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PRÓLOGO
Las I Jornadas Andaluzas de Historia del Deporte nacen con el propósito de destacar el progresivo desarrollo de la Educación Física y del Deporte en Andalucía, lo que constituye una cuestión hasta ahora poco abordada desde el punto de vista autonómico. Asimismo, parten con el propósito de ir creando un foro de encuentro de profesionales dedicados a esta línea de investigación, a fin de asentar las bases de lo que podría constituir en el futuro una revista de impacto sobre esta temática.
Por otro lado, se aprovecha la ocasión para rendir homenaje a D. José M.ª Cagigal, persona de gran relieve en el mundo de la Educación Física y el Deporte, de cuya vida y obra dan conocimiento múltiples publicaciones. Pero, si algo podría tener en común dicho autor con la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla sería su carácter precursor a la hora de poner en marcha los estudios de Educación Física; si aquel fue el creador del Instituto Nacional de Educación Física de Madrid, la Facultad de Educación será pionera en la adaptación universitaria de los títulos al nuevo espacio europeo de educación, con la puesta en marcha, el próximo curso, del Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Probablemente, si dicho autor pudiese ser testigo de la importancia que la Educación Física y del Deporte ha adquirido en las Facultades de Educación, vería cumplido su sueño y su verdadera obsesión: hacer de la Educación Física y del Deporte un auténtico baluarte para educar.
Deseamos que estas Jornadas constituyan un punto de partida para futuras ediciones.
SANTIAGO ROMERO GRANADOS
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IMPORTANCIA Y NECESIDAD DE LA GIMNASIA SEGÚN EL PENSAMIENTO EDUCATIVO DE EMILIO SALVADOR LÓPEZ GÓMEZ.
Alejandro Ávila Fernández
Universidad de Sevilla
“Educad las fuerzas físicas en los gimnasios, las de la inteligencia en las cátedras y las de vuestro corazón en el seno de vuestras familias y tendréis resuelto el problema de la felicidad”.
Emilio Salvador López Gómez, 1895 Esta ponencia, conferencia, coloquio, encuentro, conversación, llamémosla como
más nos guste o como más justo sea, es fruto de mi investigación de muchos años sobre nuestro personaje sevillano de entre‐siglos (XIX y XX).
Este trabajo en el que aún me hallo, en elaboración ya bastante avanzada para su conclusión, con la colaboración de otro profesor el Dr. D. José Sanchís Ramírez, es la historia de un gimnasta –Emilio Salvador López Gómez (1852‐1936)‐ que trató de forma muy activa, científica, entusiasta y ardorosa, ‐tal como lo demuestran sus escritos y los documentos oficiales profesionales‐ las distintas y peculiares facetas de su profesión –el mundo de la Gimnástica, como entonces se le denominaba‐. Profesional de la educación en esta materia de enseñanza, que si en una época determinada fue considerada como un mero entretenimiento, paulatinamente fue ganándose el prestigio dentro del currículo escolar y de una sociedad, apreciándosele sus grandes valores con todo derecho y merecimiento. Dos van a ser los apartados que van a definir este trabajo. Primero, sobre el autor y su obra y a continuación sobre su pensamiento educativo acerca de la importancia y necesidad de la Gimnasia.
Presentar al autor es de transcendental importancia. Lo haremos solamente desde una breve biografía personal y profesional que lo colocaría en el lugar debido y justo para emprender nuestra andadura. La iniciamos diciendo que Emilio Salvador López Gómez, hijo de Juan López y Francisca Gómez, nació en Sevilla el 21 de marzo de 18521. Estuvo casado con Juana Carmona Muntadas, de cuyo matrimonio nacieron dos hijos, Salvador y Carlota.
Salvador López murió en la misma ciudad donde nació y trabajó, Sevilla, el domingo 16 de febrero de 19362, un mes antes de cumplir los 84 años y el mismo día en que se celebraban las elecciones generales en España. Dichas elecciones las ganaría el Frente Popular. Iban a ser los meses finales de la 2ª República; poco tiempo después sobrevendría la Guerra Civil española, la guerra incivil como dicen algunos autores. López Gómez murió
1 ARCHIVO DEL INSTITUTO DE ENSEÑANZA SECUNDARIA “SAN ISIDORO” DE SEVILLA, Carpeta Expediente personal 2 ARCHIVO DEL REGISTRO CIVIL DE SEVILLA. Distrito de San Vicente. Ministerio de Justicia. Certificación literal de defunción nº 114, página 90 del tomo 184‐2, Sección 2ª. (Certificación expedida el 19 de febrero de 2007, solicitada por los autores). ‐ Esquelas mortuorias: Martes, 18 de febrero de 1936 en los diarios ABC, página 46 y Correo de Andalucía, página 1.
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meses antes sin el sufrimiento de ver destrozarse una España contra la otra. Otro acontecimiento ocurría en Sevilla en esos días de mediados del mes de febrero: fuertes lluvias y grandes inundaciones asolarían nuestra capital.
Salvador López Gómez estudió la segunda enseñanza, hasta graduarse de Bachiller en Artes el 9 de octubre de 1874, en el Instituto de 2ª Enseñanza de Sevilla3. En el mismo Instituto cursó y aprobó todas las asignaturas que comprende la carrera de Perito Mercantil, aunque su vocación no iba a encauzarse por ahí, debido a que se inclinó de forma muy especial hacia el estudio y la práctica de la educación física, entonces llamada gimnástica; durante algunos años dirigió varios centros gimnásticos, hasta que habiendo ganado crédito y experiencia fundó en 1873 el “Centro de Educación Física, Profiláctico y Terapéutico”. En este mismo año, en agosto, fruto de esta gran dedicación y como prueba de ello publicó su primer libro, titulado “El Gimnasio. Tratado teórico‐práctico de todos los principios y reglas de aplicación a esta importante parte de la higiene”, libro en el que él mismo, en su Prólogo, especifica:
“La gimnasia, esa importante parte de la higiene y de la educación que tan provechosos y benéficos resultados ha proporcionado y proporciona a la humanidad...”4
Este su primer libro de 243 páginas5, obtuvo un éxito tan favorable como merecido,
siendo la primera obra que de esta materia se publicaba en Sevilla. Autor y libro fueron premiados en la Exposición Bético‐Extremeña, celebrada en la capital hispalense – en el recinto de los Reales Alcázares‐ en abril de 1874, en la que fue la primera feria de muestras del sur de España, con el Marqués de Pickman como presidente de la comisión organizadora.
El 22 de diciembre de ese mismo año fue nombrado Director del Gimnasio Provincial, situado en la Escuela de Medicina y Cirugía de Sevilla. El 1 de Enero de 1877, a propuesta del médico de la Real Cámara se le consideró apto para ocupar el cargo de profesor de Gimnasia de Sus Altezas Reales los Duques de Montpensier, debido al prestigio alcanzado por su buen hacer en el Centro de Educación Física antes mencionado. Esta situación le dio ánimos para seguir avanzando en su especialidad. El 12 de agosto de 1880 fue nombrado Catedrático de Gimnástica del Instituto Provincial de Málaga. El 18 de diciembre de 1884, a propuesta de una moción de varios Diputados, fue nombrado Profesor del Gimnasio del Hospicio Provincial de Sevilla. El 11 de junio de 1886 Profesor del Gimnasio de la Escuela Normal de Maestros de Sevilla, nombrado por la Diputación Provincial de Sevilla. Un año más tarde, el 30 de junio de 1887 –paradojas de la vida después de tantos años de trabajo‐ obtuvo de la suprimida Escuela Central de Gimnástica, habiendo realizado los exámenes
3 ARCHIVO HISTÓRICO UNIVERSITARIO DE SEVILLA (A.H.U.S.), Legajo 690. Méritos y servicios de D. Emilio Salvador López Gómez. ‐ MÉNDEZ BEJARANO, M. (1922): Diccionario de escritores, maestros y oradores naturales de Sevilla y su actual provincia. Tomo I. Sevilla: Tipografía Gironés, p. 405. 4 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (1873): El Gimnasio. Tratado teórico‐práctico de todos los principios y reglas de aplicación a esta importante parte de la higiene. Sevilla, Imprenta de R. Baldaraque, p. 5. 5 A.H.U.S. Legajo 690. ob. cit.
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preceptivos, el título de Profesor Oficial, con nota de Sobresaliente6; Es, sin duda, un momento de gran satisfacción para nuestro autor, al certificarse por D. Alfredo Serrano Fatigati, Doctor en Medicina y Cirugía, Profesor y Secretario de la susodicha Escuela, que D. Salvador López Gómez, alumno libre, habiendo sufrido examen de los dos ejercicios de Reválida para el título de profesor de Gimnástica haya obtenido en ambos ejercicios la calificación antes mencionada7. Esto le da como el visado de reconocimiento de su vocación y de su dedicación al mundo de la gimnasia.
El 1 de julio del mismo año fue confirmado por la Dirección General de Instrucción Pública en el cargo de Profesor de la Escuela Normal de Maestros. El 21 de marzo de 1890, el Ayuntamiento de Sevilla, a propuesta de la Comisión de Instrucción Pública acordó nombrarle Profesor del Gimnasio Provincial. El 24 de enero de 1893 fue nombrado por Real Orden del Ministerio de Fomento, Profesor de Gimnástica del Instituto de segunda enseñanza de Sevilla; el 15 de junio de 1894 en virtud de concurso y a propuesta del Consejo de Instrucción Pública fue nombrado Profesor Numerario del susodicho centro hispalense. Por sus conocimientos y experiencias fue Profesor de los colegios de primera clase de esta capital, tales como: Espíritu Santo, San Ramón, San Lorenzo, San Pelagio y San Hilario.8
Entre los distintos cargos desarrollados a lo largo de su vida hay que matizar entre otros el de ex‐socio honorario del Centro Gimnocológico barcelonés, además de corresponsal del Gran Gimnasio Heiser de París; desde octubre de 1877 fue honrado con los cargos de Director Honorario de los Gimnasios de Cádiz, Alicante, Badajoz, Barcelona, La Coruña, Cuenca, Valencia, Sabadell, Alcoy, Bilbao y Oporto (Portugal); el 17 de mayo de 1890 fue elegido por la Sección de Antropología y Pedagogía, Presidente de la misma en el Ateneo y Sociedad de Excursiones de Sevilla.9
No debemos perder de vista que nuestro autor fue aplaudido y premiado por sus publicaciones literarias en lugares como Sevilla (1874), París (1878), Cádiz (1879), Pontevedra (1880), Madrid (1882), Valencia (1884), nuevamente Madrid (1885), Barcelona (1888), Zaragoza (1887), Otra vez Madrid (1898). El 10 de octubre de 1891 en concurso público internacional anunciado por la Sociedad Española de Higiene de Madrid, para premiar la mejor cartilla presentada, obtuvo por el Jurado Mención Honorífica, el texto titulado: “Higiene de la Gimnástica y su influencia en el desarrollo del organismo en ambos sexos”. 10
En su honor debe decirse que la Gaceta de Madrid lo ha citado alguna vez por los servicios prestados a la enseñanza en el Instituto Provincial de Sevilla, donde ya sabemos ejerció como profesor de Gimnasia.
6 A:H:U.S. Legajo 690. Méritos y servicios de D. Emilio Salvador López Gómez. 7 ARCHIVO GENERAL DE LA ADMINISTRACIÓN (A.G.A). Legajo 6085. Sección Educación. 8 A.H.U.S. Legajo 690. Méritos y servicios de D. Emilio Salvador López Gómez.. ‐ A.G.A. Legajo 5766. Profesorado numerario y auxiliar de los establecimientos públicos de enseñanza. Hoja de servicios. Emilio Salvador López Gómez. 9. Idem. 10 Idem.
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En cuanto a su obra. Sus publicaciones son cuantiosas, por lo que uno de los mayores y mejores elogios de
agradecimiento que podemos hacerle, además de su buen hacer como profesor, es el de haberse dedicado a propagar sus conocimientos a través de la escritura, siendo algunos de ellos: El ya nombrado anteriormente, “El Gimnasio. Tratado teórico‐práctico de todos los principios y reglas de aplicación de esta importante parte de la higiene” (año 1873); “Breve reseña histórica de la Gimnasia en Europa” (1881); “Higiene de la Gimnástica y su influencia en el desarrollo del organismo de ambos sexos, (1892); “La Hidroterapia. Su historia y aparatos portátiles más usuales” (1893); “Manual de ejercicios gimnásticos para uso de los Institutos y Escuelas Normales”. (1894); La Gimnástica en España. Su historia y legislación (1911); “Atlas de ejercicios de cultura física” (1914); Primer y segundo cursos teórico‐práctico de Educación Física” (1916); “La educación física de la mujer” (1917); “Las colonias escolares desde el punto de vista higiénico, educativo y social” (1922). Además sus trabajos están repartidos entre artículos de prensa editados en periódicos de la ciudad de Sevilla y algunos en revistas especializadas españolas; artículos cuyo denominador común es la educación física en relación con la Higiene, con la educación en general, con resúmenes de Congresos nacionales e internacionales, con métodos gimnásticos teniendo en cuenta su buena relación con gimnasios europeos, etc.; periódicos como “El Porvenir”, “El Alabardero”, “El Progreso”, “El Baluarte” “El Liberal”, la revista “Los Deportes”, etc. tuvieron el honor de plasmar en sus páginas sus ideas, sus teorías, sus métodos, y sobre todo, su interés por implantar la gimnasia en todos los sectores tanto educativos como de otra índole en nuestra ciudad, aplicando sus conclusiones como renovación constante y la creatividad de nuevos sistemas necesarios para el cuerpo y el espíritu.11
Podemos afirmar, pues, por todo lo anteriormente expuesto, incluso por muchas cosas más que vamos a eludir para no cansar a los presentes, que su formación fue constante a lo largo de toda su vida, e incluso durante los años desde su jubilación hasta su muerte no cesó de escribir ni de estar al día acerca de los avatares del mundo de la gimnástica, estimulando a la sociedad, e interesado por este tan elogiado mundo del esfuerzo, perfeccionamiento y recreación del ser humano.
Importancia y necesidad de la Gimnasia. Podemos comenzar diciendo que las actividades físicas son manifestaciones que
acompañan al ser humano desde su aparición sobre la Tierra. Este, en su evolución y civilización, siempre las desarrolló, pero ellas han estado orientadas hacia diversos objetivos. Toda nuestra cultura actual frente al mundo y sus problemas se asientan firmemente en el
11 Obras que han sido encontradas a través de nuestra investigación en diversas bibliotecas nacionales, entre las que se encuentran: Biblioteca Nacional (Madrid). Biblioteca Universitaria (Sevilla); Biblioteca del Museo Pedagógico (Madrid); Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País (Sevilla); Hemeroteca Municipal (Sevilla). Archivo Histórico de la Ciudad‐Hemeroteca ‐(Barcelona).
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pasado. La gimnástica, desde la Antigüedad hasta nuestros días, se ha concebido con la idea de robustecer al ser humano como una necesidad para sacarlo de su sedentarismo, su ociosidad, por lo que en todos los tiempos la gimnasia ha sido concebida como signo de robustez y salud siendo su utilidad dependiendo de los momentos históricos en que ésta se haya desarrollado y de la forma que haya evolucionado.
Si nos acercamos al siglo XIX podremos apreciar cómo esta actividad toma carta de naturaleza impulsada desde distintos países: Alemania, Suecia, Francia, etc. ; España que se verá influenciada por el resto de Europa también va a ser protagonista a principios del siglo XIX, aunque de forma indirecta, puesto que de nuestro país van a salir profesionales relevantes de la talla de Amorós o de Vicente López, ambos establecidos en Francia; el primero, exiliado, por ser tachado de afrancesado a principios del siglo XIX, el segundo por sus conocimientos no suficientemente valorados en nuestro país, trabajando como director y propietario del Gimnasio‐médico López, en la rue Colisée de París, anteriormente subdirector del Gimnasio Paz, calle de los Mártires, en la capital francesa.12
A la Gimnástica del siglo XIX, que tenía un alto grado de componente militar, sobre todo exaltada por sus ejercicios y rigidez de movimientos, se suma otro que se puede considerar la alternativa, siendo uno de sus impulsores de mayor relieve, Salvador López Gómez, que junto con insignes personajes del momento, Joaquín Lladó, Pedro de Alcántara, Avendaño, etc., apuestan por que la gimnasia alcance fines de valor higiénico‐terapéutico sirviendo como medio de preservación y de curación de enfermedades, regenerándolas, en una palabra, haciendo a las personas robustas para hacer frente a la enfermedad y necesaria para la salud y para la vida. La prevención, pues, y la corrección de patologías y defectos corporales y logro del desarrollo funcional son los objetivos de este tipo de gimnasia, que es lo que en definitiva intentó en los albores del siglo XIX Pedro Enrique Ling en Suecia, lo que le hizo cada vez más fundamentarse en nociones de Anatomía, Fisiología e Higiene.
Pero vayamos por parte y no prescindamos antes de dar cualquier otro paso establecer el concepto de Gimnasia desde la óptica de López Gómez. Refugiado en los primeros momentos de su carrera en la filosofía y experiencia de Amorós afirma con él que,
“La Gimnasia es una serie de movimientos voluntarios, sabia y perfectamente calculados, ordenados, razonados y metódicos, cuyo fin viene a ser siempre el acrecentamiento y el equilibrio de todas las fuerzas del organismo”.13
Agregando de su propio pensamiento:
12 LÓPEZ GÓMEZ, E. S.: “El Gimnasio Paz en París”. El Porvenir. Miércoles, 8 de noviembre de 1876. (En portada).
‐ (1911): La Gimnástica en España. Su Historia y Legislación. Sevilla: Manuscrito, p. 6. 13 LÓPEZ GÓMEZ, E. S.(1894): Manual de ejercicios gimnásticos…, ob. cit. p. 12 ‐ (1902): Modernos derroteros de la Gimnástica. (Cuarta Asamblea de la Federación Gimnástica Española). Sevilla, Imprenta de Francisco de P. Díaz, pp. 9‐10
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“En una palabra, es la ciencia que tiene por objeto la perfección tanto física como moral del hombre, utilizando para ello el ejercicio ya como medio regularizador, ya como recurso atemperante”.14
No resultándole suficiente esta definición añade con más firmeza que Gimnasia es:
“…la que abraza la práctica de todos aquellos ejercicios que ejecutados convenientemente tienden a que el hombre se robustezca, y sea apto para resistir todos los azares y privaciones de la vida acostumbrándose a vencer todas las dificultades y a triunfar de todos los obstáculos: es también una muy principal parte de la terapéutica de muchas enfermedades, logrando no pocas ocasiones la completa curación de ellas, transformando bajo su benéfica influencia seres faltos de salud, en individuos robustos y útiles a la sociedad y a sí mismo”.15
Teniendo presente estos conceptos nos resulta más fácil hablar de importancia y
necesidad de la Gimnasia. Hacerlo es hablar de Higiene. Gimnástica higiénica y terapéutica (médica). Estas dos son las expresiones utilizadas por Salvador López como criterio bien fundamentado de lo que va a significar la preparación del cuerpo, para robustecerlo y así prevenirlo de enfermedades y la consecuente curación de esas enfermedades que se producen, obviamente, a lo largo de la vida; todo ello mediante el ejercicio físico ordenado y sistemáticamente bien dirigido y organizado.
Por lo tanto, no cabe la menor duda, y así lo pretende nuestro autor hasta la obsesión, bien fundada y documentada, que uno de los fines de la educación física, diríamos que el fin por excelencia, es el de su función higiénico‐preventiva, cuya consecuencia inmediata es la salud. Y no sólo por el influjo que ejerce en cuanto al desarrollo del cuerpo, sino porque trascendiendo esa influencia del campo meramente físico tiene resonancia muy acentuada en la vida intelectual, psicológica, moral y social del ser humano. Se define generalmente la Higiene diciendo que es el arte de conservar la salud, a lo que algunos añaden: y de perfeccionarla. Con palabras del pedagogo Alcántara y García se definía como que “el objeto de la higiene es determinar las condiciones generales de la salud y los medios que mas bien conduzcan a conservarla, poniendo el organismo en las mejores condiciones posibles para el desempeño de sus funciones individuales y sociales.” 16 Ya Herbert Spencer, en su obra “De l’education intelectuelle, morale et physique” comentaba que: la higiene es la ciencia que concurre a nuestra preservación –protección‐
14 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (1892): Higiene de la Gimnasia y su influencia en el desarrollo del organismo en ambos sexos. (Trabajo premiado en concurso público internacional por la Sociedad Española de Higiene de Madrid), Sevilla (manuscrito), p. 3. 15 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (1873): El Gimnasio. Tratado teórico‐práctico de todos los principios y reglas de aplicación a esta importante parte de la higiene. Sevilla: Imp. R. Baldaraque, p. 13. ‐ (1894): Manual de ejercicios gimnásticos…, ob. cit. pp. 13‐14. 16 ALCÁNTARA GARCÍA, P. de (1886): De las teorías modernas acerca de la Educación Física. Madrid: Administración, p.59.
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impidiendo la pérdida de la salud, siendo para el hombre una salud vigorosa y una energía moral los primeros elementos de bienestar.17
Para Salvador López la Gimnasia como higiene es, por su acción y utilidad a la par que necesaria fisiológicamente hablando, una de las funciones que bien se puede considerar de saludables efectos, es decir, fuente de salud a la vez que presta energía y equilibrio al sistema corporal: músculos, pulmones piel, etc…, y todos aquellos actos fisiológicos que de estos se derivan: circulación, respiración, secreción sudorífica, etc…;
“…se activan considerablemente cooperando en la más completa perfección física, dándole al cuerpo la normalidad y equilibrio que constantemente debe existir en todos sus actos, ideal de todo el que aspira a conservar la salud y preservarse de afecciones por todo aquel tiempo que a su alcance se halle”.18
Pero no es suficiente esta acción desde el punto de vista higiénico. Con la Gimnasia
se activan, siguiendo siempre a López Gómez, todas aquellas funciones más importantes de la persona que no son solamente físicas, sino morales, psíquicas, intelectuales y cómo no, sociales, por lo que se trata de que estos ejercicios cumplan cometidos tales como educar al cuerpo y al espíritu.
Ni que decir tiene que el profesor López Gómez organiza con sus obras todo un entramado educativo basado en este aspecto primordial de la educación física como es la Higiene. Nos comenta que
” La Higiene, para el hombre del siglo XIX puede ser una solución debido a la vida raquítica que lleva y a las enfermedades que le carcomen y las debilidades que le entristecen y que sólo las puede borrar una entendida educación gimnástica”19.
Salvador López publica, entre otras cosas, con respecto a la influencia de la gimnasia
en la higiene infantil como fuente de salud, un artículo en el “Anunciador”, periódico de la capital hispalense, en el que expone su teoría de que
“no hay ninguna edad ni condición que reclame más el movimiento, que el período de la infancia en la época del desarrollo;20
Es más, no conforme con esto, insiste en que:
“ debido a la movilidad extraordinaria en los primeros tiempos de la vida, el desenvolvimiento físico debe preceder al desenvolvimiento intelectual”21.
17 SPENCER, H. (1878): De l’education intellectuelle, morale et physique. Paris: Germer Bailliére, p. 260. Citado en ALCÁNTARA GARCÍA, P. de (1886): De las teorías modernas acerca de a Educación Física. Madrid: Administración, p.75. 18 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (1873): El Gimnasio, ob. cit., p 206. 19 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (1873): El Gimnasio. Tratado teórico‐práctico de todos los principios y reglas de aplicación a esta importante parte de la higiene. Sevilla: Imprenta de R. Baldaraque, p. 230. 20 LÓPEZ GÓMEZ, E. S.: El Anunciador. Miércoles, 17 de febrero de 1875.
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Gran enemigo de la sedentariedad y, por tanto constantemente haciendo uso de los remedios posibles contra tan fatídica plaga nos sugiere, como advertencia, para provecho de todos, que
“...los resultados de la sedentariedad son funestos y que los médicos, pedagogos e higienistas estudien en qué proporción deben de estar las horas consagradas a la educación intelectual, como a la educación física, con objeto de que exista el verdadero equilibrio entre el desarrollo de las fuerzas físicas y el desarrollo de las fuerzas intelectuales...”22
Dejando bien sentado que la Gimnasia está abocada, en opinión también del célebre
Galeno a “regenerar naturalezas endebles, robustecer el cuerpo, contribuir a la
salud, o como medio de curar ciertas enfermedades”.23
A partir de este momento nos introducimos, pues, desde lo higiénico‐preventivo en lo terapéutico, otro de los ejes de la gimnasia, de su concepto de gimnasia, sin el cual no podría esta ciencia desenvolverse en toda su amplitud y consistencia. La gimnasia como terapia, es el medio por el que el organismo enfermo mejora, se alivia e incluso se puede curar. El tratamiento de enfermedades conocidas de la época mediante lo gimnástico‐terapéutico actuando sobre el aparato respiratorio, nervioso, circulatorio, digestivo, etc. son de gran relieve, y enfermedades como el raquitismo, el Corea o baile de S. Vito, la escrofulosis, la pleuresía, la clorosis, la anemia, etc., incluidas las del corazón, con un buen estudio y una buena observación, y asociados gimnasiarca y el médico (su hijo, Salvador Carlos López Carmona, colaboró, como médico, con él durante años), dieron excelentes resultados. Podemos tomar varios ejemplos. Uno de ellos nos acerca a la ciudad de Cádiz . Salvador López amigo y colega del director del Gimnasio Provincial24 de esta capital D. José Mesa, fue invitado por él para visitar el susodicho gimnasio a la par que para comprobar con sus propios ojos los ejercicios que practicaban los alumnos, principalmente procedentes del Hospicio, que con distintas y variadas enfermedades estaban regenerando y curando su cuerpo. Enfermedades, algunas de ellas mortales, que a través de la gimnasia se había rebajado el número de defunciones a 60 menos de lo habitual; enfermedades procedentes del sistema nervioso (corea o baile de San Vito) parálisis, etc,); del aparato respiratorio (mareos, tisis tuberculosa, catarros); y otras de diversa índole como anemia, gibosidades, etc.; pudiendo considerarse que muchas de esas enfermedades se producían por
21 Ibidem, p. 226 22 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (1895): Educación física de las niñas, dadas las condiciones de la mayor parte de los locales de las escuelas ¿Qué debe hacerse para combatir los funestos resultados de la sedentariedad? Sevilla: Manuscrito, pp. 10 y 11. 23 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. “¿Qué es Gimnasia?”. El Anunciador, Jueves, 18 de marzo de 1875. 24 LÓPEZ GÓMEZ, E. S.: “Una visita al Gimnasio provincial de Cádiz”. El Porvenir. Viernes, 29 de noviembre de 1876. (en portada).
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necesidades vitales no satisfechas, como buena alimentación, ambiente sano, higiene física, etc.; en definitiva, falta vida en las personas afectadas.
Aparece en dicha noticia, y como en ésta en muchas otras, el lado humanitario y educativo, que es siempre el más importante en toda la trayectoria personal y profesional de López Gómez. Cuando está describiendo su experiencia en el Gimnasio Provincial de Cádiz, aprovecha para intercalar frases como ésta:
“…la sociedad cual cariñosa madre, inspirándose en principios de justicia altamente humanitarios y rectos viene salvando un sin número de individuos de arrastrar una vida miserable y raquítica, creando para ellos esos benéficos establecimientos de caridad donde al mismo tiempo de estar sometidos a la influencia de un buen régimen gimnástico doméstico, no sólo se les presta y satisface todas sus imperiosas necesidades materiales, sino que se les educa y coloca en condiciones para ser útiles a si mismos y a sus semejantes.”25
Poco después hace un relato de distintas curaciones llevadas a cabo a través de los
ejercicios practicados en el mencionado Gimnasio. Desde la reducción de una gibosidad posterior en una joven de 18 años en vértebras dorsales muy pronunciada de unos 12 cms. de desviación, presentando además y como compensación a la gibosidad posterior una depresión del esternon. Y un joven de 15 años de edad que presenta una desviación lateral izquierda posterior de las vértebras dorsales, recibiendo el tratamiento adecuado mediante una buena dirección de ejercicios gimnásticos con el uso de aparatos debidamente apropiados para tal efecto, máquinas como algunas veces se les denominaban, (escalas cervicales, cama articulada, escaleras convexas, etc.) haciéndose observar las más estrictas reglas de la enseñanza gimnástica. Se consiguió reducir en algunos centímetros, tanto en un caso como en otro, dichas lesiones corporales que provocaban en los enfermos su inutilidad para la vida diaria. López Gómez aprovecha para decir también que los ejercicios gimnásticos no lo son todo, hacen falta además aparatos ortopédicos que ayuden a rectificar las distintas presiones a que se hayan sometidos los cuerpos derivado de esas enfermedades concretas.
Visto lo anterior comentamos además que la importancia y la necesidad de la Gimnasia no se constriñe meramente al mundo del Gimnasio. Hay un elemento en el pensamiento educativo de Salvador López que busca la regeneración del cuerpo siempre dentro del ámbito de la educación integral. Quizás influido por la Institución Libre de Enseñanza, y otro tanto por sus propios conocimientos, experiencia, y su observación acerca del mundo que le rodea, piensa que son los espacios abiertos e higiénicos los apropiados para este tipo de educación y de ejercicio físico. Esto le implica a ejercer una fuerte crítica a lo establecido e instituido a la par que buscar fórmulas y tomar decisiones hacia uno de los sectores más abandonados y desfavorecidos de la sociedad, la infancia.
25 Idem.
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La infancia necesita principalmente del ejercicio, un ejercicio en un marco natural y un ejercicio aún dentro de lo físico que no sea el simple desarrollo de su musculatura, estamos hablando pues de un ejercicio armónico, generalizado, ambivalente que le ponga en contacto con los demás y con la naturaleza. El juego es el medio por antonomasia desde el cual el niño se proyecta y éste en espacios libres e higiénicos. Los ejercicios deben estar en relación con este juego que en el marco escolar son altamente deficientes, sobre todo por razones de insalubridad de los locales escolares. Desde esta plataforma López Gómez se lanza a criticar a la escuela.
La escuela es el lugar donde el niño pasa la mayoría de sus horas del día y lo hace en contacto directo con el juego, el deporte, en suma con ejercicios físicos propios de su edad. Salvador López nos pone en antecedentes sobre el papel de la educación física en la escuela y nos advierte de que no son suficientes, no bastan, esos cortos ratos de asueto que los alumnos y alumnas disfrutan en ejercicios que bien pudieran llamarse pasivos y sin obedecer a regla alguna, por lo que según el autor
“...es preciso y casi indispensable que se atienda, con un gran interés el verdadero desarrollo general y armónico de nuestra naturaleza, consiguiéndolo así, merced a ejercicios puramente gimnásticos practicados en locales construidos al efecto... y en congruencia de hábiles y entendidos profesores”26.
De esta forma, nuestro autor saca a la luz algunas ideas que ya se hacen clásicas en
su forma de pensar y actuar y que hace visibles a través de la prensa desde donde principalmente dirige sus pensamientos y directrices de finales del siglo XIX y principios del XX.
Constata el poco espacio temporal de la educación física en el contexto de la educación general y reivindica un lugar más amplio, singularmente por razones de higiene y de salubridad, para el ejercicio activo (gimnasia) dentro de la escuela, dentro de la educación general.
En realidad, la concepción arquitectónica de la escuela no favorecía en absoluto la práctica de los ejercicios gimnásticos. Testimonio de esta afirmación lo encontramos en unas palabras de Santiago Ramón y Cajal en un artículo de prensa, donde hace hincapié en los aspectos poco higiénicos de nuestras escuelas:
“... los encerramos en las escuelas no menos antihigiénicas, sin aire, sin jardines, sin árboles, hacinados en montón, convirtiéndoles en carne propicia a todo tipo de infecciones...”27
Acompañamos estas opiniones de Ramón y Cajal y del propio López Gómez,
aseverándolas aun más, al encontrar sobre esta temática una serie de aserciones, que nos
26 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. “La gimnástica en las escuelas”. El Anunciador. Miércoles, 17 de febrero de 1875. 27 RAMÓN Y CAJAL, S.: “La educación física”. El Porvenir. Miércoles, 25 de octubre de 1901.
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siguen dando la razón al respecto. En el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza (B.I.L.E.) órgano de difusión de la Institución Libre de Enseñanza (I. L.E.), se concibe a la escuela que cumpla los requisitos negativos arriba expuestos como un lugar morboso; si además a esto le acompaña un exceso de trabajo intelectual tendremos consecuencias graves como perturbaciones nerviosas, cefalalgia, hiperestesia, torpeza intelectual, neurastenia, etc, por lo que se propone que:
“...el trabajo intelectual debe interrumpirse con recreos, juegos, cantos, ejercicios físicos, porque el espíritu más laborioso, por una tensión demasiado prolongada, deja de estar atento y pierde lucidez...””...Aparte de las horas del sueño, de las comidas y del trabajo intelectual...debe dedicarse cada día a jugar, cantar, correr, pasear, a ejercicios gimnásticos...ejercicios físicos que son el medio mejor para prevenir el exceso de trabajo intelectual...; pero para jugar, pasear y hacer gimnasia, es preciso que tengan espacio, libertad, es preciso que los maestros y las maestras tomen parte y les dirijan”.28
En un artículo de prensa de finales de siglo, año 1890, nuestro ya renombrado Salvador López dedica un apartado a la infancia digno de tener en cuenta, ya que nos ofrece de forma contundente, casi a modo de receta higiénica, y muy bien concebida, la importancia de la educación física en la infancia que conlleva aspectos que bien pueden concebirse desde los distintos ámbitos que hemos tratado anteriormente tanto preventivos como curativos. Se preocupa especialmente que la educación física se lleve a cabo en medios naturales para ayudar al niño en un desarrollo más equilibrado. Así, Salvador López, comenta al respecto que:
“No tengáis a los niños en habitaciones calientes pues los debilitareis: no temáis demasiado exponerlos a las intemperies de las estaciones. El ideal sería educarlos en el campo. Nosotros, habitantes de las grandes ciudades debemos dedicarnos a fortificar el sistema óseo y muscular de los niños por los juegos al aire libre y la gimnasia...”29
Sumado a los componentes regenerativos de la Gimnástica, ‐los cuales López Gómez
maneja con especial cariño e interés dentro de su teoría y práctica higiénico‐pedagógicas‐, debemos añadir como muy peculiar el que corresponde a un programa de higiene infantil que él considera de alta importancia, tal es el de un movimiento socio‐higiénico‐educativo que va a tener lugar a finales de siglo XIX, y que toma el nombre de Colonias escolares. Éstas
28 GUSTAVE LAGNEAU, M.: “El exceso de trabajo intelectual y de los hábitos sedentarios de la escuela”. Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, Tomo XI, nº 251, 31 de julio de 1887, p. 214. 29 “La educación física”. El Baluarte, viernes, 2 de mayo de 1890.
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surgen en Suiza en 1876 y van a tener gran trascendencia en España siendo muchos los municipios que se ocuparon de esta obra preventiva‐curativa.30
Este es un movimiento que el profesor López Gómez considera crucial, ya que éstas vienen a ser un suplemento, según sus palabras, a la necesidad de “huir del veneno urbano”. Las colonias escolares, ‐en España los primeros ensayos se verificaron en 1887, y en 1894 el presupuesto del Estado consignó ya las primeras cantidades para subvencionarlas‐, se crean con el objeto de que todos los alumnos cuya constitución física requiera cambios de clima y/o sobrealimentación y vida higiénica especial, éste es el lugar idóneo para recuperarse, para restablecerse. López Gómez hace una auténtica defensa de las mismas, llegando a mostrar y demostrar, con estas ejemplares, deliciosas, a la vez que bellas palabras, cuáles son los cometidos de las mencionadas instituciones, que por si fuera poco tienen un gran interés de tipo educativo, moral y de salud especialmente, que hace que las colonias funcionen de forma más firme y convincente:
“…sustraen al niño del ambiente corrompido de las ciudades, llevándolo a la contemplación de la naturaleza, despertando el amor a todo lo creado...”. Se vive al sol y al aire, expuesto a la inclemencia del cielo más inclemente en muchas ocasiones que la de los hombres, curándose en salud, respirando esencias de plantas silvestres, de fragancias penetrantes, empapándose en jugo de vida sana, en contacto directo con los seres de la creación. Las colonias consideradas desde el punto de vista de ejercicios corporales, resultan uno de los más completos e higiénicos que puede efectuar el niño, pues, además de poner en juego todos sus músculos, ya corriendo, ya saltando, trepando, entran en acción sus sentidos de la vista, oído y olfato.
...además de todas estas ventajas, influyen las colonias de una particularísima manera sobre la parte moral del niño, ya como forma educativa, ya como forma social.
Por otro lado, el niño, en estas circunstancias, en este “medium”, se hace insensible al cansancio, obstinado, sobrio, astuto, adquiriendo su resistencia sin límites en las marchas, un endurecimiento moral para las adversidades, un dominio de sí mismo, y conocedor seguro del terreno que pisa, estudiando de paso la topografía, la geografía, botánica, zoología, agricultura, no en el mapa, ni en los libros, sino sobre el mismo terreno, analizando la realidad, tal como vive y se ostenta.”31
30 En España se debe esta benéfica institución con carácter oficial, al Director General de Instrucción Pública D. Eduardo Vincenti, en el año 1892. Con la creación de esta institución, se logró llenar un vacío grande en la España decimonónica. Sólo la actitud de un gran hombre –era además amigo personal de López Gómez‐ legislando al respecto para el bienestar de una sociedad mal atendida en cuanto a los beneficios de la higiene, se cumplió el objetivo deseado: que esta institución obtuviera el beneplácito de todas las clases sociales, por su triple aspecto: higiénico, pedagógico y terapéutico. LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (¿1922?): Las colonias escolares desde el punto de vista higiénico, educativo y social. Sevilla: manuscrito, pp. 3 y 4. 31 Ibidem, pp. 6 y 8.
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Nos ocupamos especialmente del caso de la colonia escolar de Sevilla32. Sevilla, en particular, dio un ejemplo de gran altruismo. En 1907 se crea la colonia escolar “Príncipe de Asturias”, debido al gran filántropo sevillano D. Francisco Pacheco y Núñez de Prado, Marqués de Gandul, por aquel entonces Delegado Regio de Primera Enseñanza, que fue su iniciador y el Dr. José González y Fernández de la Bandera, médico, inspector de sanidad adscrito al Ayuntamiento de Sevilla, demócrata, progresista y masón, que fue su impulsor.
La colonia de Sevilla dependió de la Junta Local de Primera Enseñanza. La mencionada institución tuvo en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), su principal aliado ya que contó con un magnífico palacio, adquirido en propiedad el año 1913, por el conde de Halcón, D. Manuel Halcón, Alcalde Sevilla, cuyo coste se elevó a 100.000 pesetas. La casa, para sanatorio y colonia de vacaciones para niños indigentes, enfermos, pobres, educados en las escuelas municipales gratuitas, cumplía los requisitos que debían tener los edificios dedicados a sanatorio en estas zonas de la Andalucía occidental: Estar cerca del mar, a ser posible en la misma playa. Resguardado del viento de levante. Con amplios pabellones aislados entre sí. Con patios y jardines que contribuyan al aislamiento, saneamiento y ventilación del edificio y tener arbolado alrededor. Exactamente tal como se describen fueron las características del edificio adquirido por el Ayuntamiento de Sevilla.
Como bien había estimado López Gómez acerca de la importancia de la Higiene respecto a la salud y en particular su aplicación de la gimnasia higiénica como verdadero acicate para el desarrollo normal del ser humano, la creación de las colonias escolares se consolidaron desde el punto de vista del profesor López como ese medio y remedio necesario, especial, utilísimo y todos los epítetos que queramos añadir respecto a estas instituciones para cumplir con los objetivos establecidos. Desde sus comienzos la colonia escolar “Príncipe de Asturias” de Sevilla tuvo dos objetivos muy bien definidos; así nos lo expresa la profesora Corts Giner33: uno, médico‐higiénico basado en la recuperación de la salud quebrantada de los niños –tengamos en cuenta las deficientes condiciones higiénicas que desde el siglo XIX y todavía a principios del siglo XX existen en las escuelas sevillanas y mucho peor en los escolares, cebándose en ellos todo tipo de enfermedades (tuberculosis, escrofulosis, raquitismos, anemias, infartos numerosos, cabezas deformes, etc.)‐; y otro educativo, tanto intelectual como moral, ya que el niño aprende de ese clima de igualdad y solidaridad colectiva, de servicio y cariño que es la colonia. Idea tan bien planteada no podía quedar simplemente en una mera teoría, ya que surgió desde los constantes desvelos por la investigación con el objetivo de solucionar problemas para las enfermedades, que no es otra cosa que curar a través del ejercicio físico, que va acompañado de la capacidad moral y de superación del propio individuo. Ello supone pensar que a través de tratamientos físicos, nuestra inteligencia se va a adueñar de esa
32 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (¿1922?): Las colonias escolares desde el punto de vista higiénico, educativo y social. Sevilla: manuscrito. p. 9. y CORTS GINER, M. I. (1998): “La colonia escolar sevillana del Príncipe de Asturias”. Educación popular. La Laguna: Universidad. Tomo III, pp. 121 y 127. 33 CORTS GINER, M. I. (1998): “La colonia escolar sevillana…”, ob. cit., p. 121
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condición innata del ser humano por la supervivencia y que el individuo asimila a partir de su reflexión y la necesidad ante realidades adversas. No hay que insistir, pues, que la Gimnástica, su conocimiento, su aplicación como tratamiento de algunas enfermedades se convierte en un revulsivo de muy alta gama y a la vez, por tanto, muy fiable. Así nos lo asegura, según hemos podido entender, el profesor López Gómez, sustentado por supuesto en que esta situación no pertenece a la época moderna sino que viene avalada por la experiencia de siglos, desde los filósofos más antiguos quienes se limitaban a prescribir como ejercicios la equitación, carrera, juego del disco, luchas, etc.
En otro orden de cosas que darían a la gimnasia una mayor entidad, aparte de todo lo anterior, un problema de gran importancia preocupa a López Gómez. Desea que la Gimnástica funcione como un todo, sus piezas bien engranadas lo harían posible, pero tropieza con un nuevo escollo: la necesidad de un profesorado adecuado. De hecho la falta de preparación de este colectivo constituía una constante referencia cuando se enjuicia la deficiente situación de España en lo que respecta a la Gimnástica.
Estamos hablando, pues, de que la Gimnástica necesitaba de especialistas. Al profesor López Gómez le aterraba saber y, por supuesto, comprobar la malísima preparación del profesorado, sobre todo cuando le llegaban noticias, aparte del conocimiento personal del problema, del malestar reinante respecto a un profesorado que se había quedado obsoleto en sus enseñanzas, en el mejor de los casos, y en el peor su operatividad sin conocimiento alguno, dejándose llevar mas bien por su intuición que por su preparación científica. Los múltiples conocimientos que se iban asentando en la sociedad sobre esta ciencia llegaban a cuentagotas a España, por lo que la necesidad de ser conocida la Gimnástica debía ser cada vez mayor dependiendo del interés de quienes la impartían. López Gómez manifiesta una vez más que
“… dado lo atrasada que en España está la educación física, pocos, muy pocos, son los hoy llamados profesores de Gimnástica que se dedican con la indispensable asiduidad y detenido tiempo para obtener el mayor partido posible de aquella tan importante parte de la higiene.
De ahí sacamos nosotros la necesidad cada día mayor que la Gimnástica tenga en la sociedad una manera de ser conocida, y que los profesores encargados de su enseñanza se dediquen en verdad y con conocimiento de causa al logro de sus más legítimas aspiraciones”.34
La política del momento no propiciaba el desarrollo de esta ciencia, hecho
denunciado hasta la saciedad por el profesor López Gómez, haciéndonos ver que incluso desde las cámaras legislativas se tenía un gran recelo por algunos de sus miembros, el que la implantación de la Gimnástica oficial en España era difícil de conseguir por carencia absoluta de verdaderos profesores, de profesores idóneos capaces de obtener ventajas y resultados notables de que es susceptible el ejercicio ordenado y científico de esta importante rama de
34 LÓPEZ GÓMEZ, E. S.“La Gimnástica razonada”. El Porvenir, Domingo, 6 de diciembre de 1885.
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la cultura, teniéndose en cuenta que para que esto suceda no se trataba de plantear la implantación de un proyecto gimnástico que consistiera en la simple fórmula de ejercicios acrobáticos o simplemente profilácticos o terapéuticos, sino mucho más, una filosofía, un saber, hasta donde esta ciencia podría crear expectativas de futuro. Por más, decir que López Gómez cuida a la vez que teme que los ejercicios que puedan realizarse en los gimnasios, sean ejercicios estándar, dirigidos por un profesor incompetente y mal preparado ya que, y éstas son sus palabras :
“…el niño considerado como blanda cera, préstase indudablemente a toda suerte de ejercicios y compréndese cual fácil es violar su esqueleto si no se tiene una gran sobriedad en los ejercicios y no se escojan aquellos que estén más en relación directa de su edad, temperamento y sexo.35
Con este planteamiento surge la siguiente cuestión, que podemos considerar como
otro de los momentos vitales en la trayectoria educativa de Salvador López. Lo encontramos cuando toma la iniciativa en defensa de la obligatoriedad de la enseñanza de la Gimnástica en el sistema educativo. Pero observemos cómo se gesta y cómo se justifica la necesidad de la enseñanza de la gimnástica en España.
Estamos en el año 1879. Nos encontramos, pues, en los inicios de un camino que por deseado y necesario no iba a dejar de ser tortuoso. Diríamos que contra viento y marea el profesor López Gómez busca irremisiblemente que sea reconocida tal enseñanza como oficial.
En el mejor de los casos, la fortuna acompañó, a nuestro joven gimnasta. Como casi todas las cosas, sucedió por casualidad. Ocurrió que el Excmo Sr. Diputado por Cortes D. Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca, poeta y miembro de la Academia Sevillana de Buenas Letras, concurría con frecuencia al gimnasio que allá por los años 1879 dirigía D. Salvador López en Sevilla y que se encontraba ubicado, como ya sabemos en el Escuela de Medicina y Cirugía en la calle Madre de Dios. Allí llevaba a sus hijos el Ilustre Señor, y tras determinadas y variadas conversaciones entre ambos personajes, notó el Sr. López en D. Fernando de Gabriel no sólo interés por la educación de sus hijos –cosa muy natural‐ sino que incluso defendió en diversas campañas en las diferentes legislaturas en que tomó parte como diputado español en los escaños del Congreso, la importancia de la educación en general. El profesor López aprovechando tan extraordinarias ocasiones, más de una vez le abordó y le manifestó con humildad de criterio y con cierto temor, todo lo que concierne a la educación integral y cuál era su criterio en lo que concierne a la educación física, además de que España pudiera ponerse a la altura de muchas naciones en lo que respecta a esta importante enseñanza y la necesidad imperiosa de que el Gobierno le tendiese la mano, para sacarla de la pobreza y decadencia de la que en esos momentos se encontraba.
Al llegar a este punto, el Sr. Diputado de Gabriel, preguntó de qué forma podía lograrse el objetivo deseado, a lo que el profesor López Gómez contestó, palabras textuales:
35 Idem.
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“Muy fácil mi respetable amigo: Presentar a las Cortes un Proyecto de Ley, declarando oficial y obligatoria la enseñanza de la gimnástica en nuestra querida nación”.36
Efectivamente, la petición fue recibida con gran agrado por el Sr. Diputado, siendo el propio parlamentario el que encargó la redacción del proyecto al Sr. López Gómez, quien puesto de acuerdo con los profesores de gimnástica Sres. Sánchez, Bricall, Chust, Zamacois, Mesa y Méndez, respectivamente de los gimnasios de Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Cádiz y Córdoba, se pusieron manos a la obra de llevar a cabo el “inmerecido encargo” –según palabras de López Gómez‐ de ensamblar, organizar y redactar tal Proyecto de Ley. Habiendo sido nombrado de Gabriel gobernador civil de Málaga renunciando al cargo de Diputado, dicho proyecto fue defendido más tarde en la Cámara de Diputados por uno de los firmantes del mismo, D. Manuel Becerra, ‐en quien Fernando de Gabriel puso toda su confianza‐.
Después de muchos vaivenes, en los que no vamos a entrar por razones obvias, el proyecto se convirtió en Ley aunque no precisamente declarando obligatoria la enseñanza de la Gimnasia, pero sí indirectamente la creación de la Escuela Central de Gimnástica según ley de 9 de marzo de 1883, mediante un proyecto de Ley posterior que rectificaba el de López Gómez y compañía y que nada tenía ya que ver con el original.
Los propósitos, los buenos propósitos de López Gómez quedaron para más tarde, ya que hasta 1893 y 1898, respectivamente, no se produjo dicha obligatoriedad en los Institutos de Segunda Enseñanza y en las Escuelas Normales.
Por mera curiosidad el texto del Proyecto de Ley elaborado por López Gómez, sencillo, breve y directo, presentado en el Congreso de los Diputados quedó de la siguiente forma: Artículo 1º.‐ Se declara oficial la enseñanza de la gimnástica higiénica, estableciéndose gradualmente y dentro de un breve plazo, que fijará el Ministerio de Fomento, clases de ella en los Institutos de Segunda Enseñanza y en las Escuelas Normales de Maestros y Maestras. Art. 2º.‐ La asistencia a dichas clases será obligatoria para todos los ciudadanos de los Institutos y Escuelas expresados en el anterior artículo. 3º‐ No podrá obtenerse el grado de Bachiller, sin acreditar haber cursado un año de Gimnástica, por ahora y tres por delante. 4º‐ Por el Ministerio de Fomento se dictarán las disposiciones oportunas para la ejecución de la presente Ley.37
A propósito de lo anterior, y como consecuencia a la vez de su nombramiento como profesor de Gimnasia del Instituto de Segunda Enseñanza de Sevilla en 1893, una vez declarada la Gimnástica como asignatura obligatoria en estos centros docentes, escribe una pequeña obra, que denomina “Programa de Teoría y Práctica de la Gimnástica. Lecciones explicadas”. Es como bien dice el título, un programa de clase que se compone de 86
36 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (1911): La gimnástica en España. Su historia y legislación. Sevilla s/edit., p. 9.Obra mecanografiada. La primera edición consta de 1897. ‐‐‐‐‐‐‐ (1881): Breve Reseña histórica de la Gimnástica en Europa. Sevilla: Juan Moyano, p. 36. 37LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (1911): La Gimnástica en España. Su Historia y Legislación. Sevilla: Manuscrito, pp. 16‐17.
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lecciones. Para desarrollar dicho programa escribe un libro de texto denominado “Manual de ejercicios gimnásticos para uso de los Institutos y Escuelas Normales”38. La edición de ambos corresponde al año 1894.
En este breve repaso a la vida y al pensamiento educativo de López Gómez, agregamos algo más: su visión de la educación física en Europa. La presión que ejercía Europa sobre la filosofía educativa de López Gómez respecto a la Gimnástica se traduce en buscar soluciones a la problemática española. Sus palabras lo dicen todo:
“Siempre que tenemos la suerte de leer los periódicos extranjeros, una de esas gratas noticias referentes a los adelantos y progresos de la enseñanza gimnástica, base hoy día del engrandecimiento, poderío y desarrollo de los pueblos, sentimos a la vez un inmenso dolor al recordar la apatía y punible abandono con que en nuestra querida España son mirados los ejercicios corporales y muy principalmente dentro de las esferas gubernativas que tanto pudieran contribuir moralmente con su valioso apoyo, para afianzar de una manera sólida y con principios puramente científicos ésta tan importante parte de la higiene pública”.39
La mirada puesta en Europa se traduce en López Gómez en información, participación (asistencia a Congresos –al de educación física en París en 1890 donde disertaría sobre la “Historia de la Gimnástica moderna”), visitas a los Gimnasios europeos (los de París, por ejemplo), ayuda (aparece entre la relación de personajes que aportan con un donativo para levantar un monumento a Amorós, iniciador de la Gimnasia en España y Europa), además de los muchos eventos de los que da cuenta principalmente a través de la prensa sevillana del momento, particularmente a través del diario “El Porvenir”. Salen a relucir títulos como: El Gimnasio Paz de París, sobre la Gimnástica en Turin (Italia), sobre la Gimnástica en Bélgica, sobre la Gran Fiesta anual en Boulogne (Francia), un bien documentado artículo sobre el Instituto especial para la creación de profesores de gimnástica en Prusia, sobre el Congreso Gimnástico italiano en Nápoles, y… un largo etcétera. El profesor López Gómez, como bien podemos apreciar, muestra una gran preocupación por lo que ocurre a su alrededor en el mundo de la gimnástica, que aparte del conocimiento necesario e imprescindible para su propia formación y perfeccionamiento personal y profesional, le sirve como pretexto para llamar la atención de las autoridades españolas y crear en ellas un interés, a la vez que albergar esperanzas sobre soluciones no sólo para la ciencia gimnástica sino consecuentemente para la educación en general.
38 LÓPEZ GÓMEZ, E. S. (1894): Programa de Teoría y Práctica de la Gimnástica., Lecciones explicadas. Sevilla, Tipografía de Díaz y Carballo. 14 páginas.
‐ (1894): Manual de ejercicios gimnásticos para uso de los Institutos y Escuelas Normales. Sevilla, Tipografía de de Díaz y Carballo. 201 páginas.
39 LÓPEZ GÓMEZ, E. S.: “La Gimnástica en Bélgica”. El Porvenir, Domingo, 19 de mayo de 1878.
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Para concluir yo quiero mostraros un pensamiento, pensamiento personal que me ha llevado toda mi vida profesional a ponerlo en práctica y que con toda humildad sigo practicando. Con la elaboración, ya casi obsesiva, sobre la historia de Salvador López Gómez lo he acentuado aún más, fruto de la experiencia y algo más de conocimiento, dentro de mi ignorancia. Pienso, pues, de esta forma, no me tachen de cursi ni de triunfalista cuando ahora lo oigan, solamente solicito vuestra aquiescencia porque con estas palabras, sin formulismos y con toda naturalidad, espero entiendan mejor todo lo que os he contado en páginas anteriores.
Es así: La historia es algo invisible, una continua interrogación intangible, incorpórea; es una mirada en suspenso, es una complacencia en la superficie de los hechos, y en el querer poco a poco ir más allá, más a lo profundo, al otro lado, a la otra orilla; la historia es, utilizando las palabras del genial fotógrafo Cartier Bresson, una mirada poliédrica, la del ojo de mosca; se trata de un saber, un conocer que tiene fulgores de adivinación, donde el conocimiento puede ser desmentido, donde la certidumbre adquiere un matiz de sospecha y lo desconocido se vuelve instantáneamente familiar, asombrosamente en un recuerdo imprevisto. La historia, como la mirada, es una vocación y una posible consecuencia de la vida al margen.
Finalmente, sólo decir con gran sentimiento por mi parte, que me gustaría añadir lo que no puedo, porque el tiempo apremia, es decir, muchas más cosas me hubiera gustado contar de nuestro querido e histórico conciudadano sevillano. Sólo me resta agradecer estos minutos robados a quienes, como presentes, han tenido la paciencia de seguirme, escuchando mis palabras con una atención que me halaga. Pero, antes de terminar, como no quiero hacerlo con mis palabras, mi deseo es obsequiarles con un regalo que a los oídos de los profesionales de este mundo gimnástico es de gran placer. Es decir, dejar constancia que al menos la labor de este inconmensurable profesional que fue Emilio Salvador López Gómez, quedó marcada no sólo por sus escritos y su vida sino por un cronista de la época, Mario Méndez Bejarano, que así lo exaltaba en su diccionario, y así nos lo remitía para la posteridad; éstas son sus palabras:
“En los días de mi juventud, todos los muchachos se plantaban ante los escaparates de las librerías contemplando el retrato de Salvador López, desnudo de cintura para arriba, estampado a través de su primer libro de Gimnástica. La recia musculatura, el estupendo desarrollo torácico, los fornidos brazos que parecían arrebatados al Hércules Farnesio, causaban la admiración de la puericia sevillana
Aunque cinco años mayor que yo, fue mi condiscípulo de inglés, y también de Gimnasia. Toda la ventaja que le llevé en el inglés me sacó él, y aún más, en la Gimnasia. Recuerdo esto con cariñosa envidia, porque hoy,
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anciano y débil, comprendo cuánto más vale sentirse fuerte que saber inglés.”40
Muchas gracias.
Sevilla, 11 de diciembre de 2008.
40 MÉNDEZ BEJARANO, M. (1922): Ob. cit. p. 405.
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JUEGOS Y DEPORTES EN AL ‐ANDALUS
JOSE M. ZAPICO GARCÍA
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1. INICIO. A medidos del S. XV vivía en Florencia León Battista Alberti al que tenían como el caballero modelo del Renacimiento. Se afirmaba que el ejemplo de tal personaje transmitía, radicaba en tres cuestiones: pasear por la ciudad, montar a caballo y hablar con las gentes Sin que pretenda imitar a tal personaje he de constatar que me gustaría el imposible de colarme en aquella cultura y observar la vida, la educación y el sentido de sus formas. Pero, de momento, hago lo que puedo: paseo asiduamente por mi ciudad, manejo los caballos que mi auto y el orden me permiten y trato de hablar con la gente. De esto último trata este ayuntamiento, de hablar y hacerlo con vosotros sobre un tema preestablecido y que es el aspecto histórico‐deportivo en Al‐Andalus.
Fig. 1. Cisterna.
Pertenezco a un reducido grupo de profesionales que pretendemos estudiar las actividades físicas y los deportes a lo largo de la historia en Andalucía, es decir, introducirnos en la metafísica de la actividad física y los deportes con el objetivo de justificar nuestra propia identidad. No me es ajeno aquello de lo que hablan los tiempos pasados de nuestro oficio como tampoco lo es la filosofía y la literatura. De todo ello Andalucía está bien nutrida (realmente hay una enorme cantera a la espera de su estudio) y yo, ante la envergadura de lo hallado, me he interesado especialmente en el medioevo y también por lo que atañe a los siglos XVI y XVII.
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Pero para hablar de Al‐Andalus es preciso determinar tres factores que le den el marco adecuado: el lugar, el tiempo y la política social.
Fig. 2. Al – Andalus.
2. EL LUGAR. Al hacer un estudio de los juegos y los deportes, el Al –Andalus no es fácil de determinar porque está supeditado tanto al factor tiempo como al factor interpretativo. Para nosotros ubicar a Andalucía o Al –Andalus en el mapa general español es fácil. Pero este concepto para un musulmán significa otro espacio representado por todo el territorio de Iberia. En unos momentos de la historia, para unos eran el vocablo significaba unos territorios y años más tarde la cultura y el quehacer diario dictaban otros conceptos porque una cosa eran las fronteras políticas y militares y otras las sociales. Valencia, Zaragoza o Albarracín quedan muy lejos de nuestro concepto de Al – Andalus, pero para un musulmán eran parte inequívoca del mismo. Por otro lado la toma del territorio por el que hoy entendemos Andalucía, hace que se genere una fusión de culturas que conviven hasta la expulsión definitiva de los moriscos en los comienzos del S. XVI. Durante muchos tiempos históricos, no podríamos hablar de dos conceptos diferenciados de las gentes andalusíes, es decir, españoles de origen o religión musulmana, y de las cristianas que habitaban el territorio que hoy exponemos.
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Sin gran riesgo de instalarnos en el equívoco, podríamos establecer la hipótesis de que muchas de las actividades sociales o laborales no entendían de raza o religión y que los juegos y los deportes de aquella época eran realizados en común.
Fig. 3 y 4. Batalla de Guadalete y toma de Granada.
3. EL TIEMPO: DE 711 A 1609. La condición de Al‐Andalus nos indica un periodo de tiempo que, aparentemente, está perfectamente delimitado. Es el que va desde el 711 fecha de la batalla de Guadalete y el inicio del dominio musulmán a 1492, año de la toma de Granada, final de la guerra de la Reconquista. Pero esta cuestión, no está tan clara como indican estas efemérides. Los Juegos de Purchena en medio de la guerra de los moriscos (1568‐1570) nos hace entrar en los finales del S. XVI ya que en España, y especialmente en Andalucía, existía una población andalusí no asimilada ni integrada a pesar de los esfuerzos realizados por la Iglesia y la política. Por otro lado desde el 16 de julio de 1212 fecha de la batalla de las Navas de Tolosa, oleadas de castellanos y asimilados van tomando posesión del valle del Guadalquivir. Córdoba es tomada el 29 Junio de 1236; Jaén el 23 de noviembre de 1246 y su culminación se data con la toma de Sevilla en el 23 de noviembre de 1248. Desde este momento existe una convivencia en el tiempo que ha de durar (como cultura) hasta la expulsión de los moriscos en 1609 con el decreto que a tal fin rubricó Felipe III.
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Fig. 5. La Corte.
4. CONDICIONAMIENTO POLÍTICO. La condición de Al‐Andalus es muy peculiar. Las condiciones de las invasiones en Hispania se repiten en la forma: las romanas y visigodas un pequeño grupo guerrero se afianza militarmente en el territorio y establece raíces políticas mientras la vida productiva basada en la triada económica (el trigo, el aceite y el vino) permanece en manos de una gran masa de población indígena. Este mismo suceso vuelve a repetirse en la conquista musulmna y cristiana en Andalucía. Pero existe algunas matizaciones. El romano cuando llega a Hispania romaniza y el visigodo se asienta en lo romano, pero el árabe no arabiza. Impone sus normas políticas pero deja la convivencia que se desarrolle tal cual.41 Entonces, casi en paralelo, conviven culturas diferentes que se mezclan cuando llegan los solsticios y las celebraciones agrícolas. De esta forma muladíes, mudéjares, mozárabes, cristianos, conversos, musulmanes y judíos, en la vida diaria, se enlazan en la medida de la prudencia aconseja y la economía exige. De este mestizaje cultural tenemos numerosas pruebas que lo subrayan: Alfonso XI, en 1340 manda edificar el palacio de Tordesillas que es una réplica de un palacete árabe y sus vestimentas y costumbres frecuentemente son de estilo andalusí. Era cuestión cotidiana la facilidad con la que se celebraban matrimonios entre personas y personajes de diferentes culturas ( la constancia del origen de Abderramán III, el asunto de
41 la presencia islámica es interpretada por Sánchez Albornoz como una superposición de formas culturales que no afectaron a la contextura vital hispana; los invasores estaban en su mayoría recién convertidos al Islam y todavía sin arabizar, por lo que su influencia real fue tenue entre las poblaciones conquistadas, y nula en la España cristiana. C. SÁNCHEZ ALBORNOZ, Un enigma histórico.1956
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la reina Toda y su nieto Sancho I… la madre de Miramamolín..) y las celebraciones, las fiestas y los juegos y su ocio se hace común denominador de la situación.
Fig. 6. Alfonso X.
El ejemplo más claro de ello lo tenemos en las ilustraciones que aparecen en El libro de los juegos de Alfonso X. En las mismas juegan musulmanes entre sí, musulmanes con cristianos, miembros de órdenes militares cristianas con militares musulmanes, judíos, mujeres, cristianos entre sí, etc. También hemos encontrado citas que hablan de competiciones entre cristianos en territorio tradicionalmente considerado andalusí42 amén de juegos y competiciones donde intervienen de forma natural unos y otros sin el sentido separador que hoy podríamos interpretar.
42 Es famoso el duelo en territorio andalusí de los caballeros cristianos Diego Fernández de Córdoba y Alonso de Aguilar en el reino de Granada.
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Fig. 7. Góngora.
5. LAS FUENTES. Para establecer este estudio nos hemos apoyado de forma básica, en la literatura, la historia y en muy pequeña medida en la arqueología. Pero ha de tenerse en cuenta que para este tipo de búsqueda existen muchas dificultades ya que los textos escritos en arábigo implican la traducción de los mismos y a ello se le debe añadir la escasez de textos. Tampoco los escritos en castellano son de fácil lectura a la vez que hay que entresacar los motivos lúdico‐deportivos de textos generales, crónicas, escritos, etc. También hay dificultas para encontrar referencias en los escritores españoles cercanos, como podían ser los del XVI, dado que eran tiempos en los que se daba la espalda a todo lo que sonara a andalusí. No obstante encontramos algunas referencias en Quevedo, Argote de Molina, Cervantes, Covarrubias, Ginés P. de Hita, A pesar de todo existen en Andalucía tres hitos de gran interés:
‐ El Fuero de Iznatoraf otorgado por Fernando III el año 1240.43 En el mismo aparece por vez primera en Andalucía el término “deporte” citado de forma reiterada y donde se consignan los juegos‐deportes de lanzamiento de bofardo, lanzamiento de piedra, lanzamiento de astil, tiro con arco, lucha y otros deportes.
43 (Fuero de Iznatoraf. Citius. Tomo VIII. Fasc. I – II)
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‐ La Crónica del Condestable Iranzo de mediados del 1400, en la que se describen numerosos juegos y deportes como si fueran parte de la vida cotidiana.
‐ Los juegos de Purchena de 1569, donde se organizan, sorprendentemente, unos juegos deportivos que recuerdan mucho una olimpiada.
Fig. 8. Torneo.
6. EL CONCEPTO DE DEPORTE. El término deporte aparece en los textos históricos precisamente en los tiempos que estamos hablando. Los romanos, para designar lo que hoy podríamos considerar como deporte lo hacían con el término “juego”44 y se realizaban principalmente en el circo y en los baños. La palabra, según el cuidad estudio de Miguel Piernavieja, aparece por vez primera en los poemas (en provenzal) de Guillermo de Poitiers (1071‐1126/27) que viene a España a pelear al lado de Alfonso el Batallador en el año 1117. Entonces el término quería decir alegría regocijo, diversión o recreo, es decir, juego. Desde los Cartularios de Valpuesta, que suponen la entrada de la lengua española al primitivo castellano (S.IX) hasta la realización del el primer texto literario español, no nos consta el término. Pero en éste, es decir, en la primera manifestación literaria del castellano, ya se observa una referencia y varias alusiones. En efecto en el Cantar del Mío Cid (puede ser de 1105 auque se data de 1140) aparece un término que podría traducirse por el verbo del sustantivo deporte: deportar, es decir hacer deporte. Y en medio de esta crónica aparece el nombre de un adalusí, Abengalbón, que
44 En la actualidad se sigue citando, sobre todo cuando nos referimos a los deportes de equipo.
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participa (junto a Minaya, Alvar Fáñez, Muño Gustioz, Padro Bermúdez, y Martín Antolinez) en reiteradas actitudes referidas al mismo: En él se dice:
Los que ivan mesurando e llegando delant Luego toman armas e tómanse a deportar Los primeros batidores a llegar empiezan ya, Las armas toman, se ponen con las armas a jugar. (1514)
Es decir que no toman las armas para atacarse y matar, que sería el negocio, sino que las toman para ocupar su ocio, su regocijo, su recreo, es decir para hacer deporte. Y, a partir de esta fecha, las citas son frecuentes (Calila e Dina, Primera Crónica General, Libro de Alexandre, etc.) hasta el punto de adaptarse a la literatura escrita por andalusíes. En la Exposición de la República de Platón de Averroes (1126‐1198) aparece el mismo vocablo en el capítulo 17. En el mismo dice
… los deportes complicados enferman el cuerpo y el espíritu45 En El Fuero de Iznatoraf, (Jaén) que data de 1240, aparece la palabra depuerto en seis ocasiones al mismo tiempo que regula aspectos puntuales de la caza y de los campos donde han de celebrarse actividades físicas, así como la resolución de los problemas que pudieran derivarse del deportar.
Que njnguno non peche omeçidio por omne que en depuerto muriere, bofardando, njn bofordo alcançado
En la Crónica refundida de 1344, al describir unas escenas sobre la natación, se habla del término “deporte” con estas palabras:
“E muchas donzellas, fijas de muy altos omnes, que con la reine estavan, cada que algunas horas avian gana de bañar en aquella alberca, dexaban al rey e a la reina durmiendo e ivanse folgar allí, aquellas a quien plazía de aquel deporte. E fue así…” *
45 Esta cita se debe comprobar de forma más directa ya que pudiera ser el resultado de la propia traducción.
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También, en el reinado de Alfonso XI (1311‐ 1350) se escribe el Libro de la Montería y , cuando es editado por Gonzalo Argote de Molina, éste, hace alusión a la Crónica de Juan II de Castilla (1405‐1454) de la forma que sigue::
…, no hallamos ley particular que dellos haga memoria defpues defte libro, hafta el tiempo del rey don Iuan , el fegundo ( Se refiere a Juan II de Castilla. ‐ 1405‐1454 ‐ ), el qual apedimiento del reyno eftablecio ley del numero dellos <de los monteros> que dize afsi. Ordenamos, y mandamos que para nueftros deportes y exercicios de Monteria aya…
En la misma época hemos contabilizado el mismo término en la Crónica del Condestable Iranzo en varias ocasiones.
¿quien pensaría salvo que el dicho señor condestable, por honor y exçelençia de las sus onorables e famosas bodas se avía exerçitado en tantos deportes e fiestas…?
E tomó la vía del puerto del Muladar, e continuaron su camino aviendo munchos deportes y plazeres.
Existen otros autores que reconocen el vocablo de manera inequívoca ya en tiempos más tardíos tales como el Padre Mariana (1536‐1623)54636‐1623)
Gobernó este capitán las cosas de los moros… por su rey, que vivía ocioso, sin cuidar más que de sus deportes.”,
o el Arzobispo Fonseca (+ 1512), en la Vida de Christo escribe,
No porque en el Paraiso tuviese necesidad de buscar aire, a donde sobraban tanto deporte y recreación”
Por otro lado debemos admitir que, al menos en el S.XVI, la palabra deporte seguramente tenía poco uso. Covarrubias no lo contempla en su diccionario Tesoro de la Lengua Castellana, y autores como Méndez, Caro, Cervantes, etc. tampoco lo citan a pesar la profusión con que describieron competiciones y juegos.
46 Padre Juan de Mariana, en su Del Rey y de la Institución Real, Libro VIII, Cap. 9. Publicado en la B.A.E. (Biblioteca de Autores Españoles). Madrid, 1950. Arzobispo Fonseca, en la Vida de Christo, T.I, Libro 2, Cap. 8. también publicada en la BAE.
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Los deportes de la época, a rasgos generales, disponían de los elementos que en la actualidad siguen vigentes:
‐ Cobertura del ocio ‐ Un mantenedor o mantenedores que convocan los encuentros ‐ Unas reglas que se deben respetar ‐ Unos jueces que determinan la correcta aplicación de las reglas ‐ Encuentro físico entre personas o facciones libremente aceptado ‐ Animo de vencer pero aceptando la posibilidad de ser vencido ‐ Público entusiasta ‐ Apuestas en torno al resultado.
Otra cosa especial era, y sigue siendo, el deporte de la caza.
Fig. 9, 10 y 11. Tablas Reales, Caza y otros.
Fig. 12. El Ajedrez.
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7. JUEGOS DE TABLERO. Los juegos de tablero eran muy populares en Al –Andalus, pudiendo constatarse como los más aceptados el ajedrez, las tablas reales o nard (posiblemente basado en el senet egipcio) los dados, las damas y los naipes Ajedrez. Es el juego de tablero por excelencia del medioevo al igual que la caza lo es para el deporte. El introductor en España, según Levy Provenzal, fue el músico Ziryab alrededor del en el S. IX y en el S. XII se conoce el poema dedicado al ajedrez del judío toledano Aben Ezra siendo ya muy común en toda la península. Casi al mismo tiempo ya es muy y conocido el extraordinario texto El libro de los Juegos de Alfonso X.(1221‐1284). En la literatura andalusí se hacen constar tres partidas extraordinarias realizadas por reyes o príncipes:
1. La celebrada entre Abenamar y Alfonso VI en la que se juega un maravilloso ajedrez contra la retirada de las tropas alfonsíes que amenazaban la toma de la ciudad de Sevilla.
2. La de Salobreña entre Yusuf III (condenado a muerte por su hermano Muhammad
VIII) y el Alcaide de esta ciudad Abdala Salim. Mientras se juega la partida, que se alarga de forma inusual, tiempo en el que muere el rey Muhammad, y , salvando la vida, asciende al trono Yusuf.
3. Otra muy famosa fue la contienda ante el tablero de Abulhasán o el Zagal (no se sabe
con exactitud) con Alfonso Fajardo Alcaide de Lorca donde se jugaba esta ciudad contra la de Almería.
Romance de esta última:
Jugando estaba el rey moro Y aún al ajedrez un día Con aquese buen Faxardo Con amor que le tenía Faxardo jugaba Lorca Y el rey moro a Almería: Jaque le dio con el roque(torre): El alférez le prendía A grandes voces dice el moro “La villa de Lorca es mía”
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Alfonso X. El libro de los juegos. Es el más extraordinario ejemplar de la época que se conoce sobre los juegos de tablero. Está mandado hacer por el rey Alfonso X y contiene (además de todo lo referente a los juegos de tablero) una gran información sobre otras cuestiones ya que el libro está iluminado por un gran muestrario de escenas. Modalidades árabes. Existían varias modalidades del juego. Entre los más conocidos están los que siguen:
‐ El ajedrez cuadrado de 64 escaques ‐ El ajedrez de 100 escaques o ajedrez de las diez casas. ‐ El ajedrez rectangular o sistema bindí. 64 escaques ‐ El ajedrez circular o sistema rumí. 64 escaques
Personajes del mundo del ajedrez: Nos han llegado el nombre de numerosos jugadores de ajedrez que o bien destacaban en el juego o que eran autoridades que lo practicaban. Entre ellos están
‐ Ziriab. S. IX El introductor. ‐ Muhamad I. ‐ Aydun, fata del anterior. ‐ Abbadí al‐Mu´tamid. ‐ Fajardo el Murciano que juega en Granada con el Rey. ‐ Abu Ahmad al‐Abbas (+ 10038) Visir de Almería. ‐ Al Ramadi, poeta cordobés. ‐ Ibn‐al‐Labbana. ‐ Abu Bakr al‐Arabí, qadi de Sevilla, teólogo, jurista y literato. ‐ Ibn Sur, médico de Sevilla. ‐ Al Rusi, letrado granadino. ‐ Alfonso VI. ‐ Alfonso X. ‐ Ruy López. ‐ Juan de Lucena.
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Fig. 13 y 14. Halconeros y Caza Mayor.
8. LA CAZA EN AL‐ANDALUS. Era la diversión favorita de los reyes. Existían numerosas modalidades de caza, pero, al igual que ahora, se pueden considerar tres formas tradicionales:
‐ La caza mayor. Jabalí, venado, ciervo… ‐ La caza menor. Conejos y liebres; ánades y volatería. ‐ La caza de cetrería.
Frecuentemente la caza se hacía con la ayuda de animales tales como el caballo, el perro, aves de presa, ginetas, etc. por parte de los reyes y la nobleza mientras que los cazadores de condición modesta utilizaban gavilanes y empleaban ballestas en lugar de lanzas. Como consecuencia de la caza y la venta de las piezas cobradas aparecen ordenanzas severas (Ibn Abdun, Muhtasib de Sevilla) en razón de poner a la venta animales que no estaban sacrificados ritualmente. El arte de la cetrería era muy apreciado y cuidado existiendo numerosas aves con las que se practicaba. El halcón, el sacre, y azor (el neblí) eran muy requeridos. En la actualidad la
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sociedad árabe sigue manteniendo esta afición y en Marruecos se sigue conservando, si bien es escala menor, los vuelos y la caza con el neblí. En Andalucía existe una afición en alza que gana adeptos día tras día y de la que son ejemplos Antonio Conejo en Málaga, Rafael Hernández Mancha en Aracena y Pareja Obregón en Jerez Frecuentemente existía el barrio de los halconeros. De hecho se han identificado en Granada, Alhama, Antequera y Baena. Posiblemente eran calles o zonas habitadas por una especie de gremio dedicado al amaestramiento, cuidado y venta de pájaros destinados en a la caza. Como grandes reservas de caza en Andalucía están las zonas de Sierra Morena, Doñana y la Almoraima A lo largo de la Edad media y especialmente en Al –Andalus se escriben numerosos libros sobre la caza y su ordenación al mismo tiempo que se legisla sobre el tema. Son muy conocidos el libro de Osama ibn Munqid, El libro de las experiencias, el de Don Juan Manuel titulado El libro de la caza y El libro de la caza de Sendín de Barrientos mandado hacer por Alfonso XI y Libro de las aves de caza de Pedro López de ayala (1332‐1407) Cazadores ilustres. Casi todos los monarcas y nobles eran grandes aficionados a la práctica de la caza pudiendo citarse a Pedro I de Castilla, Alfonso X, AlfonsoXI, Beltrán de la Cueva, Juan Mateos, Alonso Martínez Espinar. Entre los monarcas o dirigentes musulmanes deberíamos citar especialmente a Abderramán II (se pasaba semanas cazando en Sierra Morena) Almutamid, Muhamed IV. Especialmente la caza con sacres, Almanzor (un gran aficionado a la caza de cetrería) y Boadbil que volaba habitualmente azores, y, después de la caída de Granada, va de caza a los campos de Dalías.
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Fig 15. El caballo.
9. EL CABALLO.
El caballo y los juegos de caballería representan la parte más importante de los deportes medievales formando parte siempre de la cultura andalusí y de Andalucía. En la época medieval constituía un medio imprescindible de la vida social o profesional. Tenía una importancia máxima tanto en la guerra como en la paz y era una pieza básica tanto para el desplazamiento de las personas como para el comercio y las comunicaciones, de forma que su posesión y calidad significaba riqueza, nivel social, o poderío económico. Referido al mismo, Ibn Hu_dayl (Granada. 1329‐¿?) escribió Gala de caballeros, blasón de paladines, un libro que trata sobre la educación de príncipes que tan en boga estaba en el medioevo. Como tal, el caballero necesita del caballo y en esta obra, no podía inhibirse del tema. En ella se recoge un amplio muestrario sobre la cultura del caballo, sus cuidados y su entrenamiento con el fin de ofrecer ejemplares adornados con cualidades especiales tales como la resistencia, la velocidad, la fuerza, etc…
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Fig. 16. La Justa.
En el mismo y con un sentido místico se puede leer
No presencian los ángeles ninguno de nuestros esparcimientos, excepción hecha de los concursos de caballos y el tiro al arco.
Abu Huraya, por su parte refiere que el Profeta dijo también:
No se hagan competiciones sino de camellos, caballos o flechas Conocían la técnica de cabalgar a la jineta cuestión que es copiada por los caballeros cristianos en tiempos de Pedro I (1364) y también conocían las variadas formas del entrenamiento deportivo y los cuidados que necesitaban: como cubrirlos con mantas después de correr, establecer los tiempos de entrenamiento, alimentación, etc.
Fig 17. Carrera de caballos.
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El andalusí era muy aficionado a las carreras en las que habitualmente se apostaba entre los contendientes las prendas, es decir lo apostado por los contendientes y donde el vencedor ganaba las dos. Existía una modalidad en la que participaba un tercer corredor o legitimador, es decir lo que hoy podríamos interpretar como un intermediario, que también corría pero sin aportar prenda. Si ganaba se llevaba las de los otros dos y si perdía nada arriesgaba. Pero este caballo, el del legitimador, tenía que ser excelente, parejo con los apostantes, de forma que tuviera sus opciones a vencer. Hay referencias sobre la participación de bastantes caballos en una sola carrera habiéndose constatado premios para los diez primeros. Como es natural también había otros apostantes que eran espectadores. En una casida47 se puede leer
¿Queréis acariciar a un corcel excelente? Por mi brida apostad en la carrera
Los principales juegos‐deportes del caballo eran los siguientes:
‐ Carreras. Se organizaban habitualmente y se sabe que Abderramán III había ordenado a los poetas de su corte asistir a las mismas.
‐ Polo: lo practicaba y era un gran jugador, según Provenzal, Al‐Akam I.y se supone
que se siguió practicando en los Taifas. Posiblemente el resto ha llegado hasta nosotros (años 40‐50) en forma de la disputa del pellejo de chivo en Aracena.
‐ Toros: de los que nos han quedado descritas corridas con grandes detalles si bien se
debe atender a la forma parecida al actual rejoneo, es decir “a caballo”. Existían otros muchos de carácter bélico, como son La sortija: era el ensartamiento de un aro con el caballo a la carrera. En la actualidad se hacen de forma similar en muchos pueblos andaluces si bien se ha cambiado el aro por las populares cintas. En la forma tradicional (aro y lanceta) se sigue realizando en algunos pueblos de la geografía nacional. Esta actividad deportiva es profusamente citadas en la crónica del Condestable Iranzo.
47 Composición poética
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Los populares justas y torneos popularizados por la cinematografía donde combaten en grupo o bien individualmente los contendientes. Son muy conocidas las justas que se celebraban en las plazas públicas de Granada especialmente en la de Bibarrambla, la puerta de los Ladrilleros (Carrera de la Virgen) y en la misma Alambra, en la explanada llamada de La Tabla lo que nos hace suponer que también se practicaba esta especialidad deportiva. El Paso de armas, una forma de los combates anteriores y de la que es muy conocido el de Suero de Quiñones en (1434) en el Puente del Órbigo.
Fig. 18. Estaferno.
El jocoso estafermo, que hacía las delicias de los espectadores a costa del jinete “de torpe aliento”. Las tablas, citadas en el Cantar del Mío Cid. Y los bohordos como ejercicio de puntería desde el caballo.
Fig. 19 y 20. El Cirit.
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Uno de los más practicados, sobre todo en la baja edad media era el Juego de las Cañas de la que los andalusíes eran grandes entusiastas del mismo. En Jaén se celebraban, sobre todo, en día de S. Juan, donde participaban indistintamente y se regalaban juegos de cañas cristianos como musulmanes. Es muy significativo el relato que de este deporte hace jerónimo Münzer en la explanada de la Alhambra.
Fig. 21. Caballo y arco.
Deportistas conocidos.
‐ Abenámar. Gran jugador de cañas y sortija. Justador. ‐ Audalla. Mantenedor de juegos. ‐ Sarracino. Asiduo practicante del juego de Cañas y de sortija. ‐ Abemgalbón. Destacado capitán de las huestes del Cid donde se le cita como un
asiduo deportista. Equipos participantes en el juego de Cañas:
‐ Abencerrajes. ‐ Almoradis y Venegas. ‐ Gomeles y Maças.
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10. OTROS DEPORTES. Los juegos y los deportes no se ceñían solamente a los descritos hasta ahora. Existían numerosas actividades físicas y recreativas de las que hemos podido sacar a la luz las que siguen:
‐ REGATAS. Mubassar príncipe de Baleares organiza unas regatas por la festividad de Mabrayan. También existen algunos datos, aunque vagos, sobre las regatas en el Guadalquivir que se confirman algo más tarde en la obra cervantina.
‐ Lanzamiento de ASTIL, una especie de jabalina ligera (similar a la jabalina alemana)
sin hierro en la punta, se hace constar en el Fuero de Iznatoraf.
Fig. 22. Peso, carrera y barra.
‐ Lanzamiento de PIEDRA. Nuevamente es citado este deporte en el Fuero de Iznatoraf
siendo una prueba de fuerza. Era en realidad lo que hoy podríamos considerar en atletismo como un lanzamiento de peso. Este deporte queda también reflejado por Gines P. de Hita en los Juegos de Purchena.
Fig. 23. Danza.
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‐ DANZA. En Córdoba existían profesionales (eran esclavas) expertas en la danza, el manejo de armas y ejercicios acrobáticos con escudo y ejercicios malabares con sables, lanzas y cuchillos afilados.
También eran famosas en Úbeda las histrionisas y bailarinas hábiles en esgrimir espadas, manejar dados, expertas en el pasapasa, nexos danzantes y mascaradas.
Se danzaba en el al‐kurray, (figuras de caballos con faldones) que llevan las mujeres. Esta danza se perpetuó durante mucho tiempo y que aún en la actualidad se mantiene en algunas localidades.
Ha quedado descrito que en el palacio del príncipe almohade Ibn Yarir había un patio donde evolucionaban quinientas esclavas y luchaban con lanzas que bien pudieran tratarse de este tipo de bailarinas.
Fig. 24. Acróbatas.
‐ SALTIMBANQUIS Y MALABARISTAS. Normalmente en las grandes bodas o
acontecimientos festivos se contrataban a grupos de acróbatas para amenizar el festejo.
Existe tal constancia en festividades celebradas en Córdoba, Sevilla y Almería.
Sus componentes eran grupos nómadas que deambulaban por todo el territorio y que, años más tarde, quedan reflejados nítidamente en “La Gitanilla de Cervantes”.
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Fig. 25. Tiro con ballestas‐
‐ TIRO AL BLANCO CON SAETAS. Era una práctica que en ciertos momentos se hace
habitual por su valor bélico. Se cita en el mismo fuero de Iznatoraf y de forma extraordinaria en la Crónica del Condestable Iranzo y en los Juegos de Purchena.
‐ CHUECA. Es la forma primitiva, o al menos muy parecida, del actual hockey. En el XVI
también se llamaba vilorta porque el stick era o tenía la forma de una vilorta que es una parte del arado.
Diego de Guadix define este deporte de la forma siguiente:
Chueca llaman en algunas partes d´España a cierto tróculo o pedacillo de madera (menos redondo que bola) con que antiguamente jugaron los árabes en España y juegan oy en día los labradores de Castilla.48
‐ PELOTA: El juego de la pelota está documentado en España al menos desde el S. VIII
pues sabemos que lo practicaba Alhakam I de Córdoba (796‐822). Tambiés es citado por Rodrigo Caro en su obra Días geniales o lúdricos para referirse a una modalidad a la que eran aficionados los árabes andalusíes.
‐ EL MANCALA. Un juego de disposición parecido a las bolas.
‐ EL ALQUERQUE. Era un juego de tablero parecido al tres en raya o a cruz y raya. Han
aparecido algunos restos arqueológicos de este tipo de juego en el poblamiento de Vascos, en Toledo. Este juego era de los pocos a los que se les permitía jugar a los caballeros templarios (que tenían terminantemente prohibido jugar al ajedrez) reconocido por el nombre de les marelles.
48 Diego de Guadix. Tomado de G. Serrano. Cátedra nº 19. Navarra. 1974. p.186.
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11. LOS JUEGOS DE PURCHENA. 1569.
Fig. 26. Cartel juegos de Purchena.
En el año 1619 el escritor Ginés Pérez de Hita escribe la obra “La guerra de los moriscos”. En el capítulo XIV describe la estancia del Rey Abem Humaya en la población de Purchena (Almería) y como, durante la misma, ordena la celebración de unos juegos deportivos. Esto sucede el 27 de septiembre de 1569. No existen pruebas fehacientes y claramente descritas sobre el origen de este tipo de competición pero entrando en el campo de la especulación podemos afirmar que son pruebas que eran las habituales que practicaban los españoles (independientemente de su origen o religión) de la época. Este dato está contrastado con otros escritores de la época. Por ejemplo la prueba del sostenimiento de piedra o levantamiento está relatado de forma similar en “La Araucana” (cuya primera edición es de 1569) de Alonso de Ercilla (1533‐1594). El Salto es descrito por Góngora en las Soledades. La carrera por Cervantes en el Quijote, etc…
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Recogido actualmente por el propio Ayuntamiento de Purchena se celebran los Juegos modernos en el mes de Agosto con un gran eco popular a la que concurren miles de espectadores. Los Juegos duran varias jornadas a las que se añaden actividades paralelas tales como concursos gastronómicos, cursos de verano, intercambios culturales, mercadillo, etc. y unos “Juegos moriscos infantiles.” Como consecuencia de los mismos se ha activado diversas publicaciones literarias. En la actualidad están reconocidos por el Comité Olímpico Internacional concediéndosele el derecho de ondear su bandera desde 1999 y están declarados de interés turístico nacional por la Junta de Andalucía. Los primeros Juegos modernos, discretos y modestos, se celebraron en el año 1994. El programa constaba de las siguientes actividades:
Fig. 27. Lucha.
‐ Lucha.
Al que en travada lucha mejor lo hiziesse, le daría cien escudos en oro y le coronaría de hojas de un verde laurel.
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Fig. 28. Carrera.
‐ Carrera.
Más aquel que se mostrase más suelto y corriesse más ligero y llegasse primero al puesto disputado, le daría otros cien escudos de oro.
Fig. 29. Salto.
‐ Salto.
Más al que de tres saltos alcaçasse más tierra, le daría otros cien ducados de oro.
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‐ Sostenimiento de piedra.
Más al que más tiempo sustentase un canto de seys arrobas en el ombro le daría otros cien escudos en oro y un rico alfanxe.
‐ Danza.
Más al que mejor y más gallardamente dançase la zambra con una bella Mora, le daría una ropa de seda fina hecha en Argel.
(En realidad es un baile ya que la danza era el seguimiento de todos a una “cabeza” de la misma.)
‐ Danza.
Más a la Mora que mejor dançasse, le daría una riquísima marlota y quatro almayzales finos.
(Los almaizales o almaizares es “toca morisca o velo , a manera de sabanilla, con que se cubren las moriscas; es de seda delgada y listada de muchas colores con rapacejos en los extremos.” ) Covarrubias
‐ Danza masculina.
Más al moro que mejor tañese y cantase a la morisca y mejor canción dixere o romance, le daría un hermoso cavallo aderezado y enjaezado.
(Es curioso y al mismo tiempo lógico. Convoca lo que parece un concurso de canto acompañado de su música pero parece darle importancia a la letra que ya no es “a la morisca” o a “la arábiga” sino que acepta de buen grado el romance que como bien se sabe es el nombre genérico de la lengua toscana, la francesa y la española)
‐ Canto femenino.
Más a la Mora bella que cantase mejor y mejor canción arábiga dixere le daría una hermosa marlota guarnecida de oro.
(La marlota, según Covarrubias, es un vestido de moros a modo de sayo vaquero)
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‐ Lanzamiento de piedra.
Más al Moro que mejor tirador fuese de canto, treinta escudos de oro y el alfanxe.
Fig. 30. Tiro con arco.
‐ Tiro con arco o escopeta.
Más al moro que mejor tirase con escopeta o arco le daría diez ducados de oro.
‐ Tiro con honda.
Más al moro que tirase más derecho y más certero con honda, le daría diez ducados en oro.
Y esto lo hace
por no tener orden de correr toros ni tener caballos y aderezos para el juego de cañas.
Luego añade a todo este programa el levantamiento de ladrillos y al vencedor se le daría “un galán premio”.
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Fig. 31. Publicidad Juegos de Purchena.
El 4 de Abril de 1609, Felipe III recluido en el Alcázar de Segovia, firmó el terrible decreto que había de borrar de sobre la faz de España, millares de pobladores dedicados, en su mayor parte, al cultivo de las tierras. El decreto de expulsión. En realidad, estaba calcado del de los Reyes Católicos contra los judíos en 1492 y, como aquel, se atendía exclusivamente a la religión y no a la raza. Con ello quedaba concluida de forma definitiva la estadía musulmana en España.
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Reconversión monetaria aproximada de los premios de los Juegos de Purchena. DUCADO.‐ Moneda de oro, peso 3,60 gramos, unidad de cuenta durante los siglos XVI ‐ XVII, valían 11 reales castellanos o 375 maravedís. ESCUDO DE ORO.‐ Moneda de oro, peso 3,40 gramos, con valor de 350 maravedís. Acuñada por primera vez en 1535 en Barcelona para sufragar los gastos de la Expedición a Túnez. El escudo es la unidad para la moneda de oro acuñada desde Felipe II hasta Fernando VII. Aparece después con Isabel II.
Traducido al valor de la onza de oro al año 2006 corresponden los valores siguientes: Año 2006: Por onza de oro = 28,7 gr. ………………….…………………360 $ En pesetas …………………………………………………...1.881,53 Por el valor del oro en cada moneda .en pesetas…………….4.253,51 Por lo tanto, los premios corresponderían a los valores actuales: Lucha…………………………………..425.000 pts = 2.560 € Carrera………………………………....425.000 pts = 2.560 € Salto…………………………………....425.000 pts = 2.560 € Sostenimiento ladrillos…………………425.000 pts = 2.560 € Danza………………… ………………..ropa Danza masc…………………………….un caballo Canto………………………………….. ropa Lanzamiento de piedra………………..127.605 pts.= 767 € Tiro……………………………………. 42.535 pts = 225 € Tiro con honda………………………… 42.535 pts = 225 €
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“A Fuscus, de la facción azul, nosotros, sus
incondicionales admiradores y buenos amigos, hemos costeado
y dedicado esta ara, para que todos tengan noticia de este
nuestro recuerdo y de esta prueba de cariño. Intachable es tu
fama: mereciste la gloria en las carreras; con muchos te
enfrentaste, mas, aunque menesteroso, a ninguno temiste…”
Estela funeraria del auriga Fuscus
EL DEPORTE ESPECTÁCULO EN HISPANIA
I JORNADAS ANDALUZAS DE HISTORIA DEL DEPORTE
Sevilla 11, 12 y 13 de diciembre de 2008
Dr. Javier Ruiz Cazorla
Dr. José Luis Chinchilla Minguet
Facultad de Ciencias de la Educación
Universidad de Málaga
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Esta conferencia pretende dar a conocer la línea de investigación abierta a raíz de la
tesis doctoral de uno de los autores en torno a la función social del deporte espectáculo en
la Antigua Roma49. Una de las conclusiones de dicha tesis fue precisamente la escasez de
estudios referentes al papel de los ludi en las provincias que integraron el Imperio Romano,
entre ellas Hispania, en contraste con el mayor conocimiento, gracias sobre todo a las
fuentes literarias, del papel que desempeñaron los juegos y espectáculos en la capital del
Imperio Romano.50 Por ello hacemos aquí, sin ánimo de ser exhaustivos debido a los límites
de tiempo y espacio, un breve recorrido por las especificidades contextuales de las
provincias hispanas así como por los principales documentos que permiten abordar el
estudio del deporte espectáculo en la Hispania romana en su dimensión social y cultural.
Seguimos la misma línea metodológica y epistemológica adoptada en la investigación matriz
basada en un enfoque psicosocial y pluridisciplinar del deporte en coherencia con su
concepción como objeto de estudio social y cultural (Ruiz Cazorla, 2008, pp. 39‐64).
49 Ruiz Cazorla, L. J. (2008): Función social del deporte espectáculo: las Carreras de Carros en la Antigua Roma. Universidad de Málaga: Málaga 50 El trabajo se ha desarrollado en el marco del Grupo de Investigación HUM 564 ‘Formación del Profesorado en Actividad Física y Deportes en Andalucía’ que dirige el Dr. José Luis Chinchilla Minguet en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga
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EL DEPORTE ESPECTÁCULO EN HISPANIA
Cuando hablamos de deporte espectáculo en la Antigua Roma, nos referimos
básicamente a las carreras de carros (CC en adelante), pues de todos los juegos y
espectáculos que formaban parte de los ludi eran los únicos que en nuestra opinión
cumplían los requisitos de institucionalización, reglamentación, interacción motriz y
codificación competitiva que hoy se consideran imprescindibles para hablar de deporte
(Parlebás, 1988).
Muchas de las funciones sociales y culturales que las CC desempeñaron en Roma
tuvieron su réplica a nivel provincial con sus correspondientes adaptaciones al contexto
local. Aunque no tenemos noticias de episodios concretos de contenido político ocurridos en
los circos hispanos, podemos suponer que al igual que en Roma y en el resto de grandes
ciudades del Imperio, la reunión del pueblo para las CC en los circos hispanos permitió a las
poblaciones provinciales expresar, espontáneamente o de forma orquestada por los grupos
de presión municipal, sus opiniones sobre los temas cotidianos que les preocupaban, o
mostrar sus simpatías o antipatías respecto a los dirigentes locales. Lo cual nos lleva a
considerar que la función social de las CC iba más allá de la de control social sugerida por el
tópico del “panem et circenses”51, aunque sin disponer de datos concretos como sí ocurre
por ejemplo con Roma o Constantinopla, que permitan determinar en qué grados ni en qué
momentos predominó la relación con el control o con el cambio social.
Los edificios para espectáculos fueron desde siempre un lugar privilegiado para el
encuentro del populus con los poderosos debido a sus dimensiones y a la capacidad de
acogida de la población. Los juegos públicos propiciaban la reunión de gentes procedentes
tanto del núcleo urbano como de los espacios rurales y aldeas integrantes de conventos o
diócesis. A las funciones que los juegos públicos desempeñaban en Roma habría que añadir
pues a nivel provincial la de contribuir activamente a la integración y cohesión de los
territorios conquistados y la de jugar un papel decisivo en el proceso de romanización.
51 Juvenal Sát. X, 75 ss.: “Desde hace tiempo –exactamente desde que no tenemos a quien vender el voto‐ este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones, en fin todo, ahora deja hacer y sólo desea con avidez dos cosas: pan y juegos en el Circo.”
55
1. Hispania en el contexto del Imperio Romano
Una vez conquistada la península Ibérica, Roma tuvo que enfrentarse al problema de
la reorganización de los territorios sometidos, cuyo rasgo más destacable era la disparidad
política, cultural y social de los pueblos que los habitaban.
La política colonial tuvo un carácter en principio eminentemente militar, y se
configuró en esencia tras la guerra civil entre Pompeyo y César (s. I a. C.), que tuvo uno de
sus principales escenarios en Hispania. Tras la batalla de Munda (45 a. C.) Julio César inició
una política de colonización de amplio alcance, marcando las pautas bajo las cuales se
desenvolvería la administración de las provincias hispanas durante el Imperio. Esta política
tenía varios objetivos: proporcionar tierras a sus veteranos, neutralizar las conexiones
pompeyanas en amplias zonas de las provincias hispanas y buscar salida, mediante la
concesión de parcelas en los nuevos asentamientos, a sectores de la población proletaria de
Roma.
Las ciudades hispanas tuvieron estatutos jurídicos muy variados hasta que Antonino
Caracalla, en el año 212 d.C. concedió la ciudadanía romana general y unificó las antiguas
categorías jurídicas. Las ciudades, al igual que los ciudadanos particulares podían ser de
derecho romano (municipios y colonias), de derecho latino (municipios y colonias) y de
peregrinos. En su Historia Natural Plinio el Viejo hace una enumeración de las ciudades
hispanas y sus estatutos contabilizando 399 civitas.52. Para la Baetica, por ejemplo, afirma:
“Sus ciudades son en total 175, de las que 9 son colonias, 10 municipios de derecho romano,
27 gozan del privilegio del antiguo derecho latino, 6 ciudades libres, 3 federadas y 120
estipendiarias.”.
El alto grado de romanización de la Bética, el este peninsular y algunas regiones del
interior, así como la necesidad de uniformar al máximo la administración local, llevaron a
Vespasiano a conceder el derecho latino (ius latii) a las ciudades hispanas. Este privilegio
permitió a un gran número de personas con estatuto peregrino acceder a la ciudadanía
latina; a su vez, los ciudadanos latinos que desempeñaron una magistratura en sus ciudades
recibían la ciudadanía romana, ellos y los miembros más allegados de su familia. Aún así, es
un aspecto discutido, el ámbito territorial de aplicación de esta medida, pues algunos
historiadores creen que aunque su aplicación fue general para la Bética y este peninsular,
52 Plinio el Viejo, Hist. Nat. 3, 7
56
debió de ser selectiva para amplias zonas del interior y noroeste. Esto explicaría el hecho de
que después de Vespasiano siguiera habiendo ciudades y personas con estatuto peregrino.
La ordenación territorial de las provincias hispanas se hizo en torno al concepto de
civitas. Cada civitas comprendía un asentamiento principal con un territorio, en el que
podían existir otros asentamientos secundarios (aldeas, castros, caseríos) sometidos política
y administrativamente a la ciudad. Es decir, cada civitas comprendía una unidad territorial
con su correspondiente población, que era tratada por los administradores romanos como
una unidad de gobierno.
El núcleo urbano disponía de edificios públicos comunes en todas ellas, como circos,
anfiteatros, teatros, templos y termas, y otras construcciones urbanísticas como foros,
cloacas y acueductos. La mayoría de las ciudades contaba con una población de diez mil a
veinte mil habitantes. Según el testimonio de Plinio al que hemos hecho referencia, en los
comienzos del Imperio, Hispania contaba con 399 civitas: la Bética 175, la Lusitania 45 y 179
la Tarraconense. Esta organización facilitaba el engranaje administrativo imperial y se
adaptó tanto a las comunidades con escaso grado de centralización y urbanización como a
las nuevas fundaciones auspiciadas y fundadas por los conquistadores.
El modelo seguido para este proceso de urbanización, fue el de la propia Roma. Los
decuriones, integrados por restos de la antigua aristocracia local y la élite de los colonos
romanos, controlaban el poder a partir de un consejo o senado local del que se elegían los
magistrados anuales o duoviri. Esto supuso en muchos casos que la aristocracia local se
transformara en decuriones en el nuevo orden, manteniendo así su control sobre la
comunidad, al tiempo que actuaban como instrumentos de la administración al servicio de
los intereses centrales.
El proceso de colonización y romanización
Inicialmente la creación de colonias en las provincias hispanas sirvió a Roma de
instrumento militar para asegurar el sometimiento de las poblaciones conquistadas,
mediante la implantación de núcleos de población, de preferencia pertenecientes al propio
ejército de ocupación, en puntos estratégicos de los territorios invadidos. Pero la
consecuencia más trascendental de la política colonial fue que al estar compuestas por
ciudadanos romanos e itálicos, las colonias constituían activos focos de aculturación‐
57
romanización53, que contribuían decisivamente a reforzar la cohesión de las provincias
hispanas, y por tanto del Imperio. La política de colonización y municipalización tan intensa
bajo César y Augusto, y completada luego por Tiberio, sufrió una importante paralización
durante la dinastía Julio‐Claudia debido a la relativa paz existente. A partir de Claudio se
aprecia un cierto estancamiento en las intervenciones imperiales en la península. Ello no fue
obstáculo para que se fundaran algunas ciudades, como Baelo‐Claudia, en Cádiz, durante el
gobierno de este emperador.
La romanización fue más rápida e intensa en el sur, especialmente en la Baetica. En
tiempos de Augusto y según Estrabón, la Bética estaba ya casi totalmente romanizada:
“… los turdetanos, en particular los que habitan en las proximidades del Betis,
se han asimilado perfectamente al modo de vida de los romanos y ni siquiera se
acuerdan ya de su propia lengua. La mayoría se han convertido en latinos y han
recibido colonos romanos, de modo que poco les falta para ser todos romanos.”54
Sin embargo el interés de Roma por la romanización de los territorios conquistados
debe ser matizado. Estaba guiado por el pragmatismo y no era el mismo en todos los casos.
En los tratados firmados con las poblaciones indígenas su política fue desde el principio la de
respetar sus estructuras económicas, sociales, políticas y religiosas.55 En muchas zonas del
interior el punto fundamental de la política romana fue el reparto de tierras al objeto de
acabar con la desastrosa situación económica de grandes masas de lusitanos y celtiberos
debido a la concentración de la riqueza agrícola y ganadera en pocas manos. Otro ejemplo
de este pragmatismo en el proceso de aculturación lo ofrece la explotación de los recursos
mineros. En la zona de Sierra Morena y las proximidades de Cartagena esta actividad,
iniciada en tiempos republicanos, sirvió como foco de aculturación favorecido por la llegada
masiva de colonos itálicos que se produjo después de la caída de Numancia en 133 a. C. Sin
embargo en el Norte de Hispania las explotaciones mineras no comenzaron hasta después
de las guerras cántabras llevadas a cabo por Augusto, no originaron apenas colonización
53Respecto al término romanización y su idoneidad vid. el artículo de Blázquez (2006d), ¿Romanización o asimilación?, en el que el autor indica la controversia que ha generado este término tan generalizado en la historiografía del s. XX. Algunos autores (Pflaum o Broughton, referidos por Blázquez) critican su vinculación a la ideología colonial del s. XIX. Blázquez sugiere los conceptos de aculturación y asimilación como más adecuados cuando se alude a acción de Roma en sus provincias. 54 Estrabón, Geog. III, 2, 15 55 Blázquez, J. M. (2006d), p. 3
58
itálica. La gestión de las mismas era llevada a cabo por legados imperiales y el trabajo era
realizado por grandes masas de esclavos y de población indígena. De este modo, el Norte de
Lusitania, Gallaecia, Asturias y León no obtuvieron ningún beneficio de las explotaciones
mineras, ni éstas contribuyeron a favorecer la cultura romana ni a elevar el nivel de vida.56
Este bajo nivel de romanización del Norte de Hispania está claramente atestiguado
por diferentes hechos: la escasez de terra sigillata y de moneda que revela la ausencia de
una economía monetal y la pervivencia de la indígena; la ausencia de ánforas que demuestra
asimismo la falta de un comercio de vino, aceite y productos alimenticios; y finalmente la
ausencia en los sitios arqueológicos de edificios religiosos de tipo romano o de edificios para
espectáculos como teatros, anfiteatros o circos.
Sin embargo en amplias zonas del sur y del litoral, especialmente las civitae grandes y
medianas de la Tarraconensis y la Baetica, la cultura romana se abrió paso dando lugar a
auténticas ciudades romanas. En esta penetración cultural la enseñanza jugó un papel de
primer orden como revela la política seguida en este sentido por Quinto Sertorio57 en
Hispania en época republicana (77‐76 a. C.), cuando reunió en Huesca a los jóvenes de las
oligarquías locales y les puso maestros de todas las ciencias y profesiones, romanos y griegos
que “…aparentemente los instruían para que alcanzando la edad varonil participasen en el
gobierno y en la magistratura… pagaba por ellos los honorarios, los examinaba por sí
muchas veces, les distribuía premios y les regalaba los collares llamados bulas por los
romanos”. Fueron medidas similares a las tomadas en otras provincias, como más tarde
haría Julio Agrícola en Britania58.
2. Antecedentes de los ludi en Hispania
Debemos suponer que los ludi, tal y como los celebraban los romanos llegaron con el
proceso de romanización especialmente en los últimos tiempos de la República (s. II y I a. C.).
Los primeros ludi hispanos de los que tenemos noticia fueron unos combates gladiatorios
56 Ib. (2006d), p. 7 57 General romano líder en Hispania de los partidarios de Mario y de los sectores indígenas que se levantaron contra Roma durante las guerras civiles que precedieron al final de la República. Derrotó a los generales que Roma envió contra él, incluido Pompeyo Magno, y llegó a gobernar prácticamente como un monarca. Murió asesinado en Osca en 72 a.C., en una conspiración llevada a cabo por oficiales romanos. 58 Tácito Agric. XXI
59
celebrados por Escipión el africano en Cartago Nova el año 206 a. C., en honor de su padre y
tío, muertos en la guerra contra los cartagineses.59
Sin embargo antes de la presencia romana existen evidencias de competiciones
ecuestres y luctatorias celebradas por las poblaciones indígenas prerromanas. El geógrafo
Estrabón, que escribió en tiempos de Augusto, cuando se ocupa de Hispania en el libro III de
su Geografía, indica que los pueblos del norte de Iberia realizaban “competiciones
gimnásticas, de hoplitas e hípicas, con pugilato, carrera, escaramuza y combate en
formación”60.
Aunque con los combates organizados por Escipión en honor de su padre y de su tío,
éste pretendiera probablemente celebrar los típicos munera romanos que habían derivado
de los etruscos, su edición en Hispania tuvo un importante componente indígena. La
celebración ritual de juegos gladiatorios en los funerales era una práctica común entre las
poblaciones indígenas de la península como revela el testimonio de Apiano de Alejandría
cuando refiere los juegos con los que los lusitanos honraron a Viriato tras su asesinato en el
a. 138 a.C.61
Respecto a las competiciones ecuestres también existían unos precedentes. El carro
de guerra y el caballo ya eran conocidos en Hispania mucho antes de la llegada de los
romanos, como queda documentado con las numerosas estelas con carros y caballos
encontradas en diferentes puntos de nuestra geografía. De todas ellas quizás la más
representativa y conocida es la Estela de Ategua.
59 El hecho es narrado por Tito Livio en Historia de Roma, XXVIII, 21 60 Estr., Geog. III, 3, 7 61 Apiano, Historia de Roma, 75, vid. apéndice 2
60
Figs. 1 y 2 Dibujo de la Estela de Ategua y detalle del carro representado en la misma. Museo Arqueológico,
Córdoba
Contrariamente a lo que ocurre respecto a Roma y otras provincias, en el caso de las
hispanas, apenas disponemos de testimonios literarios sobre ludi circenses que nos permitan
detallar la función política y social que tuvieron las CC en esta zona del Imperio Romano. En
el caso de los ludi theatrici poseemos el referente de un episodio ocurrido en Gades (Cádiz)
en el a. 43 a. C. con la rica familia de los Balbo como protagonista. Es un ejemplo de ludi con
un marcado trasfondo político que puede servirnos como ejemplo de las funciones
desempeñadas por los espectáculos a nivel local. La familia de los Balbo fue partidaria de
Julio César durante la guerra civil que enfrentó a éste con Pompeyo. Cuando uno de sus
miembros, Balbo el Menor, ejerció en Gades la magistratura local del quattuorvirato, ofreció
a sus paisanos unos ludi en los que hizo representar una obra de carácter autobiográfico que
había escrito él mismo y en la que al parecer relataba las arriesgadas negociaciones que
había llevado a cabo durante la guerra civil.62 Quedaba patente con este episodio, que
finalizada la guerra, los Balbo decidieron sin ningún tipo de rubor, utilizar los ludi para
obtener los réditos políticos de su militancia en el partido de César durante el conflicto.
Posiblemente pretendiesen además explotar a su favor las previsibles y emotivas reacciones
populares ante la reciente y violenta muerte de César (44 a. C.), benefactor de Gades, ya que
le había concedido el rango de municipio. La representación le serviría a Balbo al mismo
62 Melchor Gil, E. y Rodríguez Neila, F. (2002), p. 137, a partir del relato del hecho por Cicerón en una de sus cartas (Ad Fam. X, 32, 1)
61
tiempo para sondear las reacciones de los demás dirigentes locales implicados en la vida
política gaditana.
Esta realidad, de ausencia de fuentes literarias, evidencia que para trazar el perfil de
los ludi circenses en Hispania es preciso partir por un lado de los restos arqueológicos
hallados de los diferentes circos y por otro de los testimonios epigráficos e iconográficos que
han llegado hasta nosotros. Sólo el estudio simultáneo y contrastado de todos estos
documentos permitirá profundizar en el conocimiento de los ludi circenses hispanos y en la
función social y política que desempeñaron en las provincias hispanas.
3. Los ludi circenses en Hipania
La cantidad de circos documentados en las ciudades hispanas así como la abundancia
de mosaicos y testimonios epigráficos referidos a ludi circenses son claros indicios del
importante papel social y cultural que desempeñaban las CC en la vida de las provincias. Los
circos hispanos y con ellos los ludi circenses perduraron en las provincias hispanas, al menos
en las capitales provinciales, hasta bien entrado el Bajo Imperio. Las escasas fuentes
literarias disponibles nos confirman que los espectáculos, tan populares y arraigados en las
tradiciones cívicas romanas, siguieron dándose en el s. IV d.C., aunque poco nos dicen de su
número preciso, su frecuencia o importancia en la vida de las ciudades hispanas de la época.
Lo único seguro es que debieron ser cada vez más espaciados, como atestiguan las fuentes
arqueológicas, y quedar cada vez más reducidos a las ciudades más ricas e importantes,
especialmente las capitales provinciales.63
Los estudios arqueológicos han documentado la existencia de al menos nueve circos
en ciudades hispanas, como se puso de manifiesto en los trabajos presentados en el
encuentro “El circo en Hispania romana” celebrado en Mérida en marzo de 2001. Fueron
especialmente monumentales en las capitales provinciales, Tarraco, Emerita Augusta y
Colonia Patricia (Corduba), aunque de éstas sólo se han conservado restos significativos en
las dos primeras. También están atestiguados con restos arqueológicos los circos de
Saguntum, Toletum, y Valentia. En Portugal también avanzan los estudios de los circos de
Balsa y Mirobriga. A tenor de los testimonios epigráficos que revelan la celebración de ludi
63 Teja, R. (2002), p. 167
62
circenses64, habría que suponer la existencia de circos en al menos otras 15 ciudades
hispanas: Calagurris, Ilipula, Burguillos, Ostippo, Astigi, Ulia, Tucci, Singilia Barba, Batora,
Arunda, Murgi, Iliturgi, Oretum, Castulo y Tagili. Respecto a estos circos caben diferentes
posibilidades: o bien fueron de estructura estable pero no se conocen por no haberse
encontrado sus restos, o haber sido expoliados y destruidos, o bien se trató de circos de
carácter provisional o no monumental pues muchas ciudades de pocos recursos recurrían a
este tipo de instalaciones en las que se aprovechaban explanadas rodeadas de pendientes o
se colocaban estructuras de madera.
Los edificios para espectáculos constituyeron en estas ciudades un punto de
referencia de la trama urbana, tanto por la espectacularidad de su construcción como por lo
que representaban no sólo para el ocio ciudadano, que tenía en ellos el mejor de los marcos
sino también por las funciones políticas y religiosas que cumplían los edificios para
espectáculos. Sobre su ubicación respecto a la trama urbana, en los circos urbanos se ven
representadas las diferentes modalidades que se aprecian en el resto del imperio. Unas
veces se ubican en la periferia de las ciudades prevaleciendo razones de tipo topográfico
donde se aprovechan las características del terreno, como es el caso de Emerita, Saguntum o
Toletum, y otras se integra en el complejo de culto imperial como en Tarraco o en el circo de
Colonia Patricia (Corduba).
3.1. Tarraco
El circo de la colonia de Tarraco formaba parte del gran conjunto arquitectónico que
constituía el foro provincial, construido durante la dinastía Flavia, y relacionado a su vez con
el culto imperial de la provincia. Se construyó a finales del siglo I d.C., durante el reinado de
Domiciano.
Tenía unas dimensiones aproximadas de 325 m de longitud y una anchura de entre
100 y 115 m. La pista tenía unas dimensiones aproximadas de 290 m de longitud por unos 67
de anchura. Aunque no se poseen datos sobre la spina, se supone que su longitud debió
rondar los 190 m.
64 Melchor Gil, E. y Rodríguez Neila, F., (2002), p. 155
63
Fig. 3 Recreación de la ciudad de Tarraco
donde se aprecia la ubicación del circo en
relación con el complejo de culto imperial.
Museo Arqueológico Nacional, Tarragona.
El circo se edificó sobre potentes bóvedas de cemento (opus caementicium) que
cumplían una doble función: por un lado, eran la fundamentación sobre la que se asentaban
las gradas, las escaleras y la plataforma superior; por otro lado, éstas servían de corredores
internos que posibilitaban la distribución de los espectadores por todo el edificio.
Fig. 4 Bóveda del circo de Tarraco.
Esta red de bóvedas estaban dispuestas a lo largo de tres de los lados, mientras que
en el cuarto se situaban los carceres o puntos de salida de los carros. La grada o cavea
estaba separada de la arena por un podium de sillería de 3 m de altura, rematado con una
barandilla, que protegía a los espectadores en el caso de que se produjera algún tipo de
accidente (naufragium) durante el espectáculo. Aproximadamente en el centro de uno de
los lados largos del circo, el septentrional, y unido a los edificios que conformaban el Forum
64
Provincial, estaba el pulvinar, que conectaba con el aterrazamiento de la gran plaza
provincial. La imma cavea se componía de 3 gradas, seguidas de un pasillo de circulación
(praecintio), un muro vertical de separación y una summa cavea con cinco gradas que
culminaba en la plataforma superior. Los carceres, situados bajo el actual Ayuntamiento, son
la única parte del edificio que permanece inexplorada.
El circo formaba parte como se ha señalado del gran complejo monumental
provincial, constituido por tres terrazas a diferentes alturas. Las dos terrazas superiores se
edificaron en época de Vespasiano, alrededor del año 73 d.C., en el marco del Forum
provincial que dirigía toda la provincia desde el punto de vista político y económico. En el
área superior, definida como una plaza porticada, se ubicaba el gran templo de culto
imperial provincial. A continuación se construyó una gran plaza de presentación, rodeada
por pórticos a distintas alturas. En esta plaza se encontraban instituciones tan importantes
como el tabularium (archivo del Estado) o el arca (caja del Estado) desde las que se
gestionaba toda la provincia. Finalmente, en la terraza inferior, se ubicó más tarde, el circo,
que funcionaba como gran edificio de espectáculos al servicio de las ceremonias provinciales
y, también lógicamente de la ciudad y sus distintos órdenes sociales.65
Fig. 5 Restos del circo de Tarraco
integrados en edificaciones actuales.
La comunicación de los tres niveles, templo, plaza y circo, era clave en los
ceremoniales, especialmente aquellos que acompañaban las principales carreras circenses
del calendario anual66, las que cada verano culminaban la reunión del consejo provincial
65 Ruiz de Arbulo, J. y Mar, R. (2001), pp. 141‐142 66 Ib. p.148
65
(Consilium Provinciae Hispaniae Citeriores) presidido por el gobernador de la provincia y el
nombramiento del nuevo flamen con la gran fiesta en honor de Roma, los diui y el
emperador reinante. Las dos plazas del foro provincial estaban comunicadas por una
escalera central. Esta escalera67 estaba alineada con la escalera en hemiciclo que
comunicaba la plaza de representación con el circo. Por tanto, se puede reconocer la
existencia de una vía de ceremonias axial que descendía desde el templo superior hasta el
circo. Teniendo todo esto en cuenta, resulta fácil imaginar un posible discurrir del
ceremonial68 ligado a la pompa inaugural. Se trataría de una serie de recorridos
escenográficos, durante los cuales, en presencia de toda la población reunida en las gradas,
y tras el desfile de los carros con las sagradas imágenes de los diui, ocuparían sus asientos los
diferentes órdenes presentes: el flamen provincial y los delegados del consejo de la
provincia, el gobernador y su adjunto, el procurador general y los jefes del servicio en la
administración provincial, además de las élites urbanas representadas por los senadores y
caballeros presentes, duoviros, aediles, cuestores, miembros del ordo decurionum, jueces y
seviros augustales. Como ya se ha dicho, existían normas precisas sobre la distribución de
asientos en función de la dignidad de sus ocupantes.
Algunos autores69 han establecido un paralelismo entre la escenografía del conjunto
provincial tarraconense y el existente en el Circo Máximo de Roma, donde el templo de
Apolo Azíaco, construido por Augusto en el Palatino justo al lado de su casa, se abría en
terraza sobre las gradas del circo dominando escenográficamente el conjunto.
3.2. Emerita Augusta
El circo de Emerita Augusta se construyó con posterioridad al principal núcleo urbano
y a los otros dos edificios para espectáculos, el teatro y el anfiteatro. Fue edificado en
diferentes fases a lo largo del s. I d.C. El estudio estratigráfico a partir de cerámicas ha
permitido datar los carceres y el sector central del graderío izquierdo en un primer
momento, en la década 20‐30 de nuestra era; mientras que el resto de la estructura habría
sido completada en la década del 50‐60 del s. I d.C.
67 Excavada en 1993 en un local de la C/ Major 44 68 Ruiz de Arbulo, Joaquín y Mar, Ricardo (2001), p. 148 69 Id.
66
Fig. 6 Reconstrucción en dibujo de la
ciudad de Emerita Augusta.70
El circo disponía de 12 carceres o establos de salida de los carros, seis a cada lado de
la porta pompae, cuyo trazado estaba orientado en semicírculo hacia la pista derecha de la
arena, de forma que se facilitase la llegada de todos los carros en condiciones de igualdad
hasta el extremo de la barrera central o spina más próximo a los carceres, donde se situaría
el punto de ruptura o linea alba en el que los diferentes participantes podían optar por una
posición más cómoda para realizar la carrera.
Detrás de los carceres había un corredor cerrado por un muro tanto al exterior como
a los lados menores que daban a las gradas. Las puertas de salida de los carceres tenían una
anchura media de 3,50 m. Varios pilares aún conservan in situ unos sillares adosados
lateralmente a su base con muescas sobre las que engarzarían las puertas de apertura
sincronizada de los establos. Delante de estos pilares hay unas fosas excavadas en la arena
que servían para cimentar las hermae que actuaban como tope en la batida de apertura de
las puertas.71
El graderío norte del circo se ubicó aprovechando una suave pendiente del terreno,
mientras que el meridional hubo que levantarlo sobre substructiones. Aunque no existe
unanimidad entre los expertos, su capacidad pudo rondar los 30.000 espectadores, dato que
algunos autores han relacionado con la población que pudo albergar la colonia, con la
afluencia de espectadores desde otras poblaciones de la provincia durante los eventos
festivos y religiosos, y con la propia popularidad de los espectáculos circenses.72
70 Congreso El circo en Hispania romana. Mérida (2001) 71 Sánchez‐Palencia, F. F.; Montalvo, A. y Gijón, E. (2001), p. 83‐85 72 Nogales Basarrate, T. (2000), p. 24‐25
67
Fig. 7 Vista aérea del sector de los carceres y la
porta pompae del circo de Emerita Augusta.
Respecto a la spina, recientes trabajos han demostrado que los dos euripi que la
conformaban eran abastecidos mediante cañerías de plomo que llegaban a sus extremos en
el centro de la barrera y desaguaban mediante sendas canalizaciones que los drenaban por
los extremos opuestos situados junto a las metae. Su datación es bastante tardía y podría
situarse en torno al s. IV d.C. junto a las últimas reformas del circo.73
El funcionamiento del circo con el graderío inacabado, pero con las pistas utilizables
podría explicarse por su funcionalidad económica en el marco del papel de centro de
producción ganadero de la capital provincial. Más que el aspecto deportivo, lo prioritario
habría sido la utilización del circo como pistas de entrenamiento para unos caballos y aurigas
lusitanos, que como sabemos por diferentes fuentes, entre ellas el epistolario del senador
romano Quinto Aurelio Símaco (s. IV d.C.), eran afamados en todos los rincones el imperio,
lo que implicaría no sólo fama, sino importantes ingresos para Emerita Augusta. Las
importantes cuadras lusitanas tendrían pues en el circo emeritense el mejor escaparate para
dar a conocer la excelencia de sus caballos de carreras.
Fig. 8 Panorámica de la arena y de los restos de la spina
del circo de Mérida vistos desde el sector noroeste
correspondiente al hemiciclo.
73 Ib. (2000), p. 91
68
Igualmente, la ubicación del edificio en el perímetro urbano estaría relacionada no
solamente con las características topográficas del terreno sino también con su localización
en la vía que comunicaba la ciudad con la capital de la Baetica, Corduba y por tanto con su
principal vía comercial.
Los documentos del circo procedentes de Augusta Emérita componen, un conjunto
excepcional que se plasma en todas las artes: mosaicos, pinturas, bronces, y artes menores.
Con todos ellos es posible perfilar la evolución del circo, su importancia y su peso específico
en la vida cotidiana colonial, y demostrar que su repercusión social no era menor que en el
resto de las regiones del Imperio74, al tiempo que permiten delimitar algunas funciones
específicas de las provincias como fueron la vinculación de los ludi a la actividad económica
hispana, especialmente a las grandes explotaciones de cría caballar como las que se daban
en torno a Emerita Augusta. Dicha vinculación tenía su plasmación en la ornamentación de
las domus y villae de las oligarquías locales documentadas a través de espléndidos mosaicos
con motivos ligados al triunfo y la victoria como los de los aurigas Paulus y Marcianus, o el de
una victoria conduciendo una cuadriga encontrado en la calle Holguín, expuestos en el
Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. También poseemos como prueba de esta
relación de los circenses con las economías locales hispanas el testimonio epistolar del
senador romano Quinto Aurelio Símaco, quien en época bajoimperial envió numerosas
cartas (entre 398‐400d.C.) a sus contactos de Hispania para que le ayudasen en la selección y
compra de los caballos necesarios para los juegos de la pretura (editio praetoria) de su hijo
Memio. 75
74 Nogales Basarrate, T. y Álvarez Martínez, J.M. (2001), p. 231 75 Símaco, Cartas IV, 58, 3: “Se te llevará desde mi casa el precio que juzgues que se debe pagar a los dueños de las cuadrigas de raza; de tu amistad sólo preciso cuidado en la elección, algo fácil de lograr, dado que Hispania es rica en ganado caballar y hay gran número de manadas que dan ocasión para un examen.”
69
Fig. 9 y 10 Mosaicos de los aurigas Paulus y Marcianus de Mérida (s. IV d. C.). MNAR
Fig. 11 Dibujo del mosaico de la C/ Holguín de
Mérida.
Fig. 12 Detalle del mosaico de la C/ Holguín
de Mérida en el que se aprecia una Victoria
que acompaña los caballos de una cuadriga.
70
Las pinturas sobre motivos circenses en Hispania son documentos únicos y
sorprendentes en este campo debido a su escasez. En los años 70 apareció en Mérida la
habitación de una domus decorada con pinturas de motivos circenses en excelente estado
de conservación.
Fig. 13 Pinturas con escenas circenses halladas en la domus de la calle Suárez Somonte de Mérida (s. IV d.C.).
MNAR.
En una de ellas se ve a un auriga vencedor sobre su cuadriga, de frente, vestido con
casaca con mangas y faja verde, en clara referencia a la facción a la que pertenecía. Un
casco cubría su cabeza y en sus manos derecha e izquierda respectivamente, la fusta y la
palma en señal de victoria. Su postura parece responder al momento en que el auriga se
dirige al público que le aclama por su triunfo. Otro auriga con una casaca azul parece
representado en plena acción, en un escorzo con el que parece rodear la meta, y gira su
cabeza hacia atrás como comprobando la distancia que le separa de los adversarios. La
ausencia de símbolos de victoria como la palma así parece confirmarlo. El tercer panel
representa a un sujeto de aspecto servil, con túnica corta, que conduce un caballo de las
riendas para proceder seguramente a su doma.
La decadencia y abandono del circo de Emerita se sitúa entre los siglos IV y V d.C. De
esta época se conservan dos testimonios que podrían marcar el límite cronológico de
funcionalidad deportiva del circo de la ciudad y por tanto de la celebración de espectáculos
circenses. Se trata de dos testimonios epigráficos, uno referido a una restauración realizada
en el circo y otro de carácter funerario sobre un auriga llamado Sabinianus.
Inscripción sobre la restauración del circo de Mérida: fue encontrada junto a los
restos de los carceres del circo y se refiere a una reconstrucción efectuada en tiempos de
Constantino II, entre 337 y 340.
71
“Florentísimo y felicísimo siglo favorecido por la felicidad de la llegada de nuestros
señores y emperadores Flavio Claudio Constantino, pío, feliz, máximo, vencedor y Flavio
Julio Constancio y Flavio Julio Constante, vencedores y fortísimos siempre augustos.
Tiberius Flauius Laetus, varón ilustrísimo, conde, dispuso que el circo, arruinado por la
vejez, fuera levantado con columnas, rodeado con nuevos ornamentos y bañado con
aguas, apoyándose el perfectísimo varón Iulius Saturninus, presidente de la provincia de
Lusitania. La adecuada restauración de la fachada proporcionó la mayor alegría a la
esplendísima colonia de los emeritenses.”
Fig. 14 Inscripción sobre la restauración
del circo de Mérida fechada entre 337‐340
d.C.
La inscripción recuerda que la reconstrucción fue ordenada por el conde (comes) de
Hispania Tiberio Flavio Leto, perteneciente al rango senatorial, y Julio Saturnino, gobernador
(praeses) de la provincia de Lusitania; consistió en nuevas columnas y ornamentos, a la vez
que se le dotó de conducciones de agua, referidas al euripus o canal, que rodeaba la arena
(del que no quedan restos). También se restauró la fachada.
La reconstrucción del circo a mediados del siglo IV indica que el edificio seguía
teniendo un importante papel en el marco de la vida social y cultural de la ciudad, aunque se
trata del último testimonio claro que apunta en este sentido.
Inscripción funeraria del auriga Sabinianus76
Esta inscripción apareció durante la campaña de excavaciones de 1972, en la
sepultura número 53 de la basílica paleocristiana de Casa Herrera (Badajoz). La lápida había
sido reaprovechada como parte de la cubierta de la sepultura. Aunque no es seguro que
pertenezca a la tumba donde se halló, es probable que sea de este modo, al haberse
76 Según Jiménez, J.A. (1998)
72
destruido la tumba anterior para efectuar el nuevo enterramiento y haberse reaprovechado
sus materiales con este fin.
Tan sólo se conserva la parte superior de la lápida. Sobre la inscripción se encuentra
un motivo típicamente cristiano: un cáliz semicircular flanqueado por palomas con ramas
delante de ellas.
Fig. 15 Lápida funeraria del auriga Sabinianus y dibujo de la misma.
Respecto al texto sólo se conserva parte de las tres primeras líneas de la inscripción:
«Sabinianus auriga / requieuit in pace et ui/[xit an]nis XLVI di»
(Sabiniano, auriga, descansó en paz y vivió 46 años).
La fecha de la lauda es incierta, aunque puede situarse, por su fórmula, entre
mediados del siglo IV y mediados del V. Su interpretación es controvertida, pues como
señala Jiménez Sánchez (1998, p. 28), la profesión de auriga estaba expresamente prohibida
por la Iglesia para los cristianos, como dejaron claro los concilios de Arlés y de Elvira.77
Con las invasiones bárbaras y la dominación visigoda, la ciudad fue asediada y
conquistada en varias ocasiones. Lógicamente sus principales edificios, entre los que se
encontraba el circo, habrían sufrido las consecuencias directas de estos ataques con la
destrucción y expolio de sus monumentos.
77La única mención a aurigas en los concilios hispánicos la encontramos en el concilio de Elvira, celebrado probablemente a principios del siglo IV. Al igual que en el segundo concilio de Arlés, aurigas y actores quedan recogidos en el mismo canon: «si auriga aut pantomimus credere uoluerint, placuit ut prius artibus suis renuntient et tunc demum suscipiantur, ita ut ulterius ad ea non reuertantur; qui si facere contra interdictum temtauerint, proiciantur ab ecclesia» (si un auriga o un pantomimo quisieran creer, se decide que primero renuncien a sus artes y sólo entonces sean admitidos, de tal modo que no vuelvan a aquéllas más tarde; por lo que si intentaran obrar contra la prohibición, sean expulsados de la Iglesia)
73
3.3 Colonia Patricia (Corduba)
El circo de la capital de la Baetica, Colonia Patricia78, estuvo situado en el sector
oriental de la ciudad. Los trabajos arqueológicos han documentado la ubicación del mismo
junto a una plaza y un templo dedicado a Marte79, configurando el conjunto arquitectónico
de Colonia Patricia, bastante similar al del complejo de culto provincial de Tarraco.
Su cronología es amplia ya que el templo y la plaza intermedia se iniciaron en época
del emperador Claudio, el graderío Norte se edificó durante el reinado de Nerón y la
finalización de las obras se produjo probablemente durante el gobierno de Domiciano. La
vida de este circo parece que fue corta, ya que hay indicios de que habría sido desmantelado
hasta los cimientos en el último cuarto del s. II d.C.
Fig. 16 Planimetría de la ciudad de
Córdoba con ubicación de los diferentes
sectores del complejo imperial de
Colonia Patricia en el que estaba ubicado
el circo de la ciudad.
Fig. 17 Restitución digital del conjunto
arquitectónico de Colonia Patricia en el que
estaba integrado el primer circo que se
construyó en Corduba (principios s. I a. C.).
78 La ciudad recibió el nombre de Corduba Colonia Patricia en el año 46 a.C. al serle concedido el estatuto colonial por parte de la facción pompeyana que luchó contra César. 79 Los escasos restos de este templo pueden contemplarse actualmente en la C/ Claudio Marcelo.
74
3.4 Toletum
El Circo romano de Toletum está situado al norte del recinto histórico de Toledo, en
la zona denominada Vega Baja, delimitado al nordeste por la Avenida de la Reconquista y al
sudeste por el Paseo del Cristo de la Vega y dividido en dos por la Avenida de Carlos III. Sus
restos han estado siempre visibles y es uno de los circos hispanos con mayor tradición de
estudios arqueológicos, que se iniciaron en el s. XIX, y cuya evolución se puede ver entre
otros trabajos recientes en el realizado por Sánchez Palencia y Sáinz Pascual80. Las
intervenciones han estado dirigidas a recuperar el edificio como monumento visitable y han
permitido una mejor visualización de las estructuras arquitectónicas principalmente del
hemiciclo, aunque recientemente la ONG Ecologistas en Acción ha denunciado el abandono
y deterioro de sus estructuras que pone en peligro su conservación.81
La construcción del circo data del s. I d.C. y ha sido vinculada por algunos autores con
el crecimiento urbano de Toletum y la posible concesión del estatuto jurídico privilegiado de
municipio en época de Augusto. Sin embargo la hipótesis más sólida parece ser la de su
construcción relacionada con los intereses de las clases dirigentes locales con grandes
propiedades agrarias. El circo habría permitido un mejor aprovechamiento de los recursos
ganaderos, especialmente el ligado a la cría y entrenamiento de caballos con vistas a su
exportación dentro de los circuitos imperiales y, en particular, de Roma.
Fig. 18 Planta del circo de Toletum y situación de los principales cortes realizados en 1982‐83.82
80 Sánchez‐Palencia, F. J. Y Sáinz Pascual, M. J. (2001) 81 Según Ecologistas en Acción (2008a) la mayor parte del monumento es utilizado masivamente como aparcamiento, viéndose incluso cómo algunos coches se suben sobre las construcciones del circo. Además es atravesado por dos calles asfaltadas, cuenta en su interior con dos restaurantes y los restos existentes se encuentran en un estado de abandono notable, con pintadas y en algunos casos rodeados de basura. Ecologistas en Acción propone a las administraciones públicas abordar de forma urgente un plan integral de recuperación (Ecologistas en Acción, 2008b). 82 Sánchez‐Palencia, F. J. Y Sáinz Pascual, M. J. (2001), p. 101
75
El circo tenía unas dimensiones de 423x101 como dimensiones máximas, y estaba
orientado con los carceres a suroeste y el hemiciclo a nordeste. La parte mejor conservada
es la del hemiciclo donde se pueden contemplar casi en su totalidad las bóvedas que
sostenían el graderío. La planta de los carceres era similar a la del circo de Emerita, aunque
parece ser que de anchura superior comprendía 12 establos, seis a cada lado de la porta
pompae, en un arco orientado hacia el lado derecho de la pista, cuyo centro vendría a
coincidir con la linea alba a la altura de la meta secunda, como era usual.
Fig. 19 Restos del hemiciclo
del circo de Toletum en el
que se aprecian las bóvedas
que sostenían el primer
graderío. (Ecologistas en
Acción, 2008b, p. 13)
Volviendo sobre las perspectivas de ocupación urbana y explotación global del
territorio de Toletum, la construcción de su circo cobra sentido como hemos señalado por su
funcionalidad económica y social, trascendiendo el ámbito meramente evergético. En apoyo
de esta teoría han surgido importantes evidencias arqueológicas como la cercana Villa del
Val encontrada a 5 km de la antigua Complutum, en el actual término de Alcalá de Henares, y
de la que se ha conservado un mosaico de auriga en actitud triunfal que decoraba uno de
sus pavimentos.
76
Fig 20. Detalle del mosaico circense de la Villa del Val.
3.5 Saguntum
Se trata de uno de los circos cuya documentación y estudio presenta mayores
problemas debido a los escasos restos conservados. Su estructura se mantuvo íntegra hasta
mediados del s. XX debido a su lejanía de la zona de la ciudad más intensamente urbanizada
y a la proximidad del río Palencia, cuyas crecidas mantuvieron enterrado el edificio bajo un
depósito fluvial, preservándolo del expolio y la destrucción.
Fig. 21 Plano de Sagunto con la ubicación del circo
en la trama urbana actual.
Sin embargo en sólo una década, entre los años 1960‐70, la presión urbanística llevó
a la destrucción total y sistemática del circo. El estudio de sus características se ha realizado
en muchos aspectos basándose en indicios indirectos, informaciones recogidas por
diferentes autores en años anteriores a esta destrucción y excavaciones y seguimientos
77
arqueológicos actuales realizados en el área, que aunque tarde, ha sido declarada como
zona de protección arqueológica dentro del PGOU de Sagunto.83
En la actualidad sólo se conservan visibles los restos de la llamada Puerta Meridional.
Fig. 22 Puerta meridional del circo de Saguntum.
El circo ocupó una extensión de unos 354 m de ancho, con su eje longitudinal en
sentido este‐oeste, con la cabecera o hemiciclo hacia levante y las carceres hacia poniente.
Se trata pues de un circo de dimensiones reducidas respecto a la mayoría de edificios de
este tipo.
3.6 Valentia
El circo de Valentia se ha podido documentar fehacientemente en los últimos años
gracias a los trabajos de arqueología urbana realizados en diferentes puntos de la ciudad.
Sus dimensiones se situaron entre unos 350 m de longitud y unos 70 de anchura,
medidas que se aproximan bastante a las del circo de Saguntum (354 y 73 respectivamente).
83 Pascual Buyé, I. (2001), p. 155
78
Fig. 23 Hallazgos y reconstrucción del circo de Valentia según Ribera i Lacomba84. 1:
carceres (calle Baró de Petrés). 2: muro occidental (plaza de Nápoles y Sicilia). 3: arena
(plaza de Nápoles y Sicilia 10). 4: muro oriental (calle Trinquet de Cavallers). 6: muro
occidental (calle de Miracle). 7: muro oriental (calle Trinquet de Cavallers). 8: spina (S.
Joan de l’Hospital). 9: muro oriental (calle de les Comedies). 10: cabecera o hemiciclo
(calle de la Pau).
Fig. 24 Restos del sector de la cabecera o hemiciclo del circo de Valentia, en la
actual calle de la Pau.
Los primeros hallazgos datan de 1987 cuando aparecieron unos restos en la calle
Baró de Petrés que pertenecerían al sector de los carceres.85 Posteriores trabajos sacaron a
la luz restos que han podido documentar con muestras mínimas pero irrefutables cada uno
de los componentes de este circo: carceres, muros del graderío, arena, spina y hemiciclo.
Las excavaciones han permitido fijar bien la fecha de su construcción en el s. II d.C. las
medidas generales sólo pueden hacerse a través del plano de conjunto, lo que puede inducir
a algún pequeño error al no tratarse de medidas directas.
84 Ribera i Lacomba, A. 2001, p. 179 85 Ib. p. 176
79
4. Organización y financiación de los juegos
En cuanto a los juegos del circo, tanto en Roma y como en Constantinopla durante la
Antigüedad Tardía, las factiones dominaban su organización, pero también está
documentada su presencia en ciudades provinciales; tal es el caso, por ejemplo, de Tarraco
(CIL II 4315) en Hispania, donde el mismo auriga Fuscus es identificado como miembro de la
facción azul, lo cual sugiere que el ámbito de acción de las facciones circenses se extendía
desde Roma a las grandes y medianas ciudades provinciales. En época alto‐imperial había 4
grandes factiones, las cuales se definían por el color de la túnica de sus aurigas: albata
(blanca), russata (roja), prasina (verde) y veneta (azul). Se discute si en las capitales
provinciales las factiones dispondrían de delegaciones o alquilarían stabula equorum. En
todo caso, teniendo en cuenta el elevado número de caballos requeridos para celebrar un
día de juegos en el circo (varios centenares), el editor debía procurarse al margen de las
factiones algunos ejemplares, tal como hizo en el año 399 el senador romano Quintus
Aurelio Símaco, quien para los juegos de la pretura de su hijo mandó cartas a conocidos
hispanos suyos para que le consiguiesen un buen número de caballos de carreras.
Atendiendo a la inclusión en el calendario oficial de los juegos podemos establecer
dos grandes categorías de ludi, reglamentarios y libres. Las diferencias fundamentales entre
ambas radicaban en la obligatoriedad o no que tenían los editores de celebrarlos y en la
disposición o no de fondos públicos para su organización. Por otro lado nos encontramos
con numerosas ocasiones en que los juegos eran una combinación de obligatoriedad y
evergesía, como atestiguan las Leyes de Urso (vid. ap. 5) y numerosos documentos
epigráficos. En estos casos el magistrado celebraba unos juegos a los que estaba obligado
por ley, pero aparte de la cantidad recibida del erario público aportaba otra de su fortuna
personal con la que pretendía obtener unos juegos a la altura de su dignitas o de sus
ambiciones personales. La alta concentración de testimonios sobre ludi libres en el siglo II y
en los primeros decenios del III (32 sobre un total de 44)86, nos lleva a concluir que fue en
este período cuando la celebración de espectáculos financiados por evergetas en Hispania
alcanzó su máximo desarrollo.
Pocas ciudades del Imperio contaban con los recursos que la metrópoli podía dedicar
a la organización de espectáculos y por ello era en las provincias y en las pequeñas y
86 Melchor Gil, E. y Rodríguez Neila, F. 2002, p. 146
80
medianas ciudades donde la función política y social de la evergesía87 tenía un mayor peso. A
nivel político las prácticas de munificencia de los evergetas legitimaban la dominación de las
aristocracias locales sobre sus comunidades, al tiempo que les permitía competir entre ellos
en honores, prestigio y cargos. Por otro lado el bienestar de sus respectivas comunidades les
permitía en definitiva mantener e incrementar sus patrimonios, a veces sin demasiados
escrúpulos.
5. Otros testimonios sobre ludi circenses en Hispania
A continuación vamos a tratar de ofrecer una panorámica del resto de documentos
disponibles sobre los juegos circenses en Hispania que no han podido ser vinculados a
ningún circo concreto de los identificados arqueológicamente. En este campo podemos
destacar, el mosaico de Itálica, los mosaicos de Barcelona y Bell‐Lloch, y algunos de los más
importantes testimonios epigráficos No nos referiremos aquí a las famosas inscripciones del
auriga lusitano Diocles, encontradas en Roma y Palestrina (antigua Praeneste), pues al
margen de las referencias a su origen lusitano no plantean ninguna otra pista que permitan
vincularlo con los circenses hispanos.
Mosaico de Italica
El mosaico hispano de Italica del s. IV d.C.88 constituye un claro ejemplo de cómo la
iconografía circense recoge y transmite la cosmología. Representa una vista general del
circo, con la presencia de varios jinetes, carros en plena carrera y otros personajes en la
arena. Es de interés el detalle del extremo visible del circo, el correspondiente a los carceres,
cuya estructura y partes se pueden apreciar con todo detalle. Sobre ellas, en su tribunal
editoris aparece el editor de los juegos.
La escena circense central aparece rodeada por las imágenes de las musas y las
estaciones, lo cual evidencia, además de la propia riqueza figurativa, el carácter excepcional
de la obra (Fig. 95b). Parece que se quiso enfatizar una concepción cósmica fundada en la 87 El acto evergético consistía generalmente en una donación económica o prestación de algún servicio a su cargo por parte de un personaje de posición económica destacada, particular o con un cargo público. Con ello se pretendía el objetivo de mejorar o consolidar el prestigio o posición social personal o familiar. Entre estas donaciones o actos evergéticos figuraba con frecuencia la financiación de juegos y espectáculos públicos. 88 Hallado en 1799 y desaparecido en la actualidad. Ha podido ser estudiado especialmente a partir de los dibujos que del mismo hiciera Alexandre Laborde en 1800.
81
idea de un universo ordenado, donde las esferas celeste y terrestre se encuentran
armoniosamente equilibradas, lo que propicia fortuna y felicidad.89 Si se admite, como
parece probable, que el mosaico se integraba dentro de un conjunto termal, debe
apuntarse, además, que la temática escogida se adecua convenientemente al
acondicionamiento físico y el cultivo del cuerpo que se practicaba en ese ambiente.90
Fig. 25 Dibujo del mosaico circense
de Italica según Laborde, (1800).
Fig. 26 Dibujo de un fragmento del mosaico circense de Italica
(Laborde, 1800) en el que aparece Caliope, musa de la poesía épica.
Los mosaicos de Barcelona y Bell‐ Lloch
El mosaico de Barcelona se divide en dos partes, la superior representa la spina del
circo con sus diferentes edículos y ornamentos, y la inferior a cuatro cuadrigas en plena
89 Blázquez, J. M. (2001), p. 201 90 Id.
82
carrera, pertenecientes a las cuatro facciones del circo. Una de ellas ha sufrido un
naufragium.
Fig. 27 Dibujo del mosaico de Barcelona. El análisis de los elementos de la spina permite asegurar que no es
una representación del Circo Máximo, y que podría tratarse de un circo hispano, posiblemente el de Tarraco.
En el lado derecho del panel, parte inferior, puede verse al sparsor, que se prepara
para refrescar a los caballos, y justo encima al director del circo, que agita un pañuelo o
mappa, dando la victoria a la facción verde. Sobre la spina se distingue una estatua de
Cibeles cabalgando sobre un león. Tertuliano cita a esta diosa como protectora del Circo
Máximo. A Cibeles la acompañan dos prisioneros, que por la vestimenta son extranjeros.
Sobre la spina se ven igualmente aras, templetes, los ova, el obelisco, varias columnas
coronadas por una Nike o Victoria, estandartes militares, estatuas de Hércules y Apolo,
estatuas de atletas, de leones y de panteras. Sobre las grupas de los caballos de dos
cuadrigas aparece el nombre del propietario de los tiros: Niceto y Concordi.
83
Fig. 28 Detalle de una de las cuadrigas
del mosaico de Barcelona.
Detrás de cada cuadriga, y como cosa excepcional, los nombres de los cuatro caballos
de cada tronco91: Eridanus, Ispumeus, Pelops y Lucxur[iosus]; […]isus, […]ius, […]us y […]uor;
Pyripinus, Arpastus, Eufrata y Estolas; Botroca[les], Iscolasticus, Regnator y Famosus.
Fig. 29 Dibujo del mosaico
de Torre Bell‐Lloch.
Los nombres de los aurigas citados en el mosaico de Bell‐Lloch son: Calimorfus,
Filoromus, Incitatus, Limenius, Marcianus, Marcel, Paulus, Torax y Víctor. Y en cuanto a los
caballos: Arpastus, Botrocales, Delius, Eridamus, Eufrata, Euplium, Eustolos, Famosus,
Hiberus, Hiems, Inacus, Iluminator, Iscolasticus, Ispumeus, Leneus, Lenobatis, Lucxuriusus,
Narcissus, Notus, Pantaracus, Patinicus, Pelops, Polystefanus, Pyripinus, Regnator, Tagus y
Víctor.
91 Storch de Gracia (2001), p. 236: “Aportaciones a la iconografía de los ludi circenses en Hispania”
84
Fig. 30 El auriga Calimorfus en el mosaico de Bell‐Lloch
La mayoría de los nombres de estos caballos se relacionan etimológicamente con la
velocidad, la destreza, la victoria y el aspecto o carácter del equino92. Los caballos hispanos
eran famosos y conocidos en todo el Imperio93 por sus cualidades entre las que destacaba la
velocidad, por lo que eran muy solicitados en las CC, como atestigua las abundantes
referencias a los mismos en el epistolario de Símaco. Los caballos hispanos tuvieron un papel
de primer orden en los diferentes juegos organizados por este senador del Bajo Imperio,
tanto para su propia editio consular como para los juegos de cuestura y la pretura de su hijo
Memio (401 d.C.).
Inscripción de Lucius Minicio Natalis: este personaje consiguió formar parte de los
vencedores olímpicos al alcanzar la victoria en una de las pruebas de CC de la 227 olimpíada
(129 d.C.). Su triunfo está atestiguado por una inscripción conservada en Olimpia que afirma:
“El general Natalis habiendo conseguido la victoria con el carro intacto en la 227 olimpíada,
hizo donación del carro. Fue pretor y procónsul en Libia”. Esta inscripción figura en tres
bloques de piedra encontrados en un muro, al este de la palestra de Olimpia, construido con
materiales reutilizados en época de crisis. Falta un bloque, sin localizar aún, donde
seguramente estaban grabados los praenomen y el nomen, Lucius Minicius. Habría formado
92 Ceballos Hornero, A. (2002), p. 125 93 Vegecio, Medicina Veterinaria III, 6, 4: “Para las carreras de carros, tiene fama la buena raza de los de Capadocia, pero se cree que les disputan la palma en el circo, por igual o muy cerca, los de Hispania.”
85
parte del pedestal que sostenía el monumento, posiblemente un carro, que a modo de
exvoto dejado en el santuario conmemoraba su victoria. Respecto a esta victoria olímpica, es
imposible determinar a partir de dicha inscripción si la victoria de Natalis la protagonizó él
mismo conduciendo su cuadriga o simplemente se anotó la victoria como propietario de la
misma, cosa que como sabemos era habitual en los Juegos Olímpicos. Otras inscripciones
conservadas a lo largo del Imperio han permitido identificar a este personaje como
miembro de una importante familia senatorial lo cual reforzaría la segunda opción. Su padre,
L. Minicius Natalis, ocupó importantes cargos políticos como pretor, tribuno de la plebe,
legado imperial de Trajano, cónsul en 106 d.C. y procónsul de África en 121‐122 d.C.,
durante el gobierno de Adriano. Y él mismo (L. Minicius Natalis Quadronius Verus) ocupó los
más altos cargos como el gobierno de la provincia de África, y el consulado en el año 139
d.C.94 Los dos conjuntamente y en terrenos de su propiedad construyeron unas termas,
adornadas con pórticos y con sus conducciones de agua, que donaron a la ciudad de
Barcino95. Años más tarde el propio L. M. Natalis Quadronius Verus hizo una donación a la
ciudad de Barcino de 100.000 sestercios con cuyos intereses hacer repartos anuales de
alimentos y dinero a los decuriones y seviros augustales de la ciudad.96 Tras el gobierno de la
provincia de África, la ciudad de Cartago le erigió una enorme cuadriga de bronce con su
estatua que al parecer se colocó en la ciudad de Barcino, residencia de Minicius Natalis, para
que él pudiera disfrutar de la misma y contribuyera a aumentar su dignitas entre sus
ciudadanos.97
Altar de Fusco: este monumento funerario fue elaborado con piedra calcárea local y
se conserva casi íntegro, a excepción de una rotura en su parte central que ha provocado la
pérdida de algunas letras. Se ha llegado a datar en torno al siglo II d.C., aunque parece más
razonable la hipótesis de Pallarés98 de situarla en el siglo I.
“A los dioses Manes. A Fuscus, de la facción azul, nosotros, sus incondicionales
admiradores y buenos amigos, hemos costeado y dedicado esta ara, para que todos
tengan noticia de este nuestro recuerdo y de esta prueba de cariño. Intachable es tu 94 El cursus honorum de L. Minicius Natalis Quadroniu Verus se conoce bien por la veintena de inscripciones repartidas entre Hispania, Italia y Grecia. 95 CIL II 4509 96 CIL II 4511 97 IRC (Inscriptions Romaines de Catalogne) IV, 34 98 Gómez Pallarés (2001)
86
fama: mereciste la gloria en las carreras; con muchos te enfrentaste, mas, aunque
menesteroso, a ninguno temiste; soportaste la envidia siempre en silencio y con
fortaleza; viviste con dignidad, y has fallecido porque ése es el destino de los mortales.
Quienquiera que seas, has de lamentar la muerte de un hombre tal. Detente, caminante,
y lee con atención. Si aún le recuerdas, si sabes quién fue ‐¡que todos tengan temor a la
Fortuna¡‐, dirás con nosotros: “Fuscus tiene una inscripción que evoca su muerte, tiene
una tumba; esta piedra encierra sus restos. Bien está, pues. Fortuna, ¡déjale ya¡”. Por un
hombre bueno ayer vertimos lágrimas, hoy vino. Y es que pedimos que descanses
plácidamente. No hay nadie como tú. El tiempo repetirá tus brillantes actuaciones.”
Aunque el contenido de esta inscripción se ha de catalogar como “de circo”, la
redacción del texto es bastante atípica99 pues a pesar de estar dedicada a un auriga, y
evidenciar que se trataba de un conductor experimentado y consagrado gracias a sus
victorias, con un grupo de seguidores, etc, sin embargo, no se dan detalles de esas victorias,
premios, modalidades de competiciones en las que participó, u otros detalles de su
currículum profesional. Nos encontramos con un recordatorio donde priman los rasgos
morales del muerto antes que un retrato físico o profesional. Las razones que aduce Pallarés
son de tipo formal, pues al estar redactada en verso el autor ha dejado de lado detalles que
podrían generar estructuras difícilmente encajables en un patrón métrico, y en cambio, ha
optado por tópicos y expresiones más propias de la tradición funeraria y de alabanza a
personas que han muerto en su plenitud profesional y que han conocido la gloria en vida,
sea cual sea su profesión y las causas de su muerte.
Inscripción del auriga Eutiques: forma parte de una lápida que se conserva en el
Museo Diocesano de Tarragona. Perteneció a la colección que el obispo Antonio Agustín
tenía en su jardín del palacio arzobispal de Tarragona. A mediados del siglo XIX fue utilizada
junto a otras lápidas, en los muros del palacio, y fue rescatada y rehabilitada en 1992. Se
trata de una inscripción en piedra calcárea local que fue retocada y recortada para ser
99Así lo plantea Pallarés (y así lo reconocía el propio Piernavieja)
87
encastada en el muro de forma que la parte superior de la piedra se ha perdido. recopilados
por el profesor100 Piernavieja (1977)101.
“A los Dioses Manes del Auriga Eutiques, de veintidós años de edad, Flavio
Rufino y Sempronio Diofanes lo han hecho para su esclavo, que bien se lo merecía. En
este sepulcro reposan los huesos de un auriga sencillo, aunque no desconocía el arte de
dirigir las cuerdas con la mano.
Yo, que me habría atrevido a conducir carros de cuatro caballos y a pesar de eso
no pasaba de los de dos. Los hados crueles envidiaron los años que tenía, hados contra
los que no puedes oponer tu voluntad. Y no me fue concedida, a la hora de morir, la
gloria de hacerlo en el circo, para que la masa piadosa pudiera llorarme. Enfermedades
devoradoras quemaron mis entrañas, la mano de los médicos no las pudo vencer. Te
ruego dejes caer unas flores sobre mis cenizas, caminante: quizás, mientras yo vivía,
fuiste tú uno de mis seguidores.”
Las líneas 1‐4 están ordenadas de manera que envuelven la figura del auriga
vencedor, que sostiene la palma de la victoria en su mano izquierda y lleva el brazo derecho
extendido, en una iconografía típica en el mundo antiguo, que evoca la imagen misma de la
diosa Victoria, coronada y sobre un carro de carreras. Esta figura, de la que se ha perdido la
cabeza, representaba sin duda al joven muerto, auriga de profesión.
Fig. 31 Lápida con inscripción funeraria en homenaje al auriga Eutiques.
Museo Diocesano de Tarragona.
100 Traducción de Piernavieja, (1974), p. 163. Los juegos del circo en la España romana. Este artículo corresponde al capítulo V de la tesis doctoral de Pablo Piernavieja Rozitis, titulada Corpus de inscripciones deportivas de la España romana. 101 Cagigal (1975‐1976)
88
En cuanto a la datación, Pallarés (2001) sugiere que es posterior a los inicios del siglo
II d. C. teniendo en cuenta que la piedra contiene la fórmula DM (Dis Manibus, consagrado a
los dioses manes) y que su texto reproduce con cierta fidelidad algunos fragmentos de
Marcial. El contenido de esta inscripción permite hacerse una idea de los niveles de
dificultad en el aprendizaje del oficio de auriga: tras un aprendizaje con bigas, en un
momento dado, se pasaba al de cuadrigas, que abría las puertas a la participación en las
competiciones circenses.
Inscripción de Junio Paulino: Los candidatos al cargo de flamen del culto imperial
trataban de influir en las curias locales, encargadas de elegirlos, prometiendo realizar
determinadas donaciones o servicios a la comunidad entre las que se encontraban la
celebración de espectáculos102. Fue el caso de L. Iunius Paulinus, quien ocupó sacerdocios y
magistraturas locales en Corduba durante la dinastía de los Severos. También revistió la
dignidad de flamen de la provincia Baetica, y para conmemorarlo sufragó exhibiciones y
combates de gladiadores. El día en que donó estatuas por valor de 400.000 sestercios lo
celebró organizando juegos circenses.
Fig. 32 Inscripción L. Iunius
Paulinus, que fue pontífice,
flamen perpetuo, duoviro de
Colonia Patricia (Corduba) y
flamen de la provincia
Bética. Museo Arqueológico,
Córdoba.
Pedestal de Annia Severa
Contiene la inscripción de una mujer romana dedicada a su marido en honor del
cargo de pontífice desempeñado por éste durante el reinado del emperador Marco Aurelio.
El texto de la inscripción es el siguiente:
“Al emperador César Marco Aurelio Augusto Arménico Pártico Máximo Médico, en su
19 tribunicia potestad, emperador por 6ª vez (?), en su tercer consulado, padre de la patria,
hijo del divino Antonino, nieto del divino Adriano, biznieto del divino Trajano Pártico, 102 Melchor, E. y Rodríguez, F. 2002, p. 143
89
tataranieto del Divino Nerva, conservador del género humano, por el honor del pontificado
de su marido Marco Sergio Materno, Annia Severa, hija de Quinto, habiendo dado un
banquete y juegos circenses, lo puso y los dedicó.”
Fig. 33 Pedestal de Annia Severa. Museo Provincial de Jaén
Obras en el circo de Balsa (Zafra, Badajoz)103
“L. Valerius Amandus y L.Valerius Lucumo hicieron se construyera en el circo un
podio de 600 pies por el honor de su sevirado, por decreto de los decuriones.”
Epitafio del auriga Aelius Hermeros
“Consagrado a los dioses Manes. Al auriga Aelius Hermeros, muerto en Elche a los
23 años. Hermia, siervo de la república de Valeria, a su hijo incomparable. Séate la tierra
ligera. Caminante que pasas por aquí con frecuencia, lee: nací...”
Conclusiones
No queremos finalizar nuestra exposición sin hacer una síntesis de las conclusiones
que a nivel social y cultural podemos extraer del papel desempeñado por el deporte
espectáculo en la antigua Hispania. En primer lugar las CC fueron un poderoso instrumento
103 Piernavieja (1974), p. 240. Es una placa con inscripción que informa de que dos seviri, posiblemente libertos del mismo señor, han costeado por decreto de la curia un pódium que medía alrededor de 180 m, en el circo de Balsa.
90
de aculturación o romanización, que contribuyó de manera significativa a la difusión y
consolidación de la cultura romana entre las poblaciones indígenas, influencia especialmente
notable en el sur de la Península formado por la provincia Baetica, cuyos habitantes según
Estrabón, en tiempos de Augusto ya habían asimilado el modo de vida romano hasta el
punto que habían olvidado su lengua original.104 Paralelamente el espectáculo circense fue
utilizado como escenario para la transmisión de mensajes simbólicos con un objetivo claro
de afirmación y legitimación del poder imperial. La constante exaltación de los símbolos del
poderío y la victoria que se producía en el transcurso de unas CC contribuía a legitimar la
dominación universal de Roma y a disuadir a los pueblos sometidos de cualquier intención
de resistirse a su autoridad. En el marco de una especie de potlach evergético o competición
en munificencia del que formaban parte los espectáculos, los ludi circenses permitían a las
aristocracias municipales exhibir y consolidar el poder que tenían en sus respectivas
comunidades. La plebe por su parte aprovechaba estos eventos para expresar
espontáneamente sus opiniones sobre temas cotidianos que le preocupaban mostrando sus
simpatías o desagrado ante la gestión de los dirigentes locales.
En definitiva las funciones desempeñadas por las CC en Hispania representan un
claro ejemplo del papel destacado de los espectáculos a nivel provincial como uno de los
principales agentes del proceso de romanización, concepto que encierra en sí mismo un
proceso de aculturación en toda regla. En cuanto a la función política, los circos de las
ciudades hispanas, especialmente los ubicados en capitales provinciales como Corduba,
Emerita Augusta o Tarraco, fueron utilizados como focos activos de romanización con los
que se extendió la influencia de Roma a la población rural que periódicamente acudía a los
espectáculos. En ellos se exaltaba la ideología del triunfo y la victoria de la que se
beneficiaban las oligarquías locales como representantes del poder central. Igualmente los
ludi circenses cumplieron una importante función económica al servir de estímulo y de
proyección exterior para la producción ganadera de las cuadras hispanas, cuyos caballos de
carreras gozaban de gran prestigio en el resto del Imperio.
Las relaciones del deporte espectáculo romano con el orden social son más que
evidentes en lo referente a los procesos de categorización social. Tanto el deporte en
general como sus protagonistas fueron objeto de una construcción estereotipada destinada
104 Estrabón, Geog. III, 2, 15
91
a servir de elemento de distinción entre los diferentes grupos sociales. La posición de los
intelectuales romanos, filósofos, poetas o historiadores es bien elocuente al respecto.105 Sus
críticas a los ludi y sus profesionales en general, y a las carreras de carros y aurigas en
particular, constituyen lugares comunes en la literatura desde Cicerón (s. I a.C.) hasta
Procopio de Cesarea (s. VI d.C.). Por otro lado, las autoridades adoptaron medidas que
reforzaban el proceso de categorización y el orden social en las carreras de carros regulando
la asistencia del público a los mismos mediante normas sobre la indumentaria o
distribuyendo a los espectadores en las gradas según los estamentos sociales.
Respecto a los profesionales del deporte, se daba una doble consideración. El origen
esclavo o liberto de los aurigas les hacía ser considerados gente de baja estofa, en un
proceso de estereotipia social que les calificaba como viles, alborotadores, matones o
hechiceros. Sin embargo, también eran considerados ídolos por las masas y gozaban de una
gran popularidad como testimonian numerosos documentos epigráficos o iconográficos, de
los que hemos destacado como ejemplo los mosaicos de los aurigas Paulus y Marcianus o los
epitafios de Fuscus o Eutiques. Esta paradoja puede interpretarse en el marco de los
procesos de formación de estereotipos sociales propios de la categorización social. Se
discrimina o denigra a un personaje para marcar la distinción y los privilegios de un grupo
social, pero al mismo tiempo se le puede ensalzar por simbolizar valores y creencias de gran
importancia para el mantenimiento de la estructura social como los de la ideología del
triunfo y la victoria. En cualquier caso, la promoción social de los profesionales deportivos
que triunfaban en este deporte era en cierto modo ilusoria, pues además de ser una ínfima
minoría, su éxito nunca incluía un cambio de estatus social. De este modo los aurigas que
alcanzaban la fama por sus victorias no suponían ninguna amenaza a los privilegios del
grupo social dominante ni ponían en cuestión el orden social establecido.
El análisis de la dimensión simbólica y ritual de las carreras de carros permite obtener
importantes datos sobre la estructura social, los diferentes estamentos sociales y sus
ideologías, el sistema de valores y creencias dominante o el papel de los ludi circenses en los
procesos de influencia social.
Una de las principales evidencias que muestran las fuentes iconográficas sobre ludi
circenses en Hispania, especialmente los mosaicos, es el poder social y cultural de la
105 Vid. Ruiz Cazorla (2008), Cap.IX
92
simbología. Ninguno de sus elementos parecía haber sido dispuesto al azar, pues todos
hundían sus raíces en las más antiguas creencias religiosas y cosmológicas de la cultura
romana. Las carreras de carros componían un universo simbólico cargado de significaciones
religiosas, económicas, políticas o sociales que trascendía al propio espectáculo deportivo
haciéndose presente en la vida cotidiana mediante un amplio repertorio iconográfico. Uno
de los más importantes contenidos del simbolismo circense fue siempre el de la ideología
del triunfo y la victoria, utilizada por las clases dirigentes y por el poder imperial como medio
de confirmación y justificación de la estructura social. Desde una perspectiva individual y
como proceso cognitivo, los símbolos relacionados con las carreras de carros formaban parte
de una percepción estereotipada de la realidad que permitía a los sujetos ordenar la
información de su entorno dando sentido y estabilidad al mundo que les rodeaba.
93
APÉNDICE DOCUMENTAL
1. Actividades físicas practicadas por los antiguos iberos según Estrabón106
“Todos los montañeses son austeros, beben normalmente agua, duermen en el suelo
y dejan que el cabello les llegue muy abajo, pero luchan ciñéndose la frente con una banda.
…Realizan también competiciones gimnásticas, de hoplitas e hípicas, con pugilato, carrera,
escaramuza y combate en formación. Los manjares se pasan en círculo y a la hora de la
bebida danzan en corro al son de la flauta y trompeta, pero también dando saltos y
agachándose, y en Bastetania107 danzan también las mujeres junto con los hombres
cogiéndose de las manos.”
2. Juegos en las honras fúnebres de Viriato108
"Tras haber engalanado espléndidamente el cadáver de Viriato, lo quemaron sobre
una pira muy elevada y ofrecieron muchos sacrificios en su honor. La infantería y la caballería
corriendo a su alrededor por escuadrones con todo su armamento prorrumpía en alabanzas
al modo bárbaro y todos permanecieron en torno al fuego hasta que se extinguió. Una vez
concluido el funeral, celebraron combates individuales junto a su tumba.”
3. Juegos funerarios celebrados por Escipión el Africano según Tito Livio109
"Escipión volvió a Cartagena para cumplir los votos a los dioses y celebrar los juegos
de gladiadores preparados con motivo de la muerte de su padre y tío. El espectáculo de los
gladiadores no estuvo a cargo de hombres de la clase que contratan los lanistas, esclavos, o
provenientes de clase baja, a sueldo. El trabajo de todos los luchadores fue voluntario y
gratuito. Unos fueron enviados por los jefes para ejemplo del valor innato de su pueblo, otros
declararon que querían luchar en honor de su jefe; a otros su espíritu de emulación les llevó a
retar o a aceptar el reto. Los hubo que no pudiendo o no queriendo dirimir amistosamente
sus pleitos, los decidieron por la espada, pactando entre sí que el fallo sería del vencedor. No
106 Estrabón, Geografía III, 7 107 Territorio de época romana que se encontraba al SE de la península ibérica y cuyo núcleo poblacional más importante era Cartago Nova (Cartagena). 108 Apiano de Alejandría, Historia de Roma IV, 75. 109 Tit. Liv. Hist. XXVIII, 21
94
hubo hombres de linaje oscuro, sino famosos e ilustres; entre ellos Corbis y Orsua, primos
hermanos, que lucharon entre sí por el principado de la ciudad de Ibes, se declararon
dispuestos a disputárselo por el hierro".
4. Resumen de características de circos hispanos
Nos referimos únicamente los avalados por restos arqueológicos de la estructura de
los edificios.
Ubicación Medidas Arena Orientaci
ón
Fundación Capacida
d
espectad
ores
Otros datos
Tarraco 325x115 290x7
7
NO‐SE S. I (Domic.) 23.000 Abandono
s.V
Saguntu
m
354x73 E‐O Med. s.II d.C. 20.625
Valentia N‐S Med. s.II d.C. Abandono
s.V
Calagurri
s
c.400x75
Toletum 423x101 408x8
5
SO‐NE Fin. s.I d.C. 13.000
Corduba
Colon.
Patr.
S. I d.C.
(Claud.‐
Domic.)
Abandono s.
II
Emerita 433x114 403x9
6
E‐O S. I (Tib.‐
Claud)
30.000 Reformas
s.IV
Mirobriga 360x76 N‐S 1ªm. s.II d.C.
95
5. Los ludi en la Ley de Urso110
Las leyes de Urso fueron redactadas por Julio César cuando fundó la colonia Genetiva
Iulia, aunque su datio se debe a Marco Antonio; las tablas de bronce que contienen la
inscripción son de época Flavia y se conservan en el Museo Arqueológico Nacional de
Madrid. Piernavieja ha traducido y analizado los siguientes capítulos:
LXVI (A) y CXXV (B) que se refieren a los asientos en los espectáculos.
LXX (C) y LXXI (D) que tratan de los ludi de los duunviros y de los ediles.
CXXVIII (E) que habla de la organización.
LXVI (A)
Los pontífices y augures, en los juegos que hagan públicamente los
magistrados y en las fiestas sagradas públicas de la colonia Genetiua Iulia que hagan
ellos mismos, tengan derecho y potestad de usar togas pretextas. Tengan también
derecho y potestad de presenciar los juegos y los combates gladiatorios sentados
entre los decuriones.
CXXV (B)
En el lugar reservado en los juegos a los decuriones, desde el cual éstos
pueden presenciar los juegos, nadie (excepto quien en ese momento sea decurión de
la colonia Genetiua, o el magistrado que ostente el mando y el poder por sufragio de
los colonos o por orden del dictador Cayo César o del procónsul correspondiente, o
quien en ese momento gobierne la colonia Genetiua, y quienes reciban permiso de los
decuriones de la colonia Genetiua en una votación a que asista no menos de la mitad
de los decuriones) nadie, salvo los mencionados, se siente en ese lugar, ni lleve silla
alguna ni ordene llevarla dolosamente. Si, a sabiendas de obrar mal, alguien se
sentara o, contra lo dispuesto, llevara alguna silla u ordenara llevarla, cuantas veces
infrinja la prohibición, sea condenado a pagar 5000 sestercios a los colonos de la
colonia Genetiua Iulia. Y cualquiera de ellos, según esta ley, en juicio recuperatorio
ante el duunviro o el prefecto, tenga petición y persecución.
110 Piernavieja (1974), pp. 186‐198
96
LXX (C)
Quienes fueron duunviros, excepto los primeros elegidos después de esta ley,
den, en el curso de su magistratura, según el parecer de los decuriones, un combate
gladiatorio o representaciones teatrales en honor de Júpiter, Juno,Minerva, los dioses
y las diosas, por espacio de cuatro días, durante la mayor parte del día. En esas
representaciones y en ese combate cada uno gaste de su dinero no menos de 2000
sestercios. Séales lícito esto, sin fraude por su parte, siempre que no tomen ni hagan
otra aplicación del dinero que, de acuerdo con esta ley, corresponda darles para las
fiesta que, en la colonia o en otro lugar, se hagan públicamente.
LXXI (D)
Quienes fueron ediles, en el curso de su magistratura, den un combate
gladiatorio y unas representaciones teatrales, en honor de Júpiter, Juno y Minerva,
por espacio de tres días, durante la mayor parte del día, y por un día, en el circo o en
el foro, en honor de Venus. En esas representaciones y en ese combate cada uno
gaste de su dinero no menos de 2000 sestercios, y sea lícito a cada edil tomar de la
caja pública hasta 1000 sestercios. El duunviro (¿los duunviros?) o el prefecto cuiden
de proporcionarles esta suma, y aquéllos tómenla sin fraude por su parte.
CXXVIII (E)
Quien fuere duunviro, edil y prefecto de la colonia Genetiua Iulia, durante el
año de su magistratura, cuídese de que, en lo posible, y sin dolo, se nombren
encargados de los templos según acuerden los decuriones. Durante su año, éstos
cuídense de que se hagan juegos circenses, sacrificios y lectisternios, según estatuyan
y decidan los decuriones respecto a tales puntos (nombramientos de los encargados,
celebración de los juegos circenses, sacrificios y lectisternios). Los afectados por estas
disposiciones cúmplanlas en la medida que les incumba, de acuerdo con esta ley y sin
dolo. Si alguien cometiere una infracción, sea condenado a pagar a los colonos de la
colonia Genetiua Iulia 10.000 sestercios. Y cualquiera de ellos, en juicio recuperatorio
ante el duunviro o el prefecto, tenga petición y persecución.
97
6. Inscripción del auriga Diocles
La inscripción se encuentra en una lápida hallada en las proximidades del circo de
Calígula (Circus Caii et Neronis) en la zona del Vaticano de Roma.
De las noticias que nos han llegado sobre los aurigas del circo, poseemos dos
informes epigráficos, uno procedente de Roma y otro de Praeneste, (actual Palestrina) que
convierten al auriga hispano Cayo Apuleyo Diocles en el más conocido y premiado de la
historia de las CC romanas. Dichos documentos aportan una información clave en el
conocimiento de determinados detalles de la competición. A continuación reproducimos la
traducción de la encontrada en Roma realizada por García y Bellido111. La carrera de Diocles
comenzó en el año 122 d.C., durante el gobierno del emperador Adriano, cuando contaba
con unos 18 años. En el 124 d.C. obtuvo su primera victoria luchando con la facción blanca.
Su carrera transcurrió durante 24 años, es decir hasta el año 146 d.C., cuando se retiró
contando con cuarenta y dos años de edad, rico y cargado de fama. Había vencido 1462
veces y había ganado tantos y cuantiosos premios que, en conjunto sumaron 35.863.120 de
sestercios, una gran fortuna para la época.
“C. Apuleyo Diocles, agitator del bando rojo, de nación española, de la Lusitania, con
cuarenta y dos años, siete meses y veintitrés días. Comenzó corriendo en la facción alba
siendo cónsules Acilio Aviola y Cornelio Pansa. Su primera victoria la tuvo corriendo por el
bando blanco, siendo cónsules M. Acilio Glabrio y C. Belicio Torcuato. Comenzó a correr en la
facción verde, siendo cónsules por segunda vez Torcuato Asprenate y Anio Libón. Venció por
vez primera, corriendo por el bando rojo en el consulado de Lenate Ponciano y Antonio
Rufino. Resumiendo: Condujo cuadrigas durante veinticuatro años, corriendo 4.257 veces,
venciendo 1.462, de ellas 110 en carreras de honor celebradas a comienzo de la fiesta. En
carreras de un solo carro por cada uno de los cuatro bandos, venció 1.064 veces, de ellas 92
veces en certámenes en los que se disputaban premios en dinero. Estas últimas se distribuyen
así: 32 victorias en las que el premio era de 30.000 sestercios, de ellas tres con carros tirados
por seis caballos; 29 victorias en las que el premio consistió en 50.000 sestercios, de ellas,
una con carros tirados por siete caballos; tres victorias con premio de 60.000. en carreras en
las que por cada facción corrían dos carros, venció 347 veces; cuatro de ellas ganando un
premio de 15.000 sestercios y corriendo con carros de tres caballos. En carreras en las que
111 García y Bellido (1972)
98
cada bando corría con tres carros, triunfó 51 veces. Obtuvo premios de varias clases en
1.462 carreras; segundos premios, 861 veces,; terceros 576 veces; y no se clasificó 1.351
veces. Con el bando azul venció 10 veces; con el blanco, 91, de ellas dos con sendos premios
de 30.000 sestercios. Ganó en total 35.863.120, venciendo con carros de dos caballos que ya
habían triunfado en mil o más carreras, tres veces, de ellas corriendo en la facción de los
blancos y dos en la de los verdes. Se mantuvo a la cabeza desde el comienzo hasta el fin de la
carrera, venciendo al final, 815 veces; pasó del segundo lugar al primero ganando la carrera,
67 veces; fue dejado atrás, recuperando luego el primer puesto y ganando al final la carrera,
36 veces. En otros certámenes triunfó 42 veces. En carrera difícil ganó al final, con un último
esfuerzo 502 veces; de ellas, 216 corriendo para los verdes, 205 para los azules y 81 para los
blancos. Hizo que nueve caballos alcanzasen cada uno más de cien triunfos, y que dos
caballos alcanzasen cada uno las 200 victorias.
Según consta en las actas de su facción, Avilius Teres fue el primero que consiguió llegar a las
1.011 victorias, de las que...112 fueron ganadas en un solo año. Pues bien, Diocles fue el
primero que en un solo año llegó a alcanzar las 100 victorias, venciendo 103 veces; de ellas,
83 en carreras de un solo carro por color. A más de ello, acreciendo la gloria de sus méritos,
superó a Thallus, de su misma facción, primero que en el bando rojo....113. Pues bien, Diocles,
el más eminente de todos los agitatores, en un año venció 134 veces llevando en el lado
izquierdo un caballo ajeno; de ellas, 118 fueron certámenes en los que corría un carro por
cada color. Con ello Diocles superó a todos los agitatores de todos los colores que hayan
tomado parte nunca en juegos circenses. De todos fue percibido y admirado el hecho de que
en un solo año, corriendo con un caballo ajeno en el lado izquierdo y dos en el centro, donde
iban Cotymus y Pompeianus, venciese 99 veces, una de ellas jugándose un premio de 60.000
sestercios, cuatro de 50.000, uno de 40.000 y dos de 30.000 sestercios...114 de la facción
verde, venció 1.025 veces, siendo el primero desde los más remotos tiempos de Roma que
venció en siete carreras con premios de 50.000 sestercios. Pero Diocles, superándolo y
llevando en su cuadriga a tres caballos ajenos, Abigueius, Lucidus y Paratus, venció ocho
veces en carreras en las que el premio era de 50.000 sestercios. Asimismo, superando a
Communis, Venustus y Epaphrodutus, tres agitatores miliarios de la facción azul, que
112 Laguna en el texto, falta la cantidad. 113 Laguna en el texto que podría suplirse con “...alcanzó x victorias (menos de 134) con caballo ajeno...” 114 Una laguna donde se puede suponer el nombre de algún famoso auriga.
99
llegaron a vencer 11 veces en carreras de 50.000 sestercios de premio, Diocles, llevando en el
centro de la cuadriga a los caballos Pompeianus y Lucidus, logró vencer en carreras cuyos
premios eran de 50.000 sestercios más de 12 veces..., ...115 de la facción verde, vencedor
1.025 veces, y Flavius Scorpus, vencedor en 2.048 carreras, y Pompeius Musclosus, vencedor
en 3.559 certámenes, tres agitatores que en junto vencieron en 6.632 carreras, llevándose de
ellas 28 premios de 50.000 sestercios, a todos aventajó Diocles, el más sobresaliente de todos
los agitatores, ya que logró triunfar en 1.462 carreras, de ellas 29 premiadas con 50.000
sestercios. Con nobilísimo esplendor brilla el nombre de Diocles al ver que si Fortunatus, de la
facción de los verdes, corriendo con el caballo vencedor de nombre Tuscus logró 386
victorias, y de ellas nueve de 50.000 sestercios de premio, Diocles, corriendo con el caballo
vencedor Pompeianus, en sólo 152 victorias obtuvo 10 premios de 50.000 sestercios y uno de
60.000. Diocles descolló alcanzando nuevas marcas, nunca registradas antes de él, ganando
en un solo día dos carreras de 40.000 sestercios de premio con carros tirados por seis
caballos y aún más...116 con un tiro de siete caballos uncidos entre sí, espectáculo nunca visto
hasta entonces con tal número de caballos, ganó un certamen de 50.000 sestercios y descolló
victorioso con Abigeius y sin látigo: salió victorioso de otros concursos con premios de 30.000
sestercios. Y como estas novedades se vieron entonces por vez primera, Diocles se adornó de
doble gloria. Según se dice, el que va a la cabeza de todos los agitatores miliarios es
Epaphroditus, agitator de la facción azul, el cual, en tiempo de nuestro emperador Antoninus
Pius Augustus, venció 1.467 veces, de ellas 940 en carreras de un solo carro por facción. Pues
bien, Diocles, sobrepasándole, resultó vencedor en 1.962 carreras, de ellas 1.064 de un solo
carro por color. En estos mismos tiempos Pontius Epaphroditus venció 467 veces en carreras
malas (difíciles), ganadas en un arranque final. Pues bien, Diocles, con este mismo modo de
victoria, obtuvo el triunfo 502 veces. El agitator Diocles en ese año venció 127 veces, de ellas
103 con los caballos Abigeius, Lucidus y Pompeianus uncidos en el centro de ellas...117 entre
destacados agitatores vencieron muchas veces de introyugos a Afer; Pontius Epaphroditus,
de la facción azul, venció con Bubalus 134 veces, Pompeius Musclosus, del color verde, con el
caballo...118 salió victorioso en 115 carreras. Diocles, empero, sobrepasó a todos, resultando
vencedor con Pompeianus 152 veces, de las que 144 lo fueron en carreras de un solo carro 115 Laguna en la que constaría el nombre de otro agitator célebre. 116 Laguna en el texto. 117 Laguna en el texto. 118 Laguna en el texto
100
por facción, y aumentando su gloria, obtuvo 445 victorias llevando como introyugos cinco
caballos: Cotynus, Galata, Abigeius, Lucidus y Pompeianus, de ellas 397 ganadas en carreras
de un solo carro por color.”
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104
La cultura física de los pueblos prerrománicos de la Península Ibérica
Dr. D. Gonzalo Rodríguez Macías.
Universidad de Sevilla
Introducción.
El presente trabajo forma parte de una línea de investigación que pretende y
propone una revisión histórica referida a la cultura física propia de las diferentes
civilizaciones que se han desarrollado a lo largo de la historia, haciendo especial hincapié en
las propias de la Península Ibérica. El término cultura física es definido, dentro de este
contexto histórico, como toda la parcela de la cultura referida a los valores de lo corporal y
de la actividad física encaminada al ocio, la educación, la competición, la aptitud física, la
salud e incluso la religión (Pereira, 1988).
Esta rama de conocimiento ha experimentado un auge considerable durante los
últimos decenios, no obstante no todas las civilizaciones se han estudiado con la misma
profundidad. Por ejemplo, existen gran cantidad de estudios en torno a las culturas propias
de la Edad Antigua, en especial sobre griegos y romanos. Sin embargo es manifiesta la
escasez de investigaciones referidas a la Protohistoria119, a pesar de que, durante este
periodo histórico, en la Península Ibérica se desarrollaron civilizaciones tan importantes
como la íbera o la celta. Ello se debe, muy posiblemente, a la escasez de vestigios específicos
sobre actividades físicas y, sobretodo, al hecho de que estas culturas, en sus últimos siglos
de existencia, coincidieron con el esplendor de otros pueblos de gran riqueza en este campo,
como es el caso de los ya citados griegos y romanos. Por todo ello la finalidad básica de esta
investigación es analizar fuentes históricas de carácter primario en torno a la cultura física de
las civilizaciones prerrománicas de la Península Ibérica.
119 La Protohistoria se sitúa cronológicamente entre la Prehistoria y la Historia, aproximadamente desde el 4000 a.C. hasta el 1000 a.C. Las fuentes para su estudio son casi en su totalidad arqueológicas, aunque también se han hallado restos escritos. Este periodo suele incluirse tanto en el estudio del final de la prehistoria, como en el inicio de la Historia Antigua; ello se debe a que desde la invención de la escritura hasta su difusión por todo el mundo muchos fueron los siglos que debieron transcurrir, sobretodo en Europa. En definitiva se trata de un periodo en el que las distintas civilizaciones se desarrollaron culturalmente, alcanzando el inicio de la escritura y de la metalurgia.
105
1. Los pueblos prerrománicos de la Península Ibérica.
Por aquellos tiempos, el mundo explorado se limitaba por el nordeste en el Cáucaso y
por Occidente en lo que los griegos llamaron Iberia; más allá, las columnas de Hércules, paso
del Mediterráneo al gran mar y al fin del mundo.
Las antiguas culturas hispanas del periodo protohistórico suelen denominarse
“indígenas” o, más comúnmente, “prerromanas”. El desarrollo de dichas culturas comienza
al final de la Edad de Bronce, entre el segundo y el primer milenio a.C. La riqueza natural de
la Península, en especial de minerales como el cobre, plata, plomo, oro y el entonces tan
preciado hierro, propició la pronta creación de colonias comerciales griegas, fenicias y
cartagineses que establecieron un importante flujo comercial hacia el Mediterráneo. La
presencia de estos colonos del Mediterráneo oriental fue un factor muy importante para el
desarrollo de las culturas hispanas, por lo que las costas mediterráneas fueron el contexto
originario de muchas de ellas.
En primer lugar hay que citar a Tartesios, civilización que se desarrolla entre los
comienzos del primer milenio y el siglo VI a.C., cuando fue destruida por una ofensiva militar
púnica (Hernández, 2003). Se trataba de una cultura muy desarrollada que estuvo enclavada
en el valle del Guadalquivir. El régimen monárquico de los tartesios se sustentaba en una
economía donde predominó la metalurgia y la orfebrería, junto con importantes relaciones
comerciales con griegos y fenicios.
Según Pellón (2000) a la cultura tartesia le sucedió, como continuadora suya pero con
nuevos componentes, la ibérica. Aunque las fuentes clásicas no siempre coinciden en los
límites geográficos precisos ni en la enumeración de pueblos concretos, parece que la lengua
es el criterio fundamental que los identificaba como iberos desde el punto de vista de
griegos y romanos, puesto que las inscripciones en lengua ibérica aparecen a grandes rasgos
en el territorio que las fuentes clásicas asignan a los iberos: la zona costera que va desde el
sur del Languedoc‐Rosellón hasta Alicante, que penetra hacia el interior por el valle del Ebro,
por el valle del Segura , gran parte de la Mancha meridional y oriental hasta el río Guadiana y
por el valle alto del Guadalquivir. Curiosamente, los griegos también llamaban iberos a un
pueblo de la actual Georgia, conocido como Iberia caucásica. Es una cuestión abierta si hay
alguna relación o es simple coincidencia de nombres, pero basándose en esto se ha
intentado emparentar el idioma ibero (del que queda poco más que inscripciones funerarias
106
y monedas) con las lenguas caucásicas. Independientemente, también hay intentos de
emparentar el euskera con la lengua íbera e incluso con algunas de origen cuacásico.
La tipología de los pueblos íberos es compleja. Siguiendo la costa del Mediterráneo
desde Andalucía hasta los Pirineos se hallaban entre otros los siguientes pueblos: túrdulos y
turdetanos en el valle del Guadalquivir; bastetanos, oretanos, mastienos y deitanos,
ocupando desde las proximidades de Cádiz hasta el sur de la actual Comunidad Valenciana,
con mayor diversidad que los anteriores y una fuerte impronta cultural fenicio‐cartaginesa;
contestanos y edetanos desde el río Júcar al norte de Castellón; sedetanos, ilercavones,
ilergetes, suesetanos, layetanos, lacetanos, ausetanos, cosetanos y bargusios en el interior
llano y costas de Cataluña; arenosios, andosinos, castelanos, cerretanos, olositanos,
jacetanos e indigetes en las zonas pirenaicas y norte costero de Cataluña; y por último
estaban los sordones en el Rosellón (Francia).
Desde el punto de vista arqueológico actual, el concepto de cultura íbera no es un
patrón que se repite de forma uniforme en cada uno de los pueblos identificados como
íberos, sino la suma de las culturas individuales que a menudo presentan rasgos similares,
pero que se diferencian claramente en otros y que a veces comparten con pueblos no
identificados como íberos. Los íberos diferían entre sí en función de su ubicación en el litoral
o en el interior, cerca de los asentamientos griegos de Cataluña o de los púnicos de
Andalucía y Levante, de su mayor o menor grado de urbanización, de su forma de gobierno
monárquica o aristocrática, de su dedicación prioritaria a la agricultura, ganadería, minería o
comercio, entre otras muchas variables. Sin embargo, presentaban también características
comunes, como el carácter sincrético de su religión, los rituales funerarios, la iconografía
artística (de carácter animalista y antropomorfo), la lengua no indoeuropea que hablaban, su
vocación guerrera y, por supuesto, las relaciones de tipo clientelar que mantuvieron con
romanos y cartagineses.
En general el mundo íbero se muestra como un conjunto de culturas evolucionadas y
muy sintonizadas con las culturas mediterráneas de la época, lo que permitió a Roma
integrarlas más fácilmente al Imperio.
Una historia muy diferente protagonizaron el resto de culturas hispánicas, las cuales
habitaron en la meseta y las zonas montañosas. Eran las culturas correspondientes a la
Hispania céltica, que remiten al sustrato indoeuropeo más antiguo de la península, y dentro
107
de la cual se hallan pueblos muy importantes y ocupantes de grandes territorios, como los
lusitanos que habitaban gran parte de la actual Portugal y de la Extremadura española. Al
sur, junto a la costa de Portugal, se hallaban los cinetes, y al norte los vettones y los vacceos,
en los cursos medios de los ríos Tajo y Duero, aproximadamente desde Cáceres a las tierras
de Zamora; en la Meseta oriental habitaban los Celtíberos y más al norte los vascones,
cántabros, astures y galaicos, pobladores de las zonas atlánticas y montañosas del norte
peninsular y cuyo origen y formación son imprecisables.
El origen de estos pueblos se explica como resultado de un proceso básicamente
interno, correspondiente a un sustrato indoeuropeo hispano originario de culturas neolíticas
peninsulares; secundariamente enriquecido por oleadas de gentes de origen centroeuropeo
a través de los pasos pirenaicos a lo largo del primer milenio a.C. (Almagro‐Gorbea, 1993).
Los restos arqueológicos permiten afirmar que estos pueblos coexistieron desde el siglo VI
a.C hasta su encuentro con Roma en el siglo II a.C, produciéndose diferentes conflictos
políticos y bélicos que ocasionaron, poco después del cambio de era, la total incorporación
del mundo céltico peninsular al Imperio Romano.
Todos estos pueblos compartían varias características sociales y culturales, que son
las que permiten hablar del concepto hispano‐céltico, aunque finalmente acabaron
sucumbiendo al proceso de romanización (Lorrio, 2001). En general, los pueblos de la
Hispania céltica desarrollaron culturas alejadas de los modelos mediterráneos de corte
urbano, moraban en castros y estaban dirigidas por elites de marcado carácter guerrero,
eran muy belicosos y su economía se basaba en la ganadería, ya que tanto la agricultura
como el comercio tuvieron un papel muy secundario. Esta situación provocó frecuentes
luchas intestinas por el dominio de los terrenos pastoriles.
Por último, hay que destacar que, a pesar de la proximidad geográfica, el aspecto
más relevante del estudio de las relaciones entre celtas e íberos es precisamente la escasez
de elementos que atestigüen dichos vínculos antes del siglo III a.C. Según Bendala (2000), se
puede considerar que íberos y celtas fueron sociedades vecinas y con elementos de
contacto, pero diferentes tanto en su organización social como económica, distancias que se
fueron acortando progresivamente a partir de la uniformidad que impuso la presencia
romana en el territorio peninsular.
108
2. Fuentes de la investigación.
La investigación histórica se basa en el estudio y análisis de fuentes, entendiendo a
éstas como todo aquello que puede interpretarse como indicio de la presencia/actividad del
hombre que nos precedió (Marrou, 1968). El problema de las fuentes históricas sobre las
culturas prerrománicas peninsulares estriba en su escasez con respecto a otras. No obstante,
según varios investigadores [Almagro‐Gorbea (1993), Cerdeño (1999), Bendala (2000), Pellón
(2006)], el registro de restos arqueológicos peninsulares prerrománicos, proporcionados por
un gran número de yacimientos (fundamentalmente ciudades, castros y necrópolis),
posibilita un conocimiento detallado de una gran cantidad de objetos empleados por
aquellas gentes en diferentes facetas de su actividad social, económica y doméstica. Estos
objetos (cerámicas, fíbulas, broches, armas, utensilios de cocina, arreos de caballos, ajuares
funerarios, etc.) conforman, junto con las referencias en torno a estos pueblos dadas en los
escritos de autores grecolatinos (Apiano, Polibio, Marcial, Estrabón y Diodoro), las fuentes
históricas manejadas en esta investigación.
3. Cultura física de los pueblos prerrománicos de la Península Ibérica.
Los resultados obtenidos en esta investigación, a tenor de los datos existentes en las
fuentes estudiadas, indican que las culturas prerrománicas de la Península Ibérica
practicaban una gran variedad de actividades propias del ámbito de la cultura física. Estas
prácticas han sido clasificadas, para un mejor análisis de las mismas, según un criterio
cultural ya defendido por Lavega (2000), referente al ámbito socio‐cultural desde el que
surgen o desde donde se inspiran cada una de ellas. Bajo este criterio se han diferenciado las
siguientes categorías:
‐ Cultura física en el ámbito militar: A medida que las sociedades de cazadores‐
recolectores comienzan a dominar la agricultura y la ganadería y, por tanto, a establecerse
de forma permanente, surge la necesidad de defender el territorio propio e incluso realizar
nuevas conquistas. A partir de esta situación comienzan a proliferar actividades relacionadas
con la preparación para la guerra y que los miembros de esas comunidades practicaban con
asiduidad.
‐ Cultura física en los ritos iniciáticos: Gran parte de los pueblos de la Protohistoria e
incluso algunos pertenecientes al periodo de la Historia Antigua, desarrollaron ritos
109
iniciáticos, entendidos como pruebas que debía superar el aspirante para pertenecer a un
grupo (normalmente tenían lugar en el paso de la niñez a la adultez). Muy probablemente
los más famosos fueron las Kripteias espartanas, pero otros muchos pueblos desarrollaron
prácticas de la misma índole, incluyendo a los prerrománicos ibéricos.
‐ Cultura física en el ámbito religioso: Ya desde las primeras comunidades de
hombres y mujeres, y por supuesto en las primeras civilizaciones, surgió la necesidad de
encontrar argumentos ante la incesante incertidumbre de los aconteceres cotidianos. Ante
esta situación las fuerzas de la naturaleza fueron deificadas, convirtiéndose en los primeros
dioses. En la Península Ibérica, por los datos que aportan las fuentes históricas, la religión
celtíbera adoraba a los astros (fundamentalmente la luna y el sol) y al agua. Por su parte los
íberos desarrollaron unas creencias religiosas más avanzadas (debido a sus continuas
relaciones con fenicios, griegos y cartagineses) en las que el culto a las montañas, las aguas y
los árboles tuvieron especial relevancia.
En este contexto religioso surgieron muchas prácticas que adquirieron una dimensión
divina y que eran utilizados como ofrendas a estas deidades naturales. Con ellas se buscaba
asegurar una buena caza, provocar lluvias, garantizar la fertilidad,…
‐ Cultura física surgida de la exploración lúdica: Como defiende Huizinga en su Homo
Ludens (1987), el ser humano posee un impulso interno que le lleva a participar del juego.
Muchos de los juegos, que forman parte de la cultura física de cualquier civilización,
nacieron espontáneamente, gracias a esta conducta lúdica. De hecho Platón ya apuntaba
que todas las criaturas manifiestan una especie de necesidad de saltar y de recrearse
(Lavega, 2000).
3.1 Cultura física en el ámbito militar.
Las sociedades prerrománicas de la Península Ibérica se caracterizaron por una
inestabilidad constante, debido a las luchas intestinas entre los diferentes pueblos y a los
enfrentamientos con los colonizadores (fenicios, griegos, púnicos y romanos). Esta
inestabilidad se refleja en dos características fundamentales, en primer lugar la aparición de
ciudades fortificadas en el área de influencia íbera y de castros en la Hispania céltica. En
segundo lugar el hecho de que, tanto íberos como celtas, desarrollaron una organización
social cada vez más jerarquizada, en la que se favoreció la existencia de guerreros
110
especializados que evolucionaron dando lugar a clanes gentilicios de carácter hereditario,
conformando las llamadas aristocracias guerreras (Pellón, 2006). El rasgo distintivo de estas
elites era el caballo, de ahí la gran cantidad de piezas de orfebrería y cerámica que remiten a
este animal.
De hecho, en la cultura íbera, los caballos poseían un estatus cuasi sagrado,
existiendo varios relieves de índole religiosa, como el de Villaricos (Jaén) o el de Sagunto, en
el que un personaje, identificado con un dios, sujeta con sus manos los belfos de dos
caballos situados a sus lados (Chapa, 1985), lo cual incide en el carácter sacramental de los
equinos y la eminente superioridad de los que los domaban y montaban, los nobles.
En el caso de la cultura céltica peninsular el valor aristocrático de los équidos queda
patente no sólo en las estelas funerarias halladas en Lara de los Infantes o en las cerámicas
numantinas, sino en los muchos broches, fíbulas y demás objetos de orfebrería con motivos
ecuestres descubiertos en los diferentes yacimientos.
Estos guerreros ecuestres debían obediencia absoluta a su jefe, al cual, tanto en la
cultura íbera como en la celta, se unían mediante un juramento sagrado, la devotio, por el
que permanecerían a su lado hasta la muerte. Los jefes o dux, como eran conocidos por los
escritores grecolatinos, no sólo poseía su caballo como elemento diferenciador, sino que a
ello añadía sus armas que tenían un carácter mágico y eran símbolo de su poder, en el caso
celta destacaba la espada y en el ámbito íbero el escudo, símbolo de su origen y estirpe
(Bendala, 2000).
Este contexto provocó que la práctica de la equitación se generalizara dentro de las
castas dominantes de estos pueblos (Almagro‐Gorbea, 1993). Esta situación queda reflejada
en múltiples restos arqueológicos, entre los que destacan los relieves monumentales de
Osuna (Sevilla) y de Cipo de Jumilla (Murcia), exvotos funerarios, como los del Santuario del
Collado de los Jardines (Jaén), fíbulas de jinetes como las halladas en la necrópolis de
Numancia (Soria) y la decoración de los calatos o vasos, que tan frecuentemente aluden a la
equitación como práctica aristocrática, como es el caso del de San Miguel de Liria (Valencia),
el de Archena (Murcia) o el Vaso del Domador de Numancia.
Pero no sólo fue la equitación, el marcado carácter guerrero de celtas e íberos y en
especial de sus castas aristocráticas, permitió el desarrollo de varias prácticas físicas cuya
finalidad era la preparación para la guerra y el exaltamiento de la superioridad y grandeza de
111
dichas elites. En primer lugar los celtas solían entrenarse en combates individuales como
parte de su preparación guerrera, de hecho existían las llamadas luchas de campeones,
utilizadas para dirimir enfrentamientos personales o entre dos colectivos. Estas luchas eran
combates entre dos guerreros con un sentido de juicio divino, muy acorde con el carácter
sobrenatural que le otorgaban a la guerra. De estas luchas de guerreros nos habla Estrabón
en su Geografía (García Bellido, 1993) afirmando que demuestran el carácter salvaje de estos
pueblos y justificando así la conquista de los mismos por parte de Roma, como punto de
partida para civilizarlos. Por otro lado, en el famoso Vaso de los Guerreros de Numancia se
escenifica un combate de este tipo, en el que los luchadores aparecen ataviados con sus
cascos y escudos, así como con el gladius hispaniensis, “la famosa espada celtíbera que
incluso llegaron a adoptar los romanos” (Bendala, 2000, 268).
Por otro lado las elites íberas practicaban, como parte de su formación y
entrenamiento, un tipo de lucha que queda manifiestamente representada en una de las
esculturas encontradas en el yacimiento de Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén). En ella dos
oponentes, con pies desnudos, entrelazan sus brazos y cruzan sus piernas. Uno y otro tratan
de agarrarse al cinturón del compañero para tirarlo al suelo. Este tipo de lucha está
claramente influida por las culturas mediterráneas que tanto influyeron en los pueblos
íberos.
Según Olmos (2005) el pueblo íbero practicaba, al igual que los celtas, los combates
con armas (lanza, falcata y escudo). Afirma este autor que ello queda reflejado, por ejemplo,
en una escultura hallada en Cerrillo Blanco, en la que un jinete desmontado alancea a un
enemigo que yace en el suelo. Sin embargo, no existen otro tipo de hallazgos que justifiquen
la existencia de estos combates; es más otros autores como Pellón (2006) y Chapa (2005)
defienden que, los vestigios en los que aparecen representados combates con armas,
simbolizan la idealización de la casta dominante de esa sociedad. Añaden que los guerreros
sólo portaban sus armas en público cuando realizaban desfiles o danzas ejemplarizantes
para los ciudadanos, en las que exhibían sus habilidades con éstas y el caballo.
No obstante, como ha ocurrido en la mayoría de civilizaciones, la actividad preferida
de la clase aristocrática, tanto íbera como celta, para afinar sus destrezas guerreras era la
caza. Se cazaba a caballo o a pie, teniendo como única arma una lanza pero siendo ayudados
por perros u otros hombres. Estas características quedan patentes, en el ámbito celta, a
112
partir de las escenas venatorias que aparecen representadas en las estelas funerarias
halladas en Lara de los Infantes (Burgos) y en Clunia (Peñalba de Castro, Burgos), así como
en varias fíbulas, como las encontradas en La Yunta (Guadalajara) y Cañete de las Torres
(Córdoba). A partir de estos restos arqueológicos es posible afirmar que las piezas más
codiciadas eran jabalíes, ciervos y corzos, ya que estos animales tenían connotaciones
mágico‐religiosas para los celtas (Jimeno, 2001).
En los pueblos íberos la caza llegó a ser muy importante, de hecho, tras la agricultura,
era la principal fuente de sustento económico. No obstante esta práctica no sólo se realizaba
como medio de subsistencia, ya que los nobles, sobretodo los jóvenes, se ejercitaban
asiduamente en esta actividad (Olmos, 2005). Sirvan como ejemplos el relieve del Museo
Arqueológico de Sevilla, en el que se representa a dos jóvenes que junto a su perro se
disponen a ir de caza, la fíbula de plata de Chiclana de Segura (Jaén), la escena venatoria
representada en el Vaso Cazurro (Museo Arqueológico de Barcelona) o las esculturas de
cazadores, uno con una liebre como presa y otro con perdices, del yacimiento de Cerrillo
Blanco. Finalmente hay que resaltar que la presa más valiosa para el íbero era el jabalí,
puesto que no se cazaba sólo para conseguir alimento, sino también con un sentido ritual;
sus colmillos se utilizaban como talismán en colgantes que tenían una función protectora
(Pellón, 2006).
A pesar de la enorme relevancia que poseía la caza, la actividad física del ámbito
militar que históricamente más se ha valorado de la cultura íbera era el lanzamiento con
honda. Los honderos baleares fueron muy famosos en la antigüedad y varios son los elogios
que hablan de la gran destreza que poseían (Cerdeño, 1999). Según Estrabón (Hernández,
2003, 138) los honderos se presentaban al combate “teniendo el escudo de piel de cabra en
una mano y en la otra una jabalina endurecida al fuego (…). Llevando tres hondas de junco
negro, de cerdas o de nervios”, dichas hondas variaban su longitud en función de la distancia
de lanzamiento para la que se utilizaban (las más largas para lanzamientos más lejanos).
Dicho escritor afirma que desde niños recibían un adiestramiento concienzudo en la
utilización de esta arma, lo cual implicaba una ejercitación diaria. Esta idea es también
defendida por Bendala (2000), según el cual para adquirir el nivel de destreza necesario para
hendir corazas y cascos metálicos con facilidad, los honderos debían entrenarse de forma
continuada y sistemática.
113
La existencia de honderos en el ámbito íbero peninsular y en el céltico, según Lorrio
(1997, 312), “era casi inexistente y siempre más relacionados con una función cinegética o
de labores de pastoreo que con un carácter bélico”.
Por su parte, los celtas hispanos desarrollaron una actividad que los diferenciaba del
resto de pueblos peninsulares, las razzias de primavera y otoño (Almagro‐Gorbea, 1993).
Éstas consistían en el robo de ganado, personas y riquezas de pueblos cercanos. Según
Jimeno (2001) servían como mecanismo para aliviar tensiones dentro del grupo y como
forma de adquirir prestigio, pero su finalidad básica era la de proporcionar una adecuada
preparación para la guerra. El número de guerreros era muy reducido, siendo el arma
esencial la lanza. Las tácticas de combate eran simples, como afirman los autores clásicos
peleaban en grupos mezclados los guerreros a pie y a caballo, cayendo por sorpresa en
terrenos de escasa maniobrabilidad, con cambios rápidos de ataque y huida.
3.2 Cultura física en los ritos iniciáticos.
En las civilizaciones de la Antigüedad eran comunes los ritos iniciáticos que los
jóvenes pertenecientes a las clases dominantes debían superar, como defiende Bendala
(2000), en la Hispania prerromana íberos y celtas desarrollaron un amplio abanico de este
tipo de prácticas.
En el caso de la cultura celta los jóvenes guerreros estaban organizados en clases de
edad y en fratrías, pues Estrabón y Diodoro (Almagro‐Gorbea, 1993, 136) “indican que
comían por orden de edad y prestigio, dedicándose a la caza, las razzias y la guerra en
territorios fronterizos”.
Según Lorrio (1997), una de las pruebas iniciáticas que más importancia tuvo entre
los pueblos celtas de la meseta, fundamentalmente arevacos y lusones, fueron las razzias
iniciáticas; cuya finalidad era probar el valor de los jóvenes guerreros antes de ser admitidos
en la sociedad, además de permitir el enriquecimiento de la tribu y regular el posible
excedente demográfico. Blázquez (2001) defiende que este tipo de rito iniciático permitió la
expansión de estos pueblos por toda la meseta, ya que muchas de estas cofradías de jóvenes
guerreros acababan asentándose en los terrenos conquistados.
En el ámbito celta también hay que citar los ritos iniciáticos que se llevaban a cabo en
las saunas castreñas, construcciones de carácter cuasi rupestre pero con una rica decoración
114
y que son conocidas como piedras formosas (Romero, 2001). Según Estrabón y Marcial
(Almagro‐Gorbea, 1993), para formar parte de la clase guerrera los galaicos y vettones
debían pasar por una prueba consistente en comidas frugales, junto con baños secos en las
ya citadas saunas castreñas, seguidos de inmersiones en agua fría y de unciones de grasa. A
ello se unía, muy posiblemente, la inhalación de estupefacientes para representar el paso al
Más Allá, de donde el joven salía renacido como guerrero, pues los baños atorgaban furor e
invulnerabilidad.
En el caso de la cultura íbera sólo se ha documentado la existencia de un rito de tipo
iniciático. El joven guerrero debía adentrarse en el bosque y dar muerte a un animal de gran
tamaño, cuya lengua debía traer como prueba de su hazaña. La heroicidad que acompañaba
a esta práctica queda patente en restos arqueológicos como la Grifomaquia, del conjunto
escultórico de Cerrillo Blanco, en la que un guerrero íbero es representado en plena lucha
contra un grifo (Chapa, 2005). La intención que subyace a esta representación es la de
ensalzar al joven aristócrata, rodeándolo de un aura de heroicidad al luchar contra un animal
mitológico.
3.3 Cultura física en el ámbito religioso.
En el ámbito religioso, desde la perspectiva de la cultura física, hay que destacar
varias actividades. En primer lugar existían, tanto en la cultura celta como en la íbera, varios
ritos de culto al toro como animal sagrado. Estrabón (García Bellido, 1993) habla de la gran
cantidad de toros que habitan en las tierras de Iberia y, según Fernández (2003), desde el
siglo VII a.C existen referencias, dentro de las culturas íbera y celta , de rituales encaminados
a utilizar el toro como elemento de sacrificio a los dioses. Esta afirmación se constata por las
numerosas esculturas de este animal que han llegado hasta hoy día, tanto en territorio
céltico como ibérico, como es el caso de los toros de Osuna o los berracos de piedra hallados
en las provincias de Córdoba, Salamanca y Ávila.
En el ámbito celta hay que destacar las escenas relativas a estas prácticas
representadas en varias de las cerámicas de Numancia, dentro de las cuales llama la
atención un vaso en el que un hombre aparece danzando con los brazos enfundados en
cuernos de toro.
115
Con respecto a la cultura íbera hay que destacar los vasos de Liria, en los que se
representan escenas en las que uno o varios hombres se enfrentan a un toro con la ayuda de
un escudo. Al respecto hay que añadir que Ángel Álvarez de Miranda (citado por Hernández,
2003, 140) “señala que en los cimientos de la antigua muralla de Clunia se encontró un
relieve de un toro en el acto de acometer y frente a él, un hombre”. Se trataba de una
práctica religiosa en la que guerreros íberos se enfrentaban a uno o varios toros, siendo este
tipo de combates una ofrenda a los dioses.
La relación existente entre estos rituales y el desarrollo posterior de la tauromaquia
en la Península Ibérica es patente y así es defendida por varios autores (Fernández, 2003;
Hernández, 2003).
El otro gran grupo de actividades religiosas lo conformaban las danzas, mucho más
comunes en la cultura íbera, y que se reflejan con gran detalle en la decoración de las vasijas
de cerámica de Liria y en algunos relieves hallados en Jaén. Los tipos de danzas que aparecen
ilustrados son, en primer lugar, danzas guerreras al son de la música, en las que
normalmente el choque de los escudos se utilizaba para marcar el ritmo; estas danzas tenían
como objetivo instruir al pueblo sobre la valía del guerrero íbero. En segundo lugar danzas
fúnebres, que solían realizarse en los entierros de personajes destacados dentro de la
sociedad íbera (Pellón, 2006).
Los artistas íberos representaban con gran detalle a los danzantes, gracias a ello es
posible determinar que siempre actuaban en grupos, a diferencia del pueblo celta en el que
primaban las danzas individuales. Los participantes, vestidos con ricos ropajes, se daban la
mano y existía una serie de movimientos de pies que quedan claramente detallados en la
decoración de las vasijas. Por último, indicar que los instrumentos musicales más usuales,
con los que acompañaban a los cánticos, eran la flauta y el oboe; aunque también utilizaban
otros como la llamada trompeta larga o el bastón como instrumento de percusión.
Muchas de estas danzas evolucionaron, durante la época romana, hacia el ámbito
festivo y llegaron a ser muy populares por todo el Mediterráneo. Según Hernández (2003),
destacaron las bailarinas turdetanas que realizaban bailes festivos aderezados con cierta
lascivia, lo que les proporcionó gran renombre por todo el Imperio.
En lo referente al ámbito celta, Sopeña (2001, 235) afirma que “tanto Apiano como
Valerio Máximo acreditan la ejecución de danzas religiosas de carácter bélico previas al
116
combate”. Además Estrabón en su Geografía (Blázquez, 2001), defiende que los celtas
celebraban banquetes colectivos con un marcado carácter cultual, en el que los hombres
danzaban al son de las trompetas, saltando y cayendo en genuflexión. Este mismo escritor
comenta que, en las noches de plenilunio, hacían ante sus casas sacrificios a un dios
innominado y toda la familia velaba y bailaba hasta el amanecer. También habla del culto al
fuego, relacionándolo con el sol; así en el solsticio de verano se realizaban fiestas de
purificación con danzas, carreras, luchas y sacrificios fuera de la ciudad.
Por último hay que añadir que, según Blázquez (2001), después de los sacrificios
rituales solían practicar luchas gímnicas, políticas e hípicas, ejercitándose en el pugilato, la
carrera, las escaramuzas y las batallas campales.
3.4 Cultura física surgida de la exploración lúdica.
A partir de la exploración lúdica, como cualquier otra civilización, los pueblos
prerrománicos de la Península Ibérica desarrollaron actividades de carácter lúdico. Bien es
cierto que las fuentes primarias halladas al respecto son escasas y que muchas de ellas
remiten a juegos cuyo componente motriz es escaso. No obstante, se considera necesaria la
inclusión de estas prácticas por su componente lúdico y porque pueden servir de punto de
referencia para futuras investigaciones.
En primer lugar hay que citar unas pequeñas piezas halladas en varias necrópolis
celtíberas, a las que los investigadores no han sabido dar explicación. Se trata, en palabras
de Romero (2001), de canicas que evocan el mundo de la infancia.
En concreto son, en la mayoría de los casos, bolas de arcilla, aunque también se han
hallado ejemplares en piedra, cuyos diámetros van de 20 a 28 milímetros, algunas son lisas y
otras están decoradas con un meridiano y un ecuador de puntos (Cuadrado, 1968).
Según Lorrio (1997) en algunas necrópolis son tremendamente comunes y en otras
casi inexistentes, siendo muy significativo el hecho de que siempre aparecen en tumbas de
carácter militar. Las hipótesis de interpretación de estos pequeños objetos van desde las que
le otorgan un valor simbólico, hasta las que consideran que se trataría de piezas de juego.
Esta última perspectiva es sumamente interesante, puesto que aunque es imposible
adelantar características intrínsecas en torno a esta actividad, si es posible afirmar, a tenor
de los restos arqueológicos, que era propia de la aristocracia celtíbera. Esta clase social
117
pudiera haber tenido en estas bolas los instrumentos necesarios para practicar algún tipo de
entretenimiento o juego.
Por otro lado, en las necrópolis íberas y al hilo de lo tratado, se han hallado en
muchos enterramientos aristocráticos ajuares que contenían no sólo las armas del guerrero,
también adornos para el pelo, vasos o elementos de juego como tabas de hueso y dados;
todo ello de acuerdo a la riqueza y representación social de los difuntos (Jimeno, 2001).
Sirvan como ejemplo los restos hallados en Carmona (Sevilla) o en Fuentes del Ebro
(Zaragoza), donde se ha llegado a encontrar una cajita con más de una docena de tabas de
época íbera.
Los dados se fabricaban en piedra, hueso o madera. Se han hallado dados de puntos,
como los actuales, o de números en escritura íbera (Pellón, 2006). En cuanto a las tabas,
según Bendala (2000), eran los astrágalos de los rumiantes pequeños los principalmente
empleados para su fabricación.
4. Conclusiones.
El estudio realizado ha permitido caracterizar la cultura física de los pueblos
prerrománicos de la Península Ibérica. No obstante, hay que reseñar la necesidad de realizar
más investigaciones al respecto, ya que se trata de culturas escasamente estudiadas desde la
perspectiva de la historia del deporte. Sólo algunos autores, concretamente Hernández
(2003) y Fernández (2003), han realizado investigaciones que aportan datos relevantes en
torno a estas culturas.
La gran mayoría de actividades físicas halladas en las fuentes históricas tenían un
marcado carácter bélico, ya que eran practicadas por la clase dominante, por tanto estaban
claramente dirigidas hacia la preparación para la guerra. Este objetivo a lo largo de la historia
ha sido muy común en diferentes épocas y contextos y estaba muy acorde con la ética de
estos pueblos que, según Sopeña (2005, 235), “estaba impregnada de un marcado carácter
agonístico con gran relevancia social, llegando a concebir la muerte en combate como un
ideal para conseguir la inmortalidad del alma”. Esta ideología es muy similar a la de otras
culturas coetáneas del resto de Europa y Asia, como los escitas, los eslavos o los espartanos.
118
Por otro lado existían actividades con un sentido ritual de iniciación de los jóvenes
dentro de la elite guerrera, como era el caso de las razzias iniciáticas o la caza de animales de
gran tamaño.
En tercer lugar se han hallado prácticas con una finalidad ritual asociada a la
religiosidad, como por ejemplo las danzas que servían de ofrenda a los dioses o las que se
realizaban en honor a animales sagrados, destacando en este ámbito las de culto al toro. Hay
que recalcar que eran en estas danzas del ámbito religioso, las únicas prácticas en las que las
mujeres, siempre pertenecientes a la aristocracia, tenían permitida su participación.
En último lugar hay que destacar un par de prácticas lúdicas, correctamente
documentadas a partir de restos arqueológicos, las cuales tenían un escaso componente
motriz pero un marcado carácter aristocrático, los juegos de dados y las tabas.
A partir del siglo II a.C Roma fue imponiendo su dominio en la península y ello
influenció notablemente en las culturas indígenas. El estatus guerrero de las oligarquías
ecuestres desapareció, constituyéndose en sistema censatario basado en los impuestos y en
la acumulación de riquezas y joyas. No obstante la nobleza mantuvo su imagen ecuestre, así
en las ciudades para poder aspirar a un cargo administrativo era necesario poseer un
caballo. Además, las monedas de esta época, emitidas por la aristocracia, tenían en su
reverso imágenes de jinetes enarbolando un arma o una palma (Domínguez, 2001).
Este proceso de romanización influyó también en la cultura física de estos pueblos, la
cual se volvió menos ritualista y pasó a tener un marcado carácter de espectáculo público,
muy acorde con el mundo romano. Así, las prácticas de la cultura física de los pueblos
prerrománicos, fueron desapareciendo paulatinamente siendo sustituidas por las propias de
la órbita romana.
No obstante, el sustrato de actividades indígena no desapareció completamente. De
hecho, varios autores [Almagro‐Gorbea (1993); Bendala (2000)] defienden que algunos ritos
del folclore español tienen su origen en las tradiciones prerrománicas, como por ejemplo las
hogueras que se encienden por toda la geografía española en la noche de San Juan o “El
Paso del Fuego”, celebración que también tiene lugar en la noche del 23 al 24 de junio en la
localidad de San Pedro Manrique (Soria).
119
Referencias bibliográficas.
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121
EL DEPORTE EN LA HISTORIA DEL CINE
Juan Carlos Fernández Truan
Universidad Pablo de Olavide (Sevilla)
El deporte en los inicios del cine
En palabras del José Luis Ruiz, Director del Festival de Sevilla, Cine y Deporte, en su
presentación de la edición 2002: “El deporte y el cine son las dos principales ofertas de ocio
del siglo XX y constituyen hoy en día los principales contenidos, en tiempo de emisión y
audiencias alcanzadas, de la industria audiovisual en el mundo entero.” A lo largo de la
historia, numerosas civilizaciones han buscado procedimientos para reproducir la realidad,
como los primeros espectáculos de imágenes animadas de sombras, las linternas mágicas de
los feriantes, o la propia fotografía, pero las primeras imágenes deportivas que aparecieron
en el cine las realizó en 1873 el británico Eadweard Muybridge, como experimentos de
carácter científico para analizar objetos en movimiento descomponiendo imágenes
sucesivas en fotogramas. Una de estas primeras series de imágenes de movimientos fue las
de un caballo al galope que sirvieron para posteriormente realizar los fotogramas del cuerpo
humano en movimiento, tomando como referente a gimnastas. La biomecánica deportiva
actual, sigue usando este sistema de Muybridge mediante la denominada “fotogrametría”
que graba movimientos muy rápidos con cámaras de cine de alta velocidad para
posteriormente poder realizar su análisis cinemático.
Numerosos inventores construyeron aparatos que para muchos eran tecnología y
para otros meros juguetes que buscaban producir la ilusión del movimiento, como el
Taumatropo, el Fenaquistoscopio, el Zootropo, el Praxinoscopio, o el Kinetoscopio de Edison.
El cine nació oficialmente el 28 de diciembre de 1895, con la proyección que los hermanos
Lumière presentaron en el Salón Indien de París, de la película "La llegada de un tren a la
estación de Ciotat"; el efecto de una locomotora que parecía salir de la pantalla fue enorme
y el aparato empleado lo llamaron Cinematógrafo.
A finales del siglo XIX, el cine comenzó a realizar películas en las que aparecían escenas de
boxeo y para ello, los primeros estudios de cine contrataron a algunos púgiles que realizaban
ante las cámaras lo que posteriormente se llamaría ”combates de estudio”; es decir
122
combates coreografiados que realizados a menor velocidad para facilitar su grabación.
Posteriormente, cuando las cámaras fueron perfeccionándose y comenzaron a permitir la
posibilidad de rodar en exteriores, se comenzaron a grabar numerosas veladas y
campeonatos reales de boxeo, que favorecieron la difusión y el interés por este deporte en
toda América y Europa.
En esa línea documental de grabaciones de acontecimientos deportivos que se
producían al aire libre, en la Escuela de Brighton en Gran Bretaña, Robert William Paul
comenzó a realizar las primeras películas británicas., algunas de las cuales eran
documentales deportivos de hípica y remo como: ”The Derby” (1896) y ”Oxford‐Cambridge
Boat Race” (1899). En septiembre de 1896 los hermanos Lumiére llevaron el cine a Sydney
(Australia), y el fotógrafo australiano Walter Barnett con Maurice Sestier, el representante
de los Lumiére realizaron el 31 de octubre de 1896 una película sobre dos competiciones
hípicas en Melbourne: ”AJC Derby at Flemington” y una semana más tarde la ”Melbourne
Cup”.
En España el iniciador de la cinematografía fue el catalán Fructuoso Gelabert en 1897 y a
las primeras películas se les llamaba ”cuadros”, debido a su escasa duración y a que solo
mostraban escenas sin apenas movimientos, pero que han servido como textimonio
documental de diversos sucesos de la época, incluidas los deportivos. Además, sirvieron en
sus inicios, como recurso didáctico para aquellos deportes de gran dificultad, como es el
caso de la Gimnasia, que requería de gran corrección técnica para su enseñanza y
aprendizaje.
Sin embargo, ese empleo prioritario del deporte en la historia del cine, como medio para
dejar testimonio de acontecimientos que se estaban produciendo en momentos
transcendentes, fue uno de los mayores atractivos del cine en sus inicios y no se
abandonaría hasta la actualidad, como bien lo prueban las películas realizadas sobre cada
uno de los Juegos Olímpcios desde Berlín en 1936, en clave de mera certificación de
resultados y acontecimientos sucedidos.
123
El deporte en el cine mudo
La década de los 10, el cine se convirtió en una floreciente industria, en la que los
primeros grandes directores de cine mudo ya dirigieron y en algunos casos interpretaron,
películas sobre temas deportivos, especialmente del mundo del boxeo, como: “Charlot
boxeador”, dirigida y protagonizada por Charles Chaplin en 1915, que fue el primero en
llevar a la pantalla el deporte moderno, con su estética en la tragedia, la comicidad del error
y la perversidad del éxito; de las 82 películas que componen su filmografía, ocho contienen
elementos deportivos: “Gentlemen of Nerve” (1914), “Kid Auto Races at Vence” (1914), “The
Knockout” (1914), “Mabel at the Wheel” (1914), “The Champion” (1915), “The Rink” (1916),
“The Gold Rush” (1925), y “City Lights” (1931); Chaplin fue el que primero logró captar el
ritmo y la magia de la fascinación popular por el deporte cuando aún no se había convertido
en un gran espectáculo de masas. Otro de los grandes del cine mudo que empleó
argumentos de temática deportiva fue Búster Keaton, con películas como “El Boxeador”
(1926), o ”El último round” (1926), también de boxeo y dirijida e interpretada por él mismo;
o ”El Colegial” (1927), en la que aparecen reflejados diversos deportes como beisbol,
atletismo o remo entre otros y en los que se representa el triunfo de la honestidad contra la
sociedad agresiva que le rodea, elemento constante en el cine de Keaton.
Por aquella época, las películas se realizaban a modo de documentales, apareciendo con
ello gran cantidad de películas sobre el mundo del boxeo y la hípica, que tan solo pretendían
dejar constancia de algunos de esos relevantes acontecimientos deportivos que se
producían, como la película dirigida por Tex Rickard en 1921 sobre el combate de boxeo para
el Campeonato del Mundo de los pesos pesados entre Jack Dempsey y Georges Carpentier;
“Two minutes to go” (1921) de Charles Ray, probablemente la primera película sobre Fútbol
americano; “The Leather Pushers” (1922) dirigida por Erle Kenton sobre los ambientes en los
gimnasios de boxeo de la época; o “Brown of Harvard” (1926), de Jack Conway sobre los
inicios del Fútbol americano en Harvard, siendo la primera película interpretada como actor
secundario por John Wayne.
A partir de entonces, el cine comenzó a proyectarse en elegantes y espaciosas salas,
para un público más selecto y no solamente en barracas para un público más popular, con lo
que se comenzaron a realizar películas más “cultas”, que en Francia recibieron el nombre de
124
“Films dÁrt” para ese público burgués, con guiones basados en conocidas obras literarias y
con famosos actores del teatro, sobre las aficiones más comunes de esa clase social ociosa y
acomodada, y como no, una de esas aficiones más identificativas de dicha clase social, fue el
deporte. En ese momento, las películas deportivas dejaron de ser documentales técnicos
para empezar a tener guiones con tramas argumentales propias y muy diversas. Es el
momento en el que aparecen películas deportivas de grandes directores del momento,
como “Corazón intrépido” (1925) de John Ford y “El Ring” (1927) de Alfred Hitchcook.
Por entonces, es cuando en Hollywood se comenzaron a construir las estrellas de cine,
mediante un hábil sistema de publicidad al que denominaron “star system”, que
aprovechaba el éxito de algunos famosos del momento, entre ellos grandes deportistas,
para convertirlos en mitos del cine que atrajeran al público a las salas cinematográficas,
como la película “Babe comes home” (1927) interpretada por uno de los grandes ídolos
deportivos del momento, como era el jugador de béisbol Babe Ruth. Incluso a casi todos los
galanes del momento, se les inventaba episodios de pugilismo que incluían en sus biografías,
aumentando con ello la popularidad de este deporte; como fue le caso de Errol Flynn cuando
dio vida al mítico boxeador James J. Corbett en la película “Gentleman Jim” (1942) de Raoul
Walsh.
También estuvo presente en nuestro país en esos inicios, puesto que en 1915 se
realizó la primera película española con escenas deportivas, como fue “Clarita y Peladilla van
al fútbol” de Benito Perojo, al estilo de las películas de Charlot. Pocos años después Florían
Rey realizaría “Fútbol, amor y toros” (1929), película interpretada por el ídolo taurino del
momento “Guerrita” y posteriormente Ricardo García dirigiría “Falsa noticia de Fútbol”
(1932), no volviéndose a realizar ninguna otra película sobre temática deportiva en España
hasta la década de los 50.
El sonido y el color en el cine
Con la película “El Cantor de Jazz”, de Alan Crosland en 1927, se inició una nueva
época en la industria del cine, al dejar atrás el cine mudo y comenzar con el cine sonoro,
aunque la primera película totalmente sonora fue “Luces de New York”, de 1928, que
coincidió en el tiempo con el “crack” económico de 1929 que ocasionó la “gran depresión”
125
en U.S.A.; sin embargo, en contra de lo que se podía pensar, el cine no entró en crisis, sino
que representó la válvula de escape de los problemas cotidianos para muchos ciudadanos,
convirtiéndose con ello la pequeña localidad de Hollywood en el oeste americano, en la
denominada “fábrica de los sueños”, que servía de evasión de los grandes problemas de
muchos ciudadanos, incrementándose por ello, las películas del género de comedia, los
musicales y en general todos los argumentos de entretenimiento general y el deporte era
uno de esos temas, con lo que se comenzaron a producir en Norteamérica, numerosas
películas de muy variados deportes, sobre todo de Football americano; lo cual se
mantendría así hasta finales de la década de los 40, como consecuencia de la segunda
Guerra Mundial; aunque en esa década también se harían muy populares y se producirían
gran cantidad de películas bélicas de naturaleza propagandística nacionalista.
El cine de color llegaría en 1935, con la película “La feria de las vanidades” de Rouben
Mamoulian, aunque su implantación definitiva no se produciría hasta 1939 con la película de
Víctor Fleming, “Lo que el viento se llevó”. Sin embargo, una de las más importantes películas
sobre la historia deporte en el cine, se realizaría en esa época en blanco y negro. Fue la
primera película que se realizó como documental oficial sobre los Juegos Olímpicos que se
desarrollaron en Berlín en 1936: “Olympia” dirigida por la alemana Leni Riefenstahl,
convirtiéndose en una verdadera joya de la historia del deporte y la primera película oficial
de unos Juegos, que a partir de entonces se realizará en cada una de las siguientes ediciones.
A partir de la finalización de la Guerra Mundial, apareció el llamado “cine neorrealista”,
que con pocos medios materiales, pretendió dar testimonio de la realidad del momento con
gran humanidad, preocupándose por los problemas cotidianos de los ciudadanos y
filmándose muchas de las historias en escenarios naturales al aire libre, tan propicios para
poder desarrollar escenas deportivas. Uno de esos temas deportivos que mayor interés
despertó en el cine, fue el boxeo, que a pesar de que siempre fue un deporte mal
considerado socialmente por su vinculación con las apuestas, el profesionalismo, la
brutalidad y los escándalos, siempre gozó de gran atención entre los espectadores, por
tratarse de un contexto realista en el que poder mostrar las miserias humanas, dotando a
sus personajes de gran humanidad, que les alejaban de los mitos de éxito.
126
A partir de ese momento Hollywood comenzó a realizar películas relacionadas con el
deporte de cuatro tipos diferentes: los dramas clásicos, las biografías, el cine negro y las
comedias.
Uno de los géneros que más se habían explotado en relación con el deporte durante las
décadas anteriores y especialmente en el cine mudo, fue la comedia y aunque siempre
estaría presente en numerosas películas de todas las épocas, fue un género que se explotó
poco en estas décadas, a pesar de realizarse excelentes películas deportivas de éste género,
sobre todo con la aparición de los Hermanos Marx en películas como “Pluma de caballo”
(1932) sobre el Fútbol americano y sobre todo “Un día en las carreras” (1937), pero también
con otros actores cómicos como Joe E. Brown en películas como “Elmer, the great” (1933), o
“Alibi Ike” (1935), ambas sobre el mundo del béisbol, y Will Rogers en “Handy andy” (1934),
probablemente la primera película sobre golf.
En cuanto a las películas de tipo biográfico, en las que se intentó reconstruir de manera
más o menos fiel, la vida de grandes campeones, especialmente del mundo del boxeo, con
películas como “Cinderella Man” (1929) de James Braddock, inspirada en la vida real del
boxeador campeón del mundo de los pesos pesados James J. Braddock; “El coloso de
Boston” (1945), “Spirit of youth” (1937), “The Joe Louis Story” (1953) y “The Fight Never
Ends” (1947), sobre la vida del boxeador Joe Louis, la última protagonizada por él mismo;
“Marcado por el odio” (1956) sobre el boxeador Rocky Graciano; “The Pride of St. Louis”
(1952) sobre la historia del jugador de béisbol Dizzy Dean; “Jim Torpe. All American” (1951)
sobre la vida del atleta americano de origen indio que fue desposeído por profesionalismo
de sus medallas de oro de los Juegos olímpicos de Estocolmo en 1912 de Pentatlón y
Decatlón; o “The Bob Mathias Story” (1954), que narra la historia de Bob Mathias, un
deportista que con 17 años fue Campeón Olímpico de Decatlón en 1948 en Londres y en
1952 en Helsinki. Aunque también se aprovechó el éxito de algunos equipos punteros del
momento, como en la película “The spirit of Notre Dame” (1931) sobre el famoso equipo de
Fútbol americano de ese nombre; “El orgullo de los Yankees” (1942), sobre el famoso
jugador de béisbol de ese equipo, Lou Gehrig, e interpretada por Gary Cooper; o “Crazylegs”
(1953), película biográfica sobre el famoso jugador de Fútbol americano: Elroy Hirsch, alias
“Carazylegs”, protagonizada por él mismo y la práctica totalidad de la plantilla del equipo de
Los Ángeles Rams de aquella época.
127
Pero no solo se realizaron películas sobre personajes deportivos famosos, sino que en
la década de los 30 fue cuando se comenzó a llevar a la pantalla la vida de famosos caballos
de carrera que habían pasado a la historia por sus triunfos, o dramáticos acontecimientos
que les rodearon, con películas como: “De pura sangre” (1931), con Clark Gable, o
“Estrictamente confidencial” (1934) sobre el caballo Broadway Bill, y sobre todo “A rienda
suelta” (1949) sobre la historia del famoso caballo Seabiscuit, vencedor en numerosas
carreras, del que incluso se han realizado varias películas a lo largo de la historia del cine,
como la realizada en 1962 por Roger Vadim y la versión llevada a acabo por Gary Ross en
“Seabiscuit, más allá de la leyenda” (2003).
Otro de los géneros de mayor éxito fue el “cine negro” (o policíaco), y el deporte
tampoco estuvo ajeno a este género, puesto que muchas de las películas deportivas que por
entonces se realizaron, estaban impregnadas de una atmósfera pesimista en la que los
personajes mostraban sus padecimientos y angustias, denunciando la corrupción y los
oscuros manejos que se producían, especialmente en aquellos deportes en los que existían
por medio apuestas, con películas un tanto polémicas como: “Nadie puede vencerme” (1949)
de Robert Wise, “Cuerpo y alma” (1947) de Robert Rossen, o “Más dura será la caída” (1956)
de Mark Robson, las tres sobre boxeo. El Boxeo fue un tema argumental tan repetido y
empleado en el cine, que incluso se convirtió para muchos críticos en un género
independiente, al igual que el cine policiaco, o el de terror. En ese periodo es cuando
comenzaron a triunfar las películas con escenas tenebrosas, que jugaban con las sombras
para resaltar las características psicológicas de alguno de sus personajes.
Por último, otro de los tipos de películas que se realizaron sobre temas deportivos
fueron los dramas clásicos, en los que los ídolos deportivos ascendían y caían. Una muestra
de este género deportivo lo encontramos en películas como “El ídolo de barro” (1949) de
Mark Robson, e interpretada por Kirl Douglas, que se convertiría en un gran éxito comercial
y cinematográfico y en la que se presenta la degradación moral que se produce en el boxeo
como consecuencia de la popularidad y el poder; pero no solo se realizaron películas de este
tipo sobre la temática del boxeo, sino sobre todo en el mundo de las carreras de caballos,
que tanto se prestaba a historia sobre apuestas y sobornos, mostrando el lado oscuro del
deporte, con un marcado carácter moralizante y una gran humanidad en sus personajes, en
películas como “Stablemates” (1938), o “Kentucky Blue Streak” (1935); e incluso sobre otros
128
deportes, como “Noche en la ciudad” (1950) sobre sucios manejos en combates de lucha
greco‐romana.
Una de las películas sobre deportes más importantes de aquella época fue “Escuela
de sirenas” (1944), interpretada por la actriz Esther Williams, que de niña había sufrido una
enfermedad por la que le habían recomendado la práctica de la natación, lo que le llevó ser
una gran campeona en este deporte, hasta el punto de llegar a formar parte de un
espectáculo acuático en el que participaba con el también nadador Jonnny Weismuller,
nacido en Rumania pero que llegaría a ser un gran campeón olímpico representando a
Estados Unidos y el más famoso “Tarzán” de todos los tiempos. Esa película musical de
“Bathing Beauty” (Escuela de sirenas), es considerada por muchos como el origen que daría
lugar posteriormente a la creación del deporte de Natación Sincronizada.
El cine de deporte en la post‐guerra
A mediados de la década de los 50 surge la etapa del bienestar, cambiando el estilo
de vida y apareciendo nuevas formas de ocio, nuevos gustos y nuevas reglas sociales, en las
que los jóvenes se convierten en espectadores muy importantes para las salas de cine, que
por lo tanto comienzan a reflejar en sus guiones los gustos y aficiones de la juventud, como
temas argumentales relevantes, empezando a ser considerada la práctica deportiva como
una actividad habitual entre la juventud, puesto que formaba parte de su vida cotidiana y
por lo tanto, no era de extrañar el incorporar escenas deportivas en películas con
argumentos de cualquier otro tipo. Sin embargo, el tratamiento del deporte en esos inicios,
se empleó más como un medio de diferenciación generacional que permitía romper los
esquemas convencionales de comportamiento social, que como la trama principal de un
argumento. Los productores encontraron en el deporte una fuente inagotable para poder
realizar películas de temas muy variados, aunque la gran mayoría utilizó el deporte como
contexto en el que desarrollar otros argumentos que no tenían nada que ver con él. Será a
finales de los 50, cuando el cine tenga que empezar a competir con la Televisión y por lo
tanto, tenga que buscar una mayor espectacularidad, con mayores pantallas, mejor color y
sonido estéreo, pero sobre todo incorporando numerosos efectos especiales, que permitan
mantener el interés del público por las grandes producciones cinematográficas, como una
129
forma de ocio que le diferenciara de la televisión, que tenía un carácter más familiar y
hogareño.
A finales de los 50 surgieron películas de tema deportivo, inspiradas en el
movimiento del cine europeo denominado “Nouvelle vague” (nueva ola) francés, o “Free
Cinema” británico, que pretendían realizar un cine sobre temas morales realista sobre la
influencia del neorrealismo, aunque no hurguen en las causas del comportamiento de los
personajes, introduciendo la inventiva y la improvisación del director y sacándole todo el
provecho a las novedades técnicas, como cámaras más ligeras, emulsiones más sensibles,
iluminación por refección y los bajos costes de los instrumentos necesarios para la
realización de las películas, lo que hizo posible que se pudiera rodar cámara al hombro sin
iluminación artificial y en localizaciones naturales, elementos fundamentales para la
realización de películas sobre deporte. Uno de los mejores ejemplos de este nuevo estilo es
la película “La soledad del corredor de fondo” (1962), dirigida por Tony Richardson, basada
en la novela de Alan Sillitoe y en la que se intenta plasmar los conflictos existenciales de la
juventud de su época, mediante la historia de un joven internado en un reformatorio que
desahoga sus frustraciones a través de las carreras de fondo de atletismo.
Por esta época también aparecieron algunas películas vinculadas al mundo del
automovilismo, como: “Indianápolis” (1950), interpretada por Clark Gable; “Winning”
(Indianápolis pista infernal) (1969), interpretada por Paul Newman; “Fórmula 1. En el
infierno del Gran Prix” (1970); “Carrera Mortal” (1959); “The Wild Ride” (1960); “The Fast
Lady” (1962); así como la larga serie de aventuras infantiles para la Walt Disney del coche
“Herbie”, con diferentes títulos a lo largo de las siguientes décadas como “Hay va ese bólido”
(1969), “Herbie, un volante loco” (1974), “Herbie torero” (1980) y “Herbie a tope” (2005).
También se realizaron películas basadas en temas deportivos interpretadas por las
grandes estrellas del momento, algunas de ellas ya han sido mencionadas anteriormente, o
como John Wayne en películas como “Ídolo del hielo” (1944) de Hockey sobre hielo y “El
hombre tranquilo” (1952) de boxeo; Tony Curtis en “The All American” (1953) sobre un
jugador de fútbol americano; Burt Lancaster en “Jim Torpe. All American” (1951); o Paul
Newman en “El buscavidas” (1961), que iniciaría una larga lista de películas de este actor
sobre historias vinculadas con el mundo profesional del billar.
130
En España durante esa época hubo de todo un poco, como las habituales comedias:
“El tigre de Chamberí” (1957) de Pedro Luis Ramírez sobre boxeo; “El sistema Pelegrín”
(1952), interpretada por Fernando Fernán Gómez sobre un profesor de Gimnasia de la época
y su utilización del fútbol como medio educativo; “El Hincha” (1957) de José María
Elorrieta;”La batalla del domingo” (1953) dirigida por Luis Marquina, sobre el partido de
fútbol de cada domingo; o “Urtain. El rey de la selva... o así” (1968 de boxeo); dramas
neorrealistas en películas de tema deportivo como “Young Sánchez” (1963), de Mario Camus
sobre el boxeo; biografías de boxeadores como El marino de los puños de oro (1968) sobre la
vida de Pedro Carrasco; “Once pares de botas” (1954) un drama sobre el fútbol dirigido por
Francisco Rovira; “Cancha vasca” (1954) dirigida por Alfredo Hurtado y Aselo Plaza sobre la
pelota vasca; “Saeta rubia” (1954) protagonizada por el futbolista del Real Madrid Alfredo Di
Stéfano; “El mejor del mundo” (1969) dirigida por Julio Coll, sobre un atleta que prepara su
participación en los Juegos Olímpicos de Méjico, cuando recibe la noticia de que padece una
enfermedad del corazón; y “Cuadrilátero” (1969) un drama dirigida por Eloy de la Iglesia
sobre el boxeo, con la interpretación del boxeador José Legrá.
El cine de artes marciales
El cine sobre artes marciales, es considerado por muchos como un subgénero dentro
del cine de acción, aunque para otros, es considerado como uno de los géneros más
antiguos, puesto que a finales del siglo XIX ya se realizaban películas en China con esta
temática, como medida para salvaguardar los valores tradiciones chinos frente a la invasión
extranjera que pretendía imponer sus gustos y maneras. Los protagonistas de esas primeras
películas chinas solían ser espadachines con superpoderes mágicos y extraordinarias
cualidades físicas, gracias a los cables utilizados para rodar las escenas. La primera película
de cine mudo realizada en Asia, que se considera con temática sobre artes marciales, fue “El
incendio del Monasterio del Loto Rojo” (1928) y el tema del fuego estuvo presente en casi
todos los títulos de las primeras películas de esa época, como: “El incendio de la Torre de las
siete estrellas” (1929), “El incendio de la ciudad de Pingyang” (1929), “El incendio del Templo
del pequeño pájaro blanco” (1930), “El incendio de la ciudad de Diao” (1930), y otros títulos
similares siempre con referencias al fuego; sin embargo, con posterioridad a este primer
131
intento, las películas sobre artes marciales dejaron de realizarse por la oposición de las
autoridades gubernativas a este género.
A finales de la década de los treinta, resurgen en China las películas de artes
marciales, creándose un subgénero al que se le denomina “Wuxia”, que significa “combate
caballeroso”, como películas en las que se unía la tradición china, el mundo sobrenatural y
las artes marciales de la espada y el cuchillo; era la aplicación práctica del código de honor
de la caballería medieval al ámbito de las artes marciales en China. Este periodo
comprendería desde 1938 hasta la década de los setenta, en que se iniciaría el florecimiento
de las películas de Kung fu.
La Segunda Guerra Mundial provocó que muchos cineastas chinos se trasladasen a
partir de 1949 a Hong Kong, buscando un lugar más seguro, donde surgió una floreciente
industria cinematográfica que permitía mayor creatividad a los directores, que solían
emplear escenas y guiones basados en historias tradicionales chinas sobre artes marciales,
con la aparición de la primera estrella de las artes marciales: Kwan Tak‐hing, que llegó a
interpretar ciento treinta películas de este género y al que siguieron otros actores que se
hicieron famosos desarrollando sus escenas de luchas, como Jimmy Wang Yu, Alexander Fu
Sheng, Cheng Pei Pei, Lo Lieh y sobre todo el actor y director Liu Chia Liang.
Sin embargo, paralelo al desarrollo del cine sobre artes marciales chino, se produce
una aparición de esta misma temática en el cine japonés desde el inicio del siglo XX; siendo
tal vez la primera película de este género en Japón la titulada “El combate en el Templo de
Hanno” (1908) dirigida por Makino Shozo. Inicialmente las coreografías de este tipo de cine
se inspiraban en las técnicas del teatro Jabuki japonés y en las representaciones de
marionetas del Bunraku. Los samuráis fueron los primeros protagonistas de estas películas y
especialmente una antigua historia de honor y venganza contra un injusto señor feudal, que
se llevaría de manera reiterada a las pantallas, como fue “47 Ronin”, que ya se había llevado
al cine mudo japonés en 1910 y 1917 y que posteriormente volvería a realizarse en
diferentes versiones, aunque con el mismo título en 1941 y 1962. Este tipo de películas
sobre artes marciales japonesas, en las que el protagonista, en su mayoría samuráis, entra
en conflicto entre sus obligaciones con su señor feudal, o su clan y sus sentimientos, se ha
considerado como otro subgénero dentro de las películas de artes marciales,
denominándose “Chambara” y un gran ejemplo de los directores que se han dedicado a
132
realizar este tipo de películas es sin lugar a dudas: Akira Kirosawa, quien con su popularidad
y éxito internacional en numerosos certámenes y festivales de occidente, ha logrado
popularizar muchas de las películas sobre artes marciales de este tipo, con películas como
“Rashomon” (1950), “Los siete samuráis” (1954), “Trono de sangre” (1957), “La fortaleza
escondida” (1958), “Yojimbo” (1961), “Ran” (1985) y “La leyenda del gran Judo”(1943) y su
secuela “La nueva leyenda del gran Judo”(1945), ambas películas en blanco y negro sobre la
biografía del fundador del Judo, Sugata Sanshiro. Ese tipo de películas Cambara empezó a
entrar en declive a partir de la década de los 60, aunque este subgénero pudo sobrevivir
gracias a la sustitución de los samuráis como protagonistas por los “Yakuzas”, los miembros
de la mafia japonesa; aunque a partir del inicio del siglo XXI se recuperarían las películas en
las que el Samurai son los personajes centrales de las películas de acción, aunque con otra
filosofía bastante más occidentalizada.
A finales de los años 70, se empieza a producir un cambio en el cine de artes
marciales, buscando una alternativa a la proliferación del uso de numerosas armas en el cine
de la etapa anterior, surgiendo con ello el gusto por las películas en las que se combatía con
las manos desnudas como alternativa a las películas “wuxia”, con lo que se inicia el periodo
de esplendor del Kung Fu, especialmente con la aparición de tal vez la figura más importante
para occidente, del cine sobre artes marciales: Bruce Lee; un actor chino nacido en San
Francisco (California), que llegó a crear su propio estilo personal de arte marcial: “Jeet Kune
Do” (o camino del puño que intercepta). Con seis años realizó en Hong Kong su primera
película “El nacimiento de la humanidad” (1946), aunque era un melodrama pero no de
artes marciales. En 1960 después de haber realizado unas veinte películas, decidió volver a
Estados Unidos para impartir clases de artes marciales y convertirse en instructor de artes
marciales de grandes estrellas como Steve McQueen y James Coburnen, lo que le crea gran
enemistad con la comunidad china de ese país, que tenía la norma no escrita de no revelar a
los occidentales su forma de lucha. En 1971 le ofrecen ser el protagonista de la serie
televisiva “Kung Fu”, pero por su ascendencia china le dan definitivamente el papel a David
Carradine, lo que hace que decida volver a Hong Kong, en donde realiza la película “Karate a
muerte en Bangkok” (1971), su primera película de artes marciales, a la que le seguiría “Furia
Oriental” (1972), con gran éxito de taquilla, lo que le convertiría a partir de entonces en una
estrella del cine, “El Furor del Dragón” (1972), hasta un total de 26 títulos a lo largo de su
133
corta carrera; sin embargo, la película más famosa a nivel internacional fue sin duda
“Operación Dragón” (1973), hasta su muerte prematura y en extrañas circunstancias en
Hong Kong en 1973.
El cine de artes marciales en Estados Unidos, se inició con Bruce Lee en la década de
los 70, aunque anteriormente ya había habido algunos precedentes como por ejemplo el
actor Tom Laughlin, en películas como “The Born Losers” (1967) que creó una saga de títulos
sobre Billy Jack, un ex‐boina verde que se enfrentaba a sheriff corruptos con numerosas
escenas de Karate; o “The Master Gungfighter” (1975).
Una película japonesa “The Street Fighter” (1974), interpretada por Sonny Chiba,
serviría para presentar ante occidente el cine nipón, llegando a realizarse toda una saga de
seis títulos sobre ella, entre 1974 y 1976, que convertirían a Chiba en uno de los herederos
de Bruce Lee tras su muerte, ante el nuevo gusto de la juventud por los antihéroes y
ansiosos por nuevas sensaciones en las películas de acción. Otro de los precursores de las
películas de artes marciales en norteamérica fue Chuck Norris, quien a finales de la década
de los 60 convirtió este tipo de películas en uno de los géneros más rentables del mercado
audiovisual para los videos doméstico, que comenzaba a representar una rentable oferta
comercial. A partir de la muerte de Bruce Lee, comenzarían a aparecer otros protagonista de
películas de artes marciales, que se harían famosos y establecerían sus propios estilos de
interpretación durante las décadas de los 70 y los 80, como Jim Kelly, que a pesar de haberse
proclamado en 1971 Campeón de Kárate del peso medio y haber sido uno de los tres
protagonistas de la película “Operación Dragón” (1973) junto a Bruce Lee, terminaría siendo
profesional del tenis con grandes éxitos; o también el belga Jean Claude Van Damme, que
llevaría al cine otras artes marciales diferentes a las tradicionales chinas o japonesas, como
es el caso del May Thai en películas como “Kickboxer” (1989), “Soldado Universal”(1992);
Steven Seagal que introduciría el Aikido en películas como “Por encima de la ley” (1988), o
“Alerta Máxima” (1992); y sobre todo Jackie Chan, que aportaría un nuevo estilo
humorístico a las películas de artes marciales, mezclado sus acciones técnicas con
numerosas acrobacias, que casi siempre interpretaba el mismo sin dobles y que aunque
comenzaría su carrera cinematográfica en la década de los 70 en películas como “El mono
borracho en el ojo del tigre” (1978) y “La serpiente a la sombra del águila” (1978), su
verdadero triunfo se produciría en los noventa con películas como “Police Story” (1985),
134
“Piratas en los mares de China”(1983), “Superpolicía en apuros” (1988), “Operación Trueno”
(1995), “Duro de matar” (1996), “Shanghai Kid” (2000), “El poder del talismán” (2003), “El
Mito” (2005), y un total de más de cien películas hasta la actualidad.
Algo similar surgiría con la película “Karate Kid” (1984), interpretada por Ralph
Macchio y Noriyuki Pat Morita, que introduciéndose en las artes marciales en clave de
humor, desdramatizaban la historia convertían a los perdedores en triunfadores, algo muy
repetido en la filmografía americana de la década de los 80, dando lugar a una trilogía de
esta película en 1984, 1986 y 1989, e incluso realizando una cuarta parte de continuación,
pero con una protagonista femenina, Hilary Swank, como fue “El nuevo Karate Kid” (1994),
que aunque no fueron ninguna de ellas grandes películas sobre artes marciales, si que
acercaron este género al gusto del público adolescente.
Con el comienzo del siglo XXI, se produciría en las películas de artes marciales, el
mismo fenómeno que en los restantes géneros, como fue el nuevo rol de las mujeres como
protagonistas de las películas; sin embargo esto no sería tan llamativo en las películas de
acción de este subgénero, puesto que las mujeres ya venían asumiendo el papel principal en
algunas películas con anterioridad, aunque siempre de forma esporádica y ocasional, como
ocurrió sobre todo con los guiones procedentes de historias de manga, o comic japonés, en
películas como “Lady Snowblood” (1973) y “The Princess blade” (2001), interpretadas por
Yumiko Shaku y tal vez, la principal actriz de artes marciales durante la década de los 80 y 90,
Michelle Yeoh, en películas como “Royal Warriors” (1986), “Tigre y Dragón”(2000). A
comienzos del nuevo siglo aparecieron algunas películas de estas heroínas, como “Kill Bill”
(2003) y su posterior saga, dirigida por Quentin Tarantino e interpretada por Uma Thurman,
con una estética similar a los spaguetti‐western.
En este nuevo siglo también han empezado a aparecer numerosas películas sobre
artes marciales, que en occidente han logrado gran cantidad de premios de crítica y público
en festivales internacionales, demostrando que también se puede realizar un cine de gran
calidad y éxito en este género, con películas como “Tigre y Dragón” (2000) en Taiwán,
“Hero” (2002), “La espada del Samurai” (2003), “La casa de las dagas voladoras” (2004), “La
maldición de la flor dorada” (2006), etc. También se ha realizado algún intento de relacionar
las artes marciales con otros deportes más occidentales, como ocurre con el fútbol (soccer)
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en películas como “Shaolin Soccer” (2001), interpretada por Stephen Chow, un ejemplo de la
introducción de los trucos digitales en las películas de artes marciales.
Las libertades de los 70
En la década de los 70 , los escándalos políticos y las devastadoras consecuencias de la
guerra de Vietnam, provocaron un sentimiento de derrota social que acercó a los
espectadores hacia el gusto por películas sobre dramas humanos relacionados con el mundo
del deporte, en los que se deja de presentar exclusivamente los valores positivos del
deporte, para mostrar también sus aspectos negativos, surgiendo con ello los “antihéroes”
(Robert de Niro, Al Pacino y Dustin Hoffman), con películas como: “Fat City, ciudad dorada”
(1972) sobre los boxeadores perdedores, “The Champ” (1979), de Franco Zeffirelli, que
muestra el drama de un niño al ver morir a su padre por los golpes en un combate de boxeo;
“Toro salvaje” (1979) de Martín Scorcesse, e interpretada por Robert De Niro, sobre la
biografía del púgil Jake LaMotta, con escenas de gran realismo y brutalidad; pero sobre todo,
con películas como Rocky (1976) de John G. Avildsen, e interpretada por Silvestre Stallone,
que marcaría una época, e iniciaría toda una zaga en la que narra la vida bastante novelada,
del boxeador norteamericano de origen italiano Rocky Balboa. Igualmente se realizan otras
películas muy diferentes entre si sobre la violencia en los deportes, en algunos casos de
corte futurista, como “Rollerball...¿Un futuro próximo?” (1975) en donde la violencia
deportiva llega a límites insospechados para ese momento; “Licencia para matar” (1975)
sobre alpinismo e interpretada por Clint Eastwood; o “El castañazo” (1977) sobre el hockey
sobre hielo, e interpretada por Paul Newman.
En 1976 aparece la primera película de tema deportivo vinculada con el fenómeno
del terrorismo; no olvidemos que fue el mismo año en que los terroristas dejaron su
recuerdo en los Juegos Olímpicos de Munich; se trataba de “Pánico en el estadio”, dirigida
por Larry Peerce e interpretada por Charlton Heston, basada en la historia de un
francotirador en un estadio de fútbol americano en Los Ángeles.
En el ámbito de los deportes de motor, la década de los 70 trajo consigo las películas
que sobre la rivalidad personal entre los pilotos de carreras, su competitividad y las
tensiones en sus relaciones personales que les hacen vivir al límite en todos lo terrenos de
136
sus vidas, con títulos como “Formula 1. En el infierno del Grand Prix” (1970), “500 Millas”
(1969) de Paul Newman, “Las veinticuatro horas de Le Mans” (1970) de Steve McQueen;
“Amore Formula 2” (1971) interpretada por el gran piloto Giacomo Agostini; “Carrera Mortal
2000” (1975) interpretada por David Carradine, etc. Pero de manera significativa, asistimos
durante esta época al inicio de las películas sobre motociclismo, con títulos como “On any
Sunday” (1971), dirigida por Bruce Brown; “Evel Knievel” (1971) sobre la vida de este
temerario piloto, y “The thing with two heads” (1972).
La primera película que se realizó sobre baloncesto fue “Campus Confessions” (1938),
en la que aparecía Hank Luisetti, el creador del lanzamiento a una mano y uno de los
jugadores más importantes de la historia del baloncesto; sin embargo, no se volvería a
realizar otra hasta “King Basketball” (1952), dirigida por Robert Altman; sin embargo, la
explosión comercial del baloncesto en las salas de cine se produjo en los setenta, con el
estreno de películas como “Maurie” (1973), “Shirt/Skins” (Con camisetas/sin camisetas)
(1973), “Mixed Company” (1974), “One on One” (De hombre a hombre) (1977) con Melanie
Griffith, o “Fastbreak” (1979) con el ex jugador Bernard King como protagonista. El primer
gran éxito de una película sobre baloncesto se produjo con “The Fish that Saved Pittsburg”
(1979), que en España se tituló “Basket Music”, en la que participaban jugadores de gran
prestigio en el momento como Juilus Erving, Kareem Abdul‐Jabbar, Connie Hawkins, Spencer
Haywood, Bob Lanier y Norman Nixon; desde entonces han sido numerosas y muy rentables,
la gran cantidad de películas sobre baloncesto que se han realizado, como “Hoosiers” (1986),
“Pistol: The Birth of a Legend” (1991), “Los blancos no la saben meter” (1992), “Final Shot”
(1992), “The Air Up There” (Una tribu en la cancha)(1993), “Hoop Dreams” (1994), “Ganar de
cualquier manera” (1994), “Above the Rim” (1995), “Basketball Diaries” (1995) con Leonardo
di Caprio, “Olvídate de Paris” (1995), “El orgullo de los Celtics”, “Eddie”(1996), “Lecciones
para ganar” (1996), “Space Jam” (1996), “Rebound. The story of Earl “Goat” Manigault”
(1996), “Amor y Baloncesto” (1996), “He got game” (1996), “El sexto hombre” (1997), “Una
mala jugada” (1998), “Coach Carter”(Juego de honor) (2005), “Rebote” (2005), “Camino a la
gloria” (2006) y una larga lista más.
Durante la década de los 70, el cine español continuó con su fórmula más rentable de
comedias sobre fútbol, con películas como: “Las ibéricas F.C.” (1971) dirigida por Pedro
Masó, “La liga no es cosa de hombres” (1971) de Ignacio Iquino, “Jenaro el de los catorce”
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(1974) interpretada por Alfredo Landa, “Bienvenido Mister Krif” (1974), o “Furia española”
(1974) interpretada por Cassen. A partir de la llegada de la democracia a nuestro país en
1975, con la desaparición de la censura y la revolución sexual, el interés de los guiones de la
filmografía nacional se volcó más hacia temas políticos y eróticos que hacia el deporte, por lo
que fue un periodo en el que no realizó casi ninguna película que reflejara escenas
deportivas; las preocupaciones sociales y el interés de los espectadores iban más hacia otros
aspectos.
La épica de los 80
La década de los 80 fue la época de los grandes éxitos de taquilla que revalorizaron a
Hollywood con grandes éxitos taquilleros de gran espectacularidad y con numerosos efectos
especiales, que iniciaron importantes series continuadas en trilogías, o en algunos casos
más, como las de Rocky, Indiana Jones, Blade Runer, Star War, etc. Es la etapa del interés
comercial de las productoras cinematográficas por los espectadores jóvenes, con películas
de aventuras y sobre todo de géneros del nuevo gusto de esa juventud, con películas de
ciencia ficción y el resurgir del cine de terror, en donde se difuminaba la realidad con el
sueño.
En el ámbito del deporte, durante esta década se recuperó el interés por mostrar
nuevamente sus valores positivos, con películas que trataban de resaltar la épica del deporte
como “Carros de Fuego” (1981), dirigida por el británico Hugo Hudson, en la que se presenta
las diferencias en la consideración del deporte desde dos visiones diferentes entre dos
atletas de distinta clase social, que se entrenan para competir en los Juegos Olímpicos de
1924 en Paris y “Evasión o Victoria” (1981), versión bastante novela del histórico encuentro
de fútbol conocido como el “partido de la muerte”, disputado en 1942 entre una serie de
prisioneros componentes del antiguo equipo del Dinamo de Kiev y una selección de
jugadores de las fuerzas nazis de ocupación alemana, que le costó la vida a cinco de los
jugadores ucranianos.
En esta época también surgen las películas en las que el protagonista ya no es
exclusivamente el propio deportista o el equipo, sino algunos de los personajes que rodean
todo el mundo del deporte y especialmente los entrenadores, con películas en las que se
138
narran los padecimientos, alegrías y tragedias de los responsables técnicos, un tipo de
historias que ya había tenido su primera película con “Knute Rockne. All American” (1940)
sobre la biografía del legendario entrenador de fútbol americano del equipo de los
Notredame Rockne, O´Brien y que en la década de los 80 volverían a ser los entrenadores
protagonista de películas como: “La clave del éxito” (1983) interpretada por un jovencísimo
Tom Cruise sobre las relaciones de un entrenador de fútbol americano y su jugador estrella;
“Hoosiers” (1986), interpretada por Gene Hackman sobre un entrenador de baloncesto; y
“Gatos salvajes” (1986) interpretada por Goldie Hawn, la primera película que hace
referencia a una mujer como entrenadora de un equipo del machista mundo del fútbol
americano, aunque ya anteriormente se había utilizado el personaje de entrenadora de
boxeo, pero en clave de humor en la película “Combate de fondo” (1979) interpretada por
Barbra Streisand.
También es el periodo de los héroes solitarios que narraban melodramas de
personajes relacionados con el deporte, con películas como la serie de “Karate Kid” (1984,
1986 y 1989) interpretada por Ralph Macchio y Pat Morita en clave de aventuras; “Forja de
campeón” (1985) con Rob Lowe de artes marciales; “El color del dinero” (1986) con Paul
Newman y Tom Cruise, nuevamente de billar; “Homeboy” (1988) sobre boxeo con la
interpretación de Mickey Rourki, y sobre todo con el resurgir del interés por películas sobre
béisbol, no solo por el deporte en si mismo, sino como forma de exportar al extranjero el
“sueño americano”, haciendo exaltación de patriotismo y de su espíritu luchador a través del
considerado como deporte nacional americano, con películas como “Campo de sueños”
(1989) interpretada por Kevin Costner, “Los búfalos de Durham” (1988) también con Kevin
Costner, “El mejor” (1984) con Robert Redford, “Una mujer en la liga” (1988), etc. Algunos
de estos héroes solitarios llevados a la pantalla, pertenecían a humanizados personajes
musculosos como Sylvester Stallone, Van Damme, o Schwarzenegger. Tampoco estuvo
exenta esta época de las películas que presentaban los aspectos sombríos del deporte,
aunque no fuera una temática que se prodigara mucho durante este periodo, con algunos
títulos como “Ocho hombres” (1988), que narra la historia de los jugadores del equipo
profesional de béisbol de los Black Sox, que en 1919 decidieron apañar el resultado de su
partido de los “Playoffs” para ganar las apuestas, una de las páginas más negativas del
deporte profesional en los Estados Unidos.
139
Una película de esta época que se adelantó a su tiempo, fue “Personal best” (1982)
que narra la historia de dos amigas saltadoras de altura que preparan los juegos Olímpicos
de Moscú y aborda las relaciones lésbicas entre ambas y con su homófobo entrenador,
siendo la primera vez que el cine americano trataba abiertamente este tema.
Por su parte, el cine español de deportes continuó con la fórmula de comedia, con
películas como “Yo hice a Roque III” (1980) de Andrés Pajares y Fernando Esteso; y
especialmente de fútbol, como “La gran quiniela” (1981), dirigida por Joaquín Coll; o “El
último penalty” (1982) dirigida por Martín Garrido.
El cine de finales del siglo
En la década de los noventa el aumento del número de títulos y la gran afluencia de
espectadores a las salas de cine, hicieron que se incrementase notablemente el número de
películas que se realizaban cada año, sobre todo porque ya no solo tenían que abastecer a
las salas de cine, sino también dar respuesta a un nuevo mercado como era el de las
televisiones y los DVD domésticos. Y como no podía ser de otra manera, las películas sobre
temas deportivos de todo tipo, también aumentaron notablemente. No obstante, la crisis de
ideas en guiones del mercado cinematográfico norteamericano, le llevaría a reponer
versiones de títulos anteriores y a narrar las historias de personajes de comic, con las
posibilidades de los grandes avances informáticos para los efectos especiales. En este
sentido comienzan a realizarse películas sobre todos y cada uno de los personajes de comic
como: Batman, Spiderman, la Patrulla X, los Vengadores, Daniel el travieso, etc; alguno de
los cuales también de ámbito deportivo como la película de dibujos animados con
personajes reales “Space Jam” (1996), con la intervención del jugador de baloncesto de la
NBA, Michael Jordan y otros compañeros de equipo. También en la última década del siglo,
los intérpretes de las películas, sobre todo de Hollywood, comienzan a ser actores muy
jóvenes, en algunos casos incluso niños, que adquieren muy rápidamente fama y renombre
internacional, dando lugar a lo que se llamaría la “Generación X”, algunos de los cuales
también realizarán numerosas películas sobre temas deportivos, propios del gusto de los
jóvenes como Tom Cruise, Emilio Estévez, Tomas Ian Nicholas, Brad Pitt, Adam Sandler, etc.
140
Al comenzar esta época se realizó una película sobre el mundo de las carreras de
coches, que auguraba la continuidad en este periodo de las películas sobre deportes
tecnológicos, como fue “Días de trueno” (1990), interpretada por Tom Cruise, sobre el
mundo de la Fórmula 1 de automovilismo; sin embargo, a lo largo de toda la década no se
volvería a realizar ninguna película sobre esta temática, que no volvería a retomarse hasta el
comienzo del nuevo siglo.
Las películas sobre entrenadores deportivos siguieron realizándose en la década de
los noventa con títulos como la serie de “Somos los mejores” (1992 y 1994) sobre el Hockey
sobre hielo infantil; “Lobos universitarios” (1993) de fútbol americano; “Ganar de cualquier
manera” (1994) interpretada por Nick Nolte como entrenador de un equipo de baloncesto;
“Una tribu en la cancha” (1994) de baloncesto; y dos películas más sobre mujeres
entrenadoras de baloncesto masculino como “Lecciones para ganar” (1996) interpretada por
Rhea Perlman, y “Eddie” (1999) con Whoopi Goldberg; pero sobre todo, en este periodo
comienzan a aparecer como protagonistas de algunas de las historia sobre deporte, otros
personajes también importantes de este mundillo como “Jerry Maguire” (1996) sobre un
manager de deportistas, interpretada por Tom Cruise; “El aguador” (1998) sobre este
personaje secundario en los equipos de fútbol americano, interpretado por Adam Sandler; o
“Olvídate de Paris” (1995) sobre un árbitro de baloncesto de la NBA, que tiene que huir del
país por un error arbitral.
Los dramas humanos estuvieron bastante presentes en esta etapa, con películas
como las dos versiones de la historia del corredor de atletismo norteamericano, Steve
Prefontaine, que murió en un accidente automovilístico poco antes de participar en los
Juegos Olímpicos de Munich: “Without limits” (1998) de la Cia Disney, y “Prefontaine” (1997)
de la Warner Brothers; “El gran hombre” (1990) y “Gladiator” (1991) ambas sobre boxeo;
“Rudy. Reto a la gloria” (1993) de fútbol americano; “Tin Cup” (1996) de Kevin Costner sobre
el mundo del golf; “He got game” (1996) de baloncesto en una prisión, con la interpretación
de Denzel Washintong; “Entre el amor y el juego” (1999) de béisbol, interpretada por Kevin
Costner; o “Mystery, Alaska” (1999) sobre el hockey sobre hielo en la vida de un pueblo de
Alaska.
También en el plano biográfico se siguieron realizando películas relacionadas con
famosos deportistas, como “The Pistol, the birht of a legend” (1991) sobre la vida del jugador
141
de baloncesto Pete Maravich, apodado “Pistol”; “Run for the dream” (1996) sobre la atleta
negra Gail Devers; “Rebound. The story of Earl “Goat” Manigault” (1996) sobre la vida del
legendario jugador de baloncesto norteamericano, Earl Manigault; “Cuando éramos reyes”
(1996) sobre la famosa pelea entre Mamad Ali y George Foreman por el título de los pesos
pesados celebrada en Zaire; y “Huracán Carter” (1999) interpretada por Denzel Washington,
que narra la historia del boxeador Rubin Carter, injustamente encarcelado; e incluso
películas biográficas en clave de comedia, no de un solo deportista sino de todo un equipo,
como “Jamaica bajo cero” (1993) sobre la épica participación del primer equipo jamaicano
en los Juegos Olímpicos de invierno en Calgary (Canadá) en 1988.
Además de algunas de las películas sobre boxeo que anteriormente se han ido
mencionando, en el ámbito de los deportes de combate cabe también reseñar una serie de
películas sobre artes marciales interpretadas por Van Damme, “Kickboxer” que se realizaron
durante la década de los noventa (1989, 1991, 1992, 1994 y 1995); e incluso algunas de
corte futurista como “Future Sport” (1998); así como también “Find de round” (1992)
también de boxeo, dirigida por el venezolano Olegario Barrera, como un ejemplo del gran
interés por el cine latinoamericano que se despertó en este periodo, y “The Boxer” (1997),
de Jim Sheridan, en la que se combinan el boxeo y el terrorismo, otro de los fenómenos que
a partir de esa época comenzaría a aparecer en el mundo y del que, como no, se haría reflejo
el cine de su momento, en otras películas como: “Fanático”(1995) sobre un fan del mundo
del béisbol, e interpretada por Robert de Niro; o “Shergar” (1998), película británica sobre
un jockey que se encuentra en medio de un complot terrorista para secuestrar a un famoso
caballo de carreras.
El género de humor tampoco estaría ausente en esta década, aunque con historias
destinadas a un público más infantil y guiones poco elaborados en la mayoría de los casos,
con películas como: la serie de “Mayor League” (1989, 1994 y 1998) basadas en el mundo
del béisbol; “Mr. Baseball” (1992) de béisbol, interpretada por Tom Selleck; la serie de
“Somos los mejores” (1992 y 1994) sobre el hockey sobre hielo; “Los blancos no la saben
meter” (1992) de baloncesto callejero; “Rookie del año” (1993) y “Little big league” (1994),
ambas de béisbol infantil; “Pequeños gigantes” (1994) de fútbol americano infantil; “The big
green” (1995) sobre el soccer (o fútbol europeo) en categorías infantiles; “Vaya par de
idiotas” (1996) de bolos; “Happy Gilmore” (“Terminagolf”) (1996) sobre el mundo del golf;
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“Fuera de juego” (1996) sobre el fútbol británico; “Fiebre de fútbol” (1996) sobre los hinchas
británicos de fútbol; “El sexto hombre” (1997) de baloncesto; “Muchas pelotas en juego”
(1998) de béisbol y baloncesto; “Air Bud. El fichaje de la liga” (1998) comedia infantil de
fútbol americano; “Jugando a tope” (1999) sobre el boxeo e interpretada por Antonio
Banderas; “MVP. Most Valuable Primate” (1999) comedia infantil de hockey sobre hielo; “El
partido” (1999) película sobre el fútbol rural británico.
En cuanto al cine español en esta época, se comienzan a realizar gran cantidad de
películas al amparo del Plan Nacional de Promoción y Desarrollo de la Industria Audiovisual,
que aprobó el gobierno a principios de los noventa y sus posteriores desarrollos y
ampliaciones, lo que produjo un gran interés de los espectadores por directores y películas
nacionales que comenzaron a lograr éxitos en certámenes internacionales, como los Oscar y
directores de renombre como Trueba, José Luis Garci, Alejandro Almenábar, y sobre todo el
controvertido Pedro Almodóvar; siendo con ello bastantes numerosas las películas
nacionales en las que aparecieron escenas de deportes, e incluso cuya temática central era
el deporte, al haberse incorporado el deporte a la vida habitual de los españoles de todas las
clases sociales. Y aunque no se abandonó por completo el binomio habitual de comedia y
humor en el cine español, si que se mejoraron notablemente la calidad de las películas y los
guiones de las mismas, con películas como: “Fuera de juego” (1991) dirigida por Fernando
Fernán Gómez; “Matías juez de línea” (1996) de Santiago Aguilar; y “Golpe de estadio”
(1998), producción de España, Italia y Colombia, dirigida por Sergio Cabrera. Otras películas
españolas de temática deportiva pero no de fútbol, fueron “El maestro de esgrima” (1992)
de Pedro Olea sobre un profesor de esgrima de principios del siglo, y “A tres bandas” (1996)
película italo‐española sobre billar dirigida por Enrico Coletti.
El siglo de las mujeres
El cine de inicios del siglo XXI presenta la transformación surgida en el deporte como
espectáculo de masas y su control por los medios de comunicación de masas, en películas
como “Un domingo cualquiera” (2000) de Oliver Stone, e interpretada por Al Pacino, que
intenta resaltar el valor del poder y la solidaridad del grupo frente al individuo, mostrando la
143
dificultad actual de mantener la ética en el deporte; o “Shiner” (2000), interpretada por
Michael Caine, sobre el sombrío mundo de un promotor de boxeo.
Si hay algún aspecto que caracteriza el cine de inicio del nuevo siglo, es sin lugar a
dudas el papel que han asumido las mujeres, que han pasado de ser meros personajes de
acompañantes en las historias del personaje principal, que casi siempre era masculino, ha
ser las verdaderas protagonistas de las historias y para dejarlo bien claro, lo han hecho
comenzando con guiones sobre deportes eminentemente violentos, brutales, o
marcadamente machistas, cuya práctica hasta ese momento, habían estado marcada por
estar absolutamente vetados a las mujeres, como la lucha, el boxeo, el fútbol americano, e
incluso el beisbol. Y va a ser precisamente en esos deportes en los que se realicen las
primeras películas con protagonistas femeninas, con el objetivo de retar a la opinión de los
espectadores y demostrar a la sociedad que algo estaba cambiando. En ese sentido, ya en la
década de los noventa había comenzado un lento acercamiento de la mujer al papel de
protagonista de algunas películas, en las que asumían el peso de las historias, especialmente
en papeles como el de las entrenadoras, que ya he mencionado anteriormente, o con
mujeres en casi todos los papeles centrales, como en “Ellas dan el golpe” (1992), una
película sobre la liga profesional de béisbol en 1943, cuando la mayoría de los hombres se
encontraban en la Guerra Mundial y en la que aunque el intérprete central era Tom Hanks,
el resto de los papeles fundamentales en la historia lo realizaban actrices como Geena Davis,
Lori Petty, Madonna, Rosie O´Donnell y Ann Cusack; iincluso también en películas biográficas
como “Amor y baloncesto” (1996) en la que se narra la historia de la jugadora de baloncesto
Mónica Wright, que fue la primera mujer en jugar con un equipo de la NBA. Sin embargo, la
película pionera en la reivindicación del papel de la mujer como protagonista de violentas
películas deportivas de boxeo fue “Girlfight” (1999) de Karyn Kusama e interpretada por
Michelle Rodríguez, a la que le siguieron otras películas como: “Knock out” (2000)
interpretada por María Conchita Alonso; “Million Dollar Baby” (2004) de Clint Eastwood e
interpretada por él mismo y Hilary Swank, que combina el boxeo con la polémica sobre la
eutanasia; e incluso la película española “A golpes” (2005) con Natalia Verbeke. Pero no
todas las películas deportivas en las que la mujer se convierte en protagonista son de boxeo,
sino que hay otros deportes en los que sucede lo mismo, especialmente en el fútbol europeo
(o soccer), que no en el fútbol americano, en donde hasta el momento no se ha producido su
144
apertura al ámbito femenino; con películas como “Quiero ser como Beckham” (2002); la
comedia infantil “Cambio de metas” (2001) de las hermanas Olsen; “Jugando por un sueño”
(2008); y en otros deportes como “En el filo de las olas” (2002) sobre el surf; “Ice princess”
(2005) sobre el patinaje sobre hielo; “Stick it” (2006) sobre gimnasia artística; e incluso la
última comedia sobre el famoso coche “Herbie a tope”(2005) en la que su conductora
también es una mujer, Lindsay Lohan. Incluso en algunas películas de temática deportiva el
protagonista ha sido un homosexual o un travesti, como en “Beautiful Boxer” (2004) sobre el
boxeo tailandés o May‐Thai) y la película francesa “Balls” (2004) sobre un jugador gay en un
equipo de fútbol.
En este periodo también fueron muy numerosas las películas biográficas de
deportistas famosos, como las de los boxeadores Rubin Carter en “Huracán Carter” (1999)
de Norman Jewison; y Cassius Clay en “Alí” (2001) de Michael Mann e interpretada por Will
Smith; “El año de Yao” (2005) sobre la vida de Yao Ming, jugador de baloncesto chino de la
NBA; “Brian´s Song” (2001) sobre dos famosos jugadores británicos profesionales de fútbol;
también la reposición de la película de 1929 sobre la vida del boxeador James Braddock en
“Cinderella Man” (2005), de Ron Howard; “The world´s fastest Indian” (2005) basada en la
historia de Burt Munro, un neozelandés de sesenta años, que batió el récord mundial de
velocidad en moto; o “Juego de Honor” (2006) que narra la vida de Francis Ouimet, jugador
de golf que con veinte años protagonizó una espectacular ronda del Open USA en 1913.
En esta etapa se incrementó el número de películas cuyos protagonistas no eran los
propios deportistas sino sus entrenadores, con historias mucho más humanas y realistas, en
títulos sobre equipos de fútbol americano como: “Titanes, hicieron historia” (2000) con
Denzel Washington; “Equipo a la fuerza” (2000) con Keanu Reeves y Gene Hackman; “Del
banquillo a la Superbowl” (2002); “La temporada del oso” (2002) sobre el entrenador Paul
Bryant; “Radio” (2003); y en otros deportes como en “Juego de honor” (2005) sobre el
entrenador de baloncesto Ken Carter; “Camino a la gloria” (2006) sobre el entrenador de
baloncesto universitario Don Haskins; o la comedia infantil de béisbol “Bad News Bears”
(2005). También la mujer asumió el papel de protagonista como entrenadora durante esta
época, en películas como “Contra las cuerdas” (2004) con Meg Ryan.
A comienzos del nuevo siglo el cine de temática deportiva se va a caracterizar
también por la proliferación de dos tipos de películas; por un lado las que cuentan los
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dramas e historias de equipos y las relaciones humanas entre sus componentes, aunque
también en muchos casos en clave de humor, y por otro lado las de deportes de combate,
que se centrarán en el aspecto de su consideración social, como actividades propias de
sectores marginales de la sociedad, vinculados con ambientes carcelarios y de drogas. En el
primero de los casos tenemos el ejemplo de títulos de equipos de fútbol americano como:
“Titanes, hicieron historia” (2000); “Equipo a la fuerza” (2000), “El sueño de Jimmy Grimble”
(2000), “Go Tigres” (2001), “Del banquillo a la Superbowl” (2002), “The Last game” (2002),
“Radio” (2003), “Friday Night Lights” (2004), “El clan de los rompehuesos” (2005), “La vida en
juego” (2006), o el drama sobre la muerte de todos los jugadores en accidente de aviación
del equipo universitario de Virginia del oeste, “We are Marshall” (2006); así como también
de otros deportes como el béisbol con títulos como: “The Rokkie” (2002), “The Perfect
Game” (2008) y las comedias: “Una pandilla de pelotas” (2005), “The Sandlot 2” (2005), “Bad
News Bears” (2005), “Los calientabanquillos” (2006); de hockey sobre hielo con “El
castañazo 2” (2002) ), “El Milagro” (2004) y “Rocket” (2006); de fútbol como la comedia
tailandesa “Sagai United” (2004), “Camino hacia la gloria” (2005), “Las fieras Fútbol Club”
(2005) y la trilogía sobre le Real Madrid: “Real, la película”, “Goal, empieza el sueño”, “Gool
2, viviendo el sueño” ; o “Juego de honor” (2005), “Rebote” (2005) y “Camino a la gloria”
(2006) sobre baloncesto
En el caso de los deportes de combate, se realizaron películas de deportes como el
boxeo: “O todo o nada” (2001), “Invicto” (2002), “Entre las cuerdas” (2002), “Segundo
asalto” (2005), “Invicto 2” (2006), “Último asalto” (2007) y de otros deportes como
“Combate final” (2004) de lucha tailandesa y “Rompiendo las reglas” (2008) de artes
marciales.
Uno de los temas que en esta etapa se han recuperado de la anterior década de los
70, fue el de las películas que tratan sobre deportes tecnológicos, como el automovilismo y
el motociclismo, que amparados en la notable evolución de los efectos especiales, ha llevado
a las pantallas títulos hasta entonces inimaginables, como: “Driven” (2001) con Silvestre
Stallone y Burt Reynolds sobre el mundo de la Fórmula 1, las carreras callejeras de coches en
la serie “A todo Gas” (2001, 2003 y 2006); “Biker Boy Z” (2003) de motocilismo; “3” (2004)
sobre la historia del piloto de carreras de coches Dale Earnhardt; “Madison” (2005) la
primera película que se realizó sobre motonáutica; “The world´s Fastest Indian” (2005) del
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récord mundial de velocidad en moto; la comedia “Talladega Nights” (2006) de carreras de
resistencia de coches; “El motorista fantasma” (2007) basada en el motorista de los
personaje de comics; “Speed Racer” (2008) basada en las carreras de coches de los
videojuegos; o el típico drama de jóvenes y sus carreras callejeras de coches en “Fast Track
no limits” (2008).
Con el comienzo del siglo también el cine nos ha comenzado a presentar una nueva
forma de practicar las actividades físicas, como es el deporte de riesgo y aventura, que
aunque en algunos casos como en el surf no son nuevas, puesto que en los años 60 ya se
habían realizado películas con esta temática como “Eterno verano” (1966), “Pacific
vibrations” (1970), “Eterno verano II” (1994), o “En el filo de las olas” (2002) en este último
caso con protagonistas casi exclusivas femeninas, o “Step into liquid” (2003); sin embargo,
en los últimos años se han empezado a realizar películas con escenas de otros tipos de
nuevas actividades de riesgo y aventura como: rafting, puenting, hidrospeed, snowboard,
kitesurf, y una larga lista de actividades al aire libre, tanto acuáticas, como aéreas, o
terrestres, con la realización de algunas películas con temática específica de alguna de estas
actividades como la francesa “Le Raid” (2002), o la también francesa y sueca “Snowboarder”
(2003), o las dos películas sobre los “Yamakasi” (2001 y 2004) sobre el nuevo “Plakour”.
En España, el comienzo de siglo trajo consigo una notable mejora de la calidad de las
películas, sin por ello abandonar los explotados tópicos de unión entre cine de humor y
fútbol, como podemos comprobar en películas como “El Portero” (2000) interpretada por
Carmelo Gómez, “Días de fútbol” (2003), “El penalti más largo del mundo” (2005), ambas
interpretadas por Fernando Tejero; y por otro lado, asociando el drama con el boxeo, con
películas como “A golpes” (2005) interpretada por Natalia Verbeke y “Segundo asalto”
(2005).
Conclusión
Hoy en día hablar de películas de deportes resulta casi imposible, puesto que raro es
la película en la que no aparecen escenas de algún deporte, debido a que el deporte a
comenzado a ser parte relevante en la vida de los ciudadanos de cualquier edad, raza,
religión, o condición social, bien sea de forma educativa y formativa, como actividad de
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recreación y salud, como ocio y diversión, o como profesión; pero de alguna forma, siempre
está rodeando nuestras vidas, por lo que resulta bastante difícil el separarlo de cualquier
historia o guión que pretendamos contar en alguna película.
Por otra parte, el cine se ha convertido en la máxima expresión de la imaginación y la
creatividad en la sociedad moderna y el deportista representa una reconvertida versión
actualizada y civilizada del héroe clásico, capaz de suplantar al caballero medieval, o al héroe
bélico, en la que se le acota el riesgo en un campo de acción controlado; por lo que si el cine
pretende ser la plasmación moderna de las artes plásticas clásicas, como la escultura y la
pintura anteriormente, debe de ser capaz también de incorporar al deporte en su temática,
como el más plástico y cinemático de los recursos sociales del hombre contemporáneo. El
cine pretende aportar imaginación y diversión y que puede hacerlo mejor, que aquello que
emociona y apasiona a millones de espectadores, como es el deporte.
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