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Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
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Miguel Ángel Rodríguez Sosa
Filosofía y Ciencia
Nueve aproximaciones para el debate
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
2
Primera edición, enero del 2010
Miguel Ángel Rodríguez Sosa
Tiresias & Calcante editores
c/ Miguel Iglesias N° 220, Lima, 41. Perú
Este libro o su contenido total o parcial no puede ser
almacenado, transmitido ni reproducido por medios
electrónicos, mecánicos, magnéticos, por fotocopiado u otros,
sin la previa y expresa autorización escrita del autor.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
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Miguel Ángel Rodríguez Sosa
Filosofía y Ciencia Nueve aproximaciones para el debate
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
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Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
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A mi padre
Miguel Ángel Rodríguez Rivas.
El cultivo de la Razón
como estilo de vida.
NUNCA PUDE, a lo largo de toda mi vida,
resignarme al saber parcelarizado, nunca pude
aislar un objeto del estudio de su contexto, de sus
antecedentes, de su devenir. He aspirado siempre a
un pensamiento multidimensional. Nunca he
podido eliminar la contradicción interior. Siempre
he sentido que las verdades profundas, antagonistas
las unas de las otras, eran para mí complementarias,
sin dejar de ser antagonistas. Nunca he querido
reducir a la fuerza la incertidumbre y la
ambigüedad.
Edgar Morin
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Miguel A. Rodríguez Sosa
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Filosofía y Ciencia
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Índice
Presentación 9
La filosofía, el ser humano y su entorno 13
Ciencia y pseudociencia 21
Acerca de la crisis de la ciencia
contemporánea 33
Acerca de la correlación investigación -
ciencia - tecnología 67
Gestión del conocimiento
e investigación científica 91
Límites del conocimiento para la decisión
estratégica 109
El principio antrópico: convergencia
apasionante de filosofía y ciencia 127
Saber, práctica y ciencia: la experiencia
de la pedagogía 139
Gerontología, transdisciplina
e intervención 153
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
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Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
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Presentación
ESTE VOLUMEN es obra de alguien que no aspira
a ser filósofo y tiene un largo, conflictivo y en
ocasiones frustrante trato con el descubrimiento
científico; contiene ensayos y ponencias escritos en
un lapso relativamente prolongado (1997 a 2009),
mostrando la evolución de la manera en que el autor
aborda diversos temas que tienen en común la
siempre problemática relación existente entre el
conocimiento científico y la reflexión filosófica, si se
acepta la idea de que esa relación es trabada en torno
de la pretensión filosófica de someter a examen de
fundamentación los enunciados producidos en el
ámbito científico.
El autor pretende que la filosofía es un discurso,
esto es, una práctica hermenéutica, analítica y crítica
laxamente regulada por la autoridad atribuida a
modelos interpretativos de ponentes afamados, con
la finalidad de señalar la consistencia o incon-
sistencia latente en la estructura enunciativa de un
conocimiento cualquiera; y que en la cima del
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discurso filosófico se ubica el examen de las
proposiciones científicas, no para sobre-legitimarlas
sino, precisamente, para mostrar sus límites: las
fractales –indeterminadas, elusivas-- aristas de las
teorías, su anclaje en precarios edificios de hipótesis
Ad hoc, su incompletad radical, la audacia
representativa de sus sistemas y modelos…
Desde este punto de vista, el volumen examina la
relación entre realidad, filosofía y ciencia, y la
contraposición entre ciencia y pseudociencia; expone
lo que el autor considera son notas significativas de
la crisis de la ciencia contemporánea, y discute
facetas de la vinculación de investigación, ciencia y
tecnología, proponiendo en este último aspecto una
visión humanista de la práctica científica, alejada por
igual del ―contemplacionismo‖ academicista refor-
zado por el positivismo, y del ―induccionismo‖
desarrollista propuesto por la ―investigación-acción‖.
Adoptando posición ante el tema novedoso de la
gestión del conocimiento, el autor traza el paralelo
de ésta con la investigación científica y propone
superar y sustituir el paradigma científico provisto
por la modernidad, por el paradigma del cono-
cimiento para la intervención eficaz.
EN LOS PRIMEROS cinco trabajos –presentados
en orden temático y no cronológico— el autor ajusta
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cuentas, a su modo, claro está, con quien es en forma
evidente su referente principal en la epistemología:
Mario Bunge. En los textos más antiguos el autor
acepta la autoridad de Bunge, de quien ha sido
seguidor en materia de métodos de investigación
científica, pero en textos más recientes rechaza esa
postura, al extremo de que la ponencia ―Notas sobre
ciencia y pseudociencia‖ asume el tono de ser
explícitamente un anti-Bunge.
EN LOS ÚLTIMOS cuatro trabajos el autor explora
otros tópicos de la reflexión filosófica vinculada al
conocimiento científico, abordando el tema
apasionante del principio antrópico como razón de
ser del Universo, la crítica del framing basado en la
ilusión del conocimiento cabalmente estructurado, y
los excesos y limitaciones del cientifismo en la
práctica pedagógica. Finaliza el volumen un ensayo
monográfico donde cuestiona los enfoques
científicos de la gerontología, enraizados en el
paradigma del pensamiento simple y la compar-
timentación disciplinaria, apostando por configurar
la gerontología como una transdisciplina orientada a
la intervención, en el paradigma del pensamiento
complejo.
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Miguel A. Rodríguez Sosa
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Filosofía y Ciencia
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La filosofía, el ser humano y su entorno
(Septiembre 2007)
JOHN DUNS SCOTO afirmó en el siglo XIII que
―realidad‖ era el término preciso para designar la
naturaleza de las cosas externas individuales que
conforman la naturaleza común de las cosas del
mundo externo. Para Scoto la idealidad como
producto de la mente existe pero se hace real en
cuanto se vincula con las externidades. Berkeley,
Hume y aún Leibniz negaron la existencia externa de
la realidad, y Kant defendió lo real en cuanto se da
en la idealidad del espacio y el tiempo.
Las diferencias filosóficas acerca de la realidad
constituyen un problema que, en la filosofía y
ciencia contemporáneas, se centra en el análisis del
modo de ser de los hechos y acontecimientos del
mundo. De manera que la ―realidad‖ implica
conceptos como materia, energía, posibilidad,
actualidad, existencia, esencia, actividad, ser,
cognoscibilidad, afectividad, creencia, decisión;
vinculados por una multiplicidad de relaciones.
De Descartes y Locke a Kant, Hegel y Husserl la
filosofía fue el estudio del conocimiento humano y
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de sus fundamentos. Con Wittgenstein, Heidegger y
Dewey, entre otros, la filosofía se ocupó
centralmente del análisis del lenguaje y de los modos
de acción social del ser humano. Al finalizar el siglo
XX y en los inicios del siglo XXI se advierte otra
perspectiva porque la filosofía ya no investiga la
realidad factual tal como la construye intuitiva y
lógicamente el ser humano, porque ésta pasa a ser el
ámbito de las ciencias. Esta nueva perspectiva tiene
una doble vertiente, cuyas corrientes se contraponen
bajo la designación de paradigmas.
Conforme a uno de éstos, la filosofía
contemporánea investiga el proceso del cono-
cimiento prescindiendo de las condiciones bio-
neurológicas, psico-fisiológicas, socio-culturales,
comunicativo–simbólicas y lingüísticas que com-
peten a las ciencias; no se ocupa más del estudio de
las inferencias deductivas y de sus reglas de
derivación, que es el campo específico de la lógica
formal; tampoco de la formulación de axiomas,
deducción de teoremas, demostraciones y cuanti-
ficaciones, que es el dominio de la lógica y
matemáticas puras. Desde este paradigma, a la
filosofía compete el análisis crítico de las
significaciones de las proposiciones, en especial del
conocimiento científico, la definición rigurosa de los
términos de esas proposiciones con el propósito de
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evitar la presencia de doctrinas metafísicas que
oscurecen y deforman el saber científico, la
indagación epistemológica de la verosimilitud de los
sistemas de enunciados científicos, y el empleo
crítico de las elaboraciones hermenéuticas de
proposiciones fácticas, cuando son concernientes a
sucesos históricos. Corresponde a las ciencias
describir las realidades factuales, formular hipótesis
verosímiles dentro de ciertos límites, la construcción
de leyes científicas y teorías que permitan con un
grado de probabilidad predecir estados futuros de
acontecimientos, explicarlos y utilizarlos para
transformar, dentro de ciertos límites, el mundo real.
Para este paradigma filosófico es de importancia
capital analizar, por ejemplo, la naturaleza de la
materia, a partir de interrogantes del tipo: la materia
¿es continua o es discontinua? Las exploraciones
que subsiguen a esta indagación llevan a afirmar que
la materia y más específicamente la energía en la
cual se manifiesta tiene una estructura continua; por
ello, en el proceso de su medición se formulan
ecuaciones constantes acerca de su movimiento; pero
es discontinua si se considera su estructura cuántica
y la incertidumbre del corpúsculo–onda. La
estructura de la materia–energía es continua–
discontinua aunque aún no es posible explicar este
proceso, considerando que en este contexto
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paradigmático hasta el siglo XVII la unificación de
las teorías se realizó en torno a principios
metafísicos, lógicos y epistemológicos, respondiendo
a la inquietud de saber lo que realmente es el mundo
y el ser humano como parte de este mundo. En el
siglo XVII, con la aparición de la mecánica clásica
las leyes del mundo se unificaron en torno a las
concepciones mecanicistas de espacio, tiempo y
movimiento. En el siglo XIX con la emergencia de
los fenómenos electromagnéticos y la imposibilidad
de reducirlos a leyes mecánicas no sólo la física
clásica decayó sino la creencia en la unidad de
principios que permitan explicar y comprender la
naturaleza de las estructuras del mundo y de su
proceso de cambio.
Para este paradigma no es posible ninguna
interferencia entre filosofía y ciencia sino una
integración de sus investigaciones, de conformidad
con el principio kantiano: ―Las intuiciones sin los
conceptos son ciegas‖, a lo que cabe añadir: y los
conceptos sin intuiciones son vacíos, para plantear la
idea de que construcciones científicas sin
esclarecimientos filosóficos carecen de significados
y elaboraciones filosóficas privadas de cons-
trucciones científicas son sinsentidos.
En otro paradigma, la filosofía contemporánea
investiga más bien los fenómenos de la vida
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considerando y valorando la importancia de las
condiciones bio-neurológicas, psico-fisiológicas,
socio-culturales, comunicativo–simbólicas y lingüís-
ticas que subyacen, rodean e implican no sólo el
proceso del conocimiento sino la acción del ser
humano con arreglo a valores que sustentan sus
decisiones frente al mundo y a su propio devenir.
DESDE ESTE PUNTO de vista, compete
actualmente a la filosofía el análisis crítico y
hermenéutico de los acontecimientos del entorno en
el que se inscribe la existencia humana. Un ejemplo
relevante de esta corriente es proporcionado por la
filosofía de la acción política, en cuanto afirma que
la política es una actividad de la esfera pública y es,
por tanto, libre, posible solamente en la sociedad
humana, que requiere la presencia mutua de los
individuos de la colectividad unos respecto de otros;
esta corriente resalta que en la política son esenciales
dos aspectos: uno, el ―discurso‖ (lexis), es decir, el
uso de palabras adecuadas en momentos adecuados
para la expresión de intereses y la demanda de
satisfacción de aspiraciones, y otro, el espacio
―público‖, donde la pluralidad de los individuos, que
se reconocen mutuamente como iguales y distintos a
la vez, ―aparecen‖ unos frente a otros, y se reúnen
para verse y escucharse.
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En este enfoque la política es una actividad
teleológica porque se despliega teniendo como fin la
―vida buena‖, vale decir, la convivencia armoniosa
entre los hombres dentro de un orden convencional,
para cuyo logro se hace uso de todos los recursos
posibles de la ―persuasión‖ dialógica y argu-
mentativa construida a través de un proceso cultural,
pero que no rechaza la coerción ni la represión, dado
el caso.
En la política así considerada, la filosofía estudia,
por ejemplo, la ciudadanía como condición por la
cual el individuo integrante de una sociedad nacional
y partícipe de un Estado nacional, es reconocido
como sujeto en dos sentidos: uno, como individuo
emancipado –libre y responsable--, vale decir, como
entidad primordial y superior al orden social y
político en el que se inscribe (soberanía del
individuo), y dos, como súbdito del Estado, o sea,
como individuo que interactúa y dialoga por ser
portador de derechos y obligaciones ante el interés
general que representa el orden estatal (soberanía del
Estado), cuyo ―imperio‖ el individuo acepta
racionalmente. Normativamente, la ciudadanía es el
estatuto mediante el cual el individuo se inscribe en
el Estado. La ley establece los derechos y
obligaciones del ciudadano y, típicamente, las
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características de la igualdad de los ciudadanos entre
sí.
En esta perspectiva, la ciudadanía es un atributo
del individuo como entidad singular y persona
natural, no cabe la ciudadanía colectiva y una
ciudadanía ―nacional‖ sólo puede referir un orden
tipológico, una clase de ciudadanía y no una realidad
sustancial. Claro que este desarrollo colisiona con la
noción jurídica de ―derechos colectivos‖, tan popular
en los últimos decenios, afirmando el carácter
artificial de dicha noción y poniendo en tela de juicio
variantes ―alternativas‖ de la filosofía jurídica.
PERO ES CONVENIENTE señalar que ambos
paradigmas de la filosofía contemporánea coinciden
en que esencialmente el ser humano es mundo, y
más precisamente un aspecto, una estructura, una
forma del mundo que en virtud de su competencia
para pensar es capaz de plantear predicados que
designan, ordenan y hasta rigen tanto su existencia
individual, colectiva e histórica, como los otros
aspectos o estructuras del mundo-entorno del cual es
parte constitutiva. Coinciden pues en que el mundo
es construido en condiciones de universalidad y de
particularidad, en tanto las cualidades y relaciones de
cada particularidad son universales; lo que es un
axioma ontológico, refrendado tanto por la expe-
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riencia del vivir como por el desarrollo de la
actividad científica.
Con esta concepción no reasumimos un antro-
pomorfismo cabalmente superado, como el que
puede expresarse en interrogantes como: ¿existió el
mundo antes de la aparición del ser humano, si éste
es su constructor?, y: ¿cuando el ser humano
desaparezca, dejará de existir el mundo? Porque hay
que reafirmar que el ser humano es el constructor del
mundo y no su creador. La proposición meta-teórica
según la cual el mundo se inicio hace unos 15 mil
millones de años y en algún tiempo futuro se
convertirá en un nuevo super-átomo que iniciara
probablemente otro mundo, es una construcción
cognitiva humana que subyace a varias teorías
científicas, a innumerables modos de acción
teleológicamente orientada y a actitudes frente a la
vida. En realidad, interrogantes como esas son
triviales puesto que el ser humano se construye a sí
mismo en la construcción del mundo; y del ser
humano y del mundo pensamos y decimos sólo lo
que el ser humano construye racionalmente. Esta es,
a fin de cuentas, la proposición que expresa la
relación existente entre realidad, filosofía y ciencia.
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Ciencia y pseudociencia
(Mayo 2008. Para un debate académico en el doctorado de
Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Ricardo Palma. Lima)
SEGÚN EL PROFESOR Mario Bunge una
pseudociencia* presenta las siguientes caracte-
rísticas:
Su objeto de estudio es inaccesible al examen
empírico.
No es experimental.
No cambia ni desarrolla axiomas, y rechaza la
crítica de sus postulados.
No es nomotética ni pretende la producción de
enunciados legaliformes.
Tiene axiomas incompatibles con algunos de
los principios más seguros de la ciencia.
No interactúa en el sistema general de las
ciencias y sus cultores se mantienen al margen
de la comunidad científica, evitando así la
crítica.
* Mario Bunge: ―La investigación científica. Su estrategia y su
filosofía‖. Ariel. Barcelona; ―Pseudociencia e ideología‖. Alianza
Universidad. Madrid.
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Es fácil: no requiere un largo aprendizaje
porque no se funda sobre un cuerpo de
conocimientos auténticos.
Sólo le interesa lo que pueda tener uso práctico:
no busca la verdad desinteresada.
No admite ignorar algo: tiene explicaciones
para todo.
Al igual que la magia, tiene aspiraciones
técnicas infundadas.
Ejemplos de pseudociencia presentados por el
profesor Bunge son: alquimia, astrología,
caracterología, comunismo científico, creacionismo
científico, grafología, ovnilogía, parapsicología y
psicoanálisis.
Una toma de posición tan rotunda como la que
adopta Bunge en este aspecto de la cuestión crítica
de la demarcación de la ciencia exige el análisis por
todos aquellos interesados en la actividad científica.
Para lo que pueda servir, aquí va mi crítica de los
postulados de Bunge.
El objeto de estudio de las pseudociencias es
inaccesible al examen empírico. Ciertamente el
creacionismo y la parapsicología tienen objetos de
estudio inaccesibles al examen empírico. Pero por lo
menos algunos objetos de estudio de la astrología (la
interacción del comportamiento de cuerpos celestes
con el comportamiento humano), de la alquimia (la
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trasmutación de los elementos de la materia) y de la
grafología (manifestación de características de la
personalidad básica del individuo a través de su
grafía) son empíricamente escrutables.
La pseudociencia no es experimental. Es
correcto, si se considera que no realiza actividades
conforme a protocolos de experimentación científica
(validez de constructos observables, confiabilidad y
sensibilidad de pruebas, validez de observaciones,
etc.) Pero hay varias disciplinas del conocimiento
que son aceptadas como ciencias que tampoco son
estrictamente experimentales, como la economía y la
sociología. Aunque en los campos de trabajo de
ambas se realiza frecuentemente prácticas cuasi-
experimentales mediante la aplicación de modelos
(econometría, por ejemplo) y diseños pretest-postest
(la prueba de la ―ventana rota‖, por ejemplo). El
experimentalismo es una característica común a
ciertas ciencias pero no hay consenso respecto de
que toda la ciencia deba ser experimental. De hecho,
uno de los tópicos de la controversia acerca de la
demarcación de la ciencia se da entre los que aceptan
y los que cuestionan o rechazan la metodología
convencionalista, que sostiene que una hipótesis no
puede ser verificada (empíricamente) sino sólo
puede ser o no ser aceptada ―como si fuera
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verdadera‖ en su relación de dependencia de un
modelo teórico.
La pseudociencia no cambia ni desarrolla
axiomas, y rechaza la crítica de sus postulados.
Correcto. Cualquier sistema de enunciados que sea
pretendidamente científico pero que se fundamenta
en dogmas (creacionismo científico, comunismo
científico) o cuyos postulados esenciales (axiomas)
son radicalmente resistentes al cambio
(psicoanálisis), tiende al inmovilismo y más
temprano que tarde se revelará imperfectible,
careciendo entonces de carácter científico, porque
los axiomas y enunciados científicos son
inconcluyentes y provisorios en cuanto son
perfectibles o refutables.
La pseudociencia no es nomotética ni pretende
la producción de enunciados legaliformes. Aquí el
asunto es complicado porque si bien se puede
coincidir con Bunge en que la pseudociencia no
produce ni contiene enunciados legaliformes como
los científicos (leyes científicas: enunciados que
afirman regularidades de los objetos del mundo), si
se adopta una clasificación de las ciencias como la
que propone Jurgen Habermas (Conocimiento e
interés) sólo algunas ciencias deberían ocuparse de
descubrir y formular leyes porque buscan la
explicación y el control de los fenómenos (interés de
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las ciencias empírico analíticas. la Física y la
Genética, por ejemplo), mientras que otras ciencias
se ocupan de la comprensión del significado de la
interacción humana (interés de las ciencias histórico-
hermenéuticas: Sociología, Lingüística, Economía,
por ejemplo), y un tercer grupo de ciencias se ocupa
de la emancipación de los individuos ante la
dominación (interés de la teoría crítica: ¿Ciencia
Política?). Adopte o no la clasificación de Habermas,
la amplia mayoría de la comunidad científica
coincide en que no todas las ciencias son y deben ser
nomotéticas; se acepta que algunas ciencias más bien
son o deben ser normativas (es decir, orientadas a
proponer soluciones de los problemas contenidos en
sus objetos de estudio, no a formular leyes que
expliquen dichos objetos. La Sociología y la
―Ciencia Jurídica‖, por ejemplo), y que algunas otras
ciencias no son nomotéticas ni normativas sino
hermenéuticas (la Historia y la Antropología
Cultural, por ejemplo).
La pseudociencia tiene axiomas incompatibles
con algunos de los principios más seguros de la
ciencia. Hay que valorar con fuerte sentido crítico
que significa la expresión ―principios más seguros de
la ciencia‖ porque el avance del conocimiento
proporciona evidencia de incertidumbre acerca de
varios conspicuos ―principios seguros de la ciencia‖.
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Por ejemplo, hay teorías muy consistentes que
refutan el segundo principio de la Termodinámica
clásica (principio de la entropía –tendencia necesaria
e inevitable a la desestructuración caótica generada
por pérdida de energía) proponiendo más bien que la
evolución del Universo se rige por la asintropía.
Naturalmente, una pseudociencia tiene enunciados
básicos que no son consistentes con la ciencia, como
ocurre con las teorías de la ―inteligencia emocional‖
y de la ―primordialidad erótico-tanática de la
personalidad del individuo‖, por ejemplo.
La pseudociencia no interactúa en el sistema
general de las ciencias y sus cultores se mantienen
al margen de la comunidad científica, evitando así
la crítica. La apreciación es certera si se refiere a
que hay enunciados pseudocientíficos que colisionan
con el conocimiento científico vigente. Por ejemplo,
la mayoría de propuestas pretendidamente científicas
o con base científica para ―curar‖ el resfrío común,
adelgazar o para retardar la aparición de arrugas en
la piel por el envejecimiento celular (el gran negocio
de la red global de laboratorios farmacéuticos y para-
farmacéuticos). Pero es una apreciación equivocada
en lo que se refiere al hecho clamorosamente
evidente de que una parte cuando menos de la
comunidad científica (experimentalista, además)
practica también actividades pseudocientíficas en
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Miguel A. Rodríguez Sosa
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forma regular (en esos laboratorios, precisamente).
Más grave y preocupante sin duda es que agentes
promotores de pseudociencia no sólo se mantienen al
margen de la comunidad científica sino que forman
parte destacada de ésta. Así, por ejemplo: los
científicos que proclamaron las virtudes de la terapia
de hormonas para contrarrestar manifestaciones
molestas de la menopausia sin molestarse en realizar
estudios longitudinales de largo plazo, y –como se
descubre después-- medicamentos utilizados en
dicha terapia son cancerígenos; y los científicos que
promueven medicamentos para el tratamiento de
síndromes de la vejez, cuya eficacia ha sido probada
experimentalmente en muestras sesgadas de
pacientes para falsear resultados. De hecho, en una
amplia variedad de casos los cultores de la
pseudociencia no sólo no se mantienen al margen de
la comunidad científica, sino que pertenecen a ella;
no sólo evitan la crítica sino que la afrontan con
argumentos en mensajes que debidamente emitidos
(a través de publicaciones científicas, v.gr.)
apabullan a los críticos. Claro, no es éste el caso de
los pobres astrólogos, que ciertamente prefieren
mantenerse al margen de la comunidad científica; ni
de los (nada pobres) psicoanalistas, que han
edificado una poderosa comunidad para-científica
mundial.
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La pseudociencia es fácil: no requiere un largo
aprendizaje porque no se funda sobre un cuerpo
de conocimientos auténticos. Esta es una razón
equívoca y elusiva del profesor Bunge. No se puede
afirmar categóricamente que la pseudociencia es
fácil o que es más fácil que la ciencia. De hecho, la
Alquimia requiere un aprendizaje más difícil y
prolongado que la Química y respecto de ella no se
puede afirmar que no se funda sobre un cuerpo de
conocimientos de acreditada certeza, aunque también
se funda sobre conocimientos y creencias excluidos
del paradigma científico dominante. La Psiquiatría es
una disciplina difícil y se funda en conocimientos
científicamente auténticos de las denominadas
Neurociencias, pero ¿es ella misma una ciencia, un
conocimiento para-científico o una pseudociencia?
A la pseudociencia sólo le interesa lo que pueda
tener uso práctico: no busca la verdad
desinteresada. Este argumento, más que un error es
una estupidez (no es insulto: para ser muy estúpido
se requiere ser muy inteligente). Lo que sucede es
que el profesor Bunge cree (o creía en el momento
que escribe el artículo que glosamos) que la
actividad científica puede ser solamente
contemplativa limitándose a describir, explicar y
predecir la naturaleza y el comportamiento de los
objetos del mundo; y en este sentido, buscar y
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producir la verdad desinteresada. No hay tal. La
actividad científica no ha sido ni es indiferente o
ajena a los intereses sociales. Puede que un científico
en particular no se interese en el ―uso práctico‖
posible de su descubrimiento; puede que el científico
no alcance a visualizar algún uso práctico de su
descubrimiento; pero ello no obsta para que
eventualmente se descubra ese uso práctico, lo que
suele suceder cuando se utiliza el descubrimiento en
otro campo de actividad humana.
La pseudociencia no admite ignorar algo: tiene
explicaciones para todo. Correcto, la pseudociencia
no admite ignorar algo de su objeto de estudio; tiene
una explicación o un modelo interpretativo para las
distintas dimensiones de su objeto de estudio, según
éstas se hacen manifiestamente problemáticas. Pero
este es el caso de la Administración, que utiliza
distintas categorías y sistemas de enunciados de
conocimientos acreditadamente científicos para
explicar o interpretar dimensiones de su objeto; e
inclusive para intervenir en la solución de problemas
involucrados. Pero, ¿es la Administración una
pseudociencia, es una ciencia, un campo para-
científico de tecnologías…?
La pseudociencia, al igual que la magia, tiene
aspiraciones técnicas infundadas. Correcto. Pero es
también el caso del uso ―mágico‖ que en medios
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académicos u otros ambientes institucionales de
prestigio se da a herramientas como la estadística, la
teoría de los juegos, el ―método para toma de
decisiones‖, los modelos de negociaciones, la teoría
del caos, la teoría de fractales, etc. En este sentido,
conviene reconocer que en el campo de la actividad
científica o en actividades donde se aplica
conocimientos científicos y las herramientas
mencionadas (como el planeamiento, la prospectiva
demográfica, la meteorología, la promoción del
desarrollo, etc.) se utiliza recursos técnicos a veces
sofisticados para aportar características ―científicas‖
a los resultados.
POR LO QUE A MÍ RESPECTA, las prescripciones
del profesor Bunge no contribuyen categóricamente
a la demarcación de la ciencia respecto de la
pseudociencia.
Más de acuerdo estoy con Karl. R. Popper, (La
lógica de la investigación científica) para quien el
carácter de pseudociencia depende menos del ámbito
u objeto de estudio que de la actitud de sus
seguidores hacia la crítica y, en general, hacia al
método científico. Popper tiene mucha razón cuando
señala que un físico o un biólogo podrían
comportarse de un modo dogmático (por tanto:
pseudocientífico), mientras que un historiador o un
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sociólogo pueden presentar sus tesis de una manera
que inviten a la falsación.
Encuentro difícil sin embargo que se pueda
dictaminar categóricamente la diferenciación entre
ciencias y pseudociencias si éstas fortalecen su
pretensión científica, porque cada vez está más claro
que en las ciencias los sistemas de falsación son
alternativos e inconcluyentes (por ejemplo, la
incertidumbre a propósito de la naturaleza
ondulatoria o corpuscular de la energía), porque hay
conflicto entre lógicas subyacentes a los sistemas
científicos (caso de la lógica cuántica contrapuesta a
la lógica formal), y porque en todas las disciplinas
científicas se actúa con tendencia a proteger la
vigencia de teorías usando para ello hipótesis Ad
hoc.
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Acerca de la crisis de la ciencia contemporánea
(Junio 2004)
DESDE EL SIGLO XVIII la ciencia es considerada el
tipo de conocimiento más importante y productivo
de la humanidad. Su enorme prestigio propició, ya
en el siglo XIX, que todas las actividades y
producciones intelectuales que reclamaban
reconocimiento social se calificaran de científicas.
Este prestigio derivaba de los grandes logros
obtenidos por la actividad de los científicos, que
desarrollaban su labor teórica y experimentalista al
amparo del hasta entonces incuestionable paradigma
metodológico de la física*. Auguste Compte
proclamaba que la sociedad humana alcanzaba una
etapa científica de evolución y aún afirmaba la
fundación de una nueva disciplina para el estudio y
la reforma de la sociedad, a la que denominó física
social.
* En la tradición clásica no se consideraba a la física una ―ciencia
particular‖, independiente de otras en su objeto y su método; no era
―una de las ciencias‖ sino uno de los tres campos del conocimiento
epistémico del mundo: la física era el conocimiento de la naturaleza
como la ética lo era de la sociedad y la lógica del pensamiento.
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Pero ocurrió que sistemas ideológicos como el
materialismo histórico, postulado por Karl Marx, y el
liberalismo económico imperialista desarrollado a
partir de las ideas de Adam Smith entre otros,
también reclamaron el estatuto científico. La
consecuencia directa fue el desdibujamiento de la
demarcación de la ciencia en circunstancias que, por
otro lado, también sufría la agresión de filosofías
irracionalistas en su vertiente escéptica, como la de
Frederich Nietzsche, o en su vertiente vitalista, como
la de Henri Bergson.
Adicionalmente, en el período histórico que
transcurre hasta los primeros decenios del siglo XX
la ciencia presenta una imagen de fragmentación
creciente por la proliferante división de las
institucionalizadas disciplinas profesionales cuyos
emergentes campos de estudio se circunscriben y se
incorporan además a esquemas clasificatorios
basados en el principio de coordinación o en el de
subordinación, hasta el absurdo*, desagregando
arbitrariamente los grandes temas decantados por el
ejercicio analítico de la razón y estableciendo
ámbitos privativos de actividad, aparentemente
* Como en el caso de la ―psicosociología‖ propuesta por Jean Piaget,
cuyo objeto de estudio sería el propio sujeto en su aspecto individual
y social, articulando en una estructura artificiosa los temas, ya
bastante arbitrariamente diferenciados, de la psicología y de la
sociología.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
35
independientes unos de otros, que permiten luego
prosperar, como ―ciencias positivas‖, en verdad
parceladas, a la física, la química, la biología, la
psicología, la economía, la sociología, la
antropología, etc.
La positividad de estas ciencias se justificaba con
la consideración de que sus objetos de estudio
comprenden hechos o fenómenos de naturaleza
diferenciada, a partir de lo cual se infiere que, por lo
tanto, exigen la producción de teorías relativamente
autónomas, así como el desarrollo de métodos
singulares pero siempre manteniendo una cierta
relación filial con el método científico desarrollado
por y para la experiencia de la física, la más antigua
de las ciencias fácticas sistematizadas.
A partir del tercer decenio del siglo XX la
filiación fisicalista de las ciencias es materia de
nuevos ataques, primero a propósito de desarrollar la
clasificación de las ciencias; luego, bajo la bandera
del combate al positivismo. Ambos ataques estaban
directamente orientados, en sus diferentes moda-
lidades, a cuestionar el programa de construcción de
la ciencia unificada y la vigencia y efectividad del
método científico propuesto paradigmáticamente por
la física, promoviendo la separación radical de los
caminos del desarrollo de las denominadas ―ciencias
naturales‖, de los que correspondían a las deno-
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
36
minadas ―ciencias sociales‖. Se argumentó entonces
la cuestión de los ―valores‖, propiedades emergentes
que se consideraba exclusivas de los objetos de las
ciencias sociales, lo que sirvió de sustento no
solamente a la propuesta de nuevos métodos
científicos sin vinculación con el de la física, sino,
inclusive, a la propuesta de metodologías que
crearon una nueva noción de la demarcación
científica, dando cabida en las ciencias sociales a
concepciones subjetivistas que asociaron el análisis
pretendidamente científico a planteamientos para-
metodológicos no científicos como la hermenéutica.
De allí en adelante se hace virtualmente imposible
recuperar la unidad de la actividad científica y la
comunidad científica extravía la identidad que la
había distinguido como uno de los mejores productos
del humanismo. En sentido esencial la comunidad
científica deja de existir al institucionalizarse como
un conjunto de sub-culturas organizadas para la
producción de conocimientos refractarios a la
integración, débilmente articulados y, a veces, en
abierta contradicción. Decae la comunicación entre
los físicos y los sociólogos, entre los físicos y los
economistas, y entre éstos y los biólogos, por
ejemplo. Si bien las interacciones entre los actores y
las producciones de las distintas disciplinas de la
ciencia contemporánea no han desaparecido, un
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
37
rasgo distintivo del mundo científico actual es el
provincialismo disfrazado de especialización.
No puede sorprender que esta decadencia de la
ciencia haya resultado en su incapacidad para
resolver los problemas de la humanidad cuya
solución sólo puede producirse mediante un esfuerzo
intelectual integral, generalista y superador de la
hiper-especialización; ni siquiera puede sorprender
que haya resultado en su incapacidad para plantear
dichos problemas conforme al recto empleo de la
razón. La situación actual del quehacer científico
muestra en varios aspectos, inclusive demasiados,
pérdida radical de perspectiva respecto de su
responsabilidad e interés propio y esencial, que son
los de orientar el progreso de la humanidad. A un
nivel tal que la mayoría de personas académicamente
interesadas en la ciencia asume la creencia de que las
funciones de la ciencia son casi puramente
contemplativas: la descripción, la explicación y la
predicción de los fenómenos problematizables, el
lato conocimiento del mundo, en vez de asumir la
convicción de que la función de la ciencia es resolver
materialmente, en propuestas tecnológicas, los
problemas de progreso humano que se manifiestan
en los fenómenos.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
38
NO CABE DUDA de que la pérdida de orientación
de la ciencia es, en gran medida, una manifestación
singular de la crisis de la modernidad o, más
precisamente, de lo que se ha dado en llamar ―la
promesa incumplida de la modernidad‖. Pero el
largo episodio de desconcierto que aqueja a la
humanidad a consecuencia del lento y fragmentado
colapso de las ideologías totalitarias que regían el
desacreditado mundo de las certezas políticas
(fascismo, comunismo, democracia), económicas
(estatismo, liberalismo, globalización), antropo-
lógicas (evolucionismo, descolonización, urbanismo)
sólo puede aportar una pseudo-explicación
sociológica (o, de manera benevolente, una
interpretación unilateral y parcializada) del extravío
científico, que más bien considero tiene su causa en
una particular conjunción de factores, uno de los
cuales es, como ya he mencionado, la
desestructuración de la unicidad de la ciencia que
deviene del abandono del patrocinio de la física
sobre toda la actividad científica; otro factor es la
disociación entre la conciencia científica del mundo
y el sentido común.
En efecto, un perjudicial resultado del esfuerzo
irracionalista para separar a las ―ciencias naturales‖
(con la física a la cabeza) de las ―ciencias sociales‖,
particularmente desde el tercer decenio del siglo XX,
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
39
ha sido sustraer cientificidad del sentido común. No
es que el sentido común haya sido propiamente
científico en tiempos anteriores, pero desde el siglo
XVIII en mayor medida que en el presente se hallaba
fuertemente influido por los descubrimientos
científicos y, más precisamente, por la aplicación
productiva y la asimilación cultural de éstos,
uniéndolas a la idea de progreso, puesto que además
el progreso se percibía como incremento del
bienestar real y potencial de la colectividades. Por el
contrario, en los últimos setenta años el sentido
común ha perdido paulatinamente contacto con los
descubrimientos científicos. De hecho, el sentido
común se encuentra confundido, cuando no es
ignorante, respecto de las implicancias y
consecuencias de capitales descubrimientos
efectuados por la ciencia.
La evidencia de esta apreciación es abrumadora
pero baste señalar aquí la asincronía existente entre
el sentido común, en el que predomina el
evolucionismo biológico, respecto de la genética,
que lo refuta en amplios extremos; la diferencia entre
la cosificación objetivista de los hechos para el
sentido común y el probabilismo de los fenómenos
según la teoría cuántica; la contradicción entre el
malthusianismo ramplón del sentido común,
inclusive expresado académicamente en teorías
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
40
económicas y ecológicas, y el potencial ilimitado de
bienestar asociado al incremento demográfico, que
exponen la ingeniería biológica y las teorías sobre
utilización eficiente de conocidas y nuevas fuentes
de energía. Una consecuencia de este desfase es el
estancamiento de las demandas sociales a los
científicos para que resuelvan los crecientes y
preocupantes problemas de insatisfacción de
necesidades de realización que afectan a la mayoría
de la humanidad, lo que en gran medida implica
indiferencia social respecto de la ciencia o, peor aún,
desconfianza hacia ella.
Otra consecuencia de este desfase, menos
advertida pero tal vez más gravitante, es la
apropiación privada y egoísta de los descubrimientos
científicos por grandes intereses económico-políticos
que medran en la injustificable pobreza de cuatro
quintas partes de la humanidad y aprovechan las
desigualdades sociales en propio beneficio,
disponiendo una inmoral discriminación de la
divulgación y aplicación de nuevas tecnologías sólo
si conviene a mantener su posición de dominio
global, en tanto impiden la divulgación y aplicación,
y aún el desarrollo, de tecnologías cuyos efectos
pudieran contrariar sus intereses, promoviendo en
varios aspectos políticas de ―crecimiento tecnológico
cero‖, como en lo que se refiere a producción y
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
41
empleo de energía, y a producción bacteriana de
alimentos, por ejemplo.
VARIAS DE LAS CUESTIONES planteadas en este
largo introito implican tomas de posición y, por
consiguiente, la posibilidad de la controversia; por
tanto merecen una más amplia exposición,
sustentatoria, a la vez que convocan otras cuestiones
relevantes para el análisis de la crisis actual de la
ciencia. La exposición siguiente pretende examinar
en detalle aspectos considerados centrales al
respecto.
La cuestión de los paradigmas científicos
POCOS VOCABLOS han concitado en los últimos
treinta años tanto interés académico como el de
paradigma; su utilidad práctica y su potencial
comunicativo son enormes, pero, precisamente por
ello, ha devenido de cierta manera equívoco. En el
campo de la actividad científica, desde los estudios
de Thomas S. Kuhn (La estructura de las
revoluciones científicas) se acepta generalmente que
un paradigma es la constelación de creencias,
valores, métodos, técnicas, modelos de solución de
problemas, problemas no satisfactoriamente
resueltos, que los integrantes de una colectividad
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
42
científica comparten y que, por lo mismo,
institucionalizan a dicha colectividad y circunscriben
su campo de actividad como una ―disciplina‖. Para
Kuhn el paradigma contiene conjuntos de
compromisos intersubjetivos de los miembros de la
colectividad, cuestiones consensuadas acerca de los
enigmas que desea resolver y doctrinas así como
normas de procedimiento para resolverlos.
En este sentido el paradigma proporciona ―reglas
de juego‖ que orientan la labor científica. Como
estas reglas son el producto de la práctica
investigadora, el paradigma no debe ser una
construcción dogmática sino un descubrimiento
perfectible, un ejemplo de buen ejercicio que ha de
utilizarse como un modelo de trabajo competente. Es
en esta óptica que Thomas Kuhn afirma de los
paradigmas: “considero a éstos como realizaciones
científicas universalmente reconocidas que, durante
cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y
soluciones a una comunidad científica”.
Pero la popularidad del vocablo paradigma en los
círculos interesados por la actividad científica se
relaciona más directamente con la extendida idea de
la ―crisis de paradigmas‖ referida al decaimiento de
la orientación y de la efectividad de la ciencia, que es
una expresión singular de la ―crisis de la
modernidad‖. Ahora bien, las referencias académicas
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
43
a la crisis de paradigmas adolecen de falta de
claridad, ya que no elucidan si aluden a una crisis de
la concepción vigente de ciencia, a la caducidad o
inconducencia del método general de la ciencia, a la
falta de capacidad de las teorías científicas para la
problematización y solución de problemas, o bien a
todos estos aspectos.
Sobre la desorientación del paradigma
general de la ciencia
EFECTIVAMENTE EXISTE una situación de crisis
en la concepción general de la ciencia por la actual
falta de orientación acerca de su función. Entre las
razones de esta crisis podemos señalar dos
principales: el abandono del programa de
construcción de la ciencia unificada y el extravío del
interés propio y esencial de la comunidad científica.
La ciencia unificada es una aspiración humanista
que tiene sus bases en las concepciones filosóficas
atomistas del mundo, en las nociones de la unidad
ontológica de la realidad en su interacción con la
unidad gnoseológica de la razón, en la
universalización de la lógica simbólica y de las
matemáticas como lenguajes para la formalización
de los conocimientos; posteriormente, en la vigencia
fructífera del método desarrollado por la experiencia
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
44
de la física como paradigma de toda investigación
científica, en la representación lógica de las
entidades existentes como elementos y funciones y
en la extraversión de la teoría cuántica. No obstante,
estos fundamentos fueron desperdiciados por la
filosofía de la ciencia que más argumentó a favor de
la ciencia unificada: el positivismo lógico.
A despecho de su reconocida coherencia ejemplar,
el positivismo lógico separó las cuestiones
ontológicas de las gnoseológicas, con el prurito de
impedir la infiltración de la metafísica en el lenguaje
científico, sin reconocer que el esfuerzo de fisicalizar
el lenguaje científico conllevaba en su extremo
radical la ―fisicalización‖ de los objetos del
conocimiento científico, error o inadvertencia con
que el Círculo de Viena pagó los derechos de su
filiación del positivismo primigenio que contribuyó
inicialmente a la fragmentación de la concepción
integral de la ciencia humanista en una multiplicidad
de disciplinas ―positivas‖ apenas articuladas,
epistemológica y metodológicamente centrífugas. Es
así como Rudolph Carnap (La estructura lógica del
mundo. Pseudoproblemas en filosofía) plantea que
“La cuestión de la unidad de la ciencia está tomada
como un problema de lógica de la ciencia, no de
ontología... En cualquier caso, cuando nosotros
preguntamos si hay unidad en la ciencia, tomamos
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
45
esto como una cuestión lógica, concerniente a las
relaciones lógicas entre los términos y las leyes de
varias ramas de la ciencia”. Por su parte Otto
Neurath (La concepción científica del mundo)
sostiene que “la ciencia unificada es una integración
lógico-empírico-metodológica o, mejor dicho, una
integración de conocimientos empíricos garantizada
por la unidad del método científico y por la
homogeneidad lingüística de la ciencia... La ciencia
unificada es una tarea que requiere la colaboración
entre científicos de distintos campos, lógicos y
matemáticos pero su meta no es una construcción
sistemática sino enciclopédica”.
La falta de consecuencia de los positivistas
lógicos se advierte sobre todo en Neurath. Para éste
“la ciencia unificada es una integración lógico-
empírico-metodológica‖, es decir, una integración de
sistemas de enunciados vinculados con datos y con
los procedimientos que aseguran la validez de la
representación de los datos por las proposiciones así
como la verificación de los datos. Pero no lleva el
análisis al extremo que su razonamiento apunta
naturalmente; no establece las vinculaciones
necesarias entre la unificación del lenguaje científico
y la naturaleza esencialmente única de los
fenómenos del mundo real que este lenguaje
representa, posiblemente por temor a postular una
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
46
forma de reduccionismo*, ya que llega a afirmar, en
forma muy ambigua, que “Si la sociología describe
el comportamiento de los grupos humanos a partir
de enunciados fisicalistas definidos espacio tempo-
ralmente, se convierte en una forma de conductismo
social que forma parte de la ciencia unificada”.
De manera que Neurath, aceptando la factibilidad
de la ciencia unificada pero negándose a aceptar el
riesgo del reduccionismo, renuncia, como todos los
positivistas lógicos, a avanzar en el análisis
filosófico y en la propuesta de la unidad ontológica
de la ciencia. Como resultado, el positivismo lógico
se rinde ante las tendencias disgregadoras de las que
es también heredero y pierde la oportunidad de
postular con solidez argumental la indistinción entre
las ciencias naturales y las ciencias sociales. No creo
que fuera irremediable que la sociología se
convirtiera en un conductismo social por adoptar
principios fisicalistas; es ciertamente una
posibilidad, pero si la sociología se hubiera
fisicalizado gnoseológica y ontológicamente, hubiera
probablemente evitado desenvolverse como el
discurso impresionista que actualmente es en su
mayor parte, y se hubiera abierto a la alternativa de
* Algunos físicos, como Ernst Mach, planteaban que los fenómenos
sociales eran sólo fenómenos bioquímicos complejos o, como
Ostwald, que eran fenómenos biofísicos energéticos.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
47
alcanzar el estatuto de una ciencia directamente
orientada a promover tecnológicamente el progreso
humano; se hubiera convertido en el sistema teórico
matriz de una auténtica ingeniería social, superando
su actual naturaleza de conocimiento contemplativo,
del que en escasa medida se derivan débiles e
inorgánicas tecnologías apenas paliativas de los
desajustes e inadecuaciones que afectan a los grupos
sociales.
El abandono del programa de construcción de la
ciencia unificada, una de las causas de la crisis actual
de la ciencia, ha propiciado, como otra causa de esta
crisis, el extravío del interés propio y esencial de la
comunidad científica.
El razonamiento nos indica que es aspiración
general de la humanidad avanzar hacia la
imperfección decreciente, es decir, hacia la
perfección creciente, como lo reconocen todos los
cánones morales fundados en la idea de Bien. Es una
aspiración inmutable que anticipa el devenir como
ordenamiento transfinito de cambios orientado por la
recta razón. En esta perspectiva, el interés propio y
esencial de la comunidad científica debe ser
(subyacentemente es, aunque muchos científicos no
sean conscientes de ello) contribuir al cambio
exitoso de la humanidad en el devenir.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
48
No se trata del cambio en el sentido evolucionista
y funcionalista de adaptación de un sistema social a
su entorno por medio de procesos de diferenciación
interna y del aumento de su complejidad estructural;
se trata del cambio en el sentido de transformación
radical y progresiva del entorno, por medio de
procesos científico tecnológicos revolucionarios que
hagan progresar a la humanidad más allá de los
horizontes físicos y psicológicos establecidos en un
momento histórico determinado. El éxito del cambio
así concebido, cambio transfinito, debe medirse en
progreso, que solamente puede representarse como
un índice de aumento del potencial y del ritmo de
incremento del potencial de aprovechamiento de los
recursos ilimitados* que provee la naturaleza al
bienestar humano conforme se producen las
revoluciones tecnológicas con base en el desarrollo
científico.
El aumento del potencial y del ritmo de
incremento del potencial de aprovechamiento de los
recursos para el bienestar de la humanidad es factible
únicamente si se produce un aumento de la
* Es cabalmente reaccionario creer que los recursos provistos por la
naturaleza son limitados, pues éstos se descubren así como se
descubre sus formas de aprovechamiento en la medida que avanza y
se revoluciona la tecnología, tal y como lo pone en evidencia la
historia de los últimos 120 mil años de vida humana en el planeta.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
49
productividad física del hombre*, es decir, un
aumento de la fecundidad presente y futura del
trabajo humano transformando la naturaleza, de
modo que la mayor productividad pueda medirse
como la variación incremental del producto físico
per capita y sobre kilómetro cuadrado, en la
variación incremental de las condiciones medias de
vida y en el mejoramiento de la reproducción
humana. Para ello la humanidad debe realizar
deliberadamente los descubrimientos científicos
adecuados a pautar el progreso conforme a un
principio de ordenamiento que gobierne el paso de
cada nivel de conocimiento y desarrollo tecnológico
al nivel superior siguiente.
La contribución de la comunidad científica al
progreso humano ciertamente sólo puede partir de su
reconstitución superando las sub-culturas científicas
hiper-especializadas actualmente existentes. Esta es
una condición necesaria pero no suficiente pues se
requiere además que los científicos recuperen la
conciencia de su interés propio y esencial como aquí
es presentado. Para restablecer esta conciencia los
científicos deben asumir que cada uno de sus actos
mentales creadores es el proceso soberano de su
personalidad individual. Esto es así porque, no
* Se aprovecha aquí algunas de las ideas expuestas por Lyndon H.
LaRouche, Jr. en su obra: ―La ciencia de la economía cristiana‖.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
50
importa cuántas sean las influencias sociales
(grupales, institucionales, ideológicas) que participan
en el ejercicio de las facultades mentales creadoras
de un individuo, el descubrimiento científico es la
expresión de un proceso que ocurre única y
totalmente dentro de la mente de una persona
particular y es, por tanto, un proceso soberano. Por
consiguiente, los científicos tienen responsabilidad
plena sobre las consecuencias de sus producciones,
ya que pueden aprovechar o desperdiciar la
oportunidad de legar a la posteridad un producto
conforme a la recta razón, es decir, contributivo a la
imperfección decreciente de la humanidad en su
devenir progresivo hacia el Bien.
ES ASÍ COMO EL INTERÉS propio y esencial del
científico aparece superficialmente como el de la
donación a la humanidad presente y futura, de
―útiles‖, conocimientos u objetos que eleven
significativamente la capacidad productiva de la
especie humana en función de su bienestar. Pero
cualquier útil (producto científico o tecnológico) es
superable con el tiempo por otro útil con mayor valor
de uso, por lo que, en un sentido profundo, el interés
propio y esencial del científico trasciende la
producción de útiles y consiste en tener la actitud del
mejoramiento permanente de los principios
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
51
conocidos por medio de los cuales su generación y
las generaciones subsiguientes pueden realizar fases
enteras de conocimientos científicos. De manera que
el interés propio y esencial del científico se expresa
en dos niveles: En el primer nivel el interés persigue
el provecho físico del conocimiento, es decir, la
aplicación y la asimilación cultural del crecimiento
tecnológico que aumente la capacidad productiva
per capita transformando la naturaleza. En el
segundo nivel persigue fomentar el desarrollo y la
expresión de las facultades creadoras soberanas
individuales virtualmente de todos los que asimilan
el producto y la actitud del científico.
La comparación del interés propio y esencial del
científico con los intereses que han guiado en el
último siglo y guían actualmente a muchos de los
científicos, comprueba el extravío del ethos
científico. Tal es el caso de las investigaciones
efectuadas sobre las aplicaciones tecnológicas y
prácticas de la fisión nuclear del átomo, que con el
físico Robert Oppenheimer produjeron finalmente la
bomba atómica, un ―no útil‖ en el sentido que el
valor de uso del artefacto consiste en causar la
muerte relativamente indiscriminada de seres
humanos, en directa y abierta contradicción con los
ideales auténticamente científicos de contribución al
progreso y al bienestar de la humanidad. Otro es el
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
52
caso de las investigaciones del economista Milton
Friedman, que junto a otros ha producido la
sustentación y justificación teóricas ―no útiles‖ de la
ideología neo liberal, causante, en última instancia,
del incremento de la distancia que separa, en el
mundo actual, a un mayor número de pobres cada
vez más pobres respecto de un menor número de
ricos cada vez más ricos.
Estos casos, como tantos otros, muestran el desvío
de los intereses que han guiado a ciertos científicos
respecto del interés de producir el provecho físico
del conocimiento. Pero, en un examen más profundo,
proporcionan indicios sobre la alienación que afecta
a las colectividades de científicos sumisos ante
decisiones políticas perversas, oportunistas ante los
poderes económicos oligárquicos, indiferentes al
clamor de las necesidades humanas insatisfechas,
enajenados respecto de sus responsabilidades
individuales con la humanidad presente y futura;
rasgos todos que caracterizan la falta de compromiso
de los científicos con el ideal de la ciencia, que es el
de generar, transmitir y promover la asimilación
cultural del progreso.
EN ESTE PUNTO es necesario abordar un tópico
principal de la crítica de la actividad científica como
profesión, porque es al amparo de la
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
53
institucionalización académica de los profesionales
del quehacer científico que se ha promovido la hiper-
especialización que justifica complacientemente el
abandono de la construcción de la ciencia unificada
y el des-compromiso de los científicos con la
generación, la transmisión y la asimilación cultural
del progreso de la humanidad. Uno de los más
notorios defensores de la desviación de los
científicos respecto de su interés propio y esencial ha
sido Max Weber, quien afirmaba, en el segundo
decenio del siglo XX, que la vocación científica está
condicionada, en primer lugar, por el hecho de que la
ciencia ha entrado en un estadio de especialización
antes desconocido y en el que se va a mantener para
siempre. Max Weber (El político y el científico)
argumentaba: “Sólo mediante una estricta
especialización puede tener el trabajador científico
ese sentimiento de plenitud, que seguramente no se
produce más de una vez a lo largo de una vida, y que
le permite decir: „aquí he construido algo que
durará‟”.
Y prosigue Weber: “En nuestro tiempo la obra
realmente importante y definitiva es siempre obra de
especialistas. Quien no es capaz de ponerse, por
decirlo así, unas anteojeras y persuadirse a sí mismo
de que la salvación de su alma depende de que
pueda comprobar esta conjetura y no alguna otra,
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
54
en este preciso pasaje de este manuscrito, está poco
hecho para la ciencia. Jamás experimentará en sí
mismo lo que podríamos llamar la „vivencia‟ de la
ciencia. Sin esta extraña embriaguez, ridícula para
todos los que la ven desde fuera, sin esta pasión, sin
este sentimiento de que „tuvieron que pasar milenios
antes que yo apareciera y milenios aguardaron en
silencio a que yo comprobase esta hipótesis‟, no se
tiene vocación para la ciencia y es preferible
dedicarse a algo distinto”.
La idea central de Weber, sobre la que vuelve
varias veces, es que hay que inclinarse ante la hiper-
especialización de la actividad científica,
asumiéndola cómodamente como ―un dato de la
realidad‖, más aún si, como cree injustificadamente,
es ―irreversible‖, por lo que se permite afirmar que
en el campo de la ciencia sólo tiene personalidad
quien está pura y simplemente al servicio de la causa
de la especialización del trabajo científico.
Pero lo cierto es que la especialización del trabajo
científico no es una fatalidad sino únicamente el
resultado del proceso desviado de la
institucionalización fragmentada de la comunidad
científica, que se coloca las anteojeras
promocionadas por Weber para enajenarse de su
interés propio y esencial entregando (como quiere
Weber) su alma a la producción de conocimientos
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
55
que no tienen relación clara y definida con el
progreso de la humanidad. Si el científico tuviera
conciencia de su verdadero interés asumiría que la
producción y la transmisión de conocimientos de las
que es responsable implican necesariamente dos
aspectos: por un lado la posibilidad de que asuma
éticamente una posición de resistencia a imperativos
políticos, económicos o institucionales que
permanentemente expresan las presiones del poder
sobre la actividad científica, en cuanto el poder no se
identifique con el progreso humano; por otro lado,
que pueda manifestar libremente los juicios de valor
(valoraciones prácticas, en el lenguaje de Weber)
inherentes a su personalidad individual, que forman
parte indesligable del producto de su actividad
intelectual, es decir, de sus aportes teóricos o
tecnológicos.
Contrariamente a lo que opina Weber, es
perfectamente lícito que el científico exprese, aún en
ambientes académicos, los juicios de valor que ha
construido en relación a sus descubrimientos, porque
ello es condición necesaria para que pueda contribuir
a promover la asimilación cultural de la ciencia
puesto que ésta no es y no puede ser ideológicamente
aséptica sino que debe estar comprometida con el
fomento de la productividad humana, con la
elevación de las condiciones medias de bienestar de
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
56
la colectividad global y con el mejoramiento de la
reproducción humana. Weber argumentó que
interpolar valoraciones prácticas en el discurso de
exposición de las ―cuestiones puramente lógicas y
empíricas‖ que conforman los descubrimientos
científicos era erróneo ya que se perjudicaba la
objetividad de la exposición al no poderse ―evitar
que las valoraciones personales del científico
distorsionen la realidad‖. Esto es cabalmente una
tontería, ya que las valoraciones prácticas del
científico siempre participan de su producción
analítica sobre la realidad; no pueden separarse unas
de otras. Hay una distorsión del conocimiento de la
realidad (no de la propia realidad) si los juicios de
valor del científico no coinciden con el interés
propio y esencial de la comunidad científica. Pero
hay un fortalecimiento actual y potencial del
conocimiento de la realidad si los juicios de valor del
científico coinciden con el interés propio y esencial
de la comunidad científica. Este es un aspecto
fundamental de la cuestión de la objetividad de la
ciencia.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
57
La cuestión de la división de las ciencias
y la controversia sobre el alcance del
método general de la ciencia
LA CIENCIA ES UN TIPO de actividad productiva
que genera, transmite y promueve la asimilación
cultural de conocimientos y tecnologías para el
cambio exitoso, es decir, ―útiles‖ para elevar la
productividad humana, las condiciones medias de
vida y mejorar la reproducción humana, propiciando
el aumento del potencial y del ritmo de incremento
del potencial de aprovechamiento de los recursos
provistos por la naturaleza para el progreso de la
humanidad. En este sentido toda actividad científica,
en cualquier campo, debe producir ―valores de uso‖
que, en última instancia, se materialicen como
―herramientas‖ del cambio hacia la imperfección
decreciente del género humano.
Esta concepción de la ciencia por su función es
totalmente indiferente a los criterios utilizados en
varias divisiones de la ciencia, pues implica que son
artificiosas o que adquieren sentido únicamente en el
contexto de la inaceptable hiper-especialización de la
actividad científica contemporánea.
En este punto es pertinente distinguir entre
división de las ciencias y clasificación de la ciencia,
La división, estrategia del positivismo primigenio y,
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
58
contradictoriamente, luego, de varios anti-
positivismos, tiene el propósito de independizar unas
ciencias de otras argumentando que entre ellas
existen diferencias radicales de objeto, de método y
de lenguaje. La clasificación tiene el propósito de
construir un esquema sintético de la ciencia
partiendo de criterios historicistas como el momento
del surgimiento de cada campo temático de la
ciencia, o de criterios analíticos como el continuo
abstracto/concreto que ha originado las distintas
disciplinas del conocimiento científico.
En el siglo XIX Compte plantea una clasificación
de las ciencias de acuerdo con los principios de
coordinación y de subordinación, que le permiten
distinguir seis ciencias fundamentales (en atención a
sus relaciones externas necesarias): matemática,
astronomía, física, química, fisiología, sociología, a
partir de las cuales se considera posible la
identificación de otras ciencias, subordinadas*. El
sistema de Compte, que es el más avanzado de su
época, pretende distribuir las ciencias según grados
descendentes de comunidad, sencillez e
independencia de los fenómenos que estudian. No
incorpora una propuesta de división de las ciencias,
* Así, por ejemplo, la mecánica de los cuerpos terrestres es
subordinada de la matemática, y la psicología es subordinada de la
sociología.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
59
ya que, si bien presenta criterios ontológicos para
separar, por ejemplo, la matemática de la física, no
sostiene que se trate de tipos de ciencia diferentes
sino, únicamente, que son ciencias diferentes en el
mismo plano tipológico.
Sin embargo las clasificaciones avanzan desde
fines del siglo XIX en el sentido de establecer
diferentes tipos de ciencia y hoy en día forma parte
de un cierto sentido común de la colectividad
académica interesada en la actividad científica la
división entre ―ciencias formales‖ y ―ciencias
fácticas‖. Sistematizando aportes anteriores en este
sentido, Mario Bunge, por ejemplo, divide a las
ciencias en formales (o ideales) y fácticas (o
materiales), en razón de tres criterios: el objeto o
tema de las respectivas disciplinas, la diferencia de
especie entre los enunciados que se proponen
establecer las ciencias formales y las fácticas, y el
método por el cual se ponen a prueba los resultados
del conocimiento. Bunge (La ciencia, su método y su
filosofía) afirma que los objetos de las ciencias
formales (que son la lógica y las matemáticas) no
son cosas ni procesos sino “formas en las que se
puede verter un surtido ilimitado de contenidos‖, ya
que “el significado fáctico o empírico que se le
pueda asignar a los objetos formales no es una
propiedad intrínseca de los mismos”.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
60
Por el contrario, los objetos de las ciencias
fácticas (desde la física y la biología hasta la
economía y la psicología) son cosas, hechos o
procesos que se manifiestan en datos empíricos; la
relación entre los objetos de las ciencias formales y
fácticas consiste en que los elementos de los
primeros pueden representar las propiedades y
relaciones de los datos de los segundos. Los
enunciados de las ciencias formales tienen entre sí
relaciones de correspondencia (deducibilidad, etc.),
en tanto que los enunciados de las ciencias fácticas
tienen entre sí relaciones de objetividad y de
racionalidad. El método de las ciencias formales
pretende la demostración, en tanto que el de las
ciencias fácticas pretende la verificación.
La sistematización de Bunge es apenas pasible de
crítica, acerca del carácter del método de las ciencias
fácticas (ya que muchas hipótesis de las ciencias
fácticas no son verificables sino contrastadas
mediante falsación, por ejemplo), pues es correcto
reconocer la existencia efectiva de las diferencias
tipológicas señaladas entre la naturaleza de los
objetos y de los enunciados de ambas clases de
ciencias. Pero la división entre ―ciencias formales‖ y
―ciencias fácticas‖ desde inicios del siglo XX va a
ser aprovechada por distintas corrientes del
pensamiento orientadas a tesis de división de las
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
61
ciencias factuales en sub-órdenes establecidos
también de acuerdo a criterios tipológicos. Antes de
1910 Wilhelm Wundt (Principios de psicología
fisiológica) postula el divisionismo formal/factual
pero avanza al plantear que existe en las ciencias
fácticas una diferencia típica entre las ―ciencias
naturales‖ y las ―ciencias del espíritu‖. Esta división
ha sido desarrollada por varios autores y en sus
versiones más actuales hoy disfruta de amplia
aceptación en la colectividad académica interesada
en el quehacer científico.
El argumento que expone la justificación de la
división entre ciencias naturales y ciencias del
espíritu, que es de origen kantiano, dice que las
primeras estudian la naturaleza, cuyos fenómenos se
considera regidos por leyes, en tanto que las
segundas estudian la sociedad, la historia y el
comportamiento humano, cuyos fenómenos
constituyen un caos de casualidades. Sobre este
punto habría que volver más adelante, pero ha sido
introducido aquí porque la división entre ciencias
naturales y ciencias del espíritu es el antecedente de
la división entre ciencias naturales y ciencias
sociales.
Se plantea que las ciencias sociales se distinguen
de las naturales porque los objetos de las primeras
son clases de cosas o de procesos inanimados o
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
62
animados pero sin historia, en tanto que los objetos
de las segundas, en última instancia el hombre, los
grupos sociales y su historia, son singulares y no
sólo son animados sino que su animación es racional
y teleológica. Es indudablemente cierto que los
hechos sociales tienen una especificidad distinta de
la que es propia de los fenómenos naturales, pero
ésta no es la racionalidad sino la conciencia de la
racionalidad. Siendo correcto afirmar que el hombre
y los grupos sociales son o pueden ser conscientes
(cualidad privativa) de su racionalidad, no puede
negarse que la polaridad eléctrica de las moléculas
tiene un comportamiento finalista, aunque
obviamente la molécula no porta la razón que
construya la conciencia de ello.
Por otra parte, si bien es cierto que la naturaleza
de la actitud de un individuo, por ejemplo, es distinta
de la naturaleza del espin de un electrón, ambos son
esencialmente variables complejas de entidades cuya
característica objetual es por igual la de concretarse
como una estructura de propiedades y relaciones
entre propiedades. Y se hace énfasis en las
menciones de ―un individuo‖ y de ―un electrón‖,
pues si las variables de ambos son genéricas (es
decir, pertenecen a la clase de los individuos y a la
clase de los electrones) puede demostrarse, incluso
experimentalmente, que cada electrón es un caso tan
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
63
singular como cada individuo, lo que refuta el
argumento de que las ciencias naturales tratan
―clases‖ de hechos en tanto que las ciencias sociales
tratan hechos singulares.
Posteriormente esta división entre ciencias
naturales y ciencias sociales se perfecciona
distinguiendo las ―ciencias nomotéticas‖ y las
―ciencias descriptivas‖, significando que las
primeras son las que descubren y enuncian las leyes
que rigen los fenómenos naturales, y las segundas
son las que clasifican y describen los fenómenos
sociales y subjetivos irreductibles a leyes.
Esta división de las ciencias parte de dos
supuestos. El primero, que todos los fenómenos
físicos, químicos, biológicos... manifiestan
propiedades, estados, cambios, relaciones internas y
externas que comprenden cierta contingencia pero
que en su contenido de necesidad pueden ser
reducidos a una o algunas regularidades esenciales e
inmutables, es decir, a leyes. El segundo, que todos
los fenómenos históricos, psicológicos... son únicos,
no recurrentes; sus propiedades, estados, cambios,
relaciones internas y externas son contingentes y, por
lo tanto, no pueden ser reducidos a leyes. El
desarrollo de la teoría cuántica cuestiona
radicalmente esta dicotomía al plantear y, en
diversos aspectos, al probar experimentalmente que
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
64
los fenómenos físicos, por ejemplo, no se rigen por
regularidades esenciales e inmutables sino por
probabilidades alternativas y no excluyentes dentro
de un continuo de probabilidades que ―colapsa‖
cuando el observador ―mide‖ una de esas
propiedades, estados, cambios o relaciones. En el
mismo sentido, puede afirmarse que la ocurrencia de
un hecho histórico, en cuanto es observada,
―colapsa‖ otras probables manifestaciones
alternativas y no excluyentes del fenómeno, lo que
niega el carácter único de éste. De manera que no es
posible distinguir entre ciencias nomotéticas y
descriptivas, ya que todas son probabilísticas.
Más tarde las argumentaciones para sustentar la
división entre ciencias naturales y ciencias sociales
radican en postular que la equivalencia de ambas
“...nos da una visión equivocada de lo que los seres
humanos son, en cuanto actores razonadores que
saben mucho del por qué actúan como actúan”. Esto
afirma Jurgen Habermas (Conocimiento e interés),
uno de los cultores de la introducción de la tradición
hermenéutica en las ciencias sociales que busca una
solución a los problemas de incongruencia de la
división de las ciencias fácticas en su esfuerzo de
clasificarlas superando la dicotomía anterior y
configurando una nueva visión del conocimiento de
acuerdo con el criterio de su interés constitutivo. Así,
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
65
distingue las ―ciencias empírico analíticas‖ cuyo
interés constitutivo es la predicción y el control de
los fenómenos, incluyendo en ellas tanto a las
ciencias naturales como sociales, en forma similar al
cuadro de las ciencias nomotéticas; las separa de las
―disciplinas histórico hermenéuticas‖ cuyo interés
constitutivo es la comprensión del significado de la
interacción humana, y de la ―teoría crítica‖ cuyo
interés constitutivo es la emancipación de los
individuos ante la dominación.
Esta clasificación del conocimiento es correcta en
cuanto reinserta todas las ciencias positivas en un
solo marco tipológico y en cuanto implícitamente
rechaza el estatuto científico de disciplinas cuya
finalidad es la interpretación, con lo que, en mi
opinión, cierra satisfactoriamente el capítulo de la
división de las ciencias promovida por el
positivismo.
Pero el aporte de Habermas presenta la debilidad
de no profundizar en su crítica del interés
constitutivo de las ciencias, pues se agota en la
transición de criticar la visión puramente
contemplativa de ese interés a la introducir una
visión progresiva de dicho interés, pero sin culminar
el esfuerzo, puesto que la predicción y el control, si
bien actúan y deben actuar, como dice Habermas,
sobre el trabajo como actividad de transformación de
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
66
la naturaleza y como actividad de organización
humana para esa transformación, alcanzan cuando
mucho a proponer la manipulación racional eficiente,
tecnológica e incluso técnica, de los objetos que
estudian las ciencias, aunque la predicción y el
control no alcanzan a lograr similitud explícita con el
propósito ético y no solamente cognitivo de
aumentar el potencial y del ritmo de incremento del
potencial de aprovechamiento de los recursos
ilimitados que posee ante sí la humanidad para servir
a su progreso; propósito que es el propio y esencial
de la ciencia.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
67
Acerca de la correlación investigación - ciencia -tecnología
(Octubre 2003. Disertación en el I Diplomado de Investigación Científica,
Universidad Antenor Orrego, Trujillo)
Las visiones del interés de la investigación
UNA CUESTIÓN que al parecer no ha sido
suficientemente planteada y debatida en los medios
académicos y científicos, no obstante la profusa
literatura al respecto, es la concerniente a cuál es el
interés que motiva la investigación científica en
todos y cualquiera de sus extremos y acepciones;
cuestión que, por lo tanto, es también la de los
valores esenciales de la ciencia. Jürgen Habermas
(Conocimiento e interés) propone distinguir tres
tipos de interés de la ciencia: la explicación y el
control de los fenómenos (interés de las ciencias
empírico analíticas), la comprensión del significado
de la interacción humana (interés de las ciencias
histórico-hermenéuticas), y la emancipación de los
individuos ante la dominación (interés de la teoría
crítica). Esta es una propuesta discutida y discutible
para abordar el análisis de intereses y valores en
relación a la investigación científica, pero es
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
68
pertinente porque ubica la cuestión a nivel
descriptivo, en la pregunta: ¿qué interés subyace a la
práctica de la investigación científica existente?,
como a nivel prescriptivo, en la pregunta: ¿qué
interés debe subyacer a la práctica de la
investigación científica?
En la primera parte de este ensayo se intenta
señalar derroteros para responder ambas
interrogantes.
Generalmente la investigación científica es
definida por su objetivo inmediato: el
descubrimiento. Este es el núcleo de una visión
académica y tradicional de la investigación*,
compartida por filósofos de la ciencia y por
especialistas en métodos científicos. Así, Mario
Bunge (Ciencia y desarrollo. La investigación
científica y los problemas nacionales) dice que la
investigación es un proceso metodológicamente
orientado y consistente en averiguar algo acerca de
cosas de algún tipo y Max Weber (El político y el
científico) sostiene que el trabajo de investigación y
la búsqueda constante, la actividad de
descubrimiento y la satisfacción de realizarlo es lo
único que debe importar al científico, que es
integrante de una especie social diferenciada al que
sólo le interesa su actividad, en tanto que Ezequiel
Ander Egg (Introducción a las técnicas de
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
69
investigación social) sostiene que la investigación es
un proceso formal, sistemático, racional e
intencionado en el que se lleva a cabo el método
científico de análisis. Es fácil advertir que todas estas
definiciones comparten la omisión de indicar la
finalidad de la investigación y, por tanto, responden
a la pregunta: ¿qué interés sostiene la práctica de la
investigación científica? con una sencillez y
austeridad extremadamente positivistas: el único
interés verdaderamente relevante de la práctica de
investigación científica es producir y acrecentar el
conocimiento de los objetos del mundo. Esta es una
visión todavía dominante en la comunidad
académica. Ampliamente se la ha compartido
muchos años, en los que se ha reiterado que la
investigación científica es el proceso de producción
de conocimiento científico; actividad de
construcción y determinación de objetos de
conocimiento contrastables a través de informa-
ciones novedosas obtenidas con empleo del método
científico (como en Miguel A. Rodríguez Sosa:
Investigación científica. Teoría y métodos).
Sin embargo, esta visión, que caracteriza a la
investigación como una actividad esencialmente
contemplativa y la ubica en un ambiente de asepsia
ideológica que no existe realmente en ningún medio
institucional o social, ha sufrido los cuestio-
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
70
namientos y embates crecientes de corrientes de la
actividad intelectual finalmente nucleados en el
partido de la denominada ―investigación acción‖,
que es una visión alternativa y comprometida en la
que el investigador adquiere deliberadamente
obligaciones con el objeto social (un grupo o
comunidad) de su investigación y contribuye a
estructurar la identificación y el análisis de algunos
problemas acuciantes, aportando asimismo a
resolverlos con sus herramientas teóricas y técnicas
pero necesariamente con la colaboración racional y
activa del propio grupo o comunidad.
Una buena parte de la investigación universitaria
en el Perú sigue en la senda de la visión académica
tradicional, configurando una verdadera doctrina
metodológica, pero es pertinente mencionar que en
la práctica la vigilancia del interés exclusivamente
epistémico de la investigación se ha relajado y el
abandono del debate acerca de las influencias
recíprocas entre ciencia y sociedad condiciona que
los compromisos ideológicos y sociales que esta
visión expulsó por la puerta están ingresando
subrepticiamente por la ventana en muchas
investigaciones a nivel de tesis universitarias.
Por otro lado es necesario reconocer que adquiere
mayor importancia la visión y la práctica de la
investigación acción. Experiencias interesantes de
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
71
investigación acción se están llevando a cabo en el
Perú en diversos campos y conozco estudios en
materias muy diversas, por ejemplo, acerca del
impacto del mejoramiento de la infraestructura de
saneamiento en comunidades campesinas de
Cajamarca sobre la salud y la calidad de vida de la
población, acerca del urbanismo de la ciudad popular
en Villa El Salvador, acerca de cambio curricular en
educación primaria, y acerca del desarrollo
sustentable de comunidades huambisa.
Estudios como estos muestran que la visión de la
investigación acción, a diferencia de la visión
académica tradicional de la investigación, rechaza la
actitud contemplativa y la asepsia ideológica del
investigador; muestran también que su interés no es
puramente gnoseológico, que enfatiza el
compromiso ideológico con la solución de los
problemas que indaga y con los intereses del grupo o
comunidad beneficiario.
Así, se ha llegado al convencimiento de que la
visión de la investigación acción es superior a la de
la investigación académica tradicional porque no es
indiferente al imperativo de que el conocimiento
científico debe servir para estructurar y solucionar
los problemas que obstaculizan a la humanidad
alcanzar mayores niveles de bienestar y realización
individual y colectiva. Se cree con firmeza que la
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
72
visión de la investigación no puede ser indiferente,
por ejemplo, al hecho de que las ingenierías de
producción y la biotecnología logren una producción
agrícola anual mundial suficiente para alimentar 12
mil millones de seres humanos, el doble de la
población del planeta, y sin embargo cada año sufre
hambre crónica cerca de la cuarta parte de la
humanidad.
Se cree, asimismo, que la visión de la
investigación no puede ser indiferente ante el
desastre ecológico que viene gestando la industria de
combustibles fósiles, que insume ingentes cantidades
de recursos en proyectos de investigación y
desarrollo de productos para beneficio de un
oligopolio industrial, mientras sabotea la asignación
de recursos para la investigación tecnológica y la
industrialización de nuevos medios energéticos
generados por flujos de elevada concentración de
energía, como el plasma. Esencialmente, se
considera que la visión puramente cognoscitiva y
socialmente des-comprometida de la investigación es
moralmente cuestionable porque pretende ignorar
que la lógica del descubrimiento es y sólo puede ser
antropocéntrica, es decir, al servicio de la realización
humana.
Pero la superioridad de la investigación acción
encuentra su límite en la falta de autonomía de sus
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
73
intereses. La visión de la investigación acción es
tributaria de una visión más vasta, la del globalismo
que intenta imponer al mundo un modelo de
desarrollo desigual que garantice la hegemonía
cultural y la dominación política y económica del
Occidente post-industrial, y la asociación
subordinada del resto del mundo. Los think tanks
del globalismo capitalista han establecido que el
mantenimiento del desequilibrio global exige, por
ejemplo, disminuir ciertos extremos de inequidad y,
entre ellos, la pobreza extrema y la exclusión social,
a la vez que es necesario elevar los niveles
educativos de la población para facilitar su
incorporación funcional al mercado y al sistema.
Esta perspectiva es instrumentada por organismos
financieros internacionales como el Banco Mundial
y por la red mundial de ONGs, a través de los cuales
operan intereses estatales de las grandes potencias.
No puede sorprender, por tanto, que la visión y el
paradigma metodológico de la investigación acción
sean desarrollados en el marco institucional, difuso y
poco transparente, auspiciado por esas entidades,
inclusive a nivel de manuales y guías técnicas de
formulación y evaluación de proyectos,
construyendo una ideología desarrollista que se
materializa en prácticas de investigación acción en
temas muy diversos.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
74
Es así como el elevado y creciente respaldo de los
organismos internacionales y de otras fuentes de
cooperación económica del hemisferio norte, a las
organizaciones y personas que adhieren a la
investigación acción, especialmente a las ONGs, es
un factor determinante para la reciente decadencia de
la visión académica tradicional de la investigación
científica, tildada con certeza de contemplativa y de
promover la insensibilidad social de la comunidad
científica ante los problemas reales que exigen su
aporte para solucionarlos.
Una consecuencia de esta decadencia es el desfase
entre la investigación ―académica‖ (de alcance
mayormente analítico) producida en parte de las
universidades y la investigación ―desarrollista‖ (de
alcance prospectivo) producida mayormente fuera de
ellas. Este desfase obstaculiza el acceso de
investigadores universitarios a mayores recursos para
la investigación, puesto que las fuentes de
financiamiento consideran que su orientación
epistémica y metodológica no conduce a proponer
soluciones prácticas a los problemas estudiados.
En consecuencia, el escenario está preparado para
que a mediano plazo se pueda erigir triunfante la
investigación acción que, enarbolando sus valores
positivos de compromiso social, pero sobre todo, sus
grandes fuentes de recursos financieros, se configura
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
75
actualmente como una visión de investigación
―políticamente correcta‖ y cada día más presente en
medios universitarios.
El perfil ―políticamente correcto‖ de la visión de
la investigación acción alude directamente al hecho
de que en casi todo el mundo disfruta del apoyo
estatal y supra-estatal, y al hecho de que su
propuesta metodológica participativa, sus
herramientas técnicas y la eficacia de sus resultados
inmediatos (productos, efectos e impacto) son
progresivamente incorporados al imaginario social
como elementos de un modelo exitoso de
investigación; éxito que, en realidad, suele ser
medido a través de indicadores construidos ex
profeso y que figuran en sendos manuales de
evaluación de proyectos, que en varios casos son
únicamente medios para justificar la inversión y para
acomodar la relación entre los resultados y las metas
previstas.
Sin embargo, la confrontación entre la visión
académica tradicional de la investigación y la visión
de la investigación acción ignora la presencia de una
tercera visión, todavía emergente*, a la que
provisionalmente denominaré visión humanista de la
investigación, para la cual la investigación científica
es la práctica de realizar descubrimientos que
mejoren los principios epistémicos conocidos, por
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
76
medio de los cuales las generaciones subsiguientes
puedan realizar generaciones enteras de
conocimientos científicos, a la vez que es la práctica
capaz de originar un conjunto de objetos útiles. Los
objetos pueden considerarse ―útiles‖ sólo en la
medida en que, como clase, eleven significa-
tivamente y en forma creciente la tasa media de
bienestar de la humanidad.
LA HISTORIA DE LA CIENCIA está llena de
ejemplos que demuestran cómo un descubrimiento
teórico o el desarrollo aplicado de una teoría
originan directamente objetos útiles. Un caso
sobresaliente es el de la fundación que hiciera
Johannes Kepler (s. XVII) de la física matemática
comprensiva, a partir de cuyos razonamientos y
postulados se derivan los principios tecnológicos del
cálculo mecanizado y, de éstos, el artefacto de la
calculadora mecánica. Otro caso es el de la teoría
cinética de los gases, propuesta por Maxwell y otros
(s. XIX), que sustenta la tecnología de la
refrigeración y ha permitido la fabricación de varias
generaciones de sencillos artefactos refrigeradores.
La visión humanista de la investigación re-
localiza el interés que anima a la investigación
científica y el objetivo inmediato de su práctica.
Desde este punto de vista el interés subyacente de la
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
77
investigación no es gnoseológico, como sí lo es para
la visión académica tradicional, ni el objetivo
inmediato de la investigación es solucionar
problemas sociales en el marco del modelo
dominante de desarrollo, como sí lo es para la visión
de la investigación acción. En la visión humanista el
interés que subyace a la investigación es activista en
el sentido de transformar y mejorar las condiciones
generales de vida de la humanidad, y el objetivo
inmediato de la investigación es producir ―objetos
útiles‖, es decir, ―utilidades‖ en el sentido de
―valores‖.
El diccionario de la Real Academia Española, de
Madrid, define el vocablo ―utilidad‖ como:
"provecho, ganancia, valor que en si tiene una cosa.
Conveniencia o necesidad de carácter colectivo en el
orden moral o material". Es muy significativo que
entre los términos ―utilidad‖ y ―valor‖ exista una
estrecha similitud de significado, considerando que
la noción de ―valor‖ adoptada en esta disertación es
tanto moral o ética como enraizada en el significado
de la expresión inglesa “value”, que es
estrictamente: utilidad. Así, lo que aquí interesa
rescatar de la noción de ―utilidad‖ es la posibilidad
de observar y medir objetivamente el valor que
representa para el género humano y los grupos
sociales que lo conforman.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
78
La consideración del tema de los valores permite
señalar la diferencia axiológica existente entre las
tres visiones de la investigación.
Aunque la investigación en su visión académica
tradicional se cubre de neutralidad axiológica,
sofisticadamente acreditada como ―objetividad‖, no
puede rechazar la crítica de que es injustificable
practicar la investigación con un interés puramente
gnoseológico, exento de responsabilidad social e
histórica. Aunque la investigación acción se presenta
como ―desarrollista‖ y plena de responsabilidad
social, tampoco puede rechazar la crítica de que es
injustificable practicarla con sumisión a las
exigencias de adhesión al modelo de desarrollo
imperante por la voluntad de los organismos
financieros internacionales, de su asociada la red
mundial de las ONGs y de los think tanks
ideológicos que nutren las políticas y estrategias de
conservación del status quo mundial y su
desigualdad social y regional.
Frente a estas dos cuestionadas visiones, la visión
humanista de la investigación tiene superioridad
axiológica, porque su interés no es contemplativo y
carente de compromisos sociales, pero tampoco es el
activismo comprometido con un modelo de
desarrollo sobre-determinado por los poderes
globales. En la visión humanista la investigación
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
79
científica tiene el interés de aumentar
progresivamente y en medida creciente la tasa media
de bienestar de la humanidad a partir del incremento
deliberado de la productividad del trabajo con
empleo de nuevas y mejores tecnologías, y a partir
del aumento físico del consumo.
Entonces, se arriba aquí a una toma de posición
acerca de la segunda pregunta inicial de esta
disertación: ¿qué interés debe subyacer a la práctica
de la investigación científica?, respondiendo que el
interés subyacente a la investigación no debe ser el
prurito del descubrimiento ni el aporte a un
desarrollo social heteronómico y desigual, sino que
debe ser el contribuir sostenidamente a solucionar
los problemas que obstaculizan el aumento del
bienestar medio y común de la humanidad.
El continuum ciencia-tecnología
MARIO BUNGE (Pseudociencia e ideología) está
en lo correcto cuando dice que la ciencia es un estilo
de pensamiento y de acción: precisamente el más
reciente, el más universal y el más provechoso de
todos los estilos.
Este estilo de pensamiento y de acción configura
un campo de actividad que, como señala Miguel A.
Rodríguez Rivas (Proceso de la Ciencia. I)
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
80
comprende el resultado del esfuerzo de “descubrir
las leyes de formación y cambio de los hechos del
mundo, en su verificación experimental y en su
aplicación o uso para la utilidad humana”. Así
definida, la ciencia pone de manifiesto su cualidad
de producto del proceso de investigación, a la vez
que la mención de su utilidad denota la
identificación de esta concepción de ciencia con la
visión humanista de la investigación; pero además
vincula orgánicamente la ciencia y la tecnología,
puesto que la tecnología es el sistema de
conocimientos producidos por la investigación
científica para controlar y transformar estados de los
procesos, instituciones u objetos, y para diseñar,
planear, operar y mantener situaciones o artefactos.
La articulación de las nociones de investigación,
ciencia y tecnología ha permitido a algunos autores
plantear la existencia de niveles diferenciados de
investigación: investigación para la producción de
teoría e investigación para la producción (o
desarrollo) de tecnologías. En otras palabras:
investigación científica e investigación tecnológica.
Esta diferenciación ha producido más de una
sofisticada confusión categorial.
Así, por ejemplo, hay autores que postulan
clasificar la investigación y la ciencia en niveles
básico y aplicado. El nivel básico tendría como
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
81
objetivo el incremento del conocimiento teórico, y el
nivel aplicado tendría el objetivo de incrementar las
aplicaciones descriptivas, explicativas y predictivas
de las teorías, a clases concretas de hechos u objetos.
Extremos de la ciencia y de la investigación aplicada
serían la investigación tecnológica y la tecnología.
En algunas exposiciones los niveles y sub-niveles o
tipos de ciencia e investigación son categorías
cerradas y excluyentes; en otras exposiciones son
compartimentos permeables y los autores más
exigentes llegan a afirmar que los límites entre
investigación científica aplicada e investigación
tecnológica son difusos.
Al respecto se considera que los modelos de
clasificación de la investigación y de la ciencia,
incluyendo el nivel tecnológico, no tienen correlato
en una buena parte de los proyectos de investigación
universitarios y extra-universitarios, porque sus
categorías no se aplican ajustadamente a la
codificación de los objetivos de las investigaciones
concretas o porque los objetivos trascienden o
ignoran las categorías clasificatorias. Lo que
realmente ocurre con más frecuencia es que los
objetivos de los proyectos de investigación y, por
tanto, el alcance de las investigaciones, conforman
un continuo trans-categorial, ya que cada vez más
tienden a ser, sucesivamente, de nivel básico
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
82
(construcción de modelos teóricos), de nivel aplicado
(descriptivos, explicativos, predictivos) y de nivel
prospectivo (tecnológicos o estratégicos). Esta
apreciación, sustentada en la experiencia de
investigación universitaria, indica que se está
desarrollando una tendencia amplia a realizar
investigaciones que son, en el mismo proceso,
científicas y tecnológicas, lo que, en perspectiva,
decreta la inutilidad de uno de los extremos: o las
investigaciones son científicas (incluyendo en su
extremo productos tecnológicos), o las investí-
gaciones son tecnológicas (presuponiendo la
construcción de una base científica propia).
¿Cuáles son las condiciones y factores que están
orientando la investigación en el sentido de diluir la
frontera praxiológica entre ciencia y tecnología?
Las condiciones son, básicamente, el traslape
transicional entre la visión académica tradicional de
la investigación y la visión de la investigación
acción, en los medios universitarios; y la reducción
creciente de los recursos económicos y medios
institucionales para realizar investigaciones
puramente descriptivas, analíticas o explicativo-
predictivas, por completo contemplativas de su
objeto de estudio, sin solución de continuidad hacia
propuestas de intervención sobre ese objeto de
estudio. La visión humanista no participa
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
83
explícitamente en esta transición porque su filosofía
moral y su orientación epistemológica son
adversarias de las ideologías científicas dominantes,
complacientes con el status quo, y permanecen aún
como paradigmas contra-culturales marginados en la
comunidad científica, pero allí están, avanzando...
Incluso una muy somera descripción del enfoque
innovador, verdaderamente revolucionario, de la
concepción humanista de la actividad científica,
excede ciertamente el propósito de estas páginas,
pero se puede señalar que en este enfoque la
finalidad esencial de la ciencia (y de la investigación
científico-tecnológica) es producir conocimientos
que permitan obtener valores de uso (utilidades)
orientados a la economía del trabajo en el proceso
productivo, para aumentar el bienestar humano. Por
consiguiente esta visión no tolera y rechaza cualquier
separación entre ciencia y tecnología, entre ciencia
básica y aplicada, y entre investigación científica e
investigación tecnológica.
UNA POLÍTICA CIENTÍFICA coherente con esta
perspectiva deberá encaminarse, en forma enérgica
y sostenida, a diseñar e implementar un programa de
investigación dedicado a desarrollar ocho categorías
fundamentales de investigación para lograr un
auténtico desarrollo:
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
84
Investigación para obtener producción de
energía de alta densidad de flujo energético
(plasmas y fusión termonuclear controlada).
Investigación para aprovechar esas formas de
energía en la operación de medios de
producción que maximicen la eficiencia del
trabajo.
Investigación para desarrollar los nuevos
rumbos del descubrimiento biológico en el
mejoramiento creciente de la calidad de vida de
la población.
Investigación para formular estrategias
orientadas a conseguir la consolidación de
corporaciones agro-industriales de producción
y productividad creciente.
Investigación para el reordenamiento racional
del territorio y sus recursos productivos, en la
perspectiva de optimizar la articulación
territorial y el aprovechamiento de los recursos
en función de las necesidades sociales.
Investigación para desarrollar tecnologías y
sistemas de información adecuados a la gestión
eficiente y eficaz de la estructura productiva.
Investigación para transformar el sistema
educativo, orientándolo a la formación de
ciudadanos ilustrados, soberanos, humanistas y
competentes en ciencia y tecnología.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
85
Investigación para generar estrategias de
fortalecimiento de la economía nacional y del
Estado como organización política nacional,
para enfrentar con éxito las fracturas de la
globalización.
Esta plataforma científica es ciertamente muy
ambiciosa y aparentemente utópica en países como
el nuestro. Pero rechazo adoptar la postura auto-
conmiserativa de quienes cuestionan su factibilidad
argumentando las limitaciones, deficiencias y
carencias económicas, políticas, sociales y
educacionales de nuestro medio. Sociedades
nacionales como India, Pakistán, Chile, Cuba e
inclusive Vietnam, todas ellas consideradas, en
mayor o menor grado, ―sub-desarrolladas‖, pueden
mostrar importantes logros en algunas o cuando
menos una de estas categorías de actividad científica,
como resultado de aplicar políticas estatales y
universitarias de desarrollo científico. Por otro lado,
reflexionemos sobre los casos de Japón, Corea del
Sur, China, que alcanzan progresivamente niveles
superiores de desarrollo desde que, en acto de
soberanía, deciden abandonar el modelo de
sustitución de importaciones de ciertas categorías de
productos tecnológicos, para afrontar el desafío de la
generación de tecnología propia luego de absorber la
tecnología más avanzada en ese momento.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
86
La alternativa propugnada por los poderes
globales, los organismos financieros internacionales
y la red mundial de ONGs, de escalar ―niveles de
desarrollo‖ orientando la investigación científico-
tecnológica al consumo acrítico de teorías, o a la
adecuación desfasada de tecnologías ―intermedias‖ o
―de nivel adecuado‖ sólo puede prometer la
persistencia del ―sub-desarrollo‖ y de la dependencia
tecnológica y del conocimiento exógenos.
La interfase ciencia-tecnología
en la práctica de investigación
¿CÓMO LOGRAR que la práctica de investigación
científica, en el medio universitario, se proyecte
directamente a la producción de tecnología y a la
generación de valores de uso (utilidades)?
En principio, como se ha afirmado, abandonando
la visión puramente gnoseológica y contemplativa de
la investigación, adoptando a la vez una actitud
extremadamente crítica frente al interés subyacente a
la visión de la investigación acción.
En segundo lugar, rechazando el encasillamiento
de los trabajos de investigación en las categorías
artificiales y compartimentadas de la investigación
básica, aplicada, científica o tecnológica. Toda la
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
87
investigación universitaria debe ser científico-
tecnológica.
En tercer lugar, desarrollando herramientas de
método y técnicas para generar prospectivas en la
fase culminante del proceso de investigación, a fin
de que estas ―anticipaciones‖ y ―propuestas‖ puedan
configurar sistemas de conocimientos producidos
por la investigación científica para controlar y
transformar estados de los procesos, instituciones u
objetos, y para diseñar, planear, operar y mantener
situaciones o artefactos; es decir, para que puedan
materializar tecnologías.
Por ende, dos claves para actuar construyendo la
interfase ciencia-tecnología en los procesos de
investigación científica son: la modelación y la
prospectiva.
El principio de modelación plantea que todo el
conocimiento teórico que tenemos concerniente a un
objeto empírico compone un cuadro más o menos
completo de ese objeto empírico. De manera que el
modelo es una representación teórica isomorfa del
mundo empírico. El modelo no es la teoría del objeto
empírico; obviamente tampoco es el objeto.
Solamente es una mediación en la que, desde la
perspectiva del investigador, se estructuran sistemas
de conceptos y de datos que permiten mostrar la re-
construcción racional del objeto en la mente del
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
88
investigador. El modelo describe el conocimiento del
investigador acerca del objeto.
Los modelos se construyen para mostrar, de
alguna manera, la totalidad esquemática del objeto
de estudio. Un modelo es una edificación
reduccionista que no sólo da cuenta de las ―partes‖
comprobadamente conocidas del objeto, sino que
debe comprender las hipótesis que contienen
suposiciones lógicamente consistentes, teóricamente
fundamentadas y empíricamente contrastables, que
se ha planteado o descubierto acerca de las ―partes‖
no comprobadas del objeto. En otras palabras, el
modelo tiene una naturaleza bi-fronte: por un lado
consigna los elementos que ya se conocen del objeto
(axiomas, enunciados teóricos, conceptos, datos,
dimensiones, que han sido previamente validados en
el ambiente científico); por otro lado, propone los
elementos que se suponen también componentes del
objeto (hipótesis). Los elementos conocidos e
hipotéticos pueden ser sobre la naturaleza del objeto,
sus procesos de cambio y transformación, su
movimiento estructural, sus funciones, sus relaciones
con otros objetos, etc. En este sentido, el modelo es
una construcción holística.
Por consiguiente, los modelos se construyen con
un claro propósito de análisis del objeto de estudio,
no sólo para descubrir, según corresponda al objetivo
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
89
del modelo, sus leyes, sus estructuras generales, su
mecánica o dinámica, sino que también se
construyen para ensayar y anticipar el
comportamiento o el funcionamiento del objeto en
uno o en distintos ambientes o situaciones, con el
mismo o diferente número y cualidad de variables.
Desde luego, un problema inherente a todos los
modelos es cómo comprobar la corrección de la
imagen modélica del objeto empírico. Es necesario
arbitrar, para cada tipo de modelo, las reglas de
interpretación o correspondencia que enlazan
necesariamente el modelo con el objeto empírico.
Estas reglas de correspondencia son de distinta
naturaleza para cada tipo de modelo.
Si el modelo está construido con conceptos de un
modo analítico, las reglas de correspondencia son las
definiciones teóricas y operativas de los conceptos, y
las reglas de deducibilidad que rigen la relación entre
esos conceptos. Pero el investigador tiene completa
libertad para seleccionar el lenguaje de modelización
(matemático, icónico, analógico, tipológico,
estratégico, pictográfico, etc.) que sea conveniente a
sus propósitos, de manera que en el modelo se
muestren bien los rasgos esenciales del objeto.
Por su parte, la prospectiva es un desarrollo de la
modelación en la medida que es capaz de proponer
cambios en el objeto de estudio (objeto empírico) en
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
90
base a pronósticos contenidos en hipótesis causales o
funcionales que determinan las estrategias de
intervención para el cambio. Un diseño sencillo de
prospectiva puede ser representado en un ―mapa
estratégico‖, que no es otra cosa que el conjunto de
objetivos estratégicos de intervención en el objeto,
que se presentan organizados en perspectivas
lineales y conectados a través de relaciones causales
en una estructura completa e integrada de propuesta
de cambio. Ayuda a entender la coherencia entre los
pronósticos de cambio y permite visualizar de
manera sencilla y gráfica la estrategia de la
intervención en ese objeto. Asimismo, el mapa
estratégico ayuda a englobar y priorizar objetivos de
intervención y promueve la evaluación ulterior de los
procesos de intervención.
Alcanzar dominio en el manejo de la modelación
y la prospectiva establecerá condiciones necesarias
para proyectar la investigación científico-tecnológica
de la comunidad universitaria hacia superiores metas
de realización de objetivos institucionales y de
aporte al desarrollo nacional.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
91
Gestión del conocimiento e investigación científica
(Mayo 2009. Ponencia presentada al seminario internacional
Gestión del Conocimiento e Investigación Pedagógica. Derrama Magisterial. Lima)
Un paralelo insoslayable
EXISTE UNA AFINIDAD teleológica y funcional
entre la gestión del conocimiento y la investigación
científica. Es una afinidad de características
virtuosas que estimamos conveniente exponerla.
La gestión del conocimiento (GC) se propone
administrar las condiciones que hacen eficientes las
actividades y procesos de:
Generar conocimiento.
Reunir y compartir el conocimiento.
Aplicar el conocimiento para la gestión de una
organización con acciones que crean valor
añadido y eleven la eficacia de todas las tareas
de ésta.
Por su parte, la investigación científica (IC) se
propone administrar las condiciones que hacen
eficaces las actividades y procesos de:
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
92
Descubrir nuevo conocimiento, si éste es
contrastable conforme a una metodología.
Sistematizar el conocimiento en construcciones
teóricas.
Aplicar el conocimiento para aumentar de
manera progresiva el control de los fenómenos
naturales, la comprensión de los fenómenos
sociales y el desarrollo de capacidades para
aumentar el bienestar de la humanidad.
Más todavía, la GC y la IC muestran desarrollos
convergentes en la medida que la creación de valor
añadido (en el enfoque de la GC) y el desarrollo de
capacidades para aumentar el bienestar humano (en
el enfoque de la IC) se orientan por igual al logro de
las potencialidades de realización bio-física,
psicológica y social del ser humano.
EN EL ENFOQUE DE LA GC, el conocimiento según
la forma en que puede o no ser plasmado se clasifica
en:
Conocimiento tácito. Es el conocimiento aún
no codificado, que reside en la mente del
individuo y que es producto de su experiencia
de trabajo, del desempeño de sus habilidades,
del discurso de sus creencias, de sus
experiencias emocionales, etc.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
93
Conocimiento explícito. Es el conocimiento
que ya está codificado y contenido o referido
en algún soporte, como documentos, reportes,
memorias digitales, etc.
EN EL ENFOQUE DE LA IC el conocimiento es:
Conocimiento latente. Es el producto que
reside –en forma errática o cuando menos
asistemática-- en la mente del individuo y que
surge de su insatisfacción creadora a propósito
de una necesidad irredenta, que el individuo
razona acerca de los desajustes o desequilibrios
que afectan la relación entre el ser humano y su
medio ambiente. Cuando la poderosa mente del
individuo es capaz de definir indagaciones
específicas acerca de esa insatisfacción de la
necesidad, plantea un problema de
conocimiento; y cuando es capaz de proponer
conjeturas razonadas acerca de cómo satisfacer
esa necesidad, plantea hipótesis, que pueden ser
hipótesis científicas.
Conocimiento manifiesto. Es propiamente el
conocimiento científico. Consiste en la
transformación del conocimiento latente por
vía de la observación sistemática, del análisis o
de la experimentación. Se encuentra codificado
en sistemas de proposiciones que forman parte
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
94
de teorías, que las enriquecen las renuevan o
aún las refutan. Se halla registrado asimismo en
algún soporte que lo hace comunicable y
aplicable.
La generación del conocimiento tácito o latente,
para ser fructífera, debe convertir la subjetivación de
la experiencia individual en información, porque
sólo así puede trascender hacia la sociedad, que no
es otra cosa que un sistema de acción comunicativa,
un ordenamiento de interacciones conforme a
utilidades compartidas que se expresan como
valores. Con este proceso se inicia la socialización
del conocimiento.
Pero es necesario que la información remonte su
―momento primordial‖ de socialización y enrumbe
por los canales de procesamiento que la sociedad
crea y recrea de manera permanente, inclusive en
formas institucionalizadas, haciendo que dicha
información pueda ser transmitida, comunicada y
entonces se convierta en objeto del aprendizaje, que
se produce por la articulación constructivista de la
información provista por la experiencia individual
con la información que ya forma parte del bagaje de
conocimiento de la sociedad, y que se encuentra
registrada y fijada en soportes de todo tipo, sean
éstos tratados, manuales, guías para la acción, etc.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
95
Se produce, de este modo, un doble efecto. Por un
lado, se realiza la externalización de la información
propia del conocimiento tácito o latente, pues éste se
codifica convirtiéndose en conocimiento explícito o
manifiesto. Momento en que el conocimiento puede
ser validado por una pluralidad de experiencias
individuales; es objetivado y entonces puede ser
contrastado, aplicado, criticado, desarrollado.
Por otro lado, se posibilita realizar la
combinación, la integración y la sistematización del
conocimiento explícito. En el enfoque de la GC este
momento es el de la generación de los discursos
praxiológicos, entendiéndose el discurso
praxiológico como la práctica eficaz regida por un
método o como la práctica orientada por una ―forma
de hacer‖ exitosa. En el enfoque de la IC este
momento es el de la producción del discurso
científico, entendiéndose el discurso científico como
el sistema de proposiciones que aporta la solución de
un problema cognoscitivo o que aporta la prueba de
una hipótesis.
En el enfoque de la GC el discurso praxiológico
es el soporte material que permite reunir, codificar y
compartir el conocimiento; que asimismo permite
aplicar el conocimiento para la gestión de una
organización con acciones que crean valor añadido y
eleven la eficacia de las tareas de ésta. En el enfoque
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
96
de la IC el discurso científico –la teoría y la
tecnología teorética— es el soporte material que
permite sistematizar, codificar y compartir el
conocimiento; que asimismo permite aplicar el
conocimiento para aumentar de manera progresiva el
control de los fenómenos naturales, la comprensión
de los fenómenos sociales y el desarrollo de
capacidades para aumentar el bienestar de la
humanidad.
La generación y comunicación del conocimiento
explícito o manifiesto, en el enfoque de la GC y en el
enfoque de la IC, propician la internalización del
conocimiento en los individuos, originando un nuevo
ciclo cognoscitivo, porque el conocimiento explícito
o manifiesto es inconcluyente, inacabado,
perfectible; induce a la poderosa mente humana a
detectar nuevas necesidades insatisfechas, generando
nuevo conocimiento tácito o latente. Pero,
simultáneamente, produce la cultura –ese complejo
de formas de organización y de representación que
tiene toda sociedad para aprovechar sus valores de
uso--, bien sea como ―cultura organizacional‖ en el
enfoque de la GC, o como ―visión del mundo‖ o
cultura metacientífica, en el enfoque de la IC.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
97
Pensamiento complejo y gestión del conocimiento
frente al paradigma científico
ES MUY REVELADOR que la GC haya surgido en
el humus fértil de la Administración, campo que
lidera el curso transdisciplinar del conocimiento. El
liderazgo de la Administración en el desarrollo de
estrategias del conocimiento radica –creo yo— en el
desapego de sus cultores por las etiquetas, en el
desprejuicio respecto de los cánones epistémicos
dominantes, y en el desenfado con que se apropian
de conocimientos de diverso orden, estrictamente
con criterios de racionalidad utilitaria.
La Administración ha abandonado, hace tiempo
ya, el prurito de perseguir un estatuto científico. Sus
modelos conceptuales y sus teorías –por ejemplo, de
la organización, del liderazgo, de la motivación, de
las competencias, de la gestión de procesos— no
pretenden ser modelos o teorías propiamente
científicos; tampoco podrían serlo si nos atenemos a
los criterios de demarcación de la ciencia. Porque su
propósito no es aportar conocimiento verdadero sino
conocimiento útil en la medida que logre disminuir
incertidumbres en la toma de decisiones, y en la
medida que produzca intervenciones con resultados
eficaces respecto de objetivos previstos.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
98
La Administración, claro está, aprovecha
contenidos de teorías científicas y emplea
herramientas de uso común en la comunidad
científica, pero también emplea otros medios para
producir conocimiento para sus fines, como la
prospectiva, la teoría de juegos, entre otras. Es por
ello que la Administración se encuentra a la
vanguardia de la producción del discurso
praxiológico y también a la vanguardia del desarrollo
del pensamiento complejo (PC).
Claro que la Administración no se encuentra sola
en este empeño. El mismo derrotero de evolución se
avizora en el campo de la Educación y en el campo
de lo que atrevo a llamar bio-socio-medicina (pienso
en la Gerontología).
En estos tres ámbitos, los más y mejor orientados
a generar conocimientos de intervención para añadir
valor a procesos, para desarrollar capacidades del
capital humano y para obtener satisfactores de
bienestar social, se están experimentando propuestas
y modelos de pensamiento complejo, estrategias
transdisciplinarias y de GC. Así, en Administración
el aprendizaje organizacional, las prácticas de
alineamiento de objetivos de desempeño a la misión
y visión de la organización, los círculos de
excelencia; en Educación el aprendizaje
colaborativo, los programas tutoriales de apren-
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
99
dizaje, los recursos b-learning; en Gerontología la
valoración geriátrica transdisciplinar.
Porque el PC no es únicamente complejo por su
pretensión de conocer el mundo como universo
objetual complejo, lo que exige derribar las fronteras
existentes entre las disciplinas del conocimiento; no
es solamente un conocimiento transdisciplinar que
actúa exclusivamente en el horizonte de las
disciplinas científicas. El PC también es complejo
porque despliega un estilo del conocer que se
propone aprovechar para el mismo fin los
conocimientos que se producen tanto en el ámbito de
la ciencia como fuera de éste, resultados de prácticas
eficaces sin teoría subyacente, de experiencias
exitosas aunque asistemáticas.
En este sentido, hablar de administración
científica, de pedagogía científica, de medicina
científica es un arcaísmo porque en estos campos el
conocimiento útil y de intervención eficaz para la
transformación de la realidad, si bien tiene elementos
de ciencia, en su globalidad excede el ámbito
científico.
En el escenario del PC, la producción del
conocimiento excede ampliamente los límites
circunscritos por la adopción del método científico.
En realidad el PC propone generar conocimiento
recurriendo al anarquismo metodológico, esto es,
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
100
rechazando la autoridad propiamente científica. En
este aspecto el PC revela su afinidad sustantiva con
la GC, que ciertamente no rechaza la cientificidad
pero que es indiferente a ésta.
De manera que si bien existe un paralelo
insoslayable entre la GC y la IC, la afinidad entre
ambas queda circunscrita a los planos teleológico y
funcional. Pues la indiferencia de la GC frente a la
autoridad científica establece --en mi opinión—
obstáculos para utilizar el paradigma científico en el
desarrollo de la GC. Sin embargo, considero
plenamente factible y provechoso utilizar el enfoque
de la GC para impulsar un ―salto‖ cualitativo en la
IC, con resultados que podrían ser extremadamente
beneficiosos para la Humanidad.
EL TEMA DE LOS OBSTÁCULOS para usar el
paradigma científico en el desarrollo de la GC tiene
una densa trama de contenidos, que no pueden ser
presentados cabalmente en este ensayo. Pero sí cabe
hacer al respecto algunas reflexiones.
Thomas Kuhn concibe el paradigma de la ―ciencia
normal‖ como una práctica exitosa y conven-
cionalmente aceptada, de descubrimiento de
conocimientos nuevos, producida por la
investigación basada firmemente en una o más
realizaciones científicas pasadas, que una comunidad
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
101
científica reconoce, durante cierto tiempo, como
fundamento para su práctica posterior. El paradigma
define los problemas y métodos que son
considerados legítimos de un campo de investigación
para generaciones sucesivas de científicos. El
paradigma científico, dice Kuhn, enfrenta y trata de
resolver tres problemas del quehacer de la ciencia: la
determinación de los hechos significativos, el
acoplamiento de los hechos con la teoría y la
articulación de las teorías.
Una primera inferencia que emerge de estas
proposiciones es que el paradigma científico tiene un
carácter excluyente y conservador. Pero además se
puede apreciar que está en crisis.
El problema de la determinación de los hechos
significativos tiene una de sus aristas más agudas en
la cuestión de la objetualidad de los hechos, que ha
conducido, por un lado, a la pretensión
esencialmente infundada –según mi parecer— de
categorizar supuestos hechos no-objetivables (tales
como valores, intenciones subyacentes a la
interacción, emociones), mientras que, por otro lado,
ha conducido a la producción profusa de una clase de
conocimientos que se ha calificado como
―impresionismo‖ pseudocientífico orientado pura-
mente a la interpretación, con empleo e inclusive con
abuso de la hermenéutica, como ocurre con la
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
102
producción de algunos llamados ―analistas sociales‖
que adoptan criterios radicales en el marco de la
denominada ―investigación cualitativa‖.
El problema del acoplamiento de los hechos a la
teoría es menos opaco que el precedente pero es
también un problema abierto (Chekland diría: un
problema no estructurado) porque alude a la
controversia persistente acerca de la demarcación de
la ciencia, respecto de lo que los iniciados en
epistemología siguen en marcado disenso, y aspecto
en el que compiten cuando menos cuatro teorías de
demarcación: induccionismo, convencionalismo,
falsacionismo e historicismo.
El problema de la articulación de teorías tiene
varias facetas. Más allá de la visión de este problema
en la óptica racionalista de Karl Popper y sus
criterios de sistematización de las teorías vía la
axiomatización, está la cuestión de las fronteras
disciplinarias que obstaculizan si no impiden la
construcción transdisciplinar del conocimiento,
preservando y reproduciendo el ―pensamiento
simple‖ acertadamente criticado por Edgar Morin y
la escuela del pensamiento complejo.
Las cuestiones subyacentes a esos tres problemas
del paradigma científico vigente: la cuestión de la
objetualidad de los hechos para determinar de qué
manera son o pueden ser significativos, la cuestión
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
103
de la demarcación de la ciencia y la cuestión de las
fronteras disciplinarias, han producido una fractura
en el discurso científico, acarreando la coexistencia
conflictiva de diversos ―estilos‖ de quehacer que se
atribuyen por igual carácter científico, aunque para
algunos estilos ese carácter es excluyente de otros.
Por consiguiente, la crisis del paradigma científico
se manifiesta en su déficit de legitimidad debido a
las controversias internas de la comunidad científica.
Esta crisis sólo podrá ser superada si se genera y se
difunde un consenso acerca de cómo determinar
universalmente la objetualidad de los hechos,
edificando y difundiendo una metodología científica
abierta a las propuestas de las distintas teorías de
demarcación de la ciencia, y remontando las
fronteras disciplinarias hacia la transdisciplinariedad,
lo que desde luego incluye remontar los enfoques
multidisciplinarios e interdisciplinarios del cono-
cimiento.
Del conocimiento verdadero
al conocimiento útil y eficaz
LA GC BRINDA LA OPORTUNIDAD para superar
dicha crisis, hacia la renovación del paradigma
científico, impulsando el ―salto‖ cualitativo de la IC
hacia un nuevo estilo –innovador y no conservador;
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
104
incluyente y no excluyente-- de producir
conocimiento, porque el enfoque de la GC no está
enraizado en ninguna de las posiciones que se han
institucionalizado acerca de las cuestiones y
problemas señalados del paradigma científico.
Diferenciándose de la perspectiva de la comunidad
científica, de definir ―estilos‖ para producir
conocimiento con carácter ―verdadero‖, la GC
adopta la perspectiva de generar conocimiento con
carácter ―útil‖ para las realizaciones humanas. De
manera que la GC promueve la producción y
circulación de un conocimiento que desde luego
puede incluir el conocimiento científico, pero que no
se agota en él, pues también incorpora otras
categorías del conocimiento.
El borde filoso de la espada con que la GC puede
cortar el ―nudo gordiano‖ de los problemas y
cuestiones del paradigma científico destella por la
simplicidad de su diseño. Consiste en sustituir la
búsqueda del ―conocimiento verdadero‖, sea
categórico o probabilístico, como es la pretensión del
discurso científico usual, por la búsqueda de un
conocimiento que aporte a la disminución de
incertidumbres, como es la pretensión del discurso
praxiológico. Trataría de sustituir el descubrimiento
de explicaciones y predicciones que quieren saber
con certeza controlada y potencial teorético el por
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
105
qué y el cómo de los hechos del mundo, por el
descubrimiento de las decisiones de intervención que
en la práctica se revelan menos inciertas y eficaces
para el control y cambio de los fenómenos del
mundo. La IC procuraría utilizar sus mejores
herramientas no para hacer más cuestionablemente
verdadero el conocimiento de los fenómenos, como
ahora, sino para hacer menos incierta y más eficiente
la intervención humana para controlarlos. De modo
que la IC se convertiría en un medio para la GC.
Claro que, para que la GC pueda impulsar la
evolución de la IC será necesario que ésta adquiera
un carácter abierto superando las limitaciones
impuestas por los problemas y cuestiones del
paradigma científico, que se ha reseñado.
En los términos más próximos a las expectativas
de los investigadores que se propongan utilizar la
GC en la IC será imperativo proponer cambios
sustantivos y cambios formales en la práctica usual
de investigación.
Si se pretende realizar la investigación en el
ambiente de la educación superior, cada
organización educativa (facultad, escuela,
instituto) deberá definir líneas de investigación
conformes a su misión y visión. De manera que
la producción de investigaciones pueda
satisfacer requisitos de trabajo colaborativo,
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
106
alineamiento de objetivos y aprendizaje
organizacional.
Los programas de aprendizaje de investigación
deben abandonar la concepción caduca y
pseudopositivista de ciencia e investigación
científica que mayoritariamente los
caracterizan, que se encuentran perfectamente
alineados además con una visión estrecha y
oscurantista del método científico, y con el
estilo del pensamiento simple y la preservación
de las fronteras disciplinarias.
La idea de la ―tesis universitaria‖ o similar
debe ser replanteada desde sus raíces para
evitar que siga produciendo la acumulación de
―conocimientos inertes‖, puramente contem-
plativos o carentes de utilidad praxio-lógica. La
―tesis‖ individual monodisciplinaria, gene-
ralmente bivariable, debe ser sustituida por el
trabajo de investigación en equipo con enfoque
transdisciplinar, multivariable.
El énfasis de la investigación debe estar puesto
en el análisis crítico de la información temática
a la que se puede acceder, porque esta es la
única manera que garantiza el aprovechamiento
del conocimiento explícito disponible y la
interfase constructivista entre éste y las
experiencias de los investigadores.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
107
Los protocolos de investigación deben ser
abiertos a diversas opciones de organización de
la producción de conocimientos, tan sólo
orientados por objetivos de conocimiento
claros y evaluables.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
108
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
109
Límites del conocimiento para la decisión estratégica
(Apuntes de docente de Epistemología en el LXVII Curso de Comando y Estado Mayor, Escuela Superior de la Fuerza Aérea del Perú. 2005.
Sobre el ensayo de Luis Ángel Piazzón y Luis Felipe Calderón “La negación de la incertidumbre en la educación gerencial”. ESAN, Lima)
Crisis en el paradigma epistemológico
de la toma de decisiones
LUIS PIAZZÓN Y LUIS CALDERÓN sostienen con
razón que la formación académica en
Administración ha divulgado la creencia de que
mientras más clara, racional y simulable (guiada por
modelos y experimental) sea la visión de los
problemas empresariales, más cercanos estaremos de
su solución. Pero hoy en día esto se cuestiona, ya
que este paradigma, al implicar la exclusión de lo
subjetivo, de lo no-evidente, de lo complejo, de lo
multicausal, se ha hecho cada vez más endeble.
En realidad, según ambos autores, la educación
gerencial se halla en un severo proceso de revisión
en todo el mundo. El claro y estable universo que
concibe nuestro paradigma epistemológico domi-
nante y para el que fueron diseñadas nuestras
herramientas de decisión y gestión, no deja de
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
110
resquebrajarse. Las aproximaciones racionalistas,
analíticas, cuantitativas y modelísticas y el extensivo
uso de los planes, pronósticos y de la computadora,
están siendo cuestionados al igual que sus bases
conceptuales. De manera que, en la actualidad, los
académicos están a la búsqueda de un nuevo
paradigma.
Los epistemólogos vienen cuestionando que el
universo sea completamente cognoscible y predic-
tible si se incorpora en sus análisis la existencia de
factores aleatorios (teoría del caos) y factores
―invisibles‖*. Además existe la discusión acerca de
las limitaciones de la capacidad humana de percibir
la realidad y su necesidad de ―construirla‖. Recientes
aportes consideran que los sistemas de creencias
(incluidos especialmente los científicos) son filtros
de la realidad a la vez que son interpretación de ella.
Si se acepta, como dice Thomas Kuhn, que una
comunidad científica es un instrumento inmensa-
mente eficiente para resolver los problemas o los
enigmas que define su paradigma, esto puede ser
enteramente válido para los países de origen de ese
paradigma. Entonces se arriba a la apreciación de
* Cfr. Gerald Bakker y Len Clarck: ―La explicación. Una
introducción a la filosofía de la ciencia‖. 1994. Madrid. Ed. Fondo
de Cultura Económica.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
111
que la aceptación del paradigma científico reinante,
de procedencia norteamericana y europea, produce
anomalías o desajustes en la producción de
explicaciones o predicciones sobre hechos de la
realidad peruana. Esto muestra que existen
problemas para aprehender la realidad propia con el
paradigma reinante.
Piazzón y Calderón* afirman que cualquier
paradigma académico tendrá un sentido lógico o es
portador de una racionalidad, considerando su
carácter simbólico y su acreditado origen en la
experiencia reiterada, incluyendo a los paradigmas
fuertemente sesgados hacia el reduccionismo
racionalista, analítico y modelizante, a la
―cuantitofrenia‖ y a las fantasías de pronosticación.
Como se puede apreciar, estas afirmaciones
involucran una crítica frontal de todas las prácticas
gerenciales convencionales, basadas en supuestos
desarrollos del conocimiento científico.
La verdad es que tanto la vida empresarial como
la vida militar enfrentan problemas que en su mayor
parte son inestructurables (es decir, con muy alta
incertidumbre – muy escasa información al respecto)
y sólo en dosis muy pequeñas son estructurables.
Esto marca la crisis de los sistemas de información
* Op. Cit.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
112
para toma de decisiones, porque no nos proporcionan
la información mínimamente suficiente para resolver
la mayoría de problemas que enfrentamos.
Ante esta situación de crisis en la toma de
decisiones una opción de comportamiento es
refugiarse en una distorsión de la percepción de la
información sobre el problema, negando el nivel de
incertidumbre que realmente presenta el problema y
pseudo estructurando el problema. Esta opción
aparece generalmente porque consideramos nece-
sario autoconvencernos de que el problema que nos
amenaza es estructurable, predecible o manejable.
Lo peor es que la respuesta de este tipo, evitativa, es
la que solemos dar ante las amenazas más complejas,
inestructurables, impredecibles, amenazantes, como
la subversión, que es justamente donde requerimos
de nuestras mayores capacidades.
LA IDEA SUBYACENTE a la pseudo estructuración
de los problemas es que los eventos –de la
subversión, del mundo de los negocios-- son
estructurables. Pero, en realidad, existen dos
categorías de eventos:
Los eventos intrínsecamente programables /
estructurables
Los eventos intrínsecamente no programables /
no estructurables
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
113
Ante los problemas que pueden presentar los
primeros, el llegar a programarlos es sólo cuestión de
tiempo y esfuerzo. En caso de los problemas que
presentan los segundos, sólo existe la posibilidad de
pseudo programarlos / pseudo estructurarlos a través
de los mecanismos reductores ―técnicos‖.
El principal peligro es cuando el decisor actúa
ante un problema que él mismo ha pseudo
estructurado como si fuese un problema realmente
estructurado. Entonces pasa de ser un técnico que
usa y administra sus herramientas, a ser un incauto
que cae en sus propias trampas. Los mecanismos de
reducción ―técnicos‖ de incertidumbre devienen
ineficaces. El resultado es que el decisor desperdicia
la oportunidad de una acción eficaz sobre el
problema.
Es evidente que ante un problema estructurable o
estructurado las decisiones para solucionarlo pueden
ser eficazmente generadas utilizando herramientas
tales como el análisis matricial, el análisis de
probabilidades y la modelación. Pero ante un
problema no estructurable, o sea, uno que incorpora
levadas dosis de incertidumbre por insuficiencia de
información, la toma de decisiones para solucionarlo
va a requerir técnicas y herramientas cualitativas
complejas, holísticas, multicausales. Este es el caso
de los más problemas estratégicos en el nivel de alta
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
114
dirección de negocios, y es también el caso de los
problemas estratégicos que deben afrontar los
decisores de la contrasubversión.
Pero, además de la crisis del paradigma
epistemológico dominante, la toma de decisiones
estratégicas sobre problemas no estructurables
enfrenta otros problemas significativas:
Las limitaciones impuestas por las estrategias
de simplificación cognoscitiva utilizadas
generalmente por los decisores; y
La influencia limitativa del ―pensamiento
grupal‖ (Groupthink).
La simplificación cognoscitiva en la toma
de decisiones estratégicas
CHARLES SCHWENK* plantea que la formulación
de la estrategia de una organización es una tarea muy
compleja y lastrada por ambigüedad. Frente a esto la
capacidad humana de procesamiento de información
es limitada (teoría de la racionalidad limitada) y las
limitaciones cognoscitivas pueden afectar la toma de
decisiones estratégicas. Pero afirma que los
* Charles R. Schwenk: ―Proyectos de simplificación cognoscitiva en
la toma de decisiones estratégicas‖. 1984. Strategic Management
Journal Vol 5. 111-118.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
115
psicólogos de la cognición y los teóricos de las
decisiones han identificado una amplia gama de
procesos cognoscitivos que sirven para simplificar la
percepción de problemas por parte del decisor. En
consecuencia se han producido proposiciones
tentativas sobre las formas en las que los
responsables de tomar decisiones estratégicas
procesan la información y sobre cómo la
racionalidad limitada afecta los resultados de la
decisiones en cada etapa del proceso de toma de
decisiones estratégicas.
Schwenk dice que una característica básica de las
decisiones estratégicas es su falta de estructura. El
proceso de las decisiones estratégicas se caracteriza
por su novedad, complejidad e indeterminación. Los
problemas estratégicos no tienen una formulación
clara y es muy difícil describir el problema y
determinar los criterios a base de los cuales juzgar
las soluciones. La falta de estructura de los
problemas estratégicos determina que éstos
impliquen incertidumbre y ambigüedad para los
responsables de tomar decisiones.
Coincidiendo con Piazzón y Calderón afirma que
se conoce que cuando no se puede minimizar la
incertidumbre del entorno en el proceso de tomar
decisiones, los gerentes pueden modificar su
percepción del entorno de forma tal que parezca más
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
116
seguro. Pueden reprimir el conocimiento de la
incertidumbre y actuar en base a un modelo
simplificado de la realidad. Pueden usar procesos de
percepción que simplifiquen la estructura decisional.
Asimismo dice que los procesos de formulación
de problemas y toma de decisiones bajo
incertidumbre tienen cualidad heurística (búsqueda y
descubrimiento); y que algunos teóricos mencionan
que la heurística puede mejorar las decisiones,
aunque otros señalan que, si bien en general los
heurísticos son bastante útiles, algunas veces dan
lugar a errores graves y sistemáticos.
Schwenk ha seleccionado un pequeño conjunto de
procesos de simplificación cognoscitiva para la toma
de decisiones, de los varios existentes, considerando
que los elegidos cumplen con haber sido
demostrados en condiciones de laboratorio y cuentan
con ejemplos de aplicación en ambientes de campo.
Todos los modelos contienen las actividades de
identificación de problemas, generación de
alternativas y evaluación / selección. Algunos
incluyen la ejecución como una actividad.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
117
MODELOS DEL PROCESO DE TOMA DE
DECISIONES ESTRATÉGICAS Hofer y
Schendel
(1978)
Mintzberg
et. al.
(1976)
Glueck
(1976)
Mazzolini
(1981)
Identificación
de estrategia
Análisis del
entorno
Análisis de
recursos
Análisis de
brecha
Alternativas
estratégicas
Evaluación
estratégica
Elección
estratégica
Fase de
identificación
Reconocimient
o de la decisión
Diagnóstico
Fase de
desarrollo
Búsqueda
Diseño
Fase de
selección
Selección
Evaluación
Autorización
Evaluación Determinar
amenazas y
oportunidades
del entorno:
ventaja compara-
tiva de la
empresa.
Elección Fase I
Considerar
alternativas
estratégicas
Elección Fase II
Elección de
estrategia
Ejecución
Evaluación
Identificación de
decisión necesidad
Búsqueda de
alternativas para la
acción
Investigación de
cursos de acción
Revisión y
aprobación
Ejecución
LA TABLA MUESTRA que hay tres etapas o
actividades fundamentales del proceso de
formulación de estrategias: Etapa I: formulación de
metas / identificación de problemas; Etapa II:
generación de alternativas; Etapa III: evaluación y
selección. En cada una de las tres etapas se producen
una serie de procesos cognoscitivos.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
118
Formulación de metas / identificación de
problemas: La formulación del problema comienza
con el reconocimiento de las brechas entre
expectativas o estándares y resultados. Por otra parte,
la identificación de problemas consiste de dos
actividades: reconocimiento y diagnóstico. Durante
el reconocimiento los problemas o brechas deben ser
identificados en corrientes de datos ambiguos del
entorno. El diagnóstico implica decisiones sobre qué
tipo de información recolectar con el fin de iniciar el
proceso de solución de problemas. Los prejuicios
previos a la hipótesis, ajuste y aseguramiento,
compromiso de intensificación y raciocinio por
analogía son procesos cognoscitivos que pueden
afectar la identificación de problemas.
Generación de alternativas: Una vez definido
el problema estratégico es necesario generar
alternativas estratégicas para solucionarlo. Las
soluciones pueden intentar hallarse, primero,
buscando en las memorias de los responsables de la
toma de decisiones o dentro de la organización. Si la
actividad no tiene éxito, debe designarse soluciones.
Sin embargo el descubrimiento de soluciones está
afectado por rutinas (pautas y procedimientos) de la
organización, que inducen a conseguir una sola
alternativa. Por otra parte se puede producir una
rápida convergencia de alternativas, denotando
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
119
errores en la definición de metas o en el diagnóstico.
Asimismo puede ocurrir que por prejuicios
cognoscitivos se elimine alternativas o no se las
encuentre. Prácticas como el cálculo de un resultado
único, inferencias de imposibilidad, negación de
compensación de valores y conjunto de problemas,
tienen un efecto limitante sobre la generación de
alternativas.
Evaluación y selección: El proceso de toma de
decisiones articular orgánicamente sus tres etapas y
las actividades implicadas son mutuamente
dependientes. Como el proceso el iterativo y cíclico,
los errores de una fase pueden ser magnificados o
corregidos por el proceso cíclico. Si se genera varias
alternativas, deben ser evaluadas y seleccionada la
mejor. Pero hay problemas cognoscitivos, como la
representatividad, la ilusión de control y la
devaluación de alternativas descritas parcialmente,
que pueden afectar las actividades de evaluación y
selección.
A PARTIR de esta caracterización, Schwenk
plantea algunas proposiciones sobre las formas en
que los responsables de tomar decisiones pueden
simplificar la tarea decisional. Las proposiciones
especifican la forma en que estos procesos pueden
afectar las decisiones.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
120
Formulación de metas / identificación de
problemas:
Decisores bajo influencia de procesos de
hipótesis y ajuste y aseguramiento tienden a
percibir menos brechas de las que indican sus
datos.
Decisores bajo influencia del proceso de
compromiso de intensificación minimizarán la
importancia de las brechas y propenderán a no
usar estas brechas como base para una revisión
de estrategia.
Decisores que razonan por analogía tenderán a
definir el problema causante de una brecha
considerada importante, mediante analogía con
una situación más simple.
Generación de alternativas estratégicas:
Decisores que usan cálculo y refuerzo de un
solo resultado se inclinarán a generar una sola
alternativa en vez de varias, en la búsqueda de
solución a un problema estratégico.
Decisores que niegan la compensación de
valores y usan inferencias de imposibilidad se
inclinarán a tratar las alternativas no preferidas
negando que sirven a valores mejor que la
alternativa preferida y exagerando la dificultad
para ejecutarlas.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
121
Evaluación y selección:
Decisores bajo la influencia de la heurística de
representatividad tenderán a exagerar la
precisión de sus pronósticos de las
consecuencias de las alternativas.
Decisores bajo la influencia de la ilusión de
control tenderán a exagerar la importancia de
sus propias acciones para asegurar el éxito de
alternativas estratégicas.
Decisores mostrarán preferencias por las
alternativas que se describen en mayor detalle,
aunque alternativas descritas parcialmente
pueden ser calificadas más alto a base de los
criterios de evaluación de los decisores.
Schwenk concluye en que los procesos de
simplificación cognoscitiva implican variados
problemas e indican serias limitaciones para el
proceso de toma de decisiones. Pero estos procesos
pueden ayudar a proporcionar estabilidad a la
estrategia de la organización asegurando que se sigan
consistentemente las estrategias a través del tiempo,
si tales procesos se han utilizado durante la etapa de
formulación de metas / identificación de problemas.
Asimismo, la simplificación puede mejorar las
posibilidades de una ejecución exitosa aumentando
la confianza de los decisores en una determinada
Filosofía y Ciencia
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122
estrategia, si se emplea los procesos simplificadores
durante la fase de evaluación.
La influencia del pensamiento grupal
en la toma de decisiones
DE ACUERDO CON Moorhead, Perence y Nack* la
noción de Groupthink (―pensamiento grupal‖,
―síndrome grupal‖) se refiere al “modo de pensar
que desarrolla la gente cuando está profundamente
involucrada en un grupo cohesivo donde la lucha
por buscar unanimidad entre los miembros
predomina sobre la motivación de evaluar
realistamente los cursos alternativos de acción”. La
noción fue sostenida por un análisis retrospectivo de
varios fiascos y éxitos político-militares que se
diferenciaban por la ocurrencia o no ocurrencia de
condiciones previas, síntomas de ―groupthink‖ y
defectos en la toma de decisiones.
Las principales categorías conceptuales del
―groupthink‖ son:
Racionalización: Los participantes de un grupo
que toma decisiones por ―pensamiento grupal‖
* Gregory Moorhead, Richard Perence y Chris P. Nack: ―Continúan
los fiascos en las decisiones grupales: la nave espacial Challenger y
un marco conceptual revisado del ―group think‖. 1991. Human
Relations Vol. 44, N° 6, pp. 539-550, junio.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
123
colectivamente elaboran racionalizaciones que
eliminan señales de alarma y otras formas de
retroalimentación negativa.
Autocensura: Los miembros del grupo tienden
a autocensurarse cuando tienen opiniones o
ideas distintas del consenso aparente del grupo.
Ilusión de unanimidad: Los miembros del
grupo afectados por ―groupthink‖ comparten
una ilusión de unanimidad relacionada con los
juicios emitidos por ellos mismos a favor del
punto de vista de la mayoría.
Guardianes mentales: Ciertos miembros del
grupo asumen el rol de guardianes de las
mentes de otros miembros del grupo. Ellos
tratan de proteger al grupo de información
adversa que podría destruir la visión de
mayoría de los hechos relacionados a tomar
una decisión apropiada.
Afirman los autores que el resultado de los
síntomas de ―groupthink‖ es un proceso de toma de
decisiones defectuoso, por las siguientes razones:
Pocas alternativas: El grupo considera sólo
pocas alternativas, con frecuencia sólo dos. No
se hace una recopilación de todas las posibles
alternativas.
No re-examinar alternativas: El grupo falla en
re-examinar las alternativas que pueden haber
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
124
sido descartadas inicialmente con base en
informaciones desfavorables.
Rechazo de opiniones externas: Los miembros
hacen poco o ningún intento de buscar
opiniones de expertos externos.
Rechazo a opiniones negativas: Los miembros
tienden a enfocar su atención en información
que apoya su posición e ignora cualquier
información o dato que puede brindar un giro
negativo a su alternativa preferida.
Ausencia de planes de contingencia: Los
miembros pasan poco tiempo discutiendo las
posibles consecuencias de las decisiones, no
desarrollan planes de contingencia.
Pero, a la luz de la experiencia en el campo
militar, además de lo que señalan Moorhead y sus
colaboradores, hay algunos otros aspectos que
debieran ser incluidos en el modelo del
―groupthink‖:
El factor tiempo: Cuando hay presión para
tomar decisiones rápidamente, como en el caso
de la contrasubversión, las presiones del tiempo
pueden jugar un rol en la decisión grupal de
conciliar y autocensurar sus comentarios. El
tiempo actúa como un importante moderador
entre las características del grupo, a favor del
desarrollo de síntomas de ―groupthink‖.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
125
El factor del rol de liderazgo en el grupo: El rol
de líder tiene que ser claramente definido como
un estilo que demanda abierta discusión de la
información, de puntos de oposición, de
reclamos y de disidentes; lo que no sucede
corrientemente en el campo militar porque
opera una fusión de los roles de jefe y líder, en
perjuicio de este último.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
126
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
127
El principio antrópico: convergencia apasionante de
filosofía y ciencia (Julio 2008)
STEPHEN HAWKING afirmó que hay muchos
universos diferentes o muchas regiones diferentes de
un mismo universo, con sus leyes propias, pero sólo
en un universo como el nuestro se desarrollan seres
inteligentes. Esta es una de las expresiones más
autorizadas del principio antrópico.
¿Somos los seres humanos necesarios para la
existencia del universo?, se preguntaba John
Wheeler en 1986 y respondía que sí, desarrollando el
concepto precedente pero escasamente explorado de
principio antrópico, propuesto inicialmente por
Brandon Carter quince años antes. En términos
generales este principio sugiere que vivimos en un
universo cuidadosamente ajustado, es decir, un
universo que parece haber sido meticulosamente
adaptado para permitir la existencia de la vida que
conocemos. Si cualquiera de las constantes físicas
básicas del universo hubiese sido diferente, entonces
la vida tal como la conocemos no habría sido
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
128
posible. Wheeler, en el prefacio de su obra El
principio cosmológico antrópico escribía: “No es
únicamente que el hombre esté adaptado al
universo. El universo está adaptado al hombre.
¿Imagina un universo en el cual una u otra de las
constantes físicas fundamentales sin dimensiones se
alterase en un pequeño porcentaje en uno u otro
sentido? En tal universo el hombre nunca hubiera
existido. Este es el punto central del principio
antrópico. Según este principio, en el centro de toda
la maquinaria y diseño del mundo subyace un factor
dador-de-vida”.
El principio antrópico plantea que el universo
tiende a preservar la existencia de lo humano
haciendo posible la expresión de la vida, y a
mantenerla en evolución constante hasta alcanzar la
meta del entendimiento propio que la conciencia,
como auto-conocimiento, representa.
En este sentido el principio antrópico nos propone
la superación de la visión tradicional de la relación
entre el ser humano y el cosmos, y de la relación
entre la ciencia y la filosofía, que la cultura
occidental ha elaborado durante siglos, pasando a
formar parte de nuestro sistema de creencias básico.
EN LA PERSPECTIVA científica tradicional afín al
positivismo y disociada de la filosofía, el ser humano
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
129
es una entidad natural y un producto secundario y
accidental de la evolución de la materia. La
conciencia es un fenómeno psicológico, resultado de
una estructuración compleja de la masa cerebral, o
producto de organizaciones moleculares específicas
que se han ido constituyendo durante millones de
años por mutaciones casuales y por selección en
función de las condiciones ambientales presentes. En
este orden de ideas, el proceso evolutivo de la
materia, desde el Big-Bang hasta el ser humano
actual, es un proceso puramente fortuito, sin
finalidad alguna, determinado por el proceso y la
implacable inmanencia de leyes físicas.
Así, según el segundo principio de la
termodinámica –principio de la entropía-- que es
todavía uno de los ejes centrales de la visión
científica actual del universo, existe una dirección
irreversible en la evolución de éste, concebido como
un sistema termodinámicamente cerrado, en el
sentido que la evolución conducirá necesariamente
en un futuro indeterminado aunque lejano, a la
llamada "muerte entrópica", es decir a la desapa-
rición de todo orden, de toda estructura organizada, a
una situación indiferenciada en la que todas las
partículas constituyentes de la materia se encontrarán
en la misma situación energética de desorden y caos
primordiales.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
130
Pero, en la perspectiva del principio antrópico la
hipótesis de ―muerte entrópica‖ no alude a una
necesidad de la evolución del universo sino,
simplemente, a una posibilidad entre otras que
contemplan la opción negato-entrópica en directa
colisión con la termodinámica clásica.
Según las teorías actualmente aceptadas, hace
unos 17.000 millones de años, el universo comienza
con el Big-Bang, la explosión primordial, una
singularidad, una fluctuación cuántica del espacio-
tiempo que se produjo cuando toda la materia estaba
concentrada en un solo punto. La temperatura y la
densidad eran inconmensurables. Inicialmente se
formaron sólo átomos de hidrógeno y helio. Los
efectos de la explosión, según esta teoría, son
detectables aún hoy mientras el universo continúa
expandiéndose. En tanto, mientras la temperatura
disminuía y la materia se compactaba, se formaron
nubes de gas bajo la acción creciente de la fuerza de
gravedad hasta alcanzar densidades de una magnitud
tal capaz de producir la fusión de los núcleos
atómicos. Se formaron así las primeras estrellas en
un sorprendente equilibrio entre la fuerza de
gravedad implosiva y la energía nuclear explosiva
liberada por la fusión. Además de energía, la fusión
determinó la constitución de todos los demás núcleos
atómicos, entre los cuales se hallarían los núcleos de
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
131
carbono. El ciclo de estas estrellas de primera
generación terminó cuando se consumió todo el
combustible nuclear y la fuerza de gravedad se
impuso, haciéndolas colapsar y provocando su
explosión final. Los átomos que se habían producido
en el crisol estelar se diseminaron y comenzó un
nuevo ciclo, con otras estrellas, entre ellas nuestro
Sol, y alrededor de las estrellas, planetas, entre ellos
nuestra Tierra.
A este punto, Félix Larocca (El Principio Físico
de la Entropía y sus Aplicaciones al Entendimiento
de las Incertidumbres Humanas) cuestiona si
podemos preguntarnos qué pasaría, o qué habría
pasado, si las constantes fundamentales presentes en
el universo tuvieran valores diferentes a los que
conocemos, porque podemos prever que el tipo de
universo existente si esas constantes tuvieran valores
escasamente distintos de los valores conocidos sería
completamente diferente, al extremo de que
probablemente no se habrían producido las
condiciones que han dado origen a la vida en la
Tierra.
La lista de propiedades antrópicas sin las cuales la
vida no podría existir es impresionante. En cuanto a
los protones, los electrones y los neutrones, si
imprevistamente la masa total del protón y del
electrón aumentara un poco con respecto a la masa
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
132
del neutrón, el efecto sería devastador: el átomo de
hidrógeno se volvería inestable, todos los átomos de
hidrógeno se disgregarían inmediatamente en forma
de neutrones y neutrinos. Sin carburante nuclear, el
sol colapsaría; de hecho, todas las estrellas seguirían
la misma suerte.
En cuanto a la relación entre el oxígeno y el
carbono, los átomos de oxígeno y carbono existen en
proporción similar en la materia viviente y, a escala
más amplia, en todo el universo. Es posible imaginar
la vida en un universo con un discreto desequilibrio
entre oxígeno y carbono, pero un desequilibrio muy
grande impediría su existencia. Rocas y suelos con
un fuerte exceso de oxígeno quemarían cualquier
sustancia química hecha de carbono con la que
entrasen en contacto.
Cambios sutiles en la conformación de constantes
fundamentales como las mencionadas tendrían
resultados enormemente significativos. Por ejemplo,
una menor densidad de materia no habría permitido
la formación de las estrellas. Una densidad mayor de
materia habría generado agujeros negros y no
estrellas. Incluso suponiendo que las estrellas se
hubieran formado, variaciones en la intensidad de las
fuerzas gravitacionales o nucleares habría tenido
efectos catastróficos en el universo, impidiendo el
delicado equilibrio entre gravedad y fuerza nuclear
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
133
que permite que la estrella dure el tiempo necesario
para producir energía suficiente y por el tiempo
suficiente, que pudiera servir a un planeta como la
Tierra, propiciando que en el mismo se desarrolle la
vida.
FÉLIX LAROCCA ha explorado la historia del
principio antrópico y nos dice que en el decenio de
1930 el físico P. Dirac descubrió que existía una
singular relación matemática, una "extraña
coincidencia", entre magnitudes físicas muy dife-
rentes entre sí. Observó que la raíz cuadrada del
número estimado de partículas presentes en el
universo observable, es igual a la relación entre la
fuerza electromagnética y la fuerza gravitacional
entre dos protones. Esta relación es sorprendente
porque se da entre dos cantidades muy diversas entre
sí: mientras la relación entre las fuerzas
electromagnética y gravitacional es una constante
universal que no cambia en el tiempo, el número de
partículas en el universo observable varía en función
de la evolución del universo mismo, en función del
momento en que realiza la observación. La
conclusión de Dirac fue que la relación entre estas
dos fuerzas no era constante, sino que cambiaba de
acuerdo a los tiempos cosmológicos y que, por lo
tanto, había que revisar algunas de las leyes
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
134
fundamentales de la física. Según Larocca, a finales
del decenio de 1950, R. H. Dicke demostró que las
conclusiones a las que había llegado Dirac no eran
correctas.
La sorprendente coincidencia descubierta por
Dirac no era verdadera en absoluto, sino que se
verificaba solamente en una fase precisa de la
evolución de las estrellas y de la historia del
universo, una fase que corresponde a una específica
abundancia de algunos elementos atómicos --sobre
todo carbono-- que son los constituyentes básicos de
los organismos vivientes. Este hecho es de
importancia porque es el carbono es el material en el
que radica el potencial de intervención del ―soplo de
la vida‖.
Estas precisiones tienen importancia porque el
principio antrópico proporciona un enfoque
metodológico útil para valorar que ninguna teoría
cosmológica podrá ignorar el proceso que ha
cumplido el universo para llegar al presente y hasta
nosotros. Los proponentes del principio antrópico
sugieren que vivimos en un universo cuidado-
samente ajustado, es decir, un universo que parece
haber sido meticulosamente adaptado para permitir
la existencia de la vida que conocemos. Si cualquiera
de las constantes físicas básicas hubiese sido
diferente, entonces la vida tal como la conocemos no
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
135
habría sido posible. En este sentido, este principio
podría explicar la necesidad de diversas constantes
físicas tales como la constante de estructura fina, el
número de dimensiones del Universo y la constante
cosmológica.
EXISTEN TRES VERSIONES principales del
principio antrópico que fueron categorizadas en 1986
por los físicos Barrow y Tipler como sigue: (1) El
principio antrópico débil indica que "los valores
observados de todas las cantidades físicas y
cosmológicas no son igualmente probables, sino que
están restringidos por el hecho de que existen lugares
del Universo donde se ha podido desarrollar la vida
basada en el carbono y el hecho de que el Universo
sea suficientemente antiguo como para que esto haya
ocurrido". (2) El principio antrópico fuerte indica
que "el Universo debe tener unas propiedades que
permitan a la vida desarrollarse en algún estadio de
su historia". (3) El principio antrópico final indica
que "un modo de procesamiento inteligente de la
información debe llegar a existir en el Universo y,
una vez que aparece, nunca desaparecerá".
La versión débil del principio ha sido
desacreditada porque asume que no es posible que se
den otras formas de vida; y porque el rango de
valores que pueden tomar las constantes físicas que
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
136
permiten la evolución de vida basada en el carbono
puede ser mucho menos restringido del que se ha
propuesto. La versión fuerte ha sido considerada no
científica, ya que no puede probarse ni falsarse y es
innecesaria. La versión final es considerada también
no científica y metafísica, porque su enunciado está
muy relacionado con los valores morales.
No obstante estos cuestionamientos, algunos de
los filósofos de la ciencia que apoyan las
afirmaciones del principio antrópico son proponentes
de la conjetura de la existencia de universos
alternativos; suponiendo que algunos universos de
entre todos los posibles fuesen capaces de albergar
vida inteligente, algunos de los universos concretos
deben haber hecho realidad esta capacidad, y el
nuestro es claramente uno de ellos.
En algunas de las formulaciones de la versión
fuerte del principio antrópico, se sugiere que la
conciencia no es el resultado casual de la evolución
de la materia, sino que constituye el punto de llegada
de una historia cósmica que apuntaba precisamente a
ese fin. Es decir que si el universo ha ido
evolucionando hasta ser lo que hoy es, es porque de
ese modo ha dado lugar al surgimiento de la
conciencia como corolario natural a la ocurrencia del
ser humano. En otras palabras, el principio antrópico
postula el hecho de que existimos y somos seres
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
137
conscientes porque es inmanente que así sea. En este
sentido, el principio antrópico postula la existencia
de una unión indisoluble entre el cosmos y la
conciencia de quien o quienes lo observan; establece
un origen común del universo, de los cuerpos que lo
constituyen y de los seres vivientes que lo habitan.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
138
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
139
Saber, práctica y ciencia: la experiencia de la pedagogía
(Octubre 1997)
LA IDEA DE CIENCIA es acentuadamente histórica
porque pretende reunir en su categoría a ―las
ciencias‖, configuraciones históricas muy variadas
debido a sus diversos contenidos objetuales,
métodos, instituciones, etc., que han edificado el
espacio de las ciencias positivas. Pero la idea de
ciencia no es unitaria, porque caben distintas
definiciones y aproximaciones conceptuales a su
contenido significativo. En otras palabras, hay
diferentes acepciones o conceptos de ciencia.
Es necesario reconocer que hay un concepto de
ciencia como ―saber hacer‖, un concepto según el
cual la ciencia se mantiene aun muy próxima a lo
que entendemos por ―arte‖, en su sentido técnico.
Así, se puede mencionar la ―ciencia de la
educación‖, que en ocasiones algunos autores
confunden con la pedagogía.
El educador, el maestro, posee efectivamente un
―saber hacer‖, que es el saber enseñar revelado en su
quehacer profesional. El maestro sabe enseñar en
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
140
virtud del dominio que pueda tener de un conjunto de
factores lógicos, metodológicos, teóricos, históricos,
expresivos, técnicos, artísticos, éticos, que se
estructuran por medio de la experiencia, constituyendo
un saber que, como tal, es el espacio más amplio y
abierto del aprehender del mundo por el sujeto.
Se trata de un saber relativamente específico,
constituido por discursos, esto es, por enunciados que
dependen de una misma formación discursiva. Todo
discurso se produce socialmente mediante la
interacción humana, con unas reglas que configuran la
práctica discursiva independientemente de que los
sujetos actuantes sean conscientes de ellas. Como
sostiene Michel Foucault (La arqueología del saber),
la práctica reglada en tanto discurso constituye el
saber en la sociedad, y "Los conocimientos, las ideas
filosóficas, las ideas cotidianas, así como las
instituciones, las prácticas comerciales y policíacas,
las costumbres, todo se refiere a un saber implícito
propio de esta sociedad", añadiendo que el saber "es
diferente de los conocimientos que se pueden
encontrar en los libros científicos, las teorías
filosóficas, las justificaciones religiosas, pero es el
que hace posible, en un momento dado, la aparición
de una teoría, de una opinión o de una práctica". El
saber es condición de la posibilidad de conocimientos,
de instituciones y de prácticas.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
141
EL SABER puede ser definido como una noción
metodológica que refiere el aspecto más amplio y
abierto de un conocimiento donde se localizan
discursos de niveles muy distintos, desde los que son
apenas intuitivos, prácticas instrumentales y destrezas
inconscientes, cuyo objeto no está suficientemente
determinado para ser susceptible de reflexión
sistemática, hasta conceptos vinculados entre sí por
relaciones de sistematicidad, pasando por datos y
prescripciones. Un saber es, por tanto, una entidad
plural y proteica, sin contornos precisos, más bien útil
que veritativa. No es ciencia ni tecnología aunque
puede contener enunciados científicos y tecnológicos;
tampoco es ideología, porque si bien es guía para la
acción carece de orientación teleológica unitaria y de
sentido de totalidad. Pero, por su naturaleza
primordial, el saber es fuente de teorías científicas, de
tecnologías, de ideologías.
No es excesivo reiterar que en un saber se localizan
discursos de niveles muy distintos, metafóricamente
hablando: de distinto grado de condensación debido a
la variable cristalización de sus objetos y, por
consiguiente, al grado también variable de
conceptualización de los discursos que relatan tales
objetos; pero es concluso que todo discurso participa
de uno o algunos saberes. De hecho, contrariando el
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
142
juicio posmodernista de Marshall Berman (Todo lo
sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la
modernidad) la original evanescencia de todo discurso
se condensa en un saber, como condición de la propia
existencia y reproducción del discurso.
Mas es de advertir que si bien la condensación de
un saber cualquiera es desigual, tiende a acentuarse en
momentos determinados por el proceso histórico de la
sociedad donde se producen las prácticas discursivas
que constituyen el saber. En coyunturas críticas de la
sociedad, prácticas intensas aumentan la
conceptualización (por tanto, la condensación) de
algunos discursos de un saber, en razón de la
existencia de necesidades y demandas sociales de
mayor definición de los objetos de esos discursos.
Pueden surgir entonces teorías innovadoras en su
campo, que alcanzan autonomía respecto del saber
donde se han originado, pudiendo incluso rebasar el
paradigma teórico vigente. Pero asimismo puede
ocurrir en esas coyunturas críticas de la vida de las
sociedades que un grupo de la colectividad, acuciado
por la falta de identidad, indague por el saber sustento
de su actividad distintiva. Si la indagación remite a
una reflexión sobre la naturaleza y funciones de los
elementos discursivos de ese saber, es probable que
contribuya a la condensación de las áreas menos
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
143
elaboradas del mismo, tanto como al logro de la
pretendida identidad.
El saber necesario al quehacer del maestro es el
―saber pedagógico‖. Sus discursos contienen
elementos de juicio para enfocar y tratar las
situaciones prácticas de la enseñanza, las relaciones de
la enseñanza con las materias que se enseña, y los
vínculos de la docencia con la educación y el ambiente
social. Por tanto, el saber pedagógico comprende a la
pedagogía, disciplina que conceptualiza, aplica y
experimenta la enseñanza de conocimientos y
experiencias específicos en un medio cultural dado. El
saber pedagógico se vincula estructural y
funcionalmente a las ciencias aplicadas al estudio de la
educación, insatisfactoriamente denominadas
―ciencias de la educación".
CÓMO PUEDEN los maestros contribuir al
esclarecimiento del saber pedagógico, fundando en esa
actividad reflexiva el progresivo logro de su identidad
profesional y social? Consideramos que, en primer
lugar, configurando un movimiento intelectual que se
plantee el programa de la recuperación histórica de la
práctica pedagógica y su conceptualización a la luz de
la epistemología. Si bien en el medio latinoamericano
--por lo que se nos alcanza-- el saber pedagógico es
todavía objeto de estudios exploratorios orientados a
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
144
la delimitación y formulación inicial de su campo
discursivo, debemos reconocer que el magisterio
peruano se encuentra a la zaga en este esfuerzo,
situación que es un reto lanzado a los docentes
vinculados a la investigación pedagógica. Porque
entendemos que el marcado retraso suscitado en el
medio local es el principal obstáculo para el fomento
de la identidad del maestro.
En lo que respecta a la conceptualización de la
práctica pedagógica a la luz de la epistemología,
pensamos que una tarea inicial consiste en desbrozar
el estatuto epistemológico de la pedagogía.
Una proporción significativa de maestros está
convencida de que la pedagogía, meollo de su saber-
hacer profesional, es una ciencia. Incluso para
diferenciarse de otras anatematizadas por
considerarlas "idealistas", algunas corrientes de la
reflexión pedagógica se han proclamad "científicas".
Pero los argumentos sustentatorios del estatuto
científico de la pedagogía son harto débiles y, por
cierto, es posible constatar que parte de los adherentes
a esta posición lo que en verdad desea es otorgar el
cariz científico a su propia actividad profesional,
considerando el prestigio social que "lo científico"
tiene en la cultura universal desde que el ideario
positivista alcanzara hegemonía en el siglo XIX.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
145
Respecto del imputado carácter científico de la
pedagogía deseamos esbozar en este acápite algunas
precisiones críticas. En primer lugar, que la pedagogía,
ejercicio de la razón referido al acto educativo, pueda
ser el enfoque teórico de éste, no le confiere a la
pedagogía carácter científico porque no solamente
existen las teorías científicas sino también las teorías
éticas, estéticas, gnoseológicas, etc., que siendo
también construcciones de proposiciones simbólicas
que representan metafóricamente la naturaleza y los
procesos de los fenómenos del mundo, no son
verificables, atributo que es privativo de las teorías
científicas. En segundo lugar, se argumenta que la
pedagogía es una ciencia práctica (y normativa), lo
que la distinguiría de las ciencias teorético-
explicativas. El propósito de éstas es expuesto como
"modo del conocer" (modus sciendi).
Las ciencias teorético-explicativas --la
termodinámica, la sociología, la genética, por
ejemplo-- tendrían en forma exclusiva el cometido de
descubrir y formular las leyes que rigen a sus objetos
de estudio --la energía, la sociedad, los genes-- para
predecir el comportamiento de esos objetos. Se trata
entonces de ciencias cuyas teorías son nomotéticas
(que enuncian proposiciones legaliformes). Pero --se
aduce-- el cometido de las ciencias teorético-
explicativas se agota en el conocimiento de sus
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
146
objetos; es un cometido contemplativo puesto que se
propone únicamente escudriñar el objeto y no
modificarlo.
Con la misma óptica se argumenta que, por su
parte, las ciencias prácticas --i.e. la pedagogía--
tendrían como propósito el "modo de actuar" (modus
agendi). Su cometido privativo sería entonces normar
cursos de acción para intervenir en su objeto --en el
acto educativo, por ejemplo-- y conducirlo de acuerdo
con ciertos fines. Esta óptica que distingue ciencias
teorético-explicativas y ciencias prácticas no se
condice sin embargo con los desarrollos alcanzados en
el horizonte actual de la epistemología y es, por ende,
erróneo a la luz del conocimiento vigente.
Empecemos por señalar que postula sublimi-
nalmente una inaceptable escisión y contraposición
entre teoría y práctica, como si la primera fuese el
dominio de la reflexión y la segunda el de la acción.
Pero desde los griegos el concepto de "praxis" y el de
"theorein" forman unidad en el discurso de la
"episteme". Ya en nuestra época Louis Althusser (La
revolución teórica de Marx) ha acuñado el concepto
de "práctica teórica" para referirse a la actividad social
diferenciada de producción de teorías científicas.
Nosotros entendemos que en la actualidad el
significado de "teoría" comprende e integra los de:
examen y conocimiento (gnosis), reflexión heurística
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
147
(fronesis), construcción del orden humano de lo real
(poiesis), y acción comunicativa que vincula entre sí a
los hombres (praxis); todo lo cual dota a la teoría con
los más altos atributos del quehacer humano.
En lo sustantivo, la epistemología rechaza la
posibilidad de que pueda haber actividad científica sin
objetivos teoréticos, porque acepta que el propósito
que anima a la producción científica es precisamente
el enunciado de teorías científicas sin las cuales el
conocimiento contrastable carecería de forma material
discursiva. Ahora bien, ciertamente no todas las
teorías científicas son ni deben ser explicativas, pues
la explicación, esto es, la reducción de un fenómeno a
su ley, es rasgo sólo de las ciencias empírico-analíticas
(ciencias físicas y biológicas, por ejemplo), mientras
que las ciencias histórico-hermenéuticas, relativas a la
sociedad, son y sólo deben ser comprensivas
(pretendiendo entender el sentido o la finalidad de la
interacción social desde la perspectiva del que indaga)
porque tratan de hechos particulares y no de clases de
fenómenos recurrentes, como las primeras (plantea-
miento de Jurgen Habermas en Conocimiento e
interés). No obstante, tanto las ciencias empírico-
analíticas como las histórico-hermenéuticas son
continentes cuyos contenidos se definen como teorías
científicas. No existe, pues, ciencia sin teoría.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
148
Pero sostener que hay ciencias prácticas distintas de
las ciencias teoréticas es más confuso que absurdo. La
cuestión se remonta a algún momento pretérito de la
historia del pensamiento donde se asimilaron e
identificaron los términos ciencia y doctrina,
fundándose una tradición que ha llegado a tener
posiciones dominantes, como en el caso de la
escolástica. Tal vez un relicto de dicha tradición se ha
conservado hasta nuestro tiempo edificando el
significado de la moderna aunque equívoca noción de
la pedagogía como "ciencia práctica" (como en Emile
Durkheim).
A la base de esta noción estaría la confusión, en
otros dominios superada, entre ciencia y doctrina. Esta
última refiere un saber útil para guiar y controlar la
acción humana a partir de ciertos principios
axiomáticos y con fines pre-establecidos; es un saber
normativo más que cognoscitivo aunque aporta una
cosmovisión, y es intrínsecamente a-teorético aunque
en las doctrinas suelen existir elementos que pueden
intervenir, extrapolándolos, en la construcción de
teorías. Así, la pretensión de que existen ciencias
prácticas de contenido normativo y no teorético, en las
que se inscribe a la Pedagogía, parece confundir los
estatutos de la ciencia y la doctrina. En este sentido,
inadecuadamente designada ciencia práctica, la
pedagogía sería en verdad una doctrina del acto
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
149
educativo, legítimamente un discurso normativo y no
teorético.
En tercer lugar --siempre en el esfuerzo de criticar
el imputado carácter científico de la pedagogía--
queremos conducir nuestra reflexión a enfocar
someramente una perspectiva más sugerente que la
anterior. Una tradición intelectual norteamericana
distingue el campo de las "Policy Sciencies" (V. D.
Lerner y H. Laswell, The Policy Sciencies) que se
caracterizan por ser dominios científicos propiamente
interdisciplinarios (y no monodisciplinarios como es el
caso de las "ciencias convencionales") cuyo cometido
es la elección de los mejores cursos de acción --
estrategias-- para resolver problemas específicos y no
de conocimiento sino vitales. Se orientan a la
formulación de prospecciones y proyectos, y no a la
formulación de teorías para la explicación o
comprensión de lo fáctico. Se afirma en consecuencia
que estas ciencias (cuya nomenclatura puede
traducirse como "ciencias programáticas") no tienen
objeto de estudio sino proyecto. Esta concepción tiene
dos defectos graves, a nuestro entender. Uno, que la
denominación ciencia programática se parece
demasiado a la de ciencia práctica, antes criticada, y
aún aceptando que exista un cierto desplazamiento de
significados en la relación semántica de ambos
términos conceptuales, son básicamente iguales por su
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
150
orientación prescriptiva y no propiamente cognos-
citiva. Otro, que la proclamada carencia de objeto de
estudio conlleva necesariamente la carencia de
conocimiento científico, porque éste únicamente
puede existir como correlato y referencia de aquél. No
hay ciencia sin objeto de estudio, independientemente
del prospecto generado por el interés subyacente al
conocimiento del objeto.
Al margen de estos defectos --cuya importancia no
es desdeñable--lo fructífero del enfoque provisto por
la concepción de las "ciencias programáticas" consiste
en que ha permitido inferir de él una distinción entre
pedagogía y "ciencias de la educación", enunciada en
los términos siguientes: "La pedagogía no tiene objeto,
sólo tiene proyecto. Las que tienen objeto son las
ciencias auxiliares de la pedagogía" (Rafael Avila:
¿Qué es pedagogía?). En esta perspectiva la
pedagogía se ubica como disciplina, saber-hacer,
discurso normativo y prospectivo, y no como ciencia
en sentido estricto. De manera que para alcanzar sus
fines, la pedagogía ha de nutrirse del conocimiento
científico producido por la psicología, la sociología, la
biología, etc. En consecuencia la pedagogía se
establece con propiedad como un saber-para-hacer
(modus agendi) y no como un modo del conocer
(modus sciendi) a semejanza de las ciencias. En este
marco de referencia la pedagogía se concibe como un
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
151
sistema de orientación de la acción educativa y, por su
naturaleza programática, como la parte medular de un
saber pedagógico para la anticipación del porvenir.
UN PROBLEMA QUEDA planteado a manera de
colofón de este breve ensayo crítico sobre el estatuto
de la pedagogía: existe evidencia de un proceso de
"epistemologización" que experimentan nociones
esenciales del saber pedagógico, como es el caso de
"enseñanza", "práctica pedagógica", "discurso
pedagógico". Es pertinente preguntar entonces si
conduce la maduración del estatuto epistemológico de
esas nociones, a la conformación futura de la
pedagogía como ciencia --conocimiento teorético--.
Aportar una respuesta consistente a esta cuestión
permitirá sin duda progresar en la elucidación
conceptual del saber pedagógico, parte esencial --
como ya se ha dicho-- del programa de investigación
que debe desarrollar el movimiento intelectual del
magisterio peruano.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
152
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
153
Gerontología, transdisciplina e intervención
(Disertación presentada en noviembre 2007, en el II Diplomado en Geriatría y Gerontología.
Universidad Ricardo Palma, Lima)
Introducción
EN TODOS LOS ÓRDENES de la realidad y de la
vida experimentamos rápidos y a veces vertiginosos
procesos de cambio. Pero en algunos aspectos el
cambio no respeta los valores preestablecidos y se
produce en forma revolucionaria, como en los
campos de la economía global, las tecnologías de la
información y la actividad científica. Verdad es que
seguimos produciendo ciencia y aplicaciones del
conocimiento científico conforme al paradigma
desarrollado en el siglo XVIII; y verdad es también
que en este horizonte la actividad científica se ha
hiper-especializado, el conocimiento científico se
halla parcelado y el pensamiento científico pierde
energía por su fragmentación. Ello en buena cuenta
es consecuencia del predominio del positivismo y del
―pensamiento simple‖, unidimensional, no obstante
la dura crítica a que han sido sometidos en los
últimos setenta u ochenta años. Pero desde el
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
154
decenio de 1970 se anuncia como alternativa el
―pensamiento complejo‖ y la perspectiva trans-
disciplinar, cuyo representante más destacado es
Edgar Morin, filósofo, antropólogo, jurista,
sociólogo, periodista, cineasta y educador que
conjuga en su persona el ideal humanista del
Renacimiento.
El pensamiento complejo aparece en el horizonte
de la civilización global como el nuevo paradigma
filosófico-científico del siglo XXI y el abordaje
transdisciplinar del conocimiento y la acción es su
principal herramienta meta-metodológica. Ignorar el
conflicto que ya se ha iniciado entre la ciencia
encasillada en las fronteras de las actuales disciplinas
que la pueblan –que muestra graves signos de
caducidad por su creciente incapacidad no sólo para
resolver problemas sino también para plantearlos—
y la emergente ciencia transdisciplinar iluminada por
el pensamiento complejo sería un grave error. Por lo
demás, la propia realidad preñada de problemas que
exigen solución impone espontáneamente el superior
valor del pensamiento complejo y va en aumento la
producción académica y la práctica profesional que,
aún sin tener clara conciencia de su reorientación,
adoptan el nuevo paradigma estimuladas por su
eficacia.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
155
Es el caso, por ejemplo, de la Administración
(permítaseme la licencia de la mayúscula para
designar campos del conocimiento), que en las
formulaciones contemporáneas más novedosas y
exitosas de sus análisis y propuestas abandona la
pretensión de constituirse en ciencia para asumir más
bien el carácter de transdisciplina. La Admi-
nistración hace muchos decenios dejó de ser una
técnica o conjunto de técnicas; desde mediados del
siglo pasado, adoptando la teoría de sistemas, superó
el enfoque interdisciplinario que le permitía abordar
los problemas de gestión de organizaciones desde las
perspectivas convergentes de la Psicología (teorías
de la motivación y del liderazgo), la Economía
(teorías de la producción y de la productividad del
trabajo), la Sociología (teorías de los roles), de la
Cibernética (teorías de la organización), y se erigió
como una multidisciplina. Pero actualmente la
Administración ha rebasado el marco
multidisciplinar y sus teorías, métodos y
herramientas de gestión constituyen claramente una
panoplia transdisciplinar, totalmente abierta a los
aportes de cualquier ciencia o disciplina que le
permita lograr sus objetivos de conocimiento e
intervención.
De manera que la Administración ―de punta‖ ha
integrado una tesitura en la que se disuelven las
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
156
fronteras de las disciplinas que constantemente
―saquea‖ en provecho propio. Ha tomado de la
Filosofía conceptos como los de ―filosofía de
negocio‖ y ―ética de las transacciones‖; de la
Epistemología el concepto de ―framing‖; de la
Sociología los conceptos de ―coaching‖ y de
―empoderamiento‖; de la Cibernética el de
―sistema‖, de la Fisiología el de ―función‖, de la
Antropología el de ―cultura organizacional‖, etc.
Este ―saqueo‖ sistemático de los patrimonios
conceptuales de tantas ciencias y disciplinas le ha
brindado a la Administración un ―complexus‖
conceptual, esto es, un conjunto entretejido y
pluridimensional de conceptos y modelos que,
precisamente, es el sustrato al que debe su innegable
éxito. Bien se puede afirmar que la Administración
lidera en el presente la construcción de la
transdisciplinariedad y del pensamiento complejo,
aunque muchos administradores todavía no se
percaten de ello.
La extensión de la digresión ilustrativa es
disculpable porque justifica el interés motivador de
este ensayo, empeñado en aportar algunos elementos
de juicio sobre el carácter de la Gerontología y su
ubicación en el panorama del conocimiento.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
157
ESTA SENCILLA MONOGRAFÍA sostiene la tesis de
que la Gerontología es una multidisciplina
académica y profesional cuyo desarrollo se
encuentra lastrado por la indefinición de su objeto de
conocimiento pero que procesa una aproximación
virtuosa a la transdisciplinariedad, que sin embargo
sólo de podrá concretar si los gerontólogos adoptan
el paradigma del pensamiento complejo y abandonan
los prejuicios de la especialización que los retienen
en el limbo del positivismo, no importa si ello
sucede en las vertientes relativamente sofisticadas
del quehacer interdisciplinar o multidisciplinar.
Para sustentar la tesis mencionada la presente
monografía se como objetivos: (1) Explorar el
estatuto epistemológico de la Gerontología, con
énfasis en el carácter de sus relaciones con las
ciencias y otras disciplinas del conocimiento; y (2)
Identificar las bases teóricas y conceptuales a partir
de las que la Gerontología decursa hacia la
transdisciplinariedad.
Los análisis realizados con la pretensión –acaso
exagerada-- de lograr ambos objetivos conllevan la
toma de posición del autor y una visión crítica de la
actitud complaciente que subyace en buena parte de
la literatura académica sobre Gerontología respecto a
no cuestionar cuál es su naturaleza gnoseológica.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
158
Perspectiva histórica de la gerontología
LA GERONTOLOGÍA* empieza a ser materia de
interés intelectual en los albores de la civilización,
cuando la organización social basaba sus
regulaciones en la experiencia de las generaciones
precedentes y las personas mayores --los ancianos de
la comunidad-- eran objeto de veneración por su
sabiduría, siendo adoptados como modelos en el
aprendizaje de conductas y conocimientos. La
gerontocracia fue una forma de poder político y sólo
decayó al ser sustituida por el poder de los
especialistas, muchos de los cuales eran también
viejos.
El prestigio atribuido a la experiencia vital
acumulada con la edad, considerada virtuosa, concitó
el temprano interés de la filosofía. En Platón resalta
la idea laudatoria de la vejez y de la importancia de
prepararse para la vejez en la juventud, aportando
una primera visión de la prevención y profilaxis. En
* Etimológicamente, la palabra ―gerontología‖, procede del término
griego geron, gerontos/es, que designa los más viejos o los más
notables del pueblo. A este término se une el sufijo logos, tratado o
grupo de conocedores. Con este significado el vocablo es recogido
por el diccionario de la Real Academia Española.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
159
Aristóteles más bien hay una visión pesimista de la
vejez, representada como fase de la senectud en la
que el individuo llega al deterioro, considerando la
vejez como una enfermedad natural.
En la sociedad occidental el interés intelectual por
la vejez asume un perfil protocientífico por primera
vez en el siglo XVII, con Francis Bacón, quien en su
monografía History of Life and Death (Historia de la
vida y de la muerte) plantea que la vejez no es
necesariamente una etapa ruinosa de la vida humana,
profetizando que ésta se prolongaría y mejoraría en
sus condiciones cuando la higiene y otras
condiciones sociales y médicas mejorasen.
Sin embargo, recién en el siglo XIX se afirman los
primeros conocimientos científicos sobre en
envejecimiento y las características de la vejez, con
seguridad porque es entonces cuando comienza a
producirse un fenómeno extraordinariamente
importante: el envejecimiento de la población con
una tendencia progresiva antes desconocida;
fenómeno debido a dos factores asociados: la
disminución de la mortalidad y el incremento de la
esperanza de vida conjugado con la caída tendencial
de la tasa de natalidad.
Quetelet es quien, a mediados del siglo XIX,
expresa primero la importancia de establecer con
base en la investigación los principios que rigen el
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
160
proceso a través del cual el ser humano nace, crece y
muere; además realiza estudios sobre diversos
factores asociados al envejecimiento.
Francis Galton, entre fines del siglo XIX e inicios
del siglo XX, recoge el enfoque de Quetelet y en su
obra Inquiry into human faculty and its developments
(Estudio sobre las facultades humanas y su
desarrollo) investiga las diferencias individuales
sobre características físicas, sensoriales y motrices
de una amplia muestra demográfica de 5 a 80 años,
estableciendo índices de covariación de las variables
estudiadas.
Ya en el decenio de 1920 Stanley Hall, en su obra
Senescente, the last half of life (Senectud, la última
mitad de la vida) aporta importantes supuestos para
la comprensión de la naturaleza y las funciones de la
vejez, resaltando que las diferencias individuales en
esta etapa son significativamente mayores que las
que aparecen en otras edades de la vida, poniendo en
cuestión el paradigma entonces vigente que
caracterizaba a la vejez como una edad generalmente
deficitaria.
Metchikoff es el primer estudioso que utiliza el
término gerontología en su sentido actual, en 1903,
pero el desarrollo de esta disciplina es mucho más
reciente y probablemente se inaugura con Cowdry
(1939) director de la obra Problems of Aging
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
161
(Problemas del envejecimiento), que puede ser
considerado el primer tratado de Gerontología pues
incorpora aspectos psicológicos y sociales en el
estudio de las condiciones médicas y físicas de la
edad mayor.
Ese mismo año se funda en Estados Unidos la
primera asociación para la investigación del
envejecimiento (Club for Research on Aging) pero es
sólo después de la segunda guerra mundial cuando
surgen las asociaciones científicas abocadas a la
Gerontología, comenzando por la norteamericana
(Gerontological Society) en 1945. Tres años más
tarde se establece en Lieja la Asociación
Internacional de Gerontología. Poco antes se inicia la
publicación de revistas especializadas siguiendo el
ejemplo de Journal of Gerontology publicada por
primera vez en 1946.
LA CONSOLIDACIÓN de la Gerontología no sólo
en el campo académico y científico sino institucional
se plasma con el creciente interés de organismos
internacionales y de los estados más desarrollados, al
extremo que 1999 fue designado por las Naciones
Unidas ―año internacional de las personas mayores‖.
Desde entonces, los organismos del sistema
internacional han reforzado su enfoque analítico del
envejecimiento y de la vejez, así como desarrollan
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
162
permanentemente propuestas para afrontar las
problemáticas demográfica y de servicios
implicadas, habida cuenta que la población mundial
afronta un rápido crecimiento del segmento que
anteriormente fue denominado ―tercera edad‖ y que
actualmente se denomina ―adultos mayores‖
comprendiendo a los individuos de 60 años de edad
y más.
No obstante la creciente producción académica en
el campo de la Gerontología, en mi opinión todavía
no se ha establecido satisfactoriamente la naturaleza
gnoseológica de este campo del conocimiento; lo que
tiene consecuencias teóricas, en la formación
académico profesional de gerontólogos y en el
abordaje de las intervenciones tecnológicas y
programáticas de los problemas de la población de
adultos mayores desde el marco institucional
correspondiente.
Aproximación al pensamiento complejo
MORENO Y OTROS (2002) plantean que a partir de
la década de 1970 se han presentado en diferentes
países, especialmente en Europa y en Estados
Unidos, corrientes intelectuales que utilizan el
término de ―complejidad‖ para referirse a una nueva
comprensión en las ciencias.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
163
Pero en sentido estricto, a lo único a lo que se
aplica adecuadamente el término ―complejo‖ es a la
realidad misma, que siempre desborda los límites de
nuestro conocimiento. A un tipo de conocimiento lo
llamamos ―complejo‖, no por dar cuenta de un
―objeto complejo‖, sino por su orientación hacía lo
que caracteriza lo complejo: el azar, la incerti-
dumbre, el holismo, el devenir, etc. Es así que se
habla de ―algoritmos complejos‖, de ―comporta-
mientos complejos‖, de ―estructuras complejas‖.
Es cierto que la complejidad que observamos en el
mundo real es resultado de la acción de mecanismos
que pueden describirse por medio de teorías
científicas positivas (de la Biología, de la Sociología,
de la Psicología, por ejemplo). Pero ninguna de esas
teorías, por sí misma, puede dar cuenta del hecho de
la complejidad. Ésta se debe entender, en un sentido
epistemológico, como una relación de comprensión
con algo que nos desborda (un objeto o una
construcción mental), pero de lo que, a pesar de
todo, podemos tener una comprensión parcial y
transitoria. En este sentido, se dice que algo es
complejo porque de él tenemos una comprensión
distinta a la que proporciona un cuerpo singular de
conocimiento, que no podemos reducir o simplificar
a esa comprensión simple.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
164
Lo complejo, a partir del término: complexus,
supone que los componentes son irreductibles uno al
otro, a diferencia de lo simple, que trata de reducir
toda composición. La complejidad es sinónimo de
riqueza de pensamiento. Un pensamiento que asume,
a la vez, principios antagónicos, concurrentes y
complementarios; que incorpora tanto el orden como
la incertidumbre, lo aleatorio y lo eventual.
Esta noción de complejidad se ha desarrollado con
los aportes de la ciencia contemporánea, que ha
permitido pensar a partir del concepto de
organización y que ha generado las herramientas
lógico-matemáticas, empíricas, filosóficas y
epistemológicas para legitimar un pensamiento de
esa índole dentro del campo de la ciencia (nuevas
álgebras y geometrías, explicaciones termo-
dinámicas, explicaciones sistémicas y cibernéticas,
etc.).
Lo que hoy día se entiende como teoría de la
complejidad, se deriva de los desarrollos de la
Sistémica, de la Cibernética y de la teoría de la
información. Pero no se confunde con esos
desarrollos, porque la complejidad apareció como
concepto sólo cuando esos desarrollos permitieron
entender el papel constructivo del desorden, de la
incertidumbre, de lo aleatorio y del evento. La
complejidad tiene que ver con la aparición del
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
165
cambio, del devenir, la constitución de nuevos
órdenes, donde el mismo devenir se convierte en
principio constitutivo y explicativo.
En general, podemos afirmar que el pensamiento
complejo es aquel que aborda con apertura a los
aportes de distintas disciplinas y ciencias –no
―desde‖ una o varias disciplinas y ciencias (lo que
conduce al reduccionismo y/o a la fragmentación del
conocimiento)- el estudio de un objeto que es
también complejo porque refiere hechos de distintos
ámbitos de la realidad, porque está en permanente
proceso de cambio, porque está preñado de
incertidumbre y porque en su conocimiento hay que
abandonar la ilusión del ―control total‖ de sus
variables o factores.
El pensamiento complejo persigue una
comprensión del objeto a la que no se llega, sino
hacia la cual el pensamiento se orienta. La búsqueda
y los planteamientos de la complejidad funcionan
como ideas regulativas, es decir, como ideas que
orientan una actividad, pero que nunca se alcanzan
por completo. Por eso, resulta inapropiado hablar de
―teoría‖ compleja, o del conocimiento complejo
como una ―multidisciplina‖ o ―interdisciplina‖,
menos todavía de una disciplina unitaria, porque se
debe tener en cuenta siempre su necesaria
incompletud.
Filosofía y Ciencia
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166
Sobre el estatuto epistemológico de la
Gerontología
ACASO PUEDA PARECER trivial que se plantee al
lector la pregunta: ¿qué es la Gerontología?, sobre
todo si éste es profesional en el rubro. Pero la
indagación se justifica porque es necesario superar el
ambiente positivista que rodea este campo del saber
y de la acción, y donde a la Gerontología se le otorga
un estatuto cognoscitivo presuponiendo, esto es,
aceptando ―por supuesto‖, una convención vacía que
no responde la pregunta. Si no se aporta una
respuesta consistente a esa indagación carecerá de
fundamento ubicar el rol de la Gerontología en las
disciplinas del conocimiento y en los ámbitos
instrumentales de intervención.
Por consiguiente, centrando mejor el enfoque de
la indagación es pertinente preguntar: ¿es la
Gerontología una ciencia? Si no lo es, ¿qué tipo de
conocimiento es, en función de su relación con la
ciencia?; ¿cuál es su estatuto epistemológico?, es
decir, ¿cuál es su ubicación en el panorama actual
del conocimiento vinculado con la ciencia?
Básicamente existen varias posiciones acerca de
estas interrogantes sobre la naturaleza de la
Gerontología:
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
167
La Gerontología no es una ciencia, sino un
enfoque. R Moragas (1992) señala que no es
siquiera una disciplina autónoma sino
simplemente un enfoque peculiar de la práctica;
y que las diferentes preguntas o problemas que
plantea el envejecimiento en la sociedad
contemporánea pueden y deben ser resueltas
por las disciplinas o profesiones implicadas en
la Gerontología (Medicina, Psicología,
Pedagogía, Trabajo Social, Derecho, etc.) con
un enfoque gerontológico.
La Gerontología es una ciencia. Esta posición
está fuertemente influenciada por Birren
(1996), quien plantea que la Gerontología
supone un objeto de conocimiento muy antiguo
pero es una ciencia extraordinariamente
reciente porque prácticamente se ha
desarrollado en la segunda mitad del siglo XX.
La define como ―ciencia que trata de la vejez‖
y sus seguidores argumentan que es la ciencia
que estudia el proceso de envejecimiento de
todos los seres humanos vivos desde todos sus
aspectos o puntos de vista, biológico,
psicológico y social; intenta estudiar, explicar
cómo y por qué envejecemos.
La Gerontología es una disciplina científica.
Márquez Herrera (1998), entre otros, propone
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
168
considerarla así y sostiene que se basa en la
aplicación de diferentes ciencias y técnicas,
especialmente relacionadas con las áreas
médicas y paramédicas y con las ciencias del
comportamiento.
La Gerontología es una multidisciplina.
Rocabruno Mederos y Prieto Ramos (1992),
basándose en Jaques Laforet, la describen
como tal y plantean que en ella convergen
ciencias biomédicas, ciencias biológicas,
ciencias sociales, ciencias jurídicas, ciencias
políticas y otras como Arquitectura, Pedagogía
e Ingeniería.
La Gerontología es una interdisciplina. Por
otro lado, Fernández Ballesteros (2004), quien
también afirma que es una multidisciplina, la
describe sin embargo como un campo de
conocimiento y de intervención abordado en
forma interactiva desde distintas ópticas
científicas (Biología, Sociología, Psicología,
etc.) y técnicas (Clínica, Social, etc.); lo que
configura ramas especializadas como la
Geriatría, Psicogerontología, Gerontología
Social, entre otras.
Considerando estas posiciones es preciso señalar
que en ellas hay consenso en sostener que la
Gerontología es un campo de conocimiento y un
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
169
quehacer especializado de alguna manera vinculado
con la ciencia, pero está en cuestión la naturaleza del
vínculo que relaciona la Gerontología con la ciencia.
La Gerontología como enfoque de la práctica
ESTA POSICIÓN, que sostiene que la Gerontología
no es una ciencia, ni siquiera una disciplina científica
sino simplemente un enfoque de la intervención
académica y profesional en la geronto-problemática,
adolece de una radical debilidad porque niega la
evidencia del desarrollo de teorías propiamente
gerontológicas como las que sustentan los diferentes
modelos conceptuales de calidad de vida de adultos
mayores, por ejemplo, y porque pretende un
reduccionismo positivista que, de prevalecer, por
analogía, habría rechazado el surgimiento de la
Sociología por su filiación originaria con la Física
Social, así como habría rechazado la Genética por
surgir a partir de la Biología y la Cibernética.
Ciertamente la intervención gerontológica es un
enfoque que debe mucho a la Medicina –Geriatría--,
a la Sociología –roles sociales del adulto mayor--, a
la Psicología, etc., lo que se refleja en la noción
instrumental de ―valoración geriátrica integral‖, pero
el sentido holístico de esta intervención es
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
170
irreductible a la simple adición de sus factores y
reclama el aserto de la multidisciplinariedad.
La Gerontología como ciencia
REALMENTE, CARECE DE SUSTENTO serio la
posición que considera a la Gerontología una
ciencia. Si bien podemos admitir que la Gerontología
ha generado y desarrolla teorías propias (aunque es
incipiente el proceso de epistemologización de sus
sistemas de enunciados), carece de métodos propios
de descubrimiento, utilizando para tal efecto
métodos de ciencias pre-establecidas, así como no ha
dilucidado la naturaleza de su objeto de
conocimiento. Estas dos situaciones –la carencia de
métodos propios y la indeterminación de su objeto—
impiden calificar a la Gerontología como ciencia,
aunque no niegan las aproximaciones científicas en
su campo de estudio.
Para aclarar más este punto me permitiré centrar
el análisis en el tema del objeto de la Gerontología.
Desde su origen en la antigüedad, la Gerontología se
ha desarrollado básicamente como un ―saber‖, esto
es, un conocimiento donde se localizan discursos de
niveles muy distintos, desde los que son
hermenéuticos o experimentales (estrategias de
investigación para estudiar el fenómeno global del
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
171
envejecimiento), prescripciones y destrezas
instrumentales (programas y procedimientos de
intervención en el cuidado del adulto mayor),
incluyendo aquellas cuyo objeto no está suficien-
temente determinado para ser susceptible de
reflexión sistemática, hasta conceptos vinculados
entre sí por relaciones de sistematicidad (teorías del
envejecimiento y de la vejez), pasando por datos
(demográficos, sociales, clínicos, etc.). En tanto
―saber‖ la Gerontología ha devenido durante siglos
como una entidad plural y proteica, sin contornos
precisos, en la frontera permeable de la ciencia, la
tecnología y la práctica especializada.
Esta característica de ser un ―saber‖ le ha
conferido a la Gerontología el privilegiado estatuto
de constituirse progresivamente como un corpus
multidisciplinar de conocimiento e intervención.
Pero no le ha permitido definir cabalmente su objeto
de estudio.
De esta incertidumbre participan las principales
autoridades académicas en materia de Gerontología.
Por ejemplo, Rocío Fernández Ballesteros (2004)
afirma: “…parece claro que el objeto de estudio de
la gerontología es tanto el proceso de
envejecimiento como las diferencias de edad o
aquellas concretas condiciones que requieren
especial atención” (p. 34).
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
172
A continuación menciona: “Schroots (1996) ha
señalado que el objeto de estudio de la gerontología
es tanto el proceso de envejecimiento como el estado
llamado la vejez (…) así como las condiciones
específicas de la persona mayor también llamada el
viejo. Estos tres objetos de conocimiento acercan la
gerontología a lo que pudiéramos llamar
normalidad. En otras palabras, la gerontología está
principalmente ocupada en lo que normalmente
ocurre durante el proceso de envejecimiento y el
estudio propio de la vejez o cuando un individuo
humano es viejo” (Ibidem).
La autora continúa señalando: “Por otra parte,
vemos como la gerontología requiere y abarca estas
condiciones desde un amplio ámbito de
conocimientos biológicos, psicológicos y sociales.
En otras palabras, la aproximación teórica de la
gerontología es bio-psico-social. Ello, a su vez,
implica y determina una de sus principales
características: la multidisciplinariedad. Así, la
biología, la psicología, las ciencias sociales en
general (sociología, ciencias jurídicas, políticas,
económicas, etc.), las humanidades participan y
contribuyen al objeto de conocimiento” (Loc. Cit).
Más adelante, la misma autora menciona: “Por
otra parte, la gerontología tiene distintos objetos de
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
173
estudio: el viejo, la vejez y el envejecimiento” (p.
35).
Y culmina su toma de posición acerca del estatuto
de la Gerontología afirmando: “Pero la diversidad
de conocimientos que requiere el abordaje del viejo,
la vejez y el envejecimiento nos lleva tanto a la
condición (…) de la multidisciplinariedad de la
gerontología (…) como a la diversidad de ramas o
especialidades. En otras palabras, la gerontología
puede ser biológica, psicológica (psicogerontología)
o social según se establezca el énfasis en los
aspectos biológicos, psicológicos y sociales. Sin
embargo, conviene enfatizar que, aunque la
gerontología cuente con distintas especialidades, en
ninguna de ellas se debe abdicar de los
conocimientos multidisciplinarios que exige. Por
ejemplo, aunque la gerontología biológica,
particularmente, esté interesada en los aspectos
biológicos del envejecimiento y la vejez, no debe
olvidar que la biología actúa interactiva y
sinérgicamente con otras condiciones psicológicas y
sociales” (ibidem).
Las citas se justifican porque su examen de
conjunto pone en claro que la autora no acierta en
definir el objeto de la Gerontología. Afirma que la
Gerontología no es una ciencia, aunque se nutre de
distintas ciencias; y el recurso al vocablo
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
174
―multidisciplinariedad‖, forma adjetivada con que
esta autora califica a la Gerontología, no contribuye
a dilucidar el objeto de ésta. A fin de cuentas, la
autora no precisa si, en su opinión, la Gerontología
tiene uno o varios objetos de conocimiento.
Desde luego, a la base de esta imprecisión se
encuentra la incapacidad de distinguir entre hechos
materia del conocimiento y objeto de conocimiento.
Toda disciplina cognoscitiva trata diversos hechos
pero el objeto de conocimiento no es el agregado ni
la articulación de éstos sino la estructura conceptual
que los integra: el constructo que los representa. En
la Sociología, grupos, valores e instituciones son
hechos individualizables y diferentes, pero lo que los
convierte en componentes del objeto sociológico es
la estructura de sus interacciones. Así, el objeto de la
Sociología es, como bien dice Jurgen Habermas, la
acción comunicativa, esto es, la interacción
estructurada entre los hechos sociales.
El objeto de la Gerontología no puede ser,
entonces, la vejez, el envejecimiento y el viejo; ni
juntos ni agregados, menos todavía por separado. El
objeto de la Gerontología tendría que ser ubicado
como la integración teórica de estos tres hechos.
Desafío planteado que es imperativo abordar porque
todavía estamos lejos de resolverlo.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
175
Volvemos entonces a la pregunta: ¿cuál es el
estatuto epistemológico de la Gerontología?
La Gerontología como disciplina científica
LA TERCERA POSICIÓN sostiene que la
Gerontología es una disciplina científica porque
surge y se desarrolla como un conjunto de
regulaciones para el conocimiento y la intervención,
sustentadas en un paradigma científico ampliamente
validado y exitoso, y aprovechando los productos de
varias ciencias, en la práctica de una comunidad de
especialistas académicos y profesionales. Así, la
Gerontología sería una disciplina científica
básicamente por nutrirse de los conocimientos de
ciencias preexistentes: las ciencias biológicas, las
ciencias psicológicas y las ciencias sociales, como
señala R. Fernandez-Ballesteros (2004).
Desde este punto de vista, sería legítimo
considerar que la Gerontología es una disciplina
científica, porque es incuestionable que satisface los
requisitos de contar con:
Un marco teórico desarrollado crecientemente a
partir de su enfoque de los hechos que aborda.
Un campo de estudio en cuyo seno hay un
proceso de circunscribir y definir un objeto
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
176
complejo (estructura de relacionamiento del
envejecimiento, la vejez y el individuo viejo)
Métodos e instrumentos para la producción de
nuevos conocimientos, tomados o adaptados de
disciplinas científicas preexistentes.
Capacidades descriptiva, explicativa, predictiva
y prospectiva generadas por la investigación y
la intervención.
Ciertamente es razonable admitir que si el
discurso de una disciplina del conocimiento emerge
de discursos de otras disciplinas científicas, ella
misma deberá ser aceptada como disciplina
científica. Pero aquí enfrentamos nuevamente la
imprecisión, porque sucede que entre las disciplinas
que la autora considera fundantes de la Gerontología
identifica algunas que no son propiamente
científicas. Así, por ejemplo, en el caso de las
―ciencias biológicas‖ la Medicina y la Enfermería no
son ciencias porque su objeto no es cognoscitivo
sino de intervención; son disciplinas tecnológicas
con base científica; y lo mismo en el caso de las
―ciencias sociales‖, en cuyo ámbito el denominado
Trabajo Social es también una tecnología de
intervención, no una ciencia.
Pero es cuestionable que la Gerontología sea una
disciplina científica unitaria, como la Cibernética,
por ejemplo, precisamente porque, a diferencia de
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
177
ésta, carece de originalidad metodológica. En
realidad, la producción de conocimientos en el
campo de la Gerontología procede con empleo de
enfoques y métodos diversos: demográfico, social,
psicológico, clínico, jurídico, político, etc., que no
están todavía integrados. Por esto es que algunos
autores como R. Fernández Ballesteros (2004)
mencionan que la Gerontología tiene ―ramas‖:
Gerontología Clínica (Geriatría), Gerontología
Social, Psicogerontología, etc.
Esta autora culmina su toma de posición acerca
del estatuto de la Gerontología afirmando: “Pero la
diversidad de conocimientos que requiere el
abordaje del viejo, la vejez y el envejecimiento nos
lleva tanto a la condición (…) de la
multidisciplinariedad de la gerontología (…) como a
la diversidad de ramas o especialidades. En otras
palabras, la gerontología puede ser biológica,
psicológica (psicogerontología) o social según se
establezca el énfasis en los aspectos biológicos,
psicológicos y sociales. Sin embargo, conviene
enfatizar que, aunque la gerontología cuente con
distintas especialidades, en ninguna de ellas se debe
abdicar de los conocimientos multidisciplinarios que
exige. Por ejemplo, aunque la gerontología
biológica, particularmente, esté interesada en los
aspectos biológicos del envejecimiento y la vejez, no
Filosofía y Ciencia
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178
debe olvidar que la biología actúa interactiva y
sinérgicamente con otras condiciones psicológicas y
sociales‖ (ibidem).
LA CONCEPCIÓN DE LA GERONTOLOGÍA como
multi-disciplina científica es superior a su
concepción como disciplina unitaria porque abarca
mejor la variedad y complejidad de hechos
involucrados, puesto que conforma un ámbito de
aprovechamiento y, cada vez más, de producción de
teorías y tecnologías a partir de un discurso regido
por un paradigma teórico que si bien todavía no es
propio, avanza a serlo en un futuro indeterminado;
regido también por métodos, aunque interpolados o
adaptados, por constructos conceptuales y por
prácticas especializadas cada vez más desarrolladas
y eficaces. Su objeto de estudio –aún cuando
indeterminado-- rebasa ampliamente el ―tratado de la
vejez‖ o ―tratado del envejecimiento‖ y se abre a:
Estudios de las diferencias de edad y de los
procesos de envejecimiento: procesos
biológicos, demográficos, psicológicos y
sociales.
Estudios de las condiciones de vida de personas
de mayor edad, convencionalmente designadas
como Personas Adultas Mayores (PAM).
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
179
Estudios de las características de la vejez y del
envejecimiento desde la perspectiva
humanística, jurídica, filosófica.
Estudios de tecnologías, políticas y programas
de aplicación para mejorar la calidad de vida de
las PAM.
Considerando estas cuatro perspectivas los
conocimientos básicos de la multidisciplina
Gerontológica son los siguientes:
Conocimientos biológicos: se refieren a las
características de cambio que con la edad y el
paso del tiempo se producen en los distintos
sistemas biológicos del organismo humano.
Conocimientos psicológicos: se refieren a las
características de cambio y/o continuidad que
el paso del tiempo produce en las funciones
psicológicas como la atención, la percepción, el
aprendizaje, la memoria, la afectividad y la
personalidad, entre otros fenómenos
psicológicos.
Conocimientos sociales: se refieren a los
cambios y/o continuidad debido a la edad,
relativos a los roles sociales, intercambio y
estructura social, así como a la forma en que
los emergentes culturales contribuyen en esos
cambios (crecimiento o declive); también se
refieren al envejecimiento de las poblaciones.
Filosofía y Ciencia
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180
Conocimientos humanísticos: se refieren a los
cambios en las condiciones axiológicas y éticas
que experimenta la interacción social con las
personas conforme avanza su edad.
Conocimientos prescriptivos: se refieren a las
condiciones jurídicas y políticas que influyen
sobre la vida de las personas de mayor edad y
sobre su integración en el ambiente físico y
social de la colectividad.
Sin embargo, la concepción multidisciplinar de la
Gerontología presenta una limitación radical en
cuanto cada uno de sus ámbitos de conocimiento
opera en forma independiente y sólo se vinculan
entre sí por articulación, no llegando a integrarse,
manifestando la fragmentación del discurso
gerontológico en áreas especializadas.
La Gerontología como interdisciplina
científica
LO PRECEDENTE nos conduce a la posición según
la cual la Gerontología es una disciplina científica
interdisciplinar. La ―interdisciplinariedad‖ es una
característica que emerge en el campo de la ciencia
como una sana reacción al positivismo que pretende
parcelar el conocimiento científico o fragmentarlo
por especialización. La Gerontología sería inter-
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
181
disciplinar porque su ejercicio exige tratar con un
conjunto de saberes científicos, tecnológicos,
técnicos y humanísticos independientes pero
―entretejidos‖ en una forma ―axial‖, esto es,
convergente hacia un centro o plexo objetual todavía
en proceso de construcción desde el entorno plural
de la realidad de los hechos que estudia.
Así, la Gerontología considerada como interdis-
ciplina posee un campo de estudio crecientemente
vasto del envejecimiento, de la vejez y del individuo
humano viejo; y, por consiguiente, favorece una
aproximación teórica necesariamente y creciente-
mente integrada y con expresiones holísticas.
El enfoque ―axial‖ de la Gerontología determina
su naturaleza ―compleja‖, es decir, que sólo se puede
entender debidamente desde la perspectiva del
―pensamiento complejo‖, que es ante todo un
pensamiento que relaciona, partiendo del significado
más cercano del término ―complexus‖ (lo que está
tejido en conjunto). El pensamiento complejo, en
oposición al modo de pensar tradicional (―pensa-
miento simple‖), que divide el campo de los
conocimientos en disciplinas atrincheradas y
clasificadas, es un modo de religación que está
contra el aislamiento de los objetos de conocimiento;
reponiéndoles en su contexto, y de ser posible en la
globalidad a la que pertenecen (Edgar Morin, 1996).
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
182
Que la Gerontología sea actualmente un ámbito
de conocimiento y de intervención interdisciplinar,
de ningún modo cuestiona que ella misma sea
considerada una disciplina, tomando en cuenta que
muchas disciplinas se han desarrollado a partir de la
integración de saberes distintos, en paralelo al hecho
de que otras disciplinas se han desarrollado más bien
a partir de la desagregación de saberes originarios.
La ventaja de la concepción interdisciplinar de la
Gerontología sobre la concepción multidisciplinar de
ésta consiste específicamente en que la interdis-
ciplina no sólo articula los aportes de las ciencias y
técnicas que están en su base, sino que se propone la
integración de sus discursos. En otras palabras,
mientras el paradigma multidisciplinar pretende
circunscribir el campo de conocimiento e
intervención de la Gerontología convergiendo a
partir de otras disciplinas científicas y técnicas,
pero manteniendo la independencia de cada vector
de abordaje, el paradigma interdisciplinar construye
una ―interfase‖ entre las disciplinas de base, en un
proceso de integración de sus discursos.
En la perspectiva interdisciplinar de la
Gerontología se puede apreciar que la ―interfase‖
actúa para que la Gerontología se desenvuelva en
dos niveles de acción.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
183
En un primer nivel la interdisciplina comprende
un amplio bagaje de aportes teóricos y tecnológicos
para el estudio de un proceso, el envejecimiento, en
sus factores biológico y psicológico; el estudio de
una clase de fenómenos, la vejez, en sus factores
demográfico, ecológico y social; y el estudio de los
rasgos, cambios y continuidades, que adoptan ese
proceso y esos fenómenos en el individuo humano
afectado por la vejez.
En un segundo nivel la interdisciplina adopta una
orientación prospectiva y de intervención interesada
en fundamentar y proponer previsiones para orientar
el envejecimiento saludable, así como políticas y
programas para cautelar la calidad de vida y la
dignidad de las personas adultas mayores. Como
otros campos multidisciplinares, no es solamente un
ámbito de conocimiento sino además un ámbito de
intervención consciente y eficaz para transformar la
realidad problematizada.
Proyección del estatuto epistemológico
de la Gerontología
LLEGADOS A ESTE PUNTO, cabe enfrentar la
cuestión de si, aceptando que la Gerontología es una
interdisciplina científica, ¿se convertirá en una
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
184
ciencia, como aparentemente es aspiración de una
parte de sus cultores?
Es posible. El proceso de epistemologización de
los conceptos de la Gerontología está en marcha pero
aún no muestra resultados concluyentes. Para que la
Gerontología sea valorada efectivamente como una
ciencia va a ser imprescindible que su comunidad
académica concentre esfuerzos en efectuar la crítica
de los conceptos capitales que utiliza en sus
constructos, desarrollando tanto un ―programa de
investigación histórica‖ de sus conceptos como un
sistema de enunciados propios construido mediante
relaciones de deducibilidad entre sus elementos.
El programa de investigación histórica (Imre
Lakatos, 1982) es una metodología que busca el
progreso de la decantación epistemológica del
conocimiento en un campo particular –en este caso
la Gerontología— mediante la crítica de las teorías
de referencia (procedentes de otras disciplinas) y la
edificación de postulados y conceptos propios que
superen a las anteriores en contenido explicativo y
predictivo.
La deducibilidad es la característica sustantiva de
toda teoría, en el enfoque del racionalismo crítico de
Karl R. Popper (1962). En esta perspectiva una
teoría es rigurosa si es deducible, y es deducible si
centralmente su núcleo está formado por axiomas.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
185
Popper dice: "Un sistema está axiomatizado si se ha
formulado un conjunto de axiomas que satisfacen los
cuatro siguientes requisitos fundamentales: a) el
sistema de axiomas está exento de contradicción (ya
sea de contradicción interna de ellos o de unos con
otros); lo que equivale a decir que no es deducible
del sistema un enunciado arbitrario cualquiera; b) el
sistema es independiente, es decir, no contiene
ningún axioma deducible de los restantes (o sea, que
solamente se llamará axioma si no es posible
deducirlo del resto del sistema). Estas dos
condiciones se refieren al sistema axiomático como
tal. En lo que se refiere a las relaciones del mismo
con el conjunto de la teoría, los axiomas han de ser,
c) suficientes para deducir todos los enunciados
pertenecientes a la teoría que se trata de
axiomatizar, y d) necesarios para el mismo fin: lo
cual quiere decir que no deben contener supuestos
superfluos" (p 69).
De lo expuesto se infiere que los atributos
sustantivos de la teoría que edifique a la
Gerontología como ciencia deberán ser los
siguientes: sustitución de las teorías de referencia por
teorías propias, universalidad o alta generalidad de
los postulados, legalidad, explicabilidad y
predictibilidad, sistematicidad, deducibilidad y
axiomatización de los conceptos.
Filosofía y Ciencia
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186
Otras características que determinarán el estatuto
científico de la Gerontología son: falsabilidad,
corroborabilidad y contrastabilidad.
En la óptica del racionalismo crítico, de Karl
Popper, que aquí se adopta, la teoría científica es
ciertamente contrastable, pues debe poderse estimar
su objetividad y validez. Pero únicamente son
contrastables por corroboración (verificación) los
extremos de nivel más empírico de la teoría
(hipótesis empíricas), que si salen indemnes de
contrastaciones empíricas corroboran la objetividad
de la teoría en cuanto atañe a esos extremos.
El núcleo central de la teoría científica no es
corroborable (no es verificable), pues el principio de
inducción que daría la probabilidad de verdad de una
teoría es, a su vez, sólo probablemente válido. No se
trata entonces de contrastar una teoría intentando
establecer su probabilidad de verdad, sino de
contrastarla mediante procesos de falsación. La
falsación es un procedimiento que determina en qué
condiciones se debe considerar falsado un sistema
teórico. Esas condiciones son dos: ambas necesarias
pero la segunda, además, suficiente (Rodríguez Sosa,
1994).
Sostiene Popper que únicamente puede decirse
que una teoría está falsada si se acepta enunciados
básicos que la contradigan. Esta condición es
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
187
necesaria, pero no suficiente, pues enunciados que
refieren acontecimientos aislados no reproducibles
carecen de significación para la ciencia y
difícilmente inducen a rechazar una teoría
considerándola falsada. La teoría será falsada --y
rechazada-- si se descubre y se enuncia un efecto
reproducible que la refute, esto es, se considera
falsada una teoría solamente si se propone y
corrobora una hipótesis empírica de bajo nivel que
describa semejante efecto, en cuyo caso la hipótesis
se denomina "hipótesis falsadora". Es obvio que una
presunta teoría científica refractaria a la falsabilidad,
o sea, de la que no se puede inferir hipótesis
falsadoras, es pseudo-científica. En resumen, lo que
sostiene Popper es que si una teoría es susceptible de
falsabilidad y no es falsada, debe ser aceptada como
válida.
Se justifica plenamente las amplias referencias a
la perspectiva de Popper porque es necesario evitar
que el proceso de epistemologización de la
Gerontología sea obstaculizado por el empirismo
lamentablemente muy extendido en medios
académicos. Porque, no importa cuantos argumentos
favorables o justificadores de la teoría científica
pueda presentarse, siempre existe alguien que
cuestiona la necesidad de la teoría como insumo para
la producción del conocimiento científico, posición
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
188
que descubre una aversión al razonamiento
hipotético-deductivo.
La cuestión emergente:
el paradigma transdisciplinar de la Gerontología
LA ACEPTACIÓN de que la Gerontología es una
interdisciplina científica deja sin embargo dos
problemas pendientes. Uno, el de la polisemia de la
palabra ―interdisciplinar‖. Otro, el de la elusiva y
muy discutible diferencia también semántica entre
―interdisciplinar‖ y ―multidisciplinar‖.
Personalmente, considero que discutir el
significado exacto de cualquiera de ambos vocablos
es tan poco útil como discernir la diferencia entre
uno y otro. Tengo la convicción de que los dos son
denominaciones más fatuas que elegantes para
designar formas complejas de aproximación al
conocimiento desde varias perspectivas cuando no se
sabe con certeza cómo expresar lingüísticamente la
―mecánica‖ y la ―dinámica‖ de esta aproximación.
Con ambas palabras sucede algo muy parecido a lo
que acontece con el término ―función‖, que se
emplea alusivamente para designar la consecuencia o
el efecto de una relación, cuando la estructura de
dicha relación es muy concreta o es inescrutable por
observación.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
189
Traigo a colación este tema porque en el futuro
próximo –vivimos tiempos de revolución científica--
el triunfo del paradigma epistemológico del
pensamiento complejo sobre el paradigma todavía
dominante del pensamiento simple, matriz de todo
positivismo, va a poner en la agenda de la
comunidad académica y profesional interesada en la
Gerontología el tema emergente de la
transdisciplinariedad. Pero esta vez no se tratará de
un juego semántico, porque la transdisciplinariedad
tiene un contenido semántico definido.
Si se aplica los postulados del Convenio de
Arrabida (1994), carta fundacional de la
transdisciplinariedad, a la Gerontología, la cuestión
emergente es que deberá aceptarse que la
Gerontología en el paradigma del pensamiento
complejo será un quehacer cognoscitivo y
prospectivo propiamente transdisciplinar porque
siendo complementario al enfoque disciplinario, hará
emerger de la confrontación de las disciplinas que la
nutren nuevos constructos y datos que las articularán
entre sí, y nos ofrecerá una nueva visión del objeto
gerontológico, puesto que la Gerontología
transdisciplinar no buscará el dominio de distintas
disciplinas, sino la apertura de todas las disciplinas
pertinentes al examen de aquellos hechos gerónticos
que las atraviesan y las trascienden.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
190
La clave de la Gerontología transdisciplinar
residirá en la unificación semántica y operativa de
las acepciones establecidas en sus teorías y modelos
y en sus prescripciones de intervención, a través y
más allá de las disciplinas. Ello presupone una
racionalidad abierta, en la medida que trasciende el
dominio de las ciencias positivas (Biología,
Psicología, Sociología, etc.) y el dominio de las
tecnologías y técnicas (Clínico-Médica, Trabajo
Social) subsidiarias mediante una dialéctica que
propiciará la definición cabal del objeto de
conocimiento propio de la Gerontología.
Los modelos conceptuales de calidad de vida
y su contribución a la definición transdisciplinar
del objeto de la Gerontología
A DESPECHO de quienes en el campo de la
Gerontología se sienten cómodos con la concepción
multidisciplinar de ésta, el proceso inacabado de
definición de su objeto de conocimiento se enrumba
claramente por el curso del paradigma
transdisciplinar. Esta perspectiva se observa
meridianamente examinando los constructos que
actualmente configuran los principales modelos de
un concepto capital de la Gerontología: el concepto
de ―calidad de vida‖.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
191
Modelo de la calidad de vida asociada a la
salud. Parte de adoptar la definición de salud más
aceptada y difundida, que es en la actualidad la
desarrollada por la OMS, en la que se define la salud
como un estado completo de bienestar físico, mental
y social, y no solamente la ausencia de enfermedad
(WHO, 1958). Asume la existencia de cuatro
categorías de calidad de vida (Lawton, 2001) en las
que se engloban muchos otros dominios específicos:
1. Calidad de vida física. Estados de salud y
calidad de vida relacionada con la salud. Es el
dominio más ligado a la Biología. Dolor,
síntomas, limitaciones funcionales y función
cognitiva aparecen en casi todas las listas de
dimensiones físicas de la calidad de vida.
2. Calidad de vida social. Incluye indicadores
relativamente objetivos de enganche con el
mundo externo. El nivel óptimo varía
claramente según los individuos, por lo que
alcanzar ―el máximo‖ no es necesariamente lo
mejor para todos. Las medidas incluyen tamaño
de la red social, frecuencia de contactos,
participación en actividades y espacio social.
3. Calidad de vida percibida. Generalmente
representa el análogo subjetivo de la calidad de
vida social, como la calidad familiar, de los
amigos, del tiempo, y la seguridad económica.
Filosofía y Ciencia
Miguel A. Rodríguez Sosa
192
4. Calidad de vida psicológica. Se compone de los
afectos posibles y de los síntomas disfóricos y
necesidades personales que tienen un efecto
más generalizado en la calidad de vida global.
La calidad de vida asociada a la salud se nutre de
dos conceptos preexistentes: salud y estado de salud,
y agrupa tanto los elementos que forman parte del
individuo, como aquellos que, externos a éste,
interaccionan con él y pueden llegar a cambiar su
estado de salud. De manera que la calidad de vida
asociada a la salud se define como el valor asignado
a la duración de la vida, modificado por la
oportunidad social, la percepción, el estado
funcional, y la disminución provocadas por una
enfermedad, accidente, tratamiento o política.
Modelo comportamental. Plantea que la calidad
de vida no depende sólo del bienestar psicológico o
de la satisfacción, sino también, y sobre todo, de lo
que el individuo hace para vivir una vida de calidad.
Desde esta perspectiva, lo que hace y cómo
experimenta lo que hace (la calidad de la experiencia
individual) pasa a ser el objeto de estudio de la
calidad de vida (Reig, 2000). Los factores relevantes
de calidad de vida son: la salud, las creencias
positivas o las existenciales, los recursos materiales,
las habilidades sociales o el apoyo social.
Filosofía y Ciencia
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193
Modelo de bienestar. Postula que la calidad de
vida incluye tres aspectos: características personales,
condiciones objetivas de vida en varios aspectos y
satisfacción con las condiciones de vida en dichos
aspectos (Lehman, 1988). El modelo se basa en la
suposición de que el nivel de calidad de vida
experimentado por un individuo depende de si sus
condiciones reales de vida satisfacen sus
necesidades, carencias y deseos. En la versión de
modelo de importancia/satisfacción de Becker,
Diamond y Sainfort (1993) se incorpora la
satisfacción subjetiva del individuo y una valoración
de la importancia que un ámbito determinado de la
vida tiene para él.
Modelo de desempeño de rol. Plantea que la
calidad de vida observada y medida como
satisfacción está relacionada con las condiciones
sociales y ambientales necesarias para satisfacer las
necesidades humanas básicas (Bigelow, Brodsky,
Stewart y Olsen, 1982). El ambiente consiste en las
oportunidades a través de las cuales el individuo
puede satisfacer sus necesidades. Estas
oportunidades son tanto materiales como (y más
importantes) sociales. Debido a esta relación entre
las oportunidades ambientales y las demandas, el
grado en que un individuo puede satisfacer sus
necesidades depende de sus capacidades cognitivas,
Filosofía y Ciencia
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194
afectivas, conductuales y perceptivas para cumplir
los requisitos de los distintos roles sociales.
Modelo de proceso dinámico de la calidad de
vida. Se basa en el concepto de que la calidad de
vida subjetiva representa el resultado de un proceso
continuado de adaptación, durante el cual el
individuo debe conciliar constantemente sus propios
deseos y logros con las condiciones de su entorno y
su capacidad para satisfacer las demandas sociales
asociadas con el cumplimiento de tales deseos y
logros. En este modelo la satisfacción no se valora
como un resultado sino más bien como el
mecanismo conductor de este proceso. La
investigación sobre calidad de vida encuentra que la
mayoría de las personas posee una gran capacidad
relativa para mantener su nivel de satisfacción
bastante estable mediante actividades cognitivas y
volitivas (por lo menos a largo plazo) incluso ante
circunstancias ambientales constantemente cam-
biantes (Angermeyer y Kilian, 2000). En este
modelo, el problema central de incluir el punto de
vista subjetivo en la valoración de la calidad de vida
reside en que, dada la naturaleza dinámica del
proceso de satisfacción de las necesidades, los
sistemas de valores y preferencias individuales
pueden ser el resultado de un ambiente coercitivo o
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de condiciones personales a su vez incompatibles
con el principio de libertad personal.
Modelo de la homeostasis de la calidad de vida.
Describe un sistema integrado que acopla una
capacidad genética primaria con un sistema de
amortiguadores secundario (Cummins, 2000). Su
aspecto central es que el determinante de primer
orden de la calidad de vida subjetiva se apoya en la
dotación genética de la personalidad. Tiene dos
roles: crear el rango serial y proporcionar el
componente afectivo de la calidad de vida subjetiva.
Esto ocurre a través de dos dimensiones de
personalidad (extroversión y neuroticismo) que
actúan estableciendo la valencia del esquema
cognitivo que asiste a cada autocreencia, a la vez que
mantiene la base de un rango serial natural para el
nivel de calidad de vida subjetiva experimentado por
cada individuo. Los determinantes de segundo orden
comprenden un sistema de amortiguadores internos.
Dicho sistema se propone que está formado por tres
procesos entrelazados de control percibido,
autoestima y optimismo. Cada uno de estos tres
procesos puede ser influenciado por la experiencia
adquirida con el mundo externo, que es el tercer
nivel de determinación. El producto del sistema de
amortiguadores es la calidad de vida subjetiva, que
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reflejará tanto los afectos como la cognición, y que
es relativamente estable a través del tiempo.
Modelo ecológico. Propone una definición de
calidad de vida como juicio subjetivo y valoración
multidimensional en base a criterios intrapersonales
y socionormativos, del propiamente transdisciplinar
sistema persona-ambiente del individuo, en relación
con el tiempo anterior, actual y futuro, y la mide a
través de cuatro áreas: competencia comportamental,
calidad de vida percibida, ambiente objetivo y
satisfacción-bienestar global (Lawton, 2001).
LAS APRECIACIONES inevitables que emergen de
esta breve exposición de modelos conceptuales de
calidad de vida, son dos:
Ninguno de los constructos postula una relación o
dependencia unilineal con alguna disciplina
científica; todos los modelos trascienden las
fronteras disciplinares establecidas por el
positivismo, así como superan o pretenden superar la
fragmentación del conocimiento de la calidad de
vida.
Todos los modelos reseñados, inclusive aquellos
en los que predominan variables psicológicas, han
agotado el espacio del paradigma interdisciplinar y
se orientan a superar la ―interfase‖ teórico-técnica
que caracteriza este enfoque, para arribar a un nuevo
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escenario que me atrevo a denominar, provi-
sionalmente, de ―transfase‖, neologismo capital con
el que quiero designar la sustitución de la inter-
penetración de teorías (propia de la interfase
interdisciplinar) en la construcción del objeto
gerontológico, por la apertura total de las fronteras
disciplinares a un nuevo espacio del conocimiento,
en el que el objeto de la Gerontología toma y adopta
libremente los elementos de aquellas ciencias y
disciplinas que sean útiles, edificando conceptos que
ya no son estrechamente biológicos, psicológicos ni
sociales sino partes de un ―complexus‖ sintético
cualitativamente distinto, que pretende reflejar en el
mundo de las ideas la intrincada complejidad real de
la problemática gerontológica.
Algunas conclusiones
LA GERONTOLOGÍA no es solamente un enfoque
de la práctica; tiene contenidos científicos privativos
en construcción. Sin embargo, no es una ciencia, si
bien está estrechamente vinculada con este tipo de
conocimiento, porque carece de métodos propios y
su objeto de conocimiento no está cabalmente
definido.
La concepción de que la Gerontología es una
disciplina científica que se nutre de ciencias y
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saberes diversos, presenta mayor racionalidad,
aunque en ésta persisten carencias y limitaciones de
abordaje metodológico y de definición objetual.
Valorar a la Gerontología como multidisciplina
científica es sólo una versión sofisticada de la
precedente, que si bien plantea la convergencia e
inclusive llega a la articulación de aportes diversos
en la conceptualización y la intervención, mantiene
las fronteras disciplinarias.
El enfoque de que la Gerontología es actualmente
una interdisciplina científica aporta mayores ventajas
y oportunidades para la adecuada comprensión de su
estatuto epistemológico. Aceptando esta posición
cabe resaltar que la interdisciplina gerontológica está
procesando un notable desarrollo mediante la
construcción de una ―interfase‖ entre los conceptos y
aportes teóricos e instrumentales de las ciencias y
disciplinas que la nutren, por la vía de la
interactividad, si bien todavía no de la integración,
de estos constructos y herramientas.
Es posible que la Gerontología pueda constituirse
como ciencia en un futuro indeterminado; lo que
dependerá del avance del proceso de
epistemologización de sus sistemas de enunciados.
Pero éste podría ser un rumbo equivocado de
desarrollo, porque el conocimiento humano avanza
en el sentido de la transdisciplinariedad.
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De mantenerse la Gerontología en el horizonte
interdisciplinar no podrá superar las fronteras
existentes entre las disciplinas de las que emerge y,
por consiguiente, no podrá insertarse en el
paradigma emergente del pensamiento complejo.
Carecerá de energía para definir cabalmente su
objeto de conocimiento y trascender las fronteras
parcelarias de la ciencia positivista e hiper-
especializada actualmente predominante. El
desarrollo del paradigma epistemológico del
pensamiento complejo aporta oportunidades inéditas
para que la Gerontología abandone la parcelación de
su ―marco teórico‖ y la fragmentación de su
conocimiento y sus aplicaciones, contribuyendo a la
definición transdisciplinar de su objeto de
conocimiento.
Los modelos avanzados de calidad de vida, que
refieren un concepto capital de la Gerontología,
constituyen una evidencia insoslayable de que la
Gerontología avanza en un sentido transdisciplinar y
orientado a la intervención eficaz para transformar la
realidad que le concierne.
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