno lusitano la privación de los sueldos de los miembros del Tribunal consular, sin embargo dicha medida nos e verificó. Véase Falcao, Vigía, 1919, pp. 172-185. 477 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 “Real Consulado. Manual de Contaduría, 1818-1827”, ff. 26, 30, 33 [1820-1821]; ff. 6, 11 y 15 [1821-1822].

Page 149: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

144

como los meses de marzo, abril, julio, septiembre, octubre y noviembre de 1823,

sumando así 8,832 pesos y 4.25 reales.478 Otro empréstito en la misma modalidad

fue la toma de los ingresos por avería acumulados en los puertos de Maldonado y la

Colonia en abril de 1825, que llegaron a sumar 9,055 pesos y 3.25 reales.479

Un segundo tipo de préstamos no son producto directamente de los derechos

consulares, sino de los recursos acumulados del gremio. Estos préstamos se

ubicaron en los meses de marzo de 1821, septiembre y octubre de 1822, y

septiembre de 1824. Juntos suman 14,780 pesos y un cuartillo de real.480

En ambos tipos de préstamos se observa la confluencia en el periodo de pugna por

la Independencia brasileña, es decir entre 1822 y 1824. Recordemos que Leçor

abandonó Montevideo a finales de 1822 durante poco más de un año, hecho que

podría hablar de un apoyo del sector comercial asentado en Montevideo a la

facción pro-portuguesa en la contienda. Esta proposición se verifica parcialmente si

observamos los pagos de la Hacienda al Consulado, éstos se concentran en 1821

para pagar la primera serie de préstamos tomados de la avería. Los préstamos

posteriores no fueron saldados, el único pago que se registra de la Hacienda al

Consulado fue por 2 mil pesos en diciembre de 1826.481

Los ingresos consulares estuvieron dados, sobre todo, por el derecho de avería,

siendo la gráfica como sigue:

478 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 “Real Consulado. Manual de Contaduría, 1818-1827”, ff. 19, 21, 23, 30, y 32 [1822-1823] y ff. 9, 11, 14 y 17 [1823-1824]. 479 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 “Real Consulado. Manual de Contaduría, 1818-1827”, f. 42 [1824-1825]. 480 El préstamo correspondiente a marzo de 1821 fue de 9, 775 pesos, representando el grueso de estos préstamos. Véase AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 “Real Consulado. Manual de Contaduría, 1818-1827”, f. 25 [1820-1821]; ff. 16, 19 [1822-1823], f. 17 (1824-25). 481 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 “Real Consulado. Manual de Contaduría, 1818-1827”, ff. 10, 17, 37 y 39 [1821-1822].

Page 150: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

145

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 "Real Consulado. Manual de Contaduría. 1818-1827" y Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831". Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

En cuanto a la organización interna del Consulado, el régimen lusitano buscó

restaurar su antigua condición derivada del contexto de Antiguo Régimen. Por lo

tanto se buscó en el periodo hispánico los lineamientos a seguir para su

organización.482 Se nombraron para los cargos del Tribunal a José Lucas Obes

como Prior, a Manuel Costa Guimaraes como Cónsul tesorero y a Cristóbal

Echeverriarza como Cónsul contador. Se eligieron 4 consiliarios, se nombró a José

Revuelta asesor, y finalmente se restituyó a Luis González Vallejo en su antiguo

puesto de Secretario y escribano.483

También se emuló la disposición sobre el juez de alzadas, el cual recaía en el

gobernador político de la Plaza, y se restituyó el pago a Nicolás Herrera instaurado

482 Muestra de ello son las 150 copias que se mandaron a imprimir, bajo erogación del Consulado sobre los documentos que componían el proceso de erección del consulado y que contenían la Cédula misma en junio de 1828. Véase AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 387 “Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831”, f. 20. 483 Falcao, Vigía, 1919, p.39.

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Grafica 7. Ingresos por derecho de avería del Consulado de Montevideo 1818-1828

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Page 151: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

146

desde 1809.484 Finalmente las asignaciones quedaron fijadas en agosto de 1817 de

la siguiente manera: 800 pesos para el Prior; 500 pesos para cada uno de los

Cónsules; y 500 pesos para el síndico. Finalmente, en mayo de ese mismo año se

resolvió que la designación en sucesivas elecciones estaría a cargo del Capitán

General (Leçor) y el número de consiliarios se elevaría a nueve en sucesivas

composiciones. El método de resolución de las disputas atendidas por el Tribunal

seguía las especificaciones de las cédulas de erección de los “nuevos” consulados

hispánicos: “a verdad sabida y buena fe guardada”. 485

Las finanzas internas del Consulado con base en sus cortes anuales nos revelan la

trayectoria que como organización gremial tuvieron durante el periodo:

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 “Real Consulado. Manual de Contaduría, 1818-1827” y Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831". Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

484 Sin embargo los registros de gastos del Consulado reportan pagos a Manuel Pérez Balbas sin reportar pagos a Herrera. La cantidad pagada corresponde a un 5 por ciento de la cantidad ingresada mes con mes por derecho de avería. Véase AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 “Real Consulado. Manual de Contaduría, 1818-1827”. 485 Falcao, Vigía, 1919, p.47. Sin embargo, el aumento de la actividad económica incrementó también el número de pleitos y jurisdicciones que se traslapaban en el arreglo judicial de la Cisplatina. Para paliar dicho fenómeno se crea la Cámara de Apelaciones, organismo que atacó la prerrogativa sobre la jurisdicción mercantil del Tribunal consular, así como al Cabildo. La Cámara tuvo como presidente al Capitán general, y fue el tribunal en segunda y tercera instancia de todos los asuntos judiciales civiles, criminales y comerciales de cualquier naturaleza. Véase Falcao, Vigía, 1919, pp. 182-189.

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Gráfica 8. Cargos y Datas anuales Consulado de Montevideo, 1818-1828

Cargos Datas

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147

Se observa que los “ingresos” y “egresos” del Consulado tuvieron una confluencia

bastante cercana hasta mediados de 1824, año en donde los ingresos tienden a

separarse de los egresos. Conviene entonces comparar los balances anuales

derivados de los mismos rubros consulares:

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 54 “Real Consulado. Manual de Contaduría, 1818-1827” y Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831". Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

El balance es positivo durante todo el periodo. El saldo a favor crece de manera

singular, como habíamos dicho, a partir de 1824. Esto puede explicarse por la

pacificación del conflicto debido a la Independencia brasileña y la jura su

Constitución en 1824. Pero también debemos considerar que el Consulado a partir

de ese momento no proveyó al gobierno brasileño de recursos vía empréstitos. Otra

variable que podría ayudar a considerar el balance tan positivo de los últimos años

de la Cisplatina es que los gastos en obras principales, como la farola en la Isla de

Flores y el Muelle en Montevideo, disminuyeron por haberse concentrado sobre

todo en la primera mitad del periodo.

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Gráfica 9. Balance anual del Consulado de Montevideo, 1818-1828

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Page 153: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

148

Sin embargo apuntamos más arriba que la relativa calma política estuvo

acompañada de cierto sometimiento a los designios de “la otra corona”. La política

imperial se había hecho cada vez más odiosa, incluso para los privilegiados. La

clase comercial y terrateniente fue presa de más exacciones y de una política que

privilegiaba a los brasileños y los ponía en desventaja con el comercio

bonaerense.486 En 1825 se abrió un nuevo periodo de revueltas en la Banda

Oriental protagonizadas por los célebres 33 orientales, grupo insignia de la lucha

independentista uruguaya.

Nueva República, viejas y nuevas disputas. Inicios del periodo

independiente del Estado uruguayo

A comienzos de 1825 la expedición de los orientales se apremiaba a cruzar el Río

Uruguay para iniciar el movimiento que terminaría, 3 años más tarde, en la total

emancipación política de la Banda Oriental, tanto del Imperio Brasileño como de

las Provincias Unidas del Río de la Plata. La campaña comenzó con un empuje sin

igual, sobre todo contando con la dirección bicéfala de los dos prestigiosos

caudillos artiguistas: Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera.487 En 6 meses lograron

levantar en armas una porción considerable de la campaña oriental y aproximarse

de manera peligrosa a Montevideo.488

El gobierno provisorio instalado en la villa de la Florida a mediados de 1825 declaró

la independencia de todo el territorio oriental de la dominación brasileña, a la vez

que proclamaba la incorporación a las Provincias Unidas del Río de la Plata como

estrategia de lucha en contra de la ocupación.489 A fines del mismo año se abría la

guerra frontal apoyados por el gobierno porteño, el cual había decidido tomar parte 486 Alonso, Oligarquía, 1970, pp. 203-205. 487 Ambos generales de Artigas fueron integrados en la jerarquía militar y política de la Cisplatina de la mano de Leçor mediante la concesión de privilegios. Rivera mantuvo prerrogativas en la campaña, mientras que Lavalleja se avecindó en Montevideo, sin embargo salió de ahí en 1822 inmerso en las conspiraciones independentistas de los llamados “Caballeros Orientales”, provocando así su proscripción y decomiso de bienes, yéndose a instalar en Buenos Aires. Véase Narancio, Independencia, 1992, pp. 261-263. 488 Sin embargo, como se observa en las gráficas del periodo cisplatino, la actividad comercial del puerto montevideano no se vio frenada ni paralizada por el retorno de los hechos bélicos, es más, demuestran un crecimiento importante. 489 Narancio, Independencia, 1992, pp. 287-290.

Page 154: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

149

de la lucha en favor de los orientales. A partir de ahí las acciones militares, tanto en

tierra como en el Río, inclinaron la balanza a favor de las fuerzas republicanas sin

lograr un triunfo definitivo.

El gobierno porteño, después de la aprobación de la Constitución unitaria para las

Provincias Unidas, se encontraba débil debido a las disensiones al interior de sus

fronteras. Mantener la guerra con el Imperio brasileño resultaba demasiado

oneroso, buscándose así llegar a un acuerdo de paz, arreglo donde Inglaterra

intervino como mediador. La Convención Preliminar de Paz fue firmada en Río de

Janeiro el 27 de agosto de 1828. El contenido principal del tratado de paz incluía el

reconocimiento del territorio oriental en total independencia, libre e adoptar la

forma de gobierno que sus habitantes deseasen, y ambos firmantes se

comprometían a garantizar la integridad del nuevo Estado por cinco años.490

De esta manera se concretaba el proyecto autonomista en la Banda Oriental, pero

lejos de representar el fin de las dificultades de tipo económicas ni en la

administración política del emergente Estado. La primera Carta Magna uruguaya

fue jurada en julio de 1830, en ella se establecía el sistema republicano

representativo, encabezado por un poder ejecutivo unipersonal, un poder

legislativo bicameral, una administración territorial a cargo de jefes políticos

designados por el ejecutivo y sus ministros, y se establecía la religión católica como

religión de estado aunque se permitía la libertad de cultos.491

El primer presidente constitucional electo de la República resultó ser Fructoso

Rivera, levantando un descontento entre los partidarios de Lavalleja. En 1832, con

Rivera en la campaña, las huestes lavallejistas logran deponer al presidente

constitucional, pero los acontecimientos políticos y bélicos reinstalaron un par de

meses después a Rivera. Este episodio abrió una serie de pugnas internas entre las

dos tendencias, tanto a nivel político como bélico, que marcaron la historia del

nuevo país en las primeras décadas independientes.

490 Ibid., pp. 329-330. 491 Ibid., pp. 332-335.

Page 155: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

150

Los conflictos se vieron estimulados por la intervención del gobierno porteño, en

este tiempo en manos de Juan Manuel de Rosas. La política porteña se vio

encaminada a la intervención en los asuntos de la Banda Oriental a manera de

lograr poder en la región. Acabado el periodo presidencial de Rivera la presidencia

recae en las manos de Manuel Oribe, personaje que, en un principio, fue bien visto

por ambas facciones. Pero para 1836 comienza un nuevo levantamiento armado

encabezado ahora por Rivera. Este levantamiento dio, después de diversos

episodios, la victoria al bando riverista a fines de 1838, iniciándose el segundo

periodo presidencial del caudillo.

Los episodios bélicos y de conflicto político se muestran como una constante en

este nuevo periodo de vida independiente. Debemos rescatar que conformaron el

esquema institucional que, además de dar a luz al sistema bipartidista tradicional

uruguayo, fincó la organización estatal sobre la que se construyó el esquema

económico de la época independiente.492

La economía de la Banda Oriental se encontraba en un penoso estado debido a los

constantes conflictos bélicos y a políticas de enfrentamiento. Un periodo de guerra

casi permanente durante 20 años había castigado el sistema productivo, incluso la

producción ganadera la cual mantenía stocks en niveles críticos.493 Las medidas

organizativas del nuevo Estado buscaron aumentar la rentabilidad y nivel

comercial ganadero, comenzando por prohibir la exportación de novillos y ganado

en pie. Un hecho importante fue la recuperación del vínculo de la campaña con

Montevideo y aumentar el nivel de seguridad, buscándose así infundir confianza en

los propietarios.494

Las finanzas estatales estuvieron condicionadas al comercio del puerto de

Montevideo, provocando que fueran presas del crédito usurario en las coyunturas

políticas desfavorables al tráfico. El constante mejoramiento en los términos de

492 Castellanos, Cisplatina, 1982, pp. 90-95. 493 Assadourian, Economía, 2011, p. 12. 494 La industria saladera fue otro importante punto de la política económica como vía de recuperación de un sector destruido desde los inicios de los levantamientos en 1811. Véase Millot, Historia, 1991, pp. 143-144.

Page 156: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

151

intercambio posibilitó captar por medio de derechos aduaneros el 75 por ciento de

los ingresos corrientes. Las disposiciones gubernamentales buscaron un equilibrio

entre las necesidades fiscales y la promoción de las actividades básicas del país. La

competencia con Buenos Aires fue uno de los ejes en el sistema arancelario, así

como la influencia de las tendencias liberales a nivel internacional, las cuales

coincidían con los intereses de comerciantes y hacendados.495

Por su parte, el comercio se había visto beneficiado por la relativa paz cisplatina y

el bloqueo de Buenos Aires entre 1826 y 1828. Las obras de infraestructura

heredadas del régimen brasileño comenzaron a traer frutos y la vieja rivalidad

entre puertos de ambas orillas del Plata se vio reforzada por el crecimiento

montevideano. Como evidencia del crecimiento post-independencia podemos ver el

siguiente cuadro, elaborado por Julio Millot y Magdalena Bertino, que refiere los

movimientos portuarios y los ingresos aduanales:

Tabla 5. Número de buques e ingresos aduanales en el puerto de Montevideo, 1829-1840

Año Ingreso de Buques

Ingresos aduanales (pesos)

Importaciones Exportaciones

1829 - 2160000 2100000

1830 213 2102000 2390000

1831 194 1784000 1413000

1832 176 1961000 1921000

1833 265 2473000 2281000

1834 308 2390000 2686000

1835 272 2474000 2765000

1836 335 2880000 3400000

1837 374 3600000 4100000

1838 495 6160000 5600000

1839 512 9440000 8500000

1840 700 8900000 8200000 Fuente: Millot, Historia, 1991, p. 157.

Observamos un continuo crecimiento, más evidente en el ingreso de navíos

mercantes. En cambio los ingresos aduanales se mantienen más o menos estables

hasta 1837 donde suben de manera muy considerable. La ley de comercio exterior

495 Sin embargo, los continuos déficits del gobierno obligaron la creación de recursos impositivos extraordinarios, a la postergación de pagos, enajenación de rentas futuras, o simplemente al crédito en condiciones desfavorables. Millot, Historia, 1991, pp. 183-185.

Page 157: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

152

de 1829 gravaba las importaciones en general con un 15 por ciento, exceptuadas las

máquinas, instrumentos de agricultura libros, instrumentos de ciencia y arte, etc.

En cambio los comestibles en general, la yerba mate, azúcar, café pagaban 20 por

ciento, y los muebles, espejos, sillas de montar, tabaco, tasajo pagaban 25 por

ciento. El esquema era proteccionista y encaminado a promover la industria y

producción interna. Por su parte las exportaciones pagaban en general 4 por ciento,

exceptuado el tasajo. Los cueros tenían un impuesto fijo de dos reales para los

vacunos y un real para los caballares. En 1831 ante las medidas tomadas para la

extracción de cobre hubo se incrementaron los impuestos a las importaciones entre

1 y 5 por ciento dependiendo de los productos, siguiendo el mismo esquema

proteccionista. En 1837 el esquema arancelario se mantiene con la misma

estructura, se incrementó en proporciones similares los gravámenes a las

importaciones, las exportaciones más o menos en iguales condiciones.496

Entre las disposiciones no arancelarias se daban facilidades para el

almacenamiento de mercancías, posibilitando así a los comerciantes tomar cierto

tiempo para colocar sus mercaderías. Estas disposiciones le dieron ventajas a

Montevideo sobre Buenos Aires, la guerra de tarifas le ganó una mayor proporción

del comercio del litoral. Ante esta situación, Buenos Aires tomó medidas para

promover su comercio como reducir las restricciones al comercio terrestre,

facilidades para el cabotaje, y gravó con un 25 por ciento todos los efectos de

ultramar introducidos por Montevideo.497

Sin embargo la capacidad de Montevideo de penetrar en el territorio rioplatense

era limitada. Buenos Aires atraía al comercio al por mayor, así como el

abastecimiento del litoral. Durante toda la década de 1830 se observa un cierto

equilibrio entre ambos puertos, situación que se transformará de manera radical

con el conflicto internacional que supuso la Guerra Grande, pero este hecho escapa

de nuestro horizonte temporal.498

496 Millot, Historia, 1991, pp. 186-187. 497 Ibid., p. 188. 498 Para un tratamiento integral del tema de la hegemonía rioplatense, sobre todo en el resultado a favor de Buenos Aires una vez terminada la Guerra Grande, véase Schmit, Política, 1999.

Page 158: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

153

En cuanto al destino y origen de las mercancías traficadas podemos mirar en la

siguiente tabla:

Tabla 6. Proporción del origen/destino del comercio exterior de Montevideo a partir de los ingresos aduanales, 183 y 1835

País

Importaciones Exportaciones

1830 1835 1830 1834-1836

Inglaterra 18.7% 30.5% 27.3% 32.4%

Brasil 27.6% 23.4% 17.0% 18.9%

Francia 10.4% 11.3% 10.8% 14.6%

Estados Unidos 19.1% 10.8% 12.7% 12.2%

Provincias Argentinas 9.2% 8.9% - -

Mediterráneo 14.2% 11.3% 16.1% 6.6%

Amberes - - 10.4% 6.4%

Cuba - - 5.3% 8.2%

Otros 0.8% 3.8% 0.4% 0.7% Fuente: Millot, Historia, 1991, pp. 158-159.

Se observa que en la escala regional, el comercio con el Brasil fue el más

importante, sobre todo en cuanto al origen de las importaciones, relegando el

intercambio con Buenos Aires, al menos en los registros fiscales oficiales. Sin

embargo, la presencia de las potencias de la época, Inglaterra, Francia y los Estados

Unidos ofrece una dimensión importante del comercio montevideano en esa

primera década de vida independiente.499

La posición de Montevideo como un foco comercial creó diversos problemas

alrededor de la disponibilidad de metálico. Un problema a resolver fue la escasez

de moneda, problema originado desde la ruptura de la matriz colonial y la

desvinculación con el Alto Perú. Así también la introducción de otras monedas

mediante el comercio afectaba la facilidad de las transacciones, sobre todo la

moneda portuguesa/brasileña de cobre. Los grandes comerciantes montevideanos

vieron con desconfianza el papel moneda y el cobre, veían mermada su capacidad

como captores del circulante y proveedores de crédito.500

499 La Importancia de la región para las potencias nos explica la intervención de éstas en los posteriores conflictos bélicos. 500 Millot, Historia, 1991, p. 175.

Page 159: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

154

La falta de un reglamento que sancionara las transacciones en efectivo puso en

riesgo la unidad económica de la Banda Oriental, sobre todo entendiendo su

condición fronteriza. La circulación de diversas monedas de diversas leyes y

calidades representaba una dificultad para la integración de un sistema económico

fuerte. Comenzando la década de 1830 se planteó como un problema de primera

necesidad sacar de la circulación la moneda de cobre brasileña e instaurar un

régimen propio de la república naciente.501

La disposición mandaba que la moneda de cobre fuera recolectada por un

organismo privado nombrado la “Comisión Directiva de Extinción de la Moneda de

Cobre”. Esta Comisión recogería la moneda de cobre a cambio de billetes a título

propio, deuda que sería saldada por el gobierno una vez que la venta del cobre

recolectado fuera verificada.502

Los grandes comerciantes montevideanos habían gozado siempre del control del

circulante, su preferencia por el sistema metálico se explica por su vínculo con los

mercados exteriores y el su papel preponderante en el crédito estatal. Durante todo

el periodo rigió el sistema bimetalista, el cual pudo mantenerse sobre todo por el

auge comercial percibido entre 1835 y 1842 por el bloqueo francés en Buenos

Aires.503 Referente al crédito, los comerciantes habían desempeñado actividades

prebancarias, se ocupaban de las operaciones con el exterior, otorgaban créditos y

recibían depósitos, actividad que mantuvieron hasta la década de 1850 con la

creación de un sistema bancario velado por el Estado.504

Como medida del tráfico en el puerto de Montevideo podemos observar la

tendencia del tonelaje a través de los ingresos por el derecho consular del arqueo:

501 Odicini, Régimen, 1980, p. 10. 502 Ibid., p. 10. 503 Millot, Historia, 1991, pp. 176-177. 504 Ibid., pp. 178-179.

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155

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831" y Libro 389 “Consulado de Montevideo. Libro Manual de Contaduría. 1832-1838”. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Observamos una tendencia ligeramente creciente, aunque la alta volatilidad de los

registros hace difícil una aseveración al respecto. La alta volatilidad en el tonelaje

traficado nos habla de la inestabilidad en el tráfico. El contexto bélico nos puede ser

útil para explicar estas observaciones, sin embargo conviene cruzarlo con los

valores de las mercancías traficadas. Para tal efecto utilizamos el mismo cálculo por

medio del derecho de avería consular:

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Gráfica 10. Ingresos por derecho de arqueo Consulado de Montevideo, 1828-1838

Pes

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Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831" y Libro 389 “Consulado de Montevideo. Libro Manual de Contaduría. 1832-1838”. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

La inestabilidad se confirma, una alta volatilidad se observa en ambas medidas del

movimiento portuario. Esto puede ayudar a comprender la difícil situación

financiera de la naciente república derivada de su dependencia de los ingresos

fiscales de la aduana. La tendencia es ligeramente creciente, sobre todo al inicio del

periodo, luego tiende a un estancamiento.

Conviene ahora hablar de los actores privados agrupados en el comercio consular.

La vida consular se vio transformada con el arribo de la República independiente.

Como vimos los resultados comerciales fueron prometedores en este episodio

político. Según cifras oficiales de un padrón levantado en 1835 se contaba con 590

casas comerciales. En el gobierno de Oribe se reguló la intervención de los agentes

consulares en el extranjero para promover las transacciones mercantiles, buscando

así posicionar más el mercado uruguayo. También se autorizó la creación de una

“Sala de Comercio” que buscó recopilar y comunicar diferentes informaciones

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Gráfica 11. Valor del comercio de Montevideo calculado a partir del derechod de avería

consular, 1828-1838

Pes

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157

sobre la entrada y salida de buques, manifiestos de carga y observaciones

meteorológicas, contando entre sus medios con un telégrafo.505

El Consulado de fue especialmente partícipe en las acciones y políticas para extraer

la moneda de cobre. Por un lado, se convirtió en inversor al comprar acciones en la

empresa que constituía la Comisión, la cual derivó en pago de dividendos. Por otro

lado, a partir de abril de 1831 el derecho de avería es tomado por el gobierno y

pagado al Consulado en billetes emitidos por la Comisión.506 Esto nos habla de un

alto grado de cooperación con las políticas gubernamentales de reorganización

económica.

Otra arista de la cooperación del gremio mercantil fueron los recursos con que

proveyó al gobierno independiente. Por un lado, proveyó de préstamos con

recursos propios o ajenos tal como se puede observar en la siguiente tabla:

Tabla 7. Empréstitos del Consulado de comerciantes de Montevideo al gobierno republicano

Mes Monto Recursos

Noviembre 1828 36440 Propios

Mayo 1829 6081 Propios

Abril 1830 15000 Propios

Octubre1832 6000 Ajenos

Agosto 1832 2000 Propios

Mayo 1835 1203 Ajenos Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831" y Libro 389 “Consulado de Montevideo. Libro Manual de Contaduría. 1832-1838”. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Pero resultan más evidentes los recursos con que el Consulado cooperó con el

gobierno, derivados de los derechos consulares de arqueo y avería. Los recursos de

arqueo de 1830 y 1831 son tomados por el gobierno, y de nuevo entre octubre de

1833 hasta febrero de 1835. La aduana no remite los caudales, pero se registran en

505 Castellanos, Cisplatina, 1982, pp. 100-102. 506 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 387 “Consulado de Montevideo. Manual del tribunal (contaduría). 1827-1831”, f. 68.

Page 163: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

158

los libros consulares, y van directo a la tesorería del Estado. La suma total de esos

recursos es de 31,306 pesos.507

Por su parte, los recursos de avería son tomados en su totalidad entre enero de

1830 y marzo de 1831 por la tesorería del Estado. A partir de este punto los

recursos de avería pasan a ser administrados por la mencionada Comisión para la

extracción de la moneda de cobre, tomando la mitad de los recursos para ella y la

otra mitad la remiten efectivamente al Consulado. Esta modalidad se observa desde

abril de 1831 hasta enero de 1833. Entre los meses de febrero y septiembre de este

año el gobierno toma para sí la mitad del derecho de avería. Para el periodo entre

octubre de 1833 y febrero de 1835 el reparto de los recursos de avería es mitad para

el gobierno y mitad para la misma Comisión, no remitiendo recursos al Consulado

por esta exacción. Finalmente, desde marzo de 1835 hasta el fin del periodo los

recursos de avería van a parar la mitad al Consulado y la otra mitad para la llamada

“Caja de amortización del empréstito del superior gobierno”, la cual tenía el

objetivo de saldar la deuda contraída por el gobierno hasta el momento con los

particulares.508

Lejos de una lógica simplista, el gobierno no dejó las deudas con el Consulado sin

pagar, se puede verificar el cobro paulatino de las deudas por parte del Consulado,

sobre a partir de 1834. También es de rescatarse la venta de un terreno propiedad

del gobierno en la ciudad de Montevideo a cuenta de la deuda de éste con el

Consulado, el cual utilizó para construir su nueva casa consular.509

Concerniente a la justicia mercantil, el Consulado fue reformado en 1829 bajo el

“Reglamento Provisorio de la Administración de Justicia” el cual dispuso que el

Tribunal consular siguiera manejando los pleitos, en primera instancia, que le

competían según su Cédula de Erección. También mandó crear diputaciones

507 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831" y Libro 389 “Consulado de Montevideo. Libro Manual de Contaduría. 1832-1838”. 508 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831" y Libro 389 “Consulado de Montevideo. Libro Manual de Contaduría. 1832-1838”. 509 AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831", ff 52-53.

Page 164: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

159

comerciales en diferentes regiones del interior uruguayo como Paysandú,

Maldonado, Colonia, Soriano y Mercedes.510

Finalmente, para apreciar el desarrollo de la corporación consular podemos revisar

el balance financiero por medio de la contabilidad:

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831" y Libro 389 “Consulado de Montevideo. Libro Manual de Contaduría. 1832-1838”. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Se observa al comienzo una declinación de las finanzas consulares, sobre todo

producto del reacomodo de las actividades económicas a raíz de la conformación de

la nueva república independiente. Luego una cierta recuperación en los años 1834 y

1836 se observa por el pago de las deudas que el gobierno tenía con el Consulado,

para luego observar una nueva declinación de los recursos consulares debido a su

cooperación con el gobierno, hasta su ulterior disolución en 1838.

510 Olivera, Evolución, 1991, p. 318.

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Gráfica 12. Cargos y datas del Consulado de Montevideo, 1828-1838

Cargos Datas

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160

Desde inicios de ese año se comenzaron a gestar los preparativos para la

desaparición del Tribunal consular bajo la consigna de que resultaba una pesada

carga para la administración de justicia un cuerpo privativo al derecho mercantil.

De acuerdo con los preceptos del poder ejecutivo las funciones consulares debían

pasar a ser administradas por los ministerios de hacienda y economía. Sin embargo

los acontecimientos políticos dejaron sin aplicación la disolución del Consulado

hasta que Oribe fue sustituido por Rivera en el poder ejecutivo a fines del mismo

año.511

Por un decreto gubernamental, el 7 de diciembre de 1838 se suprimió el Tribunal y

el cuerpo consular. Los pleitos comerciales debían ser ahora asimilados por la

justicia común, quedando a cargo del juez de hacienda y del juez de comercio, el

cual podría asociarse con dos comerciantes como asesores en caso de así requerirlo.

Se daba por terminada la a actuación del cuerpo consular en sus dos dimensiones

heredadas del Antiguo Régimen.512

La disolución del Consulado nos habla de una pérdida de poder como organización

mercantil de los comerciantes, sin embargo no se puede decir lo mismo de ellos a

título individual. Los objetivos principales de la organización consular fueron

viéndose mermados por el contexto político y bélico tan trastornado, sin embargo

el giro mercantil siguió siendo la principal actividad de la naciente república, su

importancia era vital tanto para las finanzas públicas como para las privadas. Los

grandes comerciantes fueron los organizadores del espacio económico uruguayo,

del crédito público y privado, así como del abasto.

Por lo tanto, podemos proponer que la corporación mercantil dejó de ser útil para

los objetivos de la república naciente, sobre todo si observamos el contexto

hispanoamericano al respecto. Los primeros años de vida independiente, en todas

las naciones producto del desmembramiento del Imperio hispánico, fueron

cruciales para los Consulados de comerciantes, en ellas sufrieron grandes

transformaciones que fueron socavando su papel en el entramado político y

511 Acevedo, Anales, 1933, tomo II, p. 59. 512 Olivera, Evolución, 1991, p. 318.

Page 166: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

161

económico. La estructura jurídica a la que respondían los Consulados

hispanoamericanos, el Antiguo Régimen, había transitado hacia un orden

republicano, así pues se verificó la extinción generalizada de todos los cuerpos

consulares o al menos su modificación para responder a los nuevos actores, nuevo

contexto y nuevas formas de hacer negocios en el siglo XIX.

Ampliando la escala de observación: miembros del tribunal consular,

finanzas del Consulado y tendencias del comercio montevideano

(1812-1838)

Después de haber observado el devenir de la institución consular montevideana en

el largo y sinuoso proceso de independencia, conviene hacer una mirada global a la

totalidad de los sub-periodos que utilizamos para la narrativa histórica. Las

dimensiones de análisis que conviene rescatar tienen un orden de lo micro hacia lo

macro, comenzando así por los personajes sobresalientes en la organización

consular, sobre todo los miembros del Tribunal que a la vez eran los ejes rectores

de las principales decisiones como cuerpo comercial.

Los nombres que podemos rescatar responden sobre todo al periodo previo a la

independencia uruguaya, ya que la principal fuente la han constituido los libros

contables, en ellos, hasta antes de ese periodo, se consignaron los nombres de los

miembros del Consulado a quienes se les hacía un pago, ya fuera por su

nombramiento en la jerarquía consular o por su tarea como administradores de

obras de infraestructura particular. La lista es la siguiente:

Page 167: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

162

Tabla 8. Lista de personajes que compusieron el Tribunal consular, 1812-1828

Nombre Nombramiento Periodo

Manuel Diago Prior 1812-1814

Jayme Illa Cónsul tesorero 1812-1814

Jorge de las Carreras Cónsul contador 1812-1814

José Vidal Presidente (Prior) 1815 marzo

José Lucas Obes Cónsul primero 1815 marzo

Juan Correa Cónsul segundo 1815 marzo

Ramón de la Piedra Presidente (Prior) 1815-febrero1816

Andrés Duran Cónsul primero 1816-1817

Zenón García Cónsul segundo 1816-1818

Eusebio González Secretario y tesorero 1816-1817

Jose Rebuelta Asesor 1816-1817

Lucas José Obes Prior 1818-1819

Manuel José Da Costa Guimaraens Primer Cónsul tesorero 1818-1819

Cristóbal Echeverria Cónsul contador 1818-1819

Luis González Vallejo Secretario Toda la Cisplatina

José Rebuelta Asesor Toda la Cisplatina

Zacarías Pereira Prior 1819-1822

Antonio José Pereira Cónsul contador 1819-1821

Ramón Nieto Cónsul tesorero 1820-1822

Manuel Fernández Lima Cónsul contador 1820-1821

Francisco García Cortina Prior 1822-1824

Luciano de la Mar Cónsul tesorero 1822-1824

Miguel Antonio Vilardebó Cónsul contador 1823-1825

Zenón García de Zúñiga Cónsul tesorero 1824-1826

Jorge de las Carreras Prior 1824-1826

José de Bejar Cónsul contador 1825-1827

Tomás Casares Cónsul tesorero 1826-1828

Antonio José de Souza Viana Prior 1826-1828

Manuel Pombo Cónsul contador 1827-1828

Domingo Vázquez Cónsul tesorero 1828 Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 "Consulado, Tesorería, 1812-1815"; Libro 54 "Real Consulado. Manual de Contaduría. 1818-1827"; Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Page 168: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

163

A esta lista podemos agregar un segundo listado que recoge los personajes que

administraron las obras del Consulado en el periodo de ocupación luso-brasileña:

Tabla 9. Lista de personajes partícipes en obras del Consulado 1819-1828

Nombre Nombramiento Periodo

Carlos Camusso Consiliario 1819

José Lucas Obes Encargado Obra de la farola de la Isla de Flores Toda la Cisplatina

Luciano de la Mar Teniente Prior 1821

Manuel Cifuentes Teniente cónsul tesorero 1821

José Olaverri Diputado de Maldonado 1825

Luis Lamas Consiliario de encargado obra del muelle 1825

Domingo González Consiliario de encargado obra del muelle 1825

Manuel Fernandez de Luna Consiliario de encargado obra del muelle 1825

Agustín Barriti Consiliario de encargado obra del muelle 1826

Manuel Gonzalves da Silva Consiliario de encargado obra del muelle 1827

Roque Antonio Gómez Consiliario de encargado obra del muelle 1827

Ygnacio Batarra

Consiliario encargado del derecho de auxilios y de

la casa consular 1828

Eufemio Masculino Consiliario de encargado obra del muelle 1828

Roque Antonio Gomez Consiliario de encargado obra del muelle 1827

Matias Arboleya

Consiliario encargado de boyas y balizas y del

juzgado de alzadas 1829

Luciano de las Casas Escribano Juzgado de Alzadas 1829-1830

Tomas Casares Consiliario de encargado obra del muelle 1829

Manuel Gradin Consiliario de encargado obra del muelle 1830-1831 Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 "Consulado, Tesorería, 1812-1815"; Libro 54 "Real Consulado. Manual de Contaduría. 1818-1827"; Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Cruzando las dos listas podemos ver que algunos nombres se repiten, sobre todo la

secuencia es primero haber formado parte del Tribunal y luego pasar a administrar

una obra del Consulado. Las listas están limitadas al periodo cisplatino, sobre todo

porque los registros son más prolijos y, como se vio en su momento, fue el periodo

donde más obras de infraestructura portuaria se realizaron por parte del

Consulado.

Page 169: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

164

La segunda dimensión de análisis son los estados contables del Consulado, a partir

de los cortes anuales. Para observar esta temática se construyó la siguiente gráfica:

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 "Consulado, Tesorería, 1812-1815"; Libro 54 "Real Consulado. Manual de Contaduría. 1818-1827"; Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831 y Libro 389 “Consulado de Montevideo. Libro Manual de Contaduría. 1832-1838”. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

Podemos decir poco sobre los periodos anteriores a la Cisplatina debido a la

estrechez de la observación y a la escasez de datos. A manera general podemos

observar una consonancia entre los ingresos y los gastos, con excepciones muy

puntuales. Podemos observar diferentes coyunturas específicas. El crecimiento

inicial del periodo cisplatino se ve truncado por la coyuntura de la Independencia

brasileña, logrando su recuperación en 1824. Luego vemos una caída en 1827,

sobre todo en los gastos consulares, éstos se explican por la menor inversión en

obras de infraestructura.

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Gráfica 13. Cargos y datas del Consulado de Montevideo, cortes anuales 1812-1839

Cargos DatasR

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“Patria V

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Cisp

latina

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iente

Page 170: Los Consulados de Comerciantes en la independencia de ...

165

El advenimiento de la independencia muestra una recuperación inicial, sin

embargo los primeros años de la década de 1830 significaron una grave caída en los

recursos, y obviamente los gastos, de la organización consular. Esto se explica por

la política gubernamental de tomar los fondos consulares, éstos fueron tomados

como empréstitos que fueron ligeramente cubiertos a partir de 1834 para que el

Consulado se mantuviera a flote. La caída del final del periodo demuestra el

debilitamiento del Consulado que pronostica su ulterior disolución.

La comparación de la vida consular con los ciclos comerciales es la última

dimensión del análisis sumario del periodo. Para tal efecto observamos la

tendencia del tonelaje del tráfico portuario a través del derecho de arqueo, los datos

que disponemos comienzan en el periodo de la Provincia Cisplatina:

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 "Consulado, Tesorería, 1812-1815"; Libro 54 "Real Consulado. Manual de Contaduría. 1818-1827"; Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831 y Libro 389 “Consulado de Montevideo. Libro Manual de Contaduría. 1832-1838”. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

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Gráfica 14. Ingresos por derecho de arqueo Consulado de comerciantes de Montevideo,

1818-1838

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Se observa una alta volatilidad en los registros que dan cuenta del tonelaje, y el

corte político de la independencia no revela un cambio de dinámica comercial.

Por último, el cálculo del valor de las mercancías comerciadas en Montevideo a

través del derecho de avería también nos sirve para ilustrar el los ciclos de

negocios:

Fuente: AGN, Uruguay, Ex Archivo General Administrativo, Libro 321 "Consulado, Tesorería, 1812-1815"; Libro 54 "Real Consulado. Manual de Contaduría. 1818-1827"; Libro 387 "Consulado de Montevideo. Manual del Tribunal (Contaduría) 1827-1831 y Libro 389 “Consulado de Montevideo. Libro Manual de Contaduría. 1832-1838”. Base de Datos Proyecto CONACyT CB-2011/168120 “Globalización comercial, corporaciones y redes de negocios en Hispanoamérica, siglos XVIII-XIX”.

En este indicador observamos una mayor consonancia de los momentos críticos

según la cronología de corte político que tomamos con el valor comerciado. Los dos

primeros periodos, sacando el paréntesis de la ocupación porteña donde el

Consulado fue suprimido, observamos niveles muy similares, a pesar de que el

periodo colonial se basa en un promedio para cada mes debido a que sólo contamos

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Gráfica 15. Valor del comercio de Montevideo calculado a partir del derecho de avería

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con datos anuales. Son niveles de comercio muy bajos, sobre todo el contexto bélico

restringió los negocios, producto del desmembramiento de los circuitos coloniales.

El periodo de la Cisplatina comprende un verdadero auge comercial. La inserción

de Montevideo en los circuitos de negocios lusitanos muestra que el resultado fue

muy importante para el comercio, aunque se observa una grave caída a partir de

1822 y que no se recuperará hasta finales del periodo. Sin embargo como se vio

antes, la transformación de la clase comercial por el arribo de agentes brasileños

abrió el descontento por la desigual repartición de los beneficios del aumento del

tráfico comercial.

Por último, el periodo independiente muestra los niveles máximos de comercio en

todos los periodos que comprende esta investigación. Pero también se observan los

mayores niveles de variación entre los registros, hablándonos así de una

inestabilidad importante, aunque la tendencia es ligeramente creciente. El corte

temporal resulta muy arbitrario a la luz de los acontecimientos políticos que

siguieron. La explosión de la llamada “Guerra Grande” entre las facciones en ambas

bandas del Río de la Plata, y la inclusión de las potencias europeas como Francia e

Inglaterra, significaron un nuevo episodio bélico de importancia geopolítica en el

plata, el cual es imposible de analizar desde la coyuntura del comercio agremiado.

Esta última proposición nos habla del viraje que tomaron las formas comerciales en

el siglo XIX, es decir, el tránsito de formas corporativas de Antiguo Régimen hacia

los lineamientos económicos liberales.

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168

El Plata a la luz de los circuitos comerciales:

a modo de conclusión

En la presente investigación se analizaron los factores que configuraron el sinuoso

camino sobre el cual se desarrolló el comercio agremiado de Montevideo desde

1794 hasta 1838. Se pudo observar que entre los componentes básicos se cuentan la

inestabilidad política, la violencia militar, y la injerencia de las potencias europeas

de la época en el desarrollo de la región. Por lo tanto, conviene observar los

diferentes episodios que marcaron la trayectoria del conflicto entre comunidades

mercantiles guiados por los factores mencionados, dando cuenta de la complejidad

histórica de la construcción de los estados nacionales del Río de la Plata, desde la

óptica de la historia económica.

La organización económica, política y social que supuso la Carrera de Indias en el

régimen colonial, como se pudo ver en el Capítulo 1, estuvo supeditada a las

necesidades financieras de la Metrópoli inmersa en un contexto de competencia

entre imperios. A la vez, el tejido político del Antiguo Régimen hispánico configuró

las formas jurídicas y de gestión del tráfico comercial en sus posesiones de

ultramar. Bajo estos preceptos, inmersos en el contexto de enfrentamiento entre

potencias europeas entre los siglos XVI y XVIII, se configuró la forma en que

efectivamente se realizaron los negocios en la región rioplatense, sobre todo

atendiendo su relevancia geoestratégica.

En el siglo XVIII, particularmente, los enfrentamientos entre potencias imperiales

adquirieron una escala global, las posesiones coloniales jugaron un papel cada vez

más relevante en el desarrollo y resultado de los conflictos. A nivel interno, el

Imperio hispánico sufrió importantes transformaciones como resultado del

“reformismo borbónico”, sobre todo en la segunda mitad de aquel siglo, entendido

como un gran proyecto de transformación de la arquitectura política imperial y de

una reconstitución global de la hegemonía española.

A nivel comercial, los resultados pudieron apreciarse en la elevación general del

nivel del tráfico, así como una paulatina liberalización de los obsoletos mecanismos

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del monopolio de la Corona, tal como se observó en el Capítulo 2. La Corona

buscaba elevar la rentabilidad del tráfico y a la vez mantener su control, objetivo

que en el ocaso del siglo se mostró inoperante.

Bajo estas condiciones, la región del Río de la Plata tomó un papel relevante para el

arreglo imperial. Su importancia fue palpable hacia la segunda mitad del siglo

XVIII, considerando la debilidad del control imperial manifestada en la

generalizada práctica del contrabando y la baja rentabilidad fiscal. Su condición de

aislamiento, y a la vez fronteriza, la proveyó de importancia geoestratégica y,

sumado a su importante crecimiento en el siglo XVIII, se puso en el centro de las

disputas regionales e internacionales.513 Su vinculación con la producción minera

del Alto Perú, provocó que fuera vista como una puerta a este mercado. Si bien al

inicio se trató de una puerta trasera, con el desarrollo de los acontecimientos cobró

voz como una clara región estratégica debido a la confluencia de intereses

mercantiles que concentró.

La creación del Virreinato del Río de la Plata, en 1776, con cabecera en Buenos

Aires, y la liberalización comercial que formalmente se adopta en 1778, tuvieron un

impacto crucial en la región rioplatense. Muestra de ello fue el crecimiento de

Montevideo como puerto principal de la región, así también presentó un desarrollo,

aunque de menor proporción comparado con el de Buenos Aires, de fuerzas

productivas y comerciales propias. Montevideo era el extremo austral del Imperio,

aspecto de relevancia crucial por el continuo contacto con las posesiones lusitanas

en América, así como por los intereses británicos en el Atlántico sur. De esta

manera se configuró un entramado comercial donde las principales mercancías

traficadas eran plata, cueros y tasajo a la salida, mientras que de entrada los

principales componentes eran los esclavos y las manufacturas europeas.

513 En este punto, considero que la historiografía uruguaya “tradicional”, es decir la anterior a los años cincuenta del siglo pasado, puso poca atención a la importancia geopolítica de la Banda Oriental en el periodo colonial, sólo le dio importancia cuando la intervención europea se tradujo en invasiones armadas o injerencia diplomática en el siglo XIX. Muestra de ello es la obra de Bauzá, Historia, 1929, o Blanco, Gobierno, 1929.

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170

El crecimiento constante de Montevideo, evidenciado por su incremento

demográfico y de movimiento de navíos, posibilitó la emergencia de una clase

comercial propia. Ésta pasó de componerse de agentes del comercio bonaerense a

cobrar una autonomía, sobre todo debido a la acumulación de capitales propios y a

una emigración peninsular importante a partir de la reglamentación del comercio

libre. Este último factor fue decisivo para crear las “redes de negocios” propiamente

montevideanas gracias a su papel como llave de entrada al estuario del Plata. Sin

embargo, Montevideo consistía sólo en el puerto de entrada y salida del tráfico

peninsular, la clase mercantil realmente organizadora del espacio económico era la

bonaerense. Esto constituyó la médula de la rivalidad entre ambos puertos.

Este enfrentamiento de intereses fue creciendo paulatinamente al concluir el siglo

XVIII. La “lucha de puertos” tuvo su expresión política más clara a inicios del siglo

XIX, con la creación de la Junta Gubernativa de Montevideo en 1808.514 Esa

primera década decimonónica en el Río de la Plata configuró el desarrollo futuro de

los acontecimientos. La injerencia inglesa, como pudo advertirse con las invasiones

de 1806 y 1807, así como la amenaza portuguesa, instigaron los enfrentamientos

entre ambas bandas del Río.515

En este enfrentamiento jugaron un papel crucial las comunidades mercantiles,

tema que atraviesa los capítulos segundo y tercero. En ambas orillas del Río la clase

mercantil se componía en su mayor parte de peninsulares emigrados, los cuales

afianzaban su posición estableciendo vínculos familiares con la élite criolla. La

diferencia entre puertos radicó en que mientras que en Buenos Aires la comunidad

mercantil, con el pasar de los años, había desarrollado un sentido de pertenencia

autóctono con el pasar de los años, en Montevideo la migración era más reciente y

esto mantuvo el vínculo con la Península más dependiente.

514 Dicha Junta configuró un gobierno autónomo para Montevideo desconociendo la autoridad del Virrey Liniers avecindado en Buenos Aires. Bajo esta figura, Montevideo se gobernó independientemente durante 9 meses. El resultado fue la deposición del citado Virrey, pero sobre todo fracturó la unidad política entre ambas bandas del Río de la Plata. 515 La dimensión comercial de la vía independentista uruguaya creo que fue desatendida en su momento por los historiadores uruguayos a centrar su análisis en la célebre “Patria Vieja”. En ésta las bases sociales artiguistas estuvieron compuestas por la población en la campaña, por eso resultó que el análisis se centrara en la vida y producción rural, muestra de ellos es la trilogía de Sala, Estructura, 1967; Sala, Artigas, 1978; Torre, Después, 1972.

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Los comerciantes rioplatenses se vieron representados a partir de 1794 en el

Consulado de comerciantes de Buenos Aires, esto les posibilitó sacudirse el control

de la comunidad mercantil limeña, aún si la lejanía había hecho que este control

fuera más formal que práctico. La modesta clase mercantil montevideana fue

cobrando presencia autónoma gracias al crecimiento de las actividades portuarias,

sobre todo al abasto de buques mercantes y de guerra. La corporación bonaerense

respondía, fundamentalmente, a los intereses porteños y fue un punto de conflicto

con la creciente autonomía que demandaban los montevideanos. Los

enfrentamientos, a nivel consular, se enmarcaron en las actividades de la

corporación como la administración de justicia, la representatividad ante la Corona

y los aportes económicos a ésta, las obras de infraestructura, así como las medidas

políticas y fiscales para estimular el comercio.516

La demanda de un Consulado propio para el comercio montevideano no tuvo éxito

hasta que la coyuntura política lo permitió. Con la “explosión” de la Revolución de

Mayo, en 1810, la actitud de fidelidad al régimen imperial por parte de los

montevideanos acusó la escisión política con Buenos Aires. El juego de fidelidades

podemos explicarlo, en cierta manera, si observamos los intereses mercantiles de

cada uno de los puertos: Buenos Aires controlaba el interior de la región, mientras

que los vínculos comerciales de Montevideo estaban en la Península. En este

contexto de pugna política, el Consulado motevideano, creado en 1812, fue un

hecho que confirmó la adhesión y defensa del régimen imperial en la Banda

Oriental del Plata.

El funcionamiento del Consulado de Montevideo, tema inicial del tercer capítulo,

en sus inicios respondió a la coyuntura bélica por la que atravesó la ciudad misma.

La necesidad de recursos económicos dictó las normas para la organización del

comercio, el cual se observó deprimido si usamos como indicador el derecho de

avería consular. Montevideo, que se había convertido en cabecera del constreñido

Virreinato, tuvo que hacer frente al avance revolucionario que fue constituyéndose

516 En este sentido se puede realizar un análisis más integral del estado de cosas colonial como detonante de una revolución y una contrarrevolución en una y otra orilla del Río, complementando así estudios clásicos como: Pivel, Raíces, 1952; Sala, Estructura, 1967.

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en dos facciones claramente diferenciadas, una guiada por Buenos Aires y la de los

pobladores de la campaña oriental comandada por José Artigas.

Esta escisión fue clave para el desarrollo de los acontecimientos posteriores a la

capitulación de las fuerzas realistas, a mediados de 1814, ya que el control

bonaerense buscó reducir la capacidad autónoma de Montevideo. Una de las

medidas fue la supresión del Consulado apenas lograron el control en la plaza.517

El triunfo de las fuerzas artiguistas y la posterior organización de la región bajo los

lineamientos del caudillo, periodo llamado célebremente la Patria Vieja,

evidenciaron una vez más el quiebre político y social entre ambas orillas. La

reorganización de las finanzas públicas y de la economía en general, hizo del

Consulado, restablecido inmediatamente en el artiguismo, un actor cooperativo con

el nuevo gobierno.518 El valor total de las mercancías traficadas se observa muy

similar al periodo de fin de la colonia, el ambiente político no había cambiado

debido a los conflictos bélicos constantes. Una importante parte de las élites

orientales, tanto de grandes hacendados como de grandes comerciantes

peninsulares, vieron trastocados sus intereses con el radicalismo artiguista. Esto

explica su adhesión a la causa lusitana cuando lograron el control de Montevideo

primero, y de todo el territorio oriental tres años después.519

Con la implantación de la Provincia Cisplatina,520 el comercio se vio favorecido por

el nuevo régimen imperial, ahora bajo una nueva corona. El Consulado, además de

haber gozado prácticamente del total de sus recursos, tuvo un papel importante

517 De esta manera se complementa el análisis del triunfo artiguista al sumar la dimensión comercial al análisis económico que la historiografía ha hecho sólo centrándose en la producción material, como puede observarse en Barrán, Bases, 1985. 518 La actitud de Artigas para con el comercio montevideano no se ha tocado mucho en los estudios sobre su obra, solamente resaltan su papel como arquitecto del federalismo en la región bajo su “protección”, muestra de ello se encuentra en Acevedo, Anales, 1933; Street, Artigas, 1959; Reyes, Ciclo, 1971; Sala, Artigas, 1978. Sin embargo pudimos apreciar que buscó promover el comercio, pero su política de enfrentamiento con Buenos Aires a través del armado de corsarios, le trajo el enfrentamiento con las élites montevideanas. 519 Sin embargo, la historiografía uruguaya “tradicional”, considera que el dominio luso-brasileño se debió más a la intervención de poderes externos a la Banda Oriental y no aporta mucho detalle sobre las fuerzas internas. Véase Bauzá, Historia, 1929. 520 Nombre formal con que se le conoció al control luso-portugués de la Banda Oriental entre 1817 y 1828.

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173

como administrador de la justicia mercantil y como promotor de obras de

infraestructura que beneficiaron al comercio. Sin embargo, el desplazamiento de la

élite comercial autóctona por los comerciantes portugueses, y sus vínculos

británicos, hicieron que los beneficios fuera inequitativamente repartidos. Se

pueden observar dos momentos diferenciados de la Cisplatina, antes del comienzo

del proceso de independencia brasileña la cooperación de las élites orientales había

sido más armónica y voluntaria, mientras que después de éste se observa un punto

de quiebre con la administración luso-brasileña. En este momento las facciones se

decantan, abriendo un canal de expresión del descontento de ciertos sectores de la

élite oriental e, incluso, iniciaron el germen del movimiento independentista.521

El último periodo estudiado, la década comprendida entre 1828 y 1838, conformó

los primeros años de vida independiente, la cual mantuvo la impronta de la pugna

política y bélica por el enfrentamiento entre las facciones constituidas a partir de

los mandos militares. Un alto grado de variación en los indicadores comerciales de

la época nos habla de la inestabilidad de la región y su consecuencia en las arcas

gubernamentales. La conflictividad fue particularmente perniciosa para las

finanzas de la República naciente, tuvo su repercusión en el Consulado como

proveedor de recursos a la Hacienda pública, ya fueran recursos propios o ajenos,

conseguidos como agente financiero.522 La institución consular fue perdiendo

fuerza conforme avanzaba la década de 1830, más palpable a partir de 1834. Se

trata de un momento de transición en la forma de hacer negocios dentro del

contexto global al cual la América hispánica se sumaba subordinadamente. La

disolución del Consulado en 1838, ya como tribunal mercantil y como asociación de

comerciantes, evidencia el quiebre de la corporación; sin embargo los comerciantes

seguirán incrementando su poder económico y político, pero lo harán bajo nuevas

formas de organización y asociación.

521 Considero que la confrontación de los intereses de la élite oriental con el dominio brasileño es un factor muy importante en la conformación de una identidad uruguaya, y ha sido menospreciado al sólo atender la rivalidad con Buenos Aires, la célebre “lucha de puertos”. Ejemplo de ello se encuentra en Blanco, Gobierno, 1929. 522 Este punto no había sido contemplado por la historiografía “tradicional” cuando analizaba el desajuste fiscal de los primeros años independientes, véase Acevedo, Anales, 1933.

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Observando el periodo en su totalidad, tema del tercer capítulo, se pueden esbozar

líneas generales sobre el desarrollo de los acontecimientos. Por un lado, durante los

26 años de existencia del Consulado, se observa un incremento en el valor de los

bienes comerciados, a través de los derechos consulares, de manera más acusada

durante la Cisplatina y los primeros años republicanos. Sin embargo, la

inestabilidad política, tanto al interior de la Banda Oriental como en la región

rioplatense, considerando la injerencia brasileña así como en el concierto de

expansión europeo, forjaron un contexto inestable, reflejado en los negocios, tal

como se evidencia en las curvas de arqueo y avería consular con altibajos tan

pronunciados.

La vía de conformación del Estado uruguayo tuvo la particularidad de una paz

relativa durante poco más de una década, entre 1817 y 1828, bajo el dominio luso-

brasileño. Sin embargo se observa que su emergencia como república

independiente, en 1828, responde la elección de pactar, entre las potencias

regionales, debido al enfrentamiento bélico cada vez más costoso. Se abrió así la

oportunidad para la creación de este Estado autónomo, el cual dirimiera los

conflictos regionales a manera de “estado tapón”. La dirigencia de dicho Estado

recayó en una élite militar que compartía objetivos con la élite económica propia,

la cual se fue conformando desde fines de la época colonial y tomando fuerza

independiente con el transcurrir de las primeras décadas del siglo.

En referencia al proceder de la corporación consular, vemos que tuvo una gran

capacidad de adaptación ya que fue cooperativa con los tan disímiles regímenes

que se sucedieron. Su actividad como proveedor de recursos o como constructor de

infraestructura benefició al gobierno en turno, así como su proceder como

administrador de justicia mercantil, privativa y expedita, debieron haber

promovido la eficiencia en los negocios.

Sin embargo, considero que como colectividad su proceder estuvo subordinado a

los intereses políticos. La creación misma del Consulado obedeció estuvo

condicionada por el momento de coyuntura política, la sola rivalidad de

comunidades mercantiles tal vez se hubiera resuelto de otra manera en un contexto

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político diferente. Creo que la confluencia de los objetivos fiscales de los diferentes

gobiernos y la promoción del comercio por parte del Consulado es sólo una

dimensión de la cooperación. La cesión de los recursos producto de los derechos

consulares y los empréstitos al régimen en turno sin retribución monetaria,

observados en todos los sub-periodos con la excepción de la Cisplatina, sugieren

más una sumisión de la corporación consular que de una cooperación horizontal.

Empero, deducciones contrarias podemos elaborar si bajamos la escala de

observación hacia los individuos que conformaban el comercio. Algunos personajes

tienen un carácter sobresaliente en la política, y además están presentes durante

todo el periodo de estudio.523 Ejemplo de ello son José Lucas Obes o Nicolás

Herrera, siempre presentes en la dirigencia del Consulado bajo alguna modalidad

y, a la vez personajes asociados a los diversos aparatos gubernamentales que se

sucedieron. Esto nos habla de un poder a título personal de dichos individuos, el

cual podría estar mezclado con su papel dirigente que tuvieron en diversos aspectos

de la organización consular.

Para cerrar esta investigación considero que es bueno abrir temas, los cuales

puedan ser analizados, en un futuro, a partir de los resultados aquí presentados.

Por un lado, los nombres que se rescatan de los libros contables y de algunas actas

consulares, perfilan como una línea de investigación la recreación de las redes

personales y de negocios de los miembros sobresalientes del Consulado. Estas

redes podrían reconstruirse a partir de los documentos de escrituración de

negocios, los cuales deben existir entre los papeles consulares debido a que la

normativa era reiterativa en la necesidad registrar las transacciones.

La reconstrucción de redes personales y de negocios también posibilitaría definir

de una manera más nítida los grupos al interior del Consulado. La comunidad

mercantil no puede concebirse como un ente homogéneo ni estable, por lo tanto

debe profundizarse el análisis hacia el interior de dicha comunidad para apreciar

523 Considero que cerrar la escala de observación hacia los personajes desde el punto de vista comercial resulta provechoso, sobre todo ante la historiografía que sólo ha considerado el proceder de los personajes en colectivo y en la dimensión política, muestra de ello son Real de Azúa, Patriciado, 1981; Alonso, Oligarquía, 1970.

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los matices en ella. De esta manera se pueden evidenciar pugnas, reacomodos,

transformaciones y renovaciones de los miembros activos en el giro comercial. Sólo

la profundización en el trabajo documental y el análisis integral de las fuentes de

época pueden rendir cuenta de estos fenómenos.

A nivel regional, la conformación de dos estados nacionales divididos por la

frontera pluvial debe analizarse más a profundidad en el concierto global de

intereses estratégicos y su posterior desenlace. El Río de la Plata en la época

colonial de ninguna manera había constituido una frontera, la confluencia de

intereses entre imperios nunca estuvo libre de conflictos, pero se verificaba en esta

región. Los acontecimientos de las primeras décadas del siglo XIX transformaron la

estructura de relaciones en la región. Se abrió así la conflictividad que dio paso a

estas las naciones que no quedarán claramente definidas hasta el término de la

“Guerra Grande” en Uruguay y la “Guerra de la Triple Alianza” en la región.

Otra línea de trabajo que se perfila es el estudio comparado del final de los

consulados hispanoamericanos, tanto los “antiguos” como los “nuevos”, erigidos en

el ocaso del siglo XVIII. Esto cobra relevancia si consideramos la nueva

conformación de las naciones americanas, producto del desmembramiento de los

viejos imperios europeos, y con ello la llegada de nuevas formas de hacer negocios

en el proceso de globalización del siglo XIX.

Así pues, conviene cerrar la redacción de esta investigación, mas no la investigación

misma. Como se puede observar, son varias las líneas de trabajo a seguir, y

seguramente se perfilarán más con el avance de trabajo documental y la reflexión

que éste despierte. Así también, con el intercambio de ideas con interlocutores

interesados en el tema y que, espero, la lectura de esta tesis abra un camino para

llegar a ellos.

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177

Bibliografía y fuentes

Fuentes primarias

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Ex Archivo General Administrativo

Fondo: Consulado Real de Montevideo

Archivo General de la Nación, Buenos Aires, Argentina

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