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AUTORES, TEXTOS Y TEMAS HUMANISMO Giambattista Vico O bras Retórica (Instituciones de Oratoria) Prcs. de Emilio Hidalgo-Serna y José M. Sevilla Pref. de Giuliano Grifo Ed., trad, del latín y n. de Francisco J. Navarro Gómez ANTHROPO*

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  • AUTORES, TEXTOS Y TEMASH U M A N I S M O

    Giambattista Vico

    ObrasRetrica(Instituciones de Oratoria)

    Prcs. de Emilio Hidalgo-Serna y Jos M. Sevilla Pref. de Giuliano Grifo

    Ed., trad, del latn y n. de Francisco J. Navarro Gmez

    ANTHROPO*

  • AUTORES, TEXTOS Y TEMASH U M A N I S M O

    Dirigida por Emilio Hidalgo-Serna y Jos Manuel Sevilla

    La serie Hum anism o responde a la necesidad de dar a conocer a algunos de los Autores, Textos y L emas filosficos del humanismo italiano y espaol que han sido ms olvidados o incomprendidos por la h istoria del pensamiento occidental. Frente a la abstraccin del lenguaje racional, del saber apriorstico y de la metafsica escolstica, los humanistas entendieron c ilustraron la preeminencia filosfica de la palabra metafrica, de la imagen, de la fantasa, del conocimiento inventivo y del pensamiento ingenioso. De aqu procede, entre otras cosas, la reivindicacin h u m anista de la orig inaria funcin filosfica de la potica y de la retrica.

    Descartes, Hegel o Heidegger negaron el valor especulativo del pensamiento latino y del humanismo. Es notorio adems el grave silencio de la filosofa espaola respecto a su propia tradicin. La palabra y el lenguaje, que constituyen las races de la historia humana, fueron el fundam ento de la polmica de los humanistas contra la estructura metafsica del pensamiento medieval. Este humanismo filosfico, casi siempre estudiado a nivel histrico y filolgico, o bien a la luz del idealismo o del neoplatonism o, cristaliz en las obras de Salutati, Bruni, Valla, Vives, Cervantes, Gracin o Vico.

    En el olvido del verburn histrico por parte de la filosofa tradicional, reconocieron los humanistas la primera causa de la corrupcin de las artes del lenguaje, de las ciencias y del pensamiento.

    Adems de textos y traducciones de los humanistas ms representativos, la serie H um anism o editar aquellos trabajos crticos e interpretativos que do cumenten la actualidad filosfica de nuestra propia tradicin.

  • OBRASII

  • AUTORES, TEXTOS Y TEMASHUMANISMO

    Dirigida por Emilio Hidalgo-Serna y Jos Manuel Sevilla

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  • Giambattista Vico

    OBRAS IIRETRICA

    (INSTITUCIONES DE ORATORIA)

    Presentacin de Emilio Hiclalgo-Serna y Jos Ai. Sevilla.

    Prefacio de Giuliano Crif Edicin, traduccin del latn y notas

    de Francisco J. Navarro Gmez.

    Esta obra ha sido publicada con la ayuda de la Direccin General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura

    Con la colaboracin de la FUNDACIN

    STUDIA HUMANITATIS

  • Obras II : Retrica (instituciones de Oratoria) / Giambattista Vico ; presentacin de Em ilio Hidalgo-Sema y Jos M. Sevilla ; prefacio de Giuliano Crf ; edicin, traduccin del Saln y notas de Francisco J. Navarro Gmez. Rub (Barcelona) ; Anlhropos Editorial, 2004

    XIX t 267 p. ; 20 cn. (Autores, Textos y Temas. H um anism o ; 8)

    Bibliografa p. 247-264. ndices ISBN 84-7658-704-X

    1. R etrica 2. H um anism o filosfico 3. Filosofa (Italia) - S. XVIII 1.1 Iklalgo- Serna, Umilio, pr. II. Sevilla, .los M., pr. III. Crif, G iuliano, pref. IV. N avarro Gmez, F rancisco J., ed tr., n. V. T tulo VI. Coleccin

    i Vico, G iam battista

    Primera edicin: 2004

    de la presentacin: Emilio Hidalgo-Sema y .los M. Sevilla, 2004 del preLacio: Giuliano GriL, 2004 de la edicin, traduccin y notas: Francisco J. Navarro Gmez, 2004 Anlhropos Editorial, 2004 Edita Anlhropos Editorial. Rub (Barcelona)

    vvww.anlliropos~editorial.com.ISBN: 84-7658-704-X Depsito legal: B. 46.125-2004Diseo, realizacin y coordinacin: Plural, Servicios Editoriales

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  • PRESENTACIN

    Es para nosotros un gran placer poder ofrece); a Espaa y Latinoamrica este segundo volumen de las Obras1 de Giambat- tista Vico (1668-1744) en nuestra coleccin Humanismo. Se trata de la prim era traduccin espaola de las Instituones oratorias, un manual de apuntes que el profesor de retrica de la Universidad de Npoles y autor de la Ciencia nueva utiliz en sus Cursos de retrica y elocuencia entre los aos acadmicos que van de 1699-1700 a '1739-1740.

    Es evidente que la propia vida, el trabajo acadmico diario y el pensamiento terico no son separables. Pero en el caso de nuestra tradicin latina y del humanismo filosfico, que alcanza su culminacin con Vico, esta relacin indisoluble entre la vida y la palabra ya sea sta hablada o escrita, entre la experiencia personal dei filsofo, la historia y el arte retrica como facultad de decir y pronunciar discursos con los mejores pensamientos y selectsimas palabras,2 constituy adems la raz esencial de la formacin de los Studia Humanitatis. Este mismo sustrato alimenta tambin la Autobiografa de Vico, sus discursos inaugurales en la Universidad partenopea, sus libros de reflexin filolgica y jurdica, y su elaboracin de la Ciencia nueva., siempre

    1, En el primer volum en de las Obras de Giambatdsta Vico (.Obras. Oraciones inaugurales y La antiqusim a sabidura de los italianos, Antlnopos Editorial [serie Humanismo., 6], Barcelona, 2002), hem os publicado las Oraciones inaugurales (1699- 1707), Del mtodo ce estadios de nuestro tiempo (1708), Sobre a revelacin de a antiqusim a sabidura de. los italianos (1710) y Sobre la mente heroica (1732) (edicin, traduccin del laln y notas a cargo de Francisco J. Navarro Gmez).

    2, Inst, or. 12J, Cr, G. Vico, Retrica (Instituciones de oratoria) (ed., trad. y n. de F.J. Navarro Gmez), p. 3.

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  • meticulosamente escritos y reelaborados para su publicacin; al igual que su correspondencia, los escritos de ocasin, o estos utensilios preciossimos aqu publicados y que le sirvieron para la enseanza oficial de la elocuencia durante cuarenta aos, los cuales deseamos que constituyan un fructfero manantial de ideas para quienes se han ocupado o se preocupen en el futuro de retrica y/o del pensamiento del gran autor napolitano.

    En este detallado instrum entado viquiano de retrica es posible descubrir nuevas relaciones de continuidad especulativa entre el pensamiento filosfico de Vico y su larga e ininterrum pida enseanza de la elocuencia. Advertimos la huella de Cicern, quien exiga al orador un conocimiento exhaustivo de todas las cosas y de cada una de las artes, de las lnstitulion.es oratorias de Quintiliano o la preeminencia del lenguaje retrico y de la elocutio inventiva y metafrica defendida por humanistas como Lorenzo Valla o Juan Luis Vives en su De raione cli- cendi (1532),3 por recordar aqu slo algunos de los momentos de la retrica latina y hum anista que precedieron a Vico.

    Cmo evitar el olvido del vnculo verbum-res para llenar el vaco significativo del lenguaje racional, abstracto, cartesiano? El filsofo hum anista y profesor de retrica concluye su disertacin Del mtodo de estudios de nuestro tiempo (1708) reiterando que el orador deba ser docto en todas las ciencias y artes. Pues qu otra cosa es la elocuencia sino la sabidura que habla de forma adornada, copiosa y acomodada al sentido com n?4 se pregunta y responde Vico. A la retrica atribuye ste la funcin de ser el fundamento unificador de todas las ciencias y de constituir la verdadera respuesta filosfica que deber atender a lo verosmil y lo probable, que son las dos maneras en que se presentan los asuntos y las cosas humanos, las dos coordenadas histrico-vitales del m undo civil. Porque la lengua es condicin para todo lo hum ano, no puede dejar de serlo para el preciso razonam iento ni para el filosofar concreto. Porque el hombre es en su ser mismo como dice Vico cuerpo, mente y lengua, la retrica asum e la funcin de saber decir

    .3, J.L. Vives, El arte retrica. De rationc diceitdi. (edicin bilinge) (csl. introd. do Em ilio Hidalgo-Sema; ed., rad. y n. de Ana Isabel Camacho), Antliropos (serie Humanism o, 3), Barcelona, 1998.

    4. G. Vico, Obras.... eit., p. 124.

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  • con pregnancia aquello que importa a quien dice y a quien se le dice. Es tanto un saber que habla, como tam bin un decir sabiamente. Ahondar en lo exquisito (scitum ) de los recursos del lenguaje implica a la vez un modo de conocimiento verdadero (scienlia.)5 que se basa en lo verosmil6 en vez de presuponer una verdad indudable, y que asume la certeza de la realidad de lo probable en vez de una incierta pretendida seguridad de lo real.

    La retrica es la reina de las artes y de cada disciplina, no slo porque las abarca todas, sino, fundamentalmente, porque ella es capaz de mover, indicar, conmover, integrar los sentimientos y las razones o guiar a quienes debern ser formados en la totalidad del saber y pensar de los hombres. Slo el discurso retrico y la dimensin especulativa de la elocutio y de las figuras retricas podran constituir el histrico fundamento del pensamiento racional. De modo que creo nos dice Vico que la actual elocuencia [...] se ha corrompido sobre todo a causa de que las cuestiones filosficas se transm iten sin brillantez alguna, y sin ningn ornato ni fecundidad.7 Vico no niega la filosofa para afirmar la retrica, ni viceversa. Ms bien al contrario, las propuestas viquianas tienden a restablecer los vnculos solidarios entre retrica y filosofa. En la lecciones que nos da Vico y como posteriormente Ernesto Grassi ha argumentado a lo largo de su produccin intelectual se aprende que toda verdadera fosofia es retrica (o sea, que el razonamiento filosfico requiere la formulacin retrica de la palabra como inicio de sus razonamientos) y, ms an, que la verdadera retrica es filosofa*

    5. Clr. Sobre la revelacin de la antiqusima, sabidura de los italianos, en Obras..., cit., p. i 80.

    6. Lo verosmil es com o un trmino m edio entro lo verdadero y lo falso, de modo que en la mayor parte de las ocasiones es verdadero, y raramente falso; siendo que de lo verosmil se engendra el sentido comn (G. Vico, Del melado ele estudios de nuestro tiempo, cap. III, en Obras..., cit., p. 82). Y el sentido com n, aplicado por los hom bres a las utilidades y necesidades hum anas, es la fuente del derecho natural, que es lo m ism o que decir de la sociedad hum ana en la historia (clr. G, Vico, Scienza nuova, ed. 1744, dignidadesXI, XII, XIII y CV [ 141-147 y 311-313]).

    7. Iiist. or. [9]. Clr. G. Vico, Retrica (Instituciones de oratoria) (ed., traci, y n. de F.J. Navarro Gmez, p. 12).

    8. Cr. E. Grassi, 1Viatorie as Philosophy, Pennsylvania State Univeisity Press, 1980 (ed. ital,, Retorica com e filosofa. La tradizione um anistica, a cargo de M assim o Marassi, La Citt dei Sole, Npoles, 1999); id h i filosofia del hum anism o. Preeminencia de la palabra, Anthropos (serie Hum anism o, 1), Barcelona, 1993; c icl., Vico y e l humanismo. Ensayos sobre Vico, Heidegger y la retrica, Anthropos (serie Hum anism o, 5), Barcelona, 1999. en especial el cap. IV, Vase adem s E. H idalgo-Sem a, Grassi y la primaca

    IX

  • Los apuntes acadmicos que ahora ven aqu su luz primera en nuestra lengua seguirn liberando al pensamiento viquiano de la reductiva interpretacin idealista, propiciada en el pasado siglo por Benedetto Croce al atribuir a la retrica de su compatriota nicamente una tarea puram ente ornamental. No slo no es as, como se aprecia por la simple razn histrica de que las lecciones de retrica las hace Vico tam bin cuando ya ha abordado el trabajo de la Ciencia nueva (tanto en sus ediciones de 1725 como de 1730), y hay ideas que circulan como vasos comunicantes entre ambos trabajos; sino que, adems, quienes lean en profundidad y con claves problematistas advertirn cmo el problema que establece Vico no es ya simplemente el de la relacin entre filosofa y retrica, sino como retom ar ms adelante E. Grassi en su perspectiva hum anista retrica el problema que se presenta bajo la forma de retrica y filosofa.9

    El decir y el saber retricos hum anizan cualquier tipo de discurso cientfico o filosfico porque, adems de tener en cuenta los sentimientos de quien habla y escucha, no descuidan la verdad, los pensamientos, la verosimilitud y probabilidad de cada materia y disciplina. Sobre la retrica recae, adems, la responsabilidad de m antener unidas la sociedad de ios hombres y la comunidad del saber humano. No en vano, en el arte de hablar elocuentemente (sabidura que habla) se estrecha la unin entre la lengua y el corazn, el apego natural de su propia palabra a la idea,10 siendo ste el lugar donde deben confluir creativamente los sentidos, los sentimientos, el ingenio, la fantasa, la memoria y la razn. El dominio formador de la retrica brota de las races de los problemas humanos, no del anonimato de la palabra abstracta. En su mbito, la imagen y la metfora abren el pensamiento a la circunstancialidad de lo concreto, donde el poder de la fantasa y la fuerza del ingenio se encargan de establecer los vnculos con la realidad.

    de Ja palabra en el hum anism o, introduccin a E. Grassi, /. filosofia cid hum anismo..., cit., en especial pp. X-XT; y J.M. Sevilla, Relrica com o filosofa. E, Grassi, Vico y el problema del hum anism o retrico, M miteagudo, 3.: poca, n." 8 (2003), Universidad de Murcia, monogrfico Retrica y Discurso, pp. 73-106, espec. p. 77.

    9. Gli'. M. Marassi, Introduzione a E. Grassi, Retorica coma filosofa, cit., pp. 11-27; p. 19 y p. 25.

    10. Clr. G. Vico, Las Academias y las relaciones entre filosofa y elocuencia, discurso pronunciado en la Accademia degli O/.io.si en enero de 1737 (liad, cast., Cuadernos sobre Vico [Sevilla].. 7-8 [1997], pp. 473-477, cit. p. 476).

    X

  • No ha cie extraarnos, por tanto, que, al tratar acerca de su naturaleza, Vico considere la retrica como una facultad (facultas); o sea, como la facilidad de decir (dicere) en la forma apropiada en todo debate de problemas, arraigndose en el nimo humano, que es el principio interno del movimiento en la mente, por el que sta como mente del nimo se dirige siempre a otros nimos y voluntades, 11 operando mediante el ingenio, que es la facultad propia del saber.12

    La praxis y la filosofa viquianas de la retrica deberemos cotejarlas y amaizaras teniendo en cuenta los tres niveles fundamentales en los que, paralela y contem porneam ente, tienen lugar y confluyen, por una parte, sus clases universitarias sobre las mltiples tcnicas de la elocuencia, las figuras retricas o el ben parlare in concetti, el m arcado acento hum anista y didctico que traslucen sus clebres Oraciones inaugurales y el singular protagonism o del decir y saber retricos en cada uno de sus libros y del conjunto de su pensamiento. Los estudios viquianos hoy da m uestran cmo hay una evidente lnea de continuidad en el pensam iento de Vico, rastreable a travs de todas sus obras, com enzando desde las referidas O ra iones hasta llegar a la ltim a Scienza nnova (1744). En dicha linealidad est claro que se incluye tam bin con todo su valor las Institutiones oratoriae que, a pesar de su condicin acadmica y de su form a de lecciones magistrales, en ningn caso ha de considerarse un texto marginal. sta es una razn ms para que las presentes Instituciones de oratoria constituyan el segundo volumen en espaol de las Obras de Vico alojadas en la serie Hum anism o que dirigimos. A los criterios de cronologa y de textos en latn se une tam bin el de despliegue de las ideas, y la consideracin de que Vico, im buido de cultura jurdica y de pensamiento retrico, es como dijera Pielro

    11. Jusl. or. [2]. Cr. G. Vico, Retrica (Instituciones eie oratoria) (ed., luid, y n. do F.J. Navarro Gmez), p. 3. Cr. G. Vico, Sobre la revelacin de la antiqusim a sabidura, de los italianos, en Obras..., cit., pp. 173-174; y cr. Scienza nnova (ed. 1744), 69.

    12. La facultad, entendida com o facilidad (facuiitas) operativa, com o habilidad para hacer, constituye el rango de la potencialidad operativa del ser humano, la posesin del principio activo del facera (que Vico identifica con e conocer: c(V. Sobre la revelacin de la antiqusim a sabidura de los italianos, cap. 1, en Obras.... cit., p. 133; v Scienza, nuova, ed. 1744, 331 y 349). Las facultades (sentidos, fantasa, memoria, ingenio, intelecto) son potencias productoras de lo que hacernos en sentido propia- nen iehuma.no, y, por tanto, de aquello que podem os conocer de verdad.

    XI

  • Piovani 13 ms un humanista que un filsofo en sentido estricto, en contacto con el mondo civile ms que con el universo metafsico; en cualquier caso, una m ente preocupada y puesta al servicio del mundo de los hombres.

    Agradecemos al profesor Giuliano Crif, de la Universidad de Roma La Sapienza, su prefacio a la edicin espaola de estas lecciones de Vico. La edicin latina de Crif, cuyo texto asentado por l ha sido elegido como base para la versin que aqu presentamos, es la ltima, m s crtica y mejor de cuantas han sido hechas hasta el m om ento .14

    Por ltimo, es Francisco J. Navarro Gmez el fiel traductor al castellano de la obra de Vico en latn merecedor de nuestro ms vivo agradecimiento, reconocimiento y estima. Con gran pericia ha elaborado su propia versin siendo tan fiel al latn de Vico y a sus ideas cuanto tambin a nuestra lengua, y ha ilustrado el texto con un excelente aparato de notas que tiene como objeto lograr una ms efectiva lectura y comprensin de Vico.

    E m ilio H id a lg o - S e r n a Presidente de la Fundacin Studia Humanitatis

    (Zrich)

    J o s M . S ev illa D irector del C entro de Investigaciones sobre Vico

    (Sevilla)

    13. P. Piovani, Vico sin Hegel, en Introduccin a l pensam iento de Vico (iiad. esp. de O. Astorga, J.R. Herrera y C.I. Pavn), Edicin de la Facultad de Humanidades y Educacin, Universidad Cendal de Venezuela, Caracas, 1987, p. 99; cfr. p. 124.

    14. G. Vico, Institutiones oratorae, [esto critico, versione e com m ento di Giuliano Crif, Istituto Suor Orsola Benincasa, aples, 1989. Prefazione, pp. XI-XI1, Introduzione, pp. XV-CXII, y Commento, pp. 433-513.

    XII

  • PREFACIO

    Emilio Hidalgo-Sema y Jos M. Sevilla Fernndez, directores de la nueva y bella iniciativa editorial de las Obras de Vico, me han pedido que presente la traduccin espaola de las Institulio- nes oratoriae. Es una invitacin a la que me he adherido con placer, aunque, para responder a ella, debera no slo dominar la lengua de Cervantes, cosa de la que me hallo muy lejos, sino no ignorar, y esto es solamente un ejemplo particularmente significativo, aquello que Ortega y Gasset escribiera a propsito de miseria y esplendor de la traduccin y tener en cuenta la leccin hermenutica de Emilio Betti, remitindome a su Teora genercde clellinteijiretazione (1955; II ed. corr. y ampl. a mi cargo, Miln, 1990; II, pp. 635 ss.) y a uno de los ltimos escritos de mi Maestro, para el cual el presupuesto de toda traduccin es una interprelacin reconocida como vlida. Esto exige fidelidad al texto, y, dada la distincin entre pensamiento y formulacin lingstica, significa precaver el error del comn prejuicio a favor de la interpretacin literal. Concluye que traducir no puede ser tarea de un lexicgrafo o de un recolector de palabras y de frases, sino nicamente prerrogativa de quien, por propia vocacin y preparacin mental, se interesa ms vivamente por el pensamiento, especulativo o potico, expresado en el texto original, y, por tanto, est mejor capacitado para experimentarlo, meditarlo de nuevo y entenderlo (E. Betti, Traduzione e interpretazio- ne, en Responsahilitci del sapera, 81, 1967, 3 ss., 31).

    Para m, entonces, no se trata de examinar particularmente la presente traduccin del latn de Vico, por otro lado debida a un eximio latinista y viquista, y reconocido traductor de otras obras

    XIII

  • viquianas, como es Francisco Navarro Gmez, ei cual ha tenido en cuenta la versin en italiano que acompaa mi edicin. La invitacin, en cambio, me da la oportunidad de reabrir un antiguo clossier, recorrer un camino que, iniciado hace ms de veinte aos, me ha conducido hasta la elaboracin de la primera y nica edicin crtica de las lecciones viquianas de retrica. De hecho, un texto en latn que nos ha llegado en una serie de redacciones durante el curso de largos aos de enseanza por parte de Vico. Mi cotejo de las redacciones de 1711 y de 1738 y, en especial, la utilizacin de un posterior manuscrito indito de 1741 y de otros documentos me han permitido unificar el texto, publicarlo con un largo ensayo introductorio (I-CXTV) que hace las veces, tam bin, de nota al texto dotado este ltimo de la versin en italiano, y proveerlo, adems de con el aparato filolgico de las variantes y con la recuperacin de las fuentes antiguas y modernas de las que Vico ha hecho uso, de un amplio comentario histrico y bibliogrfico (433-513) a los diversos pargrafos en que estn repartidas estas Institutiones oratoriae, as como de varios ndices (515-567), necesarios subsidios (preciosos instrumentos, dirn los recensores) para su efectiva lectura y comprensin. Un texto donde, por ejemplo, hasta entonces se crea leer arte en vez de Aristteles, o, atribuyendo a Vico un error garrafal, se afirmaba que un cierto libro, en realidad del gramtico holands Ausonius van Popmcn, fuese una supuesta obra De lingua Latina del poeta Ausonio. Un texto con indudable funcin didctica, con todos los lmites inherentes a tal funcin, pero, como no me cansar de indicar, regido por un alto espritu filosfico (la naturaleza clel hombre no es quizs su misma formacin?), crtico del cartesianismo dominante por entonces, con una profunda valoracin del exemplum, segura conciencia hermenutica, coherencia entre lenguaje, derecho e historia, etc. Y todo ello, dando testimonio de una continuidad del pensamiento viquiano hasta la Scieriza nuo- va, gracias a la puesta en juego de la tradicin representada por el derecho romano y por los fundamentos culturales y sociales de la retrica, a la luz, ciertamente, de la rehabilitacin de esta ltima, del actual redescubrimiento de la filosofa prctica, de la teora de la argumentacin y de la hermenutica, pero sobre todo del verdadero Vico sus palabras, por no decir de la estrechsima relacin existente entre derecho y poltica, experiencia jurdica y pensamiento poltico, de cuya eficaz comunicacin es instru

    XIV

  • ment principal, precisamente, la sabidura que habla, que es para Vico la elocuencia.

    De todo esto se haba perdido la huella en los estudios sobre Vico. De manera que, al aparecer mi trabajo, hay quien ha dicho precisamente, entre otras cosas, que esta (imponente, benemrita, ejemplar...) edicin habra sido impensable algunas dcadas antes, no hallndose un tejido cultural que prestase mucha atencin, y ms bien ninguna atencin, a los problemas esenciales de la retrica y del lenguaje que, en cambio, son consustanciales, por decirlo as, a las Institutioms viquianas, como resulta ampliamente documentado en las notas al texto y en su aparato crtico. Por lo que se conclua que en este texto tan laboriosamente editado se puede aprender y no es poco que el pensamiento de Vico es ms complejo, y articulado tambin sobre distintos planos, de cuanto hasta hace algunas dcadas se poda creer. Y se reconoca que las Institu iones oratoriae, tras la edicin Crif, constituyen un punto ineludible de referencia para no pocos aspectos de la formacin viquiana, introducen novedades cognoscitivas (por ejemplo, a propsito de la memoria), abren una discusin respecto a la tradicin interpretativa, indican una lnea de profund7.acin y desarrollo acerca de la oportunidad de una indagacin en clave hermenutica, ofrecen adems claves de inteligibilidad para la lectura de las transformaciones de clusulas, de rdenes de palabras, de ritmos compositivos, etc.

    Efectivamente lo he dicho ilustrando aqu, rpidamente, los aspectos textuales de mi edicin, en los estudios se haba perdido el rastro de la actividad de Vico como maestro de retrica no menos que como jurista c historiador del derecho. La ausencia del contexto ms amplio haba impedido tambin que se atesorase este especfico patrimonio cultural y, en consecuencia y ms generalmente, que se preguntase por una efectiva continuidad de pensamiento. De ello me he ocupado y sta ha sido, como se ha dicho, la fundamental intencin de mi trabajo: recuperar un perfil que, gracias al vastsimo panorama crtico reconstruido y al perfeccionamiento textual en que hoy es posible leer el manual escolar viquiano de retrica, permite afirmar sin duda que el papel institucional de profesor de elocuencia incide en la reflexin "filosfica de Vico, que lo interioriza y lo vuelve funcional en una estrategia intelectual global. Una constatacin realista, plenamente confirmada por la crtica que ha destacado la fun

    XV

  • dada persuasin de una coherencia interna muy fuerte entre la investigacin retrica y la obra cientfica. Justamente aquello que hasta entonces haba faltado. Y la causa de esta miopa poda aparecer ahora con toda su evidencia como debida a la difusin de la interpretacin de Vico y a la ofuscacin que en los estudiosos se derivaba del juicio de Benedetto Croce, para quien el momento retrico en ese pensamiento (aunque, en verdad, para Croce en fase del todo general y ms all de Vico) habra sido no slo marginal sino hasta desviador. Desvalorizacin sa tan autorizada cuanto expeditiva y dcilmente acogida y aplicada por el histrico editor de Vico, Fausto Nicolini.

    En este punto, la publicacin de mi edicin crtica, ms all de sus resultados filolgicos, representaba la explcita contestacin al juicio de Croce, que en su Esttica consideraba las Insti- tudones oratodae como un rido m anual retrico escrito para uso escolar (en el que en vano se buscara una som bra de su verdadero pensamiento). Y, estando as las cosas, se entiende bien cmo la discusin ha sido inm ediata e intensa, preparando el camino, creo poder afirmarlo, para una nueva etapa de estudios, con la nueva propuesta (de m anera magnfica, se ha dicho) de una obra hasta ahora casi generalmente marginada en la produccin global de Vico, como reconoca, entre otros, un estudioso, segn el cual mi edicin es una im portante contribucin a la interpretacin de la formacin del pensamiento de Vico y que integra los otros escritos latinos de m anera que se pueda considerar a Vico un escritor latino de acento personal, y sobre el fundam ento de una cultura y una doctrina que fecundan tam bin su prosa italiana. Con la otra no pequea consecuencia de la posibilidad ha sido dicho de que el nom bre de Vico, ausente en las recientes historias de la retrica, ahora pueda ser introducido en el actual florecimiento de estudios sobre la retrica, donde 110 podr faltar jam s en la historia de la retrica, tal y como haba sucedido hasta ahora.

    De todos modos, ms all de generosos reconocimientos, puede ser realmente productivo, para una adecuada inteligibilidad del texto, lo que no debe ser entendido como vano exhibicionismo, el hecho de referir aqu una parte de los juicios expresados, todos ellos ex informata conscientia. Una parte muy limitada frente a las recensiones, los comentarios y, sobre todo,

    XV

  • tantas utilizaciones como se han hecho de mi texto en no pocos momentos de la subsiguiente literatura viquiana.

    Empezar por el congreso napolitano de 1990 (mi volumen, completado en diciembre de 1983, sali en 1989) sobre retrica y filosofa en Giambattista Vico. Eugenio Garin, que presida el congreso, ha hablado de esplndido volumen y de un precioso, fecundo trabajo... detrs de cuyos consejos se encuentran condensados nuevos estmulos, hiptesis e indicaciones; Tullio Gregory, en su introduccin, ha sealado en especial el vastsimo comentario de capital importancia para los estudios viquia- nos, tambin por el gran espacio otorgado a las fuentes jurdicas y romansticas. Pero tambin se ha hablado de imponente edicin, trabajo de gran esmero filolgico y crtico, que... explora con consumado rigor toda la documentacin textual disponible..., recorre de nuevo y discute, con informacin irreprochable, toda la literatura histrico-crtica referente a la obra y a la actividad didctica de Vico. Y ha sido resaltada la cuidada y apasionada discusin sobre la cuestin de los tropos; el precioso comentario a los pargrafos de las Institutiones, la recuperacin de las fuentes antiguas, las observaciones sobre la funcin equitativa de la oratoria forense que, a fuerza de la equidad natural, trata de obtener decisiones inspiradas en la sabidura prctica y en el sentido comn, y por ello ser capaz de conseguir consenso y, portanto, de consolidar la autoridad del Estado; ha sido confirmada la acentuacin del pensar no sistemtico de Vico y subrayada la iluminacin concedida por las Institutiones omtoriac a la delincacin de una comunidad lingstica con toda su vigencia poltica.

    Ms an. Estas lecciones, impartidas por Vico durante toda su vida, revelan una intuicin grandiosa y, segn alguno, ponen las bases del historicismo idealista que despus de Vico pasa a Hegel, y concluye con los herederos Croce y Gentile. Pocas veces se ha afirmado de una pequeita chispa se ha seguido "una gran llama", como en este caso. Otros, al compartir mi indicacin de una lnea de continuidad (innegable) entre las Institu- tiones y la Scienza nuova primera y segunda, han destacado cmo yo haba informado de la exigencia de conocer' (y ensear) las modalidades de los tropos, cmo la confrontacin con el tratamiento institucional de los tropos en general y de la metfora, metonimia, sincdoque e irona muestran la identidad de la materia y de su misma organizacin as como del fluir nuevamente

    XVII

  • de todo el material de las Institutiones en la primera y en la segunda Scienza nuova, o sea, de la constante y estrechsima relacin entre la enseanza retrica y la restante obra de Vico. De aqu, por tanto, la conveniencia y la necesidad de referirse a mi texto si se tiene intencin de tom ar correctas comparaciones y concordancias entre el pensamiento viquiano y las reflexiones modernas, tal y como son planteadas en especial por la hermenutica o por la teora de la argumentacin. Digamos para concluir que, con esta edicin, se est frente a un acontecimiento importante de la cultura no slo italiana. Una larga, atentsima recensin de C. Vasoli en los Quaclemi fiorentini per la storia del pensiero giuridico moderno (23, 1944, pp. 463-474) destacaba, entre tantas cosas, el mrito de haber hecho emerger toda la importancia de la cultura retrica de Vico, cuya comprensin es indispensable tambin para ilustrar y "entender" verdaderamente la gnesis de los grandes [descubrimientos] de la Scienza nuova.

    No ser yo el nico en observar que, sea como fuere, Vico no habla por s mismo, de modo que es difcil que, para una correcta valoracin, adems de un preciso conocimiento de sus lecciones retricas, pueda bastar la lectura de una traduccin y quizs de un compendio de las cuestiones que se coligan. Es lo que, respecto a una precedente iniciativa editorial en lengua inglesa, no ha dejado de sealar algn recensor. Entonces, para qu servir nicamente la traduccin del texto viquiano? En tanto se corresponde bien con el proyecto editorial de dar a conocer las obras de Vico en el m bito hispnico, constituir ciertamente un encauzamienLo y un contacto con el verdadero Vico y con las problemticas que se hallan en l, y no decepcionar si es leda a la luz de cuanto he venido diciendo. No puedo olvidar que Marcello Gigante, amigo desgraciadamente desaparecido y gran fillogo, conclua su muy empeada y rigurosa lectura de mi libro con el auspicio de que esta benemrita edicin... de monumental se haga de bolsillo y llegue a ser un libro accesible a un mayor nm ero de lectores no slo dentro sino tambin, sobre todo, fuera de la escuela para la que fue concebido. Un auspicio que, sin embargo, halla ahora realiza-, cin para lectores e investigadores de habla hispana (no slo en Espaa, sino tam bin en Amrica Latina).

    G t u t ja n o C r f

    XVTTI

  • INDICACIONES AL LECTOR

    a) La presente traduccin, que hem os tratado de ilustrar am pliam ente respecto de las fuentes clsicas utilizadas, tom a por base textual latina la definitivam ente establecida en el m uy m eritorio y acreditado trabajo:

    GrAiVtBATTISTA VICO: Institu iones omtoriae, testo critico, versione c commento di Giuliano Grifo, Istituto Suor Orsola Benincasa, Napo- li, 1989,

    cuya versin, al cabo, hem os contrastado con la nuestra.

    b ) Las voces latinas que son objeto de definicin o debate o cuya versin puede resu ltar polm ica aparecen entre corchetes en su form a original.

    c) Las voces griegas han sido respetadas generalm ente en la form a en que aparecen en el texto base, sea sta la original griega o su transcripcin latina. Si po r alguna razn tal form a se ha visto alterada, heilios dejado constancia del hecho en las notas correspondientes.

    XIX

  • INSTITUCIONES DE ORATORIA

    [ 1]EL NOMBRE DE LA RETRICA

    Si la retrica' [;rhetorical pudiera verterse en latn con la elegancia griega que la caracteriza, se dira lo que fluye [jluen- tia]2 o "lo que se dice [dicenta]. Pues ni facundia [facundia] ni elocuencia" [eloquent i a]3 corresponden aptam ente a esta voz griega. En efecto, facundia es aquella virtud propia de la oracin por la que lo que se dice no parece proceder de ningn arte o preparacin, sino de la naturaleza misma, y, ms an, da la impresin de no ser tanto el orador como las cosas mismas las que hablan. En latn se llam "facundia" [facundia] por "facilidad"4 [facilitate], que los antiguos llam aban faculitas,5 y que posteriormente, tras contraerse, dio como resultado "facultad [facultas]: la que sin duda es, y as se la considera, como la ms difcil y, por ende, la suprem a virtud de este arte, cuya consecucin es ms prctica que normativa. Respecto a la elocuencia, aun siendo tambin otra virtud del discurso igualmente principal, con la que se defienden abierta y explcitamente diversas causas, no se contiene en ella, no obstante, toda la fuerza de la oracin. Antes bien, un estilo discursivo sublime gusta de una forma de expresin que deje a los oyentes muchas cosas sin desvelar, otras muchas truncadas, muchas en suspenso, y m uchas que reflexionar.6 Por estas razones los latinos usaron como en muchsimas otras disciplinas el vocablo7 "retrica" [rhetorical en lugar de uno latino.

    Ahora bien, rtor [rhetor] es para los griegos el mismo orador:8 pues el siglo de oro de la filosofa griega careca de un

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  • nom bre para tal tcnico ,9 ya que la retrica se aprenda junto con ia propia filosofa. En efecto, la filosofa forma la mente del hombre con las verdaderas virtudes del nimo, y, an ms, lo ensea a pensar, hacer y decir cosas verdaderas y dignas.10 As pues, ser ptimo orador11 aquel que habla desde la verdad y de acuerdo con la dignidad .12 Y es el caso que Demstenes fue oyente13 de Platn14 durante muchos aos, y Cicern15 reconoce haber extrado toda su fecundidad y fuerza discursiva de la Academia. Mas cuando los estudios de la filosofa se separaron de los de la elocuencia16 a los que por naturaleza estaban unidos y comenz la desunin entre lengua y corazn, los profesores de este arte, faltos de la filosofa y simples charlatanes, 17 se arrogaron el nom bre de sofistas, esto es, el nombre antiguo de los filsofos. Tambin para los latinos carece de nom bre un perito en este arte, por serles desconocido. Pero ms tarde se le acomod la denom inacin griega de "orador, quizs porque, cuando los rom anos com enzaron a pasar a Grecia para aprender el arte retrica, los oradores griegos olan todos ellos a escuela. 18

    "Declamar" [declamare] era, de un lado, durante el rgimen republicano, prepararse en casa, en voz m uy alta, las causas que los oradores iban a defender en el foro .19 Y de otro, en el principado, signific defender causas ficticias, un gnero de cjercitacin ste con el que los bisoos podan adquirir experiencia para las verdaderas.20

    No debemos omitir, por ltimo, que se calificaba de diserto ["diser tus], por su sum a elegancia discursiva, a quien era consumado perito en palabras y saba emplearlas con destreza, tal como Pitias, en la obra de Terencio, se burla de Parmenn: "Y yo que antes te tena por hom bre avisado y diserto!.21

    E locuente [eloqueris"]22 es en cambio quien, siendo insigne en todos los estilos del discurso, est igualm ente pronto ante todo gnero de causas, y se distingue en todas las virtudes de la oracin, ante todo en la verdad y la dignidad. Por ello Antonio, el orador, deca en la obra de Cicern (en los libros del De oratore) que haba visto a m uchos disertos, mas a nadie elocuente.23

    2

  • DE LA NATURALEZA DE LA RETRICA[23

    La retrica o elocuencia es, por su parte, la "facultad de decir en la forma apropiada para persuadir.1 Facultad, digo, porque los en ella instruidos "se expresan con facilidad", como si de "facilidad" [faculitas] se tratase .2 Pues quien, con nombre digno de la realidad que representa, quiera llamarse orador debe actuar sin trabas3 en la defensa de sus causas. De otra parte, "decir" [dicere] es pronunciar discursos con los mejores pensamientos y selectsimas palabras, y hablar tras colocarlos en forma conveniente dentro de determinados perodos oratorios y ordenarlos en modo tal que resulten placenteros para los odos, de lo que resulta que decir es privativo del orador. Mas el orador debe decir "en la forma apropiada para persuadir",4 esto es, que con su elocucin5 procure inducir en el oyente una disposicin de nimo conforme con su discurso, para que, en lo que hace a la causa, consienta con l.

    No sin razn se dice lo de "en la forma apropiada para persuadir". Pues es deber del orador orientar y encauzar todos sus propsitos a persuadir con su elocucin, tal como es cometido del mdico el sanar6 y de un jefe m ilitar el vencer. Mas si, aun habiendo cumplido fielmente su obligacin, no logra alcanzar tal objetivo, no debemos im putar a la fortuna lo que incumbe a la destreza. En efecto, la persuasin, como la salud, como la victoria, no est en manos de la fortuna. Y an ms en el caso de la persuasin que en el de la salud o la victoria: porque se sanan o vencen los cuerpos, a los que se puede dom ear por la fuerza; el orador, en cambio, se ve concernido por la voluntad de los oyentes, una voluntad que slo ante Dios, que inclina las voluntades, se retira vencida, Y persuadir es, en verdad, inducir en el oyente una disposicin de nimo conforme al discurso, esto es, que el oyente quiera lo que propone el discurso. Si el orador lo logra, acompaa entonces a la virtud de su pericia el xito de la obra realizada.

    Hay, con todo, quienes piensan que es orador quien ha logrado persuadir.7 Y as esta "facultad" [faculitas], ejercida correctamente, inclina al lado opuesto los nimos, por ms obstinados que stos sean. Haba deseado ardientemente el pueblo rom ano la promulgacin de la ley agraria. Cicern con sus ac-

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  • dones oratorias contra Rulo8 lo hizo m udar de parecer, para que la rechazara. Csar, tras profunda meditacin, emprendi su proyecto conducente a condenar a Ligario. Cicern con su discurso9 lo apart de su decisin y lo inclin a la clemencia. Concluyen, as, de todo ello, que no hay discurso en aquella causa en la que 110 se ha logrado persuadir.

    [3]SOBRE LAS PARTES DEL OFICIO DE ORADOR

    Fin prim ero del orador, como hemos dicho, es doblegar los nimos con la diccin. Por ello los apartados del m enester de orador son "deleitar" [delectare], ensear" [docere] y "conmover" [commovere].1 Y ser sin duda el m ejor orador aquel que, con la alusin a las mejores tradiciones, se concilie ya desde los comienzos del discurso los nimos del auditorio, para que le preste odos voluntaria y gustosamente. Y en la propia entonacin proporcione con sus argum entos crdito a su causa, para que la crean verdadera; y aplique hasta el lmite a los nimos de sus oyentes una suerte de fuegos de la elocuencia y conmueva los afectos que quiera, para que hagan lo que pretende .2 De estos apartados, el prim ero am biciona vivamente la dulzura, el segundo la agudeza y el tercero la fuerza discursiva.Y de este modo el orador cautiva a sus oyentes con el encanto, los mantiene en su poder con la verdad y les im prime un viraje con el afecto. Son, pues, las prim eras las intrigas y lo ltimo la m aquinaria blica; mas la generosa virtud de la elocuencia reside en los argumentos. Y es, sin duda, de todo punto necesario y no adm ite excusas el granjearle crdito a la causa. Ninguna otra cosa exigen de un orador los sabios, dado que stos siguen la verdad por el hecho de serlo .3 Mas ya que la elocuencia se ha hecho para la m uchedum bre y el vulgo, a quienes la verdad les resulta ingrata salvo que alguna suerte de encantos la torne grata, y no obran con correccin si no se ven arrastrados por cierta incapacidad de m oderar sus caprichos, por todo ello debe hacer su discurso seductor por las conductas e inflamado por las pasiones .4 Principalm ente en estos apndices se contiene la elocuencia, y de ningn otro modo se celebran sus sacramentos.

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  • SOBRE LA MATERIA DE LA RETRICA[4]

    Es tarea de la retrica la de persuadir o doblegar la voluntad ajena.1 Y la voluntad es rbitra de lo que debe hacerse o rehuirse. Y es, en consecuencia, materia de la retrica cualquier cosa sometida al debate acerca de si debe hacerse.2

    No se trata, con todo, de que el orador no pueda tampoco hablar de cuestiones a las que atiende la m era especulacin teortica, siendo as que con frecuencia debe hacerlo:5 como dud un da Cristbal Coln de si al otro lado del Ocano existan otras tierras''. Mas el orador no trata tal gnero de cuestiones4 para que el oyente adquiera el solo conocimiento de las cosas y le d crdito, sino que las trata en tanto en cuanto pueda sondear qu debe hacerse en lo sucesivo. De donde podemos otear cun amplios confnes abarca el dominio del orador, que puede perorar de absolutam ente cualquier cosa de forma adornada y copiosa.

    Una tal materia es, o bien un argumento universal, o bien una cuestin particular; son argumentos universales aquellos como el de la virtud, la justicia, el Estado o las leyes; y sta es ms bien materia propia de los filsofos. Es una cuestin particular la que se establece respecto de alguna cosa particular, y sta puede ser genrica o especfica, donde aqulla es indeterminada [infinita] y sta se denom ina determ inada [finita].5 Es indeterminada la cuestin en la que se plantea una pregunta genrica universal, del tipo de si "debe concederse la paz a los enemigos que la piden". Es, en cambio, determinada la cuestin que restringe una cuestin indeterminada a circunstancias concretas, como si debe concederse la paz a los prfidos y a quienes quebrantan los tratados".6 La cuestin determ inada es materia propia principalmente del orador, ya que ste 110 asume la defensa de causa alguna sino aquellas que la utilidad de bienes7 y reos pone en sus manos.

    Para explicar, probar y adornar la verdad ,8 en ocasiones el orador despoja una cuestin determinada de sus circunstancias, la extrae de los angostos lmites de stas al campo amplsimo de lo genrico y la remite a la indeterm inada .9 Y es sin duda ste el mtodo discursivo que los mejores oradores utilizan: pues quien conoce las cosas cada una en su propia especie di-

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  • fiere tanto de aquel que distingue la universalidad genrica cuanto quien ve de noche a la luz de un candil de quien lo hace durante el da y a pleno sol.10

    En verdad que si Cicern hubiese expuesto los mritos propios de Pompeyo, ' 1 habra enseado tan slo que Pompeyo haba sido un gran general en jefe, mas, al describirlo modelado a imagen del ptimo general, puede referir con toda justicia el juicio que le merecen todos los jefes militares a la causa de Pompeyo. Se reconoce que un tal gnero discursivo, que Gaeta- 110 Argento llev hasta la ms alta cima de la perfeccin, lo introdujo en el foro rom ano el propio Tulio, as como fue Francisco de Andrea el primero en introducirlo en el de Npoles.12

    Mas al tratar una causa genricamente se provoca poco la pasin, pues los gneros de las cosas son inteligibles para una mente ms depurada; en cambio las emociones anmicas se presentan a travs de los sentidos, por cuyo intermedio se despiertan las imgenes de las cosas singulares.

    De ello se origina a mi juicio el que muchos de los que en nuestra poca se dirigen a una asamblea pequen del defecto de dejar fro al auditorio; pues al hablar genricamente de la virtud cristiana y de los pecados opuestos a ella, suscitan unos efectos oratorios ante los que no se conmueve nadie o ciertamente muy pocos.13 Obraran mejor, por ello, al disertar sobre argumentos de filosofa cristiana, sirvindose de un gnero de discurso enteram ente sosegado y desempeando tan slo aquella parte de la tarea oratoria con la que m ostrar las conductas mejores para el deleite, como corresponde a los filsofos en la disertacin: y as aprobara yo por esta razn el gnero de diccin empleado en los dilogos de Scrates.

    Y quien se cie a los breves lmites de una cuestin determinada se mantiene confinado en un a pequea balsa de agua estancada; en cambio quien accede a los gneros m ana de las fuentes perennes de la elocuencia. Y es pobre ei ajuar para el discurso del que proveen las circunstancias de la causa, mas los gneros lo procuran en abundancia para cualquier necesidad actual.

    [De los tres gneros de causas] Tres son los gneros de las cuestiones determinadas: "demostrativo [demuiistrcUivitm], "deliberativo" [deiherativLim] y "judicial [iudiciaic].]4El demostrativo se mueve entre ia loa y el vituperio. El deliberativo persuade o

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  • disuade en previsin de un momento futuro . 15 El judicial acusa o defiende en un debate sobre el pasado. Propone as el demostrativo la honestidad o la deshonra; el deliberativo la utilidad o inutilidad; y el judicial el rigor o la equidad.16 Las emociones propias del primer gnero son la admiracin, el deleite y la emulacin, y, como contrapartida, el desprecio, la abominacin y la huida;17 las del segundo son la esperanza o el miedo; las del ltimo el odio o la misericordia. Loas e invectivas en nada conciernen a los oyentes; la tom a de decisiones incumbe por entero a aquellos que deliberan; la defensa es cosa del inters tanto de los jueces como de los reos, si bien ms de los reos que de los jueces. Se distinguen, por ltimo, el gnero exornativo por el placer, el senatorio por la dignidad y el forense por la dificultad.

    Por ello, tal como los pintores en cuanto saben dibujar perfectamente y m atizar con colores la cabeza hum ana, producen ya en sus cuadros todas las imgenes de las cosas, as entre los antiguos la retrica se ocupaba casi por entero en el gnero forense.18 Pues los dotados de destreza en las causas forenses dispondrn sus actividades suasorias y laudatorias con facilidad y rigor muy superiores.

    [5]SOBRE LAS AYUDAS DE LA ELOCUENCIA

    Ahora bien, tal facultad de hablar en forma adornada y copiosa1 de cualquier asunto propuesto2 se adquiere por naturaleza, con a tcnica y con el ejercicio. A cualquier cosa que nos encamina la naturaleza, es la tcnica la que dirige y el ejercicio el que perfecciona. Es fecunda la naturaleza, msera la tcnica, y el ejercicio y el esfuerzo mprobo son invictos.3

    [6]AYUDAS DE LA NATURALEZA

    Los medios auxiliares de la naturaleza1 son corporales los unos y anmicos los otros.2

    Son los del cuerpo una voz sonora y apta para las grandes asambleas; matizada, capaz de pronunciar cada una de las letras

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  • con su propio legtimo sonido; melodiosa, capaz de emitir los sonidos en un tono ms grave, o de provocar en ellos una inflexin, o en un tono ms agudo. Que los pulmones sean resistentes, lo suficientemente robustos como para sostener una larga tensin vocal, y le basten a alguien que debe hablar durante muchas horas. Y que le asista tambin, por ltimo, la dignidad del rostro y del cuerpo entero y la gracia de los ademanes.3

    Las ayudas del nimo consisten en una ndole especialmente dotada para la elocuencia: pues nada podrs llevar a buen trmino, por vulgar y obvio que sea menos an tam aa empresa como la de ganarse los nimos con el discurso, a disgusto y contra tu propia naturaleza. Un muy encendido afn oratorio: pues sucede a m enudo que los grandes ingenios, por exceso de confianza en s mismos, desdean de plano aquello para lo que han nacido. Que no le sean, por ello, ingratas las vigilias ni penosas las labores, que lo haga todo con atencin y nada con indolencia. Que sin disgusto sude y de buen grado pase fro.4 Y se deleite con la nica y excelsa loa de ser un ptimo orador. Que disponga de un ingenio agudo para el razonamiento, para penetrar con la mayor rapidez en la m dula del asunto de que se trata, y examine, colija y aplique felizmente a su causa todo lo que incumbe a la cuestin y lo una a ella con xito.5 Que tal ingenio tenga, asimismo, facilidad para explicar, de modo que se dejen ver las cosas en los pensamientos y stos en las palabras con mayor transparencia que el vidrio;6 y sea tambin verstil, y m ude a lo jocoso, a lo serio, a lo suave, a lo spero ,7 al de grado o por fuerza, a lo grande, lo moderado o lo ftil ms rpido que Proteo. Que sea slido el juicio, para que se deleite tan slo con la verdad; y lo acompaen el criterio para conocer y am ar todo lo que conviene, una pujante fantasa para hacer suyos los hbitos y emociones ajenos, y una memoria, por ltimo, firme y duradera. De tales dotes naturales, cultivadas por la tcnica y reafirmadas por el ejercicio,8 nacen luego aquellas raras y preclaras virtudes de la oracin: la de ser plena ,9 difana, mltiple, variada, verdadera, digna e impregnada de sentimiento anmico.

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  • POR QU SON TAN RAROS LOS ORADORES BRILLANTES[7]

    De ah nos es dado com prender las causas por las que son tan raros los oradores brillantes: pues esta facultad discursiva crece de la conjuncin de cosas absolutamente contradictorias entre s.1 En efecto, se requiere una robustez corporal que sirve de impedimento a los librrimos movimientos anmicos y se debilita con la meditacin y otras actividades mentales.2 Las personas ingeniosas tienen escasa capacidad memorstica, y en cambio los memoriosos rara vez son agudos, porque en su mente siempre domina lo ajeno; mas aqullos, cautivados por su afn inventivo, se detienen poco en lo ajeno. Nada le resulta tan adverso al juicio como una pujante fantasa, que con sus imgenes provoca las pasiones por las que casi todo se juzga errneamente.3 Los nimos apacibles se conmueven difcilmente y difcilmente se exasperan. Quien se esfuerza en lo grande desdea lo insignificante, y los ingenios adolescentes se aterrorizan ante la dificultad4 de las cosas grandes y menosprecian, en cambio, la sencillez de las insignificantes. Los hombres severos son poco dados a las bromas, y por el contrario las personas ligeras y frvolas se tornan en graciosos parsitos y bufones.5 Las ocurrencias, en efecto, sazonan el discurso mediante un cierto fraude contra la verdad, y en cambio quienes estn habituados a las agudezas no se distinguen en el severo arte de juzgar.6 Mas la mayor dificultad estriba en lo siguiente: el hecho de que un orador cuerdo debe enloquecer y, como dice el cmico, "perder la razn con toda la razn '',7 esto es, debe inflamarse, con su tcnica, de las ms graves perturbaciones anmicas. Por tanto, si te sientes incapaz de garantizar todas estas virtudes de la oracin, elige un gnero de discurso adecuado a tus fuerzas. Efectivamente, no soportando el joven Cicern por la excesiva esbeltez de su cuerpo la amplia y sonora forma discursiva en la que se hallaba empeado, regres a Grecia para volver a formarse con el estilo sutil de la escuela de Lisias. En el curso de este viaje fortaleci su cuerpo y sus miembros, y se reorient a la estructura discursiva grande y amplia.

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  • DE LA FORMACIN CIVIL DEL FUTURO ORADOR[8]

    Yo atribuira sin duda la formacin civil a la naturaleza , 1 cuya fuerza es tan grande que, al ser la ndole hum ana casi tan maleable como la cera por lo que es tan ta la diversidad de costumbres e instituciones entre los distintos pueblos, se podra dudar si la naturaleza hum ana consiste en alguna otra cosa que 110 sea la propia formacin. Que no sea sta, por tanto, ni severa ni rgida, pues el hielo les resulta hostil a los brotes tiernos; ni evolucione entre la lisonja y la complacencia, para que el ingenio no se ensoberbezca; sino que sea libre y liberal, de modo que reconozca haberse equivocado y guste de ser corregido. Es por ello preferible que sea educado en unin de sus iguales,2 para que junto con ellos aprenda el sentido com n ,3 norm a de toda prudencia y elocuencia. Y no existe, sin duda, cosa alguna que hayan dicho Demstenes o Cicern4 que, tras haberla dicho, no haya pensado cualquier hombre rudo o iletrado que tam bin l habra podido inventarla. Mas es til, ante todo, lo de que crezca [el discpulo] en aquella ciudad que sea capital de la nacin, pues el propio esplendor y la magnificencia de la ciudad forman nimos esplndidos y magnficos. Y la experiencia nos dem uestra que los ingenios sublimes y dignos han florecido en los m s grandes y florecientes imperios: pues segn nos sean prsperas o adversas las circunstancias, as tam bin somos nosotros grandes o humildes. Es por ello muy conveniente para la grandilocuencia el form ar un nim o recto y grande por medio de la instruccin. En efecto, en el Estado de Esparta, de una elevadsima virtud, nada se pronunciaba salvo lo que fuese de consuno sublime y magnfico. De donde la gran copiosidad de apotegmas laconios. Y los sabios cristianos, habituados a una larga y aguda meditacin en la divinidad infinita y en las cosas divinas, difunden por doquier palabras henchidas de sublim idad y las m s dignas de recuerdo. Y, por el contrario, puesto que la nacin francesa est imbuida de elegantsimas costum bres, no resulta fcil encontrar en su lengua un dicho sublim e .5 Y una relacin mantenida con los ms cultos y liberales de la nacin procura la urbanidad y la elegancia del discurso. Pero nada hay ms til que el que un adolescente se imbuya de las mejores costum-

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  • bres, de las buenas artes del nim o y de las virtudes. Pues la probidad en la vida le granjea al orador la m ayor gravedad: y a la sabidura, que es la regla de Jo que se debe hacer y evitar,6 la acompaa fcilmente, como una sirvienta, la elocuencia/ que es la destreza en lo que se debe decir y callar.8

    [9]DE LA FORMACIN LITERARIA

    PREPARATORIA DE LA RETRICA

    Guarnecido con estos medios auxiliares naturales que hemos dicho, obtenga el joven, antes de procurarse las ayudas de tal arte, la formacin literaria que sta precisa, 1 para no obrar insensatamente, como quien disea un edificio antes de haber adquirido el solar y la madera para construir. Y al principio no hay razn para que yo le aconseje que se instruya muy bien en la disciplina gramatical:2 pues es ridculo que quienes no saben hablar se afanen en ser elocuentes.3 Que aprenda, en cambio, la geometra por medio de las figuras,4 para, simultneamente, adquirir el arte de la disposicin y con ayuda de la propia fantasa, para la que los nios estn muy capacitados 5 habituarse a colegir la verdad. Pues vale tanto el im portar ai discurso civil el mtodo geomtrico como el suprim ir de los asuntos humanos el capricho, la irreflexin, la ocasin y la fortuna; y no admitir nada agudo en el discurso, ni m ostrar nada sino lo que tenemos a los pies; no dar nada que llevarse a la boca a los oyentes, como a los discpulos, sino lo previamente masticado; y, para resumirlo en una sola expresin, representar en la reunin el papel de docente en lugar del de orador.6

    As pues, instruyase el futuro orador en aritmtica, ms en verdad para no ignorarla que para saberla. Pues la de los nmeros es una ciencia muy delicada, y las cosas delicadas son nocivas para la elocuencia, cuyo cuerpo es preciso cuidar de que sea slido y resplandezca por su m usculatura, y refulja, lleno de jugo, con sano color. En lo que atae, en cambio, a la filosofa, tal como antiguam ente ni la doctrina de los epicreos ni la de los estoicos eran de utilidad para la elocuencia porque los epicreos se contentaban con una expresin desnuda y simple de las cosas, en tanto que los estoicos, debido a su exce

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  • siva inclinacin por la sutileza, trituraban y desmenuzaban cualquier cosa demasiado generosa existente en el discurso y en su propio espritu, y, tras extraerle todo el jugo, ponan al descubierto sus huesos desnudos, y ni siquiera articulados, tampoco hoy resultan de m uchsim a utilidad a los intereses de la oratoria ni la doctrina cartesiana ni la aristotlica de nuestra poca: stos, por toscos y rudos; aqullos, por descamados, secos y ridos; de modo que creo que la actual elocuencia, siendo as que nosotros cultivamos muchsimo la lengua latina, adolece de un defecto contrado en la propia realidad, y que se ha corrompido sobre todo a causa de que las cuestiones filosficas se transm iten sin brillantez alguna, y sin ningn ornato ni fecundidad. Mas, al ser la filosofa el instrum ento ms necesario para la retrica,7 busqu en otra parte la idea de cmo podra enm endarse este inconveniente de nuestro mtodo de estudios.8 Y quisiera que el joven discpulo se instruyese en la msica9 denom inada "prctica" para m oldear un odo armnico, el que emite sus juicios acerca de los ritm os tanto poticos como oratorios; y tanto ms por su exquisito gusto que por el cm puto de los pies mtricos. Y finalmente, si nos depara la suerte el disfrutar de algn ilustre actor escnico como Cicern encontr a Roscio,1 es de gran ayuda que el joven aprenda de l, con la representacin de m uchas obras teatrales, la dignidad de la actuacin .11

    [10]MEDIOS AUXILIARES DEL ARTE

    Dotado de tal estmulo y enriquecido por tal instrumento, el adolescente ser conducido a la elocuencia de la m ano de la tcnica. Una tcnica que divide sus preceptos sobre el decir en cinco partes;1 y stas son: invencin" [inven(io], "disposicin [disposio], "elocucin" [elocutio], "memoria" [memoria] y "actuacin" [pronunciatio].2 La invencin excogita los argumentos idneos para persuadir. La disposicin dispensa y distribuye ordenadamente los argumentos encontrados por las diversas partes de la oracin. La elocucin adorna los tpicos hallados y dispuestos con la luz de las sentencias y lo ms selecto de las palabras,3 y con su ajustada, precisa y rtm ica composicin .4 La

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  • memoria guarda en su despensa5 los tpicos hallados, dispuestos y adornados y los conserva bajo custodia fiel y duradera. La actuacin, finalmente, pronuncia el discurso con la apropiada modulacin vocal, el semblante conveniente y el adecuado ademn corporal.

    Mas, sin la naturaleza y sin el ejercicio, la tcnica es una msera fbrica del decir.6 Pues todos aquellos que han recibido una formacin y una acabada educacin liberal7 han estudiado la tcnica retrica; pero cun pocos resultaron por ello elocuentes amn de disertos?8 Hecho ste que se podra confirmar con el siguiente argumento: el de que Cicern no encontr en toda Grecia a ningn maestro en esta tcnica [retrica] que fuese elocuente l mismo.

    Y aquellos ejercicios retricos preparatorios9 de los sofistas son un gnero de ejercitacin en la elocuencia ya periclitado, y que ms bien sirve para form ar al artfice de un discurso vanilocuente, inepto e irreflexivo que a un autntico orador. Me parecera, por tanto, que ms vale ensear a ios jvenes esta tcnica con un muy reducido nm ero de prescripciones, mas copiosa en grado sumo en ptimos ejemplos. Sin lugar a dudas, los pintores que se afanan en sobresalir en su arte no pierden m ucho tiempo en sutiles discusiones sobre el mismo, sino que consumen muchos aos dibujando y pintando copias de los originales de los mejores artistas . 10 De modo que quizs no faltara a la verdad al afirm ar que la ptima tcnica oratoria sera una amplia coleccin de ilustres frmulas retricas recopiladas de los mejores oradores sin excepcin y propuestas a Jos jvenes para su imitacin. Pero veamos seguidamente cada una de las partes del arte retrica, en el m ismo orden en que las hemos enumerado.

    [ 11]DE LA INVENCIN

    Consiste la invencin [inventio] en excogitar los argumentos que son idneos para persuadir.1

    El argumento [argumeiitum\,2 por su parte, es un razonamiento tomado de otro sitio que, aplicado al asunto de que se trata, lo confirma y desarrolla. Tal sitio de donde el razona-

    13

  • mienLo se obtiene se denomina "lugar" [/ocw.s'].* As pues, el lugar es domicilio y sede del argumento.

    Ahora bien, los argum entos son o artificiosos [ariijicialia] o inartificiosos [inartificialia].4 Son artificiosos aquellos que excogita el arte del orador. Y tienen una triple orientacin, pues unos se encam inan a proporcionar crdito, otros a granjearse los nim os,5 y los terceros, finalmente, a conmoverlos.6 De ah que los primeros se llamen "docentes" [docentia], los siguientes "conciliantes" [conciliantia] y los terceros "conmovientes" [commoventia].1

    [12]DE LOS ARGUMENTOS DOCENTES

    Los argumentos instituidos para la obtencin de crdito, o docentes, son espigados de lugares docentes tambin, siendo o bien ciertos o bien raciocinantes.1

    De los lugares ciertos se derivan los "catsiE^ " 2 o "demostraciones", como ocurre con las "indiciaras" [ex signis]3 y las que, con antiguo vocablo griego, se llaman tgKf.uipa ["sntomas"];4 por ejemplo: "ha parido, luego no es virgen".5 Mas no toma el orador sus argumentos de lugares de tal gnero, porque donde stos se encuentran no existe causa alguna, y por ende el orador no tiene ningn papel que desem pear en la defensa, sino tan slo el juez en la condena.

    De los lugares raciocinantes se infieren conclusiones probables y verosmiles; son probables, digo, si se trata de una cuestin cognitiva o, como vulgarmente se dice en la Escolstica, "contemplativa"; y verosmiles, en cambio, cuando la cuestin es propuesta en razn de una accin, o, como tam bin vulgarmente dice la Escolstica, es "activa".6

    Los lugares as, bien sean de argumentos probables, bien de verosmiles, son comunes a dialcticos y oradores los unos, y propios de los oradores los otros.7

    14

  • [13]DEL ARTE TPICA

    Nos muestra los lugares comunes a dialcticos y oradores el arte tpica, que por ello se define como arte de encontrar argumentos en cualquier cuestin propuesta" .1

    Entre los lugares de tal gnero se cuentan la definicin, la divisin, la etimologa,2 el gnero, la especie, el todo, las partes, la causa evidentemente eficiente, el autor, la materia, la forma, el fin, los efectos, el sujeto, las circunstancias accesorias, sea de la cosa, de la persona, del lugar o del tiempo; refiere tambin a este lugar las facultades, ocasiones e instrumentos; y junto a ello los antecedentes, concomitantes y consecuentes, semejantes y desemejantes, congruentes y repugnantes. Los tres gneros de proposiciones opuestas,3 a saber; contrarios, privativos y contradictorios;4 y adems los relativos, comparados, entre los cuales estn los mayores, pares y m enores.5

    Estos lugares son como elementos argumentativos: por ello, si uno no los enriquece con la m ucha y varia erudicin ,6 se asemejar a aquel que conoce sin duda las letras, mas ello no le basta para escribir las palabras en que las letras se unen .7 Asimismo es preciso ejercitarse en ellos con una larga prctica en la disertacin, para que pueda decirse que se ha logrado la facultad tpica, esto es, la de recorrer en cualquier cuestin propuesta de forma extempornea todos los lugares con la m ayor celeridad, del mismo modo que las letras del alfabeto al leer; no, sin embargo, para poder encontrar argumentos en todos ellos (pues tampoco se juntan todas las letras para leer cualquier palabra, sino algunas de entre todas), sino para estar seguro de haber visto todo aquello8 que pertenece o afecta al asunto debatido.

    [14]EJEMPLOS DE LOS LUGARES

    Pienso que hace al caso, ya que no es nuestro cometido el aportar una completa tratadstica, 1 exponer aqu tan slo ejemplos de los lugares.2

    15

  • Derivados de a definicin

    Si la am istad es un vnculo parental entre personas de bien,3 cmo puede ser que ese hom bre tan criminal sea amigo de un hom bre ptimo?4

    De la particin

    Pues todos los ciudadanos lloran la prdida de este ptimo varn: en efecto, con am arga aoranza echan de menos los plebeyos a un correligionario suyo, los caballeros a su benefactor y los senadores a un sabio de entre los suyos/'5

    De la etimologa

    "Lo ha hecho el cnsul; y con su accin, en verdad, ha velado6 por la repblica."7

    De trminos etimolgicamente emparentados

    "Hombre soy y pienso que nada hum ano8 me es ajeno ."9

    Del todo

    "Europa entera se consume en el fuego de una guerra abominable; y nosotros, tan delicados, viviremos indemnes de los males y daos de la guerra?"

    De la parte

    "Una sola cohorte, luchando en medio de los enemigos, ha sido capaz de evadirse a un lugar seguro; y nosotros, en cambio, el ejrcito al completo, vamos a dejarnos m atar como hace el ganado por el furor de los enemigos?"

    Del gnero

    "Si toda virtud es merecedora de recomendacin y elogio, consideris vosotros que quien ha olvidado una injuria lo que se reputa como m agnanim idad es digno de vituperio?

    De la especie

    "Cay Esparta, el Estado de la frugalidad, de la continencia y de toda elevadsima virtud; y esperam os nosotros que unos imperios envilecidos po r psim as costum bres van a ser eternos!"

    16

  • Del autor

    "Lo hizo Catn, el perpetuo enemigo de los vicios de los romanos; y nosotros dudamos de que sea honesto?"10

    De la materia.

    "Si los litigios fomentan el odio, transigid, po r favor, sobre la causa, para que alguna vez por fin podamos volver a estar en buenas relaciones.

    De la forma

    "Siendo signos caractersticos del amigo y del adulador el hecho de que aqul asiente tan slo a lo verdadero y lo honesto y ste, en cambio, a todo, aun siendo falso o vergonzoso, es, pues, un lisonjero ese que dice cualquier cosa que dices t y niega lo que niegas t.

    Del fin

    "Aquella cuestin casiana del cid bono11 te acusa a ti, hombre de lo ms indigente y osado, en cuyas manos ha revertido el esplndido patrim onio del pupilo m uerto por envenenamiento 2 en virtud de sucesin testam entaria."13

    Del sujeto

    "Debemos confiar no en los bienes del cuerpo, sino en los del nimo; pues el cuerpo es caduco y el nimo, en cambio, eterno."

    De as circunstancias accesorias111 de los filsofos

    "La ciencia, la prudencia, la virtud, son cosas divinas; y ser mortal el nimo, su sede y domicilio?

    De las circunstancias accesorias de los rtores

    "Si entre t y Ticio mediaba una gravsima enemistad; y t has sido siempre osado, y en el bosque15 en que fue asesinado m ientras cazaba, 110 haba ningn otro excepto t; y l fue muerto por el acero, y t apresado con la espada ensangrentada, y al ser apresado palideciste por la conciencia de tu crimen y titubeaste; por qu vamos a dudar que has sido t quien ha cometido el homicidio? 16

    17

  • Ama, pues, a aquellos que se han portado mal contigo, ya que odias a quienes contigo han obrado bien."

    De los contradictorios

    "No puede ser que a quien todo le asiste algo le falte: cmo, pues, predicis la virtud a la que acompaa la totalidad de las buenas artes del nimo de ese bellaco, que por experiencia sabemos que se ha revestido de tan gran simulacin?'

    De los repugnantes

    "No es propio de un mismo hom bre ir en pos de la virtud y m antener ntim a y frecuente relacin con unos cuantos hombres depravados y slo con ellos/'

    De los congruentes

    "Es caracterstico del avaro postergar la dignidad ante el dinero.

    De los semejantes

    "As como el ojo no ve con claridad en el aire impuro, tam poco la mente con el nimo turbado."

    De los desemejantes

    Es diferente la concesin de un beneficio de la donacin de dinero: pues quien ms dinero da, de ms dinero carece; en tanto que quien ms beneficios dispensa, tanto ms adquiere."17

    De los relativos

    "Es propio de un padre querer para su hi jo todos los bienes: es, por tanto, deber del hijo obedecer en todo a su padre."

    De lo mayor18

    "Ha causado la ruina de los suyos; qu no har con los extraos?"19

    De lo menor

    "Pues si censuras a quien te ha prestado un auxilio vital, qu le hars a quien te ha causado un dao o un mal?"

    De los contrarios

    i 8

  • De lo par

    "Tan impo es el hijo que golpea a una m adre que ha perdido la cordura como el ciudadano que corrige a su patria a despecho de sta/'

    Los lugares hasta aqu enumerados estn tomados de las cosas mismas y se llaman, por ende, nsitos". Hay tambin lugares asumidos de fuera y se denominan asuntos;20 de estos lugares se toman los ejemplos, testimonios, escritos, leyes, dichos de hombres sabios, mximas, cosas juzgadas, y se hace adems precisa una copiosa y variada lectura21 para su enriquecimiento. Merece la pena aportar algunas frmulas de ambos gneros.

    [15]FRMULAS PARA PROPONER EJEMPLOS1

    E indudablemente podra evocar de la m emoria de todos los siglos ejemplos de este hecho:2 no puedo en Verdad pasar por alto, siendo lo ms insigne e ilustre de todo, lo de un tiempo pretrito. Pienso, por otra parte, que a ninguno de vosotros le es desconocido...

    "Pero podra recordar no slo las sapientsimas palabras de los antiguos sobre este argumento, sino incluso sus no pocas heroicas gestas. En efecto, este ejemplo nos lo da Fabrico, aquel modelo de continencia y de pobreza,"

    Mas, ya que los ejemplos antiguos pueden menos por lejanos, que pugnen ms de cerca por nosotros los actuales. Pues qu ha pretendido el ms grande y modesto de los reyes, Carlos, con el hecho de...?"

    Pero tambin nuestra poca ha visto ejemplos de idntica gravedad y constancia. Recordis, en efecto..."

    "Y no necesito, sin duda, buscar ejemplos forneos de ello, cuando abundan entre nosotros..."

    "Mas, para que nadie diga nada ms fcil de decir, no expondr ms argumentos sobre esta cuestin, sino que aportar ejemplos dlo ms apropiados, as como de muchsimo peso..."

    Y para no haceros perder ms tiempo con ejemplos en el ms evidente de los hechos,3 os ruego que vosotros mismos lo consideris; y cun msero...

    19

  • "Mas, para que 110 parezca que intento dem ostrar lo que he propuesto con tan slo dos ejemplos, os ruego que os pongis en mis manos y recorris conmigo todos los reinos e im perios con la mente y el pensam iento. Em prendam os el viaje por Italia../'

    "Pero qu necesidad hay de ejemplos cuando o.s ensea la experiencia, m aestra en las cosas cotidianas?"4

    "Queris ejemplos, ante cuya contemplacin os parezca distinguir con vuestros propios ojos todo lo que he dicho? Os los propondr. M irad..."5

    "Mas, para que no parezca que este discurso es obra de mi imaginacin, aportar ejemplos para que podis conocer que hombres grandes y muy prudentes han coincidido conmigo..."

    "Mas, si acaso a alguien no lo satisfacen estos ejemplos de nuestra poca y cree que los antiguos han visto ms que los de hoy, que vuelva su mirada a Gneo Pompeyo.

    "Antes me faltara la luz del da que el discurso, si pretendiera exponer el recuerdo de cada poca y los testimonios de todos los siglos por los que deberais seguir el consejo que os he propuesto. No callar, no obstante..."

    "Pero no tengis a los romanos, inmortales en las artes de gobierno, como nicos inspiradores de tal consejo; qu hay de los griegos?

    "De esto pueden buscarse ejemplos innum erables y de m uchsimo peso en las Sagradas Escrituras: en efecto, el ms sabio de los reyes, Salomn..."

    "Y bastara este nico ejemplo para probar toda la cuestin; pero tampoco faltan m uestras similares de otros imperios y pueblos."

    "Para no parecer quizs en esto a alguno de vosotros ms agudo por los argumentos que veraz por la utilidad real de lo tratado, os propondr ejemplos de ello de lo ms eficaces para imitarlos."

    "Y si no pareciese que abusaba de vuestra atencin que tan celosamente me prestis podra dem ostrar lo que he propuesto con innmeros ejemplos. Pero traicionara, sin duda, la causa si omitiese el siguiente."

    Podra enum eraros hasta mil..."6"Por no m encionar otros../'Omito lo antiguo y paso revista a lo reciente."

  • Que os sirva de ejemplo la repblica romana, modelo de las mejores repblicas."

    Rememora los tiempos heroicos y los mitos te ofrecern... relee las Olimpiadas y los Fastos y la historia profana te ensear... revisa la Era cristiana a travs de todas sus pocas y sta te mostrar."

    "De esta cuestin, cuantas guerras se narran otros tantos ejemplos se cuentan."

    Doquiera que volvis vuestra m irada y vuestra atencin, contemplaris autorizadsimos ejemplos de ello.

    Mas tal como encuentro completam ente expedito el comienzo de mi discurso, as tam bin encuentro difcilsimo ponerle trmino, si me adentro en el profundsimo m ar de los ejemplos. Paso por alto, pues, las horas de nuestra vida y las de nuestros Estados."

    Completad el censo de los ejemplos y lo encontraris, sin duda, muy numeroso."

    Aqu los ejemplos son tan obvios y tan frecuentes que, debido a la copiosidad, su seleccin ser laboriosa.

    Pides ms ejemplos de perfidia, oyente? Ojal los de lealtad fuesen tan abundantes!"

    Me avergenzo ya de continuar revolviendo entre los profanos: he aqu ejemplos tomados de la Historia Sagrada.

    "Te place probar tal experiencia en la vida cotidiana? Mira, hazme el favor, a aquellos cortesanos.

    "En este frente de batalla de los ejemplos hemos dispuesto a los ingleses, como principes, en prim era lnea; sumamos a los btavos, como cistati, para completar las centurias; cerrmosla ahora con los germanos, como triarii.>n

    Aunque sobre este asunto contamos con abundantes ejemplos, ninguno sin embargo ms penetrante para componer que el que refiere el historiador."

    Todos lo han ledo en los anales de nuestra ciudad; muchos lo han odo de sus padres; algunos de nosotros incluso lo han visto."

    Pero cun gratas, cun tiles y cun necesarias son las cosas que hemos aconsejado, se puede discernir sobre todo en los ejemplos de los ms sabios prncipes."

    Mas qu quiere decir el que durante tanto tiempo digamos estas cosas sin aportar ejemplos? Pues porque podrais compro-

    21

  • bario por vosotros mismos en la vida y hechos de casi todas las pocas. Y para evocarlo desde la antigedad ms remota..."

    Pero a qu debatirse en medio de tan gran antigedad, como si, habiendo hombres, faltasen ejemplos as? Pues a diario..."

    La historia nos proveera de miradas de ejemplos sobre esta cuestin, si dispusisemos de tiempo: pero, ya que mi discurso se precipita hacia otros temas, elegir, de entre todos, uno solo muy digno de recuerdo. Creo, sin duda, que a todos vosotros os consta cun gran utilidad ha procurado a la repblica Ticio con su gesta."

    "Y cunto, ciertamente, confiere a la magnificencia pblica la frugalidad de los particulares se bastan y sobran para atestiguarlo las historias de todas las ciudades rectamente organizadas. En efecto, por qu otra causa los rom anos...

    "Mas, prescindiendo de los antiguos, vayamos a los modernos."

    "Citar ahora algunos ejemplos de hombres muy doctos."He aqu a Cicern, que nos precede con su ejemplo en este

    tilsimo ejercicio de im itar a todos y cada uno de los mejores escritores."8

    "Pues bien, aduzcamos unos pocos ejemplos de ptimos prncipes, que pensaron que no hay arm as pas sin las letras ni las letras estn a salvo, con dignidad, sin las arm as ..."9

    "Y la razn ensea y la experiencia confirma."Ya el solo misrrimo fin de Seyano probar que son absolu

    tamente ciertas las afirmaciones que hemos hecho acerca de un poder ambicionado. Pues por Suetonio sabis..."

    Mas para qu necesitamos palabras cuando ios propios hechos hablan."

    "A vosotras apelo, pirmides, grandes cadveres del podero egipcio; a tus venerables reliquias pongo por testigo, Roma; imploro, Cartago, a tus ruinas por restaurar; asistidme, semide- rruidos Liceos de la doctsima Atenas; y lo que yo he afirmado con razones, reforzadlo vosotros con vuestros ejemplos."

    A ti pregunto, Camilo, Coso, Torcuata, a ti pregunto, Fabio, escudo de la repblica romana; a ti pregunto, Marcelo, pual del imperio romano; a vosotros pregunto, Escipiones, los rom anos rayos de la guerra; qu pensasteis cuando..."

    Con cun numeroso y cun presto ejrcito acuden corriendo en nuestra ayuda."

    22

  • "Se nos ciega sin duda la mirada, se nos ciega en medio de Lana luz de los ejemplos que, procedentes de todas partes, se nos presentan; doquiera que vuelva los ojos, ven muy preclaras acciones."

    "Mas si tenis la intencin de recorrer el amplsimo y ubrrimo campo de las historias, veris unas abundantsim as y exuberantes cosechas de documentos."

    "Si repasamos las historias, encontraremos...''"Quin es en la historia tan ajeno y extrao como para no

    sabei'?"Evocad todas las edades de antiguas y jvenes naciones y

    fcilmente conoceris...""Desplegad todos los antiguos y modernos recuerdos y des

    cubriris que todos ellos conspiran en buena amistad conmigo."

    [ 16]FRMULAS PARA PROPONER TESTIMONIOS

    "S buscis testimonios, los libros rebosan de ellos por todas partes; las voces de los sabios se arm onizan y en buena amistad se concierta la antigedad de los siglos con nuestra poca."

    "Y no resultar, sin duda, difcil, ni a vosotros quizs molesto, si sobre esta cuestin recito los elogios y testimonios de hombres sapientsimos."

    "Mas clama el Liceo, clama el Prtico, clama la Academia, e incluso el mismo apacible jardincillo de Epicuro1 clama."

    "Si apelamos al senado de los sabios, ya la causa se ha fallado a favor nuestro; pues son tan nuestros como el que ms..."

    "Son, quizs, sospechosos los modernos? Reclamemos, pues, justicia a los antiguos, tan alejados de nuestros amores y odios."

    "A vosotros, aqu os invoco a vosotros, antiguos filsofos, venerable tribunal de la antigedad."

    "Y, ciertamente, sobre este tema estn de pe a nuestro lado en abigarrado frente los historiadores antiguos y modernos.

    "Estn de acuerdo conmigo los polticos.""Mas, si queremos rivalizar en testimonios, podemos ofre

    cerlos bastante abundantes.""Y en esto me salen al encuentro miradas de filsofos; pero

    slo uno habla por todos."

    23

  • "lcese, pues, alguno de la sesin conjunta de los filsofos, y principalmente..."

    Y no acumulo testimonios sobre una opinin ya reiterada hasta la saciedad; que ofrezca, sin embargo, el suyo al menos..."

    As pues, no sin razn se dice vulgarmente...""Exquisita2 es aquella palabra...Es digno de consideracin el lugar en..."Es una mxima pronunciada desde el mismo santuario de

    la sabidura."Es, sin duda, una voz muy grave, y digna de un hombre

    muy grave tambin.""Y aqu cuadra, sin duda, aquel dicho ureo y muy til para

    la vida del sabio...En esto ha dado en el clavo.3"Verdaderamente lleno de Dios, Homero, el prim er padre de

    los poetas, cant...Es un aplogo divulgado en la obra de Esopo, el maestro de

    la sabidura infantil.""Lo mismo opina Hipcrates, el gran observador de la natu

    raleza enferma, quien, segn su costumbre, de una forma tan concisa como reflexiva..."

    Desde el trpode4 Pitgoras, el mstico sacerdote de la verdadera sabidura oracular.

    Esto quera decir Scrates, el ms sabio de entre todos, con aquella simulacin5 suya, m aestra de la verdadera vida."

    Pero esto mismo dilo t, por favor, Platn, el sum o maestro en sabidura y elocuencia,6 con aqul tu sabor tico."7

    Aqu te invoco en mi ayuda, Jenofonte, preceptor de ptimos prncipes."8

    igase sobre este asunto al principal filsofo de la escuela peripattica."

    En esta cuestin me precede Epicuro, faro de la natu raleza .9

    De muchos testigos dispongo, m as a todos los despido; qudese tan slo Tucdides, perla de la discrecin."

    Habla, pues, Herdoto, leche de las Musas..."Presento como testigo muy fidedigno de este hecho a De-

    mstenes, ley y norm a de los oradores griegos."Con gracia y donaire Plauto, la lengua de las Musas del

    Lacio.

    24

  • "A propsito y apropiadam ente Terencio, cultsimo y elegantsimo."

    "Comparece, pues, Lucrecio, vate latino de la naturaleza, t que recorres los impracticables caminos de las M usas." '0

    "Mas aqu debemos or al doctsimo, y el ms docto de los romanos, Varrn " ll

    "igase a propsito de esto, en la obra de Cicern, al orador Antonio, el que mejor disimula su arte ."12

    "Mas presentar como rbitro al propio Craso, que desprecia el arte retrica ."13

    A ti te pregunto, Catn, de indomable virtud.""Propugna, no obstante, nuestra causa Csar, inmortal

    igualmente por la plum a y la espada, prncipe de la lengua y del imperio romano."

    "Esto Salustio, con su ardua y sublime facundia...""Mas bebed de Livio esta leche pursima...""Dirgete al Senado y oye a Cicern, el orador ms digno de

    la grandeza y majestad del imperio romano.""Con voz muy grave cant Virgilio, la Musa m atrona del

    Lacio."Y de esto no difiere Ovidio, vate de una fecundsim a na

    turaleza.""Sneca, como suele, de forma ajustada y apropiada a esta

    cuestin...""Y esto la elegantsima censura del rbitro..."14Lo ilumina muy bien con su candil Epicteto.""Y a esta opinin se adscribe Cebetes, el pintor de la sa

    bidura...""Con agudeza y verdad el celoso panegirista de Trajano..."He aqu que con muy disertas palabras nos presta su testi

    monio Plinio, el rom ano testigo de Ja naturaleza.""Adelntese a prestar testimonio Laercio, el escritor de los

    fastos de la filosofa..."Vota a favor de este juicio mo Auto Gelio, joyita de los

    gramticos...""Armoniza con esto aquello otro de Macrobio...""Y venero en este punto aquella generosa advertencia de

    Persio, aunque de un Persio an poco hecho..."No ms una verdadera respuesta de Apolo que lo que cant

    Juvenal, el apasionado censor infatigable de los vicios,,."

    25

  • "Cun grficamente pint al avaro en sus Sermones15 Horacio, tan mordaz con su risa .,

    Estos bienes de la vida en el campo los cant con feliz decisin el Venusino..."16

    "De modo ptimo y muy diserto, el ptimo y muy diserto Quintiliano, maestro de elocuencia...

    "Segn su costumbre Tcito, el rigurossimo censor de prncipes,17 con jugossima brevedad...

    "Y as estableci esto Plutarco, el sapientsimo rbitro absolutamente imparcial entre los valores rom ano y griego."18

    [17]DE LOS LUGARES DE LOS ARGUMENTOS CONCILLANTES

    Son propios de los oradores los argumentos destinados a conmover, por ser caracterstica de ellos la persuasin.

    Los argumentos concillantes se seleccionan de las costumbres del orador, del reo, de los adversarios y de los oyentes, de la configuracin de la propia ciudadana y de las cosas mismas.1

    De las costumbres del orador, para que el orador ponga de manifiesto la prudencia del consejo, la honradez de su nimo, la honesta razn que asiste a su empresa, su deber para con sus clientes, su respeto hacia los jueces, su benevolencia para con los oyentes, y pruebe la m esura de sus costumbres con su voz, semblante, actitud y discurso.2

    De la persona del reo, si se le presenta como un hombre de buenas cualidades y de buena conducta, que espera y confa sola y nicamente en los jueces, debe esperarse que, si ha servido bien al Estado e incluso a los propios jueces, ser tambin til en el futuro y tanto ms si resulta absuelto al Estado y (lo que ms valor tiene para granjearse voluntades) a los propios jueces.

    De las costumbres de los adversarios, si de su parte juegan la malicia, la astucia, la perfidia, la contumacia, la fuerza, la impudencia o la audacia.

    De las costumbres de los auditorios, segn difieren por su forma de sentir: pues de un modo debe construirse el discurso entre hombres alegres y de otro entre personas afligidas; o por su condicin: pues no se puede, con un mismo arte, ganar la

    26

  • voluntad de hombres buenos y malvados; o por su edad: pues los jvenes son cautivados por la gloria, los ancianos por la utilidad;3 por su estamento, por lo que el soldado es fiero, el hombre de ciudad es astuto y el campesino hosco; por el sexo, por el que los hombres persiguen lo slido y las mujeres adm iran lo vano; por la fortuna, por la que los nobles son soberbios, los plebeyos viles, los poderosos generosos, los dbiles astutos, los afortunados osados y los infortunados tmidos.

    De las costumbres de la nacin, de modo que son feroces los ingleses, graves los espaoles, imprevisibles los franceses, belicosos los alemanes y perspicaces los italianos.

    De las costumbres de la ciudadana, por las que en una repblica democrtica, como la holandesa, el orador atender a la libertad; en una aristocrtica, como la de Venecia, a la grandeza y honor de la nobleza; en una monarqua, como la nuestra, a la salud y la gloria del Prncipe.4

    Tambin se conquistan los nimos del auditorio partiendo de las cosas mismas, si se presenta la causa como honesta, grata, necesaria, til al Estado y, mucho ms an, provechosa para los propios oyentes.

    [ 18]DE LOS LUGARES DE LOS ARGUMENTOS

    QUE CONMUEVEN

    De ios lugares, en fin, que conmueven se extraen argumentos destinados a excitar o sedar las pasiones anm icas.

    La principal de todas ellas, y su fuente, es el amor, por el que perseguimos el bien; y de ste es hijo primognito el odio, por el que nos apartamos del mal.

    A stos sigue luego todo el resto de la familia afectiva: el empeo, la aversin, la esperanza, el miedo, el entusiasmo, el abatimiento, el gozo, el dolor, la alegra, la tristeza, la exultacin, el aturdimiento, la calma, la ira, la benevolencia, la envidia, el favor, el desprecio, la indignacin, la misericordia, la emulacin, la gloria, el pudor y el respeto.

    Ser tambin caracterstico del ptimo orador el saber quines, y respecto a quines, y por qu causas pueden con esta o aquella pasin conmoverse o calmarse: doctrina sta que expli

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  • ca correctamente Aristteles en la Rhetorica2 y mucho ms correctamente an en la Elhica?

    Es preciso observar que el orador declara que, de estos tres gneros de argumentos, l tan slo se ocupa de los docentes y nada antepone a proporcionar crdito a su causa: mas recurre tambin a los argumentos que conciertan las actitudes, o propone, por la fuerza misma de las cosas, aquellos otros encaminados a perturbar. Pues aunque en el discurso la sede propia de los argumentos que conciertan las actitudes sea el exordio, la de los argumentos docentes el debate y la de los que conmueven la peroracin ,4 con todo actitudes y afectos han de mezclarse con las cosas mismas y difundirse por el discurso entero, tal como la sangre por el cuerpo .5

    [19]DE LOS LUGARES DE LOS ARGUMENTOS COMUNES

    A LOS TRES GNEROS DE CAUSAS

    Viene a continuacin la doctrina sobre los lugares de los argumentos docentes, de los que slo los oradores extraen argumentos, y que por ello se llaman "lugares oratorios"; doctrina sta que, para que la comprendis, debis saber que [De los lugares retricos], as como cualquier arte tiene unos elementos que le son propios, punto de partida para realizar su obra, del mismo modo tambin Aristteles, antes que ningn otro, atribuy los suyos a la retrica1 a los que llama con frecuencia "proposiciones, a partir de los cuales ios oradores llevan a cabo su obra de persuasin. Y puesto que es triple, como hemos visto, el gnero de causas que debe asum ir el orador demostrativo, deliberativo y judicial, y es materia del demostrativo lo honesto, del deliberativo lo til y del judicial lo equitativo, de ah recoge la ingente fuerza de las proposiciones sobre lo honesto y lo deshonesto, lo til y lo intil, lo equitativo 3' lo inicuo, mas no segn las opiniones de los filsofos, sino de acuerdo con el sentido comn, conforme al cual ha nacido la elocuencia entera .2

    Pero hay quienes, con razn, culpan de excesiva y, 110 obstante, an insuficiente esta diligencia de Aristteles en la recopilacin de proposiciones: pues las recoge innumerables, mas no pueden recogerse todas, al ser infinita la regla de una cosa

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  • infinita;3 as pues, con su copiosidad, ms que equipar o instruir, abrum a al principiante; y los elementos, por su propia naturaleza, deben ser pocos en cualquier arte. Y aunque entre estas proposiciones se cuentan muchsimas dignas de ser sealadas por tan gran filsofo, a pesar de todo enum era bastantes tan evidentes por deseo de la naturaleza que obviamente carece de sentido comn aquel a quien se les deba ensear, o las recopila de un uso real tan escaso que, a mi parecer,