La libertad de los adolescentes

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LA LIBERTAD DE LOS ADOLESCENTES

Uno de los grandes problemas con los que se enfrentan todas las

familias es el grado de libertad que tienen los hijos/as. Todos los

padres pensamos que le damos demasiada libertad, que nos piden

demasiado, pero ¿qué es lo razonable? Yo creo que ni reprimir

hasta tal punto de atosigar a estos adolescentes de 14 a 18 años,

que están buscando su identidad personal; ni tampoco darle una

libertad total y absoluta para la cual, la mayoría de ellos no están

preparados, porque les falta responsabilidad. La libertad debe ser

algo que el adolescente vaya conquistando poco a poco,

demostrando con hechos, no con palabras, su responsabilidad ante

el uso de esa libertad. Yo creo que debemos ser muy comedidos

en darle libertad a nuestros hijos. Me explico: la libertad, como un

bien preciado que es, no se debe regalar, así sin más. La libertad

se debe conquistar. El adolescente debe conseguir su libertad

pagando un precio: la responsabilidad. No debemos darla toda de

golpe, sino poco a poco y en la medida en que el adolescente

demuestre responsabilidad en el uso de esa libertad. Esto es, que

debemos exigir que con la libertad que le estamos dando nos

traiga buenas notas, por ejemplo, o que llegue a su hora a casa y

en buenas condiciones (no bebido), etc. Si regalamos la libertad,

no se valorará y por tanto, no significará nada para el adolescente.

Además la libertad, en caso de no demostrar responsabilidad, se

debe perder. No es malo dejar al adolescente sin salir, si no ha

hecho buen uso de su libertad. De esta forma aprenderá a usar

bien su libertad, aunque algunos padres piensen que se hará más

rebelde si le prohibimos salir o hacer algo. Esto siempre se evitará

si en la familia tenemos buenas dosis de amor para darlo cuando

haga falta. Mientras el adolescente cumple un castigo, siempre

tiene que tener claro que lo queremos mucho, que a nosotros

también nos duele tener que castigar, pero que lo queremos y lo

hacemos por eso, porque lo queremos. No nos cansemos de

repetir ese verbo. Lo tiene que tener muy claro y más que con

palabras, quererlo con acciones.