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Las 36 preguntas que pueden hacer que dos personas se enamoren fast track · HOY 14:01 TENDENCIAS COMPARTE EN FACEBOOK COMPARTE EN TWITTER 24 Los psicólogos en ocasiones sienten que pueden manipular la mente de sus sujetos de estudio desde lo más básico –como pueden ser las respuestas conductuales pavlovianas– hasta lo más sublime –como puede ser el enamoramiento (en su visión determinista, somos apenas más complejos que ovejas). Desde Platón a Hollywood, creemos que al enamorarnos hay algo tan especial que vemos la marca del destino y pensamos que la

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Las 36 preguntas que pueden hacer que dos personas se enamoren fast track· HOY 14:01TENDENCIAS

 

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Los psicólogos en ocasiones sienten que pueden manipular la mente de sus sujetos de estudio desde lo más básico –como pueden ser las respuestas conductuales pavlovianas– hasta lo más sublime –como puede ser el enamoramiento (en su visión determinista, somos apenas más complejos que ovejas). Desde Platón a Hollywood, creemos que al enamorarnos hay algo tan especial que vemos la marca del destino y pensamos que la persona de la que nos enamoramos no podría ser otra. ¿Pero en realidad es así?

Un famoso experimento realizado hace más de 20 años por Arthur Aron ha resurgido luego de que la escritora Mandy Len Catron fue su propia conejilla de indias y puso en práctica el

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cuestionario para intentar generar “el amor en el laboratorio” (más sobre el interesantísimo experimento de Mandy aquí). El experimento original había aclamado lograr hacer que dos extraños se enamoraran sólo contestando un íntimo cuestionario.

A continuación presentamos las erógenas preguntas de Arthur Aron. Si hay algo que las caracteriza es que colocan a la pareja de voluntarios en una situación de gran vulnerabilidad, de alguna manera desnudando su alma. De cierta forma, sugiere este cuestionario, el amor es simplemente ser tú mismo con alguien y acaso no juzgarlo, sólo estar, compañía al filo de la existencia. Quizás porque pasamos tanto tiempo protegiéndonos de lo que pueden pensar los demás, alimentado el ego y suponiendo que si nos mostramos como somos no seremos suficientemente buenos para aquellos que deseamos, cuando nos desarmamos algo casi mágico ocurre. El cuestionario busca revelar el ser, lo más profundo, por eso incluye preguntas relacionadas con la muerte (la otra cara del amor). Claro que el cuestionario, para funcionar, suponemos, necesita de que los voluntarios contesten con sinceridad –de otra forma es muy posible que este proceso de enamoramiento fuera frenado (una persona sensible se daría cuenta de la farsa) o se crearía un extraño artificio.

Set I

1. Si pudieras elegir a cualquier persona en el mundo… ¿A quién invitarías a cenar?

2. ¿Te gustaría ser famoso? ¿De qué forma?

3. Antes de hacer una llamada de teléfono, ¿ensayas lo que vas a decir? ¿Por qué?

4. Para ti, ¿cómo sería un día perfecto?

5. ¿Cuándo fue la última vez que cantaste para ti mismo? ¿Y para alguien más?

6. Si pudieras vivir hasta los 90 años y tener o el cuerpo de alguien de 30 años o la mente de alguien de 30 años durante los últimos 60 años de vida, ¿cuál de los dos elegirías?

7. ¿Tienes una corazonada sobre cómo vas a morir?

8. Di tres cosas que creas que tienes en común con tu interlocutor.

9. ¿Por qué aspecto de tu vida te sientes más agradecido?

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10. Si pudieras cambiar algo de la forma en la que te educaron, ¿qué sería?

11. Cuéntale la historia de tu vida con todo el detalle posible en cuatro minutos a tu interlocutor.

12.  Si mañana te pudieras levantar disfrutando de una habilidad nueva, ¿cuál sería?

Set II

13. Si una bola de cristal te pudiera decir la verdad sobre ti mismo, tu vida, tu futuro, o cualquier otra cosa ¿qué es lo que le preguntarías?

14. ¿Hay algo que hayas deseado hacer desde hace mucho tiempo? ¿Por qué no lo has hecho ya?

15. ¿Cuál es el mayor logro que has conseguido en tu vida?

16. ¿Qué es lo que más valoras en la amistad?

17. ¿Cuál es tu recuerdo más valioso?

18. ¿Cuál es tu recuerdo más doloroso?

19. Si supieras que en 1 año vas a morir de manera repentina, ¿de qué forma cambiaría la vida que llevas ahora? ¿Por qué?

20. ¿Qué significa la amistad para ti?

21. ¿Qué importancia tiene el amor y el afecto en tu vida?

22. Comparte alguna característica que consideres positiva de tu interlocutor. Háganlo cinco veces cada uno.

23. ¿Qué tan cercana y cariñosa es tu familia? ¿Crees que tu infancia fue más feliz que la de los demás?

24. ¿Cómo te sientes respecto a la relación que te une a tu madre?

Set III

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25. Haz cuatro frases verdaderas con la palabra “nosotros”. Por ejemplo, “Nosotros nos dos estamos en esta habitación sintiendo…”.

26. Completa esta frase: “Ojalá tuviera alguien con quien compartir…”.

27. Si te vas a convertir en un amigo cercano a tu interlocutor, por favor, comparte con él o con ella qué sería importante que supiera.

28. Dile a tu interlocutor qué es lo que más te ha gustado de él o ella. Sé muy honesto, no digas las típicas cosas que dirías a alguien a quien acabas de conocer.

29. Comparte con tu interlocutor un momento que te causara gran vergüenza.

30. ¿Cuándo fue la última vez que lloraste delante de alguien? ¿Y tú solo?

31. Cuéntale a tu interlocutor algo que te guste de ustedes dos.

32. ¿Hay algo que te parezca demasiado serio de lo que reírse o hacer bromas?

33. Si fueras a morir esta tarde sin posibilidad de decírselo a nadie, ¿qué te arrepentirías de no haber dicho en vida a alguien en concreto? ¿Por qué no se lo has dicho hasta ahora?

34. Tu casa se incendia. Después de de salvar a tus seres queridos y a tus mascotas, tienes tiempo de salvar un solo objeto. ¿Cuál salvarías? ¿Por qué?

35. De todas las personas que forman tu familia, ¿qué muerte te parecería más dolorosa? ¿Por qué?

36. Comparte un problema personal y pídele a tu interlocutor que te cuente cómo habría actuado él o ella para solucionar esa situación.  También, pregúntale cómo cree que te sientes respecto al problema que has contado.

Fuente

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Es posible enamorar y enamorarse de cualquier persona (pero sólo si el amor es fundamentalmente acción)A PARTIR DE UN EXPERIMENTO PSICOLÓGICO DE MEDIADOS DE LOS 90, LA ESCRITORA MANDY LEN CATRON PROBÓ CON ELLA MISMA LA POSIBILIDAD DE ENAMORARSE DE CUALQUIER PERSONA; AL FINAL DESCUBRIÓ QUE, EN EFECTO, EL AMOR ES UN MISTERIO, PERO NO EN EL SENTIDO EN QUE USUALMENTE PENSAMOS

POR: JUAN PABLO CARRILLO HERNÁNDEZ - 14/01/2015 A LAS 22:01:57

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Rest Energy, Marina Abramović (con Ulay, 1980)

“Haz esto para enamorarte de cualquiera”. Ese es el título de un artículo de Mandy Len Catronpublicado esta semana en The New York Times. En una primera impresión podría pensarse que se trata, más bien, de contenido propio de esas revistas que colman a las mujeres con consejos sobre su cuerpo y su belleza, un artículo deCosmopolitan o Vanidades.

Sin embargo no es así y, de hecho, si leemos con atención, tampoco podría serlo. El título no promete al lector o lectora un método para enamorar o enamorarse de alguien en específico sino exactamente lo opuesto: enamorarse de cualquier persona.

Desde su título, el artículo es un desafío. En términos generales, la idea dominante sobre el amor dicta que este es una suerte de hecho extraordinario, un suceso que irrumpe y disloca, un evento improbable en donde la casualidad y la coincidencia se combinan menos matemática que subjetiva y pasionalmente (y sabemos bien que las pasiones vuelven impredecibles los actos humanos). ¿Pero qué tanto esa idea es más bien una idealización, una romantización imaginaria e inexistente?

Len Catron recupera un cuestionario más o menos conocido en psicología que Arthur Aron elaboró hace un par de décadas. El trabajo de Aron podría leerse como una desmitificación del amor o, de otra manera, como un tratamiento científico o experimental al fenómeno. El artículodel psicólogo de la Universidad Estatal de Nueva York se volvió emblemático porque, por un lado, concluyó que bastaban 45 minutos para enamorarse de

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una persona pero, sobre todo, porque propuso un modelo de entrevista recíproca de 36 preguntas diseñada para propiciar dicho enamoramiento.

Esa “small-talk” está dividida en tres apartados de igual número de interrogantes. En primer lugar hay un atisbo a los hábitos de la otra persona y la significación cotidiana de estos, las siguientes preguntas se dirigen un poco más hacia la memoria y, finalmente, la última sección indaga sobre las experiencias personales.

La división no es del todo estricta y más bien esos tres elementos —la vida diaria, los recuerdos, las experiencias— atraviesan ocasionalmente todo el cuestionario. En todos los casos hay una intención clara de profundizar, de fomentar la intimidad. Visto desde otra perspectiva, podría decirse que las preguntas de Aron están diseñadas para llevar a una persona hacia su zona vulnerable en tanto se encuentra con alguien más. Sólo que no se detuvo ahí, sino que agregó también la reciprocidad: los dos involucrados tienen que responder las mismas preguntas. No una obligación, sino un compromiso. De este modo, la ecuación estaba formada.

La hipótesis, como se ve, es que con las preguntas adecuadas, en una plática de casi 1 hora sería posible conseguir intimidad y confianza, los dos elementos que determinan el enamoramiento, con un añadido de afinidades, a decir de Aron y sus colegas. Según nos cuenta Len Catron, cuando Aron realizó la prueba, el hombre y la mujer que en su laboratorio respondieron a las preguntas, desconocidos entre sí hasta ese momento, terminaron casados 6 meses después.

Len Catron experimentó consigo misma aunque, como ella misma acepta, variando un poco las circunstancias originales. El lugar de encuentro con un hombre fue un bar y no un laboratorio y, por otro lado, el otro sujeto de experimentación no era un total desconocido, sino un compañero de universidad a quien ubicaba más o menos de vista.

Al narrar lo que aconteció en ese momento, la también escritora se compara con la rana de otro experimento célebre que no sintió cómo subía la temperatura del agua donde se encontraba hasta que fue demasiado tarde. En este caso el agua caliente fue la vulnerabilidad de cada uno, la cual se presentó de súbito en un grado al que difícilmente accedemos en la vida diaria y casi nunca con personas desconocidas.

En este punto cabe destacar una observación de la escritora a propósito del proceso que suscita el cuestionario de Aron. Según Len Catron, “todos tenemos narrativas de nosotros mismos que ofrecemos a extraños y conocidos” cuando esto se hace necesario, sin embargo, por el tipo de respuestas que se necesitan, dicha historia armada se revela insuficiente y quizá inútil. En una cita con alguien con quien nos encontramos por primera vez es sencillo decir en qué trabajamos o qué películas son nuestras favoritas pero, ¿qué

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pasa cuando una de esas preguntas que se nos pide responder indaga sobre el suceso más gracioso que vivimos cuando éramos niños? Eso, por decirlo de alguna manera, está fuera del guión y quizá por eso mismo da cuenta de lo que somos al tiempo que nos saca un poco del personaje que asumimos para funcionar en la vida.

Len Catron y su compañero contestaron las preguntas en 90 minutos. “No estuvo tan mal”, dijo ella al terminar, “Definitivamente menos incómodo de lo que hubiera sido mirarse uno a otro fijamente”. Él respondió algo inesperado: “¿Crees que deberíamos hacer eso también?”. Acto seguido ambos se encaminaron a un puente cercano y, como si se tratara de la secuencia central de una película romántica, se miraron durante 4 minutos.

Ya sé que los ojos son la ventana del alma o como sea, pero el quid real del momento fue no sólo mirar realmente a alguien, sino que al mirar realmente a alguien me miraba a mí.

Ahí, el terror, como la propia Len Catron lo califica. El terror primero de descubrirse en la mirada del otro. Quizá no por casualidad uno de los   performances   más notables  de Marina Abramović, una artista en quien la exploración del amor ha sido una constante de su obra, implica justamente el mirar a otra persona sin nada de por medio —un nada que fácilmente se convierte en todo. El terror, también, de esto: “Es como estar enamorado: dar a alguien el poder de herirte y confiar (o esperar) que no lo haga” (Marina Abramović, Rest Energy).

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El academicismo o cientificismo lleva a Len Catron a explicar lo sucedido. A decir que el ojo es menos una ventana a cualquier lugar que un cúmulo de células útiles. Y si bien esto suena a cierta resistencia, en su racionalización se da cuenta de algo importante: “Lo que me gustó de este estudio es cómo supone que el amor es una acción”.

La mayoría de nosotros piensa que el amor es algo que nos sucede. Caemos en él. Somos flechados. […] El amor no nos sucede. Nos enamoramos porque cada uno toma la decisión de estarlo.

La postura final de Len Catron es ambigua. Acepta que el experimento tuvo que ver en el enamoramiento suscitado por el hombre con quien lo hizo, pero también considera que “de cualquier forma pudo haber sucedido”, como si a pesar de todo no pudiera resistirse a conceder la posibilidad del misterio. Sólo que no se trata del misterio habitual que ha rodeado la idea y la realidad del amor durante siglos. Si Len Catron acude a la ciencia y sus métodos sería un poco incoherente que al final los soltara. Su reivindicación es sutil. Nos hace ver que probablemente el amor sea un misterio, pero no uno que nos sea ajeno, sino uno que nosotros suscitamos, un misterio que pertenece a este mundo y toca nuestras vidas y que por eso mismo estamos obligados a experimentar —en todos los sentidos posibles.

Twitter del autor: @saturnesco