La llegada de los tres

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Después de enfrentarse con el hombre de negro al final de «El pistolero»,Roland se despierta febril y debilitado en una playa. Al caer la noche leatacan unos seresmonstruosos que salen delmar. Para eludirlos, Rolandpuede huir de la playa por tres salidas, tres puertas. Todas le llevarán aNuevaYork,peroentresmomentosdistintos;además,alotroladodecadaunadeellasRolandtendráqueatraeraunapersona.NecesitaaestastrespersonasparaseguiradelanteensubúsquedadelaTorreOscura:enelaño1987encuentraaEddieDean,heroinómanodesesperado;en1964aOdettaHolmes, laDamade lasSombras, heredera afroamericanaque perdió suspiernasenunaccidenteenelmetro;finalmente,en1977,daconJackMort,lapropiamuerte.¿Seránelloslosqueformaránsuka-tet?

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StephenKing

LallegadadelostresLatorreoscuraII

ePUBv1.0bane11.07.11

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Títulooriginal:TheDarkTowerII:theDrawningoftheThreeTraducción:CeciliaAbsatz©1987,StephenKing©1992,EdicionesB,S.A.

1ºediciónenestacolección:mayo1992

LapresenteediciónespropiedaddeEdicionesB,S.A.CalleRocafort,104-08015Barcelona(España)

PrintedinSpainISBN:84-406-3014-XDepósitolegal:B.t7.506–1992ImpresoporLITOGRAFÍAROSÉS

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ADonGrant,quesearriesgóconestosrelatos,

unoporuno

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RESUMENDELVOLUMENANTERIORELPISTOLERO

La llegada de los tres es el segundo volumen de un largo relato llamadoLatorreoscura, inspirado en un poema narrativo de Robert Browning (y en cierto mododependientedeél),queasuvezdebesuorigenaElreyLear.

Elprimervolumen,Elpistolero,narracómoRolando,elúltimopistolerodeunmundoque«sehamovido»,consiguedaralcancealhombredenegro,unhechiceroal que ha perseguido durante largo tiempo, aunque todavía ignoramos cuántoexactamente.Elhombredenegroresultaseruncolega llamadoWalter,quienfingehabersidoamigodelpadredeRolandoenaquellostiemposenqueelmundoaúnnosehabíamovido.

ElobjetivodeRolandonoesestacriaturasemihumana,sinolaTorreOscura:elhombredenegro—ymásconcretamente,loqueelhombredenegrosabe—essóloelprimerpasoenelcaminoquellevaaeselugarmisterioso.

¿QuiénesRolandoexactamente?¿Cómoerasumundoantesdemoverse?¿CómoeslaTorreyporquélapersigue?Sólotenemosrespuestasfragmentarias.Rolandoesunpistolero,unaespeciedecaballeroandante,unode losencargadosdeconseguirquenocambieesemundoqueélmismorecuerdacomo«llenodeamorydeluz»,quenosigamoviéndose.

SabemosqueaRolandoseleimpusounatempranapruebadehombríacuandosedescubrióquesumadresehabíaconvertidoenamantedeMarten,unhechiceromásimportante queWalter (con quien, sin saberlo el padre deRolando, estaba aliado);sabemos que Marten ha propiciado que Rolando descubriera su relación con sumadre, en espera de que falle en la prueba y sea enviado al Oeste; sabemos queRolandosuperalaprueba.

¿Quémássabemos?Queelmundodelpistoleronoesdeltododistintoalnuestro.Hansobrevividoartilugioscomolossurtidoresdegasolinayalgunascanciones(HeyJude, por ejemplo, o esa tonadilla que reza: «Trigal, trigal, la fruta musical...»);también algunas costumbres y rituales extrañamente parecidos a aquellos queconcebimosennuestrarománticavisióndelOesteamericano.

Yhayuncordónumbilicalqueconectadealgunamaneranuestromundoconeldelpistolero.Enunaestaciónsituadaenuncaminodediligenciasabandonadodesdehace tiempo enmedio del enorme y estéril desierto, Rolando se encuentra con unchicollamadoJake,quienhamuertoennuestromundo.Unchicoalque,dehecho,elubicuo(einicuo)hombredenegrohaempujadoenunaesquina.LoúltimoqueJakerecuerdade sumundo (denuestromundo), cuando ibaal colegioconunabolsadelibrosenunamanoysudesayunoenlaotra,eselmomentoenqueloaplastaronlasruedasdeunCadillac,causándolelamuerte.

Antes de que den alcance al hombre de negro, Jake vuelve amorir... esta vez

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porqueelpistolero,enfrentadoalasegundaelecciónmásagónicadesuvida,decidesacrificaraestehijosimbólico.ObligadoaescogerentrelaTorreyelchico,talvezentrelasalvaciónylacondena,RolandoescogelaTorre.

«Ve entonces—le dice Jake antes de despeñarse por el abismo—. Hay otrosmundosapartedeéste.»

La confrontación final entre Rolando y Walter transcurre en un Gólgotapolvorientodehuesosputrefactos.ElhombredenegrolecuentaaRolandosufuturocon una baraja de cartas de Tarot. La profecía de la cartas muestra a un hombrellamado el Prisionero, a la Dama de las Sombras y a una figura oscura que essimplementelaMuerte(«Peronoparati,pistolero»,lediceelhombredenegro),queseconviertenen temadeeste segundovolumen,el segundopasodeRolandoenellargoydurocaminohacialaTorreOscura.

El pistolero termina con Rolando sentado en una playa del mar del Oeste,contemplandolapuestadesol.Elhombredenegroestámuertoyelfuturodelpropiopistoleronoparececlaro.Lallegadadelostresempiezaenesamismaplaya,menosdesietehorasdespués.

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PRÓLOGO:ELMARINERO

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El pistolero se despertó de un sueño confuso que parecía consistir en una solaimagen: ladelmarinerode labarajadeTarotcon laqueelhombredenegrohabíaadivinado(ohabíafingidoadivinar)sufuturo.

«Seahoga,pistolero—decíaelhombredenegro—.Ynadieleechauncabo.Elniño.Jake.»

Peronoeraunapesadilla.Eraunbuensueño.Erabuenoporquequienseahogabaeraélmismo,yporlotantonoeraRolandosinoJake,locualrepresentabaunalivio.EramejorahogarsecomoJakequevivircomoRolando,unhombreque—porunfríosueño—habíatraicionadolaconfianzadeunniño.

«Bien, de acuerdo, me ahogaré—pensómientras oía el fragor del mar—.Meahogaré.»Peronosonabaamarabierto,sinoalcrujirdelaguaentreguijarros.¿Eraélelmarinero?Ysiloera,¿porquéestabatancercadelatierra?

Y,enrealidad,¿noestabaenlatierramisma?Elaguaheladainvadiólasbotasylesubióporlaspiernashastaelvientre.Enese

momento, abrió los ojos. Lo que le había sacado del sueño no era el frío en laspelotas,queahorasentíacomosisehubieranreducidoal tamañodedosnueces,nisiquieralamonstruosidadquehabíaasuderecha,sinoelpensarenlosrevólveres.Y,todavía más importante, en las balas. Era fácil desmontar, secar y engrasar unrevólver mojado; en cuanto a las balas, como las cerillas, nadie sabía si una vezmojadaspodíanvolverautilizarse.

Lamonstruosidadquesearrastrabacercadeéldebíadehabersidollevadahastaallíporalgunaola.Empujabacondificultadsucuerpoempapadoybrillantesobrelaarena.Mediríacincuentacentímetros,yestabaaunadecenademetrosdedistancia.MiróaRolandoconojosgelatinososdegrandesórbitas.Supicolargoycerradoseabrióybrotódeélunsonidoque teníaunalucinanteparecidocon lavozhumana:claras y casi desesperadas preguntas en una lengua extraña. «¿Pica chica? ¿Dumachuma? ¿Dada cham? ¿Deda chek?» El pistolero sabía cómo eran las langostas.Aquellonoloera,aunquelalangostafueralaúnicacriaturaquepudieraparecérselevagamente. No parecía temerle. El pistolero no sabía si era peligrosa. No lepreocupabasupropiaconfusiónmental,suincapacidadpararecordardóndeestabaycómohabía llegadohastaallí, sihabíaatrapadodeverdadalhombredenegroositodo había sido un sueño. Sólo sabía que debía apartarse del agua antes de que semojaranlasbalas.

Oyóel rechinaryel rugirdelaguaydesvió lamiradade lacriatura(queahoraestaba parada y alzaba las pinzas que había usado para arrastrarse, con lo queadoptabalaabsurdaposturadeunboxeadorantesdelcombate,posturaque,talcomolehabíaexplicadoCort,sellamabadelHonor)hacialaespumaquerompíajuntoaél.

«Ha oído la ola—pensó el pistolero—. Sea lo que sea, tiene oídos.» Intentólevantarse,perolaspiernas,tandebilitadasqueapenaslassentía,sedoblaronbajoel

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pesodesucuerpo.«Todavíaestoysoñando»,pensó.Peroinclusoensuestadodeconfusiónerauna

posibilidaddemasiadotentadorapararesultarverosímil.Intentólevantarsedenuevoy estuvo a punto de conseguirlo, pero volvió a caer.Otra ola rompía.Ya no habíatiempo.Teníaquearreglárselasparamoversedelmismomodoquelacriaturadesuderecha.Clavólasmanosenelsueloyempujóconlosriñoneshaciaelmontículodeguijarrosquehabíamásarriba,alejándosedelaola.

Noavanzólosuficienteparaevitarelagua,perosílonecesarioparaconseguirsupropósito.Laolanotocómásquesusbotas.Lellegócasihastalasrodillasantesderetirarse.«Alomejorlaanteriortampocohallegadotanlejos.Alomejor.»

Lamedialunailuminabaelcielo.Aunquelatapabaunacapadeniebla,emitíalasuficienteluzparaqueélsedieracuentadequelaslangostaserandemasiadooscuras.Losrevólveres,cuandomenos,sehabíanmojado.Nopodíasabersimuchoopoco,nisilasbalasqueocupabanloscilindros—asícomolasquequedabanenloscintos—sehabíanmojadotambién.Antesdecomprobarlo,teníaquealejarsedelagua.Teníaque...

«¿Dedachek?»Sonabamáscerca.Preocupadoporelagua,sehabíaolvidadodelacriaturaarrastradaporlaola.Miróasualrededorycomprobóqueyaestabaapenasamediometrodedistancia.Tenía laspinzasclavadasen laarenaentremezcladadeguijarros y conchas, siempre empujando el cuerpo. Se alzó sobre las patas,pareciendoporunmomentocomounescorpión,peroRolandonovioaguijónalgunoalfinaldelcuerpo.

Otraola,muchomássonoraestavez.Deinmediato,lacriaturaseparóylevantólaspinzasenaquellaparticularversióndelaposturadelHonor.

Estaolaeramayor.Rolandoempezóaarrastrarsedenuevoy,cuandoapoyólasmanos, la criatura de las pinzas se lanzó con una velocidad que contradecía susanteriores movimientos. El pistolero sintió como una llama de dolor en la manoderecha,peronoteníatiempoparapensarenello.Tomóimpulsoconlostaconesdelaspesadasbotas,tiróconlasmanosyconsiguióalejarsedelaola.

«¿Dica chica?» Aquella monstruosidad preguntaba con su clara voz, como sidijera:«Ayúdame.¿Novesqueestoydesesperada?»Rolandovioquelasfalangesdesus dedos índice y corazóndesaparecían en el pico abierto de la criatura.Volvió alanzarlaspinzasyRolandolevantólamanodoloridajustoa tiempoparasalvarlosdedosquelequedaban.

«¿Dumachuma?¿Dadacham?»El pistolero consiguió levantarse. La criatura le rasgó los tejanos empapados,

siguió abriéndose paso a través de las botas—de piel suave, pero duras como elhierro—ydesgarróunpedazodecarnedelapantorrilla.

Rolandobajólamanoderechay,cuandosediocuentadequelefaltabandosde

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losdedosnecesariosparaloquepretendíahacer,lapistoladescansabayaenelsuelo.Lamonstruosidadlapicoteócongula.—¡No,hijadeputa!—gritóRolando.Ylediounapatada.Era como darle patadas a una roca. A una roca quemordía. La bestia picó la

punterade labotaderechadeRolando, se llevó casi todo el pulgary le arrancó labotaentera.

Elpistoleroseagachó,recogióelrevólver,selevolvióacaer,maldijoyporfinconsiguiórecuperarlo.Loqueantañoeratanfácilquenisiquierarequeríaelmenorpensamiento,sehabíaconvertidoahoraenunaespeciedejuegomalabar.

Lacriaturasecebabaenlabotadelpistolero,desgarrándolasincesardeplantearsus preguntas. Llegó una ola hasta la playa y la espuma cubrió su parte superior,haciendo que pareciera pálida y muerta en la brumosa luz de la media luna. Lalangostruosidadabandonólabotayalzólaspinzasensuposturadeboxeador.

Rolando desenfundó con lamano izquierda y apretó el gatillo tres veces.Clic,clic,clic.

Almenos,habíaaveriguadoyaloqueleshabíapasadoalasbalasdelarecámara.Desenfundóelrevólverdelaizquierda.Paradevolverelotroalafundatuvoque

dirigirelcañónhaciaabajoconlamanoizquierdayluegosoltarlo.Lasangrecubríalasempuñadurasdemaderayhierro,igualquemanchabalafundaylosviejostejanosalosqueéstaibaatada.Brotabadelosmuñonesqueteníaahoraenlugardededos.

Eltullidopieizquierdoestabatodavíataninsensiblequenoledolía,perolamanoderecha era un fuego ardiente. Los fantasmas de sus dedos, llenos de talento ylargamente entrenados, convertidos ahora en jugos digestivos en las entrañas delanimal,gritabanqueseguíanallí,queardían.

«Preveogravesproblemas»,pensóelpistolero.Laolaseretiró.Elbichobajólaspinzas,abrióunlimpioagujeroenlabotadel

pistoleroydecidióquesuportadoreramuchomássabrosoqueaquellapiezadepielyamediogastada.

«¿Duda chuma?», preguntó, y se lanzóhacia él con sorprendente velocidad.Elpistoleroseretiró,aunqueapenassentíalaspiernas,ysediocuentadequelacriaturadebíadetenerciertainteligencia:sehabíaaproximadoaélconcautela,acasodesdeunalargadistancia,alnosaberquéeraélydequéeracapaz.Siaquellaolafuertenolehubieradespertado,labestialehabríadesgarradolacaramientrasélsehallabaenlo más profundo del sueño. Ahora, había decidido que no sólo era sabroso, sinotambiénvulnerable;presafácil.

Estabayacasiencimadeél,unserdemediometrodelargoyunpalmodealtura,una criatura que podía pesar noventa kilos, dominada por la misma obsesióncarnívoraqueDavid,elhalcónqueélhabíaposeídoensuinfancia.Sóloqueaquellono teníanadade la lealtaddeDavid.El tacónde labotadelpistolerodio conuna

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piedraquesobresalíaentrelaarenaytropezó,apuntodecaer.«¿Dodachoc?»,preguntólabestia,casisolícita,ymiróalpistoleroconaquellos

ojosprominentesybailarines,altiempoquelaspinzasseacercaban...EntoncesllegóotraolaylaspinzassealzarondenuevopararepresentarlaposturadelHonor.Nosemovíanniunapizca,yelpistolerosediocuentadequesuquietudrespondíaalruidodelaola,queyaempezabaaromper.

Diounpasoatrásyseinclinójustocuandolaolarompíaconunrugidoentrelosguijarros.Surostroquedóapocoscentímetrosdelacaradelacriatura,parecidaalade un insecto. Fácilmente podía haberle arrancado los ojos, pero las temblorosaspinzasseguíanalzadascomopuñosaambosladosdelcuerpo.

El pistolero alcanzó la piedra con la que había tropezado. Era larga y estabamedio enterrada, pero consiguió liberarla y levantarla rechinando los dientes,ignorandoeldolorquesentíaenlamanoderechaalclavarselosbordesafiladosenlacarneabierta.

«¿Dada...?»,empezóapreguntar lamonstruosidad,ybajó laspinzasabiertasalromperlaolaydisminuirsurugido,momentoqueaprovechóelpistoleroparatirarlelapiedracontodasufuerza.

Sonó un crujido al partirse la espalda segmentada de la criatura. Se agitósalvajemente bajo la piedra; lamitad posterior subía y bajaba, subía y bajaba.Laspreguntasseconvirtieronenzumbidosdedolor.Laspinzasseabríanycerrabanenelvacío.Elpicotragabaguijarrosymontonesdearena.

Aun así, al romper la siguiente ola, intentó alzar de nuevo las pinzas y en esemomentoelpistolerolapisoteóconlabotaquelequedaba.Sonócomosisequebraraunmontónde ramitas.Un fluidoespesobrotódesdedebajode labotadeRolandosalpicando en dos direcciones. La bestia se arqueó y fue sacudida por un temblorfrenético.Elpistoleroaumentólapresióndelabota.

Llegóunaola.Las pinzas del monstruo se alzaron diez centímetros, otros diez... Y tras un

temblorcayeron,abriéndoseycerrándoseporúltimavez.Elpistoleroapartólapierna.Elpicodentadodelanimal,quelehabíaarrancado

dosdedosdelamanoyunodelpie,seabriódespacioyvolvióacerrarse.Enelsueloyacíaunaantenarota.Laotratemblabasinsentido.

Elpistoleropisóotravez.Yotra.Apartódeunapatadalapiedra,conungruñidoprovocadoporelesfuerzo,ydio

unrodeohastaelotroladodelmonstruo,dondeempezóapisotearlometódicamentecon la bota izquierda hasta que partió del todo el caparazón y mezcló las pálidasentrañas con la arena gris.Estabamuerta, pero él estaba dispuesto a seguir con suempeño: nunca en todo su largo y extraño tiempo había sido herido de tantagravedad.Además,habíasidotodotaninesperado...

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Prosiguió hasta que vio la punta de uno de sus propios dedos entre las partesdestrozadas del animalmuerto y pudo apreciar el polvo del Gólgota que se habíaacumuladobajolauñadurantesupeleaconelhombredenegro.Entonces,desviólamiradayvomitó.

Se acercó al agua como un borracho, con lamano herida pegada a la camisa,mirandodevezencuandohaciaatrásparacerciorarsedequelabestianoestuvieraviva, con la tenacidad de una avispa a la que uno chafa y chafa pero sigueretorciéndose,aturdida,peronomuerta.Necesitabaestarsegurodequenoleseguíaconaquellasextrañaspreguntasplanteadasenunavozmortalmentedesagradable.

Amediocaminodelaorillasedetuvoysequedómirandoellugardondehabíaestado, recordando. Al parecer, se había quedado dormido justo en la línea de lamareaalta.Agarrósucarteraylabotadesgarrada.

A lamatizada luzde la luna,viootrascriaturas igualesy,enel lapsoentredosolas,oyósuspreguntas.Elpistoleroretrocediópasoapasohastallegaral límitedelasrocas,dondecrecíaalgodehierba.Allísesentóehizoloúnicoquepodíahacer:cubrir los muñones con el tabaco que le quedaba para que dejaran de sangrar yaplastarlobienapesardelagudodolor(alquesehabíasumadoyaelmuñóndelpie).Sequedóallísentado,simplemente,temblandodefrío,preguntándosesitendríaunainfección, preguntándose cómo se las arreglaría en aquel mundo con dos dedosmenosenlamanoderecha(encuestióndearmas,lasdosmanosservíanigual;peroentodolodemásmandabaladerecha),preguntándosesilabestialehabríainoculadoalgúnvenenoalmorderleyestaríayamoviéndosepordentrodeél,preguntándosesillegaríalamañana.

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ELPRISIONERO

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I.LAPUERTA

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Tres.Éseeselnúmerodetudestino.¿Tres?Si,eltresesmístico.Haytresenelcorazóndelmantra.¿Quétres?El primero es de pelo oscuro. Reside al límite del robo y del asesinato. Lo ha

invadidoundemonio.EsedemoniosellamaHEROÍNA.¿Quédemonioesése?Noloconozco,nisiquieradelashistoriasdeinfancia.Intentabahablar,perohabíaperdidolavoz,lavozdeloráculo,Sta-lut,laPutade

los Vientos, ambas habían desaparecido. Vio una carta que descendía flotando deningunaparteaningunaparte.Enlacarta,unmandrilsonreíadesdelaespaldadeun hombre joven de pelo oscuro. Sus dedos, sorprendentemente humanos, estabanenterradoscontalfuerzaenelcuellodelhombrequelasprimerasfalangeshabíandesaparecidoentrelacarne.Almirarmásdecerca,elpistolerovioqueelmandrilllevabaunafustaenunadeaquellasmanospredadorasqueestrangulaban.Elrostrodelhombreparecíaretorcerseenunhorrorsilencioso.

ElPrisionero.Elhombredenegro(queantañofueraunhombredeconfianzaparaelpistolero,unhombrellamadoWalter)suspiróburlón:

—Un poco molesto, ¿eh? Un poco molesto... un poco molesto... un pocomolesto...unpoco...

2

Elpistolerosedespertódegolpegesticulandoconlamanomutilada,convencidodeque en cualquier momento alguna de aquellas monstruosidades con caparazón delmar del Oeste se le echaría encima, preguntando desesperadamente en su idiomaextrañoaltiempoqueledesgajabaelrostrodelacabeza.

Perofueunagaviota,atraídaporelreflejodelaluzdelalbaenlosbotonesdesucamisa,loquesealejódeélconungraznidoasustado.

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Rolandoseincorporó.La mano latía sin fin, destrozada. Otro tanto ocurría con el pie. Los dedos

arrancadosinsistíanenqueseguíanallí.Habíaperdidolamitadinferiordelacamisa;el resto parecía una túnica desgarrada. Había utilizado un trozo para vendarse lamanoyotroparaenvolverlabota.

«Largaos —dijo a las partes ausentes de su cuerpo—. Largaos. Ahora soisfantasmas.Largaos.»

Sirviódealgo.Nomucho,peroalgosí.Eranfantasmas,sí,perofantasmasvivos.Secomióunarodajadecarnedecaballocuradaalsol.Subocaladespreciaba,al

igualqueelestómago,peroinsistió.Unavezquelatuvodentro,sesintiómásfuerte.Encualquiercaso,lequedabapoca.Yestabacasisentadoencima.

Habíacosasquehacer.Se levantó con escaso equilibrio y miró alrededor. Los pájaros volaban y se

lanzaban al agua, como si el mundo les perteneciera. Los monstruos habíandesaparecido. Tal vez fueran nocturnos, o acaso llegaran con la marea. En aquelmomento,dabalomismo.

El mar era enorme, se encontraba con el horizonte en un punto azul brumosoimposible de determinar. Durante un largo rato, el pistolero olvidó su agoníacontemplándolo. Nunca había visto tanta cantidad de agua. Lo había oído en lashistoriasinfantiles,claro,ylosprofesores—almenos,algunos—lehabíanaseguradoque existía, pero ver de verdad aquella inmensidad, aquella agua sorprendentedespuésdeañosdeáridatierra,eraalgodifícildeasumir.Difícilinclusodever.

Lomiródurantemuchorato,hipnotizado,obligándoseaverlo,olvidandoporunmomentosudolorysusdudas.

Peroyahabíaamanecidoyteníacosasquehacer.Buscólaquijadaenelbolsillotrasero,poniendoatenciónenmetersólolapalma

paraevitarquefueranlosmuñoneslosquetuvieranquedescubrirsi todavíaestabaallí.Losquejidosdelamanoseconvirtieronengritos.

Allíestaba.Bien.Losiguiente.Se desató torpemente los cintos y los dejó sobre la roca.Quitó los revólveres,

abrió las recámaras y sacó las balas que quedaban. Las tiró. Un pájaro quedescansabaenlabrillanteorillaseacercóhastaunadeellas,laagarróconelpico,lasoltóysealejóvolando.

Tenía que cuidarse también de los revólveres, incluso antes de comprobar lasbalas,perocomocualquierarmaesinútilsinmunición,apoyóloscintosenelregazoypasólamanoconcuidadosobrelapiel.

Sacólasbalasdelazonaseca.Lamanoderechaseguíaintentándolo,insistíaen

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olvidarsumutilaciónapesardeldolor,yRolandoseencontródenuevoderodillas,como un perro demasiado estúpido o patoso para caminar. Distraído por el dolor,estuvoapuntodeaplastarselamanounpardeveces.

«Preveogravesproblemas»,pensódenuevo.Reunió aquellas balas que aún podían ser útiles en un montón

descorazonadoramentepequeño.Veinte,delascualesalgunasfallaríanconseguridad.Nopodíafiarse.Sacólasdemásyformóotromontónconellas.Treintaysiete.

«Bueno, en cualquier caso, no ibas muy cargado», pensó. Pero calibró ladiferenciaentrecincuentaysietebalassegurasylasveintequetalveztuvieraahora.Odiez.Ocinco.Ouna.Oninguna.

Pusolasdudosasenotromontón.Aún lequedaba lacartera.Algoera.Se lapusoenel regazoy luegodesmontó

lentamentelosrevólveresycumplióconelritualdelimpiarlos.Cuandoacabó,habíanpasadodoshoras y el dolor era tan intensoque la cabeza le dabavueltas: elmerohechodepensarselehacíadifícil.Queríadormir.Nuncaensuvidalohabíadeseadotanto.Peroningunarazóneraválidaparanegarseacumplirconsumisión.

—Cort—dijoconvozirreconocible.Seechóareír.Despacio,muydespacio,montó las armasy las cargócon lasbalasquepodían

estar secas. Al acabar, cogió la que estaba construida para su mano izquierda, laamartillóysoltólentamenteelmartillo.Queríasaber,sí.Queríasabersirecibiríaunaagradable sorpresa cuando apretara el gatillo, o sólo unode aquellos inútilesclics.Pero un clic no significaría nada, mientras que un disparo real no haría más quereducirlacantidaddebalasadiecinueve.Oanueve,oatres.Oaninguna.

Desgarró otro trozo de la camisa, posó en él las balasmojadas y lo ató con lamanoizquierda,ayudándoseconlosdientes.Lasmetióenlacartera.

«Duerme—leexigíaelcuerpo—.Duerme.Ahoratienesquedormir,antesdequeoscurezca.Nohaynadamás.Estásagotado.»

Consiguiólevantarseymiróarribayabajoporlaplayadesierta.Eradelcolordelaropainteriorquenosehalavadoenmuchotiempo,llenadeconchasincoloras.Devezencuandoasomabaalgunarocaentre lagruesaarena,cubiertadeguano,capasamarillascomolosdientesviejostapadasporotrasnuevasdecolorblanco.

Lalíneadelamareaaltaestabamarcadaporalgassecas.Viopedazosdesubotaderechaylascantimplorascercadelalínea.Leparecióunmilagroquelaresacanosehubierallevadolascantimploras.Conpasoslentosyrenqueantes,seacercóhastaallí.Cogióunaylaagitócercadeunaoreja.Laotraestabavacía.Enaquéllaquedabaalgodeagua.Muchosnohubieranpodidodistinguirladiferencia,peroelpistolerolosabía tan bien como unamadre puede distinguir a sus dos hijos gemelos. Llevabamucho,mucho tiempo viajando con aquellas cantimploras.Dentro sonaba el agua.Québien;unregalo.Lacriaturaquelehabíaatacado,ocualquierotra,podíahaberlas

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abiertodeunpicotazo,oconlaspinzas.Peroesonohabíaocurrido,ylamarealashabía respetado.Noquedabani rastrode la criatura, a pesar deque la peleahabíaterminado más allá de la línea de la marea. Tal vez se la habían llevado otrospredadores; acaso sus compañeras le habían organizado un entierro ritual, comohacíanloselefaúntes,segúnhabíaoídocontarensuinfancia.

Levantó lacantimplora, tragóaguaprofundamentey sintióque recuperabaalgode fuerza. Por supuesto, la bota derecha estaba destrozada... Pero tuvo algunaesperanza.Lapartedelpie estaba entera—rasgada,pero entera—y tal vezpodríacortarlaotrayprepararalgoquealmenosduraseuntiempo.Leacosabaladebilidad.Luchócontraella,peroseleplegabanlasrodillasytuvoquesentarse,mordiéndoselalengua.

«Nopuedesdesmayarte—sedijoenunquejido—.Noaquí,dondepodríavolverunabestiadeésasestanochepararematarlafaena.»

Asíquese levantóyseató lacantimploravacíaa lacintura,peroapenashabíarecorridounosmetroshaciaellugardondehabíadejadolacarteraylasarmascuandovolvióacaer,casidesmayado.Allísequedóunrato,conlamejillacontralaarena,donde el filo de una concha se le clavaba en el mentón, casi haciéndole sangrar.Consiguió beber de la cantimplora y se arrastró hasta el lugar donde se habíadespertado.Habíaunárbolaunosdiezmetros,en la ladera.Estabaquemado,peroalgodesombrapodríaofrecerle.

Losdiezmetrosleparecierondiezkilómetros.Aunasí,subiólaspocasposesionesquelequedabanhastalaescasasombradel

árbol.Setumbóconlacabezaapoyadaenlahierba,deslizándosehacialoquepodíasersueño,inconscienciaomuerte.Miróhaciaelcieloytratódeaveriguarlahora.Noeraelmediodía,perocasidebíadeserlo,ajuzgarporeltamañodelasombraenqueyacía. Aguantó un poco más, el tiempo necesario para girar el brazo derecho yllevarlohastalosojosenbuscademarcasdeinfección,dealgúnvenenoquepudieraestarabriéndosecaminohaciasusentrañas.

Teníalapalmadelamanodeuncolorrojoapagado.Malaseñal.«Melacascoconlamanoizquierda—pensó—.Algoesalgo.»Entonces lo invadió la oscuridad y se pasó las siguientes dieciséis horas

durmiendo,arrulladoporelincesantesonidodelmardelOeste.

3

Cuandoelpistolerovolvióadespertarse,elmarestabaoscuro,perohabíauna leveluzenelcielo,haciaeleste.Seacercabalamañana.Seincorporó,ylesobrecogieron

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lasnáuseas.Inclinólacabezayesperó.Cuandopasóladebilidad,semirólamano.Estabainfectada,sí:unalínearojalo

delataba,retorciéndosedesdelapalmahacialamuñeca.Allíparaba,peroyasepodíaapreciarelnacimientodeotrasquealfinalllegaríanhastaelcorazónylomatarían.Teníacalor,estabafebril.

«Necesitomedicinas—pensó—.Peroaquínohayninguna.»¿Demaneraquehabíallegadohastaallísóloparamorir?Nomoriría.Ysi,apesar

desudeterminación,noquedabaotroremedio,habríamuertocaminodesuTorre.—Quécretinoeres,pistolero—sonólavozdelhombredenegroensucabeza—.

¡Quéincorregible!¡Quérománticoentuestúpidaobsesión!—Jódete—gritó,ybebióuntrago.Tampocolequedabamuchaagua.Teníatodo

unmar por delante, y de qué le servía...Agua, agua por todas partes, y nada parabeber.Tantodaba.

Cogióloscintos,se losató(durótantoelprocesoque,cuandoacabó, la luzdelalbayasehabíaconvertidoenprólogodeldía),yluegotratódelevantarse.Noestuvoconvencidodepoderhacerlohastaquelohuboconseguido.

Apoyándoseenelárbol,cogiólacantimploracasivacíaconelbrazoderechoyselaechóalaespalda.Luego,lacartera.Alenderezarse,leentródenuevoladebilidadyotravezbajólacabezaesperando,deseando.

Pasóladebilidad.Con lospasos temblorosose insegurosdeunhombreenelúltimoestadiode la

ebriedadabsoluta,elpistolerorecorrióelcaminodevueltahaciaelpiedelaladeraSequedódepie,mirandoelocéanoqueparecíavino,ysacódelacarteralapocacarneque le quedaba. Se comió lamitad, y esta vez tanto la boca como el estómago laaceptaron conmejor reacción. Se dio la vuelta y se comió la otramitad,mientrascontemplaba el sol que se alzaba sobre las montañas donde había muerto Jake;primero,parecíaquefueraa tropezarcon loscruelespicosdentadosde losmontes,peroluegopasóporencima.

Rolandomantuvoelrostroalsol,cerrólosojosysonrió.Seacabólacarne.Pensó:«Bueno,ahorano tengocomida.Yme faltan tambiéndosdedosdeuna

manoyotrodeunpie;soyunpistolerocuyasbalasnodisparan;hesidoenvenenadoporlamordeduradeunanimal,ynotengoantídotos;consuerte,mequedaaguaparaun día; tal vez sea capaz de caminar unos diez kilómetros si gasto hasta el últimoesfuerzo.Soy,enresumen,unhombrequehallegadoallímiteentodo.»

¿Quédireccióndebíatomar?Habíallegadodesdeeleste;nopodíacaminarhaciaeloeste,amenosquetuvieralaspropiedadesdeunsanto.Lequedabaelnorteoelsur.

Norte.

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Ésafuelarespuestadesucorazón.Noeraunapregunta.Norte.Elpistoleroechóaandar.

4

Caminódurantetreshoras.Dosvecescayó,ylasegundanocreyópoderlevantarse.Entoncesllegóhaciaélunaola,lobastantecercanacomoparaqueseacordaradesusrevólveres, y se levantó casi sin darse cuenta, de pie sobre unas piernas quetemblabancomofilamentos.

Calculóquehabríarecorridounostreskilómetrosenaquellastreshoras.Ahoraelsolcalentaba,peronotantocomoparajustificarlosestallidosdesucabezayelsudorquelecubríalafrente.Tampocolabrisamarinaeratanfuertecomoparajustificarlosrepentinosescalofríosqueerizabansupielylehacíancastañetearlosdientes.

—Fiebre,pistolero—comentólavozdelhombredenegro—.Loquequedadetiestáardiendo.

Las líneas rojas de la infección eran yamás pronunciadas.Habían recorrido lamitaddelcaminoentrelamuñecayelcodo.

Caminócasiotrokilómetroyagotóelaguadelacantimplora.Laatóalacinturajunto a la otra. El paisaje era aburrido y desagradable. A la derecha, el mar; a laizquierda, las montañas. Y, bajo sus botas recortadas, la arena gris poblada deconchas.Lasolasibanyvenían.Buscólangostruosidades,peronovioninguna.Ibadeningunaparte aningunaparte, unhombredeotro tiempoque, al parecer, habíaalcanzadoelpuntodelfinalsinsentido.

Pocoantesdelmediodíavolvióacaerseysupoquenopodríalevantarse.Asíqueéseeraellugar.Allí.Despuésdetodo,éseeraelfinal.

Acuatropatas,levantólacabezacomounluchadoratontado.Aciertadistancia,talvezunkilómetro, talvez tres (sehacíadifícilcalcular lasdistanciasen laplayamonótona,conellatidodelafiebresacándolelosojosdelasórbitas),vioalgonuevo.Algoquesesosteníaverticalenlaplaya.

¿Quéera?(tres)Noimportaba.(eltreseselnúmerodetudestino)Elpistoleroconsiguiólevantarsedenuevo.Soltóungemido,algunapeticiónque

sólooyeronlospájarosquelerodeaban.«Cómolesgustaríaarrancarmelosojos—pensó—.Cómo lesapeteceesebocado.»Siguiócaminando,dejando tras suspasos

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huellasirregulares.Mantuvolamiradafijaenaquelloquesesosteníasobrelaplaya.Apartóelpelo

que le caía sobre los ojos. El sol se encaramó al tejado del cielo, donde parecióquedarsedemasiadotiempo.Rolandoimaginóqueestabadenuevoeneldesierto,enalgúnlugarentrelaúltimacabaña

(trigal,trigal,lafrutamusical)ylaestacióndondeelniño(tuIsaac)lehabíaesperado.Las rodillas flaqueaban, se tensaban, flaqueaban,sevolvíana tensar.Cuandoel

pelo volvió a caerle sobre los ojos, no se molestó en apartarlo: no le quedabanfuerzas.Miro hacia el objeto, que ahora proyectaba una estrecha sombra hacia laladera,ysiguiócaminando.

Apesardelafiebre,yapodíadistinguirlo.Eraunapuerta.Amenosde trescientosmetros.Las rodillasvolvierona flaquear,y estavezno

pudo tensarlas.Cayó al suelo, arrastrando lamanoderechapor encimade la arenarasposaydelasconchas,entrelosgritosdelosmuñones.Volvíaasangrar.

Se arrastró. Se arrastró con el ritmo constante de las olas delmar delOeste alrompery retirarse.Seapoyabaen los codosy en las rodillas, con lasquemarcabapequeños hoyos por encima de la línea de algas secas de lamarea Supuso que elvientosoplabatodavía(teníaqueserasí;porqueaúnleentrabanescalofríos),peroelúnicoairequesonabaeraelroncorespirardesuspulmones.

Lapuertaestabamáscerca.Más.Al final, hacia las tres de aquel día largo y delirante, cuando la sombra ya se

extendíalargaalaizquierda,laalcanzó.Sesentóylacontemplóextrañado.Mediría unos cincometros de altura y parecía de sólido roble, aunque el roble

máscercanodebíadeestaraunoscincomilkilómetrosdedistanciaomás.Elpomoparecíadeoroyestabagrabadoconunafiligranaqueelpistolerotardóenreconocer:eralacarasonrientedelmandril.

No había ninguna cerradura en el pomo, ni encima, ni debajo. La puerta teníabisagras,peronoestabanligadasanada...«Oesoparece—pensóelpistolero—.Esunmisterio.Unmaravillosomisterio.Pero ¿quémás te da?Te estásmuriendo.Tupropiomisterio,elúnicoqueenelfondopreocupaatodoser,hombreomujer,estayacerca.»

Aunasí,dabalomismo.Aquella puerta. Aquella puerta allí, donde no debería haber ninguna puerta.

Estabasimplementeallí,sobrelaplayagris,unosdiezmetrosporencimadelalínea

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de la marea, tan eterna en apariencia como el mismo mar, ahora proyectando suescuálidasombrahaciaelesteamedidaqueelsolseretiraba.

Sobreella,enletrasnegras,habíadospalabras:

ELPRISIONERO

(Lohainvadidoundemonio.EsedemoniosellamaHEROÍNA.)Elpistolerooyóunligerozumbido.Alprincipiopensóquesetratabadelviento,o

queelruidoprocedíadesumentefebril,peropocoapocoseconvenciódequeeraelsonidodeunmotor...Yprocedíadelotroladodelapuerta.

«Puesábrela.Noestácerrada.Sabesquenoestácerrada.»Sinembargo,seincorporócontorpezaydiolavueltahastalapartetraseradela

puerta.Nohabíapartetrasera.Sólolaplayagrisqueseestiraba.Sólolasolas,lasconchas,lalíneadelamarea,

lasmarcasdesupropiocamino—huellasdelasbotasyhoyosdeloscodos.Volvióamirarypusolosojosenblanco.Lapuertanoestabaallí,perosusombrasí.

Adelantó lamano derecha (tanto le costaba a lamano aprender su lugar en lopoco que le quedaba de vida). La bajó y levantó la izquierda. Golpeó, esperandoencontrarsólidaresistencia.

«Si la toco, será como golpear sobre la nada. Eso sería una buena experienciaantesdemorir.»

Lamano sólo encontró aire allí donde la puerta, por invisible que fuera, debíaestar.

Nadapalpable.Yelruidodelosmotores—sirealmentehabíasidoeso—yanosonaba.Ahora

sólohabíaviento,olas,yelzumbidoenfermizodesumente.El pistolero volvió despacio al otro lado de aquella inexistencia, empezando a

pensarquehabíasidounaalucinación,un...Separó.En un momento había estado mirando hacia el oeste donde veía sólo una

ininterrumpidaextensióngris,yalmomentosiguientelavisiónquedabacortadaporel canto de la puerta.Veía la cerradura, que también parecía de oro, el pistón quesobresalía como una lengua de metal. Rolando movió la cabeza unos centímetroshacia el norte y la puerta desapareció.Volvió a la posición inicial y allí estaba denuevo.Noaparecía:simplemente,allíestaba.

Acabódedarlavueltayseencaróaella.Podíarodearlaporelotrolado,peroestabaconvencidodequeelresultadosería

elmismo,sóloqueestavezsecaería.

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«Mepreguntosipodríacruzarladesdeelladodelanada.»Ah, habíamuchas cosas quepreguntarse, pero la verdad era simple.Había una

puertaenunaplayainfinitaysóloservíaparadoscosas:paraabrirla,oparadejarlacerrada.Conunapizcadesentidodelhumor,elpistolerosediocuentadequea lomejornoseestabamuriendotodavía.Sino,¿porquéibaaestartanasustado?

Alargólamanoizquierdaylaposóenelpomo.Nielfríomortaldelmetalnielcalordelgrabadolesorprendieron.

Giróelpomo.Tiró,ylapuertaseabrióhaciaél.Aquellonadateníaqueverconloquehubierapodidoesperar.Elpistoleromiróaterrorizado,soltóelprimergritodehorrordesuvidaadultay

cerródeunportazo.Aunquenohabíamarcosobreelquedarunportazo, lapuertasonó al cerrarse, provocando la estampida de las aves que se habían quedadomirándoleenlasrocas.

5

HabíavistolaTierradesdeunaalturaimposibleenelcielo.Desdekilómetros,segúnparecía.HabíavistolassombrasdelasnubesquesecerníansobrelaTierra,flotandocomoenunsueño.Habíavistoloquepodríaverunáguilacapazdevolaraltripledelaalturanormal.

Cruzar aquella puerta implicaría caer gritando durante minutos, para acabarclavadoenlasprofundidadesdelatierra.

«No,hasvistoalgomás.»Lopensó,sentadoenlaarenacomounestúpido,delantedelapuerta,conlamano

heridaenelregazo.Losprimerostrazosrojoshabíanllegadoyaporencimadelcodo.Sinduda,faltabapocoparaquelainfecciónafectaraalcorazón.

EnsucabezasonabalavozdeCort.—Escuchad,mamones.Escuchadporvuestrasvidas,siesqueesosignificaalgo.

Nuncasevetodoloqueseve.Unadelasrazonesporlasqueoshanenviadoamíesparaqueaprendáisloquenoseveconlamirada,loquenosevecuandounoestáasustado,opeleando,corriendo,ojodiendo.Nadievetodoloqueve,peroantesdeconvertirosenpistoleros—losquenovayáisalOeste,claro—,vosotrosveréismásenunasolamiradadeloquealgunoshombresvenentodasuvida.Yloquenoveáisenesamiradaloveréisdespués,enelojode lamemoria.Esosivivís losuficientepararecordar,claro.Porqueladiferenciaentreverynoverpuedeserlamismaqueentrevivirymorir.

HabíavistolaTierradesdeaquellaenormealtura(yerainclusomássorprendente

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ychocantequelavisióndelpasodeltiempoquehabíatenidopocoantesdeacabarcon el hombre de negro, porque esta vez no se trataba de una visión) y la escasaatención que le quedaba había registrado el hecho de que no se trataba demar nidesierto, sino de algún lugar verde de increíble lujuria y salpicado por agua, queparecíaunarroyo,pero...

—Laescasaatención...—seburlósalvajementelavozdeCort—.Hasvistoalgomás.

Sí.Habíavistoblanco.Bordesblancos.—¡Bravo,Rolando!—gritóCortensumente,yRolandocreyósentireltactode

aquellamanodura,callosa.Guiñóunojo.Habíamiradoatravésdeunaventana.El pistolero se levantó con esfuerzo, alargó un brazo y notó en la palma de la

manolaslíneasardientessobreelfríometal.Volvióaabrirlapuerta.

6

La vista que esperaba—laTierra desde una altura horrorosa, inimaginable—habíadesaparecido. Ahora veía palabras ininteligibles. Casi las entendía. Eran comoGrandesLetrasretorcidas.

Sobrelaspalabrashabíaundibujodeunvehículonoimpulsadoporcaballos,uncarruajedemotorcomoaquellosque,supuestamente,habíaninvadidoelmundoantesdequesemoviera.Derepenterecordóloquehabíadichoelchico,Jake,cuandolohipnotizóenlaestación.

Aquel carruaje sin caballos con una mujer que reía detrás, vestida con pieles,podíasercomoelquehabíaatropelladoaJakeensumundoextraño.

«Estoessumundo»,pensóelpistolero.Depronto,laimagen...No cambió; semovió. El pistolero reafirmó las piernas, sintiendo vértigo y un

ataquedenáuseas.Laspalabrasylaimagendescendieronyahoraveíaunpasilloconuna filadobledeasientosacada lado.Habíaunoscuantosvacíos,pero lamayoríaestabanocupadosporhombresconextrañosvestidos.Supusoqueseríantrajes,peronunca loshabíavistoasí.Yloque llevabanalrededordelcuellopodíanser lazosocorbatas,pero tampocoerancomolosqueélconocía.Y,hastadondepodíaver,noiban armados. Ningún puñal, ninguna espada... Y mucho menos una pistola. Quépanda de confiados.Algunos leían papeles llenos de palabras pequeñas—rotas de

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vezencuandopor imágenes—,mientrasotrosescribíansobrepapelconun tipodeplumasqueRolandotampococonocía.Perolasplumasnolepreocupaban.Elpapelsí. En su mundo, el papel y el oro tenían un valor equivalente. En ese mismomomento,unhombrearrancabaunahojade la libretaquellevabaenelregazoy laconvertíaenunabola,apesardequesolohabíaescritoporunacara.Laenfermedaddel pistolerono era tangrave comopara evitar quehicieraunamuecadehorror yrabiaanteunderrochetaninsensato.

Detrásdeaquelhombrehabíaunaparedblancayunahileradeventanas.Algunasestabancubiertasporunaespeciedepersianas,peroa travésde lasotrasseveíaelcielo.

Entonces una mujer se acercó a la puerta, vestida con algo que parecía ununiformeperoque tambiénresultabaextrañoparaRolando.Eradeunrojofuerteyllevaba pantalones. Podía ver la zona donde se juntaban las piernas. Nunca habíavistoesoenunamujervestida.SeacercótantoalapuertaqueRolandopensóquelacruzaríayretrocedióunpaso,apuntodecaer.Lomiróconlasolicitudforzadadeunamujerque,aunsiendosierva,notienemásamaqueellamisma.Esoalpistoleronoleinteresaba.Loquele interesabaeraquesuexpresiónnohabíacambiado.Noera loqueseesperabadeunamujer—decualquieraenrealidad—quevieraaunhombresucio,destrozadoyexhausto,conrevólveresatadosalacintura,untrapoempapadodesangrealrededordelamanoyunostejanosquepodíanhabersidotratadosconunasierra.

—¿Leapetece...?—preguntólamujerderojo.Había dicho algo más, pero el pistolero no entendió exactamente lo que

significaba.«Comidaobebida»,pensó.Aquella tela roja...Noeraalgodón.¿Seda?Separecíaunpocoalaseda,pero...

—Ginebra—contestó una voz, y el pistolero lo entendió.De repente, entendiómáscosas.

Noeraunapuerta.Eranojos.Por insensatoquepudieraparecer,veíapartedeuncarruajequevolaba.Estaba

mirandoatravésdelosojosdealguien.¿Dequién?Peroyalosabía.EstabamirandoatravésdelosojosdelPrisionero.

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II.EDDIEDEAN

1

Comoparaconfirmarsuidea,porlocaquefuera,aquelloaloqueelpistoleromirabaa través de la puerta se alzó de pronto y se deslizó a un lado. Todo dio vueltas(sensacióndevértigootravez,sensacióndeestardepiesobreunplatilloconruedasdebajo, movido hacia aquí y hacia allá por unas manos invisibles), y entonces elpasillo comenzó a deslizarse por los bordes de la puerta. Pasó por un lugar dondehabíaalgunasmujeresdepie,vestidas todasconelmismouniformerojo.Allí todoeradeacero,ylehubieragustadohacerquelavisiónenmovimientosedetuviera,apesardelagotamientoyeldolor,parapoderverquéeran...Eranmáquinasdealgúntipo.Unaparecíaunhorno.Lacantineraquehabíavistoantesservíalaginebraquelavozlehabíapedido.Labotelladelaquevertíaeramuypequeña.Devidrio.Elvasoenelquelaestabasirviendoparecíadevidrio,peroelpistoleronocreíaquelofueseen realidad.Loquehabíamás allá de la puerta siguiómoviéndose antesdeque élpudiera ver más. Hubo otro de esos giros vertiginosos y se encontró frente a unapuerta demetal. Había una pequeña señal luminosa ovalada. Esta palabra sí pudoleerlaelpistolero.Decía:«LIBRE».

Lavisiónsedeslizóunpocohaciaabajo.Unamanoaparecióporladerechadelapuertaatravésdelacualmirabaelpistoleroytomóelpicaportedelapuertaqueelpistoleroestabamirando.Vioelpuñodeunacamisaazul,ligeramentearremangada,quedejabaverunoscrespospelosnegrosyrizados.Dedoslargos.Enunodeellos,unanilloconunapiedraengarzadaquepodíahabersidounrubíounabaratijasinvalor.El pistolero se inclinaba por esto último: era demasiado grande y vulgar para serverdadero.

Seabriólapuertametálicayelpistoleroseencontrófrentealretretemásextrañoquehabíavistoensuvida.Eratododemetal.

Losbordesdelapuertametálicasedeslizaronporlosbordesdelaotrapuertadelaplaya.Elpistolerooyóquesecerrabalapuertayqueelpestilloquedabaechado.Nosintióningúngirovertiginoso,yentoncessupusoqueelhombreatravésdecuyosojosmirabahabíaconseguidoencerrarseallídetrás.

Luegolaimagencambió—nounavueltacompletasinolamitad—yseencontrófrenteaunespejoyconunrostroqueyaanteshabíavistounavez...enunacartadeTarot.Losmismosojososcurosyelmismomechóndepelonegro.Elrostroestaba

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tranquiloperopálidoyenlosojos—atravésdeloscualesélahoraveíareflejarselossuyos— Rolando vio parte del horror y el espanto de la criatura montada por unmandrilenlacartadeTarot.

Elhombretemblaba.«Tambiénélestáenfermo»,pensó.EntoncesseacordódeNort,elmascahierbadeTull.PensóenelOráculo.(Lohainvadidoundemonio.)Deprontoelpistoleropensóquesabía,despuésde todo,quéera laHEROINA:

algoparecidoalahierbadeldiablo.(Unpocomolesto,¿verdad?)Sin pensarlo, con la resolución simple que lo había convertido en el último

pistolero,elúltimoqueseguíaavanzandomuchodespuésdelamuerteoabandonodeCuthbertylosotros,desusuicidiootraición,odesumerarenunciaalaideadelaTorre;conlaresolucióndeterminadaycarentedecuriosidadquelohabíaconducidoatravésdeldesierto,ydurante todos losañosanterioresaldesierto, tras lashuellasdelhombredenegro,elpistolerocruzóelumbraldelapuerta.

2

Eddiehabíapedidoginebra.TalveznofueraunagranideapasarporlaAduanadeNueva York borracho—sabía que una vez que empezara, no iba a parar—, peronecesitabaalgo.

«Cuando tienes que bajar y no puedes encontrar el ascensor—le había dichoHenry—,debeshacerlocomopuedas,aunqueseadeunmartillazo.»

Después de haberla pedido, al marcharse la azafata, había empezado a sentirnáuseas.Noeraseguroquefueraavomitar,sólosesentíacomosituvieraganas,peroeramejornocorrerriesgos.PasarlaAduanaconmediokilodecocaínapuradebajodecadaaxilayoliendoaginebrayanoestabadeltodobien;pasarlaAduanadelamismaforma,peroconunvómitosecoenlospantalonesseríaundesastre.

Asíqueeramejorestarasalvo.Lasensaciónprobablementeselepasaría,porlogeneral se le pasaba, pero mejor era estar a salvo. El problema era que le estabaentrandoelpavo.Elpavofrío,ynoelmono.máspalabrasdesabiduríadelgransabioyeminenteyonki,HenryDean.

Estaban sentados en la terraza del ático del Regency Tower. Aún no habíansobrepasadoel límite,peroestabancerca;elsol tibiosobresusrostros,colocados...Enlosbuenostiempos,cuandoEddiecomenzabaapenasaesnifarcaballoyelmismo

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Henrynohabíacogidotodavíasuprimeraaguja.Todoelmundohabladelmono—habíadichoHenry—,peroantesdellegarahí

tienesquepasarporelpavofrío.Y Eddie, completamente ido, se había reído como un loco, porque sabía

exactamenteaquésereferíasuhermano.Henry,sinembargo,apenashabíamostradounasonrisa.

—Enciertomodoelpavofríoespeorqueelmono.Cuandotedaelmono,porlomenossabesquevasavomitar,sabesquevasasacudirte,sabesquevasatranspirarhasta tener la impresión de ahogarte en el mismo sudor. El pavo frío es como lamaldicióndelaexpectativa.

EddierecordóhaberlepreguntadoaHenryquésedicecuandounoqueestámuyenganchado(algoaloqueentonces,dieciséismesesantes,jurabansolemnementenollegarnunca)tieneungranviaje.

—Se dice que es un pavo frito —había replicado Henry inmediatamente. Ypareciómuysorprendido,comocualquieraque,despuésdedeciralgo,sedacuentadequeesmuchomásdivertidodeloquehabíapensado.

Sehabíandesternilladoderisa,golpeándosemutuamente.Pavofrito,quédivertido;ahorayanoloeratanto.Eddiecaminóporelpasillo,pasóporlacocinaysiguióadelante.Mirólaseñalde

«LIBRE»yabriólapuerta.«Eh,Henry,gransabioyeminenteyonki,hermanomayor,yaqueestamosenel

tema,¿quieressabercómodefinoyolamaldicióndeunaexpectativa?¿Ocómoverteenterriblesdificultades?EscuandoeltipodelaAduanadecidequehayalgomedioraro en tu aspecto, o cuando tienen esos perros con narices doctoradas y todoscomienzanaladraryamearportodoelsueloyesatiaquientratandealcanzarcasiestrangulándose con el collar de sus cadenas, y después de revolverte todo elequipaje,lostiposdelaAduanatellevanaunahabitaciónpequeñaytepreguntansite importaría quitarte la camisa y tú dices: bien, sí, la verdad es que merecontraimportaría, pesqué un pequeño resfriado en las Bahamas, y aquí el aireacondicionado está realmente fuerte y tengo miedo de que se convierta en unaneumoníayellos tedicen:ah,nomediga,¿siempresudadeesamaneracuandoelaireacondicionadoestárealmentefuerte,señorDean?Asíquetranspira,bueno,nolevaaquedarotroremedioquedisculparnos,ahoraquítesela,ytútelaquitas,yellosdicentalvezseamejorquesequite tambiénlacamisetaporquedala impresióndequetalveztengaalgúntipodeproblemamédico,compañero,esosbultosdebajodesusaxilaspodríansertalveztumoreslinfáticosoalgo,ytúnisiquieratemolestasendecir nada más, como un delantero centro que ni siquiera se molesta en atajar lapelotacuandovaenciertadirecciónysimplementesevuelveymiracómosepierdedetrásdelaraya,porqueyanohaynadaquehacer,asíquetequitaslacamisetay,eh,

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miraloquetenemosaquí,eresunchicoconsuerte,estonosontumores,amenosquesean lo que se podrían llamar tumores en el corpus de la sociedad, bueno, bueno,bueno,estoparecemásbienunpardebolsitassostenidasahíconcintaadhesivay,yaqueestamos,notepreocupesporeseolor,hijo,porqueerestú.Estásfrito.»

Extendió el brazo detrás de sí y cerró la puerta con el pestillo. Las luces sehicieronmás brillantes. El ruido de losmotores era un suave zumbido. Se volvióhaciaelespejoporquequeríaversiteníamuymalaspecto,ydeprontoloinvadióunasensaciónpenetranteyterrible:lasensacióndequeloestabanobservando.

«Eh, vamos, deja eso—pensó, incómodo—.Se supone que eres el tipomenosparanoicodelmundo.Poresoteenviaronati.Poreso...»

Perodeprontoleparecióqueloqueveíaenelespejonoeransuspropiosojos,noeran los ojos color avellana, casi verdes, de Eddie Dean, esos ojos que habíanderretidotantoscorazonesyquehabíanabiertotantosparesdelindaspiernasduranteelúltimoterciodesusveintiúnaños;noeransusojos,sinolosdeunextraño.Noeranavellana sino azules, del color de unos Levis desteñidos. Ojos fríos, precisos,inesperadamentecalculadores.Losojosdeunbombardero.

Reflejadoenellosviounagaviotaqueseabalanzabasobreunaolarompiente,yatrapabaalgodeunpicotazo.

Tuvotiempoparapensar:«PorDios,¿quéesestamierda?»,yentoncessupoquenoseibaadesmayar;ibaavomitar,despuésdetodo.

Mediosegundoantesdehacerlo,vioquelosojosazulesdesaparecían,peroantesde que eso sucediera tuvo de pronto la sensación de ser dos personas... de estarposeído,comolaniñadeElexorcista.

Sintiócontodaclaridadotramentedentrodelasuyayoyóunpensamientocomosinofuerasuyo,másbiencomolavozdeunaradio:«Hepasado.Estoyenelcarruajeceleste.»

Huboalgomás,peroEddienolooyó.Estabademasiadoocupadovomitandoenellavabolomássilenciosamenteposible.

Al terminar, inclusoantesde limpiarse laboca, lepasóalgoquenuncaantes lehabíapasado.Poruninstanteterroríficonohubonada:sólounintervaloenblanco.Comosienunacolumnaimpresaenundiario,unasolalíneahubierasidolimpiaynetamenteborrada.

«¿Quéesesto?—pensóEddiedesamparado—.¿Quémierdaesestaporquería?»Luego tuvo que vomitar otra vez, y tal vez era lomejor que podía hacer; por

muchoquepuedadecirseensucontra,laregurgitacióntienealmenosestoasufavor:mientrasocurre,unonopuedepensarenningunaotracosa.

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3

«He pasado. Estoy en el carruaje celeste —pensó el pistolero—. Y un segundodespués:¡Meveporelespejo!»

Rolandoseechóhaciaatrás,noseretiróperoseechóhaciaatrás,comounchicoque retrocede al rincónmás lejanode unahabitaciónmuy larga.Estabadentro delcarruajeceleste;tambiénestabadentrodeunhombrequenoeraélmismo.DentrodelPrisionero. En ese primer momento, cuando estuvo cerca del frente (era la únicaformaenquelopodíadescribir),estuvomásquedentro;casipodíadecirsequefueelhombre. Sintió su enfermedad, cualquiera que fuese, supo que el hombre teníanáuseasyqueestabaapuntodevomitar.Rolandocomprendióque,desernecesario,podríacontrolarelcuerpodeaquelhombre.Tendríaquesufrirsusdoloresyaguantaralmismosimiodiabólicoqueélpero,sieranecesario,podíahacerlo.

Opodíaquedarsedetrás, inadvertido.CuandohubopasadoelaccesodevómitodelPrisionero,elpistolerodiounsaltoadelante,estavezbienhaciaadelante,hastaelfrente.Entendíamuypocoaquella extraña situación,y actuar enuna situaciónqueunonoentiende invitaa lasmás terriblesconsecuencias,peronecesitaba saberdoscosas, y necesitaba saberlas tan desesperadamente que la necesidad sobrepasabacualquierconsecuenciaquepudieraprovocar.

Lapuertaquehabíaatravesadodesdesupropiomundo,¿aúnestabaahí?Y,si loestaba,¿seguiríaahísucuerpo,derrumbado,desocupado,agonizando,o

tal vez yamuerto, sin su propio yo para controlar los pulmones, el corazón y losnervios? Aun en el caso de que su cuerpo viviera todavía, quizá sólo continuaraviviendohastaquecayeralanoche.Porqueentonceslaslangostruosidadessaldríanaformularpreguntasyaprocurarselacenaenlacosta.

Girórápidamentelacabezaqueporunmomentoerasuyayechóunvistazohaciaatrás.

La puerta seguía ahí, detrás de él.Estaba en su propiomundo, abierta, con lasbisagrasenterradasenelacerodeaquelpeculiarretrete.Y,sí,ahíyacíaRolando,elúltimopistolero,echadodecostado,conlamanoderechavendadasobreelestómago.

«Estoyrespirando—pensóRolando—.Tendréquevolverycambiarmedelugar.Peroanteshaycosasquehacer.Cosas...»

Sedesligóde lamentedelPrisioneroy retrocedió,vigilando,esperando:queríaversielPrisionerosabíaonoqueélestabaahí.

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4

Cuando el vómito cesó, Eddie se quedó inclinado sobre el lavabo con los ojosfuertementecerrados.

«Enblancoduranteunsegundo.Noséquéhapasado.¿Hemiradoalrededor?»Abrióelgrifoydejócorrerelaguafría.Con losojos todavíacerrados,seechó

aguaenlasmejillasylafrente.Cuandoyanolopudoaguantarmás,volvióamiraralespejo.Suspropiosojosledevolvieronlamirada.Noteníavocesextrañasenlacabeza.Noteníalaimpresióndeserobservado.«Hastenidounafugamomentánea,Eddie—leinformóelgransabioyeminente

yonki.Unfenómenonopocofrecuenteenalguienqueestáapuntodetenerelpavofrío.»

Eddiemiróelreloj.UnahoraymediahastaNuevaYork.Elaviónteníalallegadaprevistaalas4.05,horadeleste.Lahoraseñalada.Lahoradelaconfrontación.

Volvióalasiento.Subebidaestabasobrelabandeja.Tomódossorbosylaazafatavolvió para preguntarle si deseaba algomás. Abrió la boca para decir que no... yentoncesseprodujootrodeesoscuriososmomentosenblanco.

5

—Megustaríacomeralgo,porfavor—dijoelpistoleroatravésdelabocadeEddieDean.

—Seservirácomidacalientedentrode...—Realmentemeestoymuriendodehambre—aseguróelpistoleroconperfecta

veracidad—.Cualquiercosa,aunqueseaunpopkin...—¿Unpopkin?—Laazafata lomiróconel ceño fruncido,yelpistolerobuscó

rápidamentedentrodelamentedelPrisionero.Sándwich...lapalabraeratanremotacomoelmurmullodeunacaracolademar.

—Ounsándwich—rectificóelpistolero.Laazafatalomiródubitativa.—Bueno...tengounpocodeatún...—Eso estaría muy bien—concedió el pistolero, a pesar de que ignoraba por

completoquécosapodíasereltul.Acaballoregaladonomireseldiente.—Esciertoqueestáunpocopálido—observólamujeruniformada—.Penséque

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semareabaporelvuelo.—Essólohambre.Ellalededicóunasonrisaprofesional.—Veréquépuedorescatar.«¿Rejatar?»,pensóelpistoleroazorado.Ensupropiomundo,rejatareraunverbo

del argot que significaba tomar a unamujer por la fuerza.No importa.Le traeríancomida.Noteníaideadesiselapodríallevaratravésdelapuertaalcuerpoquetantolanecesitaba,perocadacosaasutiempo.

«Rejatar»,pensóyEddieDeansacudiólacabeza,comosinopudieracreerlo.Yelpistoleroseretiródenuevo.

6

«Nervios—leaseguróelgranoráculoyeminenteyonki—.Sólonervios.Todoformapartedelaexperienciapavofrío,hermanito.»

Pero si se trataba de nervios, ¿cómo era posible que se sintiera asaltado poraquellaextrañasomnolencia?Extrañaporquehubieradebidoestarirritado,pasmado,y sentir los deseos urgentes de retorcerse y rascarse que venían justo antes de lasverdaderassacudidas.Yaunquenoestuvieraconel«pavofrío»deHenry,quedabaelhechodequeestabaapuntode intentarpasarunkilodecocaínapor laAduanadeEstados Unidos, felonía punible con no menos de diez años de prisión federal.Además,parecíatenerrepentinosdesvanecimientos.

Yaunasí,aquellasensacióndesomnolencia.Tomóotrosorbodelabebida,ydejóqueselecerraranlosojos.«¿Porquétedesmayaste?»«Nomehedesmayado,porquesinoellahabríaidocorriendoabuscarelequipo

deemergenciaquellevanabordo.»«Tehasquedadoenblanco,entonces.Estámal,detodasformas.Nuncatehabías

quedadoenblanco,así,enlavida.Dormitar,sí,quedarteenblancojamás.»También sentía algo extraño en la mano derecha. Parecía punzarle vagamente,

comosiselahubiesegolpeadoconunmartillo.Laflexionósinabrirlosojos.Nohubodolor.Nohubopunzadas.Noviolosojos

del bombardero. Con respecto a los desvanecimientos, no eran más que unacombinacióndelpavofríoydeloqueelgranoráculoyeminenteetcéterasindudallamaríalapenadelcontrabandista.

«Detodasmaneras,mevoyadormir—pensó—.¿Quétepareceeso?»LacaradeHenrysemovióaladerivaasualrededorcomounglobosinsujetar.

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«No te preocupes—decíaHenry—.Todo va a salir bien, hermanito. Tomas elaviónhastaNassauyteregistrasenelAtuinas;ahíteiráaverunhombreelviernespor la noche. Uno de los buenos. Te dará caballo, bastante, para todo el fin desemana.El domingo por la noche te trae la coca y tú le das la llave de la caja deseguridad.Ellunesporlamañana,lodesiempre,talcomodijoBalazar.Eltipoéstedomina,sabecómovatodoyquéhayquehacer.Ellunesalmediodíacogesotravezelavión,yconunacaritahonestacomolatuyapasarásporlaAduanacomolabrisayantesdequesepongael sol,estaremoscomiéndonosunbistecenSparks.Vaasercomounabrisa,hermanito,sólounabrisafresca.»

Peroresultóserunaespeciedebrisacálidadespuésdetodo.Lo malo entre él y Henry era que parecían Charlie Brown y Lucy. La única

diferenciaeraquedevezencuandoHenrysosteníalapelotaparaqueEddiepudieradarle,nomuyamenudo,perosídevezencuando.Eddiehabíallegadoapensar,enunodesusviajesdeheroína,quedebíaescribirleunacartaaCharlesSchultz.

QueridoseñorSchultz—lediría—.CreoquesushistorietaspierdenalhacerqueLucySIEMPREsaquelapelotaenelúltimosegundo.Devezencuandoelladeberíadejarlaahí.NadaqueCharlieBrownpudierapredecir,comprendausted.Avecestalvezellapodríadejarlaahíparaqueélpudieradarletres,talvezcuatroveces,unatrasotra;luego,nodarleduranteunmes,luegounavez,yluegonadadurantetresocuatrodías,y luego,yasabe,yacaptalaidea.EsosíqueREALMENTEjoderíaalniño,¿nocree?

Eddiesabíaqueaquellolejoderíadeverdad.Losabíaporexperiencia.«Unode losbuenos»,habíadichoHenry,pero el tipo conacentobritánicoque

aparecióeraunsujetodepielcetrina,conunbigotefinoqueparecíasacadodeunapelícula de cine negro de los años 40, y dientes amarillos inclinados todos haciadentro,comolosdientesdeunatrampadeanimalesmuyantigua.

—¿Tiene la llave, señor?—preguntó.El acentodeescuelapública inglesahizoquesonaracomosiyahubieraacabadolasecundaria.

—Lallaveestáasalvo—dijoEddie—,siesaesoaloqueserefiere.—Entonces,démela.—No,ésenoeselacuerdo.Sesuponequeustedtienealgoparaqueyopaseelfin

desemana.Eldomingoporlanocheustedmetraealgo.Yoledoylallave.Ellunesustedvaalaciudadylausaparaconseguirotracosa.Noséquécosaporquenomeconcierne.

De pronto, en la mano del tipejo de piel cetrina apareció una automática azulpequeñaychata.

—¿Por qué no me da simplemente esa llave, señor? Me ahorraría tiempo yesfuerzo.Yustedconservaríalavida.

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Eddie Dean, yonki o no, en el fondo era de acero puro. Henry lo sabía; másimportanteaún,Balazarlosabía.Poresemotivolohabíanenviado.Casitodosellospensaban que había ido porque estaba enganchado hasta el pescuezo. Él lo sabía,Henrylosabía

Balazar también. Pero sólo él y Henry sabían que habría ido aunque hubieraestado limpio como una estaca. Por Henry. Balazar no fue tan lejos en suespeculación,peroBalazarpodíairsealamierda.

—Oiga,amigo,¿porquénoquitaesacosadeenmedio?—preguntóEddie—.¿OtalvezquierequeBalazarmandeaalguienaquíparaquelesaquelosojosdelacaraconuncuchillooxidado?

El tipejo cetrino sonrió. La pistola desapareció como por arte demagia; en sulugarhabíaunsobrecitopequeño.SelotendióaEddie.

—Sóloeraunabroma.—Siustedlodice.—Hastaeldomingoporlanoche.Sevolvióhacialapuerta.—Valemásqueespere.Aquelseramarillentosevolvióotravezhaciaélconlascejasalzadas.—¿Piensaquesiquieroirmenomeiré?—Piensoquesisevayestoesmierdademalacalidadyomevoymañana.Ysi

yomevoymañana,ustedvaatenerlamierdahastaelcuello.Elamarillentoregresómalhumoradamente.Sesentóenelúnicosillóndelcuarto

mientrasEddie abría el sobreyderramabaunapequeña cantidaddepolvomarrón.Teníaunaspectopésimo.Miróalsujetocetrino.

—Yase,parecemierda,peroessolamenteelcorte—dijoél—.Esbuena.Eddiearrancóunahojadepapeldelblocquehabíasobreelescritorioyseparó

unapequeñacantidaddelmontoncitodepolvomarrón.Lacogióconlosdedosyselafrotóenelpaladar.Unsegundomástardeescupíaenelcestodelospapeles.

—¿Quieremorir?¿Eseso?¿Acasosientedeseosdemorir?—Esloúnicoquehay.—Elcetrinoestabamásmalhumoradoquenunca.—Tengo un pasaje reservado para mañana—dijo Eddie. Era mentira, pero no

pensóqueaquel tipejo tuviera recursospara comprobarlo—.TWA.Lohicepormicuenta. Por si acaso el contacto resultaba ser un jodido cerdo como usted.Nomeimporta.Enrealidadvaaserunalivio.Noestoyhechoparaestaclasedetrabajo.

Eltipejocetrinosesentóycaviló.Eddiesesentóyseconcentróennomoverse.Tenía ganas de moverse; tenía ganas de deslizarse y escurrirse, resbalar y

sacudirse,patinarybailotear;rascarse,hacercrujir losnudillos,yponermanosalaobra. Sintió incluso que sus ojos tenían ganas de mirar otra vez la pila de polvomarrón,apesardesaberqueeraveneno.

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Sehabíadadounpicoa lasdiezde lamañana;desdeentonceshabíapasadoelmismonúmerodehoras.

Perosihacíaalgunadeaquellascosas,lasituacióncambiaría.Elindividuohacíaalgomásquecavilar:loobservaba,tratabadecalcularsiibaen

serio.—Esposiblequepuedaencontraralgo—dijoporfin.—¿Por qué no lo intenta?—dijo Eddie—. Pero a las once yo apago la luz y

pongoenlapuertaelcartelde«NOMOLESTAR»y,sialguienllamadespués,avisoaconserjeríaydigo:meestánmolestando,mandenauntipodeseguridad.

—Esunpardillo—afirmóeltipocetrinoconsuimpecableacentobritánico.—No—rectificóEddie—,unforroesloqueustedesperabaencontrar.Losiento

porusted.másvalequevengaantesdelasonceconalgoaprovechable(nohacefaltaqueseaextraordinario,sóloalgoquesepuedausar),oseráunpardillomuerto.

7

Elsujetocetrinovolviómuchoantesdelasonce,volviócomoalasnueveymedia.Eddiesupusoquesimplementehabíadejadoelotrocaballoenelcoche,porsiacaso.

Unpocomásdepolvoestavez.Noerablanco,peroalmenoseradecolormarfilpálido,loquedabaalgunasuaveesperanza.

Eddie probó. Parecía estar bien. En realidad mejor que bien. Bastante buena.Enrollóunbilleteyaspiró.

—Bueno, entonces, hasta el domingo —dijo animadamente el tipejo cetrino,poniéndoseenpie.

—Espere—dijoEddie,comosiélfueraeldelapistola.Enciertomodoloera.LapistolaeraBalazar.EmilioBalazareraunpezgordo,unpersonajedealtosvuelosenelmaravillosomundodelasdrogasdeNuevaYork.

—¿Queespere?—ElindividuocetrinosevolvióymiróaEddiecomosicreyeraqueestabaloco—.¿Quéesperequé?

—Bueno, en realidad estaba pensando en usted—explicóEddie—.Si enfermoseriamenteporloqueacabodemetermeenelcuerpo,ustedestáacabado.Simuero,por supuestoqueestá terminado.Pero estabapensandoque si sólomeenfermounpoco,podría llegaradarleotraoportunidad.Yasabe,como lahistoriaésadelniñoquefrotaunalámparayobtienetresdeseos.

—Esonovaahacerqueenferme.EsChinaWhite.—SiestoesChinaWhite—comentóEddie—,yosoyDwightGooden.—¿Quién?

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—Noimporta.Elamarillentosesentó.Eddielohizo,asuvezjuntoalescritoriodelahabitación

delhotelconelmontoncitodepolvoblancocerca(elD-Conoloquefuesesehabíaidoporelinodorohacíarato).Enlatelevisión,losMetslesestabandandounapalizaa losBraves, cortesíade laWTBSyde lagranantenaparabólicade la terrazadelhotelAtuinas.Eddie sintióuna leve sensacióndecalmaqueparecíavenirdesdeelfondodesumente...sóloqueellugardedonderealmentevenía,talcomohabíaleídoenlasrevistasdemedicina,eraunmanojodecablesvivientesubicadoenlabasedela columna vertebral, donde se localiza la adicción a la heroína, que produce unadilataciónanormaldeltronconervioso.

«¿Quieresunacurarápida?—lehabíapreguntadounavezaHenry—.Rómpetelacolumna,Henry. Tus piernas dejarán de funcionar, lomismo que la polla, pero enseguidade]asdenecesitarlaaguja.»

AHenrynolepareciónadagracioso.La verdad es que aEddie tampoco le pareció gracioso.Cuando la única forma

rápidadelibrarsedelmonoqueunollevaaferradoalaespaldayquelepidedrogaesromperse la espina dorsal por encima de ese manojo de nervios, uno tiene quevérselasconunmonomuypesado.Noconuncapuchinooelmonitomascotadeunorganilleroambulante,sinoconunenormemandril,viejoyruin.

Eddiecomenzóasorberselosmocos.—Muy bien —dijo por fin—. Servir. Bueno, basura, puede ir desalojando el

lugar.Eltipejocetrinosepusoenpie.—Tengo amigos—dijo—.Podrían venir aquí y hacerle cosas.Va a suplicarme

quevayaaporlallave.—Yono, tío—dijoEddie—.Este chico no.—Sonrió.No supo cómo le había

salidolasonrisa,peronodebiódeserjovialporqueelamarillentoabandonóellugar;loabandonórápidoysinmirarhaciaatrás.

CuandoEddieDeanestuvosegurodequesehabíaido,cocinó.Seinyectó.Durmió.

8

Cómodormíaahora.El pistolero estaba de algún modo dentro de la mente de aquel hombre. Aún

ignoraba sunombreporque el sujeto enquien elPrisioneropensaba como«el tipo

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cetrino»tampocolosabía,asíquenuncalodijo.Ahoramiróestocomoenotraépocahabía visto representar obras de teatro, cuando era niño, antes de que elmundo semoviera.Opensóqueasílomiraba,porqueloúnicoquehabíavistoensuvidaeranobras de teatro. Si alguna vez hubiera visto una película, habría pensado en éstasprimero. Todo lo que no vio concretamente pudo arrancarlo de la mente delPrisioneroporquelasasociacioneseranmuydirectas.Eracuriosolodelhombre,sinembargo.SabíaelnombredelhermanodelPrisionero,peronoelsuyo.Aunque,porsupuesto, los nombres eran algo secreto, lleno de poder. Y, de las cosas queimportaban, ninguna era el nombre del Prisionero. Una era la debilidad de laadicción.Otraeraelaceroenterradodentrodeesadebilidad,comounarmadebuenacalidadquesehundeenarenamovediza.

AlpistoleroestehombrelerecordabadolorosamenteaCuthbert.Llegabaalguien.ElPrisionero,dormido,nolooyó.Elpistolero,envela,síquelo

oyóyavanzóotravez.

9

«Fantástico—pensóJane—.Medicequeestámuertodehambre;yolepreparoalgoporquelaverdadesquenoestánadamal,ysemequedadormido.»

Entonces el pasajero —un tipo alto, como de veinte años, vestido con unostejanoslimpiosyligeramentedesteñidosyunacamisaestampada—abrióunpocolosojosylesonrió.

Gratidasvos—dijo...oalgoasí.Sonócasiarcaico,oextranjero.«Habladormido,esoestodo»,pensóJane.Acontinuacióndijo:—Denada.—Lededicósumejorsonrisadeazafata,seguradequeenseguidase

dormiría otra vez y de que el sándwich se quedaría allí intacto hasta la hora delserviciodecomida.

«Bueno,esoesloqueteenseñaronquepasaba,¿noescierto?»Volvióalacocinaafumarseuncigarrillo.Encendióelfósforo,loalzóamitaddecaminohaciaelcigarrillo,yahísequedó,

inadvertido,porqueesonofueloúnicoqueleenseñaronquepasaba.—Meparecióquenoestabanadamal.Especialmentepor losojos.Losojosde

coloravellana.Perocuandoelhombredel3Ahabíaabiertolosojosunmomentoantes,noeran

decoloravellana;eranazules.NodeunazuldulceysexycomoeldelosojosdePaulNewman,sinodelcolordeuniceberg.Eran...

—¡Ay!

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Lallamalehabíallegadoalosdedos.Sacudióelfósforoylotiró.—Jane—inquirióPaula—.¿Estásbien?—Bien.Estoysoñandodespierta.Encendióotrofósforoyestavezhizolascosasbien.Habíadadounasolacalada

al pitillo cuando se le ocurrió una explicación perfectamente razonable. Llevabalentesdecontacto.Porsupuesto.Deesasquecambianelcolordelosojos.Habíaidoal retrete. Había estado allí tanto rato como para que ella se preocupara por si sesentíaindispuesto.Teníalapielpálidayelaspectodeunhombrequenoestádeltodobien. Pero sólo había estado quitándose las lentillas para poder descansar máscómodamente.Perfectamenterazonable.

«Puedequepercibanalgo—hablódeprontounavozdesunotanlejanopasado.—Unligerocosquilleo.Oquizáveanalgunacosaunpocofueradelugar.»

Lentesdecontactodecolor.Jane Dorning conocía personalmente a más de dos docenas de personas que

llevaban lentesdecontacto.Lamayoría trabajabapara lacompañíaaérea.Nadie locomentabanuncayunarazónpodíaserquetodosellossentíanquealospasajerosnolesgustaríaverpersonaldevuelocongafas.Lespondríanerviosos.

DeentretodoslosqueJaneconocía,talvezcuatrousabanlentesdecontactodecolor. Las lentillas comunes eran caras; las de color costaban una fortuna. Laspersonas dispuestas a desembolsar tanto dinero eran mujeres, y todas ellasextremadamentevanidosas.

«¿Yqué?Los tipos tambiénpuedenservanidosos.¿Porquéno?Ésteestámuybien.»

No.Notanto.Guapo,talvez,ybasta.Conesapieltanpálidaapenaspodríallegaraestarbien,porlospelos.Entonces,¿porquélentesdecontactodecolor?

Lospasajerosdeaviónsuelentenermiedodevolar.Enunmundodondeelsecuestroyeltráficodedrogassehanvueltocotidianosy

corrientes,elpersonaldevuelosueletenermiedodelospasajeros.La voz que había iniciado estos pensamientos era la de una instructora de la

escueladeazafatas,unaviejaarpíaendurecidaqueporsuaspectopudohaberllevadoelcorreoaéreoconWileyPost.

«Noignorensussospechas—decía—.Siseolvidandetodoloquehanaprendidoacerca de la posibilidad de vérselas con terroristas potenciales o reales, recuerdenesto: no ignoren sus sospechas. Hay casos en que uno se encuentra con unatripulaciónquedespuésdeclaraqueno teníani ideadenadahastaqueel tiposacóunagranadaydijoquegiraranalaizquierda,haciaCuba,oquetodoelmundoenelaviónsaldríaporelchorrodelreactor.Peroenlamayorpartedeloscasoshaydosotrespersonas—generalmenteauxiliaresdevuelo,cosaqueustedesseránenmenosdeunmes—quedicenhaber sentido algo.Un ligero cosquilleo.La sensacióndeque

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algonoandabadeltodobienconelhombredel91Coconlajovendel5A.Sintieronalgo pero no hicieron nada. ¿Se los despidió por eso? ¡Cristo, no! No se puedeencerrarauntipoporqueaunonolegustacómoserascalasverrugas.Elverdaderoproblemaesquesintieronalgo...yloolvidaron.»

Lavieja arpía levantabaundedo categóricamente. JaneDorning, junto con suscompañerasdeclase,laescuchabaarrobada.

«Si sienten ese ligero cosquilleo, no hagan nada... ni siquiera olvidar. Porquesiempre existe una pequeña posibilidad de que puedan detener algo antes de quecomience...algocomounaescalanoprogramadadedocehorasenunapistadealgúnpaísárabellenodemierda.»

Sóloeranunaslentesdecontactodecolor,pero...«Graditasvos.»¿Hablabadormido?¿Ounsaltoconfusoaotroidioma?Janedecidióestaratenta.Ynoolvidar.

10

«Ahora—pensóelpistolero—.Ahoraveremos,¿verdad?»Habíasidocapazdevenirdesdesumundoydepenetrarenaquelcuerpoatravés

delapuertadelaplaya.Loquenecesitabaaveriguarerasipodíaonopodíaregresarconcosas.Oh,élmismoestabaconvencidodequepodíavolveratravésdelapuertay reentrar en su cuerpo enfermo y envenenado siempre que quisiera. ¿Pero otrascosas? ¿Objetos? Aquí, por ejemplo, frente a él, había comida: algo que lamujeruniformadahabía llamadoun sándwichde tul.El pistolerono tenía ideade loquepodía ser el tul, peropodía reconocer unpopkin en cuanto lo veía, a pesar dequeéste,curiosamente,estuvieracrudo.

Sucuerponecesitabacomerynecesitaríabeber,peromásquecualquieradeestascosas,sucuerponecesitabaalgúntipodemedicina.Sinellamoriríaporlamordedurade la langostruosidad.Eraposibleque talmedicinaexistiera enestemundo.Enunmundo donde los carruajes recorrían el aire a una alturamuy superior a la que eláguilamás fuerte pudiera volar, cualquier cosa parecía posible. Pero no importabaquepudierahabermedicinaspoderosassinopodíallevarsenadaatravésdelapuerta.

«Podríasvivirdentrodeestecuerpo,pistolero—lesusurróelhombredenegromuydentrodelacabeza—.Dejaesepedazodecarnequerespira,déjaloahíparalaslangostas.Detodosmodosnoesmásqueunacáscara.»

No lo haría. Por un lado sería un robo sanguinario, porque no se conformaríamucho tiempo con ser apenas un pasajero, mirando a través de los ojos de aquel

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hombrecomounviajeroquemiraelpaisajeporlaventanadeuntren.Por otro lado, él era Rolando. Si era preciso morir, intentaría morir como

Rolando.YmoriríaarrastrándosehacialaTorre,sieranecesario.Entonces se afirmó en él aquel severo espíritu práctico que, curiosamente,

convivía en su interior junto a lo romántico, como un tigre y una gacela. No eranecesariopensarenmorirantesdehaberhechoelexperimento.

Levantóelpopkin.Lohabíancortadoendosmitades.Sostuvounaencadamano.Abrió los ojos del Prisionero y miró a través de ellos. Nadie lo estaba mirando(aunqueenlacocinaJaneDorningpensabaenél,ymucho).

Rolandovolvióhacialapuertayatravesóelumbral,conlasmitadesdelpopkinenlasmanos.

11

Primerooyóelrugidoásperodeunaolaquellegabayluegoescuchóladiscusióndemuchos pájaros marinos posados en las rocas más cercanas, cuando luchaba porquedarsesentado.

«Los cabrones se me están acercando cobarde y sigilosamente —pensó— ypronto me harán pedazos, respire o no. No son más que buitres con una capa depintura.»

Entoncesnotóqueunadelasmitadesdelpopkin—ladelamanoderecha—selehabíacaídosobre lagruesaarenagris,porquealatravesar lapuerta lasosteníaconuna mano entera y ahora de aquella mano sólo quedaba el cuarenta por ciento.Levantólacomidatorpementeylacolocóentrelosdedospulgaryanular,lesacudiótoda la arena que pudo y le dio unmordisco tentativo.Unmomentomás tarde loestaba devorando, sin notar los pedacitos de arena que se le quedaban entre losdientes.Unossegundosdespuésleprestóatenciónalaotramitad.Entresmordiscoshabíadesaparecido.

Elpistoleronoteníaideadeloqueeraeltul,sólosabíaqueeradelicioso.Aquellobastaba.

12

Enelaviónnadieviodesaparecerelsándwichdeatún.Nadievioquelasmanosde

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Eddieagarrabanlasdosmitadescontantafuerzaquequedólamarcaprofundadelospulgaresenelpanblanco.

Nadieviocómoelsándwichpalidecíahastalatransparenciayluegodesaparecíadejandosólounaspocasmigasdepan.

Unos veinte segundos después de que sucediera esto, Jane Dorning apagó elcigarrillo,cruzóhacialapartedelanteradelacabinaysacóunlibrodesubolsodeviaje,peroloquerealmentequeríaeraecharleotrovistazoal3A.

Parecíaestarprofundamentedormido...peroelsándwichhabíadesaparecido.«¡Dios!—pensó Jane—.No se loha comido; se loha tragado entero.Yahora

duermeotravez.¿Esunabroma?»El cosquilleo que sentía con respecto a 3A, el señor «Ahora avellana / Ahora

azules»,fueraloquefuese,seguíaacosándola.Habíaalgoraroenél.Algo.

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III.CONTACTOYATERRIZAJE

1

Eddiesedespertóporunavisodelcopiloto;enunoscuarentaycincominutos,ibanaaterrizar en el aeropuerto internacionalKennedy,donde lavisibilidad era ilimitada,losvientosveníandeloesteadieciséiskilómetrosporhora,ylatemperaturaeradeunos agradables veinticinco grados. Les dijo, por si no se presentaba otraoportunidad,quequeríaagradeceratodosyacadaunoelhaberelegidovolarconlacompañíaDelta.

Miróasualrededoryvioalagenterevisandolastarjetasdedeclaracióndebienesno libres de impuestos y los pasaportes; al venir deNassau supuestamentebastabacon el carné de identidad y una tarjeta de crédito de un banco del país, pero lamayoríallevabaelpasaporte.Eddiesintióqueunalambredeacerosetensabaensuinterior. Todavía no podía creer que se hubiera quedado dormido, y tanprofundamente.

Se puso de pie y fue al retrete. Las bolsas de coca bajo los brazos parecíandescansarfirmemente;encajabanconloscontornosdesuscostadostanperfectamentecomoantesenlahabitacióndelhotel,cuandounnorteamericanodehablartranquilollamadoWilliamWilson las había sujetado. Después de esta operación el hombrecuyo nombre hizo famoso Poe (cuando Eddie aludió a esto,Wilson le dirigió unamirada vacía) le alcanzó la camisa. Una típica camisa estampada, un poquitodesteñida,del tipoqueunestudiante cualquiera sepondríaparaviajar al volverdeunascortasvacacionesantesde losexámenes... sóloqueéstaestabaconfeccionadaespecialmenteparadisimularbultosenlasaxilas.

—Antesdebajar revísalo todounavezmásparaestar seguro—dijoWilson—,perotodosaldrábien.

Eddienosabíasitodoibaasalirbienono,peroteníaotrarazónparaquereriralretrete antes de que se encendiera el cartel de «ABRÓCHENSE LOSCINTURONES».Apesardetodatentación—ybuenapartedelanocheanteriornohabía sido tentación sino rabiosa necesidad— había logrado conservar el últimopoquitode loqueel tipejocetrinohabía tenidoeldescarodecalificar comoChinaWhite.

Pasar la Aduana desde Nassau no era lo mismo que pasarla desde Haití, oQuincon o Bogot, pero había gente vigilando igual. Gente entrenada. Necesitaba

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todasycadaunadelasventajasquepudieraobtener.Sipudieratranquilizarseaunquefueraunpoco,sólounpoco,parapasarporahí,ésepodíasereldetallequemarcaraladiferenciaylepermitieralograrlo.

Aspiroelpolvo,echóporelinodorolapapelinayselavólasmanos.«Porsupuesto,silologras,nuncalosabrás¿verdad?»,pensó.No.Nolosabría.Y

tampocoleimportaba.Cuando regresaba a su asiento vio a la azafata que le había llevado la bebida,

bebidaqueélnohabíaterminado.Ellalesonrió.Élledevolviólasonrisa,sesentóyseabrochóelcinturón;cogiólarevistadelacompañía,volviólaspáginasymirólasfotosy laspalabras.Niunasniotras le impresionaronenabsoluto.Unalambredeaceroseguíatensándoseentornoasuvientreycuandoporfinseencendióelcartelde«ABRÓCHENSELOSCINTURONES»dioungirodobleyloconstriñó.

La heroína le había hecho efecto—losmocos lo probaban—pero no la podíasentir.

Unacosasípudosentirpocoantesdeaterrizar,otrodeaquellosdesconcertantesperíodosenblanco...breve,perodefinitivo.

ElBoeing727pasórasandoelaguadeLongIslandSoundycomenzóabajar.

2

JaneDorningestabaenlazonadeclaseturistaayudandoaPeteryaAnneaguardarlosúltimosvasosdelasbebidasservidasdespuésdelacomida,enlacocina,cuandoeltipoqueparecíaunestudiantillopasóallavabodeprimeraclase.

Cuando él volvía a su asiento ella corrió la cortina entre turista y primera, sinsiquierapensarenloquehacía,loatrapóconsusonrisayloobligólevantarlavistayasonreírletambién.

Susojoserancoloravellanaotravez.«Muybien,muybien.Fueallavaboyselassacóantesdelasiesta;luegofuede

nuevoallavaboyselasvolvióaponer..PorelamordeDios.¡Janeerestonta!»Sinembargonoloera.Nopodíadefinirconcretamentequéera,peronoeratonta.Estádemasiadopálido.«¿Y qué?Miles de personas están demasiado pálidas, incluso tu propiamadre

desdequelavesículabiliarselefuealamierda.»«Tiene unos ojos azules de lo más atractivo—quizá no tan bonitos como las

lentillasavellanas—perociertamenteatractivos.¿Porquéentonces lamolestiayelgasto?»

«Porqueledalagana.¿Noessuficiente?»

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No.Pocoantesdel«ABRÓCHENSELOSCINTURONES»y losúltimoscontroles,

hizoalgoquenuncaanteshabíahecho; lohizoporqueleangustiabaelrecuerdodeaquella vieja arpía endurecida que fue su instructora. Llenó un termo con cafécalientey lepuso la tapagrandedeplástico, sin taparantes labotella.Atornilló latapaperolediosólounavuelta.

Susy Douglas daba los últimos avisos; les decía a los simples aquellos queapagaranloscigarrillos,lesdecíaquedebíanguardarloquehabíansacado,lesdecíaque un agente de Delta estaría esperando a la salida, les decía que revisaran y seasegurarandetenerenordenlastarjetasdedeclaracióndebienesylospasaportes,ylesdecíaqueahoraseríaprecisorecogertodoslosvasos,lascopasylosauricularesdelosasientos.

«Me sorprende que no tengamos que comprobar si están secos», pensó Janedistraídamente.

—Ocúpatedemilado—lepidióJaneaSusycuandocolgóelmicrófono.Susyechóunamiradaaltermo,yluegoalacaradeJane.—¿Jane?¿Estásenferma?Estásblancacomo...—Noestoyenferma.Ocúpatedemilado.Teloexplicarécuandovuelva.—Jane

echóunamiradarápidaa losasientosabatibles,al ladode lapuertadesalidade laizquierda.

—Jane...—¡Ocúpatedemilado!—Muybien—asintióSusy—.Muybien,Jane.Deacuerdo.JaneDorningsesentóenelasientoabatibledelladodelpasillo.Sosteníaeltermo

en lamanoynohacíaningúnmovimientoparaajustar la tapa.Queríamantenereltermobajocompletocontrolyesoimplicabaambasmanos.

«Susycreequemehevueltoloca.»Esperabaqueasífuera.«SielcapitánMcDonaldaterrizaconbrusquedadmevoyaquemarlasmanos.»Searriesgaría.El avión bajaba. El hombre del 3A, el hombre de los ojos de dos colores y el

rostropálidoseinclinódeprontoysacóelbolsodeviajededebajodelasiento.«Yaestá—pensóJane—.Ahoraescuandosacalagranadaoelarmaautomática

olamierdaquesea.»Yen elmomento enque lo vio, en elmismísimomomento, estuvo a punto de

hacervolardeunmanotazolatapadeltermoquesosteníaenlasmanosligeramentetemblorosas.IbaaserunAmigodeAlámuyperomuysorprendidoelquerodaraporelpasillodelVueloDelta901conlacarallenadecaféhirviendo.

3Aabrióelcierredelbolso.

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Janesepreparó.

3

Elpistoleropensóqueaquelhombre,prisioneroono,eraprobablementemejorenelartedesobrevivirquecualquieradelosotroshombresquehabíavistoenelcarruajeaéreo.Losotros,ensumayorparte,estabangordosyaunlosqueteníanmásomenosbuen aspecto parecían obtusos e indefensos, con caras de niños malcriados ymelindrosos, caras de hombres que pelearían al final pero que antes de hacerlogimotearían interminablemente; uno podría sacarles las tripas y dejárselas en loszapatos,ysuexpresiónúltimanoseríarabiaoagoníasinoestúpidasorpresa.

Elprisioneroeramejor...peronolobastantebueno.Enabsoluto.«Laazafata.Hanotadoalgo.Vioséqué,perohavistoquealgonoestábien.Está

atentaaéldeunamaneradiferente,leprestamásatenciónquealosotros.»ElPrisionerosesentó.Mirabaunlibrodetapasblandasenelquepensabacomo

«Re-ista»,apesardequeaRolandonoleimportabanipizcaquiénpodíaserelReyyquéeraloquehabíavisto.Elpistoleronoqueríamirarunlibro,porasombrosoqueaquellopudieraser;queríaveralamujerdeluniforme.Laurgenciadedarelpasoytomarelcontroleragrande.Perolocontroló...almenosporelmomento.

ElPrisionerohabíaidoaalgunaparteyhabíaobtenidounadroga.Noeraladrogaque él mismo tomaba, tampoco una que ayudara a curar el cuerpo enfermo delpistolero,sinounaporlacuallagentepagabaunmontóndedineroporqueerailegal.Le iba adar aquelladrogaa suhermano,quien, a suvez, se ladaría aunhombrellamadoBalazar. El trato quedaría completo cuandoBalazar les diera a cambio deéstaladrogaqueellostomaban...sí,claroestá,elPrisioneroeracapazdeejecutarunritual desconocido para el pistolero (y un mundo extraño como éste teníanecesariamentemuchosritualesextraños).ElritualsellamabaPasarlaAduana.

«Perolamujerlove.»¿Podría ella evitar que pasara la Aduana? Rolando pensó que la respuesta

probablemente era que sí. ¿Y entonces?Cárcel.Y si encarcelaban al Prisionero nohabríalugardondeconseguirlaclasedemedicinaquenecesitabasucuerpoinfectadoyagonizante.

«DebepasarlaAduana—pensóRolando—.YdebeirconsuhermanoareunirseconBalazar.Noestáenelplan,alhermanonovaagustarle,perodebehacerlo.»

Porque un hombre que negociaba con drogas conocería a la persona o inclusoseríalapersonaadecuadaparacurarsuenfermedad.Unapersonaqueescucharíacuáleraelproblemayluego...quizá...

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«DebepasarlaAduana»,pensóelpistolero.Larespuestaeratanobviaytansimple,tanpróximaaél,queestuvomuyapunto

de no hallarla en absoluto. Era la droga que el Prisionero intentaba colar decontrabandoloquehacíatandifícilpasarlaAduana,porsupuesto;habríaalgúntipodeOráculoqueseconsultabacuandoaparecíanpersonassospechosas.Deotromodo,conjeturóRolando, la ceremonia del paso sería la simplicidad personificada, comohabíasidoensupropiomundocruzarunafronteraamistosa.Unohacíaelsignodelealtadalmonarcadeesereino—unsimplegestosimbólico—yselepermitíapasar.

Podía llevarse cosas del mundo del Prisionero al suyo propio. Lo habíademostrado con un popkin de tul. Se llevaría las bollas de droga como se habíallevadoelpopkin.ElPrisioneropasaría laAduana.YluegoRolandoregresaríaconlasbolsas.

«¿Puedes?»¡Ah! Aquélla era una pregunta lo bastante perturbadora como para distraer su

atencióndelagua,abajo...Habíansobrevoladoloqueparecíaserunocéanoinmensoy ahora volvían en dirección a la costa. A medida que se acercaban, el agua seacercaba cada vez más. El carruaje aéreo estaba bajando (la mirada de Eddie erarápidaysuperficial;ladelpistolero,arrobadacomoladeunniñolaprimeravezquevenevar).Podíallevarsecosasdeaquelmundo,esolosabía.Pero¿podíatraerlasdevuelta?Estoeraalgodelocualhastaahoranoteníaconocimiento.

Tendríaqueaveriguarlo.ElpistoleroalcanzóelbolsillodelPrisioneroycerrólamanodeésteentornoa

unamoneda.Rolandoregresóatravésdelapuerta.

4

Cuando se sentó, los pájaros levantaron el vuelo. Esta vez no se atrevieron aacercarsetanto.Sesentíamareado,febril,dolorido...Sinembargo,eranotablecómolohabíarevividounapequeñísimacantidaddealimento.Mirólamonedaqueestavezhabíatraídoconsigo.Parecíaplata,peroel tinterojizodelosbordessugeríaqueenrealidadestabahechadeunmetalmásprimario.Enunodelosladosfigurabaelperfildeunhombrecuyorostrosugeríanobleza,coraje,determinación.

Elpelo, rizadoen labasedelcráneoyatadoconunacoletaen lanuca,sugeríatambién una pizca de vanidad. Volvió la moneda del otro lado y vio algo que lesobresaltó,hastaelpuntodehacerlelanzarungritoconvozásperayquebrada.

Eneldorsohabíaunáguila,elemblemaquehabíadecoradosupropiabandera,

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aquellosdíaslejanosenqueaúnhabíareinosybanderasquelossimbolizaban.«Haypocotiempo.Vuelve.Apresúrate.»Pero se rezagó un momento más, pensando. Ahora era más difícil pensar, la

cabezadelPrisioneroestabalejosdeestardespejada,peroeraunrecipiente,almenostemporalmente,máslimpioqueelsuyo.

Tratardehacerelviajeconlamonedaenlasdosdireccioneserasólolamitaddelexperimento,¿verdad?

Tomóunodeloscartuchosdelcintodelasmunicionesyselopusoenlamano,sobrelamoneda.

Rolandovolvióatravésdelapuerta.

5

La moneda del Prisionero aún estaba ahí, apretada con fuerza dentro de la manometidaenelbolsillo.Nolehizofaltadarelpasoparaconstatarlodelcartucho:supoquenolohabíaconseguido.

Detodasmaneras,dioelpaso,unmomento,porquehabíaalgoquedebíasaber.Quedebíaver.

Así que se volvió, comopara arreglar aquella cosa de papel en el respaldo delasiento(portodoslosdiosesquealgunavezhansido,¡enaquelmundohabíapapelen todas partes!), ymiró a través de la puerta. Vio su propio cuerpo, derrumbadocomoantes,conunnuevohilodesangrebrotandodeuncorteensumejilla.

Debiódehabersidounapiedracuandosedejóasímismoycruzóhaciaelotrolado.

Elcartuchoquehabíasostenidojuntoconlamonedaestabajuntoalabasedelapuerta,sobrelaarena.

Sinembargo,todohabíasalidobastantebien.ElPrisioneropasaríalaAduana.Losguardiasde seguridadpodían registrarlodecabezaa lospies,desdeel ano

hastaelpaladar,unaotravez.Noencontraríannada.Elpistolerosereclinóensuasiento,satisfecho,sintenerni

idea,almenosporelmomento,delaverdaderamagnituddesuproblema.

6

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ElBoeing727pasósuavementesobrelassalinasdeLongIslanddejandotrasdesíunregueronegrodecombustible.Alsalir,eltrendeaterrizajeprodujounestruendoyuntopetazo.

7

3A,elhombreconlosojosdedoscolores,seenderezóyJanevioporunmomentounaUzichataensusmanos, justoantesdedarsecuentadequeaquellonoerasinouna tarjeta de declaración de bienes y una bolsita de cremallera como las que loshombresusanavecesparaguardarelpasaporte.

Elaviónaterrizócomolaseda.Sacudidaporuntemblorprofundo,Janeajustólataparoscadeltermo.—Dirásquesoyridícula—lecomentóaSusyenvozbaja.Aunqueyaeratarde,

seabrochóelcinturón.EnelúltimotramolecontaríaaSusyloquehabíasospechadoparaqueestuvieralista,yañadió—:Ytendrástodalarazón.

—No—respondióSusy—.Hicistelocorrecto.—Exagerélareacción.Yopagolacena.—Deningunamanera.Ynolomires.Mírameamí.Sonríe,Jane.Janesonrió.Asintió.SepreguntóenelnombredeDiosquépasabaahora.—Túlevigilabaslasmanos—manifestóSusy,yseechóareír.Janelaimitó—.

Yovigilabaqué sucedía con la camisa cuando se agachóparabuscar labolsa.AhídentrotienemercancíasuficientecomoparaabastecerunpisoenterodeWoolworth's.Sólo que no creo que sea el tipo de mercadería que uno pueda comprar enWoolworth's.

Janeechólacabezaparaatrás,riendootravez.Sesentíacomounamarioneta.—¿Quéhacemos?—preguntó.Susyteníacincoañosdeantigüedadmásqueella

y Jane, que sólo un minuto antes creía tener la situación bajo cierto desesperadocontrol,ahoraagradecíaalcieloteneraSusyasulado.

—Nosotras,nada.Díseloalcapitánalentrarenlapista.ÉlhablaráconlaAduana.Tuamigosepondráenlacolacomocualquierotro,perounoshombreslosacarándeahíyselollevaránauncuartito,quevaaserelprimerodeunamuylargaseriedecuartitosparaél,segúncreo.

—¡Dios!—Janesonreía,perosentíaescalofríosentodoelcuerpo.Cuandoelavióncomenzabaadetenersesedesabrochóelcinturónylealcanzóel

termoaSusy,luegosepusodepieygolpeósuavementelapuertadelacabina.No era un terrorista sino un narcotraficante Gracias a Dios por los favores

pequeños.Pero,dealgunamanera,lesabíamal.Eraguapo.

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Nomucho,peroalgo.

8

«Todavía no se da cuenta—pensó el pistolero con ira y agónica desesperación—.¡PorDios!»

Eddiesehabíaagachadoabuscar lospapelesquenecesitabaparael ritualy,alincorporarse, la azafata lo estabamirando con los ojos desorbitados y lasmejillasblancascomoelpapeldelrespaldodelosasientos.Eltuboplateadodetaparoja,queal principio él tomó por una especie de cantimplora, aparentemente era un arma.Ahoralasosteníaentresuspechos.Rolandopensóqueenunabrirycerrardeojosibaaarrojárselaoadestornillarlataparojaydispararle.

Luegosecalmóyseabrochóelcinturón,apesardequeeltopetazoleshizosabertanto a él comoalPrisioneroque el aviónya había aterrizado.Lamujer se volvióhacialaazafatasentadaasuladoyledijoalgo.Laotraseechóareíryasintióconlacabeza.Perosiésaeraunarisaverdadera,pensóelpistolero,éleraunsapoderío.Elpistolero se preguntó cómo podía ser tan estúpido el hombre cuyamente se habíaconvertidotemporalmenteenhogardesupropioka.Enpartedebíasuestupidezaloque tomaba, por supuesto... una de las versiones de la hierba del diablo en aquelmundo.Perosóloenparte.Élnoerablandonipocoobservadorcomolosotros,peroconeltiempopodíallegaraserlo.

«Soncomosonporquevivenenlaluz—pensódeprontoelpistolero—.Esaluzdelacivilizaciónqueteenseñaronaadorarporencimadetodolodemás.Vivenenunmundoquenosehamovido.»

Siasíacababalagenteenunmundotal,Rolandoestabasegurodenopreferirlaoscuridad.«Esoeraantesdequeelmundosemoviera»,decíalagenteensupropiomundo,ysiempreenuntonodespojadodetristeza...perotalvezfueraunatristezaquesesentíasinpensar,unatristezasinreflexión.

«Ellapensóqueyo/élintentabacogerunarmacuandoyo/élnosagachábamosabuscarlospapeles.Cuandoviolospapelessetranquilizóehizolomismoquetodoslosdemásantesdequeel carruajedescendiera.Ahorahablay se ríe con suamigaperohayalgoraroensusrostros,eneldeellaespecialmente,enelrostrodelamujerconeltubodemetal.estánhablando,claroestá,perosimulanreír...esporquehablansobremí/él.»

El carruaje aéreo se movía ahora a lo largo de lo que parecía ser una largacarreteradehormigón,unadetantas.Elpistoleroobservabaalasdosmujeres,peroporelrabillodelojoveíaotroscarruajesaéreosqueibandeunladoaotroporotras

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carreteras.Algunos semovíanpesadamente;otros avanzabana increíblevelocidad,no como carruajes sino como proyectiles de pistolas o cañones, preparándose parasaltar al aire. Desesperada como era su propia situación, parte de él teníamuchasganasdedarelpasoyvolverlacabezaparavercómoaquellosvehículossaltabanalcielo.Eranobjetoshechosporelhombre,perotanfabulososcomolosdelosrelatosdelGranPlumón que, supuestamente, había vivido en el remoto (y probablementemítico)reinodeGarlan.másfabulosos,talvez,simplementeporqueéstoseranobradelhombre.

Lamujer que le había llevado el popkin se desabrochó el arnés (menos de unminutodespuésdehabérseloabrochado)yavanzóhaciaunapuertapequeña.Ahíesdondesesientaelconductor,pensóelpistolero,perocuandoseabriólapuertayellaentró en la cabina, vio que de hecho se necesitaban tres hombres para conducir elcarruaje aéreo, y en el brevísimo vistazo que tuvo oportunidad de echar, lo queparecíaunmillónderelojes,lucesypalancaslehizocomprenderporqué.

El Prisionero lo miraba todo pero no comprendía nada, Cort primero hubieraresoplado y luego lo habría llevado al paredónmás cercano. Lo que ocupaba porcompletolamentedelPrisioneroeraaferrarsealabolsadedebajodelasientoyalachaquetadecolorclarodelarcóncolocadoporencima...yenfrentar ladurapruebadelritual.

ElPrisioneronadaveía;elpistoleroloveíatodo.«La mujer ha creído que era un loco o un ladrón. Él, o tal vez fui yo, sí, es

bastante probable que haya sido yo, hizo o hice algo que le ha llevado a creerlo.Cambióde ideay luego laotramujer lehizoverquenoestabaequivocada...Perocreo que saben qué anda mal realmente. Saben que él va a tratar de profanar elritual.»

Entonces,comoenuntrueno,vioenquéconsistíaelproblema.Paraempezar,noerasimplementecuestióndellevarselasbolsasasumundocomohabíahechoconlamoneda.Éstanohabía estado sujeta al cuerpodelPrisionero con la cinta adhesivaque el Prisionero había usado para adherir las bolsas a su cuerpo. Pero la cintaadhesiva era sólo un aspecto del problema. El Prisionero no había reparado en ladesaparicióntemporaldeunamonedaentremuchasperocuandosedieracuentadeque aquello que llevaba, por lo cual había arriesgado la vida, había desaparecidosúbitamente,ibaaarmarunescándalo,conseguridad...Yentonces,¿qué?

EramásqueposiblequeelPrisionerosecomportarademanerairracionalyqueconsiguiera que lo encarcelaran de un modo tan inmediato como si lo hubieranpescadoenelactomismodelaprofanación.Lapérdidaseríadeporsíalgobastantemalo, pero, si las bolsas que llevaba bajo los brazos se derretían en la nada, élprobablementecreeríaquedeverassehabíavueltoloco.

El carruaje aéreo, parecido a un buey ahora que estaba sobre el suelo, giró

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laboriosamente a la izquierda. El pistolero se dio cuenta de que ya no le quedabatiempoparaconcederseellujodeseguirpensando.Teníaquehaceralgomásquedarelpaso:debíacontactarconEddieDean.

Enaquelmismomomento.

9

Eddie semetió el pasaporte y la tarjeta de declaración en el bolsillo del pecho.Elcabledeaceroapretabasustripasdeunamaneraconstantehundiéndosecadavezmásprofundamente:susnervioschisporroteaban.Ydeprontounavozhablódentrodesucabeza.

Nounpensamiento;unavoz.—Escúchame,amigo.Escúchameconmuchaatención.Ysiquierespermanecera

salvo,nodejesquelaexpresióndetucaradespiertelassospechasdelasazafatas.Diossabequeyasospechanbastante.

Primero, Eddie pensó que aún llevaba puestos los auriculares del avión, y querecibíaalgunaextrañatransmisióndesdelacabina.Perolosauricularesdelaviónseloshabíanllevadohacíacincominutos.

Su segundo pensamiento fue que había alguien de pie a su lado y le hablaba.Estuvo a punto de volver la cabeza violentamente hacia la izquierda, pero hubierasidoabsurdo.

Legustaraono,lacrudaverdaderaquelavozprocedíadelinteriordesucabeza.Talvezestabarecibiendoalgúntipodetransmisión—OM,FMoVHF—através

delasmuelasempastadas.Habíaoídoalg...—¡Enderézate, larva! ¡Ya sospechan bastante sin que tengas aspecto de haber

enloquecido!Eddieseincorporórápidamente,comosilohubieransacudido.Noeralavozde

Henry,peroseparecíaa ladeHenrycuandonoeranmásqueunpardeniñosquecrecían en los Proyectos. Henry era ocho añosmayor, y de la hermana que habíaestado con ellos sólo quedaba ahora un mero fantasma en la memoria. Un cocheatropellóymatóaSelinacuandoEddie teníadosañosyHenrydiez.AquelásperotonodemandoaparecíasiemprequeHenryloveíahaceralgoquepudieraterminarcon Eddie metido antes de tiempo en un ataúd de pino como había sucedido conSelina.

«¿Quécoñoestápasandoaquí?»—Noestásoyendovocesquenoestánaquí—retornólavozdesdedentrodesu

cabeza.

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No,no era lavoz infantil deHenry.Erade adultomás seca...más fuerte.PeroparecidaalavozdeHenry...eraimposiblenocreerlo.

—Primero,noestásvolviéndoteloco.SOYotrapersona.«¿Serátelepatía?»Eddie se daba cuenta vagamente de que su cara carecía por completo de

expresión.Pensóque,entalescircunstancias,aquellolehubierabastadoparaganarelOscaralmejoractordelaño.MiróporlaventanillayvioqueelaviónseacercabaalasecciónDeltadelaterminaldellegadasdelaeropuertointernacionalKennedy.

—No conozco esa palabra; pero sé que esas azafatas del ejército saben quellevas...

Se produjo una pausa. Una sensación—extraña hasta lo indecible— de dedosfantasmas revolviendo dentro de su propio cerebro como si éste fuera un ficheroviviente.

... heroínao cocaína.No sé cuálde lasdos;perodebede ser cocaína,porquellevaslaquenotomasparacomprarlaquetomas.

—¿Quéazafatasdelejército?—murmuróEddie.Nosedabacuentaenabsolutodequehablabaenvozalta—.¿Dequémierdameestáhabl...?

Otra vez aquella sensación de ser abofeteado... tan real que sintió cómo lezumbabalacabeza.

—¡Cierraelpico,pedazodeimbécil!—Vale,vale.¡Joder!Otravezlasensacióndededoshurgando.—Azafatasdelejército—replicó lavozextraña—.¿Mecomprendes?¡No tengo

tiempodedetenermeencadaunodetuspensamientos,Prisionero!—¿Cómo me...? —comenzó Eddie, y luego cerró la boca—. ¿Cómo me has

llamado?—No importa.Ahora escucha.Tenemospoco,muypoco tiempo.Lo saben.Las

azafatassabenquellevascocaína.—¿Cómopuedensaberlo?¡Estoesridículo!—Nosécómollegaronasaberlo,ytampocoimporta.Unadeellasselodijoalos

conductores. Los conductores se lo dirán a los sacerdotes que llevan a cabo laceremoniadelpasodelaAduana...

Lavozdesucabezausabaunlenguajearcano,contérminostanpasadosdemodaqueresultabancasidivertidos...peroelmensajellegabaclaroyfuerte.Apesardequesucarapermanecía inexpresiva,Eddie juntó losdientesenundolorosoclicysilbórítmicamenteentreellos.

Lavozdecíaqueeljuegohabíaterminado.Todavíanohabíabajadodelaviónyeljuegoyahabíaterminado.

Peroaquellonoerareal.Nopodíaserlodeningunamanera.Erasumente,nada

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más, que en el últimominuto le jugaba una pequeña jugarreta paranoica. Eso eratodo.

Laignoraría.Ignóralaydesaparec...—¡NOvasaignorarla,porquesinoirásalacárcelyyomoriré!—bramólavoz.—EnelnombredeDios,¿quiéneres?—preguntótemerosamenteEddie,casisin

ganas.Y dentro de su cabeza oyó que algo o alguien lanzaba un suspiro de alivio,

profundoyvisceral.

10

«¡Cree! —pensó el pistolero. Gracias a todos los dioses habidos y por haber—.¡Cree!»

11

El avión se detuvo. Se apagó la luz de ABRÓCHENSE LOS CINTURONES. Lamangadeljetavanzórodandoydiocontralapuertadelanteraconungolpecitosuave.Habíanllegado.

12

—HayunlugardondepuedesdejarlamientrasrealizaselpasodelaAduana—dijola voz—. Un lugar seguro. Luego, cuando hayas pasado, puedes recuperarla yllevárselaaBalazar.

Ahora la gente se ponía de pie, recogía sus cosas de los estantes superiores ytratabadearreglárselasconlosabrigos,que,segúnelanunciodelacabina,noibananecesitar,pueshacíacalor.

—Cogelabolsa.Ylachaqueta.Luegovuelvealexcusado.—Exc...—Oh.Lavabo.«Sicreenquetengodroga,pensaránquevoyatirarlaporelinodoro.»

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PeroEddiecomprendióquenoimportaba.Noibanatirarlapuertaabajo,claro,porqueaquelloasustaríaa lospasajeros.Ysabríanquenosepuede tirarunkilodecocaporel inodorodeunaviónsindejarrastro.No,amenosquelavozrealmenteestuvieradiciendolaverdad...queexistíaunlugarseguro.Pero¿cómopodíaser?

—¡Noimporta,joder!¡MUÉVETE!YEddiesemovió.Porquefinalmentehabíacomprendidolasituación.Nopodía

ver todo lo que veíaRolando, con todos sus años y su entrenamiento de tortura yprecisión, pero ahora veía los rostros de las azafatas, los rostros verdaderos, pordebajodelassonrisasylosamablesgestosparaayudaraalcanzarlasbolsasycajasdelarmariodelantero.Podíavercómosusmiradassedesviabanhaciaélenrápidoslatigazos,unayotravez.

Cogiólabolsa.Ylachaqueta.Habíanabiertolapuertaquedabaalamangaylagente ya avanzaba por el pasillo. La puerta de la cabina permanecía abierta, y ahíestaba el capitán, sonriendo también... pero también miraba a los pasajeros deprimeraocupadosaúnenreunirsuscosas,ylodetectóaél—no,mejordicho—,leapuntóconlamirada.Luegomiródenuevoparaotrolado,asintióaloquealguienledecíayrevolvióelpelodeunjovencito.

Ahora tenía frío.No un frío como el del pavo, sólo frío.No necesitaba la vozdentrodesucabezaparaquedarsefrío.Frío...enalgunosocasionesveníabien.Sólohabíaquetenercuidadodenoenfriarsetantocomoparaquedarcongelado.

Eddie comenzó a avanzar, llegó al lugar desde donde un giro a la izquierda lollevaríaalamanga...ydeprontosellevólamanoalaboca.

—Nomesientobien—murmuró.Discúlpenme—.Moviólapuertadelacabina,quebloqueabaligeramentelapuertadellavabodeprimeraclase,yabriólapuertadellavabodeladerecha.

—Metemoque tendráqueabandonarelavión—advirtióásperamenteelpilotocuandoEddieabriólapuertadellavabo—.Es...

—Creoquevoyavomitar,ynoquierohacerlosobresuszapatos—dijoEddie—,nitampocosobrelosmíos.

Un segundomás tarde estaba dentro con la puerta trabada. El capitán le decíaalgo.Eddie no lo pudo entender, no lo quiso entender.Lo importante era que sólohablaba, no gritaba; tenía razón, nadie comenzaría a gritar con tal vez doscientoscincuenta pasajeros esperando todavía para bajar del avión por la única puertadelantera.Estabadentro,porelmomentoasalvo...pero¿leserviríadealgo?

—Si estás ahí —pensó—, quienquiera que seas, más vale que hagas algorápidamente.

Poruninstanteterriblenopasónadaenabsoluto.Fueuninstantebreve,peroenlacabezadeEddieDeanparecióprolongarsecasiparasiempre,comoloscaramelosTurkish Taffy de Bonomo queHenry le compraba a veces en verano cuando eran

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pequeños.Siseportabamal,Henrylozurraba;siseportababien,HenrylecomprabaTurkishTaffy.AsímanejabaHenrysusaltasresponsabilidadesdurantelasvacacionesdeverano.

«Joder,esmiimaginación.Coño,mehevueltoloc...»—Prepárate—anunció una voz severa—.No puedo hacerlo yo solo. Yo puedo

darelPASOperonopuedohacerlodelado.Tienesqueayudarme.Vuelvete.Eddiesediocuenta,depronto,dequeveíaatravésdedosparesdeojosydeque

sentía con dos sistemas nerviosos (pero los nervios de la otra persona no estabantodosahí;partehabiadesaparecido,recientemente,ygritabadedolor).Percibíacondiezsentidos,pensabacondoscerebrosysusangrelatíacondoscorazones.

Sevolvió.Juntoallavabohabíaunagujero,unagujeroqueparecíaunapuerta.Através de aquella puerta se veía una playa gris y arenosa, con olas rompientes delcolordeunoscalcetinesdetenisviejos.

Olíalasolas.Olíalasal,amargacomolaslagrimasensunariz.—Atraviésala.Alguien estaba golpeando la puerta del lavabo, le decia que saliera, que debía

abandonarelavióndeinmediato.—¡Atraviésala,joder!Eddie dio un gemido y dio un paso hacia la puerta... tropezó... y cayó en otro

mundo.

13

Sepusodepielentamente.Sabíaquesehabíacortadolapalmadelamanoderechaconelbordedeunaconcha.Sequedómirandoestúpidamentecómomanabalasangreatravésdesulíneadelavidayentoncesvioaotrohombrequeseincorporabaconlentitudasuderecha.

Eddie retrocedió espantado. De pronto, el más agudo terror suplantó a ladesorientaciónyalasoñadoradislocación;aquelhombreestabamuertoynolosabía.Tenía el rostro lúgubre y la piel estirada sobre los huesos de la cara. como siconsistieraen retazosde tela sobreagudosángulosdemetal casihastaelpuntoderasgarse.Lapieldelhombreera lívida, salvoporunas tísicasmanchas rojasen lospómulosyaambosladosdelcuello,bajoelángulodelamandíbula,yporunaúnicamarcacircularentre losojos,comoun intento infantilde reproducirunsímbolodecastahindú.

Sin embargo los ojos—azules, serenos, sanos—estabanvivos y llenos de una

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vitalidad terrible y tenaz. Vestía ropas oscuras hechas de algún género casero; lacamisa,conlasmangasarremangadas,eradeunnegromuydesteñido,casigris,ylospantalones, algo parecido a unos tejanos. Llevaba un par de cintos con armascruzadassobrelacadera,conlasfundasparabalascasivacías.Losestuchessosteníanrevólveres que podían ser del 45... pero de unmodelo increíblemente antiguo. Lasuavemaderadelosmangosparecíaresplandecerconsupropialuzinterna.

Eddie,que ignorabahaber tenido intenciónalgunadehablar—oalgoquedecir—,seoyóasímismopreguntar:

—¿Eresunfantasma?—Todavía no —graznó el hombre de los revólveres—. La hierba del diablo.

Cocaína.Comoseaquelollames.Quítatelacamisa.—Tusbrazos...Eddie los había visto.Los brazos del hombre, que parecía la clase de pistolero

extravagante que sólo se encuentra en unwestern de losmalos, resplandecían conlíneas de un rojo brillante y siniestro. Eddie sabía perfectamente bien quésignificaban aquellas líneas. Significaban sangre envenenada. Significaban que eldiablo hacia algo más que soplarte en el culo: trepaba ya por las cloacas queconducenalcorazón.

—¡Misbrazos importanunbledo!—exclamó lapálida aparición—. ¡Quítate lacamisaylíbratedeeso!

Oyólasolas,oyóelaullidosolitariodeunvientoquenoconocíaobstrucción;viosóloaaquellocoagonizanteyaquelladesolación.Ysinembargooíatambién,detrásde sí, las vocesmurmurantes de los pasajeros que dejaban el avión y el constantegolpeteoamortiguadoenlapuerta.

—¡SeñorDean!«Esavoz—pensó—estáenotromundo.»No lodudaba; simplemente tratabademetérselo en la cabeza, de lamanera en

queunoencajaunauñaenunagrietadecaoba.—Realmentetendrásque...—Puedes dejarlo aquí, luego lo recoges —graznó el pistolero—. Joder, ¿no

comprendes que aquí tengo que hablar? ¡Me duele! Y no hay tiempo, ¡pedazo deidiota!

Eddie hubieramatado amás de unopor usar esa palabra... pero le parecía quemataraaquelhombreseríatodaunatarea,apesardequecasiparecíanecesitarlo.

Aunasísentíalaverdaddeaquellosojosazules;sulocamiradaanulabatodaslaspreguntas.

EddiecomenzóadesabotonarselacamisaSuprimerimpulsofueeldesacárseladeuntirón,comoClarkKentcuandoLoisLaneestabaatadaalavíadeuntren,peroen la vida real aquello no funcionaba; tarde o temprano habría que explicar la

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ausenciadelosbotonesarrancados.Asíquelosdeslizóatravésdelosojalesmientrasdetrásdeél,seguíangolpeandoalapuerta.

Dio un tirón para sacar la camisa de los tejanos, se la quitó y la dejó caer,revelandolacintaadhesivaquelecruzabaelpecho.Parecíaunhombreenelúltimoestadiodelarecuperacióndespuésdehabersefracturadovariascostillas.

Echóunarápidamiradatrasdesíyviounapuertaabierta...laparteinferiorhabíadibujadolaformadeunventiladorsobrelaareniscagrisdelaplayacuandoalguien—presumiblemente el hombre agonizante— la abrió. A través de la puerta vio elretretedeprimeraclase:ellavabo,elespejo...yenélsupropiacaradesesperada,conelmechónnegroquelecruzabalafrentesobrelosojoscoloravellana.Alfondovioalpistolero,laplaya,lospájarosquelevantabanelvuelochillandoyriñendoporDiossabequé.

Manoseólacintamientrassepreguntabacómoempezar,cómoencontraralgunapuntay,derepente,losobrecogióunaatolondradadesazón.Asídebíandesentirseelciervooelconejocuandohabíancruzadohastalamitadunacarreteraenmediodelcampo,yvolvíanlacabezasóloparaquedarseclavadosantelaluzdeslumbrantedeuncochequevenía.

WilliamWilson,elhombrecuyonombrePoehizofamoso,habíatardadoveinteminutosenajustarlotodo.Encincominutos,sieteamástardar,abriríanlapuertadellavabo.

—Nopuedoquitarmeestamierda—leadvirtióalhombretambaleantequeteníadelante—.Noséquiéneres,nidóndeestoy,pero,deverdad,haydemasiadacintaymuypocotiempo.

14

ElcapitánMcDonaldfrustradoporlafaltaderespuestade3A,comenzóagolpearlapuerta.Deere,elcopiloto,leaconsejóinmediatamentequenocontinuara.

—¿Adónde podría ir?—preguntóDeere—. ¿Qué puede hacer? ¿Meterse en elinodoroytirardelacadena?Esdemasiadocorpulento.

—Peroesquelleva...—comenzóMcDonald.Deere,quehabíaconsumidococaínaenmásdeunaocasión,dijo:—Silleva,llevamucho.Nopuededeshacersedetodo.—Cierrenelagua—dijoMcDonalddepronto.—Ya está cerrada —confirmó el navegante (que también había aspirado en

ocasiones)—. Pero no creo que eso importe. Se puede disolver lo que hay en eltanque,perodeahínosale.

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Estabanapiñadosfrentealapuertadelretrete,bajoelbrilloburlóndelaseñaldeOCUPADO,yhablandotodosenvozbaja.

—VienenlosmuchachosdelaDEA,vacíaneltanque,sacanunamuestrayeltipoestáfrito.

—Siempre puede decir que entró alguien antes que él y la metió —replicóMcDonald.

Suvozcomenzabaaadquiriruntonoduro.Noqueríahablarsobreaquello,queríahacer algo al respecto, a pesar de tener aguda conciencia de los imbéciles que noacababandesalir.Algunosdeellosmirabanconalgomásquenaturalcuriosidadalatripulacióndevueloyalasazafatas,reunidostodosentornoalapuertadelretrete.Latripulación,porsuparte,eramuyconscientedequeunactotanabiertoyevidente,podría hacer que semanifestara el pánico a los terroristas presente en lamente detodopasajerodeavión.McDonaldsabíaqueelcopilotoyelingenierodevueloteníanrazón;sabíaquelomásprobableeraquelamercancíaestuvierametidaenbolsasdeplástico,yaunasíoía sonarunaalarmaen sucabeza.Algonoandababien.Ensuinterior,algo legritabaunayotravez:«¡Rápido!, ¡rápido!»,comosiel tipode3Afueraunjugadorexpertoconunoscuantosasesenlamanga,apuntodejugarlos.

—Noestátratandodetirarlacadena—dijoSusyDouglas—.Nisiquieraintentaabrirelgrifodellavabo.Oiríamossuccionarelaire.Oigoalgo,pero...

—Váyase—ordenóMcDonaldenformacortanteMiróaJaneDorning—.Ustedtambién.Nosotrosnosocuparemosdeesto.

Janesevolvióparairse,conlasmejillasardiendo.Susydijoconcalma:—Janelodetectóyyodescubrílosbultosdebajodelacamisa.Creoquevamosa

quedarnos,capitánMcDonald.Siquieredenunciarnospor insubordinación,hágalo.Peroquieroqueseacuerde

dequepuedeestarenviandoalinfiernoalgoquepodríaserimportanteparalaoficinadelfiscal.

Semiraronfijamentehastahacersaltarchispasdeacero.—Hevoladoconustedsetenta,ochentaveces,Mac—indicóSusy—.Sólotrato

desersuamiga.McDonaldlaobservóunmomentomás,yasintióconlacabeza.—Quédense,entonces.Peroretrocedanlasdosunpasohacialacabina.Sepusodepuntillas,miróhaciaatrásyvioelfinaldelacoladegentepasandode

claseturistaaprimera.Dosminutos,talveztres.Sevolvióhaciaelagentequeestabajuntoalaescotillaylosvigilabadecerca.Debió de haber percibido algún tipo de problema porque había sacado de su

estucheelwalkie-talkieyahoralososteníaenlamano.—Dile que quiero agentes de Aduana —se dirigió McDonald en voz baja al

navegante—.Tresocuatro.Armados.Ahora.

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Elcopilotoavanzóatravésdelacoladepasajeros,disculpándoseconunaamablesonrisa,yhablóenvozbajaconelagentedelapuerta.Éstesellevóelwalkie—talkiealabocayhablóenvozbaja.

McDonald,queentodasuvidanosehabíametidoenelcuerponadamásfuertequeunaaspirina,ymuydevezencuando, sevolvióhaciaDeere.Tenía los labiosapretados,formandounalíneafinayblancacomounacicatriz.

—Encuantosalgaelúltimodelospasajeros,vamosatirarestaputapuertaabajoanunció.NoimportasilagentedelaAduanaestáaquíono.¿Meentiendes?

—Roger —contestó Deere, y miró cómo los del final de la cola entraban enprimeraclase.

15

—Tráemelanavaja—ordenóelpistolero—.Estáenmicartera.Gesticulóhaciaunbolsodecueromuygastadoqueestabasobrelaarena.másque

unbolsoparecíaunaespeciedemorral,deltipoquesuelenusarloshippiescuandorecorrenlavíadelosApalaches,alucinandoconlanaturaleza(yquizáconunporro,de vez en cuando). Pero aquel tenía aspecto de ser auténtico y no un sostén parareforzaralgúntipodeimagen;erauntestigodeañosyañosdeviajesdifíciles,talvezdesesperados.

Hizo un gesto, pero no señaló.No podía señalar.Eddie vio por qué el hombreteníaun retaldecamisa sucia alrededorde lamanoderecha: algunosdedoshabíandesaparecido.

—Tráelo—dijo—.Corta la cinta. Procura no cortarte tú.Es fácil.Tendrás quetenercuidadoperoalmismotiempodeberásmoverteconrapidez.Notenemosmuchotiempo.

—Yalosé—asintióEddie,ysearrodillóenlaarena.Nadadeaquelloerareal.Exacto, ésa era la respuesta.Comodiría el gran sabioy eminenteyonkiHenry

Dean:«Aquesí,aqueno,elmundoesmentira,lavidaesficción;ohquébien,ohquémal,escuchemosaCreedenceypongámonosguay.»

Nada de aquello era real, no era nada más que un viaje extraordinariamentevívido,asíquelomejorseríaandardespaciosilbandobajitoyseguirlacorriente.

Seguro, era un viaje vívido.Estaba a punto de alcanzar el cierre—que tal vezfueraunacintavelcro—dela«cartera»delhombre,cuandovioqueestabasostenidaporunatramaentrecruzadadetirasdecuerosincurtir,algunasdelascualessehabíanroto y habían sido atadas cuidadosamente, con nudos pequeños, que pudieran, sin

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embargo,deslizarseatravésdelosojales.Eddiedeslizóhaciaarribaelnudosuperioryabrióelbolso;encontróelcuchillo

debajodeunenvoltorioalgohúmedo,elpedazodecamisaconquehabíaenvueltolasbalas. Solamente el mango ya bastaba para quitarle el aliento... era el verdaderoblancogrisáceode laplatapura, labradoconunaseriededibujosqueatrapaban lavista.Llevaban...

El dolor le explotó en el oído, rugió a través de su cabeza y por unmomentocubriósuvisiónconunanuberoja.Cayótorpementesobrelacarteraabierta,pegóenlaarenaylevantólamiradahaciaelhombrepálidodelasbotasrecortadas.Aquellonoeraunviaje.Losojosazulesquerelampagueabandesdeaquelrostromoribundoeranlosojosdelaverdad.

—Admíraloluego,Prisionero—repusoelpistolero—.Porahorasóloúsalo.Podíasentircómoeloídolelatíaylaorejaselehinchaba.—¿Porquésiguesllamándomeasí?—Corta la cinta —ordenó el pistolero con severidad—. Si irrumpen en tu

excusadomientrasestásaquí,tengolaimpresióndequetendrásquequedartedurantemucho,peromuchotiempo.Ymuyprontoconuncadávercomocompañía.

Eddiesacóelcuchillofueradelavaina.Noeraviejo,eramásqueviejo,másqueantiguo. La hoja, afilada casi al punto de la invisibilidad, parecía ser edad puraatrapadaenelmetal.

—Sí,pareceafilado—afirmó.Ysuvoznoeramuyfirme.

16

Los últimos pasajeros salían a la manga. Uno de ellos, una dama de unas setentaprimaveras,conlaexquisitaconfusiónquesóloparecencapacesdemostrarlosquevuelan por primera vez con demasiados años o muy poco inglés, se detuvo paraenseñarlelosbilletesaJaneDorning.

—¿Cómoencontrarémi aviónaMontreal?—preguntó—.¿Yquéhagocon lasmaletas?¿TengoquepasarlaAduanaaquíoallá?

—Alasalidade lamangaencontraráunagentequeledará todala informaciónquenecesite,señora—indicóJane.

—Bueno,noveoporquénopuededarmeustedtodalainformaciónquenecesitorepusolaanciana.Eltúneltodavíaestállenodegente.

—Circule, señora, por favor —pidió el capitán McDonald—. Tenemos unproblema.

—Bueno,perdónemepor respirar—contestó laanciana,demal talante—.Creo

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quesimplementemecaídelcochefúnebre.Y ladamaavanzóapasovivo, con lanariz inclinadacomo ladeunperroque

huelefuegounpocomásallá,conelbolsodeviajeapretadoenunamanoyelsobreconlosbilletesenlaotra.Deélsobresalíantantastarjetasdeembarquequeaunoletentabacreerqueladamahabíadadocasilavueltaalmundocambiandodeaviónencadaparadadelcamino.

—HeaquíunaseñoraquetalveznovuelvaavolarenlosgrandesjetsdeDeltamurmuróSusy.

—Me importa un huevo. Como si vuela empaquetada de relleno en loscalzoncillosdeSuperman—dijoMcDonald—.¿Eslaúltima?

Janeechóunaojeadapordetrásdeellos,miróhacialosprimerosasientosdelaclaseturista,yluegoasomólacabezaalsectorcentral.Estabadesierto.

Volvióylescomunicóqueelaviónestabavacío.McDonald miró hacia el lado de la manga y vio a dos agentes de Aduana

uniformados que luchaban por abrirse paso a través de la multitud, disculpándoseperosinmolestarseenvolverlamiradaalagentequehabíanempujadoaunlado.Laúltimaeralaanciana,quedejócaerelsobreconlosbilletesytodaladocumentación.Volaronsuspapeles,sedesparramaronportodaspartesyellarevoloteódetráscomouncuervoenojado.

—Muybien—dijoMcDonald—.Aquíestánlosmuchachos.—Señor,somosoficialesfederalesdelaAduana...—Cierto,yolosllamé,ymealegrodequehayanvenidotanrápido.Ahorabien,

ustedes quédense aquí. Éste es mi avión, y el pasajero que está ahí dentro mepertenece.Unavezqueestéfueradelaviónydentrodelamanga,lescedoalpichónyselopuedencocinarenlaformaquequieran.—LehizounaseñalaDeere—.Levoyadarunaúltimaoportunidadaestehijodeputa,yluegoechamoslapuertaabajo.

—Bien—asintióDeere.McDonaldgolpeólapuertaconlapalmadelamanoygritó:—¡Vamos,amigo,salga!¡Estoyhartodepedírselo!Nohuborespuesta.—Muybien—mascullóMcDonald—.Vamos.

17

Eddie oyó remotamente que una anciana decía: «Bueno. Perdóname por respirar.Creoquesimplementemecaídelcochefúnebre.»

Había separado lamitad de la cinta adhesiva.Cuando la anciana habló, a él le

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temblólamanoyvioqueunhilodesangrerodabaporsuvientre.—Mierda—dijoEddie.—Ahora no podemos hacer nada —repuso el pistolero con su áspera voz—.

Terminaeltrabajo.¿Olavisióndelasangreteenferma?—Sólo cuando es la mía —respondió Eddie. La cinta comenzaba justo por

encimadesuvientre.Cuantomásaltocortaba,másdifícilleresultabaver.Pudoabriruna brecha de siete u ocho centímetrosmás, y casi volvió a cortarse al oír que elcapitánMcDonald hablaba con los agentes deAduana: «Muybien.Aquí están losmuchachos.»

—Puedoterminary talvezabrirmeenpedazos,opuedes intentarlo tú—señalóEddie—.Noveoloqueestoyhaciendo.Metapaelputomentón.

El pistolero cogió el cuchillo con lamano izquierda.Le temblaba.Ver la hoja,afilada al punto suicida, y aquel temblequeo pusieron a Eddie extremadamentenervioso.

—Creoquemejorvoyaintentarloyomismo...—Espera.Elpistolerosequedómirandofijamentesumanoizquierda.NoesqueEddieno

creyera en la telepatía; pero tampoco creía en ella ciegamente. Sin embargo ahorasentía algo, algo tan palpable y real como si fuera el calor que sale de un horno.Después de unos segundos se dio cuenta de qué se trataba: aquel hombre extrañojuntabatodasufuerzadevoluntad.

«¿Cómomierda puede estar agonizando si siento su fuerza de unamanera tanrotunda?»,pensó.

Lamanoempezóarelajarse.Prontofueapenasuntemblor.Pasadosapenasdiezsegundos,seveíatansólidayfirmecomounaroca.

—Ahora—dijoelpistolero.Diounpasoadelanteyalzóelcuchillo.Eddiesintióqueexudabaalgomás:fiebrerancia.

—¿Ereszurdo?—preguntóEddie.—No—contestóelpistolero.—Oh,Dios—exclamóEddie,ydecidióquepodríasentirsemejorsicerrabalos

ojosporunmomento.Oyóelroncosusurrodelacintaadhesivaqueseabría.—Yaestá—dijoelpistolero,ydiounpasoatrás—.Ahoraarrójalotanlejoscomo

puedas.Yomeocupodelaespalda.Yanoeranamablesgolpecitosenlapuertadelretrete;eraunpuñoquegolpeaba

comounmartillo.«Yahanbajadotodoslospasajeros—pensóEddie—.Seleterminólapaciencia.

Mierda.»—¡Vamos,amigo,salga!¡Estoyhartodepedírselo!—¡Daleuntirón!—gruñóelpistolero.

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Eddietomóungruesoextremodecinta,adhesivaencadamanoytirócontodalafuerzaquepudo.Ledolió,ledoliócomolagranputa.

«Deja de quejarte como unmaricón—pensó—. Podría ser peor. Podrías tenerpelosenelpecho,comoHenry.»

Miróhaciaabajoyviounabandarojadepielirritadacomodeveintecentímetrosdeanchoalaalturadelesternón.Ellugardondesehabíalastimadoerajustoencimadelplexosolar.Lasangremanabadeunhoyueloylecorríahastaelombligoenunregueroescarlata.Lasbolsasdedrogacolgabanahoradesusaxilascomoalforjasmalatadas.

—Muybien—dijolavozamortiguadadetrásdelapuertadelretrete—.Vamos...Eddie se perdió el resto en la inesperada ola de dolor que le cruzó la espalda

cuandosinceremoniaselpistolerolearrancóelrestodelacinta.Semordióparanogritar.—Ponte la camisa—indicóelpistolero.Su rostro,queparaEddieera el rostro

máspálidoqueunhombrevivopodía llegara tener,habíaadquiridoelcolorde lacenizavieja.Sostuvo lacinta (queahora sepegabaa símismaenestúpidovaivén,mientras las grandes bolsas de polvo blanco parecían raros capullos) con lamanoizquierda,yluegolapusoauncostado.Eddievioquebrotabasangrefrescaatravésdelavendaimprovisadaenlamanoderechadelpistolero—.Dateprisa—añadió.

Se oyó el sonido de un golpe sordo.No era alguien que golpeaba para que leabriera.Eddielevantólavistaatiempoparavertemblarlapuertadelretrete,paraverparpadearlasluces.Tratabandeentrarporlafuerza.

Levantó la camisa con dedos que de pronto parecían demasiado grandes,demasiadotorpes.Lamangaizquierdaestabavueltadel revés.Tratódeponerladelderechoatravésdelagujero,seletrabólamanoporunmomento,yluegolaarrancócontantafuerzaquelamangavolvióasalirjuntoconella.

Topetazo,ylapuertadelretretevolvióatemblar.—PorDios,¿cómoesposiblequeseastantorpe?—gimióelpistolero—,ymetió

supropiopuñoporlamangaizquierdadelacamisadeEddie.Cuandoelpistolerolaechóhaciaatrás,Eddieagarróelpuño.Ahoraelpistolero

lesosteníalacamisacomounmayordomosostendríaunabrigoantesuamo.Eddieselapusoybuscóconlosdedoselbotóninferior.

—¡Todavíano!—ladróelpistolero,yrasgóunnuevotrozodesuajadacamisa—.¡Límpiateelvientre!

Eddielohizolomejorquepudo.Delhoyuelodondeefectivamenteelcuchillolehabía lastimado la piel seguía manando sangre. La hoja estaba afilada, cómo no.Bastanteafilada.

Dejócaersobrelaarenaelpedazodecamisaensangrentadoyseabotonólasuya.Topetazo.Estavez lapuertahizomásque temblar; searqueódentrodelpropio

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marco.Atravésdelapuertadelaplaya,Eddievioqueelfrascodejabónlíquidosecaíadesusitio,alladodellavabo.Cayóencimadesubolsadeviaje.

Había pensado meterse la camisa, que ahora estaba abotonada (y abotonadacorrectamente, pormilagro), dentro de los pantalones.De pronto se le ocurrió unaideamejor.Sedesabrochóelcinturón.

—¡Nohaytiempoparaeso!—Elpistolerotratabadegritarynopodía—.¡Aesapuertasólolequedaungolpe!

—Sé loquehago—manifestóEddie, rogando tener razón,ydiounpasohaciaatrás a través de la puerta entre los mundos, al tiempo que se desabrochaba lostejanosysebajabaelcierre.

Despuésdeunmomentodesesperadoydesesperante,elpistolerolosiguió,llenode ardiente dolor físico por un momento. En el siguiente sólo hubo frío ka en lacabezadeEddie.

18

—Uno más —dijo roncamente McDonald y Deere asintió. Ahora que todos lospasajeros habían salido de lamanga, tanto como delmismo avión; los agentes deAduanasacaronlasarmas.

—¡Ahora!Losdoshombresselanzaronadelanteyjuntospegaroncontralapuerta.Seabrió

deparenpar;untrozodemetalquedócolgandoporunmomentodelacerradurayluegocayóalsuelo.

Yahíestabasentadoelseñor3A,conlospantalonesalaalturadelasrodillasylosfaldonesdesudesteñidacamisaestampadaocultándole—apenas—elpirulí.

«Bueno,medatodalaimpresióndehaberlopescadoenelactomismo—pensócansadamenteMcDonald—.Elúnicoproblemaesque este actoqueyo sepanoesilegal.» De pronto sintió cómo se le hinchaba el hombro en el lugar donde habíagolpeadolapuerta,¿cuántasveces?,¿tres,cuatro?

—¿Sepuedesaberquéporrasestáhaciendoaquí?—ladróenvozalta.—Bueno,estabacagando—dijo3A—,perositodosustedestienenunproblema

grave,muchachos,supongoquepodrélimpiarmeenlaterminal...—Ysesuponequenonosoía,¿verdad,chicolisto?—Nollegabaalapuerta.—3Aextendiólamanoparahacerunademostracióny,

apesardequelapuertaahoracolgabadesmanteladaalaizquierda,McDonaldvioloquetratabadedecir—.Meimaginoquepudehabermelevantadopero,digamos,teníauna situación desesperada entre lasmanos. Sólo que no era exactamente entre las

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manos, sime entiende lo que le quiero decir. No es que tampoco quisiera tenerloentrelasmanos,sisigueentendiendoloquequierodecir.

3A exhibió una sonrisita ganadora, ligeramente chiflada, que al capitánMcDonaldlepareciócasitanlegítimacomounbilletedenuevedólares.Cualquieraqueloescucharapodríacreerquenadielehabíaenseñadoelviejoysimpletrucodeinclinarsehaciaadelante.

—Levántese—ordenóMcDonald.—Conmuchogusto.¿Talvezlasdamaspuedanirunpoquitohaciaatrás?—3A

sonriócontodosuencanto—.Séqueenlostiemposquecorrenestápasadodemoda,pero no puedo evitarlo. Soy pudoroso. De hecho, tengo un gran motivo para serpudoroso.

Alzó la mano izquierda con el pulgar y el índice separados menos de doscentímetros, y le guiñó un ojo a JaneDorning. Ella se ruborizó al rojo vivo y deinmediatodesaparecióporelpasillo,seguidadecercaporSusy.

«Noparecesmodesto—pensóelcapitánMcDonald—.Parecesungatoqueacabadetomarsuleche,esoesloquepareces.»

Cuandolasazafatasestuvieronfueradelavista,3Asepusoenpieysesubióloscalzoncillos y los tejanos. Extendió la mano para apretar el botón del agua yrápidamenteelcapitánMcDonald leapartó lamanobruscamente, loagarrópor loshombrosylehizogirarendirecciónalpasillo.Deerelosujetóconmanofirmeporlapartetraseradelpantalón.

—Tómeseloconcalma—dijoEddie.Suvozeraclaraysonababien—almenosesopensabaél—peropordentrotodo

eracaídalibre.Podíasentiralotro, losentíacontodaclaridad.Estabadentrodesumente,lovigilabadecerca,estabaahíquietoyteníalaintencióndeactuarsiEddielacagaba.Dios,todoaquelloteníaqueserunsueño,¿no?¿No?

—Quédesequieto—ordenóDeere.ElcapitánMcDonaldechóunamiradadentrodelinodoro.—No hay mierda—confirmó, y cuando el navegante soltó un conato de risa

involuntaria,McDonaldseloquedómirandofijamente.—Bueno, ya sabe cómo son las cosas—comentó Eddie—. A veces uno tiene

suerte y no esmás que una falsa alarma. Sin embargo lancé un par de verdaderostorpedos.Pedos,quierodecir,gases.SihubieraencendidounacerillaaquíhacetresminutoshabríapodidoasarunpavoparaeldíadeAccióndeGracias,¿sabe?Debehabersidoalgoquecomíantesdesubiralavión,meimag...

—Desháganse de él—dijoMcDonald, yDeere, que aún lo tenía sujeto por lapartetraseradelpantalón,lepegóunempujónquelolanzófueradelaviónydentrodeltúnel,dondecadaunodelosoficialesdelaAduanalotomódeunbrazo.

—¡Eh!—gritóEddie—.¡Quieromibolsa!¡Ymichaqueta!

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—Oh, tendrá todassuscosas—aseveróunode losoficiales.Supesadoaliento,queolíaaMaaloxyaacidezdeestómago,chocócontralacaradeEddie—.Estamosmuyinteresadosensuscosas.Ahora,vámonos,amiguito.

Eddielesdecíaqueselotomaranconcalma,queaflojaran,quepodíacaminardelomásbien,peroluegorecordóquelaspuntasdesuszapatospisaronelsuelodelamangasólotresocuatrovecesentrelapuertadelBoeing727ylasalidaalaterminal,donde esperaban otros tres oficiales de la Aduana y media docena de policías deseguridad del aeropuerto; los tipos de la Aduana esperaban a Eddie y los policíasmanteníanapartadaaunapequeñamultitudqueleobservabaconuninterésávidoymalsanomientrasselollevaban.

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IV.LATORRE

1

Eddie Dean estaba sentado en una silla. La silla se encontraba en una pequeñahabitación blanca. Una pequeña habitación blanca llena de gente. Una pequeñahabitación blanca llena de humo. Eddie iba en calzoncillos. Eddie quería uncigarrillo.Losotrosseis—no,siete—hombresdelapequeñahabitaciónblancaibanvestidos.Losotroshombres,depieasualrededor,lorodeaban.Tres—no,cuatro—deellosestabanfumando.

Eddiequeríarascarseybailotear.Eddiequeríamoverseyretorcerse.Eddieestabasentado,quieto,relajado;mirabaaloshombresqueestabandepiea

sualrededorconciertodivertidointerés,comosinoestuvieravolviéndoselocoporunadosis,comosinoestuvieravolviéndoselocodepuraclaustrofobia.

Larazóneraelotroensumente.Alprincipio,elotrolehabíaaterrorizado.Ahoraagradecíaqueelotroestuvieraahí.

El otro podía estar enfermo, agonizando incluso, pero aun así poseía suficienteacerocomoparaprestarleunpocoaesteaterrorizadoyonkideveintiúnaños.

—Es muy interesante la marca que tienes en el pecho —indicó uno de loshombresdelaAduana.

Uncigarrillolecolgabadelcostadodelaboca.Teníaunpaqueteenelbolsillodelacamisa.Eddiesintióquepodíafumarse,digamos,cincocigarrillosdeesepaquete,alineárselos en la boca de comisura a comisura, encenderlos todos, aspirarprofundamente,ysentirsementalmentemuchomejor.

—Parece una cinta. Parece como si hubieras tenido algo ahí,Eddie, sujeto conunacintaydeprontohubierasdecididoqueeraunabuenaideaarrancárteloytirarloalabasura.

—PilléunaalergiaenlasBahamas—explicóEddie—Selodije—.Quierodecir:yahemospasadoporestovariasveces.Tratodeconservarmisentidodelhumor,perocadavezmeresultamásdifícil.

—Me cago en tu sentido del humor —intervino otro salvajemente, y Eddiereconoció aquel tono. Era la forma en que le sonó su propia voz cuando se habíapasado lamitadde lanocheesperandoalhombreenel frío,yelhombrenovenía.Porqueaquellostipostambiéneranyonkis.LaúnicadiferenciaeraqueparaellosladrogaerantiposcomoHenryycomoél.

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—¿Quémedicesdeeseagujeroque tienesen labarriga?¿Dedóndesalióeso,Eddie?¿Deunaagenciadistribuidoradenoticias?

UnterceragenteseñalabaelpuntodondeEddiesehabíaherido.Finalmentehabíadejado de sangrar, pero todavía había una oscura burbuja púrpura que parecíamásquedispuestaaabrirseantelamásligerapresión.

Eddieseñalólabandarojadondehabíaestadolacinta.—Pica—dijo.Ynoeramentira—Mequedédormidoenelavión.Sinomecree,

pregúntelealaazafata...—¿Porquénoíbamosacreerte,Eddie?—Nolosé—respondióEddie—.¿Tienenconfrecuenciatraficantesdedrogaque

sequedandormidosduranteelviaje?—Hizounapausa,lesdiounossegundosparaquepensaraneneso,y luegoalargó lasmanos.Teníaalgunasuñasmelladas.Otrasserradas.Descubrióquecuandounoteníaelmono,lasuñasseconvertíandeprontoenelbocadofavorito—.Tuvebastantecuidadodenorascarme,perodebohabermedadounabuenarascadamientrasdormía.

—O cuando estabas flipado. Podría ser lamarca de una aguja.—Eddie se diocuentadequelosdosestabanaltantodetodo.Unosepinchaahí,tancercadelplexosolar,quevieneaserelconmutadordelsistemanervioso,ynuncamáspuedevolverapincharseensuvida.

—Denmeun respiro—pidióEddie—.Semehanacercado tanto a la caraparamirarme las pupilas que pensé que iban a darme unmorreo. Saben que no estabaflipado.

ElterceragentedeAduanasemostrabadisgustado.—Paraseruninocentecorderito,sabesunabarbaridadacercadedrogas,Eddie.—Lo que no aprendí en Corrupción en Miami lo saqué del Reader's Digest.

Ahoradíganmelaverdad:¿cuántasvecesvamosapasarporesto?Un cuarto agente levantó una bolsita de plástico. Dentro de la bolsita había

algunasfibras.—Éstos son filamentos. Vamos a recibir la confirmación del laboratorio, pero

sabemosdequéclaseson.Sonfilamentosdecintaadhesiva.—Nomeduchéantesdesalirdelhotel—repitióEddieporcuartavez—.Estaba

afuera,juntoalapiscina,tomandounpocodesol.Tratabadelibrarmedelsarpullido.Elsarpullidodelaalergia.Mequedédormido.Tuvesuertedecogerelavión.Tuvequecorreraloloco.Hacíamuchoviento.Noséquécosassemepudieronpegaralapielycuálesno.OtroextendióunamanoypasóundedoporlosochocentímetrosdecarnedeldoblezinteriordelcodoizquierdodeEddie.

—Yestonosonrastrosdeunaaguja.Eddieempujólamanoauncostado.—Picadurasdemosquitos.Selodije.Casicurados.¡Diosmío,esolopuedenver

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porsímismos!Podían. Aquello no se había arreglado de la noche a la mañana. Eddie había

dejadodepicarseenelbrazounmesantes.HenrynohubierapodidohacerloyésefueunodelosmotivosporlosquefueEddie;tuvoqueserEddie.Cuandonecesitabasinfaltaunadosis,sepicabamuyarriba,enlapartesuperiordelmusloizquierdo,enel lugardondesu testículo izquierdoseapoyabacontra lapieldesupierna...comohabíahecholaotranoche,cuandoelsujetocetrinoporfinletrajoalgoqueservía.Lamayor parte la había aspirado, simplemente, algo que aHenry ya no le alcanzaba.Todo aquello le provocaba sentimientos que no podían definir con exactitud... unamezcladeorgulloyvergüenza.Silostiposmirabanahí,sicorríanlostestículosauncostado, podía verse en serios problemas. Un análisis de sangre podría causarleproblemasaúnmásserios,peroéseeraunpasoquenopodíandarsinalgúntipodeprueba...ypruebaseranprecisamenteloquenotenían.Sabíantodoperonopodíanprobarnada.Queeratodaladiferenciaentrequereryelmundo,comohubieradichosuqueridayancianamadre.

—Picadurasdemosquitos.—Sí.—Ylamarcarojaesunareacciónalérgica.—Sí.LapillécuandofuialasBahamas,peronofuedemasiadograve.—Lapillócuandobajóaquí—ledijounodeloshombresaotro.—Ajá—asintióelsegundo—.¿Túlecrees?—Claro.—¿CreesenPapáNoel?—Claro.Cuandoerapequeñounavezmesaquéunafotoconélytodo.—Miróa

Eddieyañadió—¿Tienesunafotodeestafamosamarcarojadeantesquehicierasesteviajecito,Eddie?

Eddienocontestó.—Siestás limpio¿porquénoquiereshacerteunanálisisdesangre?—Ésteera

otra vez el primer tipo, el del cigarrillo en el costado de la boca. Se le habíaconsumidocasihastaelfiltro.

DeprontoEddieseenojó,sepusoblancodeira.Escuchódentrodesí.—Muybien—respondiódeinmediatolavoz,yEddiesintiómásqueunacuerdo,

sintióunaespeciedeaprobacióndeltipode«lánzate».LohacíasentircomocuandoHenry loabrazaba, le revolvíaelpelo, ledabapalmaditasenelhombroy ledecía:«Bienhecho,chaval...nodejesquesetesubaalacabeza,perohasestadomuybien.»

—Ustedessabenqueestoylimpio.—Sepusoenpiesúbitamentedemodoquelosotrosseecharonhaciaatrás.Miróal fumador,queeraquienestabamáscerca,y leespetó—:Ytediréalgo,niño,sinomesacasdelacaraeseclavodecajón,telosacoyodeungolpe.

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Eltiporetrocedió.—Yahanvaciadountanquellenodemierdadelavión,muchachos.PorDios,han

tenidotiempoparapasarporestotresveces.Hanrevisadomiscosas.Meheinclinadoyhedejadoqueunodeustedesmemetieraenelculoeldedomáslargodelmundo.Siesoeschequeodepróstata,estoesunsafarideputamadre.Teníamiedodemirarhaciaabajo.Penséquepodíavereldedodeesetiposaliéndomeporlapolla.

Losmiróatodos.—Semehanmetidoporelculo,mehanrevisadolascosas,yaquíestoy,sentado

encalzoncillosmientrasustedes,muchachos,me tiranhumoa lacara.¿Quierenunanálisisdesangre?Estábien.Traiganaalguienparaquelohaga.

Murmuraron,semiraronlosunosalosotros.Sorprendidos.Incómodos.—Perosiquierenhacerlosinunaorden judicial—dijoEddie—,elque lohaga

másvaleque traigaagujasy frascosdemás,porque,mierda,nopiensomear solo.Quieroquevengaunoficialdelapolicíafederal,yquecadaunodeustedessehagaelmismoanálisisdemierda,consusnombresynúmerosde identificaciónencadafrasco, todo bajo la custodia de ese oficial de la policía federal.Y sea cual sea elanálisisquemehaganamí—cocaína,heroína,anfetas,hierba, loquesea—quieroquehaganesosmismosanálisisalasmuestrasdeustedes,chicos.Yluegoquieroqueseenvíenlosresultadosamiabogado.

—Loquehayqueescuchar,suABOGADO—gritóunodeellos—.Aestoesaloquesiempresellegaconmierdascomotú,¿verdad,Eddie?YatendránoticiasdeMIABOGADO,tevoyaecharaMIABOGADOencima.¡Estabasuramedaganasdevomitar!

—Para ser franco en este momento no tengo abogado —repuso Eddie, y eraverdad—.Nopenséquelofueraanecesitar.Ustedesmehanhechocambiardeidea.Noencontraronnadaporquenotengonada,peronosignificaqueelrockandrollsedetengaahí,¿verdad?Asíquequierenquebaile.Fantástico.Voyabailar.Peronovoyabailarsolo.Ustedestambiénvanatenerquebailar,muchachos.

Seprodujounsilencioespesoydifícil.—Megustaríaquesebajara loscalzoncillosotravez,por favor, señorDean—

solicitóunodeellos.Eraelmayor.Teníaaspectodeencargarsede lascosas.Eddiepensóquetalvez(sólotalvez)sehabíadadocuentaporfindedóndepodíanestarlasmarcasfrescas.Hastaelmomentonohabíanrevisadoahí.Losbrazos,loshombros,laspiernas...peroahíno.Estabandemasiadosegurosdehaberencontradoalgo.

—Estoyhartodesacarmecosas,debajarmecosas,ydetragarmeestamierda—señalóEddie—.Otraenaalguienaquíparahacerunmontóndeanálisisdesangre,omevoy.¿Queprefieren?

Otravezunpesadosilencio.Y,cuandocomenzaronamirarseentresí,Eddiesupoquehabíaganado.

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—LosDOShemosganado—corrigió—.¿Cómotellamas,tío?—Rolando.YtútellamasEddie.EddieDean.—Oyesbien.—Escuchoyobservo.—Denlesuropa—dijo,disgustado,elhombremayor.MiróaEddie—.Noséqué

traías,queteníasnicómolohashechoparaquedesaparezca,peroquieroquesepasquelovamosaaveriguar.—Elviejosequedóobservándoloyañadió,casisonriendo—:Vaya, vaya.Nome da ganas de vomitar lo que dices. Lo queme da ganas devomitaresloqueeres.

—¡Yoledoyganasdevomitarausted!—Afirmativo.—Vaya por dónde—exclamóEddie—.Me encanta.Aquí estoy sentado en un

cuartito;sólollevoloscalzoncillosytengosietetiposamialrededorconpistolasenlacadera¿yyoledoyganasdevomitarausted?Tío,tieneustedunproblema.

Eddie avanzó hacia él. El tipo de la Aduana se mantuvo en su sitio por unmomento pero luego algo en los ojos deEddie—un loco color que parecíamitadavellanaymitadazul—lehizodarunpasoatrásencontradesuvoluntad.

—¡NO LLEVO NADA! —rugió Eddie—¡AHORA, APÁRTENSE!¡APÁRTENSE!¡DÉJENMEENPAZ!

Silenciootravez.Elhombremayormiróasualrededorylegritóaalguien:—¿Nomehasoído?¡Dalelaropa!Yesofuetodo.

2

—¿Leparecequenossiguen?—lepreguntóeltaxista.Parecíadivertido.Eddieseinclinóhaciadelante.—¿Porquédiceeso?—Porquemiratodoelratoporlaventanilladeatrás.—Nunca seme ocurrió queme estuvieran siguiendo—dijoEddie. Era la pura

verdad.Habíavistoalosqueleseguíanlaprimeravezquemiróasualrededor.Losqueleseguían,másdeuno.Noteníaquemirarentornoparaconfirmarsupresencia.Hasta a los pacientes externos de un hospital para retrasadosmentales les costaríaperder de vista el taxi de Eddie aquella tarde demayo; el tráfico en la L.I.E. eraescaso—.Soyunestudiosodelossistemasdetráfico,esoestodo.

—Oh—profirióeltaxista.Una declaración tan curiosa como aquélla hubiera provocado preguntas en

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algunos círculos, pero los taxistas deNuevaYork rara vez formulan preguntas; encambio, afirman, generalmente a lo grande. La mayor parte de las afirmacionescomienzanconlafrase«¡Estaciudad!»,comositalespalabrasfueranlainvocaciónreligiosa que precede al sermón... que es lo que generalmente son.Este taxista, encambio,dijo:

—Porque si en serio creía que nos estaban siguiendo, le digo que no. Yo mehabríadadocuenta.¡Estaciudad!¡Dios!Enmistiemposyoheseguidoamuchísimagente.Lesorprenderíasabercuántagenteentraeneltaxideunsaltoydice:«Sigaaesecoche.»Ya sé,pareceque sólo seveen laspelículas, ¿verdad?Correcto.Pero,como se dice, el arte imita a la vida y la vida imita al arte. ¡Sucede de verdad!Ysacarsedeencimaaalguienquetesigueesfácilsiunosabetenderleunatrampaaltipo.Uno...

Eddielebajóelvolumenaltaxistahastaunmurmullodefondo,ysóloescuchabalosuficientecomoparaasentirenlaspausasadecuadas.Siunosedeteníaapensarlo,laperoratadeltaxistanodejabadeserbastantedivertida.Unodelosperseguidoreseraunsedánazuloscuro.EddiesupusoquepertenecíaalaAduana.Elotroeraunacamioneta cerrada con carteles a los costados que decían GINELLI'S PIZZA.También teníaeldibujodeunapizza, sóloque lapizzaera lacara sonrientedeunmuchacho, y el muchacho sonriente se chupaba los dedos, y debajo del dibujoaparecía el eslogan«¡Ummmmmm! ¡EsunaPizzaRIIIIIIICA!»Sóloqueun jovenartistaurbano,derudimentariosentidodelhumor,armadoconunaerosoldepinturahabíatachadolapalabraPIZZAyescritoencimaPOLLA.

Ginelli. Eddie conocía sólo a un Ginelli; tenía un restaurante llamado FourFathers.Elnegociodelapizzaeraunapantalla,unarmazóngarantizado,ladeliciadeuninspector.GinelliyBalazar.Ibanjuntoscomoelfrankfurtylamostaza.

Segúnelplanoriginal,fueradelaterminalteníaquehaberunalimosinaconunchóferlistoparallevarloenunsantiaménallugardondeBalazarhacíanegocios,unsalóncercadelcentro.Peroporsupuestoelplanoriginalnoincluíadoshorasenuncuartito blanco, dos horas de interrogatorio constante por parte de un grupo deagentes de Aduana, mientras otro grupo se dedicaba primero a vaciar y luego arastrear el contenido de los tanques de desechos del vuelo 901, en busca de lasospechadagrancarga,lacargaindisoluble,queeraimposibleecharalinodoro.

Cuando salió, la limosina no estaba, claro. El chófer debía de tener susinstrucciones:sielpeznohasalidode la terminalunosquinceminutosdespuésdequeelrestoestéfuera,aléjaterápido.Elchóferdelalimosinanoseríatantontodeusar el teléfono del coche, que en realidad era una radio cuyas señales podían sercaptadascontodafacilidad.

Balazar podría hacer algunas llamadas, enterarse de que Eddie había tenidoproblemas, y prepararse para los problemas que tendría él. Balazar pudo haber

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detectadoelacerodequeEddieestabahecho,peroesonoimpedíaqueEddiefueraunyonki.Nosepodíaconfiarenqueunyonkifuerauntipoduro.

Esto significaba que existía la posibilidad de que el camión de pizza fuera aadelantar al taxi, que alguien sacara un arma automática por la ventana de lacamioneta de pizza, y luego, simplemente, la parte posterior del taxi quedaríaconvertida en algo así como un sangriento rallador de queso. A Eddie algo así lepreocuparíamásdehabersidoretenidodurantecuatrohorasenlugardedos,ymuchomás Si hubieran sido seis. Pero sólo dos... Pensó queBalazar confiaría en que, almenos aquel tiempo, pudiera mantener la boca cerrada. Querría saber qué habíapasadoconlamercancía.

La verdadera razón por la que Eddie miraba todo el tiempo hacia atrás era lapuerta.

Lefascinaba.Cuando los agentes de laAduana le llevabanmedio a rastras por las escaleras

hasta la sección administrativa delKennedy, habíamirado por encima del hombrohacia atrás y ahí estaba, improbable pero indudablemente, indiscutiblemente real,flotandoasuladocomoaunmetrodedistancia.Seveíaelmovimientoconstantedelasolasquerompíanenlaarena;vioqueallícomenzabaaoscurecer.

Lapuertaeracomounadeesasfigurascontrampaquealparecerllevandentrootra figura escondida; al principio unonove la figura escondida aunque lomaten,perocuandounolaveyanopuededejardeverlapormuchoquelointente.

Sólohabíadesaparecido lasdosvecesenqueelpistolero sehabía idosinél,yaquellolohabíaasustado:Eddiesehabíasentidocomounniñoaquienseleapagalaluz que le dejan encendida por la noche. La primera vez había sido durante elinterrogatorioenlaAduana.

—Deboirme.—LavozdeRolandohabíaatravesadolimpiamentelapreguntaqueenesemomentolearrojaban—.Sólomequedaréunosinstantes.Notengasmiedo.

—¿Porqué?—preguntóEddie—.¿Porquédebesirte?—¿Quélepasa?—lehabíapreguntadounodelostiposdelaAduana.Depronto

pareceasustado.De pronto se había sentido asustado, pero por nada que aquel yoyo pudiera

comprender.Almirarélporencimadelhombro,loshombresdelaAduanatambiénsehabían

vuelto.Noveíanmásqueunaparedblancaylisacubiertadepanelesblancosllenosde agujeros para amortiguar los ruidos; Eddie había visto la puerta, a su distancianormaldeunmetro (ahoraestabaencajadaen laparedde lahabitación, comounasalida de emergencia que ninguno de sus interrogadores podía ver). Viomás. Viocosasquesalíandelasolas,cosasqueparecíanrefugiadosdeunapelículadehorror,donde los efectos son un poquitín más especiales de lo que uno querría,

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suficientementeespecialescomoparaquetodoparezcareal.Teníanelaspectodeuncruceespantosoentregamba,langostayaraña.Producíanunsonidomisterioso.

—¿Teestádandoeldeliriumtremens?—lehabíapreguntadounodelostiposdelaAduana—.¿Vesunosbichitostrepandoporlasparedes,Eddie?

AquelloestabatancercadelaverdadqueEddieestuvoapuntodeecharseareír.ComprendiósinembargoporquéelhombrellamadoRolandodebíavolver;lamentedeRolandoestababastantesegura—almenosporelmomento—perolascriaturassemovíanendirecciónasucuerpoyEddiesospechóque,siRolandonoloretirabadellugarqueactualmenteocupaba,podíanoquedarlecuerpoalgunoparavolver.

DeprontooyómentalmenteaDavidLeeRothquebalaba:OhIyyyy...ain'tgotnobody[1]...yestavezsíseechóareír.Nopudoevitarlo.

—¿Quéesloqueteresultatandivertido?—lepreguntóelagentedelaAduanaquehabíaqueridosabersiestabaviendobichitos.

—Toda la situación —le respondió Eddie—. Pero sólo en el sentido de lopeculiar, no de lo hilarante.Quiero decir: si esto fuera una película, seríamás delestilodeFelliniquedeldeWoodyAllen,simeentiendeloquelequierodecir.

—¿Podrásarreglártelas?—preguntóRolando.—Si,todobien.VyO.—Nocomprendo.—VeyOcúpate.—Ah,muybien.Notardaré.Y de pronto ese otro se había ido. Simplemente se había ido. Como una fina

volutadehumoqueelcaprichomásligerodelvientopudieradeshacerdeunsoplo.Eddiehabíavueltoamirarhaciaatrásynohabíavistomásqueagujereadospanelesblancos;nohabíapuerta,niocéano,nisiniestrasmonstruosidades,ysintióquealgolecomprimíaelvientre.Nosetratabadecreerquetodohabíasidounaalucinación.La droga había desaparecido, y ésa era toda la prueba que Eddie necesitaba. PeroRolando,dealgunamanerahabía...ayudado.Habíafacilitadolascosas.

—¿Quieresquecuelgueuncuadroeneselugar?—habíapreguntadounodelostiposdelaAduana.

—No—habíacontestadoEddie,yconunsuspiro—.Quieroquemedejensalirdeaquí.

—En cuanto nos digas qué hiciste con la heroína. ¿O era coca? —Y asícomenzabaotravez.Yseguíalaronda,unayotravez,ynadiesabíacuándoseibaadetener.

Diezminutosmástarde—diezminutosmuylargos—Rolandohabíavueltoasumente. Un segundo no estaba, al segundo siguiente sí. Eddie percibió que estabaprofundamenteexhausto.

—¿Estaarreglado?—lehabíapreguntadoEddie.

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—Sí.Lamentohabermedemorado.—Pausa—.Tuvequearrastrarme.Eddiehabíavueltoamirarhaciaatrás.Ahíestabalapuerta,peroahoramostraba

unavistaalgodiferentey sediocuentadequealmoverseRolandoalotro lado sehabía modificado también su visión. El pensamiento le había producido un ligeroescalofrío.Eracomosiestuvieraatadoalotroporunmisteriosocordónumbilical.Elcuerpo del pistolero yacía, como antes, derrumbado frente a la puerta, pero ahorapodía ver un largo trecho de playa hasta la festoneada línea de lamarea alta, pordondevagabanlosmonstruos,zumbandoygruñendo.Cadavezquerompíaunaolatodos ellos alzaban las pinzas. Se parecían al público de los viejos documentalesdondeapareceHitlerhablandoytodoelmundolanzaaquelsaludo,¡Heil!,comosisuvida dependiera de ello... lo cual, si uno se detiene a pensarlo, probablemente eracierto.Eddiepodíaverenlaarenalasmarcastorturadasdelavancedelpistolero.

Ante la mirada de Eddie, uno de los horrores se había incorporado con lavelocidaddel rayoyhabía atrapadounagaviotaquevolabademasiado cercade laplaya.Elpájarohabíacaídosobrelaarenaendossangrantestrozosdesparramados.Antesinclusodequedejaranderetorcerseloshorroresconcaparazónyaloshabíancubierto.Unaúnicaplumablancasalióvolando.Unapinzalaagarróvelozmente.

«¡DiosSanto!—pensóEddieazorado—.Miraesarapiña.»—¿Por qué sigues mirando hacia atrás?—le había preguntado el que parecía

mandar.—Devezencuandonecesitounantídoto.—¿Contraqué?—Sucara.

3

EltaxistadejóaEddiefrentealedificiodeCo-OpCity,leagradeciólapropinadeundólarysefue.Eddiesequedódepieunmomento,conelbolsodeviajeenunamanoyenundedodelaotralachaquetaenganchadayechadahaciaatrásporencimadelhombro.Aquíestabaelpisodedoshabitacionesquecompartíaconsuhermano.Sequedóunmomentomirandoeledificio,unmonolitocontodoelestiloygustodeunacajadeladrillos.Lasnumerosasventanaslohacíanparecerunacárcel,ylavisióneratandeprimenteparaEddiecomoasombrosaparaRolando.

—Nunca,nisiquieracuandoeraunniño,viunedificiotanalto—dijoRolando—.¡Ysontantos!

—Sí—accedióEddie—.Vivimoscomounabandadehormigasenunacolina.Atipuedeparecertebienpero te lodigo,Rolando, esto sehaceviejo.Envejecemuy

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rápidamente.El coche azul pasó despacio; la camioneta de la pizza dobló la esquina y se

aproximó. Eddie se tensó y sintió cómo Rolando se tensaba dentro de él. Tal vezpensaracargárselo,despuésdetodo.

—¿Lapuerta?—preguntóRolando—.¿Laatravesamos?¿Esloquedeseas?Eddie sintió queRolando estaba preparado para cualquier cosa pero habló con

voztranquila:—Todavía no—dijo Eddie—.Es posible que sólo quieran hablar. Pero estate

listo.Sediocuentadequehabíadichoalgo innecesario, sintióque,ensusueñomás

profundo,Rolandoestabamáspreparadoparamoverseyactuarde loquenunca loestaríaél,nicompletamentedespierto.

Lacamionetadelapizzaconelchicosonrienteenelpanellateralseacercó.Laventanilla comenzó a bajar y Eddie esperó en la puerta de entrada del edificio,proyectandounasombraalargadaapartirdelaspuntasdesusbambas.Esperabaparaverquésería:unacaraounrevólver.

4

ElsegundoabandonodeRolandohabíatenidolugarmenosdecincominutosdespuésdequelagentedelaAduanaporfinsedieraporvencidaysoltaraaEddie.

Elpistolerohabíacomido,peronolosuficiente.Necesitababebery,sobretodo,necesitaba medicina Sin embargo, Eddie no podía proporcionarle la medicina queverdaderamente necesitaba (aunque sospechaba que Rolando tenía razón y queBalazarpodríasiquería...),perounpocodesimpleaspirinapodríaalmenosbajarlafiebrequeEddiehabíanotadoalacercárseleelpistoleroparacortarlapartesuperiordelvendajedecintaadhesiva.Sedetuvofrentealquioscodelaestacióncentral.

—¿Existelaaspirinaentumundo?—Nuncalaoínombrar.¿Esmagiaomedicina?—Ambascosas,creo.EddieseacercóalquioscoycompróunpaquetedeAnacinExtraFuerte.Cruzó

hastaelbarypidióunpardefrankfurtsdetreintacentímetrosdelargoyunaPepsiextragrande. Estaba poniéndoles mostaza y kétchup a las salchichas (Henry lasllamabaGodzillasde treintacentímetros) cuandodepronto recordóqueaquellonoera para él. Por lo que él sabía, aRolando podía no gustarle ni lamostaza y ni elkétchup. Por lo que él sabía, Rolando podía ser vegetariano. Por lo que él sabía,aquellamierdapodíamataraRolando.

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«Bueno,yaesdemasiadotarde»,pensóEddie.CuandoRolandohablabaycuandoRolandoactuabaEddiesabíaquetodosucedía

deverdadCuandosequedabaquieto,lehormigueabalasensaciónvertiginosadequeteníaqueserunsueño,unsueñoextraordinariamentevívidoquehabía invadidosumentealquedarsedormidoenelvueloDelta901aNuevaYork.

Rolandolehabíadichoquepodíallevarselacomidaasupropiomundo.Yaunavez había hecho algo similar, mientras Eddie dormía. A Eddie le parecíaprácticamenteincreíble,peroRolandolehabíaaseguradoqueeraverdad.

—Bueno, todavíahemosde tenermuchocuidado—dijoEddie—.TienenadostiposdelaAduanavigilándome.Vigilándonos.Sealoqueseayoahora.

—Séquedebemostenercuidado—respondióRolando—.Nosondos,soncinco.De pronto, Eddie sintió una de las sensacionesmás extrañas de su vida. Él no

movíasusojos,perosentíaquesemovían.LosmovíaRolando.Untipoconcamisetadetiranteshablandoporteléfono.Unamujersentadaenunbanco,revolviendoenelinteriordesucartera.Un jovennegroquepudohaber sidoespectacularmentebello salvoporel labio

leporinoquelacirugíahabíareparadosóloenparte,yquemirabalascamisetasdelquiosco por el que Eddie había pasado un rato antes. Ninguno de ellos teníaaparentemente nada demalo pero a pesar de todo Eddie los reconoció por lo queeran,yeracomoveresasimágenesescondidasenlosacertijosinfantiles,queunavezvistasnopuedendejardeversejamás.Sintióunligeroruborenlasmejillas,porqueelotrohabíatenidoqueadvertirleloqueélnohabíasabidover.Élsólohabíadetectadoa dos. Los otros tres eran un poco mejores, pero no tanto; los ojos del tipo quehablaba por teléfono no estaban en blanco, como debían estar si pensaba en lapersonaconlaquesupuestamentehablaba,sinoatentos,mirandoenrealidadhaciaellugardondeestabaEddie...Ahíibanapararlosojosdeltipodelteléfono,unayotravez. Lamujer de la cartera no encontraba lo que quería, ni tampoco abandonaba:seguía revolviendo sin parar dentro de su cartera. Y el que parecía ir de comprashabía tenido tiempoparamirarcadaunade lascamisetasde lahilerapor lomenosunadocenadeveces.

Súbitamente,Eddiesesintiócomosituvieracincoaños,ytuvomiedodecruzarlacallesiHenrynolollevabadelamano.

—No importa —dijo Rolando—. Y tampoco te preocupes por la comida. Hecomidobichosmientrasaúnestabanlosuficientementevivoscomoparaquealgunosbajarancorriendopormigarganta.

—Sí—contestóEddie—,peroestoesNuevaYork.Llevó los frankfurtsyel refrescoal rincónmás lejanode labarray sepusode

espaldasalazonamásconcurridadelaeropuerto.Luegolevantólamiradaalrincónizquierdo.Un espejo convexo se destacaba allí comoun ojo hipertenso.Desde ahí

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podíaveratodossusseguidores,peroningunodeellosestabalobastantecercacomoparaverlacomidayelvasoconelrefresco,yesoestababien,porqueEddienoteníanilamásremotaideadeloquelesibaasuceder.

—Ponlaastinasobrelascosasdecomer.Luegosostenlotodoconlasmanos.—Aspirina.—Bien.Siquieresllámaloflautagorquio,pr...Eddie.Perohazlo.Sacó elAnacin del estuche que se habíametido en el bolsillo, y fue a ponerlo

sobreunodelosfrankfurtscuandorepentinamentesediocuentadequeRolandoibaa tenerproblemaspara loqueélenprivado llamaba lapruebadeveneno:volveraponerlatapaalrefrescoyluego,poderabrirlo.

Lo tapó, colocó tres píldoras sobreunade las servilletas, lo consideró, y luegoagregótresmás.

—Tresahora,tresmástarde—dijo—.Sihayunmástarde.—Muybien.Gracias.—¿Yahoraqué?—Tenlotodoenlasmanos.Eddievolvióamirarporelespejoconvexo.Dosde losagentespaseabancomo

quiennoquierelacosaendirecciónalbar,talvezporquenolesgustabalaformaenqueEddieestabavueltodeespaldas,talvezporqueseolíanlallegadadeunpequeñoacto de prestidigitación y querían echar un vistazomás de cerca. Si iba a sucederalgo,másvalíaquesucedierarápido.

Pusolamanoentornoatodaslascosas;sentíaelcalordelassalchichasdentrodel suave pan blanco, la frescura de la Pepsi. En ese momento parecía un tipopreparándose para llevarles un bocado a sus hijos... y entonces las cosas seempezaronaderretir.

Miróhaciaabajo,conlosojoscadavezmásymásabiertos,hastaquedeprontosintióqueseleibanacaerhastaquedarlecolgando.

Violassalchichasatravésdelospanes.ViolaPepsiatravésdelvasoyellíquidoatascadodehieloquesecurvabaparadefinirunaformayainvisible.

Luego vio la fórmica roja a través de las largas salchichas y la pared blanca através de la Pepsi. Sus manos se deslizaron la una hacia la otra a medida que laresistencia entre ellas sevolvíamenorymenor... y luego se cerraronunacontra laotra, palma con palma. La comida... las servilletas... la Pepsi Cola... las seisaspirinas...Todoloquetuvoentrelasmanoshabíadesaparecido.

«Abracadabra», pensóEddie, aturdido.Echó unamirada hacia arriba, al espejoconvexo.

La puerta había desaparecido del espejo al mismo tiempo que Rolando de sumente.

«Queaproveche,amigo»,pensóEddie.

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Pero aquellamisteriosa presencia foránea que se llamaba a símismaRolando,¿erasuamigo?Estabalejosdeserunhechocomprobado,¿no?Lehabíasalvadoelpellejo,cierto,peroesonoloconvertíaenunboyscout.

Pero,almismotiempo,Rolandolegustaba.Lotemía...perotambiénlegustaba.Sospechabaqueconeltiempopodríaamarlo,comoamabaaHenry.«Comebien,extranjero—pensó—.Comebien,consérvateconvida...yvuelve.»Cercadeélquedabanunasservilletasmanchadasdemostazayabandonadaspor

unclienteanterior.Eddiehizounabolaconellasyalsalirlaarrojóalcubodebasuraqueestabajuntoalapuerta,mientrasmasticabaairecomosifueraelúltimobocadodealgunacosa.

Fueinclusocapazdesoltaruneructocuandoseaproximabaaltiponegro,depasohacia los carteles que indicaban el camino a EQUIPAJES y TRANSPORTETERRESTRE.

—¿Nopudisteencontrarningunacamisetaquetegustara?—lepreguntóEddie.—¿Perdón? —El negro apartó la vista del monitor de salidas de American

Airlinesquesimulabaestudiar.—Pensé que tal vez estabas buscando una que dijera POR FAVOR, QUIERO

COMER,TRABAJOPARAELGOBIERNODEESTADOSUNIDOS—dijoEddie,ysiguiócaminando.

Cuandocomenzóabajar las escalerasvio a lahurgacarteras cerrar su cartera atodaprisayponersedepie.

«Oh,vamos,estovaaparecersealdesfiledeMacy's;eldeAccióndeGracias.»Había sido un día cantidad de interesante, yEddie no creía que hubiera terminadotodavía.

5

CuandoRolandovioquelaslangostruosidadesvolvíanasalirdelasolas(susalidanotenía que ver con lamarea, entonces; lo que las atraía era la oscuridad), dejó queEddieDeansemovieraporsímismoantesdequelascriaturaspudieranencontrarloycomérselo.

Esperabaeldoloryestabapreparado.Élhabíavivido tanto tiempoconeldolorqueyaeracasicomounviejoamigo.Estababastanteazorado,sinembargo,por larapidez con que le había aumentado la fiebre y disminuido la fuerza. Si antes nohabíaestadoagónico,lomásprobableeraqueloestuvieseahora.¿HabríaalgoenelmundodelPrisionerolobastantepoderosocomoparaimpedirqueaquellosucediera?Quizá.Perosinopodíacontarconesoenlaspróximasseisuochohoras,pensóque

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yanoimportaría.Silascosasseguíanasípormuchomástiempo,nohabíanimagianimedicina,enestemundoniencualquierotro,quepudieracurarlo.

Leresultabaimposiblecaminar.Ibaatenerquearrastrarse.Sepreparabapara comenzar cuando suojos se fijaron en la retorcidabandade

cintaadhesivaylasbolsasconelpolvodeldiablo.Silasdejabaahíeracasiseguroquelaslangostruosidadeslasromperían.Labrisadelmaribaadesparramarelpolvoa los cuatro vientos. «Que es adonde debería ir a parar», pensó el pistolero conseveridad. Pero no podía permitirlo. Cuando llegara el momento, Eddie Dean seencontraríametidoenungranlíosinopodíahacerapareceraquelpolvo.MuypocasveceseraposibleengañaratiposcomoelqueseimaginabaqueseríaBalazar.Querríaver lamercancía por la que había pagado, y hasta que no la viera, haría apuntar aEddieconarmassuficientescomoparaequiparunpequeñoejército.

El pistolero tomó la tira retorcidade cinta adhesivay se la pasópordetrás delcuello.Luegocomenzóaavanzarlaboriosamenteporlaplaya.

Se había arrastrado unos veinte metros—una distancia gracias a la que juzgópodía considerarse a salvo— cuando tuvo la horrible (aunque cósmicamentegraciosa) impresióndequeestabadejando lapuertaatrás.¿Porqué teníaquepasarportodoesto,enelnombredeDios?

Miróhaciaatrásyviolapuerta,peronoabajo,enlaplaya,sinoaunmetropordetrásdeél.PorunmomentoRolandosólopudomirarydarsecuentadeloqueyadebióhaber sabido,deno serpor la fiebreypor el sonidode los InquisidoresquemartilleabanaEddiecon incesantespreguntas:«Dónde tal cosa, cómo talotra,porquétalcosa,cuándotalotra.»Eranpreguntasquesemezclabanmisteriosamenteconlas preguntas de los horrores rastreros que se agitaban ymeneaban desde las olas:«¿Papachoca?,¿papadaca?,¿picachica?»,comoenundelirio.

«Ahoralallevoconmigoadondequieraquevoy—pensó—igualqueaél.Ahoraviene con nosotros a todas partes.Nos sigue como unamaldición de la que no telibrasjamás.»

Todoaquelloparecíatanciertoqueresultabaincuestionable...lomismoqueotracosa:silapuertaentreellosllegaraacerrarse,quedaríacerradaparasiempre.

«Cuando eso suceda—pensó torvamente Rolando— él debe estar a este lado.Conmigo.»

—¡Eres un modelo de virtud, pistolero!—se burló de él el hombre de negro.Parecíahaberestablecidosuresidenciapermanentedentrode lacabezadeRolando—.Has matado al muchacho. Ése fue el sacrificio que te permitió atraparme, ytambiéntepermitió,supongo,crearlapuertaentrelosdosmundos.Ahoraintentasinvocar a tus tres, uno por uno, y a todos ellos condenarlos a algo que túmismoprocuraríasevitar:unavidaenteraenunmundoajeno,dondemoriríasconlamismafacilidadconquemuerenlosanimalesdeunzoológicocuandoselosdejalibresen

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unlugarsalvaje.«La Torre —pensó salvajemente Rolando—. Cuando haya llegado a la Torre,

cuandohayahecho loque se suponequedebohacerallí, cuandohaya realizadoelactofundamentalderestituciónoredenciónparaelquesemehadestinadoentoncesquizásellos...»

Pero la carcajada ensordecedora del hombre de negro, el hombre que habíamuertoperoseguíaviviendocomolaconcienciamanchadadelpistolero,noledejóseguiradelanteconelpensamiento.

Sin embargo, la idea de traición que estaba contemplando tampoco podríaapartarlodesucamino.

Selasarreglóparaavanzarotrosdiezmetros,miróhaciaatrásyvioquenielmásgrandedelosmonstruosrastrerosseatreveríaasuperarlalíneadelamareaaltamásdecincooseismetros.Yélhabíalogradorecorrertresvecesdichadistancia.

«Estábien,entonces.»—Nadaestábien—replicócongranregocijoelhombredenegro—,ytúlosabes.—Cállate—pensóelpistoleroy,porunmilagro,lavozsecalló.Rolandometiólasbolsasdehierbadeldiabloenelintersticiodedosrocasylas

cubrió con varios puñados de musgos y algas. Una vez hecho esto, descansóbrevemente;lacabezalelatíaconfuerza,lasentíacomounabolsadeaguacaliente,yteníalapielpormomentosfríaypormomentoscaliente.Luegogirósobresímismoatravésdelapuertayentróenaquelotromundo,enaquelotrocuerpo,ydejóatrásporunratolacrecienteinfecciónmortal.

6

La segunda vez que volvió a sí mismo entró en un cuerpo tan profundamentedormidoqueporunmomentopensóquehabíaentradoenestadodecoma...unestadoenelquelasfuncionesvitaleshabíanbajadoatalpuntoqueenunosinstantessentiríaquesupropiaconcienciaibaacomenzarunlargodeslizamientohacialaoscuridad.

Encambioforzósucuerpoadespertarse,lozarandeóyaporreóparasacarlodelacuevaoscuraalaquesehabíaarrastrado.Apresuroasucorazón,obligoasusnerviosaaceptareldolorquelequemabalapielydespertóasucarnealagimienterealidad.

Ahoraeradenoche.Habíansalidolasestrellas.LospopkinsqueEddielehabíacompradoeranpedacitosdecalorenmediodelfrío.

Noteníaganasdecomérselos,peroselosibaacomer.Antes,sinembargo...Mirólaspíldorasblancasqueteníaenlamano.Astina,lasllamabaEddie.No,no

era exactamente así, pero Rolando no podía pronunciar la palabra como la había

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dichoelPrisionero.Enrealidadnoeramásquemedicina.Medicinadelotromundo.«Si algo de tu mundo pudiera ayudarme, Prisionero —pensó Rolando

sombríamente—,serántuspocionesmásquetuspopkins.»Aunasí,ibaatenerqueprobarlo.Noalgoquerealmentenecesitaba—segúncreía

Eddie—sinoalgoquelebajaralafiebre.«Tresahora,tresmástarde.Siacasohayunmástarde.»Se puso en la boca tres de las píldoras, luego retiró la tapa—de un extraño

material blanco que no era papel ni vidrio, pero parecía un poco de ambos— quecubríaelvasodepapeldelabebida,ytomóunsorboparatragarlas.Elprimertragoloasombródeunamanera tanabsolutaqueporunmomentonohizosinoquedarseallí, apoyado contra una roca, con los ojos tan abiertos, quietos y llenos de la luzreflejadaporlasestrellas,quesialguienhubieraatinadopasarporahíseguramenteyalo habría considerado muerto. Luego bebió ávidamente, sosteniendo el vaso conambasmanos;sinnotarapenaseldolorpunzantedelosmuñonesdelosdedos,talerasuarrebatoconlabebida.

—¡Dulce!¡Dioses,cuántadulzura!¡Cuántadulzura!¡Cuánta...!Unode loschatoscubitosdehielode labebidaquedóatrapadoensugarganta.

Rolandotosió,sepalmeóenelpecho,yloarrojófuera.Ahorasentíaunnuevodolorenlacabeza:eldolormetálicoquesobrevienealbeberrápidoalgodemasiadofrío.

Se quedó quieto; sentía que el corazón le bombeaba como un motor a todamarcha,sentíaqueunaenergíanueva lebrotabaenelcuerpoa tantavelocidadquetemió que pudiera llegar literalmente a explotar. Sin pensar en lo que hacía, rasgóotropedazodelacamisa—prontonoseríamásqueuntrapocolgándoledelcuello—yse locruzósobreunapierna.Cuandoterminara labebidavolcaríaelhielodentrodeltrapoyharíaunpaqueteparasumanoherida.Peroteníalamenteenotrolugar.

«¡Dulce!»,lebrotabaelgritounayotravez;tratabadeencontrarlesentido,odeconvencerse a sí mismo de que tenía sentido, tanto como Eddie había tratado deconvencerseasímismodequeelotroeraunserrealynoalgunaconvulsiónmentalque no fuera más que otra parte de él >mismo tratando de tenderle una trampa.«¡Dulce!¡Dulce!¡Dulce!»

La oscura bebida estaba rociada de azúcar, del queMarten—que era un granglotónpeseasugraveascetismoaparente—leponíaporlasmañanasenelcafé,enelDowners.

«Azúcar...polvo...blanco...»Losojosdelpistolerovagaronhastalasbolsas,apenasvisiblesbajoelmusgoque

leshabíaechadoencima,ysepreguntóbrevementesiloquehabíaensubebidayloque había en las bolsas no sería lomismo. Sabía que Eddie lo había entendido alpasarasumundo,dondeerandosentesdistintos.AsumióqueparaEddiesería tanfactibleentendersulenguajecomolohabíasidoparaélentrarorgánicamenteensu

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cuerpo. Y sabía que podía hacerse, aunque si la puerta se cerraba cuando estabanseparadosnuncapodríanreunirsedenuevo.

Enprimerlugarsabía,porhaberestadoenlamentedeEddie,queloslenguajesdelosdosmundoseransimilares.Similares,peronoiguales.Aquíunsándwicheraunpopkin.Allí rescatar era encontrar algo de comer.Entonces... ¿no sería posiblequeladrogaqueEddiellamabacocaínaenelmundodelpistolerosellamaraazúcar?

Lo pensó y decidió que era poco probable. Eddie había comprado la bebidaabiertamente, sabiendo que lo vigilaba gente que servía a los sacerdotes de laAduana.Además,Rolandosentíaquehabíapagadoporellaunpreciorelativamentepequeño.Inclusomenosqueporlospopkinsdecarne.No,elazúcarnoeracocaína,peroRolandonopodíacomprenderporquéalguienquerríacocaínaocualquierotradroga ilegal en un mundo donde una droga tan poderosa como el azúcar era tanabundanteybarata.

Volvióamirarlospopkinsdecarne,sintióelprimerarañazodehambre...yconasombroyconfusagratitudsediocuentadequesesentíamejor.

¿Labebida?¿Seríaeso?¿Elazúcardelabebida?Podíaseresoenparte...peroenunapequeñaparte.Elazúcarpodía reanimara

unoporunratomientrasestabaenmovimiento;losabíadesdequeeraunniño.Peroel azúcar nopodía amortiguar el dolor o calmar el fuegode la fiebre en el cuerpocuandounainfecciónsehabíaconvertidoenunallamarada.Yesoeraexactamenteloquelehabíasucedido...loqueaúnlesucedía

Lostembloresconvulsivoshabíancesado.Elsudorselesecabaenlafrente.Losanzuelos alineados en su garganta parecían desaparecer. Por increíble que pudieraparecer,eratambiénunhechoindiscutibleynomeraimaginaciónounailusión(paradecir la verdad, el pistolero no habría sido capaz de una frivolidad así durantedécadasdesconocidas e incognoscibles).Losdedosque le faltaba aúnpalpitabanyrugían,perocreíaqueinclusosemejantedolorsepodíacalmar.

Rolandoechólacabezahaciaatrás,cerrólosojosydiograciasaDios.ADiosyaEddieDean.—Nocometaselerrordeponer tucorazónalalcancedesumano,Rolando—

dijo una voz que venía de los estratosmás profundos de sumente; no era la voznerviosayjodidadelhombredenegronilavozásperadeCort;alpistoleroleparecióqueeraladesupadre.

—Sabesqueloquehizoportilohizoporsupropianecesidadpersonal,asícomosabesqueesoshombres—porinquisidoresquepuedanser—tienenparteotodalarazón acerca de él. Es un tipo débil, y no era falso ni infame el motivo paraprenderlo.Susentrañassondeacero,nolodiscutiré.Perotambiéntienedebilidad.Es comoHax, el cocinero.Hax se resistía a envenenar... pero su reticencia jamásacallólosgritosdelosquemoríanalrasgarsesusintestinos.Yexisteaúnotrarazón

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atenerencuenta...PeroRolandononecesitabaquelavozledijeracuáleralaotrarazón.Lahabía

visto en los ojos de Jake cuando el chico comenzó por fin a comprender suspropósitos.

«Nocometaselerrordeponertucorazónalalcancedesumano.»Buenconsejo.Tehashechodañoatimismoportenerbuenossentimientoshacia

aquellosaquieneseventualmenteesprecisohacerdaño.—Recuerdacuálestudeber,Rolando.—Nunca lo he olvidado —susurró mientras las estrellas brillaban

despiadadamente, lasolaschirriabansobre lacostay las langostruosidadesgritabanestúpidas preguntas—. Estoy condenado por mi deber. ¿Acaso los condenadoscambianderumbo?

ComenzóacomerlospopkinsdecarnequeEddiellamabafrankfurts.ARolandonoleimportabademasiadocómosellamabaloqueestabacomiendo,

aunque fuera una porquería comparado con el sándwich de tul pero, después deaquellamaravillosa bebida, ¿tenía acaso algún derecho de quejarse?Creía que no.Además,eljuegoestabamuyavanzadocomoparapreocuparsedemasiadoportalesnimiedades.

Acabó de comer y regresó al lugar donde ahora estaba Eddie, una suerte demágico vehículo que corría por una ruta de metal, llena de otros vehículosparecidos...docenas,cientostalvez,yniunosolodeellosarrastradoporcaballos.

7

Cuando la camioneta de las pizzas se detuvo Eddie estaba preparado y Rolandodentrodeélloestabaaúnmás.

—Es otra versión del sueño de Diana—pensó Rolando—. ¿Qué habrá en lacaja?¿Lavasijadeoroolaserpientecazadora?Yjustocuandohacegirarlallaveyponelasmanossobrelatapa,oyealamadrequeledice:¡Despierta,Diana!Eslahoradeordeñar.

—Muybien—pensóEddie—.¿Quévieneahora?¿Ladamaoeltigre?Unhombrederostropálido,llenodegranosycongrandesdientesdeconejomiró

atravésdelaventanillalateraldelacamionetahaciaafuera.EraunrostroqueEddieconocía.

—Hola, Col —dijo Eddie sin mayor entusiasmo. Más allá de Col Vincent,sentadoalvolante,estabaJackAndolini,aquienHenryhabíapuestopormote«Feoconganas».

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«PeroHenrynuncalollamóasíalacara»,pensóEddie.No,desdeluegoqueno.DecirlealgoasíalacaraaJackeraunamaravillosamaneradequeaunolomataran.Era un tío enorme con una frente protuberante de hombre de las cavernas y unamandíbula imponente para hacer juego. Estaba vinculado a Enrico Balazar por unmatrimonio... de una sobrina, una prima, o una mierda de ésas. Sus manosgigantescasseaferrabanalvolantedelacamionetacomoseagarranaunaramalasdeunmono.Unosmechonesenmarañadosdepelolesalíandelasorejas,delascualesEddie sólo veía una, porque Jack Andolini permanecía de perfil, sin mirar a sualrededor.

Elfeoconganas.NisiquieraHenry(quien,Eddiedebíaadmitirlo,nosiempreerael tipo más perceptivo del mundo) había cometido nunca el error de considerarloestúpidoconganas.ColinVincentnoeramásqueunmandadoglorificado.Jack,sinembargo,teníasuficienteslucesdetrásdelafrentedeNeanderthalcomoparaserellugartenientenúmerounodeBalazar.AEddienolehizograciaqueBalazarhubieraenviadoaunhombredetalimportancia.Nolehizoningunagracia.

—Hola,Eddie—saludóCol.Parecequehastenidoproblemas.—Nada que no pudiera controlar—dijoEddie. Se dio cuenta de que se estaba

rascandoprimerounbrazoydespuéselotro,enunode los típicosgestosdeyonkique con tanto esmero había procurado evitar cuando lo tenían bajo custodia. Seobligóadetenerse.PeroColsonreíayEddiesintióunanecesidadurgentedepegarleuntrompazoqueleatravesaralasonrisayllegaraalotrolado.Pudohaberlohecho,enrealidad...salvoporJack.Jackseguíamirandoal frente.Parecíaestarmetidoensuspropiospensamientosrudimentariosmientrasobservabaelmundoensussimplescolores primarios y sus movimientos elementales, lo único que un hombre desemejanteintelecto(esloqueunopensaría,almirarlo)podíapercibir.

Eddiecreía,sinembargo,queJackpodíavermásenunsólodíaqueColVincententodasuvida.

—Bueno,muybien—dijoCol.Estámuybien.Silencio.ColmirabaaEddie,sonriendo,esperandoqueEddiecomenzaraotravez

el bailoteo yonki, rascándose y cambiando de un pie al otro como un niño quenecesita ir al baño;más que nada, esperaba que Eddie preguntara qué pasaba y apropósito,porcasualidad,¿notendríanunpocodecaballoencima?

Eddielomirabaasuvez,ahorasinrascarse,sinmoverseenabsoluto.Unabrisaligera arrastró un envoltorio a través del aparcamiento. Su roce chirriante y elgolpeteojadeantedelasválvulassueltasdelacamionetadepizzaeraloúnicoqueseoía.

LasonrisaconocedoradeColcomenzóaesfumarse.—Sube,Eddie—dijoJacksinmiraralrededor—.Vamosadarunpaseo.—¿Adónde?—preguntóEddie,aunquelosabía.

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—AcasadeBalazar.—Jacknomiróalrededor.Flexionóunavezlasmanossobreelvolante.Alhacerlo,unenormeanillodeoromacizoconunónice,quesobresalíacomo el ojo de un insecto gigante, brilló en el tercer dedo de su mano derecha.Añadió—:Quieresaberquéhapasadoconsumercancía.

—Latengo.Estáasalvo.—Bien.Entoncesnadietienedequépreocuparse—dijoJacksinmiraraninguna

parte.—Creo que antes me gustaría subir—dijo Eddie. Quiero cambiarme de ropa,

hablarconHenry...—Ytambiéndarteunpico,noteolvidesdeeso—dijoCol,yexhibiósusonrisa

degrandesdientesamarillos—.Sóloquenotienesnadaconquédártelo,colega.—¿Colega?—pensóelpistoleroenlamentedeEddie,yaamboslesrecorrióun

levetemblor.Colobservóeltemblorysusonrisaseiluminó.«Oh, ahora llega, después de todo —decía la sonrisa—. Aquí viene el viejo

bailoteoyonki.Porunminutometuvistepreocupado,Eddie.»Losdientesquerevelólasonrisanoeranmásamistososqueantes.—¿Yesoporqué?—preguntóEddie.—ElseñorBalazarpensóqueeramejorlimpiarlacasa,muchacho—dijoJacksin

miraralrededor.Continuóobservandoaquelmundoqueunobservadorhabríacreídoajenoaél,yañadió—:Porsiacasosepresentabaalguien.

—Genteconunaordenfederalderegistro,porejemplo—señalóCol.Ledirigióunamiradatorcidaymaliciosa.EddiepodíasentirahoraqueRolandotambiénhabríapartido con el puño aquellos dientes podridos que hacían que su sonrisa fuerarepugnantedemaneratanirremediable.Launanimidaddesentimientoslelevantóunpocoelánimo—.Fíjatequemandóunserviciodelimpiezaparalimpiarlasparedesybarrerelsueloynotevaacobrarporesoniuncentavo,Eddie.

«Ahoramepreguntarássitengoalgo—decíalasonrisadeCol—.Ohsí,ahoramelo preguntarás, muchachito. Porque tal vez no te guste el caramelero, pero elcaramelosítegusta,¿verdad?YahoraquesabesqueBalazarseaseguródequeyanotuvierasnieveencasa.»

Unasúbitaidea,feayalarmantealmismotiempo,lecruzóporlacabezacomounrayo.Silareservahabíadesaparecido...

—¿Dónde está Henry?—preguntó de pronto, con una voz tan ronca que Col,sorprendido,seechóunpocohacíaatrás.

JackAndolinigiróporfinlacabeza.Lohizolentamente,comosifueraunactoque realizara sólo raravezy a costadeungran esfuerzo.Unocasi esperabaoír elcrujidodeviejasbisagrasoxidadasdentrodelsólidocuello.

—A salvo—contestó, y luego devolvió la cabeza a su posición original, con

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idénticalentitud.Eddiesequedódepiejuntoalacamionetadepizza;luchabacontraelpánicoque

tratabade invadir sumentey ahogar todopensamiento coherente.Lanecesidaddedarse un pico, que hasta el momento había logrado mantener bajo control,súbitamenteeraingobernable.Teníaquedárselo.Conunchutepodríapensar,podríarecuperarelcontrol...

—¡Paraya!—rugióRolandodentrodesucabeza,tanfuertequeEddiehizounamueca(yCol,queconfundióestegestodesorpresaydolordeEddieporunnuevopasitodelbailoteoyonki,comenzóasonreírotravez)—. ¡Para! ¡Yoseréel jodidocontrolquenecesitas!

—¡Peronolocomprendes!¡Esmihermano!¡Mierda,esmihermano!¡Balazartieneamihermano!

—Hablascomosifueraunapalabraquejamáshubieraoído.¿Temesporél?—¡Sí!¡SantoCielo,sí!—Entonceshazloqueellosesperanquehagas.Llora,gimeysuplica.Pídelesesa

dosistuya.Estoysegurodequeellosesperanquelohagas,yestoysegurodequelatienen.Haz todoeso,quesesientansegurosde ti,y túpodrásestarsegurodequetodostusmiedosseránjustificados.

—Noentiendoquéquieresde...—Quierodecirquesidemuestrasseruncagadollegaráslejosyconseguirásque

matenatupreciosohermano.¿Esesoloquequieres?—Muybien.Seréfrío.Talvezloparezca,perovoyamantenermefrío.—¿Esasícómolollamas?Estábien.Sí,mantentefrío.—Nohabíamosquedadoasí—exclamóEddiedirectamenteenlahirsutaorejade

JackAndolini,porencimadeCol—.Sino,nomehubierapreocupadodelpaquetedeBalazar,nihubieramantenidolabocacerradaenunmomentoenquecualquierotrohabría vomitado cinco nombres por cada año menos en la negociación de laclemencia.

—Balazar pensó que tu hermano estaríamás seguro con él—explicó Jack, sinmiraralrededor—.Lotomóbajosucustodiaparaprotegerlo.

—Bueno,muybien—concedióEddie—.Agradécelodemiparteydilequeestoydevuelta,quesumercancíaestáasalvo,yqueyopuedoocuparmedecuidaraHenrytalcomoHenrysiempreseocupódemí.Dilequeyoquierounpaquetede seisenfrío, que cuandoHenry vuelva a casa nos lo vamos a repartir, y que entonces nosmetemosennuestrocoche,nosvamosalaciudadyhacemoselnegociocomotienequeser.Comohabíamosquedado.

—Balazarquiereverte,Eddie—señalóJack.Suvozeraimplacable,inamovible.Nogirólacabeza.Subealacamioneta.

—Veteacagardondenobrillaelsol,hijodeputa—repusoEddie.Yseencaminó

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alaentradadesuedificio.

8

Era una distancia corta, pero no había alcanzado a recorrer ni la mitad cuando lamanodeAndolini le aferró laparte superiordelbrazocon la fuerzaparalizantedeuna tenaza; Eddie sintió un aliento caliente como el de un toro en la oreja. Por elaspecto de Jack, cualquiera hubiera pensado que, en tan poco tiempo, su cerebroapenaspodríaconvenceralamanoparaqueabrieralapuertadelafurgoneta.Eddiesevolvió.

—Mantentefrío,Eddie—lesusurróRolando.—Frío—respondióEddie.—Podríamatarteporeso—advirtióAndolini—.Amínadiemeenvíaacagar,y

muchomenosunyonkiasquerosocomotú.—¡Yunamierda!—legritóEddie.Perofueungritocalculado.Ungritofríoenla

medida en que eso es posible. Se quedaron ahí de pie, figuras oscuras contra ladoradaluzhorizontaldelcrepúsculoenelfinaldelaprimavera,enelpáramodelosterrenosporconstruirqueeslaCo-OpCitydelBronx.Ylagenteoyóelgrito,ylagenteoyólapalabramatar,ysiteníanlaradioencendidalapusieronmásfuerte,ysiteníanlaradioapagadalaencendieronyentonceslapusieronmásfuerteporqueasíeramejor,másseguro.

—¡RicoBalazarhafaltadoasupalabra!¡Yodilacaraporélyélnodiolacarapormí!Asíquetedigoatiquetevayasacagar,ledigoaélquesevayaacagar,ledigoacualquieraquesemeocurraquesevayaacagarlaputaqueloparió.

Andolini lomiró. Sus ojos se veían tanmarrones que el color parecía habersederramadoporlascórneasdejándolasamarillascomoelpergaminoviejo.

—¡LedigoalpresidenteReaganquesevayaacagarsifaltaalapalabraquemedio!¡Ledigoquelearreglenporelculoelpóliporectal,oloquecoñosea!

Laspalabrasmurieronenlosecosdecementoyladrillo.Sólounniñodepielmuynegra, comparada con lospantaloncitosblancosdebaloncestoy las zapatillas altashasta el tobillo, se quedó de pie en el campo de juego del otro lado de la calle,mirándolos,conlapelotasostenidaflojamenteauncostadobajoelbrazodoblado.

—¿Hasacabado?—preguntóAndolinicuandoseperdióelúltimoeco.—Sí—respondióEddieconuntonodevozperfectamentenormal.—Muy bien —dijo Andolini. Extendió sus dedos de antropoide, sonrió... y

sucedierondoscosasalmismo tiempo: laprimera fuequeunopercibíaunencantotansorprendentequesolíaquedarseindefenso,lasegunda,queunoveíalobrillante

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que era en realidad. Peligrosamente brillante. Añadió—: ¿Podemos empezar denuevo?

Eddiesepasólamanoporelpelo,cruzóbrevementelosbrazoscomoparapoderrascarselosdosalmismotiempo,ydijo:

—Creoquevaaserlomejor,porqueasínovamosaningunaparte.—Muy bien —asintió Andolini—. Nadie habló, nadie insultó—. Sin girar la

cabeza ni quebrar el ritmo de su discurso, agregó—: Vuelve a la camionetasabihondo.

ColVincent,quecautelosamentehabíasalidode lacamionetapor lapuertaqueAndolinihabíadejadoabierta,retrocediócontantarapidezquesegolpeólacabeza.Sedeslizóporelasientohastallegarasuantiguolugar,dondequedórepantigadoydemalhumor.

—DebescomprenderqueelarreglocambiócuandolagentedelaAduanatepusolas manos encima —explicó razonablemente Andolini—. Balazar es un hombreimportante.Tieneinteresesqueproteger.Gentequeproteger.UnadeestaspersonasresultaqueestuhermanoHenry.¿Creesquetodoesmentira?Sicreeseso,másvalequepiensescómoestáahora.

—Henryestábien—contestóEddie.Perosabíaquenoeraasíynopudoevitarque se le notara en la voz.Él lo oyó, y supo queAndolini también lo había oído.AhoraHenry parecía estar siempre drogado. En las camisas tenía agujeros por lasquemadurasde los cigarrillos.Sehabía cortado lamanocomoun cerdo al usarunabrelatas eléctricopara abrir una lata deCaloparaPotzie, su gato.Eddie ignorabacómopodíaunocortarseconunabrelataseléctrico,peroHenrylohabíalogrado.Aveceshabíapolvoen lamesade la cocinapor las sobrasdeHenry.AvecesEddieencontrabarestosdecolordetéenlabañera.

—Henry—ledecíaél—,Henryhasdetenermáscuidado,estoseteestáyendode las manos. Esto va a reventar en cualquier momento; parece que te lo estésbuscando.

—Sí, hermanito, está bien—le respondía Henry—. Ni siquiera sudo, lo tengotodobajocontrol.

Peroaveces,alverelrostrocenicientodeHenry,conlamiradaardiente,EddiesabíaqueHenrynuncamásibaavolveratenernadabajocontrol.

Lo que él quería decirle aHenry y no podía no tenía nada que ver con que loatraparanolosatraparanalosdos.Loqueélqueríadecirleera:«Henry,escomosiestuvieras buscando un lugar para morir. Ésa es la impresión que me da, y megustaríaquedejarasdehacereso,joder.Porquesitútemueres¿paraquémierdavoyaviviryo?»

—Henrynoestábien—aseguróJackAndolini—.Necesitaquealguienlovigile.Necesita...¿cómodicelacanción?Unpuentesobreaguasturbulentas.Esepuentees

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IlRoche,porahora.«IlRocheesunpuentealinfierno»,pensóEddie.Yenvozalta,añadió:—¿AhíesdondeestáHenry?¿EncasadeBalazar?—Sí.—¿YoledoysumercancíayélmedevuelveaHenry?—Ytambiéntumercancía—recalcóAndolini—,noloolvides.—Enotraspalabras,eltratovuelvealanormalidad.—Correcto.—Ahoradimequécreesquerealmentevaapasar.Vamos,Jack,dímelo.Quiero

versipuedesdecírmeloalacara.Ysierescapazdedecírmeloalacara,quierovercómotecrecelanariz.

—Notecomprendo,Eddie.—Claroquemecomprendes.¿Balazarcreequeyo tengo lamercancía?Sicree

esodebeserestúpido,yyoséquenoloes.—Yonoséloqueélcree—dijoAndoliniserenamente—.Mitrabajonoessaber

loqueélcree.Élsabequeteníaslamercancíacuandosalistedelasislas,sabequelaAduanatecogióyluegotesoltó,sabequeestásaquíynocaminodeRiker's,ysabequelamercancíatienequeestarenalgunaparte.

—Ysabeque laAduana todavía está pegada amí comoun traje debuzo a unbuceador,porquetúlosabesylehasenviadoalgúntipodemensajeenclaveporlaradiodelacamioneta.Algocomo:«Doblemozzarela,guardenlasanchoas.»¿Cierto,Jack?

JackAndolininodijonadaypermaneciósereno.—Sóloque le hasdicho algoque él sabíaya.Comoconectar los puntos enun

dibujoquedesdeantessesabequees.Andolinisequedódepieenladoradaluzdelatardecerquelentamentesevolvía

decolornaranjaardiente,ysiguiómostrándosesereno,ysindecirnadaenabsoluto.—Él cree que ahora estoy con ellos. Cree que me están utilizando. Cree que

puedoserlobastanteestúpidocomoparaescapar.Nopuedodecirexactamentequeloculpe.Osea,¿porquéno?Unoqueestáreventadoescapazdehacercualquiercosa.¿Quieresregistrarmeparaversillevoconectadaunagrabadora?

—Séqueno la llevas—comentóAndolini—.Tengo algo en el furgón.Es unaespecie de detector que pesca transmisiones de radio de onda corta. Y, ya queestamos,nocreoquelosfederalesteesténmanipulando.

—¿Ah,no?—No.Asíque¿nossubimosalfurgónynosvamosalaciudadoqué?—¿Tengoalgunaalternativa?—No—contestóRolandodentrodesucabeza.—No—confirmóAndolini.

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Eddievolvióalfurgón.Elchicodelapelotadebaloncestoseguíadepiealotroladodelacalle;susombraeraahoratanlargaqueparecíauncaballete.

—Largo, niño—dijo Eddie—.Nunca has estado aquí. No has visto nada ni anadie.Lárgate.

Elchicosaliócorriendo.Collesonreía.—Muévete,campeón—indicóEddie.—Creoquedeberíassentarteenelmedio,Eddie.—Muévete—repitióEddie.Col lomiró, luego lomiróaAndolini,quienno le

devolvió lamirada.Sólocerró lapuertadel ladodelconductorymiróserenamentehaciaelfrente,comoBudaensudíalibre,dejandoqueselasarreglaransolitosconlosasientos.ColvolvióamiraraEddiealacaraydecidiómoverse.

SedirigíanhaciaNuevaYork.El pistolero (quien sólopodíamirarmaravilladolaspuntascadavezmásaltasygraciosasdelosedificios, lospuentesquecruzabanun ancho río como telarañas de acero y los carruajes aéreos motorizados quesobrevolabanlazonacomoextrañosinsectosartificiales)nolosabía,peroellugaralquesedirigíaneralaTorre.

9

AligualqueAndolini,EnricoBalazarnocreíaqueEddieDeansehubierapasadoalbandodelosfederales.AligualqueAndolini,Balazarlodabaporhecho.

El bar estaba vacío. El cartel en la puerta decía «CERRADO SÓLO ESTANOCHE».Balazarestabasentadoensuoficina,esperandoque llegaranAndoliniyColVincentconEddie.Conél estaban susdosguardaespaldaspersonales,ClaudioAndolini,elhermanodeJack,yCimiDretto.Sentadosenunsofáalaizquierdadelgran escritorio deBalazar,miraban, fascinados, cómo crecía el edificio construidoporéste.Lapuertaestabaabierta.másallá,habíaunpequeñovestíbulo:aladerecha,lapartetraseradelbar;ymásallálacocinita,dondesepreparabanunospocosplatossimplesdepasta;alaizquierda,laoficinadelcontableyelalmacén.Enlaoficinadelcontable se encontraban otros tres «caballeros deBalazar»—así se los llamaba—,jugandoalTrivialconHenryDean.

—Muy bien —decía George Biondi—. Aquí hay una fácil, Henry. ¿Henry?Henry,¿estásahí?TierraaHenry,lagentedelaTierratenecesita.Vuelve,Henry.Lodigootravez:vuelve,H...

—Estoy aquí, estoy aquí —dijo Henry. Su voz era el fangoso y apelotonadomugidodeltipoqueduermeylediceasumujerqueestádespiertoparaqueellalo

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dejeenpazotroscincominutos.—Muybien.LacategoríaesArteyEntretenimientos.Lapreguntaes...¿Henry?

¡Notemeduermas,estúpido!—No,nomeduermo—gritóquejumbrosamenteHenry.—Muy bien. La pregunta es: «¿Qué novela enormemente popular deWilliam

PeterBlatty, que transcurre enGeorgetown, el distinguido suburbiodeWashingtonD.C.,relatalaposesióndemoníacadeunamuchachajoven?»

—JohnnyCash—respondióHenry.—¡Diosmío!—gritóTricksPostino—.¡Esoes loquecontestasa todo!Johnny

Cash.¡Esloquecontestasatodaslasputaspreguntas!—JohnnyCashestodaslascosas—respondiógravementeHenry.Seprodujoun

momento de silencio palpable por la considerable sorpresa... hasta que estalló unaviolentacarcajada,nosólodeloshombresqueestabanconHenryenlahabitación,sinodelosotrosdos«caballeros»desdeelalmacén.

—¿Quierequecierrelapuerta,señorBalazar?—preguntóCimienvozbaja.—No, ya está bien—respondió Balazar. Era siciliano de segunda generación,

pero no había rastros de acento en su modo de hablar, que tampoco era el de unhombre cuya única educación procedía de la calle.A diferencia demuchos de suscontemporáneos en el negocio, había terminado la escuela secundaria.En realidad,habíahechomásqueeso:durantedosañoshabíaasistidoa la facultaddeCienciasEconómicasenlaUniversidaddeNuevaYork.Suvoz,lomismoquesuestiloparalosnegocios,eratranquila,cultayestadounidense,yesohacíaquesuaspectofísicofuera tanengañosocomoeldeJackAndolini.Lagentequeoíaporprimeravezsuclaravozestadounidensesinacentoalguno,casisiempresequedabaperpleja,comosipresenciaraunnúmeroparticularmentebuenodeventriloquismo.Teníaelaspectodeungranjero,odeunposadero,odeunmafiosodepocamonta,queparecíahabertenidoéxitomásporhaberestadoenellugarcorrectoenelmomentooportunoquepor poseer algún talento.Tenía el aspecto de lo que engeneraciones anteriores lostiposlistosllamaban«PepeMostacho».Eragordoyvestíacomouncampesino.Estatardellevabapuestaunacamisablancadealgodónabiertaenelcuello(conmanchasdetranspiraciónqueseexpandíandebajodelosbrazos)ypantaloneslisosdefranelagris.Enlosgordospiessincalcetinesllevabamocasinesmarrones,tanviejosquemásparecían chancletas que zapatos.Tenía los tobillos cubiertos de venas varicosas decolorpúrpurayazul.

CimiyClaudioloobservabanfascinados.EnlosviejostiemposlohabíanllamadoIlRoche,laRoca.Algunosdelaguardia

vieja aún lo llamaban así. En el cajón superior del lado derecho de su escritorio,dondeotrosempresariosdebíandeguardarhojas,lápices,clipsparapapelesycosasporelestilo,EnricoBalazarguardabatresmazosdecartas.Sinembargonolasusaba

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parajugaraningúnjuego.Lasusabaparaconstruir.Tomabadoscartasylasinclinabahastaqueseapoyaranunacontralaotra,como

enunaAsineltrazohorizontal.AlladodeéstaarmabaotraA.Sobrelaspuntasdelas dos colocaba una sola carta que formaba un techo. Formaba una A tras otra,superponiendocadaunaalaotra,hastaqueelescritoriososteníaunacasaenteradecartas.Siunoseinclinabaymirabahaciadentro,veíaalgoparecidoaunacolmenadetriángulos. Cimi había visto derrumbarse aquellas casas cientos de veces. Claudiotambién lohabíavisto algunavez, perono con tanta frecuencia, porque era treintaañosmenorqueCimi.Ésteesperabajubilarseprontoeirseavivirconlahijadeputade sumujer aunagranjaqueposeíanalnortedeNueva Jersey,dondeéldedicaríatodosutiempoaljardín...yasobreviviralahijadeputaconlaquesehabíacasado;noa su suegra,hacíamucho tiempoquehabía renunciadoa los sueñosquealgunavezpudohaber tenidodecomer fettucinienelvelatoriodeLaMonstra,porqueLaMonstraeraeterna,perotodavíaquedabaalgunaesperanzadesobreviviralahijadeputa;supadreteníaundichoquetraducidosignificabaalgoasícomo:«Diostemeaen la nuca todos los días, pero sólo te ahoga una vez», y, aunque no estabacompletamente seguro,Cimi creía que significaba queDios era bastante buen tipodespuésdetodo,asíquepodíateneralgunaesperanzadesobreviviraunasinoalaotra. Sólo en una ocasión había visto a Balazar salirse de sus casillas por una deaquellas caídas. Casi siempre esto se producía por una eventualidad: alguien quecerrabaconfuerzalapuertaenotrahabitación,ounborrachoquechocabacontraunapared.HubovecesenqueCimiviocaerunedificio,queelseñorBalazar(aquienélseguíallamandoJefe,comounpersonajedelashistorietasdeChesterGould)habíatardadohorasen levantar, sóloporqueel contrabajode lamáquinadediscoshabíatocado muy fuerte. Otras veces estas construcciones aéreas se caían sin que sepudierapercibirrazónalguna.Unavez—éstaeraunahistoriaquehabíacontadonomenos de cinco mil veces a todos sus conocidos y a todos les había aburrido—mirándoleporencimade las ruinas,elJefe lehabíadicho:«¿Hasvistoesto,Cimi?PorcadamadrequealgunavezmaldijoaDiosporsuhijomuertoenlaruta,porcadapadre que alguna vez maldijo al hombre que lo echó de la fábrica y lo dejó sintrabajo,porcadaniñoquealgunaveznaciósóloparaeldolorysepreguntóporqué,éstaeslarespuesta.Nuestrasvidassoncomoestoqueyolevanto.Avecessevienenabajoporalgunarazón,otrasvecessevienenabajoabsolutamentesinrazónalguna.»

Para Carlocimi Dretto, ésta era la declaración sobre la condición humanamásprofundaquehabíaescuchadoensuvida.

La vez que Balazar se salió de sus casillas por el derrumbe de una de susestructuras,habíasidodoce,talvezcatorceañosantes.Untipohabíaidoaverloporunasuntodealcohol.Erauntiposinclase,sinmodales.Olíacomosisebañarauna

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vez al año, lo necesitara o no. En otras palabras, un irlandés de mierda. Y, porsupuesto,setratabadealcohol.Conlosirlandesessiempreeraalcohol,nuncadroga.YesteirlandéspensóqueloquehabíaenelescritoriodelJefeeraunchiste.«¡Pidaundeseo!»,gritódespuésqueelJefeleexplicaradelmodoenqueuncaballeroseloexplica a otro, por qué les iba a resultar imposible hacer negocios. Y entonces elirlandésdemierda,unodeesos tiposdepelorojoyrizadoy lapiel tanblancaqueparecíatenertuberculosisoalgoporelestilo,unodeésoscuyonombrecomienzaconunaOy luego tienen unamarquita curva entre laOy el nombre verdadero, habíasopladoenel escritoriodel Jefecomounniñoque sopla lasvelitasenelpasteldecumpleaños, y las cartas habían volado por todas partes en torno a la cabeza deBalazar.Entonces,Balazar había abierto el cajón superior del lado izquierdode suescritorio, el cajóndondeotros empresariosdebíanguardar supapeleríapersonalosusdosieresprivadosocosasporelestilo,habíasacadouna45ylehabíadisparadoal irlandés en la cabeza, sin cambiarde expresión.DespuésdequeCimiyun tipollamadoTrumanAlexander, quehabíamuertodeun ataque al corazónahorahacíacuatro años, enterraron al irlandés bajo un gallinero de las afueras de Sedonville,Connecticut,BalazarlehabíadichoaCimi:

—Construir es asunto de los hombres, paisano. Echarlas abajo de un soplo esasuntodeDios.¿Estásdeacuerdo?

—Sí,señorBalazar—habíacontestadoCimi—.Estabadeacuerdo.Balazarhabíaasentido,complacido.—¿Hiciste lo que te dije? ¿Lo pusiste en alguna parte donde las gallinas o los

patosselepudierancagarencima?—Sí.—Muy bien —había dicho tranquilamente Balazar, al tiempo que tomaba un

nuevomazodecartasdelcajónsuperiordelladoderechodelescritorio.UnsolopisonoerasuficienteparaBalazar,IlRoche.Sobreel techodelprimer

piso construía el segundo, sólo que no tan ancho, encima del segundo un tercero;encimadeltercerouncuarto.Yseguía.Peroapartirdelcuartopisoteníaqueponersede pie para seguir. Ya no había que inclinarse demasiado para mirar dentro. Y alhacerloloqueseveíayanoeranhilerasdeformastriangularessinounrecintofrágilydesconcertantedeformasdiamantinasabsolutamenteencantadoras.Siunomirabademasiado tiempo, semareaba.Una vezCimi había ido al laberinto de espejos deConeyysehabíasentidoigual.Nuncamásvolvióaentrar.

Cimi dijo (pensó que nadie le había creído, pero la verdad es que a nadie leimportabaenabsoluto)queunavezhabíavistoaBalazarconstruiralgoqueyanoeraunacasadecartas sinouna torredecartas,una torreque llegóa tenernuevepisosantesdederrumbarse.IgnorabaqueestonoleImportabaunpimientoanadie,porquesiemprequelocontabalagentesimulabaasombrarse,puesélestabacercadelJefe.

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Pero se habrían asombrado de haber tenido él las palabras para describirlo: quédelicadahabíasido,cómohabíaalcanzadocasi trescuartosde ladistanciadesdeelescritoriohastaeltecho,unaconstruccióndeencaje,consotasydoses,reyes,diecesycomodines,unaconfiguraciónrojaynegradediamantesdepapelqueseelevabaadespechodeunmundoquegirabaatravésdeununiversodefuerzasymovimientosincoherentes; una torre que a los ojos asombrados de Cimi parecía la clamorosanegacióndetodaslasinjustasparadojasdelavida.

Sihubierasabidocómo,habríadicho:—Miréloqueélhabíaconstruido,yparamítuvieronsentidolasestrellas.

10

Balazarsabíacómotendríanqueserlascosas.LosfederaleshabíanolidoaEddie.Quizáselestúpidohabíasidoélpormandara

Eddie, talvez sus instintos leestaban fallando,perodealgunamaneraEddiehabíaparecidotanapropiado,tanperfecto.Sutío,laprimerapersonaparalaqueélhabíatrabajadoenaquelnegocio,decíaquetodaslasreglasteníanexcepcionessalvouna:jamásconfíesenunyonki.Balazarnohabíadichonada—noeraellugarparaqueunchicodequinceañoshablara,nisiquierasiestabadeacuerdo—,peroprivadamentehabía pensado que la única regla que no tenía excepciones era que había algunasreglasenlaqueestonoeraverdad.

«Pero si el TíoVerone aún viviera—pensóBalazar—se reiría de ti y te diría:Mira, Rico, tú siempre has sido demasiado listo por tu propio bien; conocías lasreglasymanteníaslabocacerradacuandoerarespetuosomantenerlabocacerrada,pero siempre has tenido esa expresión presumida en lamirada. Siempre supiste lolistoqueeras, asíque finalmentecaísteen la trampade tupropioorgullo.Siempresupequepasaría.»

ArmóunaAylacubrió.Habían detenido a Eddie, lo habían retenido durante un rato y luego lo habían

soltado.BalazarsehabíaapoderadodelhermanodeEddieydelareservaquecompartían.

QueríaaEddie,yaquellobastaríaparaatraerlo.QueríaaEddieporquesólohabíansidodoshoras,yesoeraextraño.Lo habían interrogado en Kennedy y no en la calle 43, y eso era extraño.

SignificabaqueEddiehabíalogradodeshacersedebuenaparteodetodalacoca.¿Ono?Pensaba.Dudaba.

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Eddiesehabíamarchadodelaeropuertodoshorasdespuésdequelosacarondelavión. Era poco tiempo para hacerlo cantar, y demasiado para decidir que estabalimpio,quealgunaazafatahabíacometidoungranerror.

Pensaba.Dudaba.ElhermanodeEddieeraunzombi,peroEddietodavíaerauntipolisto,untipo

duro.Un tipo así no cambiaba de bando en dos horas... amenos que fuera por suhermano.Poralgoreferidoasuhermano.

Pero,aunasí,¿cómopodíaserquenohubieranidoa lacalle43?¿CómopodíaserquenousaranlasfurgonetasdelaAduana,esasqueseparecenalasdecorreossalvo por el enrejado de las ventanillas traseras? ¿Porque Eddie realmente habríahechoalgoconlamercancía?¿Sehabríalibradodeella?¿Lahabríaescondido?

Eraimposibleocultarmercancíaenunavión.Imposiblelibrarsedeella.Por supuesto, también era imposible escapar de ciertas cárceles, robar ciertos

bancos, evitar ciertas sentencias. Pero había gente que lo hacía. Harry Houdini sehabíaescapadodecamisasdefuerza,baúlescerradosconcandados,jodidasbóvedasdebanco.PeroEddieDeannoeraHoudini.¿Osí?

PodíahaberhechoquemataranaHenryensupropiopiso,podíahaberordenadoqueEddie quedara destrozado en el aeropuerto... omejor aún, también en el piso,donde los policías creerían que se trataba de un par de yonkis que, al borde de ladesesperación,habríanolvidadoqueeranhermanosysehabíanmatadoelunoalotro.Peroaquellodejaríamuchaspreguntassinrespuesta.

Conseguiría las respuestas, seprepararíaparael futuroo simplemente satisfaríasucuriosidad,segúnlasrespuestasqueobtuviera,yluegolosmataríaalosdos.

Algunasrespuestasmás,dosyonkismenos.Algunagananciayningunapérdidaimportante.

EnlaotrahabitacióneljuegoyahabíadadotodalavueltayllegabaaHenryotravez.

—Muy bien, Henry —repuso George Biondi—. Cuidado con ésta, que tienetrampa.LamateriaesGeografía.Lapreguntaes:«¿Dequécontinenteprocedenloscanguros?»

Unapausadesilencio.—Johnny Cash —contestó Henry, seguido por el rugido de una carcajada

portentosa.Lasparedesvibraron.CimisepusotensoyesperóaquelacasadeBalazar(queseconvertiríaenuna

torre sólo siDios o las fuerzas ciegas que regían el universo en su nombre así loquerían)sevinieraabajo.Lascartastemblaronunpoco.Sicaíauna,caeríantodas.

Ningunacayó.

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BalazaralzólamiradaysonrióaCimi.—Paisan—ledijo—,ilDioestábono;ilDioestámalo;tempsestpoco-poco;tu

estáunegrandepeeparollo.Cimisonrió.—Sí,senor—afirmó—.Iograndepeeparollo;iovanfanculoportu.—None va fanculo, catzarro—inquirió Balazar—. Eddie Dean va fanculo. —

Sonrióamablemente,ycomenzóelsegundoniveldesutorredenaipes.

11

Cuando la camioneta tomóunacurvacercade la casadeBalazar,ColVincentporcasualidadmirabaaEddie.Vioalgoimposible.

Tratódehablarysediocuentadequenopodía.Teníalalenguapegadaalpaladaryloúnicoquepudoemitirfueunsordogruñido.

VioquelosojosdeEddiecambiabandelcolormarrónalazul.

12

EstavezRolandonotomóladecisiónconscientededarelpaso.Saltósinpensar,conunmovimientotaninvoluntariocomolevantarsedelasillaybuscarsuarmacuandoalguienirrumpíaviolentamenteenunahabitación.

«¡La Torre!—pensó fieramente—. ¡Es la Torre, Diosmío, la Torre está en elcielo,laTorre!¡VeolaTorreenelcielo,trazadaenrojaslíneasdefuego!¡Cuthbert!¡Alan!¡Desmond!¡LaTorre!¡LaT...»

PeroestavezsintióaEddieluchar,aunquenocontraél.Sólo trataba de hablarle; trataba desesperadamente de decirle algo.El pistolero

retrocedió, escuchando.Escuchaba llenodedesesperación,mientrasenunaplayaaciertadistancia,desconocidaentiempoyespacio,sucuerposinmenteseretorcíaytemblabacomoelcuerpodeunhombrequesueñaconeléxtasismásaltooconelmásprofundohorror.

13

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—¡Cartel!—gritabaEddiedentrodesucabeza...yde lacabezadelotro—. ¡Esuncartel,sólouncarteldeneón;noséenquétorreestaráspensandoperoestonoesmásqueunbar,elnegociodeBalazar,LaTorreInclinada,lollamóasíporlatorredePisa!¡Essólouncartel,unaseñal,algoquedeberíaparecersealaTorredePisa,joder!¡Cálmate!¡Cálmate!¿Quieresquenosmatenantesdequepodamossiquierallegarhastaellos?

—¿Pitsa?—replicópensativoelpistolero.Volvióamirar.Un cartel.Una señal. Sí,muy bien, ahora podía verlo: no era la Torre sino un

cartel. Estaba inclinada hacia un lado, festoneada con muchas curvas, y era unamaravilla,peroesoeratodo.Ahoraveíaqueelcarteleraunacosahechacontubos,tubosrellenadosdealgunamaneraconunresplandecientefuegorojodelospantanos.En algunos lugares parecía haber menos que en otros; allí las líneas de fuegopalpitabanyzumbaban.

Debajodelatorreahoraveíaletrasformadascontubosdoblados;lamayoríaeranletras grandes. Pudo leer TORRE y, sí, INCLINADA, TORRE INCLINADA. Laprimerapalabraeradedosletras,laprimeraunaL,laúltimaunaA.

—¿LaTorreInclinada?—lepreguntóaEddie.—Sí.Noimporta.¿Vesquesóloesuncartel?¡Esoesloqueimporta!—Entiendo—contestóelpistolero.SepreguntabasielPrisionerocreía realmente loquedecíaosólo lodecíapara

evitar que la situación se desbordara, como pareció que iba a suceder con la torredibujadaenlíneasdefuego;sepreguntabasiEddiecreeríaquelossignosocarteleseranalgotrivial.

—¡Entoncescálmate!¿Meoyes?¡Cálmate!—¿Me quieres calmado? ¿Me quieres imperturbable? —preguntó Rolando, y

ambossintieronunpocolasonrisadeésteenlamentedeEddie.—Imperturbable,correcto.Dejaqueyomeencargue.—Sí.Muybien.—DejaríaqueEddieseencargaradetodoUnrato.

14

ColVincentlogróporfindespegarlalenguadelpaladar.—Jack.—Suvozeraespesacomounaalfombrapeluda.Andoliniapagóelmotorylomiró,irritado.—Susojos.

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—¿Quépasaconsusojos?—Sí,¿quépasaconmisojos?—preguntóEddie.Collomiró.Sehabíapuestoelsolyenelairenoquedabanmásquelascenizasdeldía,pero

quedabaluzsuficientecomoparaqueColvieraquelosojosdeEddieeranmarronesotravez.

Siesquealgunavezfueronotracosa.«Lo has visto», insistía parte de su mente. Pero ¿lo había visto? Col tenía

veinticuatroañosydurante losúltimosveintiunonadie lohabíaconsideradonuncadignodeconfianza.Útil,aveces.Obedientecasisiempre...siselomanteníaaraya.Pero¿dignodeconfianza?No.AlfinalhastaelmismoColhabíallegadoacreerlo.

—Nada—murmuró.—Entonces,vamos—dijoAndolini.Salierondelafurgonetade lapizza.ConAndolinia la izquierdayVincenta la

derecha,EddieyelpistoleroentraronenLaTorreInclinada.

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V.CONFRONTACIONYTIROTEO

1

Conlamelodíadeunbluesdelosañosveinte,BillieHoliday,queundíadescubriríalaverdadporsímisma,cantaba:«Eldoctormedijonena,esto lo tienesquedejar/porque si te das un nuevo cohete será el final.» El último cohete de Henry Deandespegócincominutosantesdeque lacamioneta sedetuvieraante lapuertadeLaTorreInclinadaydequeasuhermanoselollevasenenmanadahaciaadentro.

Como estaba a su derecha, George Biondi —«George el narigudo» para losamigos; «George el narigudo» para los enemigos— le formulaba las preguntas aHenry.AhoraqueHenryasentíayhacíaguiños con toda seriedad sobre el tablero,TricksPostinopusoeldadoenunamanoqueyahabíaadquiridoelcolorpolvorientoquela largaadiccióna laheroínaproduceenlasextremidades,elcolorpolvorientoqueprecedealagangrena.

—Tetoca,Henry—advirtióTricks,yHenrydejócaereldado.Comosiguiómirandoalespaciosinmostrarintenciónalgunademoversuficha,

JimmyHaspiolamovióporél.—Mira esto, Henry —indicó—. Tienes la oportunidad de ganar un trozo del

queso.—Untrozodelqueso—dijoHenryentonosoñador.Miróasualrededoryañadió

—:¿DóndeestáEddie?—Vaallegarmuypronto—localmóTricks—.Tetocajugar.—Quierodarmeunpico.—Juega,Henry.—Estábien,estábien,dejadeempujarme.—Noleempujes—leadvirtióKevinBlakeaJimmy.—Estábien,noleempujaré—repusoJimmy.—¿Estás listo?—preguntóGeorgeBiondi.Dirigióa losotrosunenormeguiño

cuando el mentón de Henry bajó flotando hasta apoyarse en su esternón, y luegovolvió a subir lentamente una vezmás; era como ver un tronco empapado que noterminabadedarseporvencidoyhundirseparasiempre.

—Sí—contestóHenry—.Venga.—¡Venga!—gritóJimmyHaspioregocijadamente.—¡Venga,joder!—añadióTricks,ytodosrugieronderisa(enlaotrahabitación,

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eledificiodeBalazar,queahorateníayatrespisos,temblóotravezperonosecayó).—Muybien,escuchaconcuidado—comenzóGeorge,yvolvióaguiñarelojo.A

pesar de que Henry estaba en la categoría de Deportes, George anunció que lacategoríaeraArteyEntretenimientos—.¿Quépopularcantante folkprodujoéxitoscomo Un muchacho llamado Sue, Blues de la Prisión Folsom y otras muchascancionesdeputamadre?

KevinBlake,queenrealidadsabíasumarsietemásnueve(siledabanfichasdepóquer para hacerlo), se dobló de risa, abrazándose las rodillas, y por poco nodesbaratóeltablero.

Siempresimulandoleerlatarjetaqueteníaensumano,Georgecontinuó:—A este popular cantante se lo conoce también como el hombre de negro. Su

primernombresignificalomismoqueellugardondeunovaahacerpis,yelapellidosignificaloqueunotieneenlabilleteraamenosqueseaunjodidodrogata.

Seprodujounlargosilencioexpectante.—WalterBrennan—contestóHenryporfin.Bramaronlascarcajadas.JimmyHaspioabrazóaKevinBlake.Kevinlepegabaa

Jimmyenelhombro.EnlaoficinadeBalazar,lacasadenaipesqueseconvertíaenunatorredenaipesvolvióatemblar.

—¡Callaos!—gritóCimi—.ElJefeestáconstruyendo.Secallarondeinmediato.—Correcto—asintióGeorge—.Ésta la has contestado bien,Henry.Era difícil,

perololograste.—Siempre lohago—ratificóHenry—.Siempre lo logrocuandomeconcentro.

Quierodarmeunpico.—¡Buena idea!—dijo George, y cogió una caja de puros Roi-Tan que estaba

detrás de él. Sacó de la caja una jeringa. Se la clavó aHenry en la vena llena decicatrices,unpocomásarribadelcodo,yelúltimocohetedeHenrylevantóelvuelo.

2

Elexteriordelafurgonetadepizzaeradestartaladoperopordebajodelamugredelcaminoydelapinturadeaerosolhabíaunamaravilladealtatecnologíaquelostiposde laDrugEnforcementAdministrationhabríanenvidiado.TalcomoBalazarhabíadichomásdeunavez,«nopuedesvenceraesoscabronesamenosqueseascapazdecompetir con ellos... amenos que puedas tener equipos delmismo nivel». Era unmaterialmuycaro,peroelbandodeBalazarteníaunaventaja:robabanloqueenlaDEAteníanquecomprarapreciosexagerados.Alolargodetodalacostaestehabía

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empleados de compañías electrónicas perfectamente dispuestos a vender materialsecretodealtaseguridadapreciosdeliquidación.AquelloscatzzaroniJackAndolinilos llamaba cocainocabezudos deSiliconValley) prácticamente se lo tiraban a unoencima.

Debajo del tablero había un detector de policías, un aparato para interferir losradarespolicialesdeUFH,undetectordetransmisionesderadiodealtafrecuenciayonda larga, un aparato para interferirlas; un transmisor / amplificador que acualquiera que tratara de localizar la furgoneta mediante el método corriente detriangulación, le indicaría que el vehículo estaba almismo tiempo enConnecticut,Harlem y Montauk Sound, un radio teléfono... y un botoncito rojo que AndoliniapretóencuantoEddieDeansaliódelacamioneta.

EnlaoficinadeBalazar,elintercomunicadoremitióunúnicozumbidocorto.—Sonellos—dijoél—.Claudio,déjalosentrar.Cimi,diatodosqueseesfumen.

ParaEddieDean,conmigonohaynadiemásquetúyClaudio.Cimi,vetealalmacénconlosotroscaballeros.

Ambossalieron,Cimidoblóalaizquierda,ClaudioAndolinialaderecha.Contodacalma,Balazarinicióunnuevonivelensuedificio.

3

—Déjameencargarmedetodo—indicónuevamenteEddiecuandoClaudioabrió lapuerta.

—Sí—contestóelpistolero.Peropermanecióalerta, listoparadarelpasoenelinstanteenqueparecieranecesario.

Sonaronlasllaves.Elpistoleroestabamuyatentoalosolores:elviejosudordeColVincentasuderecha;eloloragudo,casiácido,delaftershavedeJackAndolini,asuizquierday,encuantopisaronlapenumbra,eloloragriodelacerveza.

Eloloracervezafueelúnicoquereconoció.Éstenoeraunsalóncochambrosoconserrínenelsueloyunabarraformadacontablonescolocadossobrecaballetes;elpistolerocalculóqueeracompletamentediferentedeunlugarcomoelSheb'sdeTull.Por todas partes se veía el suave resplandor del cristal. En aquel salón habíamáscristal del que había visto en todos los años pasados desde la infancia, cuando laslíneasdeabastecimientocomenzaronaquebrarse,enparteporculpadelosataquesque realizaban las fuerzas rebeldes de Farson, el Hombre Bueno, peroprincipalmente,creíaél,porqueelmundosemovíaypornadamás.Farsonhabíasidounsíntomadeesegranmovimiento,nolacausa.

Veíasusreflejosportodaspartes:enlasparedes,enelbarrecubiertodevidrioy

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enellargoespejoqueteníadetrás;inclusoveíasusreflejoscomominiaturascurvasenlasgraciosascopasdevinoenformadecampanaquecolgabanvueltashaciaabajoporencimadelabarra...copastanfrágilesybellascomolasorlasdeunfestival.

Enunaesquinahabíaunacreaciónesculpidadelucesquesubíaycambiaba,subíaycambiaba,subíaycambiaba.Deloroalverde,delverdealamarillo,delamarilloalrojo,delrojoalorootravez.Lacruzabaunapalabraescritaconletrasgrandes,quepodíaleerperoqueparaélnosignificabanada:ROCKOLA.

Dabaigual.Habíanegociosquerealizar.Élnoeraunturista;nopodíapermitirseel lujo de actuar como si lo fuera, a pesar de lo extraño y maravilloso que todopudieraser.

ElhombrequeloshabíadejadoentrareraclaramenteelhermanodelhombrequeconducíaloqueEddiellamabalacamioneta,aunqueeramuchomásaltoyteníatalvezcincoañosmenos.Llevabaunrevólverenunafundasujetaalhombro.

—¿Dónde estáHenry?—preguntó Eddie—.Quiero ver aHenry.—Levantó lavoz—.¡Henry!¡Eh,Henry!

No hubo respuesta; sólo un silencio en que las copas colgadas sobre el barparecieron temblar con una delicadeza que sobrepasaba ligeramente el alcance deloídohumano.

—AlseñorBalazarlegustaríahablarcontigoprimero.—Lo tienenatadoyamordazadoenalgunaparte¿verdad?—preguntóEddie,y

antesdequeClaudiopudierahaceralgomásqueabrirlabocaparacontestar,Eddieseechóareír—.No,loquepiensoesquedebedeestarchutado,esoestodo.¿Paraquéibaisamolestarosconsogasymordazas,siparamanteneraHenryquietotodoloque tenéis que hacer es darle un pico?Muy bien. Llévame anteBalazar.Vamos aterminarconesto.

4

El pistolero miró la torre de naipes sobre el escritorio de Balazar y pensó: «Otraseñal.»

Balazarnomiróhaciaarriba—latorredecartasyaerademasiadoaltaparaesosinomásbienporencima.Suexpresióneracálidayplacentera.

—Eddie—dijo—,me alegro de verte, hijo. Oí que tuviste algún problema enKennedy.

—Yonosoysuhijo—repusoEddiellanamente.Balazar hizoungestoque almismo tiempo era cómico, triste y pocodignode

confianza.

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«Me lastimas, Eddie —indicaba aquel gesto—. Cuando dices algo así melastimas.»

—Vamosalgrano—cortóEddie—.Ustedsabequesólopuedeserunadedos:olos federales me están utilizando, o tuvieron que soltarme. Sabe que no pudieronhacermecantarendoshorassolamente.Ysabequesilohubieranhecho,yoestaríaahoraenlacalle43contestandopreguntas,conalgunaqueotrainterrupciónparairavomitaralbaño.

—¿Teestánutilizando,Eddie?—preguntósuavementeBalazar.—No.Tuvieronquesoltarme.Meestánsiguiendo,peroesonosignificaqueyo

losestéguiando.—Asíquetedeshicistedelacoca—inquirióBalazar—.Esfascinante.Tienesque

contarmecómosehaceparadeshacersedeunkilodecocacuandounoestásubidoaun avión. Sería una información muy útil. Es como un cuento de misterio conhabitacionescerradasconllave.

—Nomedeshicedelacoca—dijoEddie—,perotampocolatengoya.—¿Entoncesquiénlatiene?—preguntóClaudio,yenseguidaseruborizócuando

suhermanolomiróconferocidadcontenida.—Latieneél—contestóEddiesonriendoyseñalóaEnricoBalazarporencima

delatorredecartas—.Yahasidoentregada.Por primera vez desde que escoltaron a Eddie dentro de la habitación, una

expresióngenuinailuminóelrostrodeBalazar:sorpresa.Luegodesapareció.Sonrióamablemente.

—Sí—concedió—.Enunlugarquemástardeserevelar,despuésdequetú, tuhermanoytodolovuestrooshayáisido.AIslandia,talvez.¿Suponesquefuncionaasí?

—No—negóEddie—.Ustednoentiende.Estáaquí.Entregadirectaenlapuertadesucasa.Talcomoacordamos.Porqueaunenlostiemposquecorren,haypersonasquetodavíacreenenconcluiruntratotalcomosehizodeentrada.Sorprendente,losé,perocierto.

Todosloestabanmirando.—¿Quétalvoy,Rolando?—preguntóEddie.—Creoqueloestáshaciendomuybien.Peronodejesqueestehombrerecupere

elequilibrio,Eddie.Creoqueespeligroso.—Eso crees ¿eh? Muy bien, ahí te llevo ventaja, amigo mío. Yo sé que es

peligroso.máspeligrosoquelamadrequeloparió.VolvióamiraraBalazaryledirigióunligeroguiño.—Poreso,elqueahoratienequepreocuparseporlosfederalesesusted,ynoyo.

Sillegaranapresentarseconunaordenderegistro,deprontopodríadescubrirqueloestánjodiendosinsiquierahabertenidotiempodeabrirsedepiernas,señorBalazar.

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Balazarhabíacogidodoscartas.Súbitamentesacudiólasmanosydejólascartasa un costado. Fue un instante, pero Rolando lo vio, y Eddie también lo vio. Unaexpresión de incertidumbre—incluso unmiedomomentáneo, quizás— apareció yluegodesaparecióensurostro.

—Cuidatulenguajeconmigo,Eddie.Cuidatumaneradeexpresartey,porfavor,recuerdaquetengopocotiempoypocatoleranciaparalastonterías.

JackAndoliniparecíaalarmado.—¡Hizounarregloconellos,señorBalazar!Estamierdita lesentrególacocay

noshantendidounatrampamientrassimulabaninterrogarlo.—Aquínohavenidonadie—aseveróBalazar—.Nadiepudoacercarse,Jack,ytú

lo sabes. Los detectores funcionan hasta cuando una paloma se tira un pedo en eltecho.

—Pero...—Aunque se las hubieran arreglado para entramparnos de alguna manera,

tenemos tanta gente en su organización que en tres días podríamos abrir quinceagujerosensuacusación.Sabemosquién,cuándoycómo.

BalazarmiróaEddieotravez.—Eddie—leadvirtió—,tienesquincesegundosparadejardechulearte.Después

haréquevengaCimiDrettoyteharádaño.Luego,pasadounrato,seir,ydesdeuncuartocercanopodrásoírcómolehacedañoatuhermano.

Eddiesepusorígido.—Calma—murmuró el pistolero y pensó: «Lo único que hay que hacer para

lastimarlo es pronunciar el nombre de su hermano. Es como hurgar en una heridaabierta.»

—Voy a entrar en el lavabo—comenzóEddie. Señaló una puerta en el rincónizquierdomáslejanodelahabitación,unapuertatandiscretaquepudohaberpasadoporunodelospanelesdelapared,yañadió—:Voyaentrarsolo.Saldréconmediokilodesucocaína.Lamitaddelembarque.Ustedlaprueba.LuegotraeaquíaHenryparaqueyopuedaverlo.Cuandoyolovea,cuandoveaqueestábien,ledaráaéllonuestro y uno de sus caballeros lo llevará a casa. Mientras él va a casa, yo y...—«Rolando»,estuvoapuntodedecir—yoyelrestodelostiposqueambossabemosqueestánporaquímiraremoscomoustedconstruyesuscasitas.CuandoHenryestéencasayasalvo(esdecirquenohayanadieahíapuntándoleconunrevólverenlaoreja)mellamaráymediráciertapalabra.Esalgoqueelaboramosantesdequeyomefuera.Porsiacaso.

ElpistolerorevisólamentedeEddieparaversiestoeraciertoosieraunbluff.Era cierto, o al menos es lo que pensaba Eddie. Rolando vio que Eddie estabarealmenteconvencidodequesuhermanomoriríaantesdedeciresapalabraenfalso.Elpistoleronoestabatanseguro.

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—DebesdecreerqueyoaúncreoenlosReyesMagos—manifestóBalazar.—Yaséquenocreeenellos.—Claudio,regístralo.Jack,túentraenellavaboyrevísalotodo.—¿Hayalgúnlugardellavaboqueyonoconozca?—preguntóAndolini.Balazar se quedó callado por un rato, mientras estudiaba cuidadosamente a

Andoliniconsusojosmarronesoscuros.—Enlaparedtraseradelbotiquínhayunpequeñopanel—explicó—.Ahíguardo

algunosefectospersonales.Noalcanzaparaescondermediokilodedrogapero,porsilasmoscas,regístralo.

Jacksalió,ycuandoentrabaalpequeñolavaboelpistoleroviounaráfagadelamismagélidaluzblancaquehabíailuminadoelretretedelcarruajeaéreo.Luego,lapuertasecerró.

LosojosdeBalazarsaltaronaEddie.—¿Por qué insistes en decir unasmentiras tan estúpidas?—preguntó, casi con

pesar—.Penséqueerasinteligente.—Míreme a la cara —le pidió Eddie con calma—, y dígame que le estoy

mintiendo.Balazar hizo lo que Eddie le pedía. Lo miró durante unos minutos. Luego se

volvióhaciaotrolado,conlasmanosmetidasenlosbolsillostanprofundamentequese vio un poquito el nacimiento de su culo campesino. Su postura era de pesar—pesar por un hijo descarriado—, pero, antes de que Balazar se volviera, Rolandohabíavistoensucaraunaexpresiónquenoeradepesar.LoqueBalazarhabíavistoenlacaradeEddienolohabíadejadoafligidosinoprofundamenteperturbado.

—Desvístete—leordenóClaudioaEddie.Yahoraleapuntabaconunarma.Eddiecomenzóasacarselaropa.

5

«Estonomegusta»pensóBalazar,mientrasesperabaqueJackAndolinisalieradelbaño.Estabaasustado.Repentinamentesudabaperonosolodebajodelossobacosoenlaentrepierna,quelesudabanaunenlopeordelinvierno,cuandoeltiempoestabamás frío que la hebilla del cinturón de un minero, si no en todo el cuerpo. Almarcharse,Eddieteníaaspectodeyonki—deyonkiinteligente,perodeyonkialfin,dealguienaquienunopodíallevarseacualquierpartecogiéndoloporlaspelotasconel anzuelo del caballo— y ahora que había vuelto parecía... ¿qué parecía? Parecíahabercrecido,dealgunamanerahabíacambiado.

«Es como si alguien le hubiera metido por la garganta dos litros de agallas

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frescas.»Sí, eso era.Y la droga. La droga demierda... Jack iba a dejar el lavabo patas

arribayClaudiorevidabaaEddieconlaminuciosaferocidaddeuncarcelerosádico.EddieestabadepieconunaestolidezqueBalazarnuncahubieracreídoposibleni

enélnienningúnotrodrogata,mientrasClaudioseescupíacuatrovecesenlamanoizquierda,desparramabalasalivamoteadademocosportodalamanoderechayselametíaluegoaEddieporelculohastalamuñecaeinclusocuatroocincocentímetrosmásallá.

Nohabíadrogaenellavabo,yEddienollevabadrogaencimanidentro.NohabíadroganienlaropadeEddienienlachaquetanienlabolsadeviaje.Asiquetodoeraunengaño.

«Míramealacaraydígamequeestoymintiendo.»Así lo hizo. Lo que vio era inquietante. Vio a un Eddie Dean perfectamente

confiado; con la intención de entrar al lavabo y salir luego con la mitad de lamercancíadeBalazar.

ElmismoBalazarestuvoapuntodecreerlo.ClaudioAndoliniretiróelbrazo.SacólosdedosdelculodeEddieconunplop.

LabocadeClaudiosetorciócomounsedalllenodenudos.—Deprisa, Jack, tengo lamano llenademierdadeesteyonki—gritóClaudio,

enojado.—Sihubierasabidoqueibasahacerunaexploraciónporahí,Claudio,mehabría

limpiadoelculoconlapatadeunasilla—dijoEddiesuavemente—.Tumanohabríasalidomás limpia,yyonoestaríaaquí sintiéndomecomosimehubieravioladoeltoroFerdinando.

—¡Jack!—Ve a limpiarte a la cocina—dijo tranquilamente Balazar—. Eddie y yo no

tenemosmotivoparalastimarnosmutuamente,¿verdad,Eddie?—No—contestóEddie.—De todasmaneras, está limpio—insistió Claudio—. Bueno, limpio no es la

palabra. Lo que quiero decir es que no lleva droga. De eso puede estar más queseguro.—Salió de la habitación con lamano sucia por delante, como si fuera unpescadomuerto.

Eddie miró con calma a Balazar, que otra vez pensaba en Harry Houdini yBlackstone,yDougHenning,yDavidCopperfield.Serepetíaunayotravezquelosactos de magia estaban tan muertos como el vodevil, pero Henning era unasuperestrella,yelcríoCopperfieltuvoungranéxitoanteunamultitudeldíaenqueBalazardioconsuespectáculoenAtlanticCity.Balazaramabaalosmagosdesdelaprimeravezquevioaunoenunaesquinaquehacíatrucosdenaipesporcalderilla.¿Yquéeraloquesiemprehacíanantesdehacerapareceralgo...algoquedejaríaal

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público boquiabierto para luego aplaudir a rabiar? Invitaban a alguien del públicopara que subiera a asegurarse de que el lugar del que tenía que salir el conejo, lapaloma, o la belleza con los pechos al aire, o lo que fuera a aparecer, estabaperfectamentevacío.Másqueeso,paraasegurarsedequedentronohabíaformademeternada.

«Semeocurrequetalvezlohayahecho.Nosécómo,nimeimporta.Loúnicoqueséconseguridadesqueestonomegustanada,nomegustaunamierda.»

6

AGeorgeBionditambiénhabíaalgoquenolegustaba.SepreguntabasiEddieDeansepondríafuriosoalrespecto.

George estaba bastante seguro de queHenry habíamuerto en algúnmomento,después de que Cimi entrara para apagar la luz de la oficina del contable. Habíamuertocalladamente,sinalborotosniaspavientos.Simplementehabíasalidoflotandocomoundientedeleónquevuelaconlamáslevebrisa.GeorgepensabaquetalvezhubierasucedidoenelmomentoenqueClaudiosalióparalavarselamanollenademierdaenlacocina.

—¿Henry?—lemurmuróGeorgealoído.Acercótantolabocaqueeracasicomobesar la oreja de una chica en el cine, y era bastante jodido, especialmente si seconsiderabaqueeltipotalvezyaestabamuerto.Teníanarcofobia,ocomocarajolollamaran, pero debía saberlo. Elmuro entre aquella habitación y la deBalazar eramuydelgado.

—¿Quépasa,George?—preguntóTricksPostino.—Cállate—espetóCimi.Suvozsonabacomoel ronquidosordodeuncamión

detenido.Se callaron. George deslizó una mano por debajo de la camisa de Henry. Oh,

aquello seponía cadavezpeor.La imagendeestar enel cineconunachicano loabandonaba Allí estaba él, metiéndole mano, sólo que no era una mujer sino unhombre.Yanoerasimplementenarcofobia,eranarcofobiamarica,mierda,yelpechoesmirriadodeHenry,comoeldetodoslosyonkis,nisubíanibajaba,yallídentronohabíanadaquehicierapumpum,pumpum.ParaHenryDeantodohabíaterminado;paraHenryDeansehabíasuspendidoelpartidoporlluviaenelsegundotiempo.Loúnicosuyoquelatíaeraelreloj.

Entró en la pesada atmósfera de ajo y aceite de oliva de la madre patria querodeabaaCimiDretto.

—Esposiblequetengamosunproblema—susurróGeorge.

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7

Jacksaliódelbaño.—Ahídentronohaydroga—confirmó,yestudióaEddieconsusojosmates—.

Ysipensabasenlaventana,olvídate.Esdecraven.—Noestabapensandoen laventana,yestáahí—dijo tranquilamenteEddie—.

Peronosabesdóndebuscar.—Disculpe, señor Balazar —profirió Andolini —, pero este cántaro está

empezandoallenarsedemasiadoparamigusto.Balazar estudió a Eddie como si ni siquiera hubiera escuchado a Andolini.

Pensabaagranprofundidad.Pensabaenmagosquesacanconejosdeunachistera.Uno llamaaun tipode laplateaparacertificarque lachisteraestávacía.¿Qué

otra cosa nunca cambia?Que nadie ve dentro del sombreromás que elmago, porsupuesto.¿Yquéhabíadichoelchico?

«Voyaentrarenelcuartodebaño.Voyaentrarsolo.»Pornormageneral,no le interesabaconocerel funcionamientode los trucosde

magia:seperdíatodalagracia.Pornormageneral.Sinembargo,aqueltrucoteníadeporsímuypocagracia.—Bien—propuso—.Si está ahí, ve abuscarla.Tal comoestás.Conel culo al

aire.—Estábien—asintióEddie,ysedirigióhacialapuertadelbaño.—Pero no irás solo—dijoBalazar. Eddie se detuvo al instante y su cuerpo se

pusorígidocomosiBalazarlehubieradisparadounarpóninvisible,locualaBalazarlefuemuybien.Porprimeravez,algonoibasegúnlosplanesdelchico.Yañadió—:Jackvacontigo.

—No—contestóEddiedeinmediato.Noesloqueyo...—Eddie—dijogentilmenteBalazar—,nomedigasqueno.Nuncalohashecho.

8

—Estábien—asintióelpistolero.Déjaloquevenga.—Pero...pero...

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Eddie comenzaba a farfullar y apenas podía mantenerse bajo control. No erasimplemente el repentino pelotazo con efecto que Balazar acababa de lanzarle; lapreocupaciónporHenrylecarcomíaytambién,cadavezmásfuerte,Lanecesidaddeunadosiscrecíaporencimadetodolodemás.

—Déjalovenir.Todoirábien.Escucha.Eddieescuchó.

9

Balazar lo observaba, un delgado hombre desnudo, con el primer atisbo del pechohundidotípicodelyonkiy lacabezainclinadaauncostado.Alobservarlo,Balazarsintióqueseevaporabaalgodesuconfianza.Eracomosielchicoescucharaunavozquesóloélpudieraoír.

ElmismopensamientopasóporlamentedeAndolini,perodeunmododiferente:«¿Quéesesto?¡SipareceelperrodelosdiscosdeLavozdesuamo!»

Col había tratado de decirle algo acerca de los ojos de Eddie. De pronto JackAndolinideseóhaberloescuchado.

«Enunamanodeseo,mierdaenlaotra»,pensó.SiEddieescuchabavocesdentrodesucabeza,obienlasvocesdejarondehablar,

obienéldejódeprestarlesatención.—Muy bien—dijo—.Ven conmigo, Jack. Temostraré la octavamaravilla del

mundo. Lanzó una rápida sonrisa que ni a Jack Andolini ni a Enrico Balazar lesimportólomásmínimo.

—Nome digas.—Andolini sacó un revólver de la funda que llevaba sujeta alcinturónenlaespalda—.¿Voyaquedarmesorprendido?

LasonrisadeEddiesehizomásamplia.—Oh,sí.Creoquevasaquedartemudo.

10

AndolinientróenelretretedetrásdeEddie.Llevabaelrevólverlevantadoporquesusánimosestabatambiénlevantados.

—Cierralapuerta—inquirióEddie.—Vetealamierda—contestóJack.

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—Cierralapuertaonohaydroga—advirtióEddie.—Vete a lamierda—volvió a decir.Ahora aAndolini, ligeramente asustado y

conlasensacióndequeestabasucediendoalgoqueélnocomprendía,seleveíamásdespiertoqueenlacamioneta.

—Noquierecerrarlapuerta—legritóEddieaBalazar—.Meparecequevoyadarme por vencido, señor Balazar. Usted tiene probablemente seis tipejos en estelugar, cadaunode ellos connomenosde cuatro revólveres, y losdos se cagandemiedoporuntíoenunretrete.Unyonki,además.

—¡Joder,Jack,cierraesapuerta!—gritóBalazar.—Esoes—dijoEddiecuandoJackAndolinicerrólapuertadeunapatadadetrás

desí—.Eresunhombreonoeresunh...—Oh, Dios—dijo Andolini a nadie en particular. Levantó el revólver, con la

culatahaciaadelante,conintencióndecruzarlelacaraaEddiedeunculatazo.En esemomento se quedó congelado con el arma en lamano, y lamueca que

desnudaba sus dientes se aflojó en una expresión de sorpresa que le soltó lamandíbulaporquevioloqueColVincenthabíavistoenlacamioneta.

LosojosdeEddiecambiarondelmarrónalazul.—¡Ahoraagárralo!—ordenóunavozbajayautoritaria.Yaunquelavozveníade

labocadeEddie,noeralasuya.«Esquizo—pensó JackAndolini—. Se ha vuelto esquizo la putamadre, se ha

vueltoesqui...»PeroelpensamientoselequebrócuandolasmanosdeEddieloaferraronporlos

hombros, porque cuando sucedió eso, Andolini vio aparecer repentinamente unagujeroenlarealidadcomoaunmetrodedistanciadetrásdeEddie.

No, no era un agujero. Sus dimensiones eran demasiado perfectas para ser unagujero.Eraunapuerta.

—SantaMaría,llenaeresdegracia—rezóJackenungemidovelado.Atravésdelapuertaquecolgabaenelespacio,aunos treintacentímetrosdel suelo frentea laducha privada de Balazar, vio una playa oscura que descendía hacia las olasrompientes.Enesaplayahabíacosasquesemovían.Cosas.

Bajó el revólver, pero el golpe con el que pensaba romperle aEddie todos losdientesdelanterosnohizomásqueaplastarleloslabiosyhacerlosangrarunpoquito.Seleescurríatodalafuerza.Jacksentíaquepasabaeso.

—Tehedichoque te quedaríasmudo, Jack—advirtióEddie y luego le diountirón.Enelúltimomomento,JacksediocuentadeloqueEddieseproponíahacer,yluchócomoungatosalvaje,peroerademasiadotarde:estabanlanzándolehaciaatráspor la puerta, y elmurmullo que ronroneaba por la noche en la ciudad de NuevaYork, tan constante y familiar que uno nunca lo oye a menos que de prontodesaparezca,fuereemplazadoporelsonidochirriantedelasolasylasvocesásperas

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einquisitivasdeunoshorroresqueseveíanborrosamenteyquesearrastrabanporlaplayaentodasdirecciones.

11

—Vamosatenerqueactuarmuyrápidamenteonosvamosaencontrarapaleadosenun potrero—dijo Rolando. Y Eddie estaba bastante seguro de que lo que el tipoqueríadecireraquesinomovíanelculoprácticamentea lavelocidadde la luz seibanaverenseriosproblemas.Éltambiénlocreía.

Cuandosetratabadetipospesados,JackAndolinieracomoDwightGooden:unopodíazarandearlo,sí,unopodíalastimarlo, talvez,perosiunolodejabaescaparalprincipio,despuésnohabíaquienpudieraconél.

—¡Mano izquierda! —se gritó Rolando a sí mismo cuando cruzaron y él seseparódeEddie—.¡Recuerda!¡Manoizquierda!¡Manoizquierda!

VioqueEddieyJacktropezabanhaciaatrás,caíanyluegorodabanporelterrenorocosoquebordeabalaplayaluchandoporelrevólverqueAndoliniteníaenlamano.

Rolandoapenas tuvo tiempoparapensar en el chiste cósmicoquehubiera sidovolverasupropiomundosóloparadescubrirquesucuerpofísicohabíamuertoensuausencia... y entonces ya era tarde. Demasiado tarde para cuestionarse, demasiadotardeparavolver.

12

JackAndolininosabíaquéhabíasucedido.Unapartedeélestabaseguradequesehabíavueltoloco,otraparteestabaseguradequeEddielohabíadrogadoconungasoalgoporelestilo,yotrapartecreíaqueelDiosvengativodesuinfancia,finalmentecansadode susmaldades, lo había sacadodelmundoque él conocía y se lo habíallevadoaaquelextrañoytétricopurgatorio.

Luegoviolapuerta,quepermanecíaabierta,yderramabaunchorrodeluzblancalaluzdelretretedeBalazar—sobreelterrenollenoderocas,ycomprendióqueeraposiblevolver.Andolinieraunhombreprácticoporencimade todo lodemás.mástardesepreocuparíaporelsignificadodetodoaquello.Enesemomentoseproponíamataraaquelcerdoyvolveratravésdelapuerta.

Lafuerzaqueselehabíaescurridoensuviolentasorpresacomenzabaafluirde

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nuevo.SediocuentadequeEddietratabadearrancarledelamanolapequeñaperomuyeficienteColtCobraydequecasilohabíalogrado.

Jack se la arrancó de un tirón con una maldición, trató de apuntar, perorápidamenteEddievolvióaaferrarleelbrazo.

AndolinileclavólarodillaaEddieenelmúsculodelmusloderecho(lacostosagabardinadelospantalonesdeAndoliniahorallevabaincrustadalasuciaarenagrisdelaplaya)y,cuandocomenzóatenercalambres,Eddieaulló.

—¡Rolando!—gritó—¡Ayúdame!¡PorelamordeDios,ayúdame!Andolinigirórápidamentelacabezayloqueviolehizoperderelequilibriootra

vez.Habíauntipoahídepie...peromásparecíaunfantasmaqueunapersona.Yno

eraexactamenteCasper,elfantasmaamistoso.La cara blanca y ojerosa de la tambaleante figura estaba áspera y tenía una

sombradebarba.Lacamisaeraunharapoquevolabaalvientoen tirasenroscadasmostrandoun

conjuntodecostillasfamélicas.Un trapo mugriento le envolvía la mano derecha Parecía enfermo, enfermo y

agonizante, pero aun así parecía tan duro que Andolini se sintió como un huevopasadoporagua.

Yelsujetollevabaunparderevólveres.Parecíanmásviejosquelascolinas,viejoscomoparaprovenirdeunmuseodel

salvaje oeste... pero de todas maneras eran revólveres, e incluso era posible quefuncionaran.

Y Andolini de pronto se dio cuenta de que iba a tener que ocuparseinmediatamentedeltipodelacarablanca...amenosquerealmentefueraunespectroy, si ése era el caso, nada importaría tres cominos, así que no tenía sentidopreocuparseporelasunto.

Andolini soltó a Eddie y giró rápidamente hacia la derecha. Casi no sintió elborde de la roca que le rasgó la chaqueta deportiva de quinientos dólares. En elmismoinstanteRolandodesenfundóconlamanoizquierda,yestegestofueigualquesiempre,estuvierasanooenfermo,completamentedespiertooaúnmediodormido:másrápidoqueelrayodeunveranoazul.

—Estoyperdido—pensóAndolini,enfermoyllenodeasombro—.¡Dios,nuncavianadietanrápido!Estoyperdido,santaMaríaMadredeDios,mevaareventar,meva...

Elhombrede lacamisaharapientaapretóelgatillodel revólverque teníaen lamanoizquierdayJackAndolinisediopormuerto,antesdedarsecuentaqueenlugardeundisparosólohabíasidounsordoclic.

Nodisparó.Sonriendo,Andoliniseincorporóhastaquedarderodillasyalzósu

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propiorevólver.—Noséquiéneres,peropuedesdespedirtedetupropioculo,fantasmademierda

leamenazó.

13

Eddiesesentó,tembloroso.Lapieldegallinalecubríatodoelcuerpodesnudo.Vioque Rolando sacaba el arma, oyó el chasquido seco que debió de haber sido undisparo, vio a Andolini ponerse de rodillas, oyó que decía algo y, antes de querealmentesupieraloqueestabahaciendosumanohabíaencontradountrozoderocamellada.

Laarrancódelatierrapedregosaylaarrojócontodalafuerzaquepudo.LepegóaAndolinienlaparteposteriordelacabeza,arriba,yluegorebotóhacia

otrolado.UntrozodelcuerocabelludodeJackAndoliniquedócolgando,ylasangrele manaba a borbotones. Andolini disparó, pero la bala que seguramente hubieramatadoalpistoleroseperdió.

14

—Noseperdiórealmente—pudohaberledichoaEddieelpistolero—.Cuandounosienteenlamejillaelvientodelabala,nopuededecirrealmentequesepierda.

CuandoserecuperódeldisparodeAndolini,movióconelpulgarelmartillodesurevólveryvolvióatirardelgatillo.Estavezlabaladelacámarasedisparó;elsonidoseco y autoritario hizo eco por toda la playa. Las gaviotas que dormían sobre lasrocasmuyporencimadelaslangostruosidadessedespertaronysalieronvolandoengruposperplejosyaullantes.

LabaladelpistolerohabríadetenidoparasiempreaAndoliniapesardesupropioretrocesoinvoluntario,peroparaentoncesAndoliniyaestabaenmovimientootravezysecaíahaciaunlado,atontadoporelgolpeenlacabeza.Eldisparodelrevólverdelpistoleropareciódistante,peroelpunzónardientequeselehundióenelbrazoyledestrozóelcodoeraperfectamentereal.Aquellolesacódesumareo,yseincorporóhasta ponerse de pie; un brazo le colgaba roto e inútil, y en la otramano oscilabasalvajementeelrevólverenbuscadeunblanco.

FueaEddieaquienvioprimero,aEddieelyonkialEddiequedealgunamanera

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lohabíallevadoaaquelsitiodemencial.Eddieestabaahídepie,desnudocomoeldíaen que nació, temblando por el viento helado y abrazado a sí mismo con los dosbrazos. Muy bien, tal vez él moriría, pero al menos tendría el placer de llevarseconsigoalcabróndeEddieDean.

Andolini levantó el revólver.Ahora la pequeñaCobra parecía pesar diez kilos,peroselasarregló.

15

«Másvalequeéstabalasedispare»,pensóRolandoferozmente,yacomodóotravezelmartillo. Por debajo del canto de las gaviotas oyó el suave y aceitosoclic de lacámaraqueserevolvía.

16

Labalasedisparó.

17

ElpistoleronohabíaapuntadoalacabezadeAndolinisinoalrevólverensumano.Ignoraba si aún necesitaban a aquel hombre, pero era posible que así fuera; eraimportante paraBalazar, y comoBalazar había demostrado ser tan peligroso comoparecía,elmejorcaminoeraelmásseguro.

Dioenelblanco,peroesonoeraningunasorpresa.LoquelesucedióalrevólverdeAndoliniy,enconsecuencia,alpropiogánster,sílofue.Rolandohabíavistoantesalgo así, pero sólo dos veces en los muchos años que llevaba entre hombresaficionadosalasarmasdefuego.

«Mala suerte para ti», compañero, pensó el pistolero cuando Andolini salióvagandohacialaplayaentreaullidos.Lasangrelebañabalacamisaylospantalones.LamanoquehabíasostenidoelColtCobraestabacortadapordebajodelamitaddelapalma.Elrevólvererauninsensatopedazodemetalretorcidosobrelaarena.

Eddielomiró,azorado.NadievolveríaasubestimarlacaradeJackAndoliniya

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confundirla con la de un hombre de las cavernas, porque ahora ya no tenía cara;dondehabíaestadosucaraahoranohabíanadamásqueunaporquería revueltadecarnecrudaconelagujeronegroyululantedesuboca.

—Diosmío,¿quéhapasado?—Mitirodebedehaberdadoenelcilindrodesurevólverenelinstanteenelque

él apretaba el gatillo—explicó el pistolero.Hablaba secamente, como un profesorquedaunaconferenciasobrebalísticaen laacademiadepolicía—.El resultadohasidounaexplosiónquehaarrancadolaparteposteriordelrevólver.Creoquetambiéndebendehaberexplotadounoodoscartuchosmás.

—Dispárale —dijo Eddie. Temblaba más que nunca, y ahora no solamente acausade lacombinacióndelairenocturno, labrisadelmaryelcuerpodesnudo—.Mátalo.Sácalodeesamiseria,porelamordeD...

—Demasiado tarde—dijo el pistolero con una fría indiferencia que aEddie lehelólacarnehastalosmismoshuesos.

Eddiesevolvióhaciaotrolado,peroerademasiadotardeparaevitarlavisióndelas langostruosidades lanzándose sobre los pies de Andolini, arrancándole losmocasines Gucci... con los pies dentro todavía, por supuesto. Andolini aullaba,sacudía losbrazosespasmódicamente frenteaély,por fin,cayóhaciadelante.Laslangostruosidadeslecubrieronávidamenteyleinterrogaronconansiedadmientrasselocomíanvivo:«¿Papadaca?¿Picachica?¿Tomachoma?¿Decacheca?»

—Dios—gimióEddie—.¿Yahoraquéhacemos?—Ahora buscas la cantidad exacta de («hierba del diablo» dijo el pistolero,

«cocaína»oyóEddie)queleprometisteaBalazar—contestóRolando—.Nimásnimenos. Y volvemos. —Miró llanamente a Eddie—. Sólo que esta vez tengo quevolvercontigo.Comoyomismo.

—DiosdelCielo—exclamóEddie.¿Puedeshacerlo?—Ydeinmediatocontestósupropiapregunta—:Claroquepuedes.Pero¿porqué?

—Porquesolonopuedesencargartedetodo—repusoRolando—.Venaquí.Eddiemiróotravezelretorcidomontóndecriaturasconzarpasalláenlaplaya.

Jack Andolini nunca le había gustado, pero de todas maneras tenía el estómagorevuelto.

—Ven aquí —ordenó Rolando con impaciencia. Tenemos poco tiempo, y nopuedodecirquemegustemucholoquedebohacerahora.Esalgoquenuncaanteshabía hecho. Y nunca pensé que lo haría.— Retorció los labios con amargura—.Comienzoaacostumbrarmehacercosasasí.

Eddieseaproximólentamentealatétricafigura,ycadavezmássentíalaspiernascomosifuerandegoma.Supieldesnudaseveíablancayresplandecienteenlaajenaoscuridad.

«¿Quién eres, Rolando? —pensó—. ¿Qué eres? Y ese calor que te siento

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exhalar... ¿es sólo fiebre? ¿O algún tipo de locura? Creo que podrían ser ambascosas.»

Dios,necesitabadarseunpico.Esmás:selomerecía.—¿Quéesloquenuncahashechoantes?—preguntó—.¿Dequéhablas?—Toma esto—dijoRolando. E hizo un gesto hacia el antiguo revólver que le

colgababajo la caderaderecha.No señaló.No teníadedoconqué señalar, sólounmontoncitoquesobresalíaenvueltoenuntrapo.Amíyanomesirve.Ahorano,talveznuncamás.

—Yo...—Eddietragósaliva—.Noquierotocarlo.—Yo tampocoquieroque lo toques—dijoelpistoleroconcuriosagentileza—,

perometemoqueningunodelosdostieneotraalternativa.Vaahaberuntiroteo.—¿Sí?—Sí.—ElpistoleromiróaEddieserenamente—.Untiroteobastantefuerte,diría

yo.

18

Balazar se sentía cada vez más inquieto. Demasiado tiempo. Llevaban ahí dentrodemasiadotiempoytodoestabademasiadotranquilo.Aciertadistancia,talvezenlamanzanadeallado,oíaagentequesegritabanlosunosalosotrosyluegounpardedetonacionesqueretumbaronconfuerza.Probablementeeranpetardos...perocuandose está en el tipo de negocio en el que estaba Balazar, lo primero en lo que unopensabanoeraenpetardos.

Ungrito.¿Habíasidoungrito?«Noimporta.Loquepaseenlaotramanzana,sealoquesea,notienenadaque

vercontigo.Teestásconvirtiendoenunavieja.»Contodo,lasseñaleseranmalas.Muymalas.—¿Jack?—gritóhacialapuertacerradadelbaño.Nohuborespuesta.Balazarabrióelcajónizquierdodesuescritorioysacóunrevólver.ÉstenoeraunColtCobra, lobastantecómodoypequeñíncomoparacaberen

unapistolera;eraunMagnum357.—¡Cimi!—gritó—.¡Ven!Cerróelcajóndegolpe.Latorredecartascayóconunsuavesuspiro.Balazarnisiquierasediocuenta.CimiDrettocubriólapuertaconsuscientoveinticincokilos.VioqueelJefehabíasacadosurevólverdelcajónydeinmediatosacóelsuyode

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debajo de una chaqueta de cuadros tan llamativa que provocaba quemadurasinstantáneas a cualquiera que cometiera el error de mirarla durante demasiadotiempo.

—Quiero a Claudio y a Tricks —ordenó—. Que vengan rápido. El tipo estátramandoalgo.

—Tenemosunproblema—dijoCimi.LosojosdeBalazarsaltarondelapuertadellavaboaCimi.—Oh,yotengocantidad—aclaró—.¿Cuáleselnuevo,Cimi?Cimi se humedeció los labios. No le gustaba darle malas noticias al Jefe ni

siquieraenlasmejorescircunstancias;cuandoteníaeseaspecto...—Bueno—musitó,ysehumedecióloslabiosotravez—.Resultaque...—¿Quieresdarteprisa,carajo?

19

La madera de sándalo de la empuñadura del revólver era tan suave que en elmomento de recibirlo la primera reacción de Eddie fue dejarlo caer casi sobre losdedosdesuspies.Eratangrandequeparecíaprehistórico,tanpesadoquesupoquetendríaqueusarlasdosmanosparalevantarlo.

«Elretroceso—pensó—escapazdehacermeatravesarlaparedmáscercana.Esosideverdaddispara.»Sinembargo,unapartedeélquería sostener aquel revólver,percibíasuhistoriaremotaysangrientayqueríaformarpartedeella.«Sóloelmejorhatenidoestebebéensusmanos—pensóEddie—.Porlomenoshastaahora.»

—¿Estáslisto?—preguntóRolando.—No,perohagámoslo.AgarrólamuñecaizquierdadeRolandoconsumanoizquierda.Rolandopasósu

calientebrazoderechoentornodeloshombrosdesnudosdeEddie.Juntosregresaronatravésdelapuerta,desdelaoscuridadexpuestaalvientodela

playaenelmundoagonizantedeRolando,alfríoresplandorfluorescentedellavaboprivadodeBalazarenLaTorreInclinada.

Eddie parpadeó para adaptar sus ojos a la luz y oyó a Cimi Dretto en la otrahabitación.

—Tenemosunproblema—decíaCimi.«¿Acasono los tenemos todos?»,pensóEddie.Entonces sumirada topóconel

botiquíndondeBalazarguardaba lasmedicinas.Estabaabierto.Oyóen sumenteaBalazar cuando le decía a Jack que registrara el lavabo, y oyó que Andolinipreguntaba si había algún lugar que él no conociera. Antes de responder, Balazar

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habíahechounapausa.—En la pared trasera del botiquínhayunpequeñopanel—habíadicho—.Ahí

guardoalgunosefectospersonales.Andolinihabíaabiertoelpaneldemetal,perosehabíaolvidadodecerrarlo.—¡Rolando!—susurró.Rolando alzó su revólver y se apretó el cañón contra los labios enungestode

silencio.Sinhacerruido,Eddiecruzóhaciaelbotiquíndelasmedicinas.Algunosefectospersonales:habíaunfrascodesupositorios,unejemplardeuna

revista borrosamente impresa llamadaJuegosdeNiños (en la tapa había dos niñasdesnudasdeunosochoañosdándoseunmorreo)...yochoodiezpaquetesdemuestradeKeflex.

EddiesabíaloqueeraKeflex.Losyonkis,comosonproclivesa las infecciones, tanto localescomogenerales,

porlogenerallosaben.Keflexeraunantibiótico.—Oh, yo tengo cantidad—decía Balazar. Sonaba hostil—. ¿Cuál es el nuevo,

Cimi?«Siestonolecuraloquetiene,nolocuranada»,pensóEddie.Empezóacoger

los paquetes y fue a metérselos en los bolsillos. Se dio cuenta de que no teníabolsillos,yemitióunroncoladridoquenisiquieraseparecíaalarisa.

Empezóaponerlosenellavabo.Yaselosllevaríamástarde...siesquehabíaunmástarde.

—Bueno—decíaCimi—.Resultaque...—¿Quieresdarteprisa,joder?—gritóBalazar.—Eselhermanodelchico—refirióCimi,yEddiesequedóhelado,conlosdos

últimos paquetes de Keflex todavía en la mano y la cabeza inclinada. En esemomentoseparecíamásquenuncaalperrodelosdiscosdeLavozdesuamo.

—¿Quépasaconél?—preguntóBalazarconimpaciencia.—Estámuerto—respondióCimi.EddiedejócaerelKeflexenellavaboysevolvióhaciaRolando.—Hanmatadoamihermano—dijo.

20

Balazar abrió la boca para decirle aCimi que no lomolestara con aquellamierdacuando tenía cosas importantes en que pensar, como la sensación, que no podía

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sacarsedeencima,dequeelchicoibaajoderlo,conosinAndolini,cuandoleoyótanclaramentecomosindudaelchicolohabíaescuchadoaélyaCimi.«Hanmatadoamihermano»,habíadicho.

Súbitamente, Balazar se desinteresó por su mercancía, por las preguntas sinrespuestayporcualquierotracosaquenofueraponerunfrenochirrianteaaquellasituaciónantesdequesevolvieraaúnmásextraña.

—¡Mátalo,Jack!—gritó.Nohuborespuesta.Entoncesoyóqueelchicolodecíaotravez:—Hanmatadoamihermano.HanmatadoaHenry.DeprontoBalazarsupoqueelchiconohablabaconAndolini.—Traeatodosloscaballeros—leordenóaCimi—.Atodos.Vamosaquemarle

elculoycuandoestémuertolollevaremosalacocinayyo,personalmente,lecortarélacabeza.

21

—Hanmatadoamihermano—dijoelPrisionero.Elpistoleronorespondió.Sóloobservóypensó:«Losfrascos.Enellavabo.Eslo

quemehacefaltaoloqueélcreequemehacefalta.Lospaquetes.Noteolvides.Noteolvides.»

—¡Mátalo,Jack!—seoyódesdelaotrahabitación.NiEddienielpistoleroleprestaronningunaatención.—Hanmatadoamihermano.HanmatadoaHenry.EnlaotrahabitaciónBalazarhablabaahoradellevarselacabezadeEddiecomo

trofeo.Elpistoleroencontróenestounraroalivio.Alparecer,notodaslascosasdeaquelmundoerantandiferentesdelasdelsuyopropio.

ElquesellamabaCimicomenzóallamaralosotrosconvozronca.Seprodujountronarmuypococaballerescodepiesquecorrían.

—¿Quiereshaceralgo,oprefieresquedarteaquíparado?—preguntóRolando.—Oh, quiero hacer algo—asintió Eddie. Levantó el revólver del pistolero y a

pesar de que apenas unmomento antes había creído que necesitaría ambasmanosparalevantarlo,vioquepodíahacerloconfacilidad.

—¿Y qué quieres hacer? —preguntó Rolando, y a él mismo su voz le sonódistante. Estaba enfermo, lleno de fiebre, pero ahora aparecía una fiebre diferente,unaqueleresultabaperfectamentefamiliar.EralafiebrequelehabíadadoenTull.Eraunabatalladefuego,queconfundíatodopensamiento,sólorestabalanecesidaddedejardepensarycomenzaradisparar.

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—Quieroiralaguerra—contestóEddieDeanconcalma.—No sabes de qué estás hablando, pero ya lo vas a descubrir. Cuando

atravesemoslapuerta,túvehacialaderecha.Yodeboirhacialaizquierda.Mimano.Eddieasintió.Sefueronasuguerra.

22

Balazar esperaba a Eddie, o a Andolini, o a ambos. No esperaba a Eddie y a unperfectoextraño,unhombrealtoconelpeloSUCIOdecolorgrisnegroyunrostroqueparecíahabersidocinceladoenpiedrainexorableporalgúndiossalvaje.Porunmomento,nosupohaciadóndedebíadisparar.

Cimi,sinembargo,no teníaeseproblema.ElJefeestabafuriosoconEddie.Enconsecuencia,secargaríaprimeroaEddieyluegosepreocuparíaporelotrocatzarro.Cimi se volvió pesadamente hacia Eddie y apretó tres veces el gatillo de suautomática. Las cápsulas saltaron y centellearon en el aire. Eddie vio que el tipoenorme se volvía hacia él y empezó a arrastrarse como un loco por el suelo,zumbandoalpasarcomounmuchachoenunadiscoteca,unmuchachotanabsortoenelbailequenosedabacuentadequehabíaperdidoenteroeltrajedeJohnTravolta,ropa interior incluida; y de que iba con la cosa colgando y las rodillas, desnudas,primeroirritadasyluegorascadas,amedidaqueaumentabalafricción.Sehicieronagujerosenlospanelesdeplásticoimitacióndepinoqueestabanporencimadeél,ylasastillaslellovíanenelpeloysobreloshombros.

«Dios,nomedejesmorirdesnudoynecesitandounpico—rezó.Aunquesabíaqueunaplegaria comoésa eramásqueblasfema: eraunabsurdo.Sin embargonopudodetenerse—.Voyamorir,pero,porfavor,sólounavezmásquisiera...»

Elrevólverqueelpistoleroteníaenlamanoizquierdadetonó.Enlaplayaabiertahabíasonadofuerte.Aquífueensordecedor.

—¡Mierda!—gritóCimiDrettoconunavozjadeanteyestrangulada.Dehecho,era unmilagro que pudiera gritar.De pronto su pecho se hundió, como si alguienhubieraasestadounmazazoaunbarril.Sucamisablancacomenzóavolverserojaenalgunaspartes, como si le florecieran amapolas—. ¡Oh,mierda! ¡Oh,mierda! ¡Oh,m...!

ClaudioAndolini lo empujó a un costado.Cimi cayóhaciendoun ruido sordo.DosdeloscuadrosenmarcadosquecolgabandelapareddeBalazarsedesplomaron.ElquemostrabaalJefepresentandoeltrofeodeDeportistadelAñoaunmuchachosonriente en el banquete de la Liga Atlética de la Policía fue a aterrizar sobre lacabezadeCimi.Elvidriodestrozadolecayósobreloshombros.

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—Mierda—susurróconunavocecitadesmayada,ylasangrecomenzóasalirleaborbotonesporloslabios.

DetrásdeClaudiollegabanTricksyunodeloshombresquehabíanesperadoenelalmacén.Claudioteníaunaautomáticaencadamano;eltipodelalmacénllevabaunaescopetaRemington,conelcañóntanrecortadoqueparecíaunaDerringerconpaperas; Tricks Postino llevaba lo que daban en llamar «la maravillosa MáquinaRambo»,unarmadeasaltoM-16detirorápido.

—¿Dónde estámi hermano, drogata demierda? ¡Hijoputa!—aulló Claudio—.¿QuélehashechoaJack?

No debía de estar terriblemente interesado en la respuesta, ya que comenzó adispararmientrasaúngritaba.

«Estoy muerto», pensó Eddie. Y entonces Rolando volvió a disparar. ClaudioAndolini saltó hacia atrás, empujado por una nube de su propia sangre. Lasautomáticas le volaron de la mano y patinaron a través del escritorio de Balazar.Cayeronalaalfombraenmediodeunrevoltijodenaipes.BuenapartedelasentrañasdeClaudiopegócontralaparedunsegundoantesdequeClaudiopudieraalcanzarlas.

—¡Aél!—gritabaBalazar—.¡Tiradalaparecido!¡Elchiconoespeligroso!¡Noesmásqueunyonkienpelotas!¡Tiradalaparecido!¡Cargáoslo!

Apretódosvecesdelgatillodela357.LaMagnumeracasi tansonoracomoelrevólverdeRolando.NohizoagujerosnetosenlaparedantelaqueRolandosehabíaacuclillado.Lasbalasabrierongrietasenlamaderafalsaaambosladosdesucabeza.Atravésdelosagujerospasabalaluzblancadelbañoenrayosdeshilachados.

Rolandoapretóelgatillodenuevo.Chasquidoseco.Disparofallido.—¡Eddie!—vociferó el pistolero. Y Eddie alzó su propio revólver y apretó el

gatillo.La detonación fue tan fuerte que por unmomento creyó que el revólver se le

había reventado en lamano, como le había pasado a Jack. El culatazo no le hizoatravesar la pared, pero en cambio lemandó el brazo hacia arriba en un arco tansalvajequeseletensarontodoslosmúsculosdelaaxila.VioquepartedelhombrodeBalazarsedesintegrabaenunderramerojo,oyóqueBalazarchillabacomoungatoherido,ygritó:

—Elyonkinoespeligroso,¿verdad?¿Nodecíaseso,pedazodemierda?¿Quieresjodernosamíyamihermano?¡Yotedemostraréquiénespeligroso!¡Yote...!

Cuando el tipo del almacén disparó la escopeta recortada se produjo unaexplosión como la de una granada. Eddie rodómientras el tiro desgarraba en cienagujeritoslasparedesylapuertadelbaño.Eddiesehabíaquemadolapieldesnudaen varios lugares, y comprendió que de haber estado más cerca, lo hubiera

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vaporizado.«Mierda, igual estoy muerto», pensó mientras miraba al tipo del depósito

maniobrar con el cargadorde laRemington.Lemetió cartuchosnuevosy luego laapoyósobresuantebrazo.Sonreía.Tenía losdientesmuyamarillos;Eddienocreíaquehubieratenidorelaciónconuncepillodedientesdurantebastantetiempo.

«Mierda,meva amatar un jodido cabrónde dientes amarillos y ni siquiera sécómo se llama —pensó Eddie tristemente—. Por lo menos le he metido una aBalazar.Porlomenosalgohehecho.»SepreguntabasiRolandotendríaotrodisparo.Nolorecordaba.

—¡Lotengo!—gritóanimosamenteTricksPostino—.¡Damecampolibre,Duro!—YantesdequeelhombrellamadoDuropudieradarlecampolibreocualquierotracosa,TrickslaemprendióconlamaravillosaMáquinaRambo.Lapesadaestampidadel fuegode laametralladora invadió laoficinadeBalazar.Elprimer resultadodelbombardeo fue salvar lavidadeEddie.Duro lehabíaapuntadocon laescopetadecañón recortado, pero antes de que pudiera apretar el doble gatillo, Tricks lointerrumpió.

—¡Para,idiota!—gritóBalazar.Pero Tricks no lo oyó, o no pudo detenerse, o simplemente no quiso. Con los

labiosechadoshaciaatrás,demaneraquelosdientesbrillantesdesalivadesnudabanunaenormesonrisadetiburón,arrasólahabitacióndepuntaapunta;hizopolvodosde los paneles de la pared, las fotografías enmarcadas volaron en nubes de vidriofragmentadoylapuertadelbañosaltódesusbisagras.Explotólamamparadevidrioesmerilado de la ducha de Balazar. El trofeo de la Marcha de las Monedas queBalazarhabíaganadoelañoanteriorsonócomounacampanacuandoloatravesóuntrozodemetal.

Enlaspelículaslagentematadeverdadaotragenteconarmasmanualesdetirorápido.En lavida realesto raravezocurre.Siocurre,escon lasprimerascuatroocincobalasdisparadas(comohubierapodidoatestiguarelinfortunadoDuro,dehabersidocapazdeatestiguaralgo).Despuésdelasprimerascuatroocinco,alhombrequetratade controlarunarmacomoésa, aunque seaunhombre fuerte, le sucedendoscosas.Elcañóncomienzaaelevarseyeltiradorcomienzaagirarhacialaderechaoalaizquierda,segúnelhombroquehayasoportadoelretrocesodelarma.Enresumen:sóloundébilmentalounaestrelladecineintentaríausarunarmaasí:escomotratardedispararaalguienconuntaladroneumático.

Porunmomento,Eddiefueincapazdehacernadamásútilquecontemplaraquelperfectomilagrode idiotez.A travésde lapuertadedetrásdeTricksvioque se leuníanotroshombresyalzóelrevólverdeRolando.

—¡Lotengo!—gritabaTricksconlahisteriajubilosadeunhombrequehavistodemasiadaspelículascomoparapoderdistinguirentreloqueelguióndesucabeza

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dicequedeberíaestarpasandoyloquerealmentepasa—.¡Lotengo!¡Lotengo!¡Lot...!

EddieapretóelgatilloyvaporizóaTricksdecejasparaarriba.A juzgarpor laconductadelhombre,noseperdíagrancosa.

«Joder, cuando estos chismes disparan, lo agujerean todo», pensó. Se oyó unfuerte¡boom!alaizquierdadeEddie.Algoabrióundesgarrónardienteensupocodesarrollado bíceps izquierdo. Vio que Balazar apuntaba la Magnum hacia él pordetrásdelaesquinadelescritorio,llenodecartasdesparramadas.Vioquesuhombroera un chorreante revoltijo rojo.Eddie se encogió al oír que laMagnumdisparabaotravez.

23

Rolandoselasarreglóparaquedarseencuclillas,apuntóalprimerodeloshombresnuevosqueatravesabanlapuerta,yapretóelgatillo.Habíahechorodarelcilindro.Amontonósobrelaalfombralascargasusadasylosproyectilesinútiles,ycargóunnuevo cartucho con los dientes.Balazar tenía aEddie inmovilizado. «Si éste falla,hemosperdido.»

Nofalló.Elrevólverrugióylediounculatazoenlamano;JimmyHaspiogiróhaciaunladoyla45queteníaenlamanoselecayódelosdedosagonizantes.

Rolandovioqueelotrohombreretrocedíaencogidoysearrastróatravésdelostrozosdemaderayvidrioquecubríanelsuelo.Dejócaerdenuevoelrevólverdentrodelafunda.Laideadevolverarecargarlofaltándoledosdedosdelamanoderechaeraunchiste.

Eddieestabahaciendo lascosasbien.Elpistolerocalculó lobienque loestabahaciendoporelhechodequepeleabadesnudo.Eraalgodifícilparaunhombre.Avecesimposible.

El pistolero agarró una de las pistolas automáticas queClaudioAndolini habíadejadocaer.

—¿Y vosotros a qué coño estáis esperando? —gritó Balazar—. ¡Joder!¡Cargáoslos!

ElgranGeorgeBiondiyelotrohombredelalmacénentraronalacargaatravésdelapuerta.Eldelalmacénbalbuceabaalgoenitaliano.

Rolando se arrastró hasta la esquina del escritorio. Eddie se levantó y apuntóhacialapuertayaloshombresqueentraban.

«SabequeBalazarestáahí,esperando,perocreequeahoraéleselúnicodelosdosque tieneunarma—pensóRolando—.Aquíhayotrodispuestoamorirpor ti,

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Rolando.¿Quégraveincorrecciónhabráscometidoalgunavezparainspirarentantostanterriblelealtad?»

Balazarselevantó,sinverquealladoteníaalpistolero.Balazarsólopensabaenunacosa:terminarporfinconelmalditoyonkiquehabíaprovocadoaqueldesastre.

—No—dijoelpistolero.YBalazarvolviólacabezaparamirarloconlasorpresaestampadaenlacara.

—Vete a la... —comenzó Balazar haciendo girar la Magnum. El pistolero ledisparócuatrovecesconlaautomáticadeClaudio.Eraunacositabarata,nomuchomejor que un juguete, y tocarla le hacía sentir la mano sucia, pero tal vez eraapropiadomataraunhombredespreciableconunarmadespreciable.

EnricoBalazarmurióconunaúltimaexpresióndesorpresaenloquelequedabadecara.

—¡Hola,George!—saludóEddie, y apretó el gatillodel revólverdel pistolero.Otravezelestruendosatisfactorio.

«Nohaybalasmalasenestebebé—pensóEddielocamente—.Supongoquemedebehabertocadoelbueno.»

GeorgelanzóundisparoantesdequelabaladeEddiese lo llevarahaciaatrás,contraelhombrequegritaba,derribándolocomoeneljuegodebolos,peroseperdióen el aire. Lo había asaltado una sensación irracional pero extraordinariamentepersuasiva:lasensacióndequeelrevólverdeRolandoconteníaalgúnpodermágicoy talismánico de protección. En tanto lo tuviera en la mano, no lo podrían herir.Entoncescayóelsilencio,unsilencioenelqueEddiesólooíaalhombrequegemíadebajo de Big George (al aterrizar George encima de Rudy Vecchio, que así sellamabaeldesdichadosujeto,lehabíafracturadotrescostillas)yelfuertezumbidodesus propios oídos. Se preguntó si alguna vez volvería a oír bien. El estruendo deltiroteo que ahora, al parecer, había terminado hacía que el concierto de rockmásestrepitosoalqueEddiehubieraasistidoalgunavezparecieraporcomparaciónunaradioencendidaadosmanzanasdedistancia.

LaoficinadeBalazaryanoerareconociblecomohabitación.Sufunciónpreviahabíadejadodeimportar.

Eddie echó un vistazo a su alrededor con la mirada abierta y curiosa de unhombremuyjovenqueporprimeravezvealgoasí.Sinembargo,Rolandoconocíalavisión,yerasiempre lamisma.Yase trataradeuncampodebatallaabiertodondehubieranmuertomilesdepersonasporcañones,rifles,espadasyalabardas,odeuncuartito donde cinco o seis tipos se mataran a tiros entre sí, era el mismo lugar,finalmenteerasiempreelmismolugar:otracasadelamuerte,apestandoapólvoraycarnecruda.

La pared entre el baño y la oficina había desaparecido, salvo por unos pocosescombros.Habíavidriosrotosdesparramadosportodaspartes.Lademostraciónde

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fuegosartificialesdelallamativaperoinútilM-16deTricksPostinohabíaarrancadopanelesdeltechoquecolgabancomopedazosdepieldesprendida

Eddie tosió secamente. Ahora podía oír otros sonidos: el murmullo de unaconversaciónexcitada,vocesquegritabanfueradelbary,alolejos,aullardesirenas.

—¿Cuántos son?—le preguntó el pistolero a Eddie—. ¿Les habremos dado atodos?

—Sí,creo...—Tengoalgoparati,Eddie—dijodesdeelvestíbuloKevinBlake—.Penséque

quizáloquerríascomorecuerdo,¿sabes?LoqueBalazarnohabíapodidohaceralmenordeloshermanosDean,Kevinse

lo había hecho al mayor. Hizo rodar a través de la puerta la cabeza degollada deHenryDean.

Eddie vio lo que era y lanzó un grito.Corrió hacia la puerta, sin fijarse en lasastillas de vidrio y madera que se le clavaban en los pies descalzos; gritaba ydisparaba,usandoelúltimocartuchoútilquequedabaenelrevólver.

—¡No,Eddie!—gritóRolando.PeroEddienoleoyó.Estabamásalládelactodeoír.

La bala de la sexta cámara no sirvió de nada pero para entonces lo único queEddiesabíaeraqueHenryestabamuerto.AHenrylehabíancortadolacabeza;algúnmiserablehijodeputalehabíacortadoaHenrylacabeza,yesehijodeputaloibaapagar,ohsí,podíancontarconeso.

Asíquecorrióhacialapuertaapretandoelgatillounayotravez,sindarsecuentade que no sucedía nada, sin darse cuenta de que tenía los pies bañados en sangre.Kevin Blake entró en la habitación en su busca, agachado, con una Llama 38automáticaenlamano.ElpelorojodeKevinlerodeabalacabezaenrulosybucles,yKevinsonreía.

24

«Vaaserbajo»,pensóelpistolero.Sabíaqueleibaahacerfaltamuchasuerteparadar en el blanco con aquel juguetito tan poco de confianza, aun cuando calcularabien.

Cuando se dio cuenta del ardid que pensaba usar el soldado de Balazar paradisparar a Eddie, Rolando se incorporó hasta quedar de rodillas, afirmó la manoizquierda sobreelpuñoderecho,yausteramente ignoróel aullidodedolorqueesepuñolecausaba.Tendríaunasolaoportunidad.Eldolornoimportaba.

Entonceselhombredepelorojoentróporlapuertasonriendoy,comosiempre,el

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cerebrodeRolandodesapareció;elojovio,lamanodisparóy,depronto,elpelirrojoyacíacontralapareddelpasilloconloso]osabiertosyunpequeñoagujeroazulenmedio de la frente.Eddie estaba de pie junto a él, gritandoy sollozando,mientrasdisparaba en seco una y otra vez el gran revólver con empuñadura de madera desándalo,comosielhombredepelorojonopudieraestarsuficientementemuerto.

ElpistoleroesperóelmortalcrucedefuegosqueibaapartiraEddieporlamitad,y, como no llegó, supo que realmente todo había terminado. Si quedaban mássoldadoshabíansalidoporpies.

Sepusoenpietrabajosamente,setambaleóunpoco,yluegocaminólentamentehastadondeestabaEddie.

—Basta—ledijo.Eddie lo ignoró y siguió disparando en seco al hombre muerto con el gran

revólverdeRolando.—Basta,Eddie,estámuerto...Todosestánmuertos.Tesangranlospies.Eddieloignoróysiguióapretandoelgatillodelrevólver.Elmurmulloexteriorde

vocesexcitadasseoíamáscercano.Aligualquelassirenas.El pistolero extendióunamanohacia el revólver y tratóde sacárselo.Eddie se

volvió hacia él y, antes de queRolando estuviera completamente seguro de lo quepasaba,Eddielepegóconelrevólverenelcostadodelacabeza.Rolandosintióuntibiochorrodesangreysederrumbócontralapared.Luchópormantenerseenpie...Teníanquesalirdeahírápidamente.Pero,apesardetodossusesfuerzos,sintióquesedeslizabaporlaparedhastacaeryentonceselmundodesaparecióenunaráfagagris.

25

Estuvoausentemenosdedosminutos.Luegoselasarreglóparavolveraenfocarlamirada y logró ponerse en pie. Eddie ya no estaba en el vestíbulo. El revólver deRolandoyacíasobreelpechodelmuertodepelorojo.Elpistoleroseinclinó,luchócontralaoladeunvahído,cogióelrevólverylodejócaerdentrodesufundaconundifícilmovimientoatravésdelcadáver.

«Quierovolverateneresosdedos,mierda»,pensócansadamente.Ysuspiró.Tratódeentrarotravezenlasruinasdelaoficina,perolomejorquepudolograr

fue un suave tambaleo.Se detuvo, se agachó, y levantó toda la ropadeEddie quepudosostenerenelplieguedelcodo.Losdelassirenascasihabíanllegado.Rolandocreíaqueprobablementefuerandelamilicia,unjefedepolicíaconunpelotón,algopor el estilo... pero siempre existía la posibilidad de que fueran más hombres de

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Balazar.—Eddie—graznó.Ledolíalagargantayselehinchabaotravez,deunamanera

peor todavía que la inflamación en el costado de su cabeza, donde Eddie le habíapegadoconelrevólver.

Eddienosedabacuentadenada.Estabasentadoenelsuelo,acunandolacabezadesuhermano.Temblabadearribaabajoylloraba.Elpistolerobuscólapuerta,nolavio,y sintióundesagradable sobresaltopróximoal terror.Entonces recordó.Si losdos estaban de este lado, la única forma que tenía de crear la puerta era contactarfísicamenteconEddie.

SeacercóaélperoEddieseencogióalejándosedeél.Aúnlloraba.—Nometoques—murmuró.—Eddie, ya se ha acabado. están todos muertos, y tu hermano también está

muerto.—¡Nometasamihermanoenesto!—gritóEddiecomounniño.Yotraolade

temblor loatravesó.Acunócontra supecho lacabezacortaday lameció.Alzó losojosbañadosenlágrimasalacaradelpistolero.

—Siempre me cuidaba, tío —balbuceó. Sollozaba tan fuerte que el pistoleroapenaspodíaentenderlo—.Siempre. ¿Porquénopudecuidarloyoa él, estaúnicavez,despuésdetodaslasvecesqueélmecuidóamí?

«Él te cuidaba, por supuesto —pensó Rolando severamente—. Mírate, ahísentadoysacudiéndotecomounhombrequesecomióunamanzanadelárboldelafiebre.Tecuidabaperfectamentebien.»Envozalta,dijo:

—Debemosirnos.—¿Irnos?—Por primera vez la cara de Eddie mostró un vago entendimiento,

seguido de inmediato por la alarma—. Yo no voy a ninguna parte. Ymenos a tumundo,dondeesosgrandescangrejos,oloquesea,secomieronaJack.

Alguiengolpeabalapuertaypedíaagritosqueabrieran.—¿Quieres quedarte aquí y explicar de dónde salen todos estos cadáveres?

preguntóelpistolero.—Nomeimporta—dijoEddie—.SinHenrynomeimporta.Nadameimporta.—Tal vez no te importe a ti —dijo Rolando—, pero hay otros involucrados,

Prisionero.—¡Nomellamesasí!—gritóEddie.—¡Tellamaréasíhastaquemedemuestresquepuedessalirdelaceldaenlaque

estás! —le gritó Rolando a su vez. La garganta le dolía al gritar, pero de todasmanerasgritó—.¡Tiraesepodridopedazodecarne,ydejadelloriquear!

Eddielomiró,conlasmejillasmojadasylosojosmuyabiertosyasustados.—¡ÉSTA ES SU ÚLTIMA OPORTUNIDAD! —dijo desde el exterior un

megáfono. A Eddie la voz le sonó misteriosamente como la del locutor de un

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espectáculodeportivo—.HALLEGADOELESCUADRONS.W.A.T.REPITO:¡HALLEGADOELESCUADRONS.W.A.T.!

—¿Quéhayparamíalotroladodelapuerta?—Eddielepreguntóconcalmaalpistolero—.Vamos,dímelo.Sipuedesdecírmelo, talvezvaya.Pero simemientesmedarécuenta.

—Probablemente lamuerte—dijoelpistolero—.Peroantesdequeesoocurra,no creo que llegues a aburrirte. Quiero que te unas a mí en una búsqueda. Porsupuesto,esprobablequealfinal todotermineenlamuerte...muerteparanosotroscuatro en un lugar extraño. Pero si llegáramos a triunfar... —Los ojos leresplandecieronyañadió—:Silogramostriunfar,Eddie,verásalgoqueestámásalládetodaslascreencias,detodoslossueños.

—¿Qué?—LaTorreOscura.—¿Dóndeestáesatorre?—Lejosdelaplayadondemeencontraste.Noséaquédistancia.—¿Quées?—Eso tampoco lo sé; sólo sé que puede ser una especie de... cerrojo. Un eje

centralquecontieneensímismotodoelconjuntodelaexistencia.Todalaexistencia,todoslostiemposytodaslasdimensiones.

—Hasdichocuatro.¿Quiénessonlosotrosdos?—Nolosconozco;aúnloshedeinvocar.—Comomeinvocasteamí.Ocomotegustaríainvocarme.—Sí.Fuera del lugar se produjo una explosión destartalante como el disparo de un

mortero...ElcristaldelavidrierafrontaldeLaTorreInclinadaestallóenmilpedazos.Elsalóndelbarcomenzóallenarsedenubessofocantesdegaseslacrimógenos.

—¿Ybien?—preguntóRolando.PodíaaferrarseaEddie,forzarlaexistenciadelapuertaporsucontactoypegarleunempellónquelosllevaraaambosdelotrolado.PerohabíavistoaEddiearriesgarsuvidaporél;habíavistoaaquelhombreacosadopor unabruja comportarse con toda la dignidadde unpistolero nato a pesar de suadicción,apesardelhechodehabersido forzadoapeleardesnudocomoeldíaenquenació,yqueríaqueEddiedecidieraporsímismo.

—Buscas aventuras, torres, mundos que ganar —enumeró Eddie, y sonriódébilmente.Ningunodeellossevolviócuandonuevascargasdegaseslacrimógenosentraron volando por la ventana, para explotar en el suelo con un silbido. LosprimerosreguerosacresdegasseesparcíanahoraporlaoficinadeBalazar—.SuenamejorquecualquierlibrodeEdgarRiceBurroughssobreMartequeHenrymeleíaavecescuandoéramospequeños.Sólofaltaríaunacosa.

—¿Quécosa?

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—Lasmuchachashermosasdesnudas.Elpistolerosonrió.—EnelcaminoalaTorreOscura—aseguró—,todoesposible.OtrotemblorsacudióelcuerpodeEddie.LevantólacabezadeHenry,besóuna

desusfríasycenicientasmejillasy,condelicadeza,apartóaunladoelrestomortalcortadoacuchillo.Sepusoenpie.

—Muybien—dijo—.Detodasmaneras,estanochenoteníanadaquehacer.—Tomaesto—leindicóRolando,yleacercólaropa—.Ponteporlomenoslos

zapatos.Tehascortadolospies.Fuera,enlaaceradeenfrente,dospolicíasconmáscarasdeplexiglás,chaquetas

incombustibles y chalecos Kevlar tiraron abajo la puerta delantera de La TorreInclinada. En el baño, Eddie (que se había puesto los calzoncillos, las zapatillasAdidas y nadamás ) le alcanzaba uno a uno los paquetes demuestra deKeflex aRolando,yéstelosmetíaenlosbolsillosdelostejanosdeEddie.Cuandoestuvieronguardadosyasalvo,RolandodeslizóotravezsubrazoderechoalrededordelcuellodeEddieyEddieotravezaferrólamanoizquierdadeRolando.Lapuertaapareciósúbitamente, un rectángulo de oscuridad. Eddie sintió que el viento de aquel otromundoleagitabaelpelosudadodelafrenteyseloechabahaciaatrás.Oyórodarlasolassobrelaplayapedregosa.Olióelperfumeamargodelasalmarina.Yadespechode todo, del dolor y de la congoja, de pronto quiso ver la torre de la que hablabaRolando.Queríaverla.YconHenrymuerto,¿quéhabíaparaélenestemundo?Suspadresestabanmuertos,ynohabía salidoen serioconningunachicadesdeque lometieran en chirona tres años atrás. Sólo un continuo desfile de putas, pinchetas ynariguetas.ningunadeellassesalvaba.Alamierdacontodo.

Pasaron a través de la puerta y, en realidad, era Eddie quien en cierto modoguiaba.Delotroladoleatacaronsúbitamentenuevostembloresyagónicoscalambresmusculares, losprimeros síntomasdeuna seria abstinenciadeheroína.Yconellospensólascosasdosvecesporprimeravezysealarmó.

—¡Espera!—gritó—.¡Quierovolverunminuto!¡Elescritorio!¡Elescritorio,olaotra oficina! ¡El caballo! ¡Si a Henry lo tenían drogado tiene que haber caballo!¡Heroína!¡Lanecesito!¡Lanecesito!

MiróaRolandodemanerasuplicante,perolacaradelpistoleroeradepiedra.—Esapartedetuvidahaterminado,Eddie—dijo—.Extendiólamanoizquierda.—¡No!—gritoEddie,dándoleunzarpazo—.No,noloentiendes,tío,lanecesito.

¡LANECESITO!Lomismopudohaberdadozarpazosaunaroca.Elpistolerocerrólapuerta.Produjounsonidosordocomoeldeunapalmadaqueindicaelfinaldefinitivoy

cayó hacia atrás sobre la arena.Los bordes levantaron algo de polvo.Detrás de la

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puertanohabíanada,nihabíaahorapalabraalgunaescritaencima.Aquelparticularportónentrelosdosmundossehabíacerradoparasiempre.

—¡NO!—gritó Eddie y las gaviotas le gritaron a él en despectiva burla. Laslangostruosidadeslehacíanpreguntas, talvezlesugeríanquepodríaoírlasmejorsiseacercabamás,yEddiecayósobreuncostado,llorando,temblandoysacudiéndoseporloscalambres.

—Tunecesidadpasará—aseguróelpistolero,yselasarreglóparasacarunodelospaquetesdemuestradelbolsillodelostejanosdeEddie,tanparecidosalossuyos.Otravezpodíaleeralgunasdelasletras,peronotodas.Chiflet,parecíalapalabra.

Chiflet.Medicinadeaquelotromundo.—Mataocura—murmuróRolandoysetragóensecodoscápsulas.Luegotomó

otrastresastinas,serecostócercadeEddie,lotomóensusbrazoslomejorquepudoy,despuésdeunratodifícil,ambossedurmieron.

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BARAJA

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EltiempoquesiguióaesanochefueparaRolandountiempoquebrado,untiempoquerealmentenoexistiócomotalenabsoluto.

Loúnicoquerecordabaeraunaseriedeimágenes,momentos,conversacionessincontexto;lasimágenespasabanaráfagascomosotasdeunsoloojo,ytresesynuevesylaSangrientaPerraNegra,laReinadelasArañas,enunarápidabaraja.

MástardelepreguntóaEddiecuántotiempohabíadurado,peroEddietampocolo sabía. El tiempo había quedado destruido para los dos. No hay tiempo en elinfierno, y cada uno de ellos estaba en su propio infierno privado: Rolando en elinfiernodelafiebreylainfección;Eddie,eneldelaabstinencia.

—Fuemenosdeunasemana—dijoEddie—.Esloúnicoqueséconseguridad.—¿Cómolosabes?—Sólohabíapíldorasparaunasemana.Despuésdeeso, tendríasquehaceruna

cosaolaotraportimismo.—Curarmeomorir.

sebarajan

—Correcto.Cuandoelcrepúsculosedeslizabahacialaoscuridadseoyóundisparo,unruido

secoqueserecortócontraelinevitable,ineluctablesonidodelasrompientesqueibanamoriralaplayadesolada:¡CA-BLAM!Hueleunabocanadadepólvora.

«Problemas»,piensadébilmenteelpistolero,ymanoteaporlosrevólveresquenoestánahí.«Oh,no,eselfin,es...»

Peroseacaba,algocomienzaaoler

sebarajan

bienenlaoscuridad.Algo,despuésdetodoestelargotiemposecoyoscuro,algoseestácociendo.Noessóloelolor.

Oyeelchasquidoyelcrepitardelasramas,veelsuaveresplandoranaranjadodeuna fogata.Pormomentos, según las ráfagasde labrisadelmar, le llegaunhumofragantejuntoconeseotroolorquelehacelabocaagua.Comida,piensa.Diosmío,¿tengohambre?Sitengohambreesposiblequemeestécurando.

«Eddie»,intentadecir,peroselehaidolavozporcompleto.Leduelelagarganta,leduelemuchísimo.

«Debíamoshabertraídotambiénunpocodeastinas»,piensa,yentoncesintenta

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reír:todaslasdrogasparaél,ningunaparaEddieEddieaparece.Tieneunplatodemetal,queelpistoleroreconoceríaencualquier

parte:alfinyalcabo,provinodesupropiacartera.Sobre el plato había unos trozos humeantes de carne de un color rosado

blancuzco.«¿Qué?»,tratadepreguntar,perosólosuenaunruiditoflatulentoychillón.Eddieleleelapreguntaenloslabios.—Nosé—ledicemolesto—.Loúnicoqueséesquenomehamatado.Cómelo,

malditasea.VequeEddie estámuypálido, que tiembla, y huele algoproveniente deEddie

quepuedesermierdaomuerte,ysabequeEddieestáenmuymalestado.Estiraunamanoparadarleunpocodecalor.Eddieselarechaza.

—Voy a darte de comer—le dice molesto—. Y no sé por qué coño. Deberíamatarte.Ytemataría,sinofueraporquecreoquesipudisteentrarenmimundounavez,talvezpuedashacerlodenuevo.

Eddiemiraasualrededor.—Ysinofueraporquemequedaríasolo.Salvoporellas.VuelveamiraraRolandoyuntemblorlerecorreporentero.Estanferozqueestá

apuntodevolcarlostrozosdecarnedelplatodelata.Porfinpasa.—Come,malditasea.Elpistolerocome.Lacarneesmásqueregular;lacarneesdeliciosa.Cometres

trozosyluegotodoseconfundeenunnuevo

sebarajan

esfuerzoporhablar,peroloúnicoquepuedehaceressusurrar.LaorejadeEddieestáapretadacontrasuslabios,salvocuandoEddieatraviesaunodesusespasmosyuntemblorlaaleja.Lodiceotravez.

—Alnorte.Alnorte...porlaplaya.—¿Cómolosabes?—Loséybasta—susurra.Eddielomira.—Estásloco—ledice.Elpistolerosonríeytratadedesmayarse,peroEddieloabofeteaconfuerza.LosojosazulesdeRolandoseabrendegolpeyporunmomentoseventanvivos

yeléctricosqueEddiesesienteturbado.Luegosuslabiosseretiranenunasonrisaqueescasiunamueca.—Sí, puedes irte zumbando —comenta—, pero primero tienes que tomar tu

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droga.Eslahora.Elsoldicequeeslahora,entodocaso.Calculo.NuncafuiunBoyScout, así que no estoy seguro. Pero creo que está bastante cerca. Abre la boca,Rolando.ÁbrelamuchoparaeldoctorEddie,pedazodecabrónsecuestrador.

El pistolero abre la boca como un bebé buscando el pecho. Eddie le pone dospíldorasenlabocayluegoleechaaguafrescasinningúncuidado.Rolandopiensaquedebedeserdeunmanantialaleste,enalgúnlugar.Podríaserveneno;Eddienopodría distinguir el agua potable de la imbebible. Por otra parte, el propio Eddiepareceestarbien,yademásnohayalternativa,¿verdad?No,nolahay.

Traga,toseycasiseestrangulamientrasEddielomiraconindiferencia.Rolandoseestirahaciaél.Eddietratadeapartarse.Loselocuentesojosdelpistoleroledanórdenes.Rolandoloatraehaciasí,tancercaquepuedeolerelhedordelaenfermedadde

Eddie y Eddie puede oler el hedor de la suya; la combinación los enferma y loscomprometealosdos.

—Aquí sólo tenemos dos opciones—susurraRolando—.No sé cómo es en tumundo, pero aquí sólo tenemos dos opciones. Te pones de pie y tal vez vives, omueres de rodillas con la cabeza baja y el hedor de tus propias axilas en tu nariz.Nada...reprimelatos.Nadaparamí.

—¿Quiéneres?—gritaEddie.—Tudestino,Eddie—susurraelpistolero.—¿Porquénotevasalamierdaytemueres?—preguntaEddie.Elpistolerotrata

dehablar,peroantesdequepuedasaleflotandomientraslascartassebarajan

sebarajan

¡CA-BLAM!Rolando abre los ojos sobremil millones de estrellas que giran a través de la

oscuridad,yluegolosvuelveacerrar.Nosabequéestápasando,perocreequetodoestábien.Elmazoaúnsemueve,lascartastodavía

sebarajan

Máspedazosdecarnedulceysabrosa.Sesientemejor.Eddietambiéntienemejor

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aspecto.Peroalmismotiemposelevepreocupado.—Se están acercando —dice—. Podrán ser feas pero no son completamente

estúpidas.Saben loquehehecho.Dealgúnmodo losaben,yno lohanadivinado.Cadanocheseacercanunpocomás.Seríaunabuenaideaavanzarunpococuandoamanezca,sitúpuedes.Sino,talvezseaelúltimoamanecerqueveamosjamás.

—¿Qué?—Noesexactamenteunsusurrosinounaronqueralocalizadaenalgúnlugarentreelsusurroyelverdaderodiscurso.

—Ellas—diceEddie,yseñalahacialaplaya—.Picachica,tomachomaytodaesamierda.Creoquesoncomonosotros,Rolando,sepuedencomertodas,peronosonmuygrandescuandoselascome.

De pronto, en un estallido extremo de horror, Rolando entiende qué eran lostrozosdecarneblanco-rosadaconqueEddie lohaalimentado.Nopuedehablar; larevulsiónlerobalapocavozquehabíalogradorecuperar.PeroEddieveensucaratodoloquequieredecir.

—¿Quécreíasqueestabahaciendo?—casigruñe—.¿CreíasquehacíaelpedidoaLaLangostaRoja?

—Sonvenenosas—susurraRolando—.Poreso...—Sí,poresoestásfueradecombate.Perosetratadequenoestésfueradetodo.

Encuantoalveneno,lasserpientesdecascabelsonvenenosas,sí,perolagenteselascome.Lasserpientesdecascabelsonverdaderamentericas.Parecenpollo.Loleíenalgunaparte.Amímeparecíanlangostas,asíquedecidíhacerlaprueba.¿Quéotracosapodíamoscomer?¿Mierda?LedisparéaunadeesascabronasylacocinéhastasacarleelvivoespíritudeJesucristo.Nohabíanadamás.Yenrealidad,sonbastantericas. Mato una cada noche en cuanto el sol comienza a bajar. No estánverdaderamente vivas hasta que se hace oscuro por completo. Nunca vi querechazaraslacarne.

Eddiesonríe.—MegustapensarquetalvezlediaunadelasquesecomieronaJack.Megusta

pensar queme estoy comiendo esa bala perdida.Es como sime aliviara lamente,¿sabes?

—Una de ellas también se comió una parte de mí—murmuró roncamente elpistolero—.Dosdedosdeunamano,undedodeunpie.

—Eso también es agradable. —Eddie sigue sonriendo. Su rostro está pálido,comoeldeuntiburón...peropartedesuaspectoenfermizohadesaparecido,yeloloramierdaymuertequelorodeabacomounamortajapareceestarevaporándose.

—Vetealamierda—murmuraelpistolero.—¡Rolandomuestraunaráfagadeespíritu!—gritaEddie—.¡Talveznotevayas

amorirdespuésdetodo!¡Tesohhro!¡Esoesmaravissshoso!—Vivir—diceRolando.Laronquerasehaconvertidonuevamenteenunsusurro.

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Losanzuelosdepescavuelvenasugarganta.—¿Sí? —Eddie lo mira, luego asiente con la cabeza y responde a su propia

pregunta—.Sí.Creoqueestásdecidido.Unavezpenséqueteibasyotravezpenséque te habías ido. Ahora parece que estás mejorando. Los antibióticos ayudan,supongo,perocreoqueprincipalmente teestás izandoa timismo.¿Paraqué?¿Porquécoñotratascontantoempeñodemantenertevivoenestaplayadepacotilla?

Torre,dibujaconlaboca,porqueahoranisiquierapuedelograrungraznido.—TúytuTorredemierda—contestaEddie.Comienzaavolverseparairsepero

se queda, sorprendido, cuando la mano de Rolando le aferra el brazo como unatenaza.

SemiranalosojoselunoalotroyEddiedice:—Estábien.¡Estábien!Alnorte,dibujaRolandocon laboca.Alnorte, tedije. ¿Ledijoeso?Esocree,

perosehaperdido.Perdidoenlabaraja.—¿Cómolosabes?—legritaEddieconfrustración.Levantalospuñoscomopara

pegarle,luegolosbaja.«Simplemente lo sé, así que ¿por qué me haces perder tiempo y energía con

preguntastontas?»,quierereplicar,peroantesdequepuedahacerlolascartas

sebarajan

lollevanarastras,golpeayrebota,sucabezaoscilaindefensaaunladoyalotro,atadoconsuspropioscintosaunaespeciederaracamilla,ypuedeoíraEddieDeancantando una canción que le resulta tanmisteriosamente conocida que al principiocreequedebedeserunsueñodelirante:

—Heyy Jude... Don't make it bad... take a saaad song... and make it better...«¿Dóndeoísteeso?—quierepreguntarle—.¿Melohasoídocantaramí?¿Ydóndeestamos?»

Peroantesdequepuedapreguntarnada

sebarajan

«Cortlehabríadadoalchicoungolpeenlacabezasihubieravistoesteaparato»,piensaRolandocuandomiralacamillasobrelaquehapasadoeldía,yseechaareír.Noesloquepodríallamarseunarisa.Suenacomounadeesasolasquedejansobrelaplayasucargadepiedras.Nosabecuánlejoshabránavanzado,peroeslobastante

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lejoscomoparaqueEddieestécompletamenteexhausto.Estásentadosobreunarocabajolaluzquesealarga,conunodelosrevólveresdelpistoleroensuregazoyauncostadounacantimploradeaguaamediollenar.Hayunpequeñobultoenelbolsillodesucamisa.Sonlasbalasdelaparteposteriordeloscintos,laprovisióncadavezmásescasadebalas«buenas».Eddielashabíaatadoenuntrozodesupropiacamisa.La razón principal por la que la provisión de balas «buenas» se reduce a tantavelocidadesqueunadecadacuatroocincotambiénresultanfallidas.

Eddie,queestabacasicabeceando,ahoralevantalamirada.—¿Dequéteríes?—pregunta.Elpistolero lequita importanciaconungestoysacude lacabeza.Porqueseda

cuenta de que está equivocado. Cort no le hubiera dado un golpe a Eddie por lacamilla,auncuandoeraunaextrañacosamediocoja.RolandopiensaqueeraposibleinclusoqueCortgruñeraalgunapalabradefelicitación:unararezatangrandequeelpropio muchacho a quien esto sucedía difícilmente sabía nunca qué responder;quedababoqueandocomounpescadoreciénsacadodelbarrildeuncocinero.

Lossoportesprincipaleserandosramasdeálamodeaproximadamenteelmismolargo y espesor. Derribadas por el viento, supuso el pistolero. Usó ramas máspequeñas como soportes, y las ató a los soportes principales con una locaconglomeracióndecosas:cintos, lacintaadhesivaquehabíasujetado lasbolsasdehierbadeldiabloa supecho, incluso lacorreadecuerosincurtirdel sombrerodelpistoleroyloscordonesdelaspropiaszapatillasdeEddie.Sobrelossoporteshabíatendidolabolsadedormirdelpistolero.

Cortnolehubierapegadoporque,aunenfermocomoestaba,Eddiehizomásquequedarseencuclillasylamentarsedesudestino.Habíahechoalgo.Habíatratado.

YCortpudohaberlededicadounadesuscasigruñidasfelicitacionesporque,porloca que pareciera, la cosa funcionaba. Lo demostraban las largas huellas que seextendíanpor la playahasta unpuntodondeparecían juntarse en la tangente de laperspectiva.

—¿Ves alguna? —pregunta Eddie. El sol está bajando y abre un senderoanaranjado a través del agua, así que el pistolero calcula que esta vez estuvoinconscientemás de seis horas. Se sientemás fuerte. Se incorpora ymira hacia elagua.Nilaplayanilatierraquesedeslizahacialaelevacióndelasmontañas,haciael oeste, han cambiado demasiado; puede ver pequeñas variaciones en el paisaje ydetritos (una gaviota muerta, por ejemplo, que yace a unos veinte metros a laizquierdaycomotreintamáscercadelagua,enmediodeunmontoncitodeplumas),peroapartedeesopodríanmuybienestarenelmismolugardedondepartieron.

—No—diceelpistolero.Yluego—:Sí.Hayuna.Señala.Eddieentrecierralosojosyluegoasiente.Amedidaqueelsolsehundey

elsenderoanaranjadocomienzaaparecersecadavezmásalasangre,laprimerade

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las langostruosidades sale tambaleante de las olas y comienza a arrastrarse por laplaya.

Dosdeellascorrentorpementehacialagaviotamuerta.Laganadoralepegaunzarpazo,ladesgarraycomienzaallenarseelbucheconlosrestosenputrefacción.

—¿Picachica?—pregunta.—¿Tocachoma?—respondelaperdedora—.¿Telach...?¡CA-BLAM!El revólver de Rolando pone fin a las preguntas de la segunda criatura. Eddie

camina hacia ella y la aferra por el dorso,mientras lo hacemantiene un ojomuyatentoasucompañera.Laotranopresentaproblemas,sinembargo;estáocupadaconlagaviota.Eddietraedevueltasupresa.Todavíaseretuerce,alzaybajalaspinzas,peromuyprontodejademoverse.Lacolasearqueaporúltimavez,yluego,enlugarde flexionarse hacia abajo, simplemente cae. Las zarpas de boxeador cuelganinermes.

—Prontoe'taráli'talacena,patlón—diceEddie—.Puedeelegir:filetedebichorastreroofiletedebichorastrero.¿Quéleapetecemás,patlón?

—Noteentiendo—contestaelpistolero.—Claro que me entiendes —insiste Eddie—. Es sólo que no tienes ningún

sentidodelhumor.¿Quéhashechoconél?—Supongoquemelovolarondeuntiroenunauotraguerra.Eddiesonríeanteesto.—Estanochesueñasyparecesunpocomásvivo,Rolando.—Loestoy,creo.—Bueno, mañana tal vez puedas caminar un rato. Voy a decírtelo muy

francamente,amigomío,estoyunpocohartodearrastrarte.—Lointentaré.—Sí,inténtalo.—Tútambiénparecesunpocomejor—arriesgaRolando.Suvozsequiebraen

lasdosúltimaspalabrascomoladeunmuchachito.«Sinodejoprontodehablar—piensa—,nopodrévolverahablarenabsoluto.»

—Supongo que viviré. —Mira a Rolando inexpresivo—. Nunca sabrás, sinembargo,quécercaestuveunpardeveces.Unaveztoméunodetusrevólveresymelopusecontralacabeza.Loamartillé,lodejéunratoahí,contramicabeza,yluegolo retiré. Solté el martillo y volví a meterlo en la funda. Otra noche tuve unaconvulsión.Creoquefuelasegundanoche,peronoestoyseguro.—Sacudelacabezay dice algo que el pistolero entiende y no entiende al mismo tiempo—. AhoraMichiganmepareceunsueño.

Apesardequesuvozsehaconvertidodenuevoenunroncomurmullo,yaunquesabequenodeberíahablar,hayalgoqueelpistoleroquieresaber.

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—¿Quéteimpidióapretarelgatillo?—Bueno, éste esmi único par de pantalones—explica Eddie—. En el último

instantepenséquesiapretabaelgatilloyeraunadeesasbalasinútiles,nuncatendríaagallasparahacerlootravez...ysiunosecagaenlospantalonestienequelavarlosinmediatamenteovivirconeseolorapestosoparasiempre.EsomelodijoHenry.Medijoque lo aprendió enNam.Ycomoeradenoche,yyahabía salido laLangostaLeslie,sinmencionaratodassusamigas...

Peroelpistoleroseríe,seríemucho,aunqueenrealidadsóloocasionalmentesaledesuslabiosunsonidoquebrado.Eddiemismo,sonriendounpoco,dice:

—Esposiblequeatusentidodelhumorsólolehayandisparadohastaelcodoenesa guerra.—Se pone de pie, y Rolando supone que piensa subir la cuesta haciadondehayacombustibleparaunfuego.

—Espera—susurra,yEddielomira—.¿Porqué,realmente?—Supongoquefueporquemenecesitabas.Siyomemataba,túhabríasmuerto.

másadelante,cuandotúvuelvasaestarrealmentebien,esposiblequereexaminemisopciones. —Mira a su alrededor y suspira profundamente—. Tal vez haya unaDisneylandiaounConeyIslandenalgunapartedetumundo,Rolando,peroloquehevistohastaahorafrancamentenomeinteresamucho.

Comienzaaalejarse,sedetieneysevuelveparamirarotravezaRolando.Surostroestásombrío,aunquepartedelaenfermizapalidezhadesaparecido.Las

sacudidasyanosonmásquetembloresocasionales.—Avecesrealmentenomecomprendes,¿verdad?—No—susurraelpistolero—.Avecesnotecomprendo.—Entoncesvoyaexplicártelo.Haygentequenecesitagentequelanecesite.La

razónporlaquenomecomprendesesquetúnoeresdeésos.Túmeusaríasyluegometiraríasalabasuracomounabolsadepapelsifueranecesario.Diossehacagadoentualma,miamigo.Sóloquetúeresbastanteinteligentecomoparahacerqueesoteduela,ytandurocomohacerlodetodasmaneras.Noseríascapazdeevitarlo.Siyoestuvieratendidoenlaplayaypidieraayudaagritos,túmepasaríasporencimaSiyoestuvieraentretúytucondenadaTorre.¿Noestoybastantecercadelaverdad?

Rolandonodicenada,sóloobservaaEddie.—Pero no todo elmundo es así. Hay personas que necesitan personas que las

necesiten.Como la canción deBarbara Streisand.Trillado, pero cierto.No esmásqueotramaneradequeteenganchen.

Eddielomirafijamente.—Perocuandosetratadeesotúnotienesnadaquever,¿noescierto?Rolandoloobserva.—SalvoportuTorre.—Eddielanzaunarisitacorta—.Eresunyonki,Rolando.

UndrogadictodelaTorre.

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—¿Enquéguerrafue?—susurraRolando.—¿Quécosa?—La guerra en la que te volaron de un tiro el sentido de la nobleza y los

propósitos.EddieretrocedecomosiRolandolehubierapegadounabofetada.—Voy a buscar un poco de agua —dice bravamente—. Vigila esos bichos

rastreros.Hoyhemosavanzadobastante,perotodavíanosésisehablanentreellosono.

Entonces se vuelve para el otro lado, pero no antes de que Rolando vea losúltimosrayosrojosdelcrepúsculoreflejadosensusmejillasmojadas.

Rolando se vuelve hacia la playa y vigila.Las langostruosidades se arrastran ypreguntan, preguntan y se arrastran, pero ambas actividades al parecer carecen depropósito: poseen alguna inteligencia, pero no la suficiente como para pasarinformaciónaotrasdesuespecie.

«Diosnosiempreteladaenlacara—piensaRolando—.Lamayorpartedelasvecessí,peronosiempre.»

Eddievuelveconleña.—¿Ybien?—pregunta—.¿Quépiensas?—Estamosbien—graznaelpistolero,yEddiecomienzaadeciralgo,peroahora

elpistoleroestácansadoyyacedeespaldasymiralasprimerasestrellasquetitilanatravésdelabóvedavioletadelcieloy

sebarajan

en los tres días siguientes el pistolero fue recuperando demanera constante lasalud.Laslíneasrojasquetrepabanporsusbrazosrevirtieronsudirecciónprimero,luegosedecoloraronyporfindesaparecieron.AldíasiguientepormomentoscaminóypormomentosdejóqueEddieloarrastrara.AldíasiguientenonecesitóenabsolutoqueEddieloarrastrara;cadahoraodos,simplementesesentabanunratohastaquese le iba la sensación acuosa de las piernas.Durante esos descansos, en esos ratosdespués de cenar pero antes de que el fuego se terminara de consumir y ellos sefueran a dormir, el pistolero oía acerca de Henry y Eddie. Recordó habersepreguntado qué había sucedido para hacer esa hermandad tan dificultosa, pero unavezqueEddiehubocomenzado,entrecortadamenteyconesasuertedeiraresentidaqueprocededeldolormásprofundo,elpistoleropudohaberlodetenido,pudohaberledicho:«Notemolestes,Eddie.Locomprendotodo.»

SóloqueesonohubieraayudadoaEddie.EddienohablabaparaayudaraHenry,porqueHenryestabamuerto.HablabaparaenterraraHenrydefinitivamente.Ypara

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recordarse a sí mismo que, a pesar de que Henry estaba muerto, él, Eddie, no loestaba.

Demaneraqueelpistoleroescuchabaynadadecía.Laesenciaerasimple:Eddiecreíaquehabíarobadolavidadesuhermano.Henry

también lo creía. Henry pudo haberlo creído por sí mismo, o pudo creerlo por lafrecuencia con que oía a sumadre sermonear a Eddie acerca de cuánto se habíansacrificadoporélHenryyella,paraqueEddiequedaralomásasalvoquesepudieraestar en una jungla como aquella ciudad, para que no terminara como su pobrehermana,aquienélapenaspodíarecordarperoquehabíasidotanhermosa,Dioslabendiga.Ellaestabaconlosángeles,ysindudaéseeraunhermosolugar,peroellanoqueríaqueEddieestuvieraconlosángelestodavía,atropelladoporunconductorborrachoenlarutacomosuhermana,orajadoporunlocoyonkiporlosveinticincocentavosquetuvieraenelbolsilloydejadoahíconlasentrañasdesparramadasportodalaacera,ycomonocreíaqueEddiequisieraestartodavíaconlosángeles,eramejor que escuchara lo que le decía su hermano mayor y que hiciera lo que leordenabasuhermanomayoryquesiemprerecordaraqueHenryestabahaciendounsacrificiodeamor.

Eddieledijoalpistoleroquedudabadequesumadresupieraalgunasdelascosasqueellosdoshabíanhecho—robarlibrosdehistorietasdelquioscodecaramelosdeRincon Avenue, o fumar cigarrillos detrás de la fábrica Bonded Electroplate deCohoesStreet.

Una vez vieron un Chevrolet con las llaves puestas, y a pesar de que Henryapenassabíaconducir—teníaentoncesdieciséisaños,Eddieocho—habíametidoasu hermano dentro del coche y le había dicho que se iban de Nueva York. Eddieestabaasustado,lloraba;HenrytambiénestabaasustadoyfuriosoconEddie,ledecíaquesecallara,ledecíaquedejaradecomportarsecomounbebépaliza:élteníacomodiezpavosyEddieteníatresocuatro,podíaniralcinetodoelputodíayluegotomarel trenPelíaamyestardevueltaantesdeque sumadre tuviera tiempode servir lacena y preguntarse dónde estaban. Pero Eddie seguía llorando, y cerca del PuenteQueensborovieronuncochepolicialsobreunacalle lateral,yaunqueEddieestababastantesegurodequeelpolicíadelcochenisiquierahabíamiradohaciaellos,Eddiedijo que sí cuandoHenry le preguntó en un tono ronco y ahogado si creía que elmacholoshabíavisto...Henrysepusoblancoyfrenócontantarapidezqueestuvoapunto de amputar una bomba de agua para incendios. Salió corriendo por la aceramientras Eddie, ahora él mismo en pánico, seguía luchando con la manilla de lapuerta, que le resultaba desconocida. Henry se detuvo, volvió y sacó a Eddie delcoche en volandas. También le pegó dos bofetadas. Luego caminaron—bueno, enrealidad se escabulleron—todo el camino de regreso hastaBrooklyn. Les tomó lamayorpartedeldía,ycuandosumadrelespreguntóporquéparecíantanagitadosy

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sudadosycansados,HenrydijoquehabíapasadolamayorpartedeldíaenseñándoleaEddieahacerciertasjugadasdebaloncestoenlacanchaqueestabaalavueltadelaesquina.Luegovinieronunoschicosgrandesytuvieronquesalircorriendo.Sumadrebesó a Henry y miró resplandeciente a Eddie. Le preguntó si no tenía el mejorhermanomayordelmundo.Eddieestuvodeacuerdoconella.Enesto tambiénerasincero.Pensabaqueloera.

—Esedíaélestabatanasustadocomoyo—lehabíaexplicadoEddieaRolando,mientrasestabansentadoscontemplandoelfinaldeldíaquedisminuíasobreelagua,que al poco rato sólo reflejaría la luz de las estrellas—.Más asustado todavía, enrealidad,porqueélcreíaqueelpolinoshabíavistoyyosabíaqueno.Poresocorrió.Perovolvió.Ésaeslaparteimportante.Volvió.

Rolandonodijonada.—Comprendes eso, ¿verdad?—Eddie miraba a Rolando con ojos violentos e

inquisitivos.—Comprendo.—Siempreestabaasustado,perosiemprevolvía.RolandopensóquehabríasidomejorparaEddie,alalargamejorparalosdostal

vez,siHenryhubieraseguidocorriendoesedía...ocualquierotrodía.PerolagentecomoHenrynuncahacíaeso.LagentecomoHenrysiemprevolvía,porquelagentecomoHenry sabía cómousar la confianza.Era lo único que la gente comoHenrysabíapositivamentecómousar.Primerocambiabanlaconfianzapornecesidad,luegocambiabanlanecesidadenunadrogay,unavezhechoesto,seconvertíanen...¿QuépalabrahabíausadoEddie?Camellos,sí,esoera.

—Creoquemevoyadormir—dijoelpistolero.Al día siguiente Eddie continuó, pero Rolando ya lo sabía todo, no había

practicado deportes en la escuela porque no podía quedarse después de clase paraentrenarse.HenryteníaquecuidaraEddie.ElhechodequeHenryfueradesgarbadoypococoordinadoyquetampocoleinteresaranmucholosdeportesenprimerlugarnoteníanadaqueverconelasunto,porsupuesto;Henryhubierasidounmagníficopitcherdebéisbolounodeesossaltadoresenelbaloncesto,lesasegurabasumadreunay otra vez.Henry sacabamalas notas y tuvoque repetir bastantes asignaturas,pero eso no era porqueHenry fuera estúpido;Henry y la señoraDean sabían queHenryteníatodaslasluces.Peroeltiempoqueteníaquepasarestudiandoohaciendosus tareas, Henry lo ocupaba cuidando a Eddie (el hecho de que usualmente estosucedieraenlasaladelosDean,conlosdoschicosdespatarradosenelsofámirandola televisión o peleándose en el piso parecía no importar). Las malas notassignificaban que Henry no podía ser aceptado en ninguna parte más que en laUniversidad de Nueva York, y no se lo podían permitir, porque las malas notasexcluían toda posibilidad de becas, y luego Henry fue reclutado y luego vino

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Vietnam,dondeaHenryprácticamentelevolaronlarodilla,yeldoloreraterrible,yladrogaqueledieronparaeldolorteníaunafuertebasedemorfina,ycuandoestuvomejor lo desintoxicaron de la droga, sólo que no hicieron un trabajo muy buenoporquecuandovolvióaNuevaYorktodavíateníalaadiccióncomounmonotrepadoasuespalda,unmonohambrientoqueesperabaseralimentado,ydespuésdeunoodosmesesfueaveraunhombre,yfuecomocuatromesesmástarde,menosdeunmes después de que su madre muriera, cuando Eddie vio por primera vez a suhermanoaspirarunpolvoblancodeunespejo.Eddiesupusoqueeracoca.Resultóserheroína.Ysiunoseremontabahastaelprincipiodetodo,¿dequiéneralaculpa?

Rolandonodijonada,perooyólavozdeCortensumente:Laculpasiempreestáenelmismolugar,mislindosniñitos.Conelqueestandébilcomoparaasumirla.

Cuandodescubrió la verdad,Eddie se sintió escandalizado, y luego furioso.Larespuesta de Henry no fue la promesa de dejar la droga, sino decirle que no loculpabaporestarfurioso,sabíaqueNamlohabíaconvertidoenunainútilbolsademierda,queeradébil,queseiría,esoseríalomejor.Eddieteníarazón,loúltimoquenecesitabaeraun inmundoyonkialrededorqueconvirtierael lugarenunapocilga.SóloesperabaqueEddienoloculparademasiado.Habíasidodébil,loadmitía;algoenNamlohabíavueltodébil,lohabíapodridodelmismomodoenquelahumedadpudríaloscordonesdelaszapatillasylagomadeloscalzoncillos.EnNamtambiénhabíaalgoqueaparentementelepudríaaunoelcorazón,lehabíadichoHenryentrelágrimas.SoloesperabaqueEddierecordaratodoslosañosenquehabíatratadodeserfuerte.

PorEddie.Pormamá.Así que Henry trató de irse. Y Eddie, por supuesto, no pudo dejarlo ir. Eddie

estabaconsumidoporlaculpa.Eddievioelhorrorcruzadodecicatricesqueunavezhabía sidounapierna sinmarcas, una rodillaque ahora eramásTeflónquehueso.Tuvieronunencontronazoagritosenelvestíbulo,Henryconsusviejospantalonescaqui,consumochilapreparadaenunamanoyarosdecolorpúrpuradebajodelosojos,Eddieconnadaencimamásqueunpardecalzoncillosamarillentos,yHenryledecíanomenecesitasdandovueltasporaquí,Eddie,soyvenenoparatiytúlosabes,yEddielegritabatúnotevasaningunaparte,vuelveameterelculoencasa,yasísiguióhastaquelaseñoraMcGurskysaliódesucasaychilló:«Veteoquédate,amímedalomismo,peromásvalequetedecidasrápidoenunouotrosentidoporquesinovoyallamaralapolicía.»LaseñoraMcGurskyparecíadispuestaaagregarmásadmoniciones,perojustoenesemomentoadvirtióquenoteníapuestonadamásqueunslip.Agregó:«¡Yeres indecente,EddieDean!»antesdevolverameterseensucasa.Eracomomirarunacajadesorpresasdelladodelrevés.EddiemiróaHenry.HenrymiróaEddie.«Escomounangelitoconunoskilosdemás»,dijoHenryenvoz

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baja, y entonces comenzaron a aullar de risa, se abrazaban y se daban golpesmutuamenteyHenryvolvióaentrarycomodossemanasmástardeEddie tambiénestabaaspirando lacosaynopodíaentenderporquécoñohabíahecho tanto líoalrespecto,despuésdetodo,sóloeraaspirar,mierda,esotesacaba,ycomoHenry(enquien Eddie eventualmente comenzaría a pensar como el gran sabio y eminenteyonki)decía,enunmundoqueclaramenteseibadecabezaalamierda,¿quéteníademalodarseunpequeñoviaje?

Pasóel tiempo.Eddienosabíacuánto.Elpistoleronopreguntó.CalculabaqueEddiesabíaqueparadarseunviajehaymilexcusas,aunquenorazones,yquehabíalogrado controlar suhábitobastantebien.YqueHenry se las había arregladoparacontrolar el suyo. No tan bien como Eddie, pero lo suficiente como para nodesbocarse por completo. Porque, comprendiera Eddie la verdad o no (muyprofundamente Rolando creía que sí), Henry debió haberla comprendido: susposiciones se habían invertido.Ahora eraEddie el que sostenía lamano deHenryparacruzarlacalle.

Llegó el día en que Eddie pescó a Henry ya no aspirando caballo sinometiéndoseloenlapiel.Seprodujootrahistéricadiscusión,casiunarepeticiónexactade la primera, sólo que esta vez fue en el dormitorio de Henry. Terminó casiexactamentedelamismamanera.Henryllorabayofrecíaesaimplacable,indiscutibledefensa que era la rendición absoluta, la admisión última: Eddie tenía razón, nomerecíavivir,nomerecíacomerlabasuradelasaceras.Seiría.Eddienotendríaquevolveraverlojamás.Sóloesperabaqueélrecordaratodoslos...

Sefundióenunmurmulloquenoeramuydiferentedelsonidopedregosodelasolas al romper. Rolando conocía la historia y no dijo nada. Era Eddie quien noconocía lahistoria,unEddieque tenía la cabezaverdaderamenteclaraporprimeravezendiezaños,quizás,omás.EddienolecontabalahistoriaaRolando;Eddieporfinsecontabalahistoriaasímismo.

Esoestababien.Hastadondeelpistoleropudieraver, tenían todoel tiempodelmundo.Hablareraunamaneradepasarlo.

Eddiedijoque lo torturaba la rodilladeHenry, la retorcidacicatrizquesubíaybajabaporsupierna(porsupuestoahoraestabacompletamentecurado,Henryapenascojeaba siquiera... salvocuandoélyEddie sepeleaban;entonces lacojera siempreparecíaempeorar); le torturaba la ideade todas lascosasqueHenry tuvoquedejarporél,y le torturabaalgomuchomáspragmático:Henrynohubieraduradoen lascalles.Hubierasidocomounconejoalquedejansueltoenmediodelaselvallenadetigres.Libradoasímismo,HenryterminaríaenlacárceloenBellevueantesdequeterminaralasemana.

Asíquesuplicó,yHenryporfinlehizoelfavordeaceptaryquedarseahí,yseismesesdespuésdeesoEddietambiénteníaunbrazodeoro.Apartirdeesemomento

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lascosascomenzaronamoverseenlaconstanteeinevitableespiraldescendentequeterminóconelviajedeEddiealasBahamasylasúbitaintervencióndeRolandoensuvida.

Otro hombre, menos pragmático y menos introspectivo que Rolando, pudohaberse preguntado (a símismo, si no en voz alta): «¿Por qué éste? ¿Por qué estehombre para empezar? ¿Por qué un hombre que parece prometer debilidad oextrañezaoinclusofrancaperdición?»

El pistolero no sólo nunca hizo la pregunta; ni siquiera se la formulómentalmente. Cuthbert hubiera preguntado. Cuthbert lo había preguntado todo, sehabíaenvenenadoconpreguntas,habíamuertoconunaenlaboca.Ahorasehabíanido,todos.LosúltimospistolerosdeCort, lostrecesobrevivientesdeunaclasequenacía y que había llegado a contar cincuenta y seis, estaban todosmuertos. TodosmuertossalvoRolando.Éleraelúltimopistoleroyavanzabasincesarysincejarenunmundoquesehabíavueltorancio,estérilyvacío.

«Trece», recuerda que decía Cort el día anterior a las Ceremonias dePresentación.«Esunnúmerodelmal».Yaldíasiguiente,porprimeravezentreintaaños,Cortnoestuvopresenteen lasCeremonias.Sucamadafinaldepupiloshabíaidoasucabañaparahincarseprimeroasuspiesypresentarlesusnucasindefensas,para levantarse luego y recibir su beso de felicitación y permitirle que cargara susarmasporprimeravez.Nuevesemanasmástarde,Cortestabamuerto.Veneno,dijoalguien.Dosañosdespuésdesumuerte,lasangrientaguerracivilhabíacomenzado.La roja carnicería había alcanzado el último bastión de la civilización, la luz y lasalud,ysehabíallevadoloquetodoselloshabíancreídotanfuerteconelfácilgestocasualdeunaolaquesellevaelcastillodearenadeunniño.

Demodo que él era el último, y había sobrevivido tal vez porque el profundoromanticismo de su naturaleza era superado por su carácter práctico y simple. Élcomprendíaquesólohabíatrescosasimportantes:lamortalidad,kaylaTorre.

Eransuficientescosasenquépensar.Eddieconcluyósurelatoalrededordelascuatrodeltercerdíadesutravesíahacia

elnorteporladesdibujadaplaya.Laplayaensímismanuncaparecíacambiar.Sisebuscabaalgúnsignodeavance,sólopodíaobtenersemirandoalaizquierda,aleste.Ahílospicosserradosdelasmontañashabíancomenzadoasuavizarseydeclinarunpoco. Era posible que, de avanzar lo suficiente hacia el norte, las montañas seconvirtieranensuavescolinas.

Una vez contada su historia, Eddie cayó en el silencio y caminaron sin hablardurante media hora o más. Eddie le echaba de vez en cuando una rápidamirada.RolandosabíaqueEddienosedabacuentadequeéladvertíaesasmiradas;todavíaestabademasiadodentrodesímismo.RolandotambiénsabíaloqueEddieesperaba:unarespuesta.Algúntipoderespuesta.Cualquiera.EndosocasionesEddieabrióla

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bocasóloparavolveracerrarla.Finalmentepreguntóloqueelpistolerosiempresupoquepreguntaría.

—¿Entonces?¿Quépiensas?—Piensoqueestásaquí.Eddiesedetuvo,conlasmanosenformadepuñossobrelascaderas.—¿Esoestodo?¿Eseso?—Es todo lo que sé—respondió el pistolero. Sus dedos desaparecidos latían y

picaban.HubieraqueridounpocodeastinadelmundodeEddie.—¿Notienesningunaopiniónacercadequécoñosignificatodoesto?Elpistoleropudohaberalzadosu tullidamanoderechaydicho:«Piensa túqué

significa, pedazo de idiota», pero no se le cruzó por la cabeza decir estomás quepreguntarse por qué había resultado ser Eddie, de todas las personas de todos losuniversosquepodríanexistir.

—Eska—dijo,ymiróaEddiealacarapacientemente.—¿Quéeska?—LavozdeEddie era truculenta—.Nuncaoínadaal respecto.

Salvoquesilodicesdosvecestesalelapalabraqueusanloschicosparalamierda.—Nosénadadeeso—dijoelpistolero—.Aquísignificadeber,odestino,o,para

elvulgo,ellugaralquedebesir.Eddielogrómostrarseconsternado,molestoydivertidoalmismotiempo.—Entoncesdilodosveces,Rolando,porqueaestechicoesaspalabraslesuenan

comolamierda.Elpistoleroseencogiódehombros—Nodiscutosobrefilosofía.Noestudiohistoria.Séqueloquepasó,pasó,ylo

queestápordelanteestápordelante.Losegundoeska,ysecuidasolo.—¿Sí? —Eddie miró hacia el norte—. Bien, todo lo que veo por delante es

alrededordenuevemillonesdekilómetrosdeestamismaplayademierda.Siesoesloqueestápordelante,entonceskaykakaeslomismo.Podríamostenersuficientescartuchos buenos para cargarnos otras cinco o seis de esas langostas truchas, peroluegovamosatenerquelimitarnosatirarlespiedras.Asíque,¿adóndevamos?

Rolando se preguntó brevemente si a Eddie alguna vez se le habría ocurridohacerle esa pregunta a su hermano, pero sacar a relucir ese asunto implicaría unainvitaciónaunalargaeinsensatadiscusión.Demodoquesólotorcióunpulgarhaciaelnorteydijo:

—Ahí.Paracomenzar.Eddiemiróynoviomásqueelmismotrechodelaplayagriscubiertadeconchas

y piedras. Volvió a mirar a Rolando, y cuando estaba a punto de burlarse, vio laserenacertidumbredesucaraymiróotravez.Entrecerrólosojos.Conunamanoseprotegió el lado derecho de la cara del sol del oeste.Quería desesperadamente veralgo,cualquiercosa,mierda,aunquefueraunespejismo,peronohabíanada.

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—Puedesjodermetodoloquequieras—dijoEddielentamente—,perocreoqueesuntrucobienjodido.YoarriesguélavidaportienlodeBalazar.

—Yalosé.—Elpistolerosonrió,unararezaqueencendiósucaracomounrayodesolpasajeroenundía tristeyencapotadodenubes—.Poresohe jugadolimpiocontigo,Eddie.Estáahí.Lavihaceunahora.Alprincipiocreíqueeraunespejismoounailusión.Peroestáahí,seguro.

Eddievolvióamirar,miróhastaquelecorrióaguaporloscostadosdelosojos.—Ahíadelantenoveonadamásqueplayaymásplaya—dijoporfin.Ytengounavistaperfecta.

—Noséquésignificaeso.—Significa que si hubiera algo que ver ¡yo lo vería! —Pero Eddie dudaba.

Dudabacuántomáslejosquelossuyospropiospodríanverloselocuentesojosazulesdelpistolero.Talvezunpoco.

Talvezmucho.—Yaloverás—insistióelpistolero.—¿Verqué?—Hoynollegaremoshastaallá,perosipuedesvertanbiencomodices,laverás

antes de que el sol pegue en el agua. Amenos que quieras quedarte aquí paradomoviendolasmandíbulas,claro.

—Ka—dijoEddieentonoreflexivo.Rolandoasintió.—Ka.—Kaka—dijoEddie,yseechóareír—.Vamos,Rolando,hagamosunaapuesta.

Ysinoveonadaparacuandoelsolpegueenelagua,medebesunpolloparalacena.OunSúperMac.Ocualquiercosaquenosealangosta.

—Vamos.Comenzaronacaminarotravezypasóporlomenosunahoraenteraantesdeque

elarcoinferiordelsoltocaraelhorizontecuandoEddieDeancomenzóaverlaformaaladistancia...vaga,temblorosa,indefinible,perodefinitivamentealgo.Algonuevo.

—Muybien—dijo—.Laveo.DebestenerojoscomolosdeSuperman.—¿Quién?—Noimporta.Eresuncasoincreíbledelagunasculturales,¿losabías?—¿Qué?—Noimporta—repitióEddieyseechóareír—.¿Quées?—Yaloverás.—ElpistoleroechóacaminarotravezantesdequeEddiepudiera

preguntarcualquierotracosa.Veinteminutosmástarde,Eddiecreyóver.Quinceminutosdespuésdeesoestaba

seguro. El objeto en la playa todavía estaba a cuatro, tal vez cinco, kilómetros dedistancia,perosupoloqueera.Unapuerta,desdeluego.Otrapuerta.

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Esanocheningunodelosdosdurmióbien,yestuvieronlevantadosyenmarchaunahoraantesdequeelSolclarearalasformasesfumadasdelasmontañas.Alcanzaron la puerta justo cuando se abrían sobre ellos los primeros rayos del sol, tansublimesytanquietos.Esosrayosencendieroncomolámparassusmejillascubiertasconunabarbaincipiente.Hicieronqueelpistolerovolvieraatenercuarentaaños,yque Eddie no fuera mayor de lo que era Rolando cuando salió a pelear con CortusandocomoarmasuhalcónDavid.

Esta puerta era exactamente igual a la primera, salvo por lo que tenía escritoencima:LADAMADELASSOMBRAS.

—Así—dijo Eddie con suavidad,mientrasmiraba la puerta, que simplementeestabapuestaahíconlasbisagrasenclavadasenalgunafisuradesconocidaentreunoy otromundo, entre uno y otro universo. Estaba ahí con sumensaje grabado, realcomounarocayextrañacomolaluzdelasestrellas.

—Así—coincidióelpistolero.—Ka.—Ka.—¿Esaquídondeextraeselsegundodetustres?—Esoparece.Elpistolero sabía loqueEddie tenía enmente antesdeque elmismoEddie lo

supiera. Veía a Eddie hacer su jugada antes de que Eddie supiera que se estabamoviendo una pieza. Podía haberse vuelto para quebrarle a Eddie el brazo en doslugaresantesdequeEddiesupieraloqueestabapasando,peronohizomovimientoalguno.DejóqueEddiesacarafurtivamenteelrevólverdelafundadelladoderecho.Era la primeravez en suvidaquepermitía que le sacaranunade sus armas sin élhaberlaofrecidoantes.Sinembargonohizonadaparadetenerlo.SevolvióymiróaEddieenformaecuánime,casibenigna.

Eddieteníalacaralívida,tensa.Susojosteníanmanchitasblancasalrededordeliris.Sosteníaelpesadorevólverconambasmanosyaunasíelcañooscilabadeladoalado,volvíaalcentro,secorríaotravez,volvíaalcentroysecorríaotravez.

—Ábrela—dijo.—Te estás portando como un tonto —advirtió el pistolero con la misma voz

benigna—. Ninguno de los dos tiene ninguna idea de adónde da esa puerta. Nonecesariamenteseabriráatuuniverso,nodigamosyatumundo.Porloquepodemossabertúyyo,laDamadelasSombraspodríatenerochoojosynuevebrazos,comoSuvia.Aunsiseabrierasobretumundo,podríaserenuntiempomuyanterioratunacimientoomuchodespuésdetumuerte.

Eddielededicóunasonrisaapretada.—Sabesqué,Monty,estoymásquedispuestoacambiarteelpollodegomaylas

vacacionesenestaplayademierdaporloquehaydetrásdelapuertanúmero2.

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—Notecompr...—Yaséqueno.Noimporta.Sóloabreesaputapuerta.Elpistolerosacudiólacabeza.Se quedaron parados en el amanecer, mientras la puerta echaba su sombra

sesgadasobreelmarenretirada.—¡Ábrela!—gritóEddie—. ¡Yovoy contigo! ¿No lo entiendes? ¡Voy contigo!

Esonosignificaquenovayaavolver.Talvezvuelva.Quierodecir,esprobablequevuelva.Supongoqueenciertomodo te lodebo.Hassidohonestoconmigo todoeltiempo,nocreasquenomedoycuenta.PeromientrastúteconsiguesestaNenadelas Sombras, sea quien sea, yo voy a buscar elDelicioso Pollomás cercano ymellevounpoco.CreoqueparaempezarpodríallevarmeelPaqueteFamiliardeTreintaPorciones.

—Tútequedasaquí.—¿No crees que lo digo en serio?—Eddie ahora hablaba con tono estridente,

estaba cerca del límite. El pistolero casi podía verlo mirar hacia las movedizasprofundidadesdesupropiaperdición.Eddiemovióconelpulgarelantiguomartillodelrevólver.Alrompereldíayconlamareabajaelvientohabíacesado,yelclicconelqueEddieamartillóelarmasonócontodaclaridad—.Pruébalo.

—Creoqueloharé—dijoelpistolero.—¡Temataré!—exclamóEddie.—Ka —respondió el pistolero con serenidad, y se volvió hacia la puerta.

Extendiólamanohaciaelpicaporte,perosucorazónesperaba:esperabaparaversiibaaviviromorir.

Ka.

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LADAMADELASSOMBRAS

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I.DETTAYODETTA

Despojadodelajerga,loqueAdlerdijofueesto:elesquizofrénicoperfecto—siesquetalpersonaexiste—seríaelhombreolamujerquenosóloignorasu(s)otra(s)personalidad(es),sinoqueignoraporcompletoquealgoandamalensuvida.

AdlerdebióhaberconocidoaDettaWalkeryOdettaHolmes.

1

...Últimopistolero—dijoAndrew.Había estado hablando durante un rato bastante largo pero Andrew siempre

hablabayporlogeneralOdettasólolodejabafluirsobresumentedelmismomodoenqueunodejafluirelaguatibiasobrelacarayelpelocuandosedaunaducha...Peroestohizomásquedespertarsuatención:laatrapóconungancho.

—¿Perdón?—Oh, sólo era una columna en el diario—aclaró Andrew—. No sé quién la

escribió.Nomefijé.Algunodeesospolíticos.Probablementeustedloconoce,s'itaHolmes.Yoloquería,yllorélanocheenqueloeligieron...

Ellasonrió,conmovidaasupesar.Andrewdecíaquesucharloteoincesanteeraalgoquenopodíacontener;algodeloquenoeraresponsable,erasuparteirlandesaquelesalía,yporlogeneralnoeranada—sóloparloteosychisporroteosacercadeparientes y amigos a los que ella nunca conocería, opiniones políticas a mediococinar, misteriosos comentarios científicos cosechados de una cantidad demisteriosas fuentes (entre otras cosas,Andrew era un firme creyente en los platosvoladores, a losque llamabaomnis)—, pero esto la conmovió porque también ellallorólanocheenqueloeligieron.

—Peronolloréeldíaenqueesehijodeputa—perdonemifrancés,s'itaHolmes—, cuando ese hijo de puta de Oswald le pegó un tiro, y desde entonces no hellorado,yyahapasado...¿cuánto,dosmeses?

«Tresmesesydosdías»,pensóella.—Algoporelestilo,supongo.Andrewasintió.—Entoncesleíestacolumna(pudoserenTheDailyNews),ayer,acercadecómo

esprobablequeJohnsonhagalascosasbastantebien,peroquenovaaserlomismo.EltipodijoqueEstadosUnidosvioelpasodelúltimopistolerodelmundo.

—NomepareceenabsolutoqueJohnKennedyhayasidoeso—dijoOdetta,ysi

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suvozsonóalgomásafiladadeloqueAndrewestabaacostumbradoaoír(quedebiódeserasí,porqueatravésdelespejoretrovisorellaloviohacerunguiñoperplejo,unguiñoquemásparecíaunamueca),fueporqueellatambiénsesintióconmovidaporesto. Era absurdo, pero también era un hecho. Había algo en esa frase (EstadosUnidosviopasaralúltimopistolerodelmundo)que tocóunpuntoprofundodesumente.Feo,erafalso.JohnKennedyhabíasidounpacificador,unvillanode látigotipoBillyelNiño,queeramáselestilodeGoldwater),peroporalgunarazónlehabíapuestolacarnedegallina.

—Bueno, el tipo decía que no iba a haber escasez matones en el mundo —continuó Andrew, mirando nerviosamente por el espejo retrovisor—. Mencionó aJackRuby,porejemplo,yaCastro,yaltipoesedeHaití.

—Duvalier—dijoella—.PapáDoc.—Sí,ése,yDiem...—LoshermanosDiemestánmuertos.—Bueno,éldijoqueJackKennedyeradiferente,esoestodo.Dijoquesacaríael

arma,perosólosialguienmásdébilnecesitabaquelohiciera,ysólosinosepodíahacerotracosa.DijoqueKennedyerabastante sabiocomopara saberqueaveceshablarnohacíaningúnbien.DijoqueKennedysabíaquesisalíaespumaporlabocahabíaquematar.

Susojosseguíanmirándolaconaprensión.—Además,essólounacolumnaqueleí.Ahora la limosina se deslizaba por la Quinta Avenida se dirigía hacia la parte

oestedelCentralPark,conelemblemadeCadillacalfinaldelcapó,cortandoelaireheladodefebrero.

—Sí—dijoOdettasuavemente,ylosojosdeAndrewsetranquilizaronunpoco—.Locomprendo.Noestoydeacuerdo,perolocomprendo.

«Eresunamentirosa»,dijounavozdentrodesumente.Eraunavozqueoíaconbastantefrecuencia.Inclusolehabíapuestounnombre.EralavozdelAguijón«Locomprendesperfectamenteyestáscompletamentedeacuerdo.MiénteleaAndrew,siteparecenecesario,peroporelamordeDios,mujer,notemientasatimisma.»

Parte de ella, sin embargo, protestaba horrorizada. En unmundo que se habíaconvertidoenunpolvorínnuclear,sobreelqueahoraestabansentadascercademilmillonesdepersonas,eraunerror—talvezunerrordeproporcionessuicidas—creerqueexistíaunadiferenciaentrebuenostiradoresymalostiradores.Habíademasiadasmanostemblorosasquesosteníanencendedorescercadedemasiadosfusibles.Estenoera un mundo para pistoleros. Si alguna vez hubo un tiempo para ellos, ya habíapasado.

¿Ono?Ella cerró unmomento los ojos y semasajeó las sienes. Sentía que estaba por

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tener uno de sus dolores de cabeza.A veces sólo amenazaban, comouna ominosaconcentración de rayos y relámpagos en una calurosa tarde de verano, y luegovolaban... como esas feas tormentas que se ciernen en el verano, que a vecessimplementesedeslizanenunauotradirecciónparaarrojarsustruenosyrelámpagosenalgunaotraparte.

Creía,sinembargo,queestavezlatormentaibaaocurrir.Llegaríacompleta,contruenos,relámpagosygranizodeltamañodepelotasdegolf.

PorlaQuintaAvenida,laslucesdelacalleseveíanmuybrillantes.—¿YcómoestuvoOxford,s'itaHolmes?—preguntóAndrewtentativamente.—Húmedo.Pormuchoqueestemosen febrero,habíamuchahumedad.—Hizo

una pausa; se decía a sí misma que no diría las palabras que le trepaban por lagargantacomolabilis:selastragaríaparaquevolvieranabajar.Deciresaspalabrassería de una brutalidad innecesaria. Lo que había dichoAndrew acerca del últimopistolerodelmundosólohabíasidounpocomásdelparloteoincesantedelhombre.Pero encima de todo lo demás resultó un poquitín demasiado, y de todasmanerassalió lo que se había propuesto no decir. Su voz sonó tan calma y decidida comosiempre,supuso,peronoseengañó:podíareconocerunexabruptodondelooía—.Elesclavo liberado vino muy rápidamente, por supuesto; le habían avisado conantelación.Sinembargonosretuvierontodoeltiempoquepudieron,yyoresistítodoel tiempo que pude, pero supongo que ésta la ganaron ellos porque terminémojándome encima.—Vio los ojos deAndrew parpadear otra vez consternados yquiso detenerse pero no pudo—. Eso es lo que quieren enseñarle a uno, ¿se dacuenta?Enparteporqueloasustan,supongo,yunapersonaasustadaesposiblequenovuelvaasupreciosoSuramolestarlosotravez.Perocreoquelamayoría(inclusolostontos,ydeningunamanerasontodostontos)sabenque,haganloquehagan,alfinal el cambio se producir, así que aprovechan para degradarlo a uno mientraspueden. Quieren enseñarle a uno que puede ser degradado. Uno puede jurar anteDios,Jesucristoytodalacompañíadesantosquenoseensuciar,noseensuciar,noseensuciar, pero si lo retienen el tiempo suficiente, por supuesto uno se ensucia. Lalecciónesqueunonoesmásqueunanimalenuna jaula,nadamásqueeso,nadamejorqueeso.Sólounanimalenunajaula.Asíquememojéencima.Aúnpuedoolerel orín secoy esamaldita celdadedetención.Ellos creenquedescendemosde losmonos,yasabe.Yasíesexactamentecomohueloenestemismomomento.

—Unmono.ViolosojosdeAndrewporelespejoretrovisorysintiópenaporelaspectoque

tenían.Enalgunasocasioneselorínnoeraloúnicoqueunonopodíacontener.—Lolamento,s'itaHolmes.—No—dijoellamasajeándose las sienesotravez—.Soyyoquien lo lamenta.

Hansidotresdíasagotadores,Andrew.

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—Senota—asintióélconunavozescandalizada,comodeviejasolterona,quelahizo reír a supesar.Pero lamayorpartedeellano reía.Pensóque sabíadónde seestabametiendo,quehabíacalculadoperfectamentehastaquépuntolascosaspodíanponersemal.Estabaequivocada.

Tresdíasagotadores.Bueno,eraunamaneradedecirlo.Otramanerapodríaserque esos tres días en Oxford, Mississippi, habían sido una corta temporada en elinfierno.Perohabía cosasqueunonopodíadecir.Cosasqueunomoriría antesdedecir... amenosque se lo convocarapara testificarlas ante elTronodeDiosPadreMilagroso, donde, ella suponía, hasta las verdades que causaban esas tormentasinfernalesenesaextrañajaleagrisqueestáentrelasorejas(loscientíficosdicenqueesa jaleagrisnotienenervios,perosiesonoesundisparateymedioellanosabíaquéera)debíanseradmitidas.

—Loúnicoquequieroesllegaracasaybañarme,bañarme,bañarme,ydormir,dormir,dormir.Luegosupongoquemesentiréperfectacomolalluvia.

—¡Pero claro! ¡Así es como se va a sentir!—Andrew quería disculparse poralgúnmotivo,y esto era lomásque sepodía acercar.Ymás alláde estonoquisoarriesgarse a seguir conversando. Así que anduvieron los dos en un silenciodesacostumbrado hasta el victoriano edificio gris que estaba en la esquina de laQuintaconCentralParkSur,unmuyexclusivoyvictorianoedificiodeapartamentoscolorgris,yesolaconvertía,suponíaella,enuncastigoparaeledificio,ysabíaqueenesospisoshabíagentequenolehablaríaamenosquetuvieraabsolutanecesidaddehacerlo,yenrealidadnoleimportaba.Además,ellaestabaporencimadeellos,yellossabíanqueellaestabaporencima.Enmásdeunaocasiónselehabíaocurridoqueaalgunosdebíamortificarlesmuchísimosaberquevivíaunanegraenelpisomásalto de este bello y venerable edificio, donde las únicasmanos negras que en unaépoca se permitían calzaban guantes blancos o tal vez los finos guantes de cueronegro de un chófer. Tenía la esperanza de que les mortificara muchísimo, y serecriminaba a sí misma por su vileza, por no tener sentimientos cristianos, peroefectivamentelodeseaba,habíasidoincapazdedetenerelpisquesederramabaporlaentrepiernadesuhermosocalzóndesedaimportada,ytambiénparecíaincapazdedetenerestaotracorrientedepis.Noeracristiano,eravilycasi tanmalo...no,erapeor, al menos en lo que concernía al Movimiento, era contraproducente. Iban aganarselosderechosquenecesitabanganar,yprobablementeseríaesteaño:Johnson,atentoallegadoqueledejóelpresidenteasesinado(yesperandotalvezclavarotroclavoenelcajóndeBarryGoldwater)haríaalgomásquemirarporencimaelActadelosDerechosHumanos;sifueranecesariopromulgaríalaleyalafuerza.Asípues,eraimportanteminimizarheridasycicatrices.Habíamástrabajoquehacer.Elodionoayudaríaahaceresetrabajo.Elodio,enrealidad,estorbaría.

Peroavecesunoodiabadetodasmaneras.

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LaciudaddeOxfordlehabíaenseñadoesotambién.

2

DettaWalkernoteníaabsolutamenteningúninterésenelMovimientoyvivíaenunlugarmuchomásmodesto,eldesvándeuncochambrosoedificiodeapartamentosdeGreenwichVillage.Odetta no sabía nada acerca del desván yDetta no sabía nadaacercadel pisovictoriano, y el únicoque sospechabaque algono andabadel todobien era Andrew Feeny, el chófer. Había comenzado a trabajar para el padre deOdettacuandoOdettateníacatorceañosyDettaWalkerprácticamentenoexistíaenabsoluto.

A veces Odetta desaparecía. Estas desapariciones podían ser una cuestión dehoras o días. El verano anterior había desaparecido por tres semanas, y cuandoAndrewestabaapuntodellamaralapolicíaOdettalollamóunanocheaélylepidióquellevaraelcochecomoalasdiezdelamañanasiguiente;ledijoquepensabasalirdecompras.

Le temblaban los labios al gritarle: «¡S'itaHolmes! ¿Dónde se habíametido?»Peroyaanteslehabíahechoesapreguntaysólohabíarecibidoenrespuestamiradasperplejas,miradasverdaderamenteperplejas,estabaseguro.

—Aquímismo—decíaella—.Quélepasa,Andrew,aquímismo...ustedmehaestadollevandoadosotreslugarespordía,¿no?Noestaráunpococonfundidodelacabeza,¿verdad,Andrew?

Entonces se echaba a reír, y en el casode sentirse especialmentebien (comoamenudo parecía sentirse después de sus desapariciones) le daba un pellizco en lamejilla.

—Muybien,s'itaHolmes—habíadichoél—.Alasdiez.Esavezespantosaenqueelladesapareciódurantetressemanas,Andrewcolgóel

teléfono,cerrólosojosyelevóunarápidaplegariaalaSantaVirgenporelregresoasalvodelas'itaHolmes.LuegollamóaHoward,elporterodesuedificio.

—¿Aquéhorallegó?—Haráunosveinteminutos,nadamás—dijoHoward.—¿Quiénlatrajo?—Nosé.Yasabescómoes.Cadavezesuncochediferente.Avecesestacionana

lavueltadelaesquinaynolosveoparanada,nisiquieraséqueestádevueltahastaqueoigoeltimbreymiroyveoqueesella.—Howardhizounapausayluegoagregó—:Tieneunterriblemoretónenunamejilla.

Howardhabíatenidorazón.Seguramentehabíasidounterriblemoretón,yahora

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estabamejorando. La s'itaHolmes apareció puntualmente a las diez de lamañanasiguienteconunsoleadovestidodesedaconrayasdelespesordelosespaguetis(estoeraa finalesde julio),yparaentonceselmoretóncomenzabaa amarillear.Apenashabíahechounsomeroesfuerzoporcubrirloconmaquillaje,comosisupieraqueunesfuerzomuchomayorparadisimularlosóloconseguiríaatraermáslaatenciónsobreél.

—¿Cómosehizoeso,s'itaHolmes?—lepreguntó.Ellaseechóareíralegremente.—Usted me conoce, Andrew... más torpe que nunca. Me resbaló la mano del

asidero cuando estaba saliendo ayer de la bañera. Tenía prisa porque no queríaperdermeelnoticieronacional.Mecaíymegolpeéelcostadodelacara.—Odettacalibrólacaradeél—.Ahoravaacomenzaratorturarmecondoctoresyexámenes,¿verdad?No semoleste en contestarme: después de todos estos años puedo leerlocomo un libro abierto. No pienso ir, así que no se moleste en pedírmelo. Estoyperfectamentebien. ¡Enmarcha,Andrew!MepropongocomprarmedioSaks', todoGimbels,yentreunoyotrocomermetodoenelFourSeasons.

—Sí,s'itaHolmes—contestóél,ysonrió.Fueunasonrisaforzada,yforzarlanohabíasido fácil.Esamagulladurano teníaundíadeantigüedad; teníaunasemana,porlomenos...ydetodasmaneras,élsabíaquelascosasnohabíansidoasí.Durantelasemanaanterioréllahabíallamadotodaslastardesalassiete,porquesihabíaunmomento en que se podía pescar a la s'ita Holmes en casa era cuando daban elprogramadeHuntle—rinkley.Unaadictaregulardesusnoticiaseralas'itaHolmes.Lohabíahechotodaslasnoches,esdecir,exceptolanocheanterior.SefuehastaalláyengatusóaHowardparaqueledieralallavemaestra.Teníalaconviccióncrecientedequeellahabíatenidoprecisamenteeltipodeaccidentequedescribió...sóloqueenlugardehacerseunmoretónoromperseunhuesopudohabermuerto,muertosola,yahoramismopodíayacermuertaahí.Entróenlacasa,elcorazónlelatíaconfuerza,sesentíacomoungatoenunahabitaciónoscuracruzadaporlascuerdasdeunpiano.Sóloquenohabíanadaquejustificaralosnervios.Sobrelamesadelacocinahabíaunamantequeray,apesardequeestabatapada,habíaestadoahíeltiemposuficientecomoparaque lecrecieraunabuenacapademoho.Había llegadoahía lassieteydiez y se fue cinco minutos más tarde. En el curso de su rápido examen por eldepartamentohabíamiradoenelbaño.Labañeraestabaseca, lastoallasdispuestasprolija,casiausteramente,lasnumerosasagarraderasdelahabitaciónlustradashastaobtenerunluminosobrilloaceradosinmanchasdeagua.

Élsabíaqueelaccidentedescritoporellanohabíasucedido.PeroAndrewnocreíatampocoqueellaestuvieramintiendo.Ellacreíaloquele

habíacontado.Volvióamirarlaporelespejoretrovisoryvioquesemasajeabaligeramentelas

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sienesconlaspuntasdelosdedos.Nolegustaba.Lahabíavistohaceresomuchasvecesantesdesusdesapariciones.

3

Andrew dejó el motor en marcha para que ella pudiera seguir disfrutando de lacalefacciónyfuehastaelbaúl.Mirósusdosmaletasconotramueca.Porsuaspectoparecíaquehombrespetulantesdementespequeñasycuerposgrandeslashubieranpateadodespiadadamenteportodaspartes,ylashabíandañadodeunmodoenquenoseatrevieronadañaralas'itaHolmesenpersona...laformaenquelohabríandañadoaél,porejemplo,dehaberestadoahí.Noerasóloelhechodequefueraunamujer;eraunapuercanegra,unapresumidanegradelnorte,queibaaarmarfollónadondenadielahabíallamado,ylostiposprobablementepensaronquesemerecíalaqueledieron.Elasuntoesqueademáseraunanegrarica.Elasuntoesqueparaelpúblicode Estados Unidos ella era casi tan famosa comoMedgar Evers oMartin LutherKing.ElasuntoesquesuricacaranegrahabíasalidoenlatapadelarevistaTimeyqueentonceseraunpocomásdifícilmeterseconalguienasíyluegodecir:«¿Qué?No, señor jefe, claro que no vimos a nadie así por aquí, ¿verdad,muchachos?»Elasunto es que era más difícil disponerse a lastimar a una mujer que era la únicaheredera de las Industrias Dentales Holmes si había doce fábricas Holmes en elsoleadoSur,unadeellasjustoenelmunicipiovecinodelaciudaddeOxford.

Asíquelehicieronalasmaletasloquenoseatrevieronahacerleaella.Miró esas mudas indicaciones de su estancia en la ciudad de Oxford con

vergüenza,furiayamor,emocionestanmudascomolascicatricesdelequipajequehabía partido con aspecto elegante para regresar pateado y vencido. Miró,temporalmenteincapazdemoverse,ylanzóunabocanadadealientoalairehelado.Howard había salido y se acercaba para ayudar, pero Andrew todavía esperó unmomentomásantesdetomarlasasasdelasmaletas.«¿Quiénesusted,s'itaHolmes?¿Quiénesusteden realidad?¿Adóndevaaveces,yquéhace, tanmalocomoparaque deba inventar historias falsas de lo que hace en esas horas o días que falta,inclusoparaustedmisma?»YunmomentoantesdequellegaraHowardpensóalgomás,algoextrañamenteapropiado:«¿Dóndeestáelrestodeusted?»

«¿Quieresdejardepensarasí?Sialguienporaquívaapensarcosasdeesetiposerá la s'ita Holmes, pero ella no lo piensa, y entonces tú tampoco tienes quepensarlo.»

AndrewsacólasmaletasdelbaúlyselastendióaHoward,quienpreguntóenvozbaja:

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—¿Ellaestábien?—Creo que sí —respondió Andrew, en voz baja también—. Sólo un poco

cansada.Cansadahastalamédula.Howardasintió,asiólasmaltratadasmaletasyseencaminóhaciaadentro.Sólose

detuvoeltiemposuficienteparatocarselagorraconeldedoenunsuaveyrespetuososaludo a Odetta Holmes, quien permanecía casi invisible detrás de los vidriospolarizadosdelasventanas.

Cuando se hubo ido, Andrew sacó el aparato de acero inoxidable que estabaderrumbadoenelfondodelbaúlycomenzóadesplegarlo.Eraunasilladeruedas.

Desdeel19deagostode1959,unoscincoañosymedioantes,lapartedeOdettaHolmes,queibadesdelasrodillashaciaabajo,habíadesaparecidolomismoqueesashorasydíasenblanco.

4

Antesdelincidentedelmetro,DettaWalkersólohabíaestadoconscienteunaspocasveces...comoislasdecoralquedesdearribaaunoleparecenaisladas,peroque,dehecho,sonsólonudosenlaespinadeunlargoarchipiélagoqueestácasienteramentedebajodelagua.OdettanosospechabaenabsolutolaexistenciadeDetta,yDettanotenía idea de que existiera una persona como Odetta... pero Detta por lo menoscomprendíaclaramentequealgoestabamal,quealguienestabajodiendoensuvida.LaimaginacióndeOdettanovelabatodaclasedecosasquehabíansucedidocuandoDetta estaba a cargode su cuerpo;Detta no era tan inteligente.Ellacreía recordarcosas,algunascosasporlomenos,perobuenapartedeltiemponorecordabanada.

AlmenosDettaestabaparcialmenteenteradadelosblancos.Podíarecordarelplatodeporcelana.Esopodíarecordarlo.Podíarecordarcómo

se lohabíadeslizadoenelbolsillodelvestido,mientrasmiraba todoel tiempoporencimadelhombroparaasegurarsedequelaMujerAzulnoestuvieraahí,espiando.Teníaqueasegurarse,porqueelplatodeporcelanalepertenecíaalaMujerAzul.Elplato de porcelana, comprendíaDetta vagamente, era algo especial.Detta lo cogióporesemotivo.Dettarecordabahaberlollevadoaunlugarqueconocía(aunquenosabíacómoloconocía)comoLosCajones,unagujeroen la tierra llenodehumoycubierto de basura donde una vez había visto arder un bebé con piel de plástico.Recordaba haber colocado cuidadosamente el plato sobre el suelo pedregoso ycomenzarapisarlo,luegodetenerse,recordabahabersequitadolasbragasdesencilloalgodónblancoyhabérselaspuestoenelbolsillodondehabíaestadoelplatoyluegohaber deslizado cuidadosamente el primer dedo de su mano izquierda en el corte

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dondeelViejoEstúpidodeDioslahabíaunidoimperfectamentealasdemáschicasymujeres, pero algo en ese lugar debía estar bien porque recordaba el sobresalto,recordabacómoqueríaapretar,recordabanohaberapretado,recordabaquédeliciosaleresultabasuvaginadesnuda,sin labragadealgodónentreellayelmundo,ynoapretó, no hasta que apretó su zapato, su zapato de charol negro, no hasta que suzapatoapretóelplato,entoncesapretóconsudedoenelcortedelmismomodoenqueapretabaconsupieelplatodeporcelanaespecialde laMujerAzul, recordabacómoelzapatonegrodecharolcubriólaguardaazulenelbordedelplato,delicadacomouna tela de araña, recordaba lapresión, sí, recordaba haber apretado en LosCajones,apretabaconeldedoyconelpie,recordabaladeliciosapromesadededoycorte, recordaba que cuando el plato se partió con un frágil chasquido amargo, unfrágil placer similar la había atravesado como una flecha desde el corte hasta lasvísceras,recordabaelgritoquehabíabrotadodesuslabios,undesagradablegraznidocomo el sonido de un cuervo espantado de un trigal, podía recordar habermiradotontamentelosfragmentosdelplato,luegohabersacadolentamentedelbolsillodesuvestido labragade sencilloalgodónblancoyhabérselapuestootravez,ponerse labraga,meterunpieydespuéselotro,comoleenseñaronenun tiempoinmemorialquenavegabaa laderivacomo la turbaen lamarea,ponerse labragabien,porqueprimerounoselasacabaparahacersuscosas,yluegoselavolvíaaponer,primeroun brillante zapato de charol y luego el otro, bien, las bragas estaban bien, podíarecordarclaramentecómoselassubíaporlaspiernas,lashacíapasarporlasrodillas,unacostraenlarodillaizquierdacasiapuntodecaerparadejarunapielecitanuevadebebé,limpiayrosada,sí,podíarecordarlotanclaramentequepudohabersidonouna semana atrás o ayer, pudo haber sido hace sólo un momento, podía recordarcómoelelásticodelacinturahabíallegadoalruedodesuvestidodefiesta,elclarocontrastedelalgodónblancocontralapielmarrón,comolanata,sí,comoeso,lanatade una jarra si se la atrapa suspendida sobre el café, la textura, la braga quedesaparecebajoelruedodelvestido,sóloqueentonceselvestidoeranaranjaviolentoy las bragas no subían sino bajaban aunque seguían siendo blancas pero no dealgodón,erandenailon,bragasbaratasdenailontransparente,baratasenmásdeunsentido, y recordaba habérselas sacado, recordaba cómobrillaban sobre el piso delDodgeDeSoto'46,sí,québlancaseran,nadadignocomopodríaserlaropainterior,sinounpardebragasbaratas, lachicaerabaratayerabuenoserbarata,erabuenoestarenventa,estarensubasta,nisiquieracomounaputasinocomounabuenacerdaderaza;norecordabaelredondoplatodeporcelanasinolaredondacarablancadeunmuchacho, algún sorprendido universitario borracho, que no era un plato deporcelanaperosucaraeratanredondacomolohabíasidoelplatodeporcelanadelaMujerAzul,yhabíaalgoensusmejillas,algocomounaguarda,yparecíatanazulcomolaguardaafiligranadaquerodeabaelplatodeporcelanaespecialde laMujer

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Azul,peroesoerasóloporqueelneónrojo,elneóneraestridente,enlaoscuridadelneóndelcarteldelmotelhacíaqueparecieraazullasangrequesederramabaporsusmejillasenloslugaresenqueellalohabíaarañado,yélhabíadichoporquélohashechoporquéporqué,yentoncesélbajólaventanillaparavomitaryellarecordabahaberoídoenlamáquinadediscosaDodieStevensquecantabaalgoacercadeunoszapatos tostados con cordones rosados y un gran Panamá con una cinta de colorpúrpura, recordaba que el sonido del vómito de él era como la grava en unamezcladoradecemento,ysupene,queunmomentoantes fueraun lívidosignodeexclamaciónqueseelevabade lamarañahirsutadesupubis,sederrumbabaenundébilsignoblancodeinterrogación,recordabaqueelroncosonidopedregosodesuvómitosehabíadetenidoy luegohabíavueltoacomenzaryellapensóbuenocreoquetodavíanohizolosuficienteparaestafundaciónyseechóareír,ypresionósudedo (que ahora venía equipado con una larga uña limada) contra su vagina queestabadesnudaperoyanoestabadesnudaporquelehabíacrecidosupropiamarañaenzarzada,yentoncesseprodujoelmismoágilchasquidoquebradodentrodeella,yaún era tanto el dolor como el placer (pero mejor, mucho mejor que nada enabsoluto),yluegoélestabaaferrándolaciegamenteyledecíaenuntonoquebradoydolidonegrademierdaehijadeputa,yellaseguíariéndoseigual,esquivándoloconfacilidadmientrassesubía labragayabría lapuertadesu ladodelcoche;sintióelúltimomanotazo ciego de los dedos de él en la espalda de su blusamientras salíacorriendoalanochedemayo,queestabafragantedemadreselvastempranas,laluzde neón rojo rosado tartamudeaba sobre la grava de algún estacionamiento deposguerra,yellametíalasbragas,susresbaladizasbragasdenailonnoenelbolsillode su vestido sino en una cartera atiborrada con la animada conglomeraciónadolescentedecosméticos,ellacorría,laluztartamudeaba,yentoncesteníaveintitrésaños y no era un par de bragas sino una chalina de nailon y ella la deslizabacasualmentedentrodesucarteramientrascaminabaalolargodeunmostradorenlasecciónLindas IdeasdeMacy's...unachalinaquea la sazónsevendíaadólarconnoventaynuevecentavos.

Barata.Baratacomolabragadenailonblanco.Barata.Comoella.El cuerpo que habitaba era el de unamujer que había heredadomillones, pero

estonolosabíaynoimportaba:lachalinaerablanca,conunbordeazul,yahíestabalamisma pequeña sensación de placer que irrumpía cuando se sentó en el asientotraserodel taxi y, sin importarle la presencia del chófer, sostenía la chalina enunamano,lamirabafijamente,mientraslaotramanosedeslizabapordebajodesufaldadetweedypordebajodesubragablanca,yeselargodedooscuroseocupabadelo

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queeraprecisoocuparseenunsolotoquedespiadado.Asípues,algunasvecessepreguntaba,deunmodocomodistraído,dóndeestaba

cuandonoestabaaquí,peroengeneralsusnecesidadeserandemasiadorepentinasyexigentescomoparacualquiercontemplaciónextendida,yellasimplementecumplíaloqueeranecesariocumplir,hacíaloquehabíaquehacer.

Rolandohabríacomprendido.

5

Odettapudohaberidoenunalimosinaacualquierparte,aunen1959,apesardequesupadretodavíaestabavivoyellanoeratanfabulosamentericacomollegaríaasercuandoélmurióen1962yeldineroqueseguardóparaellaenunfideicomisopasóasupropiedadalcumplirlosveinticincoañosyellaestabaencondicionesdehacerloqueledieralagana.Peroaunqueaellaleimportómuypocounafraseacuñadaunoodosañosantesporuncolumnistaconservador—lafraseera«liberaldelimosina»—,era lobastante jovencomoparanoquererque lavieranasíaunque lo fuera.No lobastante joven (¡o estúpida!) como para creer que unos tejanos descoloridos o lascamisascaquiquesolíausarpodíancambiardealgunamanerarealsustatusesencial,oelhechodeviajarenautobúsoenmetrocuandopudohaberusadoelcoche(perohabíaestado losuficientementemetidaensímismacomoparanovereldolory laprofundaconfusióndeAndrew,ellaleagradabaypensóquedebíaseralgúntipoderechazo personal), pero lo bastante joven como para seguir creyendo que el gestopuedealgunasvecesvencer(oalmenosalterar)laverdad.

La noche del 19 de agosto de 1959 ella pagó por el gesto con lamitad de suspiernas...ylamitaddesumente.

6

Odetta fue primero atraída, luego tironeada y por fin atrapada por la ola queeventualmenteseconvertiríaenunamarejada.En1959,cuandoellaseinvolucró,loqueeventualmenteseconoceríacomoelMovimientonoteníanombre.Ellaconocíaalgunosdelosantecedentes,sabíaquelaluchaporlaigualdadestabaenmarchanodesde laProclamaciónde laEmancipación sino casi desdeque se llevó la primeracargadeesclavosaEstadosUnidos(aGeorgia,enrealidad,lacoloniaquefundaron

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los ingleses para librarse de sus criminales y deudores), pero paraOdetta siempreparecíacomenzarenelmismolugar,conlasmismastrespalabras:Nomemuevo.

EllugarhabíasidounautobúsurbanoenMontgomery,Alabama,ylaspalabraslashabíadichounamujernegrallamadaRosaLeeParks,yellugardelqueRosaLeeParksnopensabamoverseeradelapartedelanteradelautobúshastalapartetrasera,que era, por supuesto, la parte reservada a los negros. Mucho más tarde, OdettacantabaNonosmoveráncontodoslosdemás,ysiemprelehacíapensarenRosaLeeParks,ynuncalocantabasinundejodevergüenza.Era tanfácilcantar«nosotros»conlosbrazosenlazadosalosbrazosdetodaunamultitud;erafácilinclusoparaunamujersinpiernas.Tanfácilcantarnosotros,tanfácilsernosotros.Eneseautobúsnohabíaunnosotros,eseautobúsquedebehaberapestadoacueroantiguoyaañosdehumodepurosycigarrillos,eseautobúsconlastarjetascurvadasdepublicidadquedecían cosas comoLUCKYSTRIKEL.S.M.F.T. yVAYAALA IGLESIADE SUELECCIÓN POR EL AMOR DE DIOS y ¡BEBA OVALTINA! ¡VERÁ QUÉDELICIA!yCHESTERFIELD,VEINTEMARAVILLOSOSCIGARRILLOSDELMEJORTABACO, ningún nosotros bajo lasmiradas escépticas del conductor, losveintepasajerosentrelosqueellaestabasentada,ylasigualmenteescépticasmiradasdelosnegrosdelapartedeatrás.

Ningúnnosotros.Ningunamarchademilesdepersonas.Sólo Rosa Lee Parks que comenzaba un maremoto con tres palabras: No me

muevo.Odettahabíapensado:«Siyopudierahaceralgocomoeso—siyopudieraserasí

devaliente—creoquepodríaserfelizporelrestodemivida.Peronotengodentrodemíesaclasedecoraje.»

HabíaleídoacercadelincidenteParks,peroalprincipioconescasointerés.Esollegópocoapoco.Eradifícildecirexactamentecuándoocómoatrapóydisparósuimaginaciónesemovimientoracial,casiinaudiblealprincipio,quehabíacomenzadoasacudirelSur.

Alrededordeunañomástarde,unjovenconelqueestabasaliendomásomenosregularmente comenzó a llevarla al Village, donde algunos de los jóvenes (ygeneralmente blancos) cantantes folk que actuaban ahí habían agregado a surepertoriociertascancionesnuevasysorprendentes.Depronto,juntocontodosesosviejos resoplidos acerca de cómo JohnHenry tomó sumartillo y le ganó al nuevomartillo a vapor (matándose en el proceso, l——a) y cómoBar'bryAllen rechazócruelmenteasujovenpretendienteenfermodeamor(yterminómuertadevergüenza,l——a),habíacancionesacercadequésesentíaalestartristeysoloeignoradoenlaciudad, qué se sentía al ser rechazadode un trabajo queunopodía hacer, sólo portener lapieldelcolorequivocado,quésesentíaalser llevadoaunaceldayrecibir

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latigazosdel señorCharlieporque tienesoscura lapiely tehasatrevido, l——a,asentarte en la sección de los blancos en el comedor del F.W. Woolworth's deMontgomery,Alabama.

Absurdamenteono, fue sólo entonces cuando ella comenzó a sentir curiosidadacerca de sus propios padres, y de los padres de sus padres, y los padres de éstostambién.NuncallegóaleerRaíces;estabaenotrotiempoyotromundoanterioresaaquellosenqueellibrofueescrito,osiquierapensado,talvez,porAlexHaley,perofueenestaépocaabsurdamentetardíadesuvidacuandoporprimeravezcayóenlacuentadequenodemasiadasgeneracionesatrássusprogenitoresfueronllevadosencadenasporhombresblancos.Seguramenteelhechoensíselehabíaocurridoantes,pero sólo como una información sin verdadera temperatura como una ecuación,nuncacomoalgoqueafectabaíntimamentesupropiavida.

Odetta sumó todo lo que sabía y quedó azorada por la pequeñez del resultado.SabíaquesumadrehabíanacidoenOdetta,Arkansas, laciudadporlacualella(laúnicahija)recibiósunombre.Sabíaquesupadrehabíasidodentistaenunaciudadpequeña;quehabía inventadoypatentadounnuevosistemade fundasquedurantediezañosquedóahí inadvertidoyaletargadoyque luego,súbitamente, loconvirtióenunhombremoderadamenterico.Sabíaquediezañosantesycuatrodespuésdelarepentina riqueza, había desarrollado una cantidad de otros procesos dentales, lamayorpartedenaturalezaortodoncialocosmética,yque,pocodespuésdemudarseaNuevaYorkcon suesposay suhija (quehabíanacidocuatroañosdespuésdequeregistrara la patente original), fundó una compañía llamada Industrias DentalesHolmes,queahoraeraalosdientesloquelaaspirinaalosanalgésicos.

Perocuandoellalepreguntabaasupadrecómohabíasidolavidadurantetodoslosañosintermedios,losañosenqueellaaúnnoestabaylosañosenquesíestaba,élnoselocontaba.Ledecíatodaclasedecosas,peronolecontabanada.Esapartedesímismoquedócerradaparaella.Unavez,sumamá,Alice—éllallamabamamá,oavecesAllie,cuandohabíatomadounascopasosesentíabien—,ledijo:«Cuéntaleloquepasócuandoesoshombrestedispararon,cuandoibasenelFordporelpuentecubierto,Dan»,yélledirigióalamamádeOdettaunamiradatangrisycensoraquesumamá,siempreconalgodegorrión,seencogióenelasientoynodijomás.

Despuésdeesanoche,Odettalointentóunaodosvecesconsumadresola,perofueinútil.Silohubieraintentadoantes,talvezhabríaobtenidoalgo,perocomoélnoqueríahablar,ella tampocohablaría.Sediocuentadequeparaélelpasado—esosparientes, esos caminos de tierra roja, esas tiendas, esas cabañas con el suelo detierra, con ventanas sin vidrios, desprovistas de la pura y simple cortesía de unacortina,esosincidentesdeagravioydolor,esosniñosenelbarriovestidosconunosdelantalesqueensuorigenhabíansidobolsasdeharina—,todoesoestabaenterradopara él como los dientes muertos debajo de fundas perfectas y cegadoramente

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blancas.Élnohablaba, talveznopodía hablar, talvez se infligiódeliberadamenteuna amnesia selectiva; las fundas de los dientes eran su vida en losApartamentosGreymarl de Central Park Sur. Todo lo demás quedaba escondido debajo de esaimpenetrable cubierta exterior. Su pasado estaba tan bien protegido que no habíagrieta alguna por la que uno se pudiera deslizar, no había forma de atravesar esabarreraperfectamenteenfundadahacialagargantadelarevelación.

Dettasabíacosas,peronoconocíaaOdettayOdettanolaconocíaaella,asíqueahítambiénlosdientesquedabantansuavesycerradoscomounportón.

Ella tenía algo de la timidez de su madre, así como la dureza inexorable (ycallada) de su padre, y la única vez en que se atrevió a insistirle sobre el tema, asugerirle que le estaba negando lo que ella consideraba un merecido fondo deconfianzanuncaprometidoyquealparecernuncaibaamadurar,fueunanocheensubiblioteca.ÉlsacudiócuidadosamentesuWallStreetJournal,locerró,lodoblóylodejósobre lamesitaqueestabaal ladode la lámparadepie.Sequitó lasgafassinarmazónylascolocóencimadeldiario.Luegolamiró,unnegrodelgado,delgadoalpuntodelaescualidez,conelpelogrisderizosapretadosqueahoraseretirabaconrapidez de los huecos cada vezmás profundos de sus sienes, donde latían de unamanera estable unasvenas tiernas como los resortes deun reloj. Sólo le dijo: «Nohablodeesapartedemivida,Odetta,nipiensoenella.Seríainútil.Desdeentonceselmundosehamovidomucho.»

Rolandohabríacomprendido.

7

CuandoRolandoabriólapuertaqueteníaescritaporencimalaspalabrasLADAMADELASSOMBRAS, vio cosas que no comprendió en absoluto, pero comprendióqueesascosasnoimportaban.

Era elmundo de EddieDean, peromás allá de eso era sólo una confusión deluces,personasyobjetos,másobjetosdelosquehubieravistoentodasuvida.Cosasde señoras, por el aspecto que tenían, y que al parecer estaban en venta. Algunasestaban bajo vidrio; otras, dispuestas en tentadoras pilas y mostradores. Ningunaimportaba más que el movimiento mientras ese mundo fluía a los costados de lapuertaqueteníadelante.Lapuertaeranlosojosde laDama.Élmirabaa travésdeellostalcomohabíamiradoatravésdelosojosdeEddiecuandoEddieavanzóporelpasillodelcarruajeceleste.

Eddie,porsuparte,quedóatónito.Ensumanoelrevólvertemblóycayóunpoco.El pistolero se lopudohaber sacado con facilidad, perono lohizo.Sólo sequedó

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quieto.Erauntrucoquehabíaaprendidomuchotiempoatrás.Ahora lavisión a travésde lapuertahizounode esosgirosque al pistolero le

resultaban tan vertiginosos, pero para Eddie este mismo giro abrupto resultóextrañamente tranquilizador.Rolandonuncahabíavistounapelículadecine.Eddiehabíavistomiles,yloqueestabamirandoeracomounadeesastomassubjetivasdepelículascomoNochedebrujasoElresplandor.Sabía inclusocómose llamabaelaparatoqueusabanparahacerlo.Unazorra.Esoera.

—EnLaGuerradelasgalaxiastambién—murmuró—.LaEstrelladelaMuerte.Esegolpedelcopón,¿recuerdas?

Rolandomiróynodijonada.UnasmanosdecolormarrónoscuroentraronenloqueRolandoveíacomouna

puerta y lo que Eddie ya comenzaba a considerar como una especie de mágicapantalladecine...unapantalladecineenlaque,bajocircunstanciasadecuadas,unopodríametersedelmismomodoenqueaqueltiposalíadelapantallaparaentrarenelmundorealenLarosapúrpuradeElCairo.Maliciosapelícula.

HastaestemomentoEddienosehabíadadocuentadelomaliciosaqueera.Sóloquedelotroladodelapuertaporlaqueestabamirandotodavíanosehabía

hechoesapelícula.EraNuevaYork,muybien—elmismosonidodelasbocinasdelos taxis,porsordasy levesquefueran,dealgunamanera loproclamaban—,yeraalgunatiendadeNuevaYorkenlaqueélhabíaestadoalgunavez,peroera...era...

—Esmásviejo—murmuró.—¿Antesdetutiempo?—preguntóelpistolero.Eddielomiróyseechóareírbrevemente.—Sí,siquieresdecirloasí,sí.—Hola, señorita Walker —dijo una voz. La visión de la puerta se alzó tan

repentinamente que hasta Eddie se mareó un poco y vio a una vendedora queobviamenteconocíaa ladueñade lasmanosnegras.Laconocíayno legustaba,obienletemía.Oambascosas—.¿Puedoayudarlaenalgo?

—Éste.—Ladueñadelasmanosnegraslevantóunpañueloblancoconunbordeazulbrillante.Notemolestesenenvolverlo,nena,sólomételoenunabolsa.

—¿Enefectivoocon...?—Enefectivo,siempreesenefectivo,¿no?—Sí,estábien,señoritaWalker.—Mealegromuchodequeteparezcabien,querida.Seprodujounalevemueca

enlacaradelavendedora,Eddiealcanzóapescarlaenelmomentoenquesevolvía.Talvezeraalgo tansimplecomoelhechodequeauno lehabledeesemodounamujeraquienlavendedoraconsideraríauna«arrogantepuercanegra»(otravezeramássuexperienciaensalasdecinequealgúnconocimientodehistoriaoinclusodela vida en las calles como él la había vivido lo que provocaba este pensamiento,

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porqueestoeracomoverunapelículahechaoambientadaenlosaños60,algocomoesadeSidneySteigeryRodPoitier,Enlaoscuridaddelanoche),peropodíaseralgomás simple todavía: laDama de las Sombras deRolando, blanca o negra, era unaterriblehijadeputa.

Yrealmentenoimportaba,¿no?Nadadeestoteníalamásmínimaimportancia.Élsepreocupabaporunasolacosa,unacosaynadamás,yéstaerairse,largarsedeahí.

EsoeraNuevaYork,casipodíaolerNuevaYork.YNuevaYorksignificabacaballo.Casipodíaoleresotambién.Sóloquehabíaunadificultad,¿no?Unadificultaddelagranputa.

8

Rolando observó cuidadosamente a Eddie, y a pesar de que en el momento quequisierapodíahaberlomatadoseisveces,eligiómantenersequietoycalladoydejarqueEddieelaboraraporsímismolasituación.Eddieeramuchascosas,ymuchasdeellasnoeranagradables(comoalguienqueconscientementehadejadoqueunniñocayera hacia sumuerte, el pistolero conocía la diferencia entre agradable y no deltodobien),perohabíaunacosaqueEddienoera:noeraestúpido.

Eraunchicolisto.Loibaaentender.Loentendió.MiróaRolandoasuvez,sonriósinmostrarlosdientes,hizogirarunavezensu

dedoelrevólverdelpistolero,torpemente,comolaparodiadelacodadefantasíadeuntiradorenunespectáculo,yluegoseloalcanzóaRolando,laculataprimero.

—Esta cosa bien podría ser una palangana para lo que me iba a servir a mí,¿verdad?

«Puedeshablarcon talentocuandoquieres—pensóRolando—.¿Porquéeligeshablar estúpidamente tan amenudo, Eddie? ¿Es porque crees que así hablan en ellugaradondefuetuhermanoconsusarmas?»

—¿Verdad?—repitióEddie.Rolandoasintió.—Sitehubierapegadountiro,¿quélehabríapasadoaesapuerta?—Nolosé.Supongoquelaúnicaformadeaveriguarloseríaintentarloyver.—Bueno,¿quécreesquepasaría?—Creoquedesaparecería.Eddie asintió. Era lomismo que creía él. ¡Puf! ¡Desaparecida por puramagia!

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Ahoraestá,amigosmíos,yahorayanoest.Noeraen realidaddiferentede loquepasaría si el dueño de un cine fuera a sacar un rifle de seis tiros y le disparara alproyector,¿no?

Siledisparasalproyector,lapelículasedetiene.Eddienoqueríaquelapelículasedetuviera.Eddiequeríaloquelecorrespondía.—Puedespasarsolo—dijoEddielentamente.—Sí.—Algoasí.—Sí.—Temetesdeunsoploensucabeza.Comotemetistedeunsoploenlamía.—Sí.—Asíquehacesautostopparaentrarenmimundo,peroesoestodo.Rolandonocontestó.HacerautostoperaunadelasexpresionesqueEddieusaba

avecesyqueélnocomprendíaconexactitud...peropescóelsentido.—Peropodríaspasarentupropiocuerpo.ComoenlodeBalazar.—Hablabaen

vozalta,peroenrealidadsehablabaasímismo—.Amenosquemenecesitarasparaeso,;verdad?

—Llévamecontigo.Elpistoleroabriólaboca,peroEddieseapresuróenañadir:—Noahora,noquierodecirahora.Séquepodríamoscausarunalborotooalgo

porelestilosiaparecemosahídegolpe.—Seechóareíralgosalvajemente—.Comounmagoquesacaconejosdesusombrero,sóloquenohaysombrero,seguro.Losé.Vamosaesperaraqueestésola,yentonces...

—No.—Volverécontigo—dijoEddie—.Lojuro,Rolando.Quierodecir,séquetienes

quehaceruntrabajo,yséqueyosoypartedeesetrabajo.SéquemesalvasteelculoenlaAduana,perocreoqueyosalvéeltuyoenlodeBalazar...dime,¿quépiensas?

—Creo que sí —contestó Rolando. Recordó cómo Eddie se había levantadodetrásdelescritoriosinfijarseenelriesgo,ytuvouninstantededuda.

Perosólouninstante.—¿Y entonces? Pedro le paga a Pablo. Una mano lava la otra. Lo único que

quieroesvolverporunashoras.Comprarunpocodepollopara llevar, talvezunacajadeDonuts.—Eddieasintióhacialapuerta,dondelascosashabíancomenzadoamoverseotravez—.Entonces,¿quémedices?

—No—respondióelpistolero,peroporunmomentoapenaspensabaenEddie.Esemovimientoa lo largodelpasillo(laDama,fueraquienfuera,nosemovía

comounapersonacomún)noera,porejemplo,comoeldeEddie,cuandoRolandomirabaatravésdesusojos,o(ahoraquesedeteníaapensarlo,cosaquenuncahabíahecho antes, no más de lo que se había detenido a registrar verdaderamente la

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presencia constante de su propia nariz en la zona inferior de su visión periférica)como su propio movimiento. Cuando uno caminaba, la visión se convertía en unpéndulosuave:piernaizquierda,piernaderecha,piernaizquierda,piernaderecha,elmundosebalanceaatrásyadelantetansuaveygentilmentequedespuésdeuntiempo—pocodespuésdequeunocomienza a caminar, suponía él—uno simplemente loignoraba.Nohabíanadadeesemovimientopendular enel andarde laDama: ellasólo se movía con suavidad a lo largo del pasillo como si anduviera sobre vías.Irónicamente, Eddie tenía esta misma percepción... sólo que para Eddie la cosaparecía un travelling filmado sobre una zorra. Esta percepción le había resultadotranquilizadoraporquelaconocía.

Para Rolando era extraña... pero en ese momento Eddie exclamaba con vozchillona:

—Bueno,¿porquéno?¿Porquéno,mierda?—Porquetúnoquierespollo—dijoelpistolero—.Sécómollamaslascosasque

quieres,Eddie.Quieresunchute.Quierespicarte.—¿Yqué?—Eddiegritó—.¿Quéhaysiquierounchute?¡Tedijequevolvería

contigo!¡Teloprometí!Osea,loprometí,mierda.¿Quémásquieres?¿Quieresquetelojureporlamemoriademimadre?¡Muybien,telojuroporlamemoriademimadre!¿QuieresquetelojureporlamemoriademihermanoHenry?Muybien,¡lojuro!¡Lojuro!¡LOJURO!

EnricoBalazarpudohabérselodicho,peroelpistolerononecesitabaquepersonascomoBalazarleexplicaranestehechodelavida:nuncaconfíesenunyonki.

Rolandoasintióhacialapuerta.—Hastadespuésde laTorre,por lomenos,esapartede tuvidaestá terminada.

Después de eso nome importa.Después de eso eres libre de irte al infierno de lamaneraquequieras.Hastaentoncestenecesito.

—Oh,eresunmentirosohijodelagranputa—protestóEddieenvozbaja.Ensuvoz no se notaba una emoción audible, pero el pistolero vio el resplandor de laslágrimas en sus ojos.Rolando no dijo nada—.Tú sabes que no habrá después, noparamí,niparaella,niparaelCristoque resulte ser el tercer tipo.Probablementetampoco lohayapara ti.Teves tan jodidamentedevastadocomoHenryensupeormomento.SinomorimosenelcaminoatuTorre,esmásseguroquelamierdaquemoriremosalllegarallá,asíqueporquémemientes.

Elpistolerosintióunasuertederemotavergüenza,perosólorepitió:—Almenosporahora,esapartedetuvidaestáterminada.—¿Ahsí?dijoEddie.Bueno,voyadartealgunasnoticias,Rolando.Yoséloque

levaapasaratucuerpoverdaderocuandoatravieseslapuertaytemetasdentrodeella.Loséporquelohevistoantes.Nonecesitotusarmas.Tetengoagarradoporeselugar legendariodondecrecen lospeloscortos,miamigo.Puedes inclusovolver la

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cabezadeelladelmismomodoenquevolvíaslamíaparaobservarloquehagoconelrestodetimientrasnoeresmásquetubenditoka.Megustaríaesperaralacaídadela noche, y arrastrarte hasta el agua. Entonces podrás observar cómo laslangostruosidadesdestrozanloquequedadeti.Peroesposiblequetengasdemasiadaprisaparaeso.

Eddiehizounapausa.Elchirrianteromperdelasolasyelconstantesilbidohuecodelvientoparecíansonarmuyalto.

—Asípuescreoquesimplementeusarétucuchilloparacortarteelpescuezo.—¿Ycerraresapuertaparasiempre?—Tú dices que esa parte de mi vida está terminada. Tampoco te refieres

simplementealcaballo.TerefieresaNuevaYork,EstadosUnidos,miépoca,todo.Sies así como son las cosas, quiero que esta parte de mi vida termine también. Elescenario es una mierda y la compañía apesta. A veces, Rolando, consigues queJimmySwaggartparezcacasiuntiposano.

—Nosesperangrandesmaravillas—dijoRolando—.Grandesaventuras.másqueeso, hay una búsqueda cuyo curso hay que seguir, y la oportunidad de redimir tuhonor.Yhayalgomás.Túpodríasserunpistolero.Notengoporquéserelúltimo,despuésdetodo.Estáenti,Eddie.Loveo.Losiento.

Eddieseechóareírapesardequeahoralaslágrimaslecruzabanlasmejillas.—¡Oh,maravilloso,maravilloso! ¡Justo loquenecesito!MihermanoHenry.Él

eraunpistolero.EnunlugarllamadoVietnam,esoes.Fuefantásticoparaél.Debistehaberlovistocuando teníaunbuencuelgue,Rolando.Nopodía llegar sinayudaalputocuartodebaño.Sinohabíanadieamanoparaayudarlo,sequedabaahímirandoLos grandes de la lucha y se cagaba en los putos pantalones. Es fantástico ser unpistolero. Lo veo claro.Mi hermano era un pringado y tú estás más loco que unplumero.

—Talveztuhermanonoteníaunaclaraideadelhonor.—Talvezno.NosiempreteníamosunaimagenclaradeesoenlosProyectos.Por

logeneralestábamosdemasiadoocupadosfumandounporroohaciendoalgunaotracosaimportantecomoparaocuparnosdeeso.

Eddiellorabaahoraconmásfuerza,perotambiénsereía.—Ahoratusamigos.Esetipodelquehablascuandoestásdormido,porejemplo,

esezorrodeCuthbert...El pistolero se sobresaltó a pesar de sí mismo. Todos sus largos años de

entrenamientonopudieronevitaresesobresalto.—¿Acaso ellos consiguieron esas cosas de las que tú hablas como un podrido

sargentodereclutamientodelosMarines?¿Aventura?¿Búsqueda?¿Honor?—Sí, ellos comprendían el honor—dijoRolando lentamente,mientras pensaba

entodoslosdesaparecidos.

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—¿Obtuvieronmásquemihermanocomopistoleros?Rolandonocontestó.—Teconozco—dijoEddie—.Hevistoaunmontónde tiposcomotú.Noeres

más que un chiflado del ala que canta «Adelante, soldados de Cristo» con unabanderaenunamanoyunrevólveren laotra.Noquierohonor,no loquiero.Sóloquiero cenar pollo y un pico. En ese orden. Así que te lo digo: vete, atraviesa lapuerta.Puedeshacerlo.Peroenelmomentoenquetevayasmataréloquequedadeti.

Elpistoleronodijonada.Eddiesonriótorcidamenteyconeldorsodesusmanosselimpiólaslágrimasde

lasmejillas.—¿Quieressabercómollamamosaestoalláenmibarrio?—¿Cómo?—Unapostergaciónmexicana.Porunmomentosequedaronahímirándoseelunoalotro,yluegoRolandomiró

directamentehacialapuerta.Amboshabíannotadoenparte—RolandoalgomásqueEddie,talvez—quehubootrodeesosvirajes,estavezhacialaizquierda.Aquíhabíaun arreglo de resplandeciente joyería. Algunas piezas estaban bajo un vidrioprotector,perocomolamayoríanoloestaba,elpistolerosupusoqueeranfalsas...loqueEddiehubierallamadobisutería.Lasmanosdecolormarrónoscuroexaminaronalgunascosasen loqueparecía sólounmodo superficial,y entoncesaparecióotravendedora. Se produjo algo de conversación que ninguno de ellos escuchóverdaderamente,ylaDama(«VayaunaDama»,pensóEddie)dijoquequeríaverotracosa. La muchacha se alejó, y fue entonces que la mirada de Rolando volvióviolentamente.

Reaparecieronlasmanosmarrones,sóloqueahorateníanunacartera.Lacarterase abrió. Y de pronto las manos estaban juntando cosas —al parecer, casi conseguridad,alazar—ylasmetíandentrodelacartera.

—Bueno,Rolando, es toda una tripulación la que estás juntando—dijoEddie,amargamente divertido—. Primero te consigues tu yonki blanco, y luego unacleptómananegra...

PeroRolandoyasemovíahacialapuertaentrelosmundos,semovíaconrapidez,sinmiraraEddieenabsoluto.

—¡Lo digo en serio!—gritó Eddie—, si cruzas, te corto el cuello, te corto elcuellodem...

Antesdequepudieraterminar,elpistolerosehabíaido.Todoloquequedódeélfuesucuerpodébilrespirandosobrelaplaya.

PorunmomentoEddiesimplementesequedóahí,nopodíacreerqueRolandolohubierahecho,querealmentehabíaseguidoadelanteyhechoesaestupidezapesarde

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supromesa—sinceraygarantizada,joder—delasconsecuenciasquepodíaacarrear.Se quedó ahí por un momento, girando los ojos como un caballo asustado al

cernirseunatormenta...salvoque,porsupuesto,nohabíatormentaalguna,apartedelaqueteníaenlacabeza.

Muybien.Muybien,joder.Podríasersólounmomento.Esposiblequefueratodoloqueelpistolerolediera,

yEddie losabíamuybien.Echóunamiradahacia lapuertayviocómo lasmanosnegrassecongelabanconuncollardoradomitaddentroymitadfueradesucartera,que ya centelleaba como el baúl del tesoro de un pirata.A pesar de que no podíaoírlo,EddiesintióqueRolandoestabahablandoconladueñadelasmanosnegras.

Sacóelcuchillodelacarteradelpistoleroyluegoseacercóalcuerpodébilqueyacíarespirandodelantede lapuertaLosojosestabanabiertosperovacíos,giradoshaciaarribahastaquedarenblanco.

—¡Mira,Rolando!—gritóEddie.Elvientomonótono,idiota,incesante,soplóensus oídos. Joder, era como para volver loco a cualquiera—. ¡Mira con muchocuidado!¡Quieroquecompletestueducación,coño!¡QuieroqueveasloquesucedecuandotecagasenloshermanosDean!

Acercóelcuchilloalagargantadelpistolero.

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II.CAMBIOSACOTADOS

1

Agostode1959:Cuando el interno salió media hora más tarde, encontró a Julio que estaba

recostadocontralaambulanciaqueaúnestabaestacionadaenlaplayadeemergenciadelHospitalHermanasdelaMisericordiaenlacalle23.Julioteníaeltalóndeunadesusbotaspuntiagudasenganchadoenelparachoquesdelantero.Sehabíacambiadoyahorallevabapantalonesdeunrosaresplandecienteyunacamisaazulconsunombrebordadoenletrasdoradassobreelbolsilloizquierdo:eltrajedesuequipodebolos.GeorgemirósurelojyvioqueelequipodeJulio—LosUltrasupremos—yaestaríajugando.

—Pensé que ya te habías ido —dijo George Shavers. Era un interno en elHermanasdelaMisericordia—.¿CómovanahacertusmuchachosparaganarsinelGanchoMaravilla?

—TienenaMiguelBasaleparaqueocupemilugar.Esirregular,peroavecesseponebrutal.Searreglarán.—Juliohizounapausa.Teníacuriosidadporsabercómoibaasalir—.Eraelchófer,uncubanoconunsentidodelhumorquetalvezélmismoignoraba tener, George no estaba seguro. Miró a su alrededor. Ninguno de losparamédicosquehabíanviajadojuntoconellosestabaalavista.

—¿Dóndeestán?—preguntóGeorge.—¿Quiénes? ¿Los podridos Gemelos Bobbsey? ¿Dónde crees que está n?

MamoneandoporelVillage.¿Algunaideadesipodrásalirdeésta?—Nosé.Trató de parecer sabio y conocedor acerca de lo desconocido, pero lo cierto es

queprimeroelresidentedeguardiayluegounpardecirujanoslesacaronalamujernegradeentrelasmanoscasimásrápidodeloqueunopodíadecirsantaMaríallenaeresdegracia (queeraen realidad loque teníaen lapuntade la lengua... ladamanegranoparecíarealmentequefueraadurarmuchotiempo).

—Perdióunacantidadimpresionantedesangre.—Esalgoserio.GeorgeeraunodelosdieciséisinternosdelHermanasdelaMisericordia,yuno

delosochoasignadosaunnuevoprogramallamadoViajedeEmergencia.Lateoríaera que si un interno viajaba con un par de paramédicos, en una situación de

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emergenciaestopodíasignificarladiferenciaentrelavidaylamuerte.Georgesabíaque casi todos los choferes y paramédicos pensaban que los internos eran unosmocososquetantopodíanmataraunsábanarojacomosalvarlo,peroGeorgecreíaquelaideapodíafuncionar.

Aveces.En cualquier caso eramuy bueno para las relaciones públicas del hospital, y a

pesardeque los internosdelprograma tendíanaquejarsede lasochohoras extras(sin paga) que esto significaba por semana, George Shavers más bien tenía laimpresión de que la mayoría se sentía como él mismo: orgulloso, duro, capaz dehacersecargodecualquiercosaqueleecharanencima.

Entonces llegó la noche en que el Tri-Star de la TWA se estrelló en Idlewild.Sesenta y cinco personas a bordo, sesenta de las cuales resultaron lo que JuliollamabaMAM—MuertosAhíMismo—ytresdeloscincorestantespresentabanelaspectodeloqueunopodríaarrancardelfondodeunhornodecarbón...sóloqueloqueunopodíaarrancardelfondodeunhornodecarbónnogritabanigemíanipedíaquealguienledieramorfinaolomatara,¿verdad?Sipuedessoportaresto,pensabamás tarde, cuando recordaba losmiembros cortados que yacían entre los restos debandejasde aluminioy almohadillasdeviajeyun trozoarrancadodecola con losnúmeros 17 y una granT roja y parte de unaW, cuando recordaba el ojo que viodescansandosobreunamaletaSamsonitecarbonizada,cuandorecordabaunositodefelpa con ojos contemplativos hechos con botones de zapatos junto a una pequeñazapatillarojaque todavía llevabadentroelpiedeunniño.Sipuedessoportaresto,niño, puedes soportar cualquier cosa. Y lo llevaba bastante bien. Continuóllevándolo bastante bien durante todo el camino de regreso a casa. Continuóllevándolo bastante bien durante una cena tardía, un pavo Swanson que tomómientrasmiraba la televisión.Se fue adormir sinningúnproblemaenabsoluto, locualprobabamásalládelasombradeunadudaqueseguíallevándolobastantebien.Y entonces, en alguna hora muerta y oscura de la madrugada, despertó de unapesadillainfernal,dondeloquedescansabasobrelamaletaSamsonitecarbonizadanoeraelositodefelpasinolacabezadesumadreysusojossehabíanabierto,yestabancarbonizados,eranloscontemplativoseinexpresivosojosdebotóndelositodefelpa,ysubocasehabíaabierto,ymostrabaloscolmillosrotosquehabíansidosusdienteshastaqueunrayotiróabajoelTri-StardelaTWAensuacercamientofinal,yellalehabía susurrado: «No pudiste salvarme, George, hemos ahorrado para ti, nosapretamoselcinturónporti,tupadrearreglóeseentuertoenelquetemetisteconesachica pero AUN ASÍ NO PUDISTE SALVARME, MALDITO SEAS», y él sedespertógritando,ysupovagamentequealguienestabagolpeandoenlapared,peroparaentoncesyaestabalanzándosealbaño,yapenasalcanzólapenitenteposiciónderodillasanteelaltardeporcelanaantesdequelacenasubieraporelascensorexprés.

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Llegó en entrega especial, caliente y humeante y oliendo aún a pavo procesado.Quedóahídecuclillasymiródentrodelrecipiente,vio los trozosdepavoamediodigerir,ylaszanahoriasquenohabíanperdidonadadesubrillofluorescenteoriginal,yestapalabracruzósumenteengrandesletrasrojas:

DEMASIADO

Correcto.Era:

DEMASIADO

Ibaadejarelnegociodematasanos.Loibaadejarporque:

YAERADEMASIADO

LoibaadejarporqueellemadePopeyeera:Estoestodoloquepuedosoportaryyanosoportomás,yPopeyeteníatodalarazóndelmundo.

Hizo correr el agua en el baño y volvió a la cama y se quedó dormido casiinstantáneamente y al despertarse descubrió que aún quería ser médico, y eraendiabladamentebuenosaberesoyestarseguro,hacíaquetodoelprogramavalieralapena,sellamaraViajedeEmergencia,BaldedeSangreoDígaloconMímica.

Aúnqueríasermédico.Conocíaaunaseñoraquebordaba.Lepagódiezdólaresquenopodíapermitirse

gastarparaquelehicierauncartelitodeaspectoanticuado.Decía:SIPUEDESSOPORTARESTO,PUEDESSOPORTARCUALQUIERCOSA.Sí.Correcto.Elsucioasuntodelmetroocurriócuatrosemanasmástarde.

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—Esaseñoraeramásraraquelamierda,¿sabes?—dijoJulio.George soltó un suspiro interno de alivio. Si Julio no hubiera sacado el tema,

Georgesuponíaqueélmismonosehabríaatrevido.Élerauninternista,yalgúndíasería un médico hecho y derecho, ahora creía eso de verdad, pero Julio era unveterano, y uno no quiere decir algo estúpido delante de un veterano. Él sólo seecharíaareírydiría:«Bah,hevistoesamierdamilesdeveces,tío.Consígueteunatoallaylímpiatelosmocos,queteestánmojandotodalacara.»

Pero aparentemente Julio no había visto algo así miles de veces, y eso estababien,porqueGeorgequeríahablardeeso.

—Erarara,síqueerarara.Eracomosifuerandospersonas.Se sorprendióalverqueahoraera Julio elqueparecía aliviado,y le atacóuna

súbita vergüenza. Julio Estévez, quien por el resto de su vida no haría más queconducirunalimosinaconunpardetitilanteslucesrojasencima,acababademostrarmáscorajedelqueélfuecapazdemostrar.

—Asíeslacosa,doctor.Cientoporciento.—SacóunpaquetedeChesterfieldysemetióunoenelcostadodelaboca.

—Estascosasvanamatarte,miviejo—dijoGeorge.Julioasintióconlacabezayleofrecióuno.

Fumaron en silencio durante un rato. Los paramédicos tal vez estuvieranmamoneando por ahí, como había dicho Julio... o tal vez sintieron que ya habíanaguantadodemasiado.Georgesehabíaasustado,cierto,mejornobromearconeso.Pero tambiénsabíaquea lamujer lahabíasalvadoél,no losparamédicos.Ysabíaque Julio también lo sabía.Talvezéseera realmenteelmotivopor elque Julio lohabíaesperado.Laanciananegrahabíaayudado,yelcríoblancoquetelefoneóalapolicíamientrastodoslosdemás(salvolaanciananegra)sequedabanahíplantadosmirandocomosifueraunapelículaounprogramadetelevisiónoalgo,unapartedeunepisodiodePeterGunntalvez,peroalfinaltodocayósobreGeorgeShavers,ungatoasustadoquetratabadecumplirconsudeberlomejorquepodía.

La mujer había estado esperando el tren que Duke Ellington tenía en tan altaestima:ellegendariotrenA.SólounabonitajovennegraentejanosycamisacaquiqueesperabaellegendariotrenAparairalcentro,oacualquierparte.

Alguienlaempujó.GeorgeShavers no tenía lamásmínima idea de si la policía había agarrado al

cerdoque lo hizo; ése no era asunto suyo.Su asunto era lamujer quehabía caídogritando en el foso del túnel frente al legendario tren A. Fue un milagro que nohubiera dado en la tercera vía; la legendaria tercera vía que le hubiera hecho lomismoqueelEstadodeNuevaYorklehacíaenSing-Singalostiposmalosqueseganaban un viaje gratis en ese legendario trenA que los delincuentes llamabanElViejoChispas.

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Tío,losmilagrosdelaelectricidad.Ellatratódetreparfueradelosrieles,peronolediotiempoyellegendariotrenA

entró en la estación chirriando y chillando y lanzando chispas al aire porque elmotoristalohabíavistoperoyaeratarde,demasiadotardeparaélydemasiadotardeparaella.Las ruedasdeacerodeese legendario trenA le rebanaron laspiernas envivo justoencimade las rodillas.Ymientras todos losdemás (salvoel críoblancoquetelefoneóalapolicía)sequedaronahíhaciéndosepajas(otocándoselaspartespudendas,supusoGeorge),laanciananegrasaltóalfosodislocándoseunacaderaenelproceso(luegoelIntendenteledaríaunaMedallaalValor)yusóel turbantequeteníaenlacabezaparaefectuaruntorniqueteenunodeloschorreantesmuslosdelajoven.Deunladodelaestacióneljovenblancopedíaagritosunaambulanciaylaviejanegrapedíaagritosquealguienleecharaunamano,algoparaatarporelamorde Dios, algo, cualquier cosa, y finalmente un tipo blanco de cierta edad, estilohombredenegocios,entregósucinturónconciertareticencia,y laviejanegraalzólosojoshaciaélydijolaspalabrasquealdíasiguienteseconvertiríaneneltitulardelDailyNewsdeNuevaYork,laspalabrasquelaconvirtieronenunaauténticaheroína,tan americana como el pastel de manzana: «Gracias, hermano.» Luego anudó elcinturón alrededor de la pierna izquierda de la joven, a mitad de camino entre laentrepiernade la jovenyel lugardondedebiódehaberestado su rodilla izquierdaantesdequellegaraeselegendariotrenA.

Georgeoyóquealguienledecíaaotroquelasúltimaspalabrasdelajovenantesdedesmayarsehabíansido«¡QUIÉNHASIDOELHIJEPUTA¡¡SILOAGARROLEVOYAROMPERELCULO!»

Elcinturónnoteníabastantesagujerosparaquelaanciananegrapudierasujetarlodondecorrespondía,asíquesimplementesequedóahíylosostuvoellamisma,comosifueralaviejamuerte,hastaquellegaronJulio,Georgeylosparamédicos.

George recordaba la línea amarilla, cómo su madre le había dicho que nunca,nunca,nuncadebíapasarlalíneaamarilladelandéncuandoestabaesperandoeltren(legendarioocualquierotro),elhedorapetróleoyelectricidadcuandosemetióentrelascenizas,recordabaquécalienteestabatodoeso.Elcalorparecíabrotardeél,delaanciananegra,delajovennegra,deltren,deltúnel,delcieloinvisibleporencimaydelmismoinfiernopordebajo.Recordóhaberpensadoconincoherencia:«Siahorametomaranlapresiónreventaríaelmedidor»,yentoncessecalmóypegóungritoparaquelealcanzaransumaletín,ycuandounodelosparamédicostratódesaltaralfoso para alcanzárselo él le dijo que se fuera a lamierda y el paramédico lomirósorprendido, como si realmente viera a George Shavers por primera vez, yefectivamentesefuealamierda.

Georgesujetótantasvenasyarteriascomopudoy,cuandoelcorazóndelachicacomenzóabailotear, le inyectóuna jeringa llenadeDigitalina.Llegó la sangre.La

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trajeronlospolicías.«¿Quieresubirla,doctor?»,lepreguntóunodeellos,yGeorgelecontestó que todavía no, y sacó la aguja y comenzó a pasarle el jugo como si lamuchachafueraunayonkiquenecesitaraurgentementeunadosis.

Entoncesdejóquelasubieran.Entonceslasubieron.Enelcamino,elladespertó.Entoncescomenzóloraro.

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CuandolosparamédicoslacargarondentrodelaambulanciaGeorgeleinyectóunadosisdeDemerolellahabíacomenzadoamoverseyllorabadébilmente.LediounadosislobastantefuertecomoparaasegurarsedequesequedaríaquietahastallegaralasHermanasdelaMisericordia.

Élestabaseguroenunnoventaporcientodequeellaaúnestaríaconelloscuandollegaranallá,yéseeraungoldelosbuenos.

Cuandoaúnestabana seismanzanasdelhospital, sinembargo, losojosdeellacomenzaronaparpadear.Lanzóunprofundogemido.

—Podemosinyectarlaotravez,doctor—dijounodelosparamédicos.George apenas se dio cuenta de que era la primera vez que un paramédico se

dignaballamarlodealgunaotramaneraquenofueraGeorge,opeor,Georgie.—No,noesnecesario.Elparamédiconoinsistió.Georgemirónuevamentealamuchachanegrayvioquesusojoslomirabanasu

vezdespiertosyatentos.—¿Quémehapasado?—preguntó.Georgerecordóalhombrequeledijoaotrohombreloquepresuntamentehabía

dicho la mujer (cómo iba a agarrar al hijo de puta y romperle el culo, etc.). Esehombreerablanco.EnesemomentoGeorgedecidióquehabíasidopurainvención,inspirada tal vez por esa extraña necesidad humana de volver situacionesnaturalmentedramáticasaúnmásdramáticas,obienporsimpleprejuicioracial.Éstaeraunamujercultaeinteligente.

—Tuvounaccidente—explicó.Fue...Ellacerrólosojosyélcreyóqueibaadormirotravez.Bien.Queotroledijera

quehabíaperdidolasdospiernas.Alguienqueganaramásde7.600dólaresporaño.Sehabíacorridounpocoalaizquierdaporquequeríacontrolarleotravezlapresión,cuandoellavolvióaabrirlosojos.Cuandolohizo,GeorgeShaversestabamirandoa

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unamujerdiferente.—Un cabrón hijo de putame cortó las piernas.Noto como si se hubieran ido.

¿Éstaeslaambulancia?—S-S-sí —contestó George. De pronto tuvo necesidad de beber algo. No

necesariamentealcohol.Sóloalgolíquido.Suvozestabaseca.EstoeracomomiraraSpencerTracyenElDr.JekyllyMr.Hyde,perodeverdad.

—¿Garraronalblancohijodeputa?—No—dijoGeorge,ypensaba:«El tipoentendióbien, joder,el tiporealmente

entendióbien.»Notó vagamente que los paramédicos, que hasta ese momento habían estado

revoloteando(esperandotalvezqueseequivocaraenalgo),ahoraseretirabanhaciaatrás.

—Bien.Loscabronesblancosiguallodejaríanir.Yolovoagarrar.Levoacortarla polla. ¡Hijeputa! ¡Te digo lo que le voa cer a ese hijeputa! ¡Te digo una cosa,pedazodeblancohijeputa!¡Tedigo...digo...!

SusojosparpadearonysecerraronotravezyGeorgepensó:«Si,duérmete,porfavor, duérmete, a mí no me pagan por esto, no entiendo esto, nos hablaron deconmociónperonadiehablódeesquizofreniacomounadelas...»

Susojosseabrieron.Apareciólaprimeramujer.—¿Qué clase de accidente fue?—preguntó—. Sólo recuerdo haber salido del

Hay...—¿DelAy?—dijoélestúpidamente.Ellasonrióunpoco.Eraunasonrisadolorosa.—ElHayHambre.Esunbar.—Oh,sí.Claro.La otra, herida o no, lo había hecho sentir sucio y algo enfermo.Ésta lo hacía

sentircomouncaballeroenunrelatodelReyArturo,uncaballeroquelogrórescatarexitosamentealaBellaDamadelasfaucesdeldragón.

—Recuerdohaberbajadolasescalerashastalaplataforma,ydespuésdeeso...—Alguienlaempujó.—Sonabaestúpido,pero¿quéproblemahabíaconeso?Era

estúpido.—¿Meempujarondelantedeltren?—¿Perdílaspiernas?Georgetratódetragarsalivaynopudo.Ensugargantanoparecíahabernadaparaengrasarlamaquinaria.—Noenteras—dijoconfutilidad,yellacerrólosojos.«Queseaundesmayo—pensóélentonces—,porfavorqueseaund...»Seabrieron,relampagueando.Sealzóunamanoycortóelaireacuchilloencinco

rajasauncentímetrodesucara;unpocomáscercayélmismohabríaestadoenel

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Viaje de Emergencia para que le curaran la mejilla en lugar de salir a fumar unChesterconJulioEstévez.

—¡NO SON MÁS QUE BLANCOS HIJEPUTAS! —gritó. Su cara eramonstruosa,conlosojosllenosdelapropialuzdelinfierno.Nisiquieraeralacaradeunserhumano—.¡VOAMATARACADABLANCOHIJEPUTAQUEVEA!¡VOADARLES CON TODO! ¡VOA CORTARLES LOS HUEVOS Y ESCUPILES LACARA!¡VOA...!

Eraunalocura.Hablabacomounanegradechiste,ButterflyMcQueenconvertidaenundibujitoanimado.Lamujer—olacosa—parecíatambiénsuperhumana.

Noeraposiblequeestacosaqueaullabayseretorcíaacabaradepasarmediahoraantesporunacirugíaimprovisadaacargodelmetro.Mordía.Lepegabazarpazosunayotravez.Losmocoslecaíandelanariz.Losescupitajoslevolabandeloslabios.Lainmundicialebrotabadelaboca.

—¡Inyéctela,doctor!—gritóunodelosparamédicos.Surostroestabapálido—.¡Por el amor de Dios, inyéctela! —El paramédico trató de alcanzar la caja demedicamentos.Georgelesacólamano.

—Vetealcarajo,cagón.Georgevolvióamirarasupacienteyviolosojoscultosytranquilosdelaotra

quelomiraban.—¿Voyavivir?—preguntóenuntonocoloquialdesalóndeté.Élpensó:«Ella

no se da cuenta de los cambios. No se da cuenta en absoluto.» Y, después de unmomento:«Lomismoquelaotra,paraelcaso.»

—Yo...—Tragósaliva,masajeóatravésdelguardapolvosucorazóngalopante,yentoncesseordenóasímismotomarelcontroldelasituación.Éllehabíasalvadolavida.Losproblemasmentalesqueellapudieratenernoleconcernían.

—¿Sesientebien?—lepreguntóella,ylagenuinapreocupacióndesuvozlehizosonreírunpoco:ellaselopreguntabaaél.

—Sí,señora.—¿Acuáldelaspreguntasmeresponde?Porunmomentoélnocomprendió,luegosí.—Alasdos—ledijo,ytomósumano.Ellaselaapretó,yélmirósusradiantes

ojosiluminadosypensó:«Unhombrepodríaenamorarse»,yfueentoncescuandosumanoseconvirtióenunazarpamientrasella ledecíaqueeraunblancohijeputa,yque no sólo le iba a garrar las pelotas, se las iba a masticar con los dientes porhijeputa.

Pegó un tirón y se miró la mano a ver si sangraba, mientras pensaba conincoherenciaque si sangraba ibaa tenerquehaceralgoal respectoporqueella eravenenosa,lamujereravenenosa,ysiellalomordíaseríalomismoquelomordieraunacobraounacascabel.Nohabíasangre.Ycuandovolvióamirareralaotramujer,

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laprimeramujer.—Por favor —decía—, no quiero morir. Por fav... —Entonces se desmayó y

quedóinconsciente,locualfuelomejorparatodos.

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—Entonces,¿quéteparece?—preguntóJulio.—¿Acercadequiénvaganarelcampeonato?—Georgeaplastó lacolillaconel

talóndesumocasín—.WhiteSox.Mejuegolacabeza.—¿QuéteparecelodelaDama?—Creoquepuedeseresquizofrénica—dijoGeorgelentamente.—Sí,esoyalosé.Preguntoquévaapasarle.—Nolosé.—Necesitaayuda,viejo.¿Quiénvaadársela?—Bueno,algodeayudaya ledi—dijoGeorge,perosintióuncaloren lacara,

comosisehubieraruborizado.Juliolomiró.—Si lo que le diste es toda la ayuda que puedes darle, más vale que la dejes

morir,doctor.GeorgemiróaJulioporunmomento,perodescubrióquenopodíasoportarloque

veíaensusojos:noeraunaacusación,sinopuratristeza.Asíquesemarchó.Teníacosasquehacer.

5

ElTiempodelaInvocación:Hacia la época del accidente, la mayor parte del tiempo seguía siendo Odetta

Holmeslaqueestabaacargo,peroDettaWalkerhabíaaparecidocadavezmás,yloque a Detta más le gustaba era robar. No importaba que su botín fuera siempreprácticamente basura o pocomás, como tampoco importaba que amenudo ella lotiraratododespués.

Loqueimportabaerallevárselo.CuandoenMacy'selpistoleroentróensucabeza,Dettagritóenunacombinación

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defuria,horroryterror,ysusmanossecongelaronsobrelajoyeríabarataqueestabametiendoensucartera.

Gritó porque cuandoRolando entró en sumente cuando pasó adelante, por unmomentoellalosintió,comosidentrodesucabezasehubieraabiertounapuertadeparenpar.

Ygritóporquelapresenciainvasorayvioladoraeraladeunpuercoblanco.Nopodíaverlo,perodetodasmaneraspodíasentirsublancura.Lagentemiróalrededor.Unodelosgerentesvioalamujerquegritabaenlasilla

de ruedas con la cartera abierta, vio una mano congelada en el acto de meter labijouteriedentrodeunacarteraquesenotaba (aunadiezmetrosdedistancia)quevalíatresvecesmásquetodalamercaderíarobada.

El gerente gritó «¡Eh, Jimmy!», y JimmyHalvorsen, uno de los detectives deMacy's,miróentornoyvioloqueestabapasando.Comenzóacorrerhacialamujerquegritabaenlasilladeruedas.Nopudoevitarecharacorrer—durantedieciochoañoshabíasidounpolicíadelaciudadyhabíasidoformadoenesesistema—,peroyapensabaqueésteibaaserunasuntodemierda.Niñospequeños,lisiados,monjas,ésoseran siempreasuntosdemierda.Apresar a estaclasedegenteeracomodarleunapalizaaunborracho.Llorabanunpocodelantedeljuezyluegoseibandepaseo.Eradifícilconvenceralosjuecesdequeloslisiadostambiénpodíanserunaroña.

Peroaunasícorrió.

6

Rolandosequedómomentáneamentehorrorizadoporelnidodeserpientes llenodeodioyrevulsiónenelqueseencontrabayentoncesoyógritaralamujer,vioalgranhombreconlapanzacomounabolsadepatatasquecorríahaciaella/él,violagentequemirabaytomóelcontrol.

De pronto él fue la mujer de las manos morenas. Sintió una extraña dualidaddentrodeella,peroahoranopodíapensareneso.

Hizogirarlasillaycomenzóaimpulsarlahaciaadelante.Elpasillorodabaaloscostadosdeél/ella.Lagente seapartabaa los lados.Lacartera sehabíavolcadoydejabaalolargodelsuelounaanchaestelaconlascredencialesdeDettaylostesorosrobados.Elhombredelvientrepesadopatinabasobrefalsascadenasdeoroybarrasdelápizdelabios,yentoncessecayódeculo.

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7

¡Mierda!, pensó furiosamente Halvorsen, y por un instante palpó debajo de suamericana,dondehabíauna38enunapistolera.Luegorecuperólasensatez.Estonoeraunapequeñaoperacióndedrogasounroboamanoarmada;eraunadamanegralisiadaenunasilladeruedas.

Lahacía rodar como si estuviera en una carrera, pero de todasmaneras no eramásqueunadamanegralisiada.¿Quéibaahacer,dispararle?Seríafantástico,¿no?¿Yadóndepodíairse?Alfinaldelpasillonohabíamásquedosprobadores.

Se incorporó, se masajeó el trasero dolorido, y salió tras ella otra vez, ahorarenqueandounpoco.

Lasilladeruedasentróenunodelosprobadoresatodavelocidad.Lapuertasecerróconungolpe,ehizosaltarelpicaportedelapartedeatrás.

«Yatetengo,hijadeputa—pensóJimmy—.Yvoyadarteunsustodeórdago.Nomeimportasitienescincohuerfanitosysólounañodevida.Novoyalastimartepero,oh,nena,cómotevoyahacertemblarlosdientes.»

Llegóalprobadorantesqueelgerente,abriólapuertadeparenpar,deungolpeconelhombroizquierdo,yestabavacío.

Nohabíamujernegra.Nohabíasilladeruedas.Nohabíanada.Miróalgerenteconlosojosdesorbitados.—¡Elotro!—gritóelgerente—.¡Elotro!AntesdequeJimmypudieramoverse,elgerenteabriódeungolpelapuertadel

otroprobador.UnamujerconunafaldadealgodónyuncorpiñoPlaytexLivingpegóun chillido agudo y cruzó los brazos sobre su pecho. Era muy blanca, y muydefinitivamentenadalisiada.

—Perdóneme—dijo el gerente, y sintió que la cara se le inundaba de carmesíardiente.

—¡Fuera de aquí, pervertido! —gritó la mujer con la falda de algodón y elcorpiño.

—Sí,señora—dijoelgerente,ycerrólapuerta.EnMacy'selclientesiempreteníarazón.MiróaHalvorsen.Halvorsenlomiróaél.—¿Quémierdaesesto?—preguntóHalvorsen—.¿Entróahíono?—Sí,entró.

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—¿Yentoncesdóndeestá?Loúnicoquehizoelgerentefuesacudirlacabeza.—Volvamosaarreglarunpocoesedesastre.—Túarreglaesedesastre—dijoJimmyHalvorsen—.Yomesientocomosime

hubiera partido el culo en nueve pedazos. —Hizo una pausa—. Para decirte laverdad,miqueridocompañero,tambiénmesientoextremadamenteconfundido.

8

Encuantoelpistolerooyóelgolpedelapuertadelprobadorquesecerrabatrasdesí,diomediavueltaalasilla,haciaelladodelaotrapuerta.SiEddiehabíahecholoqueprometió,habríadesaparecido.

Pero la puerta estaba abierta.Rolando la atravesó rodando con laDama de lasSombras.

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III.ODETTAALOTROLADO

1

Nomuchodespués,Rolandopensaba:«Cualquierotramujer,lisiadaono,empujadasúbitamenteporelpasillohastaelfinaldelcomerciodondecometíasusnegocios,sustravesuras podríamos decir, por un extraño que se hubiera metido dentro de sucabeza, un extraño que la empujara a un cuarto pequeño mientras cierto hombredetrásdeellalegritabaquesedetuviera,unextrañoquesúbitamentelahicieragirar,luego la empujaraotravezpordondepor lógicanohabía lugarparaempujar,paraencontrarsederepenteenunmundoporcompletodiferente...creoquecualquierotramujer,bajoestascircunstancias,casiconcertezahabríapreguntadoantesquenada:“¿Dóndeestoy?”»

OdettaHolmes,encambio,preguntócasiplácidamente:—¿Quéesexactamenteloqueseproponehacerconesecuchillo,joven?

2

Rolando alzó lamirada hacia Eddie, que estaba agachado y sostenía el cuchillo amenosdeuncentímetrosobrelapiel.Aunconsuextrañavelocidad,nohabíaformaenqueelpistoleropudieramoverselobastanterápidoparaevitarlahojasiEddiesedecidíaausarla.

—Sí—dijoRolando—.¿Quéteproponeshacer?—Nolosé—contestóEddie;parecíacompletamentedisgustadoconsigomismo

—.Cortarcarnada,supongo.Noparecequehayavenidoaquíapescar,¿verdad?Arrojó el cuchillo hacia la silla de la Dama, peromuy a la derecha. Se clavó

vibrandoenlaarenahastaelmango.LaDamaentoncesvolviólacabezaycomenzó:—Mepreguntosipodríanustedesporfavorexplicarmedóndemehantra...Sedetuvo.Habíadicho«mepreguntosipodríanustedes»antesdequesucabeza

hubieragiradolosuficientecomoparaverquenohabíanadiedetrásdeella,peroelpistoleroobservóconverdaderointerésquedetodasmanerasellasiguióhablandoun

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momento más, porque su condición hacía que ciertas cosas fueran verdadeselementalesdesuvida:siellasehabíamovido,porejemplo,alguiendebióhaberlamovido.Perodetrásdeellanohabíanadie.

Nadieenabsoluto.Volvió a mirar a Eddie y al pistolero, con sus ojos oscuros preocupados,

confundidos, alarmados, y ahora preguntaba. ¿Dónde estoy? ¿Quién me empujó?¿Cómoesqueestoyaquí?¿Cómoesposible,paraelcaso,queestévestida,cuandoestabaenmicasa,enbata,apuntodever lasnoticiasdelasdoce?¿Quiénsoyyo?¿Dóndequedaesto?¿Quiénessonustedes?

«Hapreguntadoquién es—pensó el pistolero—.El dique se ha quebradoy sedesbordan las preguntas; eso era de esperar. Pero hay una pregunta (“¿Quién soyyo?”)queaúnahoracreoqueellaignorahaberpreguntado.»

Ocuándo.Porquelohabíapreguntadoantes.Antesinclusodepreguntarquiéneseranellos,preguntóquiéneraella.

3

Eddiepasólamiradadelhermosorostrojoven/viejodelamujernegraenlasilladeruedasalacaradeRolando.

—¿Cómoesquenolosabe?—Nosabríadecirlo.Laconmoción,supongo.—¿Laconmociónlallevódevueltahastalasaladesucasa,antesdequesaliera

haciaMacy's?¿TratasdedecirmequeloúltimoquerecuerdaesestarsentadaenbataescuchandoaalgúnpavosinalientocantarcómoencontraronenloscayosdeFloridaaesepayaso,conlamanoizquierdadeChristaMcAuliffapoyadaenlapareddesuestudiojuntoasumeropremiado?

Rolandonocontestó.Másaturdidaquenunca,laDamadijo:—¿QuiénesChristaMcAuliff?¿EsunadelasdesaparecidasdelosViajesdela

Liberación?AhorafueEddieelquenocontestó.¿Viajesde laLiberación?¿Quémierdaera

eso?El pistolero le echó una mirada que Eddie fue capaz de leer con bastante

facilidad:¿Nopuedesverlaconmoción?«Séloquequieresdecir,Rolando,muchacho,perosólotienesentidohastacierto

punto.Yomismomesentíunpococonmocionadocuandotemetistealolocoenmi

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cabeza,peroesonomeborrólamemoria.»Hablando de conmociones, élmismo había tenido otro buen sobresalto cuando

ellaatravesólapuerta.ÉlestabaderodillassobreelcuerpoinertedeRolando,conelcuchillojustoencimadelapielvulnerabledesugarganta...perolociertoeraquedeningunamaneraEddie pudo haber usado el cuchillo.No en esemomento, en todocaso.Élmirabapor lapuerta,hipnotizado,cómoavanzabaa todavelocidadporunpasillodeMacy's,yotravezseacordódeElresplandor,dondeunoveíaloqueveíaelniñitocuandoandabaensutricicloporlospasillosdeesehotelencantado.Recordóque el niño había visto en uno de los pasillos a ese espeluznante par de mellizasmuertas.Elfinaldeestepasilloeramuchomásmundano:unapuertablanca.Teníauncartelito con letras discretas que decía SOLO DOS PRENDAS A LA VEZ, PORFAVOR.Sí,eraMacy's,sinningunaduda.Claroquesí.

Unamanonegraaparecióyabriódegolpelapuertamientrasunavozmasculina(vozdepolicía,siEddiealgunavezoyóuna,yoyómuchasensutiempo)legritabadetrásquedejaraeso,quenohabíasalida,queasíempeorabalascosasparaella,lasempeorabamucho,yporelespejoqueestabaa la izquierda,Eddie tuvounarápidavisióndelamujernegraenlasilladeruedas,yrecordóhaberpensado:«Dios,yalatiene,muybien,perosenotaqueestoaellanolahacemuyfeliz.»

Entonces la visión giró y Eddie se estaba mirando a sí mismo. La visión seprecipitóhaciaelqueveía,yélquisoprotegerselosojosconlamanoquesosteníaelcuchillo, porque de pronto la sensación demirar a través de dos pares de ojos lepareció demasiado, demasiado loco, iba a volverse loco si no lo podía parar, perotodosucediódemasiadorápidocomoparaquetuvieratiempo.

Lasilladeruedasatravesólapuerta.Entrójusto;Eddieoyócómorezongabanlosejesaloscostados.Almismotiempooyóotrosonido:undensorasguidoquelehizopensarenciertapalabra

(placentario)

enlaquenopodíapensardel todoporqueignorabaquelaconocía.Entonceslamujer rodó hacia él sobre la arena pesada, y ya no parecía una loca furiosa, enrealidad casi no parecía en absoluto lamujer que Eddie había vislumbrado por elespejo,perosupusoqueesonoerasorprendente;cuandounopasabadeprontodeunprobadordeMacy'salacostamarinadeunmundodejadodelamanodeDios,dondehabíalangostasdeltamañodeunperroColliepequeño,enciertomodolequitaaunoelaliento.Acercadeesto,elpropioEddiesesentíacapazdedartestimonio.

Lamujer rodóalgomásdeunmetro antesdedetenerse,y eso fue todo loqueavanzó a causa de la cuesta y la textura pedregosa de la arena. Susmanos ya no

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empujabanlasruedascomodebíanhaberhecho(«Cuandomañanatedespiertesconlos hombros doloridos, señora, puedes culpar de eso al caballeroRolando», pensóEddieamargamente),sinoqueaferrabanlosbrazosdelasillamientrascontemplabaalosdoshombres.

Detrás de ella, la puerta ya había desaparecido. ¿Desaparecido? Esto no eraexactamente así. Pareció envolverse en símisma, comoun pedazo de película quecorrehaciaatrás.Estocomenzóasucederjustocuandoeldetectivedelatiendaentróviolentamenteporlaotrapuerta, lamásmundana,laqueestabaentrelatiendayelprobador. Llegaba en tromba, seguro de que la choriza había trabado la puerta, yEddiepensóqueseibaapegarunporrazocontralaparedopuesta,peroEddienuncaalcanzó a ver si esto sucedía o no. Antes de que desapareciera por completo elencogidoespaciodelapuertaentreestemundoyaquél,Eddievioquedelotroladotodoquedabacongelado.

Lapelículasehabíaconvertidoenunafotografíaquieta.Ahoraloúnicoquequedabaeralahuelladelasilladeruedas,quecomenzabaen

unanada arenosa y corría pocomás de unmetro hasta donde estaban la silla y suocupante.

—¿Alguientendríalaamabilidaddeexplicarmedóndeestoyycómolleguéaquí?preguntó,casisuplicólamujerenlasilladeruedas.

—Bueno,hayalgoquepuedodecirte,Dorothy—lecontestóEddie—.YanoestásenKansas.

Losojosdelamujersellenarondelágrimas.Eddiepudovercómoellatratabadecontenerlas,peronolologró.Comenzóasollozar.

Furioso(ytambiéndisgustadoconsigomismo)Eddiesevolvióhaciaelpistolero,quien se había puesto de pie tambaleándose. Rolando se movió, pero no hacia lallorosaDama.Fueencambioabuscarsucuchillo.

—¡Díselo!—legritóEddie—.Túlatrajiste,asíquevamos,amigo,¡díselo!—Ydespuésdeunmomentoagregóenvozmásbaja—:Yluegodimecómoesquenoserecuerdaasímisma.

4

Rolando no respondió.No de inmediato. Se agachó, encajó elmango del cuchilloentrelosdosdedosquelequedabandelamanoderecha,lotransfirióconcuidadoalaizquierda, y lodeslizó en suvaina al costadodeunode los cintos.Aún tratabadedilucidarloquehabíasentidodentrodelamentedelaDama.AdiferenciadeEddie,ellalohabíacombatido,locombatiócomounagatadesdeelmomentoenqueélpasó

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adelante hasta que atravesaron la puerta rodando. El combate comenzó en elmomento en que ella lo percibió. No hubo lapso alguno porque tampoco hubosorpresa.Él lohabíaexperimentado,peronohabíacomprendidounápice.Ningunasorpresaantelainvasióndeunextrañoensumente,sólolafuriainmediata,elterror,y el comienzo de una batalla para sacudírselo y quedar libre de él. Ella niremotamente ganó la batalla—él sospechaba que no podía ganarla—, pero eso noimpidióquelointentaracontodassusfuerzas.Élhabíasentidoaunamujerenfermademiedo,deiraydeodio.

Dentro de ella sólo había percibido oscuridad; era unamente enterrada en unacaverna.

Sóloque...Sólo que en elmomento enquepasaronpor la puerta y se separaron, él deseó

desesperadamente rezagarseunmomentomás.Enunmomentopodíadecirle tantascosas.Porquelamujerqueahoraestabafrenteaellosnoeralamujerencuyamenteélhabíaestado.CuandoestuvodentrodelamentedeEddiesintiócomosiestuvieraenuncuartocuyasparedes temblabanysudabandemiedo.Estarenlamentede laDamaeracomotendersedesnudoenlaoscuridadmientraslasserpientesvenenosasletrepabanporencima.

Hastaelfinal.Ellahabíacambiadoalfinal.Yahíaparecióalgodiferente,algoqueleparecíade

unaimportanciavital,peroquenopodíacomprenderonopodíarecordar.Algocomo

(unamirada)

lapuertamisma,sóloqueenlamentedeella.Algoacercade

(túrompisteelplatoespecialfuistetú)

unrepentinobrotedeentendimiento.Comoen losestudios,cuandounopor finveía...

—Oh,vetealamierda—dijoEddiedisgustado—.Noeresmásqueunamáquina.PasódelantedeRolando,fuehastadondeestabalamujer,searrodillóasulado,y

cuandoella lo rodeóconsusbrazosy loapretóconpánico,comolosbrazosdeunnadadorqueseahoga,élnoseretirósinoquepusosuspropiosbrazosalrededordeellaylaabrazóasuvez.

—Nopasanada—dijoél—.Quierodecir,noesgrancosa,peroestábien.

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—¿Dónde estamos?—lloró ella—.Yo estaba enmi casamirando la televisiónparaversimisamigospudieronsalirdeOxfordconvidayahoraestoyaquí.¡YNISIQUIERASÉDÓNDEES!

—Bueno, yo tampoco —le dijo Eddie, abrazándola más fuerte; comenzaba aacunarla un poco—, pero supongo que estamos juntos en esto. Yo soy delmismolugarquetú,nuestraqueridaciudaddeNuevaYork,yyopaséporlomismo,bueno,algodiferente,peropodríamosdecirqueeraelmismoprincipio,yyaverásquetodoirá bien.—Luego agregó, como si lo hubiera pensado después—: Siempre que tegustelalangosta.

EllaloabrazóylloróyEddielaacunóunpocoentresusbrazosyRolandopensó:«AhoraEddiesepondrábien.Suhermanohamuerto,peroahoratieneaotrapersonaquecuidar,asíquesepondrábien.»

Perosintióunapunzada:undolorprofundoquelerecriminabaensucorazón.Eracapaz de disparar—con lamano izquierda, en todo caso—, dematar, de seguir yseguir, de avanzar, despiadado y brutal, a través de kilómetros y años, inclusodimensiones,alparecer,enbuscadelaTorre.Eracapazdesobrevivir,avecesinclusodeprotegerhabíasalvadoaaquelmuchacho,Jake,deunamuertelentaenlaestación,ydeconsunciónsexualporelOráculoalpiedelasmontañas—,peroalfinalhabíadejadomoriraJake.Yestotampocohabíasidounaccidente;habíacometidounactoconscientedecondenación.Loscontemplóalosdos,viocómoEddielaabrazabayleasegurabaquetodoibaasalirbien.Élnohubierapodidohacereso,yalpesardesucorazónahorasesumóunmiedofurtivo.

SirenunciasteatucorazónporlaTorre,Rolando,yahasperdido.Unacriaturasincorazónesunacriaturasinamor,yunacriaturasinamoresunabestia.Serunabestia tal vez sea tolerable, a pesar de que el hombre que ha llegado a serloseguramente pagará al final el precio propio del infierno, pero i qué importa siobtienestuobjetivo?¿Quéimportasitepropones,sincorazón,tomarporasaltolaTorreOscurayganarla?Sinadahaymásqueoscuridadentucorazón,¿quépuedeshacermásquedegenerardebestiaenmonstruo?Ganarlaspropiasmetascomounabestiasóloresultaríaamargamentecómico,comodarleunalupaaunelefantasma.Peroganarlaspropiasmetascomounmonstruo...

Pagarconelinfiernoesunacosa.¿Peroquieresposeerlo?PensóenAllie,yenlamuchachaqueunavezloesperabaenlaventana,pensóen

laslágrimasquederramósobreelcuerposinvidadeCuthbert.Oh,entoncesélhabíaamado.Sí.Entonces.

«¡Yoquiero amar!», gritó, pero a pesar de que ahoraEddie también llorabaunpococonlamujerenlasilladeruedas,losojosdelpistoleropermanecierontansecoscomoeldesiertoquehabíacruzadoparallegaraesteocéanosinsol.

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5

Mástarderesponderíaa lapreguntadeEddie. IbaahaceresoporquecreíaqueerabuenoparaEddiepermanecerenguardia.Larazónporlaqueellanorecordabaerasimple.Noeraunamujersinodos.

Yunadeellaserapeligrosa.

6

Eddielecontóloquepudo;saltóeltiroteoperofuesinceroentodolodemás.Cuandohuboterminado,ellasequedóenperfectosilencioduranteunratoconlas

manosjuntassobreelregazo.Porlasmontañascadavezmásbajascaíanunosarroyitosqueseagotabanunos

kilómetrosmáshaciaeleste.DeallíRolandoyEddiehabíantomadoelaguamientrasavanzaban hacia el norte.Al principio había idoEddie a buscarla porqueRolandoestabademasiadodébil.Mástardesehabíanturnadolosdos,ycadavezteníanquellegarmás lejos y buscar un pocomás antes de encontrar agua.Amedida que lasmontañassereducían,losarroyitossevolvíancadavezmásescuetos,peroelaguanoloshabíaenfermado.

Hastaelmomento.AyerhabíaidoRolando,yaunqueesoimplicabaquehoyletocabaaEddie,fueel

pistolerootravez;seechóalhombrolascantimplorasescondidasysealejósindeciruna palabra.AEddie esto le pareció raramente discreto.Noquería que el gesto loconmoviera—nadaquevinieradeRolando,almenos—,perodescubrióquedetodasmanerassehabíaconmovidounpoco.

EllaescuchabaatentamenteaEddie,sindecirnadayconlosojosfijosenél.EnunmomentoEddiepensabaqueellalellevabacincoaños,enseguidaleparecíaqueeranquince.Habíaalgoenloquenoteníanadaqueadivinar:estabaenamorándosedeella.

Cuandoélterminó,ellasequedócalladaunmomento,ahorasinmirarloaélsinomásalládeél;mirabalasolasquealanochecertraeríanalaslangostas,yconellassusextrañaspreguntasdeabogado.Sehabíaocupadoespecialmentededescribirlascon todo cuidado. Era mejor que ella se asustara un poquito ahora y no que seasustara muchísimo cuando ellas salieran a jugar. Suponía que ella no querríacomerlas,nodespuésdehaberoídoloquelehicieronalamanoyalpiedeRolando,

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nodespuésdehaberles echadounabuenamiradadecerca.Peroal final elhambreseríamásfuertequeelpicachicayeltomachoma.

Susojosestabanlejos,distantes.—¿Odetta?—preguntóélcuandohubieronpasadotalvezcincominutos.Ellale

habíadichosunombre.OdettaHolmes.Élpensóqueeraunnombrebellísimo.Ellalomiróasuvez,algosobresaltadaalsalirdesuensueño.Sonrióunpoquito.

Dijounapalabra.Ellacontinuó.Sihubierahabladoenvozmásalta(otalvezsiélnoseestuviera

enamorando)casihabríasidounaconferencia.Talcomoera,sonabamás líricoquediscursivo.

«Sóloque—teníaque seguir recordándosea símismo—todoestono sonmásquetonterías,ytútienesqueconvencerladeeso.Porsubien.»

—Es posible que haya recibido una herida en la cabeza—dijo ella—. TienennotablesexpertosenelmanejodehachasygarrotesenlaciudaddeOxford.

LaciudaddeOxford.Esotocóunadébilfibradereconocimientoenalgúnpuntoremotodelamentede

Eddie.Ellahabíadichoesaspalabrasenunasuertederitmoqueporalgunarazónélasoció con Henry... Henry y pañales mojados ¿Por qué? ¿Qué era? Ahora noimportaba.

—¿Tratasdedecirmequecreesquetodoestoesunaespeciedesueñoquetienesmientrasestásinconsciente?

—Oencoma—dijoella—.Ynohacefaltaquememirescomosipensarasqueesunaidearidícula,porquenoloes.Miraesto.

Apartócuidadosamentesucabellodelladoizquierdo,yEddievioquelollevabapeinadoaunladonosóloporquelegustaraelestilo.Laviejaheridapordebajodelnacimientodelpeloteníaunafeacicatriz,nomarrónsinodeuncolorgrisblancuzco.

—Supongoquehaspasadomuchosmalosratosentustiempos—ledijo.Ellaseencogiódehombrosconimpaciencia.—Muchosmalosratosymuchavidafácil—puntualizó—.Esposiblequetodose

compense.Teloheenseñadosóloporqueestuveencomatressemanascuandoteníacincoaños.EnesaépocasoñabamuchísimoNopuedorecordarloquesoñaba,perorecuerdoquemimadredecía quemientras siguiera hablandonome iba amorir, yparecequehablaba todoel tiempo,aunquemimadredecíaquenopodíanentendermásqueunapalabradecadadoce.Recuerdoquelossueñoseranmuyvívidos.

Hizounapausaymiróasualrededor.—Tanvívidocomopareceserestelugar.Ytambiéntú,Eddie.Cuandoellapronunciósunombreaél lehormiguearonlosbrazos.Oh, lehabía

pegado,claroquesí.Lehabíapegadofuerte.—Yél—agregóellayseestremeció—.Élparecelomásvívidodetodo.

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—Debemosparecerlo.Quierodecir,somosreales,piensestúloquepienses.Ellalededicóunasonrisaamable.Absolutamentedescreída.—¿Cómosucedió?—preguntóél—.¿Esacosaentucabeza?—Notieneimportancia.Sóloqueríadecirqueloquesucedióunavezmuybien

podríavolverasuceder.—No,perotengocuriosidad.—Megolpeóunladrillo.Eranuestroprimerviajealnorte.Veníamosdelaciudad

deElizabeth,NuevaJersey.VinimosenelcocheJimCrow.—¿Quéeseso?Ellalomiróincrédula,casiburlona.—¿Dóndehasestadometido,Eddie?¿Enunrefugioantiaéreo?—Soy de un tiempo diferente —dijo—. ¿Puedo preguntarte qué edad tienes,

Odetta?—Tengoedadsuficienteparavotar,peronotengoedadsuficienteparaelSeguro

Social.—Bueno,supongoqueesomeponeenmilugar.—Perocongentileza,espero.—Ylesonrióconesasonrisaradiantequelehacía

hormiguearlosbrazos.—Yotengoveintitrésaños—dijoél—,peronacíen1964...elañoenelque tú

vivíascuandoRolandotetomó.—Quédisparate.—No.Yovivíaen1987cuandometomóamí.—Bueno —musitó ella después de un momento—. Ciertamente eso agrega

muchoatutesisdequetodoestoesrealidad,Eddie.—ElcocheJimCrow...¿eradondeteníaquequedarselagenteblack?—Losnegros—corrigió ella—. Llamar black a un negro es algo rudo, ¿no te

parece?—Hacia1980,másomenos,vosotrosmismosos llamaréis así—dijoEddie—.

Cuandoyoerapequeño,llamarlenegroaunchicoblackpodíameterteenunapelea.Eracasicomollamarlo«carbonilla».

Porunmomentoellalomiróconalgunaincertidumbre,yluegovolvióasacudirlacabeza.

—Cuéntamelodelladrillo,entonces.—Lahermanamenordemimadreseibaacasar—explicóOdetta—.Sellamaba

Sofía,peromimadresiemprelallamabaHermanaAzulporqueeraelcolorquemáslegustaba.«Oporlomenoslegustabacreerquelegustaba»,queeraloquedecíamimadre.AsíqueyosiemprelallamabaTíaAzul,aunantesdeconocerla.Fueunabodamuyhermosa.Luegohubounarecepción.Recuerdotodoslosregalos.

Seechóareír.

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—Alosniñoslosregalossiemprelesparecenmaravillosos,¿verdad?Élsonrió.—Sí, tienes razón. Uno nunca olvida los regalos. Ni los que uno recibe, ni

tampocolosquerecibenlosdemás.—Enesaépocamipadrehabíacomenzadoaganardinero,peroloúnicoqueyo

sabía era que íbamos tirando. Eso es lo que siempre decía mi madre y una vez,cuandoledijequeunaniñaconlaqueyojugabamehabíapreguntadoSimipadreera rico,mimadreme explicó que eso era lo que yo debía decir si alguna demiscompañeras me hacía esa pregunta. Que íbamos tirando. Así que estaban encondicionesderegalarleaTíaAzulunjuegodivinodeporcelana,vrecuerdo...

Suvozfalló.Alzóunamanohastalasienyselamasajeóconaireausente,comosieneselugarestuvieracomenzándoleundolordecabeza.

—¿Recuerdasqué,Odetta?—Recuerdoquemimadrelediounoespecial.—¿Quécosa?—Perdona.Meduelelacabeza.Ysemetrabalalengua.Ydetodasmanerasno

séporquémemolestoencontartetodoesto.—¿Teimporta?—No, no me importa. Quería decir que mi madre le dio un plato especial de

adorno.Erablanco,conunadelicadaguardaazulafiligranadaquezigzagueabatodoalrededordelborde.

Odettasonrióbrevemente.Eddiepensóquenoeraunasonrisadeltodocómoda.Algo referido a ese recuerdo la perturbaba, y la forma, la urgencia con que estoparecíavolversemásimportantequelasituaciónextremadamenteextrañaenlaqueella se encontraba ahora, una situación que debería estar requiriendo toda o buenapartedesuatención,loperturbabaaél.

—Puedovereseplatotanclaramentecómoteveoahoraati,Eddie.MimadreselodioaTíaAzulyellalloróyllorócuandolorecibió.Creoquehabíavistounplatocomo ése una vez cuando ella y mi madre eran niñas, sólo que por supuesto suspadresnuncahubieranpodidopermitirsealgocomoeso.Ningunodeellostuvoalgoespecial cuando eran pequeños.Después de la recepción,TíaAzul y sumarido sefuerondelunademielalasGreatSmokies.Sefueronentren.—MiróaEddie.

—EnelcocheJimCrow—afirmóél.—¡Cierto! ¡En el coche JimCrow!En esa época losnegrosviajabany comían

ahí.EsoesloquetratamosdecambiarenlaciudaddeOxford.Ellalomiró,esperandocasiseguramentequeélinsistieraenqueellaestabaahí,

peroélquedóatrapadootravezenlatelarañadesupropiamemoria:pañalesmojadosy esas palabras:Ciudad deOxford. Sólo que de pronto aparecieron otras palabras,unasolafrase,peropodíarecordarqueHenrylacantabaunayotravezhastaquesu

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madrelepedíaqueporfavorsecallaraparapoderescucharaWalterCronkite.Quealguieninvestigueenlasdunas.Ésaseranlaspalabras.Henrylocantabauna

yotravezenuntonomonocordeynasal.Tratódeacordarsemásperonolologró,yenrealidadnosesorprendió.Enesaépocaélnopodíatenermásdetresaños.Quealguieninvestigueenlasdunas.Laspalabrasledieronescalofríos.

—Eddie,¿estásbien?—Sí.¿Porqué?—Porquetemblabas.Élsonrió.—ElPatoDonalddebehabercaminadosobremitumba.Ellaseechóareír.—En cualquier caso, puedo decir que al menos no arruiné la fiesta. Ocurrió

cuandocaminábamosdevueltaalaestacióndetren.PasamoslanocheencasadeunamigodeTíaAzul,yalamañanasiguientemipadrellamóuntaxi.Eltaxillegócasien seguida, pero cuando el chófer vio que éramos de color se marchó a todavelocidad como si se le estuviera incendiando la cabeza y el fuego le llegara altrasero. El amigo de Tía Azul había partido antes hacia la estación con nuestroequipaje.TeníamosmuchoequipajeporquepensábamospasarunasemanaenNuevaYork.RecuerdoquemipadrehabíadichoquenopodíaesperarparavercómosemeiluminabalacaracuandodieralahoraenelrelojdeCentralParkytodoslosanimalescomenzaranabailar.

«Mipadredijoquebienpodríamosircaminandohacialaestación.Mimadresemostródeacuerdomásrápidaquelaluz:dijoqueeraunabuenaidea,nohabíamásqueunkilómetroymediodedistanciay seríabuenoestirar laspiernasdespuésdehaberdejadoatrástresdíasenuntrenydetenerpordelantemediodíamásenotro.Mipadredijoquesí,yqueademáshacíauntiempohermoso,perocreoqueinclusoaloscincoañosyosabíaqueélestabafuriosoyellasesentíaturbadaylosdosteníanmiedodellamaraotrotaxiporquepodíapasarlomismootravez.»

«Asíquenosfuimoscaminandoporlacalle.Yoibaporelladodeadentroporquemimadreteníamiedodequeanduvieramuycercadeltránsito.Recuerdoqueyomepreguntaba simi padrehabía queridodecir quemi cara se iba a poner a brillar deverdadoalgoasícuandovieraese relojenCentralPark,ysiesonodolería,y fueentoncescuandoelladrillocayósobremicabeza.»

«Porunratotodofueoscuridad.Luegocomenzaronlossueños.Sueñosvívidos.»Sonrió.—Comoestesueño,Eddie.—¿Elladrillosecayó,otelotiróalguien?—Nunca encontraron a nadie. La policía (esto me lo contó mi madre mucho

después, cuando yo tenía dieciséis años, más o menos) encontró el lugar donde

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pensaronquehabíaestadoelladrillo,perotambiénfaltabanotrosyhabíaalgunosqueestaban sueltos.Estaba en la parte de fuera de la ventana de una habitación de uncuartopisoenunedificiodeapartamentosevacuadoyclausurado.Peroporsupuestohabíaunmontóndegentequede todasmaneras sequedabaahí.Especialmentedenoche.

—Claro—dijoEddie.—Nadie vio a ninguna persona dejar el edificio, así que quedó como un

accidente.Mimadredijoqueella creíaqueefectivamentehabía sidounaccidente,pero creo quementía.Ni siquiera semolestó en tratar de decirme lo que creíamipadre.Aúnlesdolíaalosdoslaformaenqueeltaxistanoshabíaechadounamiradaysehabíalargado.Fueesomásqueningunaotracosaloqueleshizocreerquehabíahabidoalguienahíarriba,mirandoporlaventana,que,alvernosllegar,decidiódejarcaerunladrillosobrelosnegros.

—¿Saldránprontotuscriaturaslangostas?—No—contestóEddie—.Nosalenhastaelanochecer.Asíqueunadetusideas

es que todo esto es un sueño comatoso como los que tenías cuando te golpeó elladrillo.Sóloqueestavezhabríasidoconungarroteoalgoasí.

—Sí.—¿Cuáleslaotra?Odetta tenía lacaray lavozbastante tranquilas,perollenabasucabezaunafea

marañade imágenes que iban a parar todas a la ciudaddeOxford. ¿Cómoera esacanción? Hay dos hombres muertos a la luz de la luna, / Pronto, que alguieninvestigueenlasdunas.Noeraexactamenteasí,peroestabacerca.Cerca.

—Esposiblequemehayavueltoloca—dijo.

7

LasprimeraspalabrasqueselecruzaronaEddieporlamentefueron:Sicreesquetehasvueltoloca,estáschiflada.

Despuésdeunabreveconsideración,sinembargo,noleparecióqueéstefueraunargumentoapropiadoparaproponer.

Encambiosequedóunmomentoensilencio,sentadojuntoalasilladeruedas,conlasrodillasflexionadasysujetándoselasmuñecasconlasmanos.

—¿Realmenteerasunadictoalaheroína?—Losoy—confirmóél—.Estoescomoserunalcohólicooconsumircrack.No

esalgodeloqueunosepuedacurar.Recuerdoquesolíaescucharesoymentalmentemedecía:«Sí,sí,claro,seguro»,yasabes,peroahoralocomprendo.Todavíaquiero,

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supongoqueunapartedemívaaquerersiempre,perolapartefísicapasó.—¿Quéescrack?—preguntóella.—Esalgoque todavíanosehabía inventadoen tu tiempo.Esalgoquesehace

conlacocaína,sóloqueescomoconvertirdinamitaenunabombaatómica.—¿Túlotomabas?—Joder,no.Lomíoeralaheroína.Yatelohedicho.—Noparecesunadicto—dijoella.EnrealidadEddie teníaunaspectoestupendo...esdecir,siunoignorabaelolor

salazquedesprendíasucuerpoysuropa(podíaenjuagarseylohacía,podíaenjuagarsuropaylohacía,peroalcarecerdejabónnopodíarealmentelavarseni lavarlas).HabíatenidoelpelocortocuandoRolandopusoelpieensuvida(eslomejorparacruzar laAduana, querido, y fíjate qué gran chiste resultó ser eso), y aún tenía unlargo respetableTodas lasmañanas seafeitabaconelbordeafiladodelcuchillodeRolando,alprincipioconcautela,perocadavezmásconfiadamente.CuandoHenryse fue aNamél era demasiado joven comopara que el afeitarse fuera parte de suvida,yenesaépocatampocoeragrancosaparaHenry;nuncasedejólabarba,peroavecespasabantresocuatrodíasantesdequemamáloregañaraparaque«segaralosrastrojos».Cuandovolvió,sinembargo,Henrysehabíaconvertidoenunmaniáticodelafeitado(ytambiéndeotrascosas:talcoparalospiesdespuésdeladucha;tresocuatrovecespordíacepilladodedientesseguidodeunbuchedeelixirbucal;laropasiemprecolgada)y tambiénconvirtió aEddieenun fanático.El rastrojo se segabacadamañanaycada tarde.Ahora teníaesehábitometidohastaelhueso, lomismoquelosotrosqueHenrylehabíaenseñado.Incluyendo,naturalmente,elquesehacíaconunaaguja.

—¿Estoydemasiadolimpito?—lepreguntó,sonriendo.—Demasiado blanco—corroboró ella brevemente, y se quedó callada por un

momento,mirandohaciaelmarcongestosombrío.Eddietambiénsequedócallado.Siexistíaunaréplicaparaalgocomoeso,élloignoraba.

—Discúlpame—dijoella—.Esohasidomuydescortésymuyinjusto.Nosuelodecircosasasí.

—Estábien.—Noestábien.Escomosiunapersonablancadijeraalgocomo«Vaya,nunca

habríaadivinadoqueerasunnegro»aalguienconlapielmuyclara.—Tegustaconsiderarteatimismamásecuánime—indicóEddie.—Yodiríaque loquenosconsideramosanosotrosmismosy loque realmente

somosraraveztienemuchoencomún,perosí,megustaconsiderarmeamímismacomoecuánime,asíqueporfavoraceptamisdisculpas,Eddie.

—Conunacondición.—¿Cuál?—Ella sonreía un poco otra vez. Eso era bueno. Le gustaba hacerla

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sonreír.—Daletambiénaestounaoportunidadjusta.Eslacondición.—¿Darleunaoportunidad justa aqué?—Ella sonaba ligeramentedivertida.En

cualquierotrapersonaesetonodevozlehabríaerizado;habríacreídoqueletomabanelpelo,peroconellaeradiferente.Conellaestabaperfectamentebien.Conellacasicualquiercosaestaríaperfectamentebien.

—A que existe una tercera posibilidad: que esto esté ocurriendo realmente.Quierodecir...—Eddieseaclarólagarganta—.Yonosoymuybuenoenestetipodemierdafilosófica,yasabes,lametamorfosisocomocoñosellame...

—¿Terefieresalametafísica?—Quizá.Nolosé.Meparece.Peroséqueunonopuedeandarporahínegandolo

que ledicensus sentidos.Porque, fíjate, si escierta tu ideadeque todoestoesunsueño...

—Yonodijesueño...—Loquehayasdicho,esmásomenosadondevaaparar,¿no?¿Unarealidad

falsa?Si unmomento atrás hubo algo ligeramente condescendiente en su voz, ahora

habíadesaparecido.—Lafilosofíaylametafísicapodránnosertufuerte,Eddie,perodebesdehaber

sidounpolemistafantásticoenlaescuela.—Nuncaestuveenlosdebates.Esoeraparagays,paramamonesymonstruos.Lo

mismoqueelclubdeajedrez.¿Aquéterefieresconmifuerte?¿Quéesunfuerte?—Sóloalgoquetegusta.¿Ytúquéquieresdecircongays?¿Quésonlosgays?Élsequedómirándolaporunmomentoyluegoseencogiódehombros.—Homosexuales. Putos. No importa. Podríamos pasarnos todo el día

intercambiándonosjergas.Perononosllevaríaaningunaparte.Loquetratodedeciresquesitodoestoesunsueño,podríasermíoynotuyo.Túpodríasserunproductodemiimaginación.

Lasonrisadeellavacilóunpoco.—Tú...atinadietegolpeó.—Nadietegolpeóati,tampoco.Ahorasusonrisadesaparecióporcompleto.—Nadiequeyopuedarecordar—corrigióconuntonoafiladoenlavoz.—¡Niyotampoco!—dijoél—.TúmedijistequeenOxfordsonduros.Bueno,

esos tipos de la Aduana no fueron precisamente un encanto cuando no pudieronencontrarladrogaquebuscaban.Unodeellospudodarmeungolpeenlacabezaconlaculatadesupistola.EnestemismomomentoyopodríaestarenlasaladeguardiadeBellevue,soñándoteatiyaRolandomientrasellosescribensusinformes,enlosqueexplicaríancómofuequemientrasestaban interrogándomemepuseviolentoy

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tuvieronqueabatirme.—Noeslomismo.—¿Porquéno?¿Sóloporquetúeresesta inteligenteysocialmenteactivablack

lady sinpiernas,yyonosoymásqueunreventadodeCo-OpCity?—Lodijoconunasonrisa,comobromaamigable,peroellalomiróconfuria.

—¡Megustaríaquedejarasdellamarmeblack!Élsuspiró.—Estábien,peromecostaráacostumbrarme.—Debistehaberestadoenelclubdedebatesdetodasmaneras.—Yunamierda—dijoél,yalverelgirodelosojosdeellavolvióadarsecuenta

queladiferenciaentreelloseramuchomásampliaqueelcolor;sehablabanelunoalotrodesdeislasseparadas.Elaguaquecorríaenmedioeraeltiempo.Noimporta.Lapalabra había atrapado su atención—.No quiero discutir contigo.Quiero que seasconscientedequeestásdespierta,esoestodo.

—Podrías estar en condiciones de aceptar, al menos de forma provisional,conforme a los dictados de tu tercera posibilidad en tanto esta... esta situacióncontinuara, salvo por una cosa: hay una diferencia fundamental entre lo que te hapasadoati,yloquemehapasadoamí.Tanfundamentalytangrandequenolahasvisto.

—Entoncesmuéstramela.—Nohaydiscontinuidadentuestadoconsciente.Hayunamuygrandeenelmío.—Nocomprendo.—Quierodecirquetúpuedesdarcuentadetodotutiempo—dijoOdetta—.Tu

relatosecontinúadepuntoapunto:elavión,laincursióndeese...ese...laincursióndeél...

Hizoungestoconlacabezahacialascolinasconclaraexpresióndedisgusto.—Elesconditedeladroga,losoficialesquetetomaronencustodia,todoelresto.

Esuncuentoperfecto,nolefaltanenlaces.«Encuantoamí,volvídeOxford,mefueabuscarAndrew,michófer,ymellevó

devueltaamiedificio.Mebañéyqueríadormir...teníaunterribledolordecabeza,yelsueñoeslaúnicamedicinaquemeayudaenalgocuandolosdoloressonrealmentefuertes. Pero era casimedianochey pensé que antes vería las noticias.Algunosdenosotros habíamos salido, pero una buena cantidad seguía detenida cuando nosfuimos.Queríaenterarmedeloquehabíapasado,sisuscasossehabíanresuelto.»

«Mesequé,mepuselabataymefuialasala.Puseelnoticierodelatelevisión.El locutorcomenzóahablardeundiscursoquehabíadichoJruschevacercade losconsejerosestadounidensesenVietnam.Dijo:“Tenemosuninformefilmadode...”yentoncesdesaparecióyyoestabarodandoporestaplaya.Túdicesquemehasvistoenunasuertedepuertamágicaqueahorasefue,yqueyoestabaenMacy's,yque

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estabarobando.Todoestoyaesbastanteabsurdo,peroauncuandofueraasí,podríarobaralgomejorquejoyasdefantasía.Yonollevojoyas.»

—Másvalequevuelvasamirartusmanos,Odetta—dijoEddiesuavemente.Durante un tiempomuy largo ella pasó lamirada del «diamante» de su pulgar

izquierdo, demasiado grande y vulgar como para ser otra cosa que pasta, al granópalodeldedomediodesumanoderecha,demasiadograndeyvulgarcomoparaserotracosaqueverdadero.

—Nadadeestoestásucediendo—repitióellaconfirmeza.—¡Parecesundiscorayado!—Porprimeravezélestabagenuinamenteenojado

—.Cadavezquealguienabreunagujeroentuhistorietatúsimplementeteretirasaesamierdade«nadadeestoestásucediendo».Debesponertealtanto,Detta.

—¡Nomellamesasí!¡Odioesenombre!—estallóelladeunmodotanestridentequeEddieretrocedió.

—Disculpa.¡Joder!Nolosabía.—Pasédelanochealdía,deestardesnudaaestarvestida,delasalademicasaa

estaplayadesierta.Y loqueverdaderamente sucedió esque algúncuellorrojo[ 2 ]tripudomepegóungarrotazoenlacabeza¡yesoestodo!

—PerotusrecuerdosnosequedanenOxford—dijoélsuavemente.—¿Qué?—Incierta otra vez. O tal vez veía sin querer ver. Igual que con los

anillos.—SifueenOxforddondetepegaron,¿cómoesquetusrecuerdosnosedetienen

ahí?—Nosiempretienenmuchalógicaestascosas.—Ellasemasajeabaotravezlas

sienes—.Yahora,Eddie, si a ti teda lomismo, francamentemegustaría terminarestaconversación.Midolordecabezaharegresado.Esbastantefuerte.

—Supongoquesilascosastienenlógicaonodependedeloqueunoquieracreer.Yo tevi enMacy's,Odetta.Tevi robando.Túdicesquenohacesesas cosas,perotambiénmedijistequenollevasjoyas.Mehasdichoesoapesardequemirastetusmanosvariasvecesmientrashablábamos.Esosanillosestabanahíentonces,perofuecomosinopudierasverloshastaqueyotellamélaatenciónsobreellos.

—¡Noquierohablardeeso!¡Meduelelacabeza!—Muybien.Perosabesdóndeperdistelahuelladeltiempo,ynofueenOxford.—Déjameenpaz—dijoellacontonoaburrido.Eddie vio al pistolero avanzar penosamente en su camino de regreso con dos

cantimplorasllenas,unaatadaasucinturaylaotraechadasobresushombros.—Me gustaría poder ayudarte —dijo Eddie—, pero, para eso, supongo que

deberíaserreal.Sequedóunmomentoparadoasulado,peroellateníalacabezainclinadayse

masajeabaconstantementelassienesconlaspuntasdelosdedos.

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EddiefuealencuentrodeRolando.

8

—Siéntate.—Eddietomólascantimploras—.Parecesdeshecho.—Sí.Estoyenfermandootravez.Eddiemirólafrenteylasmejillasencendidasdelpistolero,suslabiosagrietados,

yasintió.—Esperabaquenosucediera,peronomesorprende,amigo.Nocumplistetodoel

ciclo.BalazarnoteníasuficienteKeflex.—Notecomprendo.—Sinotomasunadrogaconpenicilinaduranteeltiemposuficiente,nomatasla

infección.Sólolamandasalsubsuelo.Pasanunosdíasylainfecciónvuelve.Vamosanecesitarmás, pero almenos hay una puerta para ir a buscar.Mientras tanto sólotienes que tomártelo con calma. —Pero Eddie se sentía infeliz pensando en laspiernas queOdetta no tenía, y en los trechos cada vezmás largos que era precisorecorrerparaencontraragua.SepreguntósiRolandopudohaberelegidounmomentopeor para tener una recaída. Supuso que era posible; pero simplemente no se leocurríacómo.

—DebodecirtealgoacercadeOdetta.—¿Éseessunombre?—Ajá.—Esunnombreencantador—afirmóelpistolero.—Sí.Yopensé lomismo.Loquenoesmuyencantadoreselmodoenquese

sienteconrespectoaestelugar.Nocreeestaraquí.—Losé.Yyonolegustomucho,¿verdad?«No—pensóEddie—,peroesonoimpidequeteconsiderecomoelguíadeuna

alucinación.»Nolodijo,sóloasintió.—Lasrazonessoncasilasmismas—dijoelpistolero—.Tedascuentadequeella

noeslamujerqueyotraje.Noloesenabsoluto.Eddie se quedó mirándolo y luego de pronto asintió, excitado. Esa imagen

borrosa en el espejo... esa cara malhumorada... el hombre tenía razón. ¡Dios, porsupuestoqueteníarazón!ÉsanoeraOdettaenabsoluto.

Entoncesrecordólasmanosquerevolvíandescuidadamenteentrelospañuelos,ydelamismamaneradescuidadasehabíandedicadoalatareademeteresasfantasíasbaratasensugrancartera...dabalaimpresióndequecasiqueríaquelaatraparan.

Losanilloshabíanestadoahí.

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Losmismosanillos.«Peroesonosignificanecesariamentequehayansidolasmismasmanos—pensó

salvajemente—,aunquenopudocreerlomásdeunsegundo.Élhabíaestudiadoesasmanos.Eranlasmismas,delicadasdededoslargos.»

—No—continuóelpistolero.Noloes.—SusojosazulesobservaronaEddieconcuidado.

—Susmanos...—Escucha —advirtió el pistolero—, y escúchame cuidadosamente. Nuestras

vidaspuedendependerdeeso.Lamíaporqueestoyenfermandootravez,y la tuyaporquetehasenamoradodeella.

Eddienodijonada.—Ellaesdosmujeresenelmismocuerpo.Eraunamujercuandoentréenella,y

otracuandoregreséaquí.AhoraEddienopudodecirnada.—Habíaalgomás,algoextraño,peroyonolocomprendíosemeescapó.Parecía

importante.Rolando miró más allá de Eddie, miró hacia la silla de ruedas en la arena,

desolada al final de su corta huella desde ninguna parte. Luego volvió a mirar aEddie.

—Esmuypocoloquecomprendodeesto,odecómopuedensucederestascosas,perodebesmantenerteenguardia.¿Entiendeseso?

AlospulmonesdeEddieparecíafaltarlesaire.Entendía—oteníaporlomenoslacomprensióndeuntipoquevaalcineyhavistoeltipodecosasdelasqueleestabahablandoelpistolero—,peronolealcanzabaelalientoparaexplicarlo.Todavíano.SentíacomosiRolandolehubieraquitadoelalientodeunapatada.

—Bien.Porquelamujerenlaqueentrédelotroladodelapuertaeratanmortalcomoesaslangostasquesalenalanochecer.

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IV.DETTAALOTROLADO

1

«Debesmantenerteenguardia»,habíadichoelpistolero,yEddiesehabíamostradodeacuerdo,peroelpistolerosabíaqueEddieignorabadequéestabahablando;todalamitadposterior de lamentedeEddie, donde está ono está la supervivencia, norecibióelmensaje.

Estolovioelpistolero.FuebuenoparaEddiequeloviera.

2

Enlamitaddelanoche,losojosdeDettaWalkerseabrierondegolpe.Estabanllenosdelaluzdelasestrellasydeclarainteligencia.

Recordaba todo:cómohabía luchado,como lahabíanatadoa susilla,cómosehabíanburladodeellallamándola«negrahijadeputa,negrahijadeputa».

Recordó los monstruos que salieron de las olas y recordó cómo uno de loshombres,elmayor,habíamatadoaunodeellos.Eljovenhabíaarmadounfuegoylohabía cocinado, y luego le había ofrecido sonriendo carne de monstruo humeantepinchadaenunpalo.Recordóhaberleescupidoalacara,recordócómosusonrisasehabía convertido enunamuecadeblanco furioso.Lehabíapegado en la caray lehabíadicho:«Bueno,muybien,yavendrás,negrahijadeputa.Sóloescuestióndeesperar.»LuegoélyelHombreMalodeVerdadsehabíanreídoyelHombreMalodeVerdadhabíasacadounjamón,habíaescupidoenélylohabíacocinadolentamentesobreelfuegoenlaplayadeesteextrañolugaralquelahabíantraído.

El olor de la carne que se cocinaba lentamente era seductor, pero ella se habíacontenido. Incluso cuando el más joven hizo ondular un trozo cerca de su caracantando:«Muérdelo,negrahijadeputa,vamos,muérdelo», ella sehabíaquedadosentadacomounapiedra,reprimida.

Luegosehabíadormido,yahoraestabadespierta,ylascuerdasconquelahabíanatadohabíandesaparecido.Yanoestabaensusillasino tendidasobreunamantay

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debajo de otra, bastante lejos de la línea de la marea alta, donde esaslangostruosidadesaúnvagabanypreguntabanyatrapabanenelaireaesainfortunadagaviotasolitaria.

Miróalaizquierdaynovionada.Miró a la derecha y vio a dos hombres dormidos, envueltos en dos pilas de

mantas.Elmásjovenestabamáscerca,yelHombreMalodeVerdadsehabíaquitadoloscintosyloshabíadejadoasulado.

Lasarmasaúnestabandentro.«Cometisteungraveerror,mamón»,pensóDetta,ygiróasuderecha.Elcrujido

pedregosodesucuerposobrelaarenaresultabainaudiblebajoelviento,lasolas,lascriaturas preguntonas. Se arrastró lentamente por la arena (ella misma como unalangostruosidad),conlosojosbrillantes.

Llegóhastadondeestabanloscintosysacóunodelosrevólveres.Eramuypesado,deculatamuysuaveydealgúnmodoindependientementefatal

ensumano.Elpesonolemolestaba.Teníabrazosfuertes,DettaWalkerlostenía.Searrastróunpocomás.El hombremás jovenno eramásqueunapiedraque roncaba, pero elHombre

Malo de Verdad se movió un poco en sueños y ella se quedó congelada con unamuecatatuadaensucarahastaqueéldejodemoverse.

'suncabrónhijeputa.Fíjatebien,Detta.Fíjate,tasigura.Encontróelpestillodelacámara, tratódemoverlohaciadelante,nolologró,y

entonceslotiróhaciaarriba.Lacámaraseabrió.¡Cargado!¡Tabasuratácargada!Vassasécaminprimeroaetecabronasoyese

Hombre Malo de Verdá se va despertá y tú le darás una gran sonrisa —sonríetesoritoasípuedoverdóndeestás—yluegovassasacudileelreló,ta.

Volvióacerrarlacámara,comenzóatirardelmartillo...yluegoesperó.Cuandoelvientolevantóunaráfagafuerteretiróelmartillodeltodo.DettaapuntóelrevólverdeRolandoalasiendeEddie.

3

Elpistoleroobservó todoestoconunojomedioabierto.Lafiebrehabíaregresado,pero nomuy alta todavía, no tan alta como para que tuviera que desconfiar de símismo.Asípues,esperó;eseojomedioabiertoeraeldedoenelgatillodesucuerpo,elcuerpoquesiemprehabíasidosurevólvercuandonohabíaunrevólveramano.

Ellatiródelgatillo.Clic

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Porsupuesto,clicCuando él y Eddie regresaron de su cambio de palabras con las cantimploras,

OdettaHolmesestabaprofundamentedormidaen su silla, echadaauncostado.Leprepararonunacamaenlaarenalomejorquepudieronylacargarondelicadamentedesde su sillade ruedashasta lasmantas extendidas.Eddiehabía estado segurodequesedespertaría,peroRolandosabíaqueno.

Élmató,Eddiepreparóelfuego,ycomieron.GuardaronunaporciónparaOdetta.Luegohabíanhablado,yEddiedijoalgoquelepegóaRolandocomoelrepentino

estallido de un relámpago. Fue demasiado brillante y demasiado breve como paradarle una comprensión total, pero vio mucho, del mismo modo en que se puedediscernireltrazadodelatierraconelresplandordeunsoloyafortunadorelámpago.

PudohabérselodichoaEddieentonces,peronolohizo.ComprendióquedebíaserelCortdeEddie,ycuandounodelospupilosdeCortquedabaheridoysangrandoporalgúngolpe inesperado, larespuestadeCortsiemprehabíasido lamisma:«Unniño no comprende un martillo hasta que no se golpea el dedo contra el clavo.¡Levántateydejadelloriquear,larva!¡Hasolvidadoelrostrodetupadre!»

AsíqueEddiesehabíaquedadodormido,apesardequeRolandolehabíadichoque debía mantenerse en guardia, y cuando Rolando estuvo seguro de que ambosdormían(habíatenidoqueesperarmástiempoporlaDama,quepodía,creíaél,serartera), había vuelto a cargar sus armas con cápsulas usadas, que desató (eso leprodujounapunzadadedolor),ydejóluegoalladodeEddie.

Luegoesperó.Unahora;dos;tres.Al mediar la cuarta hora, cuando su cuerpo cansado y afiebrado pugnaba por

dormirse, le pareció observar que laDama despertaba y élmismo se despertó porcompleto.

La vio rodar sobre sí misma. Vio cómo convertía sus manos en zarpas y seimpulsabaporlaarenahastadondeestabanloscintosconlasarmas.Laviosacarunay acercarse a Eddie, hacer luego una pausa, con la cabeza inclinada, y las fosasnasales que se inflaban y se contraían: hacían algo más que oler el aire, lodegustaban.

Sí.Éstaeralamujerqueélhabíatraído.Cuando ellamiróhacia el pistolero, él hizomásque fingir quedormía, porque

ellahubierapercibidolasimulación;sedurmió.Cuandosintióquelamiradadeellasemovía hacia otro lado se despertó y volvió a abrir ese solo ojo. Vio cómo ellacomenzaba a levantar el revólver —lo hizo con menos esfuerzo del que habíamostrado Eddie la primera vez que Rolando lo vio hacer lomismo— y apuntarlohacialacabezadeEddie.Luegosedetuvo,conlacarallenadeinexpresableastucia.

EnesemomentoellalerecordóaMarten.

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Ella jugueteó con el cilindro; lo hizomal al principio, luego lo abrió.Miró lascabezasde las cápsulas.Rolando sepuso tenso;primeroesperóaver si ella sabríaqueyahabíansidousadas,despuésesperóaversiellavolveríaelrevólverdelrevésparamirar el otro extremodel cilindro, yverque ahí sólohabíavacío en lugardeplomo(enunmomentopensócargarelrevólverconcartuchosquehubieranfallado,pero sólo fue por un momento; Cort les había enseñado que las armas en últimainstancia las carga el Diablo, y un cartucho que falló una vez puede no fallar lasegunda).Siellahicieraeso,élsaltaríaalinstante.

Peroellavolvióameterelcilindro,comenzóamoverelmartillo...yluegovolvióadetenerse.Esperabaelmomentoenqueelvientoenmascararaesesoloysuaveclic

Pensó: «Aquí hay otra. Dios, ésta es mala y no tiene piernas, pero es unapistolera,tansegurocomoqueEddieloes.»

Esperójuntoconella.Elvientolevantóunaráfaga.Ella terminódeamartillarel revólvery locolocóauncentímetrode la siende

Eddie.Conunasonrisaqueeraenrealidadunamuecamacabra,apretóelgatillo.ClicÉlesperó.Elladisparóotravez.Yotravez.Yotravez.Clic-Clic-Clic—¡Cabrón!—aulló,ydiovueltaelrevólvercongracialíquida.Rolandoseencogióperonosaltó.Unniñonocomprendeunmartillohastaque

nosegolpeaeldedocontraunclavo.Silomata,luegovastú.Noimporta,respondióinexorablelavozdeCort.Eddieseremovió.Ysusreflejosnoeranmalos;semovióconsuficienterapidez

comoparaevitarquelodejaraninconscienteolomataran.Enlugardecaersobrelavulnerablesien,lapesadaculatadelrevólverlepegóenlamandíbula.

—Qué...¡Joder!—¡CABRON! ¡BLANCO CABRON! —chilló Detta, y Rolando la vio alzar el

revólverporsegundavez.YapesardequeellanoteníapiernasyEddiesealejabarodando,esoeratodoloqueseatrevíaahacer.SiEddienohabíaaprendidolalecciónahora,nuncalaaprendería.LapróximavezqueelpistoleroledijeraaEddiequesemantuvieraenguardia,Eddieloharía,yademás...latipejaerarápida.NoseríasabioenadelanteseguirdependiendodelarapidezdeEddienitampocodelasflaquezasdelaDama.

Se desencogió, voló por encima de Eddie y la volteó hacia atrás, terminandoencimadeella.

—¿Querés guerra, cabrón? —le chilló ella, y simultáneamente refregó su

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entrepierna contra la ingle de él, y alzó el revólver que aún tenía en lamano porencimadelacabezadeél—.¿Querésguerra?¡Voyadarteloquequerés,siguro!

—¡Eddie!—gritó él otravez.Ahorano sólogritaba sinoqueordenaba.PorunmomentoEddiesequedóahí,acuclillado,conlosojosmuyabiertosylasangrequelemanaba delmentón (ya había comenzado a hincharse),miraba fijo con los ojosmuyabiertos.«Muévete,¿nopuedesmoverte?—pensó—.¿Oesquenoquieres?»Sufuerza comenzaba a diluirse, y la próxima vez que ella le asestara otro de esospesadosculatazosibaaromperleelbrazo...esosilograbalevantarelbrazoatiempo.Sino,leromperíalacabezaconél.

EntoncesEddiesemovió.Atrapóelrevólverenelmovimientohaciaabajoyelladio un chillido, se volvió hacia él, lomordió como un vampiro, lomaldijo en undialecto de albañil tan profundamente sureño que ni siquiera Eddie lo pudocomprender;paraRolandofuecomosilamujerhubieracomenzadoinopinadamenteahablarenunidiomaextranjero.PeroEddiefuecapazdearrancarleelrevólverdelamano,yunavezdesaparecidalaamenazantecachiporra,Rolandopudosujetarla.

Ni siquiera entonces ella abandonó; continuó retorciéndose, empujando ymaldiciendo,mientraselsudorlecubríaporenteroeloscurorostro.

Eddie se quedó mirando, abría y cerraba la boca como un pez. Se tocótentativamenteelmentón,hizounamuecadedolor,retirólosdedos,losexaminó,ytambiénlasangrequehabíaenellos.

Ellaaullabaquelosmataríaalosdos;ellospodíanintentarloyviolarla,peroellalosmataríaconelcoño,yaverían,eraunacuevaterriblementehijadeputatodallenadedientesalrededordelaentradaysiellosqueríanintentarloyexplorarveríanqueeraasí.

—Quémierda...—dijoEddieestúpidamente.—Uncinto—resoplóroncamentehaciaélelpistolero—.Tráelo.Voyarodarcon

ella para que ella quede encima demí, y tú vas le agarras los brazos y le atas lasmanospordetrás.

—¡NoloharásJAMÁS!—aullóDettaycontorsionósucuerposinpiernascontalfuerza repentina que casi logra derribar a Rolando. Él sintió cómo ella trataba desubir lo que le quedaba de su muslo derecho una y otra vez, quería darle en laspelotas.

—Yo...yo...ella...—¡Muévete,Diosmaldigaelrostrodetupadre!—rugióRolando,yEddieporfin

semovió.

4

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Enelprocesodesujetarlayatarla,dosvecesestuvieronapuntodeperderelcontrolsobreella.PeroporfinEddiepudoaferrarsusmuñecasconunnudocorredizohechocon el cinto deRolando, cuando éste—usando todas sus fuerzas— logró juntarlasdetrásdeella(mientrasseechabahaciaatrásparaescaparasusviolentasarremetidaspara morderlo, como una mangosta se escapa de una serpiente); pudo evitar losmordiscos,peroantesdequeEddiehubieraterminadoelpistoleroquedóempapadocon saliva), y luego Eddie la arrastro hacia afuera con la parte corta del nudoprovisional.Noquería lastimaraestacosaqueserevolvía,aullabaymaldecía.Eramuchomás fea que las langostruosidades a causa de la mayor inteligencia que lainformaba,peroélsabíaquetambiénpodíaserhermosa.Noqueríalastimaralaotrapersonaqueelenvaseconteníaporahídentroenalgunaparte(comounapalomavivametidamuydentrodeunode loscompartimentossecretosde lacajamágicadeunmago).

Odetta Holmes estaba metida en alguna parte dentro de esta cosa chirriante yaullante.

5

Apesardequesuúltimacabalgadura—unamula—habíamuertohacíademasiadotiempocomopararecordar,elpistoleroaúnconservabaunpedazodesuronzal(queensumomentohabíasidounhermosocabestro).Lousaronparaatarlaasusilladeruedas, tal como ella se había imaginado (o falsamente recordado, lo que al finalresultabaserlomismo,¿noesverdad?).Luegosealejarondeella.

De no ser por las rastreras langostruosidades, Eddie habría ido hasta el agua alavarselasmanos.

—Me siento como si estuviera a punto de vomitar —dijo en una voz quezigzagueóhaciaarribayhaciaabajocomosiprocedieradeunadolescente.

—¿Porquénovaisyoscoméis lapollaelunoalotro?—chilló lacosaqueserevolvíaensusilladeruedas—.¿Porquénohacéisesosiletenéismiedoalcoñodeunanegra?¡Venga!¡Dale!¿Porquénooslachupáiselunoalotro?¡Hacedloahoraquepodéis,porqueDettaWalkervassalirdetasillayosvaacortálasvelitasblancasychiquititasyselasvaadardecoméaesobuitrerastrerodeahí!

—Éstaeslamujerdentrodelacualyoestaba.¿Mecreesahora?—Tecreíantes—dijoEddie—.Telodije.—Creíasquecreías.Creíascon tumente. ¿Ahora locreescon todo?¿Locrees

hastaelfondo?

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Eddiemiró a la cosa que chillaba y se convulsionaba en su silla y luegomiróhacia otro lado,muy blanco salvo por el tajo en sumentón, que aún sangraba unpoco.Eseladodesucaracomenzabaahincharsecomounglobo.—Sí—asintió—.Joder,sí.

—Esamujeresunmonstruo.Eddiecomenzóallorar.El pistolero quiso consolarlo; no pudo cometer semejante sacrilegio (recordaba

demasiadobienaJake)ysealejóhacialaoscuridadconlafiebrenuevaqueleardíayledolíapordentro.

6

Esamismanoche,muchomástemprano,mientrasOdettaaúndormía,Eddiedijoquecreíacomprendertalvezloqueandabamalenella.Talvez.Elpistolerolepreguntóaquéserefería.

—Podríaserunaesquizofrénica.Rolando sacudió la cabeza.Eddie le explicó lo que entendía por esquizofrenia,

retazos de películas tales como Las tres caras de Eva y diversos programas detelevisión (generalmente seriales que él y Henry veían a menudo cuando estabandrogados).Rolando había asentido. Sí. La enfermedad queEddie describía parecíaserlacorrecta.Unamujercondoscaras:unaclara,otraoscura.UnacaracomolaqueelhombredenegrolehabíamostradoenlaquintacartadelTarot.

—¿Yellosnosaben(estosesquizofrénicos)quetienenaotro?—No—contestóEddie.Pero...—Dejó la fraseenelaire,mientrasobservabaa

laslangostruosidadesarrastrarseypreguntar,preguntaryarrastrarse.—¿Peroqué?—Yonosoyunpsicoanalista—dijoEddie—,asíquenosérealmente...—¿Unpsicoanalista?¿Quéesunpsicoanalista?Eddiesediounosgolpecitosenlasien.—Un médico de la cabeza. Un médico de la mente. En realidad se llaman

psiquiatras.Rolandoasintió.Legustabamáspsicoanalista,porque lamentede laDamaera

demasiadocomplicada,dosvecesmáscomplicadadelonecesario.—Perosemeocurrequecasisiemprelosesquizossabenquehayalgoqueanda

mal añadió Eddie. Porque tienen como lagunas. Tal vez me equivoque, pero yosiemprepenséqueerandospersonasquecreen,cadauna,teneramnesiaparcial,porlos espacios en blanco que aparecen en susmemorias cuando la otra personalidad

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tomaelcontrol.Ella...elladicequelorecuerdatodo.Realmentecreequelorecuerdatodo.

—Creíquehabíasdichoqueellacreequenadadeestoestásucediendo.—Sí—dijoEddie—,peroolvídatedeesoporahora.Loquetratodedeciresque,

noimportaloqueellacrea,loquerecuerdavadirectamentedesdelasaladesucasa,donde estaba en bata viendo las noticias de lamedianoche, hasta aquí, sin ningúnresquicio en absoluto. No tiene ninguna idea de que alguna otra persona tomó elcontrol entre ese momento y cuando tú la agarraste enMacy's.Mierda, eso pudohaber sido al día siguiente, incluso semanas más tarde. Sé que aún era inviernoporquelamayoríadelosclientesenesatiendaandabaconabrigos...

Elpistoleroasintió.LaspercepcionesdeEddiecomenzabanaagudizarse.Esoerabueno.Habíapasadoporaltolasbotasylasbufandas,losguantesquesobresalíandelosbolsillosdelosabrigos,perodetodasmaneraserauncomienzo.

...perodeotramaneraesimposiblesabercuántotiempoOdettafueesaotramujerporqueellamismanolosabe.Creoqueestáenunasituaciónenlaquenuncaantesestuvo, y sumanera de proteger ambos lados es esta historia de que le dieron ungolpeenlacabeza.

Rolandoasintió.—Ylosanillos.Veresosanillosleprodujounaconmoción.Ellaintentóquenose

notara,perosenotóigual.—Si estas dosmujeres no sabenque conviven en elmismocuerpo—preguntó

Rolando—,ysinisiquierasospechanquealgopodríaandarmal,sicadaunatienesupropiacadenaindependientederecuerdos,enparterealyenpartearmadaparacubrirloslapsosenqueestálaotra,¿quéhemosdehacerconella?¿Cómohemosinclusodevivirconella?

Eddiesehabíaencogidodehombros.—A mí no me lo preguntes. Ése es tu problema. Tú eres el que dice que la

necesita.Sihastahasarriesgadoelcuelloparatraerlaaquí.Eddie pensó en esto unminuto, recordóhaberse arrodillado sobre el cuerpode

Rolando con el cuchillo de Rolando apenas rozando la garganta del pistolero, yabruptamente se echó a reír sin ningún humor. «Arriesgaste el cuelloLITERALMENTE,macho»,pensó.

Cayóunsilencioentreellos.EnesosmomentosOdettarespirabatranquilamente.CuandoelpistoleroestabaporreiterarleaEddiesuadvertenciadequesemantuvieraenguardia,yporanunciar (fuertecomoparaqueoyera laDama,por si acasosólofingía)queestabaporretirarse,EddiedijolacosaqueiluminólamentedeRolandoenunasolallamaradarepentina,lacosaquelehizocomprenderalmenosenparteloquetandesesperadamentenecesitabasaber.

Fuealfinal,cuandofranquearonlapuerta.

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Ellacambióalfinal.Yélhabíavistoalgo,algunacosa...—¿Sabesqué?—dijoEddie,removiendomalhumoradolosrestosdelfuegocon

lazarpapartidadesupresadelanoche—.Cuandocruzasteconella,mesentícomosiyofueraunesquizo.

—¿Porqué?EddiemiróaRolando,vioquehacíaunapreguntaseriaporunaseriarazón—o

creíaqueloera—ysetomóunminutoparapensarenlarespuesta.—Realmenteesdifícildedescribir,viejo.Fuealmiraresapuerta.Esofueloque

mezapateó.Cuandovesaalguienmoverseenesapuerta,escomoSiunosemovieraconellos.Sabesaquémerefiero.

Rolandoasintió.—Bueno,yo loveíacomosi fueraunapelícula,da igual,no tiene importancia,

hastaelmismísimofinal.Luegotúlahicistegirarhaciaesteladodelapuertayporprimeravezmeencontrémirándomeamímismo.Fuecomo...—Pensóperonopudoencontrarnada—.Nosé.Debiódehabersidocomomirarseenunespejo,supongo,peronoeraeso,porque...porqueeracomomiraraotrapersona.Eracomodarselavueltadeadentroparaafuera.Comoestarendoslugaresalmismotiempo.Mierda,nolosé.

Peroelpistolerosequedóatónito.Esoeraloquehabíasentidocuandocruzaron;esoeraloquelehabíaocurridoaella,no,nosóloaella,aellos:poruninstanteDettayOdetta semiraron la una a la otra, no en la forma enque unomiraría su propiaimagenenelespejo,sinocomopersonasseparadas;elespejoseconvirtióenelcristalde una ventana, y por un instanteOdetta había visto aDetta yDetta había visto aOdetta,yambassehabíansentido,igualmentehorrorizadas.

«Cada una lo sabe—pensó sombríamente el pistolero—. Tal vez no lo sabíanantes, pero ahora lo saben. Podrán tratar de ocultárselo a sí mismas, pero por unmomentovieron,supieron,yesesaberaúndebedeestarahí.»

—¿Rolando?—¿Qué?—Sólo quería asegurarme de que no te habías quedado dormido con los ojos

abiertos.Porqueporunmomentoparecíacomosiestuvieras,yasabes,lejosdeaquíyenotrotiempo.

—Siesasí,yahevuelto—dijoelpistolero—.Voyaretirarme.Recuerdaloquetehedicho,Eddie:mantenteenguardia.

—Voy a vigilar—dijo Eddie, pero Rolando sabía que, enfermo o no, sería élquienvigilaraesanoche.

Todolodemássiguióapartirdeeso.

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7

Después del jaleo, Eddie y Detta por fin se volvieron a dormir (ella no se quedódormida en realidad,más bien cayó en un exhausto estado de inconsciencia en susilla,colgadahaciaunladocontralascuerdasrestrictivas).

Elpistolero,sinembargo,yacíadespierto.«Tendréqueenfrentarlasalasdosenunabatalla—pensó—,perononecesitabaunode losanalistasdeEddieparasaberqueesabatallapodíaseramuerte.Siganaralabatallalaluminosa,Odetta,todoaúnpodría salir bien. Si la ganara la oscura, Detta, todo seguramente se perdería conella.»

Sentía sin embargo que lo que realmente necesitaba hacer no era matar sinoreunir.Yahabíareconocidomuchodeloqueaél—aellos—lesresultaríavaliosodeladurezade las entrañasdeDettaWalker, y la quería.Pero la quería bajo control.Tenían un largo caminopor delante.Detta creía que él yEddie eranmonstruos dealguna especie a la que ella llamabablancos cabrones. Esto era sólo un peligrosodelirio, pero habría monstruos verdaderos a lo largo del camino: laslangostruosidadesnoeranlosprimeros,ytampocoseríanlosúltimos.Lamujerluchóhasta caer en la que había entrado y que esta noche había vuelto a salir de suescondite, podría resultar muy útil en una pelea contra monstruos de ese tipo, sipudierasertempladaporlatranquilahumanidaddeOdettaHolmes....especialmenteahoraqueaéllefaltabandosdedos,quecasisehabíaquedadosinbalasycadavezteníamásfiebre.

«Pero ése es un paso adelante. Creo que si pudiera hacer que cada unareconocieraalaotra,esolasllevaríaaunaconfrontación.¿Cómopodríahacerse?»

Pasó la larga noche en vela, pensando, y a pesar de que sentía crecer la fiebredentrodesí,noencontrórespuestaasupregunta.

8

Eddiesedespertópocoantesdequerompieraelalba,vioalpistolerosentadojuntoalascenizasdelfuegodelanocheanterior,envueltoensumantaalestiloindio,yseunióaél.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó Eddie en voz baja. La Dama seguíadurmiendo bajo las cuerdas entrecruzadas, aunque de tanto en tanto se sacudía ymurmurabaygemía.

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—Muybien.Eddieleechóunamiradaapreciativa.—Noloparece.—Gracias,Eddie—dijoelpistolerosecamente.—Estástemblando.—Yapasar.La Dama se sacudió y murmuró otra vez, ahora una palabra que resultó casi

comprensible.PudohabersidoOxford.—Dios,odioverlaatadadeesaforma—murmuróEddie—.Comounterneroen

uncorral.—Prontodespertará.Talvezpodamosdesatarlacuandosedespierte.Fuelomásaproximadoquecualquieradelosdospudodecirenvozaltadecómo

esperabanquecuandolaDamadelasillaabrieralosojos,lamiradatranquila,talvezligeramentedesconcertadadeOdettaHolmespudierasaludarlos.Quinceminutosmástarde, cuando los primeros rayos del sol pegaron sobre las colinas, esos ojos seabrieron,peroloquevieronloshombresnofuelamiradatranquiladeOdettaHolmessinoellocofulgordeDettaWalker.

—¿Cuántas veces me violasteis cuando dormía?—preguntó—. Siento el coñoresbaladizoyceroso,comosialguienestuvieraahíconunpardevelitasblanquitasquelosblancoscabronesllamáispollas.

Rolandosuspiró.—Pongámonosenmarcha—ordenó,ysepusodepieconunamueca.—Yonovoaningunapateconvosotros,cabrones—escupióDetta.—Oh,síqueirás—recalcóEddie—.Losientoterriblemente,miquerida.—¿Dóndecreéisquevoair?—Bueno—dijoEddie—,loquehabíadetrásdelaPuertanúmeroUnonoeratan

maravilloso, y lo que había detrás de la Puerta númeroDos era aún peor, así queahora,en lugarderetirarnoscomogentesana,vamosaseguiradelantey fijarnosaverquéhaydetrásdelaPuertanúmeroTres.Talcomosehanvenidodandolascosas,nomesorprenderíaque fueraalgocomoGodzilla,oHidra,elmonstruode las trescabezas, pero soy un optimista. Todavía espero la vajilla de cocina de aceroinoxidable.

—Yonovoy.—Claroquevienes—insistióEddieysecolocódetrásdelasilla.Ellacomenzóa

luchar otra vez, pero los nudos los había hecho el pistolero, y susmovimientos deluchanohacíanmásqueajustarlos.Ellasediocuentaenseguidaysedetuvo.Eraunamujerllenadevenenoperoestabalejosdeserestúpida.MiróaEddieporencimadesu hombro con una sonrisa que lo hizo retroceder un poco. A él le pareció laexpresiónmásmalvadaqueensuvidahabíavistoenunacarahumana.

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—Bueno,talvezvoairunpoco—rectificóella—,perotalveznotanlejoscomotúcrees,muchachoblanco.LojuroporDiosquenotanlejoscomotúcrees.

—¿Quéquieresdecir?Otravezesainmundasonrisaporencimadesuhombro.—Yaverás,muchachoblanco.—Sumirada,locaperopoderosa,volóbrevemente

alpistolero—.Yaveréislodos.Yalodescubriréis.Eddietomóconsusmanoslospuñosdebicicletadelasmanijasparaempujarla

silladeruedasysalieronotravezhaciaelnorte;ahoranosólodejabanlasmarcasdelospies,sinolashuellasgemelasdelasilladelaDamamientrasavanzabanporesaplayaaparentementeinterminable.

9

Eldíafueunapesadilla.Eradifícilcalculardistanciascuandounosemovíaporunpaisajequecambiaba

tanpoco,peroEddiesabíaquesuprogresoahoraeralento.Yélsabíaquiéneraresponsable.Oh,sí.«Ya lo descubriréis lo dos», había dicho Detta, y no habían avanzado más de

mediahoracuandocomenzaronadescubrirlo.Empujar.Esoeraloprimero.Empujarlasilladeruedasporunaplayadearenafinahubiera

sido tan imposible comomanejar un coche sobre nieve fresca y profunda.Aquellaplayapedregosay adustahacíaque elmovimientode la silla fueraposibleperoniremotamente fácil. Por un rato rodaba con bastante fluidez, traqueteando sobre lascaracolasylanzandoguijarrosaambosladosdelasruedasdegomadura...yentoncesllegabaauntrechodondesehabíajuntadoarenamásfina,yEddieteníaqueempujarcon fuerza, rezongando por lo bajo, para atravesarlo con la silla y su pococooperadorapasajera.Laarenaseaferrabaávidaalasruedas.Habíaqueempujarysimultáneamente echar el cuerpo hacia abajo contra lasmanijas de la silla, porqueésta,sino,juntoconsuatadaocupante,secaeríandecaraalaarena.

Dettasereíaycacareabacadavezqueéltratabademoverlasinsucolaboración.—¿Quétal,bomboncito?¿Laetáspasandobienahíatrás?—lepreguntabacada

vezquelasillaentrabaenunodeesostramos.Cuandoelpistoleroseacercabaparaayudar,Eddieloapartaba.—Yatendrástuoportunidad—ledecía—.Vamosahacerloporturnos.«Perocreo

quemisturnosvanasermuchísimomáslargosquelossuyos—decíaunavozensu

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cabeza—.Conelaspectoque tiene,veoqueprontovaa tenersuficienteconpoderllevarseasímismo,sinhablardemoveralamujerenestasilla.Noseñor,Eddie,metemoqueeste regalitoespara ti.Es lavenganzadeDios,¿sabes?Tepasaste todosestosañoscomounyonkiy¿aquenoadivinas? ¡Por fineresel empujador![3 ]».Lanzóunacortarisitasinaliento.

—¿Qué es tan gracioso, blanquito?—preguntó Detta, y a pesar de que Eddiepensóquesurisaintentabaparecersarcástica,sonabaunpoquitínenojada.

«Sesuponequeestonotienegraciaparamí—pensó—.Ningunagracia.Por lomenosenloqueaellaconcierne.»

—Noloentenderías,niña.Déjaloestar.—Ativoadejarteestarantesquestotermine—comentóella—.Voadejarteatiy

aesecompañeroculorrotoquetienes,voadejarlosdeparramadosenpedazosportodaetaputaplaya.Siguro.Mientrastantomejóguardatualientopa'empujá.Meparecequeyatefataunpocolaliento.

—Bueno, habla tú por los dos entonces —jadeó Eddie—. A ti nunca parecefaltarteelaliento.

—Voaechartemialiento,pichagris.Omejorvoaecharteunpedo!¡Voaechátelosobretucaramuerta!

—Promesas,promesas.—Eddietironeódelasillafueradelaarenayentróaunazona relativamentemás transitable... almenos por un trecho. El sol no estaba aúnmuyalto,peroélyahabíacomenzadoasudar.

«Ésteseráundíainteresanteeinformativo—pensó—.Yalopuedover.»Detenerse.Esoeralosiguiente.Habían llegado a un trecho firme de la playa. Eddie empujó la silla a mayor

velocidad;pensabavagamentequesipodíaconservarestepocodevelocidadextra,talvezpodríaatravesarapuroímpetulapróximatrampadearenaquelefueraatocar.

De pronto la silla se detuvo. Se detuvo por completo. La barra horizontal delrespaldolepegóungolpeaEddieenelpecho.Lanzóungruñido.Rolandomiróasulado,peronisiquieralosrápidosreflejosdegatodelpistoleropudieronevitarquelasilladelaDamasevolcaraexactamentecomohabíaamenazadohacerencadaunadelastrampasdearenaLasillasevolcóyDettacayójuntoconella,atadaeindefensaperoriendoycacareandosalvajemente.AúnreíacuandoRolandoyEddie lograronpor fin enderezar la silla otra vez. Algunas de las cuerdas habían quedado tanapretadas,queestaríancortándolecruelmentelacarne,cortándolelacirculaciónasusextremidades, tenía un tajo en la frente y la sangre le empastaba las cejas. Ellacontinuóigualconsurisacacareada.

Cuandolasillaestuvootravezsobresusruedaslosdoshombresresoplabansinaliento. El peso combinado de la silla y la mujer debía sumar unos ciento treinta

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kilos, en su mayor parte silla. A Eddie se le ocurrió que si el pistolero hubierarescatadoaDettadesupropiotiempo,1987,lasillapudohaberpesadotalveztreintakilosmenos.Dettalanzóunarisita,resopló,parpadeóparaquitarselasangredelosojos.

—Mirad,chicos,miradloquemabéishecho—dijo.—Llamaatuabogado—murmuróEddie—.Llévanosajuicio.—Y os habéis agotado pa ponerme otra vez tiesa. Os ha costado como diez

minutos.Elpistolerotomóunpedazodesucamisa—buenaparteyahabíadesaparecido,

asíqueelrestonoimportabaahorademasiado—yllevóadelantesumanoizquierdapara limpiar lasangredesuheridaenlafrente.Ella le lanzóunmordisco,yporelclicsalvajequehicieronlosdientesaljuntarse,EddiepensóquesiRolandohubierasidosólounápicemáslentoenretirarlamano,DettaWalkerlehabríaemparejadoelnúmerodededosdesusmanos.

Ella lanzó una risotada y lo miró con ojos perversamente regocijados, pero elpistoleroviomiedoescondidoenel fondodeesosojos.Ella le teníamiedo.MiedoporqueéleraelHombreMalodeVerdad.

¿PorquéeraelHombreMalodeVerdad?Talvezeraporqueenalgúnnivelmásprofundo,ellapercibíaloqueélsabíaacercadeella.

—Casi te agarro, pichagris—dijo ella—. Esta vez casi te agarro.—Y cacareócomounabruja.

—Sosténle la cabeza—dijo el pistolero con tono neutro—.Muerde como unacomadreja.

Eddielesostuvolacabezamientraselpistolerolelimpiabaconcuidadolaherida.No era ancha y no parecía profunda, pero el pistolero no se arriesgó; caminólentamentehastaelagua,empapóelpedazodecamisaenelaguasaladayvolvió.

Cuandoseaproximabaellacomenzóagritar.—¡Nome toquesconesacosa! ¡Nome toquesconeseaguadondevienenesas

cosasvenenosas!¡Fuera!¡Fuera!—Sosténlelacabeza—dijoRolandoconelmismotononeutro.Ellalasacudíade

ladoalado—.Noquierocorrerningúnriesgo.Eddie la sostuvo... y cuando ella trató de sacudirse para quedar libre, él se la

apretó.Ellavioqueélnobromeabaysequedóquietadeinmediato,yyanomostrótemoralgunoaltrapomojado.Habíasidopurasimulación,despuésdetodo.

Sonrió aRolandomientras él le lavaba la herida,mientras le limpiaba hasta laúltimapartículaaferradadepolvo.

—La vedá, tú pareces agotado y nada más —observó Detta—. Tú parecesenfermo,pichagris.Nocreoquepuedassacéunviajelaigo.Nocreoquepuedassacénadapolestilo.

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Eddieexaminólosrudimentarioscontrolesdelasilla.Teníaunfrenodemanodeemergenciaquebloqueabaambasruedas.Dettahabíallevadosumanoderechahastaahí,habíaesperadopacientementehastaconsiderarqueEddieibalobastanterápido,y luego había accionado el freno, cayendo ellamisma deliberadamente. ¿Por qué?Paraqueperdieran tiempo,nadamás.Nohabíaninguna razónparahacerunacosacomo esa, pero una mujer como Detta, pensó Eddie, no necesitaba razones. UnamujercomoDettasesentiríaencantadadehacercosasasíporpuramaldad.

Rolandoaflojóunpoco lasatadurasparaque lasangrepudiera fluirconmayorlibertad,yluegoatófirmementesumanolejosdelfreno.

—Esoetámuybien,DonHombre—dijoDetta,yleofrecióunasonrisabrillantecon demasiados dientes—Eso etámuy bien de todasmaneras.Y encontraré otrasformasdebajaroslavelocidá,muchachos.Todaclasedeformas.

—Vamos—dijoelpistolerosintonoalguno.—¿Estásbien?—preguntóEddie.Elpistoleroestabamuypálido.—Sí.Vámonos.Comenzaronaandarporlaplayaotravez.

10

Elpistolero insistióenempujarporunahorayEddiese lopermitióconreticencia.Rolandopudofranquearlaprimeratrampadearena,peroEddietuvoquemeterseyayudarasacarlasilladelasegunda.Elpistolerojadeabaconfuerza;grandesgotasdesudorlecubríanlafrente.

Eddielodejóavanzarunpocomás,yRolandohabíaganadohabilidadenevitarcon un rodeo los lugares donde la arena era lo bastante fina como para frenar lasruedas, pero por fin la silla quedó atascada otra vez yEddie apenas pudo soportarunosinstantes lavisióndeRolandoluchandoparaliberarla, jadeando,conelpechoquelesubíaylebajaba,mientraslabruja(queasífuecomoEddiecomenzóapensarenella)lanzabarisotadasalaireyenrealidadechabaelcuerpoparaatrásenlasillapara que la tarea resultara tanto más difícil... Entonces con el hombro corrió alpistoleroaun ladoy sacó la sillade la arenaconun soloy enojado tirón.La sillatraqueteó ahoray él veía / sentía cómoella se echabahaciadelante todo loque lepermitían las cuerdas con la misteriosa presciencia que le permitía hacerloexactamenteenelmomentoapropiado,tratandodeprecipitarseotravez.

RolandoechótodoelpesodesucuerpoenelrespaldodelasillacercadeEddieyvolvióaestabilizarse.

Dettagiró lacabezay leshizounguiñodeconspiracióntanobscenaqueEddie

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sintióquelapieldegallinaletrepabaporlosbrazos.—Casi me lastimáis otra vez, muchachos —advirtió—. Ahora tenéis que

cuidarme.Nosoymásqueunaviejalisiada,asíqueahoratenéisquecuidarme.Serió...sedesternillóderisa.ApesardequeEddiesepreocupabaporlamujerqueerasuotraparte—estaba

muycercadeamarlatraselbreveratoenquesehabíanvistoyhablado—,sintióquelasmanosleardíanendeseosdecerrarseentornodesugargantaparacortaresarisa,cortarlaparaquenuncamáspudieravolverareír.

Ellavolvióamirarhaciaatrás,vio loqueélpensabacomosi lohubiese tenidoimpresosobresufrenteentintaroja,yseriómuchomásfuerte.Lodesafiabaconlosojos.Vamos,pichagris.Vamos.Quiereshacerlo.Vamos,hazlo.

«Enotraspalabras,novuelquessólolasilla;vuelcatambiénalamujer—pensóEddie—.Vuélcalaparasiempre.Esoesloqueellaquiere.ParaDetta,quelamateunhombreblancopodríaserelúnicoobjetivoverdaderodesuvida.»

—Vamos—dijo,ycomenzóaempujarotravez—.Vamosadarunpaseoporlacosta,dulceamorcito,tegusteono.

—Vetealamierda—escupióella.—Jódete,nena—respondióEddieapaciblemente.Elpistolerocaminabaasuladoconlacabezabaja.

11

Cuando el sol indicaba que eran como las once llegaron a un considerablepromontorio de rocas y allí se detuvieron durante aproximadamente una hora, a lasombra, mientras el sol trepaba al punto más alto del día. Eddie y el pistolerocomieron lassobrasde lacazade lanocheanterior.Eddie leofrecióunaporciónaDetta, quien volvió a negarse; le dijo que sabía lo que intentaban hacer, y que siquerían hacerlo que lo hicieran a manos limpias, y que dejaran de tratar deenvenenarla.Así,dijo,sólolohacíanloscobardes.

«Eddietienerazón—pensóparasíelpistolero—.Estamujerelaborósuspropiosrecuerdos.Sabetodoloquelepasóanoche,apesardequerealmentesedurmióenseguida.»

Ellacreíaquelehabíanllevadotrozosdecarnequeolíanamuerteyputrefacción,que habían usado eso para burlarse de ella, mientras ellos mismos comían filetescondimentadosybebíanalgúntipodecervezadeunostermos.Creíaquedevezencuandoellosleacercabantrozosdesupropiacenanocontaminada,ylosretirabanenel último momento, cuando ella trataba de pescarlos con los dientes... y que por

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supuestosereíanalhacerlo.Enelmundo(oalmenosenlamente)deDettaWalker,losblancoscabronessólohacíandoscosasalasmujeresmorenas:lasviolabanosereíandeellas.Oambascosasalmismotiempo.

Eracasigracioso.LaúltimavezqueEddieDeanhabíavistounfiletefuedurantesu viaje en el carruaje celeste, y Rolando no lo había visto desde que se huboterminado su charqui. Sólo los dioses sabían cuánto tiempo había pasado desdeentonces.Encuantoalacerveza...mandósumentehaciaatrás.

Tull.HabíaprobadocervezaenTull.Cervezayfiletes.Dios,québuenoseríatomarunacerveza.Ledolíalagarganta,yhabríasidotan

buenotenerunacervezapararefrescaresedolor...AúnmejorquelaastinadelmundodeEddie.

Seretiraronaciertadistanciadeella.—¿Nosoyunacompañíabuenaparachicosblancos?—lesgritóella—.¿Osólo

querenuntiraítacadaunodesusvelitasblancasdemorondanga?Echólacabezahaciaatrásylanzótalrisotadaquelasgaviotasvolaronasustadas,

gritando, y abandonaron las rocas donde estaban reunidas en convencióncuatrocientosmetrosmásallá.

El pistolero se sentó a pensar, con las manos oscilando entre las rodillas.FinalmentelevantólacabezayledijoaEddie:

—Sólopuedoentenderunapalabradecadadiezquedice.—Entonces yo te gano—replicóEddie—.Entiendo por lomenos dos de cada

tres.Noimporta.Lamayorparteselimitaablancocabrón.Rolandoasintió.—¿Muchadelagentedepieloscurahablaasíenellugardedondetúvienes?Su

otroyonolohacía.Eddiesacudióconlacabezayserió.—No, y te diré algo gracioso... bueno, por lomenos amíme parece gracioso,

perotalvezessóloporquenohaydemasiadascosasporaquícomoparareírse.Noesreal.Noesreal,yellanisiquieralosabe.

Rolandolomiróynodijonada.—¿Recuerdascuandolelavastelafrente,cómosimulótenerlemiedoalagua?—Sí.—¿Sabíasqueestabasimulando?—Alprincipiono,perolosupebastantepronto.Eddieasintió.—Esoeraunasimulación.Peroesunaactrizbastantebuenaynosengañóporun

pardesegundos.Laformaenquehablatambiénesunactodesimulación.Peronoestanbueno.Estanestúpido,¡tanestúpidamenteexageradoyobvio!

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—¿Creesquesimulabiensólocuandosabequeestásimulando?—Sí.Ellahablacomouncruceentre losmorenitosdeun libroque leíunavez

llamadoMandingo y ButterflyMcQueen en Lo que el viento se llevó. Sé que noconoces esos nombres, pero lo que trato de decirte es que habla como un cliché.¿Conocesesapalabra?

—Serefierealoquesiemprediceocreelagentequepiensapocoonopiensaenabsoluto.

—Sí.Yonohubierapodidodecirlonilamitaddebien.—¿Todavíanooshabéis sacudido lasvelitas chiquititas,muchachos?—Lavoz

deDettasevolvíacadavezmásroncayquebrada—.Oehquetalveznolaspodéisencontrar.¿Eseso?

—Vamos.—Elpistolerosepusodepielentamente.Setambaleóporunmomento,vioqueEddielomiraba,ysonrió—.Mecuraré.

—¿Porcuántotiempo?—Eltiempoqueseanecesario—contestóelpistolero,ylaserenidaddesuvozle

erizóelcorazónaEddie.

12

Esanoche,elpistolerousósuúltimocartuchoútilparalacaza.Alanochesiguientecomenzaría a probar sistemáticamente con los dudosos, pero pensó que las cosasserían más o menos como había previsto Eddie: iban a terminar matando a lascondenadasbestiasapedradas.

Fueigualquelasotrasnoches:elfuego,cocinar,comer,aunqueahoracomíandeunmodolentoycarentedeentusiasmo.«Sóloestamossobreviviendo»,pensóEddie.Le ofrecieron comida a Detta, quien gritó, y se rió, y maldijo y preguntó cuántotiempo iban a tomarla por una tonta, y entonces comenzó a tirar violentamente sucuerpoaunladoyalotro,sinimportarlecómoleapretabanlasatadurasalhacerlo:sólotratabadevolcarsusillaparaunladooparaelotroparaqueellostuvieranquelevantarlaantesdesentarseacomer.

Justo antes de que lo lograra,Eddie la aferró yRolando afirmó las ruedas conpiedrasacadalado.

—Puedoaflojarunpocolascuerdassitequedasquieta—leofrecióRolando.—¡Chúpamelamierdadelculo!—Nocomprendosiesosignificasíono.Ellalomiróconlosojosentrecerradosporquesospechabaundejosarcásticoen

esa voz tranquila (Eddie también se lo preguntó si era así o no), y después de un

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momentoelladijodemalmodo:—Voaquedarmequieta.Tengodemasiadahambrepasoltar losdiablos.¿Vaisa

dame aguna comida de verdá o me vais a dejá morir de hambre? ¿Eso queréis,muchachos?Soisdemasiadocagonespamatarme,yyonovoacoménunca,NUNCAvoa comé veneno, así que eso es lo queay. Que me muera de hambre. Bueno,vamoavé,siguro,claro,claroquevamoavé.

Lesdedicóotravezaquellasiniestrasonrisaquehelabaloshuesos.Nomuchodespuéssequedódormida.EddietocóelcostadodelacaradeRolando.Rolandoleechóunamiradaperono

seapartó.—Estoybien.—Sí,yaveo,eresJimelDandy.Muybien,Jim,voyadecirtealgo;hoynohemos

avanzadomucho.—Losé.—Tambiénestabalacuestióndequehabíangastadoelúltimocartucho

útil,peroésaeraunainformacióndelaqueEddiepodíaprescindir,almenosporesanoche. Eddie no estaba enfermo, pero sí exhausto. Demasiado exhausto para másmalasnoticias.

«No, no está enfermo, todavía no, pero si sigue adelante demasiado tiempo sindescansar,sisecansalosuficiente,entoncessísevaaenfermar.»

En cierto sentido, Eddie ya estaba enfermo; ambos lo estaban. A Eddie se lehabían formado aftas en los costados de la bocay eczemas en la piel.El pistoleropodía sentir cómo se le aflojaban losdientesdentrode las encías, y en lospies, lacarneentrelosdedoscomenzóaresquebrajarseysangrar,igualqueladelosdedosque lequedabanen lasmanos.Comían,perocomían lomismodía trasdía.Podíanseguir así por un tiempo, pero a la larga iban a morir tan seguramente como simurierandeinanición.

«LoquetenemoseselMaldelosBarcosentierrafirme—pensóRolando—.Tansimplecomoeso.Quégracioso.Necesitamosfruta.Necesitamosverduras.»

EddiehizoungestoconlacabezahacialaDama.—Ellavaaseguirponiendolascosasdifíciles.—Amenosquevuelvalaotraqueestádentro.—Esoseríamuyagradable,peronopodemoscontarconeso—dijoEddie.Tomó

unpedazode zarpa ennegrecida y comenzó a garrapatear dibujos sin sentido en latierra—.¿Tienesalgunaideadeladistanciaalaquepuedeestarlapróximapuerta?

Rolandonegóconlacabeza.—SólopreguntoporquesiladistanciaentrelanúmeroDosylanúmeroTresesla

misma que entre la númeroUno y la númeroDos podemos llegar a estarmetidosprofundamenteenlamierda.

—Estamosmetidosenlamierdaahoramismo.

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—Hastaelcuello—accedióEddiemalhumorado—.Sólomepreguntabacuántotiempomáspodréseguirremando.

Rolandolepalmeóelhombro,ungestodeafecto tanraroquehizoparpadearaEddie.

—HayunacosaquelaDamaignora—apuntó.—¿Ah,sí?¿Quécosa?—Quenosotros,losblancoscabrones,podemosremardurantemuchotiempo.Eddieserióanteeso,seriófuerte,amortiguandolarisacontrasubrazoparano

despertaraDetta.Yahabía tenidobastantedeellaporesedía,por favorymuchasgracias.

Elpistolerolomirósonriendo.—Voyaretirarme—dijo.—Mantente......enguardia.Sí.Estábien.

13

Aullarfuelosiguiente.Eddiesehabíaquedadodormidoenelmismomomentoenquesucabezatocóel

bultoanudadodesucamisa,yparecióquesólohabíanpasadocincominutoscuandoDettacomenzóaaullar.

Sedespertódeinmediato,listoparacualquiercosa,yafueraalgúnReyLangostaque se alzaba de las profundidades para vengarse de sus hijas asesinadas o algúnhorror que bajara de las colinas. En todo caso, pareció que se había despertado alinstante,peroelpistoleroyaestabadepie,conunrevólverensumanoizquierda.

Cuandovioqueambosestabandespiertos,rápidamenteDettadejódegritar.—Quería veos en pie, muchachos—dijo—. Podría habé lobos. Podría sé que

hubiera lobos.Queríavé si sois rápidospor siveíaalgún lobovení.—Peroen susojosnohabíamiedo;másbienresplandecíanconvildiversión.

—Cristo—exclamóEddieagotado.Lalunahabíasalidoperonoestabamuyaltaaún;habíandormidomenosdedoshoras.

Elpistoleroguardóelrevólverensufunda.—Novuelvasahacerlo—leadvirtióalaDamaenlasilla.—¿Yquévassasésilohago?¿Violarme?—Si tuviéramos intenciones de violarte, a esta altura ya serías unamujermuy

violada—aseveróelpistolerocontononeutro—.Novuelvasahacerlo.Setendióotravezyseechólamantaencima.«Cristo,Cristoquerido—pensóEddie—,quédesastre,québruto...»,yfuetodo

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lo lejosque llegósupensamientoantesdequedarsuspendidootravezenunsueñoexhaustoyentoncesellavolvióa rasgarelaireconnuevosaullidos.Aullabacomounasirenadebomberos,yEddiese levantabaotravez,conelcuerpo llameantedeadrenalina, las manos crispadas, y entonces ella volvía a reír, con la voz ronca yajada.Eddiealzólamiradayvioquelalunahabíaavanzadomenosdediezgradosdesdequeellalosdespertaraporprimeravez.

«Intentaseguirhaciéndolo—pensóélabatido—.Intentapermanecerdespiertayvigilarnos, y cuando se asegura de que bajamos al sueñomás profundo, ese lugardondeunoserecarga,entoncesvaaabrirsubocayvaacomenzaravociferarotravez.Piensahacerloyhacerloyhacerlohastaqueyanolequedevozparavociferar.»

Larisadeellasedetuvoabruptamente.Rolandoavanzabahaciaella,unaformaoscurabajolaluzdelaluna.

—Léjatedemí,pichagris—dijoDetta,perohabíauntemblornerviosoensuvoz—.Túnomevassasénada.

Rolando sequedóparado frente a ellayporunmomentoEddie estuvo seguro,completamenteseguro,dequeelpistolerohabía llegadoal límitedesupacienciaysimplemente la aplastaría como a una cucaracha. En cambio, del modo mássorprendente, dejó caer una rodilla frente a ella como un pretendiente a punto deproponermatrimonio.

—Escucha—dijo,yEddieapenaspudodarcréditoalacalidadsedosadelavozdeRolando.Pudover lamismasorpresaprofundaenlacaradeDetta,sóloqueibaacompañadoporelmiedo—.Escúchame,Odetta.

—¿PoquémellamasO-Detta?Esenoéminombre.—Cállate,bruta—ordenóelpistoleroenungruñido,yluegovolvióalamisma

vozdeseda—.Simeoyes,ysiengeneralpuedescontrolarla...—¿Poquémehablasasí?¿Poquémehablascomosihablarasconotra?¡Dejaesa

mierdablanca!¡Paraya!¿Meoyes?—Mantenlacallada.Puedoamordazarla,peronoquierohacereso.Unamordaza

fuerteesunasuntopeligroso.Lagenteseasfixia.—¡DEJAESABLANCABASURAVUDÚ,CABRÓN!—Odetta.—Suvozeraunsusurro,comolalluviacuandocomienzaacaer.Ella quedó en silencio,mirándolo fijo con ojos enormes. Eddie no había visto

nuncasemejantecombinacióndeodioymiedoenunpardeojoshumanos.—Nocreoqueaestabruta le importenadamorirporuna fuertemordaza.Ella

quieremorir,peromástodavía,talvez,quierequetúmueras.Perotúnohasmuerto,no hasta ahora, y no creo que Detta sea algo flamante en tu vida. Ella se sientedemasiadocómodadentrodeti,comoensucasa,ytalveztúpuedasmantenerciertocontrolsobreellaauncuandotodavíanopuedassalir.Nodejesquenosdespierteporterceravez,Odetta.Noquieroamordazarla.Perositengoquehacerlo,loharé.

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Selevantó,sealejósinmirarhaciaatrás,seenrollóotravezbajosumanta,ysequedódormido.

Ella seguía mirándolo fijo, con los ojos muy abiertos y las fosas nasalesensanchadas.

—Basura blanca vudú—susurró. Eddie se quedó tendido, pero esta vez pasómuchotiempoantesdequeelsueñoloreclamara,apesardesuprofundocansancio.Llegabahastaelborde,anticipabalosaullidosyvolvíadeuntirón.

Treshorasmástarde,másomenos,cuandolalunayahabíapasadoalotrolado,sedurmióporfin.

EsanocheDettanoaullómás,porqueRolandolahabíaasustado,oporquequeríaconservar la voz para futuros alaridos y excursiones, o —tal vez, sólo tal vez—porqueOdettahabíaoídoyhabíapracticadoelcontrolqueelpistolerolepedía.

Eddie durmió por fin, pero despertó empapado y sin haber descansado. Miróhacialasilla,esperandocontratodaesperanzaqueestuvieraOdetta,Dios,porfavor,hazqueestéOdettaestamañana...

—Ndía, panblanco—profirióDetta, y le dedicó su sonrisade tiburón—.Penséque ibassa domí hata el mediodía. Pero no puedes hacé nada polestilo, ¿vedá?Tenemoqueandáunoskilómetros,¿noesasícomoeslacosa?¡Seguro!Ycreoquetúseráselquetendráquehacétodol trabajo,empujáyeso,porquelotrotipo,etipoelos ojos evudú, ese tipo tá cada vemás paliducho ¡declarao que sí! ¡Sí! Ese tipoprontonovacoménada,niesacaineraritayahumadaquegualdáispacuandojugáiscada uno con la velita blanca chiquitita del otro, panblanco. ¡Así que vamos,panblanco!Dettanoquereserlaqueteretiene.

Los párpados y la voz bajaron ambos un poco; sus ojos le echaban miradasastutasporelcostado.

—Noenlasalida,polomenos.«Etévaséundíaquerecordarás,panblanco—prometíanesosojosastutos—.Ete

vaséundíaquerecordarásdulantemucho,muchotiempo.Siguro.»

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Esedíahicieroncincokilómetros,talvezalgomenos.LasilladeDettasevolcódosveces. Una vez lo hizo ella misma; deslizó otra vez sus dedos lenta einadvertidamentehastaelfrenodemanoyloaccionó.LasegundavezlohizoEddiesinningunaayuda,alempujardemasiadofuerteenunadeesasbenditastrampasdearena.Esofuecercadelfinaldeldía,yloquepasófuequesimplementesintiópánicoporquecreyóqueestaveznoibaasercapazdesacarla,quenoibaapoder.Asíque

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con sus brazos temblorosos le dio ese último y titánico tirón, y por supuesto fuedemasiadofuerte,ysevolcó,yélyRolandotuvieronqueesforzarseparaenderezarlaotravez.Terminaronlatareajustoatiempo.Lacuerdaquelepasabapordebajodelpechoahorasehabíacorridoylecruzabatensalatráquea.Eleficientenudocorredizodel pistolero la estabamatando por asfixia. Su cara se había puesto de un extrañocolorazul,estabaapuntodeperderelconocimiento,peroaunasísiguióresollandosupérfidarisa.

«Déjala,¿porquénoladejas?—estuvoapuntodedecirEddiecuandoRolandoseinclinórápidamentehaciadelanteparaaflojarelnudo—.¡Dejaqueseahogue!Nosésiquierehacérseloasímisma,comotúdijiste,perosé loquequierehacernosaNOSOTROS...¡asíquedéjalair!»

Entonces recordóaOdetta (aunque suencuentrohabía sido tanbreveyparecíahaberocurridotantotiempoatrásqueelrecuerdosevolvíacadavezmásdébil)yseadelantóparaayudar.

Elpistolerolealejóimpacienteconunamano.—Sólohaylugarparauno.Cuando la cuerda se aflojó y laDama jadeaba roncamente por su aliento (que

expulsabaenráfagasdesuviolentacarcajada),RolandosevolvióymirócríticamenteaEddie.

—Creoquedebemosdetenernosapasarlanoche.—Unpocomáslejos.—Casisuplicaba—.Puedoavanzarunpocomás.—¡Siguro!Etemachofuertebuenopacortáotafiladalgodónytodavíalequeda

suficientepadaleunabuenachupadaatuvelitablancachiquititaetainoche.Ellaseguíasinquerercomer,ysucaraseestabaconvirtiendoenpuras líneasy

ángulosrígidos.Susojosresplandecíanencuencascadavezmásprofundas.Rolandonoleprestólamenoratención,sóloestudióaEddieconcuidado.Porfinasintióconlacabeza.—Untrechomás.Nomuylejos,sólountrechomás.Veinte minutos más tarde Eddie mismo decidió parar. Sentía los brazos como

gelatina.Sesentaronalasombradelasrocas;escucharonelcantodelasgaviotas,miraron

la llegada de la marea, esperaron que el sol bajara y que las langostruosidadessalieranycomenzaransusmolestosinterrogatoriosentrecruzados.

Rolando le dijo a Eddie—en una voz demasiado baja para que Detta pudieraoírlo—quetalvezsehabíanquedadosincápsulasútiles.LabocadeEddiesetensóunpocohaciaabajoperoesofuetodo.Rolandoestabacomplacido.

—Asíque túmismo tendrásqueapedrear aunade ellas—dijoRolando—.Yoestoydemasiadodébilcomoparasostenerunapiedrasuficientementegrandecomoparahacereltrabajo...yestarseguro.

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AhoraEddiefueelqueestudióalotroconcuidado.Nolegustóloquevio.Conungestoelpistolerointerrumpióelescrutinio.—Noimporta—sentenció—.Noimporta,Eddie.Loquees,es.—Ka—dijoEddie.Elpistoleroasintióysonriódébilmente.—Ka.—Kaka—añadióEddie,y semiraronelunoalotroyambosseecharona reír.

Rolando semostródesconcertado e inclusounpoco asustado tal vezpor el sonidoásperoquesaliódesuboca.Surisanodurómuchotiempo.Cuandosedetuvoparecíadistanteymelancólico.

—¿Esa risaquedecirquepo fin sehicieroncorré lunoalotro?—lesgritóDettaconlavozroncaydebilitada—.¿Ycuándoselavanameté?¡Esoéloqueyoquerové!¡Cómoselameten!

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Eddieseocupódelacaza.Comoantes,Dettasenegóacomer.Eddietomóunpedazoycomiólamitadcomoparaqueellapudieraver,yluegoleofreciólaotramitad.

—¡Nosseor!—exclamó,echándoleunamiradarelampagueante—.¡Nosseor!Lejpuetoelvelenoalaotrapunta.Laquetratadedaime.

Sindecirnada,Eddie tomóel restodelpedazo, se lopusoen laboca,masticó,tragó.

—No quedecí nada —puntualizó Detta malhumorada—. Déjame en paz,pichagris.

Eddienoladejóenpaz.Letrajootropedazo.—Pártelatúporlamitad.Damelapartequequieras.Yomelacomeré,yentonces

tútecomeselresto.—Novoacaéenigunodetustrucosblancos,DonChahlie.Léjatedemí,éloque

tedije,yléjatedemíéloquetequisedecí.

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Esanochenogritó...peroalamañanasiguienteaúnestabaahí.

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Esedíasólohicieron treskilómetros,apesardequeDettanohizoesfuerzoalgunopara volcar su silla;Eddie pensó que tal vez se volvía demasiadodébil comoparaintentaractosdesabotajedeliberado.Otalvezhabíacomprendidoqueenverdadnoeran necesarios. Había tres factores fatales que se reunían inexorablemente: elagotamientodeEddie, el terreno,quedespuésdedías interminablesdemonotonía,finalmente comenzaba a cambiar, y la condición de Rolando, que se deteriorabavisiblemente.

Habíamenostrampasdearena,peroeraescasoelalivio.Elterrenosevolvíamáspedregoso,más ymás un suelo pobre e improductivo ymenos ymenos arena (enalgunos lugares crecían unos arbustos y un poco de maleza, que casi parecíanavergonzados de estar ahí), y ahora aparecían tantas rocas grandes en esa extrañacombinacióndetierrayarenaqueEddieseencontróhaciendorodeosparaevitarlascomoanteshabía tratadodedesviar la sillade laDamaen tornode las trampasdearena.Yprontosediocuentadequeyanoquedabaplayaenabsoluto.Lascolinas,unascosasmarronesysingracia,parecíanestarcadavezmáscerca.Eddiepodíaverlos barrancos que ondulaban entre ellas, como abiertos a machete por un gigantetorpe.Esanoche,antesdequedarsedormido,oyóalgoquesonabacomoungatomuygrandequeaullabaporahí.

Laplayahabíaparecidointerminable,peroahorasedabacuentadequedespuésdetodoteníaunfinal.Másadelante,enalgúnlugar,esascolinassimplementeibanasuprimir su existencia. Las colinas erosionadas marchaban hacia el mar y luegoentraban en él, donde podrían convertirse primero en un cabo o algún tipo depenínsula,yluegoenunaseriedearchipiélagos.

Esolepreocupaba,perolacondicióndeRolandolepreocupabaaúnmás.Estavezel pistolero no parecía arder tanto como desvanecerse; se perdía, se volvíatransparente.

Las líneas rojas habían vuelto a aparecer, y avanzaban implacablemente por elladodeadentrodelbrazoderechohaciaelcodo.

Durante los dos últimos días Eddie miró siempre adelante, escudriñaba ladistanciaconlaesperanzadeverlapuerta,lapuerta,lapuertamágica.

DurantelosdosúltimosdíasesperóqueOdettavolvieraaaparecer.Noaparecieronnilaunanilaotra.Antesdequedarsedormidoesanocheselecruzarondospensamientosterribles,

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comounmalchisteconfinaldoble:¿Ysinohabíapuerta?¿YsiOdettaHolmesestabamuerta?

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—¡Levántatey anda, cabrón!—chillóDettay lo sacóde su inconsciencia—.Creoqueahorasóloseremostúyyo,tesorito.Tuamigomeparecequepolfinsemurió.Tuamigoseladebeetarmetiendoalmimodiabloenelinfielno.

Eddie miró la forma acurrucada y enrollada de Rolando y por un terriblemomento pensó que la hija de puta tenía razón. Entonces el pistolero se removió,murmuróalgoincomprensibleyseincorporóhastaquedarsentado.

—¡Eh, mira quién etá aquí!—Detta había gritado tanto que ahora su voz pormomentosdesaparecíacasicompletamente,noeramásqueunextrañosusurro,comoun viento invernal que pasa por debajo de una puerta—. ¡Creí que habíadmuelto,DonHombre!

LentamenteRolandoseponíadepie.Eddieseguíaviéndolocomoquienusa,parahacerlo, las barras de una escalera invisible. Eddie sintió una especie de penairacunda, y ésta era una emoción conocida, raramente nostálgica. Después de unmomentocomprendió.EracomocuandoélyHenryveíancombatesportelevisiónyunboxeadorcastigabaalotro,locastigabaterriblemente,unayotravez,ylamultitudpedíasangreagritos,yHenrypedíasangreagritos,peroEddiesólosequedabaahísentado, sintiendo pena y enojo, un sordo disgusto; se quedaba ahí sentado y lemandabaondasdepensamientoalárbitro:Tienesquedetenereso, tío¿acasoestasciego,joder?¡Esetiposeestámuriendoahíarriba!¡MURIENDO!¡Deténesaputapelea!

Nohabíamaneradedetenerésta.Rolandomiróalamujerdesdesusojosasaltadosporlafiebre.—Haymuchagentequepensólomismo,Detta.—MiróaEddie—.¿Estáslisto?—Sí,esocreo.¿Ytúestáslisto?—¿Puedes?—Sí.Continuaron.AlrededordelasdiezDettacomenzóamasajearselassienesconlaspuntasdelos

dedos.—Para—imploró—.Mesientomal.Tengoganadevomitá.—Debedesertodaesacomidaquetecomisteanoche—arguyóEddie,ysiguió

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empujando—. Debiste haber dejado el postre. Te dije que la torta cubierta dechocolateerapesada.

—¡Voavomitá!¡Voa...!—Detente,Eddie—exclamóelpistolero.Eddiesedetuvo.Lamujersesacudiógalvánicamenteensusilla,comosilahubieraatravesadouna

corrienteeléctrica.Susojosseabrieronmuygrandes,mirandoalanada.—¡FUI YO LA QUE TE ROMPIÓ EL PLATO, APESTOSA DAMA AZUL! —

chilló—.¡YOTELOROMPÍYETOYMACONTENTAQUELAPUTAMADREDEHABELOHEC...!

Súbitamente se abalanzó hacia delante en la silla. De no haber sido por lascuerdassehabríacaído.

«Dios,estámuerta,hatenidounataqueyestámuerta»,pensóEddie.Comenzóadar lavuelta a la silla, recordó loastutay tramposaquepodía ser,y sedetuvo tanrepentinamentecomohabíacomenzado.MiróaRolando.Rolandolomiróasuvezdelmodomásneutro,susojosnotransmitíannadaenabsoluto.

Entoncesellagimió.Susojosseabrieron.Susojos.LosojosdeOdetta.—Diossanto,hevueltoadesmayarme,¿verdad?—inquirió—.Sientoquehayan

tenido que atarme. ¡Mis tontas piernas! Creo que podría incorporarme un poco sime...

Fue entonces cuando las piernas de Rolando se descalabraron lentamente y sedesvanecióaunoscincuentakilómetrosalsurdellugardondefinalizabalaplayadelMardelOeste.

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OTRABARAJA

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OTRABARAJA

1

Para EddieDean, él y la Dama ya no parecían avanzar con dificultad, ni siquieraandarporloquequedabadeplaya.Parecíanvolar.

AOdettaHolmesaúnnolegustabaRolandoniconfiabaenél;esoestabaclaro.Perohabíareconocidolodesesperadodesucondición,yrespondióaeso.Ahora,envezdeempujarunconglomeradomuertodeaceroygomaalqueresultabaestaratadouncuerpohumano,Eddiecasisentíaqueimpulsabauncolumpio.

—Veconella.Antes,yotecuidaba,yesoeraimportante.Ahorasóloteobligaríaairmásdespacio.

Caside inmediato llegóadarsecuentadecuántarazónteníaelpistolero.Eddieempujabalasilla;Odettalaimpulsaba.

UnodelosrevólveresdelpistoleroestabametidoenlacinturadelospantalonesdeEddie.

—¿Recuerdascuandotedijequetemantuvierasenguardiaytúnolohiciste?—Sí.—Telodigootravez:mantenteenguardia.Entodomomento.Sisuotraregresa,

noesperesniunsegundo.Daleungolpe.—¿Ysilamato?—Entoncesseráelfinal.Perosiellatemataati,ésetambiénseráelfinal.Ysi

ellavuelvelovaaintentar.Lovaaintentar.Eddienohabíaqueridodejarlo.Nosolamenteporeseaullidodegatoenlanoche

(aunqueseguíapensandoeneso);erasimplementequeRolandosehabíaconvertidoensuúnicapiedradetoqueenestemundo.ÉlyOdettanoteníannadaqueverconesto,noerandeaquí.Sinembargo,sedabacuentadequeelpistoleroteníarazón.

—¿Quieresdescansar?—lepreguntóaOdetta—.Haymáscomida.Unpoco.—Todavíano—contestóella,aunquesuvozsonabacansada—.Pronto.—Muybien.Peroalmenosdejade impulsar.Estásdébil.Tú... tuestómago,ya

sabes.—Muybien.—Sevolvió,elrostrobrillantedesudorylededicóunasonrisaque

almismo tiempo le debilitó y lo fortificó. Él podía llegar amorir por una sonrisacomoésa...ypensóqueloharíasilascircunstanciasloexigían.

Lerogabaalcieloquelascircunstanciasnoloexigieran,peroseguramenteesono

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eraimpensable.Eltiemposehabíaconvertidoenalgotancrucialquegritaba.Ellapuso lasmanos sobre su regazoyél siguió empujando.Lashuellasque la

silla dejaba tras de sí ahora eranmás finas; la playa se había vuelto cada vezmásfirme,perotambiénestaballenadecascotesyescombrosdesparramadosquepodíanprovocarunaccidente.A lavelocidadque ibanno ibaa serprecisoevitaruno.UnaccidenterealmentegravepodíalastimaraOdettayesoseríamalo;unaccidenteasípodíatambiéndañarlasilla,yesoseríamaloparaellosyprobablementepeorparaelpistolero, que casi seguramente moriría solo. Y si Rolando moría, quedaríanatrapadosenestemundoparasiempre.

ConRolando demasiado débil y enfermo para caminar, Eddie se vio forzado aenfrentarseaunhechosimple:aquíhabíatrespersonas,ydosdeellaseranlisiadas.

¿Entoncesquéesperanza,quéoportunidadtenían?Lasilla.Lasillaeralaesperanza,todalaesperanza,ynadamásquelaesperanza.EntoncesqueDioslosayude.

2

ElpistolerohabíarecobradoelconocimientopocodespuésdequeEddieloarrastrarahastadejarloalasombradeunadelasrocasquebrotabandelsuelo.Sucara,dondenoestabacenicienta,teníaunrojofebril.Supechosubíaybajabaconrapidez.Ensubrazoderechohabíaunareddelíneasrojasretorcidas.

—Daledecomer—legraznóaEddie.—Tú...—Yono importo.Yome arreglaré.Dale de comer a ella.Creo que ahora va a

comer.Ytúvasanecesitarsufuerza.—Rolando,¿ysiellasóloestuvierasimulandoser...?Elpistolerohizoungestodeimpaciencia.—Ella no simula nada, salvo estar sola en su cuerpo.Yo lo sé y tú también lo

sabes.Seleveenlacara.Aliméntala,porelamordetupadre,ymientrasellacome,vuelveamí.Ahoracuentacadaminuto.Cadasegundo.

Eddieselevantó.yelpistolerovolvióatraerlodeuntirónconlamanoizquierda.Enfermoono,sufuerzaseguíaahí.

—Ynoledigasnadaacercadelaotra.Noimportaloquetediga,cualquiercosaqueteexplique,nolacontradigas.

—¿Porqué?—Nolosé.Sóloséqueseríaunerror.¡Ahorahazloquetedigoynopierdasmás

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tiempo!Odettahabíaestadosentadaensusillaymirabahaciaelmarconunaexpresión

dedulcey absortaperplejidad.CuandoEddie leofreció los trozosde langostaquequedarondelanocheanterior,ellasonrióreticente.

—Lotomaríasipudiera—dijo—,peroyasabesloquesucede.Eddie,quenoteníaideadeloqueellaestabahablando,sólopudoencogersede

hombrosydecir:—Noteharáningúndañoprobarotravez,Odetta.Necesitascomer,losabes.Debemosirlomásrápidoqueseaposible.Ella rióy tocósumano.Él sintióalgocomounacargaeléctricaquesaltabade

ellaaél.Yeraella,Odetta.ÉllosabíaaligualqueRolando.—Te amo, Eddie. Lo has intentado con tanta fuerza. Fuiste tan paciente. Lo

mismoqueél...—Hizoungestoconlacabezahaciadondeestabaelpistolerotendidocontralasrocas,observando—.Peroélesunhombredifícildeamar.

—Sí.Comosiyonolosupiera.—Voyaintentarlounavezmás.Porti.Ella sonrió y él sintió que todo elmundo semovía por ella, a causa de ella, y

pensó:«Dios,porfavor,yonuncahe tenidomucho,asíqueporfavornovuelvasallevártelalejosdemí.Porfavor.»

Ella tomó los trozos de carne de langosta, frunció la nariz en una cómicaexpresióndereticencia,ylevantólamiradahaciaél.

—¿Debohacerlo?—Daleunmordiscoynadamás—aconsejóél.—Nuncavolvíacomervieiras—indicóella.—¿Perdón?—Penséquetelohabíadicho.—Tal vez me lo dijiste —corrigió él, y lanzó una risita nerviosa. Lo que el

pistolero lehabíadichoacercadenohablarlede laotraenesemismomomentosecerníadentrodesumente.

—Unanochelassirvieronenlacena,cuandoyoteníadiezuonceaños.Odiéelgusto que tenían, como pelotitas de goma, y las vomité. Nunca volví a comerlas.Pero...suspiró.Comotúdices,voya«darlesunmordisco».

Se puso un pedazo en la boca como un niño que toma una cucharada de unremedio que sabe horrible. Masticó lentamente al principio, luego un poco másrápido.Tragó.Tomóotropedazo.Masticó, tragó.Otro.Ahoraestabaprácticamentedevorándolo.

—¡Eh,másdespacio!—ledijoEddie.—¡Deben de ser de otra clase! Eso es, ¡por supuesto, es eso!—Miró a Eddie

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resplandeciente—. ¡Hemos avanzado por la playa y las especies han cambiado!¡Parece que ya no soy alérgica! No me sabe horrible, como antes... y traté deretenerlo,¿verdadquesí?—Lomiróindefensa—.Tratécontodasmisfuerzas.

—Sí.—Se oía a sí mismo como una radio que transmitía una señal distante.«Creequeestuvocomiendotodoslosdíasyqueluegovomitabatodoyqueporesoestátandébil.Cristomilagroso».Sí,tratastecomounaloca.

—Sabe a...—Fue difícil entender estas palabras porque tenía la boca llena—.¡Sabetanbien!—Seechóareír.Elsonidoeradelicadoyencantador—.¡Estosevaaquedar!¡Voyapodertomaralimento!¡Losé!¡Losiento!

—Esmejorquenoexageres—leadvirtióél,ylealcanzóunadelascantimploras—. No estás acostumbrada. De tanto... —Tragó y se produjo un audible (por lomenosaudibleparaél)clicensugarganta—.Detantovomitar.

—Sí.Sí.—DebohablarconRolandounosminutos.—Muybien.Peroantesdequesefueraellaletomólamanootravez.—Gracias,Eddie.Graciasporsertanpaciente.Ydalelasgraciasaél.—Hizouna

pausagrave—.Ynoledigasquemedamiedo—Noselodiré.—Yvolvióhastadondeestabaelpistolero.

3

Auncuandonoempujaba,Odettaeraunaayuda.Navegabaconlaprescienciadeunamujer que ha pasadomucho tiempomanejando una silla de ruedas a través de unmundoqueenlosañosporvenirnoibaareconoceralagentedisminuidacomoella.

—Izquierda—avisaba—, y Eddie se desviaba hacia la izquierda evitando unarocaquesobresalíaenmarañadadelapastosaareniscacomouncolmillocariado.Élpudohaberlavisto...otalvezno.

—Derecha—avisaba—,yEddie se desviaba hacia la derecha, y a duras penasevitabaunadelascadavezmásrarastrampasdearena.

PorfinsedetuvieronyEddiesetendióenelsuelo,respirandofuerte.—Duerme—dijoOdetta—.Unahora.Yotedespierto.Eddielamiró.—Notemiento.Observéelestadodetuamigo,Eddie...—Élnoesexactamentemiamigo...—Yséloimportantequeeseltiempo.Novoyadejartedormirmásdeunahora

porunsentidomalentendidodelacompasión.Puedoleerelsolbastantebien.Nole

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haríasningúnbienaesehombresiteagotasdeltodo,¿verdad?—No—dijo, mientras pensaba: «Pero tú no comprendes. Si yo me duermo y

vuelveDettaWalker...»—Duerme, Eddie —insistió ella, y como Eddie estaba demasiado agotado (y

demasiadoenamorado)paranoconfiarenella,sedurmió.Éldurmió,ellalodespertótal como había dicho, y seguía siendoOdetta, y siguieron el camino, y ahora ellaimpulsaba otra vez, y ayudaba.Avanzaron a toda velocidad por la playa, cada vezmáspequeña,hacialapuertaqueEddieseguíabuscandofrenéticamenteyseguíasinver.

4

Cuando dejó a Odetta comiendo su primera comida en días y volvió junto alpistolero,Rolandoparecíaestarunpocomejor.

—Agáchate—ledijoaEddie.Eddieseagachó.—Déjamelacantimploraqueestámediollena.Esloúnicoquenecesito.Llévala

hacialapuerta.—¿Quéhagosino...?—¿Si no la encuentras? La encontrarás. Las primeras dos estuvieron ahí; ésta

tambiénvaaestar.Sillegasahíhoy,antesdequesepongaelsol,esperalaoscuridady caza doble. Tienes que dejarle comida a ella y asegurarte de que esté todo loprotegidaquepuedaestar.Sinollegasestanoche,cazatriple.Ten.

Lealcanzóunode los revólveres.Eddie lo tomóconrespeto, sorprendido igualqueantesporsupeso.

—Penséqueloscartuchoserantodosinservibles.—Probablemente lo sean. Pero lo cargué con los que me pareció que estaban

menosmojados:tresdelladodelahebilladelcintodelaizquierda,tresdelladodelahebilla del izquierdo.Alguno puede disparar.Dos, si tienes suerte.No los pruebescon los bichos.—Sus ojos consideraron brevemente a Eddie—. Puede haber otrascosasporahí.

—Tútambiénlooíste,¿verdad?—Siterefieresaalgoqueaullabaenlascolinas,sí.SiterefieresalCoco,como

indicantusojos,no.Oíungatosalvajeenlosmatorrales,esoestodo,talvezconunavozcuatrovecesmásimportantequesucuerpo.Podríanosernadaquenopudierasespantarconunpalo.Perohayquepensarenella.Sillegaraavolversuotra,talveztengasque...

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—¡Novoyamatarla,siesesoenloqueestáspensando!—Talveztengasqueherirlaunpoco.¿Entiendes?Eddie asintió con reticencia. De todas maneras las malditas cápsulas

probablementenoibanadisparar,asíquenoteníasentidopreocuparseporesoahora.—Cuando llegues a la puerta, déjala. Déjala protegida lomejor que puedas, y

vuelveamíconlasilla.—¿Yelrevólver?LosojosdelpistolerocentellearoncontalfuerzaqueEddieechósucabezahacia

atrás,comosiRolandolehubierapuestoenlacaraunaantorchaencendida.—¡Dioses, sí! ¿Dejarla con un arma cargada, cuando su otra puede volver en

cualquiermomento?¿Estásloco?—Lasbalas...—¡Alamierda lasbalas!—gritóelpistolero,yuna inesperadacaídadelviento

permitió acarrear las palabras. Odetta volvió su cabeza, losmiró durante un largomomento,yluegovolvióamirarhaciaelmar—.¡Conellanolodejarás!

Eddiemantuvobajalavozporsielvientovolvíaacaer.—¿Y si algo bajara de losmatorralesmientras yo estoy volviendo hacia aquí?

¿Algún tipodegatocuatrovecesmásgrandequesuvoz,en lugarde seral revés?¿Algoquenosepuedeespantarconunpalo?

—Daleunapiladepiedras—repusoelpistolero.—¡Piedras!¡SantoDios!¡Tío,eresunjodidodemierda!—Estoypensando—dijoelpistolero—.Algoquetúparecesincapazdehacer.Te

diel revólverparaquepudierasprotegerladeese tipodepeligrospor lamitaddelviajequedebeshacer.¿Tecomplaceríaquetomaraelrevólverdevuelta?Talvezasípodríasmorirporella.¿Esotecomplacería?Muyromántico...sóloqueenesecaso,enlugardesersóloella,lostresnosvendríamosabajo.

—Muylógico.Siguessiendounjodidodemierda,sinembargo.—Veoquédate.Dejadeinsultarme.—Teolvidastedealgo—advirtióEddiefurioso.—¿Dequé?—Teolvidastededecirmequecreciera.EsloqueHenrysiempremedecía:«Oh,

crecedeunavez,niño.»Elpistoleroexhibióunasonrisamuycansadayextrañamentehermosa.—Yocreoquehascrecido.¿Tevasotequedas?—Mevoy—dijoEddie—.¿Quévasacomer?Elladevorólassobras.—El jodido de mierda ya encontrará la manera. El jodido de mierda ha

encontradolamaneraduranteaños.Eddiemiróhaciaotrolado.—Supongo... supongo que siento haberte dicho eso, Rolando. Es que... —De

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prontoseechóareírdeunmodoestridente—.Hasidoundíamuyagotador.Rolandovolvióasonreír.—Sí—asintió—.Sílohasido.

5

Esedíalograronelmayoravancedetodoeltrayecto,peroaúnnohabíapuertaalavista cuando el sol comenzó a derramar sus trazos dorados a través del océano.Aunqueellaledijoquesesentíaperfectamentecapazdeseguirporotramediahora,éldecidiópararylaayudóasalirdelasilla.Lacargóhastauntrozodeterrenolisoque parecía bastante blando, tomó los almohadones del respaldo de la silla y delasientoylosdeslizódebajodeella.

—Dios,québuenoesestirarseunpoco—suspiró—.Pero...—Sufrentesenubló—. Sigo pensando en ese hombre de ahí atrás, Rolando, completamente solo, yrealmentenopuedodisfrutar.Eddie, ¿quiénes él? ¿Quées él?—Ycasi comounaocurrenciatardía,añadió—:¿Yporquégritatanto?

—Essólosunaturaleza,supongo—opinóEddie,yabruptamentesealejóajuntarpiedras.Rolando sólo gritaba de vez en cuando.Y ese día le había tocado: «¡A lamierda lasbalas!»Peroel restoobedecíaa la falsamemoria:el tiempoenqueellacreíahabersidoOdetta.

Cazó triple, según las instrucciones del pistolero. Estaba tan concentrado en laúltima bestia que escapó por un pelo de una cuarta, que se había acercado por suderecha.Viocómosuszarpascaíanenellugarqueunmomentoanteshabíaocupadosupiernaysupie,ypensóenlosdedosquelefaltabanalpistolero.

Cocinó sobre un fuego de madera seca—al menos las colinas intrusivas y lavegetacióncrecientehacíanmásrápidaymásfácillabúsquedadebuencombustible—,mientraslaúltimaluzdeldíasedesvanecíaenelcielodeloeste.

—¡Mira,Eddie!—gritóella,yseñalóarriba.Elmiró,yviounasolaestrellaqueresplandecíaenelsenodelanoche.—¿Noeshermoso?—Sí—asintióél,ydepronto,sinrazónalguna,susojossellenarondelágrimas.

¿Dóndehabíaestadotodasuputavida?¿Dóndehabíaestado,quéhabíahecho,quiénhabíaestadoconélmientraslohacía,yporquésesentíadeprontotantriste,tanllenodemierdaenungradoabismal?

Ellateníaelrostrolevantadoyeraterribleensubelleza, irrefutableenestaluz,perolabellezaeradesconocidaparasuposeedora,quiensolomirabalaestrellaconlosojosmuyabiertosymaravillados,ysereíasuavemente.

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—Estrella de la luz y de la claridad—dijo, y se detuvo. Lomiró a él—. ¿Losabes,Eddie?

—Sí.—Eddiemantenía la cabeza baja. Su voz sonaba bastante limpia, pero silevantabalamirada,ellaveríaqueestaballorando.

—Entoncesayúdame.Perotienesquemirar.—Estábien.Se limpió las lágrimas con la palma de unamano y levantó lamirada hacia la

estrellajuntoconella.—Estrelladelaluz...—Ellalomiró,yélsesumóasuletanía...ydelaclaridad...Lamanodeellaseextendió,titubeante,yélselaaferró,eldeliciosomarróndel

chocolatelivianolauna,yeldeliciosoblancodelpechodeunapalomalaotra.—La primera estrella que esta noche verás. —Hablaban al unísono con

solemnidad,ahora,conesto,unmuchachoyunachica,noelhombreylamujerqueseríanmástarde,cuandolaoscuridadfuecompletayellalollamóparapreguntarlesiestabadormidoyéldijoquenoyellalepreguntósinolaabrazaríaporquehacíafrío—.Tedaráundeseo,undeseotedará...

Semiraronelunoalotro,yélvioquetambiénaellalaslágrimaslecorríanporlasmejillas.Volvieronlassuyas,yéllasdejócaerantelamiradadeella.Noeraunavergüenza,sinounalivioindecible.

Sesonrieronelunoalotro.—Yesedeseoseharárealidad—dijoEddie,ypensó:«Porfavor,siempretú.»—Y ese deseo se hará realidad—repitió ella, y pensó: «Si debomorir en este

extraño lugar, por favor, que no sea muy duro, y que este buen muchacho estéconmigo.»

—Lamento haber llorado—se disculpó ella, secándose los ojos—.No lo hagohabitualmente,perohasido...

—Undíamuyagotador—terminóél.—Sí.Ytúnecesitascomer,Eddie.—Ytútambién.—Sóloesperoquenomehagaenfermarotravez.Éllesonrió.—Nocreo.

6

Más tarde, con extrañas galaxias que giraban sobre sus cabezas en lentas espiralesningunocreyóqueelactodeamorhubierasidoalgunaveztandulce,tanlleno.

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7

Al amanecer ya estaban en marcha y a toda velocidad, y hacia las nueve EddielamentónohaberlepreguntadoaRolandoquédebíahacersillegabanallugardondelascolinascortabanlaplayayaúnnohabíapuertaalavista.Parecíaunapreguntadecierta importancia,porqueel finalde laplayaseacercabaefectivamente,deesonohabíaduda.Lascolinasavanzabancadavezmáscercaycorríanendiagonalhaciaelagua.

Laplayamismayanoeraenabsolutounaplaya,norealmente;ahoraelsueloerafirmeybastantesuave.Algo—eluso,supusoél,ounainundaciónenalgunaestacióndelluvias(nohabíallovidodesdequeélestabaenestemundo,niunagota;unpardeveceselcielosehabíanublado,peroluegolasnubeshabíanvolado—,habíagastadolasrocasquebrotabanporelcaminohastahacerlasdesaparecer.

AlasnueveymediaOdettagritó:—¡Para, Eddie! ¡Deténte! Él se detuvo tan abruptamente que ella tuvo que

aferrarsealosbrazosdelasillaparanocaer.Enuninstanteélrodeólasillayestuvofrenteaella.

—Perdona—seexcusó—.¿Estásbien?—Bien. —Vio que había confundido angustia con excitación. Ella señaló—.

¡Allá!¿Vesalgo?Entrecerró los ojos y no vio nada. Escudriñó. Por un instante pensó... no,

seguramenteerasólovaporcalientequebrotabadelsuelo.—Creoqueno—contestó,ysonrió—.Salvo,talvez,tudeseo.—¡Yocreoveralgo!—Volvióhaciaélsucaraexcitadaysonriente—.¡Ahí,de

pie!Cercadedondeterminalaplaya.Élvolvióamirar;escudriñócontalintensidadquesusojoslagrimearon.Otravez

pensó sólo por unmomento que había visto algo. «Eso es lo que pasa—pensó, ysonrió—.Havistosudeseo.»

—Talvez—dijo,noporqueéllocreyera,sinoporquelocreíaella.—¡Vamos!Eddievolvióacolocarsedetrásdelasillaysetomóunmomentoparamasajearse

la parte baja de la espalda, donde se había instalado un dolor constante. Ellamiróhaciaatrás.

—¿Quéestásesperando?—Realmentecreeshaberlavisto¿verdad?—¡Sí!

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—Bueno,¡entoncesvamos!Eddiecomenzóaempujarotravez.

8

Mediahoramástardeéltambiénlavio.«Dios—pensó—,tieneunavistatanbuenacomoladeRolando.Talvezmejor.»

Ninguno de los dos deseaba detenerse para almorzar, pero tenían que comer.Hicieron una comida rápida y luego se pusieron en marcha otra vez. La mareacomenzaba a subir, y Eddiemiró hacia la derecha—el oeste— con preocupacióncreciente. Aún estaban muy por encima de la línea ondulada de algas y malezasmarinasquemarcabalamareaalta,peropensóqueparacuandollegaranalapuertaseencontraríanenunincómodoánguloestrecholimitadoporelmaraunladoylascolinasendeclinaciónporelotro.Ahorapodíaveresascolinascontodaclaridad.Erauna visión que no tenía nada de placentero. Eran rocosas y salpicadas por unosárbolesbajosqueenroscabansusraícesenlatierracomosifuerannudillosartríticos,y unos arbustos de aspecto espinoso. No eran verdaderamente escarpadas, perodemasiado escarpadas para una silla de ruedas. Tal vez pudiera cargarla en brazosduranteuntrecho;dehechoseveríaforzadoahacerlo,peronolegustabalaideadedejarlaahí.

Porprimeravezoía insectos.El sonidoeraparecidoal quepodríanhacerunosgrillos pequeños, pero en un tono más agudo y sin sentido del ritmo, sólo unmonótonoyconstanteriiiiiiiiii,comosifueranlíneasdeenergía.Porprimeravezveíaotros pájaros ademásde las gaviotas.Algunos eranbastante grandes, y volaban encírculoconlasalasrígidas,tierraadentro.«Halcones»,pensó.Decuandoencuandolos veía recoger las alas y precipitarse como piedras. Cazan. ¿Qué cazan? Bueno,pequeñosanimales.Esoestabamuybien.

Sinembargo,élseguíapensandoeneseaullidoquehabíaoídoporlanoche.Haciamedia tarde podían ver la tercera puerta con toda claridad. Igual que las

otrasdos,eraalgoimposiblequeseerguíarígidocomounposte.—Notable—oyóqueelladecíasuavemente—.Notableengradosumo.Estabaexactamenteenellugarqueélhabíacomenzadoasospecharqueestaría,

en el ángulo que marcaba el final de cualquier avance sencillo hacia el norte. Selevantabaapenasporencimadelalíneadelamareaaltayamenosdenuevemetrosdellugardondelascolinasbrotabandelatierracomounamanogigantequeenlugardepelo,estuvieracubiertademalezaverdegrisácea.

Cuandoelsolcomenzabaadesmayarsesobreelagua,lamareasubiódegolpe;y

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cuandoseríanlascuatrodelatarde(esodijoOdetta,ycomoellahabíadichoqueerabuenaparaleerelsol,yademáserasuamada,Eddielecreyó)llegaronalapuerta.

9

Simplementelamiraron,Odettaensusillaconlasmanossobresuregazo,Eddiedelladodelmar.Enunsentidolamirabancomohabíanmiradolaestrelladelcrepúsculola noche anterior —es decir, como miran las cosas los niños—, pero en otro lamiraban de una manera diferente. Cuando habían pedido sus deseos a la estrella,habíansidoniñosdelaalegría.Ahoraparecíansolemnes,llenosdepreguntas,comoniñosquemiranunarígidaencarnacióndeunacosaquesólopertenecealoscuentosdehadas.

Sobrelapuertahabíatrespalabrasescritas.—¿Quésignifica?—preguntóOdettaporfin.—No lo sé —contestó Eddie, pero esas palabras le produjeron un escalofrío

desesperanzado;sintióqueuneclipselecruzabaelcorazón.—¿Nolosabes?—lepreguntóellamirándolomásdecerca.—No.Yo...—Tragósaliva—.No.Ellalomiróunmomentomás.—Empújamedelotrolado,porfavor.Quierovereso.Séquequieresregresaraél,

¿peroharíasesopormí?Loharía.Comenzaronarodearlapuertaporelladodearriba.—¡Espera!—gritóella—¿Hasvistoeso?—¿Qué?—¡Vuelve!¡Mira!¡Observa!Esta vez élmiró la puerta en lugar demirar adelante para guiar el camino. A

medidaquelaibanrodeando,viocómoseestrechabaenperspectiva,viosusgoznes,queparecíanestarencajadosenlanadaabsoluta,viosuespesor...

Yentoncesdesapareció.Elespesordelapuertadesapareció.Su visión del agua debió quedar interrumpida por ocho, tal vez incluso diez

centímetros de madera sólida (la puerta parecía extraordinariamente voluminosa),peronoexistíainterrupciónalguna.

Lapuertahabíadesaparecido.Susombraestabaahí,perolapuertahabíadesaparecido.Hizo rodar la sillamediometro hacia atrás, como para quedar justo al sur del

lugardondeestabalapuerta,yahíestabaelespesor.

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—¿Laves?—preguntóellaconvozáspera.—¡Sí!¡Ahíestáotravez!Hizo rodar la silla treinta centímetros hacia delante. La puerta aún estaba ahí.

Otros quince centímetros. Aún ahí. Otros cinco centímetros. Aún ahí. Otros doscentímetros...ydesapareció.Desapareciósólidamente.

—Jesús—susurróél—.Jesúsdelcielo.—¿Seabriráparati?—preguntóella.¿Oparamí?Eddieavanzólentamentehaciadelanteytomóelpicaportedelapuertaquetenía

lastrespalabrasescritasenlapartesuperior.Probó en el sentido de las agujas del reloj; probó en el sentido contrario a las

agujasdelreloj.Elpicaportenosemovióunápice.—Muy bien.—La voz de ella era tranquila, resignada—. Entonces es para él.

Creoqueamboslosabíamos.Veabuscarlo,Eddie.Ahora.—Antestengoqueocuparmedeti.—Yovoyaestarbien.—No,nolocreo.Estásmuycercadelalíneadelamareaalta.Sitedejoaquí,las

langostasvanasalircuandocaigalanocheytevanacom...Allá en las colinas, el gruñido cascadodeungato cortó repentinamente lo que

estabadiciendocomouncuchilloquecortaunacuerdafina.Selooyóbastantelejos,peromáscercaqueelanterior.

Ellaechóunamiradaalrevólverdelpistolerometidoenlacinturadelpantalóndeél,yluegootravezasucara.Élsintióqueleardíanlasmejillas.

—Él te dijo que no me lo dieras, ¿verdad?—inquirió ella suavemente—. Noquierequeyolotenga.Poralgunarazónnoquierequeyolotenga.

—Lascápsulas semojaron—musitó élmuy incómodo—.De todasmaneras lomásprobableesquenodisparen.

—Comprendo.Súbemeunpocoporlacuesta,¿quieres,Eddie?Sélocansadaquedebeestartuespalda;AndrewllamaaesoelAchaquedelaSilladeRuedas,perosimellevasunpocomásarribaestaréasalvodelas langostas.Dudoquealgunaotracosaseacerqueadondeestánellas.

Eddiepensó:«Cuandolamareaestáalta,esprobablequetengarazón...¿peroquépasarácuandocomienceabajarotravez?»

—Dame algo de comer y algunas piedras—pidió ella, y su ignorado eco delpistolerohizoqueEddieseruborizaraotravez.

Sentíalasmejillasylafrentecomolosladrillosdeunhorno.Ellalomiró,sonriódébilmente,ysacudiólacabezacomosiélhubiesehablado

envozalta.—Notenemostiempodediscutiracercadeesto.Vicómoestánlascosasconél.

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Tienemuyperomuypocotiempo.Nohaytiempoparadiscusiones.Llévameunpocomásarriba,damealgodecomidayunaspiedras,luegoveteconlasilla.

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La acomodó lomás rápido que pudo, luego sacó el revólver del pistolero y se lotendió,conlaculatahaciaadelante.Peroellanegóconlacabeza.

—Él se pondrá furioso con los dos. Furioso contigo por dármelo, más furiosoconmigoporcogerlo.

—¡Tonterías!—gritóEddie—.¿Quétedioesaidea?—Losé—afirmóella,convozimpenetrable.—Bueno,supongamosqueescierto.Sólosupongámoslo.Yovoyaestarfurioso

contigosinolocoges.—Quédatelo.Nomegustanlasarmas.Noséusarlas.Sialgosemeacercaenlaoscuridad,loprimeroquevoyahaceresmojarmelos

calzones.La segundacosaqueharía es apuntardel ladoequivocadoypegarmeuntiro.

—Hizo una pausa y miró a Eddie con solemnidad. Y hay algo más, y no meimporta decírtelo. No quiero tocar nada que le pertenezca. Nada.Yo creo que suscosaspodrían tener loquemimadre llamabamaldeojo.Megustapensarquesoyunamujermoderna...peronoquieroconmigoningúnmaldeojocuandotútehayasidoylaoscuridadsemevengaencima.

ElpasólamiradadelrevólveraOdetta,ysusojosaúncuestionaban.—Quédatelo—insistióella,tercacomounamaestradeescuela.Eddielanzóuna

carcajadayobedeció.—¿Dequéteríes?—Porque al decir esome has recordado aMiss Hathaway. Eramimaestra de

tercergrado.Ellasonrióunpocoysusojosluminososnuncasedespegabandelossuyos.Ella

cantósuave,dulcemente:«Caenlassombrascelestialesdelanoche...Eslahoradelcrepúsculo.» Dejó la canción en el aire y ambos miraron hacia el oeste, pero laestrella a la que formularon sus deseos la noche anterior aún no había aparecido,aunqueyaeramuylargoeltrazodesombras.

—¿Hay algo más, Odetta? —Él sentía la necesidad de postergar y postergar.Pensó que esto pasaría en cuanto se pusiera efectivamente en marcha, pero ahoraparecía muy fuerte la necesidad de echar mano a cualquier excusa para poderquedarse.

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—Unbeso.Nomevendríamal,sinoteimporta.Labesólargamentey,cuandosuslabiosyanosetocaban,ellatomósumuñecay

lomiróconintensidad.—Nunca antes había hecho el amor con un hombre blanco. No sé si esto es

importanteparationo.Nisiquierasésiesimportanteparamí.Perocreíquedebíassaberlo.

Élloconsideró.—Noparamí—dijo—.Enlaoscuridad,creoqueamboséramosgrises.Teamo,

Odetta.Ellapusounamanoencimadeladeél.—Eresunhombredulceytalvezyotambiénteame,aunqueesmuyprontopara

quecualquieradelosdos...Enesemomento,comosilehubierandadounaseñal,ungatosalvajegruñóenlo

queelpistolerohabíallamadolosmatorrales.Aúnselooíaasieteuochokilómetrosdedistancia,peroseguíansiendosieteuochokilómetrosmáscercaquelaúltimavezquelohabíanoído,yselooíagrande.

Los dos giraron sus cabezas hacia el sonido. Eddie sintió cómo trataban deerizarse los pelos sobre su nuca. No terminaron de lograrlo. «Lo siento, pelos—pensóestúpidamente—.Creoqueahoratengoelcabellounpocolargo.»

Elgruñidosealzóaunchillidotorturadoquesonócomoelgritodealgúnserquesufriera unamuerte horrible (aunque tal vezno indicabamásqueun acoplamientosatisfactorio). Semantuvo por unmomento, casi insoportable, y luego comenzó abajar, deslizándose a través de registrosmás ymás bajos hasta que desapareció, oquedó enterrado bajo el grito incesante del viento.Esperaron que volviera, pero elgritonoserepitió.PorloqueaEddieconcernía,esonoteníaimportancia.Volvióasacarelrevólverdelacinturadesupantalónyselotendió.

—Tómalo y no discutas. Si tuvieras que usarlo, no va a servir para nada. Asífuncionansiempreestascosas,perotómalodetodasmaneras.

—¿Quieresquediscutamos?—Oh,puedesdiscutir.Puedesdiscutirtodoloquequieras.Después de unamirada de consideración a los ojos avellanados de Eddie, ella

sonrióalgocansadamente.—Novoyadiscutir,creo.—Tomóelrevólver—.Porfavorvuelvecuantoantes.—Eso haré. —La volvió a besar, rápidamente esta vez, y estuvo a punto de

decirlequetuvieracuidado...pero¿cuántocuidadopodíallegaratenerenlasituaciónenqueestaba?

Sepusoenmarchaybajóporlacuestaentrelassombrascadavezmásprofundas(las langostruosidades aún no habían salido, pero pronto aportarían su nocturnapresencia),yvolvióamirarlaspalabrasescritassobrelapuerta.Elmismoescalofrío

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le trepó por la carne. Eran apropiadas esas palabras. Dios, eran muy apropiadas.Luegovolvió amirar hacia la cuesta. Por unmomentonopudoverla, y luegovioalgoquesemovía.Elmarrónmáslivianodeunapalma.Loestabasaludando.

Éllasaludóasuvez,luegogirólasilladeruedasycomenzóacorrerllevándolainclinadahaciasí,demaneraquelasruedasdelanteras,máspequeñasydelicadas,notocaran el suelo. Corrió hacia el sur, de vuelta por elmismo camino que le habíallevadohasta allí.Durante la primeramediahora su sombra corrió junto con él, lasombraimprobabledeungigantelarguiruchopegadoalassuelasdesuszapatillasyextendidolargamentehaciaeleste.Entoncesbajóelsol,susombradesapareció,ylaslangostruosidadescomenzaronasalirdelasolas,alostumbos.

Más o menos diez minutos después de haber oído el primero de sus gritoszumbones,levantólamiradayviolaestrelladelcrepúsculotitilandotranquilamentecontraelterciopeloazuloscurodelcielo.

«Caenlassombrascelestialesdelanoche...Eslahoradelcrepúsculo.»Queestéasalvo.Laspiernasyaledolían,sentíaelalientomuycalienteypesado

en lospulmones,yaúnquedabaun tercerviajeporhacer,estavezconelpistolerocomopasajero,yaunquecalculabaqueRolandodebíapesarnomenosdecincuentakilosmásqueOdetta,ysabíaquedebíaconservarsusfuerzas,detodasmaneras

Eddiesiguiócorriendo.Queestéasalvo,éseesmideseo.Quemiamadaestéasalvo.

Y,comounmal augurio,ungato salvaje aulló enalgún lugarde los torturadosbarrancosqueatravesabanlascolinas...sóloqueestegatosalvajesonógrandecomounleónquerugeenunajunglaafricana.

Eddie corrió más rápido, empujando la silla desocupada frente a sí. Pronto elviento comenzó a producir un fino silbido fantasmal a través de los rayos de lasruedasdelanteras,que,levantadas,girabanlibremente.

11

Elpistolerooyóun agudo silbidoululanteque se le aproximabay se tensóporunmomento.Luegooyóunarespiraciónagitadayserelajó.EraEddie.Losupoaunsinabrirlosojos.

Cuandoelsonidoululantesedesvanecióydisminuyólavelocidaddelospasos,Rolando abrió los ojos. Eddie estaba de pie junto a él, jadeando, mientras latranspiraciónlecorríaporloscostadosdesucara.Teníalacamisapegadaalpechoenuna sola mancha oscura. No le quedaba ni un solo vestigio del aspecto deuniversitariosobreelquehabía insistidoJackAndolini.Elpelo lecolgabasobre la

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frente.Selehabíanabiertolospantalonesenlaentrepierna.Lasmedialunaspúrpuraazuladasdebajodesusojoscompletabanelcuadro.EddieDeaneraundesastre.

—Lologré—exclamó—.Aquíestoy.—Miróasualrededor,yluegodenuevoalpistolero,comosinopudieracreerlo—.DiosSanto,realmenteestoyaquí.

—Lehasdadoelrevólver.Eddiepensóqueelpistoleroteníamalaspecto,tanmalocomoelqueteníaantes

de la primera ronda abreviada de Keflex, tal vez algo peor. El calor de la fiebreparecíaemanardeélenondas,ysabíaquedebióhabersentidolástimaporél,peroporelmomentotodoloquepodíasentireraunafurialoca.

—Merompoelculoparavolveraquíentiemporécordytodoloquepuedesdecires «Le has dado el revólver». Gracias, tío. Quiero decir: yo esperaba algunaexpresióndegratitud,peroestoesdemasiado,laputamadre.

—Creohaberdicholaúnicacosaqueimporta.—Bueno,yaquelomencionas,selohedado—repusoEddie.Sepusolasmanos

enlascaderasybajósumiradatruculentaalpistolero—.Ahorapuedeselegir.Puedessubirteaestasillaoyopuedoplegarlaymetértelaenelculo.¿Cuáldelasdoscosasprefieres,amo?

—Ninguna.—Rolandosonreíaunpoco, lasonrisadeunhombrequenoquieresonreír,peronopuedeevitarlo—.Primerovasadormirunpoco,Eddie.Veremosloquehayquevercuandollegueelmomentodever,peroporahoranecesitasdormir.Estásagotado.

—Quierovolverjuntoaella.—Yo también. Pero si no descansas te caerás de bruces en las huellas.Así de

simple.Maloparati,peorparamí,ylopeordetodoparaella.Eddiesequedóparadounmomento,indeciso.—Hiciste un buen tiempo—concedió el pistolero. Escudriñó el sol—. Son las

cuatro, tal vez las cuatro y cuarto. Duerme cinco, tal vez siete horas, y estarácompletamenteoscuro...

—Cuatro.Cuatrohoras.—Muy bien. Hasta después de que anochezca; creo que eso es lo importante.

Luegocomesyluegonosvamos.—Tútambiéncomes.Esadébilsonrisaotravez.—Voyaintentarlo.—MiróaEddietranquilamente—.Ahoratuvidaestáenmis

manos;supongoquelosabes.—Tesecuestré.—Sí.—¿Quieresmatarme?Siesasí,mátameahora,antesdesometeracualquierade

losdosa...—sualientolanzóunsilbidosuave.Eddieoyóeltraqueteodesupechoy

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elsonidoleimportómuypoco—...mayoresincomodidades—concluyó.—Noquieromatarte.—Entonces...—lointerrumpióunrepentinoaccesodetosronca—...acuéstate—

finalizó.Eddieseacostó.Elsueñonosedejócaersobreélcomohacíaaveces,sinoquelo

aferrócon lasmanos rudasdeunamante torpepor laansiedad.Oyó (o talvezerasólo un sueño) que Rolando decía: «Pero no debiste haberle dado el revólver», yluego simplemente estabametido en la oscuridad por un tiempo ignorado, y luegoRolandolosacudíaparadespertarlo;ycuandoporfinlogróincorporarsehastaquedarsentado, lo único que parecía haber en su cuerpo era dolor: dolor y peso. Susmúsculossehabíanconvertidoencadenasytornosoxidadosenunedificiodesierto.El primer esfuerzo que hizo para ponerse de pie no prosperó. Volvió a caerpesadamentesobrelaarena.Lologróalsegundointento,perosintiócomosifueraatomarlenomenosdeveinteminutosrealizarunactotansimplecomovolverse.Yqueademásledolería.

TeníasobresílosojosdeRolando,interrogantes.—¿Estáslisto?Eddieasintió.—Sí.¿Ytú?—Sí.—¿Puedes?—Sí.Entonces comieron... y luego Eddie comenzó su tercer y último viaje por ese

condenadotramodeplaya.

12

Esa noche avanzaron un buen tramo, pero de todas maneras Eddie se sintió algodecepcionadocuandoelpistolerodecidióparar.Nosemostróendesacuerdoporquesimplementeestabademasiadoagotadocomoparaseguiradelantesindescansar,perohabíatenidolaesperanzadeavanzarunpocomás.Elpeso.Éseeraelgranproblema.ComparadoconOdetta,empujaraRolandoeracomoempujarunacargadebarrasdeacero.Eddiedurmiócuatrohorasmásantesdelamanecer,sedespertócuandoelsolsalíasobrelascolinaserosionadasqueerantodoloquequedabadelasmontañas,yoyóqueelpistolerotosía.Eraunatosdébil, llenadeflemas, la tosdeunviejoquepuedeestarapuntodepescarunaneumonía.Susojosseencontraron.LosespasmosdetosdeRolandoseconvirtieronenrisa.

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—Todavíanoestoyacabado,Eddie,pormuymalquesuene.¿Ytú?EddiepensóenlosojosdeOdettaynegóconlacabeza.

—Noestoyacabado,peromevendríabienuncheeseburgeryunaBud.—¿Bud?[4]—dijoelpistoleropensativo,yrecordóenlosmanzanosylasflores

delaprimaveraenlosJardinesRealesdelaCorte.—No importa. Sube, colega.No tiene cuatro velocidades conpalanca, ni freno

hidráulico,peroandaremosunoscuantoskilómetros.Yesohicieron,aunqueelsolsepusoalsegundodíadespuésdehaberdejadoa

Odetta,ysóloseguíancercadellugardondeestabalatercerapuerta.Eddiesetendió,conintencionesdehacerunapausaporotrascuatrohoras,peroelaullidodeunodeesosgatoslosacósobresaltadodelsueñodespuésdesólodoshoras,conelcorazóngolpeándoleatodafuerza.Dios,lacosasonabagrandecomoelcopón.

Vio al pistolero incorporado sobre un codo, con los ojos resplandeciendo en laoscuridad.

—¿Estáslisto?—preguntóEddie.Lentamentesepusodepie,conunasonrisadedolor.

—¿Ytú?—preguntóRolando,muysuavemente.Eddie torció su espalda y produjo una serie de crujidos, como una tira de

pequeñospetardos.—Sí.Perodeverasdaríacualquiercosaporesecheeseburger.—Penséqueloquequeríaserapollo.Eddielanzóungemido.—Dameunrespiro,tío.Paracuandoel sol saliódetrásde lascolinas, la tercerapuertaseveíacon toda

claridad.Doshorasmástarde,llegaron.«Todosjuntosotravez»,pensóEddie,listoparadejarsecaerenlaarena.Pero aparentemente no era así. No había señales de Odetta Holmes. Ninguna

señalenabsoluto.

13

—¡Odetta!—gritóEddie,yahorasuvozestabaroncayquebradacomohabíaestadolavozdelaotraOdetta.

Ni siquierauneco le respondió, algoquealmenoshubierapodidoconfundirseconlavozdeOdetta.Enesascolinasbajasyerosionadasnorebotabaelsonido.Sóloseoíaelestallidodelasolas,muchomásfuerteenestetrozodetierraenformadeflecha,laexplosiónrítmicayhuecadelaespumaqueestallabaalfinaldealgúntúnel

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abiertoenlaroca,yelsilbidopermanentedelviento.—¡Odetta!Estavezgritótanfuertequesuvozsequebróyalgoagudo,comounaespinade

pescado, le rasgó por un momento las cuerdas vocales. Sus ojos recorrieron lascolinas frenéticamente; buscaba el retazo demarrónmás claro que sería sumano,buscaba el movimiento que haría ella al levantarse... buscaba (Dios lo perdone)manchasclarasdesangresobrelasrocasdecolormarrónrojizo.

Se encontró preguntándose qué haría de hallar esto último, o si encontrara elrevólver con profundas marcas de dientes en la fina madera de sándalo de suempuñadura.Lavisióndealgocomoesopodía llevarloa lahisteria,podía inclusovolverloloco,perodetodasformaslosiguióbuscando,esoocualquierotracosa.

Susojosnoveíannada;susoídosnoletraíannielmáslevegritoderetorno.Elpistolero,mientrastanto,estuvoestudiandolatercerapuerta.Élhabíaesperado

unasolapalabra,lapalabraqueusóelhombredenegrocuandovolviólasextacartadelTaroteneseGólgotapolvorientodondemantuvieronsuconferencia. (Muerte—habíadichoWalter—,peronoparati,pistolero.)

Sobreesapuertanohabíaunasolapalabrasino tres...yningunade las treseraMUERTE.

Lasleyóotravez,moviendosilenciosamenteloslabios:ELQUEEMPUJA.«Sinembargo,significamuerte—pensóRolando—,ysabíaqueeraasí.»LoquelehizomiraralrededorfueelsonidodelavozdeEddie,quesealejaba.

Eddiehabíacomenzadoatreparporlaprimeraelevación,aúngritandoelnombredeOdetta.

Porunmomento,Rolandoconsiderólaposibilidaddedejarloir.Podríaencontrarla,inclusopodríaencontrarlaconvida,nodemasiadomalherida,

yaúnellamisma.Supusoinclusoquelosdospodríanhaceralgúntipodevidajuntosaquí,yqueelamordeEddieporOdettayeldeellaporéltalvezpodríasuavizarlasombrade lanochequesehacía llamarDettaWalker.Sí,entre losdossupusoquepodríanestrujaraDettahastalamuerte.Asuásperamanera,éleraunromántico...yaúnerabastante realista comopara saberquealgunasvecesel amorefectivamentepodíaconquistarlotodo.¿Yencuantoaél?AuncuandopudieraconseguirdelmundodeEddie lasdrogasquecasi lohabíancuradolavezanterior,¿podríancurarloestavez, o al menos comenzar a curarlo? Ahora estaba muy enfermo, y comenzó apreguntarse si las cosasnohabrían idodemasiado lejos.Ledolían losbrazosy laspiernas, la cabeza le latía con fuerza, su pecho estaba pesado y lleno de flemas.Cuando tosía sentía un doloroso chirrido en el costado izquierdo como si tuvieraalgunacostillarotaahí.Suorejaizquierdaleardía.«Quizá—pensó—,habíallegadoeltiempodeterminar;simplementeabandonar.»

Anteesto,todoenélselevantóenprotesta.

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—¡Eddie!—gritó,ynohubotosesahora.Suvozsonóprofundaypoderosa.Eddie se volvió, con un pie sobre la tierra fresca, y el otro apoyado sobre un

pedazoderocasobresaliente.—Vete—dijo,ehizouncuriosoademángiratorioconlamano,unademánque

indicabaquequeríalibrarsedelpistoleroparapoderocuparsedelverdaderoasunto,elasuntoimportante,elasuntodeencontraraOdettayrescatarla,siunrescatefueranecesario.Está todobien.Veycruzayconsigue loquenecesitas.Cuandovuelvas,losdosestaremosaquí.

—Esolodudo.—Tengoqueencontrarla.—EddiemiróaRolandoysumiradaeramuyjoveny

completamenteindefensa—.Quierodecir:realmentetengoqueencontrarla.—Comprendo tu amor y tu necesidad —repuso el pistolero—, pero esta vez

quieroquevengasconmigo,Eddie.Eddiesequedómirándoloduranteunratolargo,comositrataradedarcréditoa

loqueoía.—Quevayacontigo—dijopor fin,perplejo—.¡Quevayacontigo!DiosSanto,

creoqueahorarealmenteloheoídotodo.Peroloquesediceabsolutamentetodo.Laúltima vez estuviste tan decidido a que yome quedara que te arriesgaste a que tecortaraelcuello.Estavezquieresarriesgarteaquealgolerasgueelcuelloaella.

—Esopuedehabersucedidoya—opinóRolando,aunquesabíaquenoeraasí.LaDamapodíaestarherida,peroélsabíaquenoestabamuerta.

Desgraciadamente,Eddietambiénlosabía.Unasemanaodiezdíassinsudrogalehabíaagudizadonotablementelamente.Señalóhacialapuerta.

—Sabes que no está muerta. Si lo estuviera, esa cosa habría desaparecido. Amenosquemintierascuandodijistequenoserviríaparanadasinoestuviéramoslostres.

Eddietratódevolverhacialapendiente,perolosojosdeRolandolomanteníansujeto.

—Muy bien—concedió el pistolero. Su voz era casi tan suave como cuandohablabaatravésdelacaraodiosaylavozaullantedeDettaalamujeratrapadadetrásenalgunaparte—.Estáviva.Siesasí,¿porquénorespondeatusllamadas?

—Bueno... uno de esos gatos pudo habérsela llevado.—Pero la voz de Eddiesonabadébil.

—Ungatolahabríamatado,habríacomidoloquequeríaydejadoelresto.Alosumo,pudohaberarrastradosucuerpoalasombraparavolverestanocheycomerlacarnequetalvezelsolnohubieraechadoaperdertodavía.Perosiésefueraelcasolapuertahabríadesaparecido.Losgatosnosoncomociertosinsectos,queparalizanasupresayselallevanparacomérselaluego,ytúlosabes.

—Eso no es necesariamente cierto —discrepó Eddie. Por un momento oyó a

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Odettacuandodecía:«Debistehaberestadoenelequipodedebates,Eddie»,ehizoaun lado el pensamiento—.Esposiblequeungatovinierapor ella y ella trataradedispararle,peroelprimerpardebalasnofuncionaran.Mierda,lasprimerascuatroocinco,talvez.Elgatoseleacerca,lahierebastante,yunminutoantesdequepuedamatarla... ¡BANG! —Eddie pegó un puño contra su palma, lo veía todo con talclaridadqueparecíahaberlopresenciado—.Labalamataalgato,o talvez sólo lohiere,otalvezsóloloespanta.¿Quétepareceeso?

—Habríamosoídoundisparo—apuntósuavementeRolando.PorunmomentoEddiesólopudoquedarseahíparado,mudo,incapazdepensar

en alguna réplica. Por supuesto lo habrían oído. La primera vez que habían oídoaullar a uno de esos gatos había sido a veinte, tal vez veinticinco kilómetros dedistancia.Undisparoderevólver...MiróaRolandoconsúbitaastucia.

—Talveztúlooíste—arguyó—.Talveztúoísteeldisparomientrasyodormía.—Tehabríadespertado.—Noconlocansadoqueestoy,hombre.Mequedodormidoyescomo...—Como estar muerto —concluyó el pistolero con el mismo tono suave—.

Conozcolasensación.—Entoncescomprendes...—Peronoesestarmuerto.Anocheestabasdormidodeesa forma,perocuando

unodeesosgatoschillótedespertasteytepusisteenpieencuestióndesegundos.Acausa de tu preocupación por ella.No hubo disparo alguno, Eddie, y lo sabes. Lohabríasoído.Acausadetupreocupaciónporella.

—¡Entoncestalvezellaledioconunaroca!—gritóEddie—.¿Cómocoñovoyasaberlosiestoyaquídiscutiendocontigoenlugardeiraverificarlasposibilidades?Quierodecir:¡ellapodríaestarherida,tendidaporahíenalgunaparte,tío!¡Heridaodesangrándosehastamorir!¿Qué tepareceríasiyofranquearaesapuertacontigoyellamurieramientrasestamosdelotro lado?¿Qué tepareceríamirarunavezhaciaatrásyverlapuertaahí,yluegomirarhaciaatrásporsegundavezyverqueyanoestá, talcomosinuncahubieraestadoporqueellayanoestá?¡Entonces túestaríasatrapadoenmimundoenlugardeseralrevés!—Sequedóahí,jadeandoymirandofijoalpistolero,conlospuñosapretados.

Rolandosintióunacansadaexasperación.Alguien—pudohabersidoCort,peromásbiencreíaqueera supadre—teníaundicho:«Esmás fácilbeberseelocéanocon una cuchara que discutir con un enamorado.» Si acaso fuera necesaria algunaprueba para ese dicho, ahí estaba de pie frente a él, en una postura que era tododesafíoydefensa.«Vamos—parecíadecirlaactituddesucuerpo—.Vamos,puedorespondercualquierpreguntaquemearrojesalacara.»

—Pudonohabersidoungatoloquelaencontró—decíaahora—.Éstepodrásertumundo,perotúnocreeshaberestadoenestapartemásdeloqueyoestuvealguna

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vez en Borneo. Tú no sabes las cosas que pueden bajar de esas colinas, ¿verdad?Pudohaberlaagarradounmono,oalgoporelestilo.

—Algolaagarró,estoydeacuerdo—concedióelpistolero.—Buenoagradezcoalcieloquelaenfermedadnotehayadejadocompletamente

fueradetus...—Y ambos sabemos lo que fue. DettaWalker. Eso es lo que la agarró. Detta

Walker.Eddie abrió la boca, pero por un corto tiempo—segundos, nadamás, pero los

suficientes como para que ambos reconocieran la verdad—, la inexorable cara delpistolerollamóasilenciotodossusargumentos.

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—Notieneporquésereso.—Acércate un poco. Si vamos a hablar, hablemos. Cada vez que tengo que

gritarteporencimadelasolassemedesgarralagargantaunpocomás.Entodocasoasíescomosesiente.

—Quéojostangrandestienes,abuelita—dijoEddie,sinmoverse.—¿Dequéestáshablando?—Esuncuentodehadas.—Eddiedescendiósinembargouncortotrechoporla

cuesta...cuatrometros,nomás—.Yuncuentodehadasesloquetúpiensas,sicreesquepuedesengatusarmeparaquemeacerquelosuficienteaesasilladeruedas.

—¿Quéteacerqueslosuficienteparaqué?Nocomprendo—inquirióRolando,apesardequecomprendíaperfectamente.

Como a unos ciento cincuentametros por encima de ellos y tal vez a un buenmediokilómetrohaciaeleste,unpardeojososcuros—ojostanllenosdeinteligenciacomo carentes de caridad humana— observaban atentamente este cuadro. Eraimposiblesaberloqueestabandiciendo;elviento,lasolasyelestallidohuecodelaespumacavandosu túnelsubterráneoseocupabandeeso,peroDettanonecesitabaoír loquedecíanparasaberdequéhablaban.Nonecesitabaun telescopioparaverqueelHombreMalodeVerdadahoraeratambiénelHombreEnfermodeVerdad,yes posible que el Hombre Malo de Verdad quisiera pasar algunos días o inclusoalgunassemanastorturandoaunamujerNegrasinpiernas(talcomoestabanlascosasallí, no era fácil encontrar con qué entretenerse), pero ella creía que el HombreEnfermodeVerdadsóloqueríaunacosa,queerasacarsuculodepanblancocuantoantesdeallí.Simplementeusaresapuertamágicaparalargarsedeallí.Peroantes,élno había sacado ningún culo de ninguna parte.Antes, él no había sacado nada de

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ningunaparte.Antes,elHombreMalodeVerdadnoestuvoenningunapartemásqueenlapropiacabezadeella.Ellatodavíanoqueríapensarcómohabíasidoeso,cómolohabíasentido,conquéfacilidadélhabíapasadoporencimadetodossusesfuerzosparasacárselodeencima,parasacarlofuera,paravolveratomarelcontrolsobresímisma. Eso fue terrible. Espantoso. Y lo que lo hacía peor era su falta deentendimiento. ¿Cuál era, exactamente, la verdadera fuente de su terror? Ya leatemorizaba bastante el hecho de que no fuera la invasión en símisma. Sabía quepodía llegar a comprenderlo si lo analizaba con el debido cuidado, pero no queríahacereso.Unexamencomoésepodíallevarlaaunlugarcomoelquelosmarinerostemíanenlosdíasdelaantigüedad,unlugarqueeranimásnimenosqueelbordedelmundo,unlugarqueloscartógrafoshabíanmarcadoconlaleyendaAQUÍHABRÁSERPIENTES.La cosa escondida con respecto a la invasión delHombreMalo deVerdad era la sensación de familiaridad que traía consigo, como si esa cosaasombrosahubiera sucedidoantes,nouna sinomuchasveces.Pero, asustadaono,ellahabíanegadoelpánico.Inclusoensupeleahabíaobservado,yrecordabahabermiradoporesapuertamientraselpistolerousabalasmanosdeellaparahacergirarlasillaenesadirección.RecordabahabervistoelcuerpodelHombreMalodeVerdadtendidosobrelaarenayEddiederodillassobreél,conuncuchilloenlamano.

¡Si Eddie hubiese clavado ese cuchillo en la garganta del Hombre Malo deVerdad!¡Mejorquelamatanzadeuncerdo!¡Muchísimomejor!

No lo hizo, pero ella había visto el cuerpo del Hombre Malo de Verdad.Respiraba,peroerasólouncuerpo,casiuncadáver;erasólounacosasinvalor,unacosa, como una bolsa descartada que algún idiota hubiera rellenado de cáscaras ymalezas.

LamentedeDettapodíasermásfeaqueelculodeunarata,peroaúnmásrápidayagudaqueladeEddie.«EseHombreMalodeVerdaderaanteuntipoconhormigasenelculo.Yabasta.Élsabequetoyacáarribaynoquierenadamásquelalgarseantequeyobajeabajoymelocagueatiros.Elamiguito,encambio,éltuavíaetábatantefuerte,ytuavíanosacansaudelatimarme.QuereveníacáarribaycazarmepomuymalquestéeHombreMalodeVerdad.Siguro.Élpiensa:“Unaputanegrasinpielnasnobastaparaunagranpollacomolamía.Noquerocorré.Noquerocazáaesanegratullida.Ledounpalazoodos,toncepodemosircomotúqueres.”Esopiensaél,etábien. Etá muy bien, pichagris. Te crees que puedes tomar a Detta Walker, venacarriba, a etos Cajones a probá. ¡Vassavé que cuando etá follando conmigo etáfollandoconlamejó,bolsademiel!Vassavé...»

Peroalgolasacódegolpedelacarreraderatasdesuspensamientos.Unsonidoquelellegócontodaclaridadporencimadelvientoylaespuma:elpesadochasquidodeundisparodepistola.

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—Creoquecomprendesmásdeloquedejastraslucir—dijoEddie—.Muchomás,latira.Tegustaríaqueyomeacercaraaunadistanciaenlaquepudierasagarrarme,esoesloquecreo.—Sacudiólacabezaendirecciónalapuertasinquitarlosojosdelacara de Rolando. Sin saber que no muy lejos de ahí alguien estaba pensandoexactamente lomismo, agregó—:Séqueestás enfermo,muybien,peropodría serqueestuvierassimulandoestarmuchomásdébildeloquerealmenteestás.Podríaserqueestuvierasexagerando,sólounpoquito.

—Podríaser—asintióRolando,sinsonreír,yagregó—:Peronoesasí.Sinembargoestabahaciéndolo...unpoquito.—Unospasosmásnoteharíanningúndaño,¿noescierto?Novoyapodergritar

mucho tiempo más. —La última sílaba pareció el croar de una rana, como paraprobarsuargumento—.Ynecesitohacertereflexionarsobreloqueestáshaciendo...oloqueplaneashacer.Sipudierapersuadirtedequevengasconmigo,talvezpuedaporlomenosponerteenguardia...otravez.

—Para tupreciosaTorre—seburlóEddie,peroaunasí sedeslizó lamitaddelcamino que había trepado antes por la cuesta, mientras sus zapatillas andrajosaslevantabantontasnubecitasdepolvomarrón.

—PormipreciosaTorreypor tupreciosa salud—jaleóelpistolero—.Paranohablardetupreciosavida.

Sacó el revólver que le quedaba del estuche izquierdo y lo miró con unaexpresiónalmismotiempotristeyextraña.

—Sicreesquepuedesasustarmeconeso...—No. Sabes que no puedo dispararte, Eddie. Pero sí creo que necesitas una

lecciónobjetivaacercadecómohancambiadolascosas.Dehastaquépuntolascosashancambiado.

Rolandolevantóelrevólver,apuntándolonohaciaEddiesinohaciaelrumorosoocéano vacío, y accionó el martillo. Eddie se hizo de acero contra el pesadoestampidodelrevólver.

Nadadeeso.Sólounsordoclic.Rolandovolvióelmartilloasulugar.Elcilindrogiró.Apretóelgatillo,yotravez

nohubonadamásqueunsordoclic.—Noimporta—dijoEddie—.Dedondeyovengo,elDepartamentodeDefensa

tehabríacontratadodespuésdelprimertiroenfalso.Yapodríasdej...PeroelpesadoCA-BLAMdelrevólvercortóelfinaldelapalabraconlamisma

nitidezconlaqueRolandocortabaramitasdelosárbolescomounejerciciodetirodesus tiempos de estudiante. Eddie saltó. El disparo silenció momentáneamente el

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constanteriiiiidelosinsectosenlascolinas.SólodespuésdequeRolandodejaraelrevólversobresuregazocomenzaronlenta,cautelosamente,alevantarsutonadaotravez.

—¿Yesoquémierdaprueba?—Supongoquetododependedeaquelloqueescuchas,yaquelloqueteniegasa

oírexplicóRolandoconundejoligeramenteafilado.Loquesesuponequepruebaesquenotodosloscartuchossoninútiles.Además,sugierequealgunos,talvezinclusotodosloscartuchosdelrevólverqueledisteaOdettapuedenservir.

—¡Tonterías!—Eddiehizounapausa—.¿Porqué?—Porquelasbalasconquecarguéelrevólverqueacabodedispararsonlasque

estabanenlapartedeatrásdeloscintos.Enotraspalabras,lasbalasquesellevaronlapeorparteencuantoalamojadura.Lohicesóloparapasareltiempocuandotútehabíasido.Noesquellevetantotiempocargarunrevólver,nisiquieracuandosólosetieneunpardededos,¿comprendes?—Rolandoserióunpoco,ylarisaseconvirtióenunaccesodetosqueélamortiguóconunpuño.Cuandolatossehuboapaciguadocontinuó—: Pero después de disparar con cartuchos mojados hay que abrir lamáquinaylimpiarlamáquina.Hayqueabrirlamáquinaylimpiarlamáquina,niño,fueloprimeroqueCort,nuestromaestro,nosmartilleabaenlacabeza.Yonosabíacuánto tiempome tomaría abrirmi revólver, limpiarlo y volver a ensamblarlo consólounamanoymedia,peropenséquesipretendíaseguirviviendo,yesoesloquepretendo,Eddie,teloaseguro,eramejorqueloaveriguara.Teníaqueaveriguarloyluego aprender a hacerlo más rápido, ¿no te parece? ¡Acércate un poco, Eddie!¡Acércateunpocoporelbiendetupadre!

—Para vertemejor, criatura—añadióEddie. Pero se acercó un par de pasos aRolando.Sólounpar.

—Cuandosonóelprimertiroalapretarelgatillocasimecagoencima—explicóel pistolero.Volvió a reírse. Con cierta conmoción, Eddie se dio cuenta de que elpistolerohabíallegadoalbordedeldelirio—.Eralaprimerabala,perocréemesitedigoqueeraloúltimoqueyoesperaba.

Eddie tratódedeterminar sielpistoleromentía, simentíaacercadelarma,y simentíatambiénacercadesucondición.Eltipoestabaenfermo,esosí.¿Peroestabatanenfermo,realmente?Eddienolosabía.SiRolandoestabafingiendo,lohacíamuybien; en cuanto a las armas, Eddie no tenía manera de saberlo porque no teníaexperienciaen lamateria.Habíadisparadounapistola talvez tresvecesen todasuvidaantesdeencontrarsesúbitamenteenmediodeuntiroteoenlaoficinadeBalazar.Henry pudo haber sabido, pero Henry estaba muerto, hecho que todavía le dolíasorprendentementecadavezquelorecordaba.

—Ninguna de las otras se disparó —dijo el pistolero—, así que limpié lamáquina,volvíacargarlaydisparéotravezhastavaciarlacámara.Estavezusébalas

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queestabanunpocomáslejos,máscercadelahebilla.Balasquedebieronmojarsemenos.Lascargasqueusamosparamatarnuestracomida,lascargassecas,eranlasqueestabanalladodelashebillas.

Hizounapausaparatoserensumano,ycontinuó:—Enlasegundarondadicondosbalasútiles.Volvíaabrirel revólver,volvía

limpiarlo, y luego lo cargué por tercera vez. Acabas de verme accionar el gatillosobre las tres primeras cámaras de esa tercera vuelta.—Sonrió débilmente—. Yasabes, después de los primeros clics pensé que sería mi mala suerte, la de haberllenadoel cilindroconpurasbalasmojadas.Esonohubiera sidomuyconvincente,¿verdad?¿Puedesvenirunpocomáscerca,Eddie?

—Nomuy convincente en absoluto—opinóEddie—,y creo que estoy todo locercaquepiensollegar,gracias.¿Cuáleselaprendizajequesesuponedebosacardetodoesto,Rolando?

Rolandolomirócomounopodríamiraraunimbécil.—Yono te trajeaquíparamorir,¿tedascuenta?No trajeaningunode losdos

aquíparamorir.Grandesdioses,Eddie,¿dóndetieneselcerebro?¡Ellacargahierrovivo!SusojosmiraronaEddieconcuidado.Ellaestáenesascolinasenalgunaparte.Talveztúcreesquepuedesrastrearla,peronotendrásmuchasuertesielterrenoestan rocoso como se ve desde aquí. Ella está por ahí arriba, Eddie, noOdetta sinoDetta,estáporahíconhierrovivoenlamano.Siyotedejoyvastrasella, tevaareventarlasentrañashastadejártelasdesparramadassobrelatierra.

Tuvootroespasmodetos.Eddiesequedómirandoalhombrequetosíaenlasilladeruedasmientraslasolas

golpeabanyelvientosoplabasuidiotanotaconstante.Porfinoyósupropiavozquedecía:—Pudiste haber reservado un cartucho que sabías que servía. No me hubiera

extrañado de tu parte.—Yuna vez dicho esto supo que era verdad: no le hubieraextrañadoesoniningunaotracosaporpartedeRolando.

SuTorre.SubenditaTorre.¡Ylaastuciadeponerelcartuchoseguroeneltercercilindro!Esoproporcionael

debidotoquederealidad.Eradifícilnocreerlo.—Enmimundotenemosundicho—señalóEddie—:«Esetipopodríavenderle

uniglúalosesquimales.»Éseeseldicho.—¿Quésignifica?—Significa«veteamolerarena».Elpistolerolomiróporunlargoratoyluego

asintió.—Entoncesquieresquedarte.Muybien.Dettaestámásasalvode...decualquier

forma de vida salvaje que pudiera haber por aquí... más a salvo de lo que habría

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estado comoOdetta, y tú estaríasmás seguro si temantuvieras alejado de ella, almenosporelmomento,peroyaveocómosonlascosas.Nomegusta,peronotengotiempodediscutirconuntonto.

—¿Eso significa —preguntó Eddie amablemente— que nunca nadie trató dediscutircontigoeltemadeesaTorreOscuraqueestásdeterminadoaalcanzar?

Rolandosonriócansadamente.—Parasertefrancomuchoslointentaron.Supongoqueporesopuedoreconocer

queno temoverás.Un tonto reconoceaotro.En todocaso, estoydemasiadodébilpara poder atraparte, tú estás obviamente demasiado asustado como para que yopueda engatusarte para que te acerques lo suficiente y pueda aferrarte. Ya no mequeda tiempoparadiscutir.Loúnicoquepuedohacer es ir y rogar que todo salgabien.Antesdeirmevoyadecírtelounaúltimavez,yporfavortepido,Eddie,quemeescuches:mantenteenguardia.

EntoncesRolandohizoalgoqueavergonzóaEddiede todassusdudas(aunquenomodificóunápice su sólidadecisión): conunmovimientoexperimentadode sumuñecaabrióelcilindrodesurevólver,dejócaer todas lascargas,y lasreemplazóconcargasnuevasdelasfundasmáscercanasalashebillasdesuscintos.Conotrorápidomovimientodesumuñecavolvióacolocarelcilindroensulugar.

—Ahora no hay tiempo de limpiar la máquina—dijo—, pero calculo que noimportarádemasiado.Veacazar,ycazalimpiamente;noensucieslamáquinamásdeloqueestá.Enmimundoyanoquedanmuchasmáquinasquefuncionen.

Learrojóelarmaatravésdelespacioquehabíaentreellos.Ensuansiedad,Eddiecasilodejacaer.Luegoloaseguróenlacinturadesupantalón.Elpistolerosaliódela silla de ruedas, estuvo a punto de caerse cuando ésta rodó hacia atrás bajo susmanos,yluegoavanzócondificultadhacialapuerta.Aferróelpicaporte;ensumanosemoviófácilmente.Eddienopudoverlaescenasobrelacualseabrió,perooyóunsonidoremotodetráfico.

RolandosevolvióamiraraEddie,ysusafiebradosojosazulesresplandecíanensurostroespectralmentepálido.

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Dettaobservabatodoestodesdesuesconditeconresplandecientesojoshambrientos.

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—Recuerda,Eddie—dijoconvozronca,yluegodiounpasoadelante.Sucuerposederrumbó junto a la puerta, como si en lugar del espacio abierto se hubiera dadocontraunapiedra.

Eddiesintióunaurgenciacasiinsaciabledeacercarsealapuertaparaveradóndeyaquétiempollevaba.

Encambiosevolvióycomenzóarecorrerotravezconlamiradalascolinas,sumanosobrelaculatadelrevólver.

«Voyadecírteloporúltimavez.»Depronto,cuandorecorríalasvacíascolinasmarrones,Eddiesintiómiedo.«Mantenteenguardia.»Ahíarribanadasemovía.Almenosnadaqueélpudieraver.Detodasmaneraslasentía.NoaOdetta;enesoelpistoleroteníarazón.EraaDettaaquiensentía.Tragósalivayoyóunclicensugarganta.Enguardia.Sí.Peronuncaensuvidahabíasentidotalnecesidaddedormir.Eraunanecesidadmortal.Muyprontolotomaría;siélnocedíavoluntariamente,elsueñoloviolaría.Ymientraséldurmiera,Dettavendría.Detta.Eddieluchócontraelagotamiento,contemplólascolinasinmóvilesconlosojos

hinchadosyenrojecidos,ysepreguntócuántotiempotardaríaRolandoenvolverconeltercero.Elqueempujaba,quienquieraquefuese,ellaoél.

—¿Odetta?—llamo sinmayor esperanza. Sólo el silencio le respondió, y paraEddiecomenzóeltiempodelaespera.

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ELQUEEMPUJA

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I.AMARGAMEDICINA

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CuandoelpistoleroentróenEddie,ésteexperimentóunmomentodenáuseaytuvotambiénlasensacióndeserobservado(estoRolandonolosintió;Eddieselocontómástarde).Tuvo,enotraspalabras,unavagasensacióndelapresenciadelpistolero.ConDetta,Rolando se vio forzado a pasar adelante de inmediato, le gustara o no.Ellanosólolopercibió,deunaextrañamaneraparecíaqueloestabaesperando,aéloaotrovisitantemás frecuente.Encualquier caso, ellanotó supresenciadesdeelmomentomismoenqueélestuvoenella.

JackMortnosintiónada.Estabademasiadoconcentradoenelmuchacho.Habíaestadoobservandoalmuchachodurantelasúltimasdossemanas.Hoyibaaempujarlo.

2

Aundeespaldasalosojosporlosqueahoramirabaelpistolero,Rolandoreconocióalmuchacho.Eraelquehabíaencontradoenlaestacióndeldesierto,elmuchachoalque había rescatado del Oráculo de las Montañas, el muchacho cuya vida habíasacrificadocuandollegóelmomentodeelegirentresalvarlootoparseporfinconelhombre de negro; el muchacho que le había dicho «Ve pues... hay otros mundosademásdeéste»antesdetirarsealabismo.Yporciertoqueelmuchachohabíatenidorazón.

ElmuchachoeraJake.Enunamanollevabaunenvoltoriodepapelmarrónliso,yenlaotraunabolsade

lonaazulquecolgabadeuncordón.Porlosángulosquesobresalíanenlosbordesdelalona,elpistoleropensóquedebíadecontenerlibros.

Elmuchachoesperabaparacruzarunacalleinundadadetráfico,unacalle,sediocuenta,delamismaciudaddelaquehabíatomadoalPrisioneroyalaDama,peroporelmomentonadadeesoimportaba.Nadaimportabamásalládeloqueestabapor

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ocurrironoenlospróximossegundos.Jake no había aparecido en el mundo del pistolero a través de puerta mágica

alguna;habíaatravesadounportalmáscrudoycomprensible:habíanacidoalmundodeRolandoporhabermuertoenelsuyo.

Lohabíanasesinado.Másespecíficamente,lohabíanempujado.Lohabíanempujadoenlacalle;loatropellóuncochecuandoibaalaescuela,con

subolsadelalmuerzoenunamanoysuslibrosenlaotra.Loempujóelhombredenegro.«¡Vaahacerlo!¡Vaahacerloahoramismo!Éste

ha de ser mi castigo por haberlo asesinado en mi propio mundo: ¡ver cómo loasesinanenésteantesdequeyopuedaevitarlo!»

Peroelrechazodeundestinobrutalhabíasidoparaelpistolerolatareadetodasuvida—había sido su ka, por decirlo así—, de modo que dio el paso y, antes depensarlo siquiera, actuó conforme a reflejos tan profundos que casi se habíanconvertidoeninstintos.

Un pensamiento horrible e irónico al mismo tiempo le cruzó por la mentemientraslohacía:«¿Ysielcuerpoenelquehabíaentradoeraeldelhombredenegroen persona? ¿Y si corría adelante para salvar al muchacho sólo para ver que suspropiasmanosseextendíanyloempujaban?¿Ysiestasensacióndecontroleraunamera ilusión, y resultaba que la regocijada broma final deWalter era queRolandomismoasesinaraalmuchacho?»

3

Por un solo momento Jack Mort perdió la flecha delgada y fuerte de suconcentración.Cuandoestabaapuntodesaltaradelanteyempujaralchicohaciaeltráfico,sintióalgoquesumentetradujomal,talcomoelcuerpopuedeequivocarsealreferirunazonadedoloraotra.

Cuando el pistolero dio el paso, Jack pensó que algún tipo de bicho le habíaaterrizadoenlanuca.Nounaavispaniunaabeja,nadaconunaguijónenrealidad,pero algo quemordía y picaba.Unmosquito, tal vez.A esto atribuyó su caída deconcentraciónenelmomentocrucial.Lepegóunmanotazoyvolvióalmuchacho.

Pensóquetodoestohabíasucedidoapenasenunguiño;enrealidadpasaronsietesegundos.Nosintióelvelozavancedelpistolerocomotampocosintiósuigualmentevelozretroceso,yningunadelaspersonasquelorodeaban(gentequeibaatrabajar,lamayoríaprovenientede laestacióndemetrode laotramanzana,conlacaraaúnhinchadadesueño,vueltoshaciaadentrolosojosamediosoñar)sediocuentadeque

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losojosdeJackcambiabandesuhabitualazulprofundoaunazulmásclaro,detrásde sus recatados anteojos de armazón dorado. Nadie notó tampoco que esos ojosvolvíanaoscurecerseasucolorcobaltonormal,perocuandoestosucedióyvolvióaenfocar al muchacho, vio con afilada y frustrada furia que había perdido suoportunidad:laluzhabíacambiado.

Vioqueelchicocruzabaconelrestodelrebaño,yluegoelmismoJacksevolvióporelcaminoporelquehabíavenidoycomenzóaabrirsecaminocontralacorrientedepeatonesqueinundabalacallecomounamarea.

—¡Oiga,señor!¡Fíjesepord...!Algunaadolescentederostrocoaguladoqueélapenasvio.Jack laempujóaun

costado,confuerza,ignorandosuestallidodeiracuandosuspropioslibrosdeestudioque llevabaenelbrazosalieronvolando.Siguiócaminandopor laQuintaAvenida,alejándose de la calle Cuarenta y Tres, donde había decidido que el muchachomurieraesedía.Ibaconlacabezainclinadayloslabiosapretadoscontalfuerzaqueno parecía tener boca en realidad, sino la cicatriz sobre el mentón de una heridacuradahacetiempo.Unavezlejosdelatascodelaesquinanoaminorólavelocidadsinoquecaminóaúnmásrápidamente,cruzólaCuarentayDos,laCuarentayUno,laCuarenta.Hacialamitaddelamanzanasiguiente,pasóporeledificiodondevivíaelmuchacho. Le echó apenas unamirada, a pesar de que durante las últimas tressemanas había seguido al chico desde ahí cadamañana de clase, lo había seguidodesdeeledificiohastaunaesquinaatresmanzanasymediadelaQuinta,laesquinaqueélllamabasimplementeLugardelEmpujón.

Detrásdeélgritabalachicaalaquehabíaempujado,peroJackMortnosediocuenta.Unentomólogoaficionadonolehabríaprestadomásatenciónaunamariposavulgar.

Asumanera,JackMorteramuyparecidoaunentomólogo.Deprofesión,erauncontabledeéxito.Suúnicohobbyeraempujar.

4

Elpistolero regresóa laparteposteriorde lamentedelhombrey sediluyóahí.Siteníaalgúnalivio,erasimplementequeéstenoeraelhombredenegro,noeraWalter.

Todoelrestoerahorrorextremo...yextremoentendimiento.Divorciadadesucuerpo,sumente—suka—seguíatansaludableyagudacomo

siempre,peroesterepentinosaberlepegóenlassienescomoungolpedecincel.Elsabernollegócuandodioelpasosinocuandoestuvosegurodequeelchico

estabaasalvoysedeslizóhaciaatrás.

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Vio la conexión entre este hombre yOdetta: demasiado fantástica, y almismotiempodemasiadoapropiadaenunsentidoocultocomoparaserunacoincidencia,ycomprendió cuál podría ser verdaderamente la invocación de los tres, y quiénespodríanser.

El tercero no era este hombre, este Empujador; el tercero que había nombradoWaltereralaMuerte.

(Muerte... pero no para ti, pistolero.) Eso es lo que había dichoWalter, astutocomoSatanásaunalfinal.Unarespuestadeabogado...tancercadelaverdadquelaverdadpodíaocultarsebajosusombra.Élnoeraeldestinatariode lamuerte;élsehabíaconvertidoenlamuerte.

ElPrisionero,laDama.ElterceroeralaMuerte.Súbitamenteloinundólacertezadequeelterceroeraél.

5

Rolando pasó adelante como un proyectil más que cualquier otra cosa, undescerebradomisilprogramadoparaarrojarelcuerpoquehabitabacontraelhombredenegroencuantoloviera.

NofuehastamástardecuandoselecruzaronlospensamientosdeloquepodríasucedersievitabaqueelhombredenegroasesinaraaJake;laposibleparadoja,unafístulaeneltiempoyenelespacioquepodríacancelartodolosucedidodespuésdehaberllegadoalaestación...porquesisalvabaaJakeenestemomento,seguramentenohabríaunJakeparaqueélconocieraenaquél,ytodoloquesucederíaapartirdeesemomentohabríacambiado.

¿Quécambios?Acercadeesoera imposible siquieraespecular.Queunodeesoscambiospudo

haber sido el final de su búsqueda nunca cruzó por la mente del pistolero. Yseguramente eran discutibles esas especulaciones a posteriori; de haber visto alhombredenegro,nohabríaconsecuencia,paradojaocursoordenadodeldestinoquehubierapodidoevitarquesimplementebajaralacabezadeestecuerpoquehabitabaypegara de frente a través del pecho deWalter.Rolando habría sido tan incapaz deactuardeotramaneracomounarmaesincapazderehusarseeldedoqueaprietasugatilloylanzalabalaasuvuelo.

Siestomandabatodoaldemonio,quetodosefueraaldemonio,pues.Recorriórápidamenteconlamiradaatodalagenteagrupadaenlaesquinaymiró

cadacara (miróconelmismocuidadoahombresymujeres, se aseguródequeno

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fueraalguienquesólosimularaserunamujer).Walternoestabaahí.Poco a poco se fue relajando, como puede relajarse en el últimomomento un

dedocurvadosobreungatillo.No,Walternoandabaentornodelmuchachoporningunaparte,yelpistolerode

alguna manera tuvo la certeza de que no era el tiempo correcto. Todavía no. Esetiempoestabacerca—faltabandossemanas,unasemana,talvezunsolodía—,perotodavíanoeraelmomento.

Asíqueregresó.Enelcaminovio...

6

...yquedóaleladopor laconmoción:estehombreacuyamenteseabrió la tercerapuerta una vez se sentó a esperar junto a la ventana de una desierta habitación dealquiler de un edificio lleno de habitaciones abandonadas. Es decir, abandonadassalvoporlosborrachosyloslocosquepasabanlasnochesahí.Sepodíareconoceralosborrachosporelolordesudesesperadosudoryfuriosopis.Sepodíareconoceraloslocosporelhedordesustrastornadospensamientos.Enestahabitaciónlosúnicosmuebleserandossillas.JackMortusabalasdos:unaparasentarse,ylaotracomounpuntal para mantener cerrada la puerta que daba al pasillo. No esperaba súbitasinterrupciones, pero era mejor no correr riesgos. Estaba lo bastante cerca de laventana como para podermirar hacia afuera, pero bastante lejos detrás de la líneainclinadadesombracomoparaquenadiepudieraverloporcasualidad.Teníaen lamanounagrietadoladrillorojo.

Lohabíadesencajadode laparteexteriorde laventana,dondehabíaunabuenacantidad de ladrillos sueltos. Era un ladrillo viejo, gastado en las esquinas, peropesado.Teníaaferradoscomopequeñoscrustáceostrozosdeargamasavieja.

Elhombreseproponíatirarleelladrilloaalguien.Noleimportabaaquién;cuandosetratabadeasesinar,JackMorteraunodeesos

queledanlasmismasoportunidadesatodoelmundo.Después de un rato, un grupo de tres personas llegó caminando por la vereda,

abajo: hombre, mujer, niñita. La niña iba caminando por el lado de dentro,presumiblementeparaquesemantuvieraasalvo,lejosdeltráfico,queeraabundanteporahí,cercadelaestacióndetren,peroaJackMortnoleimportabaeltráfico.Loque le importabaeraquenohubieraedificios justo frenteaél;ésosyahabíansidodemolidos, dejando una tierra baldía en la que se confundían maderas quebradas,

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ladrillosrotos,vidriosdestrozados.Sólo iba a inclinarse hacia adelante un par de segundos, y llevaba anteojos

oscurossobresusojosyunagorratejida,fueradetemporada,quelecubríaelpelorubio.Eracomolasillabajoelpicaportedelapuerta.Auncuandounoseaseguraracontra los riesgos posibles, no hacía ningún daño asegurarse contra los riesgosinesperados.

Tambiénllevabapuestounanorakdemasiadograndeparaél,quelellegabacasihasta la mitad del muslo. Esta prenda abolsada ayudaba a confundir el verdaderotamañoylaformadesucuerpo(erabastantedelgado)siacasoalguienloobservaba.Tambiénservíaaotropropósito:cadavezqueasestabacontraalguienesta«cargadeprofundidad» (pues así era como denominaba a esto: como una «carga deprofundidad», se corría. El anorak abolsado también servía para cubrir la manchahúmedaqueinvariablementeseformabaensustejanos.

Ahoraestabanmáscerca.Noarrojeselproyectil,espera,esperaunpoco...Un temblor lo recorrió en el borde de la ventana, adelantó el ladrillo, lo retiró

hastasuestómago,loadelantóotravez,loretiróotravez(peroestavezsóloamediocamino), luegose inclinóhaciaadelante,ahoraperfectamente tranquilo.Siempre loestabaenelpenúltimomomento.

Soltóel ladrilloy loviocaer.Cayóconungiroquecambióunextremoporelotro. Jackvio los crustáceos de argamasa claramente al sol.En esemomento,másque en cualquier otro todo era claro, todo presentaba una sustancia exacta yperfectamente geométrica; he aquí algo que él había empujado hacia la realidad,como el escultor que acciona elmartillo contra el cincel para cambiar la piedra ycrearunanuevasustanciadelamateriabruta;heaquílacosamásnotabledelmundo:lógicaqueeraéxtasisalavez.

Aveceserraba,opegabaenformaoblicua,comoelescultorquepuedetallarmaloenvano,peroéstehabía sidoun tiroperfecto.El ladrillo ledioclaramenteen lacabezaalaniñadelvestidito.Viocómosaltabalasangre,másclaraqueelladrillo,peroquealfinalsesecaríadelmismocolormarrón.Oyóelcomienzodelgritodelamadre.Entoncessepusoenmovimiento.

Jack atravesó la habitación y tiró a un rincón lejano la silla que había estadodebajo del picaporte (había desplazado de una patada la otra, la que usaba parasentarse mientras esperaba, en el momento de cruzar la habitación). Recogió elanorakysacódesubolsillotraserounpañuelo.Lousóparagirarelpicaporte.

Nadadehuellasdigitales.Sólolosmediocresdejabanhuellasdigitales.Antes de que la puerta terminara de abrirse, volvió ameterse el pañuelo en el

bolsillo trasero de su pantalón. Cuando caminaba por el pasillo adoptó un andar

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ligeramenteebrio.Nomiróhacia atrás.Mirarhacia atrás tambiénera sólopara losmediocres.LosDistintossabíanquetratardeversialguienhabíareparadoenunoeraunamaneraseguradelograrprecisamenteeso.Mirarhaciaatráseralaclasedegestoqueun testigopodría recordardespuésdeunaccidente.Entoncesalgúnpoliquesepasa de listo podría decidir que era un accidente sospechoso, y habría unainvestigación.Todoacausadeunanerviosamiradahaciaatrás.Jacknocreíaposiblequealguienlorelacionaraconelcrimen,aunsisedecidieraqueel«accidente»erasospechosoysehicieraunainvestigación,pero...

Corre sólo los riesgos aceptables. Minimiza los restantes. En otras palabras,colocasiempreunasilladebajodelpicaportedelapuerta.

Así que caminó por el polvoriento pasillo, donde se veían trozos de listones atravésdelasparedesdesconchadas;caminóconlacabezabaja,murmurandoparasímismocomolosvagosqueunoveporlacalle.Aúnpodíaoíraunamujerquegritaba—lamadre de la niña, supuso—,pero ese sonido venía del frente del edificio; eraleveysin importancia.Todoloquesucedíadespués—losllantos, laconfusión, loslamentosdelosheridos(silosheridoserancapacesaúndelamentarse)—,aJacknoleimportaba.Loquesíimportabaeratodoaquelloqueprovocaracambiosenelcursovulgardelascosasyesculpieranuevaslíneasenelfluirdelasvidas...y,talvez,nosólolosdestinosdelosgolpeados,sinolosdeuncírculoqueseabríaasualrededor,comolasondasqueabreunapiedraalcaerenunestanquedeaguastranquilas.

¿Quiénpodíadecir que él nohabía esculpidohoyel cosmos, oquenopudierahacerloenalgúntiempofuturo?

¡Dios,noeradesorprenderquesemancharalostejanos!Nose topóconnadiealbajar losdospisosdeescaleras,perosiguió fingiendo,

oscilandounpocoalcaminarperosinllegarahacereses.Noserecordaríaaalguienqueoscilara.Alguienqueostentosamentehicieraesessí.Murmurabaperonodecíaen realidad nada concreto e inteligible. No actuar en absoluto sería mejor quesobreactuar.

Salió por la destartalada puerta trasera a un callejón lleno de botellas rotas yrechazadasquecentelleabangalaxiasdeestrellas.

Había planeado suhuidapor anticipado, como loplaneaba todo (corre sólo losriesgos aceptables, minimiza los restantes, sé Distinto en todo); esa manera deplanificareraelmotivoporelquesuscolegaslohabíanseñaladocomoalguienqueibaallegarlejos(yélenefectointentaballegarlejos,perounodeloslugaresalosquenoteníaintencióndellegareralacárcel,olasillaeléctrica).

Algunas personas corrían por la calle a la que daba el callejón, pero sólo sedirigíanaverdedóndeprovenían losgritos,yningunodeellosmiróa JackMort,quien se había quitado la gorra pero no las gafas de sol (que en una mañana tanluminosacomoésanoparecíanfueradelugar).

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Semetióenotrocallejón.Salióaotracalle.Ahoraentrabaporuncallejónnotanmugrientocomolosdosprimeros;dehecho,

eracasiunalínea.Ibaapararaotracalle,yunamanzanamásalláhabíaunaparadadeautobuses.Menosdeunminutodespuésdealcanzarlaparadallegóuno, locualera también parte del programa. Jack subió cuando las puertas se abrieron enacordeón, y dejó caer sus quince centavos en la ranura del recipiente para lasmonedas.Elconductornisiquiera llegóaecharleunamirada.Estoerabueno,peroaunque lo hubiera hecho, no habría visto más que un hombre indescriptible entejanos,unhombrequepodíaestarsintrabajo:elanorakquellevabaparecíadeesosqueregalanenelEjércitodeSalvación.

Prepárate,estatelisto.Sédistinto.ElsecretodeléxitodeJackMort,tantoparaeltrabajocomoparaeljuego.Nueve

manzanas más allá había un aparcamiento. Jack se bajó del autobús entró en elaparcamiento, abrió la puerta de su coche (un vulgarChevrolet de los cincuenta ytantos,aúnenbuenestado),ycondujodevueltaalaciudaddeNuevaYork.

Sesentíalibreyclaro.

7

Enunsolomomentoelpistoleroviotodoesto.Antesdequesuconmocionadamentepudieradejarfueraotrasimágenesporungestosimplecomoeldebajarunacortina,viomás.Notodo,perosuficiente.Suficiente.

8

VioaMortcortaruntrozodelapáginacuatrodelTheNewYorkDailyMirrorconuncuchillo, asegurándose quisquillosamente de respetar con exactitud las líneas de lacolumna.NIÑANEGRAENCOMADESPUÉSDETRÁGICOACCIDENTE,decíael titular. Vio aMort aplicar goma en la parte de atrás del recorte con el cepilloadosadoalatapadesupotedegoma.VioaMortcolocarloenelcentrodeunapáginaen blanco de un álbum, el cual, por el aspecto inflado y mullido de las páginasanteriores,conteníaseguramenteotrosmuchosrecortes.Violasprimeraslíneasdelanota:«OdettaHolmes,decincoañosdeedad, llegadadeElizabethtown,N.J.,para

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unacelebraciónfestiva,esahoralavíctimadeuncruelymonstruosoaccidente.Dosdíasdespuésdelabodadeunatía,laniñaysufamiliacaminabanhacialaestacióndetrenescuandounladrillocayó...»

Pero ésa no había sido la única ocasión en que él había tenido tratos con ella,¿verdad?No.Dioses,no.

En los añosquepasaronentre esamañanay lanocheenqueOdettaperdió laspiernas,JackMorthabíadejadocaerunagrancantidaddecosasyhabíaempujadoaunagrancantidaddegente.

EntoncesfueOdettaotravez.Laprimeravezélhabíaempujadoalgoencimadeella.Lasegundavezlaempujóaelladebajodealgo.«¿Quéclasedehombreeséstequedebousar?¿Quéclasedehombre...?»PeroentoncespensóenJake,pensóenelempujónquehabíaenviadoaJakeaeste

mundo,ycreyóoírlacarcajadadelhombredenegro,yesoterminóconél.Rolandosedesmayó.

9

Cuandovolvió en sí, se encontrómirandoprolijas hileras de cifras quedescendíanpor una hoja de papel verde. El papel era cuadriculado, demanera que cada cifraparecíaprisioneraenunacelda.

Pensó:«Algodiferente.»NosólolarisadeWalter.Algo...¿unplan?No,dioses,no...nadatancompletooesperanzadocomoeso.Perounaidea,porlomenos.Uncosquilleo.«¿Cuánto tiempo he estado desmayado? —pensó, súbitamente alarmado—.

Debíandesercomolasnuevedelamañanacuandocrucélapuerta,talvezunpocomástemprano.¿Cuántotiempo...?»

Dioelpaso.JackMort—quienahoranoeramásqueunmuñecohumanocontroladoporel

pistolero—levantóunpocolamiradayvioquelasagujasdellujosorelojdecuarzodesuescritoriomarcabanlaunaycuarto.

Dioses, ¿tan tarde? ¿Tan tarde? Pero Eddie... estaba tan cansado, nunca habríapodidopermanecerdespiertotantot...

ElpistolerogirólacabezadeJack.Lapuertaseguíaahí,peroloquevioatravésdeellaeramuchopeordeloquehubieraimaginado.

Aunladodelapuertahabíadossombras:unaeradelasilladeruedas;laotra,la

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de un ser humano... pero el ser humano estaba incompleto y se sostenía sobre susbrazosporquelaparteinferiordesuspiernaslehabíansidoarrancadasconlamismarápidabrutalidadquelosdedosdelamanoydelpiedeRolando.

Lasombrasemovió.De inmediatoRolando volvió a girar la cabeza de JackMort, lamovió con la

violentavelocidaddeunaserpienteapuntodeatacar.Ellanodebemiraracá.Nohastaqueyoestélisto.Hastaentonces,ellanovenada

másquelaparteposteriordelacabezadeestehombre.DettaWalkerenningúncasopodíaveraJackMort,porquequienmiraraatravés

delapuertaabiertasóloveíaloqueveíaelhuésped.EllasólopodríaverlacaradeMort si se miraba a un espejo (aunque eso podía llevar a sus propias terriblesconsecuenciasdeparadojayrepetición)peroaunasínadasignificaríaparaningunadelasdosDamas;yparaelcaso,elrostrodelaDamatampocosignificaríanadaparaJackMort.Apesardequeendosocasioneshabían tenido tratosde letal intimidad,jamássehabíanvistoelunoalotro.

LoqueelpistoleronoqueríaeraquelaDamavieraalaDama.Notodavía,porlomenos.Lachispadeintuicióncomenzóatomarformadeplan.Peroalláeratarde;laluzlesugirióquedebíandeserlastresdelatarde,talvez

inclusolascuatro.¿Cuánto tiempo quedaría hasta que la puesta del sol convocara a las

langostruosidadesy,conellas,llegaraelfindelavidadeEddie?¿Treshoras?¿Dos?Podíavolvery tratardesalvaraEddie...peroesoeraexactamente loqueDetta

quería.Ellahabíacolocadouna trampa, tal como loshabitantesdeunpobladoquetemen a un lobo mortal podrían exponer un cordero artificial para atraerlo a ladistanciadeuntirodeflecha.Elvolveríaasucuerpoenfermo...peronopormuchotiempo.Larazónporlaquesólohabíavistolasombradeellaeraqueestabatendidajuntoalapuertayapretabaensupuñounodesusrevólveres.Enelmomentoenquesucuerpo—Rolando—semoviera,elladispararíayterminaríaconsuvida.

Comoellaleteníamiedo,sufinalporlomenosseríamisericordioso.EldeEddieseríaunhorroraullante.Le parecía oír la repugnante voz deDettaWalker, sus risitas:¿Queresmeterte

conmigo, pichagris? ¡Siguro queres venir a mí! Tu no le tene miedo a una pobenegritalisiada,¿verdá?

—Sólounaforma—murmurólabocadeJack—.Sólouna.Seabriólapuertadelaoficina,yunhombrecalvocongafaslomiró.—¿QuétaltevaconlacuentadeDorfman?—preguntóelcalvo.

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—Meencuentromal.Debedehabersidoelalmuerzo.Creoquedeberíairme.Elcalvosemostrópreocupado.—Seráunvirus,probablemente.Heoídoqueandaunoporahíbastantemolesto.—Probablemente.—Bueno...mientraspuedastenerterminadoelasuntodeDorfmanparamañanaa

lascincodelatarde...—Sí.—Porqueyasabeslopalizasquepuedeser...—Sí.Elcalvo,queahoraparecíaunpocoturbado,asintió.—Sí,veteacasa.Noparecestúmismo.—Nolosoy.Elcalvosaliódelapuertarápidamente.«Mesienten—pensóelpistolero—.Enpartehasidoeso.Enparte,peronotodo.

Letienenmiedo.Nosabenporquéperoletienenmiedo.Yhacenbien.»ElcuerpodeJackMortselevantó,encontróelportafoliosquellevabacuandoel

pistoleroentróenél,ymetiódentrotodoslospapelesqueestabanenlasuperficiedelescritorio.

Sintióunaespeciedeurgenciadedeslizarunanuevamiradaatrás,hacialapuertapero la resistió. No volvería a mirar hasta que estuviera listo a arriesgarlo todo yvolver.

Mientrastanto,eltiempoerabreveyhabíacosasquehacer.

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II.ELTARRODEMIEL

1

Detta yacía en una grieta profunda y muy sombreada, formada por rocas que sereunían como viejos que se hubieran vuelto de piedra mientras compartían algúnextrañosecreto.ObservóaEddiesubirybajarlascuestascubiertasdemalezadelascolinas y gritar hasta quedarse ronco. La pelusa de pato de sus mejillas se habíaconvertido por fin en barba, y se lo hubiera podido tomar por un hombre crecido,salvolastresocuatrovecesquepasócercadeella(unavezllegótancercaqueellapudo haber deslizado una mano y aferrarle el tobillo). Cuando él se acercaba, sepodíaverquetodavíanoeramásqueunmuchacho,unmuchachocansadocomounperro,hastalamédula.

Odettahabríasentidolástima;Dettasólosentíaelcalladoinstintoagazapadodelpredadorpornaturaleza.

Al principio, al arrastrarse ahí dentro, había sentido cosas que crujían bajo susmanos como viejas hojas de otoño en un claro del bosque. Cuando sus ojos seacomodaronvioquenoeranhojassinolosdiminutoshuesosdeanimalespequeños.Algún predador, desaparecidomucho tiempo atrás, si es que estos antiguos huesosamarillosdecían laverdad,había tenidoallí suguarida, algocomounhurónounacomadreja. Seguramente salía por la noche, seguía su olfato más allá, hacia LosCajones, donde lamaleza subterránea y los árboles eranmás espesos, y seguía suolfatoparacazar.Seguramentehabíamatadocomido,y llevadolosrestosdevueltaparacomeralgoaldíasiguiente,esperandoquecon lanochevolvierael tiempodecazardenuevo.

Ahorahabíaunpredadormásgrande,yalprincipioDettapensóqueharíamásomenos lomismoque había hecho el inquilino anterior: esperar hasta queEddie sequedara dormido, como casi ciertamente haría, luegomatarlo y arrastrar su cuerpohastaallí.Luego,conambosrevólveresensupoder,podríaarrastrarsedevueltahacialapuertayesperarquevolvieraelHombreMalodeVerdad.Suprimera ideahabíasidomatarelcuerpodelHombreMalodeVerdadencuantosehubieraocupadodeEddie,peronohabíasidounabuenaidea,¿verdad?SielHombreMalodeVerdadnoteníacuerpoparavolver,nohabíaformaenqueDettapudierasalirdeaquíyregresarasupropiomundo.

¿PodríahacerqueelHombreMalodeVerdadlallevaradevuelta?

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Talvezno.Perotalvezsí.SisabíaqueEddieseguíaconvida,talvezsí.Yesolallevóaunaideamuchomejor.

2

Era profundamente astuta. Se habría reído roncamente en la cara del que hubieraosado sugerirlo, pero también era profundamente insegura.A causa de lo segundo,ella atribuía lo primero a cualquiera cuyo intelecto pareciera aproximarse al suyopropio.Asísesentíaconrespectoalpistolero.Habíaoídoundisparo,ycuandomiróvio humo que salía del caño del otro revólver, el que quedaba. Él había vuelto acargarelrevólveryselohabíaentregadoaEddiejustoantesdeatravesarlapuerta.

Sabía loqueesodebía significarparaEddie:queno todas las cápsulas estabanmojadas;elrevólveribaaprotegerlo.Tambiénsabíaloqueesodebíasignificarparaella (porquedesde luegoel pistolero sabíaque ella estabaobservando; aun cuandohubiera estado dormida cuando ellos dos comenzaron su charloteo, el disparo lahabríadespertado):mantentealejadadeél.Estáarmado.

Perolosdemoniospuedensersutiles.Siesepequeñoespectáculosehabíamontadoensubeneficio,¿noeraposibleque

elHombreMalodeVerdadtuvieratambiénenmentealgúnotropropósitoqueniellani Eddie debían ver? ¿No era posible que el Hombre Malo de Verdad hubierapensado:Siellavequeéstedisparabuenoscartuchos,creeráqueelqueledioEddietambién.

PerosupongamosqueélhubieraadivinadoqueEddie se ibaaquedardormido.¿Acasonosabríaqueellasequedaríaesperandoprecisamenteeso,queesperaríaparaescamotearle el revólver y alejarse trepando lentamente hacia arriba por la cuestahastaunlugarseguro?Sí,eseHombreMalodeVerdaddebíadehaberprevistotodoeso.Erabastantelistoparaserunblancodemierda.Almenos,lobastanteparasaberqueDettaestabadeterminadaaconseguirtodoloposibledeesemuchachitoblanco.

Así que era posible que el Hombre Malo de Verdad hubiera cargadodeliberadamenteelrevólverconcartuchosmalos.Yaunavezlahabíaburlado,¿porquénoibahacerlodenuevo?Estavezellahabíatenidoelcuidadodecomprobarquelascámarasestuvierancargadasconalgomásquecápsulasvacías,ysí,parecíanserbalasverdaderas,peroesonosignificabaquelofueran.Nisiquierateníaquecorrerelriesgodequeunadeellasestuvieralobastantesecacomoparadispararse,¿oahorasí?Élpudohaberlasdispuestodealgunaforma.Al finyalcabo, lasarmaseranel

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negocio del HombreMalo de Verdad. ¿Por qué haría él una cosa así? ¡Pues parahacerle una zancadilla que la obligara a ella a exponerse, por supuesto! Eddieentonces podría cubrirla con el revólver que realmente funcionaba, y no cometeríados veces el mismo error, estuviera cansado o no. De hecho, se ocuparíaespecialmentedenocometerelmismoerrorporsegundavez,porqueestabacansado.

«—Muy astuto, blanco—pensó Detta en su umbría guarida, ese oscuro lugarapretado pero en ciertomodo confortable, con el suelo alfombrado con los huesosblandosypodridosdepequeñosanimalitos—.Muyastuto,peronomevasapillar.»

NolehacíafaltadispararaEddie,despuésdetodo;soloteníaqueesperar.

3

SuúnicomiedoeraqueelpistolerovolvieraantesdequeEddiesequedaradormido,peroaúnestabafuera.

El cuerpoechadoen labasede lapuertano semovía.Talvez teníaproblemasparaconseguirlamedicinaquenecesitaba;oalgúnotrotipodeproblemas,porloquea ella concernía. Los hombres como él parecían encontrar problemas con tantafacilidadcomounaperraenceloencuentraunperrocachondo.

PasarondoshorasmientrasEddiebuscabaenloquecidamentealamujeralaquellamabaOdetta (¡oh, cómo odiaba el sonido de ese nombre!), recorriendo arriba yabajolascolinasbajasygritandohastaquedarsesinvoz.

Por fin Eddie hizo lo que ella esperaba que hiciera: volvió a bajar al pequeñoángulo de playa y se sentó junto a la silla de ruedas sin dejar de mirar condesconsueloasualrededor.Tocóunadelasruedasdelasilla,yeltoquefuecasiunacaricia.Luegosumanocayóyélsesumergióenunprofundosuspiro.

EstaimagenprodujoundoloraceradoenlagargantadeDetta;eldolorleatravesólacabezadeladoaladocomounrelámpagodeverano,yleparecióoírunavozquelallamaba...quelallamabaoreclamaba.

«Noquiero,noloharás—pensósinsaberquépensabaodequéestabahablando—.Noquiero,estavezno,ahorano.Ahorano,talveznuncamás.»Elrayodedolorledesgarrólacabezaotravezylehizoapretarlospuños.Lamismacaraseconvirtióen un puño, se retorció en una mueca de concentración, una expresión notable yllamativaensumezcladefealdadycasibeatíficadeterminación.

El rayo de dolor no volvió. Como tampoco volvió la voz que a veces parecíahablaratravésdesusaccesosdedolor.

Esperó.Eddie apuntaló el mentón sobre los puños, apuntaló la cabeza de manera que

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quedara levantada. Pronto comenzó a caer, sin embargo, mientras los puños sedeslizabanhaciaarribaporlasmejillas.Dettaesperabaconlosojosresplandecientes.

Eddie levantó la cabeza de una sacudida. Luchó para ponerse de pie, caminóhaciaelaguaysesalpicólacara.«Támuybien,muchachoblanco.Látimaqueenetemundonohaigatimulantes,sinotaríastomadoesotambién.»

EstavezEddiesesentóenlasilladeruedas,peroeraevidentequelaencontrabaunpoquitíndemasiadocómoda.Asíquedespuésdeunalargamiradaatravésdelapuerta abierta (¿quetá mirando ahí, muchacho blanco? Detta daria un billete deveintepavosposabelo),dejócaerelculosobrelaarenaotravez.

Apuntalóotravezlacabezasobrelasmanos.Pronto la cabeza comenzó otra vez a deslizarse hacia abajo. Esta vez nada la

detuvo.Elmentónquedóapoyadosobreelpecho,yaúnporencimadeloleajeellapodíaoírloroncar.Muypronto,élcayósobreuncostadoyseenroscó.

Ella se sorprendió, se disgustó y se asustó al sentir una repentina puñalada decompasiónporaquelmuchachoblanco.Noparecíamásqueunmocosoquetrataradequedarse levantado hasta la medianoche en la víspera de Año Nuevo y no loconsiguiera.EntoncesrecordócómoélyelHombreMalodeVerdadhabíanintentadoenvenenarla, y cómo la provocaban con la comida, cómo se la tendían y se laretiraban en el último momento... por lo menos hasta que tuvieron miedo de quemuriera.

«Si tenían miedo de que te murieras, ¿por qué tratarían de darte comidaenvenenadaenprimerlugar?»

Lapreguntalaasustódelamismamaneraenquelaasustabaesafurtivasensaciónde lástima.Noestabaacostumbradaacuestionarsea símisma,ymásaún, esavozqueinterrogabaensumentenoparecíaenabsolutosupropiavoz.

«Lacomidavenenosanoerapamatarme.Sóloqueríanenfermame.Sentarseahíareímientrayogomitabaymequejaba,supongo.»

Esperóveinteminutosyluegocomenzóabajarhacialaplaya,impulsándoseconsus manos y sus fuertes brazos; ondulaba como una serpiente, sus ojos nuncaabandonabanaEddie.Hubierapreferidoesperarotrahora,yaúnmediamás;habríasidomejorteneralcabroncetedormidodiezkilómetrosenlugardedos.Peroesperareraunlujoquesimplementenopodíapermitirse.ElHombreMalodeVerdadpodíavolverencualquiermomento.

Cuando se hubo acercado a cierta distancia del lugar donde estaba Eddie (queseguíaroncandoysonabacomounasierraeléctricaenunaserradero),tomóuntrozoderocaquelepareciósatisfactoriamentelisadeunladoysatisfactoriamentedentadadelotro.

Cerrólapalmasobreelladolisoycontinuósuarrastresinuosodeserpientehaciadondeestabaél,conelfrancobrillodelamuerteensusojos.

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4

El plan deDetta era brutalmente simple: pegarle aEddie en la cabeza con el ladodentadodelarocahastaqueestuvieratanmuertocomolamismaroca.LuegotomaríaelrevólveryesperaríaaquevolvieraRolando.

Cuando su cuerpo se incorporara, ella le daría a elegir: llevarla de vuelta a sumundo,onegarseymorir.«Vassaquedáenpazconmigodecualquiémanera,nene,lediría,ycontuamigomuetoyanopodráshacénadamásdeloquedijitesquequeríashacé.»

Si el revólver que el Hombre Malo de Verdad le había dado a Eddie nofuncionaba(eraposible;ellanuncahabíaconocidoaunhombretanodiosoytemiblecomoRolando,ynohabíaastuciadeélquepudierasorprenderla)se locargaríadetodasmaneras. Se lo cargaría con la piedra o amano limpia. Estaba enfermo y lefaltabandosdedos.Podríaconél.

PeroamedidaqueseacercabaaEddie,lesobrevinounpensamientoinquietante.Eraotrapregunta,yotravezparecíaserotravozlaquepreguntaba.

«¿Ysilosabe?¿QuépasarásienelmomentoenquematasaEddieéllosabe?»«Él no va a sabé naa. Talá demasiado ocupado en conseguí lo remedios.Y en

acotarse,poloqueyosé.»Lavozextrañanorespondió,peroyahabíaplantadolasemillade laduda.Ella

los había oído hablar cuando la creían dormida. El Hombre Malo de Verdadnecesitabahaceralgo.Ellanosabíaquéera.LoúnicoqueDettasabíaeraqueteníaqueverconunatorre.PodíaserqueelHombreMalodeVerdadcreyeraquesutorreestaba llenadeoroo joyasocosasporelestilo.Habíadichoquepara llegarahí lanecesitabaaellayaEddieyaotrotipomás,yDettapensabaquetalvezfueracierto.¿Porqué,sino,estabanahíesaspuertas?

SisetratabademagiayellamatabaaEddie,élpodíasaberlo.Siellamatabasumaneradellegara la torre,pensóquepodíaestarmatandolaúnicacosapor laquevivíaelcabrónpichagris.Ysisabíaquenoteníanadaporquévivir,elcabrónpodíahacercualquiercosa,porquealcabrónyanadaleimportaríaunbledo.

La idea de lo que podría ocurrir si el HombreMalo deVerdad volvía en esascondicioneshizotemblaraDetta.

Pero si no podía matar a Eddie, ¿qué iba a hacer? Podía tomar el revólvermientras Eddie dormía pero cuando volviera el HombreMalo de Verdad, ¿podríamanejarlosdos?

Simplementenolosabía.Sus ojos se posaron sobre la silla de ruedas, comenzaron a alejarse, y luego

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volvieron,rápido.Enelrespaldodecuerohabíaunbolsilloprofundo.Deesebolsillosobresalíauntrozodelacuerdaconlaquelahabíanatadoalasilla.

Cuandoviolacuerda,comprendiócómopodíahacerlotodo.Detta cambió de dirección y comenzó a arrastrarse hacia el cuerpo inerte del

pistolero.Pretendíasacarlonecesariodeesemorralqueélllamaba«cartera»,luegotomarlacuerda,tanrápidocomopudiera...peroporunmomentosequedócongeladajuntoalapuerta.

AligualqueEddie,ellainterpretabaloqueveíaentérminoscinematográficos...sóloqueestomásparecíaunaseriepolicial.Elescenarioeraenuna farmacia.Ellaveíaaunfarmacéuticoqueparecíaatontadodemiedo,yDettanoloculpaba.Habíaun revólver que apuntaba directamente a la cara del farmacéutico.El farmacéuticoestabadiciendoalgo,perosuvozsonabadistante,distorsionada,comosilooyeraatravés de altavoces. No podía darse cuenta de qué era. Tampoco podía ver quiénsosteníaelrevólver,peroenrealidadnolehacíafaltaverquiéneraeltipodelatraco,¿verdad?,yasabíaquiénera.

Era elHombreMalo deVerdad. «Es posible que allá no tenga lamismapinta,puede llegar a parecer una bolsita rechoncha llena demierda incluso podría tenerpinta de negro, pero sigue siendo él podentro, siguro. No le tomó mucho tiempoconseguirotrorevólver,¿eh?Apuestoaquenuncaletomamuchotiempo.Muévete,DettaWalker.»

Abrió la cartera de Rolando y brotó el leve y nostálgico aroma del tabacoatesorado durantemucho tiempo, pero ya desaparecido. En cierto sentido eramuyparecidoalbolsodeunamujer, llenode loqueaprimeravistaparecíaunrevoltijoamontonadodecosas,perosisemirabacondetalle,conteníaelequipodeviajedeunhombrepreparadoprácticamenteparacualquiercontingencia.

Tuvo la ideadequeelHombreMalodeVerdad llevabaunabuenacantidaddetiempoenposdesutorre.Siestoeraasí,lascosasqueaúnlequedaban,porpobresquefueran,erandeporsímotivodeasombro.

Muévete,DettaWalker.Tomóloquenecesitabaycomenzóaserpentearenunsilenciosoregresohaciala

silladeruedas.Alllegar,seapuntalósobreunbrazoytiródelacuerdahastasacarladelbolsillocomounapescadoraqueenrollaraelsedal.DevezencuandoleechabaunamiradaaEddie,sóloparaasegurarsedequeseguíadormido.

NosemovióenningúnmomentohastaqueDettaarrojóel lazoalrededordesucuelloyloajustóbien.

5

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Lo arrastraban hacia atrás. Al principio pensó que aún estaba dormido y que setratabadeunahorriblepesadillaenlaqueloenterrabanvivo,otalvezloasfixiaban.

Luegosintióeldolordellazoquesehundíaensugargantaylasalivatibiaquecorría por sumentón al boquear.Esto no era un sueño. Palpó la cuerda y trató dealcanzarloscabos.

Ellatironeóconsusfuertesbrazos.Eddiesediountopetazoalcaerdeespaldas.Sucaraestabaponiéndosepúrpura.

—¡Estate quieto!—silbóDetta detrás de él—.Novoamatarte si testás quieto,perosinodejasdemovertetevoaahogar.

Eddiebajólasmanosytratódequedarsequieto.ElnudocorredizoqueDettalehabía enroscado alrededor del cuello se aflojó lo suficiente como para permitir laentradadeundelgadoyardientehilodeaire.Sólopodíadecirsequeeramejorquenorespirardeltodo.

Cuando se calmó un poco el aterrorizado latido de su corazón, trató de mirarhaciaatrás.Inmediatamenteellazoseajustóotravez.

—N'importa.Sigueydifutalavistadelucéano,pichagris.Estodoloquequeresmiráenestemomento.

Eddievolvióamirarhaciaelocéanoyelnudoseaflojólosuficientecomoparapermitirleotravezesamiserableyardienterespiración.Sumanoizquierdasedeslizósubrepticiamente hacia la cintura de su pantalón (pero ella vio el movimiento yaunqueélnoloveía,ellasonrió).Nohabíanada.Ellalehabíaquitadoelrevólver.

—Ellatrepóencimatuyomientrasdormías,Eddie.—Eralavozdelpistolero,porsupuesto—.Ahoranosirveparanadadecirteloadvertí,pero...teloadvertí.Ahíesdondetellevaelromance:atenerunlazoenelcuelloyunalocacondosrevólveresenalgunapartedetrásdeti.

—Perosiellafueraamatarme,yalohabríahecho.Lohabríahechomientrasyodormía.

—¿Y qué crees que se propone hacer, Eddie? ¿Invitarte a un viaje para dos aDisneylandiacongastospagados?

—Escucha—dijo—,Odetta...Aúnlapalabranohabíasalidodesubocacuandoellazoseajustósalvajemente

otravez.—No me llames así. La próxima vez que me llames así será la última. ¡Mi

nombreesDettaWalker,ysiqueresseguímetiendoairealospulmones,mávalequelorecuerdes!

Eddieprodujounos ruidosahogados,boqueantesyechómanoal lazo.Frenteasusojoscomenzaronaexplotargrandespuntosnegrosdenada,comofloresdelmal.

Porfinlabandaqueleestabaestrangulandolagargantaseaflojóotravez.—¿Dacuerdo,blancodemierda?

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—Sí—respondió,perosólofueunroncosonidoestrangulado.—Toncesdilo.Diminombre.—Detta.—¡Dimi nombre ntero!—En suvozondulabaunapeligrosa histeria, y en ese

momentoEddiesealegródenopoderverla.—DettaWalker.—Bien.—Ellazoseaflojóunpocomás—.Ahora,cucha,panblancoycúchame

biensiqueresviví ta lanoche.Novassa tratádehacerteel listo,como teviahoratratádebuscáelrególverquetiquitaocuandodormías.NovassatratádeprovocáaDetta.Teveo.Piensaloquevassahacé.Siguro.

«Notratestampocodehaceteelvivoporquenotengopielnas.Yoaprendíahacéunmontóndecosasdedeque lasperdí,yahora tengo lodos rególveresdelblancocabrón,yesoesalgo,¿noteparece?»

—Sí—graznóEddie—.Nomesientomuyvivo.—Bien, mu bien. Esotá pero que mu bien—cacareó—. Mentras dormías, eta

hijeputa samoviómucho.Pleparé todoeteasunto.Etoes loquequieroquehagas,panblanco:vassaponélamanosatrásyvassapalpáhastaencontrarunlazoigualquelquetenesalcuello.Haytres.

Mientlastúdormías,yotejía,¡vago!—Soltóotracarcajada—.Candoencuentresellazo,vassaponélamuñecasunacontralotraylasvassapasáporahí.

«Tonce vassa sentí mi mano que tira del nudo coledizo hata que quede bienapretado, y cando sientas eso, vassa decí: Eta mi oportunidá dagarrá a esta negrahijeputas.Oramismo,candotuavíanotenebienagarradoelnudodetasoga.Pero...La voz deDetta se quebró y pareciómás que la caricatura de una negrita del sur.Mejómirapatrásantedehacéunalocura.»

Eddiemiró.Dettaparecíamásquenuncaunabruja.Unacosasuciayenmarañadaque hubiera asustado a corazones mucho más fuertes que el suyo. El vestido quellevaba cuando el pistolero la sacó de Macy's ahora estaba roñoso y desgarrado.Había usado el cuchillo robado de la cartera del pistolero —el mismo que él yRolandohabíanusadoparacortarlacintaadhesiva—paracortarsuvestidoenotrasdospartes,conloquecreódosimprovisadasfundasjustoencimadelacurvaturadesuscaderas.Deahísobresalíanlasgastadasculatasdelosrevólveresdelpistolero.

Suvozsalíaahogadaporquesosteníaelfinaldelacuerdaconlosdientes.Deunladodesusonrisasobresalíaunextremoreciéncortado;elrestodelalínea,lapartequellevabaallazoqueteníaalrededordesucuello,sobresalíaporelotrolado.Habíaalgotanbárbaroypredadorenestaimagen—lasogaatrapadaenlasonrisa—queseheló,quedómirándolacontalhorrorquesóloleagrandólasonrisa.

—Tratadehaceteelvivocandomencarguédetusmanos—amenazóellaconsuvozahogada—,ytecoltolatráqueaconlos'dientes,pichagris.Yetaveznolasuelto.

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¿Entendite?Élnoseanimóahablar.Sóloasintióconlacabeza.—Bien.Alomejóvivesunpoquitomá,despuédetodo.—Sino—graznóEddie—,nuncavolverásatenerelplacerderobarenMacy's,

Detta.Porqueéllosabría,ynodejaríaniunapiedraensulugar.—Cállate—dijoDetta...casicanturreó—.Cállate.Dejaquepienselagenteque

sabe.Lúnicoquetúpuedeshacéesbuscáeselazo,¿dacueldo?

6

«Mientlastúdormías,yotejía»,habíadichoella,ycondisgustoyalarmacrecientes,Eddie descubrió que significaba exactamente lo que parecía. La cuerda se habíaconvertido en una serie de tres nudos corredizos. El primero se lo había deslizadoalrededordelcuellomientrasdormía.ElsegundoasegurabasusmanosdetrásdesuespaldaLuegoellaloempujórudamentesobreelcostadoyledijoquelevantaralospieshasta que los talones tocaran el trasero.El entendió a dónde llevaba estoy seresistió. Ella sacó uno de los revólveres de Rolando del tajo de su vestido, loamartillóyapretóelcañocontralasiendeEddie.

—Lohacestúolohagoyo,pichagris—exigióconsuvozronca—.Sóloquesilohago yo, te vassamorir.Voa pisoteá larena sobre los seso que salgan del cerebro,lagartijaconpelo.Élcreeráqueetásdolmido.—Denuevoacotólaamenazaconunarisa.

Eddie levantó los pies y rápidamente ella aseguró el tercer nudo corredizoalrededordesustobillos.

—Aitá.Atadoyfajadocomounterneroenunrodeo.«Estolodescribíamejorquenada»,pensóEddie.Sitratabadebajarlospiespara

aliviarunaposiciónqueyasevolvíacadavezmásincómoda,élmismoapretaríaaúnmáselnudocorredizoquesosteníasustobillos.

Esoacortaríaellargodelacuerdaentrelostobillosylasmuñecas,loqueasuvezapretaría ese nudo corredizo, y de paso la cuerda entre las muñecas y el nudocorredizodelcuello,y...

Ellaloibaarrastrandohacialaplaya.—¡Eh!¿Qué...?Tratódetirarsehaciaatrásysintióquetodoseapretaba,inclusosucapacidadde

inhalaraire.Sedejóllevarlomássueltoposible(«ymanténalzadosesospies,noteolvidesdeeso,mamón,porquesibajasmucholospiestevasaestrangular»)ydejóqueellaloarrastraraatravésdelsueloáspero.

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Unapiedrapuntiagudalearrancóuntrozodepieldelamejilla,ysintiólasangrecalientequecomenzabaabrotar.

Ellajadeabaroncamente.Elsonidodelasolasylaexplosióndelaquehoradabaeltúnelenlarocaeranmásfuertes.

«¿Mevaaahogar?Joder,¿esesoloquepretende?»No,porsupuestoqueno.Creyósaberloqueellapensabahaceraunantesdeque

sucarasurcaralasalgasretorcidasquemarcabanlalíneadelamareaalta,esascosasqueapestabanasalmuerta,fríascomolosdedosdelosmarinerosahogados.

Recordó lo que Henry le había explicado: «A veces se cargaban a uno de losnuestros.Unamericano,quierodecir...sabíanqueuncebonoservíaporquenoseríaningunodenosotroselquefueraabuscaraunamarillooaunmorenoalbosque.AmenosquefueraunpezreciénllegadodeEstadosUnidos.Lehacíanunagujeroenelestómago, lo dejaban ahí gritando, y luego atrapaban a todos los tipos que iban atratar de salvarlo. Seguían haciendo eso hasta que el tipo se moría. ¿Sabes cómollamabanauntipocomoése,Eddie?»

Eddiehabíanegadoconlacabeza,heladoconesavisión.«Lo llamaban un tarro demiel—había dicho Henry—. Algo dulce. Algo que

atraealasmoscas.Oinclusoaunoso,talvez.»EsoesexactamenteloquehacíaDetta:estabausándolocomountarrodemiel.Lodejóaunosdosmetrospordebajodelalíneadelamareaalta,lodejófrenteal

océano,sindecirunasolapalabra.Loqueesperabaquevieraelpistoleroatravésdelapuertanoeralamareaque

llegaraparaahogarlo,porquelamareaestababajaynovolveríaallegaraestaalturaantesdeporlomenosseishoras.

Ymuchoantesqueeso...Eddie alzó un poco los ojos y vio que el sol tendía un largo sendero dorado a

través del océano. ¿Qué hora sería? ¿Las cuatro?Más omenos. El sol se pondríaalrededordelassiete.

Oscureceríamuchoantesdequetuvieraquepreocuparseporlamarea.Ycuandollegaralaoscuridad,laslangostruosidadessaldríanrodandodelasolas;

se abriríanuncamino llenodepreguntaspor laplayahastadondeélyacía atadoeindefenso,yentonceslopartiríanenpedazos.

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Ese tiemposeextendióenformainterminableparaEddieDean.Lamismaideadeltiemposeconvirtióenunabroma.Aunelhorrorde loque le ibaasucedercuando

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oscureciera se desvaneció a medida que sus piernas comenzaron a hincharse: lamolestia recorrió una escala creciente desde la sensación de dolor hasta llegarfinalmente a una aullante agonía. Relajaba los músculos y todos los nudoscomenzaban a apretar, y cuando estaba al borde del estrangulamiento, de algunamanera lograba volver a levantar los tobillos, con lo que aligeraba la presión yconseguía recuperar un poco de respiración. Ya no estaba muy seguro de poderaguantarhastalanoche.Llegaríaunmomentoenquesimplementeseríaincapazdevolveralevantarlaspiernas.

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III.ROLANDOTOMASUMEDICINA

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AhoraJackMortsabíaqueelpistoleroestabaenél.Dehabersidootrapersona—unEddie Dean o una Odetta Holmes, por ejemplo—, Rolando habría mantenido unaconversaciónconelhombre,aunquesólofueraparaaligerarlanaturalconfusiónyelpánico que uno puede sentir si de pronto se lo empuja rudamente al asiento delcopilotoenuncuerpoquetodalavidahamanejadoelpropiocerebro.

PerocomoMorteraunmonstruo—peordeloqueDettaWalkerhubierasidoopudiera llegar a ser—, no hizo ningún esfuerzo en absoluto por hablar o explicar.Podíaoírlosclamoresdelhombre—¿Quiéneres?¿Quémeestápasando?—,perono lesprestóatención.Elpistolero seconcentróen sucorta listadenecesidades,yusólamentedelhombresinremordimientoalguno.Losclamoresseconvirtieronenaullidosdeterror.Elpistolerocontinuósinprestarlesningunaatención.

Sólopodíaquedarseenelnidodegusanosqueeralamentedeaquelhombresiloconsideraba como una combinación de atlas y enciclopedias. Mort tenía toda lainformación que Rolando necesitaba. El plan que preparó era tosco, pero a vecestoscoeramejorqueterso.Cuandosetratabadehacerplanes,nohabíaenelmundocriaturasmásdistintasqueRolandoyJackMort.

Cuando se hace un plan tosco, queda espacio para la improvisación. Y laimprovisaciónsobrelamarchaeraunodelospuntosfuertesdeRolando.

2

Un hombre gordo con cristales sobre los ojos, como el calvo que habíametido lacabeza en la oficina deMort cincominutos antes (daba la impresión de que en elmundo de Eddie mucha gente usaba estos adminículos, que su Mortciclopediaidentificabacomo«gafas»),entrójuntoconélenelascensor.MiróelportafoliosquellevabaenlamanoelhombreaquienélcreíaJackMort,yluegoalmismoMort.

—¿VasaveraDorfman,Jack?Elpistoleronocontestó.

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—Sicreesquepuedesconvencerloparaquesubalquile,pierdesel tiempo, te lopuedoasegurar—dijoelhombregordo,yparpadeócuandosucolegadiounrápidopasoatrás.Laspuertasdelapequeñacajasecerraron,ydeprontocomenzaronacaer.

DiounzarpazoalamentedeMort,indiferenteasusgritos,ydescubrióqueestoestababien.Lacaídaeracontrolada.

—Sisoyinoportuno,losiento—sedisculpóelhombregordo.Elpistoleropensó:«Éstetambiéntienemiedo.»—Creoquetúhasmanejadoaesetaradomejorquecualquierotrapersonadela

compañía.Elpistoleronocontestó.Sóloesperabapodersalirdeaquelataúdencaída.—Ycréeme lo que te digo—continuó animoso el hombre gordo—.Fíjate que

ayermismoestabaalmorzandocon...La cabezade JackMort se volvió, ydetrás de las gafasde armazóndoradode

JackMort,unosojosqueparecíanteneruntonodeazuldealgúnmododiferentedeloquesiemprehabíansidoanteslosojosdeJack,miraronfijamentealhombregordo.

—Cállate—dijoelpistoleroentononeutro.Alhombrese le fueelcolorde lacaraydiodos rápidospasoshaciaatrásSus

nalgasfláccidasdieroncontralamaderafalsadelospanelesposterioresdelpequeñocajón en movimiento, que súbitamente se detuvo. Se abrieron las puertas y elpistolero,queusabael cuerpode JackMort comosi fuera ropaque le sentaraa laperfección, salió sinmirar atrás.El hombregordomantuvo el dedo en el botónde«PUERTAABIERTA»delascensor,yesperódentrohastaqueMortquedófueradelavista. «Siempre le ha faltado un tornillo—pensó el gordo—, pero esto podría serserio.Estopodríaseruncolapso.»

ElhombregordodescubrióqueleresultabamuyreconfortantelaideadeteneraJackMortinternadoenunasiloenalgunaparte.

Alpistoleronolehabríasorprendido.

3

Enalgunaparte entre la salade los ecos, que suMortciclopedia identificaba como«vestíbulo»,asaber,unlugardeentradaysalidadelasoficinasquellenabanaquelrascacielos, y el sol brillante de la calle (suMortciclopedia identificaba esta callecomo«SextaAvenida»ytambiéncomo«AvenidadelasAméricas»losaullidosdelhuéspeddeRolandocesaron.Mortnohabíamuertodemiedo;elpistolerolosentíacon ese instintoprofundo, elmismoque le hacía saber que siMortmoría, suskasserían expulsados para siempre a ese vacío de posibilidades que yacemás allá de

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todoslosmundosfísicos.Noestabamuerto;sehabíadesmayado.Sedesmayóantelasobrecarga de terror y extrañeza, como el mismo Rolando se había desmayado alentraren lamentedeestehombre,ydescubrirsussecretos,elentrecruzamientodedestinosdemasiadograndeparasercasual.

Se alegraba de que Mort se hubiese desmayado. Mientras su pérdida deconocimientonoafectaraelaccesodeRolandoalosconocimientosyalamemoriadelhombresealegrabadehabérselosacadodeencima.

Loscochesamarilloseranmediosdetransportealosquesellamaba«Tac-si».LaMortciclopedialeindicóquelastribusquelosmanejabanerandos:losMorenosylosBurlones.Paradetenerlos,habíaquelevantarlamanocomounalumnoenunaclase.

Rolandolohizo,yvioquevariosTac-sis,queibanobviamentevacíossalvoporsusconductores,pasabanasuladosindetenerse.Vioqueteníancartelesquedecían«Fuera de Horario». Como estos carteles estaban escritos en grandes letras, elpistolerononecesitólaayudadeMort.Esperó,yluegolevantólamanootravez.EstavezelTac—sisedetuvo.Elpistolerosubióalasientodeatrás.Olióhumoviejo,viejoperfume,viejosudor.Olíacomouncarruajedesupropiomundo.

—¿Adónde, mi amigo?—preguntó el conductor. Rolando no tenía idea de sipertenecía a la tribu de los Morenos o de los Burlones, y no tenía intención depreguntar.Enestemundopodíallegaraserunadescortesía.

—Noestoyseguro—dudóRolando.—Éstenoesungrupodeencuentrosocial,miamigo.Eltiempoesoro.«Dilequebajelabandera»,lesugiriólaMortciclopedia.—Bajelabandera—señalóRolando.—Esonohacerodarnadamásquetiempo—replicóelconductor.«Dilequeledaráscincodólaresdepropina»,aconsejólaMortciclopedia.—Ledarécincodólaresdepropina—dijoRolando.—Quieroverlos—pidióeltaxista—.Eldinerohabla,lastonteríasvuelan.«Pregúntale si quiere el dinero o si quiere irse a la mierda», aconsejó

instantáneamentelaMortciclopedia.—¿Quiereeldinerooquiereirsealamierda?—preguntóRolandoconvozfríay

muerta.Elconductorechóunabrevemiradadesdeñosaporel retrovisorynodijonada

más.EstavezRolandoconsultómásdellenolaprovisiónacumuladadeconocimientos

deJackMort.Elchófervolvióaecharunamirada,rápidamente,durantelosquincesegundosquesupasajeropasósimplementesentadoahíconlacabezaalgoinclinaday lamano izquierda extendida sobre la frente, como si tuviera un dolor de cabezamarcaExcedrin.El chóferhabíadecididodecirle al tipoque sebajarao llamaríaagritos a un policía, pero en ese momento el pasajero levantó la mirada y dijo

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suavemente:—MegustaríaquemellevaraalainterseccióndelaSéptimaAvenidaylacalle

CuarentayTres.Poresteviajelepagarédiezdólaresmásdeloquemarquesureloj,noimportacuálseasutribu.

«Unloco—pensóelconductor—.UnWASPdeVermontquetratabadeentraralnegociodelespectáculo,peroa lomejoresun locorico.»Metió laprimera.—Ahívamos,compañero—señaló,ymetiéndoseentreel tráfico,agregómentalmente:«ycuantoantesmejor.»

RolandoconsultólamentedeMort—unamentequeteníaexactamentelaastucianecesariaparaconseguirsuspropósitos—durantemásdeunminuto.

4

«Improvisa.»Ésaeralapalabra.Elpistolerovioelcocheblancoyazulaparcadoenlamismamanzana,unpoco

másallá,albajardeltaxi,yleyóPolicíacomoPossía,sincontarconlaprovisióndeconocimientosdeMort.Dentrohabíadospistoleros;bebíanalgo—café,talvez—envasosdepapelblanco.Sí,pistoleros,peroparecíangordosyflojos.

TomólabilleteradeJackMort(aunqueeramuchomáspequeñaqueunabilleteradeverdad;unabilleteradeverdaderacasitangrandecomounacarteraypodíallevartodaslascosasdeunhombresiviajabaliviano)yledioalconductorunbilletequeteníaimpresoelnúmero20.Elchófersealejórápidamente.Noera,nimuchomenos,lapropinamásgrandequehabíarecibidoeneldía,peroeltipoeratanraroquesintióhaberseganadocadacentavodebuenaley

Elpistoleromiróelcarteldelnegocio.

CLEMENTS:ARMASYPRODUCTOSDEPORTIVOS.MUNICIONES,EQUIPOSDEPESCA,

FACSIMILESOFICIALES.

No comprendía todas las palabras, pero unamirada al escaparate le bastó paracomprobarqueMortlehabíallevadoallugarcorrecto.Habíamuñequeras,insigniasde rangos... y armas. Principalmente rifles, pero pistolas también. Estabanencadenadas,peroesonoimportaba.

Sabríaloquenecesitabacuandoloviera.Siloveía.

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Unodelospolicíasenelcocheazulyblancolediouncodazoalotro.—Ahítienes—ledijo—uncompradorquecomparaenserio.Susocioseechóareír.—Oh,Dios—exclamóconvozafeminadacuandoelhombretrajeadoycongafas

de armazón dorado concluyó su estudio de lamercancía expuesta y entró—.Cdeoqueacabadedecididsepodlasesposascolodlavanda.

Elprimerpolicíaseatragantócuandotragabaunsorbodecafécaliente,yenunarrebatoderisaloderramósobreelvasodepapel.

6

Casideinmediatoseacercóunempleadoylepreguntósipodíaayudarloenalgo.—Mepregunto—replicóelhombreconeltrajeazulclásico—sitieneustedun

diario...—Hizounapausa,pareciópensarprofundamente,yluegovolvióaalzarlavista.

Quierodecirungráfico,quemuestrediferentesmunicionespararevólver.—¿Quieredecirungráficodecalibres?—preguntóelempleado.Elclientehizo

unapausayluegoañadió:—Sí. Mi hermano tiene un revólver. Yo lo he disparado, pero de esto hace

muchosaños.CreoquepuedoreconocerlasbalasSilasveo.—Bueno, talvezustedpiensaeso—dijoelempleado—,peropodríaserdifícil.

¿Eraun22?¿Un38?Otalvez...—Sitieneungráficolosabré—repusoRolando.—Un segundo.—El empleadomiró por unmomento al hombre de traje azul.

Tenía dudas, pero en seguida se encogió de hombros. «El cliente siempre tienerazón»,hombre,inclusosiseequivoca.Eso...sitieneconquépagar,claro.Eldinerohabla, las tonterías vuelan—.Tengo unaBiblia del Tirador. Tal vez es eso lo quedeberíamirar.

—Sí.—Sonrió.LaBibliadelTirador.Eraunnobletítuloparaunlibro.Elhombrebuscódebajodelmostradorysacóunvolumenmuymanoseado.Erael

libromásgruesoqueelpistolerohabíavistoentodasuvida,yaunasíaquelhombrelomanipulabacomosinotuvieramásvalorqueunpuñadodepiedras.

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Loabriósobreelmostradorylovolvióhaciaelotrolado.—Eche un vistazo. Aun cuando hayan pasado años, es como si estuviera

disparando en la oscuridad. —Pareció sorprendido, y luego sonrió—. Perdone labroma.

Rolando no lo oyó. Estaba inclinado sobre el libro y estudiaba las figuras queparecíancasitanrealescomolascosasquerepresentaban,maravillosasfigurasquelaMortciclopediaidentificócomo«Fotergrafías.»

Volviólentamentelaspáginas.No...no...no...Casi había perdido las esperanzas cuando la vio. Miró al empleado con tal

llamaradadeexcitaciónqueelempleadosesintióalgoasustado.—¡Aquí!—señaló—¡Aquí!¡Éstadeaquí!La fotografía que señalaba con el dedo era la de un cartucho de una pistola

Winchester45.Noeraexactamente igualasuspropioscartuchosporquenohabíansidotorneadosamanoocargadosamano,peronoteníaqueconsultarlascifras(quede todas maneras no hubieran significado casi nada para él) para saber que seajustaríanasuscámarasydispararíansusrevólveres.

—Bueno,muy bien, parece que las ha encontrado—dijo el empleado—, perotómeseloconcalma,amigo.Quierodecir,nosonmásquebalas.

—¿Lastiene?—Claro.¿Cuántascajasquiere?—¿Cuántasllevalacaja?—Cincuenta. —El empleado comenzó a mirar al pistolero con verdadera

suspicacia. Si el tipopensaba comprar balas, debía saber que tenía quemostrar unPermiso para Portar Armas con una foto de identificación; sin permiso no habíamuniciones,noparaarmasdefuego:eralaleyeneldistritodeManhattan.Ysiestesujetoteníaunpermiso,¿cómoeraposiblequenosupieracuántoscartuchoshabíaenunacajacomúndemuniciones?

—¡Cincuenta!—Eltipoahorasequedómirándolocontalsorpresaqueselecayólamandíbula.Seguroqueestabachiflado.

Elempleadosedesplazóunpoquitohaciasuizquierda,unpoquitomáscercadela caja registradora... y, no demasiado casualmente, un poquito más cerca de supropiaarma,unaMagnum357queteníacargadaensusoportedebajodelmostrador.

—¡Cincuenta! —repitió el pistolero. Había esperado cinco, diez, que llegaraninclusoaladocena,peroesto...esto...

«¿Cuántodinerotienes?»,lepreguntóalaMortciclopedia.LaMortciclopedianolosabíaconexactitud,perocreíaquehabríaalmenossesentadólaresensubilletera.

—¿Ycuántocuestaunacaja?—Supusoqueseríanmásdesesentadólares,perotalvezpodríapersuadiralhombredequelevendierapartedeunacaja,o...

—Diecisieteconquince—dijoelempleado.Pero,señor...

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JackMorterauncontable,yestaveznohuboespera;latraducciónylarespuestallegaronsimultáneamente.

—Tres—pidióelpistolero—.Trescajas.—Señalóconeldedolafotografíadelabala.¡Cientocincuentacargas!¡Diosessagrados!¡Quélocoalmacénderiquezaeraestemundo!

Elempleadonosemovía.—Notienetantacantidad—dijoelpistolero.Nolesorprendía.Demasiadobueno

parasercierto.Unsueño.—Oh,tengoWinchester45,tengoWinchester45hastael techo.—Elempleado

diootropasoalaizquierda,unpasomáscercadelacajaregistradoraydesuarma.Sieltipoestabaloco,cosaqueelempleadoesperabaaveriguarencualquiermomento,pronto iba a ser un loco con un gran agujero en la partemedia del cuerpo. Tengomunicionesdel45hastaelbordedelviejoyingyang.Loquequierosaber,señor,essiustedtienelatarjeta.

—¿Tarjeta?—Unpermisodeportararmasconunafoto.Nopuedovenderlemunicionespara

armas de fuego si nomemuestra el permiso. Si quiere comprarmuniciones sin elpermiso,tendráqueirsehastaWetchester.

Elpistolerosequedófrentealhombreconlamiradavacía.Todoesoerachácharapara él. No entendía nada de lo que decía. Su Mortciclopedia tenía alguna vaganoción de lo que el hombre quería decir, pero las ideas deMort en este caso erandemasiadovagascomoparaconfiarenellas.Mortnohabíatenidounarmanuncaensuvida.Élteníaotrosmediosparahacersutrabajorepugnante.

Sinquitarlosojosdelacaradesucliente,elempleadosedeslizóotropasoalaizquierda,yelpistoleropensó:«Tieneunarma.Esperaqueyocreeproblemas...otalvezquierequeyocreeproblemas.Quiereunaexcusaparadispararme.»

Improvisa.Recordóalosdospistolerossentadosensucarruajeazulyblancounpocomás

alláenlamismamanzana.Pistoleros,sí,perodelosquemanteníanlapaz,hombresencargados de evitar que elmundo semoviera. Pero éstos le habían parecido—almenos al pasar— tan blandos y poco observadores como todos los demás en estemundo de comedores de loto; sólo dos hombres de uniforme y con gorras,repantigados en los asientos de su carruaje, tomando café. Pudo haberlossubestimado.Porelbiendetodosellosesperabaqueno.

—¡Oh!Comprendo—asintió elpistolero,y trazóuna sonrisadedisculpaenelrostrodeJackMort—.Discúlpeme.Supongoqueperdíelrastrodelomuchoqueelmundosehamovido.Quierodecir,quehacambiadodesdelaúltimavezquetuveunarma.

—Nopasanada—dijoelempleado,yse relajóunpoco.Talvezel tipoestaba

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bien.Otalvezestabahaciendoalgunainocentada.—Mepreguntosipodríavereseequipodelimpieza.—Rolandoseñalóunestante

detrásdelempleado.—Claro.—El empleado se volvió para cogerlo y, cuando lo hizo, el pistolero

sacó la billetera del bolsillo interior de la chaqueta de Mort. Lo hizo con lacentelleante rapidez con que podía desenfundar su arma. El empleado estuvo deespaldasaéldurantemenosdecuatrosegundos,perocuandovolvióagirarsehaciaMort,labilleteraestabaenelsuelo.

—Esunabelleza—comentóelempleado,sonriendo;habíadecididoquedespuésde todoel tipoestababien.Mierda,élsabía lomalquepuede llegarasentirseunocuandoseportacomountonto.LohabíahechobastantesvecesconlosMarines.Ytampoconecesitaningúntipodepermisoparacomprarunequipodelimpieza.¿Noesmaravillosalalibertad?

—Sí —contestó seriamente el pistolero, y simuló mirar con todo cuidado elequipodelimpieza,aunqueunasolamiradalebastóparacomprobarqueinclusoelestuche era despreciable. Mientras miraba, empujó cuidadosamente con el pie labilleteradeMortdebajodelmostrador.

Al cabo de un rato empujó un poco hacia atrás la caja con una verosímilexpresióndepesar.

—Temoquevoyatenerquepasar.—Muy bien—asintió el empleado, y abruptamente perdió el interés. Como el

tipo no estaba loco y obviamente no era un comprador sino unmirón, su relaciónconcluía.Lastonteríasvuelan—.¿Algomás?—Labocapreguntabamientraslosojosledecíanaltrajeazulqueselargara.

—No, gracias.—El pistolero salió sinmirar atrás. La billetera deMort estababienmetidadebajodelmostrador.Rolandohabíacolocadosupropiotarrodemiel.

7

LosoficialesCarlDelevanyGeorgeO'MearahhabíanterminadosucaféyestabanapuntodeponerseenmarchacuandoelhombredetrajeazulsaliódeClements,sitioque ambospolicías considerabanun soplapólvora (que en la jergapolicial aludía auna armería legal que a veces vendía armas a atracadores independientes concredencialescomprobadas,yquehacíannegocios,avecesimportantes,conlaMafia),yseacercóalpatrullero.

Se inclinóymiróaO'Mearahpor laventanilladel ladodelpasajero.O'Mearahesperaba que el tipo hablara de un modo amariconado... probablemente no tan

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amariconado como había sugerido su chiste de las esposas color lavanda, pero, encualquier caso, como una loca. Aparte de las armas, Clements tenía un activocomerciodeesposas.LasesposaseranlegalesenManhattan,ylamayoríadelosquelas compraban no eran precisamente Houdinis aficionados (a los policías no lesgustaba,¿perodesdecuándoloquepensabanlospolicíashabíacambiadoalgunavezlas cosas?). Los compradores eran homosexuales con cierto gustito por elsadomasoquismo. Pero el tipo no sonaba en absoluto como unmarica. Su voz erallanaeinexpresiva,amableperoenciertomodomuerta.

—Elcomerciantedeesenegociomeharobadolabilletera—informó.—¿Quién?—O'Mearahseenderezórápidamente.Desdehacíaunañoymediose

morían de ganas por agarrar a Justin Clements. Si podían hacerlo, tal vez ambospudieran zafarse por fin de esos trajes azules y cambiarlos por las placas de losdetectives.Probablementeunsueñoloco(erademasiadobuenoparasercierto)perodetodasmaneras...

—Elcomerciante.El...—Unabrevepausa—.Elempleado.O'MearahyCarlDelevanintercambiaronunamirada.—¿Pelonegro?—preguntóDelevan—.¿Másbienrechoncho?Otravezseprodujounabrevísimapausa.—Sí.Tienelosojosmarrones.Unapequeñacicatrizdebajodeunodeellos.Estetipoteníaalgo...O'Mearahnopodíapescarloenesemomento,perolorecordómástarde,cuando

no había demasiadas otras cosas en qué pensar. La principal, desde luego, era elsimple hecho de que ya no importaba la dorada placa de los detectives; tal comoresultaron las cosas, seríaunmilagrodel copón si simplemente lograbanconservarsusempleos.

PeroañosmástardeseprodujounbrevemomentodeepifaníacuandoO'MearahllevóasusdoshijosalMuseodeCienciasNaturalesdeBoston.Teníanunamáquina,un ordenador que jugaba al t——i, y amenos que uno pusiera la X en el cuadrocentral en la primera jugada, la máquina ganaba siempre. Pero siempre hacía unapausamientrasrevisabaensumemoriatodaslasjugadasposibles.Ysushijoshabíanquedadofascinados.Perotodoelasuntoteníaalgofantasmal...yentoncesrecordóaTraje Azul. Lo recordó porque Traje Azul había tenido el mismo jodido hábito.Hablarconéleracomohablarconunrobot.

Delevan no tuvo esa sensación, pero nueve años más tarde cuando llevó unanochealcineasupropiohijo(queentoncesteníadieciochoañosyestabaapuntodeentrara la facultad),Delevanse levantó inesperadamentecomoa lamediahoradehaberempezado lapelículaycomenzóagritar:«¡Esél! ¡EsÉL! ¡Esel tipoconeljodidotrajeazul!¡EltipoqueestabaenCle...»

Alguiendesdeatrásgritó«¡Siéntese!»,peronoteníaquemolestarse;Delevan,un

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fuerte fumadorcon treintay cincokilosdemás, cayódeunataqueal corazónqueresultófatalantesdequeelprotestónllegaraadecirlasegundapalabra.Eltipodeltraje azul que ese día se había acercado a su patrullero y les había hablado de subilleterarobadanoseparecíaalaestrelladelapelícula,peroesaemisiónmuertadepalabras había sido la misma; y así había sido también la manera de algúnmodoimplacablesindejardesergraciosaenquesemovía.

Lapelícula,porsupuesto,eraTerminator.

8

Lospolicíasintercambiaronunamirada.ElhombredequienhablabaTrajeAzulnoeraClements,peroeracasiigualdebueno:«ElGordoJohnny»Holden,elcuñadodeClements.Peroparahaberhechoalgotancompletamenteestúpidocomorobarleauntipolabilleterasería...

... sería justo lo que este mamón andaba buscando, completó la mente deO'Mearah, y tuvo que llevarse la mano a la boca para cubrir una momentáneasonrisita.

—¿Por qué no nos dice exactamente lo que sucedió, —preguntó Delevan—.Puedecomenzarporsunombre.

OtravezlarespuestadelhombreledioaO'Mearahlaimpresióndequealgonoestabadeltodobien,unpoquitofueraderitmo.

Enestaciudad,dondeavecesparecíaqueel setentaporcientode lapoblacióncreíaque«váyasealamierda»eralaversiónamericanade«buenosdías»,élhubieraesperado que el tipo dijera algo como: «¡Eh, ese hijo de puta me ha robado labilletera! ¿Van a ir a recuperármela o se van a quedar aquí sentados jugando a lasVeintePreguntas?»

Peroestaba aquel trajebien cortado, lasuñasmanicuradas.Un tipoque tal vezestabaacostumbradoatratarconelpapeleoburocrático.LaverdadesqueaGeorgeO'Mearah no le importaba mucho. La idea de pescar al Gordo Johnny Holden yusarlocomounapalancaparallegaraArnoldClementsprovocabaqueselehicieraagua la boca. Por un vertiginosomomento incluso se permitió imaginar que podíausar aHolden para llegar aClements, y aClements para llegar a uno de los tiposgrandesdeverdad,elpezgordoBalazar,porejemplo,otalvezGinelli.EsonoestaríanadamalNadamalenabsoluto.

—Mi nombre es Jack Mort —dijo el hombre. Delevan había sacado un blocanotadordesubolsillotrasero.

—¿Dirección?

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Otravezesaligerapausa.«Comolamáquina»,pensóO'Mearah.Unmomentodesilencio,yluegouncasiaudibleclic

—ParkAvenueSur,409.Delevanloanotó.—¿NúmerodeSeguroSocial?Despuésdeotraligerapausa,Mortlorecitó.—Comprenda que tengo que hacerle estas preguntas con propósitos de

identificación. Si el sujeto efectivamente le ha robado la billetera, tendré quecomprobarqueustedmehadadotodoslosdatoscorrectamenteantesdedevolvérsela.Ustedcomprende.

—Sí.—Ahoraaparecióunligerísimodejodeimpacienciaenlavozdelhombre.EstologróquedealgunamaneraO'Mearahsesintieraunpocomejorconrespectoaél.Sóloquisieraquenoloalargaramásdelonecesario.Eltiempopasa,y...

—Asísonlascosas,claro.—Asísonlascosas—accedióelhombredeltrajeazul.—Sí.—¿Tienealgunafotoenparticularensubilletera?Unapausa.—UnafotodemimadretomadafrentealedificioEmpireState.Eneldorsoestá

escrito:«Fueunhermosodíayunahermosavista.Tequiere,mamá.»Delevananotófuriosamente,yluegocerródegolpesuanotador.—Muybien,conestoserásuficiente.Laúnicaotracosavaaserqueustednos

haga una firma, así, si conseguimos de vuelta su billetera, la comparamos con lasfirmas de su licencia de conductor, sus tarjetas de crédito, ese tipo de cosas. ¿Leparece?

Rolando asintió con la cabeza, a pesar dequeunaparte de él comprendía que,aunquepudiera rastrear todo loquequisieraen lamemoriayen losconocimientosque Jack Mort tenía de este mundo, no tenía ni la más mínima oportunidad deduplicarsufirmasisuconcienciaestabaausente,talcomoestabaahora.

—Díganosquéhapasado.—Heentradoacomprarcartuchosparamihermano.TieneunWinchesterdel45.

El hombre me ha preguntado si tenía un permiso de armas. Le he dicho que porsupuesto.Queríaverlo.

Pausa.—He sacado mi billetera. Se la he mostrado. Sólo que al darle la vuelta a la

billeteraparamostrársela,éldebedehabervistoquellevabaunoscuantos...—Levepausa—.Unoscuantosbilletesdeveinte.Soyuncontable.TengounclientellamadoDorfmanqueacabadeconseguirunpequeñoreembolsodeimpuestosdespuésdeunlargo... Pausa. Litigio. La suma ascendía a sólo ochocientos dólares, pero estehombre,Dorfman, es...—Pausa—.Es nuestro clientemás importante, el que tiene

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másenchufe.—Pausa—.Simepermitelaexpresión.O'Mearahpensó en lasúltimaspalabrasdel hombre.Elque tienemás enchufe.

Claro.Sumenteabandonópensamientosacercaderobotsymáquinasquejugabanalta-te-ti. El tipo era bastante real, sólo estaba alterado y trataba de disimularloactuandoconfrialdad.

—Entodocaso,Dorfmanqueríaefectivo.Insistióenquequeríaefectivo.—CreequeelGordoJohnnyalcanzóaverlapastadesucliente—dijoDelevan.

ÉlyO'Mearahsalierondelcocheazulyblanco.—¿Esasícomollamanalhombredelnegocio?—Oh,aveceslollamamosdemaneraspeoresqueésa—dijoDelevan—.¿Quéha

pasadoalmostrarleelpermiso,señorMort?—Hadichoquequeríamirarlomásdecerca.Lehedadomibilletera,peroélno

hamiradoel retrato.Laha tiradoal suelo.Lehepreguntadoparaquéhabíahechoeso. Él ha dicho que era una pregunta idiota. Le he pedido que me devolviera labilletera.Estabafurioso.

—Apuesto a que sí.—Sin embargo, almirar el rostromuerto de este hombre,Delevanpensóqueeradifícilimaginarsequeestehombrepudieraponersefurioso.

—Sehareído.Heintentadodarlavueltaalmostradorparabuscarla.Entonceshasacadosuarma.

Iban caminando hacia la tienda. Ahora se detuvieron. Parecían excitados antesquetemerosos.

—¿Arma?—preguntóO'Mearah;queríaasegurarsedequehabíaoídobien.—Estaba debajo del mostrador, al lado de la caja registradora —explicó el

hombre del traje azul. Rolando recordó el momento en que casi estropeó su planoriginalparairenbuscadelarmadelhombre.Ahoralesdecíaaestospistolerosporquénolohabíahecho.Loqueélqueríaerausarlos,nohacerlosmatar—.Creoqueestabaenunaagarraderadeestiba.

—¿Unaqué?Estavezunapausamáslarga.Lafrentedelhombresearrugó.—Nosécómodecirloexactamente...unacosadentrodelacualunoponeelarma.

Nadielapuedecogeramenosquesepacómoapretar...—¡Unsoportedepestillo!—dijoDelevan—.¡Joder!Otro intercambio de miradas entre los socios. Ninguno de ellos quería ser el

primeroendecirleaestetipoqueelGordoJohnnyprobablementeyasehabíaalzadoconelefectivode labilleterayyahabíahechounbolloconlorestantepara tirarloporencimadelaparedalcallejónenlapartetraseradeledificio,perounarmaenunsoportedepestillo... esoeradiferente.Lodel roboeraposible,perodeprontounaacusacióndetenenciadearmaoculta,dabalaimpresióndeserunacosasegura.Talveznotanbuena,peroeraponerunpieenlapuerta.

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—¿Entonces,qué?—preguntóO'Mearah.—Entoncesmehadichoquenoteníaningunabilletera.Mehadicho...—Pausa

—.Hadichoquemehabíanpistadolacasta...Osea,quitadolapastaporlacalleyqueseríamejorquelorecordarasiqueríaconservarlasalud.Yomeheacordadodequehabíavistouncochedelapolicíaaparcadoenestamanzanayhepensadoquetalvezestaríanaquítodavía.Poresohevenido.

—Muybien—asintióDelevan—.Yoymicompañerovamosaentrarprimero,yrápido.Denosunminutomásomenos.Unminutoentero,sóloporsiacasohayalgúnproblema.Luegoentre,peroquédesealladodelapuerta.¿Comprende?

—Sí.—Muybien.Vamosaagarraraestehijodeputa.Losdospolicíaentraron.Rolandoesperótreintasegundosyluegolossiguió.

9

ElGordoJohnnyHolden,másqueprotestar,rugía.—¡Esetipoestáloco!Entraaquí,nisiquierasabeloquequiere,entonces,cuando

loveenlaBibliadelTirador,nosabecuántasvienenenunacaja,cuántocuestan,yesodequeyoqueríaverdecercasupermisoeslamentiramásgrandequeheoídoenmivida,porqueélnisiquierateníapermiso...—ElGordoJohnnyseinterrumpió—.¡Ahíestá!¡Ahíestáelmierdoso!¡Ahí!¡Teveo,tío!¡Teveolacara!¡Lapróximavezquetúveaslamíalovasalamentar!¡Mierdaquelovasalamentar!¡Telogarantizo!Tegarantizoque...!

—¿Notienelabilleteradeestehombre?—preguntóO'Mearah.—¡Ustedsabequenotengosubilletera!—¿Le importa si echamos un vistazo detrás de estas vitrinas? —preguntó

Delevan—.Sóloparaestarseguros.—¡Joder,mequieromorir!¡Lasvitrinassondevidrio!¿Ustedvealgunabilletera

poraquí?—No, ahí no... Yo decía aquí —explicó Delevan acercándose a la caja

registradora. Su voz parecía el ronroneo de un gato. En ese momento una bandareforzadadeacerocromadocomodemediometrodeanchobajóporlosestantesdelavitrina.Delevansevolvióparamiraralhombredeltrajeazul,quienasintió.

—Quiero que salgan de aquí ahora mismo —exigió el Gordo Johnny. Habíaperdidopartedesucolor—.Sivuelvenconunaordenesdiferente.Peroporahoraquieroquesalgandeaquí,mierda.Éstesiguesiendounpaíslibre,coño,ustedessab...¡Eh!¡Eh!¡EH,ESTÉSEQUIETO!

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O'Mearahestabamirandoalotrolado,porencimadelmostrador.—¡Eso es ilegal! —aullaba el Gordo Johnny—. ¡Eso es ilegal, mierda...! La

Constitución...miabogado...mierda...ahoramismosevuelvealotroladoo...—Sóloqueríaverlamercancíamásdecerca—repusosuavementeO'Mearah—,

dadoqueelvidriodesuvitrinaestámássucioquelamierda.Poresohemiradoalotrolado.¿Verdad,Carl?

—Claro,compañero—dijoDelevanconsolemnidad.—Ymiraloqueheencontrado.Rolandooyóunclic,ydeprontoelpistoleroconeluniformeazulsosteníaensu

manounarmaextremadamentelarga.El Gordo Johnny quedó taciturno: por fin se dio cuenta de que era la única

personaenlahabitaciónqueibaacontarunahistoriadiferentedelcuentodehadasqueacababadecontarleelpolicíaquehabíacogidosuMagnum.

—Tengopermiso—dijo.—¿Paraportar?—Sí.—¿Paraportaroculto?—Sí.—¿Esterevólverestáregistrado?—lepreguntóO'Mearah—.¿Está?¿Noestá?—Bueno...esposiblequemehayaolvidado.—Esposiblequeestoseaunasuntopesado,ytambiénseolvidódeeso.—Váyasealamierda.Voyallamaramiabogado.ElGordoJohnnycomenzóavolverse.Delevanloaferró.—Entonces,estálacuestióndeversitieneonounpermisoparatenerocultaun

arma mortal en un soporte de pestillo —profirió con el mismo tono suave yronroneante—.Éstaesunacuestióninteresante,porquehastadondeyosé,laciudaddeNuevaYorknoextiendeesetipodepermiso.

Los polismiraban alGordo Johnny; elGordo Johnny losmiraba a su vez.Demodoque nadie se dio cuenta de queRolando había dado la vuelta al cartel de lapuerta,de«ABIERTO»a«CERRADO».

—Talvezpodríamoscomenzararesolveresteasuntosiencontráramoslabilleteradelcaballero—propusoO'Mearah.ElmismoSatanásnopodíahabermentidocontalpersuasión—.Talvezsólolaperdióporahí,yasabe.

—¡Ya se lo he dicho! ¡Yo no sé nada acerca de la billetera de este tipo! ¡Estáchiflado!

Rolandoseagachó.—Ahíestá—comentó—.Puedoverlaperfectamente.Lepusounpieencima.Eramentira,peroDelevan,cuyamanoseguíasobreelhombrodelGordoJohnny,

empujóalhombrehaciaatráscontalrapidezqueeraimposiblesabersihabíatenido

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elpieencimaono.Teníaqueserahora.Cuandolosdospistolerosseinclinaronparamirardebajodemostrador,Rolandosedeslizóensilenciohaciaallá.Comoestabanparados uno al lado del otro, sus cabezas quedabanmuy juntas.O'Mearah todavíatenía en su mano derecha el revólver que el empleado tenía guardado debajo delmostrador.

—¡Estáahí,joder!—dijoDelevanexcitado—.¡Laveo!RolandoechóunarápidamiradaalhombrealquellamabanGordoJohnny,quería

asegurarsedequenoseibaasalirconalgunasorpresa.Peroéstesehabíaquedadodepiecontra lapared—empujandocontra lapared,dehecho,comosiquisierapodermetersedentro—;lasmanoslecolgabanaloscostadosysusojoserandosgrandesydolientesoes.Teníaelaspectodeunhombrequesepreguntacómoesposiblequesuhoróscoponolehubieraadvertidoqueesedíateníaquecuidarse.

Ahínohabíaproblemas.—¡Sí!—clamóregocijadoO'Mearah.Loshombresmirarondebajodelmostrador,

con lasmanos sobre las rodillas uniformadas. Ahora la de O'Mearah abandonó larodillayseextendióparaalcanzarlabilletera—.Laveo,yot...

Rolandodiounúltimopasoadelante.ConunamanotomólamejilladerechadeDelevany con la otra lamejilla izquierda deO'Mearah, y de pronto, el día que elGordoJohnnycreyóhabertocadoelúltimofondo,sepusomuchopeor.Elespectrodeltrajeazullasjuntócontantafuerzaquelascabezasdelospolicíassonaroncomorocasenvueltaschocandoentresí.

Lospolicíascayeronenunmontón.Elhombrede lasgafasdearmazóndoradoquedódepie.ApuntabalaMagnumdel357haciaelGordoJohnny.Elcañóneralobastantegrandecomoparadispararuncohetealaluna.

—Novamosa tenerproblemas,¿verdadqueno?—preguntóelespectroconsuvozmuerta.

—No,señor—contestóelGordoJohnnydeinmediato—,niunosolo.—Quédeseahíquieto.Sisuculopierdecontactoconesapared,ustedvaaperder

contactoconlavidatalcomolaconocióhastaahora.¿Comprende?—Sí,señor—dijoelGordoJohnny—.Claroquesí.—Bien.Rolando empujó a los dos policías a un costado.Ambos estaban aún convida.

Eso era bueno. No importa lo lentos y poco observadores que pudieran ser, eranpistoleros,hombresquehabíantratadodeayudaraunextrañoenproblemas.Noteníaningunanecesidaddemataralossuyos.

Pero lohabíahechoantes,¿noescierto?Sí.¿AcasonohabíamuertoelmismoAlain, uno de sus hermanos conjurados, bajo los propios revólveres humeantes deRolandoyCuthbert?

Sinsacarlelosojosdeencimaalempleado,palpóbajoelmostradorconlapunta

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delmocasínGuccideJackMort.Sintiólabilletera.Lediounapatada.Saliórodandode debajo delmostrador y quedó del lado del empleado. ElGordo Johnny saltó ychillócomounachicaaterradaqueacabadeverunratón.Dehechosuculosíperdiócontactocon laparedporunmomento,peroelpistolero lopasóporalto.No teníaintencióndemeterleunabalaaestehombre.

Antes que dispararle prefería arrojarle el revólver y desnucarlo con él. Unrevólverdetamañotanabsurdopodíaatraeramediovecindario.

—Levántela—ordenóelpistolero—.Lentamente.ElGordoJohnnyseagachó,ycuandotomabalabilleteraseechóunsonoropedo

y gritó. El pistolero se dio cuenta, ligeramente divertido, de que el hombre habíaconfundido el sonido de su propio pedo con un disparo y había pensado que lellegabalahorademorir.

CuandoelGordoJohnnyseincorporó,estabafuriosamenteruborizado.Habíaunagranmanchahúmedaenelfrentedesuspantalones.

—Dejelacarterasobreelmostrador.Labilletera,quierodecir.ElGordoJohnnylohizo.—Ahoraloscartuchos.Winchester45.Yquieroversusmanoscadasegundo.—Tengoquemeterlamanoenelbolsillo.Porlasllaves.Rolandoasintió.MientraselGordoJohnnydestrababaprimeroyluegoabríaelexhibidorconlas

cajasdebalasalmacenadasdentro,Rolandomeditó.—Demecuatro cajas—dijopor fin.Nopodía imaginarseque fuera anecesitar

tantoscartuchos,perotampocopodíaignorarlatentacióndetenerlos.ElGordoJohnnypusolasbalassobreelmostrador.Rolandoabriólatapadeuna

deellas,apenaseracapazdecreer,todavía,quenoeraunabromaounafalsificaciónPerociertamenteeranbalas,limpias,brillantes,sinmarcas;nuncadisparadas,nuncarecargadas.Alzó una y la puso unmomento a la luz, luego volvió a ponerla en lacaja.

—Ahorasaqueunpardeesasmuñequeras.—¿Muñequeras?ElpistoleroconsultólaMortciclopedia.—Esposas.—Señor,noséquéquiere.Lacajaregistradora...—Hagaloqueledigo.Ahora.«Dios,estonovaaterminarnunca»,gimiómentalmenteelGordoJohnny.Abrió

otraseccióndelmostradorysacóunpardeesposas.—¿Lallave?—preguntóRolando.El Gordo Johnny puso sobre el mostrador las llaves de las esposas, con un

pequeño clic. Uno de los policías sin conocimiento lanzó un abrupto ronquido y

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Johnnyemitióunagudochillido.—Deselavuelta—dijoelpistolero.—Nomevaadisparar,¿verdad?¡Digaquenomevaadisparar!—Noloharé—confirmóRolandoconvozneutra—.Siemprequesedélavuelta

ahoramismo.Sinolohace,dispararé.El Gordo Johnny se dio la vuelta y comenzó a gimotear. Por supuesto el tipo

había dicho que no lo haría, pero el olor de lamuerte se volvía demasiado fuertecomo para ignorarlo. Pensar que ni siquiera había robado tanto. Su gimoteo seconvirtióenunsollozoentrecortado.

—Porfavor,señor,pormimadreselopidoquenomemate.Mimadreesvieja.Esciega.Ellaes...

—Sumadrerecibiólamaldicióndetenerunhijocobarde—dijosombríamenteelpistolero—.Lasmuñecasjuntas.

Lloriqueando,conelpantalónmojadoquesepegabaasuentrepierna,elGordoJohnnyjuntólasmuñecas.Enuninstante,losbrazaletesdeaceroquedaroncerrados.Noteníaideadecómohabíahechoelespectroparapasartanrápidamenteporencimaoentornodelmostrador.Tampocoquisosaberlo.

—Quédeseahíquietoymirelaparedhastaqueyoledigaquepuedevolverse.Sisevuelveantesdequeyoselodiga,lomato.

LaesperanzailuminólamentedelGordoJohnny.Eltipotalveznoseproponíamatarlo,despuésdetodo.Talvezeltiponoestabaloco,sólounpocoalterado.

—Noloharé.LojuroporDios.Lojuroantetodossussantos.Lojuroantetodossusángeles.Lojuroantetodossusarc...

—Yyo juroquesinosecalla laboca le lleno lagargantadeplomo—atajóelespectro.

ElGordoJohnnysecallólaboca.Tuvolaimpresióndehaberestadofrenteaesapareddurantetodaunaeternidad.Enrealidad,fueronunosveintesegundos.

Elpistoleroseagachó,dejóelrevólverdelempleadoenelsuelo,echóunarápidamiradaparaasegurarsedequela larvaseportababien, luegohizorodara losotrosdos de espaldas. Los dos estaban tiesos y fuera de combate, pero no demasiadolastimados, juzgó Rolando. Ambos respiraban regularmente. Un hilo de sangrebrotabadelaorejadelquesellamabaDelevan,peroesoeratodo.

Echó otra rápida mirada al empleado, después desabrochó los cintos de lospistolerosyselossacó.LuegosesacólachaquetadeltrajeazuldeJackMort,yseprendióloscintosélmismo.Noeranlasarmasapropiadas,peroaunasíerabuenoirarmadootravez.Magnífico.Mejordeloquehubieracreído.

Dosarmas.UnaparaEddie,yunaparaOdetta...siacasoOdettaestabalistaparausarunarma.VolvióaponerseelsacodeMort,metiódoscajasdebalasenelbolsilloderecho y dos en el izquierdo. El saco, que había sido impecable, ahora estaba

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deformadoporlosbultos.TomólaMagnum357delempleadoypusoloscartuchosenelbolsillodesupantalón.Luegoarrojóelarmaatravésdelahabitación.Cuandopegó en el suelo elGordo Johnny saltó, y vertió otro poquito de agua tibia en suspantalones.

ElpistoleroseincorporóyledijoalGordoJohnnyquesevolviera.

10

Cuando el Gordo Johnny volvió a mirar al depravado de traje azul y gafas dearmazóndorado,sequedóconlabocaabierta.Porunmomentotuvolaavasalladoracertezadequeelhombrequehabíaentradoallísehabíaconvertidoenunfantasmamientras él estaba de espaldas. Al Gordo Johnny le parecía que a través de esehombrepodíaverunafiguramuchomásreal,unodeesostiradoreslegendariossobrelosquesolíanhacerpelículasyprogramasdetelevisióncuandoéleraunniño:WyattEarp,DocHolliday,ButchCassidy,unodeesostipos.

Luego su visión se aclaró y se dio cuenta de lo que había hecho el terriblechiflado:había tomado lasarmasde lospolicíasy se lashabíaatadoen tornoa sucintura. Con el traje y la corbata, el efecto tenía que ser ridículo, pero por algunarazónnoloera...

—La llave de las muñequeras está sobre el mostrador. Cuando los possías sedespiertenyalesoltarán.

Tomó la billetera, la abrió y, por increíble que pudiera resultar, dejó sobre elvidriocuatrobilletesdeveintedólaresantesdevolveraguardarse labilleteraenelbolsillo.

—Por las municiones —dijo Rolando—. He quitado las balas de su propiorevólver. Me propongo tirarlas en cuanto abandone el local. Creo que, con unrevólver descargado y sin la billetera, les va a resultar difícil acusarlo de algúncrimen.

ElGordoJohhnytragósaliva.Fueunadelaspocasvecesensuvidaquesequedósinhabla.

—Ahora,¿dóndeestálafarmaciamáscercana?ElGordoJohnnysúbitamenteloentendió.Todo,ocreyóentenderlo.

Eltipoeraunadicto,porsupuesto.Ésaeralaexplicación.Conrazóneratanraro.Probablementeseinyectabahastaelcuello.

—Hayunaaquímismo.AmediamanzanahacialaCuarentayNueve.—Simeestámintiendovuelvoylepongounabalaenelcerebro.—¡Nolemiento!—exclamóelGordoJohnny—.¡LojuroanteDiosPadre!¡Lo

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juroantetodoslossantos!¡Lojuropormimad...!Peroyalapuertasecerrabadeungolpe.ElGordoJohnnysequedóunmomento

enunsilencioabsoluto,incapazdecreerqueelchifladosehabíaido.Entoncescaminó lomás rápidamenteposible en tornodelmostradoryhacia la

puerta.Sevolviódeespaldasytanteóunpocohastaquepudotomarlacerradurayhacerlagirar.Tanteóunpocomáshastaquelogróechartambiénelcerrojo.

Sóloentoncessepermitiódeslizarselentamentehastaquedarsentado;jadeabaygemíay jurabaaDiosya todossussantosyángelesqueesamisma tarde iríaa laiglesia deSanAntonio, en cuantounode esos cerdos se despertara y le sacara lasesposas.Ibaaconfesarse,ibaahacerunactodecontrición,ytambiénibaatomarlacomunión.

ElGordoJohnnyHoldenqueríasaldarcuentasconDios.Estavezsehabíalibradoporunpelo,joder.

11

El sol poniente se convertía en un arco sobre elMar delOeste. Se estrechó hastaarrojarunasolalíneabrillantequelastimabalosojosdeEddie.Mirarunaluzcomoésamuchotiempopodíaproducirunaquemadurapermanenteenlasretinas.Éstenoeramásqueunodeloshechosinteresantesqueseaprendenenlaescuela,hechosquesirvenparaqueunopuedaconseguirunempleosatisfactorio,comoporejemploeldecamarero a media jornada, y un hobby interesante, como la búsqueda, a jornadacompleta,delcaballo,ydelapastaparacomprarlo.Eddienodejódemirar.NocreíaquefueraaimportarpormuchomástiempoSisequemabalasretinasono.

No le suplicó a la bruja que tenía detrás de sí. Primero, no serviría de nada.Segundo,suplicarlodegradaría.Élhabíallevadounavidadegradada;descubrióqueno quería degradarse más en los últimos minutos que le quedaban. Ahora sólo lequedabanminutos. Era todo lo que habría antes de que esa delgada línea brillantedesaparecierayllegaraeltiempodelaslangostruosidades.

Había suprimido la esperanza de que un cambiomilagroso trajera aOdetta devueltaenelúltimomomento.DelmismomodosuprimiólaesperanzadequeDettareconocieraquesumuertecasiseguramenteladejaríaaellaancladaenestemundoparasiempre.Hastaquinceminutosantes,pensabaqueestabafanfarroneando;ahorasabíaqueno.

«Bueno, será mejor que estrangularse centímetro a centímetro», pensó, perodespuésdehabervistonoche trasnochea esasodiosas langostruosidades,nocreíarealmentequeestofueraverdad.Sólorogabasercapazdemorirsingritar.Nolocreía

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posible,peroseproponíaintentarlo.—¡Van a vení por ti, blanquito!—chillaba Detta—. ¡Van a veni en cualquier

momento!¡Vassélamejócenaqueetosbichoshantenioensuvida!No era una fanfarronada,Odetta no volvía... y el pistolero tampoco. Por algún

motivo esto último era lo quemás le dolía. Había creído que él y el pistolero sehabíanconvertidoalmenosensocios,sinoenhermanos,durantesutravesíaporlaplaya,ycreyóqueRolandoharíaelesfuerzodedefenderlo.

PeroRolandonovolvía.Tal vez no sea que no quiere venir. Tal vez no pueda. Tal vez esté muerto,

asesinadoporunguardiadeseguridadenunafarmacia—mierda,esosíqueseríaunarisa, el último pistolero del mundo asesinado por un poli de alquiler— o tal vezatropelladoporun taxi.Talvezestémuertoy lapuertahayadesaparecido.Talvezporesoellanoestáfanfarroneando.Talveznoquedanadaporquéfanfarronear.

—¡Oravenenencualquiermomento!—gritabaDetta,yentoncesEddienotuvoque preocuparse más por sus retinas porque la última rebanada brillante de luzdesapareció,ysóloquedóunresplandor.

Miró fijamente hacia las olas,mientras la luz se desvanecía lentamente de susojos,yesperóquelaprimerade las langostruosidadessalierade lasolasrodandoytropezando.

12

Eddietratódevolverlacabezaparaevitarlaprimera,perofuedemasiadolento.Conunazarpaledesgarróunalonjadesucara;leaplastóelojoizquierdoenunagelatinayrevelóelclaroresplandordelhuesoalaluzdelcrepúsculomientrasformulabasuspreguntasylaMujerMaladeVerdadsereía...

«Basta—seordenóasímismoRolando—.Pensarestascosasespeorqueinútil;esunadistracción.Ynotienequeserasí.Esposiblequequedetiempo.»

Yaúnhabíatiempo...entonces.CuandoRolandocaminabaporlacalleCuarentayNueve en el cuerpo de JackMort, con los brazos oscilantes y los ojos violentosfijadosconfirmezasobreelcartelquedecíaDROGAS,indiferentealasmiradasquerecibíayalaformaenquelagentesehacíaaunladoparaevitarloelsolaúnestabaaltoenelmundodeRolando.Pasaríanunosquinceminutosantesdeque subordeinferiortocaraelpuntodondeelmartocaelcielo.SieltiempodelaagoníadeEddieteníaquellegar,faltabaunpocotodavía.

Elpistoleronoestabacompletamentesegurodeesto,sinembargo;sólosabíaquealláeramástardequeaquí,yquemientraselsolalláaúndebíaestaralto,elsupuesto

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dequeeltiempoenestemundoyenelsuyopropiocorrieranalamismavelocidadpodíaserunsupuestofatal...especialmenteparaEddie,quepodíasufrirunamuertedeunhorrorinimaginable,quesumente,sinembargo,insistíaenimaginar.

Laurgenciademirarhaciaatrás,dever,eracasiinsoslayable.Sinembargonoseatrevía.Nodebía.

La voz de Cort interrumpió severa el flujo de sus pensamientos:Controla lascosasquepuedescontrolar,larva.Dejaquetodolodemásteimporteunamierda,ysitienesqueperder,pierdecontusarmasardiendo.

Sí.Peroeradifícil.Muydifícil,aveces.Hubierapodidoverycomprenderporqué lagente lomirabadeesaformay lo

evitaba al pasar, de no haber estado tan salvajemente concentrado en terminar tanrápido como pudiera su trabajo en este mundo y largarse, pero eso no habríacambiado nada. Caminaba tan rápido hacia el cartel azul, donde según laMortciclopediapodíaconseguirelKeflexquesucuerponecesitaba,quelaamericanadeMort volaba y flameaba hacia atrás a pesar del gran peso que cargaba en cadabolsillo. Los cintos que llevaba alrededor de la cintura se veían claramente. Losllevabano como los habíanusado sus dueños, en forma recta y prolija, sino comollevabalossuyospropios,atravesadosycruzadosmuybajossobrelascaderas.

Paralostenderos,pregonerosyelrestodelafaunadelaCuarentayNueve,teníacasielmismoaspectoquehabíatenidoparaelGordoJohnny:eldeundesesperado.

13

En sus tiempos, el pistolero había conocido magos, encantadores y alquimistas.Algunos habían sido charlatanes inteligentes, otros eran estúpidos impostores enquienes sólo podían creer personas más estúpidas que ellos mismos (pero en elmundonuncahuboescasezdetontos,demaneraquehastalosestúpidosimpostoressobrevivían;enrealidad,muchosdeellosprosperaban),yhabíaunapequeñacantidadque podía verdaderamente hacer esas cosas negras sobre las que los hombresmurmuranenvozbaja.Esospocospodíanconvocaralosdemoniosyalosmuertos,podíanmatarconunamaldiciónocurarconpocionesextrañas.Unodeesoshombreshabíasidounacriaturaqueparaelpistoleroeraelmismodemonio,unacriaturaquefingía ser un hombre y se llamaba a sí mismo Flagg. Él lo había visto sólobrevemente,yesohabíasidocasieldesastre,cuandoseaproximabanasu tierraelcaosyladestrucciónfinal.Pisándolelostaloneshabíanidodoshombresjóvenes,que

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seveíanausterosaunqueestabandesesperados,hombresllamadosDennisyThomas.Los treshabíanatravesadosólounapartediminutade loquehabía sidoun tiempoconfuso y perturbador en la vida del pistolero, pero nunca olvidaría cómo Flaggconvirtióaunhombrequelohabíairritadoenunperroululante.Élpersonalmentelovioylorecordabacontodaclaridad.Luegohabíaestadoelhombredenegro.

YMarten.Marten,quesedujoasumadremientrassupadreestabalejos;Marten,que había tratado de provocar lamuerte deRolando, y que en cambio provocó suhombríatemprana,Marten,aquien,sospechaba,podríavolveraencontrarcaminodelaTorre...oenella.

EstoessóloparadecirquesuexperienciaconlamagiayconlosmagoslohabíallevadoaesperaralgobastantediferentedeloquedehechoencontróenlaFarmaciayDrogueríaKatz.

Él se había imaginado una habitación oscura iluminada con velas, inundada devaporesamargosyvasijasllenasdepolvos, líquidosyfiltrosdesconocidos,muchasdeellascubiertasporunagruesacapadepolvoovestidasde telarañascentenarias.Esperóaunhombreenvueltoenunacapucha,unhombrepeligroso.Atravésdelasvidrieras transparentes vio que dentro la gente actuaba de unmodo perfectamentecasual, como podía haberlo hecho en cualquier otro negocio, y creyó que era unailusión.

Noloera.Asíqueporunmomentoelpistolerosequedódepiejuntoalapuerta,asombrado

al principio, luego irónicamente divertido. Helo aquí en un mundo que lo dejabaalelado almostrarle a cada paso nuevasmaravillas, unmundo donde los carruajesvolaban por el aire y el papel parecía barato como la arena. Y la maravilla másrecienteeraqueparaestaspersonaslamaravillasehabíaterminado:aquí,enunsitiodemilagros,sóloveíarostrosaburridosycuerpospesados.

Habíamilesdefrascos,habíapociones,habíafiltros,perolaMortciclopedialosidentificóensumayoríacomoremediosdecurandero.Aquíhabíaunungüentoquepresuntamente hacía crecer el pelo, pero no era así; allá, una crema que prometíaborrar antiestéticas manchas de las manos y los brazos, pero mentía; más allá,remediosparacosasquenonecesitabancuración;cosasparahacermoverlastripasoparadetenerlas,parahacer losdientesmásblancosyelpelomásnegro, cosasqueservíanparamejorarelaliento,comosiunonopudieramejorarelalientomascandocorteza de lima. Aquí no había magia, sólo trivialidades... aunque había astina, yunos pocos remedios más que daban la impresión de poder ser útiles. Pero entérminosgenerales,Rolandoestabaperplejoporel lugar.Enun lugarqueprometíaalquimia pero comerciaba más en perfumes que en pociones, ¿quién podíamaravillarsealsaberquelamaravillasehabíaterminado?

Pero cuando volvió a consultar laMortciclopedia, descubrió que la verdad de

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aquel lugar no estaba sólo en las cosas que veía. Las pociones que funcionabanestabanmuybienguardadas,enunlugarseguroyfueradelavista.Unosólopodíaobtenerlassiteníaunaautorizacióndelhechicero.Enestemundo,taleshechicerossellamaban MÉDIKOS, y escribían sus fórmulas mágicas en hojas de papel que laMortciclopedia llamabaREXETAS.Elpistoleronoconocía lapalabra.Supusoquepodía consultar un pocomás acerca del tema, pero no semolestó. Sabía lo que lehacíafalta,unarápidamiradaalaMortciclopedialeindicóenquélugardelatiendalopodíaconseguir.

Caminó por uno de los pasillos hacia un mostrador alto que tenía escrita lapalabra«RECETAS».

14

ElKatz que en 1927 había abierto la Farmacia y Fuente de SodaKatz (Artículosdiversosparadamasycaballeros),enlacalleCuarentayNueve,estabaensutumbadesde hacía tiempo, y su único hijo parecía estar listo para seguirle. Aunque sóloteníacuarentayseisaños,parecía tenerveintemás.Estabaperdiendoelpelo,se leveía amarillo y frágil. Sabía que la gente decía de él que parecía la muerte ahorcajadas,peroningunodeelloscomprendíaporqué.

Tomemosaestaarpíaqueestáahoraenelteléfono,laseñoraRathbun.Vociferabaque le iba a iniciar juicio si no le extendía su receta deValium, y yamismo, ENESTEMISMÍSIMOINSTANTE.

«¿Qué quiere, señora, que eche una corriente de píldoras azules a través delteléfono?»Si lohacía,almenosella leharíaunfavorysecallaría.Sólopondríaelreceptorparaarribayabriríaalmáximosuboca.

Elpensamientoleprovocóunasonrisafantasmalquerevelósusdientescetrinos.—Usted no comprende, señora Rathbun—la interrumpió él después de haber

escuchadoduranteunminuto,unminutocompleto, controladoconelbarridode lasegundaagujadesureloj,sucoléricodelirio.

Le hubiera gustado decirle, solamente una vez: «¡Deje de gritarme, estúpidaarpía! ¡Grítele a suMÉDICO! ¡Él es el que la enganchó con esamierda!»Cierto.Eranunhatodecuranderosquelorecetabancomosifuerachicle,ycuandodecidíancortarelsuministro,¿quiénrecibíalamierda?¿Losmatasanos?¡Oh,no!¡Larecibíaél!

—¿Quéquieredecirconesodequeyonocomprendo?—Lavozquesonabaensu oído parecía una avispa zumbando furiosa dentro de una jarra—. Lo quecomprendoesquehagomuchascomprasenesafarmaciadesegundaquetieneusted,

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comprendoquetodosestosañosfuiunaclienteleal,comprendoque...—Tendráquehablarcon...—VolvióamirarlatarjetaRolodexdelaarpíaatravés

desuspequeños lentes—.ConeldoctorBrumhallá,señoraRathbun.Surecetaestávencida.EsuncrimenfederalvenderleValiumsinreceta.«Ydeberíaseruncrimenrecetarloenprimerlugar...»,pensó.

—¡Fue un descuido!—aulló lamujer.Ahora la voz bordeaba el pánico.Eddiehabría reconocido ese tono de inmediato: era el grito del pájaro de la adicción enestadosalvaje.

—Entonces llámelo y pídale que lo rectifique —arguyó Katz—. Él tiene minúmero.—Sí.Todosteníansunúmero.Éseeraprecisamenteelproblema.Parecíaunhombre que agonizaba a los cuarenta y seis años a causa de esos médicosirresponsables. «Y lo único que tengo que hacer para garantizar que se diluya elúltimoymínimomargendegananciaconelquedealgunamaneraconsigomantenerestelugaresdecirleaunascuantasdeestasbrujasyonkiesquesevayanalamierda.Nadamás.»

—¡NOPUEDOLLAMARLO!—aullólaseñoraRathbun.Laestridenciadesuvozle causó dolor de oído—. ¡ÉL Y SU JODIDO AMIGO SE FUERON DEVACACIONESAALGUNAPARTEYNADIEQUIEREDECIRMEDÓNDE!

Katz sintió el ácido que le rezumaba en el estómago. Tenía dos úlceras. Unaestabacuradaylaotralesangrabaenlaactualidadyelmotivoeranlasmujerescomoesta bruja. Cerró los ojos. En consecuencia no vio cómo miraba su ayudante alhombredetrajeazulygafasdearmazóndoradoqueseaproximabaalmostradordelasrecetas,asícomotampocovioqueRalph,elviejoygordoguardiadeseguridad(Katzlepagabaunamiseria,peroaunasísufríaamargamenteporelgasto;supadrenuncahabíanecesitadounguardiadeseguridad,perosupadre,Dioslopudra,vivióenuntiempoenqueNuevaYorkeraunaciudadynounaletrina),salíasúbitamentede su habitual aturdimiento remoto y llevaba sumano al revólver que tenía en lacadera.Oyóqueunamujergritaba,peropensóquesóloeraporquehabíadescubiertoque todo lo de Revlon estaba en liquidación (se había visto forzado a ponerlo enliquidación porque esepotz deDollentz, en la otramanzana, le ponía preciosmásbajosquelossuyos).

NopensabaennadamásqueenDollentzyenesabrujadelteléfonomientraselpistolero se aproximaba como una condena del destino, pensaba en lomaravillosoque sería tenerlos a ambos desnudos y sólo cubiertos por una capa de miel,estaqueadossobrehormiguerosyatacadosporhormigassalvajesbajoelsolardientedel desierto. Un hormiguero para ELLA y otro hormiguero para ÉL, maravilloso.Pensaba que había llegado al fondo, que las cosas no podían estar peor. Su padrehabíaestadotandecididoaquesuúnicohijosiguierasuspasosquesehabíanegadoapagarcualquierotracosaqueno fueraunacarrerade farmacología,demaneraque

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hubo de seguir los pasos de su padre, y Dios pudra a su padre, porque éste eraseguramente elmomentomásbajodeunavida llenademomentosbajos, unavidaquelohabíahechoenvejecerantesdetiempo.

Eraelnadirabsoluto.Oesopensabaél,conlosojoscerrados.—Sivieneporaquí,señoraRathbun,voyadarleunadocenadeValiumdecinco

miligramos.¿Bastaráconeso?—¡El hombre entra en razón! ¡Gracias aDios, el hombre entra en razón!—Y

colgó.Así.Niunapalabradeagradecimiento.Perocuandovolvieraaveralrectoconpatasquesellamabaasímismomédico,simplementecaeríaasuspiesylelimpiaríalaspuntasdesusmocasinesGucciconlanariz,lechuparíalapolla,le...

—Señor Katz —le llamó su ayudante en una voz que sonaba extrañamentejadeante—.Creoquetenemosunprob...

Hubootrogrito.Fueseguidoporelestampidodeunrevólver,quelosobresaltódetalmaneraqueporunmomentopensóquesucorazónsimplementeibaaemitirunmonstruosogolpeensupechoyluegosedetendríaparasiempre.

Abriólosojosysequedómirandolosdelpistolero.Katzbajólamiradayviolapistola que el hombre tenía en el puño. Miró a la izquierda y vio que Ralph seacariciabaunamanoymirabaalladrónconojosqueparecíansalírseledelasórbitas.La pistola deRalph, la 38 que había cargado debidamente durante dieciocho añoscomooficialdepolicía(yquesólohabíadisparadoenelcampodetirodelsubsuelode la comisaría 23, aunque decía que la había desenfundado dos veces encumplimientodeldeber... ¿peroquiénpodía saberlo?)eraahoraunescombroenelrincón.

—QuieroKeflex—pidióinexpresivamenteelhombredelosojosenardecidos—.Quierounmontón.Ahora.Yolvídesedelarexeta.

Por un momento Katz no pudo hacer más que mirarlo con la boca abierta; elcorazónbatallabaensupechoysuestómagoeraunaollaenfermaenlaquehervíaelácido.

¿Ycreíahabertocadofondo?¿Realmentelocreía?

15

—Usted no comprende—se las arregló para decirKatz por fin. Su voz le sonabaextraña incluso a sí mismo, y eso no tenía en realidad nada de particular, ya quesentíalabocacomounacamisadefranelaylalenguacomounatiradealgodón—.

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Aquínohaycocaína.Esunadrogaquenoseexpendebajoningunacirc...—No he pedido cocaína—corrigió el hombre del traje azul con las gafas de

armazóndorado—.HepedidoKeflex.«Esome ha parecido», estuvo a punto de decirleKatz almonstruo chiflado, y

luego decidió qué eso podría provocarlo. Había oído de farmacias asaltadas poranfetas, benzedrinas, por media docena de otras cosas, (incluyendo el preciosoValium de la señora Rathbun), pero pensó que éste podría ser el primer robo depenicilinadelahistoria.

Lavozdesupadre(Diospudraalviejocabrón)ledijoquesedejaradetemblarybalbucearyquehicieraalgo.

Peronoseleocurríaquépodíahacer.Elhombredelapistolalepropusoalgo.—Muévase—ordenóelhombredelapistola—.Tengoprisa.—¿C-Cuántoquiere?—preguntóKatz.Susojosecharonuna rápidamiradapor

encimadelhombrodelladrónyvioalgoqueapenaspudocreer.Noenestaciudad.Sin embargoparecíaquede todasmaneras estabaocurriendo. ¿Buena suerte? ¿EraposiblequeKatztuvieraunpocodebuenasuerte?¡EsosíquepodríafigurarenLaGuíaGuinnesdelosRécords!

—No lo sé—respondió el hombre de la pistola—. Todo lo que quepa en unabolsa.Unabolsagrande.

Sinningún tipodeadvertencia,giró sobre símismoy lapistola sedisparóotravez.Unhombreaulló.Unpaneldevidrioestallóylaaceraquedóregadadecascosyastillas.Algunospeatonesquepasabanrecibieroncortes,peroningunodegravedad.DentrodelafarmaciadeKatzlasmujeres(ynopocoshombres)chillaban.Laalarmacontra robos comenzó su propio aullido estridente. Los clientes fueron presa delpánicoysalieronhacialapuertaenestampida.ElhombredelapistolavolvióagirarhaciaKatzysuexpresiónnohabíacambiadoenabsoluto:sucaramostrabalamismapacienciatemible(aunquenoinagotable)quehabíamostradodesdeelprincipio.

—Hagaloqueledigoyrápido.Tengoprisa.Katztragósaliva.—Sí,señor—asintió.

16

Elpistolerohabíavistoyadmiradoelespejocurvodelaesquinasuperiorizquierdadelnegociocuandoaúnestabaamitaddecaminohaciaelmostradordetrásdelcualguardabanlaspocionesauténticas.Talcomoestabanlascosasahora, lacreaciónde

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unespejocurvocomoéseestabamásalládelahabilidaddecualquierartesanodesupropiomundo,apesardequehubountiempoenqueesetipodecosas—ymuchasde las otras que había visto en el mundo de Eddie y Odetta— pudieron habersehecho.Había visto los restos de algunas en el túnel que pasaba por debajo de lasmontañas, y también las había visto en otros lugares... reliquias tan antiguas ymisteriosascomolaspiedrasDruitasqueaparecíanavecesenloslugaresalosqueibanlosdemonios.

Tambiéncomprendióelpropósitodelespejo.Había sido un poco lento para ver el movimiento del guardia —aún estaba

descubriendodequédesastrosamaneralasgafasqueMortllevabasobrelosojoslerestringíanlavisiónperiférica—,perodetodosmodostuvotiempoparagirarydeuntirosacarlelapistoladelamano.ErauntiroqueRolandoconsiderabadepurarutina,apesardequehabía tenidoquehacerlodeprisa.Elguardia,sinembargo, teníaunaopinióndiferente.RalphLennoxibaajurarhastaelfindesusdíasqueeltipohabíahechoundisparoimposible...excepto,talvez,enesosviejosespectáculosinfantilesdeloeste,comoeldeAnnieOakley.

Graciasalespejo,queobviamenteestabaahíparadetectarladrones,Rolandofuemásrápidoparavérselasconelotro.

Había visto que los ojos del alquimista volabanpor unmomento encimade suhombro, y los ojos del pistolero fueron de inmediato al espejo. Ahí vio que unhombreconunacazadorade cuero avanzabapor el centrodelpasilloquequedabadetrásdeél.Habíaunalarganavajaensumano,ysinduda,visionesdegloriaensucabeza.

El pistolero giró y disparó un solo tiro; luego bajó el arma a la cadera porquesabíaquepodíafallarelprimerdisparo,yaquenoestabafamiliarizadoconestaarma,perotampocoqueríaheriraningunodelosclientesqueestabancongeladosdetrásdelaspiranteahéroe.Eramejordisparardosvecesdesdelacadera,dispararhierrosqueharíaneltrabajoenunánguloascendentequeprotegeríaalagentedealrededor,quetalvezmataraalgunadamacuyoúnicocrimenhubierasidoelegireldíaequivocadoparacomprarperfume.

Lapistolahabíaestadobiencuidada.Supunteríaerafiel.Alrecordarelaspectogordinflón y decadente de los pistoleros a los que había quitado estas armas, lepareció que cuidaban mejor sus armas que a sí mismos. Le pareció una extrañamaneradecomportarse,peroporsupuestoésteeraunmundoextrañoyRolandonopodíajuzgar;noteníatiempoparajuzgar,llegadoelcaso.

Habíasidounbuentiro;rebanólanavajadelhombreporlabase,ylodejóconsóloelmangoenlamano.

Rolandomiróinexpresivamentealhombredelacazadoradecuero,yalgoensumiradadebiórecordarlealaspiranteahéroequeteníaunacitaurgenteenalgunaotra

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parte,puestoquegirósobresímismo,dejócaerlosrestosdesunavaja,yseunióaléxodogeneral.

Rolando volvió a girar y le dio sus órdenes al alquimista. Otra tonteríamás ycorreríasangre.CuandoelalquimistacomenzóaalejarseRolandoletocóelhombrohuesudoconelcañóndelapistola.Elhombrelanzóunsonidoestrangulado,¡Eeeek!,ysevolviódeinmediato.

—Ustedno.Ustedsequedaaquí.Quevayasuaprendiz.—¿Q-Quién?—Él.—Elpistolerohizoungestoimpacientehaciasuayudante.—¿Qué debo hacer, señor Katz? —Los restos del acné juvenil del ayudante

sobresalíanbrillantessobresucarablanca.—¡Hazloqueéldice,potz!¡Entregalaorden!¡Keflex!Elayudantefuehastaunodelosestantesquehabíadetrásdelmostradorytomó

unfrasco.—Gíralo,paraquepuedaverlaspalabrasquetieneescritas—dijoelpistolero.Elayudantehizoloqueledecían.Rolandonopudoleerlo;muchasdelasletras,

demasiadas,noestabanensualfabeto.ConsultólaMortciclopedia.Keflex,confirmó,y Rolando se dio cuenta que incluso revisar había sido una estúpida pérdida detiempo.Élsabíaquenopodíaleertodoenestemundo,peroestoshombresno.

—¿Cuántaspíldorastieneesefrasco?—Bueno, en realidad son cápsulas —aclaró el ayudante nerviosamente—. Si

quiereladrogaenformadepíldoras...—Nomeimportatodoeso.¿Cuántasdosis?—Oh.Ehhh...—Elnerviosoayudantesefijóenel frascoycasi lodejacaer—.

Doscientas.Rolandosintióalgoparecidoalmomentoenquedescubrieracuantasmuniciones

podían comprarse en este mundo a cambio de una suma trivial. Balazar llevabaenvases demuestra deKeflex en su botiquín demedicinas, treinta y seis dosis entotal, y había vuelto a sentirse bien. Si no podíamatar la infección con doscientasdosis,eraimposiblematarla.

—Démelo—dijoelhombredeltrajeazul.Elayudanteseloalcanzó.ElpistoleroechóhaciaatráslamangadesuchaquetaymostróelRolexdeJack

Mort.—Notengodinero,peroestopuedeservircomounacompensaciónadecuada.Eso

espero,entodocaso.Se volvió, hizo una inclinación de cabeza al guardia, que seguía sentado en el

sueloalladodesubancovolcadoymirabaalpistoleroconlosojosmuyabiertos,yluegosefue.Tansimplecomoeso.

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Durantecincosegundosnohuboenlafarmaciaotrosonidoqueelbramidodelaalarma,queeralobastantefuertecomoparacubririnclusoelcotilleodelagenteenlacalle.

—Diosdelcielo,señorKatz,¿yahoraquévamosahacer?—susurroelayudante.Katzlevantóelrelojylosopesó.Oro.Oropuro.Nopodíacreerlo.Tenía que creerlo. Un loco cualquiera entra al negocio, de un tiro le saca el

revólverdelamanoasuguardia,yuncuchilloaotro,todoparaconseguirladrogamásimprobablequeselepudieraocurrir.

Keflex.Keflexporvalordesesentadólares,talvez.PorelquepagabaconunRolexde6.500dólares.—¿Hacer?—preguntóKatz—.¿Hacer?Loprimeroquevasahaceresponereste

relojbajoelmostrador.Nuncalohasvisto.—MiróaRalph.Yustedtampoco.—No, señor—accedió Ralph inmediatamente—. Si recibomi parte cuando lo

venda,nuncaenmividahabrévistoesereloj.—Lovanamatarcomoaunperroenlacalle—pronosticóKatzconinequívoca

satisfacción.—¡Keflex!—dijo el ayudante admirado—. Y el tipo ni siquiera parecía estar

resfriado.

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IV.LAINVOCACIÓN

1

CuandoelarcoinferiordelsolcomenzabaatocarelMardelOesteenelmundodeRolando,echandounfuegodoradoatravésdelaguahastadondeestabaEddieatadocomounpavo,enelmundodelqueEddieprocedíalosoficialesO'MearahyDelevan,débilesytambaleantes,recuperabanelconocimiento.

—Quítenmeestasesposas¿quieren?—pidióelGordoJohnnyconvozhumilde.—¿Dóndeestá?—preguntóroncamenteO'Mearahysellevólamanoalestuche.

Noestaba.Estuche,cinto,balas,pistola.Pistola.Oh,mierda.Comenzóapensarenlaspreguntasquepodríanhacerlelosenterados

delDepartamentodeAsuntosInternos, tiposquetodoloquesabíandelascalleslohabíanaprendidoenlasnovelas,yelvalormonetariodesuarmaperdidadeprontosevolvió tan importante como, digamos, la población de Irlanda o los principalesdepósitosmineralesdelPerú.MiróaCarl,yvioquetambiénaéllehabíanquitadoelarma.

«PorelamordeDios,loquefaltaba»,pensóO'Mearahmiserablemente,ycuandoelGordoJohnnyvolvióapedirleque tomara la llavedelmostradorparaabrirle lasesposas,O'Mearahdijo:

—Lo que debería hacer es...—Pero hizo una pausa, porque estaba a punto dedecir: «Lo que debería hacer es pegarte un tiro en las tripas.» Pero mal podríadispararlealGordoJohnny,¿verdad?Lasarmasenestelugarestabanencadenadas,yel sujeto de los anteojos de armazón dorado, ese sujeto con aspecto de sólidociudadano,sehabía llevado lasuyay ladeCarlcon la facilidadconqueelmismoO'Mearahpodríaquitarleaunniñounrevólverdejuguete.

En lugar de terminar la frase, cogió la llave y abrió las esposas. Encontró laMagnum357queRolandohabía tirado enun rincón, y la levantó.No cabía en suestuche,asíqueselametióenelcinturón.

—¡Eh!¡Esoesmío!—gimióelGordoJohnny.—¿Ah,sí?¿Loquieres?—O'Mearahteníaquehablardespacio,ledolíamuchola

cabeza.PorelmomentoloúnicoquequeríaeraencontraraDonGafasdeArmazónDoradoyclavarlocontralaprimeraparedqueencontrara.Conclavosmuyduros—.Dicen que allá en Attica les gustan los tipos gordos como tú, Johnny. Tienen undicho:«Cuantomásgrandees lanalga, seempujamejor.»¿Estás segurodeque lo

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quieres?ElGordoJohnnysealejósindecirunapalabra,peronoantesdequeO'Mearah

hubiera visto las lágrimas que le brotaban de los ojos y lamancha húmeda de suspantalones.Nosintiócompasiónalguna.

—¿Dóndeestá?—preguntóCarlDelevanconvozborrosayzumbante.—Sefue—dijoelGordoJohnnyconvozmonótona—.Estodoloquesé.Sefue.

Penséqueibaamatarme.Delevan se ponía lentamente de pie. Se palpó una humedad pringosa en el

costadodelacaraysemirólosdedos.Sangre.Mierda.Palpóenbuscadesuarma,palpóypalpóyaúnrogómuchodespuésdequesusdedosleaseguraronqueelarmaylafundahabíandesaparecido.O'Mearahsóloteníaundolordecabeza;Delevansesentíacomosialguienhubierausadoelinteriordesucabezacomozonadepruebasdearmasnucleares.

—Eltiposellevómipistola—sequejóaO'Mearah.Suvozsalíatanempastadaqueapenassepodíacomprenderloquedecía.

—Bienvenidoalclub.—¿Estáaquítodavía?—DelevandiounpasohaciaO'Mearah,seinclinóhaciala

izquierdacomosiestuvieraenlacubiertadeunbarcoenaltamar,yluegoconsiguióenderezarse.

—No.—¿Cuánto tiempohace?—DelevanmiróalGordoJohnny,quiennorespondió,

talvezporqueelGordoJohnny,queseguíadeespaldas,pensóqueDelevanseguíahablandoconsucompañero.Delevan,quenisiquieraenlasmejorescircunstanciassecaracterizaba por la templanza y la contención, le rugió al hombre, a pesar de quesentíaquesucabezasepartíaenmilpedazos.

—¡Tehehechounapregunta,gordodemierda!¿Cuántotiempohacequesefueelhijodemilputas?

—Cincominutos, talvez—contestóelGordo Johnnyconvozmonótona—.Sellevósusbalasylasarmasdeustedes.—Hizounapausa.Pagóporlasbalas.Yonopodíacreerlo.

«Cincominutos—pensóDelevan.Eltipohabíallegadoenuntaxi.Sentadosensupatrulleromientrasbebíancafé,lohabíanvistosalirdeuntaxi.Estaballegandolahorapunta.Aestahoradeldíaeradifícilconseguiruntaxi.Talvez...»

—Vamos—le indicó aGeorgeO'Mearah—. Todavía tenemos posibilidades deatraparlo.Necesitaremosalgúnarmadeestecerdo...

O'MearahexhibióelMagnum.AlprincipioDelevanviodos, luego, lentamente,laimagensejuntó.

—Bien.—Delevancomenzabaaacercarse,nodegolpe,sinoconesfuerzo,comoun campeón de boxeo que ha recibido un golpe muy fuerte en el mentón—.

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Consérvalatú.Yousarélaescopetaqueestádebajodeltablero.—Seencaminóhaciala puerta, y esta vez hizomás que oscilar; se tambaleó y tuvo que apoyarse en laparedparamantenerseenpie.

—¿Estarásbien?—lepreguntóO'Mearah.—Siloatrapamos,sí—aclaróDelevan.Sefueron.ElGordoJohnnynosesintiótanfelizporsupartidacomoporladel

espectrodeltrajeazul.

2

Delevan y O'Mearah ni siquiera tuvieron que discutir qué dirección pudo habertomado el sujeto cuando salió de la armería. Lo único que tuvieron que hacer fueescucharlaradiodelpatrullero.

—Código19—decíalavozdemujerunayotravez—.Roboencurso,disparosde arma. Código 19, Código 19. La dirección es Cuarenta y Nueve Oeste 395,FarmaciayDrogueríaKatz,delincuentealto,pelocastaño,trajeazul...

«Disparosde arma—pensóDelevan.La cabeza ledolíamásquenunca—.MepreguntosisehabránhechoconelarmadeGeorgeoconlamía.¿Oconambas?Siese maricón de mierda ha matado a alguien, estamos fritos. A menos que loagarremos.»

—En marcha —le dijo brevemente a O'Mearah, y no tuvo que decírselo dosveces. El otro entendía la situación tanto como Delevan. Encendió las luces y lasirenayaullandosemetióeneltráfico.Yacomenzabaaempantanarsepuestoquesellegabaalahorapunta,asíqueO'Mearahllevabaelpatrullerocondosruedasenlacalzada y las otras dos sobre la acera, espantando peatones como si fuerancodornices.Rozóelparachoquestraserodeunacamionetadecargaquesedeslizabapor la Cuarenta y Nueve. más adelante vio astillas de vidrio destrozado sobre lavereda.Ambosoíanelaullidoestridentedelaalarma.Lospeatonesseprotegíanenloszaguanesdelascasasydetrásdeloscubosdebasura,perolosresidentesdelospisos que quedaban encimamiraban a la calle con gran interés, como si fuera unprogramaparticularmentebuenodetelevisión,ounapelículaquesepodíavergratis.

Lamanzanaestabavacíadecoches; taxisyviajeroshabitualeshabíanpreferidolargarse.

—Sóloesperoquesigaahí—deseóDelevan,yusóuna llaveparadestrabar lascortas barras de acero que sostenían la escopeta debajo del tablero. La sacó de susoporte.Sóloesperoqueesepodridohijodeputasigaahí.

Lo que ninguno de los dos comprendía era que, cuando uno se las veía con el

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pistolero,porlogeneraleramejordejarenpazloqueyaerabastantemalo.

3

CuandoRolandosaliódelaFarmaciayDrogueríaKatz,elgranfrascodeKeflexfuea reunirse con lasmuniciones en los bolsillos del saco de JackMort. En sumanoderechateníala38deserviciodeCarlDelevan.Sesentíamuyagustoportenerunapistola en una mano derecha completa. Oyó la sirena y vio el coche que llegabarugiendoporlacalle.«Ellos»,pensó.Comenzóaalzarlapistolayentoncesrecordó:eran pistoleros. Pistoleros que cumplían con su deber.Giró y volvió a entrar en latiendadelalquimista.

—¡Espera,hijodeputa!—gritóDelevan.LosojosdeRolandovolaronalespejoconvexo a tiempo para ver que uno de los pistoleros —aquél cuya oreja habíasangradosacabamediocuerpoporlaventanillaconunriflededispersión.Mientrassucompañerodeteníaelcocheconunaruidosafrenadaquehizohumearelcauchodelasruedascontraelpavimento,élmetióuncartuchoenlacámara.

Rolandosetiróalsuelo.

4

Katznonecesitóespejoalgunoparaverloqueestabaapuntodeocurrir.Primeroelsujetoloco.Ahoralospolicíaslocos.

—¡Alsuelo!—legritóasuayudanteyaRalph,suguardiadeseguridad,ycayósobrelasrodillastraselmostradorsinesperarparaversilosotroshacíanlomismo.

Luego,una fracciónde segundoantesdequeDelevandisparara laescopeta, suasistentecayóencimadeélcomoenunaviolentaparadadeunpartidodefútbol,conloquesucabezapegócontraelsueloysepartiólamandíbulaendos.

A través del súbito dolor que le atravesó la cabeza con un rugido, oyó laexplosión de la escopeta, oyó el destrozo de los vidrios que quedaban en lasvidrieras...juntoconlosfrascosdeaftershave,colonia,perfume,elixirbucal,jarabeparalatosysabeDiosquémás.Brotaronmiloloresconflictivosparacrearunúnicohedor del infierno, y antes de desmayarse, Katz volvió a suplicarle a Dios quepudriera a su padre por haber encadenado a su tobillo esta maldición que era lafarmacia.

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5

Rolandoviofrascosycajasquevolabanporelaireenmediodelhuracándeldisparo.Unacajadevidrioqueconteníarelojessedesintegró.Losrelojesvolaronhaciaatrásenunanubedeastillascentelleantes.

«Nopuedensabersiquedadentrogente inocenteono,—pensó—.¡Nopuedensaberloysinembargohanusadounriflededispersión!»

Eraimperdonable.Sintióiraylasuprimió.Eranpistoleros.Eramejorcreerqueelgolpeenlacabezaleshabíaafectadoelcerebroacreerquehabíanhechounacosaasíconscientemente,sinimportarlesaquiénpodíanmataroherir.

Esperaríandeélquecorrieraodisparara.En cambio se arrastró hacia delante, manteniéndose agachado. Se laceró las

manos y las rodillas con trozos de vidrios rotos. El dolor hizo que Jack Mortrecuperara el conocimiento. Se alegraba de que Mort hubiera regresado. Iba anecesitarlo.EncuantoalasmanosylasrodillasdeMort,noleimportaban.Élpodíasoportareldolorconfacilidad,ylasheridasseinfligíanenelcuerpodeunmonstruoquenomerecíanadamejor.

Llegó a la zona que estaba justo debajo de lo que quedaba del escaparate devidrio. Estaba a la derecha de la puerta. Se quedó ahí, con el cuerpo agazapado.Guardó en el estuche la pistola que había tenido en la mano derecha. No iba anecesitarla.

6

—¿Quéestáshaciendo,Carl?—gritóO'Mearah.DeprontovisualizómentalmenteuntitulardelDailyNews:POLICÍAMATAA4ENFARMACIADELLADOOESTE.SITUACIÓNNORMAL,TODOSMUERTOS.

Delevanloignoróymetióuncartuchonuevoenlaescopeta.—Vamosaagarraraesehijodeputa.

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Sucedióexactamentecomoelpistoleroesperabaquesucediera.Furiososporqueunhombre,alquenoconsiderabanmáspeligrosoquecualquier

otrocorderodelascallesdeestaciudad,alparecerinterminable,loshabíaburladoydesarmado sin esfuerzo, aún atontados por el golpe en la cabeza, se habíanapresuradoenllegar.Elidiotaquehabíadisparadoelriflededispersión,ibadelante.Corrían ligeramente inclinados, como soldados en posición de cargar contra elenemigo,peroésafuelaúnicaconcesiónquehicieronalaideadequesuadversariopodíaseguiradentro.Ensusmentes,élyahabíaescapadoporatrásyvoladoporelcallejón.

Asíqueseacercaronpisandosonoramentelosvidriosrotosdelaacera,ycuandoel del rifle abrió la puerta ya sin vidrio y entró a la carga, el pistolero se levantó,enlazósusmanosformandoungranpuño,ylodescargójustoenlanucadeloficialCarlDelevan.

Cuandotestificabafrentealcomitéde investigación,Delevandeclaró luegoquenorecordabanadadespuésdehabersearrodilladoenClementsyverlabilleteradelsujeto bajo el mostrador. Los miembros del comité encontraron que, dadas lascircunstancias,talamnesiaresultabamásqueconveniente,yDelevanfueafortunadoen salir del asunto con sólo una suspensión de sesenta días de empleo y sueldo.Rolando,sinembargo,lehabríacreído,ytalvez,bajocircunstanciasdiferentes(sieltontonohubiesedisparadoun rifledeesanaturalezaenuna tiendaquepodíaestarllena de personas inocentes, por ejemplo), incluso hubiera simpatizado con él.Cuandoaunolesacudenelcráneodosvecesenmediahora,esrazonableesperarquelossesosesténrevueltos.

MientrasDelevan caía, de pronto sin huesos, como un saco de arena,Rolandotomóelriflededispersióndesusmanosqueseaflojaban.

—¡Espera!—gritóO'Mearah;suvozeraunamezcladeirayespanto.ComenzabaalevantarelMagnumdelGordoJohnny,perotalcomoRolandohabíasospechado:los pistoleros de este mundo eran penosamente lentos. Pudo haber disparado aO'Mearah tres veces, pero no había necesidad. Simplemente arrojó el arma dedispersiónenun fuertearcoascendente.Seprodujoun ruidosecocuando laculatapegó en lamejilla izquierda deO'Mearah, el sonido de un bate de béisbol cuandopega contra una pelota verdaderamente bien lanzada. De pronto, toda la cara deO'Mearah,delamejillahaciaabajo,semoviócincocentímetrosaladerecha.Luegoharíanfaltatresoperacionesycuatroclavijasdeaceropararecomponerla.Sequedóahíunmomento,sinpodercreerlo,yluegoselequedaronlosojosenblanco.Seleaflojaronlasrodillasysederrumbó.

Rolando se quedó de pie en la puerta, indiferente a las sirenas que seaproximaban.Abrió el rifle de dispersióny accionó la palancahasta que todos losrojosygruesoscartuchoscayeronsobreelcuerpodeDelevan.Unavezhechoesto,

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dejócaerelrifletambiénsobreelcuerpodeDelevan.—Eresun idiotapeligrosoquedeberíaserenviadoaloeste—ledijoalhombre

inconsciente—.Hasolvidadoelrostrodetupadre.Pasó por encima del cuerpo y caminó hasta el carruaje de los pistoleros, que

seguía en marcha. Subió por el lado del acompañante y se deslizó hasta ponersedetrásdelvolante.

8

—¿Sabesconducirestecarruaje?—lepreguntóa lacosaaullanteyfarfullantequeeraJackMort.

No recibió una respuesta coherente; Mort sólo siguió gritando. El pistoleroreconocióestocomohisteria,perohisterianocompletamentegenuina.JackMortseentregaba deliberadamente a la histeria, como una manera de evitar cualquierconversaciónconesteextrañosecuestrador.

—Escucha—ledijoelpistolero—.Sólotengotiempoparadejaresto,ytodolodemás, una sola vez. Mi tiempo se ha vuelto muy escaso. Si no contestas a mipregunta,voyametertupulgarderechoentuojoderecho.Voyaempujarlotanlejoscomollegue,y luegotesacaréelojode lacabezay lo frotarécontraelasientodeestecarruajecomosifueraunacanica.Puedoarreglarmeperfectamentebienconunsoloojo.Ydespuésdetodo,noescomosifueramío.

NopodíamentiraMortmásdeloqueMortpodíamentirleaél;lanaturalezadesuvínculoerafríayreticenteporambaspartes,yaunasíeramuchomásíntimadeloquehabríasidoelmásapasionadoactoderelaciónsexual.Estonoeraunaunióndecuerpos,sinounencuentroúltimodelasmentes.

Pensabahacerexactamenteloquedecía.YMortlosabía.Lahisteriacesóabruptamente.—Séconducirlo—dijoMort.Era la primera comunicación sensible que Rolando recibía deMort desde que

entraraensucabeza.—Entonceshazlo.—¿Dóndequieresquevaya?—¿Conocesunlugarllamado«ElVillage»?—Sí—Veahí.—¿AquélugardelVillage?

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—Porahorasólove.—Podríamosirmásrápidosiusolasirena.—Bien.Enciéndela.Esaslucesparpadeantestambién.Por primera vez desde que tomó el control sobre él Rolando pudo echarse un

pocohaciaatrásylepermitióaMorthacersecargo.CuandolacabezadeMortgirópara inspeccionar el tablero del patrullero azul y blanco de Delevan y O'Mearah,Rolandoloobservóperonoiniciólaacción.Perodehabersidounserfísicoenlugardesersólosukadescorporizado,lehabríaestadoencimadelospies,listoparasaltaradelanteyvolveratomarelcontrolantelamásligeraseñaldesedición.

No lahubo, sin embargo.Estehombrehabíamutiladoy asesinadoaDios sabecuántagente inocente,perono tenía intencióndeperderunodesuspreciososojos.Accionóinterruptores, levantóunapalanca,ydeprontoestabanenmovimiento.Lasirenaaulló,yelpistoleroviorítmicosdestellosdeluzrojaquebrotabandelfrentedelcarruaje.

—Verápido—ordenóseveramenteelpistolero.

9

ApesardelaslucesylasirenaylaformaconstanteenqueJackMorthacíasonarlabocina,lestomóveinteminutosllegaralGreenwichVillageeneltráficodelahorapunta. En elmundo del pistolero, las esperanzas de EddieDean se desmoronabancomoundiquebajounaguacero

Elmarsehabíacomidolamitaddelsol.—Bueno—dijoJackMort—,aquíestamos.Decía la verdad (no había forma en que pudiera mentir) a pesar de que para

Rolando todo tenía aquí el mismo aspecto que en cualquier otra parte: unaaglomeracióndeedificios,genteycarruajes.Loscarruajesnosóloestrangulabanlascallessinotambiénelairemismo,consusclamoresincesantesysusvaporesnocivos.Provenía, supuso, del combustible que consumían, cualquiera que fuese. Era unmilagroqueesagenteengeneralpudieravivir,olasmujeresdaraluzaniñosquenofueranmonstruos,comolosLentosMutantesquevivíanbajolasmontañas.

—¿Adóndevamosahora?—preguntabaMort.Ésta iba a ser lapartedifícil.Elpistolero sepreparó... en todocaso sepreparó

todoloquepudo.—Apagalasirenay las luces.Detente juntoa laacera.Mort frenóelpatrullero

juntoaunabombadeagua.—En esta ciudad hay vías subterráneas —dijo el pistolero—.Quiero que me

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llevesaunaestacióndondeesostrenesparanylagentesubeybaja.—¿Acuál?—preguntóMort.Elpensamientoestaba teñidoconel colormental

delpánico.MortnopodíaesconderlenadaaRolandoyRolandonadaaMort...porlomenosnopormuchotiempo.

—Hacealgunosaños,nosécuántos,empujasteaunamujerjovenbajountrenenunadeesasestacionessubterráneas.Quieroquemellevesaésa.

A esto siguió una lucha breve y violenta. El pistolero ganó, pero fue unacontienda sorprendentemente difícil. A su manera, Jack Mort estaba tan divididocomoOdetta.No era como ella un esquizofrénico; él sabíamuybien lo que hacíatodoeltiempo.Peromanteníasusersecreto—lapartesuyaqueeraElEmpujador—encerradocontantocuidadocomounestafadorpodíamantenerbajollavesusecretobotín.

—Llévame ahí, cabrón —repitió el pistolero. Volvió a levantar lentamente elpulgarhaciaelojoderechodeMort.Estabaamenosdeuncentímetroyaúnsemovíacuandoelotrocedió.

La mano derecha de Mort volvió a mover la palanca que estaba al lado delvolanteysedirigieronhacialaestacióndelacalleChristopher,dondeeselegendarioTrenAhabíacortadolaspiernasdeunamujerllamadaOdettaHolmesunostresañosatrás.

10

—Bueno, mira eso—le dijo el agente Andrew Staunton a su compañero, NorrisWeaver,cuandoelpatrulleroazulyblancodeDelevanyO'Mearahsedetuvoamitadde la manzana. No había lugar para estacionar, y el conductor no hizo ningúnesfuerzo por encontrarlo. Simplemente lo dejó en doble fila; dejó que el tráfico seatascaradetrásdeélyavanzaralaboriosamenteporelpequeñoespacioquequedaba,comounchorrodesangreque tratadeservirauncorazónatascadosinesperanzasporelcolesterol.

Weaver constató losnúmerosdel costadocon la luzdelanteraderecha.744.Sí,éseeraelnúmeroquehabíandifundidoporlaradio.

Laslucesestabanencendidas,ytodoseveíabastantenormal...hastaquelapuertaseabrióyelconductorsaliódelcoche.Llevabauntrajeazul,muybien,peronoconbotonesdoradosyunainsigniaplateada.Suszapatostampocoerandetipopolicial,amenos que Staunton yWeaver hubieran pasado por alto el comunicado en que senotificaba a los oficiales que de ahora en adelante el calzado reglamentario debíaprovenirdeGucci.Noparecíamuyprobable.Loqueparecíaprobableeraqueéste

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fuera el sujeto que había asaltado a los policías en el centro. El hombre salió, sinimportarlelosbocinazosylosgritosdeprotestadeloscochesquetratabandepasarjuntoaél.

—Mierda—murmuróAndyStaunton.Aproxímenseconextremaprecaución,habíandichoporlaradio.Elhombreestá

armadoyesextremadamentepeligroso.Lasvocesdelaradiogeneralmentesonabancomo las personasmás aburridas delmundo—y en opinión deAndyStaunton, loeran—, demanera que el énfasis casi aterrado que ésta había puesto en la palabraextremadamentesehabíaclavadoensuconcienciacomountorno.

Desenfundósuarmaporprimeravez,despuésdeestarcuatroañosenelcuerpo,yechóunamiradaaWeaver.Weaverhabíadesenfundadotambién.Ambosestabandepiefrenteauncolmadoaunosdiezmetrosdelaescaleradelmetro.Seconocíanelunoalotrolosuficientecomoparaestarcompenetradosentresídelmodoenquesólopueden estarlo los policías o los soldados profesionales. Sin cruzar una palabra,ambos retrocedieron hasta la puerta del colmado, con las armas apuntando haciaarriba.

—¿Elmetro?—preguntóWeaver.—Sí.—Andyechóunarápidamiradaalaentrada.Lahorapuntahabíaalcanzado

ahorasumáximaintensidad,ylasescalerasestabanatiborradasdepersonasqueibanenbuscadesus trenes—.Tenemosqueagarrarloahoramismo,antesdequepuedaacercarsealamultitud...

—Hagámoslo.Salierondelapuertadelcolmadoenuntándemperfecto,pistolerosqueRolando

habría reconocido como adversarios mucho más peligrosos que los dos primeros.Eranmás jóvenes, eso influía, y, aunque él no lo supiera, una voz desconocida lohabía etiquetadopor la radio de la policía como extremadamente peligroso, y paraAndyStauntonyNorrisWeaver,esoloconvertíaenelequivalenteauntigresalvajeysolitario.«Sinosedetieneencuantoseloordene,estámuerto»,pensóAndy.

—¡Alto!—gritóyseacuclillóconelarmaextendidaanteélysostenidaconlasdosmanos.Asulado,Weaverhabíahecholomismo—.¡Policía!Levantelasmanosporencimadelacabeza...

EsoestodoloquealcanzóadecirantesdequeelhombrecorrieraporlaescaleraIRT.Semovióconunaceleridadrepentinaqueresultaríaextraña.Sinembargo,AndyStaunton estaba electrizado, con los reflejos dispuestos almáximo.Giró sobre sustalonesysintióquelocubríaunmantodefrialdadcarentedetodaemoción.Rolandohabría reconocido esto también. Lo había sentido muchas veces en situacionessimilares.

Andycorríaunpocomásadelanteyapretóelgatillodesu38.Vioqueelhombredeltrajeazulgirabasobresímismo,tratandodemantenerseenpie.Luegocayósobre

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el pavimento,mientras los pasajeros que un instante atrás sólo se concentraban ensobreviviraotroviajeenmetroacasa,chillabanysedesparramabanportodosladoscomo codornices. Habían descubierto que esa tarde había más cosas a las quesobrevivirqueeltrencotidiano.

—Joder,compañero—resoplóNorrisWeaver—.Telohascargado.—Lo sé—afirmóAndy.Lavozno le falló.El pistolero lo habría admirado—.

Vamosaverquiénera.

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—¡Estoymuerto!—gritabaJackMort—.Estoymuerto,hashechoquememataran,estoymuerto,est...

—No—respondióRolando.Porelrabillodelojohabíavistoquelospistolerosseaproximaban,con laspistolassiemprehaciaarriba.Más jóvenesymásrápidosquelosquehabíanestadoaparcadoscercadelaarmería.Másrápidos.Yalmenosunodeellos eraunmagnífico tirador.Mort—y junto conélRolando— tendríaquehaberestadomuerto, agonizando,ogravementeherido.AndyStauntonhabíadisparadoamatar,y labalahabíaperforadolasolapaizquierdadelaamericanadeMort.Delamismamanera había atravesado el bolsillo de la camisaArrow deMort... pero nopasó de ahí. La vida de los dos hombres, el hombre de dentro y el de fuera, fuesalvadaporelencendedordeMort.

Mortno fumaba,pero su jefe—cuyoempleoMort esperaba confidencialmenteconseguirelpróximoaño—sífumaba.Enconsecuencia,Mortsehabíacompradounencendedor de plata de doscientos dólares en Dunhill. No encendía todos loscigarrillosqueelseñorFraminghamsemetíaenelbuchecuandoestabanjuntos...esolo hubiera hecho parecer un lameculos. Sólo de vez en cuando... y generalmentecuando estaba presente alguien con un rango aún más alto, alguien que pudieraapreciar:a)latranquilacortesíadeJackMort,yb)elbuengustodeJackMort.

LosDistintoscubríantodaslasbases.CubrirtodaslasbasesestavezhabíasalvadosuvidayladeRolando.LabaladeStauntonsehabíaestrelladocontraelencendedordeplataenlugarde

iradaralcorazóndeMort (locual resultó significativo: lapasióndeMortpor lasmarcas—porlasmarcasbuenas—ladetuvopiadosamentejuntoalapiel).

Detodasmanerasestabaherido,porsupuesto.Cuandoaunolepegaunabaladealtocalibre,nohayformadesacarlagratis.Elencendedorsehundiócontrasupechoconfuerzasuficientecomoparadejarunhueco.Seaplastóycayódestrozadodespuésde rasgarle lapielensurcosprofundos.Unfragmentodeproyectil rebanóelpezón

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izquierdo de Mort casi en dos. El hierro caliente encendió también la mechaempapada de combustible del encendedor. Sin embargo, el pistolero yacía quietomientrasellosseaproximaban.Elquenohabíadisparadoestabadiciéndolealagentequepermanecieraatrás,quesimplementesequedaraatrás,joder.

¡Me quemo! —chillaba Mort—¡Me quemo! ¡Apaguen el fuego! ¡Apáguenlo!¡Apáguenlo!¡APÁGUENLOOOAAAYYY!

Elpistoleroyacíaquietoyescuchabaelcrujidode loszapatosde lospistolerossobreelpavimento.IgnorabalosgritosdeMort,ytratabadeignorarlabrasaquedeprontocomenzóaardercontrasupecho,juntoconeloloracarnefrita.

Unpiesedeslizóbajosuscostillas,ycuandosealzó,elpistolerosedejórodarblandamentesobresuespalda.LosojosdeJackMortestabanabiertos.Sucaraestabafloja.Apesardelosrestosdestrozadosyardientesdelencendedor,nohabíaseñalesdelhombrequegritabadentro.

—Dios—murmuróalguien—,¿ledisparóconunabalatrazadora,tío?Unanetalíneadehumoselevantabadelagujerodelasolapadelaamericanade

Mort.Seescapabaporelbordede la solapaenvolutasmás informes.Lospolicíaspodían oler la carne quemada, sobre todo cuando la mecha del encendedordestrozado, empapada de fluido para encendedores Ronson, comenzó a arder deverdad.

Andy Staunton, quien hasta ese momento había actuado de una maneraimpecable,cometióahorasuúnicoerror,unerrorporelcualCortlohabríamandadoacasaconuntiróndeorejasadespechodesuadmirableactuaciónanterior;lehabríadichoqueunerroresloúnicoquehacefaltalamayorpartedelasvecesparaqueunhombremuera.Stauntonhabíasidocapazdedispararalhombre—algoqueningúnpolicía sabe verdaderamente si es capaz de hacer hasta que se enfrenta con lasituaciónenlaquedebeaveriguarlo—,perolaideadequesubalahabíalogradodealgunamaneraprenderlefuegoalhombrelollenódeunhorrorirrazonable.

Demaneraque, sinpensar, se inclinóhaciadelanteparaapagarloyentonceselpiedelpistolerolediounabrutalpatadaenelvientreantesdequepudierahacermásque registrar el brillo de conciencia en unos ojos que él habría jurado que estabanmuertos.

Staunton, tambaleando, chocó de espaldas contra su compañero. La pistola levolódelasmanos.Weaverlogróconservarlasuya,perocuandoapartóaStauntondesucamino,oyóundisparoysupistolamágicamentehabíadesaparecido.Sintiócomodormida lamano con que la sostenía, como si le hubieran pegado con unmartillomuygrande.

Elsujetodel trajeazulsepusodepie, losmiróporunmomentoyentonces lesdijo:

—Ustedes son buenos. Mejores que los otros. Así que permítanme darles un

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consejo.Nomesigan.Estoestácasiterminado.Noquierotenerquematarles.Entoncesgirósobresímismoybajócorriendoporlasescaleras.

12

Las escaleras estaban atiborradas de personas que, al comenzar los gritos y losdisparos, habían vuelto a bajar, obsesionados con esa curiosidadmórbida y tal vezcaracterísticadelosneoyorquinos,lacuriosidaddeverquéheridoshay,cuántosson,cuánta sangre se ha derramado sobre el sucio pavimento de la ciudad. Aun asílograron de algún modo encogerse ante el paso del hombre del traje azul que seprecipitabahaciaabajoporlasescaleras.Estonopodíasorprenderanadie.Llevabaunapistolaenlamano,yteníaotraatadaalrededordesucintura.

Además,parecíaestarenllamas.

13

Rolando ignoró los gritos crecientes de dolor que lanzabaMort a medida que sucamisa, su camiseta y su americana comenzaban a arder con mayor intensidad, amedidaquelaplatadelencendedorcomenzabaafundirseycorrerporsupechohastaelvientreensurcosquemantes.

Podíaolerelairesucioenmovimiento,podíaoírelrugidodeuntrenquellegaba.Yaeracasielmomento;yacasihabíallegadoelmomentoenquepodríainvocara

lostresoperderlotodo.Porsegundavezpareciósentirquelosmundostemblabanygirabanvertiginosamentealrededordesucabeza.

Llegóalniveldelaplataformaydejórápidamenteaunladola38.Desprendiólospantalones de JackMort y los dejó caer en forma casual, de manera que se hizovisibleunpardecalzoncillosblancosquemásparecían lasbragasdeunaputa.Notuvotiempodereflexionaracercadeestarareza.Sinosemovíaconrapidez,podíadejar de preocuparse por la posibilidad de quemarse vivo; las balas que habíacompradoserecalentaríanlosuficientecomoparaexplotar,ysucuerposimplementeestallaría.

Elpistolerometiólascajasdebalasdentrodeloscalzoncillos,sacóelfrascodeKeflexehizo lomismo.Loscalzoncillosestabanahoragrotescamentedeformados.Sequitólaamericanaenllamas,peronohizoningúnesfuerzoporsacarselacamisa,

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quetambiénardíaPodíaoírelrugidodeltrenqueseacercabaalaplataforma,podíaversusluces.

NoteníamaneradesabersierauntrenqueseguíalamismarutadeaquelquehabíaatropelladoaOdetta,peroalmismotiemposílosabía.EnlascuestionesdelaTorre,el destino se convertía en algo tan misericordioso como el encendedor que habíasalvadosuvida,ytandolorosocomoelfuegoqueelmilagrohabíaencendido.Igualque las ruedas del tren que llegaba, seguía un curso al mismo tiempo lógico yabrumadoramentebrutal,uncursoalquesólopodíanoponerseelaceroyladulzura.

SesubiódenuevolospantalonesdeMortycorrió,reparandoapenasenlagentequesedesparramabafueradesucamino.Amedidaqueelairealimentabaelfuego,comenzaronaarderprimeroelcuellodelacamisayluegoelpelo.Laspesadascajasen los calzoncillos deMort le pegaban contra los testículos una y otra vez y losaplastaban.Estoleproducíaundolorinsoportable.Saltóelmolinete,unhombrequeyaparecíaunmeteoro.

—¡Apágame!—gritabaMort—.¡Apágameantesdequemeincendie!—Debesarder—contestóseveramenteelpistolero—.Loquevaa sucedertees

muchomáscompasivodeloquetemereces.—¿Quéquieresdecir?¿QUÉQUIERESDECIR?El pistolero no contestó; de hecho lo ignoró por completo mientras avanzaba

hacia el borde de la plataforma. Sintió que una de las cajas de balas trataba dedeslizarsefueradelosridículoscalzoncillosdeMortylasostuvoconunamano.

EnvióalaDamahastalaúltimapartículadesufuerzamental.Noteníaideadesiuna orden telepática de esa naturaleza podría ser oída, o si quien oía podía sercompelidoaobedecer,perodetodasmaneraslaenvió,unpensamientoagudoyvelozcomounaflecha:

¡LAPUERTA!¡MIRAATRAVÉSDELAPUERTA!¡AHORA!¡AHORA!Elrugidodeltrenllenóelmundo.Unamujergritó:«¡Oh,Diosmío,vaasaltar!»

Unamanopalmeósuespalda,unamanoquetratabadetirarlohaciaatrás.EntoncesRolandoempujóelcuerpodeJackMortmásalládelalíneaamarilladeadvertenciayvolóporencimadelbordedelaplataforma.Cayóenlavíadeltrenquevenía,conlasmanos unidas sobre la entrepierna: sostenía el equipaje que llevaría de vuelta...siempreque,desde luego, fuera lobastante rápidocomoparasalirsedeMortenelmomentojusto.Alcaervolvióallamarla...allamarlas:

¡ODETTAHOLMES!¡DETTAWALKER!¡MIRADAHORA!Mientrasgritaba,mientraseltrenseleveníaencimaconruedasquegirabanala

velocidad más despiadada del metal, el pistolero por fin volvió su cabeza y miróhaciaatrásatravésdelapuerta.

Ydirectamenteasucara.

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¡Caras!Ambas,lasveoaambasalmismotiempo...—¡NOOO...!—gritóMort,yenlaúltimafraccióndesegundoantesdequeeltren

le pasara por encima cortándolo en dos, no por encima de las rodillas sino por lacintura,Rolandoarremetióhacialapuerta...ylafranqueó.

JackMortmuriósolo.Lascajasdemunicionesyelfrascodepíldorasaparecieronjuntoalcuerpofísico

de Rolando. Sus manos lo asieron espasmódicamente, y luego se relajaron. Elpistolero seobligóaponersedepie; sabíaqueestabaotravezdentrode sucuerpoenfermoypalpitante,sabíaqueEddieDeanestabagritando,sabíaqueOdettachillabaendosvoces.Miró,sóloporunmomento,yvioexactamenteloquehabíaoído;noeraunasolamujersinodos.Ambascarecíandepiernas,ambasteníanlapieloscura,ambaseranmujeresdegranbelleza.Sinembargo,unadeellaserahorrible,yaquesubellezaexteriornoocultabasufealdadinterior,sinoquelaenfatizaba.

Rolandocontemplóaestasgemelasqueenrealidadnoeranenabsolutogemelassinohimagenpositivaylaimagennegativadelamismamujer.Lascontemplóconhipnóticayafiebradaintensidad.

Entonces Eddie volvió a lanzar un grito y el pistolero vio que laslangostruosidadessalíandandotumbosdelasolasyavanzabanhaciaellugardondeDettalohabíaabandonado,amarradoeindefenso.

Elsolbajó.Llególaoscuridad.

14

Dettasevioasímismaenlapuerta,sevioasímismaatravésdesusojos,sevioasímismaatravésdelosojosdelpistolero,ysusensacióndedisloquefuetanrepentinacomoladeEddie,peromuchomásviolenta.

Estabaaquí.Estabaallá,enlosojosdelpistolero.Oyóeltrenquellegaba.—¡Odetta!—gritó,ysúbitamente locomprendió todo: loqueellaeraycuándo

habíasucedido.—¡Detta!—gritó, y súbitamente lo comprendió todo loque ella erayquién lo

habíahecho.Unabreve sensaciónde servueltadedentrohaciaafuera...y luegootramucho

másdolorosa,agonizanteSeestabarompiendoenpedazos.

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15

Rolando avanzó con dificultad por la corta inclinación de la playa hasta el lugardondeestabaEddie.Semovíacomounhombrequehaperdidosushuesos.UnadelaslangostruosidadeslelanzóaEddieunzarpazoalacara.Eddiegritó.Elpistolerolaempujóauncostadoconlabota.SeagachótrabajosamenteyaferróaEddieporlosbrazos. Comenzó a arrastrarlo hacia atrás, pero era demasiado tarde, ya casi no lequedabanfuerzas,ibanaalcanzaraEddie,diantres,alosdos...

Eddievolvióagritarmientrasunadelaslangostruosidadeslepreguntaba:¿Picachica?Lerasgóunatiradesupantalónyuntrozodesucarnesefuetambién.Eddieintentólanzarotrogrito,peronadasaliódesugargantamásqueunagárgaraahogada.SeestabaestrangulandoconlosnudosdeDetta.

Aquellos bichos ya los rodeaban por completo, se cerraban a su alrededor,haciendo sonar las zarpas con gran animación.El pistolero reunió la fuerza que lequedaba en un último tirón... y cayó hacia atrás. Las oía venir, a ellas con suspreguntasinfernalesysussonoraszarpas.«Talveznoeratanmalo»,pensó.Lohabíaarriesgadotodo,yestoeratodoloqueperdía.Eltruenodesuspropiosrevólveresloinundódeestúpidoasombro.

16

Lasdosmujeresyacíancaraacara,conloscuerposincorporadoscomoserpientesapuntodeatacar,ydedosdehuellasidénticascerradosentornoagargantasmarcadasconidénticaslíneas.

Lamujer tratabadematarla,pero lamujernoera real,nomás realde loquehabía sido la muchacha; era un sueño creado por la caída de un ladrillo... peroahora el sueño era real, el sueño le aferraba con sus garras la garganta paramatarla,mientraselpistolerotratabadesalvarasuamigo.Elsueñohechorealidadleescupíaobscenidadesylehacíalloverenlacarasalivacaliente..«Cogíelplatoazulporqueesamujermehizoaterrizarenelhospitalyademásyonorecibíanadaespecialparamíylorompíporqueteníaqueromperloycuandoveíaunchicoblancoqueríaromperlotambién,lorompía,lastimabaaloschicosblancosporquenecesitanqueloslastime,robédelastiendasquesólovendencosasespecialesparalagente

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blanca,mientrasloshermanosylashermanasenHarlempasanhambreylasrataslescomenasusbebés,¡yosoylaúnicaytúeresunahijadeputa,yosoylaúnica,yo...,yo....!»

«Mátala»,pensóOdetta,perosabíaquenoibaapoder.No podía matar a esa bestia y sobrevivir, así como tampoco la bestia podría

matarlasaellaydespuésmarcharsetranquilamente.PodíanestrangularselaunaalaotramientrasEddiey

(Rolando)(HombreMalodeVerdad)

elquelashabiallamado,erandevoradosvivosalláabajoalbordedelagua.Esoterminaríacontodosellos.Obienellapodría

(amar)(odiar)

soltar.OdettasoltólagargatadeDetta,ignorólasmanosfinasquelaasfixiabanalpunto

deromperlelatráquea.Enlugardeusarsuspropiasmanosparaestrangular,lasusóparaabrazaralaotra.

—¡Hijadeputa,no!—aullóDetta,peroelgritoerainfinitamentecomplejo,llenodeodioygratitudalmismotiempo—.No,déjameenpaz,déjameen...

Odetta no tenía voz para replicar. Mientras Rolando le daba una patada a laprimeralangostruosidadqueatacabaymientraslasegundaseacercabaparaservirseunbuen trozodelbrazodeEddie, sólopudosusurrar eneloídode lamujer-bruja:«Tequiero.»

Poruninstantelasmanosseapretaronenunnudoasesino...yluegoseaflojaron.Desaparecieron.Otravez sentíaque lavolvíandedentro afuera... y luego,de repente, se sentía

gloriosamenteentera.PorprimeravezdesdequeunhombrellamadoJackMorthabíadejado caer un ladrillo sobre la cabeza de una niña que sólo estaba ahí para sergolpeadaporqueuntaxistablancohabíaechadounamiradaysehabíamarchado(yno había querido el padre, en su orgullo, intentarlo otra vez por miedo a otrorechazo).Nopodíamataraesabestiaysobrevivir,asícomotampocolabestiapodríamatarlaaellaydespuésmarcharse tranquilamente.Podíanestrangularse launaa laotra,peroningunadeellasestabaentera.EraOdettaHolmes,pero¿laotra..?

—¡Corre,hijadeputa!—chillóDetta——peroseguíasiendosupropiavoz;ella

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yDetta sehabían fundido.Habíasidouna;habíasidodos;ahoraelpistolerohabíaextraídodeellaunatercera.¡Apresúrateoselosvanacomerparalacena!Miróloscartuchos. No había tiempo para usarlos; para cuando tuviera recargados losrevólveres todo habría terminado. Sólo podía tener fe. «¿Pero hay algomás?», sepreguntóasímisma,ydesenfundó.Ydeprontoeltruenollenósusmanosmorenas.

(Rolando)(HombreMalodeVerdad)elquelashabíallamado,erandevoradosvivosalláabajoalbordedelagua.Eso

terminaríacontodosellos.Obienellapodría(amar)(odiar)soltar.Odetta soltó la garganta deDetta, ignoró lasmanos fieras que la asfixiaban al

puntoderomperlelatráquea.Enlugardeusarsuspropiasmanosparaestrangular,lasusóparaabrazaralaotra.

17

Eddievioquesecerníasobresucaraunadelaslangostruosidades,susrugososojosmuertos, aunquecentelleabanconunavida secreta.Lasgarrasdescendíanhacia sucara.

¿Toca...?, comenzó, y entonces cayó hacia atrás deshecha en trozosdesparramados.

Rolando vio que una daba un zarpazo hacia su débilmano izquierda y pensó:«Ahívalaotramano...»,yentonceslalangostruosidadseconvirtióenunadispersióndecortezayvíscerasverdesquevolabanporelaireoscuro.

Setorcióhaciaatrásyvioaunamujercuyabellezaparabaelcorazónycuyafurialocongelaba.

—¡Vamos,mamonas!—gritaba—. ¡VENID! ¡QUIEROVERCOMOVENÍSABUSCALOS! ¡OS VOLARÉ LOS OJOS Y OS LOS SACARÉ POR EL CULO!¡MAMONAS!

Reventó a una tercera que se arrastraba rápidamente entre las piernasdespatarradasdeEddie,con intencionesdecomérseloycastrarloalmismo tiempo.Volócomounapulga.

Rolando había sospechado que tenían algún tipo de inteligencia rudimentaria;ahorateníalaprueba.

Lasotrasseretiraban.Elmartillodeunodelosrevólverescayósobreelcartuchofallado,yluegovolóa

unodelosmonstruosenretirada:lovolóenpedazos.

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Losotroscorrieronaúnmás rápidohaciael agua.Alparecerhabíanperdidoelapetito.

Mientrastanto,Eddieseestabaestrangulando.Rolandotanteólacuerdayhundióunsurcoprofundoensucuello.Viocómola

caradeEddiesefundíalentamentedelpúrpuraalnegro.LaluchadeEddiesehacíamásdébil.

Luegoapartaronsusmanosotrasmanosmásfuertesquelassuyas.—Yomeocupodeesto.—Habíauncuchilloensumano...elcuchillodeél.«¿Ocuparte dequé?—pensó,mientras su conciencia se desvanecía—. ¿Dequé

vasaocuparteahoraquelosdosestamosatumerced?»—¿Quién eres? —susurró roncamente cuando comenzaba a hundirse en una

oscuridadmásprofundaquelanoche.—Soytresmujeres—oyóquedecía,yeracomosiestuvieraenlacumbredeuna

profundacascadaporlaqueélcaía—.Soylaqueera;soylaquenoteníaderechoaserperoera;soylamujeralaquehassalvado.Tedoylasgracias,pistolero.

Lobesó,yéllosupo,peroluego,pormuchotiempo,sólosupodelaoscuridad.

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ÚLTIMABARAJA

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ÚLTIMABARAJA

1

Porprimeravezen loqueparecíanmilaños,elpistoleronoestabapensandoen laTorreOscura.Sólopensabaenelciervoquesehabíaacercadoalestanqueenelclarodelbosque.

Miródetenidamenteporencimadelleñocaído.«Carne»,pensó,ydisparómientraslasalivasecoagulabatibiadentrodesuboca.«He fallado—pensó en el instante posterior al disparo—. Se ha ido. Todami

destreza...Sehaido.»Elciervocayómuertoalbordedelestanque.ProntoibaallenarseotravezconlaideadelaTorre,peroporahorasólopodía

bendeciratodoslosdiosesporqueaúnerabuenasupuntería,ypensabaenlacarne,carne,carne.Volvióaenfundarelrevólver—elúnicoqueportaba,ahora—ytrepóporencimadeltroncodetrásdelcualhabíaesperadopacientemente,mientraselfinalde la tarde traía el crepúsculo consigo, que se acercara al estanque algo que fuerabastantegrandecomoparacomer.«Meestoycurando—pensóasombradomientrasdesenfundabaelcuchillo—.Meestoycurandodeverdad.»

No vio a la mujer que estaba detrás de él, observando con oscuros ojosevaluativos.

2

Durantelosseisdíasquesiguieronalaconfrontaciónalfinaldelaplaya,nohabíancomidomás que carne de langosta, no habían bebidomás que agua salobre de unarroyo.Rolandorecordabamuypocodeesetiempo;habíaestadodelirandodefiebre.AEddielollamabaaveces

Alain,avecesCuthbert,yalamujersiemprelallamabaSusan.Pocoapocosufiebrecomenzóabajar,einiciaronladifíciltravesíaalinteriorde

las colinas. Parte del tiempoEddie empujaba a lamujer en la silla de ruedas, y avecesRolandoibaenlasillamientrasEddiecargabaalamujersobresuespalda,con

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los brazos de ella enlazados sin fuerza alrededor de su cuello. Lamayor parte deltiempo,el caminohacía imposibleelpasode la silla, locualdificultabael avance.Rolando sabía hasta qué punto Eddie estaba exhausto. Lamujer también lo sabía,peroEddienuncasequejaba.Teníancomida;durantelosdíasenqueRolandoyacíaentre laviday lamuerte,yhumeabadefiebre,mientrasdelirabayevocabaépocasmuyremotasygentequehabíamuertomuchotiempoatrás,Eddieylamujerhabíanmatadounayotravez.Lentamente las langostruosidadescomenzaronamantenersealejadasdesupartedelaplaya,peroparaentoncesyahabíanacopiadograncantidaddecarne,ycuandoporfinllegaronaunazonaenlaquecrecíanhierbasymalezas,lostreslascomierondemaneracompulsiva.Semoríanporcomerverdura,cualquiertipo de verdura. Y, poco a poco, los eczemas que tenían en la piel comenzaron adesaparecer. Unas hierbas eran amargas, otras eran dulces, pero ellos las comíanindependientementedelgusto...salvounavez.

El pistolero se había despertado de un pesado sueño para ver que la mujer sellevabaalabocaunpuñadodehierbaqueélconocíademasiadobien.

—¡No!¡Ésano!—exclamó—.¡Ésanunca!¡Márcala,yrecuérdalo!¡Ésanunca!Ella lomiró durante unmomento bastante largo y luego la dejó a un lado sin

pedirexplicaciones.Elpistolerosetendiódeespaldas,afectadoporlocercaquehabíaestado.Algunas

delasotrashierbaspodíanllegaramatarlos,peroloquelamujerhabíaarrancadolaibaacondenar.Eraladeldiablo.

ElKeflexlehabíaprovocadoexplosionesenlosintestinos,ysabíaqueestohabíapreocupadoaEddie,perolaingestióndelashierbashabíacontroladoelproblema.

Por finhabían llegadoa losbosquesverdaderos,yel sonidodelMardelOestedisminuyóaunsordomurmulloquesólopodíanoírconelvientoapropiado.

Yahora...carne.

3

Elpistoleroseacercóalciervoytratódedestriparlososteniendoelcuchilloentreeltercer y el cuarto dedo de la mano derecha. No funcionó. Sus dedos no eran lobastantefuertes.Pasóelcuchilloasumanotontaylogróhaceruncortemásomenostorpe desde la ingle del ciervo hasta el pecho. El cuchillo dejó salir la sangrehumeanteantesdequepudieracoagularsesobrelacarneyestropearla...peroseguíasiendounmalcorte.Unniñovomitandopudohaberlohechomejor.

«Tendrásquedespabilarte»,ledijoasumanoizquierda,ysedispusoacortarotravez,uncortemásprofundo.

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Dosmanosmorenassecerraronsobrelasuyaytomaronelcuchillo.Rolandomiróhaciaatrás.—Yoloharé—seofrecióSusannah.—¿Lohashechoalgunavez?—No,perotúmediráscómo.—Muybien.—Carne—dijoella,ylesonrió.—Sí—contestóél,yledevolviólasonrisa—¿Quéhapasado?—gritóEddie—.Heoídoundisparo.—¡EstamospreparandolacenadeAccióndeGracias!¡Venaayudar!Más tarde comieron como dos reyes y una reina, y luego el pistolero se retiró

haciaelsueño:contemplólasestrellas,sintióelairefrescoylimpiodeaquellatierraalta y pensó que esto era lomás cercano a la alegría que había experimentado enaños,demasiadoscomoparacontarlosDurmió.Ysoñó.

4

EralaTorre.LaTorreOscura.Se alzaba sobre el horizonte de una vasta planicie del color de la sangre en la

puestaviolentadeunsolquemoría.Nopodíaverlasescalerasquesubíanysubíanysubíanenespiraldentrodesucubiertadeladrillos,peropodíaver lasventanasquesubíanenespiraljuntoconlasescaleras,yviopasarporellaslosfantasmasdetodaslas personas que había conocido en su vida. Los fantasmas subían y subían, y unvientoáridoletraíaelsonidodesusvocesquelollamabanporsunombre.

Rolando...ven...Rolando...ven...ven...ven...—Voy—susurróél,ydespertósentadomuytieso,sudandoytemblandocomosi

lafiebreaúnposeyerasucarne.—¿Rolando?Eddie.—¿Unmalsueño?—Malo.Bueno.Oscuro.—¿LaTorre?—Sí.MiraronhaciadondeestabaSusannah,peroellaseguíadurmiendo,tranquila.Una

vez hubo una mujer llamada Odetta Susannah Holmes; luego hubo otra, llamadaDettaSusannahWalker.Ahorahabíaunatercera.SusannahDean.

Rolandolaamabaporqueellaluchabasindarsenuncaporvencida;temíaporella

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porque sabía que era capaz de sacrificarla —lo mismo que a Eddie— sin unapreguntaounamiradaatrás.

PorlaTorre.LaTorreCondenadadeDios.—Horadelapíldora—anuncióEddie.—Yanoquierotomarlas.—Tómalaycállate.Rolandotragóunaconelaguafrescademanantialdeunadelascantimploras,y

luegoeructó.Noleimportó.Erauneructodecarne.—¿Sabesadóndenosdirigimos?—preguntóEddie.—AlaTorre.—Bueno,sí—asintióEddie—,peroescomosiyofueraunbrutodeTexasqueno

tieneningúnmaparutero,yquesevaaAlaska,elculodelmundo.¿Dóndeestá?¿Enquédirección?

—Traemicartera.Eddieselallevó.SusannahsemovióunpocoyEddiesedetuvo,planosrojosy

sombras negras configuraban su rostro a la luz de los rescoldos agonizantes delfuego.Cuandovolvióadescansar tranquila,Eddie regresóaRolando.Éstebuscóatientasdentrodelacartera,queahoraestabapesadaconloscartuchosdeaquelotromundo. Era un trabajo bastante corto el de encontrar lo que quería en lo que lequedabadevida.

Elmaxilar.Elmaxilardelhombredenegro.—Vamosaquedarnosaquíporuntiempo—anunció—,ymepondrébien.—¿Cuandoestésbienlosabrás?Rolando sonrióunpoco.Los tembloresdisminuían, el sudor se le secaba en la

fresca brisa nocturna. Pero aún veía esas figuras en su mente, esos caballeros;amigos,amantesyenemigosdeantaño,quesubíanysubíanencírculos;brevementeentrevistosporesasventanas,yluegodesaparecidos;violasombradelaTorredondequedaron encerrados, una sombra larga y negra tendida a través de una llanura desangreymuerteydespiadadostormentos.

—Yono—dijoél,yseñalóaSusannahconlacabeza—.Peroellasí.—¿Yluego?RolandoalzóelmaxilardeWalter.—Estohablóunavez.MiróaEddie.—Volveráahablar.—Espeligroso—advirtióEddie.Suvozerallana.—Sí.

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—Nosolamenteparati.—Yolaamo,amigo.—Sí.—Sillegasalastimarla...—Haréloquetengaquehacer—repusoelpistolero.—¿Ynosotrosnoimportamos?¿Eseso?—Os amo a los dos. —El pistolero miró a Eddie, y éste vio las mejillas de

Rolandoenrojecidasporelresplandoragonizantedelosrescoldosdelfogón.Estaballorando.

—Esonorespondeamipregunta.Túvasaseguiradelante,¿verdad?—Sí.—Hastaelmismísimofinal.—Paseloquepase.—Eddielomiróconamoryconodioycontodoeldoloroso

cariñodeunhombrequetrata,agónicamentedesesperanzado,indefenso,dellegaralamente,lanecesidadyeldeseodeotro.

Elvientohizogemiralosárboles.—HablascomoHenry,tío.—Eddietambiénhabíacomenzadoallorar.Noquería

hacerlo, odiaba llorar—. Él también tenía una torre, sólo que no era oscura.¿RecuerdasquetehabíahabladodelatorredeHenry?Éramoshermanos,ysupongoqueéramospistoleros.ÉlteníaunaTorreBlanca,ymepidióquefueraconéltrasellade la única manera en que me lo podía pedir, así que me apunté porque era mihermano,¿entiendes?Llegamosahí,también.EncontramoslaTorreBlanca.Peroeraveneno.Lomató.Ibaamatarmetambiénamí.Túmeviste.Túsalvastemásquemivida.Túsalvastemiputaalma.

EddieabrazóaRolandoybesósumejilla.Saboreósuslágrimas.—¿Entonces,qué?¿Meapuntootravez?¿Atoparnosconelhombreotravez?Elpistoleronodijounapalabra.—Quiero decir: no hemos visto mucha gente, pero yo sé que están ahí, más

adelante.YdondequieraquehayainvolucradaunaTorre,hayunhombre.Túesperasalhombreporquetienesqueencontrarteconelhombre,yalfinaleldinerohablaylastonterías vuelan, o tal vez aquí lo que habla son las balas en lugar de la pasta.¿Entoncesesasílacosa?¿Hayqueapuntarse?¿Enmarchaalencuentrodelhombre?Porquesisóloesunarepeticióndelamismatormentademierdadesiempre,tendríaisque haberme dejado de pasto para las langostas. —Eddie lo miró con los ojosrodeadosdecírculosnegros—.Hevividosucio,tío.Sialgohedescubiertoesquenoquieromorirsucio.

—Noeslomismo.—¿No?¿Vasadecirmequenoestásatrapado?Rolandonodijonada.

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—¿Quién va a aparecer a través de una puertamágica a salvarte a ti, tío? ¿Losabes?Yolosé.Nadie.Sacastetodoloquepodíassacar.Loúnicoquepodríassacardeahoraenadelanteesun revólverdeporquería,porquees loúnicoque tequedó.IgualqueBalazar.

Rolandonodijonada.—¿Quieressabercuáleslaúnicacosaquemihermanotuvoqueenseñarmeenla

vida?—Suvozsequebrabaysonabaespesaporlaslágrimas.—Sí—respondióelpistolero.Seinclinóhaciadelante,conlosojosmuyatentos

posadosenlosdeEddie.—Meenseñóquesiunomataloqueama,estácondenado.—Yoyaestoycondenado—contestóRolandoconcalma—.Peroesposibleque

inclusoloscondenadospuedansalvarse.—¿Vasahacerquenosmatenatodos?Rolandonodijonada.EddieaferrólosharaposdelacamisadeRolando.—¿Vasahacerquelamatenaella?—Todos nosotrosmorimos en elmomento debido—dijo el pistolero—.No es

sóloqueelmundosemueva.—MiróaEddiedefrente;conaquellaluz,susojosdeunazuldescoloridoseveíandelcolordelapizarra.Peroseremosmagníficos.—Hizounapausa—.Esalgomásqueganarunmundo,Eddie.Yonotearriesgaríaa tiyaella,nihabríapermitidoqueelchicomuriera,siesofueratodo.

—¿Dequéestáshablando?—Detodoloquees—añadióelpistoleroconcalma—.Vamosair,Eddie.Vamos

apelear.Nosvanaherir.Yalfinalseguiremosenpie.AhorafueEddiequiennodijonada.Noseleocurríanadaquedecir.RolandoasiógentilmenteelbrazodeEddie.—Loscondenadostambiénaman—dijo.

5

Alfinal,EddiesedurmióalladodeSusannah,latercerainvocadaporRolandoparahacerunnuevo tres, peroRolandopermaneciódespiertoy escuchó lasvocesde lanochemientraselvientosecabalaslágrimasdesusmejillas.

¿Condenación?¿Salvación?LaTorre.LlegaríaalaTorreOscurayahícantaríasusnombres;ahícantaríasusnombres;

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ahícantaríatodossusnombres.Elsolmanchóelesteconunrosapolvoriento,yporfinRolando,queyanoerael

últimopistolerosinounodelostresúltimos,durmióysoñósussueñoscoléricossóloatravesadosporunúnicoydulcehiloazul

¡Ahícantarétodossusnombres!

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EPÍLOGO

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EPÍLOGO

Hasta aquí el segundo de los seis o siete libros que componen un largo relatollamadoLaTorreOscuraEl tercerodetalla lamitadde la expedicióndeRolando,EddieySusannahparaalcanzarlaTorre;elcuartohabladeunencantamientoyunaseducción, pero principalmente de las cosas que acontecieron a Rolando antes dequesuslectoresloconocierantraslahuelladelhombredenegro.

Misorpresaantelaaceptacióndelprimervolumendeestetrabajo,quenoesenabsolutocomolosrelatosporloscualessemeconocemás,sóloessuperadapormigratitudhaciaaquellosquelohanleídoyaquienesleshagustado.EstaobraparecesermipropiaTorre,yasaben;estagentemeronda,Rolandomásquelosdemás.¿SérealmentequéeslaTorre,yquéesloqueahíleesperaaRolando(siesquellega,yprepárense ustedes para la muy cierta posibilidad de que no sea Rolando quienllegue)?Sí... yno.Loúnicoque sé esque el relatomeha llamadounayotra vezduranteunperíododediecisieteaños.Estesegundovolumenesaúnmáslargoydejamuchaspreguntassinresponder,elclímaxdelrelatosiguetodavíalejosenelfuturo,perosientoqueesunvolumenmuchomáscompletoqueelprimero.

YlaTorreestámáscerca.StephenKing

1dediciembrede1986

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[1]LaletradelacancióndiceAin'tgotnobody,esdecir,«notengoanadie».Delmodoenquefiguraeneltextosignifica«notengocuerpo».(N.delaT.)

[2]Redneck:MiembroblancodelaclaseruraldelsurdeEstadosUnidos.Sellamanasí porque en sus persecuciones a los negros se identifican con un pañuelo rojo alcuello.(N.delT.)

[3]Juegodepalabrasintraducible.EnEstadosUnidos,pusher(literalmente,«elqueempuja»)eseltérminousadoenargotparaelvendedordedroga.(N.delaT.)

[4]Bud(«capullo»,«broteflorecido»)estambiénunamarcadecerveza.(N.delaT.)

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