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26 Nuestros ancestros Los Caribes ADELAIDA SOURDIS NÁJERA ¿Quiénes eran esos hombres y mujeres que le dieron su nombre al mar desde el cual se fraguó un mundo nuevo y se completó el planeta? Entraron a la historia de Occidente con Cristóbal Colón. Su imagen ha sido objeto de controversia y vilipendio. Inicialmente se llamó Caribes a quienes practicaron el canibalismo e hicieron fiera resistencia al conquistador. Posteriormente el nombre se extendió a los grupos étnicos que poblaron las llanuras septentrionales de Suramérica. En este escrito nos referiremos a esos primeros que iniciaron nuestra historia. Grabado del belga Théodore de Bry (1527 -1598). www.utadeo.edu.co • Revista La Tadeo No. 66 - Segundo Semestre 2001 • Bogotá, D.C. - Colombia

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Nuestros ancestros

Los Caribes

ADELAIDA SOURDIS NÁJERA

¿Quiénes eran esos hombres y mujeresque le dieron su nombre al mar desde elcual se fraguó un mundo nuevo y secompletó el planeta?

Entraron a la historia de Occidente conCristóbal Colón. Su imagen ha sidoobjeto de controversia y vilipendio.Inicialmente se llamó Caribes a quienespracticaron el canibalismo e hicieronfiera resistencia al conquistador.Posteriormente el nombre se extendió alos grupos étnicos que poblaron lasllanuras septentrionales de Suramérica.En este escrito nos referiremos a esosprimeros que iniciaron nuestra historia.

Grabado del belga Théodore de Bry (1527 -1598).

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De acuerdo con la ruta estudiada por Mauricio

Obregón y Samuel Eliot Morrison en 1963,1 na-

vegantes e investigadores que reconocieron el trayec-

to colombino en el Caribe siguiendo el diario del al-

mirante, el 28 de octubre de 1492 la Pinta, la Niña y la

Santa María —la nave de Colón— fondearon en la ba-

hía de Bariay, en Cuba. Recorrieron la costa nororiental

de la isla y recalaron en varios lugares donde hicieron

amistad con grupos de indígenas Taínos, de quienes

dijo el descubridor: “Esta gente es muy mansa y muy

temerosa, desnuda como tengo dicho, sin armas y sin

ley…”2 Martín Alonso Pinzón se separó del convoy el

21 de noviembre y Colón siguió recorriendo la costa

cubana hasta el 5 de diciembre cuando partió hacia la

isla que llamaría La Española.3

Pero no todos los indios eran “mansos”. Los Taínos

le temían a un feroz enemigo. A Colón le contaron

que en otras islas “lexos de allí avia hombres de un ojo

y otros con hocicos de perros que comían los hom-

bres, y que en tomando uno lo degollavan y le bevian

la sangre y le cortaban su natura”.4 Es seguro que la

comunicación entre indígenas y españoles era preca-

ria, por lo que podemos aceptar que la imaginación

suplió los vacíos de comprensión. El ojo único y el ho-

cico de perro encajan con los monstruos mitológicos

que asustaban a los europeos recién salidos de la Edad

Media, pero los hombres que se almorzaban a sus con-

géneres sí eran muy reales. Colón, convencido de ha-

ber llegado al Asia, pensó que los pacíficos nativos

exageraban y que se trataba de los hombres del Gran

Can, para quien traía cartas de presentación.

Siguió el descubridor poniendo en el mapa tie-

rras y hombres nuevos y recibiendo información so-

bre “otros que se llaman canibales” a quienes los Taínos

“mostraban tener gran miedo”.5 Los temibles comedo-

res de hombres, dice el diario de Colón que habita-

ban una isla llamada “Bohío”.6 Entendió mal el descu-

bridor; hoy sabemos que esta palabra se refería a las

habitaciones indígenas. Bohío resultó ser La Española

y no era el lugar de los caníbales. En otro momento los

1 Ver: Mauricio Obregón,Colón en el mar de losCaribes. Bogotá:Ediciones Uniandes –Tercer Mundo, 1993.

2 Cristóbal Colón, Textosy documentos comple-tos. Relaciones deviajes, cartas ymemoriales. Edición,prólogo y notas deConsuelo Varela.Madrid: AlianzaEditorial, 1982, pág. 51.

3 Obregón, op. cit., pág.122.

4 Ibid. 5 Idem, pág. 62. 6 Ibid.

AMERINDIOSvirtiendo oro fundidoen la gargantade un español.Grabado de Théodorede Bry.

Ya dixe cómo yo havía andado cvii leguas por la costa del mar, por la derecha linea de Osidente aOriente, por la isla Iuna [...] allende d’estas cvii leguas me quedan de la parte del Poniente dosprovinciay que io no he andando, la una de las cuales llaman Auan, adonde nasen la gente con cola.

CRISTÓBAL COLÓN

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indios hablaron de la isla de “Caritaba” o de “Carib”7

como la tierra de tan siniestros personajes. De todas

formas el esfuerzo de indígenas y españoles por darse

a entender fue loable y las islas de los “caniba” real-

mente existían: Puerto Rico y Dominica entre ellas. En

esta última existe una reserva indígena que alberga a

los últimos descendientes de los otrora caníbales.

Obregón y Morrison la visitaron.

Colón no podía dar crédito a los relatos; pensaba

más bien que los nativos “eran muy flacos de cora-

zón… que Caniba no es otra cosa sino gente del Gran

Can, que debe ser aquí muy vezino; y terná navíos y

vernán a captivarlos, y como no buelven, creen que

se los [han] comido”.8 Ningunos flacos de corazón. A

los españoles les trajeron de muestra flechas de los

caniba y “mostraronles dos hombres que les faltaban

algunos pedazos de carne de sus cuerpos y

hizieronles entender que los canibales los avían co-

mido a bocados; el Almirante lo creyó…”9 En La Es-

pañola escuchó nuevamente los relatos, con un adi-

tamento: en la isla de Carib, al este de La Española,

había oro. Los indígenas venían embaucando al al-

mirante con el cuento del oro, cuyas minas no encon-

tró. La información sobre Carib lo determinó a nave-

gar hacia allá. Zarpó el miércoles 16 de enero de 1493

“para ir diz10 que a la isla de Carib donde estava la

gente a quien todas aquellas islas y tierras tanto mie-

do tenían; porque diz que con sus canoas sin núme-

ro andavan todas aquellas mares, y diz que comían

los hombres que pueden aver…”11 Sin embargo, no

llegó a la isla, pues las dos naves —ya se había perdi-

do la Santa María— estaban haciendo agua y la tripu-

lación ansiaba retornar a casa. Enrumbó hacia Espa-

ña y Carib se quedó para el segundo viaje.

El 3 de noviembre de 1493, llegó Colón a las islas

de los Caribes, la primera de las cuales bautizó Do-

minica por ser domingo. De allí siguió hacia el no-

roeste descubriendo y nombrando las islas situadas

a sotavento12 de La Española (conocidas hoy como

las Antillas menores): Martinica, María Galante, San-

ta María de Guadalupe, Santa María la Redonda, San-

ta María de Monserrat, San Martín, Santa Virgen del

Antigua, San Cristóbal, San Eustasio, Santa Cruz…

Así, un rosario de islas hasta Puerto Rico. En Santa

Cruz (hoy Saint Croix) se enfrentaron los españoles

por primera vez con los Caribes y probaron su fiere-

za. Tanto hombres como mujeres los recibieron con

una lluvia de flechas.

Entran entonces al conocimiento de los europeos

los temibles consumidores de carne humana y la fan-

tasía se dispara con monstruosos relatos y nuevos mie-

dos que encienden el imaginario. En algún momento

el nombre caníbal se asimiló a Caribe; seguramente

porque venían de la tan mencionada isla que los Taínos

llamaban Carib. Pero todo tiene su conveniencia. Los

relatos, espejos de la mentalidad europea, dieron pie

a los reyes para permitir la esclavización de los Cari-

bes y a los conquistadores para catalogar como tales a

todo pueblo que se resistiera a ser explotado.

En 1525 al obispo de Santa Marta, fray Tomás Ortiz,

misionero dominico, le fue solicitado un informe so-

bre los Caribes. Presentó un documento que impre-

sionó tanto al Consejo de Indias que Carlos V (Carlos

I de España) autorizó a hacerles la guerra y a tomarlos

como esclavos. El documento, citado luego por otros

cronistas, es uno de los escritos más ignominiosos so-

bre los indígenas. Hay que recordar que los domini-

cos fueron responsables de la Inquisición.

“… comen carne humana, son sodomitas más que cualquier otra raza y no tienengobierno entre ellos; van desnudos y no tienen vergüenza; son como burros,estúpidos, brutos y sin entendimiento, y no se cuidan de matarse a sí mismos

o a otros; no trabajan sino para su propio provecho; son de desconfiar...”

CANÍBALES.Grabado de Théodore

de Bry.

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… comen carne humana, son sodomitas

más que cualquier otra raza y no tienen

gobierno entre ellos; van desnudos y no

tienen vergüenza; son como burros,

estúpidos, brutos y sin entendimiento, y

no se cuidan de matarse a sí mismos o a

otros; no trabajan sino para su propio

provecho; son de desconfiar; no saben

lo que es un buen consejo, desagrade-

cidos y siempre queriendo nuevas

cosas; se jactan de emborracharse y

tienen vinos hechos de diversas frutas,

raíces y granos. Se emborrachan con

humos y con ciertas yerbas que los

alejan de sus sentidos. Son bestiales en

sus vicios. Los jóvenes no muestran

hacia los mayores, o los niños a sus

padres ninguna obediencia o cortesía.

No están capacitados para ser educa-

dos o castigados. Son traidores, crueles

y vengativos, muy enemigos de la

religión y nunca perdonan. Son perezo-

sos, ladrones, mentirosos, de juicio bajo

y vil; no guardan fe u orden; los esposos

no son fieles a sus esposas ni las espo-

sas a sus esposos. Son hechiceros,

adivinos y necrománticos. Son cobar-

des como liebres, sucios, marranos,

comen piojos, arañas y hormigas crudas

donde quiera que las encuentran. No

tienen la hechura o habilidades del

hombre, y cuando olvidan las cosas

pertenecientes a nuestra Fe, que han

estado aprendiendo, dicen que esas

son cosas de Castilla y que no quieren

cambiar sus costumbres o dioses. No

tienen barbas y se arrancan cualquier

pelo que les crezca. Cuando se enfer-

man no tienen piedad, y aun si son

vecinos o parientes, lo abandonan a la

hora de la muerte, o lo llevan a las

colinas a que muera, con sólo algo de

pan y agua. A medida que crecen se

hacen peores: hasta la edad de 10 o 12

años parecen adquirir algunas maneras

o virtud, pero de ahí en adelante se

vuelven como animales. […] Dios nunca

hizo una gente más inclinada a los vicios

y las bestialidades…13

Felipe II ratificó su esclavización en 1569:

Tienen licencia los vecinos de las Islas

de Barlovento para hacer guerra á los

Indios Caribes, que los van a infestar

con mano armada, y comen carne

humana, y pueden hacer sus esclavos á

los que cautivaren, con que no sean

menores de catorce años, ni mugeres

de cualquiera edad; mandamos que asi

se execute, guardando las instrucciones

que diere la Audiencia de Santo

Domingo para más justificacion.14

Con el avance de la conquista, la codicia por las

riquezas y la necesidad de mano de obra para sostener

7 Idem, pág. 78. 8 Idem, págs. 73, 78. 9 Idem, pág. 84.10 Diz: quiere decir dice; la copia del diario es de fray Bartolomé de las Casas, porque el original se

perdió.11 Idem, pág. 118.12 Sotavento: parte hacia donde sopla el viento; por contrario de barlovento: desde donde sopla el

viento.13 Citado por Priscilla Burcher de Uribe, La teoría de las invasiones caribe en la arqueología colombia-

na. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología, 1984 (para ser publicado), págs. 39-40.14 Recopilación de las leyes de los Reynos de las Indias. Mandadas a imprimir y publicar por la

magestad católica del Rey Don Carlos II nuestro señor…, quarta impresión: MDCCLXXXXI. Ed. Consejo dela Hispanidad, 1943, tomo 1, págs. 204-205.

CANÍBALES.Grabado de Théodorede Bry.

CAYOS RAT Y GOATRuta colombina realizada por Mauricio Obregón

y Samuel E. Morison en 1963.Foto tomada del libro The Caribbean as Columbus saw it.

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a los vencedores, la esclavitud se propagó con la excu-

sa del canibalismo. A finales del siglo XVI cerca del 80%

de la población nativa había sucumbido y los amables

Taínos habían pasado a la historia. Claro que la esclavi-

tud y el maltrato no fueron las causas únicas de la catás-

trofe demográfica; las enfermedades para las cuales no

tenían inmunidad, como la gripa, la varicela o la virue-

la, más la depresión que les causó la destrucción de su

cultura, hicieron su parte.

¿Quiénes eran los Caribes y de dónde venían?

El tema ha sido tratado por historiadores y estu-

diosos desde los cronistas de Indias. Hoy es claro que

muchos grupos fueron cataloga-

dos como Caribes sin serlo. Los

primeros autores pensaron que

éstos eran originarios de las An-

tillas menores o de México, pero

ya se sabe que vinieron del con-

tinente suramericano, migraron

a las islas y desplazaron a la po-

blación originaria, de lengua

Arawak. Se habla de las Guaya-

nas y del Brasil (Amazonas)

como lugares de origen, sin pre-

cisar en forma concluyente.15

Paul Rivet, pionero de la an-

tropología en Colombia, consi-

deró que el foco de origen de

los Caribes fueron las Guayanas.

Luis Duque Gómez, Sergio Elías

Ortiz y Álvaro Chávez afirman

que su centro de dispersión fue

el Brasil, origen planteado en

1809 por Francisco González

Suárez, obispo de Quito. Reichel Dolmatoff se apunta

a Guayana. Estos autores fundamentan su hipótesis en

la denominada familia lingüística Karib o Caribe plan-

teada por Rivet y en muestras arqueológicas.

Rivet, en 1943, propuso como característica distin-

tiva de los que él llamó Karib la deformación de la

pantorrilla, y a veces del brazo, que lograban median-

te ligamentos que se colocaban debajo de la rodilla y

encima del tobillo para forzar un mayor abultamiento

Hoy es claro que muchos grupos fueron catalogados como Caribes sin serlo.Los primeros autores pensaron que éstos eran originarios de las Antillas menores

o de México, pero ya se sabe que vinieron del continente suramericano,migraron a las islas y desplazaron a la población originaria, de lengua Arawak.

del músculo. Se fundamenta en diversas estatuillas y

piezas de cerámica que muestran la deformación, en-

contradas en distintos sitios desde la cuenca del Ama-

zonas, a través de los ríos y planicies cálidas de Vene-

zuela y Colombia hasta llegar a las costas del Caribe y

a las Antillas menores. Con base en esta distinción y

en afinidades lingüísticas, cataloga a numerosos gru-

pos como de origen Karib, entre ellos a los Quimbayas,

Panches, Pijaos, Motilones, Chocoes, Yaigüies, Coli-

mas, Muzos y “con alguna duda” incluye a los Tairo-

nas.16 Clasificó las lenguas indígenas en dos grandes

familias: la Arawak, a la cual pertenecían los Taínos, y

la Karib, integrada por grupos muy disímiles. Siguien-

do a otros autores, plantea las in-

vasiones de los Caribes desde

sus lugares de origen en las sel-

vas húmedas hacia las planicies

y tierras medias, y el desplaza-

miento de otros grupos. Sostie-

ne que cuando los españoles lle-

garon a América la expansión de

los Karib estaba en pleno desa-

rrollo. No menciona a la antro-

pofagia como característica es-

pecial de estas tribus.17

El estudio más reciente que

se conoce sobre los Caribes y sus

migraciones es el interesante y

documentado trabajo de Priscilla

Burcher,18 presentado al Institu-

to Colombiano de Antropología

en 1984. Esta autora plantea, con

fundamento en los datos ofreci-

dos por los cronistas, contrasta-

dos con teorías antropológicas y

evidencias arqueológicas actuales, que más que una

etnia determinada, el “caribe” era un modo de vida que

compartían diversos grupos indígenas asentados a lo

largo de costas y ríos en las zonas bajas cálidas, cuya

subsistencia se basaba principalmente en la pesca, al-

guna caza y el cultivo de raíces, la yuca en especial. El

control de los ríos los convirtió en buenos navegantes y

grandes constructores de canoas, medio de transporte

acuático que aún se utiliza. Mantenían un estado de gue-

GRABADOde Jean de Léry.

“Historia de un viajehecho

en territorio brasilero,llamado tambiénAmérica...”1594.

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rra permanente entre sí y con otras tribus, y practicaban

el canibalismo.

Sobre este punto explica que el temperamento beli-

coso y la antropofagia se asociaban a su patrón de vida.

Demuestra que una dieta dependiente en alto grado del

pescado para obtener la provisión vital de proteínas im-

plicaba, según el tamaño del grupo, el control de mu-

chos kilómetros de ríos para garantizar una provisión ade-

cuada de alimentos. El desplazamiento constante para

lograrlo, las guerras, redadas e invasiones a los vecinos y

la antropofagia eran prácticas culturales necesarias para

mantener el hábitat vital, pues “en las regiones bajas tro-

picales, no son los cultivos de raíces los que en sí impo-

nen un límite al tamaño de la población, sino la provisión

de proteínas”.19 Otros autores afirman que sólo algunos

de ellos eran antropófagos.20 Plantean importantes desa-

rrollos culturales en cuanto a la agricultura, la construc-

ción de viviendas, la cerámica, la cestería y otras manifes-

taciones.

La evidencia arqueológica

El poblamiento inicial del norte de Suramérica se hizo

en la costa septentrional y en las tierras bajas en las

riveras de los ríos. Reichel Dolmatoff presenta fechas

entre 3500 y 3100 a.C. en los concheros de Puerto Hor-

miga y de Monsú, en el canal del Dique,21 y entre 1500

y 600 a.C. en la ciénaga de Momil y en el sitio de Barlo-

vento, cerca de Cartagena.22 De allí la población prosi-

guió a los espacios interfluviales y a las tierras altas.

Carlos Angulo Valdés, Irving Rouse, J.M. Cruxent y Mario

Sanoja, arqueólogos que han investigado sobre Colom-

bia y Venezuela,23 han concluido que los estilos

cerámicos más antiguos de las poblaciones que domi-

naron el cultivo de la yuca (amarga y dulce), la pesca y

la navegación fluvial y costera, son la tradición Saladoide

en el bajo y medio Orinoco (hacia el 1000 a.C.), despla-

zada posteriormente por el estilo Barrancoide (600 a.C.),

cuyos elementos culturales comparte con tradición

Malambo, la más temprana de las dos (1130 a.C.), origi-

naria de la región caribe colombiana (departamento del

Atlántico). Constataron la existencia de afinidades es-

trechas entre estas manifestaciones cerámicas de las tie-

rras bajas de Colombia y Venezuela y entre grupos ve-

nezolanos y de la Guayana Británica.24

Igualmente, se ha establecido que los primeros ha-

bitantes de las Antillas provienen del continente (5000

a.C.), probablemente de Centroamérica. Posteriormen-

te, grupos de tradición Saladoide del Orinoco, des-

plazados por los de tradición Barrancoide, como se

dijo, se expandieron en la era común (1000 a.C. a 300

d.C.) por la costa venezolana y hacia las islas de

Cubagua y Margarita y de allí hacia el norte, por las

Antillas menores hasta Puerto Rico.25 Esto concuerda

con los relatos de los indígenas a Colón sobre su ex-

pulsión de las islas por los Caribes.

El mar de los Caribes

¿En qué momento se empezó a hablar del mar Cari-

be? No tenemos certeza. Juan de la Cosa, quien dibu-

jó el primer mapa de América en 1500, habló del MareOceanum.26 Los españoles posteriormente se refirie-

ron al mar del Norte, en contraposición al mar del Sur

que descubriera Vasco Núñez de Balboa. Los mapas

de los siglos XVI y XVII, elaborados por cartógrafos es-

pañoles, holandeses y franceses, traen esta denomina-

ción. El nombre “Caribe” en la cartografía lo encontra-

mos por primera vez en un mapa de 1656 de N. Sanson

d’Aberville, cartógrafo del rey de Francia, quien sitúa a

los indios Caribes o caníbales en las inmediaciones de

la desembocadura del Orinoco.27 Otra carta dibujada

por Seller, impresa en Londres en 1685, muestra a Puer-

15 Burcher, op. cit.16 Su clasificación sobre los grupos indígenas de origen Karib ha sido controvertida por

cuanto deduce conclusiones antropológicas de evidencias linguísticas indirectas.Idem.

17 Paul, “La influencia Karib en Colombia”. En: Revista del Instituto Etnológico Nacional,vol. I, 1943-1944.

18 op. cit.19 Idem, pág. 27.

20 Rodolfo, Más sobre Caribes y Chibchas. Compendio de referencias. Caracas:Editorial Sucre, 1971.

21 Reichel, Gerardo, “Pasado arqueológico: legado y desafío“. En: Fondo FEN Colom-bia, Caribe Colombia. Bogotá OP Gráficas, 1990. P. 8-10.

22 Reichel Dolmatoff, Gerardo. Colombia - Ancient People. London: Thames andHudson 1965. pág. 44.

23 En Colombia, Carlos Angulo Valdés, La tradición Malambo, Bogotá: Banco de laRepública, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, 1981; enVenezuela, Irving Rouse, J.M. Cruxent y Mario Sanoja, citados por Angulo Valdés.

24 Angulo Valdés, op. cit., págs. 178-179.25 Burcher, op. cit., pág. 4226 Atlas de mapas antiguos de Colombia, siglos XVI a XIX. Planeación, recopilación y

dirección de Eduardo Acevedo Latorre. Bogotá: Editora Arco.27 Ibid.

Caribe es como decir indio bravo. Es una palabra de guerra que cubre la floresta americana como el veneno deque se unta el aguijón de las flechas. Y así es el mar. El viento huracanado levanta olas, montañas vivas. Y lasrevienta contra la playa, y las pasea tierra adentro, haciendo saltar los árboles en astillas. Después de una tormen-ta, los gajos de la selva quedan flotando en el remolino de las aguas como tablas de una goleta destrozada.

GERMÁN ARCINIEGAS, Biografía Caribe

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28 Archivo General de laNación, Comisión VCentenario Colombia,Atlas históricogeográfico deColombia. DirecciónJosé Agustín BlancoBarros. Bogotá: Norma– Terra Firma, 1992,pág. 35.

29 Atlas de mapasantiguos de Colom-bia…, op. cit., pág. 89.Es posible que existanreferencias anterioresque no conocemos.

30 Atlas históricogeográfico… op. cit.

31 Ver: Vicente MuñozPuelles, introducción,apéndice y notas en:Cristóbal Colón, Diariode a bordo. Bogotá:Grupo Anaya – ReyAndes Ltda., 1992.

to Rico, Guadalupe, Dominica, Martinica, Barbados y

otras islas menores y las llama Caribe Islands.28 Tam-

bién muestra este documento la mítica tierra de

“Cariban”, situada en territorio de las Guayanas. Una

carta de 1701, del holandés Herman Moll, residente en

Inglaterra, consagra el nombre de Islas de las Antillas y

diferencia entre ellas a las Caribbé Islands. El mar si-

gue llamándose mar del Norte, como parte del AtlantickOcean. La denominación de Caribbean Sea (mar Cari-

be) la encontramos por primera vez en un mapa de 1756,

trazado por Juan Bautista de Burguignon D’Anville, uno

de los más célebres cartógrafos del siglo XVIII.29 Los ma-

pas de comienzos del siglo XIX hablan indistintamente

de mar de las Antillas o de mar Caribe.

Las islas en su conjunto se conocieron primero

como islas de Barlovento —actuales Antillas mayo-

res—, e islas de Sotavento —luego denominadas An-

tillas menores—.30 Un mapa impreso en Amsterdam

en 1595, dibujado por Arnoldo Florencio Langen,

denomina a estas últimas como “Antillas”. Este nom-

El nombre “Caribe” en la cartografía lo encontramos por primera vez en un mapade 1656 de N. Sanson d’Aberville, cartógrafo del rey de Francia, quien sitúa a los

indios Caribes o caníbales en las inmediaciones de la desembocadura del Orinoco.

bre vino de la mítica isla de “Antilia” —producto de

la imaginación que suplía el desconocimiento de la

geografía—, situada en el océano Atlántico, de for-

ma alargada y dotada de numerosas bahías, que al

igual que la fabulosa isla de “Brazil”, aparece en las

cartas anteriores al descubrimiento.31

A pesar de esta larga tradición, en algún momen-

to el nombre se cambió y Colombia dejó de limitar

con el mar de los Caribes para colindar con el océa-

no Atlántico. Se empezó a hablar de la “costa Atlánti-

ca”, los dirigentes de finales del siglo XIX le volvieron

la espalda al mar y concentraron sus esfuerzos en los

Andes. Afortunadamente, a partir de la segunda mi-

tad del siglo XX se inició la recuperación de la histo-

ria y de la vocación Caribe del país.

ADELAIDA SOURDIS NÁJERA,abogada e historiadora.

Directora del Archivo histórico, UJTL.

CARTA DE 1701,del holandés Herman Moll,

residente en Inglaterra,quien consagra el nombre

de Islas de las Antillas ydiferencia entre ellas a las

Caribbé Islands.El mar sigue llamándose

mar del Norte,como parte del Atlantick

Ocean.

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