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I1eNueva Colecci6n IbericaEdiciones Peninsula rn.r.

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La edicion original italiana fue publicada por GiuIio Einaudieditore s.p.a., de Turin, con el titulo Calileo Calilei.© Giulio Einaudi editore s.p.a., 1957.

Traducci6n de J. R. CAPELLA

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Sobrecubierta de Jordi Fornasimpresa en Aria s.l., avoLopez Varela 205, Barcelona

Primera edici6n: noviembre de 1969Propiedad de esta edici6n (incluidos la traducci6n y el di-sefio de la cubierta), de Edicions 62 sla., Casanova 71, Bar.-celona. 11.

Impreso en Flamrna, Pallars 164, BarcelonaDep. legal B. 39.733 -1969

OONADOi POR EL t!~2~ OSWALDO mRNAN'D~ la.;\t.;rAthrertencia

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Como es bien sabido, los debates en torno a la figuray a la obra de Galileo Galilei, en vez de atenuarse con eltiempo, se han hecho -a partir del comienzo de nuestrosiglo- cada vez mas profundos y mas serios. Hay quebuscar la causa de esta acrecentada seriedad en el admi-rable instrumento de trabajo proporcionado a Ios cultiva-dores de Ia historia del pensamiento cientifico-filosoficopor la edici6n nacional italiana de Ias obras de Galileo,publicadas en diecinueve volumenes (1890-1907) =-ademasde un volumen veinteavo de indices (1909)-1 por el editorBarbera de Florencia, estando Ia edici6n al cuidado deAntonio Favaro, uno de los mas laboriosos y apasionadosestudiosos de Ia vida y los escritos del gran hombre dePisa." De 1907 en adelante se han ido sucediendo innume-rabies investigaciones, y entre ellas sobresalen algunos tra-bajos fundamentales que todavia hoy pueden ser conside-rados como los s6lidos puntos de partida para cualquierinvestigaci6n rigurosamente critica sobre este objeto.

Los temas mas importantes en que se centran las investi-gaciones galileanas modernas son fundamental mente cinco:a) relaciones de GaIileo con el Renacimiento y, en particu-lar, de su problematica tecnico-cientifica con la nueva es-tructura adoptada gradualmente a 10 largo de los siglos xvy XVI, por las llamadas artes mecanicas (en el sentido masamplio del termino): b) significado y limites de la origi-nalidad atribuible a Ia ciencia galileana frente a la deAristoteles y a la de Occam; c) presupuestos filosoficosgenerales de la revolucion metodologica realizada por Ga-lileo y caracter idealista 0 experimentalista de tales presu-

1. Se ha publicado una relrnpresion de los veinte volumeriesen los afios 1929-1939.

2. Entre las principales obras de Favaro me Iimitare a recordarlas siguientes: Galileo GaUlei e 10 Studio di Padova, en dos volume-nes, Le Monnier, Florencia, 1883;Galileo Galilei e Suor Maria Celeste,Barbera, Florencia, 1891 (2a. ed. 1935),Y la excelente Biblioarafia. ga-lileiana (1568-1895),reunida y comentada par el propio Favaro conla cotaboracton de A. Carli, Bencini, Roma, 1896 (en 1943se public6el primer suplemento a la rnisma, al cuidado de G. Boffito). En elcurso de la obra aludiremos a otros trabajos menores.

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pue.stos; d). c.ausas y fases de Ia batalla emprendida porGahleo Galilei en favor del copcmicanismo y peso que lecorresponde en Ia historia de la ciencia y de Ia cultura:e). existencia 0 no de germenes iluministas en el pens;-rmento y en las actitudes del gran cientifico,

Entre los eminentes estudiosos que mas han contribuidoa la clarificacion de alguno 0 algunos de los temas quese acaban de sefialar merecen ser recordados en primerlugar algunos extranjeros: Emil WohIwill,3 Leonard Ols-chki 4 y Alexander Koyre," a los cualcs se une =-aunquecon muchas reservas=- el astronomo vaticano Adolf Mil-ller S. J., cuyos eruditos volumenes dedicados a Galileo II

pueden tornarse como testimonio del perdurable rencor delos jesuitas contra su antiguo adversario. Entre los autoresitalianos, me Iimitare por el momento a recordar losnombres de Vasco Ronchi, Antonio Banfi Y Gioraio DeSantillar:a, a~tores de obras bastante comprometid~s quehan enriquecido de manera notable la literatura mas re-ciente sobre Galilee."

~nte tal abundancia de investigaciones tan autorizadas yreclen.tes el l~cto!" ~robablemente sc preguntara por quese qutere aqui ana~lr otra, y ello tanto mas cuanto quc,por sus modestas dimensiones, esta obra no puede compe-tir con ~as citadas. Creo que debo responder con dos tiposde consideraciones.

pi;c, pues, qu~ en primer lugar me he propuesto unobjetivo Ill.formatIvo muy precise: el de introducir con lamayor rapidez al lector no espccialista en cuestiones zali-leanas en 10 mas vivo de los problemas hoy discutidos entome a la vida y a Ia obra del gran cientffico, Este interespor los aspectos mas problematicos de la figura de Galileo

3. Par su obra Galilei und sein Kampf filr die kopernikanischeLeiire, Leopold Voss, Hamburgo-Leipzig, en dos gran des vohimenes,el p~Jmero publ icado en 1909y el segundo, p6stumo, en 1926 (el autormurto en 1912).

4. Por au obra Galilei lmd seine Zeit, Max Niemeyer Verlag,Halle, 1927.

5. Par su obra Etudes Galileennes, en tres vohimenes, Hermann,Paris, 1939.

6: .Galileo Galilei und das kopernikanische Weltsystem y DerGaltlet Prozess, Herdersche Ver'Iagshandlurig, Freiburg im Brisgau1909. '

7. V. RONCHI,Galileo e il cannocchiale, Istituto Editoriale IdeaUdJne, 1942; A. BANFr, Galileo Galilei, Ambrosiana Milan 1949:G. DE SANTILLANA,The Crime of Galileo, Universiiy of chiCag~Press, 1955 [existe traducci6n castellana de esta ultima obra].

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habra de obligarme, obviamente, a dar especial relieve aalgunos de sus pensamientos y actos dejando en cambiootros -tal vez mas conocidos- en segundo plano. De cual-quier modo pondre el mayor cuidado en que elIo no alterela objetividad de la exposici6n sino que sirva solamentepara hacer mas inmediatamente comprensible el intereshistorico y te6rico de la obra de Galileo.

El especialista en cuestiones galileanas advertira que enel curso del volumen aparecen aqui y alla algunos temasinterpretativos nuevos: confesare que tambien estes cons-tituyen para mi una justificaci6n de la labor emprendida.Se trata de temas que en su mayoria provienen de la par-ticular orientaci6n metodologica-iluminista que he dado ami lectura de los textos de Galileo, por 10 demas objetivay escrupulosa, Esta claro que el lugar y el modo de pre-sentarlos me impiden corroborarlos con todas Ias pruebasque serian necesarias para hacer que se acepten; sin em-bargo, me basta presentarlos como sugerencias, esperandoque con el tiempo puedan mostrar una cierta fecundidad.

Lo importante es que de Ias diversas aIusiones alas in-terpretaciones antiguas y nuevas brote claramente Ia ri-queza en verdad admirable del pensamiento de Galileo y eIsignificado decisivo de su batalla cultural en la historiadel mundo moderno. Un estudio realista de su personali-dad, muy hurnana tanto en Ias cualidades positivas comoen Ias negativas, ha de ser altamente educativo para cadauno de nosotros: sus mismos errores, sus debilidades ysus ilusiones constituyen valiosas ensefianzas para quien-quiera que pretenda seguir, con plena consciencia, el ca-mino abierto por el,

L. G.

NOTA.- Al dar a la imprenta la segunda edicion del presentevolumen deseo dar las gracias POl' sus valiosas sugerencias alestudioso americano Stillman Drake, quien, al preparar la tra-duccion para la casa McGraw Hill de Nueva York, ha tenido abien enriquecerla con utilisimas anotaciones que confirman unavez mas sus conocimientos excepcionales de cuanto guarda rela-ci6n con Galileo. He creido oportuno hacer mencion explicitade algunas de ellas, que me parecen de especial relevancia, ennotas.

En 10 que se refiere a Ios estudios sobre Galileo aparecidosen Italia desde 1957 me Iimitare a recordar:V. RONCHI, n cannocchiale di Galileo e la scienza de~ Seicento

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(Edizioni Scientifiche Einaudi, 1958), nueva edici6n, revisada,de la obra de 1952 citada ya.

G. DESANTILLANA,Processo a Galileo (Mondador i, 1960), traduc-ci6n revisada de la obra The Crime of Galileo, citada ya.

G. GALILEI,Discorsi e dimostrazioni matematiche intorno a duenuove Scienze, con introducci6n y notas hist6rico-criticas deA. Carugo y L. Geymonat (Boringhieri, 1958).Deseo sefialar ademas los doce Ga!ileo Gleanings de STILLMAN

DRAKEpubhcados en diversas revistas ("Isis", "Osiris", "Physis"),en especial el cuarto ("Isis", diciembre de 1958) y el doceavoC'Physis", 1962, fasciculo I), que contienen algunas interesantesadiciones a la Bibliografia galileiana citada aqui en la nota 2de la Advertencia.

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L. G.Septiembre de 1962.

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Capitulo 1Juventud

1. Galilee Galilei nacio en Pisa el 15 de febrero de 1564,hijo de Vincenzio Galilei (1520-1591),musico y comerciante,y de Giulia Ammannati di Pescia (1538-1620).

Vincenzio y sus antepasados eran florentinos; la familiaGalilei habra side tiempo atras una de las mas ilustres dela ciudad. Uno de sus antepasados, un tal Tommaso diBuonajuto, habra formado parte del gobierno dernocraticode Florencia, sucedicndo al Duque de Atcnas en 1343.Casiun siglo mas tarde otro rniembro de la familia, magisterGalilaeus de Galilaeis (nac. 1370,m. entre 1446y 1451),habraside medico de fama y alferez de justicia; su tumba, toda-via existente en Santa Croce, se convirti6 mas tarde en Iatumba de familia de los Galilei (en ella fue enterradotarnbien Galilee). Un herrnano del "magister" citado fuebisabuelo de Vincenzio. En el siglo XVI la familia debia dehaber decaido un poco, al menos en el aspecto financiero;en efecto, fueron las dificultades economicas las que obli-garon a Vincenzio a dedicarse al comercio adem as de Iamusica. Precisamente por razones comerciales se trasladoa Pisa; alli se caso en 1562y nacio su primogenito, Galileo.

Vincenzio Galilei tuvo una cultura bastante ampIia, en-riquecida por muItitud de intereses; no solamente fue unmagnifico concertista de laud sino tambien un teorico dela musica (como tal forma parte activamente de la Acca-demia 0 Camerata dei Bardi), y fue ademas un buen cono-cedor de las lenguas clasicas e incluso de la matematica.Se conscrvan varias obras suyas sobre teoria musical; bas-ta citar tres: Il Fronimo, el DiaZogo della musica antica edella rnod.erna y el Discorso intorno all'Opera di MesserGioseffo Zarlino da Chioggia, en Ias que poJemiza aguda-mente con el maestro Zarlino, de quien habfa sido disci-pulo, sosteniendo la necesidad de "volver a encontrar lamusica antigua", esto es, de volver a la rnelodia de unasola voz en contraposicion a la polifonia contrapuntista delos venecianos. Galileo habria de heredar de su padre,junto con el amor a la musica, su independencia de carac-tel' y su espiritu fuertemente combativo.

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Adernas del prirnogenito, Galilee, Vincenzio tuvo otrosdos hijos y cuatro hijas; sin embargo, las huellas de unhijo y de dos de las hijas se pierden en seguida. En cam-bia los demas, Virginia (nac. 1573),Michelangelo (nac. 1575)y Livia (nac. 1578),tendran una gran importancia en la vidade Galileo. Los compromisos que contraeria, incluso canexcesiva generosidad, para atender a sus siempre crecien-tes exigencias financieras, as! como a Ias de su madre (rnu-jer de la que no puede decirse que fuera tierna y compren-siva), habrian de constituir una de Ias causas secundariasde sus continuos afanes y de sus repetidas peregrina-ciones.

La familia Vincenzio Galilei permanecio en Pisa hasta1574 aproximadamente para volver despues a Florencia.Par tanto, Galileo recibio en estas dos ciudades su primeraeducaci6n, de caracter netamente humanista. Tambien pasoalgun tiempo en el monasterio de Santa Maria di Vallon:-brosa -no sabemos si como simple alumna 0 como novi-cio-, donde aprendio los primeros elementos de logica.

En septiembre de 1581 Galileo Galilei se matricula enla Universidad de Pisa, en la Facultad "de los artistas",como estudiante de medicina. Es muy probable que eldeseo de que el joven emulase a su glorioso antepasadofuera 10 que decidi6 a Vincenzio Galilei a orientar a suprimogenito hacia este tipo de estudios. Pero Galileo nomostr6 par ellos ningun interes serio y acab6 volviendo aFlorencia en 1585 sin haberlos terminado, es decir, sin ha-ber conseguido el correspondiente titulo de doctor. Entre-tanto habia tenido lugar, sin embargo, un hecho que habriade ser decisive para la carrera del futuro cientifico.

En 1583,mientras estaba en su casa durante unas vaca-ciones, Galileo consigui6, sin que 10 supiera su padre, queun amigo de la familia, Ostilio Ricci, le iniciara en e1 estu-dio de la matematica, Galileo no era ya un niiio (en reali-dad tenia diecinueve afios), pero mostro tal entusiasmopor esta ciencia completamente nueva para el que Ricciquedo vivamente sorprendido. Prefirio decirselo a 5U padre,ragan dole que Ie autorizara a proseguir Ias Iecciones; Vin-cenzio accedi6 a condicion de que estas no se intensificarandernasiado para no apartar al joven del estudio, muchomas remunerador, de la medicina. Sin embargo, no muchodespues Galileo empez6 a proseguir por si mismo Ias in-vestigaciones matematicas y frente a sus rapidisimos pro-gresos el padre tuvo que rendirse, autorizando al [oven

para que se dedicara cada vez mas lntensamente a suciencia preferida,

2. Ostilio Ricci da Fermo, discipulo de Nicolo Tarta-glia -el celebre algebrista a quien se debe el descubri-miento de Ia formula resolutoria de las ecuaciones de ter-cer grado- vivia en Florencia como profesor de la Accade-mia del Discgno, una escuela para artistas fundada en 1563,donde se ensefiaban, entre otras, diversas materias de ca-racter cientffico-tecnico: matematica, teorfa de la perspecti-va, astronomfa, mecanica, tecnica arquitect6nica y ana-tomia.

De Tartaglia habia aprendido Ricci a estudiar la mate-matica con mentalidad de ingeniero, viendo en ella no yaun estudio general de conceptos abstractos sino un con-junto de investigaciones relacionadas con el arte militar,Ia arquitectura y en general Ios trabajos practices. Tratode dar este mismo caracter a su propia ensefianza, por 10que la matematica acabo tomando en sus lecciones el as-pecto de una ciencia casi experimental. Siendo un estudiosomuy apasionado, al igua1 que sus conternporaneos, de Iosgrandes ge6metras griegos, senti a una clara predileccionpor Arquimedes, en quien veia la realizaclon mas perfectade la mentalidad matematlco-experimental que se acabade describir; por este mismo motivo, pocos afios antes,habia inducido a Tartaglia a publicar en latin varias obrasdel gran cientffico de Siracusa. Este amor por Arquimedessera uno de Ios mas preciosos legados transmitidos porRicci a Galileo.

Tampoco en Galilee la pasion por la matematica habriade disociarse jarnas del interes por la observacion, la medi-cion y el dibujo; Ia matematica se le apareceria desde elprincipio como un instrumento poderosisimo para conocerIa naturaleza, para captar sus mas Intimos secretos, paratraducir los nrocesos naturales en razonamientos precis as,coherentes y' rigurosamente verificables.

Mientras que en aquellos afios Ia ensefianza de la mate-matica se descuidaba casi par completo en Ia Universidadde Pisa -par 10 que, como hemos visto, Galileo tuvo quebuscarse un maestro de esta disciplina en Florencia, entre10s arnigos de su padre- no puede decirse 10 mismo de 1affsica, Ensefiaba esta disciplina un docto aristotelico, Fran-cesco Bonamico, florentino, profesor de filosoffa, Aunqueno dispongamos de ningun testimonio preciso, podemos

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vacion, que habria de atraerle con entusiasmo siemprecreciente hacia el tipo de observaciones muy deterrninadascultivado por los maternaticos de la escuela de Tartaglia.Tambien digno de mencion es el hecho de que, determinadoel isocronismo de las pequefias oscilaciones, Galileo seesforz6 inmediatamente -como recuerdan sus bi6grafos-por aplicarlo a la medicion de Ia frecuencia del pulso y deotros intervalos de tiempo breves, indicio de que inclusoentonces sentia Ia tendencia a transformar Ios descubri-mientos cientificos en principios practices, utiles para elhombre. Veremos que esta tendencia sera ininterrumpida-mente una de las caracteristicas fundamentales de todasu actividad.

estar seguros de que Galileo sigui6 los cursos de Bonamicoy de que durante algun tiempo experiment6 su influencia;para convencernos de ello basta cornparar 10s fragmentosgalileanos conocidos corrientemente con el titulo de Juve-nilia (que todo tiende a indicar que corresponden a 1584aproximadamente) con la obra De motu (en diez libros)del citado profesor. Se advertira que estos fragmentos re-producen con extrafia claridad Ios razonamientos del aris-totelico y desarrollan los mismos conceptos. La cienciatratada por el maestro y por el discipulo no tiene nadaque ver con Ia fisica en el sentido moderno del termino,sino que es una cosmologia general en la que se pretendenencontrar 10s principios de la explicaci6n de los hechosparticulares: una sintesis mas 0 menos feliz de la metafi-sica finalista y de la experiencia del sentido comun,

Es muy significativo que el primer impulso para elabandono de este viejo tipo de fisica y para su sustituci6npor una investigacion rigurosa, limitada a grupos de feno-menos bien determinados, Ie haya llegado a Galilee preci-samente de matematicos como Ostilio Ricci. Probablementese encontr6 durante algun tiempo bajo Ia influencia simul-tanea de las dos orientaciones; mas tarde acab6 por preva-Iecer la matematica para desastre total de Ia orientaci6nffsico-aristotelica. Sin embargo, volveremos sobre el aban-dono de la fisica de Aristoteles por parte de Galileo en elapartado cuarto, cuando hablemos de la fase intermediaatravesada por el bajo la influencia de los llamados "fisi-cos parisinos",

Puede tener cierto interes recordar aqui que precisamen-te a 1583,el afio en que Galileo inici6 sus estudios materna-ticos, corresponde su primer descubrimiento cientifico enel sentido moderno de Ia palabra: me refiero al descubri-miento del isocronismo de las oscilaciones del pendulo (so-bre 10 que habria de volver en su obra cientifica princi-pal de 1638).

Miiller observa que este isocronismo habia sido descu-bierto ya por el astr6nomo arabe Ibn Junis: no obstante,esta fuera de duda que en Europa era casi desconocido yque el joven Galilee no habia oido hablar a nadie de ello.Ahora bien, el hecho de que nuestro estudiante haya sabi-do comprender, contemplando las osci1aciones de una lam-para en el Duomo de Pisa, una propiedad de tanta impor-tancia demuestra que en su mente se estaba desarrollandoya una actitud completamente nueva: el espiritu de obser-

3. Vuelto a Florencia en 1585,el joven cientffico pasacuatro 0 cinco afios con su familia sin una profesi6n deter-minada, tratando de enriquecer sus propios conocimientosen los mas diversos campos -matematico, filosofico, lite-rario-, en fecundo contacto con el vivo arnbiente culturalfrecuentado por su padre. Banfi describe como sigue laspreocupaciones literarias de Galileo: 1

"AI amor y el conocimiento de los clasicos -sus prefe-ridos eran Virgilio, Ovidio, Horacio y Seneca- se une suinteres por la literatura de su tiempo. Lo que busca enella -y que es 10 caracteristico de la poesla, a diferenciadel saber- es el juego nuevo de la fantasia, ya sea queesta, saliendose de la compuesta y ordenada realidad con-vencional, florezca con satirica comicidad en los capitulosde Berni 0 en Ias comedias de Ruzante, liberando al almadel peso y de las convenciones cotidianas, ya sea que, crean-dose un rnundo propio como en el poema de Ariosto, de vidaen el alas imagenes del suefio, a los innumerables mitosen que la humanidad se busca y se reconoce."

A este perfodo corresponden las dos Lezioni circa la[igura, sito e grandezza dell'Inferno di Dante lefdas porGalileo en la Academia florentina en 1588.EI objetivo queen ellas se prop one el autor es defender Ia hip6tesis deManetti sobre la topografia del Infierno del Dante; pero10interesante es el modo en que se desarrolla esta defensa,que da Iugar a una serie de problemas geometricos queGalileo resuelve con rigurosa habilidad matematica y conun dominie perfecto del texto interpret ado.

1. Op. cit., p. 72.

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finalmente, en 1589y con un contrato por tres afios, unacatedra de maternatica en el Estudio de Pisa. EI gran du-que, Ferdinando I, Ie concedio el ambicionado puesto porrecomendaci6n del cardenal Francesco del Monte, hermanodel matematico Guidobaldo citado poco mas arriba. Enrealidad se trataba de una catedra no muy importante yciertamente nada bien remunerada (sesenta escudos anua-les, mientras que Girolamo MercuriaIes, profesor de medi-cina, percibia dos mil); sin embargo, Ie daba al joven pro-fesor unos ingresos seguros aunque pequefios, Y, con eltiempo, le proporcionaba un medio para dar una prirneraprueba, en el ambito de la cultura oficial, de su capacidadcomo estudioso.

De esta manera Galileo podia volver a entrar, con elcargo de profesor, en aquella misma Universidad de Iaque se habfa alejado cuatro afios antes sin haber terrni-nado siquiera los estudios en que su padre le habia matricu-lado. Su honor personal estaba a salvo. El 12 de noviembrede 1589dio la primera lecci6n; dos dias despues las clasesregulares. Los tres afios que habria de pasar en Pisa sefia-larian un progreso muy notable en el desarrollo de supensamiento.

En cuanto a la actividad propiamente ffsico-matematica,recordaremos que en 1586 Galileo habia inventado la ba-lanza hidrostatica para la determinacion del peso especlii-co de los cuerpos y habia escrito sabre este tema un brevepero interesantisimo trabajo titulado La bilancetta queconstituy6 en cierto modo su iniciaci6n en la produccioncientifica (no fue impreso en vida de Galilee, pero circuloentre sus amigos y conocidos y mas tarde entre SllS alum-nos). En el es evidente Ia influencia de Arquimedes, ya seapor el problema tratado, ya pOl' el rnetodo para resolverlo,Podemos advertir en el una prueba indiscutible de que laenseiianza de Ricci estaba dando sus prirneros frutos no-tables.

Otro trabajo evidenternente inspirado par Arquimedes10 constituyen unos cuantos teoremas sobre el baricentrode 10s cuerpos, cuyo descubrimiento se situa, muy proba-blemente, en el bienio 1586-87.Galilee no public6 estesteoremas hasta bastante mas tarde, en 1638,como apendi-ce de la que habria de ser =-como hemos sefialado ya- suobra cientifica principal: 10s Discorsi e dimostrazioni ma-tematiche intorno a due nuove scienze; sin embargo, Iosteoremas citados circularon en seguida entre los estudiososinteresados en estos problemas y procuraron a su autorla estima sincera de los mejores matematicos de la epoca,Entre ellos nos limitaremos a recordar aqui al marques Gui-dobaldo del Monte, que fue, segun el mismo Galileo, quienmas le estimulo a este tipo de investigaciones, y el jesuitaaleman Cristoph Klaus (latinizado en Clavius), que se intere-so mucho por el trabajo, iniciando una correspondenciacientifica con su autor (tendremos que volver a hablar Iarga-mente del padre Clavius en el capitulo 3).

Entretanto Galileo buscaba afanosamente una colocacionque le permitiera proseguir sus estudios con tranquilidad.Es cierto que daba algunas lecciones de matematica enFlorencia y en Siena, pero comprendia claramente ques610 una ensefianza regular Ie proporcionaria la indispen-sable autonomia financiera. Tras algunas gestiones falli-das con algunas universidades -pOl' ejernplo la de Bolonia,que prefiri6 el matematico Antonio Magini a Galileo, lla-made a ella el 4 de agosto de 15882_ consiguio obtener

4. Para deterrninar con exactitud el progreso realizadopor Galileo durante los tres afios que paso en Pisa comoprofesor de matematicas seria necesario poder precisarel desarrollo de sus concepciones segun las que habrfande ser las dos directrices principales de su actividad decientifico: la astronorma y la dinamlca, Sin embargo, la do-cumentaci6n que ha llegado hasta nosotros no nos permiteuna respuesta precisa al respecto.

En 10 que se refiere a la astronomia, se ocup6 de ellaincluso durante la epoca a que nos refelimos; sabemosque el profesor de matematicas tenia la obligaci6n de in-cluir en su programa 0 bien la geometria de Euclides 0bien el sistema ptolemaico. Sin embargo, ique pensabapersonalmente Galileo sobre esta cuesti6n entre 1589 y1592?Que en sus lecciones fuera un escrupuloso expositorde este sistema no es suficiente para concluir que estu-viera realmente convencido de la verdad ptolemaica; vere-

2. A fin de consegutr algun apoyo Galileo realiz6 en 1587 unviaje aRoma -el primero de su vida- que mostr6 ser Imrtil,Para Ias tentattvas de Galileo para conseguir el nombramiento enBoloma ct. eJ ensayo de A. FAVAR., Galileo Galilet lid il Magluf

aspiranti ad una lettura dt Matematica nello Studio dt Bologna,cAttl del Reale Istttuto Veneto dl Scienze, Lettere e Art!>, volu-men LXXXII (1922-23), parte II. pp. 145-51.

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mos que en Padua continuara exponiendola con igual es-crupulo, aunque en privado habra de defender la verdaddel sistema copernicano.

A falta de documentos, las opiniones de los estudiososde Galileo son discordantes. Algunos, como por ejemploMUller, sostienen que durante estos alios fue un sinceroseguidor de Ptolomeo. En cambio otros, como Wohlwill yTimpanaro," afirman decididamente que se habia conver-tido ya en copernicano. La soluci6n mas plausible de estedifidl problema me parece que es la esbozada por Koyre,'quien admite que la conversi6n de Galileo al copernicanis-mo corresponde a estos alios pero la relaciona sobre todocon sus estudios sobre el movimiento, iniciados con su nom-bramiento en Pisa:

"Sin duda seria exagerado pretender -escribe- que laobra de Galileo haya nacido enteramente de sus preocu-padones cosmologicas... Sin embargo, no es menos ciertoque semejantes preocupaciones desempefian una funci6nde importanda absolutamente primordial en el pensamien-to y en los estudios de Galileo y que incluso desde su ju-ventud, incluso desde el tratado y el dialogo sabre el mavi-miento esbozados par el. en Pisa, le vemos plantearse pro-blemas que no cobran un significado pleno y completosi no es en fund6n de la concepci6n copernicana del Uni-verso." 5

Sin ir mas lejos en la discusion, me parece no caer enel error si se admite que, a pesar de que Galileo dio real-mente -durante el trienio de Pisa- algunos pasos nota-bles hacia el copernicanismo, estes estuvieron determina-dos fundamentalmente por la rnaduracion de sus propiasconcepciones rnecanicas, y, que por tanto, hay que con-centrarse sobre todo en estas ultimas para esclarecer elprogreso de su pensamiento.

Las concepdones mecanicas elaboradas por Galileo du-rante el periodo de Pisa estan contenidas en varios manus-critos reunidos por el mismo bajo el titulo unico De motuantiquiora; los resultados mas importantes de estas inves-tigaciones se "engarzaran" mas adelante en las obras deGalileo publicadas muchos alios mas tarde.

3. En el prefacio al volumen II de la selecci6n de Obras deGalileo publicados por Rizzoli, Milan, 1936-1938.

~ O~~~v~~c~.~~~~5. La cursiva es mia.

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Galileo advierte, con todos 10s ffsicos de su tiempo(aristotelicos 0 no) la importanda central del problemadel movimiento: admite que este problema ha de consti-tuir el punta basico de todo tratamiento cientffico de losfen6menos naturales. Sin embargo, el camino emprendidopor el para explicar el movimiento esta ya cornpletamentefuera de los esquemas aristotelicos.

lQue influencias se han dejado sentir sobre el jovenprofesor de Pisa para inducirle a abandonar esquemas tandifundidos y autorizados? Para responder a esta preguntaes preciso detenerse, aunque sea muy brevemente, en laobra que constituy6 la lcctura mas importante de Galileoen aquellos alios: el Diversarum speculationum. mathema-ticarum et ph.ysicarum liber, de Giovanni Battista Benedetti(Turin, 1585).

Entre los cientificos de la generacion anterior a la deGalileo,Benedetti fue el defensor mas original y convencidode la teoria del impetu. Como es sabido, esta celebre tecria-cuyo origen corresponde a Juan Filop6n, comentarista dela ffsica aristotelica del siglo VI- en los siglos XIV y XV ha-bia encontrado muchos y valiosos defensores entre los den-tfficos de Paris, por 10 que se la conocia generalrnente conel nombre de "fisica parisina". En el siglo XVI habia obteni-do una amplia difusi6n en Italia y habia sido admitidapor el propio Tartaglia.

Las criticas suscitadas por ella contra la mecanica aris-totelica se centraban en la explicaci6n de 10s llamados"movimientos violentos", como por ejemplo el movimientode los proyectiles. Mientras que Aristoteles habia preten-dido que la causa de los mismos se hallaba en el medioambiente en que se mueven los cuerpos (el aire, elagua, etc.), 10s mantenedores de la teoria citada la busca-ban, en cambio, en una entidad no mucho mejor definida-el "impetu"- que se introduciria en los cuerpos mismosen el acto por el cual se les imprime el movimiento vio-lento. Aunque hoy ambas explicaciones nos parecen inacep-tables, no hay duda, sin embargo, de que la de los "fisicosparisinos" estaba mucho mas de acuerdo con los hechosque la de Arist6teles. Basta pensar que segun la teoriaaristotelica el movimiento violento tendria que ser impo-sible en el vacio; los defensores de la teoria del impetuadvirtieron 10 absurdo de esta pretensi6n y, en contrapo-sici6n a ella, se convirtieron en paladines de la posibilidaddel vacio.

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La lectura de la obra de Benedetti pes6 decisivamenteen la formaci6n de Galileo: en realidad Ie bizo compren-der Ia consistencia de los argumentos antiaristotelicos delos parisinos y a deducir de ello la inaplazable necesidadde abandonar para siernpre los esquemas de Arist6teles.Hay que advertir -como recuerda Koyre-s- que Benedet-ti era copernicano, y por tanto, que es posible que suinfluencia baya desempefiado tambien un papel nada des-preciable en la evoluci6n de Galileo bacia el copernica-nismo.

Sin embargo, Galileo comprendio en seguida que habiaque dar una importancia nueva y fundamental a dos ele-mentos apenas tratados en la exposicion de Benedetti: elelemento matematico y el elemento ernpirico. En estepunto se dejaban sentir en el por un lade Ia influencia delas lecturas de Arquimedes y por otro la mentalidad delos tecnicos renacentistas, ansiosos de mantener inescin-diblemente relacionadas Ia teoria con la practica, la expli-caci6n cientifica con el control empirico. Sobre todo laexigencia de matematizar la fisica le haria advertir que elambiguo concepto de "Impetu" era insostenible y Ie con-vencerfa de la necesidad de constituir una nueva mecani-ca Iiberada tanto de los esquemas aristotelicos como delos de Ja fisica parisina, En el capitulo 2 volveremos so-bre el elemento empirico. En el De motu apenas ba empe-zado este proceso de maduracion y la teoria del impetu,aunque modificada y completada en diversos puntos, cons-tituye todavia el trasfondo del pensamiento de Galileo Ga-lilei.

Sin embargo, bay algo que a mi modo de ver debe des-tacarse ya, dado que puede ser muy uti! para comprenderel significado que tendra en 10 sucesivo la matematizaci6nde la fisica por Galileo. Este no busca una matematizaci6nanaloga a la de los neoplat6nicos, que pretendfan ballaren los numeros la esencia de los fen6menos naturales. Loque trata de conseguir mediante la matematica es, sabretodo, el rigor en los conceptos y en las deducciones: Me-thodus quam in hoc tractatu servabimus et erit, ut semperdicenda ex dictis pendeant ... Quam quidem methodum.mathematici mei me docuere (I, 285).6 Adviertase el plu-

ral mathematici mei, sefial de que Galilee no pretendereferirse solamente a Arquimedes sino a cuantos fueronmaestros suyos en esta disciplina, esto es, a los que Ieensefiaron a estudiarla, como bemos clicho ya en el aparta-do segundo, no como teorfa general de esencias abstractassino como instrumento cficaz para una discusion coberentey rigurosa de los problemas concretes.

5. A pesar de los notables progrcsos realizados porGalileo en los terrenos cientificos que acaban de ser anali-zados, no bay que creer que dedicara todo su tiempo alasinvestigaciones astron6micas y mecanicas, Ello no ocurrioen casi ningun perlodo de su vida, y menos en el de Pisa,en el que la juvenil exuberancia de sus fuerzas Ie incitabaa ejercitar Sll rica personalidad en toda clase de iniciati-vas.

Baste recordar sus mordaces ataques a la mentalidady a los trajes academicos de sus colegas del Studio dePisa, en el irrevercnte capitulo satirico al modo de Berni"Centro il portar la toga". compuesto precisamente en estosafios, En el, tras babel' demostrado que e1 sumo bien con-siste en ir desnudo, Galileo dice resignarse, si, a ir vestido,pero no a llevar toga.

Ma ch'io sia per voler portar la toga,Come s'io [ussi qualche Fariseoo qualche scriba a archisinagogaNon 10 pen.sar ...

A un ehe vadQ in toga non convieneIl portar un vestito che sia [rustoA voler che la toga vadia bene ...

E eosi viene a raddoppiar la spesa;E questa a chi non ha molti quattriniE una dura e [aticosa impresa

6. Todas las eitas de Galileo se refieren a Ia edici6n naclonalltallana; como es babitual, las clfras romanas Indican el volumeny Ias otras Ia pagma.

Sappi che questi tratti tutti quantiFuron trovati da qualcuno astutoPer dar canzone e pas to agli ignoranti,

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*Che tengon pili valente e pia saputoQuesta di quel, seconde ch'egli araUna toga di rascia 0 di vellutoDio sa poi lui come la cosa stal *

En seguida algunos hechos de la mayor importancia,que incidiran profundamente en la futura suerte de GaIi-leo, contribuiran a moderar el descuido de la vida iniciadaen Pisa. EI primero y mas grave de estos acontecimientosfue la muerte de su padre (1591), que de improviso cargosobre las espaldas del prirnogenito el peso de la numerosafamilia (madre, herman os y hermanas), colocandole en lamas absoluta necesidad de acrecentar sus rniserables in-gresos. Afiadase a esto que el ambiente acadernico, heridovarias veces pOI' el caracter polcmico de Galileo, se Iehacia cada vez mas hostil, 10 cual le hacia pensar que na-die apoyaria una petici6n de aumento de su paga. Y tam-poco hay que olvidar, por ultimo, que la sinceridad mos-trada por Galileo al expresar su juicio negativo sobre unapretendida invenci6n tecnica idcada POl' un miembro dela familia Medicis acab6 haciendole perder -precisamenteen el momento en que mas 10 necesitaba- el favor delGran Duque. A principios de 1592 Galilee lIeg6 a encon-trarse no s610 sin ninguna esperanza de una mejora en suretribuci6n sino incJuso bajo la muy concreta amenaza deperder su puesto al finalizar los tres afios estipulados enel contrato (que expiraba el otofio siguiente), Dada Ia ur-gencia de buscar a toda costa una nueva plaza en cualquierotra universidad, Galileo volvio a recurr'ir a la acreditadaamistad de Guidobaldo del Monte, quien intervino nueva-mente con prontitud y generosidad rccomendandola calu-rosamente al Studio de Padua (donde estaba vacante lacatedra de matematica, libre desde 1588por la muerte desu titular, Giuseppe Moletti). Galileo hizo un viaje a Vene-cia a primeros de septiembre de 1592 para presentarsedirectamente alas autoridades de la Republica (que finan-ciaban la Universidad de Padua), y supo granjearse tanviva e inmediata simpatta que el 26 del mismo mes obtuvoe1 nombramiento deseado (con un contrato de cuatro afios,ampliable por otros dos si obtenia el beneplacito del Dogo).

Desde el punta de vista econ6mico no era un gran pro-greso respecto de su situacion en Pisa (la paga ofrecidaen Padua era solamente de ciento ochenta florines anuales),pero podia confiar en posteriores aumentos, incluso en au-mentos de importancia, por el ejemplo de los que habiansido concedidos a Moletti, su antecesor. Aceptado el nom-bramiento, despues de haber obtenido la autorizacion delGran Duque, Galilee march6 inmediatamente a Padua, don-de dio la primera lecci6n el 7 de diciembre del mismo ana.

Es muy probable que tambien correspondan al periodode Pisa las Considerazioni sul Tasso 0 al menos parte deellas. Estas Considerazioni, al igual que las Postille all'Arios-to (de Iecha incierta) consisten en anotaciones diversas,afiadidas por Galileo al margen de sus ejemplares de laGerusalemrne Liberata y del Orlando Furioso 0 escritos enhojas separadas, intercaladas entre estas dos obras. Locierto es que en- los afios en cuestion GaliIeo continuo in-teresandose vivamente poria poesia, como habia hecheya en Florencia, y, al participar en el debate -de gran ac-tualidad entonces- acerca de la superioridad artistic a deAriosto 0 de Tasso, no temio expresarse con Ia mayor de-cisi6n en favor del primero, exaltando su maravillosa fan-tasia y su falta de prejuicios, que no alteran la armonia desus imageries poeticas. Como muy bien escribe Banfi," pues-to que Galileo "tiene el gusto de lo fantastico y de la ex-travagancia curiosa de su tiempo, reprocha a Tasso sufalta de fantasia y la lenta monotonia de sus imagenes yde sus versos, y 10 que arna en Ariosto no es tan s610 lavariedad de sus bellos suefios, el cambio rapido de situa-ciones, la alegre elasticidad del ritrno, sino el equilibrioarm6nico de este ultimo, la coherencia de las imagenes, launidad organica -en la vai-iedad=- de la fantasia poetica, Elfundamento de su gusto, a pesar de sus ricos elementos ba-rrocos, es y sigue siendo clasico: la Iimpieza de la cons-trucci6n y la eIegante y mesurada armonia, que resuelve sinesfuerzo en si misma e1 juego de la intuici6n compleja,sigue siendo el criteria fundamental de su juicio estetico,al igual que de su expresion Iiteraria",

* Pero que yo este en favor de llevar toga I como si fuese unfariseo cualqulera I 0 un cualquier a escriba 0 archtslriagoga I INipensartot I (...) I a quien vista la toga no conviene I lIevar traresratdos / st quiere que la toga bien Ie siente.; / C..) I De estamanera Ilega a doblar el gasto I en verdad dura empresa y fati-gosa I para aquel que no tiene muchos cuartos / (._.) / (...) / Has desaber que todos estes rasgos / trobados fueron par algun astuto /para dar pasta y canci6n a los ignorantea / que tienen por massabto y mas valioso / a este 0 a aquel, a tenor de que lleve I togade rasa 0 toga de velludo I IY sabe Dios como andara la casal

7. o». cit., p. 59.

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Capitulo 2 1El periodo de Padua

1. Como eI propio Galileo escribirfa, no sin un velode nostalgia, en una carta a Fortunio Liceti del 23 de ju-nio de 1640, Ios dieciocho afios pasados en Padua fueronsin duda 10s mejores de su vida.

A pesar de que, por 10 exiguo de su estipendio inicialy por sus gastos crecientes, su situaci6n econ6mica conti-nu6 siendo apremiante -volveremos sobre la cuesti6n enesta misma secci6n- no tard6 en experimentar los bene-ficiosos efectos del traslado a su nueva catedra, Hall6 a sualrededor un ambientc mucho mas vivo y estimulante,capaz de suscitar en los espiritus un sereno optimismo yuna entusiasta confianza en las posibilidades realizadorasdel hombre. Se trataba de un ambiente caractcrizado poruna sincera cordialidad entre colegas y amigos, ademas depor una extraordinaria riqueza de intereses culturales;mas que nada, mostraba ser muy fecunda la amplisimalibertad de pensamiento asegurada por la Republica deVenecia a todos los estudiosos.

Para ilustrar la cordialidad extendida entre Ios profe-fesores de la Universidad de Padua nada puede ser masutil que hablar de Ias relaciones entre dos adversarios de-cIarados: nuestro GaIileo y Cesare Cremonini, el encarni-zado defensor de la tradici6n filos6fica paduana del aristo-telismo averrofsta.' No hay duda de que desde los prime-ros afios debieron hallarse en claro desacuerdo sobre mu-chas tesis de gran importancia teoretica: pues bien: ellono impidio que fueran tan amigos que recurrieran el unoal otro en las mas dificiIes circunstancias, De documentosseguros se desprende que Cremonini ofreci6 su garantia aGalileo cuando este solicito, en 1608, un gran anticipo (queno era el primero) a Ia administracion de la Universidad;parece que en otras ocasiones fue Galileo, en cambio, quienayudo de forma positiva a su colega. Tambien es cierto

1. En el stgto XVI se llamaba eaverrotstae a toda forma de aris-totellsrno heterodoxo, independientemente de que se Insplrara en elcornentario a Arist6teles de Averroes 0 en el de Alejandro deAfrodisia.

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que en el proceso abierto por la Inquisicion contra Crerno-nini (proceso en el que fue defendido con exito por elgobierno veneciano) la indagaci6n se extendi6 tambien=-como veremos- a la persona de Galileo.

Ademas de los circulos culturales de Padua Galileo soliafrecuentar los de Venecia, a donde iba con frecuencia dadala proximidad de las dos ciudades. De este modo pudorelacionarse con las familias mas influyentes de la Repu-blica, y en particular con j6venes arist6cratas de espiritumuy abierto, que apreciaban en alto grado su espiritu agu-do y sin prejuicios y su conversacion, siempre viva y bri-llante. Uno de los gentilhornbres venecianos mas vincula-dos a Galileo fue precisamente Giovanfrancesco Sagredo(1571-1620), que seria inmortalizado en los dialogos de Ga-lileo como el inteligente interlocutor de los mismos ycomo sefior del palacio (sobre el Gran Canal) en el que seimaginaba que ternan Iugar las reuniones. Tambien en Ve-necia tuvo Galilee ocasion de conocer a fray Paolo Sarpi ya fray Fulgenzio Micanzio, el cual habria de suceder aSarpi en el cargo de consultor de la Republica para cues-tiones teol6gicas; adviertase que Sarpi era consideradopor sus contemporaneos como un profundo conocedor nosolamente de cuestiones teol6gicas y politicas sino tambiende la matematica y la astronomia. En uno y otro encontr6Galileo amigos competentes, prestigiosos y fidelisimos,

Las relaciones venecianas de Galileo no se limitaron alas mas altas esferas de la ciudad. Tambien aprovech6 susvisitas a Venecia para frecuentar el industrioso ambienteque se encontraba en torno al celebre Arsenal, obteniendode 61numerosos y muy utiles temas de reflexi6n cientifica.Ello queda claro a partir de Ias primeras paginas de suobra Discorsi e dimostr azioni matematiche intorno a duenuove scienze, que empieza precisamente como sigue:

"Me parece que la frecuente visita a vuestro famoso ar-senal, Sefiores Venecianos, ofrece a los intelectos especula-tivos un amplio campo para filosofar, y ello especialmenteen torno a esa parte que se llama mecanica: ahi se ponenen funcionamiento continuamente toda clase de instrumen-tos y de maquinas por obra de gran numero de artifices,entre los cuales, por las observaciones hechas por sus ante-cesores y por las que van haciendo continuamente ellosmismos por su propia cuenta, es necesario que haya algunosmuy habiles y de muy perspicaz razonamiento" (VIII, 49).

Como sabemos, este interes cientifico por los trabajos

realizados por los artesanos y los obreros no era, en aque-llos afios, una novedad en el sentido estricto de la pala-bra, pues habia sido ya una caracteristica bastante impor-tante de las investigaciones realizadas por muchos estu-diosos italianos y extranjeros del siglo XVI, y en especialpor Tartaglia; no obstante, en Galileo elIo adquirio cadavez mayor consciencia y acab6 por convertirse en el ejede su revolucion metodologica. Merece recordarse que Ga-lileo crey6 necesario afiadir al mismo Studio de Paduauna pequefia oficina, con un operario fijo, un tal Marcan-tonio Mazzoleni, que vivia con su familia en la misma casaque el cientifico; esta oficina se utilizaba, ademas de paraproseguir nuevas investigaciones experimentales, para pro-ducir aparatos matematicos (escuadras, compases, bruju-las, etc.), cuya venta servia a Galileo para completar supresupuesto, sicmpre demasiado grande.

Sabemos ya par el capitulo anterior que, tras la muertede su padre, el mantenimiento de la familia Galilei pes6casi por completo sobre sus espaldas; ahora hemos de afia-dir que este peso se hizo cada vez mayor a rnedida queaumentaban sus recursos financieros. En 1591 su hermanaVirginia se habia unido en matrimonio con Benedetto Lan-ducci, y correspondio a Galileo aportar la dote, en medidamuy superior a sus posibilidades. Este deber absorberadurante varios afios gran parte de sus ingresos. En 1601 suhermana Livia quiso casarse a su vez, y Galileo se compro-meti6 a pagar a su nuevo cufiado, Taddeo Galletti, unafuerte dote; para satisfacer esta obligaci6n se vio en lanecesidad de solicitar de la Republica de Venecia (quefinanciaba la Universidad de Padua) el anticipo de dosafios de sueldo. Su hermano Michelangelo, que habia fir-mado junto con Galileo el contrato con Galletti, no s610no cumpli6 su obligaci6n sino que a su vez tuvo necesidadde ayuda financiera, Dotado de un notable talento musical,pero incapaz de ponerlo en practica, recibi6 dos atractivasofertas como maestro de musica, la primera de PoIonia yla segunda de Munich; Galileo tuvo que pagar las dos veceslos gastos del viaje. En Polonia, sin embargo, Michelangelos610 consigui6 establecerse poco tiempo, regresando maspobre que antes; en Alemania, posteriormente, apenas huboconseguido una cierta estabilidad, en vez de acordarse depagar sus deudas con su cufiado y con su hermano quisocasarse a su vez (con Anna Chiara BandinelIi) y en el ban-quete de bodas lleg6 a gastarse todo el dinero que tenia.

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Entretanto Galileo habia fundado tambien su propia fa-milia, aunque irregular, uniendose a la veneciana MarinaGamba, la cual, establecida en Padua aunque no en la mis-ma easa que el cientffico, fue su apasionada compafieradurante mas de diez afios. Les nacieron dos hijas y unhijo: Virginia (1600), Livia (1601) y Vincenzio (1606). Galileeno se separaria de eUos al dejar Padua para volver a Floren-cia en 1610; poco despues Marina Gamba habria de unirsecon Giovanni Bartoluzzi, a 10 que parece en matrimonioregular (aunque el acta correspondiente no se haya encon-trado todavia). Hay que decir que la separaci6n de Galileoy Marina Gamba tuvo un caracter arnistoso, como se des-prende del hecho de que, al partir para Florencia, GalileoIe dejara durante algun tiempo al pequefio Vincenzio (espe-cialmente neeesitado de los cuidados maternos) y de quedurante varios afios mantuvo con Bartoluzzi relaciones bas-tante cordiales.

Lo que se acaba de decir es mas que suficiente paramostrar la creciente necesidad de dinero a que se hallosometido Galilee durante los dieciocho afios de su vida enPadua. Sabemos ya que su estipendio inicial (ciento ochen-ta florines al afio) estaba muy pOI' debajo de sus neeesida-des; posteriormente aument6 (con cada renovaci6n del con-trato primitivo con la Universidad) pasando a ser de tres-cientos veinte (en 1598), a quinientos veinte (en 1606) y fi-nalmente a mil florines anuales (en 1609). A pesar de estosaumentos su paga no correspondia suficientemente alasnecesidades de Galileo, el cual hubo de recurrir en ampliamedida a la ensefianza privada, transformando su propiacasa en una especie de pensi6n para estudiantes (lleg6 atener entre quince y veinte) a los que daba lecciones casidiariamente. Se trataba de jovenes de las mejores familiasque llegaban a Padua de todas las partes de Europa, atrai-dos por la fama del Studio de Ia ciudad 0 por la famapersonal de Galileo. Ademas de esto, como hemos dichoya, el cientffico obtenia ulteriores beneficios del comerciode instrumentos matematlcos fabricados en su pequefiaoficina, aunque se trataba de ingresos muy escasos que cu-brian a 10 sumo Ia adquisicion del material y el manteni-miento del operario.

Aunque no seria exacto decir que este estado de cosasconsigui6 desanimar a Galileo -parece, en cambio, que

durante aquellos afios logr6 mantenerse especialmente ale-gre, siendo amante del buen vivir y estando lleno de con-fianza en sf mismo- 10 cierto es, sin embargo, que debi6sentirse -y no raras veces- profundamente amargado.Es rnuy probable que fuera la consciencia de las dificulta-des econ6micas en que se encontraba sumido 10 que Ie hizoapartar Ia idea de fundal' una familia regular: muchosejemplos de su propia casa le mostraban cuales eran lasfunestas consecuencias de afrontar el problema familiarcon excesiva ligereza.

La tenacidad con que Galileo combatio con exasperadaenergia contra sus malditas estrecheces, que tanto le mo-lestaban, es uno de los rasgos mas tipicos de su persona-lidad; ahi debemos buscar Ia explicacion de determinadosaspectos de su caracter, los unos mas simpaticos, comosu generosidad en ayudar a quien estaba luchando en bus-ca de un trabajo digno (primero a su hermano, mas tardea sus discfpulos), Yot1"OSbastante menos, como su falta deprejuicios al tratar de aumentar por cualquier medio supropio prestigio y consolidar, en consecuencia, su posici6n(de 10 que habra un clamoroso ejemplo en el modo en queexplotarfa Ia invenci6n del anteojo).

Tambien Ia decisi6n de afrontar un nuevo traslado,rompiendo Ios muchos vfnculos que Ie ligaban a Padua,corresponde a la Iucha a Ia que se alude aqui, Galileo em-pez6 a dar vueltas a la idea por vez primera en 1604. Enaquel afio hizo algunas negociaciones serias con VincenzoGonzaga, duque de Mantua, para pasar a su servicio, peroel duque se mostr6 menos generoso de 10 que esperabaGalileo y no se lleg6 a ningun acuerdo. Unos afios mastarde el gran duque de Toscana habrfa de ofrecer finalmen-te al cientifico un modo de resolver definitivamente todossus problemas practices y Galileo aceptarfa con entusiasmola oferta aunque no se Ie ocultaban sus grandes inconve-nientes.

Es interesante citar algunos fragrnentos de cart as en10s que Galileo explica el porque de su decisi6n: por unaparte, advierte la imposibilidad de continuar sustrayendobastantes horas al dfa a Ia investigacion cientifica paradedicarlas alas clases publtcas y privadas; por otro, seda cuenta de que un regimen como el de la Republica deVenecia nunca podra concederle una paga adecuada a susnecesidades sin exigirle mas contrapartida que el cornpro-miso de proseguir los estudios emprendidos.

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"... mi verdadero deseo serfa conseguir tanto ocio ytranquilidad que pudiera poner fin, antes que a la vida,a tres grandes obras que tengo entre manos, para poder pu-blicarlas, tal vez con algunos elogios mios de quien mehubiera ayudado en tal empresa... Ocio mayor del quetengo aqui no cree que pudiera tenerlo en otra parte,si no fuera que estoy obligado a proveer al sostcnimientode mi casa con las lecciones publicas y privadas ... con todoesto ni siquiera me basta Ia libcrtad que tengo aqui, sien-dome necesario consumir varias horas del dia, Y muy amenudo las mejores, a peticion de este 0 de aquel, Obtenerde una Republica, aunque sea esplendida y generosa, pagasin servir al publico, no se acostumbra, porque para conse-guir ganancias del publico es preciso satisfacer al publico,Y no a un solo particular, y mientras sea capaz de dar cla-se Y de ser util, nadie de una Republica pucde exceptuarmede esta carga dejandome Ia paga; en una palabra, solarnen-tc puedo esperar semejante comodidad de un principe ab-solute"." "Pero puesto que Ias lecciones privadas y los esco-lares dornesticos dificultarfan y retrasarian mis estudios,quiero vivir exento totalmente de estos y en gran partede aquellas: por tanto, cuando haya de rcpatriarrne, quisie-ra que Ia primera intenci6n de S. A.S. fuera darme descan-so y comodidad para podcr dar fin a mis obras, sin ocu-parme de dar clase." 3

Es indudable que ir a servir a un mecenas hubiera pri-vado a Galileo de muchas ventajas que tenia en la libreRepublica dc Venecia. No obstante, el gran duque Cosimohabria sido ciertamente, entre todos los prfncipes absolutes,el mas dispuesto a respetar Ia independencia filosofica deGalileo por sentirse vinculado a el con verdadero afccto dediscipulo, ya que de joven habia seguido sus lecciones conparticular cntusiasmo. Fue tencr en cuenta estc afecto,ademas de las generosas condiciones ofrecidas, 10 que deci-di6 a Galileo a dar el gran paso. Nosotros, que conocemosel desarrollo posterior de los acontecirnientos, podemosconsiderar ligera esta decision; con todo, en aquel momen-to, 10 cierto es que era, desde el punta de vista de Galileo,la mas prudente y racionaI.

2. En Ia vida de Galileo, los dieciocho afios transcurri-dos en Padua no representan solamente un perfodo relati-vamente feliz (sobre todo si se juzga por relacion a losperiodos siguientes), sino tambien una fase muy import an-te en su formacion cientifica. Pues en realidad, aunqueninguna de sus obras fundament ales corresponde a estosafios, sf, en cambio, corresponden a ellos algunos de susdescubrimientos mas significativos, como el de Ias leyesdel movimiento uniformernente acelerado, Antes de pasara sus clasicas investigaciones en la rnecanica sera util-para conservar el orden seguido cn el capitulo anterior-detenerse, aunque sea muy brevemente, en los progresosrealizados por Galilee en Ias dernas disciplinas y especial-mente en la astronomia.

Sabemos ya que en aquella epoca los programas univer-sitarios de maternatica comprendian, generalmente, la ex-posici6n de Euclides y de Ptolomeo. No debe sorprendernos,por tanto, que tam bien cn Padua -como en Pisa- dedicaraGalileo varias clases al estudio del sistema ptolomaico. Pre-cisamente a este sistema csta dedicado el Trattato dellasjerica ovvero Cosmograjia, escrito en 1597. Sin embargo, 10sorprendente es que no figure en cl ninguna reserva criti-ca contra el sistema expuesto ni mencion explicita algunade Copernico, mientras que justamente a ese mismo afiocorresponden las primeras declaraciones privadas de Gali-leo en favor del copernicanismo. Los crfticos han discutidolargamente las razones de esta inconsistencia, que indu-dablemente no tiene una explicaci6n facil, y mas aun si setiene en cuenta que en aquellos afios no habia ernpezadotodavia la verdadera batalla anticopernicana de Ias autori-dades eclesiasticas, Tal vez el comportamiento de Galileose deba a un exceso de prudencia, 0 tal vez, mas sencilla-mente, a que considerara que Ia obligacion del profesorconsistia en exponer a los alumnos los razonamientos anun-ciados en el programa y no sus opiniones cientlficas per-sonales.

Las declaraciones privadas a que hemos aludido sonprincipalmente dos: una carta del 30 de mayo de 1597 aJacopo Mazzoni, profesor de filosofia de la Universidad dePisa (en donde habia sido colega de Galileo) y durante al-gun tiempo de la Sapienza de Roma (II, 198-202), y otradel 4 de agosto del mismo afio a Hans Kepler (X, 67), Laprimera consistfaen una tentativa de Galileo de "salvar aCopernico" de una objecion suscitada contra el en una

2. De una carta de Galileo a «S. Vesp.», febrero de 1609, X.232-233.

3. De una carta de Galileo a B. Vinta, 7 mayo 1610, X, 350.

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obra de Mazzoni publicada poco antes (De comparationeAristotelis et Platonis); la segunda, sin embargo, es masimport ante, ya por ser mas explicita, ya por la gran famacientifica del personaje a quien iba dirigida.

Kepler habia publica do en 1596, en Tubinga, una obrade astronomia bastante notable, el Prodromus dissertatio-num cosmographicarum continens mysterium cosmographi-cum de admirabili proportione orbium celestium de que cau-sis coelorum numeri, magnitudinis, motuumque periodico-rum genuinis et propris, demonstratum per quinque regu-Zaria corpora geomeirica, y un ejernplar de la misma habiallegado al rnaternatico de la Universidad de Padua. En lacarta del 4 de agosto, Galileo se apresura a dar las graciasa su colega aleman por el volumen recibido precisamenteen aquel momenta y, mientras confiesa que apenas si hatenido tiempo de dar una rapida ojeada al prefacio delrnismo, se declara en total acucrdo con el acerca de Iavcrdad de la teoria copernican a; anade tarnbien que harecogido muchas pruebas naturales que la confirman ("quodin Copernici sententiam multis abhinc annis venerim, acex tali positione multorum etiarn naturalium eiiectuumcausae sint a me adinventae, quae dubio procul per commu-nem hypothesim inexplicabiles sun!"). En una carta poste-rior, del 13 de octubre, Kepler solicita de Galileo una opinionmas amplia acerca del contenido del Mvsterium, animandolea publicar las pruebas citadas en favor de la verdad coperni-cana. No sabemos si Galileo respondio a esta carta porque elepistolario entre los dos cientificos que ha llegado hasta no-sotros se interrumpe lamentablemente (hast a 1610), 10 cualagrava el problema, ya de por si muy complicado, de susrelaciones." De todos modos tendremos ocasi6n de volvervarias veces sobre el tema de estas relaciones en el eursode la presente investigaci6n.

Aqui podemos limitarnos a examinar la cuestion de siGalileo habia reunido realmente, en 1597, como asegura en

su carta a Kepler, algunas pruebas en favor de la teorfacopernicana y hasta que punto eran validas esas pruebas.En este caso- epor que no se decidio a publicarlas, siguien-do el consejo del gran astronomo aleman, 0 al menos ahacerlas circular entre los cientificos? Generalmente sus-citan esta cuesti6n los estudiosos a los que podemos lla-mar "adversaries modernos" de Galileo, como por ejem-plo Muller. Creo que es necesario admitir su gravedad, ymas si tenemos presentes Ias "pruebas" que Galilee publi-caria muchos anos mas tarde: esta claro que en la epocaa que nos referimos no podia tener todavia las basadas enla observaci6n por medio del telescopio; excluidas estas,s610 quedan Ias "pruebas" indirectas, basadas en la mecani-ca, dirigidas a responder alas objeciones del sentido co-mun contra el copernicanismo. ,Pretendia Galileo reterir-se a estas realmente? Pero ,que valor podian tener, dadoel nivel -todavia no muy elevado- alcanzado en 1597 porlas investigaciones galileanas sobre los principios de ladinamica? Habida cuenta de la dificultad de responder aestas cuestiones cabe examinar la hip6tesis de que en lacarta citada Galileo se refiriera a pruebas mas "deseadas"que "posefdas". Ello podria explicarse por su deseo (com-prensible, aunque no excusable) de no hacer un mal pa-pel ante el cientifico aleman. Sin embargo, tambien es ob-via que tampoco es posible demostrar esta hipotesis "pesi-rnista" dado el estado actual de Ia documentacion, Contodo, aunque se admitiera que responde a la verdad no al-terarla en absoluto el hecho indiscutible de que Galileose interesaba con pasi6n desde 1597 por Ias tesis coperni-canas y que intuia con mayor 0 menor claridad cientificasu profunda verdad.

Galileo hizo Ia primera alusion publica al copernicanis.mo hacia finales de 1604.

En una carta fechada el 30 de septiembre de este afio elhermano Ilario Altobelli informaba a Galileo de que habfaobservado en el cielo una nueva estrella; tambien la habiavisto, el 10 de diciembre, el rnilanes Simon Mayr di Gunt-zenhausen, quien hizo llegar Ia noticia a Galileo a travesde conocidos comunes. La estrella fue visible durante die-ciocho meses, durante los cuales fue disminuyendo gradual-mente en magnitud. Dado el gran interes del fenomeno,Galileo 10 convirtio en objeto de tres .Iecciones publicas,a las que asistio un auditorio excepcionalmente nutrido, yprecisamente con ocasion de las mismas entre en Ia irn-

4. Drake senala aqui (en Ias notas a la edici6n americana) queas casi seguro que Galileo no respondi6, y la prtncipat raz6n deello debi6 ser la desllusion experimentada con la lectura del librode Kepler, irnpregnado de neoplatonismo, tras las esperanzas susct-tad as por el prefaclo. Siempre segun Drake, Kepler no habla oldohablar nunea de Gallleo hasta que recibi6 su breve earta de agra-decimlento, entregada por el mismo Paul Hamberger que hablalIevado a Italla dOBejemplares del MlIst.erium, entregandolos, poriniciativa propia, a Galileo.

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port ante cuestion del copernicanismo. Sabemos -a pesarde que el texto de dicbas lecciones no haya llegado bastanosotros- que, segun Galileo, la nueva estrella debia serconsiderada como una prueba valiosisima en favor de lateorta copernicana. Esta tesis es significativa, pues demues-tra que ya entonces Galileo tendfa a estudiar el copernica-nismo no desde un punto de vista puramente matematico,y por tanto, dentro de ciertos limites, hipotetico, sino enrelaci6n con observaciones reales del cielo,

Al afio siguiente se public6 un discurso del aristotelicoAntonio Lorenzini en respuesta alas argumentaciones gali-leanas. Ahora bien: 10 notable es que no fue Galileo quienrebati6 el escrito de Lorenzini, sino Baldassarre Capra, ci-tado poco mas arriba, y que no polemiz6 solamente con elaristotelico, sino tambien con Galileo. Ni siquiera esteataque decidi6 a Galileo a volver directamente sobre lacuesti6n; se limite a bacer saber que estaba preparandoun tratado general sobre el apasionante problema, pero laobra no Iue publicada ni escrita nunca.

(Como explicar este silencio? La unica respuesta posi-ble es que Galileo baya advertido, al elaborar el tratado,la complejidad del problema y la insuficiencia cientifica dela teoria expuesta en las famosas tres lecciones. Galileo noera ciertamente hombre que se retirara de las polemicas-en la secci6n siguiente veremos que pocos afios mastarde atacaria a Capra a prop6sito de otro problema-;que en 1605 no se atreviera a responder ni a Lorenzini nia el demuestra que en aquella epoca albergaba serias du-das sobre la naturaleza de Ia nueva estrella 0 sobre la po-sibilidad de recurrir a ella para demostrar la verdad dela teorfa copernicana. Debia estar practicarnente segura deesta teoria, pero no de las pruebas que estaba en situacionde aducir en favor de la misma. Prefiri6 aguardar pacien-temente, buscando algun nuevo camino, capaz de llevar abecbos mas convincentes cientificamente. Este camino Iefue sefialado por el descubrimiento del telescopio.

3. (De que indole eran las investigaciones experimen-tales realizadas por Galileo en la pequefia oficina instaladaen su casa de Padua?

Ante todo, fabricaba en ella diversos utensilios materna-ticos. EI mas notable de los mismos fue un tipo originalde regla de calculo, e1 "compas geornetrico-rnilitar", basadoen el principio de las magnitudes proporcionales. No se

trataba de una novedad en sentido estricto; en realidad, Iosmatematicos de la epoca usaban reglas de este tipo desdebacia algunos afios (por ejemplo, Guidobaldo del Monte ha-bia construido una). Pero Galileo ide6 su aparato indepen-dientemente, bacia 1597, y consiguio darle una forma espe-cialmente practica. Durante varios aDOSno advirti6 la ne-cesidad de dedicar una obra especifica a la exposici6n desu invento; se limito a explicar oralmente su funciona-miento a sus alumnos privados, en especial a los que estu-diaban matematicas para aplicarlas al arte militar." Y enverdad el compas les era muy util, tanto que estuvo am-pliamente difundido basta que aparecieron las reglas 10-garitmicas, basadas en un principio completamente dis-tinto.

Solo en 1606 publico Galileo un opusculo sobre la cues-tion, titulado Le operazioni del compasso geometrico mili-tare, dedicandolo al gran duque Cosimo de Medicis. EIbecho mismo de que estuviera escrito en italiano demues-tra que Galileo 10 consideraba dirigido a los estudiantes,no a los cientificos. De cualquier modo esta publicacion Iefue muy util porque sirvi6 para bacerlo conocido del go-bierno de Venecia y para obtener mas facilmente la reno-vacion del contrato con un notable aumento en su remune-raci6n.

Sin embargo, al cabo de pocos meses aparecio un libelosobre el mismo aparato de Baldassarre Capra, de quien he-mos hablado ya en el apartado segundo. Estaba escrito enlattn y llevaba el titulo Usus et [abrica circini cuiusdamproportionis. En 61 Capra reivindicaba para sf y para sumaestro, el ya citado Simon Mayr, la paternidad del inven-to. Esta cuesti6n de la prioridad no tenia en rigor un signi-ficado muy grande por tratarse s610 de una invencion decaracter practice y no de un autentico descubrimiento cien-tifico. Pero el ataque de Capra, al relacionarse manifiesta-mente con la polemica contra Galileo iniciada por el en1605, se encaminaba sin duda alguna a desacreditarle anteIas autoridades academicas de Padua.

En esta ocasion la reaccion de Galileo fue inmediata yrnuy dura. El 9 de abril de 1607 inicio una accion legalcontra Capra, acusandole de plagio y en seguida consiguio

5. A esta c1ase de alurnnos se dtrrgen tarnbien dos obras es-crttas por Galileo hacia 1593-1594 tituladas Breve intro,!;,zione aU'ar-chitet.tura miiitare y Trattato di [ortijicazione,

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que Ios Reforrnadores * del Studio de Padua le condena-ran publicamente, No se content6 con esta victoria sinoque public6 sobre Ia cuesti6n una Dijesa contra alle calun-nie et imposture di Baldassar Capra, de tono duramentepolemico. A prop6sito de esta hemos de confesar nueva-mente que la cuestion no merecia tan amplio debate; sinembargo, la insistencia de Galileo es explicable por sudeseo de reivindicar su fama y de satisfacer su orgulloherido, Se trata, como puede ver todo el rnundo, de unepisodio en si mismo de escaso relieve, al que, sin embargo,los bi6grafos de Galileo han dado una cierta importanciapor su valor como muestra del caracter del cientifico.

Ademas de los aparatos matematicos, Galileo se interes6mucho, en aqueUos alios, por los imanes. Los fenomenosmagneticos habfan pasado a ser de gran actualidad por Iapublicacion de la importante obra De Magnete (1600) deWilliam Gilbert. El rey y los principes trataban de procu-rarse numerosos ejemplares de piedra iman y estabanorgullosos de las propiedades de atraccion de las que po-seian (en los siglos XVII y XVIII se difundiria en las corteseuropeas el deseo de coleccionar aparatos de fisica -6pti·cos, magneticos, electricos, etc,- dotados de especiales cua-lidades cientificas y esteticas).

A decir verdad, las teorias del Ingles dejaban un pocoperplejo a nuestro cientifico, quien creia descubrir en ellasgrandes residuos de nociones magicas no reelaboradas enforma cientifica clara (mas adelante se negaria a aplicarel concepto de atracci6n a la explicaci6n de las mareas,realizando toda clase de esfuerzos para obtener una teoriapuramente mecanica de dicho tenomeno). En cambio, laconstrucci6n de imanes le parecia un problema muy serio,sobre todo el de la busqueda de armazones susceptibles deaumentar la fuerza magnetica. Parece que en estas inves-tigaciones consiguio obtener resultados bastante notables,sabre todo can la precisa intencion de hacer algo grato algran duque Cosimo de Medicis, muy aficionado alas ima-nes.? Consiguio tambien que su amigo Gianfrancesco Sagre-do le vendiera uno especialmente poderoso.

Siempre en estos misrnos alios Galileo se ocupo tam-bien de fenomenos termicos, inventando un aparato para

medir Ia temperatura. Examinado desde un punta de vis-ta moderno presenta muchos defectos, pues el nivel delliquido en el tubo, en realidad depende no solamentede la temperatura, sino tambien de la presion atmosfericaexterna, por 10que alguien (Favaro) ha indicado con aciertoque el nombre exacto del aparato tendria que ser termo-barometro, y no termometro, A pesar de estos defectos, contodo, el invento es muy interesante por mostrar la variedadde los fenornenos estudiados por Galileo y su conscienciade la importancia que habrian de tener, en la ffsica rnoder-na, los instrumentos de medicion,

En 1609 Galileo empez6 a fabricar en su pequefia oficinalos primeros ejemplares del famoso anteojo. El nuevo in-vento representaria la culminaci6n de la pericia practicaadquirida por el en largos alios de trabajo manual cuidado-so e inteligente; a partir de el se iniciara la fase mas glo-riosa de su actividad cientifica.

4. Entre las multiples actividades desarrolladas por Ga-lileo durante los dieciocho alios de Padua, las investigacio-nes de gran alcance mas fructiferas desde el punta devista cientifico fueron, indudablemente, las referentes a losfen6menos mecanicos, Sin embargo, no fueron objeto de nin-guna de sus publicaciones; los resultados conseguidos porel durante este periodo constituiran, sin embargo, el puntade apoyo de las teorias desarrolladas en su ultima granobra de 1638.

En 1598 Galileo dedico todo un curso a la cuesti6n quese acaba de rnencionar, retomando el tema de la Mechani·ca de Arist6teles. Es probable que a estos mismos alios co-rresponda la composici6n del Trattato di rneccaniche, queseria impreso en 1634 en Paris, en la traduccion del padreMersenne (el texto italiano aparecio s6lo cuatro alios antesde la muerte de Galileo, en 1649),

De varios testimonios y, sobre todo, del epistolario de Ga-lileo se desprende que volvi6 a dedicarse, con particular se-riedad y con notable exito, a investigaciones de mecanicaentre 1602 y 1609; menci6n especial merece su carta a frayPaolo Sarpi del 16 de octubre de 1604 (X, 115),en la quese formula por vez primera la famosa ley de la caida de losgraves:

"Reflexionando sabre las cuestiones del movimiento, enlas que para demostrar los accidentes observados por mime faltaba un principio totalmente indudable para poder

* Riform aiori: rnagistrados de la !Republica de Venecia con au-toridad en 10s asuntos de la Universidad (N. del T.)

6. Galileo volvi6 al estudio de los imanes en 1626.

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ponerlo como axioma, me he Iimitado a una proposicionque tiene mucbo de natural y evidente, y, supuesta est a,demuestro despues 10 dernas, esto es, que los espacios re-corridos en movimiento natural estan en proporci6n doblede los tiempos, y por consiguiente que los espacios recorri-dos en tiempos iguales son como los numeros impares abunitate, y 10 demas, Y el principio es este: que el m6vilnatural va aumentando de velocidad en la proporci6n en quese aleja del origen de su movirniento" [es decir, que aurnen-ta en proporci6n directa a la distancia del punto inicialde la caida].

Para comprender el enorme significado cientifico de lanueva mecanica de Galilee, sera conveniente preguntarseante todo en que reside la principal divergencia entre estay la rnecanica de Aristoteles, La respuesta puede resumirseasi: Arist6teles admitia la existencia de dos movimientosnaturales (uno hacia abajo, de la tierra y del agua, y otrobacia arriba, del aire y del fuego); para Galilee, en cambia,existe s610 un unico movimiento natural: el movimientobacia abajo. En otras palabras: segun el todo cuerpo esgrave y por consiguiente tiende naturalmerite (a consecuen-cia de su gravedad) a caer hacia e1 centro de la Tierra; sialgunos cuerpos ascienden en vez de caer es unicamenteporque se hallan inmersos en un medio que al poseer unmayor peso especifico los empuja bacia arriba segun elprincipio descubierto por Arqufmedes. Sin embargo, tam-bien e110s(tambien el aire y el fuego), de no hallarse inmer-sos en cuerpos de mayor peso especifico, mostrarian sutendencia natural a caer hacia abajo. De abi la importanciade la ley sobre la caida de los graves, que se presenta comovalida para todos los cuerpos, esto es, como provista de unaautentica universalidad (Galilee no usa sin motivo la expre-si6n "rnovimiento natural" para indicar, sin mas, el movi-miento de la caida libre de los graves).

EI caracter propio de Arquimedes de la concepcion queacaba de ser descrita es evidente; ello confirma 10 que de-ciamos en e1 capitulo 1 acerca de la influencia del antiguopensador de Siracusa, sobre el iniciador de la mecanicamoderna. Hay un punto, no obstante, en que Galileo superaclaramente la ciencia arquimedica: mientras que esta sola-mente habia aplicado la matematica a 105 fenomenos esta-ticos, la ciencia de Galileo consigue aplicarla tambien a ladinamica. Y 10 mas singular -a ojos de Galileo y de suscontemporaneos=- era 10 siguiente: la nueva mecanica des-

cubre la existencia de una reguJaridad "aritmetica" en la caf-da de los graves ("los espacios recorridos en tiempos igualesson como los numeros impares ab unitate"). iC6mo negar lafascinaci6n de una ley asi, en la que los cientfficos del si-glo XVII veian reaparecer el eco del pitagorismo mas anti-guo?

No es posible relatar aqui, por evidentes Iimites de es-pacio, las divers as etapas atravesadas por GaIiIeo para Ile-gar a esa sistematizaci6n racional perfecta de las leyessobre la caida de los graves, que sera el mas notable resul-tado de su obra cientffica principal (los Discorsi e dirnos-trazioni matematiche intorno a due nuove scienze). Bastarecordar que en su obra juvenil De motu, de la que habla-bamos en el capitulo 1, Galileo creta todavia que el movi-miento de cafda se aceleraba solamente en los primerosmementos, es decir, s610 hasta el momento en que el cuer-po en movimiento alcanzara la velocidad que Ie fuera pro-pia (velocidad proporcional al peso del cuerpo); a partirde ese momento su velocidad deberia ser constante. El aban-dona de esta concepci6n exigio un notable esfuerzo de pe-netraci6n cientifica, exigiendo renunciar al antiguo principiosegun el cual todo cuerpo que cae libremente bacia latierra habria de poseer una velocidad especifica suya -dis-tinta en cada cuerpo-, proporcional al peso del cuerpomisrno.

En la carta a fray Paolo citada mas arriba, Galileo mues-tra babel' Ilegado ya a una forrnulacion exacta de las leyesque determinan el tipo de proporci6n existente -en elmovimiento uniformemente acelerado- entre el espacio re-corrido y el tiempo empleado en recorrerlo. Can todo siguesiendo erroneo el principio "natural y evidente" del que creepoder deducirIo; en realidad este principio afirma la existen-cia de una proporci6n directa (que no existe en realidad)entre la velocidad del cuerpo y su distancia al punto inlcialde caida.

Solamente en una tercera parte llegara GaliIeo a descu-brir el principio exacto del que son realmente deductiblessus leyes sobre el movimiento uniformemente acelerado,esto es, el principio segun el cual, en la caida Iibre, la vela-cidad del grave aumenta en proporci6n directa, no ya alespacio, sino al "tiempo" (es decir, al intervalo de tiempo quomedia entre un instante dado y el del principio del movi-miento). El propio GaliIeo dara su formuIaci6n perfecta conlas palabras siguientes: II Matum aequabiliter, seu uniform i-

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ter, acceleratum dico illum, qui, a quiete recedens, temporl-bus aequalibus aequalia celeritatis momenta sibi superaddit"(VIII, 198).

En 10s Discorsi e dimostrazioni matematiche intorno adue nuove sclenze Galileo afiadira a su ley una importanteprecisi6n adicionaI. Dernostrara =-ampliandc un razonamien-to ya utilizado par Benedetti, el cientlfico de quien habla-bamos en el capitulo primero, apartado cuarto- que, pres-cindiendo de la resistencia del medio, "la diferencia de gra-vedad, aunque grandisima" no desempefia "parte alguna endiversificar Ia velocidad de los moviles, de modo que, en10 que de ella depende, todos se moverfan con igual rapi-dez", 0 sea, que la aceleraci6n de la caida es igual para"todos" 10s cuerpos, aunque sean de naturaleza y peso dife-rentes.

Otro resultado tambien de gran importancia conseguidopor Galileo en sus investigaciones sobre la mecanica estarelacionado con el Hamado principio de las vclocidades vir-tuales. ~ste habfa side descubierto ya por Guidobaldo delMonte, quien 10 habfa aplieado al estudio de las palancasy de las poJeas m6viles, afirrnando que en estas maquinasdos pesos se equilibran cuando los productos de cada unode ellos por Ia velocidad virtual correspondiente resultanentre sf iguales y de sentido contrario. Pues bien: Galileotuvo el muv notable merito de dar al principio citado unageneralidad nueva extendiendolo al estudio de los planos in-clinados y de todas las maquinas que de ahf se derivan. Deeste modo termin6 apareciendo como una propiedad comuna todas las maquinas, como el camino seguro para la de-terminaci6n de sus condiciones de eouilibrio. Esta impor-tante consecuencia se halla en la base del Tratatto di mecca-niche, al que hemos aludido al principio de esta secci6n.

Habrfa que hablar brevemente ahora del principio deinercia, afrontando el diffcil problema de saber si Galileoconsiguio realmente 0 no recogerlo en toda su generalidad.Hasta hace algun tiernno se estaba generalmente de acuerdoen reconocerle este merito (afirmando, a 10 sumo, que no setrataba de una autentica novedad); en cambio, Koyre, en laobra citada, sostiene que solamente Descartes, y no Gali-leo, alcanz6 el principio en cuesti6n. Tratandose de un pro-blema muy complicado, que se relaciona con toda la obrade Galileo. 10 retomaremos mas adelante en la exposicion(especialmente en el capitulo 9, apartado 7).

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5. En las paginas precedentes hemos visto la viveza yvariedad de Ios intereses cientfficos de Galileo; ahora bien,len que medida estos se extendfan tambien a Ia materna,tica? Aqui es preciso trazar una clara distinci6n entre ma-tematica pura y matematica apIicada. GaIileo nunca expe-riment6 un interes serio por la primera, y, por tanto, noaport6 a Ia misma una contribuci6n comparable a sus apor-taciones alas demas ramas de Ia ciencia: en el capitulo 9veremos que incluso Ias mas genia1es consideraciones deGalileo sobre los infinitesimales, estuvieron dietadas por in-tereses mas fisicos que matematicos. Las cosas son muy dis-tint as respecto de la segunda, y ello no solamente porqueGaIileo se ocup6 apasionadamente de los instrumentos ma-tematicos, consiguiendo construir el famoso compas geo-metrieo-militar, sino tambien, y sobre todo, porque dio a susmas importantes investigaciones ffsicas -me refiero alasde la mecanica.L un caracter claramente matematico,

No hay que entender esto en el sentido de que Galileohaya intuido con claridad la diferencia entre maternaticapura y maternatica aplicada; significa simplemente que de-dic6 a esta ultima sus mejores energias, sin darse cuentacon precision, pese a todo, de la existencia de otra mate-matica, rigurosamcnte teorica, En este punta perma-necio siempre bajo Ia influencia de Ia orientaci6n de Tar-taglia a la que nos hernos referido en el capitulo primero,es decir, que durante toda SI1 vida continuo considerando ala matematica como una ciencia dirigida esencialmente alestudio de Ja naturaleza, como un metodo para hacer pre-cisas y coherentes nuestras investigaciones sabre 105 feno-menos naturales.

Esta interpretacion de la matematica es muy importantepara valorar con precision el significado del "platonismo"que muchos estudiosos pretenden descubrir en el pensa-miento de Galileo.

Es indudable que este "platonismo", si existe, se rela-dona con Ia importancia que Galilee concedio a la materna.tica en el estudio de Ia naturaleza. Sin embargo, no hay queolvidar que la rnatematica a la que se referia Galileo, separecia muy poco -como se ha explicado hace un momen.t.o- a la noble ciencia te6rica cuyas alabanzas habia cali-brado Platen aI considerarla capaz de elevar nuestra mentehacia el mundo de Ias ideas, y que se parecfa bastante mas,en cambio, a Ia geornetria de Ios agrimensores y a la arit-metica de los calculistas, tan despreciadas por el fil6sofo

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ateniense. Tampoco hay que olvidar que en los dos siglosanteriores a Galileo habia estado bastante extendida, en Ita-lia, una orientacion de pensamiento de tipo platonico-ma-tematizante, y que esta muy clara la distancia que mediaentre esta y la orientacion iniciada por Galileo; tambien esbien sabido que el mejor medio para poner de relieve la di-ferencia entre Kepler y GaIileoconsiste precisamente en par-tir del hecho de que el primero se hallaba todavia estre-chamente vinculado al platonismo del Renacimiento (consu interpretacion rnistico-magica de los numeros) mientrasque el segundo se mueve totalmente fuera de tal corriente,

Algunos de los mas vaIiosos sostenedores de la orienta-ci6n plat6nica de Galileo se dan cuenta perfectamente delos particulares caracteres de semejante "platonismo".?Olschki, por ejemplo, admite que entre Galileo y Platenhubo sobre todo una vinculacion de actitud sentimental,no una autentica relacion cientifica y doctrinal (es decir,que Galileo habria estado mas influido porIa calidad lite-raria de Platon que por sus autenticas teorias: ellegado delplatonismo de Ficino habria pasado a Ios filosofos de laItalia meridional, y no al ambiente cultural florentino -don-de se forme Galileo-, dominado por el espiritu practicede Maquiavelo). EI propio Koyre, que es el mas decididodefensor del platonismo galileano, se ve obligado a admitir 3

que "existen, en la historia de la filosofta, muchos Platen ymuchos platonismos. Existen dos tipos distintos principa-les: el platonismo, 0, mas exactamente, el neoplatonismo dela Academia florentina, que es una mezcla de mistica, arit-mologia y magia, y el platonismo de los matematicos, el deun Tartaglia y el de un Galileo; se trata de un platonismoque es un matematicismo y nada mas".

No tengo dificultad alguna en admitir, si se identificanplatonismo y maternaticismo, el caracter platonico de laciencia galileana. Sin embargo, esta admision ya no me pa-rece tan obvia cuando se pretende, como hace Koyre, tomar

el matematicismo como linea de separacion absoluta en-tre platonismo y aristotelismo. Veremos en el curso de laexposici6n que nada de esto hubo en Galileo. Este trataracada vez con mayor claridad, a medida que iran maduran-do sus ideas, de interpretar la rnatematica como un ins-trumento particular de la logica (en el sentido aristotelicodel termino) y no como algo opuesto a ella.

Cuando Koyre sostiene el platonismo de Galileo, en rea-lidad pretende afirmar que este solamente podia fundamen-tar el derecho a la matematizaci6n de la realidad en unaconcepcion platonica. Ahara bien, el problema mas diffcilaqui es precisamente el que se formula en las dos cues-tiones siguientes: a) si Galileo busco realmente una [unda-mentaci6n de su ciencia matematica de la naturaleza, esdecir, si la busco con plena conciencia de sus dificultadesfilosoficas; b) si busc6 esta justificacion precisamente en elplatonismo, 0 en el platonismo fundamentalmente, y si nopens6 encontrarla, en cambia, en una simple concepci6ninstrumentalista de la matematica.

Se trata de cuestiones de la mayor importancia, sobrelas que tendremos que volvel' repetidamente. Basta afiadiraqui que para responder a ellas es necesario, a mi modode vel', tener en cuenta todas las investigaciones cientfficasde Galileo, y no solamente sus investigaciones de meca-nica.

7. Ademas de Olschki y Koyre, aludidos en esta seccion, pode-mOB recordar entre Ios mas autorizados deiensores del platonism ade Galileo -aunque sea can caractertsticas bastante distintas enuno y en otro- a Banfi, en la obra citada; al conocido historiadorde la filosofia Ernst Cassirer, en su obra Das Erk:enntnisproblem inaer PhilOsop"hie und Wissenschaft der neW'en Zeit (vol. I), 1906[trad. cast. El problema del conocimiento (vol. 1), 1953], Y en otrosimportantes estudios, y a Augusto Guzzo en el volumen La Scif!n~q.(Edizioni di .Filosofia., Torino, 1955).

8. Op. Cit., vaLlI!, p. 203, nota ~.

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Capitulo 3Las primeras observaciones

astron6micas afortunadas

1. Como se ha explicado ya en el capitulo anterior, elmas import ante aparato de envergadura salido del peque-fio taller de Galileo fue indudablemente el anteoio.

Este, al igual que el compas geometrico, no era tarnpo-co una novedad, y Galileo ciertamente se equivoco al pre-sentarlo como tal, haciendo que ouedaran en la sombra todo10 posible las sugerencias recibidas de los demas, Esto, sinembargo, no disminuye su rnerito de manera importante,porque con el y solamente con el ingres6 el anteojo en laciencia, determinando en ella un giro decisivo,

Se sabe que desde finales de la Edad Media los artistas6pticos construian vidrios en forma de Ientes para corregirlos defectos de la vista. Durante siglos, sin embargo, estaslentes no habian sido tomadas en consideracion por la cien-cia, incapaz de explicar su funcionamiento. S610 en la segun-da mitad del siglo XVI empezaron a cambiar las cosas, so-bre todo gracias al Italiano Giovanni Battista Della Portay a Kepler.

EI prirnero examine el curiosa fenomeno en eI libro XVIIde su Magia naturalis (1589), dedicado por cornpleto a cues-tiones de optica. volviendo posteriormente sobre la mismacuestion en su obra De reiractione (1593). El segundo pu-blico sobre los fenomenos de la refracci6n un imnortantevolumen titulado Ad Vitetlionem paraliuomena (1604), dandopor vez prirnera la exnlicacion exact a de Ias propiedadesde las lentes. De las publicaciones citadas se desnrende quetanto uno como otro estaban en situaci6n de lIegar a laconstrucci6n del anteojo: no obstante, 10 cierto es que no10 hicieron. por 10 que nierde to do valor el ataque dirlgi-do por Della Porta a Galileo, objetandole oue su nretendidoinvento estaba expuesto ya en Ias paginas de Ia Maeia.

Con el anteoio se repiti6 poco mas 0 menos 10 que yahabfa ocurrido con las lentes. Habfa sido construido por vezprimer a por un artesano Italiano en 1590 y fue renroduci-do (en los primeros afios del siglo XVII) por modestos 6pti-cas de los Paises Baios que trabajaban completamente almargen de toda consideraci6n teorica. Estos habiles inven-

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tares trataron de presentar su hallazgo a principes y gober-nantes, mostrando su utilidad para fines militares, pero suexito fue bastante pobre inc1uso desde el punta de vista co-mercia1. En cuanto al ambiente culto, permaneci6 comple-tamente sordo ante el invento; ni los mismos Della Portay Kepler se dieron cuenta de el,

La noticia del curiosa aparato lleg6 a oidos de Galileosolamente en la primavera de 1609; tal vez tuviera entre lasmanos algun ejemplar. Lo cierto es que mostr6 por 61 elmayor interes y en agosto trat6 de reconstruirlo con no-tables perfeccionarnientos. Advertido por repetidas experien-cias del admirable poder de aumento del nuevo dispositivo,comprendio en seguida -como por 10demas 10habian com-prendido tambien sus primeros invcntores=- que podria te-ner aplicaciones muy utiles en el terreno practice. Por con-siguiente, pens6 en of'reccrlo como cosa suya -con asom-brosa falta de prejuicios- a Ia Republica de Venecia, tra-tando de conseguir de 61el mayor beneficio personal. La pre-sentaci6n del aparato tuvo lugar el 25 de agosto de 1609, yprodujo autentico entusiasrno entre Ios representantes delGobierno veneciano, en especial en el animo del procuradorAntonio PriuIi, que era tambien uno de 10s Reformadoresdel Studio de Padua.' Le fue ofrecida a Galileo la reno-vaci6n perpetua del contrato de docencia (que finalizaba alafio siguiente), con un aumento inmediato de su remunera-ci6n de quinientos a mil florines anuales. EI hecho Ievantouna oleada de murmuraciones entre sus adversarios, sobretodo cuando se advirti6 que el invento distaba mucho deser nuevo. Pero las observaciones astron6micas, muy pocodespues, demostraron sin dejar lugar a dudas, tanto a Ga-lileo como a sus amigos y enemigos, que la confianza primi-tiva y generica puesta en el anteojo no era vana.

Mas adelante, explicando su invento, Galileo escribia quehabfa llegado a 61a partir de muy precisos razonamientos6pticos. La critica mas reciente exc1uye, sin embargo, queesto corresponda a la verdad; Galileo no se ocupo de inves-tigaciones 6pticas hasta el afio 1609, y por consiguiente noes posible que supiera desarrollar un razonamiento preci-so en torno alas leyes de la refracci6n. Su construcci6n -0mas bien reconstruccion=- del anteojo se debio por tanto

1. Para una Investigacion muy precisa sabre Ia cuesti6n ct.Stillman DRAKE, Galilee'., Eirst: Telescopes at Padua and Venece. in.Isis>, septfembre de 1950, pp. 245-254.

o bien a tentativas practicas pura y simplernente, 0 bien arazonamientos muy sumarios, exelusivamente cualitativos;en resumen, fue el result ado de un proceso mas parecidoal empirico de aqueUos simples 6pticos que al que hubieranpodido seguir cientificamente Della Porta 0 Kepler. Paraconfirmarlo puede recordarse 10 que escribio en su diarioGiovanni Tarde: habiendo interrogado a Galileo, en no-viembre de 1614, sobre el fen6meno de la refracci6n y sobrela posibilidad de construir un telescopio obteniendo un au-mento determinado de antemano, obtuvo por toda respuestaque esta ciencia todavia no se conocfa bien. En esa ocasi6nGalilee aludio a Kepler -que habia publicado entretanto, en1611, su Dioptrica, donde se exponia toda la teorfa del an-teojo-, pero afiadio que el libro era tan oscuro que segura-mente no 10 habia comprendido ni el autor. Este testimo-nio demuestra, obviamente, que en los cinco alios trans-curridos Galileo no habia encontrado el tiempo necesariopara profundizar en la 6ptica geometric a; por tanto, rnenospodia conocerla en 1609.

lQueremos reprocharselo? Ciertamente tenemos derechoa hacerlo, pero entonces tambien tenemos derecho a repro-char a Kepler no haber fabricado el anteojo POI' vez pri-mera (0 al menos por vez primera entre los cientificos)cuando indudablemente dominaba rnejor que nadie las leyesde la optica, Lo curio so es que, en la citada Dioptrica, Ke-pler no solarnente expuso la teorfa exacta del "anteojo deGalileo" (de ocular concave), sino tambien la del anteojo mu-cho mas eficaz de ocular convexo (conocido hoy precis a-mente POl' anteojo de Kepler), y no hizo tampoco el me-nor intento de construirlo practicamente (en 1615 10 cons-truiria el padre Scheiner, quien 10 describi6 en un libropublicado en 1630).

Lo cierto es que en la historia del pensamiento humanono tiene sentido hacer este tipo de reproches. No cones-ponde a la historia acusar a un cientifico de no haber con-seguido los descubrimientos a los que han llegado otros;la tarea de la historia consiste en deterrninar con exactitudlas aportaciones de cada uno de ellos y los rnetodos de in-vestigaci6n utilizados. En el caso especffico de Galileo y Ke-pler, el reconocimiento de que el primero tuvo en cierta me-dida algunas cualidades positivas que no poseyo el segun-do, y viceversa, debe servirnos sobre todo para poner derelieve la clara diferencia de orientaci6n cultural en unoyen otro.

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2. Vasco Ronchi, en su notable obra sobre Galileo e ilcannocchiale, admite justarnente, con palabras muy explici-tas, que tanto la invenci6n del anteojo por ciertos artesanosholandeses, como su reinvencion por Galileo "no constituyenepisodios merecedores de gran adrniracion desde el puntade vista conceptual". El gran interes del anteojo, explica,"reside en el proceso por el que el mundo cientifico, queprimero no queria saber nada de esta novedad, acabo des-pues reconociendo en ella un verdadero tesoro "; precisa-mente aqui "se destaca la energica intervencion de Galilee".

En el proceso aludido se distinguen dos momentos: aquelen el cual Galileo puso personalmente la mayor confianzaen el anteojo y aquel en el que consiguio difundir esta con-fianza entre sus conternporaneos. Parece conveniente de-tenerse, aunque sea brevemente, en el primero para expo-ner despues mas ampliamente el segundo, que se identifi-ca con la historia de las polemicas en torno a los afortuna-dos descubrimientos astronomicos realizados por Galileopor medio del anteojo.

Se ha dicho ya que Galileo no tenia un conocimiento cien-tifico riguroso de las leyes de Ia refraccion, y que por con-siguiente no podia fundamentar su confianza en el anteojosobre una base teorica solida. AIprincipio esa confianza eraen el algo instintivo, procedente mas del entusiasmo quede una seria reflexion: posteriorrnente, sin embargo, se con-virtio en una confianza fundada en los hechos, esto es, enhaber comprobado mil veces que Ios objetos eran identicosobservados desde lejos mediante el anteojo y desde cercaa simple vista.

Como recuerda Ronchi, Galileo no fue el primero enapuntar el anteojo hacia el firmamento; con todo, fue elprimero en advertir el enorme interes de las cosas obser-vadas en d. En realidad, comprendio de inmediato que con-cordaban perfectamente con la concepcion copernicanamientras que estaban en clara contradiccion con la viejaastronomia. lAcaso debia buscar precisamente ahi la prue-ba directa de aquella verdad del copernicanismo en la quecreta desde hacfa afios, pero que todavia no habia conse-guido demostrar, a pesar de las declaraciones hechas conexcesiva ligereza a amigos y colegas? Cuanto mas se afir-maba en el esta conviccion, mas clara se le presentaba laimportancia del nuevo instrumento.

La confianza en la veracidad del anteojo y el recono-cimiento de su importancia no fueron, en el animo de Ga-

Iileo, dos aetos distintos, el uno posterior aI otro, sino dosaspectos de un mismo proceso, largo, laborioso y erizadode obstaculos, El 24 de mayo de 1610escribi6 a Matteo Ca-rosio que habia experimentado su telescopio "cien mil vecesen cien mil estrellas y objetos diversos" (X, 357): a la ob-servacion de esos "objetos diversos" correspondia darle laprueba de la veracidad de su aparato; a la observacion delas estrellas, darle la prueba de su importancia. Doce mesesmas tarde -el 21 de mayo de 1611-, ante la persistenciade la desconfianza de IDSdemas frente a su maravillosoaparato -ahora tenia razon al considerarlo "suyo"- expli-co todavia mas ampliamente a Piero Dini la formaci6n len-ta y gradual de aquella confianza que ahora nadie podiaarrebatarle: "no siendo posible dudar que yo, durante masde dos afios ya, con mi instrumento, asi como con decenasde instrumentos mios, haya realizado centenares de milesde experiencias en miles y miles de objetos, proximos y le-janos, grandes y pequefios, Iuminosos y oscuros, no pue-do comprender como algunos pueden pensar que en misobservaciones haya permanecido muy simplemente enga-fiado" (XI, 106).

En la carta en que Kepler expreso su acuerdo total ycompetentisimo con los descubrimientos astron6micos deGalileo, sobre la que volveremos en las paginas siguientes,elogio al italiano por haber tenido el valor "omni sepositadubitatione" de observar el firmamento a traves del anteojo,Las cartas de Galileo citadas demuestran, sin embargo, quee1 abandono de toda desconfianza no fue puramente unacto de fe -como parece creer el mismo Ronchi=-, sinoIa culminacion de una larga investigacion, vinculada tenaz-mente a la experiencia.

Los interpretes modernos que quisieran vel' en Galileosolamente un matematico 0 un platonico deberfan refle-xionar seriamente sobre el tipo de proceso a traves del cualllego a confiar en su telescopio; no deberfan olvidar quea 10 largo de toda su vida esa confianza sigui6 estando enel centro de su investigaci6n astron6mico-filos6fica,sin trans-formarse nunca en una confianza de base matematica. Aun-que es cierto que IDSexperimentos de Galileo sobre los fen6-menos rnecanicos siempre tuvieron el caracter de una sin-tesis de matematica y experiencia (en la que seguramenteJa primera prevalecio clararnente sobre la segunda, POl' 10que todo el mundo Ia interpret6 como experimentos pura-mente teoricos), no es menos cierto, sin embargo, que en el

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caso del anteojo fue la experiencia y no la matematica 10que condujo a Galilee a su gran conquista: la conquistade la confianza en la veracidad del aparato. lHemos de con-cluir a partir de ahi que los dos aspectos de la activicLadcientffica de Galileo (como observador del cielo y comoiniciador de la mecanica moderna) son inconciliables? iO

tendremos que admitir que los esquema~ en que corrien-temente se intent a subsumir esta actividad son demasiadosimplistas?

3. Galileo paso casi todo el verano de 1609 trabajaadoen Ia construcci6n de anteojos cada vez mas perfectos; ;ad-virti6 ademas Ia necesidad de fijarlos a una base segu.ra,que perrnitiera registrar con exactitud las sucesivas posicio-nes. Poco despues inicio las celebres observaciones celestesque prosigui6 con la mayor intensidad hasta el final delafio. A primeros de enero de 1610, Galileo podia anunc iarya algunos resultados sorprendentes: la luna tenia la for-ma de un cuerpo muy parecido a la tierra, con montes btas-tante elevados, y la Via Lactea aparecia como "un mont:onde estrellas pequefiisimas". Poco despues descubria los sa-telites de Jupiter (primero tres, luego un cuarto).

Dandose cuenta, como hemos senalado ya en la scc-cion anterior, del valor revolucionario de estas observa-ciones (en relacion tambien con el sistema general delmundo), Galileo acudio con premura a Venecia, el 30 de e-ne-ro, para hacer imprimir en seguida un opusculo que diorala excepcional noticia a los cientificos de todo el mun.do.El 12 de marzo salta el Sidereus nuncius, escrito en Ia.tinprecisamente par estar dirigido al mundo cientifico. El 19del mismo mes Galileo enviaba un ejernplar del libro a Co-simo II de Medicis con el regalo de un anteojo "bastantebueno" y le prometia enviarle en seguida otro todavia I11e-jor.Con todo, el mayor homenaje habia consistido en vincu-lar a la Casa de Ios Medicis las cuatro lunas de Jupi tel",Ilamandolas "planetas mediceos".

lQue razones habian inducido a Galileo a rendir tan.toshonores a Cosimo II? Ante todo, habia un motivo de cviden-te caracter personal. Sabemos ya por el capitulo 2, apa rta-do 1, que Galileo estaba desde hacia algunos afios decidi-damente cansado de la catedra de Padua, donde, a pesarde los diversos aumentos en su remuneraci6n, esta era to-davia muy inferior a sus exigencias econ6micas y a las de

su onerosa familia, y donde ademas estaba obligado a em-plear demasiado tiempo en las clases sustrayendolo a lainvestigaci6n cientifica pura. Sin embargo, habia iniciadoalgunas gestiones muy reservadas can su antiguo alumno,convertido en gran duque de Toscana, para tratar de obte-ner de el un cargo que le liberara al fin de sus estrechecesfinancieras 0 de las clases; ahora bien, esta claro que cuan-to mayor fuera el homenaje mas favorable serla la disposi-cion del Gran Duque hacia su ilustre maestro. Ademas deeste motivo fundamentalmente economico, habia tarnbienotro no menos importante pero de naturaleza completa-mente distinta, Galileo era perfectamente consciente de lahostilidad que sus descubrimientos habian despertado en elmundo cicntifico y trataba por todos los medios de hallar uncamino que le perrnitiera imponer en el plazo mas breveposible el reconocimiento universal de su verdad; a este finno podia haber mejor camino que conseguir para los descu-brimicntos en cuestion el beneplacito de la clase dirigentede la epoca, es decir, de Ias casas reinantes y de la Iglesia.De ahl el art ilicio de ligar, a traves del nombre, 1£1suertede los satelites de Jupiter a la de la poderosa familia de losMedicis, y de ahi el regalo de anteojos "exquisites" a Cosi-mo II y poco mas tarde a todos 105principes y monarcasde Europa.

Cosimo II se mostro muy agradecido por Ia dedicatoriade 10s satelitcs de Jupiter a la Casa de los Medicis y regalea su descubridor un precioso collar de oro y una medalla.Poco mas tarde, en carta fechada el 5 de junio, BelisarioVinta, secretario del Gran Duque, notificaba a Galileo queCosimo II habia decidido contratarlo como "Primer Mate-matico del Studio de Pisa y Fil6sofo de su Alteza Sere-nisima el Gran Duque sin obligaci6n de dar clase ni de re-sidir en e1 Studio ni en la ciudad de Pisa, y con el estipen-dio de mil escudos al afio, en moneda florentina", a contardesde su llegada a Florencia, Galileo acept6 y la carta denombrarniento se firm6 el 10 de julio.

El traslado de Padua a Florencia tuvo lugar a principiosde setiembre y significo, como sabemos, la separacion de-finitiva de Galilee de la madre de sus hijos. El cientifico que-ria resolver en el plazo mas corto posible todos los asuntospractices de el y de su familia para poder dedicarse total-mente alas grandes cuestiones cientificas que se abrlanante el.

La improvisada marcha de Galileo disgust6 rnucho a los

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Sefiores de Venecia, y mas dado que hacia menos de un afioque habian renovado su contrato de ensefianza -comohemos visto- para vincularlo al Studio de Padua paratoda la vida. Sin embargo, no hicieron nada por retenerle,aunque se mostraron gravemente ofen didos. Uno de ellosescribi6 a Gianfranco Sagredo invitandole a romper laamistad que le unfa desde hacia afios al cientifico de Pisa.

En11'e1an10 Galileo proseguia sus investigaciones astro-nomicas a un ritmo casi enloquecedor. Estando todavia enPadua, poco antes de su partida, observ6 las manchas sola-res, conocidas genericamente desde la antigiieclad (Virgilio,por ejemplo, habia hablado de ellas en las Ge6rgicas); sinembargo no advirtio plenamente su importancia, de modoque se limit6 a mostrarlas a unos pocos amigos, entreellos fray Paolo Sarpi y fray Fulgenzio Micanzio. Casi enlos mismos dias descubrio el extrafio aspecto de Saturno(el mas distante de los planetas) que aparecia -para los tc-lescopios de entonces- como constituido por tres estrellas,y, por ultimo, apenas llegado a Florencia, descubrio las fa-ses de Venus, complctamente analogas a las de la Luna.Al faltarle tiempo para dar una forma cientifica rigurosa aestas observaciones y queriendo asegurarse, sin embargo, Iapriori clad cle su descubrimicnto, dio noticia de ellas, comoera corriente en su epoca, mediante dos anagramas, uno di-rigido a Kepler y otro a Giuliano de Medicis.'

El asombro por semejante sucesi6n de novedades sor-prendio a todo el munclo culto de la epoca y la fama delgran cientlfico no tardo en difundirse a los mas lejanospaises. Como prueba de eIlo basta la siguiente carta, envia-da a Galileo el 8 de marzo de 1612 por el caballero polacoCristobal, duque de Zbaraz: "Vuestras brillanttsimas Estre-!las Mediceas han llegado hasta el frio pais de Moscovia.Un amigo mio me habia enviado desde Italia vuestro librito,

2. El anagrams de Saturno era como sigue:Salve umbistineum geminatum Martia proles

y el propto Galileo Ie dio la interpretaclcn sigutente, forrnada porIas mismas letras del alfabeto:

Altissimum planetam tergeminum observaviEI anagrama de Venus decia:Haec immatura a me iam frustra leguntur 0 y

el cual, CQn los cainbios de lugar necesarios de las letras, se con-vierte en:

Cynthiae figuras aemulatur mate?" amorum.

so

~~...,;".:...

verdaderamente digna observaci6n de tan raro ingenio. Notendra Ptolomeo Ia gloria de haber poseido toda esta doc-trina; nuestra epoca sera, en comparacion con Ia antigua,celebrada de todos POl' ello. Yo... me cornplazco en quevuestro nombre alcance la inmortalidad, y sea honrado yadmirado por todos" (XI, 69-70).

4. Tal como preveia Galilee, la publicaci6n del Sidereusnuncius no solamente desperto el aplauso y Ia adrniracion,sino tam bien desconfianzas y asperas criticas. Par referir-nos brevemente a estas, recordarcmos en primer lugar quese adujeron, desdc varias partes, criticas concretas que de-nunciaban que Galilee no era el vcrdadero inventor delanteojo; algunas provcnian de hombres de ciencia, comoDella Porta y Kepler; otras del rnundo de 10s constructorespractices. Como hernos explicado en el apartado primero, in-dudablemente respondian a la verdad, pero no quitabannada al merito de Galilee. Tambicn puede decirse que elnumero mismo de las personas de divers as nacionalidadesque, apenas difundida Ia obra de Galilee, empezaron a jac-tarse de haber invent ado el anteojo, puedc ser consideradocomo una prueba evidente del interes despertado por elSidereus nuncius y de la certidumbre de que consigui6 con-veneer a arnbientes amplisimos de la importancia del nuevoaparato, Hubo tarnbien quien pretendio haberse adelantadoen algunos dias al descubrimiento galileano de 10s satelitesde Jupiter: se trata del Simon Mayr citado ya con ocasi6nde la famosa polemica sobre el compas geometrico-militar.Dejando para la secci6n siguiente algo mas de informacional respecto, nos Iimitaremos a observar que este heche, aun-que fuera cierto, no privaria a Galilee del rnerito de haberllegado independientemente al gran descubrimiento, de ha-ber comprendido imnediatamente su importancia revolucio-naria y de haber difundido por vez primera Ia extraordina-ria noticia a todo el mundo cientifico,

De mucho mayor interes son las objeciones de quienesnegaban la validez de 105 descubrimientos realizados pormedio del anteojo. El mas intransigente enemigo de esteaparato -pero tambien, por ese extremisrno, el menos pe-ligroso- fue el aristotelico Cesare Crernonini, al que hemosrecordado ya como colega y amigo intimo de Galileo en laUniversidad de Padua; Cremonini prosiguio desarrollandocon tal obstinacion Ia teoria de los cielos segun los esque-mas antiguos, que ni siquiera sinti6 la necesidad de pole-

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mizar con Galilee ni de mirar por e1anteojo. Es interesantecitar algunos fragmentos de una carta enviada a Galileoel 29 de Julio de 1611 por Paolo Gualdo, amistad comun delos dos amigos-adversarios, para contarle el resultado deuna visita suya a Cremonini (donde esta clara la alusion ala obra Disputatio de coe/o, que el aristotelico publicaria enVenecia en 1613). "Uno de estos dias fui aver al menciona-do senor Cremonini, y empezando a hablar a vuestro pro-posito le dije, bromeando: El sefior Galilei tiembla de queaparezca vuestra obra. Me respondio: Pues no tiene por quetemblar, porque ni siquiera menciono ninguna de sus obser-vaciones. Respondi: Basta con que afirme 10 contrario de10 que afirrna el, jAh, eso sf! No queriendo aprobar cosasde las que no tengo ningun conocimiento, ni las he visto.Esto es, dije, 10 que ha disgustado al sefior GaIilei: que nohayais querido verlas. Contesto: Creo que no las ha vistonadie mas que el, y adernas eso de mirar por los anteojosme da dolor de cabeza: basta, no quiero saber nada." Elfragmento termina con el celebre reproche de Cremonini aGalileo, que demuestra al mismo tiempo los Hmites filoso-ficos y Ia despreocupaci6n politica del aristotelico: "Des-pues exclam6: jAy, que bien habria hecho el senor Galileide no meterse en estos manejos y de no abandonar la li-bertad de Padua!" (XI, 165).

Pero el verdadero centro de las criticas mas duras con-tra el Sidereus nuncius no era Padua, sino Bolonia. Su ins-pirador directo era Antonio Magini, de quien hablamosya en el capitulo primero como preferido a Galileo para ocu-par la catedra de matematicas del Studio de Bolonia. Pro-bablemente fue el quien sugirio la redacci6n del celebre Iibe-10 de Martin Horky de Lochovic: Brevissima peregrinatiocontra Nuncium Sidereum (Bolonia, 1610).

Galileo advirti6 el peligro que representaba para el su co-lega de Bolonia y, en su deseo de disipar las desconfianzas,fue a verlo personalmente en abril de 1610 llevando consigosu anteojo para hacerle observar directamente los maravillo-sos descubrimientos. Sin embargo, el exito fue nulo, no s610por la mala voluntad de Magini y sus amigos, sino tambienpor las dificultades reales de la observaci6n. Es interesanteleer c6mo describi6 Horky (testimonio, sin embargo, no demucha confianza) la desgraciada visita de Galileo a Boloniaen una carta a Kepler: "Galileus Galileus Mathematicus Pa-taviensis, venit ad nos Bononiam, et perspicillum illum, perquod 4 fictos planetas vidit, attulit. Ego 24 et 25 aprilis die

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et nocte nunquam dormivi, sed instrumentum hoc Galileimillies mille modis probavi, tam in his inferioribus, quamin superioribus. In inferioribus facit mirabilia; in coelo fa-llit quia aliae stellae [ixae duplicatae videntur. Habeo testesexcellentissimos viros et nobilissimos doctores ... omnes ins-trumentum fallere sunt confessi. At Galileus obmutuit, etdie 26 ... tristis ab lllustrissimo D. Magino discessit" (X, 343).

Igualmente el padre Clavius, ilustre profesor de mate-maticas del Collegio Romano (de quien hablamos ya en elcapitulo 1), crey6 en un primer momento que los nuevosdcscubrimientos de Galileo eran solamente un engafio de Iaslentes; asi resulta por ejemplo de una carta enviacla por Gi-goli a Galilee elide octubre de 1610, donde entre otra cosasse dice: "y Clavius, el principal de todos, Ie dijo a un amigomio que se reia de las cuatro estrellas y que sera conve-niente construir un anteojo que las produzca y mostrarlodespues, y que Galileo mantega su opini6n, que 61manten-dra la suya", No obstante, en diciembre, Clavius -habiendorealizado con seriedad las observaciones astron6micas- sevio obJigado a reconocer que Galileo tenia raz6n. A conti-nuaci6n tambien Magini cambiaria de opini6n.

Ademas de las objeciones del tipo sefialado (que depen-dian sobre todo del mal funcionamiento de las lentes quese utilizaban entonces) Galileo tuvo que veneer igualmenteotras de tipo completamente distinto pero no por elIo me-nos peligrosas. Se relacionaban con la convicci6n -compar-tida por Ia mayoria de los estudiosos de Ia epoca que sola-mente la visi6n directa podia cap tar la realidad efectiva; Iasdictaba no ya una falta de confianza en Ia experiencia, sinoun exceso de fe en nuestros sentidos.

La superaci6n de este segundo tipo de objeciones exi-gi6 una reflexi6n de caracter filos6fico, reflexion que con-sistia en una denuncia del absurdo que era convertir a nues-tros ojos en un criterio absoluto para la existencia real. Heaqui las palabras de Galileo al respecto: "Ademas, ique sig-nifica afirmar que la luz de los Planetas Mediceos no Uegaa la tierra? lPretendemos hacer de nuestros ojos la medidade la propagaci6n de todas las luces, de modo que cuandolos objetos luminosos no son perceptibles para nosotroshemos de afirmar que no llega su luz? Tal vez las aguilaso los lobos yen esas estrellas, que para nuestra debil vistapermanecen ocultas" (XI, 115). Del reconocimiento de laposibiIidad de una percepci6n visual mas aguda que Ia delhombre se pas6 despues -y ahara el paso resultaba bas-

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tante facil-> a admitir que un instrumento como el anteojopuede no dejormar sino potenciar nuestra capacidad per-ceptiva. Hoy este tipo de dudas puede parecernos infantil,pero para comprender el merito de Galileo es preciso darsecuenta de que en su epoca se trataba de dificultades extraor-dinariamente graves. Es frecucnte que el desarrollo de laciencia encontrara 105 peores obstaculos precisamente endeterminados prejuicios que, una vez superados, aparecenpura y simplemente como trivialidades.

El propio Kepler mantuvo al principio una gran reserva,y mas dado que de varias partes le llegaban fuertes presio-nes para que se pronunciara en contra de los descubrimien-tos galileanos. De cualquier modo, en una primera respues-ta enviada a Galileo el 19 de abril de 1610 (que posterior-mente se publico en Praga con el titulo de Dissertatio cumNuncio Sidereo) se mostraba firme aunque s610 generica-mente convencido de la importancia de las novedades quese hacian publicas en el celebre librito. Sin embargo, noocultaba su personal antipatia pOI' algunas de las ligerezasdel cientifico italiano, reprochandole en particular no habercitado los nombres de cuantos habian participado -al me-nos desde el punta de vista te6rico- en la invenci6n delanteojo (en primer lugar Della Porta y a continuacion elmismo).

Sin embargo, apenas tuvo entre las manos un buen ejem-plar de anteojo (precisamente el enviado por el propio Ga-lileo al Elector de Colonia) empez6 a realizar con el las masexactas observaciones celestes (desde el 30 de agosto hastael 9 de setiembre), preocupandose sobre todo por determi-nar la existencia 0 inexistencia de los planetas mediceos.Cuando estuvo seguro de la veracidad cientifica del descu-brimiento de GaIileo 10 hizo saber en seguida en la Narra-tio de obscrvatis a se quattuor Jovis satellibus erronibus,que publico en Francfort en 1611,con algunos epigram as deTomas Segget en los que figura la celebre exclamaci6n Vi-cisti Galilaee. El texto kepleriano de la Narratio terminacan estas significativas palabras: "Tibi vero, Lector am ice,hoc, quicquid est, paucarum et properatarum observatio-num impertiendum pub lice censui, ut, aut meam meorum-que testium fidem sequutus, posthac, omni seposita dubita-tione, veritatem patefactam agnoscas, aut tibi de bonoinstrumento prospicias, quod in rem presentern te deducat«autoptens" (III, 188).

Se reconocia universalmente que Kepler y 105matemati-

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cos de Collegio Romano eran las mayores autoridades den-tificas de la epoca, y Galileo se dio buena cuenta de que 5610su concorde parecer podria veneer definitivamente todaslas objeciones contra los nuevos descubrimientos, En cuan-to al primero, el documento que acaba de ser citado erasin duda suficiente; en cuanto a 105segundos, en cambio, es-taba claro que no bastaban algunas cartas privadas, como laenviada por el padre Clavius a Galielo en diciembre de 1610,sino que era preciso conseguir algo mas, algo que les com-prometiera publicamente sobre el delicado problema. Estofue 10 que decidio a Galilee -apenas llegado a Florencia-a solicitar perrniso al Gran Duque para realizar cuanto an-tes un viaje cientifico aRoma. El gran entusiasmo del mo-mento Ie llevaba a prever (sin equivocarse) que Ie seriabastante Iacil arrancar -con Ia fuerza persuasiva de supalabra y de su anteojo- el asentimiento total y completoante las grandes novedades astronomicas no solamente alos jesuitas, sino incluso a las mas elevadas jerarquias dela Iglesia.

EI viajc tuvo lugar real mente en 105 primeros mesesde 1611 (Galileo lleg6 a Roma el 1 de abril) y casi desde elprincipio cobr6 un aire poco menos que triunfal. Galileefue recibido con In mayor cortesia por varies cardenales yposteriorrnente por el propio papa Pablo V, quien, para col-mo de benevolencia, no Ie permiti6 perrnanecer arrodilladodurante la audiencia como estaba prescrito por el ceremo-nial vigente. Tambicn Ie tribute grandes honores el prin-cipe Federico Cesi, uno de los mas influyentes personajes delmundo cienttfico romano, el cual, habiendo fundado en1603 la Accademia dei Lincei, quiso nombrarlo en seguidacomo eminentisimo miernbro de la misma (en 10 sucesivoIas cartas mas importantes de Galileo llevarian la firma"Galilee GaIilei, Linceo"). En cuanto a la acogida de 10spadres jesuitas, fue tambien excelente, caracterizandosepor un espiritu de franca discusion cientifica. En una cartaal secretario del Gran Duque, Belisario Pinta, Gali1eo cuen-ta: "... al dia siguiente acudi a 10s padres jesuitas y conver-se largamente con el padre Clavius y con otros dos muyentendidos en la profesion, y con sus alumnos ... Me he en-contrado can que los citados padres, habiendo reconocidofinalmente la verdad de 10s nuevos Planetas Mediceos, hanhecho de dos meses a aca observaciones continuas de 105mismos, que prosiguen y que hernos contrastado can lasmfas, correspondiendose exactisimarnente".

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A la espera de que el futuro respondiera a esta pregunta,la Congregacion del Santo Oficio decidio -el 16 de mayode 1611 en presencia del cardenal Bellarmino=- inforrnar-se secreta pero cxactamente acerca de si el nombre de Ga-lileo estaba complicado 0 no en el proceso abierto desdehacfa algun tiempo contra Cremonini (proceso en el cual,como sabemos, el aristotelico fue valiosa y victoriosamentedefendido porIa autoridad de la Republica de Venecia):videatur an in processu Doet. Caesaris Cremonini sit nomina-tus Galilaeus, Philosophus et Mathematicae Professor.

En realidad, como explicaremos mejor en la secci6n si-guiente, 105 jesuitas estaban de acuerdo con Galileo 50-lamente en el reconocimiento de la verdad de hecho de lasobservaciones astron6micas realizadas por el, pero no en lainterpretaci6n de las mismas. Se trataba ya, sin embargo,de un result ado muy notable, y por el momento Galileo nopodia esperar mas de elIos. La confirmacion oficial de losdescubrimientos galileanos la dicron los jesuitas en unasolemne conferencia celebrada en el Collegio Romano enmayo de 1611 en presencia del propio Galilee: se titulabaNuncius sidereus Collegii Romani y fue leida por el padreOdo van MaeIcote.

Para explicarnos la resistencia de los jesuitas a seguir aGalileo tambien en la interpretaci6n de los nuevos descu-brimientos astronomicos es precise recorda I' que, a pesarde que eran indudablemente =-en aquel momento- la ordenreligiosa mas abierta alas ciencias exactas, eran tambien,a pesar de esta apertura, los mas fieles custodios de la 01'-todoxia catolica, y que por consiguiente trataban de utilizarsu competencia cientifica sobre todo para un fin: impedirque la ciencia moderna asumiera un significado contrario aldogma. No hay que olvidar que precisarnente pertenecia ala Compafiia de Jesus el mas autorizado represent ante en-tonces viviente del espiritu de la Contrarreforrna: me refie-1'0 al cardenal Bellarmino (1542-1621), primero profesor deRetorica en el Collegio Romano, y posteriormente te6logodel Papa, consultor del Santo Oficio y examinador de obis-pos.

Es interesante sefialar que precisamente en Ios mismosdias en que Galileo empezaba a conseguir en Roma 105pri-meros exitos de que hemos hablado hace un momento, e1citado cardenal Bellarmino se habia apresurado a enviara Ios maternaticos del Collegio Romano unos detalladisimosformularios sobre 10 que pensaban acerca de los nuevosdescubrimientos astronomicos, obteniendo una respuesta-firmada por Cristoforo Clavius y otros tres padres- queespecificaba con el cuidado deseado por el cardenal lospuntos de acuerdo y Ios puntos de desacuerdo. En realidadBellarmino habia observado el mismo el cielo mediante elanteojo, pero 10 que ahora Ie preocupaba incluso demasia-do manifiestamente era Ia atmosfera de excesiva novedad,que parecfa emanal' de dicho instrumento, No conseguiaocultar sus sospechas ante los descubrimientos en sf 0 antesu demasiado dinamico descubridor. iQue consecuencias

5. EI padre Muller 3 sostiene que en 10 que respecta aIas novedades expuestas en el Sidereus nuncius, Galileo debe-ria ser considerado mas como un "hallador afortunado" quecomo un autentico descubridor. Se trataba, prosigue.s "desimples cuestiones de tiempo, 0 incluso de dias"; en parti-culm- el descubrimiento de Ios satclites de Jupiter no puedeatribuirse unicamente al italiano POl'haber llegado tambiena ello -casi en los mismos dias=- el aleman Simon Mayr,Muller le reconoce a Galilee, sobre todo, un merito: el de"haber llamado la atenci6n general sobre estas cuestionescan Ia publicaci6n de su Sidereus nuncius".

No se trata de afrontar aqui e1 delicado problema (queexigiria un examen excesivamente analitico) de si real menteMayr descubri6 0 no, al mismo tiempo que Galileo e inde-pendienternente de 61, los planetas mediceos. Basta unaremision a Ia erudita obra de E. Wohlwill," que llega a unaconclusi6n completamente contraria a 1a de MUller. Decualquier modo, incluso prescindiendo de esta cuesti6n, latesis general de MUller me parece merecedora de una brevediscusion, aunque s610sea para precisar los puntos de acuer-do y de desacuerdo con 10mantenido en este capitulo.

Que Ios descubrimientos de Galileo fueran "simples cues-tiones de tiempo" me parece una afirmacion aceptable sinmas. Adviertase, no obstante, que casi 10 mismo puededecirse de todos Ios descubrimientos cienttficos, y no solode Ios de tipo experimental, sino incluso de Ios puramente

3. Op. cit., p. 71.4. Ibid., p. 100.5. Ibid., Apendice III.

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te6ricos. Basta pensar en el descubrimiento del calculo infi-nitesimal, que constituye uno de Ios mayores titulos de glo-ria de Newton; hoy sabemos que tiene antecedentes inme-diatos en las investigaciones de Cavalieri, Torricelli, Fer-mat, Pascal, Barrow, etc., de modo que -de querer ser rigu-rosos- habria que decir que fue mas fruto de un siglo quede un hombre. Tanto es asi que Leibniz descubrio el mismocalculo poco despues que Newton c independientemente deel, y que uno y otro pudieron afirrnar -sustancialmente debuena fe- que eran los vcrdaderos inventores de la nuevae importante rama de las maternaticas. Lo cierto es queni siquiera el mas genial de los descubrimientos es nuncafruto de un individuo aislado, sino sicmpre de un estudiosoque vive y actua en una civilizaci6n muy determinada: elIono impide que sea un estudioso determinado y no otro quien10realice, y por consiguiente que le corresponda a el un me-rito especial, distinto del generico que corresponde a la cul-tura en la que se ha formado.

Muller afirma, adernas," que "nada era mas natural quedirigir el nuevo instrumento 6ptico a Ios cuerpos celestes".No hay duda de que si no sabemos despojarnos del "espi-ritu" de la ciencia actual no conseguiremos comprender nun-ca las dificultades de esa accion hoy tan espontanea: sinembargo, basta reflexionar un momento sobre Ias polemi-cas descritas en el apartado cuarto para intuir que ese acto-convertido en "natural" con el transcurso del tiempo-debi6 exigir bastante atrevimiento en quien os6 realizar-10por primera vez. Creer en el anteojo, cuando se apuntabacon el hacia el cielo, significaba en realidad creer en la exis-tencia de 10que el anteojo hace perceptible, a pesar de quepor principio no hay modo alguno de verificar esa existen-cia mediante Ia visi6n directa. i.Quien negara que esta con-fianza implico una autentica revolucl6n metodol6gica?

Como he tratado de explicar en el apartado segundo, Vas-co Ronchi insiste demasiado -a mi modo de ver- sobre Ia"fe" que tuvo que guiar a Galileo en el atrevido acto deapuntar el anteojo hacia el cielo (acto mas justificado, se-gun Ronchi, por el animoso temperamento de Galileo quepor un razonamiento cientifico exacto); en las paginas deMiiller hallamos, en cambio, la tesis contraria de que en talacto no habia ninguna dificultad, presentandolo como per-fectamente natural.

Creo que la verdad hist6rica se halla en una tesis inter-media, esto es, en el reconocimiento de que para realizarel acto en cuestion, Galileo tuvo que superar efectivamenteciertas dificultades gravisimas -sobre todo desde el puntade vista psicoI6gico-, pero que las super6 no ya recurrien-do a la fe, 0 a su animoso temperarnento, sino con un razo-namiento serio y ponderado. No fue un razonamiento mate-matico, como el que podia haber hecho Kepler, que cono-cia Ias Ieyes de la optica, pero fue igualmente racional (almenos desde el punta de vista de Galilee), porque se basa-ba en millares y millares de observaciones de objetos terres-tres, respecto de los cuales era posible controlar experimen-talrnente la veracidad del anteojo, y en la extensi6n de estaveracidad al caso en que este control se convertia enimposible.

6. Conviene examinar ahara algunas implicaciones filo-sofico-metodologicascontenidas en la nueva actitud de Ga-lileo respecto al anteojo, esto es, en su conviccion de queno deforma la percepcion directa de la realidad, sino que Iapotencia. Es Iacil advertir que hay aqui una profunda re-forma del antiguo empirismo, Para adrnitir que existenastros (como Ios planetas mediceos) no vistos por nuestrosojos es precise admitir en realidad, segun el viejo raciona-lismo, que nuestros ojos (y con elIos, evidentemente, losdemas sentidos) no son perfectos; tambien es precise ad-mitir, con todo, que esta imperfeccion no es motivo sufi-ciente para condcnarlos y recurrir a alguna fuente de cono-cimientos completamcnte distinta. La nueva actitud de Ga-Iileo, que se convertira en caracteristica de la ciencia expe-rimental moc\erna, puede resumirse asf: ante Ia imperfec-ci6n de nuestros sentidos, el cientffico tiene Ia obligacionno ya de limitarse a condenar el conocimiento sensible, sinode crear los medios para hacerlo cada vez mas perfecto.

Galileo afirma repetidamente, en Ias cartas de este pe-riodo, que el hombre dispone para conocer de dos instru-mentos: Ia "experiencia prudente" y la "demostraci6n cier-ta". Ello no significa, sin embargo, que advierta entre ellasuna dualidad efectiva, es decir, que admita una especie deantitesis entre experiencia y razon. Lo cierto es, en cambio,que advierte en eUas una profunda unidad dinamica: expe-riencia y razon son, a su modo de ver, perfeccionables con-tinuamente y constantemente necesarias Ia una a la otra,precisamente para realizar su perfeccionamiento gradual.6. Op. cit., p. 100.

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Creo no ser demasiado atrevido si adelanto la hip6tesisde que en el surgimiento de la concepcion que se acaba dedescribir ha podido ejercitar cierta influencia, aunque seaindirecta, la critica del propio Galileo contra el conceptoaristotelico (y no solamente aristotelico) de la perfecci6ncomo "cualidad absoluta" de los entes, Durante los afiosde que hablamos Galileo desarro1l6 esta crltica con espe-cial referencia alas figuras geometricas: posteriormentela repitio con referencia a los numeros, en abierta polemicaantipitag6rica. En ambas ocasiones esta claro el plantea-mien to instrumental del razonamiento de Galileo: el ter-mino "perfeccion" no denota nada considerado aisladamen-te, pero, en cambio, tiene un significado muy preciso si serefiere a un proceso "de medio a fin", en el que eI medio pue-de ser calificado de mas 0 menos perfecto segun que resultemas 0 menos adecuado para hacernos conseguir ese fin.

El tema que dio a Galileo ocasi6n de desarrollar su inte-resantisima critica del concepto de perfeccion absoluta, 10constituy6 el examen de una de las objeciones mas carac-teristicas de los peripateticos a la naturaleza montafiosa dela Luna. Se trata de un ejemplo tfpico de objeci6n aprioris-ta: la luna no puede poseer tal naturaleza montafiosa porqueello Ie privaria de la forma esferica correspondiente -comoforma absolutamente perfecta- a todos los cuerpos celes-tes. La respuesta de Galileo hace frente animosamente alpresupuesto ultimo en que se basa toda Ia argumentacionacerca de la esfericidad de los cuerpos celestes: "La argu-mentacion -escribe (XI, 146-147)- es bastante comun en Iasescuelas peripateticas: dudo que su mayor eficacia consistasolamente en ser inveterada en las mentes de los hombres,pero no que sus proposiciones no son ni demostradas ni ne-cesarias; por tanto, creo que son muy titubeantes e incier-tas. Primero, que la forma esferica sea mas 0 menos perfectaque las demas, no veo yo que se pueda afirmar absoluta-mente, sino s610 por referencia a algo, como por ejemplo,para un cuerpo que haya de poder volverse por todas par-tes, la forma esferica es perfectfsima, y as! los ojos y lascabezas de los huesos de las piernas han sido hechos por la

naturaleza perfecta mente esfericos; por el contrario, paraun cuerpo que hubiera de permanecer estable e inmovil,esta forma seria mas imperfect a que ninguna otra, y quiense sirviera de piedras esfericas en la construcci6n de mu-rallas haria pesimamente, y perfectisimas son las angu-lares ... "

Es inutil que trate de destacar, pues resulta obvia, laimportancia metodologica de esta respuesta. Galileo no ad-mite que se pueda hablar de perfecci6n "absolutamente",sino s610 "por referencia a algo": con ello se hace que laperfecci6n descienda del plano absoluto de la metafisica alplano tecnico de la ciencia, donde puede adquirir una dina-micidad interna que antes Ie estaba vedada, Entendida deeste modo la perfecci6n 0 imperfecci6n de un objeto, y enparticular de un instrumento, no se juzga ya de un modogeneral, sino relativamente a un uso bien determinado; portanto es posible que un instrumento sea perfecto para unfin pero que se le mejore y se Ie perfeccione para otro.

Aplicando la concepci6n que se acaba de exponer a esosinstrumentos particulares que son nuestros sentidos podre-mos concluir que es licito admitir que poseen un valor de-eisivo respeeto de determinados conocimientos, sin que elloexcluya la necesidad de corregirlos y de potenciarlos paraotros. Lo que se excluye es la aceptacion de un instrumen-to cognitive, cualquiera que sea, como perfecto; en reali-dad semejante aceptaci6n acabaria con la busqueda de me-dios siempre nuevos para mejorar los conocimientos queya poseemos.

7. La polemic a de Galileo contra la perfeccion absolutano se comprende en toda su riqueza de motivos crfticos sino se encuadra dentro de su rechazo general de toda tent a-tiva de introducir concepciones inverificables en la ciencia.La superioridad de la perfeccion relativa sobre la absolu-ta depende en efecto para Galileo del hecho de que la pri-mera puede ser verificada, examinando si el medio cuyaperfeccion se discute responde 0 no al fin respecto del cualse juzga perfecto, mientras que la segunda escapa a todoposible control.

Como veremos, fue en la discusion de una nueva y sutilestratagema ideada por los peripateticos para negar la na-turaleza montafiosa de Ia luna, donde Galileo expres6 conparticular claridad su condena de toda introducci6n subrep-ticia de entes inverificables en Ia ciencia. De modo menos

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EI expediente al que queria referirrne fue inventado porel padre Clavius para conseguir conciliar los resul tados delas nuevas observaciones celestes, realizadas por medio deltelescopio, con la vieja tcorfa aristotelica de Ia esfericidadperfecta de Ia luna; se basa en postular que los montes yvalles de la luna estan recubiertos de una sustancia cris-talina absolutamente transparente, distribuida de tal modoque la superficie del satelite seria complctarnente lisa. Nohay duda de que el argumento resulta, al menos aparente-mente, invencible: al postularsc la transparencia absolutay, por tanto, la invisibilidad de la citada sustancia cris-talina, la conclusion es que no verla no puede probar nadacontra su existencia.

Ahora bien: l que haec Galileo ante esta salida de urgen-cia de los aristotelicos? Su respuesta es tan breve como de-cidida y eficaz: "ciertarnente la fantasia es hermosa ... s610tiene el defecto de no huber sido demostrada y de no serdemostrable" (XI, 142).EI significado de SliS sarcasticas pa-labras es el siguiente: Ia hipotesis del padre Clavius, al nohaber sido demostrada ni ser susceptible de demostrarsc,no tiene derecho de ciudadania en la ciencia: es solamen-te una hermosa fantasia y nada mas.

De esta manera nos vemos conducidos gradualrnentede la critica del valor absoluto de la vision direct a a lacritica del concepto de "perfeccion absoluta", de Ia criticade 1a perfeccion absoluta al rechazo decidido y radical detodas las fantasias pseudocientificas que resultan "no ha-ber sido demostradas ni ser demostrables". Se trata, comoes obvio, de una conclusion que no puede menos que sor-prendernos por su excepcional modernidad.

Basta examinar las cart as escritas por Galileo duranteeste periodo para darse cuenta de cuan ricas resultan enobservaciones metodologicas agudisimas del tipo que seacaba de citar. iC6mo negar que precisamente esta rique-za constituye una de Ias principales razones de 1a fascina-cion de las numerosas y vivacisimas polernicas exarninadasen las paginas precedentes? Ouien no tenga en cuenta 1avalerosa falta de prejuicios y 1a consecuencia de que estanimpregnadas todas las argumentaciones aducidas por Ga-lileo contra sus diversos criticos, no podra explicarse jamasel extraordinario valor formativo que tuvieron semejantesargumentaciones para 10s cientificos del siglo XVII, y POI'

tanto menos todavia podran expIicarse las razones profun-das del excepcional interes existente en torno a 10s descu-brimientos galileanos. Lo cierto es que Ia revolucion cien-tifica realizada por Galileo no se basa solamente en las no-vedades contenidas en estos dcscubrimientos, sino tambieny sobre todo en la nueva rnadurez metodologica revelada porelIos.

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1. Antes de adentrarnos en el examen del amplio y ani-1l10S0 programa politico-cultural concebido por Galilee en-tre 1611y 1615sera bueno dar, aunque sea brevemente, al-guna idea acerca de su vida y sobre su actividad de escri-tor en estos arios.

Sabemos ya que en setiembre de 1610,al partir de Pa-dua para Florencia, Galileo dej6 durante algun tiernpo alpequefio Vinzencio a Marina Gamba. En cuanto a sus doshijas, la mayor, Virginia, habiaabandonado Padua haclaya un afio para seguir a su abuela paterna, de regreso aFlorencia tras una visita a Galilee: la menor, Livia, siguioa su padre en el traslado. Este intent6 primero dejarlas encasa de su abuela, pero este arreglo no podia durar rnu-cho dado el caracter de la anciana; al Iracasar esta tentativano supo hallar mas solucion que la de internarlas en unconvento. POl' tanto, a finales de 1613,hizo que las acogieranen el Monasterio de San Mateo, en Arcetri, aun cuando tar-daron en llegar a la efectiva profesi6n monacal dadasu gran juventud (tenian 13 y 12 afios respectivamente).Pronunciaron sus votosen 1616y 1617,apenas cumplidos losdieciseis afios, tomando los nombres de sor Maria Celeste yde sor Arcangela,

Se han aducido diversas razones para explicar el com-porta mien to de Galileo hacia sus hijas, que fue sin dudacruel 0 al menos nada preocupado por Ios deseos de Iasnifias (es innegable que si la primer a acept6 con resigna-cion Ia vida que su padre le imponia, revelando poseeruna autentica vocaci6n religiosa, la segunda, en cambio, su-fri6 rnucho por ello, adquiriendo un caracter agrio e inso-portable). Puede hallarse una primera justificaci6n genericaen las bien conocidasy Iamentabilisimas costumbres de laepoca: otra, de tipo personal, es el hecho de que las hijaseran ilegitimas y ello habria hecho muy diffcil que encon-traran marido en estratos sociales dignos de la elevada po-sici6n ocupada por su padre. No obstante, por debajo detodo .estaba el deseo de Galileo de hallar un arreglo paraelIas que no le proporeionara en el futuro una nueva carga,que le Iibrara para siempre de toda preoeupaei6n.

Capitulo 4El programa de Galilee

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Aunque podemos comprender facilmente este deseo, so-bre todo teniendo en cuenta el tiempo que habia perdidopor causa de sus familia res y los gran des problemas po-litico-culturales que entonces maduraban en su animo, noes posible negar, sin embargo, que to do esto escondia unegoismo profundo y sustancial. Incluso en los mas grandeshombres hay a rnenudo, en su caracter, algun aspecto indig-no de su grandeza.

En el periodo en cuestion, esto es, entre 1611 y 1615, laproduccion propiamente cientffica de Galileo se centro endos problemas particulares -la flotaci6n y las manchas so-lares- a los que llego no tanto espontaneamente como porinducirle a ello la polemica de sus adversarios.

Apenas habia regresado de su triunfal viaje a Roma, delque hemos hablado en el capitulo tercero, cuando asisti6-en setiembre de 1611- a una reunion amistosa de filoso-fos y cientificos de diversas orientaciones invitados porCosimo II al palacio de los gran des duques. La discusi6nvers6 en torno al fen6meno de la flotaci6n y sus posiblesexplicaciones; Galileo expuso y defendio la de Arquirne-des y otros, en carnbio, la de Arist6teles. La discusi6n se rea-nud6 dfas mas tarde en nuevas reuniones, a las que fue in-vitado -para reforzar al partido aristotelico-« el litera toflorentino Ludovico delle Colombe, conocido adversario delcopernicanismo. En el debate, que se fue haciendo cadavez mas amplio e interesante, acabaron por participar, ade-mas del Gran Duque y su familia, dos purpurados: el car-denal Maffeo Barberini (el futuro pontifice Urbano VIII),que se puso de parte de Galilee, y el cardenal Federico Gon-zaga, que se puso, en cambio, de parte de los aristoteli-coso Cosimo II propuso que como conclusi6n los contendien-tes redactaran por escrito sus razonamientos.

Asf nacio el Discorso intorno alle case che stanna in sul'acqua a che in quella si muovono, de Galileo, que se pu-blic6 impreso en mayo de 1612, dedicado al Gran Duque;en la introducci6n se aludia tambien a los satelites de Ju-piter y alas manchas solares. Obtuvo un gran exito: tangrande, que antes de finalizar el afio se public6 una segun-da edici6n. Sin embargo, tambien suscit6 encendidos ata-ques de sus adversarios; especialmente importante fue ellibelo de Ludovico delle Colombe, Discarsa apalagetica d'in-torno al Discarsa di Calileo Calilei (Florencia, 1612). Contraeste y otros analogos se public6 final mente (Florencia, 1615)una Risposta firmada por Benedetto Castelli, discipulo de

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Galileo, pero inspirada, corregida y en gran parte escritapor este.

Tambien el ensayo de Galileo sobre las manchas sola-res tuvo un caracter claramente polemico. Sabemos ya porel capitulo tercero que Ias observaciones del Sol por Galileose remontaban a 1610, pero que en aquel momento no escri-bi6 ni public6 ningun escrito sobre su descubrimiento, li-mitandose a hablar de el a algunos amigos de Venecia. Escierto que al afio siguiente 10 refiri6 a varias personas enRoma, pero tambien oralmente. Lo cierto es que pocosmeses mas tarde el fen6meno empezo a suscitar el mayorinteres al jesuita aleman Christoph Scheiner, profesor dematematicas y de lengua hebrea en la Universidad de In-golstadt.' No es Iacil determinar si Scheiner fue incitado arealizar sus observaciones del Sol por sugerencias de suscolegas romanos 0, 10 que es mas probable, si llcgo a elloaut6nomamente; la verdad es que en noviembre y diciem-bre de 1611 envi6 tres importantes cartas sobrc esta cues-ti6n a Markus Welser, duumviro de la ciudad de Augusta,intimamente relacionado con los jesuitas (era uno de susbanqueros). Este las public6 el 5 de enero de 1612, ocultan-do el nombre del autor con el pseud6nimo de Apeles.

Wesler envi6 en seguida a Galileo una copia de Ia inte-resantisima publicacion: Galileo se sinti6 profundamen-te of endido, considerando que le habia sido arrebatadosu propio de scubrimi en to (sin tener del to do razon, no obs-tante, dado que no habia escrito hasta el momento nadasobre el y dado que tampoco la habia convertido en obje-to de estudios exactos).' De cualquier modo, la respuestade Galileo no se hizo esperar mucho y tom6 tambien formaepistolar. Como habian sido tres las cartas de Apeles, tresfueron tambien las enviadas por Galileo a Markus Welser-como habia hecho el jesuita aleman->, el 4 de mayo, el14 de agosto y el 10 de diciembre de 1612. Al afio siguientefueron impresas a cargo de la Accademia dei Lincei, en unvolumen unico titulado Lstoria e dimostrazione intorno allemacchie solari elora accidenti, comprese in tre lettere scrit-

1. Acerca de la figura de Scheiner, vease el interesante estudiode A. FAVARO en Ia serie Oppositori di Galileo, «Atti del RealeIstituto Veneto di Scienze, Lettere e Arti», vol. LXXVIII (1918-19).

2. Pocos meses antes, es decir, a finales del afio anterior, habiaaparecido un estudio sobre la cuesti6n de Giovanni Dr DAVIDE FA-BRICIUS titulado De maculis in sole observatis et apparente earumcum sole convectione narratio (Wittemberg, 1611).

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te all'illustrissimo Signore Marco Velseri Linceo, Duumvirod'Augusta, Consigliero di Sua Maesta Cesarea, dal SignorGalileo Galilei, Nobil [iorentino, Filosofo e Matematico pri-mario del Serenissimo D. Cosimo II Gran Duca di Tosca-na; la obra esta dedicada al noble florentino Filippo Salvia-ti, linceo."

Veremos que la polernica durarla bastantes afios, sien-do enormemente dura por ambas partes; de todas rnaneras,mientras que Galileo se ocup6 entretanto de muchos otrosproblemas, el padre Scheiner se dedic6 fundamentalmentealas observaciones solares, por 10 que se convirti6 en elprimer especialista en esta cuesti6n. En 1630 habria de pu-blicar sobre ellas un tratado fundamental titulado Rosaursina.

Reservando para el apartado cuarto volver sabre el con-tenido de las dos obras de Galileo que acaban de ser cita-das, basta destacar aqui que ambas tuvieron un evidentecaracter ocasional. Podemos preguntarnos, por tanto, si enel periodo en cuesti6n Galileo publico 0 al menos ernpezoa escribir algo mas sistematico, como por ejemplo aquelSystema mundi que habia anunciado algunos afios antesdel Side reus nuncius. La respuesta es negativa y ello suscitade por sf un grave problema. Teniendo en cuenta que ahoraestaba completamente libre de toda obligaci6n didactica yde toda preocupacion familiar, surge espontaneamente lapregunta de por que no aprovecho inmediamente esta liber-tad para redactar el tratado prometido y completar lasadmirables investigaciones sobre la mecanica iniciadas enPadua 0 para profundizar sus estudios sobre las lentes.i.Como no encontro nunca tiempo para leer las obras fun-damentales de Kepler sobre la 6ptica y la astronomia? Evi-dentemente Ie interesaba otra cosa.

En realidad todos los datos de que disponemos (cartas,testimonios, etc.) demuestran que el interes de Galileo seestaba deslizando de la investigaci6n cientifica pura a unaaccion de propaganda cultural. A medida que transcurrianlos afios mas se convencia de que en aquel momento eranecesario por encima de todo difundir entre capas cada vezmas amplias la fe en el copernicanismo y hacer surgir a

3. Advlertase que la Istoria responde no solamente alas tresprimeras cartas de Scheiner sino tarnbien a un nuevo estudio publt-cado por el sobre esta cuesti6n en septiembre de 1612,titulado Demaculis 801aribus et steZlis circa Iovem errantibus Accuratior Dis-quisitio,

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traves de ello el espiritu cientffico moderno en el mayornumero posible de personas. Este espfritu propagandfsticose halla en el fondo del Discorso sui galleggianti y aparececon mayor claridad en las Lettere sulle machie solari; seconvertira en la nota dominante de algunas cartas cele-bres (no publicadas pero que hizo circular entre sus ami-gos) en las que Galilee trataria de demostrar la concord an-cia de la teoria copernicana con el dogma cat6lico. Se tratade la Carta a Benedetto Castelli, del 21 de diciembre de 1613,de las dos Cartas a Monseiior Pietro Dini, del 16 de febreroy del 23 de marzo de 1615, y de la Carta a Madama Cristinadi Lorena, Granduchessa di Toscana, redact ada en divers asocasiones y terminada en el segundo semestre de 1615. Dadasu importancia les dedicaremos algunas consideraciones.

2. Para darnos cuenta del valor que concedia Galileoa la defensa y a la difusi6n de la teorfa copernicana debe-mos comprender en primer Ingar el senti do nuevo que ad-vierte en esta teorfa.

Ya en algunos pensadores anteriores, por ejemplo enBruno, el copernicanisrno habia adquirido un significado bas-tante mas amplio que el original, fundamentalmente astra-n6mico; esos pens adores habfan interpretado la adhesiona este sistema como una ruptura can todo el antiguo rnundoaristotelico medieval y como principio de una nueva con-cepci6n de la realidad. Algo analogo puede repetirse a pro-p6sito de Galileo, aunque con algunos caracteres -que tra-taremos de explicar en seguida- completamente distintos.

Bruno tiende a ampliar la teorfa copernican a en unadireccion puramente fiIos6fica 0 mas exactamente metaff-sica, sin consecuencias cientfficas determinadas. Convier-te el sistema heliocentrico en punta de partida para llegara una filosoffa de la naturaleza, riquisima en concepcionesnuevas pero terriblemente escasa de rigor. Su modo de ra-zonar esta Ileno de alegorias, de alusiones rnagicas, de afir-maciones generalisimas e inverificables: se trata de un ra-zonamiento que hace pedazos los esquemas de la viejaffsica aristotelica, pero para sustituirla por esquemas nue-vos menos rlgidos y no para dar comienzo a un tipo de in-vestigacion metodol6gicamente diferente del criticado.

Galileo retoma el program a de Bruno con una orien-taci6n completamente distinta. La concepcion copernican atiene para el un valor de pun to de convergencia de todas lasnuevas investigaciones cientfficas -de la matematica a la

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•---astronomia y a la mecanica->, de modo que aceptarla 0 re-chazarla significa aceptar la rnetodologia que hace posiblesestas ciencias 0 permanecer ligado, en cambio, a todos losviejos prejuicios. La importancia para la filosoffa de la teo-ria copernicana no consiste en abrir el camino a nuevostipos de metafisica, sino en el hecho de que hace imposibleIa fidelidad al viejo espiritu metaffsico,

Teniendo presentes las diferencias entre ambos pensa-dores que se acaban de indicar se hace facilmente explica-ble el motivo por el que Galileo no siente jamas la necesi-dad de citar el nombre de Bruno. Kepler, en su tiempo.le reprocho este silencio; tambicn se 10 rcprochan hoy mu-chos estudiosos que gustan de detenerse en las analogiasentre los dos desarrollos del copernicanismo, por no hablarde algunos razonamientos cspccificos que aparecen casi sincambios en las obras de Bruno y en las de Galilee." Creoque debo responderles que Galileo comprendio con toda cla-ridad la profunda antftesis existente entre los caracteresde la investigaci6n cientffica en cuyo favor combatia, y Ioscaracteres de Ia filosofia de la naturaleza (independiente-mente de que fuera vieja 0 nueva) propugnada por Bruno:cualquier indicio que pudicra llevar a confundir las dos po-siciones Ie debia parecer enormemente pcligroso para supropia batalla cultural, y por tanto habia que evitarlo canel mayor cuidado. Podrfan repetirse casi las mismas con-sideraciones respecto de Campanella; precisamente nos ex-plican los motivos de la frialdad mostrada constantementepar Galileo hacia el desventurado fraile, quien, en cambio,experimentaba hacia 61el entusiasmo mas calido y sincero(hasta proponerle asumir personalmente la tarea de defen-derlo ante la autoridad eclesiastica, cosa que Galileo seguardo bien de aceptar),

A la distancia de los siglos puede parecernos que elcomportamiento de Galilee con respecto a Bruno puedejuzgarse al menos como poco generoso. c:Acasono habriasido mucho mejor haber tenido el valor de exaltar al repro-bo, quemado vivo poco mas de un decenio antes? (0 tenerel valor de reconocer con f'ranqueza la parte comun al pro-

4. Entre 10s defensores de una continuidad real de pensamientoentre Giordano Bruno y Galileo se recuerdan: V. SPAMPANATO,Quat-tro filosafi napalitani nel carteggio di GaWeo, Stab. Tip. E. DellaTorre, Portici, 1907; G. GENTILE,Studi suI Rinascimento, Sansoni,Florencia, 1936; S. TIMPANARO,Scriiti. di staria e crit.ica de.!la scienza,Sansoni, Florencia, 1952.

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grama de Bruno y al suyo propio (es decir, la cornun vo-luntad de ambos de considerar el sistema de Copernico nocomo una pura y simple teoria astrouomica, sino como unaverdad que contenia amplios desarroIlos)? Sin querer discu-tir aqui si el siIencio de Galileo sobre Bruno estuvo deter-minado tam bien por una falta de valor =-veremos mas ade-lante que en determinadas circunstancias Galileo se mostr6extraordinariamente valiente y en otras, en cambio, extre-madamente prudente- 10 cierto es que habia razones muyserias para justificarlo teoricamente, En realidad, (paraque romper el silencio, cuando semejante actitud -aunquehermosa como acto de valor- habrta dado origen induda-blernente alas peores confusiones?

El problema de las relaciones entre Galileo y Brunopuede inscribirse hoy en el problema mas amplio de lainterpretacion del Renacimiento, es decir, en el debateentre una interpretacion idealista, que busca la conclusionde ese grandiose movimiento de ideas en la filosoffa deGiordano Bruno, y de otra, antiidealista, que la halla encambio en la ciencia de Galileo. Sin detenerrne a explicarlos motivos que estan en favor de una 0 de otra, me limi-tare a observar que la propia antitesis universalmente re-cognoscible entre las dos interpretaciones confirma la exis-tencia de una no menor antitesis entre los dos pensadores,tomados respectivamente como simbolos suyos y casi meatreveria a decir que como banderas.

3. La profunda diversidad entre Bruno y GaliIeo hallapOI' ultimo una nueva y decisiva confirrnacion en la posicionde estc ultimo respecto a la Iglesia catolica.

Generalmente los estudiosos de Galileo y de sus procesosse detienen a examinar Ias razones politicas, teologicas yfilos6ficas que pueden explicar el comportamiento de laautoridad vaticana respecto del valioso cientifico: en cam-bio, suelen pasar a un segundo plano las razones que indu-jeron a Galileo a actual' como actuo, limitandose a sefialarsu imprudencia 0 incluso su ligereza. A decir verdad, hahabido alguno que se ha preocupado tambien por buscaruna justificaci6n al comportamiento de Galileo, creyendoencontrarla en un hipotetico anticIericalismo que habriaguiado todas sus acciones; se trata, sin embargo, de unajustificaci6n inaceptable, bien por ser puramente verbal(seria necesario explicar las razones de ese anticIericalis-mo), bien por no responder a la realidad hist6rica.

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A diferencia de Bruno, Galileo no se plante6 nunca elproblema de una renovaci6n del patrimonio filosofico-teo-logico de Ia Iglesia. Habiendo nacido en un pais cat6lico eraun catolico practicante, pero el problema religioso no cons-titufa eI menor estimulo para el, es decir, no experimentabaningun interes especial por Jas pruebas sobre Ia existenciade Dios 0 por las controversias entre una confesi6n cristia-na y otra. Lo que en cambio Ie interesaba en el mas altogrado, 10 que suscitaba su mas viva y sincera admiracion,era la capacidad organizativa de la Iglesia cat6lica; no bayque olvidar que el catolicismo, desde bacia algunos afios,se reforzaba rapidamente y habfa recuperado ya mucbo te-rreno en comparacion a Jas Inlesias reformadas.

Se ba explicado ya, al hablar de 105 "planetas mediceos",que al darIes este nornbre Galileo se propuso vincular dealgtm modo el destino de su reconocimiento a la fortuna dela poderosa familia de los gran des duques de Toscana; aho-ra podemos afiadir que ese acto se inscribia en un plangeneral: conseguir para la ciencia nueva el apoyo y el favorde todos Ios poderosos de la tierra, desde los prfncipes bas-ta la Iglesia. Galileo no consideraba Ia ciencia como unaactividad privada de unos estudiosos aislados, sino comoun heche de intercs publico, destinado a introducirse entoda la sociedad; precisamente por esto necesitaba, paraconseguir su pleno desarrollo, ser ayudada y sostenida POl'los principales detentadores de Ias palancas de mando de lasociedad.

De abf el especialisimo intercs de Galileo por Ia Iglesiacatolica, interes tanto mas vivo y sincero cuanto mas evi-dente era el poder organizativo de la importantfsima ins-titucion y cuanto mayor era su influencia sobre todo en laesfera de Ia cultura. De ahf que arraigara en su animo elconvencimiento de que era precise emplear todos los me-dios para convertir a Ia Iglesia a la causa de la ciencia, Ypara impedir que se produjera entre ambas una fracturaque retrasarfa peligrosamente eI desarrollo de la investiga-ci6n cientffica.

He aqui por que el problema de las relaciones entre elcopernicanismo y el dogma cat6Iico asumi6 para Galileouna importancia de primerfsimo plano. Como hernos dichoya, el copernicanismo era para el un punta crucial del girode la antigua ciencia a la nueva; porotra parte, el dogmaconstituia el principal apoyo de toda la organizaci6n cul-tural catolica. No habia, por tanto, eleccion posible: 0 baIlar

un acuerdo entre teoria copernicana y dogma catolico 0 re-nunciar al apoyo de la Iglesia a la nueva ciencia, conenorme perjuicio para el progreso cientffico.

Siendo as! las casas, aparece en seguida la pregunta dequien debia asumir la tarea de solicitar y obtener tan di-ficil e importante acuerdo. Galileo no tiene al respecto nin-guna duda: considera que es Ia persona mas calificada paraeste objeto, ya sea por la fama rnundial conquistada con elSidereus nuncius, ya por la proteccion que le daba Ia po-derosa y cat61ica familia de los Medicis, 0 bien por las mu-cbas amistades personales con que contaba entre las maselevadas jerarquias eclesiasticas. P9r tanto se entrega ala tarea para la que se siente destinado con todo el entusias-mo del que es capaz, y se apasiona de tal modo con el diffcilprovecto que, para dedicarle todas sus energfas, acabasacrificandolc toda actividad (Ia investigaci6n cientffica mis-ma en sentido cstricto). De 1611 en adelante, y durantecasi dos decenios, la cicncia pura deja de constituir para el-como se ha explicado bace un mom ento- el interes pri-mero y princinal: cste se centra, en cambio, en un ambicio-so provecto aI que podemos calificar (en terminos moder-nos) de "politica de la cultura": el proyecto de conquistarpara la nueva ciencia, esto es para el copernicanismo, elapovo de la Iglesia catolica,

Tengo la clara impresion de que, habida cuenta de todo10 que se acaba de exponer, result a bast ante facil explicar-se el comportamiento de Galileo de 1611 en adelante; y nos610 hasta 1616, es decir, basta la primer a derrota seria deSll prozrama, sino tarnbien en los ailos siguientes, cuando sevia obligado a cambiar Ia tactics -no, sin embargo, la es-trategia- de S11 r-:ran batalla, Solamente despues de Ia se-gunda y definitiva derrota de 1633 renuncia Galileo a Ia rea-Iizaci6n del program a mencionado y se rep1iega a sus tra-baios de mecanica (no ya politicos, sino puramente cien-tfficos) iniciados durante el perfodo de Padua.

4. No viene al caso exponer aqui con detalle eI conteni-do de Ias dos obras de que se habla en el apartado primero,es decir, el Discorso intorna alle case che stanno in sul'acaua y la Istoria intorno alle macchie solari.

En la primera se entretejen una viva y, sin embargo, re-flexiva crftica contra la explicacion aristotelica de Ia flota-ci6n (debida, sezun el Estagirita, a la presencia en los cuer-pos que flotan del elernento aereo que tiende por naturaleza

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5. Op. cit., p. 134.

en sus observaciones metodologicas, que demuestran la ra-pidisima maduracion, en la mente de Galileo, de una claraconsciencia de la diversidad que existe entre la experienciaimprecisa y puramente cualitativa de los aristotelicos y elexperimento de la nueva fisica.

Finalmente, merece destacarse especialmente una impor-tante observaci6n sobre el Ienguaje contenida no ya en elDiscorso, sino precisamente en la Risposta de 1615 firrnadapor Castelli (pero que sabemos debida en gran parte a Ga-lileo). Esta observaci6n trata de distinguir el equivoco eimpreciso lenguaje comun del lenguaje cientifico rigurosoy exacto en el que cada termino tiene siernpre el mismosignificado "rnuy abiertamente declarado " (que precis amen-te por su precision puede resultar distinto de los divers osy oscilantes significados del mismo terrnino en el lenguajecomun): "Aqui empieza cl senor Colombo a entrar en un pie-iago infinite de vanidad, nacida toda de no haber sabidocomprcndcr nunca un simple tcrrnino expresado muy abier-tarnentc por el scrior Galilee, y empleado mil veces en suDiscorso; y cste des orden tiene su raiz en no haber tenidoen cuenta que habiendo en cl mundo tantos lenguajes di-versos, y contcnicndo todo lenguaje miIlares de nornbres,impucsros todos cllos por los hombres a su antojo, cl senorGalilco ha podido muy bien introducir todavia uno para supropio uso, declarando primero su significado" (IV, 627).Este fragmento revel a una consciencia plena de la conven-cionalidad de las definiciones cientificas y del rigor que pre-cisarnentc esta convencionalidad perrnite introducir en nues-tros razonarnientos. Esta claro que el autor de semejanteobservacion es muy consciente de Ias difcrencias entre ellenguaje comun y el Ienguaje cientifico; a pesar de escribiren lengua vulgar no pretcnde admitir por ello las impreci-siones habituales del hablar comun, sino que, POI' el con-trario, se prop one formal' incluso al hombre comun en elrigor que resulta indispensable en la ciencia.

En cuanto a la Istoria intorno alle macchie solari, creoque es inutil afiadir aqui nada -ademas de 10 dicho en elapartado primero- sabre el gran problema de la priori dadde su descubrimiento. Desgraciadamente, por tratarse deuna cuesti6n en la que cada uno creia que tenia que defen-der su propio prestigio personal, tanto el padre Scheinercomo Galileo la consideraron con un rencor indigno delvalor cientifico de uno y otro. Si en esta polemica, que duroafios y afios, los golpes de Galileo fueron bastante fuertes

a subir) y una amplia y profunda exposici6n de la explica-ci6n de Arquimedes de este fenomeno (debido, segun elsiracusano, a Ia diferencia entre el peso especffico de 105cuerpos flotantes y del agua). De especial in teres es el exa-men, realizado con particular agudeza por Galileo, de lasexperiencias que los aristotelicos solian aducir contra Ar-quimedes; adviertase que las mas significativas de estas pro-cedian de la obra De motu del fil6sofo Francesco Bonamico,que habia sido profesor de Galileo en Pisa y al que se haaludido ya en el capitulo primero, apartado segundo. Comomuy bien explica Banfi," tales "pretendidas experiencias ...no son sino observaciones groseras que no distinguen loselementos constitutivos ni Ias complejas relaciones causales.En cambio los experimentos que propone Galileo se pres-tan a seguir el fen6meno en sus diversos grados, simpli-ficandolo y permitiendo poner de relieve Ias relaciones esen-ciales que 10 determinan",

El casu mas dificil de explicar desde el punta de vistade Galileo es la flotaci6n de determinados cuerpos (laminasmetalicas delgadas, alfileres, etc.), que ticnen un peso espe-cifico superior al del agua, flotaci6n que se halla en rnanifies-ta contradicci6n con el principio de Arquimedes (hoy sabe-mas que en rcalidad estos cuerpos no flotan, pues no consi-guen romper la pelicula especial que se forma en su super-ficie par efecto de la fuerza de cohesi6n). En rigor, Galileono llega a la explicaci6n cientifica exacta del casu excepcio-nal mencionado, pero al efecto introduce una hip6tesis muyaguda e interesante (al afirmar que el cuerpo flotante es, enlas circunstancias examinadas, no el cuerpo mismo, porejemplo, la lamina metalica, sino el compuesto de estalamina y de una capa de aire: "Ia tablilla de los adversa-rios citada mas arriba, cuando se acopla con tal cantidadde aire, forma con el un cuerpo menos grave que la cantidadde agua que iria a ocupar el Iugar que tal compuesto ocupaen el agua" [IV, 140]); tiene, de cualquier modo, el meritode comprender que se trata de fen6menos especiales, defen6menos que se producen en situaciones muy especiales(cuya particularidad es la raiz de su excepcional comporta-miento), y que POl' consiguiente no pueden ser aducidos parafalsar leyes provistas, como 1a de Arquimedes, de una de-mostraci6n experimental s6lida.

EI interes del Discorso, ademas de su contenido, reside

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(por 10demas, ya sabemos que en este tipo de controversiasse dejaba llevar por .su caracter orgulloso e impetuoso), bas-tante mayores fueron sin duda los golpes de su tenaz y ven-gativo adversario. De hecho es probable que precisamenteel padre Scheiner fuera uno de los mas calificados instiga-dores del proceso a Galileo de 1633;estos golpes eran tantomas graves si se advierte que el padre Scheiner debfa darsecuenta mas que ningun otro -por ser un astr6nomo valio-so- de las razones que estaban en favor del copernicanismo,

Dejando aparte la cuesti6n personal, basta recordar elpunta mas caracteristico en torno al cual se centr6 la pole-mica entre ambos cientificos: se trataba de la interpreta-ci6n de las manchas solares. EI padre Scheiner vefa en ellaseniarnbres de astros que giraban en torno al So], a ciertadistancia de el: la ventaja de esta hipotesis (que el misrnoabandonaria en seguida) consistfa fundamentalmente en re-ferir Ia causa de las manchas a alzo extrafio al Sol. de modoque se mantenia a salvo la perfecta constituci6n oue laantizua astronomia atribufa a este cuerpo celeste. Galileooponia que las manchas no muestran, a la mas atenta ob-servaci6n, la constancia que deberia ser caracterfstica deun sistema de astros tan complejo; por la irrezularidad desu formaci6n y disolucion parecfan en verdad mas serne-[antes alas nubes que alas constelaciones, 10 cual demues-tra que se hallan formadas por materia fluida, no extrafiaal Sol, sino situada en su misma superficie: 0 tal vez me-jor, perteneciente a su atmosfera. Ademas, en eJ hecho deque las manchas giraban efectivamente en torno a la su-perficie del Sol, Galilee advertfa una prueba directa de laexistencia de un movimiento de rotaci6n de este astro sobresf mismo, 10 cual consideraba una prueba del mayor valordel sistema copernicano (en realidad estaba convencido-como par 10demas tambien 10 estaba Kepler- de la exis-tencia de una correlacion entre el movimiento giratorio delSol y la revolucion de los planetas en torno a el, por 10que la comprobaci6n del primero, a traves del movimien-to de las manchas, le parecfa que constitufa casi una veri-ficaci6n directa del segundo).

A pesar de la gran importancia de los resultados queacaban de ser referidos, mas importante todavia era elprocedimiento sezuido para obtenerlos; como escribe Banfi,proporcionaba "al proceder inductivo el maximo de certezaconcreta", v convertia a la obra en un autentico "modelede metodo".

Creo que es instructivo afiadir que esta perfecci6n me-todol6gica no se refleja solarnente en el rigor de las indue-ciones, sino tarnbien en Ia critic a termino16gica. Por tratar-se de un aspecto del mas vivo interes, algo descuidado co-rrientemente par los estudiosos de Galileo, sera bueno ilus-trarlo con la cita directa de uno de los fragmentos massignificativos de la obra. Se refiere a la critica galileana dela hip6tesis de Scheiner, aludida poco mas arriba, que tratade explicar las manchas solares como enjambres de astros:"con la misma raz6n podrian llamarse tambien estrellas lasmanchas solares, aunque esencialmente tendran condicionesno poco diferentes de las primeras estrellas" (IV, 229), estoes, de las "estrellas" en el sentido corriente del terrnino. Esverdad que, considerada abstractamente, esta libertad ter-rninologlca no es condenable en si, sino que se convierteen condenable en el discurso real porque nos lleva a desig-nar con el mismo nombre objetos que tienen un compor-tamiento fenornenico distintc: "Pongo tan pocas dificul-tades en la cuesti6n de los nombres, pues se que perteneceal arbitrio de cada uno llamarlas como se quiera, que nohare objecion a llamarlas estrellas... Pero estas estrellassolares seran diferentes de las otras" (IV, 257). Si se quiereadecuar los nombres a los fen6menos sera preciso =-con-cIuye Galileo- "igualar" las rnanchas solares no ya alasestrellas, sino "a nuestras nubes 0 a 105humos".

La plena conscicncia mostrada :...quipor Galileo del ca-racter convencional pero no arbitrario de los terrninos cien-tificos, demuestra que debia haber meditado largamentesobre este aspecto especialmente delicado de Ia metodologia.

5. El problema del lenguaje se halla en la base de lascartas de Galileo =-aludidas al final del apartado primero-dirigidas a demostrar la cornpatibilidad entre la verdad co-pernicana y el dogma cat6lico.

Nadie puede poner en duda -hoy como en eI siglo XVII-Ia existencia de bastantes y evidentisimas contradiccionesentre la tesis de Copernico y algunos fragmentos clarisi-mos de la Biblia (por ejemplo, las palabras de Josue or-denando al Sol que se detenga)," Galileo 10 sabe, pero sabe

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6. Todavia en el stglo pasado el padre Filippo Anfossi escribi6-en un llbrito pubJicado anonimamente en Roma en 1822- quelas Ieyes de Kepler, la atraccion de Newton y la desviaci6n haciael Este de 10sgraves que caen libremente «son casas que no merecenla menor atenci6n al lado de tantas y tan claras expresiones de

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tambien que quien quiera ser al mismo tiempo cientifico ycatolico debe estar en situaci6n de admitir como igualmen-te verdaderas aquella tesis y estas palabras, Por tanto espreciso demostrar que ello es posible. Galileo se cree enposesi6n de esta demostraci6n y hace todo 10 que puedepor exponerla a sus amigos, alas autoridades del Estado eincluso a las mas elevadas jerarquias eclcsiasticas.? En rea-lidad esta convencido de que solamente si logra infundira todos su convencimiento podra llevar a cabo su programa,es decir, podra conquistar para la nueva ciencia el apoyode la Iglesia catolica,

No se trata -adviertase claramente- de hallar un com-promiso entre copernicanismo y dogma (veremos que Ga-lileo considerara con el mayor desden todas las tentativasde este tipo, y precisamente por ello se sentira en la obliga-ci6n de combatir con intransigente acritud el sistema deTycho Brahe, intennedio entre el antiguo y c\ nuevo); tam-poco se trata de intentar modificar el dogma, 10cual condu-ciria a la nueva ciencia fuera de la ortodoxia y, por tanto, laharia perder automaticarnente el apoyo de la Iglesia cato-lica. Tampoco se trata de adrnitir la artificiosa teoriaaverroista de Ia doble verdad, puesto que 0 bien constitu-ye pura y simplemente una mascara para negar la verdaddel dogma 0 constituye una patente violaci6n de los prin-cipios fundamentales de la 16gica.

Galileo indica la salida de escape a todas estas dificulta-des en el reconocimiento de la existencia de dos lenguajesradicalmente diferentes entre si: el comun, con todas susimperfecciones e inconsistencias, y el cientifico, riguroso yperfectamente exacto. La infinita sabidurfa de Dios, al co-nocer ambos perfectamente, sabia muy bien, al dictar lasSagradas Escrituras, que para hacerse comprender por elauditorio al que se dirigia debia emplear el lenguaje comun,que es el unico que entiende el hombre corriente. POl' ello

las Escrituras que afirrnan constantemente el movimiento del Soly la Inmoviltdad de la Tierra, sin afirmar 10 contrarto ni una solavezs. Mas adelante afiade: .EI Espiritu Santo esabta 0 no todosestos descubrimientos? Si 10s sabia, lpor que 10s santos hombresinspirados por e1 han dicho mas de ochenta veces que e1 Sol semueve en vez de no decirnos ni una sola que esta inm6vil yqutetov (citas tomadas de S. TIMPANARO,Scritti di staria e criticadelta scienza, pp. 95-96).

7. En la carta a monsefior Dini Ie ruega que Ia de a conocer a108 matemattcos del Colleglo Romano y, si es posible, tarnbien a1cardenal Bellarmino.

sugiri6 que se escribiera que el Sol gira en torno a la Tierra.En la ciencia, en carnbio, tcnemos la obligacion de emplearel segundo tipo de lenguaje -el riguroso y perfectamenteexacto- caracteristico del discurso cientffico, y por consi-guiente no podemos aceptar como valida la anterior afir-macion, a pesar de que se halle contenida en la Biblia.

En conclusi6n: la verdad es una, pero los lenguajes paraexpresarla son dos. Renunciar, en el ambito de la inves-tigaci6n cientifica, al lenguaje empleado por Dios en la Bi-blia no significa renunciar a la Biblia ni pretender corre-girla 0 siquiera poner en duda su autoridad. Significa, sim-plemente, pasar de un tipo de discurso a otro, tambien em-pleado -y esta observaci6n es muy importante- por Dios,no ya cuando se dirigia al hombre, sino cuando escribiael Iibro de la naturaleza: "Dado que Ia Escritura en mu-chos lugares no solamente es susceptible, sino que ademasesta necesitada de exposiciones distintas del significado apa-rente de las palabras, me parece que habria que reservarleel ultimo lugar en las disputas naturales, porque procedien-do igualmente del Verbo divino la Sagrada Escritura y lanaturaleza, aquella como dictado del Espiritu Santo y estacomo ejecutora exactisima de las ordenes de Dios, y ha-biendose convenido en la Escritura, para acomodarse al en-tendimiento de todos, decir cosas muy distintas de aspectoy en cuanto al significado de las palabras de la verdad abso-luta, y que, al contrario, siendo la naturaleza inexorable cinmutable y nada cuidadosa de que sus reconditas razonesse hallen 0 no expuestas a la capacidad de los hombres,por 10que no viola nunca las leyes a ella impuestas, pareceque 10 que respecto de los efectos naturales nos poneante los ojos la experiencia prudente 0 las demostracionesnecesarias no debe en modo alguno ser puesto en duda porlugares de la Escritura, que por las palabras puedan pare-cer diversos... Dado esto, y siendo manifiesto que dos ver-clades no pueden contraponerse nunca, corresponde a lossabios expositores fatigarse en buscar los verdaderos sell-tidos de los lugares sagrados, concordando con aquellasconclusiones naturales de las cuales nos hayan hecho estarciertos y seguros previamente el sentido manifiesto 0 lasdemostraciones necesarias" (V, 282-83).

La solucion de Galileo es tan simple -0 tal vez simplis-ta- que no puede por menos que dejarnos perplejos. E1mismo hecho de que las autoridades eclesiasticas de su epo-ca no se dejaran convencer refuerza nuestras dudas a pro-

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p6sito de la misma. Trataremos, de cualquier modo, de li-mitarnos alas objeciones que pueden relacionarse con losdesarrollos posteriores que el mismo Galileo dio a su tesisfundamental.

El primero de estos desarrollos consiste en la trans for-maci6n de la anterior distincion entre dos tipos de lengua-je en una distincion entre dos tipos de disciplinas, las etico-religiosas y las naturales.

En el terreno de las primeras, Galileo admite sin discu-sion que su objeto "supera todo razonamiento humane"(esta claro que se refiere precisamcnte al razonamiento cien-tifico), y admite pOI' tanto, como consecuencia obvia, que laverdad de estas disciplinas "no podia hacerse creible porotra ciencia ni por otro media que por Ia boca del propioEspiritu Santo". Ademas, tratandose de verdades que inte-resan a todos 10s hombres (en cuanto que se refieren a lasalvacion de nuestra alma), admite como evidente que elEspiritu Santo debia expresarlas precisamente en el lengua-je comun, pOI' ser este el unico comprensible para todos.

En el terreno de las segundas, Galilee considera, en earn-bio, que el hombre posee -porque se 10 ha dado el mismoDios- medias naturalmente idoneos para alcanzar la ver-dad con rigor cientifico; rcforzada su posicion can esto,Galileo plantea a continuacion la siguiente pregunta, quecabe calificar de prejudicial: ipor que habra querido Dios,no contento can los medios naturales dados pOI' el mismoal hombre, afiadir aun otro medio no natural, es decir,revelarle la misma verdad mediante las Sagradas Escritu-ras? Galileo no vacila en responder, pareciendole imposibleque Dios haya querido realizar un acto tan inutil: que"el mismo Dios que nos ha dotado de los sentidos, de ra-zon y de intelecto, ha querido, aplazando para otro momen-to el uso de estes, darnos con atro medio la noticia quemediante estos podemos conseguir" (V, 284). Y elIo sertatanto mas absurdo cuanto que se advierte que los mediosnaturales estan en situacion de proporcionarnos las noti-cias en cuestion par medio de un lenguaje perfectamenteriguroso, mientras que las Sagradas Escrituras nos las pro-porcionarian solamente can todas las imprecisiones del len-guaje comun,

AI llegar a este pun to, sin embargo, se abre paso unagrave dificultad de la que sin embargo Galileo no parecehabcrse dado cuenta plenamente: iquien puede excluir que,si no los sentidos, al menos el razonamicuto y el intelecto

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de que estamos indudablemente dot ados, lleguen mas tardea mas temprano a estar en situacion de permitirnos tratarcan rigor cientlfico tambien. las verdades relativas alas dis-ciplinas rnorales? Es cierto que Galileo afirmo repetidamen-te y con extrema claridad que exigia la autonomia totaldel saber cientifico respecto a la Biblia solamente en elambito de Ias "discusiones de problemas naturales", peroique garantia podia dar a la Iglesia de que otros, siguiendoel mismo camino abierto par el, no exigirian una Iibertadanaloga tambien. para Ia discusion de problemas rnorales 0religiosos? En resumen, (que garantia podia ofrecer de queel rnetodo de la investigacion cientifica, una vez que hubieramostrado tencr exito en las disciplinas del segundo tipo,no intentaria extenderse tambien alas disciplinas del pri-mero? No puede negarse que los teologos tuvieron toda laraz6n -dcsde su punto de vista- al prever (y temer) larealizacion (no importa si mas 0 menos proxima) de unasituacion como la descrita, tan peligrosa para eUos.

Lo cierto es que Galileo, como bien advirtieron sus ad-versarios, mientras que par una parte pare cia admit.ir igua-Ies derechos alas dos lenguajes citados -el comun, emplea-do por Ios hombres en la vida cotidiana y por el EspirituSanto en Ia Biblia, y el cientifico, empleado en investigacio-nes rigurosas-, por otra no albergaba duda alguna acercade la indiscutible superioridad del segundo Ienguaje respectodel primero, EI trasfondo de su pensamiento era, en otrosterrninos, el siguiente: cuando una cuestion ha sido desen-trafiada a fondo mediante un razonamiento cientifico, carecede sentido tratar de negar Ios resultados asi obtenidos, re-curriendo alas proposiciones del lenguaje comun (ya setrate de Ias pronunciadas por los hombres en Ia vida co-tidiana 0 de Ias dietadas por el Espiritu Santo en la Bi-blia); ante Ias verdades demostradas por la ciencia el len-guaje cornun no tiene absolutamente nada que oponer. Essuficiente un ejemplo: en el pas ado se hicieron objecionesa los planetas mediceos sobre la base de la Sagrada Escri-tura; "ahara que todo el mundo puede vel' esos planetas, es-cuchare can gusto las nuevas interpretaciones con queaquellos mismos opositores exponen ahora la Escritura".

EI razonamiento cientifico posee por tanto -segun laconcepcion de Galileo- un valor en sf mismo indiscutible, ypor consiguiente no necesita apoyarse en autoridades extra-fias a el: el razonamiento comun, en cambio, tiene un va-lor limitado, y cuando en algun problema sus proposiciones

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est an en contradicci6n con las cientfficas, no hay mas queun medio de sa1ir: basarse en estas ultirnas para interpretar1as primeras, Esto es valido para 10s planetas mediceos, yes valido tambien para el copernicanismo. Los teologos dementalidad excesivamente estrecha, que pretenden basar-se en 10s razonamientos bfblicos para fijar limites a la cien-cia, no hacen mas que desacredit ar a Ia Biblia misma.

Bastantes afios mas tarde, en el mismo momento en quese hallara en visperas de partir para Roma, llamado porel Santo Oficio, Galileo repetira una vez mas, en una cartaa Elia Diodati (15 de enero de 1633), la misma preocupaci6n:"Cuando Fromondo U otros hayan proclamado que decirque la tierra se mueve es herejia, si 1as demostraciones, lasobservaciones y las necesarias verificaciones demuestran quese mueve, (en que dificultad sc habran puesto a si mismos yhabran colocado a la Santa Iglesia'?" (XV, 25). Estas energi-cas afirmaciones nos hacen comprcnder que la autonomiadel saber cientifico reivindicada por Galilee era en realidadmuy amplia: exigia, de hecho, no sola mente que se recono-ciera a la ciencia la libertad de no aceptar 10s dictados delas otras forrnas de conocimiento, sino que se le recono-ciera ademas el derecho de dictar el unico y definitivo cri-terio de verdad a todas las dernas fonnas de conocimiento.(Que sentido tiene -se preguntaba- querer negar estaautonomia, cuando el razonamiento cientifico no se basasolamente en fantasias, sino en hechos verificables, y cuan-do estos tienen una fuerza que nadie puede dorninar a suarbitrio? "Si 1a Tierra se mueve de facto, nosotros no po-demos cambial' 1a naturaleza y hacer que no se mueva"(V,365). .

6. No hay duda que la actitud de Galileo es tipica delmas puro iluminismo. En realidad revel a una confianza com-pletamente iluminista en 1a razon humana que, con 1a in-vestigaci6n cientifica, puede csclarecer 10s mas engafiososma1entendidos, superar todos los viejos prejuicios y descu-brir todos 10s secretos de la naturaleza. En el Dialogo deimassimi sistemi esta confianza en Ia invencibilidad de Iaciencia se expresara en las eficacisimas palabras siguien-tes: "En cuanto a la ciencia misma, no puede mas queavanzar" (VII, 62).

La racionalidad, a la que Galilee apela continuamente,no es una racionalidad estatica sino dinamica: es una activi-dad que se expresa en 1a duda, en la discusion, en la inves-

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tigaci6n; es el rcsorte que empuja a to do hombre a amarla vcr dad y a alegrarse cuando consigue liberarse del error:"en cuanto a los filosofos, si son verdaderos filosofos, esdecir, amantes de 10 verdadero, no deben irritarse sino que,advirtiendo que han opinado mal, deben estar agradecidosa quien les rnuestra la verdad" (V, 367).

Pero el caracter iluminista del racionalismo de Galileose haee todavia mas evidentc que en los fragment os ci-tados en la funcion que atribuye explicitamente al cientifi-co de sacar de la ignorancia al mayor numero posible depersonas. Se trata, en otras palabras, de no circunscribira los especialistas la funcion Iiberadora de la razon, sinode proyectarla sabre todos los hombres, para despert ar-los, estirnularlos y hacerlos cada vez mas conscientes."

Sin embargo se suscita aqui, muy espontaneamente, unaduda: (acaso no hay una intima contradiccion entre la ten-dencia que se acaba de dcscribir a dar la mayor arnplitudposible a Ia Iuncion liberadora de la ciencia y la exigencia-en que nos hemos detenido en las paginas preccdentes=-de dif'erenciar de un modo cada vez mas claro el lenguajecientifico del lenguaje cornun?

Creo que se puede responder que esta coutradiccion ess610 aparente. Lo que se propane Galileo no es, en rea1idad,divulgar la ciencia, esto es, reducir su nivel, sino dijundir-la, reduciendo sus razones "que ahara son bastante dificiles,a claridad accesible a muchos". Claridad no significa parael falta de precisi6n 0 de coherencia: par el contrario, sig-nifica exactitud de las ideas, determinaci6n de relaciones Y,precisamente por ello, intima claridad. En otras paiabras:rigor y oscuridad no son, para Galilee, propiedades equiva-lentes. EI saber abstruso no puede sel' verdaderamentecientifico; el saber riguroso es, par su mismo rigor, tan clareque todo el mundo podra comprender facilmente sus razo-nes y sus mas escondidos presupuestos.

En resumen, la mision iluminadora no es algo que Galileopretenda imponer a la ciencia desde fuera; es, por el contra-rio, una tarea que considera inseparable de cualquier cien-cia verdadera, porque nace de la estructura misma del saber

8. Fiel interprete del espiritu galileano, el principe FedericoCesi escribi6 a Galileo, con fecha del 11 de mayo ce 1613, estasalgntftcattvas palabras: «Tenemos necesidad de capitanes, y tam-bien de soldados, en nuestra filos6fica milieia, aunque mueho menosde los primeros, porque tenemos loa mejores y bastan pocos paragutar un gran ejerctto» (XI, 507).

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cientffico. Mientras que Ia vieja metaffsica se cerraba ensus incomprensibles formulas, que impedian su difusi6n Iue-ra de las universidades y tambien que se hiciera sensiblepara las mas concretas exigencias de la vida, la nueva cien-cia es un germen fecundo que no conoce Iimites y quetiende, pOI' su energia intern a, a penetrar el mundo y atransformarlo,

De ahi la necesidad de que las nuevas obras cientificassean escritas en lengua vulgar (10 cual no es sin6nimo delengua inexacta), y en forma no acadernica, para que suIuerza expansiva no se vea Irenada por obstaculos cornple-tamente extrfnsecos.v Y de ahi, por ultimo, la neccsidad deque el cientifico no trate de ocultar al tcologo los mas atre-vidos desarrollos de sus propias reortas, sino de que afronteabiertarnente el problema de las relaciones entre el dogmay la ciencia, confiando en la luz que tarnbicn a este campopuede aportar una investigaci6n librc de prejuicios y sin-cera.

No es dificil cornprendcr In intima relacion entre elparticular tipo de confianza al que sc alude en las ultimasllneas y el programa galileano de conquistar el apoyo de laIglesia para la nueva ciencia. Prccisamcnte la confianzailuminista en la eficacia de Ia razon ilusiono a Galileo en1615-16, basta el ultimo momento, en poder hacer triun-far su program a conciliador frente a todas las maniobrasde los oscurantistas. Al desarrollo de 105 acontecimientoscorrespondio la tarea de hacer naufragar sus esperanzas,

9. Es interesante exponer como explica Galfleo, en una cartaa Paolo Gualdo fechada el 16 de junio de 1612, las razones que Iehan inducido a escribir en italiano su respuesta a Apelle: .La heescrito en lengua vulgar porque necesito que Ia pueda leer todoel mundo, y por esta misrna raz6n he escrito en el mismo idiomaeste ultimo tratado mio eel Discorso iutorno aile cose che stannoin su l'acqua): y la raz6n que me mueve es ver que, mandandosea Ios Studii indiferentemente a 10s j6venes para hacerse medicos,fil6sofos, etc., muchos se aplican a estas profesiones siendo inepti-simos, mientras que otros, que sedan aptos, permanecen ocupadosen los cuidados familiares 0 en otras ocupaciones ajenas a la lite-ratura.i.: y yo quiero que vean que Ia naturaleza, de Ia mismamanera que Ies ha dado los ojos para ver sus obras.i., tamblen lesha dado el cerebro para poder entencierlas y comprenderlass (XI, 327).

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Capitulo 5La primera derrota

1. Como se ha explicado en el capitulo cuarto, apartadotercero, el proceso de 1616 constituy6 para Galileo una de-rrota grave que le obligo a modificar algunas line as bastan-te import antes de su program a de conciliacion entre la Igle-sia cat61ica y e1 copernicanismo. En el presente capitulotratarernos de exarninar las premisas de esta gran batallay el significado de su lamentable desenlace, dedicando a1desarrollo del proceso en sf solamente el espacio estricta-mente necesario.'

Hemos tratado de explicar ya la intenci6n de Galileo enIa elaboraci6n de su ambicioso programa. Aqui conviene ana-dir que, entre los cientificos "laicos", casi ninguno aprobabasu acci6n. El gran Kepler, por ejemplo, la consicleraba imi-til e imprudente; a su modo de vel', 10 unico que podianhacer los defensores de Ia teoria copernicana era des en-trafiar a fonda sus razones cientfficas y defender as! Iacausa en el circulo estricto de 10s cientificos, evitando deIa manera mas cuidadosa mezclar en la discusi6n a quienno fuera especialista en investigaciones astronornicas, Comoconfirmaci6n de esta actitud suya, tan distinta de la deGalileo, me limitare a referir un fragmento de una cartaque escribi6 cuatro afios mas tarde, 0 sea en 1619, dondeson evidentes las alusiones antigalileanas: 2 "Algunos, pOl'su imprudente conducta, Ia han llevado hasta tal pun to quela lectura de la obra de Copernico, cornpletamente libre

1. Para un estudio detallado de 10s dos procesos de Galileoremito sin mas alas obras citadas en la Adver tencia, y especial-mente a la de De Santillana. Veanse ademas los siguierites estudiosparficulares, publicados recientemente y de facil consulta: tres ar-ticulos de G. MORPURGOTAGLlABUE,titulados I processi di Galileo el'epistemoioqia, in «Rivista di Storia della Ftlosoflae (afio I, 1946,Y a:fio II, 1947): un ensayo de Ferdinando FLORA,titulado 1l processodi Galileo, publicado como apendice at volumen Vita di Galileo deVincenzio VIVI.INI(Biblioteca Universale Rizzoli, Milan, 1954), y porultimo un breve arttculo del propio FLORAtitulado Il Drama diGalileo aparecido en Ia revista «II Ponte» (vol, IX, 1953), con el inte-resante debate entre De Santillana y Flora en la misma revista(vol. XI, 1955, Y vol. XII, 1956).

2. MULLERla cita y comenta ampliamente; CP. cit., pp. 74, 326.

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•..-durante ochenta afios, se hall a prohibida ahora, al menoshasta que haya sido corregida. Se me asegura por partede Autoridades y Superiores bien inform ados, tanto ecle-siasticos como civiles, que con esto no se quiere obstacu-Iizar la especulacion astronomica". Esta claro, por estaspalabras, que la unica preocupaci6n de Kepler era la liber-tad de investigacion de los especialistas: Galilee, por elcontrario, se ocupaba de un problema mucho mas amplioy complicado: el de conseguir para la cicncia moderna -enel momento de su laborioso nacimicnto->- cl autorizadisi-mo apoyo de la poderosa organizacion de la Iglesia.

El medio en el que cl program a galileano haII6 en cam-bio el mayor consenso -pero tambien, desgraciadamente,una fortisima oposici6n- fue el eclesiastico, una parte delcual, Ia mas culta y abierta, albergaba un vivisimo deseode hallar el modo de conciliar su catolieismo con la na-ciente cultura cientifica. A pesar de que los diversos amigosque Galilee tenia entre 105 prelados, obispos y cardenalesno comprendian tan a fonda como el las intimas relacionesentre la nueva ciencia y el copernicanisrno, se daban cuen-ta, sin embargo, de que ahi habia que buscar indudable-mente uno de los punt os de giro cruciales en la cultura dela epoca: pOI' tanto, segun ellos, valia la pena hacer todoslos esfuerzos posibles para lograr que la Iglesia adoptaraprecisarnente sobre esta cuesti6n una posici6n ilustraday moderna, GAcaso Copcrnico -se preguntaban=-, adem asde un fiel catolico, no habia sido un excelente can6nigo?Recordaban adem as que a finales del siglo XVI un fraile agus-tino espafiol, Diego de Zuniga, habia afirmado, en su co-mentario al libro de Job, que era mas con forme a la SagradaEscritura la afirmacion de la movilidad de la Tierra que lacontraria.!

3. Didaci a Stunica Salmaticensis Eremiiae Augustiniani In JobCommentaria, Toledo 1584 y Roma 1591. Es interesante sefialar, paraconflrmar la importancia atribuida a esta obra en los mas elevadosambientes cat6licos, que precisamente a ella hace referencia el 7 dejulio de 1612 (XI, 354-55) el carderial Carlo Conti al responder aGalileo, quien le habia interpelado acerca de la posibilidad de hacerconcordar la teoria coperrucan a con la Sagrada Escritura. He aquiIas palabras de Conti: "En cuanto al movimiento de la tierra ydel sol, puede ser cuesti6n de dos movimientos de Ia tierra: el unode los cuales es recto, y consiste en la mutaci6n de su centro degravedad; quien adujera tal movimiento, no diria cosa alguna con-traria a la Escritura, porque este movimiento es accidental a latierra... El otro movimiento es circular, de modo que el cieloestaria quieto y a nosotros nos pareceria que se mueve POI' el

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EI interprete oficial de Ia corriente de ideas aludida fuee1 fraile carmelita Paolo Antonio Foscarini, que en 1615 pu-blico en Napoles, dirigida al General de su orden, una Lette-ra sopra l'opinione dei Pitagorici e del Copernico, nella qualesi accordano ed appaciono i luoghi della Sacra Scritura e leproposizioni teologiche, che giammai potessero addursi con-tro tale opinione. Reservando el volver sobre ella en la see-cion siguiente, quiero recordar aqui que la obra de Fosca-rini fue examinada tambien pOI' Galileo (II, 159-60) mientrasterminaba la redaccion de su famosa Carta a Madarna Cris-tina di Lorena, de la que ya hemos hablado en el capituloanterior.

2. GCual era Ia actitud sobre este delicado problemade las dos 6rdenes religiosas mas influyentes de la epoca,la de 10s jesuitas y la de los dominicos?

Sabemos que a principios del siglo XVII la orden de losjesuitas era el mas autorizado depositario de la culturasuperior en el interior de Ia Iglesia, y, en especial, que con-taba entre sus filas a valiosisimos cultivadores de la mate-matica, la fisica y la astronomia. Pero hemos dicho ya,no obstante, que este serio interes por las disciplinas cien-tificas no implicaba una autentica apertura hacia la mo-dernidad: constituia mas bien un intento inteligente demantener las nuevas investigaciones dentro de las coorde-nadas de la ortodoxia y de dar motive de orgullo y esplen-dor a la autoridad suprema de la Iglesia.

Esta preocupaci6n por salvar a toda costa la ortodoxiade Ias novedades cientificas se traducia a menudo en la ten-tativa de dar una interpretaci6n filos6fica de ellas queestuviera de acuerdo con las ensefianzas de Arist6teles.Hemos encontrado ya un ejemplo especialmente instruc-tivo en el sutil artificio del padre Clavius para conciliarIa esfericidad de la Luna con el descubrimiento de susmontes. Entonces se consideraba unanimemente que el aris-totelismo era la metafisica mas adecuada para proporcio-nar una base segura al dogma cat6lico; resultar conciliable

movimiento de la tierra, como a los navegantes les parece que semueve la orilla, y esta fue Ia opinion de los pttagortcos, seguidadespues pOI' Copernico... y otros, y esta parece menos conforme ala Escritura ... Dnicamente Diego de Zufiiga, acerca del noveno capi-tulo de Job, en el vers!culo sexto, dice que es mas conforme a laEscritura el movimiento de la tierra, aunque corrientemente no sesigue su optnion .•

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con Arist6teles significaba, por tanto, resultar indudable-mente ortodoxo.

Supuesto esto, es facil comprender el vacilante compor-tamiento de los jesuitas, hasta 1616,frente a la controver-sia copernicana. Por una parte, en realidad, no escondiansu deseo de mostrarse abiertos tambien hacia esta impor-tantisima teoria astronomica: por otra, sin embargo, vaci-laban en declararse decididamente partidarios de ella acausa del hecho, demasiado evidente, de su absoluta incon-ciliabilidad con cualquier forma de aristotelismo.

Esta incertidumbre se percibe claramente en la respues-ta enviada POI' el cardenal Bellarmino -el mayor teologode la Orden- al carmelita Foscarini, que habia solicitadola opinion del purpurado a proposito de su famoso tratado,del que hemos hablado poco mas arriba. Basta citar al-gunos fragmentos especia1mente significativos:

"a) Digo que me parece que V.P. y e1 senor Galileoobran prudentemente allimitarse a hablar ex suppositione yno absolutamente, como siempre he creido que hablo Coper-nico. Pues decir que si se supone que la tierra se mueve yel sol permanece quieto se salvan todas las aparienciasmejor que suponiendo circulos excentricos y epiciclos estamuy bien dicho, y no tiene peligro alguno, y esto le bastaal matematico: pero querer afirrnar que en realidad el solse halla en el centro del mundo y solo gira sobre si mismosin correr del oriente al occidente, y que la tierra esta enel tercer cielo y gira a gran velocidad en torno al sol, escosa que tiene el peligro no solo de irritar a todos losfil6sofos y teologos escolasticos, sino tambien de causardafio a la santa Fe al convertir en falsas las Sagradas Es-crituras ...

"b) Digo que, como vos sabeis, el Concilio prohibe expli-plicar Ias Escrituras contra el consenso cormm de los san-tos Padres; y si V.P. quiere leer no solamente los santosPadres sino tambien 10s comentarios modernos sobre elGenesis, sobre los Salmos, sobre el Eclesiastes y sobreJosue, advertira que todos estan de acuerdo en explicarad literam que el sol esta en el cielo y gira en torno a latierra a gran velocidad.

"b) Digo que aunque fuese verdadera la demostracionde que el sol esta en el centro del mundo y la tierra en eltercer cielo, y que el sol no gira en torno a la tierra sinoque la tierra gira en torno a1 sol, entonces seria necesarioir con mucho cuidado al explicar las Escrituras, que pare-

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cen contrarias, y decir mas bien que no las entendemosen vez de decir que es false 10 que se demuestra. Pero nocreere que exista tal demostracion hasta que no me hayasido demostrada; no es 10 mismo decir que supuesto quecl sol se halle en el centro y la tierra en el cielo se salvanlas apariencias y demostrar que en verdad el sol esta enel centro y la tierra en el cielo; de la primera demostra-cion creo que se puede hacer, pero de Ia segunda tengograndisimas dudas, y en caso de dudas no se debe aban-donar la Sagrada Escritura, expuesta por los santos Pa-dres. Afiado que quien escribio Oritur sol et occidit, et adlocum suurn revertitur, etc., fue Salomon, el cual no sola-mente hablo inspirado por Dios sino que fue un hombresobre todos los demas sapientisirno y muy docto en lasciencias humanas y en el conocimiento de las cosas creadas,y toda esta sabiduria Ia tenia de Dios, por 10 que no esverosimil que afirmase algo contrario a la verdad demos-trada y que se podia demostrar".'

De cualquier modo, tras estas vacilaciones, la Ordenacab6 decidiendo mantenerse fuera de la corriente filocoper-nicana, y por tanto, no contribuir a agitar -siquiera eneste punto- la concepcion aristotelica. Con posteriori dada 1616la tendencia mas extendida entre los jesuitas fue lade adherirse al sistema astronomico de Tycho Brahe, elcual, aun difiriendo notablemente de Ios sistemas de Aris-toteles y de Ptolomeo, parecia bastante conciliable con 10sprincipios de la metafisica aristotelico-tomista.

Completamente distinta fue la actitud de Ios dominicos.Fie1es no solamente a Ia metafisica de santo Tomas, sinoa todo 10que este habia pensado sobre cualquier problemacientifico y filosofico,consideraban toda innovacion, aunquefuera puramente astronomica, con extrema suspicacia. Esta

4. Algunos crrticos, y en particular el conocido eptstemologo fran-ces P. Duhem, pretendieron interpretar estas palabras de Bellar-mino como una afirmaci6n de positivismo, es decir, como ta afir-maci6n de que las teorias cientificas no pueden alcanzar la verdadabsoluta, sino que solamente razonan ex suppositione. Esta claro,sin embargo, como muestra muy bien DE SANTILLANA (op. cit ., pagt-nas 107-108),que semejante interpretacion no es valtda, pues Bellar-mino, mientras que se convertia en aostenedor de una actitud rela-tivista en el interior de una zona del conocimiento muy deter-mtnada, sin embargo insertaba esta actitud en una concepcionabsolutista de la verdad, basad a en un realismo fisico y materna-tico de tipo escolasttco (en general todo el cap V. de la obra deDe Santillana citada).

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•..-claro, por consiguiente, que fueron especialmente contra-rios a Galileo, quien tendia a ver en e1 copernicanismo,como hemos dicho ya, e1 gran giro no s610 de la astrono-mia sino de toda la ciencia moderna.

En otras paJabras: los dominicos constituian, en losafios en cuestion, la avanzada de la corriente mas conser-vadora y reaccionaria del catolicismo. No es casual que10s mas ignorantcs y 10s mas rencorosos adversarios deGalileo pertenecieran precisamente a esta Orden.

Convicne advertir yo.desde ahora que la posici6n de lasdos 6rdenes respecto a Galilee se invirti6 completamenteentre el proceso de 1616 y el de 1633.En el primero ladenuncia partie de los dominicos y el cientifico encontr6apoyo, si no complete, al menos indirecto, en los jesuitas;en el segundo la acusaci6n estuvo inspirada precisamentepor los jcsuitas y complico tambicn a algunos dominicosque habian autorizado la pubJicaci6n del Dialogo de Gali-leo sobre los dos mayores sistemas del rnundo.

3. Los dos dominicos que promovieron el primer pro-ceso contra Galileo fueron Nicolo Lorini y Tommaso Cac-cini.

Lorini empezo un generico pero engafioso ataque en unsermon pronunciado elIde novicmbre de 1612en el con-vento de San Mateo de Florencia. Tres dias mas tarde, sinembargo, terneroso de haber ido dcmasiado lejos contraun personaje tan poderoso, se apresur6 a enviar una cartaa Galileo para asegurarle que no habia pretendido "hablaren materia filos6fica contra nadie", y menos contra el. Pre-cisaba que s610 habia dicho "dos palabras" para explicarque "esa opini6n de Ipernico, 0 como se Harne, parececontrariar a Ia Sagrada Escritura". Ante esta inmediata re-tractacion, Galileo no se preocup6 mucho por las palabrasdel fraile, lirnitandose a reirse con sus amigos de su enormeignorancia.

El segundo ataque 10 dirigi6 Caccini en la iglesia de San-ta Maria Novella unos dos afios despues, el cuarto domin-go de adviento de 1614.Se trataba esta vez de una acusa-ci6n mas detallada: Caccini habra tenido entre las manosuna copia de la carta de Galileo a Castelli y, escandalizadopor Ia tesis sostenida en ella, consideraba que su deberera denunciar publicarnente a Ios fieles el peligro de lasmatematicas, arte diab6lica y hacedora de herejias, La in-vectiva concluia muy retoricamente con Ias celebres pala-

bras de san Lucas: "Viri galilaei, quid statis adspicientesin coelum?", que en el Evangelio expresaban Ia invitaci6n delos angeles a Ios habitantes de Galilea a no permanecercon los ojos fijos en el cielo porque Jesus -a cuya ascen-si6n habian asistido=- no descendcria, y que Caccini pre-tendia apliear a los "galileistas" (0 seguidores de Galileo),presentandolo como una orden divina dirccta para que nopersistieran en sus diab6licas observaciones de Ios astros,

Pocas semanas despues el primero de los dos dominicosque se acaban de citar (Nicolo Lorini) enviaba al cardenalMillini, del Santo Oficio, una copia de la carta de Galileodenunciando Ios peligros filos6ficos y teoI6gicos en ellacontenidos: "Porque, ademas del deber comun de todobuen cristiano, es infinita la obligaci6n que tienen loshermanos de Santo Domingo, como aquellos que por suSanto Padre han sido instituidos guardianes blancos y ne-gros del Santo Oficio, y en particular todos los teologos ypredicadores; por esto yo, el menor de todos y devotisimosiervo y particular de Vuestra Ilustrisima, habiendo lIegadoa mis manos un escrito, que corre por las manos de to-dos, hecho por esos que Haman galileistas, que afirrna quela tierra se mueve y que el cielo esta quicto, siguiendo lasposiciones de Copernico, donde a juicio de todos los Padresde este muy religioso convento de san Marcos hay muchasproposiciones que nos parecen 0 sospechosas 0 temerarias,como decir que ciertos modos de hablar de Ia Sagrada Es-critura son inconvenientes y que en Ias discusiones acercade Ios efectos naturales esta misma Escritura ocupa elultimo lugar. .. por esto me he decidido a enviarla a Vues-tra Ilustrisima para que, llena de santisimo celo y comopor el grado que tiene le corresponde, con sus Ilustrisimoscolegas, tener los ojos bien abiertos en sernejantes mate-rias, pueda, si le parece que hay necesidad de correccion,hacer los reparos que juzgue mas necesarios para queparvus error in principio non sit mag nus in fine ... "(XIX, 297-98).

En seguida se abrio una investigaci6n con gran secreto.Se encarg6 al arzobispo de Pisa y al inquisidor de estaciudad que se procuraran "con habilidad" e1 original de Iacarta de Galileo a Castelli, y, entretanto, se empezo por so-meter la copia enviada por Lorini a un consultor de espe-cial competencia en la cuesti6n. La respuesta fue bastantetranquilizadora, afirmando que, aparte de tres expresionesimpropias (por ejemplo, donde se dice que en la Sagrada

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Escritura hay muchas proposiclones [alsas en cuanto alsimple senti do de las palabras), en 10 demas, no obstante,la carta no se apartaba de los senderos del lenguaje cato-lico ("a sernitis tamen catholicae locutionis non deviat");es muy probable, por tanto, que el procedimiento no hu-biera continua do, teniendo en cuenta ademas los muchosapoyos de que gozaba Galileo entre las mas altas jerarquiaseclesiasticas.

Sin embargo, no Iue posiblc este rapido final porque el20 de marzo el padre Caccini se presento espontaneamenteen el Santo Oficio para prestar testimonio en contra deGalileo; afirmo, entre otras cosas, que el padre FerdinandoXimenes (regidor de santa Maria Novella) le habia contadohaber oido de Iabios de algunos "galileistas" las gravisimasafirmaciones siguientes: Dios no es substancia sino acci-dente; Dios es sensible "porque en el hay sentidos divines":los milagros que se dicen realizados por los santos no sonverdaderos milagros.

Fueron interrogados, por tanto, aunque sin mucha pri-sa, los testigos citados por Caccini: el padre Ximenes y untal Giannozzo Altavanti, parroco de la iglesia de San Hipo-lito, en Castelfiorentino. Las afirmaciones de uno y otro fue-ron bastante favorables a Galileo, desmintiendo en sus-tancia las acusaciones del dominico. La de Altavanti fueespecialmente clara: "Nunca he oido decir al sefior Galileocosas que repugnen a la Sagrada Escritura ni a nuestraSanta Fe Catolica, pero en torno alas cosas filosoficas 0matematicas he oido decir al citado sefior Galileo, segun ladoctrina de Copernico, que Ia tierra en torno a su centroy en su globo se mueve, y que el sol se mueve igualmenteen torno a su centro, pero que fuera de el no tiene unmovimiento progresivo, segun algunas cartas publicadas porel en Roma con el titulo Delle macchie solari, alas cualesme remito en todo", En cuanto alas afirmaciones citadas(Dios no es substancia sino accidente, etc.), resulto que setrataba de puros y simples ejercicios dialecticos de frailessin referirse en absoluto alas doctrinas sostenidas porGalilee. El interrogatorio se cerro con una declaracion ge-neral de Altavanti en favor de la fe religiosa del cientffico:"Le tengo POl' muy buen catolico: de otro modo no est ariacon estos Serenisimos Principes" (XIX, 318-19).

En la sesion del Santo Oficio del 25 de noviembre de1615, tras haber leido las declaraciones de los dos testigoscitados, se decidi6 no adoptar por el momenta ninguna

providencia pero examinar el libro de Galileo sabre lasmanchas solares (citaclo por Altavanti), para informarse detodos los datos relativos a la delicadlsima cuesti6n. Tam-bien el padre Caccini debi6 oJerse que los testimonios nohabian conducido al resultado que esperaba; en realidadse present6 personalmente a Galileo (que entre tanto ha-bia ido a Rorna, como explicaremos en la seccion siguiente)para presentarle sus excusas mas 0 menos como habiahecho afios antes el padre Lorini. He aquf las palabras conque Galileo describe esta visita en una carta a Curzio Pic-chena, ministro de Cosimo II (XII, 231): "... ayer fue averrne a casa aquella misma persona que, primero ahi des-de los pulpitos y despues aqui en otros lugares, habia ha-blado y rnaquinado tan gravemente contra mi; perm a-necio conmigo mas de cuatro horas, y durante la primeramedia hora, en la que permanecimos solos, trat6 con todasumision de excusar la accion realizada ahi, ofreciendose enseguida a darme toda clase de satisfacciones; despues in-tento hacerrne creer que no habia sido el quien ha movidoeste otro rumor aqui",

Entretanto, sin embargo, como explicarernos en las pro-ximas paginas, la controversia se habla extendido mucho,adquiriendo el caracter de una lucha interna entre las dosfacciones de la Iglesia: la facci6n de los reaccionarios masintransigentes y la de los mas ardientes defensores de unaapertura completa de la Iglesia hacia la cultura moderna.Fue una lucha dura, aunque en parte subterranea, en Iaque esta ultima corriente acab6 por ser superada, arras-trando en su derrota, naturalmente, al grupo de los "gali-leistas".

4. No es posible aqui, porIa excesiva complejidad dela cuesti6n, detenerse a examinar todos los episodios dela aspera batalla. Nos Iimitaremos a referir muy breve-mente la parte que tomo en ella Galileo, a quien corres-ponde sin mas el merito de haber comprendido muchomejor que ningun otro la importancia de Ias cuestiones enjuego y el peso que la victoria de una u otra corrientehabria de tener, sin duda, para el futuro desarrollo de lacultura europea.

Mientras que en 1612no se habia tomado en serio lasdenuncias publicas de Lorini, en 1615 se dio cuenta en se-guida de que la rnaniobra del adversario era esta vez bas-tante peligrosa e iba mucho mas alla de su propia persona.

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Por tanto trato inmediatamente de interesar en el delicado"affaire" a algunos de los mas poderosos y cuItos prmcipesde la Iglesia y de poner sobre aviso a muchos de los ami-gas, frecuentemente demasiado ingenues y optimistas, conque contaba en el ambiente romano. Desde este punta devista es bastante significativa la curta que le envio el 28 defcbrero de 1615monsefior Giovanni Ciarnpoli.? que demues-tra 10 dificil que era para este fcrvicnte galileano com-prcnder a fondo la gravedad del problema suscitado parlos dos frailecillos dominicos. Se extracn de ella algunosparrafos: "Soy un servidor tan devoto de V. E. que casime parece ser sospechoso de inconstancia cuando se mepregunta si continuo apreciandole. No me parece a mi po-sible haberle conocido y no apreciarle: hasta sus propiosadversaries han dicho que encanta a Ias personas, y ciertu-mente no creo que en un corazon noble pueda emplearsemejor magia, en cuanto a Ia belleza de la virtud y a laIuerza de la elocuencia... Pero para ir a la cuestion concre-ta, dire en pocas palabras: ne tantos mihi tinge metus.Esos enormes horrores seguramente no iran muy lejos, noencontrando hasta ahora prelados 0 cardenales, de aquellosprecisarnente que suelen saber de estas materias, a quienesno he oido decir palabra... Tuve noticia una noche, hacecerea de tres semanas, de esta predicacion suya [de Cacci-ni]; no sabiendo de que se trataba, aunque 110n omnia me-tuenda, me acorde del nihil spernendurn. Pese a que cranya las dos de Ia neche, no quise aplazar las cuesti6n; fuien seguida a encontrar al senor cardenal Barberino [MaffeoBarberini l, que tiene mucho afecto por V.E. y Ie saluda.Estad cierto, por tanto, que 10 que yo no haga por vosno 10 hare por hombre vivicnte alguno, especialmente tra-tandose de causal' un entucrto tan insoportable a unapersona tan conocida pOI' sus virtudcs, tan ensalzada porlas letras y por todos sus amigos ... Es bien cierto que espreciso recordar siempre acres esse viros, cum dura proeliagente en estas materias en que los frailes no suelen quererextraviarse. Sin embargo, esa clausula saludable de some-terse a la Santa Madre Iglesia, etc., nunca esta demasiadorepetida por muchas veces que se ponga... " (XII, 145-47).

5. A finales de 1632 Ciampoli seria enviado, como casttgo, aMontalto, y posteriormente a otras ciudades, perdiendo definitiva-mente el alto cargo que ocupaba en Roma. Una de las causas prin-cipales de este castigo fue precisamente la amistad que le hablaIigado a Galileo. .

Entre los amigos de Galileo hubo tambien muchas espe-ranzas por la publicaci6n -que habia tenido lugar precisa-mente en aquellos meses, como sabemos=- de la famosacarta del carmelita Foscarini. Mas tarde, no obstante, ad-virtieron que esta, en vez de favoreccr su causa, acababacomplicando la cuestion al dcsencadenar con mayor vehe-mencia la pasion de los adversarios y al aumentar las sos-pechas de la autoridad vaticana.

Galileo habria querido ir aRoma inmediatamente paraexponer directamente las razones cientificas del copernica-nismo. Sabemos que confiaba mucho en su prestigio perso-nal y en la eficacia de sus propias palabras, que ya habianmostrado ser decisivas en 1611.Sin embargo, fue retenidoen Florencia por una grave enferrnedad que le hizo aplazarel viaje bastantes mcses. Su preoeupaci6n quecla expresadacon especial eficacia en las palabras siguientes, escritaspor 161 a monsefior Dini, con fecha del 15de mayo (XII, 184):"... lc6mo no han de ser vanos mis csfuerzos, si esos Peri-pateticos, que deberian estar convencidos, se rnuestran in-eapaces siquiera de las razones mas sencillas y Iaciles? ..Sin embargo, no desesperarfa de superar esta dificultad sipudiera valerrne de la lengua en vez de haber de hacerlomediante la pluma, y si alguna vez llego a estar sano, demodo que pueda trasladarme ahi, 10 hare, cuando menoscon Ia esperanza de mostrar cual es mi afecto a la SantaIglesia y el celo que tengo en que sabre esta cuesti6n, porinducci6n de infinitos malevolos que no entienden nada deestas materias, no se tome alguna resolucion no totalmentebuena."

Habiendo de limitarse a defender su causa por via epis-tolar, dicto las famosas cart as a Dini y a Madama Cristinade Lorena de que hemos hablado ya.

Finalmente consiguio partir, a primeros de diciembre,aunque todavia enfermo. Estaba lleno de confianza, ya fue-ra por el valor intrinseco de la teoria que iba a defender 0por los autorizados apoyos que se habla procurado. Dehecho incluso el Gran Duque habia eserito en su favorcalidas palabras de recomendacion a bastantes altos prela-dos y a su embajador en Roma, Piero Guicciardini, orde-nandole tambien hospedar a Galileo en algunas habitacio-nes "honorables y comodas" de la embajada (el magnificopalacio de la Trinita dei Monti), y "proveer el alimentonecesario para el, un escribano, un servidor y una rnulilla".EI entusiasmo de Galilee por su propia misi6n se despren-

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de transparentemente de las cartas -llenas de seguridad yde espfritu combativo- que envta regularmente al minis-tro Picchena: "espero poder partir de aqui no s6lo con lareintegraci6n a la par de mi reputaci6n, sino aumentan-dola hasta triplicarla, y habiendo puesto terrnino a unaempresa de no pequefia importancia, manejada de muchosmeses a aca por personajes de gran doctrina y autoridad"(8 de enero de 1916;XII, 223).

"... todas estas operaciones, en Roma y a un forastero,se hacen laboriosas y Iargas. Pero ... la segura esperanza quetengo de poner termino a tan gran ernpresa, y que ya hacausado buena impresi6n en aquellos de quienes dependela decision, me hace sopor tar con paciencia todas las fati-gas" (23 de enero de 1616;XII, 228).

"Continuando ... la relaci6n de mis progresos ... os direque mi asunto esta completamente acabado en 10 que res-pecta a mi persona, cosa que me ha side dicha libre y abier-tamente por todos esos eminentisimos personajes que exa-minan estas materias ... " (6 de febrero de 1616;XII,230).

La ultima carta citada tiene un interes especial, pOI'su fecha (muy pocas semanas antes del dia en que el San-to Oficio conden6 el copernicanismo) y por el tono verda-deramente solemne que adopta cuando, pocas Iineas masabajo del parrafo citado, Galileo pasa de la cuesti6n per-sonal, que considera resuelta, a la general, en la que vecentrarse, con razon, el verdadero nudo del problema: "Peropara que a mi causa se afiada un extremo que se refiereno ya a mi persona sino a la universalidad de todos aquellosque de ochenta alios a acd, con obras impresas, con escri-tos privados 0 con razonamientos publicos y predicaciones,o incluso con discursos particulares, se han adherido a seadhieran a cierta doctrina y a cierta opinion no desconoci-da de Vuestra Ilustrisima SefiorIa, sobre la determinaci6nde la cual se esta discurriendo ahora para poder deliberar10que sea justa y 6ptimo, yo, como el que pOI'ventura pue-do ser de alguna ayuda para la parte de quien depende elconocimiento de la verdad que proporcionan las cienciasprofesadas pOI'mi, no puedo ni debo dejar de prestar esaayuda que mi conciencia, como observante catolico y comocientlfico, me impone." 6 En otras palabras: yo, Galileo,en este momento decisivo para la historia del pensamien-to, me siento investido, como catolico y como cientifico,

del altfsimo deber de ayudar al catolicisnto a asumir una:posicion "justa y optima" ante el gran movirniento coper-nicano, el cual, con ochenta afios de vida ya, se preparapara realizar en el mundo de la cultura moderna la deter-minante funci6n que le corresponde.

5,. ~'Cual fue el comportamiento en Roma de Galileo?iFue' litH (9 no a la causa que tanto estimaba?

Todos Ios testimonios nos dicen unanimemente que elgran cientifico se entreg6 a su obra can todas las fuerzasde que disponia, ademas de tener plena consciencia de 10que estaba en juego. Su accion fue franca, abierta, sin re-ticencias.

Para ilustrar las razones de la nueva teorfa hizo.frente valerosamente a las mas diffciles. reuniones (aquellasen las que debia encontrar a los mas decididos y capacesadversarios), haciendo en todas partes "razonamientos es-tupendos", muy vivaz siempre en la defensa 0 en el ataque,siempre armado de argumentos antiguos y nuevos. Preci-samente fue en una conversaci6n con el cardenal MaffeoBarberini cuando Galilee expuso por vez primera el famosorazonamiento de Ias mareas, al que dedicaria muchos afiosmas tarde la ultima jornada del Dialogo dei massimi sis-temi (razonamiento que Galileo consideraba decisive y queen cambia era cientificamente erroneo), 7

He aqui las palabras, rnuy significativas, con las queun adversario -el canonigo Quarengo- inform a (20 deenero de 1616)al cardenal Alessandro d'Este, que en aque-llos dias estaba en Modena, sobre el desarrollo de las ac-ciones de Galilee: "V.S. Ilustrisima estaria muy compla-cido de oir discurrir a Galileo, como hace a menudo enmedio de quince 0 veinte que lanzan contra 61 crueles ata-ques ahora sobre una cosa y ahora sobre otra. Pero es tanfuerte que se rie de todos, y aunque no convence la nove-dad de sus opiniones, convence, sin embargo, de la inanidadde la mayor parte de 10s argumentos can los que los im-pugnadores tratan de atemorizarlo. EI lunes, en especial...super6 pruebas rnaravillosas, y 10 que me complacio enextremo fue que antes de responder alas razones contra-rias las ampliaba y reforzaba con nuevos argumentos de

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6. La cursiva es mta,7. Sobre ello escribi6 el 8 de enero de 1616una celebre carta

dedicada al cardenal Orsini, que precisamente tenia como tituloDe! [lusso e rifluseo, que por entonces permaneci6 inedita.

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gran apariencia para que despues, al derribarlos, quedaranmas ridiculizados los adversaries" (XII, 226-27).

Hay algo, no obstante, de 10 cual Galileo no se diocuenta suficientemente: que no se trataba solamente deveneer un encarnizado odio de los frailes, pues detras delos frailes -los cuales "no suelen querer perder"- estabauna Iglesia que tenia miedo de una renovacion substancialy profunda, una Iglesia en la que es cierto que existianbastantes altos prelados amantes de las letras y las cien-cias, pero que no estaban dispuestos a llevar adelante esteamor hasta el punto de combatir seriamente para liberarlas letras y las ciencias de las restricciones impuestas aellas por Ia vieja cultura Irailuna. Engafiado pOI'esta erro-nea valoraci6n de la verdadera orientaci6n de la Iglesia,Galileo fue vlctima de aquel ingenue optimismo de cuyospeligros, precisamente, habian tratado de precaverlo unosmeses antes sus amigos romanos, como Ciampoli.

Ouien en cambio advirti6 muy bien este error fue elembajador Guicciardini, el cual, acostumbrado alas sutilesmaniobras subterraneas que estaban a la orden del dia enla corte vaticana, previ6 desde el principio que todos losrazonamientos resultarian vanos y que la causa del coper-nicanismo solamente podria salir de eIlos dcrrotada, Es muysignificativa a este respecto una carta enviada por el al mi-nistro Picchena en los dias de la llegada de Galileo a Roma,en la cual se transparenta toda la antipatia del avezado di-plomatico pOI' el cientifico iluso que pretendia llevar ideasnuevas precisamente a la capital de la Contrarreforma:"Oigo decir que Galileo viene a aqui. .. Al principio de miIlegada a aqui le encontre [en 1611] y estuvo algunos diasen esta casa. Su doctrina y alguna otra cosa no gust6 alos Consultores y Cardenales del Santo Oiicio, y entre otrosBeIlarmino me dijo que... si hubiera perrnanecido aqui de-masiado tiempo no habria podido menos que dar algunajustificaci6n de sus hechos ... No se si ha cambiado de doc-trina 0 de humor, pero en cambio se que algunos [railes deSanto Domingo, que tienen gran influencia en el SantoOiicio, y otros, tienen malas intenciones para con C!; esteno es pais para venir a discutir de la luna, ni para querer,en los tiempos que corren, defender ni traer doctrinas"(5 de diciembre de 1615;XII, 207).

El curso de los acontecimientos demostr6, desgraciada-mente, que entre Guicciardini y Galileo era el primero quiencomprendia la realidad de la situaci6n. EI motivo principal

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de la desfavorable evoluci6n de la controversia hay quebuscarlo en el heche de que los jesuitas, que en un primermomento parecian dispuestos a apoyar a Galileo -de he-cho el 16 de mayo monsefior Dini habia escrito a su amigoque "creo que en secreto muchos jesuitas son de la rnismaopinion, aunque se callan"-, prefirieron retirarse a un lade,preocupados, como hemos explicado en el apartado segun-do, de que el triunfo del sistema copernicano desacredita-ra excesivamente a la filosofia aristotelica, Es probable queesta responsabilidad suya, aunque indirecta, no pasara de-sapercibida a Galilee, 10 cual explicaria en parte la progre-siva agudizaci6n, a partir de 1616,de su aversi6n contraeIlos. De cualquier modo, sin preguntarnos si la responsabi-lidad de los acontecimientos ha de ser atribuida mas a laofensiva de los dominicos que a la retirada de los jesuitas,10cierto es que el resultado de Ia sentencia del Santo Oficiono podia ser peor. Algunos -y el propio Galileo estuvo encierto modo entre eIlos- pretendieron ver en el el resul-tado de un compromiso (el caracter de compromiso de lasentencia se dcsprenderia, por ejemplo, del hecho sobre elque volveremos en seguida de que entre los libros conde-nados no figuraba ninguna obra de Galileo), pero en reali-dad constituyo una grave derrota para cl cientifico de Pisa,derrota que, sin alcanzarle personalmente de manera expli-.cita, asestaba un duro golpe a todo su programa.

6. EI 19 de febrero de 1616 el Santo Oficio someti6 asus te6logos dos proposiciones en las cuales pretendia re-sumir e1 nucleo de toda la cuesti6n (XIX, 320):

1) "Que el sol es el centro del mundo, y por consecuen-cia inm6vil de movimiento local";

2) "Que la tierra no es centro del mundo ni esta inmo-vil, sino que se mueve de por si, etiam de movimiento.diurno".

EI 24 del mismo mes 10s teologos, por unanimidad, pro-.clarnaron que Ia primera proposicion era alocada y absur--da filos6ficamente, y formalmente heretica por contradeciren muchos pasajes Ias afirrnaciones de Ia Sagrada Escritu-ra en su significado literal y segun la exposici6n comun delos santos Padres y de 10s doctores en teologia. En cuanto.a la segunda, sin declararla heretica, la proclamaron mere--cedora en filosofia de la misma censura que Ia primera, y-desde el punta de vista de la teologia al menos err6nea

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en 10 que respecta a la fe, Ai dia siguiente se comunico lasentencia a la Congregacion General del Santo Oficio.

Como explica muy bien Banfi," "las dos proposiciones,cuyos terrninos se buscaran en vano en las obras de Galileoo de Copernico y que no son sino la arnpliacion de lasdenunciadas por Caccini, evidentemente distan mucho deexplicar, siquiera aproximadamente, la estructura cienti-fica, con su complejo de demostraciones, de la teoria co-pernicana tal como la presentaba Galileo. Expresan -enterrninos metaffsico-escolasticos y, por tanto, no adecua-dos- dos conclusiones en relaci6n con los textos biblicosseparadas de las demas..; que constituyen con ellas uncuerpo unico en el sistema general explicativo de los movi-mientos celestes. Ademas, la forrnulacion, en especial lade la segunda proposicion, esta falta de coordinacion, declaridad y de precision, y en la primera el omnino immo-bilis contra dice la opini6n de Galilee." De todas maneras,a pesar de estos defectos de estructura y de la imperfectaconcordancia de Ias dos proposiciones examinadas con elsistema copernicano, esta claro que su condena represen-taba -sin que pudiera caber la menor duda- la condenageneral del copernicanismo. Al cabo de pocos dias se ten-dria la prueba de ello.

La sentencia del Santo Oficio fue transmitida a la Con-gregaci6n del Indice, y esta, el dia 3 de marzo de 1616, die-t6 un decreta de condena (que hizo publico el dia 5) dividi-do en tres partes graduadas diversamente: a) los libros deCopernico y de Diego de Zuniga eran simplemente "suspen-didas" hasta su correcci6n (usque corrigantur); b) el librodel padre Foscarini era objeto de condena y prohibici6ntotal (omnino prohibendurn atque damnandum); c) todoslos demas libros que profesaban la misma doctrina no erancondenados sino prohibidos en general (aliosque omnes li-bros, pariter docentes, prohibendos) (XIX, 323).

En cuanto alas obras de Galileo, no figuraban explici-tamente en la condena. Respecto de las famosas cart as aCastelli, a Dini y a Madama Cristina, el hecho se explicafacilmente por tratarse de documentos privados, no publi-cados; para Ia Istoria delle macchie solari la explicacion esmas diffcil, tanto mas cuanto que el examen de esta obraprecisamente habla sido discutido por el Santo Oficio enla sesi6n del 25 de noviembre de 1615, como se ha recor-

8. Op, cit., p, 155.

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l.~

dado en el apartado tercero. EI silencio sobre la mismademuestra claramente el deseo de no ofender al gran cien-tifico, protegido por una familia tan poderosa y catolicacomo la de Ios Medicis.?

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7. La sentencia del Santo Oficio le fue comunicada aGalileo --el personaje mas directamente complicado en elproceso-- en forma reservada durante el periodo que mediaentre el dia en que se dict6 la sentencia y el del decretode la Congregaci6n del Indice.

El 25 de febrero el Papa Pablo V orden6 al cardenal Be-Ilarmino que hiciera comparecer ante el a Galileo y le amo-nestara a abandonar In opini6n censurada, La orden pro-seguia diciendo que, si se negaba a obedecer, el padre Co-misario debia intimarle oficialmente -ante notario y va-rios testigos- el precepto de abstenerse POl' completo deensefiar 0 de demostrar esa doctrina 0 de tratar sobreella (et si recusaverit parere, P. Commissarius, coram rzo-tario et testibus, faciat illi praeceptunt ut omnino abstineathuiusmodi doctrinam. et opinionem docere aut dejenderc,seu de ea tractare); por ultimo, si se negaba a ello, habiaque encarcelarle (si vera non acquiverit, carceretur)(XIX, 321).

Obedeciendo a Ia orden recibida, Bellarmino convoco ante61 a Galileo el dia 26 de febrero, en presencia del padreCornisario general del Santo Oficio y -al menos por 10que refiere el acta de la sesi6n- primero le hizo la admo-nici6n de abandonar la opinion condenada para pasar enseguida a la segunda fase del procedimiento. f:sta consisti6en Ia orden, que le dio el citado padre Comisario, en nom-bre del Papa y de toda la Congregaci6n del Santo Oficio,de abandonar, completamente, la opini6n antes menciona-da, y de no tenerla en consideracion, ensefiarla 0 conver-tirla en objeto de demostracion de ningun modo, de pala-bra 0 con escritos (oo. et supraditcus P. Commissarius.i.ordinavit ut supradictam opinionem,.. omnino reliquat, nee

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9. Segun Drake (que en este punto anade una interesante notaa Ia edici6n americana de este llbro) Ias palabras epartter docentessno se referian al copernicanismo como tal, sino a Ia doctrina de queel copernicanismo es compatible con la Biblia. Se trata de Ia doc-trina sostenida en el volumen de Foscarint, que precisarnente fuecondenado del modo mas absolute. Conslguientemente, la Istoritidelle macc/tie solari no entre en la condena porque no sostenla esacompatibilidad.

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•..-eam de caetero quovis modo teneat, doceat aut dejendat,verbis aut scriptis). EI acta afiade que Galileo accedio(acquievit) y prometi6 obedecer, 10 cual explica que nohubiera que pasar al encarcelamiento (XIX, 322).

He especificado "al menos por 10 que refiere el acta dela sesion" porque se trata de uno de los puntos mas discuti-bles de toda la cuestion, y de un punto importantisimoporque veremos que el contenido de est a acta constituiraprecisamente la base de la acusacion contra Galileo en elproceso de 1633. Las razones de Ia controversia surgidaen torno al acta a que nos referimos son dos.

La primera se refiere al contenido mismo del acta.lC6mo puede decirsc, como dice, que se paso incontinentide Ia simple admonici6n a la orden verdadera y propia?Varias circunstancias inducen a excluir que Galileo se ne-gara a obedecer la adrnonicion, y por tanto, nada autori-zaria al padre Comisario a pasar de la primera a Ia se-gunda fase del procedimiento, y menos a pasar inmediata-mente. lFue un exceso de celo? (Fue un abuso de Bellar-mino 0 del padre Comisario? Tarnbien parece extrafio queel Comisario especificara su precepto con las palabras quo-vis modis, que agravaban la posici6n de Galileo respecto detodos sus contemporaneos, por contener Ia prohibici6nimplicita de considerar la cuesti6n siquiera hipoteticamen-te (es decir, ex suppositione).

EI segundo motivo de duda se deriva del aspecto ex-terno del documento en que se registra el acta. No lleva,como era obligado, las firmas de los reunidos, y parecemas un simple borrador que un documento oficia!' c:Esposible -se preguntan algunos crfticos- que sea ap6cri-fo? lAcaso no es posible que se afiadiera en 1633 al expe-diente del proceso del 1916 s610 porque en ese momento lesera muy c6modo a los nuevos jueces, que necesitaban agra-var la situacion personal del acusado? Esta claro que se-mejante sospecha, si se aceptara, arrojaria el mas comple-to descrcdito sobre todo el desenvolvimiento del procesode 1633.

Al igual que ha ocurrido con otras cuestiones, tambienaquf nos vemos obligados -por 105 lfrnites del espacio-a no entrar en un analisis detallado del problema, y ellotanto mas cuanto que semejante analisis exigiria una mues-tra de erudici6n absolutamente fuera de lugar en un volu-men de este tipo. Es precise decir, de todos mod os, que lahipotesis indicada de que el documento fuera afiadido en

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1633 la rechazan hoy la mayor parte de los crlticos porqueel examen mediante rayos ultravioleta del folio en que sehall a registrada el acta ha demostrado que correspondea una fecha no distinta de los folios que Ie preceden y Iesiguen en la documentaci6n general del proceso. Esto nosignifica, bien en ten dido, que la mayoria de los criticosesten dispuestos a aceptar como verdadero el contenidodel acta (por el contra rio, como afirma De Santillana, lasospecha de que el acta no corresponde a la verdad "seha convertido ya [fuera de Italia] en certeza, incluso paraautores eclesiasticos"): significa solamente que la fabrica-ci6n del mismo no corresponde a 1633.

Por escrupulo de objetividad traere aqui dos explica-ciones del documento, debidas ambas a estudiosos seriosy modernos -Morpurgo Tagliabue y De Santillana-, quepueden considerarse antiteticas entre sf. Su diversidad cons-tituye una confirmaci6n clara de Ia compIicaci6n de lacuestion,

Morpurgo Tagliabue es uno de 105 pocos estudiosos quetodavia hoy consideran el documento como una aut en tic aacta, rechazando no solamente la hip6tesis de que sea fal-so sino incluso que se trate de un simple "borrador nota-rial". Su argumentaci6n tiene sobre todo caracter jurfdico:"precisamente la inconzruencia del documento, su falta decoincidencia con Ia orden de Pablo V, hace que 10 consi-dere verdadero, Un borrador de acta, preparado para laeventuaIidad de que se rechazara 10 convenido, no habriadejado de referirse a ella. S610 cabe pensar en una faItade procedimiento 0, si queremos, en un abuso de iniciativapor parte de la Congrezacion. El hecho de que la sentenciadel Santo Oficio de 1633, en el resumen preliminar, hazaconstar este documento sin advertir ni sanar Ia incongruen-cia, convirtiendolo asi en la principal base de acusacioncontra Galileo, hace pensar que semejantes defectos deprocedimiento no contradecfan las costumbres juridicas dela epoca".

De Santillana, en carnbio, esta convencido de que el do-cumento es una falsedad, perpetrada ya en 1I'i16 a iniciati-va del padre Cornisario, especialmente irritado contra Ga-Iileo. He aqui el nucleo central de su razonamiento: "ElCornisario padre Seguri no habia est ado de acuerdo con elcardenal Bellarmino sobre el modo de Ilevar la cuestion.Y tam poco 10 habia escondido. Escribfa e! embaiador Guic-ciardini a Florencia: «Se que hay aquf en el Santo Oficio y

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•..-en otras partes, algunos frailes dominicos que Ie quierenmal [a Galileo]. .. uno de estos dias oiremos decir que hacaido en algun raro precipicio ...» Llamado a presenciar laaudiencia, el Comisario debi6 sentirse irritado por el modoamistoso en que la conducia el Cardenal, modo que impedfatoda intervencion suya. Por tanto, renunci6 a redactar elacta segun las instrucciones de Bellarmino y, de regresoa su despacho, hizo redactar, en cambio, al amanuense unacta segun sus propias intenciones: no podia considerarseuna falsedad, pues no estaba firrnada, pero siempre podiaresultar c6moda en algun accidente imprevisto, pues nunc ase sabe ... Nos enfrentamos con un caso clasico de ese odioteologico que no se detiene ante ningun medio."

Sin entrar en el problema, es preciso conceder a De San-tillana que su hip6tesis es muy eficaz para explicar el desa-rrollo posterior de las relaciones entre Galileo y el SantoOficio. Basta afiadir aqui que en aquel momento nadie con-sigui6 dcterminar con exactitud si el tratamiento que seIe dio a Galileo -haberle convocado ante el cardenal Be-llarmino para comunicarle personalmente la sentencia delSanto Oficio- se debia a una especial deferencia hacia elo al deseo de ligarle mas que a nadie a respetar la senten-cia; en realidad ese tratamiento se prestaba bastante aambas interpretaciones.

8. No son necesarios mas detalles para ilustrar lasmuchas ambigiiedades y contradicciones que caracterizaronel desarrollo de este proceso: baste recordar una vez masque Ias dos proposiciones condenadas por el Santo Oficiono procedian textualmente de las obras a Ias que los juc-ces pretendian referirse implicita 0 explicitamente, y que,en el decreto del Jndice, se empleo un criterio de severidadcompletamente distinto para los diversos autores de Iasobras mencionadas. En realidad estos caracteres contradic-tori os no hacen mas que reflejar las incertldumbres y lascontradicciones internas de la Iglesia, la cual, aun habien-do eIegido el camino del mas intransigente dogmatismo,querfa, sin embargo, dar la impresion, a los partidarios dela orientaci6n "moderna", de que les habia concedido algatambien a ellos.

Lo singular es que estos mismos autores de la orienta-cion moderna no experimentaron deseo alguno de desen-mascarar el equivoco, sino que trataron de cuItivarlo y

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profundizarlo. Su comportamiento es explicable si se tieneen cuenta que solamente el equivoco podia autorizarles asostener =-ante el publico- que no habian sido derrotadoscompletamente. La cosa aparece con toda claridad en Iacarta escrita por Galileo al ministro Picchena eI 6 de mar-zo, donde esta claro que el cientifico tiende a atenuar suderrota hasta presentarla casi como una media victoria:"... por 10 que ha demostrado el resultado, su opinion [delpadre Caccini] no ha hallado correspondencia en la SantaIglesia, la cual solo ha decidido que esta opinion no estade acuerdo con las Sagradas Escrituras, de 10 cual solose prohfben aquellos libros que han querido sostener exprojesso que no esta en desacuerdo con la Escritura, y detales libros no hay mas que una carta de un padre Carrneli-ta, impresa el afio pasado, que queda prohibida. Diegode Zuniga... qucda suspcndido donee eorrigatur ... A Ia pro-pia obra de Copernico solo se le quit an diez Ifneas del pre-facio a Pablo III en las que explica que Ie parece que esadoctrina no es contraria alas Escrituras ... No se mencio-nan otros autores. Yo, como se comprende por la natura-leza misma de la cuestion, no tengo ningun interes, y nisiquiera me habria ocupado de ella si..; no me hubierancomplicado mis enernigos" (XII, 244).

(Era sincero cuando escribia estas palabras? Cornpleta-mente, es indudable que no, y ello es tan cierto que callornuchas cosas que iban en contra suya. Pero con toda pro-babilidad no era tampoco completamente insincero.

Lo cierto es que Galileo quiso -a pesar de la claraoposicion del embajador Guicciardini- permanecer enRoma durante los tres meses que siguieron a la publica-cion del decreto de la Congregacion del 1ndice para darsecuenta personalmente de la severidad con que la Iglesiapretendia aplicar la sentencia del Santo Oficio y para in-tentar -mediante sus poderosas amistades- salvar algo.Consiguio ser recibido por el propio Papa, quien le conce-dio una "benignisima audiencia" y Ie aseguro su favor per-sonal, pero sin acceder a ninguna concesion en cuestionesde principio.

A pesar de esta benevolencia, sin embargo, tambien suposici6n personal, a medida que transcurria el tiempo, apa-recia cada vez mas perjudicada. Se habian difundido al-gunos rumores sobre su conversacion con el cardenal Be-lIarmino y sus adversarios murmuraban que habfa abju-rado de sus teorias ante el cardenal; afiadian ademas que

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u:n::f ~~:fI1;1 !~i!~~1L~:if;,lno habia acudido aRoma por su propia voluntad, sinopor orden expresa del Santo Oficio.

Para poner fin a todas estas habladurias, Galileo pens6en solicitar del propio Bellarmino una declaraci6n explici-ta que pudiera contraponer a todo tipo de acusaci6n. ~ste sela concedi6 el 26 de mayo, con gran satisfacci6n del cien-tffico, que via en ella una prueba adicional del prestigioque tenia aiin entre las mas altas jerarquias eclesiasticas.EI documento dice textualmente 10 siguiente: "Nos, Ro-berto Cardenal Bellarmino, habiendo oido que el senorGalileo Galilei es calumniado 0 se le atribuye haber abju-rado en nuestra presencia, 0 incluso de haberle sidoimpuestas par elIo saludables penitencias, y siendo solici-tada la verdad, decimos que el citado senor Galileo no haabjurado ante nos ni ante ningun otro aqui en Roma, ymenos en otro Ingar que nos sepamos, de opinion 0 doc-trina suya alguna,sino que solamente Ie ha sido comuni-cada la declaracion hccha por Nuestro Sefior y publicadapor la Sagrada Congregaci6n del fndice en la que se afirmaque la doctrina atribuida a Copernico, de que Ia tierra semueve en torno al sol y de que el sol permanece quietoen el centro del mundo sin moverse de oriente a occidente,es contraria alas Sagradas Escrituras, y que, par tanto,no se puede defender ni mantener. Y para dar fe de elIohemos escrito y firmado la presente con nuestra propiamano" (XIX, 348).

Provisto de esta declaraci6n, Galileo se decidi6 final-mente a marchar de Roma para Florencia eI 4 de juniosiguiente, Otros dos nurpurados, el cardenal AlessandroOrsini y el cardenal Francesco Maria del Monte, le con-fiaron dos cartas dirigidas al gran duque Cosimo II paradeclarar al "patron" de Galileo que su servidor se habiagranieado -durante su estancia en Roma- "gran repu-taci6n" ante el Colegio cardenalicio, el cual se habfa ale-grado de esta ocasi6n de conocer mas intimamente susvirtudes.

Las innegables cortesfas referidas, aunque atenuaron enparte Ia amargura de Galileo, acabaron, sin embargo, comoes bien comprensible, par arraigar cada vez mas profun-damente en su animo el aquivoco del que hemos habladoal principio de esta secci6n. Y elIo no puede menos quesuscitar en nosotros cierto disgusto si tenemos en cuentaIas amarguras mucho mavores de que este equfvoco serfafuente, para Galileo, en el segundo proceso de 1633,es de-

cir, si pensarnos en las atroces desventuras que le agobia-ran precisamente par su excesiva confianza en la benevo-lencia de la Iglesia hacia el y especialmente en la eficaciadel documento concedido por el muy autorizado cardenalBellarmino (Galilee 10 presentara, sin la menor utilidad,alas jueces inquisidores durante el proceso de 1633).

No debemos olvidar que, a pesar de ser cierto quecomo escribe Morpurgo Tagliabue en las "contradicciones,distinciones y compromisos nacidos durante el primer pro-ceso... se halla el origen de las futuras complicaciones delsegundo proceso de Galileo", tarnbien es verdad que elequivoco arraigado en su animo fue 10 que le permiti6 nosentirse cornpletamente derrotado en la primera gran prue-ba de 1616,y por tanto, hallar en si mismo Ia fuerza nece-saria para encajar otra. Pero sobre todo no debemos olvi-dar que fue precisamente la preparacion de esta otra bata-lla 10 que empuj6 a Galilee a escribir una de las mas adrni-rables obras maestras de la literatura cientifico-filosoficade todos los tiempos: me refiero al Dialogo sui massimisistemi.

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Capitulo 6Los afios de silencio

1. De regreso a Florencia, en junio de 1616, Galileo seretir6 a la villa Segni, en Bellosguardo, dedicando todassus energias a precisas observaciones astron6micas. En-tretanto consigui6 concluir el arreglo domestico de su fa-milia: 1as dos hijas, como sabemos ya, pronunciaron susvotos (octubre de 1616 y octubre de 1617) en e1 monasteriode San Mateo en Arcetri; su hijo Vincenzio fue reconocidoy 1egitimado en 1619. En 10s meses de mayo y junio de1618 Galileo hizo una peregrinaci6n a Loreto, deteniendosea1 regreso en Urbino, donde visito al duque Francesco Ma-ria della Rovere.

En 1as primeras semanas de 1616 e1 jurista de RavenaFrancesco Ingoli, ahora secretario de la Congregaci6n dePropaganda Fide, Ie habia enviado en forma de carta unarefutaci6n del sistema copernicano titulada De situ et quieteTerrae contra Copernici systema disputatio, basada en ar-gumentos extraidos de Arist6teles, Ptolomeo y Tycho Brahe,Galileo, sin haber tenido tiempo de rechazar las pruebasde Ingoli antes del 25 de febrero, hubo de resignarse acallar, dejando la respuesta para tiempos mejores. Sin dudafue una renuncia dura para su caracter fogoso, pero inclu-so para el estaba claro que el silencio era la mejor armaa la espera de que los anirnos se fueran calmando.

Por 10 dernas, habia bastantes sin tom as que Ie mostra-ban que algo estaba a punta de cambiar incluso en 1as al-tas esferas vaticanas. Por tanto, habia que aguardar pacien-temente y realizar mientras tanto todos Ios esfuerzos posi-bles para volver a granjearse el favor pleno de 10s diri-gentes maximos de la Iglesia. Para demostrar la eficaciade esta tactica basta referir un hecho, en sf de no mucharelevancia, pero sin duda bastante cargado de significado:en agosto de 1620 el cardenal Maffeo Barberini envi6 es-pontaneamente a Galilee el refinado homenaje de unacomposici6n poetica en su honor titulada Adulatio perni-ciosa. EI tono de la carta con que la acornpafiaba es masque suficiente para demostrarnos que su autor no tratabade recordar las culpas del gran cientifico, sino solamentesus meritos:

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"Muv Ilmo, Sr.: La estima que siempre he tenido porla persona de V. S. y por las virtudes que concurren enella ha proporcionado materia para la composici6n queincluyo, la cual composicion, aunque falta de aquellas par-tes que le son debidas, habra de mostrar solamente miafecto, a la vez que pre tendo ilustrarlo solamente con sunombrc. Por 10 que, sin detenerme mas en otras excusas,que remito a la confianza que tengo en V. S., ruego queacepte esta pequefia muestra del gran afecto que sientopor V. S., y saludandole de todo corazon, le deseo que elSefior le conceda toda clase de dicha" (XIII, 48-49).

Pese a la prudencia mostrada no hay duda de que Gall-leo persistia en su arraigada fe copernicana. Su estado deanimo al respecto se transparenta con mucha claridad enla fina ironia de la que se halla totalmente impregnada lacarta escrita por el a Leopoldo de Austria el 23 de mayode 1618. Se trataba de acompaiiar con Ias corrientes expre-siones de homenaje algunos regalos (dos telescopios, etc.)enviados por el cientifico al poderoso emperador: 10 singu-lar, sin embargo, era que entre estos regalos se incluia unejernplar de la I storia delle macchie solari, obra -comosabemos- abiertamente inspirada por e1 copernicanismo,y una copia del Discorso sul flusso e rijlusso del mare, re-dactado, como tambien sabemos, para el cardena1 Orsiniel 8 de enero de 1616, en el que segun Galileo se exponiala prueba mas decisiva en favor de este sistema. Ello esun signa claro de que estos dos escritos, y en especial elsegundo, no habian perdido, a 10s ojos de Galilee, su prirniti-vo valor a pesar de la sentencia de 1616. lC6mo justificar unacto tan poco respetuoso para con el Santo Oficio? He aquila significativa respuesta de Galileo: "Ahora, como se cuan-to conviene obedecer y creer las decisiones de 10s supe-riores, c6mo estos se hallan dotados de muy altos cono-cimientos a los que no Ilega la bajeza de mi ingenio, cons i-dero este escrito que le mando, fund ado en la movilidadde 1a tierra, que es uno de los argumentos fisicos que yoaducia en confirmaci6n de esa movilidad, 10 considero, digo,como una poesia 0 un suefio, y como tal recfbala V. A. Sinembargo, como los poetas aprecian a veces algunas de susfantasias, tambien yo tengo en estima esta vanidad mia,y como yo Ia habia escrito y dejado ver al sefior Cardenalcitado mas arriba, y a unos pocos mas, luego he dejadoalgunas copias de la misma en manos de algunos grandessenores, y esto, a fin de que si en alguna ocasi6n alguien,

separado de nuestra Iglesia, quisiera atribuirse este capri-cho mio ... , pudiera quedar testimonio de personas de grancalidad de que yo he sido el primero en sofiar esta qui-rnera" (XII, 390-91).

La tactica de distensi6n ilustrada poco mas arriba s610tuvo, en los afios de que se trata, una excepcion, y excep-ci6n muy grave porque se referia a la muy poderosa ordende los jesuitas. Como hemos sefialado ya, el comportamien-to ambiguo y falto de valor adoptado por los padres deesta orden durante el desarrollo del proceso debia haberherido profundamente el animo de Galileo; buscaba ahorauna ocasi6n para vengarse de ellos, y esta ocasi6n se Iaofreci6 el debate en torno a 1a naturaleza de Ios cometas,que surgi6 entre los cicntfficos europeos en 1618.

Antes de referirnos a esta importante cuesti6n sera con-veniente, sin embargo, detenerse brevemente en las obser-vaciones astronomicas a las que Galileo dedico --como seha recordado al principio de la secci6n- gran parte desus energias de regreso de su desdichado viaje aRoma.Se trata de observaciones rnuy pacientes, relacionadas con10 que habia sido el descubrimiento mas famoso de Galileo:los satelites de Jupiter. Con ellas Galileo se proponfa llegara la medici6n exacta de sus f'ases, y elIo no solamente porel evidente interes cientifico de 1a medicion sino tarnbienpor un fin sumamente practice que vale la pena destacarcomo caracteristico de su persona1idad (recuerdese 10 quese indicaba en e1 capitulo I sobre la orientaci6n tecnicade la ciencia, derivada por Galilee de la escuela de Ios"rnatematicos" del siglo XVI).

Galileo estaba convencido, y mantuvo esta convicciondurante toda su vida, que el conocimiento exacto de los pe-riodos 0 fases citados proporcionaria un metodo seguro ypractico para Ia determinacion de la Iongitud de cualquierpun to de Ia Tierra, me to do que, siendo aplicable tambienen Ia mar segun el, permitiria a los barcos determinar laposicion ocupada a 10 largo de su ruta.

Este metodo deberia tomar 10s movimientos de la ob-servacion -por medio del anteojo- de Ios eclipses, lasocultaciones y 1as conjunciones de los satelites de Jupiter,prosiguiendo despues anaIogamente al rnetodo efectivamen-te empleado ya con cierto exito para el calculo de algunaslongitudes sobre la base de la observaci6n de los eclipsesdel sol. La ventaja de considerar los satelites de Jupiteradem as del Sol consistia, segun Galilee, en que 10s eclipses

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de estos satelites son muy frecuentes, mientras que, como'es bien sabido, los eclipses de Sol son muy raros. Comoexplica muy bien Ferdinando Flora, con su indiscutiblecompetencia de astronomo, estemetodo, "teoricamente per-fecto", era inaplicable a bordo, ya por la dificultad de laobservaci6n telescopica, obstaculizada por el balanceo y elcabeceo de la nave, ya por la faIta de cron6metros ... Inclu-so hoy el metodo de Galileo exige conocimientos astronomi-cos y dotes excepcionales en el observador, y no se haaplicado jarnas".'

Aunque substancialmente ilusorio, el convencimicnto aque acabamos de referirnos es del mayor interes desde elpunta de vista historico para el conocimiento de la perso-nalidad de Galileo, En realidad dcmuestra la existencia, enel gran cientifico, de un impulso muy vivo y constante a re-lacionar teorla y practica. Con semejante impulso no podiaconcebir que su mayor descubrimiento astron6mico (el des-cubrimiento de 105 "planetas mediceos") no tuviera apli-caciones, esto es, que su unica importancia residiera en Iasconsecuencias del mismo en el terreno filosofico, Por elcontrario, semejante descubrimiento hubiera debido mos-trar, segun el, su eficacia para uno de los problemas masdificiles y urgentes de la epoca -el problema del calculode la longitud- Y, en relacion con el, el problema de Iadeterminaci6n de la ruta de Ios barcos, fundamental parael dominio de los mares.

En el perfodo del que nos ocupamos Galileo inicio ges-tiones con el gran duque Cosimo II y posteriormente -atraves del embajador del gran duque en Madrid- con elpropio rey de Espana para intentar aplicar su presuntohallazgo. Pero los tecnicos del gobierno espafiol intuyeron-aunque sin plena consciencia-« que ocultaba algun in-conveniente suficiente para anular su eficacia practica ehicieron fracasar las tentativas. En el ultimo periodo desu vida Galileo las reanud6 con el gobierno de 105 PaisesBajos, que envi6 a Italia un representante suyo para obte-ner ac1araciones al respecto. Entretanto, sin embargo, Ga-lileo estaba perdiendo la vista y, con ella, toda posibilidadde verificar Ia eficacia del metodo propuesto. De este modoterminaria descendiendo a la turnba con la ilusi6n nunca

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1. Del volumen de la Biblioteca Universale Rizzoli citado ya(en la nota 1 al cap, V), pp, 178-79.

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extinguida de llevarse consigo un precioso secreto, ofrecidorepetidamente pero en vano a sus contemporaneos.

2. En noviernbre de 1618 aparecieron en el cielo trescornetas, y este extraordinario acontecimiento astron6micohizo que hablara de el no s610 el pueblo, que veia en ellostristes presagios, sino que tambien se ocuparan de el losmayores cientificos de todos los paises europeos. Galileo,como es obvio, comprendio inmediatamente el excepcionalinteres del fen6meno, pero no puclo observarlo personal-mente porque se veta obligado a guardar cama por unagrave enfermedad. Esta desfavorable circunstancia no leimpidio, sin embargo, intervenir, primero indirectamentey despues directamente, en cl debate cientifico que enseguida se hizo muy vivo entre los eruditos acerca de lanaturaleza general de los cometas.

Las teorfas en discusion eran fundamentalmente dos: laaristotelica, que concebia los cometas como meteoros at-rnosfericos que habian ascendido hasta la esfera del fuegoy despues tenian que girar circularmente por el movimien-to superior de 10s cielos,s y la de Tycho Brahe, la cual,sobre la base de precisas observaciones sobre los cometasrealizadas en 1577 y en especial por la confrontacion de losvalores de los paralajes de los cometas y el lunar, afirmabaque se trataba de cuerpos que estaban por encima del cie-10 de la Luna, es decir, mucho mas alia de la esfera delfuego.

La primera teoria se dirigia fundamentalmente, comoes obvio, a salvar el principio de la perfeccion de los cie-IDS; la segunda constituia, en cambio, un retorno parciala la antigua hip6tesis pitag6rica de la naturaleza estelarde los cometas. No obstante, Tycho Brahe solamente acep-taba esta hip6tesis respecto de la situacion de los comet asen 10 alto de los cielos, sin pronunciarse acerca de la na-turaleza (estelar 0 no) de sus cuerpos; ademas, tendia a

2. Como es sabido, segun la fisica de Aristoteles, el globo te-rrestre (inm6vil y situado en el centro del universo) estaria cons-tituido por cuatro esferas +-de Ia tierra, del agua, del aire y delfuego (yendo de abajo a arriba)- que representarian los lugaresnaturales de los cuatro elementos fundamentales de nuestro mundo.Por encima de la esfera del fuego estartan altuados Ios diversoscielos (en forma de superficies esfer icas con centro en al centro dela Tierra) que gtran con movimiento circular uniforme; el primero,es dectr, el mas bajo de todos, serta el cielo de In Luna.

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IGuiducci (0 sea, GaliIeo) eran muy distintos de 10s aris-totelicos.

EI Discorso de Guiducci fue publicado en Florencia enjunio de 1619, y en el mismo afio aparecio la respuesta delpadre Grassi, titulada Libra Astronomica ac Philosophica.Su autor se ocultaba bajo el nombre de Lotario Sarsi Sigen-sano, anagram a de Oratio Grassi Salonensi; el tituloLibra (balanza), sugerido, como explica Sarsi, por el ma-yor de los tres cometas de 1618, que el autor afirrnabaaparecido en el signo de Libra, pretendia sugerir tambienque las afirmaciones del Discorso debian scr rigurosamentepesadas antes de ser aceptadas. Lo singular es que ya enel subtitulo, Sarsi (0 sea, Grassi) entraba en abierta pole-mica con Galilee sin detenerse a discutir con su discipulo.El sub titulo rezaba asi: (Libra ... ) qua Galilaei Galilaei opi-niones de cometis a Mario Guiducio in florentina Academiaexpositae, at que in lucem nuper editae, examinantur.3

De esta manera Galileo era arrastrado directamente aIa discusion, viendose obligado, por tanto, a intervenir enella personalmente. Bubo, por consiguiente, dos respues-tas: una -bastante rnesurada y Ilena de respeto- delpropio Guiducci en forma de Lettera al M. R. P. TarquinioGalluzzi della Compagnia di Gesu (publicada en Florenciaen 1620), y otra mucho mas larga y polemic a de Galileo,tambien en forma de carta, dirigida al ilustrfsimo y reve-rendisimo Senor Don Virgilio Sesarini, Acadernico Linceo,Maestro de Camara del Pontifice. La redacci6n de esta car-ta exigi6 casi tres afios y fue enviada a su destinatario, Ce-sarini, en octubre de 1622 (se publicaria posteriormente,en 1623, dedicada al nuevo Papa, como explicaremos masampliamente en el capitulo 7). Galileo, aceptando la me-tafora de Sarsi, le dio como respuesta a la misma el titulode Saggiatore para indicar que en aquel delicado proble-ma era nccesario emplear no ya una balanza cualquiera(libra) , sino una balanza muy precisa de quilatadores deoro (saggiatore). Afiadia a continua cion -y sus palabrasnos dan inmediatamente una idea de la acritud de lapolemica-> que, a decir verdad, el famoso comet a no ha-bia aparecido en el signo de Libra, sino en el de Escorpi6n,

conceder a los aristotelicos que los comet as estan someti-dos a movimientos de forma circular.

POI' los capitulos anteriores sabemos ya que, al abando-nar a partir de 1616 toda concesi6n al copernicanismo, losastr6nomos de la Compafiia de Jesus tendian ahora a acep-tar y defender el sistema astronomico de Tycho Brahe:por un lado, en realidad, representaba alga claramentemoderno al basarse en observaciones cxactas de los cielosdesconocidas tanto para el sistema de Arist6teles comopara el de Ptolomeo; por otro, sin embargo, no constituiauna ruptura revolucionaria con Ias viejas concepciones poradmitir la inmovilidad de la Tierra. Es natural, por tanto,que tam bien se hicieran partidarios de Tycho Brahe a pro-p6sito de la tcoria de 105 cometas.

Ello qued6 claro a partir de una docta disertacion so-bre la cuesti6n dada en Roma por el padre jesuita OrazioGrassi, savories, profesor de rnatematicas del Collegio Ro-mano. Fue publicada ne 1619 con el titulo de Disputatioastronomica de tribus cometis anni MDCXVIII. Se trata de untrabajo de estilo florido y ret6rico que en realidad no afiadianada cientificamente relevante a la teoria de Tycho; la unicanovedad introducida por Grassi era, como explica Banfi,"una tcntativa de conciliacion de Ia nueva hip6tesis conlos principios metafisicos aristotelicos en cuanto que repe-tfa la distinci6n entre materia y movimientos celestes ymateria y movimiento elementales", Esta tcntativa confir-maba el caracter de compromiso -tan odioso para Gali-lea- del sistema de Tycho Brahe en la reelaboraci6n de losjesuitas. Por ello decidi6 Galileo aprovechar la ocasi6npara abrir una polernica dura y general contra las investi-gaciones cientificas del tipo de las practicadas por losprofesores del Collegio Romano.

EI primer paso que dio Galileo en este sentido consistioen hacer leer ante la Academia florentina, por su discipuloy amigo Mario Guiducci, un Discorso delle comete en elque declaraba "absolutamentc van a y Ialsa" la opinion deGrassi. El Discorso, inspirado y en parte escrito por el pro-pia Galileo, sugeria ademas una nueva hipotesis segun lacual los cometas no sedan cuerpos reales sino aparentes,como el arco iris y el halo, esto es, pura y simplementeefectos 6pticos de 10s reflejos de la luz solar sobre masasde vapor elevadas dcsde la tierra a gran altura, La relacionentre esta hipotesis y Ia vieja teoria de Arist6teles es inne-gable; sin embargo, los motivos por los que la defendi6

3. Vale la pena incluir aqui la siguiente nota de Drake: enel ejemplar que poseia Galileo, este nabta corregido de su pufio ytetra Ia palabra examinantur (se examinan) convtrttendola en ezc-nimantur (se ahogan) .

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por 10 que Sarsi habrfa podido titular su obra con masverdad "EI escorpion astron6mico y filos6fico"; la aclara-cion prosigue: "constelacion lIamada por nuestro gran poe-ta Dante simbolo del frio animal

Che colZa coda percuote la gente; *

y realmente no faltan en ella picaduras contra mi, y muchomas graves que las de los escorpiones porque estos, comoamigos del hombre, no hieren si antes no se les ha ofen-dido y provocado, y a ese otro que me muerde nunca Ie hemolestado ni con el pensamiento. Mi fortuna es que co-nozco el antidoto y el remedio contra estas picaduras. Portanto, romp ere y frotare al propio escorpi6n sobre lasheridas, por 10 que el veneno reabsorbido por su cadaverme dejara a mi libre y sano" (VI, 221).

Sarsi (Grassi) volvio aim otra vez sobre el problema,publicando en 1626 una vasta obra titulada Ratio ponderumlibrae et simbellae, dedicada al cardenal Francesco Bon-compagni. El estilo del jesuita era aparentemente sereno ymesurado, pero en realidad estaba lIeno de veneno; no seequivocaba Galileo al apostillar en Ia primera pagina estecomentario:

Simula il visa pace, ma vendettachiama il cor dentro, e ad altro non attende **

(VI, 277).

3. Il Saggiatore, nel quale con bilancia esquisita e giustasi ponderano te case contenute nella Libra Astronomica eFilosojica di Lotario Sarsi Sigensano es una obra maestramagnifica de literatura polemica. Sin embargo, si quisiera-mos juzgarlo exclusivamente desde el punto de vista de laciencia astron6mica habriamos de reconocer francamenteque es un libro equivocado.

De Santillana se esfuerza par salvar algo de la hipotesisde Galileo sobre la naturaleza de los cometas, y a este finrecuerda que "efectivamente las reIaciones que [Galileo]deduce entre fa direcci6n de Ia cola de Ios cometas y Iosrayos del Sol eran correctas",» pero se trata, manifiesta-

• Que con la cola golpea a la gente.•• Simula el rostro paz, pero venganza I grita el coraz6n por

dentro, y otra cosa no espera.4. Op. cit., p. 153.

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mente, de cuestiones particulares que no pueden tenerningun peso en la valoraci6n general de Ia teoria. Para jus-tificar la obstinada incomprension de Galileo de los meri-tos de Tyche Brahe, Wohlwill sostuvo -hace bastantesafios- que la teoria de Tycho, reconocida universalmentecomo uno de los progresos mas importantes de la astrono-rnia, no poseia en realidad, en el siglo XVII, todo el signi-ficado que hoy es posible atribuirle: 5 no fue capaz de adu-cir, para sostener su justificacion, otra prueba que un ge-nerico recurso alas "contradicciones de la historia del pen-samiento", En contra de esto esta el hecho de que Keplercornprendio perfectamente el valor de la astronomia deTycho Brahe, aun apartandose de ella en varios puntos,y tambien que Ia distinta valoraci6n de Kepler y Galileode dicha astronomia estuvo en la rafz del grave desacuer-do entre ambos.

Teniendo en cuenta todo esto parece mas justa resumir,con Olschki,? que la teoria de los cometas no constituye elverdadero nucleo de la polemica desarrollada en Il Sag-giatore, sino unicamente su punta de partida, 0 admitiratrevidamente con Timpanaro 7 que, bien mirada, Galileono se propuso siquiera ofrecer una teorfa satisfactoria delfen6meno citado.

En realidad pretender juzgar una obra como Il Saggia-tore desde un punta de vista estrictamente astronomico (0sea, en atencion a la sostenibilidad 0 no de la teoria de loscometas de Galileo) signiflcaria dejar escapar 10 que enella hay de mas vivo y fecundo: la riquisima problernaticade Galileo, las innumerables investigaciones concretas enIas que resplandece su excepcional agudeza de observador,sus mordaces argumentaciones polemicas que se transfor-man frecuentemente en indicaciones geniales de temas nue-vos para la investigaci6n cientifica. No es posible cornpren-der el desarrollo de la lucha entre Galilee y Grassi limi-tandose alas tesis generales por ellos sostenidas y pres-cindiendo del modo en que Ias sostienen. Flora escribemuy bien al respecto que: "De Ios dos contendientes, de va-lor muy desigual, uno, Grassi, defiende una tesis muy cer-cana a la verdad con argumentos frecuentemente librescos;

5. Ibid., vol. II, p. 18.6. Op. cit., p. 280.7. Prefacio al volumen II de la seleccion de Opere di Galileo,

ctt., p. 53.

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el otro, Galilee, sugiere una hip6tesis err6nea y la sostienecon mente del cientifico que investiga en vivo el «gran li-bro de la naturaleza» para descubrir sus leyes y que nopuede contentarse con razonamientos insuficientes y con-fUSOS".8

Sera suficiente citar algunos de los muchos ternas tra-tados en Il Saggiatorc para advertir la extrema variedadde esta obra y la consiguicnte irnposibilidad de conside-rarla pura y simplemente como un tratado astronornicosobre la naturaleza de los cometas: bastantes discusionesversan sobre el problema del aumento producido por el te-lescopio, con especial refcrencia al caso en que se hacen"perfectamentc visibles" muchas estre!las "completamenteinvisibles a simple vista" (la dificultad de este caso reside enel hecho de que pierde sentido la definicion corriente de au-mento); algunas paginas que figuran entre las mas notablespor su agudeza cientffica 0 por la extraordinaria viveza delestilo estan dedicadas a la demostracion de que el calorno es producido por el simple movimiento de los cuerpossino por el rozamiento que experiment an al moverse; otrasexaminan con mayor 0 menor amplitud Ienomenos curio-sos procedentes de casi todas las ramas de la fisica enton-ces conocidas: asi, por ejemplo, la relacion entre la grave-dad de los sonidos emitidos por un 6rgano y la longitudde los tubos que los emiten, la adherencia de las superficiesentre si y en especial la adherencia del aire y del agua a lasuperficie de los cuerpos, la no transparencia de los cuer-pos iluminados, etc.

Ademas, entremezcladas a la explicaci6n de las diversasexperiencias, hay muchas e interesantes noticias autobio-graficas (escritas tambien con intenci6n manifiestamentepolernica) y algunas consideraciones muy valiosas de or-den metodol6gico. Recordaremos por ejemplo las sutilescriticas contra la pretendida nobleza y perfecci6n de deter-minadas figuras geometricas (que enriquecen otras de lasque ya hemos hablado largamente en el capitulo 3), 0bien otras muy eficaces contra Ia indeterminacion de deter-minadas expresiones del lenguaje cornun, como proximidady lejania, grandeza y pequefiez ("erraria quien dijera «Iascosas del mundo son grandes 0 pequefias», proposicion enla que no hay verdad ni falsedad, como tampoco la hay enla proposicion «los objetos estan proximos 0 lejanos», de

8. En el volumen citado poco mas arriba, pp. 98-99.

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II

cuya indeterminaci6n se deriva que un as mismas casas sepuedan !lamar grandisimas y pequefiisimas, cercanisimas 0Iejanisimas, y las mas cercanas lejanas y las mas lejanascercanas, y las mas grandes pequefias y las mas pequefiasgrandes ... " [VI, 264]), asi como tambien las observacio-nes =-especialmente caracterfsticas->- que afirman can mar-tilleante insistencia la superioridad de las pruebas basadasen la experiencia direct a sobre las pruebas basadas en elsimple testimonio de otros.

"Aducir tantos testimonios, senor Sarsi, de nada sirve ...Contratais con la autoridad de muchos poetas la experien-cia que nosotros os proporcionamos. Os responde dicien-do que si esos poetas se hallaran presentes en nuestras ex-periencias cambiarian de opinion" (VI, 337). "No puedo sinomaravillarme de que Sarsi persista en intentar probarrnemediante testimonios 10 que yo puedo ver ya por medio deexperiencias" (VI, 339). "Sarsi continua en el ya iniciado es-tilo de querer probar con las relaciones de otros 10 que dehecho se puede ver ahora por Ia experiencia" (VI, 341), etc ...Muy significativa y de excepcional modernidad es, por ul-timo, la invitaci6n a no contentarse nunc a con las viejassoluciones transmitidas por el saber tradicional, y de bus-car siempre otras con animo resuelto aunque sea simple-mente a titulo -diriamos nosotros- de hipotesis de tra-bajo: "la primera intenci6n del senor Mario [Guiducci ] ymia ... es suscitar las dudas que nos ha parecido que hacianinseguras las opiniones tenidas hast a aqui, y proponer algunaconsideracion nueva a fin de que se examine y se consi-dere si hay algo que puecle arrojar alguna luz y facilitarel camino al hallazgo de 10 verdadero" (VI, 281-282).

Por 10 demas, el mismo aspecto externo de la obra exclu-ye que se la pueda considerar como un autentico tratado:en realidad se presenta bajo el ropaje de un comentariopuro y simple que sigue, pagina POl' pagina, la Libra deSarsi y --como era corriente en 10s viejos comentarios delos maestros medievales=- hall a en ello ocasion para lasmas variadas y atrevidas reflexiones, En todo ello no dejade haber una cierta ironia, sea por Ta extrafia adecuaci6nde Galileo a un metodo tan anticuado.. sea par el fingidohomenaje rendido a Sarsi al suponer que su Libra es untexto autorizaclo, merecedor de comentario.

lHemos de concIuir por tanto que el Saggiatore es unaobra puramente fragmentaria, falta de unidad interna? Estoserfa inexacto; en realidad existe una unidad interna aun-

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9. Op. cit., p.284.

puedo separarla de estas condiciones por imaginaci6n al-guna; en cambio, respecto de si ha de ser blanca 0 roja,dulce 0 amarga, sonora 0 muda, de olor grato 0 desagra-dable, no cree que tenga que hacer fuerza a la mente paraacompafiarla necesariamente de estas condiciones; asi, silos sentidos no las hubieran recorrido, tal vez el razona-namiento y la imaginaci6n no Ilegarian nunca a ellas. POl'10 que creo que estos sabores, olores, colores, etc., porparte del sujeto en el que parece que residen, no son masque puros nombres, y en cambio tienen su residencia en elcuerpo sensitivo, de modo que apartado el animal son su-primidas y aniquiladas todas estas cualidades... Pero nocreo que en los cuerpos externos, para excitar en nosotroslos sabores, los olores y Ios sonidos, se necesite mas quetarnafio, figura, numero y movimientos tardos 0 ve1oces,yestimo que, quitadas las orejas, las lenguas y las naricesquedan Ias figuras, los numeros y Ios movimientos, pero noya los olores, sabores y sonidos, los cuales, aparte del ani-mal viviente, no creo que sean mas que nombres, comono son mas que nombres las cosquillas y la titilaci6n, unavez dejadas las axilas y la piel en torno a la nariz."

Es evidente la claridad y la importancia de estas pa-ginas de Galileo: indudablemente abrieron el camino porel que se movi6 la ciencia moderna durante siglos. Todossabemos que en realidad hasta una epoca muy reciente laffsica y la fisiologta consideraron siempre, de acuerdo conGalileo, que Ia "explicacion" de las cualidades sccundarias(tomadas sin mas como subjetivas) habfa de consistir enla detenninaci6n exacta de los procesos por los que naciande las cualidades primarias de los estimulos fisicos (delobjeto) y de los aparatos fisio16gicos (del sujeto percep-tor). Incluso hoy, por 10 demas -a pesar de que por nues-tra mayor conciencia critica no estamos ya dispuestos aidentificar sumariamente los dos conceptos de "explicacion"de los sonidos, colores, sabores, etc., y de su "reduccion" alas cualidades primarias- hemos de admitir que esta re-ducci6n representa un momento importantisimo en la ex-plicacion de las citadas cualidades.

Reconocida la enorme importancia cientiiica de la dis-tinci6n introducida por Galileo, hay que destacar, sin em-bargo, con igual franqueza que nada nos demuestra quecomprendiera verdaderamente y a fondo las implicaciones[ilosoiicas implfcitas en ella. En realidad recurri6 a su im-portante distinci6n mas como cientifico que como fil6sofo, es

que no sea mas que porque toda la obra se halla impreg-nada de la vibrante personalidad de Galileo, presente entodas partes con su estilo mordaz y polemico, con su pe-netraci6n de agudo observador, con su energia de animosoinnovador de Ia cultura. Lo cierto, sin embargo, es queIl Saggiatore no constituye un tratado cientifico, Es unafascinante obra de propaganda cultural, de ruptura con 105viejos metodos, de abierta denuncia del esprritu de com-promiso ocuIto bajo la falsa modernidad de la dialectica delos jesuitas. No sin raz6n Olschki 0 ha querido hallar unaanalogia entre la polemica desarroUada aqui por GaIiIeoy la que Pascal llevara adelante contra otro aspecto de lacuItura de los jesuitas en sus famosas Provinciales. Recono-ciendo Ia importancia de esta observaci6n, me parece ne-cesario destacar, sin embargo, que esta analogia s6lo es va-lida dentro de limites muy determinados: nada seria maspeligroso -al menos a mi entender- que confundir la orien-taci6n jansenista de Pascal con la orientaci6n iluminista (0preiluminista) de Galileo.

4. Hemos dejado aparte, par Ia delicadeza de la cues-ti6n, las paginas del Saggiatore que tratan 0 parecen tra-tar de cuestiones especificamente filosoficas. Estas cuestio-nes son fundamental mente dos: una, esbozada en pocasIfneas hacia eI principio de la obra (VI, 232),se refiere a loscaracteres en que esta escrito el libro de la naturaleza: laotra, desarrollada ampliamente hacia el final (VI, 347 etseq.), afronta la distinci6n entre dos tipos de cuaIidades delos cuerpos.

Empezaremos por la segunda, que es sustancialmentemas sencilla.

Se trata de una distinci6n analoga a la que a continua-ci6n formularian bastantes otros fi16sofos(con razonamien-tos a veces parecidos a los de Galileo y a veces diferentes)y que Locke caracterizara como distinci6n entre cualidadesprimarias y cuaIidades secundarias. "Digo -escribe Gali-leo- que en seguida experimento la necesidad, cuando con-cibo una materia 0 sustancia corporea, que se define y serepresenta por este 0 aquel simbolo, que en relaci6n conotras es grande 0 pequefia, que esta en este 0 aquel lugar,en tal 0 cual tiempo, que se mueve 0 esta quieta, que toeaa otro cuerpo 0 no, que hay una, pocas 0 muchas, y no

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•..•-decir, con mentalidad mas operativa que especulativa. Enotras palabras: recurri6 atrevidamente a ella porque erauti! para sus investigaciones y dentro de los limites en queera manifiesta esta utilidad; sin embargo, no se molest6 enanalizar sus presupuestos cognoscitivos generales porqueeste analisis qucdaba fuera de sus intcreses.

La unica justificaci6n -si se puede hablar de justifi-caci6n efectiva- de la diferencia "descubicrta" por Galileoentre los dos tipos de cualidadcs queda destacada por lasprimer as !ineas del fragmento citado; se basa en la "im-posibilidad" en que nos encontramos para concebir "unamateria 0 sustancia corporea" sin concebir al mismo tiem-po sus propiedades aritmeticas "que hay una, pocas 0 mu-chas", geometricas y mecanicas, Sin embargo, tampoco aquiexamina a fonda Galileo si se trata de imposibilidades deorden l6gico 0 de orden intuitivo, y, en este ultimo caso, sise refiere a una intuici6n universal 0 psicol6gica. Se tratade problemas evidentemente ajenos a sus preocupaciones.Advertir este "ser ajeno" no significa dirigirle reproche al-guno, sino unicamente reconocer que seria peligroso, porno decir aventurado, atribuir a Galileo tal 0 cual concep-ci6n filos6fica solamente porque esta constituye =-segtmnosotros- la mejor base para su distinci6n entre las cuali-dades subjetivas y las objetivas de 105 cuerpos.

De caracter mas delicadamente filos6fico parece la pri-mera de las dos cuestiones a las que se ha aludido al co-mienzo de esta secci6n. Galileo la trata en un parrafo quegoza de la mayor celebridad: "La filosofia esta escrita eneste gran libro que continuamente esta abierto ante nues-tros ojos (quiero decir el universe), pero no se puede com-prender si primero no se aprende a entender el lenguajey a conocer los caracteres en 105 que esta escrito. Se hall aescrito en Ienguaje maternatico, y los caracteres son trian-gulos, circulos y otras figuras geometricas, sin los cualeses imposible en tender humanamente una palabra; sin ellos,se dan vueItas en vano POl' un oscuro laberinto",

Aqui parece manifiesto el tono de Platen, y por eIlo esmuy natural que Ie hayan dado especial relieve los estu-diosos propensos a interpretar el pensamiento de Galileocomo una forma (por timida que sea) de platonismo mate-matizante. Banfi, por ejemplo, escribe: 10 "La crrtica de lascualidades secundarias y Ia acentuaci6n del valor de las cua-

10. Op. cit., p. 176.

lidades primarias no es en Galileo la afirmaci6n de un me-canicismo metafisico. Democrito, si asi puede decirse, nosintroduce a Plat6n ... La nueva ciencia ilumina en las tos-cas relaciones causales una permanencia de relaciones pro-porcionales, una ley, y esto cuando las lleva al plano de unaconsideraci6n cuantitativa y geornetrica. EI mundo, estemundo varia de infinitos acentos y apariencias, revela serentonces un todo arm6nico en el que cada parte correspon-de a otra, se expone como «un gran libro que continua-mente esta abierto ante nuestros ojos ... »",

No pre tendo negar que en el animo de Galilee exista unainfluencia plat6nica (junto a otras, no obstante); pero encambio tengo muchas dudas acerca de la posibilidad deatribuirle una orientaci6n filos6fica determinada, y menosuna orientaci6n que admit a cualquier ruptura de tipo pla-t6nico entre un mundo fenomenico "vario de infinitos acen-tos y apariencias" y un mundo real, perfectamente arrnonico,que se halle por debajo del que resulta constituido por pu-ras entidades matematicas,

Limitandonos aqui a Il Saggiatore -porque el problemaes distinto para otras obras-, me parece que pretender ba-sarse en 61 para confirmar una interpretaci6n platonizantedel tipo descrito es por 10 menos muy atrevido. iAcasono hemos visto en la secci6n anterior que uno de los canonesmetodo16gicos en que se bas a toda la obra es precis amen-te la valoraci6n de la experiencia como fuente de conoci-miento seguro? Pero hay mas: muchos hechos nos inducena pensar -si no me equivoco- que el propio fragmentoque se acaba de citar no tiene una orientaci6n plat6nica tandecidida como se le atribuye ordinariamente.

Ante todo, hay que observar que este fragmento no sehaIla inserto en un complejo de razonamientos especifica-mente filosoficos, sino en una pagina que unicamente seprop one polemizar contra la peligrosa costumbre de Sarsi(Grassi) de introducir el recurso a la autoridad en los deba-tes cientificos: "Me parece, ademas de esto, descubrir enSarsi la firme creencia de que al filosofar es necesario apo-yarse en la opini6n de algun autor celebre ... ; y tal vez creeque la filosofia es un libro y una fantasia humana, como laIliada y el Orlando Furioso, libros en Ios cuales 10 menosimport ante es que 10 escrito sea verdadero", [Nol, excIamaGalileo: "Sefior Sarsi, la cosa no es asi. La filosoffa esta es-crita en este gran libro, etc.". Por tanto, la metafora de lanaturaleza como "libro" no parece ocultar un extrafio sig-

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nificado metaffsico, sino que se introduce cIaramente paraun fin polemico, el de oponer un libro a otro, 0 sea, el librode la naturaleza (en el que no vale el principio de autoridad,POl'no ser obra de hombre alguno) a los Iibros de los poetas(que pueden ser mas 0 menos bcllos, y por tanto de maso menos autoridad, segun el valor de 5US autores).

Pero Galileo diee algo mas: que 105 libros de los poetasse hall an dominados porIa fantasia, pOI' 10 que no interesa"que 10 escrito sea verdadcro " 0 no, mientras que el librode la naturaleza se halla dominado pOI' el rigor matematico,pOI' 10 que su objeto es captar In verdad. Esta contraposi-cion de la matematica a la fantasia y no de la rnatematicaa los Ienomenos es precisamcnte 10 que debe hacernosconsiderar con cierta sospecha, a rni modo de ver, la inter-pretacion platonizantc del Iragmento en cuesti6n. lQuienpucde excluir. en rcalidad, que Galilee rccurra a la materna-tica simplernentc porque esta, por su rigor, esta en situaci6nde haccrnos obtencr solamente la vcrdad, cvitando que nosperdamos en fantasia? Es dccir, se reficre a la maternaticamas en su Iuncion tecnica (como ayuda de la l6gica) queen una funcion metafisica (como expresion de una realidadmas estable y armoniosa que esta pOI' debajo del fluir de losfenornenos).

Para responder a estas cuestiones sera conveniente refle-xionar un instante sobre el caracter general de Il Saggiatore.Sabemos ya que el unico hila conductor autentico de todala obra 10 constituye la martilleante polemica contra la fal-sa dialectica de los jesuitas. Pero (en que consiste estapolemica? Basta repasar, aunque sea rapidamente, las pa-ginas de Galileo para convencernos de que su objetivo noes solamente destruir la engafiosa Iogica de Sarsi, sino con-traponerle otra realmente seria: "Aqui aparece Sarsi, y conlarguisirnas disputas trata de declararme pesimo logico ...a todo 10 cual... respondere breve y simplemente que me pa-rece que Sarsi se muestra verdaderamente tal como intentamostrarme ami, esto es, poco entendido en Iogica" (VI,245); "si Sarsi cree poder impugnar con alabanzas este modode hablar.,; advierta, al querer mostrarse gran logico, noaparecer mayor sofista" (VI, 253); "de la nulidad del pre-sente silogismo, en 10 que se refiere a la materia de quese trata, doy testimonio que yo sobre las mismas huellasprocedere a demostrar concluyentemente 10 contrario" (VI,270); "pcro quien tenga flor de logica natural, uniendo laspremisas de Sarsi con la conclusi6n que de ellas depende,

forrnara tal silogismo ... " (VI, 308), etc ... Precisamente esta"flor de l6gica natural" es 10 que Galileo qui ere contraponera la sofistica del adversario: al ligarse estrecharnente a Iaexperiencia la verdadera l6gica lograra proporcionarnosun criterio segura de verdad, y de este modo conseguira ha-cernos llegar a una filosofia distinta de las fantasias de 105poetas.

Ahora bien; al llegar a este punto se formula inrncdiata-mente una pregunta relacionada a la interpretaci6n delfragmento citado hace poco: (cuales son, segun Galilee, Ioscaracteres de la verdadera logic a, contrapuesta por el taninsistentemente a la falsa l6gica de los jesuitas? Galileeno tiene dudas sobre ello: la verdadera Iogica habra de estarimpregnada de maternatica. La demostracion, cuando es real-mente concluyente, es decir, "pura, geornetrica, perfecta ynecesaria", tienc el enormc valor de poner entera e inme-diatamente al desnudo la vel'dad 0 falsedad de cualquierrazonamiento. "Ya que -explica- ex parte rei no hay ter-mino media entre 10 verdadero y 10 falso, igualmente en lasdemostraciones necesarias (y con esta expresi6n se refiereGalileo alas demostraciones maternaticas), 0 se llega indu-dablernente a una conclusion 0 se llega inevitablemente a unparalogismo, sin que quede campo alguno que pueda per-manecer en pie con limitaciones, distinciones, distorsionesde palabras u otros subterfugios, sino que forzosamentey al primer as alto queda Cesar 0 nada'' (VI, 296).

Veremos que la idea expresada aqui volvera a menudo,incluso mas clararnente, en otras obras, No hay duda, por10 tanto, que al menos en Il Saggiatore la verdadera logic a,contrapuesta a la falsa 16gica de Sarsi, es la que se articulaen demostraciones maternaticas. Este y s6lo este es, segunGalileo, el instrumento que nos permite construir, partien-do de las experiencias sensibles, razonamientos no engafio-sos.

Si las cosas son realmente asi, tambien el famoso frag-mento citado hace poco adquiere en seguida un significadomuy claro y preciso. No expresa sino una alusion, sugestiva-mente, a la que sera Ia principal conclusi6n de polemica:una alusi6n al deber del cientifico de razonar en terminosmaternaticos para no dejarse engafiar porIa fantasia y nocaer en equivocos sofisticos.

Incluso si nosotros, con una consciencia filos6fica masrnadura, pudieramos concluir que este deber s6lo se justi-fica con una metafisica de tipo platonico (y yo tendrta mu-

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•..-chas reservas que oponer a ello), nada nos autoriza a atri-buir esta convicci6n nuestra a Galileo. El esta complete-mente decidido a sostener que solamente la matematicapuede garantizar la logicidad de nuestros razonamientos,pero no parece, en absoluto, preocupado poria hipotesismetafisica presupuesta aqui. En conclusi6n: el recurso a lamatematica sigue siendo para 61 un canon metodol6gico;la justificaci6n filosofica de este canon no le interesa, Y,por consiguiente, se deja en el lejano trasfonclo del debate.Querer leer algo mas en Il Saggiatore, pretender vel' unaremision a un platonismo matematico, tienc el peJigro dehacer que nos perdamos en el mas vivo centro de la obra.

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Capitulo 7El manifiesto copernicano

1. En 1621se habia producido un hecho bastante desgra-ciado para Galileo: la muerte de su protector Cosimo II,a quien sucedio su hijo Ferdinando II, muy joven, bajo latutela de su madre, Maria Magdalena de Austria, y de suabuela, Cristina de Lorena, ademas de un consejo de regen-cia nornbrado por el padre. La debilidad del nuevo prin-cipe habrfa de tener, doce afios mas tarde, graves reper-cusiones en el desarrollo de la controversia entre Galileoy el Santo Oficio.

En 1623,en cambio, se produjo un acontecimiento quehizo que Galilee y Ios cat61icos mas progresistas albergarangrandes esperanzas: la eleccion como papa del cardenalMaffeo Barberini, que tomo el nombre de Urbano VIII. Flo-rentino de nacimiento, de ingenio agudo e indudablementesensible alas exigencias de la cultura, parecia el hombreenviado por la providencia para llevar a la Iglesia POl' uncamino nuevo de amplia apertura hacia las ciencias y Iasartes. Habia apoyado su nombramiento la corriente delos carden ales filofranceses, y ello constituia una garantiade que Urbano VIII, no compartia del todo la actitud po-lernica de la Contrarreforrna (recuerdese que pocos deceniosantes Enrique IV habia promulgado el Edicto de Nan-tes).

Las cartas enviadas a Galilee inmediatamente despues dela eleccion del Papa POl' sus amigos romanos, reunidos entorno a la Accademia dei Lincei, constituyen un claro tes-timonio al respecto. He aqui, por ejernplo, 10 que escribiael 12 de agosto Francesco Stelluti: "La creacion del nuevoPontifice nos ha alegrado a todos, por ser de ese valor y deesa bondad que V. S. sabe muy bien, y especialmente par-tidario de las gentes de letras, por 10 que estamos a puntade tener un mecenas supremo ... Como V. S. habra sabidoya, ha nombrado inmediatamente Maestro de Camara suyoa nuestro sefior don Virginio Cesarini, y monsefior Ciampolino solamente permanece en su cargo de Secretario de Brevesa los Prfncipes, sino que Ie ha nombrado tambien Camarerosecreto, y el sefior Cavalier del Pozzo, Linceo tarnbien, servi-

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ra al sobrino 1 del Papa, el que sera Cardenal, de modo quetenemos tres Academicospalatinos, ademas de muchos otrosamigos. Entretanto rogamos al Senor Dios que conservelargo tiempo a este Pontifice, porque de el se espera unoptimo gobierno" (XIII, 121).

He aqui ahora un fragmento de la carta de congratula-cion enviada por Galileo no ya al Pontffice mismo, porqueello habria side irrespetuoso, sino a su sobrino: "Para queesteis segura de la inexpresablc alegria que causa en mi laexaltacion de S. B. al mas sublime trono, debera ser raz6nconcluyente el decir cuan suave es 10que me resta de viday cuan menos grave de 10 que es corricnte me parece lamuerte, ocurra cuando ocurrierc: vivire muy feliz, al 1Ja-berse reavivado en mi la esperanza, ya del todo enterrada,de que se llame de su largo ex ilia a Lasmas peregrinas letras,y morire contento POl' haber asistido al mas glorioso exitodel mas amado y revcrenciado scfior, de modo que no po-drfa esperar ni descar mayor alcgria" (XIII, 130-31)."

La eleccion de Urbano VIII no dejo de tener consecuen-cias, igualmente, en cuanto a la edicion del Saggiatore.Como se ha recordado ya en el capitulo VI, esta obra ha-bia side escrita en forma de carta a Virgilio Cesarini (aquien alude Stelluti en la carta citada poco mas arriba),y habia llegado a su destinatario en octubre de 1622. Enenero siguiente Cesarini comunico a Galileo, de parte desus colegas linceos, que ternan Ia intenci6n de publicar laobra a cargo de la Accademia, y precisamente en Roma "apesar del poder de los adversaries". Por parte de estes, na-turalmente, ceso toda resistencia con el advenimiento deUrbano VIII, y los Acadernicos Linceos decidieron dedicarla obra de Galileo precisamente al Pontffice. La dedicatoria,redactada por Cesarini, decia entre otras cosas: "Os trae-mos, como muestra de nuestra devocion y como tributo deser vuestros servidores, IZ Saggiatore de nuestro Galilei, delfiorentino descubridor no ya de nuevas tierras, sino de par-tes del cielo nunca vistas ... Lo dedicarnos y entregamos aVuestra Santidad, como a quien tiene el alma lIena de ver-daderos adornos y esplendores y la mente encaminada aaltisimas y heroicas empresas ... A cuyos pies, postrandonosde hinojos, suplicamos favorecer nuestros estudios con nues-

1. Francesco Barberini, vincula do a Galileo Galilei por una vivaamistad.

2. La cursiva es mla.

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tros atentos auspicios y el vigoroso calor de .vuestra muybenigna proteccion".

El curso de los acontecimientos habia de demostrar des-graciadamente, en el transcurso de solo diez afios, que cla-se de "muy benigna proteccion" reservaba Urbano VIII a los"peregrinos" estudios de los "galileistas": pese a todo esprobable que, en 1623, estuviera sinceramente deseoso deconceder el apoyo que se le solicitaba con tanta confianza.Lo cierto es que Urbano VIII mostro agradecer rnucho ladedicatoria del Saggiatore, y varios testimonios nos dicenque se 10 hacia leer en la mesa obteniendo de ello grandeleite. Evidentemente, los punzantes ataques de Galileocontra Ios jesuitas no debian resultarle desagradables: enrealidad sabia muy bien que estos, a pesar de su aparenteinteres por la cultura moderna, eran los mas encarniza-dos defensores de la intransigencia contrarreformista y que,por consiguiente, el abandono de esta intransigencia tendriaque reflejarse necesariamente en una progresiva reducciondel poder conquistado por ellos, durante el ultimo mediosiglo, en todo el mundo catolico.

Confirmada la favorable disposicion del Pontifice por susamigos romanos, Galilee decidio ir a presentarle sus res-petos personalmente para sondear su animo y tratar de ob-tener de el alguna promesa concreta acerca de un cambio,aunque fuera moderado, de la Iglesia respecto del coper-nicanismo. Llegado aRoma el 23 de abril de 1624, recibiola mas calurosa acogida, tanto que en su breve estancia(que duro un mes y medio aproximadamente) fue recibidoseis veces por Urbano VIII, quien lleg6 a prometerle unapension para su hijo Vincenzio.s Pero en 10 relative a ladelicada cuestion de la doctrina copernicana, que era 10que mas Ie importaba, Galileo no consiguio ninguna prorne-sa concreta. A la insistencia del cientifico para hacer abro-gar el decreto de 1616 el Pontifice respondia con evasivas;Ie gustaba atrincherarse tras un razonamiento bastante cap-cioso que paso a la historia precisamente con su nombre("argumento de Urbano VIII"): a pesar de que muchos he-chos parecen probar que la Tierra gira en torno al Sol,es te6ricamente posible que Dios, en su infinito poder, haya

3. Efectivamente Ie fue concedida a Vincenzio Galilei una pen-si6n ecleslasttca, en 1627, sabre la Teologal de Ia Catedral de Bres-cia. En 1630 se concederia otra al propio Galileo sobre una Canonjlade Ia Sede Metropolitana de Pisa,

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conseguido 10s mismos efectos haciendo que el Sol gire entorno a la Tierra, como dicen las Sagradas Escrituras. Peroa pesar de estas reticencias habia muchos sintomas de queUrbano VIII no se opondria a una reanudacion cauta de losdebates sobre la teorla heliocentrica; a este respecto sonbastante caracteristicas las palabras que Ie dijo al car-denal de Zoller, y que este relat6 inrnediatamente a Galilee:"como la Santa Iglesia no la habria condenado, ni iba a con-denarla, pOl'heretica, sino s610por temcraria: pero que noera de terner que alguno llegara nunca a demostrarla nece-sariamente verdadera" (XII, 182).

Estando asi las cosas, valia la pena no darse par ven-cido y probar valerosamente hasta que punto Uegaba la to.lerancia del Pontifice. Se trataba ciertamente de una tenta-tiva bastante peligrosa, pero GaliJeo sabia muy bien que so-lamente afrontando este peligro seria posible retomar elambicioso programa por el que con tanta audacia habiacombatido unos afios antes. Si no se atrevia a aprovechar10 mas rapidamente posible el cambio de ambiente que sehabia producido en Ias altas jerarquias vaticanas, (cwin-do volveria a presentarse una ocasion favorable?

Decidio por tanto proceder gradualmente. El primer pasoconsisti6 en la redaccion de una respuesta a Ia carta deFrancesco Ingoli a la que se ha aludido en el capitulo ante-rior. Galilee se decidio a hacerlo apenas hubo regresado aFlorencia y, cuando hubo concluido su escrito, 10 envio asus amigos romanos para que Ie dieran ampIia difusi6n,aunque sin publicarlo y sin que 10hicieran llegar al propioIngoli. Es cierto que fueron muchos los que 10 leyeron yque el propio Papa tuvo conocimiento de 61, aunque s610parcialmente, La acogida no fue tan desfavorable como sehabia podido temer. Galilee Ilego al convencimiento de queel camino elegido era bueno y de que era preciso insistir,Todavia debian pasar varios afios antes de que los hechosle demostraran que no se trataba sino de una tragica ilu-si6n.'

4. Vale la pena recordar que en el periodo en cuesti6n Galileoha1l6 tiempo Incluso para dedicarse a investigaciones de ttpo com-pletamente distinto. MuY importantes fueron las que Ie condujeron,en 1624,a la construccion del microscopio; a septiembre de ese afioeorresponde una carta al principe Cesi con Ja que Galileo --a lavez que envla a au Hustre amigo romano el regalo de eun ante-ojito para ver de cerca las cosas mas pequefiass-i- Ie ensefia aufuncionamiento y sus admirables merrtos, A 1626 corresponden al-

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2. La carta de Francesco Ingoli exponia razonamientosen refutacion de la hipotesis copernicana; se subdividianen tres clases distintas: astronornicos, ffsicos y teologicos,En su respuesta, Galileo se limita a exarninar los astrono-micos y 10s filosoficos, declarando muy firmemente ~yahi reside la diferencia entre su orientacion actual y lamantenida antes de 1616- no querer tocar en absoluto elproblema teologico, respecto al cual se somete totalmentealas decisiones de la Iglesia.

Adviertase que esta abdicacion sumaria y completa antelas razones teologicas no esta dictada unicamente POl' eldeseo de parecer disciplinadamente sumiso a los decretosde 1616,sino tambien por su deseo, no menos vivo, de mos-trarse dispuesto a hacer algunas concesiones al modo depensar especifico de Urbano VIII. No es diffcil advertir,no obstante, que la manera misma de presentar estas con-cesiones les da un tono mas bien ironico y no autentica-mente serio.

A este respecto son muy significativas las primer as pa-ginas de la Risposta: "Advertid, sefior Ingoli -escribe Gali-leo-, que no emprendo esta empresa porque tenga la idea° el designio de sostener como verdadera esa posicion queha side declarada ya sospechosa y repugnante a esta doc-trina, que en majestad y autoridad es superior alas disci-plinas naturales y astronomicas", sino que escribo mi res-puesta exclusivamente para demostraros que vuestras ar-gumentaciones del primero y del segundo tipos son insu-ficientes, por 10que el decreto del Santo Oficio s610 se acep-tara por disciplina religiosa y sin ningun otro motivo. "Yademas afiado que, para confusion de los hcrejes, entre los

gunas investigaciones experimentales sobre 10s imanes, encarnina-das a proseguir las ya iniciadas en el periodo de Padua. En 1627Galileo intervendria, en cambro, en un curiosa problema de arit-mettca practica: eun caballo vale verdaderamente 100 escudos; uno10 valera en 1.000 escudos Y otro en 10: se pregunta cual de los dOB10 ha valorado mejors ; su opinion es que «Ias desviaciones de lasvaloraciones deben juzgarse segun la proporci6n geometrtca», de10 que concluyo que los dos errores eran equivalerites. Como con-firmaci6n de la competencia de Galileo en los problemas practicesbasta recordar por ultimo el dictamen que dio al Gran Duque (el16 de enero de 1631) sobre el proyecto presentado por algunosingenieros acerca de las obras a realizar para remediar las frecuen-tes inundaciones originadas por el rio Bisenzio; ese dictamen estacontenido en una carta de poeas pagirias que, a pesar de SLl breve-dad, representa una autentica joya de precision cientifica y depericia tecnlca.

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•..-cuales creo que los de mayor renombre son de la opinionde Copernico, pienso tratar esta cuesti6n bastante amplia-mente, y mostrarles que nosotros los catolicos, no por fal-ta de raz6n natural 0 por no haber visto las razones, expe-riencias, observaciones y demostraciones que han visto ellos,permanecemos en la antigua certidumbre que nos ensefianlos autores sagrados, sino que 10 hacemos por el respetoque tenemos alas escrituras de nuestros Padres y por elcelo de nuestra religion y de nuestra fe; de modo que cuan-do hemos visto todas sus razones astron6micas y naturales,muy bien entendidas por nosotros, as! como, ademas, otrasde mayor fuerza todavia que las aducidas hasta aqui, a 10sumo podran tacharnos de hombres constantes en nuestraopinion, pero no de ciegos ni de ignorantes de las discipli-nas humanas, 10 cual verdaderamente no debe importara un autentico cristiano catolico; digo, que un hereje seria de 61porque antepone la reverencia y la fe que es de-bida a los autores sagrados a cuantas razones y experien-cias reunen todos los astronomos y fi.l6sofosjuntos. A estose afiadira otro beneficio para nosotros, que sera el de com-prender cuan poco se debe confiar en los razonamientoshumanos y en la sabiduria humana, y cuan obligados esta-mos por ello a seguir las ciencias superiores, las cuales sonlas unicas capaces de ilurninar la ceguera de nuestra mentey de enseiiarnos las disciplinas a las que por nuestras expe-riencias 0 razones no llegaremos jamas" (VI, 511.12).

Las concesiones de Galileo al escepticismo cientifico deUrbano VIII son especialmente evidentes en Ias ultimas Ii-neas: de hecho parece dispuesto a admitir sin discusionque, para salir de la "ceguera de nuestra mente" no sonsuficientes las ciencias hurnanas, sino que son necesariasprecisamente las ciencias "superiores" de inspiracion di-vina. En realidad basta examinar un poco mas a fonda clcontenido total de la obra para advertir que Galileo estatan convencido de 10 contrario que jamas tiene la menorduda de la posibilidad de responder definitivamente alasdos primeras categorias de objeciones de Ingoli (las as-tronomicas y las filosoficas); y elIo es sefial tambien de quela "ceguera" mostrada por el adversario puede vencerseIacilmente sin necesidad de recurrir a algo superior al hom-bre. Lo esencial para conseguir esta victoria es que se pue-da discutir.

El primer objetivo que se propone Galileo en este tra-bajo es, precisamente, volver a encender entre los estudiosos

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catolicos el debate sobre eI eopernicanismo. La estratagemade querer demostrar a los herejes Ia seriedad de la culturaeat61ica es obviamente una pura ficcion: 10 que Ie interesaa GaIileo es que esta treta vuelva a abrir la discusion y queperrnita, en especial, que incIuso los catolicos conozcan lasrazones recientemente descubiertas en favor de la verdadeopernicana.

Pero el caracter paradojico de la artimafia a que se haaludido tiene tambien un segundo fin: el de reeordar a laIglesia la grave responsabilidad que se asumirfa ante Iacultura si se continuara obligando a los fieles a "anteponerla fe a euantas razones y experiencias tienen todos losastronomos y fil6sofos juntos". lPodra mantenerse en estaaetitud ridicula euando Galilee hava mostrado respetuosa-mente todo su absurdo? lSe sentira con animos -y elIoun pontffice iIustrado como Urbano VIII- de mantener vivala antttesis entre religion y ciencia, que tanto podia compla-eer a frailes ignorantes como Lorini y Caccini, pero queno puede menos Que parecer necia a quien eomprenda unpoco el valor de la una y de la otra? Galileo no 10 cree,y no 10 cree precisamente porque goza del favor de Urba-no VIII: se trata, pues. de hacerle cornprender que, aun-que prohibida a los catolicos, la investigaci6n cientifica con-tinua inexorablemente su camino, a pesar de todos los obs-taculos, por 10que si se mantiene la antftesis citada acaba-ra volviendose en perjuicio de Ia Iglesia. En esta situacionde hecho, Ia unica cuestion importante sera la de halIarel modo de reanudar el razonamiento interrumpido en 1616;cuando haya podido exponer sus razones, la verdad conse-guira, sin duda alguna -GaIiIeo esta totalmente conven-cido de ello-, prevalecer sobre eI error.

Tras haber explicado del modo descrito las relaciones desu investizacion con los decretos de Ja Iglesia, Ga1i1eopasaa desarrollar con orden y exactitud Ias respuestas alasdiversas arzumentaciones astron6micas V filosoficas de In-goli, De ello result a una obra clara, breve (unas cincuentapaginas en la edici6n nacional italiana), vivaz y en conjun-to serena. La discusi6n con el adversario no tiene nada delas asperezas polernicas del Saggiatore, sino que parece sin-ceramente encaminada a persuadirlo, a instruirlo, a eli-minar una a una todas sus dudas y a profundizar junto conel todas las dificultades. Esta mesura se confirma en lamisma argumentacion final con que concluye la carta: "Mefalta rogaros que recibais buenamente estas respuestas

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mias: 10cual espero que hagais, ya par vuestra natural COl'-tesia, ya porque asi conviene que proceda todo aquel queame la verdad: porque si he resuelto fundamentalmentevuestros ejernplos, vuestra ganancia no habra sido poca,cambiando 10 falso por 10 verdadero, y si, por el contra rio,me he equivocado, tanto mas clara se mostrara la doc-trina de vuestros discursos" (VI, 561).

Si tenemos presente que la Risposta no le fue enviadaa Ingoli, hemos de concluir que en realidad estaba escri-ta para otra persona mas respetable todavia, a la que Ga-lileo querfa conseguir atraerse de su lado por todos losmedios. El interlocutor al que se dirige no es un enemigoy menos un ignorante: es un "amante de la verdad" que,aun partiendo de una posici6n distinta de la de Galileo, tienccomo cl por unico deseo el de llegar a una soluci6n claray convincente de los problemas, sin que importe si es ptole-maica 0 copernicana. GQuienpodia ser ese interlocutor ideal,sino Urbano VIII, tan deseoso de presentarse como el grandefensor de la cultura, como el hombre abierto a todo in-teres profundo artistico y cientifico?

Muchos de los razonamicntos mas interesantes, que pos-teriormente serian retomados y ampIiados en el Dialogosui massimi sistemi, se clcsarrollan aqui en su nucleo esen-cial y de forma verdaderamente perfecta, no raramenteincluso mas rigurosa que en la obra mayor. Nos limitare-mos a citar dos, que parecen los mas significativos a losfines de la interpretaci6n general del pensamiento de Ga-lileo sostenida aqui. El primero hace frente y disuelve unade las mayores dificultades "ffsicas" mas frecuentementesuscitadas contra el copernicanismo; el segundo, una de lasmayores dificultades "rnecanicas".

El razonamiento "ffsico" examina la cuesti6n prelimi-nar de si la Tierra es realmente el centro del universo. Losanticopernicanos, inspirandose visiblemente en Aristoteles,afirman: "Vemos que, incluso en los cuerpos mas simples,los mas densos y pesados ocupan los lugares inferiores(como se ve que hace la tierra respecto del agua, y el aguarespecto del aire); pero la Tierra es cuerpo mas espeso queel Sol, y el lugar inferior del universo es el centro; portanto, es la Tierra y no el Sol la que ocupa el centro". Larefutaci6n galileana de este pseudo-razonamiento se arti-cula en tres puntos fundamentales: a) critica de los concep-tos de inferior y superior que e1 aristotelico presume comoposeedores de un significado absoluto, mientras que sola-

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mente tienen su significado relativo, cambiante de lugar alugar (en la Tierra, en realidad, indican "10 que esta bajoJos pies, hacia el centro del globo terrestre, y 10 que estasobre la cabeza, hacia el cielo", pero "en la Luna, en el Soly en las demas estrellas el lugar inferior es su centro, y elsuperior hacia la superficie y hacia el cielo ambiente") (VI,535),y consiguiente reconocimiento de una mu1tip1icidaddecentros ("consideraremos en la universalidad del mundotantos centros y tantos lugares inferiores y superiores cuantos son los globos del mundo y 10s orbes que se hallan entorno a los diversos puntos"): b) denuncia de la confusiondel aristotelico entre centro de la Tierra y centro del uni-verso, en el supuesto de que haya uno ("Pero si vosotros,en la conclusion, por lugar inferior quereis entender nocomo en las premisas el centro de la Tierra sino el centrodel universo, 0 haceis un silogismo de cuatro terrninos, pa-sando del centro de la Tierra al del universo, 0 suponeispor conocido 10que esta en cuestion, esto es, que la Tierra,como cuerpo pesadisimo, ocupe el centro del universo") (VI,536),y c) denuncia del caracter dogmatico de la suposicion,presentada como obvia por el aristotelico, de que la Tierraes un cuerpo mas espeso que el Sol ("10cual ni yo ni voso-tros sabemos, ni podemos saber con seguridad") (VI, 540).Por el contrario -sugiere Galileo-, si queremos conceder aAristoteles que el Sol es inalterable e incorruptible, ten-dremos que suponer que es de materia mas espesa que laterrestre, mas semejante al oro 0 a los diamantes que alaire 0 al agua.

La refutacion de las pruebas mecanicas contra el movi-miento de la tierra es una de la partes mas validas y masinteresantes de toda la produccion de GaliIeo. Una de estaspruebas (aceptada incluso por Tycho Brahe) se basaba en elhecho de que los graves caen "perpendicularmente sobre lasuperficie de la tierra" y no oblicuamente como, al menossegun ellos, deberfa ocurrir si la Tierra se moviera; paraconfirmar este punta se invocaba la experiencia "diciendoque esto se vela manifiestamente en una nave, en la cual,mientras esta detenida en el puerto, si se deja del mastilcaer libremente una piedra desde la cima, esta, descendien-do perpendicularmente, va a caer al pie del mastil, y en elpunto que precisamente corresponde al de caida de la plo-mada, 10 cual no ocurre (afiaden ellos) cuando la nave semueve con veloz carrera; en el tiempo en que la piedra,dejada Iibre, desciende perpendicularmente, al correr el

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navio hacia adelante, se aleja por popa del pie del mastil: yen conformidad a este efecto deberfa caer la piedra desde10 alto de una torre si la Tierra se moviera a granvelocidad" (VI, 543-44).

Contra esta argumentaci6n de los adversarios de Coper-nico, y contra otras pruebas analogas, Galileo opone 10 quehoy solemos lIamar "principio de la relatividad galileana":afirma que es irnposible decidir, sobre la base de experien-cias mecanicas realizadas en el interior de un sistema, siesta quieto 0 en movimiento rectilineo uniforme: "En lamayor estancia que haya bajo la cubierta de algun gran na-VIO, encerraos con algun amigo, y alli tratad de tener mos-cas, mariposas y otros animalillos voladores; tomad tam-bien un gran vasa de agua y paned dentro pececilIos; pre-parad igualmente algun jarro alto que vaya goteando enotro mas bajo y de cuello estrecho; estando quieta la nave,observad como los animalillos volantes van con igual ve-locidad hacia todas Ias partes de la estancia; los peces, losvereis ir indiferentemente hacia cualquier parte del vasa;las gotas que caen entraran todas en el jarro puesto deba-.10 ... Una vez que havais observado bien todas estas cosas,haced moverse la nave con cuanta velocidad se quiera (mien-tras el movimiento sea uniforme y no fluctuante hacia acao hacia alla), y no advertireis Ia menor mutaci6n en todaslas cosas nombradas, ni. a menos que 10 sepals de otra ma-nera, podreis asegurar si Ia nave avanza 0 esta quieta ... Y sime preguntais la raz6n de todos estos efectos, por ahoraas respondere: «Porque el movimiento universal de la nave,al comunicarse al aire y a todas las cosas que contiene, y nosiendo contrario a la natural inclinacion de aquellas, se con-serva en elIas indeleblemente»: en otra ocasi6n oireis res-puestas particulares y ampliamente explicadas" (VI, 547-48).

EI enorme interes cientifico de la respuesta de GaIileoes evidente; sin embargo, no es menor el interes del me-todo can que Ilega a su descubrimiento, basado par unaparte en razonamientos rigurosamente coherentes ry, porotra, en experiencias realizadas efectivamente. EI micleocentral de este metoda consiste en el abandono definitivode la peligrosa costumbre instaurada nor los aristotelicosde admitir como obvio 10 que en realidad es altamente dis-cutible, y, en particular, de recurrir genericamente a expe-riencias no realizadas que se cree que dan un resultadocuando en realidad dan otro. La polemica de GaliIeo contrael falso experimentalismo de los aristotelicos, cobra aqui un

tono de gravedad tan serio que no deja la menor sombrade duda acerca de Ia importancia que atribuye a este ra-zonamiento: "en cuanto al otro error, que es aducir expe-riencias como hechas y que respond en a vuestro deseo sinhaberlas hecho ni observado nunca... si vosotros y Tychoquisierais confesar sinceramente la verdad, dirfais que nohabeis experiment ado nunca... resulte 0 no diversidad al-guna respecto a 10 que os parece que deberia ocurrir. etc."(VI, 545).De la misma manera que en Il Saggiatore, GaliIeose proponia oponer una autentica 16gica a una falsa dialec-tica, aqui pretende oponer un verdadero recurso a la ex-peri encia a un falso recurso a Ia misma: "Afiadamos ademasque en la nave, nosotros, aunque hemos probado cien vecesde moverla y de hacerla estar quieta, nunca hemos podidoIlegar a conocer par las casas internas 10 que hace" (VI,549).

Es interesante sefialar que GaIiIeo dirige tarnbien otroreproche a sus adversaries: el de no haber sabido prever=-basandose en los razonamientos exactos de la mecanlca->que las cosas suceden como suceden realmente. Se trata, sinembargo, de una faIta menos grave porque puede habersido cometida de buena fe: la verdadera falta que no sepuede perdonar es la mentira: "Y una de estas experien-cias es precisamente la de la piedra que cae desde 10 aItodel mastil de la nave... ; en la cual yo he sido doblementemejor fil6sofo que ellos, porque ellos, al decir 10 que escontrario a la realidad, han afiadido todavia el embuste,al decir que 10 han visto por la experiencia, y yo he reali-zado la experiencia, antes de Ia cual el razonamiento natu-ral me habia persuadido muv firmemente de que eI efec-to debla producirse como realmente se produce". Es decir,que tambien GaIiIeo, al igual que los aristotelicos, habiarecurrido a un razonamiento para prever como "debfan su-ceder" Ias cosas, pero no se contenta con el, sino que sien-te la necesidad de controlar efectivamente en la experienciasi realmente las cosas suceden asi 0 no. Y cuando no pue-de realizar el experimento, por su dificultad tecnica, 10 con-fiesa con franqueza. Sus adversarios, en cambio, mientena sabiendas; de modo que, habiendoles cogido en falseuna vez, no sabemos si hay que dar fe 0 no a sus demasafirmaciones. ("Y antes, no se si debo creer que Tycho y vo-sotros habeis hecho diligentes observaciones ...")

Pero el interlocutor ideal al que GaliIeo dirige su Ris-posta no es un encarnizado aristotelico ni un testarudo se-

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sobre eI copernicanismo que, al difundirse entre los catoli-cos, sirviese para convencerlos de 10 fundada que era la tea-ria y, al difundirse tambien entre 10s herejes, sirviera paradarles una prueba segura de que el catolicismo no se man.tenia neciamente todavia en la posicion de 1616.

Como se ha dicho en el capitulo cuarto, ya en el Sidereusnuncius Galileo habia prometido preparar la publicacion deun Systema mundi que habria debido reunir en una solagran concepcion los ultimos descubrimientos de la astro-nomia y de las demas ramas de la ciencia, constituyendode este modo Ia base de todas las nuevas investigaciones so.bre la naturaleza. Esta promesa, confirmada en el Discorsointorno alle cose che stanno in su l'acqua y en algunas car.tas, no habia sido cumplida nunca, y tampoco parece queGalileo se hubiera preparado para la redaccion del gran tra-tado. Como sabernos, habia preferido dedicar todas sus ener-gias a la difusion de la cultura cientifica a la mayor escalaposible entre sus contemporaneos 0 a la busqueda de unazona de acuerdo entre la nueva ciencia (copernicana) yIa Iglesia catolica,

Ahora, sin embargo, el viejo proyecto vuelve a cobrarpeso rapidamente en su animo, aunque con caracteres nue-vos: no se trata ya de escribir un Systema mundi dirigidoa los especialistas de astronomia, sino de componer la obraamplia y atrevida sobre el copernicanismo exigida por elplan cultural que se ha explicado mas arriba, y de inser-tar en ella, en forma clara y discursiva, todos los ternas quehabrfa debido incIuir en el tratado tantas veces prometido.Adoptada esta solucion, Galileo se pone inmediatamente altrabajo (1624) y decide dar a su nueva obra la forma de undialogo, cosa que Ie permitira por una parte introducir fa-cilmente en la conversaci6n los razonamientos mas variados,idoneos para interesar al publico culto en los problemas dela nueva ciencia, Y, por otra, presentar las pruebas favora-bles al copernicanismo sin introducirse personal mente enellas,

Tarnbien en esta ocasi6n la redacci6n de la obra expe-rimento bastantes interrupciones, sobre todo por razonesde salud. Galileo tenia ya mas de sesenta afios y sus fuerzasdeclinaban lentamente (sufrio una grave enfermedad enmarzo de 1628); por otra parte los problemas farniliaresle apartaban a menudo de su trabajo.

En 1627 su hermano Michelangelo regres6 a Italia yllev6 a Galileo su numerosa familia. Vuelto a Munich en

cuaz de Tycho Brahe: es, como hemos dicho hace poco, "unamante de Ia verdad", y por tanto un hombre que no puedepermanecer insensible a los razonamientos sefialados. POl'ello Galileo no dirige directamente contra su persona la duoreza de sus criticas (como habfa hecho contra Sarsi), sinoque alude a su amor por la verdad y parece esperar contarlepronto entre sus aliados.

3. Estuviera 0 no justificada en aquel momento la con-fianza depositada por Galileo en Urbano VIII, y en la partemas ilustrada del alto clero, 10 cierto es que presentabael principal resorte que empuj6 al gran cientifico a reem-prender, en 1624, el amplio programa politico-cultural de-tenido en 1616 por Ia grave derrota sufrida ante e1 SantoOficio. Ahora no se trataba ya de demostrar, recurriendo alos dos tipos de lenguaje, la posibilidad de un acuerdo sus-tancial entre el copernicanismo y Ia Sagrada Escritura; eranecesario dejar que los teologos se ocuparan de hallar talacuerdo. EI problema se reducia, en el futuro, a propor-ciones mas modestas: obtener que la Iglesia no impidieraen los paises cat6licos la discusi6n del copernicanismo yque no cerrara los ojos ante los motivos cada vez mas nu-merosos que 10convertian en el punta de partida del nacien-te desarrollo cientifico. Era preciso, por tanto, hacer queIa poderosa cultura cat6lica, aunque no estuviera dispuestaa dar todo su apoyo a Ia nueva ciencia, dejara de figurarcuando menos entre los mas decididos adversarios de lamisma.

En la base de este plan, menos ambicioso que el ante-rior, se hallaba la convicci6n de que la ciencia, de no serobstaculizada por el ciego odio dogmatico, habria termina-do por imponer sus propias razones y por abrirse caminovictoriosamente en el mundo moderno. Sin embargo, suavance experimentaria un grave retraso si no contaba conla colaboraci6n de los cientfficos de los paises cat6licos; siestos paises -y, en primer Iugar, Italia- se mantenian almargen del debate cientifico, se encontrarian muy prontono ya a Ia cabeza -como esperaba GaIileo-, sino a la coladel progreso civil. Por consiguiente, para bien de estos pal-ses y de la ciencia, era preciso eliminar 10 antes posible elobstaculo interpuesto en 1616porIa ignorancia de los frai-les Caccini y Lorini. Era preciso hallar la manera de pu-blicar, y esta vez con la autorizaci6n plena de las autori-dades eclesiasticas, una obra amplia y libre de prejuicios

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1628, al principio dejo a su mujer y a sus siete hijos a cargode su hermano; mas tarde los llamo de improviso, casireprochandole a Galileo no haberlos cuidado bast ante (re-proche inmerecido que hirio profundamente al cientifico).Michelangelo murio en enero de 1631 tras haber pedidoperdon a su hermano y de haberle dejado nuevamente asu mujer y a sus hijos.

Tarnbien corresponden a este periodo otros hechos quetuvieron una fuerte repercusion en la vida de Galileo: en1628 su hijo Vincenzio se graduo en derecho en Pisa yen 1629 contrajo matrimonio con Sestilia Bocchineri," her-mana de Geri Bocchineri, agregado a la secretaria del granduque Ferdinando II, y de Alessandra Bocchineri, muyquerida por Galileo en los ultimos afios de su vida. Elmatrimonio del hijo suscito cierto dolor en sus dos hijas,sobre todo en el animo, muy afectuoso, de la primera (sorMaria Celeste) que en algun momento temio perder partedel afecto paterno, volcado sobre la cufiada y su familia.Por fortuna todos estos malentendidos fueron superadosrapidarnente y Galileo pudo volver a encontrar en su hijala profunda comprension que tanto Ie habra confortadosiempre y de Ia que tendrla mayor necesidad unos afiosmas tarde, durante Ia tempestad del segundo proceso.Precisamente para acceder a su deseo alquilo en 1631 unapequefia finca, "11 gioiello", en Arcetri, junto al conventode San Mateo; alli, cerca de su hija, seria confinado endiciembre de 1633.

A pesar de las frecuentes interrupciones de su trabajo,provocadas par las diversas causas que acaban de ser men-cionadas, la redaccion del dialogo concluyo por fin en ene-ro de 1630. Habia durado seis afios. El dialogo debia tenercomo titulo Del flusso e riflusso. Ahora s610 faltaba hacer-10 copiar por el copista, obtener el imprimatur de la Igle-sia y proceder a la impresion,

Durante el mes de marzo, mientras duraba todavia eltrabajo de copia, llegaron buenas noticias de Roma: una

5. Ademas de estas alegrtas -y de la de baberle dado ensegutda un nieto, al que se impuso el nombre del abuelo, nacidoen diciembre del mismo afio de 1629- Vincenzio no supo darlemuchas mas a su anciano padre; en cambio Ie proporcion6 gravesdisgustos, ya por el escaso afecto manifestado hacia el, ya por lapoca seriedad que mostraba en su trabajo. Del matrimonio de Vin-cenzio y de Sestilia nacieron otros dos hijos: Carlo (nac. 1632) y Co-sima (nac, 1638). Can ellas se extinguic su descendeneia directa.

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carta de Benedetto Castelli Ie aseguraba a Galileo la bene-volencia del padre dominico Nicolo Riccardi, maestro delSacro Palazzo (llamado tambien padre Mostro), y Ie con-taba que el propio Urbano VIII, hablando con Campanellasobre la condena del copernicanismo, habra declarado:"nunca fue nuestra intencion, y si nos hubiera correspon-dido, ese decreto no se habria promulgado nunca". Tarnbienle llegaba a Galileo el fuerte apoyo del principe FedericoCesi, que se proponia hacer imprimir la obra a cargo de laAccademia dei Lincei (no solamente fundada sino tarnbienfinanciada por el), como ya habia hecho pocos afios antescon Il Saggiatore.

A finales de marzo Galileo fue personalmente aRomapara entregar el manuscrito a la autoridad eclesiastica ysolicitar su aprobacion. Pudo hablar Iargamente con elpadre Riccardi, antes citado, y con el padre Raffaello Vis-conti, encargado de examinar la obra -Ie habian recomen-dado al padre Riccardi: Benedetto Castelli y el embajadorde Toscana en Roma, marques Francesco Niccolini, cuyamujer era pariente cercana de Riccardi-; uno y otro Ieprometieron que la obra podria ser autorizada con pocasmodificaciones, ninguna substancial. Con estas promesaspartio de Roma el 26 de junio, lleno de confianza y deesperanza. En realidad recibio al cabo de poco tiempo ellibro, "suscrito y autorizado" par el padre Riccardi, aunquese trataba de una autorizacion no definitiva, que tenia porobjeto sobre todo autorizar a Galileo a entrar en negocia-ciones con el tipografo.

Poco despues, sin embargo, Ias cosas empezaron a em-peorar. Casi de improviso murio en Roma el principe Cesi,a primeros de agosto, y, faltando su apoyo moral y finan-ciero, la Accademia dei Lincei tuvo que renunciar a tenerdirectamente a su cargo la publicacion de la obra, Castelliescribio a Galileo a continuacion aconsejandols que hicie-ra imprimir el DiaZogo en Florencia, donde seria mas facil(por la ayuda de la corte del Gran Ducado) conseguir elimprimatur de la censura eclesiastica y de 1a civil. Galileoaccedio y 1as autorizaciones no se hicieron esperar: falta-ba, sin embargo, el dictamen definitivo de Roma.

Aqui el padre Riccardi, evidentemente sometido a po-derosas presiones por parte de 10s enernigos de Galilee,andaba con rodeos. Para ganar tiempo escribi6 a Florenciasolicitando que le enviaran eltexto para someterlo a unanueva revision, pero Gali1eo,sospechando algo, adujo diver-

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sas dificultades para no acceder a la solicitud y propUSD,.en cambio, que la obra fuera examinada nuevarnente enFlorencia por algun teologo que gozara de la confianza deambos. Su propuesta fue aceptada s610 en parte: se Ieconcedio que sometiera el cuerpo del Dialogo al dominicoGiacinto Stefani, en Florencia, pero se decidio que el pre-facio y el final de la obra fueran enviados a Roma, dondesedan reelaborados para la imprenta.

Asi se hizo, aunque el padre Stefani realizo su trabajorapidamente mientras que Roma prefirio proceder con lamayor lentitud. S610 tras innumerables presiones del em-bajador Niccolini se decidio el padre Riccardi a cumplir10 prometido. En julio de 1631 envi6 al inquisidor de Flo-rencia las ultimas directrices para la concesi6n de la auto-rizacion pedida, junto con "el principio 0 prefacio quehay que poner en el primer folio, aunque con libertad parael autor de cambiarlo 0 adornarlo en cuanto alas palabrasmientras se observe el contenido". Lo mismo debia ocurrircon el final. En cuanto al titulo, se orden6 suprirnir todareferencia al flujo y el reflujo, esto es, a 10 que -segunGalileo- deberia proporcionar la prueba definitiva de laverdad del copernicanismo.

Galilee acepto sin dificultades todas las disposicionesmencionadas, preocupado tan solo pOI' acelerar al maximola impresion de la obra. Por ultimo, esta pudo salir el 21de febrero de 1632, en Florencia, de la tipografia de losTre Pesci: habian transcurrido otros dos afios desde queGalileo finalizara su redacci6n. En lugar del viejo titulollevaba este otro, mas neutro: Dialogo di Galileo GalileiLinceo, dove ne i congresi di quattro giornate si discorresopra i due massimi sistemi del mondo, tolemaico e co-pernicano. Adviertase que las ultimas palabras, "due massi-mi sistemi, etc.", subrayan la firme decisi6n de Galileo deno incluir entre los mayores sistemas del mundo el deTycho Brahe (esto es, el sistema de compromiso, adopt adopor los jesuitas).

Los interlocutores del dialogo son tres: el noble floren-tino Filippo Salviati (1583-1614), a quien Galileo habia dedi-cado, como se dijo en el capitulo cuarto, la Istoria dellemacchie solari; el noble veneciano Giovanfrancesco Sagre-do (1571-1620), de quien hemos hablado varias veces en105 capitulos segundo y tercero, y el aristotelico Sirnplicio,personaje imaginario que recuerda por su nombre a uncelebre comentarista de Aristoteles del siglo VI (no queda

excluido. sin embargo, que Galilee se valiera de este nom-bre para desacreditar un poco a los aristotelicos, acusan-doles implicitamente de simplicidad cientifica). EI autorimagina que los protagonistas del dialogo se reunen duran-te cuatro jornadas (en fecha imprecisa) en el palacio Sa-gredo de Venecia para discutir amistosamente sobre elsistema heliocentrico, por 10 que se esclarecen las razonesen favor y en contra del mismo: Salviati es un ardientecopernicano; Simplicio un tenaz defensor del geocentrismo;Sagredo, un espiritu abierto hacia el copernicanismo aunqueinicialmente neutral, que solicit a de los otros dos que es-clarezcan y profundicen sus propios argumentos.

4. En el preambulo del Dialogo sopra i massimi sistemi,elaborado segun la linea sugerida por el padre Riccardi,se retoma abiertamente un motivo que hemos expuesto ydiscutido con amplitud anteriorrnente, a proposito de laRisposta a Francesco Ingoli: "Por tanto, mi parecer enesta tarea es mostrar alas naciones forasteras que deesta materia se sabe en Italia, y particularmente en Roma,todo 10 que haya podido imaginar la diligencia ultramon-tana" (VII, 29). No obstante, ello esta aqui estrechamenteunido a 10 que hemos lIamado "argumento de Urbano VIII",que aparece casi como su premisa natural: "Espero quepor estas consideraciones el mundo sepa que si otras na-ciones han navegado mas, nosotros no hemos especuladomenos, y que el ponerse a afirmar Ia firmezas de la Tierray tomar 10 contrario como un capricho matematico nonace de no tener en cuenta 10 que otros han pensado,sino, aunque s6lo fuera por ello, de aquellas razones quela piedad, la religion, el conocimiento de la omnipotenciadivina y la consciencia de la debilidad del ingenio humanonos proporcionan" (VII, 30). Esta indicacion de las cuatrorazones (piedad, religion, omnipotencia divina y debilidaddel ingenio humano) tenia el claro significado de una acep-tacion del modo de pensar del Pontifice.

Esto se hace todavia mas explicito en la ultima paginade la cuarta jornada, donde Galilee pone en boca de Sim-plicio las palabras siguientes: "En cuanto a los razona-mientos sostenidos, y en particular este ultimo sobre larazon del flujo y reflujo de 108mares ... confieso que vues-tro pensamiento me parece mucho mas ingenioso de cuan-tos haya oido antes, pero no por elIo 10 considero veraz yconcluyente; asi, manteniendo siempre ante los ojos de

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la mente una doctrina solidi sima, que aprendi de personamuy docta y eminente, a la cual es forzoso atenerse, seque vosotros dos, interrogados sobre si Dios, con su infi-nito poder y sabiduria, podia dar al elemento del agua elmovimiento alternante, y que en el advertimos, de otromodo, se, digo, que responderiais que el habria podido y sa-bido hacerlo de muchas maneras, incluso inescrutables paranuestro entendimiento. De 10 que concIuyo inmediatamenteque, siendo asi, seria un orgulloso atrevimiento querer li-mitar y adecuar la sabiduria y el poder divinos a unafantasia deterrninada" (VII, 488).

Habiendo cerrado el Dialogo con las palabras que aca-ban de ser citadas Galileo podria sostener, evidentemente,que se habia atenido escrupulosamente alas ordenes dela autoridad eclesiastica y que habia destacado al maximoel argumento de Urbano VIII. Sin embargo, la realidadera muy diferente, y sus jueces no podrian menos queadvertirlo. Las palabras en cuestion son pronunciadas porSimplicio, y este solo heche basta para darles un aspectoque dista mucho de ser favorable. Es cierto que -tras lasuspension del Dialogo- el propio copernicano Salviati serefiere inmediatamente al razonamiento aducido por Sim-plicio, pero, nuevamente, las palabras con que se recogeesta inmediata aceptacion parecen tener un tono ironicoincIuso demasiado explicito: "[Admirable y verdaderamen-te angelica doctrina! ... " G Que significado podia tener estaaceptacion sin vacilaciones, sin la menor tentativa de dis-cusion y menos de profundizacion?

Los adversarios de Galileo trataron de hacerle creeral Papa -y 10 consiguieron- que Galileo habia pretendidoretratarle en la figura de Simplicio para burlarse de el. Sinembargo, la acusacion era completamente infundada, por-que Simplicio es ante to do e inequivocamente un dogma-tico aristotelico y no un refinado sostenedor del escepti-cismo. Si a pesar de todo llega a recurrir al argumentode la omnipotencia de Dios y de la debilidad del ingeniohumano, 10 hace solo in extremis porque advierte no po-seer ningun otro medio para rebatir las pruebas del coper-nicano. La imposibilidad de identificar a Simplicio con Ur-bano VIII no basta, con todo, para convencernos de queGalilee se tomara en serio el razonamiento del Papa; cabesostcner incluso que se 10 tomo menos seriamente que losrazomunientos aristotelicos-ptolemaicos. Al analisis de .es-t ()s (Ill imos Iueron dedicadas paginas y paginas del Dialogo,

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mientras que aI argumento de Urbano VIII se Ie reserva Iafuncion de un Deus ex machina que 10 resuelve to do aun-que sin convencer a fondo de nada.

La verdad es que este argumento repugnaba profunda-mente al espiritu de Galileo; era la antitesis no solamentede esta 0 aquella prueba de la hipotesis corpernicana, sinode to do el planteamiento iluminista-racionalista de su con-cepcion. Galileo no 10 discute -y podemos admitir que ca-recia de medios para rechazarlo-, pero este silencio suyodemuestra claramente que no podia considerarlo seriamen-te: en el momenta en que sus mejores energias y las de suscontemporaneos estan dedicadas al nacimiento de la cien-cia moderna no puede permitirse per del' el tiempo en tor-no a semejantes cavilaciones. No se trata ya de que le Ial-te sutileza critic a (hemos subrayado varias veces la agu-deza de sus rcflcxioncs metodologicas), pero trata de em-plearla en algo util -esto cs, en combatir los innumerablesequivocos de la vieja ciencia, presuntuosa, dogmatic a y me-tafisica- y no para poner en duda el fundamento de todaciencia, esto es, para poner en duda precisamente el poderde la razon humana.

Precisado esto, faIt a exponer el contenido del Dialogosiguiendo su desarrollo a 10 largo de las cuatro jornadasde la discusion. Pero por 10 que se ha dicho mas arribasabemos ya que esto es casi imposible por Ia multitud delas cuestiones examinadas y por su sucesion en un todo quees armonico pero que es tambien extremadamente variado,por las observaciones especificas, por los excursus y lasdivagaciones aparentes que no son un defecto de la obrasino 10 que la hace mas viva y fascinante, Por consiguien-te, sent conveniente limitarnos aqui a unas pocas observa-ciones, volviendo sobre el contenido del Dialogo en la see-cion siguiente desde un punto de vista distinto para ponerde relieve su significado general y su profundo valor.

La primera jornada comienza con una apretada e inte-resantisima critica de la "perfeccion" atribuida por losaristotelicos y todavia mas por los pjtagoricos a determina-dos numeros, en particular al tres, y de la consiguiente pre-tension de que el mundo es total y perfecto porque tiene tresdimensiones. EI razonamiento se hace cad a vez mas ampliopara cobrar el aspecto de una critica general de la ffsicaaristotelica y sobre todo de la celebre distincion de la mis-ma entre mundo sub lunar y mundo celeste, asi como delfalso razonamiento de Arist6teles para probar que el cen-

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tro de la Tierra es el centro del mundo. A los razonamien-tos diaIecticos se afiaden a continuaci6n los experimenta-les, obtenidos mediante Ia observaci6n telesc6pica de losastros: no podemos acusar a Arist6teles de no haberlostenido presentes porque no poseia todavia ese instrumentomaravilloso, pero debemos reconocer Irancamente que almenos por cste hecho sornos claramente superiores a el.Sigue una discusion (que reproduce la expuesta aqui enIos capitulos anteriores) sobre Ios inutiles artificios in ten-tados para hacer concordar Ios numerosos descubrimien-tos astronomicos con Ia vieja fisica aristotelica; finalmente,por una observacjo-, de Sirnplicio, que afirma tener unarepugnancia extrema para admitir que la Tierra y Ios astrosson de Ia misma naturaJeza, se pasa a discutir sobre lacapacidad de la mente hurnana. Este debate ofrece oeasi6na Salviati para csbozar su celebre distinci6n entre "el en.tender intensive" y "el entendcr extensive"; mientras quedes de eI punto de vista de la extension el cntendimicntohurnano se halla infinitamente por debajo del divino, desdeeI punto de vista intensivo puede alcanzarlo e igualarlo, yelIo acontece en Ias matematicas puras "es decir, Ia geo-metria y Ia aritrnetica, de Ias cuales el inteIecto divino sabeinfinitas proposiciones mas, porque las sabe todas, perorespecto de Ias pocas entendidas por el intelecto humanocreo que el conoeimiento iguala al divino en la certeza ob-jetiva, porque Ilega a comprender su necesidad, sobre lacual no parece que pueda haber seguridad mayor" (VII,128-29). Los estudiosos del pensamiento de Galilee han dis-cutido mucho accrca de la interpretacion de esta distincion;me parece que representa una tentativa muy clara de Gal i-leo por destacar su clara separacion del neopIatonismo.Y en realidad, mientras que para este el unico modo deidentificarse Con Dios consistia en elevarse al conocimiento(suprarracional, es decir, mistico) de Ia totalidad, segunGalileo, en carnbio, este modo 10 constituye eI conocimiento(caracteristicamente racional) de algunas zonas bien deli-mitadas del saber, como la aritmetica y la geometria.

La primera jornada concluye con un interesantfsimoelogio del Ienguaje, al que GaIileo considera "el sello detodas las admirables invenciones humanas": "Pero sobretodas las invenciones magnificas, (cmU serfa Ia eminenciade Ia mente de quien imagine hallar el modo de comunicarsus mas reconditos pensamientos a cualquier otra persona,aunque se hallara a gran distancia por cuaIquier intervalo

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de Iugar y de tiempo? iRabiar con quienes se hallan enlas Indias, hablar a los que todavia no han nacido y queno naceran hasta dentro de mil 0 diez mil afios? iY conque facilidad? Con los diversos amontonamientos de vein-te caracteres sobre una car ta" (VII, 130).

Las jornadas scgunda y tercera se dedican, en carnbio,a analizar y resolver Ias objeciones tradicionales (debidassobre todo a Aristoteles, Ptolorneo y Tycho Brahe) contralos dos movimientos de la tierra, el diario y el anual, Losrazonamientos contra el movimiento diario se han indica-do ya en el apartado segundo: las famosas experiencias-sobre las cuales nos hemos extendido Iargamente=- con-trapuestas por Galileo alas falsos razonamientos de susadversarios reaparecen casi con Ias mismas palabras, Lasprincipales objeciones contra el movimiento anual de la"tierra se basan, en cambia, en el caracter invariable de lamagnitud y la elevacion de las estrellas fijas en las diver-sas estacioncs del afio: para refutarlas Galilee solo puederecurrir (retomando tambien aqui una idea ya empleadaen Ia Risposta a Ingoli) aI orden de magnitud de las distan-cias entre estas estrellas y la Tierra, distancias que resultanenormemente superiores a Ias de los intervalos entre la po-sicion de la Tierra en dos puntos cualesquiera de su eliptica.En el desarrollo de esta refutacion llega a avanzar, aunquesea a titulo puramente hipotetico, el atrevido concepto deinfinitud del universo.

Eliminadas Ias objeciones contra el movimiento de laTierra, Galileo puede pasar finalmente a demostrar que lahipotesis de las dos rotaciones (diaria y anuaI) avanzadapor Copernico proporciona el modo mas simple de explicartodos 10s fen6menos celestes, y en particular los movimien-tos totalmente nuevos descubiertos mediante eI telescopio(por ejemplo, las fases de Venus). Por tanto, Ias observacio-nes telesc6picas pueden considerarse, desde este punto devista, como una confirmaci6n casi directa de la hip6tesisexaminada. Vale la pena citar algunos pasos del dialogosobre la cuestion, que refiejan con particular claridad elpathos cientifico de su autor (VII, 367):

"Sagr. [Oh, Nicolas Copernico, que placer habria sidoel tuyo de haber visto con tan claras experiencias confir-mad a esta parte de tu sistema!"

"Salv, Si, pero [cuanto menor Ia fama de la sublimidadde tu ingenio entre los entendidos! Mientras se ve, comodije antes, que continuo afirmando constantemente, y des-

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cubriendo Ias razones de 10 que Ias experiencias juiciosasmostraban ser contrario: no termino de maravillarme deque constantemente quisiera persistir en decir que Venusgira en torno aI Sol, y que para nosotros dista mas de seisveces una vez que otra, y que, sin embargo, muestrasesiernpre igual a sf rnisma, cuando deberia mostrarse cua-renta veces mayor." (... )

"Salv, ... falta elirninar 10 que parecfa un gran inconve-niente en el movimiento de Ia Tierra, esto es, que, dandovueltas toclos los planet as en torno al Sol, la Tierra no essolitaria como los demas, sino que en compafiia de IaLuna, junto con toda la csfera elemental, ande un afio alre-declor del Sol y junto a esto se mueva la Luna cada mes entorno a Ia Tierra. Aqui forzoso es clamar y afirmar nueva-mente la admirable pcrspicacia de Copernico, y al mismoticmpo de Iarnentar su desventura porque no vivio en nues-tra epoca, en la que, para acabar can el absurdo aparentedel movimiento de la Tierra y la Luna, vemos a Jupiter,como otra Tierra, no ir acompafiada de una Luna sino decuatro, y girar en torno al sol cada 12 afios, junto con todo10 que puede estar contenido dentro de Ios mundos delas cuatro estrellas Mediceas".

La cuarta jornada, por ultimo, expone el razonamiento-esbozado ya en el Discorso del flus so e riilusso del mareque Galilee habia rcdactado en 1615 a sugerencia del car-denal Orsini- consistente en explicar las mareas como re-sultado de Ia composici6n de Ia rotaci6n de Ia Tierra entorno a su eje y su revolucion en torno al Sol. Esta explica-ci6n habia de reunir, segun Galileo, dos meritos muy nota-bles: a) reducir Ias mareas a Ieyes puramente mecanicas,sin recurrir a fuerzas como Ia de atraccion entre Ia masade agua y Ia Luna, que Galileo consideraba poco menos queocultas (esta explicacion, mas proxima a Ia cientifica actual,era Ia sugerida por los astronomos de la epoca": 6 b) sefia-lar un fen6meno terrestre, y no ya astronornico, capaz deconstituir una confirrnacion directa de la hipotesis coper-nicana.

6. <Entre todos los grandes hombres que sobre ese admirableefecto de la riaturaleza [Ias mareas) han filosofado, me asombraKepler mas que los demas, pues este, de Ingenio libre y agudo, yque tenia en Ia mano lOBmovimientos atributdos a la Tierra, des-PUt'S ha prestado oidos y asentimienta a predominios de la Lunasabre el agua, a propiedades ocultas y a otras nifterlas semejantsastvn, 486).

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A pesar de que el propio Salviati considera el razona-miento en cuesti6n como pura "fantasia, que muy facil-mente podrfa tener por una vana quimera y por una solem-ne paradoja ", sabemos, en cambio, que Galilee 10 conside-raba extremadamente valido, algo asi como el argumentomas valioso y decisivo aducido por el en favor del coperni-canismo. En rigor, no obstante, estaba equivocado, y Gali-lea tend ria que haber sido el primero en advertirlo si hu-biera sabido aplicar correctamente -a la Tierra- Ias le-yes de la composici6n de Ios movimientos, descubiertas parel mismo. Pero incluso los mas grandes cientfficos caen aveces en errores mayusculos,

Hay que advertir que en otro punta del Dialogo, preci-samente en la jornacla segunda, el propio Galileo habiaaludido -con muy precisa vision cientifica-s- a un feno-meno mecanico muy importante que habrfa podido dar lu-gar a una prueba (y esta sf verdaderamente correcta) dela rotacion terrestre visible en la Tierra misma. Se tratadel hecho de que una bola dejada caer libremente desdeuna altura bastante grande, ha de caer, a causa de la rota-cion terrestre, mas adelante del pie de la vertical y no masatras como suponian los adversaries del copernicanismo:"tantum abest que no este par secundar el movimiento dela tierra, y deba permanecer atras, sino que mas pronto de-beria prevenirlo, dado que al acercarse a la Tierra el movi-miento de giro ha de hacerse continuamente por circulosmenores, de modo que, manteniendose en Ia bola la mismavelocidad que tenia, deberia anticipar, como he dicho, lavertical de la Tierra" (VII, 259·60). Desgraciadamente Gali-leo no advirtio toda la importancia de esta observacion yno comprendio que precisamente basandose en ella habriasido posible idear una verificacion efectiva del movimientoterrestre (esa verificacion que tanto deseo y que buscoerroneamente en Ias mareas), De cualquier modo, ya elsimple hecho de haber entrevisto una consecuencia, apa-rentemente tan paradojica, del movimiento de Ia Tierraconstituye por sf mismo un merito cientifico de primerfsi-mo orden.

5. El esquema de la obra que se acaba de referir meparece, a pesar de su brevedad, mas que suficiente paraque excluyamos que pueda ser considerada como un tra-tado de astronomfa en el sentido estricto de la palabra.

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Pero no es tampoco un tratado de ffsica 0, en suma, unaobra de caracter cientlfico pura y simplemente.

Como escribe muy bien Koyre: 7

"En realidad el Dialogo no es un libro de astronomia ytampoco de ffsica, Es ante todo un libro de critica, unaobra de polemica y de batalla; es al mismo tiempo unaobra pedag6gica, una obra filos6fiea; es, POl' ultimo, unaobra de historia: «Ia historia del espiritu de Galilee».

"Una obra de polemica y de batalla: esto es 10 que de-termina (en parte) la estructura literaria del Dialogo; Ga-lileo apunta su rnaquina de guerra contra Ia ciencia y lafilosoffa tradicionales. Pero si el Dialogo se dirige contra latradici6n aristotelica, en cambio nunea 0 easi nunca sedirige contra sus sostenedores, los fil6sofos de Padua y dePisa... Se dirige a un lector que es un honnete homme, yen realidad no esta escrito en Iatin, la lengua docta de lasUniversidades y las Escuelas, sino en lengua vulgar, enitaliano. la lengua de la corte y de la burguesia... Es alhonnete homme a quien Galileo quiere ganarse para sucausa; ahora bien: es necesario persuadirle y convencerle,no fatigarle y coaccionarle. A ello se debe (en parte) la for-ma de dialogo de la obra: el tono ligero de Ia conversacion,Ias disgresiones y reanudaciones constantes del tema, el apa-rente desorden de la diseusi6n... precisamente asi se conver-saba y se discutia, entre la gente de bien, en los salones deIos patricios venecianos 0 en la Corte de los Medicis. Y aello se debe la variedad de las «armas» de que se sirve Gali-leo: la discusi6n serena que va a la busqueda de pruebasy que trata de demostrar, el diseurso elocuente que preten-de persuadir, y, finalmente, el arma ultima y mas poderosadel polemista: la critica incisiva, corrosiva y cortante, laironia que se burla del adversario cubriendole de ridicule,minando y derrumbando la autoridad que todavia le queda.

"Una obra «pedagogica», En realidad no se trata sola-mente de convencer, de persuadir y de demostrar: se trataademas, y tal vez sobre todo, de llevar poco a poco al lec-tor a dejarse persuadir y convencer, a que pueda compren-der la demostraci6n y aeeptar la prueba. Y para este obje-to es necesario un trabajo doble de destruccion y de edu-cacion: destrucci6n de los prejuicios y de Ios habitos men-tales tradicionales y del sentido comun: creacion, en su

7. Op. cit., pp. 202-203.

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lugar, de nuevos habitos, de una actitud nueva en el razo-namiento. A ello se deben las prolijidades insoportablespara el lector actual -lector que se ha beneficiado de larevolucion galileana=-, asi como las repeticiones, el volversobre las cosas ya dichas, la renovada critica de los mis-mos razonamientos, las multiples ejemplificaciones.,, Esnecesario, en efecto, educar al lector, ensefiarle a no con-fiar ya en la autoridad, en la tradici6n y en el sentido co-mun. Es precise ensefiarle a pensar.

"Una obra de filosoffa: no solamente, en realidad, lafisiea y la cosmologla tradicionales que Galileo ataca y COll1-bate, sino toda Ia filosofia y la Weltanschauung de sus ad-versarios. En aquella epoca, por otra parte, la fisica y laeosmologia eran solidarias de la filosofia 0, si se prefiere,formaban parte de ella, Ahora bien: si Galileo combate lafilosofia de Aristoteles 10 hace en nombre de otra filoso-Iia bajo cuyos estandartes rnarcha: en nombre de la filo-soffa de Plat6n. De una cierta filosofia de Platen."

Aunque no puedo conceder a Koyre que Galileo hayatenido la intencion de oponer una forma de platonismodetcrminada a la tradicion aristotelica, estoy completamen-te de acuerdo, sin embargo, en su interpretaci6n del Dialo-go como una obra mas pedagogico-filosofica que estricta-mente cientifica 0 incluso diria mas como un manifiestoencaminado a renovar la cultura que como un tratado den-tifico que actua en el interior de la cultura ya renovada.

Esta es, por 10 demas, Ia interpretacion cormmmentcaeeptada -en forma mas 0 menos abierta- por todos 10sestudiosos modernos de Galileo. Olschki,e pOI'ejemplo, afir-ma que Galilee escribi6 el Dialogo no ya para el futuro sinopara su epoca, para abrir al mundo cultural que Ie rodeabael camino de Ia nueva ciencia, para ensefiarle que la adhe-si6n al copernicanismo no tenia solamente un significadoastronomico sino que estaba cargada de consecuencias eti-co-filosoficas,Y Banfi 0 precisa que el Dialogo es "Ia coor-dinacion y la sintesis del nuevo saber", encaminado "a di-solver los presupuestos especulativos de la solucion tradi-cional y a abrir el camino, en las certidumbres fisicas con-quistadas, a una renovada concepcion del mundo".

Cuanto se ha dicho no significa, sin embargo, como afir-

8. Op. cit., pp. 342 Y 8S.9. iua; p. 227.

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man todavia hoy los adversarios de Galileo, que el Dialogocarezca de valor en sentido cientifico estricto. Aunque Ga-Iileo se preocupo mas por escribir una obra de propagan-da cientifico-filosoficaque una obra de astronomia pura,aunque no consiguio haUar una demostracion rigurosamen-te valida del movimiento de la Tierra, dio, a pesar de todo,una contribucion de la mayor importancia para la victoriade la hip6tesis copernicana. De hccho elimino los mayoresobstaculos que le oponia el sentido comun, y consigui6 eli-minarlos con un razonamiento cientffico muy preciso, puessupo dernostrar con perfecto rigor el ncxo indisoluble entreIa hip6tesis misma y los principios de la nueva mecanica,Su lucha contra 105 prejuicios del sentido comun fue tantomas dificil cuanto que estos prejuicios ternan rakes muyprofundas en el animo de todos 105 estudiosos del siglo XVII,y en el de Galileo no menos que en el de sus contempora-neos; y se trato de una lucha decisiva para la historia de laciencia porquc POI' sf sola abrio el camino a las investiga-ciones cientificas que, despues de Galilee, proporcionaronIa prueba definitiva de la hipotesis copernicana.

Para confirmar este juicio y como conclusion del capi-tulo deseo citar las palabras con las que un estudioso delvalor de Federigo Enriques ha resuelto -con inigualableclaridad- la cuestion tan discutida del valor cientifico delDialogo sopra i massimi sistemi: 10

"En la lucha que... [Galileo] emprendio contra los peri-pateticos parece conveniente advertir no tanto una pole-mica contra los adversarios externos como una batalla quehabia que llevar ante todo contra el propio espiritu del filo-sofo, contra la paradoja de las nuevas ideas que venian aconfundir habitos de pensamiento inveterados. En realidadlos argumentos peripateticos oponian a la hipotesis coper-nicana las apariencias sensibles, segun Ios cuales la tierra,en su carrera, deberia dejar atras a todos los objetos y queun grave, al descender, deberia tocar el suelo bastante POl'detras del pie de la vertical. El sistema copernicano impli-ca Ia exigencia de destruir estos argumentos: de esta exi-gencia proceden precisamente las Ieyes de la dinamica y10 que en ellas parece mas alejado de la experiencia detodos los dias: el principio de inercia y el principio derelatividad, que forman en suma un solo descubrimiento ...

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10. De la introducci6n al Dialogo dei massimi sistemi, ed. San-dron, Rorna, 1945.

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"... Por consiguiente: principios de la dinamica y justifica-ciones del sistema eopernicano se unen indisolublemente enel pensamiento de Galileo, y la critica hace mal en tratarde desanudar este vinculo. Todavia cabe observar que nose trata de una autentica demostracion de la hipotesis, sinode la eliminacion de los obstaculos que impiden su acepta-cion. Pero precisamente la dificultad principal para la acep-tacion de Ia vision de Copernico residia en la paradoja delas consecuencias mecanicas que parecian derivarse de eIla...

"Para el fil6sofo no existe nunca seguridad. absoluta deuna teoria cientifica, y ni siquiera uti punta determinado enla que se demuestra pOI' vez primera en la historia.u Peroel valor relativo de la demostracion aumenta siernpre quecontenga motivos de convalidaciones nuevas... Galileo reali-zo la tarea ... del filosofo, que debe superar el sentido co-mun y llevar e1problema a un terreno en el que es posibleresolverlo. "

11. La curaiva es mia.

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Capitulo 8EI fracaso del programa de Galileo

1. Como hemos visto en el capitulo anterior, los objeti-vos que Galileo se proponia a1canzar con el Dialogo soprai massimi sistemi eran fundamentalmente dos: atraer so-bre el problema del copernicanismo el interes general delas personas cultas, aunque no fueran especialistas en as-tronomta, convenciendolas de la "necedad" de la vieja cien-cia peripatetica, y, en segundo lugar, ilustrar a las maselevadas autoridades vaticanas acerea de los peligros hacialos que caminaba Ia Iglesia cat6lica si pretendfa persistirtercamente en la actitud asumida en 1616.

EI primer objetivo se cubri6 magnificamente al cabo dernuy poco tiempo, como demuestra el unanime coro de ala-banzas suscitado por la lectura de Ia obra, clara y agrada-bilisima, en los mas diversos ambientes. Basta citar algunosparrafos de las muchas cart as enviadas a Galileo en aque-lIos meses por sus amigos y admiradores.

"El titulo de la obra, la dedicatoria y el prefacio allector excitaron de tal modo mi curiosidad que antes deponerme a leer... no pude evitar examinar avidamente ...algunas partes del texto; aparecen especulaciones nuevasy atentas observaciones, hechas tan Iaciles por vos que in-cluso yo, aunque de distinta profesi6n, no desconfio de sercapaz de seguirlas, al menos en parte" (Alessandro Caccia,26 de mayo de 1632;XIV, 357).

"La lucidez con que se explican los puntos que parecianimperceptibles, [como no admirarla!" (Fulgenzio Micanzio,3 de Julio de 1632;XIV, 363).

"Habreis conseguido entre los hombres ese punto al quenadie ha lIegado... A decir verdad, (que estima tenia enItalia el sistema copernicano? Pero V.S. ha puesto e1 alma,y, 10 que es mas import ante, ha descubierto el seno de la na-turaleza" (Fulgenzio Micanzio, 17 de Julio de 1632; XIV,364).

"Todas las cosas me han complacido, y advierto cuantomas constructivo es nuestro modo de razonar que el deCopernico, aunque este es fundamental... Estas novedadesde verdades antiguas, de mundos nuevos, de nuevas estre-lIas, de nuevos sistemas, de nuevas naciones, etc., son el

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comienzo de un siglo nuevo" (Tomasso Campanella, 5 deagosto de 1632; XIV, 366-67)_

Las cosas fueron muy distintas, en cambio, en 10 querespecta a1 segundo objetivo. En realidad transcurrieronmuy pocos meses hasta que empezaron a llegar noticiasen verdad muy poco animadoras sobre la acogida del Dia-logo en Ias mas influyentes esferas de la Iglesia. En unacarta del 19 de junio (XIV, 360), Benedetto Castelli explicaa Galileo que ha oido que "el padre Scheiner ... oyendo queel padre Olivetano clogiaba merecidamente el Dialogo ...se conrnovio enteramente, cambiandole el color del rostroy apareciendo un gran temblor en su figura y en sus manos,de modo que el librero, que me ha contado esta historia, que-do asombrado", Dos meses despues Campanella escribiahaber sabido "con gran disgusto ... que se hace reuni6n deteologos enfurecidos para prohibir el Dialogo de V. S."(XIV, 373).

El hecho mas grave -y que decidio todo el desarrolloposterior del asunto- fue el paso inesperado de Urba-no VIII de Ias filas de los amigos a las de los mas encarni-zados adversarios de Galileo. EI 5 de septiembre de 1632 elembajador Niccolini escribio a Cioli que habia hallado aiPapa lleno de colera contra el Dialogo y tambien tan llenode acritud que no podia "estar peor dispuesto hacia elpobre senor Galilei" (XIV, 383-384).

lComo explicar el cambia, tan imprevisto, que se habiaproducido en el animo de Urbano VIII?

Ante todo hay que tener en cuenta un factor estricta-mente personal: el Pontifice se dejo convencer par lasinsinuaciones de algunos avisados adversarios de GaIileo deque el cientifico habia pretendido burlarse de el, encarnan-dole nada menos que en el ingenue e ignorante Simplicia.Aunque esencialmente infundada (como tratabamos de acla-rar en el capitulo anterior), esta sospecha hirio tan viva-mente el orgullo de Urbano VIII que Ie hizo olvidar en unmomenta su antigua benevolencia hacia Galileo convirtien-dola en un odio y un deseo de venganza tan grande comoaquella.

Sin embargo, no seria justa atribuir esta explosion decolera unicamente al caracter impulsivo del Papa. En otromomenta tal vez hubiera sabido razonar con mayor obje-tividad, pero durante el verano de 1632 estaba atravesandoun perfodo de tension tal que cualquier sospecha se con-vertia inmediatamente para el en una realidad indiscutible.

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Las razones de tan gran susceptibilidad hay que buscarlasen la delicadisima situaci6n politica que habia ido madu-rando durante aqueUos meses.

Habiendo sido elegido, como sabemos, por el apoyo de10s carden ales filofranceses, Urbano VIII habia tratado,apenas ascendido a la catedra de San Pedro, de imprimira 1a politica de la Iglesia una nueva linea, claramente fa-vorable al grupo al que debia su cargo: "contra el acuer-do entre Espana y el Imperio que amenazaba sumergir Euro-pa en una hegemonia de 10s Habsburgo, habia apoyado 1apolitica francesa, ya presionando al Duque de Baviera paraque adoptara una politica de neutralidad, ya haciendo fren-te al Emperador para la aplicacion del edicto de restitu-cion, ya exigiendo la destitucion de Wallenstein y secundan-do la intervencion franccsa en Italia en la guerra entreMantua y Monferrato, hasta favorecer, en Ia primavera de1631, el acuerdo entre el Rey de Francia, el Duque de Ba-viera, representante de In Liga Catolica neutral de Alema-nia, y Ias victoriosas milicias protestantes de Gustavo Adol-fa. A Espana y al Imperio, que exigian que se pusiera a lacabeza de una liga de est ados catolicos, les respondia quese trataba de una lucha politica y no religiosa, y que lasuerte de la Iglesia no debia vincularse a intereses dinas-ticos." 1 Con el paso de los afios, no obstante, esta lineahabia suscitado una reaccion cada vez mas fuerte en elpartido de los Habsburgo, y precisamente esta reacci6n fue10 que Ilevo al Papa, en 1632, a la crisis politica a la quehemos aludido poco mas arriba, causa indirecta del impre-visto cambio de su estado de animo respecto de Galileo. Lacrisis esta1l6 durante el Consistorio celebrado en marzo deese afio, cuando el cardenal Gaspar Borgia, embajador deEspana, tuvo el valor de lanzar un ataque abierto y violen-to contra el Papa, acusandole de protejer alas herejes einvitandole a mostrarse finalmente animado del mismo"celo apostolico" del que habian dado tantas pruebas suspredecesores, "mas piadosos y mas gloriosos",

EI ataque resultaba tanto mas peligroso cuanto que pa-recia encontrar eco en el rumor -difundido desde haciatiempo por las gentes de Roma- que acusaba al Pontffice deun nepotismo desenfrenado y de ambiciones decididamenteterrenas, poco conciliables con el cargo de jefe de la cris-tiandad. Frente a tan amenazadoras acusaciones, Urba-

1. A. BANFI, op. ctt., p. 198.

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•..-no VIII advirti6 con mucha claridad la precariedad de suaparente poder, y empez6 a buscar defensas de todas lasrnaneras posibles. Fueron meses verdaderamente dramati-cos: veia por todas partes enemigos partidarios del bandocontrario, y finalmente traidores dispuestos a envene-narlo.

No es sorprendente, por tanto, que en una situacion tantcnsa pudiera prestar crcdito inmediatamente a los enemi-gos de Galilee, imaginando que el principal objetivo delautor del Dialogo fuera precisamente el de denigrarle en-tre el publico culto. Y de aqui Ia decision de vengarse ded, de castigarle y de recuperar su propio prestigio median-te la humillacion del amigo traidor.

Afiadase a esto que la humillacion de Galilee habria detener otras dos ventajas indiscutiblcs: por una parte, de-rnostrar que el Papa era todavia 10 bastante fuerte parahumillar, con Galilee, a su protector (el Gran Duque deToscana, amigo de Espana), y por otra demostrar al mun-do catolico que su cabeza sabia defender el verdadero espi-ritu de la Contrarreforma sacrificando a los supremos in-tereses del dogma los bien conocidos vinculos personalesque Ie habfan unido hasta entonces al autor de la obra COl1-denada. La condena de Galilee acabo asumiendo de estemodo un caracter nuevo, una significacion supraindividualque la convirtio en una autentica neccsidad politica: "Esto10 exigia no solamente el resentimiento personal del Papasino la defensa de su dignidad y autoridad, y la sumision ala disciplina catolica, a los decretos de la Iglesia, el cclode los hombres y de las Instituciones de la Contrarreforrna,su incoercible voluntad de dominio sobre la cultura y so-bre el saber." 2

2. Puesto que la tarea que me he propuesto comprendesolamente la historia de Galileo y no la de sus adversariosme limitare aqui -como hice ya en el capitulo V- adar noticia de 10 estrictamente indispensable para poderseguir la evolucion del pensamiento del cientifico durantey despues del proceso que sefialo la derrota definitiva de suprogram a politico-cultural.

El primer documento oficial del cambio de actitud de laIglesia respecto a Galileo 10 constituye la siguiente carta,

2. A. BANFI. op, cit., p. 199.

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enviada por el padre Riccardi (a quien conocemos por elcapitulo VII) al inquisitor de Florencia, padre ClementeEgidi (XX, Suplemento a la correspondencia 571-572).

"Ha Ilegado aqui el libro del senor Galilei, y hay en elmuchas cosas que no gustan, por 10 que quieren Ios Seno-res que se arregle. Entretanto es orden de Nuestro Senor(aunque no se ha de publicar sino bajo mi nombre) que ellibro se retenga y no pase de ahi sin que desde aqui semande 10 que hay que corregir, y menos que se envie fuera.Entiendase V.P. muy Reverenda con el ilustrisimo Monse-nor Nuncio, y obrando con delicadeza haga que todo seconsiga eficazrnente."

A la carta seguia un extrafio postcripto para preguntarsi "Ia emprcsa de los tres peces es del impresor 0 delsenor Galilei": el Papa sospechaba en rcalidad que incluso eneI emblema del tip6grafo se ocultara alguna irreverencia, enespecial una alusion a 10s tres sobrinos descaradamentcprotegidos por el,

EI 7 de agosto el padre Riccardi envi6 al inquisidor deFlorencia una nueva carta para insistir en la necesidad deactual' "con delicadeza" respecto de Galileo y para rogarleque entretanto se inforrnara "habilmente" acerca del nu-mero de ejemplares que habian salido de la imprenta y deIas localidades a las que habian sido enviados "a fin deque puedan realizarse diligencias para recuperarlos".

Aunque animado de muy poco espiritu combativo, elGran Duque no podia menos que protestar por la prohibi-cion de vender una obra como la de su Primer Matcmaticoy Fi16sofo que habia sido publicada con todas Ias licenciaseclesiasticas prescritas: "Iibro presentado por el propioautor en Roma en manos de la autoridad suprema, y ahimuy atentamente leido y releido, y no dire que con elconsentimiento sino que a ruego del autor, enrnendado,cambiado, afiadido y quitado todo 10 que los superioresdesearan, y ademas realizado eI mismo examen otra vezaqui conforme a la orden y el mandato de Roma, y final-mente autorizado aqui y alll" (Carta del ministro Cioli alembajador Niccolini del 24 de agosto; XIV, 375-76). Fueprecisamente cuando Niccolini trataba de presentar estasprotestas de su principe cuando pudo comprobar la "muchacalera" del Pontifice respecto de Galileo. Ahora todo indi-caba que los acontecimientos se precipitarfan bastante rapi-damente: era absurdo esperar contenerIos a menos deaceptar una prueba de fuerza con el Papa. Pero ciertamen-

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•..-te no era esta la intencion del Gran Duque, y tal vez tam-poco se hallaba dentro de sus posibilidades.

En una primera fase el Dialogo fue rernitido al examende una cornision de peritos encargados de juzgar si tenia,como aseguraban los enemigos de Galileo, un caracter ine-quivocamente copernicano, a pesar del diferente tono de laadvertencia y de las lineas de conclusion. En una segundafase que siguio inrnediatamente a la primera se llevo "elasunto" ante la Congregacion del Santo Oficio, iniciandoseentonces oficialmente el proceso propiamente dicho que con-cluyo en 1633.

EI 25 de septiembre el cardenal Antonio Barberini, her-mano menor del Papa, escribio al inquisidor de Florenciapara que hiciera "llamar [a Galilee] a un lugar en el quese hallaran varios testigos y el notario, sin explicarle paraque fin los citados se hallaban alli presentes" (XX, 573) yle comunicara la orden de trasladarse a Roma durante elmes de octubre, a disposicion del Comisario General delSanto Oficio. La notificacion se produjo elide octubrey Galileo presto la siguiente declaracion: "Yo, Galileo Ga-lilei, afirmo que el dia arriba indicado me ha sido intimadopor el Reverendisimo Padre Inquisidor de esta ciudad, pororden de la Sagrada Congregaci6n del Santo Oficio de Roma,que durante todo este mes debo trasladarme aRoma y pre-sentarme al padre Comisario del Santo Oficio, quien me indi-cara 10 que debo hacer, y acepto voluntariamente 10 man-dado por todo el actual mes de octubre" (XIX, 331-32).

Demuestran 10 "voluntariarnente" que Galileo acepto laorden citada sus muchos intentos de ser eximido de lamisma. Escribi6 a todos los arnigos poderosos con los quecreta que podia contar (desde el Gran Duque hasta el car-denal Francesco Barberini), explicando a cada uno de elloslas razones que hacfan desaconsejable el viaje: su mal es-tado de salud, su edad avanzada, la epidemia de peste queserpeaba por el campo, etc. Sin embargo, todo fue inutil:imitiles los certificados medicos, inutil la insistencia del em-bajador Niccolini, quien propuso en vano que el interroga-torio de Galileo se realizara en Florencia y no en Roma,POl' el inquisidor de aquella ciudad. Galileo solo consiguioque se aplazara el viaje durante unos rneses.

Pero el 1 de enero de 1633el cardenal Antonio Barberini(el mismo que habia enviado la primera orden convocan-dole en Roma) escribi6 al inquisidor de Florencia una car-ta que no adrnitia replica: "En esta Congregacion del Santo

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Oficio se ha comentado desfavorablemente que Galilee nohaya obedecido prontamente al rnandato de acudir a Roma:no debe excusar su desobediencia aludiendo a la estaci6nactual, porque POl' culpa suya ha llegado a retrasarse has-ta este momento, y hace muy mal al tratar de paliarla fin-giendose enfermo, pues la Santidad de Nuestro Senor y estoseminentisimos senores no quieren tolerar en absoluto estasficciones ni dispensar su venida a aqui; por tanto, digale V.R. que si no obedece en seguida se enviara ahi un Cornisariocon medics para detenerlo y conducirlo alas carceles de estesupremo Tribunal, ligado con hierros si es preciso, pueshasta aqui se ve que ha abusado de la benevolencia de estaCongregacion, porIa cual sera igualmente condenado entodos los gastos que por ello se hagan. Ejecute V.R. cuantose le impone y de aviso" (XX, 575-76).

No es preciso comentar la dureza de la orden. Galileointento todavia una ultima vez conseguir el apoyo delGran Duque, pero este se retire ordenadamente de la ba-talla. He aqui la carta enviada a Galileo por el ministroCioli el 11 de enero:

"Me disgusta grandemente que V. S. haya recibido unanueva intimacion rigurosa para que vaya rapidarnente aRoma, por el peligro a que se expone su vida, en razonde las grandes indisposiciones en que se halla,en Ia presen-te estacion invernal y dada su avanzada edad; tambien S. A.,a quien he comunicado la carta de V.S., se compadece:pero siendo conveniente en ultimo terrnino obedecer a lostribunales superiores, a S. A. Ie disgusta no poder hacerque V. S. no vaya. Pero tal vez la prontitud en obedecery la rectitud de vuestro espiritu, con su presencia, recon-ciliaran favorablemente esos animos que parecen levanta-dos en contra vuestra. Asi 10 desea S. A. par el amor y laestima que os tiene. Y a fin de que V.S. pueda viajar como-damente, el Augusto Senor se complace en otorgaros una desus literas, con un conductor discreto, y asi se ha ordena-do al senor Mayordomo. Y tambien se complace en que pa-reis en casa del senor Embajador Niccolini, suponiendo queal cabo de un mes hayais de ser despedido. Vaya, pues, V.S.y tenga buen viaje, que asi 10 solicita S. A. y yo 10 ruego;y escriba y ordene, dondequiera que se halle" (XV, 21).

Habiendo fallado miserablemente el apoyo principal, noIe quedaba a Galileo mas remedio que resignarse a la par-tida.

De hecho partie el 20 de enero, en el momento mas

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•..-duro del invierno. Pero tuvo que detenerse bastantes dfasen Ponte a Centina por la cuarentena impuesta a todos 105viajeros como medida de precauci6n contra la difusion de1a peste. Fue una detencion profundamente amargada porlas molestias del frio y del hambre y por el presentimientode 10 que ocurriria en Roma.

Llego a esta Iatigadisimo, despues de veinticinco diasde viaje, el 13 de febrero, descendiendo de 1a litera ante elpalacio de la embajada. Como consuelo ha1l6 en el embaja-dor Niccolini y su mujer una acogida verdaderamente arnis-tosa, mucho mas de 10que prescribian los debcres del car-go. Basta recordar que, transcurrido el perfodo durante elcual el Gran Duque habia prornetido sufragar los gastosde la estancia de Galilee en Roma, ellos decidieron mante-nerle en su casa como huesped privado suyo.

3. Despues de 10 que se ha dicho en Ias paginas prece-dentes no es dificil imaginar cual debio ser la desilusionde GaIileo cuando la rapida sucesi6n de los acontecimien-tos demostr6 cada vez mas claramente la absoluta inutili-dad de todos sus esfuerzos para inducir a la Iglesia a vol-ver sobre su actitud de intransigencia anticopernicana, asu-mida en 1616.Pues ni siquiera la dureza de la intimaci6nrecibida habia conseguido hacerlc perder definitivamentela esperanza de conseguir todavia salvar algo; solamenteen el mes de abril como explicaremos en la seccion siguien-te acabo rindiendose a la evidencia de 10s hechos, y elloproduciria en su animo una crisis de depresion de las masgraves de su vida.

Los meses que van de octubre de 1632a abril de 1633secaracterizan por la sucesi6n de momentos de desanimo yde momentos de energico rehacerse que constituyen la ri-queza de la humanidad de Galileo. Lo mas dramatico esque en 10s momentos de desconsuelo la arnargura de suanimo era tal que le inducia a incluir en un juicio dura-mente negativo no solamente los esfuerzos imitiles parasacar a la Iglesia de su erronea posicion sino incluso lasenergias empleadas en la investigaci6n cientifica pura y elimpulso iluminista que Ie habia llevado -como hemosdicho varias veces- a no guardar para si Ios descubri,mientos conseguidos. Uno de los documentos que mas sus-citan nuestra emoci6n 10 constituye la carta que el grancientifico envio en un momento de especial tristeza a suamigo (0 presunto amigo) el cardenal Francesco Barberini

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(sobrino del Papa) el 13 de octubre de 1632.Deseo citaralgunos fragrnentos (XIV, 406-408).

"Que ese Dialogo mio publicado ultimamente habla detener contradictores, era algo ya previsto por mi y por to-dos mis amigos, pues asi 10 ascguraban los choques de lasdemas obras mias anteriormente enviadas a la imprenta, yporque asi ocurre corrientemente con las doctrinas que seapartan de las opiniones comunes e inveteradas, Pero queel odio contra mi y contra mis escritos ... fuera tan podero-so que grabara en las santisimas mentes de los superioresque este libro mio es indigno de ver la luz, es algo total-mente inesperado para rni: por ello, la orden que se diohace dos meses al impresor y a mi de no dejar salir estelibro mio fue para mi un aviso bastante grave. Sin embar-go, me servia de gran consuelo la tranquilidad de mi con-ciencia, que me persuadia de que no seria dificil manifes-tar mi inocencia...

"POl' 10 cual no puedo negar que la intimaci6n que me:ha sido hecha ultimamente, por orden de la Sagrada Con-gregaci6n del Santo Oficio, de que debo presentarme den-tro del plazo del presente rnes ante ese excelso Tribunal, escausa de grandisima afliccion: mientras voy considerandoconmigo misrno los frutos de todos mis estudios y fatigasde tantos afios, los cuales en otro tiernpo habian llevadomi nombre con fama no del todo oscura a oidos de losilustrados, se han convertido ahora en notas graves parami reputacion, al dar armas a mis rivales para arremetercontra mis amigos... oponiendoles que yo he merecido fi-nalmente ser citado ante el Tribunal del Santo Oficio, acto.al que no debe precederse si no es con quienes delinquengravemente. Esto me aflige de tal modo que me hace de-testar todo el tiempo que he consumido ya en esta suertede estudios, por los cuales deseaba y esperaba poder apar-tarme algo del camino trillado y vulgar de los estudiosos;y al inducirme a que me arrepienta de haber expuesto al:mundo parte de Zas cosas que he compuesto, me incita a.suprimir y condenar. al fuego Lasque me quedan. en la mono,saciando totalmente el hambre de mis enemigos, para los.cuales tan molestos son mis pensamientos." 3

Tras este momento de abandono, Galileo consigue, sin:embargo, recuperar una vez mas su confianza y realizaruna ultima tentativa para aclarar alas autoridades de lac

3. La cursiva es m1a.

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Iglesia Ia buena fe en que se ha basado todo su progra-ma:

"Estare muy dispuesto a expIicar por escrito en unacarta y explicar muy minuciosa y sinceramente todo elprogreso de las cosas dichas, escritas y realizadas por mi.desde el primer dia en que se suscitaron revueltas sobre eIlibro de Nicolas Copernico y su nueva opini6n... de modoque no quede nadie que, libre de pasion y sin el animo al-terado, no confiese que me he portado tan devota y catoli-camente que piedad mayor no hubieran podido dernostrarninguno de los Padres a los que se honra con el titulo dela santidad ... Todos comprenderan que no me he decididoa introducirme en esta empresa sino por celo de la SantaIglesia y para proporcionar a los ministros de esta aquellasnoticias que mis largos estudios habian conseguido, y dealgunas de las cuales tal vez podia estar alguno necesitado,por tratarse de materias oscuras y distantes de las doctri-nas mas corrientes."

Se trata del mismo pensamiento expresado ya en lacarta citada no hace mucho de Cioli a Niccolini, dondese sostenia con energia que Galileo habla escrito "comosinceramente sabe Su Alteza" s610 "para beneficio de JaSanta Iglesia, a fin de que sobre materias que por su na-turaleza son dificiles de entender puedan aquellos a quienescorresponde dclibcrar comprender con menor fatiga y gastode tiempo d6ndc se halla la verdad, y concordar con eIla.el sentido de Ias Santas Escrituras" (XIV, 376). Pero laIglesia no quiso ser ilustrada y prefiri6 mantener incam-biados sus propios decretos, sin preocuparse en absoluto.de d6nde se hallaba la verdad cientifica.

Para fortuna de Ia ciencia, cuando Galileo fue brutalmen-te enfrentado con la inamovilidad de la Iglesia no se dejaveneer por la desespcraci6n que impregna la primera parte.de la carta que se acaba de citar, sino que encontr6 en sf.rnismo Ia fuerza necesaria para separar los dos temas enque hasta entonces habia centrado su actividad: abandono,

-esta vez definitivamente, el programa tan largamente per-seguido de hallar un modus vivendi entre la Iglesia y la

.ciencia, sin arrojar al fuego, no obstante, los apuntes desus viejos trabajos; por el contrario, los reelaboro y los.

:sistematiz6 en una nueva obra (los Discorsi) que constituye,-desde e1 punta de vista estrictamente cientffico, su verda-.dera obra maestra.

De 1633en adelante Galilea mantendra la mas absoluta

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reserva sabre sus ilusiones del pasado Iimitandose a subra-yar cada vez que tiene ocasi6n de ello su desprecio por Iaignorancia de los que han querido juzgarle "culpable". Sinembargo, los herederos de su pensamiento irian muchomas ana de esta posici6n: interpretarian la sordera de laIglesia ante los esfuerzos conciliadores de Galileo como,una prueba irrefutable de la inconciliabilidad del dogma )itla ciencia, y extraerfan de ello la conclusi6n de que el espi··ritu iluminista galileano exige presentarse con un carac-ter nuevo, desconocido para Galileo: el caracter de pole-·mica abierta e intransigente contra cualquier forma de pre-·juicio religioso.

4. La autorizaci6n para permanecer en casa del ernba-jador Niccalini en vez de pasar inmediatamente alas car-celes del Santo Oficio, le fuc concedida a Galileo no sin di-ficultades y previa recomendacion de no salir de allf nide recibir a sus amigos. Permanecio, pues, en ella cerca dedos meses sin novedad alguna, siendo visitado solamentepor monsefior Ludovico Serristori, el cual -bajo la apa-riencia de proporcionar algun consuelo al anciano cienti-fico- tenia Ia delicadisima misi6n de clescubrir la linea dedefensa que iba a adoptar para que el Santo Oficio pudieraformular mas eficazmente su acusaci6n.

Niccolini, entretanto, habia proseguido apasionadamentesus propias investigaciones para conseguir saber alga delprocedimiento secreto iniciado contra Galileo poria autori-dad eclesiastica. De este modo lIeg6 a saber, hacia septiem-bre, que el punta central de la acusacion se fundaba en elfamoso coloquio entre el y Bellarmino que habia tenidolugar en el distante 1616. Habia advertido esto al GranDuque (a traves del ministro Cioli) y, unos meses mas tar-de (parece que a finales de febrero) al propio Galilee, peroeste, en vez de alarmarse por ello, habia mostrado estarmuy tranquilo acerca de este punto.! Por si fuera poco,

4. De Santillana observa justamente que esta seguridad de Ga-lileo constituye una prueba indirecta pero irrefutable de que nohabla recibido rringun mandato especial el famoso 26 de febrerode 1616: .y recordemos tam bien la semana anterior al proceso, cuan-do finalmente Ie fue revelado el famoso y bien protegido secretadel mandato "de Bellarmino". De Ias diversas acusaciones, escrfbemuy tranqullizado a Geri Bocchineri, parece que s610 queda esto,y gracias al certiflcado (de Bellarmino) sera fAcil ponerlo en susitlo. lNo habria sido este el momento de sentirse horrorizado, conel recuerdo inexorable de aquella maldita intervenci6n (del Co-

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habfa vuelto a cobrar esperanzas: esperaba nada menosque podrfa reanudar con las autoridades de la Inquisicionuna discusion amistosa sobre el fundamento cientffico delcopernicanismo, y conseguir, aunque fuera in extremis,apartarles del irreparable error de permanecer insensiblescontra Jas nuevas orientaciones de la ciencia.

Finalrnente, a primeros de abril, cuando Niccolini supoque Galileo estaba a punta de ser convocado ante el SantoOficio y de ser encerrado alli por un numero ilimitado dedias, se decidi6 a hablar!e con absoluta franqueza paraprevenirle de la actitud ya irrevocable que habrfa de en-oontrar en sus jueces. La carta del 9 de abril con Ja queel embajador informa al ministro Cioli de su coloquio conGalileo es un documento de elevado valor historico:

"Pretende nada menos que defender muy bien sus opi-niones, pero yo le he exhortado, para terminar antes, queno se preocupe par sostenerlas y que se someta a 10 que yeaque puedan desear que crea 0 que sostenga en la cuestionde la movilidad de Ja tierra" (XV, 85).

Pese a estar en una arnistosa disposicion hacia Galilee,el embaiador no consegufa darse cuenta de por que atri-buia el cientifico tanta importancia a "esa cuestion de lamovilidad de la tierra" y no se resignaba sin mas resisten-cia a fingir que creta 10 II que viera que puedan desear quecrea". La veneracion sincera que mostraba hacia su hues-ped-prisionero no bastaba para hacerle comprendcr el sen-tido de Ja batalla que manifiestamente se estaba desarrollan-do en el animo de Galileo. Y que se trata de una batallamuy grave 10 atestizua nuevamente Niccolini en las lineasque siguen al fragmento citado:

"~l se ha entristecido extremadamente, y en cuanto 3mi, 10 he visto desde aver tan hundido que temo mucho porsu vida."

A pesar de que todos los historiadores han destacadoIa importancia de la gravisima crisis atravesada por Ga-lileo a continuaci6n del coloquio con Niccolini que se acabade referir, tengo Ia Impreston, sin embargo, de que no seha insistido 10 suficiente sobre el significado realmente de-

misarto) a Ia que no es poslble huir? Le parece en cambio queya no hay nada que temer. Y de este modo no hace mas que espe-rar el momenta de enfrentarse a los [ueces. Es hora, dice. de quee808 Befiores den cuentas de toda esta persecuci6n. Y es Nlccolinlqulen debe decirle que las cosas no furiclonaran de esta maneray que procure "contentarlos" como pueda .• (oIl Pontes, 1956, p. 424.)

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cisivo que tuvo esta no solamente para el desarrollo de lasvicisitudes personales de Galileo, sino tambien para la his-toria de sus mismas concepciones cientffico-filosoficas.

No me parece que pueda explicarse simplemente la aflic-cion casi mortal de Galileo por su temor ante los males queIe esperaban: en realidad 10s habfa previsto des de haciatiempo y las palabras de Niccolini no le decian nada nue-vo sobre la cuestion, Le hacian esperar, mientras que so-metiendose a los deseos de los inquisidores habria po dido"acabar" bastante de prisa. Y tampoco esa afliccion podiadepender, a mi modo de vel', de Ia repugnancia de GaliIeo afingir una aceptacion sumaria del anticopernicanismo. vaca-so no se contenia ya una rendicion parecida ante el adver-sario en las ultimas disputas del Dialogo (en las palabrascon que Simplicio habia resumido el razonamiento de Ur-bano VIII y en las que Salviati habia acabado por recono-ccr su absoluta inimpugnabilidad)? Por otra parte, Galileohabia aceptado sin especial pena la exigencia del padre Ric-cardi de terrninar el Dialogo con una conclusion parecida ala indicada.

Crco que la causa de la aflicci6n extrema de Galileo debeser buscada en algo mas profundo: en Ia advertencia -quese le habia hecho con tanta franqueza como con sinceraamistad por- Niccolini-- de que habia concluido el momen-ta de discutir, esto es, de analizar cientificamente las razo-nes en favor y en contra del copernicanismo.

Si unos dos afios antes Galileo habia aceptado sin dificul-tades todas las rnodificaciones sugeridas por el padre Ric-cardi, 10 habia hecho porque sabia que esta era la condi-cion indispensable para conseguir llevar al conocimientode la Iglesia los resultados mas recientes y dignos de COil-sideracion de los debates copernicanos; 10 que estaba impli-cito en su aceptaci6n era la firrne convicci6n de que, unavez conocidos estos resultados, las autoridades eclesiasti-cas procederian con mayor cautela que en 1616. Pero en earn-bio 10 que ahora Niccolini exigia de el era alga completa-mente dis tinto: que renunciara no ya a expresar su pro-pia fe en el copernicanismo, sino a exponer las razonescientfficas en favor de est a teoria, es decir, la renuncia a ilus-trar a Ia Iglesia, y en general al mundo catolico, sobre unacuestion de tan capital importancia: el abandono definitivodel program a politico-cultural por el que tan largamentehabia combatido.

De ahi la incontenible afliccion de Galileo; de aqui su

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arnargura a1 advertir el fracaso de su misi6n ("no me hedecidido a introducirme en esta empresa, sino por celo de laSanta Iglesia"). En 10 sucesivo importa poco si se decidea abjurar 0 a afrontar el maximo sacrificio para no some-terse a la abjuraci6n. Lo gravisimo, 10 irreparable, es otracosa: que e1dialogo entre el y los inquisidores, entre la cien-cia y la Iglesia, ha sido cortado irrevocablemente. A la fasedel debate racional Ie ha sustituido la fase de la pur a ysimple fuerza.

5. Recibida la orden de comparecer ante el Santo Ofi-cio, GaIileo se present6 alli la manana del 12 de abril, sinsaber que seria retenido hasta fin de meso A partir de estemomenta las vicisitudes del proceso pierden gran parte delsignificado, el sentido filos6fico amplio, que hasta aqui veia-mos en ellas. No son sino una oscura sucesi6n de maniobrascon las que el padre Comisario, el domini co Vincenzo Macu-lano, trata de atrapar a Galileo en una red habilmente pre-parada desde hace tiernpo, y de contrarnaniobras, bastantemenos habiles, con las que Galileo trata de escapar del ad-versario.

Desde el punta de vista de la acusacion, la principal di-ficultad residia en el hecho de que el DiaZogo se habia pu-plicado con la autorizaci6n plena de la autoridad eclesias-tica. POl'el capitulo anterior sabemos ya la importancia quepara GaIileo habia tenido esta autorizaci6n: en sus planesdebia significar en realidad la decision de la Iglesia de Romade no prohibir a 10s cientificos cat6licos ocuparse de Ia cues-.ti6n copernican a (precisamente 10 contrario de 10 que de-seaban ahora los miembros del Santo Oficio).

Por tanto era necesario hallar el modo de acusar a Ga-Iileo de haber arrancado fraudulentarnente la autorizaci6neclesiastica, atribuyendole una culpa que en rigor hubieradcbido recaer en el Padre Maestro del Sacro Palazzo. Lasolucion la daba el famoso documento que hemos discuti-do en el capitulo V, es decir, la pretendida acta del diu-logo entre Galileo y Bellarrnino del 26 de febrero de 1616.Dandolo por autentico, el inquisidor podia atribuir a Galileela gravisima falta de no haberse atenido al mandatoque Iehabia sido dado en aqueUa hist6rica sesi6n y en particularno haber hablado al padre Riccardi de la existencia de esemandato.

La solucion, sin duda muy habil, tenia no obstante unagrave dificultad: la constituida ,por el caracter irregular del

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documento, sin las firmas indispensables en un acta de tantaimportancia. De ahi la enorme cautela de las preguntas delpadre Comisario y el intento bien visible en ellas de indu-cir al propio Galileo a admitir la existencia de un manda-to recibido por el en aquella ocasion, Una vez conseguidaesta confesion seria bastante facil concluir despues que elmandato admitido era precisamente el especificado en elacta, esto es, el mandato de no sostener, defender 0 ense-fiar de ningun modo (quovis modo) la doctrina copernicana.

El primer interrogatorio, que tuvo lugar el 12 de abril,comienza con la solicitud de un esclarecimiento preciso acer-ca del desarrollo de la audiencia del 26 febrero de 1616 yacerca de Ias personas presentes. Galileo habla de "notifica-cion", hecha por el cardenal Bellarmino, del decreto del San-to Oficio, y para confirmarlo recurre al documento que Iehabia entregado el propio Bellarmino en el mes de mayosiguiente; en cuanto a Ias personas presentes durante elcoloquio, admite que algun fraile andaba por la sala, peroexc1uye que nadie mas tomara Ia palabra (segun el acta,en cambio, quien Ie habria intima do el celebre mandatohabria sido el padre Comisario). Al lIegar a este punto, elpadre Maculano lee al acusado el texto de la pretendidaintimacion: Galileo afirma energicamente que no recuerdanada de esto, pero mientras tanto deja caer la palabra "man-dato" y e1 inquisidor se vale de ella como de una mediaconfesi6n. Ahora el acoso consiste en preguntarle por queno Ie ha dicho una palabra de 61 al padre Riccardi, Maes-tro del Sacro Palazzo, al presentar la solicitud para obtenerel nihil obstat para la publicaci6n del Dialogo. Galileo vaci-la, dec1ara no haber advertido la necesidad de ello y final-mente sugiere la tesis (claramente insostenible) de que elDiaZogo no es contrario al mandato recibido, sino que sedirige a demostrar que las razones de Copernico son "in-validas y no concluyentes" (XIX, 341).

Precisamente esta absurda pretension arruinaria la posi-ci6n de Galileo, quitando valor a todas sus demas contes-taciones.

En el intervalo que media entre e1 primer interrogatorioy el segundo (30 de abril) =-intervalo que paso en situaci6nde prisionero, aunque no en las carceles del Santo Oficio,sino en las habitaciones, bastante comodas, del Fiscal-GaliIeo se deja convencer de que debe modificar la ultimatesis citada. El 30 de abril, finalmente, confiesa que el Dialo-R9 tiene en varies puntos un manifiesto caracter copernl-

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•..-cano y acluce como excusa para haber caido en un errortan extrafio a su verdadera intenci6n, "Ia natural cornpla-cencia que cada uno halla en sus propias sutilezas y en mos-trarse mas agudo que el comun de los hombres en hallar,incluso para las proposiciones falsas, razonamientos inge-niosos y aparentes de probabilidad" (XIX, 343). Hecha estaconfesi6n se le pone en Iibertad; se Ie concede que regresea la casa del embajador Niccolini, a condicion, no obstante,"de tenerle en lugar de carcel".

EI 10 de mayo GaIileo es convocado nuevamente ante elSanto Oficio, donde se le conceden ocho dias para redactarsu defensa por escrito. Sin embargo, habia llevado consigoun memorial para este fin, y por tanto no tuvo mas queentregarlo afiadiendo: "En 10 demas, me remito en todo ypor todo a la piedad y cIemencia de este Tribunal". Estememorial no ofrece novedad alguna, Iimitandose a expli-car que el (Galilee), precisamente por estar en posesi6n deldocumento que en mayo de 1616 Ie habia entregado Bellar-mino, no habfa hecho "mas aplicacion de la mente ni de lamemoria" alas palabras pronunciadas en la audiencia del26 de febrero, y finalmente habra llegado a olvidarlas delmodo mas completo, "de modo que -conclufa- las dosparticulas que hay en el vel quovis modo docere, que ad-vierto contenidas en el mandato hecho y registrado, «pararni» son novisimas y como inauditas", por 10 que "me pareceser acusado de no haber notificado al Padre Maestro delSacro Palazzo el mandato que me habra sido hecho priva-damente" (XIX, 346).

Ahora el inquisidor no necesitaba mas, sintiendose auto-rizado por las mismas palabras de Galileo, a tener por ver-dadera la versi6n de Ia sesi6n del 26 de febrero de 1616 talcomo quedaba expuesta en el acta no firmada. La maniobrahabilmente preparada habra funcionado perfectamente: Ga-lileo no podia evitar la condena. Sin embargo, todavia teniaque transcurrir un mes antes de que se promulgara la sen-tencia, y antes todavfa tenia que tener lugar un ultimointerrogatorio "acerca de la intenci6n".

6. Las pocas indicaciones contenidas aqui aeerca deldesarrollo de los primeros interrogatorios de Galileo, sonsufieientes para demostrarnos que tras la dolorosa crisisexperimentada por el a principios de abril (de la que hemoshablado largamente en el apartado cuarto), Galilee acab6adaptandose, aunque muy a regafiadientes, a los consejos

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de su amigo el embajador Niccolini, renunciando comple-tamente a tratar de reanudar la discusi6n, ante el juez in-quisidor, sobre las bases cientfficas de la teorfa coperni-cana. A partir de este momento sus acciones se encamina-ron a un unico fin: liberarse cuanto antes del desgraciado"asunto" y, apartado para siempre el plan politico-cultu-ral que Ie habla ocupado durante tantos afios, volver aotro tipo de estudios, no sospechosos." No imaginaba 10largo que era todavia el camino para aIcanzar esta metay las amarguras que aun Ie aguardaban antes del fin delproceso.

Galileo buscarfa en seguida en el odio de los jesuitas lasrazones del encarnizamiento de la Iglesia contra el: he aqui,por eiemplo, 10 que escribio a Elia Diodati el 25 de juliode 1634.

"De este y de otros accidentes euyo relata serfa dema-siado largo se desprende que la rabia de mis muv podero-sos perseguidores va aumentando continuamente. Finalmen-te han querido manifestarse por sf mismos, dado que, ha-llandose un buen amigo mfo haee unos dos meses en Rorna,habJando con el padre Christoforo Grembergo, [esuita, Mate-matico de ese Collezio, dijo el iesuita a mi amigo estas pa-labras: «Si Galilee hubiera sabido conservar el afeeto de lospadres de este Collegio, vivirfa glortosamente en el mundo yno habria habido nada de sus desgracias, y hubiera podidoescribir a su arbitrio de cualquier materia, incIuso de losmovimientos de la tierra, etc.»: asf cue V. S. ve que noes tal 0 eual opinion 10 que me ha hecho y me hace la gue-rra, sino estar en desgracia entre los jesuitas" (XVI. 116).

En efecto: a pesar de no existir prueba direeta alguna,. todo hace presumir que el odio de 10s jesuitas contra Gali-lea tuvo una influencia notable en el hecho de que la Iglesiaasumiera la aetitud que asumio en realidad. Varias cartasde personas pr6ximas y alejadas del ambiente de Galileoaluden explicitamente a esa influencia perniciosa: asf, poreiemplo, una carta de Filippo Magalotti a Mario Guiduecide agosto de 1632 (XIV, 370), otra de Gabriele Naude a Pie-

5. A este respecto Bon muy expresivas las palabras que Ie es-crfbto el 23 de Julio stguiente au amigo y dlscipulo Marlo Guiducci,que debta ser muy consciente de interpretar un deseo arraigadodesde bacia meses en el animo del Maestro: .Deseo verle por mila1\os en 8U acostumbrada quietud, derados de lado los estudios con-denados por Ia Congregacion, atender a otros que no contienenprincipio sospecboso algunos (XV, 190).

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tro Gassendi de abril de 1633(XV, 88), una de Descartes aMarino Mersenna de febrero de 1634(XVI, 56); una de Gro-ria a Gherardo Giovanni Vossio de mayo de 1635 (XVI,266),etc... Y, cosa especialmente dolorosa, casi todas dan elnombre del padre Scheiner como uno de los jesuitas masencarnizados en las maniobras subterraneas contra Galilee.Realmente es triste pensar que la rivalidad cientffica pudoconducir a un hombre del valor de Scheiner a semejantesbajezas, tanto mas si se tiene presente =-como observa Des-cartes en la carta citada- que es muy probable que el jesui-ta fuera privadamente de la opinion de Copernico,«

No hay que excluir que la accion de los jesuitas estuvie-ra deterrninada en parte tambien por su oposicion a los do-minicos; de hecho esta fuera de dudas que el proeeso de1633arrojo sobre esta ultima orden algo mas que una som-bra de culpabilidad. Y, en realidad, si por una parte el pa-dre Vincenzo Maculano confirrno la gran habilidad de laorden al conducir a Galileo a la confesion y ala abjuracion,por otra, sin embargo, el padre Riccardi no pudo evitar laacusacion de ligereza por haber concedido la autorizacionoriginal para la publicacion de la obra (posteriormente serfacastigado por esta grave falta).

Admitido todo esto, hay que reconocer, sin embargo, quepor debajo de los odios personales habia causas mas pro-fundas que determinaban el comportamiento de la Iglesia,causas de las que Galileo no se dio cuenta nunca 0 alasque prefirio no aludir, tal vez porque hablar de ellas Iehabria obligado a reconocer publicamente el fracaso de suantiguo programa. Esta claro que, una vez rechazada laoferta galileana de apertura hacia la nueva ciencia, la rnis-ma dialectica de la accion obligaria a la Iglesia a sosteneruna posicion de clausura cada vez mas intransigente. Paraesta posicion el programa propugnado durante tantos afiospor Galileo, solo habria podido pareeer algo diabolico, mas"execrable" y "mas pernicioso para la Santa Iglesia" que laspropias doctrinas de Lutero y Calvino.

6. En la edicion americana de este libro Stillman Drake expresala opinion de que el padre Scheiner no compartto [amas el coper-nicanismo; habria deseado en cambio modiflcar la teor!a de TychoBrahe en el sentido de permit!r a la tierra una rotaci6n sobre slmisrna pero no en torno al sol. Sin embargo este posible movimlentode la tierra no fue nunca sostenido abiertamente por Scheiner,aunque aparece s610 Impltcltamcnte en un volumen postumosuyo.

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No menos tristes [tieton las consecuencias a que se vioIlevado Galileo POI' el abandono de su programa. Hemosrecordado ya algunas al exponer -aunque en rasgos esque-maticos=- la linea que asumio en su propia defensa: espe-cialmente triste fue su absurda pretension de que la inten-cion del Dialogo sopra i massimi sistemi era ... combatirla doctrina copernicana. Pero una vez aceptada esta posicionla logica de los acontecimientos le conducia a otra: a fadeclaracion solemne de no haber creido nunca en el coper-nicanismo tras su condena en 1616,esto es, a renegar detoda su obra, a la abjuracion publica, a ese "abismo de en-vilecimiento" -como escribe con razon Banfi- en el queGalileo acabo por agotar toda fuerza de rebelion.

7. E120 de junio Galileo fue invitado nuevamente a pre-sentarse ante el Santo Oficiopara el interrogatorio "acercade la intencion". Se presento el 21 y fue sometido inmedia-tamente a un riguroso exam en acerca de sus conviccionesrespecto de la doctrina copernicana, El riguroso examen in-clula tarnbien la tortura para obligar al reo a confesar todala verdad; sin embargo, no esta probado que el rigor haciael ilustre anciano llegara a este limite,"

Como se desprcnde del acta, suscrita pOI'el propio Gali-leo, todas sus respuestas fueron decididamente negativas:"No tengo ni he tenido esta opinion de Copernico desde queme fue ordenado que la abandonara; por 10 demas, estoyaquf en sus manos, hagan 10 que les plazca" (XIX, 362).

Siendo imposible conseguir otra cosa, el interrogatorioterrnino. No obstante, no se deja que Galileo volviera a lacasa del embajador Niccolini, sino que fue retenido en lascarceles del Santo Oficio.EI dia 22 fue conducido a la gransala del convento de los dominicos de Santa Maria de Miner-va y ante la Congregacion del Santo Oficio reunida en se-sion solemne Ie fue leida la sentencia: esta incluia la prohi-bicion del Dialogo sopra i massimi sistemi y la condena de

7. Drake afiade, en este punto, una instructiva nota para men-cionar la tesis sostenida hace pocos afios por un jurista Italiano,profesor de derecho eclesiastlco en Ia Universidad Catoltca delSacro Cuore de Milan, segun la cual el TribunaJ de la Inqutslcicnno cometio eabuso de poder ... ordenando la tortura de Galfleo», sinoque en el desarrollo del proceso tncurrto precisamente en «una solaIrregulartdad, Ia falta del examen por medio de Ia tortura». CI.Orio GIACCHI, .Considerazioni giuridiche sui due processi» contro Ga-lileD, in Terzo centenario deUa morte di Galileo Galilei, Soc. Ed. Vitae Penstero, Milan, 1942, pp. 383-406.

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su autor a carcel formal (al arbitrio del propio Santo Ofi..cio), ademas de algunas "saludables penitencias" (es decir, arecitar una vez a la semana durante tres afios los siete Sal-mos penitenciales), reservandose el Santo Oficio la "facul-tad de modcrar, cambiar 0 levantar en todo 0 en partelas susodichas penas y penitencias","

Oida la sentencia, Galileo, de rodillas, pronuncio la si-guiente abjuracion publica:

"Yo Galileo, hijo del d. Vine. Galileo de Florencia, de 70afios de edad, constituido personalmente en juicio y arro-dillado ante vosotros Emmos. y Rvdmos. Cardenales, Inqui-sidores generales contra la perversidad heretica en toda laRepublica Cristiana, teniendo ante mis ojos los sacrosantosEvangelios, que toco con mis propias manos, juro que siem-pre he creido, creo ahora y con la ayuda de Dios creere enel porvenir, todo 10que sostiene y predica la Santa Catolicay Apostolica Iglesia. Pero puesto que por este Santo Oficio,par haber yo, despues de haber sido intimado juridicamentecan mandato por este que de todos modos debia abandonarla falsa opinion de que el Sol es el centro del mundo y no semueve, y que la Tierra no es el centro del mundo y semueve, y que no podia sostener, defender ni ensefiar enmodo alguno, ni de palabra ni por escrito, la falsa doc-trina mencionada, y despues de haberrne sido notificadoque la citada doctrina es contraria a la Sagrada Escritura,haber escrito y dado a la imprenta un libro en el que tratode la misma doctrina ya condenada y aporto razones demucha eficacia en favor de ella, sin aportar ninguna solu-cion, he sido juzgado fuertemente sospechoso de herejia,esto es, de haber creido y sostenido que el Sol es el centrodel mundo y esta inmovil y que la Tierra no es centro y quese mueve.

"Por tanto, queriendo quitar de la mente de VuestrasEminencias y de todo fiel cristiano esa fuerte sospecha, jus-tamente concebida a mi proposito, con corazon sincero y nofingida fe abjuro, maldigo y aborrezco los susodichos erro-res y herejias, y en general cualquier otro error, herejiay secta contraria a la Santa Iglesia; y juro que en el futurono dire nunca mas ni afirmare, pOI'escrito 0 de palabra cosaspar las cuales se pueda tener de mi semejante sospecha,y que si conozco a algun heretico 0 a alguno que sea sos-

pechoso de herejia 10denunciare a este Santo Oficio,0 al In-quisidor u Ordinario del lugar donde me halle,

"Juro igualmente y prometo cumplir y observar entera-mente todas las penitencias que me han sido 0 me seanimpuesta por este Santo Oficio,y si contravengo a algunade mis promesas y juramentos, cosa que no quisiera Dios,me someto a todas las penas y castigos de los sagradoscanones y otras constituciones generales y particulares con-tra semejantes delincuentes impuestas y promulgadas. Asime ayude Dios, y estos sus santos Evangelios, que toco conmis propias manos.

"Yo Galileo Galilei, supraescrito, he abjurado, jurado,prometido y me he obligado como figura mas arriba; y entestimonio de la verdad he escrito la presente cedula de ab-juracion y la he recitado palabra por palabra en Roma, enel convento de Minerva, este 22 de junio de 1633."

Una significativa tradicion popular -no confirmada, sinembargo, por ningun documento- cuenta que, tras haberabjurado, Galileo, al levantarse de la posicion de arrodi-llado observada hasta entonces, golpeo el suelo con elpie exclamando: "jY sin embargo se mueve!"

Como conclusion del oscuro drama es oportuno citarlos fragmentos principales de la carta enviada el 26 de ju-nio por Niccolini al ministro Cioli, para explicarle el desa-rrollo de los ultimos acontecimientos:

"El senor Galileo fue Ilamado el lunes poria tarde alSanto Oficio, donde se presento el martes por la manana,de acuerdo con la orden, para saber 10que se deseaba de el;y habiendo sido retenido, fue conducido el rniercoles a Mi-nerva ante 10ssenores Cardenales y Prelados de la Congrega-cion, donde no solamente Ie fue Ieida la sentencia, sinoque adernas se Ie hizo abjurar de su opinion. La sentenciacontiene la prohibicion de su libro, ademas de su propiacondena alas carceles del Santo Oficio a disposicion de SuSantidad, por pretenderse que ha violado el mandato quese le hizo hace dieciseis afios sobre esta cuestion; esta con-dena le ha sido conmutada por S. B. a un destierro 0 con-finamiento al jardin de la Trinidad del Monte, a dondeIe lleve el viernes porIa tarde, y donde se halla ahora paraesperar alli los efectos de la clemencia de Su Santidad.Y puesto que el hubiera querido venir a aqui por varios in-tereses suyos, yo mo he puesto a negociar, que no querien-do el sefior Cardenal Barberini y Su Santidad favorecerlecon una Iibre absolucion, se contenten al menos con cambiarB. Para una descripci6n completa de la ceremania -lectura de

Ia sentencia y abjuraci6n- vease XIX, 402-407.

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eI confinamiento a Siena, en casa de rnonsefior el Arzobispo,amigo suyo, 0 a algun convento de Ia ciudad... Espero al-guna respuesta ... Me ha parecido que el sefior Galileo se haentristecido bastante con la pena impuesta, que le ha llega-do bastante de improviso, porque en cuanto al libro mos-traba no preocuparse de que 10 prohibieran, como cosa yaprevista por el" (XV, 165).

Creo que tenemos derecho a pensar que Ia prohibiciondel libro no Ie preocupaba excesivamente a Galilee, porqueera perfectamente consciente de que, ahora menos que nun-ca, nada podria irnpedir su difusi6n en el amplio mundo dela cultura, donde dejan de valer las prohibiciones de cual-quier tribunal, como no sea el del libre pensamiento hu-mano.

EI cambio de lugar de confinamiento, solicitado por Nic-colini, le fue concedido el 30 de junio: "Summus fecit ora-tori gratiam eundi Senas, et ab eadem civitate non discende-re sine licentia Sac. Congregationis, et se praesentet coramArchiepiscopo dictae civitatis" (XIX, 362). Consiguientemen-te, e1 6 de julio Galileo pudo abandonar definitivamente laciudad que habia sido teatro de su ignominiosa humilla-ci6n. 'I'res dias mas tarde Uegaba a Siena.

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Capitulo 9EI retorno a la ciencia pura

1. Los diez primeros meses que siguieron a la condenade junio de 1633representan uno de 10s periodos mas im-portantes para el estudio de la personalidad de Galilee,tan rica de humanidad siempre y grande incluso en sus de-bilidades; durante este periodo Ie vemos realizar esfuerzosmuy tenaces para levantarse de la abyeccion en que habiasido sumido y para dar un nuevo sentido a su vida; y enel momenta mismo en que parecia haber superado la prime-ra y mas dificil etapa en este camino le vemos caer nueva-mente y de golpe en un estado de amarga desesperaci6npor sentirse mortalmente golpeado en el mas profundo desus afectos: el que senna por su hija Virginia.

Sabemos ya que Galileo maduraba desde hacia alguntiempo el proyecto de volver a la ciencia pura para olvi-dar en ella la afrenta que Ie habian inferido; 10 extraordi-nario es que fueron suficientes muy pocas semanas para re-cuperar la antigua serenidad y para que se entregara altrabajo con renovada energia, Fue precisamente el arzo-bispo de Siena, Ascanio Piccolomini, junto a quien sehallaba confinado, quien supo proporcionarle el mejor apoyoen esta fase de rapidisima recuperacion,

Unido a Galileo POl' una amistad profunda y sincera,Piccolomini intuy6 que su primera obligacion era conseguirque el cientifico no considerara el palacio arzobispal comouna carcel, sino que, por el contra rio, hallara en el unambiente capaz de devolvcrle la confianza en si mismo y deestimularle a Ia investigacion cientifica. Por consiguienteorganiz6 "visitas continuas" de las principales personalida-des de la ciudad durante Ias cuales Ios invitados, ya mani-festando a Galileo su incambiada admiracion, ya planteandoante el, diu tras dia, problemas interesantes, consiguieronhacerle advertir directamente que su obra era todavia muyutil para el progreso de la cultura. De esta manera, al cabode algun tiempo el derrotado pudo recuperar sus fuerzas yla "prision" acab6 convirtiendose en una autentica escuelade libre discusion cientifica.

E1 testimonio mas segura de este feliz est ado de cosas10dan 10spropios enemigos de Galileo, los cuales, justamen-

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te irritados, desde su punto de vista, al verla no ya arre-pentido y humillado, sino cada vez mas seguro de si, eleva-ron al Santo Oficio sus mas energicas protestas, llegando .)enviar una carta anonirna que era no solamente una denun-cia del proceder de Galileo, sino tambien del muy generosoarzobispo. "Galilee -decia la carta- ha sembrado en estaciudad opiniones poco catolicas, incitado por ese Arzobis-po hucsped suyo, el cual ha sugerido a rnuchos que el hasido injustamente agraviado POl' esa Sagrada Congregacion,y que no podia ni debia reprobar las opiniones filos6ficas,por 61 sostenidas con razones materna ticas invencibles y ver-daderas, y que es el primer hombre del mundo, y que vivirasiempre en sus escritos, aunque csten prohibidos, y que Iesiguen todos los modernos y rnejores" (XIX, 393).

A pesar de que el Santo Ofieio no podia tomar cn con-sidcraci6n oficialmente estas voces, indudablernente sirvie-ron para hacerle comprender que, aun vencido, Galileo con-tinuaba siendo un hombre bastante peligroso. En esta corn-plicada situacion 10 mas urgente era alejarle cuanto antes deSiena y obligarle a vivir en una localidad realmente aisladade todo contacto con el mundo.

El problema fue rcsuelto con indiscutible habilidad acep-tando la solicitud -formulada por Galilee en los ultirnosdfas de junio- "de que se quiera conmutar el Iugar asigna-do como carcel de Roma a otro similar en Florencia". Ladecision fue tomada el 1 de diciembre de 1633, y consisti6en autorizar a Galileo a trasladarse a Ia villa de Arcetri, don-de podria cuidar de sus iutereses y vivir en contacto diariocon sus hijas. Sin embargo, la orden dice claramente que enel nuevo lugar dcberia vivir en absoluta soledad sin recibirvisita alguna: "conceditur liabitatio in eius rure, modo ta-men ibi ut in solitudine stet, nee evocet eo aut venientesilluc recipiat ad collocutiones, et hoe per tempus arbitrioSuae Sanctitatis" (XIX, 389).

De cualquier modo, la autorizacion fue recibida por elanciano con infinita alegrfa y le perrnitio concluir en unaatmosfera de recobrada serenidad el afio fatal de 1633.A pe-sar de todo, los prirneros meses de 1634 le reservaban nue-vos y mas intimos sufrimientos.

2. Entre los farniliares de Galileo, solamente la hija ma-yor (sor Marfa Celeste), habia sabido participar viva y pro-fundamente en las calamidades atravesadas por su padreen el ultimo y azaroso periodo. Galileo habia tratado de ocul-

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tarle los terminos de la sentencia pronuneiada contra el porel Santo Oficio -en realidad temia que sufriera demasiadodada su delicadisima sensibilidad religiosa-, pero sor Ma-ria Celeste habia conseguido eonoeerlos en seguida, y habiaquedado amargamente impresionada. Habia intuido en se-guida el sentido del conflieto y, sin pronunciar abiertamen-te palabra alguna de condena para 10 hecho por la Iglesia,no habia tenido la menor duda acerea de las razones pro-Iundas de su padre.

Es suficiente referir algunos fragmentos de las muchascart as enviadas por ella a Galileo en este periodo, paracomprender que consuelo Ie proeuraba a pesar de la dis-tancia a que se veian obligados a vivir:

(30 de abril) "Queridtsimo senor Padre, he querido escri-bide en seguida para que sepa que estoy de parte de sustrabajos, 10 cual dcberta scrle de algun consuelo; no 10he indicado a ninguna otra, queriendo que estas cosas depoco agrado sean todas mias ... <.Y quien sabe si, mientrasestoy cscribiendo, V. S. no se halla fuera de toda dificul-tad y de toda preocupacion?" (XV, 98).

(2 de julio) "Oueridtsimo sefior Padre, es momento de va-Ierse mas que nunca de esa prudencia que le ha dado elSefior Dios, soportando estos golpes con esa fortaleza deespiri tu que la religion, la profesion y la edad de usted exi-gen. Y ya que por muchas experiencias puede tener plenoconoeimiento de la mentira y la inestabilidad de todas lascosas de este mundo bajo, no debe hacer demasiado casode esas tormentas, y esperar que pronto se calmen y secambien en otra tanta satisfaccion de usted" (XV, 167).

(16 de julio) "Cuando V. S. estaba en Roma, decia parami: Si alcanzo la gracia de que parta de ahi y vaya aSiena, me basta, podre easi decir que esta en su casa; peroahora no me contento con eso y estoy deseando volver averle mas cerca de aqui" (XV, 181).

Por tanto no sorprende que el anciano Galilee experi-mentara una alegria muy tierna en el momento en que pudovolver a Arcetri y abrazar nuevamente a quien le habiaconsolado tanto, aunque desde lejos, con el calor de su afec-to. Desgraciadamente, con todo, como hemos sefialado ya,este consuelo habia de ser muy breve para transformarserapidamente en un irreparable dolor. En 105 primeros me-ses de 1634,sor Maria Celeste enferm6 gravemente y en se-guida se les hizo claro a 105 medicos y a su padre que nadapodria salvarla.

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Las cartas enviadas a Galileo en aquellas semanas porsus mas intimos amigos nos revelan, aunque sea indirec-tamente, 10 que debia experimentar en su animo en esemomenta en que salia de un perfodo sembrado de tantasamarguras. He aqui, por ejernplo, unas palabras que le es-cribio Nicolo Aggiunti el 5 de marzo: "He leido con tal sen-timiento de corazon sus preocupaciones que he estado todosestos dias y estoy ahora, enormemente alterado... Conoz-co el afecto paternal y filial que hay entre los dos, y se laaltura de espiritu, la penetracion, la prudencia y la bondadde que esta dotada vuestra hija, y no quisiera en modoalguno que Ia que ha side el unico consuelo en vuestrosdesvelos, faltando ahora, os diera ocasion de inconsola-ble llanto" (XVI, 57).

Sor Maria Celeste murio el 2 de abril de 1634, cuandoapenas contaba treinta y cuatro afios, y su desaparicion fuerealmente para Galileo "ocasion de inconsolable Ilanto".

Me lirnitare a citar unas lineas de una carta enviada porel -el 27 de ese mes de abril- a Geri Bocchineri, cartaque me parece particularmente significativa porque no tienepor objeto directamente la muerte de su hija. Esta cons-tituye, por decirlo as), el fonda de la carta, un fondo dedolor desesperado tanto mas presente cuanto que volun-tariamente escondido en la mencion de varios males tares denaturaleza propiamente fisica: "La hernia se ha hecho ma-yor que antes, y el pulse mas separado, con palpitacionesdel coraz6n: una tristeza y melancolia inmensa, una extre-ma inapetencia; me siento odioso incluso para mi mismo yen suma me oigo Hamar continuamente a mi hijita queri-da" (XVI, 85).

No obstante, incluso en esta desgarradora situacion Ga-lileo volvio a demostrar Ia fuerza de su caracter. Poco apoco supo recuperarse y -aunque con el corazon velado poruna tristeza inconsolable- supo volver al trabajo para con-cluir la gran obra que debia constituir la mas brillanteprueba de su valor como cientifico.

3. A la triste primavera de 1634 siguieron alios de durasoledad, interrumpida solo excepcionalmente por algunasvisitas de extrafios que unicamente podian ser admitidastras la autorizacion regular. En 10 que se refiere a sus pa-rientes, recordaremos que ni la segunda hija, sor Arcan-gela, ni su hijo Vincenzio fueron capaces de procurar alanciano cientifico un consuela real; demasiado por deba-

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jo de el en sensibilidad moral 0 en intereses culturales, noconsiguieron colmar el vado dejado en su corazon por ladesaparicion de SOl' Maria Celeste.! En cambio, Galileo hallouna comprension muy viva en la familia de su nuera, y so-bre todo en su herrnano, Geri Bocchineri, que fue el inter-mediario natural entre Galileo y la administracion del GranDucado (en Ia que trabajaba Bocchineri), y todavia mas ensu hermana Alessandra, sobre la que volveremos mas lar-gamente en el capitulo decimo,

La prohibicion de visitar al "prisionero de Arcetri" seaplico con especial severidad a sus disdpulos; en realidadse pretendia impedir a toda costa que continuara y sobre-viviera una escuela galileana. Como verernos mag adelante,la dureza de estas disposiciones solamente se mitigo enlos ultimos afios de la vida de Galileo.

Para confirmar 10 dicho cabe citar el caso de BenedettoCastelli, el cual, habiendo solicit ado por conducto regularpoder visitar al anciano Maestro, ya para "prepararlo paramorir como buen cristiano" (Castelli era fraile benedictino),ya para conseguir algunas aclaraciones sobre cuestionescientificas importantes (en particular sobre la aplicacionde Ios satelites de JUpiter al calculo de la longitud), consi-guio obtener la autorizaci6n deseada pero solamente a con-dicion de que un fraiIe inqnisidor asistiera alas conversa-ciones: "No obstante, Su Santidad quiere que os hagais darun compafiero, considerado id6neo por e1 padre Abad, parahallarse presente en esa conversaci6n, de modo que, si elpadre Abad no puede asistir, este cornpafiero pueda ayudar-le: que todo esto ha sido concedido siendo conocida la devo-cion de V. Rvcia., y que se servira de ella como ha prome-tido" (XVII, 393).

EI unico consuelo, ademas de la investigacion cientffica,10 constituye en los afios en cuesti6n, esto es, entre 1634 y1638, la densa correspondencia que Galileo consigui6 mante-ner con amigos y admiradores, algunos de los cuales recu-rrieron frecuentemente a amistades de confianza que tenianen Florencia, para hacer que las cart as de contenido mascomprometedor llegaran a el secretamente. Aunque no hallegado completo hasta nosotros, el epistolario de Galileocorrespondiente a este periodo es un documento de granvalor para reconstruir la historia de su espiritu, historia

1. Los dos sobrevivieron a Galileo; sor Arcangela mur!6 en 1659y Vincenzio en 1649.

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que se caracteriza por la laboriosa y segura reconquista deuna absoluta dignidad, tras las humillaciones sufridas, y porla permanencia en Galileo de un orientaci6n iluminista muvdeterminada, decidida a buscar en la ignorancia Ia raiz ulti-ma de todos los males de la sociedad y, por consiguiente,el verdadero enemigo que hay que combatir para hacer po-sible una vida libre y digna del hombre.

Nos limitaremos a algunas citas especialmente signifi-cativas:

"Dado que no he sufrido nunca en las dos unicas cosasque debemos estimar por encirna de todas, esto es, en lavida y en Ia reputacion.i. los entuertos y Ias injusticiasque la envidia y Ia malignidad han maquinado contra mino me han atormentado ni me atormentan ... Antes bien ...la magnitud de Ias injurias me sirve de aliento ... y la infa-mia recae sobre los traidores y Ios que estan en el mayorgrado de ignorancia, la cual es Ia madre de Ia malignidad,de Ia envidia, de la rabia y de todos Ios demas vicios y pe-cados desenfrenados y sucios" (de una carta de Galilee aDiodati del 7 de marzo de 1634;XVI, 59).

"Non tam en his angustiis eliditur aut conirahitur ani-mus, quo liberas viroque dignas cogitationes semper agito"(de una carta a Bernegger del 16 de julio de 1634;XVI, 112).

"Desdichado este clima nuestro, donde rein a una firmedecisi6n de querer exterminar todas las novedades, espe-cialmente en Ias ciencias, como si ya se conociera todo 10cognoscible" (de una carta a Diodati del 18 de diciembre de1635; XVI, 361).

Corresponde a los admiradores extranjeros de Galileo-aunque no raramente por mediacion de algun amigo fielItaliano, como el varias veces mencionado Fray FulgenzioMicanzio-« el merito de haber cuidado, con posteridad a1633,de Ia impresion 0 reimpresi6n de sus trabajos. De estemodo aseguraron la difusion de su pensamiento por encimade toda prohibicion eclesiastica.

En el capitulo segundo se ha recordado ya que el padreMarsena public6 en 1634una traducci6n francesa del Trat-tato di meccaniche, escrito por Galileo en el periodo de Pa-dua y no publicado en el idioma original, sino bastantesafios despues de Ia muerte de su autor.

En el mismo afio, Matias Bernegger tradujo al latinel Dialogo sopra i massimi sistemi, publicado en 1635,porlos Elzevires, en Rolanda. Posteriormente Ios mismos edi-tores imprimieron Ia famosa carta de Galileo a Madama

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Cristina di Lorena, en versi6n latina de EIia Diodati. Hayque recordar eI modo en que Vincenzio Viviani (el ultimodiscfpulo de Galileo, de quien hablaremos en el proximo ca-pitulo) dio noticia de estas traducciones en Ia biografia ofi-cial del Maestro, escrita por encargo del prfncipe Leopoldode Mcdicis: 2 "No fue posible que esta obra del Sistema delMundo no lIegara a los pafses ultramontanos, y par ello alcabo de poco fue traducida y publicada en Alemania POl'Matias Bernegger ... Con la noticia de estas traducciones ynuevas publicaciones el sefior Galileo se sinti6 gravementemolesto, previendo la imposibilidad de llegar a suprimirlasnunca, junto con muchos otros manuscritos que decfa quese hallaban dispersos par Italia y fuera de ella, relativostambien a Ia misma materia, hechos por el en varias oca-siones en el transcurso de aqueUa epoca en que habia vivi-do en la opinion ... de Copernico: Ia cual ultimamente, porla autoridad de la censura romana, habia abandon ado cato-licamente". La realidad es, sin embargo, que Galileo se sin-tio tan poco molesto por csas traducciones que envio a Ber-negger y a Diodati Ia expresion de su mayor gratitud juntocon preciosos regalos.

Sin embargo, Galileo tenia el proyecto de realizar algomas importante que la simple difusion de sus antiguos es-critos, ya publicados en Italia 0 que al menos circulabanentre amplios grupos de amigos (como Ia carta a MadamaCristina di Lorena anteriormente citada). Trataba de !levara terrnino y de hacer publicar ese nuevo dialogo "acercade los movimientos locales, natural y violento" que habiaanunciado ya en Ia conclusi6n del Dialogo sopra i massimisistemi. Con ello se proponia no solamente conseguir nue-va gloria, sino ofrecer a todo el mundo una esplendida prue-ba de la eficacia de la nueva mecanica y de Ios rnaravillo-sos resultados que el hombre puede alcanzar cuando sabeseguir coherentemente el camino de la raz6n.

Reservando para las secciones siguientes volver amplia-mente sobre esta obra, queremos recordar ya desde ahoraque el estfmulo por conseguir terminarla y verla publica-da constituye uno de los temas que con mayor insistenciaaparecen en la correspondencia galileana de estos afios:"quisiera vel' en el mundo, antes de partir de 61, el resto

2. Raccanto istorico deUa vita di Galileo, publicado por vezprlmera, postumamente, en Florencia, en 1717;Incluido ell el vol. XIXde la edici6n naclonal italiana de Ias obras de Galileo.

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de mis fatigas, las cuales voy pasando a limpio y transcri-biendo" (XVI, 234). Le importaba tanto publiear la nuevaobra que antes de haberla terminado inicio negociacionespara entregarla a la imprenta en Venecia, Austria, Aleroaniao Francia, 0 en cualquier otro pais. La dificultad de estasnegociaciones estaba relacionada con la prohibicion riguro-sa =-evidentemcnte solo valida para los paises catolicos->dada por Roma de imprimir cualquier obra de Galileo, "deeditis omnibus et edendis", Finalmente consiguio ponerse deacuerdo con los rnismos Elzevires que habian publicado yalas traducciones recordadas poco mas arriba, y de este modolos faroosos Discorsi vieron la luz en Leyden en 1638.

No puede decirse que fuera exagerado el temor de Ga-lileo de no vivir 10 suficiente para poder vel' impresa suobra maestra, Es indudable que su salud declinaba rapida-mente, y esta decadeneia justificaba, desgraciadamente, lasmas tristes previsiones.

Hacia finales de 1637 se manifesto un nuevo achaque par-ticularmente penoso: una progresiva e inexorable enfer-medad empezo a iropedirle el uso del ojo derecho y en pocotiempo acab6 perdiendo completamente la vista. Precisamen-te estaba tratando al mismo tiempo de concluir su largay gloriosa actividad como astronomo con dos trabajos: unomas teorico, titulado Le operazioni astronomiche, y otromas bien practice, encaroinado a perfeccionar su metodo(del que ya hemos hablado varias veces) para el calculode longitudes. La ceguera trunco este suefio, afiadiendo unnuevo motivo de amargura a tantos otros acumulados sobreel en los ultimos afios.

He aqui la carta con que notifica a su lejano amigoElia Diodati el irreparable hecho (2 de enero de 1638): "Enrespuesta a la ultima y gratisima carta de V. S., respectodel primer punta que me pregunta, relativo al estado de sa-lud, Ie dire que en cuanto al cuerpo he vueIto a una cons-titucion de fuerzas bastante mediocres: pero [ay de mil, Se-fior mio, Galilee, vuestro querido servidor y amigo, se haconvertido irreparablemente en ciego de un mes a estaparte. Piense V. S. en que afliccion me encuentro, mientrasvoy considerando que aquel cielo, aque1 mundo y aquel uni-verso que con mis maravillosas observaciones y claras de-mostraciones habia ampliado cien y mil veces mas de 10corminmente visto por los sabios de todos 105 siglos pasa-dos, ahora se ha restringido y disroinuido para mi a algono mayor que mi persona. La novedad del accidente aun

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no me ha dado tieropo de hacerroe a la paciencia y a latolerancia del infortunio al que debera avezarme el paso deltiempo" (XVII, 247).

4. Los Discorsi no pueden considerarse como una obracompletamtene nueva, sino mas bien como una reelabora-cion y una profundizacion de resultados en gran parte con-seguidos desde e1 perfodo de Padua. Sin embargo, habien-dose liroitado POl' el moroento a corounicarlos por carta aaroigos y disdpulos, era justo que quisiera reunirlos ahoraen un gran dialogo que dejara como testamento cientfficoalas futuras generaciones de estudiosos.

La redaccion propiamente dicha de la obra empez6 sola-mente despues de la condena de 1633, precisamente durante105 meses pasados en Siena, "donde compuse un tratado so-bre un terna nuevo, Ileno de especulaciones curios as y uti-les".

En 1634 estaba casi terroinado, al menos en sus Iineasprincipales. Pero Galileo continuaba retocandolo, perfeccio-nandolo y afiadiendo nuevos temas: "El tratado sobre el mo-vimiento, completamente nuevo, esta en orden, pero mi in-quieto cerebro no puede dejar de andar fantaseando, y congran dispendio de tiempo, porque la ultima idea que meIlega acerca de alguna novedad me hace cambiar todoslos hallazgos precedentes" (de una carta a Fulgenzio Mican-zio del 19 de novierobre de 1634; XVI, 163). Incluso en 1637,cuando Luis Elzeviro habia iniciado ya Ia impresion del vo-lumen, Galileo trabajaba en la revision de las ultimas par-tes.

La obra fue publicada, como heroes dicho ya, en 1638.EI titulo fue puesto por el editor y a Galileo no Ie gusto;hubiera querido "volver a corregirlo", En realidad era muylargo y complicado: Discorsi e Dimostrazioni matematicheintorno a due nuove scienze, atinnenti alla meccanica e imovimenti locali.

Tambien esta obra tiene forma de dialogo entre los mis-mos interlocutores -Salviati, Sagredo y Simplicio- queya habian side protagonist as del Dialogo sopra i massimisistemi, y se desarrolla igualmente en cuatro jornadas. Sinembargo, el estilo de las divers as partes es muy distinto:en las dos primeras jornadas tiene Ingar un autentico dia-logo con todas las caracteristicas que se advierten en estetipo de composicion galileana (fragroentariedad de la in-vestigacion, sucesion ininterrumpida de discusiones de muy

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distinto tema, excursus atrevidos, observaciones particula-res muy agudas, etc.); en Ias dos ultimas jornadas, en cam-bio, se recurre a la ficcion Iiteraria de hacer leer a Salviatiun tratado sobre el movimiento (en latin) compuesto porsu amigo Acadcmico (es decir, Galilee), y Ia Iectura soloes interrumpida de vez en cuando por los otros dos inter-Iocutores, que solicitan y obtienen aclaraciones.

En Ia edicion de 1638 la obra iba seguida de un apendiceen Iatln titulado Appendix in qua continentur theoremataeorumque demonstrationes, quae ab eodem Auctore circacentrum gravitatis solido rum olim conscript a [uerunt, Estosteoremas no hacen mas que reproducir los trabajos juve-niles de Galileo, a los que hemos aludido en el capitulo 1.

Ademas han llcgado hasta nosotros algunos fragmentosimportantes que constituyen la continuaci6n natural de Iaobra. Parte de cllos fueron publicaclos en 1674 por Viviani,como un Principia della quinta giornata a afiadir alas cua-tro ya contenidas en Ia edicion de Leyden; en 1718 se publi-co otra parte como Sesta giornata, aunque el tema de laconversacion no muestra ser Ia sucesion cronologica de Iaquinta (por el contrario, todo induce a pensar que en el pro-yecto de Galileo Ia Sesta hubiera debido ser anterior a IaQuinta). Otros fragmentos, por ultimo, fueron publicadospor vez primera por Favaro en cl volumen VIII de Ia edi-cion nacional italiana, Hay que advertir que en el dialogode Ia Hamada Sesta giornata ya no interviene el aristotelicoSimplicio, sustituido par un nuevo interlocutor, Paolo Aproi-no, que Iue un noble trevisano discipulo de Galileo y muyamigo suyo durante el periodo de Padua.

En la seccion siguiente trataremos de exponer en formamuy esquematica el contenido de las cuatro jornadas prin-cipales de 10s Discorsi, reservando para Ias secciones si-guientes volver con mayor amplitud sobre Ias investigacio-nes en torno al infinito, sobre Ios principios generales de 1amecanica y, por ultimo, sobre 10s caracteres metodologicosde Ia ciencia de Galileo,

con Ia misma materia y con 1as mismas proporciones quela menor, en todas las dernas condiciones respondera conjusta simetria a Ia menor, fuera de Ia fortaleza y Ia resis-tencia a invasiones violentas: cuanto mas grande sea, masdebil sera proporcionalrnente". La singularidad de este he-cho reside en la incongruencia que manifiesta entre materiay geometria: mientras que descle el punta de vista geome-trico Ja maquina mayor y Ia maquina menor son absoluta-mente semejantes (es decir, se caracterizan por Ias mismasproporciones), en cambio, desde el punta de vista de la ma-teria la maquina mayor revela una fortaleza bastante distin-ta de Ia que tiene Ia maquina menor, 10 cual es un indiciode que en el fenorneno de "resistir alas invasiones violen-tas" sc introduce, al menos a primera vista, algun factordistinto de los tom ados en considcracion en la geometriapura. Por tanto, (en que consiste este factor? iDonde hayque buscar su explicacion cientifica?

La actitud de Galilee ante Ios problemas sefialados mues-tra cierta perplejidad, En la primera jornada hace frentea las mas atrevidas discusiones para buscar Ias causas ocul-tas de la "coherencia" entre las diversas partes de 105soli-dos: en Ia segunda, en cambio, se limita a tomar 110ta deque "indudablernente se halla" en los cuerpos solidos "unarcsistencia a ser despedazados" y -prescindiendo comple-tamente de Ia causa de esta resistencia- orienta todos susesfuerzos a determinar las relaciones matematicas entre estaresistcncia y "Ia longitud y grosor" de Ios cuerpos mismos.La divergcncia entre los dos tratamientos es evidente no so-lamente por Ia diversidad de su contenido, sino tarnbienPOl' el estilo, y todo hace pensar que en la segunda jorna-cia deja de Iado muchos de 10s puntos mas significativoscontenidos en la precedente,

Por dar una idea, aunque sea muy sumaria, de las cues-t.iones tratadas en la primer a jornada empezare por recor-dar que se inicia con el claro reconocimiento de que Ia so-Iucion del problema enunciado poco mas arriba exige pre-viamente una investigacion precisa y sistematica sobre laestructura de 1a materia. Pero precisamente esta investi-gacion introduce en el debate tantas otras cuestiones -igual-mente sutiles e interesantes- que Ios interlocutores llegana quedar completamente absorbidos por ellas, por 10 quehasta cierto pun to se ven obligados a dejar sin mas parala segunda jornada e1 examen del problema del que habianpartido.

5. El tema de Ias dos prirneras jornadas esta consti-tuido porIa primer a de Ias ciencias a que se a1ude en eltitulo de Ia obra: la ciencia que se ocupa de 1a resistenciade Ios materiales. EI razonamiento 10 sugiere, segun Galileo,un hecho bien conocido por cuantos trabajan practicamenteen construcciones mecanicas: cuando se construyen maqui-nas de proporciones diversas, "la maquina mayor, fabricada

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Galileo intuye con mucha elaridad que la investigacionsobre la estructura de la materia implica el estudio de cues-tiones complicadisimas relativas a la "continuidad", al "va-cio", al "atomo" y, por consiguiente, que se precisen Iasanalogias y las diferencias entre la subdivisi6n que practicael maternatico y la que practica el fisico. Las paginas de-dicac1asa esta discusion son, a pcsar de sus deficiencias,las mas fascinantes de la obra: el atomismo de Democrito-que en Ia antigiiedad habia sido concebido como una teo-ria de caracter puramente metafisico- se convierte aquien una hipotesis cientifica, cargada de significado practicey capaz de preparar y esbozar la explicacion de fenomenosfisicos muy determinados.

Especialmente importante es la discusi6n del vado (comonoci6n fisica), que lleva a Galileo a una amplia y profun-da polcmica contra la mecanica aristotelica y, sobre todo.contra su absurda pretensi6n de que en el vado es impo-sible el movimiento. Se analizan y critican las Ieyes queArist6teles pretende descubrir en la caida de los graves,en particular la que afirmaba la existencia de una propor-cionalidad entre el peso de los graves que caen y su veloci-dad de caida, Con agudisimos razonamicntos teoricos y ex-perimentales, Galileo explica la formaci6n en el de la opi-ni6n de que "si se quitara totalmente la resistencia del me-dio todas Ias materias caerian a la misma velocidad". Estaspaginas constituyen, manifiestamente, una especie de intro-duccion al tratado sobre el movimiento, que es el tema delas jornadas tercera y cuarta.

Prosigue el debate con un examen bastante precise de lasoscilaciones pendulares y de sus leyes (el isocronismo y laproporcionalidad entre el perfodo de la oscilacion y la raizcuadrada de la longitud del pendulo), ademas del fenomenodel sincronismo. Por ultimo, Ios resultados obtenidos seaplican al estudio de los fen6menos acusticos, de los cualesGalileo se habia ocupado ya varias veces; tienen especialinteres sus explicaciones de la resonancia y de los interva-los musicales.

De naturaleza completamente distinta, como hemos dichoya, es el caracter de la discusi6n en la segunda jornada (mu-cho mas breve que la primera). Aqui vuelve a tomar la de-lantera el planteamiento clasico, arquimedico, de la inves-tigacion: Galileo trata de esquematizar los diversos feno-menos de la resistencia de los materiales reduciendolos acombinaciones de palancas mas 0 menos complicadas; el

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estudio riguroso de las proporciones de estas palancas y desus condiciones de equilibrio se present a como el nucleocentral de la nueva ciencia, que de este modo cobra el as-pecto de una aplicaci6n pura y simple de una ciencia yaconocida desde la antigiiedad: la estatica. Se trata de unareduccion muy apreciada por Galileo porque le permitiaexaltar la excepcional eficacia de la geometria en el anali-sis de los problemas cientfficos, es decir, en la determina-cion de los principios elementales que entran en juego enlos Ienomenos aparentemente mas cornplejos. He aqui doscompases del dialogo que ilustran con particular c1aridadeste intento del autor (VIII, 175):

"Sagr. (Que hemos de decir, sefior Simplicio? (Acaso noconviene confesar que la virtud de la geometria es el maspoderoso instrumento, por encima de cualquier otro, paraaguzar el ingenio y prepararlo para discurrir y especularperfectamente? (Y no tenia razon Plat6n cuando querla quesus estudiantes estuvieran bien formados en las materna-ticas? Yo habia comprendido rnuy bien Ia facultad de lapalanca, y como aumentando 0 disminuyendo su longitudaumentaba 0 disminuia el momento de la fuerza y de laresistencia; pero a pesar de todo esto me engafiaba en ladeterminaci6n del presente problema, y no por poco, sinoinfinitamente. "

"Simpl. Verdaderamente, empiezo a comprender que lalogica, aunque es un instrumento poderosisimo para regu-lar nuestro razonamiento, no llega, al dedicarse la mentea la invenci6n, a la agudeza de la geornetria."

Sin embargo, el desarrollo necesario, geometrico de laargumentaci6n no Ie impide a Galileo realizar algunosexcursos interesantisimos en los mas diversos campos. Es-pecial importancia tienen los que hace al campo biol6gico,que Ie dan ocasi6n para examinar la naturaleza y funcionde las concavidades de los huesos, Ia proporci6n de losmiembros de los gigantes, etc. Estas divagaciones son labase de la mecanica biologica que despues de Galileo habriade lIegar a interesantisimos resultados.

Las jornadas tercera y cuarta estan dedicadas a la se-gunda de las nuevas ciencias anunciadas en eI titulo gene-ral del volumen: la dinamica, Constituyen la parte masperfecta de la obra, Ia cual =-segun Galileo=- demuestra delmodo mas evidente el enorme progreso de la ciencia moder-na respecto de la ciencia clasica, Y, realmente, mientrasque el estudio de la resistencia de Ios materiales se reduce

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-al menos en la segunda jornada- al ambito de una dis-ciplina antiquisima como la estatica, el estudio del movi-miento se presenta en cambio como una ciencia completa-mente nueva: nueva no en el objeto (ya exarninado por Aris-toteles), sino en los resultados alcanzados y en el metodoaplicado para alcanzarlos.

Reservando para el apartado septimo volver con mayoramplitud sobre los principios de la dinamica galileana, aquinos Iimitaremos a indicar sumariamente los razonamien-tos de las dos jornadas.

En la tercera se demuestran las leyes clasicas sobre elmovimiento uniforme, sobre el movimiento uniformementeacelerado y sobre el movirniento uniformemente aceleradoo retardado. El tratamiento es de caracter deductivo encuanto que considera los movimientos a partir de una de-finici6n abstracta y general de Ios anteriormente citadospara considerar despues, con rigor matematico, Ias propie-clades respectivas. Solamente en un segundo momento seprocede a la verificacion empirica de Ios resultados asi ob-tenidos, verificaci6n que se practica en planos inclinadosconstruidos expresamente para este fin. Dada la importan-cia del problema metodol6gico afrontado aqui por GalileeGalilei (problema que comprende el muy complejo de larelacion entre deducci6n y experiencia), considero indis-pensable dedicarle las dos ultimas secciones del presentecapitulo.

Lo que en cambio quiero destacar en seguida como unode los rnayores meritos de la obra es Ia claridad con queGalileo individualiza -y destaca- el punta mas delicado (ymas dificil de aceptar) de su teoria: el constituido por lapresencia en la misma de los oscuros conceptos de infinitoy de infinitesimo. Hoy es bien conocido el significado pro-fundo de la presencia de estos conceptos, pues todos sabe-mos que los conceptos de infinito y de infinitesimo (0, masprecisamente, de limite) constituyen el nucleo esencial y lamas importante novedad de las nociones de velocidad ins-tantanea y de aceleracion, en torno alas cuales gira todala dinamica galileana. Evidentemente, estas dificultades yano suscitan en nosotros ninguna duda particular puestoque poseemos -con el analisis infinitesimal- instrumen-tos seguros para dominarlas. Pero Galileo no disponia deellos todavia y por esto es digno de especial admiracion:su valor al introducir una definici6n de movimiento queimplicaba "infinitos grados de Ientitud", y su capacidad para

operar correctamente con movimientos de este tipo sonmeritos que le situan por derecho propio entre los rnayorescientificos de Ia epoca,

La cuarta jornada dedicada al estudio, arnplio y pro-fundo, de la trayectoria recorrida por los proyectiles, tra-yectoria que se basa en el celebre principio de composici6nde los movimientos. Tambien a prop6sito de esta jornada espreciso recordar que el tratamiento se desarrolla, comoen Ia precedente, en forma deductiva, es decir, a partir deproposiciones generales aceptadas como hipotesis (ex suppo-sitione) y no inferidas de la experiencia; a esta ultima sele reserva unicamente la tarea de controlar las consecuen-cias anterlormente demostradas teoricamente. Hay que se-fialar, ademas, el autentico "valor metodologico" demos-trado por Galileo al componer dos movimientos de tipo casiantitctico como el movirniento "natural" de la caida delos graves y el movimiento "violento" debido a la explosionde la polvora en el canon: Ia fisica aristotelica nunca habriapermitido unir, en el tratamiento cientifico, dos conceptostan diferentes.

El resultado mas importante que se consigue en estajornada 10constituye la demostracion de que la trayectoriacitada posee una forma parab6lica: ello le permite a Gali-leo la resoluci6n de muchos problemas practices, como porejemplo calcular la inclinacion del cation adecuada paraconseguir el mayor alcance (inclinacion que resulta ser ensus calculos de 45°). Merecen citarse las palabras con queSagredo comenta este resultado, pues dernuestran el entu-siasmo de Galileo al comprobar una vez mas la coinciden-cia de una previsi6n teorica y de una verificaci6n experi-mental.

"Llena de maravilla y de deleite a la vez es la fuerza delas demostraciones necesarias, las cuales son las materna-ticas. Ya sabia yo, por la fe prestada alas relaciones demuchos artilleros, que de todos los tiros de alcance de laartilleria 0 del mortero, el mayor, es decir, aquel en quemas lejos cae la bala, era el realizado con la elevacion dernedio angulo recto, al que ellos llaman del sexto puntade la escuadra: pero entender la razon de que esto ocurraasf supera infinitamente la simple noticia tenida de las ci-tadas afirmaciones, e incluso de muchas redobladas expe-r iencias" (VIII, 296).

Habria que dar ahora alguna noticia sobre las jorna-das quinta y sexta del DiaZogo; no obstante, dada su incorn-

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pletud, basta sefialar en unas pocas lmeas la cuesti6n queconstituye el terna de cada una de ellas.

La jornada quinta se refiere a la celebre teoria euclidia-na de las proporciones, que Galileo trata de hacer mas cla-ra y comprensible; la investigaci6n esta relacionada conlas divers as demostraciones de proporcionalidad desarro-lladas en el tratado De motu. El razonarniento es de carac-tel' exclusivamente rnatematico y no se presta a la intro-duccion de ideas nuevas y originales, La jornada sexta afron-ta, en cambio, el dificil problema Iisico de la percusi6n;en ella Aproino expone los intentos realizados par "Acade-mico" (es decir, Galileo) para "investigar que parte tiene enel efecto y en la operacion de la percusion el peso del mar-tillo y la mayor 0 menor velocidad con que se rnueve". Laconclusi6n del debate es que "Ia tuerza de la percusion esde momcnto infinito, porque no hay resistencia, por gran-de que sea, que no resulte superada por la fuerza de unapercusi6n muy pequefia" (VIII, 345).

6. En los primeros capitulos del presente volumen he-mos tratado de explicar 10 que Galilee entendia por "rna-tematica" cuando empezo a ocuparse de ella con tanto en-tusiasmo. Era, para el, una disciplina indisolublemcnte liga-da a la tecnica, al dibujo, al estudio dc los fenornenos na-turales (estudio cuantitativo, conseguido a traves de unamedicion 10 mas exacta que fuera posible). Con el paso delos afios Galileo fue atribuyendo un peso cada vez mayoral aspecto propiamcnte racional de esta ciencia, es decir,al caracter "necesario" de sus razonamientos. Sin embargo,ni siquiera entonces 10 que lc atraia era el contenido "ideal"de la maternatica, es decir, el complejo de concept os abs-tractos sobre los que se construyen las teorias aritrneticasque suelen denominarse "puras ": para el la matematica COl1-tinuaba teniendo un valor de medio y no de fin; era ungran auxiliar de la logica, la (mica gar anti a eficaz de lacorrecci6n de nuestros razonamientos (recuerdese 10 di-cho en e1 capitulo sexto sobre la funci6n que el Saggiatoreatribuye alas matematicas), Ahora bien: tarea de esta see-cion es esclarecer como esta tendencia a una interpretaci6ninstrumental de la matematica perrnanece sustancialmenteincambiada incluso en la ultima fase de la vida de Galileo(reservamos para el capitulo decimo volver una vez massobre las re1aciones entre matematica y 16gica).

Parece conveniente empezar con algunas observaciones

que, en su partlcularidad, pueden servir de confirmaci6n de10 dicho hasta aqui sobre el escaso interes de Galileo porla matematica como "ciencia en sf".

Ante todo esta el hecho =-singular pero innegable=- deque Galileo no realiz6 nunca una lectura seria de las obrasde Kepler, ni de las propiamente matematicas ni de las deastronomia y de optica, demasiado impregnadas de espiri-tu rnatematico. Es dificil explicar esta actitud sin admitiruna autentica antipatia de Galileo por el tipo de tratamien-to empleado en los escritos citados. Esta antipatia no seatenu6 con el tiempo, pues incluso en 1634-es decir, bas-tantes afios despues de la muerte de Kepler- Galileo sin-ti6 la necesidad de destacar (en una carta a Fulgenzio Mi-canzio ya citada) la profunda diferencia entre su propio"filosofar" y el del cientifico aleman: puede ocurrir, expli-ca, "que escribiendo de las mismas rnaterias, solamenteacerca de los movimientos celestes hayamos coincidido enalgun concepto semejante, aunque en bien pocos, y en quehayamos asignado a algun efecto la misma razon verdade-ra; pero esto no se verifica mas que en el uno por cientode mis pensamientos" (XVI, 163).

Empero, siempre a efectos de confirmar 10 dicho masarriba, mas instructivas que las relaciones entre Galileoy Kepler son las que existieron entre Galileo y su discipu-10 Bonaventura Cavalieri (el valioso autor de la Geometriaindivisibilibus continuo rum quadam ratione promot a, de1635).

Cavalieri se interesaba profundamente por las investiga-ciones de matematica pura, y en particular por el proble-ma de 10s indivisibles, que Ie habia sugerido el propio Ga-lileo. Advertido esto, es muy comprensible que, conociendolas muchas ideas que su gran Maestro tenia sobre la cues-tion, deseara verlas recogidas cuanto antes para darlas ala imprenta 0 para conocer los ultimos resultados consegui-dos por el, 0 bien para sentirse libre de publicar sus traba-jos propios (evitando el peligro de atribuirse, sin quererlo,10s meritos de Galileo). Pues bien: resulta penoso ver con-que insistencia -que se demostro inutil durante tantos.afios=- e1 discipulo escribe al Maestro rogandole que redac-te su obra matematica, tan esperada: "Y acuerdese de suobra sobre 10s indivisibles, que ya decidio componer, quesera muy grata ... " (29 de febrero de 1626; XIII, 309): "Encuanto a la obra sobre los indivisibles, me alegraria muchoque V. S. se dedicara a ella cuanto antes, a fin de que pu-

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•..•-diera llevar adelante Ia mfa, que entretanto voy Iimando ... "(21 de marzo de 1626; XIII, 312), etc. Todos los ruegoseran vanos; Galilee tenia siernpre ante sf otros estudiosque le interesaban mas.

Peru esto no basta: Cavalieri envi6 al Maestro algunosresultados obtenidos en sus propias investigaciones mate-maticas para conocer su autorizado parecer al respecto. Nisiquiera asi consigui6 alterar su indiferencia. "No puedomenos que pensar que soy un cnemigo capital de sus inti-nitas ocupaciones, ya que no puedo conseguir la menor sila-ba de respuesta a mis cartas" (17 de diciembre de 1627;XIII, 381); "Despues le escribi una carta pasado Pascua,en la cual le enviaba un ejemplo de mis Iogaritmos, perodudo que la haya recibido puesto que, deseando respues-tas no solamente respecto a esto ... no ha dicho nada ensu carta" (21 de mayo de 1631; XIV, 263).

El 10 de enero de 1634, apenas supo que Galileo estabapreparando una obra de caracter cientifico estricto, Cava-lieri se apresuro a renovar una vez mas su antiguo ruego:"Ouisiera rogarle, si tiene oportunidad, que se cornplacieraen tocar algun punta de la doctrina de los indivisibles,como ya habia pensado hace algunos afios, en atencion ami Geometria, y le quedaria agradecidisimo, Creo que aldialogar podra aparecer la ocasion: por ello espero ser fa-vorecido" (XVI, 15).

Se trata de documentos que hablan POl' sf mismos, tantomas si tenemos presente por un lado el gran aprecio queGalileo sentia por Cavalieri (que consigui6 obtener, preci-samente POl' apoyo del Maestro, una catedra de materna-tiea en la Universidad de Bolonia), y pOI' otro la habitualsolicitud de Galilee pOI' responder cuando se Ie preguntabaacerca de cuestiones que le interesaban. Creo poder con-cluir que la matematica, como "ciencia en sf", tal como lacultivaba Cavalieri, le gustaba poco a Galileo, Estaba llenode bastantes ideas geniales incluso en esta materia, pero noencontraba nunca tiempo para ocuparse seriamente de ella,

Finalmente hay que notar que cuando Galileo se decidiopOI' ultimo, en los Discorsi, a afrontar el problema de 105infinitesimos -accediendo al ruego de la ultima carta deCavalieri citada aqui-, dejo bien claro que solamente que-ria ocuparse de la cuestion no de modo puramente georne-trico, esto es, abstracto, sino refiriendose expllcitamente aun problema fisico: el de la division (y, por consiguiente, deIos atornos y del vacio).

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Como se ha sefialado ya en el apartado quinto, uno de10s mayores meritos de Galileo en la materia en cuestionconsiste en haber intuido en seguida la clara diferenciade significado que la operacion de subdividir tiene en elcampo de la fisica y en el de la matematica. En el primero,em realidad, podemos considerarla realizada solamente has-ta obtener cuerpos de tamafio finito (que Galileo llama"partes quanta"); en el segundo, en cambio, consideramosque puede proseguirse hasta el infinito (es decir, hasta ob-tener las "partes no quanta" 0 indivisibles geometricos).Precisamente la necesidad metodologica de resolver Ias pa-radojas originadas de la confusi6n entre los dos tipos desubdivision es 10 que impulsa a Galileo a profundizar enuna cuestion (el estudio de las "partes no quanta") queconsiderariamos hoy de "rnatematica pura".

He querido precisar "cuesti6n que considerariamos «hoy»de rnatematica pura" para poder afiadir en seguida queen realidad Galileo no la consideraba asi, pues estaba fir-memente convencido de que incluso las "partes no quanta"tendrian una referencia muy precisa en la naturaleza. Pen-saba que, mientras que es imposible proseguir la subdivi-sion de un solido hasta las "partes no quanta", en cambio,para los fluidos esta subdivision es una realidad: "Por con-siguiente, lhemos de creer que 10s fluidos son tales porquese reducen a los primeros indivisibles componentes suyos?No se hallar mejor solucion para resolver algunas expe-riencias... De ello me parece muy razonable concluir quelos minimos del agua, en los cuales parece resolverse siem-pre (por tener menos consistencia que algunos sutilisirnospolvos, de modo que no tiene consistencia ninguna), sonmuy diferentes de los cuantos minimos y divisibles; no sehallar mas diferencia que la consistente en que son indivi-sibles" (VIII, 85-86). Ademas estaba convencido -10 queconfirma 10 que se acaba de decir- de que la introduc-cion de las "partes no quanta" tenia un import ante signi-ficado fisico, pues proporcionaba un camino para la expli-cacion del misterioso fenorneno fisico de la condensaciony la rarefacci6n "evitando al mismo tiempo el vacio y lapenetracion de los cuerpos".

De cualquier modo, una vez puesto en claro que inclusala teoria de los infinitos y de los infinitesimos constituia, aojos de Galileo, una cuestion de matematica aplicada, debe-mas dar Ie de que en su tratamiento supo intuir algunos

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r

•--resultados muy importantes que hoy solemos considerar dernatematica pura.

Uno de los mas notables fue precisamente la exacta per-cepcion de la diversidad de estructura entre la subdivisi6nde una linea en un numero finito de "partes quanta" y laresolucion de la misma en un numero infinito de "partesno quanta". Vale la pena citar al respecto un fragmento de10s Discorsi que me parece todavia hoy de indiscutible ac-tualidad: "Ouiero que noteis que resolviendo y dividiendouna linea en "partes quanta», y, por consiguiente, numera-das, no es posible disponerlas en una extensi6n mayorque la que ocupaban cuando estaban juntas y una a conti-nuacion de otra sin la interposicion de espacios vacios;pero, irnaginandola resuelta en «partes no quanta», es decir,en sus infinitos indivisibles, la podemos concebir abstraidainmensamente sin interposici6n de espacios quanta vacios,pero sf de infinitos vacios indivisibles" (VIII, 72).

Otro paso genial realizado por Galileo en las paginas queexaminamos ahora es el consistente en confrontar entre sivarios infinitos. Es cierto que concluy6, con excesivos es-crupulos, que "los atributos de mayor, menor 0 igual notienen lugar no solamente entre los infinitos, sino tam-poco entre los infinitos y los finitos", pero indico, en cambio,un camino segun el cual los rnatematicos, bastantes siglosmas tarde, conseguirian extender Ios predicados citados alos conjuntos infinitos.

Tratandose de una materia tan delicada y tan diffcil, evi-dentemente no debe asombrarnos hallar en el tratamientode Galileo, al lade de algunas ideas nuevas y fecundas, bas-tantes nociones viejas y equivocas, heredadas de las confu-sas especulaciones neoplatonicas (como, por ejemplo, laafirmacion de que "si algun nurnero puede llamarse infinite,es la unidad"): sin embargo, 10 importante es que a travesde 10 viejo se abre camino tambien 10nuevo, que empiezana dibujarse los contornos del continente desconocido (ylejano aun) en que los matematicos del siglo XIX descubri-rian tesoros incalculables.

Lo que gusta en Galileo es el valor con que afrontaincluso estos temas, llenos de paradojas, y el esfuerzo querealiza para aportar a los mismos algo de claridad, es de-cir, para hacerlos dominables por la razon. No es solamenteque no se le oculta la dificultad de la subdivision -al con-trario, demuestra con extraordinaria agudeza que la mismasubdivision en "partes quanta" da lugar a numerosos pro-

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blemas muy delicados- sino tam bien que su conclusionsigue siendo positiva, llevandole a reconocer con energicafranqueza que "resolver la linea en sus infinitos puntos ...no es imposible", y que "no tiene en sf mayor dificultadque distinguir sus «partes quanta»". Es una conclusion queincita a proseguir la investigacion, a no dejarse veneerpor las paradojas y a esforzarse por anudar en razona-mientos correctos inc1uso 10 que repugna a Ia intuicion.

7. Antes de iniciar e1 examen de la funcion que atri-buye Galileo al metodo matematico en el tratamiento deIos problemas de Ia mecanica (examen que implica la deli-cada cuestion de las relaciones entre deduccion y experien-cia), conviene discutir los principios generales en que sefundamenta esta ciencia.

Como muy justamente observa Sebastiano 'I'impanaro.s"Los Dialoghi delle nuove scienze no son menos coperni-canos que el Dialogo dei massimi sistemi. Los teologos nolos condenaron porque no los comprendieron." Para con-vencerse del fundamente de esta observaci6n basta refle-xionar sobre 10 dicho al final del capitulo septirno. Si escierto que la mayor contribuci6n de Galileo a la victoriadel copernicanismo fue la eliminaci6n de las objeciones decaracter mecanico aducidas normalmente contra el (caidavertical de los graves, etc.), se desprende de ello que la se-gunda obra -dirigida precisamente a Ia consolidaci6n delas leves mecanicas aplicadas en la primera para refutarlas objeciones mencionadas- en realidad no hacia sinoaportar nuevas pruebas para confirmar esa refutacion. Erapor tanto una obra copernicana en cuanto que se dirigia aperfeccionar y profundizar Ios instrumentos va ernpleadosen el Dialogo sui massimi sistemi para probar la verdaddel copernicanismo.

Tratemos de esclarecer, pues, en que grado se realizeesta profundizaci6n, y empecemos a este fin por analizar Iaaportaci6n critica de la nueva obra a la determinacion delprincipio de inercia, base ultima de todo el "razonamientocopernicano" de 105 Massimi sistemi.

En cuanto a la demostrad6n de este principio, es preciseadmitir que se desarrolIa en las dos obras casi con lasmismas consideraciones, es decir, sobre la base de un "ex-perimento mental" tipico (esto es, un experimento de hecho

3. En Scritti di storia II Gritioa eletla 8cienza, cit., p. 97.

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•..,

no realizado y no realizable pero genialmente ideado porla imaginaci6n cientffica), En los Massimi sistemi Salviatipropone a sus interlocutores considerar el movimiento deuna bola "perfectisimamente redonda" sobre un plano "ex-quisitamente Iiso", y observar que si el movimiento es dedescenso la bola se acelerara mientras que si es de subida iraretardandose: "ahora decidme -pregunta a continuaci6n-10 que Ie sucederia al mismo m6vil sobre una superficieno inclinada en sentido ascendente ni descendente": la res-puesta que obtiene es que el movimiento "serfa perpetuo"(VII, 173).En las Nuove scienze la demostracion se exponeasf: "Attendere insuper licet, quod velocitatis gradus, qui-cumque in mobili reperiatur, est in illo suapte natura inde-lebiter impressus, dum externae causae accelerationis autretardationis tollantur, quod in solo harizontali plano con-tingit; nam in planis declivibus adest jam causa acceleratio-nis maioris, in acclivibus vera retardationis: ex quo paritersequitur, motum in horizontali esse quoque aeternum; sienim est aequabilis, non debilitatur aut remittitur, et mul-to minus tollitur" (VIII, 243). El paralelismo entre las dosargumentaciones es tan evidente que no merece la penainsistir en el,

Sin embargo una primera profundizacion del problemase hace clara en la segunda obra cuando pasamos de lademostraci6n del principio de inercia alas conclusiones quese obtienen de el. Y asi, mientras que Jos Massimi sistemideducen erroneamente, de Ja argumentacion citada, el carac-tel' inerte del movimiento circular unifonne con centro enel centro de la Tierra,' los Discorsi intorno a due nuovescienre se limitan, en cambio, a afirmar el caracter inertedel movimiento horizontal en que faltan causas de acele-racion 0 de retardamiento.

Pero (que peso hay que atribuir a la correccion del errorindicado? Para responder a una pregunta de tanta impor-tancia sera conveniente aludir al analisis realizado POl'Koyre, analisis -como ocurre frecuentemente- verdade-ramente riguroso aunque tal vez demasiado restringido y,por tanto, demasiado severo.

4. 4Pues -afirma Salviati- una superficie que debiera ser noinclinada ni hacia arriba ni hacia abajo, seria preciso que en todassus partes distara igualmente del centro. /.Pero hay en el mundoalguna de estas superficles?», y Simplicia responde en segutda: .Nofaltan: por ejpmplo la de nuestro globo terrestre, sf ~uera bienIin", (VII, 174),

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~1'~"""""""'''T'''''''''''''--

EI ilustre critico trances empieza por observar que losgraves del mundo estudiado en los Discorsi "no caen baciael centro de la tierra. Y, sin embargo, caen"," Examinandolas paginas de esta segunda obra -por ejemplo, el frag-mente citado poco mas arriba- podemos advertir segunKoyre que Galileo afirma "resueltamente el caracter delmovirniento hacia abajo", de modo que es "incapaz de hacerabstracci6n del peso". EI movimiento de la famosa bola noes rectillneo mas que cuando gira sobre un plano perpen-dicular alas lfneas de fuerza; apenas terminara este plano,la bola, atraida bacia abajo (no ya especificamente hacia elcentro de la Tierra como en el Dialogo) deberia caer necesa-riamente a 10 largo de Jas Iineas de fuerza del peso: "Sumovimiento no es en linea recta mas que cuando el gravepermanece en el plano horizontal; cuando deja de ballarseen este, este movimiento se prolonga de por si, pero elgrave deja de moverse en linea recta". En otros terminos:Galileo no consigue concebir la gravedad como "una fuer-za que actua sobre el cuerpo", sino como "algo que perte-nece al cuerpo mismo"; por ello no consigue nunca -nisiquiera en los Discorsi=- abstraerla completamente, y porconsiguiente no puede !levar su profundizacion del prin-cipio de inercia basta dar una formulaci6n del mismo ver-daderamente general. Koyre concluye que Galilee Ilega alumbral de este principicio, pero sin entrar en el con plenaconsciencia cientffica.

He creido oportuno referir con amplitud esta criticapara mostrar al lector la seriedad de las investigacionesmodernas sobre la bistoria del principio de inercia; encambio, me es imposible -pues ello me llevarta demasiadolejos del tema del presente volumen- exponer las razonescon Ias que Koyre trata de probar que corresponde a Des-cartes el merito de haber dado por vez primera una formu-lacion perfectamente general del principio mencionado.

Sin embargo, debo explicar por que considero el anali-sis de Koyre demasiado restringido y demasiado severo.Lo bare valiendome una vez mas de las palabras de End-ques (contenidas en su trabajo ya citado al final del capi-tulo 7); Enriques afirma que en las obras de Galilee nopodemos buscar un tratamiento del principio de inerciacomo ley en S1, separada del discurso general en el queGalilee inserta la mecanica: ese principio solamente es dis-

5. 01'. eit., vol, Ill, pp. 263 Y BlI.

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cutido y analizado como "preludio" alas discusiones sobreel movimiento relativo: "esta claro que el principio enun-ciado asi no se consider a como una ley puramente abstrac-ta, sino que se pone en relacion con la composici6n que sehace en todo momento del movimiento inerte con Ia acele-raci6n que imprimen las fuerzas que actuan sobre el", Es-tas palabras, que aparentemente concuerdan con las deKoyre, en realidad se encaminan a sostener una tesis casiopuesta: nos dicen, en realidad, que carece de sentido his-t6rico reprochar a Galileo no haber sentido la necesidadde dar una formulaci6n general del principio de inercia;10 importante es que Galileo supo aplicarlo con todo rigora todos Ios casos que Ie interesaban y supo convertirloen cl pun to de partida para llegar al principio de relativi-dad, por no hablar de Ia refutaci6n de Ias "objeciones meca-nicas" al copernicanismo. Despues de esto, icon que dere-cho se puede afirmar que no consigui6 captarlo en todasu generalidad? Lo capto en todo su valor, pero la suya fueuna profunda consciencia practica y no algo puramenteteorico, No hay que olvidar -y 10 recuerda el propioKovre-> que los discipulos de Galileo no sintieron necesi-dad alguna de abrir un debate cientffico acerca del prin-cipio de inercia, sino que 10 consideraron tocIos como unresultado ya adquiricIo cIefinitivamente para Ia nueva me-canica.

La precision de Enrinues de la importancia decisiva queGalileo atribuyo a Ia relacion entre el principio de inerciay el principio de relatividad nos sugiere que busauemosprecisamente en esta relacion la mayor profundizaci6n al-canzada en los Discorsi en comparacion con el Dialogo.Veremos que se trata de una profundizacion verdaderamen-te notable, relacionada con la nueva claridad que cobraen esta obra el principio fundamental de Ia "cornposicioncIe ]05 movimientos".

A este tema esta dedicada casi enteramente la jornadacuarta de los Discorsi, en Ia que Galileo, tras haber enun-ciacIo con todo rigor el "paralelogramo de los movimien-tos", consigue aplicarlo genialmente a la composici6n deun movimiento rectilineo uniforme (inerte) y cIe un movi-mien to rectilfneo uniformemente acelerado (gravitatorio),demostrando que el movimiento resuItante es de caracterparabolico. Vale la pena citar las palabras con que Sagre-do, tras haber seguido la demostracion del nuevo teorerna,expresa su propia admiracion y subraya Ios conceptos esen-

dales del importantfsimo resultado: "No se puede negarque el razonamiento es nuevo, ingenioso y concluyente, ar-gumentando ex suppositione, es decir, suponiendo que elmovimiento transversal se mantenga siempre igual y queel deorsum * natural mantenga igualmente su tenor de iracelerandose siempre segun una proporcion doble de 105tiempos, y que estos movimientos y su velocidad, al mez-clarse, no se alteren, perturben e impidan, de modo quefinalmente la linea del proyectil no vaya, en la continua-ci6n del movimiento. a degenerar en otra especie"(VIII, 237).

Como de costumbre, tampoco aqui se limita Galileo alenunciado del teorema general, sino que pasa en seguida abuscar las mas variadas e interesantes aplicaciones. EIprinclpio cobra asi, con la cIemostraci6n de su maravillosafecundidacI, una "autoridad nueva" que le da derecho a pre-tender que sus consecuencias sean aceptadas par tocIoestudioso realmente serio. Sin embargo sabemos ya poreI Dialogo sui massimi sistemi que entre estas consecuen-cias figuraban tambien Ias respuestas de Galileo alas "ob-jeciones mecanicas" contra el copernicanismo; por tanto.hay que concluir que tambien estas respuestas asumen in-directamente un nuevo peso cientifico.

De todo ello se desprende claramente que las Nuovescienze son efectivamente -como se ha dicho ya al princi-pio de la secci6n- una obra copernicana. No se trata yade un "manifiesto" del copernicanismo, como los Massimisistemi, sino cIe una obra que se desarrolla enterarnentedentro de la nueva orientacion copernicana cIe la cienciamoderna, profundizando sus principios y ampliando susresultados.

8. Dado que los resultados particulares mas interes an-tes expuestos pOl' Galileo en Ias jornacIas tercera y cuartade Ios Discorsi han entrada a formar parte del patrimoniocomun de Ia cuItura cientifica moderna, parece imitil in-sistir sobre eIlos afiadiendo algunas indicaciones a Ias po-cas citadas en el presente capftulo 0 en el segundo, aparta-do cuarto. En cambio, resultara instructivo que nos deten-gamos a examinar el t'metodo" seguido en el import ante tra-tado, y ello tanto mas cuanto que precisamente este mete-do suele ser considerado como uno de los mas s6lidos

• Movimiento de caida (N. de! T.)

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-......••..•ft Il

puntos de apoyo de la interpretacion platonica del pensa-rniento de Galileo.

Hernos recordado ya que el contexto de Ias jornadascitadas 10 constituyen un tratado en latin, De motu, Iefdopor Salviati a los otros dos interlocutores, asi como algu-nos debates en Italiano intercalados en Ia lectura de losdiversos teoremas. La forma del tratado es rigurosamentedeductiva: Galileo considera los movimientos a partir de de-finiciones muy precis as de los movimientos singulares vde axiomas generales de evidencia intuitiva para deducirde elIos -en Ia hip6tesis de que el lector los acepte- unaIarga serie de teoremas y corolarios. La deducci6n se reali-za en terminos maternaticos, cosa que le permite alcanzarun rigor verdaderamente ejemplar. A Ia observacion se Iereserva unicamente la tarea de controlar -en los debatesque sirven de comentario a los teoremas propiamente di-chos-s- la correspondencia entre los diversos resultados de-mostrados en el De motu y los hechos ernpfricos.

Tambien es necesario sefialar, por escrupulo de objeti-vidad, que el control empirico parece ir quedando relegadopoco a poco a una posicion de relieve cada vez menor,basta perder aparentemente casi toda su importancia.A este respecto resulta significativo el hecho de que en lajornada tercera la tarea de defender la exigencia ernpiricaqueda a cargo del aristotelico Simplicio: "Pero -objetaeste- si es asi la aceleracion de la que se sirve la natu-raleza en el movimiento de sus graves al descender, yo porel momento 10 sigo dudando: no obstante, para que yo yotros semejantes a mi comprendarnos esto me parece quehabrfa sido conveniente en este lugar preparar alguna ex-periencia de esas que se ha dicho que hay rnuchas, y queen casos distintos estan de acuerdo con Ias conclusionesrecordadas" (VIII, 212).

Aunque es cierto que Ia peticion se considera "rnuy ra-zonable" y por ello seaccede a la misma -precisamentepara responder a ella describe Salviati Ias famosas expo-riencias realizadas por Galilee haciendo correr una "bolade bronce durisimo, bien redonda y pulida", por un cana-liIlo "excavado" en un plano inclinado=-," el hecho, sin

embargo, de que semejantes experiencias no se insertendirectarnente en el tratado en Iatin sino solamente en lasdiscusiones (en italiano) suscitadas por su lectura parecesugerir la sospecha de que Galileo las considera poco me-nos que accesorias. He aqui 10 que escribe a este respectoel varias veces citado Koyre: 7 "Lo que pide el empirismoaristotelico son «experiencias» que puedan servir de basey de fundamento a la teoria; 10 que Ie ofrece la episterna-Iogta galileana, apriorista y experimentalista a la vez...son experimentos realizados a partir de una teoria, cuyafunci6n especifica es confirmar 0 falsar la aplicacion a larealidad de las leyes deducidas de principios cuyo funda-mento se halla en otra parte".

En la jornada cuarta la situacion se hace todavia masclara si es posible, esto es, mas favorable todavia a unainterpretacion platonica, Podemos referirnos al fragrnentocitado unas paginas mas arriba (en uno de los ultirnosparrafos del apart ado quinto), en eI que se afirrna que enten-der matematicamente la razon de un acontecimiento "su-pera infinitamente la simple noticia conseguida por otraspruebas, y tambien muchas repetidas experiencias", Estaafirrnacion, no obstante, debida a Sagredo, adquiere unsignificado todavia mas explfcito cuando se relacionancon ella las palabras inmediatamente siguientes, debidasesta vez al galileano autentico, esto es, a Salviati: "V. S. ra-zona muy verdaderamente; y el conocimiento de un soloefecto conseguido por sus causas nos abre el intelecto aentender y estar seguros de otros efectos sin necesidad derecurrir alas experiencias".

lQue hay que concluir? lHabra que admitir que en elmetodo galileano le corresponde a la experiencia una fun-cion completamente secundaria?

Koyre no tiene duda alguna a este respecto; consideraimposible negar, despues de haber analizado las dos ulti-mas jornadas de los Discorsi, que el fin al que tiende Gali-leo no es conocer el curso de los hechos sino las "esencias"que los fundamentan. Afiade ademas, para mayor claridad,que semejantes esencias necesariarnente deben ser confir-

6. EI artlficio de estudiar la calela de Ios graves segun un planoinclinado y no en Ia vertical tiene evldentemente la finalldad dedlsminuir la aceleracion. Supone Bin embargo que esta amtnora-cion no modUlea la forma de las leyes que regulan la calda (Drakeaflade a la presente nota Ia precision de que estos eXperlmentoa han

sido reproducidos recientemente, resultando ser perfeetamente rea-Iizables, ademas de adecuados a au finsUdad. Ct. T. B. S>lTTU:, AnExperiment in the Histort/ of Science, In .Selence&. 6 enero de 1961,IPP. 19-23).. 7. Op. ,c[t.,:vol. II, p. 145.

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8. Para las ideas brevemente esbozadas aqul remito sobre todoa 5U obra EI problema del conocimiento, ya citado en el cap. 2,apartado quinto, as! como a la conocida obra de Banfi (pp. 278, 307et passim), que en este problema reproduce fielmente Ias I1neasesenciales de la interpretacion de Cassirer. No puedo dlscutir encambio, por estar demaslado alejada del objeto del presente libro,la tesis de Cassirer acerca de las estrechas relaciones entre Galileoy Kant. Sobre esta cuestion ct. la breve pero muy puntual notade Franz BRUNETTI, A proposito di due interpretazioni del metodosperimentale di Galilco Galilei en «Belf'agor», 1956,fase. I, pp. 79-81\-

9. Individuo y Cosmos en la filosofta del Renacimiento.

cialmente por Galileo para llegar alas leyes en cuesti6n;y ello es tanto mas cierto cuanto que en 1604 Galileo cono-cia ya estas leyes pero, en cambio, no tenia una definicionexacta del movimiento uniformemente acelerado (en la car-ta a Sarpi, Galileo afirmaba que habfa llegado a un principio"natural y evidente" del cual deducirlas, pero era un prin-cipio cuyo error en seguida comprenderia el mismo, y delque haria una apretada critica). Se plante a entonces lapregunta: c::queIe garantizaba, en aquella epoca.Ta verdadde las leyes del movimiento uniformemente acelerado, dadoque no poseia todavia un principio exacto del cual dedu-cirlas, sino que incluso 10 buscaba en una direcci6n com-pletamente equivocada? Se trata de una pregunta que nopuede encontrar una respuesta facil en una interpretaci6nplatonica del pensamiento galileano.

Lo dicho no elimina, sin embargo, el hecho de que -almenos en el tratado De motu leido por Salviati durante lasdos ultimas jornadas de los Discorsi- Galileo muestra unentusiasmo tal por el metodo hipotetico-deductivo queacaba por darle una preeminencia absoluta respecto delmetodo presumiblemente seguido treinta afios antes en eldescubrimiento de las leyes en cuesti6n; hay que notar,no obstante, que su entusiasmo no le lleva nunca a con-fundir la demostraci6n ex suppositione de las leyes de quehablamos con la prueba de su validez efectiva. Asi, destacaa menudo la clara diferencia entre 10s dos problemas, yla subraya con tanta energia que llega a afirmar que unacosa es completamente independiente de la otra, hasta elpunta de que la demostracion ex suppositione conservariatodo su valor -puramente teorico, pese a que parecen 01-vidar esto 10s interpretes "platonicos't-> aunque Ilegara aresultados completamente faltos de correspondencia en lanaturaleza. Veanse, por ejemplo, las claras palabras queescribio Galileo sobre esta cuesti6n a Giovanni BattistaBaliani el 7 de enero de 1639: "Pero volviendo a mi tratadosobre el movimiento, razono ex suppositione sobre el movi-mien to, definido de aquel modo; de modo que aunque Iasconsecuencias no respondieran a particularidades del movi-miento natural, poco me import aria, de la misma maneraque en nada desmerecen las demostraciones de Arquime-des por el hecho de- que en la naturaleza no se encuentreningun m6vil que se mueva segun lineas en espiral"(XVIII, 12-13).

La afirmaci6n que se acaba de citar parece contener, a

madas solo aproximadamente por los hechos: por tanto,careceria de sentido querer partir de 10s hechos para lIegara ellas, pues corresponde, en cambio, a la matematica, ysolamente a ella, captarlas directamente.

Otro autorizado interprete del pensamiento de Galileo,Ernest Cassirer," afirma que el rnetodo del gran cientificode Pisa, aunque partiendo de la experiencia y terminandoen ella, se propone la tarea principal de resolver Ios datosde la observaci6n en "relaciones generales" de caracter noya empirico sino conceptual. En otros terrninos: en la in-vestigacion galileana corresponderfa a la experiencia sensi-ble una funci6n meramente ocasional: en cambio, la tareamas importante Ie corresponderia a la razon, que al de-terminar las relaciones matematicas entre una experienciay otra nos ensefiaria a "transformar 10 casual empirico enalgo necesario regula do por leyes", preparandonos de estemodo para el descubrimiento del orden inteligible, sistema-tico y unitario, en el que reside Ia realidad ultima, verda-dera y fundamental. "Las leyes esenciales de la naturaleza-precisa Cassirer- no son segun Galileo leyes del datoinmediato, de 10 que se puecle designar directamente, sinoque se refieren unicamente a casos ideales, que nunc a pue-den realizarse totalmente en la naturaleza. Sin embargo,ello no acarrea perjuicio alguno a su «objetividads",?

La cuesti6n es realmente muy grave y merece un examenatento. Precisamente para ello es preciso, a mi modo dever, relacionar la lectura de los Dircorsi a la de otros es-critos de Galileo.

Ante todo parece conveniente recordar una vez mas lacarta de 1604 -citada ya en el capitulo 2, apartado cuarto-en la que Galileo comunica a Paolo Sarpi el descubrimi entode las leyes del movimiento uniformemente acelerado, Deellas resulta claro que el procedimiento deductivo expuestoen la jornada tercera de los Discorsi no fue el seguido ini-

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•--primera vista, una condena de la experiencia; en realidadexpresa solamente la plena consciencia de Galileo de lainconfundibilidad entre deducci6n matematica y demostra-ci6n ffsica. Es una consciencia muy importante, como biensabe hoy todo cultivador de la rnecanica racional, que sesiente completamente libre de definir y estudiar en teorialos mas singulares movimientos sin preocuparse en abso-luto por si tienen 0 no correspondencia en la naturaleza.Para el cientifico actual 10 esencial es que no se confunda_y Galileo dista mucho de hacerlo- el estudio teorico ci-tado con la descripcion real de los fenomenos. Ciertamente,podra luego ocurrir, por ventura, que el movimiento men-cionado muestre corresponder a algun movimiento real,pero esto no seria mas que una aiortunada casualidad."Pero -prosigue Galilee en la carta citada- en esto yohabre sido, por decirlo asi, afortunado, pues el movimientode los graves y sus particularidades responden puntualmen-te alas particularidades demostradas por mi en el movi-miento por mi definido". lQuien puede negar que se esbozaaqul una instancia irreductiblemente antiplatonica? Estoes, aparece una clara diferencia entre la deducci6n (Iogica-mente necesaria) de una ley a partir de una definicionhipo-tetica y el hallazgo efectivo de la rnisma en la realidad(hallazgo no necesario puesto que puede faltar en los ca-50S menos afortunados).

,Creo que, bien mirado, esta distincion entre verdad exsuppositione y verdad de facto, presente ya en otros traba-jos de Galilee, nos proporciona en ultima instancia la ver-dadera clave para la comprensi6n del sentido profundodel conjunto de la obra que estamos considerando. Hacepoco hemos afirmado como cosa obvia, admitida por lamayoria de los estudiosos, que al eliminar del tratado enlatin la exposicion de las pruebas experimentales de suscelebres leyes Galileo quiso mostrar al lector la escasaimportancia cientifica de esta parte del analisis: no obstan-te, cabe preguntar que significa esta afirmacion. l Comopodemos demostrar que Galileo atribuia realmente mayorpeso en su obra alas paginas latinas que alas italianas?La verdad es tal vez distinta, susceptible de aplastar lainterpretacion "platonica" del pensamiento de Galileo: queeste empleo las dos lenguas con la muy precisa finalidadde subrayar la irreductibilidad de ambos tratamientos, estoes, a fin de probar a todos que la demostraci6n matematica,ademas de absorber en S1 la experimental, es independiente

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de esta, desarrollandose una y otra en planos completamen-te distintos.

Si las cosas son realmente asi, todavia cabria pregun-tar: lcomo explicar que Galilee quisiera dedicar tantaspaginas de su obra al tratamiento matematico del movi-miento? lC6mo explicar que realizara tantos esfuerzos parademostrar deductivamente algo que podia limitarse a ve-rificar mediante la experiencia?

Para responder a estas preguntas es preciso recordarque considerar completamente distintas la demostracionmatematica de un "accidente del movimiento" y su verifi-caci6n experimental no significa en absoluto negar que aque-Ila pueda ser de algun modo uti! a esta, Es cierto que nopuede garantizar su validez efectiva, pero, en cambio, pue-de poner de manifiesto las relaciones logicas entre un "ac-cidente" y otro y sobre todo hacernos comprender los prin-cipios generales implicitos en las conclusiones que nossugiere la experiencia: si algunos de esos principios fueraclaramente contradictorio, eUo deberia inducirnos a volvera examinar el problema mas a Iondo, cribando con mayorrigor las respuestas que nos da la naturaleza.

Aproino esboza una explicaci6n aparentemente convin-cente de los efectos de la percusion, pero Salviati Ie de-muestra con un razonamiento muy sencillo que no puedeser valida, Como aquel se siente confundido por su error,su amigo Ie consuela can las palabras siguientes, dondeesta clara la alusion a Galileo: "No os asusteis, senor Aproi-no, porque os aseguro que en el permanecer enredado en nu-dos para otros de facilisimo desenredo habeis tenido mu-chos compafieros: y no hay duda de que toda falacia serfapor su naturaleza de muy facil descubrimiento cuandootros ordenadamente la fueran desarrollando y resolviendoen sus principios, entre los cuales no puede menos quehaber alguno proximo 0 poco lejano que no se descubraabiertamente [also. Y en esta cuestion, de reducir con muypocas palabras a absurdos e inconvenientes palpables unasconclusiones falsas y siempre tenidas por verdaderas, nues-tro academico ha tenido un particular genio, y yo tengouna colecci6n de muchas y muchas conclusiones natura-les, tenidas siempre por verdaderas, y de el en adelante,con breves y facilfsimos discursos, manifestadas falsas"(VIII, 327).

La preocupacion metodologica de "andar desarrollandoy resolviendo ordenadamente en sus principios" cualquier

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proposicion cientifica revela aqui toda su importancia: dehecho en esa resolucion Salviati (0 sea, Galileo) halla elcamino mas id6neo para descubrir la posible falacia de las"conclusiones naturales". S610 cuando una "conclusion na-tural" sugerida por la experiencia muestra no implicarprincipios falsos ni resultar en contradicci6n con otras"conclusiones naturales" se puede aceptar como cientifi-camente segura, en caso contrario, habra que reexaminarlacon una investigacion mas cuidadosa de la experiencia.

La geometria, que segun Galileo es "el mas poderoso ins-trumento para aguzar el ingenio y disponerlo para razonarperfectamente" (como admite Sagredo en la jornada segun-da de los Discorsi, fragmento citado en el apartado quinto),es tambien, precisamente por esto, el instrumento mas aptopara desarrollar y resolver las conclusiones naturales ensus principios. A pesar de permanecer en el campo de laspuras hipotesis, desempefia, por motivos aclarados en otrolugar, una funci6n de primordial importancia en la inves-tigacion de la naturaleza. En realidad sirve de guia parael descubrimiento de los mas complicados vinculos entreuna conclusion natural y otra, y con ello ayuda a la de-terminacion del valor exacto de todo dato de la observa-cion, aun sin proponerse deducirlo a priori ni resolverlo enre1aciones conceptuales abstractas.

9. La tentativa esbozada en el apartado octavo de in-terpretar en funcion logico-instrumentalista el recurso a lamatematica, tan fundamental en las dos ultimas jornadasde los Discorsi, obviamente no pretende eliminar todaslas puntas "platonicas" de esta obra, sino que se proponeunicarnente el objetivo =-bastante mas modesto- de mos-trar al lector la real complejidad del pensamiento galilea-no. Puede ser util ademas porque en parte consigue ate-nuar la fractura existente entre los Discorsi y otros escri-tos anteriores de Galileo en los que estaba bastante clara-como mostrabamos en los capitulos precedentes- latendencia de este a atribuir a la rnatematica una tareapuramente auxiliar frente al conocimiento empirico y a la16gica. Veremos, por 10 demas, en el capitulo siguiente,que esta tendencia vuelve a aparecer con extraordinariaclaridad en las ultimas cart as escritas por el gran cienti-fico en 1640.

Parece oportuno afiadir aqui algo mas a 10 que se hadicho en las paginas anteriores sobre la funcion que se

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atribuye, siempre en Ia obra en cuestion, a la instanciaempirica. Hemos recordado ya que en la jornada tercerade los Discorsi Galileo deja al aristotelico Simplicio latarea de defender esta instancia, y afiadfamos que estehecho se interpreta corrientemente como una perdida devalor de la instancia empirica misma. Ahora nos pregun-tamos: lque garantiza que esta interpretacion sea correc-ta? lNo podria ocurrir, en cambio, que Galileo haya que-rido con esto reconocer la existencia de un ligamen pro-fundo entre la nueva ciencia y la mejor herencia del pen-samiento aristotelico?

En favor de esta ultima interpretacion esta el hecho deque, al volver en 1640 sobre el delicado problema de las re-laciones entre su propia metodologia y la aristotelica, Ga-lileo confeso abiertamente (como se explicara en el capitu-lo 10) la existencia de un ligamen real entre ambas, e inclu-so Ilego a afiadir que era precisamente el, mas que susadversarios, el verdadero continuador de Aristoteles, Perohay mas: afirmaciones parecidas, aunque menos explicitas,habian aparecido ya varias veces incluso en las obras pre-cedentes; basta recordar que precisarnente en el Dialogosui massimi sistemi Galileo habia afirmado con gran ener-gia y sin posibilidad de equivoco alguno que estaba comple-tamente de acuerdo con Aristoteles cuando este afirmaba:"que 10 que la experiencia y el sentido demuestran debepreferirse a todo razonamiento, aunque parezca muy bienfundado" (VII, 80).

En este punto algun interprete de tendencia platonicame objetara tal vez que las palabras citadas no represen-tan el autentico pensamiento del Dialogo: tanto es asi-dira- que precisamente en la misma obra Galileo aducecomo merito muy particular de Copernico "haber conti-nuado afirmando constanternente, con la ayuda de razones,10 que las experiencias prudentes mostraban ser contrario"(palabras ya citadas en el capitulo 7, apartado cuarto).Creo que -al menos en el caso de Copernico-i- la aparentecontradiccion puede ser resuelta como sigue: Galileo esperfectamente consciente de que e1 gran astronorno polacono habia conseguido demostrar la verdad ffsica de su pro-pia teoria (verdad conseguida por la ciencia solo en tiem-pos posteriores y sobre la base de experiencias astronomi-cas y terrestres muy precisas); pero, sin embargo, tambiensiente por el la mayor adrniracion, pues Copernico consi-guio intuir que estas pruebas sedan descubiertas tarde 0

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temprano, y sobre todo comprendio que las experienciasgroseras aducidas contra el heliocentrismo por los soste-nedores de la astronomia aristotelica y ptolemaica estabanfaltas de consistencia real.

Desarrollando 10 que se acaba de sefialar, a mi entenderpodemos concIuir que Galileo esta ciertamente de acuerdocon Aristoteles en preferir a todo razonamiento "10 quela experiencia y el sentido nos demuestran": sin embargo,no cree que la experiencia proporcione, ademas de los da-tos, la interpretacion correcta de Ios mismos. POI'ello creeque en muchos casos (por ejemplo el del copernicanismo)10 que nos parece que constituye una contradiccion entreciertos hechos y una teoria dada es unicamente una con-tradiccion entre nuestra primera y grosera interpretacionde estos hechos y la teorfa mencionada. De ahi Ia necesi-dad de despojar a Ios hechos (indiscutibles en sf) de lasvestiduras en que inconscientemente los hemos envuelto, yde ahi tam bien la necesidad de provocar hechos nuevos,mas precisos, que puedan captarse en su realidad, fuerade todo revestimiento tradicional.

Saber producir hechos de este ultimo tipo -es decir,experiencias no equivocas, descriptibles con precision ex-trema- significa, segun Galileo, saber int errogar a la na-turaleza. Para ello es necesario no limitarse alas primerasapariencias cualitativas (cargadas ya de interpretacionestradicionales peligrosisimas), e ideal' y construir dispositi-vos tecnicos 0 modelos en los que aparezca con cIaridad larespuesta de la naturaleza, excluyendo todo posible malen-tendido.

Pues bien: es preciso reconocer que precisamente en10s Discorsi Galileo supo darnos un ejemplo magnifico deeste tipo de preguntar, ejemplo que posteriormente se haconvertido en clasico en la historia de la ciencia. Se tratade la verificacion, a la que hemos aludido ya, de las leyesdel movimiento uniformemente acelerado mediante las ce-lebres experiencias de los pIanos inclinados: "experienciasrepetidas mas de cien veces", siempre con identico resul-tado, como explicaSalviati a sus interlocutores (VIII, 213),"y esto en todas las inclinaciones del plano, es decir, delcanal por el que se hacia descender la bola". Las observa-ciones asi realizadas constituyeron un interrogar a la na-turaleza verdaderamente eficaz, pues condujeron a medi-ciones exactas de los espacios recorridos porIa bola y delas velocidades que iba alcanzando. A este tipo de interro-

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gacion la naturaleza respondio inequivocamente, y su res-puesta fuc que las concepciones de la vieja mecanica aris-totelica y de la mecanica occamista eran insostenibles por-que estaban en clara contradiccion con "10que la experien-cia y el sentido demuestran".

Es muy probable que antes de 1604 (es decir, antes deposeer la definicion exacta del "rnovimiento uniformementeacelerado", que solo bastante mas tarde se coloco en labase del tratamiento deductivo, ex suppositiones, del mis-rno), Galileo imagine varias relaciones posibles entre elespacio y el tiempo en la caida de los graves. Pero los re-sultados de la interrogacion de Ia naturaleza realizada conel plano inclinado sirvieron para demostrarle Ia vel'dad deuna de estas relaciones y la falsedad de todas las demds.A partir de ese momento Ie vemos ir a la busqueda de unadefinicion general, rigurosa, del concepto de "movimientouniformemente acelerado", definicion que habra de permi-tirle deducir precisamente la mencionada relacion y no otra;es decir, le vemos asumir el resultado obtenido experimen-talmente como banco de pruebas para la verificaci6n efec-tiva de las teorias sobre el movimiento. lCon que derechopodemos sostener, ante un proceso tan caracteristicamenteexperimental, que la experiencia solamente desempefia enel un papel ocasional y secundario, como pretende Cas-sirer?

Apelando a la funcion decisoria que Galileo atribuyea la verificacion experimental -y dejando de Iado, encarnbio, el problema de la interpretacion de la funcion queatribuye a la matematica-> un valioso estudioso de tenden-cia marxista, Galvano Della Volpe, ha querido vel' recien-temente en el gran cientifico de Pisa al energico asertorde una "Iogica materialista". Aunque sin compartir plena-mente esta interpretacion, deseo dec1arar que estoy com-pletamente de acuerdo con Della Volpe en la medida quepolemiza vivamente -sobre la base del valor probatorio y"desaprobatorio" de la experiencia- con Ia interpretaciondel pensamiento de Galileo debida a Cassirer.l" Me limitarea citar un fragmento especialmente expresivo de la criticade Della Volpe, que me parece que cuadra muy bien dentro

10. En su obra Logica come scienza positivn, 2a. ed., G. D'Anna,Messina, 1956, Apcndice II et passim en todo el volumen. La citacorresponde a la pagiria 226. Sobre ta polernica de Della Volpe con-tra Cassirer, ct. el articulo de Brunetti citado en la nota 8 de estecapitulo.

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•..-de Ias conclusiones alcanzadas ya en esta seccion: "Galileehace valer una deduccion y precisamente una razon que, sipor un lado realiza una «resolucion» y una «composicion»maternatica 0 cuantitativa de 10 cualitativo 0 ernplrico, por10 que formula la idea de la «proporcionalidad de los es-pacios al cuadrado de los tiernpos» como hip6tesis verda-dera de Ia causa de la caida de los graves, por otro ladotiene Ia prueba de la verdad de su hipotesis, que por esose convierte en ley causal, no ya par [uerza propia (de larazon)..; sino especiiicamenie por el experirnento tecnicoque, en cuanto proporciona la desaprobacion 0 elirninacionde otros hechos concurrentes., , pennite a la razon supe-rar realmente la dificultad fundamental... de antecedentesdistintos del mismo hecho."

Sin insistir mas en este largo analisis podemos pregun-tarnos: lconsiguio Galileo alcanzar realmente una conscien-cia plena y exhaustiva de la naturaleza del metodo experi-mental? ,Consiguio esclarecer de modo realmente satisfac-torio la relacion que se actualiza ahi entre experiencia yrazon? Creo que una lectura atenta y libre de prejuiciosdel conjunto de sus obras nos obligant a dar a estas pre-guntas una respuesta decididamente negativa: as! 10 prue-ban las innegables oscilaciones de Galileo entre el recursoal mas puro rnetodo deductivo (ex suppositione] y el re-curso no menos energico y frecuente a la observacion em-pirica, Y 10 confirman tam bien las mismas polemicas ac-tuales entre sus interpretes, que hallan en sus escritosabundantes motivos para atribuirle concepciones casi anti-teticas, como la platonica y la materialista.

Lo singular es, sin embargo, que a pesar de estas incer-tidumbres, Galileo consiguio aportar al desarrollo de Iaconsciencia metodologica de la ciencia una enorme contri-bucion, cosa que se yen obligados a reconocer unanime-mente todos los historiadores, sea cual sea su orientacion,y como tarnbien hemos reconocido aqui varias veces aladvertir en sus escritos una cosccha inagotable de ricasobservaciones metodologicas de la mayor actualidad. Laexplicacion de esta singularidad hay que buscarla en lacomplejidad objetiva del problema del metodo, que nisiquiera la epistemologia actual ha conseguido resolvercompletamente. Precisamente porque Galileo intuyo, mejorque ninguno de sus conternporaneos, esta complejidad, pudoevitar enclaustrarse en una posicion dogmaticamente ra-cionalista 0 dogmaticamente empirista, y consiguio dibu-

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jar -aunque con cierta inseguridad- el camino a travesdel cual se desarrollaria a continuaci6n la ciencia moder-na. Si desde el punta de vista filosofico la complejidad desus intereses puede aparecer tal vez como una incoheren-cia, desde el punta de vista metodologico aparece, en earn-bio, como expresion de una consciente madurez: es la massegura prueba de que Galileo empez6 a interesarse por la in-vestigaci6n cientifica con un espiritu nuevo, al margen detodo esquema establecido, independientemente de que fueraplat6nico 0 aristotelico.

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Capitulo 10La serena conclusion de una vida combativa

1. La prolongacion del confinamiento en Arcetri, Ia tris-te perdida de la vista y los muchos y fastidiosos achaquesde la ancianidad no impidieron que Galileo cerrara su pro-pia vida en una atmosfera de serena y digna compostura.A sus amigos, a sus discipulos y finalmente a sus adver-sarios supo darles con su ejemplo una ultima leccion dehumanidad que no fue ciertamente la menos notable de susmuchas y preciosas ensefianzas.

Adviertase ante todo que el empeoramiento evidente desus condiciones fisicas tuvo para el anciano cientffico almenos una consecuencia beneficiosa: Ia de disminuir Iaseveridad de Ias 6rdenes dadas contra el por la autoridadeclesiastica, A consecuencia de ello se Ie autorizo, en 1639,a acoger a su lado, en su villa de Arcetri, a un estudiosomuy joven e inte1igente, Vincenzio Viviani, que permane-ci6 junto a el hasta el fin de sus dias y que escribi6 despuesun perfil biografico -varias veces citado aqui-, que, sipuede resultarnos fastidioso por la alabanza constante a10s perseguidores de Galileo (debido, por 10 demas, al ca-racter oficial de Ia obra, compuesta expresarnente por en-cargo del principe Leopoldo de Medicis), sin embargo nopuede dejar de conmovernos POl' su rebosante afecto haciael maestro.

Lo que Viviani supo ofrecer a su anciano Maestro, y quefue particularmente agradecido por el, no fue solamentesu propia devocion de discipulo adrnirado, sino S11 juvenile insaciable interes por Ios problemas cientificos, su deseode obtener siempre explicaciones nuevas, su capacidad paramantener vivo en Galileo el gusto por la investigaci6n. Nohay mejor testimonio a este respecto que Ias palabras die-tadas por el propio Galileo en una carta a Benedetto Caste-lli del 3 de diciembre de 1639: "Es manifiesto ... Que el du-dar en filosofia es padre de Ia invenci6n, al abrir caminoal descubrimiento de 10verdadero. Las oposiciones que meha hecho, desde hace ya muchos meses, este [oven, en laactualidad huesped y discipulo mio, contra aquel princi-pio [de que Ias relaciones demostradas para la caida delos graves segun la vertical valen inmediatamente para el

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• •....."descenso por un plano en cualquier inclinacion] supuestopor mi en mi tratado sobre el movimiento acelerado, quecl estudiaba entonces con mucha aplicacion, me hicieronpensar sobre ellas de tal manera, para persuadirle de queel principio es admisible y verdadero, que finalmente, congran deleite suyo y mio, llegue a encontrar, si no me equi-voco, la demostracion concluyente, que aquf he comuni-cado a mas de uno. De ella ha hecho el un redactado parami, que por hallarme privado de los ojos me habria con-fundido mucho en las figuras y caracteres que son nece-sarios" (XVIII, 125-26).La estimulante cornpafiia del jovenalumno fue, sin duda, una de las causas principales de laserenidad conquistada por Galileo; poco a poco le hizoolvidar los amargos recuerdos del pasado y le hizo sentirvivamente Ia fuerza invencible de Ia ciencia hurnana, queprogresa de generaci6n en generacion sin dejarse detenernunca por los obstaculos, por grandes que sean, que leoponen sus adversaries, ni por la desaparicion de los in-vestigadores, por valiosos 0 estimables que puedan parecer.

En octubre de 1641lleg6 a Arcetri para recibir las ulti-mas ensefianzas del Maestro otro joven cientifico, Evange-lista Torricelli, que seria, sin duda alguna, el mas genialcontinuador del espiritu galileano. Pero la voz de Galileoestaba apagandose y ya no podia afiadir nada nuevo acuanto estaba escrito en sus admirables obras.

Uno de los episodios mas caracteristicos del ultimo perio-do de Ia vida de Galileo fue su debate con Fortunio Liceti,un estudioso aristotelico, profesor de medicina y filosoffaprimero en Pisa, despues en Padua y finalmente en Bolo-nia, Lo mas significativo de esta polernica fue su modo dedesarrollarse, pues iniciada con una esperanza no muy dis-tinta de la de las antiguas polernicas, fue adquiriendo, encambio, al cabo de poco tiempo, un tono excepcionalmentemoderado, en el que se advierte claramente la profundaserenidad del espfritu de Galileo, que no puede separarsede una consciencia mas madura de su propio pensamiento.

Fortunio Liceti habia publicado hacia poco un tratadotitulado Litheosphorus sive de lapide bononiensi, al objetode estudiar la llamada "piedra luminosa de Bolonia", unaespecie de barita hallada en 1604 en monte Paderno, enBolonia, por un alquimista llamado Vincenzio Casciarolo;la piedra poseia la singular propiedad de hacerse fosfores-cente mediante la exposicion al sol, 0, como se decfa en-tonces, de absorber Iuz y devolverla poco a poco. E1 capf-

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tulo cincuenta de la obra tenia por objeto la luz cenicientaque todos podemos descubrir en la parte oscura de la Luna,especialmente cuando dista poco de la conjunci6n con e1Sol; tras haber tratado de refutar la teoria de Galileo -ex-puesta en el Side reus nuncius- segun la cual este fenome-no es consecuencia de los rayos solares reflejados por laTierra sobre la Luna, Liceti trataba de explicarlo, en earn-bio, como un resplandor originado por la atmosfera querodea a la Luna (ab aethere contermino ad Lunae globum.),la cual, analogamente a la "piedra luminosa de Bolonia",tendria la propiedad de conservar durante algun tiempo laluz anteriormente recibida del Sol (ut, absente sale, ac inumbra.: in parte lumine solari non tacta, conservent ali-quandiu lucem, quam prius a Sole susceperat ),

Dado que Liceti habia enviado a Galileo un ejemplar desu trabajo rogandole que le comunicara su juicio al res-pecto, y dado que, entretanto, incluso el prmcipe Leopoldode Medicis le habia pedido una respuesta al capitulo cin-cuenta del Litheosphorus, el anciano cientifico decidio, enmarzo de 1640,exponer su propio pensamiento acerca dela interesante cuestion, dictandolo al joven Viviani en laforma de una carta al citado principe Leopoldo.!

El texto de esta carta no ocuItaba el desprecio de GaU-leo por su adversario, sometido a las mas duras criticas;la polemica se hizo ademas todavia mas dura porque lacarta no fue enviada solamente, como era debido, al prtn-cipe Leopoldo, sino que se hizo circular entre varios ami-gos antes de que fuera puesta en conocimiento de Liceti.Este, por tanto, escribi6 al ilustre cientffico sin ocuItarsu resentimiento, aunque con palabras llenas de respeto, ysolicit6 de el autorizaci6n para publicar la famosa cartacon una replica suya. En este momento el debate habrfapodido sufrir una violenta interrupci6n 0 adquirir un tonocada vez mas agrio. Pero, en cambio, Galileo respondi6 a suadversario con una sincera cordialidad (que irfa aumentan-

1. Hay que recordar que desde hacia algunos afios Galileo hablavuelto a ocuparse de lOBproblemas de Ia Luna; precisamente Iehabla dedicado sus ultimas observaclones telesc6picas en 1637, antesde quedar ciego. Dio cuenta de ellas en una carta del 20 de febrerode 1638 (XVII, 291-97) que tenIa POl' objeto el problema del Ilamadotitubeo lunar. Constituye un pequefio tratado, breve pero completoen sl, verdaderamente ejemplar POl' el rigor metodol6gico y la Iirn-pleza de au estilo; la vieja tests gaIileana de la aflnldad 0 cparentes-co> de la Tierra y Is Luna Be refuerza notablemente. La carta flna-Iiza con algunas eonsideraciones amargas con respecto a Scheiner,

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do en los meses siguientes), llegando a prometerle redactar10 mas pronto posible un nuevo texto de su propio trabajo(esta segunda redaccion fue escrita en forma mucho mascortes que la prirnera, aunque no estaba falta de una finisi-ma ironia). Vale Ia pena reproducir algun parrafo de lacarta de Galileo a Liceti del 25 de agosto de 1640.

"Verdaderamente es admirable la modestia y delicadezacon que vos vais revistiendo vuestros conceptos, los cuales,aunque en sf mismos contienen algo de amargura interna-mente, sin embargo, preparados con tanta suavidad, sereciben con deleite y dulcemente ... No he pensado en pu-blicar impreso este escrito mio... pero si vos os decidis co

hacer publicar mis respuestas, yo, sin alterar en nada ninoguna de las cosas escritas par mf, la redactare de otraforma, enviando mis razonamientos, si os place, avos mis-mo... En cuanto a abstenerse de los aguijonazos, si comoespero de vuestra cortesia y generosidad que vais a hacer,asi os aseguro que si se me ocurriera replicar alguna cosa,aunque vencido por vos en doctrina no dejaria que pa-sarais por delante de mf en el respeto que debo a vues-tros grandes rneritos" (XVIII, 232-236).2

Es evidente que Galilee, por cortesia hacia su adversa-rio, no esta dispuesto a modificar siquiera minimamentesus propias opiniones; no es posible pretender una cosaas! en un pensador serio como el y todavia, a pesar de suancianidad, en plena posesion de sus facultades mentales.Lo que cambia, sin embargo, es Ia disposicion de su ani-mo; y esto no es poco, dado que precisamente este cambio(es decir, el abandono de las antiguas esperanzas y la con-quista de una serenidad superior) es 10 que Ie permiteexaminar con objetividad cada vez mayor el significado desu propia orientacion cientifica. En la seccion siguienteveremos que la correspondencia de Galileo con Liceti nosolamente no se interrumpe despues de los primeros com-bates sino que se hace cada vez mas amplia y mas seria,hasta dar ocasion a Galileo de volver a afrontar en todasu generalidad el problema de las relaciones entre el espi-ritu de la nueva ciencia y el nucleo autentico de la filosoffaaristotelica, Estoy convencido de que las aclaraciones deGalileo con su adversario -aclaraciones que no represen-

2. La carta de Galileo a Leopoldo de Medicis, en su segundaredacci6n, fue insertada enteramente en el segundo libro de Ia obraque en 1641 publico Liceti sobre la cuesti6n (tttulada De Lunae sub-obscura luce prope coniunctiones in eclipsibus observata).

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tan una involucion sino una profundizacion de las POSICIO-nes mantenidas siempre- nos ofrecen la clave mas segurapara penetrar en su pensamiento e intentar una interpre-tacion del mismo desprovista de unilateralidad.

Aqui queremos afiadir solamente, como confirmacionde la incambiada posicion cientifica de Galileo, que inclusoen el delicadisimo problema del copernicanismo se mos-tro constantemente fiel (a pesar de la abjuraci6n) a susantiguas convicciones, al menos dentro de los limites queIe permitian las norm as de pruden cia mas elementales,Nos da una prueba segura de elIo su carta a Francesco Ri-nuccini del 29 de marzo de 1641, cuyas palabras tienen unsentido tan claro que no necesitan comentario: "La false-dad del sistema copernicano no puede ser en absoluto pues-ta en duda, y maxime por nosotros cat6Iicos... Y como yoestimo insuficientes Ias observaciones y conjeturas coper-nicanas, mas falaces y erroneas considero las de Ptolomeo,de Aristoteles y de sus secuaces, dado que, sin salir de losterminos de los razonamientos humanos, se puede descu-brir bastante claramente la no conclusividad de las mis-mas" (XVIII, 314-16).

Tras haber explicado, con las variaciones citadas, comohay que entender la evoluci6n (en su animo, pero no ensus doctrinas cientificas) experimentada por Galileo en-tre 1638 y el dia de su muerte, hay que aludir por ultimoa un episodio de naturaleza completamente distinta que ilu-mina en un aspecto nuevo Ios recursos ilimitados de susiempre rica y viva personalidad: el episodio que constitu-yen la relaciones sentimentales entre Galileo y AlessandraBocchineri, quien tuvo el merito de acariciar "como ultimagracia el alma de Galilee", aportandole "con el fervor deuna vitalidad Iimpida, rica y vibrante ... casi un puro estre-mecimiento espiritual por encima del olvidado cansanciode la persona, una armonia de afectividad conmovida y decortesia tierna, la dulzura de un sereno encanto, comoel suefio, que es puro suefio de una primavera en lasultimas tibiezas otofiales"."

Alessandra, hermana de Geri y de Sestilia Bocchineri -lamujer de Vincenzio Galilei- habia conocido en su brevevida bastantes experiencias de dolor y de alegrta.s Viuda de

3. BANFI, op, cit., p. 239.4. Alessandra Bocchineri, nacida en IDS primeros alios del si-

glo XVII, muri6 en 1649.

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• I--Lorenzo Nati di Bibbiena, habia desposado en segundas nup-cias a Francesco Rasi, aretina, siguiendole a la corte del granducado de Mantua; tambien Rasi, no obstante, muri6 al cabode poco tiempo y Alessandra qued6 nuevamente sola, enuna ciudad extrafia y alejada de su propia familia. No dej6pese a todo a los Gonzaga, pero paso al servicio de Eleono-ra, hermana del Duque; de este modo, habiendose conver-tido Eleonora en esposa del ernperador Fernando, la siguioa Viena como dama de Ia corte. Alli la emperatriz le pre-sent6 a un brillante diplomatico -el florentino Gianfran-cesco Buonamici- que se convirtio en su tercer marido.En 1630 Aiessandra volvio de improvise a su patria "ha-biendo sabido evitar -como escribio su hermano a Galileo-«en solo dieciocho dias de viaje los malos encuentros de laguerra y de la peste, cosa que asombra a todos los que hantenido noticia de ello" (XVI, 100).

Como es natural, Vincenzio se apresuro a presentara su padre a su bella e inteligente cufiada, que habfa sabi-do suscitar en torno a sf tanto interes en las mas hrillan-tes cortes europeas; pues bien: por la correspondencia deGalileo y Alessandra vemos que en seguida se suscit6 entrelos dos una simpatia reciproca muy viva, que no solamenteno se debilito con el paso del tiempo, sino que cobr6 untono particularmente afectuoso precisamente en el ulti-mo afio de la vida del anciano cientifico, aportandole aquelaliento reparador de conmovida ternura de que hemoshablado hace poco. "Yo -escribe Alessandra (Prato, 27 demarzo de 1641)- a veces voy meditando conmigo misma deque manera podria hallar el medio para, antes de morir,ver a V. S. y estar un dia conversando con vos, sin darescandalo a celos a las personas que se sorprenderian deesta voluntad. Si pensara que V. S. se halla en buena salud,Ie quisiera mandar mis caballos y encontrar una pequei'iacarroza a fin de que me favoreciera viniendo a permanecerunos dias entre nosotros, ahora que hace buen tiempo.Pero suplico que quiera concederme la gracia de su res-puesta, porque en seguida mandan'! por V. S., y podravenir despacito, y no creo que sufriera con el viaje... Noquiero alargarme al escribir mas que para expresar la es-peranza que tengo de que V. S. me querra responder y es-cribir cuando debo mandar la carroza; diremos entonces10 que dice Arno cuando se vuelve grueso: que lleva enci-ma mucha ropa" (XVIII, 313).Es diffcil no sentir amarguracuando se lee la inmediata respuesta (6 de abril) en Ia

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que Galileo, tras hablarle de "Ia alegria inexplicable" queha experimentado al conocer su invitaci6n, ha de confesar-le sin embargo que no puede aceptarla: "No podre expre-saros 10 bastante bien el placer que tendria de poder, cantranquilidad no interrumpida, gozar con vuestras palabras,tan superiores alas comunes femeninas, tanto que pocomas sensatas y agudas podrian esperarse de los hombresmas expertos y practices en las cosas del mundo. Me dueIeque vuestra invitacion no pueda ser aceptada, no solopor las muchas indisposiciones que me tienen preso enesta muy avanzada edad mia, sino porque todavia me halloretenido prisionero por aquellas causas que son bien co-nocidas del muy iIustre senor Cavaliere, marido vuestro ySenor mio" (XVIII, 319).

Aunque no pudo volver a verla, 10 cierto es que Ia sintioespiritualmente muy cerca en el sereno ocaso de su vida.Resulta significativo que precisamente este dirigida a Ales-sandra la ultima carta de Galileo, del 20 de diciembre de1641: "He recibido la muy grata carta de V. S. muy Iltre.en un momenta en que me ha servido de gran consuelo,habiendome hallado en el lecho gravemente indispuesto demuchas semanas a aca, Day cordialisimas gracias a V. S.por el afecto tan cortes que muestra hacia mi persona ypor la condolencia con que me visita en mis miserias y des-gracias ... Le ruego que perdone esta nada voluntaria breve-dad mia en gracia a la gravedad del mal, y con cordiali-simo afecto beso sus manos ..." (XVIII, 374).

2. La carta de GaIileo al principe Leopoldo de Toscanaconsta de una primera parte en la que defiende con preci-sion su "anticuada" explicacion del resplandor lunar (ex-puesto treinta afios antes en el Sidereus nuncis) frente alas recientes objeciones de Liceti, y de una sc.gunda parteen la que somete a una critica detallada las argumentacio-nes aducidas par este ultimo en favor de su propia teoria,que recurre, como sabemos, a la pretendida fosforescenciade la atmosfera lunar. En las dos partes se afronta el pro-blema de la relacion entre las concepciones fisicas y 10s da-tos de la observacion: Galileo sostiene que "el sentido, enla primera aprehension, puede equivocarse", y que por tan-to es necesario corregirlo "can la ayuda del recto discursoracional" (XVIII, 511). Precisamente es esta correccion 10que Liceti no sabe realizar, ya sea porque no esta en situa-don de tener en cuenta todos los datos empiricos, ya por-

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que incurre en groseros errores 16gicos; "que hay falaciaabsolutamente, 10 pruebo tejiendo un razonamiento sobrelas huellas del suyo, sin apartarme siquiera un cabello, ydeduciendo despues de 61 una conclusion falsa, la cual de-berfa resultar verdadera si en la forma del argumento nohubiera habido una falacia" (VIII, 499). Tambien en estaobra, como en otras anteriores, Galilee afirrna con extremadecision la utili dad de la rnaternatica para evitar seme-jantes errores y vuelve sobre esta afirrnacion con mayorinsistencia dado que Liceti pretende, equivocadarnente, ha-ber desarrollado su propia investigacion "ffsico-matemati-carnente": "Vea pOI' tanto V. A. como el discurso materna-tico sirve para evitar esos escollos en los cuales tal vezel ffsico puro corre el peligro de tropezar y descalabrarse '(VIII, 521).

Particular atencion merece la alusion contenida en lasultimas Iineas de la carta en Ia que Galileo explica que noha pretendido dirigir su critica contra el aristotelismo engeneral, "sino contra algunos que quieren extender la filo-sofia y la autoridad aristotelica mas alla de terrenos limi-tados, y escudarse tras ella contra las objeciones de cual-quier otro, pese a que discurra racionalmente " (VIII, 542).La importancia de esta alusion consiste en que extiendeel debate con Liceti a un problema mas' general: el de lasrelaciones entre el pensamiento galileano y la fisica aris-totelica. Este sera el tema tratado por Galileo en variascartas a Liceti, y sobre todo en la del 15 de setiembre de1640 (XVIII, 247-51). Dada su importancia considero opor-tuno analizar sus principales fragmentos:

"Me es grato saber que V, S. Excma. junto con muchosotros, como dice, me tiene POl' adversario de la filosofia pe-ripatetica, pues esto me da ocasion de liberarme de seme-jante tilde (que as! 10 estimo yo) y de mostrar que soy en-teramente admirador de un hombre de tal calidad como esAristoteles. Me contentare, por Ifrnites de tiernpo, con esbo-zar brevemente 10 que pienso declarar y confirmar mas am-plia y manifiestarnente." Desgraciadamente Galileo no pudoconcretar el proyecto sefialado aqui, sobre el cual , como seha dicho, hay razones para creer que habia meditado lar-gamente en los ultirnos afios de su vida, y por consiguientedebemos contentarnos con el contenido de esta carta, real-mente demasiado esquematico para un tema tan importante.

"Creo (y pienso que vos sereis de mi opinion) que serverdaderamente peripatetico, es decir, filosofo aristotelico,

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consiste muy principalmente en filosofar de acuerdo con lasenseiianzas de Aristoteles, procediendo con los metodos ycon las verdaderas suposiciones y principios en que se fun-damenta el razonamiento cientifico, dando por supuestasaquellas indicaciones generales de Ias cuales apartarse seriaun grave defecto, Entre estas suposiciones esta todo 10 queAristoteles nos enseria en su Dialectica, relativo a hacer-nos cautos para evitar las falacias del razonarniento, orien-tandolo y acostumbrandolo a formar buenos silogismos ya deducir de las premisas concedidas la conclusi6n nece-saria: y esta doctrina corresponde a la doctrina del rectoargumentar. En 10 que se refiere a esta parte, creo haberaprendido de los innumerables progresos de los materna-tieos puros, nunca falaces, tal seguridad en la demostracionque, si no nunca, al menos rarisimas veces es mi argumen-tacion rota por equivocos. Hasta aqui, por tanto, soy peri-patetico".

Me parece que esta declaracion explicita confirma muybien 10 que he tratado de aclarar varias veces en los capi-tulos anteriores: que Galileo esta completamente conven-cido de la importancia de la Iogica aristotelica como un au-xiliar suficiente, y por ello recurre a la matematica, En rea-lidad, segun el, solamente la maternatica -practicamentey no s6lo teoricamente-> es idonea para proporcionarnosuna "seguridad tal en el demostrar" que nos sirve de garan-tia frente a casi todos los errores y equivocos, aunque seanlos mas ocultos e inveterados, Puede resultar oportuno ci-tar ahora una vez mas algunas palabras -ya referidas enlos capitulos precedentes- que adquieren a partir de aquiuna especial penetracion: "de Ia misma manera que exparte rei no se da terrnino medio entre 10 verdadero y 10false, asi en las demostraciones necesarias [y con esta ex-presion, como se explico ya en el capitulo sexto, Galileo serefiere ciertamente alas demostraciones maternaticas ] 0indudablemente se llega a una conclusion 0 se comete unparalogismo, sin que haya lugar para que, con Iimitaclo-nes, con distinciones 0 retorciendo las palabras 0 con otrosartificios, se pueda mantener de pie, sino que con palabrasbreves y al primer asalto queda Cesar 0 nada" (VI, 296; ci-tado en el capitulo 6, apartado cuarto); "(Que diremos,senor Simplicia? eNo conviene confesar que la virtud de Iageometria es instrumento mas poderoso que ningun otropara aguzar el ingenio y para prepararlo a discurrir y es-pecular rectamente?" (VIII, 175; citado en el capitulo nove-

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no, apartado quinto); "Yen esta parte, de reducir con po-quisimas palabras a absurdos e ineonvenientes palpableseonclusiones falsas y siernpre tenidas por verdaderas, nues-tro Academico ha tenido ciertamente un particular genio"(VIII, 327; citado en el capitulo noveno, apartado octavo).

Tras haber explicado el sentido y los Iimites de su pro-pia aceptaci6n de la 16gicaaristotelica, Galileo prosigue asi:"Entre los modos seguros de conseguir la verdad se hallael de anteponer la experiencia a cualquier discurso, estan-do nosotros seguros de que en este a 10menos ocultamente,estara contenida la falacia, pues no es posible que una ex-periencia prudente sea contraria a 10verdadero. Y este esun precepto valiosisimo de Aristoteles, y con mucho supe-rior al valor y a la fuerza de la autoridad de todos 10:,hombres del mundo".

El significado de este fragmento es muy claro, y meparece particularmente import ante que Galileo vuelva con61a la posici6n ya sostenida en e1 Dialogo sui massimi sis-temi 5 sin hacer al platonismo las concesiones que, al me-nos aparentemente, pareda haber hecho en algunas pa-ginas de 10sDiscorsi e dimostrazioni matematiche intorno adue nuove scienze. Considerado esto, me parece excesivoquerer limitarse unicamente a 10sDiscorsi olvidando 10quesu autor escribio, apertis verbis, antes y despues de eIlos(es decir, en el Dialogo y en la carta a Liceti). La energicaafirmacion de la "imposibilidad" de "que una experienciaprudente sea contraria a 10verdadero" confirma, a rni modode ver, de manera inequivoca la decision de Galileo de in-sertar la verificacion experimental en el centro de la prue-ba y falsaci6n de las teorias cientificas, Cuando un razona-miento contradice un "heche" debe hallarse en el "al me-nos ocultamente" alguna falacia, y precisamente es tareadel cientifico descubrir la naturaleza de esta falacia. Estono significa, naturalmente, que a la primera contradicci6naparente entre una teoria y una observaci6n empirica, segunGalileo, haya que abandonar la teoria cientifica; de otromodo habria tenido que abandonar inmediatamente la teo-

5. Las palabras de esta carta, de hecho, repiten escrupulosamentelas de Salviati en el £ragmento del Dialogo citado en el capitulo 9,apartado 6: «EI mismo [Arist6teles] lacaso no aftrma que 10 queIa experlencia y el sentido demuestran debe pre£erirse a todo razo-namiento, a pesar de que este parezca estar bien fundado? Salvlatly Galileo saben, y 10 declaran abiertamente, que este canon metodo-logtco se debe precisamente a Arist6teles.

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ria copernicana cuando 10s estudiosos creyeron descubriren ella una contradicci6n con determinados hechos de Iavida cotidiana (por ejemplo, con la caida vertical de 10sgraves). En casos como este existe la [alacia, pew no en lateoria, sino en el modo en que se pretende inferir de elladeterminadas consecuencias, contradichas par la experien-cia. Asi, en el ejemplo de 1a teoria copernicana, la falaciaconsiste en pretender que de la hip6tesis copernicana se de-rive la imposibilidad de que 10s graves caigan verticalmen-te. Para corregir esta falacia, por consiguiente, es precisocorregir un [also razonamiento, y no abandonar la hipo-tesis, y precisamente en esta correcci6n la matematica pue-de proporcionar la mas preciosa ayuda (por ejemplo, en e1caso del copernicanismo, podra demostrar, como precisa-mente ensefio Galileo, que de 1a hip6tesis del movimien-to de la Tierra no se deriva de ningun modo que 10s gra-ves dejados caer libremente queden por detras de Ia ver-tical, sino que, por e1 contrario, deben caer par de1ante deella, como sera mostrado en tiempos bastante posterioresa 1a epoca galileana).

Tras haber afirmado su aceptaci6n de los dos canonesmetodo16gicos fundamentales de Aristoteles, Galileo afir-ma, sin embargo, con igual energia su disentimiento de 10saristotelicos que, como e1 misrno Liceti, olvidando que e1Estagirita ensefio que debe preferirse la experiencia "al va-lor y a la fuerza de 1a autoridad de todos los hombres delmundo", se someten precisamente a la autoridad absolutade Arist6teles "por cuyo mantenimiento se yen llevados anegar experiencias prudentes 0 a dar extrafias interpreta-ciones de 10s «textos» de Arist6teles mediante declaracio-nes y limitaciones con las que a menudo haran decir a1mismo fi16sofolas cosas mas extravagantes y seguramentemas alejadas de su pensamiento", Estos aristotelicos noadvierten que Arist6teles puede haberse equivocado a pesar

\ de la justeza de los canones metodologicos que se habiaI propuesto seguir. "No es contradictorio que un gran arti-

It fice tenga preceptos muy seguros y perfectos en su arte, Y

que, sin embargo, en el ejercicio del mismo se equivoque! en algun punta particular, como, par ejemplo, que un! musico 0 un pintor, poseyendo los verdaderos preceptos del su arte, hagan en la practica alguna disonancia 0 sin dar-\ se cuenta cametan algun error en la perspectiva. Yo, pori tanto, sabiendo que estos artifices no solamente no poseian( simplemente los preceptos verdaderos, sino que habian sidoL~." 225

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sus inventores, viendo alguna falta en alguna de sus obras,idebo tenerla por bien hecha y por digna de ser defendidae imitada, en virtud de su autoridad? Aqui ciertamente noprestare mi asentimiento". Analoga actitud hay que tener,segun Galilee, respecto de Aristoteles, y ello precisamentequien quiera ser fiel a sus ensefianzas metodologicas. "Porahora quiero afiadir solamente esto: que estoy segura deque si Aristoteles volviera al mundo, me recibiria entre susseguidores, en virtud de mis pocas contradicciones a el,pero que son muy concluyentes, rnucho mas que las demuchisimos otros que, para sostener como verdadera todaafirmacion suya, van expJicando a partir de sus textos con-ceptos que nunca le pasaron por la mente. Y cuando Aris-toteles viera las novedades descubiertas recientemente enel cielo, que el habia afirmado que era inalterable e inmu-table porque hasta entonces no se habia visto ninguna al-teracion, indudablemente, cambiando de opinion, diria aho-ra 10 contrario; pues bien se comprende que si dice que elcielo es inalterable porque no se habia visto alteracion al-guna, ahora diria que es alterable porque se descubren enel alteraciones".

Con esta ultima Hamada a la experiencia concluye laparte de la carta que se refiere a la cuestion examinada.Y es una Hamada muy significativa y cuya importancia espreciso subrayar: entre la afirrnacion teorica "el cieloes inalterable e inmutable" y la comprobacion ernpiricade "que se advierten alteraciones en el" la contradic-ci6n es manifiesta; en este caso, por tanto, no se preci-san demostraciones matematicas especiales para aceptar laincompatibilidad entre la primera tesis y la segunda: setrata de una incompatibilidad evidente que no se prestaa "retorcirnientos de palabras" 0 a "artificios" de ningunaespecie. Por tanto es preciso aceptar la afirrnacion teoricao negar la comprobacion empiric a, 0 aceptar esta y negaraquella, En un caso tan claro a Galileo no se Ie planteaduda alguna: para ser fiel a Aristoteles ha de negar la teo-ria aristotelica de los cielos; por "preferir la experiencia alrazonamiento" debe entrar en lucha abierta con el aristote-lismo de sus contemporaneos,

3. (Hay que concluir por tanto que Galileoera aristo-telico? A esta pregunta no se puede responder, a mi enten-der, con un simple "si" 0 un simple "no". Es preciso daruna respuesta mas complicada.

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Ante todo me parece que el examen realizado con tan-ta serenidad por el propio Galileo, acerca de Ias relacionesexistentes entre su propia posicion y la de Arist6teles esampliamente suficiente para demostrarnos que existen sinninguna duda en el pensamiento galileano profundas hue-lIas de aristotelismo. Y puesto que la mas import ante deellas consiste en preferir la experiencia al razonamiento,esto me parece suficiente para excluir una interpretaci6nen sentido puramente platonico de Ia ciencia galileana.

Pero sin embargo tambien es cierto que el recurso gali-leano a la experiencia va bastante mas lejos que e1 recursoanalogo de Aristoteles, pues Galileo sabe muy bien que Iaexperiencia, para tener valor probatorio, ha de ser es-crutada sabiamente; en realidad afirma a menudo -comohemos visto en un fragmento de la carta al prmcipe Leo-poldo citado al principio de la seccion anterior- que "elsentido, en la primera aprehension, puede equivocarse"(C6mo hay que proceder para su correcci6n? En esta tareade correcci6n Galileo no es ya puramente aristotelico, puesrecurre, ademas de a la logica, a la matematica, ya comola gran elaboradora de razonamientos correctos, ya comoguia de una observacion mas exacta de la naturaleza (obser-vacion cuantitativa y no ya puramente cualitativa), ya inclu-so como sugeridora de dispositivos tecnicos (0 modelos)para el control de las hip6tesis teoricas. Galileo considera,sin embargo, que si "ir mas lejos" de Arist6teles no es "ircontra" Aristoteles, y si a veces recurre a Platen, no 10hace ciertamente para volver a un tipo cualquiera de "su-bordinacion de la experiencia al razonamiento", sino parareforzar su propia polemica contra los aristotelicos (con-tra los "falsos aristotelicos"), y para subrayar la impor-tancia atribuida a la maternatica como complemento de Ialogica (recuerdense las palabras de Simplicio, ya citadasen el capitulo noveno: "verdaderarnente empiezo a com-prender que la Iogica, a pesar de sel' un instrumento muypoderoso para regular nuestro razonamiento, no llega... ala agudeza de la geometria"),

Me parece que puede excluirse que la importancia ins-trumental atribuida por Galileo a la matematica pueda in-terpretarse como adhesion a un matematicismo metafisi-co: en primer lugar porque, como se ha dicho hace un mo-mento, inserta la matematica en la logica 0, para ser masexactos, la inserta en el gran proceso de rectificacion dellenguaje que considera indispensable para el desarrollo de

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la investigacion cientifica (y que segun 61no solamente debeconsistir en el uso de razonamientos vcrdaderamente co-rrectos, sino tambien en la eliminacion del lenguaje cien-tifico de fraudes y referencias equivocas a conceptos "meta-ffsicos", en el sentido de "no operatives"): G en segundo lu-gar, porque casi siempre considera a la maternatica comouna disciplina vinculada a la tecnica y no como "materna-tica pura" en el sentido moderno del termino (precisamen-te porque le atribuye una funci6n de aproximaci6n al rnun-do natural, no de aproximaci6n a un mundo de entidadesideales trascendentes). Y si es cierto que Galileo se permi-te de vez en cuando expresiones que se prestan a interpre-taciones platonizantes -asi, por ejemplo, en 1a celebre me-tafora de la naturaleza como libro escrito en caracteresmatemattcos=-, en estos casos es evidente el fin puramen-te polemico de las expresiones mismas. Recordemos, porlirnitarnos al ejemplo citado, que 1a metafora anterior apa-rece en II Saggiatore para contraponer el mundo veridicode 10s cientificos al mundo fantastico de 10s poetas. Esinteresante observar que la misma rnetafora reaparece enuna carta a Liceti (no en la citada en el apartado segundo,sino en otra de enero de 1641); en esta ocasi6n e1 libro dela naturaleza no se contrapone ya a los 1ibros de fanta-sia escritos por 10s poetas, sino a 10s libros de Aristoteles.A pesar de 1a diversidad del terrnino de referencia, la in-tencion confesada abiertamente en uno y otro caso consisteen combatir el principio de autoridad, no en afirmar unarealidad geometric a que se halle por debajo de 1as apa-riencias fenomenicas: "Concluire solamente diciendo que,a1 tener V. S. Excma, por objetivo suyo el querer man-tener como cierta toda afirrnacion de Aristoteles, y afirmarque 1as experiencias no muestran cosa a1guna que hayasido desconocida para este, hace 10 que tal vez no podrianhacer rnuchos peripateticos juntos; si la filosoffa fuera 1aque se contiene en los 1ibros de Arist6teles, V. S. seria a rnientender e1 mejor filosofo del mundo, pues tan a mana meparece que tiene todas las citas de este. Pero yo estimoque el libro de 1a filosofia es el que perpetuamente tene-mos abierto ante nuestros ojos, pero como esta escritoen caracteres diferentes a los de nuestro alfabeto, no pue-de ser leido POl' todos: Ios caracteres del libro son trian-

6. Recuerdense las constderaciones desarroJladas en las dos ulti-mas secctones del capitulo 3 y en el capitulo 5.

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gules, cuadrados, circulos, esferas, conos, piramides y otrasfiguras matematicas, muy aptas para esta lectura" (XVIII,295). Las palabras iniciales del fragmento, "teniendo V. S.por objetivo suyo. .. afirmar que Ias experiencias no mues-tran, etc.", prueban abiertamente que el recurso a Ia ex-periencia y la polemica contra el principio de autoridad sonpara Galileo una misma cosa; tambien puede servir estode confirmaci6n para la tesis indicada mas arriba, acercade la irreductibiIidad del pensamiento galileano a una for-ma mas 0 menos abierta de platonismo.

Precisamente el tema de que acabamos de hablar, Iapolemica contra el principio de autoridad, nos lIeva a exa-minar uno de los argumentos a mi modo de ver mas decisi-vos para la valoracion de Ia "filosoffa" de Galileo. Que a 10largo de sus obras insisti6 largamente en la polemica con-tra el citado principio es cosa fuera de duda; bastante me-nos segura me parece, sin embargo, que comprendiera afondo el complejo significado de esa polemica,

(POI' que realizaban tantos esfuerzos los aristotelicos delos siglos XVI y XVII para vincular su ciencia al nornbre deAristoteles? Es muy probable que GaIileo no se pJantearanunca esta cuesti6n, Y por consiguiente no Ie dio respues-fa alguna. Sabemos sin embargo que esos esfuerzos tenfanun significado filos6fico muy determinado: se encaminabana hallar una relacion entre las investigaciones cientificas yun gran sistema metafisico, relaci6n que, segun los aristote-licos, era indispensable para dar unidad, Y, POl' consiguien-te, seriedad, a estas investigaciones. En otras palabras: sinuna relacion de ese tipo las investigaciones -en vias de de-sarrollo continuo- corrfan el peligro, segun ellos, de frag-mentarse en mil corrientes, de pulverizarse, de reducirse apuras investigaciones tecnicas, de perder, en suma, su va-lor "teoretico". Lo que esta posici6n presuponfa era que Iaciencia sola no puede tener consistencia alguna si no estagarantizada por una metaffsica.

Dicho esto, resulta perfectamente claro e1peligro que losaristotelicos advertfan en el proceder de GaIileo; impor-taba poco que se atuviera 0 no a los canones de Aristote-Ies: ]0 grave era, a su modo de ver, la pretension de Ia nue-va ciencia de romper toda relaci6n de subordinacion respec-to a una metaffsica antigua y salida. Y que se trataba deuna ruptura extremadamente profunda 10 comprendfan me-jor que Ios jesuitas; estes, en realidad, esperaban poderhallar con artificios oportunos una especie de compromiso

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entre la nueva ciencia y la antigua metafisica; 10s aristo-telicos, en cambio, no se hacian ilusion alguna al respecto.Si queremos ser sinceros no podemos pretender que su diag-n6stico fuera equivocado: el nacimiento de la nueva cien-cia representaba realmente un golpe gravisimo a la meta-fisica, un salta revolucionario que no admitia compromi-sos. lQue podia nacer de ella? lA donde llevaria el multipli-carse las investigaciones particulares, fuera de todo sistema?

Esta preocupacion de los aristotelicos era tan seria que,aproximadamente en los mismos afios, fue compartida, aun-que desde un punta de vista distinto, por un pensador dela altura de Descartes, el cual, sin embargo, convencido deque la ciencia moderna era imposible de negar, no persisti-ria ya, como los sccuaces de Aristoteles, en una lucha es-teril contra ella, sino que buscaria una nueva metaffsicacapaz de ofrecer a la ciencia naciente un Iundamento filo-sofico nuevo, tan solido como el ofrecido por el aristotelis-mo alas viejas investigaciones pregalileanas.

Considerado desde este punto de vista, esta claro queGalilee no fue un aristotelico. Pero no fue tam poco un pla-tonica; podemos decir incluso algo mas: no rue un auten-tico filosofo. No comprendio el alcance filos6fico de la revo-luci6n cientifica por el mismo propugnada; no quiso preo-cuparse por las consecuencias que antes 0 despues se deri-varian de ella. Su unica preocupaci6n autentica fue ayu-dar de todas las maneras posibles al desarrollo de la nue-va ciencia, de abrirle paso valerosamente, superando todoslos obstaculos que podian hacerle frente, fueran los de lametafisica 0 los de la teologia.

De ahi su gran interes metodologico: de ahi sus tena-ces luchas por liberar los debates cientificos de cuanto po-dia oponer un obstaculo al libre desarrollo de la investi-gaci6n; de ahf tambien la ausencia en el de una investi-gacion realmente seria encaminada a descubrir los presu-puestos filosoficos de los nuevos metodos necesarios a laciencia. Para el s610 era importante una cosa: que estosmetodos nuevos resultaran verdaderamente eficaces, por10 que Ia ciencia, valiendose de ellos, pudiera realizar pro-gresos cada vez mas rapidos,

En una comunicaci6n reciente y muy estimable al Con-greso Internacional de Historia de las Ciencias (celebradoen Florencia en setiembre de 1956),1 A. C. Crombie ha pues-

7. Titulada Galileo Galilei: a philosophical Symbol.

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to cIaramente de manifiesto que Galileo ha podido ser con-siderado un "simbolo" de bastantes tendencias filos6ficas in-conciliables entre sf (platonica, kantiana, experimentalista,positivista, etc.): Y, efectivarnente, cada una de estas orlen-taciones ha conseguido encontrar, en las obras de Galileo,algunas expresiones apropiadas para justificar su propia in-terpretacion. Considero que ello puede explicarse por elhecho de que Galileo no tuvo en realidad una filosofia pro-pia, elaborada conscientemente.

No hav que creer que en 10que acaba de decirse hay unintento de desvaloraci6n. Si Galileo no fue un fil6sofo, enel verdadero sentido de la palabra, ocupa a pesar de elloun luzar de primerisimo plano en la historia del pensamien-to filos6fico POl' su valiente acci6n de runtura, por su luchavictoriosa en favor de la autonornia de Ia investizacioncientffica y por la confianza en la razon oue supo infundiramnliamente entre sus contemporaneos, En el mismo mo-mento en que reconozco que no puede convertirse en sim-bolo de tal 0 cual sistema filosofico particular, me pareceque es oblizado reconocer que es el hombre mas id6neopara simbolizar la edad moderna y algo mas: es su inicia-dor; es su tenaz e invencible animador.

4. Desde 10s primeros dfas de noviernbre de 1641,Gali-leo se via obligado a guardar cama por una fiebre debilpero continua, con dolores de rifiones y fuertes palpitacio-nes del coraz6n. Junto a el permanecian ininterrumpida-mente 10s dos discipulos. Evangelista Torricelli y Vincen-zio Viviani; Galilee mistaba todavia de seguir atentamentesus discusiones cientfficas, pero cada vez Ie era mas diffciltomar parte directamente en ellas.

La neche del 8 de enero de 1642-como narra Viviani-"con filos6fica y cristiana constancia entreg6 su alma alCreador, enviandose esta, POl' 10 que es dable creer, a gozary volver a mirar mas de cerea esas eternas e inmutablesmaravillas que nor medio de un fraail artificio con tantaavidez e irnpaciencia habia procurado acercar a nuestro'>ojos mortales", Tenia Ia edad de 77 afios y casi 11 meses,

"Su cuerpo -prosigue el Racconio istorico de Viviani-fue trasladado de la villa de Arcetri a Florencia, Y POl' en-cargo de nuestro Serenisimo Gran Duque heche guardaren el temnlo de Santa Croce, donde se halla la antizuasepultura de la noble familia de los Galilei, can el proposi-to de Ievantarle augusta y suntuosa sepultura en el Iugar

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mas visible de la iglesia, y asi, no menos que durante Javida, honrar generosamente despues de la muerte a la famainmortal del segundo Americo florentino, descubridor no yade una poca tierra, sino de innumerables globos y de nue-vas luces celestes, mostradas bajo los felicisimos auspiciosde la Serenisima Casa" [de los Medicis}.

La "augusta y suntuosa sepultura" no pudo construir-se, sin embargo, porque con fecha de 25 de enero del mismoafio 1642 el cardenal Francesco Barberini, sobrino de Urba-no VIII, envio al inquisidor de Florencia, padre GiovanniMuzzarelli, una carta del siguiente tenor: "Por Monsefior elAyudante ha sido leida ante la Santidad de Nuestro Sefior lacarta de V. Rvcia., en la que notifica la muerte de GalileoGalilei y pregunta acerca de 10 que debe hacerse sobre susepultura y funerales; y S. Beatitud, con el parecer de estosmis Eminentisimos, ha resuelto que vos, con vuestra habi-tual habilidad, procurers hacer llegar a oidos del Gran Du-que que no esta bien construir mausoleos al cadaver de quienha merecido Ie fueran sefialadas penitencias por el Tribu-nal de la Santa Inquisicion, y que ha muerto mientras du-raba Ia penitencia, porque se podrian escandalizar los bue-nos con perjuicio para la piedad de S. Alteza. Pero si nofuera posible apartarle de esa idea, debereis advertirle queen el epitafio 0 inscripcion que se ponga en el sepulcro nohan de leerse palabras tales que puedan ofender a Ia reputa-cion de este Tribunal. La misma advertencia debereis hacera quien recite la oracion funebre, procurando verla y con-siderarla bien antes de que se recite 0 imprima. En la sabiaprevision de V. R. deposita Su Santidad el remedio de esteasunto" (XVIII, 379-80). La "habitual habilidad' del padreMuzzarelli fue indudablemente grande, e igualmente grandela sumision de la Serenisima Casa de los Medicis, pues eImausoleo a Galileo no se construyo en seguida ni durantecasi todo un siglo despues de su muerte. Solamente en 1734el Santo Oficio, interpelado al respecto, decidi6 autorizar laconstruccion: "rescrlbendum. P. Inquisitori quod construe-tionem depositi Galilei non impediat, sed curet sollicitesibi communicari inscriptionem super dicta deposito fa-ciendam, illamque ad S. Congregationem. transmittant, adeiiectum circa illam dandi ordines opportunos aniequamfiat" (XIX, 399). El monumento se construy6 realmente enla iglesia de Santa Croce, en Florencia, y es obra de losescultores G. B. Foggini y G. Ticciati.

La intransigencia de la Iglesia bacia Galileo se mantuvo

2.32

con igual dureza tambien respecto de sus discipulos cuan-do en 1657 algunos de ellos quisieron dar vida, en la mismaciudad de Florencia, a la Accademia del Cimento, con inten-cion de proseguir las investigaciones sobre la naturalezadentro del esplritu del Maestro. Una vez mas la SerenisimaCasa de los Medicis no supo proporcionar un apoyo suficien-te para oponerse alas presiones de los teologos, por 10 quela Accademia tuvo que abandonar su gloriosa actividad trasdiez afios de vida (es decir, en 1667).

Solo en 1757 la Sagrada Congregacion del Indice decidioabrogar el decreto que prohibia "todas" Ias obras encamina-das a ensefiar la inmovilidad del Sol y la movilidad de laTierra ("quod ... omittatur Decretum quo prohibentur libridocentes immobilitatem solis et mobilitatem terrae") (XIX,419). Pero todavia debia transcurrir medio siglo antes deque el Santo Oficio se adecuara a su vez a esta decision. Elprimer decreto al respecto fue promulgado en 1820, perotuvo un caracter personal al limitarse a autorizar la publi..cacion de los Elementi di astronomia de un profesor llama-do Giacomo Settele. Finalmente, en 1822,los eminentfsimosmiembros del Santo Oficio decretaron que a partir de aquelmomento no se debia negar la licencia de publicacion alasobras que trataran de la movilidad de la Tierra y de la in-movilidad del Sol ("decreverunt non esse a presenti et fu-turis protempore Magistris Sacri Palatii Apostolici recusan-dam licentiam pro impressione et publicatione aperum trac-tantium de mobilitate terrae et immobilitatis solis juxtacommunem modernorum astronomorum opinionem, dum-modo nihil aliud obstet... ") (XIX, 421). A consecuencia deello se excluyen por vez primera del tndice de libros prohi-bidos las obras de Copernico, Galilee y Kepler, condenaclasa principios del siglo XVII.

Obviamente, no es preciso recordar que esta cancela-cion no tuvo reflejo alguno en la historia real de la cultura,pues iba muy retrasada por relaci6n al desarrollo de Iaconcepcion copernicana. En cuanto al pensamiento de Ga-lileo, se habia difundido descle hacfa tiempo por todos lospaises de Europa, que habian aprendido a ver en el -comoescribe la mas celebre publicacion de la Ilustracion, la En-ciclopedia- un "hombre por encima de todo prejuicio","que ha disipado 10s errores de 1a escuela antigua".

A pesar de que hoy no podamos suscribir literalmenteestos juicios, debemos reconocer sin embargo que fue pre-cisamente Ia Ilustracion 1a que recogi6 Ios germenes mas

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•..-vivos del legado de Galileo, obteniendo una ensefianza efec-tiva y fecunda de toda su obra, y no me refiero solamentea sus geniales concepciones cientificas y metodologicas, sinotambien a su mismo programa politico-cultural, cuyo fra-caso constituyo una experiencia decisiva para la civiliza-cion europea. Experiencia amarga pero necesaria para <I di-sipar" errores y prejuicios de los cuales el propio Galileofue mantenedor y victima.

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234

Indice

Advertencia 5

Capitulo 1: Juventud 9

Capitulo 2: EI periodo de Padua 23

Capitulo 3: Las primeras observaciones astronorni-cas afortunadas 43

Capitulo 4: EI program a de Galileo 65

Capitulo 5: La primera derrota 85

Capitulo 6: Los afios de silencio 109

Capitulo 7: EI manifiesto copernicano 127

Capitulo 8: EI fracaso del program a de Galileo 155

Capitulo 9: El retorno a la ciencia pura 177

Capitulo 10: La serena conclusion de una vida com-bativa 215

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NUEVA COLECCI6N IBERICA

" Herbert MarcusePslcoanallsls y polftica

." '* Georges BalandierAntropologia politlca

.,. Robert ParisLos origenes del fasclsmo

'" Reuben OsbornMarxismo y pslcoanallsis

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1, J. J. RousseauDlscurso sobre el origen y los fundamentosde la desigualdad entre los hombres

'" 1, Francisco Fernandez SantosHistoria y filosofia

." Carlos Castilla del PinoLa incomunicaci6n

Ludovico GeymonatGalileo Galilei

1, Denis DiderotSobre la libertad de prensa

* ., Ernst FischerLa necesidad del arte

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* * ." Volumen doble

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