Fradkin bandolerismo y politización
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Nuevo Mundo MundosNuevosDebates, 2005
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Ral O. Fradkin
Bandolerismo y politizacin de lapoblacin rural de Buenos Aires tras lacrisis de la independencia(1815-1830)
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Referencia electrnicaRal O. Fradkin, Bandolerismo y politizacin de la poblacin rural de Buenos Aires tras la crisis de laindependencia(1815-1830) , Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En lnea], Debates, 2005, Puesto en lnea el 22fvrier 2005. URL : http://nuevomundo.revues.org/index309.htmlDOI : en cours d'attribution
diteur : EHESShttp://nuevomundo.revues.orghttp://www.revues.org
Document accessible en ligne l'adresse suivante : http://nuevomundo.revues.org/index309.htmlDocument gnr automatiquement le 02 octobre 2009.
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Bandolerismo y politizacin de la poblacin rural de Buenos Aires tras la crisis de la in (...) 2
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Ral O. Fradkin
Bandolerismo y politizacin de lapoblacin rural de Buenos Aires tras la
crisis de la independencia(1815-1830)1 En 1821 Bartolom Hidalgo daba a conocer uno de sus famosos dilogos que constituyeronun captulo decisivo en la emergencia del gnero gauchesco
1
. Las jugosas conversaciones era
protagonizadas por Ramn Contreras, presentado como un gaucho de la Guardia del Monte y
Jacinto Chano, un capataz de una estancia en las Islas del Tordillo2
. En uno de ellos, Contreras
comenta: Pues yo siempre o decir/ Que ante la ley era yo/ Igual a todos los hombres. Y
Chano le contesta: Mismamente, as pas,/ Y en papeletas de molde/ Por todo se public;/
Pero hay sus dificultades/ En cuanto a la ejecucin./ Roba un gaucho unas espuelas,/ O quit
algn mancarrn,/ O del peso de unos medios/ A algn paisano alivi;/ Lo prenden, me
lo enchalecan,/ Y en cuanto se descuid/ Le limpiaron la caracha,/ Y de malo y salteador/
Me lo tratan, y a un presidio/ Lo mandan con calzador3
. Los versos de Hidalgo hacen
referencia al intenso proceso de politizacin que se estaba produciendo entre la poblacin de
la campaa bonaerense, ilustran algunos de los mecanismos de difusin de nuevas ideas y
nociones y ofrecen una imagen bastante clara de la centralidad de la justicia en esa experiencia.
Pero tambin aluden a una figura omnipresente en los discursos de las autoridades polticas,
judiciales y policiales de la poca: la de malo y salteador. Aluda tanto a los llamados
ladrones famosos como a simples paisanos desgraciados frente a un sistema judicial y
policial cada vez ms firme y agresivo. Se trataba de la nueva inflexin de una figura penal
de antigua tradicin y profundo arraigo, la de vago y mal entretenido que no haba dejado
de adoptar connotaciones cambiantes y que, por entonces, tenda a incluir un universo cada
vez ms amplio de sujetos. Con el proceso revolucionario, dentro de ese aglomerado de
calificaciones y eptetos transmutados en figuras penales que se tejieron en torno a la vagancia
se fue imponiendo una forma extrema y por momentos obsesiva: la de malo (y sus sinnimos
ms frecuentes: malvolo, malhechor, forajido o preferentemente facineroso) y la
de salteador. En este sentido, los versos de Hidalgo se nos presentan como una suerte de
poetizacin del lenguaje rutinario de los expedientes judiciales.
2 Los malos y salteadores eran los nombres habituales de la poca para referirse al fenmeno
del bandolerismo y sobre todo del bandolerismo rural. En este trabajo se intenta una primera
aproximacin a su anlisis durante las dcadas de 1810 y 1820 buscando comenzar a llenar
un vaco sugestivo en la historiografa argentina. Ante todo porque la rica historia del gnero
gauchesco no slo transform a algunos bandidos reales (y a otros imaginarios) de figuras
criminales en smbolos populares sino que suministr materiales para disear desde arquetipos
de la nacin hasta objetos de culto y devocin popular4
. Por ello, no deja de llamar la
atencin que en la Argentina fueron muy escasos los estudios histricos del bandolerismo.
Y, aunque a fines de los aos 60 se conoci uno de los primeros intentos latinoamericanos
por indagar un ejemplo de bandolerismo social5
, no es demasiado lo que ha avanzado la
investigacin empricamente fundada desde entonces6
, a diferencia de lo sucedido para otras
reas de Latinoamrica. En cambio, en los ltimos aos se ha registrado un renovado inters
por la historia poltica durante la transicin del orden colonial al republicano. Todo un haz
de problemas ha sido puesto en anlisis: las nuevas formas de sociabilidad, los debates y
conflictos en torno a la soberana y la representacin, las prcticas electorales, la construccin
de la ciudadana, la configuracin de una esfera pblica o la conformacin de las identidades
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colectivas y, en especial, de las nacionales7
. Una rpida mirada de esta produccin permite
advertir que la atencin estuvo concentrada en los grupos elitistas y que recin comienza
a indagarse en profundidad a los grupos subalternos8
. Esta situacin, por cierto, es mucho
ms acentuada en la historiografa argentina que en la americanista dada la existencia de
una rica tradicin de estudios acerca de las intervenciones indgenas, esclavas y campesinas.
Sin embargo, las intervenciones populares en los procesos de independencia ha sido menos
indagada que las producidas en otras fases histricas
9
.3 La cuestin aparece como de importancia crucial para el rea rioplatense y para Buenos Aires
en particular, donde la crisis revolucionaria trajo aparejada una intensa movilizacin poltica
que no tard en abarcar a una poblacin rural en rpido crecimiento y que, al mismo tiempo,
afrontaba los desafos que suponan la construccin de un orden institucional en la campaa,
la valorizacin de los bienes agrarios y una disputa creciente por la afirmacin de los derechos
de propiedad10
. Estos cambios modificaron sustancialmente las relaciones entre la ciudad y
la campaa que pas a ser incluida en el diseo institucional del nuevo estado provincial.
En otros trminos, la revolucin provoc una intensa politizacin en un mundo rural que no
tena mayores experiencias al respecto, ni siquiera en las formas de accin poltica del antiguo
rgimen; no est dems recordar que slo uno de los pueblos de campaa - la Villa de Lujn,
situada a unos 70 km al oeste de la ciudad- adquiri el estatuto legal y jurdico que lo hicierasede de un cabildo.
4 El propsito de indagar el proceso de politizacin de los sectores rurales y en especial de
sus grupos subalternos, no carece de dificultades. Obliga a ampliar el campo de anlisis ms
all del mundo de las elites urbanas para dar cuenta de las formas y contenidos especficos
que esa politizacin pudo haber adquirido entre una poblacin rural cuyo protagonismo
se anunci como ineludible en la crisis de 1820 y adquiri decisiva influencia en la de
1828/29. Tal propsito invita a leer la documentacin buscando registrar las mltiples formas
que esa politizacin pudiera adoptar aunque no lo hiciera apelando a trminos y discursos
especficamente polticos ni en acciones de estricto y claro sentido poltico. Se trata de indagar
los modos en que los paisanos interpretaron los nuevos desafos e identificar las dismiles
maneras en que la politizacin de sus vidas los haca comprender antiguos y nuevos conflictos.5 Desde que Eric Hobsbawm acuara la categora de bandolerismo social en 1959
11
, la
discusin no ha dejado de plantearse y esquemticamente pueden registrarse tres fases.
Primero, hubo una aceptacin entusiasta y se multiplicaron los estudios sobre bandidos ms o
menos clebres; este entusiasmo deriv en la difusin de un argumento que se apartaba y hasta
negaba el enfoque de Hobsbawm: la tendencia a considerar toda forma de criminalidad (y en
especial si era practicada por sujetos subalternos) como una expresin de resistencia y protesta
social. En una segunda fase, predomin el escepticismo y los estudios generalmente concluan
en la imposibilidad de registrar histricamente evidencias firmes de bandolerismo social.
Por ltimo y ms recientemente, la cuestin sigue abierta: de un lado, se ubican aquellos
que consideran al bandolerismo como expresin de la lucha poltica de las facciones elitistas
negndole la posibilidad de expresar alguna forma de conciencia subalterna; de otro, quinespostulan la necesidad de inscribir al bandolerismo como una opcin dentro del repertorio de
acciones que dispona el campesinado sin asignarle un lugar prefijado en una escala evolutiva12
.
En cualquier caso el debate expone las dificultades de adecuacin del enfoque Hobsbawm a
las realidades latinoamericanas. Ello no es causal pues su esquema interpretativo parti de una
imagen de campesinado tradicional que difcilmente pueda ser asimilable a las realidades
latinoamericanas. Construido inicialmente a partir de evidencias italianas y espaolas el propio
Hobsbawm admiti que debi ampliar su enfoque del bandolerismo y la rebelda primitiva
al tomar contacto con Latinoamericana en la dcada de 196013
. Para decirlo con sus propias
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palabras, Latinoamrica se le present como un laboratorio del cambio histrico, casi siempre
muy distinto de lo que habra cabido esperar, un continente creado para socavar las verdades
convencionales14
.
6 A fuerza de simplificar extremadamente la discusin puede decirse que se ha pecado de
tentacin taxonmica. Como es sabido, Hobsbawm consider al bandolerismo social como
la forma de expresin ms primaria de aquellos movimientos sociales a que los calific
de arcaicos y prepolticos
15
, categoras discutibles y discutidas, pero que tuvieron en sumomento una virtud: interpelaban a los historiadores para que indagaran formas distintas
de la accin poltica. Y, al mismo tiempo, Hobsbawm logr inquietarnos acerca de las
razones profundas, opacas (y quizs negadas) por las cuales los bandidos han sido tomados
recurrentemente como smbolos y en torno a los cuales se ha forjado una tradicin cultural.
7 En esta ocasin nos centraremos slo en la primera lnea de reflexin. En otros trminos,
nuestro enfoque buscar registrar en el ambiente de la vida social las incidencias de la
nueva experiencia poltica. El camino elegido es, por lo menos, incierto: nuestro inters es
indagar la poltica fuera de la esfera propiamente poltica y para ello nos aproximaremos
a una de las facetas ms opaca a la observacin de este fenmeno, quizs la ms opaca y
ambigua. Se trata de indagar las relaciones entre el proceso de politizacin y la simultnea
proliferacin del bandolerismo. Para ello la atencin se concentra en su ms agresiva forma de
expresin: las gavillas de salteadores. Se trata de grupos de hombres armados que realizaban
asaltos en caminos, pueblos y establecimientos rurales y cuyos objetivos trascendan el simple
cuatrerismo pues abarcaban el saqueo de todo tipo de bienes. Se trata, as, de una de las
formas de delito ms graves: el robo en banda. Esta forma delictiva presentaba, por sus propias
modalidades, implicancias que trascendan el simple robo y suponan de algn modo una
quiebra de la disciplina social y una amenaza (al menos potencial) para las autoridades. Desde
esta perspectiva, aunque las gavillas de salteadores no tuvieran objetivos polticos sus acciones
podan tener implicancias polticas y sus protagonistas deban de algn modo estar influidos
por la politizacin general del ambiente social. A partir de esta delimitacin trabajaremos
principalmente con un conjunto de fuentes judiciales y policiales16
completadas con partes e
informes remitidos desde la campaa hacia la ciudad y la prensa peridica de la poca.
Un panorama general del bandolerismo en Buenos Aires.8 El primer paso ser trazar un cuadro general del desarrollo del bandolerismo en Buenos
Aires, tratando de otorgar alguna claridad a un panorama todava difuso y borroso. Para ello
recurriremos primero a registrar las percepciones que tuvieron las elites y las autoridades del
fenmeno y luego nos internaremos en el anlisis de los expedientes judiciales.
9 Desde la dcada de 1770 se puede observar en la documentacin crecientes referencias al
accionar de bandas de salteadores. En su mayor parte provienen de la Banda Oriental y en
menor medida de otras zonas del rea rioplatense y en general se referan a corambreros o
changadores dedicadas al trfico ilegal de cueros. Hacia la dcada de 1790 pareciera que la
situacin empieza a cambiar y las referencias se acrecientan en Entre Ros, Santa Fe, Crdoba
y, en menor medida, en Buenos Aires. As, en 1793, una Junta de Hacendados de BuenosAires y Santa Fe reclamaba por la cantidad de vagos y malhechores, salteadores y ladrones
de ganado de la campaa pero tambin por algunas gavillas que andaban salteando y
saqueando casas en el norte de la campaa bonaerense (en Areco, Fontezuelas, Arrecifes, Tala
y Arroyos)17
. Poco despus tambin eran abundantes las quejas que llegaban desde Entre Ros18
donde entre 1798 y 1799 varias bandas de salteadores asolaron pueblos, pulperas y estancias
robando ganados pero tambin mujeres en las costas entrerrianas del Paran y del Uruguay19
; al
parecer, la ms numerosa estaba integrada por varios desertores del cuerpo de Blandengues20
.
A su vez, entre 1800 y 1801, otra importante gavilla asalt algunos poblados entrerrianos
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y extendi sus acciones tambin sobre el pueblo de Las Vboras en la Banda Oriental21
, un
rea donde el accionar de los salteadores parece no haber dejado de crecer desde entonces.
Aunque no estamos en condiciones todava de trazar un cuadro preciso del bandolerismo a
fines perodo colonial en el conjunto del rea rioplatense las evidencias disponibles sugieren
que las gavillas de salteadores eran frecuentes, que muchas veces se reclutaban entre desertores
y perseguidos de la justicia y que su patrn de actividades inclua desde el contrabando de
cueros y ganados al Brasil hasta el saqueo de pulperas y poblados y que no era infrecuente
el robo de mujeres.
10 A su vez, estas evidencias sugieren que las gavillas slo ocasionalmente actuaron en territorio
bonaerense. En todo caso, algo es bastante claro: hasta fines de la colonia los salteadores no
eran vistos como una seria amenaza para un orden social cuyo centro estaba en la ciudad y que
atenda poco (y mal) lo que suceda en las campaas. Aqu la situacin comenz a cambiar
a partir de 1810. Un puntilloso observador de la poca no dej de anotar que a principios
de octubre de 1811 abundaban en la ciudad las partidas de veintenas de hombres armados
que efectuaban asaltos valindose del nombre de la justicia22
. As, hacia 1812 el gobierno
revolucionario tomaba medidas extremas para afrontar "la escandalosa multitud de robos y
asesinatos que todas horas y diariamente se cometen en esta ciudad y extramuros, por partidas
grandes de ladrones"
23
y organiz una fuerza militar para detener a quienes tuvieran fama desalteador y que segn su comandante abundan en estas campaas
24
. En sus memorias, Pedro
J. Agrelo, integrante de la comisin especial de justicia que se organiz ese ao describi
con claridad las dos preocupaciones centrales que ella tena. Por un lado, la persecucin de
los individuos y grupos contrarios al gobierno revolucionario y sobre los cuales recay una
dursima represin en julio con decenas de condenados a muerte y centenares de deportados.
Por otro, los robos y violencias a que quera declinar insensiblemente la multitud en las
clases inferiores. En opinin de Agrelo mientras que en tiempos tranquilos [] siempre
son menos los delitos y de menos trascendencia, que en los principios de una revolucin en
que rotos de repente todos los vnculos de la sociedad y alterado el orden de las ocupaciones
ordinarias de los ciudadanos, los pueblos se desmoralizan y cada uno se considera autorizado
para tomarse mayores licencias, con el nombre de libertad [] Tal era, pues, el estado al queiba deslizndose la plebe aprovechando la contraccin de todas las autoridades a los objetos
preferentes de la revolucin25
.
11 La situacin debe haber empeorado hacia 1817 cuando el Director Supremo decidi la
"suspensin al giro ordinario de las frmulas judiciales" organizando una "comisin militar
para conocer sumariamente en las causas"26
. El reclamo de vindicta pblica se propag
inmediatamente a la justicia y los fiscales exigan castigar y escarmentar esta clase de
delincuentes de que tanto abunda el Pays27
. Era otra manifestacin del giro crecientemente
conservador y autoritario de una elite revolucionaria cada vez ms basada en su poder militar
y en un reclutamiento compulsivo efectuado en el mundo rural28
.
12Como es sabido, la guerra de independencia dio curso a una guerra civil que adopt la formade una guerra de recursos con el saqueo de la poblacin como prctica generalizada
29
.
En Buenos Aires, la situacin se torn crtica desde octubre de 1819 cuando las tropas de
Estanislao Lpez, gobernador de Santa Fe, unidas a las del exiliado chileno Jos M. Carrera
atacaron y saquearon el pueblo de Pergamino. Esta situacin se generaliz tras la batalla de
Cepeda en febrero de 182030
. Era una crisis sin precedentes para el grupo revolucionario que se
haba hecho del poder diez aos antes: no slo signific el desmonoramiento del poder central
que haba intentado sustituir al poder virreinal sino tambin una situacin de casi permanente
beligerancia (tanto entre Buenos Aires y Santa Fe como entre esta provincia y su antigua aliada
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Entre Ros) con reiteradas incursiones militares a lo largo de todo ese ao31
. Pero, adems,
abri una fenomenal crisis poltica en Buenos Aires que no se apacigu sino despus del mes
de octubre y que acrecent el temor de la elite a una sublevacin de la plebe urbana32
. En
estas condiciones el accionar de las gavillas de salteadores parece haberse multiplicado en la
ciudad33
. En la campaa los pueblos fueron asolados por las incursiones de fuerzas militares
y la inquietud se propagaba entre los vecinos que se armaban para contener a las partidas
de ladrones que se haban diseminado por todos los Partidos34
. Aunque la crisis poltica
comenz superarse en octubre de 1820, el accionar de las gavillas no se detuvo. Esta inercia
sugiere que los efectos de la crisis en el plano social tendan a prolongarse por ms tiempo
que en el plano poltico e institucional. As, en diciembre la Junta de Representantes adverta
acerca de "la multiplicacin de crmenes, que desgraciadamente han escandalizado al pblico
en estos ltimos tiempos y siguen escandalizndolo"35
.
13 Mientras tanto, desde mediados de la dcada de 1810 se haca evidente que la paz relativa
que imperaba en la frontera con las sociedades indgenas pampeanas estaba llegando a su fin
y que estas parcialidades indgenas se transformaban cada vez ms en un actor de la poltica
criolla36
. La alarma lleg al paroxismo cuando el 3 de diciembre de 1820 Jos M. Carrera y
ms de 2000 indios saquearon el pueblo de Salto. La represalia gubernamental abri un ciclo
de extrema tensin intertnica en la frontera y en los aos siguientes varios pueblos fueron
atacados por contingentes indgenas37
.
14 En todo caso, la restauracin del orden institucional no parece haber disciplinado al mundo
rural. Por el contrario, a mediados de 1821 el peridico oficial se haca eco del clamor
general existente en la campaa38
y en agosto describa una "general insubordinacin y
desprecio de la autoridad de la justicia, se quejaba porque se haba extinguido la obediencia
habitual" y para fundamentarlo relataba un entredicho con un demandado quin habra
contestado la intimacin del oficial de justicia de modo insolente: vaya la cmara enhoramala,
que su autoridad ha caducado, porque estamos en anarqua; y lo repuls con armas"39
. A su
vez se reclamaba que la campaa sea purgada de centenares de malhechores que la infestan40
y algunos peridicos no dejaban de advertir que "el nmero de ladrones en la campaa se
aumenta cada vez ms; porque el nmero de pobres sin recursos tambin se aumenta, como el
de los haraganes y jugadores41
. Los reclamos tambin provenan de las autoridades locales:
en febrero de 1825 el Juez de Paz de Morn denunciaba como abundantsimo el nmero de
los malvados que perturban la tranquilidad"42
y quejas semejantes llegaban de casi todos los
pueblos.
15 En la elite urbana imperaba una visin pesimista del mundo rural. Un lugar preferente en
este diagnstico lo tenan las gavillas de salteadores en la medida, consideradas como la
manifestacin ms agresiva de una criminalidad tan extendida como tolerada. Desde su
perspectiva era imperioso realizar una reforma profunda del mundo social y sus costumbres
a las que se atribuan las causas de la amenaza criminal. La elite portea propugn laconstruccin de un orden institucional ms slido en la campaa en el cual los Juzgados de
Paz y las Comisaras de Campaa deban tener un lugar privilegiado43
.Se buscaba disciplinar
una poblacin a la que se calificaba de dscola e insolente para obtener la afirmacin de
los derechos de propiedad. Las consecuencias fueron inmediatas. Por un lado, se oper
un creciente distanciamiento entre las concepciones y valores que la elite gubernamental
impulsaba y la mayor parte de la sociedad rural en la media que antiguas y arraigadas prcticas
consuetudinarias iban cayendo bajo el influjo de la criminalizacin44
. Por otro, se exacerb la
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persecucin de la vagancia se ampli a una variedad mayor de sujetos y prcticas y termin
por ser aplicada no slo a individuos sueltos sino tambin a familias45
.
16 Esta situacin adquiri ribetes ms dramticos durante la presidencia de Rivadavia46
mientras
se realizaba la guerra con Brasil y cuyo resultado inmediato fue un aumento sin precedentes
de la presin enroladora del estado sobre la poblacin rural bonaerense. Rpidamente se
generaliz la desercin, aument el bandidaje y las quejas crecieron vertiginosamente. En
octubre de 1826 el Gobierno le recomendaba al mximo Tribunal de Justicia que las causascriminales de robos sean terminadas con la prontitud que demanda la tranquilidad y seguridad
pblica dado que los desrdenes y robos se aumentan continuamente extendindose as la
desmoralizacin ms funesta y poniendo en sobresalto las personas y las fortunas y en peligro
la tranquilidad pblica47
. Todo ello en un marco de creciente disputa poltica donde tom
forma el enfrentamiento entre unitarios y federales.
17 Con la llegada al gobierno provincial de los federales liderados por Manuel Dorrego el
accionar de las gavillas parece haber decrecido aunque no desapareci. Por entonces, un fiscal
reclamaba un castigo ejemplar que afirme la tranquilidad de los hacendados y sostena que
Si en algunos delitos es casi necesario no ser escrupulosos en las formas judiciales es en los
que se conoce en los asaltos de las casas de campo pues solamente un castigo cierto y pronto
puede contener a los malvados de cometerlos"
48
.18 En estas condiciones, el 1 de diciembre de 1828 se produjo el golpe de estado comandado
por Juan Lavalle, jefe del ejrcito de la Banda Oriental, y propiciado por los unitarios que
depuso y fusil al gobernador Dorrego. El resultado inmediato fue el estallido de la guerra
civil en territorio bonaerense sostenida por un fenomenal alzamiento de la poblacin rural
contra los insurrectos y que slo meses despus terminar por quedar bajo el liderazgo de
Juan Manuel de Rosas. Entre diciembre de 1828 y abril de 1829 en el alzamiento tuvieron
intervencin una amplia variedad de actores: la mayor parte de las milicias rurales de las
que Rosas era el Comandante General, los peones de sus estancias, algunos contingentes del
ejrcito regular que desobedecieron a sus mandos y en general los soldados que desertaban
y se pasaban a las fuerzas federales, las llamadas tribus amigas con las que Rosas haba
establecido una estrecha alianza, milicianos santafesinos suministrados por Lpez y una seriede bandas armadas algunas de las cuales estaban lideradas por varios ladrones famosos.
Estas bandas tuvieron un protagonismo decisivo adoptando una estrategia que combinaba el
hostigamiento a las fuerzas unitarias, el saqueo de estancias, la ocupacin y asalto de los
poblados rurales y hasta llegaron a cercar la ciudad e incursionar en sus arrabales. Mientras la
campaa se alzaba detrs de las banderas federales las quejas por el accionar de los salteadores
se multiplicaron como nunca antes. Los voceros del gobierno y su prensa adicta no dudaron
en calificarlas como partidas de anarquistas y postularon que su accin estaba dirigida y
orientada por Rosas49
.
19 Es dudoso que sea la nica explicacin. Lo cierto es que despus de terminada la contienda
los asaltos continuaron. Ms an, las gavillas continuaron despus de la llegada de Rosas
al poder en diciembre de 1829. As se puede registrar en las tramitaciones judiciales quedevuelven una imagen mucho ms dificultosa de la restauracin del orden de lo que pretenda
la propaganda gubernamental y ha aceptado la historiografa. El 4 de marzo de 1830 un fiscal
propuso el careo entre un comisario y los acusados de un robo en gavilla para indagar los
violentos procedimientos de aquel; sin embargo, el juez desestim inmediatamente el pedido
argumentando: no estando obligado el comisionado a justificar la justicia estricta de sus
procedimientos en cuanto a la prisin de los individuos contenidos en el sumario pues debe
haber nacido de algn aviso, que en las presentes circunstancias de desorden de la plebe no
debe despreciarse, no ha lugar a lo pedido por el agente50
. Para marzo de 1831, un fiscal segua
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quejndose del nmero de esos malvolos que infestan nuestro territorio de modo que no hay
seguridad ni en los caminos ni dentro de las murallas domsticas51
y en mayo la pena de azotes
a unos reos que la Cmara de Justicia dispuso que se efectuara en el pueblo de San Vicente no
pudo cumplirse dada La total escasez de salvaguardias en que se halla en el da la campaa
pues en las postas ni puede proporcionarse a los chasques segn dijo el Jefe de Polica52
.
20 Como puede registrarse las impresiones de los miembros de la elite tienden a ser redundantes.
Casi siempre la situacin era presentada como peligrosa y los salteadores como una autnticaplaga que infestaba el cuerpo social. Por cierto que estas expresiones nos dicen ms de
sus temores y preocupaciones (y de su modo de percibir el mundo rural y popular y la
criminalidad) que de la magnitud efectiva de las gavillas. La mirada hasta aqu efectuada es,
por tanto, demasiado impresionista. Cabe preguntarse si no es posible medir de algn modo
la verdadera magnitud del accionar de las gavillas. Para ello una posibilidad es sistematizar la
informacin que suministran las causas judiciales abiertas contra estas gavillas de salteadores.
Los resultados pueden verse en la tabla que adems de informar acerca del nmero de causas
por ao indica su distribucin regional considerando el lugar donde se produjeron los hechos
juzgados.
21 Para estas dos dcadas hemos podido hallar 98 expedientes judiciales abiertos contra
individuos acusados de integrar gavillas de salteadores. Una primera aclaracin: no hemos
considerado otros 92 expedientes abiertos por cuatrerismo dado que se trata de un tipo de
causa que ofrece una extrema variedad de formas de accin y que en la mayora de los casos
no pueden adjudicarse a la actuacin de una banda armada; obviamente, en varios casos las
gavillas tambin practicaron robos de ganado: por lo tanto, en aquellos casos en los cuales
explcitamente se hiciera referencia a que los robos hubieran sido realizados por una gavilla
los hemos considerado entre los salteadores.
22 Segunda aclaracin: nuestro listado est muy lejos de reflejar el conjunto de gavillas que
efectivamente operaban en la campaa bonaerense y slo indica la cantidad de causas
judiciales que encontramos. Sin duda ello plantea un problema crucial: qu proporcin de
las gavillas de salteadores fueron efectivamente juzgadas? Resulta imposible ofrecer una
respuesta indudable a este interrogante y para estimarlo hemos efectuado una observacin
complementaria: tomando en consideracin que durante 1826 se iniciaron 12 causas judicialescontra gavillas (el mayor nmero de todo el perodo) hemos procedido a registrar todas
las referencias que aparecieron acerca de ataques producidos por gavillas en los partes de
novedades y las comunicaciones que los comisarios y autoridades civiles y militares de la
campaa elevaban al gobierno. As, y evitando superposiciones, hemos podido estimar que
ese ao a las 12 causas deberan agregarse al menos otras 37 gavillas; de modo que los juicios
slo estaran dando cuenta de un cuarto de las gavillas realmente existentes.
23 Una tercera aclaracin es necesaria. Un escrutinio de los expedientes permite registrar hbitos
perdurables de la accin policial: una vez enterado el comisario de un asalto se iniciaba una
rpida acumulacin de detenciones de individuos ms all de que existiera alguna prueba
efectiva de su participacin en el hecho; en la mayor parte de los casos las detenciones
parecieran haberse basado en rivalidades previas con las vctimas y sobre todo, en la famaque los sospechosos tuvieran entre el vecindario. No extraa, entonces, que las detenciones
incluyan a veces familias completas y a los que permanente o circunstancialmente se hallaran
en casa de los sospechosos. A partir de la detencin, el sumario policial consista ms en
que el acusado tratara de probar su inocencia y, sobre todo, que esa fama era falsa que en
la demostracin probatoria de su culpabilidad53
. As, como dijo un testigo de Benito Peralta
"lo ha conocido desde criatura y le consta que es un facineroso, ladrn y cuanto malo puede
decirse".54
En consecuencia, los perfiles de los acusados expresan mejor quienes eran para las
autoridades los peligrosos que aquellos que efectivamente integraban las gavillas.
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24 Por ltimo, la evolucin de la serie debe estar expresando de algn modo la eficacia del
sistema judicial reformado en 1821: como puede verse en la tabla, slo 21 de las 98 causas
corresponden a la dcada de 1810. Sin embargo, tambin debe considerarse que en aos
crticos mientras la informacin contextual sostiene la impresin de un aumento considerable
del nmero de gavillas, el nmero de expedientes es extremadamente bajo: as en 1820 slo
se abrieron seis causas y en 1829 nada ms que tres55
.
Tabla: Distribucin anual y regional de los juicios a gavillas de salteadores
Ao Ciudad Cercana Norte Oeste Sur Sin datos Total
1811 1 2 3
1812 2 2 4
1816 1 1
1817 1 1 2
1818 1 2 2 5
1820 1 3 1 1 6
1821 1 1 1 4 1 8
1822 2 3 5
1823 1 2 1 1 2 7
1824 1 2 2 2 7
1825 1 3 1 2 1 8
1826 3 4 3 1 1 12
1827 3 2 1 1 7
1828 1 1 1 3
1829 1 2 3
1830 4 2 1 7
1831 1 1 2
1832 3 2 1 1 1 8
Total 19 30 9 25 8 7 98
Fuentes: Expedientes conservados en el fondo Tribunal Criminal del AGN y en los fondos de Juzgado del Crimen y RealAudiencia y Cmara de Apelaciones en el AHPBA.
25 Con todos estos recaudos los datos de la Tabla pueden ser de alguna utilidad. Ellos sugieren
que las gavillas de salteadores pasaron de ser un fenmeno espordico pero recurrente durante
la dcada de 1810 a uno permanente en la siguiente. El cambio debi producirse en torno
a 1820 y las gavillas slo se habran reducido tras el esfuerzo institucional desplegado para
reconstruir el orden y constituir el nuevo estado provincial. A mediados de esa dcada el
aumento de las causas debe estar indicando no slo una mayor capacidad estatal de represin
sino tambin la creciente resistencia social que se diseminaba. En consecuencia, las gavillas
no haban sido erradicadas cuando estall la crisis de 1828-29 durante la cual su accionar
pareciera haberse subsumido en la vasta sublevacin social que sacudi a la provincia durante
ese ardiente verano y que termin por catapultar a Rosas al gobierno de la provincia56
. Una vez
restaurado el orden las gavillas siguieron operando aunque sin la intensidad que el fenmeno
habra tenido a mediados de los aos 20.
26 Si tenemos en cuenta la distribucin regional de las causas la tabla nos muestra que las gavillas
de salteadores no eran un fenmeno de las fronteras con los indios57
. Por el contrario, la mitad de
las gavillas desarrollaron sus actividades principalmente en la ciudad y su rea rural inmediata
a la que hemos denominado como campaa cercana58
. En un destacado segundo rango se
encuentran los partidos que se extendan hacia el oeste que junto a las cercanas eran el rea
agrcola por excelencia y de produccin mixta59
. En consecuencia, las zonas que eligieron las
gavillas para actuar eran las ms pobladas de la provincia, las que contaban con mayor cantidad
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de poblados y tambin las mejor controladas por las estructuras de poder institucional. Las
zonas ms alejadas de la ciudad (el norte60
y el sur61
), ocupan claramente un tercer rango. No
deja de ser llamativa a primera vista esta distribucin pues estas ltimas zonas reunan algunas
de las caractersticas bsicas que se han postulado generalmente para explicar la proliferacin
del bandolerismo. El norte era un rea bsicamente ganadera, atravesada por los caminos que
comunicaban a Buenos Aires con las provincias interiores, con una frontera indgena poco y
mal guarnecida y que adems lindaba con Santa Fe; los partidos del norte fueron el espacio de
trnsito y acantonamiento de las fuerzas militares porteas y tambin de las que invadan la
provincia. El sur era tambin un rea ganadera y el epicentro de su expansin desde mediados
de la dcada de 1810; all estaban las zonas de friccin por excelencia con las sociedades
indgenas y tambin las tribus amigas. La capacidad efectiva de control de la estructura judicial
y policial de poder era en ambas zonas muy reducida aunque el sur tena una estructura militar
y miliciana ms slida.
27 Pero dnde estaban los santuarios de los salteadores? Las informaciones policiales algo
nos dicen al respecto. En ellas se identifica, ante todo, a los montes o islas del Tordillo, en
la frontera sur. All en mayo de 1828 un comisario denunciaba la existencia de un nmero
considerable de criminales, desertores, y otros hombres tan intiles como perjudiciales62
;
ubicados en la frontera, estos montes parecen haber sido el lugar de refugio de mltiples
perseguidos desde el siglo XVIII y eran al mismo tiempo un punto privilegiado de los circuitos
clandestinos de intercambio con los indios. Los partes policiales tambin mencionan las islas
del Paran, desde Baradero, en el extremo norte, hasta San Fernando, a las puertas dela ciudad:
sus montes ofrecan lea y frutos a los montaraces y solan ser refugio habitual de los
perseguidos y una ruta privilegiada del intercambio clandestino con la Banda Oriental desde
el siglo XVII. As, en 1825, una peticin vecinal de San Fernando sostena que los montes
eran una casa de forajidos que necesita la ms alta atencin; en ellos viven los hombres sin
jueces, cometiendo delitos a medida que se presentan los casos teniendo mujeres (de las que
se llaman robadas), engaando a cuantos pueden, y sin ms religin que la de los pampas63
.
A su vez, los baados de los partidos inmediatos a la ciudad eran otros lugares donde los
salteadores podan buscar refugio. As en diciembre de 1827 un comisario inspeccion el
baado de Quilmes tratando de identificar los Sujetos que residen en aquella parte de la
costa aprehendiendo a los Bagos y Perjudiciales que se encuentran; tras la recorrida detuvo
a un tal Eduardo Cuello por sospechoso y no tener papeleta que acredite su ocupacin y
haberse encontrado adentro de los cangrejales en las Pajas durmiendo y por versiones de
los pescadores de que all se refugiaba cuando se acercaba alguna partida64
. Por ltimo, las
informaciones policiales indican tambin que los salteadores buscaban refugio y solan tener
residencia en los arrabales de la ciudad, en los ranchos y los cuartos de alquiler en torno a sus
plazas donde llegan los frutos al mercado urbano, cerca de los saladeros y en el abigarrado
mundo que se haba conformado en las quintas de sus afueras. Era este dificultoso control de
la periferia urbana el que acicateaba los temores de la elite urbana65
.
Un perfil de las gavillas de salteadores.28 Para tener una idea aproximada reseemos las acciones desplegadas por una gavilla entre 1818
y 1824. La primer noticia que tenemos es que en 1818 asalt en Areco las casas de un sargento
y de un importante hacendado. En agosto de 1820 unos 20 individuos armados con sables,
pistolas y tercerolas asaltaron una estancia en Pilar simulando ser una partida militar; el asalto
fue extremadamente violento, la casa fue saqueada por completo llevndose los gavilleros
toda la ropa y el dinero que encontraron, incendiaron el techo de un rancho y asesinaron a
dos moradores. En el sumario se identific a integrantes de varias gavillas que estaban siendo
buscados (como los famosos hermanos Melo y en especial Atanasio Melo, alias Tango)
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y tambin a varios soldados; sin embargo, la mayora de los acusados resultaron ser peones
y labradores residentes en la zona sin antecedentes penales. En diciembre de 1820 algunos
de sus miembros asaltaron en Areco la casa de una parda, asesinando a su marido. La gavilla
continu actuando por lo menos hasta 1824 robando ganados y realizando asaltos en varios
partidos (San Antonio y Fortn de Areco, Exaltacin de la Cruz, Pilar, Morn, San Isidro
y Flores). El ejemplo, aunque excepcional por la duracin de esta gavilla, permite advertir
algunos rasgos caractersticos. En rigor no se trataba de una banda permanente sino de una
constelacin inestable y sin una jefatura fija; dentro de esa constelacin algunos individuosactuaban reiteradamente junto a otros que se unan circunstancialmente; entre ellos no faltaban
los milicianos (soldados y suboficiales), eran frecuentes los desertores del ejrcito pero en su
mayora eran peones y labradores radicados en la zona66
.
29 La gavilla tpica era una formacin transitoria que contaba con 4,6 integrantes de promedio.
Sin embargo, poda haber otras mucho ms numerosas (que llegaban hasta la treintena) y la
evidencia sugiere que en estos casos debi tratarse de la reunin momentnea de varias gavillas
menores. La mayora de las gavillas tenan corta duracin y se conformaban para producir uno
o dos asaltos en el mismo partido o en sus alrededores, aunque hubo algunas que extendieron
notablemente su radio de accin. Al ejemplo anterior podemos sumar otros: en julio de 1825
una gavilla que haba realizado robos de ganado y asaltos desde Arrecifes (en el extremo
norte de la provincia) hasta Lujn (en el oeste); la mayor parte de los acusados eran paisanos
calificados como vagos y varios ladrones famosos con antecedentes de salteadores67
. En
enero de 1831 fue desbaratada otra gavilla que haba operado desde las afueras de la ciudad
hasta los puntos ms alejados de la frontera oeste68
.
30 Para saber quines eran los acusados de integrar gavillas de salteadores nos centraremos en
las confesiones69
. Ante el juez de la causa, el acusado deba responder las reconvenciones y
los cargos que surgan del sumario policial con sus anteriores declaraciones. Esta instancia,
probablemente, es la que nos acerca ms a la versin que cada uno daba de los hechos y de
su vida. Una versin distorsionada seguramente. No era sino la versin que de sus palabras
daba el escribiente y se supona que el derecho de defensa estaba asegurado por un padrino
designado al efecto. En el interrogatorio el acusado pareciera oscilar entre negar los cargossin mayor explicacin, afirmar lo que cree que el juez espera escuchar o descargar las culpas
sobre otros, en especial sobre los prfugos que inevitablemente terminan siendo los peores
de la gavilla70
.
31 Slo seis de ms de un centenar de acusados dijo que saba firmar. Y, sin embargo, en las
confesiones a veces aparecen argumentos sugestivos, retazos de sus declaraciones de los que
emergen nociones que invitan a pensar que, de algn modo, disponan de una cierta cultura
jurdica71
32 Estas confesiones nos informan sobre el estado civil de 118 hombres: 57 dijeron ser solteros,
47 casados y 4 viudos. Conviene no dejarse atrapar por esta simpleza que esconde una variedad
de situaciones de la inestable realidad familiar rural. De esta forma, la proporcin de casados
es desmesurada para lo que sabemos sobre el matrimonio rural72
y debe estar incluyendo
diferentes formas de cohabitacin y amancebamiento aunque la inmensa mayora prefiri
describirse como casados. Pero, algunos no dudaron en reconocer su situacin: Mara de
la Cruz Figueroa, una mujer de 26 aos, soltera, nacida en Crdoba y ejercitada en coser
costuras, reconoci que viva con Jos Quirs a quin calific como el hombre que la
mantena diciendo que sola traer ganado y con eso la mantena y cuando andaba desocupado
se pona a jugar. La respuesta parece haber molestado al juez que le recrimin su pblico
amancebamiento ofensivo de la moral y las costumbres, pero Mara respondi con decisin
que su amancebamiento sera porque as le convena73
. Ms grave debe haber sido para el
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juez la situacin de Laureana Rodrguez a quin a ms de hallarle prendas del robo en su
poder consta que siendo mujer legitima de Toms Molina est haciendo vida amaridable con
el fingido oficial comandante Jos Ramrez, como se postulaba el jefe de una gavilla74
. Sin
embargo, las acusadas fueron muy pocas y casi siempre por disponer en sus casas de algunos
efectos robados. La cantidad de casados devuelve una imagen que aleja a estos acusados
del estereotipo del perseguido por vagancia, mayoritariamente joven y soltero e incluso del
comn de los detenidos por los juzgados de paz en la dcada siguiente que en un 70% eran
solteros mientras que en nuestra muestra no llegaban al 49%75
.
33 Las edades de los acusados deben ser tomadas con cuidado dado que en muchos casos los
jueces slo anotaron si el acusado era o no mayor de edad (25 aos) y porque no fueron pocos
los detenidos que dijeron ignorar cual era su edad y entonces les fue asignada por el juez a
partir de su apariencia (y su estereotipo). Disponemos as de datos de edad para 115 hombres:
la edad mnima registrada fue de 12 aos y la mxima de 51 un espectro lo suficientemente
amplio como para intentar cualquier generalizacin abusiva: el 51,3% contaba entre 20 y 29
aos, el 26,9% entre 30 y 39 y un 9,5% era menor de 19 aos. Predominan los jvenes aunque
no tanto como podra esperarse.
34 Sabemos el lugar de nacimiento de 102 detenidos. Casi el 52% (53 individuos) naci en la
provincia de Buenos Aires (y de ellos slo 12 en la ciudad); es decir que la mayor parte de los
gavilleros eran porteos nacidos en la campaa o en sus poblados sin que se ponga en evidencia
el predominio de ninguno de los partidos. Un segundo grupo (37 acusados, el 36,2%) nacieron
en las provincias del interior y aqu las cosas son diferentes: 18 de ellos eran cordobeses,
seguidos lejos- por 7 santiagueos. Por ltimo, hay 12 extranjeros (casi el 12%) y se nota
la presencia de 9 chilenos, todos presentes en gavillas que actuaron a finales de la dcada de
1820. Ni tan jvenes, ni tan solteros ni tan extraos al medio social eran estos salteadores
como sugiere el estereotipo elitista del bandido rural.
35 Los jueces preguntaban a cada detenido cul era su oficio y de qu se ejercitaba habitualmente
para mantenerse. Esta distincin entre oficio y ejercicio de las preguntas no tuvo mayor
incidencia en las respuestas dado que la inmensa mayora de los detenidos no declararon
un oficio (o directamente dijeron no tener ninguno) y luego pasaron a relatar de lo que se
ocupaban; y, pocos muy pocos, slo 10- dijeron no tener ocupacin alguna. De esta manerasabemos que ejercicios declararon 121 acusados: el 48,7% (59 individuos) dijeron ser
peones (pen de estancia, pen de campo, jornalero, pen de chacra, pen de horno de ladrillos,
etc); 43 declararon ser labradores, el 35,5%; por su parte 8 declararon ser acarreadores de
ganado, 6 practicar algn tipo de negocio, 4 eran capataces, 2 estancieros y uno solo acept
ser esclavo.
36 Lamentablemente, fueron muy pocas las confesiones donde el imputado declar su grupo
tnico de pertenencia por lo que estos datos hacen pensar que las gavillas no tenan una
composicin multitnica. Aunque las referencias acerca de la presencia de esclavos, libertos y
mulatos entre los bandidos son mayores que la imagen que brindan las confesiones, tampoco
llegan a sugerir que el bandolerismo pueda haber sido un destino habitual de los esclavos, a
diferencia de lo que contemporneamente suceda por ejemplo en Per76
. No es un contraste
menor considerando que no menos de un 10% de la poblacin rural tena esa condicin77
y
que en la ciudad la poblacin de color rondaba un 25% adems de haber sido este sector
de la sociedad el destinatario primordial del reclutamiento militar78
. A su vez, otro indicio es
sugestivo: ninguno de los acusados dijo ser indio y slo en tres gavillas detectamos que hubiera
algn indio entre los salteadores. Por ejemplo, en 1812, fue detenido un indio llamado Santos
Valds este es muy sospechoso vago y mal entretenido ladrn de caballos y nombrado de
salteador l trata con los indios pampas79
. Valds quien dijo ser pen de campo, neg haber
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tenido jams trato con los indios pampas. Esta ausencia no deja de ser llamativa dada la densa
trama de relaciones que articulaban la frontera y, en especial, los circuitos clandestinos de
intercambio como el que hacia 1815, Jos Garca tena en Ranchos junto a sus peones y los
indios pampas que alojaba en sus ranchos80
o el trfico de ganado robado que se destinaba a las
tolderas del otro lado del Salado desde Monte en 181881
. Por entonces, los montes del Tordillo
parecen haber sido ya un frecuentado espacio de refugio para desertores y bandidos y punto
clave de estos circuitos comerciales
82
. Adems de escasas todas las referencias a la presenciaindgena que tenemos son anteriores a 1820.
37 Hasta aqu, el perfil que podemos trazar de las gavillas de salteadores: se reclutaban entre los
sectores ms bajos de la campaa y predominaban los nativos de la provincia aunque tenan
una incidencia importante los migrantes del interior. No eran tan jvenes como hubiera sido
de esperar, haban formado una familia y aunque la mayor parte eran peones haba una buena
proporcin de labradores. Pero, eran ladrones de profesin como dictaba el estereotipo? Si
nos atenemos a los partes de remisin de detenidos pareciera no haber dudas: as, por ejemplo,
el comisario de Matanza describi a Pascual Castillo como "un salteador de este lugar sin
otra ocupacin que la de asesinar y saltear a los que puede en este Partido"83
. Sin embargo,
slo 33 de los acusados confes haber tenido detenciones anteriores (21 dijeron que era la
segunda vez que estaban detenidos, 11 que era la tercera y slo 1 que aquella era su cuartadetencin). Por supuesto que a veces se descubra que el acusado haba mentido pero esta
parte del interrogatorio (y que por cierto tena importancia en la sentencia) segua descansando
en la propia declaracin del acusado o en los informes que enviaran los comisarios o jueces
locales que solan basarse en su conocimiento personal y en la fama del acusado. El estado
provincial estaba lejos de contar con una burocracia judicial y policial slida y los registros
de la crcel de polica o del presidio, si bien existan no eran muy consultados por los jueces;
y cuando lo hacan los resultados no eran muy seguros: as cuando Diego Arce confes haber
estado cuatro veces en el presidio y logrado fugar el alcalde del presidio sostuvo que de
acuerdo a los registros no haba estado all84
. Estos datos, al menos, invitan a considerar que
los salteadores no eran un grupo de individuos dedicados al saqueo y, menos an, a un grupo
peculiar de la sociedad rural.38 Los jueces y comisarios locales estigmatizaban a individuos y tambin lo hacan con algunas
familias. Aqu la fama cobraba toda su importancia y el juicio en cierto modo se presentaba
como una instancia ms de una larga cadena de rivalidades y disputas locales que ahora
descargaban el oprobio sobre esa parentela. Ello remite a la naturaleza de las relaciones
sociales agrarias pero tambin a la misma prctica judicial y a su insercin en el medio
social rural85
. En los juicios civiles las partes que se enfrentaban solan expresar constelaciones
locales rivales que sostenan las posiciones de uno u otro contendiente y que incluan a alguna
autoridad local y una conflictividad faccional an ms acentuada se expresaba en los juicios
por abusos y excesos que se entablaban contra Alcaldes de Hermandad o Jueces de Paz. En
consecuencia, los reclamos de vecinos y jueces de paz no slo apuntaban contra el acusado
sino que solan incluir pedidos de destierro de su familia, una prctica colonial que perdurentre las aspiraciones de los vecinos mucho despus: as, en el sumario de 1824 contra Len
Moreno por abrigador y consentidor de ladrones cuatreros y mal entretenidos en su casa el
teniente alcalde peda instrucciones acerca si ser til o no el que este hombre permanezca
con su rancho por mas tiempo en el lugar abrigando a todo vndalo86
. Muchas veces la familia
entera (y sus peones, criados y agregados) era considerada una gavilla tal como sucedi con
Gregorio Rivas pues se sostuvo que en su casa se fomentan los ladrones que por ah cruzan",
testimonio refrendado por el Juez de Paz del partido para quin es voz y fama y con opinin
que los Rivas son ladrones de profesin87
.
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39 Al menos 33 de los detenidos parecen haber sido desertores del ejrcito, la marina o la
polica. Un resultado lgico de la creciente presin enroladora del estado, de la transformacin
del servicio de armas en pena comn para un haz de delitos y contravenciones cada vez
ms amplio y de las mayores obligaciones milicianas que recaan sobre los vecinos88
. Ellos
buscaban eludirlas o al menos mitigarlas a travs de varias estrategias entre ellas la de apelar
a los personeros, sobre quienes recaan las preocupaciones del Jefe de Polica cuando
deca que esta persuadido que en el regimiento de Milicia activa hay muchos individuos
notoriamente vagos dedicados al desorden y a la embriaguez; que los mas han pertenecido a
los extinguidos cuerpos veteranos y que no se contraen por ahora a otra ocupacin que la de
personeros89
. Una versin completamente plausible: luego del gran esfuerzo de militarizacin
de la poblacin de la dcada 1810 el nuevo estado provincial debi reducir drsticamente
los cuerpos militares. Los calificados de vagos fueron parte principal de los reclutados
compulsivamente para afrontar la guerra con Brasil y ella fue invocada en los juicios tanto
en los partes de detencin como en las sentencias y las penas. As en 1826 el comisario de
Chascoms dijo de un detenido: Recomiendo a V.S. la persona y seguridad de este individuo
que es intil y perjudicial en la campaa y puede ser muy til en las actuales circunstancias
o para los buques o para el servicio del ejercito de la Banda Oriental."90
. Las levas llevaron
al paroxismo la discrecionalidad de las autoridades locales al efectuar las detenciones. As,un comisario justificaba la ausencia del sumario diciendo: cre ser lo suficiente para destinar
a dos vagos que a veces se remiten a las armas sin mas justificacin que haberlos preso
un celador91
. Esta discrecionalidad estaba presente en toda la estructura judicial. As, en
noviembre de 1827 el juez de primera instancia conden a dos peones a seis aos en el
servicio de armas "atendiendo a la naturaleza de la causa y necesidad de aumentar en la actual
guerra que sostiene el Pays". A ello aluda un abogado defensor en 1827: "Parece que la
circunstancia de la guerra se hubiesen movido a darles el destino de las armas pero en este
caso es necesario que tenga V.E. presente que como ciudadanos todos estamos obligados a
servir a la Patria cuando la necesidad los llama a su defensa, pero siendo inculpables darles
este destino propiamente para los vagos y mal entretenidos y no para los hombres laboriosos
es lo mas triste que puede esperarse por los infelices labradores de la campaa"
92
.40 En estas condiciones la experiencia militar era parte inseparable de las condiciones de
existencia de los paisanos y, por tanto, un dato central para comprender la formacin de
las gavillas. La desercin muchas veces no era individual y los desertores solan llevarse
uniformes, armas y caballos y no les quedaban muchas opciones disponibles entre las cuales
estaba la de incorporarse o formar una gavilla de salteadores, al menos por un tiempo. Por
ejemplo, en setiembre de 1826 el gobierno recomendaba enfticamente apresar a las bandas de
desertores entre los cuales se encontraban los hijos del antiguo Capitn de Milicias Antonio
Torres (a) San Martn; ellos haban desertado y tras ello causado al menos un asesinato, varios
robos y saqueos93
. Para el ministro de Guerra no haba dudas: algunos soldados que en las
distintas levas han sido destinados al Ejrcito, han desertado, y podido pasar a esta Provincia
causando el da 9 en las inmediaciones del lugar llamado el Monte Grande un asesinato y
varios robos94
. Vistos desde esta perspectiva ms que ladrones de profesin buena parte de
los acusados de salteadores parecieran haber sido paisanos transformados en criminales por
la propia accin estatal y slo algunos tenan una nutrida trayectoria delictiva.
Ladrones famosos
41 Si bien las gavillas no se mantenan unidas mucho tiempo y no estaban integradas por una
mayora de ladrones de profesin, haba algunos salteadores de larga trayectoria y abundante
prontuario. Eran los llamados ladrones famosos en torno a quines se debe haber forjado
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ms de una leyenda. Las autoridades aluden a ellos como criminales conocidos cuya existencia
parece haber sido en cierto modo tolerada dado que su fama no devena en su persecucin y
no era ignorado su lugar de residencia.
42 La historiografa del bandolerismo es en buena medida tributaria de tradiciones literarias que
estilizaron bandidos reales o directamente inventaron personajes emblemticos y arquetpicos.
Esta marca de origen no dej de signar el desarrollo de esta historiografa pues a pesar del
intento de inscribirla en las perspectivas de una historia social pareciera no haberse podido
superar la fascinacin por las historias singulares. Para decirlo en trminos de HobsbawmLa mejor manera de abordar el complicado tema del bandolerismo social [] consiste en
examinar la carrera de un bandido social95
. Sin embargo, tal enfoque puede derivar en una
suerte de enfoque elitista de un fenmeno social, que en determinadas condiciones, poda
adquirir carcter masivo.
43 Pero, igual conviene explorar sus posibilidades. Veamos fragmentos de dos de estas historias.
A principios de 1811, Blas Yedros ya era muy conocido por las autoridades del norte de la
campaa como ladrn, cuatrero y salteador. En mayo de ese ao parece haber saqueado una
casa en el cercano paraje de Hermanas y cuando el comandante militar de San Nicols envi
una partida de ocho hombres a detenerlo la tarea no fue sencilla. Yedros se hallaba en su rancho
junto a Silvestre Navarrete, su mujer y tres nios. Frente a la intimacin se neg a entregarse
(solo muerto lo verificara le grit al sargento) y tras hacer salir del rancho su mujer y asus hijos la partida decidi cercar el rancho y esperar a que salieran. A la maana siguiente
el sargento decidi prender fuego al techo del rancho y slo logr que Yedros hiriera con una
daga a un soldado de la partida... Recin al fin del da lograron que se entregaran. Dos das
despus, sin embargo, Yedros escap de la crcel de San Nicols96
. Al ao siguiente volvemos
a tener noticias de l: en Caada de la Cruz una gavilla asalt la casa de don Isidro Figueredo97
el mircoles de la Semana Santa y se refugi en la casa de Yedros, situada mucho ms al norte
en los Manantiales de los Arroyos. El Alcalde de Hermandad procedi con cautela: segn
inform hice llamar a mi casa, por un recado poltico a Blas Yedros, temeroso de un fatal
resultado si hubiese ido a la propia de su morada, a quin luego que se ape de su caballo
le intim se diese preso y cuando ya casi se prestaba humilde al mandato, luego que se le
presentaron ocho hombres armados que a prevencin tena ocultos, ech mano de un sable
que traa en la cintura y con el mayor denuedo hizo una resistencia vigorosa en la que me hiri
en la mano izquierda al cabo de mi partida; se le tiraron dos disparos y yo con el trabuco de
mi uso, pero nada bastaba a su rendicin finalmente conociendo que mis disposiciones eran
de quitarle la vida se tir al suelo e inmediatamente le hice atar y asegurarlo con dos grillos.
Blas Yedros era un cordobs, casado y con hijos y parece que estuvo preso en 1804 aunque se
fug del presidio; incorporado al ejrcito desert al poco tiempo. No era un desconocido para
las autoridades de la zona. Tras su detencin, el Alcalde de Pergamino remiti un sumario
anterior cuando le fue necesario requerir la ayuda de la Comandancia Militar pues Yedros
es malvado, gozaba de fuero militar y era soldado desertor. En el parte el Alcalde aclaraba
que sera de nunca acabar la relacin de los delitos que ha cometido el dicho Yedros: es un
facineroso, salteador, asesino y homicida. Desde Crdoba hasta esta Capital tiene una nota y
fama la ms execrable; por todas partes le temen y viven con la mayor pensin, cuando saben
que Yedros aparece en sus territorios.
44 Otro ladrn famoso era Roque Arguello quin fue detenido a principios de 1821 en Arrecifes,
en el extremo norte de la provincia98
. En el sumario fue calificado como ladrn incorregible
y el ms temido malvolo de estos campos y de todos los que han tenido la desgracia de ser
pisados por l. El oficial que lo detuvo no dej de fundamentar esta detencin en el panorama
que vea: Considero de mi deber al elevar este parte a V.S. poner en su consideracin el estado
de desorganizacin, desgracia, insubordinacin en que se halla la Campaa y cuan necesarios
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son en ella por las actuales circunstancias algunos ejemplares que restablezcan el respeto a las
autoridades y por extensin el castigo de los atentados rurales que infestan estos campos de
los que hace ms de 10 aos que es azote el mencionado Roque Arguello robando de un pago
y vendiendo en otro lo que le ha ocasionado varias prisiones. El informe muestra no slo a
un salteador y cuatrero de larga trayectoria y abultados antecedentes sino que su persecucin
se activ para afrontar una situacin rural imperante hacia 1821 que las autoridades locales
no dudaban en presentar en estado de insubordinacin.
45 Como en el caso de Yedros, los antecedentes y la residencia de Arguello eran conocidos por lasautoridades y, sin embargo, no haba sido perseguido. Ms an Arguello haba estado preso en
San Nicols en 1820 y en clase de soldado fue incorporado a la partida policial del Sargento
Mayor don Rafael Alcaraz, de donde desert. Varios de los testigos repitieron la mala fama
que tena y no negaron conocerlo ni haber tenido con l relaciones amistosas. Uno dijo que
lo conoce por fama de salteador hace ms de siete aos, que por el partido de Rojas ha sido
miembro de una gavilla que se entraba a veces al Pueblo y robaba en l; y otro lo describi
como el facineroso Roque Arguello que andaba huyendo, que era desertor y que tena una
mujer robada soltera de la misma Guardia de Rojas.
46 Quin era Arguello? Su confesin nos dar varias pistas sugerentes. En ella dijo ser mayor de
25 aos, natural de Crdoba, catlico, ejercitarse de labrador y, cosa bastante excepcional, que
saba firmar. Hasta aqu y salvo por este ltimo dato, un perfil caracterstico de los salteadoresy de la mayor parte de los hombres que poblaban la campaa. De los delitos que se le imputaron
Arguello slo acept, en principio, el de haber comprado caballos robados y no tuvo problemas
en reconocer que haba falsificado las marcas argumentando simplemente que lo hizo por que
tena inters en los caballos y que llevado por este mismo inters los compr sin embargo que
saba que incurra en un delito. Ms an, describi con claridad el circuito en que intervena:
compraba ganado robado en otros pagos (nunca en el suyo) y lo llevaba a los Arroyos; desde
all lo trasladaba a Crdoba y lo venda; all compraba aperos para venderlos en Buenos
Aires. El cuatrerismo de Arguello era parte del circuito de intercambios a larga distancia y la
tolerancia de autoridades y vecinos en el norte de la provincia no debe haber sido indiferente
a que en ningn caso el ganado haba sido robado en la zona.
47 A su vez, Arguello reconoci haber robado una mujer, pero no la que se le imputaba: dijo
que haba venido de Crdoba con Tadea Basconcelos moza soltera como de diez y ocho
aos de edad la cual trajo robada de casa de un cuado de ella siendo voluntaria ella misma,
aunque neg enfticamente haber robado otra mujer en Rojas99
. Su testimonio comparte la
misma calificacin judicial del hecho (el robo de una mujer) aunque evidencia un sentido
muy distinto. Arguello tambin reconoci que haba estado preso dos veces: primero en San
Nicols por que sospecharon fuese Montonero tras lo cual fue destinado como soldado a
la partida policial en la que sirvi tres o cuatro meses al fin de los cuales desert sin armas
ni prendas de vestuario; la segunda en Buenos Aires porque un negro y otro mozo al ser
aprendidos por haber saqueado una casa cuando la revolucin de Albear dijeron que haba
sido su socio. Es decir, Arguello que era un migrante cordobs como tantos otros de la frontera
norte o fue un montonero del ao 1820 o al menos cay sobre l la sospecha de serlo.48 En cualquier caso, Arguello no desminti su condicin de desertor de la partida policial y si
bien busc dejar en claro que en ella no se le hizo injusticia alguna ni tiene queja all de nadie
explic que desert por que hallndose enfermo de mal venreo le pareci que en el hospital
no le curaran bien y quiso ir a su provincia donde tena mejores esperanzas arrastrando los
peligros que le infera la desercin. Para Arguello, entonces, la desercin era un delito aunque
estaba plenamente justificado. Parece claro tambin que ha tenido relaciones con la partida de
polica que como vemos se reclutaba entre los mismos sujetos que deba perseguir y por lo
tanto no extraa que haya podido fugarse de la persecucin al punto que, segn dijo, fue un
soldado de la misma partida que deba aprehenderlo quin le avis del peligro que corra. Por
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ltimo, tambin importa destacar otro hecho recurrente: Arguello, pese a negar otros cargos,
no tuvo mayores problemas en admitir que era jugador: dijo que no tena bienes que manifestar
pues hasta la ropa que se ha vestido algunas veces decente como tiene el vicio de ser jugador
cual debe ser notorio la ha jugado en trminos que se ha visto precisado a estar sin calzones y
con chirip por no poder sacar los que tiene empeados en dos pesos; sin embargo, sostuvo
que ha ignorado que ser jugador fuese un delito ni que incurriese en las penas con que se
le amenaza.
49 Estos retazos de dos trayectorias de ladrones famosos permiten definir de un modo algo mspreciso el cuadro de situacin. Ni Yedros ni Arguello eran personajes excepcionales de este
mundo rural. Ambos haban migrado a Buenos Aires y lograron establecerse en la campaa
norte con sus ranchos y sus familias, como hacan gran cantidad de puntanos, santafesinos,
santiagueos y cordobeses en esta zona100
. No vivan en la clandestinidad pero se movan en
una zona difusa entre la legalidad y la ilegalidad gracias a la tolerancia y las relaciones que
mantenan con paisanos, vecinos y autoridades locales y sus actividades no eran desconocidas,
pese a su fama o quizs por ella misma -. Pero adems sus historias sugieren la distancia
existente entre las normas y los valores que se impulsaban desde el poder y las que imperaban
en el mundo social rural. As doa Isidora Sosa, la vecina hacendada en cuyo corral Arguello
haba guardado el ganado robado, declar que conoca su fama y antecedentes pero igual le
dej guardar en su corral la tropilla de caballos argumentando que es uso en la campaa nonegar el corral cuando alguno lo pide prestado por un da o dos, as se lo prest en esta ocasin
como ha hecho tambin otras varias y como tambin lo ha hecho con cualquiera que le haya
pedido igual beneficio. La fama, entonces, no rompa esas obligaciones. Por otra parte, a
Arguello no parece preocuparle demasiado reconocer que rob a su mujer, ser jugador o
desertor. Un conjunto de prcticas que eran condenadas y perseguidas por el estado pero que
no parecen haber tenido carcter delictivo para estos sujetos ni para su medio social.
50 Los juicios nos muestran una imagen de los salteadores muy alejada del estereotipo de
individuo suelto y sin arraigo que recurrente en el discurso elitista de la poca dej su
impronta en la historiografa101
. Por el contrario, ellos permiten registrar las mltiples relaciones
de parentesco, amistad, vecindad, paisanaje (o aunque ms no sea de simple inters) que
los salteadores mantenan con paisanos y vecinos de su pago. Ellos eran parte inseparabledel medio social rural del que surgan y durante sus correras parecieron mantener lazos
firmes y perdurables. Por cierto, estas constataciones no habilitan a sostener que sus acciones
gozaran de consenso y simpata pero, al menos, permiten observar que eran toleradas y no
los llevaban al aislamiento. Sin duda, es muy difcil encontrar en las tramitaciones judiciales
expresiones favorables a sus acciones delictivas pues no parece un juzgado un lugar adecuado
para hacerlo pero una lectura atenta del discurso de las autoridades sugiere indicios firmes
de consentimiento y abrigo entre la poblacin y cierta tolerancia de algunas autoridades
locales. Por ejemplo, en 1825 el Juez de Paz de San Vicente remita detenido a la Marina
a Pablo Ros por salteador, desertor, por haber herido con cuchillo a un hombre en una
pulpera y a otro despus de haberlo desnudado y tambin a Nicols Cuello por abrigador
de hombres de esta clase102
. Mas claro an, es el panorama que presentaba en 1827 el Juez de
Paz de Matanza cuando sostena que Desde los suburbios de la Ciudad hasta lo ms remoto
de la Campaa hay infinitos Ranchos cuyas familias numerosas subsisten y se alimentan
con lo que se roba en la Provincia y quiz con lo que se trae de otras partes del mismo
modo. Para este juez los ladrones queriendo tener una salvaguardia y viga prodigan cuanto
tienen para asegurar sus personas y perpetuar sus crmenes. De ser cierta esta visin, el
circuito de circulacin de bienes que motorizaba el bandolerismo estaba implicando a muchos
ms individuos que los salteadores y ellos parecen haber sabido utilizar con creces estas
posibilidades. El juez, adems de sealar que con este aliciente infame vemos prostituirse y
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abandonarse porcin de familias identifica toda una gama de actividades a las que se dedican:
Los unos con la capa de Labradores, otros con la de cuidadores de Bueyes, otros de Puesteros
y por fin con la de vecinos son unos completos haraganes, que solo causan la destruccin del
Pas, un perfil anlogo al que trazamos a partir de las confesiones. Pero, adems, el juez se
queja de las autoridades locales que por una imprudente prdica los toleran y consienten y lo
hace desde un diagnstico preciso de la situacin: Estos Ranchos son la fuente fecunda de los
desrdenes; de ellos es de donde nacen los males que extendindose por todas partes como una
impetuosa avenida fluyen y refluyen hasta haberse establecido el sistema de callar todo loque se sabe por no descubrir la complicidad en los hechos y romper las relaciones de amistad
y parentesco que tienen los buenos y laboriosos con los malos y haraganes, siendo tambin
estos Ranchos la principal causa de falta de brazos y de la mucha desercin en las tropas103
.
Bandolerismo y conflictividad social51 Nuestra perspectiva intenta sortear algunos pantanos en que suelen caer los estudios sobre el
bandolerismo. Algunos autores tienden a considerar todo acto criminal como una respuesta a
una situacin social y a un sistema de poder injustos; es obvio que alguna relacin tienen pero
nos parece simplificador convertir a todo acusado en un resistente social104
. Otros trataron de
establecer una distincin prstina entre dos tipos claros y distintos: los delincuentes comunes
y los bandoleros sociales, reservando exclusivamente a stos la condicin de rebeldes pero
despreciando los posibles contenidos polticos de sus acciones o, asignndoles a lo sumo un
carcter primitivo105
. Por ltimo, una tercera perspectiva es la de aquellos autores que no
encuentran evidencia alguna de bandolerismo social y son proclives a plantear la cuestin
en trminos de bandolerismo poltico: se tratara entonces de criminales utilizados por
alguna faccin de poder y que medraban en propio beneficio sirvindola. Aunque dismiles y
controvertidas estas perspectivas comparten una misma propensin taxonmica que termina
por ser el centro de la cuestin y anula la fluidez de situaciones y trayectorias.
52 Los salteadores no eran un tipo social distinguible con precisin y a cuyas acciones podra
asignarse un sentido especfico. Por el contrario nos inclinamos por inscribirlos en su medio
social e indagar en sus trayectorias, en sus dichos y en sus acciones los contenidos polticosque expresaron aunque no hayan tenido propsitos de ese carcter. Para esta inscripcin es
preciso modificar la imagen algo rgida que una primera lectura de las fuentes nos ofreci y
que deriva de la intencin taxonmica que contienen nuestras propias fuentes. Como vimos,
la mayor parte de los acusados declararon ejercitarse como peones y en segundo trmino
como labradores. Ahora bien, se trata de dos ocupaciones menos separadas de lo que puede
parecer aunque gozaban de muy diferente prestigio social y pesaban sobre ellas distintas
expectativas. De un pen se esperaba que sea trabajador, que estuviera permanentemente
ocupado y que fuera obediente y respetuoso de su patrn106
. De un labrador se esperaba que
tuviera medios suficientes para vivir y mantener su familia siendo til y productivo para
s y la sociedad y respetuoso de las autoridades y las leyes. Sin embargo, esta distincin
era ms bien una idealizacin de la realidad social y un intento de ordenarla antes que unreflejo de ella. Pocos (probablemente muy pocos) de los labradores correspondan al perfil
virtuoso que el discurso ilustrado les atribua y la mayor parte de los realmente existentes no
eran para autoridades y vecinos principales ms que falsos labradores, la llamada polilla
de la campaa, propensos al ocio y el crimen y sobre quines descargaban las sospechas
sobre la proliferacin del cuatrerismo y de la vagancia y a quines asignaban ser el abrigo de
los bandidos. Especialmente porque una slo una porcin limitada estaba fija en un lugar107
.
As, la nocin inicial de vago asociada al individuo suelto, sin ocupacin, domicilio ni
familia termin por ser aplicada a familias enteras. Esta mutacin ayuda a entender tambin
la proporcin de casados y labradores entre los acusados como salteadores.
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53 Pero hay una cuestin ms y quizs ms importante: los estudios ms slidos mostraron
que no existan fronteras infranqueables entre ambas ocupaciones y que podan ser ms
dos fases del ciclo de vida antes que indicadores de dos situaciones de clase. Por tanto,
la demarcacin entre peones y labradores no debe ser exagerada pues puede ocultar otros
aspectos tanto o ms importantes de la vida popular rural. Para ello es preciso recuperar la
densidad de sus declaraciones. Ellas nos mostrarn que los salteadores provenan en su mayor
parte de ese segmento de peones que gozaban de movilidad y autonoma como para tener
la posibilidad (o al menos la expectativa) de transformarse en labradores autnomos y delabradores que entre sus estrategias de supervivencia incluan el conchabo asalariado ms o
menos temporario como peones y que estaban situados al borde de una cornisa social. Los
unificaba una comn resistencia y reticencia a la dependencia y su persistente bsqueda de
preservar su autonoma108
amenazaba por varios peligros, pero ante todo, por la leva y por las
oscilaciones del mercado en el que intervenan tanto como vendedores de productos y fuerza
de trabajo como consumidores.
54 Ya hemos visto esta situacin en las confesiones de Yedros y Arguello. Pero podemos tener
un panorama ms rico y completo atendiendo a algunos otros ejemplos. En 1822 se tom
declaracin a tres acusados de integrar una gavilla de salteadores109
. Uno dijo que se llama
Juan Molina, nacido en la Jurisdiccin de Crdoba en la Villa de los Ranchos, que su estado es
de soltero y su condicin blanco sin mezcla de mala raza, segn siempre lo ha credo, que su
ejercicio y ocupacin ha sido conchabarse de pen de pie desde ahora hace doce aos poco
ms o menos, que vino de su tierra a esta Provincia y emplendose en la Capital de Buenos
Ayres de carretillero en la Plaza de Lorea como cuatro o ms aos, y que despus que sali
a la Campaa se ha conchabado para arar, picar carretas, segar, techar casas y otros trajines
de esta naturaleza en las Estancias del Partido de Areco de esta banda, como han sido las de
Don Pantalen Ramayo y Don Andrs Castro donde ha permanecido mas tiempo a excepcin
del de cosechar en que se ha empleado donde lo han llamado. Adems Molina reconoci que
haba estado preso dos veces, una en Buenos Aires y otra en Crdoba por desertor del ejrcito.
Su compaero Luis Castellano dijo ser soltero y cordobs: que vino desde su tierra muy
joven, su ejercicio ha sido pen de campo, conchabndose para arar y domar y que ha estado
detenido en el Fortn de Areco en clase de desertor. Por su parte Jos Santos Guerra dijoser tucumano, casado y padre de una hija y que su ejercicio es pen de a pie conchabndose
para las aradas y la siega, que a eso mismo vino desde su tierra har como hace un ao, en
cuyo tiempo ha tenido por Patrones a seor Agustn Guevara en las Charcras de Ayala y a Don
Rufino Alegre en el mismo Paraje, cuando levant un trigo a medias y que ahora como cuatro
aos vio a estos parajes y estuvo conchabado con el expresado Guevara y don Hermenegildo
San Martn en las cercanas del Baradero para emplearse en los mismos trajines y dijo que
esta es la primera vez que lo agarra la Justicia bajo el concepto de malo o sospechoso.
55 Estamos as frente a tres migrantes atrados por las oportunidades laborales de la pampa con sus
salarios ms altos y ms monetizados y las mayores posibilidades de acceso a la tierra. Pero,
adems, podemos distinguir la variedad de ocupaciones, la combinacin y alternancia de muy
diversas actividades y la inestabilidad de su situacin laboral. Se trataba de una existencia alda, sometida a mltiples avatares y con momentos de desocupacin transitoria. Era justamente
esta situacin la que los converta en presas ideales para ser calificados de vagos por una
normativa estatal que esperaba someter a los peones a relaciones laborales fijas, permanentes
y formalizadas por un contrato escrito como modo de asegurar su sujecin. Pero ello no era tan
fcil de lograr: en 1830 dos acusados de vagancia declararon que continuamente trabajaban y
en la actualidad lo hacan en la siega y cuando el juez reclam las correspondientes papeletas
pero los acusados respondieron no tenerlas porque en la actualidad como se ocupan de segar
trigo trabajan en diferentes partes. La realidad era ms compleja que la norma pero el juez
deba hacerla cumplir: resolvi dejarlos en libertad pero encargndoles que en lo sucesivo
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se conchabaren en un trabajo firme y estable con contrata para cumplir con lo mandado y no
dar que decir de su conducta110
.
56 Otros factores incidan en la tenue lnea que separaba la vida dentro de parmetros legales
de la ilegalidad. En junio de 1825 Francisco Gonzlez dijo haber venido desde el Salado a
buscar nuevo conchabo en la ciudad, juntndose en el camino con otros tres individuos que
venan con el mismo objeto y explic que "se vieron obligados a carniar la baquillona". Su
compaero Benito Montenegro dijo que era pen en las Saladas de donde se haba venido a
la ciudad a buscar un nuevo conchabo por temores de los indios. Como vemos, se trataba
tambin de trabajadores que podan moverse a larga distancia en busca de un nuevo conchabo.
En este caso, la movilidad en busca de ocupacin iba desde la extrema frontera sur a la ciudad
y ello remite a la estructura de un mercado de trabajo muy poco diferenciado. Permite tambin
advertir porque estos salteadores que proliferaban en la campaa en muchos casos residan en
la ciudad y sus arrabales. Estos acusados no negaron ni haber carneado una vaca ni negaron
que andaban armados pese a la prohibicin expresa que exista pues como dijeron Francisco
Gmez y Juan Coria deban llevar las armas por los peligros que continuamente haba en el
campo adems de justificar que carnearon la vaca por su falta de recursos111
. Las preguntas
y las respuestas devuelven la imagen de una profunda distancia, sino de un verdadero choque
cultural. Tanto andar armados de cuchillos o carnear una vaca ajena por necesidad o falta
de recursos les deben haber parecido a estos detenidos respuestas que no empeoraban su
situacin, no parecen haberlas concebido como delitos aunque las normas fijaran para estos
casos la pena del presidio o el servicio de armas. Pero, adems, entre las respuestas Gmez
y Coria se filtr algo ms: cuando se percataron que sus contestaciones no satisfacan al juez
alegaron "andar buscando conchabo pues los patrones que haban tenido anteriormente queran
tenerlos como esclavos a virtud de los contratos". Podemos entrever as que significados poda
tener para los paisanos la exigencia de contrata escrita, la famosa papeleta, que era el eje
por excelencia de la persecucin de la vagancia. A la precariedad y la inestabilidad de las
relaciones laborales debemos entonces sumarle las posibilidades de produccin autnoma y
el rechazo de los paisanos a la deferencia que reclamaban patrones y autoridades.
57 Ya ha sido bien demostrado que en un contexto de profunda mercantilizacin, de
intensa movilidad espacial y ocupacional, de oportunidades laborales variadas y de ciertasposibilidades de acceso a la tierra (y, por tanto, a la produccin autnoma), la obediencia
de estos trabajadores era muy relativa como ineficaz el intento de resolverla mediante
sistemas de trabajo coactivos112
o de disciplinarlos a travs del ejrcito113
. En este contexto,
la mercantilizacin se expresaba tanto en la recurrente necesidad empresaria de recurrir a
incentivos salariales y adelantos en moneda como en la movilidad de los trabajadores de un
empleo a otro y del trabajo asalariado a la produccin autnoma. Sin duda tambin otras facetas
de esta intensa mercantilizacin eran la aficin a los juegos de envite donde se apostaba dinero
o bienes fcilmente convertibles en dinero, la generalizada prctica del empeo de algunos
bienes y la propensin de los ladrones a robar dinero y bienes fcilmente comercializables,
permutables o empeables como las ropas.
58 Nuestra evidencia sugiere una creciente tensin entre patrones y peones, algunos de los cuales
no dudaban no slo en abandonar el trabajo frente a alguna ofensa sino ta