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7/28/2019 Leahey T. Conductismo 1 http://slidepdf.com/reader/full/leahey-t-conductismo-1 1/12 342 HI S T O R IA D E LA PSI C OL O G Í A ELASCENSODELCONDUCTISMO El manifiesto conductista Jo hn B roadus Watson~(1878-1958) era un jov en y am bicios o ps ilogo que ,c om ov im os e ne l catulo an- terior, ya en 1908 había esbozado un aa proximación purament e co nductual a l a psico loaa nimal. En su au- tobiogr afía a firma que ya hab ía menc ionado la i dea d e un ap sicología human ao bjeti va as us profesores er; l a Un iversida d d e Chicago, pero qu es us propuestas habí an s ido recibidas con ta lh orro rq ue se las guardé par as í .T ras establecerse com o cie ntífico reuni óe l valo rn ecesario par a expo ner públicamen te el alcance de su psicología objetiva .E l 13 d e febre ro de 191 3W atson dio u n as eri e de conferenci as so bre psicología ani- ma le nl aU niversidad d eC olumbia, ye mpez óc on una sobre «La psicología tal como l av ee l conductistas Howard Warren, editor de l a Psychological Review, que ya llevaba un tiempo intentand o c onvencer a War- so nd eq ue publicase su nueva idea de p sicología, le anim óa publicar su conferencia, y as íl o hi zo. E n1 94::- un grupo de psicólogos de renombr ed escribi óe ste artícul o co m oe l más importante jamás publicado por la Psychologica l R eview. E l ton o ag resiv o del documento dejaba claro qu eW atso ne staba publicando e lm anifiesto de un nu ev tipo de p s icología: el conduc tismo. Su escrito pued e se r considerado como uno de l os numerosos manifi e- tos modernis tas que se lanzaro n en l as primeras décadas del siglo xx. Por ejemplo, en es e mi sm oa ño de 191 3e l arte moderno lleg óa Estados Unidos con el conocido Armory Show, una esp ecie d e manifiesto pic- tórico d el mode rnismo en las bellas artes. L os a rtistas modernos tambié ne scribi eron m anifiestos para di- versos movimientos como el futurismo y el dadaísm o. E lm anifies to co nductista de Watso nc ompart ía e l ob- jetivo de e s tos manifi estos modemistas : re pudiar el pasad oy exponer, aunq ue fu es e inc oherentemente, una concepció n d e la vid ac o mo de bería ser. Watson comen zó c on una defi n ición g randilocuen te de la psicolo- gí a co mo debea se r: La c tic a de la psic olog ía me ntalista Siguie ndo la tra dició nd e l os manifie st os m odemistas, Watso n repudió l oq ue la psicología haas id hasta e lm omento. N o ve í ad iferenci a a lgun ae n tre el e structuralismo y el f uncionalismo. Ambas corrientes adoptaba nl a de finició n tr adicional de l a psicol ogía com o «l a cie ncia d el os fenómenos de l a co nciencia», . ambas emplea ban el t radicional método «esotérico» de l ai ntrospección. Pero, as íe ntendida, la psicologí haa «fracas ado a la h ora de encontrar s u lu gar en e l mu nd oc omo una ciencia natura l in cuestionable». E tanto que psicó logo anim al, Watson se sentí a es pecialmente limita do por el mentalismo, Como la introspección n o era posi ble en anim ales, haa pocas posibilidades para trabajar co ne llos, lo qu eo bligaba a los psicólo- g os a «construir» los contenidos d e co nciencia de l os animales por analogí a co nl as mentes de los propio_ psilogos. Además, la psicología tradicional era an tropocéntrica y lo respetaba lo s des cubrimientos d l ap sicolog ía a nima l en l a medid ae n qu e era n rele vantes para la psicología human a. W atson considerab a q u est as ituación era intolerabl e e intent ói nverti rl as prioridades tradicionales. En 19 08 haa declarado la au- tonomía de la psicolo gía a nimal como estudio de l a co nducta de los animales, y e n1 913 propoa «emplear seres humanos como sujetos y ap lica rm étodos de i nvestigación comparable s a los qu e se utiliza nh oy en e trabajo con a nimales». Los psicólogos comparados habían aconseja do n oa ntropomorfizar a l os a nimales, Watso nr ecomendaba a los psil ogos no a ntroporn orfizar a lo ss eres humanos. Watson v eía en l a in trospección defectos de carácter empírico, filosófic o y práctico. Desde un puntc de vista emrico, l ai ntrospecci ón e ra incapaz de defini r pr eguntas a las que pudie ra r espond er co nvin- centemente. Hasta el momento no haa respuesta ni p ara la más elementa lp regunta de la psicología de 1 La p sicología tal comol avee lc onductist a es una rama purament eo bjetiva y experiment a ld e l ac iencia nat u r a , S um eta tr ica es la predicción ye lc ontro l de l ac onducta .L ai ntrospección no forma part e es encialdesus mé- todos, n ie l valor científico d es us datos de pende de l a faci lidad con q u es e presten a ser interpretados en té rmin s de concienc ia. En susesfuerzos po r ll ega ra obte ner un a image nu nitaria de la respuesta anima l, el conductista n reconoce línea divisori aa lgun ae ntr ee l hombr e y el brut o. L a con ducta del hombre, co n tod os u refinamiento : complejidad, l o con stituye una parte del plan d e investigación total de lc onductista (1913a, p. 158).

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342 HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

ELASCENSODELCONDUCTISMO

El manifiesto conductista

John Broadus Watson~(1878-1958) era un joven y ambicioso psicólogo que, como vimos en el capítulo an-terior, ya en 1908 había esbozado una aproximación puramente conductual a la psicología animal. En su au-

tobiografía afirma que ya había mencionado la idea de una psicología humana objetiva a sus profesores er;la Universidad de Chicago, pero que sus propuestas habían sido recibidas con tal horror que se las guardépara sí. Tras establecerse como científico reunió el valor necesario para exponer públicamente el alcance desu psicología objetiva. El 13 de febrero de 1913 Watson dio una serie de conferencias sobre psicología ani-mal en la Universidad de Columbia, y empezó con una sobre «La psicología tal como la ve el conductistasHoward Warren, editor de la Psychological Review, que ya llevaba un tiempo intentando convencer a War-son de que publicase su nueva idea de psicología, le animó a publicar su conferencia, y así lo hizo. En 194::-un grupo de psicólogos de renombre describió este artículo como el más importante jamás publicado por laPsychological Review.

El tono agresivo del documento dejaba claro que Watson estaba publicando el manifiesto de un nuev

tipo de psicología: el conductismo. Su escrito puede ser considerado como uno de los numerosos manifie -tos modernistas que se lanzaron en las primeras décadas del siglo xx. Por ejemplo, en ese mismo año de1913 el arte moderno llegó a Estados Unidos con el conocido Armory Show, una especie de manifiesto pic-tórico del modernismo en las bellas artes. Los artistas modernos también escribieron manifiestos para di-versos movimientos como el futurismo y el dadaísmo. El manifiesto conductista de Watson compartía el ob-jetivo de estos manifiestos modemistas: repudiar el pasado y exponer, aunque fuese incoherentemente, unaconcepción de la vida como debería ser. Watson comenzó con una definición grandilocuente de la psicolo-gía como debería ser:

La crítica de la psicología mentalista

Siguiendo la tradición de los manifiestos modemistas, Watson repudió lo que la psicología había sidhasta el momento. No veía diferencia alguna entre el estructuralismo y el funcionalismo. Ambas corrientesadoptaban la definición tradicional de la psicología como «la ciencia de los fenómenos de la conciencia», .ambas empleaban el tradicional método «esotérico» de la introspección. Pero, así entendida, la psicologí

había «fracasado a la hora de encontrar su lugar en el mundo como una ciencia natural incuestionable». Etanto que psicólogo animal, Watson se sentía especialmente limitado por el mentalismo, Como la introspecciónno era posible en animales, había pocas posibilidades para trabajar con ellos, lo que obligaba a los psicólo-gos a «construir» los contenidos de conciencia de los animales por analogía con las mentes de los propio_psicólogos. Además, la psicología tradicional era antropocéntrica y sólo respetaba los descubrimientos dla psicología animal en la medida en que eran relevantes para la psicología humana. Watson consideraba questa situación era intolerable e intentó invertir las prioridades tradicionales. En 1908 había declarado la au-tonomía de la psicología animal como estudio de la conducta de los animales, y en 1913 proponía «emplearseres humanos como sujetos y aplicar métodos de investigación comparables a los que se utilizan hoy en etrabajo con animales». Los psicólogos comparados habían aconsejado no antropomorfizar a los animales,Watson recomendaba a los psicólogos no antropornorfizar a los seres humanos.

Watson veía en la introspección defectos de carácter empírico, filosófico y práctico. Desde un puntc

de vista empírico, la introspección era incapaz de definir preguntas a las que pudiera responder convin-centemente. Hasta el momento no había respuesta ni para la más elemental pregunta de la psicología de 1

La psicología tal como la v e el conductista es una rama puramente objetiva y experimental de la ciencia natura,Su meta teórica es la predicción y el control de la conducta. La introspección no forma parte esencial d e sus mé-

todos, ni el valor científico de sus datos depende de la facilidad con que se presten a ser interpretados en términ sde conciencia. En susesfuerzos por llegar a obtener una imagen unitaria de la respuesta animal, el conductista nreconoce línea divisoria alguna entre el hombre y el bruto. La conducta del hombre, con todo su refinamiento :complejidad, sólo constituye una parte del plan de investigación total del conductista (1913a, p. 158).

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Los métodos para alcanzar estos nuevos objetivos de la psicología quedaban sólo vagamente definidos,como Watson admitiría más tarde (1916a). Lo único que en el manifiesto quedó bien claro sobre la meto-dología conductual fue que, con el conductismo, el trabajo «con el ser humano sería directamente compa-rable al trabajo con animales», porque los conductistas «se interesan tan poco por los "procesos conscien-tes" [de los sujetos humanos] durante el desarrollo de los experimentos como por los de las ratas». Watsondio algunos ejemplos de cómo se podrían investigar la sensación y la memoria, pero no resultaron muy con-vincentes y pronto serían sustituidos por el método de los reflejos condicionados de Pavlov.

Watson dijo algunas cosas sorprendentes sobre el pensamiento humano. Por ejemplo, afirmó que el pen-samiento no implica al cerebro (no hay «procesos iniciados en el sistema nervioso central») sino que con-siste en «una ligera recolocación de actos musculares», concretamente de «hábitos motores de la laringe».«Dicho de otro modo, siempre que tienen lugar procesos de pensamiento se dan ligeras contracciones de losistemas de músculos implicados en el ejercicio manifiesto de la acción acostumbrada, y especialmente enlos sistemas musculares aún más sutiles implicados en el habla. Las imágenes (suponiendo que realmenteexistan) se convierten en un lujo mental carente en todo caso de significado funcional» (l913a, p. l74). Lasafirmaciones de Watson son el resultado lógico de la teoría motora de la conciencia (McComas, 1916). Se-gún esta teoría, la conciencia sólo registra lo que decimos y hacemos sin influir en ello. Watson simplemente

señaló que, como el contenido mental «no tiene relevancia funcional», su estudio carece de sentido, excep-to por los prejuicios acumulados: «Nuestras mentes han sido deformadas durante los cincuenta y tantos añoque se han dedicado al estudio de los estados de la conciencia».

En otra conferencia pronunciada en Columbia, «Image and Affection in Behaviorx [Imagen y afectoen la conducta], también publiceda en 1913, Watson prosiguió con su ataque contra los contenidos menta-les. Consideraba y rechazaba la fórmula del conductismo meto dológico según la cual «no me interesa lo queacontece dentro de la llamada mente [de una persona]» siempre y cuando pueda predecir su conducta. Peropara Watson el conductismo metodológico era una «derrota parcial- que consideraba inaceptable, así queprefirió arremeter contra ella. Recalcó su idea de que «no existen procesos iniciados desde el sistema ner-vioso central», El pensamiento no es más que una «conducta implícita» que a veces tiene lugar entre un es-tímulo y la «conducta explícita» resultante. Según esta hipótesis, casi todas las conductas implícitas tienenlugar en la laringe y pueden ser observadas, aunque no se haya desarrollado aún la técnica necesaria paraobservarlas. Lo más importante para Watson es que no hay procesos mentales funcionales que desempeñenpapel causal alguno en la determinación de la conducta. Sólo hay cadenas de conducta, algunas de las cua-les son difíciles de observar. De ser esto cierto -y Watson aplicaba su tesis tanto a las imágenes mentalecomo a la experiencia de las emociones, según se indica en el título de la conferencia-, ningún aspecto dela psicología podía escapar al planteamiento del conductismo: se mostraría que la mente es conducta; el con-ductista no le reconocería al mentalista ningún objeto de estudio. Por último, Watson sugería un tema quevolvería a surgir en sus escritos posteriores y que muestra cómo su conductismo formaba parte de una re-vuelta más amplia contra el pasado cultural, y no sólo contra una psicología introspectiva fracasada.

Watson afirmaba que la lealtad al mentalismo equivalía en el fondo a aferrarse a la religión en una era

científica en que la religión había quedado anticuada. Quienes creen que hay procesos iniciados desde el sis-tema nervioso central -es decir, conductas iniciadas por el cerebro y no por algún estímulo externo- enrealidad creen en el alma. Watson decía que, como no conocemos nada acerca de la corteza cerebral, resul-ta sencillo atribuir las funciones del alma a la corteza: ambos son misterios sin resolver. La posición de Wat-son era extremadamente radical: no sólo no existía el alma, sino que tampoco existía la corteza cerebral másque como centralita conectara de estímulos y respuestas. Tanto el alma como el cerebro podían ser pasadopor alto a la hora de describir, predecir y controlar la conducta.

344 HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

La primeras respuestas, 1913-1918

¿Cómo acogieron los psicólogos el manifiesto de Watson? Habría cabido esperar que el conductismo seconvirtiese en el caballo de batalla de los psicólogos jóvenes y en objeto de denuncia de los mayores, y dehecho, cuando más adelante el manifiesto de Watson ocupó su venerado lugar como punto de partida del

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CAPÍTULO11 El conductismo 345

conductismo, se pensó que eso era lo que había ocurrido en realidad. Sin embargo, como demuestra Sa-muelson (1981), las respuestas al manifiesto que llegaron a publicarse fueron sorprendentemente pocas ycontenidas.

En 1913 hubo unas cuantas respuestas. Angell, maestro de Watson, añadió algunas referencias al con-ductismo en la versión publicada de «Behavior as a Category of Psychology» [La conducta como categoríade la psicología]. Afirmó «solidarizarse totalmente» con el conductismo y lo reconoció como un desarrollológico de su propio énfasis en la conducta. Sin embargo, él no creía que la introspección se pudiera elimi-nar definitivamente de la psicología, aunque sólo fuera porque proporcionaba valiosa información sobre losprocesos que conectan estímulos y respuestas. El propio Watson admitió este uso de la introspección, perolo denominaba «método del lenguaje». Angellle deseaba al conductismo «buena fortuna» y le aconsejabaque «renunciase a los excesos de juventud»; pero como suele ocurrir con los jóvenes, los consejos cayeronen saco roto. Sin citar directamente a Watson, M. E. Haggerty reconocía que las recientes leyes del apren-dizaje o de la formación de hábitos reducían la conducta a «términos físicos», de modo que ya no había «ne-

cesidad de invocar fantasmas disfrazados de conciencia» para explicar el pensamiento. Robert Yerkes criti-caba a Watson por «arrojar por la borda» el método de la auto-observación que había distinguido a lapsicología de la biología; con el conductismo, la psicología sería «simplemente un fragmento de la fisiolo-gía». Al filósofo Henry Marshallle preocupaba que la psicología se estuviese «evaporando». Hacía referenciaal Zeitgeist conductual, cuya última manifestación era el conductismo, y concluía que contenía cosas muyvaliosas, pero que identificar el estudio de la conducta con la psicología suponía un «asombroso error con-ceptual» porque, fuesen cuales fuesen los logros del conductismo, siempre quedaría la conciencia por in-vestigar. Mary Calkins, quien con anterioridad había propuesto su psicología del Yo como un compromisoentre la psicología estructural y la funcional, la proponía ahora como una teoría mediadora entre el conduc-tismo y el mentalismo. Al igual que muchos otros, coincidía con Watson en gran parte de su crítica al es-

tructuralismo y acogía de buen grado el estudio de la conducta. Sin embargo, consideraba que la introspec-ción era el método indispensable de la psicología, aunque en determinadas ocasiones pudiese dar problemas.

Los demás comentarios sobre el conductismo realizados en los años anteriores a la Primera Guerra Mun-dial siguieron básicamente las líneas de estas respuestas iniciales: se reconocían los defectos del estructu-ralismo, se admitían las virtudes del estudio de la conducta, pero se defendía la introspección como el sinequa non de la psicología. El estudio de la conducta era simplemente biología; la psicología, para conservarsu identidad, tenía que seguir siendo introspectiva. A. H. Jones (1915) expresaba la opinión de muchos cuan-do escribió: «Podemos tener la plena seguridad de que, sea lo que sea la psicología además, es al menos unadoctrina de la conciencia [awareness]. Negarlo sería como tirar al niño con el agua de la bañera». Titchener(1914) también entendía el estudio de la conducta como biología más que como psicología. Afirmaba que,como los hechos de la conciencia existen, pueden ser estudiados, y ésa es la tarea de la psicología. Aunqueel conductismo podía hacer muchas cosas, como no era psicología en absoluto, no suponía una amenaza parala psicología introspectiva. Frente a las críticas metodológicas, H. C. McComas (1916) planteó una de laspocas críticas de contenido al conductismo de Watson. McComas vio con acierto que el conductismo wat-soniano era una prolongación natural de la teoría motora de la conciencia, y mostró que la identificación quehacía Watson del pensamiento con los movimientos de la laringe era falsa: algunas personas enferman y pier-den la laringe y no pierden por ello su capacidad para pensar.

Sin embargo, a excepción de la crítica de McComas, las reacciones frente al conductismo en los añosanteriores a la Primera Guerra Mundial tendían a afirmar lo mismo: que aunque el estudio de la conducta

era valioso, en realidad se trataba de una forma de biología más que de psicología, ya que, por definición,la psicología era el estudio de la conciencia y por ello no tenía más remedio que emplear la introspeccióncomo método. Aunque la postura de estos críticos era razonable, quienes las defendían no parecían darsecuenta de que Watson podía llegar a redefinir la psicología por completo. Como hemos visto, Watson esta-ba en la cresta de la ola comportamentalista, y si un número suficiente de psicólogos adoptaba su definiciónde psicología, ésta dejaría de ser el estudio de la mente para convertirse en el estudio de la conducta.

Por supuesto, Watson no guardó silencio mientras se debatían sus puntos de vista. A propuesta de uncomité, fue elegido presidente de l a APA en 1916. En su discurso presidencial (1916a) intentó llenar el vacío

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346 HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

más evidente del conductismo: el método y la teoría con los que estudiar y explicar la conducta. Durante al-gunos años había intentado demostrar que el pensamiento no era más que habla implícita, pero no lo habíaconseguido; así que recurrió al trabajo de Karl Lashley -uno de los alumnos de su laboratorio-, que ha-bía estado replicando y ampliando las técnicas de condicionamiento de Pavlov. Watson presentó ahora la in-vestigación con reflejos condicionados como el núcleo del conductismo: el método de Pavlov aplicado a lohumanos sería la herramienta de investigación del conductismo, y la teoría de los reflejos condicionados pro-

porcionaría la base para la predicción y control de la conducta en humanos y animales. En su discurso, Wat-son detallaba cómo podría aplicarse el método de los reflejos condicionados tanto a humanos como a ani-males, y convertirse así en un sustituto objetivo de la introspección. Tampoco se resistía Watson a aplicaresta teoría fuera del laboratorio. En otro artículo de 1916 afirmó que las neurosis no eran más que «trastor-

nos del hábito», generalmente «trastornos de las funciones del habla» (l916b). Vemos de nuevo que el pro-grama de Watson no era sólo científico, sino también social. A pesar de que sólo estaba empezando a estu-diar e investigar los reflejos condicionados, estaba dispuesto a afirmar que el habla y, por tanto, los síntomasneuróticos, no eran sino reflejos condicionados -deficientes adaptaciones de la conducta que podrían co-rregirse mediante la aplicación de principios conductuales-.

Ya hemos visto algunas de las reacciones al manifiesto de Watson. Sin embargo, aparte de una docena

de artículos más o menos, pocos psicólogos o filósofos se ocuparon del tema. No hay que buscar muy lejosla razón. Un manifiesto es una pieza retórica, y si separamos la retórica de Watson de lo que proponía su -tancialmente, vemos que no decía nada nuevo, pero que lo decía en un tono especialmente agresivo. En elcapítulo anterior hemos visto que, en los años siguientes a 1892, el enfoque conductual había ido conqui -tando la psicología lenta y casi inadvertidamente. Lo que hizo Watson fue darle al comportamentalismo unavoz agresiva y un nombre pegadizo, conductismo, por equívoco que se haya vuelto ese nombre desde en-tonces. En su época, pues, el manifiesto no recabó demasiada atención. Los psicólogos de edad más avan-zada ya habían admitido que la psicología debía prestar atención a la conducta (al fin y al cabo, habían sidcellos los que habían impulsado la psicología hacia el comportamentalismo), pero seguían queriendo conser arla misión tradicional de la psicología: el estudio de la conciencia. Los psicólogos más jóvenes, los de la ge-

neración de Watson, ya habían aceptado el comportamentalismo, de modo que aceptaban la posición gene-ral de Watson sin mayor emoción, aunque pudieran rechazar su extremado periferialismo. De modo que emanifiesto del modernismo psicológico de Watson no escandalizó ni inspiró a nadie, porque todos habíanaprendido ya a convivir con el modernismo o estaban ya practicándolo. Watson no inició ninguna revolu-ción, pero sí dejó claro que la psicología ya no era la ciencia de la conciencia. «La psicología tal como la veel conductista» marca sólo el momento en que el comportamentalismo empieza a ascender y a tomar con-ciencia de sí mismo, creando un útil «mito del origen» para los comportamentalistas posteriores. A éstos lesofreció un punto de referencia en la historia de la psicología y una justificación para abandonar un métodintrospectivo que encontraban aburrido y estéril. Pero todo esto habría ocurrido aunque Watson no se hu-

biera hecho nunca psicólogo.

Las variedades de conductismo

Ya en 1922 resultaba evidente que los psicólogos no conseguían entender o formular el conductismde un modo comúnmente aceptado. Un simpatizante de Watson, Walter Hunter (1922), escribió «An O

La definición del conductismo, 1919-1930

Al igual que sucedió con el resto de la psicología, las discusiones en tomo al conductismo se vieron inte-rrumpidas por la Primera Guerra Mundial. Como veremos, la psicología cambió considerablemente coconsecuencia de su implicación en el conflicto bélico. Cuando los psicólogos volvieron a ocuparse del con-ductismo, las bases del debate eran muy diferentes de las previas a la guerra. El valor de la psicología obje-tiva había quedado demostrado con los tests que los psicólogos habían diseñado para clasificar a los solda-dos (véase el Capítulo 13), y este éxito proporcionó a la psicología un público más amplio. Tras la guerrala cuestión ya no era si el conductismo era legítimo, sino qué forma debía adoptar.

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CAPÍTULO 11 El conductismo 347

Letter to the Anti-Behaviorists» [Carta abierta a los anticonductistas] donde defendía una concepción delconductismo exactamente como la que Watson predicaba: la definición de la psicología como el estudio de«las relaciones estímulo-respuesta». Consideraba que las diversas «fórmulas nuevas» que se habían propuestopara el conductismo no eran más que «hijos ilegítimos» que sólo servían para dificultar la comprensión de

lo que el conductismo era. Posteriormente Hunter (1925) intentaría dar un sesgo diplomático al asunto de-finiendo una nueva ciencia, la «antroponomía», la ciencia de la conducta humana. Sin embargo, su nuevaciencia no cuajó, dejando a los psicólogos la tarea de redefinir la psicología de algún modo «conductista»nuevo.

Algunos de ellos, principalmente Albert P. Weiss (p. ej., en 1924) y Zing Yang Kuo (1928), intentaronformular el conductismo como lo había hecho Watson, pero de una manera más precisa. Kuo definió el con-ductismo como «una ciencia de la mecánica que estudia los movimientos mecánicos de los organismos»,sostuvo que «la obligación de todo conductista es describir la conducta igual que el físico describe los mo-vimientos de una máquina». Esta psicología mecanicista y fisiológicamente reduccionista, moderna here-dera de La Mettrie, fue presentada de forma más clara y exhaustiva por Karl Lashley (1890-1958), el alum-

no que había introducido a Watson en el estudio de los reflejos condicionados en animales y humanos.Lashley (1923) escribió que el conductismo se había convertido en un «acreditado sistema de psicolo-

gía», pero que, con su énfasis en «el método experimental», no había conseguido dar con una «formulaciónsistemática» satisfactoria de sus teorías. Dado que el conductismo «se había desviado tanto de la tradiciónpsicológica», se necesitaba una formulación del conductismo más clara. Según Lashley, se habían propues-to tres formas de conductismo hasta el momento. Las dos primeras apenas podían distinguirse como formasde «conductismo metodológico». Reconocían que «los hechos de la experiencia consciente existen, pero noson susceptibles de ningún tipo de tratamiento científico». De acuerdo con Lashley, éste había sido el pun-to de partida del conductismo del propio Watson, pero en última instancia resultaba insatisfactorio porquehacía demasiadas concesiones a l a psicología introspectiva. Precisamente porque reconocía los «hechos de

la conciencia», el conductismo metodológico reconocía también que nunca podría haber una psicología com-pleta y, junto a la ciencia de la conducta, no tenía más remedio que admitir una ciencia o al menos un estu-dio de la mente. En oposición al conductismo metodológico estaba el conductismo estricto (o, como Cal-kins [1921] y Wheeler [1923] lo denominaron, el conductismo radical [Schneider &Morris, 1987]), cu o«extremo» punto de vista consistía en afirmar que los «hechos supuestamente propios de la conciencia noexisten». Esta postura parece poco convincente a primera vista, y Lashley reconocía que no se había pro-puesto con argumentos convincentes. Lashley expresó con claridad su propia opinión:

Pennítanme poner las cartas sobre la mesa. Mi discrepancia con el conductismo no radica en que éste haya ido de-masiado lejos, sino en que ha dudado ..., en que no ha conseguido llevar sus premisas a la conclusión lógica. En mi

opinión, la esencia del conductismo es la creencia de que el estudio del hombre no revelará nada más que lo qu~pueda describirse adecuadamente con los conceptos de la mecánica y la química ... Creo que es posible construiruna psicología fisiológica que plante cara al dualista en su propio terreno ... y que demuestre que sus datos pueden

quedar incorporados en un sistema mecánico ... La explicación fisiológica de la conducta será también una expli-cación completa y precisa de todos los fenómenos de conciencia ... y exigirá que todos los datos psicológico , in-dependientemente de cómo se hayan obtenido, sean sometidos a interpretación física o fisiológica (1923).

Lashley concluyó, en última instancia, que la elección entre conductismo y psicología tradicional sereduce a una elección entre dos concepciones «incompatibles» del mundo: «la científica frente a la huma-nista». Hasta aquel momento se había exigido a la psicología que «diese cabida a las aspiraciones y los ide-

ales humanos». Sin embargo, al igual que «otras ciencias han escapado de esa servidumbre», también la psi-cología debía librarse de «la metafísica y los valores» y «el místico oscurantismo» volviéndose hacia lafisiología. En la fisiología, la psicología puede encontrar principios explicativos que la conviertan en unaciencia natural neutral, capaz de abordar sus «problemas más importantes», sus «cuestiones más interesan-tes y vitales, los problemas de la conducta humana». Entonces sería capaz de retomar los «problemas de lavida diaria» de la «sociología, la educación y la psiquiatría», los campos aplicados que la psicología in-trospectiva había dejado de lado. La fórmula de Lashley era claramente la de La Mettrie: la explicació

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348 HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA

mecanicista y fisiológica de la conducta y la conciencia. También se situaba claramente en la tradición delpositivismo de Comte. Predicaba un imperialismo científico en contra de las humanidades y de las cuestio-nes axiológicas, poniendo en su lugar una tecnología neutral pretendidamente capaz de solucionar los pro-blemas humanos. Lashley, Weiss, Kuo y Watson intentaron definir el conductismo de manera muy estrictasiguiendo una versión conductual del camino a través de la fisiología y casi desmantelando la psicología comodisciplina independiente. Otros psicólogos y filósofos interesados en la psicología consideraron que la de-finición fisiológica reduccionista del conductismo era demasiado limitada y adoptaron una definición másamplia de psicología conductista.

El filósofo neorrealista R. B. Perry (1921) no veía nada nuevo en el conductismo, «simplemente un re-torno a la primitiva concepción aristotélica según la cual mente y cuerpo se relacionan como la actividad ~el órgano». Adoptar el conductismo no suponía negar que la mente desempeñase un papel en la conductasino más bien al contrario: «si se es conductista se considera la mente como algo que interviene» en la de-terminación de la conducta, de modo que el conductismo rescata la mente de la impotencia del paralelismoque le había impuesto la psicología introspectiva. Por su parte, el neorrealista Stephen Pepper (1923) -quehabía estudiado con Perry en Harvard-, aunque también se negaba a identificar el conductismo watsonia-no con el conductismo, contradecía categóricamente a Perry: para Pepper, la tesis central del conductismo

era que la conciencia no desempeña papel causal alguno en la determinación de la conducta, y que el desti-no del conductismo era «conectar la psicología con el resto de las ciencias naturales». Jastrow (1927), pre-sente desde los albores mismos de la psicología en Estados Unidos, no veía nada nuevo en el conductismo.y llamaba «conductistas» a Jarnes, Peirce y Hall. Entender la psicología como el estudio de la conducta eraparte de la «reconstrucción» que se había ido produciendo en psicología a lo largo de los cincuenta años an-teriores. Según Jastrow, confundir el conductismo «radical» de Watson con el conductismo más general ~moderado de la mayoría de los psicólogos estadounidenses era un error.

Cuando se comparan las opiniones de Lashley, Perry, Pepper y Jastrow, se pone claramente de mani-fiesto que «conductismo» era un término de una elasticidad casi infinita. Podía significar reduccionismo fi-siológico o simplemente el estudio de la conducta con métodos objetivos; podía significar una ruptura radi-

cal con el pasado o tener unos origenes muy antiguos; podía significar una concepción de la mente como unagente causal en la determinación de la conducta o el rechazo de semejante concepción. Woodworth (192estaba en lo cierto cuando escribió que «no hay ninguna gran tarea común» que aglutine a todos los pre-tendientes al título de «conductista». Woodworth concebía el «programa fundamental» del conductismo com«el estudio de la conducta, los conceptos de la conducta, las leyes de la conducta y el control de la conduc-ta», no como la «interpretación neuromecánica» de la psicología que hacía Watson. Woodworth observabaque la psicología había comenzado como el estudio no introspectivo de los tiempos de reacción, de la me-moria y de la psicofísica, pero que había sido desviada de su rumbo por Titchener, Külpe y otros en torno z1900. El conductismo -o. como lo hemos definido aquí, el comportamentalismo- era un programa pélf2la psicología, no un método nuevo. La psicología científica estaba destinada a ser comportamentalista; War-

son no había forjado nada nuevo.

¿Seres humanos o robots?

Es de notar que en varios de los artículos favorables al conductismo se planteó un tema que conectael comportamentalismo con su pasado funcionalista y con su futuro en la ciencia cognitiva: la «autórnazzenamorada» de James. Al contrastar el conductismo con el humanismo, Lashley advertía que «la objeciéfinal al conductismo es que no consigue expresar la cualidad personal y vital de la experiencia», una obje-ción «muy evidente en los argumentos de James sobre la "autómata enamorada"». De igual modo, Hun(1923) consideró la posible objeción de James al conductismo: pretende que uno se enamore de un autó-

mata, pero, ¿puede uno enamorarse de verdad de una máquina? Junto con Lashley, que decía que las des-

cripciones de la experiencia «pertenecen al arte, y no a la ciencia», Hunter quitaba importancia a la cues-tión de si uno podía amar a una máquina o ser amado por ella porque esto sólo tiene que ver con«satisfacción estética» de la creencia, no con su verdad científica. B. H. Bode (1918) abordó el problecon mayor detenimiento defendiendo el punto de vista conductista. Bode sostenía que, si se pensaba sobre

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CAPÍTULO 11 El conductismo 349

el asunto, no hay ninguna diferencia significativa entre una enamorada mecánica y una humana, porque nopodrían distinguirse diferencias en su conducta:

Si no hay ningunadiferencia [objetivamenteobservable], entonces está claro que la conciencia de la muchacha es-piritualmente animadaes irrelevantedesdeel punto devista conductual; es unmero fenómeno concomitanteoepi-fenómeno... la última palabra de la explicación la tiene el mecanismo , y el misterio del eterno femenino viene aser del mismo tipo que el misterio de las matemáticas superiores (p. 451).

Por último, un ocítico del conductismo, William McDougall, abordó el tema en términos más moder-nos. El término «robot~ acababa de ser acuñado por Karel Capek en su obra de ciencia ficción R. U.R (Ros-

sum's Universal Robots) [Los Robots Universales de Rossum]. McDougall (1925) entendía que el proble-ma esencial planteado por el conductismo era el de «¿hombres o robots?». El conductismo se basaba en lapremisa de que los humanos no son más que máquinas (robots), pero esa premisa no estaba demostrada. Se-gún Woodworth, estaba por demostrar que los robots pudiesen hacer todo lo que hacen los seres humanos.

El tema del robot o autómata enamorada de James plantea el problema central de la psicología cientí-

fica del siglo xx: ¿se puede concebir a los seres humanos como si fuesen máquinas? Esta cuestión trascien-de todos los sistemas psicológicos desde los tiempos de James (o incluso de La Mettrie), ya que afecta porigual al funcionalismo, al realismo, al conductismo y a la psicología cognitiva. Después del desarrollo delos ordenadores en la Segunda Guerra Mundial, uno de sus creadores plantearía la pregunta de James en tér-minos más intelectuales: ¿Se podría decir que una máquina piensa si pudiera uno hablar con ella y se le pu-diera hacer creer a uno que está hablando con una persona? Y A. M. Turing, seguido por muchos psicólo-gos cognitivos, daría la misma respuesta que Bode: si uno no puede distinguir que se trata sólo de una máquina,entonces es que también nosotros somos sólo máquinas (véase el Capítulo 12). La posibilidad de la autó-mata enamorada entusiasmó a algunos psicólogos, pero a otros, como a James, les produjo repugnancia. Muyprobablemente Lashley estaba en lo cierto cuando entendió que la batalla en tomo al conductismo no era

sólo una batalla entre distintas maneras de practicar la psicología, sino una batalla mucho más profunda en-tre «la explicación mecanicista y la valoración finalista», esto es, entre concebir a los seres humanos comorobots o como agentes con propósitos, valores, esperanzas, miedos y amores.

El conductismo watsoniano posterior

Tras la Primera Guerra Mundial, durante la que sirvió tristemente al ejército elaborando tests para pi-lotos, Watson orientó su investigación y su defensa del conductismo en una nueva dirección. Ahora se ibaa dedicar intensamente a una psicología humana basada en los reflejos condicionados, investigando la ad-quisición de reflejos en los niños. Watson creía que la naturaleza dotaba a los seres humanos con muy po-cos reflejos incondicionados, por lo que la compleja conducta de los adultos se podría explicar sencillamente

como la adquisición de reflejos condicionados durante años de condicionamiento pavloviano. Contraria-mente a los partidarios de la eugenesia, que pensaban que los humanos heredan gran parte de su intelecto,personalidad y moralidad, Watson (1930, p. 94) afirmaba que «no hay tal cosa como la herencia de la ca-

pacidad, el talento, el temperamento, la constitución mental y las características». Por ejemplo, Watsonnegaba que el hecho de que los humanos fuesen diestros o zurdos fuese algo innato. No veía ninguna dife-rencia estructural entre las manos izquierda y derecha de los niños, ni en sus brazos, ni tampoco tenían unafuerza distinta en las distintas manos. Así, aunque seguía intrigándole el hecho de que la mayoría de las per-sonas fueran diestras, achacó la causa al adiestramiento social y afirmó que no pasaría nada malo si se in-tentase volver diestros a los niños aparentemente zurdos. Nada podría ejemplificar mejor el periferalismoradical de Watson: como no podía hallar diferencia periférica alguna en la fuerza y estructura de las manos,llegaba a la conclusión de que no podía haber una ninguna base biológica en el hecho de ser zurdo o dies-tro. Watson dejó totalmente de lado la «misteriosa» corteza cerebral (Watson, 1913b), concibiéndola comoun mero repetidor de los impulsos neuronales. Hoy sabemos que los hemisferios izquierdo y derecho delcerebro humano desempeñan funciones muy diferentes, y de ahí las diferencias entre diestros y zurdos. In-tentar convertir en diestro a un zurdo supone imponerle una tarea muy dura que molesta al niño y le h ~sentirse inferior.

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En cualquier caso, para demostrar la verdad de su no menos radical ambientalismo -«dadme una do-cena de niños sanos ... y dejadme criarlos en mi propio mundo particular. Os garantizo que escogeré a cual-quiera de ellos al azar y lo adiestraré para convertirlo en cualquier tipo de especialista que yo elija: médico,abogado, artista, comerciante e incluso mendigo o ladrón» (Watson, 1930, p. 104)- Watson acudió a lasguarderías para mostrar que los humanos no son más que material plástico esperando a ser moldeado por lasociedad. El más conocido de sus trabajos con niños es «Conditioned Emotional Reactions» [Las reaccio-nes emocionales condicionadas] (Watson &Rayner, 1920). Watson realizó un experimento con un niño co-

nocido como «Albert B.», cuyo objetivo era demostrar que las personas nacen con sólo con unos pocos «ins-tintos» -miedo, ira y respuesta sexual- y que todas las demás emociones son versiones condicionadas deestas emociones incondicionadas. Como estímulo incondicionado (El) para provocar miedo Watson eligióun sonido fuerte producido al golpear una gran barra de metal con un martillo. Anteriormente ya se habíadeterminado que este estímulo era uno de los pocos que asustaban al pequeño Albert. Watson emparejó elsonido con un estímulo condicionado (EC), una rata que a Albert le gustaba acariciar. Ahora, sin embargo,cuando Albert tocaba la rata, Watson golpeaba la barra metálica y, después de repetir esta experiencia sieteveces, el niño daba señales de tener miedo a la rata misma. Watson afirmó haber establecido una «reacciónemocional condicionada», y que este tipo de experimentos eran el prototipo del aprendizaje emocional deun ser humano adulto normal en un entorno normal. Watson creyó haber demostrado que la rica vida emo-

cional del ser humano adulto no era, en el fondo, más que una serie de respuestas condicionadas incorpora-das a lo largo de años de desarrollo. Hay que señalar que las afirmaciones de Watson son discutibles y laética de este experimento cuestionable (E. Samuelson, 1980). Es más, el experimento aparece con frecuen-cia mal descrito en las fuentes secundarias (Harris, 19y9). Pero al menos Watson era coherente: se enamo-ró de una estudiante y colaboradora, Rosalie Rayner (lo que supuso un escándalo que le costó su puesto enla universidad Johns Hopkins en 1920), y le escribió que «todas y cada una de mis células son tuyas indivi-dual y colectivamente», y que todas sus respuestas emocionales «son positivas hacia ti..., al igual que todasy cada una de las respuestas de mi corazón» (citado por Cohen, 1979).

Watson siempre había querido escribir sobre psicología para el público en general. Tras su expulsiónde la universidad en 1920 se convirtió en el primer psicólogo moderno que alcanzó la popularidad (Buckley,1984); por ejemplo, entre 1926 y 1928, escribió en la revista Harper's una serie de artículos sobre la psico-logía humana desde la perspectiva conductista. En ellos empezó a presentar el conductismo como el susti-tuto científico de la psicología mentalista y del psicoanálisis, que anteriormente había captado el interés delpúblico. Según Watson, el psicoanálisis tenía «demasiado poco de ciencia, de auténtica ciencia» como paramerecer seria atención por mucho tiempo, y la psicología tradicional de la conciencia «nunca tuvo ningúnderecho a ser llamada ciencia». Como solía hacer en sus escritos para el gran público, Watson conectaba lapsicología mentalista con la religión, afirmando que «mente y conciencia» no eran más que «remanentesdel dogma eclesiástico de la Edad Media». Según Watson, la mente o el alma era uno de los misterios porcuya invocación «los clérigos -de hecho, todos los curanderos- habían conseguido mantener al pueblobajo control», El psicoanálisis no era más que «un sucedáneo científico de la demonología», y a través deestas «firmes murallas de protección religiosa» la ciencia estaba «abriéndose camino».

Watson desafió a los mentalistas a que «probaran» la existencia de «algo a lo que se pudiera llamarconciencia». En respuesta a un mentalista que afirmó tener vida mental, Watson respondió simplemente:«Sólo tengo tu palabra, sin verificación ni fundamento, de que tienes» imágenes y sensaciones. Así, los con-ceptos del mentalismo seguían siendo «mitológicos, quimeras de la terminología del psicólogo». En lugarde la psicología mentalista tradicional, fantástica y en el fondo religiosa, el conductismo ofrecía una psi-cología positivista y científica de descripciones, predicciones y control de la conducta. Watson afirmaba quela psicología conductista comenzaba con la observación de la conducta de nuestros congéneres y termina-ba produciendo, debidamente codificada por la ciencia, «una nueva arma para controlar al individuo». Wat-son dejó claro el uso social del conductismo: «Podemos convertir por encargo a cualquier hombre, comen-zando desde su nacimiento, en cualquier tipo de ser social o asocial». En otro lugar afirmó (1930): «Forma

parte del trabajo científico del conductista el ser capaz de determinar para qué sirve la maquinaria humanay el ofrecer predicciones útiles sobre sus capacidades futuras siempre que la sociedad necesite este tipo de

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CAPÍTULO 11 El conductismo 351

información». Muy en la línea de la tradición positivista de Comte, el conductismo de Watson rechazabael control religioso y moral de la conducta y pretendía reemplazarlo con el control científico y tecnológicomediante la psicología conductual. El conductismo estaba dispuesto a engranarse con el progresismo.Como el interés de los progresistas radicaba en establecer el control racional de la sociedad por medios cien-tíficos, los políticos progresistas y sus defensores encontraron un aliado en el conductismo, que parecía pro-meter exactamente la tecnología que el progresismo necesitaba para sustituir la anticuada autoridad de latradición.

LA EDAD DE ORO DE LA TEORÍA

En 1930 el conductismo se hallaba ya bien asentado como punto de vista dominante en la psicología expe-rimental. El estilo de Watson había triunfado, y los psicólogos llamaban «conductismo» a ese punto devista, aunque reconocían que el conductismo adoptaba numerosas formas (Williams, 1931). Estaba todo dis-puesto para que los psicólogos elaborasen teorías específicas para la predicción y explicación de la conducta

en el marco de este nuevo punto de vista. El problema principal que abordarían en las décadas siguientes se-ría el del aprendizaje (McGeoch, 1931). El funcionalismo había considerado la capacidad de aprender comoel criterio para determinar si un animal tenía mente, y el conductismo no hizo sino dar aún más relevanciaa este criterio. El aprendizaje era el proceso por el cual animales y humanos se adaptaban al entorno, por elque eran educados y podían ser moldeados por motivos terapéuticos o de control social. Así, no resulta sor-prendente que lo que posteriormente sería considerado como la edad de oro de la teoría en psicología -losaños comprendidos entre 1930 y 1950- fuese la edad de oro de las teorías del aprendizaje más que de lapercepción, el pensamiento, la dinámica de grupos, o cualquier otra cosa.

El otro gran avance de la psicología experimental en estas décadas fue la creciente conciencia de lospsicólogos acerca del método científico adecuado. Como hemos señalado con frecuencia, los psicólogos nun-ca habían estado muy seguros del estatuto científico de su supuesta «ciencia natural», y por tanto siemprehabían intentado dar con algu~a receta metodológica que convirtiese infaliblemente a la psicología en unaciencia. Al denunciar el mentalismo, Watson había afirmado que su error fundamental era el uso de un mé-todo «acientífico» como la introspección, y que la salvación científica de la psicología estaba en el métodoobjetivo que se utilizaba en los estudios animales. El mensaje de Watson caló, pero su propia receta era de-masiado vaga y confusa como para proporcionar algo más que una actitud. En los años treinta, los psicólo-gos se percataron de la existencia de una receta prestigiosa y muy concreta para hacer ciencia: el positivis-mo lógico. La filosofía positivista de la ciencia codificaba lo que los psicólogos ya estaban queriendo hacer,así que éstos aceptaron la receta y determinaron los objetivos y el lenguaje que emplearía la psicología enlas décadas siguientes. Al mismo tiempo, las ideas de los psicólogos fueron tan sutilmente modeladas porel positivismo lógico que sólo hoy puede observarse en qué consistió este proceso.

La psicología y la ciencia de la ciencia

Ya hemos visto cómo el comportamentalismo reflejaba la idea de ciencia elaborada por el positivismo com-teano: sus objetivos eran la descripción, la predicción y el control de la conducta, y sus técnicas debían es-tar al servicio del control social en una sociedad gestionada racionalmente. Sin embargo, el positivismo ini-cial de Comte y del físico Ernst Mach (1838-1916) había cambiado, A principios del siglo xx era evidenteque el exagerado hincapié del positivismo en hablar sólo de lo que podía ser observado directamente, ex-cluyendo de la ciencia conceptos como los de «átomo» o «electrón», era insostenible. Ni la teoría física nila química podían prescindir de estos términos, y los resultados de la investigación confirmaban, aunque fue-

ra indirectamente, la realidad de los átomos y los electrones (Holton, 1978). Por tanto, el positivismo cam-bió, y sus seguidores dieron con el modo de admitir dentro de la ciencia términos que parecían referirse aentidades no observables sin abandonar por ello el propósito fundamental del positivismo de erradicar la me-tafísica del discurso humano, o por lo menos del discurso científico.

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El nuevo positivismo se denominó positivismo lógico porque unía el compromiso empirista del positi-vismo con el aparato lógico de la moderna lógica formal. El positivismo lógico era un movimiento complejoy cambiante, manejado por muchas manos, pero cuya idea básica era simple: se ha demostrado que la cien-cia es el medio más poderoso de la humanidad para comprender la realidad y generar conocimiento, de modoque la tarea de la epistemología debe consistir en explicitar y formalizar el método científico, poniéndolodisposición de nuevas disciplinas y mejorando su aplicación por quienes hacen la ciencia. De este modo, epropósito de los positivistas lógicos era proporcionar una receta formal para hacer ciencia, justo lo que 10_psicólogos creían necesitar. El positivismo lógico comenzó en un reducido círculo de filósofos de Viena in-mediatamente después de la Primera Guerra Mundial, pero no tardó en extenderse por todo el mundo comuna corriente que perseguía la unificación de la ciencia dentro de un gran proyecto de investigación orquestadpor los propios positivistas. El positivismo lógico tenía numerosas características, pero dos de ellas resulta-ron especialmente importantes para los psicólogos que buscaban el «camino de la ciencia» y, en consecuencia.fueron asumidas en los años treinta como talismanes de virtud científica: la axiomatización formal de lasteorías y la definición operacional de los términos teóricos (véase también el Capítulo 1).

Los positivistas afirmaban que el lenguaje científico tiene dos tipos de términos. Los más básicos eranlos términos observacionales, que se referían directamente a las propiedades observables de la naturaleza:

longitud, peso, duración temporal, color, etc. El positivismo anterior había resaltado la observación y habíainsistido en que la ciencia debía utilizar únicamente términos observacionales. Los positivistas lógicos coin-cidían en que la observación constituía la base de la ciencia, pero reconocían que los términos teóricos eranelementos necesarios del vocabulario científico, puesto que añadían explicaciones a las descripciones de lofenómenos naturales. La ciencia sencillamente no podía existir sin términos como «fuerza», «masa», «cam-po» o «electrón». El problema, sin embargo, era cómo admitir el vocabulario teórico de la ciencia como le-gítimo. excluyendo al mismo tiempo la absurda palabrería metafísica y religiosa. La solución a la que lle-garon los positivistas lógicos fue ligar estrechamente los términos teóricos a la firme base de los términoobservacionales, garantizando así su sentido.

Los positivistas lógicos afirmaban que el significado de un término teórico debía consistir en los pro-cedimientos que lo vinculaban a términos observacionales. Así, por ejemplo, «masa» se definiría como elpeso de un objeto al nivel del mar. Un término que no fuese posible definir de este modo debía ser rechaza-do y considerado como un sinsentido metafísico. Este tipo de definiciones recibieron el nombre de «defini-ciones operacionales», siguiendo a Percy Bridgman. un físico que babía propuesto independientemente estamisma idea en 1927.

Los positrvistas lógicos también sostenían que las teorías científicas consistían en axiomas teóricos querelacionaban los términos teóricos entre sí, Por ejemplo. un axioma central de la física newtoniana es «fuer-

za igual a masa por aceleración» (f =m X a). Esta afirmación teórica expresa una supuesta ley científicay puede ser demostrada merced a las predicciones que se pueden derivar de ella. Como cada término tieneuna definición operacional, resulta posible tomar una medida operacional de la masa de un objeto, acele-rarlo a una velocidad medible y luego medir la fuerza resultante generada por dicho objeto. Si la fuerza pre-

dicha coincide con la fuerza medida en el experimento, el axioma se vería confirmado: de no ser así, el axio-ma no se confirmaría y debería ser revisado. Según la concepción positivista de las teorías, éstas explicabanporque podían predecir. Explicar un acontecimiento consistía en mostrar que, combinando sus circunstan-cias antecedentes con alguna ley científica general (covering law), éste se podía haber previsto. Así, paraexplicar por qué un jarrón se rompe cuando cae al suelo se debería demostrar que, dado el peso del jarrón(la masa, definida operacional mente) y la altura desde la que cae (la aceleración en la gravedad terrestre.definida operacionalmente), la fuerza resultante sería suficiente como para romper la estructura de porce-lana del jarrón.

El positivismo lógico formalizó las ideas del positivismo inicial de Comte y Mach. Para ambos, la ob-servación proporcionaba verdades incuestionables (ambas formas de positivismo eran empiristas). Las le-yes de la ciencia no eran más que formulaciones resumidas de experiencias. Los axiomas teóricos eran re-

súmenes complejos de las interacciones de diversas variables teóricas, cada una de las cuales, a su vez, sedefinía completamente en términos observacionales. Para el positivista lógico no importaba que hubiese o

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CAPÍTULO 11 El conductismo 353

no átomos o fuerzas en la realidad; de lo que se trataba era de si tales conceptos podían relacionarse siste-máticamente con observaciones. Así, a pesar de su insistencia aparentemente nada sentimental en creer úni-camente aquello que se puede observar, los positivistas lógicos eran en realidad idealistas románticos (Brush,1980) para quienes las ideas -sensaciones, términos observacionales- eran la única realidad última. Sin

embargo, el positivismo lógico parecía disponer de una receta para hacer ciencia en cualquier campo de es-tudio: en primer lugar, definir operacional mente los términos teóricos, ya sea «masa» o «hambre»; en se-gundo lugar, formular la teoría como un conjunto de axiomas teóricos de los que se puedan derivar predic-ciones; en tercer lugar, llevar a cabo experimentos para probar las predicciones, empleando definicionesoperacionales para vincular la teoría y las observaciones; y por último, revisar la teoría en función de lo queindiquen las observaciones.

Como el positivismo lógico había investigado la ciencia y había presentado sus resultados de una for-ma lógica explícita, S. S. Stevens (1939), el psicólogo que llevó las definiciones operacionales a la psicolo-gía (Stevens, 1935a,b), lo llamó «la ciencia de la ciencia», el punto de vista que por fin parecía hacer de lapsicología una «ciencia natural incuestionable» (como Watson quería) incluida, junto a las demás las cien-

cias, en el esquema de «la unidad de las ciencias» ideado por los positivistas lógicos. Los psicólogos en-contraban apasionante el operacionalismo, porque prometía terminar de una vez por todas con las estérilesdiscusiones sobre la terminología psicológica. ¿Qué significa «mente»? ¿Y «pensamiento sin imágenes»?¿Y «Ello»? Como señaló Stevens (1935a), el operacionalismo era «la revolución que acabaría con la posi-bilidad de cualquier otra revolución». El operacionalismo sostenía que los términos que no pudiesen defi-nirse operacionalmente carecían de sentido científico, y que los términos científicos podían obtener defini-ciones operacional es en las que todo el mundo estuviera de acuerdo. Es más, la revolución del operacionalismoratificó la pretensión del conductismo de ser la única psicología científica, porque sólo el conductismo eracompatible con la exigencia operacionalista de que los términos teóricos se definiesen por su conexión contérminos observacionales (Stevens, 1939). En psicología, esto significaba que los términos teóricos no po-dían referirse a entidades mentales, sino sólo a clases de conducta. De ahí que la psicología mentalista nofuese científica y tuviese que ser sustituida por el conductismo.

A finales de los años treinta el operacionalismo era ya un dogma arraigado en la psicología. SigmundKoch, que en 1950 apostató de la fe operacionalista, escribía en su tesis doctoral de 1939 que «casi todoslos alumnos de segundo año de'psicología saben que no es correcto referirse a una "definición" si no es acom-pañándola del adjetivo "opera ional"». En el operacionalismo residía la salvación de la psicología: «Ama-rra los constructos que aparecen en tus postulados a un campo de hechos científicos [mediante definicionesoperacional es] y sólo entonces obtendrás una teoría científica» (Koch, 1941).

En un plano profesional más elevado, el presidente de la APA coincidía con Koch. John F. DashielI (1939)señalaba que la psicología y la filosofía volvían a reunirse, pero no para que los filósofos estableciesen laagenda de la psicología -pues de esa tiranía ya había logrado ésta «emanciparse»-, sino para desarrollarlos métodos científicos apropiados. En este «acercamiento» de la filosofía y la psicología destacaban dosideas de los positivistas lógicos. Una era el operacionalismo; la otra, la exigencia de que las teorías cientí-ficas sean conjuntos de axiomas formulados matemáticamente. Dashiell elogiaba a un psicólogo por cum-plir este segundo requisito. En «el mismo tono positivista (que el operacionalismo), Hull nos insta a volverla mirada sobre el carácter sistemático de nuestro pensamiento» mediante la elaboración una teoría axiomáticarigurosa. La admiración de Dashiell por Clark L. Hull como el principal positivista lógico entre los psicó-logos estaba, como veremos, equivocada. Hull era mecanicista y realista, y creía en la realidad fisiológicade sus términos teóricos. Sin embargo, la opinión de Dashiellllegó a ser más tarde un mito para los psicó-

logos, una creencia consoladora en que, aunque los detalles concretos de sus teorías fuesen erróneos, Hully E. C. Tolman habían puesto con firmeza a la psicología en el camino de la ciencia tal como los positivis-tas lógicos lo habían definido. La auténtica naturaleza de las teorías del aprendizaje de Tolman y Hull si-guió sin ser claramente entendida durante décadas, y no sólo por los demás psicólogos, sino incluso por losmismos Hull y Tolman. Al margen de sus defectos y de la distorsión que produjo en la comprensión de lasideas de Tolman y de Hull, no hay duda de que el positivismo lógico se convirtió en la filosofía oficial de laciencia para la psicología hasta, por lo menos, los años sesenta.