Historia de un árbol: Miguel Ángel de Quevedo

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Puhhcau('lIl mensual MéxIco, D F 2014 Segunda Época Año 1 No 7 Para los que quieren conocer. .. para los que quieren recordar Bosques de las Lomas 5570-0235 Parque Hundido 5611-3171 Cuicuilco 5665-5284 Satélite 5572-7605 Río Tiber 5511-7902 . , - Historia de un Arbol: Miguel Ángel de Quevedo Por: Raquel Vargas Hn)" 1 .. inspirllción de ilustres llcadémicos C onsiderando que desde el 1900 se preocupaba por el manteni- miento de los recursos naturales para el futuro, a Miguel Ángel d ' Quevedo debe considerársele como uno de los primeros ambientalistas en mane- jar el concepto de «Sustentabilidad». Esta visión conservacionista fue formándose durante los años que residió en Francia cre- ciendo particularmente en los Pirineos, en contacto con bosques y montañas. Ingresó a la Universidad de Burdeos donde recibió el grado de Bachiller en Ciencias en 1883. Pos- teriormente, en la Escuela Politécnica de Pa- rís estudió Ingeniería con el beneplácito de su abuela materna, que influyó mucho en él para que decidiera estudiar esta carrera bajo el argumento de que México requería de ingenieros, disuadiéndole en ese entonces para abandonar su interés por la Astrono- mía y la Meteorología. En dicha Escuela atendió un curso de Agri- cultura Hidráulica impartido por Durand- Claye, personaje clave en la conformación de su pensamiento conservacionista. Ahí aprendió que el conocimiento de la Sil- vicultura era indispensable para resolver Ca ..... inando V esc .. ibiendo La vida es la constante sorpresa de saber que existo. Rabindranath Tagore (Filósofo y escritor indio 1861-1941) E sta vez tenía ganas de estar conmi- go misma. Quería caminar. .. como siempre, pero no entre multitudes, tampoco a tropezones. Deseaba que mis pasos andaran libremente por senderos tranquilos. Ap.siaba tener la cabeza despei- nada con aire fresco, abrir los pulmones a un aroma limpio, y dejarme encantar por la quietud del tiempo. y es que en esta enorme urbe el silencio es difícil de encontrar, así que la vorágine diaria me hace valorar los paréntesis citadinos que se prestan para caminar y escribir en calma. Cuando llegué alrededor del medio día al parque de los Viveros de Coyoacán, me en- tusiasmó ver desde la calle el «manto verde» que se extiende a lo largo y ancho de su entra- da. Es como un telón que abraza para darnos http://periodico 1900.com la problemática ambiental de México, to- mando en consideración que es un país montañoso que sufría de lluvias torrencia- les y prolongadas sequías, llegando a afir- mar que un Ingeniero Hidráulico que no tuviera conocimientos forestales resultaba deficiente. Otro personaje importante en la conformación de su visión fue el promi- nente IIlgenlero Paul Larochc qu impartía un curso de Obras Marítimas. En uno de los recorridos por varios puertos franceses quedó impresionado por las du- nas arboladas artificialmente, creados en el litoral como una protección de las tormen- tas invernales, conocimiento que aplicaría años más tarde en el puerto de Veracruz. Inicio de las obras con visión futurista Después de recibir su diploma como Inge- niero Civil con especialización en Ingenie- ría Hidráulica en 1887, Quevedo regresa a México ansioso de aplicar lo aprendido en Francia, recordando constantemente el consejo de Durand-Claye sobre la necesi- dad de la protección forestal en México. Una vez aquí participó en varios proyectos de la Ciudad de México, iniciando con el de la Construcción del Desagüe del Valle sigue leyendo en la pág. 6 111:11 la bienvenida a un paisaje vivo, que espera paciente para aliviarnos de la fiebre capitalina y devolvernos la sensatez. A poco menos de un metro de haber pasado la puerta de entrada, el frescor es evidente; respiro profundo y me siento un poco egoís- ta, porque quiero guardar esa emoción 'solo para mí. Estoy llegando a un lugar vivo, pero vivo de verdad: de naturaleza ... de color ... de tierra ... y de agua. sigue leyendo en la pág. 9

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Puhhcau('lIl mensual MéxIco, D F 2014 Segunda Época Año 1 No 7

Para los que quieren conocer. .. para los que quieren recordar

Bosques de las Lomas 5570-0235

Parque Hundido 5611-3171 Cuicuilco

5665-5284 Satélite

5572-7605 Río Tiber

5511-7902

. , -

Historia de un Arbol: Miguel Ángel de Quevedo Por: Raquel Vargas

Hn)" 1 .. inspirllción de ilustres llcadémicos

Considerando que desde el 1900 se preocupaba por el manteni­miento de los recursos naturales para el futuro, a Miguel Ángel

d ' Quevedo debe considerársele como uno de los primeros ambientalistas en mane­jar el concepto de «Sustentabilidad». Esta visión conservacionista fue formándose durante los años que residió en Francia cre­ciendo particularmente en los Pirineos, en contacto con bosques y montañas. Ingresó a la Universidad de Burdeos donde recibió el grado de Bachiller en Ciencias en 1883. Pos­teriormente, en la Escuela Politécnica de Pa­rís estudió Ingeniería con el beneplácito de su abuela materna, que influyó mucho en él para que decidiera estudiar esta carrera bajo el argumento de que México requería de ingenieros, disuadiéndole en ese entonces para abandonar su interés por la Astrono­mía y la Meteorología. En dicha Escuela atendió un curso de Agri­cultura Hidráulica impartido por Durand­Claye, personaje clave en la conformación de su pensamiento conservacionista. Ahí aprendió que el conocimiento de la Sil­vicultura era indispensable para resolver

Ca ..... inando

V esc .. ibiendo

La vida es la constante sorpresa de saber que existo.

Rabindranath Tagore (Filósofo y escritor indio 1861-1941)

Esta vez tenía ganas de estar conmi­go misma. Quería caminar. .. como siempre, pero no entre multitudes, tampoco a tropezones. Deseaba que

mis pasos andaran libremente por senderos tranquilos. Ap.siaba tener la cabeza despei-

nada con aire fresco, abrir los pulmones a un aroma limpio, y dejarme encantar por la quietud del tiempo. y es que en esta enorme urbe el silencio es difícil de encontrar, así que la vorágine diaria me hace valorar los paréntesis citadinos que

se prestan para caminar y escribir en calma. Cuando llegué alrededor del medio día al parque de los Viveros de Coyoacán, me en­tusiasmó ver desde la calle el «manto verde» que se extiende a lo largo y ancho de su entra­da. Es como un telón que abraza para darnos

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la problemática ambiental de México, to­mando en consideración que es un país montañoso que sufría de lluvias torrencia­les y prolongadas sequías, llegando a afir­mar que un Ingeniero Hidráulico que no tuviera conocimientos forestales resultaba deficiente. Otro personaje importante en la conformación de su visión fue el promi­nente IIlgenlero f1'ancé~ Paul Larochc qu impartía un curso de Obras Marítimas. En uno de los recorridos por varios puertos franceses quedó impresionado por las du­nas arboladas artificialmente, creados en el litoral como una protección de las tormen­tas invernales, conocimiento que aplicaría años más tarde en el puerto de Veracruz.

Inicio de las obras con visión futurista

Después de recibir su diploma como Inge­niero Civil con especialización en Ingenie­ría Hidráulica en 1887, Quevedo regresa a México ansioso de aplicar lo aprendido en Francia, recordando constantemente el consejo de Durand-Claye sobre la necesi­dad de la protección forestal en México. Una vez aquí participó en varios proyectos de la Ciudad de México, iniciando con el de la Construcción del Desagüe del Valle

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la bienvenida a un paisaje vivo, que espera paciente para aliviarnos de la fiebre capitalina y devolvernos la sensatez. A poco menos de un metro de haber pasado la puerta de entrada, el frescor es evidente; respiro profundo y me siento un poco egoís­ta, porque quiero guardar esa emoción 'solo para mí. Estoy llegando a un lugar vivo, pero vivo de verdad: de naturaleza ... de color ... de tierra ... y de agua.

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Un Periódico en la Cultura 1 00

( Continuación de Miguel Angel de Quevedo )r-:r' de México, concluyendo que la completa de­secación de los lagos que rodeaban a la Ciu­dad de México afectaría la biodiversidad, así como que las actividades de pesca y caza se extinguirían, amén de que la reducción de la Zona Lacustre del Valle produciría una ma­yor incidencia de enfermedades debido a las polvaredas y malos vapores que ya no serían diluidos por el aire húmedo que provenía de los lagos. Señaló también que la desecación de los lagos alteraría el clima de la cuenca, advirtiendo que las inundaciones de la ciu­dad continuarían, a menos que el desalojo de aguas se complementara con la protección de las montañas que circundaban al Valle, con lo que demostraba una visión de mane­jo de la Cuenca Integral, identificando así las causas de la vulnerabilidad de la ciudad. Entre 1890 y 1893 trabajó como Direc­tor de Obras Portuarias en Veracruz, don­de mitigó con reforestación el impacto de las tormentas de arena que dificultaban la construcción de un gran dique a la en­trada de la bahía. En ese último año co­laboró con una compañía hidroeléctrica franco-suiza para investigar el potencial de energía hidráulica en México, informó que la reducción del flujo de las corrien­tes de agua y la sedimentación, reducían la producción de energía eléctrica en las presas ubicadas cerca de áreas donde los árboles habían sido fuertemente talados. Con esta evidencia apoyó su opinión en

cuanto a que los bosques jugaban un papel crítico en la regulación del Ciclo Hidrológico. Atribuyó los problemas de sequía y desertificación en el centro y norte del país a la deforestación, al seña­lar que la cubierta forestal de esta región era insuficiente para aumentar la preci­pitación por medio de la transpiración y el enfriamiento de la atmósfera, además de reducir la cantidad de agua disponible para la agricultura y la industria.

Presidente de la «Junta Central de Bosques»

Como resultado de la difusión de sus inves­tigaciones forestales, acompañadas de de­mandas para adoptar leyes más enérgicas en pro de la conservación de los bosques, logró concientizar sobre la necesidad de regularizar el agua superficial y subterrá­nea, darle el mejor uso y asegurar la salud pública. También intervino en la creación de la Junta Central de Bo~ques, que tendría por objeto mantener un foro permanente en protección de la riqueza forestal del país yel intercambio internacional de experien­cias de la que, por cierto, fue designado presidente en 1901. Desde dicha institución realizó acciones de reforestación en 1904 para mitigar las terri­bles tormentas de polvo que azotaban a la Ciudad de México. Desafortunadamente, los continuos cambios administrativos en el

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Departamento del Distrito Federal lo despo­jaban de valiosos aliados y financiamiento para desarrollar sus propósitos. No obstante, en ese mismo año logró promover con éxito la creación de parques en la ciudad de Méxi­co orientado por el paisajista Frederick Law Olmsted, diseñador del Central Park en la ciudad de Nueva York. Se apoyó adicional­mente en los resultados del Primer Congreso Internacional de Higiene Pública y Proble­mas Urbanos, realizado en París en 1900, que recomendó que el 15% de las zonas urbanas debía ser cubierto con parques como una medida de salud pública. Los resultados fue­ron el incremento de una superficie de par­ques urbanos del dos al 16% en una década, con el aumento de dos a 34 parques. En 1907, con el apoyo del entonces Secre­tario de Hacienda, José Yves Limantour, en la época del presidente Díaz, logró la

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ampliación de los Viveros Forestales en Coyoacán. Para entonces eran la pieza centrál de un «sistema de viveros» que producía 2.4 millones de árboles, planta­dos en los lechos secos de los lagos y en las desnudas faldas de las colinas sobre la ciudad, mientras que otros adornaban los bulevares de la urbe. Del Segundo Congreso Internacional de Higiene Pública y Problemas Urbanos, realizado en Berlín en 1907, adoptó la re­comendación de crear zonas forestales protegidas alrededor de las ciudades, luchando desde entonces por establecer estas áreas en México, mientras que al frente de la Junta logró en 1909 realizar el Primer Inventario de Bosques del Dis­trito Federal y sus alrededores, siendo con ello el precursor de las Estadísticas Forestales Nacionales.

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Salvaguardando obstáculos políticos

A pesar de diversos obstáculos, Quevedo logró con el apoyo de Limantour conven­cer al presidente Díaz de adoptar ciertos lineamientos básicos para proteger los recursos forestales. El más importan­te de ellos fue reservar terrenos nacio­nales para establecer reservas forestales alrededor del Valle de México, donde se pudieran conservar manantiales y co­rrientes de agua para evitar inundacio­nes y cuidar la provisión de agua de la ciudad. De acuerdo con ello, el gobierno de Díaz decretó en 1909 la suspensión de venta de terrenos nacionales, y la expe­dición de concesiones de explotación de bosques sólo en áreas específicas desti­nadas para el bien público. Desafortuna­damente, al paso de los años, la venta de

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terrenos nacionales continuó dándose, quedando en entredicho el compromiso de Díaz hacia la conservación forestal. Con el triunfo de la Revolución y llega­da de Francisco Madero a la presidencia en 1911, el apasionado naturalista reno­vó su entusiasmo por alcanzar sus metas conservacionistas, ya que Madero había estudiado agronomía en la Universidad de Berkeley, California, demostrando un decidido interés por el fenómeno de la conservación. Se estableció entonces una reserva forestal en Quintana Roo, y se vis­lumbraba la expedición de varios decretos de Reservas Forestales, pero su avance fue nuevamente interrumpido en 1913 por el asesinato de Madero a manos del dictador Victoriano Huerta. Desde su llegada a la presidencia, Huerta no sólo mostró falta de interés por la conserva-

ción oponiéndose al manejo forestal llevado a cabo por Quevedo, sino que lo acusó de subversivo por sus fuertes lazos con Francia, lo que motivó su regreso al país galo cuan­do corría el año de 1914. Durante su exi­lio estudió la política del gobierno hacia las Comunas Forestales que incentivaban la re­forestación, proporcionaban ingresos a los campesinos, protegían la agricultura, las condiciones climáticas, el ciclo hidrológico y la belleza de la naturaleza, convenciéndose de que México podía adaptar la experiencia francesa si los campesinos mexicanos ha­cían un uso apropiado de los ejidos. Pero mientras el ingeniero estudiaba tales prác­ticas forestales en Francia, sus esfuerzos en la materia en México eran deshechos por el fenómeno de la Revolución: los ár­boles que le tomó varios años plantar en Veracruz fueron destruidos en semanas por soldados en busca de leña, así como otras áreas habían sido similarmente saqueadas. La Revolución, tremendamente destructiva en términos de vidas humanas, también ha­bía tenido un profundo impacto ambiental.

Primer Parque Nacional del Naturalista Visionario

A la caída del funesto dictador, Quevedo regresa a México y retoma su trabajo por la conservación de los bosques, convenciendo a Venustiano Carranza, en 1917, de estable­cer el Desierto de los Leones como el Primer Parque Nacional de México. Asimismo, lo­gró introducir un punto en el artículo 27 de la Constitución del mismo año, cuyo párrafo literalmente reza: «La Nación siempre tendrá el derecho de imponer sobre la propiedad privada las reglas que dicte el interés público, y de reglamentar el uso de los elementos na turalt's. susccptihk's dc apropiadún. dc modo de distribuir quitativallll!nt la riqu za pú­blica y salvaguardar su conservación». Si bien sus esfuerzos se orientaron hacia la reforestación y conservación de los bosques. '.lIl"Illl'lIdllllll"llto dcl dllll,I y g('O~I,"I,I,¡"I,I

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hídlÍt:os y de los Sl'rViIIOS alllhil'llt.llt's quc proporcionaban los propios bosqUt'S, En consecuencia, Miguel Angel de Quevedo debía ser reconocido como un Precursor del Combate contra el Cambio Climático, por haber sido uno de los primeros en alertar sobre la variabilidad climática y la presencia de sequías; su lucha, más allá de la reforesta-

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ción, fue por el mantenimiento del equilibro climático, y la protección de suelos y el agua. Su intenso trabajo por concientizar a los ciu dadanos sobre el cuidado de los recursos na turales para el futuro, lo hacen también un precursor en el manejo del concepto de la Sustentabilidad Finalmente es de reconocer­se también su visión globalizadora al luchar como apuntaba enfáticamente en: «no restrin­gir los esfuerzos conservacionistas a los estre­chos límites de las fronteras nacionales, sino en beneficio de toda la humanidad, conser­vando el equilibrio climático de todo el globo terráqueo». iij1iItl

¿}¿áaáY{900 Miguel Ángel de Quevedo es conocido como «El Apóstol del Árbol», del')omi­nación por demás merecida por su in­tensa labor forestal, cuyo legado más visible son los Viveros de Coyoacán y el Desierto de los Leones, aun cuando debiera también reconocérsele como Precursor en el combate contra el Cambio Climático y la Sequía.

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