Guerrero, Andres_La Semantica de La Dominacion

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"As! mismo viviamos, comoesclavos. No habia sido deestar viviendo as!".

Lino Alba, huasipunguero yd i r i ge nt e de la haciendaMoyurcu, Cayarn be-Olme­do (1976).

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© Andres Guerrero© Ediciones Libri Mundi - Enrique Grosse-Luernern

Prirnera edicion, 1991

Disefio grafico y fotocornposicion:Graffiti, disefio graficoDisefio de portada: Grupo EsquinaFotografia: Christoph Hirtz

Irnpresion: Imprenta Mariscal

ISBN: 9978-9902-5-9

Ediciones Libri Mundi: Juan Leon Mera 851Casilla 3029 - Quito, Ecuador

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CAPITULO I

LA RECONSTITUCIONRITUAL DEL UNIVERSO

SIMBOLICO..:LAl.~11 'r,i~J;llJ~~

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Comienzo este trabajo por su inicio: por aquellas pre­guntas que incitaron y encauzaron la investigacion. Ocurri6 yahace unos tres afios, entonces vivfa y trabajaba en Otavalo.Los comuneros que encontraba a 10 largo de mis recorridos porlas parcialidades de la regi6n y que, por alguna de aquellastantas modalidades (yanaperos, avudas , partidarios, peonessueltos . etc), estuvieron vinculados a las haciendas colin­dantes, tarde 0 temprano veruan a relatar las Ilamadas fiestasde hacienda. Concentraba su interes la San Juan fiesta del ga­llo. Entonces, las pupilas brillaban, las lenguas se soltaban,mis interlocutores se volvfan comunicativos, hasta locuaces ,las descripciones cobraban vivacidad y colorido. A veces losrelatos conclufan en una ratificaci6n: "las fiestas, bonito eraca". No cabfa duda. la actitud general de estos comuneros de­lataba la presencia de rescoldos nostalgicos inmersos en lamemoria personal y colectiva. Algunos, los menos, habian"pasado el cargo" como "prioste capitan de gallo' y evocabanexperiencias personales. Para otros , la gran mayor ia , perte­nee fa al dominio nebuloso de la memoria colectiva, de habervisto 0 escuchado. EI relato coherente de las secuencias de lafiesta, de unos y otros. llarnaba la atenci6n por 10 escueto.Abundaban en cambio los detalles de Ia vestirnenta, los orope­les en la cresta de los gallos. la musica, los bailes, la coheterfa,10 cornido y 10 bebido. Era obvio, las sensaciones deslurnbra­ban la evocacion. A medida que escuchaba las descripciones yafinaba pre guntas , intu ia que Io conserv ado enl a memoriaconsciente, 10 evocable y coherente, desechaba un ciimulo deinformaci6n no dicha. T.'!L~e~_in~ec_ible,porque eclips~da parfa sombra de la costumbre, aquel conocimiento gestualy con­ceptual si le nc ioso , trasmiti do en la m im ic a del acto de unageneracion a otra. Mas aun y para mi desaliento, el sentido defa-fiesta, los puntos que para los participantes ponian en juegosu preparacion y realizacion, las evidentes impresiones de quea la ceremonia concern fan angulus de las jerarquias sociales ydel afianzamiento del poder, tampoco iban mas alla de frasesdecepcionantes sobre el prestigio que concedfa el "p a sar el

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cargo"; en resumidas cuentas, racionalizaciones translucidas.Los relatos eran importantes, pero tambien insuficien­

tes. Una ceremonia, como representacion que es (un genero deteatro ritual al fin de cuentas), pide la vivencia del momentaya sea en calidad de actor 0 espectador. Inquirf entonces si lastan mencionadas fiestas todavfa ocurrfan en alguna parte. Tuveque rendirme a la evidencia. En la region de Otavalo, lIegabademasiado tarde. Luego de un par de decepciones, constateque las modernizaciones agrarias de la ultima-'aecadadesvanecieron las fiestas de hacienda. Uno de los patrones, elde Pinsaqui, habfa cesado de celebrarla un par de afios antes,al dividirse la propiedad por reparto de herencia. Adernas, co­mo el mismo patron racionalizaba con voz tefiida de nostalgia:

":.. la fiesta, se dej6 de hacer porque se tiene meca­nizados los c ul tivo s , p or una parte y por otra,porque los costos de una de esas fiestas son actual­mente prohibitivos ..." 1•

Sin embargo, como descubrirfa luego, en haciendasaltamente mecanizadas la fiesta continuaba real izandose acostos prohibitivos ...

Para asistir a una fiesta de gallo tuve que contornearel tutelar Imbabura. Baje al valle de La Esperanza, por dondeserpentea el antiguo "camino real" hacia Ibarra. Desde loscontrafuertes del vo lc an , el paisaje agrario denotaba lasgrandes haciendas modernizadas: extensos campos, potreros ysementeras divididos con alambre de pua bien templado, gana­do lechero de raza. En los confines y remontadas mirando alparamo, las parcelas variopintas y de desordenada composi­cion de los ex-huasipungueros y comuneros, con una 0 variaschozas de teja en su interior, deslindadas por tradicionalesmuros de chamba y penco. En efecto, en Zuleta, La Magdale­na, La Merced, etc., sea para la San Juan (24 de junio), 0 una

1- Entrevista a P.E (patron), hacienda Pinsaqui (prov. Irnbabura), IlI1984 por M.Lourties.

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semana luego para la San Pedro, "las ramas de gallo" cumplenla tradicional "entrada" al patio de la hacienda. Alii, los "pa­trones grandes" atrapan el "gallito blanco" que lanza "el uiiiode la loa". Situacion paradojica con el alma empresarial denuevo curio de estos senores, pertenecientes a la generaci6npost reforma agraria, titulados de universidades norteameri­canas, de mentalidades orientadas por los ostentosos pararne­tros de la innovacion tecnologica por una cara, y por la otra,de la rentabilidad del capital.

Tampoco las fiestas perduraban por aquella supuestainercia de las costumbres. Aprendf que en algunas haciendas,como en La Magdalena, donde hubo en la decada pasada unconflicto serio con los ex-huasipungueros, los patrones rea­nudaron la ceremonia luego de varios afios de extincion. Masaun, el mayor de los "patrones grandes"; el ex-presidente de laRepublica Galo Plaza, (representante de la modernidadagraria), confesaba en una entrevista su esfuerzo por "monte­ner la tradicion" y asf impulsar el cambio:

"Tenemos las fiestas tradicionales, p orque 10 quehemos hecho nosotros es mantener La tradicion. (... ) \he procurado no ir muy l ig ero ... defe ndie ndo lastradicion es, las costumbres y todo 10 que es d u­radero y permanente , 10 que tiene ra ices , asi se \'(111

logrando cambios">.

Informacion ratificada por el administrador de Zuleta.G. Plaza torno efectivamente medidas concretas para conservarlas fiestas en la region. En efecto, habrfa:

"e scrito a los dueiio s de haciendas vecinas ins!­nuandoles que no olviden esa tradicion (de la fiestade San Juan) de la gente indigena que quiere diver­tirse>.

2- Entrevista a G.P. (patron), hacienda Zuleta (prov. Irnbabura), II/1984 por M. Lourties.

3- Entrevista a Sr. E. (adrninistrador), hacienda Zuleta, 11/1984.

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Pero mi asombro fue aun mayor cuando descubrf quelas "ramas" de la San Juan tarnbien hacfan "entrada" en lospatios de algunas antiguas haciendas (en ambos flancos del1mbabura esta vez) recuperadas pOI' los campesinos indigenas.Preciso, re inventaron- una cerernoni a, calcada de la anteriorclaro esta, una vez apaciguados los conflictos porIa tierra conel patron (a veces el mismo estado nacional como te rr ate­niente) y reorganizadas las familias de yanaperos y huasi­pungueros (Ia comunidad de hacienda) bajo el molde jurfdicode "cooperativas de produccion", Va de sf. ahora, ya no era un"patron grande" ni tam poco un "arrendatario" estatal quienespresidfan la ceremonia. Recibfan el gallo los jovencs lideresque habfan impulsado y dirigido las luchas poria recuperacionde las tierras ancestrales. Indfgenas salidos tarnbien de la ge­neracion post reforma agraria, perfectamente bilingues. cuan­do no bachilIeres de colegios estatales 0 religiosos, al menoscon varios an os de e scolariz acion: "cab ecil las" de maderanueva vinculados a organizaciones polfticas nacionales e im­pregnados de ideologfas progresistas. En pocas palabras, gentede nueva mentalidad.

Debf rendirrne, una vez mas, ala evidencia. En amboscasus las fiestas, de una manera u otra, salfan del humedomolde de una "tradicion inventada ", recogiendo una defini­cion de Erik Hobsbawrn>. No cabe duda de que algunas raicesremontan a un tiernpo perdido en el pasado colonial, simulta­neo tal vez al mornento de constitucion de las haciendas se­rranas en Ia primera mitad del siglo XVII. Pero las fiestas dehoy, luego de extinguirse 0 casi , ya no pertenecen al ambitoincuestionado e involuntario de la costumbre. Ahora integranla tradicion: voluntad de mantenirniento de un conjunto inva-.. _.-----1 .

4- Sobrc la re inve nc ion de un ritual de hacienda en una s ituac io n de transformac ion

agraria fuerte ver Thurner. t\'1.: "Peasant Politics and Andean Haciendas in

the 19th and 20th centuries", ponencia prcvcnt adu en el scruiuario La «(1.

nucnidad attdina ell ct sigln XIX. Quito. mar zo 27-.'~O. 1989. Flncso-Clacso.

)- l lobshawm, E.: "Introduction: Inventing Traditions", en: E. Hobshawm and T. Ranger:

The lnvention of Tradition: Cambridge Univ. Press, Cam. I'lR4 (pp, I-IS).

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i..Liable de practicas simbolicast i,Apuntan a la explicita finali-dad de afianzar la cohesion social en un perfodo de carnbiosestructurales? Tal vez.

De todas maneras, el significado para los actores so- ':ciales, hoy en dfa, tanto el ceremonial, con su instrumental y'gestualidad -dada la plasticidad inherente a los ritos- deben sermuy distintos, consecuencia de un contexto social transforma­d0 6 . POI' ejernplo. el consul Hassaurek no reconocerfa aquella ,fiesta de San Juan que vio y de scribio a mediados del siglo 'pasado. Pruceso de c arnbio que la falta de documentos (es­critos y orales) me irnpide seguir".

Tres preguntas concentraban entonces mi atencion,i,En que consistfan aquellas fiestas?, en segundo lugar i,porque "inventar" una tradicion? y, por ultimo. l,cual era el con­texto historico y estructural que les otorgaba tal eficacia so­cial? Preguntas que fueron, en amplia medida, el primer aci­cate para la invest ig acion historic a que de sarro l lare en lossucesivos capftulox". Pero el objetivo ultimo de la investi­gacion , apuntalado pOI' estas preguntas, alcanzo perfil propioal hacer camino; a saber, estudiar las modalidades de consen-

6· Cannadinc. D.: "The Context. Pcrfurmancc ami Meaning of Ritual: The British Mortar­

chy and the 'Invention of Tradition', c.1R20-llJ77". en: Hobsbawrn &

Ranger: op.cit. (pp. 105·\ 07>.

7- La antropclog a M. Crespi describe e l ritual de la San Juan en la ccrcana hacienda de

Pesillo y dciectu algunas de las transformucioncs que sc producen en el mo­

mcruo de la re forma agrariu. Crespi. 1'01.: "St. John the Baptist: The Ritual

Looking Glass of Hacienda Indian Ethnic and Power Relations". en: Nor­

man E. Whitten Jr.ted.): Cultural Transfortnations and Ethnicitvin Modern

Ecuador, Univ. of Illinois Press. Chicago. 19RI (pp. 477-5(5). Sobre la

rcade cuuc iun de un ritual ancestral de comunidad bajo e l corue xto de la

rnodcrnizacion urbana, ver igunhncute Salomon. F.: "La yumbada: till dra­

ma ritual qui chua en QuiIO", en : America huligcnu, vol XLI. N. I. enero­

marzo 1981, (pp. 114·1.~4).

8- El lector enconrrarri. sin duda, intcrcsantc corejar mi inrcrprctacion de la fiesta de San

Juan con uqucl la de Crain. M. en: "Ri tual , memoria popular y pr oc es o

politico". Abya-Yalu, CEN . Quito 19R'l. Estudiando la mixrna region de

La Espe ranzu. la aurora analiza el ritual como acto c arg ado de s ig nif i­

cacion "c orurahe gcruonica popular",

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so, dominae ion y conflicto institucionalizado en las haciendas,en resumen, pensar fa hacienda como forma polftica. En efec­to, era la trama central de la representacion de aquellas fiestas.Pero voy demasiado rapido. Me detengo, antes de proseguir,en la descripc ion de una "fiesta de gallo", Pude observarla enla San Juan del ana 1985 en la hacienda La Magdalena, regionde La Esperanza, provincia de Imbabura. Transcribo la fichade campo.

1. La representaci6n en el patio de hacienda.

Sabado I de julio de 1985.

Lugar: patio de la casa de hacienda de La Magdalena (prov.Imbabura).

Son las lOde la manana. Campesinos indfgenas dela region, en tupidos grupos familiares, recorren apaso lento el camino empedrado de Cayambe a Iba­rra, el antiguo "camino real". Van engalanados. Vis­ten ropa apenas estrenada. Se dirigen a La Magdale­na. AI Ilegar, cruzan el porton principal y acceden alpatio central de la casa de hacienda. Las edifica­ciones que componen la "c asa de hacienda"; asaber, los aposentos de la familia del patron, habita­ciones del servicio dornestico, capilla, cuartos de ad­rn inistracion, garajes, bodegas, graneros y establosde ordefio, dependencias separadas por tres patios,uno interno (familiar privado), el central (ceremo­nial) y el de la troje (de trabajo); es un conjunto ar­q u i tec tdn i co que desde la perspectiva del caminosuscita una engafiosa impresion a la vez de fortalezay de lujosa residencia. Primero se topa el caminantecon una torre de piedra gris de varios pisos que,

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vista de cerca, resulta ser una de las nuevas trojes demafz. Luego viene un alto muro, en piedra sillartarnbien gris cuya funcion no es defensiva sino la desostener el talud que cae hacia el camino. Final­mente, cuatro metros arriba, sobresalen los prolon­gados y entejados aleros que protegen extendidoscorredores de paredes blancas, grandes ventanales,pasamanos y columnas de madera, La arquitecturabasica de la casa de lata uno 0 mas siglos. Pero losgrandes ventanales, las columnas y los pasamanosde madera revelan una voluntad de re s tau rac ionmodernizante que pretende armonizar y conservar 10antiguo.En el centro del patio central, donde confluye lagente pero no permanece, domina una cruz de piedraerecta, de unos tres metros de alto asentada en unzocalo con gradas. En la sierra, el patio 0 "pla:a de

I hacienda" era y sigue siendo -aunque en menor me­l dida- un espacio de adensado ejercicio del poder. Lu­

gar de reunion de los "indios propios" para los rezosde la matinal "doctrine?" y la misa semanal; sitio deprornulgacion de justicia (la "justicia de patio de lia­ci enda") y de ejecuc i on de los castigos luego de"carrel' ef p adro n de la g ente" (me refiero a losacialazos sentenciados por el patron y asestados pOI'el mayoral, el trabajador tendido en el sue lo , bocaabajo y frente a la cruz, con el poncho recog ido !''):

puesto de adrn ini stracion donde se voce an las or­denes de trabajo; punto de encuentros jerarquizadosentre el patron, sus "sirvientes" (mayordomo y rna-

9- Ver la descripcion de este acto por el escritor y diplornatico Gonzalo Zaldumbidc en

1910 en: "La longuita Mariucha (Idi lio Barbaro)", en: Piiginas de COII:"/O

Zaldumbide , T.!. Departamento Editorial de Educacion. QUito. 1960 (PP.

219-221 ).

10- Entrevista a LB. de G .. (hija de patron), hacienda Velasco (prov. Pichincha), ICJ76 Y

entre vista a V.L., (huasipunguero) hacienda Moyurcu (pr ov, Pichincha)

9/1976

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yorales) y los trabajadores.

A la vez arquitectonica y simbolicarnente, es un es­pacio sern icerrado, a medio camino entre el patioprivado y aquel de la troje. lugar proscrito para losindfgenas en el trajfn cotidiano. Durante la fiesta seabre en carnbio, y deviene espacio publico. No obs­tante. quedan sus caracterfsticas basicas grabadas enlas mentes. La uti lizacion, tanto por los espectadorescomo por los actores, asf 10 revela. Destacan gestosde tran sgresion. Al entrar al patio, encuentro gente

apifiad a en las gradas del zoca lo de la cruz, otrasocupan los escalones del corredor que conduce a losaposentos patron ales, grupos cruzan el patio, comoapropiandose lo. pero nadie se demora. Lue.go , mas

tranquilos ya, los espectadores trepan las laderas quebordean el cuadrilatero por los dos costados no cons­truidos y se acomodan, sentados 0 echados bajo losarboles, siempre en grupos familiares. Ocupan los

jardines modernos: gramilla verde, macizos de flo­res. arbustos antes salvajes y ahora ornamentales(como el sigse), arboles pequenos, senderos y gra­der ias en piedra laj a, reflectores para paseos noc­tunics. La austeridad petrea del patio y su cruz, con­trasta con este anfiteatro de vegeracion sensual. En

10 alto de los jardines, la estatua -siernpre en piedra­de un santo tutelar. erguido delante del dep6sito deagua para la casa C:.un pocgio'?): vela sobre las edifi­caciones y la "plaza"; el patron y la genie.Urias ochocientas a mil personas dispersas en eljardin, instaladas con bastante antelacion, esperan elcornienzo del espectacu lo. EI cesped verde resalta

los violeras y rosaceos de los anacos femeninos, lasblusas con bordados coloridos, el blanco de los lien­

zos para envol ver n ifios 0 cargar comidas. EI azulobscuro de los ponchos masculinos matiza los con­trastes. Los cornportamientos de las farnilias, su acti-

re

tud y espera son las de especradores. Aguardan pa­sivos la representaci6n de un dia de fiesta. Mientrastanto. deshacen envoltorios y comparten cornidas. Esobvio, ya no son, como antes de la reforma agraria,familias huasipungueras 0 yanaperas, la parentela delos ac to re s . Entonces, Lquienes s o n ?; (,de d6ndevienen? Me sienro en la gramilla. Converso con al­gunos grupos. Pertenecen a unidades domestic as deex-huasipungueros de la misrna hacienda. los anti­guos "indios propios", Otros grupos, los menos, son

familiares de actuales trabajadores. peones jornaleros,de La Magdalena. La gran mayoria carece de vincu­laciones laborales u otras con la hacienda, vienen delas comunidades aledafias , libres 0 de ex-huasipun­

gueros, y de las filas de mediaguas construidas a 10largo del carretero. Hay tambien poblaci6n mestizadel cercano pueblo de La Esperanza. Muchos sonj6venes jefes de familia que migran semanalmente aconseguir trabajo en los mercados urbanos de Ibarra(Ia capital provincial) y Quito. En conclusion, la fies­ta atra e pti/Jlico en un radio de unos diez kilometresa la redonda. Gente externa, des-conocida, afuerinos.Las casas han carnbiado, antes era sobre todo una fi­esta interna. Asistfan quienes de una manera u otracultivaban lazos (economicos directos 0 indirectos,parentescos rituales, vfnculos de protecci6n) con elpatron. En pocas palabras, gente (blanco-mestizos eindfgenas) supeditacla a la hacienda 0 captada por sutrarna de clientela, real 0 potencial.Las actitudes tambien cambiaron, Los asistentes sonahora espectadores, no acnian. Prima el caracrer deteatro ritual. Los grupos de "actores" (el prioste, susfamiliares y aliados) son mucho mas restringidos.mas elitistas se podrfa decir. Antes, erau los jefes defamilia huasi punguera quienes "p osabcut ('I cargo".

Un eslab6n en los rituales de paso que ratificaba la

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plena integraci6n en las jerarqulas comunales. Lahacienda se tecnific6. Los actuales "capitanes" sereclutan entre el personal jerarqu ico y calificado(mayorales, choferes, garajistas, tractoristas, rneca­nicos, ayudantes de veterinario, servicio dornestico,etc.). l.Buscan apuntalar en el campo de las jerar­qutas simb61icas su ascenso social? Sea como fuere,disponen de plata como para cubrir "los costos pro­hibitivos" de la fiesta: obedecen a la rigurosa racio­nalidad del dispendio jerarquizante y prestigioso.La secuencia de la "entrada" da real comienzo a larepresentaci6n. Inicia con un primer acto panandinode las fiestas de solsticio. Consiste en la "toma de la \plaza": la comparsa entra al patio a la carrera, entreruido de petardos, soplido de cohetes, "truenos" en­sordecedores, sart a , gritos de alabanza al prioste,tonadas de guitarra y flautas, el estrepito musical dela banda pueblerina contratada por el patron. Lanube blanquisca de la p61vora cubre el patio. Comojirones de niebla de pararno, una humareda acre di­fumina a ratos el perfil de la comparsa. Algunos au­tores piensan encontrar en la "entrada" una evo­caci6n hist6rica: la torna de la plaza de Cajamarcapor Francisco Pizarro II. En todo caso, acontece enlos combates entre comunidades, el "pucara" de laSan Juan, como en los pueblos de Cotacachi yOtavalo. Adernas, el administrador de la vecina ha­cienda de Zuleta rememoraba que antes, la San Juantambien era un "pucara", pero de hacienda. La "en­trada" tenia un tono violento, un acto guerrero. Lascomparsas de las diferentes "lomas" de los huasi­pungueros, aliadas en grupos, combatfan para tomarla plaza!Estos entrentamientos entre comunidades 0

11- Manuel Burga establece este vinculo histor ico en: Burga. M.: "Nacimiento de una

utopia. Muerte y resurreccion de los inc as": lnstiruto de Apoyo Agrar io,

Lima. 1988 (p. 60).

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barrios, como en otros lugares de los Andes, sin du­da resuenan con referentes andinos de ceremonias defertilidad, identidad y reciprocidad!-.EI "capitan" de coheteria anticipa la entrada. Aje­treado y con la ayuda de varios familiares, extiendeel cordel de la "sarta", Va desde el port6n principalhasta el patio, 10 envuelve y se prolonga en el jardfn.La longitud de e st a cuerda con explosivos a cad apalmo, establece un indice pertinente para estimar lajerarquia de poder y de prestigio a la que aspira el"capitan de gal lo": EI encargado de la cohe ter ia ,se gtin sale de sus expresiones, asumi6 el compro­miso de costear los "fuegos artificiales" como "deu­da" 0 "cred it o" de una futura reciprocidad de sucompadre. Pero el prestigio propio del cohetero en­tra tambien en juego y se mide en los decibeles deestruendo y las nubaredas de humo que consiga

12- Entre vista al Sr. E. (administrador), hacienda Zuleta, op. cit. AI re specio ve r igual­

mente el relate del consul Hassaurek en 1860, para la region de Cayumbe:

Hassaurek, E: "Four Years Among the Ecuadorians (1860)": Southern lIi­

nois Univ. Press, 1967 (p. 166). Una descripcion de la entrada en Otavalo

en: Buitron, A.: "Taira Imbabura, vida indlgena en los Andes", Mis ion An­

dina. (s.f. 1955°). Quito (p. 67). En la provincia de Canar, la antropologa

L.A. Bronwrigg encontro que el "pucaro" se realizaba en la hacienda Mon­

jas para Carnaval ("EI papel de los ritos de paso en la iruegracion social de

los cafiari quichas del austro ecuatoriuno", en: Folk/ore Americano, ario~

XIX-XX, n. 17, 1971-72, Lima (pp. 96-99). Para R. Hartmann. las harallas

serfan "manifestociones de antiguas creencius de [ertilulad y del £'11.110 rt'lI­

dido a rai: de ellas.. ...(..Otros datos sabre las lIamadas 'hatullas rituales '",

en: Folklore Americano . anos XIX-XX, n. 17,1971-72, Lima (p. 130).

Tristan Platt revela la complejidad. como esquema mental, del com hate ru­

ual ("rillkui") en Bolivia y desrnenuza sus significados sirnbolicos de iden­

tidad y diferencia en: "Syrnetrie s en miroir: Ie concept de vunatin chez le s

Macha de Bolivie", en: Annates eSC. annee 33e. n. 56. Paris. Estos rit­

uale s, sabre rodo los de combate , tendrran igualrnente la funcion de es-

"rablecer Ifmites, sefialar diferencias y ratificar cohesiones e identidades so­

eiales entre los grupos participantes, de ral manera que la reciprocidad sea

posible. Hopkins, D.: "Juegos de enernigos". en Allponchis, vol. XVII, N.

20. 1982 (pp. 172-182).

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provocar. No es el unico que "ayuda". Hay "capi­t an es" de musica , de com ida, de bebida. Pasar el"cargo" no solamente requiere buscar colaboracionpara solventar gastos en terrninos de una racionali­dad de despilfarro economico, Mientras mas partici­pantes "ayuden". mayor el ex ito social demostrado yconseguido por el capitan.Estallan los petardos. Caos generalizado. La entrada,efectivamente, tiene visos de cornbate , de apropia­cion, de penetracion. La comparsa irrumpe entre lagente. Desplaza a los anteriores grupos que todavfaocupan el patio en correteos al r i t mo de un pasomarcial de baile: la planta de los pies golpea dura­mente el suelo. Trepida la tierra. En los conjuntosnumerosos. preceden la comitiva unos veinte adoles­centes y hombres con sendas banderas rojiblancas yuna 0 dos con el tricolor nacional. Forman doshileras que corretean zigzagueantes, ondulundo lasbanderas. Les s i g ue el p r i o ste , quien "PCLI'O e lcargo". el "capitan de gallo", Desemponchado. vistecon una chaqueta moclerna 0 un saco de lana sinteti­ca. Nacla 10 destaca de los dernas hombres de sucomitiva (toclos banalmente vestidos. sin poncho, ala usanza mestiza) si no fuera por los zamarros queenfundan sus piernas. Lleva la piel de cordero can lalana vistosamente volteada hacia afuera. Un cueronegro cine las caderas y ajusta los z.arnarros. de ste­lIan monedas y remaches metalicos, dibujan grandesflores con pendientes. Causa extrafieza que el priosteno resalte ostentosamente en la comitiva. TampocoIe reservan un lugar prominente. Al contrario. cuestatrabajo ubicarlo y, para ojos no entendidos. pasarfadesapercibido, confundido en la comitiva. Da la im­presion de que 10 que mas cuenta es el grupo, la con­juncion de la parentela mas que las personas. Hayjerarqufas. claro esta, pero aplacadas par el conjunto.

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Acornpafian al prioste algunos hombres, parientescercanos (padre, herrnanos, compadres) 0 al iados,genie de su mismo rango. Les siguen mujeres (la es­posa, tal vez la madre, hermanas casadas, mujeres delos hombres de rango). Ensombreradas, eI cuellotapado por un mazo de collares dorados, vistosasblusas bordadas de amplias mangas, un pafiolon fle­queado y bordado cruza en diagonal de un hombro ala cintura, falda "plisse" de colores estridentes quedeja la rodilla a la vista; calzan alpargatas moder­nizadas. Las mas prominentes jalan con fajas colori­das al primer caballo de la cornitiva, el del "nitto dela loa". Una mujer grita en quichua vivas al prioste,las otras corean. Sigue un segundo caballo jalado,siernprc con fajas femeninas, por mas mujeres en­galanadas a la misma usanza. Es el caballo que, acada costado, carga la "ranta de gallos' (seis de ca­da lado) que se ofrece al patron, sfmbolo de la re­ciprocidad desigual, je rarqu ic a , entre patron yprioste. Ambos cuadnipedos van ricamente enjaeza­dos: panza y ancas cubiertas de telas y cintas de co­lores, jaquima ensamblada con fajas coloridas y de­corada con monedas, banderas blancas. En la frentedel primer caballo un espejo refulgente proyectaimageries de la fiesta y, en algunos movimientos. re­fJeja al sol. Por ultimo, sigue una comitiva nutridapero desordenada e indiferenciada, hombres, rnu­jeres, nifios y nifias de mas de doce afios. Algunosguitarristas y flautistas. Muchos hombres y mujeressujetan bote lias 0 recipientes p lasticos con aguar­diente.EI cortejo gira alrededor de la cruz en el patio cen­tral, pasa al de la troje, clesciende a los establos, re­gresa. Vuelve a girar en torno a la cruz como eje ce­remonial. Se apropia de espacios exc1uyentes en unacto ritual de trasgresion. EI baile y los recorridos

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sugieren una re afirmac ion gestual de derechos: lacasa de hacienda, el espacio del patron, ambito delpoder que en la vida ordinaria es infrecuentable sinexpresa autorizacion.Durante los correteos-baile, varios "capitanes" alia­dos ejecutan gestos absolutos de generosidad y dis­pendio, "botan" al aire caramelos, naranjas y mone­das. EI publico, sobre todo los nirios, se precipitan arecoger. Entre tanto, el "patron grande" sale de lacasa por la puerta que da al corredor, desciende alpatio, 10 cruza a paso lento, abriendose camino entrelas comitivas, y trepa las gradas del zocalo. Ocupauna jerarquizada altura, confirmada por la cruz tute­lar a su espalda. Viste horno lo gamente al "capitande galle": su iinico distintivo son tambien unos za­marros de pie I de cordero , sin mas ni menos orna­mentos.

Se inicia el acto central de la repre se nr ac i o n: laofrenda al patron grande del "gal/ito Manco" con sucresta engalanada con oropeles. Callan la musica,los gritos y los voladores. EI cortejo toma lugarfrente a la cruz. EI caballo delantero, aquel montadopor el nino de la loa, queda en primer plano, frenteal patron. En el espacio intermedio se ub ic an el"capitan de gallo" y su mujer. EI espejo de la frentedel animal refleja imageries recortadas de los per­sonajes, del patron, la cruz y del sol. EI "niiio" iniciala recitacion. Relata la historia de San Juan Bautista.Una tension de consagracion corta el aire e imponesilencio. Se escucha una voz aguda y monotona,apresurada, la del nino. EI muchacho no Ileva atuen­do particular: camisa, pulover, pantalon, tal vez ropanueva, como cualquier muchacho de pueblo en dfade fiesta. Observo algo particular: mientras mas pro­longada la declamacion, mayor prestigio para el nino(todo el mundo admira la memoria de estos n ifio s

f' -

contratados), y para el "capitan", desde lue go , pueses quien pas a el cargo. EI relato sigue con fidelidadel hilo de la leyenda bfblica de San Juan. Carece dereferencias al momenta concreto que tiene lugar, a 10que ocurre, al contexto. Es ante todo un ejercicio delenguaje con funciones puramente rituales IJ. Hayuna excepcion. al final de la recitacion. alguien de 1'1comitiva alcanza al nino un "gal/ito blanco" y antesde lanzarlo advierte: "p a tron, toma csta p alonti tablanca para que Ie cuides y le trates bien", "Bota"

I(en el mismo sentido que se e m p le a la ex pre s ionr'bntar dinero", para forzar reciproc idad ) el gallo al'aire y el "patron grande" Ie atrapa. Gesto sirnbolicofundamental y culminante que cierra el cicio del ri­tual iniciado el afio anterior. cuando el actual"capitan". en un acto de reciprocidad inversamentesirnetrico, recibio a su vez un "gal/ito" del patron:fue nombrado "prioste", Estallan "truenos" que re­meeen la tierra, silban y estallan voladores. las ban­das reanudan la musica. Las mujeres de la cornitiva

lanzan vivas al patron y al prioste en castellano yquichua. Corean los acornpafiante s. EI patron bajadel z6calo y extiende un rollo de billetes 'II nino dela loa. Luego -momento de identifieaei6n y re­conocimiento- abraza por los hom bros al prioste. Ieofrece una botella de Iicor «(,vino'?) y le entrega otrorollo de billetes. Ambos gestos tienen una modu­lacion a la vez paternal y pudic a, son ademanes deaceptaei6n y de distaneia. La cerernonia termina. Lacomitiva vuelve a las correrlas, entra en el patio dela troje y entrega la "rania" al mayordomo: los doeegallos colgados por las patas, (sfmbolo de la reeipro­cidad desigual y de reeonocimiento de la jerarquia).EI sirviente recibe en nornbre del patr6n y de la ha-

13- Pitt-Rivers. J.: "La revanche du ritue l dans lEurope conremporainc": en: L£'.\ TC11Ip.\

Moderncs, n. 488. mars 1987 (p. 521.

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cienda. Retorna el grupo al patio central y se dislo­ca.Al poco tiempo irrumpe otra comitiva en el patio, unsegundo "capitan de gallo"; luego un tercero, uncuarto, etc. Las secuencias no cambian, tampoco losgestos basicos, los gritos y la rnusica. Cumplen cin­co pasos: "entrada", "correrfas-baile", "recitada de10 loa", "botada del galle", "entrego de 10 ramo".

Hasta aqui mi ficha. Para aquella San Juan hubo seisramas que "entraron". En las diferencias entre comitiva ycomitiva yace una de las claves del juego. Menos en 10 que ha­cen sino en como 10 hacen: el tamafio del grupo, el desplieguede m us i ca , estruendo y humo , la cantidad de caramelos ynaranjas lanzadas al aire, la riqueza de los adornos de caballosy gallos, el atuendo de las mujeres, el licor repartido, el recita­do del nino de la loa, etc. Fijan los criterios de juicio sobre elprestigio, poder y riqueza del prioste. Simetricarnente, la jerar­qufa regional de prestigio del patron y pOI' ende de la haciendae st an en el tapete. Se evaluan en la cantidad de priostes que"entran"; el dinero, rnusica, comida y bebida que ofrece el pa­tron. La escala de valoracion mide el dispendio, concebido co­mo "generosidad institucionalizada". Recuerdo las palabras deun comunero en uno de los primeros sanjuanes de hacienda alque asisti:

"aqui (en Zuleta) 10 fiesta no vale, mezquinan, vayaa La Magdalena, alia si 10 fiesta es grande, conbandas de musica",

2. Los bastidores.

La re p re se n t ac i on en el patio, como toda forma

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II teatral, tiene sus bastidores, el espacio "priv ado" donde se

preparan los actores !", Momentos y lugares encubiertos, notanto secretos sino tal vez simplemente sin interes, envueltosen las brumas de la costumbre. La ceremonia que acabo de vel'es el momenta culminante. Una representacion que dura cortashoras pero sfntetiza un afio de complejos preparativos de lospriostes.

A los espectadores y a los actores esto les tiene sincuidado, 10 importante es que el gallo sea "botado" al patron,que el gesto se cumpla y repita. Empero, para el investigadorel cicio de la preparacion es fundamental. De junio a junio,tienen lugar una serie de arreglos que son parte esencial delcontenido de la fiesta. Desmadejo el hilo desde su comienzo.

Un sacrificio animal, hasta hace unas tres decadas, da­ba inicio al cicIo del priostazgo de la San Juan. A la secuenciade las "entradas" segufa una competencia en el mismo patiocentral, el llamado "arranque del gallo":

..... el primer dia que se hace 10fiesta Ie daba (el pa­tron) un galla para que Ie corte; Ie dejaba colgadoaqui (hace un gesto de indicaci6n de un galla colga­do de una cuerda) y bailando, hailando , dando 10vuelta , el que Ie jala el gallo . Ie corta el pescue:o,entonces queda para este ana a ser prioste.l>"

14- Lourties, Marie: "La represcntac.on ritual y las representaciones reatrales": en: Nari:

del Diablo, Jl epoca. N. 12. 1988 (p. 75).

15- Sintetizo aquf varia" entre vistas tanto a patrone s como a indfgenas (algunos ex-capi­

tanes) de la region de Otavalo y La Esperanza (Entre vistas. 3-1984). La in­

mo lacion de var i os gallos era una pracrica conuin de la San Juan. rerc

adoptaha dife rerue s modalidades ver: Costales. Pie dud y Alfredo: "EI

quishihuar 0 "el arbol de dies", IADAP, Quito. 1982.1.3 (pp, 110-111). En

la hacienda Pinsaquf. scgun algunos re latos, eran dos los gallos cotgados

de un palo. Los enrre vistados recuerdan haber presenciado e1 acto a fines

de los an o s 1960. EI "cargo" s e pasaba entre dos: el "cap i t dn" y el

"rabecilla" (i.o pajc? I escogido por el primero. En carnbio en la hacienda

EI Topo (inte grada antcr iorrnente a Zuleta), los gall os se orrancabon indi­

vidualmente. Las varianres de la fiesta tienen que ver. en mi opinion, con

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La sangre de los animales decapitados chorreaba en laplaza, en evocador sirnbolismo de fertilizacion de la hacienda­pachamama . Entonces, a los conciertos huasipungueros queretenfan la cabeza del animal en su mano, el mayordomo hacfa"Ia ent reg a" del gallo mut i lado. Los i n s t i tu ia "pr ioste s ":adquirfan, durante aquel afio, el estatuto especial y privilegia­do de candidates a "capitan de galla".

Hoy en dfa, concordante con la rnoderniz ac ion de lahacienda, "Ia entrega" se modified. La inrnolacion fue supri­m ida y el acto ritual refuncionalizado. Los candidatos debeninscribirse en una lista que prepara de antemano el mayordo­mo y seran escogidos por el patr6n. Criterios empresarialesgufan la eleccion. Reciben un gallo vivo (y una botella de tra­go) los mejores trabajadores, como reconocimiento y emu­lac ion de productividad y fidelidad laborales!«. Acto realizadoen el patio de la troje, una vez terminadas "las entradas", Enaque l la San Juan, quienes recibieron el g a l lo , en pequefiacomitiva, acompafiados de sus parientes mas cercanos (padre,madre, esposa, hermanos(as) solteros(as)) regresaron en eorre­teos al patio central, el prioste nombrado a la cabeza y, osten­tando en alto el gallo, giraron alrededor de la cruz lanzandogritos de jubilo y vivas. Demostraban a los espectadores quese encontraban entre los escogidos.

i.Que ocurre luego con el galla descabezado? Trans­cribo la explicaci6n de un ex-huasipunguero de Zuleta-EITopo, que paso "el cargo" unos 9 afios atras.

"Aqu! (de regreso a la comunidad con el gallo) UIlO

~I tipo hivtorico de hacienda lit: que se rruta. Pinsuqui e~ una hacienda con

rclucion simbiouca con la:-. comunidades exiernas Clibres") que In rodean.

El Topo. 10 rn i s m o que Zul e tu ) La Mu g du le na . son haciendas de

huus ipuuguero, , con cornunidades inrernus irnporturues. Estas ultimas. a

veces. turnbien ten ian vmculos con cornunas libre s, pero de me nor impor­

r.mcia. En ambos tipos. sin embargo. la fiesta tenia una estructura secuen­

cial similar y Una simbologfa semejurue.

16- Entrevisia a un viejo trabajador de La Magdalena, 19H5. Como es obvio. en otras ha­

cienda!'> vecinas lo-, significudos particuluri zados pueden variar.

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i

iiL

invita a todas las [amilias, Se 10 hace probar CSC

galla a toda la familia. Si es que ha» mas aninuiles.nuts gallitos de nosotros, aum e nramos y ltace mosprobar a todas las [amilias. Entonces esas [amilias,ya para el aiio (cumplido). va nos acompoiian a ir adejar. 110.1' acontpanan COil cnalquier casita, EI gal/i­to de hacienda t raido . hacienda crecer de nosotros(quiere decir incrementando con animales propios).asi invitanclo a la familia. hacemos 1111 caldo r (ofre­cernos) II/I platito . lIIl platito, De alti vuclta . cuanclollegu la San Juan ca. asi mismo II/I gal/ito 1';CIICIl las[ami l ia s a dejar. A convidar, a co nvidar ya l'ic­IICII ... '·

Amago un gesto: saeo rni cajetilla de cigarrillos ybrindo ... mis interlocutores aprovechan para hacerrne C0111­

prender, en la practica, una matriz de pensamiento:

"Porque no sotros, as! C0l110 me gratifi ca ust ed (serefiere al cigarrillo), ast gratificando de vuelta, as!misnio vienen las familias a acompcuiar CO/l /III get­llito. ElltOIlCCS esos gall itos ajuntando 110.1' 1'011/0.1' aentregar ell 10 hacienda" 17·

La explicacion se torna cristalina. Mi gesto, cuyo sig­nificado (de acuerdo ami universo cultural blanco-mestizo) essobre todo de cordialidad, para ellos y entre ellos cobra otrosentido. Es 10 que, con fina inteligencia, quieren hacermecomprender. Implica 1a triple ob l i g ac i on c las ic a de "dar,recibir y devolver": los terminos basicos de la reciprocidad, talcomo la define Mauss!". Quienes aceptan la invitacion a "de­gustar" el galla decapitado (substrato de cornun ion analogico

\7- Entrevista a E. (e x-huas ipungucro I. hacienda Zulera-El Topo. 1l)~J

18- Mauss. M.: "Essui sur I~ don. forme e t raison de I"echangc dan:-. te~ societe .... nr­

chafques (19~3-~-l). en: S Sociologic et Anrlll"0I'0/ogie. PUF. Par!v. 19X3

(pp. 20S ) ss.).

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con la hostia), panicipan en un acto de comensalfa, un "rito deagregaci6n"19 que sella la uni6n temporal del grupo, de la fu­

tura comitiva. Contraen una obligaci6n (moral y social) de re­ciprocidad-v. Contrato que no acaba en el gesto de la devolu­

ci6n, sino que abre un circuito de intercambios diferidos en eltiempo, tiende una continuidad de lazos sociales y extiendeuna red potencial de aliados. En efecto, cuando el inv itado ,afios mas tarde tal vez, "arranque" a su vez un gallo, el actualprioste te ndra que aceptar la inv itacion a comer una presa y

aportara, para la San Juan siguiente, un animal para lIevarlo ala hacienda. lntegrara otra comitiva en "fa entrada". EI gallo

otorgado por el patron e inmolado en el patio deviene sustentocu l i nar io de gestos y vfnculos entre comuneros­huasipungueros; de un entretejido de estrategias creadoras y

ratificantes de jerarqufas de poder y prestigio entre lasunidades doruesticas comuneras. Vale decir que la fiesta de laSan Juan en los bastidores, pertenece a uno de aque llos actosde conformaci6n (oficializaci6n e interiori zacion) de la estruc­

tura social comunal como andamiaje de significaciones clasifi­catorias, de distincione s. de identidades e identificaciones so­ciales "entre iguales", entre los componentes de un mismogrupo etnico y comunal.

Entre bastidores ocurre un desdoblamiento. El ritualpre se nta una imagen simetrica, pero de proporciones y con­tenidos distintos (como el espejo en la cabeza del caballo quemonta el nino de la loa) a la ceremonia-! en el patio. El hacen-

19- Van Gennep. Arnold: "Les rites de passage" (1909). ed. Picard. Paris. 1981 (pp. 39­

40).20- Una descripci6n amplia de la ccrernonia en el ambito cornunal en: Crain. M.: op, cit.

(PP·174-182\.21- Utilizo. sin acentuar una diferenciaci6n de contenido. fiesta. ce re monia y rito. Este

ultimo mas en el sentido de momentos 0 secuencias de la cerernonia 0 fies­

ta. Al respecto. Pitt-Rivers (op. cit. p. 52. N. 2) y el articulo provocarivo de

Goody. J.: ..Agumsr ritual: loosely structured thoughts all a loosely defined

topic": en: Moore. S.& Me yer s hoff . B.G.: Secular Ruual, Van Gorcum.

Amsterdam. 1977 (pp, 25-351: del m isrno autor: "Religion and Ritual: the

definitional problem" en: The British Lournal o/Soci%gy. Vol. 12. 1961

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i:,

dado entrega un gallo y al afio Ie devuelven trece (doce de la"rama" y uno "botado'ry; el prioste "convida" a una presa y Ie"gratificaran" con un gallo a l afio , Sirnetr ic a , pues arnbasIsituaciones instauran y perpetuan re laciones de reciprocidad,Iuna circu lac ion econornica tefiida de afectividades. Distinto!contenido , porque la primera e sta marcada poria "des igual-dad" (etnica, jerarquica y de ex..plotaci6n). mientras la segundafIuye "entre iguales" (original mente los huasipungueros, loscomuneros). Ambos momentos conforman una totalidad ritual.

Ninguno funcionarfa sin el otro. Engarce basico, a nivel sim­bol ico y practico , entre las relaciones de dorninac ion (y ex­

plotacion) y aquellas cornunales de reproduccion, encubiertopOl' el cornun denominador de la reciprocidad. Articulaci6nque permite, y e ngendra, aque lla "ambigtiedad e senc ial" quecaracteriza a las formas paternalistas de explotacion-e.

Me apresuro a enderezar una distorsi6n en la descrip­ci6n de la fiesta. Concentre la atenci6n en las secuencias cen­

trales y en los personajes del acto principal. EI propos ito eradestacar el eje estructurante del ritual: los vfnculos entre pa­

tr6n y trabajadores. Pero como todo acto sirnbolico. la fiestaposee un c aracter po lise mico-": es decir reviste varios con­

tenidos. En efecto. en el tiempo que media entre entrega y en­trega del gallo -del prioste al patr6n y de este al nuevo prioste­el patio e s tarnbien el escenario de otro s aetas vinculados 0

concomitantes al principal. Me detengo tan solo en uno de ellosque tiene relevanciu para este trabajo.

Un contenido iniciatico impre gnu. a l a vez difusa yprecisameute , a la fiesta de la San Juan. En las esquinas delpatio, excentricas con respecto a la cruz y como ignorando las

(p, 159). Un cxiudio succrcntc vobre los problemas que cnfrcnta c l anal isi»

de "coviumbrcx". entre la ver sion del invcstiuador y la ver xion Lie lo-, ac­

tore s. en Charxlcy, S.: "Interpretation and custom: the case of the wedding

cake". en: M.-IN. Vol. 22. N" march 1987. (PP. 93-/(0),

22- Bourdicu. P.: "La terre ct Ie" qratcgics mutrimonialcs". en: Lc \'('115 prOfit/He, ed. de

Minuit. Parts. 1980 rpp. 267-2681.

23- Turner, V: "Suubolos en e l ruual Ndcrubu". en La selva di: to,\ shnhol.vs, Siulo XXI.

1980 (p. 10).

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secuencias centrales de la representacion, "rondas" de mujeresbailan. Tendran entre 14 y 16 afios, Acornpafian a las mucha­chas una que otra mujer de mayor edad, tal vez sol teras 0 viu­das. Un adolescente hombre, guitarra en mano, integra la ron­da, baila y rasga una tonada monotona, siempre la misma. Cir­cula de boca en boca una botella de trago. POI' mornentos seace rca otro personaje de la fiesta, el "diablouma", (zamarros,camisa blanca y, como distintivo, una mascara de tela a rayas:una "cabeza de diablo"), Hace bromas y lanza provocacioneseroticas a las mujeres de las rondas>'.

Sin embargo, las que mas interesan aquf no son estaspracticas difusas de iniciacion. EI prioste que hace "Ia entra­da", pOI' 10 general va acompanado de uno 0 varies muchachosentre 13 y 15 afios; se colocan a su lado, en primera fila, en­trometidos pero tolerados: participan, observan e imitan con­tinuamente los gestos, los pasos del baile-correrfa, los gritos.Se preparan para el futuro.

EI patron grande cruza el patio, va hacia la cruz. Leacompafia uno de sus hijos entre 13 y 15 afios. EI muchachotoma lugar a la derecha en las gradas del zocalo. No viste za­marros y su presencia es atentamente ignorada. Observa losgestos. Se intuye que el momento es importante para el, perotarnbien 10 toma como un juego de prestigio: siendo aun ado­lescente, se asimila al patron, se proyecta como tal, se Ie re­conoce ya como hijo y futuro patron grande.

Etapa, en ambos cases, de un proceso sin duda largo yrepetitivo de in ic i ac i on: los candidatos deben adquirirmaestrfa gestual, interiorizar los tiempos, la emotividad, lossirnbolos y las jerarqufas: incorporar la etiqueta. Es asf como,primero, se iran moldeando socialrnente para, luego, en el mo­mento adecuado ser reconocidos e instituidos. Pre parae iondoble y simultanea para cuando el uno pasara el cargo y de­vendra "capitan de g allo" m ientras el otro escuchara la loa,atrapara el "gal/ito blanco" y obtendra pOI' primera vez en su

24- M. Crespi menciona el caracter de iniciacion sexual de la S<Jn Juan en ItJ vee ina ha­

cienda de Pesillo, Crespi: op. cit. (p . .t92).

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vida la legitirnacion de "patron grande".

3. EI contenido actual del teatro ritual. f1A~.)u - b.-iJtlutdCCI

La re invencion de la fiesta encubre una paradoja: eltejido social que hacfa de este ritual una "costumbre " desa­parecio hace decadas en las haciendas. EI sistema de distribu­cion, los lIamados socorros .r- suplidos, con su codificacion ju­rfdico-axiologica de reciprocidad desigual, pertenecen al acer­vo de la memoria historica. (,Que sentido tiene, entonces, per­petual' un acto desligado del sistema social que 10 or i g ino?Tampoco ocurrio una substitucion, pues esta claro que el ritualde manera alguna replica, a un nivel simbolico, las relacionesactuales, modernas, entre propietario y trabajadores: imperanv incu los salariales laicizados. Constato empero que el ritualconserva una eficacia social muy real. Retomando las palabrasde P. Bourdieu, la San Juan hoy en dfa anuda un ..... ciclo deconsagracion cuyo [uncion es realizar una op eracion [unda­menta/ de alquimia social, /a de convertir las relaciones (so­ciales) arbitrarias en relaciones legltimas ..;" 25; 0 sea que elpatron es reconocido como tal y, a su vez, reconoce a "sus"fieles trabajadores; luego, cada uno de los dos se autoreflejaen las pupilas del otro en cuanto a su e st atut o social. l.Dederide proviene esta eficacia social", me refiero a l poder

alquimico que hace que cada uno de los actores sociales acepteuna imagen de su ser social y que, a su vez, los espectadoressigan el teatro ritual, se identifiquen y Ie otorguen validez.

Formulo una hipotesis. La conversion de la fiesta de

San Juan de costumbre en tradicion tuvo un alcance mayor alprimigenio esfuerzo, consciente y funcional, de ..inculcarciertos val ores y normas de comportamiento pOI' /0 repeticiony las prdcticas, que automaticamente implican continuidad

25- Bourdieu, P,: "Les modes de domination", en: Le J('IIS pratique, op, cit. (p. 216).

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con cl pasado>, como explica Hobsbawm-". Practica mas sote­rrada. efecto tal vez involuntario, es a mi parecer. intento tam­bien de reconstitucion imaginaria de un universo simbolico yaclesvanecido en el plexo de las relaciones sociales de la ha­cienda pero , sin embargo vivaz aun en un campo del pen­saruiento de los actores y espectadores: en sus estructuras sim­bolicas. EI orden simbolico no desaparecio en sincronismo canlas reluciones sociales. fue actualizado. se adecu6 al presente.

Desde luego. tad a la ceremonia de la San Juan paso

por un proceso refuncionalizante que Ie puso a la hora can lasnuevas re laciones productivas-", Como mencione , desapare­cierondefinitivamente las familias huasipungueras y la comu­nidad agraria reconstituida hacia el siglo XVI. Quienes "pasanc! (argo". ya se sabe. son ahora los "nuevos" trabajadores. los

actuales asalariados. Un ejemplo hace palpar el c arnb io decontenidos de la fiesta: entre los priostes que se acercabancon su corn itiva al port on de la hacienda por el camino ernpe­

drado. venia uno que llamaba parricularrnente la ate ncion parel medic de transporte utilizado. EI inminente "capitan" no ibaa pie ni a caballo: conducfa un enorme tractor de ultimo mode­10. de la hacienda. Su cornitiva rodeaba la ruidosa rnaquina co­mo ruanda la tradicion , en correr Ias-bai le , f'l o tando las ban­deras, con gritos. musica y petardos. Atras veniun los dos ca­ballos. can el nifio de la loa y las "ramas' colgadas. Engalana­ban al tractor ondeantes cintas multicolores. La San Juan-ll1fi­ravtni metabo liz a el sfmbolo de la moderniz ac ion tecnol6gi­ca ... tal como debi6 ocurrir hace siglos can ... jlos caballos!

En su vida cotidiana. la fiesta cuenta para los actoresde hoy en elfa. Si 110 fuera as i. caerfa en un sinsenrido ernbar­curse en los ingentes gastos que acurre a. Detecto al meuos dos

razones.

.:!(1- \I1)I!.... h:l\\·1l1. E.: "Introdul'llon: In\l'Jlling TradITion", op. (il. <p. II.

27 SOlHL' la:-, I1ln(l1ricacion~" en 1i.1'" r('laL'i('l!l(,~ (kntro dc las h"h:i...'nda~, \'cr Gucrrero. f\.:

"Rl.'llta difl'rt'llCl,L! y \1;1 ... ue' di~nlLlCi()11 de' la Iwckllda prcl·<lpilali .... ta e'll cl

El'uador", en: ClIl"aH'!iI': Culuer,\ dll /1/ondr hi.\!)1I1,;c/l/(' ('I !HstJ-hrc5ilil'll,

\'. ]X, 1977, t:nl\·ec·,it0 c\(' Toulou~e-Le \liraiL

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La prirnera enlaza can su funcionalidad en el pasado:ritual de institucion, acto de ratificaci6n y legirimacion de unaubicac ion social ya alcanzada. de un lugar en la jerarqu ia deriquez a, prestigio y poder entre los trubajadores de 1'1 hacien­da: otro tanto para el hacendado empresario cuya posicion esconsagrada, pues sigue siendo un medium. quien unge, la fies­ta. desde luego , forma parte del juego de fuerzas y significa­dos de la experiencia vital de los actores en el mundo del pre­sente. Dc ahf deriva posiblemente parte de su eficacia.

Como todo ritual de paso. no solamente m arc a unatransicion, el cruce c1e un "umbral " hac ia otra etapa del ciclovital. sino con igual fuerza, una separacion. una diferenciacionde aquellos que no pasaran, que no pueden pasar-". Surte efec-

Ito de c ut e g or i z a c i o n social entre esto s y aq ucl lo s , crea el\ nosotros y e llos. lnstituye (en el espejeo c1e percepciones men­

tales y simbolismos), a los trabajadores "nuevos" de la hacien­da como grupo social d istirito, destacado. privilegiado: ague­

llos que "se que daron" en la hacienda luego de la reformaagraria frente al re sto de la poblacion m.is 0 menos desurraiga­

da que rodea la propiedad: los espectadores. e x-hu asipun­gueros, arrimados sin tierras, migrantes, cornuneros ex-yarra­peros, blanco-mestizos pobres con c a sa en e l camino. Con­seguir el cargo de tractorista conlleva exhibir habilidad recni­ca, significa ganar un jornal estable, tal vez gozar de se gurosocial y. claro. la solvencia que ororgu c o nduc i r la pesadamaquina para "hacer {a entrada": Le cubre e l reconocirnientodel patron, ya no como indio propio sino como sn trabajadory, par tanto. dispone de un interme di ar io poderoso ante lospoderes locales y centrales.

A mi parecer, SOil significados sociales que la repre­sentaci6n festiva conclensa. Explican tal vez el porqlle de laparticipacion de los actores en la ahora tradicional cele-,bracion. Pero no elucidan el teatro, la mutaci6n del ritual enfiesta-espectaclilo al que asisten espectadores qlle jam<is

28- Bourdicu, P.: "Langage ct POllH'lII' symbllliquc", ell: Cc ll//(' parler n'lIl dire, Fayard,

P"ri". IllX2 11'1'. I~I- 1"-11

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(0 muy improbablemente) pasaran priostazgo. EI asunto pre­cisa mirarse por SUS dos caras: la del hacendado empresario ysus trabajadores por una parte, la de los espectadores pOI' otra.Es el segundo aspecto que de tecto.

No cabe la menor duda que los patrones de nuevocufio de la regi6n buscan, mas 0 menos conscientemente, "in­culcar valores y comp ortamientos par repeticion": Mas aiin,10 saben pOI' experiencia ancestral. Me refiero a los esquemasde pensamiento adquiridos en la frecuentaci6n diaria de indf­genas sirvientes durante la infancia, tal vez un ama de leche,cornpafieros de juego-v: mas tarde en el trato con mayordomosy mayorales, en la iniciaci6n informal al puesto de patr6n.

Saben que el ritual es ejercicio de un lenguaje simb6lico pro­fundo, de doble extensi6n: hist6rico y mftico. Retorno un suce­

so que relate en otro trabajov': un patr6n que, para neutralizaruna toma de tierras pOI' sus "ex-indios propios", contrat6 un"yumbo", temido brujo de las tierras bajas, para que "echara elmal" a los ocupantes de sus terrenos. Acto simb61ico dotadode muy real eficacia, pues me toc6 constatar los efectos depre­sivos y angustiosos que caus6 en sus vfctimas. Escaramuza delconflicto por la tierra que se jugaba a nivel del imaginario y delos estados anfmicos. Para complotar un gambito de esta natu­raleza, sin temer caer en rfdfculo y perder fuerza, el patron deQuinchuquf necesitaba conocer los recovecos fntimos del or­den simb61ico de pensamiento de "sus" indios.

Para los patrones, la transformaci6n del ritual en es­pectaculo es una manera de redorar su legitimidad modificada

29- Martinez, Nicolas: "La condici6n actual de la raza indigena en la provincia de Tun­

gurahua": Institute L.A. Martinez, Ambato, 1916 (pp, 21-22). La "amistad"

infantil y adolescente con indigenas en las haciendas es un aspecro rnuy ve­

lado de la socializaci6n de los hijos de patrones, 10 misrno que sus lazos

afectivos con arnas de leche indigenas (para hijos e hijas). A mi conocer,

N. Martinez es el unico escritor que alude a la cuesti6n como experiencia

personal. Ver entrevista a e.e., hacienda Cochasqui (capitulo IV).

3D- Guerrero, A.: "Determinaciones del pasado y mentalidades del presente: un conflicto

entre comuneros (Quinchuqul, 1981)", en De I" economia a las mentati­

dades, EJ Conejo, Quito. 1991.

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por la modernizaci6n. Interes confluyente con el de sus actorestrabajadores: la ratificaci6n de su rango, a traves del ritual. de­pende del prestigio delegado al "medium", al patron, a la ha­cienda. La importancia regional de ambos supone la difusiongeneralizada del acto entre la poblaci6n, en competencia canotros hacendados empresarios: sigue el cauce de los juicios devalor ubicados en la escala de la "generosidad instirucionaliza­da", El fausto de la fiesta, las bandas, la com ida y bebida dis­

'tribuidas, la cantidad de "entradas" , la gestualidad, realzan elprestigio, legitiman, dan que comentar.

Esta explicaci6n, la encuentro sin embargo unilateral.no responde a una pregunta clave: (,pOl' que Ia gente de

"afuera" concurre, con familiares, comida y bebida, en ropas

de gala, al patio de hacienda? Leual es el afan de reunirse enaquel espacio concentrado del poder patronal. que antes eraevitado, cuando no temido y aborrecido?

De una conversacion casual brotaron, en negative. a l­gunas pistas. Fue con un personaje perspicaz, excentrico masque marginal, que habfa perdido la "docta ignorancia" que en­vuelve a los actores ingenuos, aquellos que poseen la rnaestrtapractica pero no la distancia objetivanreu. Me tope can el decasualidad. Habfa sido ex-arrimado, alguien sin familia, unhuacchas>, nacido y criado en una de las haciendas vecinas.De unos 50 anos, educado ya adulto pOl' curas ita lianos. habiarecorrido el mundo de "afuera" par varios caminos y trabajos,y luego regres6 a su regi6n como miembro de una organiza­cion ernica. AI averiguarle si concurrfa como espectador a lasfiestas de la San Juan, me replica: "No, d){lrLI que l'OY air.')

i.para rendirle honor a/ patron?"A mi parecer, la respuesta ilurnina las razones por las

cuales hay concurrentes: ser espectador implica adhesi6n en

31- Bourdieu. P.: "Le sens pratique", op. cit. (p, 35. n. 2·n

32- Huaccha significa, en su sentido mas profunda. alguien a la vez huerfuno. solo ) - in

tierras como bien 10 explica 1.M. Arguedas en: Coiloquc du Ccnsre Nation­

at de /0 Rrcherclie Srientifiquc (C/\;RS) sur "Les proble me s Agraircs de-,

Ameriques Latines", ed. CNRS. Paris. 1967.

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a lg un grado , el considerar al merios que "las fiestas de lia­ci enda bonitos SOli". Sfntoma de que los espectadores com­parten un universo sirnbolico comun con los actores. A su vez,el teatro ritual les integra. Hace que se proyecten y "vivan" larepre sentacion, como asp ir ac ion 0 ilusiones apenas confe­sadas. Creen en el. Al hacerlo y sin saberi 0, otorgan un poder

l e g it i m a nte a la ceremonia. Sin dicha adhe s io n la fiestaperderfa todo interes y todo publico. Dejarfa de re alizarse, co­mo ha sucedido en otras regiones. Sin espectadores no puedehuber representacion n i , pOl' 10 tanto, legitimacion del patrony de los priostes.

Pero la eficacia te a tra! de la San Juan trasciende elefecto legitimante. Tarnb ien los espectadores buscan algo ydesencadena una "alquirnia social" sobre ellos. A mi parecer

dicho efecto cs doble y contradictorio: a nivel del imag inario,niega la realidad al mismo tiempo que, a nivel de 10 real, afir­rna los cam bios sociales.

POl' un lado. produce la ilusion de un mundo estable ycohere nte. todo sigue en su sitio (de ah i la metamorfosis en

trudicion). la hacienda, el patron, los priostes, los cornuneros,sus vinculaciones, los gestos: todo y todos estan presentes, re­conocen, son reconocidos, se reconocen. EI ritual del gallocontinua expresundo sirnbolicamenre el "pa[(0"·1 J de reciproci­

dad desigual en base a la distribucion: el tejido secular de re.la­ciones sociales de la hacienda huasipunguera antes de la refor­rna agruri a , sus codi gos de valores, los derechos y las obl iga­ciones, la ide ntidad (social e hist6rica) de cada cua!.

Sin embargo, la reconstitucion teatral careceria de efi­cacia si, por otra parte, negara los cambios sociales ocurridos.No solamente son valorizados sino que han ingresado en el uni­verso simb6lico de las nuevas generaciones. El patron ya no es

el mismo. Perdio el ingente poder que manejaba antes, tampocopuede ejercerlo sabre ellos pues son independientes, no "SOIl

de" tal 0 cual hacienda, como se identificaban antes, sino como

.1.1- Plan. T.: "Estado boliviano y ayllu andino". lnst. de Estudios Peruanos, Lima. 1982.

(p.40).

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escuche una vez: "SOIllOS de nosotros mi smos": Debilitamientodel poder que torna frecuentable el patio, que 10 transform6 delugar de la "justicia de hacienda" en anfiteatro: en lugar abierto,

publico durante la fiesta. Tampoco los priostes son los mismosde antes, paso el tiempo de los huasipungueros, son asalariadosque manejan herramientas mode mas, cuidan ganado de raza.conocen el c6digo de trabajo, se han castellanizado.

La fiesta apuntala la coherenc ia del anti guo sistemasimb61ico pero , al mismo tiernpo, la representacion realza losnuevos valorcs: integra una totalidad coherente entre presente

y pasado, la realidad y la nostalgia. EI teatro ritual de la SanJuan sin ducla posee un alcance ejernp lificador>. La repre­sentacion, la gestualidad en el patio (,es un estfmulo dirigido

que busca provocar deterrninadas evocaciones sirnbolicas't '>.Asi 10 creo, pues reorganiza las percepciones mentales y erno­tivas de los actores y espectadores, una coherencia imaginariaen un mundo contradictorio e ine stable, en una realidad quepas6 en las dos ultimas decadas poria mas radical transforrna­ci6n en cuatro siglos de historia a paso lento.

4. Del presente al pasado: el concertaje a comienzos desiglo.

Descubrir que la fiesta de la San Juan concentraba. deuna manera u otra, contenidos legitimantes del poder y codifi­caciones de las multiples jerarquias de prestigio, tuvo tambienpara mf e l efecto de un estfmulo sirnbolico. Me indujo a unareflexi6n sobre el pasado. Mi preocupacion eran las interpreta­

ciones hasta ahora forjadas, en forma mas difusa que precisa,

34- Gcer z, C.: "Ncga ra. The Thcnrrc State in Nineteen-Century Bali", Princeton Univ,

Press. Princeton. 19HO. (p. 1.1).

35· Sperbe, D.: "La pensec symbulique estelle prcrauonncl!e?" en: Izard. M. & Smtih. P.:

La [onrtion svmboliquc . Gall imurd, Paris. 1979 (PP. 26-27).

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sobre las relaciones sociales en las haciendas huasipungueras.durante el perfodo del concertaje, es decir hasta 1918. Explica­ciones de la do m in aci on y e x p lot ac io n de los conciertoshuasipungueros a punte latigo y cepo dentro de las haciendasy, fuera de elias, la persecucion estatal y la carcel por deudas.La realidad observada entraba en contradiccion abierta conaquellas explicaciones que, por 10 dern as , yo tambien habfacom partido. En efecto, i,como compaginar con 10 que observa­ba en la San Juan? Aquella vinculacion compleja, melosa, ca­racterizada por mutuos reconocirnientos, formadora de identi­dades asimetricas y desiguales, en primer termino, entre el pa­tron y "sus" trabajadores, luego, entre ambos y los especta­dores. EI abrazo del patron al prioste, en el patio frente a lacruz, una vez escuchada la loa y recogido el gallo, como ges­tualidad, significaba algo nuevo para mf, en mi universo sim­bol ico. Develaba un aspecto en el que cabia reflexionar y,luego, investigar: (,como se formaba el consenso 0 mas bien elconsentimiento en el meollo de aquellas relaciones de domi­nacion y explotacion tan duras? Sf, era aquello 10 que quedabaal descubierto: una coercion amortiguada por un orden sim­bolico. Fue el primer paso de esta investigacion. Me encamine,al encontrar gente y recorrer documentos, por tres direcciones.

En primer lugar, el objetivo global era analizar a lashaciendas como sistemas politicos. Quiero decir como conjun­to de relaciones de dominacion (de clase y etnicas) que poseensus formas, algiin grado de codificacion de los confl ictos, elconsenso y la coercion.

Una segunda direccion se abrfa hacia la forma de ex­plotacion imperante como formas cotidianas de lucha (0 de re­sistencia si se prefiere) institucionalizadas, un conflicto estruc­turado en el eje de la distribucion y que gira alrededor de laapropiacion del excedente producido.

Por ultimo, indirectamente, destacaba la version "ofi­c ial" del concertaje como una vision fundida en los moldes dela ideologfa liberal de fines del siglo XIX. Lo que implicabaque las experiencias vitales y los proyectos de los conciertos

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huasipungueros no concordaban con los designios liberadoresque dicha ideologfa proponfa como obvios.

Al cerrar estas paginas, el lector colccara su propiofiel de balanza y e stimara la medida en que estos objetivosarnbiciosos fueron aIcanzados. Por mi parte, dando un paso ha­cia arras y mirada esta investigacion como un producto exter­no, reservo para una conclusion final mi propia apreciacion.Evaluaciones ambas que, de todas maneras, deben partir de lasori llas firmes de 10 posible documentado y no de 10 simple­mente imaginable y deseable.

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