Miguel Ángel de Quevedo: La incluyente profesión de ingeniero

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Miguel Ángel de Quevedo: La incluyente profesión de ingeniero Mónica Cejudo Collera En la transición de la Ciudad de México y de la Re- pública Mexicana del siglo XIX al siglo XX, se logró un radical cambio en la concepción estructural de las ciudades y por lo tanto del país. El progreso se ci- mentó en la explotación de los recursos naturales y en la realización de grandes obras de infraestructura dedicadas al transporte como el ferrocarril y los puertos. También inició la aplicación de postulados científicos de distinta índole para el mejoramiento de la vida en la ciudad. En este periodo se involucran distintos profesio- nistas en las decisiones de políticas públicas para el mejor desarrollo del país. Esta tendencia continuará incluso después de la guerra de la Revolución Mexi- cana (1910–1920 ), 1 el proyecto de nación producto de la revolución, proponía, como uno de sus princi- pales objetivos, el desarrollo y modernización de la nación mexicana, se consideró prioritaria la construc- ción de infraestructura, principalmente obras públi- cas y comunicaciones (Herrera, 1987, 133). Los grandes proyectos se valían de la multidisciplinari- dad con distintos involucrados de variadas profesio- nes para maximizar el éxito de su implantación. Un destacado actor de este periodo de continuos cambios y de significativo progreso fue Miguel Ángel de Quevedo y Zubieta (1862–1946), que tuvo una im- portante participación como ingeniero, constructor, ambientalista, educador, escritor y actor político. Su trabajo trascendió a diversas esferas de la vida de la ciudad de México y de la República Mexicana, incluso colaboró en regímenes de gobierno supuestamente opuestos, estuvo ampliamente involucrado en distintos proyectos bajo el gobierno de Porfirio Díaz, continuan- do sus labores en los gobiernos posteriores a la Revo- lución, con Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas. SU FORMACIÓN Y PRIMERAS EXPERIENCIAS PROFESIONALES Miguel Ángel de Quevedo nació 27 de septiembre de 1862, en Guadalajara, Jalisco. En esta ciudad realizó su formación académica elemental con sus Estudios Mínimos y Mayores en el Seminario de Guadalajara, obtuvo su diploma de Ingeniero Civil de Puentes y Calzadas, en septiembre de 1887 otorgado por la Es- cuela de Puentes y Calzadas de París, Francia. Desde su formación profesional y a través de sus profesores tomó conciencia de la importancia en ad- quirir conocimientos que aplicará al regresar a Méxi- co, regreso que siempre estuvo como meta. Así Al- fredo Durán Claue profesor del curso de Hidráulica Agrícola, le hizo hincapié la importancia de los co- nocimientos forestales para México, país muy mon- tañoso y con largos periodos de sequía o de lluvias torrenciales (De Quevedo, 1943,6). También conoce a Luis Pasteur de quien toma los conceptos de higie- ne y salud. Después de obtener su diploma, realizó prácticas en los puertos de El Havre, Socoa, Sant Jean de Luz y Bilbao, así como en las obras del Ferrocarril franco español. Actas Vol. 1.indb 305 Actas Vol. 1.indb 305 13/11/17 9:45 13/11/17 9:45

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Miguel Ángel de Quevedo: La incluyente profesión de ingeniero

Mónica Cejudo Collera

En la transición de la Ciudad de México y de la Re-pública Mexicana del siglo XIX al siglo XX, se logró un radical cambio en la concepción estructural de las ciudades y por lo tanto del país. El progreso se ci-mentó en la explotación de los recursos naturales y en la realización de grandes obras de infraestructura dedicadas al transporte como el ferrocarril y los puertos. También inició la aplicación de postulados científicos de distinta índole para el mejoramiento de la vida en la ciudad.

En este periodo se involucran distintos profesio-nistas en las decisiones de políticas públicas para el mejor desarrollo del país. Esta tendencia continuará incluso después de la guerra de la Revolución Mexi-cana (1910–1920 ),1 el proyecto de nación producto de la revolución, proponía, como uno de sus princi-pales objetivos, el desarrollo y modernización de la nación mexicana, se consideró prioritaria la construc-ción de infraestructura, principalmente obras públi-cas y comunicaciones (Herrera, 1987, 133). Los grandes proyectos se valían de la multidisciplinari-dad con distintos involucrados de variadas profesio-nes para maximizar el éxito de su implantación.

Un destacado actor de este periodo de continuos cambios y de significativo progreso fue Miguel Ángel de Quevedo y Zubieta (1862–1946), que tuvo una im-portante participación como ingeniero, constructor, ambientalista, educador, escritor y actor político. Su trabajo trascendió a diversas esferas de la vida de la ciudad de México y de la República Mexicana, incluso colaboró en regímenes de gobierno supuestamente

opuestos, estuvo ampliamente involucrado en distintos proyectos bajo el gobierno de Porfirio Díaz, continuan-do sus labores en los gobiernos posteriores a la Revo-lución, con Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas.

SU FORMACIÓN Y PRIMERAS EXPERIENCIAS PROFESIONALES

Miguel Ángel de Quevedo nació 27 de septiembre de 1862, en Guadalajara, Jalisco. En esta ciudad realizó su formación académica elemental con sus Estudios Mínimos y Mayores en el Seminario de Guadalajara, obtuvo su diploma de Ingeniero Civil de Puentes y Calzadas, en septiembre de 1887 otorgado por la Es-cuela de Puentes y Calzadas de París, Francia.

Desde su formación profesional y a través de sus profesores tomó conciencia de la importancia en ad-quirir conocimientos que aplicará al regresar a Méxi-co, regreso que siempre estuvo como meta. Así Al-fredo Durán Claue profesor del curso de Hidráulica Agrícola, le hizo hincapié la importancia de los co-nocimientos forestales para México, país muy mon-tañoso y con largos periodos de sequía o de lluvias torrenciales (De Quevedo, 1943,6). También conoce a Luis Pasteur de quien toma los conceptos de higie-ne y salud.

Después de obtener su diploma, realizó prácticas en los puertos de El Havre, Socoa, Sant Jean de Luz y Bilbao, así como en las obras del Ferrocarril franco español.

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A su regreso a México en 1888 (De Quevedo, 1943, 9), trabajó en las obras del desagüe del Valle de México, uno de los proyectos fundamentales del Porfiriato para la ciudad capital.

Supervisó la construcción de la vía a Tacubaya, Mixcoac y San Ángel del Ferrocarril del Valle de México. Utiliza puente de machones elevados de mampostería a hueso o sin lajas, según las reglas de sus maestros de puentes y calzadas, sistema que le enseñó a los albañiles locales y que contrastaba con las técnicas de construcción tradicionales. Implemen-tó el uso de locomotoras de vapor de sistema Com-pound, sustituyendo el sistema tradicional de trac-ción animal. En la ejecución de los trabajos de estas vías, observó la deforestación que existía en Santa Fe y Cuajimalpa, atribuía a esta causa la crecida torren-cial de sus arroyos con sus consecuentes desgracias, incluso propuso reforestar aunque no pudo llevar a cabo este proyecto (De Quevedo, 1943, 11).

EL INGENIERO

Después de su trabajo en la vía antes mencionada fue recomendado y aceptado para trabajar en la construc-ción del puerto de Veracruz entre 1889 y 1892 (De Quevedo, 1943, 12–13). Como ingeniero director de la Empresa Mexicana, implementó medidas sanita-rias para mejorar la higiene urbana, inspirado por los Campos de Genevillier de Luis Pasteur, separó las aguas negras para alejarlas de la población y depurar estos desechos para usarlos para el riego. Cabe desta-car que las condiciones sanitarias del puerto de Vera-cruz eran deplorables, aceptar el trabajo implicó un verdadero riesgo para su vida porque abundaba el vómito negro y paludismo, al aceptar el trabajo, de Quevedo asumía la responsabilidad de aplicar sus co-nocimientos como uno de los pocos ingenieros mexi-canos que tenían experiencia en obras marítimas. Llegó a defender el proyecto de Eads y Thiers (Do-mínguez Pérez, 1990, 95) cuya construcción dirigía en una sesión especial en la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de la Ciudad de México, el proyecto tenía como parte fundamental el Dique Rompe Olas del Noroeste que consistía en la colocación de gran-des blocks a fondo perdido (De Quevedo, 1943, 14), el dique abarcaba desde la Punta del Soldado al Cas-tillo de San Juan de Ulúa, sobre el arrecife de la ga-llega. Para la colocación de los bloques utilizó una grúa flotante y terminó los trabajos en 1892 (De Quevedo, 1943, 19).

Figura 1Fotografía de Miguel Ángel de Quevedo (Número de in-ventario 467618. Fuente: Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia)

Figura 2Plano del Fondeadero de Veracruz (Autor: Miguel ángel de Quevedo y George Giaast, Mapoteca Orozco y Berra, Nú-mero Clasificador: 482–OYB-7261–A)

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Realizó también diversos proyectos hidroeléctri-cos para Ernesto Pugibet,2 en un año ejecutó las obras de 35 kilómetros de canales, 18 kilómetros fue-ron túneles; la obra quedó terminada en 1896 y fue para proveer de energía eléctrica a fábricas de hila-dos y tejidos en Veracruz. También en 1897 en la Planta de Ixtazoquitlán, del mismo estado de Vera-cruz, construyó un funicular con cables bien asegura-dos en el origen de la cresta para que las carretillas de descenso destinadas a la distribución de materia-les y maquinarias, que lo inspiró a construir un funi-cular en forma en el cerro de Tepeyac que no llegó a realizarse (De Quevedo, 1943, 28–33).

Años después, en 1927, seguía revisando y super-visando grandes obras hidráulicas, después de la inundación de Acámbaro (Argueta Saucedo , 4), re-modeló el puente del ferrocarril nacional para que pudiera desfogar el agua y desalojó las viviendas del cauce; aconsejando una vez más a la reforestación de la zona para evitar este tipo de desastres (De Queve-do, 1943, 61).

EL CONSTRUCTOR

Además de realizar, proyectar y supervisas grandes proyectos de infraestructura, Miguel ángel de Queve-do también incursionó en la construcción. Al respec-

to el ingeniero consideraba que los preceptos de la arquitectura, el arte de construir, no podían faltar en la formación y el oficio del ingeniero, «suprimir la enseñanza de la Arquitectura a los Ingenieros es con-denarlos a mal construir, a construir con fealdad, o sin gusto o arte» (de Quevedo, 2012, 118). De igual forma siempre se interesó por resolver los problemas técnicos con eficiencia y con soluciones que conside-raba las más avanzadas de la época, utilizó patentes

Figura 3Fábrica de Hilados y Tejidos de Santa Rosa, Veracruz, México (Fuente: Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antro-pología e Historia)

Figura 4Puente del Ferrocarril Nacional en Acámbaro, Guanajuato, México (Fuente: Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia)

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extranjeras como el concreto armado del sistema Hennebique.3

Sus primeras obras fueron el Asilo de Ancianos «El Buen Retiro» en memoria de Agustín Cerdán, empresario con el que trabajó en Veracruz, ubicado en la Colonia de los Doctores y los Talleres del Pala-cio de Hierro en el extremo sur de la calle Necatitlán cercana a la Garita de San Antonio Abad y el viejo rastro de la ciudad de México.

Con Ernesto Pugibet, en la Fábrica de cigarros «El Buen Tono», dirigió las obras de ampliación. Su tra-bajo no se limitó a la construcción, sino que también implementó medidas de aseo para las trabajadoras, y

Figura 5Asilo de Ancianos «El Buen Retiro» (Fuente: Fototeca Na-cional del Instituto Nacional de Antropología e Historia)

Figura 6Talleres del Palacio de Hierro (Fuente: Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia)

Figura 7Fábrica de cigarros «El Buen Tono» (Fuente: Fototeca Na-cional del Instituto Nacional de Antropología e Historia)

Figura 8Nuestra Señora de Guadalupe del Buen Tono (Fuente: Insti-tuto Nacional de Antropología e Historia)

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puso un aspirador de turbina para evitar una atmósfe-ra irrespirable (De Quevedo, 1943, 20). El ingeniero siempre mezclaba su trabajo cotidiano con la imple-mentación de ideas de otras disciplinas en este caso la higiene. Con este empresario, también construyó el Templo de de Nuestra Señora de Guadalupe del Buen Tono, monumento histórico nacional, y dirigió la construcción de laColonia moderna de la Masco-ta,4 en la calle de Bucarelli, construidas ambas obras en la ciudad de México (De Quevedo, 1943, 53).

También incursionó en el diseño de fracciona-mientos, con Mac Artur Steevar, fraccionó los terre-nos del Tívoli del Eliseo, donde propuso la apertura

de una calle para conectar la calle Puente de Alvara-do y Ejido del Sur. Construyó en este fraccionamien-to las casas de Francisco Vázquez Gómez, Luis Lam, Luis Galván, Francisco Vizcaíno y Jesús Gracia; to-dos connotados empresarios y actores influyentes en la vida de la Ciudad de México. Preocupado por la mala calidad del terreno y para proteger la cimenta-ción, construía un drenaje perimetral con tubos que recogen las aguas del contorno, para evitar el asenta-miento de las casas en el terreno cenagoso (De Que-vedo, 1943, 22–23).

En 1893 incursionó en el terreno de la rehabilita-ción de edificios, en los teatros El Principal y El Na-cional para revertir los daños producidos por un tem-blor. En el Teatro Nacional estableció «enhuacalados de madera, fuertes pilares contra los muros rajados» y así apuntaló «las armaduras de madera de la gran techumbre», enhuacaló «también los intermedios de esos pilares para aligerar la carga sobre los propios

Figura 9Plano arquitectónico del Conjunto Mascota (Fuente: Institu-to Nacional de Antropología e Historia)

Figura 10Demolición del Tívoli del Eliseo (Fuente: Fototeca Nacio-nal del Instituto Nacional de Antropología e Historia)

Figura 11Edificio de las Fábricas Universales (Fuente: Instituto Na-cional de Antropología e Historia)

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muros», para después, «reparar las cuarteaduras de los dichos altos muros» que reforzó «con contrafuer-tes de mampostería» y quedó así el escenario «seme-jante al del Gran Teatro de la Escala de Milán», que había visitado en sus viajes por Italia (De Quevedo, 1943, 25).

También fue constructor del anexo del Palacio de Hierro, Almacén de las Fábricas Universales (esq. 5 de febrero y Venustiano carranza) y el Banco de Lon-dres, donde utilizó el sistema de concreto armado pa-tente de Hennebique. Cabe destacar que todos estos edificios son monumentos históricos, patrimonio construido del siglo XX (De Quevedo, 1943, 27).

En 1897 continúa con la construcción de grandes conjuntos fabril es como la fábrica de Santa Rosa en Veracruz, en las que incorpora «amplias dependen-cias de habitación, comedor y extenso corredor para el personal de empleados», levantó también la Iglesia y formó parques arbolados; aplicando una vez más los conceptos de higiene y de orden urbano (De Que-vedo, 1943, 32). La obra concluyó en 1900.

EL AMBIENTALISTA

Desde su formación el ingeniero de Quevedo, estuvo en contacto con las ideas de higiene. Sin embargo su vocación por la conservación del ambiente, pensada como un factor fundamental para el bienestar del ser

humano surgió y se reafirmó cuando asistió a los Congresos Científicos de Higiene Urbana y Proble-mas de Urbanismo, en la Gran Exposición Universal de París en 1900.5

Entre las conclusiones de los congresos que más impactaron a de Quevedo, fue que la emigración de la población rural a las ciudades como resultado de los rápidos y económicos nuevos medios de transpor-te, crecería hasta tener pronto millones de habitantes; y como medida para evitar que las ciudades fuesen malsanas, debían tener Jardines o Parques Públicos en proporción no menor del 15% del área urbana

Figura 12Edificio del Banco de Londres (Fuente: Instituto Nacional de Antropología e Historia)

Figura 13Fábrica Santa Rosa, Veracruz, México (Fuente: Fototeca Nacional del Instituto Nacional de Antropología e Historia)

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(Revolución y Paternalismo Ecológico: Miguel Án-gel de Quevedo y la política forestal en México, 1926–1940, 2007, 99). A su regreso a la ciudad de México, en 190, ingresó al Ayuntamiento de la capi-tal como Regidor de Obras públicas, en ese momento inició su campaña para dotar a la ciudad de México de jardines y arboledas; que a la larga se convirtió en una misión de vida, hasta llegar a ser considerado el apóstol del árbol.

Parte fundamental en su labor forestal fue el vive-ro de árboles y plantas floridas de Coyoacán, funda-do en el rancho de Panzacola adquirido desde 1893, por sus propios medios. En estos viveros reprodujo distintas plantas y semillas, tanto locales como las que traía de sus múltiples viajes alrededor del mun-do. La reproducción de especies se realizaba pensan-do en su utilidad, así, reproduce árboles que consoli-daban el terreno, también arbustos y pasturas que desalinizaban la tierra.

La inspiración por importar especies se consolidó en 1907, cuando asistió al 2° Congreso Internacional de Higiene y problemas del Urbanismo, celebrado en Berlín, donde se trataron temas de ingeniería sanita-ria y cuestiones forestales; que enriquecieron más sus conocimientos multidisciplinarios. En este congreso también se propuso que los contornos de las ciudades debían tener una zona protectora forestal de 10 kiló-metros sin pantanos o aguas estancadas para mejorar las condiciones de vida de los habitantes (De Queve-do, 1943, 45).

Es en esta misma época que dona los Viveros a la nación. Visita en este mismo viaje Viena, Trieste y Miramar en Austria, en este último protegen al puer-to con árboles importados de México y la también corrigen el torrencial del río Bourdoux. Vista tam-bién Argelia, donde la fijación de los médanos del desierto del Sahara, Túnez y Marruecos que se hacen con pinos y cembroides, especies de las cuales trae semillas para México (De Quevedo, 1943, 44).

En 1930 reforesta los médanos de Mazatlán y Co-lima (De Quevedo, 1943, 62), para evitar que las ba-hías se obstruyeran por los arrastres ocasionados por las lluvias en los cerros deforestados, para ello pro-pone reforestar los médanos con roble de río (Casua-rina cunninghamiana).

El ingeniero de Quevedo complementó su forma-ción en puentes y calzadas, con conceptos de higiene aplicados a la ciudad, enriqueció también su forma-ción con viajes donde conoció de primera mano solu-

ciones prácticas para problemas de ingeniería resuel-tos con la ayuda de la botánica, conocer especies de árboles y plantas que resuelven problemas específi-cos del medio.

EL EDUCADOR Y ESCRITOR

Para Quevedo, la finalidad de la Ingeniería es procu-rar por sus estudios, inventos, proyectos, obras y ac-tividades en general; el bienestar y el mayor número de satisfacciones y progreso material del individuo y de las colectividades. A pesar de los grandes logros y avances conseguidos en el desarrollo del país por la labor de los ingenieros, consideraba que estas activi-dades se realizaban dejando fuera el correcto aprove-chamiento de los recursos naturales, particularmente los recursos forestales. Por ellos siempre se preocupó por divulgar sus conocimientos a través de importan-tes escritos que abundaron en el quehacer de los in-genieros de su época.

Algunos de sus textos más importantes fueron:6

• Memorias sobre el desagüe del Valle de México (1889).

• Espacios libres y reservas forestales de las ciu-dades (1911).

• El problema de la deforestación en México. So-lución práctica del mismo (1924).

• La riqueza forestal de México y su conservación (1925).

• La función social del ingeniero en el aprovecha-miento de los recursos naturales (1926).

• La preponderante influencia de la vegetación fo-restal en el equilibrio de las condiciones biológi-cas del medio adecuado para la vida humana (1926).

• La importancia y el porvenir de la carrera de in-geniero forestal (1929).

• El subsuelo de la Ciudad de México y los proce-dimientos del a cimentación de los edificios (1941).

Muy destacado el escrito de espacios libres, que es verdaderamente un manual de urbanismo para la creación de una ciudad no solo moderna, sino bella e higiénica; donde propuso que los espacios libres tie-nen que estar arbolados para que el aire de la ciudad se mantenga limpio. Esboza el concepto de sostenibi-

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lidad, es «imperiosa la necesidad de planear para conservar bosques, aire y agua, en ese momento y para las generaciones posteriores. Conservar las re-servas forestales y los árboles garantizaba la seguri-dad y la salubridad de las ciudades del futuro» (Arias Montes, 2012, 41).

Su propuesta para la creación de la carrera de in-geniero en el aprovechamiento de los recursos natu-rales, es sólo la continuación de lo que ya había reali-zado antes en su Escuela Forestal de México,7 donde se preocupó por traer botánicos extranjeros y a los estudiantes se les daban prácticas en los Viveros y otros Parques Nacionales. Para de Quevedo, «la fina-lidad de la Ingeniería es procurar y lograr el bienestar del individuo y la colectividad, tiene que proceder en su actuación de manera a evitar la ruina de determi-nados elementos indispensables para dicho bienes-tar», hay que detener «el despilfarro o dilapidación de los valiosos recursos forestales que han sido arrui-nados por acción directa de las mismas empresas o labores de la Ingeniería» (Arias Montes, 2012, 120).

Creó el Museo de la Flora y de la Fauna naciona-les, en los edificios del Pabellón Nacional y La Ad-ministración. También impulsó la creación de cam-pos deportivos a las poblaciones rurales para proporcionar sano divertimento (De Quevedo, 1943, 69,76).

Es así que Miguel Ángel de Quevedo también tuvo injerencia directa en la formación de profesio-nales de Ingeniería que tendrían un cuidado más res-petuoso de los recursos naturales, educando a los fu-turos constructores del país.

EL ACTOR POLÍTICO

Uno de los aspectos más importantes de la vida y la-bor de Miguel Ángel de Quevedo fue que pudo llevar cabo sus ideas en forma plena y profesional, sin em-bargo, su trascendencia se debe a que pudo involu-crar sus ideas de higiene y conservación forestal en acciones desde el gobierno local y luego también en el federal para el mejoramiento de la construcción de las ciudades del país.

Su carrera política se inició en 1893, cuando for-mó parte del Consejo Superior de Salubridad de la Ciudad de México, donde tuvo injerencia en el Códi-go Sanitario, en la creación del Consejo y Autoridad Sanitaria Autónoma que dio pie al Departamento Au-

tónomo de Salubridad (De Quevedo, 1943, 25–27).Más adelante, como regidor de Obras Públicas en

1901, exigió a las «modernas colonias del sur», Americana, Roma y Condesa, formar amplias aveni-das en diagonal y banquetas de anchura no menor de 5 metros, donde se podrían plantar árboles, también creó la Avenida de los Insurgentes que luego dotó con bellas arboledas. Una medida por demás llamati-va fue que obligó a la Compañía del Alumbrado Eléctrico y a las compañías de telefonía a establecer sus líneas de transmisión en ductos cerrados, bajo las banquetas o calzadas (De Quevedo, 1943, 36); sien-do esta una medida un precedente para la imagen ur-bana de la ciudad.

Como parte de su rescate de las plazas de la ciu-dad, desalojó 34 plazuelas de circo, zarzuela y mate-riales de las obras públicas, en estos espacios urba-nos antes desperdiciados puso prados con algunos árboles y bancas, tomando en cuenta lo que había co-nocido en Londres y París.

Desde Diciembre 1901, en el marco del Primer Congreso de Meteorología y Climatología en la ciu-dad de México, presentó el informe «La conveniencia de que se lleven a cabo los estudios y exploraciones de las diversas cuencas hidrográficas del Territorio Nacional y se provea a la conservación forestal de las mismas, dictando las leyes necesarias a esos fines», que fue ampliamente rebatido y por supuesto abando-nado. En 1901, apoyó la creación de la Junta Central de Bosques, bajo la jurisdicción de la Secretaría de Agricultura y Fomento, se crearon juntas filiales en cada capital estatal para emprender en toda la Repú-blica la campaña de protección Forestal. Las juntas locales con más éxito fueron las de Jalisco, Puebla, Tepic y Veracruz. Por la devastación producida por el establecimiento de plantas hidroeléctricas, gestionó la expedición de una Ley Forestal, que al final no consi-gue expedir, pero logró tener injerencia a través de las juntas locales (De Quevedo, 1943, 38–39).

Con el gobierno de Francisco I. Madero,8 en plena Revolución, prosigue con la campaña forestal, refo-resta los lomeríos de Santa Fe y Cuajimalpa, la zona norte del lago de Texcoco, los bosques de pradera de San Juan de Aragón, implementa las arboledas del Canal del Desagüe, crea el Vivero de Santa Clara y el bosque de Nezahualcóyotl en San Cristóbal. Como medida para recuperar para el cultivo los terrenos de-secados del lago de Texcoco, propone sembrar pastos salinos (De Quevedo, 1943, 42). En 1908 (De Que-

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vedo, 1943, 41) logró el saneamiento de Veracruz como miembro del Consejo Superior de Salubridad y Jefe de la Sección de Ingeniería Sanitaria. Esto se consiguió a través de la desecación de la Laguna de los Cocos, que convirtió en vivero y con la produc-ción de pino de Australia, también fijó los médanos del contorno de la ciudad, utilizando también hierbas rastreras y carrizo, aplicando una vez más sus am-plios conocimientos y práctica en la disciplina de la botánica.

En el constituyente de 1917, durante el gobierno de Venustiano Carranza,9 sugirió incluir preceptos relativos a la conservación de los recursos naturales biológicos de la flora y la fauna, basado en resolu-ciones aprobadas por la Convención de Conserva-ción de los Recursos Naturales de Norteamérica, celebrada en Washington en febrero de 1909. 10 En 1922 fundó la Sociedad Forestal Mexicana (Casta-ñeda Rincón, 2006).

El presidente Lázaro Cárdenas11 lo invitó a presidir el Departamento Autónomo Forestal y de Caza y Pes-ca, donde llegó a su apogeo de su labor en el ramo fo-restal. Inició su actuación con la expedición de decre-tos presidenciales para la creación de los Parques Nacionales de las principales montañas. A partir de 1935, auspició la creación de 39 parques nacionales que cubren una extensión de aproximadamente 650,000 hectáreas de bosques de pino y encino distri-buidos en 17 de los estados más densamente poblados del centro del país (Castañeda Rincón, 2006). Se con-centró en las montañas porque requieren por su gran declive estar cubiertas de bosques para evitar su ero-sión y para mantener los manantiales los cursos de agua y las lagunas que constituyen el sistema hidro-gráfico del territorio (De Quevedo, 1943, 64–65). La selección de áreas para la creación de parques nacio-nales, como figura de conservación dominante en ese tiempo, se hizo a partir de tres criterios principales; te-ner un gran atractivo paisajístico, constituir un poten-cial recreativo y poseer importancia ambiental para las ciudades próximas. Las áreas selváticas, semidesérti-cas y desérticas del país no fueron objeto de tal apre-ciación (Castañeda Rincón, 2006).

Un aspecto interesante de la vida de Miguel ángel de Quevedo, fue que se ocupó de la conservación del patrimonio cultural del país, a él se debieron gestio-nes que permitieron la conservación del palacio mu-nicipal de Veracruz y del baluarte de Santiago, que el gobierno de Venustiano Carranza pensaba destruir.

Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, siguió con los esfuerzos de conservación consigue la declara-ción del Parque Nacional «El Histórico Coyoacán» en 1938, donde consiguió la protección tanto de la naturaleza como del patrimonio construido del lu-gar,12 estableciendo un interesante predecesor para el ahora llamado patrimonio mixto. En este mismo ru-bro estableció el Museo Cortesiano en la casa de la Malinche, en la misma población (De Quevedo, 1943, 81).

SU LEGADO

Miguel Ángel de Quevedo falleció en 1946 (Arias Montes, 2012, 10), este ingeniero civil, también fue pionero en estudios científicos y propuestas de sanea-miento y embellecimiento urbano en la ciudad de Mé-xico, fue un conservacionista del medio ambiente, par-ticipante activo de la vida política del país y de la vida académica de su gremio; también fue constructor de edificios de distinta índole de gran valor arquitectóni-co para el patrimonio cultural de la nación. Su labor y formación nos confronta con la actual formación de los profesionistas de la construcción, cada vez más es-pecializados y cada vez menos involucrados en temas aparentemente ajenos a esta labor. Dejó un ejemplo como vanguardista en diversas índoles, siempre bus-cando garantizar la conservación y la creación de una

Figura 14Lázaro Cárdenas y Miguel Ángel de Quevedo (De Queve-do, 1943, 88)

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mejor ciudad; y sobre todo como un ciudadano ejem-plar involucrado en el mejoramiento de su labor como constructor de edificios, mejores ciudades, un mejor medio ambiente y un mejor futuro.

NOTAS

Proyecto de Investigación: UNA M DGAPA PAPIIT IN 404616 «Ingenieros de formación, arquitectos de vocación. Su aportación a la arquitectura en México (2a parte)».

1. La Revolución Mexicana fue un proceso social, arma-do, que duró diez años, entre 1910 y 1920. Varios estu-dios señalan que hubo brotes importantes desde 1890 y que hubo rebeliones después de 1920, se considera que la última guerra de este movimiento fue en 1927. (Tru-jillo Bautista, 2009, 101).

2. Fue un empresario de origen francés que fue adminis-trador de la cigarrera “El Buen Tono”, tuvo una gran amistad y relación laboral con de Quevedo, juntos em-prendieron diversos proyectos de construcción (Rome-ro Ibarra, y otros, 2006, 83–106).

3. El contratista franco-belga François Hennebique (1842–1921) hacia 1890 puso a punto un sistema de construcción con hormigón armado y fundó una empre-sa para explotarlo comercialmente. En 1886 había re-gistrado en Bélgica su primera patente por un “Sistema de forjados tubulares de hormigón reforzado con ele-mentos de hierro”, a la que siguieron diversas mejoras y nuevas aplicaciones en los años siguientes - colum-nas, pilares, cimentaciones, pilotes … - hasta poner a punto un sistema integral de edificación con el nuevo material que en seguida encontró muy buena acepta-ción (Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo, 2010) y que Miguel Ángel de Quevedo aplicó en México.

4. Este conjunto habitacional de departamentos, que aún existe y es también Monumento Histórico considerado patrimonio del siglo XX. Fue construido con una es-tructura prefabricada y armada en el lugar, técnica in-novadora de su tiempo. Los apartamentos cuentan con uno o dos patios interiores, e incluso sótanos. Cuentan con espacios para sala, comedor, salón para televisión o juegos. (Páramo, 2012).

5. En esta exposición México tuvo gran participación a través del gobierno de Porfirio Díaz (de Mier, 1901).

6. Todos estos escritos se encuentran recopilados en (Arias Montes, 2012 págs. 45–152).

7. Como parte de un plan ambicioso de establecer la silvi-cultura científica en México, usó sus contactos en Eu-ropa para reclutar a cinco ingenieros forestales france-ses que aceptaron organizar el primer servicio forestal

y Escuela Forestal de México, ambos operados en y al-rededor de la ciudad de México entre 1910–1914. (Re-volución y Paternalismo Ecológico: Miguel Ángel de Quevedo y la política forestal en México, 1926–1940, 2007, 100)

8. Su gobierno tuvo como duración de 1911 a 1913, en un ambiente político y social cargado de violencia. (Presi-dencia de la República, 2013).

9. Gobernó de 1914 a 1920, cuando se terminaron las guerras de la Revolución Mexicana y se promulgó la Constitución Política que aún rige al país. (Presidencia de la República, 2013).

10. El principio de la conservación de los recursos natura-les en general, fue incorporado en 1917 a la Constitu-ción Política, en relación con el profundo cambio que ella estableció respecto del sistema de propiedad, y más específicamente con la idea de función social de la pro-piedad privada que consagró, en sustitución de la hasta entonces vigente idea de la propiedad privada, como un derecho tradicional. (Vargas Hernández).

11. Gobernó México de 1934 a 1940, impulsó la expropia-ción petrolera. (Montes de Oca Navas, 1999, 5).

12. La declaratoria considera que la población de Co-yoacán tiene una interesante historia nacional por haber sido la primera población del interior donde estuvieron establecidos los Poderes del Gobierno Nacional, fue también asiento de la población indígena; también esta-blece que es de interés nacional la conservación del lu-gar porque encierra tradiciones históricas, a través de sus viejos edificios, destacando su buen clima y belleza natural; y también por ser cuna de la obra de reforesta-ción. (Cárdenas, 1938).

LISTA DE REFERENCIAS

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