Lectura 11 - Representación Social
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4.6- Representación social. Diversos autores. Características. Funciones. La representación social es una forma de organizar nuestro conocimiento de la realidad, al cual resulta de una construcción social. Es un conocimiento que se elabora a partir de los propios códigos de interpretación, marcados por una cultura y que por tanto se constituye en sí mismo como un fenómeno social.
Elementos de definición
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El término representación designa una actividad mental a través de la cual se hace presente, mediante una imagen, un objeto o un acontecimiento ausentes. Se verán de acuerdo a Fischer las definiciones más significativas en la página Número 116.
• Para Piaget, la representación se reduce directamente a la imagen mental.
• Para Moscovici, es un sistema de valores y prácticas relativas a los objetos del medio social que permiten la estabilización del marco de vida de los individuos y grupos y además es un instrumento de orientación para las percepciones de situaciones y la elaboración de respuestas.
• Para Herzlich, las representaciones son un proceso de construcción de lo real, basado en sus estudios de enfermedad y salud.
• Para Jodelet, la representación social designa una forma de conocimiento, el saber del sentido común.
DEFINICION QUE PROPONE FISCHER
La definición propuesta por Fischer es la siguiente:
La representación social es un proceso de elaboración perceptiva y mental de la realidad que transforma los objetos sociales en categorías simbólicas y les confiere un estatuto cognitivo que permite captar los aspectos de la vida ordinaria mediante un reenmarque de nuestras propias conductas en el interior de las interacciones sociales.
La teoría de las representaciones sociales se ocupa de un tipo específico de conocimiento que juega un papel crucial en cómo la gente piensa y organiza su vida cotidiana. Incluye contenidos cognitivos, afectivos y simbólicos.
CARACTERISTICAS:
• Característica social de su génesis
• Forma específica de pensamiento, sentimiento y actuación de los grupos sociales.
• Estructura interna y procesos implicados: por un lado la sociogénesis por la que se crea el conocimiento colectivo a través del discurso y la comunicación. Por otra parte, el producto final de
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ese proceso: el conocimiento colectivamente distribuido e individualmente accesible.
LA MORFOGENESIS DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES
Una representación social se define como la elaboración de un objeto social por una comunidad. Las representaciones sociales, en tanto que proceso social, sólo pueden aparecer en grupos y sociedades en las que el discurso incluye comunicación. Una comunicación que implica tanto puntos de vista convergentes como divergentes sobre diversas cuestiones.
En el proceso de conversación y en los medios de comunicación de masas, los objetos sociales son creados y elaborados por actores sociales, que pueden tomar parte en el proceso de comunicación mediante cualquiera de los medios que posean.
No son los atributos o fenómenos inherentes a un objeto los que lo convierten en social, sino la relación que la gente mantiene con ese objeto. De esta manera, por ejemplo, tenemos agua que encontramos en los ríos y que podemos denominar “normal”, agua bendita y agua para beber. Mientras que el agua bendita, por la implicación simbólica de los actores sociales, y el agua para beber, por la relación vitalmente relevante que se establece con ella, pueden considerarse objetos sociales, el agua de los ríos (siempre que no inunde una ciudad) puede considerarse como algo irrelevante y sin entidad social.
GRUPOS REFLEXIVOS
El discurso y la comunicación que crean las representaciones sociales tienen lugar en los grupos reflexivos.
Un grupo reflexivo es concebido como un grupo definido por sus miembros, en el que éstos conocen su afiliación y tienen criterios disponibles para comprender que otras personas también pertenecen al grupo.
Formar parte del grupo quiere decir que se dispone de una representación consciente de las personas que pertenecen al grupo. Si un grupo es delimitado por un observador externo mediante un criterio arbitrario que no aparece en la conciencia de sus miembros, entonces hablamos de un grupo nominal.
Los miembros de un grupo reflexivo elaboran colectivamente, en su práctica diaria grupalmente relevante, las reglas, justificaciones, razones de
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las creencias y conductas que son pertinentes para el grupo. Tendrán que reelaborar sus reglas y elaborar nuevos conocimientos cuando se encuentren en conflicto con otros grupos o cuando se enfrenten con un nuevo fenómeno relevante que entre en conflicto con el conocimiento establecido. Un resultado de estos procesos comunicativo y discursivo son las representaciones sociales, que caracterizan el estilo de pensamiento de los miembros del grupo.
La conversación entre amigos y conocidos, al igual que los medios de comunicación de masas, proporciona a las personas elementos de conocimiento nuevos, imágenes y metáforas que son "buenas para pensar", pero que no son necesariamente verdaderas en el sentido estricto del término. De esta manera, el pensamiento individual se convierte en una práctica social (Arendt, 1987; en Moscovici, 1988).
CARACTERÍSTICAS
Se abordarán las mismas con respecto a niveles de estructuración y contenido.
A nivel de la estructuración
a) transformación de una realidad social en un objeto mental: como vimos en las imágenes del símbolo de la paz o del cristianismo, estos íconos son una expresión de la realidad social en un objeto mental compartido por todos.
b) Proceso relacional: es una elaboración mental que se desarrolla en función de la situación de una persona o grupo de una categoría social en relación con otra persona o grupo de otra categoría social. Permite la comunicación y el intercambio.
c) Proceso de remodelado de la realidad: la representación aparece como una elaboración dinámica, producida por determinados individuos, en un tiempo y espacio particular, con lo cual se verá influida por los valores, cultura y factores ideológicos del momento de su creación.
d) Trabajo de naturalización de la realidad social: interpreta los hechos sociales, es como un inventario de vivencias o fenómenos sociales que economiza nuestra percepción en tanto y en cuanto nos hace familiar la elaboración de determinada realidad.
A nivel de contenido
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a) contenido cognitivo: se trata de un conjunto de informaciones relativas a un objeto social que pueden ser más o menos variadas o más o menos ricas. Por ejemplo determinados sectores sociales pueden poseer mayor información por un mayor o posible contacto con la educación,
b) Contenido significativo: según Moscovici, está definido por la relación figura/sentido que expresa una correspondencia entre ambos. Así las significaciones se transforman en imágenes y esas imágenes pueden ser percibidas con sus significaciones.
c) Contenido simbólico: el símbolo constituye un elemento de la representación ya que el objeto presente designa lo que está ausente de nuestras percepciones inmediatas y a la vez lo que está ausente adquiere significación, apoyándose en ese objeto y otorgándole sentido.
Ampliando y sintetizando:
EL CONCEPTO DE REPRESENTACIONES SOCIALES
El concepto de representaciones sociales, según Ibáñez (1988), señala que su complejidad es la articulación de diversas características que difícilmente se pueden integrar en una sola unidad, sin dejar flexibilidad en sus interconexiones.
En este sentido dicho concepto relaciona varios aspectos que acercan a la comprensión de la realidad de las otras personas, como la experiencia personal, el sistema cultural en el que se desenvuelven, la sociedad y el grupo social con el que se relacionan.
Jodelet (1993); considera que la noción de representación social involucra lo psicológico o cognitivo y lo social, fundamentando que el conocimiento se constituye a partir de las experiencias propias de cada persona y de las informaciones y modelos de pensamiento que recibimos a través de la sociedad.
Vistas desde este ángulo, las representaciones sociales surgen como un proceso de elaboración mental e individual en el que se toma en cuenta la historia de la persona, su experiencia y construcciones personales propiamente cognitivas (Banch, 1991).
Al respecto, Álvarez (1995), señala que las representaciones sociales articulan campos de significaciones múltiples, y que son heterogéneas. Llevan las trazas de los diferentes lugares de determinación, pueden articular elementos que provienen de diferentes fuentes que van desde la experiencia vivida hasta la ideología reinante.
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Son una forma de conocimiento que tiene un carácter colectivo e individual, esto coloca a las representaciones en dos universos teóricos relacionados con las determinaciones sociales y con la conceptualización.
Es importante mencionar que la aprehensión de la realidad se construye a partir de la propia experiencia de las personas pero a la vez de la interacción que establece con otras, por lo que puede decirse que el conocimiento que se adquiere en este proceso es construido y compartido socialmente. En esta afirmación encontramos que en la persona influye lo que la sociedad le transmite a través del conocimiento elaborado colectivamente y que esto incide en cómo se explica la realidad y como actúa. Jodelet, coincide con esta idea cuando define las representaciones sociales como: "Una forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido, orientado hacia la práctica y que concurre a la construcción de una realidad común a un conjunto social" (1989). Lo social se puede interpretar de varias maneras, por medio del contexto concreto en que se sitúan las personas, por la comunicación que se establece entre ellas, y por los marcos de aprehensión de valores, culturas, códigos e ideologías relacionadas con el contexto social en que se encuentran inmersas (Banchs 1991).
Vistas de esta forma, las representaciones sociales se relacionan directa y exclusivamente con el sentido común de las personas, debido a que parte de la propia realidad de los seres humanos.
Asimismo, son un producto social y, por lo tanto, el conocimiento generado es compartido colectivamente, concuerda con esta apreciación puesto que considera que además de las realidades estrictamente personales, existen realidades sociales que corresponden a formas de interpretación del mundo, compartidas por todos los miembros de un grupo en un contexto dado.
La realidad social es una realidad construida y en permanente proceso de construcción y reconstrucción. En este proceso, que podría decirse que es a la vez cultural, cognitivo y afectivo, entra en juego la cultura general de la sociedad pero también la cultura especifica en la cual se insertan las personas, las que en el momento de la construcción de las representaciones sociales se combinan.
Esto nos indica que toda persona forma parte de una sociedad, con una historia y un bagaje cultural, pero a la vez pertenece a una parcela de la sociedad en donde comparte con otras ideologías, normas, valores e intereses comunes que de alguna manera los distingue como grupo de otros sectores sociales. (Banchs 1991).
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Desde otro punto de vista, las representaciones sociales se gestan en la vida cotidiana y el conocimiento que se obtiene por medio de éstas, se refiere a los temas de conversación cotidianos de los seres humanos.
No representan simplemente opiniones "acerca de", "imágenes de" o "actitudes hacia", sino teorías o ramas del conocimiento para el descubrimiento y organización de la realidad. Son un sistema de valores, ideas y prácticas con una doble función: primero, establecer un orden que permita a los individuos orientarse ellos mismos y manejar su mundo material y social y segundo: permitir que tenga lugar la comunicación entre los miembros de una comunidad, proyectándoles un código para nombrar y clasificar los aspectos de su mundo y de su historia individual y grupal (Banchs 1982)
Representación social del amor, la censura y la justicia
LAS REPRESENTACIONES SOCIALES Y SU ESPACIO
La representación puede ser considerada, en sentido amplio, como un modo de organizar nuestro conocimiento de la realidad, que está construida socialmente. Este conocimiento se elabora a partir de nuestros propios códigos de interpretación, culturalmente marcados, y en este sentido constituye en sí un fenómeno social. Desde este punto de vista, el proceso de representación introduce un carácter de diferenciación en las lógicas sociales y en los rasgos individuales. Da lugar a una reconstrucción de la realidad, integrando de manera específica la dimensión psicológica y la dimensión social.
Admitir la hipótesis de un pensamiento social, implica no solamente la asunción de un pensamiento que es colectivo o comúnmente compartido, cosa que bien podría sostenerse desde los trabajos de la cognición social, implica sobre todo admitir que ese pensamiento es socialmente constituido en su forma, su contenido y su evolución.
Por ello, las representaciones sociales designan una forma de conocimiento específico, que es el saber de sentido común, en el que los contenidos
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remiten a procesos generativos y funcionales, y designan una forma de pensamiento social.
Analizar el conocimiento social conduce a un planteamiento en el que lo social no puede ser un hecho estático dado, como manifestaba Durkheim al trabajar el concepto las representaciones colectivas, ni los individuos están constituidos por mecanismos compartidos de distorsión perceptual de la realidad como propugnaría la cognición social.
Al contrario de cualquier planteamiento cognitivo estricto, las representaciones sociales no pueden situarse en la cabeza de los sujetos que aprehenden colectivamente el mundo social, se encuentran, en el continuo e incesante intercambio entre individuos que explica la vida cotidiana, que permite conocer y comunicar. Son por tanto, un medio entre los individuos y entre los sujetos y los objetos.
De esta manera, no puede desligarse el carácter simbólico de las representaciones sociales, porque entonces las reduciríamos a unas estructuras cognitivas más, y al mismo tiempo, tampoco puede olvidarse su carácter cognitivo, porque desestimaríamos la adquisición de conocimientos que suponen. En este campo de investigación que se haya en plena evolución, se obtienen resultados cuyo carácter convergente contribuye a esclarecer, en diversas relaciones, los fenómenos representativos.
PRINCIPALES ASPECTOS A CONSIDERAR EN LA NOCION DE REPRESENTACION SOCIAL
• Conceptualizar las representaciones sociales, quiere decir que están siempre referidas a un objeto. No hay representación en abstracto. La representación para ser social, siempre es representación de algo.
• Las representaciones sociales mantienen una relación de simbolización e interpretación con los objetos. Resultan por tanto de una actividad constructora de la realidad (simbolización) y también de una actividad expresiva (interpretación).
• Las representaciones sociales adquieren forma de modelos que se superponen a los objetos, los hace visibles y legibles, e implican elementos lingüísticos, conductuales o materiales. Tiene un carácter de imagen y la propiedad de poder intercambiar lo sensible y la idea, la percepción y el concepto.
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• Las representaciones sociales son una forma de conocimiento práctico, que conducen a preguntarse por los marcos sociales de su génesis y por su función social en la relación con los otros en la vida cotidiana.
• Tiene un carácter constructivo.
• Tiene un carácter autónomo y creativo.
CAMPOS DE INVESTIGACIÓN EN REPRESENTACIONES SOCIALES
Pueden distinguirse tres amplios campos de investigación en representaciones sociales.
1‐ Es el que caracteriza la perspectiva original de las representaciones como conocimiento vulgar. Ej.: la ciencia popularizada que se vulgariza como conocimiento cotidiano.
2‐ Es el extenso campo de los objetos culturalmente construidos a través de una larga historia y sus equivalentes modernos. Ej.: roles sexuales, la mujer, las relaciones materno‐filiales.
3‐ Es el campo de las condiciones y acontecimientos sociales y políticos, donde las representaciones que prevalecen tienen un corto plazo de significación para la vida social. Ej.: representaciones polémicas: xenofobia, conflicto social, desigualdad, desempleo, protesta.
FUNCIONES
Se presentarán las funciones: objetivación y anclaje que muestran cómo lo social se apodera de un objeto, de una información, de un acontecimiento y los transfigura. Son procesos integradores que articulan interacciones que relacionan lo psicológico con lo social. A la vez, son funciones psíquicas que conjugan mecanismos mentales y fenómenos sociales. Finalmente garantizan a través de la interactividad una función de filtrado cognitivo que permite que aquello que es nuevo o inesperado se transforme en una visión aceptable y comprensible.
OBJETIVACION
En este proceso, la intervención de lo social se traduce en el agenciamiento y la forma de los conocimientos relativos al objeto de una representación, articulándose con una característica del pensamiento social, la propiedad de hacer concreto lo abstracto, de materializar la palabra. De esta forma, la objetivización puede definirse como una operación formadora de imagen y estructurante.
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La representación permite intercambiar percepción y concepto. Al poner en imágenes las nociones abstractas, da una textura material a las ideas, hace corresponder cosas con palabras, da cuerpo a esquemas conceptuales. Procedimiento tanto más necesario en cuanto que, en el flujo de comunicaciones en que nos hallamos sumergidos, el conjunto demasiado abundante de nociones e ideas se polariza en estructuras materiales. Es decir, mediante este proceso se materializan un conjunto de significados, se establece la relación entre conceptos e imágenes, entre palabras y cosas. "Objetivar es reabsorber un exceso de significados materializándolos" (Moscovici, 1976).
Así, la objetivación reconstruye el objeto entre lo que nos es familiar para poder controlarlo. En el caso de un objeto complejo como es una teoría, la objetivación puede dividirse en tres fases:
a) Selección y descontextualización.
La selección y descontextualización es la primera fase del proceso imaginante. Informaciones concretas son seleccionadas y fuera del contexto en que aparecían pueden ser reorganizadas, pero para ello es necesario extraer el objeto del espacio en que se presenta.
b) Formación del núcleo o esquema figurativo.
La formación de un esquema figurativo corresponda a la fase en que la información seleccionada es estructurada y organizada en un esquema que está formado por las imágenes que reproducen visiblemente la estructura conceptual.
c) Naturalización
El modelo figurativo permitirá concretar, al coordinarlos, cada uno de los elementos que se transforman en seres de naturaleza: "el inconsciente es inquieto", "los complejos son agresivos", "las partes conscientes e inconscientes del individuo se hallan en conflicto". Las figuras, elementos del pensamiento, se convierten en elementos de la realidad, referentes para el concepto. El modelo figurativo utilizado como si realmente demarcara fenómenos, adquiere un status de evidencia: una vez considerado como adquirido, integra los elementos de la ciencia en una realidad de sentido común.
Con la naturalización, cosificación u ontización los conceptos se transforman en cosas que permiten ordenar los acontecimientos, de manera que lo que es abstracto se muestra concreto. Mediante la naturalización podemos ver "la Lógica" o "los complejos" como si tuvieran una realidad tangible.
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ANCLAJE
La representación en lo social. Este segundo proceso, está referido al enraizamiento social de la representación y de su objeto. La intervención de lo social se traduce en el significado y la utilidad que le son conferidos al objeto. El anclaje implica otro aspecto que se refiere a la integración cognitiva del objeto representado dentro del sistema de pensamiento preexistente y a las transformaciones derivadas de este sistema "ya no se trata como en el caso de la objetivización, de la constitución formal de un conocimiento, sino de su inserción orgánica dentro de un pensamiento constituido"
El proceso del anclaje, en una relación dialéctica con la objetivización, articula las tres funciones básicas de la representación:
función cognitiva de integración de la novedad,
función de interpretación de la realidad y
función de orientación de las conductas y las relaciones sociales.
Consiste, por tanto, en transformar lo que es extraño en familiar, o sea hacer inteligible lo que no es familiar. Además, lo que lo diferencia de la objetivización es "que permite incorporar lo extraño en lo que crea problemas, en una red de categorías y significaciones"(Moscovici, 1973, Jodelet, 1984).
Existen dos modalidades de intervención que permiten describir el funcionamiento del anclaje:
• La inserción del objeto de representación en un marco de referencia conocido y preexistente.
• La instrumentalización social de objeto representado.
Cuando un grupo social se enfrenta a un fenómeno extraño, o a una idea nueva que en cierto modo amenaza su identidad social, el enfrentamiento al objeto no se realiza en el vacío. Los sistemas de pensamiento del grupo, sus representaciones sociales, constituyen puntos de referencia con los que se puede amortiguar el impacto de la extrañeza. Una segunda forma de anclaje posibilita la inserción de las representaciones en la dinámica social, haciéndolas instrumentos útiles de comunicación y comprensión. Por una parte las representaciones se convierten en sistema de lectura de la realidad social, expresando y contribuyendo a desarrollar los valores sociales existentes. Por otra parte, en tanto que sistema de interpretación, el anclaje posibilita que las personas puedan comunicarse en los grupos a que pertenecen bajo criterios comunes, con un mismo lenguaje para comprender los acontecimientos, las personas u otros grupos.
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Globalmente, el proceso de anclaje guarda una estrecha relación con las funciones de clasificar y nombrar, es decir, de ordenar el entorno, al mismo tiempo, en unidades significativas y en un sistema de comprensión. Las características que definen este proceso son muy similares a las que se atribuyen a la categorización. Como se verá en la lectura de Fischer, específicamente en la Pág. Número 121, es importante destacar en el anclaje, cómo la representación funciona a modo de sistema de interpretación, de significaciones y de integración.
Como se verá a continuación las representaciones sociales también dependen de las épocas históricas. Observa la representación social de la mujer en diferentes momentos históricos y a continuación lee un ejemplo de representaciones sociales en el estudio de la representación de la mujer:
Representaciones sociales de la mujer
Tras la descripción de algunas formas de construcción histórica de las representaciones de la mujer estamos en condiciones de aplicar a su análisis los conceptos derivados de la teoría de las representaciones sociales.
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En primer lugar, es importante destacar que son pocos los ejemplos en los que podemos resaltar una mayor identificación entre imagen y significado, elementos que configuran la construcción de una representación social. El cuerpo de la mujer es imagen y significado a la vez. Su cuerpo es icono y símbolo, pues a cada disección del cuerpo femenino le corresponde una idea y cada idea se corresponde con una figura y rostro de mujer. Nada como el cuerpo de la mujer ha servido con tanto afán para representar el orden moral y su trasgresión.
En segundo lugar, en la representación social del cuerpo femenino encontramos un ejemplo paradigmático de la transformación de lo desconocido en algo familiar.
La imagen de la mujer y su cuerpo hacen que ese orden moral pueda ser identificado con quien desde nuestro nacimiento forma parte, con su presencia, de nuestra vida cotidiana y, por tanto, de nuestro conocimiento más inmediato del mundo. El cuerpo de la mujer representa además el cuerpo social, pues en él se inscriben todos los temores que acechan a cada época histórica. Y si el cuerpo de la mujer representa un enigma, pues para eso están artistas y médicos que lo diseccionan y nos muestran las diferentes partes de las que está compuesto.
En tercer lugar, ese proceso de familiarización con un orden social que se inscribe en el cuerpo de la mujer, señalando sus amenazas, consigue mediante su representación, naturalizar valores culturales como si de elementos de una biología femenina se trataran. De esta forma resulta fácil transformar algo abstracto, como los valores hegemónicos de una sociedad dominada por hombres, en algo tan concreto como la imagen corporal de la mujer, transformando una realidad mental en una realidad física. Cada valor social y su trasgresión están representados en una imagen de mujer y en cada parte de su diseccionado cuerpo.
Este proceso de objetivación se acompaña de un proceso de categorización que sitúa y fija las ideas que dan lugar a las prácticas culturales dominantes en un contexto de “categorías e imágenes ordinarias” Y ese cuerpo ideológico es el que ha dado lugar a nuestras actitudes hacia las mujeres y el que ha ido constituyendo nuestra ambivalente representación de la mujer. La representación social de la mujer ha hecho posible poner rostro al mal, al tiempo que ha generado una visión estereotipada de ésta que perdura en nuestra contemporaneidad. En su cuerpo deforme o seductor, diseccionado o no, en su representación monstruosa e imaginaria están los miedos que constituyen y dan forma a nuestra propia identidad, la de hombres y mujeres cuyas acciones individuales y colectivas se han visto determinadas por esas representaciones sociales que han dado forma a algo más que nuestra conducta e interacción. Han sido el reflejo y la causa de las acciones que han hecho posible la reproducción del orden social. De nosotros depende cambiarlo. Y, no, claro está, en un hada madrina.
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Conclusiones
Tras constatar la actualidad de una teoría como la de las representaciones sociales, podemos concluir afirmando que es una herramienta útil para analizar cómo la representación del cuerpo de la mujer, como ser monstruoso e imaginario, ha contribuido a la difusión de los valores sociales dominantes transformándolos en un conocimiento de sentido común.
En este proceso, la representación pictórica de la mujer forma parte de la construcción histórica del orden social. El cuerpo de la mujer representa, por tanto, el campo donde objetivamos y categorizamos todo un acervo de creencias sobre las que se asentaba y se asienta el orden moral, así como los valores y conductas que acompañan a dicho orden. Todo poder se gestiona a través de un sistema ideológico que necesita de una imagen que le represente.
El cuerpo de la mujer y su representación han sido un instrumento icónico‐simbólico de dicho poder. Al mismo tiempo, la representación en el cuerpo de la mujer de los vicios y prescripciones del orden moral ha contribuido a naturalizar procesos que son de origen social y cultural. En la anatomía del cuerpo de la mujer están representados nuestros propios miedos a lo desconocido y para ello nos representamos el mal surgiendo de sus entrañas.
Las representaciones de la mujer a las que hemos hecho referencia vienen a recordarnos nuestra propia naturaleza imperfecta y las consecuencias que se derivan de nuestra imperfección. Al recordarnos los efectos de la desviación, la perversión, los vicios y el alejamiento de la virtud, los seres imaginarios que pueblan las representaciones de la mujer contribuyen a construir un orden moral en el que ésta, representa, en la mayoría de los casos, aquello que debe ser reprimido o estigmatizado.
La teoría de las representaciones sociales nos señala las funciones que cumple esta representación polimórfica de la mujer. A través de las representaciones sociales se nos hace familiar un orden social que de otra forma permanecería, en cierta forma, ajeno a nuestra compresión. Las ideas abstractas que dan significado a ideas como el bien y el mal se simplifican y cobran una realidad material a través de su representación pictórica. En resumen, el análisis de las representaciones del cuerpo de la mujer a través del estudio de las imágenes pictóricas como ser monstruoso o imaginario no sólo sirve como elemento que contribuye a aplicar una teoría psicosociológica, sino, fundamentalmente, a desvelar cómo la imagen de la mujer ha sido utilizada como símbolo en el que grabar las normas morales con las que hemos ido justificando un orden social como si de un orden natural se tratara.
http://psicologiasocial.uab.es/athenea/index.php/atheneaDigital