KENIA Nyambura - Assemblies of God (USA) Official...

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© 2009 por Gospel Publishing House, 1445 N. Boonville Ave., Springfield, Missouri 65802. Todos los derechos reservados. Se concede permiso para reproducir para uso exclusivo en la iglesia local. Impreso en E.U.A. Nyambura Habari gani?” Nyambura saluda a su primo Pius, quien acaba de salir de su casa de piedra. Jacinta, la hermanita de Nyambura los sigue. Con mucho orgullo lleva en sus brazos los libros que usará en su primer día de escuela. Los tres niños conversan en swahili, el idioma de su país. Las clases de Jacinta serán en swahili, y comenzará a aprender inglés. Nyambura comenzará su cuarto grado, y todas sus clases serán en inglés. La vida en la aldea La mayoría de los kenianos viven en aldeas o pequeñas ciudades y cuidan sus propio ganado y cultivan sus campos. Las casas son de barro con columnas de madera y techo de paja, o son de ladrillo o piedra con techos de metal. En muchas aldeas no hay energía eléctrica, y para cocinar las mujeres y las niñas deben sacar agua de un pozo y recoger leña. Generalmente la familia comparte su casa con los abuelos y otros familiares. La escuela Las escuelas en las aldeas generalmente son del tipo harambee. Esta es una palabra swahili que significa “trabajar juntos”. En estas escuelas, los padres y los maestros trabajan unidos para enseñar a los niños cosas como agricultura, cuidado de la salud, diversos ocupaciones, y las asignaturas propias de la escuela. Un viaje a la ciudad Algunos de los primos de Nyambura se han trasladado a Nairobi, la capital del país donde viven unos tres millones de personas. Para ir a Nairobi, Nyambura tiene que viajar en un matatu, un camión pequeño con espacio para pasajeros en la parte trasera. Sus primos viven en un edificio de apartamentos. El edificio es tan alto que Nyambura se marea cuando mira por la ventana. Los autos, los buses, los matatus, y la gente son todos parte del bullicio y la agitación de la ciudad. ¡Una vez Nyambura vió una jirafa cruzando la calle! Las calles están llenas de gente y movimiento, y los mercados y las tiendas abren todos los días, no sólo dos días a la semana como en la aldea. Su primo recibe agua en su apartamento, ¡no tiene que ir al pozo ni al río! Pero en muchas partes de la ciudad se ve mucha pobreza. Nyambura ha visto niños y niñas de su edad que viven en chozas de madera y latón.

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Boletín de Winnie para niños

KENIA

Nyambura “Habari gani?” Nyambura saluda a su primo Pius, quien acaba de salir de su casa de piedra. Jacinta, la hermanita de Nyambura los sigue. Con mucho orgullo lleva en sus brazos los libros que usará en su primer día de escuela. Los tres niños conversan en swahili, el idioma de su país. Las clases de Jacinta serán en swahili, y comenzará a aprender inglés. Nyambura comenzará su cuarto grado, y todas sus clases serán en inglés.

La vida en la aldea

La mayoría de los kenianos viven en aldeas o pequeñas ciudades y cuidan sus propio ganado y cultivan sus campos. Las casas son de barro con columnas de madera y techo de paja, o son de ladrillo o piedra con techos de metal. En muchas aldeas no hay energía eléctrica, y para cocinar las mujeres y las niñas deben sacar agua de un pozo y recoger leña. Generalmente la familia comparte su casa con los abuelos y otros familiares.

La escuela

Las escuelas en las aldeas generalmente son del tipo harambee. Esta es una palabra swahili que significa “trabajar juntos”. En estas escuelas, los padres y los maestros trabajan unidos para enseñar a los niños cosas como agricultura, cuidado de la salud, diversos ocupaciones, y las asignaturas propias de la escuela.

Un viaje a la ciudad

Algunos de los primos de Nyambura se han trasladado a Nairobi, la capital del país donde viven unos tres millones de personas. Para ir a Nairobi, Nyambura tiene que viajar en un matatu, un camión pequeño con espacio

para pasajeros en la parte trasera. Sus primos viven en un edificio de apartamentos. El edificio es tan alto que Nyambura se marea cuando mira por la ventana. Los autos, los

buses, los matatus, y la gente son todos parte del bullicio y la agitación de la ciudad. ¡Una vez Nyambura vió una jirafa cruzando la calle!

Las calles están llenas de gente y movimiento, y los mercados y las tiendas

abren todos los días, no sólo dos días a la semana como en la aldea. Su primo recibe

agua en su apartamento, ¡no tiene que ir al pozo ni al río! Pero en muchas partes de la ciudad se ve mucha pobreza. Nyambura ha visto niños y niñas de su edad que viven en chozas de madera y latón.

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El lema de Kenia es Harambee, que significa “trabajar juntos”. En 1967, llegó a Kenia el primer misionero de las Asambleas de Dios de los Estados Unidos. Las Asambleas de Dios de Kenia fue organizada en 1969; desde esa fecha nuestros misioneros han “trabajado junto” con ellos.

Los misioneros han ayudado a establecer y organizar iglesias e institutos bíblicos. Hoy el país cuenta con unas tres mil setecientas iglesias, pero no son suficientes. Las Asambleas de Dios de Kenia cada semana abren unas cuantas nuevas iglesias. Quieren que todas las personas puedan caminar a una iglesia. Los nuevos pastores cuentan con un instituto bíblico y trece programas de enseñanza.

Juntos, misioneros y kenianos se han propuesto alcanzar con el evangelio a las tribus que nunca han oído el mensaje. El pueblo maasai cree que los médicos brujos y los espíritus tienen poder para sanar o para matar. Cuando un grupo de pastores les dijo que Jesús es quien tiene poder para sanar, estas personas se enojaron y los atacaron. Los pastores no dejaron de predicar el evangelio, y los maasai comenzaron a

ver el poder de Jesús. Hoy centenares de maasai adoran en más de ciento cincuenta iglesias Asambleas de Dios.

Las Asambleas de Dios “trabajan juntas” para ayudar a los niños. Muchos han perdido a sus padres por causa del SIDA. Aproximadamente trescientos cincuenta mil niños viven en las calles y mendigan o roban para alimentarse. Las escuelas cristianas como Mathare Valley Christian Center proveen alimento, vestuario, y alimento para ellos, y también les hablan del amor de Cristo. El Hogar de Niños de Kenia en Nairobi ofrece a estos niños un lugar dónde vivir y educación. BGMC es una GRAN ayuda pues provee materiales, equipo, y otras cosas que son necesarias.

En las iglesias, los niños aprenden de Jesús en la escuela dominical, en el culto de niños, en Royal Rangers, y Misioneritas, todo gracias a BGMC. Los jóvenes se recrean en campamentos para jóvenes. Los grupos de damas y de varones ayudan a los adultos a crecer en la fe.

En 2008, las Asambleas de Dios de Kenia y de los Estados Unidos de América “trabajaron juntas” para ayudar a gente que pasó por una situación muy crítica. Después de una elección en 2007, las tribus comenzaron a pelear entre ellas. Centenares murieron y más de seiscientas mil personas perdieron su hogar. Más de cuatrocientas Asambleas de Dios fueron destruídas. Pero el pueblo de Dios mostró su amor. Los creyentes de Kenia compartieron lo que tenían con las víctimas. Desde los Estados Unidos, Convoy of Hope envió tres camionadas de alimentos, cobijas, y otros artículos de primera necesidad para los

refugiados. Las Asambleas de Dios de Kenia junto con otras iglesias, celebraron campañas en todo el país para exhortar a la gente a que se perdonen unos a otros. Los misioneros y las iglesias mostraron que Dios ama a todas las tribus.

Los misioneros y las iglesias en Kenia tienen un gran anhelo de alcanzar a los niños. BGMC colabora con los materiales que se necesitan para el ministerio. BGMC también cada año patrocina una conferencia para la preparación de maestros de niños de todo el país. BGMC pagó para que se traduzca al swahili y se imprima un manual de entrenamiento para líderes y otro para obreros. Gracias a las ofrendas de BGMC, las Asambleas de Dios de Kenia también cuenta con una oficina y un centro de ministerios a los niños.

BGMC también manifiesta su preocupación por el bienestar de los niños de Kenia mediante la publicación de material informativo acerca de los peligros del SIDA. Los niños aprenden cómo prevenir la enfermedad y qué pueden hacer para tener una vida larga y saludable. Pero por encima de todos, aprenden acerca del amor de Jesús.

Se ha construído “Joyland”, un hogar para niños discapacitados de Kenia. BGMC ha bendecido a estos niños, proveyendo muletas, bastones, y sillas de ruedas para que puedan movilizarse.

Gracias niños, porque con sus ofrendas a BGMC, han “trabajado juntos” con los misioneros y las iglesias de Kenia.

Los kenianos necesitan a Jesús

OREMOS…• porlosmisionerosylospastores

que trabajan juntos para testificar de Jesús a los kenianos.

• queDiosllameamáskenianosalministerio como pastores, obreros de niños, y misioneros.

• porlosniñosdeKenia,especialmentelos millares que no tienen hogar.

•queDioscontinúeobrandoa través de las Asambleas

de Dios de Kenia para mostrar a otros su amor por TODAS las tribus.

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Lección objetiva misionera

El Texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.

PreparaciónCubra la mesa y el piso con plástico. Al comenzar la lección, póngase el poncho y los anteojos protectores.

OPCIÓN: Si prefiere aminorar el efecto de la explosión, use una pequeña cantidad de vinagre en vez de la gaseosa, y bicarbonato en vez de Mentos.

NOTA: Practique el experimento antes de la clase y al aire libre para que vea cuál es el resultado.

Materiales necesarios Una botella de dos litros de Diet

Coke® [gaseosa dietética] con una etiqueta que se lea ENFERMO

Caramelos blancos de menta como Mentos®. Póngalos en un frasco con etiqueta PODER SANADOR.

Manteles plásticos para cubrir la mesa y el piso.

Poncho

Anteojos protectores para los ojos

VersÍculo claveLucas 10:9 [Jesús dijo] “sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha

acercado a vosotros el reino de Dios.”

Predicación con poder

KENIA

Lección 9: KENIA

Manual misionero BGMC 2010, Vol. 12

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.Presentación(Ponga la botella de Diet Coke sobre la mesa con mantel de manera que los niños puedan leer la etiqueta.) Jesús dijo que debemos anunciar a todos que el reino de Dios se ha acercado. (Inclínese hacia la botella y diga) “¡El reino de Dios se ha acercado a ti! ¡El reino de Dios se ha acercado a ti!”

Mmm. Mi predicación no ha causado ningún efecto en esta persona. El problema es que esas palabras no significan mucho para la mayoría de la gente. Tal vez la persona está enferma, como la que tengo aquí. Si todo lo que hacemos es predicar y no mostramos el amor y el poder de Dios, las palabras no los ayudarán.

¿Pero que sucedería si al predicar también les mostraras el poder sanador de Dios? (Muestre el recipiente con caramelos Mentos que tiene la etiqueta PODER SANADOR.) Veamos lo que sucede cuando damos a esta persona enferma el poder sanador de Dios.

(Mientras dice las siguientes palabra, deje caer cuatro Mentos en la botella, después retroceda un paso.) “¡El reino de Dios se ha acercado a ti!” (La gaseosa debe salir como la lava de un volcán en erupción.)

Oh, ¡qué reacción!, ¿verdad? Esta lección nos enseña que no basta con sólo predicar a las personas. Debemos también mostrarles el amor de Dios al suplir sus necesidades. Si una persona está enferma, Dios tiene poder para sanarla; sólo debemos perdir que lo haga.

Jesús dijo, “sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios” (Lucas 10:9). Cuando unimos la predicación y la compasión, obtendremos un poderoso resultado.

Escrito por Lisa Lyons

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Historia misionera

(Lámina 1)

(Lámina 2)

Lección 9: KENIA

KENIA

Oración a la sombra de las acacias

(Lámina 1)

El misionero Bob McCulley estaba parado bajo la sombra de las acacias, distribuyendo alimentos a madres con sus hijos de Kenia cuyo único alimento tal vez era lo que estaban por recibir. Una de las damas atrajo su atención. Cargaba su bebé en la espalda como se acostumbraba en ese lugar. Las madres usaban un manto para afirmarse el bebé a la espalda.

Lo que parecía poco usual en este caso era el tamaño del bebé. Éste parecía demasiado grande como para que su madre lo cargara en la espalda. Bob dio una mirada a Isaías Sitonik, el pastor maasai del lugar, y le preguntó si sabía algo acerca de ella. El pastor Isaías se acercó para conversar con la mujer.

Pronto Bob estuvo rodeado de gente y perdió de vista a la mujer. La gente esperaba recibir un poco de alimento que les ayudara con la alimentación para el mes. La escasez era un problema en toda Kenia. El país había sufrido una sequía, y la gente tenía hambre pero no tenían que comer. Por eso cada mes Bob subía a su auto y conducía de una aldea a otra, llevando alimentos para los necesitados.

Generalmente se paraba a la sombra de una iglesia Pentecostal, pero a veces no había un edificio donde se reunieran los creyentes. Entonces se paraba a la sombra de las acacias para distribuir los alimentos. Esta vez lo compañaron los nuevos misioneros Kevin y Miriam Smith, y distribuyeron lentejas, aceite, y harina de maíz para cada familia. Los niños que estaban a punto de morir recibieron esperanza y una oportunidad de vivir. Mientras Bob distribuía el alimento para el cuerpo, los pastores maasai oficiaban servicios para alimentar el alma hambrienta de los que acudían al lugar.

(Lámina 2)

Dentro de poco, Bob vio que entre el gentío se acercaba el pastor Isaías, lo acompañaba la mujer y su niño. El pastor Isaías dijo a Bob: “Este niño ha

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(Lámina 3)

estado paralizado desde su nacimiento. Nunca ha andado. A veces gatea, pero generalmente su madre tiene que llevarlo a todas partes.”

El pastor continuó con su relato: “Le he dicho a esta madre que Dios es poderoso y sanará a su hijo y que Kevin orará por él.”

Bob miró a Kevin, que tenía una expresión de preocupación en el rostro. Kevin dijo: “Yo no tengo mucha experiencia en esto de imponer las manos y orar por la sanidad de la gente.”

“No te preocupes por eso” dijo Bob. Y Kevin puso las manos sobre el niño, y los tres oraron por su sanidad.

Después de la oración no hubo cambio alguno. La madre recibió su ración para el mes y fue a su casa, cargando a su hijo en la espalda.

(Lámina 3)

Un mes más tarde, Bob regresó para la distribución de alimentos para el siguiente mes. Cuando comenzó a preparar el puesto donde distribuiría los alimentos, vio a un niñito que jugaba con otros muchachos, se divertían corriendo por el campo.

El pastor Isaías se acercó a Bob y le preguntó: “¿Reconoce a ese niñito?” A Bob no le pareció alguien con quien estuviera familiarizado. Para él, el muchachito era uno más de los juguetones niños maasai. Isaías dijo: “Ese es el niñito por quien Kevin Smith oró el mes pasado. Pocos días después de la oración, sus piernas comenzaron a enderezarse y a fortalecerse. ¡La ciudad está alborotada por la historia de su sanidad!”

Hoy, en cada ciudad donde Bob ha distribuido alimentos a la sombra de las acacias, hay una iglesia pentecostal. Bob recuerda que tuvo que dejar de lado todo su trabajo de establecer nuevas iglesias para atender la necesidad que ocasionó la hambruna. Pero cuando Bob reflexiona en lo que sucedió, se da cuenta de que durante ese tiempo se establecieron más iglesias que en cualquier otro año.

La obra de los misioneros es más que la predicación. También es ser las manos y los pies de Dios, para alimentar a quien tiene hambre y orar por la sanidad del enfermo. La Palabra de Dios se ha propagado en Kenia porque el amor de Dios se ha mostrado en maneras prácticas.

La información en esta historia es cortesía de los misioneros Kevin y Miriam Smith y se ha usado con permiso de Misiones Mundiales de las Asambleas de Dios.

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El niño parecía demasiado grande como para que su madre lo cargara en la espalda.

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El pastor Isaías dijo: “Le he dicho a esta madre que Dios es poderoso y sanará a su hijo y que Kevin orará por él.”

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“Ese es el niñito por quien Kevin Smith oró el mes pasado.”

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