La Esclavitud en Roma
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LA ESCLAVITUD EN ROMA
Según el Diccionario de la Real Academia Española, la esclavitud es la
sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo
u obligación. Asimismo define esclavo como la persona que carece de libertad
por estar bajo el dominio de otra.
Para el Ius civile romano, el esclavo no era una persona, sino un muerto civil o
nullum caput habet. Solamente el hombre libre podía disfrutar de la plenitud de
los derechos, especialmente si era ingenuo (haber nacido libre y nunca perder
esa calidad), dado que los libertinos eran de condición inferior, la cual les
impedía el ejercicio pleno de los derechos no obstante ser libres.
La libertad implicaba el derecho a ejercitar la totalidad de las facultades
humanas en todo aquello no prohibido por la ley. A ella se oponía la esclavitud,
institución del derecho de gentes, en cuya virtud un hombre se encontraba
sometido, como si fuera una cosa, a otro hombre, o sea, que el sometido
carecía de personalidad, no era sujeto del derecho, sino objeto de él.
La condición esclava, empero, si bien hoy es mirada como ignominia del
género humano, en las épocas de su aparecimiento significó gran progreso,
porque antes los pueblos nómadas vivían en constantes guerras que daban
lugar a que el vencedor quitara la vida al vencido, por lo que al pasarse al
sedentarismo se adquirió el convencimiento de que era mejor no dar muerte al
derrotado sino aprovecharse de él como esclavo (en las faenas agropecuarias),
con lo que la sociedad, sin duda, tuvo un significativo progreso.
El esclavo era, entonces, el individuo de la especie humana sometido a la
potestad y al derecho de propiedad de un dueño.
I. ¿CÓMO SE LLEGABA A SER ESCLAVO?
Se llegaba a serlo por causas referidas al derecho de gentes o al derecho
civil.
I.1. CAUSAS DEL DERECHO DE GENTES
1.1.1. Captura bélica
La captura bélica constituyó la más originaria y fecunda
fuente de esclavitud. Para que se diera, al combatiente debía
hacérsele prisionero en una guerra de nación a nación, y no,
por ejemplo, en lucha con piratas o bandidos. Más aún, la
guerra debía estar legalmente declarada (Justum bellum),
aunque semejante condición solamente podía tener aplicación
respecto de pueblos que mantenían relaciones con Roma, ya
que para los bárbaros, quienes vivían en constante guerra
como estado normal, en modo alguno esa condición podía
tener operancia.
1.1.2. El nacimiento
Se nacía esclavo, en virtud de principio admitido por todos los
pueblos de la antigüedad como básico del derecho de gentes,
esto es, que el hijo concebido fuera de justas nupcias seguía
la condición que tuviera la madre el día del nacimiento,
porque hasta entonces no estaba separado de esta. Pero más
tarde, para favorecer la libertad, y a consecuencia de decisión
del Emperador Adriano, el principio se modificó en el sentido
de que el hijo nacería libre aunque la madre fuera esclava
para el momento del parto, con tal que hubiese sido libre por
un instante siquiera durante la gestación, lo que significó que,
en adelante, para que el hijo naciera esclavo, era
indispensable que la madre conservara la condición esclava,
sin solución de continuidad, desde la concepción de la criatura
hasta el nacimiento.
I.2. CAUSAS DEL DERECHO CIVIL
Entre las causas de la esclavitud referidas al derecho civil
encontramos varias, siendo las principales:
1.2.1. En el antiquísimo derecho
a) Rehusarse a ser inscrito en el censo;
b) Eludir la prestación del servicio militar;
c) El deudor que, noventa días después de su condena, aún
eludía el pago al acreedor, quien podía venderlo como
esclavo; d) El ladrón cogido en flagrancia que el robado
procedía a vender.
1.2.2. En la época clásica y durante Justiniano aparecieron
como modos civiles de constitución de esclavitud
a) La condenación ad metallum (trabajo en las minas) y ad
bestias (a las fieras), lo que comportaba que el condenado se
hiciera esclavo de la pena (servi poenae);
b) Según el Senado-Consulto Claudiano, la mujer sui iuris e
ingenua que mantuviese relaciones con el esclavo de otro, y
desatendiera tres requerimientos del dueño, pasaba a ser
esclava de éste previa sentencia en ese sentido;
c) El hombre libre, mayor de veinte años, que se hacía vender
como esclavo para dividir el precio con su cómplice, quedaba
como esclavo del comprador;
d) El liberto ingrato para con su patrón podía volver a ser
esclavo del antiguo dueño.
Todavía más: Es citada como causal de esclavitud según el
derecho civil, el hecho de que el dediticio (pueblos que se
rendían sin condiciones a la autoridad del imperio y se
sometían a la pax romana) fuera sorprendido dentro de Roma
o dentro de las cien millas alrededor de esa ciudad.
II. ¿CUÁL ES LA CONDICIÓN DE LOS ESCLAVOS FRENTE AL
DERECHO ROMANO?
Al amparo de la Ley de las XII Tablas, el esclavo era cosa del dueño,
quien disponía de él como quisiera, pudiéndolo someter a toda clase de
trabajos, juzgarlos y castigarlos, supuesto que sobre él ejercía derecho de
vida y de muerte.
Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la situación del esclavo fue
morigerada, pues la historia muestra que al abrigo de la filosofía estoica
surgieron moralistas que repudiaron la esclavitud por contraria al género
humano, tanto que Séneca se constituyó en defensor de los esclavos
proclamando el principio de la igualdad de los seres humanos.
La Ley Petronia prohibió la entrega del esclavo a los juegos de circo sin la
autorización de los magistrados; y Antonino Pío castigó al dueño que, sin
justos motivos, daba muerte a su esclavo; y por un rescripto especial, ese
mismo emperador dispuso que el dueño de malos tratos a su esclavo,
debía ser obligado a venderlo.
En el ámbito patrimonial, el esclavo nada tenía, puesto que apenas era un
instrumento del dueño para la adquisición de bienes, sin que, por otra
parte, pudieran contraer obligaciones civiles. De ahí que el producto de su
trabajo o el fruto de las liberalidades que pudiera recibir, solo beneficiaban
al amo.
Mas, hubo esclavos que gozaron de preferencias por parte de sus
dueños, tales como ser el intendente de sus fortunas, el maestro de sus
hijos, el médico, el bufón y hasta el eunuco llevado a Roma en tiempos de
Tiberio bajo la influencia de costumbres orientales. Al servicio de un
esclavo ordinarius podían estar los llamados vicarii; pero en estricto
derecho, esas distinciones entre los esclavos no hacían variar su status
legal.
III. LA INSTITUCIÓN DE LA ESCLAVITUD
¿Cómo terminaba la esclavitud? En realidad, el esclavo dejaba de serlo
por motivos que la legislación expresamente definía, siendo ellos: la
voluntad diáfana del dueño a través de la manumisión o por la concesión
del colonato en la época del bajo imperio; y sin la voluntad del dueño, por
efecto de normatividad legislativa o en virtud del Ius Postliminii.
En cuanto al derecho de postliminio (Ius Postliminii), se tiene que el
capturado bélicamente, que pasaba a ser esclavo del captor, si se
escapaba, no sólo recuperaba la libertad natural, sino la legal, de pleno
derecho, fuera de que, por contera, le eran restituidos la totalidad de los
derechos inherentes a su personalidad como si no los hubiera perdido
nunca.
Si era ingenuo, volvía a serlo, como también padre, hijo de familia, tutor,
etc., si antes de la guerra había tenido todos esos títulos. Se trataba en
Roma de excepción a la captura bélica como forma generadora de
esclavitud. Como también lo fue la regla de la Lex Cornelia que consagró
ficción a cuyo tenor si el ciudadano romano moría en cautiverio, el hecho
de la muerte se estimaba ocurrido en el instante mismo de la captura (y
una de las consecuencias, para señalar alguna, era la de que el
testamento otorgado con antelación conservaba entera vigencia).
Llegaron a ser libres por imperio de la ley, esto es, de pleno derecho: a) El
esclavo enfermo que fuera abandonado por el amo (decisión de Claudio);
b) La esclava prostituida no obstante la prohibición contenida en el
documento expresivo de la venta; c) El esclavo que denunciara al asesino
de su dueño; d) El esclavo que, por espacio de 16 años, aparecía ante
propios y extraños como libre; y e) El esclavo que era adquirido bajo la
condición de ser manumitido en determinado plazo, siempre que al llegar
éste, el adquiriente no hubiese cumplido la condición.
Lo anotado en precedencia evidencia que, en principio, no existía
diferencia en la condición de los esclavos. Pero tratándose de las
personas físicas o naturales era bien distinto, supuesto que entre ellas
hubo ingenuas y libertas, ciudadanas y no ciudadanas, sui iuris y alieni
iuris. De esa división de las personas se hará estudio posteriormente.
a) INGENUO: El ingenuo era todo aquel que habiendo nacido libre no
había dejado de serlo en momento alguno. Por el contrario, quien siendo
ingenuo caía en esclavitud perdía la ingenuidad, calidad que no podía
recobrar, salvo que esa pérdida fuera por captura bélica y que más tarde
operara la libertad como secuela del Ius Postliminii.
b) MANUMISIÓN: Manumitido era aquel que, siendo esclavo, pasaba a
ser libre en virtud del acto jurídico libre y espontáneo del amo llamado
manumisión; y si bien, tanto en el antiguo derecho como en el de
Justiniano, los manumitidos legalmente se convertían ipso iure en
romanos, no fue menos cierto que en la época clásica, fuera de quienes
pasaban a ser romanos, también hubo manumitidos que adquirían, no la
condición romana, sino de latinos junianos y de dediticios.
LA ESCLAVITUD EN LA CULTURA HEBREA
La esclavitud entre los hebreos se remonta a los tiempos de los Patriarcas.
Cuando Abraham fue a Egipto a visitar al faraón reinante recibió el regalo
de esclavos y en el Génesis, ver. 1º del cap. XVI, se habla de una esclava
egipcia, llamada Agar, propiedad de Abraham.
El versículo 12, capítulo XVII del libro del Génesis dice lo siguiente: Entre
vosotros todos los infantes del sexo masculino, a los ocho días de nacidos
serán circuncidados, de una a otra generación; el siervo, ora sea nacido en
casa, ora le hayaís comprado, etc.; lo cual prueba lo siguiente:
La existencia de la esclavitud entre los hebreos.
Uno de sus orígenes era la compra de esclavos.
Todo ello prueba el tráfico de esclavos entre los hebreos.
I. LA ESCLAVITUD ENTRE LOS HEBREOS
Todos los tiempos de la antigüedad estaban afligidos del comercio y el
servicio de la trata de esclavos, y algunas naciones modernas aún no se
han emancipado de esta verdadera tara.
Se remonta hasta el patriarca Abraham, que poseyó numerosos esclavos.
Moisés no abolió la esclavitud. Muchos autores, cuando se refieren a la
esclavitud en Israel, califican de servidores y no de esclavos, a las víctimas
de tal capitis diminutio.
El código de la Alianza se refiere a la materia en éstos términos: “Cuando
comprares un esclavo hebrero, te servirá seis años; pero al séptimo, saldrá
libre gratuitamente. Si hubiese entrado solo, saldrá solo; si fuese casado,
su mujer irá con él. Si su amo le hubiera dado mujer, de la cual haya tenido
hijos e hijas, la mujer y los hijos pertenecerán al amo, y el saldrá solo. Pero
si el esclavo declara: amo a mi señor, y a mi mujer y a mis hijos, no quiero
ser puesto en libertad, entonces su señor lo hará aproximar a Dios y,
arrimándolo a la puerta, o al poste de ella, le horadará la oreja con una
lezna; el esclavo entonces quedará para siempre a su servicio. Cuando
alguno vendiere a su hija como esclava, no saldrá libre en las mismas
condiciones que los otros esclavos. Si desagrada a su amo, después que
este se haya unido a ella, la hará rescatar; no tendrá el derecho de
venderla a extranjeros, después de haberle sido infiel. Si la destina a su
hijo la tratará como una hija. Si tomara otra concubina, no le disminuirá
nada a la primera, de su comida, de su vestido, ni de su derecho conyugal.
Si no le diera satisfacción sobre estos tres puntos, entonces ella saldrá
libre, gratuitamente, sin tener nada que pagar”.
La biblia está pletórica de las alusiones al pasado histórico de Israel; y
habéis sido extranjeros en Egipto… Y quien dice extranjero en aquella
antigüedad, dice esclavo, y quien dice esclavo sabe del amargo pan de los
siervos.
II. CAUSAS DE LA ESCLAVITUD EN EL DERECHO BÍBLICO
Conforme a la regla del Éxodo, la esclavitud del israelita no podía
prolongarse por más de seis años; al sétimo debía recobrar su libertad,
libremente, sin cargo ni carga de ninguna especie. Si el esclavo israelita
tuviere un amo extranjero, podrá ser rescatado, en el término indicado, por
un hermano o familiar, mediante una compensación.
Deuteronomio es más explícito aún: “Y cuando lo despidieres de ti, no le
enviarás vacío; le abastecerán liberalmente de tus ovejas, de tu era y de tu
lagar; le darás de aquello en que Jehová te hubiere bendecido”.
En cuanto a la autoridad paterna que llegaba hasta la venta de la hija para
abandonar deudas, en caso de extrema indigencia, baste recordar que en
el antiguo Israel la mujer y la hija eran parte intregrante del patrimonio del
cónyuge masculino. El comprador de la hija debía tomarla como concubina
para sí, o para alguno de sus hijos, y brindarle el trato que se brindaba a
una esposa; pero si el amo no le agradaba, no podía venderla a un
extranjero, pues siempre existía la esperanza de que el padre o hermano,
pudiera rescatarla. La legislación de Moisés consigna otras formas más de
liberación de esclavos: rescate por dinero; cuando el esclavo hubiere sido
cruelmente castigado; si una esclava se prostituía y el amo no la
sancionaba de una manera suficiente, los magistrados podían ordenar su
libertad con la perspectiva de que retornara al buen sendero.
III. SUAVIZACIÓN DE LA SUERTE DEL ESCLAVO
a) La cuestión en el Talmud
La esclavitud de israelitas fue prácticamente abolida. En cuanto a
paganos se adoptaron las siguientes normas:
1. El que compra un esclavo, se compra un amo; porque él no debe
comer pan bueno y reservar para el esclavo el pan malo; ni beber vino
bueno y brindar al esclavo de otro vino.
2. El esclavo pagano de un amo hebreo puede casarse con una esclava
y divorciarse libremente de ella.
3. El esclavo pagano puede poseer los bienes que obtenga con su
trabajo y recibir donaciones.
4. El esclavo pagano de un amor judío debe adaptarse a las costumbres
del amo, pero no puede ser forzado a circuncisión.
5. Se abolió la costumbre de proceder a la venta de esclavos en las
ferias y plazas públicas, como ocurría en Grecia y Roma.
6. El amo judío que diese muerte a su esclavo, debía sufrir la misma
pena.
7. La manumisión era obligatoria para el amo israelita:
- Cuando el amo le ha hecho perder un órgano o un sentido, o si le
ha producido una llaga incurable.
- Si un amo en juicio vendió su esclavo a un pagano, estaba
obligado al rescate, al cumplimiento de los seis años, pagando el
precio que le fuere exigido.
- Si un amo israelita vende su esclavo a un pagano extranjero, está
obligado a rescatarlo y darle libertad.
- Si una persona es mitad libre y mitad esclavo, se le tiene por libre
frente a la ley rabínica.
- Si un esclavo acude a la inmersión (bautismo) para ingresas al
judaísmo, se toma libre por este solo hecho.
- Si un hebreo empeña a su esclavo en garantía de una obligación,
no podrá ser vendido, ni dejarlo en manos del acreedor.
El esclavo pagano puede adquirir la libertad por dinero o por un acta de
manumisión.
LA ESCLAVITUD EN LA CULTURA EGIPCIA
En el Antiguo Egipto, los esclavos eran gente sin derechos, obligadas a realizar
duras tareas en las que los azotes podían ser habituales, y que serían
perseguidas hasta la extenuación en caso de huida. Sus funciones, eran muy
variadas, podían ir desde la extracción de piedras o metales en canteras y
minas, hasta la construcción de diques y limpieza de canales para un mejor
aprovechamiento de las aguas del Nilo, pasando por el desarrollo de tareas
agrícolas. Los esclavos eran propiedad exclusiva del Faraón, el cual tomó la
costumbre de regalarlos en ocasiones a aquellos cortesanos que se hubiesen
hecho acreedores de tal premio, los cuales desde ese momento podían
venderlos, comprarlos, o alquilarlos para que trabajaran para otros, y la
condición del esclavo no era irreversible.
En Egipto existía la esclavitud, pero no en el sentido clásico de la palabra. Los
siervos “forzosos” tenían derechos legales, percibían salario y hasta podían ser
ascendidos. Los malos tratos no eran frecuentes, y cuando ocurrían, el esclavo
tenía derecho a reclamar ante los tribunales, aunque únicamente si el castigo
había sido injusto. Para servir en las mejores familias incluso había voluntarios.
A veces, personas arruinadas se vendían a sí mismas a familias de buena
posición. Los esclavos adscritos al servicio doméstico podían considerárseles
afortunados. Además de alojamiento y comida, su dueño estaba obligado a
suministrarles una cantidad de telas, aceites y vestidos.
Nadie puede negar desde luego que en Egipto hubo esclavos, pero estos no
representaban la generalidad, sino una insignificante minoría formada por
prisioneros de guerra extranjeros, (principalmente libios y nubios durante el
Reino Antiguo, y sirios y palestinos durante el Nuevo), un colectivo al que
algunos autores añaden los ciudadanos del propio país que perdieron su
libertad tras haber sido condenados por un delito, aunque estos últimos si bien
estaban sometidos al mismo régimen de trabajos forzados de los anteriores, no
por ello tenían igual consideración.
I. FUNCIONES DE LOS ESCLAVOS
Las distintas funciones asumidas por estos cautivos podían hacerles
desempeñar desde labores domésticas al servicio de estos nobles o
sacerdotes, hasta trabajos de tipo agrícola. Pero realmente fue el arte de la
guerra el que creó un flujo de esclavitud hacia Egipto derivándolos a
puestos específicos en el ejército, no como mercenarios, y recibiendo
también por sus servicios donaciones de tierras para su explotación
agrícola. El motivo de este creciente número de esclavos o prisioneros de
guerra que se estaba produciendo se debía al fuerte empuje que se le
estaba dando a la guerra tras las diferencias con los hicsos. No es hasta
el Imperio Nuevo cuando podemos confirmar la existencia de una auténtica
diferenciación entre el hombre libre y el esclavo amparado en el valor
jurídico de cada clase social. La posición y las funciones del esclavo
también iban sufriendo modificaciones; se habían convertido en moneda de
pago en el desembolso de tributos de guerra, podían ser incluidos en una
herencia, participaban en la eficacia de la defensa de la Marina egipcia
empleados en los remos de las barcas o como líderes de campañas como
oficiales del ejército, hecho asombroso pero constatado a partir del elevado
número de hombres con nombres asiáticos en tales puestos de
importancia.
II. SITUACIÓN LEGAL DE LOS ESCLAVOS
Los derechos legales de que podían gozar los esclavos, que se encuentran
documentados en escrituras antiguas, son tan reales como que dichos
derechos se conculcaban por las autoridades continuamente, y en una
sociedad en la que la mayoría de la población era iletrada (la escritura
demótica no era conocida más que por una minoría), difícil defensa podrían
tener ante tribunales que estaban más atentos a cumplir los deseos de los
gobernantes. El sistema por el que muchos egipcios, libios, nubios y otros
pueblos caían en la esclavitud, era mediante encomendación a una familia
o autoridad después de haber perdido su anterior estatus o sus
propiedades. Esto siguió dándose en otros territorios, incluso en Europa,
durante la Edad Media. De lo que no cabe duda es de que la esclavitud
existió a partir de los botines de guerra, en su mayoría con los prisioneros
que se capturaban (que yo sepa documentos egipcios e hititas hablan de
esta práctica, y no eran pocos los prisioneros de guerra que caían en la
esclavitud). Hay fuentes antiguas que hablan del pago a los esclavos, pero
el sueldo era en especie (no existía la moneda) y dicha especie (alimentos,
vestidos) no servían más que para reproducir el trabajo al que estaban
obligados los esclavos. Es decir, no era reconocido como un derecho, sino
como una necesidad para que el esclavo-trabajador pudiera seguir siendo
útil. Heródoto en el s. V antes de Cristo habla profusamente de la
esclavitud en Egipto, pero aunque esta fuente es muy tardía, el historiador
griego pudo saber que los esclavos que él vio en Egipto correspondían
exactamente con los de la antigua Grecia que él conocía bien.
III. ESCLAVOS Y PIRÁMIDES DE EGIPTO
Que en las construcciones de las pirámides hubiese obreros calificados,
capataces, obreros no esclavos, etc. no quiere decir que buena parte de la
mano de obra no fuese esclava. Los testimonios escritos en los que
esclavos muertos aparecen reflejados como "amigos de Khufu", es decir,
Keops, no es más que un formulismo en opinión de varios especialistas. No
tiene sentido pensar que los esclavos llamasen de buen grado "amigo" al
emperador. Sí podrían hacerlo por obligación, por temor o incluso por
convicciones religiosas. De la misma manera sus próximos les enterrarían
con ajuar por las creencias religiosas existentes sobre el más allá.
El que la construcción de las pirámides y otras grandes obras fuese un
motor para la economía de la época nada añade a la condición de esclavos
de buena parte de la sociedad egipcia antigua. Esto no debe extrañar a
nadie, pues todas las sociedades antiguas fueron esclavistas, es decir, su
prosperidad se basaba en el trabajo esclavo.
LA ESCLAVITUD EN LA CULTURA GRIEGAEl desarrollo extensivo de la esclavitud en Grecia corresponde al periodo
clásico, llegándose a contar a fines del s.V a.C., por lo menos 70 mil esclavos
en Atenas; sin embargo, los antecedentes y la aparición de la esclavitud
entendida no solo como un modo de organización de la vida económica, sino
como una ideología validada consensualmente, se da mucho antes.
En el s.VI a.C. se incrementa la demanda de esclavos en Atenas por la
privatización de la propiedad de la tierra, el fomento de la producción mercantil
y la falta de mano de obra interna; esto, sumado a que Atenas fue el centro de
atracción de una ingente población y al incremento de la demanda de ingresos
líquidos de las élites, obligó a que se entendiera la esclavitud como un hecho
primordial y como una actividad que la polis “naturalmente” debía realizar en
vista a la culminación de su telos: el buen gobierno y la vida feliz.
No fue ningún problema colorear en el imaginario griego, los detalles y lagunas
que se habían contorneado desde tiempos heroicos, en relación a la esclavitud.
Esta tarea, con las tonalidades grises y obscuras de la abstracción aristotélica,
no fue más que la verbalización conceptual de lo que constituía una noción
profundamente enraizada en el imaginario colectivo de la vida civilizada de la
culta y superior Atenas.
Estatutariamente el esclavo es una propiedad, carece absolutamente de
gobierno sobre sí mismo y se encuentra en indefinido y radical desarraigo. Es
una realidad inmediata y frecuente, se tolera su presencia y “naturaleza”
cotidiana e inferior, sólo porque resulta imprescindible su trabajo y porque se
ha asumido una obligación, magnánimamente de parte del “pueblo superior”, la
obligación de “regir” la vida de esclavos y bárbaros, para felicidad de todos y
por el interés colectivo. Así, se pensaba en la esclavitud como una necesidad
universal dentro de los límites del brillante “mundo griego”.
I. FUENTES DE ESCLAVOS
Generalmente, los esclavos eran traídos a Grecia desde lejos; el desarrollo
de la esclavitud a partir de los siglos VII y VI a.C. en todas las polis
comerciales-industriales se debió fundamentalmente a la coerción
extraecónomica de los «bárbaros», a los que el propio Aristóteles
consideraba como esclavos natos. Así y todo, la esclavización de griegos
por griegos no constituía ningún fenómeno raro. Así, en tiempos de
Polícrates, tirano de Samos, los habitantes de la isla de Lesbos, hechos
prisioneros de guerra, aherrojados con fuertes cadenas, fueron enviados,
como esclavos, a trabajar en la fortificación de la ciudad de Samos.
Durante la guerra del Peloponeso, los atenienses que cayeron prisioneros
de los siracusanos tras el desastre de la expedición a Sicilia fueron
enviados como esclavos a las canteras. La transformación en esclavos de
la población de una ciudad conquistada era, sin embargo, una excepción, y
no eran los varones los que con mayor frecuencia sufrían esto, sino las
mujeres y los niños; pero, por lo general, los prisioneros eran canjeados o
rescatados por sus conciudadanos o por el Estado.
La esclavitud por deudas impagadas fue abolida en Atenas por Solón, pero
se conservó en algún que otro lugar de Grecia. Los metecos y los libertos
volvían al estado de esclavitud en el caso de no cumplir sus obligaciones
con el Estado. Las personas que se adjudicaron ilegalmente los derechos
de ciudadanía y los extranjeros que contra las disposiciones de la ley
contraían nupcias con ciudadanos atenienses, también eran castigados con
la esclavitud. Sin embargo, la masa fundamental de los esclavos estaba
compuesta por los no griegos. La mayor parte provenía de Iliria, Tracia,
Lidia, Frigia, Siria y Paflagonia; muchos eran traídos a Atenas también de
los mercados del litoral del mar Negro.
Las más importante fuentes de provisión de esclavos eran las guerras.
Después de la batalla del Eurimedonte, Cimón trajo al mercado de esclavos
más de veinte mil. La isla de Quíos era considerada como el más grande
de estos mercados. También gozaban de notoriedad los mercados de
Efeso, Samos, Delos, Chipre y, posteriormente, Tesalia, Bizancio y el litoral
septentrional del mar Negro, pero el centro principal del comercio esclavista
en el siglo v era Atenas, donde casi mensualmente se organizaban
subastas de esclavos; los que en ellas quedaban sin haber sido vendidos
eran trasladados a otros lugares. En el mercado se exponía a los esclavos
sobre un tablado y su vendedor, quizá también un esclavo, o un liberto,
elogiaba ante los compradores las cualidades físicas de su mercancía. Los
precios oscilaban en función de la oferta y la demanda y de la mayor o
menor cualificación del esclavo. En el año 418, un esclavo varón valía,
término medio 167 dracmas; una mujer, en 135 a 220 dracmas. Los
esclavos que trabajaban en las minas valían, en el siglo iv, de 154 a 184
dracmas. Los esclavos artesanos tenían precios más elevados. Se conoce
un caso de venta de veinte esclavos tallistas en marfil por 40 minas.
Los hijos de esclavos, al igual que los de una persona libre y una esclava,
pertenecían a aquel propietario en cuya casa habían nacido. Por otra parte,
el padre libre podía declarar libre a su hijo, si bien esta criatura, aun así, no
obtenía los plenos derechos de ciudadanía. Solamente en circunstancias
muy especiales (por ejemplo, en los casos de gran disminución del número
de ciudadanos), los hijos de los matrimonios entre personas libres y
esclavas se tornaban ciudadanos con plenos derechos. En general, los
esclavos natos eran relativamente pocos; según las inscripciones de
Delfos, de los 841 esclavos libertos, sólo 217 lo eran de nacimiento.
Así, pues, todo lo que no es conocido acerca de las fuentes de la esclavitud
en Grecia habla del imperio de la directa coerción extraeconómica. Marx ha
caracterizado el sistema de la antigua esclavitud de la siguiente manera:
«... el sistema de esclavitud, por cuanto el mismo representa la forma
dominante del trabajo productor en la agricultura, manufactura, navegación,
etcétera, tal como lo era en los Estados desarrollados de Grecia y Roma,
conserva elementos de la economía natural. El mismo mercado de
esclavos recibe constantemente la contemplación de su mercancía —
fuerza de trabajo— mediante la guerra, la piratería, etc., y esta piratería, a
su vez, ocurre sin el proceso de transformación, representando la
apropiación del trabajo ajeno mediante la directa coerción física».
II. SITUACIÓN DE LOS ESCLAVOS EN GRECIA
Desde el punto de vista jurídico, el esclavo no era considerado un ser
humano. No tenía familia; las relaciones familiares entre esclavos y
esclavas no eran consideradas como matrimonios; los hijos de una esclava
eran una cría perteneciente al amo de la madre. Los esclavos estaban
completamente en poder de sus amos. El propietario podía obligar al
esclavo a ocuparse de este o aquel oficio, podía venderlo o matarlo. Sólo
posteriormente, el derecho del esclavista a matar a su esclavo quedó
limitado por la ley. En el Ática, por ejemplo, estaba prohibido matar a un
esclavo. Pero el areópago que, por lo general, como ya hemos señalado,
juzgaba los delitos de índole criminal, no entendía en las causas de muerte
violenta de los esclavos, y el que la cometía era condenado sólo a una
expulsión temporal: podía regresar haciendo el holocausto expiador y
pagando al perjudicado propietario del esclavo muerto «el precio de la
sangre».
Cuando la arbitrariedad del amo se tornaba inaguantable, el esclavo podía
recurrir al «derecho de asilo». Para su ejercicio eran considerados, por
ejemplo, en Atenas, el llamado Teséin (el templo de Hefaistos) y el
santuario de las Euménidas. Ese asilo era considerado inviolable y, según
una ley ática, el esclavo que recurría a la protección de una deidad ya no
regresaba al amo anterior, sino que era revendido a otras manos.
El esclavo no podía ocuparse de ningún negocio propio, ni atender
independientemente causa alguna, y en los casos en que un juzgado
necesitaba su testimonio, éste era dado bajo torturas, puesto que el
esclavo, en opinión de los griegos, no podía prestar juramento a la par que
un hombre libre, y prestar fe a los testimonios de un esclavo se
consideraba imposible. La multa a que se condenaba a un esclavo era
reemplazada por la flagelación, y cada golpe equivalía a un dracma. Si el
esclavo actuaba con el conocimiento de su amo recibía cincuenta azotes, y
si obraba sin el conocimiento de aquél, el castigo era de cien azotes. Un
esclavo complicado en un homicidio sufría la pena de muerte.
Los castigos corporales y las torturas a que eran sometidos los esclavos
eran un fenómeno habitual. A solicitud del dueño, el esclavo era aherrojado
con grillos y encerrado en un calabozo bajo y estrecho, dentro del cual no
podía enderezarse, ni acostarse, ni sentarse. Se los extendía sobre
bloques de madera de diferentes formas, se los privaba de alimentos, se
los enviaba a efectuar trabajos pesados (a un molino, o a las minas). A los
esclavos fugitivos se les ponía en la frente marcas con hierro candente. En
Atenas, los esclavos se hallaban en situación relativamente mejor que en
otros Estados griegos. Los temores a que los esclavos, sometidos a
condiciones insoportables, pudieran sublevarse fácilmente determinaron la
intromisión del Estado en las relaciones entre los esclavos y sus
propietarios, acarreando la prohibición de represiones arbitrarias respecto a
aquéllos. Tal situación de los esclavos atenienses indignaba a los
adversarios de la democracia. «En cuanto a los esclavos y metecos, en
Atenas hay una grandísima licencia, y allí ni te es lícito golpear a nadie ni te
cederá el paso ningún siervo», se queja el Pseudo—Jenofonte en la
República de los atenienses, expresando con ello la expresión de los
esclavistas atenienses más reaccionarios y recalcitrantes.
Es dable suponer que en sus relaciones con los esclavos domésticos los
atenienses manifestaran mayor humanismo que los habitantes de otras
ciudades. Por ejemplo, en las comedias de Aristófanes se puede hallar a
menudo entre los personajes a un esclavo que está enseñando y
aleccionando a su dueño.
No debe olvidarse, sin embargo, que la mayor parte de nuestros
conocimientos se refieren a los esclavos del Estado, cuya situación era
considerablemente mejor que la de los esclavos de otras categorías.
III. APLICACIÓN DE TRABAJO DE LOS ESCLAVOS EN LAS
DIVERSAS RAMAS DE LA ECONOMÍA
En la situación de los esclavos pueden notarse grandes diferencias.
Conocemos esclavos que trabajan de sirvientes domésticos, maestros,
médicos, mercaderes (inclusive grandes); y, por otra parte, sabemos de
esclavos de las minas, del transporte, donde se apreciaba no la
calificación, sino la resistencia y la fuerza física. Los propietarios de
esclavos consideraban a veces ventajoso estimular a algunos de sus
esclavos, colocándolos en situación privilegiada con respecto a los
restantes. Algunos de esos esclavos llegaban a tener un bienestar mayor o
menor, poseer bienes muebles e incluso inmuebles, y tener familia (desde
luego, con el permiso del dueño y bajo su protección). Con tales esclavos
se llenaban, en esencia, las filas de los libertos. Empero, al lado de éstos,
existían miles, y decenas de miles, especialmente en las minas, que se
hallaban sometidos a intolerables condiciones de trabajo. A éstos se
aplicaba, en grado mayúsculo, el consejo de Jenofonte: «Hacerlos entrar
en razón mediante el hambre»; los esclavos recibían alimentos sólo en
cantidad que les impedía morirse de hambre. La pesadez de su trabajo se
duplicaba aún por el hecho de que, para impedir que se escaparan, les
ponían grillos.
Una gran cantidad de esclavos era utilizada para el servicio doméstico. En
las familias pudientes, a la cabeza de esta servidumbre, se hallaba un
esclavo—inspector, que a veces gozaba de ilimitada confianza por parte
del amo. Los ricos propietarios de esclavos —varones y mujeres— salían a
la calle, como regla general, acompañados de esclavos o esclavas; a
menudo los esclavos acompañaban a su dueño en viajes y campañas
militares. El esclavo, puesto como ayo al cuidado de un niño, acompañaba
a su pupilo también al gimnasio y a la escuela, llevando sus enseres. Así y
todo, la cantidad de esclavos domésticos en Atenas jamás alcanzó cifras
tan grandes como posteriormente en Roma.
IV. LA LIBERACIÓN DE LOS ESCLAVOS
La manumisión de los esclavos constituía un fenómeno raro. Se realizaba
mediante el pago de un rescate por el propio esclavo, de acuerdo con el
testamento del amo, o en virtud de un acta especial que determinaba la
liberación por su dueño. A veces, en los momentos que ofrecían peligro
para la existencia de la polis, por ejemplo, en los casos de excepcional
tensión bélica, el Estado mismo otorgaba la libertad a los esclavos, con el
fin de alistarlos en calidad de guerreros. En tales oportunidades, los
esclavos manumitidos eran incorporados a las filas de los metecos, pero
pagando un impuesto especial de tres óbolos. Con respecto a su anterior
amo, el esclavo, aun ya manumitido, conservaba una serie de obligaciones
de orden material, a veces sólo vitalicias —cesaban con el fallecimiento del
amo— y otras hereditarias —se transmitían para con los descendientes del
amo.