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TheProjectGutenbergEBookofHistoriadeGilBlasdeSantillana:Novela

(Vol3de3),byAlain-RenéLesage

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Title:HistoriadeGilBlasdeSantillana:Novela(Vol3de3)

Novela

Author:Alain-RenéLesage

Translator:P.Isla

ReleaseDate:October23,2017[EBook#55796]

Language:Spanish

***STARTOFTHISPROJECTGUTENBERGEBOOKHISTORIADEGILBLAS***

ProducedbyJosepColsCanals,CarlosColónandtheOnline

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LeSage

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HISTORIADEGILBLASDE

SANTILLANATOMOIIIyÚLTIMO

MCMXXII

PapelexpresamentefabricadoporLAPAPELERAESPAÑOLA.

LESAGE

Historiade

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GilBlasdeSantillana

NOVELA

TOMOIIIyÚLTIMO

TraduccióndelP.Isla

MADRID,1922

Talleres"Calpe",Larra,6y8.—MADRID

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GILBLASDESANTILLANA

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LIBROOCTAVO

CAPITULOPRIMERO

GilBlasadquiereunbuenconocimientoylograunbuenempleo,queleconsueladelaingratituddelcondeGaliano.Historiadedon

ValeriodeLuna.

Comoentodoeste tiemponohabíaoídohablardeNúñez,discurríhabía idoadivertirse a algún lugar. Luego que pude andar fuí a su casa, y supe que, enefecto,hacíatressemanasestabaenAndalucíaconelduquedeMedinasidonia.

AldespertarmeunamañanameocurrióalamemoriaMelchordelaRondaymeacordéquelehabíaofrecidoenGranadairaverasusobrinosialgúndíavolvíaaMadrid,yqueriendocumplirmipromesaaquelmismodía,meinformédelacasadedonBaltasardeZúñigaypaséaella.PreguntéporelseñorJoséNavarro,quenotardóenpresentarse.Habiéndolesaludadoydícholequiénera,merecibióatentamente, pero con frialdad, de suerte que no podía conciliar aquelrecibimiento indiferente con el retrato quemehabíanhechode este repostero.Iba a retirarme, con ánimo de no volver a hacerle otra visita, cuando,mostrándomede repente un semblante apacible y risueño,me dijo conmuchaexpresión: «¡Ah, señorGil Blas de Santillana! Suplico a ustedme perdone elrecibimiento que le he hecho.Mimemoria tiene la culpa de que yo no hayamanifestadoelbuenafectoconqueestoydispuestoafavordeusted;semehabíaolvidadosunombre,yyanopensabaenelcaballeroquemerecomendabanenunacartaquerecibídeGranadahacemásdecuatromeses.¡Permitidmequeosabrace!—añadió, estrechándome lleno de gozo—. Mi tío Melchor, a quienestimoyvenerocomoamipropiopadre,meencargaencarecidamenteque, siporacaso tengo lahonradever austed, le trate comosi fuerausted suhijoy

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emplee en caso necesario mi valimiento y el de mis amigos en obsequio deusted.Mehaceunelogiodelbuencorazónytalentodeustedentalestérminosque, aun cuando no me moviera a ello su recomendación, me empeñaría enservirle.Míremeusted,pues,lesuplico,comoaunhombreaquienmitíoporsucarta ha comunicado toda la inclinación que le profesa. Franqueo a usted miamistad;nomenieguelasuya.»

Respondí con el agradecimiento debido a la cortesía de José, y en el mismoinstantecontrajimosunaestrechaamistad,siendoambosfrancosysinceros.Nodudédescubrirleeltristeestadodemisasuntos,yapenaslooyócuandomedijo:«Meencargodel cuidadode acomodar austed, y entre tantonodejeusteddeveniracomerconmigotodoslosdías,quetendrámejorcomidaqueenlaposadadondeestá.»

Laofertahalagabademasiadoaunconvalecienteescasodedineroyenseñadoalosbuenosbocadosparaqueyoladesechase;aceptéla,pues,ymerepusetantoen aquella casa, que a los quince días tenía ya una cara de monje bernardo.Parecióme que el sobrino de Melchor hacía en aquella casa su agosto. Pero¿cómonoloharía,teniendoaunmismotiempotresempleos,pueserajefedelarepostería, de la cueva y de la despensa? Además, y sin perjuicio de nuestraamistad,yocreoqueélyelmayordomoestabanmuybienavenidos.

Yaestabayoperfectamenterestablecido,cuandoviéndomeundíamiamigoJoséllegaracasadeZúñigaparacomer,segúnmicostumbre,mesalióarecibirymedijoconalegría:«SeñorGilBlas,tengoqueproponerosunacomodomuybueno;sepaustedqueelduquedeLerma,primerministrodelacoronadeEspaña,paraentregarseenteramentealdespachodelosnegociosdelEstadoconfíaelcuidadodelossuyosadospersonas;pararecaudarsusrentashaescogidoadonDiegodeMonteseryhaencargadolacuentadelgastodesucasaadonRodrigoCalderón.Estos dos confidentes ejercen sus empleos con una autoridad absoluta y sindepender uno de otro. Don Diego tiene regularmente a sus órdenes dosadministradores,quehacen lascobranzas,ycomosupeestamañanaquehabíadespedidoaunodeellos,fuíapedirsuplazaparausted.ElseñordeMonteser,que me conoce, y de quien me precio ser estimado, me la ha concedido sindificultadporlosbuenosinformesquelehedadodelascostumbresycapacidaddeusted,yhoy,despuésdecomer,iremosasucasa.»

Así lo hicimos; fuí recibido con mucho agrado y colocado en el empleo deladministrador que había sido despedido, el cual consistía en visitar nuestrasgranjas, repararlas,cobrarsusarrendamientos;enunapalabra,mi incumbencia

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era cuidar de los bienes del campo. Todos losmeses dabamis cuentas a donDiego, quien, a pesar de todo el bien que le había dichomi amigo demí, lasexaminabaconmuchaatención;peroestoera loqueyoquería,porqueaunquemirectitudhabíasidotanmalpagadaencasademiúltimoamo,estabaresueltoaconservarlasiempre.

Supimosundíaque sehabíapegado fuegoa laquintadeLermay reducidoacenizas más de la mitad, y con esta noticia inmediatamente pasé a ella areconocer el daño.Habiéndome informado puntualmente de las circunstanciasdel incendio, formé una extensa relación de ellas, queMonteser manifestó alduquedeLerma.Elministro,apesardelsentimientoqueteníadesabertanmalanueva,admirólarelaciónynopudomenosdepreguntarquiénerasuautor.DonDiego no se contentó con decírselo, sino que le habló tan a favor mío quepasadosseismesesseacordósuexcelenciadeestoconmotivodeunahistoriaquevoyacontarysinlacualpuedeserquejamáshubierayologradoempleoenlacorte.Estahistoriaeslasiguiente:

EnlacalledelasInfantasvivíaentoncesunaseñoraanciana,llamadaInesilladeCantarilla,cuyonacimientonosesabíaapuntofijo;unosdecíanerahijadeunguitarrero y otros de un comendador de la Orden de Santiago. Fuese lo quefuese,ellaeraunapersonaadmirable,pueslaNaturalezalehabíaconcedidoelsingular privilegiodehechizar a los hombresdurante el cursode suvida, quesubsistía aún después de quince lustros cumplidos.Había sido el ídolo de losseñoresdelacorteantiguayseveíaadoradadelosdelanueva.Eltiempo,quenorespetalahermosura,trabajabaenvanoendisminuirlasuya;lamarchitaba,sí,peronolequitabaelpoderdeagradar.Unsemblantenoble,unentendimientoembelesadorymuchasgraciasnaturales lehacíanexcitarpasioneshasta en suvejez.

DonValeriodeLuna,caballerodeveinticincoañosyunodelossecretariosdelduque de Lerma, visitaba a Inesilla y quedó enamorado de ella. Declaróle supasiónysiguiólafiebrecontodoelardorqueelamorylajuventudsoncapacesde inspirar.La señora,que tenía susmotivosparanoquerercondescenderconsus deseos, no sabía qué hacerse para contenerlos. No obstante, creyó un díahaberencontradoarbitrioparaello,haciendopasaraljovenasugabinete,donde,enseñándoleun reloj que estaba sobreunamesa, ledijo: «Ved lahoraque es;hoyhacesetentaycincoañosquenacíalamisma.¡Afequemecaeríanbienlosamores en esta edad! ¡Volved, hijo mío, en vos mismo y ahogad unossentimientosquenoconvienenniavosniamí!»Aestareconvenciónjuiciosa,elcaballero,aquiennohacíafuerzalarazón,respondióalaseñoracontodala

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impetuosidaddeunhombreposeídodelosmovimientosqueleagitaban:«CruelInés, ¿por qué recurrís a esos frívolos artificios? ¿Pensáis que pueden hacerosotraamisojos?Noos lisonjeéis conunaesperanza tanengañosa;ya seáis talcualosveo,oyamivistapadezcaalgunailusión,yonohedecesardeamaros.»«Puesbien—replicóella—,unavezquecontantaporfíaqueréiscontinuarconvuestra pretensión, hallaréis de aquí en adelante cerrada mi puerta, y así, osprohiboyosmandoquejamásospresentéisamivista.»

Acasosecreeráqueenvirtuddeesto,turbadoyconfusodonValeriodeloqueacababadeoír,seretirócortésmente;perosucediótodolocontrario,puessehizomásimportuno.Elamorhaceenlosenamoradoselmismoefectoqueelvinoenlos borrachos. El caballero suplicó, suspiró, y pasando repentinamente de losruegosalaviolencia, intentólograrporfuerzaloquenopodíaobtenerdeotromodo; pero la señora, rechazándole con valor, le dijo irritada: «¡Detente,temerario!Voyarefrenartulocoamor:sabequeereshijomío.»

AtónitodonValeriodeoírsemejantespalabras,suspendiósuatrevimiento;perodiscurriendoqueInesilladecíaaquelloparalibrarsedesusolicitud,lerespondió:«¡Vosinventáisesafábulaparahuirdemisdeseos!»«¡No,no!—interrumpióella—. Te revelo un secreto que siempre te hubiera ocultado si no me hubierasreducidoa lanecesidaddedeclarártelo.Veintiséis añoshacequeamabaadonPedrodeLuna, tupadre,queeraentoncesgobernadordeSegovia; tú fuiste elfrutodenuestrosamores.Tereconoció,tehizocriarconcuidado,yademásdequenoteníaotrohijo,tusbuenasprendasleestimularonadejartecaudal.Yopormipartenotehedesamparado;luegoqueteviyametidoeneltratodelmundo,heprocuradoatraerteamicasaparainspirarteaquellosmodalescortesesquesontannecesariosenunapersonafinayquesólolasmujerespuedenenseñaraloscaballerosmozos.Y aunhe hechomás: he empleado todomi valimiento paracolocarteencasadelprimerministro;enfin,meheinteresadoporticomodebíahacerloporunhijo.Sabidoesto,miraloquedeterminas;sipuedespurificartussentimientosymirarmesólocomoaunamadre,noteecharédemipresenciayteamaré tan tiernamentecomohastaaquí;pero sinoerescapazdehaceresteesfuerzo,quelarazónylanaturalezaexigendeti,huyealmomentoylíbramedelhorrordeverte.»

MientrasInesillahablabadeestasuerte,guardabadonValeriountristesilencio.Nadiehubieradichosinoquellamabaensuauxilioalavirtudparavencerseasímismo; pero esto era en lo que menos pensaba. Meditaba otro designio ypreparaba a su madre un espectáculo muy diverso, porque viendo que erainsuperableelobstáculoqueseoponíaasufelicidad,serindiócobardementeala

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desesperación, y sacando la espada se atravesó con ella.Se castigó comootroEdipo,conladiferenciadequealtebanolecegóeldolordehaberconsumadoelcrimen, y el castellano, al contrario, se atravesó de sentimiento de no haberlepodidocometer.

EldesgraciadodonValerionomurióal instante; tuvo tiempodearrepentirseypediralCieloperdóndehabersequitadolavidaasímismo.Comoporsumuertequedó vacante el empleo de secretario en casa del duque de Lerma, esteministro,quenohabíaechadoenolvidolarelaciónqueescribídelincendionielelogioquedemíselehabíahecho,meeligióparasubstituiraestejoven.

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CAPITULOII

PresentanaGilBlasalduquedeLerma,quienleadmiteporunodesussecretarios.Esteministroleseñalaeltrabajoquehade

haceryquedagustosodeél.

Monteser me participó esta agradable noticia, diciéndome: «Amigo Gil Blas,siento os separéis demí; pero comoos estimo, nopuedomenosde alegrarmeseáis sucesor de donValerio.Haréis fortuna si seguís dos consejos que voy adaros:elprimeroesqueosmostréistanadictoasuexcelenciaquenodudequele profesáis elmayor afecto, y el segundo, que hagáis la corte a donRodrigoCalderón,porqueestehombremanejaelánimodesuamocomounablandacera.Si tenéis ladichadeagradar a este secretario favorito,meatrevoaasegurarosconcertidumbrequesubiréismuchoenpocotiempo.»

DilasgraciasadonDiegoporsussaludablesconsejosyledije:«HágameustedelfavordeexplicarmeelcarácterdedonRodrigo,porqueheoídodecirqueesunsujetonadabueno;peroaunquealgunavezelpuebloaciertaensusjuicios,nomefíodelaspinturasquesuelehacerdelaspersonasqueestánenelcandelero.Sírvase usted, pues, decirme lo que piensa del señor Calderón.» «Asunto esdelicado—me respondió el apoderado con una sonrisamaligna—.A cualquierotro le diría sin detenerme que es un hidalgo honrado, de quien no se podríadecirsinobien;peroconvosquieroserfranco,porque,ademásdequeconozcovuestraprudencia,meparecedebohablarosclaramentededonRodrigo,puesosheavisadoquedebéisguardarlemiramientos;deotromodo,noharíamasqueservirosamedias.Yasabéis,pues—prosiguió—,queeraunsimplecriadodesuexcelenciacuandotodavíanoeraéstemásquedonFranciscodeSandovalyqueporgradosha llegadoasersuprimersecretario.Nosehavistonuncahombremásvano.Jamáscorrespondea lascortesíasquese lehacen,anoprecisarleaellorazonesmuypoderosas.Enunapalabra,élseconsideracomouncompañerodelduquedeLerma,yen realidadpodríadecirsequeparticipade laautoridaddel primer ministro, pues que le hace conferir los gobiernos y los empleos aquienseleantoja.Elpúblico,frecuentemente,murmuradeello,masélnohacecaso;con talquesaque loque llamamosparaguantes, le importamuypoco lacensura pública. Por lo que acabo de decir conoceréis—añadió don Diego—

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cómodebéisportarosconunhombre tanaltanero.»«¡Oh!¡Bienestá! ¡Déjemeustedamí!¡Muymalhandeandarlascosasparaquenomeestime!Cuandoseconoce el flaco de un hombre a quien se intenta agradar es preciso ser pocodiestro para no conseguirlo.» «Siendo así—repuso Monteser—, voy apresentarosahoramismoalduquedeLerma.»

Al instantepasamosacasadelministro,aquienencontramosdandoaudienciaenunagransala,endondehabíamásgentequeenpalacio.AllívicomendadoresycaballerosdeSantiagoydeCalatrava,quesolicitabangobiernosyvirreinatos;obispos que, siendo sus diócesis contrarias a su salud, querían ser arzobisposnadamásquepormudardeaires;ytambiénmuybuenosreligiosos,dominicosyfranciscanos, que pedían con toda humildad mitras; vi también oficialesreformadoshaciendoelmismopapelqueelcapitánChinchilla,estoes,queseconsumíanesperandounapensión.Sielduquenosatisfacíalosdeseosdetodos,recibía a lo menos con agrado sus memoriales, y advertí que respondía muycortésmentealosquelehablaban.

Esperamos con paciencia que despachara a todos los pretendientes. Entoncesdon Diego le dijo: «Señor, aquí está Gil Blas de Santillana, a quien vuestraexcelenciahaelegidoparaocuparelempleodedonValerio.»Mirómeelduqueyme dijo con mucha afabilidad que lo tenía merecido por los servicios que lehabía hecho.Mehizo después entrar en su despacho para hablarme a solas, omás bien para formar juicio de mi talento por mi conversación. Quiso saberquiénerayoylahistoriademivida,diciéndomeselacontasefielmente.¡Quérelacióntanlargalaquesemepedía!MentiraunprimerministrodeEspañanoera regular, y, porotraparte, había tantospasajesquepodíanajarmivanidad,que no sabía cómo resolverme a hacer una confesión general. ¿Cómo salir deesteapuro?Adoptéelpartidodedisimularlaverdadenaquellospuntosenquemehubieraavergonzadodedecirladesnuda;peroapesardetodomiartificionodejó de percibirla. «Señor de Santillana—me dijo sonriéndose al fin de minarración—, a lo que veo, usted ha sido un si es no es travieso.» «Señor—lerespondí sonrojado—, vuestra excelencia me hamandado sea sincero y le heobedecido.»«Yoteloagradezco—replicó—.Veo,hijomío,quetehaslibradodelos peligros a poca costa; extraño que el mal ejemplo no te haya perdidoenteramente.¡Cuántoshombresdebiensepervertiríansilafortunalospusieraasemejantespruebas!AmigoSantillana—continuóelministro—,no teacuerdesmásde lopasado;piensasolamenteenqueahorasirvesal reyyque tehasdeemplearenadelanteensuservicio.Sígueme,quevoyadecirteenquétehasdeocupar.»Dicho esto, el duqueme llevó a un cuarto inmediato a su despacho,

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donde tenía sobre varios estantes unos veinte libros de registro en folio muygruesos. «Aquí—me dijo—has de trabajar. Todos estos registros que vescomponenundiccionario de todas las familias nobles quehay en los reinos yprincipadosdelaMonarquíaespañola.Cadalibrocontiene,porordenalfabético,unresumendelahistoriadetodosloshidalgosdelreino,enlaqueseespecificanlosserviciosqueellosysusantepasadoshanhechoalEstado,comotambiénloslancesdehonorqueleshanocurrido.Tambiénsehacemencióndesusbienes,desuscostumbres,y, enunapalabra,de todas susbuenasomalas cualidades;demodoquecuandopidenalgunasgracias alGobierno,veodeunaojeada si lasmerecen. A este fin tengo sujetos asalariados en todas partes, que procuranaveriguarloeinstruirmeenviándomesusinformes;perocomoéstossondifusosy están llenos de modismos provinciales, es necesario extractarlos y pulirlos,porqueelreyquierealgunasvecesqueleleanestosregistros.Estetrabajopideunestilo limpioyconciso,por locualdesdeeste instantequieroemplearte enél.»

En seguida sacó de una gran cartera llena de papeles un informe, que meentregó, y me dejó en mi cuarto para que con libertad hiciese yo el primerensayo.Leíelpapel,quenosolamentemepareció llenode términosbárbaros,sino también de encono, no obstante ser su autor un fraile de la ciudad deSolsona.Afectandosureverenciaelestilodeunhombredebien,denigrabasinpiedad a una familia catalana, y sabeDios si decía la verdad. Juzgué leer unlibelo infamatorio, y, por tanto, escrupulicé trabajar en él. Temía hacermecómplicedeunacalumnia.Noobstante,aunquerecién introducidoen lacorte,pasé por alto el mal o bien obrar del religioso, y dejando a su cargo toda lainiquidad,si lahabía,principiéadeshonrarenbellasfrasescastellanasadosotresgeneracionesqueacasoseríanmuyhonradas.Yahabíacompuestocuatroocincopáginas,cuando,deseosoelduquedesaberqué talmeportaba,volvióymedijo:«Santillana,enséñameloquehashecho,quequieroverlo.»Almismotiempopasólavistapormiescritoy leyóelprincipioconmuchaatención.Yomesorprendíalverloquelegustó.«Aunqueestabataninclinadoatufavor—medijo—,teconfiesoquehasexcedidoaloqueesperabadeti.Nosolamenteescribes con toda la propiedad y precisión que yo quiero, sino que ademásencuentrotuestilofluidoyfestivo.Bienmeacreditaselaciertoquehetenidoenescogertuplumaymeconsuelasdelapérdidadetupredecesor.»Elministronohubiera limitado a esto mi elogio si a este tiempo no hubiera venido ainterrumpirle su sobrino el conde de Lemos. Su excelencia le dió muchosabrazosylerecibiódeunmodoquemehizoentenderleamabatiernamente.Losdosseencerraronpara tratarensecretodeunnegociodefamiliadeque luego

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hablaréydelqueestabaelduqueentoncesmásocupadoquedelosdelrey.

Mientras estabanencerradosoídar lasdoce.Comosabíaque los secretariosycovachuelistasdejabanaestahoraelbufeteparairacomeradondequerían,dejéenaquelestadomiensayoysalípara ir,noacasadeMonteser,porqueyamehabíapagadomissalariosydespedido,sinoalamásfamosahosteríadelbarriodePalacio.Unadelasordinariasnoconveníaamipersona.¡Piensaqueahorasirves al rey! Estas palabras, que el duqueme había dicho, seme venían sincesaralamemoriayeranotrastantassemillasdeambiciónquefermentabanpormomentosenmiánimo.

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CAPITULOIII

SabeGilBlasquesuempleonodejadetenerdesazones.Delainquietudquelecausóestanuevaydelaconductaquesevió

obligadoaguardar.

Alentrartuvegrancuidadodehacersaberalhosteleroqueerayounsecretariodelprimerministro,y,comotal,nosabíaquémandarlequemetrajesedecomer.Temía pedir cosa que oliese a estrechez, y así, le dije me diese lo que lepareciera.Meregalómuybienymehizoservircomoapersonadedistinción,loquemellenómásquelacomida.Alpagartirésobrelamesaundoblónycedíaloscriadosloquedebíanvolverme,queseríaalomenoslacuartaparte,saliendodelahosteríacongravedadytiesura,enademándeunjovenmuypagadodesupersona.

Aveinte pasos había unagranposadade caballeros, en dondede ordinario sehospedabanseñoresextranjeros.Alquiléunaposentodecincooseispiezas,conbuenosmuebles, como si ya tuviese dos o tresmil ducados de renta, y paguéadelantado el primermes. Después de esto volví ami tarea y empleé toda lasiestaencontinuarlocomenzadoporlamañana.Enunapiezainmediataalamíaestabanotrosdossecretarios;peroéstosnohacíanmásqueponeren limpio loqueelmismoduque lesdabaacopiar.Desde lamismatarde,al retirarnos,mehice amigo de ellos, y para granjearmejor su amistad los llevé a casa demihostelero,endondeleshiceservirlosmejoresplatosqueofrecíalaestaciónylosvinosmásdelicadosyestimadosenEspaña.

Sentámonos a la mesa y empezamos a conversar con más alegría queentendimiento,porque,sinhaceragravioamisconvidados,conocídesdeluegoque no debían a sus talentos los empleos que ocupaban en su secretaría.Eranhábiles,alaverdad,enhacerhermosaletraredondaybastardilla,peronoteníanlamenortinturadelasqueseenseñanenlasUniversidades.

En recompensa, sabían con primor lo que les tenía cuenta, y me dieron aentender que no estaban tan embriagados con el honor de estar en casa delprimerministro,quenosequejasendesuestado.«Cincomeseshaqueservimos—decíauno—anuestracosta.Nonospaganelsueldo,ylopeoresqueestápor

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arreglarynosabemosbajoquépieestamos.»«Por loquehaceamí—decíaelotro—,quisierahaberrecibidoveintezurriagazosenlugardesueldo,contalqueme dejasen la libertad de tomar otro destino, porque después de las cosassecretas que he escrito nome atrevería a retirarme demi propiomotivo ni apedirlicenciaparaello.¡BienpuedeserquefueseaverlatorredeSegoviaoelcastillodeAlicante!»

«Pues ¿cómo hacen ustedes para mantenerse?—les dije—. Sin duda tendránhacienda.»Merespondieronquemuypoca,peroque,porfortuna,vivíanencasade una viuda honrada, que les fiaba y daba de comer a cada uno por ciendoblones al año. Toda esta conversación, de la cual no perdí palabra, bajó alpuntomishumosaltaneros.Mefiguréqueseguramentenose tendríaconmigomás atención que con los otros; que, por consiguiente, no debía estar tansatisfechodemiempleo,queeramenossólidodeloqueyohabíacreído,yque,enfin,debíaeconomizarmuchoelbolsillo.Estasreflexionesmesanarondelafuria de gastar. Principié a arrepentirme de haber convidado a aquellossecretariosyadesearseacabaselacomida,ycuandollegóelcasodepagarlacuentatuveunadisputaconelhostelerosobresuimporte.

Separámonosamedianoche,porqueno les instéaquebebieranmás.Ellos semarcharonacasadesuviudayyomeretiréamisoberbiahabitación,llenoderabiadehaberlaalquiladoyprometiendodeverasdejarlaalfindelmes.Apesarde queme acosté en una buena cama,mi desazónme quitó el sueño. Pasé lorestantede lanocheendiscurrir losmediosdenoservirdebaldeal rey,ymeatuvesobreesteparticularalosconsejosdeMonteser.Melevantéconánimodeir a cumplimentar a don Rodrigo Calderón, hallándome entonces en la mejordisposición para presentarme a un hombre tan altivo y de cuyo favor bienconocíayoquenecesitaba;y,conefecto,paséacasadeestesecretario.

SuviviendateníacomunicaciónconladelduquedeLermayeraigualaellaenmagnificencia. No hubiera sido fácil distinguir por los muebles al amo delcriado.DijeleentrasenrecadodequeestabaallíelsucesordedonValerio,peroesto no impidióme hiciesen esperarmás de una hora en la antesala. «¡Señornuevosecretario—medecíayoenestetiempo—,tengaustedpacienciasigusta!¡Austedleharánmorderelajoantesqueustedselohagamorderaotros!»

Al fin abrieron la puerta del cuarto. Entré y me acerqué a don Rodrigo, queacababa de escribir un billete amoroso a su sirena encantadora y se lo estabaentregandoenaquelmomentoaPerico.NomehabíapresentadoalarzobispodeGranada,alcondeGalianoniaunalprimerministrocontantorespetocomoante

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el señor Calderón. Le saludé bajando la cabeza hasta el suelo y le pedí suprotecciónentérminosdequenopuedoacordarmesinrubor;tanllenosestabande sumisión. En el ánimo de otro menos vano que él no me hubiera hechoningúnfavormibajeza;peroaélleagradaronmuchomisrastrerosrendimientosymerespondióconbastantecortesíaquenomalograríaningunaocasiónenquepudieraservirme.

Sobreesto ledigraciascongrandesdemostracionesdecelopor la inclinaciónfavorable que me manifestaba y le aseguré de mi eterno reconocimiento;después, temiendo incomodarle, salí, suplicándole me perdonase si habíainterrumpido sus importantes ocupaciones. Luego que di este paso tanindecorosomeretiréamidespachoyconcluílaobraquesemehabíaencargado.Elduquenodejódeentrarporlamañana,yquedandonomenoscomplacidodelfindemi trabajoquedelprincipio,medijo:«Estoestámuybueno.Escribe lomejor que puedas este compendio histórico en el registro de Cataluña y,concluído, toma de la bolsa otro informe, que pondrás en orden del mismomodo.» Tuve una conversación bastante larga con su excelencia, cuyo modoafabley familiarmeencantaba. ¡Quédiferencia entre élyCalderón!Erandospersonasquecontrastabansingularmente.

Aqueldíamefuíaunahosteríaendondesecomíaapreciofijo,yresolvíirallíde incógnito todos los días hasta ver el efecto que producían mi respeto ysumisión.Teníayodineroparatresmesesalomásymeprescribíestetérminoparatrabajaracostadequienhubieselugar,proponiéndome(siendolaslocurasmáscortaslasmejores)abandonar,pasadoestetérmino,lacorteysuoropelsinome señalaban sueldo.Dispuesto asími plan, nadamequedó por hacer en dosmesesparaagradaralseñorCalderón;perohizotanpococasodetodoloqueyopracticaba para conseguirlo, que perdí las esperanzas.Mudé de conducta conrespecto a él, cesé de hacerle la corte y sólo pensé en aprovecharme de losmomentosdeconversaciónconelduque.

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CAPITULOIV

GilBlasconsigueelfavordelduquedeLerma,queleconfíaunsecretodeimportancia.

Aunquesuexcelenciameveíatodoslosdíasporuninstante,sinembargopudegranjearleinsensiblementelavoluntadentalestérminosqueundía,despuésdecomer, me dijo: «Escucha, Gil Blas, sabe queme agrada tu ingenio y que teestimo.Eresunmozo celoso, fiel,muy inteligentey callado, y así,meparecequenoerrarésitehagodueñodemiconfianza.»Aestaspalabrasmearrojéasuspies,ydespuésdehaberlebesadorespetuosamentelamano,quemealargóparalevantarme,lerespondí:«¡Esposiblequesedignevuestraexcelenciahonrarmeconunfavortangrande!¡Cuántosenemigossecretosmevanasuscitarvuestrasbondades! Pero sólo temo el rencor de una persona, que es don RodrigoCalderón.»«Nadatienesquetemerdeél—respondióelduque—.Yoleconozco;desde su niñez me ha querido, y puedo decir que sus sentimientos son tanconformes con losmíos, que quiere todo lo queme gusta, así como aborrecetodo cuantomedesagrada.En lugar de temer que te tenga aversión, debes, alcontrario,contarconsuamistad.»PoraquíconocíloastutoqueeraelseñordonRodrigo, que había conquistado el ánimo de su excelencia, y que yo debíaprocurarestarmuybienconél.

«Paraprincipiar—prosiguió el duque—aponerte enposesióndemi confianza,voyadescubrirteundesignioquemedito,porqueconvieneteenteresdeélafinde que procures desempeñar los encargos que pienso darte en adelante. Hacemuchotiempoqueveomiautoridadgeneralmenterespetada,quemisórdenesseobedecen ciegamente y que dispongo a mi arbitrio de los cargos, empleos,gobiernos,virreinatos,beneficios,yaunmeatrevoadecirquereinoenEspaña.Mifortunanopuedellegaramás;peroquisierapreservarladelasborrascasqueempiezanaamenazarla,yaesteefectodesearíamesucedieseenelministerioelcondedeLemos,misobrino.»

Habiendoadvertidoelministroqueesteúltimopuntomehabíasorprendidoenextremo, me dijo: «Veo bien, Santillana, conozco bien lo que te admira. TeparecemuyextrañoqueprefieramisobrinoamipropiohijoelduquedeUceda;perohasdesaberqueésteesdecortísimosalcancesparaocuparmipuestoyque

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además soy su enemigo. No puedo llevar el que haya hallado el secreto deagradaralreyyqueéstequierahacerlesuprivado.Elfavordeunsoberanoseparece a la posesión de unamujer a quien se adora; es ésta una felicidad tanenvidiable,quenadiequierequeunrivaltengaparteenella,pormásqueleunanaélloslazosdelasangreydelaamistad.Enestotemanifiesto—continuó—loíntimo de mi corazón. Ya he intentado desconceptuar en el ánimo del rey alduquedeUceda,ynohabiendopodidoconseguirlo, he levantadootrabatería:quieroqueelcondedeLemos,porsuparte,segranjeelaestimacióndelpríncipedeEspaña.Siendogentilhombredecámaracondestinoasucuarto,tieneocasióndehablarleacadapaso,yademásdequetienetalento,yoséunmediodehacerlelograrestaempresa.Conestaestratagema,contraponiendomihijoamisobrino,suscitaréentreestosprimosunacompetenciaquelosobligaráaambosabuscarmiapoyo,yestanecesidadquetendrándemíharámeesténunoyotrosumisos.Veaquícuálesmiproyecto—añadió—,ytumediaciónnomeseráinútilenél.TeenviaréahablarsecretamentealcondedeLemos,ymecontarásdesuparteloquetengaqueparticiparme.»

Después de esta confianza, que yo miraba como dinero contante, cesó miinquietud.«¡Enfin—decíayo—,hemeaquícolocadoenunasituaciónquemeprometemontesdeoro!Porqueesimposiblequeelconfidentedeunhombrequegobierna laMonarquíaespañolanosehallebienprestocolmadode riquezas.»Poseídodetandulceesperanza,veíaconindiferenciaapurarsemipobrebolsillo.

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CAPITULOV

EnelqueseveráaGilBlasllenodegozo,dehonraydemiseria.

Bienpresto seechódeverel favorqueyomerecíaalministro,yélmismo lodaba a entender públicamente entregándome la bolsa de los papeles queacostumbraba antes llevar su excelencia mismo cuando iba a despachar. Estanovedad, que dió motivo para que me tuviesen en el concepto de un valido,excitólaenvidiademuchosymeatrajobastantescumplimientosdecorte.Losdos oficiales, mis inmediatos, no fueron los últimos a felicitarme sobre mipróximaelevaciónymeconvidaron a cenar en casade suviuda, no tantoporcorrespondencia cuanto con la mira de tenerme obligado a su favor para enadelante.Me veía obsequiado por todas partes, y hasta el orgulloso Calderónmudó demodales conmigo.Yame llamaba señordeSantillana, cuando hastaentonces me había tratado siempre de vos, sin haber empleado jamás eltratamiento de usted. Se me mostraba muy propicio, especialmente cuandopensabaquenuestrofavorecedorpodíanotarlo,peroaseguroquenotratabaconningúntonto.Yocorrespondíaasusatencionescontantamásurbanidadcuantomásleaborrecía.Nosehubieraportadomejoruncortesanoconsumado.

Tambiénacompañabaalduquemiseñorcuandoibaapalacio,queporloregulareratresvecesaldía;porlamañanaentrabaenelcuartodesumajestadcuandoya estaba despierto, se ponía de rodillas junto a la cabecera de su cama,hablábalede loquehabíasumajestaddehacereneldíay ledictabalascosasque había de decir, con lo que se retiraba.Después de comer volvía, no parahablarle de negocios, sino de cosas alegres; le divertía contándole todos loslancesgraciososqueocurríanenMadrid,loscualeserasiempreelprimeroquelossabía,porqueteníapersonaspagadasaesteefecto;y,enfin,ibaporlanochelaterceravezaveralrey,ledabacuentacomoleparecíadeloquehabíahechoen el día y le pedía por ceremonia sus órdenespara el día siguiente.Mientrasestaba con su majestad, yo me quedaba en la antecámara, en donde habíapersonas distinguidas dedicadas a solicitar la protección de la Corte, queanhelaban mi conversación y se vanagloriaban de que yo me dignaraconcedérsela. En vista de esto, ¿cómo podría yo no creerme hombre deimportancia?Muchoshayenlacortequeconmenosfundamentosetienenpor

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tales.

Un día tuvemayormotivo para envanecerme. El rey, a quien el duque habíahabladocongrandeelogiodemiestilo,tuvolacuriosidaddeverunamuestradeél.SuexcelenciamehizotomarelregistrodeCataluña,llevómeapresenciadelmonarca y me mandó leyese el primer extracto que había formado. Si lapresencia del soberano me turbó al pronto, la del ministro me animóinmediatamente,yleímiobra,quesumajestadoyóconagradoytuvolabondadde asegurar que estaba satisfecho de mí y aun la de encargar a su ministrocuidasedemisascensos,todolocualennadadisminuyóelorgullodequeyoyaestabaposeído,ylaconversaciónquetuvepocosdíasdespuésconelcondedeLemosacabódellenarmelacabezadeideasambiciosas.

Fuí un día a buscar a este señor de parte de su tío al cuarto del príncipe y lepresentéuna carta credencial, en laque el duque le asegurabapodíahablarmecon confianza, como que estaba enterado del asunto que tenía entremanos yescogidoparamensajerodeambos.Elconde,asíqueleyólaesquelamecondujoauncuarto,dondenosencerramossolos,yallíaquelcaballerojovenmehablóen estos términos: «Supuesto que usted ha logrado la confianza del duque deLerma,nodudoquelamereceránitengodificultadenhacerausteddepositariode lamía.Sabráusted,pues,que lascosasvanapedirdeboca;elpríncipedeEspañamedistingueentretodoslosseñoresdesuservidumbrequeestudianelmododeagradarle.Estamañanahetenidounaconferenciaconsualteza,enlaqueme ha parecido estar disgustado de verse, por lamezquindad del rey, sinfacultadespara seguir los impulsosde sugeneroso corazóny aundehacer ungasto correspondiente a un príncipe.Yo le hemanifestado cuánto lo sentía, yaprovechándomedelaocasión,heofrecidollevarlemañana,cuandoselevante,mil doblones, esperandomayores sumas, las que he asegurado le suministrarésin tardanza. Mi oferta le ha complacido mucho y estoy cierto de captar subenevolencia si le cumplo la palabra. Id—añadió—, noticiad a mi tío estospormenoresyvolvedestatardeadecirmesusentiracercadeello.»

Luegoque concluyó,medespedí de él y pasé a dar parte al duquedeLerma,quien,oídomi recado,envióapediraCalderónmildoblones,dequemehicecargo aquella tarde y fuí a llevárselos al conde, diciendo entre mí: «¡Bueno,bueno! ¡Ahora veo claramente cuál es el medio infalible de que se vale elministro para salir con su intento! ¡Pardiez que tiene razón, y según todas lasseñales,estasprodigalidadesno learruinarán!Fácilmenteadivinodequécofresacaestoshermososdoblones;perobienconsiderado,¿noesrazónqueelpadreseaquienmantengaalhijo?»AlsepararmedelcondedeLemosmedijoenvoz

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baja: «¡Adiós, nuestro amado confidente! El príncipe de España es un pocoinclinadoalasdamasyseránecesarioquetúyyotratemosdeestepuntoenlaprimeraocasión,porquepreveoquemuyprestonecesitarédetuministerio.»Meretiréreflexionandoenestaspalabras,quea laverdadnoeranambiguasyqueme llenaban de satisfacción. «¿Cómodiablos es esto?—decía yo—. ¿Si estarépróximoaserelMercuriodelherederodelaMonarquía?»Yonoexaminabasiesto era bueno o malo, porque la claridad del galán ofuscaba mi conciencia.¡Quégloriaparamíseragentedelosplaceresdeungranpríncipe!«¡Oh!¡Pocoapoco,señorGilBlas!—semedirá—.Nosetratabaencuantoavosmásquedehacerosunagentesubalterno.»Convengoenello;peroensubstancia,estosdosempleos son de tanto honor uno como otro. Solamente se diferencian en elprovecho.

Cumpliendobienconestasnoblescomisiones,adelantandomásdedíaendíaenlagraciadelprimerministroycontanlisonjerasesperanzas,¡quéfeliznohabríayosidosilaambiciónmehubierapreservadodelhambre!Yahacíamásdedosmesesquehabíadejadomiaposentomagníficoyocupabauncuartopequeñoenuna de las posadas de caballeros más económicas. Aunque esto me causabasentimiento, lo llevaba con paciencia, porque salía demadrugada y no volvíahastalanochealahoradeacostarme.Todoeldíaestabaenmiteatro,esdecir,encasadelduque,endondehacíaelpapeldeseñor;perocuandomeretirabaamicuartitodesaparecíaelseñorysóloquedabaelpobreGilBlassindineroy,lopeor de todo, sin tener de qué hacerle. Además de que yo era demasiadoorgullosoparadescubriraalgunomisnecesidades,anadieconocíaquepudiesesocorrerme sino a Navarro, a quien nome atrevía a recurrir por haber hechopococasodeéldesdequemehabíaintroducidoenlaCorte.Meviprecisadoavender mis vestidos uno a uno, sin quedarme mas que con aquellos queprecisamentenecesitaba,yyanoibaalahosteríapornotenerconquépagarmimanutención. Mas ¿qué hacía yo para subsistir? Voy a decirlo. Todas lasmañanasnostraíanalaoficinaparadesayunarnosunpanecilloyuntraguitodevino;estoeracuantonoshacíadarelministro.Yonocomíamásentodoeldíaycomúnmentemeacostabasincenar.

Talera lasuertedeunhombrequebrillabaenlacorteyquedebíacausarmáslástima que envidia. Sin embargo, no pudiendo resistir a mi miseria, medeterminéporúltimoadescubrírselaconmañaalduquedeLermasiencontrabaocasión.Porfortuna,sepresentóéstaenElEscorial,adondeelreyyelpríncipedeEspañafueronalgunosdíasdespués.

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CAPITULOVI

QuémodotuvoGilBlasdedaraconocersupobrezaalduquedeLermaycómoseportóconélesteministro.

CuandoelreyestabaenElEscorialmanteníaa todalacomitiva,demodoqueallínosentíayoelpesodelamiseria.Dormíaenunarecámaracercadelcuartodelduque.Unamañana,habiéndoselevantadoelministro,segúnsucostumbre,alrompereldía,mehizotomaralgunospapelesconrecadodeescribirymedijole siguiesea los jardinesdepalacio.Nos sentamosdebajodeunosárboles, endonde,porordensuya,mepuseenlaactituddeunhombrequeescribesobrelacopade su sombrero,y suexcelenciaaparentaba leerunpapelque teníaen lamano.Desdelejosparecíaqueestábamosocupadosennegociosmuygraves,y,ala verdad, sólo hablábamos de bagatelas, porque a su excelencia no ledisgustaban.

Yahacíamásdeunahoraqueledivertíacontodaslasagudezasquemesugeríamihumorjocoso,cuandovinieronaplantarsedosurracassobrelosárbolesquenos cubrían con su sombra.Comenzaron a charlar con tanta algazara que nosllamaron la atención. «Estas aves—dijo el duque—parece que riñen, y mealegraríasaberelasuntodesupendencia.»«Señor—ledije—,lacuriosidaddevuestraexcelenciametraealamemoriaunafábulaindianaqueleíenPilpaioenotroautorfabulista.»Elministromepreguntóquéfábulaeraéstayselacontéenestostérminos:

«EnciertotiemporeinabaenPersiaunbuenmonarcaque,noteniendosuficientecapacidadparagobernarporsímismosusEstados,dejabaestecuidadoasugranvisir.Esteministro,llamadoAtalmuc,teníaungrantalento.SosteníasinfatigaelpesodeaquellavastaMonarquía,manteniéndolaenunapazprofunda,yposeíatambiénelartedehaceramabley respetable laautoridad realen términosquelosvasalloshallabanunpadreafectuosoenunvisirfielasumonarca.Atalmuctenía entre sus secretarios un joven cachemiriano llamado Zangir, a quienestimabamásquealosotrosyconcuyaconversaciónsecomplacía,llevándoleconsigoa lacazaydescubriéndolehastasusmás íntimossecretos.Undíaqueandaban cazando ambos por un bosque, viendo el visir dos cuervos quegraznabansobreunárbol,dijoasusecretario:«Mealegrarasaber loqueestas

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avessedicenensulengua.»«Señor—lerespondióelcachemiriano—,vuestrosdeseos se pueden satisfacer.» «¿Y cómo?», dijo Atalmuc. «Habéis de saber,señor—respondióZangir—,queundervíscabalistameenseñóelidiomadelasaves.Silodeseáis,yoescucharéaestoscuervosyosrepetirépalabraporpalabraloqueleshayaoído.»

»Consintió en ello el visir, y acercándose el cachemiriano a los cuervos yhaciendo como que los escuchaba atentamente, volvió después a su amo y ledijo:«Señor,¿podríaiscreerlo?Nosotrossomoselasuntodesuconversación.»«¡Eso no es posible!—exclamó el ministro persiano—. ¿Pues qué dicen denosotros?»«Unodeellos—replicóel secretario—hadicho:«Veaquíalmismogranvisir,aesaáguila tutelarquecubreconsusalas laPersiacomosunidoyque se desvela sin cesar por su conservación. Para descansar de sus penosastareas, viene a cazar a este bosque con su fiel Zangir. ¡Qué dichoso es estesecretario en servir a un amo que le hace mil favores!». «¡Poco a poco!—interrumpióelotrocuervo—.¡Pocoapoco!¡Noponderes tanto la felicidaddeesecachemiriano!EsciertoqueAtalmucconversaconélfamiliarmente,quelehonraconsuconfianza,ytampocopongodudaenquetendráintencióndedarlealgún día un empleo importante, pero entretanto Zangir semorirá de hambre.Estepobreinfelizestáviviendoenunmiserablecuartodeunaposada,endondecarece de lomás necesario; en una palabra, pasa una vidamiserable, sin queningunodelacorteloechedever.Elgranvisirnocuidadesabersitieneonocon qué vivir, y, contentándose con tenerle afecto, le deja entregado a lamiseria.»

Aquícesédehablar,paravercómoseexplicabaelduquedeLerma,quienmepreguntó sonriéndose qué impresión había hecho este apólogo en el ánimo deAtalmucysiaquelgranvisirsehabíaofendidodelatrevimientodesusecretario.«No, señor—le respondí, algo turbado de su pregunta—; la fábula dice, alcontrario, que le colmó de beneficios.» «Fué fortuna—replicó el duque conseriedad—, porque hay ministros que no llevarían a bien se les diesensemejanteslecciones.Pero—añadió,cortandolaconversaciónylevantándose—creo que el rey no tardará mucho en despertar.Mi obligaciónme llama a sulado.»Dichoesto,seencaminómuydeprisahaciapalacio,sinhablarmemás,y,aloquemepareció,muydisgustadodemifábulaindiana.

Seguíle hasta la puerta del cuarto de su majestad y después fuí a poner lospapelesquellevabaenelsitiodedondeloshabíatomado.Entréenungabinete,endondetrabajabannuestrosdossecretarioscopiantes,quetambiénhabíanidoalajornada.«¿Quétieneusted,señordeSantillana?—dijeronalverme—.¡Usted

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estámuydemudado!¡Austedlehasucedidoalgúnlancepesaroso!»

Yoestabademasiadoimpresionadodelmalefectodemiapólogoparaocultarleslacausademiaflicción,yasí,lescontélascosasquehabíadichoalduqueysemanifestaronsensiblesa lagranpesadumbredeque lesparecíposeído.«Tieneustedrazónparaestardesazonado—medijounodeellos—.Suexcelenciatomaalgunasveceslascosasalrevés.»«Esaesmuchaverdad—dijoelotro—.¡QuieraDiosqueseaustedmejortratadoquelofuéunsecretariodelcardenalEspinosa,que,cansadodenohaberrecibidonadaenquincemesesqueleteníaempleadosu eminencia, se tomóun día la libertad demanifestarle sus necesidades y depedir algúndinero paramantenerse!Razón es—ledijo elministro—que se ospague. Tomad—prosiguió, dándole una libranza de mil ducados—, id a laTesorería real a recibir estedinero;peroacordaosalmismo tiempoquequedoagradecido a vuestros servicios. El secretario se hubiera ido consolado de serdespedido si después de recibir los mil ducados le hubiesen dejado buscaracomodoenotraparte;peroalsalirdecasadelcardenalleprendióunalguacilylecondujoalatorredeSegovia,endondehaestadomuchotiempo.»

Estehechohistóricoaumentómi temordemodoquemecontempléperdido,ynohallandoconsuelo,empecéareprendermedemipocapaciencia,comosinola hubiese tenido sobrada. «¡Ay de mí!—decía—. ¿Para qué me habré yoaventuradoarelataraquelladesgraciadafábulaquehadesagradadoalministro?Acasoiríayaasacarmedemiapuroyquizáestabayoenvísperasdehacerunade aquellas fortunas rápidas que asombran. ¡Qué de riquezas, qué de honorespierdopormidesatino!Debíahabermiradoquehaygrandesquenogustanselesadviertanadayquehasta lasmás levescosasque tienenobligacióndedarquierenseanrecibidascomogracias.¡Mejormehubieraestadocontinuarconmidieta,sinmanifestarnadaalduque,yaundejarmemorirdehambre,paraecharleaéltodalaculpa!»

Aunquehubieraconservadoalgunaesperanza,miamo,aquienviporlasiesta,me la habría desvanecido enteramente. Su excelencia se mostró, contra sucostumbre,muyserioconmigo,ynomehablópalabra,loqueenelrestodeldíamecausóunainquietudmortal,sinqueenlanocheestuviesemástranquilo.LadesazóndeverdesaparecersemisagradablesilusionesyeltemordeaumentarelnúmerodelospresosdeEstadosólomepermitieronsuspirarylamentarme.

Eldía siguiente fué eldíade crisis.Elduquemehizo llamar aquellamañana.Entréensucuartomásazoradoqueunreoquevaaserjuzgado.«Santillana—me dijo alargándome un papel que tenía en lamano—, toma esta libranza...»

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Estapalabralibranzameestremeció,ydijeentremí:«¡Oh,Cielos,aquítenemosal cardenalEspinosa! ¡El carruaje estáprevenidoparaSegovia!»El sobresaltoque se apoderódemí enaquelmomento fué tal, que interrumpí alministroy,arrojándome a sus pies, le dije anegado en llanto: «¡Señor, suplico a vuestraexcelencia muy humildemente perdone mi atrevimiento! ¡La necesidad meobligaadaraentenderavuestraexcelenciamimiseria!»

Elduquenopudodejardereírsealvermiturbación.«Consuélate,GilBlas—merespondió—,yóyeme.Aunqueeldescubrirme tusnecesidadesseaecharmeencaraelnohaberlasprecavido,no te lo tomoamal,amigomío;antesbien,meatribuyoelmalamímismopornohabertepreguntadodequétemantenías.Masparaempezaraenmendarestedescuido, tedoyuna libranzademilquinientosducados,loscualesteentregaránalavistaenlaTesoreríareal.Noesestosolo:lomismoteprometotodoslosaños,yademástedoyfacultaddequemehablesenfavordepersonasricasygenerosasquebusquentuprotección.»

Enelimpulsodegozoquemecausaronestaspalabras,besélospiesalministro,quien,habiéndomemandado levantar, siguióhablandoconmigo familiarmente.Pormiparte,quiserecobrarmibuenhumor,peronomefuéposiblepasarcontantarapidezdelapenaalaalegría.Quedétanturbadocomoundelincuentequeoye gritar perdón en el instante que creía recibir el golpe mortal. Mi amoatribuyómiagitaciónasóloeltemordehaberledesagradado,aunqueeltemordeuna prisión perpetua no tuvo en ello menos parte, y me confesó que habíaaparentadotibiezaparaversiyosentíamuchosumudanza;quemisentimientole había hecho conocer la inclinación que le tenía, por lo que él tambiénmeapreciabamás.

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CAPITULOVII

Delobienqueempleósusmilquinientosducados;delprimernegocioenquemedióydelprovechoquesacódeél.

El rey, como si hubiera querido librarme demi impaciencia, se volvió el díasiguiente a Madrid. Fuí volando a la Tesorería real, en donde cobréinmediatamente el importe de mi libramiento. Es de admirar que no se letrastorne el juicio a un mendigo que pasa prontamente de la miseria a laopulencia.Yomudéasíquevariédesuerteynoescuchémásqueamiambiciónyamivanidad.Dejémimiserableposadadecaballerosparalossecretariosqueaunnohabíanaprendidoellenguajedelospájaros,yporsegundavezalquilémihermosavivienda,queporfortunaestabadesocupada.Enviéabuscarunsastrefamosoquevestíaacasi todos loselegantes;me tomó lamedidayme llevóacasadeunmercader,dedondesacóseisvarasdepañoquedecíasenecesitabanpara hacerme un vestido. ¡Seis varas de paño para un vestido a la española!¡Adóndevamosaparar!Peronomurmuremossobreesto.Lossastresafamadossiemprenecesitanmásquelosotros.Compréademásropablanca,quemehacíagranfalta,mediasdesedayunsombrerodecastorcongalóndeoro.

Despuésdeesto,no siéndomedecentepasar sinun lacayo, supliquéaVicenteForeto, mi huésped, me buscase uno de su satisfacción. Los más de losextranjerosquealojabanensucasasolían,luegoquellegabanaMadrid,recibircriados españoles, lo que atraía a aquella posada todos los lacayos que seencontraban sin acomodo. El primero que se presentó era un mozo de unafisonomía tan apacible y tan devota que no le quise; me parecía ver en él aAmbrosio de Lamela. «Yo no quiero—dije a Foreto—criados que tengan unaspecto tanvirtuoso,porqueestoyescarmentadodeellos.»Apenasdespachéaéste,cuandollegóotro,quemeparecíamuydespierto,másarriscadoqueunpajecortesano y, además, un si es no es taimado. Esteme agradó. Hícele algunaspreguntas,alasquerespondiócondespejo.Conocíqueeratraviesoycomodemoldeparamis asuntos.Le recibí y nomepesódemi elección, antes advertíbien presto que había hecho un buen hallazgo. Como el duque me habíapermitidolehablaseafavordelaspersonasaquienesdesearaservir,yyoestabaen ánimo de no despreciar tan útil permiso, necesitaba de un perdiguero que

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descubriese lacaza, esdecir,deunhombreastutoque tuviesemañaypudieraescudriñar y traerme gentes que tuviesen que pedir al primer ministro.CabalmenteéstaeralahabilidaddeEscipión—queasísellamabamilacayo—,quehabíaservidoadoñaAnadeGuevara,amadelechedelpríncipedeEspaña,en cuya casa la había ejercitado, siendo esta señora una de aquellas que,mirándoseconalgúnvalimientoenlaCorte,quierenaprovecharsedeél.

AsíquemanifestéaEscipiónquemeeraposibleobtenergraciasdelrey,salióacampaña, y elmismo díame dijo: «Señor, he hecho un gran descubrimiento:acabadellegaraMadridunmozo,caballerogranadino,llamadodonRogeriodeRada.DesealaproteccióndeustedparaconelduquedeLermaenunnegociodehonorypagarábienelfavorqueselehaga.MehevistoconélyqueríadirigirseadonRodrigo,cuyopoderlehanponderado,peroselohequitadodelacabeza,haciéndole saberqueel secretariovendía susbuenosoficios apesodeoro, envezdequeustedsecontentabaconunadecentedemostracióndeagradecimientoyqueaunharíaustedelempeñodebaldesisusituaciónlepermitieseseguirsuinclinacióngenerosaydesinteresada.Enfin,lehehabladodemodoquemañanapor lamañana le tendrá usted aquí demadrugada.» «¡Cómo, pues—le dije—,señor Escipión, usted ha andado yamucho camino!Conozco que no es ustednovicioenmateriademanejosyextrañoquenoestéustedmásrico.»«Estoesloquenodebe sorprender a usted—me respondió—;yono atesoroyquieroquecirculeeldinero.»

Efectivamente, vino a verme don Rogerio de Rada, a quien recibí con unacortesíamezcladadegravedad.«Señormío—ledije—,antesdetomarcartasporusted,quierosaberelnegociodehonorqueletraealacorte,porquepodríasertalquenomeatrevieraahablardeélalprimerministro.Hágameusted,pues,sigusta,una fiel relación,y creaque tomaréconcalor sus intereses, si son talesque pueda tomarlos a su cargo un hombre honrado.» «Con mucho gusto—respondióelgranadino—;voyacontaraustedmihistoriasinceramente.»Yfuédeestasuerte.

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CAPITULOVIII

HistoriadedonRogeriodeRada.

«Don Anastasio de Rada, hidalgo granadino, vivía dichoso en la ciudad deAntequeracondoñaEstefanía, suesposa, laque, ademásde sugenioafableyextremada hermosura, poseía una sólida virtud. Si amaba tiernamente a sumarido,éllacorrespondíaconextremo.Peroeramuyceloso,yaunquenoteníamotivoparadudardelafidelidaddesumujer,nodejabadevivirinquieto.Temíaque algún enemigo oculto de su sosiego intentase ofender su honor, y estasospechalehacíadesconfiardesusamigos,menosdedonHubertodeHordales,queentrabalibrementeensucasa,comoprimodeEstefanía,siendoalaverdadésteelúnicohombredequiendebíarecelar.

»Efectivamente, don Huberto, sin atender al parentesco que los unía ni a laamistad particular que donAnastasio le profesaba, se enamoró de su prima ytuvoatrevimientodedeclararlesuamor.Laseñora,queeraprudente,enlugardeun rompimiento, que hubiera tenido fatales consecuencias, reprendió consuavidadasuparientelogravedesumaldadenquererseducirlaydeshonrarasu marido y le dijo muy seriamente que no debía esperar el logro de susdesignios.

»Estamoderaciónsólosirvióparainflamarmásalcaballero,elcual,imaginandoque era necesario arriesgarlo todo con unamujer de este carácter, principió ausarconellademodalespocoatentos,yundíatuvolaavilantezdeestrecharlaaquesatisficiesesusdeseos.EllalerechazóconseveridadyleamenazóconqueharíaquedonAnastasiocastigasesuarrojo.Espantadodelaamenaza,elgalánofreciónohablarlemásdeamor,yenfedeestapromesaEstefaníaleperdonólopasado.

»DonHuberto,quenaturalmenteerademalaíndole,nopudovertanmalpagadosucariñosinconcebirunvildeseodevenganza.ConocíaadonAnastasioporhombre celoso y capaz de creer todo cuanto él quisiera infundirle; esteconocimientolebastóparaidearelmáshorribledesignioquepuedacaberenelcorazónmásmalvado.Una tardequesepaseabasóloconéstedébilesposo, ledijoconsemblantemuymelancólico:«Miamadoamigo,yonopuedoestarmás

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tiemposinrevelarosunsecretoquenopensaradescubrirossinoconocieraqueosimportamásvuestrohonorquevuestroreposo;vuestropundonoryelmío,enpunto de ofensas, no me permitan ocultaros lo que pasa en vuestra casa.Preparaosaoírunanoticiaqueoscausarátantaafliccióncomoasombro,porquevoyaherirosenlapartemássensible.»

«¡Yaosentiendo—interrumpiódonAnastasiotodoturbado—,vuestraprimamees infiel!» «¡Yo no la reconozco por prima!—repuso Hordales con aspectoirritado—. ¡La desconozco! ¡Es indigna de teneros por marido!» «¡Eso esdemasiado hacerme padecer!—exclamó don Anastasio—. ¡Hablad! ¿Qué hahechoEstefanía?»«¡Oshavendido!—prosiguiódonHuberto—.Tenéisunrival,a quien recibe de oculto, cuyo nombre no puedo decir, porque el adúltero, afavordeunanocheobscura,sehaescondidodequienleobservaba.Loqueyosées que os engaña, y de ello estoy seguro. El interés que debo tomar en esteasuntoosafianzalaverdaddeminarración.CuandomedeclarocontraEstefaníaes preciso que esté bien convencido de su infidelidad. Es inútil—continuó,habiendo observado que sus palabras causaban el efecto que esperaba—, esociosodecirosmás.Adviertoestáisindignadodelaingratitudconqueseatreveapagarvuestro amoryquemeditáisuna justavenganza;yonomeopondréaella.Noosparéisaconsiderarcuáleslavíctimaquevaisasacrificar;mostradatodalaciudadquenadahayquenopodáisinmolaravuestrohonor.»

»De estemodo excitaba el traidor a un esposo demasiado crédulo contra unamujer inocente; y le pintó con tanvivos colores la afrentadeque se cubría sidejabalaofensasincastigo,quellegóaencenderencóleraadonAnastasio,elcual, perdido el juicio, pareciendo que las furias le agitaban, vuelve a su casaresuelto a dar de puñaladas a su desgraciada esposa. La encuentra que iba ameterseenlacama.Alprontosecontiene,esperandoqueloscriadosseretiren.Entonces,sincontenerleel temorde la iradelCielonieldeshonorquepodríaresultar a una honrada familia, ni aun el amor natural que debía tener a lacriatura de seis meses de que su mujer estaba embarazada, se acercó a suvíctima,y llenode furor, le dijo: «¡Esprecisoquemueras,malvada, y sólo tequedauninstantedevida,quemibondadtedejaparaquepidasperdónalCielodelultrajequemehashecho!¡Noquieroquepierdastualmacomohasperdidoelhonor!»

»Dichoesto,sacóunpuñal.SuacciónyexpresionessobresaltaronaEstefanía,laque,echándoseasuspies, ledijoconlasmanoscruzadasyfueradesí:«¿Quétenéis,señor?¿Quémotivodedisgustooshedado,pordesgraciamía,paraquelleguéis a tal extremo? ¿Por qué queréis quitar la vida a vuestra esposa? ¡Si

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sospecháisquenooshasidofiel,miradqueosengañáis!»

«¡No, no!—repuso el irritado celoso—. ¡Estoymuy cierto de vuestra traición!Las personas queme lo han dicho son de todo crédito.DonHuberto...» «¡Ahseñor!—interrumpióellaconprecipitación—.¡NodebéisfiarosdedonHuberto,quenoestanamigovuestrocomopensáis!Sioshadichoalgunacosacontramivirtud, no debéis creerle.» «¡Callad, infame!—replicó don Anastasio—. VosmismaacreditáismissospechasconquererponermalconmigoaHordales!¡Nopenséis desvanecerlas! Si me lo queréis hacer sospechoso es porque estáenterado de vuestra mala conducta. Quisierais destruir su testimonio, perosemejanteartificioesinútilyaumentaenmíeldeseoquetengodecastigaros.»«¡Amado esposo mío—repitió la inocente Estefanía llorando amargamente—,temedvuestraciegacólera!¡Siseguíssusmovimientos,cometeréisunaacciónde que no podréis consolaros cuando reconozcáis la injusticia! ¡Por amor deDios, aplacad vuestro enojo! A lo menos, esperad que se aclaren vuestrassospechas,queentoncesharéismásjusticiaaunamujerquenoesculpable.»

»AotroqueadonAnastasiohubieranhechofuerzaestaspalabras,ytodavíasehubieraenternecidomásconlaafliccióndelaquelaspronunciaba;peroelcruelmarido, lejosdeablandarse, ledijo segundavezqueseencomendaraaDiosyalzóelbrazoparaherirla.«¡Detente,bárbaro!—gritó—.¡Sielamorquemehastenido se ha extinguido enteramente; si la ternura con que te he amado se haborrado de tu memoria; si mis lágrimas no alcanzan a hacerte desistir de tuexecrableintento,respetasiquieraatupropiasangre!¡Noarmestumanofuriosacontra un inocente que aun no ha visto la luz! ¡Túno puedes ser verdugo sinofenderalCieloyalaTierra!¡Porloqueamítoca,teperdonomimuerte;peronodudesquelasuyapedirájusticiadeunatentadotanhorrible!»

»Por muy determinado que estuviese don Anastasio a no hacer caso de lasdisculpasdeEstefanía,lasimágenesespantosasqueofrecieronasuespírituestasúltimaspalabrasnodejarondesuspenderle,yasí,comosihubiese temidoqueesta emoción paralizase su resentimiento, se aprovechó apresuradamente delfurorquelequedabayatravesóconelpuñalelcostadoderechodesumujer,que,cayendoalpuntoen tierra, él lacreyómuerta.Salióprontamentede sucasaydesapareciódeAntequera.

»Entretanto,aquelladesgraciadaesposaquedótanturbadadelgolpequehabíarecibido,quepermanecióalgunos instantes tendidaen tierra sindar señalesdevida;perorecobrandoalcabosusespíritus,empezóaquejarseygemir, loquehizoacudieseunadueñaquelaservía.Luegoqueestabuenamujervióasuama

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enunestadotanlastimoso,diótalesgritosquedespertóalosdemáscriadosyalosvecinoscercanos,demodoqueenun instantese llenó la saladegente.Sellamaron cirujanos, quienes, habiendo registrado la herida, no la tuvieron porpeligrosa, sin que errasen en su concepto. Curaron en poquísimo tiempo aEstefanía,quiendiófelizmentealuzunhijotresmesesdespuésdeaquelcruelsuceso;yyo,señorGilBlas,soyelfrutodeaquelinfelizparto.

»Aunque lamurmuración enningunamanera reserva la virtud de lasmujeres,respetó,noobstante, lademimadre,yestasangrientaescenasecontabaen laciudad como arrojo de un marido celoso. Es verdad que mi padre estabareputadoporhombreviolentoyfácilensospechar.Hordalesjuzgóconrazónquesuprimapresumiríaqueélconsuschismeshabía trastornadoelánimodedonAnastasio,ysatisfechodehabersealomenosvengado,cesódevisitarla.Pornocansar a vuestra señoría no me detendré en contar la educación que tuve;solamentediréquemimadresededicóprincipalmenteahacermeenseñarelartede laesgrimayquemeejercitémuchotiempoen lasmáscélebresescuelasdeGranadaySevilla.EsperabamimadreconimpacienciaqueyotuvieseedadparamedirmiespadaconladedonHuberto,paraenterarmeentoncesdelmotivoquetenía para quejarse de él, y viéndome, en fin, ya de diez y ocho años,me lodescubrió, derramando abundantes lágrimas y penetrada de un amargo dolor.¡Quéimpresiónnohaceenunhijodotadodevalorysensibilidadlavistadeunamadre en este estado! Busqué prontamente a Hordales, le conduje a un sitioretirado,endonde,despuésdeunlargocombate,leditresestocadasycayóentierra.

»SintiéndosedonHubertomortalmenteherido,fijóenmísusúltimasmiradasyme dijo que recibía la muerte de mi mano como justo castigo del delito quehabíacometidocontraelhonordemimadre.Confesómequeporvengarsedelrigor con que le había despreciado tomó la resolución de perderla, y luegoexpiró,pidiendoperdóndesuculpaalCielo,adonAnastasio,aEstefaníayamí. No juzgué acertado volver a casa a informar a mi madre de esteacontecimiento,cuyocuidadodejéalafama.Pasélasierraylleguéalaciudadde Málaga, donde me embarqué con un corsario que salía del puerto, quien,conceptuandoquenomefaltabavalor,consintiógustosoenquemeuniesealosvoluntariosqueteníaabordo.

»Notardamosmuchoenhallarocasióndedistinguirnos.EnlascercaníasdelasislasdeAlboránencontramosuncorsariodeMelilla,quevolvíahacialascostasdeAfricaconunaembarcaciónespañolaricamentecargada,quehabíaapresadoen las aguas de Cartagena. Acometimos intrépidamente al africano y nos

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apoderamos de sus dos bajeles, en los cuales iban ochenta cristianos queconducíaesclavosaBerbería,yaprovechandounvientoqueselevantóynoserafavorable para acercamos a la costa de Granada, llegamos en breve tiempo aPuntadeElena.

»Preguntamosaloscautivosaquieneshabíamoslibertadodequéparajeseran,yyo hice esta pregunta a un hombre de muy buen aspecto, que podía tenercincuenta años cumplidos.Respondióme suspirando que era deAntequera. Surespuestame conmovió, sin saber por qué, y también advertí que se turbaba.Díjele:«Yosoypaisanovuestro.¿Podremossabervuestrafamilia?»«¡Ah!—medijo.¡Nomeinstéisaquesatisfagavuestracuriosidadsinoqueréisrenovarmidolor!Diezyocho años hace que falto deAntequera, en donde no se puedenacordardemísinhorror.Ustedhabráquizáoídomuchasveceshablardemí.MellamodonAnastasiodeRada...»«¡VálgameDios!—exclamé—.¿Debocreerloqueoigo? ¿Conqueusted esdonAnastasio? ¿Es,pues,mipadre el queveo?»«¡Quédecís, joven!—exclamómirándomeatónito—.¿Seráposible seáis aquelniño desgraciado que todavía estaba en el vientre de su madre cuando lasacrifiqué ami furor?» «Sí, padremío—le dije—, yo soy a quien la virtuosaEstefanía parió tres meses después de la funesta noche en que la dejasteisanegadaensusangre.»

Don Anastasio no esperó a que acabase estas palabras para abrazarmeestrechamente, y en un cuarto de hora no hicimos más que mezclar nuestrossuspiros y lágrimas. Después de habernos entregado a los tiernos afectos quesemejante encuentro debía inspirar, alzómi padre los ojos al Cielo para darlegraciasdehabersalvadolavidaaEstefanía;pero,pasadounmomento,comositemiese dárselas sinmotivo, se dirigió amí yme preguntó de quémanera sehabía averiguado la inocencia de su mujer. «Señor—le respondí—, nadie hadudado jamásdeellasinovos.Laconductadevuestraesposahasidosiempreirreprensible. Es necesario que yo os desengañe. Sabed que don Huberto fuéquienosengañó.»Yentonceslecontétodalaperfidiadeestepariente,cómomehabíavengadodeélyloquemehabíaconfesadoamorir.

»Amipadrenolecausótantoplacerelhaberrecobradolalibertadcomoeloírlas nuevas que le anunciaba. Colmado de alegría, volvió a abrazarmetiernamente y no se cansaba demanifestarme lo gustoso que estaba conmigo.«¡Vamos, hijomío—medijo—, tomemospresto el caminodeAntequera! ¡Notendrésosiegohastaecharmealospiesdeunaesposaaquientanindignamentehe tratado, porque, después de conocida mi injusticia, siento cruelesremordimientos que despedazan mi corazón!» Deseando yo reunir estas dos

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personasparamítanamables,noquisesealargasetandulcemomento.Dejéalcorsario,ycomomipadrenoqueríaexponersealospeligrosdelmar,compréenAdra,coneldineroquemetocóde lapresa,dosmulas.Elcaminodió tiempoparaquemecontasesusaventuras,queescuchéconaquellaatenciónansiosaqueprestóelpríncipedeItacaalanarracióndelasdelreysupadre.Enfin,despuésdemuchas jornadas llegamosalpiedelmontemás inmediatoaAntequera, endonde hicimos alto, y esperamos la media noche para entrar secretamente ennuestracasa.

»Imaginevuestraseñoríalasorpresademimadrealveraunmaridoquecreíaperdido para siempre; y todavía la admirabamás elmodomilagroso con quepuededecirse lehabía sido restituído.Pidiólemipadreperdónde subarbarie,con demostraciones tan vehementes de arrepentimiento que, enternecida mimadre,en lugardemirarlecomoaunasesino,vióenélunhombreaquienelCielo la había sometido; tan sagrado es el nombre de esposo para unamujervirtuosa.Estefaníasintióenextremomifugaytuvomuchogustodeverme;perosualegríanofuésindesazón.UnahermanadeHordalesprocedíacriminalmentecontraelmatadordesuhermanoymehacíabuscarpor todaspartes,desuertequemimadreestabainquietaviéndomeennuestracasasinseguridad.Estomeobligó a partir aquella misma noche para la corte, adonde vengo, señor, asolicitarelperdónqueesperoobtener,puestoquevuestraseñoríaquierehablaramifavoralprimerministroyapoyarmecontodosuvalimiento.»

ElvalientehijodedonAnastasiodió finaquía sunarración,yyoconmuchagravedad le dije: «¡Basta, señor don Rogerio! El casome parece perdonable;quedoconelencargodereferirpuntualmenteesteasuntoasuexcelenciaymeatrevoaprometerossuprotección.»Sobreesto,elgranadinomediómilgracias,queporunoídomehubieraentradoyporotrosalidoanohabermeaseguradoseseguiríalagratificaciónalfavorquelehiciera;peroluegoquetocóestacuerdame puse en movimiento. El mismo día conté este suceso al duque, quien,habiéndome permitido le presentara al caballero, le dijo: «DonRogerio, estoyenteradodellancedehonorqueostraealacorte.Santillanamehadichotodassuscircunstancias.Sosegaos.Vuestraacciónesdisculpableysumajestadgustadeperdonar a los noblesquevengan suhonorofendido.Esnecesarioqueporpurafórmulaestéispreso,perovividsegurodequenoloestaréislargotiempo.EnSantillanatenéisunbuenamigo,queseencargarádelodemás;élacelerarávuestralibertad.»

DonRogeriohizounaprofundareverenciaalministro,sobrecuyapalabrasefuéa la cárcel. Su carta de perdón se le expidió inmediatamente en fuerza demi

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solicitud.EnmenosdediezdíasenviéaestenuevoTelémacoareunirseconsuUlises y su Penélope, en vez de que, si no hubiera tenido protector y dinero,acasohubierapasadounañoenlaprisión.Detodoestonosaquémásqueciendoblones. No fué este lancemuy provechoso, pero yo no era todavía un donRodrigoCalderónparadespreciarlo.

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CAPITULOIX

PorquémediosGilBlashizoenpocotiempounagranfortunaydecómotomóelairedepersonadeimportancia.

Elasuntoqueacabodereferirmeengolosinó,ydiezdoblonesquediaEscipiónporsucorretajeleanimaronahacernuevasinvestigaciones.Yadejocelebradossus talentos para esto, por lo que se le podía dar el nombre de Escipión elGrande. El segundo penitente que me llevó fué un impresor de libros decaballeríasque sehabía enriquecidoadespechodel sano juicio.Este impresorhabía reimpresounaobradeunodesuscompañerosy lehabíanembargado laedición.Portrescientosducadosconseguíseledevolviesensusejemplaresylelibré de una fuerte multa. Aunque esto no era de la inspección del primerministro, su excelencia quiso ami ruego interponer su autoridad.Después delimpresor,me trajo a lasmanos unmercader, y el negocio era el siguiente: unnavíoportuguéshabíasidoapresadoporuncorsarioberberiscoyrepresadoporotro de Cádiz. Las dos terceras partes de mercancías de que iba cargadopertenecían aunmercaderdeLisboa, que, habiéndolas reclamado inútilmente,veníaalacortedeEspañaabuscarunprotectorcuyovalimientofuesebastanteparahacérselasentregar,ytuvolafortunadeencontrarloenmí.Meempeñéporél y recobró sus géneros mediante la cantidad de cuatrocientos doblones quepagóporelfavor.

Me parece que oigo al lector gritarme al llegar aquí: «¡Animo, señor deSantillana! ¡Cálcese usted las botas, pues está en camino de adelantar sufortuna!»¡Oh,nodejarédehacerlo!Sinomeengaño,veollegaramicriadoconun nuevo quidam que acaba de enganchar. Cabalmente es Escipión.Escuchémosle.«Señor—medice—,permítameusted lepresenteaeste famosoempírico,quiensolicitaunprivilegioparavendersusmedicamentosporespaciodediezañosentodaslasciudadesdelaMonarquíadeEspaña,conexclusióndecualesquiera otros; es decir, que se prohiba a las personas de su profesiónestablecerseenloslugaresdondeesté.Porvíadeagradecimientodarádoscientosdoblonesalquelesaqueelprivilegio.»Yodijealcharlatán,tomandoelaspectode un protector: «¡Id, amigo mío; vuestra solicitud corre de mi cuenta!» Enefecto, pocos días después le saqué un privilegio que le permitía engañar al

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puebloexclusivamenteentodoslosreinosdeEspaña.

Yoconocílaverdaddeaquelrefránquediceque«elcomeryelrascartodoesempezar». Pero además de que advertía que la codicia iba creciendo enmí amedidaque ibaadquiriendoriquezas,había logradodesuexcelenciacon tantafacilidadlascuatrograciasdequeacabodehablar,quenomedetuveenpedirlelaquinta.EstafuéelGobiernodelaciudaddeVera,enlacostadeGranada,parauncaballerodeCalatravaquemeofrecíamildoblones.Elministroseechóareírviéndome caminar tan de prisa. «¡Vive diez, amigo Gil Blas!—me dijo—.¡Cómoapretáis!¡Deseáisvivamentehacerbienalprójimo!Mirad:cuandonosetratemásquedebagatelas,norepararéenello;perocuandomepidáisGobiernosu otras cosas de importancia, os quedaréis enhorabuena con la mitad delprovechoyamímedaréis laotra.Nopodéispensar—continuó—elgastoquetengoprecisióndehacernicuántosarbitriosnecesitoparamantenerladignidaddemiempleo,porque,apesardeldesinterésqueaparentoalosojosdelmundo,os confieso que no soy tan imprudente que quiera abandonar mis interesespropios.Sirvaosestodegobierno.»

Conestaadvertenciamequitómiamoeltemordeimportunarle,omásbienmeexcitó a que prosiguiese conmayor empeño, yme sentí aúnmás sediento deriquezas que antes. Hubiera yo entonces con gusto hecho fijar un cartel quedijeseque todosaquellosquequisieranconseguirgraciasen lacorteno teníanmasqueacudiramí;yoibaporunladoyEscipiónporotrobuscandoocasionesdeservirpordinero.MicaballerodeCalatravaalcanzóelGobiernodeVeraporsusmil doblones, y bien presto hice conceder otro por elmismo precio a uncaballerodeSantiago.Nocontentoconnombrargobernadores,concedíhábitosdelasOrdenesmilitares,transforméalgunosbuenosplebeyosenmaloshidalgosconfamosostítulosdenobleza;quisetambiénquelaclerecíaparticipasedemisfavores, y así, conferí beneficios cortos, canonjías y algunas dignidadeseclesiásticas.Enordenalosobispadosyarzobispadoseraelcoladordeelloselseñor don Rodrigo Calderón, quien además nombraba para las togas,encomiendas y virreinatos, lo que prueba que no se proveían los empleosgrandesmejorquelospequeños,porquelossujetosaquienesnosotroselegíamospara ocupar los puestos de que hacíamos un tráfico tan honorífico no eransiempre los más hábiles ni los más honrados. Sabíamos muy bien que losburlones deMadrid se divertían en este punto a costa nuestra, pero nosotrosparecíamos a los avaros, que se consuelan de las murmuraciones del pueblorecontandosudinero.

Isócrates llama con razón a la intemperancia y a la locura compañeras

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inseparables de los ricos. Cuando me vi dueño de treinta mil ducados y endisposición de ganar quizá diez tantosmás, juzguéme tocaba hacer un papeldigno de un confidente del primerministro; alquilé una casa entera, que hiceadornarlujosamente;compréelcochedeunescribano,quelohabíaechadoporostentación y que se deshizo de él por consejo de su panadero. Recibí uncochero, tres lacayos, y como es regular promover a los criados antiguos,ascendí a Escipión al triple honor de mi ayuda de cámara, mi secretario ymayordomomío. Pero lo que acabó de colmarmi orgullo fué que elministrotuviese a bien que mis criados llevasen su librea. Con esto perdí lo que merestaba de juicio; no estaba menos loco que los discípulos de Porcio Latrocuando,afuerzadehaberbebidoaguadecominos,sepusierontanpálidoscomosumaestro, imaginándose tan sabios como él. Pocome faltaba para juzgarmeparientedelduquedeLerma.Semepusoen lacabezapasaríapor tal,yquizáporunodesushijosbastardos,cosaquemelisonjeabaextremadamente.

Añádase a esto que quise, como su excelencia, tenermesa de estado, y a esteefectoencarguéaEscipiónmebuscaseuncocinero,yme trajounoquepodíacasicompararseconeldelromanoNomentano,degolosamemoria.Abastecímicueva de vinos exquisitos, y después de haber hecho las demás provisionesnecesarias, principié a convidar gentes. Todas las noches venían a cenar amicasa algunos de los principales covachuelistas del ministro, los cuales seapropiabanconvanidadeldictadodesecretariosdeEstado.Lesteníamuybuenacomidaysiempreibanbienbebidos.Escipiónporsuparte—porquetalamotalcriado—también dabamesa en el tinelo, en donde a costamía regalaba a susconocidos. Pero además de que yo quería a este mozo, como él contribuía ahacermeganardinero,meparecíateníaderechoparaayudarmeagastarlo,fueradequeyomirabaestasdisposicionescomounjovenquenoreflexionaeldañoqueselesigueysóloconsideraelhonorqueleresultadeellas.Habíaasimismootro motivo para no cuidar de esto, y era que los beneficios y empleos nocesabandetraeraguaalmolino,conloquemicaudalseaumentabacadadía,yyocreíatenerclavadalaruedadelafortuna.

Sólo faltaba a mi vanidad que Fabricio fuese testigo de mi vida ostentosa.CreyendohabríayavueltodeAndalucía,quisetenerelgustodesorprenderle,yaestefinleenviéunpapelanónimo,enelqueledecíaqueunseñorsiciliano,amigo suyo, le esperaba a cenar, señalándole día, hora y lugar adonde debíaacudir;lacitaeraenmicasa.Núñezvinoaellaysequedósumamenteadmiradocuandosupoqueyoeraelseñorextranjeroquelehabíaconvidado.«¡Sí—ledije—,amigomío,yosoyeldueñodeestacasa!¡Tengocoche,buenamesaysobre

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todo un gran caudal!» «¡Es posible—exclamó con viveza—que te encuentrenadandoen laopulencia! ¡CuántomealegrodehabertecolocadoconelcondeGaliano! ¡Bien te decía yo que aquel señor era generoso y que no tardaría enacomodarte! Sin duda—añadió—que seguiste el sabio consejo que te di deaflojaralgolariendaalrepostero.¡Seaenhorabuena!Conesaprudenteconductaengordantantolosmayordomosdelascasasgrandes.»

Dejé a Fabricio aplaudirse cuanto quiso de haberme llevado a casa del condeGaliano, y después, para moderar la alegría que manifestaba de habermeagenciado tan buen puesto, le dije sin omitir circunstancias las señales deagradecimiento conque este señor había pagado lo que le había servido; peropercibiendo que mi poeta mientras yo le refería estos pormenores cantabainteriormente la palinodia, le dije: «Yo perdono al siciliano su ingratitud.Hablando aquí entre los dos, másmotivo tengo de darme el parabién que delamentarme.Sielcondenosehubieraportadomalconmigo,lehabríaseguidoaSicilia, en donde todavía le estaría sirviendo esperanzado de un acomodoincierto.Enunapalabra,noseríaconfidentedelduquedeLerma.»

Estasúltimaspalabrasdejaron tanatónitoaNúñez,queporelprontonopudodesplegarloslabios;peroluego,rompiendodegolpeelsilencio,medijo:«¿Esverdad lo que oigo? ¡Que lográis de la confianza del primer ministro!» «Ladivido—lerespondí—condonRodrigoCalderón,ysegúnlasaparienciasllegarémás lejos.» «Es verdad, señor de Santillana—replicó—, que me causáisadmiración.¡Soiscapazdedesempeñartodaclasedeempleos!¡Quétalentosseunen en vos! O más bien, para servirme de una expresión a nuestro modo,poseéisuntalentouniversal,esdecir,queparatodosoisadecuado.Finalmente,señor—prosiguió—, me alegro mucho de la prosperidad de vuestra señoría.»«¡Ohquédiablos!—interrumpí yo—. ¡SeñorNúñez, nadade señor ni señoría!¡Dejaos de esos tratamientos y vivamos siempre con familiaridad!» «Tienesrazón—repitió—.Aunquetehayasenriquecido,nodebomirarteconotrosojosqueconlosquetehemiradosiempre.Pero—añadió—teconfiesomiflaqueza:aloírtufortunameofusqué.GraciasaDios,pasadomialucinamiento,noveoentimásqueamiamigoGilBlas.»

Nuestra conversación fué interrumpida por cuatro o cinco covachuelistas quellegaron. «Señores—les dije mostrándoles a Núñez—, ustedes cenarán con elseñordonFabricio,quehaceversosdignosdelreyNumayqueescribeenprosacomonadieescribe.»Pordesgracia,yohablabacongentesquehacíantanpococasodelapoesíaquedejaroncortadoalpoeta;apenassedignaronmirarle.Pormásquedijocosasmuyagudasparaatraersesuatención,no leescucharon; lo

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que le picó tanto que, tomandouna licencia poética, se escurrió sutilmente deentretodosydesapareció.Nuestroscovachuelistasnoadvirtieronsuretiradaysesentaronalamesasinpreguntarsiquieraquésehabíahecho.

Alsiguientedíaporlamañana,cuandoyomeacababadevestirymedisponíaasalirdecasa,elpoetadelasAsturiasentróenmigabinete.«Perdóname,amigomío—me dijo—, si he ofendido a tus covachuelistas; pero, hablando confranqueza,meencontrétandesairadoentreellos,quenopuderesistir.Sonparamímuy fastidiososunoshombres tanpresumidosy almidonados. ¡No alcanzocómo tú, que tienes un entendimiento tan delicado, puedes acomodarte aconvidadostanestúpidos!Yoquierodesdehoytraerteotrosmáslistos.»«Tendré—le dije—mucha satisfacción en eso, y para ellome fío de tu gusto.» «¡Conrazón!—me respondió—. Yo te prometo talentos superiores y de los másentretenidos.Voydeaquíaunacasadevinosgenerosos,adondevanareunirsedentrodepoco;losapalabraréparaquenosecomprometanconotro,porquesontanfestivosqueentodasparteslosapetecen.»

Dichoestomedejó,yporlanoche,alahoradecenar,volvió,acompañadodesóloseisautores,quemepresentóunotrasotro,haciéndomesuelogio.Siselehubiera de creer, aquellos grandes ingenios sobrepujaban a los deGrecia y deItalia, y sus obras—decía él—merecían imprimirse en letras de oro. Recibí aaquellosseñoresmuyatentamenteyaunafectéllenarlosdeatenciones,porquelanación de los autores es un poco vana y amiga de gloria.Aunque no hubieraencargado a Escipión que la cena fuese abundante, como él sabía la clase degentesaquedebíaobsequiarenaqueldía,lahabíadispuestoconprofusión.

En fin, nos sentamos a lamesa conmucha alegría.Mis poetas principiaron ahablar de sí propios y a alabarse. Uno citaba con vanidad los grandes y lasseñoras a quienes agradaba su musa; otro, vituperando la elección que unaacademiadeliteratosacababadehacerdedossujetos,decíamodestamentequedebíanhaberleelegido;losdemásdiscurríanconlamismapresunción.Mientrascomían, me fastidiaron con trozos de versos y de prosa. Cada uno de ellosrecitaba por turno algún pasaje de sus escritos; uno lee un soneto, el otrodeclama una escena trágica, otro lee la crítica de una comedia, y el cuarto,leyendoasuvezunaodadeAnacreonte,traducidaenmalosversosespañoles,esinterrumpidoporunodesuscompañeros,queledicesehaservidodeunavozimpropia.Elautordelatraduccióndefiendelocontrarioysearmaunadisputa,en la cual todos los ingenios toman partido. Las opiniones son diversas; losdisputantes se acaloran y llegan a las injurias. Todo esto era tolerable; peroaquellosfuriososselevantandelamesayandanacachetes.Fabricio,Escipión,

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micochero,mislacayosyyo,¡enquénosvimosparaponerlosenpaz!Cuandosevieronseparadossalierondemicasacomodeunataberna,sinpedirmeningúnperdóndesuimpolítica.

Núñez, sobre cuya palabra había yo formado una idea agradable de aquellacomida, sequedóatónitodel lance.«Ybien—ledije—,amigo, ¿meelogiaréistodavíaavuestrosconvidados?¡Afemíaquemehabéistraídounasgentesbiendespreciables!Aténgomeamiscovachuelistas.¡Nomehablesmásdeautores!»«Yonopienso—merespondió—presentarteotros,puesacabasdeveralosmásjuiciosos.»

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CAPITULOX

CorrómpenseenteramentelascostumbresdeGilBlasenlaCorte;delencargoqueledióelcondedeLemosydelaintrigaenqueeste

señoryélsemetieron.

Luegoquese llegóa saberqueyoeraprivadodelduquedeLerma,empecéatenercorte.Todas lasmañanasestabamiantesala llenadegente,aquiendabaaudiencia al levantarme. Venían a mi casa dos clases de personas: unas,interesándomecondineroparaquepidiesealgunagraciaalministro,yotrasamovermeconsúplicasparaconseguirlesgratis loquepretendían.Lasprimerasteníanseguridaddeserescuchadasybienservidas.Enordenalassegundas,medesembarazabaprontamente conexcusas, o les entretenía tanto tiempoque leshacíaperderlapaciencia.AntesdehacerpapelenlaCorteerayonaturalmentepiadosoycaritativo;perocomoenellanohayestadebilidad,mehicemásduroqueunpedernal,y,deconsiguiente,perdítambiénelcariñoamisamigosymedesnudédetodoelafectoquelestenía.EnpruebadeestaverdadvoyacontarcómotratéenunaocasiónaJoséNavarro.

EsteJoséNavarro,alquetantoteníaqueagradeceryquien—paradecirlodeunavez—eralacausaprimordialdemifortuna,vinoundíaamicasa.Despuésdehabermemostradomucho amor, como lo acostumbraba hacer siempre quemeencontraba,mesuplicópidiesealduquedeLermaciertoempleoparaunodesusamigos, diciéndome que el sujeto por quien se interesaba era un mozo muyamableydegranmérito,peroquenecesitabaempleoparasubsistir.«Nodudo—añadióJosé—quesiendoustedtanbuenoyamigodehacerunfavortendrágustoenhacerbienaunpobrehombrehonrado.Suindigenciaesuntítuloquemereceelapoyodeusted.Tengo la seguridaddequemedaréis lasgracias,porqueosproporcionoocasiónde ejercervuestra condición caritativa.»Esto eradecirmeclaramente que esperaba que hiciese este favor de balde. Aunque esto medisgustaba, no dejé de aparentar que estaba propicio a servirle. «Me alegro—respondíaNavarro—de tenerestaocasiónenquepodermanifestaraustedmivivo agradecimiento a cuanto usted ha hecho por mí; me basta que usted seinterese por cualquiera y no necesita otra recomendación para decidirme aservirle.Suamigodeusted tendráelempleoquedesea;cuenteustedconello.

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Esteesasuntomíoynodeusted.»

Conestasexpresiones,Josésefuémuysatisfechodemifavor.Sinembargo,surecomendadosequedósinempleo,porquelohicedaraotropormilducadosquemetíenmigaveta.Preferí tomarestedineroa losagradecimientosquehubierarecibidodemibuenrepostero,aquien,conunmodopesaroso,dijecuandonosvolvimosaver:«¡Ah,miamadoNavarro!Ustedmehablótarde.Calderónsemeanticipóadarelempleoqueustedsabe.Sientoenextremonodaraustedmejornoticia.»

Josémecreyódebuena feynosseparamosmásamigosquenunca;perocreoqueprestodescubriólaverdad,porquenovolvióaparecerpormicasa.Envezde sentir algunos remordimientos de haberme portado tan mal con un amigoverdadero y a quien tanto debía, quedémuy contento.Además de que yamepesabanlosfavoresquemehabíahecho,nomeparecióconveniente tratarconreposterosenlacategoríaenquemehallabaenlacorte.

Volvamos al conde de Lemos, de quien hace tiempo no he hablado y al quevisitaba algunas veces. Le había llevado mil doblones, como tengo dicho, ytodavíalellevéotrosmilporordendelduquesutío,deldineroqueyoteníadesu excelencia. En este día fué cuando el conde quiso tener una largaconversación conmigo, en la cual me manifestó que al fin había logrado suintentoyqueenteramentegozabadelfavordelpríncipedeEspaña,dequieneraelúnicoconfidente,yenseguidamedióunencargomuyhonroso,paraelcualyameteníadestinado.«¡AmigoSantillana—medijo—,vamos,manosalaobra!¡Nodejéisdehacercuantopodáisparadescubriralgunabeldaddignadedivertira este príncipe galán! Entendimiento tenéis; nada más os digo. ¡Id, corred,investigad,ycuandohayáisdescubiertounacosabuena,decídmelo!»Ofrecíalconde no omitir diligencia para contribuir al buen desempeño de mi empleo,cuyoejercicionodebedesermuydifícil,pueshaytantasgentesqueseocupanenél.

Yo no estaba muy acostumbrado a este género de averiguaciones, pero nodudaba queEscipión sería también admirable para el caso.Luego que volví acasa, le llamé y le dije a solas: «Hijo mío, tengo que hacerte un encargoimportante.Enmediodetantocomosabesmefavorecelafortuna,conozcoquemefaltaalgunacosa.»«Fácilmenteadivinoloquees—interrumpiósindejarmeacabar lo que quería decirle—; usted necesita una ninfa agradable que ledistraigaunpocoyledivierta,y,enefecto,esdemaravillarqueusted,enlaflorde sus días, no la tenga, cuando viejos barbones no pueden estar sin ella.»

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«¡Admiro tuperspicacia!—ledijesonriéndome—.Sí,amigomío,necesitounadama,perolaquierovenidadetumano.Masadviertequesoymuydelicadoenestenegocio;quierounapersonalindayquenotengamalascostumbres.»«Loqueusteddesea—interrumpióEscipiónsonriéndose—esalgoraro;noobstante,estamos,aDiosgracias,enunpuebloendondehaydetodo,yesperoencontrarprestoloqueustedpretende.»

Efectivamente,a los tresdíasmedijo:«Hedescubiertoun tesoro:unaseñoritajoven, llamadaCatalina, debuena familia y de indecible hermosura.Vive a lasombra de una tía suya, en una casita, en donde subsisten ambas muydecentementeconsushaberes,quenosonconsiderables.Lacriadaquelassirveesconocidamíayacabadeasegurarmeque,aunquenodanentradaanadie,nosería difícil la hallase un galán rico y espléndido, con tal que, para noescandalizar, entrase en su casa sólo de noche y con todo sigilo. En estainteligencia,lehepintadoaustedcomounhombredignodequeleadmitanensucasa,yhesuplicadoalacriadaselopropongaalasdosseñoras,locualmehaofrecido,comotambiénirmañanaaunsitiodeterminadoadarmelarespuesta.»«¡Bravovaelnegocio!—le respondí—.Pero temo teengañe lacriada.»«¡No,no!—replicó—.¡Nomedejoyoengañartanfácilmente!Hepreguntadoyaalosvecinos,ydeloquemehandichoheinferidoquelaseñoraCatalinaestalcomousted lapuededesear;esdecir,unaDánae,dequienustedpuedeserelJúpiterenviandounalluviadedoblones.»

Sinembargodeladesconfianzaqueteníadeestaclasedehallazgos,nodejédeaceptar éste, y como la criada al día siguiente avisase a Escipión que podíapresentarme aquellamismanoche en casa de sus amas, entre once y docemeentréenellaconmuchosigilo.Lacriadamerecibióaobscuras,mecogiódelamano y me llevó a una sala decente, en donde encontré a las dos señorasairosamentevestidasysentadasenalmohadonesderaso.Luegoquemevieronse levantaron y me saludaron con tanta finura que me parecieron personasdistinguidas.La tía,que se llamaba la señoraMencía, aunque todavíadebuenparecer,noatrajomiatención.Esverdadquetodaselallevabalasobrina,quemeparecióunadiosa,yaunqueexaminadarigurosamentepodíadecirsequenoeraunahermosuraperfecta, tenía, con todo, tantasgracias,que, añadidasaunrostroatractivoyvoluptuoso,ofuscabanyhacíanimperceptiblessusdefectos.

Su vista me turbó los sentidos. Olvidé que iba como emisario; hablé en mipropio y privado nombre y me manifesté apasionado. La señorita, cuyoentendimiento yo juzgaba tres vecesmayor de lo que realmente era—tanbienmehabíaparecido—,acabódeenamorarmeconsus respuestas.Yaprincipiaba

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yoaestarfuerademí,cuando,paramoderarlatíamisimpulsos,tomólapalabraymedijo:«SeñordeSantillana,voyahablaravuestraseñoríafrancamente.Porlomuchobienquemehandichodevuestraseñoríalehepermitidoentrarenmicasa, sin ponderarle el gran favor que le hago en ello; pero no crea vuestraseñoríaporesoquehaadelantadoalgo;hastaahorahecriadoamisobrinaconrecato,yvossois,pordecirloasí,elprimercaballeroaquienlahepresentado.Siosparecedignadeservuestraesposa, tendréelmayorgustoenqueella logreestehonor;vedsiaesteprecioosconviene,puesaotronolaconseguiréis.»

Este tiro a quemarropa ahuyentó el Amor, que me iba a disparar una flecha.Hablandosinmetáfora,uncasamientopropuesto tanasecasmehizoentrarenmímismo,yvolviendoderepenteaserfielagentedelcondedeLemos,mudédetonoyrespondíalaseñoraMencía:«Señora,vuestrafranquezameagrada,yportantoquieroimitarla.Aunquehagounpapeldistinguidoenlacorte,nobastaésteparamereceralasinigualCatalina;letengoreservadounpartidomásbrillante:ladestinoparaelpríncipedeEspaña.»«Meparece—respondiólatíafríamente—que bastaba despreciar a mi sobrina, sin que fuera necesario acompañar eldesprecio con la burla.» «Nomeburlo, señora—exclamé—,hablo seriamente.Tengo orden de buscar una persona de mérito a quien pueda honrar con susvisitas secretas el príncipe de España, y en casa de usted he hallado lo quebuscaba.»

EstadeclaraciónsorprendióengranmaneraalaseñoraMencía,aquienconocíno lehabíadesagradado.Sin embargo, creyendoquedebíahacer la reservada,me replicó en estos términos: «Aun cuando tomara al pie de la letra lo quevuestraseñoríamedice,hadesaberquenosoydecarácterquehagavanidaddelinfamehonordeveramisobrinaserdamadeunpríncipe;midecoroseofendecon la idea...» «¡Qué bendita es usted—le interrumpí—con su virtud! Ustedpiensa como una simple aldeana y se chancea si mira estas cosas con tantoescrúpulo. ¡Esoesquitarles loque tienendebueno!Esnecesariomirarlasconmejores ojos. Considerad a los pies de la dichosa Catalina al heredero de laMonarquía;representaosquelaadoraylallenaderegalos;ypensad,enfin,quequizápuedenacerdeellaunhéroequeinmortaliceelnombredesumadreconelsuyo.»

Fingiólatíanosaberaquéresolverse,aunqueestabadeterminadaaaceptarmipropuesta, y Catalina, que ya hubiera querido poseer al príncipe, aparentó lamayorindiferencia,porloquetuvequehacernuevosesfuerzosparaestrecharlaplaza,hastaquealfinlaseñoraMencía,viéndomeyacansadoyendisposicióndelevantarelsitio, tocóla llamada,yajustamosunacapitulaciónquecontenía

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los artículos siguientes: Primero: Que si por los informes que diese yo alpríncipe de las gracias de Catalina gustaba de ella y determinaba hacerle unavisitanocturna,seríademicargoadvertirdeellaalasseñoras,comoigualmentede la noche que eligiese para este efecto. Segundo: Que el príncipe había deentrarencasadedichasseñorascomoungaláncualquierayacompañadosólodemíydesuprincipalconfidente.

Celebradoesteconvenio,mehicieronmil agasajos tíay sobrina.Empezaronatratarme familiarmente, con lo que me aventuré a algunas llanezas, que nofueronmuymalrecibidas,ycuandonosseparamosmeabrazarondesupropiomotivo, haciéndome todas las caricias imaginables. ¡Es cosa maravillosa lafacilidadconquesetrabaamistadentreloscorredoresdeamor,digámosloasí,ylasmujeresquelonecesitan!Alvermesalirdeallítanfavorecido,nadiehubieradichosinoqueyohabíasidomásdichosodeloqueeraenrealidad.

El conde de Lemos tuvo suma alegría cuando le dije que había hecho undescubrimientocualpodíaapetecerlo.LehablédeCatalinaentalestérminosquele entraron deseos de verla. Le conduje la noche siguiente, yme confesó quehabía hecho muy buen hallazgo. Dijo a las señoras que no dudaba que elpríncipequedasemuycomplacidodeveralaseñoritaqueyolehabíaelegidoyqueéstaporsupartenoquedaríadescontentadetalamante,porserelpríncipegeneroso,afableyllenodebondad.Enfin,lesofrecióqueleconduciríandentrodealgunosdíasdelmodoquedeseaban,estoes,sinacompañamientoni ruido.Este señor se despidió y yome retiré con él para ir a tomar el coche en quehabíamosvenido,elcualnosesperabaalfindelacalle.Despuésmellevóamicasaymeencargóenterasealdíasiguienteasutíodeestaprincipiadaaventuraylesuplicasedesuparteleenviaramildoblonesparafinalizarla.

Conefecto,aldíasiguientefuíadarpuntualcuentadecuantohabíapasadoalduquedeLerma,callandolapartequehabíatenidoEscipiónenelnegocioparapasar yo por autor del descubrimiento de Catalina, porque de todo hace unoméritoparaconlosgrandes.

Yasífuéquesemedierongraciasdeello.«SeñorGilBlas—medijoelministroconaireburlón—,mealegroqueustedunaasusdemástalentoseldedescubrirlashermosurashalagüeñas,ynoextrañaráquecuandoyonecesitealgunaacudaa usted.» «Señor—le respondí en el mismo tono—, agradezco la preferencia;pero permítaseme que diga que escrupulizaría si proporcionase esta clase deplaceres a vuestra excelencia, porque hace tanto tiempo que el señor donRodrigo está en posesión de ese empleo, que se le haría una injusticia en

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despojarle de él.» El duque se sonrió de mi respuesta y, mudando deconversación, me preguntó si su sobrino pedía dinero para esta empresa.«Perdonad—le dije—, él suplica a vuestra excelencia le envíemil doblones.»«Estábien—respondióelministro—,notienesmásquellevárselos.Dilequenolosescaseeyqueaplaudatodoslosgastosqueelpríncipequierahacer.»

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CAPITULOXI

DelavisitasecretaydelosregalosqueelpríncipehizoaCatalina.

EnaquelmismopuntollevélosmildoblonesalcondedeLemos.«¡Nopodíaisvenirmás a tiempo!—me dijo este señor—.He hablado al príncipe, quien hacaídoenellazoydeseaconimpacienciaveraCatalina,porloqueseharesueltoqueestanochesalgasecretamentedepalacioparairasucasa.Lasmedidasestányatomadas.Díseloasíalasseñorasydaleseldineroquemetraes.Esnecesariomanifestarlesqueelquevaaverlasnoesunamantecomún; fueradeque losregalosdelospríncipesdebenprecederasusgalanteos.Supuestoquelehasdeacompañar conmigo—prosiguió—, hállate esta noche en palacio a la hora deacostarse. También será preciso que tu coche, porque me parece del casoservirnosdeél,nosespereamedianochecercadePalacio.»

Me fuí inmediatamente a casa de las señoras, en la que no vi a Catalina, porestar,segúnsemedijo,acostada,ysólohabléconlaseñoraMencía.«Perdoneusted,señora—ledije—,sivengodedíaasucasa,porquenopuedohacerotracosa; me es preciso avisar a usted que el príncipe vendrá aquí esta noche; yrecibausted—añadíentregándoleeltalegoendondellevabaeldinero—,recibaustedunaofrendaqueenvíaaltemplodeCitereaparaqueleseanpropiciassusdeidades. Ya ve usted que no les he proporcionado una mala conveniencia.»«Doyaustedlasgracias—merespondió—.Perodígame,señordeSantillana,sialpríncipelegustalamúsica.»«¡Conextremo!—lecontesté—.Ningunacosalediviertetantocomounabuenavozacompañadadeunlaúdtocadocondestreza.»«¡Muchomejor!—exclamó ella enajenada de alegría—.Lo que usted dicemellena de gozo, porque mi sobrina tiene la garganta de un ruiseñor, tañemaravillosamente el laúd y también baila con perfección.» «¡Vive diez—exclamé—,esassonmuchashabilidades,tíamía!Nonecesitatantasunaseñoritaparahacerfortuna;unasoladeesasgraciaslebasta.»

Dispuestas así las cosas, esperé la hora en que el príncipe solía acostarse.Llegadaésta,dimisórdenesalcocheroymereuníalcondedeLemos,quienmedijoqueelpríncipe,paraquedarsesoloantesdetiempo,ibaafingirunaligeraindisposición,yaunacostarse,afindehacercreermejorqueestabamalo,peroquedeallíaunahoraselevantaríayporunapuertafalsatomaríaunaescalera

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excusadaqueibaadaralospatios.Luegoquemeenteródeloqueamboshabíanconcertado,meapostóenun sitiopordondemeaseguróhabíadepasar.Durótantoelposte,quecomencéacreerquenuestrogalánhabíatomadootrocaminooperdido el deseodever aCatalina, como si lospríncipes abandonaran estosantojos antes de haberlos satisfecho. En fin, cuando creía que me habíanolvidado,sellegaronamídoshombres,queconocíser losqueesperaba,ylosconduje ami coche, enel cual subimosambos.Yo iba cercadel cocheroparaguiarleylehicepararacincuentapasosdedondevivíanlasseñoras.Dilamanoalpríncipeyasucompañeroparaayudarlesabajarymarchamosalacasa,cuyapuertanosabrieroninmediatamentequellamamosyvolvieronacerrar.

Alprincipionosencontramosenlasmismastinieblasenqueyomevilaprimeravez,aunquepordistinciónhabíanpuestoenlaparedunalamparilla,cuyaluzeratanescasaquesolamentelapercibíamos,sinqueellanosalumbrara.Todoestoservíaparahacerlaaventuramásagradableasuhéroe,elcualquedóvivamentesorprendido a vista de las señoras, que le recibieron en la sala, en donde laclaridad de un sinnúmero de bujías recompensó la obscuridad que había en elpatio. La tía y la sobrina se presentaron en gracioso traje de casa,seductoramentedescuidado,yconairetanatractivoquenosepodíanmirarsinembelesamiento.Nuestropríncipe,sinohubieratenidoqueescoger,sehubieracontentadomuy bien con la señoraMencía; pero dió la preferencia, como erarazón,alasgraciasdelajovenCatalina.

«Y bien, príncipemío—le dijo el conde—, ¿podíamos haber proporcionado avuestraaltezaelgustodeverdospersonasmásbonitas?»«Ambasmeembelesan—respondió el príncipe—.No pienso sacar libre de aquími corazón, pues sifaltaralasobrinanoseescaparíadelatía.»

Después de este cumplimiento, tan agradable para una tía, dijo mil cosaslisonjerasaCatalina,alasqueéstarespondióconmuchadiscreción.Comolesespermitidoa lasgenteshonradasquehacenelpersonajequeyoenestaocasiónmezclarse en la conversación de los amantes, siempre que sea para atizar elfuego,dijealgalánquesuninfacantabaytocabaalasmilmaravillas.Sealegródesabertuvieseestashabilidadesylesuplicólediesealgunamuestradeellas.Conmuchogustocedióasusinstancias,y,tomandounlaúdbientemplado,tocósonatastiernasycantódeunmodotanexpresivo,queelpríncipeseechóasuspies enajenado de amor y de placer. Pero dejemos a un lado esta pintura ydigamos solamente que la dulce embriaguez en que se había sepultado elheredero de la Monarquía hizo que las horas le pareciesen momentos y quetuviésemos que arrancarle de aquella peligrosa casa cuando ya se acercaba el

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día.Losseñoresagenteslecondujeronprontamenteapalacioyledejaronensuaposento.Después se volvieron a su casa, tan contentos de haberle unido conunaaventureracomosilehubiesencasadoconunaprincesa.

LamañanasiguientecontéelsucesoalduquedeLerma,porquetodoloqueríasaber, y al concluir mi narración llegó el conde de Lemos y nos dijo: «Elpríncipe de España está tan prendado de Catalina y le ha gustado tanto, quepiensairaverlaconfrecuenciaynoaficionarseaotra.Quisieraenviarlehoydosmildoblonesenjoyas,peronotienedinero.Haacudidoamíymehadicho:«Miamado Lemos, es preciso me busques al momento esta cantidad. Sé que teincomodo,queapurotubolsillo,yportantomicorazónteestámuyagradecido,ysienalgúntiempomehalloenestadodesertereconocidodeotromodoquepor el agradecimiento a todo lo que has hecho por mí, no te arrepentirás dehabermeservido.»Yolerespondí,separándomedeélinmediatamente:«Príncipemío,tengoamigosycrédito;voyabuscarloquevuestraaltezadesea.»«Noesdifícil satisfacerle—dijo entonces el duque a su sobrino—. Santillana va atraeros ese dinero, o, si queréis, élmismo comprará las joyas, porque esmuyinteligente en pedrerías, y sobre todo en rubíes. ¿No es verdad, Gil Blas?»,añadió mirándome con un aire taimado. «¡Qué malicioso sois, señor!—lerespondí—.Veo que vuestra excelencia quiere hacer reír a costamía al señorConde.» Y así sucedió. El sobrino preguntó qué misterio encerraba aquello.«¡Ninguno!—replicóeltíoriéndose—.EsqueundíaSantillanaquisotrocarundiamante por un rubí, y este trueque no redundó ni en honor ni en provechosuyo.»

Hubierasalidobienlibradosielministronohubieradichomás,perosetomóeltrabajo de contar la pieza que Camila y don Rafael me habían jugado en laposadadecaballerosyseextendióparticularmenteenlascircunstanciasqueyomás sentía. Después de haberse divertido bien su excelencia, me mandóacompañar al conde deLemos, quienme llevó a casa de un joyero, en dondeescogimos las joyas,quefuimosaenseñaralpríncipedeEspaña, lascualesseme confiaron para que se las entregase a Catalina, y después fuí ami casa atomardosmildoblonesdeldinerodelduqueparairlasapagar.

Esociosopreguntarsi lanochesiguientemerecibieronconagradolasseñorascuandolespresentélosregalosdemiembajada,queconsistíanenunbelloparderosetasdediamantesparalatíayunasarracadasdelomismoparalasobrina.Enajenadas una y otra con estas demostraciones de amor y generosidad delpríncipe, empezaronacharlar comodoscotorrasyadarmegraciasporque leshabíaagenciadotanbuenconocimiento,yconelexcesodesualegríadierona

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entender lo que eran. Se les escaparon algunas palabras que me hicieronsospecharqueyohabíafacilitadounabribonaalhijodenuestrogranmonarca.Paraaveriguarconcertezasiyohabíasidoautordetanbuenaobra,meretiréconintentodetenerunaconferenciaconEscipión.

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CAPITULOXII

QuiéneraCatalina;perplejidaddeGilBlas,suinquietudylaprecauciónquetomóparatranquilizarsuánimo.

Alentrarenmicasaoíungranestrépito,ypreguntadalacausa,medijeronqueEscipiónteníaaquellanocheacenaraseisamigossuyos.Cantabancuantomásaltopodíanydabangrandescarcajadasderisa.Estacena,alaverdad,noeraelbanquetedelossietesabios.

El que daba el festín, luego que supo mi llegada, dijo a sus convidados:«Señores, no es nada. Es el amo que ha vuelto; no os inquietéis por eso;continuaddivirtiéndoos.Voyadecirledospalabrasyalinstantevuelvo.»Dichoestosevinoamí.«¿Quégriteríaesesa?—ledije—.¿Aquéclasedepersonajesfestejas allá abajo? ¿Son poetas?» «¡Perdone usted!—me respondió—. Seríalástimadarabebervuestrovinoasemejantessujetos;yoséhacermejorusodeél.Entremisconvidadoshayunjovenmuyrico,quequierelograrunempleoporvuestramediaciónyporsudinero,yacausasuyasehacelafiesta.Acadatragoquebebeaumentadiezdoblonesaloquehadetocaros,yquierohacerlebeberhastaelamanecer.»«Enesesupuesto—lerespondí—,vuélvetea lamesaynoescaseeselvinodemicueva.»

NojuzguéoportunohablarleentoncesdeCatalina,dejándoloparalamañanaallevantarme,loquehicedeestasuerte:«AmigoEscipión,túsabesdequémodovivimos losdos.Yote tratomáscomoacompañeroquecomoacriado,y,porconsiguiente,harásmuymalenengañarmecomoaamo.Entrenosotrosnohadehaber secreto.Voyadecirteunacosaque te sorprenderá,y túpor tupartemedirásloquepiensasdelasdosmujeresquemehasdadoaconocer.Hablandolosdos en satisfacción, sospecho que son dos taimadas, tantomás astutas cuantomássencillezaparentan.Sileshagojusticia,notieneelpríncipedeEspañagranmotivodeestarmeagradecido,porqueteconfiesoqueparaéltepedíladama.LehellevadoacasadeCatalinaysehaenamoradodeella.»«Señor—merespondióEscipión—, usted se porta demasiado bien conmigo para que yo le falte a lasinceridad.Ayertuveunaconversaciónasolasconlacriadadeestasdosninfas,y me contó su historia, que me ha parecido divertida. Voy a hacerossucintamenterelacióndeella,ynosentiréishaberlaoído.Catalina—prosiguió—

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es hija de un hidalguillo aragonés. Habiendo quedado huérfana de edad dequinceaños,ytanpobrecomobonita,dióoídosauncomendadoranciano,quienlallevóaToledo,dondemurióalosseismeses,despuésdehaberleservidomásdepadrequedeesposo.Recogióellasuherencia,queconsistíaenalgunasropasyentrescientosdoblonesendinerocontante,ysefuéluegoavivirconlaseñoraMencía,quetodavíasemanteníadebuenver,aunqueyaibacuestaabajo.Estasdosbuenasamigaspermanecieronjuntasyprincipiaronatenerunaconductadequelajusticiaquisotomarconocimiento.Estodesagradóalasseñoras,quienes,porenfadooporotracausa,dejaronprontamenteaToledoyvinieronaMadrid,en donde viven cerca de dos años hace sin tratarse con ninguna señora de lavecindad.Perooigaustedlomejor:hanalquiladodoscasaspequeñas,separadassolamente por un tabique, pudiéndose pasar de una a otra por una escalera decomunicaciónquehayenlossótanos.LaseñoraMencíaviveconunacriadadepoca edad en una de ellas, y la viuda del comendador ocupa la otra con unadueñavieja,aquienhacepasarpor suabuela;demodoquenuestraaragonesatanprestoesunasobrinaeducadaporsutíacomounapupilabajolatuteladesuabuela.Cuandohacedesobrina,sellamaCatalina,ycuandodenieta,Sirena.»

Al oír el nombre de Sirena interrumpí todo asustado a Escipión: «¿Qué medices? ¡Mehaces temblar! ¡Aydemí! ¡Temoqueesamalditaaragonesasea laquerida de Calderón!» «Cabalito—respondió—, la misma es. Yo quería dar austedungrangustoparticipándoleestanoticia.»«Puesnolocreas—repliqué—;másmecausadisgustoquealegría.¿Noprevéstúlasconsecuencias?»«No,afemía—replicóEscipión—.¿Quémalpuedevenirdeahí?DonRodrigonohadedescubrir precisamente lo que pasa, y si usted teme que se lo digan,prevéngaseloalprimerministro,contándoleelcasosencillamente.Elconocerála buena fe de usted; y si después quisiese Calderón ponerle a mal con suexcelencia, el duque verá que no trata de perjudicarle sino por espíritu devenganza.»

ConestaspalabrasmedesvanecióEscipiónelmiedo.SeguísuconsejoydipartealduquedeLermadeeste fataldescubrimiento,y tambiénaparentécontárselocon aire triste, para persuadirle de que sentía haber inocentemente dado alpríncipeladamadedonRodrigo.Peroelministro,lejosdecompadecersedesufavorito,seburlódeello.Despuésmedijoquesiguieraenmicomisiónyque,sobre todo, era gran gloria paraCalderón amar a lamismaque el príncipe deEspaña y recibir la misma acogida que él. Instruí en los mismos términos alconde de Lemos, quien me aseguró su protección si el primer secretariodescubríalatramayqueríaponermeamalconelduque.

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Con esta maniobra creí haber salvado la nave de mi fortuna del peligro deencallarymesosegué.SeguíacompañandoalpríncipeacasadeCatalina,porotro nombre la bella Sirena, que tenía la destreza de encontrar pretextos paraapartardesucasaadonRodrigoyocultarlelasnochesqueellateníaprecisióndededicarasuilustrerival.

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CAPITULOXIII

SigueGilBlashaciendoelpapeldeseñor;tienenoticiasdesufamilia;impresiónquelehicieron;sedescompadraconFabricio.

Ya llevodichoquepor lasmañanas tenía comúnmente enmi antesalamuchasgentesqueveníanaproponermevariosasuntos;peroyonoqueríaqueme lospropusiesenverbalmente.Siguiendoelestilodelacorte,opormejordecir,parahacermásdepersona,decíaatodopretendiente:«Tráigameustedunmemorial.»Y me había acostumbrado tanto a esto, que un día respondí así a mi caserocuando vino a recordarme que le debía un año de casa. Por lo que hace alcarniceroypanadero,nodabanlugaraqueyolespidiesememorial,pueseranmuypuntualesentraerlostodoslosmeses.Escipión,queeraunvivoretratomío,hacía lomismo con los que acudían a él para que se empeñase conmigo a sufavor.

Yoteníaotraridiculezquenopiensoperdonarme:habíadadoenlafatuidaddehablardelosgrandescomosiyofuesedesumismaesfera.Si,porejemplo,teníaquecitaralduquedeAlba,alduquedeOsunaoaldeMedinasidonia,decíaconllaneza: Alba, Osuna, Medinasidonia. En una palabra, me había puesto tanorgullosoyvano,queyanoerahijodemispadres. ¡Ah,pobredueñaypobreescudero,nipensabaenvosotrosnihabíatenidocuidadoalgunodeinformarmedevuestrasuerte!LacortetienelavirtuddelríoLeteo,quenoshaceolvidardenuestrosparientesyamigossisehallaneninfelizestado.

Cuandomásolvidadateníaamifamilia,entróunamañanaenmicasaunmozoque me dijo deseaba hablarme a solas un momento. Le hice entrar en midespacho,endonde,sindecirlesesentase,porparecermehombreordinario, lepreguntéquémequería.«SeñorGilBlas—medijo—,puesqué,¿nomeconoceusted?»Pormásquelemiréconatención,tuvequeresponderlequenocaíaenquiénera.«Yosoy—mereplicó—unpaisanovuestro,naturaldelmismoOviedoehijodeBeltránMoscada,elespeciero,vecinodevuestrotíoelcanónigo.Yoosreconozcomuybien.Hemosjugadomilveceslosdosalagallinaciega.»

«Delos juegosdeminiñez—lerespondí—sóloconservounaideaconfusa; loscuidadosquemehanocupadodespuésmeloshanborradodelamemoria.»«He

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venidoaMadrid—medijo—aajustarcuentasconelcorresponsaldemipadre.Heoídohablardeustedymehandichoqueestáenungranpuestoenlacorteyyatanricocomounjudío,deloqueledoyaustedlaenhorabuena,yofrezco,amivueltaalpaís,llenardegozoasufamiliadándoleunanuevatangustosa.»

Aunquenofueramasqueporcumplimiento,nopodíamenosdepreguntarcómoestabanmispadresytío;perolohicecontalfrialdadquenodimotivoamibuenespecieroparaadmirarlafuerzadelasangre.Bienmelodióaentender,puessemanifestósorprendidodelaindiferenciaqueyomostrabahaciaunaspersonasaquienes debía profesar sumo cariño, y, como eramozo franco y grosero, «Yocreía—me dijo desabridamente—que tuvieseis más amor y afición a vuestrosparientes.Noparecesinoqueloshabéisolvidado,segúnlafrialdadconquemepreguntáis por ellos. ¿Ignoráis cuál es su situación? Pues sabed que vuestropadreyvuestramadreestántodavíasirviendoyqueelbuencanónigoGilPérez,agobiado de vejez y de achaques, está ya para vivir poco. Es necesario tenerbuen corazón—prosiguió—, y supuesto que os halláis en estado de socorrer avuestrospadres,osaconsejocomoamigo lesenviéis todos losañosdoscientosdoblones. Este socorro les proporcionará sin menoscabo vuestro una vidacómodaydichosa.»

En lugar de enternecerme lapinturaquehacíademi familia,me incomodó lalibertadquesetomabadeaconsejarmesinqueyoselorogase.Quizáconmásmañamehubierapersuadido;perosufranquezasólosirvióparairritarme.Elloconocióbienpor el ceñudo silencioqueguardé, y continuando su exhortaciónconmenoscaridadquemalicia,me impacientó.«¡Oh,esoesyademasiado!—respondí lleno de cólera—. ¡Vaya usted, señor de Moscada, no se meta ennegociosajenos!¡Vayaybusquealcorresponsaldesupadreyajustesuscuentasconél!¿Quiénesustedparaenseñarmemiobligación?¡Sémejorqueustedloquehedehacerenestecaso!»Dichoesto,echédemidespachoalespecieroyleenviéaOviedoavenderazafránypimienta.

Nodejédereflexionarenloqueacababadedecirme,yacusándomeamímismodeserunhijodesnaturalizado,meenternecí.Trajealamemorialosafanesquehabíacostadoamispadresminiñezymieducación.Merepresenté loque lesdebía,yamisreflexionessiguieronalgunosimpulsosdeagradecimiento,que,noobstante, denada sirvieron.Mi ingratitud sofocóbienpronto estos afectosy aellos sucedió un profundo olvido. Muchos padres hay que tienen hijossemejantes.

Lacodiciay laambicióndequeestabaposeídomudarondel todomicarácter.

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Perdí todami alegría y andaba siempre distraído y pensativo; en una palabra,hecho un insensato. Viéndome Fabricio ocupado continuamente en pos de lafortunaytanindiferenteconél,noveníaamicasasinoraravez;peronopudodejardedecirmeundía:«Enverdad,GilBlas,queyanoteconozco.Antesdeveniralacortesiempreteníaselánimotranquilo,yahorateveoconstantementeagitado. Formas proyecto sobre proyecto para enriquecerte, y cuanto másadquieresmásdeseas.Además—¿meatreveréadecirlo?—yanotienesconmigoaquellos desahogos del corazón, aquellas familiaridades en que consiste elencantodelaamistad;antesporelcontrario,metratasconreservayocultasloíntimodetualma.Tambiénobservoquelasatencionesdequeusasconmigosoncomo forzadas. En fin, este Gil Blas no es aquel mismo Gil Blas que yoconocía.»

«Tú sin duda te chanceas—le respondí con frialdad—; yo ninguna mutaciónperciboenmí.»«Tienesfascinadoslosojos—replicó—ynodebespreguntárseloa ellos. Créeme: eres otro del que eras. Dilo, amigo, ingenuamente, ¿nostratamos acaso comootras veces?Cuando por lamañana llamaba a tu puerta,venías túmismo a abrirme, ymuchas veces casi dormido, y yo entraba en tucuartosincumplimiento;perohoy,¡quédiferencia!,tieneslacayos,ysemehaceesperaren tuantesalamientrasdanel recadodesipuedohablarte.Despuésdeesto,¿cómome recibes?Conuna fríapolíticayhaciendoel señor.Parecequemis visitas principian a incomodarte. ¿Crees tú que semejante recibimientoagrade a un hombre que ha sido tu camarada? No, Santillana, no; de ningúnmodomeconviene.Adiós,separémonosamigablemente.Deshagámonosambos,tú de un censor de tus acciones y yo de un nuevo rico que se desconoce a sípropio.»

Mesentímásexasperadoqueconmovidodesusreprensionesydejéseretirasesinhacerelmenoresfuerzoparadetenerle.Laamistaddeunpoetanoeracosatanpreciosaquesupérdidamecausaseaflicciónenelestadoenquemehallaba.Además, fácilmente encontré consuelo en el trato de algunos empleados depalacioconquienes,porlasemejanzadecarácter,habíarecientementecontraídoestrechaamistad.Estosnuevosconocimientoseranconsujetoscuyamayorpartevenía de no sé dónde y a quienes su dichosa estrella había conducido a susempleos.Todosestabanyaacomodados,yatribuyendoestosmiserablessóloasuméritolosbeneficiosqueelreysehabíadignadohacerles,seolvidabancomoyode sí mismos, y todos nos creíamos unos personajes muy respetables. ¡Oh,Fortuna,veahícómodispensaslosfavoreslasmásveces!¡HizobienelestoicoEpictetoencompararteconunajovenilustrequeseentregaacriados!

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LIBRONOVENO

CAPITULOPRIMERO

EscipiónquierecasaraGilBlasyleproponelahijadeunricoyfamosoplatero;delospasosquesedieronaestefin.

Unanoche,despuésdehaberdespedidoalaconcurrenciaquehabíaidoacenarconmigo, viéndome solo conEscipión, le preguntéquéhabíahecho aquel día.«Dar un golpe de maestro—me respondió—; proporcionar a usted un ricoestablecimiento, pues le quiero casar con la hija única de un platero conocidomío.» «¡Hija de un platero!—exclamé con aire desdeñoso—. ¿Has perdido eljuicio?Cuandosetienetalcualméritoyseestáenlacorteenciertaaltura,meparecequesedebentenerideasmáselevadas.»«¡Ah,señor—repitióEscipión—,nolocreáisasí!Pensadqueelvarónesquienennobleceynoseáismásdelicadoquemilseñoresquepudieracitaros.¿Sabeustedbienquelaherederadequienhabloesunpartidodecienmilducadosalomenos?¿Noesésteunbuentrozodeplatería?»Cuandooíhablardeuna suma tangrande,mehicemás tratable.«Desdeluegocedoaldictamendemisecretario;ladotemedetermina.¿Cuándoquierestúquelareciba?»«¡Vamosdespacio,señor!—merespondió—.¡Unpocodepaciencia!Esmenester que trate yo antes del asunto con el padre y que lehagavenirenello.»«¡Bueno!—respondíriendoacarcajadas—.¿Todavíaestásahí? ¡Ve, por cierto, un casamiento bien adelantado!» «Más de lo que ustedpiensa—replicó—; sólo quiero una hora de conversación con el platero yrespondodesuconsentimiento.Peroantesdeirmáslejos,capitulemos,siustedgusta. Suponiendo que yo haga recibir a usted cienmil ducados, ¿cuántosmetocarán a mí?» «Veinte mil», le respondí. «¡Alabado sea Dios!—dijo—. Yolimitabavuestroagradecimientoadiezmil.Ustedeslamitadmásgenerosoque

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yo. ¡Vamos! Desde mañana me emplearé en esta negociación y puede ustedcontarconqueseconseguiráoyonosoysinounbestia.»

Efectivamente, a los dos días me dijo: «He hablado con el señor Gabriel deSalero—queésteeraelnombredelpadrede laniña—,yes tanto loque leheponderadovuestrovalimientoymérito,quedióoídosalapropuestaquelehicederecibirosporyerno.Serávuestrasuhija,concienmilducados,siemprequelehagáisverclaramentequesoisvalidodelministro.»«Sinoconsistemásqueeneso—dije entonces a Escipión—, presto estaré casado. Pero tratando de lamuchacha,¿lahasvisto?¿Eshermosa?»«Notantocomoladote—respondió—.Hablando aquí para los dos, esta rica heredera no es muy bonita; pero, porfortuna, a usted ningún cuidado le da esto.» «A fe mía que no, hijo mío—lerespondí—. Nosotros los cortesanos nos casamos solamente por casarnos ybuscamos la hermosura en las mujeres de nuestros amigos; y si por acaso sehallaenlasnuestras,lamiramoscontantaindiferencia,queesbienmerecidoelqueporellonoscastiguen.»

«Todavíano lohedicho todo—repitióEscipión—.El señorGabriel convida austedacenarestanoche,yhemosquedadoenquenolehadehablarusteddelcasamiento proyectado. Debe convidar a muchos mercaderes amigos suyos aesta cena, a la cual ha de asistir usted como un simple convidado, ymañanavendráél a cenar conusteddelmismomodo;enestoconoceráustedqueestehombrequiereexperimentarleantesdepasaradelante.Convendráqueustedsecontenga un poco delante de él.» «¡Oh! ¡Pardiez!—interrumpí con aire deconfianza—. ¡Aunque examine lo que quiera, no puedo menos de salirgananciosoenesteexamen!»

Todoseejecutópuntualmente.Hicemecondujeranacasadelplatero,quienmerecibiótanfamiliarmentecomosinoshubiésemosvistoyamuchasveces.Eradetanbuenapastaque, como solemosdecir, se pasabade cortés.Mepresentó laseñora Eugenia, su mujer, y la joven Gabriela, su hija; yo les hice milcumplimientos,sincontraveniralotratado,yledijemiltonteríasenmuybellostérminosyfrasesdecorte.

Gabriela,apesardecuantomehabíadichodeellamisecretario,nomepareciófea, ya fuese porque estabamuybienpuesta o ya porqueno lamirase sino altravés de la dote. ¡Qué buena casa tenía el señorGabriel! Yo creo que habrámenosplataenlasminasdelPerúquelaquehabíaallí.Estemetalseofrecíaalavistapor todaspartesenmil formasdiferentes.Cadasala,yparticularmente ladelacena,erauntesoro.¡Quéespectáculoparalosojosdeunyerno!Elsuegro,

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para hacermás lucido el convite, había convidado a cinco o seismercaderes,todos personas graves y enfadosas, que sólo hablaron de comercio, y puededecirse que su conversaciónmás bien fué una conferencia de negociantes queunapláticadeamigos.

La noche siguiente tuve a cenar en mi casa al platero, y como no podíadeslumbrarle conmi vajilla, recurrí a otra ilusión.Convidé a cenar a aquellosamigos míos que hacían mayor figura en la corte y que yo sabía ser unosambiciososquenoponían límites a susdeseos.Nohablarondeotra cosamásquedelasgrandezasydelosempleosbrillantesylucrativosaqueaspiraban,locual produjo su efecto. Aturdido el buenGabriel de oír sus grandes ideas, setenía,apesardesu riqueza,porunmíseromortalencomparacióndeaquellosseñores. Por mi parte, afectando moderación, dije me contentaría con unamedianafortuna,comodeveintemilducadosderenta,concuyomotivoaquelloshambrientos de honores y riquezas exclamaron diciendo que haríamal y que,siendotanqueridocomoeradelprimerministro,nodebíacontentarmecontanpoco.Elsuegronoperdióniunadeestaspalabras,ycreíadvertiralretirarsequeibamuysatisfecho.

Escipiónnodejódeiraverleeldíasiguienteporlamañanaparapreguntarlesiyolehabíagustado.«Hequedadomuyprendado—lerespondió—;tanto,quemeha robado el corazón. Pero, señor Escipión—añadió—, suplico a usted pornuestra antigua amistad queme hable sinceramente. Todos, como usted sabe,tenemosnuestroflaco;dígameustedcuáleseldelseñorSantillana.¿Esjugador?¿Es cortejante? ¿Cuál es su inclinación viciosa? Suplico a usted no me laoculte.»«¡Ustedmeofende,señorGabriel,consemejantepregunta!—replicóelmedianero—.Meinteresomásporustedquepormiamo,ysituvieraalgúnviciocapazdehacerasuhijadesgraciada,¿selohubierapropuestoporyerno?¡Juroabríos que no! Yo soy muy servidor de usted; pero, en satisfacción, el únicodefecto que le encuentro es no tener ninguno. Para joven, es muy juicioso.»«¡Otro tanto oro!—respondió el platero—.Esome agrada.Vaya usted, amigomío;puedeasegurarquelograrálamanodemihijayqueseladaríaauncuandonofueraqueridodelministro.»

Luegoquemisecretariomediónoticiadeestaconversación,fuíalmomentoacasadelSaleroadarlelasgraciasdeladisposiciónfavorableenqueestabahaciamí.Aestetiempoyahabíadeclaradosuvoluntadasumujeryasuhija,quienespor elmodo con queme recibieronme hicieron conocer que se sujetaban sinrepugnancia a ella. Después de haber prevenido la noche antes al duque deLerma, lepresenté el suegro.Suexcelencia le recibió conmuchoagasajoy le

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manifestó la satisfacción que tenía en que hubiese elegido para yerno a unhombre a quien estimaba mucho y a quien quería ascender. Después siguióhaciendoelelogiodemisbuenasprendas,ydijotantobiendemí,queelpobreGabrielcreyóhaberencontradoenmiseñoríaelmejorpartidodeEspañaparasuhija. Estaba tan gozoso, que las lágrimas se le asomaban. Al despedirnosmeestrechóentresusbrazosymedijo:«Hijomío,estantalaimpacienciaquetengodeverosesposodeGabriela,quedentrodeochodíasamástardarloseréis.»

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CAPITULOII

PorquécasualidadseacordóGilBlasdedonAlfonsodeLeiva,ydelservicioquelehizo.

Dejemos en este estado mi casamiento, porque así lo exige el orden de mihistoria,yquierequecuenteelservicioquehiceadonAlfonso,miantiguoamo.Yohabíaolvidadoaestecaballeroenteramenteyahoradiréporquécausameacordédeél.

VacóenaqueltiempoelGobiernodelaciudaddeValenciay,habiéndolosabido,pensé en don Alfonso de Leiva. Consideré que este empleo le vendríaperfectamente, y, quizá menos por amistad que por ostentación, determinépedirloparaél,haciéndomecargodeque, si loobtenía,medaríaestepasounhonor excesivo.Me dirigí, pues, al duque de Lerma, y le dije que había sidomayordomo de don Alfonso de Leiva y de su hijo y que, teniendo grandesmotivos para vivirles agradecido, me tomaba la libertad de suplicar a suexcelenciaconcediesealunooalotroelGobiernodeValencia.Elministromerespondió:«Conmuchogusto,GilBlas;yomealegrodequeseasreconocidoygeneroso.Porotraparte,mehablasdeuna familiaaquienestimo.LosLeivassonbuenosservidoresdelreyymerecenbienesteempleo.Puedesdisponerdeélatuarbitrio;yotelodoyporregalodelaboda.»

Gustosísimo de haber conseguidomi intento, fuí sin perder instante a casa deCalderónahacerleextendereldespachoparadonAlfonso.Habíaallíuncrecidonúmero de personas que, con respetuoso silencio, aguardaban a que les dieseaudiencia don Rodrigo. Atravesé por entre aquella gente y me presenté a lapuertadelgabinete,quemefuéabierta,yenélencontrénosécuántoscaballeroscomendadoresyotrossujetosdistinguidos,aquienesCalderónoíaporsuorden.Eradeadmirareldiferentemodoconquelosrecibía.Secontentabaconhaceraéstosunaligerainclinacióndecabeza;honrabaaaquéllosconunacortesía,ylosconducía hasta la puerta de sugabinete, graduando, por decirlo así, el apreciocon que los distinguía por los diversos cumplimientos que empleaba. Por otraparte,viaalgunosdeaquellossujetosque,ofendidosdelpococasoquedeelloshacía,maldecíanensucorazónlanecesidadquelosobligabaahumillarseensupresencia. Otros vi que, por el contrario, se reían entre sí mismos de su aire

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fantásticoypresumido.Pormásquehacíaestasobservacionesnomehallabaenestado de aprovecharme de ellas, puesme portaba en iguales términos enmicasa, y ningún cuidado me daba el que se aprobasen o se vituperasen mismodalesorgullososcontalquemelosrespetasen.

Habiéndome atisbado casualmente don Rodrigo, dejó precipitadamente a unhidalgoque lehablabayvinoaabrazarmecondemostracionesdeamistadquemesorprendieron.«¡Ah,amadocompañeromío!—exclamó—.¿Quéasuntoeselquemeproporcionaelgustodeveraustedaquí?¿Enquépuedoservirausted?»Díjelealoqueibayenseguidameaseguróenlostérminosmáspolíticosqueeldía siguiente a la misma hora se expediría el despacho que yo solicitaba. Suatenciónnoparóaquí,puesmeacompañóhastalapuertadelaantesala,loquejamás hacía sino con los grandes señores, y allí me volvió a abrazar. «¿Quésignificanestosobsequios?—decíayoenelcamino—.¿Quémeanuncian?¿Simeditaráestehombremiruinao,previendoquedeclinasufavor,querrágranjearmi amistad y tenerme de su parte, con lamira de que interceda por él con elamo?» No sabía a cuál de estas conjeturas quedarme. Cuando volví al díasiguientemetratódelmismomodo,llenándomedecariciasycumplimientos.Esverdad que las desquitó en el recibimiento que hizo a otras personas que sepresentaron a hablarle, porque a unas trató groseramente, a otras habló confrialdadyacasitodasdescontentó;peroquedaronsuficientementevengadasconunlancequeocurrió,yquenodebopasarensilencio,elcualservirádelecciónaloscovachuelistasysecretariosquelolean.

Habiéndose llegado a Calderón un hombre vestido llanamente y que noaparentabaloqueera,lehablódeciertomemorialquedecíahaberpresentadoalduque de Lerma.DonRodrigo no sólo nomiró al caballero, sino que le dijoásperamente: «¿Cómo se llama usted, amigo?» «En mi niñez me llamabanFrasquito—le respondió con serenidad el tal—, después me han llamado donFranciscodeZúñigayhoymellamoelcondedePedrosa.»SorprendidodeestoCalderón, y viendoque trataba con un hombre de la primera distinción, quisodisculparse y dijo: «Señor, perdone vuestra excelencia si, no conociéndole...»«¡Yo no necesito de tus excusas!—interrumpió con altivez Frasquito—. ¡Lasdesprecio tanto como tus modales groseros! Sabe que el secretario de unministro debe recibir cortésmente a toda clase de personas. Sé, si quieres, tanfantásticoquetemirescomoelsustitutodetuamo;peronoteolvidesdequenoeresmasqueuncriadosuyo.»

EstepasajemortificóinfinitoalsoberbiodonRodrigo,quien,noobstante,nadaseenmendó.Porloquehaceamí,saquéfrutodelcaso.Resolvímirarconquién

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hablaba en mis audiencias y no ser insolente sino con los mudos. Como eldespacho de don Alfonso estaba ya expedido, lo recogí y se lo envié por uncorreo extraordinario a este señor con carta del duquedeLerma, en la que suexcelencialeavisabaqueelreylehabíanombradoparaelGobiernodeValencia.No le di parte de la que tenía en este nombramiento, ni quise aun escribirle,porque tenía gusto de decírselo de boca y de causarle esta agradable sorpresacuandoviniesealacorteaprestareljuramento.

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CAPITULOIII

DelospreparativosquesehicieronparaelcasamientodeGilBlasydelgrandeacontecimientoquelosinutilizó.

VolvamosamibellaGabriela,conquiendentrodeochodíashabíadecelebrarmimatrimonio. Por ambas partes se hacían preparativos para esta ceremonia.Salerocompróricostrajesparalanovia,yyolebusquéunadoncella,unlacayoyun escudero anciano, todo lo cual eligióEscipión, que esperaba todavía conmásimpacienciaqueyoeldíaenquehabíandeentregarmeladote.

Lavísperadeestedíatandeseadocenéencasadelsuegrocontíos,tías,primosy primas de mi novia. Hice perfectamente el papel de un yerno hipócrita;mostréme muy obsequioso con el platero y su mujer; fingíme apasionado deGabriela; agasajé a toda la familia, cuyas conversaciones y expresionesmajaderasytoscasescuchéconpaciencia,yasí,enpremiodeella,tuveladichadeagradaratodoslosparientes,quesealegrarondemienlaceconellos.

Acabada la comida, pasaron los convidados a una gran sala, en donde habíadispuestaunamúsicadevoceseinstrumentos,quenoseejecutómal,aunquenose hubiesen elegido lasmejores habilidades deMadrid.Nos puso de tan buenhumorlobienquecantaron,queempezamosabailar.Diossabeconquéprimor,puesmetuvieronpordiscípulodeTerpsícore,aunquenoteníamásprincipiosdeesteartequedosotresleccionesqueencasadelamarquesadeChavesmehabíadado unmaestro de baile que iba a enseñar a los pajes.Después de habernosdivertido bastante pensamos en retirarnos, y entonces prodigué las cortesías ycumplimientos. «¡Adiós, mi amado hijo!—me dijo Salero abrazándome—.Mañanaporlamañanairéatucasaallevareldoteenbuenamonedadeoro.»«Seráustedbienrecibido—respondí—,amadopadremío.»Luego,habiéndomedespedidodelafamilia,subíenmicoche,quemeesperabaalapuerta,ytoméelcaminodemicasa.

Apenashabíaandadodoscientospasos,cuandoquinceoveintehombres,unosapieyotrosacaballo,armadostodosdeespadasycarabinas,rodearonmicocheylo detuvieron gritando: ¡Favor al rey! Hiciéronme bajar aceleradamente ymemetieronenunasilladeposta,adondeelprincipaldeellossubióconmigoydijo

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alcocheroquetomaseelcaminodeSegovia.Juzguéqueelqueibaamiladoeraalgún honrado alguacil; y habiéndole preguntado elmotivo demi prisión,merespondió delmodo que acostumbran estos señores, quiero decir brutalmente,que no tenía necesidad de darme cuenta de él. Yo le dije que quizá seequivocaba.«¡No,no!—respondió—.Estoysegurodequenoheerradoelgolpe;usted es el señor de Santillana; a usted es a quien tengo orden de conduciradondelellevo.»Noteniendonadaquereplicaraesto,toméelpartidodecallar.Lo restante de la noche caminamos por la orilla del río Manzanares con unprofundosilencio.EnColmenarmudamosdecaballos,yllegamosalacaídadelatardeaSegovia,encuyatorremeencerraron.

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CAPITULOIV

DequémodofuétratadoGilBlasenlatorredeSegoviaydecómosupolacausadesuprisión.

Loprimero fuémeterme enun encierro, sinmás camaqueun jergóndepaja,comosifueseunreodignodelúltimosuplicio.Pasélanoche,noconelmayordesconsuelo, porque todavía no conocía todo mi mal, sino repasando en miimaginación qué sería lo que había acarreado mi desgracia. No dudaba fueseobradeCalderón;sinembargo,pormásquelosospechase,nocomprendíacómohubiesepodidoconseguirqueelduquedeLermametratasecontantacrueldad.Otrasvecesmeimaginabaquemehabríanpresosinnoticiadesuexcelencia,yotras,queesteseñormismomehabríahechoarrestarporalgunarazónpolítica,comosuelenhaceralgunasveceslosministrosconsusfavoritos.

Agitadoconestasvariasconjeturas,vi,afavordeunaluzqueentrabaporunarendijapequeña,lohorrorosodelsitioendondemehallaba.Meafligíentoncesenextremo,ymisojosfuerondosraudalesdelágrimas,quelamemoriademiprosperidadhacía inagotables.Cuandoestabaen lamayoraflicciónentróenelencierrouncarcelero,quemetraíaparaaqueldíaunpanyuncántarodeagua.Memiró,yviendoqueteníaelrostrobañadoenlágrimas,aunquecarcelerosemovió a compasión y me dijo: «¡No se desanime usted, señor preso! ¡Lasdesgraciasdelavidasehandesufrirconresignación!Ustedesjovenytrasdeestetiempovendráotro.Entretanto,comaustedcongustoelpandelrey.»

Diciendoesto,seretirómiconsolador,aquiensólorespondíconsuspiros.Todoeldíaloempleéenmaldecirmiestrella,sinpensarencomernadademiración,queenelestadoenquemehallabamásmeparecíaunefectodelaindignacióndel rey que un presente de su bondad, pues servíamás bien para prolongar lapenadelosdesgraciadosqueparamitigarla.

Enestollególanoche,yalinstanteoíungranruidodellavesquemellamólaatención.Abrieronlapuertadelcalabozoyentróunhombreconunabujíaenlamano,elque,llegándoseamí,medijo:«SeñorGilBlas,veaustedaunodesusamigosantiguos.YosoyaqueldonAndrésdeTordesillasquevivíaconustedenGranada y era gentilhombre del arzobispo cuando usted gozaba del favor de

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aquel prelado. Usted le pidió, si hace memoria, que me diese un empleo enMéjico,paraelcualsemenombró;peroenlugardeembarcarmeparaIndias,mequedéenlaciudaddeAlicante.Allímecaséconlahijadelcapitándelcastillo,yporunaseriedesucesosquecontaréaustedluego,hevenidoaseralcaidedelatorre de Segovia. Usted ha tenido la fortuna—continuó—de encontrar en unhombre que tiene el cargo de maltratarle un amigo que nada escaseará parasuavizar el rigor de su prisión. Tengo orden expresa de que no deje a ustedhablarconnadie,quelehagadormirsobrepajayquenoledémásalimentoquepan y agua; pero además de que soy caritativo y no había de dejar decompadecermede susmales, ustedmeha servido,ymi agradecimientopuedemás que las órdenes que he recibido. Lejos de servir de instrumento para lacrueldadquesequiereusarconusted,miánimoestratarlelomejorquemeseaposible.Levánteseustedyvéngaseconmigo.»

Mi ánimoestaba tan turbadoquenopude responderuna solapalabra al señoralcaide, aunque sus expresiones merecían tanta gratitud. Le seguí. Me hizoatravesarunpatioysubirporunaescaleramuyestrechaaunapequeñapiezaquehabíaenloaltode la torre.Habiendoentradoenella,mesorprendíbastantealversobreunamesadosvelasqueardíanencandelerosdecobreydoscubiertosbastantelimpios.«Inmediatamente—medijoTordesillas—vanatraerdecomerausted;amboscenaremosaquí.Lehedestinadoparasuhabitaciónestecuartito,endondeestarámejorqueenelencierro,puesverádesdesuventanalasfloridasriberas del Eresma y el valle delicioso que desde el pie de lasmontañas queseparanlasdosCastillasseextiendehastaCoca.Nodudoquealprincipionolehará ninguna impresión una vista tan agradable, pero cuando el tiempo hayahechosucederunadulcemelancolíaalaamarguradesudolor, tendrágustoenrecrear lavistaconunosobjetos tandeleitables.Ademásdeesto, cuenteustedconquenofaltaráropablancanilasdemáscosasquenecesitaunhombreamigodel aseo. Sobre todo, tendrá usted buena cama, estará bien mantenido y leproporcionaréloslibrosquequieray,enunapalabra,todaslascomodidadesdequepuededisfrutarunpreso.»

Contancortesesofertasmesentíalgoaliviado,cobréánimoydimilgraciasamicarcelero.Ledijequesugenerosoprocedermerestituíalavidayquedeseabahallarme en estado de manifestarle mi gratitud. «¿Pues por qué no habría devolverustedaverseensuprimerestado?—merespondió—.¿Creeustedhaberperdido para siempre la libertad? Se engaña si así lo juzga y me atrevo aasegurarlequeconalgunosmesesdeprisiónhabráustedpagado.»«¿Quédiceusted, señordonAndrés?—exclamé—.Parecequeusted sabeelmotivodemi

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desgracia.» «Confieso—me dijo—que no lo ignoro. El alguacil que haconducido a usted aquí me ha confiado este secreto y no tengo dificultad enrevelárselo. Me ha dicho que, informado el rey de que usted y el conde deLemos habían llevado de noche al príncipe de España a casa de una damasospechosa,acababa,paracastigarosdeello,dedesterraralconde,yenviabaaustedaestatorreparasertratadoenellacontodoelrigorquehaexperimentadodesdequevino.»«¿Puescómo—ledije—hallegadoasaberestoelrey?»«Estacircunstancia quisiera yo saber particularmente y esto es—respondió—lo quecabalmentenomehadicho el alguacil y lo que, a la cuenta, ni aun élmismosabe.»

En este punto de nuestra conversación, entraronmuchos criados que traían lacena.Pusieronenlamesapan,dostazas,dosbotellasytresfuentes,enlaunadelascualesveníaunguisadodeliebreconmuchacebolla,aceiteyazafrán;enlaotra,unaollapodrida,yen la terceraunpavipolloconsalsade tomate.LuegoquevióTordesillasquenoshabíanservidolonecesario,despachóasuscriadosparaquenooyesennuestraconversación.Cerrólapuertaynossentamoselunoenfrentedelotro.«Empecemos—medijo—porlomásurgente.Despuésdedosdíasdedieta,esprecisoqueustedtengabuenapetito.»Ydiciendoesto,mehizounbuenplato.Creíaserviraunhambriento,y,efectivamente,teníamotivoparapensar que yo me atracaría de sus manjares. Sin embargo, engañé susesperanzas,pues,pormuchanecesidadquetuviesedecomer,losbocadossemequedaban atravesados en la boca sin poder tragarlos; tan oprimido tenía elcorazón a causa de mi estado actual. En vano mi alcaide, para alejar de miespíritu las crueles ideas que sin cesar le afligían, me excitaba a beber ycelebraba lo exquisitode suvino, pues aun cuandomehubieradadonéctar lehubiera bebido entonces sin gusto. El lo conoció, y, tomando otro rumbo, sepuso a contarme con estilo alegre la historia de su casamiento; pero con estotodavíaconsiguiómenoselfin.Escuchésurelacióntandistraído,quecuandolaconcluyó no hubiera podido decir lo que acababa de contarme. Juzgó que erademasiadaempresaquererentretenerporaquellanochemispenas.Despuésdeconcluídalacenaselevantódelamesaymedijo:«SeñordeSantillana,voyadejarausteddescansar,omásbienmeditarconlibertadsobresudesgracia;perorepitoquenoserádelargaduración.Elreyesnaturalmentebueno,ycuandoselehayapasadoelenfadoyconsidereladeplorablesituaciónenquecreeausted,lepareceráqueestábastantecastigado.»Dichoesto,elseñoralcaidebajóohizoque subiesen los criadosaquitar lamesa.Se llevaronhasta las lucesyyomeacostéalaescasaluzdeuncandilcolgadoenlapared.

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CAPITULOV

Deloquereflexionóantesdedormirseydelruidoqueledespertó.

Dos horas por lomenos seme pasaron en reflexionar sobre lo queme habíadichoTordesillas.«¿Conqueaquímeestoy—decía—porhabercontribuídoalosplaceresdelherederodelaCorona?¡Quéimprudenciahasidoelhaberservidoensemejantescosasaunpríncipetanjoven!Puestodomidelitoconsisteenqueesmuyniño.Quizáelrey,enlugardehaberseirritadotanto,sehubierareídosifuesedemásedad.Pero¿quiénhabrádadosemejanteavisoalmonarcasinhabertemido el resentimiento del príncipe y el del duque deLerma? Sin duda, éstequerrá vengar al conde de Lemos, su sobrino. Pero lo que yo no puedocomprenderescómoelreyhapodidodescubrirlo.»

Siemprevolvíaapensarenesto.Sinembargo, loquemásmeafligía,másmedesesperaba y lo que no podía desechar demi imaginación era el saqueo quetemíahabríanpadecido todosmisefectos.«¡Tesoromío!—exclamé—.¿Dóndeestás?¡Amadasriquezasmías!¿Quéhasidodevosotras?¿Enquémanoshabéiscaído? ¡Ay de mí! ¡Os he perdido en menos tiempo del que os gané!» Merepresentabaeldesordenquehabríaenmicasa,ysobreestohacíareflexionesacuálmás tristes.Laconfusiónde tantospensamientosdiferentesmesepultóenuna tristezaquemefuéprovechosa,puescogíel sueño,que lanocheantesnohabía podido conciliar. También contribuyeron a ello la buena cama, la fatigaque había padecido y los vapores del vino y de la cena. Me quedéprofundamente dormido, y, según las señales,me hubiera amanecido así a nohaberme despertado de improviso un ruido bastante extraordinario para unacárcel.Oítocarunaguitarrayaunhombrequecantabaalsondeella.Escuchéconatención,peroyanadaoí.Creíqueeraunsueño,perodeallíauninstantevolvíaoírelmismoinstrumentoyquecantabanlosversossiguientes:

¡Aydemí!¡Unañofelicepareceunsoploligero;pero,sindicha,uninstanteesunsiglodetormento!

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Esta copla, que parecía se había compuesto de intento para mí, aumentó mispesares.«Laverdaddeestaspalabras—medecíayo—hartolaexperimento.Meparecequeeltiempodemifelicidadhapasadobienprontoyquehaceunsigloque estoy preso.» Volví a sepultarme en una terrible melancolía y adesconsolarme como si tuviese gusto en ello.Mis lamentos dieron fin con lanoche, y los primeros rayos del sol que alumbraronmi estancia calmaron unpocomisinquietudes.Melevantéaabrirlaventanaparaqueentraseelaireenelcuarto;miréelcampo,cuyavistametrajoalamemorialabelladescripciónqueelseñoralcaidemehabíahechodeél,peronoencontréobjetosconqueacreditarlaverdaddeloquemehabíadicho.ElEresma,queyocreíaalomenosigualalTajo,mepareciósólounarroyo.Laortigayelcardoeranelúnicoadornodesusriberasfloridas,yelsupuestovalledeliciosonoofrecióamivistasinotierraslamayor parte incultas. Al parecer, todavía no gozaba yo de aquella dulcemelancolía que debía representarme las cosas de otromodo de como las veíaentonces.

Estaba a medio vestir cuando llegó Tordesillas acompañado de una criadaancianaquemetraíacamisasytoallas.«SeñorGilBlas—medijo—,aquítieneustedropablanca;useusteddeellasin reparo,queyocuidarédeque la tengasiempre de sobra. Y bien—añadió—, ¿cómo ha pasado usted la noche? ¿Haaplacadoelsueñosuspenasporalgunosinstantes?»«Puedeser—respondí—quedurmiera todavía si no me hubiera despertado una voz acompañada de unaguitarra.» «El caballero que ha turbado su reposo—respondió—es un reo deEstadoqueestáenuncuartoinmediatoaldeusted.EsuncaballerodelaOrdendeCalatrava,ydemuybuenapresencia,quesellamadonGastóndeCogollos.Siustedesquieren,puedentratarseycomerjuntos,yasí,ensusconversacionesse consolarán mutuamente y para ambos será esto de mucha satisfacción.»ManifestéadonAndrésqueagradecía infinito la licenciaquemedabadeunirmi dolor con el de este caballero, y como diese a entendermi vivo deseo deconoceraaquelcompañeroenmidesgracia,nuestrocortésalcaidedesdeaquelmismodíameproporcionóestegusto.ComícondonGastón,cuyobelloaspectoy gentileza me cautivaron. ¿Cuál sería su hermosura, cuando deslumbró misojos, acostumbrados a ver la juventud más bella de la corte? Imagínese unhombrequeparecíaunaminiatura,unodeaquelloshéroesdenovelaqueparadesvelaralasprincesasnonecesitabamasquepresentarse;añádaseaestoquelaNaturaleza,quecomúnmentedistribuyecondesigualdadsusdones,habíadotadoaCogollosdemuchovaloryentendimientoyseformaráunaligeraideadelasperfeccionesqueleadornaban.

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Si élme hechizó, pormi parte tuve la fortuna de no desagradarle.Aunque lesupliquénodejasedecantarpormídenoche,nuncavolvióahacerlo,temiendoincomodarme. Dos personas a quienes aflige una mala suerte se unen confacilidad. A nuestro conocimiento se siguió bien presto una tierna amistad, lacual se estrechó cada día más. La libertad que teníamos de hablar cuandoqueríamos nos sirvió muchísimo, pues en nuestras conversaciones nosayudábamosrecíprocamenteallevarconpaciencianuestradesgracia.

Unasiestaentréensucuartoatiempoquesepreparabaatocarlaguitarra.Paraoírle más cómodamente me senté en un banquillo, que era la única silla quetenía,yélsobresucama.Tocóunasonatatiernaycantódespuésunascoplasqueexplicabanladesesperaciónaquereducíaaunamantelacrueldaddesudama.Asíqueacabóledijesonriéndome:«Caballero,nuncanecesitaráustedempleartales versos en sus galanteos, porque su persona no encontrará mujeresesquivas.»«Ustedmefavorece—respondió—.Losversosqueustedacabadeoírloscompuseparaablandaruncorazónqueyocreíadediamante,paraenterneceraunadamaqueme tratabaconun rigor extremado.Esprecisocuente austedestahistoriayalmismotiemposabráustedlademisdesgracias.»

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CAPITULOVI

HistoriadedonGastóndeCogollosydedoñaElenadeGalisteo.

«Presto hará cuatro años que salí de Madrid para Coria a ver a mi tía doñaLeonordeLajarilla,unadelasmásricasviudasdeCastillalaViejaydequiensoyúnicoheredero.Apenas lleguéa sucasa,cuandoelamorvinoa turbarmisosiego.Mepusoenuncuartocuyasventanasdabanenfrentedelascelosíasdeunaseñoraaquienfácilmentepodíaver,pueseranmuyclarasylacalleestrecha.No desprecié esta proporción, y me pareció tan bella mi vecina, que quedéapasionadodeella.Selomanifestéprontamente,conmiradastanvivasquenopodíanequivocarse.Ellaloconoció,peronoeradeaquellasseñoritasquehacengaladesemejanteobservación,ytodavíacorrespondiómenosamisseñas.

»Quise saber el nombre de aquella peligrosa persona que tan prontamentetrastornaba loscorazones,ysupese llamabadoñaElena,queerahijaúnicadedon Jorge deGalisteo, que poseía a algunas leguas deCoria una hacienda demucho producto; que se le presentaban frecuentemente buenos partidos, peroquesupadrelosdespreciabatodos,conlamiradecasarlacondonAgustíndelaHiguera,susobrino,elque,conlaesperanzadeestecasamiento, tenía libertaddeveryhablartodoslosdíasasuprima.Nomedesalentéporeso;antesbien,seaumentó enmí el amor, y el orgulloso placer de desbancar a un rival, amadoquizá,meexcitómásquemiamorallevaradelantemiempresa.Continué,pues,mirandocariñosamenteamiElena.EnviétambiénemisariosaFelicia,sucriada,parasolicitarsumediación.Hiceigualmentehablarporseñasamisdedos.Peroestasdemostracionesfueroninútiles.Lamismarespuesta tuvede lacriadaquedelama:ambassemostraronduraseinaccesibles.

»Viendo que rehusaban responder al lenguaje de mis ojos, recurrí a otrosintérpretes. Puse gente en campaña para descubrir si Felicia tenía algúnconocimientoenlaciudad,ylleguéasaberquesumayoramigaeraunaseñoraanciana llamada Teodora y que se visitaban con frecuencia. Alegre con estanoticia,busquéaTeodora,aquienobliguécondádivasaservirme.Se interesópor mí y me ofreció facilitarme en su casa una conversación secreta con suamiga,promesaquecumplióaldíasiguiente.

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«Yadejodeserdesgraciado—dijeaFelicia—,puesmispenashanexcitado tupiedad. ¿Qué no debo a tu amiga por haberte inclinado a que me des lasatisfacción de hablarte?» «Señor—me respondió—, Teodora es dueña de mivoluntad.Me ha hablado por usted, y si pudiera yo hacerle feliz, bien prestoconseguiríasusdeseos;pero,contodaestabuenavoluntad,nosésipodréserosdegranprovecho.Noquierolisonjearausted;suempresaesmuydifícil.Ustedhapuestolosojosenunaseñoritacuyocorazónesdeotro.¡Yquéseñorita!Estan disimulada y altiva, que si usted con su constancia y obsequios consiguemerecerle algunos suspiros, nopienseque su altanería le dé la satisfaccióndedemostrárselo.»«¡AhmiamadaFelicia!—prorrumpícondolor—.¿Paraquémeexpresas todos los obstáculos que tengo que vencer? Estas circunstancias meatraviesanelalma. ¡Engáñameynomedesesperes!»Dichoesto,ycogiéndoleunamano,lepuseeneldedoundiamantedetrescientosdoblones,diciéndolealmismotiempocosastantiernasquelahicellorar.

»Lapersuadieron tantomispalabrasyquedó tancontentaconmigenerosidad,quenoquisodejarmesinconsuelo,yallanandounpocolasdificultadesmedijo:«Señor,loqueacabodedeciraustednodebequitarletodaesperanza.Esverdadquesurivalnoesaborrecido.Vieneacasaaverconlibertadasuprima;lehablacuando quiere, y esto es lo que favorece a usted.La costumbre que tienen deestar ambos juntos todos los días entibia un poco su trato.Me parece que seseparan sin pena y se vuelven a ver sin gusto. Se podría decir que están yacasados. En una palabra, no parece quemi ama tiene una ciega pasión a donAgustín.Porotraparte,haymuchadiferenciadesusprendaspersonalesalasdeusted, y esta particularidad no la observará inútilmente una señorita de tandelicado gusto comodoñaElena.No se acobarde usted; continúe su galanteo,queyonodejarépasarningunaocasióndehacervaleramiamaloqueustedseesmeraenagradarley,pormásquedisimule,descubrirésuinterioraltravésdesusdisimulos.»

»Despuésdeestaconversación,Feliciayyonosseparamosmuysatisfechosunodeotro.YomedispusedenuevoaobsequiarensecretoalahijadedonJorge;díle unamúsica, en la cual una bella voz cantó los versos que usted ha oído.Acabadoelconcierto, lacriada,parasondearasuama, lepreguntósisehabíadivertido.«Lavoz—dijodoñaElena—mehagustado.»«Ylaspalabrasquehacantado,¿nosonmuyexpresivas?»«Deesoes—dijolaseñora—deloquenohehechoaprecioalguno,atendiendosóloalcanto;nisemedanadaelsaberquiénme ha dado esta música.» «Según eso—exclamó la criada—, el pobre donGastóndeCogollos estámuy lejosdemerecer la atencióndeusted, y esmuy

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locoengastareltiempoenmirarnuestrascelosías.»«Puedeserquenoseaél—dijo el ama fríamente—, sino algún otro caballero que con este concierto haqueridodeclararmesupasión.»«Perdoneusted—respondióFelicia—.Estáustedmuyengañada;eselmismodonGastón,porqueestamañanahallegadoamíenlacalleysuplicadodigaausteddesupartequeleadoraapesardelosrigorescon que paga su amor, y que, en fin, se tendrá por el hombremás feliz si lepermiteacreditarsuternuraconsusobsequiosyatenciones.Estasexpresiones—continuó—denotanbienquenomeengaño.»

»LahijadedonJorgemudó repentinamentede semblante,ymirandoconairesevero a su criada le dijo: «¿Cómo tienes atrevimiento para propasarte acontarme esa necia conversación? ¡No te suceda otra vez el venirme consemejantes impertinencias! ¡Y si ese temerario tiene todavía la osadía dehablarte, temando le digas se dirija a otra persona que hagamás caso de susgalanteosyqueelijaunpasatiempomásdecentequeeldeestartodoeldíaalaventanaobservandoloquehagoenmicuarto!»

»La segunda vez que vi a Felicia me dió cuenta puntual de todas lascircunstanciasdeestaconversación,yparapersuadirmedequemipretensiónnopodíairmejor,asegurabaqueaquellaspalabrasnosedebíantomaralpiedelaletra. Por lo que amí toca, que procedía sencillamente y no creía se pudieseexplicareltextoenmifavor,desconfiabadeloscomentariosqueellahacía.Seburlódemidesconfianza,pidiópapelytintaasuamigaymedijo:«Señormío,escriba usted prontamente a doñaElena comoun amante desesperado. Píntelevivamentesuspenasysobretodolaméntesedelaprohibicióndeasomarsealaventana. Prométale usted que obedecerá su precepto, pero asegúrele que lecostará la vida; pinte usted esto tan lindamente como ustedes los caballerossabenhacerlo,ylodemásquedaamicuidado.Esperoquelasresultasharánamipenetraciónmáshonordelqueustedlehace.»

»Yo hubiera sido el primer amante que encontrando tan oportuna ocasión deescribirasudamalahubieradesaprovechado.Compuseunacartamuypatética,y antes de cerrarla se la enseñé a Felicia, quien, después de haberla leído, sesonrió,ymedijoquesilasmujeressabíanelartedeencapricharaloshombres,enrecompensa,noignorabanelloseldeembobaralasmujeres.Lacriadatomóelbillete,asegurándomequesinoproducíabuenefectonoseríaculpadeella;me encargó mucho tuviese gran cuidado de no dejarme ver a la ventana poralgunosdíasysevolvióalmomentoacasadedonJorge.

«Señora—dijo a doñaElena cuando llegó—, he encontrado a donGastón.Ha

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venido a hablarme y me ha tenido una conversación muy lisonjera. Me hapreguntadotemblando,ycomounreoquevaaoírsusentencia,sihabíahabladoa usted de su parte. Yo, por no faltar a vuestras órdenes, no le he dejadoproseguiry lehehartadode injuriasy lehedejadoaturdidodevermienojo.»«Me alegro—respondió doñaElena—queme hayas librado de ese importuno;peroparaesonohabíanecesidaddehablarledescortésmente.Siempreesprecisoque una doncella tenga agrado.» «Señora—replicó la criada—, a un amanteapasionado no se le aleja con palabras suaves, pues vemos que ni aun seconsigue este fin con enojo y furor. Don Gastón, por ejemplo, no se hadesanimado.Despuésdehaberle llenadode improperios, comohedicho, fuí acasa de vuestra parienta, adonde me habéis enviado. Esta señora, por midesgracia,mehadetenidomuchotiempo;digomuchotiempo,porquealavueltahe encontradootravez almismo.Yonoesperabaverlemás, y suvistamehaturbado tanto, quemi lengua,pronta en todasocasiones, nohapodidoen éstapronunciar una palabra.» «Pero y entretanto, ¿qué ha hecho él?»«Aprovechándosedemisilencio,omásbiendemiturbación,mehametidoenlamanounpapel,queheguardadosinsaberloquemehacía,ydesaparecióalmomento.»

»Dichoestosacódelsenomicartayselaentregóentonodechanzaasuama,quienlatomócomopordiversión,laleyócontodoydespuéshizolareservada.«Enverdad,Felicia—dijoseriamenteasucriada—,queeresunalocaenhaberrecibidoestebillete.¿QuépodrápensardeestodonGastónyquédebocreeryomisma?Túmedasmotivocontuconductaparaquedesconfíedetufidelidadyaélparaquesospechequecorrespondoasuinclinación.¡Aydemí!Puedeserqueeneste instantecreaque leoyreleocongustosusexpresiones. ¡Veaquíaquéafrenta expones mi altivez!» «De ninguna manera, señora—le respondió lacriada—;élnopuedepensardeestasuerte,y,casoqueasífuese,prontosabrálocontrario.Ledirélaprimeravezqueleveaqueheenseñadoaustedsucarta,queustedlahamiradoconlamayorindiferenciayquesinleerlalahahechoustedpedazos con un frío desprecio.» «Libremente puedes afirmarle—repuso doñaElena—que yo no la he leído, porqueme hallaríamuy apurada si tuviera quedecir dos palabras.» La hija de don Jorge no se contentó con hablar en estostérminos,sinoqueaunrasgómibilleteyprohibióasucriadahablarlejamásdemí.

»Comoyohabíaprometidonogalantearladesdemisventanas,porquemivistadesagradaba, las tuve cerradasmuchos días para quemi obedienciamereciesemás aprecio; pero en desquite de mis señas, que me estaban prohibidas, me

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dispuseadarmúsicasamicruelElena.Fuímeunanochedebajodesubalcóncon losmúsicos, cuando un caballero con espada enmano turbó el conciertodando de golpes a los instrumentistas, quienes inmediatamente huyeron. Elcoraje que animaba a este atrevido despertó el mío, y arrojándome a él paracastigarle, principiamos un reñido combate. Doña Elena y su criada oyen elruidodelasespadas,miranpor lascelosíasyvendoshombresqueriñen.Dangrandes gritos; obligan a don Jorge y a sus criados a que se levanteninmediatamenteyacudenconmuchosvecinosasepararaloscombatientes;peroya llegaron tarde. Sólo encontraron en el sitio a un caballero nadando en susangreycasisinvidayconocieronqueerayoeldesgraciado.Mellevaronacasademitíaysellamaronloscirujanosmáshábilesdelaciudad.

»Todo el mundo se compadeció de mí, y especialmente doña Elena, queentoncesdescubrióelinteriordesucorazón.Sudisimuloserindióalsentimientoyya—¿locreeráusted?—noeraaquellaseñoraquetantosepreciabadenohacercasodemisobsequios,sinounatiernaamantequeseentregabasinreservaasudolor,yasí,elrestodelanochelopasóllorandoconsucriadaymaldiciendoasuprimodonAgustíndelaHiguera,aquienellascreíanautordesuslágrimas,comoenefectoéleraquienhabíainterrumpidolamúsicatanfunestamente.Tandisimuladocomosuprima,habíaconocidomiintenciónynadahabíadichodeella, e imaginando que Elena me correspondía había hecho esta acción tanviolentaparamostrarqueeramenossufridodeloquesepensaba.Noobstante,estetristeaccidenteseolvidópocotiempodespuésporlaalegríaquesobrevino.Aunquemiheridaerapeligrosa, lahabilidadde loscirujanosmesacóasalvo.Todavíanosalíayo,cuandodoñaLeonor,mitía,fuéaversecondonJorgeylepropuso mi casamiento con doña Elena. Consintió en este enlace, tanto másgustosocuantoqueentoncesmirabaadonAgustíncomoaunhombreaquienquizá no volvería a ver más. El buen viejo recelaba que su hija tendríarepugnanciaacasarseconmigoacausadequeelprimolaHiguerahabíatenidolalibertaddevisitarlamuchotiempoparagranjearsucariño;perosemostrótandispuestaaobedecerenestepuntoasupadre,quedeaquípodemosinferirqueenEspaña, comoen todaspartes, es afortunado con lasmujeres el últimoquellega.

»Luego que pude hablar a solas con Felicia, supe hasta qué extremo habíaafligidoasuamaeldesgraciadosucesodemipasadapendencia.Demodoque,nodudandoyaserelParisdemiElena,bendecíayomiherida,pueshabíatenidotan buenas consecuencias parami amor. Obtuve permiso del señor don Jorgepara hablar a su hija en presencia de la criada. ¡Qué gustosa fué esta

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conversaciónparamí!Tantosupliquéydetalmanerainstéalaseñoritaaquemedijese si su padre violentaba su inclinación concediéndome sumano, quemeconfesó que no la debía solamente a su obediencia.Avista de esta halagüeñadeclaración, sólo pensé en agradar y en inventar galanteosmientras llegaba eldíadelaboda,quehabíadecelebrarseconunamagníficacabalgata,enquetodalanoblezadeCoriaysuscercaníassepreparabanparalucirlo.

»Diconestefinungranbanqueteenunahermosacasaderecreoqueteníamitíacerca de la ciudad del lado deMonroy.Don Jorge y su hija concurrieron contodossusparientesyamigos.Sehabíadispuestopormiordenunconciertodevocese instrumentosyhechovenirunacompañíadecómicosde la leguaparaque representaran una comedia. Cuando estábamos a mitad de la comedia,entraronadecirmequeestabaenlaantesalaunhombrequequeríahablarmedeunnegociomuyinteresanteparamí.Melevantédelamesaparairaverquiéneraymeencontréconundesconocido,quemeparecióserunayudadecámara,elquemeentregóunbillete,queabrí,yconteníaestaspalabras:«Siestimáiselhonor como debe un caballero de vuestra Orden, no dejéis mañana por lamañana de ir a la llanura deMonroy, en donde encontraréis a un sujeto quequieredarossatisfaccióndelaofensaqueoshahechoyponeros,sipuede,fueradeestadodecasaroscondoñaElena.—DonAgustíndelaHiguera.»

»Sielamortienemuchoimperiosobrelosespañoles,elpundonortienetodavíamás.Nopudeleerelbilleteconánimotranquilo.AlsolonombrededonAgustínse encendió enmis venas un fuego que casime hizo olvidar las obligacionesindispensables de aquel día. Tuve tentaciones de evadirme de la concurrenciapara ir inmediatamente en busca de mi enemigo. No obstante, me contuve,temiendoturbarlafunción,ydijealquemehabíatraídolacarta:«Amigomío,podéis decir al caballero que os envía que deseo demasiado renovar con él elcombate para no hallarmemañana, antes que salga el sol, en el sitio quemeseñala.»

»Despuésdehaberdespachadoalmensajerocon la respuestavolvía reunirmeconmis convidados yme senté a lamesa, disimulandodemodoqueningunosospechóloquemepasaba,ylorestantedeldíaaparentéestarentretenidocomolos otros con la diversión de la fiesta, la cual se acabó a media noche. Laconcurrencia se separó y todos se retiraron a la ciudad del mismomodo quehabían venido, menos yo, que me quedé con pretexto de tomar el fresco lamañana siguiente, pero no era por otromotivo sinopara acudirmáspronto alsitio de la cita. En lugar de acostarme, aguardé con impaciencia a queamaneciera,einmediatamentemontéenelmejorcaballoqueteníaypartísolo,

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como para pasearme en el campo. Caminé hacia Monroy, en cuya llanuradescubríaunhombreacaballoqueveníaamíariendasuelta;yohicelomismoparaahorrarlelamitaddelcamino,yasí,bienprestonosencontramosyviqueeramirival.«Caballero—medijoconinsolencia—,vengo,apesarmío,apelearsegundavezconusted;perolaculpaesvuestra.DespuésdellancedelamúsicadebióustedrenunciarvoluntariamentealahijadedonJorgeosaberquesiustedpersistía en el designio de obsequiarla nuestros debates no habían cesado.»«Usted seha ensoberbecido—le respondí—del logrodeunaventajaquequizádebiómenosasudestrezaquea laobscuridaddelanoche.Ustedseolvidadeque las victorias no son siempre de uno.» «Siempre son mías—replicó conarrogancia—,yvoyahacerveraustedqueasídedíacomodenochesécastigaralosatrevidosqueestorbanmisintentos.»

»A estas altaneras palabras sólo respondí echando pie a tierra, lo cual hizotambiéndonAgustín.Atamosloscaballosaunárbolyprincipiamosareñirconigualdenuedo.Confiesoingenuamentequeteníaquepelearconunenemigoquesabíamanejar lasarmasconmásdestrezaqueyo,noobstantemisdosañosdeescuela. Era consumado en la esgrima, y así, no podía exponer yomi vida amayor peligro. Sin embargo, como de ordinario sucede que al más fuerte levenza elmásdébil,mi rival recibióuna estocada en el corazón, apesarde sudestreza,ycayómuerto.

»Volvíalinstantealacasaderecreo,endondecontéloquehabíapasadoamicriado,cuyafidelidadconocía.Díjeledespués:«MiamadoRamiro,antesquelajusticiasepaelcaso,tomaunbuencaballoyveainformaramitíadelsuceso;pídeledemipartedineroyjoyasparamiviajeyvenabuscarmeaPlasencia.Enlaprimerahostería,comoseentraenlaciudad,meencontrarás.»

»RamiroevacuósucomisióncontantaprestezaquellegóaPlasenciatreshorasdespuésqueyo.DíjomequedoñaLeonorsehabíaalegradomásquenoafligidodeuncombatequereparabalaafrentaquehabíayorecibidoenelprimeroyquemeenviabatodoeloroypedreríaqueteníaparaqueviajaracómodamenteporpaísesextranjerosmientrasellacomponíamiasunto.

»Para omitir las circunstancias superfluas, diré que atravesé por Castilla laNueva para ir al reino de Valencia a embarcarme en Denia. Pasé a Italia, endonde me puse en estado de recorrer las cortes y presentarme en ellas condecencia.

»MientrasquelejosdemiElenapensabayoenengañarmiamory tristezas lo

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másquemeeraposible,estaseñoraenCoriallorabasecretamentemiausencia.Enlugardeaplaudirlaspersecucionesdesufamiliacontramíporlamuertedela Higuera, deseaba, al contrario, cesasen por una pronta compostura yacelerasenmi regreso.Ya habían pasado seismeses, y creo que su constanciahabríavencidosiemprealtiemposisólohubieratenidoquelucharconéste,perotenía todavía enemigosmás poderosos.DonBlas deCambados, hidalgo de lacostaoccidentaldeGalicia,pasóaCoriaarecogerunaricaherenciaquelehabíadisputado en vano don Miguel de Caprara, su primo, y se avecindó allí porhaberle parecido aquel país más agradable que el suyo. Cambados era bienplantado, parecía afable y atento, siendo al mismo tiempo muy persuasivo.Prestohizoconocimientocontodaslasgentesdecentesdelaciudadysupolosasuntosdeunosydeotros.

»NoestuvomuchotiemposinsaberquedonJorgeteníaunahijacuyapeligrosahermosuraparecíano inflamara loshombres sinopara sudesgracia, cosaqueexcitósucuriosidad.Quisoveraunaseñoratantemible,yhabiendobuscadoaeste efecto la amistad de su padre, consiguió ganarla tan bien, que el viejo,mirándoleyacomoayerno,ledióentradaensucasa,conpermisodehablarensupresenciaadoñaElena.Elgallegonadatardóenenamorarsedeella;estoerainevitable.SedeclarócondonJorge,quienledijoqueaccedíaasupretensión,peroquenoqueríaprecisarasuhija,yqueasí,ladejabadueñadelaelección.En seguida se valió don Blas de todos los medios que pudo discurrir paraagradarla; pero estaba tan prendada de mí, que no le dió oídos. Felicia, sinembargo,sehabíainteresadoporaquelcaballero,habiéndolaobligadoésteconregalosacontribuirasuamor,yasí,empleabaenellotodasuhabilidad.Porotraparte,elpadreayudabaa lacriadaconreconvenciones,y,con todo,enunañoentero no hicieron mas que atormentar a doña Elena, sin poder reducirla aolvidarme.

»ViendoCambadosquedonJorgeyFeliciaseempeñabaninútilmenteporél,lespropuso un arbitrio para vencer la obstinación de una amante tan apasionada.«Vedaquí—lesdijo—loquehepensado:fingiremosqueunmercaderdeCoriaacabaderecibircartadeuncomercianteitaliano,enlaque,despuésdehablarlelargamente de negocios de comercio, se leerán las palabras siguientes: «Pocotiempo hace que llegó a la corte de Parma un caballero español, llamado donGastón de Cogollos. Dice ser sobrino y único heredero de una viuda rica deCoria, llamada doñaLeonor deLajarilla, y pretende casarse con la hija de unseñorpoderoso,peronoquierenaceptarsupropuestahastahaberseinformadodela verdad, y tengo el encargo de preguntárselo a usted.Dígame, le suplico, si

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conoceaestedonGastónyenquéconsistenlosbienesdesutía.Larespuestadeusteddecidiráesteenlace.—Parma,etc.»

»Esta trampa le pareció al viejo un juego y engaño perdonable en losenamorados;lacriada,aúnmenosescrupulosaqueelbuenhombre,laaplaudiómucho. La ficción les pareció tanto mejor cuanto que conocían la altivez deElena, la cual, comono llegara a sospechar el fraude, era unamujer capazderesolverseaabrazarelpartidoque leproponían.DonJorge tomóasucargoelanunciarle por sí mismo mi inconstancia, y, para que pareciera la cosa másnatural, hacerle hablar al mercader que había recibido de Parma la supuestacarta.Efectuaronelpensamientocomolohabíanformado.Elpadre,alteradoyaparentandoenojoydespecho, ledijo:«HijamíaElena,nadamás tediré sinoquenuestrosparientes todos losdíasclamansobreque jamáspermitaentreennuestrafamiliaalhomicidadedonAgustín,yhoytengootrarazónmáspoderosaparaalejartededonGastón.¡Avergüénzatedeserletanfiel!Esunvoltario,unpérfido,yveaquíunapruebaciertadesuinfidelidad:leetúmismaesacartaqueun mercader de Coria acaba de recibir de Italia.» Asustada Elena, tomó elfingidopapel,loleyó,meditósobretodassusexpresionesysequedóabsortadelanuevademiinconstancia.Unafectodeternuralehizodespuésverteralgunaslágrimas;perorecobrandoprestosuorgullo,lasenjugóydijoconenterezaasupadre: «Señor, usted que ha sido testigo de mi flaqueza séalo también de lavictoria que voy a conseguir sobre mí. ¡Ya se acabó! Don Gastón es yadespreciableamisojos;enélsóloveoalhombremás indignodeestemundo.¡Nohablemosmásdeél!¡Vamos,nadamedetieneya!DispuestaestoyadarlamanoadonBlas.¡Ojaláquemicasamientoprecedaaldeaquelpérfidoquetanmalhapagadomiamor!»DonJorge,enajenadodealegríaaloírestaspalabras,abrazóasuhija,alabólaesforzadaresoluciónquetomabay,aplaudiéndosedelfelizéxitode laestratagema,sedióprisaacumplir losdeseosdemi rival.Deeste modo me quitaron a doña Elena, la que se entregó precipitadamente aCambados,sinquererescucharalamorquelehablabapormíensucorazónniaun dudar un instante de una noticia que debiera haber encontrado menoscredulidadenunaamante.Impelidadesuorgullo,sólodióoídosasuvanidad,yel resentimiento de la injuria que imaginaba había yo hecho a su hermosurasuperóal interésdesuamor.Sinembargo,pasadosalgunosdíasdespuésdesucasamiento, sintióalgunos remordimientosdehaberloacelerado.Se leprevinoentoncesquelacartadelmercaderpodíahabersidofingida,yestasospechalainquietó;peroelenamoradodonBlasnodabalugaraquesumujeralimentaseideascontrariasasureposoynopensabamasqueendivertirla,loqueconseguíaconrepetidosplaceresqueteníaarteparainventar.

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»Ella parecía vivirmuygustosa conun esposo tanobsequiosoy reinaba entreambosunaperfectaunión,cuandomitíacompusomiasuntoconlosparientesdedonAgustín,deloquerecibíavisoenItaliainmediatamente.EstabaentoncesenRegio,enlaCalabriaUlterior.PaséaSicilia,deallíaEspaña,y,llevadoenalasdel amor, llegué en fin a Coria. Doña Leonor, que no me había escrito elcasamientodelahijadedonJorge,melonoticióamillegada,yviendoquemeafligía,dijo:«Hacesmal,sobrinomío,demostrartetansentidodelapérdidadeuna dama que no ha podido serte fiel. Créeme: destierra del corazón y de lamemoriaaunapersonaqueyanoesdignadeocuparlos.»

»Como mi tía ignoraba que habían engañado a doña Elena, tenía razón parahablarmeasíynopodíadarmeunconsejomásdiscreto,porloquemeprometíseguirlo,oalomenosaparentarunaireindiferentesinoeracapazdevencermipasión.Sin embargo, nopude resistir al deseode saberdequémodo sehabíaconcertadoestecasamientoy,paraenterarme,resolvíveralaamigadeFelicia,esdecir,alaseñoraTeodora,dequienyaoshehablado.Fuíasucasa,endondecasualmenteencontréaFelicia,lacual,estandomuyajenadeverme,seturbóyquisoretirarseporevitarlaaveriguaciónquejuzgóquerríayohacer.Ladetuveyledije:«¿Porquéhuísdemí?¿Noestácontenta laperjuraElenaconhabermesacrificado? ¿Os ha prohibido escuchar mis quejas? ¿O tratáis solamente deevitarmi presencia por haceros unmérito con la ingrata de haberos negado aoírlas?»

«Señor—me respondió la criada—, confieso ingenuamente que vuestrapresencia me confunde; no puedo veros sin sentirme despedazada de milremordimientos.Ami ama la han seducidoyyohe tenido la desgracia de sercómpliceenlaseducción.Avistadeesto,¿puedoyosinvergüenzapresentarmeausted?»«¡Ohcielos!—repliquéyoconsorpresa—.¿Quémedices?¡Explícateconmásclaridad!»EntonceslacriadamecontópuntoporpuntolaestratagemadequesehabíavalidoCambadospararobarmeadoñaElena,yadvirtiendoquesu narraciónme atravesaba el alma, se esforzó a consolarme.Me ofreció susbuenos oficios para con su ama; me prometió desengañarla y pintarle midesesperación;enunapalabra,noomitirnadaparasuavizarelrigordemisuerte;enfin,medióesperanzasquemitigaronalgúntantomispenas.

»DejandoaunladolasinfinitascontradiccionesquetuvoquesufrirdepartededoñaElenaparaqueconsintieraenverme,alfinpudoconseguirloyresolvieronentreellasquemeintroduciríansecretamenteencasadedonBlaslaprimeravezqueéstesalieseparaunahacienda,adondeibadetiempoentiempoacazaryenlaquesedeteníaporlocomúnundíaodos.Estedesignionotardóenejecutarse;

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elmaridoseausentó,deloqueadvertidoyo,fuíintroducidoenelcuartodesumujer.

»Quiseprincipiar laconversaciónconreconvenciones,peroellamehizocallardiciéndome: «Es inútil traer a la memoria lo pasado; aquí no se trata deenternecernosunoyotro,yosengañáissimecreéisdispuestaahalagarvuestroafecto. Yo os declaro que no he dado mi consentimiento para esta secretaentrevistanihecedidoalasinstanciasquesemehanhechosinoparadecirosdevivavozqueenadelantenodebéispensarmasqueenolvidarme.Quizáviviríayomássatisfechademisuertesiéstasehubieseunidoalavuestra;peroyaqueelCielolohadispuestodeotramanera,quieroobedecersusdecretos.»

«Puesqué,señora—lerespondí—,¿nobastaelhaberosperdido?¿Nobastaveral dichoso don Blas poseer pacíficamente la única persona que soy capaz deamar,sinoquetambiéndebodesterrarosdemipensamiento?¡Queréisprivarmedemiamoryquitarmeelúnicobienquemequeda!¡Ah,cruel!¿Pensáisqueseaposible que un hombre a quien robasteis el corazón vuelva a recobrarle?¡Conoceosmásbienqueosconocéisydejaosdeexhortarmeenvanoaqueosborredemimemoria!»«Estábien—replicóellaconprecipitación—;puescesadvos también de esperar que yo corresponda a vuestra pasión con algúnagradecimiento.Sólounapalabra tengoquedeciros: la esposadedonBlasnoserálaamantededonGastón.Caminadsobreestesupuesto.Retiraos—añadió—yacabemosprontamenteunaconversacióndequeme reprendoamímisma,apesar de la pureza de mis intenciones, y que miraría como un crimen si laprolongase.»

»Aloírestaspalabras,quemeprivabandetodaesperanza,mearrojéalospiesde doña Elena; habléle con la mayor ternura y empleé hasta lágrimas paraenternecerla;perotodoestonosirviómasquedeexcitaracasoalgunosafectosdelástima,quetuvobuencuidadodeocultaryquesacrificóasudeber.Despuésde haber apurado infructuosamente las expresiones amorosas, los ruegos y laslágrimas,micariñoseconvirtióderepenteenfurorysaquélaespadaconintentodeatravesarmeconellaapresenciadelainexorableElena,queapenasadvirtiómiaccióncuandosearrojóamíparaprecaver susconsecuencias.«¡Deteneos,Cogollos!—medijo—.¿Esesteelmodoquetenéisdemirarpormireputación?Quitándoos así la vida, vais a deshonrarme y hacer pasar amimarido por unasesino.»

»En la desesperación de que estaba dominado, muy lejos de atender a estaspalabrascomodebía,nopensabamasqueenburlarlosesfuerzosquehacíanel

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amaylacriadaparasalvarmedemifunestamano.Sindudahubieraconseguidodemasiado pronto mi intento si don Blas, que estaba avisado de nuestraentrevista y que en lugar de ir a su hacienda se había escondido detrás de untapiz para oír nuestra conversación, no hubiera acudido corriendo a unirse aellas.«¡SeñordonGastón—exclamó,deteniéndomeelbrazo—,recóbreseustedynoserindacobardementealfuriosoenajenamientoqueleagita!»

»YointerrumpíaCambadosdiciéndole:«¿Esustedquienmeimpideejecutarmiresolución,cuandodebieraatravesarmipechoconunpuñal?Miamor,aunquedesgraciado,osofende.¿Nobastaquemesorprendáisdenocheenelcuartodevuestraesposa?¿Senecesitamásparaexcitarvuestravenganza?¡Traspasadmepara libraros de un hombre que no puede dejar de adorar a doña Elena sinocesandodevivir!»«Envano—merespondiódonBlas—procuraustedinteresarmi honor para que le dé la muerte. Bastante castigado queda usted de sutemeridad,yyoagradezcotantoamiesposasussentimientosvirtuosos,queleperdono la ocasión en que los hamanifestado.Creedme,Cogollos—añadió—,noosdesesperéiscomoundébilamante;someteosconvaloralanecesidad.»

»El prudente gallego, con estas y otras semejantes expresiones, calmó poco apocomiarrebatoydespertómivirtud.MeretiréconánimodealejarmedeElenaydeloslugaresquehabitaba,ydosdíasdespuésmevolvíaMadrid,endonde,no queriendo ya ocuparme sino en el cuidado de mi fortuna, comencé apresentarmeenlacorteyaganarenellaamigos.PerohetenidoladesgraciadecontraerunaestrechaamistadconelmarquésdeVillarreal,granseñorportugués,el cual, por haberse sospechado de él que pensaba en libertar a Portugal deldominiodelosespañoles,estáhoyenelcastillodeAlicante.ComoelduquedeLermahasabidoqueyoera íntimoamigodeesteseñor,mehahecho tambiénprender y conducir aquí. Este ministro cree que puedo ser cómplice en talproyecto,ultrajequeesmássensibleparaunhombrenobleycastellano.»

AquícesódehablardonGastónyyoleconsolédiciendo:«Caballero,elhonordeustednopuederecibirlesiónalgunaenestadesgracia,lacualenadelantesinduda será a usted de provecho. Cuando el duque de Lerma se entere de suinocencia, no dejará de darle un empleo importante para restablecer la buenaopinióndeuncaballeroacusadoinjustamentedetraición.»

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CAPITULOVII

EscipiónvaalatorredeSegoviaaveraGilBlasyledamuchasnoticias.

Tordesillas,queentróenlasala, interrumpiónuestraconversacióndiciéndome:«SeñorGilBlas,acabodehablarconunmozoquesehapresentadoalapuertadeestaprisiónypreguntadosiestabaustedpreso;ynohabiéndolequeridodarrespuesta, me dijo llorando: «¡Noble alcaide, no desprecie usted mi humildesúplica;dígamesielseñorSantillanaestáaquí!Soysuprincipalcriado,ysimepermiteverleharáenellounaobradecaridad.EnSegoviaestáustedtenidoporunhidalgocompasivo,yasí,esperonomeniegueelfavordehablaruninstanteconmi querido amo, que esmás infeliz que culpado.» En fin—continuó donAndrés—,estemozomehamanifestado tantodeseodeverausted,que leheprometidodarlealanocheestegusto.»

Aseguré aTordesillas que elmayor placer que podía darme era traerme aqueljoven,quienprobablementetendríaquedecirmecosasmuyimportantes.EsperéconimpacienciaelmomentodeveramifielEscipión,porquenodudabafueseél,y,alaverdad,nomeengañaba.Alacaídadeldíaseledióentradaenlatorre,y su gozo, que solamente podía igualarse con elmío, semostró al verme conarrebatosextraordinarios.Yo,coneljúbiloquesentíalverle,leabracé,yélhizolomismocontodocariño.Fuétallasatisfacciónquetuvierondeverseelamoyelsecretario,queseconfundieronenunoconesteabrazo.

EnseguidadeestopreguntéaEscipiónenquéestadohabíadejadomicasa.«Yano tiene usted casa—me respondió—, y para ahorrarle el trabajo de hacerpreguntassobrepreguntasvoyadecirendospalabrasloquehapasadoenella.Vuestros muebles han sido saqueados, tanto por los ministros como por loscriadosdeusted,loscuales,mirándoleyacomounhombreenteramenteperdido,hantomadoacuentadesussalarioscuantohanpodidollevar.Lafortunafuéquetuve lahabilidadde salvarde susgarrasdosgrandes talegosdedoblonesdeaochoquesaquédelcofreypuseensalvo.Salero,aquienhehechodepositariode ellos, os los devolverá cuando salgáis de la torre, en donde no creo estéismucho tiempo a expensas de su majestad, pues habéis sido preso sinconocimientodelduquedeLerma.»

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Pregunté a Escipión de dónde sabía que su excelencia no tenía parte en midesgracia. «¡Ah! Ciertamente—me respondió—, de ello estoy muy bieninformado,puesunamigomío,confidentedelduquedeUceda,mehacontadotodas las particularidades de vuestra prisión. Me ha dicho que, habiendodescubiertoCalderón pormedio de un criado que la señoraSirena, usando deotronombre,recibíadenochealpríncipedeEspaña,yqueelcondedeLemosmanejabaestatramavaliéndosedelseñordeSantillana,habíaresueltovengarsedeellosydesuquerida,paracuyologro,dirigiéndosesecretamentealduquedeUceda,se lodescubrió todo,yquealegreéstedequese lehubiesepresentadotanbellaocasióndeperderasuenemigo,nodejódeaprovecharla,informandoalreydeloquehabíasabidoyhaciéndolepresenteconeficacialospeligrosaqueel príncipe se había expuesto. Indignado su majestad de esta noticia, mandóponer en la casa de las Recogidas a Sirena, desterró al conde de Lemos ycondenóaGilBlasaunaprisiónperpetua.Veaustedaquí—prosiguióEscipión—loquemehadichomiamigo.YaveustedquesudesgraciaesobradelduquedeUceda,omásbiendedonRodrigoCalderón.»

EstarelaciónmehizocreerqueconeltiempopodríancomponersemisasuntosyqueelduquedeLerma,resentidodeldestierrodesusobrino,todolopondríaenmovimientoparahacerlevolveralacorte,ymelisonjeabadequesuexcelencianomeolvidaría.¡Quégrancosaeslaesperanza!Deungolpemeconsolédelapérdidademisefectosymepusetanalegrecomosituvieramotivoparaestarlo.Lejosdemirarmiprisióncomounahabitacióndesdichada,endondequizáhabíade acabar mis días, me pareció un medio de que se valía la Fortuna paraelevarme a un gran puesto. Mi fantasía discurría del modo siguiente: losallegadosdelprimerministrosondonFernandodeBorja,elpadreJerónimodeFlorencia y sobre todo fray Luis deAliaga, quien le debe el lugar que ocupacercadel rey.Conel favorde estospoderosos amigos, su excelenciadestruirásusenemigos,o,porotraparte,elEstadoacasomudaráprestodesemblante.SuMajestad está muy achacoso, y así que muera, la primera cosa que hará elpríncipesuhijoserállamaralcondedeLemos,quienmesacaráinmediatamentedeaquí,mepresentaráalmonarca,elque,paracompensar los trabajosquehepadecido,me colmará de beneficios.Embelesado así conpensar en los gustosvenideros, casi ya no sentía los males presentes. Creo también que los dostalegos de doblones que mi secretario había depositado en casa del platerocontribuyerontantocomolaesperanzaparaconsolarmeprontamente.

ElceloeintegridaddeEscipiónmehabíanagradadomuchoyenpruebadeelloleofrecílamitaddeldineroquehabíasalvadodelpillaje,loquerehusó.«Espero

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de usted—me dijo—otra señal de reconocimiento.» Admirado tanto de suspalabrascomodequerehusaralaoferta,lepreguntéquépodíahacerporél.«Nonosseparemos—merespondió—;permitaustedqueunamifortunaconlasuya.Jamáshetenidoaningúnamoelamorquetengoausted.»«Yyo,hijomío—ledije—, puedo asegurarte que no amas a un ingrato.Desde el punto en que tepresentaste para servirme, gusté de ti; posible es que ambos hayamos nacidobajolossignosdeLibraoGéminis,que,segúndicen,sonlasdosconstelacionesqueunenaloshombres.Admitogustosolacompañíaquemepropones,yparadar principio a ella voy a pedir al señor alcaide te encierre conmigo en estatorre.» «Eso es lo que quiero—exclamó—; usted me ha adivinado elpensamientoeibaasuplicarlepretendieseestagracia,puesapreciomásvuestracompañía que la libertad. Solamente saldré algunas veces para ir aMadrid aadquirirnoticiasalacovachuelayversihahabidoenlacortealgunamudanzaquepuedaserleaustedfavorable,demodoqueenmítendráustedaunmismotiempounconfidente,uncorreoyunespía.»

Estas ventajas eran demasiado considerables para privarme de ellas. Retuve,pues, conmigoaunhombre tanútil, con licenciadelgenerosoalcaide,quenomequisonegartandulceconsuelo.

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CAPITULOVIII

DelprimerviajequehizoEscipiónaMadrid;cuálfuéelmotivoyéxitodeél.DaleaGilBlasunaenfermedadyresultasquetuvo.

Aunquecomúnmentedecimosquenotenemosmayoresenemigosquenuestroscriados, no hay duda en que, cuando nos son fieles y afectos, son nuestrosmejores amigos. La inclinación que Escipiónme habíamanifestadome hacíamirarle como amimisma persona.Así, ya no hubo subordinación ni etiquetaentre Gil Blas y su secretario. Habitaron en adelante comiendo y durmiendojuntos.

LaconversacióndeEscipióneramuydivertida,y con razón se lepodíahaberllamadoelhombredebuenhumor.Ademáseradiscretoymeibabienconsusconsejos.Undíaledije:«Amigomío,meparecenoseríamaloqueyoescribiesealduquedeLerma;estonopuedeproducirmalefecto.¿Quétepareceati?»«Yaestoy—respondió—;perolosgrandessemudantantodeuninstanteaotro,quenosécómorecibirávuestracarta.Noobstante,soydedictamenquenosepierdenadaenqueescribáis,peroconmaña.Aunqueelministroosestima,nofiéisporeso en que se acordará de vos. Esta suerte de protectores fácilmente olvida aaquellosdequienesyanooyenhablar.»

«Aunque eso es muy cierto—le repliqué—, yo hago mejor concepto de mifavorecedor.Conozcosubondad;estoypersuadidodequesecompadecedemispenasyquesiemprelastienepresentes.Alacuenta,esperaparasacarmedelaprisiónque se aplaque la cóleradel rey.»«Sea enhorabuena—respondió—;yomealegraréqueeljuicioqueustedhacedesuexcelenciaseaverdadero.Imploreustedsupatrociniopormediodeunacartamuyexpresiva,queyoselallevaréyentregaré en su propia mano.» Pedí papel y tintero y compuse un trozo deelocuenciaqueaEscipiónlepareciópatéticoyTordesillasjuzgósuperioralasmismashomilíasdelarzobispodeGranada.

Yome lisonjeaba de que el duque de Lerma se compadecería al leer la tristepinturaquelehacíadelmiserableestadoenquenoestaba,yconestaconfianzahice partir mi correo, el cual apenas llegó a Madrid cuando fué a casa delministro.Encontróaunodemisamigos,ayudadecámara,quelefacilitóocasión

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dehablaralduque,aquiendijo,presentándoleelpliegoquellevaba:«Señor,unode los más fieles criados de su excelencia, el cual duerme sobre paja en unobscurocalabozode la torredeSegovia, le suplicamuyhumildemente leaesacarta, que de lástima le ha facilitado poder escribir uno de los carceleros.»Elministrolaabrióyleyó;peroaunquevióenellaunretratocapazdeenternecerelcorazón más duro, lejos de mostrarse compadecido, levantó la voz y dijo alcorreo delante de algunas personas que podían oírlo: «Amigo, diga usted aSantillanaqueesmuchaosadíaelrecurriramídespuésdelaacciónperversaquehacometidoyporlacualselehaimpuestoelcastigoquemerece.Esunhombreindigno, que ya no debe contar con mi apoyo y a quien abandono alresentimientodelrey.»

Escipión, sin embargode sudesahogo, sequedó turbadodeoír hablar de estasuertealministro;pero,apesardesu turbación,nodejóde intercederpormí.«Señor—replicó—,aquelpobrepresomorirádedolorcuandosepalarespuestadevuestraexcelencia.»Elduquenorespondióamiintercesorsinomirándoledesobreojoyvolviéndole laespalda.AsímetratabaesteministroparadisimularmejorlapartequehabíatenidoenlaamorosaintrigadelpríncipedeEspaña,yestoesloquedebenesperartodoslosagentesinferioresdequienessevalenlosgrandesseñoresensussecretosypeligrososmanejos.

CuandomisecretariovolvióaSegoviaymecontóelresultadodesucomisión,me sepulté de nuevo en el abismode tristezas en que caí el primer día demiprisión y aunme creímás desgraciado faltándome la protección del duque deLerma.Decaí de ánimo, y pormás queme dijeron para consolarme, todo fuéinútil;atormentáronmeotravezlospesares,demaneraqueinsensiblementemecausaronunagraveenfermedad.

Elseñoralcaide,queseinteresabaenmisalud,creídodequepararecobrarlaeralo mejor llamar médicos, me trajo dos que tenían traza de ser unos celososservidoresde ladiosaLibitina.«SeñorGilBlas—medijoalpresentármelos—,vea usted aquí dosHipócrates que vienen a visitarle y que dentro de poco lepondrán bueno.» Era tal la oposición que tenía yo a estos doctores, queseguramenteloshabríarecibidomuymalsimehubieraquedadoalgúnapegoalavida;peromesentíatancansadodeella,queagradecíaTordesillaselquemepusieraensusmanos.

«Caballero—medijo unode losmédicos—, es necesario ante todas cosas queustedtengaconfianzaennosotros.»«Latengomuygrande—lerespondí—,puesestoy cierto de que con la asistencia de ustedes quedaré curado de todosmis

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males en pocos días.» «Sí—respondió—, lo quedará usted mediante Dios, ynosotrosharemosalomenosloqueestédenuestraparteparaello.»Enefecto,estos señores se portaron tan maravillosamente, que a ojos vistas me ibanllevandoa lasepultura.DesconfiadoyadonAndrésdemicuración,hizovenirunreligiosodeSanFranciscoparaquemeayudaseabienmorir.Elbuenpadre,despuésdehaberhechosudeber,se retiró,yyo,viéndomeenmiúltimahora,hiceseñasaEscipiónparaqueseacercaraamicama.«Amadoamigomío—ledijeconunavozcasiapagada;taleraladebilidadquelasmedicinasysangríasmehabíancausado—,delosdostalegosquehayencasadeGabriel,tedejounoy te suplico lleves el otro a Asturias amis padres, quienes, si todavía viven,estaránnecesitados.Pero, ¡aydemí, temomuchoquenohandehaberpodidosobrevivir ami ingratitud!Lo queMoscada sin duda les habrá contado demidurezaquizáleshabrácausadolamuerte.SielCieloloshaconservadoapesardelaindiferenciaconquehepagadosuternura,lesdaráseltalegodedoblones,suplicándolesmeperdonenmimalacorrespondencia,ysihanmuertoteencargoemplees el dinero en pedir al Cielo por el descanso de sus almas y la mía.»Diciendo esto, le alargué una mano, que bañó con sus lágrimas sin poderresponderme una palabra; tal era la aflicción que tenía el pobre mozo de mipérdida; lo que prueba que el llanto de un heredero no es siempre risadisimulada.

Esperaba,pues,experimentareltrancedelamuerte,y,noobstante,meengañé.Habiéndomedesahuciadomisdoctoresydejadocampolibrealanaturaleza,éstafué la queme sacó del peligro. La calentura, que, según su pronóstico, debíallevarme al otro mundo, quiso desmentirlos y me dejó. Poco a poco merestablecíconlamayorfelicidadyunperfectososiegodeespíritufuéelfrutodemimal. Ya entonces no necesité de consuelo; antes bien,miré las riquezas yhonoresconaqueldesprecioqueinspiralacercaníadelamuerte,y,vueltoenmímismo, bendecía mi desgracia y daba gracias al Cielo, como si me hubiesehechounfavorparticular,ehicefirmepropósitodenovolvermásalacorte,auncuando el duque deLerma quisiese llamarme a ella, con ánimo, si salía de laprisión,decomprarunacasadecampoyvivirenellacomounfilósofo.

Escipiónaprobómipensamientoymedijoque,paraquetuvieseefectocuantoantes,pensabavolveraMadridasolicitarmisoltura.«Mehaocurridounacosa—añadió—.Conozcoaunapersonaquepodráservirnos,yeslacriadafavoritadelamadelechedelpríncipe,queesunamuchachadeentendimiento.Voyaquehableasuamayaponertodoslosmediosimaginablesparasacarausteddeestatorre,endonde,aunqueseledéelmejortrato,siempreesprisión.»«Dicesbien

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—le respondí—. Vé, amigo mío, sin perder tiempo, a dar principio a esadiligencia.¡PluguiesealCieloqueestuviéramosyaennuestroretiro!»

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CAPITULOIX

EscipiónvuelveaMadrid;cómoyconquécondicionesalcanzólalibertaddeGilBlas;adóndefueronlosdosdespuésdehabersalido

delatorredeSegoviayconversaciónquetuvieron.

Salió,pues,EscipiónparaMadrid,yyo,ínterinvolvía,medediquéalalectura.Tordesillasmesuministrabamáslibrosdelosqueyoquería,losqueleprestabauncomendadorviejoquenosabíaleer,peroque,queriendohacerostentacióndehombresabio,teníaunagranlibrería.Sobretodomeagradabanlasbuenasobrasmorales,porqueencontrabaenellasacadamomentopasajesquelisonjeabanmiaversiónalacorteylaaficiónquehabíacobradoalasoledad.

Tressemanasestuvesinoírhablardemiagente,elcualvolvióenfinymedijomuycontento:«¡Ahorasí,señordeSantillana,quetraigoaustedbuenasnuevas!Laseñoraamahatomadocartasporusted.Sucriada,amisruegos,ymedianteciendoblonesqueleheofrecido,hatenidolabondaddemoverlaaquepidaalpríncipesolicitevuestrasoltura,yéste,que,comootrasveceshedichoausted,nada le niega, ha prometido hablar al rey su padre a fin de conseguirla. Hevenidoatodaprisaadecírosloyconlamismavuelvoadarlaúltimamanoamiobra.»Diciendoestomedejóyvolvióatomarelcaminodelacorte.

Nofuélargosutercerviaje.Alcabodeochodíasestuvodevueltaymedijoqueelpríncipehabía,aunquenosintrabajo,obtenidodelreymilibertad,locualenelmismodíameconfirmóelseñoralcaide,quienvinoadecirmeabrazándome:«Mi amadoGil Blas, gracias al Cielo, usted ya está libre y tiene abiertas laspuertasdeestaprisión;perolasdoscondicionesconqueseleconcedeaustedesta libertad quizá le darán mucha pena y siento verme en la obligación dehacérselassaber.SuMajestadprohibeaustedsepresenteenlacorteylemandasalirdelasdosCastillaseneltérminodeunmes.Meesdegranmortificaciónelque se le prohiba a usted ir a la corte.» «Pues yo estoy muy contento—lerespondí—. ¡Bien sabeDios lo que pienso de ella! Sólo esperaba del rey unagracia,ymehahechodos.»

Viéndomeyalibre,hicealquilardosmulas,enlascualessalimoseldíasiguientemi confidente y yo, después de haberme despedido de Cogollos y dado mil

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gracias a Tordesillas por todos los favores que me había hecho. TomamosalegrementeelcaminodeMadridpararecogerdelseñorGabriellosdostalegos,encadaunodeloscualeshabíaquinientosdoblonesdeaocho.Enelcaminomedijomicompañero:«Sinotenemosbastantedineroparacomprarunahaciendamagnífica, a lo menos habrá para una mediana.» «Yo me daría por feliz—lerespondí—aun cuando no tuviesemas que una choza; en ella estaría contentoconmi suerte. Aunque apenas he llegado a lamitad demi carrera, estoy tandesengañadodelmundo,quesóloquierovivirparamí.Ademásdeesto,tedigoque me he formado de los placeres de la vida campestre una idea que meembelesayhacequelosgoceconanticipación.Meparecequeyaveoelesmaltedelosprados,queoigoelcantodelosruiseñoresyelmurmullodelosarroyos;queunasvecescreodivertirmeenlacazayotrasenlapesca.Imagínate,amigomío, los diferentes recreos que nos esperan en la soledad y tendrás tantacomplacenciacomoyo.Enordenanuestrosustento,elmássimpleseráelmejor;un pedazo de pan podrá satisfacernos cuando nos atormente el hambre, y elapetito con que lo comamos nos le hará parecer muy sabroso. El deleite noconsiste en la bondad de los alimentos exquisitos, sino en nosotros, y esto estantaverdadcomoquemiscomidasmásdelicadasnosonaquellasenqueveoreinarelarteylaabundancia.Lafrugalidadesunafuentededeliciasmaravillosaparaconservarlasalud.»

«Conelpermisodeusted,señorGilBlas—meinterrumpiómisecretario—,yono soy enteramente de su opinión sobre la supuesta frugalidad con que ustedquiere obsequiarme. ¿Por qué nos hemos de mantener como unos Diógenes?Aun cuando comamos bien, no caeremos enfermos por eso.Créameusted: yaquetenemos,graciasaDios,conquévivircómodamenteennuestroretiro,nolehagamos la mansión del hambre y de la pobreza. Luego que tengamos unahacienda, será preciso abastecerla de buenos vinos y de todas las demásprovisiones convenientes a personas de entendimiento, que no dejan el tratohumanopararenunciaralascomodidadesdelavida,sinomásbienparagozarlasconmásquietud.Loquecadaunotieneensucasa—diceHesíodo—nodaña,enlugardequeloquenosetienepuededañar.Valemás—añade—tenerunoensucasalascosasnecesariasquedeseartenerlas.»

«¡Qué diablos es eso, señorEscipión!—interrumpí—. ¿Usted hamanejado lospoetasgriegos?¡Hola!¿EndóndeleyóustedaHesíodo?»«Encasadeunsabio—respondió—.ServíalgúntiempoenSalamancaaunpedantequeeraungrancomentador; en un abrir y cerrar de ojos componía un grueso volumenrecopilandopasajeshebreos,griegosylatinos,queextractabadeloslibrosdesu

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bibliotecaytraducíaalcastellano.Comoyoerasuamanuense,heretenidonosécuántassentencias,todastannotablescomolasqueacabodecitar.»«Siendoasí—le repliqué—, tienes la memoria bien adornada. Pero, viniendo a nuestroproyecto, ¿en qué reino de España te parece del caso que fijemos nuestraresidenciafilosófica?»«YoopinoporAragón—respondiómiconfidente—;allíencontraremossitiosmuyamenos,endondepodremospasarunavidadeleitosa.»«Está bien—le dije—, sea así. Detengámonos en Aragón; consiento en ello.¡Ojaládescubramosunamoradaquemeproporcionetodoslosplaceresconqueserecreamiimaginación!»

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CAPITULOX

DeloquehicieronalllegaraMadrid;aquiénencontróGilBlasenlacalle,ydeloquesiguióaesteencuentro.

Luegoque llegamosaMadrid fuimosa apearnos aunapequeñaposada, en lacual se había alojadoEscipión en sus viajes.Lo primero que hicimos fué ir acasadeSaleroarecogernuestrosdoblones.Recibiónosmuybien;memanifestóse alegraba mucho de verme en libertad. «Aseguro a usted—añadió—que hesentidomuchosudesgracia,lacualmehadisgustadodelaamistaddelasgentesde laCorte,cuyasfortunasestánmuyenelaire.HecasadoamihijaGabrielaconunricomercader.»«Ustedhaobradoconjuicio—lerespondí—.Ademásdequeestepartidoesmássólido,unplebeyoquellegaasersuegrodeunnoblenoestásiempregustosoconsuseñoryerno.»

Después, mudando de conversación y viniendo a nuestro asunto, proseguí:«Señor Gabriel, háganos usted el favor, si gusta, de entregarnos los dos mildoblones que...» «Vuestro dinero está pronto—interrumpió el platero, el cual,habiéndonos hecho pasar a su gabinete, nosmostró dos talegos en los cualeshabíaunosrótulosquedecían:«EstostalegosdedoblonessondelseñorGilBlasdeSantillana.»—.Vedaquí—medijo—eldepósitotalcomosemeconfió.»

DigraciasaSalerodelfavorquemehabíahecho,ymuyconsoladodehabermequedado sin su hija, nos llevamos los talegos a la posada, en donde contamosnuestrasmonedas.Lacuentaseencontrócabal,rebajadosloscincuentadoblonesque se habían gastado en conseguirmi libertad. Ya no pensamosmas que endisponernospara iraAragón.Misecretario tomóasucargocomprarunasillavolante y dos mulas. Yo por mi parte cuidé de la compra de ropa blanca yvestidos.EnunadelasvecesqueibaarribayabajoaestascomprasencontréalbaróndeSteinbach, aqueloficial de laguardia alemanaen cuyacasa sehabíacriadodonAlfonso.

Saludéaestecaballeroalemán,quien,habiéndometambiénconocido,sevinoamí yme abrazó. «Me alegro en extremo—le dije—de ver a su señoría en tanbuenasaludyalmismotiempodetenerocasióndesaberdemisamadosseñoresdon César y don Alfonso de Leiva.» «Puedo dar a usted noticias suyas muy

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ciertas—merespondió—,puesambosestánactualmenteenMadridyenmicasa.TresmeseshacequevinieronalacorteadargraciasalreydeunempleoquesumajestadhaconferidoadonAlfonsoenpremiodelosserviciosquesusabueloshicieronalEstado;lehanombradogobernadordelaciudaddeValencia,sinquelehayapedidoestecargonisolicitándoloporotrapersona.Nosehahechounagracia más espontánea, lo cual prueba que nuestro monarca gusta derecompensarelvalor.»

Aunqueyo sabíamejorqueSteinbachelorigendeesto,nomanifesté saber lamenor cosa de lo que me contaba y sí un deseo tan vivo de saludar a misantiguosamos,queparasatisfacerlomecondujoinmediatamenteasucasa.YoqueríaprobaradonAlfonsoyjuzgarporsurecibimientosimeestimabatodavía.LeencontréenunasalajugandoalajedrezconlabaronesadeSteinbach.Luegoque me conoció, dejó el juego y se vino a mí arrebatado de gozo, yestrechándomeentresusbrazosmedijoenuntonoquemanifestabaunaingenuaalegría:«¡Santillana!¡Conquealfinvuelvoaverte!¡Estoylocodecontento!Noha estado enmimano el que no hayamos permanecido siempre juntos; yo terogué, si hacesmemoria, queno te fuerasde la casadeLeiva,y túnohicistecaso de mis ruegos. No obstante, no te lo imputo a delito; antes bien, teagradezcoelmotivode tu ida;perodesdeentoncesdebierashabermeescritoyahorrarme el trabajo de hacerte buscar inútilmente en Granada, en donde micuñado don Fernando me había escrito que estabas. Después de esta ligerareconvención—continuó—, dime qué haces en Madrid. Regularmente tendrásaquíalgúnempleo.Tenporciertoqueme interesoahoramásquenuncaen tubien.»«Señor—lerespondí—,nohacetodavíacuatromesesqueocupabaenlacorte un puesto de bastante consideración. Tenía la honra de ser secretario yconfidente del duque de Lerma.» «¡Es posible!—exclamó don Alfonso congrande asombro—. ¡Qué! ¿Has merecido tú la confianza de este primerministro?»«Logré su favor—respondí—y leperdídelmodoquevoyadecir.»Entonces le conté toda esta historia y concluí mi narrativa exponiéndole ladeterminaciónquehabíatomadodecomprar,conlopocoquemequedabademiprosperidadpasada,unapobrechozaparapasarenellaunavidaretirada.

El hijo de donCésar, después de haberme oído conmucha atención,me dijo:«MiamadoGilBlas,yasabesquesiempretehequeridoyahoramásquenunca.PueselCielomehapuestoenestadodepoderaumentartusbienes,quieroquenoseasmástiempojuguetedelafortuna.Paralibertartedesupoder, tequierodarunahaciendaquenopodráquitarte,ypuesestásdeterminadoavivirenelcampo, tedoyunapequeñaquintaque tenemos cercadeLiria, distante cuatro

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leguas de Valencia, que ya has visto tú. Este regalo podemos hacerlo sinincomodarnos, y me atrevo a asegurar que mi padre no desaprobará estadeterminaciónyqueSerafinarecibiráenellograncontento.»

MearrojéalospiesdedonAlfonso,quienalmomentomehizolevantar;lebeséla mano y, más enamorado de su buen corazón que de su beneficio, le dije:«Señor, vuestras finezasme cautivan. El don queme hacéisme es tantomásagradablecuantoqueprecedealagradecimientodeunfavorqueyohehechoaustedes y más bien quiero deberlo a su generosidad que a su gratitud.» Migobernador se quedó algo suspenso de lo que oía y no pudo menos depreguntarmedequé favor lehablaba.Díjeselocon todas suscircunstancias, locual aumentó su admiración. Estaba muy lejos de pensar, como el barón deSteinbach, que el Gobierno de la ciudad de Valencia se le hubiese dado pormediaciónmía.Noobstante, no teniendoya dudade ello,medijo: «GilBlas,puesquetedebomiempleo,noquierodartesólolapequeñahaciendadeLiria:quieroagregaraelladosmilducadosderentaalaño.»

«¡Altoahí,señordonAlfonso!—interrumpí—.¡Nodespierteustedmicodicia!Los bienes no sirvenmas que para corrompermis costumbres, como harto lotengo experimentado. Acepto gustoso vuestra quinta de Liria. En ella vivirécómodamenteconloquetengo.Porotraparte,estomeessuficiente,y,lejosdedesearmás,primeroconsentiréenperdertodoloquehaydesuperfluoenloqueposeo. Las riquezas son una carga en un retiro en donde sólo se busca latranquilidad.»

DonCésarllegócuandoestábamosenestaconversación.Nomanifestóalvermemenosalegríaquesuhijo,ycuandosupoelmotivodelagradecimientoaquemeestabaobligadasufamilia,seempeñóenquehabíadeaceptaryolarenta,locualrehusédenuevo.Enfin,elpadreyelhijomecondujeronacasadeunescribano,endondeotorgaronlaescrituradedonación,queambosfirmaronconmásgustoque si fuera un instrumento a favor suyo. Finalizado el contrato, me loentregaron,diciendoquelahaciendadeLiriayanoerasuyayquefuesecuandoquisiese a tomar posesión de ella. Después se volvieron a casa del barón deSteinbachyyofuívolandoalaposada,endondedejépasmadoamisecretariocuandoledijequeteníamosunahaciendaenelreinodeValenciaylecontéelmodo como acababa de adquirirla. «¿Cuánto puede producir esta pequeñaheredad?», me dijo. «Quinientos ducados de renta—le respondí—, y puedoasegurarte que es una amena soledad.Yo la hevisto, por haber estado en ellamuchasveces en calidaddemayordomode los señoresdeLeiva.Esuna casapequeña,situadaalaorilladelGuadalaviar,enunaaldeadecincooseisvecinos

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yenunpaíshermosísimo.»

«Loquemegustamucho—exclamóEscipión—esquetendremosallícaza,vinodeBenicarlóyexcelentemoscatel.¡Vamos,amomío,démonosprisaadejarelmundoyllegaranuestraermita!»«Notengomenosdeseoquetú—lerespondí—deestarallá;peroantesesprecisohacerunviajeaAsturias,porquemispadresnodebendehallarseenbuenestado.QuieroiraverlosyllevármelosaLiria,endondepasaránsusúltimosdíascondescanso.AcasomehabráelCielodeparadoeste asilo para recibirlos en él, y si dejara de hacerlo así, me castigaría.»Escipión apoyó mucho mi determinación y aun me excitó a ejecutarla. «Noperdamos tiempo—me dijo—; ya tengo carruaje. Compremos prontamentemulas y tomemos el camino de Oviedo.» «Sí, amigo mío—le respondí—,marchemoscuantoantes.Mees indispensable repartir lasconvenienciasdemiretiro con los queme han dado el ser. Presto estaremos de vuelta en nuestraaldea,yen llegandoquieroescribiren letrasdeorosobre lapuertademicasaestosdosversoslatinos:

Inveniportum:SpesetFortuna,valete:Satmeludistis;luditenuncalios[1].»

[1]Halléyaelpuerto.¡Adiós,EsperanzayFortuna!¡Bastantemeburlasteis!¡Burlaosyadeotros!

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LIBRODECIMO

CAPITULOPRIMERO

SaleGilBlasparaAsturiasypasaporValladolid,dondevisitaasuamoantiguo,eldoctorSangredo,yseencuentracasualmentecon

elseñorManuelOrdóñez,administradordelhospital.

CuandomeestabadisponiendoasalirdeMadridconEscipiónparairaAsturias,elduquedeLermafuécreadocardenalpor laSantidaddePauloV.QueriendoestePapaestablecerlaInquisiciónenelreinodeNápoles,honróconelcapeloaeste ministro para empeñarle a hacer que el rey Felipe aprobase tan laudabledesignio. A todos los que conocían perfectamente a este nuevo miembro delSacro Colegio les pareció, como a mí, que la Iglesia acababa de hacer unaexcelenteadquisición.

Escipión,quehubieraqueridomásvolveravermeenunpuestobrillantede lacorte que sepultado en un retiro, me aconsejó que me presentase al nuevocardenal.«Puedeser—medijo—quesueminencia,viéndoleaustedfueradelaprisiónporordendelrey,nocreayadeberfingirseirritadocontraustedypodráadmitirle de nuevo a su servicio.» «Señor Escipión—le respondí—, usted haolvidado sin duda que sólo conseguí la libertad bajo condición de salirinmediatamentede lasdosCastillas.Fueradeeso,¿mecreesyadisgustadodemi quinta deLiria?Ya te lo he dicho, y te lo vuelvo a repetir, que aunque elduquedeLermamerestituyeseasugraciaymeofrecieseelmismopuestoqueocupa don Rodrigo Calderón, lo renunciaría. Mi determinación está tomada.QuieroiraOviedoabuscaramispadresyretirarmeconellosalascercaníasdelaciudaddeValencia.Encuantoati,amigomío,siestásarrepentidodeunirtu

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suerteconlamía,notienesmasquedecirlo,queestoyprontoadarte lamitaddeldineroque tengoy tequedarásenMadrid,endondeadelantarás tu fortunahastadondepudieres.»

«¿Cómoasí?—replicómisecretario,algoresentidodeestasexpresiones—.¿Esposiblequeustedsospechequeseayocapazdetenerrepugnanciaaseguirleasuretiro?Esasospechaofendemiceloymiinclinación.Puesqué,Escipión,aquelfielcriadoqueportomarparteensuspenashubierapasadocongustoelrestodesus días con usted en el alcázar de Segovia, ¿tendría ahora repugnancia enacompañarle enunamansióndondeesperagozarmildelicias? ¡No, señor, no!Ningunaganatengodedisuadirausteddesuresolución;peroquieroconfesarlemimalicia:si leaconsejéquesepresentasealduquedeLermafuéúnicamenteparasondearleyversitodavíalequedabanalgunasreliquiasdeambición.¡Ea,pues; ya que se halla usted tan desprendido de las grandezas, abandonemosprontamente la corte para ir a disfrutar de aquellos inocentes y deliciososplaceresdequenosformamosunaideatanrisueña!»

Conefecto,pocodespuéssalimosdeMadridenunasilla tiradadedosbuenasmulas, guiadas por unmozo que tuve por conveniente agregar ami comitiva.Dormimos el primer día en Galapagar, al pie de Guadarrama; el segundo, enSegovia, de donde salí sin detenerme a visitar al generoso alcaideTordesillas;paséporPortilloylleguéaldíasiguienteaValladolid.Aldescubrirestaciudadnopudemenosdedarunprofundosuspiro,quehabiéndolooídomicompañero,mepreguntólacausa.«Hijomío—ledije—,esladequeejercímuchotiempoenValladolid la Medicina, y sobre este punto me están atormentando losremordimientos secretos demi conciencia, puesmeparece que todos aquellosque maté salen de sus sepulcros para venir a despedazarme.» «¡Quéimaginación!—dijomisecretario—.¡Sinduda,señordeSantillana,queesustedunpobrehombre!¿Porquésearrepienteusteddehaberhechosuoficio?¿Porventura los doctores ancianos sienten losmismos remordimientos?No, señor;llevan la suya adelante con el mayor sosiego del mundo, imputando a laNaturaleza los accidentes funestos y atribuyéndose a ellos solamente losfelices.»

«Enverdad—repuse—queeldoctorSangredo,cuyométodoseguíayofielmente,era de este carácter. Aunque viese morir cada día veinte enfermos entre susmanos, vivía tan persuadido de la excelencia de la sangría del brazo y de labebida frecuente, a lascuales llamabasusdosespecíficospara todogénerodeenfermedades,quesimorían lospacientes loachacabasiempreahaberbebidopocoyaquenoloshabíansangradobastante.»«¡Vivediez—exclamóEscipión

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dando una carcajada—, que me cita usted un sujeto original!» «Si tienescuriosidaddeverleyoírle—repuseyo—,mañanalapodrássatisfacer,comonohaya muerto y esté en Valladolid, lo que dudo mucho, porque ya era viejocuandoledejéydesdeentoncesacásehanpasadobastantesaños.»

Loprimeroquehicimos así que llegamosalmesónadonde fuimos a apearnosfuépreguntarporeltaldoctor.Supimosqueaunnosehabíamuerto,peroque,no pudiendo ya visitar ni hacermuchomovimiento a causa de su gran vejez,habíaabandonadoelcampoaotrostresocuatrodoctores,quehabíanadquiridogran fama por otro nuevo método de curar que no valía más que el suyo.Resolvimoshacerparadaeldíasiguiente,tantoparaquedescansasenlasmulascomoporveraldoctorSangredo.Acosadelasdiezdelamañanafuimosasucasa y le hallamos sentado en una silla poltrona con un libro en la mano.Levantóse luegoquenosvió,vinohacianosotrosconpasomuyfirmeparaunsetentón,ynospreguntóquélequeríamos.«Puesqué,señordoctor—lerespondí—,¿esposiblequeyanomeconozcausted, siendoasíque tuve la fortunadehabersidounodesusdiscípulos?¿NoseacuerdausteddeunciertoGilBlasqueen otro tiempo fué su comensal y su sustituto?» «¿Cómo así?—me replicódándomeunabrazo—.¿ErestúSantillana?Ciertoquenotehabíaconocidoymealegro infinitodevolverte aver. ¿Quéhashechodespuésquenos separamos?Sinduda,habrásejercidosiemprelaMedicina.»«Teníale—lerespondí—muchainclinación,perorazonespoderosasmeapartarondeella.»

«¡Peor para ti!—replicó Sangredo—.Con los principios que aprendiste demíhubierasllegadoaserunmédicohábil,contalqueelCielotehubierahecholagraciadepreservartedelpeligrosoamoralaquímica.¡Ahhijomío!—exclamóarrancando un doloroso suspiro—. ¡Qué novedades se han introducido en laMedicina de algunos años a esta parte! A esta arte se le quita el honor y ladignidad;estaarte,queen todos tiemposha respetado lavidade loshombres,hoysehallaenpoderdelatemeridad,delapresunciónydelaimpericia,porqueloshechoshablanyprestoalzaránelgritohastalaspiedrascontraeldesordendelosnuevosprácticos:lapidesclamabunt.Sevenenestaciudadalgunosmédicos,oquesellamantales,quesehanuncidoalcarrodetriunfodelantimonio:carrustriumphalisantimonii;unosdesertoresdelaescueladeParacelso,adoradoresdelquermesycuranderosdecasualidad,quehacenconsistirtodalacienciamédicaensaberprepararalgunasdrogasquímicas.¿Quémástediré?Ensumétodotodoestá desconocido: la sangría del pie, por ejemplo, en otros tiempos tan rarasvecespracticada,hoyeslaúnicaqueseusa;lospurgantes,antiguamentesuavesybenignos,sehanconvertidoeneméticoyenquermes.Yatodonoesmasque

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un caos en que cada uno se toma la libertad de hacer lo que se le antoja ytraspasaloslímitesdelordenydelasabiduríaquenuestrosprimitivosmaestrosseñalaron.»

Aunque estaba reventando por reír al oír una declamación tan cómica, pudecontenerme.Yaunhicemás:declamécontraelquermes,sinsaberloqueera,ydi al diablo sin más reflexión a los que lo habían inventado. AdvirtiendoEscipiónlomuchoquemedivertíaestaescena,quisocontribuirtambiénporsuparteaella.«Yo,señordoctor—dijoaSangredo—,soysobrinodeunmédicodelaescuelaantigua,ycomotal,pidoaustedlicenciaparadeclararmeenemigodelos remedios químicos. Mi difunto tío, que santa gloria haya, era tan ciegopartidario deHipócrates, que se batiómuchasveces con los empíricos quenohablabanconeldebidorespetodeestereyde laMedicina.Larazónnoquierefuerza. ¡De buena gana sería yo el verdugo de esos ignorantes novadores, dequienes usted se queja con tanta justicia como elocuencia! ¿Qué trastorno nocausanenlasociedadcivilesosmiserables?»

«Esedesorden—replicóeldoctor—vatodavíamáslejosdeloqueustedpiensa.Denadameha servido publicar un libro contra esos asesinos de laMedicina;antes al contrario, cada día van en aumento.Los cirujanos, cuyo gran hipo esquerer hacer de médicos, se creen capaces de serlo cuando sólo se trata derecetarquermesyemético,añadiendosangríasdelpieasuantojo.Lleganhastaelpuntodemezclarelquermesenlaspócimasycocimientoscordiales,ycátatequeyasejuzganigualesalosgrandesmédicos.Estecontagiohacundidohastadentrode losclaustros.Hayentre los frailesciertos legosquesonaunmismotiempoboticarios y cirujanos.Estosmonosmédicos se aplican a la química yhacendrogasperniciosas,conlasqueabrevianlavidadesuspadresreverendos.Enfin,enValladolidsecuentanmásdesesentaconventosdefrailesymonjas;contemple usted ahora el destrozo que hacen en ellos el quermes junto con eleméticoylasangríadelpie.»«SeñorSangredo—dijeyoentonces—esmuyjustalaindignacióndeustedcontraesosenvenenadores;yomelamentodelomismoy entro a la parte en su compasivo temor por la vida de los hombres,manifiestamente amenazada por unmétodo tan diferente del de usted.MuchotemoquelaquímicanoseaalgúndíalaruinadelaMedicina,comoloesdelosreinos la moneda falsa. ¡Quiera el Cielo que este día fatal no esté cerca dellegar!»

Aquí llegaba nuestra conversación cuando entró en el cuarto del doctor unacriada vieja, que le traía en una bandeja un panecillo tierno, un vaso y dosgarrafitasllenas,unadeaguayotradevino.Luegoquecomióunbocadoechó

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un trago, en el cual, ciertamente, habíamezclado dos terceras partes de agua;pero esto no le libró de las reconvenciones quemedabamotivo para hacerle.«¡Hola, hola, señor doctor!—le dije—. ¡Le he cogido a usted en el garlito!¡Ustedbebervino,cuandosiempresehadeclaradocontraestabebidaycuandoenlastrescuartaspartesdesuvidanohabebidosinoagua!¿Decuándoacásehacontrariadoustedasímismo?Nopuedeservirledeexcusasuedadavanzada,puesenunlugardesusescritosdefinelavejezdiciendoqueesunatisisnaturalque poco a poco nos va disecando y consumiendo, y, en fuerza de estadefinición, lamentausted la ignoranciadeaquellosque llamanalvino la lechedelosviejos.¿Quémediráustedahoraensudefensa?»

«Digo—me respondió el viejo—que me reconvienes sin razón. Si yo bebieravino puro, tendrías motivo para mirarme como a un infiel observador de mipropia doctrina; pero ya has visto que el vino que he bebido estaba muyaguado.» «Otra condición—le repliqué yo—, mi querido maestro: acuérdeseusteddequellevabamuyamalqueelcanónigoCedillobebiesevino,aunquelomezclabaconmuchaagua.Confieseusteddebuenafequealcabohareconocidosuerroryqueelvinonoesunlicortanfunestocomoustedlosentóensusobras,contalquesebebaconmoderación.»

Hallósenuestrodoctoralgoatarugadoconesta réplica.Nopodíanegarqueensuslibroshabíaprohibidoelusodelvino;perocomolavergüenzaylavanidadle impedían confesar que yo le hacía una justa reconvención, no sabía quéresponderme. Para sacarle de este pantano mudé de conversación, y pocodespués me despedí de él, exhortándole a que se mantuviese siempre firmecontralosnuevosmédicos.«¡Animo,señorSangredo!—ledije—.¡Nosecanseusteddedesacreditarelquermesypersigaasangreyfuegolasangríadelpie!Siapesardesuceloyamoralaortodoxiamédicaesarazaempíricalograarruinarlarigidezantigua,porlomenostendráustedelconsuelodehaberhechocuantoestabadesuparteparasostenerla!»

Al retirarnos mi secretario y yo a nuestro mesón, hablando del gracioso yoriginal carácter del tal doctor, pasó cerca de nosotros por la calle un hombrecomodecincuentaycincoasesentaaños,quecaminabaconlosojosbajosyunrosariodecuentasgordasenlamano.Miréleatentamenteysindificultadconocíque era el señor Manuel Ordóñez, aquel buen administrador del hospital dequiensehizotanhonoríficamenciónenelcapítuloXVIIdellibroprimerodemihistoria. Lleguéme a él con grandesmuestras de respeto y le dije: «¡Salud alvenerable y discreto señor Manuel Ordóñez, el hombre más a propósito delmundoparaconservarlahaciendadelospobres!»Aloírestaspalabrasmemiró

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conmucha atención yme respondió quemi fisonomía no le era desconocida,peroquenopodíaacordarseendóndemehabíavisto.«Yoiba—lerespondí—acasadeustedentiempoqueleservíaunamigomíollamadoFabricioNúñez.»«¡Ah,yameacuerdo!—repusoeladministradorconunasonrisamaligna—.Porseñas,quelosdoseraismuybuenasalhajasehicisteisadmirablesmuchachadas.¿YquésehahechoelpobreFabricio?Siemprequepiensoenél,metienenconcuidadosusasuntillos.»

«Mehetomadolalibertaddedeteneraustedenlacalle—dijealseñorManuel—precisamenteparadarlenoticiassuyas.SepaustedqueFabricioestáenMadridocupadoenhacerobrasmisceláneas.»«¿Aquéllamasobrasmisceláneas?»,mereplicó.«Quierodecir—lecontesté—queescribeenprosayenverso;componecomediasynovelas;ensuma,esunmozode ingenioyesbienrecibidoen lascasas distinguidas.» «¿Y cómo lo pasa con su panadero?», me preguntó eladministrador. «No tan bien—le respondí—como con las personas de calidad;porque,aquíparalosdos,creoqueestátanpobrecomoJob.»«¡Oh,enesonotengo lamenorduda!—repusoOrdóñez—.Haga lacortea losgrandes todo loque quisiere; sus complacencias, sus lisonjas y sus vergonzosas bajezas leproducirántodavíamenosquesusobras.Desdeluegooslopronostico:algúndíaleveréisenelhospital.»

«Esto nome causará novedad—dije yo—, porque la poesía ha llevado a él aotros muchos. Mucho mejor hubiera hecho mi amigo Fabricio en habersemantenidoalasombradeusted,quealahoradeéstaestaríanadandoenoro.»«Alomenosnadalefaltaría—respondióOrdóñez—.Yolequeríabienypocoapocoleibaascendiendodepuestoenpuesto,hastaasegurarleunsólidoacomodoenlacasadelospobres,cuandoseleantojóquererpasarporhombredeingenio.Compusounacomedia,quehizorepresentarporloscomediantesquealasazónsehallabanenestaciudad;lapiezalogróaceptación,ydesdeaquelpuntoseletrastornó lacabezaalautor. ImaginóseserotroLopedeVega,yprefiriendoelhumodelosaplausosdelpúblicoalasverdaderasconvenienciasquemiamistadlepreparaba,sedespidiódemicasa.Envanoprocurépersuadirlequedejabalacarneparacorrertraslasombra;nopudedeteneraesteloco,aquienarrastrabael furor de escribir. ¡No conocía su felicidad!—añadió—.Buena prueba es deestoel criadoque recibídespuésqueélmedejó;más juiciosoqueFabricio,yconmenostalentoqueél,seaplicóúnicamenteadesempeñarbienlosencargosque le hago y a darme gusto. Por eso le he adelantado comomerecía y en laactualidadestádesempeñandoenelhospitaldosdestinos,elmenordeloscualeses más que suficiente para sustentar a un hombre de bien cargado de una

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numerosafamilia.»

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CAPITULOII

ProsigueGilBlassuviajeyllegafelizmenteaOviedo;enquéestadohallaasufamilia;muertedesupadre,ysusconsecuencias.

Desde Valladolid nos pusimos en seis días en Oviedo, adonde llegamos sinhabernos sucedido lamenordesgracia en el viaje, a pesar del refránquedice:Huelen de lejos los bandoleros el dinero de los pasajeros. A la verdad, sihubieranolidoelnuestro,nohabríanerradoelgolpe,y sólodoshabitantesdeunacuevahabríanbastadoparasoplarnosnuestrosdoblones,porqueenlacorteyonohabíaaprendidoaservaliente,yBeltrán,mimozodemulas,noparecíatenerganadedejarsematarpordefenderlabolsadesuamo;sóloEscipióneraunpocoespadachín.

Yaeradenochecuandollegamosalaciudad.NosapeamosenunmesónpocodistantedelacasademitíoelcanónigoGilPérez.Deseabayotenernoticiadelestadoenquesehallabanmispadresantesdepresentarmeaellos;yparasaberlonopodíadirigirmeaquienmeinformasemejorquealmesoneroylamesonera,que sabía ser personas que no podrían ignorar cuanto pasaba en casa de susvecinos. Con efecto, después de haberme mirado el mesonero con la mayoratención,meconocióyexclamófueradesí:«¡PorSanAntoniodePadua,queésteeselhijodelbuenescuderoBlasdeSantillana!»«¡Sí,porcierto—añadiólamesonera—;élmismoes!Yapenassehamudado;esaqueldespabiladilloGilBlas,que teníamás talentoquecuerpo. ¡Parécemeque leestoyviendocuandoveníaaquíconlabotellaporvinoparacenarsutío!»

«Señora—dijealamesonera—,nosepuedenegarquetieneustedunamemoriafeliz.Perodemeusted,leruego,noticiasdemifamilia;sindudaquemispadresnodebendeestarenunasituaciónagradable.»«Demasiadociertoes—respondiólamesonera—.Portristequeseaelestadoenqueustedpuedarepresentárselos,no es posible imaginar que haya dos personas más dignas de compasión queellos. El buen señor Gil Pérez está baldado de la mitad del cuerpo, y,naturalmente,vivirámuypoco.Supadredeusted,quedealgún tiempoaestaparteviveconelcanónigo,padeceunaopresióndepecho,opormejordecir,sehallaactualmenteentre laviday lamuerte,ysumadredeusted,que tampocogozalamejorsalud,seveprecisadaaservirdeasistentaalosdosenfermos.»

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Asíqueoíestarelación,quemehizoconocerqueerahijo,dejéaBeltránenelmesónenguardademiequipaje,yacompañadodemisecretarioEscipión,quenoquisoapartarsedemilado,paséacasademitío.Apenasmepusedelantedemi madre, cuando cierta conmoción que sintió en su interior le hizo conocerquiényoera,aunantesdetenertiempoparaexaminarlasfaccionesdemirostro.«¡Hijomío—medijo tristemente echándome los brazos al cuello—, ven a vermoriratupadre;atiempollegasparasertestigodetandolorosoespectáculo!»Diciendoesto,mellevóauncuartodondeeltristeBlasdeSantillana,tendidoenuna camaquemostraba bien lamiseria de un pobre escudero, estaba ya a losúltimos. Sin embargo, aunque cercado de las sombras de la muerte, todavíaconservaba algún conocimiento. «Amado esposo—le dijo mi madre—, aquítienes a tu hijoGilBlas, que te pide perdón de todos los disgustos que te hacausadoy te ruega leeches tubendición.»Aloírestoabriómipadre losojos,queyacomenzabanacerrarseparasiempre;fijólosenmí,yobservando,apesardelapostraciónenquesehallaba,queyollorabasupérdida,seenterneciódemidolor.Quisohablarme,masnopudo.Yoentoncesletoméunamano,ymientrasselabañabaenlágrimas,sinpoderproferirunapalabra,exhalóelúltimoaliento,comosisólohubieraesperadoaqueyollegaseparaexpirar.

Mi madre tenía demasiado consentida esta muerte para afligirsedesmedidamente;quizámeafligíyomásqueella,sinembargodequemipadreen su vida me había dado la menor demostración de cariño. Además de quebastaba ser hijo suyo para llorarle, me acusaba a mí mismo de no haberlesocorrido, y, acordándomedehaber tenido esta insensibilidad,me considerabacomounmonstruodeingratitud,opormejordecir,comounparricida.Mitío,aquien vi después postrado en otra cama poco menos pobre y en un estadolastimoso, me hizo experimentar nuevos remordimientos. «¡Hijodesnaturalizado!—medijeamímismo—.¡Consideraparatumayortormentolamiseriaenquesehallantusparientes!Siloshubierassocorridoconpartedeloque te sobraba de los bienes que poseías antes de estar preso, les hubierasproporcionadolascomodidadesaquenopodíaalcanzarlarentadelaprebenda,ydeestamaneraacasohubierasalargadolavidaatupadre.»

EldesdichadoGilPérezestabayalelo;habíaperdidolamemoriayeljuicio.Denada me sirvió estrecharle entre mis brazos y darle muestras de mi ternura,porqueningunaimpresiónlehicieron.Pormásquemimadreledecíaqueyoerasu sobrino Gil Blas, no hacía mas que mirarme con un aire imbécil, sinresponder nada. Aun cuando la sangre y el agradecimiento no me hubieranobligado a compadecerme de un tío a quien tanto debía, no hubiera podido

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menosdehacerloviéndoleenunasituacióntandignadelástima.

DuranteestetiempoEscipiónguardabaunprofundosilencio,meacompañabaenmipenaymezclabaporamistad sus suspiroscon losmíos.Pareciéndomequedespués de tan larga ausencia tendríamimadremuchas cosas reservadas quedecirmeyquepodíadetenerlalapresenciadeunhombreaquiennoconocía,lellaméaparteyledije:«Vete,hijomío,adescansaralmesónydéjameaquíconmimadre,queacasotecreeríademásenunaconversaciónquenorecaerásinosobre asuntos de familia.» Retiróse Escipión por no incomodarnos, y,efectivamente, mi madre y yo estuvimos hablando toda la noche. Nos dimosrecíprocamentefielcuentadetodoloqueaunoyotronoshabíasucedidodesdemisalidadeOviedo.Ellamehizoextensarelaciónde todas lasdesazonesquehabíatenidoenlasvariascasasdondehabíaservidodedueña,confiándomeenelasuntomuchascosasquenomehubieraalegradolashubieseoídomisecretario,sinembargodenoteneryonadareservadoparaél.Contodoelrespetoquedeboa la memoria de mi madre, diré que la buena señora era algo prolija en susrelaciones,ymehubieraahorradolastrescuartaspartesdesuhistoriasihubiesesuprimidolascircunstanciasinútilesdeella.

Acabóporfinsurelaciónyyodiprincipioalamía.Contéporencimatodasmisaventuras;perocuandolleguéalavisitaquemehabíahechoenMadridelhijode Beltrán Moscada, el especiero de Oviedo, me extendí un poco sobre estepasaje. «Confieso, señora—dije a mi madre—, que recibí con despego al talmozo, el cual, por vengarse de ello, no habrá dejado de hablarosmuymal demí.» «Así es—me respondió—; díjonos que te había encontrado tan engreídoconelfavordelprimerministrodelaMonarquía,queapenastehabíasdignadoconocerle,yquecuandotepintónuestrasmiseriasleoísteconmuchafrialdad.Perocomolospadresylasmadres—añadióella—-procuransiempredisculparasus hijos, no pudimos creer tuvieses tan mal corazón. Tu venida a Oviedoacreditalabuenaopiniónqueteníamosdetiyelsentimientodequeteveollenoloacabadeconfirmar.»

«Mehacemuchofavor—respondí—esebuenconceptoqueausteddebo,perolociertoesqueenlarelacióndelhijodeMoscadahayalgunaverdad.Cuandomevinoaverestabayoembriagadoconmifortuna,ylaambiciónquemedominabano me permitía pensar en mis parientes. De consiguiente, hallándome ensemejante disposición, no es de admirar que recibiese mal a un hombre que,acercándoseamídeunmodogrosero,medijobrutalmenteque,habiendosabidoqueyoestabamás ricoqueun judío, iba a aconsejarmequeenviase austedesalgún dinero, respecto a que se veían en grande necesidad, y aunme echó en

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caraentérminosnadacomedidosmiindiferenciahaciamigente.Meincomodósullaneza,y,perdiendolapaciencia,leechéaempujonesdemicuarto.Confiesoquemeportémalenaquellaocasión,quedebíreflexionarnoeraculpavuestralafaltadeatencióndelespecieroyquesuconsejomerecíaseguirse,aunquehabíasidogroseroelmododedármelo.Estofuéloquemeocurrióalpensamientounmomento después que había despedido a Moscada. La sangre hizo en mí suoficio,y,acordándomedemisobligacioneshaciamispadres,meavergoncédehaberlascumplido tanmalysentí remordimientos,de loscualesnopuedo,sinembargo,hacerméritoconusted,puestoquefueronsofocados inmediatamenteporlaavariciayporlaambición.Perodespuésfuíencerradoporordendelreyen el alcázar de Segovia, en donde caí gravemente enfermo, y esta dichosaenfermedadeslaqueaustedlerestituyesuhijo.Sí,porcierto;mienfermedadymiprisiónfueronlasquehicieronrecobraralaNaturalezatodossusderechosylas queme han desprendido enteramente de laCorte.Hoy sólo suspiro por lasoledad y he venido a Asturias con el fin únicamente de suplicar a usted sevenga conmigo a que disfrutemos juntos las dulzuras de una vida retirada. Siusted admitemi oferta, la conduciré a una posesión que tengo en el reino deValencia, en donde espero que pasaremos una vida muy cómoda. Bien podráustedconocerquemiánimoerallevartambiénamipadre;peroyaqueelCieloha dispuesto otra cosa, logre yo a lo menos la satisfacción de tener en micompañía a mi madre y pueda reparar con todas las posibles atenciones eltiempoquepasésinservirledenada.»

«Quedomuyagradecidadetusbuenasintenciones—medijoentoncesmimadre—.Sindudaalgunameiríacontigoanoimpedírmeloalgunasdificultades.Enprimerlugar,nopuedodesampararatutíoymihermanoenelestadoenquesehalla; despuésde eso, estoymuyconnaturalizada con estepaís paraqueyo ledeje.Sinembargo,comoestomereceexaminarseconmadurez,quieromeditarlodespacio; por ahora solamente debemos pensar en los funerales de tu padre.»«Esecuidado—lerespondí—seloencargaremosaesemozoqueustedhavistoconmigo,queesmisecretario;tienetalentoyceloypodemosdescuidarenél.»

NobienhabíapronunciadoestaspalabrascuandoentróEscipión,porqueerayadía claro. Preguntónos si podía servirnos de algo en el apuro en que noshallábamos. Respondíle que llegaba muy a tiempo para recibir una ordenimportante que pensaba darle. Luego que se impuso de lo que se trataba,«¡Basta!—dijo—.Yatengoideadaacáenmicabezatodalaceremoniayustedespodránfiarsedemí.»«Peroguardaosbien—añadiómimadre—depensarenunfuneral que tenga la menor apariencia de ostentación; por modesto que sea,

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nuncaloserádemasiadoparamiesposo,aquientodalaciudadhaconocidoporun escudero de los más pobres.» «Señora—respondió Escipión—, aunquehubierasidomuchomás infeliz,noporeso rebajarédosmaravedís.Sólodebotenerpresentelascircunstanciasdemiamo:habiendosidofavoritodelduquedeLerma,asupadredebeenterrárselecongrandeza.»

Aprobé el designio demi secretario y aun le encarguéqueno economizase eldinero; un resto de vanidad que yo conservaba todavía se despertó en estaocasión.Melisonjeédeque,haciendoestedispendioporunpadrequeningunaherenciamedejaba,admiraríantodosmiportegeneroso.Mimadreporsuparte,a pesar de la granmodestia que aparentaba, no dejaba de alegrarse de que sumaridofueseenterradoconpompa.Dimos,pues,ampliasfacultadesaEscipión,que sin perder tiempo marchó a dar las disposiciones necesarias para unsuntuosoentierro.

Saliéronlemuybien;celebróseunfuneraltanmagníficoqueirritócontramíalaciudad y arrabales; a todos los vecinos de Oviedo, desde el mayor hasta elmenor,chocóinfinitomiostentación.«¡Esteministrodelanochealamañana—decíauno—tienedineroparaenterrarasupadreynolotuvoparamantenerle!»«¡Mejorhubierasido—decíaotro—habertenidomásamorasupadrevivoquehacerletantashonrasdespuésdemuerto!»Enfin,ningunalenguapecódecorta;cada una disparó su saeta. No se contentaron con esto: cuando salimos de laiglesia, así a mí como a Escipión y a Beltrán nos cargaron de injurias,acompañándonos hasta nuestra casa las befas y gritos de los muchachos, loscualesllevaronaBeltránapedradashastaelmesón.Paradisiparlacanallaquese había agolpado delante de la casa demi tío fuémenester quemimadre seasomase a la ventana y asegurase a todos que no tenía queja ninguna demí.Otros huboque fueron corriendo almesóndonde estabami silla, para hacerlamil pedazos, como infaliblemente lo hubieran ejecutado si el mesonero y lamesonera no hubieran hallado modo de sosegar aquellos ánimos furiosos ydisuadirlesdesemejanteintento.

Todasestasafrentas,queeranotrostantosefectosdeloquehabíahabladodemíelmozoespecierode laciudad,me inspiraron talaversiónhaciamispaisanos,quedeterminésalircuantoantesdeOviedo,endonde,anohabersidoesto,talvezmehubieradetenidoalgúntiempomás.Díjeseloamimadreclaramente,ycomonoestabamenossentidaqueyodever lomalquemehabíarecibidomipaís,noseopusoamiresolución.Sólosetratódelmododeportarmeconellaenadelante.«Madre—ledije—,yaqueustednopuedeabandonaramitío,nodeboinsistirenquesevengaustedconmigo;perocomo,segúntodaslasseñales,no

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puedeestarmuydistanteelfindesusdías,demeustedpalabradeveniravivirenmicompañíaluegoqueélfallezca.»

«Esapalabra,hijomío,noteladaré;yoquieropasarenAsturiaslospocosdíasque me quedan de vida y con total independencia.» «Pues qué, señora—lerepliqué—,¿noseráusteddueñaabsolutaenmicasa?»«Nolosé,hijomío—merespondió—.Talvez teenamorarásdealgunaniña linday tecasarásconella;seráminuera,yosusuegraynopodremosvivirjuntas.»«Usted—ledije—prevélos disgustosmuy de lejos. Por ahora no pienso en casarme; pero si en algúntiempo tuviese esta idea, esté usted cierta de quemandaré amimujer que entodoyportodoestésujetaalavoluntaddeusted.»«Teobligastemerariamenteauna cosa—repuso mi madre—que nunca podrás cumplir; antes bien, no meatrevería yo a afirmar que si entre la suegra y la nuera ocurriesen algunasdesazones,notedeclarasesafavordetumujerantesquealmío,porgrandequefuesesusinrazón.»

«Señora, habla usted como un oráculo—dijo mi secretario metiéndose en laconversación—. Yo pienso, como usted, que las nueras dóciles son muycontadas.Así,pues,paraqueustedymiamoquedencontentos,yaquequiereusteddecididamentepermanecerenlasAsturiasyélenelreinodeValencia,serámenesterqueleseñaleunarentaanualdeciendoblones,queyomeencargodetraer aquí todos los años, y por este medio la madre y el hijo estarán muysatisfechosunodeotroadoscientasleguasdedistancia.»Aprobaronelconveniolasdospartes interesadas,yyodesde luegopaguéadelantadoelprimeraño,ysalídeOviedoeldíasiguienteantesdeamanecer,pormiedodequeelpopulachonometrataracomoaSanEsteban.Talfuéelrecibimientoquesemehizoenmipatria. ¡Admirable lección para aquellas personas de humilde nacimiento que,habiéndose enriquecido fuera de su país, quieran volver a él para hacer depersonasdeimportancia!

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CAPITULOIII

TomaGilBlaselcaminodelreinodeValenciayllegaenfinaLiria;descripcióndesuquinta,cómofuérecibidoenellayqué

gentesencontróallí.

TomamoselcaminodeLeón,despuéseldePalencia,y,siguiendonuestroviajeacortasjornadas,llegamosalcabodeveintedíasaSegorbe,yaldíasiguienteporlamañanaentramosenmiquinta,quesólodistacincoleguasdeaquellaciudad.Advertí que conforme nos íbamos acercando mi secretario observaba con lamayoratencióntodaslasquintasqueadiestraysiniestraseleofrecíanalavista.Luegoquedescubríaalgunadegrandeapariencia,medecíaenseñándomelaconeldedo:«Mealegraraquefueraaquélnuestroretiro.»

«Nosé,amigomío—ledije—,quéideatehasformadodenuestramorada;perosi te la figuras comouna casamagnífica, como la hacienda de un gran señor,desdeluegotedigoqueestásmuyequivocado.Sinoquieresquetuimaginaciónse ríadespuésde ti, represéntateaquellacasacampestrequeMecenas regalóaHoracio,situadaenelpaísdelosSabinos,cercadeTívoli.HazcuentaquedonAlfonsomehahechoun regalomuysemejanteaaquél.»«Segúneso—replicóEscipión—, sólo debemos esperar que tendremos por albergue una cabaña.»«Acuérdate—repuseyo—quesiempre tehiceunadescripciónmuymodestadeella,ysiquieresjuzgarportimismodelafidelidaddemipintura,vuelvelavistahacia el río Guadalaviar y mira sobre su orilla, junto a aquella aldehuela denueveadiezcasas,aquellaquetienecuatrotorrecillas,queésaesmiquinta.»

«¡Diantre!—exclamó entonces asombrado mi secretario—. ¡Aquel edificio esunapreciosidad!Ademásdelaspectodenoblezaqueledansustorrecillas,puedeañadirse que está bien situado, bien construído y rodeado de cercanías másdeliciosas que los contornos de Sevilla, llamados por excelencia «el paraísoterrenal». El sitio no podía ser más de mi gusto, aunque nosotros mismos lehubiéramos escogido. Riégale un río con sus aguas y un espeso bosque estábrindandoconsusombraalquequierapasearseaunenlamitaddeldía.¡Ohquéamable soledad! ¡Ah mi querido amo, todas las trazas son de quepermaneceremosenéllargotiempo!»«Mealegromucho—lerespondí—dequeteagradetantonuestroretiro,delcualaunnoconocestodaslasconveniencias.»

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Divertidosenestaconversaciónllegamosfinalmentealacasa,cuyaspuertasnosfueron abiertas al punto que dijo Escipión que era yo el señor Gil Blas deSantillana, que iba a tomar posesión de su quinta. Al oír un nombre tanrespetable para aquellas gentes, dejaron entrar la silla en un espacioso patio,donde al puntome apeé.Apoyándomegravemente deEscipión y haciendo depersonaje,paséaunasala,enlaqueinmediatamentesemepresentaronsieteuochocriados,diciendoqueveníanaofrecermesusreverentesobsequioscomoasu nuevo señor, habiéndolos don César y don Alfonso escogido para quemesirviesen, uno de cocinero, otro de ayudante de cocina, otro de pinche de lamisma,otrodeporteroylosdemásdelacayos,conprohibiciónatodosderecibirde mí salario alguno, porque aquellos señores querían corriesen de su cuentatodoslosgastosdemicasa.Elprincipaldeestoscriados,yquecomotalllevabala palabra, era el cocinero, el cual se llamabamaestro Joaquín. Díjome habíahechounabuenaprovisióndelosmejoresvinosdeEspañayque,porlotocantealaderezodelacomida,habiendotenidoelhonordeservirporespaciodeseisaños en la cocina del señor arzobispo de Valencia, esperaba componer unosplatosqueexcitasenmiapetito.«Voyadisponerme—añadió—paradaravuestraseñoría una prueba de mi habilidad. Mientras llega la hora de comer, podrávuestra señoría dar un paseo y visitar su quinta, para reconocer si se halla enestadode serhabitadaporvuestra señoría.»Yasepuedeconsiderarqueyonodejaríadehacerestavisita;yEscipión,aunmáscuriosodehacerlaqueyo,mefuéconduciendodepiezaenpieza.Recorrimostodalacasadearribaabajo,sinque ningún rincón se escapase a nuestra curiosidad, por lo menos así nos lopareció,ypor todasparteshallémotivosparaadmirar lagranbondadquedonCésarysuhijoteníanparaconmigo.Entreotrascosasllamaronmiatencióndosaposentosadornadosconunosmueblesque,sinllegarasermagníficos,erandebuengusto.EstabaelunocolgadodetapiceríadelosPaísesBajos,yenélunacamaysillascubiertasde terciopelo, todobienconservado,apesardehabersehechoen tiempoque losmorosocupabanel reinodeValencia.De igualgustoeranlosmueblesdelotroaposento:cubríasusparedesunacolgaduraantiguadedamasco genovés, de color de caña, con una cama y sillas de la misma telaguarnecidasde franjasde seda azul.Todos estos efectos, que enun inventariohubieransidopocoapreciados,parecíanallíostentosos.

Despuésdehaberexaminadobientodaslascosas,misecretarioyyovolvimosalasala,enlaqueestabayapuestaunamesacondoscubiertos.Sentámonosaellayalpuntosenossirvióunaollapodrida,tandelicadaquenosdiólástimadequeelarzobispodeValencianotuvieseyaalcocineroquelahabíasazonado.Verdadesqueteníamosbuenasganasyestocontribuíaaquenonossupiesemal.Acada

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bocado que comíamos, mis lacayos de nueva fecha nos presentaban unosgrandes vasos, que llenaban hasta el borde de un vino rico de laMancha.Noatreviéndose Escipión a dejar ver delante de ellos la satisfacción interior queexperimentaba, me la daba a entender con miradas expresivas, y yo lemanifestabacon lasmíasqueestaba tancontentocomoél.Unplatodeasado,compuesto de dos codornices gordas que acompañaban a un lebratillo deexquisitogusto,noshizodejarlaollapodridayacabódesaciarnos.Luegoquehubimoscomidocomodoshambrientosybebidoaproporción,noslevantamosde lamesa para ir al jardín a dormir voluptuosamente la siesta en algún sitiofrescoyagradable.

Si mi secretario se había mostrado hasta entonces muy satisfecho de cuantohabíavisto,aún loquedómáscuandovióel jardín,que lepareciócomparablecon el parterre delEscorial.Bien es verdad que donCésar, que de cuando encuando venía a Liria, tenía gusto en hacerlo cultivar y hermosear. Todas lascallesestabanbiencubiertasdearenayenfiladasdenaranjos;ungranestanquedemármolblanco,encuyocentrounleóndebroncearrojabacopiososchorrosdeagua,lahermosuradelasfloresyladiversidaddefrutas,todosestosobjetosembelesaronaEscipión.Peroloquemásleencantófuéunaprolongadacalledeárbolesquebajabanendeclivecontinuandohastalahabitacióndelarrendatario,cubiertaconunespesofollajedeunosfrondososárboles.Haciendoelelogiodeun sitio tan a propósito para preservarse del calor, nos detuvimos en él y nossentamosalpiedeunolmo,adondeelsueñoacudióprestoaapoderarsededoshombresalgoalegrillosqueacababandecomerbien.

Dos horas después despertamos despavoridos al ruido demuchos escopetazosdisparados tan cerca de nosotros que nos asustaron. Levantámonosprecipitadamente, y para informarnos de lo que era fuimos a la casa delarrendatario,yallí encontramosochoodiezaldeanos, todosvecinosdel lugar,quedisparabanyquitabaneloríndesusescopetasparacelebrarmivenida,queacababandesaber.Lamayorpartedeellosmeconocíanyaporhabermevistoalgunas veces en aquella quinta ejercer el empleo demayordomo.Apenasmevieron, gritaron todos a un mismo tiempo: «¡Viva nuestro señor! ¡Sea bienvenido a Liria!» Diciendo esto, volvieron a cargar sus escopetas y meobsequiaron conunadescarga general.Recibílos con elmayor agradoquemefué posible, pero guardando siempre gravedad, porque no me parecióconvenientefamiliarizarmedemasiadoconellos.Ofrecílesmiprotecciónylesdiademás comounos veinte doblones, expresión que, según creo, no fué la quemenoslesagradó.Retirémedespuésconmisecretario,dejándoleslalibertadde

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echar todavía más pólvora al aire, y nos fuimos al bosque, en donde nosestuvimospaseandohastalanoche,sinquenoscansaselavistadelosárboles;tantonosembelesabaelgustodevernosennuestranuevaposesión.

Durantenuestropaseonoestabanociososelcocinero,suayudantenielgalopín.Ocupábansetodostresendisponernosunacenasuperioralacomida;tanto,quecuando volvimos del paseo y entramos en la sala donde habíamos comido,quedamosmuyadmiradosdeverponerenlamesacuatroperdigonesasados,unguisadodeconejoaunladoyuncapónenpepitoriaalotro,sirviendodespuésdeintermedioorejasdepuerco,pollosenescabecheycremadechocolate.BebimosabundantementevinodeLucenayotrosmuchosexcelentes.Cuandoconocimosqueyanopodíamosbebermássinexponernuestrasalud,pensamosenirnosaacostar.Miscriadostomaronentonceslucesymecondujeronalmejorcuarto,endondemedesnudaronconmuchaoficiosidad;peroluegoquemedieronmibatade noche y mi gorro de dormir, los despedí diciéndoles en tono de amo:«Retiraos,queyanoosnecesitoparalodemás.»

Habiéndolosdespachadoatodos,mequedésoloconEscipiónparaconversarunpococonél.PreguntélequéjuicioformabadeltratoquesemedabaporordendelosseñoresdeLeiva.«¡Porvidamía—merespondió—,quemeparecenopuededárseosmejorysolamentedeseoqueestoduremucho!»«Puesyonolodeseo—le repliqué—.Nodebopermitir quemisbienhechoreshagan tantosgastospormí, porque esto sería abusar de su generosidad. Fuera de eso, tampoco meacomodaservirmedecriadosasalariadosporotro,porquecreeríanohallarmeenmicasa.Atodoestoseañadequeyonomeheretiradoaquíparavivircontantoaparato. ¿Qué necesidad tenemos de tantos criados? Bástanos, Beltrán, uncocinero,unmozodecocinayunlacayo.»SinembargodequeamisecretarionolepesaríavivirsiempreacostadelgobernadordeValencia,noseopusoamidelicadezaenestepunto;antesbien,conformándoseconmidictamen,aprobólareformaqueyoqueríahacer.Decididoesto,sesalióéldemicuartopararetirarsealsuyo.

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CAPITULOIV

MarchaGilBlasaValenciayvisitaalosseñoresdeLeiva;delaconversaciónquetuvoconellosydelabuenaacogidaquelehizo

doñaSerafina.

Acabé de desnudarme y me acosté; pero viendo que no podía quedarmedormido,meabandonéamis reflexiones.Semerepresentó lagenerosidadconquelosseñoresdeLeivapagabanlainclinaciónqueyolestenía,y,sumamenteagradecido a las nuevas señales que de ellome daban, resolvímarchar el díasiguienteavisitarlosparasatisfacerlaimpacienciaqueteníademanifestarlesmigratitud. Ya me complacía anticipadamente la idea de volver a ver pronto aSerafina;peroesteplacernoeradeltodocompleto,porquenopodíapensarsinpesadumbreenquealmismotiempoteníaquesoportarlapresenciadelaseñoraLorenza Séfora, que, pudiéndose acordar todavía del lance del bofetón, no sealegraríamuchodeverme.Cansadalaimaginacióncontodasestasespecies,mequedéfinalmentedormido,ynodespertéhastaqueempezóadejarseverelsol.

Melevantéconprontitud,y,enteramentepuestoelpensamientoenelviajequemeditaba, tardé poco en vestirme.Al acabar entrómi secretario enmi cuarto.«Escipión—ledije—,aquítienesaunhombrequesedisponeparairaValencia.Nopuedomenosdeirinmediatamenteavisitaraunosseñoresaquienesdebomibuena fortuna, y cada instante de tardanza en el cumplimiento de este deberparece acusarmede ingratitud.A ti, amigomío, te dispenso de acompañarme;quédate aquí durantemi ausencia, que no pasará de ocho días.» «Id, señor—respondió—,ycumplidcondonAlfonsoysupadre,quemepareceagradecenelceloqueselesmanifiestayqueestánmuyreconocidosalosserviciosqueseleshanhecho;sontanraraslaspersonasdistinguidasquetienenesecarácter,quenoestánpordemáscualesquieraconsideracionesqueselesmanifiesten.»DiordenaBeltránparaquesedispusieseapartir,ymientrasqueélpreparabalasmulastomé yo el chocolate. En seguidamonté enmi silla, dejandomandado amiscriadosquemirasenamisecretariocomoamimismapersonayqueobedeciesensusórdenescomolasmías.

EnmenosdecuatrohoraslleguéaValenciayfuíenderechuraaapearmealascaballerizas del gobernador. Dejando allí mi carruaje, hice me condujesen al

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cuartodeesteseñor,endondesehallabaalasazónconsupadredonCésar.Abrísin ceremonia la puerta y, acercándome a los dos, «Los criados—les dije—noenvíanrecadodelanteparapresentarseasusamos;aquíestáunantiguocriadodevuestrasseñorías,quevieneaofrecerlessusrespetos.»Diciendoesto,quisearrodillarme en su presencia; pero ellos no lo permitieron, y ambos meestrecharon entre su brazos con todas las demostraciones de una verdaderaamistad.«Ybien,miqueridoSantillana—medijodonAlfonso—,¿hasidoyaaLiriaatomarposesióndetuhacienda?»«Sí,señor—lerespondí—,ysuplicoavuestraseñoríasesirvapermitirmequese ladevuelva.»«¿Puesporqué?—mereplicó—.¿Hasencontradoenellaalgunacosaquenoteacomode?»«¡Nadadeeso!—respondí—.Porloquetocaalaposesiónmeagradainfinito;peroloquenomeacomodaestenerenellacocinerosdearzobispoytresvecesmáscriadosdelosquehemenester,ocasionandoavuestraseñoríaungastotancrecidocomosuperfluo.»

«Sihubierasaceptado—dijodonCésar—lapensióndedosmilducadosque teofrecimos enMadrid, nos hubiéramos limitado a regalarte esa quinta alhajadacomo está; pero no habiéndola tú querido admitir, nos pareció que enrecompensadebíamoshacer loquehicimos.»«Esoesdemasiado—le respondí—;bastaquevuestrasseñoríasmefavorezcanconlahacienda,queessuficientepara colmar todos mis deseos. Además de lo mucho que cuesta a vuestrasseñorías mantener tanta gente, aseguro que una familia tan numerosa meincomoda y me causa gran sujeción. En suma, señores—añadí—, o vuestrasseñorías recobran su fincaodígnensedejármelagozaramimodo.»Pronunciéestasúltimaspalabrascontantaentereza,quepadreehijo,quedeningúnmodoqueríanviolentarme,mepermitieronalfindisponerdelaquintacomomejormepareciese.

Les repetíamil gracias porhabermeconcedido esta libertad, sin la cual yonopodía ser dichoso, cuandodonAlfonsome interrumpiódiciendo: «MiqueridoGilBlas,quieropresentarteaunadamaquetendrásingulargustodeverte.»YhablandodeestemodometomódelamanoymecondujoalcuartodeSerafina,la cual así queme vió prorrumpió en un grito de alegría. «Señora—le dijo elgobernador—,creoquelallegadadenuestroamigoSantillanaaValencianoosserámenosgustosaque amí.» «De eso—respondió ella—elmismoSantillanadebeestarmuypersuadido.Nohasidocapazeltiempodeborrardemimemoriaelfavorquemehizo,yañadoalagradecimientoquememereceelquedeboaunhombreaquienvossoisdeudor.»Respondíamiseñoralagobernadoraquemeconsiderabamás que suficientemente pagado del peligro que yo había corrido

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juntamentecon losdemásquemeayudarona librarla,exponiendomividaporconservarlasuya,ydespuésdemuchoscumplimientosrecíprocosdonAlfonsomesacófueradelcuartodeSerafinayfuimosareunimoscondonCésar,aquienhallamosenunasalaacompañadodemuchoscaballerosqueestabanaqueldíaconvidadosacomer.

Saludáronme todos con mucha cortesanía, y me hicieron tantos másacatamientoscuantoque supieronpordonCésarqueyohabía sidounode losprincipalessecretariosdelduquedeLerma.Yaunquizánoignoraríanlamayorparte de ellos que don Alfonso había obtenido a influjo mío el Gobierno deValencia,porquealcabotodosellegaasaber.Comoquieraquesea,desdequenos sentamos a la mesa sólo se habló del nuevo cardenal; unos hacían, oaparentaban hacer, grandes elogios de él, y otros le ensalzaban, pero entredientes y, como se suele decir, con la boca chica. Luego conocí que con estoquerían incitarme a que hablase extensamente sobre su eminencia y que losdivirtieseacostasuya.Debuenaganahubieradicholoquepensabadeél,perocontuve la lengua, loquemehizopasar en el conceptode aquellos caballerosporunmozomuydiscreto.

Concluídalacomida,seretiraronlosconvidadosasuscasasadormirlasiesta.DonCésarysuhijo,instadosdelmismodeseo,seencerraronensuscuartos.Yo,llenodeimpacienciaporvercuantoantesunaciudadquetantohabíaoídoalabar,salí del palacio del gobernador con ánimo de pasear las calles. Encontré a lapuertaunhombrequeseacercóamíymedijo:«¿MedarálicenciaelseñordeSantillana para que le salude?»Preguntéle quién era yme respondió: «Soy elayuda de cámara del señor donCésar y era uno de sus lacayos cuando ustedestabademayordomodelacasa.Todaslasmañanasibaalcuartodeusted,quesiempremehacíamilfavores,yleinformabadetodoloquepasabaencasa.¿NoseacuerdaustedqueundíaledijequeelcirujanodelaaldeadeLeivaentrabasecretamente en el cuarto de la señoraLorenzaSéfora?» «De esome acuerdomuy bien—le respondí—. Y ahora que se habla de esa dueña, ¿qué se hahecho?»«¡Ah!—repusoél—.Luegoqueustedseausentó,lapobremujercayómaladepasióndeánimo,yalcabomuriómáslloradadelamaquedelamo.»

Despuésqueel ayudadecámarame informódel triste findeSéforamepidióperdónde loquemehabíadetenidoymedejóproseguirmicamino.Nopudemenos de suspirar acordándome de aquella desdichada dueña, y,compadeciéndomedesusuerte,meechabalaculpadesudesgracia,sinpensarque debía atribuirsemás bien a su cáncer que alméritomío de que se habíaprendado.

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Observabacongusto todo loqueparecíadignode ser notado en la ciudad.Elpalacioarzobispalentretuvoagradablementemivista,ylomismoloshermosospórticosdelaLonja;peroloquemellevótodalaatenciónfuéunagrancasaquevia lo lejos,en lacualentrabamuchagente.Acerquémeaellaparasaberporquéacudíaallíunconcursotancrecidodehombresymujeres,yprestosalídemicuriosidad leyendo estas palabras escritas con letras de oro en una lápida demármol negro que estaba sobre la puerta: Posada de los representantes. LeítambiénloscartelesenloscualesloscómicosofrecíanporlaprimeravezaqueldíalarepresentacióndeunatragedianuevadedonGabrielTriaquero.

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CAPITULOV

VaGilBlasalacomediayverepresentarunatragedianueva;quééxitotuvolapieza.CarácterdelpueblodeValencia.

Detúvemealgunosmomentosalapuertaparahacermecargodelaspersonasqueentraban,yhabíalasdetodascalidades.Vicaballerosdebuenatrazayricamentevestidosygentualladetanmalacataduracomotraje.Vivariasseñorasdetítuloqueseapeabandesuscochesparairaocuparlosaposentosquehabíanmandadotomaryalgunasaventurerasqueibanacazadementecatos.Esteconfusotropeldetodaclasedeespectadoresmeinspiróeldeseodeaumentarsunúmero.Yamedisponía a tomar billete, cuando el gobernador y su esposa llegaron.Reconociéronme entre la muchedumbre y, habiéndome mandado llamar, mellevaron a su palco, en dondeme senté detrás de los dos, demodo que podíahablarcómodamenteconambos.Estabaelsalónllenodegentedealtoabajo;elpatio,muyapiñado,ylalunetallenadecaballerosdelastresOrdenesmilitares.«¡Grande entrada!», dije a don Alfonso. «No hay que admirarse de eso—merespondió—,porquelatragediaquesevaarepresentarestácompuestapordonGabriel Triaquero, apellidado el poeta de moda. Cuando los carteles de loscómicosanuncianalgunanuevacomposiciónsuya,todalaciudaddeValenciaseponeenmovimiento;hombresymujeresnosabenhablardeotracosa;todoslospalcosseabonan,yeldíadelaprimerarepresentaciónseestropeanlasgentesalapuertaporentrar,siendoasíquesedoblaelprecio,exceptuandoúnicamenteeldelpatio,aquiensiempreserespetademasiadoportemordequesealtere.»«Sinduda—dije entonces al gobernador—que esa viva curiosidad del público, esafuriosa impaciencia que tiene por oír todas las composiciones nuevas de donGabrielmedanunaideaventajosadelingeniodeesepoeta.»

Al llegar aquí nuestra conversación se dejaron ver en el teatro los actores.Callamos inmediatamente para oírlos con atención. Desde el principiocomenzaronlosaplausos;acadaversoserepetían,yalfindecadajornadahabíaunpalmoteoqueparecíavenirsealsueloelteatro.Concluídalarepresentación,memostraronalautor,elcualibamodestamenteporlosaposentosarecogerlosaplausosdequecaballerosydamaslellenabanacompetencia.

Nosotrosvolvimosalpalaciodelgobernador,adondepocodespuésllegarontres

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ocuatrocaballeroscruzadosydosautoresantiguosmuyapreciablesensuclase,acompañados de un caballero deMadrid, sujeto de talento y de gusto. Todoshabían estado en la comedia, y durante la cena no se habló sino de la nuevapieza. «¿Qué les parece a ustedes de la tragedia?—preguntó un caballero deSantiago—. ¿No es esto lo que se llama una obra perfecta? Pensamientossublimes, expresiones tiernas, versificación vigorosa; nada le falta. En unapalabra,esunpoemacompuestoparalosinteligentes.»«Nocreo—respondióuncaballerodeAlcántara—quenadiepuedapensardeéldeotramanera.EstapiezatienealgunostrozosqueparecendictadosporelmismoApolo,yciertoslancesmanejadoscondestreza;dígalosinoelseñor—añadió,dirigiendolapalabraalcaballero castellano—, que me parece entendido, y apuesto a que es de miopinión.» «No apueste usted, caballero—le respondió el deMadrid con ciertarisitafalsa—.Yonosoydeestepaís;enMadridnoacostumbramosadecidircontantafacilidad.Lejosdejuzgardelméritodeunapiezaqueoímosporlaprimeravez,desconfiamosdesusbellezascuandosolamentelaescuchamosenbocadelos actores, y pormucha impresión que nos haga suspendemos el juicio hastahaberlaleído,porqueenlarealidadnosiemprenoscausaenelpapelelmismoplacerquenoshacausadoenlaescena.Poresoantesdecalificarunpoema—prosiguió—lo examinamos escrupulosamente, y por grande que pueda ser lafamadeun autor, nopuededeslumbrarnos.CuandoLopedeVegayCalderónofrecíancomposicionesnuevas,hallabanjuecesseverosensusadmiradores,loscualesnoloselevaronalacumbredelagloriahastadespuésdehaberjuzgadoqueerandignosdeella.»

«¡Oh! Por cierto—interrumpió el caballero de Santiago—, nosotros no somostan tímidos como ustedes; no esperamos para decidir a que se imprima unapieza.A laprimera representaciónconocemos todosumérito.Niaunparaesonos es necesario oírla con lamayor atención, sino que nos basta saber que esproducción de donGabriel para persuadirnos de que no tiene ningún defecto.Lasobrasdeestepoetadebenservirdeépocaalnacimientodelbuengusto.LosLopesylosCalderonesnoeranmasqueunosaprendicesencomparacióndeestegranmaestrodelteatro.»Elmadrileño,quemirabaaLopeyaCalderóncomoalosSófoclesyEurípidesdelosespañoles,indignadoconestediscursotemerario,exclamó:«¡Quésacrilegiodramático!Supuesto,señores,queustedesmeobliganajuzgarcomoacostumbranporlaprimerarepresentación,lesdiréquenomehagustado la tragedia de su don Gabriel. Es un drama zurcido de rasgos másbrillantes que sólidos. Las tres cuartas partes de los versos son malos, o sinbuena rima; los caracteres, mal formados o mal sostenidos, y los conceptos,frecuentementemuyobscuros.»

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Los dos autores que estaban a lamesa, y que por unamoderación tan loablecomoraranohabíandichonadaporquenoselessospechasedeenvidiosos,nopudieronmenosdeaprobarconlosojoslaopinióndeestecaballero,loquemehizocreerquesusilencioeramenosunefectodelaperfeccióndelaobraquedesupolítica.Encuantoaloscaballeroscruzados,comenzarondenuevoaelogiaradonGabriel,yaunlecolocaronentrelosdioses.Esaextravaganteapoteosisyciega idolatría impacientaron al castellano, que, alzando las manos al cielo,exclamó repentinamente entusiasmado: «¡Oh divino Lope de Vega, raro ysublime ingenioquedejaste un inmenso espacio entre ti y todos losGabrielesque quieran igualarte! ¡Y tú, melifluo Calderón, cuya suavidad elegante ypurgadadeepicismoesinimitable!¡Notemáisunoniotroquevuestrosaltaressean derribados por este hijo novel de las Musas! Muy afortunado será si laposteridad,cuyadeliciaformaréisasícomoformáislanuestra,hacemencióndeél.»

Estegraciosoapóstrofe,queningunoesperaba,hizoreíratodalaconcurrencia,conlocualselevantódelamesayseretiró.AmímecondujeronporordendedonAlfonsoalcuartoquemeteníadispuesto.Encontréenélunabuenacama,enla que, habiéndose acostado mi señoría, se durmió, compadeciéndome tantocomoelcaballerocastellanodelainjusticiaquelosignoranteshacíanaLopeyaCalderón.

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CAPITULOVI

GilBlas,paseándoseporlascallesdeValencia,encuentraaunreligiosoaquienleparececonocer;quéhombreeraestereligioso.

Comono había podido ver toda la ciudad el día anterior,me levanté y salí alsiguienteparaacabardeexaminarla.Diviséenlacalleauncartujo,quesindudaibaanegociosdesucomunidad.Caminabaconlosojosbajosyconunaspectotan devoto que se llevaba la atención de todos. Pasómuy cerca demí;miréleatentamenteymeparecióverenéladonRafael,aquelaventureroqueocupatanhonoríficolugarenvarioscapítulosdeestahistoria.

Mequedétanasombradoyconmovidodeesteinesperadoencuentro,queenvezdeacercarmealmonjepermanecíinmóvilporalgunosmomentos,loquelediótiempoparaalejarsedemí.«¡JustoCielo!—dije—.¿Sehabránvistojamásdosrostrosmás parecidos? ¿Qué deberé pensar? ¿Creeré que éste esRafael?Pero¿puedoimaginarquenolosea?»Tuvedemasiadacuriosidaddesaberlaverdadparanopasaradelante.

HicequemeenseñasenelcaminodelaCartuja,adondefuíalmomentoconlaesperanzadevolveraveral talhombrecuandose restituyesealmonasterio,yresuelto a detenerle para hablarle; pero no tuve necesidad de aguardarle paraquedarenteradode todo.Al llegara lapuertadelmonasteriootracaraqueyoconocíatrocómidudaencertidumbre,yreconocíenellegoporteroaAmbrosioLamela,miantiguocriado.

Fuéiguallasorpresadeambosdeencontrarnosallí.«¿Seráacasounailusión?—ledijealsaludarle—.¿Esrealmenteunamigomíoelquetengoalavista?»Alprontonomeconoció,oacasofingiónoconocerme;peroconsiderandoqueerainútil la ficción y haciendo como quien de repente se acuerda de una cosaolvidada,«¡Ah,señorGilBlas!—exclamó—.¡Perdoneustedsinoleconocítanprontamente!Desdequevivoenestesantolugarymededicoacumplirconlosdeberes que prescriben nuestras reglas, voy perdiendo insensiblemente lamemoriadeloquehevistoenelmundo.»

«Tengounverdaderogozo—ledije—devolverteaverdespuésdediezañoscon

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untrajetanrespetable.»«Yyo—respondió—meavergüenzodepresentarmeconél a un hombre que ha sido testigo de mi mala vida; este hábito me la estácontinuamentereprendiendo.¡Ah!—añadiódandounsuspiro—.¡Paraserdignode llevarle debiera haber vivido siempre en la inocencia!» «Por esemodo dehablar, que me causa sumo placer—le repliqué—, se ve claramente, mi carohermano,queeldedodelSeñoroshatocado.VuelvoadecirosquemellenodegozoyestoyimpacienteporsaberdequémodomilagrosoentrasteisenelbuencaminovosydonRafael,porqueestoypersuadidodequeesélaquienacabodeencontrarenlaciudadenhábitodecartujo.Mehapesadodenohaberledetenidoenlacalleparahablarleyleesperoaquípararepararmifaltacuandoseretirealmonasterio.»

«Noseengañóusted—medijoLamela—;elmismodonRafaelesaquienustedhavisto.Yencuantoalarelaciónqueustedmepide,eslasiguiente:DespuésdehabernosseparadodeustedcercadeSegorbe,elhijodeLucindayyotomamoselcaminodeValencia,conánimodehacerallíalgunadelasnuestras.Quisolacasualidadqueentrásemosen la iglesiadecartujosa tiempoque los religiososestaban rezando en el coro; detuvímonos a considerarlos y conocimos pornuestramismaexperienciaquelosmalosnopuedenmenosdevenerarlavirtud.Admirámonosdelfervorconquerezaban,deaquelairepenitenteydesasidodelosplaceresdelsigloydelaserenidadquesedejabaverensussemblantesyquemanifestabatanbienlaquietuddesuconciencia.Haciendoestasobservacionescaímos en una meditación que nos fué saludable. Comparamos nuestrascostumbresconlasdeestosbuenosreligiosos,yladiferenciaquehallamosentreunasyotrasnosllenódeturbaciónydeinquietud.«Lamela—medijodonRafaelluego que salimos de la iglesia—, ¿qué impresión ha causado en ti lo queacabamosdever?Porloqueamítoca,nopuedoocultártelo:notengoelánimososegado, me agitan unos movimientos que me son desconocidos y por laprimeravezdemividameacusodemisiniquidades.»«Enigualdisposiciónmehalloyo—lerespondí—.Lasmalasaccionesquehecometidoselevantanenesteinstantecontramí,ymicorazón,quejamáshabíasentidoremordimientos,estáenlaactualidaddespedazadoporellos.»«¡Ah,queridoAmbrosio—continuómicompañero—,somosdosovejasdescarriadasqueelPadrecelestialquiereporsupiedadvolveral aprisco!El es, amigomío.El esquiennos llama.Noseamossordosa suvoz: renunciemosanuestras iniquidades,dejemos ladisoluciónenque vivimos y comencemos desde hoy a trabajar seriamente en el grandenegocio de nuestra salvación. Debemos pasar el resto de nuestra vida en estemonasterioyconsagrarlaa lapenitencia.»AprobéelpensamientodeRafael—prosiguióelhermanoAmbrosio—ytomamoslagenerosaresolucióndemeternos

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cartujos. Para ponerla por obra recurrimos al padre prior, que apenas suponuestro designio cuando, para probar nuestra vocación, mandó se nos diesenceldasysenostratasecomoareligiososduranteunañoentero.Observamoslasreglas con tanta exactitud y constancia, que fuimos recibidos de novicios.Estábamostancontentosconnuestroestadoytanllenosdefervor,quesufrimosvalerosamente los trabajos del noviciado, y en seguida se nos admitió a laprofesión. Poco después de ella, habiendo mostrado don Rafael un talento apropósito para el manejo de negocios, le nombraron para aliviar a un padreanciano que era entonces procurador.Más hubiera querido el hijo de Lucindaempleartodoeltiempoenlaoración,perosevióobligadoasacrificarestegustoalanecesidadqueseteníadeél.Adquirióunconocimientotancompletodelosinteresesde lacasa,que le juzgaroncapazdesubstituiralancianoprocurador,muerto tres años después. Y así está ejerciendo en la actualidad este cargo ypuede decirse que le desempeña con grande satisfacción de los padres, quealabanmuchosuconductaenlaadministracióndelosbienestemporales.Peroloquemásme admira es que, a pesar del cuidado que se le confió de recaudarnuestras rentas, no parece ocupado sino en la vida eterna. Si los negocios ledejan un momento de reposo, se abisma en profundas meditaciones; en unapalabra,esunodelosmejoresindividuosdeestemonasterio.»

Interrumpí a Lamela cuando llegaba aquí con un grandemovimiento de gozoquemanifestéalveraRafael,queaestepuntosedejóverdenosotros.«¡Heaquí—exclamé—, he aquí el santo procurador que yo estaba esperando con tantaimpaciencia!»Yalmismotiempocorríhaciaélylediunabrazo.Nosedesdeñóderecibirle,ysindarlamáslevemuestradequemivisitalehubiesecausadolamenoralteración,«¡SeaDiosloado,señordeSantillana!—medijoconunavozllena de dulzura—. ¡Dios sea loado por el placer que me causa el veros!»«Verdaderamente—ledije—,miqueridoRafael,yo tomo toda laparteposibleen vuestra felicidad. Fray Ambrosio me ha contado la historia de vuestraconversiónyconfiesoquesurelaciónmehaencantado.¡Quéventuralavuestra,amadosamigosmíos, ladepoder lisonjearosde serde aquel cortonúmerodeescogidosquedebengozardeunabienaventuranzaeterna!»

«Dos miserables como nosotros—respondió en tono muy humilde el hijo deLucinda—nopodían concebir semejante esperanza; pero el arrepentimiento delos pecados les hizo hallar gracia ante el Padre de lasmisericordias.Y usted,señor Gil Blas—añadió—, ¿no piensa también en merecer que el Señor leperdonelasculpasquecontraélhacometido?¿Quéasuntoslehantraídoausteda Valencia? ¿Ejerce, por desgracia, algún empleo peligroso?» «No, a Dios

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gracias—lesrespondí—;desdequesalídelacortehagounavidahonrada.Unasveces gozo de la inocente diversión del campo, en una hacienda que tengodistantepocasleguasdeestaciudad,yotrasvengoarecrearmealgunosdíasconmiamigoelseñorgobernador,aquienustedesdosconocenmuybien.»

EntonceslescontélahistoriadedonAlfonsodeLeiva,queoyeronconatención,ycuandolesdijequeyohabíallevadodepartedeesteseñoraSamuelSimónlostresmilducadosquelehabíamoshurtado,Lamelameinterrumpió,ydirigiendolapalabraaRafael ledijo:«Segúneso,padreHilario,elbuenmercaderyanodebe quejarse de un robo que se le ha restituído con usura, y nosotros dosdebemostenerlaconcienciabientranquilasobreestepunto.»«Conefecto—dijoel procurador—, antes que el hermano Ambrosio y yo tomásemos el hábitohicimos entregar secretamente a Samuel Simón mil quinientos ducados pormanodeunhonradoeclesiásticoquequiso tomarseel trabajode iraChelvaahacerestarestituciónsecreta.TantopeorparaSamuelsifuécapazdeembolsarseesta cantidad después de haber sido reintegrado por el señor de Santillana.»«Pero esos mil quinientos ducados—repliqué yo—, ¿se le entregaronfielmente?» «Sin duda alguna—contestó don Rafael—; yo respondería de laintegridad del eclesiástico como de lamía.» «Y yo también la abonaría—dijoLamela—, especialmente después que ganó dos pleitos que le suscitaron pordepósitosqueselehabíanconfiadoyenlosquefueroncondenadosencostassusacusadores.»

Nuestra conversación duró todavía algún tiempo y luego nos separamos, ellosexhortándome a que tuviese siempre presente el santo temor de Dios y yorecomendándome a sus buenas oraciones. Fuí al momento a verme con donAlfonsoyledije:«Nuncaacertaríavuestraseñoríaconquiénacabodetenerunalargaconversación.Nohagomásquesepararmededosvenerablescartujosquevuestra señoría conoce: el uno se llama el padreHilario y el otro el hermanoAmbrosio.»«Teequivocas—merespondiódonAlfonso—,porquenoconozcoaningún cartujo.» «Perdone vuestra señoría—le repliqué—, pues conoció enChelva al hermanoAmbrosio, comisario de la Inquisición, y al padreHilario,secretario.»«¡Ohcielos!—exclamósorprendidoelgobernador—.¿SeráposiblequeRafaelyLamelasehayanmetidocartujos?»«Espositivo—lerespondí—,yaños ha que profesaron. El primero es procurador de la casa, y el segundo,portero.»

QuedópensativoalgunosmomentoselhijodedonCésaryluego,meneandolacabeza,dijo:«¡HartoseráqueelseñorcomisariodelaInquisiciónysusecretarionoesténrepresentandoaquíunanuevacomedia!»«Usía—repuseyo—juzgade

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lo presente por el tiempopasado; pero yo, que vengode hablarles, juzgomásbenignamente.Esverdadquenoseveenelfondodeloscorazones,mas,segúntodas las apariencias, éstos son dos bribones convertidos.» «Bien puede ser—respondiódonAlfonso—,porquehaymuchos libertinosquedespuésdehaberescandalizado almundo con sus desórdenes se encierran en los claustros parahacerunarigurosapenitencia.Mealegraríamuchodequenuestrosdosmonjesfuerandeestoslibertinos.»

«¿Y por qué no lo serían?—le dije—. Ellos han abrazado voluntariamente lavidamonásticamuchosañoshayseportanenellacon lamayoredificación.»«Di todo lo que quisieres—me contestó el gobernador—, pero amí nadamegustaqueloscaudalesdelmonasterioesténenpoderdelpadreHilario,dequiennopodríamenosdedesconfiar.Cuandomeacuerdode ladonosa relaciónquenoshizodesusaventuras,tiembloporlospobrescartujos.Quierosuponer,comotú, que haya tomado el hábito con muy buena intención, pero el manejo deldineropuededespertarsucodicia.Aningúnborrachoquehadejadoelvinoseledebefiarlallavedelabodega.»

Pocosdíasdespuésseverificónoserinfundadaladesconfianzadelgobernador.Desaparecieron de repente el procurador y el portero con el dinero delmonasterio, noticia que no dejó de dar que reír a los burlones, que celebransiemprelasdesgraciasdelosreligiososquetienenfamadericos.Porloquetocaalgobernadoryamí,noscompadecimosdeloscartujos,sinhaceralardedequeconocíamosalosapóstatas.

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CAPITULOVII

GilBlasserestituyeasuquintadeLiria;delanoticiaagradablequeEscipiónledióydelareformaquehicieronensufamilia.

OchodíasfueronlosquemedetuveenValencia,gozandodelmundoyviviendocomoloscondesymarqueses,entretenidoenvercomediasyconcurrirabailes,conciertos, banquetes y tertulias de damas, proporcionándome todas estasdiversiones tanto el señor gobernador como la señora gobernadora, a quieneshicelacortetancumplidamentequeambossintieronmiregresoaLiriayaunmeobligaronantesdemarcharaquelesprometierarepartireltiempoentreellosymi soledad. Convinimos en que permanecería en la ciudad el invierno y elveranoenmiquinta.Conestacondiciónmedejaron libertadmisbienhechoresparaquemefueseagozardesusbeneficios.

Escipión, que deseaba con ansia mi vuelta, se alegró infinito de ella,aumentándosesugozoconlarelaciónquelehicedemiviaje.«Ytú,amigomío—lepregunté—,¿quétehashechoaquídurantemiausencia?¿Tehasdivertidomucho?»«Cuantopuedehacerlo—merespondió—uncriadofielquenadaamatantocomolapresenciadesuamo.Hepaseadoportodoslospuntosdenuestrospequeños Estados, y sentándome unas veces junto a la fuente que está en elbosque,contemplabaconparticulargusto laclaridaddesusaguas, tanpurasycristalinas como lasde aquella sagrada fuente cuyo estruendohacía resonar elespaciosobosquedeAlbunea,yrecostadootrasalpiedeunárboloíacantaralos ruiseñores y jilgueros. En fin, he cazado, he pescado; pero lo que me hagustadoaúnmásquetodosestospasatiemposhasidolalecturademuchoslibrostanútilescomoentretenidos.»

Interrumpíconprecipitaciónamisecretariopreguntándoledóndehabíahalladoaquelloslibros.«Losheencontrado—merespondió—enunaselectalibreríaquehayencasa,quemehaenseñadoelmaestroJoaquín.»«Pero¿enquéparteestáesta librería?—levolví apreguntar—.¿No registramos toda la casaeldíaquellegamos?»«Asíleparecióausted—merespondió—;perosepaquesolamenterecorrimos tres distritos, olvidándosenos el cuarto, y allí es donde don César,cuandoveníaaLiria,empleabaunapartedesutiempoenlalectura.Hayenestalibreríamuybuenoslibros,quesenoshandejadocomounrecursosegurocontra

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eltedioparacuandonuestrosjardinesdespojadosdefloresynuestrobosquedehojanopuedanpreservarnosdeél.LosseñoresdeLeivanohanhecholascosasamedias,sinoquehancuidadotantodelalimentoespiritualcomodelcorporal.»

Estanoticiamecausóunaverdaderaalegría.Hicequemeenseñasenel cuartodistrito,enelcualsemeofrecióunespectáculomuyagradable.Hallémeenunavivienda que desde luego destiné para mi morada, como don César la habíaescogido para sí. La cama de dicho señor estaba allí todavía con todos losadornos,esa saber:una tapiceríaque representabael raptode lasSabinas.Deaquellacámarapaséaungabineteque teníaestantesbajosalrededor llenosdelibrosysobrelaestanteríalosretratosdetodosnuestrosreyes.Habíatambiénenél,alladodeunaventanaqueteníavistasaunacampiñadeliciosa,unescritoriodeébanodelantedeungransofáde tafiletenegro;pero loqueprincipalmentellamó mi atención fué la librería. Componíase de obras de filósofos, poetas,historiadores y gran número de libros de caballerías. Conocí que don Césargustaba de éstos en vista de los muchos que de esta clase había juntado.Confieso,nosinrubor,queyonoeramenosaficionadoaestasproducciones,apesardelasextravaganciasdequeestánatestadas,yaporquenofueseentoncesun lector delicado, ya porque lo maravilloso hace a los españoles muyindulgentes. Con todo eso, diré en abonomío que hallabamás deleite en loslibros demoral recreativa y queLuciano,Horacio y Erasmo eranmis autoresfavoritos.

«Amigomío—dijeaEscipiónluegoquepasélavistapormilibrería—,aquísíque tenemos enquédivertirnos;maspor ahoranopienso enotra cosaque enreformarnuestrafamilia.»«Yaleheahorradoausted—merespondió—lamitaddeesetrabajo.Durantesuausenciaheestudiadobienasuscriadosymeatrevoadecirquelosconozcoperfectamente.ComencemosporelmaestroJoaquín:creoque es un bribón completo, y no pongo la menor duda en que le habrándespedidodecasadelarzobispoporalgunoserroresdearitméticaenlascuentasdelgastodecocina.Noobstante,esnecesarioconservarle,pordos razones: laprimera,porqueesbuencocinero,ylasegunda,porqueyonoleperderédevista,espiarétodassusaccionesyenverdadquehadesermuydiestroparapodérmelapegar.Yalehedichoqueustedestabaenánimodedespedirlastrespartesdesuscriados,noticiaque le turbóyapesadumbrómucho; tanto,que llegóadecirmequeteniendo,comotenía,tantainclinaciónaservirausted,secontentaríaconlamitaddelsalarioquegozaalpresente,sólopornosalirdecasa,loquemehacesospecharquehayenlaaldeaalgunamuchachueladequiennoquisieraalejarse.Porloquetocaalayudantedecocina—prosiguió—,esunborracho,yelportero

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uninsolentequeparanadalenecesitamos,comotampocoalcazador.Eloficiodeéstelepodréyodesempeñarmuybien,comoseloharéveraustedmañana,yaquetenemosencasaescopetas,pólvoraymuniciones.Entreloslacayossólohayunoquemeparecebuenmozo,yeselaragonés.Nosquedaremosconélyecharemos a los demás, que son unasmalas cabezas, pues a ninguno de ellostendríayoencasaauncuandotuviéramosnecesidaddeciencriados.»

Después de haber tratado largamente sobre todos estos puntos resolvimosquedarnosconelcocinero,conelmozodecocinayconelaragonésydespedircon buen modo a todos los demás. Así se ejecutó en aquel mismo día,regalándolesEscipiónennombremío, ademásde su salario, algunosdoblonesquesacódelarcadeldinero.Hechaestareforma,emprendimosestablecerciertoordenenlaquinta,arreglandolasobligacionesquecorrespondíanacadacriadoy comenzando desde entonces a mantenernos a nuestra costa. Yome hubieracontentado con un trato frugal; pero mi secretario, que apetecía los buenosbocadosyplatosregalados,noerahombrequequisiesetenerociosalahabilidaddel maestro Joaquín. La ejercitó tan bien, que nuestras comidas y cenas eranabundantesydelicadas.

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CAPITULOVIII

AmoresdeGilBlasydelabellaAntonia.

Dos días después de mi vuelta de Valencia a Liria, el labrador Basilio, miarrendatario, vino al tiempo en queme estaba vistiendo a pedirme el permisopara presentarme a su hija Antonia, que deseaba, decía él, tener el honor desaludar a su nuevo amo. Habiéndole respondido que en eso me daría muchogusto,sesalió,yvolvióinmediatamenteaentrarconlahermosaAntonia.Creodeberdaresteepítetoaunajovendediezyseisadiezyochoaños,que,ademásdeunasfaccionesregulares,teníaunoscoloresmuyhermososylosmejoresojosdel mundo. Sólo estaba vestida de sarga; pero su garboso talle, su airemajestuoso y unas gracias que no siempre acompañan a la juventud, dabanrealce a la sencillez de su traje. Tenía la cabeza descubierta, el pelo recogidoatrásyunramillodefloresencima,imitandolasencillezdelaslacedemonias.

Cuando la vi entrar enmi cuartomequedé tan suspensodever suhermosuracomolospaladinesdeCarloMagnocuandovieronalabellaAngélica.EnvezderecibiraAntoniaconjovialdesembarazoydecirlealgunascosas lisonjeras,envezdecongratularasupadreporlafortunadetenertanpreciosayagraciadahija, quedé admirado, turbado, suspenso y sin poder pronunciar palabra.Escipión,queconociómiturbación,tomólapalabrapormíehizolacostadelasalabanzasqueyodebíaaaquellaamablepersona.Ella,aquiennodeslumbrómipersona en bata y gorro,me saludó sin cortarse yme hizo un cumplido que,aunque de los más comunes, me acabó de encantar. Entre tanto que misecretario,Basilioysuhijasehacíanrecíprocoscumplimientos,yovolvíenmí,y como si quisiera compensar el estúpido silencio que había guardado hastaentonces,pasédeunextremoaotro,extendiéndomeendiscursosobsequiososyhablandocontantafogosidadqueBasilioentróencuidado,yconsiderándomeyacomounhombrequeibaaponerenejecucióncuantolefuesedableparaseduciraAntonia,seapresuróasalirconellademicuarto,resueltoquizáaapartarlademivistaparasiempre.

AsíqueEscipiónsehallóasolasconmigomedijosonriéndose:«Otroremediotenéis contra el fastidio de la soledad. No sabía yo que vuestro arrendatariotuviese una hija tan linda, porque nunca la vi, aunque estuve dos veces en su

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casa.Debedecuidardeguardarla,yenestoledisculpo,porqueenrealidadesunbocadomuyapetitoso;pero—añadió—estocreoquenoesnecesariodecírseloausted, porque a la primera vista le deslumbró.» «No te lo niego—respondí—.¡Ah hijo mío! He creído ver una diosa en aquella criatura; me ha dejado derepenteabrasadoenamor.Elrayotardamásenherirquelaflechaconqueellahaatravesadomicorazón.»

«Muchogozomecausausted—replicómisecretario—enconfesarmequealfinhallegadoaenamorarse.Paraserenteramentefelizenlasoledaddeloscamposnolefaltabaotracosa.¡Ahorasíque,graciasaDios,tieneustedtodoloquehamenester!Biensé—continuó—quenoscostaráalgúntrabajoburlarlavigilanciadeBasilio;peroesocorredemicuenta,yhedehacerqueantesdetresdíaslogreusted tener una secreta conversación con Antonia.» «Señor Escipión—lerespondí—,quizánopodríaustedcumplir esapalabra, fueradequenoquierohacer experienciadeello.Estoymuydistantedequerer tentar lavirtuddeesadoncella,cuyo recatomeparecemerecerotrasconsideraciones.Yasí, lejosdeexigirdetucelomeayudesadeshonrarla,sólodeseoqueempleestumediaciónenfacilitarmicasamientoconella,contalquesucorazónnoestéyaprendadodeotro.»«Noesperabayo,ciertamente—merespondió—,queustedtomasetandegolpesemejanteresolución.Enverdadquenotodoslosseñoresdealdea,sisehallasenenigualcasoqueusted,procederíancontantahonradeznisedirigiríanasolicitaraAntoniapormedios legítimossinodespuésdehaber tentadootrosinútilmente.Porlodemás—añadió—,nocreaustedquedesapruebosuamor,niqueestolodigopordisuadirledesuintento,pues,alcontrario,confiesoquelahijadelarrendatarioesmerecedoradelhonorqueustedquierehacerle,siemprequepuedaentregarausteduncorazónintactoyagradecido.Esoesloquehoymismosabréporlaconversaciónquepiensotenerconsupadreyquizáconellamisma.»

Mi confidente era un hombre puntualísimo en cumplir lo que prometía. Fué averse secretamente conBasilio y por la tardevino ami gabinete, dondeyo leestaba esperando entre la impaciencia y el temor. Observé que volvía muyalegre,loquemehizopronosticardesdeluegoquemetraíabuenasnuevas.«Sihedecreera turisueñacara—ledije—,estoyenquevienesaanunciarmequeprestoverésatisfechosmisdeseos.»«Asíes—merespondió—,miqueridoamo.Todolesaleaustedamedidadesudeseo.HehabladoaBasilioyasuhijadeldesigniodeusted.Elpadreestá llenodegozodesaberqueustedquieresersuyernoypuedoasegurarquesoisdelgustodeAntonia.»«¡OhCielo!—interrumpítodo enajenado de gozo—. ¡Conque he tenido la dicha de parecer bien a tan

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amable criatura!» «No lo dude usted—me respondió—; ella os ama ya, y enverdadqueestaconfesiónnolaheoídodesuboca,sinoquelaheinferidodelaalegríaquehamanifestadoalsabervuestrodesignio.Sinembargo—prosiguió—,usted tiene un rival.» «¡Un rival!», exclamé poniéndome pálido. «No osinquietéis por eso—me dijo—; este rival no os robará el corazón de vuestradama. Ese tal es el maestro Joaquín, vuestro cocinero.» «¡Ah ladrón!—dijeentonces, soltando una gran carcajada—. ¡Ve ahí por qué ha mostrado talrepugnancia a dejar mi servicio!» «Cabalmente—añadió Escipión—, díaspasadospidióenmatrimonioaAntonia,quelefuénegadacortésmente.»«Salvotu mejor parecer, creo que convendrá—le repliqué yo—deshacernos de esepícaro antes que llegue a saber que quiero casarme con la hija deBasilio.Uncocinero,comosabes,esunrivalpeligroso.»«Tieneustedrazón—respondiómiconfidente—;seledebeechardecasa.Mañanaporlamañanaledespediréantesquesepongaadisponerlacomida,yconesoustedyanotendránadaquetemerde sus salsas ni de su amor. Sin embargo—continuó Escipión—, no deja dedolermeelperdertanbuencocinero;perosacrificomigolosinaalaseguridaddeusted.» «No debes—le dije—sentir tanto su pérdida, porque no es irreparable.VoyahacervenirdeValenciaauncocineroquevalgatantocomoél.»Enefecto,inmediatamenteescribíadonAlfonsodiciéndolequenecesitabauncocinero,yaldíasiguientemeenvióunoqueconsolóaEscipión.

AunqueestecelososecretariomehabíadichohaberadvertidoqueAntoniaalláensuinteriorsealegrabamuchodehaberhecholaconquistadesuseñor,nomeatrevía a fiarme de su relación, temiendo se hubiese dejado engañar de falsasapariencias. Para cerciorarme de ello resolví hablar yo mismo a la hermosaAntonia, y a este efectome fuí a casa deBasilio, a quien confirmé cuanto lehabíadichomiembajador.Estebuenlabrador,hombresencilloyfranco,despuésdehabermeescuchado,measeguróquemeconcedíasuhijaconuna indeciblesatisfacción.«Peronopiensevuestraseñoría—añadió—queseladoyporqueesseñordeestelugar;auncuandonofueravuestraseñoríamásquemayordomodedon César y de don Alfonso le preferiría a todos los demás amantes que sepresentasen,porquesiemprelehetenidograndeinclinación,yloquemássientoesquemiAntoniano tengaunadoteconsiderablequeofrecerle.»«No lepidoninguna—ledije—;supersonaeselúnicobienaqueaspiro.»«Doyavuestraseñoríamil gracias—exclamó—, pero no es esami cuenta.Yo no soy ningúndescamisadoparacasarasíamihija.BasiliodeBuentrigotiene,aDiosgracias,conquédotarla,yquieroqueelladéavuestraseñoríadecenarsivuestraseñoríale da de comer. En una palabra, las rentas de esta quinta no exceden dequinientosducadosyyoharéquelleguenamilengraciadeestematrimonio.»

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«Pasaré por cuanto quisieres, mi amigo Basilio—le respondí—, y nuncareñiremos pormateria de intereses. Supuesto que los dos estamos de acuerdo,sólosetratadeobtenerelconsentimientodetuhija.»«Usíatieneyaelmío—medijo—;¿yéstenobasta?»«No—lerespondí—.Sieltuyomeesnecesario,eldeellaloestambién.»«Elsuyodependedelmío—repusoél—,ynoseatreveráaresollar en mi presencia.» «Antonia—le repliqué—, sumisa a la autoridadpaternal, sinduda estarápronta a obedecerte ciegamente,masno sé si en estaocasiónloharásinrepugnancia,yporpocaquetuviesenuncameconsolaríadehabersidocausadesudesgracia.Enfin,nomebastaquemedessumano,sinoqueesnecesarioquesucorazónno losienta.»«¡Quédiantre!—dijoBasilio—.Yonoentiendotodasesasfilosofías;hablevuestraseñoríamismoconAntoniayverá, simuchonome engaño, quenada apetecemásque ser vuestra esposa.»Dichoesto,llamóasuhijaymedejóunmomentoasolasconella.

Para no malograr tan preciosos instantes, fuí desde luego al asunto. «BellaAntonia—ledije—,decidedemisuerte.Aunquetengoyaelconsentimientodetupadre,nocreasquequierovalermedeélparaviolentartugusto.Pordulcequeme sea tu posesión, yo la renuncio si me dices que no la he de deber sinosolamenteatuobediencia.»«Esoes,señor—merespondióella—,loquenuncaosdiré.Vuestrasolicitudesparamítangrata,quejamáspodrácausarmepena,yenvezdeoponermealconsentimientodemipadre,apruebosuelección.Nosé—prosiguió—si hago bien o mal en hablaros de este modo; pero si no mehubieraisagradadoseríabastantefrancaparadecíroslo.¿Puesporquénopodrédeclararoslocontrarioconlamismalibertad?»

Al oír estas palabras, que no pude escuchar sin quedar enajenado, hinqué unarodillaentierradelantedeAntonia,yenelexcesodemialegría,tomándoleunadesushermosasmanos,selabeséconademántiernoyapasionado.«MiamadaAntonia—le dije—, tu franquezame hechiza. ¡Continúa! ¡No te violentes pornada, pueshablas a tu esposo! ¡Leayo en tusojos loquepasa en tu corazón,para que pueda lisonjearme de que no verás sin complacencia estrecharse tusuerteconlamía.»AestasazónentróBasilioynopudeproseguir.Deseosoéstedesaberloquesuhijamehabíarespondido,ydispuestoareñirlasimehubiesemanifestadolamenoraversión,volvióprontamenteareunirseconmigo.«Ybien—medijo—,¿estávuestraseñoríacontentoconlarespuestadeAntonia?»«Loestoy tanto—le respondí—, que desde este momento voy a ocuparme en lospreparativos de mi casamiento.» Y dicho esto dejé a padre e hija para ir acelebrarconsejosobreelasuntoconmisecretario.

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CAPITULOIX

CasamientodeGilBlasylabellaAntonia;aparatoconquesehizo;quépersonasasistieronaélyfiestasconquesecelebró.

AunquenonecesitabapermisodelosseñoresdeLeivaparacasarme,juzgamosEscipiónyyoquenopodríaexcusarme,sinfaltaralagratitud,departiciparlesmidesigniodeunirmeconlahijadeBasilioyaundepedirlessuconsentimientoporpolítica.

Marchó almomento aValencia, donde todos se quedaron tan sorprendidos deverme como de saber el motivo de mi viaje. Don César y don Alfonso, queconocíanaAntoniaporhaberlavistovariasveces,medieronmilenhorabuenasdehaberlaelegidoporesposa.SobretododonCésarmehizouncumplimientotanexpresivo,que,anoestaryopersuadidodequeaquelseñorhabíadejadodeltodociertospasatiempos,sospecharíaquemásdeunavezhabía idoaLirianotantoporversuquintacomoa lahijadesuarrendador.Serafina,porsuparte,después de haberme asegurado que siempre tomaría mucho interés en missatisfacciones,me dijo que había oído hacermil elogios deAntonia. «Pero—añadióconalgodemalicia,ycomoparazaherirmesobrelaindiferenciaconquehabíacorrespondidoalamordeSéfora—,aunquenomehubieranponderadosuhermosura, jamáshubieradudadode tubuengusto, porque sé lodelicadoquees.»

No se contentaron don César y su hijo con aprobarmimatrimonio, sino quequisieronquelosgastosdelabodacorriesentodosdesucuenta.«Vuelve—medijeron—atomarelcaminodeLiriaynosalgasdeallíhastaqueoigashablardenosotros,nihagaspreparativoalgunoparalaboda,queeseescuidadonuestro.»

Por condescender con la voluntad de aquellos señores, me volví ami quinta.Comuniqué a Basilio y a su hija las intenciones de nuestros protectores, yestuvimosesperandoconlamayorpacienciaquenosfuéposiblenoticiassuyas.Ninguna tuvimos en el espacio de ocho días, pero al noveno vimos llegar uncochedecuatromulasconcosturerasdentro,quetraíanhermosastelasdesedaparavestiralanovia,escoltandoelcochemuchoslacayosmontadosenmulas.UnodeellosmeentregóunacartadepartededonAlfonso,enquemedecíaeste

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señorqueeldíasiguienteestaríaenLiriaconsupadreysuesposayquealotrocelebraría la ceremoniadelmatrimonioelprovisordeValencia.Conefecto, alotro día llegaron ami quinta donCésar, su hijo, Serafina y el provisor, todoscuatroenuncochedeseiscaballos,precedidodeotroconcuatro,enqueveníanlascriadasdeSerafina,yseguidodelaguardiadelgobernador.

Luego que la gobernadora entró en la quinta, mostró vivos deseos de ver aAntonia,lacual,asíquesupolallegadadeSerafina,acudióasaludarlaybesarlelamano, lo que ejecutó con tanta gracia que dejó admirada a la comitiva. «Ybien, Serafina—preguntó don César a su nuera—, ¿qué os parece Antonia?¿Podía Santillana hacer una elección mejor?» «No—respondió Serafina—;parecequenacieronelunoparaelotro,ynodudoquesuenlaceserámuyfeliz.»En fin, todosalabaronminovia,y si lesparecióbiencon suvestidode sarga,quedaron aúnmás encantados de ella cuando se presentó con traje ostentoso,pues, según la nobleza y desembarazo de su persona, parecía no haber usadootrosensuvida.

Llegado el momento en que un dulce himeneo había de unir para siemprenuestra suerte, don Alfonso me tomó de la mano para conducirme al altar ySerafinahizoelmismohonoralanovia.Enesteordennosdirigimosalaiglesiadelaaldea,endondenosestabaesperandoelprovisorparacasarnos,ceremoniaque se celebró con grandes aclamaciones de los habitantes de Liria y de loslabradores ricos del contorno a quienes había convidado Basilio a la boda deAntonia,loscualesllevabanconsigoasushijasadornadasdecintasydefloresyconpanderetasenlamano.Nosvolvimosenseguidaalaquinta,endonde,pordisposición de Escipión, director del festín, había prevenidas tres mesas, unaparalosseñores,otraparasucomitiva,ylatercera,queeralamayor,paratodoslos demás convidados. Antonia se sentó a la primera, porque así lo quiso lagobernadora; yo hice los honores de la segunda y Basilio asistió a la de losaldeanos.Escipiónaningunasesentó;nohacíamásqueiryvenirdeunaaotra,cuidandodequelasmesasestuviesenbienservidasytodoscontentos.

Loscocinerosdelgobernadoreranlosquehabíandispuestolacomida,yyasedejaentenderquenada faltaríaenella.LosexquisitosvinosdequeelmaestroJoaquín había hecho provisión para mí se gastaron con profusión. Losconvidadoscomenzabanaacalorarse,yreinabaunaalegríageneral,cuandofuéturbadaderepenteporunacontecimientoquemesobresaltó.Habiendoentradomi secretario en la sala donde yo comía con los principales criados de donAlfonso y las criadas de Serafina, cayó de repente desmayado, perdiendo elconocimiento.Levantémeprontamenteasocorrerle,ymientrasestabaocupado

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en hacerle volver en sí, una de las criadas se desmayó también. Todos nospersuadimos que estos dos desmayos encerraban algúnmisterio. Y en efecto,ocultaban uno que tardó poco en aclararse, porque, recobrando de allí a pocoEscipiónelusode los sentidos,medijoenvozbaja:«¡Eldíamásalegreparaustedhabíadeserparamíelmásinfausto!¡Ningunopuedeevitarsudesgracia!—añadió—.¡AcabodeencontraramimujerenunadelascriadasdeSerafina!»

«¡Qué es lo que oigo!—exclamé—. ¡No puede ser! ¿Cómo? ¿Serías acaso elmaridode esamujerque acabadedesmayarse almismo tiempoque tú?»«Sí,señor—merespondió—,soysumarido,y juroaustedquenopodía la fortunajugarmeunapiezamásruinquepresentarlaamisojos.»«Ignoro,amigomío—repliqué—, las razones que tienes para quejarte de tu esposa; pero sea el quefuereelmotivoquehayadadoparaello,teruegoquetereprimas.Simeamas,noturbeslafiestahaciendopúblicoturesentimiento.»«Señor—repusoEscipión—,quedaréissatisfechodemí.Vaisaversisédisimularperfectamente.»

Hablando de este modo, se acercó hacia su mujer, a quien sus compañerastambién habían hecho volver en sí, y abrazándola con tanta ternura como siefectivamentehubieraestadollenodegozoporvolverlaaver,«¡AhmiqueridaBeatriz!—ledijo—¡Conqueal fin elCielonosvuelve a juntar al cabodediezañosdeseparación!¡Ohdulcemomentoparamí!»«Yonosé—lerespondiósumujer—siexperimentasrealmentealgúnplacerenvolvermeaencontrar;peroalo menos estoy bien persuadida de que no te di ningún motivo justo paraabandonarme.PorquemeencontrasteunanocheconelseñordonFernandodeLeiva,queestabaenamoradodemiamaJulia,yacuyapasiónfavorecíayo,setefiguróa tiqueyo ledabaoídosacostade tuhonorydelmío;almomento tetrastornan la cabeza los celos, dejas a Toledo y huyes de mí como de unmonstruo, sindignarte siquierapedirmesatisfacciónyescucharmisdescargos.Dimeahora,sigustas,¿cuáldelosdostienemásderechoparaquejarse?»«Tú,sin duda», le replicó Escipión. «Ciertamente que sí—continuó ella—. DonFernando, luego que partiste de Toledo, se casó con Julia, a la que estuvesirviendotodoeltiempoquevivió;perodespuésqueunamuertetemprananoslaarrebató,metomóasuserviciosuhermanamiseñora,ytantoellacomotodassuscriadastepodráninformardelapurezademiscostumbres.»

No teniendo qué replicar mi secretario a estas razones, pues no podía probarfuesen falsas, cediógustoso a la fuerzade ellasydijo a su esposa:«Vuelvoarepetirquereconozcomiculpaytepidoperdóndeellaavistadeesterespetableconcurso.»Entonces, intercediendopor él, rogué aBeatrizolvidase lopasado,asegurándolequesumaridonopensaríaenadelantemásqueentratarlaconel

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mayor cariño. Rindióse a mi súplica; todos los circunstantes celebraron lareunióndeestosdosesposos,yparasolemnizarlamejorseleshizosentaraunamesajuntos.Serepitieronaporfíalosbrindisporlasaluddeentrambos,ymásparecíaqueelfestínsehabíadispuestoparacelebraraquellareconciliaciónqueparafestejarmiboda.

La tercera mesa fué la primera que quedó desierta. Levantáronse de ella losaldeanos para formar bailes con las jóvenes aldeanas, que con el ruido de suspanderetas atrajeron bien pronto a los convidados de las otras mesas y lesinspiraroneldeseodeseguirsuejemplo.Todossepusieronenmovimiento;losdependientesdelgobernadorbailaronconlascriadasdelagobernadora,yhastalosmismosseñoressemezclaronenlafiesta.DonAlfonsobailóunazarabandaconSerafinaydonCésarotraconAntonia,lacualvinodespuésabuscarmeparaquebailaseconella,yenverdadqueno lohizomalparaunapersonaquenoteníamasque algunosprincipiosdebaile quehabía aprendido en casadeunaparienta suya avecindada enAlbarracín.Yo,que, comoyahedicho,mehabíaenseñado a bailar en casa de lamarquesa de Chaves, pasé en el concepto detodos por un gran bailarín. Beatriz y Escipión prefirieron al baile unaconversación entre los dos para darse recíproca cuenta de lo que les habíasucedidomientras habían estado separados; pero fué interrumpido su coloquioporSerafina,que,informadadesuencuentro,loshizollamarparamanifestarleslo mucho que de ello se alegraba. «Hijos míos—les dijo—, en este día deregocijo se acrecienta mi satisfacción viéndoos restituídos uno a otro. AmigoEscipión—añadió—,ahíteentregoatuesposa,asegurándotequesuconductahasidosiempreirreprensible.Viveaquíconellaenperfectaarmonía.Ytú,Beatriz,dedícatealserviciodeAntoniaynoleseasmenosafectaquetumaridoloesalseñordeSantillana.»Escipión,nopudiendoyaavistadeestomirarasumujersino como a otra Penélope, prometió tratarla con todas las atencionesimaginables.

Retiráronselosaldeanosyaldeanasasuscasasdespuésdehaberestadobailandotodalatarde;perocontinuólafiestaenlaquinta.Sirvióseunamagníficacena,ycuando se trató de irse todos a recoger, el provisor bendijo el lecho nupcial.SerafinadesnudóalanoviaylosseñoresdeLeivamehicieronlamismahonra.Lomás gracioso fué que los dependientes de donAlfonso y las criadas de lagobernadoraquisieronparadivertirsepracticarlamismaceremonia:desnudaronaBeatrizyaEscipión,loscuales,parahacermáscómicalaescena,sedejarondesnudaryacostar,guardandograngravedad.

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CAPITULOX

LoquesucediódespuésdelabodadeGilBlasydelabellaAntonia.PrincipiodelahistoriadeEscipión.

AldíasiguientedemibodalosseñoresdeLeivaregresaronaValencia,despuésde haberme dado otras mil señales de amistad, de tal modo que mi buensecretarioyyonosquedamossolosenlaquintaconnuestrasmujeresynuestroscriados.

Elempeñoquehicimosunoyotroenagradaranuestrasesposasnofué inútil,pues en poco tiempo inspiré yo a la mía tanto amor como le profesaba, yEscipiónhizoolvidaralasuyalosdisgustosquelehabíacausado.Beatriz,queeradecarácterdócilyafable,segranjeófácilmenteelcariñodesunuevaamayganó su confianza. En fin, todos cuatro nos avinimos perfectamente ycomenzamosagozardeunasuerteenvidiable,pasandolavidaenlosmásdulcesentretenimientos. Antonia era bastante seria; pero Beatriz y yo éramos muyalegres,y auncuandono lo fuéramos,nosbastaría estar conEscipiónparanoconocerlamelancolía,porqueeraunhombresinigualparalasociedad,unadeaquellaspersonasfestivasquesóloconpresentarsediviertenalaconcurrencia.

Un día que después de comer se nos antojó ir a dormir la siesta al sitiomásapacible del bosque,mi secretario estaba de tan buen humor que nos quitó atodoselsueñoconsusgraciosasocurrencias.«¡Callaesaboca—ledije—,amigomío;osiquieresquenodurmamos,cuéntanosalgunacosaquemerezcanuestraatención!» «Con mucho gusto, señor—me respondió—. ¿Quiere usted que lecuentelahistoriadelreydonPelayo?»«Demejorganaoiríalatuya—lerepliqué—;pero este gustonuncame lo has queridodar desdequevivimos juntos, niesperoquejamásmelodes.¿Dequéprovieneesto?»«Sinohecontadoaustedlahistoriademividahaconsistidoenque jamásmehamanifestadoelmenordeseodesaberla;porconsiguiente,notengoyolaculpadequeustedignoremisaventuras, y por poca curiosidad que tenga de oírlas estoy pronto asatisfacérsela.»Antonia,Beatrizyyolecogimoslapalabraynosdispusimosaescucharsurelación,quenopodíamenosdecausarennosotrosunbuenefecto,yadivirtiéndonosoyaexcitándonosalsueño.

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«Yo—comenzóadecirEscipión—seríahijodeungrandedeEspañadeprimeraclase,ocuandomenosdeuncaballerodelhábitodeSantiagoodeAlcántara,siestohubieraestadoenmimano;perocomoningunoesdueñodeescogerpadre,han de saber ustedes que el mío, llamado Toribio Escipión, fué un honradocuadrillerodelaSantaHermandad.Comoibayveníaporloscaminosreales,pordonde su profesión le obligaba a andar casi siempre, cierto día encontrócasualmente entre Cuenca y Toledo a una gitanilla que le pareciómuy linda.Caminabasolaapieyllevabaconsigotodosuajuarenunaespeciedemochilaechadaalhombro.«¿Adondevasasí,prendamía?»,ledijo,suavizandocuantopudo la voz, que era naturalmente bronca. «Caballero—contestó ella—, voy aToledo, donde de un modo o de otro espero ganar de comer, viviendohonradamente.»«Tuintenciónesmuyloable—replicóél—,ynodudoqueparaesotendrásvariosarbitrios.»«Sí,graciasaDios—respondiólagitanilla—,tengovarias habilidades; sé hacer pomadas y quintas esencias muy útiles para lasdamas, digo la buenaventura, sé dar vueltas al cedazo para hacer que seencuentrenlascosasperdidasymuestrocuantosequiereverenunaredomaoenunespejo.»

»PareciéndoleaToribioqueunajovencomoéstaeraunpartidomuyventajosoparaunhombrecomoél,aquiensuempleoapenasleproducíaparamantenerse,sinembargodesaberdesempeñarloconlamayorexactitud,lepropusosiqueríaser suesposa.Aceptó laniña lapropuesta; se fueronambos inmediatamente aToledo,endondesecasaron,yenmívenustedeseldigno frutodeestenoblematrimonio.Fijaronsuresidenciaenunarrabal,endondemimadrecomenzóavender pomadas y quintas esencias; pero viendo que este trato producía poco,comenzó a hacer de adivina.Entonces fué cuando se vieron llover en su casapesosdurosydoblones.MilmentecatosdeambossexospusieronbienprontoenaugelafamadeCoscolina,queasísellamabalagitana.Nopasabadíasinqueviniese alguno a ocuparla en su ministerio; ya llegaba un sobrino pobre quequeríasabercuándosutío,dequieneraúnicoheredero,partiríaparalaotravida;ya llegabaunadoncellaquedeseabaconansia averiguar siuncaballeromozoquelehabíadadopalabradecasamientoselacumpliría.

»Persuádomedequeustedesdaránporsupuestoquelosvaticiniosdemimadresiempre eran favorables a las personas a quienes los hacía; si se cumplían,enhorabuena; pero si alguna vez venían a reconvenirla por haber sucedido locontrario de lo que había pronosticado, contestaba frescamente que debíaecharse la culpa al diablo, que, a pesar de la fuerza de los conjuros que ellaempleaba para obligarle a que le revelase lo futuro, tenía algunas veces la

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maliciadeengañarla.

»Cuandomimadre,porhonoraloficio,creíadeberhacervisiblealdiabloensusoperaciones,entonceseraToribioEscipiónquienhacíaelpapeldeldiablo,ylodesempeñaba con perfección, porque la aspereza de su voz y la fealdad de surostro cuadraban a maravilla con lo que representaba. Poca credulidad eramenesterparaespantarsealaspectodemipadre;peroundíavino,pordesgracia,ciertocapitánmajaderoquequisoveradiablo,yleatravesódeparteaparteconla espada. Informada la Inquisición de la muerte del diablo, despachó susministroscontralaCoscolina,aquienprendieron,embargandoalmismotiempotodossusefectos,yamí,quealasazónsóloteníasieteaños,memetieronenelhospiciodelosniñoshuérfanos.Habíaenestacasaunoscaritativoseclesiásticosque,estandobiendotadosparacuidardelaeducacióndelospobreshuérfanos,tenían el trabajo de enseñarles a leer y escribir. Parecióles que yo prometíamucho,yporestacausamedistinguieronentre losdemás, escogiéndomeparahacersusrecados.Yoeraelquellevabasuscartas,hacíasusdemásencargosyles ayudabaamisa.Enpagodemis servicios tratarondeenseñarme la lengualatina;peroloejecutaroncontantaasperezaymetrataroncontalrigor,apesardelosserviciosqueleshacía,que,nopudiendoyaresistirmás,undíaquemeenviaronaunrecadocogílasdeVilladiego,yenvezdevolveralhospiciomeescapédeToledoporelarrabaldelladodeSevilla.

»Aunque a la sazón apenas tenía nueve años cumplidos, no cabía en mí decontentodevermeenlibertadydueñodemisacciones.Nollevabaquécomernidinero,peronadame importaba,porque tampoco tenía lecciónqueestudiarnitemas que componer. Después de haber andado dos horas comenzaron mispiernecitasanegarmesuservicio.Comonuncahabíahechotanlargacaminata,fuéprecisopararmeadescansar.Sentémealpiedeunárbolqueestabaaorillasdel camino real, y para entretenerme saqué el arte que llevaba en el bolsillo.Comencéahojearlepordiversión;peroacordándomede laspalmetasyde losazotesquemehabíacostado,desgarrélashojas,diciendollenodecólera:«¡Ahmalditolibro,yanomeharásllorarmás!»Estandosatisfaciendomivenganzaysembrando la tierra alrededor de mí de declinaciones y conjugaciones, pasócasualmenteporallíunermitañodeaspectovenerable,conbarbablancayunosgrandesanteojos.Acercóseamí,mirómeconmuchaatención,yyotambiénleestuvemirandocon lamisma.«Hijitomío—medijosonriéndose—,meparecequelosdosnoshemosmiradoconcariñoyquenoharíamosmalenvivirjuntosenmiermita,quesólodistadoscientospasosdeaquí.»«¡Buenprovecholehagaausted—lerespondíconbastantesequedad—,queyoningunaganatengodeser

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ermitaño!»Aloírestarespuestaelbuenviejodióunagrandecarcajadaderisaymedijoabrazándome:«Mihábito,hijomío,nodebeasustarte;siespocogratoala vista, es de gran utilidad, puesme hace dueño de un deleitoso retiro y devarioslugarcitoscircunvecinos,cuyoshabitantesmeaman,opormejordecirmeidolatran. Vente conmigo—añadió—y te pondré un hábito como elmío. Si tefuesebienconél,participarásconmigodelasdulzurasdelavidaquehago,ysinoteacomodaseésta,nosóloserásdueñodemarcharte,sinoquepuedescontarconquealsepararnosnodejarédehacertetodoelbienquepueda.»

»Dejémepersuadiryseguíalviejoermitaño,quemehizovariaspreguntas,alasquerespondíconuna ingenuidadquenosiemprehe tenidoenadelante.Luegoquellegamosalaermitamepresentóalgunasfrutas,quedevoréenuninstante,porqueentodoeldíanohabíacomidomasqueunzoquetedepansecoconqueme había desayunado en el hospicio por la mañana. El solitario, viéndomemeneartanbienlasquijadas,medijo:«¡Animo,hijomío!Nodejesdecomerpormiedo de que se acaben las frutas, pues, gracias al Cielo, tengo muy buenaprovisión de ellas.No te he traído aquí paramatarte de hambre.» Lo que eramucha verdad, porque una hora después de nuestra llegada encendió lumbre,puso a asar una pierna de carnero, y mientras yo daba vueltas al asador éldispusounamesita,cubriéndolaconunmantelnomuylimpioyponiendoenelladoscubiertos,unoparaélyotroparamí.

»Luegoqueelcarneroestuvoensazónlesacódelasador,cortóalgunospedazosdeélynos sentamosacenar;peronuestracenano fuécomo lade lasovejas,porquebebimosdeunexquisitovino,delcualteníatambiénelermitañounbuenrepuesto.«Ybien,amiguito—medijo luegoquenos levantamosde lamesa—,¿estás contento con mi trato? De este modo comerás mientras estuvieresconmigo.Por lodemás,harásenesteermitorio loquemejor tepareciere;sóloexijo de ti queme acompañes cuandovaya a recoger la limosna a los lugaresvecinos. Me servirás para llevar del cabestro un borriquillo cargado de dosbanastas, que los aldeanos caritativos llenan ordinariamente de huevos, pan,carneypescado;notepidomás.»«Haré—lerespondí—todoloqueustedquiera,contalquenomeobligueaestudiarel latín.»NopudomenosdereírsedemisencillezelhermanoCrisóstomo,queasísellamabaelancianoermitaño,ymeaseguródenuevoquenopensabanuncaviolentarmisinclinaciones.

»Al día siguiente salimos a nuestra demanda, llevando yo el borrico por elcabestro, y recogimos copiosas limosnas, porque no había aldeano que notuviesegustoenecharalgunacosaennuestrasbanastas.Unodabaunpanentero;otro,unbuenpedazodetocino;quiénunagallinayquiénunaperdiz.¿Quémás

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diré a ustedes?Llevamos a la ermita víveres paramás de una semana; buenapruebadelomuchoqueamabanalhermanoCrisóstomoaquellasgentes.Verdadesqueéstetambiénlesservíabastantedándolesbuenosconsejoscuandoveníana consultarle, pacificando los matrimonios en que reinaba la discordia,proporcionando dotes para casarse las solteras, dándoles remedios para milclasesdemalesyenseñandovariasoracionesalasmujerescasadasquedeseabantenerhijos.

»Yavenustedes, por lo que acabode referir, queyo estababien tratado en laermita.Si lacomidaerabuena, lacamanoeradesgraciada.Acostábamesobrebuenapaja fresca, teniendoporcabeceraunaalmohadade lanaycubriéndomeconunamantadelomismo,demaneraquenohacíamasqueunsueño,elcualdurabatodalanoche.ElhermanoCrisóstomo,quemehabíaofrecidounhábitodeermitaño,mehizounoélmismodeshaciendootroviejosuyoymellamóelhermanilloEscipión.Apenasmepresentéenlasaldeasvecinasconaquelnuevotraje caí a todos tanengraciaqueelpobreborricoapenaspodía con la carga.Todos se esmeraban en dar a cual más al hermanito; tanto placer tenían enverme.

»Aunmuchachodemiedadnopodíadesagradarlelavidaociosayregalonaquedisfrutaba en compañía del viejo ermitaño; así es queme aficioné tanto a ellaquelahubieracontinuadosiempresilasParcasnomehubieranhiladootrosdíasmuydiferentes.Peroeldestinoquedebíallenarmearrastróadejarbienprontoel regaloymehizoabandonaralhermanoCrisóstomode lamaneraquevoyareferir.

»Veíamuchasvecesandaralviejoenlaalmohadaqueleservíadecabecera,sinhacerotracosaquedescoserlayvolverlaacoser.Observéundíaquemetíaenella algún dinero, lo que excitó en mí un movimiento de curiosidad que mepropusesatisfaceralprimerviajequeelhermanoCrisóstomohicieseaToledo,adondesolíairunavezalasemana.Aguardéconimpacienciaestedía,sintenerpor entonces más objeto que el de contentar mi curiosidad. En fin, el buenhombrepartió,yyodescosílaalmohada,endondehalléentrelalanacomounoscincuentaescudosentodaclasedemonedas.

»Verosímilmente, este tesoro sería efectodel agradecimientode losaldeanosaquieneshabíacuradoconsusremediosydelasaldeanasqueporlavirtuddesusoraciones habían tenido hijos. Sea lo que fuere, apenas vi que aquél era undineroquesintemorpodíaapropiarme,cuandosedeclarómicomplexióngitana:diómeuna tentaciónde robarle,quenosepodíaatribuir sinoa la fuerzade la

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sangrequecorríapormisvenas.Cedí sin resistencia a la tentación; encerréeldineroenunsaquillodepañoenquemetíamosnuestrospeinesynuestrosgorrosdedormir, ydespuésdehabermedespojadodel hábitode ermitañoyvuelto atomarmivestidodehuérfano,mealejédelaermita,pareciéndomequellevabaenmisaquillotodaslasriquezasdelasIndias.

»Ustedesacabandeoírmiprimerensayo—continuóEscipión—,ynodudoqueesperarán una serie de acciones delmismo jaez. No engañaré sus esperanzas,porqueauntengoquecontarlesotrashazañasparecidasaéstaantesdellegaramis acciones loables; pero al fin llegaremos allá, y ustedes verán por minarraciónquedeungranpícarosepuedehacerunhombredebien.

»ApesardemispocosañosnofuítansimplequetomaseelcaminodeToledo,porquemeexpondríaaencontrarmeconelhermanoCrisóstomo,quesindudahubieraqueridovolverajuntarseconsudinero.Tomé,pues,larutadellugardeGálvez, donde me entré en un mesón cuya huéspeda era una viuda como decuarenta años y tenía todas las cualidades que se requieren para saber venderbiensusagujetas.Luegoqueestamujerpusolosojosenmí,conociendoporelvestidoquemehabíaescapadodelhospiciodeloshuérfanos,mepreguntóquiéneray adónde iba.Respondíleque, habiendomuertomispadres,meveía en lanecesidad de buscar conveniencia. «Y dime, hijo—me volvió a preguntar—,¿sabesleer?»Leaseguréquesí,yquetambiénescribíalindamente.Enverdad,yosabíaformarlasletrasyjuntarlasdemaneraquefigurabaunacosaasícomoescrita, loquemeparecíasobradopara llevar lacuentadeunmesóndealdea.«Puesyoterecibo—repusolamesonera—paraquemesirvas.Noserásinútilenmicasa,porquecorrerásconel librodelgastoy llevaráscuentade loquemedebenydebo.No teseñalarésalario—añadió—,porque losmuchoscaballerosque vienen a parar a este mesón siempre dan algo a los criados, con queseguramentepuedescontarconsacarbuenosgajes.»

»Aceptéelpartido,peroreservándome,comoustedespresumirán,lafacultaddemudar de aires siempre que la permanencia en Gálvez no me acomodase.Apenas me vi apalabrado para servir en el mesón cuando sentí mi ánimoincomodadoconunagrandeinquietud.Noqueríaquenadiesupiesequeyoteníadineroy no sabía dónde esconderlo demodoqueningunopudiese dar con él.Como no conocía aún la casa, no me podía fiar de aquellos sitios que meparecíanmásapropósitoparaguardarlo.¡Ohycuántoembarazonoscausanlasriquezas!Determinéenfinocultarleenunrincóndelpajar,pareciéndomequeenningunaotrapartepodíaestarmásseguro,yprocurésosegarmecuantomefuéposible.

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»Eramostrescriadosenelmesón:unmozorollizoquecuidabadelacuadra,unamozagallegayyo.Cadaunosacabaloquepodíadeloshuéspedes,asídeapiecomodeacaballo,queparabanenél.Yorecibíadeestossujetosalgúndinerillocuando les iba a presentar la cuenta del gasto; daban también alguna cosa almozodelacuadraparaquecuidasedesuscaballerías;perolagallega,queeraelídolode loscaleserosyarrierosquepasabanporallí,ganabamásescudosquenosotrosmaravedises.Luegoquejuntabayoalgunosreales,losllevabaalpajarpara aumentarmi caudal, y cuantomás crecía éste, conocía yo quemi tiernocorazónibatomandomásapegoaél.Besabaalgunasvecesmismonedasylasestaba contemplando conundulce embelesoque solamente los avaros puedencomprendersuficientemente.

»El amor que tenía a mi tesoro me obligaba a visitarle treinta veces al día.Encontraba amenudo a lamesonera en la escalera del pajar, y como era unamujerdesuyomuydesconfiada,quisoundíasaberquéeraloqueacadainstantemellevabaalpajar.Subióaélycomenzóaescudriñarlotodo,recelandoqueyotendría escondidas algunas cosas que le habría hurtado. Revolvió la paja quecubríamibolsónydióconél.Abrióle,yviendodentropesosdurosydoblones,creyó o fingió creer que yo le había robado aquel dinero. Por de contado, seapoderódelcaudal,ytratándomedebribonzuelo,ladroncilloymalvado,mandóalmozodelacaballeriza,enteramentededicadoacomplacerla,quemesacudieseunabuenazurradeazotes,ydespuésdehabermehechodesollardeestamanerameechóa la calle, diciéndomequenoquería aguantar pícaros en su casa.Envanoasegurabayoyclamabaquenada lehabíahurtado; lamesoneradecía locontrario y todos le dabanmás crédito a ella que amí, y de estamanera lasmonedasdelhermanoCrisóstomopasarondemanosdeun ladróna lasdeunaladrona.

»Llorélapérdidademidinerocomoselloralamuertedeunhijoúnico;perosimis lágrimasno fueron bastantes para hacerme recobrar lo que había perdido,porlomenosfueroncausaparamoveracompasiónaalgunaspersonasquemelasveíanverter,yentreotrasalcuradeGálvez,quecasualmentepasójuntoamí.Mostróse lastimado del triste estado en queme veía yme llevó consigo a sucasa. En ella, a fin de sonsacarme, usó del medio de manifestarse muycompadecido demí. «¡Cuánta lástima—dijo—me causa este pobremuchacho!¿Quémaravillaesqueensuspocosaños,ensuningunaexperienciayfaltadereflexiónhayacometidounaacciónruin?Apenasseencontraráunhombrequenohayahechoalgunaeneldiscursode suvida.»En seguida,dirigiéndome lapalabra,«Hijomío—añadió—,¿dequélugardeEspañaeresyquiénessontus

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padres?Porquetienestrazasdeserhijodegentehonrada.Háblameenconfianzaycuentaconquenotedesampararé.»

»El cura, con estas halagüeñas y caritativas palabras, me fué insensiblementeempeñando en que le descubriese todos mis pasos, y lo hice con muchaingenuidad, sin reservarle nada, después de lo cual me dijo: «Amigo mío,aunqueesciertoquenoestábienenlosermitañoselatesorar,esonodisminuyetu culpa. En robar al hermano Crisóstomo siempre has quebrantado elmandamientoqueprohibehurtar;peroyomeencargodeobligaralamesoneraaquedevuelvaeldineroyhacérseloentregaralhermanoCrisóstomo,yasí,porestapartepuedesdesdeahoraaquietartuconciencia.»Juroaustedesqueestoeraloquemenoscuidadomedaba;peroelcura,queteníasusfines,noparóaquí.«Hijomío—prosiguió—,quieroempeñarmeafavortuyoybuscarteunanuevaconveniencia.MañanamismopiensoenviarteaToledoconunarrieroytedaréuna carta para un sobrinomío, canónigo de aquella catedral, que no rehusaráadmitirtepormirecomendaciónenelnúmerodesuscriados,loscualestodoslopasanensucasacomounosbeneficiadosqueseregalanacostadelaprebenda,ypuedoasegurarteconcertidumbrequeallílopasarásperfectamente.»

»Consolómetantoestaseguridad,queluegoolvidéeltalegoylosazotesquemehabíandadoyyanopensémásqueenelplacerdevivircomounbeneficiado.Aldíasiguiente,mientrasestabayoalmorzando,llegóacasadelcuraunarrierocondosmulas.Subiéronmeenlauna,ymontandomiconductorlaotratomamoselcamino de Toledo. Mi compañero de viaje gastaba buen humor y le gustabadivertirse a costa del prójimo. «Querido Escipión—me dijo—, en verdad quetienesunbuenamigoenelseñorcuradeGálvez;nopodíadartemayorpruebadelomuchoquetequierequeelacomodarteconsusobrinoelcanónigo,aquientengo el honor de conocer, y es sin duda la perla de su Cabildo. No es,ciertamente,unodeaquellosdevotoscuyosemblantemacilentoyextenuadoestápredicando mortificación y abstinencia: es gordo, colorado, siempre alegre yfestivo;unhombre,enfin,quesedivierteentodoloquesepresentayquegustamuchodetratarsebien.Estarásensucasaapedirdeboca.»

»Conociendoelsocarróndelarrieroelplacerconqueleescuchaba,continuóelelogio del canónigo, ponderándome lo mucho que yo celebraría mi fortunacuandomevieseyacriadosuyo.NocesódehablarhastaquellegamosallugardeCovisa,dondenosapeamosparaecharunpiensoalasmulas.Entantoqueélandaba de aquí para allí por elmesón, se le cayó casualmente del bolsillo unpapel que yo pude coger sin que él lo advirtiese y que hallé medio de leermientras él estaba en la cuadra. Era una carta dirigida a los capellanes del

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hospiciodeloshuérfanos,concebidaenestostérminos:

«Muy señores míos: Me creo obligado en caridad a enviar a su poder unbribonzuelo que se escapó de ese hospicio. Paréceme un muchacho muydespabilado, y por lo mismo muy digno de que ustedes se sirvan tenerleencerrado. No dudo que a fuerza de corregirle podrán ustedes hacer de él unmozo de provecho. Queda rogando a Dios conserve a ustedes en tan piadosocomocaritativoministerio,—ElcuradeGálvez.»

»Luegoqueacabédeleerestacarta,quememanifestabalabuenaintencióndelseñor cura, no dudé un punto sobre el partido que había de tomar. SalirinmediatamentedelmesónyponermeenlasorillasdelTajo,distantemásdeunaleguadeaquellugar,todofuéobradeunmomento.Elmiedomeprestóalasparahuir de los capellanes del hospicio de los huérfanos, al que de ningún modoqueríavolver;tantomehabíadisgustadosumododeenseñarlaGramática.EntréenToledo tan alegre como si supiera adónde había de ir a comer y beber. Esverdadqueaquéllaesunaciudaddebendición,enlacualunhombredetalentoreducidoaviviracostaajenanopuedemorirsedehambre,puesnobienhabíaentrado en la plaza cuando un caballero bien vestido, a cuyo lado pasaba,agarrándome por el brazo me dijo: «Chiquito, ¿quieres servirme? Porque mealegrara tener un criado como tú.» «Y yo un amo como vuesa merced», lerespondíprontamente.«Siendoesoasí—mereplicó—,desdeahoramismodateporrecibido.Sígueme.»Yyolohicesinréplica.

Estecaballero,quepodía tenercomounos treintaañosyse llamabadonAbel,estaba hospedado en una posada de caballeros, donde ocupaba un cuartodecentementealhajado.Eraunjugadordeprofesión,yveanustedeslavidaquehacíamos:porlamañanalepicabayotabacoparafumarcincooseiscigarros,lelimpiaba la ropa, iba a llamar al barbero para que le viniese a afeitar ycomponerlelosbigotes,yhechoesto,semarchabaalascasasdejuego,dedondenovolvíahastalasonceodocedelanoche;perotodaslasmañanasantesdesalirsacaba tres reales del bolsillo y me los daba para que comiese, dejándomelibertadparaquehicieraloquesemeantojasehastalasdiezdelanoche,contaldequemehallaraencasacuandovolviera.Estabaélmuycontentoconmigoydió orden para que se me hiciese una librea muy galana, con la cual parecíapropiamenteunmensajerodedamasdegalanteo.Tambiényoestabamuyalegreconmioficio,yenverdadnopodíahallarotroquemásseadaptaseamigenio.

»Hacíayacasiunmesquepasabatanbuenavidacuandoelamomepreguntóundíasiestabacontentoconél,yhabiéndolecontestadoquenopodíaestarlomás,

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«Pues bien—me replicó—,mañana saldremosparaSevilla, adondeme llamanmisnegocios.NotepesaráelveraquellacapitaldeAndalucía,puesyahabrásoídomuchasvecesdecirquequiennohavistoaSevillanohavistomaravilla.»«¡Que me place!—respondí yo—. Estoy pronto a seguir a usted a cualquierapartedelmundo.»EnelmismodíaelordinariodeSevillavinoa laposadadecaballerosatomarungranbaúldondeestabalaropademiamo,yalsiguientetomamoselcaminodeAndalucía.

»EraelseñordonAbeltanafortunadoeneljuego,quesolamenteperdíacuandole acomodaba, lo que le obligaba a mudar con frecuencia de lugar, por estarexpuestoalresentimientoyvenganzadelosmentecatosquesedejabanengañar,yéste fuéelmotivodenuestroviaje.LlegadosaSevilla,nosalojamosenunaposadadecaballeroscercadelapuertadeCórdoba,dondecomenzamosavivircomo en Toledo. Peromi amo halló diferencia entre las dos ciudades. En lascasasdejuegodeSevillaencontrójugadorestanafortunadoscomoél,desuertequealgunasvecesvolvíaacasademuymalhumor.Unamañanaquetodavíaledurabaelenojodehaberperdidociendobloneseldíaanterior,mepreguntóporqué no había llevado la ropa sucia a la lavandera. «Señor—le respondí yo—,porqueenteramentesemeolvidó.»

»Al oír esto se encendió en cólera yme pegómedia docena de bofetadas tanterribles que me hicieron ver más luces que las que había en el templo deSalomón,diciéndomealmismo tiempo:«¡Toma,bribonzuelo,estoesparaqueotra vez te acuerdes de cumplir con tu obligación! ¿Quieres que cienveces teadviertayo loquedebeshacer?¿Porquénoeres tanpuntualparaservircomoparacomer?Nosiendounbestia,comociertamentenoloeres,bienpodíastenerpresenteloquedebeshacersinesperaraqueyotelorecordara.»Dichoesto,sesaliómuyenfadadodelcuarto,dejándomesumamentesentidode lasbofetadasquemedióportanpequeñomotivo.

»Poco después le sucedió no sé qué lance en el juego que volvió a casamuyacalorado. «Escipión—me dijo—, he determinado irme a Italia y deboembarcarmemañanaenunbuquequesevuelveaGénova.Tengomismotivosparahaceresteviaje;discurroquerrásvenirconmigoyaprovecharestaexcelenteocasióndever el paísmásdeliciosodelmundo.»Respondíquevenía en ello;pero enmi interiorpensabaendesaparecer al tiempode ir amarchar.Andabadiscurriendoelmododevengarmedelasbofetadasymeparecióqueésteeraelmás ingenioso.Satisfechoyufanodequemehubieseocurridosemejante idea,no pude contenerme de confiársela a cierto valentón a quien encontrécasualmenteenlacalle.HabíayocontraídoenSevillaalgunasmalasamistadesy

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principalmenteladeesteguapo.Contéleellancedelasbofetadasyelmotivodeellas,yrevelándoleeldesignioenqueestabadedejaradonAbelescapándomecuandosefueseaembarcar,lepreguntéquéleparecíaestadeterminación.

»Elvalentón,arqueandolascejasyretorciéndoseelbigote,ydespuésafeandoentonograve laaccióndemiamo,medijo:«Mocito, serásunhombresinhonratodatuvidasitecontentasconlafrívolavenganzaquehasmeditadoparavolverporella.NobastadejaradonAbelynopisarmássucasa;esmenesterdarleuncastigoproporcionadoatuafrenta.Robémosletúyyotodosuequipajeydinero,para repartirlodespuésentre losdoscomobuenoshermanos.»Noobstanteminaturalpropensiónahurtar,nodejódeestremecermeycausarmealgúnhorrorunrobo de tanta importancia. En medio de eso, el archiganzúa que me hizo lapropuesta tuvo arte para convencerme; y vean ustedes cuál fué el éxito denuestraempresa.Eljaquetón,hombrerobustoyrollizo,vinoalaposadaeldíasiguienteabocadenoche.Mostréleelgranbaúlenquemiamohabíaencerradosusropas,ylepreguntésipodríaélsolocargarconunmuebletanpesado.«¿Tanpesado?—medijo.—¡Sábetequecuandosetratadellevarloajeno,cargaríayoconelarcadeNoé!»Diciendoesto,agarróelbaúl,echóseleacuestascomosifueraunapaja,ybajólasescalerasconlamayorligereza.Seguíleyoalmismopaso,yyaestábamoslosdosalapuertadelacalle,cuandoheteaquíadonAbel,que,porgranfortunasuya,llegóatiempotanoportuno.

«¿Adóndevasconesecofre?»,medijomuyenfadado.Fuétantami turbación,quenoacertéaresponderleniunasolapalabra,yelguapetón,viendoerradoelgolpe,echóelbaúla tierrayseescapóparaahorrarcontestaciones.«¿Adóndevas,pues,conesebaúl?»,mevolvióapreguntarmiamo.«Señor—lerespondímás muerto que vivo—, le hacía llevar al buque donde su merced se ha deembarcarmañanaparaItalia.»«Pero¿pordóndesabíastú—mereplicó—enquébuque me había de embarcar?» «Señor—repuse prontamente—, quien lenguatiene, aRoma va: informaríame en el puerto, y allíme lo dirían.»Al oír estarespuesta, que se lehizomuy sospechosa,memiró conunosojosqueparecíaquerermetragar,yyotemírepitieselasbofetadas.«Perodime—replicóotravez—:¿quiéntemandóquesacareselbaúlfueradelaposadasinordenmía?»«Sumercedmismo—ledije—.¿Yanoseacuerdausteddelareprensiónquemedióhacepocosdías? ¿Nomedijousted regañándomeque sin esperar susórdeneshiciesepormímismomiobligaciónparaservirle?Puesencumplimientodeestepreceptoibaa llevarsucofredeusteda laembarcación.»Entoncesel jugador,conociendoqueteníayomásmaliciadelaqueélhabíacreído,medespidiódesucasa,diciéndomeserenamente:«SeñorEscipión,amínomeacomodancriados

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tansutiles. ¡Vayausted, señorEscipión! ¡ElCielo leguíe! ¡Nomegusta jugarconsujetosquetanprontotienenunacartademáscomodemenos!¡Quítatedemipresencia—añadiómudandodetono—,sinoquieresquetehagacantarsinsolfa!»

»Noaguardéaquemelodijesedosveces;mealejéalmomento,llenodemiedodequememandasequitarelvestido,quepor fortunamedejó,yechéaandarpensandoadóndepodría ir aalojarmecondos realesaquese reducía todomicaudal. Llegué a la puerta del palacio arzobispal a tiempo que se estabadisponiendolacena,ysalíadelacocinaunolor tangrato,quesepercibíaunaleguaencontorno.«¡Cáspita!—dijeentremí—.¡Mecontentaríaconcualquieradeestosplatosquemeregalanelolfato,yaunsóloconquemedejasenmeterenalguno los cuatro deditos y el pulgar! Pero qué, ¿no podré discurrir unmedioparaprobarestosplatosquenohehechomásqueoler?¿Porquéno?Estonomeparece imposible.»Entregado enteramente a estepensamiento,meocurrióunafeliz treta,quequiseprobar inmediatamente,ynomesaliómal.Entrémeenelpatiodepalacio,ycomencéacorrerhacialascocinasgritandoamásnopoderenairey tonodeasustado:¡Socorro!¡Socorro!, comosimeviniera siguiendoalgunoparaquitarmelavida.

»AmisdescompasadasvocesacudióapresuradoelmaestroDiego,cocinerodelarzobispo,contresocuatrogalopinesdecocina;ynoviendoanadiemásqueamí, todos me preguntaron qué tenía y por qué gritaba de aquella manera.«¡Señores—les respondí fingiendo miedo—, por amor de Dios favorézcanmeustedes y líbrenme de ese asesino que me quiere matar!» «¿Adónde está eseasesino?—exclamó Diego—. Porque tú estás solo, y tras de ti no viene nisiquieraungato. ¡Vamos,hijomío, sosiégate!Sindudaquealgúnbufónsehaquerido divertir en asustarte y se ha retirado luego que te ha visto entrar enpalacio,porque,cuandomenos,lehubiéramoscortadolasorejas.»«¡No,no—ledije al cocinero—; no me siguió de chanza! ¡Es un gran ladrón que queríarobarme,yestoysegurodequemeestáesperandoenlacalle!»«Sifueseasí—replicóelcocinero—,enverdadquetendráqueaguardartelargotiempo,porquehasdecenarydormiraquí,ynotedejaremossalirhastamañana.»

»No puedo ponderar el gusto que me causaron estas últimas palabras, ni loadmiradoquemequedécuando,conducidoporelmaestroDiegoalascocinas,se me presentó a la vista el aparato de la cena. Conté hasta quince personasempleadasenella;masnopudecontarlavariedaddeexquisitosplatosquesemeofrecieronalavista.Entoncesfuécuandoconocíporlaprimeravezloqueerasensualidad,recibiendoanarizllenaelolordetantasdelicadísimasviandasque

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jamás había probado. Tuve la honra de cenar y dormir con los galopines decocina,todosloscualesquedarontanprendadosdemí,quecuandoalamañanasiguientefuíadargraciasalmaestroDiegoporelfavorquemehabíahechoenrecogerme con tanta generosidad la noche anterior, me dijo: «Mis mozos decocina te han tomado tanto cariño, que todos a una vozme han asegurado sealegraríandetenerteporcamarada.Dimeahoracontodafranquezasigustaríasser sucompañero.»Yo le respondíque si lograra tal fortuname tendríaporelhombremás feliz delmundo. «Siendo eso así, amigomío—me dijo—, desdeestemismopuntotepuedescontarporcriadodelacasaarzobispal.»Ydiciendoesto, me llevó al cuarto del mayordomo, el cual, observandomi despejo, mejuzgódignodeseradmitidoentrelosmarmitones.

»Alinstantequetoméposesióndetandecorosoempleo,elmaestroDiego,queseguía la antigua costumbre de los cocineros de las casas grandes, conviene asaber, de enviar todos los días varios platos a sus queriditas, me eligió paraenviaraciertadamadelavecindadyatrozosdeternerayyaavesycacería.Eralabuenaseñoraunaviudadetreintaañosalomás,muylindayvivaracha,yquetenía todas las trazas de no ser del todo fiel a su generoso cocinero. Este, nocontento con proveerla de pan, carne, tocino y aceite, la abastecía también devino;ytodoesto,yaseentiende,acostadelseñorarzobispo.

»Enelpalaciodesuilustrísimaacabédeperfeccionarmeenmismañas,pegandounchascodequetodavíahayyhabráporlargotiempoenSevillagranmemoria.Lospajesyotrosfamiliarespensaronenrepresentarunacomediaparacelebrarlos días del amo. Escogieron la de Los Benavides; y como era menester unmuchachodemiedadquehicieseelpapeldereyniñodeLeón,echaronmanodemí.Elmayordomo,quesepreciabadesaber representar, tomódesucuentaelensayarme;yconefecto,medióalgunas lecciones,asegurandoa todosquenoseríayoelquemeportasepeor.Comolafunciónlacosteabaelarzobispo,noseperdonó gasto alguno para que fuese lucida.Armóse en un salón un soberbioteatroadornadoconelmejorgusto,enunodecuyosladossedispusounlechodecésped,dondedebíayofingirmedormidocuandoviniesenlosmorosaasaltarmepara llevarmeprisionero.Luegoque todos losactoresestuvieronensayados,elarzobisposeñalódíaparalafunción,convidandoatodaslasdamasyprincipalescaballerosdelaciudad.

»Llegadalahoradelacomedia,cadaactorsevistiódeltrajequelecorrespondía.Por lo que toca almío, el sastreme lo presentó acompañadodelmayordomo,que,habiendotenidoel trabajodeensayarme,quiso tener también lapacienciadevermevestir.Trájomeel sastreun ropaje talarde rico terciopelo azul, todo

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guarnecido de galones y botones de oro y con mangas largas adornadas conflecos del mismo metal. El propio mayordomo me puso en la cabeza por sumanounacoronadecartóndorado,sembradademuchasperlasfinas,mezcladascon algunos diamantes falsos. Pusiéronme una faja de seda de color de rosa,recamada todade floresdeplataycuyos remateserandosgraciosasborlasdehilodeoro.Acadacosadeéstasquemeponíansemefigurabaquemeestabandandoalasparavolaryescaparme.Comenzó,en fin, lacomediaalanochecer.Yoabrí laescenaconunarelación, lacualconcluíadiciendoque,nopudiendoresistiralasdulzurasdelsueño,ibaaentregarmeaél.Conefecto,memetíentrebastidoresymerecostéenellechodecéspedquemeestabapreparado;peroenlugar de dormirme puse sólo a pensar de quémodo podría salir a la calle yescaparmeconmisvestidurasreales.Unaescalerillaoculta,porlacualsebajabadesdeelteatroalsalón,meparecióapropósitoparalaejecucióndemidesignio.Levantémedelacamaconmuchotiento,y,viendoquenadiemeobservaba,meescurrípordichaescalerillaalsalón,acuyapuertapudellegardiciendo:«¡Aunlado! ¡A un lado, que voy amudar de traje!» Todos se pusieron en fila paradejarme pasar, de manera que en menos de dos minutos salí libremente delpalacioafavordelaobscuridadymefuíacasademiamigoelvalentón.

»Quedóseparadodevermeenaqueltraje.Contéleelcaso,quelehizoreírhastamásnopoder.Abrazómecon tantomás regocijo cuanto se lisonjeabade tenerparteenlosdespojosdelreydeLeón;mefelicitóporhaberdadoungolpetandiestro,ymedijoquesi losprogresoscorrespondíana losprincipios,haríayoconeltiempogranruidoenelmundopormitalento.Despuésquenosalegramosydivertimoslargamentelosdoscelebrandomigrandehazaña,preguntéyoamijaquetón:«¿Yquéhemosdehacerahoradeestosricosvestidos?»«Esonotedécuidado—merespondió—;conozcoaunprenderomuyhombredebien,elcualcompratodalaropaquelellevenavendersinandarconpreguntas,unavezqueletengacuentaelcomprarla.Mañanalebuscaréyletraeréaquí.»

»Enefecto;aldíasiguientemuydemañanaselevantó,dejándomeenlacama,ydoshorasdespuésvolvióconelprendero,elcual traíaun líocubiertocon telaamarilla. «Amigo—me dijo—, aquí te presento al señor Ibáñez de Segovia,hombre de lamayor integridad, a pesar delmal ejemplo que le dan los de suoficio.Eltediráenconciencialoquevaleelvestidodequetequieresdeshacer,y puedes fiarte ciegamente en lo que te dijere.» «En cuanto a eso—dijo elprendero—,metendríaporelhombremásruinymiserabledelmundositasarauna cosa en menos de lo que vale. Hasta ahora, gracias a Dios, ninguno hatachado de esto a Ibáñez de Segovia. Veamos—añadió—esa ropa que usted

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quierevender,ylediréenconciencialoquevale.»«Aquíestá—dijoelvalentónponiéndosela delante—. No me negará usted que nada hay más magnífico:observe usted la hermosura de este terciopelo deGénova y lo exquisito de suguarnición.»«Verdaderamentequemeencanta—respondióelprenderodespuésdehaberexaminadoelvestidoconlamayoratención—;esdeloquenohevistoenmivida.»«¿Yqué juiciohaceusted—lepreguntómi amigo—de lasperlasqueadornanestacorona?»«Sifueranredondas—respondióIbáñez—notendríanprecio;pero talescualessonmeparecenbellísimasymegustan tantocomolodemás.Nipuedomenosdedecir loque siento;otroprenderoestafador, enmilugar aparentaría despreciar la mercancía para adquirir a bajo precio y no seavergonzaríadeofrecerporellaveintedoblones;peroyo,quetengoconciencia,ofrezcocuarenta.»

»AuncuandoIbáñezhubieraofrecidocientonohubierasidounapreciadormuyjustificado, pues que solamente las perlas valían más de doscientos; pero elvalentón,que seentendíaconél,medijo:«¡Mira la fortunaquehas tenidodetropezarconunhombretantimorato!ElseñorIbáñezaprecialascosascomosiestuvieraenelartículodelamuerte.»«Asíes—respondióelprendero—,yporeso no hay que andar regateando conmigo ni por un solo maravedí; en cuyosupuesto,éstemepareceyanegocioconcluído.Voyadareldinero.»«¡Espereusted!—replicó el valentón—. Antes de eso es menester que mi amiguito sepruebeelvestidoqueledijeaustedtrajeseparaél,ymuchomeengañarésinolevienepintado.»Desenvolvió entonces el lío el prendero, ymepresentóunaropillayunoscalzonesdebuenpañomusgoconbotonesdeplata, todomediousado.Me levantéparaprobarmeel vestido, y aunquemeveníamuy anchoymuylargo,lesparecióalosdoscompincheshabersehechoapropósitoparamí.Ibáñezlotasóendiezdoblones;ycomonadasehabíadereplicaraloquedecía,mefuéprecisopasarporello;demaneraquesacótreintadoblonesdelbolsillo,los dejó sobre unamesa, hizo un envoltorio demis vestiduras reales y demicorona,yselollevó.

»Luego que se marchó me dijo el valentón: «Estoy muy satisfecho de esteprendero.»Tenía razónpara estarlo, porquepuedoasegurarque le sacópor lomenosciendoblonesdebeneficio.Sinembargo,nosecontentóconesto;tomósinceremonialamitaddeldineroquehabíasobrelamesaymedejólorestante,diciéndome: «Mi queridoEscipión, te aconsejo que con esos quince doblonesquetequedansalgasalmomentodeestaciudad,endondepuedesconsiderarlasdiligenciasqueseharánparabuscartedeordendelseñorarzobispo.Tendríayoel mayor sentimiento si, después de la heroica acción que has hecho para

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inmortalizar tu nombre, te expusieras neciamente a ser encerrado en unaprisión.»RespondílequeyaestabaresueltoaalejarmecuantoantesdeSevilla;ycon efecto, habiendo comprado un sombrero y algunas camisas, salí de laciudad, y caminando por la espaciosa y amena campiña que entre viñas yolivaresconducealaantiguaciudaddeCarmona,entresdíaslleguéaCórdoba.

»Alojéme en un mesón a la entrada de la plaza Mayor, donde viven losmercaderes. Vendíme por un hijo de familia natural de Toledo, que viajabaúnicamente por mi gusto. Mi traje era bastante decente para hacerlo creer, yalgunos doblones que de propósito saqué delante del posadero le acabaron depersuadir, si ya en vista de mis pocos años no me tuvo por algúnmuchachotraviesoquesehabíaescapadodecasadesuspadresdespuésdehaberlesrobado.Comoquieraquefuese,élnosemostrómuydeseosodesabermásdeloqueyole decía, quizá por temor de que su curiosidad no me obligase a mudar deposada. Por seis reales diarios se daba buen trato en esta casa, dondecomúnmente había gran concurrencia de gentes.Conté por la noche a la cenahastadocepersonasa lamesa,y lomejorquehabíaeraque todoscomíansinhablar palabra, excepto uno que, hablando sin cesar a diestro y siniestro,compensaba bien con su charlatanería el silencio de los demás. Preciábase deagudoydegracioso,contandocuentosyembanastandochistesparadivertirnos,losquealgunaveznoshacíanreíracarcajadas,menos,enverdad,porcelebrarsusocurrenciasqueporburlarnosdeellas.

»Yopormíhacíatanpococasodetodoloquecharlabaaquelestrafalario,quemehubiera levantadode lamesa sinpoderdar razóndenadadecuantohabíahablado,anohabersemetidoélmismoenunaconversaciónquemeimportaba.«Señores—exclamó al fin de la cena—, les reservo a ustedes para postres ungraciosochascoque losdíaspasadosdióunpícarodemuchachoenelpalaciodel arzobispo de Sevilla. Contómelo cierto bachiller amigo mío que se hallópresente.»Sobresaltáronmeunpocoestaspalabras,nodudandoqueellancequeibaacontareraelmío;y,conefecto,nomeengañé.Refirióeltalsujetoelpasajecontodaexactitud,yaunmehizosaberloqueyoignoraba;esdecir,loocurridoenelsalóndespuésdemifuga,quefuéloquevoyareferiraustedes.

»Apenasmeescapé,cuando losmorosque, segúnordende lacomediaqueserepresentaba,debíanapoderarsedemíaparecieronenlaescenaconeldesigniodevenirasorprendermeenlacamadecéspedenquemecreíandormido;perocuandoquisieronecharsesobreelreydeLeón,sequedaronsumamenteatónitosdenoencontrarni reyni roque.Paró lacomedia,agitáronse todos losactores;unosmellaman,otrosmebuscan,éstegrita,yaquélmedaatodoslosdiablos.

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Elarzobispo,queoyólabullayconfusiónquehabíadetrásdelteatro,preguntólacausa.Alavozdelprelado,unpaje,quehacíadegraciosoenlacomedia,salióy dijo: «No tema ya su ilustrísima que los moros hagan prisionero al rey deLeón, porque acabade ponerse en salvo con sus vestiduras reales.» «¡Benditosea Dios!—exclamó el arzobispo—. ¡Ha hecho muy bien en huir de losenemigosdenuestrareligión, librándosede lascadenasque lepreparaban!SindudasehabrávueltoaLeón,capitaldesureino,ydeseoquehayallegadocontoda felicidad. Por lo demás, mando seriamente que ninguno vaya en suseguimiento; sentiría mucho que su majestad tuviese que padecer la menordesazónporpartemía.»Luegoquedijoestodióordendequeseleyeseenaltavozmipapelyseacabaselacomedia.

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CAPITULOXI

ProsiguelahistoriadeEscipión.

»Mientrasme duró el dinero el posadero usó de grandes atenciones conmigo;pero luego que advirtió que se me había acabado comenzó a tratarme condesagrado,buscandocamorraacadapaso,yunamañanamedijoquelehicieraelfavordesalirdesucasa.Dejéladesdeñosamente,ymeentréaoírmisaenlaiglesia de los padres dominicos.Mientras la estaba oyendo se acercó amí unancianopobreymepidiólimosna;saquédelbolsillodosotresmaravedises,queledidiciendo:«Amigomío,ruegueustedaDiosquemeproporcioneprontounabuenaconveniencia.Sifuereoídasuoración,nosearrepentirádehaberlahecho,ycuenteconmiagradecimiento.»

»Aestaspalabrasmemiróelpobreconmuchaatención,yconseriedadmedijo:«¿Qué clase de conveniencia desea usted?» «Quisiera—le respondí—acomodarme de lacayo en cualquiera casa en donde lo pasase bien.» Mepreguntósimeurgía.«Nopuedeurgirmás—lecontesté—,porquesino logrocuantoantesladichadecolocarme,nohaymedio:ohabrédemorirdehambre,otendréqueserunodevuestroscompañeros.»«Sillegaraesecaso—repusoél—,seleharíaaustedmuycuestaarribanoestandoacostumbradoanuestravida;peroapocoquesehicieseaella,preferiríanuestroestadoaldeservir,queessindisputa inferior a lamendicidad.Sin embargo, ya que usted quieremás servirque pasar como yo una vida holgada e independiente, dentro de poco tendráustedamo.Aquídondeustedmeve,puedoserleútil;hálleseaquímañanaaestamismahora.»

»Tuvebuencuidadodenofaltar;volvíaldíasiguientealmismositio,endondenotardómuchoenpresentarseelmendigo,que,acercándoseamí,medijoquetuvieralabondaddeseguirle.Híceloasí,ymellevóaunsótanonodistantedelamisma iglesia y en el cual tenía su albergue. Entramos ambos en él, yhabiéndonos sentado en un banco largo que por lomenos habría servido cienaños,elpobremehablódeestamanera:«Unabuenaacción,comodiceelrefrán,halla siempre su recompensa. Ayer me dió usted limosna, y esto me hadeterminado a proporcionarle una buena colocación, la que, siDios quiere, seconseguirámuypresto.ConozcoaundominicoancianollamadoelpadreAlejo,

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queesunsantoreligiosoyunexcelentedirectorespiritual;tengoelhonordesersudemandadero,ydesempeñoesteempleocontantadiscreciónyfidelidad,quenuncaseniegaaemplearsuvalimientoenmifavoryeneldemisamigos.Yolehablédeusted,yledejémuyinclinadoaservirle.Lepresentaréasureverenciacuandoustedquiera.»«¡Nohayqueperdermomento!—dijealviejomendigo—.¡Vamos ahora mismo a ver ese buen religioso!» Vino en ello el pobre, y almomento me condujo a la celda del padre Alejo, a quien encontramosescribiendo cartas espirituales. Suspendió su trabajo para hablarme, yme dijoquearuegosdelmendigoseinteresabapormí.«Habiendosabido—continuó—queelseñorBaltasarVelázqueznecesitadeuncriadoleheescritoestamañanaen tu favor, y acabade respondermeque te recibirá ciegamenteyendo conmirecomendación.Puedesirhoymismoaverledemiparte,porqueesmipenitenteymiamigo.»Sobreestoelreligiosomeestuvoexhortandoporespaciodetrescuartos de hora a que cumpliese bien con mis deberes, y se extendióparticularmentesobre laobligaciónqueyo teníadeservirconesmeroal señorVelázquez; y concluyó asegurándome que él cuidaría de mantenerme en miacomodo,contalquemiamonotuviesequejademí.

»Despuésdehaberdadograciasporsufavoralreligioso,salídelconventoconelpordiosero,quienmedijoqueelseñorBaltasarVelázquezeraunmercaderdepaños,anciano,rico,cándidoybondadoso;«ynodudo—añadió—quelopasaráustedperfectamenteensucasa».Meinformédelsitiodondevivía,yalmomentopasé allá después de haber prometido almendigomostrarme agradecido a susbuenosserviciostanprontocomoestuviesebienarraigadoenmiacomodo.Entréen una gran tienda, en donde dos mancebos decentemente puestos que sepaseaban de un lado a otro con modales afectados esperaban compradores.Preguntélessielamoestabaencasa,y lesdijeque teníaquehablarledepartedelpadreAlejo.Aloírestenombrevenerablemehicieronentrarenlatrastienda,dondeestabaelmercaderhojeandoungran librodeasientoque tenía sobreelescritorio. Saludéle respetuosamente, y habiéndome acercado a él, «Señor—ledije—, yo soy el mozo que el reverendo padre Alejo le ha propuesto paracriado.»«¡Ah,hijomío—merespondió—;seasmuybienvenido!Bastaqueteenvíeesesantohombre; te reciboamiservicioconpreferenciaa tresocuatrocriadosporquienesmehanhablado.Esnegocioconcluído,ydesdehoytecorreelsalario.»

»Nonecesitéestarmuchotiempoencasadelmercaderparaconocerqueeratalcualmelehabíanpintado,yaunmepareciótansencilloquenopudemenosdepensarenlomuchoquemecostaríadejardejugarlealgunapieza.Hacíacuatro

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años que estaba viudo y tenía dos hijos: un varón que acababa de cumplirveinticincoañosyunahembraqueentrabaenlosquince.Esta,educadaporunadueñaseveraydirigidaporelpadreAlejo,caminabaporlasendadelavirtud;peroGasparVelázquez,suhermano,aunquenadasehabíaomitidoparahacerlehombredebien, tenía todos losviciosdeunmozo licencioso.Avecespasabados o tres días fuera de casa, y si cuando volvía le daba el padre algunareprensión,Gasparlemandabacallarlevantandolavozmásqueél.

«Escipión—medijoundíaelviejo—,tengounhijoquemedamuchoquesentir.Está envuelto en todo género de desórdenes, lo que verdaderamente extraño,porque su educación de ningún modo fué descuidada; le he tenido buenosmaestrosymiamigoelpadreAlejohahechocuantohapodidoparaatraerlealcaminodelavirtud,sinhaberlopodidoconseguir;Gasparsehaenfangadoenellibertinaje.Acasome dirás que le he tratado con demasiada indulgencia en lapubertadyqueesolehabráperdido.Peronoesasí:lehecastigadosiemprequemepareciónecesarioelrigor,porque,aunquesoytanbonazo,tengoenterezaenlasocasionesquelapiden,yaunlehiceencerrarenunacasadecorrección,dedonde salió peor que entró en ella. En una palabra, es de aquellos mozosperdidos a quienes no pueden corregir el buen ejemplo, las represiones ni loscastigos;sóloDiospuedehacerestemilagro.»

»Si nome causó lástima la aflicción de aquel desgraciado padre, a lomenosaparentéquelatenía.«¡Cuántomecompadezco,señor!—ledije—.Unhombretan honrado comoustedmerecía tenermejor hijo.» «¿Qué le hemos de hacer,hijomío?—merespondió—.¡Dioshaqueridoprivarmedeesteconsuelo!Entrelos pesares queme daGaspar—continuó—, te diré en confianza uno quemecausa mucho desasosiego, y es la inclinación a robarme, que con demasiadafrecuencia halla medios de satisfacer, a pesar de mi vigilancia. El criadoantecesor tuyo estaba de inteligencia con él y por eso le despedí; pero de tiesperoquenotedejarásseducirdemihijoyquemirarásconceloyfidelidadpormisintereses,comosindudatelohabráencargadomuchoelpadreAlejo.»«Asíes,señor—lerepliqué—;duranteunahorasureverencianohizootracosaqueexhortarmeanotenerpuestalamirasinoenelbiendesumerced;peropuedoasegurar que para esto no necesitaba de su exhortación, porque me sientodispuestoaservirasumercedfielmente,yporúltimoleprometounceloatodaprueba.»

»Parasentenciarunpleitoesnecesariooíralasdospartes.ElmocitoVelázquez,elegantehastadejarlodesobra,juzgandopormifisonomíaqueyonoseríamásdifícildeseducirquemiantecesor,mellamóaunparajeretiradoymehablóen

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estostérminos:«Escucha,amigomío:estoypersuadidodequemipadretehabráencargadoquemeespíes;peroteadviertoquemirescómolohaces,porqueesteoficiotienesusquiebras.Sillegoaconocerqueandasaveriguandomisacciones,tehedematarapalos;perosiquieresayudarmeaengañaramipadre,puedesesperarlotododemiagradecimiento.¿Quieresquetehablemásclaro?Tendrástuparteenlasredadasqueechemosjuntos.Escoge,yenestemismomomentodeclárateporelpadreoporelhijo,porquenoadmitoneutralidad.»

«Señor—le respondí—, mucho me estrecha usted y veo bien que no podrémenosdedeclararmeensufavor,aunqueenlarealidadmerepugnasertraidoralseñorVelázquez.»«¡Déjatedeesosescrúpulos!—replicóGaspar—.Mipadreesunviejoavaroquequisieratraermetodavíaconandadores;unmiserablequemeniega loquenecesito, rehusándoseacontribuiramisplaceres, siendoéstosdepuranecesidadenlaedaddeveinticincoaños;esteeselverdaderoaspectobajoelcualdebesmiraramipadre.»«¡Basta,señor!—ledije—.Noesposibleresistira un motivo tan justo de queja. Me ofrezco a ayudar a usted en sus loablesempresas,peroocultemosambosbiennuestrainteligencia,paraquenoseveaenlacallevuestrofielaliado.Creoque loacertaráustedsiaparentaaborrecerme;háblemeconasperezaenpresenciadelosdemás,sinescasearlasmalaspalabras.Tampocoharádaño talcualbofetónyalgúnpuntapiéen lasasentaderas;antesbien,cuantamásaversiónmemostrareusted,tantamayorconfianzaharádemíel señorBaltasar.Pormiparte, fingiréhuir de la conversacióndeusted; en lamesaleservirémostrandoquelohagoamásnopoder,ycuandohabledeustedconlosmancebosdelatiendanolleveamalquedigadesupersonacuantomalomevinierealaboca.»

«¡Vive diez—exclamó el mozo Velázquez al oír estas últimas palabras—queestoy admirado de ti, amigomío! En la edad que tienes,muestras un ingeniosingular para todo lo que sea enredo.Desde luegome prometo de él losmásfelicesresultadosyesperoqueconelauxiliodetutalentonohededejarniunsolodoblónamipadre.»«Ustedmehonrademasiado—ledije—confiandotantoen mi industria; haré cuanto pueda para no desmentir el concepto que haformadodemí,ysinopuedoconseguirloalomenosnoseráculpamía.»

»Tardé poco en hacer ver a Gaspar que yo era efectivamente el hombre quenecesitaba,yheaquícuálfuéelprimerservicioquelehice:elarcadeldinerodeBaltasarestabaenlaalcobadondedormíaestebuenhombre,alladodesucama,yleservíadereclinatorio.Siemprequeyolaveíamealegrabalavistayenmiinteriorledecíamuchasveces:«¡Miamadaarca!¿Estarássiemprecerradaparamí?¿Notendrénuncaelplacerdecontemplarel tesoroqueencierras?»Como

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yo ibacuandomedaba laganaa laalcoba,cuyaentradasóloaGasparestabaprohibida, entré un día a tiempo que su padre, creyendo que nadie le veía,despuésdehaberabiertoyvueltoacerrarelarca,escondiólallavedetrásdeuntapiz. Noté cuidadosamente el sitio y di parte de este descubrimiento al amomozo,quemedijoabrazándomedealegría:«¡AhmiqueridoEscipión!¿Quéesloqueacabasdedecirme? ¡Nuestra fortunaeshecha,hijomío!Hoymismo tedarécera,estamparásenellalallaveymedevolveráslaceraprontamente.PocotrabajomecostaráhallaruncerrajeroservicialenCórdoba,quenoeslaciudaddeEspañaendondehaymenosbribones.»

»Pero ¿a qué fin—dije a Gaspar—quiere usted mandar hacer una llave falsa,cuandopodemosservirnosdelaverdadera?»«Escierto—merespondió—;perotemoquemipadre,pordesconfianzaoporotromotivo, laquieraesconderenotraparte,ylomásseguroestenerunaqueseanuestra.»Creífundadosurecelo,yaprobandosupensamientomedispuseaestampar la llaveen la cera, loqueejecutéunamañanamientrasquemiviejoamohacíaunavisitaalpadreAlejo,conquienteníafrecuentementelargasconversaciones.Nocontentoconesto,meserví de la llave para abrir el arca, que, estando llena de talegos grandes ypequeños,mepusoenunaperplejidadagradable,porquenosabíacuálescoger,sintiéndome ciegamente enamorado de los unos y de los otros. Sin embargo,como elmiedo de ser sorprendido nome permitía hacer un detenido examen,echómano a Dios y a ventura de uno de losmayores. En seguida, habiendocerradoelarcayvueltoaponerlallavedetrásdeltapiz,salídelaalcobaconmipresa, que fuí a esconder debajo demi cama en una pieza pequeña donde yodormía.

»Después de concluída esta operación con tanta felicidad, me fuí a buscar aljovenVelázquez,quemeestabaesperandoenunacasavecina,paradondemehabíadadocita,ylellenédegozocontándoleloqueacababadeejecutar.Quedótan satisfecho demí, quemehizomil caricias yme ofreció generosamente lamitaddeldineroquehabíaeneltalego,queyonoquiseaceptar.«Señor—ledije—, este primer talego es para usted solo; sírvase usted de él para susnecesidades.Prestovolveréahacerunavisitaalarca,endonde,graciasaDios,haydineroparaentrambos.»Efectivamente,tresdíasdespuéssaquédeellaotrotalego,quecontenía,comoelprimero,quinientosescudos,deloscualesnoquiseadmitirmás que la cuarta parte, pormás instancias queme hizoGaspar paraobligarmeaquelosrepartiésemosentrelosdoscomobuenoshermanos.

»Luegoqueelmozueloseviócontantodinero,yporconsiguienteenestadodesatisfacer la pasión que tenía a las mujeres y al juego, se entregó a ellas

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totalmente, y aun tuvo la desgracia de encapricharse con una de aquellasfamosasdamascortesanasqueenpocotiempodevoranysetraganloscaudalesmáspingües.Ocasionóleéstatanexcesivosgastos,ymepusoenlanecesidaddehacer tantas visitas al arca, que al fin el viejo Velázquez echó de ver que lerobaban.«Escipión—medijounamañana—, tengoquehacerteunaconfianza:algunomeroba,amigomío.Hanabiertomiarcadeldineroymehansacadodeella muchos talegos. El hecho es constante; pero ¿a quién debo atribuir esterobo?Opormejordecir,¿quiénotrosinomihijopuedehaberlehecho?Gasparhabráentradofurtivamenteenmialcoba,oacasotúmismolehabrásintroducidoen ella, porque estoy tentado a creerte su confederado, aunque parezcáis malavenidoslosdos.Sinembargo,noquieroabrigarestasospecha,habiendosalidoelpadreAlejoporresponsabledetufidelidad.»Respondíque,graciasalCielo,nometentabalahaciendaajena,yacompañéestamentiraconunaexterioridadhipócritaquecontribuyóasincerarme.

»Con efecto, el viejo no volvió a hablarme sobre el asunto; pero no dejó deenvolverme en su desconfianza, y tomando precauciones contra nuestrosatentados, mandó poner al arca una cerradura nueva, cuya llave traía desdeentonces continuamente en la faltriquera. Habiéndose interrumpido por estemedio toda comunicación entre nosotros y los talegos, quedamos sin saber loquenospasaba,particularmenteGaspar,que,nopudiendoyagastartantoconsuninfa, temióhallarseprecisadoanoverlamás.Enmediodeesto,discurrióunarbitrioingeniosoqueleproporcionómantenersucorrespondenciaporalgunosdíasmás, y fué el de apropiarse, por vía de empréstito, aquello queme habíatocado a mí de las sangrías que yo había hecho al arca. Entreguéle hasta elúltimomaravedí,loque,amiparecer,podíapasarporunarestituciónanticipadaqueyohacíaalmercaderancianoenlapersonadesuheredero.

»Luego que el desordenado mozo acabó de consumir aquel recurso,considerando que ya no le quedaba ningún otro, cayó en una melancolíaprofunda y obscura que poco a poco trastornó su razón. Nomirando ya a supadresinocomoaunhombrequecausaba ladesgraciadesuvida,dióenunafuriosadesesperación,y,sinescucharlavozdelasangre,elmiserableconcibióelhorrorosodesigniodeenvenenarle.Pocosatisfechoconhabermeconfiadoesteexecrableproyecto,tuvoalientoparaproponermelesirviesedeinstrumentoasuvenganza. Horroricéme al oírle semejante propuesta, y le dije: «¡Es posible,señor,queestéis tandejadode lamanodeDiosquehayáispodido formaresaabominableresolución!Puesqué,¿tendríaisvalorparaquitarlavidaalautordelavuestra?¿HabríasedeverenEspaña,enelsenodelcristianismo,cometerse

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un crimen cuya sola idea horrorizaría a las más bárbaras naciones? ¡No, miqueridoamo—añadíechándomeasuspies—,no!¡UstednoharáunaacciónqueexcitaríacontrasítodalaindignacióndelaTierrayqueseríacastigadaconuninfamesuplicio!»

»AleguéletodavíaaGasparotrasrazonesparadisuadirledeunpensamientotanculpable,yyonosédóndepudeencontrarraciociniostanhonradosydiscretoscomo empleé para combatir su desesperación; lo cierto es que le hablé comopudieraundoctordeSalamanca,apesardesertanjovenehijodelaCoscolina.Noobstante,pormásquehiceparaconvencerledequedebíavolversobresíydesechar animosamente las detestables ideas que se habían apoderado de suánimo,fuéinútil todamielocuencia.Bajólacabeza,y,guardandountaciturnosilencio,mehizocomprenderquenodesistiríaapesardecuantopudieradecirle.

»Envistadeesto,tomandomideterminacióndijealancianoquequeríahablarleensecreto,yhabiéndomeencerradoconél,«Señor—ledije—,permítameustedquemearrojeasuspiese imploresumisericordia.»Dichasestaspalabras,mepostré delante de él lleno de agitación y con el rostro bañado en lágrimas.Atónito el mercader de aquella demostración y de verme tan turbado, mepreguntó qué había hecho. «¡Un delito de queme arrepiento—le respondí—yquellorarétodamivida!Hetenidolaflaquezadedaroídosasuhijodeustedydeayudarleaquelerobase.»Almismotiempolehiceunaconfesiónsinceradetodo lo sucedido en este particular, después de lo cual le di cuenta de laconversaciónqueacababadetenerconGaspar,cuyodesigniolerevelésinomitirlamenorcircunstancia.

»Por más mal concepto que el anciano Velázquez tuviese de su hijo, apenaspodíadarcréditoamispalabras.Sinembargo,nodudandode laverdaddeminarración, «Escipión—me dijo levantándome del suelo, porque estaba todavíaarrodillado—,yoteperdonoengraciadelimportanteavisoqueacabasdedarme.¡Gaspar—continuóalzandolavoz—,Gasparquierequitarmelavida!¡Ah,hijoingrato, monstruo a quien hubiera valido más ahogar al tiempo de nacer quedejarlevivir para serunparricida! ¿Quémotivo tienespara atentar contramisdías?¡Todos losaños tedoyunacantidadsuficientepara tusdiversiones,ynoestás contento! ¿Conque será necesario para contentarte permitirte que disipestodos mis bienes?» Habiendo hecho este doloroso apóstrofe, me encargó elsecreto y me dijo que le dejase solo para pensar lo que debía hacer en tandelicadacoyuntura.

»Yo estaba con la mayor inquietud por saber qué resolución tomaría aquel

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desgraciado padre, cuando en el mismo día llamó a Gaspar, y, sin darle aentenderloquesabía,lehablódeestemodo:«Hijomío,herecibidounacartadeMérida,enquemedicenquesitequierescasarseproporcionaunaseñoritadequince años, que, sobre sermuyhermosa, llevará consigoungrandote.Si notienesrepugnanciaalmatrimonio,mañanaalromperlaaurorapartiremoslosdosaMérida,veremoslapersonaqueteproponenysitegustatecasarásconella.»CuandoGasparoyóhablardeungrandote,ycreyendotenerloyaensupoder,respondió sin vacilar que estaba pronto a hacer el viaje, y, con efecto, el díasiguientealamanecermarcharonsolosymontadosambosenbuenasmulas.

»Luego que llegaron a las montañas de Fesira y se vieron en un sitio tanapetecidode lossalteadorescomotemidode lospasajeros,Baltasarechópieatierra, diciendo a su hijo que hiciese lomismo.Obedeció elmozo y preguntópara qué le hacía apear en aquel paraje. «Voy a decírtelo—le respondió elancianomirándoleconunosojosenqueestabanpintadoslacólerayeldolor—.NoiremosaMérida,ylabodadequetehehabladoesunamerainvenciónmíasóloparaatraerteaquí.No ignoro,hijo ingratoydesnaturalizado,no ignoroelatentadoqueproyectas;séquepordisposicióntuyasetienepreparadounvenenoparadármelo.Perodime,insensato,¿haspodidolisonjeartedequitarmedeestemodoimpunementelavida?¡Quéhorror!Tucrimensedescubriríabienprontoymoriríasamanosdelverdugo.Hay—continuó—otromediomásseguroparaquesatisfagastufurorsinexponerteaunamuerteignominiosa.Aquíestamoslosdossin testigos y en un sitio en que cada día se cometen asesinatos. Ya que tansediento estás de mi sangre, sepulta enmi pecho tu puñal y se atribuirá estamuerte a los salteadores.» A estas palabras, descubriendo Baltasar el pecho yseñalandoelsitiodelcorazónasuhijo,«¡Mira,Gaspar—añadió—,dameaquíungolpemortal,paracastigarmedehaberengendradoaunmalvadocomotú!»

»El jovenVelázquez,heridocomodeunrayoconestaspalabras,muylejosdeintentar sincerarse,cayóde repentesinsentidoa lospiesdesupadre.Elbuenanciano, viéndole en aquel estado, que le pareció un principio dearrepentimiento, no pudo menos de ceder a la pasión paternal y acudióprontamenteasocorrerle;peroGaspar,luegoquevolvióensí,nopudiendosufrirla presencia de un padre tan justamente irritado, hizo un esfuerzo paralevantarse,volvióamontarensumulaysealejósindecirunapalabra.DejóleirBaltasar, y, abandonándole a sus remordimientos, se restituyó a Córdoba, endondeseismesesdespuéssupoquesuhijohabíatomadoelhábitoenlaCartujadeSevilla,parapasarallíelrestodesuvidahaciendopenitencia.

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CAPITULOXII

FindelahistoriadeEscipión.

»Ocasiones hay en que el mal ejemplo suele producir buenos efectos. Laconducta que el joven Velázquez había tenido me obligó a hacer seriasreflexiones sobre la mía. Comencé a combatir mi inclinación a hurtar y mepropuse vivir como hombre honrado. El hábito que yo había contraído deapoderarmedecuantodineropodíahabera lasmanossehabía radicadoenmícon actos tan repetidos que no era fácil de vencer. Sin embargo, esperabalograrlo,persuadidodequeparaservirtuosonoesmenestermasquequererlodeveras.Emprendí,pues,estagrandeobra,yelCielobendijomisesfuerzos;dejéde mirar con ojos codiciosos el arca del mercader anciano, y aun creo queaunquehubieraestadoenmimanosacardeellaalgunostalegosnoloshubieratocado. Sin embargo, confesaré que hubiera sido gran imprudencia poner apruebamiintegridadreciente,delocualseguardómuybienVelázquez.

»Concurría frecuentemente a su casa un caballero joven de la Orden deAlcántara,llamadoManriquedeMedrano.Todosleestimábamosmucho,porqueera uno de nuestros parroquianos más nobles, aunque no de los más ricos.Prendósetantodemíestecaballero,quesiemprequemeencontrabasedeteníaahablar conmigo,mostrando gusto en ello. «Escipión—me dijo un día—, si yotuvierauncriadodetanbuenhumor,creeríaposeeruntesoro,ysinoestuvierasconunsujetoaquienestimo,nadaomitiríaparaatraerteamiservicio.»«Señor—le respondí—, eso le costaría muy poco a vuestra señoría, porque tengoinclinación a las personas distinguidas. Este es mi flaco; sus modalescaballerosos me encantan.» «Siendo eso así—me replicó don Manrique—,quierosuplicaramiamigoelseñorBaltasarquepermitatepasesdesuservicioal mío, y creo que no me negará este favor.» Concedióselo Velázquezinmediatamente, y con tanta mayor facilidad cuanto que se persuadía que lapérdidadeuncriadobribónnoera irreparable.Pormiparte,mealegrédeestatraslación, no pareciéndome el criado de unmercader sino un desarrapado encomparacióndelcriadodeuncaballerodeAlcántara.

»Parahaceraustedesunretratofieldeminuevoamo,lesdiréqueeraunmozoarrogante,queencantabaatodosporsusapaciblescostumbresyporsutalentoy

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que además teníamucho valor y probidad. Sólo le faltaban bienes de fortuna;perosiendoelsegundodeunacasamásilustrequerica,seveíaobligadoaviviraexpensasdeunatíaancianaresidenteenToledo,que,amándolecomosifuerahijo suyo, cuidaba de suministrarle cuanto dinero había menester paramantenerse.Vestíasiempreconmuchoaseo,yentodasparteserabienrecibido.Visitaba las principales señoras de la ciudad, y entre otras a la marquesa deAlmenara,queeraunaviudadesetentaydosaños,cuyosmodalesatractivosyagudezadeentendimientoatraíanasucasatodalanoblezadeCórdoba.Damasycaballerosgustabandesuconversación,ysucasasellamabalabuenasociedad.

»Miamoeraunodelosquemásfrecuentementeobsequiabanaestaseñora.Unanochequeacababadesepararsedeellameparecióverleenundesasosiegoqueno era natural. «Señor—le dije—, parece que vuestra señoría está agitado.¿Podrá este fiel criado saber la causa? ¿Le ha acontecido a vuestra señoríaalgunacosaextraordinaria?»Miamosesonrióaestapreguntaymeconfesóque,con efecto, le ocupaba la imaginación una conversación seria que acababa detenercon lamarquesadeAlmenara.«Mealegrara—ledije riéndome—queesaniñasetentonahubiesehechoavuestraseñoríaunadeclaracióndeamor.»«Puesno lo tomes a chanza—me respondió—; has de saber, amigo mío, que lamarquesameama.Mehadicho: «Mecompadece tantovuestra escasa fortunacuantoapreciovuestradistinguidanobleza;osmiroconparticularinclinaciónyhe determinado daros mi mano para proporcionaros un estado cómodo, nopudiendodecentementeenriquecerosdeotromodo.Preveoqueesteenlacedarámuchoque reír demí al público, que seréobjetode lasmurmuracionesyquetodosmetendránporunaviejalocaquequierecasarse.Nomedacuidado;todolo despreciaré por proporcionar a usted una suerte venturosa, y lo único quetemo—me ha añadido—es que mostréis repugnancia al cumplimiento de mideseo.» Esto es lo que me ha dicho la marquesa—prosiguió mi amo—.Teniéndola, como la tengo,por la señoramás juiciosayprudentedeCórdoba,consideraloadmiradoquequedaríayodeoírlahablarenaquellostérminos.Leherespondidoquememaravillabadequemehicieseelhonordeproponermesumanounaseñoraquesiemprehabíapersistidoenlaresolucióndesubsistirviudahastalamuerte.Aestomehareplicadoque,poseyendotanconsiderablesbienes,quería hacer participante de ellos en vida a un hombre honrado a quienestimaba.» «Sin duda—le repliqué entonces—que vuestra señoría está yaresuelto a saltar la valla.» «¿Puedes dudarlo?—me respondió mi amo—. Lamarquesa es dueñade inmensos bienes y tiene prendas eminentes; era precisoestarlocoparamalograrunestablecimientotanventajosoparamí.»

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»Alabéle mucho el pensamiento de aprovechar tan excelente ocasión deadelantarsufortuna,yaunlepersuadíqueaceleraselospreparativos;tantoeraelmiedo que yo tenía de que se frustrase este enlace. Pero, por fortuna, lamarquesaestabamásdeseosaqueyodequeserealizara,yaestefindióórdenestan eficaces, que en pocos días se dispuso todo lo necesario para celebrar laboda. Apenas se esparció por Córdoba la voz de que la marquesa vieja deAlmenara se casaba con don Manrique de Medrano, cuando comenzaron losbufonesadivertirsemuyacostadelabuenaviuda;peropormásqueagotarontodas sus bufonadas y chocarrerías, no aflojó ésta un punto en su resolución.Dejó hablar a los ociosos y se fué muy sosegada a la iglesia con su donManrique.Celebróselabodacontangranfausto,quedieronnuevomotivoalamurmuración. «La novia—se decía—debiera, a lo menos por pudor, habersuprimido la pompa y el estrépito, como impropios en la boda de viudasancianasquesecasanconmozos.»

»Lamarquesa, lejos demostrarse avergonzada de ser a su edad esposa de unjovencomoaquél,seentregabasinreservaalgozoqueconelloexperimentaba.Todalanoblezacordobesadeunoyotrosexoestuvoconvidadaaunaespléndidacenayaunbailenomenossuntuosoquesiguiódespués,alfindelcualnuestrosreciéncasadosdesaparecieronparairaunahabitación,donde,encerrándoseconunacriadamayoryconmigo,lamarquesadirigióamiamoestaspalabras:«DonManrique, ved aquí vuestro cuarto; elmío está al otro extremo de la casa; denochecadaunoestará enel suyoypor eldíaviviremos juntos comomadreehijo.»Alprincipioseengañómiamo,creyendoquelaseñoranolehablabadeaquella suerte sino para obligarle a que le hiciese una dulce violencia, eimaginándose que por buena correspondencia debía mostrarse apasionado, seacercó a ella y se ofreció con vivas instancias a servirle de ayuda de cámara.Peroella,muylejosdepermitirqueladesnudase,ledesvióconsemblanteserio,diciéndole: «¡Deteneos, don Manrique! Si me tenéis por una de esas viejasverdesquevuelvenacasarseporfragilidad,estáisequivocado;nomehecasadocon vos sino para proporcionaros las ventajas que puedo por nuestro contratomatrimonial. Este es un don gratuito de mi corazón y no exijo de vuestroreconocimientosinodemostracionesdeamistad.»Dichoesto,nosdejóamiamoy amí ennuestro cuarto, retirándose ella al suyo con su criadayprohibiendoabsolutamentealcaballeroqueleacompañase.

»Después que se retiró permanecimos los dos un gran rato atónitos de lo queacabábamosdeoír.«Escipión—medijomiamo—,¿esperabasoírloquemehadicholamarquesa?¿Quéjuiciohacesdeunaseñoracomoésta?»«Juzgo,señor

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—le respondí—,queesde loquenohay. ¡Quédicha tieneustedenposeerla!¡Estosellamaunbeneficiosimplesincarga!»«Yo—replicódonManrique—noacabodeadmirarelcarácterdeunaesposatanapreciableypretendocompensarcon todas las atenciones imaginables el sacrificio que ha hecho por mí.»Continuamoshablandodelaseñoraydespuésnosretiramosadormir,yoenunacamaquehabíaenuncuartitoinmediatoymiamoenotraregaladaymagníficaquelehabíanpuestoyenlacualcreoquealláenloíntimodesucorazónnolepesómuchodormirsolo,quedandopagadodeelloconunligerosusto.

»Eldíasiguientecomenzarondenuevolosregocijos,enlosquelareciéncasadasemostró de tan buen humor que dió nuevo pábulo a las chanzonetas de loszumbones. Ella era la primera que se reía de lo que decían, los excitaba achancearseyaunlesdabapieparaqueaumentasenlachacota.Elcaballeroporsu parte no se mostraba menos contento que su esposa, y al ver el aspectocariñosoconquelamirabaylehablaba,sehubieradichoqueestabaenamoradode la ancianidad.Aquella noche tuvieron los dos esposos otra conversación yquedaron de acuerdo en que, sin incomodarse uno a otro, vivirían delmismomodo que lo habían hecho antes de su casamiento. Sin embargo, mereceelogiarselaconductadedonManrique:hizoporconsideraciónasumujerloquepocosmaridoshubieranhechoensulugar,quefuéapartarsedeltratoqueteníacon cierta señorita de la clase media, a quien amaba y de la que eracorrespondido,noqueriendo,decía,mantenerunaamistadqueparecíainsultarladelicadaconductaquesuesposaobservabaconél.

»Mientras estaba dando unas pruebas tan visibles de agradecimiento a estaseñoraanciana,ellaselaspagabaconusura,aunquelasignorase.Hízoledueñodelarcadesudinero,quevalíamásqueladeVelázquez.Comohabíareformadosucasadurantesuviudez,larestituyóalmismopieenqueestabaenvidadesuprimermarido;aumentóelnúmerodecriados,llenósuscaballerizasdecaballosymulas;enunapalabra,porsusgenerosasbondades,elcaballeromáspobredelaOrdendeAlcántarallegóaserelmásopulentodeella.Acasomepreguntaránustedesquésaquédetodoesto:miamameregalócincuentadoblonesymiamociento,haciéndomeademássusecretarioconelsueldodecuatrocientosescudos;yaunhizodemítantaconfianza,quemenombrósutesorero.»

«¡Sutesorero!»,exclamé,interrumpiendoaEscipióncuandollegóaestepasoyriéndomeacarcajadas.«¡Sí,señor!—mereplicóconsemblanteserenoyformal—. ¡Sí, señor, su tesorero!Yaunmeatrevoadecirquedesempeñéconhonoraquelempleo.Esverdadqueacasohabréquedadodebiendoalgunacosillaalacaja,porquecomomecobrabaanticipadamentedemisalarioydejéderepenteel

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servicio del caballero, no es imposible que haya resultado en la cuenta algúnalcance; de todos modos, es la última reconvención que se me podrá hacer,supuestoquedesdeentoncesacáhesidounhombrellenoderectitudyprobidad.

»Hallábame,pues—continuóelhijodelaCoscolina—,desecretarioytesorerodedonManrique,quevivíatansatisfechodemícomoyoloestabadeél,cuandorecibió una carta de Toledo en que le noticiaban que su tía doña TeodoraMoscosoestabaalosúltimosdesuvida.Lefuétandolorosaestanoticia,quealmomentopartióadichaciudadparaasistiraaquellaseñora,quehacíamuchosañosdesempeñabaconéllosoficiosdemadre.Acompañéleenaquelviajeconun ayuda de cámara y un lacayo solamente, y montados todos cuatro en losmejores caballos de la cuadra, llegamos en posta a Toledo, en dondeencontramos a doña Teodora en tal estado que nos dió esperanzas de que nomoriríadeaquellaenfermedad.Con efecto, nodesmintió el resultadonuestrospronósticos,aunquecontrariosaldeunmédicoyaviejoquelaasistía.

»Mientrasquelasaluddenuestrabuenatíase ibarestableciendovisiblemente,menos quizá por los remedios que le hacían tomar que por la presencia de suqueridosobrino,elseñor tesoreroempleabasu tiempo lomásalegrementequepodía con ciertos jóvenes cuyo trato eramuy a propósito para proporcionarleocasionesdegastarsudinero.Llevábanmealgunasvecesalosgaritos,endondeme incitabana jugarconellos,ycomoyonoera tandiestro jugadorcomomiamodonAbel,perdíamuchasmásvecesdelasqueganaba.Insensiblementemeiba aficionando al juego, y simehubiera entregadodel todo a esta pasión sindudamehubieraprecisadoatomardelacajaalgunasmesadasanticipadas;pero,por fortuna, el amor salvó la caja ymi virtud. Pasando yo un día cerca de laiglesia de San Juan de losReyes vi asomada a una celosía, cuyas portezuelasestaban abiertas, a una linda niña, que más parecía deidad que criatura. Siencontraraotravozmásexpresiva,usaríadeellaparadaraentenderaustedeslafuerteimpresiónquesentíalverla.Informémedequiéneray,despuésdevariasdiligencias, supequese llamabaBeatrizyqueeradoncelladedoñaJulia,hijasegundadelcondedePolán.»

Beatriz interrumpióaquíaEscipión riendoacarcajada tendida,ydirigiendo lapalabraamimujer,«¡AmableAntonia—ledijo—,míremeustedbien,ydígamepor su vida si a su parecer tengo semblante de divinidad!» «Por lo menosentonces—ledijoEscipión—loteníasamisojos;yahoraquetufidelidadyanomeessospechosa,meparecesmáshermosaquenunca.»Misecretario,despuésdeunarespuestatanamorosa,prosiguióasísuhistoria:

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«Estedescubrimientoacabódeencenderme,noalaverdadenunardorlegítimo,porqueme imaginé que fácilmente podría triunfar de su virtud combatiéndolaconpresentes capacesdedesquiciarla; peroyo conocíamal a la castaBeatriz.Inútilmenteleofrecímibolsilloymisobsequiospormediodeciertasmujercillasmercenarias, pues oyó conmucho enojo la propuesta. Su resistencia encendiómásmisdeseos,yrecurríalúltimoarbitrio,quefuéofrecerlemimano, laqueaceptóluegoquesupoerayosecretarioytesorerodedonManrique.Pareciónosalosdosqueconveníatenerocultonuestromatrimonioporalgúntiempo,yasí,nos casamos de secreto, siendo testigos la señora Lorenza Séfora, aya deSerafina, y otros criados del condedePolán.Luegoqueme casé conBeatriz,ellamismame facilitó elmodo de verla y hablarle de noche en el jardín, endonde yo entraba por una puertecilla cuya llave me entregó. Difícilmente sehallaríandosespososqueseamasenconmásternuraquenosamábamosBeatrizyyo:eraigualenamboslaimpacienciaconqueesperábamoslahoraseñaladaparavernosyhablarnos;ambosacudíamosallíconlamismaansia,ysiempresenoshacíacortoeltiempoquepasábamosjuntos,aunquealgunasvecesnodejabadeserbienlargo.

»Una noche, que fué para mí tan cruel como habían sido deliciosas lasanteriores, al ir a entrar en el jardín quedé sorprendido de hallar abierta lapuertecilla. Sobresaltóme aquella novedad, y formé de ella unmal juicio;mepuse pálido y trémulo, como si hubiese presentido lo que iba a sucederme; yacercándomeenmediodelaobscuridadhaciauncenadorendondehabíasolidohablaramiesposa,oílavozdeunhombre;medetuveparapercibirmejor,yalmomento llegaron a mis oídos estas palabras: ¡No me hagas penar más, miquerida Beatriz! ¡Completa mi felicidad, y piensa que de ella depende tufortuna! En vez de tener la paciencia de escuchar todavía, creí no tenernecesidaddeoírmás;unfurorcelososeapoderódemialma,y,norespirandosino venganza, desenvainé la espada y entré precipitadamente en el cenador.«¡Ah vil seductor!—exclamé—. ¡Cualquiera que tú seas, antes de quitarme elhonor serámenester queme arranques la vida!»Diciendo estas palabras cerrécontra el caballero que estaba en conversación con Beatriz, que se puso almomentoendefensa,ysebatiócomopersonamásdiestraenelmanejode lasarmas que yo, que no había recibido sino algunas lecciones de esgrima enCórdoba.Sinembargo,apesardesudestrezaletiréunaestocadaquenopudoparar,omásbientuvountropiezo:vilecaeralsuelo,ycreyendohaberleheridomortalmente,mepuseensalvoacarreratendida,sinquererresponderaBeatriz,quemellamaba.»

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«Así fué puntualmente—interrumpió la mujer de Escipión, dirigiéndonos lapalabra—. Yo le llamaba para sacarle de su error. El caballero que estabahablando conmigo en el cenador era don Fernando de Leiva. Este señor, queamaba tiernamente a mi ama Julia, estaba determinado a sacarla de casa,pareciéndole que no la podría conseguir sino por este medio, y yo misma lehabíacitadoparaeljardínconelfindeconcertarconélestafuga,delacualmeasegurabaélquependíamifortuna;peropormásquellaméamiesposo,sealejódemícomodeunaesposainfiel.»

«Enelestadoenquemehallaba—replicóEscipión—,eracapazdeesoymuchomás.Losquesabenporexperienciaquécosasoncelosylasextravaganciasquehacen cometer aun a los más sensatos, no se admirarán del trastorno quecausaronenmidébilimaginación.Almomentopasédeunextremoaotro:alossentimientosdeternuraqueuninstanteantesmeanimabanhaciamiesposamesobrevinieron bien pronto impulsos de aborrecimiento, e hice juramento deabandonarla y desecharla para siempre de mi memoria. Por otra parte, creíahabermuertoauncaballero,ybajoesteconcepto,temerosodecaerenmanosdela justicia, experimentaba la turbación penosa que persigue por todas partescomounafuriaaunhombrequeacabadecometeruncrimen.Enestahorriblesituación,nopensandomásqueenponermeensalvo,ysinvolversiquieraalaposada, en aquelmismopunto salí deToledo, sinmás equipajeque el vestidoque tenía puesto. Es verdad que llevaba en el bolsillo hasta unos sesentadoblones,loquenodejabadeserunrecursobastantebuenoparaunmozoqueteníahechoánimodenopasardecriadoentodasuvida.

»Caminétodaaquellanoche,opormejordecirfuícorriendo,porquelaideadelosalguaciles,presentesiempreenmiimaginación,medabauncontinuovigor.Amanecí entre Rodillas y Maqueda, y cuando llegué a este último pueblo,sintiéndomealgocansado,entréenlaiglesia,queacababandeabrir,ydespuésdehaberhechounabreveoraciónmesentéenunbancoparadescansar.Púsemeameditarenelestadodemisnegocios,quenomedabanpocoenquédiscurrir;peronotuvetiempoparahacermuchasreflexiones,porqueluegooíresonarenlaiglesiatresocuatrochasquidosdelátigoquemehicieroncreerpasabaporallíalgúnalquilador.Melevantéalmomentoparairaversimeengañaba,ycuandoestuveenlapuertaviunomontadoenunamula,quellevabadereataotrasdos.«¡Parad, amigomío!—le grité—. ¿Adónde van esasmulas?» «AMadrid—merespondió—;enellashanvenidoaestepueblodosreligiososdominicos,ymevoyalláderetorno.»

»LaocasiónquesepresentabadehacerelviajedeMadridmeinspiródeseode

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verificarle. Ajustéme con el alquilador, monté en una de sus mulas, y nosencaminamoshaciaIllescas,endondedebíamoshacernoche.

»NobienhabíamossalidodeMaqueda,cuandoelalquilador,personadetreintay cinco a cuarenta años, empezó a entonar cánticos de la Iglesia a toda voz.Comenzóporlossalmosqueloscanónigoscantanamaitines,enseguidacantóelCredo,comoen lasmisassolemnes,y luego,pasandoa lasvísperas,me lascantótodassinperdonarmeniaunelMagnificat.Aunqueelmajaderomeaturdíalosoídos,yonopodíamenosdereír;yaunleincitabaacontinuarcuandoseveíaprecisado a detenerse para cobrar aliento. «¡Animo, buen amigo!—le decía—.¡Prosigausted,que si elCielo lehadado tanbuenospulmones,ustednohacemal uso de ellos!» «¡Oh! En cuanto a eso—me respondió—no me parezco,gracias a Dios, a la mayor parte de los alquiladores, que no cantan sinocanciones infames o impías; ni tampoco canto nunca romances sobre nuestrasguerrascontralosmoros,porquesonunascosasalomenosfrívolas,cuandonoseanindecentes.»«Tenéis—lerepliqué—unapurezadecorazónquerarasvecestienenlosalquiladores.Ysiendotanescrupulosoenpuntodecanciones,¿habéishecho también voto de castidad en las posadas donde hay criadas mozas?»«Seguramente—merespondió—.Lacontinenciaestambiénunacosadequemeprecio en estosparajes; en ellos sólomeocupa el cuidadodemismulas.»Noquedé poco admirado de oír hablar de este modo a aquel fénix de losalquiladores; y teniéndole por un hombre de bien y de talento, entabléconversaciónconélluegoqueacabódecantarcuantolediólagana.

»LlegamosaIllescasalacaídadelatarde.Luegoquenosapeamosenelmesóndejé a mi compañero que cuidase de sus mulas, y me metí en la cocina aencargaralmesoneroquenosdispusieseunabuenacena,loqueprometióhacertan bien, que me acordaría, dijo él, toda mi vida de haberme alojado en sumesón.«¡Preguntesumerced—añadió—,pregunteasualquiladorquiénsoyyo!¡Votoa talquedesafiaríaa todos loscocinerosdeMadridydeToledoahacerunaollapodridacomolasqueyohago!Estanochequieroagasajarasumercedconun guisadode gazapo compuesto demimano, y verá si tengo razónparaponderarmihabilidad.»Dichoesto,mostrándomeunacazuelaenquehabía—según él decía—un conejo hecho ya trozos. «Mire usted—continuó—lo quepienso darle después que le haya echado pimienta, sal, vino, un manojo dehierbasyalgunosotrosingredientesqueempleoenmissalsas,conloqueesperoregalar a su merced con un guisado que se pudiera presentar a un contadormayor.»

»El mesonero, después de haber hecho de este modo su elogio, comenzó a

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disponer la cena.Mientras tantome entré en un cuarto, y, echándome en unamala cama que había allí, me quedé dormido de cansancio por no habersosegadonada lanocheantecedente.Deallíadoshorasvinoadespertarmeelalquilador, diciendo:«Señor amo, la cena está pronta; venga usted, si gusta, asentarsea lamesa», la cual estabapuestaenuna salacon solosdoscubiertos.Sentámonosaellaelalquiladoryyo,ynostrajeronelguisado.Metiréaélconansia,ymesupomuybien,yafueseporqueelhambremelohizoapetitoso,yapor el sainete que le daban los ingredientes del cocinero. En seguida nossirvieronuntrozodecarneroasado;yobservandoqueelalquiladorsólotomabade este segundo plato, le pregunté por qué no tomaba del otro.Me respondiósonriéndosequenolegustabanlosguisos;cuyarespuesta,o,pormejordecir,larisitaconquelahabíaacompañado,mepareciómisteriosa.«Ustedmeoculta—le dije—la verdadera razón que le impide comer de este guisado; hágame elgustodedecírmelo.»«Yaqueustedtienetantacuriosidaddesaberla—replicóél—, le diré que tengo repugnancia a llenarme el estómago de esa especie deguisotesdesdequecaminandodeToledoaCuencamedieronunanocheenunmesón, por conejo de vivar, un jigote de gato, lo que me ha hecho cobraraversiónaloscochifritos.»

»Apenas el alquilador me dijo estas palabras perdí enteramente el apetito enmediodelhambrequemedevoraba.Semeencajóenlacabezaqueacababadecomerconejosóloenelnombre,yyanomiréelguisadosinohaciéndolegestos.Elarriero,lejosdedesvanecermiaprensión,melaaumentódiciéndomequelosmesonerosypastelerosenEspañahacíanconfrecuenciaaquellaespeciedequidproquo;loque,comoustedespuedenpensar,nomesirviódemuchoconsuelo;antesbien,mequitódeltodolagana,noyadevolveraprobarelguisote,masniaundetocaralasado,temiendoqueelcarneronolofuesemásrealmentequeelconejo.Levantémedelamesaechandomilmaldicionesalguiso,almesoneroyalmesón;volvímea tenderen lacama,ypasé lanocheconmásquietudde laque pensaba. El día siguiente muy temprano, después de haber pagado almesonerocontantalarguezacomosimehubieratratadoperfectamente,salídeIllescas tan ocupado el pensamiento en el guisado, que me parecían gatoscuantos animales se me ofrecían a la vista. Entramos temprano enMadrid, ydespués de haber satisfecho al conductor me hospedé en una posada decaballeroscercadelaPuertadelSol.Aunquemisojosestabanacostumbradosalgranmundo,nodejarondedeslumbrarseconelconcursodeseñoresquesevencomúnmenteenelcentrodelacorte.Pasmómeelenormenúmerodecochesylagranmultituddegentileshombres,pajesy lacayosque losgrandes llevabandecomitiva.Llegóalosumomiadmiracióncuando,habiendoidoaverelrey,miré

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al monarca rodeado de sus cortesanos. Quedé encantado a la vista de talespectáculo, y dije para mí: «Ya no me admiro de haber oído decir que esindispensable ver la corte de Madrid para formar concepto cabal de sumagnificencia;celebroinfinitoelvisitarla,yelcorazónmedicequehedehaceralgo en ella.» Sin embargo, nada más hice que contraer algunas amistadesinútiles.Fuípocoapocogastandotodomidinero,ymetuvepormuydichosoenhabermeacomodado,apesardetodomimérito,conunpedantedeSalamancaaquien conocí casualmente, que había ido a la corte, su patria, a negociospersonales. Llegué a ser sus pies y sus manos, y cuando se restituyó a suUniversidad,mellevóensucompañía.

»LlamábasedonIgnaciodeIpiñaésteminuevoamo.Elmismosetomabaeldonpor haber sido maestro de un duque, el cual por agradecimiento le habíaseñaladounarentavitalicia;gozabaotraporcatedráticojubiladodelcolegio,yademásdeesosacabadelpúblicodoscientosotrescientosdoblonesanualesporlos libros de moral dogmática que solía dar a la prensa. El modo con quecomponíasusobrasmeparecedignodecontarse.Gastabacasitodoeldíaenleerautores hebreos, griegos y latinos y en escribir en medias cuartillas de papeltodos los apotegmas o pensamientos sublimes que encontraba en ellos.Conforme iba llenando las cuartillas me las hacía ensartar en un alambre enfigura de guirnalda, y cada una formaba un tomo. ¡Qué de libros perversoshacíamos!Apenassepasabamesalgunosinqueformásemoscuandomenosdosvolúmenes,yalmomentoibanafatigarlaprensa.Lomásextraordinarioeraqueestascompilacionessehacíanpasarporcosasnuevas;ysi loscríticos tratabande hacer ver al autor que era un plagiario de las obras de los antiguos, lescontestabaconorgullosodescaro:Furtolaetamurinipso.

»Tambiéneragrancomentador,yestabantanllenosdeerudiciónsuscomentos,queacadapasohacíanotassobrecosasquenomerecíanreparo,asícomoenlasmedias cuartillas de papel escribía inoportunamente pasajes de Hesíodo y deotrosautores.Yonodejédeaprovecharencasadeestesabio,yseríaingratitudnegarlo,puesalomenos,afuerzadecopiarsusobras,fuíaprendiendoaescribirdecentemente; y considerándome él no ya como criado, sino como discípulosuyo, ilustrómi entendimiento, sin descuidarse en arreglarmis costumbres. Sipor casualidad llegaba a saber que algún otro criado había hecho algo malo:«¡Escipión—me decía—, guárdate bien, hijo, de hacer lo que ha hecho esebribón!Uncriadodebeesmerarseenservirlealmenteasuamo»;enunapalabra,noperdíaocasióndonIgnaciodeexhortarmealavirtud,ysuspalabrashacíanen mí tanta impresión, que en los quince meses que lo serví no tuve la más

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mínimatentacióndejugarleningunadelaspiezasaqueestabaacostumbrado,nitampocohiceensucasalamáslevetravesura.

»YadejodichoqueeldoctorIpiñaerahijodeMadrid,dondeteníaunaparientallamada Catalina, que era camarera del ama que había criado al príncipe deAsturias.Latalsirvienta,queeslamismadequienmevalíparasacaralseñorSantillana de la torre de Segovia, deseosa de hacer algo por su pariente donIgnacio, se empeñó con su ama para que le consiguiese del duque de Lermaalguna pieza eclesiástica. El ministro le confirió el arcedianato de Granada,porque, siendo aquel reino país de conquista, todas las prebendas son delpatrimoniorealydenombramientodelrey.LuegoquelosupimosmarchamosaMadrid,porquequisoeldoctordar lasgraciasasusbienhechoresantesde iraGranada.Conestaocasión las tuve frecuentesdevery tratara la talCatalina,quesepagómuchodemibuenhumorydesembarazo.Nomegustóamímenosla mozuela, y tanto, que no pude dejar de corresponder ciertas señales departicularinclinaciónquememanifestaba;enconclusión,nosenamoramosunode otro. Perdóname, querida Beatriz, esta confesión que hago; el mirarteentoncesinfielamífuéloquemehizopropasaraloquenomeerapermitido.

»Mientras tanto el doctor don Ignacio iba disponiendo su viaje a Granada.Sobresaltados su parienta y yo de la dolorosa separación que se acercaba,discurrimos un arbitrio que nos libró de este golpe. Fingíme gravementeenfermo, quejándome de la cabeza, del vientre y del pecho, con todas lasdemostraciones del hombre más angustiado del mundo. Mi amo llamó a unmédico, el cual, después de haberme reconocido,me dijo de buena fe quemienfermedad era más seria de lo que parecía, y que verosímilmente no melevantaríatanprestodelacama.Impacienteeldoctorporirseasucatedral,notuvoporoportunodilatarmássuviaje,yprefiriótomarotrocriadoparaquelesirviera,contentándoseconentregarmealcuidadodeunaasistenta,alacualdejócierta cantidad de dinero para mi entierro si moría, o para recompensar misserviciossisalíademienfermedad.

»LuegoquesupequedonIgnaciohabíasalidoparaGranadamehallécuradodetodos mis males. Levantéme, despedí al médico que había dado tan notoriapruebadesugranpenetración,ymedeshicedelaasistenta,quemerobómásdelamitaddeldineroquedebíaentregarme.Mientrasyorepresentabaestepapel,CatalinadesempeñabaotromuydiversoconsuamadoñaAnadeGuevara,alacual, persuadiéndola de que yo era un intrigante ducho, la puso en deseo deescogermeporunodesusagentes.Laseñoraama,queteníamuchoapegoalasriquezas, era dada a manejos que pudieran producirlas, y necesitando de

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personasapropósitoparaello,merecibióentresuscriados.Tardépocoendarpruebasdemi talento.Diómealgunosencargosdelicadosquepedíanvivezaymaña, losquepuedoasegurar sinvanidaddesempeñéa su satisfacción;por loque quedó tan pagada de mí como yo poco satisfecho de ella, pues era tancodiciosa, que nada me tocaba de lo mucho que le redituaban mismanipulaciones y mi industria. Parecíale que sólo con pagarme puntual yexactamentemisalariousabaconmigodesobradagenerosidad.Esteexcesodeavariciamehubierahechosalirmuyprestodesucasaanohabermedetenidoenella el afecto a Catalina, la cual, enamorada cada día más y más de mí, mepropusoformalmentequenoscasásemos.

«¡Poco a poco!—le respondí—. Querida mía, esa ceremonia no la podemoshacertanprontamente;paraesoesmenesteresperarlamuertedeciertajovencitaqueseanticipóatiyconquienpormispecadosestoyyacasado.»«¡Aotroperrocon ese hueso!—replicó Catalina—. Ahora te quieres fingir casado paracohonestar cortesanamente la repugnancia que tienes a casarte conmigo.» Envano aseguré mil veces que le decía la pura verdad, pues no hubo forma dehacérselacreer;ypareciéndolequemisinceraconfesióneraunaexcusa,sedióporofendida,ydesdeaquelmismopuntomudódeestiloconmigo.Nollegamosa reñir ni a romper del todo nuestra comunicación; pero resfriándosevisiblemente nuestro recíproco cariño, quedó reducido nuestro trato a losprecisostérminosquenosepodíannegaralabuenacrianzayalbienparecer.

»En este estadome hallaba cuando supe que el señor Gil Blas de Santillana,secretariodelprimerministrodelreinodeEspaña,estabaalasazónsincriado.Pintáronme esta conveniencia como la mayor y más ventajosa a que podíaaspirar.«ElseñordeSantillana—medijeron—esuncaballerodemuchomérito,unmozo sumamente queridodel duquedeLermay a cuya sombranopuedesmenosdehacerunagranfortuna;ademásdeeso,esdeuncorazóngenerosoylleno de bizarría. Haciendo tú sus negocios, no dudes que harás también eltuyo.»Nomalogrélaocasión;presentémealseñorGilBlas,aquientomédesdeluegoinclinación,agradólemifisonomía,recibiómeensucasa,ynomedetuveunpuntoendejarporélladelaseñoraama;yéste,siDiosquiere,seráelúltimoamoaquiensirva.»

AsídiófinasuhistoriaelbuenEscipión,yvolviéndosedespuésamí,mehablóenestos términos:«SeñordeSantillana,hágameustedel favordeatestiguar aestasseñorasquesiempremehatenidoporuncriadotanfielcomoceloso.HemenesterdeestetestimonioparapersuadirlesqueelhijodelaCoscolinacorrigióenvuestracompañíasusmalascostumbres,sucediendoaellasensucorazóny

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ensusoperacionesvirtuososyhonradospensamientos.»

«Asíes,señoras—lesdije—;esopuedoasegurárselo.SiensuniñezEscipióneraunverdaderopícaro,sehacorregidodespuéstancompletamente,quehallegadoa ser un dechado perfecto de criados. Lejos de tener de qué quejarme ni quéreprenderensumododeportarsedesdequeestáenmicasa,debo,alcontrario,confesarquelesoydeudordemuchasobligaciones.Lanochequemeprendieronpara llevarme al alcázar de Segovia libertó mi casa del pillaje y puso enseguridadpartedemis efectos, que impunementepudohaberse apropiado.Nocontentoconhabermiradoporlaconservacióndemisbienes,quiso,llevadodepuroafecto,encerrarseconmigoenmiprisión,prefiriendoalosatractivosdelalibertadeltristeconsuelodeacompañarmeenmistrabajos.»

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LIBROUNDECIMO

CAPITULOPRIMERO

DecómoGilBlastuvolamayoralegríaquehabíaexperimentadoensuvida,ydelfunestoaccidentequelaturbó.Mutacionessobrevenidasenlacorte,quefueroncausadequeSantillana

volvieseaella.

Ya dejo dicho que Antonia y Beatriz se avenían muy bien las dos; la unaacostumbradaavivircomocriadasumisa,y laotraacostumbrándosegustosaaser ama. Escipión y yo éramos dos maridos muy condescendientes y muyamados de nuestras esposas para no tener bien pronto la satisfacción de serpadres.Ambassesintieronembarazadascasiaunmismotiempo.Beatrizfuélaprimeraqueparió,ydióaluzunaniña,ypocosdíasdespuésAntonianosllenódealegríadándomeunniño.EnviéamisecretarioaValenciaallevarestanoticiaalgobernador,quevinoinmediatamenteaLiria,encompañíadeSerafinaydelamarquesadePriego, a sacar depila a los reciénnacidos, teniendo el gustodeañadirestapruebamásdeafectoatodaslasqueyohabíarecibidodeél.Mihijo,quetuvoporpadrinosaesteseñoryalamarquesa,sellamóAlfonso;ylaseñoragobernadora,queriendodispensarmeelhonordequeyofuerasucompadrepordostítulos,seprestóasermadrina,juntamenteconmigo,delahijadeEscipión,alacualselepusoelnombredeSerafina.

Elnacimientodemihijonosolamentealegróa laspersonasde laquinta,sinoque todos los vecinos deLiria lo celebraron también con festejos. Pero ¡ah, ycuánbrevefuénuestraalegría!Derepenteseconvirtiótodoenayes,enllantosyensuspirosporunsucesoqueenmásdeveinteañosnohepodidoolvidaryque

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tendré eternamente en lamemoria.Muriómi hijo, y a pocos días le siguió sumadre, sin embargo de haber tenido un parto feliz; una violenta calenturamearrebatómiqueridaesposaaloscatorcemesesdenuestromatrimonio.Figúreseel lector cuánta seríami amargura. Caí en un abatimiento de ánimo y en unaestupidez inexplicable; tanto,queparecíahaberquedadoinsensibleafuerzadesentir lapérdidaexperimentada.Pasécincoo seisdíasen tandolorosoestado,sin querer ni poder tomar ningún alimento, y creo que sin la compañía deEscipiónmehubieradejadomorirdehambreohubieraperdidoel juicio;peroestediscretosecretariosupodistraermiafliccióntomandoparteenella.Hallabaelsecretodehacermetomaralgunoscaldospresentándomelosconunsemblantetantriste,queparecíamelosponíadelantenotantoparaconservarmividacomopara dar pábulo ami padecer.El afectuoso criado escribió almismo tiempo adonAlfonsonoticiándolelasdesgraciasquemehabíansucedidoylalastimosasituación en que me encontraba. Este señor, tierno y compasivo, este amigogeneroso fué inmediatamente a Liria. Yo no puedo traer a la memoria sinenternecermeelmomentoenquesepresentóamivista.«MiamadoSantillana—medijoechándomelosbrazosalcuello—,novengoaconsolarte;vengosóloallorarcontigolapérdidadetuamableAntonia,asícomotúiríasallorarconmigolademi adoradaSerafina si lamuerteme lahubiera arrebatado.»Conefecto;vertióalgunaslágrimasyconfundiósussuspirosconlosmíos.Enmediodelapesadumbrequeme tenía fuerademí,nodejarondeexcitarenmicorazónunvivoagradecimientolasafectuosasdemostracionesdedonAlfonso.

Este gobernador tuvo una larga conversación con Escipión sobre lo queconvendría adoptar para vencer mi pesadumbre. Juzgaron que sería necesarioporalgúntiempoalejarmedeLiria,endondeportodaspartessemerepresentabacontinuamentelaimagendeAntonia.Convenidosenesto,mepropusoelhijodedonCésarsiqueríairaValenciaconél;ymisecretarioapoyótaneficazmentelapropuesta,quelaacepté.DejéaEscipiónyasumujerenlaquintaymarchéconelgobernador.LuegoquelleguéaValencia,donCésarysunueranoperdonarondiligencia alguna para divertir mi aflicción, echando mano de todas lasdistracciones oportunas para disiparla; pero a pesar de todos los esfuerzospermanecísumergidoenunaprofundamelancolía,dequenopudieronsacarme.NadaomitíatampocoporsuparteEscipióndecuantopensabapodíacontribuirarestituirme a mi tranquilidad. Iba frecuentemente de Liria a Valencia ainformarsedemiestado,ysevolvíamásalegreomástristesegúnmeveíamásomenosdispuestoaconsolarme.

Unamañana entrómuy azorado enmi cuarto, ymedijo: «Señor, corre por la

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ciudad una noticia que llama la atención de toda la monarquía. Se dice queFelipeIIIyanoexisteyqueocupaeltronoelpríncipesuhijo.Añádesequealcardenal duque de Lerma le han separado de su empleo, con prohibición depresentarseenlacorte,yquedonGaspardeGuzmán,condedeOlivares,esenlaactualidadprimerministro.»Sentímeconmovido;yconociéndoloEscipión,mepreguntó si no tomaba yo parte en este grande acaecimiento. «¿Y qué partequierestú,hijomío,queyotomeenél?—respondí—.Yadejélacorte;todaslasmutacionesquepuedensobrevenirenellamedebenserindiferentes.»

«¡Muydesprendidosehallausteddelmundoparalaedadquetiene!—replicóelhijo de la Coscolina—. Si yo me hallase en su lugar, no dejaría de tentarmemucholacuriosidad;iríaaMadridapresentarmealnuevomonarcaparaversise acordaba de haberme visto. Este gusto no me lo perdonaría.» «¡Ya teentiendo!—ledije—.Túquisierasqueyovolvieraalacorteparatentarenellade nuevo la fortuna, o, por mejor decir, para volver a ser allí avariento yambicioso.» «¿Por qué se habían de estragar todavía allí las costumbres deusted?—mereplicóEscipión—.Tengaustedmásconfianzaquelaquetieneensu virtud; yo salgo por fiador de usted. Las sanas reflexiones que le obligó ahacer su desgracia acerca de los peligros de la corte son muy del caso paraprecaversedeellos.Vuélvase,pues,aembarcaranimosamenteenunmarcuyosescolloslesonbienconocidos.»«¡Calla,adulador!—leinterrumpísonriéndome—.¿Estásyacansadodevermepasarunavidatranquila?Yocreíaqueestimabasmásmisosiego.»

AquíllegabanuestraconversacióncuandoentraronenmicuartodonCésarysuhijo,quienesmeconfirmaronlanoticiade lamuertedel reyy ladesgraciadelcardenal duque de Lerma, añadiendo que, habiendo éste pedido licencia pararetirarse a Roma, en lugar de dársela se le habíamandado fuese a vivir a sumarquesado deDenia.Después, como si estuvieran ambos de acuerdo conmisecretario,meaconsejaronfueseaMadridymepresentasealnuevorey,puestoqueyameconocíaylehabíahechounosserviciosquelosgrandesrecompensanconbastantegusto.«Yoalomenos—dijodonAlfonso—notengolamenordudadequeseacordarádelostuyos,nidequedejeFelipeIVdepagarlasdeudasdelpríncipedeAsturias.»«Delmismosentidosoyyo—dijodonCésar—,yaunelcorazón me está diciendo que el viaje de Santillana a la corte le ha de abrircaminoparagrandesempleos.»

«Enverdad,señoresmíos—exclamé—,queustedesnohanmeditadobienloqueme aconsejan. Según les parece, no tengomas que ir aMadrid para lograr lallavedoradaoalgúngobierno;yestánmuyequivocados.Yo,alcontrario,estoy

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muypersuadidodequeelreynorepararáenmíaunquemepresenteasuvista;ysiustedes lodesean,haré lapruebaparadesengañarlos.»Cogiéronme luego lapalabra los señores de Leiva, y me instaron tanto, que no pude menos deprometerles que cuanto antes iría a Madrid. Luego que mi secretario me viódeterminado a hacer este viaje experimentó una alegría descompasada,imaginándoseque lomismo sería ponermeyodelante del nuevomonarca quedistinguirmeentrelaconfusión.Enesteconcepto,forjandoensumentelasmáspomposasquimeras,meencumbrabaalosprimerosempleosdelEstado,yélseacrecentabaafavordemiengrandecimiento.

Dispuse, pues,mi viaje a la corte, no ya con ánimo de volver a incensar a lafortuna,sinoúnicamenteporcomplaceradonCésaryasuhijo,aquienesseleshabíametidoenlacabezaqueinmediatamentemeatraeríaelfavordelsoberano.Adecirverdad,amítambiénmepicabaunpocoeldeseodeprobarsielreysehabíaolvidadoenteramentedemí.Arrastradodeestanaturalcuriosidad,perosinesperanza,niaunpensamientodelograrlamásleveventajaenelnuevoreinado,toméelcaminodeMadrid,acompañadodeEscipión,dejandoelcuidadodemihaciendaaBeatriz,queeramuybuenamujerdegobierno.

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CAPITULOII

MarchaGilBlasaMadrid,déjaseverenlacorte,reconóceleelrey,recomiéndaleasuprimerministro,yefectosdeesta

recomendación.

EnmenosdeochodíasllegamosaMadrid,habiéndonosdonAlfonsodejadodosde sus mejores caballos para que hiciésemos el viaje con mayor diligencia.Apeámonos en la posada de caballeros donde ya en otro tiempo me habíahospedado,propiadeVicenteForero,miantiguopatrón,quetuvomuchogustodevolvermeaver.

Eraésteunhombrequesepreciabadesabertodoloquepasabaenlacorteyenlavilla,ylepreguntéquéhabíadenuevo.«Muchasnovedades—merespondió—.DespuésdelamuertedeFelipeIIIlosamigosylospartidariosdelcardenalduquedeLermasevalierondevariosmediosparamantenerasueminenciaenelministerio; pero sus esfuerzos han sido inútiles, porque el conde de Olivarespudo más que todos ellos. Quieren decir que España nada ha perdido en elcambio, porque el nuevo primer ministro tiene talento y conocimientos tanvastos que es capaz de gobernar elmundo entero. ¡Dios lo quiera!Loque noadmitedudaes—continuó—quelanaciónhaconcebidolaideamásventajosadesucapacidad.EltiemponosdirásielsucesordelduquedeLermallenaonoelpuestoqueocupabasuantecesor.»EmpeñadoyaForeroenunaconversacióntandesugenio,mehizounapuntualrelacióndetodaslasmutacionesquesehabíanhecho en la corte desde que el conde de Olivares manejaba el timón de lamonarquía.

A los dos días de mi llegada aMadrid fuí a palacio, cuando ya el rey habíaacabadodecomer.Mecoloquéalpasopordondedebíaentrarasugabinete,ynome miró. Volví el día siguiente al mismo paraje, y no fuí más dichoso. Elsubsiguienteechósobremíunamiradaalpasar;peronodiómuestrasdehaberreparadoenmí,yenvistadeesto,tomémiresolución.«Túves—dijeaEscipiónque me acompañaba—que el rey ya no me conoce, o que, si me conoce, noquiere hacer caso de mí. Lo más acertado será volver a tomar el camino deValencia.» «¡No vayamos tan aprisa, señor!—me respondió mi secretario—.Ustedsabemejorqueyoqueparanegociarenlacorteesmenesterpaciencia.No

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dejeusteddepresentarsealrey;afuerzadeofrecerseasuvista,leobligaráustedaconsiderarmásatentamenteyarecordarlasfaccionesdesuagentecercadelabellaCatalina.»

SóloporqueEscipiónno tuviesequereconvenirmetuve lacondescendenciadecontinuardelmismomodoporespaciode tres semanas.Llegó, finalmente,undíaenque,habiendoatraídolaatencióndelmonarca,memandóllamar.Entréensugabinete,nosingranturbacióndehallarmeasolasconmirey.«¿Quiéneres?—me dijo—. Tus facciones no me son desconocidas. ¿Dónde te he visto?»«Señor—le respondí temblando—, yo tuve la honra de conducir una noche avuestramajestadconelcondedeLemosacasade...»«¡Ah!¡Yameacuerdo!—interrumpióelrey—.TúeressecretariodelduquedeLerma,y,sinomeengaño,tu nombre es Santillana. No me he olvidado de que en aquella ocasión meserviste con mucho celo, ni tampoco de que fueron mal recompensados tusafanes.¿Noestuvistepresoporaquellance?»«Sí,señor—lerepliqué—;cuatromesesloestuveenelalcázardeSegovia;perovuestramajestadtuvolabondaddemandarme poner en libertad.» «Eso—respondió—no satisfizo la obligaciónquecontrajeconSantillana.Nobastahaberhechoqueselepusieseenlibertad:debopremiarletambiénlomuchoquepadecióporservirme.»

AlacabarelreydedecirestaspalabrasentróenelgabineteelcondedeOlivares.Todoespantaalosfavoritos.Quedóabsortodeverallíaundesconocido,yelreyaumentó su sorpresa diciéndole: «Conde, pongo a tu cuidado este joven; teencargoque ledesalgúnempleoyprocuresadelantarle.»Aparentóelministrorecibir esta orden con agrado, mirándome de pies a cabeza y mostrandoinquietud por saber quién era yo. «Vete, amigo mío—añadió el monarca,dirigiéndome lapalabrayhaciéndome señadequeme retirase—;el condenodejarádeemplearteenprovechodemiservicioydetusintereses.»

Salí inmediatamente del gabinete y me reuní al hijo de la Coscolina, que,impacienteporsaber loqueelreymehabíadicho,sehallabaenunaagitaciónimponderable,yalmomentomepreguntó si eranecesariovolveraValenciaopermanecerenlacorte.«Túlopodrásjuzgar»,lerespondí,yalmismotiempolellenédecontento refiriéndolepalabraporpalabra laconversaciónqueacababadetenerconelmonarca.«Queridoamo—medijoentoncesEscipiónenelexcesode sualegría—,¿seburlaráustedotravezdemispronósticos?ConfieseustedquenilosseñoresdeLeivaniyodiscurríamosmalcuandoleinstábamostantoaquesepresentaseluegoenMadrid.Yaleveoaustedenunpuestoeminente:seráelCalderóndelcondedeOlivares.»«Esoesloquemenosdeseo—interrumpí—.Esedestinoestácercadodedemasiadosprecipiciosparaexcitarmianhelo.Yo

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quisieraunempleoquenomeofrecieraningunaocasióndehacerinjusticiasniunvergonzosotráficodelosfavoresdelrey;despuésdelusoquehehechodemipasadovalimiento,nopuedomenosdeprecavermecontralaavariciaycontralaambición.» «¡Animo, señor!—me replicó mi secretario—. El ministro oscolocará en algún puesto que podáis desempeñar sin dejar de ser hombre debien.»

InstadomásporEscipiónquepormicuriosidad,mefuíeldíasiguienteacasadelcondedeOlivaresantesdeamanecer,noticiosodequetodaslasmañanas,enveranoyeninvierno,dabaaudienciaconluzartificialacuantosqueríanhablarle.Mecoloquépormodestiaenunrincóndelasalaydesdeallíestuveobservandobienalcondeluegoquesedejóver,porquehabíafijadopocolaatenciónsobreélenelgabinetedel rey.Eraunhombredeestaturamenosquemedianaypodíapasarporgordoenunpaísdonde losmássonflacos; tancargadodeespaldas,queparecíacorcovado,aunquenoloeraenrealidad;sucabeza,queeradegrantamaño, caía sobre el pecho; tenía el cabello negro y lacio; la cara, larga; elcolor,aceitunado;laboca,hundida,ylabarbilla,puntiagudaymuylevantada.

Esteconjuntonoformabaunapersonamuybienparecida.Contodoeso,comoyamelofigurabainclinadoamifavor,lemirabaconindulgenciaymeparecíabien.Verdadesquerecibíaatodosconunairetanafableybondadoso,ytomabatancortésmentelosmemorialesqueselepresentaban,queestosuplíalafaltadesu buena figura. Sin embargo, cuando me llegó la vez de acercarme parasaludarle y queme conociera,me echó unamirada ceñuda y amenazadora, yvolviéndomelaespaldasindignarseoírme,seentróensugabinete.Entoncesmepareció aquel señor aún más feo de lo que naturalmente era. Salí atónito enextremodeunrecibimientotanásperoydesabrido,nosabiendoquéinferirdeél.

Reunido con Escipión, que me esperaba a la puerta, «¿Sabes—le dije—elrecibimientoquehetenido?»«No,señor—merespondió—;peronoesdifícildeadivinar: el ministro, pronto a conformarse con la voluntad del rey, habrápropuestoaustedunempleodeimportancia.»«Teengañas»,lerepliqué;referíleellancesegúnhabíapasado,elqueescuchóconatención,ymedijo:«Precisoesque el conde no le conociera a usted o le tuviera por otro.Mi parecer es quevuelvaustedaverleynodudeque le recibiráconmejor semblante.»Toméelconsejodemisecretario.Preséntemesegundavezalministro,quienmerecibiótodavíapeorquelaprimera:arqueólascejas,mirándomecomosimipresencialecausaseenojo;despuésapartódemílavistayseretirósinhablarunapalabra.

Llegómealalmaesteprocederytuvetentacionesderegresarinmediatamentea

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Valencia; pero Escipión no cesó de oponerse a ello, no pudiendo resolverse arenunciaralasesperanzasquehabíaconcebido.«¿Noconoces—ledije—queelcondequierealejarmede lacorte?Habiendovistoélmismola inclinaciónquememanifestóelmonarca,¿nobastaesoparaatraermelaaversióndesufavorito?Cedamos, hijomío, cedamos con gusto al poder de un enemigo tan temible.»«Señor—respondió colérico Escipión—, yo no abandonaría el campo; iría aquejarmealreydelpococasoquehahechoelministrodesurecomendación.»«¡Malconsejo,amigomío!Siyodieraunpasotanimprudente,pocotardaríaenarrepentirme;niaunsésicorropeligroendetenermeenestacapital.»

Aestaspalabrasmisecretariomudódeparecer,yconsiderandoquelashabíamosconunhombrequepodíavolvernosaenviaralatorredeSegovia,participódemi temoryno resistiómásaldeseoqueyo teníadedejaraMadrid,dedonderesolvíalejarmealdíasiguiente.

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CAPITULOIII

DelmotivoquetuvoGilBlasparanoponerporobraelpensamientodedejarlacorteydelimportanteservicioquelehizo

JoséNavarro.

AlvolvermealaposadadecaballerosencontréaJoséNavarro,reposterodedonBaltasar de Zúñiga y mi antiguo amigo. Le saludé acercándome a él y lepregunté si me conocía y si tendría aún la bondad de querer hablar a undesatento que había pagado con ingratitud su amistad. «¿Luego usted mismoconfiesa—me respondió—que no procedió bien conmigo?» «Sí, señor—lerespondí—,ytieneustedsobradarazónparallenarmedereconvenciones,porquelasmerezco,siesquenoheexpiadomicrimenconlosremordimientosqueaélse han seguido.» «Ya que está usted tan arrepentido de su culpa—repusoNavarrodándomeunabrazo—,nodeboacordarmemásdeello.»Yotambiénleestreché cuantopude entremisbrazos, y ambos renovamosdesde aquel puntonuestraantiguaamistad.Habíasabidomiprisiónyeltrastornodemisuerte,peroignoraba lo demás. Le informé de todo, contándole hasta la conversación quehabía tenido con el rey, sin ocultarle el mal recibimiento que me acababa dehacerelministronieldesignioenquemehallabadevolvermeamiretiro.«Notrate usted de irse—me dijo—. Supuesto que el monarca le ha manifestadoinclinación,esnecesarioqueustedhagaquelesirvadealgo.Aquíparaentrelosdos,elcondeOlivarestienesusextravagancias;escaprichoso,yaveces,comoenlapresenteocasión,procededeunmodoqueirrita,puesélsolotienelaclavedesusaccionesestrambóticas.Porlodemás,seacualfuerelacausadehaberosrecibido tan mal, permaneced aquí a pie firme, porque os aseguro que él nopodrá impediros que os aprovechéis de la bondad del rey, y, a mayorabundamiento,yoledirédospalabrasalseñordonBaltasardeZúñiga,miamo,que es tío del conde deOlivares y le ayuda a sostener el peso del gobierno.»PreguntómedespuésNavarrodóndeyovivía,ysindecirmemásnosseparamos.

Tardé poco en volverle a ver: el día siguiente fué a buscarme. «Señor deSantillana—medijo—,ustedtieneunprotector:miamoquierefavorecerle.Envirtud del informe que le he dado de usted, me ha ofrecido recomendarle alcondedeOlivares,susobrino,ynodudoque le inclineasufavor.»Miamigo

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Navarro,noqueriéndomeserviramedias,mepresentódosdíasdespuésadonBaltasar,quienmedijoconsemblanteapacible:«SeñordeSantillana,suamigoJosé me ha hecho un elogio tan cumplido de usted, que me ha movido aprotegerle.»Hice una profunda reverencia al señor de Zúñiga, diciéndole quetoda mi vida me confesaría sumamente reconocido al señor Navarro porhabermegranjeadolaproteccióndeunministroaquienllamabanconjustarazónlaantorchadelConsejo.AloírdonBaltasarestalisonjeracontestaciónmedióunapalmaditaenelhombroriéndoseymedijo:«PuedeustedvolvermañanaacasadelcondedeOlivaresyquedarámáscontentodeél.»

Con efecto, al otro día me presenté en su antesala por la tercera vez;reconociómeentrelamultituddepretendientes,mirómeysonrióse,loquedesdeluegomeparecióunpronóstico feliz. «¡Estovabien!—dije entremí—.El tíodebe de haber reducido a la razón al sobrino.» Así, pues, desde entoncesmeprometíunaacogidafavorable,yenverdadquenomeengañé.Despuésqueelconde despachó a los demás me hizo entrar en su gabinete y en tono muyfamiliarmedijo:«Perdona,amigoSantillana,elapuroenque tehepuestopordivertirme.Mehecomplacidoen inquietarteparaprobar tudiscreciónyverelpartidoquetomabasenvistademimalhumor.Sindudatútepersuadiríasdequeme eras desagradable; pero al contrario, hijo mío, te confesaré que apreciomuchotupersona.Aunqueelreymiamonomehubieramandadocuidardetufortuna,loharíayopormipropiainclinación.Además,donBaltasardeZúñiga,mitío,aquiennadapuedonegar,mehaencargadotemirecomoapersonaporquienélseinteresaynonecesitomásparadeterminarmeaponerteamilado.»

Esta primera entrada hizo tanta impresión en mi ánimo, que quedé casienajenado. Me eché a los pies del ministro, y habiéndome dicho que melevantase,prosiguiódeestamanera:«Despuésdecomervuelveacáyveaverteconmimayordomo,queéltedarálasórdenesqueyoleencargare.»Dichoesto,saliósuexcelenciadesudespachoparairaoírmisa,queesloqueacostumbrabahacer todos los días después de dar audiencia, y en seguida se marchaba apalacioparahallarseenelcuartodelreyaltiempodelevantarsesumajestad.

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CAPITULOIV

LograGilBlaselafectoyconfianzadelcondedeOlivares.

Nomedescuidéenvolverdespuésdecomeracasadelprimerministro.Preguntéporsumayordomo,quese llamabadonRamónCaporis,elcual luegoqueoyóminombremesaludóconparticularrespetoymedijo:«Caballero,sígameusted,si gusta, que voy a conducirle a la habitación que se le ha destinado en estacasa.»Dichoestomellevóporunaescalerillasecreta,lacualconducíaaunafiladecincooseissalasaunmismopiso,queformabanunaladelacasa,alhajadaregularmente. «Esta es—me dijo—la habitación que su excelencia le señala.Usteddisfrutaráaquídeunamesadeseiscubiertosdecuentadesuexcelencia,seráservidoporsuspropioscriadosytendrásiempreasudisposiciónuncoche.Aun no lo he dicho todo: su excelenciame ha encomendado eficazmente quetengaaustedlasmismasconsideracionesquesifueradelaCasadeGuzmán.»

«¿Qué diablos significa todo esto?—me decía a mí mismo—. ¿Cómoconsideraréyoestasdistinciones?¡Quierosabersienvolveránalgunamaliciaosi todavía por divertirse elministro hará queme traten tan honoríficamente!»Mientras me hallaba en esta incertidumbre, fluctuando entre el temor y laesperanza,vinounpajeadecirmequeelcondemellamaba.Fuívolandoaverasuexcelencia,queestabasoloensugabinete.«Ybien,Santillana—medijo—,¿estáscontentocontuhabitaciónyconlasórdenesquehedadoadonRamón?»«Lasbondadesdevuestraexcelencia—lerespondí—meparecenexcesivasynolasacepto sinzozobra.»«¿Puesporqué?—mereplicó—.¿Puedecaberexcesoenhonraraunapersonaqueelreymeharecomendadoydequienquierequeyocuide?En tratartehonoríficamentenohagomasquemideber.Pormuchoquehagaporti,noteadmires,ycuentaconunafortunabrillanteysólidasimeerestanafectocomolofuistealduquedeLerma.Peroyaquehemosnombradoaesteseñor—prosiguió—, he oído decir que vivíais los dos con mucha intimidad.Quisierasabercómoosconocisteisyenquéteempleabaaquelministro.Nomeocultesnada;dímelotodoconsinceridad.»AcordémeentoncesdelaperplejidadenquemevicuandomeencontréconelduquedeLermaensemejantecasoydel medio que me valí para salir de ella, el cual practiqué aún másafortunadamente;quierodecir,queenmiinformedielmejorcoloridoquepude

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a los lancesmás escabrososy toqué ligeramente aquellosquemehacíanpocohonor.TambiénprocuréponerenbuenlugaralduquedeLerma,aunqueconocíaquenodisculpándoledel todohubieradadomásgustoamioyente.PorloquetocaadonRodrigoCalderón,nadaleperdoné;leindividualicélashazañasquesabíarelativasaltráficoquehacíadeencomiendas,beneficiosygobiernos.

«EncuantoadonRodrigoCalderón—interrumpióelministro—,todocuantomedicesesmuyconformeaciertosdocumentosquemehanpresentadocontraélyquecontienentestimoniosdeacusaciónaúnmásimportantes.Sevaasustanciarsucausa inmediatamente,y sideseas supérdidacreoque tusdeseosquedaránsatisfechos.»«Nodeseosumuerte—ledije—,aunquenoquedóporélqueyonohubiese encontrado lamía en la torre deSegovia, donde tuvo la culpa de quepermanecieselargotiempo.»«¿Cómo?—replicósuexcelencia—.¿DonRodrigofué quien causó tu prisión?He ahí lo que yo ignoraba.DonBaltasar, a quienNavarro contó tu historia, me dijo, sí, que el difunto rey te había mandadoprender en castigo de haber conducido de noche al príncipe de España a unparaje sospechoso; pero no sé nadamás y no puedo adivinar qué papel hacíaCalderón en esa farsa.» «El papel de un amante que se venga de un ultrajerecibido»,lerespondí.Entonceslecontétodoslospormenoresdelaaventura,lacuallepareciótandivertidaque,apesardesuseriedad,nopudomenosdereír,omásbienllorardeplacer.Catalina, tanprontosobrinacomonieta, lealegróenextremo, como asimismo la parte que había tenido en el negocio el duque deLerma.

Luegoqueacabémirelaciónmedespidióelconde,diciéndomequenodejaríade emplearme el día siguiente. Fuíme en derechura a casa de donBaltasar deZúñigaadarlegraciaspor losbuenosoficiosquemehabíahechoy almismotiempoaparticiparamiamigoJosélasfavorablesdisposicionesqueelministromanifestabahaciamí.

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CAPITULOV

ConversaciónsecretaquetuvoGilBlasconNavarroyprimeracosaenqueleocupóelcondedeOlivares.

ApenasviaJosécuandoledijeagitadoqueteníamuchascosasquenoticiarle.Llevóme a un sitio retirado, donde, habiéndole enterado de lo ocurrido, lepreguntéquéleparecíaloqueleacababadedecir.«Paréceme—respondió—queestáisenvísperasdeunagranfortuna;todoseospresentapropicio.Agradáisalprimerministro y (lo que no dejará de serviros de algo) yome hallo bastanteenteradoparapoderhaceroselmismoservicioqueoshizomitíoMelchordelaRondacuandoentrasteisenelpalaciodelarzobispodeGranada.Aquélosahorróel trabajo de estudiar el genio del prelado y de sus principales familiaresmanifestándoos el carácter de cada uno; yo, a ejemplo suyo, quiero daros aconocercuáleseldelconde,elde lacondesasumujeryeldedoñaMaríadeGuzmán, su hija única. El ministro tiene talento perspicaz, profundo y apropósitoparaformargrandesproyectos.Sepreciadehombreuniversalporquetieneunasomeraideadetodaslascienciasysecreecapazdedecidirentodo.Seimagina ser un jurisconsulto consumado, un gran capitán y un político de losmássagaces.Añadaustedaesoqueestanencaprichadoensuparecerquequierequeprevalezca sobre el de los demás, y esto sólo porqueno se juzgueque segobierna por dictamen de otro, defecto que, hablando entre los dos, puedeproducir funestasconsecuenciasengravísimoperjuiciode lamonarquía.BrillaenelConsejoporciertaelocuencianatural,yescribiríatanelegantementecomohabla si no afectara, para dar dignidad a su estilo, el hacerle obscuro y muyestudiado;tienepensamientosextravagantes,escaprichosoyfantástico.Esteeselretratodesuentendimiento.Veaustedahoraeldesucorazón:esgenerosoybuen amigo; se le acusa de vengativo; pero ¡cuán pocos son los que dejan deserlo viéndose con igual poder y en tanta elevación! También le motejan deingrato porque hizo desterrar al duque de Uceda y a fray Luis de Aliaga, aquienesdebíagrandesfavores;masesopuedeperdonársele,porqueeldeseodeserprimerministrodispensadeseragradecido.DoñaInésdeZúñigayVelasco,condesadeOlivares—prosiguióJosé—,esunaseñoraenquiennoadviertootratacha que la de vender a peso de oro las gracias que por su intercesión seconsiguen.DoñaMaríadeGuzmán(hoydíaelpartidomejorymásventajosode

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todaEspaña)esunaseñoritacompletayelídolodesupadre.Conarregloaestaslucesqueosdoypodréisarreglarvuestraconducta.Hacedmucholacorteaestasdosseñoras,mostraosmásadictoalcondedeOlivaresquelofuisteisalduquedeLerma antes de vuestro viaje a Segovia y llegaréis a ser un señor insigne ypoderoso.TambiénosaconsejoquenodejéisdevisitardecuandoencuandoamiamodonBaltasar.Esverdadquenonecesitaréisdeélparavuestrosascensos;mas, con todo, siempre convendrá tenerlepropicio.Alpresenteos estimay lemerecéis buen concepto; procurad conservaros en su amistad, porque en laocasión os podrá servir.» «Pero como tío y sobrino—repliqué yo aNavarro—gobiernanelEstado,¿quiénsabesiconeltiemponoseoriginaránentrelosdosalgunos celillos?» «No hay que temer—me respondió—, porque reina entreambos una estrechísima unión. Sin don Baltasar, nunca hubiera sido primerministroelcondedeOlivares,porquedespuésdelamuertedeFelipeIII todoslosamigosypartidariosde lacasadeSandoval sedividieronunosa favordelcardenal y otros al de su hijo; pero mi amo, el más perspicaz de todos loscortesanos, y el conde, que no es menos sagaz que él, frustraron todas susmedidas,ylastomaronporsupartetanajustadasparaasegurarseenestepuesto,quealfindejaronburladosatodossuscompetidores.NombradoprimerministroelcondedeOlivares,repartióelministerioconsutíodonBaltasar,dandoaésteelencargodelosnegociosexterioresyreservandoparasíeldelosinteriores,desuerte que, estrechando por estemedio los vínculos de la amistad, que debennaturalmente unir a las personas de una misma sangre, estos dos señores,independientesunodeotro,vivenenunaarmoníaquemepareceinalterable.»

Estafué laconversaciónquetuveconJosé,de lacualmeprometíasacarbuenpartido.DespuéspaséadarlasgraciasalseñordonBaltasardelomuchoquesehabía interesado pormí. Respondióme con elmayor agrado que aprovecharíagustoso todas las ocasiones que se le proporcionasen de servirme y quecelebrabainfinitovermeigualmentecontentoysatisfechodesusobrino,aquienme aseguró volvería a hablar a favormío, «aunque no seamás—añadió—queparaqueconozcáiscuánpresentestengoenmicorazóntodosvuestrosinteresesyalmismotiempoentendáisqueenlugardeunprotectorhabéisadquiridodos».Tanapechoshabía tomadoelfavorecermeelseñordonBaltasarenatenciónalasbuenosoficiosdeNavarro.

Desdeaquellamismanochedejémiposadadecaballerosparairavivirencasadelprimerministro,dondecenéconEscipiónenmiaposento,enelcualfuimosservidos por criados de la misma casa, quienes durante la cena, mientrasnosotros afectábamos una gravedad severa, tal vez reirían entre sí del respeto

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queseleshabíamandadonosguardasen.

Apenas levantaronlamesaseretiraron,ymisecretario,dejandodereprimirse,medijomillocurasquesubuenhumorysuslisonjerasesperanzaslesugirieron.Porloqueamítoca,aunqueestabaembelesadoconlabrillantesituaciónenquecomenzabaaverme,aunnosentíaenmiinteriorningunadisposiciónadejarmedeslumbrar de ella, y así, luego que me acosté me quedé dormidotranquilamente, sin entregar mi imaginación a las ideas risueñas que podíanocuparla,envezdequeEscipióndurmiópoco,puespasólamitaddelanocheatesorandoparacasarasuhijaSerafina.

Nobienmehabíaacabadodevestireldíasiguiente,cuandovinieronallamarmedepartedelconde.Fuí inmediatamenteavera suexcelencia,elcualmedijo:«¡Ea, Santillana, veamos algo de lo que sabes hacer! Túme has dicho que elduquedeLermateencargabaalgunasMemoriasparaquese lasredactases;yotengo una que destino para prueba de tu capacidad y de cuyo objeto voy aenterarte.SetratadecomponerunaobraquedispongaalpúblicoenfavordemiMinisterio. Ya he hecho correr secretamente la voz de que he encontrado losnegociosengrandesordenyesmenesterahoramanifestaralosojosdelacorteydelpúblico la triste situación a que se halla reducida lamonarquía. Convienepresentarsobreestouncuadroquellamelaatenciónpúblicaynodejeechardemenosamipredecesor;despuésponderarás lasmedidasqueheadoptadoparahacerqueseagloriosoelgobiernodelrey,florecientessusEstadosysusvasalloscompletamentedichosos.»

Dichoesto,meentregóunpapelqueconteníalosjustosmotivosdelospueblosparaestardescontentosconelGobiernoanterior,ymeacuerdoqueconstabadediezartículos, elmenorde loscualeseramuybastantepara sobresaltara todobuenespañol.Hízomedespuéspasaraungabinetillocontiguoasudespachoyallímedejósoloparaquetrabajaseconlibertad.Comencé,pues,acomponermiMemorialomejorquemefuéposible.Expuseprimeramenteelestadolastimosoen que se hallaba la Monarquía, el Erario exhausto, las rentas de la coronaestancadasenmanosdeasentistas,ylamarinaarruinada.Recapitulédespuéslosdefectoscometidosporlosquehabíangobernadolanaciónenelreinadoanteriory las funestas consecuencias que podían traer consigo. En fin, pinté laMonarquía en elmayor peligro y censuré tan acremente alMinisterio anteriorque,segúnmiMemoria, lacaídadelduquedeLermaeraunafelicidadpara laEspaña.Alaverdad,aunqueyonoteníaningúnmotivodequejadeaquelseñor,sinembargo,nomepesóhacerleestabuenaobra.Finalmente,despuésdehaberhecho la más espantosa pintura de los males que amenazaban a la España,

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alentaba los ánimos haciendomañosamente concebir a los pueblos esperanzaslisonjeras para lo sucesivo. Hacía hablar al conde de Olivares como a unrestauradorenviadopor laProvidenciapara la salvaciónde lapatria;prometíamontes de oro y, en una palabra, llené tan completamente los deseos delministro,quequedósorprendidodemiobracuandoacabódeleerla.«Santillana—medijo—,¿túsabesquehashechounaobradignadeunsecretariodeEstado?YanomeadmirodequeelduquedeLermasevaliesedetupluma.Tuestiloeslacónico y aun elegante; pero me parece demasiado sencillo.» Y al mismotiempo, haciéndome notar los pasajes que no eran de su gusto, los varió,juzgando yo por sus correcciones que le gustaban, como me había dichoNavarro,lasexpresionesestudiadasyobscuras.Sinembargo,aunqueleagradasetantolanobleza,o,pormejordecir,laculturaenladicción,noporesodejódeconservarlasdosterceraspartesdemiMemoria,y,paradarmelamejorpruebadesuplenasatisfacción,meenviópordonRamóntrescientosdoblonesalacabaryodecomer.

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CAPITULOVI

EnquéinvirtióGilBlasestostrescientosdoblonesycomisiónquedióaEscipión.ResultadodelaMemoriadequeacabadehablarse.

EstagenerosidaddelministrodiónuevomotivoaEscipiónpara repetirmemilparabienesdehabervueltoalacorte.«Ustedve—medijo—quelafortunatienegrandes designios para favorecerle. ¿Está usted ahora arrepentido de haberdejado su soledad?» «¡Viva el señor conde de Olivares, que es un amo muydiferente de su predecesor!» «A pesar de ser usted muy afecto al duque deLerma, le dejómorir de hambremuchosmeses sin regalarle ni un triste pesoduro; mas el conde ya le ha dado una gratificación que usted no se hubieraatrevidoaesperarsinodespuésdelargosservicios.Mealegraríamucho—añadió—dequelosseñoresdeLeivafuesentestigosdelaprosperidaddeusted,oalomenosdequelasupiesen.»«Tiempoesdenoticiársela—lerespondí—,ydeestoiba a hablarte, porque no dudo desearán conmucha impaciencia saber demí;peroaguardabaparahacerloavermeenunestadofijoydecirlespositivamentesimequedaríaenlacorteono.Ahoraqueestoysegurodemisuerte,puedesiraValencia cuando quieras a informar a aquellos señores demi situación actual,quemirocomoobrasuya, siendociertoque,anohabérmeloellospersuadido,jamás me hubiera determinado a volver a Madrid.» «¡Oh mi amado amo—exclamóelhijodelaCoscolina—,quéalegríavoyadarlescuandolescuenteloquehasucedidoausted!¡CuántodieraporhallarmeyaalaspuertasdeValencia!Peroprontoestaréallí.LosdoscaballosdedonAlfonsoestánprevenidos;voyaponermeencaminoconunlacayodesuexcelencia,porque,ademásdequemegusta llevar compañía por el camino, usted sabe que la librea de un primerministrodeslumbra.»

Nopudemenosdereírmedelaneciavanidaddemisecretario,ycontodoeso,yo,quizáaunmásvanoqueél,lepermitíhacerloquelediólagana.«Marcha—le dije—, y vuelve prontamente, porque tengo que darte otro encargo.QuieroenviarteaAsturiasa llevardineroamimadre.Porpuranegligenciahedejadopasareltiempoenqueprometíenviarleciendoblones,quetúmismoteobligasteaponerleenmanopropia.Laspromesasdeestaespeciedebensertansagradasparaunhijo,quemeacusodemipocapuntualidadencumplirlas.»«Señor—me

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respondióEscipión—,enseissemanasquedarándesempeñadosambosencargos;habrévistoalosseñoresdeLeiva,dadounavueltaporvuestraquintayvisitadosegunda vez la ciudad deOviedo, de la cual nome puedo acordar sin dar aldiablo las trespartesymediade sushabitantes.»Entregué, pues, al hijode laCoscolina cien doblones para la pensión de mi madre y otros ciento para él,deseandoquehiciesefelizmenteellargoviajequeibaaemprender.

PocodespuésdesupartidasuexcelenciamandóimprimirnuestraMemoria,queapenassehizopúblicacuandofuéasuntodetodaslasconversacionesdeMadrid.Alpueblo,amigosiempredenovedades, legustó infinito.Ladisipaciónde lasrentasreales,queestabapintadaconlosmásvivoscolores,leindignaroncontraelduquedeLerma,ysi losgolpesquesedescargabancontraesteministronofueronaplaudidosdetodos,alomenosmerecieronlaaprobacióndemuchos.EncuantoalaspomposaspromesasquehacíaelcondedeOlivares,yentreellaslade cubrir por medio de una discreta economía las atenciones del Estado singravaralosvasallos,deslumbraronatodosgeneralmenteylesconfirmaronenelgranconceptoqueyateníandesustalentos,demaneraqueportodalapoblaciónresonaronsusalabanzas.

Elministro,satisfechodehaberconseguidoconestaobrasuobjeto,quenohabíasido otro que el de granjearse la estimación pública, quiso merecerlaverdaderamentepormediodeunaacciónlaudablequefueseútilalrey.Recurriópara ello a la invención del emperador Galba; es decir, que hizo que losparticulares que se habían enriquecido, sabeDios cómo, con elmanejo de loscaudales públicos resarciesen al Erario. Luego que el conde hizo vomitar aaquellas sanguijuelas la sangre que habían chupado y la guardó en las arcasreales, trató de conservarla en ellas haciendo suprimir todas las pensiones, sinexceptuarlasuya,comotambiénlasgratificacionesquesedabandelcaudaldesumajestad.Paralograrlaejecucióndeestedesignio,quenopodíaverificarsesin mudar la faz del Gobierno, me mandó componer otra Memoria, cuyasubstancia y método me indicó; en seguida me encargó que procurase elevartodo loposible laordinaria sencillezdemiestiloparadarmásdignidadamisfrases.«Yaestoyhechocargo,señor—ledije—.Vuecenciaquieresublimidadybrillantez; pues las tendrá.» Encerréme en el mismo gabinete dondeanteriormente había trabajado y allí puse manos a la obra después de haberinvocadoelgenioelocuentedelarzobispodeGranada.

Comencéporexponerqueeraprecisoconservarcon todorigor los fondosquehabía en las arcas reales, que no debían emplearse absolutamente sino en lasnecesidades de la Monarquía, como que era un fondo sagrado que se debía

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reservar para imponer respeto a los enemigos de la nación. Después hacíapresentealmonarca(queeraaquiensedirigíalaMemoria)quesuprimiendolaspensionesygratificacionescargadassobrelarealhaciendanoporesoseprivabadelgustoquetendríaenrecompensargenerosamenteelméritoyserviciosdelosvasallosquesehiciesenacreedoresasusrealesgracias,puessintocarasutesoroquedaba en estado de conceder grandes recompensas, porque para unos teníavirreinatos, gobiernos, hábitos de las Ordenes militares y empleos en susejércitos; para otros, encomiendas, sobre las cuales podría imponer muchaspensiones, títulos de Castilla y magistraturas, y, por último, todo género debeneficioseclesiásticosparalosquequisiesenseguirlacarreradelaIglesia.

EstaMemoria,muchomáslargaquelaanterior,meocupócercadetresdías,y,pormi fortuna, salió tanacomodadaalgustodemiamo,porestaratestadadevocesenfáticasydecláusulasmetafóricas,quemecolmódealabanzas.«Muchomeagradaloquehashecho—medijo,enseñándomelospasajesmáspomposos—.Estassíquesonexpresionesvaciadasenbuenmolde. ¡Animo,amigomío;yaestoypreviendoquemeservirásdegrandeutilidad!»Sinembargo,enmediode los elogios que me prodigó, no dejó de retocar la Memoria. Puso en ellamuchodesucasa,yformóunapiezadeelocuenciaqueadmiróalreyyatodalacorte.Elpúblicolahonrótambiénconsuaprobación,presagiófelicidadesparalovenidero,yse lisonjeódeque laMonarquíarecobraríasuantiguoesplendorbajoelMinisteriodeunpersonaje tan insigne.Viendosuexcelencia lamuchafamaquelehabíagranjeadoaquelescrito,quisoque,porlapartequeyoteníaenél, recogiese algún fruto; y así, dispuso que se me diese una pensión dequinientos escudos sobre la encomienda de Castilla; lo queme fué tantomásapreciablecuantoqueéstenoeraunbienmaladquirido,aunquelohabíaganadoconmuchafacilidad.

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CAPITULOVII

Porquécasualidad,endóndeyenquéestadovolvióaencontrarGilBlasasuamigoFabricio,yconversaciónquetuvieron.

NingunacosalegustabatantoalcondecomosaberloquesepensabaenMadriddelaconductaqueobservabaensuministerio.Todoslosdíasmepreguntabaquésedecíadeél,yaunteníapagadosespíasquelecontabanpuntualmentecuantopasaba en la población. Le referían hasta las más ligeras conversaciones quehabíanoído;ycomolesteníaencargadoqueledijesenfrancamentelaverdad,noteníapocoquesufriralgunasvecessuamorpropio,porquelalenguadelpuebloestansuelta,quenadarespeta.

Luego que conocí que el conde era amigo de que se le diesen noticias, medediqué a ir por las tardes a los sitios públicos y mezclarme en lasconversaciones de personas decentes, donde las hubiera.Cuando hablaban delGobierno,escuchabaconatención,ysidecíanalgodignodeque losupiesesuexcelencia,nodejabadenoticiárselo;perodebeobservarseque jamás ledecíanadaquenolefuerafavorable.

Volviendoenciertaocasióndeunodeestossitiospasépordelantedelapuertadeunhospital,ymedióganadeentrarenél.Recorrídosotressalasllenasdeenfermos,y,mirandoatodaspartes,vientreaquellosdesgraciados,aquienesnopodíaconsiderarsinlástima,unoquefijómiatención,porquemeparecióverenél ami paisanoy antiguo camaradaFabricio.Acerquémemás a su camaparaenterarmemejor,yaunquenopudeyadudarqueeraelpoetaNúñez,contodo,me detuve algunos instantes a mirarle, pero sin decirle nada. El me conocióluego,ymemirabadelmismomodo.Alcabo,rompiendoelsilencio,ledije:«Omis ojos me engañan, o éste que miro es Fabricio.» «El mismo soy—merespondiófríamente—,ynodebesmaravillarte.Desdequemeseparédetinohetenidootrooficioqueeldeautor:hecompuestonovelas,comediasytodaclasede obras de ingenio, y he llegado al fin de esta carrera, que es parar en unhospital.»

Nopudemenosde reírmealoírestasúltimaspalabras,ymuchomásalver laseriedadconquelaspronunció.«Puesqué—exclamé—,¿tumusatehatraídoa

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tanmiserable estado? ¿Es posible que te haya jugado una pieza tan villana?»«Túmismoloestásviendo—repusoél—;aestascasassuelenveniraparartodoslosquepresumende ingenios.Tú,hijomío, loacertasteenseguirotrorumbo;peroyanoestásenlaCorte,ymeparecequetusasuntoshanmudadomuchodeaspecto,yaunmeacuerdodehaberoídodecirquedeordendel rey tehabíanmetidoenuncastillo.»«Asífuépuntualmente—repuseyo—.Lafortunaenquemevistecuandonosseparamosfuémuypasajera,puespocosdíasdespuésperdíderepentemiempleo,misbienesymi libertad.Sinembargo,amigomío,hoyme vuelves a ver en un estado mucho más brillante que aquel en que meconociste en otro tiempo.» «Eso no es posible—dijo Núñez—. Tu aspecto esjuiciosoymodesto;nonotoentiaquellavanidadyaquellaaltaneríaquesueleninspirar las prosperidades.» «Las desgracias—le repliqué—han purificado mivirtud.Enlaescueladelaadversidadaprendíagozardelasriquezassindejarmedominarporellas.»

«Acaba, pues, y dime—interrumpió Fabricio, incorporándose en la cama conjúbilo—quéempleo es el que tienesy enqué teocupas al presente. ¿Eresporventura mayordomo de algún gran señor arruinado, o de alguna viuda rica?»«Todavía estoy mucho mejor—le respondí—. Pero por ahora dispénsame, teruego, de explicarme más, que en mejor ocasión contentaré enteramente tucuriosidad.Alpresentebástetesaberqueestoyensituacióndepoderservirte,omás bien de ponerte en estado de no necesitar de nadie para pasarlo condecencia,contalquemedespalabradenocomponermásobrasdeingenioenversonienprosa.¿Seráscapazdehacertangransacrificio?»«YalohehechoalCielo—me dijo—en la enfermedad mortal de que me ves convaleciente. Unreligiosodominicomehamovidoaabjurardelapoesíacomodeunaocupaciónque,sinoescriminal,desvíaporlomenosdelaprudencia.»

«Mil parabienes te doy por tan cuerda resolución, mi querido Núñez; peroguárdate bien de la recaída.» «Esa es la que no temo—me replicó—, porquetengohecho firmísimopropósitode abandonar a lasMusas; por señas, dequecuandoentrasteenestasalaestabahaciendounacomposiciónenversoenqueme despedía de ellas para siempre.» «Señor Fabricio—le dije entoncesmeneandolacabeza—,nosésielpadredominicoyyopodremosfiarnosdetuabjuración,porqueteveociegamenteenamoradodeaquellasdoctasdoncellas.»«¡No,no!—merespondióconviveza—.Tengoyarotostodosloslazosquemeestrechaban con ellas. Todavía he hecho más, pues he cobrado aversión alpúblico.¡Nomerecequelosautoresquieranconsagrarlesusdesvelos,yyomeavergonzaríamuchodecomponeralgunaobraquelograsesuaprobación!Yno

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creas—continuó—que el resentimiento me dicta este lenguaje. Dígotelo conserenidad:tantocasohagodelosaplausosdelpúblicocomodesusdesprecios.»«Es difícil saber quién gana o quién pierde con él; es tan caprichoso que hoypiensadeunamaneraymañanadeotra.¡Muylocossonlospoetasdramáticosque se llenan de vanidad cuandovenque sus producciones han sido recibidasconaplauso!Aunquelaprimeravezqueserepresentencausenmuchoruidoporla novedad, si veinte años después vuelven a aparecer en el teatro, son por lamayorpartemalrecibidas.Lamismafortunacorrenporlocomúnlasnovelasylosdemás librosdepuradiversióncuandosalena luz,pues si a losprincipioslogran la aprobación de todos, poco a poco la van perdiendo hasta que al finlleganacaerendesprecio.Losquevivenahoraacusandemalgustoalosqueleshanprecedido,yelmismodefectolesimputaránaelloslosquevengandespués.De donde concluyo que los autores que son aplaudidos en este siglo seránsilbados en el siguiente. Así que todo el honor y toda la estimación que nosgranjeaelbuenéxitodeunaobraimpresanoesensumaotracosaqueunapuraquimera, una ilusión de nuestra fantasía y un fuego de paja cuyo humodesvaneceelvientoenuninstante.»

ApesardequeconocídesdeluegoserefectodemelancolíaydemalhumorestejuiciosomododediscurrirdemipoetadeAsturias,nomediporentendido,ysóloledije:«Verdaderamente,quedogozosodevertedivorciadodelasobrasdeingenioycuradoradicalmentedelamaníadeescribir.Desdeahorapuedesestarseguro de que cuanto antes te haré dar un empleo con que puedasmantenertedecorosamente sin fatigar tu imaginación.» «¡Mejor paramí!—respondiómuyalegre—.Elingeniocomienzaaolermemal,yyaleconsiderocomoeldonmásfunesto que el Cielo puede conceder al hombre.» «Deseo, amado Fabricio—repuse yo—, que conserves siempre esas ideas; y te vuelvo a repetir que sipersistesenabandonarlapoesía,muyprestoteharéconunempleotanhonrosocomolucrativo;peromientraslogrohacerteesteservicio, teruegoqueadmitasestacortapruebademiamistad.»Ydiciendoesto,lepuseenlamanounbolsilloenquehabríacomounossesentadoblones.

«¡Oh generoso amigo!—exclamó enajenado de gozo y de gratitud el hijo delbarbero Núñez—. ¡Qué gracias debo dar al Cielo por haberte traído a estehospital!Hoymismo quiero salir de él con tu socorro.»Efectivamente, así loejecutó, haciéndose llevar a una buena posada. Pero antes de separarnos leinformé de mi alojamiento, convidándole a que me fuese a ver luego que sesintieseperfectamenterecuperado.QuedósemuysorprendidocuandoledijequevivíaencasadelcondedeOlivares.«¡OhbienaventuradoGilBlas—medijo—

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quetieneslafortunadeagradaralosministros!Mecomplazcoentufelicidad,pueshacestanbuenusodeella.»

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CAPITULOVIII

GilBlassegranjeacadadíamáselafectodelministro;vuelveEscipiónaMadrid,yrelaciónquehaceaSantillanadesuviaje.

ElcondedeOlivares, aquienenadelante llamaréelconde-duque, porque coneste título se dignó honrarle el rey por este tiempo, tenía una flaqueza, quedescubrí en él, no sin frutoparamí, y era ladequererque le tuvierancariño.Luego que conocía que alguno le servía con buen afecto, le daba parte en suamistad. Nome descuidé en aprovecharme bien de esta observación, pues nocontentoconejecutarpuntualmentecuantomemandaba,obedecía susórdenescondemostracionesdeceloque leencantaban.Estudiabasugustoen todas lascosas para conformarme a él y anticiparme a sus deseos en cuanto me fueraposible.

Porestemododeproceder,conelquecasinuncasedejadeconseguirloqueseintenta, lleguéinsensiblementeaserelfavoritodemiamo,quienporsuparte,conociendoqueyoadolecíade lamismaflaquezaqueél,meganó lavoluntadconlasdemostracionesdecariñoquemehizo.Megranjeétantosuamistad,quelleguéaparticipardesuconfianza,igualmentequeelseñorCarnero,suprimersecretario.

Estesehabíavalidodelosmismosmediosqueyoparaagradarasuexcelencia,ylohabíalogradotanbien,quelerevelabalosarcanosdelGabinete;yasí,losdos éramos confidentes del primerministro y los depositarios de sus secretos,pero con esta diferencia: que a Carnero sólo le hablaba de los negocios deEstado,yamí,delosquetocabanasusinteresespersonales;loqueformaba,pordecirlo así, dos departamentos separados, con lo cual uno y otro estábamosigualmente gustosos, viviendo juntos sin celo y sin amistad. Yo tenía motivoparaestarcontentoconmidestino,porque,proporcionándomecontinuamentelaocasióndeestarconelconde-duque,meponíaenestadodepenetrarenelfondode su alma, que dejó de ocultarme, en medio de ser naturalmente reservado,cuandollegóaconvencersedelasinceridaddemiafectohaciaél.

«Santillana—me dijo un día—, tú has visto al duque de Lerma gozar de unaautoridad que menos parecía la de un ministro favorito que el poder de un

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monarcaabsoluto;sinembargo,yosoymásfelizqueloeraélenelmayoraugede su fortuna. El tenía dos enemigos formidables en el duque de Uceda, supropiohijo,yenelconfesordeFelipeIII;envezdequeyoanadieveocercadelreyconbastantefavorparaperjudicarme,niaundequienyosospechequemetenga mala voluntad. Es verdad—continuó—que desde mi elevación alMinisteriopuseelmayorcuidadoenquenoestuviesenal ladodesumajestadotras personas que las enlazadas conmigo por amistad o por parentesco. Convirreinatosoembajadasmeheidodeshaciendodetodoslosseñorescuyoméritopersonalhubierapodidohacermedecaerdelagraciadelsoberano,queyoquierogozar entera y exclusivamente; de manera que en la actualidad me puedolisonjear de que ningún grandeme hace sombra.Ya ves,GilBlas—añadió—,que te descubro mi corazón; como tengo motivo para creer que me eresenteramenteafecto,he echadomanode ti paraque seasmiconfidente.Tienesentendimiento, te contemplo juicioso, prudente y discreto; en una palabra, teconsideroapropósitoparaeldesempeñodemilcomisionesquepidenunsujetomuyinteligenteyquetomeparteenmisintereses.»

Nopudedesechardeltodolasideaslisonjerasqueestaspalabrasexcitaronenmiimaginación; subiéronseme repentinamente a la cabeza algunos humos deambiciónydeavaricia,quedespertaronenmíciertosafectosdequecreíahabertriunfado. Aseguré al ministro que haría cuanto estuviese de mi parte paracorresponder a sus deseos, yme preparé para ejecutar sin escrúpulo todas lasórdenesquetuvieraporconvenientedarme.

EntretantoqueyomedisponíadeestemodoaerigirnuevosaltaresalaFortuna,volvió Escipión de su viaje. «No tengo—me dijo—muy larga relación quehaceros:causéunagrandealegríaalosseñoresdeLeivacuandolesdijelabuenaacogida que usted halló en el rey luego que le conoció, y de qué modo seconduceconustedelcondedeOlivares.»

InterrumpíaEscipióndiciéndole:«Másalegríaleshubierascausado,amigomío,sihubieraspodidocontarleselpredicamentoenquemehalloeneldíaparaconelministro.Sonverdaderamentedeadmirar los rápidosprogresosquedespuésdetupartidahehechoenelcorazóndesuexcelencia.»«¡SeaDiosbendito,miquerido amo!—respondió—. ¡Ya presiento que tendremos excelentes destinosquedesempeñar!»

«Mudemosdeconversación—ledije—,yhablemosdeOviedo.CuandosalistedeAsturias,¿enquéestadodejasteamimadre?»«¡Ah,señor!—merespondió,tomando de repente un aspecto afligido—. Las noticias que tengo que daros

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sobre ese punto no son sino tristes.» «¡Oh cielos!—exclamé—. ¡Sin dudamimadre hamuerto!» «Seis meses ha—dijomi secretario—que la buena señorapagóeltributoalaNaturaleza,ylomismoelseñorGilPérezsutíodeusted.»

Afligióme vivamente lamuerte demimadre, aunque enmi infancia no habíarecibido de ella aquellas caricias que tanto necesitan los hijos para seragradecidos en lo sucesivo. También derramé algunas lágrimas por el buencanónigo, acordándome del cuidado que había tenido de mi educación. A laverdad,nodurómuchomipesadumbre,quemuyprestoquedó reducidaaunatiernamemoriaquesiempreheconservadodemisparientes.

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CAPITULOIX

Cómoyconquiéncasóelconde-duqueasuhijaúnica,ylossinsaboresqueprodujoestematrimonio.

PocodespuésdelregresodelhijodelaCoscolinavialconde-duqueporespaciode unos ocho días muy parado y pensativo. Me persuadí de que estabameditandoalgunagrandeempresadepolítica;peroprestolleguéasaberqueloqueleteníatansuspensoeraunasuntodoméstico.«GilBlas—medijounatarde—, quizá habrás reparado que hace días ando pensativo.Así es, hijomío; nopuedonegarqueenteramentemeocupaunnegociodelcualdependeelsosiegodemialma,yvoyaconfiártelo.MihijadoñaMaría—continuó—sehallayaenedaddetomarestado,ysonmuchoslospretendientesqueaspiranasumano.ElcondedeNiebla,primogénitodelduquedeMedinasidonia,cabezadelaCasadeGuzmán,ydonLuisdeHaro,hijoyherederodelmarquésdelCarpioydemihermanamayor,sonlosdosconcurrentesqueparecenmásdignosdemerecerlapreferencia. Sobre todo el mérito del último es tan superior al de suscompetidores,quetodalacorteestápersuadidadequeseráelquepreferiréparayerno. Con todo eso, sin pararme en explicarte los motivos que tengo paradesechar a ambos, te diré que he puesto los ojos en don Ramiro Núñez deGuzmán,marquésdeToral,cabezadelaCasadelosGuzmanesdeAbrados.Aeste señorya loshijosquenacierendemihijaquierodejar todosmisbienes,vincularlosaltítulodecondedeOlivares,yanejaraéllagrandeza;desuertequemisnietosy susdescendientesquevinierende la ramadeAbradosyde ladeOlivares pasaránpor primogénitos de laCasadeGuzmán.Dime,Santillana—añadió—: ¿apruebas este proyecto?» «Señor—le respondí—, es propio de lacapacidady talentoquelohaformado; loúnicoquereceloesqueelduquedeMedinasidonia podrá quejarse de él.» «Quéjese cuanto quiera—respondió—;nada me importa. No tengo inclinación a su rama, que ha usurpado a la deAbrados el derecho de primogenitura y los títulos anexos a ella. Menosimpresión me harán sus quejas que el sentimiento que tendrá mi hermana lamarquesadelCarpioalverquesuhijopierdeelenlaceconmihija.Perosobretodoyoquierohacermigusto,ydonRamiroserápreferidoatodossusrivales;asílotengodeterminado.»

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Habiendo el conde-duque tomado esta resolución, no pasó, sin embargo, aejecutarla sin afianzarla primero con un golpe diestro de política. Presentó unmemorialalreyyalareinasuplicandoasusmajestadessedignasendisponerdelamanodesuhijadoñaMaría,exponiéndoleslascualidadesdelosseñoresquelapretendíany remitiéndoseenteramentea laeleccióndesusmajestades,bienque, hablando del marqués de Toral, no se dejaba de conocer su particularinclinación a este partido. En virtud de esto, el rey, que deseaba muchocomplacera suministro, ledióporescrito la respuesta siguiente:JuzgoadonRamiroNúñezdignodedoñaMaría.Sinembargo,eligeportimismo;elpartidoquemásteconvengaseráelqueamímásmeagrade.—ELREY.

Manifestóelministroestarespuestaconciertaafectación,yfingiendoentenderlacomounaordendelsoberano,sedióprisaacasarasuhijaconelmarquésdeToral, resolución de que se resintió vivamente la marquesa del Carpio, comotodos losGuzmanes, que estabanmuy satisfechos con la esperanza del enlacecondoñaMaría.Enmediodeesto,unosyotros,cuandovieronquenopodíanimpedir el casamiento, aparentaron celebrarle con lasmayores demostracionesdealegría.Parecíaquetodalafamiliaestabafueradesídecontento;perotardópocoenversevengadosudisgustodelmodomáscruelydolorosoparaelconde.A los diezmeses dió a luz doñaMaría una niña, quemurió al nacer, y pocodespuéslamismamadrefuévíctimadesusobreparto.

¡Quépérdidaparaunpadreidólatra(pordecirloasí)desuhija,ymásviendoconestodesvanecidosuproyectodequitarelderechodeprogenituraa la ramadeMedinasidonia!Esto le afligió tan profundamente, que se encerró por algunosdías sin que le viese nadie sino yo, que, conformándome a su excesivosentimiento, me mostraba tan apesadumbrado como él. Forzoso es decir laverdad:yoaprovechéestacoyunturaparaderramarnuevaslágrimasenmemoriadeAntonia.LasemejanzaquehabíaentresumuerteyladelamarquesadeToralvolvióaabrirunaheridamalcicatrizada,causándometantosentimiento,queelministro, apesarde loabatidoque le tenía supropiapena,nopudomenosdeadvertir lamía.Admiróleverme tomar tanactivaparteensusamarguras.«GilBlas—medijoundíaqueleparecíabismadoenunaprofundatristeza—,esunconsuelomuydulceparamíeltenerunconfidentetansensibleamisangustias.»«¡Ah señor!—le respondí, vendiéndole por finezamiquebranto—.Sería yo elhombremásingratoymicorazónelmásdurosinolassintieratanvivamente.Puesqué,¿podríavuestraexcelenciallorarlamuertedeunahijadetantoméritoy a quien amaba tan tiernamente, sin que yo mezclase mis lágrimas con lassuyas?No,señor;metienevuestraexcelenciademasiadocolmadodebeneficios

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paraqueyopuedadejarentodamividadetomarparteensussatisfaccionesyensuspesadumbres.»

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CAPITULOX

EncuentraGilBlascasualmentealpoetaNúñez;refiéreleéstequeserepresentaunatragediasuyaenelteatrodelPríncipe;

desgraciadoéxitoquetuvo,yefectofavorablequeleprodujoestadesgracia.

Comenzabaelministroaconsolarse,y,porconsiguiente,tambiényoarecobrarmibuenhumor,cuandosalíunatardeapasearmesoloencoche.Enelcaminoencontré al poeta asturiano, a quien no había visto después de su salida delhospital.Advertíqueestabadecentementevestido.Llaméle,híceleentrarenelcocheyfuimosjuntosapasearenelpradodeSanJerónimo.

«Señor Núñez—le dije—, ha sido fortuna mía haberos encontrado porcasualidad; a no ser así, nunca lograría el gusto de...» «¡Déjate dereconvenciones, Santillana!—interrumpió con precipitación—. Confieso debuenafequedepropósitonoquiseiravisitarte,ytevoyadecirelmotivo.Túme prometiste un buen empleo, con tal que renunciase a la poesía, y yo heencontradootromássólidocon lacondicióndehacerversos;heaceptadoesteúltimoporsermásconformeamigenio.Unamigomíomehacolocadoencasade don Beltrán Gómez del Ribero, tesorero de las galeras del rey. Este donBeltránqueríamantenerasusexpensasunbueningenio,yhabiéndoleparecidomuy sublimemi versificación, me ha preferido a cinco o seis autores que sepresentaronparaocuparlaplazadesecretariodesuramo.»

«Mealegroinfinitodeeso,queridoFabricio—ledije—,porqueesedonBeltránverosímilmente será muy rico.» «¡Cómo rico!—me replicó Fabricio—. Dicenqueniaunélmismosabeloquetiene.Pero,comoquieraquesea,heaquíenquéconsiste el empleoquedesempeñoen sucasa.Comosepreciadecortejanteyquierepasarporhombredeingenio,sevaledemiplumaparacomponerbilletesllenosdesalydegracia,dirigidosamuchasdamasmuyvivarachasconquienestienefrecuentecorrespondencia.Ensunombreescriboaunaenverso,aotraenprosa,yalgunasvecesyomismosoyelportadordelosbilletes,parahacervermismuchostalentos.»

«Perotúnomeenteras—ledije—deloquemásdeseosaber.¿Tepaganbientus

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epigramasepistolares?»«Conmuchaliberalidad—merespondió—.Notodoslosricos son espléndidos, pues algunos conozco que son muy tacaños; pero donBeltránseportaconmigogenerosamente.Ademásdelosdoscientosdoblonesdesueldo queme tiene señalados,me da de tiempo en tiempo algunas pequeñasgratificaciones,locualmeponeenestadodehacerelpapeldeseñorydepasarel tiempo alegremente con algunos autores tan enemigos como yo de lamelancolía.»«Ensuma—lerepliquéyo—:¿estutesorerohombredetantogustoqueconozca lasbellezasdeunaobraynotesusdefectos?»«¡Oh!Tantocomoeso,no—merespondióNúñez—.Aunquetieneunaverbosidadquedeslumbra,no es inteligente. Sin embargo, se cree otra Tarpa; decide resueltamente, ysostiene su opinión con tanta altanería y tenacidad, que lasmás de las veces,cuando disputa, todos se ven obligados a ceder para evitar una granizada deexpresionesdescortesesqueacostumbraadescargarsobrelosquelecontradicen.Deaquípuedesinferirquepongoelmayorcuidadoennooponermejamásaloquedice,pormásrazónquemuchasvecesmeasistaparaello;porque,ademásdelosepítetospocogustososqueoiríadesuboca,esseguroquemeecharíaalacalle.Apruebo,pues—continuó—,todoloqueélalaba,yrepruebotodocuantoledisgusta.Porestacondescendencia,queenlarealidadpocoonadamecuesta,puesfácilmentemeacomodoalcarácterygeniodelaspersonasquemepuedenservir, me he hecho dueño de la estimación y voluntad de mi patrono.Empeñóme en componer una tragedia, cuya idea me sugirió él mismo.Compúselaavistasuya;sisalebien,deberétodamigloriaalasleccionesqueélmehadado.»

Preguntéle el título de la tragedia, y me respondió: «Intitúlase El conde deSaldaña, la cual se representará en el corral del Príncipe dentro de tres días.»«Deseo mucho—le repliqué—, que logre todo el aplauso y concepto que tuingeniomehaceesperar.»«Yotambiénloespero—medijoél—;verdadesquenohayesperanzasmásfaliblesqueéstas,porestartaninciertoslosautoresdeléxitoquetendránsusobrasenlastablas.»

Llegó,enfin,eldíadelaprimerarepresentación.Yonoasistíaellaporhabermedadoelministrociertoencargoquemeloestorbó,ylomásquepudehacerfuéenviaraEscipiónparaquea lomenosmeinformasedeléxitodeunapiezaenquemeinteresaba.Despuésdehaberleestadoesperandoconimpaciencia,levientrar con un semblante queme diómala espina y nome dejó presagiar cosabuena. «Y bien—le pregunté—: ¿cómo ha recibido el público aEl conde deSaldaña?» «Malísimamente—me respondió—. En mi vida he visto comediatratadaconmayorignominia.Mehesalidoindignadodelainsolenciadelpatio.»

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«No estoy yo menos indignado—le interrumpí—contra la manía que Núñeztiene de componer piezas dramáticas. ¿No debe haber perdido el juicio parapreferirlosignominiosossilbidosdelpopulachoaldecorosoestadoenquepudecolocarle?»Asímedesahogabayo echandopestes contra el poeta deAsturiaspor la inclinación que le tenía, afligiéndome de la desgracia de su drama,mientrasélestabatansatisfechodesuobra.

Efectivamente;dosdíasdespuéslevientrarenmicuartoquenocabíaensídegozo.«Santillana—exclamóalborozadoluegoquemevió—,vengoadartepartede mi suma felicidad. La composición de una mala tragedia ha causado mifortuna.YasabráslomalquefuérecibidomipobreCondedeSaldaña;todoslosespectadores se amotinaron contra él; pero este desenfreno universal fuéjustamenteelqueasegurómidichaparatodavida.»

Quedé aturdido al oír hablar de este modo al poeta Núñez. «¿Cómo así,Fabricio?—le pregunté pasmado—. ¿Es posible que el alto desprecio con quefuétratadatutragediaseapuntualmenteelmotivodetudesmesuradaalegría?»«Asíes,nimásnimenos—merespondió—.YatedijelamuchapartequedonBeltrán tuvoensucomposición;por lomismo, lacalificódeunaobraa todaslucesexcelente.Picadoenextremodequeelpúblicohubierasidodeunsentirtancontrarioal suyo,medijoestamañana:«Núñez,Victrixcausadiisplacuit,sed victa Catoni; si tu tragedia pareció tan mal a las gentes, a mí me gustómucho,yestotedebebastar.Yparaqueteconsuelesdeldolorquenaturalmentetecausará la injusticiayelmalgustodel siglopresente,desdeahora teseñalodosmilescudosderentaanualyvitaliciasobretodosmisbienes.Vamosdesdeaquí a casa de mi escribano a otorgar la escritura.» Con efecto, partimosinmediatamente.El tesorerofirmó laescrituradedonación,ymehapagadoelprimerañoanticipado.»

DimilparabienesaFabricioporeldesgraciadoéxitodesuCondedeSaldaña,que había redundado en provecho del autor. «Tienes razón—prosiguió él—encumplimentarmeporunacosatanextraña.¡Dichosoyounaymilvecesdehabersidosilbado!Sielpúblico,másbenévolo,mehubierahonradoconsusaplausos,¿quéfrutohubierasacadodeellos?Ninguno,oalosumoalgunosrealesquedenadameservirían;perolossilbidosenuninstantemehanpuestoenestadodepasarcómodamenteelrestodemisdías.»

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CAPITULOXI

ConsigueSantillanaunempleoparaEscipión,elcualseembarcaparaNuevaEspaña.

NomirómisecretariosinalgunaenvidialaimpensadafortunadelpoetaNúñez,demanera que en toda una semana no cesó de hablarme de ella. «Admiradoestoy—medecía—deloscaprichosde laFortuna, lacualmuchasvecesparecequesedeleitaencolmardebienesaundetestableautormientrasabandonaalosmejoresenmanosdelamiseria.¡Cuántocelebraríayoqueundíaseleantojasehacermericodelanochealamañana!»«Eso—ledije—podráquizásucedermásprestodeloquepiensas.Túestásahoraeneltemplodeesadeidad,porque,sinomeengañomucho, lacasadeunprimerministrosepuedemuybien llamareltemplo de la Fortuna, donde de repente se ven elevados y opulentos los quelogran su favor.» «Decís, señor, mucha verdad—me respondió—; pero esmenestertenerpacienciaparaesperarle.»«Vuélvoteadecir—lerepliqué—quetesosiegues.¿Quiénsabesiquizáaestashorasseteestápreparandoalgunabuenacomisión?»Conefecto,pocosdíasdespuéssemepresentóocasióndeemplearleútilmenteenserviciodelconde-duqueynoladejéescapar.

Hallábameunamañana en conversación condonRamónCaporis,mayordomodelprimerministro,yeraelasuntosobrelasrentasdesuexcelencia.«Miseñor—decíaél—gozadevariasencomiendasen todas lasOrdenesmilitares,que lereditúancadaañocuarentamilescudos, sinmásobligaciónque lade llevar lacruz deAlcántara. Fuera de eso, los tres empleos de gentilhombre de cámara,caballerizomayorygrancancillerdeIndiasleproducendoscientosmilescudos.PerotodoestoesnadaencomparacióndelosinmensoscaudalesquesacadelasIndias. ¿Sabe usted cómo? Cuando los buques del rey salen de Sevilla o deLisboaparaaquellospaíses,haceembarcarenellosvino,aceiteytodoel trigoque le produce su condado de Olivares, sin que le cueste un maravedí laconducción.EnIndiassevendenestosgénerosapreciocuatrovecesmayordelquevalenenEspaña.Coneldineroqueganaenestaventacompraespeciería,coloresyotrasdrogasqueenelNuevoMundoestáncasidebaldeyenEuropasevendenasubidoprecio.Esteesuntráficoquelevalemuchosmillones,sinelmenorperjuiciodelErario.Yno extrañaráusted—continuó—que laspersonas

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empleadasenhacerestecomerciovuelvantodascargadasderiquezas,porquesuexcelenciallevaabienque,haciendosunegocio,hagantambiénellaselsuyo.»

ElhijodeCoscolina,queescuchabanuestraconversación,nopudooírhablarasíadonRamónsininterrumpirle.«¡Pardiez,señorCaporis—exclamó—,queyodebuena gana sería uno de esos empleados, y más que ha muchos años tengograndesdeseosdeveraMéjico!»«Prestosatisfaríayotucuriosidad—ledijoelmayordomo—sielseñordeSantillananoseopusieraatusdeseos.AunquesoyalgodelicadoenlaeleccióndelossujetosqueenvíoalasIndiasparahacerestetráfico, porque al fin yo soy el que los nombro, desde luego te sentaríaciegamente en mi registro con tal que lo consintiese tu amo.» «Muchasatisfaccióntendría—dijeadonRamón—enqueustedmedieseestapruebadeamistad.Escipiónesunmozoaquienestimo,yademásdeesoesmuycapaz,ytan puntual en todo lo que se pone a su cargo, que espero no dará el menormotivo de disgusto; respondo por él como pudiera responder pormímismo.»«Siendoasí—replicóCaporis—,desdeluegopuedemarcharaSevilla,dedondedentrodeunmesseharánalavelalosnavíosquehandepasaraIndias.Llevaráunacartamíaparaciertosujetoqueleinstruirábienentodoloquedebehacerparautilizarmuchosinelmenorperjuiciodelosinteresesdesuexcelencia,quesiempredebensermuysagradosparaél.»

AlegrísimoEscipión con el nuevo empleo, dispuso su viaje aSevilla, conmilescudosque lediparaquecompraseenAndalucíavinoyaceiteypudieseasítraficar por su cuenta en las Indias. Mas, sin embargo de las esperanzas quellevabademejorardefortunaenelviaje,nopudosepararsedemísinlágrimasniyoprivarmedeélconojosenjutos.

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CAPITULOXII

LlegaaMadriddonAlfonsodeLeiva;motivodesuviaje;graveafliccióndeGilBlasyalegríaquelasiguió.

Apenas se había ausentadoEscipión, cuando un paje delministro entró enmicuarto y me entregó un billete que contenía estas palabras: «Si el señor deSantillanaquisiesetomarselamolestiadeiralmesóndeSanGabriel,enlacallede Toledo, verá en él a uno de susmayores amigos.» «¿Quién podrá ser esteamigo?—decíaentremímismo—.¿Yporquérazónmeocultarásunombre?Talvezquieresazonarmeelgustodeverleconelsainetedelasorpresa.»

Salíalinstantedecasa,meencaminéalacalledeToledo,lleguéalsitioseñaladoymequedénopocosuspensodeencontraradonAlfonsodeLeiva.«¡Quéesloqueveo!—exclamé—.¡Vuestraseñoríaaquí,señor!»«Sí,miqueridoGilBlas—merespondióteniéndomeestrechamenteabrazado—.ElmismodonAlfonsoenpersonaeselque tienesa lavista.»«Pero¿quénegocio leha traídoavuestraseñoría aMadrid?», le dije. «Te voy a sorprender—me respondió—y afligirteenterándotedelacausademiviaje.SábetequemehanquitadoelgobiernodeValencia y que el primer ministro ha mandadome presente en la corte a darcuentademiconducta.»

Permanecí un cuarto de hora en un profundo silencio; después, volviendo atomarlapalabra,«¿Dequéseleacusaausted?»,ledije.«Nadasé—respondió—;peroatribuyomidesgraciaa lavisitaquehice tressemanashaalcardenalduquedeLerma,quehaceunmessehallaconfinadoensupalaciodeDenia.»«¡Oh!Enverdad—interrumpíyo—quevuestraseñoríatienerazónenatribuirsudesgraciaaestaindiscretavisita;nohayquebuscarotraculpa.Yvuestraseñoríame permitirá le diga que se olvidó de consultar su acostumbrada prudenciacuandofuéaveraunministrodesgraciado.»«Elyerroyasecometió—medijoél—,yhetomadovoluntariamentemideterminación.MeretiraréconmifamiliaalaquintadeLeiva,dondepasaréenunprofundososiegoelrestodemisdías.Loúnicoqueahorameaflige—añadió—eselvermeobligadoapresentarmeaunministro orgulloso y dominante, que quizáme recibirá con poco agrado, cosaintolerable para quien nació con alguna honra. A pesar de que esto es unanecesidad,hequeridohablarteantesdesometermeaella.»«Señor—ledije—,no

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se presente vuestra señoría al ministro sin que yo sepa antes de lo que se leacusa,pueselmalnoesirreparable.Sealoquefuere,vuestraseñoríaseservirállevar abienqueyodéenel asunto todosaquellospasosqueexigendemí lagratitudyelafecto.»Diciendoesto,ledejéenelmesón,asegurándolequedentrodepoconosvolveríamosaver.ComoyonointerveníayaenningúnnegociodeEstadodesde las dosMemorias de quehe hecho tan elocuentemención, fuí abuscaraCarneroparapreguntarlesieraverdadqueadonAlfonsodeLeivaselehabíaquitado el gobiernode la ciudaddeValencia.Respondiómeque sí, peroque ignoraba la causa de ello. Con esto resolví sin vacilar acudir al mismoministro para saber de su propia boca los motivos que podía tener para estarquejosodelhijodedonCésar.

Estaba yo tan penetrado de dolor por este fatal acontecimiento, que no tuvenecesidaddeaparentartristezaparaparecerafligidoalosojosdelconde.«¿Quétienes,Santillana?—mepreguntóluegoquemevió—.Descubroentusemblanteseñalesdepesadumbre,yaunveoquelaslágrimasestánprontasacorrerdetusojos.¿Tehaofendidoalguno?¡Habla,yprontoquedarásvengado!»«Señor—lerespondí llorando—,auncuandoquisieradisimularmipena,nopodría,porquecasi llega a términos de desesperación. Acaban de asegurarme que ya no esgobernadordeValenciadonAlfonsodeLeiva,ynopodíandarmenoticiaquemefueramás sensible.»«¿Quémedices,GilBlas?—repusoelministro admirado—.¿PuesquétienestúcondonAlfonsoniconsugobierno?»EntonceslehiceunapuntualrelacióndetodaslasobligacionesquedebíaalosseñoresdeLeiva,ydespuéslecontécómoycuándohabíayoobtenidodelduquedeLermaparaelhijodedonCésarelgobiernodequesetrataba.

Despuésquesuexcelenciameoyóconunaatenciónllenadebondadhaciamí,medijo:«Enjuga tus lágrimas,amigomío.Ademásdequeyo ignoraba loquemeacabasdecontar, teconfesaréquemirabaadonAlfonsocomohechuradelcardenaldeLerma.Ponteenmilugar.Lavisitaquehizoaestepurpurado,¿notele hubiera hecho sospechoso? Quiero, no obstante, creer que, habiéndoseleconferidosuempleoporaquelministro,puedehaberdadoestepasoporunmeroimpulso de agradecimiento. Siento haber separado de su empleo a un hombrequeteledebíaati;perosideshiceloquehabíashechotú,puedorepararlo,yaunquierohacerportiloquenohizoelduquedeLerma.DonAlfonsodeLeiva,tuamigo, no eramás que gobernador de la ciudad deValencia, pero yo le hagovirreydelreinodeAragón.Tedoylicenciaparaquelecomuniquesestanoticia,ypuedesdecirlequevengaaprestarjuramento.»Cuandooíestaspalabras,pasédelextremodelaaflicciónaunexcesodealegríaquemeenajenó,entérminos

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queloconociósuexcelenciaenelmododemanifestarlemiagradecimiento;masnoledesagradóeldesconciertodemispalabras,ycomolehabíaenteradodequedon Alfonso estaba en Madrid, me dijo que podía yo presentársele en aquelmismodía.Fuívolando almesóndeSanGabriel, en donde colméde gozo alhijodedonCésaranunciándolesunuevoempleo.Nopodíacreer loqueyo ledecía, porque tenía dificultad en persuadirse de que, pormás amistad quemetuviera el primer ministro, fuera capaz de dar virreinatos por mi influjo.Condújeleacasadelconde-duque,quelerecibiómuyafablementeyledijoquese había comportado tan bien en su gobierno de la ciudad de Valencia que,contemplándole el rey aptoparadesempeñarun empleomás elevado, le habíanombradoparaelvirreinatodeAragón.«Porotraparte—añadió—,estadignidadnoes superiora lacategoríadevuestronacimiento,y lanoblezaaragonesanopodríaquejarsedelaeleccióndelaCorte.»Suexcelencianometomóenbocayelpúblico ignoró lapartequeyohabía tenidoenaquelnegocio, loquepusoacubierto a don Alfonso y al ministro de las habladurías del público sobre elnombramientodeunvirreyqueerahechuramía.

Luego que el hijo de donCésar estuvo seguro de su promoción, despachó unpropio a Valencia para noticiarla a su padre y a Serafina, que al momentopasaron a Madrid, y su primera diligencia fué visitarme y colmarme dedemostracionesdevivoagradecimiento. ¡Quéespectáculo tan tiernoygloriosofué paramí ver a las tres personas quemás amaba en elmundo abrazarme acompetencia!Tanagradecidosamiamorcomoalesplendorqueelvirreinatoibaaañadirasucasa,nohallabanpalabrasconquémanifestarsureconocimiento.Me hablaban como si trataran con igual suyo, pareciendo haber olvidado quehabían sidomis amos; todo les parecía poco para darme pruebas de amistad.Parasuprimircircunstanciasinútiles,donAlfonso,despuésdehaberrecibidoelreal despacho, dado gracias al rey y al ministro y prestado el juramentoacostumbrado, marchó de Madrid con su familia para ir a establecer suresidenciaenZaragoza.Hizoallísuentradapúblicaconlamayormagnificencia,y los aragoneses acreditaron con sus aclamaciones que yo les había dado unvirreyqueleseramuyacepto.

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CAPITULOXIII

EncuentraGilBlasenpalacioadonGastóndeCogollosyadonAndrésdeTordesillas;adóndefuerontodostres;findelahistoria

dedonGastónydoñaElenadeGalisteo;quéserviciohizoSantillanaaTordesillas.

Estabayolocodecontentoporhabertransformadotanfelizmenteenvirreyaungobernadordepuesto.LosmismosseñoresdeLeivanoestabantanalegrescomoyo.Presto semeofrecióotra ocasiónde emplearmi valimiento a favor deunamigo,loquecreoconvenientecontar,parahacerveramislectoresqueyanoerayoaquelmismoGilBlasqueenelMinisterioanteriorvendíalasmercedesdelaCorte.

Hallándomeundíaenlaantecámaradelreyhablandoconalgunosseñoresqueno se desdeñaban de admitirme a su conversación sabiendo queme quería elprimerministro, vi entre la multitud a don Gastón de Cogollos, aquel reo deEstadoaquienhabíadejadoenelalcázardeSegovia,queestabaconelalcaidedelmismoalcázar,donAndrésdeTordesillas.Separémegustosodelaspersonascon quien estaba para ir a dar un abrazo a estos dos amigosmíos. Si ellos seadmiraronmuchodevermeallí,yomeadmirémásdeencontrarmeconellos.

Después de recíprocos abrazos me dijo don Gastón: «Señor de Santillana,tenemosmuchascosasquedecirnosynoestamosenparajeapropósitoparaello;permítameustedqueleconduzcaaunsitioendondeelseñordeTordesillasyyotendremos el gusto de hablar largamente con usted.»Vine en ello.Abrímonospasoporentreelgentíoysalimosdepalacio.HallamoselcochededonGastón,queleestabaesperandoenlacalle,metímonosenéllostresyfuimosaapearnosen la plaza Mayor, en donde se hacen las corridas de toros, que allí vivíaCogollosenunasoberbiacasa.«SeñorGilBlas—medijodonAndrésluegoqueentramosenunasalaalhajadaconmagnificencia—,parécemequecuandoustedsaliódeSegoviahabíacobradohorroralacorteyqueibaresueltoaalejarsedeellapara siempre.»«Eseera enefectomidesignio—le respondí—,ymientrasvivió el difunto rey nomudé de parecer; pero luego que supe que ocupaba eltronoelpríncipesuhijo,quiseversielnuevomonarcameconocía.Conociómeytuveladichadequemerecibiesebenignamente.Elmismomerecomendóal

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primerministro,quienmecobróamistadyconelcualestoyenmuchomásaugedelquenuncaestuveconelduquedeLerma.Estoes,señordonAndrés,todoloqueteníaquedecirle;ahoradígameustedsisemantienetodavíadealcaidedelalcázar deSegovia.» «Nopor cierto—me respondió—; el conde-duquepuso aotroenmi lugar, creyéndomeprobablementeparcialde supredecesor.»«Yo—dijoentoncesdonGastón—obtuvemi libertadporunarazóncontraria.Apenassupo el primerministro que yo estaba en la prisión de Segovia por orden delduquedeLerma,cuandomemandóponerenlibertad.Ahorasetrata,señorGilBlas,decontarosloquemesucediódesdequesalídelalcázar.Loprimeroquehice—continuó—, después de haber dado mil gracias a don Andrés por lasatenciones que le había debido durante mi arresto, fué venirme a Madrid.Presentémealconde-duquedeOlivares,elcualmedijo:«Notemaustedqueladesgracia que le ha sucedido perjudique en lo más mínimo a su reputación.Ustedsehallaplenamentejustificado,yestoytantomássegurodesuinocenciacuantoqueelmarquésdeVillarreal,dequienselesospechabaaustedcómplice,noeraculpable.Apesardeserportugués,yaunparientedelduquedeBraganza,es menos parcial del duque que del rey mi señor. Por consiguiente, no debeimputárseleaustedcomodelito suconexiónconelmarqués,ypara reparar lainjusticia que se hizo a usted acusándole de traición, el rey le hace tenientecapitándesuguardiaespañola.»Aceptéesteempleo,suplicandoasuexcelenciamepermitieseantesdeentraradesempeñarlepasaraCoriaaveramitíadoñaLeonordeLajarilla.Concediómeelministrounmesdelicenciaparaelviaje,elqueemprendíacompañadodeunsololacayo.HabíamospasadoyadeColmenaryentradoenuncaminohondoentredoscolinas, cuandovimosauncaballeroqueseestabadefendiendovalerosamentedetreshombresqueleacometíanauntiempo.Nomedetuveunpuntoenirasocorrerle;fuívolandohaciaélymepusea su lado. Observé cuando me batía que nuestros enemigos estabanenmascaradosyquereñíamosconanimososcombatientes.Sinembargo,apesarde su vigor y destreza, quedamos vencedores; atravesé a uno de los tres, quecayódelcaballo,ylosotrosdoshuyeronalmomento.Verdadesquelavictoriano fuémenos funesta para nosotros que para el desgraciado a quien yo habíamuerto, porque, después de la acción, tanto mi compañero como yo noshallamos peligrosamente heridos. Pero figúrese usted cuál sería mi sorpresacuandoconocíqueelcaballeroaquienhabíasocorridoeraCambados,maridodedoñaElena.Noquedóélmenosadmiradoalverqueerayosudefensor.«¡Ah,don Gastón!—exclamó—. Pues qué, ¿sois vos quien venís a socorrerme?Cuando abrazasteismi partido con tanta generosidad, sin duda ignorabais quedefendíais aunhombrequeoshabía robadovuestradama.»«Esciertoque loignoraba—le respondí—; pero aun cuando lo hubiera sabido, ¿os parece que

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hubiera titubeadoenhacer loquehice?¿Me tendréisen tanmalconceptoquecreáis tengo un alma vil?» «¡No, no!—respondió—. Tengo mejor opinión devos,ysimuerodelasheridasqueacaboderecibir,deseoquelasvuestrasnoosimpidan aprovecharos de mi muerte.» «Cambados—le dije—, aunque no heolvidadotodavíaadoñaElena,sabedquenoapetezcoposeerlaacostadevuestravida,yaunmealegromuchodehabercontribuídoasalvarosde losgolpesdetresasesinos,puesqueenellohiceunaacciónqueagradecerávuestraesposa.»Mientrasestábamoshablandodeestemodo,milacayoseapeóy,acercándosealcaballero que estaba tendido en el suelo, le quitó lamascarilla y nos hizo verunas facciones que luego conocióCambados. «EsCaprara—exclamó—, aquelpérfido primo que, en despecho de haber perdido una rica herencia queinjustamentemehabíadisputado,hacemuchotiempoquepensabaasesinarme,yhabía, por último, elegido este día para realizar sus deseos; pero el Cielo hapermitidoqueélmismohayasidolavíctimadesuatentado.»Entretantonuestrasangre corría en abundancia y por instantes nos íbamos debilitando. Sinembargo,heridoscomoestábamos,tuvimosánimoparallegarhastael lugardeVillarejo, que no distaba más que dos tiros de fusil del campo de batalla.Llegadosalprimermesón, llamamoscirujanos,yvinounoquenosdijeronsermuyhábil.Examinónuestrasheridasyhallóque eranmuypeligrosas; hizo laprimera cura, y a lamañana siguiente, despuésdehaber levantadoel vendaje,declarómortaleslasdedonBlas,peronolasmías,ysuspronósticosnosalieronfalsos. Viéndose Cambados desahuciado, sólo pensó en prepararse a morir.Envió un propio a su mujer para informarla de todo lo sucedido y del tristeestado en que se hallaba. Tardó poco doña Elena en presentarse en Villarejo,adondellegóconelespíritufuertementeagitadopordoscausasdiferentes:porelpeligroquecorríalavidadesumaridoyporeltemordequemivistavolvieseaencenderen supechoun fuegomalapagado;dosafectosque la teníanenunaterribleconmoción.«Señora—ledijodonBlas luegoque lavió—,aunvenísatiempopararecibirmiúltimadespedida.VoyamorirymiromimuertecomouncastigodelCielopor la falsedadconqueos robé adonGastón.Muy lejosdequejarme de él, yo mismo os exhorto a que le restituyáis un corazón que leusurpé.»DoñaElenanolerespondiósinoconlágrimas,y,alaverdad,éstaeralamejor respuestaque lepodíadar, porquenoestaba tandesprendidademíquehubieseolvidadoelartificiodequesehabíavalidodonBlasparadeterminarlaasermeinfiel.Acontecióloqueelcirujanohabíapronosticado:queenmenosdetresdíasmurióCambadosdesusheridas,envezdequelasmíasanunciabanunaprontacuración.Laviuda,ocupadaúnicamenteenelcuidadodequetrasladasenaCoria el cadáver de su esposo para hacerle los honores que ella debía a suscenizas,saliódeVillarejoparavolverseallí,despuésdehaberseinformadocomo

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pormeraurbanidaddel estadoenqueyomehallaba.Seguíla luegoquepude,tomando el camino de Coria, donde acabé de restablecerme. Entonces mi tíadoñaLeonorydonJorgedeGalisteodeterminaroncasarnosa laviudayamíantes que la fortuna nos jugase otra pieza como la pasada. Efectuósesecretamenteelmatrimonio,enatenciónalarecientemuertededonBlas,ydeallíapocosdíasvolvíaMadridcondoñaElena.Comosehabíapasadoeltiempodemilicencia,temíqueelministrohubiesedadoaotrolatenenciadeguardiasquesemehabíaconferido;peronohabíadispuestodeella,ytuvolabondaddeadmitir ladisculpaqueledidemitardanza.Soy,pues—prosiguióCogollos—,primertenientedelaguardiaespañolayestoymuycontentoconmiempleo.Hegranjeadoamigosde tratoagradable, conquienesvivogustoso.»«Mealegrarapoderdecirotrotanto—interrumpióaquídonAndrés—,puesestoymuylejosdevivir contento con mi suerte. Perdí el empleo que tenía, el cual me daba decomer, y me veo sin amigos que puedan ayudarme a adquirir otro sólido.»«Perdone usted, señor don Andrés—dije yo entonces sonriéndome—, en mítiene usted un amigo que puede servirle de algo.Vuelvo, pues, a decir que elconde-duque me estima aun quizá más de lo que me estimaba el duque deLerma.¿Yseatreveustedadecirmeenmicaraquenoconoceanadieque lepueda proporcionar un empleo sólido? ¿Pues no le hice en otro tiempo unserviciosemejante?AcuérdeseusteddequeporelvalimientodelarzobispodeGranada logré que se le nombrase a usted para ir aMéjico a desempeñar unempleoenquehubierahechosufortunasielamornolehubieradetenidoenlaciudad de Alicante. Pues me hallo en mejor estado de poder servir a ustedactualmente,queestoyalladodelprimerministro.»«Supuestoeso,mepongoenmanos de usted—repuso Tordesillas—. Pero—añadió sonriéndose también—suplicoaustedquenomehagaelfavordeenviarmeaNuevaEspaña,porquenoquerríairalláaunquemehicieranpresidentedelaAudienciadeMéjico.»

AlllegaraquínuestraconversaciónfuéinterrumpidapordoñaElena,queentróenlasala,ycuyapersona,llenadeatractivos,correspondíaalaencantadoraideaquemehabíaformadodeella.«Señora—ledijoCogollos—,estecaballeroeselseñor de Santillana, de quien os he hablado varias veces y cuya amablecompañíacalmófrecuentementeenlaprisiónmispesares.»«Sí,señora—dijeadoñaElena—;miconversaciónleagradabaporquesiempreeraustedelasuntode ella.» La hija de don Jorge respondió modestamente a mi cumplimiento,despuésde locualmedespedídeambosesposos,asegurándoles lomuchoquecelebrabaqueelhimeneohubieseporúltimocoronadosusprolongadosamores.Después, dirigiendo lapalabra aTordesillas, le roguéqueme informase de suhabitación,yhabiéndolohecho,ledije:«DonAndrés,deustednomedespido;

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espero que antes de ocho días verá usted que yo reúno el poder a la buenavoluntad.» No quedé por embustero; al día siguiente el conde-duque meproporcionó la ocasión de servir a este alcaide. «Santillana—me dijo suexcelencia—estávacantelaplazadegobernadordelacárcelrealdeValladolid;vale más de trescientos doblones al año y me dan ganas de dártela.» «No laquiero,señor—lerespondí—,aunquevalgadiezmilducadosderenta;renuncioa todos los empleos que no pueda desempeñar sin alejarme de vuestraexcelencia.» «Pero éste—replicó el ministro—puedes desempeñarle muy biensinnecesidaddesalirdeMadridsinoparairdecuandoencuandoaValladolidavisitar la cárcel.» «Diga vuestra excelencia cuanto guste—repuse yo—, noacepto ese empleo sino con la condición de que seme permita renunciarlo afavordeundignohidalgo llamadodonAndrésdeTordesillas, alcaideque fuédelalcázardeSegovia.Mealegraríahacerleestepresenteenreconocimientodelos buenos procederes que usó conmigo durante mi prisión.» Sonrióse elministrodeoírmehablarasíymedijo:«Porloqueveo,GilBlas,quiereshacerungobernadordelacárcelrealdelmodoquehicisteunvirrey.Puesbien,seaasí,amigomío;desdeluegoteconcedolaplazavacanteparaTordesillas.Perodimefrancamentequégratificacióndebeproducirte,porquenotetengoportansimplequequierasempeñartuvalimientodebalde.»«Señor—lerespondí—,¿nodebenpagarse las deudas? Don Andrés me proporcionó sin interés todas lascomodidades que pudo. ¿No será justo que yo le corresponda?» «Muydesprendidooshabéishecho,señordeSantillana—mereplicósuexcelencia—;meparecequeloeraismuchomenosenelúltimoMinisterio.»«Esverdad—lerepuse—,porqueelmalejemploestragómiscostumbres.Comoentonces todose vendía,me conformé con el uso; y como en el día todo se da, he vuelto arecobrarmiintegridad.»

Logré, pues, que seproveyese endonAndrésdeTordesillas el gobiernode lacárcelrealdeValladolidylehicemarcharluegoadichaciudad,tancontentoconsu nuevo empleo como lo quedé yo por haber desempeñado para con él lasobligacionesqueledebía.

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CAPITULOXIV

VaSantillanaacasadelpoetaNúñez;quépersonasencontróenellayquéconversacióntuvieronallí.

Undía,despuésdecomer,semeantojóiraveralpoetaasturiano,movidosólodelacuriosidaddesaberquéviviendatenía.MeencaminéacasadelseñordonBeltránGómezdelRiveroypreguntéenellaporNúñez.«Yanoviveaquí—merespondió un lacayo que estaba en la puerta—; vive ahora en aquella casa—añadió mostrándome una que estaba cerca—y ocupa un cuarto que cae aespaldasdeella.»

Fuímeallá, ydespuésdehaber atravesadounpatiopequeñoentré enuna salaenteramentedesalhajada,endondehalléamiamigoFabricio,sentadotodavíaala mesa con cinco o seis amigos suyos a quienes había convidado aquel día.Estabanalfindelacomida,y,porconsiguiente,metidosendisputa;peroluegoque me vieron sucedió un profundo silencio a la ruidosa conversación.Levantóse apresuradamente Núñez para recibirme, exclamando: «¡Caballeros,aquíestáelseñordeSantillana,quetienelabondaddehonrarmeconunadesusvisitas!¡Ayúdenmeustedesatributarrespetuososobsequiosalvalidodelprimerministro!» Al oír esto, todos los convidados se levantaron también parasaludarme, y en consideración al título que se me había dado me hicieroncumplimientosmuy reverentes. Aunque yo no tenía necesidad de beber ni decomer, no me pude excusar de sentarme a la mesa con ellos y aun decorresponderaunbrindisquemedirigieron.

Pareciéndome que mi presencia les impedía continuar hablando con libertad,«Señores—les dije—, creo haber interrumpido su conversación; suplico austedescontinúen,osinomeretiro.»«Estosseñores—dijoentoncesFabricio—estabanhablandodelaIfigeniadeEurípides.ElbachillerMelchordeVillegas,eruditodeprimerorden,preguntabaalseñordonJacintodeRomaratequéeraloquemásleinteresabaenaquellatragedia.»«Asíes—dijodonJacinto—,yyoleherespondidoqueelpeligroenqueseveíaIfigenia.»«Yyo—dijoelbachiller—,yolehereplicado,loqueestoyprontoademostrar,quenoeselpeligroloque forma el verdadero interés de la pieza.» «¿Pues cuál es?», exclamó elanciano licenciadoGabrieldeLeón.«Elviento», respondióelbachiller.Todos

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dieronunacarcajadaaloírunarespuestaquenocreíformal,imaginándomequeMelchornolahabíadadosinoporalegrarlaconversación.

Pero no tenía yo noticia de aquel sabio. Era un hombre que no entendía deburlas,yasí,dijocongrandeseriedad:«Ríanustedescuanto lesdiere lagana,queyosiempresostendréqueloquedebehacermásimpresiónenelespectador,loquedebeinteresarleysuspenderlemáseselviento.Ysino,figúrenseustedesunnumerosoejércitounidoprecisamenteparairasitiaraTroya.Considerenlaimpaciencia de capitanes y soldados por emprender y concluir aquel sitio yrestituirse cuanto antes a la Grecia, en donde habían dejado todo lo quemásamabanenestemundo:susdioses lares,susmujeresysushijos.LevántasederepenteunmalditovientocontrarioquelosdetieneenAulidaylostienecomoclavadosenaquelpuerto;tanto,quemientrasnosemudenolesesposibleirasitiar la ciudad de Príamo. Pues este viento es el que forma el interés de latragedia.Yomedeclaroafavordelosgriegosporqueapruebosudesignioysólodeseolapartidadesuflota,mirandoconindiferenciaaIfigeniaenpeligro,puesquesumuerteesunmedioparaobtenerdelosdiosesunvientofavorable.»

CuandoVillegasacabódehablarserenovaronlascarcajadasasucosta.FingióNúñezapoyarsocarronamenteaquellaridículaopinión,sólopordarmásmateriade burla a los zumbones, los cuales se divirtieron diciendo mil graciosascuchufletas sobre los vientos. Pero el bachiller, mirándolo a todos con aireflemáticoyorgulloso,lostratódeignorantesygentevulgar.Yoestabatemiendoacadamomentoqueseagarrasenysediesendemojiconesestosbotarates,queeseltérminoordinariodesusdisputas;perofuévanomitemor,porquetodoseredujo a llenarse recíprocamente de desvergüenzas, y se retiraron después dehabercomidoybebidoadiscreción.

Luego que se marcharon pregunté a Fabricio por qué no vivía en casa deltesorero y si acaso había ocurrido alguna desavenencia entre los dos.«¿Desavenencia?—merespondió—.¡Diosmelibredeello!NuncahaestadoenmayoraugemiestimacióncondonBeltrán.Supliquélemepermitiesevivir encasaseparadayalquiléenéstaelcuartoquevesparagozardemayor libertad.Aquí recibo a mis amigos, que me vienen a ver con frecuencia, y lo pasoalegrementeconellos,porqueyasabesquemigenionoesmuyinclinadoadejargrandes riquezas amis herederos.Mimayor gusto es hallarme al presente enestado de tener todos los días a mi mesa buena compañía sin peligro dearruinarme.» «Me alegro infinito, querido Núñez—le repliqué—, y no puedomenos de repetirte mil parabienes por el éxito de tu última tragedia. LasochocientascomposicionesdramáticasdelgranLopedeVeganolevalieron la

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cuartapartedeloquetehavalidoatituCondedeSaldaña.»

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LIBRODUODECIMO

CAPITULOPRIMERO

EnvíaelministroaToledoaGilBlas;motivoyéxitodesuviaje.

Hacía ya cerca de un mes que su excelencia me repetía todos los días:«Santillana,vallegandoeltiempoenquequieroempleartutalentoydestreza.»Pero este tiempo nunca acababa de venir. Llegó por fin, y su excelencia mehablóenestostérminos:«SedicequehayenlacompañíadecómicosdeToledouna actriz muy celebrada por su amabilidad; se asegura que baila y cantadivinamente, que arrebata a los espectadores cuando representa, y se añadetambiénqueesmuyhermosa.UnapersonatanrecomendableesdignadevenirarepresentarenlaCorte.Alreylegustanlascomedias,lamúsicayelbaileynole desagrada la hermosura. No me parece razón que su majestad carezca delplacerdeveryoíraunamujerdetantomérito.PorestoheresueltoenviarteaToledo, para que juzgues por ti mismo si esa actriz es tan peregrina; yo meatendrédesde luegoa la impresiónquecauseen tiymefíoenteramentede tudiscernimiento.»

Respondíasuexcelenciaqueesperabadarbuenacuentadeaquellacomisión,ydesdeluegoemprendímiviaje,acompañadodeunlacayo,aquienhicedejarlalibreadelministroparadesempeñarmiencargoconmayorsecreto;precauciónqueagradóasuexcelencia.Tomé,pues,elcaminodeToledo,endondemeapeéen un mesón inmediato al alcázar. No bien me había apeado, cuando elmesonero, teniéndome sin duda por algún caballero de las cercanías,me dijo:«Naturalmente,vendrávuestraseñoríaaverlaaugustaceremoniadelautodefequesecelebramañanaenToledo.»Yo,quenadasabíade talauto, le respondí

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inmediatamente que sí, para ocultar mejor mi designio y cortarle la gana depreguntarmemás sobre el fin queme llevaba a aquella ciudad. «Verá vuestraseñoría—prosiguióél—unadelasmásexcelentesprocesionesquejamássehanvisto,pueshay,segúnsedice,másdecienpenitenciados,entreloscualespasandediezlosquehandeserquemados.»Conefecto;eldíasiguienteantesdesalirel sol oí tocar todas las campanas de la ciudad en señal de que iba a darseprincipio al auto de fe. Con la curiosidad de ver esta ceremonia, me vestíaceleradamenteymeencaminéhacialaInquisición.Habíaallícerca,ydetrechoen trechopordondehabíadepasar laprocesión, tablados altos, enunode loscualesmecoloquépormidinero.Ibanprimerolospadresdominicos,precedidosdel estandarte de la fe o pendóndel SantoTribunal. Tras de dichos religiososvenían los reos con sus capotillos o especie de escapularios de tela amarilla,formadaenellosporlaparteanterioryposteriorelaspadeSanAndrés,detelaroja llamadasambenito,y todosconcorozasen lacabeza,con llamaspintadaslasdeloscondenadosalahogueraysinellaslasdelosotrosdemenorpena.

Mirabayoatodosaquellosinfelicesconlacompasiónquenosepuedenegarala humanidad, cuando creí descubrir entre los encorozados sin llamas alreverendo padreHilario y a su compañero el hermanoAmbrosio. Pasaron tancerca de mí, que no pude equivocarme. «¡Qué es lo que estoy viendo!—dijeentremímismo—.¡ElCielo,cansadodelosexcesosdeestosdosmalvados,loshaentregadoalajusticiadelaInquisición!»Hablandoconmigodeestasuerte,me sentí aterrorizado, se apoderó demí un temblor universal, ymi ánimo seturbóentérminosquetemícaerdesmayado.Lasrelacionesqueyohabíatenidocon aquellos bribones, la aventura deChelva, y, en fin, todo lo que habíamoshechojuntosacudióenaquelmomentoarepresentarseamiimaginación,ycreíquenopodíadarsuficientesgraciasaDiosdehabermepreservadodelsambenitoydelacoroza.

Acabada la ceremonia, me restituía al mesón temblando por el terribleespectáculoqueacababadever;perolastristesideasdequeteníallenoelánimose disiparon insensiblemente, y sólo pensé en desempeñar con acierto lacomisiónquemehabíaencargadomiamo.Esperéconimpaciencialahoradelacomediaparairaella,pareciéndomequeésteeraelprimerpasoquedebíadar.Llegada que fué, me dirigí al teatro, donde casualmente me senté junto a uncaballerodelhábitodeAlcántara,conquienentabléluegoconversación,yledijesi daba licencia a un forastero para hacerle una pregunta. «Caballero—merespondiómuyatentamente—,ustedmehonraráenello.»«Heoídoponderar—proseguí—a los cómicos de Toledo. ¿Me habrán engañado?» «No—me

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respondióelcaballero—;lacompañíanoesmala,y,alaverdad,hayenelladospapelesexcelentes.Entreotros,oiráusteda labellaLucrecia,actrizdecatorceaños,quelepasmará.Noserámenesterqueyoselamuestreaustedcuandosedejever en la escena,porque ladistinguirá fácilmente.»Volvíle apreguntar sirepresentaría aquella tarde;me respondió que sí, y aun que tenía un papel demucholucimientoenlapiezaqueseibaarepresentar.

Principió la comedia, y aparecieron en la escena dos actrices que nada habíanomitidodecuantopudiera contribuir ahacerlas encantadoras;peroapesardelbrillodesusdiamantes,niunaniotrameparecieronserlaqueyoesperaba.Enfin,dejóseverLucreciaenelfondodelteatro,ysuaproximaciónalaescenafuéanunciadaconunpalmoteogeneral.«¡Ah,éstaes!—dijeparamí—. ¡Quéairetannoble! ¡Qué talle! ¡Quéhermososojos! ¡Qué saladacriatura!»Conefecto;mellenócompletamente,opormejordecir,supersonamedejóabsorto.Desdelos primeros versos que recitó conocí que tenía naturalidad, fuego, maestríasuperiorasuedad,yreunívoluntariamentemisaplausosalosuniversalesqueletributóelconcursoentodoel tiempoquedurólarepresentación.«Ybien—medijo entonces el caballero—; ya ve usted la justicia que hace el público aLucrecia.»«Nomeadmiro»,lerespondí.«Puesmenosseadmiraríausted—mereplicó—si la oyera cantar; es verdaderamenteuna sirena. ¡Pobres de aquellosquelaoyen,sinoseprecaventapándoselosoídosparanoquedarencantados!Noesmenos temiblecuandobaila.Suspasosson tanpeligrososcomosuvoz:hechizanlosojosycautivanelcorazón.»«Segúneso—exclaméyoentonces—,será preciso confesar que esta niña es un portento. ¿Y quién es el mortalventurosoque tiene ladichadearruinarseporunacriatura tanpreciosa?»«Notiene ningún amante, que se sepa—me dijo—, y aun la murmuración no leatribuyeningunaamistadsecreta.Noobstante—añadió—,acasopudieratenerla,porqueLucreciaestábajolavigilanciadesutíaEstela,quesindisputaeslamásastutadetodaslascómicas.»

AloírelnombredeEstelapreguntéconprecipitaciónaltalcaballerosiaquellaEstela era actrizde la compañíadeToledo. «Yde lasmejores—me replicó—.Hoynoharepresentado,yenverdadquenohemosperdidopoco.Porlocomúnhace el papel de graciosa, y verdaderamente lo desempeña que es un primor.¡Quéexpresióndaasuspapeles!Talvez lesañadealgodesu invención;peroésteesunhermosodefectoquelehacegracia.»Contómeotrasmilmaravillasdela talEstela,yporel retratoquemehizodesupersona,nodudé fueseLaura,aquellamismaquedejéenGranadaydequienhehabladotantoenmihistoria.

Para cerciorarme,me fuí derecho al vestuario concluída la comedia. Pregunté

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porlaseñoraEstela,y,volviendolosojosatodaspartes,lavisentadaalbraseroenconversaciónconalgunosseñores,quequizánolaobsequiabansinoporqueera tía de Lucrecia. Llegué a saludar a Laura, y fuese por capricho o porvengarsedemiprecipitadafugadeGranada,fingiónoconocerme,yrecibiómisaludocontantasequedadquemedejóunpocoparado.Enlugardereconvenirleconrisasufríorecibimiento,fuítansimplequemostréformalizarme,yaunmeretiré incomodado, resuelto en aquel primer impulso de cólera a volverme aMadrideldíasiguiente.«ParavengarmedeLaura—decíayo—,noquieroquesusobrinatengaelhonorderepresentardelantedelrey:paraestonotengomasquehaceralministroel retratoquesemeantojedeLucrecia,ymebastarádecirlequebailaconpocogarbo,quesuvozesáspera,yquetodasugraciaconsisteensus pocos años. Estoy seguro que desde luego se le pasará a su excelencia laganadehacerlairalaCorte.»

EstaeralavenganzaquepensabatomardeldesairequeLauramehabíahecho;pero duró poco mi resentimiento. La mañana siguiente, cuando me estabadisponiendoamarchar,entróunlacayueloenmicuarto,ymedijo:«AquítraigounbilletequetengoqueentregaralseñordeSantillana»«Yosoy,hijomío»,ledije,tomándolelacarta,queabrí,yqueconteníaestaspalabras:Olvidaelmodocon que te recibí en el teatro, y ven con el portador adonde él te guíe.Seguíluegoallacayuelo,quemellevóaunacasamuydecente,nodistantedelteatro,yme introdujo en un cuarto alhajado con aseo y buen gusto, donde encontré aLauraensutocador.

Se levantóparaabrazarme,diciendo:«SeñorGilBlas,conozcoqueusted tuvomotivoparasalirayerpococontentodelrecibimientoquelehicecuandofuéasaludarme en el vestuario; un antiguo amigo tenía derechopara esperar demíunaacogidamásafable.Notengootradisculpasinoquemehallabaalasazóndemalísimohumor,porhaberoídociertosdichosmalignosquealgunosdelosseñorescómicosteníansobrelaconductademisobrina,cuyahonrameimportamásquelamía.Laprecipitadaydesabridaretiradadeustedmehizovolveralmomentodemidistracción,yenelmismopuntodiordenamilacayoparaquesiguieseaustedyaveriguasesuposada,conánimoderepararhoymifalta.»«Yaqueda—ledije—enteramente reparada,miqueridaLaura;nohablemosmásdeeso. Ahora enterémonos mutuamente de lo que nos ha sucedido desde elmalaventurado día en que el temor de un justo castigo me obligó a salir tanaceleradamentedeGranada.Tedejé,siteacuerdas,metidaenungranembrollo.¿Cómo saliste de él? ¿No es verdad que necesitaste de toda tu maestría paraapaciguara tuamanteportugués?»«¡Nadadeeso!—respondióLaura—.¿Pues

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nosabesqueensemejanteslancesloshombressontandébilesqueellosmismosahorranavecesalasmujereshastaeltrabajodejustificarse?

»Sostuve—continuó ella—al marqués de Marialba que eras hermano mío.Perdoneusted,señordeSantillana,quelehableconlafamiliaridadqueenotrotiempo,porquenopuedodesprendermede lascostumbresañejas.Diréte,pues,que lehablécondesembarazoyentereza.«¿Noconoceusted—ledijealseñorportugués—quetodoesoesobrade loscelosyde la indignación?Narcisa,micompañerayrival,coléricadeverqueyoposeopacíficamenteuncorazónqueellahaperdido,forjótodoestoembuste.Cohechóalsotadespabiladordelteatro,quienparaapoyarsuresentimientotuvoeldescarodedecirquemehabíavistoenMadridsirviendoaArsenia.Nadahaymásfalso.¡LaviudadedonAntonioCoellohatenidosiemprepensamientosdemasiadonoblesparaquerersesometerasercriadadeunacómica!Fueradeesto,otrapatentepruebadelafalsedaddeestaimputaciónydelaconspiracióndemisacusadoreseslaprecipitadafugademi hermano, que si estuviera presente dejaría sin duda bien confundida lacalumnia;peroNarcisa ciertamentehabrá empleado algún nuevo artificio parahacerledesaparecer.»

»Aunqueestasrazones—prosiguióLaura—nobastasenparahacermicompletaapología, el marqués tuvo la bondad de contentarse con ellas; tanto, que elcándido señor prosiguió amándome hasta el día en que dejó a Granada paravolverse a Portugal. En verdad, su partida fué muy inmediata a la tuya, y lamujer de Zapata tuvo el consuelo de verme perder el amante que yo le habíaquitado.Permanecí todavíadespuésalgunosañosenGranada;perohabiéndoseintroducido en la compañía disensiones (como frecuentemente sucede entrenosotros), todos los cómicos se separaron: unos marcharon a Sevilla, otros aCórdoba, y yome vine a Toledo, donde estoy hace diez años conmi sobrinaLucrecia,aquienayeroísterepresentar,puestoqueestuvisteenlacomedia.»

Nopudedejardereírmealllegaraquí.Lauramepreguntódequémereía.«Puesqué, ¿no lo adivinas?—le respondí—. Tú no tienes hermano ni hermana; porconsiguiente, no puedes ser tía de Lucrecia.Además de eso, cuando cotejo eltiempo que ha que nos separamos con la edad que representa Lucrecia, meparecequepuedeseralgomásestrechoelparentescoentrevosotrasdos.

«Yaleentiendoausted,señorGilBlas—replicóalgosonrojadalaviudadedonAntonioCoello—.Comoustedtienetanpresenteslostiempos,nohaymediodeengañarle. Ahora bien, amigo mío; Lucrecia es hija mía y del marqués deMarialba, y el fruto de nuestro trato, porque no quiero ocultarte más esta

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verdad.»«¡Vaya,reinamía—repliquéyo—,queesgrandeelesfuerzoquehacesen revelarme este secreto, después que me confiaste tus aventuras con eladministradordelhospitaldeZamora!Comoquieraquesea,yoteaseguroqueLucrecia es una niña de tantomérito, que el público jamás podrá agradecertecomodebeelregaloquelehicisteenella.¡Ojaláfuerancomoéstatodoslosquelehacentuscompañerasyamigas!»

Quién sabe si algún lector ladino al llegar aquí se acordará de las secretasconversaciones que Laura y yo tuvimos enGranada cuando era secretario delmarqués de Marialba, y se le antojará sospechar que podía yo tener algúnderechoparadisputaralmarquéssupaternidaddeLucrecia; leprotestopormihonorqueseríainjustasusospecha.

Di en seguida a Laura cuenta demis aventuras hasta el estado actual demisasuntos.Oyómeconunaatenciónquemostrababiennoserleindiferenteloqueledecía.«AmigoSantillana—medijoluegoqueacabé—,veoquerepresentasunpapelbrillanteenelteatrodelmundo,ynoalcanzoamanifestartelomuchoquemecomplazcoenello.CuandoyolleveaMadridaLucreciaparacolocarlaenlacompañía del Príncipe,me atrevo a lisonjearme de que hallará en el señor deSantillana un poderoso protector.» «No lo dudes—le respondí—; cuentaconmigo,queharéadmitiratuhijaenlacompañíadelPríncipecuandoquieras.Estopuedoprometértelosinhaceralardedemipoder.»«Desdeluegotecogeríatu palabra—replicó Laura—, y mañana mismo marcharía a Madrid si noestuvieraescrituradaenestacompañía.»«EsaescrituralaanulaunaRealorden—lerespondí—.Yomeencargodeella,ylarecibirásantesdeochodías.TendrégranplacerenrobarlesalostoledanostuLucrecia;unaactriztanlindahanacidoparaloscortesanos,ynospertenecedederecho.»

AestetiempoentróLucreciaenelcuarto.CreíveraladiosaHebe:tantaerasugraciaysulindeza.Acababadelevantarse,yluciendosuhermosuranaturalsinlosauxiliosdelarte,presentabaamivistaunobjetoencantador.«Ven,sobrinamía—ledijosumadre—;venaagradeceraesteseñorlabuenavoluntadquenostiene.Esunodemisamigosantiguos,que tienegranvalimientoen lacorte,yestá empeñado en colocarnos a ambas en la compañía del Príncipe.»De estomostró alegría la niña, queme hizo una profunda cortesía, yme dijo con unasonrisa embelesadora: «Doy a usted muy humildes gracias por su benévolaintención. Pero al quererme separar de un público queme estima, ¿está ustedseguro de que no desagradaré al de Madrid? Tal vez perderé en el cambio,porque muchas veces he oído decir a mi tía haber conocido actores muyaplaudidosenunaciudadysilbadosenotra,locualmesobresalta.Temausted

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exponerme al desprecio de la corte y exponerse asimismo a sufrir susreconvenciones.» «Hermosa Lucrecia—le respondí—, eso es lo que ni uno niotrodebemos temer.Antesbien, loúnicoque temoesqueustedenciendaunaguerra civil entre los grandes, enamorándolos a todos.» «El sobresalto de misobrina—medijoLaura—meparecemejorfundadoqueeldeusted;pero,bienconsiderado,amboslostengoporvanos.SiLucrecianopuedellamarlaatenciónpública por sus atractivos, en recompensa, no es tanmala actriz que deba serdespreciada.»

Siguió todavía algún tiempo la conversación,ypudeadvertir, por lapartequetomóLucreciaenella,queerauna jovendeextraordinario talento.Enseguidamedespedídelasdos,asegurándolesqueinmediatamenterecibiríanordendelaCorteparairaMadrid.

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CAPITULOII

DaSantillanacuentadesucomisiónalministro,quienleencargaelcuidadodehacerquevengaLucreciaaMadrid;delallegadade

estaactriz,ydesuprimerarepresentaciónenlacorte.

Cuando volví a Madrid hallé al conde-duque muy impaciente por saber elresultadodemiviaje.«GilBlas—medijo—,¿hasvistoanuestracomedianta?¿Merecequeselohagaveniralacorte?»«Señor—lerespondí—,lafama,quepondera comúnmente más de lo justo a las mujeres hermosas, se queda muyescasarespectodelajovenLucrecia,queesunapersonaadmirable,tantoporsuhermosuracomoporsushabilidades.»

«¿Esposible?—exclamóelministroconunasatisfaccióninteriorqueleíensusojos, y que me hizo pensar que me había enviado a Toledo por su interéspersonal—.¿EsposiblequeLucreciaseatanamablecomomedices?»«Cuandovuestra excelencia lavea.—le respondí—,confesaráqueno sepuedehacer suelogiosindisminuirsushechizos.»«Santillana—replicósuexcelencia—,hazmeuna puntual relación de tu viaje, porque tendré particular gusto en oírla.»Tomandoentonceslapalabraparasatisfaceramiamo,lecontéhastalahistoriadeLaurainclusive.DíjelequeestaactrizhabíatenidoaLucreciadelmarquésdeMarialba, señor portugués que, habiéndose detenido en Granada viajando, sehabía enamorado de ella. Finalmente, después de haber hecho a su excelenciaunamenudarelacióndeloquehabíapasadoentreaquellascomediantasyyo,medijo:«MealegroinfinitodequeLucreciaseahijadeunsujetodistinguido;esome interesa todavía más en su favor, y es necesario traerla a la corte. Perocontinúa—añadió—delmodoquehascomenzado,ynometomesenboca,sinoqueentodohadesonarúnicamenteGilBlasdeSantillana.»

Fuí a verme con Carnero, a quien dije que su excelencia quería que éldespachaseunaordenporlacualelreyadmitíaensucompañíacómicaaEstelay a Lucrecia, actrices de la de Toledo. «Muy bien, señor de Santillana—respondióCarnero conuna sonrisamaligna—;almomento seráusted servido,porque,segúntodaslasseñas,ustedseinteresaporesasdosdamas.»Almismotiempo extendió de propio puño y me entregó la orden, que sin pérdida detiempoenviéaEstelaporelmismolacayoquemehabíaacompañadoaToledo.

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OchodíasdespuésllegaronaMadridmadreehija;fueronahospedarseenunafonda inmediata al corral del Príncipe, y su primer cuidado fué enviármelo adecirpormediodeunbillete.Paséalpuntoalafonda,endonde,despuésdemilofertas por mi parte y de agradecimientos por la suya, las dejé para que sedispusiesenasuprimerasalidaalastablas,deseándoseladichosaybrillante.

Sehicieronanunciaralpúblicocomodosactricesnuevasque lacompañíadelPríncipeacababadeadmitirporordendelaCorte,yrepresentaronporprimeravezunacomediaquesolíanrepresentarenToledoconaplauso.

¿En qué parte delmundo deja de gustar la novedad en punto a espectáculos?Hubo aquel día en el corral de comedias un concurso extraordinario deespectadores.Nonecesitodecirqueno faltéaesta representación.Estuvealgoagitado antes que la comedia principiase, porque, por más confianza que yotuviera en la habilidad de la madre y de la hija, temía de su éxito; tanto meinteresabaporellas.Peroapenasabrieronlabocasedesvaneciómitemorconlosaplausosquerecibieron.TodoscelebrabanaEstelacomounaactrizconsumadaenlapartegraciosa,yaLucrecia,comounprodigioparalospapelesamorosos.Estaúltimaarrebatóloscorazones:unosadmiraronlahermosuradesusojos,aotrosencantólasuavidaddesuvoz,ysorprendidostodosdesusgraciasydesujuventudflorida,salieronhechizadosdesupersona.

Elconde-duque,queseinteresabamásdeloqueyocreíaenelestrenodeestaactriz,asistióaquellatardealacomedia,ylevisalirhaciaelfindelafunciónmuyprendado,aloquemepareció,denuestrasdoscómicas.Conlacuriosidaddesabersihabíaquedadosatisfechodeellas,leseguíasucasa,ymetiéndomeen su gabinete, en donde acababa de entrar, «Y bien, señor excelentísimo—ledije—,¿lehagustadoavuestraexcelencialaMarialbita?»«Miexcelencia—merespondiósonriéndose—seríadescontentadizasisenegaraaunirsuvotoconeldelpúblico.Sí,hijomío;estoyencantadodetuLucrecia,ynodudoqueelreylaveaconplacer.»

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CAPITULOIII

LograLucreciamuchacelebridadenlacorte;representadelantedelrey,queseenamoradeella,yresultasdeestosamores.

Laprimerasalidaalteatrodelasdosactricesnuevasllamóluegolaatenciónenlacorte.Hablósedeellaseldíasiguienteenelcuartodelrey.Algunosseñoresalabaron tanto a Lucrecia y la pintaron tan hermosa, que el retrato excitó lacuriosidad del monarca, el cual no sólo disimuló la impresión que le habíahecho,sinoquecallóyaparentónoatenderaquellaconversación.

Con todo, luego que se vió a solas con el conde-duque le preguntó quién eraciertaactrizquetantolehabíanponderado.ElministrolerespondióqueeraunajovencómicadeToledo,quehabíarepresentadoeldíaanteriorporprimeravezcon mucha aceptación. «Esta actriz—añadió—se llama Lucrecia, nombre queconviene con mucha propiedad a las mujeres de su profesión. ConocíalaSantillanaymehablótanbiendeella,quemeparecióconvenienterecibirlaenlacompañíacómicadevuestramajestad.»Sonrióseelreycuandooyóminombre,recordandoquizáenaquelmomentodequepormíhabíaconocidoaCatalinaypresintiendo acaso que le había de prestar elmismo servicio en esta ocasión.Comoquieraqueestofuese,elreydijoalministro:«Conde,mañanaquieroverrepresentaraesaLucrecia;tencuidadodehacérselosaber.»

Contóme el conde-duque esta conversación que había tenido con el rey ymemandó ir a casade lasdos comediantasparaprevenirlasde la intenciónde sumajestad.Partívolando,yhabiendoencontradoaLauralaprimera,«Vengo—ledije—adarosunagrannoticia.Mañana tendréis entrevuestrosespectadoresalsoberanode laMonarquía;asímehamandadoelministroqueos loprevenga.Nodudoquetúytuhijaemplearéistodosvuestrosesfuerzosparacorresponderal honor que el monarca quiere haceros. A este fin os aconsejo elijáis unacomedia en que haya baile ymúsica, para queLucrecia pueda lucir todas sushabilidades.» «Seguiremos tu consejo—me respondió Laura—, y haremos loposibleparaquesumajestadquedecontento.»«Nopodrámenosdequedarlo—repliquéyoviendo entonces aLucrecia, quevenía en traje casero, con el cualparecía cien vecesmás agraciada y linda que adornada con lasmás soberbiasgalasdelteatro—.Quedarátantomáscontentosumajestaddetuamablesobrina

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cuantoqueningunacosalediviertemásqueelbaileyoírcantar.¿YquiénsabesiacasonolamiraráconbuenosojostentándolelosdeLucrecia?»«Noquisiera—interrumpióLaura—quesumajestadtuviesetaltentación,porque,apesardeser unmonarca tanpoderoso, pudierahallar obstáculos en el cumplimientodesusdeseos.AunqueLucreciasehacriadoentrebastidoresyentre las licenciasdel teatro, tienevirtud,ybienqueno ledesagraden losaplausosen la escena,todavía aprecia más ser tenida por doncella honrada que por actrizsobresaliente.»

«Tíamía—dijoentonces laMarialbita tomandoparte en la conversación—,¿aqué fin forjar monstruos imaginarios para combatirlos? Nunca me veré en elcasodedesdeñarlossuspirosdelreyporqueladelicadezadesugustolelibrarádel sonrojo interior que padecería por haberse abatido hasta poner los ojos enmí.» «Pero, amable Lucrecia—le dije—, si aconteciera que el rey quisieseofrecertesucorazón,¿seríastancruelqueledejasessuspiraratuspiescomoaotrocualquieramante?»«¿Yporquéno?—respondióprontamente—.Sindudaque lo haría así, pues, prescindiendo de la virtud, conozco quemi vanidad selisonjearíamás en resistir a supasiónque en rendirmea ella.»NomeadmirópocooírhablardeestamaneraaunadiscípuladeLaura.Despedímedelasdos,alabandoalaúltimaporhaberdadoalaotratanbuenaeducación.

Impaciente el rey por ver a Lucrecia, fué la tarde siguiente al teatro.Representóseunacomedia intermediadademúsicacantanteybaile,en lacualsobresalióentodascosasnuestrajovenactriz.

Desde el principio hasta el fin no aparté los ojos delmonarca, a ver si podíadescubrir por los suyos lo que pasaba en su interior; pero burló toda mipenetración con un aire de majestuosa gravedad que mostró constantementehasta el fin, y así, hasta el día siguiente no supe lo que tenía tantas ganas desaber. «Santillana—me dijo el ministro—, vengo del cuarto del rey. Me hahabladodeLucreciacontanencarecidasexpresiones,quenodudohaquedadomuyprendadodeella.Ycomoyoleteníadichoquetúerasquienlahicistevenirde Toledo, ha mostrado deseo de hablar privadamente contigo sobre esteparticular.Vealmomentoapresentartea lapuertadesucuarto,dondeyahayorden de que te dejen entrar. Corre y vuelve al instante a enterarme de esaconversación.»

Marchéalpuntoalcuartodelrey,aquienencontrésolo.Paseábaseapasolargoesperándome y parecía estar pensativo. Hízome muchas preguntas acerca deLucrecia,cuyahistoriameobligóacontarle,ycuandolaacabémepreguntósi

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aquella joven había tenido alguna distracción. Habiéndole aseguradoresueltamente que no, sin embargo de conocer lo arriesgadas que suelen sersemejantesaserciones,elmonarcadiómuestrasdegranplacer.«Siendoesoasí—repuso—,teelijoporagentemíoparaconLucreciayquieroquesepaportuconducto qué corazón ha conquistado. Ve a decírselo de mi parte—añadió,entregándome un cofrecito lleno de joyas de valor de más de cincuenta milducados—ydilequeleruegoacepteestepresentecomoprendadeotraspruebasmássólidasdemiafecto.»

Antesdedesempeñarestacomisiónpaséaveralconde-duque,aquiendicuentafieldeloqueelreymehabíadicho.Pensabayoqueaquelministro,enlugardecelebrarlanoticialasentiría,porque,comoyadije,sospechabayoqueteníasusdesigniosamorososhaciaLucreciayquesabríaconsentimientoquesuseñorerasu rival. Perome engañaba, porque, lejos de desazonarle la noticia, se alegrótanto de oírla que, no pudiendo disimular su gozo, dejó escapar algunasexpresionesqueyorecogí.«¡Ahreymío!—exclamó—.¡Ahorasíque te tengoseguro! ¡Desde este punto van a intimidarte los negocios!» Este apóstrofemehizoverconclaridadtodoelmanejodelconde-duqueyconocíqueesteseñor,temiendo que el monarca quisiera ocuparse en asuntos serios, procurabadistraerlecon lasdiversionesmásanálogasa sucarácter.«Santillana—medijoluego—, no pierdas tiempo. Ve cuanto antes, amigo mío, a obedecer laimportanteordenquesetehadadoydequemuchoscortesanossegloriaríanseleshubieseconfiado.Piensa—continuó—quenotienesaquíalcondedeLemosquetequitelamejorpartedelhonordelserviciohecho;tuyoseráporentero,yademástodoelfruto.»

Deestemodomedorósuexcelencia lapíldora,que tragué lomejorquepude,mas no sin percibir su amargura, porque después de mi prisión me habíaacostumbradoamirarlascosasdesdeunpuntodevistareligioso,yelempleodeMercurio en jefe nome parecía tan honorífico comome decían.No obstante,aunquenoeratanviciosoquepudieraejercitarlosinremordimiento,tampocoeratantamivirtudquetuviesevalorpararehusarlo.Obedecí,pues,alreycontantomayorgusto cuantoqueveía almismo tiempoquemiobediencia agradaría alministro,aquienanhelabacomplacer.

PareciómeconvenienteavistarmeprimeroconLaurayhablarledelparticularasolas.Expúselemi comisión en los términosmásmoderados, concluyendomiarengaconponerleen lamanoelcofrecillo.Avistade las joyas,nopudiendoocultar su alegría, la manifestó abiertamente. «Señor Gil Blas—exclamó—, apresenciadelmejorymásantiguodemisamigosnodeboreprimirme.Haríamal

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enostentarcontigounafingidaseveridaddecostumbresyandarenretrecherías.Sí, por cierto—prosiguióella—,confiesoqueme faltanvocespara explicar elregocijoquemehacausadounaconquistatanpreciosa,cuyasventajasconozco.Pero,hablandoentrelosdos,temoqueLucrecialasmireconotrosojos,porque,aunque criada en el teatro, es tan timorata y de tanto pundonor, que ya hadesechado las ofertas de dos señores amables y opulentos. Dirásme quizá—prosiguióella—quedosseñoresnosondosreyes;convengoenello,ytambiénenqueunamantecoronadopuedehacertitubearlavirtuddeLucrecia.Contodoeso,nopuedomenosdedecirtequeeléxitoesmuydudoso,yteaseguroqueyonoharéviolenciaamihija.Siésta,lejosdeconsiderarsefavorecidaconelafectomomentáneodel rey, lomira comomanchade su recato, esperoque estegranmonarcano sedéporofendidode su repulsa.Vuelvemañana—añadió—,y tedirésihasdellevarunarespuestafavorableosusjoyas.»

A pesar de esto, yo no dudaba que Laura exhortaría más bien a Lucrecia adesviarsedesudeberqueamantenerseenél,ycontabapositivamenteconestaexhortación. Sin embargo, supe con sorpresa al día siguiente que Laura habíatenido tantadificultadenencaminarsuhijahaciaelmalcomootrasmadres latienenenconducirlassuyashaciaelbien,yloquemáshayqueadmirartodavíaesqueLucrecia,despuésdehabertenidoalgunasconversacionessecretasconelmonarca,quedótanarrepentidadehabercondescendidoconsusdeseos,quederepente renuncióalmundoyseencerróenunconventode lavilladeMadrid,dondeluegoenfermóymurióaimpulsosdelavergüenzaydeldolor.Laura,porsuparte, inconsolablede la pérdidade suhija, de cuyamuerte se considerabaautora,semetióenlasArrepentidas,dondepasóelrestodesuvidallorandolosamargosgustosdesusfloridosaños.AfligiómuchoalreyelinopinadoretirodeLucrecia; pero como por su genio naturalmente inclinado a divertirse hacíanpocamansiónenéllaspesadumbres,sefuéconsolandopocoapoco.Elconde-duqueaparentó lamayor indiferenciae insensibilidadeneste suceso,bienquenodejódedesazonarle,comofácilmentelocreeráeladvertidolector.

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CAPITULOIV

NuevoempleoqueconfirióelministroaSantillana.

Me fué tan sensible la desgracia de Lucrecia y experimenté tantosremordimientos de haber contribuído a ella, que, considerándome como uninfame, a pesar de la elevación del amante a quien había servido, resolvíabandonarpara siempreel caduceo,ymanifestandoalministro la repugnanciaque me causaba el llevarle, le supliqué me emplease en cualquier otra cosa.«Santillana—medijo—,me agrada sobremanera tu delicadeza, y pues eres unmozo tan honrado, quiero darte una ocupaciónmás conforme a tu prudencia;óyelayescuchaconatenciónlaconfianzaquevoyahacerte.Algunosañosantesdemi privanza—continuó—vi por casualidad a una dama queme pareció tanairosaytanlindaquehicelasiguiesen.SupequeeraunagenovesallamadadoñaMargarita Espínola, que vivía en Madrid a expensas de su hermosura. MedijerontambiénquedonFranciscodeValcárcel,alcaldedecorte,sujetoanciano,ricoycasado,gastabamuchoconella.Estacircunstancia,quealparecerdebierahabermeinspiradodespreciohaciaella,encendióenmíeldeseomásvehementedeentraralaparteensusfavoresconValcárcel.Parasatisfacerestecaprichomevalídeunamedianeradeamor,cuyahabilidadmefacilitóenbrevetiempounaconversación secreta con la genovesa, a la que siguieron otras muchas, demaneraquetantomirivalcomoyoéramosigualmentebienadmitidos,graciasanuestrasdádivas,yquizátendríaalgúnotrogalántanfavorecidocomonosotrosdos.Comoquieraquesea,Margarita,enaquellaconfusióndecortejantes,llegóinsensiblemente a ser madre y dió a luz un niño, con cuya paternidad quisohonrar a cada uno de sus amantes en particular; pero como ninguno podíapreciarseenconcienciadequeleeradebidoaquelhonor,todoslorenunciaron;desuertequelagenovesasevióprecisadaacriarleensucasaconelproductodesus galanteos, lo que duró diez y ocho años, al cabo de los cuales murió lamadre,dejandoasuhijosinbienesy(lopeordetodo)sineducación.Tales—continuó su excelencia—la confianza que tenía que hacerte; ahora voy aenterartedelgranproyectoquetengoformado.Quierosacardesuinfelizsuerteaestejovensinventura,y,haciéndolepasardeunextremoaotro,elevarlealoshonoresyreconocerleporhijomío.»

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Aloírunproyectotanextravagante,nomefuéposiblecallar.«¡Cómo,señor!—exclamé—. ¿Es posible que haya cabido en vuestra excelencia una resolucióntan extraña? (Perdóneme vuestra excelencia esta expresión, hija demi celo.)»«Tú la hallarás justa—replicó con precipitación—cuando te haya dicho lasrazonesquemehandeterminadoatomarla.Noquieroseanherederosmíosmisparientescolaterales.TalvezmedirásquenosoytanviejoquenopuedatodavíaesperartenersucesiónconlacondesadeOlivares;perocadaunoseconoceasímismo. Bástete saber que he probado inútilmente todos los secretos de laquímicaparavolveraserpadre.Así,pues,yaque lafortuna,supliendoloquefaltaalaNaturaleza,mepresentaunmuchachodelcualnoesdeltodoimposibleseayoelverdaderopadre,quieroadoptarleporhijo.Asíloheresuelto.»

Viendoyoencaprichadoalministroensemejanteadopción,dejédeoponermeasuidea,sabiendoeracapazdecualquiergrandesaciertoantesquedesistirdesuparecer. «Ahora sólo se trata—prosiguió él—de dar una educacióncorrespondiente a don Enrique Felipe de Guzmán, porque bajo este nombrequieroque seaconocidohastaque sehalle enestadodeposeer lasdignidadesque le esperan. En ti, mi querido Santillana, he puesto los ojos para que legobiernes. Descuido enteramente en tu capacidad y en tu adhesión hacia mísobreelcuidadodeestablecersucasa,deproporcionarletodaclasedemaestrosy,enunapalabra,dehacerleuncaballerocompleto.»Quisenegarmeaadmitirsemejante empleo, representando al conde-duque que no podía en concienciaencargarme de un ministerio que jamás había ejercido y que pedía másilustraciónyméritodelqueyo tenía;pero luegome interrumpióyme tapó labocadiciéndomeconenterezaqueabsolutamentequería fueseyoel ayode suhijo adoptivo, a quien destinaba para ocupar los primeros puestos de laMonarquía. Me resigné, pues, a desempeñar este destino por complacer a suexcelencia, quien, enpremiodemi condescendencia, aumentómi escasa rentaconunapensióndemilescudos,quehizosemeconcediese,omásbienmedióél,sobreunaencomiendadelaOrdendeMontesa.

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CAPITULOV

EsreconocidoauténticamenteelhijodelagenovesabajoelnombrededonEnriqueFelipedeGuzmán;estableceSantillanala

casadeesteseñoryleproporcionatodaclasedemaestros.

Con efecto, tardó poco el conde-duque en reconocer por hijo suyo al de doñaMargarita Espínola. Hízose esta adopción por medio de escritura pública ysolemne, con noticia y aprobación del rey. A don Enrique Felipe de Guzmán(éstefuéelnombrequesedióaaquelhijodemuchospadres)seledeclaróporúnicoherederodelcondadodeOlivaresydelducadodeSanlúcar.Elministro,para que nadie lo ignorase, dió parte de ello por medio de Carnero a losembajadoresyalosgrandesdeEspaña,quedandotodosaltamentesorprendidos.LosociososybufonesdeMadridtuvieronasuntoparadivertirseyreírporlargotiempo, y los poetas satíricos no perdieron tan bella ocasión de desahogar sumordacidad.

Preguntéalconde-duquedóndeestabaelpersonajequesuexcelenciaqueríafiara mi cuidado. «EnMadrid está—me respondió—a cargo de una tía, de cuyacompañía le sacaré luegoque tú le tengasyabuscadacasay familia.»Esto sehizoenpocotiempo:alquiléunahabitación,quehiceadornarmagníficamente;busquépajes,unportero,criadosmenores,yconelauxiliodeCaporisenbreveproveílosempleosprincipalesdelacasa.Recibidatodaestagente,diparteasuexcelencia,quienhizoveniralequívocoynuevovástagodelgrantroncodelosGuzmanes.Presentóseamisojosunmozodebuenaspecto.«DonEnrique—ledijosuexcelenciaseñalándomeamíconeldedo—,estecaballeroqueaquíveseselsujetoqueyomismoheescogidoparaquetegobierneyguíeenlacarreradelmundo.Tengopuestaenéltodamiconfianzaylehedadopoderyautoridadabsoluta sobre ti. Sí, Santillana—añadió dirigiéndose a mí—, a tu cuidado leentregoenteramente,muysegurodequemedarásbuenacuentadeél.»Aestaspalabras añadió el ministro otras para exhortar al joven a someterse a mivoluntad,despuésdelocualllevéadonEnriqueconmigoasucasa.

Luegoqueestuvimosenellahiceveniranteélatodosloscriados,explicandoacadaunoeloficioque tenía.Elmanifestónocausarlenovedad lamutacióndeestado, antes bien admitía con tanta naturalidad todas las demostraciones de

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atenciónyderespetoqueseletributabancomosihubierasidopornacimientoaquello que representaba por capricho y por casualidad.No le faltaba talento,pero era ignorante en sumo grado.Apenas sabía leer ni escribir. Busquéle unpreceptor que le enseñase los rudimentos de la lengua latina, maestros deGeografía,deHistoriaydeesgrima.Yasedejadiscurrirquenomeolvidaríadeunmaestrodebaile,perohabíaalasazóntantosytanfamososenMadridquesolamente me hallé perplejo en la elección, no sabiendo a quién dar lapreferencia.

Hallábameasíindeciso,cuandovientrarenelportaldecasaunsujetoricamentevestido, quien me dijeron quería hablarme. Salí a recibirle, creyendo que eracuandomenosuncaballerodeSantiagoodeAlcántara,ydespuésdehacermemil cortesías que acreditaban su profesión, «Señor de Santillana—me dijo—,comohe sabidoque es vuestra señoría quien elige losmaestros del señor donEnrique,vengoaofrecerlemisservicios.Yo,señor—añadió—,mellamoMartínLigero,ygraciasaDiostengobastantereputación.Noacostumbroandaracazadediscípulos,queesoesbuenoparalosmaestrillosprincipiantes.Comúnmenteespero a que me busquen; pero enseñando, como enseño, al señor duque deMedinasidonia, al señor don Luis de Haro y a algunos otros caballeros de laCasa de Guzmán, de la cual me precio ser como criado y servidor nato, meparecióserdemiobligaciónanticiparme.»«Por loqueustedmedice—repuseyo—,veoserelsujetoquenoshacíafalta.¿Cuántollevaustedalmes?»«Cuatrodoblonesdeoro—merespondió—,queeselpreciocorriente,ynodoymásdedos lecciones por semana.» «¡Cuatro doblones!—le repliqué—. Eso esdemasiado.»«¿Cómodemasiado?—repusoconairedeadmiración—.¡YtalvezvuestraseñoríanorepararáendarundoblónpormesaunmaestrodeFilosofía!»

Nome fué posible contener la risa a vista de una contestación tan ridícula, ypreguntéalseñorLigerosienconcienciacreíaqueunhombredesuprofesiónerapreferibleaunmaestrodeFilosofía.«¡Ycomoquelocreo!—merespondió—.Nosotrossomoscienvecesmásútilesalasociedadqueesosseñoresmíos.Ysi no, dígame vuestra señoría: ¿qué cosa son los hombres antes de pasar pornuestras manos? Estatuas de mármol, osos mal domesticados; pero nuestraslecciones losdesbastanpocoapocoy leshacen tomar insensiblemente formasregulares; en una palabra, nosotros les enseñamos actitudes de nobleza ygravedad.»

RendímealasrazonesdeaquelmaestrodebaileylerecibíparaqueenseñaseadonEnriqueporloscuatrodoblonesalmes,queeraelpreciocorrienteentrelosgrandesmaestrosdeaquelarte.

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CAPITULOVI

VuelveEscipióndeNuevaEspaña;acomódaleGilBlasencasadedonEnrique;estudiosdeesteseñorito;honoresqueseleconfierenyconquéseñoralecasaelconde-duque;cómoaGilBlasselehizo

noble,conrepugnanciasuya.

Aunnohabía recibido lamitadde la familiadedonEnrique,cuandoEscipiónvolviódeMéjico.Preguntélesiestabacontentodesuexpedición.«Deboestarlo—me respondió—, pues que con los tres mil ducados que tenía en dinerocontantehe traído dos vecesmás en géneros de buen despacho en este país.»«Hijo mío—le dije—, yo te doy mil enhorabuenas, y pues has comenzado ahacerfortuna,entumanoestáacabarla,haciendoelañoquevieneotroviajealasIndias,ositeacomodamásunpuestohonradoenMadrid,pornoexponertealostrabajosypeligrosdetanlarganavegación,notienesmásquehablar,queyopodrédártelo.»«¡Pardiez—merespondióelhijodelaCoscolina—,queenesono hay que dudar! ¡Más quiero ocupar un buen destino al lado de usted queexponermedenuevoalospeligrosdeunalarganavegación!Explíqueseusted,miamo.¿Quéocupaciónpiensadarasucriado?»

Paraenterarlemásbiende todo, leconté lahistoriadel señoritoqueelconde-duque acababa de introducir en la Casa de Guzmán. Después de haberleinformadodeestecuriosopormenoryhécholesaberqueesteministromehabíanombrado ayode donEnrique, le dije quequería hacerle ayudade cámara deeste hijo adoptivo. Escipión, que no deseaba otra cosa, aceptó con gusto esteacomodo,yledesempeñótanbien,queenmenosdetresocuatrodíasseatrajolaconfianzayelafectodesunuevoamo.

Semehabíafiguradoquelospedagogosquehabíaelegidoparaenseñaralhijode la genovesa perderían su tiempo, pareciéndome que en su edad seríaindisciplinable; sin embargo, engañó mis recelos. Comprendía y reteníafácilmentecuantoleenseñaban,deloqueestabanmuycontentossusmaestros.Pasé inmediatamente a dar esta noticia al conde-duque, que la recibió conextraordinariogozo.«Santillana—medijoenajenado—,nosabeslaalegríaquemecausasconasegurarmequedonEnrique tienefelizmemoriaypenetración.Estomehacereconocerenélmisangre,yacabadepersuadirmequeeshijomío.

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Noleamaríamássifuerahijodemiesposa.Amigo,túmismoconfesarásquelaNaturaleza se va explicando.»Guardéme bien de decir a su excelencia lo quepensabasobreelparticular,y, respetandosu flaqueza, ledejégozardelplacer,falsooverdadero,decreersepadrededonEnrique.

AunquetodoslosGuzmanesaborrecíandemuertealtalseñoritodenuevocuño,disimulaban por política, y aun algunos de ellos fingían solicitar su amistad.VisitábanlelosembajadoresylosgrandesquehabíaenMadrid,tratándoleconelmismorespetoyatenciónquesifuerahijolegítimodelconde-duque.Lisonjeadoextremadamenteesteministroconel inciensoque seofrecíaa su ídolo, sedióprisa a colmarle de dignidades. La primera gracia que pidió al rey para donEnrique fué la cruz de Alcántara con una encomienda de diez mil escudos.Solicitópocodespuéslallavedegentilhombre;ydeseandoentroncarleconunade las familias más esclarecidas de España, puso los ojos en doña Juana deVelasco,hijadelduquedeCastilla,yfuétantosupoder,quelologróapesardelmismoduque,padredelanovia,ydesusparientes.

Algunosdíasantesdehacerselabodameenvióallamarsuexcelencia,yluegoquemeviómepusoen lamanounpergamino,diciéndome:«Aquí tienes,GilBlas, una ejecutoria que he solicitado para ti; ya eres noble.» «Señor—lerespondí,sorprendidodeloqueacababadeoír—,vuestraexcelenciasabequeyosoyhijodeunadueñaydeunescudero.ParécemequeagregarmealaNoblezaseríaenciertamaneraprofanarla,yentretodaslasgraciasqueelreymepuedehacer,ningunamerezconideseomenos.»«Tuhumildenacimiento—replicóelministro—esunobstáculomuyfácildeallanar.TehasocupadoenlosnegociosdelEstadobajoelministeriodelduquedeLermaydelmío.Además—añadiósonriéndose—,¿nohashechoalmonarcaserviciosquemerecenserpremiados?Enunapalabra,Santillana,eresacreedoralahonraquequierohacerte.Fueradeeso,elempleoqueejercescercademihijoexigequeseasnoble,yporesohesolicitado tu ejecutoria.» «Ríndome, señor—le repliqué—, puesto que así loquierevuestraexcelencia.»Ydiciendoestosalíconmiejecutoria,metiéndomelaenelbolsillo.

«¡Conqueahorasoycaballero!—medijeamímismocuandoestuveenlacalle—. ¡Héteme que ya soy noble sin tener que agradecerlo a mis parientes! Yapodré cuando me acomode hacer que me llamen don Gil Blas; y si a algúnconocidomíoseleantojareírsedemíllamándomedeestemodo,leharévermiejecutoria.Peroleámosla—continué,sacándoladelbolsillo—,yveamosdequémanera se borra en ella el villanismo.» Leí, pues, el real título, que decía ensubstancia que el rey, en reconocimiento del celo que enmás de una ocasión

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habíamostradoyoporsuservicioyporelbiendelEstado,habíatenidoabienrecompensarmecon lamerceddenoble, etc.Ymeatrevoadecir, enalabanzamía,quenomeinspiróelmenororgullo;antesbien,noperdiendojamásdevistalahumildaddeminacimiento,estehonor,envezdeengreirme,mehumillaba.Por lomismomepropuseencerrar laejecutoriaenuncajón,enlugardehacerostentacióndeposeerla.

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CAPITULOVII

GilBlasvuelveaencontrarcasualmenteaFabricio;últimaconversaciónqueambostuvieron,yconsejoimportantequeNúñez

dióaSantillana.

Elpoetaasturiano,comosehabránotado,seolvidabafácilmentedemí.Pormiparte,mis ocupaciones nomepermitían ir a visitarle, y así, no había vuelto averle desde el lance de la famosa disertación sobre la Ifigenia de Eurípides,cuando quiso la casualidad que un día le encontrase en la Puerta del Sol, quesalíadeunaimprenta.Meacerquéaéldiciéndole:«¡Hola!¡Hola,señorNúñez!¡Usted viene de casa de un impresor! ¡Esome huele a que quieres regalar alpúblicoconalgunanuevacomposicióntuya!»

«Sin duda debe esperarla—me respondió—. Actualmente estoy haciendoimprimirunlibritoquehademetermuchoruidoentrelosliteratos.»«Nodudode su mérito—le repliqué—; pero me parece que la mayor parte de esospapeluchossonunasbagatelasquehacenpocohonorasusautores.»«Convengoeneso—merespondió—,puessémuybienquesolamenteaquellosociososquequierenleertodocuantoseimprimegustandedivertirseperdiendoeltiempoenlalecturadeesosfolletos.Contodo,hecaídoenlatentación,yteconfiesoqueesunhijodelanecesidad.Yasabesqueelhambreeslaqueobligaalloboasalirdesumadriguera.»«¿Cómoasí?—repliquéyoadmirado—.¿EsposiblequemellegueadecirestoelautordeElcondedeSaldaña?¿Unhombrequetienedosmil escudos de renta ha de hablar de esta manera?» «¡Vamos poco a poco,amigo!—me interrumpió Núñez—. Ya no soy aquel poeta afortunado quegozaba de una renta bien pagada.Desordenáronse de repente los negocios deltesorerodonBeltrán,disipóeldinerodelrey,embargáronletodoslosbienesysellevóeldiablomipensión.»«¡Maloeseso!—ledije—.Pero¿notehaquedadoaún alguna esperanza por ese lado?» «¡Maldita!—me respondió—. El señorGómezdelRiberoestá tanmiserable comosupoeta; cayóenel agua, sinquepuedajamássaliralaorilla.»

«Segúneso,amigomío—repuseyo—,teveoentérminosdequemeseráprecisosolicitaralgúnempleoquepuedaconsolartede lapérdidade tupensión.»«Noquiero que te tomes ese trabajo—me dijo—; aunque me ofrecieras en las

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secretaríasdelministrounempleode tresmilducadosde sueldo, le rehusaría.Lasocupacionesde lasoficinasnoconvienena losquesehancriadoentre lasmusas. A éstos solamente les convienen distracciones literarias. En fin, ¿quéquieresquetediga?Yonacíparavivirymorirpoeta,yquieroseguirmisuerte.Por lo demás—continuó—, no creas que nosotros seamos tan infelices comoparece.Fueradequevivimosenunatotalindependencia,tenemosaseguradalacomida sin cuidados ni fatigas. Se cree comúnmente que comemos a loDemócrito;peroesengañomanifiesto.Nosehallaráentrenosotrosnisiquierauno, sin exceptuar a los compositoresdealmanaques,queno tengaunabuenacasa donde ir a comer.Yo tengo dos, donde soy bien recibido, y en ellas doscubiertosasegurados:uno,enlamesadeundirectorgeneraldelarealHacienda,aquiendediquéunanovela,yotro, en ladeuncaballero ricodeMadrid,quetiene el flujo de querer que siempre le acompañen eruditos a la mesa. Porfortuna,noesmuydelicadoparaelegir,yasí,fácilmentehallacuantosquiereenlapoblación.»

«Enesecaso—dijealpoetaasturiano—yanotetengolástima,puestoqueestáscontento con tu suerte.Comoquiera que sea, te aseguro de nuevo que enGilBlas tendrás siempre un buen amigo, a pesar de tu descuido en cultivar suamistad; si necesitas mi bolsillo, acude francamente a mí. Sentiré que unavergüenzafueradetiempoteprivedeunauxilioquenuncatefaltará,yamímeniegueelgustodeserteútil.»

«Enesasgenerosasexpresiones—exclamóNúñez—tereconozco,Santillana,ytedoymilgraciasporlagrandisposiciónafavorecermeenqueteveo.Enpruebade mi gratitud a esa fineza, quiero darte un consejo saludable. Mientras quetodavíaduraelpoderdelconde-duqueytemantienesensugracia,aprovechaeltiempo, date prisa a enriquecerte, porque ese ministro, a lo que me hanasegurado,vacilaensuasiento.»Preguntélesiaquellolosabíadebuenoriginal,y me respondió: «Lo sé por un caballero de Calatrava, viejo, que tiene buenolfato,aquien todosescuchancomounoráculo,y leoídecirayer:«Elconde-duquetienemuchosenemigos,ytodosconspiranaderribarle.Cuentademasiadoconelascendientequehalogradosobreelánimodelrey;peroelmonarca,aloque se dice, ha comenzado ya a dar oídos a las quejas que le llegan de él.»AgradecíaNúñezlaprevención,perohicepococasodeella,ymevolvíacasapersuadido de que la privanza de mi amo era indesquiciable, a la manera deaquellasviejasencinasque,arraigadasprofundamenteenlatierra,seburlandelosmásviolentoshuracanes.

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CAPITULOVIII

DescubreGilBlasserciertoelavisoqueledióFabricio;haceelreyunviajeaZaragoza

Loqueelpoetaasturianomehabíadichonocarecíadefundamento.Seformabadentrodelpalaciociertaconspiraciónparaderribaralconde-duque,acuyofrentesedecíaestabalamismareina.Sinembargo,nadasetraslucíaenelpúblicodelasmedidasquetomabanlosconfederadosparahacercaeralministro,ysepasómásdeunañosinqueyonotasequesuprivanzadisminuyera.

PeroellevantamientodeCataluña,sostenidoporlaFrancia,ylosdesgraciadossucesos de la guerra contra los rebeldes dieron motivo a la murmuración delpuebloyasusquejascontraelGobierno.EstasfueroncausadequesetuvieraunConsejoapresenciadelrey,alquequisosumajestadconcurrieseelmarquésdelaGrana,embajadordelaCortedeViena.TratóseenélsiseríamásconvenientequeelmonarcasemantuvieseenCastillaoquepasaseaAragónadejarseverdesus tropas. El conde-duque, que no tenía gana de que el rey saliera para elejército,hablóelprimero,yrepresentóquenojuzgabaacertadoquesumajestaddesamparase el centro de sus Estados, apoyando esta opinión con todas lasrazones que le sugirió su elocuencia. Siguiéronle en la misma todos losmiembrosdelConsejo,aexcepcióndelmarquésdelaGrana,que,llevadodesucelo por laCasa deAustria y con la franqueza genial de su nación, se opusoabiertamentealparecerdelprimerministroydefendiólocontrarioconrazonestanpoderosasque,convencidoelreydesusolidez,abrazóestaopinión,aunqueopuestaalsentirdetodoslosvotosdelConsejo,yseñalóeldíadesusalidaparaelejército.

Estafuélaprimeravezdesuvidaqueelmonarcadejódeseguireldictamendesuprivado;novedadquelellenódeamargura,considerándolacomounaterribleafrenta.Almismotiempoqueseretirabaasugabineteatascarenplenalibertadel freno,me vió, me llamó, y encerrándose conmigo en su cuarto, me contó,trémulo, agitado y como fuera de sí, lo que había pasado en el Consejo. Enseguida,comosinopudieravolverdesusorpresa,«¡Sí,Santillana—continuó—;elrey,quehacemásdeveinteañosquenohablasinopormibocaniveporotrosojosqueporlosmíos,hapreferidoeldictamendelmarquésdelaGranaalmío!

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Pero¿dequémodo?¡Colmandodeelogiosaesteembajador,yalabandosobretodosuceloporlaCasadeAustria,comosiestealemántuvieramásqueyo!Poraquífácilmenteseconoce—prosiguióelministro—quehayunpartidoformadocontra mí y que la reina está a su cabeza.» «¿Y eso le inquieta a vuestraexcelencia?—le repliquéyo—.Doceañoshaque la reinaestáacostumbradaaver a vuestra excelencia dueño de los negocios, y otros tantos que vuestraexcelencia acostumbró al rey a no consultar con su esposa ninguno de ellos.RespectodelmarquésdelaGrana,pudomuybienelreyinclinarseasuparecerporelgrandeseoquetienedeversuejércitoydehacerunacampaña.»«¡Nodasen ello!—interrumpió el conde—.Dimásbienquemis enemigos esperanquehallándoseelreyentresustropasestarásiemprerodeadodelosgrandesquelehabrándeseguir,yentreelloshabrámásdeuno,pocosatisfechodemí,queseatreveráadecirmilmalesdemiministerio.¡Peroseengañanmiserablemente—añadió—,porquesabrédisponerqueduranteelviajesehagaelreyinaccesibleatodoslosgrandes!»Asíloejecutóefectivamente,perodeunmodoquemerecereferirsepormenor.

Llegadoeldíaqueseseñalóparalasalidadelrey,despuésdehabernombradoéste a la reina por gobernadora durante su ausencia, se puso en camino paraZaragoza; pero habiendo querido pasar por Aranjuez, le pareció tan deliciosoaquel sitio, que sedetuvocercade tres semanas en él.DeAranjuez lehizo elministroiraCuenca,dondeleteníadispuestastalesdiversiones,quepermaneciólargotiempoenaquellaciudad.DeallísetransfirióaMolinadeAragón,dondelacazaleembelesópormuchosdías.LlegóalcaboaZaragoza,dedondeestabapocodistanteelejército.Yasepreparabaparairallí;peroelconde-duqueselodisuadió, haciéndole creer que se ponía a peligro de caer en manos de losfranceses, que ocupaban las llanuras de Monzón; de suerte que el rey,atemorizadodeunpeligroquenopodíatemer,resolviómantenerseencerradoensu palacio comopudiera en una prisión.Aprovechándose elministro de aquelpánicoterror,ybajopretextodevelarensuseguridad,era,pordecirloasí,comoun centinela de vista; de manera que los grandes, después de haber hechoexcesivos gastos para seguir con la correspondiente decencia al soberano, notuvieronelconsuelodelograrniunasolaaudienciadeél.Cansado,finalmente,elmonarcaodeestarmalalojadoenZaragoza,odeperdereltiempoenella,oacasodeverseallíprisionero,serestituyócuantoantesaMadrid,yconcluyóasílacampaña,dejandoalmarquésdelosVélez,generaldelejército,elcuidadodesostenerelhonordelasarmasespañolas.

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CAPITULOIX

DelarebelióndePortugal,ycaídadelconde-duque.

PocosdíasdespuésdelregresodelreyseesparcióporMadridunamalanueva.Súpose que los portugueses, aprovechándose del levantamiento deCataluña, ypareciéndolesocasiónmuyoportunaéstaparasacudirelyugodeladominacióndeEspaña,habíantomadolasarmasyaclamadoalduquedeBraganzaporreydePortugal,resueltosabsolutamenteamantenerleeneltrono,sinmiedodequeEspañalopudieseestorbar,estandoocupadaenAlemania,enItalia,enFlandesyenCataluña.Noleserafácilhallarcoyunturamásfavorableparalibrarsedeunadominaciónqueaborrecían.

Lomássingularfuéquecuandolacorteytodossushabitantessehallabanenlamayorconsternaciónporaquellanovedad,elconde-duquequisodivertiralreyaexpensas del duque de Braganza; pero su majestad, lejos de prestarse a susinsípidos gracejos, tomó un semblante serio, que enteramente le inmutó,haciéndolepreversuinminentedesgracia.Acabóelministrodedarporciertasucaídacuandosupopocodespuésquesehabíamanifestadosinreservacontraél,diciendopúblicamentequesumalaadministraciónhabíadadolugaralarebelióndePortugal.Luegoque lamayor parte de los grandes, especialmente aquellosquehabíanseguidoalreyenelviajeaZaragoza,advirtieronlatempestadqueseiba levantandocontraelconde-duque,seunierona la reina.Pero loquedióelúltimo golpe decisivo fué que la duquesa viuda deMantua, gobernadora quehabíasidodePortugal, regresódeLisboaaMadridehizoveral reyquede larebelióndelosportuguesessóloteníalaculpalaconductadesuprimerministro.

Hicieron tanta impresión en el ánimo del monarca las palabras de aquellaprincesa,quedesdeelmismopuntocesóelencaprichamientohaciasuprivadoyse desprendió todo el afecto que le había tenido. No bien llegó a noticia delministroqueel reydabaoídosa lasquejasymurmuracionesdesusenemigos,cuando le escribió pidiéndole licencia para dejar su empleo y retirarse de lacorte,puestoquese lehacía la injusticiade imputarle todas lasdesgraciasquedurantesuministeriohabíansucedidoalaMonarquía.Parecíalequeestasúplicaharíagrandeefectoenelcorazóndelrey,suponiendoqueaunseconservaríaenél inclinación suficiente para no consentir jamás en semejante retiro; pero la

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únicarespuestadesumajestadfuéqueleconcedíaelpermisoquesolicitaba,yqueasí,podíairseadondemejorlepareciera.

Estaspocaspalabras,escritasdepropiopuñodelrey,fueroncomounrayoparasu excelencia, que no lo esperaba de ninguna manera. Sin embargo, por másatónitoqueestuviese,aparentóunairedeenterezaymepreguntóquéharíayoensulugar.Respondílequefácilmentetomaríamideterminación,abandonandopara siempre la corte y retirándome a alguno de mis estados a pasartranquilamenteelrestodemisdías.«Piensasjuiciosamente—repusomiamo—,yestoyresueltoairaterminarmicarreraenLoeches,despuésquehayahabladouna sola vez con el monarca para representarle que he practicado cuanto eraposibleenlohumanoparasostenerlapesadacargaqueteníasobremishombros,sinhaber tenidomásculpaenlossiniestrosacontecimientosdequemeacusanque laque tieneundiestropilotoque, apesarde cuantopuedehacer,mira subajelarrebatadoporlosvientosyporlasolas.»Lisonjeábaseelministrodequeaunpodíaaquietarseelreyyvolverlascosasalestadoenquesehabíanhallado,peronopudoconseguirsuaudiencia;antesbien,seleenvióapedirlallavedequeseservíaparaentrarenelcuartodesumajestadsiemprequequería.

Conocióentoncesqueyano lequedabaesperanzay se resolvióbuenamente aretirarse.Examinósuspapelesyquemógranpartedeellos,enloqueobróconmuchaprudencia.Nombrólosdependientesycriadosquelehabíandeseguir,yordenóquetodoestuvieseprontoparamarchareldíasiguiente.Temiendoquealsalirdepalacioleinsultaseelpopulacho,selevantómuydemañanayantesdeamanecersalióporlapuertadelascocinas,ymetiéndoseenuncocheviejoconsuconfesoryconmigo tomósin riesgoelcaminodeLoeches,pueblocortodeque era señor, donde la condesa su mujer había fundado un convento dereligiosas dominicas. En menos de cuatro horas nos pusimos en él, y pocodespuésllegóelrestodelafamilia.

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CAPITULOX

Cuidadosqueporelprontoinquietaronalcondeconde-duque;sígueseaellosundichosososiego;métododevidaqueentablóen

suretiro.

LacondesadeOlivaresdejóirasumaridoaLoechesypermanecióalgunosdíasmásenlacorteconelobjetodetentarsipormediodesúplicasylágrimaspodríahacerquevolvieranallamarle.Peroapesardehaberseechadoalospiesdesusmajestades,el reynohizoapreciodesusexposiciones,aunquepreparadasconarte,ylareina,quelaaborrecíademuerte,secomplacíaenverlallorar.Noporesoseacobardó laesposadelministrodesgraciado.Abatiósehastaelpuntodeimplorarlaproteccióndelasdamasdelareina,peroelfrutoquerecogiódesusbajezas fué conocer que excitaban el desprecio más bien que la compasión.Desconsolada de haber dado tantos pasos degradantes, se fué a reunir con suesposo,paralamentarseconéldelapérdidadeunempleoque,bajounreinadocomoeldeaquelmonarca,puededecirsequeeraelprimerodelamonarquía.

La relación que hizo la condesa del estado en que había dejado las cosas deMadrid aumentó extraordinariamente la aflicción del conde-duque. «Vuestrosenemigos—ledijollorando—,elduquedeMedinaceliylosotrosgrandesqueosaborrecen,nocesandealabaral reypor la resolucióndehaberosseparadodelministerio,yelpueblocelebraconinsolenciavuestradesgracia,comosielfindetodaslasqueexperimentaelEstadodependiesedeldevuestraadministración.»«Señora—le respondió mi amo—, imitad mi ejemplo: llevad con resignaciónvuestrospesares,porqueesprecisocederalaborrascaquenosepuededisipar.Creíayo,esverdad,quepodríaperpetuarmivalimientomientrasmedurase lavida, ilusiónordinariaen losministrosyprivados, loscualesseolvidanpor locomún de que su suerte depende de la voluntad del soberano. El duque deLerma, ¿no se engañó igualmentequeyo, aunque estabapersuadidodeque lapúrpura con que se hallaba revestido era un seguro garante de la perpetuaduracióndesuautoridad?»

De este modo exhortaba el conde-duque a su esposa a armarse de paciencia,mientrasélmismosehallabaenunaagitaciónqueserenovabadiariamenteconlascartasquerecibíadedonEnrique,elcual,habiendopermanecidoenlacorte

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paraobservarcuantoallípasaba,cuidabadeinformarledetodopuntualmente.Elportador de estas cartas era Escipión, que se había quedado en casa del hijoadoptivodesuexcelencia,delacualhabíasalidoyoinmediatamentedespuésdesumatrimoniocondoñaJuana.

Lascartasveníansiemprellenasdenoticiaspocogustosas,ylopeoreraqueenlascircunstanciasnosepodíanesperarotras.Decíaenunasque,nocontentoslosgrandes con celebrar públicamente la caída del conde-duque, hacían cuantopodían para que todas sus hechuras fuesen removidas de los empleos queocupaban y reemplazadas por sus enemigos. Avisaba en otras que ibaadquiriendo favor don Luis de Haro, quien, según todas las señales, seríanombradoprimerministro.Peroentre todas lasnoticiasquedesazonabanamiamo,laquemáslellegóalalmafuélamutaciónquesehizoenelvirreinatodeNápoles,quelaCorte,únicamentepordesairarle,quitóalduquedeMedinadelas Torres, a quien él apreciaba, para dárselo al almirante deCastilla, a quiensiemprehabíaaborrecido.

Puededecirsequeenelespaciodetresmesestodofuédisgustosydesasosiegopara el conde-duque; pero su confesor, que era un religioso dominico tanejemplar como elocuente, hallómodo de consolarle.A fuerza de representarleconenergíaqueyanodebíapensarmasqueensusalvación,logró,conelauxiliodeladivinagracia,ladichadedesprendersuánimodelacorte.SuexcelencianoquisoyasabernadadeMadridnipensarmasqueendisponerseparaunabuenamuerte.Lacondesa,desengañadatambién,yaprovechándosedelaoportunidadquelaofrecíaaquelretiro,hallóenelconventodereligiosasquehabíafundadotodo el consuelo que podía desear, preparado por la divinaProvidencia.Huboentre aquellas religiosas algunas de singular virtud, cuyos tiernos coloquiosconvirtieroninsensiblementeendulcedumbrelossinsaboresdesuvida.

Al paso que mi amo apartaba de su pensamiento los negocios del mundo sequedabamástranquilo.Entablóunnuevométododevidayunadistribucióndehoras de lamanera siguiente: pasaba casi toda lamañana en la iglesia de lasmonjasoyendomisas;ibaenseguidaacomer,ydespuéssedivertíaporespaciode dos horas a varios juegos conmigo y otros criados de sumayor confianza;luegose retirabapor lo regularasudespacho,dondeseestabahastapuestoelsol.Entonces salía adarunpaseopor el jardíno tomabael cocheydabaunavueltaporlascercaníasdellugar,acompañadosiempredesuconfesorodemí.

Un día que íbamos solos y que yo admiraba la serenidad que brillaba en susemblante,metomélalicenciadedecirle:«Señor,permítamevuestraexcelencia

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que le manifieste mi regocijo; al ver el aire de satisfacción que vuestraexcelencia muestra, juzgo que principia a familiarizarse con la soledad.» «Yaestoy del todo familiarizado—me respondió—, y aunque hace mucho tiempoqueestoyhabituadoaocuparmeenlosnegocios,teprotesto,hijomío,quecadadíacobromásaficiónalavidagustosaypacíficaqueaquídisfruto.»

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CAPITULOXI

Elconde-duqueseponerepentinamentetristeypensativo;motivoextraordinariodesutristezayresultadofatalquetuvo.

Suexcelencia,paravariarsusocupaciones,seentreteníatambiénalgunasvecesencultivar su jardín.Undíaqueyo leestabaviendo trabajar,medijoen tonofestivo:«Aquítienes,Santillana,aunministrodesterradodelacorteconvertidoenjardineroenLoeches.»«Señor—lerespondíenelmismotono—,meparecequeestoyviendoaDionisioSiracusanoenseñandoaleeryescribiralosniñosdeCorinto,despuésdehaberdictadoleyesenSicilia.»Sonrióseunpocomiamodemirespuestaymostróquenoledesagradabalacomparación.

Todalafamiliaestabacontentísimayadmiradadeveralcondetansuperiorasudesgracia, rebosandodegozoenunavida tandiferentede laquehabía tenidohasta allí, cuando advertimos en él una repentinamudanza, que iba creciendovisiblemente y nos causó grandísimo dolor. Vímosle taciturno, pensativo ysepultado en una profunda melancolía. Dejó todo pasatiempo, y ningunaimpresión le hacía cuanto discurríamos para divertirle. Así que acababa decomer se encerraba en su cuarto, donde permanecía solo hasta la noche.Pareciónosqueaquellatristezapodíanacerdeacordarsedelagrandezapasada,y en esta inteligencia le dejábamos a solas con el padre dominico; pero suelocuencia tampoco pudo vencer la melancolía del duque, la cual, en vez dedisminuirse,cadadíaseibaaumentando.

Ocurriómequelatristezadelministropodíaprocederdealgúnmotivoodisgustoreservado que no quería manifestar, lo cual me hizo formar el designio dearrancarle su secreto. Para conseguirlo aguardé el momento de hablarle sintestigos,yhabiéndolehallado,«Señor—ledijeconairemezcladoderespetoydecariño—,¿serápermitidoaGilBlasatreverseahacerunapreguntaasuamo?»«Preguntaloquegustes—merespondió—,queyote lopermito.»«¿Quésehahecho—repliqué—de aquella alegría que se notaba en el semblante de vuestraexcelencia? ¿Habrá perdido ya vuestra excelencia aquel ascendiente que teníasobre la fortuna? ¿Será acaso posible que la pérdida del favor excite nuevasinquietudes en vuestra excelencia? ¿Querrá vuestra excelencia volver asumergirseenaquelabismodeamargurasdequesuvirtudlehabíalibertado?»

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«No;graciasalCielo—respondióelministro—,yanomeatormentalamemoriadelgranpapelquerepresentéenelteatrodelacorte,yolvidéparasiempretodoslosobsequiosqueallísemetributaron.»«Pues,señor—lerepliqué—,sivuestraexcelencia ha podido desechar de sí todas esas memorias, ¿por qué se dejadominar de una melancolía que a todos nos aflige? ¿Qué tiene vuestraexcelencia? Mi querido amo—prorrumpí, arrojándome a sus pies—, vuestraexcelencia tiene algún secretopesarque ledevora. ¿Querrávuestra excelenciahacer unmisterio de ello a Santillana, cuya reserva, celo y fidelidad tiene tanconocidos?¿Quédelitoeselmíoparahaberdesmerecidosuantiguaconfianza?»«La posees todavía—me dijo su excelencia—, pero confieso que me cuestamucha repugnancia revelarteelmotivode la tristezaenquemeves sepultado.Sin embargo, no puedo negarme a las instancias de un criado y de un amigocomo tú.Sabe,pues,elmotivodemipena;sóloSantillanamepodríamerecerque le hiciese semejante confesión. Sí—continuó—, me domina una negramelancolía,quepocoapocomevaacortando losdíasde lavida.Casi a cadainstante estoy viendo un espectro que se pone delante de mí bajo una formaespantosa. Trabajo en vano por persuadirme amímismo de que es unamerailusión, un fantasmaquenada tiene de realidad.Sus continuas aparicionesmeturbanytrastornan,ysitengolacabezabastantefuerteparavivirpersuadidodequeviendoaesteespectronadaveo,soy tambiénbastantedébilparaafligirmeconestavisión.Miraloquemehasobligadoaqueteconfiese—añadió—;juzgaahora si me sobraba razón para ocultar a todos el verdadero motivo de mimelancolía.»

Oícontantodolorcomoadmiraciónunacosatanextraordinariayquesuponíaquesumáquinaseibadesorganizando:«Señor—dijealministro—,¿quiénsabesi eso procede del escaso alimento que toma vuestra excelencia? Porque susobriedadesexcesiva.»«Esomismopenséyoalprincipio—merespondió—,yparaexperimentarsidebíaatribuirloaladieta,comohacealgunosdíasmásdelo ordinario, pero todo es inútil, porque el fantasma no desaparece.» «Eldesaparecerá—le repliqué para consolarle—, y si vuestra excelencia quisieradistraerseunpoco,volviendoaentretenerseenel juegoconsus fielescriados,mepersuadodequenotardaríaenverselibredeesosnegrosvapores.»

Pocos días después de esta conversación cayó su excelencia enfermo, yconociendoélmismoqueelmalseharíadecuidado,envióabuscaraMadriddos escribanosparadisponer su testamento, e hizovenir también tres célebresmédicosqueteníanlafamadecuraralgunasvecessusenfermos.Luegoquesedivulgóporelpalacio la llegadadeestosúltimos,noseoyeronenélmasque

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lamentosygemidos,mirando todoscomomuycercana lamuertedelamo; tanimbuídos estaban contra tales profesores. Habían éstos llevado consigo unboticarioyuncirujano,ejecutoresordinariosdesusórdenes,ydejandoprimeroalosescribanoshacersuoficio,entraronenseguidaellosadesempeñarelsuyo.Como seguían los principios del doctor Sangredo, recetaron desde la primeraconsultasangríassobresangrías,demaneraquealcabodeseisdíasredujeronalosúltimosalconde-duque,yalséptimolelibrarondesuvisión.

La muerte del ministro ocasionó en todo el palacio de Loeches un agudo ysincerodolor.Suscriadoslelloraronamargamente,y,lejosdeconsolarsedesupérdidacon lamemoriaquehizode todosen su testamento,nohabía siquieraunoquenohubierarenunciadogustosoallegadoqueletocabaporrestituirlealavida.Yo,queeraelmásqueridodesuexcelenciayquemehabíaaficionadoaélpor pura inclinación hacia su persona, sentí aún más que los otros sufallecimiento.DudoqueAntoniamehayacostadomás lágrimasqueelconde-duque.

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CAPITULOXII

LoquepasóenelpalaciodeLoechesdespuésdelamuertedelconde-duqueypartidoquetomóSantillana.

Conarregloalavoluntaddelministro,fuésepultadosucadáverenelconventode las religiosas, sinpompaniostentación, acompañadodenuestros lamentos.Despuésdelosfunerales,lacondesadeOlivaresnoshizoleereltestamento,delcualtodalafamiliatuvomotivoparaquedarcontenta.Acadaunodejóeldifuntouna manda correspondiente al empleo que tenía, siendo la menor de dos milescudos.Lamíafuélamayordetodas;suexcelenciamedejódiezmildoblonesen prueba del singular afecto que me había profesado. No se olvidó de loshospitales,yfundóaniversariosenmuchosconventos.

LacondesadeOlivaresenvióaMadrida todos loscriadosparaquecadaunocobrase sumanda de sumayordomo donRamónCaporis, que tenía orden deentregársela;peroyonopudeirconellos,porqueunafuertecalentura,efectodemiaflicción,medetuvoenelpalaciosieteuochodías.Nomeabandonóentodoese tiempo el padre dominico, porque este buen religioso me había tomadoinclinación, e interesándose en mi salud, me preguntó luego que me viórestablecidoquépensabahacer demí. «No sé todavía,mi reverendopadre, loqueharé—lerespondí—,porqueenestepuntonoestoyaúndeacuerdoconmigomismo.Algunosmomentosestoytentadoaencerrarmeenunaceldaparahacerpenitencia.»«¡Momentospreciosos!—exclamóelreligioso—.SeñorSantillana,¡yquébienharíaustedenaprovecharsedeellos!Aconséjole,comoamigo,que,sin dejar de ser seglar, se retire para siempre a algún convento, endonde, pormediodealgunasdonacionespiadosasdesusbienes,puedaexpiarlosextravíosdeunavidamundana,aejemplodemuchaspersonasquehanterminadoasísucarrera.»

Enladisposiciónenquemehallabanomeincomodóelconsejodelreligioso,yrespondí a su reverencia que me tomaría tiempo para reflexionarlo. Perohabiendo consultado sobre el particular a Escipión, a quien vi un momentodespués que al padre, se opuso a este pensamiento, que le pareció un delirio.«¿Esposible,señordeSantillana—medijo—,queustedseinclineasemejanteretiro? ¿Pues no tiene en su quinta de Liria otro más agradable? Si en otro

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tiempoquedó tan enamoradode él, conmayor razón le agradará ahoraque sehallaenedadmásadecuadaparadejarseembelesardelasbellezasyatractivosdelaNaturaleza.»

PocotrabajolecostóalhijodelaCoscolinahacermemudardeopinión.«Amigomío—ledije—,máspuedestúqueelpadredominico.Veo,conefecto,quemeserámejorvolveramiquinta,yaellomedecido.VolveremosaLirialuegoquemisaludmepermitaponermeencamino,loquenopuedetardarmucho,puesyaestoysincalentura,yenbreve tiempoespero recobrarmedel todo.»FuímonosEscipiónyyoaMadrid,cuyavistanomealegrótantocomomealegrabaenotrotiempo.

Sabiendo que era casi universal el horror con que se oía el nombre de unministrocuyamemoriameeratanapreciable,nopodíamirarestavillaconbuensemblante,yasí,sólomedetuveenellacincooseisdíasquenecesitóEscipiónparadisponerlonecesarioanuestrasalidaparaLiria.Mientrasélcuidabadeestoyome fuí a ver conCaporis, que al puntome entregómi legado en doblonesefectivos. Lo mismo hice con los depositarios de las encomiendas sobre lascualesyoteníamispensiones.Concertéconelloselmododelibrarmelospagos;enunapalabra,dejéarregladostodosmisasuntos.

EldíaantesdepartirpreguntéalhijodelaCoscolinasisehabíadespedidodedon Enrique. «Sí, señor—me respondió—, y ambos nos hemos separado estamañana amistosamente.Noobstante, élmeha aseguradoque sentía le dejase;perosiélestabacontentoconmigo,yonoloestabaconél.Nobastaqueelcriadoagradealamo:esmenestertambiénqueelamoagradealcriado.Deotramanera,seavienenmal.Fueradeque—añadió—donEnriquenohacesinountristepapelen la corte. Se lemira en ella con el mayor desprecio; en las calles todos leseñalanconeldedoyningunolellamamasqueelhijodelagenovesa.Veaustedahora si para un mozo de honra sería cosa de gusto servir a un amodesacreditado.»

SalimosporúltimodeMadridalamanecerytomamoselcaminodeCuenca.Ibaordenadoelequipajedelamanerasiguiente:miconfidenteyyoíbamosenunacalesadedosmulas,conducidosporuncalesero;seguíantresmachos,cargadosde ropa y dinero, guiados por dos mozos de mulas; tras de éstos venían dosrobustos lacayos, escogidos por Escipión, montados sobre dos mulas ycompletamentearmados.Losmozosllevaban,porsuparte,sables,yelcalesero,unpardepistolasenelarzóndelasilla.

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Comoéramos sietehombres,y los seisdemuchovalorygran resolución,mepuse en camino alegremente y sin el menor recelo de que me robasen miherencia. Al pasar por los pueblos se gallardeaban nuestros machos y mulashaciendoresonarsuscampanillas,ylospaisanosseasomabanalaspuertasparaverpasarnuestroacompañamiento,quelesparecía,cuandomenos,eldealgúngrandequeibaatomarposesióndeunvirreinato.

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CAPITULOXIII

VuelveGilBlasasuquinta;tieneelgustodeencontraryacasaderaasuahijadaSerafina,yélmismoseenamoradeuna

señorita.

QuincedíastardéhastaLiria,porquenohabíaprecisióndeacelerarlasjornadas.Solamente deseaba llegar con salud y descansado, lo que efectivamenteconseguí.Laprimeravistademiquintamecausóalgunospensamientostristes,acordándome de mi Antonia; pero luego procuré desecharlos divirtiendo laimaginaciónacosasquemegustasen, loqueno fuédifícil, porqueal cabodeveinticincoañosquehabíanpasadodesdesumuerteestabayamuymitigadoeldolordeaquellapérdida.

AlpuntoqueentréenlaquintavinieronasaludarmeBeatrizysuhijaSerafina.Despuésdeesto,elpadre,lamadreylahijasellenarondeabrazos,contantasdemostracionesdealegríaquemeencantaron.Luegoquesedesahogaronfijélaatenciónenmiahijadaydije:«¡EsposiblequeseaéstaaquellaSerafinaqueyodejéenlacunacuandomeausentédeLiria!¡Pasmadoestoydeverlatanbellaytan crecida! ¡Es menester que pensemos en casarla!» «¿Cómo así, queridopadrino?—exclamómiahijada,sonrojándoseunpocoaloírmisúltimaspalabras—.¿Nobienmehavistoustedcuandoyapiensaensepararmedesí?»«No,hijamía—le respondí—, no pretendemos separarte de nosotros dándote marido;queremosqueelquetebusqueconsientaenvivirconnosotros.»

«Uno que tiene esa circunstancia—dijo entonces Beatriz—pretende a la niña.CiertohidalgodeunlugarinmediatovióaSerafinaundíaenmisaenlaiglesiadel lugaryquedómuyprendadode ella.Vinodespués averme,declaróme suintención y pidió mi consentimiento. «Poco adelantaría usted—le respondí—aunqueyoseloconcediera.Serafinadependedesupadreydesupadrino,queson losúnicosquepuedendisponerde sumano.Lomásquepuedohacerporustedesescribirlesparainformarlesdesusolicitud,honrosaparamihija.»Conefecto, señores—prosiguió ella—, esto iba a escribir austedes.Masyaque sehallanaquí,haránloquemejorlesparezca.»

«Pero, en suma—dijoEscipión—, ¿qué carácter tiene ese hidalgo? ¿Se parece

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acasoalamayorpartedelosdesuclase?¿Estáenvanecidoconsunoblezayesinsolenteconlosplebeyos?»«¡Oh,loqueeseso,no!—respondióBeatriz—.Esunmozomuyafableyatentocontodos,sobreserbienparecido,yqueaunnohacumplido treinta años.» «Nos haces—dije a Beatriz—un buen retrato de esecaballero. ¿Cómo se llama?» «Don Juan de Antella—respondió la mujer deEscipión—. Ha poco tiempo que heredó a su padre, y vive en una haciendapropia que sólo dista una legua de aquí, en compañía de una señorita joven,hermana suya.» «Oí en otro tiempo—repuse yo—hablar de la familia de esehidalgo,queesunadelasmásnoblesdelreinodeValencia.»«Apreciomenos—exclamó Escipión—la hidalguía que las buenas prendas, y ese don Juan nosconvendrá si es hombre de bien.» «A lomenos esa fama tiene—dijo Serafinatomandoparte en la conversación—,y los vecinos deLiria que le conocen leponderan mucho.» Cuando oí estas breves palabras a mi ahijada me sonreímirando a su padre, el cual conoció por ellas, como yo, que aquel galán nodesagradabaasuhija.

Tardó poco el caballero en saber nuestra llegada, y dos días después vino apresentarseanuestraquinta.Senosacercóconbuenosmodales,ylejosdequesupresenciadesmintieseelinformequeBeatriznoshabíadado,noshizoformarmuchomayorconceptodesumérito.Díjonosque,comovecino,veníaadarnoslabienvenida.Recibímosleconlamayoratenciónyagradoquenosfuéposible;pero esta visita fué de pura urbanidad, pasándose toda en recíprocoscumplimientos,ydonJuan,sinhablarnosunapalabradesuamoraSerafina,seretiró, rogándonos solamente que le permitiéramos repetir sus visitas paraaprovecharsemejor de una vecindad que juzgaba había de serlemuy gustosa.Despuésque se fuénospreguntóBeatriz qué tal nosparecía aquel hidalgo; lerespondimosquenoshabíaprendadoyquenosparecíaquelafortunanopodíaofrecermejorcolocaciónaSerafina.

Al día siguiente, después de comer, salí con el hijo de la Coscolina para ir apagarlavisitaquedebíamosadonJuan.Tomamoselcaminodesulugarguiadosporunaldeanoque,despuésdehabercaminadotrescuartosdelegua,nosdijo:«Aquella es la quinta de don Juan deAntella.»Recorrimos con la vista todosaquelloscampos,yestuvimoslargoratosinverla,hastaque,llegandoalpiedeun collado, la descubrimos en medio de un bosque, rodeada de corpulentosárboles, cuya frondosidad y espesura la ocultaban a la vista.Tenía un aspectoantiguoydeteriorado,queacreditabamenos laopulenciaque lanoblezadesudueño.Sinembargo,cuandoyaestuvimosdentroadvertimosqueelaseoybuengustodelosmueblesrecompensabalacaducavejezdeledificio.

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DonJuannosrecibióenunasaladecentementeadornada,endondenospresentóuna señora, que nombró delante de nosotros su hermanaDorotea y que podíatenerdediezynueveaveinteaños.Estabavestidadegala,comoquienesperabanuestra visita, cuidadosa de parecernos bien. Y presentándose a mi vista contodossusatractivos,hízomelamismaimpresiónqueAntonia,esdecir,quemequedé turbado; pero supe disimular tanto, que ni el mismo Escipión lo pudoadvertir.Nuestraconversaciónversó,comoladeldíaanterior,sobreelcontentomutuo que tendríamos de vernos algunas veces y de vivir con la armonía debuenos vecinos.Don Juan no tomó todavía en boca aSerafina, ni por nuestraparte se dijo cosa alguna que le pudiese dar ocasión a declarar su amor,persuadidos de que en ese punto lo mejor era dejarle venir. Durante laconversación echaba yo de cuando en cuando alguna ojeada a Dorotea, sinembargode simularmirarla lomenosquemeeraposible,y cadavezquemismiradasseencontrabanconlassuyaseranéstasotrastantasflechasconquemeatravesaba el corazón. Confesaré, con todo, por hacer recta justicia al objetoamado,quenoeraunahermosuracompleta:aunqueteníalatezmuyblancayloslabios más encarnados que la rosa, su nariz era un poco larga y sus ojospequeños;sinembargo,elconjuntomeembelesaba.

Ensuma,nosalídecasadeAntellaconelsosiegoconquehabíaentrado,yalvolvermeaLiriaconlaimaginaciónpuestaenDoroteanoveíanihablabasinodeella.«¿Quéesesto,miamo?—medijoEscipiónmirándomecomosuspenso—.MucholeocupaaustedlahermanadedonJuan.¿Lehabráinspiradoaustedamor?»«Sí,amigo—lerespondí—,yestoycorridodeello.¡OhCielos!Yo,quedesde lamuerte deAntonia hemiradomil hermosuras con indiferencia, ¿seráposiblequeencuentre,alaedadenquemehallo,unaquemeinflamesinqueyolopuedaresistir?»«Señor—mereplicóelhijodelaCoscolina—,parecíameamíquedebíaustedcelebraresaaventuraenvezdequejarsedeella.Ustedsehallatodavía en una edad en que nada tiene de ridículo abrasarse en una amorosallama, ni el tiempo ha maltratado tanto su semblante que le haya quitado laesperanzadeagradar.Créameusted: laprimeravezqueveaadonJuanpídalesin temor su hermana, seguro de que no la podrá negar a un hombre de suscircunstancias. Fuera de que, aun cuando quisiese absolutamente casarla conalgúnhidalgo,ustedloes,puestienesuejecutoria,quebastaparasuposteridad.Despuésqueeltiempohayaechadoalatalejecutoriaelespesoveloquecubreelorigen de todas las familias, quiero decir, después de cuatro o cincogeneraciones,ladescendenciadelosSantillanaserádelasmásilustres.»

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CAPITULOXIV

DelasdosbodasquesecelebraronenlaquintadeLiria,conlocualsedafinalahistoriadeGilBlasdeSantillana.

Animóme tantoEscipión a declararme amante deDorotea, que ni siquieramepasó por la imaginación que me exponía a un desaire. Con todo eso, no medeterminéaellosinciertorecelo.Aunquemirostrodisimulabamuchomisañosypodíaquitarmealomenosdiezdelosqueteníasinmiedodenosercreído,noporesodejabadedudarconfundamentoquepudieraagradaraunamujerjovenyhermosa.Sinembargo,resolvíarriesgarmeyhacerlapeticiónlaprimeravezquevieraasuhermano,elcual,porsuparte,noteniendoseguridaddeconseguiramiahijada,noestabasinzozobra.

Volvió a mi quinta al día siguiente por la mañana, a tiempo que acababa devestirme.«SeñordeSantillana—medijo—,hoyvengoaLiriaatratarconusteddeunasuntomuyserio.»Híceleentrarenmidespacho,ydesdeluegoempezóahablarsobreelparticular.«Creo—medijo—quenoignoraustedelnegocioqueme trae. Yo amo a Serafina; usted lo puede todo con su padre; suplícolefavorezcamipretensión,disponiendoqueconsigaelobjetodemiamor. ¡Debayo a usted la felicidad demi vida!» «Señor don Juan—le respondí—, ya queustedhaidoderechamentealasunto,noextrañequeyoimitesuejemplo,yque,después de haberle prometido mis buenos oficios para con el padre de miahijada,implorelosdeustedparaconsuhermana.»

AestasúltimaspalabrasdonJuandejóescaparuntiernosuspiro,delcualinferíunagüerofavorable.«¡Esposible,señor—exclamóprontamente—,queDoroteaa la primera vista haya conquistado vuestro corazón!» «Me ha encantado—ledije—, y me tendré por el hombre más dichoso del mundo si mi pretensiónagradaseaunoyaotra.»«Deesodebeustedestarseguro—mereplicó—,pues,aunquesomosnobles,nodesdeñamoselenlacedeusted.»«Mealegro—repuseyo—que no tenga usted dificultad en admitir por cuñado a un plebeyo; estomismomeobligaaestimarlemás,porqueespruebadesubuenjuicio.Perosepaustedque,auncuandosuvanidadleindujeseanopermitirquesuhermanadieralamano a ninguno que no fuera noble, todavía tenía yo con qué contentar supresunción.VeintiochoañosmeheempleadoenlasoficinasdelMinisterio;yel

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rey, para recompensar los servicios que hice al Estado, me gratificó con unaejecutoria de nobleza, que voy a enseñar a usted.» Diciendo esto, saqué laejecutoria de un cajón, entreguésela al hidalgo, que la leyó de cruz a fechaatentamente con la mayor satisfacción. «Está muy buena—me dijo aldevolvérmela—. Dorotea es de usted.» «Y usted—exclamé yo—cuente conSerafina.»

Quedaron, pues, determinados de esta manera entre nosotros los dosmatrimonios,ysólorestabasabersilasnoviasconsentiríangustosas;porquenidon Juan ni yo, igualmente delicados, pretendíamos conseguirlas contra suvoluntad.VolvióseestehidalgoasuquintadeAntellaaparticiparmipretensiónasuhermana,yyollaméaEscipión,BeatrizymiahijadaparadarlespartedelaconversaciónquehabíatenidocondonJuan.Beatrizfuédedictamenqueseleadmitieseporespososinvacilar,ySerafinadióaentenderconsusilencioqueera del mismo parecer que su madre. No fué de otro su padre; pero mostróalguna inquietud por el dote que le parecía preciso dar, correspondiente a unhidalgocomoaquél,ycuyaquinta teníaurgentenecesidadde reparos.Tapé labocaaEscipióndiciéndolequeesometocabaamí,yqueyoledabacuatromildoblonesdedoteamiahijada.

FuíaveradonJuanaquellamismatarde.«Vuestroasunto—ledije—vaapedirdeboca;deseoqueelmíonosehalleenpeorestado.»«Vaquenopuedeirmejor—me respondió—. No he necesitado emplear la autoridad para obtener elconsentimiento deDorotea. La persona de usted le contenta y susmodales leagradan.Usted recelabanoserde sugusto,yella temeconmás razónquenopudiendoofrecerlemásquesucorazónysumano...»«¡Quémáspuedodesear!—exclamófuerademídealegría—.Unavezque laamableDoroteano tengarepugnanciaaunirsusuerteconlamía,nadamáspido.Soybastantericoparacasarme con ella sin dote, y con sólo poseerla quedarán colmados todos misdeseos.»

DonJuanyyo,completamentesatisfechosdehaberconducidodichosamentelascosas a este estado, resolvimos excusar todas las ceremonias superfluas, paraacelerarcuantoantesnuestrasbodas.DispusequemifuturocuñadoseabocaseconlospadresdeSerafina;yconvenidosenlascapitulacionesdelmatrimonio,sedespidiódenosotros,prometiendovolveraldíasiguienteacompañadodesuhermanaDorotea.Eldeseodeparecerbienaestaseñoritameobligóaemplearlomenostreshoraslargasenvestirme,engalanarmeyadonizarme,yniaunasímepudereduciraestarcontentodemifigura.Paraunmozalbetequesedisponea iraverasuqueridaestoesun recreo;masparaunhombrequecomienzaa

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envejecer,esunaocupación.Contodo,fuímásafortunadodeloqueesperaba;volví a ver a la hermana de don Juan, y ella me miró con semblante tanfavorable, que todavíame presumí valer alguna cosa.Tuve con ella una largaconversación;quedéhechizadodesucarácterydesu juicio,ymepersuadídeque, con buen tratamiento y mucha condescendencia, podría llegar a ser unesposoquerido.Llenode tandulceesperanza, enviéabuscardosescribanosaValencia,que formalizaron laescrituramatrimonial.DespuésacudimosalcuradePaterna,quevinoaLiriaynoscasóadonJuanyamíconnuestrasnovias.

Encendí,pues,porlasegundavezlaantorchadeHimeneo,ynuncatuvemotivopara arrepentirme. Dorotea, como mujer virtuosa, no tenía mayor gusto quecumplirconsuobligación;ycomoyoprocurabaadelantarmeallenarsusdeseos,tardópocoenenamorarsedemí,comosiyoestuvieraenmijuventud.Porotraparte, en don Juan y en mi ahijada se encendió con igual viveza el amorconyugal;ylomássingularfuéquelasdoscuñadascontrajeronlamásestrechaysinceraamistad.Pormiparte,advertíenmicuñadotanbuenasprendas,quelecobréunverdaderocariño,quenomepagóconingratitud.Enfin,launiónquereinabaentrenosotroseratal,quecuandoteníamosquesepararnosporlanochepara volvernos a reunir el día siguiente esta separación no se verificaba sinsentimiento; lo que dió motivo a que ambas familias nos resolviésemos a noformarmasqueunasola,quetanprontovivíaenlaquintadeLiriacomoenladeAntella, a la cual, para este efecto, se le hicieron grandes reparos con losdoblonesdesuexcelencia.

Tresañoshaceya,amigolector,quepasounavidadeliciosaalladodepersonastanqueridas.Para colmodemidicha, elCielo sehadignado concedermedoshijos, de quienes creo prudentemente ser padre y cuya educación va a ser elentretenimientodemiancianidad.

FINDELTERCEROYÚLTIMOTOMO

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INDICEDELTOMOIII

LIBROOCTAVO

Páginas.CAPÍTULOI.—GilBlasadquiereunbuenconocimientoylograunbuenempleo,queleconsueladelaingratituddelcondeGaliano.HistoriadedonValeriodeLuna. 5CAPÍTULOII.—PresentanaGilBlasalduquedeLerma,quienleadmiteporunodesussecretarios.Esteministroleseñalaeltrabajoquehadehaceryquedagustosodeél. 12CAPÍTULOIII.—SabeGilBlasquesuempleonodejadetenerdesazones.Delainquietudquelecausóestanuevaydelaconductaquesevióobligadoaguardar. 18CAPÍTULOIV.—GilBlasconsigueelfavordelduquedeLerma,queleconfíaunsecretodeimportancia. 23CAPÍTULOV.—EnelqueseveráaGilBlasllenodegozo,dehonraydemiseria. 26CAPÍTULOVI.—QuémodotuvoGilBlasdedaraconocersupobrezaalduquedeLermaycómoseportóconélesteministro. 31CAPÍTULOVII.—Delobienqueempleósusmilquinientosducados;delprimernegocioenquemedióydelprovechoquesacódeél. 38CAPÍTULOVIII.—HistoriadedonRogeriodeRada. 41CAPÍTULOIX.—PorquémediosGilBlashizoenpocotiempounagranfortunaydecómotomóelairedepersonadeimportancia. 52CAPÍTULOX.—CorrómpenseenteramentelascostumbresdeGilBlasenlacorte;delencargoqueledióelcondedeLemosydelaintrigaen

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queesteseñoryélsemetieron. 62CAPÍTULOXI.—DelavisitasecretaydelosregalosqueelpríncipehizoaCatalina. 71CAPÍTULOXII.—QuiéneraCatalina;perplejidaddeGilBlas,suinquietudylaprecauciónquetomóparatranquilizarsuánimo. 77CAPÍTULOXIII.—SigueGilBlashaciendoelpapeldeseñor;tienenoticiasdesufamilia;impresiónquelehicieron;sedescompadraconFabricio. 81

LIBRONOVENOCAPÍTULOI.—EscipiónquierecasaraGilBlasyleproponelahijadeunricoyfamosoplatero;delospasosquesedieronaestefin. 87CAPÍTULOII.—PorquécasualidadseacordóGilBlasdedonAlfonsodeLeiva,ydelservicioquelehizo. 92CAPÍTULOIII.—DelospreparativosquesehicieronparaelcasamientodeGilBlasydelgrandeacontecimientoquelosinutilizó. 96CAPÍTULOIV.—DequémodofuétratadoGilBlasenlatorredeSegoviaydecómosupolacausadesuprisión. 98CAPÍTULOV.—Deloquereflexionóantesdedormirseydelruidoqueledespertó. 104CAPÍTULOVI.—HistoriadedonGastóndeCogollosydedoñaElenadeGalisteo. 108CAPÍTULOVII.—EscipiónvaalatorredeSegoviaaveraGilBlasyledamuchasnoticias. 130CAPÍTULOVIII.—DelprimerviajequehizoEscipiónaMadrid;cuálfuéelmotivoyéxitodeél;daleaGilBlasunaenfermedadyresultasquetuvo. 134CAPÍTULOIX.—EscipiónvuelveaMadrid;cómoyconquécondicionesalcanzólalibertaddeGilBlas;adóndefueronlosdosdespuésdehabersalidodelatorredeSegoviayconversaciónquetuvieron. 140CAPÍTULOX.—DeloquehicieronalllegaraMadrid;aquiénencontróGilBlasenlacalleydeloquesiguióaesteencuentro. 144

LIBRODECIMOCAPÍTULOI.—SaleGilBlasparaAsturiasypasaporValladolid,donde

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visitaasuamoantiguo,eldoctorSangredo,yseencuentracasualmenteconelseñorManuelOrdóñez,administradordelhospital.

151

CAPÍTULOII.—ProsigueGilBlassuviajeyllegafelizmenteaOviedo;enquéestadohallaasufamilia;muertedesupadre,ysusconsecuencias. 162CAPÍTULOIII.—TomaGilBlaselcaminodelreinodeValenciayllegaenfinaLiria;descripcióndesuquinta;cómofuérecibidoenellayquégentesencontróallí. 172CAPÍTULOIV.—MarchaGilBlasaValenciayvisitaalosseñoresdeLeiva;delaconversaciónquetuvoconellosydelabuenaacogidaquelehizodoñaSerafina. 179CAPÍTULOV.—VaGilBlasalacomediayverepresentarunatragedianueva;quééxitotuvolapieza.CarácterdelpueblodeValencia. 185CAPÍTULOVI.—GilBlas,paseándoseporlascallesdeValencia,encuentraaunreligiosoaquienleparececonocer;quéhombreeraestereligioso. 190CAPÍTULOVII.—GilBlasserestituyeasuquintadeLiria;delanoticiaagradablequeEscipiónledióydelareformaquehicieronensufamilia. 198CAPÍTULOVIII.—AmoresdeGilBlasydelabellaAntonia. 203CAPÍTULOIX.—CasamientodeGilBlasylabellaAntonia;aparatoconquesehizo;quépersonasasistieronaélyfiestasconquesecelebró. 210CAPÍTULOX.—LoquesucediódespuésdelabodadeGilBlasydelabellaAntonia.PrincipiodelahistoriadeEscipión. 217CAPÍTULOXI.—ProsiguelahistoriadeEscipión. 248CAPÍTULOXII.—FindelahistoriadeEscipión. 263

LIBROUNDECIMOCAPÍTULOI.—DecómoGilBlastuvolamayoralegríaquehabíaexperimentadoensuvidaydelfunestoaccidentequelaturbó.Mutacionessobrevenidasenlacorte,quefueroncausadequeSantillanavolvieseaella. 287CAPÍTULOII.—MarchaGilBlasaMadrid,déjaseverenlacorte,reconóceleelrey,recomiéndaleasuprimerministroyefectosdeestarecomendación. 293

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CAPÍTULOIII.—DelmotivoquetuvoGilBlasparanoponerporobraelpensamientodedejarlacorteydelimportanteservicioquelehizoJoséNavarro.

299

CAPÍTULOIV.—LograGilBlaselafectoyconfianzadelcondedeOlivares. 302CAPÍTULOV.—ConversaciónsecretaquetuvoGilBlasconNavarroyprimeracosaenqueleocupóelcondedeOlivares. 305CAPÍTULOVI.—EnquéinvirtióGilBlasestostrescientosdoblonesycomisiónquedióaEscipión.ResultadodelaMemoriadequeacabadehablarse. 312CAPÍTULOVII.—Porquécasualidad,endóndeyenquéestadovolvióaencontrarGilBlasasuamigoFabricioyconversaciónquetuvieron. 317CAPÍTULOVIII.—GilBlassegranjeacadadíamáselafectodelministro;vuelveEscipiónaMadridyrelaciónquehaceaSantillanadesuviaje. 322CAPÍTULOIX.—Cómoyconquiéncasóelconde-duqueasuhijaúnicaylossinsaboresqueprodujoestematrimonio. 326CAPÍTULOX.—EncuentraGilBlascasualmentealpoetaNúñez;refiéreleéstequeserepresentaunatragediasuyaenelteatrodelPríncipe;desgraciadoéxitoquetuvoyefectofavorablequeleprodujoestadesgracia. 330CAPÍTULOXI.—ConsigueSantillanaunempleoparaEscipión,elcualseembarcaparaNuevaEspaña. 335CAPÍTULOXII.—LlegaaMadriddonAlfonsodeLeiva;motivodesuviaje;graveafliccióndeGilBlasyalegríaquelasiguió. 338CAPÍTULOXIII.—EncuentraGilBlasenpalacioadonGastóndeCogollosyadonAndrésdeTordesillas;adóndefuerontodostres;findelahistoriadedonGastónydoñaElenadeGalisteo;quéserviciohizoSantillanaaTordesillas. 343CAPÍTULOXIV.—VaSantillanaacasadelpoetaNúñez;quépersonasencontróenellayquéconversacióntuvieronallí. 352

LIBRODUODECIMOCAPÍTULOI.—EnvíaelministroaToledoaGilBlas;motivoyéxitodesuviaje. 357CAPÍTULOII.—DaSantillanacuentadesucomisiónalministro,quien

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leencargaelcuidadodehacerquevengaLucreciaaMadrid;delallegadadeestaactrizydesuprimerarepresentaciónenlacorte. 368

CAPÍTULOIII.—LograLucreciamuchacelebridadenlacorte;representadelantedelrey,queseenamoradeella,yresultasdeestosamores. 371CAPÍTULOIV.—NuevoempleoqueconfirióelministroaSantillana. 378CAPÍTULOV.—EsreconocidoauténticamenteelhijodelagenovesabajoelnombrededonEnriqueFelipedeGuzmán;estableceSantillanalacasadeesteseñoryleproporcionatodaclasedemaestros. 382CAPÍTULOVI.—VuelveEscipióndeNuevaEspaña;acomódaleGilBlasencasadedonEnrique;estudiosdeesteseñorito;honoresqueseleconfierenyconquéseñoralecasaelconde-duque;cómoaGilBlasselehizonoble,conrepugnanciasuya. 385CAPÍTULOVIII.—DescubreGilBlasserciertoelavisoqueledióFabricio;haceelreyunviajeaZaragoza. 392CAPÍTULOIX.—DelarebelióndePortugalycaídadelconde-duque. 396CAPÍTULOX.—Cuidadosqueporelprontoinquietaronalconde-duque;sígueseaellosundichosososiego;métododevidaqueentablóensuretiro. 399CAPÍTULOXI.—Elconde-duqueseponerepentinamentetristeypensativo;motivoextraordinariodesutristezayresultadofatalquetuvo. 403CAPÍTULOXII.—LoquepasóenelpalaciodeLoechesdespuésdelamuertedelconde-duqueypartidoquetomóSantillana. 407CAPÍTULOXIII.—VuelveGilBlasasuquinta;tieneelgustodeencontraryacasaderaasuahijadaSerafinayélmismoseenamoradeunaseñorita. 411CAPÍTULOXIV.—DelasdosbodasquesecelebraronenlaquintadeLiria,conlocualsedafinalahistoriadeGilBlasdeSantillana. 416

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Novela(Vol3de3),byAlain-RenéLesage

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