La Leyenda Negra - Julián Juderías

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Versión PDF de un clásico de la Historiografía Española que causó tendencia.

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Digitizedbythe InternetArchivein 2010withfundingfromUniversityofTorontohttp://www.archive.org/details/laleyendanegraylOOjudeT(99JULINjuderasLALEYENDANEGRAY LAVERDADHISTRICACONTRIBUCIN' AL ESTUDIO DELCONCEPTO DEESPAA EN EUROPA, DELAS CAUSAS DE ESTE CONCEPTO YDELATOLERANCIARELIGIOSAYPOLTICAEN LOS PASES CIVILIZADOS.\MADRIDTIP. DE LA "REV. de ARCH., BIBL. Y MUSEOS*Olzaga, i.Telfono 3.185.1914ESPROPIEDADQuedahecho el depsitoquemarcala leyALQUELEYEREEste libro es una ampliaciny,sisequiere, una ratificacin del estudiopremiado por La Ilustracin Espa-olayAmericana en su concursode1913ypublicado no hace muchoenestaRevistaconelmismottulo (i).La necesidad de acomodar las di-mensiones deaquel trabajo las clu-sulas del certamen nos oblig serbrevesy concretarnos los puntosms esenciales del tema. La impor-tancia de ste, las indicaciones quenos han hecho algunos amigosyeldeseodedesarrollarconmsamplitudlas ideas expuestas en el estudio pri-mitivo, nosinducen presentarlo aquen la forma que, tal vez, debi re-vestir desde el primer momento.La finalidad que nos proponemosnohamenester degrandes explicacio-nes. Andapor el mundo, vestida conropajes que se parecen al de la ver-dad, una leyenda absurdaytrgicaque procede de reminiscencias de lo(i) En los nmeros del 8, 15,22y30 deEneroy8 de Febrero del corriente ao.6 ALQueleyerepasadoyde desdenes de lo presente,envirtud de la cual, quermoslo no,los espaoles tenemosque ser, indivi-dualycolectivamente, crueles into-lerantes, amigos de espectculos br-barosyenemigos de toda manifesta-cin de culturayde progreso. Estaleyendanos haceundaoincalculableyconstituye un obstculo enormepa-ra nuestro desenvolvimiento nacional,pues las naciones son como los indi-viduos,yde su reputacin viven, lomismo que stos. Ycomo stos, tam-bin, cuando la reputacin de que go-zan es mala, nadie cree en la firme-za, en la sinceridad ni en la reali-dad de sus propsitos. Esto ocurreprecisamente con Espaa. En vanosomos,noyamodestos, sinohumildes;envanotributamos lo ajeno alaban-zasqueporlo exageradasmerecenal-guna gratitud; en vano ponemos lonuestroaunque sea buenoal nivelms bajo posible; en vano tambinprogresamos, procurando armonizarnuestra vida colectiva con la de otrasnaciones: laleyendapersistecontodassus desagradables consecuenciasysi-gue ejerciendo su lastimoso influjo.Somosytenemosqueserunpais fan-ALQUELEYERE7tstico; nuestro encanto consiste pre-cisamente en esto,ylas cosas de Es-paase miranycomentanconuncri-terio distinto del que se emplea parajuzgar las cosas de otros pases: soncosas de Espaa.Este libro tiene por objeto estudiardesapasionadamenteel origen,desarro-llo, aspectosyverosimilitud de estaleyendaydemostrarque, dentro delostrminos de la justiciay la alturaenquesehallan los trabaiosde crticahistricayde investigacin social, esimposible adjudicar Espaa el mo-nopolio decaracteres polticos, religio-sosysociales que la deshonran,porlo menos, la ponen en ridculo ante lafaz del mundo.Sabemos de antemanoque este tra-bajo no nos granjear, probablemen-te, las simpatas de los quemilitan enla extrema derechay,en cambio, noshar objeto de las crticas de los queluchan en el bando opuesto. Los pri-merosdirnquees insuficienteypocoentusiasta nuestra reivindicacin, por-quenoesunpanegrico. Lossegundosnos llamarn reaccionarioypatriote-ro, porquetenemos de la historiaydela crtica unconcepto ms sereno que8ALQUELEYEREellos. Si as ocurre, nos consolaremospensandoenque es difcil contentar todos,yenqueeljustomedioes siem-premenosestimado que los extremos,sobretodo entre nosotros.Adems,paraquenuestra labor seaprovechosa, necesita ser imparcial.Desvirtuar la leyenda que pesa sobreEspaa no implica defender los pro-cedimientosquepudoemplearen otrotiempo en determinadas cuestiones, niexponerlohechoporotrospasesenelmismotiempoyconpropsitos seme-jantes implica dudar de su envidiableprogreso.Tampoco la protesta contra la pin-tura que hacen de nosotrosycontrala interpretacin artificiosaydesfa-vorable que se da la historia quieredecir que pensemos, la manera deldoctor Pangloss, que estamos en Es-paaen el mejor de los mundos. Noslimitamos exponer hechos riguro-samente histricosy demostrar queno es posible acusarnos de crmenesde cierto orden ni de abusos de de-terminada especie, convirtindonos ensmbolode la intoleranciaydela tira-na,cuandoestoscrmenesyestosabu-sos, no solamente fueron comunes ALQUELEYEREQtodos los pueblos en la poca en quee alude, sino que siguen cometindo-se en nuestros mismos das por nues-tros mismosacusadores. Creemosqueel peor de todos los errores es quererjuzgar lo pasado con el criterio deltiempo presente;yquepor esto quizel tema de la leyenda antiespaola, pesar de su inters, se ha estudiadomuypocoy,lo que es peor, se ha es-tudiado mal. Unas veces hemos su-puesto ytal vezseguimossuponin-doloque el psimo concepto quetienen de Espaa los extranjeros escastigo merecido de nuestras pasa-das culpas, estigma indeleble porellas impreso sobre nuestra nacinyhasta elemento indispensable paranuestro progreso, por cuanto recor-dando aquellas culpas, reconociendoaquellos erroresycontemplando esteatraso es como podemos caminar ha-cia adelante, hostigados por las crti-cas, molestos porel desdnyagriadospor las burlas de los extraos. Estaopinin se halla muy difundida, esmuy respetable, pero no comulgamosen ella. Otras veces, cayendo con no: menospresuncinenelextremoopues-to, hemos credo que el mejor mediolO ALQUELEYEREde vindicar Espaa era la apologa,la alabanza desmedida de lo propiojuntamentecon el desprecio de lo aje-no. Estecriterio nosparecetan absur-docomo el anterior. Lacrtica impar-cial debe rechazar ambos sistemas,esforzarse en averiguar la verdadydar cada cual lo suyo. Reconocernuestros defectos es una virtud, peroadmitirydarporbuenaslascrueldadesque nos atribuyenycreer que todo lonuestro es malo, es unanecedad queslo cabe en cerebros perturbadosporun pesimismo estrilycontraprodu-centeypor una ciencia que no hanlogrado digerir bien.Hacemos,pues, este estudio de cr-tica histricasusceptible de mayoresampliacionescreyendosinceramenteque. por encima de todos los partidosyde todas las banderas, de todos losprejuicios que pueda haber en uno otro sentidoydetodos los pesimismosimaginables,hayalgoquedebemosde-fender,porquenos interesaynosper-tenece por igual,yque ese algo es elbuen nombre de Espaa. Que el lec-tornosperdonenuestras faltasynues-tras omisiones en obsequio esta ideafundamental.CARACTERES DE LA LEYEXDA NEGRA-HISPANFILOS Y ANTIESPAOLESILos problemas que se derivan de la:historia que sta plantea, sean cuales-fueren, deben estudiarse imparcialmente,sin prejuiciosycon el firme propsito-de averiguar la verdad por lo menoS'la mayor cantidad posible de verdad.-No creemos, como creia el historiadoringls Froude, que las leyendas tienenque seguir siendo leyendasyque demos-trar la justicia de un monarca tenidopor tirano equivale defender la ti-rana. Froude, entendiendo que el ele-mento mtico no puede eliminarse de lahistoria por ser compaero inseparablede ella, supona tambin que era intilyhasta contraproducente esforzarse endisipar las nieblas levantadas por elodio por la adulacin. La labor crti-14LA LEYENDA NEGRAca, la labor de investigacin, slo halla-ba excusa los ojos de tan notablehistoriador cuando la leyenda ejercapernicioso influjo sobre los vivos. Desuerte que incluso estamos de acuer-do con el historiador ingls al empren-der el estudio de la leyenda antiespao-la, ya que esta leyenda no es cosa delo pasado, sino algo que influye en lopresente, que perpeta la accin de losmuertos sobre los vivosyque interrum-pe nuestra historia.Qu es, todo esto, la leyenda ne-gra? Qu es lo que puede calificarsede este modo tratndose de Espaa?Por leyenda negra entendemos el am-biente creado por los fantsticos relatosque acerca de nuestra Patria han vistola luz pblica en casi todos los pases;las descripciones grotescas que se hanhecho siempre del carcter de los espa-oles como individuosycomo colecti-vidad;la negacin, por lo menos, laignorancia sistemtica de cuanto nos esfavorableyhonroso en las diversas ma-nifestaciones de la culturaydel arte;las acusaciones que en todo tiempo sehan lanzado contra Espaa fundndosepara ello en hechos exagerados, malinterpretados 6 falsos en su totalidad,Y LA VERDAD HISTRICA 15yfinalmente, la afirmacin, contenidaen libros al parecer respetablesyver-dicosymuchas veces reproducida, co-mentadayampliada en la Prensa ex-tranjera, de que nuestra Patria consti-tuye, desde el punto de vista de la to-lerancia, de la culturaydel progresopoltico, una excepcin lamentable den-tro del grupo de las naciones europeas.En una palabra, entendemos por le-yenda negra, la leyenda de la Espaainquisitorial, ignorante, fantica, inca-paz de figurar entre los pueblos cultoslo mismo ahora que antes, dispuestasiempre las represiones violentas;enemiga del progresoyde las innova-ciones;,en otros trminos, la leyendaque habiendo empezado difundirse enel siglo XVI, raiz de la Reforma, noha dejado de utilizarse en contra nues-tra desde entoncesyms especialmenteen momentos crticos de nuestra vidanacional.IILos caracteres que ofrece la leyendaartiespaola en nuestros das son curio-sosydignos de estudio. No han cam-biado pesar del transcurso del tiempo.Se fundan hoy, lo mismo que ayer, lol6 LA LEYENDA NEGRAmismo que siempre, en dos elementosprincipales: la omisinyla exageracin.Entendmonos; omisin de lo que puedefavorecernosyexageracin de cuantopuede perjudicarnos. Laprueba es fcil.En la mayora de los libros extranjerosque tratan de literatura, de arte, de fi-losofa, de ciencias econmicas, de le-gislacin de cualquier otra materia,rara vez se ve mencionado el nombredeEspaa reseada su actividad, noser para ponerla como ejemplo de atra-so, paradecirquesu fanatismo religiosole impidi pensar, para aludir suaficin por los espectculos crueles,natural atavismo, aseguran, de quienesen otro tiempo se solazaron con lashogueras de la Inquisicin. Tan ciertoes esto, que en las obras ms famosasque han visto la luz pblica en Europaacercade arte, de literaturaydeciencia,obras enciclopdicasymagistrales, lalabor de Espaa se resea la lige-ra (i),ymientras se consagran sendoscaptulos al arte, la literaturay la(i) Buen ejemplo de esto que decimoses la Enciclopedia Hispano-Americana, deMontanerySimn, en la cual es intil bus-car en el articulo "Filosofia" datos de la es-paola, como no sea de la escuela krausista.Y LA VERDAD HISTRICA I7ciencia en Alemania, en Inglaterra, enFranciayen Italia, Espaa suele irincluida en la rbrica de ''varios". Eso,si en los breves prrafos dedicados sus escritoresy sus artistas no se laexecra por intoleranteyno se afirmaque nada hizo en el mundo como nofuera imponer sus creencias la fuerzayexplotar quienes por medio de lafuerza someta.IIILa existencia de una leyenda desfa-vorable Espaa, elevada la categorade dogma, es tanto msdigna de estudiocuanto que no responde al nmero nia la categora de los extranjeros quehan cultivado nuestra historiayestudia-do nuestras artes.En efecto: quines sino los extran-jeros han sido los que durante el si-glo XIX han dedicado nuestro pasla misma, si no mayor atencin que alpropio? Porque, en el caso de Espaa,se da el curioso fenmeno de que laacusacinyla defensa proceden de unamisma fuente. Extranjeros son los quenos denuncian ante la faz del mundocivilizado como representantes de la in-toleranciaydel fanatismo, como pueblol8 LA. LEYENDA NEGRAincultoyeternamente intil,yextran-jeros tambin los que demuestran consus obras la vanidad de tales acusa-ciones. Slo que la voz de los que ha-blanen favor nuestro se pierde lo me-jor en la soledadyen el vacioy,encambio, la de aquellos que nos denigranhallaeco sonoro en las masasignorantesycrdulas. Ofensaydefensa son doslneas paralelasycomo tales nunca seencuentran.No tenemdslaipretensindehaceraquunalista completade todosaquellos que,nohabiendo nacido en Espaa, la cono-cieronyapreciaron en pocas diversasde su historia, en momentos distintosde su evolucin. Trabajo sera ste queexcederade los lmites asignados esteestudioyque, aun no excediendo deellos, sera superior los conocimientosy las fuerzas de quien no aspire recogerlaherenciadeMenndezPeln o.Nos contentaremos con mencionar k.sms conocidos, los que no pueden (j i-tirse sin incurrir en ignorancia in'per-donable.Prescindiendo de los antiguos histo-riadores griegosylatinos como ""uci-dides, Diodoro Sculo, Strabn, TitoLivio, Lucio Floroytantos otros queY LA. VERDAD HISTRICA IQencomiaron el valor de los espaoles enla guerraysus altas dotes en la paz,yviniendo tiemposmsmodernos, Lu-cio Marineo Sculo,yPedro Mrtirde Angleria en el siglo xvi, hablaroncon elogio de Espaayde los espa-oles, dndoles la preferencia en la ur-banidadyen las costumbres (i) ; PabloMerula(2),Felipe Cluverio(3),IsaacCasaubn(4),yalgunosmsponderaronen el siglo xvii la fertilidad de las tie-rras espaolasylas buenas cualidadesde sus habitantes, sobre todo en materiade contratos mercantiles con extranje-rosyen su trato con ellos,yentrado elsiglo XVIII. el abate de Vayrac(5)des-cribi Espaa favorablemente, imi-tado ms tarde por nuestro compatriotaColmenares(6) ;JosDorlans compusosu libro sobre las revoluciones de Es-paa(7); Vaquette de'Hermilly(8)tra-(i) De rebus Hispaniae memorabilibus, li-bri XXII. De rebus oceanicis el orbe novo.(2)Cosmographia.(3)Introduccin la Gcociiifa Universal.(4)Notasycomentario Estrabn.(5)Etatprsent de l'L- me. Amsterdam,1719.(6)Lesdlicesdel'Espac"^ct du Portugal.(7)Histoire des Rvo.. S'Un refirindose la gue-rra de la Independencia, se publicaronporprimeravezen 1820.Decirquetodosestos libros son rematadamente malosyque no contienen enseanza alguna deprovecho sera, tal vez, exagerar. Laobra de Delaborde es bastante juiciosayno incurre, porafn de color local, enlas exageraciones de otros viajeros.Otro tanto pudiera decirse del librode Bourgoin(4),del de Jaubert dePassa(5),del de Langlois(6),del deS. S. Cook{7)yde las Cartas deA. Guroult(8).Encambio el que pu-(i) ViewsofSpain, Londres, 1824.(2)Cuide du Voyagenren Espagne, Pars,1823.(3)Mmoiresd^un Apothicaire sur la gar-rre d'Espagne, Pars, 1820. Se ha publicadorecientemente una traduccin espaola por lacasa Michaud, de Pars.(4)Tablean de l'Espagne moderne, Pa-rs, 1826. 3vols.(5)Voyage en Espagne de 1816 1819,Pars, 1823. 2 vols.(6)Voyage pittoresque en Espagne, Pars,1826, 30.(7)Shetches in Spain, Londres,1834,2 vols.(8)Lettressur l'Espagne, Pars, 1838.Y LA VERDAD HISTRICAJlblic el Marqus de Custine, en formade cartas dirigidas Lamartine, Cha-teaubriand, Jules Janin,Charles No-dier, madame de GirardinyVctorHugo (i), es un conjunto de desatinosyla caricatura ms grotesca que puedehacerse del pueblo espaol. Para elMarqus de Custine los espaoles nosolamente son unos brbaros, sino queel principio de la filosofa es para ellosla pereza. La mayor parte de su vidatranscurre en la plazapblica, charlando soando, cuando no en los caminosacechando al indefenso pasajero. DonBasilioyFgaro eran los tipos mscorrientes en la Espaa de Fernan-do VII, lo mismo que Don QuijoteySancho simbolizaron los espaoles delsiglo XVII.De tantos vicios pblicosyprivadosresultaba, segn el Marqus de Custine,unacorrupcin dela quenohaba ejem-plo en parte alguna de Europa.Pero este libro, poltico ms bien queliterario, no pudo causar el mismo daoque los escritos de los poetasyliteratosdel romanticismo. En efecto, el despre-(i) L'Espagne sous Ferdinand Vil, Pars.72LALEYENDANEGRAco los antiguos moldes artsticos, elafn de impresiones nuevas, el entusias-mo por todo lo medioeval, por todo lottricoymisterioso, convirti Espaa,por obraygracia de la leyenda en queiba envuelta su historia, en punto demira de los poetasyen fuente de inspi-racin para ellos. No eran nuestras be-llezas naturales, ni los tesoros de nues-tro arte, ni el recuerdo del pasado es-plendor de nuestra literatura lo queatraa los extranjeros, sino precisa-mente aquello que era de ellos ms quenuestro: la tradicin lgubreyespeluz-nante, los autos de fe, las venganzassiniestras, el sombro fanatismo, la so-berbia incultura, descritayexageradapor aquellos que nos visitaron. Entoncesviene Espaa lord Byron para hablarde la lovely girlofCdizyescribir enChilde Harold:Muchis the Virgin teased to shrive themfree(Well do I ween the only Virgin there)From crimes as numerous as her bedsmen-[may be (i).Entonces publica Vctor Hugo, "in-ventor de unaEspaa exageradayfan-(i) Childe Harold, canto I, estrofa 71.Y LAVERDAD HISTPICA jZtstica" (i) SUS Orientales, Ruy BlasyHernany; escribe Musset su DonPaez;knza Scribe los once tomos de PiquilloAliagayrecorren nuestra Patria Ale-jandroDumas(2)yTefilo Gautier(3).Y entonces como en el siglo xviii,fu intil que la desordenada co-rriente de ideas fantsticasyde arrai-gados prejuicios se opusieran hombrescultosyserenoscomoLuisViardot, Phi-larte Chasles, Antoine de Latour(4),Ozanam(5),Niboyet(6) yalgunosms.As lo queran Dumas, que invent lafrase de "el frica empiezaen los Piri-neos";Tefilo Gautier, que asegurabaque "la galantera, el pitilloyla fabri-cacin de coplas bastaban para llenaragradablemente la existencia de los es-paoles"; Charles Didier(7),que ex-periment una gran sorpresa al ver que(i) Nolo decimos nosotros, lo dice MorelFatio, Eludes sur l'Espagne, I serie.(2)De Paris Cadix. Un vol.(3)Tras los Montes, Pars,1843, 2 vols.(4)Eludes sur l'Espagne. Seville et l'An-dalousie, 2 vols. ; Ea Baie de Cadix, i vol.;Tolde et les bords au Tage, i vol. ; L'Espa-gne religieuse et littraire, Pars, 1873.(s)Plerinage la ierre du Cid, Pars.(6)Sville. Histoire, monuments, maurs-rcits, Sevilla,1857.(7)Une anne en Espagne, Pars,1837.74LALEYENDANEGRAEspaa no era tan potica como l sefiguraba; Borrow (i), que en medio deobservaciones atinadas incurre en erro-res no menos grandes; madamede Gas-parin(2);P. L. Imbert(3),que entreotras noticias curiosas nos da la de queel monasterio del Escorial lo construyFelipe II para reemplazar la iglesia deSan Lorenzo, caoneada durante elasedio de San Quintn,yotros viajerospor el estilo.Por aquel tiempo nos honraron consuvisitaydespuscon sus observacionesms menos juiciosas imparciales,EdgardQuinet(4),Campion(5),Davil-lier(6),Lavalle(7),lady Louisa Ten-nison(8),Germond de Lavigne(9),Lanneau Rolland(10), yms tarde Ga-(i) The Bible in Spain, Londres.(2)A travers les Espagnes, Pars, 1868.(3)L'Espagne. Splendeurs et misres, Pa-rs, 1S76.(4)Mesvacances en Espagne,, tomo IXdelas obras completas.(5)Onfoot i Spain, 1867 ;Amougspanishpeople.(6)L'Espagne. Pars, 1837.(7)Espagne, Pars, 1843-47,2 vols.(8)Castile and Andaluca, described froma tzvo yearsresidence there, Londres, 1853.(9)Itinraire descriptif historique et artis-tique de l'Espagne. Pars, 1865.(10)Nouveau guide general au voyageuren Espagne et en Portugal, Pars.Y LA VERDAD HISTRICAySllenga (i), Har(2),Webster(3),Harris(4),Temple(5),Graham(6),Grape(7),Laufer(8);De Amicis(9)^Hartley, Leicester, Passargue, Bern-hardi, Parlow, Wegener, etc. En nues-tros mismos das, cuando un tren delujo permite recorrer en breve tiempoycon todas las comodidades posibles ladistancia que media entre ParsyMa-drid, es decir, entre laEuropaconscienteyla inconsciente, no son ms exactaslas obras que acerca de nuestro pasven la luz pblica en el extranjero.Enlos relatos modernosde viajes porEspaa,aunenaquellosquetienenhastacierto punto la pretensin de favore-cernos,comolosdeMauriceBarres(10),se observan las mismas inexactitudes,(i) Iberian reminiscences, Londres, 1883.(2)Wanderings in Spain, Londres.(3)Spain, Londres, 1882.(4)On Spain. Boston, 1882.(5)Observations on a Journey throiighSpain and Italy.(6)Travels throitgh Portugal and Spain.(7)SpanienunddasEvangelium.Erlebnis-se eitier Studicnrcise. Halle, 1896.(8)AusSpanien Gegenivart. Kulturkizzen.Leipzig, 1872.(9)Spagna.(10)Dusang, de la volupt et de la mor.I vol. Greco ou le secret de Tolde, Pars,-1913. I vol.76LA. LEYENDANEGRAlosmismoserrores, las mismasexagera-ciones. En 1902 un ruso, escritor muyapreciadoensupatria, NemirovichDan-chenko, visita Espaa,yapenas con-templa los primeros paisajes, observaquetodo es falso, que todo es hojarascabajo la cual se oculta la miseria de ladecadenciahorribledeunpuebloquienllevaron al abismo los esfuerzos com-binados de Carlos V, Felipe IIyTor-quemada. No hay pas que haya cadotan bajo. "En Nviembre de1901,es-cribe en el prefacio, sal de Barcelona.En la Rambla se oan tiros. El sol bri-llaba resplandeciente, el cielo estabaazulysin nubes, yendo juntarse all lolejos con el mar, cuyas olas jugueteabanen la orilla. Enla Rambla se oan tiros.Cansado de las traiciones de Madrid,donde se haba vendido la patria alpor mayoryal por menor, el puebloprotestaba. La Policayel Ejrcito lerechazaban, dejandoenposde s heridosycadveres. Los soldados se batan demala gana. Eran ciudadanos tambin:saban cuntos millones se recibieron deios Estados Unidos por una paz ver-gonzosaycmo en slo un ao furobado el Tesoro por ladrones que nin-gn fiscal se atreva acusar. Aqu noY LA VERDAD HISTRICA']']hay escuelas; los Tribunales militaressustituyen los civiles... Mecida por elmar, acariciada por el sol, embriagadapor el aromade las flores, la nacin in-comparable duerme con pesadillas defiebre,yslo Catalua, como un oasisen medio del desierto, marcha audaz-mente hacia la luz, la riqueza, la liber-tadyla moral. Pero no hay para qutener en cuenta sus esfuerzos: ni ellagusta de los castellanos, ni los castella-nos de ella". Ycompletando su pensa-miento dice en otro lugar: "Espaa esel negro mausoleo de un pueblomuertoprematuramente. Resucitar? Y, modo de respuesta, un sacerdote sen-tado al lado mi, murmur suspirando:Beati qui moriuntur in Domino!" (i).Algunos aos despus, en1907,viene vernos un alemn, Diercks,ydespusde Hendaya, "con todos los adelantosde la cultura europeayla extraordina-ria animacin de sus callesycafs",Fuenterraba le sugiere penosas refle-xiones. "Noparece, dice, sino que aque-llos viejos que habitan las sombras ca-suchas han sido olvidados por la muerte(i) Na zemli sviatoi Diebiesie, San Pe-tersburgo,1902. Un vol. de 600 pgs. conilustraciones.yS LALEYENDANEGRAypertenecen los tiempos pretritos enque se edificaron sus hogares. Sin lamenor idea ni la msmnima compren-sin del progreso moderno, pasan estasgentes la vida en inmovilidad mental,en tanto que los curas, frailesyjesutasque vemos entrarysalir de las casas,cuidan de que la mente de sus morado-resno se eche perderconlas herticasideas de nuestro tiempo". Casi todas lasdescripciones de monumentosyde ciu-dades se inspiran en este prejuicio, sinrecordar, tal vez, queenAlemaniaabun-dan las ciudades histricas, vetustasysombras,yque los habitantes de susvillas,yaun de sus capitales de provin-cia, no suelen descollar ciertamente porlo avanzado de sus ideas ni por su libe-ralismo religioso. Segn Diercks, la re-ligin influye ms que la poltica ennuestra patria. El Estado espaol noha perdido con el transcurso del tiempoel carcter religioso que siempre tuvo,yla Iglesia espaola, no solamente haconservado la posicin que ocupaba enla Edad Media, sino que ha aumentadosu poder, ha detenido su albedro elmovimiento de progresoyha perseve-rado en su actitud, pesar de la culturamoderna, con mayor energa que enY LA VERDAD HISTRICAygningn otro pas catlico. Ha perdidoinstituciones como la Inquisicin, peroha compensado esta prdida con el in-flujo qye ejerce sobre el pueblo pormedio de los jesutas, del cleroyde lasOrdenes monsticas. La Iglesia defiendelo suyo amenazando al Estado, consti-tuyendo un Estado inmensamente ricoypoderosoque ejerce supremaca sobreel Estado civil, que le suscita dificulta-desyque triunfa siempre, tenga norazn. Los adeptos de otras religiones,especialmente los luteranos, son para laIglesia herejesynada ms,yles per-judica por todos los medios posiblesyles niega toda clase de derechos. "Lahistoria de la propaganda evanglicaen Espaa, prosigue Diercks, es uno delos captulos ms deplorables de la his-toria de este pas,y,al mismo tiempoque demuestra el espritu de sacrificiode los misioneros protestantes, que nose dejan arredrar ante el peligroysi-guenpropagando sus ideales, pesar delmartirioyde los horrores de la prisin,revela tambin que la Iglesia no retro-cede ante el empleo de los procedimien-tosmsodiososparaanular, enperjuiciode los protestantes,el sentido de la Cons-titucin." Nopodemosanalizar aqutodo8o LALEYENDANEGRAel libro de Diercks; contentmonos conaadir que, su juicio, "los espaoleshan hecho muy poco durante toda suvida histrica, se han dejado influir porpueblosydinastas extraas, han de-mostrado escasa iniciativa, se han con-ducido pasivamenteyno han dado des lo que poda esperarse de ellos" (l).Ms violentoydesagradable que ellibro de Diercks es el de Ward(2)quelleva el ttulo de La verdad acerca deEspaa. Con slo ver la artstica cu-bierta de este libro, la cual representauna reja del famoso castillo de Mont-juich conunospresos asomados, secom-prende que Mr. Ward escribi su obrabajo la impresin de los sucesosde1909.Leyndola, esta impresin se ratifica.Para Mr. Ward Espaa es un inmensosepulcro, un lodazal inmenso, del cualemanan mefticos vapores, un pas po-drido, una nacin irremisiblemente con-denada desaparecer. Su propsito al(i) Das moderne Spanien, von GustavDiercks. Un vol. de376pgs. con grabados,Berln, 1908. Vase nuestra nota bibliogrficaen La Lectura. Ao IX, tomo I, pg. 59.(2)The Truth about Spain, by G. H. B.Ward, with 12 full pa^e plates. Casselland C.,London, 1911. Un vol. Vase tam-bin nuestra nota en La Lectura. Ao XI,tomo I, pg.228.Y LA VERDAD HISTRICA 8lescribir este libro no es censurar losindividuos, quedebenconsiderarse comosntomasyno como causas, ni tampocoasestar un nuevo golpe un imperiomuerto. No aspira ms que sealarlas verdaderascausasdelmal,yaquelosobservadores ingleses han incurrido engraves inexplicables errores,y pres-tar as un servicio, no solamente suscompatriotas, sino los mismos espao-les. Mr. Ward estudia sucesivamente elproblemapoltico, el religiosoyel social,que, al finyal cabo, se condensan enuno solo: el clerical. Nos habla del ca-ciquismo, "causa del atraso moralyso-cial de Espaayde su impotencia en elconcierto de las naciones"; del sepa-ratismoque late sordamenteentodas lasprovincias, fomentado por la falta decomunicaciones ferroviariasypor laignorancia imperante, al contrario deInglaterra, en donde "la Hbertad, lafacilidad de relacionesyla educacinhan hecho ms que todas las leyes porla reconciliacinyla unidad de ingleses,escoceses irlandeses" (i) ; asegura queel anarquismo ha hecho ms por el pro-d) En efecto, lo ocurrido con motivo delbil de autonomade Irlanda as lo demuestra.82 LALEYENDANEGRAgreso intelectual de las masas que nin-guna otra organizacin espaola,yquegranparte del escaso progreso realizadodesde 1870 en la enseanza primaria delas grandes poblaciones se debe los es-fuerzos de los anarquistasydice que lasOrdenes monsticas poseen la terceraparte de la riqueza nacional, influyendodecisivamenteen las minasdeVizcayaydel Rif, en las fbricasde Barcelona, enlos naranjales de Andaluca, en la Tras-atlnticayen los ferrocarriles del Nor-te... "La siniestra influencia del clerocatlico en las elecciones es conocidade cuantos han estudiado Espaa.Desde el pulpito de la catedral hasta elde la iglesia ms modesta, el sacerdotedenuncia al candidato que se atreve rechazar la tutela del cleroy,bajo penade excomunin, ordena su grey quevote con arreglo los dictados de laIglesia. Frailesymonjas actan de es-pas,ypobre del que se atreve votaren un pueblo contra lo que le manda elcura si no se halla, moralyfinanciera-mente, por encimade toda persecucin".Y continuacin expone Mr. Ward losdistintos aspectos del problema clerical:trabas que opone el clero la difusinde ciertas ideas; intolerancia religiosa;Y LA VERDAD HISTRICA 83persecuciones dequeson objeto los pro-testantes; intromisin del sacerdote enel nacimiento, elmatrimonioyla muertede los individuos... Y rengln seguidoafirma que el catolicismo es en Espaano una religin, sino un trust, que haadquirido tal influjo en el pas, quecuando no puede persuadir obligar,compra,ycuando tampoco esto es posi-ble, mata.Emite Mr, Ward opiniones que, aunsiendo exageradas, responden la rea-lidad de ciertos problemas; pero en ge-neral, yerra por exceso de pesimismo,por exceso de prejuicio, por unilatera-lidad en el pensamientoyen la crtica.Casi al mismo tiempo que Mr. Wardestuvieron enEspaayescribieronacer-cade ella Mr. Bensusan (i), que estudila vidantima delos espaoles,yel yan-qui Mr. Frank(2),que recorri pie la Pennsula parte de ellayopin,en definitiva, que la enfermedad de Es-paa consiste en no ser un pas de pro-ductores, sinodecuras, frailes, soldados,funcionariosy toreros. Un francs.(i) HomeUfe in Spain, Londres, 1911.VaseLa Lectura, ao XI, tomo II,pg. 206(2)Three Months a foot in Spain, Lon-dres, 191I. ^^ .. ,84LA. LEYENDANEGRAM. Dauzat (i), exclama en un libropublicado recientemente: "Basta ya deleyendas de bellas cigarreras... de se-senta aos; de cortesa castellana queconsiste en burlarse de la genteyenescupir; de bellas espaolas sin cinturani pescuezo, pesadas comohipoptamos;de la bella Andaluca, que es la tierrams peladayrida de Europa despusde Castilla." M.Dauzatdestruye de unaplumada todas las leyendas: la de labelleza femenina, simbolizada por laCarmen de Mrimeyde Bizetyporlas mujeres descritas por Dumas, Gau-tierylord Byron; la de la tierra queenamor Antoine de Latouryantesque l Washington Irving,yhastala del valoryla cortesa,que es lo nicoque en nosotros reconocen DiercksyFrank. SegnDauzat, el pueblo espaoli'st foncierement lache, ignora las auda-cias francesasyslo tiene valentacuando se renen ciento contra uno.Buckle, Niebuhr, GuizotyWard sequedan en mantillas al lado del apre-ciable M. Dauzat.Para un libro sensato que vea la luzen estos tiempos acerca de Espaa hay(i) L'Espagne telle qu'elle est, Pars, 1912.Y LA VERDAD HISTRICA 85diez que nos denigran, ridiculizan, com-batenydenuestan so color de educarnosyde ensearnos vivir, como el deWard. Segurosestamosque estos libros,en los cuales se presenta al pblico, noyaunafiel imagendelaEspaamodernaque aspira al progreso, que desea latranquilidadyla paz, que estudiaytra-baja en silencio, sino una caricaturayuna stira, una exposicin de nuestrosdefectosyunanegacin de nuestras po-sibles cualidades, tienen ms aceptacinque los libros de Rene Bazin (i), Leo-nard Williams(2),Havelock EUis(3),Shaw(4) Bratli(5).Los escritosde Hans Kincks(6) yde Vising(7), ylos artculos de Dauzat(8) ydel pro-fesor Adolf Schulten que asegura que"tienen los iberosylos bereberes, comorasgo caracterstico, la falta de cultura,es decir, la incapacidad de ser cultos(i) Terre d'Espagne, Pars, 1895.(2)The Latidofthe Dons, Londres, 1902.(3)The soulofSpain, Londres, 1908.(4)Spain from IVithin, Londres, 191o.(s)Spanien. Kulturbilleder, Copenhague,1912.(6)Spansk hdgstdom, Kristiania, 1912.(7)SpanienochPortugal,Stockholmo,1912.(8)La misre en Espagne. La Revue, dePars,1913.86 LALEYENDANEGRAellos mismosyde asimilarse la culturade los dems" (i), se leern siemprecon msgustoque los de Meyradier(2) los de Bertrand(3),porque as loexige imperiosamente la leyenda, decuyo aspecto histrico vamos tratarahora.(i) Kastilische Bauer. Deutsche Rund-schau. Vase la traduccin ntegra de esteartculo enLaLecturade Octubre de1913.(2)Les tapes de la royante d'Alphon-se XIII, Pars, 1914. Artculos publicados enla Revue politique ct Parlementaire.(3)Mes Espagiies. Revue des DeuxMon-des, i. Diciembre1913.Traducido en LaLectura de Febrero, 1914.IIILA LEYENDA NEGRA DESDE EL PUNTODE VISTA HISTRICOEl aspecto que ofrece la leyenda anti-espaoladesdeelpuntodevistahistricoes muchomsinteresante que el aspectoque acabamos de resear. Describin-donos como nos describen, los que seponen en ridculo son aquellos que losocho dias de estar en Espaa se creenen condiciones de juzgarnosyde apre-ciar debidamente nuestros impulsos mssecretos. En cambio, la leyenda que seha formado alrededor de nuestra histo-ria no es fruto del prejuicio individual,ni ridicula fantasa de un viajero per-vertido por VctorHugo,DumasyTe-filo Gautier, sino producto del prejuiciocolectivo, secular, transmitido de gene-racin en generacin, extraa mezclade odioyde desprecio, recuerdo at-vico de pasadashumillacionesque ahoranos hacen pagar con las setenas. SiQO LALEYENDANEGRAhubisemos sido pacficos; si nos hubi-ramos contentado con lo que tenamosen casa,ysi no hubiramos hecho coningleses, franceses, alemanesyflamen-cos, bellsimas personas todos ellos, loque los flamencos, alemanes, franceses ingleses hacan con nosotrosyentre s,nadie habra formado de Espaa tanpsimo conceptoyviviramos hoy tran-quilos, sin que en los libros se hablasede lo malosque fuimos. Peronos empe-amos en hacer lo contrario precisa-mente, de lo que queran nuestros ene-migos,yes natural que hablen mal denosotros,yaque ellos escribieron su his-toriayla nuestra.La descripcin exageradaytenden-ciosa de nuestra polticaen los tiemposen que tenamos polticahorroriza,ycon razn, los extranjeros de buenafe, exalta los espaoles incautos, loscuales, aunqueparezcamentira, sonmsnumerosos de lo que vulgarmente sesupone,yhace que los hombres msserenosy,al parecer, ms cultos, incu-rran en multitud de lugares comunesyprotesten contra un pasado que tienepor caracterstica la crueldad; por base,la incultura,ypor impulso, el fanatismo.Esta leyenda, convertida en dogma,V LA VERDAD HISTRICAQlhace que los liberales,para serlo, tenganqueafirmar pblicamente que la historiade Espaa va envuelta en las sombrasde la intoleranciayde la opresin,yque los reaccionarios, para serlo tam-bin, entonen himnos de alabanza alSanto Oficioyconsideren como un tim-bredegloriaparanuestrapatriaelhabermantenido tan benfica institucinporespacio de tres siglos. Sera ms justo,yhasta ms patritico, buscar la verdaddonde la verdad se hallayalejarse porigual d-e extremospeligrososyabsurdos;pero esta conducta no se observa pornadie. Esmscmodocopiar los unos imitar los otros. Enmateria de his-toria es lo ms frecuente.El aspecto poltico de la leyenda anti-espaola consta, pues, nuestro enten-der, de los mismos elementos que elaspecto social de ella : el abultamiento,la exageracin de los caracteres religio-sosypolticos del pueblo espaol, elvoluntario desconocimiento de la exis-tencia de caracteres idnticos en todoslos pases de la misma pocayla omi-sin de cuanto nos es favorable eneste ordende ideas. Es decir, que al ha-blar de la Espaa inquisitorial, de laintransigencia espaola, del fanatismoga LALEtENDANEGRAespaol, de la represin violentaydela persecucin airada,yal decir queestos son los caracteres que ofrece-mos en la historia universal, se dapor supuesto que el fanatismo, la in-transigencia, los procedimientos inqui-sitorialesyla persecucin religiosaypoltica slo se dieron en Espaaysloestuvieron representados por los espa-oles.Ycomoesto es unasimpleza, queslo pueden aceptar como verdad lospobres de espritu, debemos combatirlasobre la base de lo positivo, de lo rigu-rosamente histrico.Plantenlos, pues, el problema de laleyenda antiespaoladesde este puntodevista. Sus trminos son fciles de ha-llar. Nos los suministran principalmenteDraper (i)yBuckle(2)."Espaa, dice el primero, se ha con-vertido, con razn, en un esqueleto ro-deado de naciones vivasyen una lec-cin para el mundo.LaHumanidadten-dra derecho decir: "Xo hay recom-'*pensa, no hay Dios", si Espaa nohubiese sido castigada. Su siniestro des-(i) Histoire du dveloppement intellectuelde l'Europe.(2)Histoire de a civilisatpon en Angle-ierre.Y I.A VERDAD HISTRICA gStino fu el dedestruirdoscivilizaciones:la orientalyla occidental,yel de hallaren la ruina de ambas su propia rui-na" (i).Tena esta ltima, entre otros peque-os lunares, el de los sacrificios huma-nos;pero, segnDrapr,estos sacrificios"eran una parte de las ceremonias reli-giosas, enla cualnointervenalapasin,mientras los autos de fe eran, no unaofrenda al cielo, sino la satisfaccin delas pasiones ms bajas del hombre: elcdio, el miedoyla venganza". Y sa-bido es, gracias las investigacionesde la ciencia, que cuandoun individuolo queman por ser este acto parte inte-grante de las ceremonias del culto, ex-perimenta una vivsima satisfaccin.Segn Buckie, Espaa fu el pasdonde ms abiertamente se violaron lascondiciones del progreso,ytambin elpas sobre el cual pes el castigo quetal violacin mereca. ''Espaa, aade,amodorrada, encantada, embrujada porla maldita supersticin, ofreca Euro-pa el ejemplo solitario de unaconstantedecadencia. Para ella toda esperanzahaba muerto,yantes que terminase el(i) Draper, op. cit., tomo III, cap. XIX.g4LALEYENDANEGRAsiglo XVII slo haba que preguntar qumanole dara el golpe degraciayquindesmembrarael poderoso imperio cuyastinieblas se esparcan por todo el mundoycuyas vastas ruinas resultaban tanimponentes" (i). La razn de nuestroatrasoyde nuestra decadencia es, pues, los ojos de Buckle, la supersticin."Lasprincipales causas fsicas de la su-persticin, aade, son las hambres, losterremotosylainsalubridad del clima,que al abreviar la duracin ordinaria dela vida, impulsan invocar con msfrecuencia el auxilio sobrenatural. Estasparticularidades sonmsnotablesenEs-paa que en el resto de Europa. Espaaes un pas que est sujeto estos males,ybien se alcanza el partido que pudosacar de ellos un clero astutoyambi-cioso. En efecto, la sumisinyla ciegaobediencia la Iglesia han sido, pordesgracia, el rasgo particularydomi-nante en la historia de los espaoles".En este razonamiento funda Buckletodas sus afirmaciones acerca de Espa-a, "nacin supersticiosaysemibrba-ra". Espaa era supersticiosa porqueera pobreyestrilypadeca hambre,y(i) Buckle, op. cit., tomp IV, cap. XV.Y LA. VERDAD HISTRICA qSporser supersticiosasehallabadominadapor la Iglesia, que combata la culturayfomentaba la ignorancia.Al razonar de este modo, Buckle nocay en la cuenta de que iba hablaren el mismo captulo de lo prdiga quela naturaleza se haba mostrado conEspaa "dndole cuantos productos soncapaces de satisfacer las necesidadesyla curiosidad de los hombres",y reco-nocer que Lope, Moreto, Montalbn,Mira de Mescua, Tirso de Molina, D-vila, Mariana, Gracinymuchos ms,fueron eclesisticos (i).Larazn de nuestra decadencia la ex-pone, siguiendo el mismo criterio queBuckle, su compatriota Mr. Galton(2),al asegurar que, en Espaa, "la Igle-sia captur todos los individuos quetenan buenas disposiciones, condenn-doles al celibato,ydespus de rebajarde este modo la especie humana, de-jando el cuidado de propaganda gen-tes setales, indiferentes imbciles,persigui los que eran inteligentes, li-bresyhonrados". Las estadsticas de(i) Vasetodo el captuloXVdeltomoIVde esta obra.(2)Hereditary Genius, its azvs and con-sequences, Londres, 1869.g6LALEYENDANEGRAMr. Galton son verdaderamente mate-mticas: "La nacin espaola quedpurgada de librepensadores razn demil individuos al ao desde1471hasta1781. Duranteeste tiempo se ejecutaroncien personas al aoyse encarcelaronnovecientas. El total para los tres sigloses de treintaydos mil individuos que-mados en persona; diezysiete mil que-mados en efigie,ydoscientos noventayun mil condenados diversas penas.Una nacin sometida este rgimentena que pagarlo costa del deteriorode su razay,en efecto, para Espaael resultado ha sido la poblacin supers-ticiosayfalta de inteligencia de nuestrapoca."Qu desastre para la cienciaactuarial si se hubiesen implantado enEspaa los seguros contra la hereja!"M. de Candolle, en un curioso libro,cree que la Pennsula ibrica, mejor di-cho, Espaa, padeci por espacio de tressiglos el rgimen del Terror,yno salide l sino para caer en revolucionesyenreacciones no menos horribles,yquelos hombres de espritu independientejams estuvieron seguros en ella muchotiempo, pereciendo miserablemente lamayora refugindose en el extranje-ro,ydejandoenposde s unsentimientoY LA VERDAD HISTRICA97de terror tan difundido que se convirtien hereditario poco menos." ParaM. de Candolle, el fanatismo de los es-paolesyde los musulmaneses unacon-secuencia de la intensidad prolongadade sentimientos, aumentada por la in-timidacin eliminacin de los no cre-yentes. La falta de desarrollo de lasciencias en la Pennsula ibrica es unode los fenmenos mscuriosos de la ci-vilizacin moderna. Espaa no ha su-ministrado ni uno solo de los asociadosextranjeros del Instituto de Francia,mientras que Italia ha tenido quincedespus de haber sido patria de Galileo.; Quin tuvo la culpa? No fu cierta-mente el Instituto de Francia, que nose ocup de nosotros para nada, sino laInquisicin, es decir, la intolerancia reli-giosa,puesM.deCandollese refiere aqu las postrimeras del siglo xviii, cuandohabamos tenido en Espaa un Feijo,cuyas obras se tradujeron al francs; unForneryun Cabanilles; al padreFlrez,y,sobre todo, un Jovellanos.Se comprende su desdn (i).Espaa fu ylo que es peor an(1)Histoire des sciences et des savantsdeptiis deux sicles, Genve-Ble, 1885.gSLALEYENDANEGRAtiene que seguir siendo supersticiosayfantica, sanguinaria inculta, porqueas lo han decretado los grandes maes-tros del pensamiento: Guizot, segn elcual, podra escribirse la Historia de lacivilizacin prescindiendo de nuestraPatria, Niebuhr, cuyo parecer nisiquiera tuvimos capitanes, como no ha-yan sido debandoleros. Este es, pordes-gracia, el criterio que en punto nues-tra Historia predomina en los libros,en las revistasyen los peridicos de laEuropa consciente.IIPerodescendamos los detallesyvea-mosde dnde procede, cmo se formayde qu maneraypor quines se difundela leyenda en lo relativo nuestra poli-ticay nuestra colonizacin.Ya en tiempos de Carlos V,yporefecto de la lucha religiosa, haba sidoobjeto este Monarca de ataquesydecalumnias; pero jams lleg inspirarla antipata que su hijo, ms espaolque l, ms perseverante en sus prop-sitos, ms inclinado la desconfianzayal misterio que la manifestacinY LA VERDAD HISTRICAQQclarayresuelta de sus miras pol-ticas. Carlos V, amigo de batallasytorneos, caballerescoymundano, teniasimpatas en Europa; los flamencosylos alemanes le consideraban como unode los suyos; hablaba su idiomaycom-parta sus gustos. Felipe II, retradoydado la reflexin, amigode la soledadydel trabajo, indiferente las aficionesde sus subditos, sobre todo, las de losquenoeran espaoles, nopudo disfrutarde la estima ni del cario de sus vasa-llos extranjeros: ni l los comprenda,ni ellos l. "La Historia, lese en lageneral de LavisseyRambaud, se hamostrado severa con este Prncipe. Silos espaoles le hicieron objeto de unculto, la mayorparte de los extranjerosmaldicen su despotismo, su crueldadysu tolerancia. Pocashansido las vocesquese hanalzado en favor suyo,yestasdefensas, torpemente hechas, lehanper-judicado ms que le han favorecido.Cmopudoseresto?Seenajen lasim-pata de las naciones que en las edadessiguientes han creadoyencauzado laopinin: Holanda, InglaterrayFrancia.Cada una de ellas tena un agravio quevengar: launa,susangustiasdelaguerradela Independencia; la otra, unatentati-100 LALEYENDANEGRAva temible contra sus libertades religio-sas; Francia, en fin, las perturbacionesenqueporpoconoperecen su libertadysu podero. A medida que se engran-decen fuera del alcance de Espaayque sta decae bajo la frulade los des-tructores principios de su poltica, d-banse cuenta ms cabal del peso quehubiera significado para su porvenir elsistema opresor de Felipe II. Su odiose concentr naturalmente en este hom-bre, que les pareci adversario del pro-greso instrumento de decadencia. Hu-bieran podido perdonar un conquista-dor que espada en mano las hubierahechocaminarhaciaadelante; pero slopodandedicarodiosorecuerdoalsobera-no que quera mantenerlas brutalmenteen los horrores del pasado. Sobre latrama de los hechos, la fantasayelmiedobordaron una leyenda. El secretocon que rodeaba el Rey sus actos, favo-reci el desarrollo de la leyenda. Lamuerte misteriosa de Montigny autorizlas sospechas ms que el asesinato p-blico del Prncipe de Orange. A lossucesos ms naturales se les atribuyun impulso criminal: D. Carlos Isabelde Valois se convirtieron en vctimasde los celosydel despotismo,yFelipeV LA VERDAD HISTRICA lOifu un ser sin coraznysin entraas,cuya sonrisaycuyo pual eran herma-nos. Pero, cuanto ms odioso resultaba,ms grande se haca en la imaginacinde los hombres. Llegaba sta conce-birle como un gigante sombro, comouna encarnacin del genio del mal, en-gendrado no ms que para detener elprogreso de la libertad religiosayde lalibertad poltica. Personific todos losvicios, todos los rroresytodas lascrueldades; odiosyfurias se condensa-ron en un insulto supremo: era el De-monio del Medioda" (i).No es posible definir mejor el origenyla causa de la leyenda antiespaola,aunque prescindiendo de alguna quectra apreciacin que es exagerada todas luces, queno responde la verdadhistricayque se refiere la polticamisma de Felipe II, poltica que fuidntica en sus tendenciasyen sus pro-cedimientos la que iniciaronydesarro-liaron con mayor fortuna que l sus ri-valesyadversarios. Ydecimos leyenda(i) Histoire genrale du iv siecle nosjchirs. Ouvrage publi sous la direction deMM. E. Lavisse et Alfred Rambaud, to-moV. Les giierres de religin, i55g-i648, p-ginas 104-105.102 LALEYENDANEGRAantiespaolayno leyenda exclusiva deFelipe II, porque, comoahora indicare-mos, no solamente los ministrosylosgenerales de este Reyyhasta el ltimode sus subditos peninsulares se hallabanidentificados con l desde el punto devista raligiosoypoltico, sino porque loscaracteres asignados al Monarca se hi-cieron al punto extensivos sus va-sallos.En1581,en pleno fragor de la luchareligiosa, iniciada ya con xito la rebe-lin de los PasesBajos, lanz Guillermode Orange su famoso Manifiesto losReyes,PrncipesypotentadosdeEuropa.Se titulaba Apologie oii Dfense du tresillustre Prince Guillaume, par la grcedeDieu,Princed'Orange, contre le Banet Edict puhli par le Roi d'Espaignepar leqiiel il proscrit le dict SeigneurPrince, dont aperra des calomnies etfaidses aciisations contenues dans ladicte Proscription. Felipe II, haba acu-sado Guillermo de Orange de ingratoyde traidor, en lo cual no andaba muydescaminado,yGuillermo se defendien el largo documentocuyo ttulo hemoscopiado, lanzando contra el Monarca laacusacin de incestuoso, por haberse ca-sadoconunasobrina carnal; la dehaberY LA VERDAD HISTRICAIo3asesinado Isabel de Valois para poderefectuar este matrimonio,yla de habermuerto al prncipe D. Carlos, herederode sus reinos, para justificar ante elPapa la razn de Estado que imponael nuevo enlace. A estas acusacionesaada Guillermo de Orange la que hoyllamaramosde bigamia, puestoque afir-maba que Felipe II estaba ya casadocon doa Isabel Ossorioytena hijosde ella al contraer matrimonio con laInfanta de Portugal,yla de adltero,porhabermantenidorelacionescon cier-ta dama, despus de casado con Isabelde Valois. Eneste Manifiesto, cuyamis-ma extensinyenrevesados conceptosdemuestran el empeoen deshacerlo di-cho porFelipe II en el edicto de destie-rro, aparecen ya clarosyprecisos loscaracteres de la leyenda negra. Porqueel manifiesto no va encaminado nica-mente ennegrecer la personalidad delReysino la de todos sus vasallos. Noesla prisin de D. Carlos, ni su juicio porfrailes inquisidores, atentos satisfacerla crueldad del padre desnaturalizado, loms notable del escrito, sino el cuidadoque en l se pone de pintar los espa-oles, individualycolectivamente, comootros tantos Felipes. El orgullo, la ava-I4 Laleyendanegraricia, el fanatismo, la crueldad, el espri-ritu vengativo, el desprecio lo extran-jero, la brutalidadyla incultura, eran,segn el Taciturno, los caracteres delpueblo contra el cual luchaban las Pro-vincias Unidas (i).LaApologa de Guillermo de Orangese difundi, como era de esperar, portoda Europa. No haba nacin que notuviera que vengar alguna ofensa, aun-que no fuera ms que la del temor queinspiraba la poltica espaola,ysi enAlemania los protestantes se recrearonconla lecturadelaApologa,yenIngla-terra la estimaron en todo su valor, enFrancia el contentoqueprodujo fu ex-traordinario.La rivalidad entre EspaayFranciallegabaentonces suapogeoytodo cuanto perjudicaba la primera seacoga con el mayor placer por la se-gunda. La Apologa no slo se ley enFranciacon fruicin, sinoque se comen-t por los cronistasyleguleyos en susPhilipiquesyen sus Antiespagnoles.Descollaron en este gnero deproduc-ir)Puede verse el docuriiento n extensoen la obra de Dumont, Corps Universel di-ploiitatique du Droit des gens. TomoV, par-te I. Amsterdam, 1728.V LA VERDAD HISTRICA Io5ciones Arnauld, Clairy, Hurault deL'Hospitalyotrosqueguardaronel an-niaio, como aquel que anunciaba quepronto se cumpliran las predicciones delosmatemticosyel ReydeEspaaseraexpulsado de todos sus reinosyseo-ros (i).Pocos aos despus presntase en es-cena un nuevo personaje posedo deldeseo de venganza. Este personaje eraun espaolyhabadisfrutado de la con-fianza de Felipe II: el secretario deEstado,Antonio Prez. Resuelto ven-garse del Rey, apresrase ofrecer susservicios Enrique IV de FranciayIsabel de Inglaterra, que los aceptan,yel antiguo Secretario deEstado informaal pormenor de la situacin de Espaa,de sus recursos, de sus flaquezasymsque nada de los medios de combatir su seor natural. Durante su primeraresidencia en Londres, all por el aode1594,escribeypublica sus Relacionescon el seudnimo de Rafael Peregrino,dedicando su obra al Conde de Essexyenviando los primerosejemplares de ella Burghley, Southampton, Montjoy,(i) Vase la rica bibliografa contenida enellibro deBratli, Felip denAndenofSpanien.I06 LALEYENDANEGRA Harrisy otros muchos personajesde la Corte de Isabel. Este libro tuvoxito enormeymultitud de ediciones enInglaterrayen Francia. La magia delestiloyla alteza del pensamiento com-petan con el inters que despertaba lamateria. Antonio Prez aade lasacusaciones de Orange, los amores deFelipe II con la princesa de Eboli,yelhecho de haber sido el Reyquien dio laorden de degollar al prncipe D. Carlos."Lasmemorias del desterrado secretariode Estadoescribe Bratli, escritasconuna elegancia desconocida en aqueltiempo, permitieron por vez primera Europa, vida de lo sensacional, lanzarunamirada indiscreta en los asuntos in-teriores de la Corte espaola,yhastamediados del pasado siglo se considera-ron las Relaciones como fuentes hist-ricasy su autorcomoun mrtir pol-tico" (i).La Apologa, de Orange,ylas Rela-ciones, de Antonio Prez, sirvieron, enefecto, de base los retratos que sehicieron en Europade Felipe IIy los(i) Bratli, Filip den AndenafSpanien.Vase tambin la obra de Mignet, AntonioPrez et PhilippeII, aunque estya anticuadaY LA VERDAD HISTRICA IO7juicios que se emitieron con respecto su poltica. Bastar recordar las obrasde historia publicadas en el siglo xviiylos folletos tendenciosos que en todaspartes se difundieron. Fierre Matthieu,cronistadelos ReyesdeFrancia, inserten su Historia (i) la biografa de Feli-pe II, calcada en esos datos; Bran-me(2)aadi la especie de los amoresde D. Carlosyde Isabel de Valois; DeThou(3)asegur que fu Felipe II elinstrumento celoso de la Inquisicinyque nunca-hizo nada sin consultar antesconesteTribunal,yaludiendolamuertedeIsabeldeValois,laatribu)'alveneno.Italianos, inglesesyalemanes hicieroncoro. En Inglaterra las calumnias pro-paladasporlosprotestantesdieronlugaral libro de Stapleton,ApologaproRegeCaitJiolico Philippo II contra varias etfalsas accusationes Elisabcthae AngliaeRcginae; en Alemania se ley en todaspartes el Antiespagnol oder Ausfhrliche Erkleriingen Wie der Koenig voriSpanien sich unter dem vermumpten(i) Hdstoire de France, libro I, IV Narra-cin, Pars, 1607.(2)Vies des grands capitaines trangers.(3)Historia sui temporis, Pars, 1604- 1606.toS LALEYENDANEGRAScheinderReliginohnalienRechtstnassignen Titel, etc.El afncon que los cronistas france-ses combaten nuestra Patria da lugardurante el siglo xvii ardorosas pol-micas francoespaolas. Para la genera-lidad de los espaoles del siglo xvii, losfranceses slo estudiaban los medios dedisminuir las fuerzas deEspaa. Queve-do, en su Carta LuisXIII; Fr. PablodeGranada, ensuCansayorigen delasfelicidadesdeEspaa; el Dr. Garca, enLa desordenada codicia de los bienesajenos; Francisco Mateu, en su Anti-pronstico las victorias que se pronos-tica el reino deFranciacontra el deEs-paa; Alejandro Patricio Armacano, ensuMartefrancs,yFernandodeAyora.en su Arbitro entre el Martefrancsylas vindictas glicas, por no citar msque estas obras, exponen con notableclaridad los procedimientos de que sevala Franciaparalograr suspropsitos.Enun curioso manuscritoquese conser-va en nuestra Biblioteca Nacional bajola signatura Mm.450yque lleva el su-gestivo ttulo deLaFrancia conturban-te. Discursopoltico histricosobre losexcesosyardides de que se valen losfrancesesparalos adelantamientosdesuY LA VERDAD HISTRICA lOQReino, se alude, sin ambages ni rodeos,al sinnmero de Machiavelos que tenaFranciapara"tales fines", es decir, paraalegarysostener fantsticos derechos,comosucediconmotivodela guerradeDevolucin en tiempo de Luis XIV para divulgar por Europa calumniosasespecies, capaces de desacreditar losMonarcasespaolesy sus subditos. Laleyenda de D. Carlos, que tan explotadaiba serdespus, lapropag el AbatedeSaintReal, discpulo del pseudo-historia-dor Varillas, en suDonCarlos,Nouvcllehistorique, publicada en Amsterdam en1673.ASaint Real se le consider en elextranjeroyhasta en Espaa, segnhace observar Bratli (i), como historia-dor notableydignodecrdito.IIIEsta leyenda, sin embargo, no iba adquirir verdadera importancia hasta elsiglo XVIII. Enotro lugar hemos resea-do el juicio que mereca de los pensado-(i) Refirindose al libro de Manrique,Apuntes para la vida de Felipe II, Madrid,1868.noLALEYENDANEGRAres de esta poca el pueblo espaol. Loshistoriadores completan,yratifican estejuicio desde el punto de vista de la in-terpretacindenuestrapoltica. Losmis-mos filsofos que pintan los espaoles,socialmente considerados, como un pue-blo de vagosyde guitarristas, lo retra-tan polticamente comounpueblo de in-quisidoresquedisfrutarespirando el olorde la carne quemada. Voltaire lo da entender as en susEssaissurlesmceiirs,cuando dice que "era preciso que el ca-rcter de los espaoles tuviese entoncesalgo ms austeroyms implacable queel de las dems naciones, como se echade ver en las crueldades reflexivas conque inundaron el Nuevo Mundo,y,so-bre todo, en el exceso de atrocidad conque ejercitaron una jurisdiccin en lacual usaban los italianos de mucha ma-yor dulzura. Los Papasaadeerigie-ron estos Tribunalesporpoltica ; los in-quisidores espaoles les aadieron labarbarie". La Inquisicin representa Espaa los ojos de los filsofos.Cualquier pueblo, Turqua, por ejemplo,esmstolerantequeEspaa.Loschinos,de que tanto gustaba M. de Voltaire,son infinitamente ms cultosyprogre-sivos. El patriarca de Ferney traza laY LA VERDAD HISTRICA IIIsilueta de Felipe II comparndolo conTiberio."Cuando Tiberioescribemandabalas legionesylas lanzaba la pelea, es-tabaal frentede ellas, mientrasFelipeIIse estabaenunacapilla entre dosrecole-tosentanto queelPrincipedeSaboyayelCondede Egmont, quienmandal pa-tbulo, ganaban en su nombre la batallade San Quintn. Tiberio no era supersti-cioso ni hipcrita, mientras Felipe IIblandauncrucifijo al disponerunasesi-nato. Las orgas del romanoylas delespaol no se parecen. El disimulo ca-racterstico de ambos es distinto: el deTiberio era ms solapado, el de Feli-pe II mstaciturno."Y continuacin reproduce el autorde Candidetodas las acusacionesdeGui-llermodeOrangeyalgunams,que cali-fica de demasiado autntica para po-nerse enduda(i).Ala voz del maestro,os filsofos declaran unnimes que lopasadoes prendadelo futuroyqueparaEspaa no hay redencin posible. Enel terreno histrico propiamente dicho(i) Essai sur les inccitrs et l'esprit des Na-tions. Se refiere al matrimonio del prncipede Ascoliy los amores de Felipe II conla princesa de Eboli,na LALEYENDANEGRA]r>. leyenda persiste. Robertson, en suHistoriadelEmperadorCarlosV(1769),cuentacontodaseriedadla escenade losfunerales del Monarca antes de morirste. Watson, al continuar la obra deRobertson, copia en su Historia delreinado de FelipeH{1777)las fuentesholandesasyreproduce la Apologa, deOrange,para que los lectores se ilustrenacerca del carcter de este rey. La des-cripcin que haceWatsonde la rebelinholandesaimpuls Schillerescribirsufamosahistoria delLevantamientodelosPasesBajoscontraIn dominacin espa-ola(1788), yen ella reproduce, algoatenuado, el retrato de Felipe II, descar-gando sus iras sobre la Inquisicin espa-ola, enla cual, su juicio, se inspirarontodas las dems de la poca moderna.Dos aos antes se haba publicado enAmsterdamunlibro con el titulodeHis-taire du despotismc et des cruauts ho-rribles de Philippe H, cuyo autor eraun francs, Louis-Sbastien Mercier,miembro de la Convencinyms tardedel Instituto.Pero el siglo xix es ms fecundotodava que el xviii en obras mantene-dorasdela leyenda.En1822, M.Dumes-nil public en Pars una historia deY LA VERDAD HISTRICA Il3Felipe II, fundadaen la obrade Lloren-te sobre la Inquisicinyen el libro deWatson. El autor declara que no es supropsito vindicar la memoria del Mo-narca ni atenuar el horror que debe ins-pirar su genio sanguinario. Bastantesaos despus, Carlos Weiss, en su His-teria deEspaadesde Felipe II hasta eladvenimiento de los Barbones(1844),aseguraque la causa fundamental de ladecadenciadeEspaano fuotraquelafalsa direccin dada al Gobierno porFelipeIIysus sucesores,yqueel origendela decadenciaintelectual fu el despo-tismo religioso, es decir, la Inquisicin,que levant una barrera insuperableentre nuestra Patriayel resto de Euro-pa. Mignet, pesar de su serenidad dejuicio, no favorece ciertamente al Mo-narca prototipo de la nacin espaola,"Felipe IIdice, no slo agot los re-cursosmateriales deunpas cuya fuerzamoral haba enervado Carlos V, sinoque aniquil el trono, como su padrehaba destruido la nacin. La redujo un aislamiento embrutecedoryla hizoinvisible, sombrayestpida; no le dio conocer los sucesos msque de odas,ni los hombres ms que por desenga-os. Llev tan adelante la desconfianza,8114LA LEYENDA.NEGRAque educ su hijo en el temoryen lasoledad...Este Prncipe,que supo lavic-toria de Lepanto sin que asomara surostro el menor sntomay quien laruina entera de la invencible armada noarranc un suspiro, llor el porvenir dela monarqua espaola" (i).En1856-59public Prescott su His-toria delReinadodeFelipe II,yen ella, pesar de su indudable buena feydelos documentosdequedispuso, se mues-tra igualmente inclinado al prejuicio."Guarecida bajo las negras alas de laInquisicinescribeEspaa no disfru-t de las luces que se difundieron porEuropa en el siglo xvi, estimulando las naciones mayores empresas en lasdistintas ramas del saber. El genio po-pular estaba acobardadoysu esprituse doblegaba bajo el malvolo influjodeunojoquejamsdorma,deunbrazodispuesto siempre abatirse... Lamentedel espaol vea todos los caminos ce-rrados"(2).ParaMotley, contemporneo de Pres-cott, admirador sincero de los holande-(i) Mignet, Ngotiations relatives lasuccession d'Espagne_. pgs. 25-26.(2)Historyofthe reignofPhilipp thotecond, libro II, cap. III.Y LA VERDAD HISTRICA Il5ses, Felipe II eradesdetodos los puntosde vista una mediocridad (i), ni que de-cir tiene que los espaoles no quedanbien parados en el libro.En Francia contina la tradicin his-trica M. Henri Forneron, cuyo libro,publicado en 1882, es unresumen de lasleyendas anteriores. Despus de retrataral Monarca espaol con sujecin losmoldes conocidos, escribe el autor: "Sinembargo, aun cuando Felipe II resultaun obstculo para la marcha de la ci-vilizacinyuna plaga para Espaa, losespaoles profesan verdadero culto su memoria. Esta paradoja nacional esfcil de comprender. Los pueblos suelenquerer al hombre que los maltrata; esms, no sufren que sus amos abusen deellos hasta que estn maduros para eldespotismo. Felipe II no fu el nicoresponsable de la violencia de Espaadurante su reinado... En la catstrofeno es posible discernir hasta dnde al-canzan las faltas del hombreydndeempiezan las del pueblo. Los espaoles,despus de su lucha con los moros, lle-garon creer que slo eran tiles dostipos: el soldadoyel sacerdote,yence-(i) Motley, The Riseofthe Dutch Repu-blics,1856.I l6 LA LEYENDANEGRA.rrados en un mundo de milagrosyde-proezas, su fe se convirti en supersti-cinyla holgazanera en principio. En-tonces la Inquisicin se eleva la cate-gora de institucin nacionalyla agri-cultura se desprecia... Felipe II seajustaba, pues, al pensar de sus subdi-tos" (i).Otro libro citaremos antesdeterminareste breve bosquejo, el de Thorold Ro-gers, profesordeOxford(2),Mr.Rogerscree que Felipe II no pas intelectual-mente la categora de escribiente, queno dudjams deil xito porque nadie seatrevi hacerle dudar de l,yquedesde su bufete del Escorial, lo mismose ocupaba con la conquista de reinos,que con el asesinato de prncipes, queconla extirpacinde la hereja. Mr.Ro-gers se inspira, naturalmente, en loslibros que acabamos de citar.Mencionemos, por ltimo, aunque nocuadren en esta enumeracin, las obrasfavorables de Baumstarke(3),Name-(i) H. Forneron, Histoire de Philippe II,Pars, 1882, tomo IV, pgs. 298, 299 y300.(2)Holland, en la coleccin The Storyofthe Nations, Londres, 1889, i vol.(3)Philipp der zweite, Koenig von Spa-nien, traducido al francs por Kurth (Ligc,1877).Y LA VERDAD HISTRICA 1IJche (i), Bratli(2),Hume(3),Moy(4),Gachard(5),etc.IVNo se limita la leyenda al terreno pu-ramente histrico, sino que se apoderade la literaturaydel arte. Qu temasno brinda la Espaa inquisitorialyfa-ntica la fantasa de los dramaturgosyde los poetas? Un pas sometido alfrreo yugo de la Inquisicin, amorda-zado espiritualmente, privado de toda li-bertadysin ms caminos que la miliciayel sacerdocio; un pas donde slo haymazmorras obscuras, intrigas tramadasen la sombra, hipocresa por doquiera,asesinatos misteriosos cada paso,quescenario para el autor dramtico, qufuente de inspiracin para el poeta!(i) Le rgne dePhilippe II et la lutte re-iigieuse dans les Pays Bas au xvi sicle, Pa-rs, Louvain, 1 885-1 887. 8 vols.(2)La obra ya citada Filip den AndencfSpanien.(3)Philip IIofSpain, Londres,1899.(4)DonCarlos et Philippe II, Pars, 1888.(s)Correspondance de Philippe II sur lesaffaires des Pays Bas, Bruselas, 1848-79.Ladchance de Philippe II. Bruselas,1863.DonCarlos et PhilippeII, Pars, 1867.Lettres de Philippe II ses filies, Pars,S884.Il8 LA. LEYENDANEGRAEnlanoveladeSaintReal se inspiranunosyotros. En 1676 se represent enLondres el dramade Otway,Don Car-los; en1750,poco ms menos, escribeCampistron su drama titulado Andr-nico; en 1761 se represent en Lyon eldrama de Ximens, Don Carlos; len1775componeAlfieri sudramaFilipo,yen1787represent Schiller en el teatrode Mannheim su obra Don Carlos, In-fantvon Spanien, la ms famosa detodas.Antesqueterminase el siglo xviiibord sobre la misma trama el poetaChnier su Felipe II, representado en1815; en 1819unmalliterato,JeanBap-tiste Daumier, escribi otro drama pa-recido; en 1820, el mismo tema fu uti-lizado por otro dramaturgo desconocidoypor Lefvre que compuso nadamenosque una tragedia en cinco actos; en1828, Alejandro Soumet imit Schi-lleryaun le super enpuntohorrores-en su drama Isabel de Francia; algodespus. Casimir Delavigne presenta Felipe II en su comedia Don Juan de'Austria (Pars,1835),bajo los caracte-res conocidos, estos siguen Cormon,en su obraFelipe II, imitadade Schiller(Pars,1846); Sjour, en su drama Elhijo de Carlos V (Pars,1864), yCa-Y LA VERDAD HISTRICA IIQtulle Mends, en su Vierge d'Avila (Pa-rs,1906).Aunque no tanto como enFrancia, la figura de Felipe II, losamoresyla muerte de D. Carlosyelescenario inquisitorial, despertaron lafantasa en Blgica, donde el drama deVerhaeren, Felipe II, obtuvo en fechano muy lejana un xito ruidoso. Entodos estos dramas el tema es idntico,por ms que varen los detallesyseanlgubreshasta dejar de serlo, las figurasque en ellos intervienen. Pero acasoen Espaa no ha motivado la leyendaidnticas parecidas expansiones delingenio dramtico? No escribi Nezde Arce El Haz de lea? No llamQuintana al Monasterio del Escorial...padrn sobre la tierra,de la infamiayel arte de los hombres?Y vio alzarse all una sombra, 'lasombra de Felipe II,...cuyo aspectode odio un tiempoyhorror me estremeca.El insaciableyvelador cuidado,la sospecha alevosa, el negro encono,de aquella frente pliday odiosahicieron siempre abominable trono.La aleve hipocresa,ensed de sangreyde dominio ardiendo,en sus ojos de vbora luca:el rostro enjutoymseras faccionesde su carcter vil eran seales,120 LA LEYENDANEGRAyblancaypobre barba las cubracualyerba ponzoosa entre arenales... (i).No escribi el Duquede Rivas en elromanceUnanochedeMadriden1578:Macilento, enjuto, grave,rostro comode ictericia;ojos siniestros que vecesde unahiena parecan;otras vagos, indecisosyde apagadas pupilas.Hondas arrugas, sealesde meditacin continua,huella de ardientes pasionesmostraba en frenteymejillas.Y escaso y rojo cabello,ybarba pobreymezquina,prestaban su semblanteexpresin rarayambigua?Hemos contribuido, pues, indirecta-mente, por espritu de partido, por sec-tarismo, la difusinyal mantenimientode la leyenda antiespaola, que estoyno otra cosa significa hacerle eco Schiller, Alfieriy Nez de Arceen literatura; Buckle, DraperyMo-rayta en Historia, Sanz del Ro,Revillayalgunos ms en filosofa.Erams equitativoyms justo decircomo Valera en su discurso de contes-tacin al de Nez de Arce: "Qucausa hubo para que tanta fecundidad.(i) ElPanten delEscorial.Y LA VERDAD HISTRICA 121tanta exuberancia, tanta virtud especu-lativa, tanta vida del alma se secase desbitoyhasta se olvidase, aunentrenos-otros,quelahabamostenido, viniendocaer Espaa en un marasmo mental,en una sequedadyesterilidad de pensa-miento, en extravosbajosyridculos,detodo lo cual no salimos sino para se-guir humildemente los extranjeros,como satlites sin espontaneidad, comoadmiradores ciegosycomo imitadorescasi serviles?" Y contestaba que nofueron la tirana de los reyes de laCasa de Austria, ni su mal gobierno,ni las crueldades de la Inquisicinlas causantes de nuestra decadencia,sino algo ms hondo; una epidemiaque inficion la mayora de la na-cin, ima fiebre de orgullo, un deliriode soberbia. "Nos cremos el nuevopueblo de Dios; confundimosla religincon el egosmo patritico; nos propusi-mos el dominio universal, sirvindonosla cruz de ensea lbaro para alcan-zar el imperio. El gran movimiento deque ha nacido la cienciayla civiliza-cin modernayal cual dio Espaa elprimerimpulsopassinquelonotsemos,merced al desdn ignoranteyal engrei-miento fantico,ycuando en el si-122 LA LEYENDANEGRAglo XVIII despertamos de nuestros en-sueos de ambicin, nos encontramosmuy atrs de la Europa, sin poder al-canzarlayobligados seguirla como remolque."Pero la leyendahaadquirido tal fuer-za, que se ha convertido en verdad. Asha podido afirmar Bratli, el historiadorm.s recienteyms concienzudo de Fe-lipe II, que "entre las grandes figurasde la historia moderna no hay quizninguna que haya sido objeto de tantasinvestigacionesyque haya sido menoscomprendida que la suya". En efecto,han sido contados los historiadores quehan sabido apartarse igualmente de laadulacinydela calumnia.EnlamismaEspaa nohasido la figuradeesteRey,representante de un perodo de nuestrahistoria, cabeza de turco para unosypara otros? Para l no ha habido tr-mino medio entre las alabanzas desme-didas de un Porreo, de un Van derHammenyde un Cabrera en tiempospasadosydel P. Montaa en los pre-sentes,ylas acusaciones de D. EvaristoSan Miguel, de D. Cayetano Manrique,de GellyRent, de Morayta, de Orte-gayRubioyde otros varios que ins-pirndose en fuentes extraas, interpre-Y LA. VERDAD HISTRICA 123tando los hechos su gusto copiandolo que han dicho fuera de Espaa, hanproseguido entre nosotros la labor delos historiadores protestantes, adjetivoque en este caso equivale enemigosde nuestra Patria.Laleyenda cristaliza en la formaquele habian dado stos,yen todos los li-bros, cuya enumeracin sera larga, quetratan de nuestra Historia, posterior Felipe II, de nuestra misma Historiacontempornea, se emplean para des-cribirnosypara explicar el mvil denuestros actos palabras idnticasycon-ceptos anlogos los empleados por losautores quienes hemos hecho refe-rencia. Si Espaa, literariamente ha-blando, es un pas de manlasytore-ros, de holgazanesyde mujeres con lanavaja en la liga, histricamente es unpas de frailesyde inquisidores, de ver-dugosyde asesinos, de reyes sanguina-riosyde tenaces perseguidores de la li-bertadydel progreso en todos sus r-denes.IVLA TOLERANCIA RELIGIOSA Y POLTICAEN EUROPA EN LOS SIGLOS XVI AL XVIIConclusin.Tal es la leyenda que ha ido formn-dose en Europa acerca de Espaa. Sucarcter fantstico nopuede ponerse enduda. Como todas las leyendas, consisteen la exageracin de determinados as-pectos de la verdadyen el predomi-nio de estos aspectos exagerados sobrecuantos pueden ofrecer los hechos cier-tos que le sirven de base.En presencia de un fenmeno de talmagnitud no puede menos que surgir laduda en nuestra mente. La unanimidadconque nos asignan los novelistasylospoetas, los dramaturgosylos viajeros,los filsofosylos historiadores carac-teres tan poco recomendables, es capazdehacerquevacile el espritu msequi-libradoysereno.Ser verdad, nos pre-guntamos, lo que dicen de nosotros?Seremos realyverdaderamente los128 LALEYENDANEGRAnicos representantes de la intoleranciarelig'iosa, mejor dicho, lo habremossido en lo pasadoynos quedar algnresto en la actualidad, algo que seabastante diferenciarnos de todos losdems pueblos, como aseguran los ex-tranjerosysostienen ciertos compatrio-tas nuestros con mejor voluntad quefortuna? Y si no es verdad, cmo seatreve decir un historiador tan cultocomo Weissque la tirana de Felipe IIera al finyal cabo explicable, puestoque sin ella la nacin hubiera echado demenos sus libertades perdidas? "LasConstituciones de Atenasyde Roma,yla organizacinde los pueblosmodernos,yla grandezayprosperidad de stos,fundada precisamente en la libertad re-ligiosa, hubierandeterminadoenEspaa, ser conocidas, una revolucin. PoresonoqueraFelipeII que losespaolesestudiasen la poltica"(i). Ycomo estolo dice un historiador serio, conocedorde nuestra literatura, qu menospode-moshacer que dudar de nuestro propiocriterio? Porque la libertad religiosa nose conocienEuropahastamuyentradoel sigloXIXyaun este mismosiglo hubo(i) Weiss, obra citada.T LA VERDAD HISTRICA 129en los pases ms tolerantes manifesta-ciones clarasyevidentes de opresinyde sectarismo, as en religin comoen poltica. Dnde estaba, nos pregun-tamos,en la pocadeFelipe II, deEnri-que IVyde Isabel de Inglaterra, lalibertad religiosa? Y la Historia noscontesta: en ninguna parte. Si acudimos la de cada pas nos convenceremos deque no hay nada ms absurdo, cientfi-camente hablando, que la leyenda an-tiespaola; de que no slo no fuimos,como ah fuera se diceypor aqu den-tro se repite servilmente, nicos repre-sentantes de la intolerancia religiosa,sino de que no fu on Espaa dondehubo que librar las mayores batallas porla libertadypor la igualdad; de que nofueron nuestras ciudades ni nuestroscampos, aun en los perodos ms te-nebrosos de nuestras guerras civiles,teatro de horrores semejantes los quepadecieron otras ciudadesyotros cam-pos;de que no revisti el sectarismoreligioso en Espaa caracteres tan re-pulsivos como en otras partes; de quejams se cometieron en nuestra Patriaatentados contra la libertad, contra losderechos del hombre, parecidos siquiera los que se cometieron en la EuropaI3o LALEYENDANEGRAconsciente,y,por ltimo, de que es pue-rilyrevela cultura muy escasaymuyunilateral sostener lo que algunos sos-tienen la altura que hanllegado lasinvestigaciones histricasycientficasde todo gnero.La intolerancia, no solamente es unfenmeno que se ha dado en todas par-tesyque en todas partes se da, sinoque ofrece los mismos caracteresypro-duce las mismaspersecuciones cualquie-ra quesea la vestimenta con que se dis-frace, el color de esta vestimentaylafinalidad que se le atribuya. Lo mismoda que el catlico persiga al protestan-te, como que el protestante persiga alcatlicoyambos los judos,ytantomonta que la persecucin se realice endefensa de un ideal religioso como endefensa de un ideal racionalista. Losmedios son los mismos, los vejmenesiguales, idnticos los resultados. Novamos hacer la historia de la intole-rancia, que, segn JulioSimn, es laHistoria del mundo, pero s exponerunos cuantos hechos que ponen de ma-nifiesto la conducta de las naciones cul-tas durante los siglos xvi al xix enma-teiia de religinyde polticayde susderivadosla supersticinyel sectarismo.YLA VERDAD HISTRICA l3lIIPara formarse idea exacta de lo quefu Europa en los tiempos de la Refor-ma, conviene hacer una resea sumar-sima del estado polticoysocial de lasnaciones que la sazn la componan.Espaa haba llegado en el siglo xvi un esplendor poltico no igualado porningunade las nacionesde aquel tiempo.Macaulay se expresa en estos trminos:'"Era, sin duda, el imperio de Felipe IIuno de los ms poderososyesplndidosque han existido, porque mientras regaen Europa la Pennsula espaola conPortugal, los Pases Bajos, por ambasorillas del Rhin, el Franco Condado, elRoselln, el Milaneisadoylas dos Sici-lias, teniendo bajo su dependencia Toscana, Parmaylos dems EstadosdeItalia, en Asia era dueo de las islasFilipinasyde los ricos establecimientosfundados por los portugueses en lascostas de Coromandelyde Malabar, enla pennsula de Malacayen las islasde la especiera del archipilago oriental,yen Amrica se extendan sus pose-siones por unoyotro lado del Ecuador,hasta la zona templada... Pudese decirI 32 LALEYENDA NEGRAsin exageracin que durante algunosaos la influencia de Felipe II en Euro-pa fu mayorque la de Bonaparte, por-que nunca el guerrero francs tuvo eldominio de los mares... En orden lainfluencia poltica en el continente, lade Felipe II era tan grande como la deNapolen: el Emperador de Alemaniaera su pariente,yFrancia, conmovidayperturbada por las disidencias religiosas,de adversaria formidable que hubierapodido ser, las veces se converta endcil auxiliaryaliada suya." Y aadeMacaulay este prrafo que haran bienen meditar los que hablan de continuode los miserables das del siglo xviydela decadenciade larazaenaqueltiempo:"El ascendiente que la sazn tenaEspaa en Europa era en cierto modomerecido, pues lo deba su incontes-table superioridad en el arte de la pol-ticayde la guerra; que en el siglo xvi,mientras Italia era cuna de las bellasartes,yAlemania produca las msatrevidas ideas teolgicas, Espaa erala patria de los hombresde Estadoydelos capitanes famosos, pudiendo revin-dicar para s los gravesyaltivos perso-najes quQ rodeaban el trono de Fer-nando el Catlico las cualidades queV LA VERDAD HISTRICA 1 33atribua Virgilio sus conciudadanos.Ni en los dias ms gloriosos de su Re-pblica, por todo extremo memorable,conocieron mejor los romanos el arteimponente de regere imperio populasque Gonzalo de Crdoba, Cisneros, Her-nn Cortsyel Duque de Alba. La ha-bilidad de los diplomticos espaoles eraclebre en toda Europayen Inglaterravive todava el recuerdo de Gondo-mar" (i).Pero la superioridad de Espaa noobedeca exclusivamente al poder pol-tico, la excelencia de sus soldados ni la habilidad de sus embajadores, sinoque se fundaba, como se funda hoy lade las grandes potencias, la de Ale-mania, por ejemplo, en la cultura, es de-cir, en la fecundidad de sus literatos, desus artistas, de sus telogos, de sus fil-sofosyde sus hombres de ciencia.Alaenorme actividad poltica corresponda,como no poda menos de ocurrir, unaenorme actividad en la esfera intelec-tual, porque el engrandecimiento de lospasesysus diversas manifestacionesllegan siempre al mismo nivel. "Por lo(i) Estudios histricos. La guerra de su-cesin de Espaa en tiempo de Felipe V.l34 LALEYENDANEGRAque respecta la literaturaescribeMartn Philippsonlos espaoles tu-vieron durante el reinado de Felipe IIla supremaca en Europa, del mismomodo, aunque no en las mismas pro-porciones, que los franceses la tuvie-ron cien aos despus. El impulso quetom el genio espaol durante la pri-mera mitad del siglo xvi fecundizsu espritu... Lagrandezayla fama deEspaa animaban todos aquellos es-critores, los cuales sirvieron en su ma-yor parte, ya con la pluma, ya con laespada, al Reyyal Estado en todas laspartes del mundo. El patriotismo, la feyel valor caballeresco, eran las cuali-dades distintivas de aquellos poetasyescritores" (i). La literatura espaolaejerca, enefecto,notable influjoen ladelosdemspueblos."LopedeVegainundde obras teatrales todas las ciudades deEspaaylas de aples, Miln, Bruse-las, VienayMunich. Muchas de susdos mil doscientas obras se tradujeronen vida suya todas las lenguas de Eu-ropa. Su teatroyel de Caldern inva-(i) La Europa occidental en tiempo deFelipe II, de Isabel de Inglaterrayde En-rique IV de Francia. Hist. Univ. de Oncken,tomo VIII.Y LA VERDAD HISTRICA 135dieron luego la vecina escena de Portu-gal. La influencia espaola penetrhasta en Inglaterra. Es imposible des-conocerla en Shakespeare. Los mismositalianos imitaron tradujeron muchasobras espaolas desde fines del siglo xvihasta la poca de Metastasioyde Gol-doni. Empero Francia fu la que sufriprincipalmente el influjo de la culturaespaola. Si en el siglo xix fijan su vis-ta en Alemania los escritores franceses,SI en el xviii estudiaban conpreferenciala literatura inglesa, en el xvii, Espaaera la que ejerca sobre ellos esa pode-rosa atraccin del genio. La savia espa-ola se introdujo en los ltimosaosdeEnrique IV. Noparticipan de ella Mal-herbeyDesportes,ni seencuentralame-nor seal en IMontaigne. Pero despustodo cambia. LasRelacionesque publicAntonio Prez un tiempo en Pars,GinebrayLondres, conmovieron viva-mente los nimos... Desde entoncesprincipi Espaa modificar la Fran-cia" (i).En cambio, al decir de los mismosqueescriben lo queantecede, la filosofa,(i) Weiss, Historia de Espaa desde Feli-pe II hasta el advenimiento de los Bortones.1 36 LALEYENDANEGRAla polticayla ciencia no tuvieron cul-tivadores en Espaa. "Dos ramas im-portantsimas no tenan representantealgunodice Martn Philippsonpor-que el absolutismo civilyreligioso nosufra que nadie las cultivara: los es-critores espaoles no podan tratar defilosofa ni de poltica." "Nadie tratabade instruirsedice Buckle; nadie du-daba, nadie se atreva preguntar si loquehaba erabueno. El espritu de cadacualseprosternaba,ymientraslosdemspases marchaban, Espaa slo retroce-da. Los dems pases aumentaban lasuma de sus conocimientos, creandoartes, acrecentando los dominios de laciencia; Espaa, amodorrada, encantada,embrujada por la maldita supersticinqueminabasus fuerzas,ofrecaEuropael ejemplo solitario deunaconstantede-cadencia.""Atres causas principales puede atri-buirse, dice Weiss, la decadencia de laliteratura espaola: al despotismo reli-gioso, al despotismo polticoy la in-vasin del mal gusto. La Inquisicinfuquiz la causade esamuerte intelec-tual que hiri Espaa fines del si-glo XVII: con el ilusorio objeto de man-tener la pureza de la fe catlica estable-Y LA VERDAD HISTRICA187ci una barrera insuperable entre Es-paayel resto de Europa."Entre otros caracteres interesantesofrece esta negacin de la personalidadcientfica de Espaa en el siglo xviyXVII: el dequelos extranjerosqueestoescribenylos espaoles que lo copianno determinan fechas ni sealan pocas.Martin Philippson dice que los grandesescritores espaoles procedan del rei-nado de Carlos V, lo cual es asignar muchos de ellos una cualidad inesti-mable: la de la longevidad. Buckle en-globa todos en un mismo concepto.Weiss, tan erudito veces, no repara endetallesyenumera uno tras otro, apo-yndose en la autoridad poco estimablede Llrente, hechos que sin duda acae-cieron en fechas muy distantes unas deotras, para que el efecto sea mayor.Creemos que hablar en trminos ab-solutos de decadencias no menos ab-solutasesunapresuncinque la realidadse encargade desmentir. Velzquez pin-t en tiempo de Felipe IV, Caldernescribi sus ltimos dramas en el reina-do deCarlos IIySolscompuso su bellaHistoria de la Conquista de Mjico enlas postrimeras de este Rey. Las deca.dencias no son completas ni absolutasl38 LA LEYENDANEGRAnunca: andando el tiempo el reinado deIsabel II habr de considerarse comouna poca de renacimiento literarioyartstico por los hombresque en el mis-mo descollaron. Pero prescindiendo deestas consideracionesysin pretender re-novar una polmica famosa en la cualagotaronlosadversariossusargumentos,pensamosque es pueril el empeode losextranjerosyridculo el de algunos es-paolesennegarqueen Espafia se culti-vase la filosofayla poltica en lossiglos XVIyXVII, que son precisamentelos que han dado lugar la leyenda denuestra incultura, A un pas que tuvoescritores polticoscomoVitoria, Osorio,Mariana, Quevedo, Fox Morcillo, Mr-quez, Saavedra FajardoySeplveda;filsofoscomoSurez, Molina,Domingode Soto, PedroJuanNeiz,el Brcense,Isaac Cardoso, Doa Oliva, Caramuel,LuisVivesytantos otros; jurisconsultoscomo Vitoria, Garca Yez, Covarru-bias, Ramos del Manzano, AntonioAgustnymuchos ms; latinistas, hele-nistasyhebraizantes centenares; so-cilogos, que diramos hoy, como Fer-nndez Navarrete, Sancho de Moneada,Alvarez Osorio, Mariana, Pedro de Va-lenciayotrosque sera largo enumerar;V La verdad histrica i'ghombresde cienciacomoNez,FernnPrez de Oliva, Valles, Santa Cruz, elmaestro Esquivel, que levant, por en-cargo de Felipe II, el mapa geodsicode Espaa antes de que estos mapas segeneralizasen en la Europa consciente;Hugo de Omeriqueyel mismo Cara-muel,ytratadistas de Derecho inter-nacional comoJuanGinsde Seplveda,Francisco Surezy,sobre todo, Vitoria,calificado depadrede esta ciencia por elitaliano De Giorgi, se le puede echaren cara, como lo hizo Sanz del RonoBuckle, ni Draper,que su ingenio sedesarroll slo bajo un parcial aspecto,yde que en l no pudo escribirse, comoasegura Philippson, de filosofa ni depoltica? En qu pas de Europa seescribi en aquel tiempo como lo hizoMariana denunciando los abusos de losgobernantes, tronando contra los fa-voritos de los reyesypronuncindose favor del regicidio; como Castrilloinclinndose favor de la forma degobierno republicana; comoFoxMor-cillo declarando que los reyes "no sonseores poseedores de los reinos, sinoclientesysbdi'tos de la Repblica"; como Fr.Juan de Santa Mara dedi-cando ocho captulos de su tratado de140LALEYENOANGBARepiiblicayPoltica cristiana, la in-fluencia de los privados en el gobiernoen tiempodel DuquedeLerma;, final-mente, como Ouevedo en mltiples es-critosymuy especialmente en su Pol-tica de Diosygobierno de Cristo?Es posible escribir con mayor des-enfado que lo hicieron estos autoresni arremeter con mayor bro que el deellos contra todos los abusos de sutiempo?Siendo esto fcil de comprobar, slodiremos que cuantos aseguran que enEspaa no se escribi de filosofa nide poltica cometen el mayor de lospecados, que es hablar de odas.IIIEl pueblo espaol acomete entonces,es decir, en esta poca de indiscutiblesuperioridad, las dos grandes empresasen las cuales haba de desangrarseydefenecer polticamente. Estas empresasfueron el mantenimiento de su supre-macaenEuropaylaconquistaycoloni-zacin dq Amrica. Que ambas empre-sas tuvieron sus lunares; pero qu em-presa humana est exenta de ellos?Y LA VERDAD HISTRICA I4IAcaso las conquistas de la libertad in-dividual, la abolicin de las trabas pues-tas al desarrollo de la personalidadylas conquistas de la tolerancia en mate-ria de creencias, no han ido precedidasyacompaadas en todos los pases deabusos indescriptibles contra esa li-bertad, ese desarrolloyesa tolerancia?Acaso la sociedad humana ha hechoalgo ni ha conseguido algo por obraygracia no ms que de la bondadydela justicia? Acaso la Revolucin ingle-sa de 1668yla francesa de1789,acon-tecimientos ambos cada momento en-salzados, no hicieron correr la sangre torrentes? Acaso fu el sectarismoyla crueldad de los protestantes ingle-ses de la tpoca de Isabel, el de losrevolucionarios franceses de1793menosrepugnanteydespreciable que la in-toleranciayque los abusos de la Inqui-sicin espaola durante los tres siglosde su existencia? Pero no divaguemos.La primera de estas empresas tienepor base el sentimiento religioso, mejordicho, reconoce por fin la defensa delcatolicismo. Lasegundatambin, aunqueen menor grado. Haba varas razonespara ello. La primeraes de carctergeneral. "La revolucin religiosadice142LALEYENDANEGRAel profesor Philippsonfu el primeracontecimiento de aquella poca, el he-cho que en ella preponderayle danom-bre. Todas las dems manifestacionesdela vida se hallan por l influidasyenel se confunden" (i). Es decir, que Es-paa llega su esplendor en un tiempoen que los intereses polticos se hallabande tal modounidos los religiosos, queformabanunasola cosa. Lalucha se en-tabl entre el catolicismoyla Reforma.De sta deca un monarca tan escpticocomo Francisco I que "semejante nove-dad tenda por completo la ruina dela Monarqua divinayhumana". Seconsider la Reforma como una revo-lucin poltica ms bien que religiosa,yyaveremosmsadelante que, en efecto,no pocas de sus manifestaciones tuvie-ron carcter, noya poltico, sino social.Espaa se puso de parte del catoli-cismo. Por qu? Un protestante, lordMacaulay, nos lo dir con su imparcia-lidad acostumbrada: "Espaa, no slono tena, como los Prncipes del Norte,motivo alguno de inters personal para(i) La Europa occidental en tiempo deFelipe II, de Isabel de Inglaterrayde En-rique IV de Francia, Oncken, tomo VIII.Y LA. VERDAD HISTRICA 148combatir la SantaSede, sinoqueantespor el contrario, en orden este punto,la nacinyel Rey pensabanysentande igual modo, siendo la unin de todossincerayprofundaenamar la fe de susmayores, que al calor de este senti-miento nobilsimo se fundian, por decir-lo as, las institucionesylas glorias dela Patria... He aqu por qu el catoli-cismo, que en la mente de los pueblosde Europa significaba expoliacinyti-rana, en la delos espaolesera smbolode famosos descubrimientos, de glorio-sas conquistas, de inmensas riquezasyde grandes libertadesyderechos" (i),Pero adems de esta razn, suficientepara que los espaoles defendiesen lasideas de esta Iglesia, haba otras decarcter eminentemente poltico. Espaano era en el siglo xvi, ni mucho des-pus tampoco, una nacin en el sen-tido moderno de la palabra; era, aundentro de la misma Pennsulaypres-cindiendo de sus dominios en Europa,nn conglomerado de reinos "en len-guas, en costumbres, en fueros, enprivilegiosyen efectos diferentes".Campanella vea en esta diversidad la(i) El Pontificado. Estudios polticos.144LALEYENDANEGRAprincipal flaqueza de la Monarquaes-paola,yfcil es suponer lo que hubierasido de aquellos elementos tan discordes,tan recelososytan opuestos toda in-fraccin de sus fuerosyde sus privile-gios, si la Reforma, penetrando en laPennsulaydifundindose por ella, hu-biera convertido aragonesesycatala-nes, vascongadosycastellanos, va-lencianosynavarros en adversarios enmateria de religin.Estosin contarconotraraznesencia-lsima, que parece haber sido desdeadapor cuantos han tratado del asunto. Enaquel tiempo, nos referimos los si-glosXVIyXVII, no se conceba el escep-ticismo religioso, ni la tolerancia enma-terias de fe, en Espaani fuerade ella;haba que creer en algoysi no se creade grado se crea la fuerza. Tampocose considerabacomounideal nacional elfomento de la exportacin, el monopoliodeun artculo, el dominio de los merca-dos, ni siquiera la polticahidrulica.Losideales se buscaban en cosas espiritua-lesyno en cosas materiales. Por tan-to, el ideal de los espaoles tuvo que serunideal religioso,ydentrode los idealesreligiosos, el ideal catlico. Es este unhecho ante el cual tenemos que incli-Y LA VERDAD HISTRICA146narnos (i). Y fu el ideal catlico, nosolamente porque est probado hasta lasaciedad que el protestantismo no res-ponde las necesidades ni losgas-tos de lospueblosmeridionales, sinopor-queel pueblo espaol crey durante mu-cho tiempo, sin que para ello le fal-tasen razones tan slidas como las desu rpidayenorme elevacin la ca-tegora de potencia mundial, que erael pueblo elegido de Dios para la eje-cucin de sus soberanosyaltsimos de-signios. Qu nacin de entonces podahombrearse con la espaola?"Ningn Estadoescribe Schillerpodaatreverselucharconella. Francia,su temible vecina, debilitada por la gue-rraymsan por las facciones que le-vantaron la cabezabajounGobierno in-fantil, se encaminaba pasos agiganta-dos la poca infeliz que, por espaciodeun siglo, la convirti en teatro de ho-rroresymiserias. Isabel de Inglaterraapenas poda mantener su tronoyde-fender la recin fundada Iglesia de los(i) Recordemos la frase de Macaulay:"Errorygrande es suponer que ciertas suti-les proposiciones acerca de los atributos deDios, del origen del mal, de las bases de lasobligaciones morales, impliquen alto gradode cultura intelectual." (El Pontificado.)!0r46 LALKYKNDANEGRAembates de los partidosyde las ase-chanzas de los desterrados. El nuevoEstado tena que salir primero de lastinieblasyrecabar de la errnea pol-tica de sus rivales la fuerzacon que iba vencerlos.Lacasa imperial de Alema-nia estaba unida la espaola por eldoble lazo de la sangreyde la poltica,yla fortuna guerrerade Solimnllama-ba su atencin hacia el Orienteynohacia el Occidente de Europa. El agra-decimientoyel temorvinculaban en Fe-lipe II los prncipes italianosysus he-churas dominaban en el Cnclave, Losmonarcas del Norte yacan an en elsueo de la barbarie empezaban seralgoyel sistema europeo los ignoraba.Hbiles generales, ejrcitos numerososyacostumbrados al triunfo, una marinatemidayricos tributos de las Indias,qu armas no eran en las manos fir-mesyenrgicas de un Prncipe inteli-gente!" (i)Tiene,pues,algodeparticular! quelosespaoles de aquel tiempo concibieranyexpresaran las ideas ms grandiosasacerca del porvenir de su nacin? Un(i) Geschichte der Abfall der Niederlan-4en, libro I.y LA VEPDAD HISTRICA I47gegrafo annimo del siglo xvii declarque Espaa tena mayores ventajasque ningn otro reino "como destinadapor el ciclo seorearymandar todo el orbe"' (i),yotro gegrafo,Mndez Silva, llamaba nuestra pa-tria "cabeza de Europa, emperatriz dedos mundos, reina de las provinciasyprincesa de las naciones"(2).El des-cubrimientoyla conquista de Amricaexalt extraordinariamente los espri-tus. Lpezde Gomaradeca que "lama-yor cosa, despus de la creacin delmundo, sacando la encarnacinymuer-te del que lo cri, es el descubrimientode las Indias". No era extrao que losespaoles sintieran por su patriayporel que, estando su cabez