IDEAS Y FIGURASR E V IS T A S E M A N A L DE C R IT IC A Y A R TE

Oficinas: CUYO Í0Í1 ALBERTO GH IRALDODIRECTOR

Año II BUENOS AIRES, H DE MARZO DE 19” N ú m e ro 4 5

ENTRE EL PUEBLO

por FEDERICO A. GUTIERREZ

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Federico ft. Gutierrez

F ed erico (iu lie rrcz nació poeta y acaso por eso m ism o se hizo anarquista.

A m bas p alab ras se han desn atu ralizado m u­ch o en los a ctu ales tiem pos.

Poeta se le llam a hoy á cualquier labrador más ó menos hábil de chafalon ías o ro p eles­ca s, m ediante procedim ientos cursis, cuando no á base de recetas absurdas.

A n a r q u is ta .. .. ¡b a h l no es todo el que se d ice sino el que tiene carácter para serlo.

G utiérrez es en el buen sentido de am bas p alabras, las dos cosas á la v e z : Poeta y A narquista.

Su libro de los veinte años, «Gérmenes», p ublicado hace diez, confirm a lo prim ero.

De 1 o segundo dan fé las arro g an cias de su vida bata llad ora, em penachada de un li­rism o bizarro y au reo lad a de una pobreza augusta. !

Conozco mucha gente ca rg ad a de p ed a g o ­g ía (doctoral y de ín fu las intelectua.es que sonríe conm iserativam ente al h ablárseles de estas 'cosas. Y hace bien. L as ideas de la Revolución no caben, n o pueden caber, jam ás han cab id o en las alm as m iserables. Se han necesitado siem pre desde E sq u ilo á H u go otros hom bres con otras alm as para cantar á la I.ibertad y encarnar el V e rb o p rofctico de las reivindicaciones.

N o se trata eri este caso de un poeta épico, joyan te en l a expresión verb al y de a lto vuelo im agin ativo . T rá tase ante todo de un poeta de verdad y de hum anidad, .todo nervio, todo corazón y todo o rg u llo , que v u e l­ca su alm a en estrofas de una concisión y una diafan idad realm ente d ifíciles y persona- lísim as, en que se nota desde el prim er m o­mento al artista nato, a l e leg id o de las m u­sas.

, N o es mi o b jeto a n a liza r en estas líneas al artista de quien la crítica se ha ocupado m ejor que yo p udiera hacerlo, sino m ás bien aprovechar la circunstancia de su presentación— por ser G utierrez quien e s — para a c la ­rar un concepto tantas veces d esfigu rad o por los adversarios de la musa ro ja .

Se le s ha censurado a lgu n as veces á los poetas revolucion arios de hacer so cio log ía en verso.

¿Q uienes son los de la acu sació n ? P rec i­sam ente los espíritus m ás estrechos y u n ila­terales:: los representantes de la decadencia de n uestra civilización que aglom erad os al rededor de ese diletantism o híbrido y banal que llena de sandeces y cursilerías p erió d i­cos y revistas, n iegan en la afonía de sus ritualism os herm éticos, las gran des voces de la existencia co lectiva é in d iv id u a l; y en su herm afroditism o ridículo, los m om entos he- róicos y trascendentales que les brin da la vid a á cada paso, en este s ig lo , com o pocos, preñado de g lo rio so s acontecim ientos.

¿ Q uienes sino los esp íritus revolu cion arios han ensanchado los horizontes del arte a m p li­fican do los de la existencia m ism a ?

¿D e donde sino del cam po anárquico ha lle g a d o ese soplo v ita l de renovación y remo- zam iento en nuestra literatura nacional ?

L os so los nom bres de In gcgn iero s, Luga- nes, M as y P í, B asterra. G erchunof, y a lg u ­nos otros de menor cuantía, p or no nom brar sino á los que se han quitado la escarapela

roja, bastarían p ara dem ostrar que las prin­cipales figu ras jóvenes literarias de nuestros tiem pos, deben su triunfo precisam ente al b a g a je de sus nociones é ideas revoluciona­rias.

V éase sino lo que L eop old o L ugon es decía antes de hacerse p edago go y em pleado p ú bli­co, cuando hacía periodism o y literatura de un ro jo subido:

«Los in telectuales de hoy — decía en un d is­curso cé lebre — som os individualistas porque som os idealistas. L a reacción contra el igu a­litarism o dem ocrático nos conduce á la más intrasigente a risto cra cia denitro de una acracia absoluta.»

«Preciso es con fesar con violenta altivez que la ló g ica partiendo de esta base va d i­rectam ente en el actual órden social á la ne­gación del d e b er y á la bom ba de dinamita».

L os in d ivid u o s han cam biado, enlodando muchos de e llo s la bandera de sus orgullos en los m ayores rebajam ientos, eso es v e r­dad; pero las ideas, las herm osas ideas á cra­tas, no han m uerto: se han hecho carne en el a lm a de las gen eracion es actuales y consti­tuyen el fondo substancial, la fuerza y la juventud de toda la literatura universal con­tem poránea.

Por eso ¡a y ! de los que se opongan á la m archa triu n fal de las ideas; serán barridos en su insignificancia, com o han sido barridas antes en su grandeza, las B abilon ias literaria* de los vie jo s sig lo s de oro.

E n las com posiciones que form an el pre­sente núm ero de «Ideas y Figuras», predo­mina ese verism o hondo y lacerante que no:; sale a l p aso todos los días com o la sombra doliente y am enazadora del dolor y la m i­seria, en todas las direcciones de la existencia social moderna.

E l amor y el odio ferm entan con el m is­mo em puje en el alm a de este poeta del pue­b lo y de la justicia social. Su musa no impreca, desgreñada y co lérica com o el furor de las m uchedum bres; n i clam a desde el Sinaí de la conciencia las tab las de los valores a b ­solutos. Serena y firm e y sarcástica, llena de intuiciones perversas, clava una iron ía como se clava un d a rd o : en pleno corazón. En, tal sentido F ed erico G u tiérrez es único en­tre ,los poetas argen tin os. Ecuánim e y cer­tero n o se equivoca ni yerra nunca.

A llí donde descubre la vu lga rid a d y la bajeza d isfrazad as de virtud, d ign idad, pode­río -ó saber, exp lo ta com o una bomba car­gada de desprecio, su risa cruel, despiadada y m ortífera.

Y sin em bargo es un poeta accsib lc á la ternura, si muy distante de los que todolo sentim entalizan y todo lo plañen., tan ca­paz com o el m ás o rfeb re m adrigalista, de escanciar en las fiestas dion isiacas del amor, el v in o exquisito del lírico estím ulo, en la copa ap olín ea de la estrofa anacreóntica.

E n e l fondo es un poeta epicúreo y he­lénico.

E s posible que estos versos que vais a ' p aladear, lector, siem bren e l escán dalo en vuestra Alma. V erso s que g lo rifica n el re! g ic id io y cantan la dinam ita — dirán los ca-

(Continúa en ¡a pág. HJ

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X X . ^.Ires, 1-ít 3vCa.rzo el© 1911 . arcana- ^:S

Ib E flS T FIGURASREVISTA SE-MANAL DE C ftlT IC A Y ARTE

OFICINAS: CUYO 2021 ALBERTO G HIRALDO. . . DIRECTOR

ENTRE EL PUEBLOPor la primera vez...

I

Por la prim era v e z — | y no ca n sa d o !— ine detuve á pensar. D ebajo mió ■era la m uchedum bre com o un rio, ■desbordándose á un lado y otro lado.

E n tre subir y descender, n,o es dado •que los fuertes vacilen. Y o confío más que e n mis ilusiones, en mi brío y más e:i mi talen to que en mi hado.

Subí . I.a m uchedum bre tiene olas pero r.o son de m a r . , . . jL u ch aré á solas como el león, desde la cum bre mia l

y ascendiendo, de;é la m uchedum bre. . .. jcuando de pronto vi, casi en la cum bre -que su som bra ah erro jad a me seguía !

II

Ni vaci é. Cotí el laúd, apenas •como ca rca j — el arm a que p refiero — me di á la m u ch ed u m b re .... [todo entero! como se dan al sol las azucenas.

Com prendí que las aguas eran buenas pero que no eran libres. E ;1 pam pero

•corre de la rgo por los m ontes, pero se detiene á ju ga r con las arenas.........

Y descendiendo á prisa, ya sin asco me clavé en su oleaje, cual peñasco, para tem plar sus aguas en mis brios.

De modo que a l chocar, saltan dispersos ■como si fueran gotas, estos versos que son los odios suyos y los míos I

Delincuentes

Puede justificarse la ignom inia.Hay siempre, en lo recóndito del alm a

aína pasión que im pulsa al d e lin cu en te : tal vez l a sed de am or, la sed de agua* la sed de libertad. Cuando en la noche.

firm e el puñal enm ohecido, rasga el corazón que le llenó de cieno así com o se llena una cloaca i el juez castiga pero el hombre a b s u e lv e ! . . . .

Puede ju stificarse hasta la infamia.H a y siem pre un pensam iento que v ig ila la soledad del hombre. Carne humana,el espasm o no sabe de virtudes.........Cuando en la noche silenciosa y clara el cuerpo v ib ra y se extrem ecc, todo ' convida á delinquir. L a mano p alp a sedosam ente el pecho de la hem bra, que si resiste m orirá.........

N o bastaser juez para ser justo-. ¿Q uien ha visto una llave gan zú a en la casaca de un m a r q u é s ? . . . . ¿ E n qué triste calabozo está el cap ita lista que robarauna bolsa de coles ?......... La justiciano es esa letra de la ley, creada por unos hom bres hartos y felices para unos hom bres infelices, para unos hom bres ham brientos.........

E n el lodo, a llí del m alecón junto á las aguas, hay muchas criaturas que no co m en .. .. p ero D ios no las ve, D ios no las ama ¡D io s no les d a p o lic h in e la s ! ....- . V iven entre -degenerados y canallas, que tam bién fueron niños com o e llos, . . T ienen gu ed ejas de oolor de ám bary tienen corazón......... Y o los he vistocerca del caballete, c o n dos alas, sirviendo de m odelos a l artista que decoró el a ltar de tus p legarias, en esc tem plo en que se piden cobres

con bandejas de p lata !

La ley no los corrige , los encierra com o si fueran delintuentes I .. . . |N ada sir.ó la eterna som bra y el cerrojo para e l m ejoram iento de las r a z a s !E n el nom bre de D ios van a l A silo , luego a l cuartel en nom bre de la patria y por últim o, en nom bre de las leyes i

¡á la penitenciaría 1 .........

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Y si mancomunados los esfuerzos...

Y si mancoanuhados los esfuerzos y a que es uno el d o l o r . . . . [Oh. la quim era! Quien divide Los hom bres de los hom bres no d iv ide las hienas de las hienas.........

¡ E l egoísm o, siem pre el egoísm o! penetrad a l ta lle r : un so lo yunquehace sudar á tres tra b aja d o res.........|y ni siquiera la am istad los une I

V iven ag lo m erad o s; la misma ham bre roe com o una fiera sus entrañas, y á pesar del dolor, que es uno mismo ¡n i siquiera los une la desgracia 1

Sin va llas e l torrente, se desplom a hasta inundar el aaitro' de la mina | y los que van unidos á la m uerte no saben ir unidos á la v i d a !

H ablo de todos esos que tra b aja n ........I la gota de sudor de un carpintero es la de un a lb a ñ il; b ro ta en la frente y tam bién se recoge con los d e d o s !

B a jo la luz del sol, en el andam io ¿cual es el extra n je ro ? ¿quien rotula e l ham bre de las pam pas argentinas y e l sinsabor de las estepas rusas ? . . . .

N i con m iseración para los niños n i conm iseración p ara los v ie jo s;D io s en la inm ensidad, com o una esfinge. . . . j Y sobre todo escarnio su silencio I

H a b lo de tí, de aquel, de los cansados,de los in calcu lab les.........Y o no luchosi nó por vin dicar á la raleacon la em ancipación, que es el Futuro 1

A h, si m ancom unados lo s derechosdesde que es una la verd ad ......... ¿ N o sabesque únicam ente por cruzar los brazos te llevan los esbirros á la cárcel ?

E s que tú , productor y pordiosero eres la vida de la v id a ; eres mucho’ m ás poderoso que la fuerza, y a que la fuerza so la no se mueve.

¿ D ebo creer que en e l banquete humano tú no tengas cubierto, porque estorbas, cuando sin tu concurso .no hay banquete ?.. . .¿ó es que te satisfaces con las so b ras?

E l pueblo es com o e l m ar: fuerza y ru g id o ., »y grande com o el mar no te levantas

siniestram ente en co rd illera s ro jas, lo mismo que él en co rd illera s blancas f

N úm ero sin valor, mandan los m e n o s .. ..¡y fuera suficiente una sonrisa, m ancom unados todos los deberes, para poder d ign ificar la v id a !

Algún día...

Cantem os á la vida porque es b u e n a : tiene el grano- de oro de la esp iga , el tronco, que es el m ástil y la v iga y la sabrosa m iel de la colm ena.

A rdua pero segura, tu faena propicie el so l y el agu a la b endiga, y tam bién el esfuerzo de la horm iga, que quien dice trab ajo dice pena.

A lgú n día, después de esta jornada de reivindicación, quieta la azada, hemos de contem plar (Oh, sem bradores?

Que nos dieron, m erced á nuestras manos, el árb o l techo, las esp igas granos y la soñada libertad , am ores I

La canción extraña

Mi canción es extraña, lo co m p re n d o ... y com prendo que suene en tus oídos así mal porque es lúgubre. Y o canto una canción extraña, la del s i g l o !U na m ala canción que me e.nseñaron las m iserables hem bras del prostíbulo y los callad os hom bres de la cárcel y las criaturitas del a s i lo .. . .H uérfanos, prostitutas y ladrones, sobra del a rra b a l, carne del vicio, para quienes el C ód igo fué recto y no tuvo atenuantes el castigo.¡O h, mi m ala ca n ció n !.........

— «Yo soy la hembra, máquina de placer, á precio fijo , que nací para el beso del borracho y para e l puntapié del libertino.M is padres eran buenos, eran pobres— eran pobres y b u e n o s ... ¿quién ha visto» que só lo con am ores y pobrezas se alcen hogares y se eduquen hijos ?.... U na noche muy .c la r a ... (la recuerdo porque en aquella noche tuve fr ío ! regresaba a l hogar, á mi agu jero siem pre hediondo y sin luz del conveotillov cuando en m edio del pecho, fríam ente se me cla vó un p u ñ a l... ¡y a no era mío) A rrum bados los v ie jo s cachivaches, a llí estaba la cóm oda de pino, a llí estaba el retrato del abuelo,

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a llí mi tra je azul de los d o m in g o s.. .¡y mis dos pobres v ie jo s, que lloraban

en un rincón del cuarto- del v e c in o ! Entonces me acordé de que era jo v e n .. . y con mi juventud he conseguido lo que no conseguí con el trab ajo .¡pagar los a lq u ile re s !...»

T e lo d ig o : mi canción porque es lúgubre es e x tra ñ a .. . es la m ala canción de los que un día se vieron sin hogar, en la cloaca y ro b a ro n .. .

— «Yo soy un delincuente.Rudo de com plexión, bueno de alm a, trabajé muchos años en la estiva •como un asn o de arriero con la carga. Cuando, desde la boca del navio, iba con los tirantes á la espalda atravesando el m urallón, cru jía , en su extrem e cimiento la planchada.Y todo ¿ para qué ?.. . para que un día faltase en el hogar luz á mi lám para, un mal b re va je á mi m ujer enferm a y á mis dos pequeñuelos una lá p id a !.Robé y estoy a q u í.. . Seguram enteque la 1 etra del C ó d ig o es muy santa,pero no la han escrito ios h am b rien to s.. .»

He ahí la canción que me enseñaron esos del lupanar y el calabozo, las hembras locas y los hom bres m alos.Es extraña ¿ verdad ? pues, más son e l lo s : hay de m irar som brío; rostros largo s como una hoja de puñal. B lasfem an. ..Hay otros am ari.los, encorvados, que t osen largam ente, y en la cara tienen como ur.a mueca que hace d a ñ o .. . Hay enseguida los deform es: unos perdieron !a nariz, o tros el labio, otros hasta la v o z . . .

— ¿ E n qué evangelio se santifica la in ju stic ia ? ¿A ca so premia dios á los tr is te s y á los buenos, como á los m ercaderes, con el lá tigo ?¿Qué sociedad civ iliza d a es estaque dispone el banquete en el palacio,y manda invitación para el banquetecon los mismos ham brientos, á los hartos ?jOh, mi m ala c a n c ió n ! ...

SalmoÁ R A U L M O N T E .R O B U 3 T A M A N T E

C A R I Ñ O S A M E N T E

U na planicie larga bajo la luz del so!. E l infinito pesa, en el corazón com o una c a r g a . . .

¡cuán grande fué nuestro d e lito !

F atigado, errabundo, asi como bazofia mal oliente que despreciara u n . can, solo en el mundo,

nos encontram os, frente á frente.

I.a veste inm aculada, criso l de sus ensueños, ,y<a no era

sino una roña vil, .harapo, n a d a .. . m enos que triunfo, ni batidera.

A p a rté sus cabellos para reconocerle, poco á poco, y un perfum e de nardo brotó de e llo s . . . Jesús de N azareth, e.l loco.

— ¡ Señor ! . . . ] Señor I .. . — le d ije — ¿adonde v a s ? . . . E xtático , siniestro |ah, yo no se qué rebelión m ald ije

sobre la cara del M aestro !

Pronuncié con cariño su bello , triste, suspirado nombre, com o lo pronunciaba cuando n iñ o ...

— en pos de la verdad, el hom bre.—

Y. corrido un instante, en un postrer esfuerzo, con la mano me señaló la inm ensidad d e la n te ...

¡e l llan o siem pre, siem pre e l llan o !

Iba á Jerusalém .

* * *

Com o en un sueño, cruzaba por mi mente la odisea; en e l pesebre luz. som bra en el leñ o .. .

Jesús de G alilea.

Un m anto y una c a ñ a ...E ste es aquel dem oledor, que un día tronara su gran verbo en la m on tañ a.. .

¡ D ios te salve, M aría ! . . .

V erbo de am ores santo, el de 1 as m adres débiles y b u en as.. .¡ lástim a que su am or no odiara, tanto como el am or de m adre de las h ie n a s !

A delante, la som bra, com o un v e lo : arriba, el c ie lo a z u l . . . ¡P o eta errante, ensim ism ado en contem plar el cielo se olvidó de m irar para a d e la n te !.. .

I.e reanim é go zo so ; me m iró dulcem ente, como á un h ijo y, más que con la voz, con un so llo zo :— ¡A h . tú ta m b ié i me a b a n d o n a s te ! .. .— <1 i jo.

— Sí. tam bién y o ! . . . — le contesté.¿ Qué duda

ensom breció su espíritu de hierro a l verse solo, en la planicie muda,

abandonado com o un perro ? . . .

Iba á J eru sa le m .. . ¿ Para qué iba ?¿ p a ra de nuevo rep artir sus dones, y ro tu lar de sátrap a a ! escriba y á los burgueses de ladrones ? . . .

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Solo, sin fe, sin clava, la herm ita obscura, túrbida la fu e n te ... ¿era que la V erdad r.eresitaba

cru cificarlo nuevam ente ?

* * *

— Y o — le d i j e — M aestro, soy el m ism o: m ezcla de am or intenso y odio intenso, un hereje que lleva tu bautism o y que está perfum ado con tu incienso.

Solam ente que ahora la V erdad fijó rum bos á la p r o r a .. .

Y ya no creo en nada porque creo en el hom bre. Com o un velo era tu re lig ió n á m i m irada: más qus inconm esurable, in d efin id a .. . lA h , porque me d e jab a ver el. cielo p ero no me d e jab a ver la vid a 1

N o h ay más a llá . D ivinizad o e l hom bre lo deshum anizaste. Solam ente tuyo ha sido el e r r o r .. . j error sin nom bre, tratándose de tí, claroviden te (

¡C o n tem p la qué lejano e l horizonte azu l I .. . A llá , m uy lejos hay tam bién hom bres v ie jo s que m endigan el p a n .. .

L a tierra toda se engalana de flores com o la prom etida de una boda eternam ente festejada.

O bservaqué leve desparram o de colores m atiza el terciopelo de la h ie r b a .. .

Y todo tiene dueño to d a v ía .. .¡veinte s ig lo s después I

¿ E n qué a g u je ro n o ladra, poderosa, la jauría ?¿A d ón de irá A sh avero m aldito de los dioses ? . . .

* * *

E s preciso reivin dicar al hom bre con la tierra, no con el paraíso.

U n nuevo ideal, que encierra la síntesis del tuyo, nazareno, irrad ia ya, lo mismo que una aurora, gloriosam en te bueno.

L ibertad , L ib e r t a d ! .. . E sa obsesora, ingenua libertad que ríe y llo ra en la carita de los n iñ o s .. , esa que es sensación de vé rtig o en la cum bre, . g o r je o en la calan dria , lejan ía en la 1 lanura s i 'e n c io s a .. .

O presahoy com o ayer está la m uchedum bre, pero, sabe que un d ía .. . rotos los-eslabon es en pedazos levantará los b r a z o s !

N o ya para los justos el castigo, porque si esa es la l e y . . . jy o la m aldigo!

De pie, sin un lamento, por e l am or, el odio, hasta que sea,¡y por la libertad el escarm iento, con el hacha y la tea 1

E so se n e ce s ita .. .¡dinam ita, m aestro, d inam ita!

En el calabozo

I Cóm o germ ina e: odio entre estas cuatro- lóbregas paredes, en que me han encerrado unos señores que eran hasta hace poco, mis sirvientes!

¿D e qué grave delito me acusará la ley ? . . . E l ca labozo es el razonam iento de la fu e rz a : ahí os ha respondido su c e r r o jo .. .

So y, pues, ,un d e lin cu en te .. . pero en el tribunal, ya lo sospecho, va á convertirse el reo en m agistrado'

]y e l m agistrado- en reo!

La ju s t ic ia ... N o dud o: su in fa lib ilid ad es de balan za y, según que se p o n ga en los platillos., el uno sube cuando el otro baja.

A quí estoy, solo y p re s o .. .¡ y jam ás, com o aquí, tuve e l o rg u llo de esta cabeza mía, pensadora

y de estos, mis dos p u ñ o s!

P r e s o : perfectam ente :¡p o r enseñar a l pueblo sus derechos, y más que sus derechos, sus d e b eres.. . que nada de estas cosas sabe el pueblo t

(G rave, enorm e delito, que puede, en la panzada de la cena, dejaro s sin ch a m p ag n e .. . ó que podría

d ejaro s sin cabeza!

La visión rojaP A RA R. GO M2 ¿l EZ PA CH CJ O

¡Oh, com pañeros en la causa, paso! ¡D e ja d , ebrios de luz, am plio el camino á esa visión del porvenir, acaso entrevista en el fondo de m i vaso,

que rebosa de v in o !

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E s una hem bra exhuberante, pero un tanto incom prensible. Se enam ora lo mismo de una flo r que de un lucero y se dá ain rem ilgos, a l prim ero que le charle de am or un cuarto de hora.

Su veste es un crespón de chimenea, sombra desparram ada que chispea.Cuando surge en la lid, com o una racha se ve que en una mano tiene un hacha

y en la otra una tea.

Rebelde á la opresión, ama el enjam bre de ios clarovidentes. Su caricia hace vibrar como u:i alam bre.¡E s fruto del prim ero que tuvo ham bre: hambre de pan ó ham bre de ju s t ic ia !

Calum niada de todos, solam ente le interesó viv ir. La vida encierra para su corazón de adolescente la luz del so!, el agua del torrente y los tesoros de la m adre tierra. ^

Sus h ijo s son legión. D esde pequeños odian... odian lo vil, odian lo falso !...E l fu tu ro — ^ioh, am or 1 — les h abla en sueños y a llá van, entusiastas con sus leños á despertar sin vida en el cad also I

* * *

. . . . E r a un hom bre muy p álido y muy serio: veinte años, á lo sumo. ¿Q u e m isterio, qué intuición, qué gran deza de cariño- tuvo su poderosa alm a de niño :

Santos Caserio.

Luego, otro joven soñador. E scrib e y a rro ja bom bas. H éroe. No concibe la idea sin la acción. ¡E se es e l hom bre y asf el retoño que se planta, v iv e!

Em ile H enry. su nom bre.

Un ven gador de san gre p roletaria , de carácter v ir il y o-jos sinceros; m ártir antes que cóm plice y que paria. . .¡la canción para él, n o la p le g a ria !Ese es G aetano B resci, com pañeros.

La cara triste y lum inosa como si fuera d ibujada para un crom o.— ¡G e rm in a l! . . . y payó sobre el banquillo como caen las águ ilas ¡á p lom o!

A n g io lillo .

Un día el pueblo esclavo vitorea á su m ism o opresor. ¿Quien im agina acción tan repugnante y tan m e z q u in a ? ... P ero a llí estaba é l, como una tea: ¡M o rrals, e l de la acción y el d é la id eal

Y cuantos m á s !.. . . Su prole es infinita y hoy com o a ye r, capaz del escarm iento.— ¡N i dios, ni patria, ni se ñ o re s! . . . . g r ita ¡pensam iento basado en d inam ita!¡dinam ita basada en pensam iento 1

¡M ad rs buena y fecunda I .. . D e seguro que riada la intim ida ni la a s o m b r a ... .— ¡A l fu tu ro !. . . s e dice y vá a l futuro ¡en una mano el hacha, para el muro y en la otra la luz, para La som bra I

V isión ro ja , salud 1. . . M adre A narquía, aún no sonó tu hora. Laboram os y hemos de laborar más todavía, porque sí en el futuro está tu día, hacia el futuro y con tra todo ¡ vam os 1

E ste es un sem brador. S e desparram a como la nube, en gotas. V iv e y ama más que la vida el id e a l. ¡P o r eso le dió su p osición , le dió su fam a, le dió su vida como se dá un b eso !

Los hijos de nadie

E l azar es un padre. V ive á modo de esos p ordioseritos, donde quiera; en el em baldosado de la acera de cualquier bulevar, codo con codo.

Paliduch o y llorón, fa lto de todo, di ayer con un recion-nacido. E ra en jen d ro de m ujer, r.o ya de fiera y estaba salpicado- por el lodo.

¡H ijo s : los de la som bra. los de nadie, los que se tiran á la Cuna, haceos com o una gran constelación que ir r a d ie !

¡N o cedáis ni á. los gritos ni á los palos, porque teneis — y a que nacisteis reos — el suprem o derecho de ser m a lo s !

La obra

E l ed ificio debe caer ! . . . . Inútilm ente apuntalan su v ie ja techum bre, ya vencida, que la espada niOi es buena si la h o ja se oxida ni e l a g u a es pura cuando tiene moho la fuente.

¡ C aiga, pues, el E stad o que esclaviza á la gente, que desn ivela á todos los hom bres en la vida, que olvida cuando m ata, que cuando mata olvida, que m iente cuando juzga, que ju zga cuando

miente !

N i frailes, n i burgueses ni m ilitares brutos; á cada cual sus goces, á cada cu al sus frutos ¡ como viven las aves, como viven las flores.

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com o viven los n iñ o s ! . . . . ¡O h, 1a g ig an te obra, para la que hay ideas y m úsculos de sobra en el férreo organ ism o de los trab ajad o res 1

Capricho

[Quien te me diera toda com o se dá la v id ! Y o te contem plo así joven y bella, m árm ol, capu llo , m ariposa, fuego.

N o es sensualism o; acaso alm a que desbordándose en deseos, se vuelca en tí com o la aurora en luces, com o la estrella de la tarde en flecos.

E res b ella , eres joven y yo tam bién soy joven y soy b e llo : tú com o la visión de mis quim eras — la boca ro ja , rebosante el seno— y yo c orno un picacho de montaña em briagad o de cie lo !

¡ Quien te me diera toda, sin p reju icios, sin cláusulas, sin m iedos, com o se dan la s aves de tus nidos, com o se dan la s flo res de tu huerto!

Sin tiérase o rgu llo so ¡ah siquiera una v e z !... el Insurrecto que ante ninguno d o b legó la frente y luchó contra todos, com o un héroe, por decirse tu esclavo y poder coronarte con sus b e s o s !

Consciencia

B a jo e l techo de aquel hogar m aldito que nadie ben dijera ó sancionara, el am or, pero libre, tuvo un ara y el se lección am iento tuvo un rito.

1.a convicción es obra. C on tra e l mito com o contra las leyes, cara á cara ! el surco queda a trás del que lo ara, no está escrito sinó lo que está escrito.

Y cuando en ese hogar, más adelante la prole em ancipada se levante contra el régim en v i l — ¡á puñetazos

para que no subsista ni el b o sq u ejo ! —¡ha de tem blar la esclavitud del v ie jo

com o tiem bla un rep til hecho pedazos 1

Hay un deber

A m as la v id a ? E n ton ces ¿porqué no luchas?l ¡E a !

¡á vin dicarla para d ign ificarn os, paraque nuestros p obres h ijo s no oficien en el arade tanto vicio m alo, de tanta cosa fea 1

ItiflSer hom bre es ser soldado y aquel que no

[lo seafjtmpoco será hom bre. Yo lucho, cara á cara contra ¡o que me ofen d e: a ltar ó cruz ó tiara, contra lo que me a h o g a : ley ó fundo ó ralea.

H ay el deber sagrado de la lucha. C on fío lio en mis am ores, en. mis odios ! Por esto ganó Satán un reino... ¡Q ue ta l vez era el m ió!

'N i la lid te acobarde ni la a ltu ra te asom bre: " e l am or es un gesto , e l odio es otro gesto...!¡Y el más herm oso gesto de la vida es el hom bre!

F ed erico A. G U T IE R R E Z .

/

tones de nuestra burguesía son versos que propagan el crim en. N o lo creáis, vosotros. E l poeta canta y analiza ,á su m odo los su­cesos extraordin arios que le brinda la vida, y esta, no es él quien la hace tal cual es. Suprim id el ham bre, e l oprobio de la esclavitud y la m iseria, y h abréis entonces suprim ido el crim en ; y sobre todo, habréis v isto em ergir soberana y triu n fal, la silueta del hombre d ign ificad o por la libertad y en ­gran d ecid o por el am or.

Por otra parte, tiem po es ya de que d is­tingam os cuando el atentado es un crim en y cuando un gesto trá jico que produce la elim inación de un déspota.

Porque los có d igo s dél honor están un poco en desacuerdo respecto á ciertos actos, que según quién los realice podrán ser h e ­roicos ó d e lictu o so s: heróico si se llam a B ruto y delictuoso si Santos Caserío.

Aunque á decir verdad, ya hay muchos

que sin ser anarquistas van teniendo la auda- d a c ii de hacer tales distinciones.

E l Sr. R oberto G iusti que es un aven ­tajad o estudiante y podría ser un buen c r í­tico de arte si tuviera «alma poética», así com o tiene erudición y buen sentido analítico, decía en un estudio reciente á prop ósito de «la restauración nacionalista»: «Bresci rege­neró á Italia». S i tales afirm acion es hacen personas que viven lejo s del pueblo, ¿debe

i. sorprenderos que quien ha viv ido a l lado de su desolación y su desgracia , sufriendo sus afren tas y la in ap agable ^lLama de sus odios, proclam e la acción vindicadora en m edio á una sociedad que ha estatuido en suprem a justicia la ley del taitón ?

Y G utiérrez ha auscultado el corazón co ­lectivo de la plebe. ¡Q ué d i g o ! . . . él mis- <Yio es e¿e corazón enorm e y quejum broso que se vuelca, r itm icam ente, en e l recio criso l de <:stos v e r s o s !

J ulio K. B A R C O S .

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Nota í n t i m a

(iutierrez. que es también periodista, se explicará fácilmente la publicación de esta carta.—nota intima entregada por nosotros al pú­blico, considerando <iue ella, mejor que el mejor articulo, descubre una de las faces más importantes del hombre y del escritor,á quién Ideas r Figuras dedics, el presente número. Es bueno agregar, para mayor' comprensión de ciertos detalles, <]ue Gutierre?, partió para la Asunción, punto de fecha de la carta, perseguido por nuestras autori­dades durante el último estado de sitio padecido por la Argentina.

Habíamos pensado hacer un extracto de esta carta, pero teniendo en cuenta que eso hubiera sido desvirtuarla haciéndonos fracasar en mies tro objetivo, resolvem os darla íntegra, asi, tal cual salió de la men­te, palpitando sinceridad, tanta como la que flota en los hermosos y valientes versos que la preceden. Y estoen obsequio al pueblo, á quien canta el autor y á quien el autor se debe.

Mi querido Ghiraldo: Un día y otro siempre estamos por escribirle, pero ya sabe Vd. que Pucci es un hombre de muchas ocupaciones. He roto ya tres cartas á indicación suya, porque pensábamos escribirle en grata compañía, des­pués de bebemos el acostumbrado té de na­ranja y de fumar nuestro inevitable cigarro de hoja. Fray Luis debió escribir aquello de la descansada vicia, aquí en Asunción----

Su tarjeta, amigo Ghiraldo. fué mi salvocon­ducto. ¡Qué horror, si no la hubiera traido! Nunca le podré agradecer á Vd. demasiado. El cotnp. Pucci me abrió su hogar y su cora­zón; es un hombre excelente, de esos que no se encuentran todos los días. ¡Si lo viera Vd.rico, en medio de todas las comodidades y __expresándose como un menesteroso! Rabia las veinticuatro horas, por cualquier nimiedad. Ya lo tiene metido en la psique y no valen conse­jos, pero es indudable que el campo revolucio­nario hubiera hecho de él un gran elemento á no haberlo malogrado la vida. Cuando habla tiene momentos felices; y es divino oírle hacer propaganda á toda la clientela de la sa strería ... á diputados y á militares! .. Desgraciado el que le contrarié: es capaz de romperle el traje <i tirones, en el momento de la prueba!__

He recibido carta de Canillita; me llenó de alegría. ¡Al fin, tino, aunque se a 'e l más sinver­güenza! ¿Porqué no se acuerdan del am igo: grandísimos haraganes? Parece que se hubie­ran confabulado to d o s ... . hasta el correcto Barcos, presidente de las ligas!

Permanezco á la expectativa; creo que me irá bien dentro de poco tiempo. Entretanto, he decidido establecer una agencia general de productos, artículos y publicaciones bonaeren­ses. Tengo ya la representación de «La Argen­tina» y de los productos «Pelikan» (tinta, etc.)

Está claro que Vd. me va ayudar rnucho ental sentido---- Aquí circulan, pero bien, <:LaNación» y «Caras y Caretas», únicamente que se venden á precios fabulosos. Acaao las ad­ministraciones respectivas no lo saben.

Y lo que le digo de esas publicaciones lo hago estensivo á todo. Cualquier cosa — dia­rios, revistas, artículo comercial, etc. que haya me enjareta ¡a representación paraguaya por

su cuenta. Conozco mucho la plaza y estoy en excelentes relaciones con todos, máquinas de escribir, específicos, libros, perfumería, papas, licores, etc., etc. ya puede darse cuenta. Esta es una plaza sin explotar pero esplotada por cuatro ó cinco badulaques que tienen menos derecho que ,yo para hacerse de unos pesos....

Empiecen, pues, por enviarme sus libros Vd. Barcos, Maturana, y todos los demás amigos. La librería Athenas ya está al habla, con el mismo objeto.

Yo quedo ahora de agente de Id e a s v F i ­g u r a s y verá Vd. que la liaré conocer y ven­der por las calles, sobre todo cuando edite mi número especial . . . (Recuerdos á la familia).

Le estimaré también que cuando lea algún diario— «La Razón», sobre todo—que se ocupe de Paraguay, me lo remita por correo, inme­diatamente .

Es probable que dentro de poco tiempo vaya á estrecharle fuerte. Me trabajo una comisión especial, de diez ó quince dias. Pasearemos juntos unas cuantas noches. A mi vuelta trae­ré á mamá.

Mi vida se desliza paciente, seductoramente callada. Tengo una ventana que dá al infinito y aspiro el sol á borbotones. Me obsesiona, en el silencio de la noche, la labor de un libro guaraní, espléndidamente trabajado. Este es un país delicioso; no se oye ni siquiera el tin­tineo de una esterlina. Aquí se aprende á odiar la vida de los grandes centros. Estoy aprendiendo á hablar guaraní, pero con rabia, con un deseo loco de aclimatarme para siem­pre. ¡Qué dulce idioma, amigo Ghiraldo!

Casi estaría por decirle que este es un país anárquico. El pueblo libre, trabaja cuando quiere y tiene á gran orgullo practicar el amor así, con amor verdadero. Es mentira eso de la corrupción. Goycoechea Menéndez—que aquí se recuerda mucho— dice al respecto que las expresiones amorosas del guaraní no tienen sitnil en ninguna lengua. Vea Vd. un piropo traducido, mal traducido:

— «Tu rostro es resplandeciente como un dorado am an ecer... >

— «El cielo llora porque has ocultado tus ojos bajo la sombra esquiva de tus pestañas---- »

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¿Porqué no dedica Vd. un numero especial ti esta raza de héroes que asesinó la guerra? ¿Un número ilustrado, que refleje sus costum­bres llenas de dulce poesfri? Yo le aseguro desde ahora la confección y el éxito. Sería una obra digna de nosotros, «justiciera!»

Como sé que la cosa le va á gustar, resér- vome detalles para mi próxima carta. Baste decirle que con sólo reproducir cualquier diálogo de los que sostengo aquí con las señoras an­cianas, haría temblar á los lectores.

— «Porque «mirá», señor, después de la gue­rra no «quedaro hombre», únicamente nos-

Pul mas 37ó Asunción de! Paraguciy, 1S*11.

o t r a s .. . . Murió todo, marido, hijo, hermano, tooooodo!.. .

Cualquier mujer vieja es aquí una leyenda inexplicable. ¡Qué crimen asqueroso, compa­ñero! Y si Vd. viera las ruinas de Hum aitá... «La protesta de Humaitá», como las llama Goy- coechea, ya puede enorgullecer á todos los pa­triotas.,..

Salúdeme á los buenos muchachos y reco­miéndeles que me escriban. No olvide lo que le encargo, acerca de mi negocio.

L e mano c ar iñ o sa m e n te .

F e d e r i c o A. G u t i k r r e z .

La Seyenda de Jas águilas(De un lib ro que q^

U n sereno atardecer idealiza la belleza s a l­va je del panoram a. Sobre la más a lta cim a del sistem a y b a jo el cie lo gloriosam ente azul en la altu ra y ro jo á poniente, .se han reunido todas las A g u ila s de la co m a rca .. .

A llí están las á gu ila s vie jas de p lum aje enrarecido y abarcinado por los años, de g a rra s del co lor de la p iedra, con los o jo s encapotados .apenas entreabiertos, o jo s que destellan sabiduría y que han visto m orir infinitos d ía s; están las jóvenes m ovedizas é inquietas, relucientes y m agn íficas con las pupilas ro jizas que saben desafiar a l sol com o las de los héroes.

E l concurso está com pleto. Muy pocas son las retardad as, que llegan una á una ro m ­piendo con el potente sonar de sus alas el silencio de expectativa que envuelve á las águilas. \

D e tiem po atrás venía circulan do la n o­ticia de que a lgu n as entre las águilas jó ­venes ab rigab an la intención de abandonar las m ontañas en que habían nacido para ir hacia la llanura, hiacia la obsesionante l la ­nura extendida al pie de la co rd illera como una m isteriosa virgen toda llena de prom esas m aravillosas y de inauditos llam am ientos.

¡ Las á g u ila s jóvenes querían abandonar las m ontaañs 1 E l caso no tenía precedentes ni otra explicación , para la m ayoría de sus herm anas, que la que suponía una p erve r­sión de ciertos instintos é ideas m uy caras á la especie. O talvez el fenómeno' tuviera su origen en una ilusión, en una fa lsa p e r­cepción de las cosas de la llanura. ¡ I lu ­sión de jóvenes desorientados por la vas-

izas se pub lique-

titud de los panoram as de la vida I A sí pen­saban las o tr a s .. .

Para cam biar opiniones y dar la solución, que con urgencia requería el singular pro­blem a. era que se habían reunido todas las águilas de la com arca sobre la cima más alta del sistem a, bajo' el cie lo gloriosam ente azu l en la a ltu ra y r o j o á poniente, en me­dio á la calm a de un sereno atardecer.

— Em pecem os — irrum pió una anciana de voz ruda é im perativa que resonó hasta le­janam ente — ¿ C uáles son de entre vosotras las que han m anifestado el propósito de abandonar estas queridas m ontañas para ir hacia las region es de la lla n u r a .. . . ?

— Y o .........— Yo.— Y o ta m b ié n .. . . — Contestaron varias á un

tiem po, sin que l a que tenía la palabra hu­biese term inado su discurso.

— Tratem os pues de no o r illa r los motivos fundam entales y vam os al centro de la cues­tión. ¿Q u e causas os han im pulsado á adop­tar tan extrem ado tem peram ento? ¡N'o inte­rrum páis [ C reo estar en la verdad. E n todo caso aseverarán mis p alabras las aquí pre­sentes: desde hace sig lo s las á gu ila s no se habían reunido para considerar un asunto de la graved ad y urgencia del que em barga nues­tros esp íritu s en el d ía m em orable de hoy. Por infinidad de condiciones, intrínsecas y extrínsecas, nuestra especie se ha v isto fatal­mente ob ligad a á viv ir en las montañas, te­niendo b a jo l a p lan ta este suelo, que por ser ásp ero y duro no es menos propicio á la libertad, y sobre las cabezas la infinita pro­fundidad de 1 os cielos tachonados de astros.

Nunca, y entended bien vosotras jóvenes

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enfermas, por haber com ido quien sabe que fruta del mal, nunca se había dado el caso de que un in d ivid u o de nuestra raza d escen ­diera por su albedrío á viv ir en las llanuras, donde solo m oran los anim ales de superficie, de esas desgraciadas especias condenadas á vivir parasitariam ente, incrustadas e>n¡ la costa terrestre y que no han tenido, nii tendrán nunca el supremo, el culm ínco p lacer de em ­borracharse de infinito y de a ltu r a .. . . A l con ­trario sabemos, por el saber que nos tra s ­mitieron nuestros antepagados venerables, que en un principio el dom inio de las águ ilas £e extendía "hasta más a llá de donde se toca:: e! cielo y el mar y que después han debido ir internándose cada vez más hacía el corazón de! sistema m edida que otras especies a va n ­zaban por las faldas de los m ontañas.........

— Yo he de refutar todas esas afirm aciones— la que hablaba se dejó interrum pir por una de las jóvenes — p or mí y por mis com pañe­ras. He de decir ante todo que yo tam bién creo estar en la verdad, por m ás que se quiera establecer su m onopolio en esta reu ­nión. ¿Quien tiene la verdad u n ive rsa l? ¿ E s forzoso que hayam os visto m al ? No, no hemos visto mal ni son ilusiones los m otivos in te­ligentes que in form an nuestros actos. M u­chas veces hemos lleg ad o por el v ig o r de nuestras alas hasta donde no podéis lleg ar vosotras enriendadas p o r el preju icio . A l d ete­nernos en. los países del llano nos ha sido posible com parar. A llí se v ive la vida in te­gral, toda la v id a : los m otivos de p lacer son in agotab les é infinitos en sus variaciones, la naturaleza es tan rica y tan p ró d iga que ni aún abusando de la h ip erbole y de la metáfora podría com unicaros las im presiones y las ideas que bullen en mi c e re b ro .. . . E n cambio la vidja.se nos hace in sop ortab le aquí; estamos cansadas de estas costum bres in va ria ­blemente trágicas, de estos cielos m onóto­namente azules en la altura y ro jo s á p o ­niente y por últim o de esta d o lo ro sa y a c c i­dentada vida del as alturas.

— ¡T raid ores! ¡T rá n sfu g a s! — resonaron agriamente las am enazas y los denuestos.

* * *

Nadie durmió en aquella noche m em ora­ble. La aurora del día nuevo sorprendió al extraño concurso en borrasco-a discusión.

¿E ra posible que uno de las p artes p u ­diese llevar el pleno convencim iento á la otra ?........ Para im pedir una separación a b so ­luta, que i n tensificara la graved ad de la s itu a ­ción, llegaron á proponerse a lgun as m ociones equidistantes; pero todo empeño fué inútil.

Aquel estado de espíritus no podía p ro lo n ­garse por más tiempo.

E n ese momento delicado algun as águilas; adultas que hasta entonces habían perm ane­cido en respetuoso silencio, y sin intervenir en los debates, después de consultarse secre­tamente pidieron la p a la b ra : una de e lla s h a ­bló con firm eza y profundidad. N osotras, d ijo, hemos acudido á este llam am iento, más p o r deferencia, por espíritu de tolerancia, que p o r estar convencidas de la bondad de sus re su l­tados. M ás aún, se puede afirm ar que de aquí no saldrá n ada; por que nunca se ha p rodu­cido una id ea , un hecho nuevo, una creación en el seno de una asam blea. Y nadie puede, ni debe estar m ás convencido de ello que 'as águ i as constreñidas siem pre á com batir solas frente á frente de la naturaleza, del T odo.

E l saber y la experiencia recogidos p o r nuestra especie á lo largo de la H istoria y á la vera de todos los cam inos de la vid a, nos han llevad o á la profesión del m as su­prem o individualism o y del más ám plio sen-

í > tid o de la libertad. ¡L a L ib e rta d ! H e ahí nuestro único código, nuestra única norm a; có d igo sagrado, norm a suprem a, que no pue­den realizarse e.n otras partes, que no sean estas a ltu ras i r.alcanzables para los habitantes, del llano. Com o veis en algún sentido co n ­vergen nuestras opiniones con las de la m a­y o ría ; p ero se oblicúan diam etraím ente en lo que se refiere á esto s procedim ientos so cie­tarios y dem ocráticos que habéis a d o p tad o quizá por im itar á otras especies que viven en esclavitud.

P or o tra parte, ya lo habéis dicho vo s­o tra s: ¿Q uien tiene la verd ad u n iversa l? ¡C a ­da uno tiene la suya p ro p ia l C ad a cual lleva, dentro de su conciencia el Cosm os y en el corazón e l fu ego fecundo de la libertad. ¿P o r que, pues, renunciar á ese m undo interior y d e ja r extin guir esa llam a ?

R epito y s in tetizo: esta reunión es p erfe c­tamente ir.ócua y sin finalidad apreciab le. Las águ ilas jóvenes tienen tanto derecho á aban ­donar las m ontañas como vosotras á quedar en ellas.

T o d o lo demás sería derrochar ideas y p alabras. z

E l concurso estaba disuclto. La últim a o p i­nión había sido enunciada......... H ubo un b a ­tir form idable de m illones de alas.

A l m inuto las á g u ila s aparecían como pun­tos n egros disem inados por la vasta exten ­sión de los cielos. L ejo s, casi á flo r del horizonte, las que se iban para siem pre h a ­cia el llan o ; las otras volaban hacia arriba, cada vez más alto. ¡ Parecían estar jun to a l so! I

J. E m ilian o G A R U L L A .Marzo de 1911.

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“Alma Gaucha” , el Gabinete Militar y la IntendenciaLOS U N IFORM ES M IL ITARES EN LA ESCENA

ó SE P U E D E R I D I C U L I Z A R L O R I D Í C U L O ?

L a intendencia, con el carácter de «reser­vada». ha enviado una nota a l jefe del g a ­binete m ilitar, coronel B ravo, acusando re c i­bo de la rem itida á la intendencia por éste, á p rop ósito de la frecuencia con que se re ­presentan en J os teatrros de esta capital com edias ó dram as cuya argum entación co n si­dera deprim ente para la institución m ilitar, y en la que cita de entre e llas al herm oso dram a de G h ira ld o titu lado «Alma Gaucha» que fué represen tado hace a lgu n o s días en <el teatro A p o lo , donde el referid o jefe tuvo la oportunidad de constatar las aseveraciones hechas en su nota.

En su contestación «reservada», el inten­dente m anifestó al coronel B ravo que había llam ado con la urgencia requerida al in spec­to r gen era! con el ob jeto de cam biar ideas y adoptar las resoluciones del caso.

E l artícu lo 246 de la ordenanza gen eral de

teatros, sigue diciendo el intendente, prohibe absolutam ente para toda clase de espectácu­los y exhibiciones hacer uso de uniformes sim ilares á los que se tengan adoptados en el e jé rc ito y arm ada n acional, como igu al­mente los de la p olicía y bom beros de la capita l, ¿cuando los artistas que los 1 leven tejrigan á su ca rg o p ap eles que deprim an ó ridiculicen el uniform e £ue vistan.

A pesar de esa disposición term inante, el intendente m anifestó tam bién en su nota, que el caso concreto denunciado por el coronel B ravo no se encuadra justam ente dentro de las disposicion es m encionadas, razón por la cual, dice el intendente, 110 le es posible ha­cer cum plir extrictam ente en este caso lo que determ ina la ordenanza en el referido artículo.

(De La Vanguardia de Buenos A ire s— F e­brero 23 de 19 11).

El Gabinete Militar en danzaCENSURA TE ATR AL

Com o si las restrictivas d isposiciones de la ordenanza sobre teatros no bastaran á ga ra n tiza r la m oralización de los espectáculos y la observancia de todos los m andatos m u­n icipales, dícese que el gabin ete m ilitar se ha d ir ig id o al intendente doctor Anchorena, y en form a de un dulce reproche le ha s ig ­nificado que ha lleg ad o .4 su conocim iento que se presentan ciertas obras teatrales que im plican críticas poco a gra d a b les para la in s­titución arm ada, encareciéndole á la vez la -adopción de m edidas tendientes á evitar esas críticas.

D entro de. poco, y con el criterio que preside la inspección y ce n su ra de obras teatrales, ino .podrá llevarse á escen-a. con la realid ad que el g u sto artístico de la época exige, ni siquiera el más leve gesto de un sugeto, porque cuando 110 sea él del

e jército , será del clero , ó del com ercio ó pe­riodista, ó en fin cualquier cosa, que todos se sentirán con derecho á instaurar reclam acio­nes.

Se están sentando pésim os precedentes» en m ateria de censura teatral, obstaculizan­do el d esarro llo de un arte naciente que debiera m erecer todas las consideraciones de parte de los poderes públicos.

Santo y bueno que cuando en la tesis ó en la form a de una o b ra teatral se va ab ier­tam ente con tra la m oral y las buenas cos­tum bres, se prohiba su representación, pero esto no debe llevarse al extrem o de exajera- ciones p erju d iciales y que enervan el ánimo de los que están haciendo esfuerzos digno de encom io porque surja un teatro nacional.

(D e La Razón de Buenos A ires, F ebrero 27 de 19 11). 1 i

Sob re “ T r i u n f o s N u e v o s ”Ultimo libro de Alberto Ghiraldo

O P I N I O N

La nota b ib lio g rá fica del día la constituye el vibrante libro de A lb erto G hiraldo, cuya cop iosa producción viene así á aum entarse en núm ero y en m érito.

«Triunfos Nuevos» es un libro por muchos conceptos, superior á los anteriores, aunque dom ina en él, com o en todos, la inconfundible característica del tem peram ento de su autor,

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que lo presenta en el parnaso cíe A m érica en su calidad <le épico, con la épica de n u es­tros tiem pos: la individual.

Clasificam os, a l pronto, así, á este poeta popular recientem ente discutido por la crítica que entre n osotros no es aún de d iscern i­miento y clasificación y por tanto, no ayuda á aclarar criterios y no o b liga , en con se­cuencia, á estim ar á nuestros escritores por lo que tienen de p ropio y d iferente.

Es G hiraldo una de esas figu ras inconfun­dibles en el inundo de las letras argen tin as, para que nos detengam os en rep etir los altos conceptos que con m otivo de su variadísim a y extensa/producción literaria lia m erecido siem ­pre de la parte de Ta crítica , así com o del prestigio popular que le, ha va lid o otras ta n ­tas veces su actuación b izarra frente á los trances heroicos de la grari lucha por los h e r­mosos ideales de la vida.

La grandeza de este, poeta con siste en que, al decir de E rn esto Renáro, «ha escu lpido su propia vida com o la m ejor obra de arte». Y, en efecto, nadie como él en nuestra l i ­teratura, que m ejor haya sabido co lo car al mismo nivel de su arte, su corazón, y á la altura de este, su carácter. Por eso es que Ghiraldo ha logrado a rra iga r tan hor.do en el alma del pueblo, del c u a l es su m agno a r t í­fice, á la vez que su defensor y su profeta.

Si grande es el interés que han. d esp er­tado siempre en el p úblico sus obras a ca ­so resulte m ayor el que despierte — sobre todo en la crítica — el nuevo libro que nos ocupa.

Hasta hoy no conocíam os de G hiraldo sino el cantor épico <le...la libertad y el hum a­nismo.

En «Triunfos Nuevo?» surge el poeta lírico exornado de am ores y de angustias, abriendo el cofre herm ético de sus em ociones íntimas.

Por los trozos que llevam os leídos p o ­demos adelantar que se trata acaso de la faz más honda á la par que de una inne­gable exquisitez artística del exim io poeta.

(£7 Nacional de Buer.os A ires.)

“ Triunfos Nuevos”

El querido cam arada A lb erto G h ira ld o nos acaba de regalar con otra vendim ia nueva de versos. La musa ro ja canta e:i este nue­

vo libro su canción del o rg u llo , el am or y la ■entereza, que inflam a de heroicidad y sim patía el corazón de los guerreros, que esgrim en com o espada de luz frente á las som bras y el mal de nuestros tiem pos, sus herm osas ideas ácratas.

A caso ((Triunfos Nuevos» sea el libro de versos, más ax'abado y más com pleto de G hi ­raldo. E s decir, e l que dé una idea más. p erfecta de su gran riqu eza espiritual.

N o es solam ente el poeta com bativo, tam ­bién el poeta em ocional que vuelca sus amo res y sus am argu ras: sus hondas cosas ín ti­mas y las gran des enterezas de su alma tem plada por el dolor, com o la de los h é ­roes, para nunca ser d o b lad a ni vencida.

G h ira ld o esta vez, más y m ejor que nunca,, nos da tesoros ín tim o s: o rgu llosa exposición de sedas y de jo y a s ; y de peñas con aristas salvajem en te abruptas, que es d e cir: «huma­namente bellas».

Duro en la form a, rectilíneo de p en sa­m iento, co rtad o y caprichoso como los m on­tes, G h ira ld o da la sensación de un alm a d e s­tinada á sO'i'.ar, m ás que por voluntad poé­tica, por superación de obstáculos. E s de esos hom bres que ponen la verdad en la b e lleza y en lo« puños.

G h ira ld o debió nacer de pié y m anoteando el destino, se nos ocurre. Y lo va ¡i vencer, no más. Lo está venciendo. E ste nuevo vo lu ­men gu arda muy bravas y sonoras c o s a s .. . .

{La Batalla de Buenos A ires).

“ Triunfos Nuevos” por A. Gtvraldo

No descansa el luchador de la idea, el atleta de la ju stic ia ; y para que su arm a sea más tem ible y más eficaz, cada flecha es una obra a filig ra n a d a de arte, el arco es acerado y resistente com o el pensam iento, su dureza es eterna y su tem ple inm ortal. Con esas arm as lucha G h ira ld o y cada postura en el com bate es una artística creación.

«Triunfos Nuevos» es poesía. Leed la titu­lada La Protesta , donde

. . . dicta su lección de independencia . irradiando en la noche de los p u eb lo s: 1 tal como puede un astro , ó 'puede una conciencia!

A llí está d cscrip to el libro de G hiraldo.

(Revista P. fí. T. c!c Buenos A ires).

La RealezaDe! übro ‘ ‘Ccnvo cae un t ro n o ” re c ien tem en te pub licado en España

La monarquía es absurda, irracional, incotn- yecta sobic ella la trágica sombra de una ca- patible con el progreso. Hermanando la vida nena de degeneraciones. El rey, además no co- de una Nación á la suerte de una familia, pro- noce a! pueblo, no ha penetrado en la esencia

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<le su vida. De niño, lo educaron para reinar, en la campana pneumática del cortesanismo, ajeno á la realidad de las cosas, extraño al mundo que palpita fuera de los muros del pa­lacio. Se le pondera su talento, se elogian sin tasa sus aptitudes, se deforma su natural pue­ril inculcándole la consciencia de su sagrada persona. Ya hombre, sigue aislado del pueblo, tras la doble muralla chinesca del protocolo y de la mentira. Si habla, sus frases son senten­cias. Si interroga, sus preguntas indican ex­traordinarios conocimientos. V e en torno suyo 110 nías las ciudades de papel pintado de Po­temkin, las percalinas oficiales, el júbilo á peso y medida. Como 110 ha convivido con el pue­blo, ni cursado los estudios de la lucha por la vida, sólo contempla la capa de talco con que el servilismo palaciego encubre negruras. ¡Li­bertad! ¿Qué sabe él, si no la poseyó nunca? ¡Experiencia! ¿De qué, si la realidad se trans­forma al través de los muros palatinos? ¡Rec­titud inora!! ¿Cómo poseerla, si ante sus ojos se doblan, cual flexibles cañas, los más lina­judos esp in a zo s? .... Con la Monarquía n o ca - be á los pueblos esperanza. A los que cruzan sus umbrales se les graba á fuego en los lo­mos la desesperante inscripción dantesca. Sólo Han de apacentarse en la quimera de que el azar les dé un principe que temple la inexpe­riencia propia, los derrumbamientos fisiológi­cos inherentes á familias asaeteadas por som­bríos procesos morbosos, con los adoctrina­mientos de prudentes varones. Mas, ¿en qué Monarquía hay consejeros desinteresados, lea­les, probos?__ ¿En dónde hallar hombres que110 utilicen como arnia de medro la adulación y la mentira, que enfrenen los apetitos del hombre y pongan ante los ojos de quien se educó para rey— sin contacto con las amargu­ras de la vida— el vivo espejo de la realidad?Y aun cuando los hubiese, ¿valdría de algo tinte la sagrada, augusta é intangible persona ■del monarca?

«Todo le está permitido, todo le es lícito; •siempre tiene razón: jamás ve censurados sus actos contradichas sus palabras. No puede ha­cer nada nialo, dice el Derecho y repiten los cortesanos en todas las formas. Y acaba por

creer realmente que está bien cuanto hace, sólo porque es el quien lo hace. Vive fatal­mente condenado á perder la noción del bien y del inal. ¿Que despierta momentáneamente su conciencia? S e apresuran á adormecerla, se precipitan á calmar sus escrúpulos, se ingenian en justificar sus actos. Sus deseos no encuen­tran jamás oposiciód, no se estrellan nunca en negativas, y, como su cohorte le ha desemba­razado la conciencia del freno moral que cada hombre se impone, con más ó menos vigor, concluye por ser impotente para dominar sus anhelos. Jamás afrontó un peligro, experimentó dolores físicos ni privaciones; se le ha incul­cado el culto de su persona sacrosanta y ha de acabar en egoísta y cobarde.

Juguete de sus instintos, esclavo de sus in­clinaciones y deseos, tan extraño al sentimien­to de vergüenza como al de pudor ostenta con ingenuo cinismo, ante los ojos del mundo, toda su personalidad, sus peores acciones y sus más brutales instintos: gula, sensualidad, cólera, pe­reza, etc. No habiendo encontrado nunca opo­sición, es tan impotente para dominarse á sí mismo como para luchar contra los obstáculos y vencerlos. Como sus deseos quedaron siem­pre satisfechos al punto, no sabe desear enér­gicamente ni soportar con calma una negativa ó 1111 retraso; semejante á un niño, no sabe es­perar. Pues que jamás sufriera contradicciones, 1111 no le irrita y desconcierta. Saturado del culto á su persona, será cobarde ante el do­lor; cruel y sin piedad para el de los otros. Se mostrará arrebatado, brutal quizas pero su vo­luntad es débil é inconsisteme. Una oposición, un obstáculo, le irritan, mas desconoce lo que es querer con la necesaria energía para lu­char y dominarlos. Accesible á todas las su­gestiones. es, al propio tiempo, rebelde £1 todo influjo serio y continuo».

Y ese hombre, ese rey, actúa de por vida sobre los destinos de una raza. ¿Cómo? El úl­timo ejemplo surge, entre vapores de sangre y humareda de pólvora, en la nación portuguesa. Una Casa reinante muchos siglos, la de Bra- ganza, nos presenta, palpitante, el fruto de esa monstruosa red de concausas.

VIVERO Y VILLA.

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