Fernando Azcurra - Plusvalor y Excedente

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"Plusvalor y Excedente"Fernando AzcurraEdiciones CooperativasBuenos Aires2011

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Fernando Hugo Azcurra

COLECCIÓN: TEORÍA ECONÓMICA

DIRECTOR: Fernando Hugo Azcurra

Capital y ExcedenteAlejandro Fiorito - Fernando Hugo Azcurra

Teoría MacroeconómicaFernando Hugo Azcurra

John Maynard Keynes: Lectura e Interpretaciones IFernando Hugo Azcurra

John Maynard Keynes: Lectura e Interpretaciones IIAlejandro Fiorito – Gustavo A. Murga

Epistemología de la economía: validación, significado y realidad en la teoría económicaRicardo Raúl Borrello

Piero Sraffa, la implosión de la economía neoclásicaAlejandro Fiorito

Seminarios SraffianosFranklin Serrano

CUADERNO DE INVESTIGACIÓN Nº 1Una fisura en el programa de investigaciónNeo-Walrasiano: La crítica del Centro SraffaDir. Fernando Hugo Azcurra

Toni Negri y la Resurrección de la IdeologíaImperialismo y SocialismoFernando Hugo Azcurra

Adam Smith o los fundamentos de la política Ricardo Raúl Borrello

CUADERNO DE INVESTIGACIÓN Nº 2La teoría del crecimiento económico y el MercosurDir. Fernando Hugo Azcurra

Plusvalor y ExcedenteFernando Hugo Azcurra

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FERNANDO HUGO AZCURRA

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Azcurra, Fernando HugoPlusvalor y Excedente. - 1a ed. - Buenos Aires: Ediciones Cooperativas, 2011. 213 p.; 21x14 cm.

ISBN 978-987-652-081-2

1. Economía. I. Título. CDD 330

2011 Ediciones CooperativasTucumán 3227 (1189)Buenos Aires – Argentina (54 011) 35280466 / (15) 4937 6915http://[email protected]

2011 Azcurra, Fernando Hugo Derechos exclusivos

Impreso y encuadernado por:

Imprenta Dorrego. Dorrego 1102, C.A.B.A.

1ª. ed. Tirada: 100 ejemplares. Se terminó de imprimir en Abril 2011.

Hecho el depósito que establece la ley 11.723

1º edición, Abril 2011

IMPRESO EN ARGENTINA – PRINTED IN ARGENTINA

Fernando Hugo Azcurra

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Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, mecánico, óptico de grabación o de fotocopia sin permiso previo del Editor. Su infracción está penada por las leyes 11723 y 25446.

Editorial asociada Editorial asociada a:a:

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A MI AMADA HIJA ANA CLARA

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INDICE

PRIMERA PARTEAporías puestas por la ley del valor y la generaciónde un excedente …………………………………………....

Capítulo 1Introducción general

1.a. Dos grandes concepciones sobre el funcionamiento del modo de producción capitalista

1.b. Paradigma científico del plusvalor de K. Marx1.c. El paradigma vulgar (el marginalismo)1.d. El paradigma científico del excedente de Piero Sraffa

Capítulo 2Fundamentos de la teoría clásica del valor (A. Smith; D. Ricardo)

2.a. Caracteres comunes de la teoría 2.b. La teoría del valor en A. Smith 2.c. La teoría del valor en D. Ricardo

Capítulo 3El análisis de K. Marx

3.a. Aporías económicas planteadas por la ley de la determinación del valor por el tiempo de trabajo3.b. La determinación del valor en el análisis de Marx 3.c. La labor analítica de Marx 3.d. El análisis de la mercancía3.e. ¿Cómo entender el trabajo abstracto?3.f. La ley del valor y el cambio trabajo asalariado-capital3.g. Análisis del movimiento real del capital y ley del valor

Capítulo 4Modelo formalizado de K. Marx

Apéndice: fragmentos sobre la teoría del valor de Marx

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SEGUNDA PARTEAbandono de las aporías. Armonía de la producción sin excedente ni ley del valor

Capítulo 5Surgimiento de la concepción neoclásica

Capítulo 6Los nuevos fundamentos de la economía neoclásica

6.a. Cambios en los fundamentos teóricos 6.b. Supuestos de análisis6.c. Nociones operativas 6.d. Qué pasó de la teoría clásica al Marginalismo

Capítulo 7El modelo de equilibrio general

Capítulo 8Los nuevos conceptos de capital y de ganancia

8.a. El problema del capital y del interés8.b. El planteo de los clásicos y de Marx8.c. La explicación marginalista 8.d. Capital y ganancia en John Bates Clark8.e. Capital e interés en E. von Böhm Bawerk 8.f. El planteo de Irving Fisher8.g. Deficiencias de la exposición marginalista

TERCERA PARTE Piero Sraffa: producción con excedente y sin teoría del valor

Capítulo 9Introducción general Capítulo 10Terminología

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Capítulo 11La teoría económica de P. Sraffa

11.a. Las aporías económicas en la obra teórica de Sraffa11.b. Premisas analíticas del modelo 11.c. El modelo de “Producción de mercancías…”

i) Sociedad extremadamente simple. Equilibrio sin excedente ii) Sociedad de producción con excedente. Sistema

autocontradictorio iii) Excedente, bienes y salariosiv) La aporía clásica ricardianav) La mercancía patrón

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“La Economía Política, es la ciencia que tiene en estos puntos de vista su comienzo (sistema de necesidades, satisfacción, voluntades, y la actividad y el trabajo como lo que media entre ellos), y que tiene que presentar luego la relación y el movimiento de la masa de datos contigentes en su determinación cualitativa y cuantitativa y en su desarrollo …Encontrar aquí lo necesario es el objeto de la Economía Política, una ciencia que hace honor al pensamiento al hallar las leyes de una masa de hechos contigentes…Tiene su similitud con el sistema planetario, que al ojo sólo muestra movimientos irregulares, cuyas leyes se pueden sin embargo conocer”

W.F. Hegel, “Principios de la Filosofía del Derecho” Editorial Sudamericana, 1975, p. 234-235

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PRÓLOGO

Debo advertir al lector de la presente obra, que las ideas principales y la estructura misma pueden ser encontradas en una publicación anterior bajo el título de “Capital y Excedente” en colaboración con el Lic. Alejandro Fiorito. Sin embargo son muchas las modificaciones, correcciones y ampliaciones que le he introducido a punto tal que la convierten en un nuevo texto. En la Introducción general se han realizado correcciones y actualizaciones; la primera parte muestra considerable ampliación en los temas tratados y también correcciones de digitación pero también de redacción. La exposición de la relación entre trabajadores asalariados y empresarios capitalistas en el proceso de producción se ha mejorado ostensiblemente y se introdujo mayor claridad. Es un tema de la mayor importancia analítica y social al que, lamentablemente, la literatura económica marxiana no le concede prioridad. Da la impresión que con saber que es en ese momento y en tal relación que se produce el plusproducto, base del plusvalor, ya está todo dicho. Procuro mostrar que, no obstante, es decisivo captar los mecanismos más minuciosos por los cuales se produce bajo las condiciones del capital y, además, el origen del plustrabajo.

Se han introducido también parágrafos sobre la cuestión del trabajo abstracto en Marx, intentando señalar lo inadecuado de rechazar la categoría como de carácter metafísico, tal como se difunde por parte de marginalistas y sraffianos. Sólo quienes no entienden a Marx o, peor aún, han leído resúmenes y no a Marx directamente pueden sostener tamaño desatino. Modificaciones y una mejor exposición del tema es posible observar también en la segunda parte Por último se ha elaborado totalmente la Tercera parte, o sea la que corresponde al análisis presentado por Piero Sraffa. Deseo dejar claro que me he limitado a hacer una exposición de su obra y no una interpretación o una indagación

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crítica, aunque toda exposición siempre implica interpretación, no ha sido mi cometido ésta como objeto central.

He añadido también nuevas aclaraciones y definiciones de Marx en el Apéndice sobre el concepto de valor.

La labor de una exposición crítica de la obra de Sraffa, su comparación con lo hecho por Karl Marx y su impacto para la Economía Política como conocimiento científico, será motivo de una nueva obra que espero dar a conocer más adelante. Podrá parecer extraño que sólo mencione mi agradecimiento a dos colegas, puesto que toda obra, si bien es escrita por un individuo es, en su contenido, síntesis colectiva de gran cantidad de autores, anteriores y contemporáneos, pero es así en mi caso. A mi amigo y colega, el Ingeniero Mario César Casuccio, debo su paciencia en hacerme inteligible las matemáticas de la tercera parte, y al Dr. Roberto Tarditi su atenta lectura del texto y sus recomendaciones. Como es de rigor todo error o malinterpretación es de mi exclusiva responsabilidad.

Fernando Hugo AzcurraFebrero 2011

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PRIMERA PARTE

APORÍAS PUESTAS POR LA LEY DEL VALOR Y LA GENERACION DE UN EXCEDENTE

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CAPÍTULO 1Introducción general

1.a. Dos grandes concepciones sobre el funcionamiento del modo de producción capitalista

Más allá de la enorme variedad de posiciones que es posible encontrar hoy entre economistas, escuelas, corrientes, etc. dentro de la economía política como disciplina que intenta dar cuenta de cómo funciona el proceso de producción real del capitalismo, es lícito desde una perspectiva histórica más general, considerar que existen dos grandes y únicas concepciones o paradigmas económicos, que se han propuesto aquella tarea, aunque de modos sumamente diferentes. La primera gran concepción corresponde a aquella que se asentó en la formulación de una teoría objetiva del valor de la producción y circulación capitalista de mercancías; y la segunda que buscó fundamentar su concepción en una teoría subjetiva del valor para los mismos objetivos. Los economistas más importantes que formaron parte de la primera concepción con enormes diferencias entre sus teorías y análisis fueron los que en la historia económica se conoce como pertenecientes a la “escuela clásica”, Adam Smith (1723 – 1790) y David Ricardo (1772 – 1823) y en un lugar aparte Karl Marx (1818 – 1883), ya que no fue un economista clásico, por su planteo específico y el concepto central de plusvalor. Como decimos, las diferencias específicas en cuanto al ámbito teórico de sus respectivos análisis, el método al que recurrieron, las categorías lógicas, la construcción de sus argumentos, de sus teorías y la formulación de leyes económicas, son muy amplias, por lo que no puede hablarse de que ella sea un continente analítico armónico y coherente, pero en lo sustancial construyeron lo que es hoy el paradigma científico de la Economía Política. Por el contrario, y como trataremos de mostrar, tales diferencias son tan profundas

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como para distinguir uno de otro con rasgos marcados. En realidad quizás sea necesario referirse a, o bien considerar que, estas diferencias son el resultado inevitable del proceso histórico de maduración no sólo de la disciplina económica sino del objeto mismo bajo examen: la sociedad del capital. Proceso éste de historia constitutiva y evolutiva de una ciencia que no escapa al camino seguido por otras ciencias mucho más maduras (física por ejemplo). Con ellos, no obstante, la Economía Política adquiere rango de ciencia de manera indubitable.

En cuanto a la segunda concepción, también muestra los rasgos de diferencias profundas entre sus “padres fundadores” William Stanley Jevons (1835 – 1882); Karl Menger (1840 – 1921) y Marie León Esprit Walras (1834 – 1910), pero todos ellos y sus sucesores eran concientes de estar construyendo una nueva concepción de la realidad económica capitalista fundamentalmente y diametralmente opuesta, en teoría, análisis y objetivos científicos a la anterior.

En cada caso, no obstante las grandes diferencias entre estos economistas, no anulaban la sustancial unidad de la concepción desde la cual partían en sus trabajos de teoría económica. Y ésta sí es profunda e irreductible. A partir de su labor, que hacia comienzos del siglo XX hay ya una gran unanimidad de su “corpus analítico”, por obra de otros economistas (A. Marshall, P.H. Wicksteed, K. Wicksell, E. von Böhm-Bawerk, etc.), se consolida el otro paradigma de la economía: el paradigma vulgar. Son dos campos epistemológicos completamente contrapuestos, mucho más aún si lo pensamos desde Marx, quien no sólo se yergue como opositor a la concepción subjetiva, sino que también lo hace ante sus predecesores de la concepción objetiva. La línea de demarcación en Marx no puede ser sólo de carácter lógico o histórico evolutivo, sino centralmente de carácter histórico-social “clasista”, sin que esto signifique para nada una renuncia a una rigurosa fundamentación científica de su obra.

Tanto la obra de Marx como lo más avanzado del paradigma científico y también la completa reformulación que experimenta la economía a partir de 1871 en Inglaterra y el continente europeo

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reconocen en D. Ricardo el origen de las tareas analíticas en cada paradigma. Ambas concepciones, por así decir, son hijas del mismo padre pero no se mueven exactamente en el mismo ámbito problemático. Con posterioridad a la muerte de Ricardo en 1823 su economía entró en declinación y sus cultores la fueron desfigurando completamente. Responsables principales fueron Nassau William Senior (1790-1864) y John Ramsay Mc Culloch (1789-1864), quienes habían sido precedidos en la formulación vulgar de la economía por Jean Baptiste Say (1767-1832), economista francés divulgador y deformador de las ideas de A. Smith.

El dominio omnímodo que ejerció y aún ejerce la concepción de la economía vulgar neoclásica (marginalismo) en la economía académica e instituciones de investigación, fue tan abrumadora que poco menos que dejó en la oscuridad y en completo desconocimiento a la otra. Sin embargo, el comienzo de su declinación se inició en la época del gran colapso de los años 30 del siglo pasado. La realidad de la crisis del capitalismo mostraba un mentís elocuente a su paradigma y mucho más a las recomendaciones de política económica que afirmaba eran necesarias para salir del fondo depresivo. No podía sostenerse seriamente que la teoría económica neoclásica (su “modelo analítico”) estaba acertada y que las fallas provenían de la realidad (?). Dentro mismo de ella algunos economistas comenzaron a cuestionar el planteo teórico con lo que se llevó a cabo una arremetida que conmovió su estructura sin derribarla. Esto fue la obra fundamentalmente de dos grandes economistas. Uno proveniente de las propias filas de la economía neoclásica: John Maynard Keynes (1883-1946) y el otro proveniente de las filas de la otra concepción: Michal Kalecki (1899-1970), quienes realizaron una labor crítica del “modelo” y al mismo tiempo constructiva en términos teóricos y de política económica. Se había abierto una brecha en el edificio vulgar.

Lo lamentable de este inicio consistió (consiste aún) en que fue rápidamente absorbido por la teoría vulgar neoclásica procediendo

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a tergiversar el contenido de aquel cuestionamiento y pudo continuar con parches y remiendos hasta 1960 en que aparece la obra de Piero Sraffa (1898-1983) “Producción de mercancías por medio de mercancías” que le asestó un golpe demoledor definitivo aunque los economistas vulgares no se dieron por enterados ni quieran enterarse. Sraffa haciendo un reexamen de la obra de Ricardo procedió a rectificar la lectura neoclásica de sus teorías señalando que la interpretación marginalista era capciosa y errónea; al mismo tiempo señaló la inconsistencia de su estructura y de sus premisas manifestando que la economía como análisis riguroso y científico se encontraba en Quesnay, Smith, Ricardo y Marx por lo que debía volverse a ellos anulando el camino absurdo que siguió con el marginalismo desde 1871 en adelante. Sraffa al así hacerlo adoptó formas e instrumentos analíticos diferentes de los que mostraran aquellos en su época, el concepto de excedente por ejemplo, llegando a conclusiones sorprendentes.

De manera que podemos construir un primer esquema de la evolución de la Economía Política que ayude a la lectura posterior:

La disciplina económica, pues, presenta dos paradigmas opuestos: el científico que se subdivide en paradigma científico del plusvalor que tiene a K. Marx y su crítica de la Economía Política como su representante más potente; y paradigma científico del excedente en la figura de P. Sraffa y su obra mencionada en la cual desarrolla la crítica letal de la economía vulgar neoclásica (marginalismo). El otro paradigma es el de la economía vulgar neoclásica carente de cientificidad, relevancia y coherencia lógica

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Ricardo D.

1871 momarginalisCulloch, McSenior Say, vulgarparadigma

Sraffa P.Mg críticaExcedente

Marx K.E.P. críticaPlusvalor

científico paradigma

→→

→→

→→

marginalismo 1871

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que la muestra como irrecuperable para el plano de la ciencia por su carácter puramente apologético e ideológico al servicio del capital.

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1.b. Paradigma científico del plusvalor de K. Marx

En cuanto a este paradigma, de modo simple y general diremos que los “elementos conceptuales” comunes o ámbito teórico del análisis, lo constituyen las categorías: trabajo – valor – precio natural (A. Smith y D. Ricardo) precio de producción (K. Marx) – excedente, cuya conexión son presentados como los puntos básicos de la investigación para poder arribar a una formulación consistente del funcionamiento del modo de producción capitalista. A partir de estos elementos, cada economista (Smith, Ricardo, Marx) adoptará ciertos procedimientos analíticos con los cuales elaborarán sus hipótesis y teorías explicativas.

De modo general el punto de partida de la interrogación económica consistirá en responder ¿cómo se genera la “riqueza” de las sociedades y qué debe hacerse para aumentarla? Por riqueza deberá entenderse aquella totalidad de los valores de uso producidos bajo el capitalismo como totalidad de mercancías y “servicios”. Ahora bien, aún dentro de esta definición se vuelve necesario señalar que dos son las posibles interpretaciones de la misma: 1) riqueza concebida como un “stock” o “fondo” dado o, también, como patrimonio; y 2) riqueza entendida como una generación de “flujos” o “ingresos” (“réditos” según la denominación de Marx).

Estas dos interpretaciones son importantes porque no dejarán de ser determinantes para cada una de las dos concepciones en sus análisis y teorías como se verá luego. Los clásicos y Marx adoptarán la segunda acepción, en tanto que la otra concepción adherirá a la primera acepción.

¿Pero cuáles son los procedimientos a los que recurre la sociedad para producir tal “riqueza”?

Para el caso de la economía clásica y de Marx, reconocen el carácter originario y principal del trabajo como soporte y fundamento del proceso de producción junto con los medios de producción (Mp) instrumentos, herramientas, máquinas, materias

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primas, etc. Este proceso de trabajo productivo aparece, pues, añadiendo al valor de los Mp, el valor de los medios de subsistencia requeridos para mantener a los trabajadores, quienes acceden a los mismos por el rodeo de la percepción de un ingreso o rédito bajo la forma de salario (W), quedando aún un valor excedente o plusvalor luego de cumplida la jornada laboral completa.

Considerado desde el ángulo del proceso de distribución, el excedente (ganancia o beneficio en la terminología de Smith y Ricardo) se constituye en el fundamento de la existencia de la renta de los terratenientes y de la ganancia de los capitalistas. De ambos réditos o ingresos, el primero, los propietarios terratenientes (consumidores no productores) lo destinan al consumo “improductivo”, esto es, lo “dilapidan” en lujos y extravagancias; en cuanto al segundo, los propietarios capitalistas lo dedican a la “reinversión”, por tanto a la ampliación de la capacidad productiva para la producción de mercancías que demanda la sociedad, pero además al así hacerlo no sólo aumenta la escala de producción sino la escala de generación de la ganancia, más aún, la búsqueda de la ganancia, su incremento, es el motor y condición de racionalidad del modo de producción por el cual los capitalistas amplían la producción.

El consumo individual y social, tanto para Smith como para Ricardo, están completamente subordinados al proceso de producción y sólo cuentan como momento o mediación para la obtención y reproducción del excedente bajo aquella denominación de ganancia o beneficio: el consumo es el medio, la ganancia es el fin.

En el nivel analítico, y aceptando ésta no sólo sucinta sino genérica exposición, la crítica económica seria actualmente predominante en los ámbitos académicos más importantes, señala que esta concepción analítica de la economía capitalista da lugar al surgimiento de una serie de dificultades teóricas graves que desembocaría en situaciones contradictorias irresolubles. Veamos, de manera también breve, en que consisten.

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A diferencia de las sociedades pre-capitalistas, o bien, de los modos de producción pre-capitalistas difundidos o conocidos en el occidente europeo (esclavismo y feudalismo), bajo el modo capitalista de producción el excedente no aparece como un conjunto de productos apropiados por el “señor” por la coacción extraeconómica, sino como una magnitud de valor mercantil. Bajo el capitalismo el “excedente” aparece como un plus “después” de cubrir o reemplazar los valores de la fuerza de trabajo (Ft) y de los medios de producción (Mp): surge en la realidad capitalista como un plusvalor, resultado de un plustrabajo objetivado en un plusproducto.

Por tanto la variedad de productos mercantiles queda homogeneizada bajo una determinación que deja a un lado la infinita diversidad concreta de los valores de uso, por un carácter de uniformidad “abstracta”. Así, pues, surge la necesidad, para teorizar correctamente el proceso capitalista de producción, de elaborar una teoría del valor, capaz de explicar la formación y realización del valor y del excedente que surgen de aquél proceso, y por lo mismo de dar cuenta del funcionamiento de los mercados por medio de los cuales se realizan ambos.

De modo general, entonces, sería ésta la finalidad que se propondría la conocida “teoría del valor trabajo” tanto de la economía “clásica” como de la de Marx, aunque los procedimientos teóricos y los resultados obtenidos no sean para nada iguales.

Teoría objetiva del valor

Esta teoría elaborada de un modo imperfecto por A. Smith en razón de sus vacilaciones de análisis, pero formulada con gran claridad por Ricardo, fue “resituada” teóricamente por K. Marx y llevada a un papel central en su concepción de la economía capitalista.

Tanto Ricardo cuanto Marx (¡mucho más!) fueron siempre concientes y claros respecto de la relación problemática existente

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entre los precios relativos de las mercancías y las cantidades de trabajo directamente e indirectamente requeridas para la producción de las mismas, de manera que percibieron sin sombras de dudas una relación conflictiva entre trabajo, valor y precios. Por tanto “sabían” que no existía una relación de “proporcionalidad” entre valores y precios. Se vuelve preciso subrayar esto de modo enfático porque, aunque parezca mentira, todavía hoy una enorme cantidad de economistas académicos neoclásicos, siguen afirmando o escribiendo dando por sentado lo opuesto, lo que no hace otra cosa que revelar que estos economistas jamás tomaron un libro de Ricardo y/o Marx para leerlo y enterarse debidamente de la cuestión.

Ahora bien, uno de los objetivos de esta teoría del valor, consistiría en resolver precisamente esta “aporía”, o sea, ¿cómo sobre la base del valor reducido a cantidad de tiempo social general de trabajo, es posible explicar el surgimiento de precios de producción (Marx y Ricardo) o “precio natural” según A. Smith , que no reflejan “proporcionalmente” tal cantidad y sin embargo el valor rige igual los cambios de la economía capitalista.

Para que esto fuera posible la teoría debía cumplir con dos condiciones fundamentales que ella misma impondría: a) igualdad de la suma de los valores con la suma de los precios de producción; b) igualdad del monto de las ganancias con el del plusvalor. Y ello teniendo en cuenta la existencia en los mercados de una tasa media de ganancias única para todas las ramas de la economía.

A tenor de la crítica actual, ni Smith ni Ricardo habrían alcanzado tal cometido. K. Marx consideraba haberlo logrado a la altura del Libro III de “El Capital”. Sin embargo se afirma tajantemente que esto no es así y que la “aporía” de la “transformación” de los valores en precios, del plusvalor en ganancia y de la tasa de plusvalor en tasa de ganancia no fue resuelta exitosamente por él. El planteo habría quedado irresuelto. Es decir que la exigencia que se propuso Marx de “demostrar” que la “ley” del valor debe determinarse con antelación a la tasa de ganancia y los precios constituyendo la base y fundamento racional

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del funcionamiento del capital y de los mercados no habría sido efectivamente y consistentemente lograda.

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1.c. El paradigma vulgar (el marginalismo)

La concepción neoclásica no surge como alternativa teórica a la supuesta dificultad que encontraron los clásicos y Marx en dar una respuesta coherente a los problemas planteados por la “ley” del valor, como algunos economistas sostienen (ésta es una posición sostenida por la escuela de Garegnani y también por Claudio Napoleoni).

En realidad, surge como una respuesta “ideológica” (no científica) al desafío de la obra de Marx en el terreno de la teoría económica y su difusión en las luchas políticas (lucha de clases) hacia fines del último cuarto del siglo XIX. El socialismo marxista se expandía no como una denuncia moral a la “injusticia” del sistema sino que se presentaba como superador de tales pretensiones dejando a un lado reivindicaciones “utópicas” y mostrando crudamente como funcionaba el capital en la sociedad burguesa. El socialismo se había convertido en una “ciencia” con la labor de Marx era el argumento. Esta caracterización extendida crispaba al mundo empresarial y académico y había que salir a dar respuesta. Y esta fue la finalidad que se impusieron simultáneamente varios economistas, en el caso de alguno de ellos de manera expresamente conciente (W. Stanley Jevons).

Con la concepción neoclásica se crea un universo epistemológico y teórico totalmente nuevo y diferente del anterior clásico y de Marx. Es cierto que mantiene muchos vínculos con Ricardo sobre ciertos temas y con una terminología parecida, pero esto no significa que los economistas neoclásicos continuaran examinando, analizando y resolviendo los mismos problemas de antaño de la economía política clásica. Quizás quepa decir que el objeto real era el mismo (el modo capitalista de producción), pero planteos, análisis, teorías y problemas con los que lo abordaban eran tan distintos que implicaron cambiarlo, transfigurándolo, en otro de carácter a-histórico y tan general que aquél desapareció para dar lugar a otro construido ad-hoc como objeto analítico.

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Lo primero que llama la atención de esta nueva concepción en un primer contacto con los trabajos producidos, es el vocabulario que llenan sus escritos y que llegan aún hasta hoy, al punto de haberse incorporado al lenguaje cotidiano de cualquier persona. Desde el inicio se habla de “ciencia económica” o “economía” a secas, desterrando la acepción de “economía política” anterior. El objeto de la “ciencia económica” es de ahora en más el “proceso económico” no la producción, reproducción y acumulación de capital con el papel central de las decisiones del capitalista y las ganancias. Desaparece el excedente como problema a ser resuelto y el concepto de plusvalor sigue el mismo destino.

“Margen”, “maximización”, “asignación de recursos”, “optimización”, “costo de oportunidad”, etc. se crean como pretendidas herramientas analíticas asépticas o ideológicamente neutras, ya que ahora la nueva concepción del objeto y del análisis se jactan de haber realizado una labor de importancia mayúscula al “depurar” las categorías económicas de sus relaciones o conexiones “sociológicas”, de modo que ya no se tratarán los réditos (ingresos) como correspondientes a clases sociales: salarios – trabajadores; renta – terratenientes; ganancia – capitalistas, sino que la “depuración” los transformará en “réditos” de los “factores de producción”: trabajo – salarios; tierra (luego recursos naturales) – renta; capital – interés y ganancia. A esto la nueva concepción le añade la “exigencia” de convertir la “economía” en una disciplina “científica deductiva” procurando imitar a la física, por eso hubo un momento que propuso denominarla “económica” sin más para ponerla al mismo nivel de rigurosidad demostrativa que aquella.

De ahora en más, el “espacio” o “ámbito” teórico en el que se moverá el pensamiento neoclásico reconocerá, de manera simplificada, las siguientes nociones: “factores” de producción – valor de uso – precios de mercado – retribuciones. Tal “ámbito” se mantendrá en una primera etapa, ya que posteriormente, hacia mediados del siglo XX, se abrirá una segunda etapa que prescindirá de toda referencia a “teoría de valor” alguna (sea de valor de uso o

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de valor de cambio) para relegar la cuestión del valor al campo de la filosofía ética puesto que no será incumbencia de la economía entretenerse en un tema que le es ajeno. En la actualidad toda la economía académica burguesa (microeconomía y macroeconomía) sostiene que para la “ciencia” económica lo importante son los precios y no los valores; aquellos son “la realidad” éstos una ficción.

En cuanto al proceso de producción es concebido como una combinación de “factores” para obtener un resultado, o bien la obtención de un resultado con el mínimo de recursos (“eficiencia”): dada cierta población con diversidad de necesidades y capacidades productivas, que posea una extensión de tierra, junto con el factor capital, se plantea cuál sea la forma de emplear trabajo, para maximizar la utilidad del producto (W. S. Jevons). Es clara la concepción aquí de la riqueza social como un stock o fondo dado del cual se deben estudiar sus “máximos” y “mínimos” (fluctuaciones) y no su expansión (crecimiento) o contracción (estancamiento o decrecimiento); es una dotación fija o constante de “recursos” cuyo problema tratado por la economía es cómo asignarlos eficientemente.

Esta posición llevó a la formulación de un modelo de “intercambio puro” (aunque debe aclararse que hay varias “versiones” de la nueva concepción, no obstante lo cual les es común el fundamento de la estructura conceptual), en el cual el sujeto central ya no es más el capitalista, sus decisiones y la ganancia como excedente, sino el “consumidor” que “maximiza” una función de utilidad para satisfacer sus necesidades. Es posible advertir que este enfoque disminuye la importancia del proceso de producción para exagerar desmedidamente el papel del consumidor individual.

Los nuevos elementos analíticos creados y que se vuelven esenciales para este “modelo” (no son los únicos) son: a) noción de “utilidad marginal” para el consumidor y de costo marginal para el productor (no empresario o capitalista), para el mercado de bienes y servicios; b) noción de desutilidad del trabajo para el trabajador y de productividad marginal del trabajo para el

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productor, en el mercado del trabajo; c) preferencia por el tiempo, para el ahorrista y productividad marginal del capital para el industrial, en el mercado de capitales; d) noción de “sustitución” entre los distintos bienes (ya no más mercancías) al variar los precios, y e) precios tomados como indicadores de “escasez” y, por lo tanto, como “asignadores óptimos” de los recursos dados disponibles.

De esta manera se pueden aislar los que llamaremos postulados o principios centrales del marginalismo cual resumen:

1) Equilibrio y estabilidad expresados en el supuesto funcionamiento de la “ley” de Say; 2) Recursos escasos, que llevan al problema de la asignación de los mismos en sus puntos máximos; 3) Elecciones o preferencias de productores y consumidores, que exige de éstos conductas “racionales” de maximización sujetos a ciertas restricciones; 4) Flexibilidad de precios para que opere la ley de oferta y de demanda ajustando automáticamente las variaciones y llevando al pleno empleo de los recursos; 5) Teoría monetaria cuantitativa que parte de la función neutral del dinero en las transacciones.

Dado este cambio tan radical del universo teórico de la eco-nomía, la preocupación central de la nueva concepción cuando se referían al problema del valor consistía en explicar lo que llamaban el fenómeno de los precios de mercado que, según argüían los neoclásicos, el pensamiento clásico había descuidado. Además con el tratamiento dado a la producción como reunión de “factores” se había desplazado de inmediato a construir lo que llamaban una teoría de la distribución cuya explicación pasaba ahora por determinar la formación de los precios (“réditos” o “ingresos”) como retribución (remuneración) de servicios productivos, con lo que de esta manera no era más que un aspecto

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del problema general de la formación de los precios de mercado.

Si el problema económico consistía entonces en explicar los precios de mercado de los factores “tradicionales”: tierra, trabajo, capital, lo que debía construir la economía neoclásica era una formulación o teoría general de la demanda de los factores productivos mencionados que fuera válida en general, esto es aplicable a cualquiera de ellos con independencia de su naturaleza técnica.

Como se advierte, toda la concepción neoclásica del proceso de producción y de distribución, junto con el de cambio en el contenido y forma de la teoría del valor, significaban el abandono del problema del excedente característico de la concepción clásica y de la de Marx, por una concepción que asigna a cada factor una “retribución” o remuneración por su contribución al proceso de producción de acuerdo con sus respectivas productividades marginales. Este enfoque se consideraba apto para ser extendido a una cantidad mayor de factores, por ejemplo a la diversidad de tipos de trabajo y variedades de tierra, con la condición de que tengan la característica de ser expresados en términos físicos.

Pero las contradicciones e incoherencias comenzaron cuando los economistas neoclásicos intentaron incluir el “factor” capital. En tanto que salario y renta unitaria se refieren a cantidades físicas de trabajo y de tierra, la tasa de ganancia (incluyendo el interés) está referida al valor de un conjunto de bienes de capital. Y el valor del conjunto de los bienes de capital es “algo” (una “cosa”) que para ser determinado exige como condición previa conocer la tasa de ganancia, que es precisamente la variable que se pretende determinar. En otros términos, la tasa de ganancia se define en relación al valor de los bienes de capital y el capital es, a su vez, un valor; el razonamiento se vuelve tautológico, circular, vacío. La teoría del capital y su remuneración quedan sumidas en una contradicción que hasta hoy ha demostrado ser irresuelta. De manera que, en definitiva, esta concepción neoclásica tampoco ofreció respuestas satisfactorias a los problemas planteados por la

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propia objetiva tozudez del capitalismo, contentándose con elegantes modelos matemáticos y descripciones genéricas, pero sin fundamento conceptual o teórico alguno.

1.d. El paradigma científico del excedente de Piero Sraffa

La obra de P. Sraffa ha dado lugar al nacimiento de una nueva y contemporánea concepción de la economía capitalista. La crítica económica continuadora de la labor de Sraffa considera que su investigación es un retorno al análisis clásico y en cierto modo también a Marx, pero esta posición no tiene evidencia textual ni analítica. El que Sraffa haya eliminado supuestos del análisis marginalista y volviera a retomar planteos clásicos por sí mismos no le conceden identidad de propósitos ni métodos con aquellos (Cfr.“Producción de mercancías por medio de mercancías”; oikos-tau, Barcelona, 1965, p. 11).

Para continuar con la línea de presentación que hemos estado siguiendo, debemos señalar que el “ámbito” o “espacio” teórico en el que se mueve el pensamiento de Sraffa contiene categorías tales como:

Mercancías – tecnología – precios de producción –excedente

Lo cual permite visualizar su desplazamiento del “ámbito” neoclásico y retomar un antiguo ámbito teórico que él considera era el correcto en W. Petty y François Quesnay y que fuera dejado a un lado por Smith y Ricardo y también por Marx al tomar la errónea concepción del valor basado en el trabajo. Explicitemos que Sraffa al hacer un giro desde la economía neoclásica hacia la preclásica, también retoma la categoría de riqueza económica en el sentido de una generación de flujos o réditos que es tradicional de la primera concepción. Estos primeros elementos de diferenciación

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respecto de los neoclásicos servirán ya para entender que su tratamiento económico apunta a constituirse en un “preludio a la crítica de la teoría económica”. Teoría económica que no es otra que la todavía hoy dominante de la segunda concepción, o sea, la economía neoclásica, y esto lo afirma claramente cuando dice que “…rasgo peculiar del conjunto de proposiciones ahora publicadas es que, aunque no entran en una discusión de la teoría marginalista del valor y de la distribución, han sido elaboradas, sin embargo, para servir de base a una crítica de tal teoría” (ídem, p. 13)

La posición que plantea P. Sraffa está básicamente referida a examinar el sistema de los precios de producción y del impacto que experimentan cuando se producen alteraciones (variaciones) en las variables de distribución, o sea, en la tasa de ganancia y en los salarios. Por tal razón no podrá encontrarse en el análisis sraffiano, porque él lo descarta de modo claro desde el inicio, el tratamiento de problemas tales como: a) el proceso de producción y de sus niveles; b) la cuestión del empleo de la mano de obra; c) el capital y su acumulación; d) la dinámica del crecimiento y de los ciclos. Lo cual no disminuye en nada la importancia de su obra ni tampoco corresponde enjuiciarla por los temas que no abarca.

Sraffa es preciso en señalar que se concentra en “investigar exclusivamente aquellas propiedades de un sistema económico que no dependen de variaciones en la escala de producción o en las proporciones de los factores” (ídem, p. 11) La forma analítica de Sraffa siendo de carácter teórico la presenta de modo matemático, la exposición de sus ideas es directa y seca, recuerda en mucho la que hace M. Kalecki, quien también lo hacía así. Esta forma y la limitación de su campo de examen le permiten enfocar la materia de manera “exacta” como si la economía se tratara de una disciplina natural sujeta a un tratamiento puramente formal y no histórico-social.

La presentación del análisis de Sraffa pasa por las siguientes etapas. En principio examina un sistema económico de “subsistencia”, esto significa que no hay excedente. El proceso de producción es cerrado o sea que las mismas mercancías se

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encuentran como medios de producción y como productos, y en el que, además la cantidad producida de cada mercancía es exactamente igual a la cantidad usada como medio de producción. Además tanto en este ejemplo como en el posterior, Sraffa considera al trabajo como formando parte de los medios de producción, como si fueran un insumo más del proceso de producción.

Dada una situación inicial en la que la producción se realiza durante el período anual se la considera sólo suficiente para reponer las existencias que durante tal lapso se consumen en el proceso de producción, de modo que al terminar el año el sistema económico se encuentra en la misma situación que al comienzo y puede a reiniciar el ciclo productivo. Sraffa se refiere en este momento a una “sociedad extremadamente simple”. En este ejemplo la determinación de los precios relativos es sencilla: a partir de o respetando la regla de igualdad entre los valores de la producción (precios por cantidades físicas de productos) y los valores de los costos (precios por cantidades de medios de producción) permiten recuperar la posición inicial del sistema económico. Este modelo de subsistencia algunos economistas lo identifican como un caso de reproducción simple a lo Marx, pero no es así, porque el proceso de reproducción simple que él estudia contiene la producción de un excedente sólo que en lugar de ser reinvertido, el capitalista lo destina totalmente al gasto, y vuelve a reiniciar el ciclo con la misma magnitud del período anterior.

Sraffa pasa luego a exponer un sistema económico que produce un excedente. En este caso se mantiene la hipótesis que producto y medios están constituidos por las mismas mercancías, pero a diferencia del ejemplo anterior, se supone que la tecnología utilizada en el proceso sea de tal naturaleza que la cantidad producida de cada mercancía pueda ser igual o mayor que la usada como medio de producción. Esto quiere decir, entonces, que el valor del producto puede superar el valor de los costos o medios usados, en cuyo caso aparece un “excedente”. Y algo muy importante, el sistema de ecuaciones que presenta Sraffa para este

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ejemplo, determina simultáneamente el conjunto de los precios relativos y la tasa general de ganancia.

Lo que debe agregarse a lo anterior es que la aparición de un excedente no puede ser manifiesto en el ámbito de una sola industria, sólo en el “conjunto” de industrias y mercancías el producto será mayor que el de los medios (costos) utilizados. De manera general, considerando, repetimos, al sistema en su conjunto, todas las mercancías se encontrarán en cantidades iguales o mayores entre los productos que entre los medios de producción; si se diera el caso que para todas las mercancías estas dos cantidades (producto y medios) fueran iguales, no aparecería un excedente y por tanto no habría ganancias. Si sólo apareciera para algunas mercancías (una sola o todas incluso) la cantidad en que se encuentran en el producto es mayor que la que se encuentra en los medios de producción, surge un excedente.

Desde el punto de vista físico, este excedente también es un conjunto de mercancías. En esta situación se forman precios tales que el valor del excedente se distribuye entre todas las industrias, de manera que cada una de ellas obtenga una ganancia en relación a su capital que es igual para todas ella: es la tasa media general de ganancia.

Otro aspecto importante de la obra de Sraffa es la elaboración de su “mercancía-patrón” que apunta a resolver el problema planteado por Ricardo de tener una “medida invariable” de valor, que permitiera conocer rápidamente ante la variación de los precios relativos en qué mercancía se habría producido y qué impacto podría provocar en los restantes. De no menor importancia son los otros temas encarados por Sraffa; el capital fijo y la producción conjunta; los desplazamientos en los métodos de producción que han dado lugar a una enorme literatura polémica.

¿Cuáles son las novedades y aportes de esta concepción de la economía capitalista? Primero, Sraffa plantea en verdad el cambio de una concepción o “paradigma” por otro; él se concibe como retornando al planteo más riguroso y coherente que es el de los fisiócratas y el Ricardo del modelo triguero, pero que fuera

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deformado por Smith, el Ricardo del valor y Marx y luego triturado por la concepción neoclásica. Los principales blancos de su investigación están, pues, en ésta concepción y sus principales logros allí se ubican. Por ejemplo se recupera la categoría de ganancia como excedente, no como retribución de un “factor” de producción específico. Es distinto también la categoría de salario que está desvinculado de cualquier conexión con la contribución productiva de los trabajadores considerándolo determinado por la estructura social no siendo un dato económico más igual que otros.

Distinto es el concepto de consumo concebido como consumo productivo o improductivo. Pero además hay que señalar analíticamente cuáles son las víctimas importantes del análisis neoclásico: no hay en Sraffa nada parecido a mantener la ley de Say, si bien es cierto que ya había sido desacreditada e impugnada críticamente por J.M Keynes, ni tampoco la famosa “ley” de los rendimientos decrecientes que parece ser la víctima decisiva ya que no hay lugar para “maximizaciones” de funciones de índole alguna. Igualmente en esta línea de caídos en el campo de batalla teórico por parte del bando neoclásico no ocupa una menor importancia el estrepitoso derrumbe de su “función de producción” que había nacido de manos de Wicksell.

Para terminar esta introducción digamos que, no hay en el análisis de Sraffa ninguna necesidad de apelar a ninguna teoría del valor de las mercancías: y sería ésta una consecuencia de no poca monta para todo el debate teórico posterior que es todavía actual: Esta sería la víctima por el lado de los clásicos y de Marx.

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CAPÍTULO 2Fundamentos de la teoría clásica del valor(A. Smith, D. Ricardo)

2.a. Caracteres comunes de la teoría

La exposición de la concepción sobre el valor, sus alcances y su capacidad explicativa, presenta marcadas diferencias en Adam Smith y David Ricardo. Sin embargo pueden captarse que estas di-ferencias presuponen una identidad básica con relación a la cuestión del valor y del excedente, concebida como lo común que otorga, sin dudas, sentido de continuidad epistemológica a sus in-vestigaciones.

Los siguientes son algunos de los caracteres comunes que pueden advertirse en la teoría del valor que ambos pensadores construyeron:

1) A diferencia de los economistas anteriores, ellos expusieron sus posiciones sobre el valor y el cambio mercantil en términos claramente teóricos y no empíricos. Dejaron a un lado toda consideración de buscar un fundamento sin-gular en el cual apoyarse para hacerlo en consideraciones generales.

2) Respecto de la relación entre trabajo y valor, adoptaron la posición de reducir el valor a cantidades de trabajo.

3) Partieron de concebir el tratamiento del cambio mercantil como un hecho “natural” de las sociedades civilizadas.

4) Trataron la actividad productiva como “trabajo” y a éste como una mercancía vinculándolo con el salario.

5) Desarrollaron la concepción según la cual la ganancia de la actividad empresarial no era otra cosa que una “deducción” del trabajo o un residuo remanente luego de haber sido pagados los salarios.

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Esta posición de los clásicos fue lo que lo que los distinguió de inmediato de sus antecesores (mercantilistas, fisiócratas) todavía contaminados, o muy cerca aún, de los hechos y relaciones puramente externas o empíricas. Hegel captó esto con enorme profundidad al decir de la economía política por ellos construida que es “una ciencia que hace honor al pensamiento al hallar las leyes de una masa de hechos contingentes” (G.W.F.Hegel, “Principios de la filosofía del Derecho” Editorial Sudamericana, Bs. As.1975, p.234). Veamos ahora una exposición sucinta de la teoría del valor en ambos economistas.

2.b. La teoría del valor en A. Smith

Aún hoy el pensamiento de Smith sobre el valor y el verdadero alcance de su aporte teórico provoca ásperas discusiones. Reconoceremos en él sobre este tema tres posiciones y no sólo una, lo cual daría pábulo precisamente a las diferentes interpretaciones que existen según se tome una u otra. Es posible advertir, las siguientes posturas:

a) El valor fundado en la cantidad de trabajo necesario para la producción de mercancías que, desde el punto de vista teórico, constituiría el principio más importante y decisivo para la teoría del valor.

b) Una segunda posición que basa el valor en la cantidad de trabajo ajeno que la posesión de una mercancía procura a su poseedor en el momento del cambio. Esta es conocida como el principio del “labour commanded” o trabajo comandado.

c) Otra variante expuesta por Smith es aquella por la cual el valor de las mercancías se forma simplemente como adición de los gastos de producción en los cuales incluye el salario de los trabajadores, la ganancia de los empresarios y la renta de los terratenientes. (“Riqueza de las Naciones…”FCE. Libro I, VI, pp.51-52. “Teorías…” FCE, 12; p. 84)

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i) Leyes que regulan el cambio mercantil en Smith

De manera general debemos establecer una precisión en relación a la “aporía” del valor y sus derivados que no siempre se tiene claramente en cuenta: una cosa es la determinación del valor, esto es la fuente, causa, o principio de fundamentación; la otra es la unidad de medida, o sea el “patrón” que se utiliza para medirlo. Smith confunde constantemente una cosa con la otra. (Cfr. “Contribution a la critique de l´Economie Politique” Editions Sociales, Paris, 1957, p. 36)

Distinguimos, entonces, en Smith un principio general de determinación del valor que es la posición a) y que podemos designarla como la del trabajo contenido o insumido o incorporado que de acuerdo con Marx es la principal y más profunda aunque Smith mismo es inconsecuente con ella. Y una tesis especial que es la b) “labour commanded”, pero que en él asume la mayor importancia explicativa de su concepción. Sin embargo la que se difundirá con mayor éxito en la economía neoclásica y por su intermedio a toda la economía es la tesis c) o también llamada teoría de los componentes.

Y no deja de llamar la atención, en verdad, la comprobación de estas vacilaciones teóricas de Smith cuando por ejemplo en Libro I, cap. XI de “Investigaciones sobre la naturaleza y causas de la ri-queza de las Naciones” diga sin sombras de dudas que “es un efecto natural del progreso hacer disminuir de modo gradual el precio real de casi todas las manufacturas. El precio de la mano de obra disminuye probablemente en todas ellas sin excepción. La presencia de mejores máquinas, una mayor habilidad y una más adecuada distribución y división del trabajo, cosas todas que son consecuencia necesaria de los adelantos del país, contribuyen a que, para ejecutar una pieza cualquiera, sea necesaria una cantidad de trabajo mucho menor; y aunque debido al estado floreciente de la sociedad, el precio real del trabajo aumenta considerablemente, la gran disminución de la cantidad de esfuerzo que cada cosa necesita, compensa con creces el alza que pudiera sobrevenir en su precio, por fuerte que sea” (F.C.E. 1987 pp.233-234). Esto está diciendo, pues, que hay en Smith “instintivamente” una

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justa determinación del valor de cambio las mercancías por la cantidad de trabajo o tiempo de trabajo que contienen, trabajo contenido, entonces.

Ahora bien, a partir de que Smith afirma que las mercancías son el resultado o productos del trabajo, intentará exponer un procedimiento explicativo del cambio mercantil. En general el valor de cambio de una mercancía para Smith será igual a la cantidad de trabajo que puede adquirir, disponer, ordenar, demandar, exigir son todos vocablos que se usan en la literatura económica para traducir “labour commanded” ya que no hay unanimidad; entiendo que la posición de Smith alude al “poder de adquisición” que le concede una mercancía a su poseedor para realizar el cambio y obtener una cantidad de trabajo igual en la mercancía que recibe a la que entrega, por tanto parecería que el término apropiado sería el “trabajo adquisitivo”. Pero nunca el de “trabajo economizado” que es al que apela Julio H.G. Olivera en su “Valor y Trabajo” edición de la facultad de ciencias económicas de la Universidad de Buenos Aires, 1957, y que fuera adoptado en “Teoría del valor y de la distribución desde A. Smith” de Maurice Dobb, S.XXI 1973). Usaremos la transcripción de “trabajo comandado”.

El valor de cambio de las mercancías lo definirá Smith en estos términos “…el valor de cualquier bien, para la persona que lo posee y que no piense usarlo o consumirlo, sino cambiarlo por otros, es igual a la cantidad de trabajo que pueda adquirir o de que pueda disponer por mediación suya. El trabajo, por consiguiente, es la medida real del valor de cambio de toda clase de bienes… El poder que le atribuye directa e inmediatamente esa posesión es la facultad de comprar; una cierta facultad de disposición sobre todo el trabajo, o sobre todo el producto de éste, que se encuentra en el mercado. Su riqueza es mayor o menor precisamente en proporción a la amplitud de esa facultad, o a la cantidad de trabajo ajeno o de su producto, lo cual para el caso es lo mismo, que aquella riqueza lo coloca en condiciones de adquirir. El valor de cambio de cualquier cosa es precisamente igual a la amplitud de esa facultad, conferida al propietario” (Ibídem, pp.31-32) “labour commanded”, “trabajo co-mandado”, en definitiva.

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La particularidad de esta posición reside en que la cantidad de trabajo que la mercancía poseída por un propietario “puede adquirir” (can command) depende del “valor del trabajo” o salario. Las mercancías contienen “…el valor de una cierta cantidad de trabajo, que nosotros cambiamos por las cosas que suponemos encierran, en un momento determinado, la misma cantidad de trabajo. El trabajo fue, pues, el precio primitivo, la moneda originaria que sirvió para pagar y comprar todas las cosas. No fue con el oro ni con la plata, sino con el trabajo como se compró originariamente en el mundo toda clase de riquezas; su valor para los que las poseen y desean cambiarlas por otras producciones es precisamente igual a la cantidad de trabajo que con ella pueden adquirir o disponer” (pp.31-32).

Pero veamos con un poco de detalles la relación que se da en Smith entre determinación del valor y medida del valor, a partir de sus propias ideas respecto de “trabajo contenido” y “trabajo adquisitivo”.

La determinación del valor por el concepto de “trabajo contenido” la expresa Smith como correspondiente a una etapa histórica ya pasada (en referencia con la sociedad moderna de su época), y por tanto sólo válida para ella “En el estado primitivo y rudo de la sociedad, que precede a la acumulación de capital y a la apropiación de la tierra, la única circunstancia que puede servir de norma para el cambio recíproco de diferentes objetos parece ser la proporción entre las distintas clases de trabajo que se necesitan para adquirirlos…en ese estado de cosas el producto íntegro del trabajo pertenece al trabajador, y la cantidad de trabajo comúnmente empleado en adquirir o producir una mercancía es la única circunstancia que puede regular la cantidad de trabajo ajeno que con ella se puede adquirir, permutar o disponer (comandar)”.( p.47)

Claramente puede advertirse que en tal situación la cantidad de “trabajo comandado” (labour commanded) depende o es igual a la cantidad de “trabajo contenido” para ilustrar lo cual recurre al conocido ejemplo del ciervo y del castor.

Pero cuando Smith se enfrenta a la necesidad de examinar el cambio no en las condiciones de producción simple por parte de propietarios independientes dueños de sus medios de producción y de los resultados de su trabajo, sino aquel que surge

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del la relación que se establece entre trabajadores y empresarios, o sea en la fase capitalista de producción de mercancías, la situación cambia porque la cantidad de trabajo necesaria para producir una mercancía, y la que con ella se puede “adquirir” ya no coinciden, dejan de ser equivalentes “Tan pronto como el capital se acumula en poder de personas determinadas, algunas de ellas procuran regularmente emplearlo en dar trabajo a gentes laboriosas, suministrándoles materiales y alimentos, para sacar un provecho de la venta de su producto o del valor que el trabajo incorpora a los materiales. Al cambiar un producto acabado, bien sea por dinero, bien por trabajo, o por otras mercancías, además de lo que sea suficiente para pagar el valor de los materiales y los salarios de los obreros, es necesario que se dé algo por razón de las ganancias que corresponden al empresario, el cual compromete su capital en esa contingencia. En nuestro ejemplo el valor que el trabajador añade a los materiales se resuelve en dos partes; una de ellas paga el salario de los obreros, y la otra las ganancias del empresario, sobre el fondo entero de materiales y salarios que adelanta” (p.48)

De modo que Smith muestra que las ganancias del empresario se forman como “deducción” del valor del producto, la segunda “deducción” es la renta de los propietarios territoriales. Aparece formulado por Smith una clara paradoja en la relación valor del trabajo – valor del producto. En más el “valor del producto” deberá ser siempre mayor que el “valor del trabajo” pues de lo contrario no surgiría la ganancia empresarial. Dicho de otro modo, en las condiciones del cambio capitalista la cantidad de trabajo total requerida del trabajador para la producción de una mercancía necesariamente tiene que ser de una magnitud superior a aquella que reconstituye o reproduce su propio salario y los medios de producción usados. De lo contrario ¿cómo se “pagarían” las ganancias del empresario? El cambio entre “trabajo” y “producto del trabajo” ya no podrá realizarse en magnitudes de valor equivalentes.

De manera resumida cabe decir que el análisis de Smith de la determinación del valor tiene las siguientes proposiciones: a) el valor de las mercancías reside en la cantidad de trabajo necesario para su producción en las condiciones de producción mercantil simple; hay aquí una regulación del cambio equivalente bajo la “ley”

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del valor por el principio del trabajo contenido; b) bajo condiciones de producción capitalista se produce una modificación de tal “ley” y Smith detecta una relación de cambio no equivalente entre trabajo y capital; c) ante lo anterior Smith afirma que para la sociedad moderna o sea aquella en la que ya se ha producido la apropiación de la tierra y ha aparecido la acumulación de capital, la determinación del valor por el principio del trabajo contenido pierde toda validez, no será determinante del valor del producto.

Hasta donde puede apreciarse por la exposición aquí hecha los conceptos que Smith maneja para establecer su teoría del valor serían los siguientes: cantidad de trabajo – tiempo de trabajo – valor del trabajo (salario) – valor del producto, que cuando se los examina cuidadosamente son más bien conceptos que mantienen aún incrustaciones empíricas, se asemejan más a “nociones empíricas” de las cuales parte Smith para su explicación que “categorías” conceptualmente elaboradas. Digamos para finalizar este muy panorámico excursus sobre la concepción smithiana del valor que ella fracasa en erigir el principio del trabajo contenido con carácter general hasta abarcar la etapa del dominio capitalista del proceso de producción de mercancías; y que a lo anterior hay que agregar el que, finalmente, Smith sitúa en la base de su teoría el “valor del trabajo” o salario como determinante del valor de las mercancías, recayendo como antes de él en tomar una mercancía singular como su fuente o causa.

2.c. La teoría del valor de Ricardo

Ricardo establecerá de manera clara, sin dubitaciones, el principio según el cual el valor de las mercancías se crea en el proceso de producción de mercancías por la cantidad de trabajo incorporado (trabajo contenido). Este principio no es sino la generalización de la tesis de A. Smith que en él se reducía a tener vigencia sólo para el estado primitivo y rústico de la sociedad que precede a la acumulación del capital y a la apropiación de la tierra, que caracterizan la sociedad moderna (sociedad capitalista). De

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modo que Ricardo extiende la validez de tal principio también para la sociedad del capital. Así como en Smith el “trabajo comandado” (labour commanded) ocupa el lugar central de su concepción, el “trabajo contenido” cumple la misma función en Ricardo.

La eliminación del principio de Smith por parte de Ricardo era imperativo para evitar el “vicio lógico” que aquél contenía y que descubrió; vicio consistente en que la determinación de los valores de cambio de las mercancías apelaba a la constitución de “un valor”, el valor de cambio del trabajo, en fuente de valor, con lo cual caía en una “petición de principio”, esto es, daba por demostrado lo que debía demostrarse “…la cantidad comparativa de bienes producidos por el trabajo es la que determina su valor relativo presente o pasado, y no las cantidades comparativas de bienes que se entregan al trabajador, a cambio de su trabajo” (D.Ricardo, “Principios de Economía Política y Tributación”, FCE, 1985, p. 13)

Ricardo agudamente afirmará que por el hecho de que el trabajo contenido en la mercancía, dada la relación trabajador/capitalista, no vuelva en su totalidad al trabajador, que es quien la produjo, no cambia el hecho que el valor de la mercancía siempre se determina por el tiempo de trabajo necesario consumido en su producción. La cuestión que le preocupaba a Smith no corresponde al proceso de producción de mercancías y a la determinación de su valor, sino que corresponde al ámbito de la distribución del valor del producto.

i) La ley reguladora del cambio en Ricardo

Esta aceptación tajante de la determinación del valor según la cantidad de trabajo incorporado en la producción de mercancías planteará, sin embargo, a Ricardo dificultades cuando se trate del cambio en la relación capitalista/trabajador. Se verá obligado a introducir modificaciones en su propio principio, primero en la determinación del valor o precio del trabajo, y segundo en la determinación de los precios y en la tasa general de ganancia.

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En el caso del “valor del trabajo” para evitar caer él mismo en el error de Smith, lo que hará es referirse al valor o precio del “salario” que el trabajador percibe a cambio de su actividad laboral, ya que no se puede establecer el “valor del trabajo”, haciendo depender éste de la cantidad de trabajo necesario para producir el dinero o de la cantidad de mercancías que consume el trabajador y su familia para su subsistencia. En relación con el otro problema, en Ricardo los precios parecen determinados sólo por la competencia originando la aparición de una tasa general de ganancia que regula la ganancia respecto de la magnitud del capital invertido. Ricardo hace depender el valor de las mercancías ya no sólo de la cantidad de trabajo necesario para su producción sino también del valor del trabajo. Con lo cual se aleja de su propia formulación del principio del valor.

Con relación a la cuestión derivada de la aceptación de la teoría del valor basada en la cantidad de trabajo necesaria para la producción de mercancías que es la de la ganancia empresarial, Ricardo no desarrolla su investigación. Acepta la ganancia como un dato cotidiano de la actividad empresarial y de los mercados. Jamás asume la cuestión de la ganancia como un “excedente” que debe ser explicado y que lo exige su propia teoría del valor. Lo que Smith descubre como una infracción a la ley del valor, Ricardo no lo recoge.

ii) Situación de la teoría clásica del valor antes de Marx

Puede hacerse un resumen del estado de situación de la teoría clásica con la que se encontrará Marx cuando se disponga a realizar su trabajo teórico.

La teoría del valor fundamentada en la cantidad de trabajo necesaria que requiere la producción de mercancías en su carácter de “ley” que rige las transacciones mercantiles capitalistas, tal como era presentada en las versiones de Smith y de Ricardo, no alcanzaba a resolver las contradicciones o “aporías” que surgían de sus propias formulaciones. ¿Cuáles eran tales contradicciones?

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Primo. Para regir como “ley” debía abarcar o explicar la totalidad de los fenómenos del cambio de mercancías sin que pudiera aparecer una sola excepción. De lo contrario no podría ser considerada como “ley”. Y tal excepción aparecería de modo patente e ineludible cuando al ser extendida a la relación del cambio entre trabajador y empresario, la mercancía “trabajo” percibía un valor bajo la forma de salario que, expresada en la cantidad de medios de vida necesarios para la subsistencia, era manifiestamente inferior a aquel valor que el trabajador objetivaba en la jornada laboral en el producto final.

De modo que había una “violación” de la “ley” en el momento en que debería confirmarse y por lo mismo validarse para el caso de este cambio especial. Al actuar la “ley” quedaba abolida ya que había un cambio desigual: el trabajador objetiva en el valor del producto una mayor cantidad de valor que el que recibe a cambio como salario, quedando un remanente en manos del empresario bajo la forma de ganancia. Así, pues, la contradicción o “aporía” se presenta bajo el siguiente dilema:

Si la “ley” rige, entonces no hay cambio desigual, el trabajador recibe el valor íntegro de trabajo. De esta manera desaparece la ganancia y el origen de la misma queda como problema irresuelto.

Si hay ganancia, entonces no puede existir “ley” del valor. Dos posibilidades se abren aquí: o bien la ley sufre una transgresión permanente (hay intercambio desigual entre trabajador y capitalista), lo cual la invalida de todos modos; o su ámbito de vigencia se restringe en el tiempo y a ciertas relaciones de cambio ya no existentes. ¡Es la posición de Smith!

De manera que, para expresarnos en la terminología de Marx, en el primer caso, para salvar la “ley” del valor no podría haber teoría del plusvalor; y en el segundo, para salvar la teoría del plusvalor no existiría “ley” del valor. (Ver K. Marx, “El Capital” Siglo XXI, Tomo I, vol. 2, pp. 651 ss.)

En Ricardo este problema no se le impone como tal, para él la “ley” rige de un modo general y la ganancia es un dato de hecho,

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como ya se ha visto. Ricardo se desentiende de la cuestión. Pero al aceptar la ganancia y la “ley” se topa con la otra contradicción.

Secundo. Si la “ley” rige ¿cómo se explica que la ganancia se determine por la magnitud del capital adelantado y no por el valor de las mercancías que se producen en las empresas? Si el valor de las mercancías se determina por la cantidad de trabajo necesaria y si el cambio se lleva a cabo a valores equivalentes, las empresas que emplean mucho trabajo y poco capital (materias primas, máquinas, instalaciones, edificios, etc.) debe objetivar mercancías con más valor que aquellas que emplean más capital que trabajo, con lo cual obtendrán una masa y una tasa de ganancia superior en el momento de las ventas. Otro tanto podrá decirse de las empresas o ramas en las cuales la rotación del capital es más veloz que en otras.

Y al contrario, en aquellas empresas o ramas en las que se han fijado una mayor magnitud de capital en los medios de producción y en las que la rotación del capital es más lenta, el valor de las mercancías, los precios y las ganancias deberían ser menores o más bajos que en las anteriores. Pero esta situación es imposible encontrarla en la realidad capitalista.

La realidad del funcionamiento del capital consiste en que capitales iguales dan una tasa de ganancia igual, o bien que capitales iguales con diferente composición entre trabajo y medios de producción, dan siempre una tasa media de ganancia igual para todos. De allí que la “ley” del valor es incompatible con la realidad de una tasa media de ganancia.

Adam Smith eludió este problema al utilizar su tercera versión de la “ley” como sumatoria de los ingresos que cada clase percibe y señalar que las mercancías podían descomponerse siempre, en su valor, a los mismos. Ricardo acepta que el valor de las mercancías esta determinado no sólo por la cantidad de trabajo necesaria para la producción sino también por el trabajo empleado en los medios de producción, o sea por el trabajo total insumido, y por la rotación de los capitales. Pero considera que la modificación que introducen a la “ley” del valor es de una magnitud mínima, un 6 ó 7 %, por eso se hablará de la “ley” del valor de Ricardo al 93 %.

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De manera que en Ricardo quedan sin un planteo correcto y, por tanto, sin correcta solución: 1) la relación del cambio entre capital y el trabajo asalariado en consonancia con la ley del valor; y 2) La conformación de una tasa general de ganancia porque identifica plusvalor y ganancia con lo cual lo que se advierte es que no hay un tratamiento adecuado entre valor y el precio de costo.

Tal la situación. K. Marx tendrá ante sí dos caminos: a) “culminar” la obra de los “clásicos” mejorando, precisando y profundizando lo ya logrado por ellos, o bien, b) replantear todo ab-initio y teorizar de nuevo los problemas irresueltos. Se inclinará por la segunda posición; su tarea será, pues, el planteo correcto del problema; tomar a Ricardo sin perder a Smith, esto es demostrar que la ley del valor rige (Ricardo) y que no se destruye a sí misma en el cambio entre trabajo asalariado y capital (Smith), sino que, por el contrario, explica aquel paradójico resultado. Al hacerlo establecerá una formulación nueva completamente diferente de ambos. Veamos, entonces, qué es lo que hace y cómo lo hace.

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CAPÍTULO 3El análisis de Marx en torno del concepto de valor

Nikolai Sieber, profesor de economía política en la Universidad de Kíev “había presentado ya, en su obra “La teoría de David Ricardo sobre el valor y el capital”, mi teoría del valor, del dinero y del capital, en sus lineamientos fundamentales, como desenvolvimiento necesario de la doctrina de Smith-Ricardo”. Esto dice Marx en el epilogo de la segunda edición de “El capital” de 1873, sin que manifestara ninguna oposición a esta adscripción de su labor analítica como desarrollo de la teoría clásica, lo cual parecería dar razón a quienes ubican a Marx como perteneciente a tal “escuela” o bien que sin pertenecer a ella, sin embargo, su “teoría del valor” estaría en el mismo ámbito teórico, de modo que su trabajo analítico no sería sino una especie de “coronación” más precisa y ajustada de aquella.

Seguiremos, por el momento, la misma modalidad expositiva que con los anteriores economistas. Haremos una presentación directa y resumida de Marx sobre el tema, tal y como generalmente puede encontrársela en cualquier exposición, esto es despojada de toda referencia a cuestiones que no atañen a lo “central” que es el aspecto “puramente económico” de la cuestión.

Marx señala claramente que como es Ricardo quien ha dado “…a la economía política clásica su forma acabada, quien ha formulado y desarrollado de manera nítida la ley de la determinación del valor por el tiempo de trabajo…” (K. Marx, “Contribución a la crítica de la economía política” Editions Sociales, París, 1969, p.37) quien, además “…le grita a la ciencia: ¡Alto! La base, el punto de partida de la fisiología del sistema burgués –de la inteligibilidad de sus relaciones internas y de su proceso fisiológico- es la determinación del valor por el tiempo de trabajo” (K. Marx, “Théories sur la plusvalue”, Editions Sociales, 1976, Paris, tomo II, p.185. Editorial F.C.E. tomo 13, p. 146), es a partir de esa su formulación que debe versar cualquier actividad científica que pretenda hacer avanzar a la economía política. Por tal razón se puede resumir el complejo teórico bajo la siguiente denominación:

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3.a. “Aporías” económicas planteadas por la ley de la determinación del valor por el tiempo de trabajo

“La reducción analítica de la mercancía en trabajo bajo la doble forma de reducción del valor de uso en trabajo concreto (o útil) o actividad productiva dirigida a un fin determinado, y reducción del valor de cambio en tiempo de trabajo, o trabajo social igual, es el resultado crítico de las investigaciones realizadas durante más de un siglo y medio por la Economía Política clásica, que comienza en Inglaterra con W. Petty, en Francia con Boisguillebert y culmina en Inglaterra con Ricardo y en Francia con Sismondi” (“Contribution…” Editions Sociales, París, p. 30). Este es el ámbito o espacio analítico en el que Marx desarrollará su tarea científica. Pero al partir analíticamente de aquí, la cuestión del valor y su importancia explicativa se vuelve decisiva, ya que se plantea la exigencia de examinar rigurosamente en qué medida las demás categorías de la producción y circulación capitalistas se corresponden con aquél punto de partida o están en contradicción con él. Esto es, los problemas teóricos a solucionar de la Economía Política deben ser tratados y resueltos de manera consistente con aquella ley del valor. De manera que la “ley” del valor como fundamento de las relaciones de cambio capitalistas imponía la resolución de las siguientes aporías:

1º) ¿Cuál es la fuente del valor de las mercancías?

Para que pudiera darse una respuesta a este planteo a partir de lo realizado por Smith-Ricardo, se imponía enfrentar los siguientes interrogantes:

a) ¿Hay una relación y de qué tipo específico entre valor y trabajo? b) Si el trabajo se representa como valor ¿a qué se debe?

c) ¿Por qué la medida del trabajo según su tiempo (duración) se representa en la magnitud de valor del producto de trabajo como mercancía?

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Lo que se volvía de importancia decisiva consistía en descubrir la conexión interna y necesaria específica entre la forma de valor, la sustancia de valor, la magnitud de valor hasta dar con la forma de dinero demostrando que la forma de valor surge del concepto mismo de valor y se desarrolla en la figura de equivalente universal del dinero, la de capital, etc.

La respuesta a esta aporía Marx la da en la Sección I – Libro I de “El Capital”

2º) ¿Cómo desarrollar sobre la base del tiempo de trabajo como medida inmanente de valor el origen del salario del trabajador?

Esta aporía Marx la trata en la “Teoría del trabajo asalariado”, Sección VI – Libro I.

3º) ¿Cómo el proceso de producción sobre la base del valor determinado sólo por el tiempo de trabajo, conduce al resultado que el valor del trabajo es inferior al valor de su producto?

Esta aporía es resuelta mediante el estudio de la categoría “capital”. La “teoría del capital” contiene la “teoría del plusvalor”: Secciones II, III, IV, V y la teoría de la acumulación, Sección VII – Libro I.

4º) ¿Cómo es que sobre la base del valor reducido a tiempo de trabajo social, general, el nuevo valor constituido por salarios, ganancias, renta e interés (V + Pv), puede adquirir el valor del producto compuesto por salarios, ganancias, renta, interés y capital constante (c + v + Pv).

Esto Marx lo responderá en la “Teoría de la reproducción simple y ampliada”, Sección III – Libro II y lo retoma, luego, en la Sección VII del Libro III.

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5º) ¿Cómo se explica que, si bien: a) la repetición del proceso de producción (ciclo), y b) la velocidad de esa repetición (rotación), no crean valor, o sea que ni la circulación ni la velocidad de la misma crean valor, no obstante, intervienen como momento en la creación de valor.

Este problema Marx lo resuelve en el Libro II – Sección I y II.

6º) Si el tiempo de trabajo determina el valor de las mercancías como su sustancia y magnitud (medida) ¿Por qué no es al mismo tiempo medida de los precios?, dicho en otros términos ¿Por qué precio y valor difieren? o bien ¿Cómo se forma sobre la base del valor un precio mercantil (de producción) diferente del valor, o con más exactitud, cómo es que la ley del valor se realiza como su propio contrario?

Esto Marx lo responde en la “Teoría de la ganancia”, Sección I; “Teoría de los precios”: Sección II (aquí se encuentra el conocido problema de la transformación); y Sección III, la tendencia a la caída de la tasa de ganancia, del Libro III.

7º) ¿Cómo es que mercancías que no contienen trabajo, pueden tener valor, o dicho de otro modo, por qué razón las simples fuerzas de la naturaleza tienen valor?

Esta aporía Marx la resuelve en la Sección VI – Libro III.

Cumplir con esta explicación teórica y, por tanto, responder satisfactoriamente cada una de las aporías planteadas por la ley del valor es, para Marx, alcanzar el conocimiento racional de la fisiología verdadera de la sociedad burguesa explicando la relación entre el movimiento aparente y el movimiento real del sistema del capital.

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3.b. La determinación del valor en el análisis de Marx

- Ley del valor

Es de enorme importancia, para captar en profundidad este análisis de Marx, comprender que hay en él una concepción que podría denominarse antropológica socio-natural de los hombres y de su actividad práctica considerándolos como individuos que producen su vida en sociedad, o sea el proceso de producción de individuos socialmente determinada, que proveen sus medios de subsistencia en común y al hacerlo producen sus relaciones y las instituciones que las expresan. Entonces, toda sociedad humana se ha visto y se ve siempre en la necesidad de distribuir el tiempo de trabajo social de sus miembros entre diferentes actividades productivas (ganadería, agricultura, metalurgia, construcción, textil, etc.), que no es otra cosa que una división social del trabajo. Pero cuando los productos como resultado de aquellas actividades se transforman en mercancías, el carácter social del trabajo se “aparece” en el cambio como valor. En las sociedades en las que el trabajo se hace en común, las relaciones de los hombres en la producción social no se representan como valor de los productos. Por esto no es correcto decir que el trabajo es la causa o sustancia del valor de los productos o “bienes” cual su fuente “natural”, ya que no en todas las formas históricas concretas el trabajo crea valor.

Así es que todas las formas históricas de sociedades muestran o expresan de modo específico el carácter social del trabajo en cuanto aplicación de la fuerza de los individuos en el proceso de su mantenimiento y reproducción. De manera que el valor de las mercancías no hace sino expresar en una forma históricamente concreta lo que ya existía en toda forma histórica de sociedad aunque bajo otra forma, a saber: división del trabajo, cambio, mercancía, dinero, precio, etc. que se mantiene y desarrolla por el modo capitalista de producción. Entonces la causa del valor es

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una determinada forma histórica concreta de trabajo y no la mera actividad de producción.

Dice Marx (“Théories…”, Sociales, II, p. 164) “… la determinación del valor por el tiempo de trabajo, es una concepción que caracteriza, mutatis mutandis, a todos los modos de producción en los cuales trabajo y propiedad de las condiciones objetivas del trabajo constituyen clases distintas”, y añade que “Valor es un modo social determinado de la actividad humana: el trabajo” (Théories, I, p. 33); volviendo sobre el tema en carta a Kugelman del 11/07/1868 escribe que: “El infeliz no se da cuenta de que a pesar de que mi libro no hubiera ningún capítulo dedicado al valor, el análisis de las condiciones reales que hago, ya encierra en sí mismo la prueba y demostración de la relación real del valor…Cualquier niño sabe que una nación que deje de trabajar, no digo un año, aunque sean sólo unas semanas, perecería. Del mismo, cualquier niño sabe que las masas de productos correspondientes a las diversas necesidades, exigen masas diferentes y cuantitativamente determinadas, de la totalidad del trabajo social (FHA) Es self evident que la forma determinada de la producción social no suprime en ningún caso la necesidad de la distribución del trabajo social en proporciones determinada; en todo caso, lo que se modifica es su modo de manifestarse. Las leyes naturales jamás pueden abolirse en general. Lo que sí puede modificarse en situaciones históricamente diferentes, únicamente es la forma bajo la que esta distribución proporcional del trabajo se manifiesta, en un estado social en el que el conjunto del trabajo social se manifiesta por medio del intercambio privado de los productos individuales del trabajo, esta forma, digo, es precisamente el valor de cambio de esos productos. La ciencia consiste precisamente en mostrar cómo se manifiesta la ley del valor…”

Concepto y posición que se encuentran reafirmados en los siguientes fragmentos: “En todos los tipos de sociedad necesariamente hubo de interesar al hombre el tiempo de trabajo que insume la producción de los medios de subsistencia, aunque ese interés no fuera uniforme en los diversos estadios del desarrollo. Finalmente, tan pronto como los hombres trabajan unos para otros, su trabajo (individual) adquiere también una forma social” (El Capital I, 1, pp. 87-88)

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“En realidad, el carácter (la forma) de valor que presentan los productos del trabajo, no se consolida sino por hacerse efectivos en la práctica (cotidiana, constante) como magnitudes de valor. Estas magnitudes cambian de manera in-cesante, independientemente de la voluntad, las previsiones o los actos de los sujetos del intercambio. Su propio movimiento social (el de los sujetos) posee para ellos la forma de un movimiento de cosas bajo cuyo control se encuentran (dominados), en lugar de controlarlas (a las cosas). Se requiere una producción de mercancías desarrollada de manera plena antes que brote, a partir de la experiencia misma, la comprensión científica de que los trabajos privados, ejercidos independientemente los unos de los otros pero sujetos a una interdependencia multilateral en cuanto ramas de la división social del trabajo que se origina naturalmente, son reducidos en todo momento a su medida de proporción social porque en las relaciones de intercambio entre sus productos, fortuitas y siempre fluctuantes, el tiempo socialmente necesario para la producción de los mismos se impone de modo irresistible como ley natural reguladora, tal como por ejemplo se impone la ley de la gravedad cuando a uno se le cae la casa encima. La determinación de las magnitudes de valor por el tiempo de trabajo, pues, es un misterio oculto bajo los movimientos manifiestos que afectan a los valores relativos de las mercancías” (Ibídem pp.91-92)

“… la ley del valor de las mercancías determina qué parte de todo su tiempo de trabajo disponible puede gastar la sociedad en la producción de cada tipo particular de mercancías.” (K. Marx, Ibídem, I, 2, p. 433).

Ahora bien, para resolver las “aporías” en las condiciones de la producción capitalista, surgidas a partir del concepto de valor Marx arrancará aceptando el “principio” del trabajo contenido (trabajo incorporado, trabajo insumido, etc.) como base de su “teoría” del valor; pero se diferenciará de A. Smith y de Ricardo, en que encarará directamente y de modo explícito qué tipo de trabajo es el determinante del valor de las mercancías. Veamos.

Para Marx será el trabajo abstracto: “…si ponemos a un lado el valor de uso del cuerpo de las mercancías, únicamente les restará una propiedad: la de ser productos del trabajo. No obstante, también el producto del trabajo se

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nos habrá transformado entre las manos. Si hacemos abstracción de su valor de uso, abstraemos también los componentes y formas corpóreas que hacen de él un valor de uso. Ese producto ya no es una mesa o casa o hilo o cualquier otra cosa útil. Todas sus propiedades sensibles se habrán esfumado. Ya tampoco es producto del trabajo del ebanista o del albañil o del hilandero o de cualquier otro trabajo productivo determinado. Con el carácter útil de los productos del trabajo se desvanece el carácter útil de los trabajos representados en ellos y, por ende, se desvanecen también las diversas formas concretas de esos trabajos: éstos dejan de distinguirse, reduciéndose en su totalidad a trabajo humano indiferenciado, a trabajo abstractamente humano.

Examinemos ahora el residuo de los productos del trabajo. Nada ha quedado de ellos salvo una misma objetividad espectral, un mera gelatina de trabajo humano indiferenciado, esto es, de gasto de fuerza de trabajo humana sin consideración a la forma en que se gastó la misma. Esas cosas tan sólo nos hacen presente que en su producción se empleó fuerza humana de trabajo, se acumuló trabajo humano. En cuanto cristalizaciones de esa sustancia social común a ellas, son valores” (K. Marx, “El Capital” Editorial Siglo XXI, Bs. As. 1975, tomo I, vol. 1, pp.46-47). Más adelante volveremos sobre el trabajo abstracto dada su importancia analítica.

Queda así establecido por Marx la fuente, causa o determinación del valor por el trabajo abstracto. Pero además él reduce las diferencias de las productividades o rendimientos del trabajo. El trabajo determinante del valor es trabajo simple, éste no es otra cosa sino “…gasto de la fuerza de trabajo simple que, término medio, todo hombre común, sin necesidad de un desarrollo especial, posee en su organismo corporal. El carácter del trabajo medio simple varía, por cierto, según los diversos países y épocas culturales, pero está dado para una sociedad determinada. Se considera que el trabajo más complejo es igual sólo a trabajo simple potenciado o más bien multiplicado, de suerte que una pequeña cantidad de trabajo complejo equivale a una cantidad mayor de trabajo simple. La experiencia muestra que constantemente se opera esa reducción. Por más que una mercancía sea el producto del trabajo más complejo su valor la equipara al producto del trabajo simple y, por consiguiente, no representa más que determinada cantidad de trabajo simple”.

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Medida de valor De esta manera el trabajo queda reducido a mera cantidad de tiempo de trabajo, “¿Cómo medir, entonces, la magnitud de su valor? Por la cantidad de “sustancia creadora de valor” – por la cantidad de trabajo- contenida en ese valor de uso. La cantidad de trabajo misma se mide por su duración y el tiempo de trabajo, a su vez, reconoce su patrón de medida en determinadas fracciones temporales, tales como hora, día, etc.”

(Ibídem, pp.47-48). Y con más detalle puede leerse en la “Contribución”: “como valores de cambio de magnitud diferente (las mercancías) representan un más o un menos de cantidades más o menos grandes de ese trabajo simple, uniforme, general, abstracto, que constituye la sustancia del valor de cambio. …Así como el modo de existencia cuantitativo del movimiento es el tiempo, el modo de existencia cuantitativo del trabajo es el tiempo de trabajo…El tiempo de trabajo es la existencia viviente del trabajo, poco importa su forma, su contenido, su individualidad; es su modo de existencia viviente bajo su forma cuantitativa, al mismo tiempo que su medida inmanente” ( p p. 9-10).

Ahora bien, esta medida inmanente de valor que es su magnitud, o modo de existencia cuantitativo, sólo es tenida en cuenta como propiedad de trabajo necesario, se establece la precondición de que ese trabajo “…posee el carácter de fuerza de trabajo social media y opera como tal fuerza de trabajo social media, es decir, en cuanto, en la producción de una mercancía, sólo utiliza el tiempo de trabajo promedialmente necesario, o tiempo de trabajo socialmente necesario.” (K. Marx, El Capital, edic. cit. p. 48).

Como se desprende de lo anterior, tampoco se trata del tiempo de trabajo individualmente gastado sino que prima el carácter de trabajo social considerando que “Tiempo de trabajo socialmente necesario es el requerido para producir un valor de uso cualquiera, en las condiciones normales de producción vigentes en una sociedad y con el grado social medio de destreza e intensidad de trabajo. Tras la adopción en Inglaterra del telar de vapor, por ejemplo, bastó poco más o menos la mitad de trabajo que antes para convertir en tela determinada cantidad de hilo. Para efectuar esa conversión, el tejedor manual inglés necesitaba emplear ahora exactamente el mismo tiempo de trabajo que antes, pero el producto de su hora individual de

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trabajo representaba únicamente media hora de trabajo social y su valor disminuyó, por consiguiente, a la mitad del que antes tenía” (Ibídem, p. 48).

Agreguemos además la siguiente aclaración que podría parecer una perogrullada, pero que no es vano resaltar. De las anteriores características determinantes del concepto de valor se desprendería como lógico que por ser el modo capitalista de producción un proceso continuo e incesante de elaboración de mercancías, el todo es un flujo en el cual el valor de las mercancías no sería sólo determinado por la cantidad de trabajo socialmente contenido en la producción de las mismas sino por esa cantidad pero entendida como reproducción.

Dice Marx “El valor de cada mercancía, y en consecuencia también de las mercancías en las cuales consiste el capital, está condicionado no por el tiempo de trabajo contenido en ella misma sino por el tiempo de trabajo socialmente necesario que se requiere para su reproducción” (“El Capital”, edición citada, Libro III, vol. 6, p.177). Y vuelve sobre el mismo tema en el Libro III, vol. 7, p.508, afirmando que “Haciendo abstracción de todas las interferencias casuales, en el curso del proceso de reproducción se desvaloriza constantemente una gran parte del capital existente, en mayor o menor grado, porque el valor de las mercancías está determinado no por el tiempo de trabajo que insume originariamente su producción, sino por el tiempo de trabajo que insume su reproducción, y porque a causa del desarrollo de la fuerza productiva social del trabajo ese último tiempo de trabajo disminuye continuamente”.

Las anteriores son las características más importantes de la determinación del valor por el trabajo: abstracto, simple, cuantitativo, necesario y social, exigido para la “reproducción” de las mercancías. Hay que subrayar aquí que aún en esta forma despojada y estrecha de presentación de la “teoría” de Marx, haciendo una lectura atenta se destacarían los caracteres abstracto y social como categorías de diferenciación del trabajo con relación a Smith y Ricardo. Pero cuando se examina en profundidad la labor teórica de Marx, la anterior exposición se muestra muy esquemática y sin la verdadera “sustancia” de análisis

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teórico que él expusiera en todas sus obras, digamos, económicas. Trataremos, en adelante, de realizar tal cometido.

3.c. La labor analítica de Marx

El núcleo de la investigación analítica de Marx consiste en una labor de “crítica del capital” ya que éste es el objeto sobre el que se propone dar cuenta, y ello le exige el estudio de las leyes de funcionamiento del modo específicamente capitalista de producción. Y hay que subrayar lo de “específicamente” capitalista. En Marx es una denominación precisa que utiliza para diferenciar claramente dos etapas históricas del dominio de la organización social de la producción por el capital. La primera caracterizada por la “subsunción formal” del trabajo al capital, fase en la cual el modo capitalista no es aún dominante sino que va, poco a poco, penetrando las formas existentes de trabajo anteriores a él. Por ejemplo la paga del trabajo en el domicilio del trabajador (artesanos, productores independientes, etc.) por dinero, o bien el encargo de determinado tipo de mercancías a ser entregadas en cierto tiempo, la utilización de los instrumentos y herramientas existentes que no altera ni los ritmos ni la escala de producción, no hay entonces modificación en el modo de producción.

Este estado, en el occidente europeo, le demandará varios siglos al capital en superarlo y convertirse en eje de todo el proceso. Cuando esto suceda alrededor XVIII y sólo de modo notorio en Inglaterra, se habrá producido un cambio notable social y económico en la acción dominante del capital: el proceso de trabajo se realiza con los medios de producción adelantados por el capitalista (medios maquinizados, nuevas herramientas, etc.), la “técnica” del producir se vuelve imprescindible; el capitalista es quien organiza, dirige y vigila todo el proceso productivo; los trabajadores trabajan en un establecimiento propiedad del

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empresario y no en su domicilio; éstos ya no poseen sus instrumentos y medios para trabajar por cuenta propia; se ha revolucionado la escala de producción de las mercancías; no se producen éstas a pedido sino que se lo hace para mercados anónimos; ha aparecido una nueva forma productiva, se ha modificado el proceso social de producción, ha surgido el modo específicamente capitalista de producción de mercancías, éste domina ya la escena social y laboral, hay una subsunción real del trabajo al capital.

En conclusión: 1º) el proceso de trabajo tiene el carácter de fuerza productiva social; 2º) tal proceso queda subordinado al proceso de valorización del capital; 3º) el capitalista es el centro de todas las decisiones, impone ritmo, modalidades y fines a todo el proceso; 4º) la relación laboral es coercitiva pero no se funda en relaciones personales de sujeción individual (trabajo esclavo o servil por ejemplo), la coerción es puramente económica: el trabajador carece de medios de trabajo y sustento propios; 5º) el trabajador ya no vende mercancías al empresario sino que vende su fuerza de trabajo puesto que las mercancías producidas son propiedad del capitalista. (Este tema se amplía en el parágrafo sobre la relación de cambio entre trabajo asalariado y Capital, p. 77).

Este es, por así decir, el trasfondo social y económico real que el análisis presupone pero que opera en el tratamiento de las categorías y en la elaboración de las teorías y del cual Marx es no sólo conciente sino que es quien especialmente se dedicó a la tarea de poner en claro la estructura del objeto y la evolución histórica del mismo, y del cuál ahora intenta dar su lógica.

¿Cómo aborda, entonces, su trabajo? Para desarrollar esta parte del pensamiento de Marx nos ayudaremos con el cuadro Nº 1 adjunto “El capital y sus teorías”. Tal como puede verse allí para su crítica del capital, Marx establece dos niveles de conocimiento: 1º) nivel abstracto, 2º) nivel concreto. La lógica conceptual que preside tales niveles descansa en que “…el método que consiste en elevar-se de lo abstracto a lo concreto es para el pensamiento sólo la manera de apropiarse lo concreto, de reproducirlo como un concreto espiritual (“geistig

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konkret”)” (K. Marx, “Elementos fundamentales…” Siglo XXI, Bs. As, 1971, p. 22).

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Cuadro Nº1

CR

ITIC

A D

EL

CA

PIT

AL NIVEL DE

CONOCIMIENTO MOMENTOS ANALÍTICOS

CATEGORÍAS FUNDAMENTALES

TEORÍAS PLANTEADAS

PROCESOS DEL

CAPITAL

LIBROS TRANSFORMACION

abstracto

análisis de la mercancía valordel valor del dinero

Producción Inmediato

I

valor Plusvalor Tasa de plusvalor

Análisis de las formas generales del capital

individual y social

capital "en general"

del plusvalor del salario de la acumulación

del ciclo y rotación de la reproducción

Circulación II

concreto Análisis del movimiento real del capital social

producción capitalista

de la ganancia de los precios del interés de la renta

Producción Global

(distribución)

III Precio Ganancia

Tasa de ganancia

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Ambos niveles se componen de “momentos analíticos” que delimitan el espacio “teórico” dentro del cual se irán vertebrando las categorías y las teorías que lo constituyen. En el nivel abstracto es preciso distinguir el análisis de la mercancía y el análisis de las formas generales del capital individual y social. Una precisión se vuelve necesaria. Cuando en la lógica de Marx se habla de “abstracto”, no debe ser tomado como expresión de unilateralidad de un carácter o propiedad del fenómeno bajo estudio, ni tampoco como una mera “representación genérica empírica”, esto es, que se han borrado sus “particularidades”. Bien por el contrario, el nivel abstracto es aquél en el cual las categorías son ya fruto del análisis investigativo y reflejan la multiplicidad como unidad esencial del fenómeno, no su unilateralidad ni su generalidad vacía de conocimiento: son abstracciones determinadas, que han superado el momento de la empiria y de la doxa, de modo que “…las determinaciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto por el camino del pensamiento” (Ibídem, p. 21).

El nivel abstracto se compone de dos “momentos analíticos”: el primero es el del análisis de la mercancía cuya categoría fundamental es la de valor, de la cual se originan, a su vez, dos “teorías”: teoría del valor y teoría del dinero, que en rigor, tal como Marx las expone están genéticamente vinculadas y da lugar a que se las deba concebir como partes de un solo análisis teórico. De inmediato se desprendería de lo anterior que en Marx no hay “teoría del valor” sino “análisis de la mercancía”. Sólo por comodidad y síntesis se ha difundido y se alude siempre a la “teoría del valor-trabajo de Marx” en la literatura económica, pero siendo criterioso y justo hay que señalar esta diferencia entre “teoría del valor” y “análisis de la mercancía” en él, porque aún cuando la comodidad explique el hablar de “teoría del valor-trabajo de Marx”, esta forma de expresarse deja a un lado muchos aspectos, decisivos a veces, de su concepción en este nivel.

Marx mismo fue extremadamente cuidadoso y preciso al respecto. Su exposición sobre el valor está contenida en “El Capital”, Sección primera cuyo título es “Mercancía y dinero”,

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siendo el capítulo I “la mercancía” el soporte analítico y no “el valor” que, por supuesto, determinación, medida, metamorfosis, constituye el conjunto problemático. Para mayor abundancia Marx mismo nos lo dice con todas las palabras “El Sr. Wagner olvida también que para mí no son sujetos ni el “valor” ni el “valor de cambio”, sino solamente la mercancía” (K. Marx, “Glosas marginales al tratado de economía política de A. Wagner” Pasado y presente Nº 97, México 1982, p. 35). Esto se revela, a nuestro entender, de suma importancia porque establece límites lógicos estrictos a la investigación y a la exposición ya que evita situaciones confusas como las de quienes “…arrancan del “concepto de valor” y no de la “cosa social”, la “mercancía”, y luego el concepto se divide (se desdobla) por sí mismo como si tuviese dos caras, para acabar discutiendo, cuál de las dos quimeras es la que buscaban” (Ídem, p. 56).

El segundo momento analítico, contiene la categoría de capital “en general” y dentro de él se destacan: la teoría del plusvalor; la teoría del salario y la teoría de la acumulación del capital. También para estas “teorías” cabe la misma aclaración mencionada antes para el caso del valor y del dinero, ninguna de ellas está separada sino que componen un todo lógico explicativo, son el “corpus” teórico que reflejan el “proceso inmediato de producción del capital” que se despliega en el Libro I.

3.d. El análisis de la mercancía

Vayamos, pues, al “análisis de la mercancía” en Marx, que se conoce y difunde bajo la denominación de “teoría del valor”. El núcleo en esta instancia está constituido por el examen del doble carácter del trabajo en el proceso de producción de mercancías en general y es el propio Marx quien advierte: “Lo mejor que hay en mi libro es: 1) subrayar desde el primer capítulo (y sobre esto descansa la comprensión de los hechos), el doble carácter del trabajo según se exprese en valor de uso o en valor de cambio; 2) el análisis del plusvalor independientemente de sus formas particulares: beneficio,

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interés, renta del suelo, etc.” (Marx – Engels; “Cartas sobre el capital”, editorial Edima, Barcelona 1968, p. 137).

En otra carta también dirigida a Engels del 8 de enero de 1868, Marx se refiere a “…los tres elementos fundamentalmente nuevos del libro:

1) Que en oposición a toda la economía política anterior que empieza con los fragmentos particulares del plusvalor con sus formas fijas de renta, ganancia e interés, trato en primer lugar la forma general del plusvalor, en el cual se hallan ellas todavía sin diferenciación, como si dijéramos en solución.

2) Que hay una cosa muy simple que se les ha escapado a todos los economistas sin excepción, y es que si la mercancía presenta el doble carácter de valor de uso y de valor de cambio, es indispensable que el trabajo representado en la mercancía posea también esa doble característica; mientras que el análisis exclusivo del trabajo sin más (sans phrase), tal como lo encontramos en Smith, Ricardo, etc. tropieza por todas partes fatalmente con problemas inexplicables. Ahí reside de hecho todo el secreto de la concepción crítica.

3) Que por primera vez el salario es presentado como la forma irracional de una relación que tal forma oculta, y lo hace bajo las dos formas del salario: salario por tiempo de trabajo y salario por pieza”.

De modo que es desde este contexto que expondremos el

análisis de Marx intentando rescatar lo que consideramos sus aspectos principales.

Se ha señalado que el objetivo central de Marx en su labor teórica es explicar el funcionamiento del capital y de las leyes que lo regulan. Ahora bien, el capital produce un “excedente” bajo la forma de plusvalor tal como Marx lo denomina, y en su movimiento se reproduce a sí mismo como productor de mercancías. Por lo tanto el producto inmediato del capital es una masa de mercancías. Se torna preciso, pues, considerar con más detalle este resultado del proceso capitalista de producción que es tal masa mercantil, sabiendo que a su vez las mercancías constituyen componentes o elementos de la producción capitalista.

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En términos modernos podría decirse que las mercancías como componentes son in-puts (insumos) y como resultado son out-puts (productos) del proceso global. Pero lo importante es la forma bajo la cual reaparece el capital al culminar el ciclo del proceso de producción.

Establezcamos algunas precisiones. Antes de la producción de mercancías específicamente capitalista, en los modos de producción en los que el trabajo está subordinado al propietario esclavista o al propietario terrateniente-feudal, la mayor parte del producto creado y consumido no llega a la circulación, no hay mediación por el mercado y por tanto el producto no sólo no adopta la forma de mercancía sino que no es producido como mercancía, no se convierte en mercancía. Por tanto tampoco los productos que se utilizan para producir son mercancías, son sencillamente valores de uso y/o consumo.

La existencia del producto del trabajo como mercancía sólo se muestra en regiones y pueblos aislados o marginales respecto de la estructura fundamental en la organización productiva de la sociedad, abarcando sólo la parte excedentaria de la cantidad producida, por lo cual su importancia para la sociedad y el modo de producción imperante es mínima, es irrelevante. Pero cuando la circulación de mercancías y la circulación del dinero se extienden y el capital comercial va adquiriendo un papel cada vez de mayor importancia, mercancía y dinero se erigen en supuesto y punto de partida de la formación del capital y del modo específicamente capitalista de producción de mercancías.

Esta circunstancia convierte de hecho entonces, el que la mercancía sea un supuesto real y constituya premisa analítica concibiéndola como el elemento más simple de la producción específicamente capitalista, y cuyo resultado sea también mercancía. Sólo sobre la base del proceso capitalista de producción extendido y dominante el producto del trabajo deviene ser-mercantil y alcanza a constituirse en forma general del producto social.

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De manera que el ser mercancía es un hecho histórico-social y no “natural”; mercancía – cambio – precio – dinero, son previos a la existencia del capital, pero al ser la base en la que apoyará su acción sobre la producción y la sociedad, sólo entonces aquellos encontrarán su más grande desarrollo.

Pues bien, por esta razón Marx partirá, en su investigación y luego en la exposición, de la mercancía, como base y premisa del proceso capitalista de producción, como forma específicamente social del producto global. Toma el producto singular y analiza las determinaciones formales que lo constituyen en tanto mercancía (forma simple; forma total; forma general, y forma dinero) examina aquello que hace de ella el ser mercancía de modo general y no aún el ser “mercancía capitalista” (no aparecen ni el capital constante ni el variable), esta es la primera etapa de su análisis (Sección I – Libro I), pero esto no quiere decir que trata de la mercancía del proceso simple de producción: ¡estudia la mercancía como forma elemental de la riqueza burguesa.

Con ayuda del cuadro Nº 2, podemos observar como la mercancía, en tanto producto del trabajo destinado al cambio, aparece como unidad de la “forma natural” (valor de uso) y de la “forma social” (valor a secas). La “forma económica” mercancía es síntesis de dos determinaciones formales, ya que el producto del trabajo en su forma natural es resultado del trabajo útil o trabajo concreto y en su forma social es trabajo abstracto, siendo este último el que se constituye en fuente o causa (determinación) del valor y cuya comprensión es decisiva, según lo afirma Marx, para la crítica de la economía política.

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Cuadro 2

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3.e. ¿Cómo entender el trabajo abstracto?

i) ¿Qué es el trabajo abstracto y cuál su importancia?

Cuando los propietarios de mercancías las cambian, lo hacen en relación con el tiempo de trabajo igual que ellas contienen, por lo tanto no son sino tiempo de trabajo objetivado, encarnado, y esto constituye su unidad, es su carácter idéntico, por tal razón las mercancías son cualitativamente la misma cosa; es decir son valores en tanto que representación de ese algo idéntico, ya que para compararlas cuantitativamente es necesario que previamente sean magnitudes de la misma denominación, cualitativamente similares. Como “valores” las mercancías son magnitudes sociales, en tanto que valores representan relaciones entre clases o sectores sociales dentro de un tipo de organización social del trabajo.

Por cierto valor implica cambio, pero cambio de mercancías entre los hombres, cambios que no tienen que ver con las cosas en tanto que tales. Y dado que la fuente o causa del valor es el “trabajo abstracto” éste no es sino ese elemento o espacio idéntico al que se reduce toda la enorme variedad de tipos de trabajos con-cretos que conforman el proceso social de producción. Esta es la dimensión “cualitativa” del cambio mercantil. La dimensión cuantitativa es la que en tal cambio se da como “cantidad de trabajo abstracto” por tanto en determinación de magnitud de valor. Así entonces, como “modo de existencia” del tiempo de trabajo la mercancía es valor en general, en tanto que como modo de existencia de un tiempo de trabajo determinado cuantitativamente es magnitud de valor determinada.

Aquí Marx precisa la diferencia entre trabajo concreto, útil, que plasma valores de uso y simultáneamente en el proceso de trabajo objetiva valor (no hay dos tiempos de trabajo separados y diferentes, uno para el concreto y otro para el abstracto) como representación del trabajo abstracto, para pasar a examinar cómo tal valor se muestra como “valor de cambio” y evoluciona

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hasta dar con una “forma autónoma” diferente de su valor de uso, o sea como la circulación de mercancías debe necesariamente, por sus antagonismos internos, llegar a la “forma de dinero”.

ii) El trabajo abstracto como realidad.

Respecto del trabajo abstracto, es importante señalar lo siguiente: abstraer de las formas útiles o concretas del trabajo (trabajo concreto) el carácter idéntico que tienen en cuanto a que es posible reducirlos todos a una homogeneidad (cristalización u objetivación) abstracta no es sencillamente una operación mental que se procesa en el cerebro de quien piensa sino que es un hecho real del proceso social de producción. Marx sostiene “Esta reducción (de los diferentes trabajos útiles a trabajo indiferenciado, uniforme, simple) aparece como una abstracción (mental), pero es un abstracción que se muestra todos los días en el proceso social de producción” (K. Marx, “Contribution etc. p. 10).

Y puede leerse aún en Grundrisse S. XXI, I, p. 25-26 lo siguiente: “La indiferencia frente a un género determinado de trabajo supone una totalidad muy desarrollada de géneros reales de trabajos, ninguno de los cuales predomina sobre los demás. Así, las abstracciones más generales surgen únicamente allí donde existe el desarrollo concreto más rico, donde un elemento aparece como lo común a muchos, como común a todos los elementos. Entonces, deja de poder ser pensado solamente bajo una forma particular. Por otra parte, esta abstracción del trabajo en general no es solamente el resultado intelectual de una totalidad concreta de trabajos. La indiferencia por un trabajo particular corresponde a una forma de sociedad en la cual los individuos pueden pasar fácilmente de un trabajo a otro y en la que el género determinado de trabajo se ha convertido entonces, no sólo en cuanto a categoría, sino también en la realidad, en el medio para crear la riqueza en general y, como determinación, ha dejado de adherirse al individuo como una particularidad suya. Este estado de cosas alcanza su máximo desarrollo en la forma más moderna de sociedad burguesa, en los EE.UU. Aquí, pues, la abstracción de la categoría “trabajo”, el “trabajo en general”, el trabajo san

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phrase (sin más), que es el punto de partida de la economía moderna (burguesa), resulta por primera vez prácticamente cierta”.

Pero Marx manifiesta una concepción aún más amplia de esta categoría de la sociedad burguesa. Dice que “…es solamente en el co-mercio exterior donde se desarrolla la verdadera naturaleza del plusproducto como valor, por cuanto que el trabajo contenido en él se desarrolla como trabajo social, que toma cuerpo en una serie ilimitada de diferentes valores de uso y que da en realidad un sentido a la riqueza abstracta.

Ahora bien, es solamente el comercio exterior, el desarrollo del mercado como mercado mundial, el que convierte al dinero en dinero mundial y desarro-lla el trabajo abstracto hasta convertirlo en trabajo social. La riqueza abstracta, valor, dinero, por tanto el trabajo abstracto se desarrolla en la medida en que el trabajo concreto se desarrolla hasta convertirse en una totalidad de diferentes tipos de trabajo que abarca el mercado mundial. La producción capitalista se basa en el valor o en el desarrollo del trabajo contenido en el producto como trabajo social. Pero esto sólo es posible a base del comercio exterior y del mercado mundial. Esto es, por consiguiente, tanto premisa como resultado de la producción capitalista” (K. Marx, “Teorías sobre el Plusvalor” FCE, México, vol. 14, pp. 225-226).

De manera que el “trabajo abstracto” es un hecho específico real de la producción mercantil, pero sólo en la sociedad burguesa y en su expansión mundial ha podido ser objetivado como categoría analítica de la economía: su realidad histórica precede su génesis lógica como categoría específica y no tiene nada de metafísico como pretenden algunos economistas que, por cierto, desconocen estos análisis de Marx. Para mayor reafirmación conceptual Marx dice “Esta relación económica – la característica que el capitalista y el obrero presentan como extremos de una relación de producción- se desarrolla con tanta más pureza y adecuación, cuanto más pierde el trabajo todo carácter artesanal; su destreza particular se convierte cada vez más en algo abstracto, indiferente, y se vuelve, más y más, una actividad puramente abstracta, puramente mecánica y, por ende, indiferente ante su forma particular; actividad meramente formal, o lo que es lo mismo, meramente sustancial, actividad en general, indiferente respecto de la forma. Aquí se muestra nuevamente, pues, cómo la determinación particular de la

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relación de producción, de la categoría –aquí capital y trabajo- se vuelve por primera vez auténtica con el desarrollo de determinado modo material de la producción y un estadio determinado del desarrollo de las fuerzas productivas industriales” (Grundrisse, I, edic. cit. p. 237). Una vez concluido con este momento analítico Marx dirá que: “Es menester, ahora, que volvamos a esa forma en que se manifiesta el valor” (“El Capital”, edic. cit. Libro I, 1, p. 59).

La autonomización en la forma de dinero del valor de cambio, de la mercancía en definitiva ya que ambos coinciden (“…el desarrollo de la forma de mercancía coincide también con el desarrollo de la forma de valor” K. Marx, op. cit. tomo I, vol. 1, p. 76)” es el resultado del proceso de cambio, producto de la oposición entre valor de uso, como soporte del valor o cuerpo del valor, y valor de cambio, que Marx trata como metamorfosis de la mercancía desde la forma simple o singular de valor hasta dar con la forma dineraria y despejar de una sola vez la cuestión del enigma originario del dinero.

Veamos resumidamente como se da la exposición de la “forma de valor” y su metamorfosis en el siguiente cuadro. Marx examina los cambios bajo las categorías de “forma desarrollo”: I – forma simple o singular de valor; II – forma total o desplegada de valor; III – forma general de valor, y IV – forma dinero; “forma función”: forma relativa de valor y forma equivalente, y “forma relación”: expresión del valor de una mercancía en el valor de uso de otra, en cada una de las etapas morfológicas.

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FORMA DE VALOR ________________________________________________________________________________________ Forma Forma Función RELACIÓN CONTENIDO Desarrollo Relativa Equival. ________________________________________________________________________________________ I x A = y B La forma relativa simple, El valor no aparece todavía como una Simple o aislada, del valor de una relación o proporción con todas las merc. convierte a otra merc. demás mercancías, sino que se expresa en un equivalente singular. sólo como algo distinto de su propia forma natural (cuerpo de mercancía). ________________________________________________________________________________________ La forma total del valor El valor aparece o se expresa ahora en II z A = u B relativo, esa expresión del otros elementos innumerables del “ = v C valor de una mercancía en mundo de las mercancías. Cualquier Total “ = w D todas las demás mercancías cuerpo de una mercancía se convierte “ = x E imprime a éstas la forma en espejo de valor de la que actúa de equivalentes particulares en la forma relativa. Por primera vez de diferentes clases. este mismo valor se manifiesta auténti- camente como una gelatina de trabajo humano indiferenciado. El trabajo creador de valor se representa ahora expresamente como trabajo equivalen- te a cualquier otro trabajo humano, cualquiera fuere la forma natural del mismo. _______________________________________________________________________________________

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______________________________________________________________________________________ En esta forma una clase part. Las mercs. representan ahora su valor: de mercs. adopta la forma de 1) de manera simple, porque lo repre- III u B = z A equivalente general, porque sentan en una sola mercancía, y 2) de v C = “ todas las demás mercs. la manera unitaria, porque lo represen- General w D = “ convierten en el material de tan en la misma mercancía. Su forma x E = “ su forma de valor general y de valor es simple y común a todas, y unitaria. por tanto general. La forma de equiva-

lente general, es una forma de valor en general. De la contradicción entre el carácter general del valor y su exis-

tencia material en una determinada merc. surge la categoría del dinero. ________________________________________________________________________________________ Aquí la forma de equivalente En la expresión de valor del mundo general, se ha soldado de modo de las mercs., el sitio de la merc. equi- definitivo por la costumbre so- valente lo ocupa el oro y se transforma IV z A = y grs. Oro cial, con la forma natural en mercancía dineraria, y sólo a partir v C = “ específica de la merc. oro. La de aquí, la forma IV se diferencia de la Forma w D = “ expresión relativa simple del forma III, o sea la forma general del Dinero x E = “ valor de una mercancía en la valor se convierte en forma dinero. merc. que funciona como merc. dineraria es la forma precio. ________________________________________________________________________________________

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Notorio es el trabajo analítico que lleva a cabo Marx en el exa-men de la mercancía como sujeto analítico y las mediaciones que va estableciendo en esta Sección I, construyendo la siguiente secuencia lógica con estos conceptos:

Trabajo – producto del trabajo – valor de uso – cambio – mercancía – trabajo abstracto – valor – valor de cambio – dinero – precios de producción – precios de mercado – capital.

Pero abordados desde la categoría de “forma”: forma natural del producto del trabajo (valor de uso; trabajo concreto); forma económica (cambio; mercancía); forma social del producto (valor; trabajo abstracto); forma función (forma relativa y forma equivalente del valor); forma desarrollo (metamorfosis del valor); forma relación (expresión del valor); forma precio. Lo hasta ahora visto puede ir sirviendo suficientemente como razón para comprender lo que afirmáramos antes en relación a la diferencia en Marx entre “teoría del valor” y “análisis de la mercancía”.

Hay en Marx, es obvio, una concepción materialista del proceso de producción en una inscripción histórica y no de carácter “natural” o “dado” del cual habría que partir acríticamente. Pero más todavía, esta concepción puede ser captada como pasible de ser reducida a un sistema de cantidades de trabajo interdependientes en el que tales cantidades aparezcan como incógnitas que el cambio (el mercado) determinará, y así es hoy interpretada en muchas exposiciones académicas neoclásicas y aún marxistas.

Desde esa “visión” la “cosa” y los precios predominan en el análisis por sobre las relaciones entre productores que es el punto principal que subraya Marx, quien ve en la acción de la “ley” del valor de las mercancías una función objetiva de regulación del tiempo de trabajo social disponible de la sociedad que se distribuye mediante el cambio en las distintas ramas productivas, tal como ya

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lo hemos visto antes en p. 56 ( Cfr. K. Marx, “El Capital”, Siglo XXI, Libro I, vol. 1, pp. 91-92).

El lado o aspecto cuantitativo de la división social del trabajo se le aparecen en los mercados a los propietarios como cantidades económicas que deben descifrarse y es el propio mercado el que lo hace, lo cual refuerza en su conciencia el que son las cosas las que se mueven y cobran vida, y los hombres los que deben “acatarlas” porque son “leyes naturales” inevitables. Es el lado fetiche o subversión total de las relaciones por las cuales las conexiones personales de los productores en el proceso de producción y de cambio se “cosifican” y las “cosas” (mercancías) en tal proceso “tienen vida propia”, se “personifican”. El aspecto animista de las mercancías y la reificación de las personas (clases, sectores) es un punto de la mayor importancia en el análisis de la mercancía por parte de Marx, porque muestra la enajenación social y económica de la producción mercantil que se reforzará bajo la producción capitalista. Esto será particularmente visible en el cambio que se da entre trabajo y capital.

3.f. La ley del valor y el cambio trabajo asalariado – capital

i) - El proceso de producción inmediato

Una vez puesto a punto mediante el análisis de la mercancía el papel y función del valor en el intercambio, Marx acometerá la tarea de extenderla al cambio que más se resistía a convalidar la “teoría clásica del valor”: el cambio entre los trabajadores y los capitalistas en torno del trabajo. Es éste el menos común de los cambios que se podrían encontrar entre todos los existentes, sea cambio entre mercancías, entre mercancías y dinero, entre “servicios” y dinero, etc. Marx descubrirá que se trata de una forma de cambio entre trabajador y capitalista que se caracteriza por una diferenttia specifica respecto de todo lo conocido.

Veamos en que consiste tal diferencia específica. Si el trabajo se pagara a su valor exacto, el trabajador recibiría un salario

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equivalente al valor del producto que él produce, pero entonces no aparecería el plusvalor pues no habría excedente. En tal caso sería obligado admitir que es falsa la teoría del plusvalor, ya que habría un intercambio de valores equivalentes entre trabajo asalariado y capital. Pero yendo más lejos sería preciso decir que la producción capitalista misma se volvería imposible ya que ésta se basa en la apropiación del excedente.

Si el trabajo no es pagado a su valor exacto, el trabajador recibiría un salario que no es equivalente al valor del producto producido por su trabajo, ese valor debe ser menor para que se pueda generar el excedente base de la producción capitalista. En consecuencia esto significaría un intercambio no equivalente entre trabajo asalariado y capital, con lo cual para que la teoría del plusvalor sea verdadera lo que se vuelve falsa es la ley del valor, puesto que como sabemos ésta rige los intercambios equivalentes. Al actuar, digamos, la ley se destruye a sí misma: “Una contradicción semejante, que se destruye a sí misma, en modo alguno puede ser ni siquiera enunciada o formulada como ley” (K. Marx, “El Capital”, Libro I, vol. 2. Siglo XXI, pp. 652-653).

¿Cómo, pues, resolver este enigma y su contradicción? Al examen más minucioso lo que se presenta en la relación mercantil no es una contraposición entre “trabajo” y “capital”, sino el trabajador ante el empresario, esto es sujeto reales y no abstracciones sustantivadas. Y lo que el primero vende al segundo no es “trabajo” sino su capacidad de trabajar, vende su fuerza de trabajo y de manera específica vende el uso de su fuerza de trabajo “No bien comienza efectivamente su trabajo, éste ha cesado ya de pertenecer al obrero, quien, por tanto, ya no puede venderlo” (Ibídem, p. 653). Veamos las características de esta forma peculiar de cambio no planteada por el análisis de la economía clásica.

Condiciones generales del cambio Tw/K

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1º) El presupuesto fundamental de toda la relación de intercambio consiste en la separación entre la propiedad de los medios de producción y los trabajadores. Disociación entre condiciones objetivas y subjetivas de producción. Ahora bien, dice Marx que “La naturaleza no produce por una parte poseedores de dinero o de mercancías y por otra personas que simplemente poseen sus propias fuerzas de trabajo. Esta relación en modo alguno pertenece al ámbito de la historia natural, ni tampoco es una relación social común a todos los períodos históricos”. (Marx, El Capital, cit. I, 1, p. 206) La disociación entre propiedad y trabajo se presenta como ley necesaria del intercambio entre el capital y el trabajo. Constituye, pues, una relación específica, histórica, de este modo de producción.

2º) La relación entre capitalista y trabajador no es de subordinación personal. La relación subordinada del trabajador al capitalista no es de carácter extraeconómico como es el caso de los trabajos servil o esclavo de otras sociedades de clase.

3º) La relación de subordinación es de carácter económico, surge de la asimetría en la organización social del trabajo: trabajadores no propietarios y propietarios no trabajadores. Es coacción económica. Los trabajadores están “liberados” de los medios de vida y de producción y los capitalistas están “liberados” de trabajar para mantenerse y vivir.

4º) Se trata de una relación económica-laboral mediada por el dinero.

5º) La relación es la de un intercambio que corresponde a la circulación simple de mercancías: cada uno obtiene un equivalente por lo que entrega; el trabajador dinero bajo la forma de salario, el capitalista el derecho de usar la capacidad de trabajo de aquél.

6º) La relación de subordinación del trabajador al capitalista la ejerce éste por medio del trabajo objetivado, dinero, medios de producción y medios de vida que constituyen “su propiedad” y de

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los cuales está despojado aquél. Pero en lo inmediato el dominio del trabajador se realiza por el dinero como inversión del capitalista y no en cuanto dinero mismo, es el dinero en función de capital.

Esta relación de cambio entre trabajador y capitalista se compone de dos momentos o procesos que deben determinarse de manera precisa: 1º) momento formal; 2º) momento real. Veamos esto en detalle.

1º) Momento formal (compraventa de Ft) – Cambio (Proceso de circulación)

El cambio entre trabajador y capitalista se muestra de la siguiente manera: por el lado del capitalista éste aparece como representante del capital, dueño o propietario de un patrimonio dinerario (D); por el lado del trabajador éste se le enfrenta sólo con su capacidad de trabajar o fuerza de trabajo (Ft). Aparecen como simples propietarios libres de mercancías. La relación que se establece entre ambos asume la apariencia de una transacción común de compraventa: el capitalista “compra” una mercancía (Ft) con su dinero (D) y el trabajador la “vende” por dinero que le llega bajo una modalidad especial, bajo la forma de salario (W). Es, pues, un intercambio simple; cada uno obtiene un equivalente. Surge, entonces, una relación contractual de hecho entre partes aptas sobre un “servicio” laboral, o sea entre personas que se presentan como jurídicamente iguales. Pero debe aclararse lo siguiente:

a) En este intercambio o transacción de compraventa no se vende una “cosa” mercantil, se vende una capacidad, potencia, o aptitud siempre por un tiempo determinado establecida como jornada de trabajo, esto es, el trabajador no puede vender todo su tiempo de trabajo en una sola transacción y definitivamente puesto que hacerlo sería

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venderse a sí mismo como mercancía y se convertiría en esclavo por lo cual la relación capitalista de producción se volvería imposible. Es ésta una primera condición fundamental de la relación de intercambio.

b) No es un cambio de trabajos objetivados en mercancías.

De modo directo no se trata de un cambio de mercancías en el sentido de “corporificación” en valores de uso intercambiables. El trabajador no es un vendedor de mercancías, vende sí su fuerza de trabajo como mercancía, pero ésta sólo existe en su corporeidad viva y no como “cosa” enajenable y transferible al comprador. Esto sólo es posible si el trabajador, pues, aparece como libre dueño de su Ft y simultáneamente libre de Mp. “La segunda condición esencial para que el poseedor de dinero encuentre en el mercado la fuerza de trabajo como mercancía, es que el poseedor de ésta, en vez de poder vender mercancías en las que se haya objetivado su trabajo, deba, por el contrario, ofrecer como mercancías su fuerza de trabajo misma, la que sólo existe en la corporeidad viva que le es inherente” (K. Marx, “El Capital…” cit. I, p. 205).

c) El cambio es entre trabajo objetivado en dinero (D), propiedad del capitalista y la fuerza de trabajo (Ft) como trabajo o actividad “potencial” porque aún no sido utilizada.

d) De lo anterior se desprende que lo que se compra y se vende es el “valor de uso” de Ft. Es entonces un cambio directo entre trabajo objetivado y la capacidad de trabajo o, en rigor, un cambio con la posibilidad “de disponer” de ella por parte del capitalista durante un lapso diario, semanal, quincenal, mensual, etc. Si se extremara la particularidad de este cambio, bien podría decirse sin distorsionar lo esencial para nada, que el trabajador vende la disposición temporaria de su fuerza de trabajo o también, menos elegantemente, que “se alquila” por un tiempo de trabajo y,

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mejor aún, “alquila” el uso de su fuerza de trabajo (Ft) por tiempo o por una variedad del mismo que es por pieza producida. El capitalista adquiere en este intercambio simple con el trabajador, el derecho de disponer del trabajo ajeno bajo sus órdenes y durante la jornada laboral.

e) El capitalista paga el valor de la fuerza de trabajo (Ft) paga, pues, el valor de la mercancía que compra, ni por encima ni por debajo de su valor. Este valor no es otra cosa que el valor de los medios de vida y de subsistencia necesarios para la conservación del trabajador y su familia.

f) El dinero en este acto funciona “idealmente” como medio de compra, aunque el capitalista pague lo que adquiere, el uso de Ft, después de haberla usado y no antes o al principio de su uso.

g) La compra de Ft por el dinero (D) bajo la forma de salario (W), en este momento se lo toma como “precio de compra” inmediato, por tanto como “precio del trabajo” lo que hace que el salario aparezca como el pago o remuneración adecuada y conforme a derecho del “trabajo”.

h) En este cambio, sin embargo, no es el vendedor quien fija el precio de la mercancía que vende, sino que es el comprador quien lo hace y aquél debe aceptar o no venderla porque para eso hay “libertad de mercado”. Es cierto que en la actualidad esto no rige ya de modo unilateral, pero aun con sindicatos de trabajadores, cámaras empresariales y mediación del Estado, son los capitalistas quienes terminan fijando límites y niveles dentro de los cuales se discute.

i) Las condiciones de uso y/o consumo de Ft las establece el comprador: jornada laboral; ritmo de trabajo, pausas, rutinas, horario de labor; horas extras, etc. y no el vendedor. ¡Cosa curiosa

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ésta ya que en las demás formas de transacción es frecuente que sea al revés la imposición de reglas para realizar la operación!

De manera que en este momento lo que se destaca es la relación entre trabajador y capitalista, entre el vendedor y el comprador de esta mercancía especial que es la fuerza de trabajo, en la esfera del intercambio entre mercancía y dinero: en el proceso de circulación mercantil.

La relación de cambio a esta altura es la de un cambio entre dinero y mercancía a valores equivalentes, ya que trabajador y capitalista se enfrentan como propietarios de mercancías, y la transacción se realiza al valor de la fuerza de trabajo (W) o “precio del trabajo” según la formulación clásica. Rige, pues, la ley general del intercambio de mercancías o ley del valor.

Ahora es preciso dejar este momento que corresponde a la esfera de la circulación simple de mercancías, o sea en el mercado, como hemos visto, y entrar al proceso de producción inmediato, que es ante todo un proceso de trabajo, y constituye el segundo momento de la relación, por tanto se sitúa fuera del intercambio simple de mercancías.

2º) Momento real (Consumo de Ft por el capitalista) – USO (Proceso de producción)

En este momento no media cambio alguno. Este momento “completa” la transacción estipulada en el momento formal; el capitalista hace uso de su derecho de disponer de lo que ha comprado: la capacidad de trabajo del trabajador. Sus características son:

a) El propietario del dinero (D) y de los Mp, el capitalista, ya no es comprador, y el trabajador no vende ninguna mercancía.

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b) El propietario ahora “usa” lo que ha comprado: la capacidad de trabajar, la fuerza de trabajo, del trabajador o sea el valor de uso de la mercancía Ft, y el trabajador se la entrega de la única manera que cabe hacerlo: trabajando.

c) El dinero que entrega el capitalista bajo la forma de salario (W), funciona ahora como medio de pago, pues él lo efectiviza una vez utilizada la Ft, así como antes sirviera idealmente de medio de compra ya que la transferencia nominal (momento formal) es diferente de su transferencia real (momento real). O sea, la cesión jurídica del valor de uso de Ft y su enajenación efectiva (el trabajo mismo) no coinciden en el tiempo. De manera que es después de haberla consumido que el capitalista paga la Ft, hecho singularmente llamativo ya que, lo común en el cambio, es que las mercancías se paguen antes de ser consumidas. Esta situación responde a la naturaleza peculiar de la mercancía que el capitalista compra (Ft) y que, en realidad, sólo puede ser entregada después de ser consumida (usada). Pero esto revela que es el trabajador quien le abre un crédito al capitalista y no al revés.

Proceso de trabajo como creación de valor

d) El proceso de trabajo ha quedado subordinado al propietario capitalista que es quien lo controla, dirige y dicta las órdenes. La empresa es el ámbito de su propiedad y allí “manda” y vigila.

e) Ahora durante la jornada laboral establecida el trabajador objetiva valor en una cantidad de mercancías que no le pertenecen ya que son propiedad del capitalista.

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f) Ahora es preciso señalar de manera explícita la importancia de lo siguiente. Cuando se trata del intercambio general de mercancías de acuerdo con su valor, se cambian: 1º) cantidad iguales de tiempos de trabajo objetivado; 2º) valores de uso diferentes entre propietarios diferentes; pero lo que comúnmente se pasa por alto es, 3º) que se cambia cierta cantidad de trabajo vivo por una cantidad igual de trabajo objetivado. Cuando el intercambio se realiza entre propietarios dueños de sus condiciones objetivas de trabajo, ésta última propiedad consiste en que el valor del producto coincide con el valor del trabajo. Pero cuando de lo que se trata es de un cambio entre capitalista y trabajador, en esta relación es cuando aparece un desdoblamiento entre el valor final del producto o sea de las mercancías creadas por el trabajador, y lo que el propietario ha pagado bajo la forma de salario para que se produjeran, esto es el valor de Ft. Valor de la fuerza de trabajo y valor del producto se desdoblan como dos magnitudes diferentes.

Proceso de trabajo como valorización: transformación del dinero en capital

g) La nueva situación exige que el valor de la primera (Ft) deba ser menor que el valor del segundo (producto) o todo el movimiento carecería de sentido para el capitalista. Aquí está la diferenttia specifica del proceso que se opera entre el capitalista y el trabajador asalariado: el valor de uso de Ft es en sí misma fundamento del valor de cambio, ya que el uso de ella (trabajo vivo) significa que al trabajar a lo largo de la jornada laboral crea un valor de cambio objetivado en el valor del producto que es de mayor magnitud que el que ella misma contiene. Para decirlo de otro modo: un quantum determinado de trabajado asalariado objetivado se cambia por un quantum mayor de trabajo vivo, lo que se puede ver en el valor de

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los medios de subsistencia que reproduce la Ft del trabajador. Los capitalistas, pues, usan (consumen) lo que han comprado y lo hacen fuera de la circulación de mercancías. Cualquier mercancía que se consume, esto es, beber, comer, vestir, etc. tales actos se ejecutan o sitúan ya NO en la circulación sino en otra esfera: aquí en la del consumo productivo. ¡En este acto, el valor de uso (Ft) es consumida por el capitalista para generar valor de cambio! “…es valor de uso que pone (crea) valor de cambio” (K. Marx, “Grundrisse…”, cit. III, p.218), de manera que el trabajo “comandado” es mayor que el trabajo contenido, en términos de Smith. ¡He aquí el origen del plustrabajo, objetivado en plusproducto, por tanto en plusvalor, y como el dinero se convierte en capital!

Tal como se puede ver es en este momento real en el que el cambio entre trabajo vivo y trabajo objetivado es desigual. El pago del salario a-posteriori del uso oculta esta situación y muestra la apariencia de que el capitalista paga el valor de “toda la jornada” de trabajo, con lo cual refuerza la “ilusión” de que nada ha cambiado y continua la igualdad del momento formal en el cual efectivamente no ha sido infringida la ley del intercambio de mercancías a valores equivalentes.

De este modo la ley del valor que rige los intercambios equivalentes de mercancías y de mercancías y dinero, ya no rige pues se trastrueca en apropiación de más valor por parte del capitalista del que él entrega bajo la forma de salario. Esta ley de la igualdad de los intercambios oculta, pues, de hecho la desigualdad y la no equivalencia del intercambio pero manteniendo la “apariencia” de la equidad del mismo porque se alude al momento formal y no al uso efectivo de la Fuerza de trabajo, al momento real del proceso.

Este procedimiento real de producción aparece ahora como una ley de “expropiación” y no de “apropiación” igualitaria; de

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ley de los intercambios equivalentes se ha convertido en su opuesto: ley del intercambio desigual entre trabajador y capitalista. Esta circunstancia se da dentro de la esfera del proceso capitalista de producción de mercancías. ¡Se explica así la “explotación” de la fuerza de trabajo por el capital! En este intercambio la ley del valor tapa, oculta, la explotación del trabajo por el capital, no la explica, al contrario ¡la justifica! Como puede apreciarse la explotación de la fuerza de trabajo no se trata de cuestión moral alguna sino de una relación estrictamente económico-social.

Marx es enfático en esto y afirmará que “…en cuanto cada transacción singular se ajusta continuamente a la ley del intercambio mercantil, y el capitalista compra siempre la fuerza de trabajo y el obrero siempre la vende –queremos suponer que a su valor efectivo-, es evidente que la ley de la apropiación o ley de la propiedad privada, ley que se funda en la producción y circulación de mercancías, se trastrueca, obedeciendo a su dialéctica propia, interna e inevitable, en su contrario directo. El intercambio de equivalentes, que aparecía como la operación originaria, se falsea a tal punto que los intercambios ahora sólo se efectúan en apariencia, puesto que, en primer término, la misma parte de capital intercambiada por fuerza de trabajo es sólo una parte del producto de trabajo ajeno apropiado sin equivalente y en segundo lugar su productor, el obrero, no sólo tiene que reintegrarla, sino que reintegrarla con un nuevo excedente.

“La relación de intercambio entre el capitalista y el obrero, pues, se convierte en nada más que una apariencia correspondiente al proceso de circulación, en una mera forma que es extraña al contenido mismo y que no hace más que mistificarlo. La compra y venta constantes de la fuerza de trabajo es la forma. El contenido consiste en que el capitalista cambia sin cesar una parte del trabajo ajeno ya objetivado, del que se apropia constantemente sin equivalente, por una cantidad cada vez mayor de trabajo vivo ajeno. Originariamente, el derecho de propiedad aparecía ante nosotros como si estuviera fundado en el trabajo propio. Por lo menos habíamos tenido que admitir esta suposición, ya que sólo se enfrentaban poseedores de mercancías

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igualados ante el derecho, el medio para la apropiación de la mercancía ajena era solamente la enajenación de la mercancía propia, y ésta sólo podía producirse por el trabajo propio. La propiedad aparece ahora, de parte del capitalista, como el derecho a apropiarse de trabajo ajeno impago o de su producto; La escisión entre propiedad y trabajo se convierte en la consecuencia necesaria de una ley que aparentemente partía de la identidad de ambos” (K. Marx, “El Capital”, Libro I, vol. 2, pp.720-722).

Ahora se muestra claramente el hecho que la condición para que el dinero se transforme en capital es que el propietario de un patrimonio dinerario pueda intercambiar su dinero por la capacidad de trabajo ajena en cuanto mercancía. Las leyes del intercambio no se han alterado, por el contrario, se han cumplido, se ha cambiado un equivalente por otro y sin embargo al capitalista le queda un remanente: el plusvalor.

Agreguemos ahora qué es lo que interesa a trabajador y capitalista en este cambio:

• Al trabajador: vender para comprar. Vende Ft (m), recibe salario (d) para comprar luego mercancías (m) el circuito es pues: m – d – m.

• Al capitalista: comprar para vender. Compra con D, medios de producción (Mp) y fuerza de trabajo (Ft). Usa la Ft en el proceso de producción para obtener nuevas mercancías M´ valorizadas que luego vende y recupera D´, o sea recupera D acrecentada. El circuito D – M - D´, en el que D´ es mayor que D. El circuito simple m-d-m queda su- bordinado al ciclo general del dinero D-M-D´.

• Al trabajador lo que le importa es acceder al valor de uso de las mercancías. Necesita consumir.

• Al capitalista lo que le importa es el valor de cambio, o sea acceder a la posesión del dinero acrecentado (D´). Porque

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en esta forma el dinero funciona como generador de excedente: actúa como capital.

Se desprenden de lo anterior otras características del cambio:

1) El cambio de dinero por Ft en el momento formal no genera excedente.

2) La relación entre trabajo vivo y trabajo materializado en el momento real genera excedente.

3) El dinero en el momento formal funciona como medio de

circulación (compra). 4) El dinero en el momento real como medio de pago funciona

en realidad como capital.

Resultado general de la relación de intercambio entre trabajadores y capitalistas: el trabajador genera riqueza ajena, esto es, para los propietarios capitalistas, y para sí el mero ingreso salarial que siempre lo mantiene en situación de volver a trabajar, pero nunca riqueza para sí. Por eso el incesante proceso de intercambio capital-trabajo lo lleva siempre de nuevo exactamente al punto en el que se encuentra al principio: despojado y necesitado de trabajar para vivir y con el fin de sólo vivir para trabajar.

El intercambio entre el capitalista y el trabajador, tal como se ha mostrado, echa luz sobre un punto importante. Los trabajadores no pertenecen a tal o cual capitalista, sino que pertenecen a la clase capitalista toda; como trabajadores individuales pueden dejar de trabajar para un capitalista o, lo más común, pueden ser despedidos, pero esto es sólo una pausa hasta ser nuevamente contratado por otro capitalista. Los trabajadores, como clase, no pueden desprenderse de toda la clase capitalista, a menos de quedar expuesta a perecer por hambre. De manera que el trabajo vivo es incorporado al capital y la actividad laboral

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de los trabajadores aparece como perteneciéndole a éste, cual una cualidad suya. Desde el momento que se inicia el proceso de trabajo todas las “potencias” del trabajo social se muestran como “potencias productivas del capital”, del mismo modo que la forma social del trabajo aparece en el dinero como propiedad de una cosa.

Las potencias productivas del trabajo y sus formas particulares se manifiestan como potencias productivas y formas del capital, las condiciones objetivas del trabajo y de la producción se erigen como “autónomas”, como personificadas, ante el trabajo vivo, en la figura del capitalista. Aquellos medios no están subordinados al trabajador, por el contrario es él quien queda subsumido en ellos. No es él quien los usa sino ellos los que lo utilizan a él y se yerguen como “capital”: el capital “emplea” al trabajo (modernamente el capital “da” empleo, “crea” ocupación), él dicta sus fines y convierte al trabajador en un medio para lograr aquellos: valorizar el valor de capital, acrecentarlo, extraer plustrabajo para transformarlo en plusvalor.

Volvemos a encontrar aquí en Marx un rasgo importante de su pensamiento analítico que impregna la categoría del capital “en ge-neral” (Ver cuadro Nº 3): el trastrocamiento que se da en la personificación de las cosas (Mp, dinero, etc.) y cosificación de las personas (capitalista, trabajadores); el capitalista domina al trabajador no en virtud de sus cualidades personales sino sólo porque él es el capital “viviente”, su dominio es el del trabajo objetivado sobre el trabajo vivo, de los productos y de los medios con los que produce sobre el trabajo y el trabajador mismo. Es el carácter fetiche del capital.

Pero veamos todavía algunos aspectos en torno de esta característica específica de la relación trabajador/capitalista. ¿Cuáles son los rasgos característicos de los diferentes cambios entre mercancías, dinero y mercancía, y dinero y trabajo? El siguiente cuadro los resume y permite destacar que el punto específico de la relación dinero/trabajo asalariado cuando sólo se lo analiza en el marco del intercambio muestra cambios

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equivalentes, ocultando la desigualdad que se encuentra en el proceso inmediato de producción. Examinado en el plano de la circulación nunca se muestra la especificidad del cambio trabajador/capitalista.

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Cuadro Nº 3Algunas precisiones en torno de la diferenttia specifica Tw/Kap.

Cuadro de compra-venta

Acto Objeto del Propietarios Propiedad Posesión Valor cambio Valor uso Cambio Vend - comp. entrega entrega retiene entrega

Trueque Mercs. Comp. vend. recibe recibe retiene recibe _____________________________________________________________________________________

Mercs. por Vendedor entrega entrega recibe entrega Dinero comprador recibe recibe entrega recibe

Cambio Scios. por Vendedor retiene retiene recibe retiene Dinero Comprador - - entrega -

Mercantil Locación Locador retiene entrega recibe entrega por dinero Locatario - recibe entrega recibe Fuerza Tr. Vendedor retiene entrega recibe entrega por dinero Comprador - recibe entrega recibe

Cambio Capitalista Dinero por Prestamista retiene entrega recibe entrega

Dinero Prestatario - recibe entrega recibe

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En el trueque la transacción se inicia por parte de propietarios que aparecen simultáneamente como vendedor y comprador ya que no hay mediación dineraria. Realizada la transacción cada uno queda en la misma situación de propiedad, posesión, valor de cambio y de uso pero en relación a diferentes mercancías para su uso y/o consumo. No hay modificación de magnitud alguna en el valor de cambio ya que la operación se hizo sobre la base de la igualdad de magnitudes.

En el cambio mercantil aparecen tres tipos de transacciones mediadas por el dinero: 1) mercancías por dinero. La aparición del dinero hace que la compraventa deje de ser simultánea para ambos propietarios y aparezca el desdoblamiento del acto en una operación que para uno será de venta y para el otro de compra. Quien vende entrega la propiedad y la posesión de lo que vende, reteniendo el valor de cambio bajo la forma dineraria. Quien compra recibe todo lo anterior y entrega el dinero. Cada uno queda en igualdad desde el ángulo de las magnitudes transadas. No hay modificación de magnitud alguna por el lado del vendedor ni del comprador.

Lo mismo sucede en 2) “servicios laborales” por dinero. Quien contrata un sastre, un ebanista, o un abogado, paga la realización de un producto (traje, mesa, juicio), pero sabiendo que al usar tales “servicios” no se adueña del “trabajador” y lo hace trabajar para sí, sino que aquél debe “trabajar” para entregarle el producto o servicio final, que es lo que le interesa a quien ha pagado. El valor de uso de lo pagado es la finalidad y no obtener una magnitud mayor por tal pago. El dinero se ha gastado por parte del comprador y ya no vuelve más a él. El vendedor (trabajador) cede el producto o servicio, pero nunca la propiedad ni la posesión de su fuerza de trabajo que por lo demás lo realiza dentro de su ámbito y jamás en el ámbito que pudiera elegir el comprador. Este recibe lo pactado y ha pagado por ello, no importa para el caso si lo hizo antes, durante o al final del proceso porque esto no cambia el fundamento del cambio.

Otro tanto ocurre con 3) la transacción de locación por dinero. Quien recibe un inmueble para su uso por el simple hecho de su posesión a él (locatario) que paga el precio del alquiler no le cambia

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su situación, este hecho no sólo no lo enriquece sino que al alejarse el dinero, por cuanto lo ha gastado, más bien lo “empobrece”. Y quien recibe el dinero lo hace en virtud de lo pactado: una mensualidad por ejemplo, en la que ya está, al menos hipotéticamente, incluido el valor del inmueble con un plus. El locador no entrega la propiedad del inmueble sino su uso, o sea entrega su posesión, recibiendo el valor de cambio en el pago mensual. Y quien es locatario no se “apropia” del inmueble pero si lo “posee”.

Y aquí aparecen al menos dos posibilidades para el locador. O el ingreso que recibe lo destina a su gasto personal, esto es, no lo reinvierte, y allí culmina todo; o bien se trata de un propietario capitalista que hace precisamente aquello y por tanto el dinero recibido sigue su proceso de circulación como capital. Pero en este último caso el capitalista inmobiliario no extrae un excedente (beneficio) de su inversión de arriendo por que su inmueble “le produce” tal rendimiento de por sí y por el simple hecho de que “otro” lo use. Tal plus está ya establecido de antemano y es un recargo al valor de costo de la propiedad alquilada. El excedente no surge del intercambio sino que lo precede como cálculo en el precio pactado.

Esta situación parecería repetirse en ocasión del cambio capitalista en el ejemplo 1) cuando el empresario compra el uso de la fuerza de trabajo mediante el dinero. El trabajador (vendedor) “alquila” su fuerza de trabajo (su propiedad), o sea entrega la posesión para su uso al capitalista, éste paga “el alquiler” (salario) y usa durante el lapso de la jornada laboral establecida por él en el ámbito de su establecimiento. Parece desde el proceso de intercambio (circulación) todo acomodado a justas magnitudes. Y sin embargo al final del proceso el comprador ha recibido un valor mayor objetivado en las mercancías de su propiedad que el que ha pagado como salario. El uso de la fuerza de trabajo más allá de la reproducción de su valor tal como hemos visto en el momento real del cambio entre trabajador y capitalista, genera el plus fuera de la circulación y no a partir de ella.

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No es éste sin embargo el único caso de cambio en el cual a partir de la posesión de un valor de uso éste genera mayor valor de cambio como resultado final. El caso 2) que refleja las relaciones entre prestamista y prestatario muestra formalmente en el momento del cambio las mismas propiedades que el uso de Ft. Es fácil advertir que lo que el prestamista hace es entregar el dinero al prestatario para ser usado por éste y devolver, una vez perfeccionado todo el proceso de cambio, el principal más un porcentaje de plus bajo la forma de interés. El prestamista entrega el valor de uso del dinero para recuperarlo incrementado, el destino final es precisamente ese. El dinero es prestado en tanto valor que se valoriza, en tanto que capital.

¿Y de dónde surge el plus que bajo la forma de interés debe devolver el prestatario al prestamista? No del cambio mismo. Aquí el punto de partida es el capital, es el propietario de un patrimonio dinerario, el capitalista. En él, como en el ejemplo 1), punto de partida y punto de llegada coinciden, el capital retorna a su propietario. Pero el capitalista tiene una existencia de carácter doble diríamos. Es el propietario del capital y es el capitalista industrial, siendo éste último quien transforma realmente el dinero en capital al volcarlo al proceso de producción como inversión y que hace recorrer a esta suma el ciclo del movimiento general del capital y por lo mismo fructificar.

De este modo el capitalista tiene una doble existencia: jurídica y económica. En tanto que propiedad, el capital prestado debe retornar al capitalista definido en términos jurídicos, el capital se presta, se cede, pero no se vende. En tanto que adelanto de dinero, una vez en manos del prestatario, éste lo adelanta, lo invierte y pasa por el proceso económico de reproducción del capital. Una vez recuperado su valor principal deberá ser entregado a su dueño junto con los intereses que abonará de la parte de ganancia obtenida en general en todo el ciclo de la inversión.

Ahora bien, como puede apreciarse, es cierto que formalmente estos dos tipos de cambio son exactamente iguales, pero detrás de él en el proceso real sólo hay un solo cambio del cual se puede

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considerar la fuente de ambas ganancias: interés y ganancia industrial. Tal cambio no es otro que el del trabajo asalariado y el capitalista industrial, ya que en el caso 2) es inevitable que el dinero tomado como capital de préstamo pase por la retorta de la inversión productiva de lo contrario no fructificará. Cabe pensar que quien obtenga un préstamo no lo destine a la inversión y lo gaste, en este caso el prestatario no queda eximido por ello de reintegrar con un plus el valor recibido. Aquí pues se hace valer el aspecto jurídico del cambio y no el económico. Sería lo mismo si se tratara de una quiebra empresarial.

También si nos fijamos en el cambio mercantil “locación por dinero” y en los cambios, capitalista “Ft por dinero” y “dinero por dinero”, formalmente todos son exactamente iguales en cuanto a la relación de propiedad, posesión, valor de uso y valor de cambio (Ver cuadro). En todos ellos, el vendedor, el locador y el prestamista, retienen la propiedad de lo que entregan, cediendo su posesión (valor de uso) y reciben el valor de cambio (dinero, salario), y el comprador “usufructúa” el uso de lo adquirido, lo “posee” a cambio de lo que cede: dinero, salario.

Ahora bien, sólo en los casos de la locación capitalista y del prestamista también capitalista, el vendedor:

1º) recibe el valor de lo que entrega en uso y posesión más un plus; 2º) es él quien fija el valor objeto del cambio y además el tiempo y forma de su retorno. No es este el caso del vendedor “asalariado” quien no recibe 1º) ni impone 2º). En la posición del comprador: 1º) por el mero hecho del uso del inmueble éste no ve acrecentada su riqueza ya que el dinero se aleja de él como gasto y no retorna a sus manos por tanto; 2º) el “comprador” del dinero como capital (prestatario), como vimos antes, éste lo usa invirtiéndolo, con lo cual la recepción del capital apenas si inicia un ciclo al final del cual tendrá que recuperar el principal incrementado por el plus; o sea que aquí interviene la Ft como medio de recuperación del valor + el plusvalor; y si se tratare de un capitalista comercial es lo mismo aunque su actividad sea reventa de mercancías y no producción.

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Para el comprador de Ft y el prestamista dinerario son los únicos casos de cambio en los cuales el uso de lo comprado le genera al comprador recibir un valor mayor al que ha entregado bajo la forma de salario y de cesión de dinero. El dinero no se aleja de ellos sino que lo adelantan (lo invierten) para retornar a su punto de partida acrecentado, o bien se aleja sólo para volver incrementado. Pero sin embargo no hay vueltas que dar, no existe productividad económica si no media el trabajo en última instancia Ni el dinero de por sí, ni funcionando como capital, ni los inmuebles son “productivos” en virtud de alguna propiedad mágica o por “naturaleza”. “Ninguna mercancía, fuera de Ft, puede sólo por su valor de uso, es decir, por su uso o utilización, incrementar su valor de cambio o los valores de cambio que resulten de ella” (Vid K. Marx, “Teorías…”, FCE, 12 p. 38; Théories, I, p. 32).

Queda claro, pues como el consumo productivo de la Ft es lo que muestra el hecho de que el valor de uso de aquella por parte del capitalista se constituye en fundamento de su valor de cambio, o sea que el uso, la actividad laboral misma, crea un valor de cambio superior al que ella contiene, se trata de un valor de uso que “valoriza”; el proceso de trabajo bajo el mando del capitalista hace pues del mismo un proceso de “valorización”: “ Y para extraer valor del consumo de una mercancía, nuestro poseedor de dinero tendría que ser tan afortunado como para descubrir dentro de la esfera de la circulación, en el mercado, una mercancía cuyo valor de uso poseyera la peculiar propiedad de ser fuente de valor, cuyo consumo efectivo mismo, pues, fuera objetivación de trabajo, y por tanto, creación de valor. Y el poseedor de dinero encuentra en el mercado esa mercancía específica: la capacidad de trabajo o fuerza de trabajo”. (K. Marx, “El Capital”, Libro I, vol. 1, pág. 203).

Pero hemos de subrayar una circunstancia muy importante pero nunca tenida en cuenta. El salario no es el pago que el capitalista efectúa al trabajador y que recupera, ya que para él es un costo, al vender las mercancías producidas. La realidad es otra. El trabajador primero produce las mercancías, o sea trabaja, y luego de un lapso, durante el cual el empresario vende aquellas mercancías, recibe su salario. De manera que el trabajador “se paga a sí mismo” sólo que

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mediado por la función del empresario. Por eso es justo decir que el trabajador “reproduce” el valor de su Ft en los medios de vida en que se traduce su salario y que el empresario ni le “adelanta” el salario ni tampoco le “cuesta” nada. El trabajador hace todo y arriesga el sustento de su vida y el de su familia.

Para mayor claridad de la cuestión, veamos el caso de la relación “esclavista-esclavo.” Cuando el propietario esclavista “le daba de comer” al esclavo “parecía” que esto fuera, además de satisfacer una necesidad biológica natural, puesto que de lo contrario el esclavo moriría, un “gasto” que salía de su propio peculio para que el esclavo sobreviviera y trabajara. Lo que no se veía (¡y aún no se ve!) es que los medios de vida que el esclavista suministraba al esclavo eran ya el resultado del trabajo de la clase esclava y que la clase esclavista se los apropiaba por su condición de propietaria. De modo que la clase esclava es la que “adelantaba” a los propietarios los medios de vida, una parte de los cuales “volvía” a ella para su subsistencia, y para mantener su condición y aptitud laboral. Entonces, no es el Señor o la clase propietaria quien “mantenía” al esclavo para que trabajara, sino que era el trabajo de la clase esclava el que mantenía a aquella y ésta es la razón por la cual aquella no trabajaba.

Una cosa parecida sucede con el trabajador asalariado y la clase capitalista. Los medios de vida bajo la forma de salario son el producto de la clase trabajadora (esclavos), que el empresario (propietarios esclavistas) se los ha apropiado por su condición de tal; con la venta, una parte es recuperación del valor de los medios de producción (Mp), otra parte “vuelve” al trabajador transformada en salario, quedando una última parte remanente como beneficio. De este modo “parece” que el capitalista paga de su propio bolsillo al trabajador, y esto se refuerza en su conciencia porque en su contabilidad adopta el carácter de un “costo” del cual debe resarcirse. Lo que ocurre, en verdad, es que el salario hace que retornen bajo su forma los medios de vida, producto de la clase trabajadora, para seguir reproduciendo su propia vida y “manteniendo” a la clase propietaria como tal y a él como “esclavo asalariado”.

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Se comprende por qué Marx dice que el salario es sólo el medio por el cual vuelve al trabajador la parte del producto que él mismo ha producido. Dice Marx “Pero en lo concerniente a la parte de valor de las mercancías que se resuelve en salario, ésta no se origina en el hecho de asumir esa forma de salario, en el hecho que el capitalista adelante al obrero la participación de éste en su propio producto bajo la forma de manifestación propia del salario, sino debido a que el obrero produce un equivalente correspondiente a su salario, vale decir que una parte de su trabajo diario o anual produce el valor contenido en el precio de su fuerza de trabajo” (K. Marx “EL Capital” S. XXI,Libro III, vol. 8, p. 1104).

3.g. Análisis del movimiento real del capital y ley del valor

ii) Proceso de reproducción del capital (unidad de producción y circulación)

La relación que existe para Marx entre valor – ganancia – precios de producción, será encarada en el Libro III de El Capital, en el nivel “concreto” de conocimiento (Ver cuadro Nº 1) mediante el análisis del movimiento real del capital social y de su categoría básica de producción capitalista, aquí aparecen los problemas a resolver que constituyen la “teoría de la ganancia”, “teoría de los precios”, “teoría del interés” y “teoría de la renta territorial”. Se pasa del nivel abstracto, examen del proceso inmediato de producción y del proceso de circulación del capital, al de la producción global del capital y su distribución. Pero ha quedado claro que para Marx la determinación del valor es una tarea analítica previa a la determinación de la tasa de ganancia y a la formación de los precios de producción.

Dirá Marx que “…en este tercer tomo no puede ser nuestro objetivo el formular reflexiones generales acerca de esa unidad. Antes bien, se trata de investigar y expone las formas concretas que surgen del proceso de movimiento del capital, considerado en su conjunto. En su movimiento real, los capitales se enfrentan bajo formas concretas tales que para ellas la figura del capital en el proceso inmediato de producción así como su figura en el proceso de circulación, sólo aparecen como momentos particulares. Las

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configuraciones del capital, tal como las desarrollamos en este libro, se aproximan por lo tanto paulatinamente a la forma con la cual se manifiestan en la superficie de la sociedad, en la acción recíproca de los diversos capitales entre sí, en la competencia, y en la conciencia habitual de los propios agentes de la producción” (K. Marx, El Capital, Libro III, vol. 6, Siglo XXI, pp.29-30)

Pertrechado con los análisis del nivel abstracto, sus leyes y categorías que constituyen la articulación interna de la sociedad burguesa, Marx se compromete en la tarea de reproducir-reconstruir racionalmente lo concreto de ella como “síntesis de múltiples determinaciones”. En esta instancia deberá responder las aporías irresueltas por Ricardo en el punto secundo ya visto en página 12, quien sostenía que la tasa media de ganancia reducía los precios a sus valores.

Para Marx esto no es así y así frontalmente afirma que “Si se toma como punto de partida el justo principio que el valor de la mercancía esta determinado por el tiempo de trabajo necesario para su producción (y que el valor, de modo general, no es sino tiempo de trabajo social realizado), se sigue de ello, que el precio medio de las mercancías está determinado por el tiempo de trabajo necesario para su producción. Ahora bien, voy a demostrar que, precisamente porque el valor de la mercancía está determinado por el tiempo de trabajo, el precio medio de las mercancías (salvo el caso único en el que la tasa de ganancia por así decir individual de una esfera particular, es decir, la ganancia determinada por el plusvalor producido en esta esfera misma de producción, en la cual esa tasa de ganancia individual = a la tasa de ganancia media de la totalidad del capital) no puede nunca ser igual a su valor, aunque esta determinación del precio medio sea sencillamente deducida del valor fundado en la determinación por el tiempo de trabajo” (K. Marx, “Théories sur la plusvalue”, Editions Sociales, París, Tomo II, pp.30-31 – F.C.E. “Teorías sobre la plusvalía” tomo 13, pp.24-25).

De modo que ahora se presenta el desafío que la realidad empírica de la producción capitalista ofrece a la ley del valor tal como ha sido expuesta hasta ahora, ya que las mercancías no se cambian de acuerdo con sus valores sino a sus precios medios de producción diferente de aquellos, o sea que las mercancías no se cambian en razón de la cantidad de tiempo de trabajo social

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necesario incorporado, con lo cual “…pareciera que la teoría del valor resulta incompatible, en este caso, con el movimiento real, incompatible con los fenómenos efectivos de la producción, y que por ello debe renunciarse en general a comprender estos últimos” (K. Marx, “El Capital”, Libro III, vol. 6, p.194).

Esta es la “aporía” Nº 6 para cuya solución Marx no dejará de advertir que la ley del valor no rige ya del mismo modo en las condiciones capitalistas que en las de la producción y circulación simple de mercancías. Dice Marx que “Para que los precios a los cuales se intercambian las mercancías entre sí correspondan aproximadamente a sus valores, no hace falta ninguna otra cosa que: 1) el intercambio de las diversas mercancías deje de ser puramente casual o sólo ocasional; 2) en la medida en que consideramos el intercambio directo de mercancías, éstas se produzcan por ambas partes en las cantidades proporcionales aproximadamente correspondientes a las necesidades recíprocas, cosa que deriva de la mutua experiencia de la venta, y que de ese modo surge como resultado del propio intercambio continuado; y 3) en la medida en que hablamos de venta, ningún monopolio natural o artificial posibilite que alguna de las partes contratantes venda por encima del valor, o la obligue a deshacerse de la mercancía a cualquier precio” (K. Marx. op.cit..p.225)

Pero hay que tener en cuenta que “son dos cosas sumamente diferentes el que las mercancías se vendan a sus valores (es decir que se intercambien recíprocamente en proporción con el valor contenido en ellas, a sus precios de valor), o que se las venda a precios tales que su venta arroje ganancias de igual magnitud por masas iguales de los capitales adelantados para su respectiva producción” (Ídem, p.221), puesto que “… las mercancías no se intercambian simplemente como mercancías, sino como producto de capitales, que exigen una participación en la masa global del plusvalor, una participación proporcional a la magnitud de los capitales, o igual en caso de tratarse de capitales de igual magnitud. Y el precio global de las mercancías producidas por un capital dado en un lapso dado debe satisfacer esta exigencia” (ídem, p.222)

De modo que “Por lo tanto, el intercambio de mercancías a sus valores o aproximadamente a sus valores requiere un estadio muy inferior al intercambio a precios de producción, para el cual es necesario determinado nivel de desarrollo

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capitalista” (ídem, p.224). Esto no significa una invalidación de la ley según Marx ya que “Cualquiera que sea la manera en que se fijen o regulen los precios de las diversas mercancías entre sí, en primera instancia, es la ley del valor la que rige su movimiento. Cuando disminuye el tiempo de trabajo requerido para su producción, disminuyen los precios; cuando aumenta, los precios también aumentan, si se mantienen constantes las demás circunstancias” (ídem, p.224)

Posición que vuelve a reafirmar diciendo que “Como quiera que estén regulados los precios, resulta lo siguiente: 1) Le ley del valor rige su movimiento, al hacer que la disminución o aumento del tiempo de trabajo requerido para la producción haga aumentar o disminuir los precios de producción…2) La ganancia media que determina los precios de producción siempre debe ser aproximadamente igual a la cantidad de plusvalor que corresponde a un capital dado como parte alícuota del capital social global”

¿Cómo hace Marx para demostrar su hipótesis sobre la validez del valor para las condiciones capitalistas de producción e intercambio? La desarrollará en el Libro III, Sección segunda, capítulo IX, y la sintetizaremos siguiendo su exposición y los cuadros aritméticos de los que se vale. Cuadro Nº 4

Capitales Tasa de Pv. Pv Valor producto Tasa ganancia 1 2 3 4 5

I) 80c + 20v 100% 20 120 20% II) 70c + 30v “ 30 130 30% III) 60c + 40v “ 40 140 40% IV) 85c + 15v “ 15 115 15% V) 95c + 5v “ 5 105 5%

En este cuadro Nº 4 Marx parte de suponer: a) una tasa de plusvalor igual al 100% (columna Nº 2) para todas las ramas; b) una composición de la inversión de capital entre medios de producción (Mp) y fuerza de trabajo (Ft) diferente en cada rama (columna Nº 1); c)

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una magnitud del capital igual a 100 unidades en todas las ramas; d) las magnitudes se toman en valores o sea cantidades de tiempo de trabajo.

Como cada rama tiene una diferente composición orgánica, esto es, diferente distribución entre la inversión en Mp, capital constante (c) y Ft, capital variable (v), y partiendo de que el excedente es generado por la parte variable, cada rama tendrá entonces una tasa de ganancia diferente de las demás (columna Nº 5), que da lugar a valores de los productos diferentes (columna Nº 4).

Ahora bien, dada la existencia de condiciones competitivas (libre concurrencia) que permiten la movilidad del capital entre las empresas y entre las ramas, esta situación de tasas de ganancia tan dispares, no puede mantenerse. Los capitalistas que actúan “racionalmente” en función de establecer un cálculo de rentabilidad mayor en la ecuación costo-beneficio, se moverán desde negocios y ramas de baja “rentabilidad” hacia los de alta rentabilidad, lo cual tenderá a generar un movimiento de igualación de las tasas de ganancia de la inversión de capital en aquellas ramas.

Este proceso o fenómeno de movilidad del capital y de agudización de la competencia en los mercados, habían sido ya abordados por A. Smith y D. Ricardo, pero Marx señalará que aquella tendencia o movimiento del capital hacia una “tasa media general de ganancia” para todo el capital: a) es expresión de la relación entre la masa de ganancia total de todas las ramas y del total del capital invertido en las mismas; b) la tasa de rendimiento que cualquier capital de una magnitud dada debe obtener en cualquier rama (textil, siderúrgica, etc.) tiene que ser igual. Por ejemplo si se toma las cantidades del cuadro Nº 4 el monto total de las ganancias (Pv) es igual a 110 unidades, y el capital total invertido es igual a 500 unidades lo que da una tasa de ganancia del 22% para cualquier capital.

De esta manera surgirá un precio de producción de 122 unidades, que será el resultado de sumar tal porcentaje a las 100 unidades invertidas por cada capital de las diferentes ramas. Pero esto crea la situación de un solo precio de producción (122) para todas las ramas lo que es inverosímil, por lo cual Marx en el cuadro

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Nº 5, incorpora el valor consumido en el proceso de valorización del capital, por el capital constante (c) y no el que entra en el proceso de trabajo. Dicho de otro modo el capital constante entra en el proceso de trabajo como un todo (en la producción se usa toda la máquina no una parte), pero sólo se toma una parte en el proceso de valorización igual a la magnitud que corresponde a la depreciación. Por esa razón introduce la columna Nº 5 que con valores diferentes hace un precio de costo (columna Nº 7 distinto del valor de las mercancías (columna Nº 6) fruto de la sumatoria de las columnas Nº 5 + la parte variable (v) + el plusvalor de la columna Nº 3.

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Plusvalor y Excedente

Cuadro Nº 5

Capitales Tasa Pv Pv. Tasa ganancia Deprec. Valor mercs. Precio costo 1 2 3 4 5 6 7

I) 80c + 20v 100% 20 20 % 50 90 70

II) 70c + 30v “ 30 30 % 51 111 81

III) 60c + 40v “ 40 40 % 51 131 91

IV) 85c + 15v “ 15 15 % 40 70 55

V) 95c + 5v “ 5 5 % 10 20 15

390c + 110v 110

78c + 22v 22 22 % (promedio)

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Cuadro Nº 6

Capitales Pv Valor mercs. Precio costo Precio mercs. Tasa ganancia Desvio 1 2 3 4 5 6 7

I) 80c + 20v 20 90 70 92 22% +2

II) 70c + 30v 30 111 81 103 “ -8

III) 60c + 40v 40 131 91 113 “ -18

IV) 85c + 15v 15 70 55 77 “ +7

V) 95c + 5v 5 20 15 37 “ +17

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Plusvalor y Excedente

Finalmente en el Cuadro Nº 6, aparecen las columnas Nº 3 correspondiente al valor de las mercancías; la columna Nº 4 que refleja el costo de las mismas calculado en el cuadro Nº 2 y sumado a ésta la tasa media de ganancia se obtiene en la columna Nº 5 el respectivo precio de producción que difiere del valor en más o en menos, pudiendo darse el caso excepcional, de que haya empresas y/o ramas que tengan una composición orgánica del capital igual a la media de manera que al sumarle la tasa media de ganancia su precio de producción coincida con el valor, que para este caso sería 78c + 22v + 22g .

Ahora parece quedar claro cómo surge o se da la desigualdad entre los valores de las mercancías y sus precios. Únicamente por azar ambos podrían coincidir en algunas empresas/ramas y sólo por algún tiempo. De modo que en la producción capitalista las mercancías no se venden a sus valores o de acuerdo con la cantidad de tiempo de trabajo sino que se cambian como resultado del capital, como productos de la inversión de capital “…la transformación del plusvalor en ganancia está tan determinada por el proceso de circulación como por el proceso de producción. El plusvalor, en la forma de ganancia, ya no es referido a la parte de capital desembolsada en trabajo, de la que deriva, sino al capital global” (K. Marx, “El Capital” Siglo XXI, Libro III, vol. 8, p. 1054). Como puede observarse, del cuadro Nº 3 se desprende que la sumatoria de los precios de producción son equivalentes a sus valores, considerando toda la producción y la suma de las ganancias es igual a la suma de los plusvalores, eso es lo que permite afirmar a Marx que la ley del valor rige aún la producción capitalista de mercancías y que “Aún prescindiendo del hecho que los precios de producción y su movimiento son regidos por la ley del valor, es totalmente apropiado considerar los valores de las mercancías no sólo teóricamente sino también históricamente, como el prius de los precios de producción” (K.Marx, op. cit. vol. 6, p.224).

Ahora podemos completar el derrotero lógico-analítico de Marx que se desenvuelve con el principio epistemológico unificador que es la ley del valor hasta culminar con lo concreto racional:

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Trabajo producto del trabajo valor de uso cambio mercancía trabajo abstracto valor valor de cambio dinero capital capital “en general” (plusvalor, salario, acumulación)producción capitalista precios de producción (ganancia, interés, renta) precios de mercado.

iii) Labor de demostración de la ley del valor por Marx

1º) Los precios que rigen los cambios bajo el modo de producción capitalista no expresan las cantidades de trabajo necesario insumidas en la producción/reproducción de las mercancías. Estos cambios se llevan a cabo de manera tal que la competencia no reduce los precios a valores sino a sus precios de producción.

2º) Los precios de mercado de las mercancías gravitan en torno de los precios de producción (Libro III, 6, p.227)

3º) Los cambios bajo el modo de producción capitalista se hacen ya no como expresión sólo de la cantidad de trabajo que ha exigido su producción sino como producto del capital que exige un rendimiento la inversión efectuada (tasa de ganancia).

4º) La ley del valor, no obstante, rige y preside tanto los cambios mercantiles como los cambios capitalistas, ya que en definitiva es la productividad del trabajo la que los determina.

5º) Hay por tanto un nexo cualitativo y también cuantitativo entre valores y precios de producción.

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Plusvalor y Excedente

6º) Los precios de producción son formas “transfiguradas”, “transmutadas” del valor; son una forma enajenada y no conceptual del valor (Libro III, 6, p. 250). 7º) Los valores transformados en precios de producción, tal y como aparecen en la superficie de los mercados de la producción capitalista funcionan como un ocultamiento de las relaciones de explotación del trabajo por el capital y hacen aparecer a éste como un elemento no sólo productivo sino imprescindible para el proceso productivo.

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CAPÍTULO 4Modelo elemental formalizado de Marx

4.a. Proceso de producción inmediato (Proporcionalidad entre valores y cantidad de trabajo social incorporado. Libros I y II)

(1) c + v + Pv = M Composición de valor de la producción social global. c = capital constante; v = capital variable; Pv = plusvalor c + v = inversión total de los capitalistas Pv = trabajo incorporado apropiado por los capitalistas.

(2) e = Pv / v Tasa de explotación del trabajo asalariado, igual para todos los sec-tores de la economía.

(3) o = c / vComposición orgánica del capital. Cantidad de capital usado.Por los sectores en relación a al trabajo v.

(4) g = Pv / c + vTasa de ganancia de toda la economía. Otra forma es la siguiente:

(5) g = e / o + 1e = tasa de explotación del trabajo constante;o = composición Orgánica del capital constante.

A esta altura en el que las fórmulas son definiciones que muestran dos restricciones fuertes como son e y o constantes para toda la economía, de (5) se desprenden las siguientes conclusiones:

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Plusvalor y Excedente

a) La tasa de ganancia es positiva si y sólo sí la tasa de explotación lo es también.

b) La tasa de ganancia será siempre inferior a la tasa de explotación.

c) La tasa de ganancia se incrementará siempre si se incrementa e.

La afirmación de Marx que la masa de valor dada por e y la masa de ganancias dada por o serán iguales se verificará simultáneamente a partir del supuesto especial que la composición orgánica del capital sea la misma para todos los sectores de la economía.

4.b. Proceso real de producción (Desvío entre precios de producción y cantidades de trabajo social incorporado. Libro III – cap. IX)

Como se ha visto Marx estaba claramente advertido de que el capitalismo no funcionaba del modo anterior, sino que la composición orgánica del capital era diferente en las diferentes ramas por lo que la igualdad que se realizará será la de la tasa de ganancia y no de la tasa de explotación. De este modo los precios NO coincidirán con los valores concebidos como cantidad de trabajo social incorporado en la masa mercantil.

Así, pues, parece que el proceso real de producción y circulación de mercancías y capital contradice la “ley del valor” basada en el trabajo social incorporado. Pero dado que ahora bajo el capitalismo los cambios se hacen no como resultado sólo del trabajo sino también del capital y bajo su dominio, el mercado debe “repartir” equitativamente, de acuerdo con la magnitud de la inversión realizada, la ganancia que se obtiene colectivamente, y es el sistema de precios el que actúa como “redistribuidor” no en función del trabajo asalariado sino del capital social global:

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( 6 )

MP vVC

MP vvc

MP vvc

MP vvc

3333

2222

1111

=++

=++=++

=++

Siendo la tasa media de ganancia,

( 7 ) g = Pv1 + Pv2 + Pv3 / c1 + v1 + c2 + v2 + c3 + v3; ya vista en ( 4 ), ahora los mercados hacen que los precios sean:

( 8 ) c1 + v1 + g (c1 + v1); c2 + v2 + g (c2 + v2); c3 + v3 + g (c3 + v3);

La metamorfosis, al decir de Marx, de los valores en precios de producción por medio de este procedimiento produce un efecto doble:

a) la ganancia agregada al capital adelantado: g (c + v), puede ser mayor o menor al plusvalor que contienen las mercancías.

b) el precio de producción del capital constante puede situarse por arriba o por debajo de su valor.

Pero de todos modos esta “transformación”, según Marx, muestra que:

a) las ganancias totales son iguales al plusvalor total.

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Plusvalor y Excedente

b) la suma de los precios de producción es igual a la suma de los valores.

c) se mantiene la vigencia de la “ley del valor”La “redistribución” en función del capital crea la apariencia

que el capital es productivo y decisivo para la producción, ocultando el fundamento en el trabajo y en el plusvalor, ya que el empresario que usa capital constante busca siempre apropiarse el plusvalor bajo el disfraz de la ganancia.

Ahora bien, la crítica argumentó que para respetar las exigencias de la reproducción simple es preciso que la suma de cada renglón tenga que ser igual a la suma de las columnas, o sea:

( 9 ) c1 + v1 + pv1 = c1 + c2 +c3

c2 + v2 + pv2 = v1 + v2 +v3 c3 + v3 + pv3 = pv1 + pv2 + pv3

Esto es una condición imprescindible de la reproducción, y lo que permite ver esto es que ( 8 ) y ( 9 ) no dan igual resultado, salvo que todos los sectores tengan la misma composición orgánica del capital, pero entonces no habría “transformación”. Y si hay “transformación” la anterior formulación no es correcta. A partir de aquí surgió el conocido debate sobre la “transformación” y el problema de la relación: trabajo incorporado – valor – precios de producción.

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APÉNDICE SOBRE LA TEORÍA DEL

VALOR DE KARL MARX1

I – El concepto propio del valor

A – Karl Marx, “Grundrisse...” Siglo XXI, 1971 – I, pp.65-66

“Toda mercancía (sea ella un producto o un instrumento de producción) es = a la objetivación de un determinado tiempo de trabajo. Su valor, o sea la relación en la cual ella se cambia por otra mercancía o en la que otras mercancías se cambian por ella, es igual a la cantidad de tiempo de trabajo realizado en ella...El valor de la mercancía es distinto de la mercancía misma...valor es no sólo el carácter intercambiable de la mercancía en general, sino la intercambiabilidad específica de mercancía... En cuanto valores todas las mercancías son cualitativamente iguales y sólo cuantitativamente diferentes, en consecuencia, se miden todas recíprocamente y se sustituyen (se cambian, son recíprocamente convertibles) en determinadas proporciones cuantitativas. El valor es su relación social, su cualidad económica. Un libro que posee un determinado valor y un panecillo que posee el mismo valor se intercambian recíprocamente, son del mismo valor sólo que en distinto material. Como valor la mercancía es al mismo tiempo un equivalente de todas las otras mercancías en una determinada relación. Como valor la mercancía es un equivalente; como equivalente, todas sus cualidades naturales están canceladas en ella; la mercancía no mantiene ya ninguna relación cualitativa particular con las otras mercancías; ella es tanto la medida universal como el representante universal, como el medio universal de cambio de todas las otras mercancías”.

1 Recopilación de textos sobre el valor de Karl Marx.

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Plusvalor y Excedente

B - Karl Marx, “Contribution a la critique de l´Economie Politique” Editions Sociales, Paris, 1969.

pp. 29 y ss. “Considérations historiques sur l´analyse de la marchandise”

“La reducción analítica de la mercancía en trabajo bajo la doble forma de reducción del valor de uso en trabajo concreto, o actividad productora guiada por un fin determinado, y reducción del valor (de cambio) a tiempo de trabajo, o trabajo social igual, es el resultado crítico de las investigaciones realizadas durante más de un siglo y medio por la economía política clásica, que comienza en Inglaterra con William Petty, en Francia con Boisguillebert, y termina en Inglaterra con Ricardo y en Francia con Sismondi”.

W. Petty (1623 – 1687) “Su ejemplo muestra de modo patente que reconocer el trabajo como fuente de la riqueza material no impide para nada el desconocimiento de la forma social determinada bajo la cual el trabajo constituye la fuente del valor (de cambio)”.

B. Franklin (1706 – 1790) p. 32 “El primer análisis que, conscientemente y con una claridad que roza casi con la trivialidad, reduce el valor (de cambio) a tiempo de trabajo, se lo encuentra en un hombre del nuevo mundo... él formuló la ley fundamental de la economía política moderna... Ahora bien, desde el punto de vista de la economía política, el tiempo de trabajo se presenta por parte de Franklin, en principio, bajo el aspecto limitado de medida de valores.”

“Franklin pensaba que el valor de las botas, de los productos mineros, del hilado, de las mesas, etc. está determinado por el trabajo abstracto, que no posee ninguna cualidad particular y que es sólo mensurable por su cantidad. Pero, como no lleva su análisis hasta hacer del trabajo contenido en el valor (de

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cambio) el trabajo general abstracto, el trabajo social surgido de la alienación universal de los trabajos individuales” p. 33.

A. Smith (1723 – 1790) p. 35 “Luego que se hubiera declarado a su turno que las formas particulares del trabajo concreto, agricultura, manufactura, navegación, comercio, etc. eran las verdaderas fuentes de la riqueza, A. Smith proclamó que el trabajo general, el trabajo bajo su aspecto social general en tanto que división del trabajo, es la única fuente de la riqueza material o de los valores de uso ... Adam determina el valor de la mercancía por el tiempo de trabajo que contiene...”.

D. Ricardo (1772 – 1823) p. 36 “Contrariamente a A. Smith; D. Ricardo claramente planteó el principio de la determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo y afirma que esta ley rige igualmente las relaciones de producción burguesas que aparecen como las más opuestas a ella”.

Capítulo I – La mercancía p. 9 “Indiferente a la sustancia particular de los valores de uso, el trabajo creador de valor (de cambio) es igualmente indiferente a la forma particular del trabajo mismo. Los diferentes valores de uso son los productos de la actividad de individuos diferentes, por tanto resultado de trabajos diferenciados por su carácter individual. Pero en tanto que valores (de cambio) representan trabajo igual no diferenciado, es decir trabajo en el cual se borra la individualidad de los trabajadores. El trabajo creador de valor (de cambio) es por tanto trabajo general abstracto”.

“Como valores (de cambio) de magnitud diferente (las mercancías) representan más o menos de cantidades mayores o menores de ese trabajo simple, uniforme, general, abstracto, que constituye la substancia del valor (de cambio)”.

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p. 10 Para mayor claridad ver lo que Marx afirma en los párrafos que van desde donde dice “En tanto que valores (de cambio) todas las mercancías...hasta el último párrafo que termina en p. 11 un quantum determinado de ese trabajo simple” Hay cuestiones muy importantes aclaratorios sobre el trabajo abstracto.

p. 15 Diferencia entre trabajo concreto y trabajo abstracto “En tanto que el trabajo creador de valor (de cambio) es un trabajo general abstracto e igual, el trabajo creador de valores de uso es un trabajo concreto y particular que según la forma y la materia, se divide en una infinita variedad de géneros de trabajos”.

C - “Théories sur la plusvalue” Karl Marx, Editions Sociales, París, 1974, I, p. 65 - “Teorías...” 12 FCE p.62 “Théories” I, p.65 “A. Smith, vacila en la determinación del valor de cambio...etc. pero veremos en lo que sigue de este escrito que esta vacilación y esta confusión entre determinaciones completamente heterogéneas (en el análisis de la mercancía) no entorpecen en nada los estudios sobre la naturaleza y el origen del plusvalor a los cuales se dedica. Ya que, de hecho, y sin ser consciente de ello, Smith se afirma, en todas las circunstancias en que debe desarrollar sus ideas, a la justa determinación del valor de cambio de las mercancías: o sea a su determinación por la cantidad de trabajo o de tiempo de trabajo que las mismas requieren”.

Ídem, “Théories” P.93 - “Teorías” p. 85 “Es El trabajo (abstracto, general, igual, uniforme, etc.) y no el salario del trabajador lo que crea el valor”.

“Théories” II, p. 30 - “Teorías...” p. 24 “Si tomamos como punto de partida el justo principio que el valor de las mercancías está determinado por el tiempo de trabajo necesario para su producción (y que el valor, de modo

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general, no es otra cosa que tiempo de trabajo social realizado). “Théories” p. 164 “Ricardo no sólo se mantiene firme en la formulación general, sino que quiere tomar en serio la determinación del valor por el tiempo de trabajo. Esta concepción conviene más o menos, mutatis mutandis, a todos los modos de producción en los cuales los trabajadores y propietarios de las condiciones objetivas del trabajo constituyen clases diferentes (¡pero además en los cuales el producto asume la forma de mercancía! ¡de lo contrario los siervos de la gleba hubieran producido también valor sin que mediara cambio alguno de sus productos! Aclaración mía F.H.A.).

“Théories” III, p. 149 y ss. – “Teorías...” 14 pp.111 y ss.

“Cuando las mercancías se cambian en proporción al tiempo de trabajo igual que ellas representan, entonces su existencia como tiempo de trabajo materializado, su existencia como tiempo de trabajo encarnado, es su unidad, su elemento idéntico. Bajo este aspecto las mercancías son cualitativamente la misma cosa y sólo se diferencia cuantitativamente según que representen más o menos de la misma cosa: el tiempo de trabajo. Son valores en tanto que representaciones de esta cosa idéntica y valores iguales, esto es equivalentes, en la medida en que representan la misma cantidad de tiempo de trabajo. Para compararlos en tanto que magnitudes, es preciso que previamente sean magnitudes de la misma denominación, o sea cualitativamente idénticas. Es en tanto que representación de esta unidad que esas cosas diferentes son valores y se comportan unas respecto de las otras como valores, lo que otorga también la diferencia de sus magnitudes de valor, la medida inmanente de su valor. Y es por esta única razón que el valor de una mercancía puede ser representada, ser expresada en los valores de uso de otras mercancías como siendo sus equivalentes. La mercancía singular misma entonces es igualmente en tanto que valor, en tanto que

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Plusvalor y Excedente

existencia de esta unidad, diferente de sí misma en tanto que valor de uso, en tanto que cosa, abstracción hecha de la expresión de su valor en otras mercancías. En tanto que modo de existencia del tiempo de trabajo, ella es valor en general, en tanto que modo de existencia de un tiempo de trabajo determinado cuantitativamente, es una magnitud de valor determinado.”

“Théories” p. 218 - “Teorías” p. 163 “Ric. Como todo economista que merece ser así denominado, como también A. Smith, pone en evidencia que el trabajo como actividad del hombre, más aún como actividad humana socialmente determinada, es la única fuente de valor. Es justamente por el modo consecuente como concibe el valor de las mercancías cual simple representaciones del trabajo socialmente determinado, que Ric. Se diferencia de los demás economistas. Todo aquellos economistas conciben más o menos claramente, Ricardo en mayor medida que los demás, el valor de cambio de las mercancías como simple expresión, como una forma social específica de la actividad productiva de los hombres, como algo toto genere (general) diferente de las cosas y de sus usos en tanto que cosas, sea en el consumo industrial o en el consumo no industrial. El valor es para ellos, de hecho, una recíproca relación de actividades productivas de los hombres, de los trabajos, que se expresa únicamente en las cosas”.

D - “Salario, precio y ganancia” Edit. Progreso, Moscú, 1966, cap. VI Valor y Trabajo, p. 403 y ss.

“La primera cuestión que tenemos que plantear es ésta: ¿qué es el valor de una mercancía? ¿Cómo se determina?... Como los valores de cambio de las mercancías no son más que funciones sociales de las mismas y no tienen nada que ver con sus propiedades naturales, lo primero que tenemos que preguntarnos es esto: ¿cuál es la sustancia social común a todas las mercancías? Es el trabajo. Para producir una mercancía hay que invertir en ella o incorporar a ella una

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determinada cantidad de trabajo. Y no simplemente trabajo, sino trabajo social, Quien produce un objeto para su uso personal y directo, para consumirlo, crea un producto, pero no una mercancía. Como productor que se mantiene a sí mismo no tiene nada que ver con la sociedad. Pero, para producir una mercancía, no sólo tiene que crear un artículo que satisfaga una necesidad social cualquiera, sino que el mismo trabajo ha de representar una parte integrante de la suma global de trabajo invertido por la sociedad. Ha de hallarse supeditado a la división del trabajo dentro de la sociedad. No es nada sin los demás sectores del trabajo y, a su vez, tiene que integrarlos Cuando consideramos las mercancías como valores, las consideramos exclusivamente bajo el solo aspecto de trabajo social realizado, plasmado, o si queréis, cristalizado... Llegamos, por tanto, a esta conclusión: una mercancía tiene valor por ser cristalización de un trabajo social”.

Ibídem cap XII, p. 422 “… la expresión de la ley general de que el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo invertido en ella, y de que la cantidad de trabajo invertido depende enteramente de la fuerza productiva del trabajo empleado, variando por tanto al variar la productividad del trabajo”.

E - “El Capital” Edit. Siglo XXI, 1975, Libro I, vol. 1; pp. 46-47.

“Ahora bien, si dejamos a un lado el valor de uso del cuerpo de las mercancías, les quedará únicamente una propiedad: la de ser productos del trabajo. No obstante, también el producto del trabajo se nos ha transformado entre las manos. Si hacemos abstracción de su valor de uso, abstraemos también los componentes y las formas corpóreas que hacen de él un valor de uso. Ese producto ya no es una mesa o casa o hilo o cualquier otra cosa útil. Todas sus propiedades sensibles se habrán evaporado. Tampoco es ya producto del trabajo del ebanista o del albañil o del hilandero o de cualquier otro trabajo productivo determinado. Con

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el carácter útil de los productos del trabajo se desvanece el carácter útil de los trabajos representados en ellos y, por tanto, se desvanecen también las diversas formas concretas de esos trabajos; éstos dejan de distinguirse, reduciéndose en su totalidad a trabajo humano indiferenciado, a trabajo abstractamente humano.

Examinemos ahora el residuo de los productos del trabajo. Nada ha quedado de ellos salvo una misma objetividad espectral, una mera gelatina de trabajo humano indiferenciado, esto es, gasto de fuerza de trabajo humana sin consideración a la forma en que se gastó la misma. Esas cosas tan sólo nos hacen presente que en su producción se empleó fuerza humana de trabajo, se acumuló trabajo humano. En cuanto cristalizaciones de esa sustancia social común a ella, son valores... Un valor de uso o un bien, por tanto, sólo tiene valor porque en él está objetivado o materializado trabajo abstractamente humano”.

“El Capital” Edic. cit. Libro I, 1, p. 207.

“El valor de la fuerza de trabajo, al igual que el de toda otra mercancía, se determina por el tiempo de trabajo necesario para la producción, y por tanto también para la reproducción, de ese artículo específico”.

“El Capital” Edic. cit. Libro I, 1, p. 253.

“El valor de una mercancía, en efecto, se determina por la cantidad de trabajo contenida en ella, pero esa cantidad misma está determinada socialmente. Si el tiempo de trabajo socialmente requerido para su producción se ha modificado… se opera un efecto retroactivo sobre la vieja mercancía, que cuenta siempre tan sólo como un ejemplar individual de su género y cuyo valor en todos los casos se mide por el trabajo socialmente necesario, esto es, por el trabajo necesario bajo condiciones sociales actuales”.

“El Capital” Edic. cit. Libro I, 2, p. 651.

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“¿Pero qué es el valor de una mercancía? La forma objetiva del trabajo social gastado en la producción de la misma. ¿Y cómo medimos la magnitud de su valor? Por la magnitud del trabajo que contiene.

“El Capital” Edic. cit. I, 2, p. 653.

“…el valor de una mercancía no se determina por la cantidad de trabajo efectivamente objetivado en ella, sino por la cantidad de trabajo vivo necesario para su producción”

“El Capital”, Edit. Siglo XXI, Libro III, vol. 7; p. 508.

“… el valor de las mercancías está determinado no por el tiempo de trabajo que insume originariamente su producción, sino por el tiempo de trabajo que insume su reproducción…”

F - “Notas marginales al Tratado de Economía Política de A. Wagner”, Pasado y Presente Nº 97.

pp. 34 y ss. “Yo no hablo en parte alguna de la “sustancia social común del valor de cambio”; lo que digo es que los valores de cambio (pues el valor de cambio, sin dos por lo menos, no existe) representan algo común a ellos, algo en absoluto independiente de sus valores de uso, es decir, aquí, de su forma natural, a saber: el valor... Yo no digo, por tanto, que la sustancia social común del valor de cambio sea el trabajo; y como trato por extenso en un apartado especial, de la forma de valor, es decir, del desarrollo del valor de cambio, sería peregrino pretender reducir esta forma a la sustancia social común, al trabajo. El señor Wagner olvida también que para mí no son sujetos ni el valor ni el valor de cambio, sino solamente la mercancía”.

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p. 35 “las mercancías, en la medida que son valores representan solamente algo social, trabajo,...”.

p. 49 “...la forma social concreta del producto del trabajo, la “mercancía”, es por una parte valor de uso y por otra parte valor, no valor de cambio, puesto que éste es una simple forma de aparecer y no su propio contenido”.

II – Algunas características de la “ley” del valor

A – El trabajo constituye la fuente o causa del valor como forma social determinada.

“Contribution...” Editions Sociales, París, 1969 pp. 14, 15.

“El valor (de cambio) al no ser, de hecho, otra cosa que la relación entre los trabajos de individuos, considerados como trabajo igual y general, no otra cosa que la expresión objetiva de una forma de trabajo específicamente social....”

“...el trabajo es la condición natural de la existencia humana, la condición –independiente de cualquier forma social- del intercambio de substancias entre el hombre y la naturaleza. El trabajo creador de valor (de cambio), por el contrario, es una forma de trabajo específicamente social”.

“Théories...” III - Editions Sociales, París 1978, pp.153-154 – “Teorías...” pp.114-115.

“En tanto que valores las mercancías son magnitudes sociales, por tanto algo absolutamente diferente de sus propiedades como cosas. En tanto que valores ellas no representan más que relaciones entre los hombres en su actividad productiva. En realidad, valor implica “cambio” pero cambio de cosas entre hombres; cambio que no tienen nada que ver con las

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cosas en tanto que tales. La cosa conserva las mismas “propiedades” sea en manos de A o de B. En realidad el concepto de “valor” supone “cambio” de productos. El cambio de productos en tanto que mercancías es cierto método para intercambiar trabajo, y para hacer depender el trabajo de cada uno del trabajo de los demás, cierto modo de trabajo social y de producción social”.

pp. 218, 219 - pp. 163-164 “El valor es para ellos (los economistas serios), de hecho, una relación recíproca de actividades productivas de los hombres, de sus trabajos, que se expresa únicamente en las cosas...Por tanto las mercancías, las cosas en general, sólo tienen valor en tanto que representaciones del trabajo humano; no porque son algo en sí mismas en tanto que cosas, sino en tanto que encarnación del trabajo social”.

“Pero esta forma histórica determinada, específica, del trabajo social tal como ella aparece en la producción capitalista, los economistas declaran que es la forma universal, eterna, como una serie de verdades naturales y estas relaciones de producción como las relaciones absolutamente (no históricamente) necesarias, naturales y racionales del trabajo social.

“Notas marginales al tratado de Economía Política de Adolph Wagner” Edic. P. y P. Nº 97, 1982, p. 35.

“Las mercancías, en la medida que son valores, representan solamente algo social, trabajo, y en la medida en que la magnitud de valor de una mercancía se determina, según mi punto de vista, por la cantidad de tiempo de trabajo que encierra, etc. o sea por la masa normal de trabajo que cuesta producir un objeto, etc.”

B – La forma social es la de trabajadores privados que intercambian sus productos

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“Contribution...” p. 56.

“Las mercancías son de modo inmediato productos de trabajos privados independientes aislados que, por su enajenación en el proceso de cambio privado, deben confirmarse como trabajo social general, dicho de otro modo, el trabajo de la producción mercantil, sólo se convierte en trabajo social por medio de la enajenación universal de los trabajos individuales”.

“Théories...” p. 153 – “Teorías...” p. 114. “Allí donde el trabajo se realiza en común, las relaciones entre los hombres en su producción social no se representan como “valores” de “cosas”.

“Théories” p.160- 161 – “Teorías” p. 120 “...el trabajo que constituye la unidad de los valores no es sólo trabajo medio igual y simple. El trabajo es trabajo del individuo privado, representado en un producto determinado. Sin embargo, en tanto que valor, el producto debe ser encarnación del trabajo social y, en tanto que tal, inmediatamente metamorfoseable de un valor de uso en cualquier otro... El trabajo privado debe entonces representarse inmediatamente como su contrario, como trabajo social; este trabajo metamorfoseado es su contrario inmediato: trabajo general abstracto que se representará también como equivalente general. Es sólo por su enajenación que el trabajo individual se presenta efectivamente como su contrario”.

“El Capital” p. 89 “Si los objetos para el uso se convierten en mercancías ello se debe únicamente a que son productos de trabajos privados ejercidos independientemente los unos de los otros. El complejo de estos trabajos privados es lo que constituye el trabajo social global. Como los productores no entran en contacto social hasta que intercambian los productos de su trabajo, los atributos específicamente sociales de esos trabajos privados no se manifiestan sino en el marco de dicho intercambio. O en otras palabras: de hecho, los trabajos privados no alcanzan realidad

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como partes del trabajo social en su conjunto, sino por medio de las relaciones que el intercambio establece entre los productos del trabajo y, por medio de los mismos, entre productores.”

C – La “ley” rige la producción mercantil y la producción capitalista

“Grundrisse...” vol. 1 p. 83 “La reducción de todos los productos y de todas las actividades a valores de cambio presupone tanto la disolución de todas las rígidas relaciones de dependencia personales (históricas) en la producción, como la dependencia recíproca general de los productores. No sólo la producción de cada individuo depende de la producción de todos los demás, sino también la transformación de su producto en medios de vida personales pasa a depender del consumo de todo el resto. Los precios son cosas antiguas, lo mismo que el cambio; pero tanto la determinación progresiva de los unos a través de los costos de producción, como el predominio del otro sobre todas las relaciones de producción se desarrollan plenamente por primera vez, y se siguen desarrollando cada vez más plenamente, sólo en la sociedad burguesa, en la sociedad de la libre concurrencia. Lo que A. Smith, a la manera tan propia del siglo XVIII, sitúa en el período prehistórico y hace preceder a la historia, es sobre todo el producto de ésta”.

Vol. 2, p. 315 “Entre los antiguos no se encuentra el concepto económico del valor. Valor, a diferencia de pretium, sólo jurídicamente, en casos de fraude, etc. El concepto de valor es enteramente propio de la economía más reciente, ya que constituye la expresión más abstracta del capital mismo y de la producción fundada en éste. En el concepto de valor se delata su secreto.”

“Contribution...” p. 36-37 “D. Ricardo estableció claramente el principio de la determinación del valor de la mercancía por el

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tiempo de trabajo y afirma que esta ley regula igualmente las relaciones de producción burguesas que parecen estar más en contradicción con ella... la determinación de la magnitud de valor por el tiempo de trabajo dice Ric. sólo es valedera para las mercancías que pueden ser multiplicadas a voluntad por la industria y cuya producción está sometida a una concurrencia ilimitada. De hecho, pues, esto significa que la ley del valor supone, para su completo desarrollo, la sociedad de la gran producción industrial y de la libre concurrencia, es decir la sociedad burguesa moderna”.

“Théories...” III – p. 83 – “Teorías...” 14 –p. 62.

“Ricardo había tratado de demostrar que la separación del capital y el trabajo asalariado no hacen cambiar nada –con ciertas excepciones- en cuanto a la determinación del valor de las mercancías. Basándose en la concepción de Ricardo, Torrens niega la ley. Y vuelve a A. Smith (contra quien va dirigida la demostración de Ricardo) para quien el valor de la mercancía está determinado por cierto por el tiempo de trabajo que contiene “en el período temprano” en que los hombres se enfrentaban como propietarios de mercancías y las intercambiaban, pero esto ya no sucede a partir del momento en que el capital y la propiedad territorial se hubieron instaurados. Esto significa (como ya he tenido ocasión de señalar en la primera parte) que la ley que es valedera para las mercancías en tanto mercancías ya no lo es más desde el momento en que deben ser consideradas como capital o como productos del capital, desde el preciso momento en que, de una manera general, se pasa de la mercancía al capital. Por otra parte el producto no toma, bajo todos sus aspectos, la forma mercancía –tanto por el hecho de que el producto íntegro debe transformarse necesariamente en valor de cambio, como porque los mismos ingredientes de su producción entran en él en tanto que mercancías- no se convierte bajo todos sus aspectos en mercancía, sino con el desarrollo y sobre la base de la producción

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cuyo fundamento es la existencia del producto como mercancía. La ley misma, así como la mercancía en tanto que forma general del producto, es una abstracción deducida de la producción capitalista y es justamente para esta producción que no sería valedera”.

D – La “ley” rige la producción global de mercancías, no mercancías individuales.

“Théories...II” p. 231 “Teorías...” 13 pp.181-182. “Se puede dar a la proposición anterior la expresión general siguiente: el valor de la mercancía –que es el producto de una esfera de producción particular- está determinado por el trabajo exigido para producir toda la masa, la suma íntegra de las mercancías correspondiente a esa esfera de producción y no por el tiempo de trabajo particular que es necesario para cada capitalista particular o patrón dentro de esta esfera de producción. Las condiciones generales de producción y la productividad general del trabajo en esta esfera de producción particular, la manufactura de algodón por ejemplo, son las condiciones de producción medias y la productividad media de esta esfera, la de la manufactura de algodón. La cantidad de trabajo por la cual se determina, por ejemplo, una vara de tela de algodón, no es la cantidad de trabajo contenido en ella, que su fabricante ha gastado en ella, sino la cantidad media con la cual todos los fabricantes de tela de algodón del mercado producen una vara de algodón.”

p. 278 (francesa)– p. 217 (española) “...pues el valor de la mercancía en una esfera dada de producción no está determinado por la cantidad de trabajo, que cuesta esta mercancía particular, sino por la que cuesta la mercancía producida en las condiciones medias de la esfera considerada”

“Capítulo VI (inédito)...” Ediciones Signos 1971 pp. 114-115

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“2) la mercancía individual se presenta no sólo materialmente como parte del producto total del capital, como parte alícuota del lote producido por él. Ya no estamos, en absoluto, ante la mercancía individual autónoma, el producto aislado. Como resultado del proceso no comparecen mercancías aisladas, sino una masa de mercancías, en la cual se ha producido el valor del capital adelantado + el plusvalor –el plustrabajo usurpado- y cada una de las cuales es depositaria del valor del capital y del plusvalor producido por él. Ya no hay que calcular el trabajo empleado en cada mercancía, y ello a causa del cálculo promedial, que es una estimación ideal y se aplica tanto a la parte del capital constante que sólo entra a título de desgaste en el valor del producto total, como en general a las condiciones de producción consumidas colectivamente, y también, por último, a causa de que el trabajo directamente social se iguala y se evalúa en el trabajo medio de numerosos individuos cooperantes. Ese trabajo sólo vale en cuanto parte alícuota del trabajo total recaído en ella (la mercancía) y estimado idealmente. En la determinación de precios de la mercancía individual se presenta como mera parte ideal del producto total en que se reproduce el capital.

3) En cuanto tal –depositaria del valor del total del capital + plusvalor, a diferencia de la mercancía que en el comienzo se presentaba autónomamente ante nosotros- en cuanto producto del capital, en realidad, en cuanto forma modificada del capital que se ha valorizado a sí mismo, la mercancía se muestra ahora en el volumen y las dimensiones de la venta que tiene que operarse para que se realicen el viejo valor del capital y el del plusvalor por él producido, lo cual de ningún modo sucede si se venden a su valor las mercancías singulares o una parte de las mismas”

“Théories...” III pp.129-130 – “Teorías...” 14 pp.97-98.

“La mercancía tal como sale de la producción capitalista, es diferente de la mercancía de la que se habla en tanto

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elemento de la producción capitalista. Ya no es más la mercancía considerada de modo aislado, el producto tomado como singular que tenemos ante nosotros. La mercancía, el producto tomado como singular no aparece sólo realmente como producto, sino como mercancía, como porción no sólo real, sino también ideal de la producción en su conjunto. Cada mercancía tomada aisladamente aparece como portadora de una porción determinada del capital y del plusvalor que él crea... No es la mercancía considerada de modo aislado lo que aparece como resultado del proceso, sino la masa de mercancías en la cual se ha reproducido el valor del capital total + el plusvalor. El valor total producido dividido por el número de productos determina el valor de cada producto tomado aparte, y es solamente en tanto que parte alícuota que se convierte en mercancía. Ya no es más el trabajo aplicado a la mercancía peculiar considerada aisladamente, que por lo demás en la mayor parte de los casos ni siquiera podría ser calculada y que puede ser de mayor importancia para una que para otra, lo que determina el valor del producto tomado aisladamente y lo constituye en mercancía, es la totalidad del trabajo, una fracción alícuota de éste, la media obtenida por división del valor total sobre el número de productos.

“El Capital” Libro III, p. 817 “De hecho es la ley del valor, tal como se impone no con relación a las mercancías o artículos en particular, sino a los productos globales originados en cada una de las esferas sociales particulares de la producción, autonomizadas en virtud de la división del trabajo; de modo que no sólo se emplea únicamente el tiempo de trabajo necesario para cada mercancía, sino sólo se emplea la cantidad proporcional necesaria del tiempo de trabajo social global en los diversos grupos”

p. 824 “En general, la naturaleza del valor de las mercancías se presenta en la figura del precio de mercado, y luego en la figura del precio regulador de mercado o precio de producción de mercado, naturaleza que consiste en el hecho de estar determinado no por el

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tiempo de trabajo necesario para la producción de una cantidad determinada de mercancías o de mercancías aisladas en forma individual, sino por el tiempo de trabajo socialmente necesario; por el tiempo de trabajo que se requiere para producir la cantidad global socialmente exigida de las especies de mercancías que se encuentran en el mercado bajo el término medio dado de las condiciones sociales de la producción”

F – La “ley” rige también el mercado mundial del capitalismo

“Théories...” III – p.297 – “Teorías...” 14 p.226

“Ahora bien, es sólo el foreing trade, la transformación del mercado en mercado mundial, lo que convierte el dinero en dinero mundial y el trabajo abstracto en trabajo social. La riqueza abstracta, el valor, el dinero por tanto el trabajo abstracto se desarrollan en la medida en que en que el trabajo concreto se desarrolla en el sentido de una totalidad de diferentes modos de trabajo que abarca el mercado mundial. La producción capitalista se basa en el valor, es decir en el desarrollo como trabajo social del trabajo contenido en el producto. Pero esto solo es posible sobre la base del foreing trade y del mercado mundial. Por tanto es premisa como resultado de la producción capitalista.”

“Grundrisse...” I – p. 451

“Del hecho de que el beneficio pueda estar por debajo del plusvalor, o sea de que el capital pueda intercambiarse con un beneficio pero sin valorizarse en sentido estricto, se desprende que no sólo los capitalistas individuales, sino las naciones puedan intercambiar continuamente entre sí, pueden también repetir continuamente el intercambio en una escala siempre creciente, sin que por ello hayan de obtener ganancias parejas. Una puede apropiarse constantemente de una parte del plustrabajo de la otra, por el que

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nada da a cambio, solo que en este caso ello no ocurre en la misma medida que entre el capitalista y el obrero”

Ver: “El Capital...” Libro III, vol. 6 pp.303-307 “ V) El comercio exterior”

G – El trabajo asalariado no es determinante para la formación del valor y la ley del valor

“El Capital...” Libro III, vol. 8 pp.1047-1048.

“En la medida en que el trabajo es formador de valor y se representa en el valor de las mercancías, nada tiene que ver con la distribución de ese valor en diferentes categorías. En la medida en que tiene el carácter específicamente social del trabajo asalariado, no es formador del valor...Y, en general, si nos fijamos en el trabajo como formador de valor, no lo consideramos en su figura concreta como condición de producción, sino en su determinación social que difiere de la del trabajo asalariado”.

“El Capital...” Ibídem, p. 1118.

“Aunque la forma del trabajo como trabajo asalariado sea decisiva para la figura del proceso total y para el modo específico de la producción misma, el trabajo asalariado no es determinante de valor. En la determinación del valor se trata del tiempo social de trabajo en general, de la cantidad de trabajo que tiene a su disposición la sociedad en general y cuya absorbción relativa por los diferentes productos determina, en cierta medida, el respectivo peso social de éstos. La forma determinada bajo la cual el tiempo social de trabajo se impone como determinante en el valor de las mercancías está vinculada, por cierto, a la forma del trabajo como trabajo asalariado y a la forma correspondiente de los medios de producción como capital, en la medida en que sólo sobre esta base

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la producción mercantil se convierte en la forma general de la producción”.

H – La ley del valor rige como ley natural-social reguladora de relaciones fetiche de la sociedad

A lo largo de todas las obras Marx se refiere a esta característica de las relaciones mercantiles capitalistas. Se encuentran en los Grundrisse, en la Contribución a la crítica..., en el Capítulo VI (inédito), en las Teorías sobre el plusvalor, y claramente expuesto en Libro I, Sección Primera, capítulo I de El Capital, pp. 87-102.

III – El status de la ley del valor en Marx.

1 - La ley del valor es el “fundamento racional” del funciona-miento del modo capitalista de producción.

“Théories…” I, p. 86 – “Teorías…” FCE, 12; p. 79

El valor es el “…fundamento general abstracto sobre el que descansa el sistema burgués”.

“Théories...” II – p.185 – “Teorías....” 13 – p. 146

“...Por último, Ricardo se interpone y le grita a la ciencia: ¡Alto! La base, el punto de partida de la fisiología del sistema burgués –de la inteligibilidad de sus relaciones internas y de su proceso fisiológico- es la determinación del valor por el tiempo de trabajo. Es desde aquí que parte Ricardo, exigiendo desde entonces a la ciencia a abandonar sus dudas de antaño, y a verificar en que medida las demás categorías que ha expuesto y descripto –las relaciones de producción y de circulación- formas de esa base, se corresponden con tal punto de partida o están en contradicción con él; en qué medida de modo general la ciencia que refleja, reproduce simplemente las formas fenomenales del proceso (y por tanto esos

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fenómenos mismos) se corresponden con la base sobre la cual descansan las relaciones internas, la fisiología verdadera de la sociedad burguesa o que constituye su punto de partida y lo que ocurre en general de esta contradicción entre el movimiento aparente y el movimiento real del sistema”.

“Théories...” II – p. 188 – “Teorías...” 13 – p. 149

“Tales capítulos contienen toda su crítica de la economía política anterior, la ruptura categórica con la continua contradicción de A. Smith en sus modos de análisis esotérico y exotérico, y suministran al mismo tiempo, gracias a esa crítica, algunos resultados completamente nuevos y sorprendentes. De allí se desprende el placer teórico de alto nivel que muestran esos dos primeros capítulos, porque suministran, con una concisión densa, la crítica de las teoría antiguas que se extraviaban y mezclaban con prolijidad, y que exponen todo el sistema económico burgués como sometido a una ley fundamental, destilando la quintaesencia, a partir de la dispersión y de la variedad de los fenómenos”.

“El Capital....” Libro III, vol. 6 p. 188.

“Con igual grado de explotación del trabajo, la masa del trabajo puesta en movimiento por un capital = 100, y por ende también las del plustrabajo apropiado por él, depende de la magnitud de su componente variable. Si un capital, que consta porcentualmente de 90c + 10v, manteniéndose constante el grado de explotación del trabajo, generara la misma cantidad de plusvalor o ganancia que un capital de 10c + 90v, resultaría claro como la luz del sol que el plusvalor, y por consiguiente el valor en general, debería tener una fuente totalmente diferente que el trabajo, con lo cual desaparecería todo fundamento racional de la economía política”.

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2 - La ley del valor como inteligibilidad del movimiento real el capitalismo por oposición a su movimiento aparente.

“El Capital....” Libro III – vol. 8 - p. 1041. “Toda ciencia sería superflua si la forma de manifestación y la esencia de las cosas coincidiesen directamente”.

Karl Marx carta Kugelman del 11-7-1868

“La ciencia consiste precisamente en investigar cómo opera la ley del valor. Por lo tanto, si quisiéramos explicar de antemano todos los fenómenos que aparentemente contradicen la ley, sería necesario anteponer la ciencia a la ciencia. Es, precisamente, el error en el cual incurre Ricardo cuando en su primer capítulo sobre el valor, presupone como algo dado todas las categorías posibles que sería necesario investigar para poder demostrar su adecuación con arreglo a la ley del valor...El economista vulgar no sospecha siquiera que las relaciones reales del cambio cotidiano y las magnitudes de los valores no pueden ser inmediatamente idénticos. Lo irónico de la sociedad burguesa consiste justamente en que, a priori, no existe en ella una regulación consciente, social, de la producción. Lo racional y lo naturalmente necesario sólo se imponen bajo la forma de un promedio que actúa ciegamente. ¡Y entonces el economista vulgar cree hacer un gran descubrimiento cuando, encontrándose ante la manifestación de la conexión interna de las cosas, tal como se presentan, se obstina en sostener que ellas ofrecen un aspecto completamente distinto. Pero en realidad se envanece de ese aferrarse a las apariencias de las cosas, a las que considera la verdad última. Pero entonces, ¿qué necesidad hay de la ciencia?

“El Capital...” Libro III – vol. 6 – p. 400

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Si, tal como lo ha descubierto el lector muy a su pesar, el análisis de las conexiones internas reales del proceso capitalista de producción es una cuestión sumamente intrincada y un trabajo muy minucioso; si es una tarea de la ciencia reducir el movimiento visible y solamente aparente al movimiento interno, va de suyo que en las mentes de los agentes de la producción y de la circulación capitalistas deben formarse ideas acerca de las leyes de la producción que diverjan por completo de esas leyes, y que son sólo una expresión consciente del movimiento aparente. Las ideas de un comerciante, de un especulador bursátil, de un banquero son, necesariamente, erróneas por completo.”

3 - La ley del valor como ley fundamental y natural rige los precios de mercado y de producción de la economía capitalista.

“Théories...” II – pp. 30-31 – “Teorías...” 13 pp. 24-25

“Si se toma como punto de partida el justo principio que el valor de la mercancía está determinado por el tiempo de trabajo necesario para su producción (y que el valor, de modo general, no es sino tiempo de trabajo social realizado), se sigue de ello, que el precio medio de las mercancías está determinado por el tiempo de trabajo necesario para su producción. Ahora bien, voy a demostrar que, precisamente porque el valor de la mercancía está determinado por el tiempo de trabajo, el precio medio de las mercancías (salvo el caso único en el que la tasa de ganancia por así decir individual de una esfera particular, es decir la ganancia determinada por el plusvalor producido en esta esfera misma de producción, en la cual esa tasa de ganancia individual = a la tasa de ganancia media de la totalidad del capital) no puede nunca ser igual a su valor, aunque esta determinación del precio medio sea sencillamente deducida del valor fundado en la determinación por el tiempo de trabajo”.

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“El Capital....” Libro III, vol. 6, p. 193

“Hemos demostrado, pues, que en diversas ramas de la industria, en correspondencia con la diferente composición orgánica de los capitales, y dentro de los límites indicados también en correspondencia con sus diferentes tiempos de rotación, predominan tasas desiguales de ganancias, y que también por ello, a igual tasa de plusvalor, sólo rige para capitales de igual composición orgánica –suponiendo tiempos de rotación iguales- la ley (de acuerdo con la tendencia general) de que las ganancias son directamente proporcionales a las magnitudes de los capitales, y que por ello capitales de igual magnitud arrojan, en lapsos iguales, ganancias de igual magnitud. Lo expuesto vale sobre la base que, en general, ha sido hasta ahora el fundamento de nuestro desarrollo: la de que las mercancías se vendan a sus valores. Por otra parte, no cabe duda alguna de que, en la realidad y haciendo abstracción de diferencias irrelevantes, fortuitas y que se compensan, la diferencia entre las tasas medias de ganancia para las diversas ramas de la industria no existe ni podría existir sin abolir todo el sistema de la producción capitalista Por tanto pareciera que la teoría del valor resulta incompatible, en este caso, con el movimiento real, incompatible con los fenómenos efectivos de la producción, y que por ello debe renunciarse en general a comprender estos últimos.

Ibídem, p. 224

“Cualquiera que sea la manera en que se fijen o regulen los precios de las diversas mercancías entre sí, en primera instancia, es la ley del valor la que rige su movimiento. Cuando disminuye el tiempo de trabajo requerido para su producción, disminuyen los precios, cuando aumenta, los precios también aumentan, si se mantienen constantes las demás circunstancias”

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p. 225 “La suposición de que las mercancías de las diferentes esferas de la producción se venden a sus valores, sólo significa, naturalmente, que su valor es el punto de gravitación en torno del cual giran los precios y hacia el cual se nivelan sus constantes alzas y bajas”.

p. 227 “Como quiera que estén regulados los precios, resulta lo siguiente: 1) La ley del valor rige su movimiento, al hacer que la disminución o el aumento del tiempo de trabajo requerido para la producción haga aumentar o disminuir los precios de producción...2) La ganancia media que determina los precios de producción siempre debe ser aproximadamente igual a la cantidad de plusvalor que corresponde a un capital dado como parte alícuota del capital social global”.

p. 250 “El precio de producción incluye la ganancia media. Le hemos dado el nombre de precio de producción; de hecho, es lo mismo que A. Smith denomina precio natural, Ricardo precio de producción, costo de producción, los fisiócratas precio necesario –aunque ninguno de ellos haya desarrollado la diferencia entre el precio de producción y el valor- porque a la larga es la condición de la oferta, de la reproducción de la mercancía de cada esfera de la producción en particular. También se comprende por qué los mismos economistas que se revuelven contra la determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo, por la cantidad de trabajo contenido en ellas, siempre hablen de los precios de producción como de centros en torno de los cuales oscilan los precios de mercado. Pueden permitírselo porque el precio de producción es una forma ya totalmente enajenada y prima facie no conceptual del valor mercantil, una forma tal como aparece en la competencia, es decir en la conciencia del capitalista vulgar, y que por consiguiente también existe en la de los economistas vulgares”.

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SEGUNDA PARTE

ABANDONO DE LAS APORÍAS. ARMONÍA DE LA PRODUCCIÓN SIN EXCEDENTE NI LEY DEL VALOR

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CAPÍTULO 5Surgimiento del paradigma vulgar neoclásico

Como ya hemos dicho en la Introducción, podría pensarse que la constitución de la economía neoclásica a partir de los obras del austríaco Karl Menger (1840 – 1921) “Principios de Economía Política”, y del inglés William Stanley Jevons (1835- 1882) “Theory of Political Economy”, en el año 1871, junto con la del francés León Marie E. Walras (1834 – 1910) “Elementos de economía política pura” que publica su obra en 1874, se debió a la falta de solución de las aporías planteadas por la propia economía ricardiana.

Que tal economía no alcanzó a responder a la formulación de sus propios dilemas teóricos es cierto, pero quienes debieron hacerlo con posterioridad, no desplegaron un afán de construir bien lo que no lo estaba o de desarrollar el núcleo más fecundo de su concepción. No, directamente se dejaron a un lado tales problemas y el marco teórico-conceptual en el cual se los había elaborado, para “arrancar de nuevo” y reconfigurarlos en un nuevo marco.

No nos detendremos en formular tesis alguna sobre las causas del surgimiento de la concepción neoclásica y a la llamativa circunstancia de haber aparecido como reformulación de la economía política, de sus planteos, teorías y método de análisis, simultáneamente en tres economistas tan diferentes en cuanto al ambiente intelectual y la formación de cada uno de ellos, W. S. Jevons, en Manchester, ciudad industrial inglesa; K. Menger, en Viena, tan tradicional, y L.M.E. Walras, en la calma Lausana de Suiza, cuyo pensador más insigne en la disciplina económica J. C. L. Simonde de Sismondi (1773 -1842), perteneció a una estirpe intelectual no sólo completamente distinta sino que ni siquiera dejara huella en ámbito académico alguno.

Si nos dispusiéramos a enraizar a estos economistas en sus propias tradiciones nacionales, nada más alejado unas de otras que, por ejemplo, el empirismo inglés de viejo cuño, en relación con el clima neokantiano que impregnaba toda la cultura académica

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austríaca finisecular, y de éstas respecto del dominio cuasi omnímodo del pensamiento claro y distinto del racionalismo cartesiano francés. Sumemos a ello las etapas diferentes de su proceso industrial, y tendríamos ya suficientes ingredientes como para no quedar confinados en explicaciones simples. Pero tampoco aceptar sin más otras que se basen en el “azar”, en la “genialidad” o en un supuesto “aire” o “ambiente” de malestar general por la situación de la economía que hubiera empujado a economistas de tan diferentes orígenes personales y culturales a un mismo objetivo.

Economistas como T. W. Hutchison y Mark Blaug han rechazado de plano las interpretaciones de aquél hecho en términos de conflictividad de clase que hubieran llevado a estos intelectuales burgueses dedicados al análisis económico a replantearse la totalidad del sistema clásico por el avance y desafío tanto político como ideológico de las clases trabajadoras. Es posible que tamaño reduccionismo sea, en verdad, demasiado estrecho y esquemático. Pero de ahí a descartar que tal situación no haya tenido nada que ver con la nueva formulación, es cuanto menos, tan estrecha y esquemática como la anterior.

Piénsese que, si bien es cierto que los ambientes nacionales, las tradiciones filosóficas y científicas de las que nacieron, eran diferentes y las relaciones académicas entre universidades paras aquella época eran casi inexistentes, el cuadro de conflictividad social hacia mediados del siglo XIX afectaba a los países europeos desde cuyo seno se desprendería la reformulación: Francia, Austria e Inglaterra. Este último país tenía en desarrollo un movimiento obrero muy avanzado que si bien no había tomado un camino de enfrentamiento virulento, planteaba sus reivindicaciones y mantenía sus exigencias; el primero sería el foco central de las revoluciones democráticas de 1848 que se difundirá como reguero de pólvora hacia Austria, Polonia y Alemania.

Todos estos levantamientos populares bajo la bandera de los trabajadores, la democracia y el socialismo, aterrorizaban a las clases privilegiadas y exigían ellas el castigo a tamaña “insolencia”

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junto con la vuelta al “orden”. La represión en Francia con la matanza de miles de obreros fue el ejemplo paradigmático en 1848. Todavía habría tiempo para una “insolencia” más con la insurgencia de los obreros en la llamada “Comuna de París” en 1871 en medio de la guerra franco-prusiana. El surgimiento de la I Internacional en 1864 en Inglaterra había provocado un miedo pánico en la clase burguesa europea y acelerado las políticas represivas. Quizás, pues, sea éste el elemento “identificador” más fuerte para la aparición del marginalismo, superior a cualquier diferencia del orden que fuera. Pero esto es materia para una reconstrucción histórica de la economía como ciencia y del cambio o modificación de “paradigmas” en la misma, cosa ésta que esta fuera de nuestros fines.

De todas maneras, el cuerpo doctrinario tal como hoy se lo conoce, no fue establecido de golpe por los “padres fundadores” aunque sí puede afirmarse que hacia 1900 la noción e importancia de la utilidad marginal de origen inglés; el subjetivismo analítico en la teoría del valor de origen austríaco y la tesis del equilibrio de los mercados y general en Suiza-Italia determinaron una orientación única, firme y decidida. Quedaban aún temas que se incorporarían más tarde, pero ya había un terreno de unanimidad conceptual en la nueva economía: el cambio ya estaba hecho y sólo había que desarrollarlo.

Entonces, la “novedad” de la nueva economía, sobre todo en sus principios, no consistirá tanto en el énfasis sobre los determinantes subjetivos del valor, de cuya importancia mayúscula, sin embargo, no cabe dudar un solo instante, sino en hacer de la utilidad marginal y del equilibrio dos de las columnas centrales del nuevo análisis y de la nueva economía, en particular adquirirá relevancia el instrumental matemático que adoptará.

La nueva economía “marginalista” desplazará, entonces, completamente su foco de atención hacia otros problemas surgidos de un replanteo global de la economía y aunque los términos sean o parezcan análogos a los que utilizara la economía

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clásica, como ya dijimos en la introducción, para nada esto significará que los economistas neoclásicos estuvieran examinando los mismos problemas. Por ejemplo, la preocupación central de los economistas neoclásicos cuando abordaban el problema del valor consistía en dar con una explicación del fenómeno de los precios de mercado. M. Blaug dice que “Si hemos de describir el último cuarto del siglo XIX como un período en que los economistas desarrollaron un nuevo “paradigma”, la única enunciación defendible del mismo es la concepción de la determinación de los precios y la asignación de recursos con oferta fija de factores productivos es el problema económico, descartando en gran medida o por entero todos los interrogantes referentes a los cambios en la cantidad y la calidad de los recursos productivos a través del tiempo” (M. Blaug, “Teoría económica en retrospección” FCE, pp.388-389).

Cuando la nueva economía atacaba la cuestión de la teoría de la distribución, lo hacían desde los elementos determinantes de la formación del precio de los servicios productivos de los factores tierra, trabajo y capital, pasando éstos a ser no otra cosa mas que un aspecto del problema general de la formación del precio de mercado. Como se puede apreciar el lenguaje mismo refleja el cambio analítico y conceptual: el proceso económico se realiza co-mo combinación de “factores” productivos que “brindan” servicios para obtener un resultado y por los cuales cada uno de ellos tiene derecho a recibir una “remuneración”. Constituye todo un verdadero desplazamiento del objeto de análisis económico y hasta una nueva definición de la propia economía como disciplina: “Dada una cierta población con diversas necesidades y capacidades productivas, en posesión de determinada extensión de tierra y de otros factores productivos, se requiere la forma de emplear trabajo de modo que maximice la utilidad del producto” , decía W. S. Jevons, y es una perfecta descripción de lo que hasta hoy se ocupa la economía neoclásica a pesar de todas las actualizaciones y presentaciones sofisticadas de las que hace gala.

Esta modificación en el objeto y finalidad de la economía desembocó en una “depuración” o “limpieza” del contenido social que todavía tenían en la escuela clásica las categorías económicas.

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Y esto se dio en dos aspectos: primero la desvinculación o eliminación de la relación existente entre “factor” y su propietario, trabajador-trabajo; capitalista-capital y terrateniente-renta, dejando sólo el factor, trabajo, capital y tierra como lo decisivo para la producción y para la economía analítica; en segundo lugar se pasó a hablar de retribución del factor en base a su productividad y no retribución al propietario.

Para nuestros fines expondremos la nueva concepción en tres partes: la primera hará referencia al cambio radical en los fundamentos epistemológicos que realiza, es lo que en la literatura se suele mencionar como el cambio de “paradigma” o según Schumpeter el cambio en la “visión” que es previa a todo planteo y a todo análisis, (si bien el mismo Schumpeter en su magna opus “Historia del análisis económico”, afirma que respecto de la “visión”, la empresa y el capital la nueva economía se movía en el mismo terreno tradicional de los clásicos, sobre todo de Smith y J. Stuart Mill), luego nos referiremos al modelo de equilibrio general, y finalmente trataremos el problema de la ganancia. Aclararemos que este resumen se asentará en la concepción general que hacia comienzos del siglo XX muestra ya la nueva economía, recogiendo, por tanto, los aportes de Bohm-Bawerk; K. Wicksell; John B. Clark, P.H.Wicksteed; F. von Wieser y no sólo las de los “padres” fundadores.

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CAPÍTULO 6Los nuevos fundamentos de la economíaneoclásica

Los cambios fundamentales afectaron las figuras sociales y el ámbito de sus decisiones económicas. Aparecen como relevantes de todo el proceso el consumidor y el productor; es el primero no el segundo el centro dominante de la nueva economía y no se identifica al productor como capitalista que invierte capital para obtener un rendimiento sino que las figuras se separan en el empresario como idéntico a “administrador” de la combinación de recursos y el capitalista propietario de capital. Estas figuras actúan además de acuerdo con un criterio de “calculistas racionales” en sus respectivos ámbitos, esto es, piensan y se mueven en términos matemáticos de “maximizar funciones”. Maximizar satisfacciones por medio de una función de utilidad por parte del consumidor; maximizar ganancias mediante una función de producción por parte del productor.

El ámbito de sus decisiones se da en el mercado en el cual se vinculan los consumidores con los “bienes” de consumo como demandantes y los productores con “oferentes” de tales bienes, con lo que las transacciones se realizan por medio de los precios como nexo general de los cambios y realizan el “equilibrio” de unos y otros como culminación de tales movimientos y núcleo del examen de la nueva teoría del valor. El principio rector de tal ámbito es el de mercados competitivos o de libre competencia. Ahora bien, la determinación de los precios de equilibrio se realiza en tales condiciones de manera tal que ningún consumidor pueda aumentar su utilidad sin que con ello produzca una disminución de la utilidad del resto de los consumidores concurrentes. Es esta la idea de un óptimo de Pareto del equilibrio general.

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6.a. Cambios en los fundamentos teóricos

Teoría del valor

Las modificaciones teóricas abarcan o contienen: la teoría del valor y los conceptos en torno de los procesos de producción, distribución, circulación y consumo. La teoría del valor se asentó en principios determinantes de carácter subjetivo y en el valor de uso para la realización del cambio por medio del cual quienes cambian obtienen ventajas y no hay base de igualdad en el mismo. Pero veamos la evolución de la teoría. Hubo varias etapas que destacan el proceso seguido por la teoría del valor hasta llegar a su completa eliminación en la actualidad del discurso neoclásico. Las sintetizaremos del siguiente modo:

1) El valor de los bienes y servicios está, no en función de la cantidad de trabajo requerida para su producción, sino de la “utilidad” que surge de la relación de aquellos con la intensidad de las necesidades de los consumidores que son quienes “estiman” su valor. De esta manera se desplaza el análisis del valor desde el valor de cambio en la concepción anterior hacia el valor de uso, enfatizando que el cambio entre los participantes es posible porque ambos desean el valor de uso uno del otro y sin este requisito no podría producirse relación alguna de carácter mercantil.

2) El valor de uso se lo concibe como idéntico a utilidad y ésta, a su vez, nace de la aptitud general los “bienes” para la satisfacción de las necesidades de los consumidores.

3) La noción de “utilidad”, se erige en principio central y regulador del análisis. No se trata de una magnitud total (utilidad total), correspondiente a etapas pretéritas de la

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economía, sino que es de carácter específica, “marginal”, o sea magnitud de variación incremental de la total.

4) El proceso de cambio según lo anterior se convierte en “ley” de derivación marginal de la curva de demanda, o sea de uno de los factores componentes del mercado y de su equilibrio. Esta forma suponía que la utilidad era medible cardinalmente, pero como la crítica interna de la misma nueva concepción señaló que esto era imposible se abandona la pretensión de un equilibrio cardinal del consumidor y de la fundamentación de la curva de demanda sobre tal supuesto.

5) Surge la etapa de las preferencias y las curvas de indiferencia de Wilfredo Pareto, para superarla, también con su equilibrio del consumidor sobre la base de un “orden” de comparaciones de satisfacción y no de utilidades, nació la etapa “ordinal” de la teoría, pero esta exposición de Pareto fue prontamente reemplazada por la exposición hecha por John R. Hicks y su tasa marginal de sustitución, que apuntó a eliminar totalmente cualquier aire a utilidad que aún se encontraba, según él, en Pareto mismo.

6) Los desarrollos analíticos posteriores de Paul Samuelson, se hacen sobre un pura “lógica de la elección”. Es la conocida “teoría de la preferencia revelada”.

7) Finalmente el análisis del mercado y de su equilibrio esta-ble se convierten en el objetivo central de la explicación económica, por tanto los precios, su determinación empírica, ocupan el lugar del análisis Todo se hace ya sin recurrir a utilidad, necesidad, gustos, sino en la exposición de la “preferencia revelada” de Samuelson sólo a lo “dado” en el mercado, a lo observable en él por

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la decisión mostrada por el consumidor al adquirir. “Ha quedado probado en forma convincente que el concepto de utilidad es superfluo para la teoría de los valores de equilibrio” (J. A. Schumpeter, “Historia del análisis económico”, FCE, tomo II, p. 247). De esta manera queda eliminada la necesidad de una ley del valor o teoría del valor para esta concepción y se la deja confinada exclusivamente a un problema de carácter filosófico perteneciente al ámbito de lo “moral” que sí trata de valores pero sin tener nada que ver con el análisis económico.

Equilibrio

Es ésta una de las nociones más importantes del arsenal analítico del pensamiento neoclásico. Partiendo de que el ámbito por excelencia de los fenómenos económicos son los mercados, los considera siempre del mismo modo: la oferta y la demanda confrontan y se ajustan mutuamente por medio del mecanismo de los precios, es decir llegan a una situación de equilibrio. Estos mercados son interdependientes y luego de las oscilaciones a que dan lugar en cada uno se alcanza un equilibrio general de la economía. La economía capitalista es pues una economía que busca, tiende y logra, si todo funciona adecuadamente, hacia el equilibrio y cualquier situación fuera del mismo sólo constituye un “desvío”, una “imperfección” y en los casos más testarudos, el de las crisis, son “excesos” que el propio mercado eliminará si se permite que actúen los mecanismos correctores de la ley de oferta y demanda en condiciones concurrenciales.

Aquella noción no es sino la vigencia de la llamada “ley” de Say, que junto con “ley” de los rendimientos decrecientes, son tomadas también de la economía clásica, la primera referida a la necesaria adecuación de la oferta global con la demanda global de bienes y servicios, con lo cual se da el equilibrio económico y no hay lugar para desajustes, como no sean temporarios y parciales, ni para la aparición de crisis. La segunda referida a la combinación de

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factores en los que uno se mantiene constante y el otro es el que varía dando resultados incrementales pero decrecientes.

El concepto de producción experimentó un profundo cambio cuyas características principales pueden ser resumidas así: a) parte de concebir un “stock” fijo inicial de recursos, que deben ser, b) “asignados” de modo óptimo, mediante un contexto de, c) libre cambio de bienes y servicios, lo cuales d) tendrán su remuneración de acuerdo a la productividad marginal con que han contribuido al proceso productivo, proceso que permite, e) la “sustitución” de factores de producción, y f) la producción misma se despliega en una sola dirección y sentido: desde los factores productivos eficientemente combinados en sus proporciones, hacia los bienes finales, sin que los insumos y sus particularidades en el proceso entren en consideración.

Todos estos elementos desembocarían en la elaboración de una “función de producción intertemporal”, cuyo primer creador fue W.S. Jevons construyéndola de modo que cada insumo y cada producto se distinguieran por el momento en que se dan; luego le siguieron Bohm-Bawerk y K. Wicksell, siendo éste último el nexo entre la formulación primera y la que luego se difundiría como resultado de la autoría de Cobb y Douglas o función de producción Cobb-Douglas, que tendría una aceptación insólita por parte de la escuela marginalista en el tema del proceso de producción, claro que sujeta a las restricción de que sea una función homogénea de primer grado más el agregado de la hipótesis según la cual la derivada parcial del “factor capital” K sea idéntica a la “tasa de ganancia”. La nueva economía no tuvo ningún reparo en concebir que la denominada función de producción tuviera validez tanto en el ámbito microeconómico como en el contexto de agregación o macroeconómico.

En relación con el concepto de distribución, a lo ya dicho antes agreguemos que esta nueva concepción de la economía estableció que los ingresos de los factores productivos (tierra, trabajo, capital) no era otra cosa que una “retribución” o “compensación” a ellos y no a los propietarios, que surge o se da

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por la contribución de cada uno de ellos a que el proceso se realice adecuadamente. De manera que todos los factores son igualmente “productivos” sin que pueda observarse que uno esté por encima de otro, o que alguno de ellos “se quede” con alguna porción que le correspondiere a otro. Puede advertirse que producción y distribución son conceptos muy estrechamente unidos, pero hay quienes aclaran que la noción de productividad marginal de los factores es en rigor más una teoría de formación de los precios de tales factores no una teoría de la distribución.

El concepto de circulación, plasmó en un denominado “flujo circular del ingreso” que se hace vincular históricamente con los “tableau” de Quesnay del siglo XVIII, constituido por flujos, nominal y real, que establece nexos entre mercados de bienes y servicios y de factores, en los cuales es enfrentan las familias, las empresas, el Estado y el sector externo. De hecho la base real no es otra cosa que el intercambio de mercancías y dinero como expresión del movimiento general del capital, pero que aquí se los presenta sin ninguna conexión con éste, sino como instituciones, mercados y precios.

Elaborado como “teoría del consumidor” el concepto de consumo, es el último, definitivo y más importante escalón del proceso económico. Las decisiones de los empresarios sólo responden a las demandas de los consumidores deseosos de satisfacer sus necesidades, y éstos se encontraran en condiciones de alcanzar tal finalidad cuando se hallen en “equilibrio” entre necesidades, el presupuesto con el que cuenten y la correcta “asignación” del mismo ante cada bien y/o servicio que demanden, que es otra forma de decir que están maximizando su función de utilidad.

6.b. Supuestos de análisis

En cuanto a la estructura analítica y sus supuestos la economía neoclásica introdujo conceptos tales como:

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Mercados de libre concurrencia. Es el espacio vital y característico de desempeño de los hechos económicos y, sobre todo, el verdadero representante de la “sana” y “buena” economía”, porque allí los agentes económicos se muestran en las condiciones de libertad y propiedad adecuadas en la consecución de sus objetivos. Atomización, homogeneidad del producto, transparencia de información, movilidad del capital, libre contratación y uso del factor trabajo, son sus elementos sobresalientes. Todo esto es la base para que los “agentes” u “operadores” se desenvuelvan en condiciones de “flexibilidad” puestas por el funcionamiento de la “ley” de la oferta y de la demanda.

Función del dinero. Es ésta una concepción que la nueva economía recibe de Smith-Ricardo y la inscribe en su estructura sin mayores modificaciones. El dinero se lo define por lo que consideran su propiedad más importante: la de ser medio de circulación. Es demandado sólo para operar en las transacciones como intermediario y acceder a la posesión de los bienes que se necesitan, por lo que no es requerido por sí mismo. Esto como significación derivada consiste en que el dinero es “neutral” en el proceso de las transacciones, sólo es un “rodeo” para alcanzar los bienes y servicios. Pero como a pesar de todo el dinero varía en su valor es preciso levantar el “velo monetario” de las transacciones para examinar los cambios a sus precios relativos y no aquellos monetarios que da el uso del dinero. Pasa también junto con esta concepción la teoría cuantitativa que establece un vínculo entre la cantidad de dinero en circulación y el nivel de los precios, pero no en la versión clásica sino en aquella que le da I. Fisher en su conocida ecuación de cambio y de la cual la Universidad de Cambridge dará su propia versión.

Función de los precios. Se les concede la función de ser indicadores de “escasez” en los mercados y al mismo tiempo actúan como verdaderos “asignadores óptimos” de los recursos y factores de producción, se constituyen en “señal” y “guía” para la

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toma de decisiones de los empresarios, siempre en condiciones de mercados competitivos, o sea de “flexibilidad” de sus niveles.

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6.c. Nociones operativas

En cuanto a las nociones operativas e instrumentales aparecieron: a) el cálculo marginal, b) funciones lineales de maximización, c) la noción de sustitución entre los factores de producción, y d) productividad marginal de un factor, basado en la “ley” de los rendimientos decrecientes, extendidos a todos los factores de producción, realización ésta llevada a cabo sobre todo por J. B. Clark.

Habiendo hecho esta exposición panorámica de los cambios efectuados a la economía política, que ya no será más tal, sino “ciencia económica” o “economía” (en inglés “economics” o sea “económica”). Diremos que la nueva economía o economía neoclásica, si bien tiene puntos de contacto con la escuela clásica, no significa que sea una prolongación o desarrollo evolutivo de la misma. Hemos dicho ya que se propuso partir ex novo y construyó en verdad una concepción de la economía, su objeto, método, problemas y teorías completamente diferentes de todo lo anterior. No alcanza con decir que en materia de teoría del valor y de la distribución se produjo una “revolución” pero que en el resto los neoclásicos se movían en el mismo terreno que los clásicos (visión, empresa y capital) tal como sostiene Schumpeter en su Historia del análisis económico (F.C.E. tomo II, cap. VI, pp.121 y ss).

Hemos visto que la “visión” no era (ni es) la misma, la concepción de la empresa y del empresario tampoco eran iguales, y aun la definición del capital sufrió grandes modificaciones, y por tanto su función y su “retribución”. Examinando con más detenimiento, podríamos decir que los puntos de los clásicos que perduraron o pasaron (siempre con modificaciones) son aquellos que constituían en ellos los aspectos menos desarrollados teóricamente (Marx diría los vulgares), en tanto que aquellos seriamente encarados en torno del salario, la ganancia, la demanda efectiva, las crisis, acumulación del capital, etc. fueron dejados a un lado o tan reformulados que están totalmente desfigurados.

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El cambio de paradigma, guste o no, fue total. Por supuesto cambio de paradigma, en cualquier disciplina, no significa de hecho tirar absolutamente todo lo anterior sino inscribir en una concepción diferente los antiguos planteos, problemas y teorías. Algunos se reformulan, otros se eliminan y finalmente surgen nuevos que en la concepción anterior no podían aparecer. Y así fue en la economía, pero lo que pasó de los clásicos a los neoclásicos no fue ni lo mejor ni lo más importante, por eso la transformación aparece como una “revolución” que se desprende de toda la etapa anterior y “construye” algo nuevo quitando importancia a las clases sociales y sus conflictos, por una pretendida disciplina “deductiva” rigurosa por medio del álgebra.

6. d. Qué pasó de la teoría clásica al Marginalismo

A pesar de que se trató siempre de presentar al marginalismo como una “revolución” que superaba las incongruencias y concepciones rudimentarias de la escuela clásica, muchos conceptos fueron tomados por éste de aquél y de no poca importancia. Haremos una somera enumeración. Primero y principal la “ley” de Say como criterio de equilibrio y estabilidad de los mercados; segundo, los mercados libres en su funcionamiento por tanto vigencia de la “ley” de oferta y de demanda que se puede sintetizar como mercados con “flexibilidad” de precios, siempre se mueven y “ajustan” automáticamente ante variaciones de precio y cantidad. Tercero, la teoría del dinero como en su mera función de medio de cambio o de circulación, por tanto sin incidencia en las transacciones reales: neutralidad pues y necesidad de levantar el “velo monetario” para examinar los movimientos entre bienes. Cuarto, el capital considerado como medio de producción escaso de allí su valor y su derecho a un ingreso; Quinto, considerar el ingreso del capital como premio por afrontar el riesgo de la inversión.

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CAPÍTULO 7El modelo de equilibrio general

La versión más difundida de esta “nueva” economía, al menos hasta mediados de los años treinta del siglo XX, fue la realizada por Alfred Marshall, por su carácter integrador de las novedades más trascendentes de la misma junto con la rigurosidad analítica con fue expuesta. Pero poco a poco la obra de León M.E.Walras fue ganando terreno por la utilización del instrumental matemático y concebir la economía capitalista como una lógica de los fenómenos de mercado sujeta a la existencia de coeficientes de transformación o coeficientes de producción con lo cual su pensamiento se mostraba de manera patente como un modelo de intercambio puro, o sea un análisis de las transacciones económicas en el cual todos los mercados que constituyen el ámbito de aquellas se consideran de forma inmediata y simultánea como una situación general de equilibrio. Hacia mediados de los años cincuenta del siglo pasado (XX) esta construcción neoclásica experimenta un “refinamiento” que desarrollará aún más la utilización de instrumentos matemáticos sofisticados y poderosos, procediendo a una prolija exposición de las teorías.

Esta teoría o concepción refinada del equilibrio económico general mantiene y profundiza las características fundamentales que la ligan con la antigua concepción del siglo XIX – XX. Parte de concebir un estado económico estacionario, insiste en las condiciones de la “competencia perfecta” como base ineludible del análisis; reitera el supuesto de pleno empleo de los recursos; mantiene los rendimientos constantes a escala; sostiene expectativas rígidas empresariales (certidumbre); y acepta tecnologías diferentes como sustituciones maleables. A ello debe añadírsele que el problema de la distribución está íntegramente comprendido como problema de la determinación de los precios de equilibrio, o sea aquellos precios que materializan la igualdad de demanda y oferta en todos los mercados.

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La determinación de los precios de equilibrio se constituyó en el cometido central de la teoría. En este modelo económico, como ya lo hacía la vieja concepción neoclásica, son presentados los “agentes” u “operadores”: “las familias” y “las empresas” pero con un grado mayúsculo de obviedad inmediata y adventicia. Cada familia posee una dotación de recursos en las que se incluye diferentes calidades de trabajo y decide sobre la base de sus propias preferencias qué cantidad de bienes y servicios ofrecerá y qué cantidades de bienes y servicios demandara en los mercados.

Las empresas cumplen el papel de ser agentes que toman decisiones respecto de la producción y oferta de productos por un lado, y de adquisición de medios de producción y servicios productivos, por el otro. Dadas las preferencias y recursos de todas las familias y, dada también la tecnología de las empresas, las decisiones de los sujetos independientes que constituyen el sistema económico son funciones únicamente de los precios de todos los bienes y de todos los servicios. Aquí siguen muy de cerca a Walras.

En otros términos, cada sujeto despliega diferentes programas de compras y ventas para cada distinta lista o tabla de precios que se le presentan; las familias, naturalmente, despliegan su propio programa de modo que alcancen a maximizar la utilidad (precisamente definida a partir de las preferencias); y las empresas intentando maximizar la ganancia. El cometido central de la teoría no es otro que el de establecer la existencia de un conjunto de precios para los cuales los programas de todos los sujetos independientes sean compatibles, es decir, en que la demanda y la oferta sean iguales en todos los mercados.

Lo importante es que no se trata de de analizar el mecanismo de los intercambios efectivos que tienen lugar o se realizan en los mercados reales y en el transcurso del tiempo. El objetivo del análisis económico general es únicamente la compatibilidad de las decisiones independientes tomadas por cada uno de los operadores o agentes que constituyen el sistema económico. En tal planteo las eventuales divergencias entre demanda y oferta son puramente

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hipotéticas o “nocionales” de la misma manera que las variaciones de los precios considerados.

Las hipótesis que se formulan sobre el comportamiento de los sujetos y sobre la tecnología no agregan para nada realismo alguno a este enfoque. Por tal razón es altamente improbable que esta teoría pueda ser tomada como una descripción de la realidad capitalista actual, situación que los propios sostenedores no ignoran y afirman que en ciencia no obstante este tipo de teorías abstracto-matemática son sin dudas de una gran importancia no sólo teórica sino práctica, si bien no pueden ni deben contrastarse de manera ingenua e inmediata con la realidad ya que no aspira a ser un una descripción intelectual de lo real (Véase G. Debreu, Teoría del valor, Bosch editores; K. Arrow y F.H. Hahn, General Competitive Analysis, Oliver & Boyd, 1971).

Como fue la obra de León M.E. Walras la que inauguró esta formulación y constituyó la base de los posteriores refinamientos, pasaremos a exponer las características generales del “sistema walrasiano”.

Se trata de un sistema de relaciones lógicas o también de condiciones que determinan los valores de equilibrio de las variables económicas, es decir que determinan los precios de todas las mercancías incluyendo los llamados “factores de producción”, y las cantidades de tales mercancías y factores que son comprados por los consumidores, bajo el supuesto de la libre competencia tal como se dijo antes.

Dado que la determinación de estos valores está vinculada con la determinación de los ingresos (réditos) de los consumidores y de las diferentes categorías sociales del sistema económico, esta teoría del equilibrio económico general abarca al mismo tiempo la teoría de la distribución del ingreso. El resultado no es otro que el de una estructura lógica en la que las variables económicas mantienen relaciones de recíproca dependencia y están simultáneamente determinadas en condiciones de equilibrio estático.

¿Cómo están clasificadas, por así decir, las actividades económicas del sistema capitalista y de los sujetos cuyas mutuas

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conexiones sostienen al mismo? Hay una primera diferenciación importante que se hace entre capital e ingresos (Réditos). Con la denominación de capitales Walras entiende cualquier “bien económico” que pueda ser usado durante más de una vez en el proceso productivo, o sea, una forma de riqueza social que no se consume en el primer uso; por ingreso (réditos) hace referencia a aquellos bienes que se consumen en una sola vez o de inmediato.

El capital Walras lo divide en tres categorías: a) capital inmueble (la tierra); b) capital propiamente dicho o bienes de capital (maquinaria, edificios, equipos, instalaciones, etc.), y c) capital personal, así denominado a quienes disponen de determinadas capacidades o fuerza de trabajo. Los ingresos o réditos se refieren a los “servicios de los bienes de capital” o sea los “usos” de los tres tipos de capital durante cierto período, los bienes de consumo y las materias primas o productos intermedios que se utilizan en el proceso de producción de mercancías.

Puede advertirse que el capital, en la concepción de Walras, sirve para usos sucesivos, y cada uno de tales usos se lo concibe como un rédito o servicio. Es importante esta diferenciación por cuanto en la teoría de la producción de Walras los empresarios no son los propietarios de los bienes de capital sino que ellos sólo demandan “servicios” de los factores, o sea el uso temporario de “recursos” productivos escasos.

La determinación del equilibrio general se alcanza mediante un procedimiento de “aproximaciones sucesivas”, (tâtonnement, “tanteos”), conformado por cuatro niveles o estadios. El primer nivel o estadio del sistema lo constituye la teoría del intercambio, en el cual se examinan la determinación de las cantidades intercambiadas y los precios de los bienes de consumo. En el segundo nivel o estadio se expone la teoría de la producción, y en él se determinan las cantidades intercambiadas y los precios de los “servicios del capital” en todas sus modalidades, como también precios y cantidades de las materias primas utilizadas por las empresas.

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Las hipótesis que se establecen por el análisis son: 1) todo consumidor o productor del sistema se comporta según pautas de racionalidad económica que consiste en que persiguen la maximización de un objetivo; satisfacción en un caso, producción en el otro; 2) el proceso de producción se despliega de acuerdo con coeficientes técnicos fijos de producción, lo que significa que la cantidad de los factores de producción que se usan en la producción de una unidad de mercancía sea constante; que las empresas sean todas de igual dimensión productiva y que el precios de las mercancías sea igual al punto de intersección entre el costo total medio y el costo marginal, de manera que la empresa no obtenga ganancias ni pérdidas (ne faisant ni bénefice ni perte); 3) se consideran como dadas y constantes las cantidades de los bienes de capital en un sistema cerrado (sin comercio exterior).

El tercer nivel o estadio, es el que corresponde a la “teoría del capital”, que es en el que se examina la formación de los nuevos capitales, fundamento de la teoría del interés, es decir en el cual se tratan de la cantidad producida de los bienes de capital (capital propiamente dicho) y de sus precios. El cuarto nivel o estadio es el del dinero que se integra con los tres anteriores y se coordina en una síntesis general. El dinero para Walras es un elemento de su teoría del capital, por eso en las etapas anteriores del análisis trata los fenómenos económicos como el de un mundo sin dinero. Los precios son medidos en términos de un numerario, una simple unidad de cuenta y no como medio de cambio.

Aquí es donde aparece su concepto de “encaje deseado” por cada agente u operador por los motivos circulación y ahorro, que constituye una demanda de servicios de aprovisionamiento (o abastecimiento) a partir de un volumen de transacciones previstas. Tal demanda de dinero existe sencillamente porque es más cómodo conservar encajes para cambios futuros que procurarse el efectivo ante cada necesidad que de él se tenga. El dinero poseído cumple un servicio, exactamente de la misma manera que lo hace cualquier otro inventario de bienes.

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Las relaciones examinadas en los cuatro niveles o estadios unen a todos los agentes u operadores (clases sociales): terratenientes, capitalistas y trabajadores. Todos ellos “ofrecen” en el mercado los servicios de sus respectivos capitales y demandan a cambio los bienes producidos por las empresas. Los empresarios compran los servicios de los capitales y las materias primas necesarios para llevar a cabo el proceso de producción; ahora bien, los propietarios de los capitales que ofrecen sus servicios, en cuanto consumidores compran los bienes de consumo producidos y en cuanto ahorristas compran los bienes de producción producidos.

Anexo formalizado elemental del sistema walrasiano

I) Símbolos

1) Productos terminados en un número m, consumidos en un período determinado: A, B, C…, (período igual m = 3)

2) Servicios de los bienes de capital por unidad de tiempo en número n (n = 3): T,P, K…

3) Función de “escasez” o de utilidad marginal de cada sujeto o individuo, tanto para bienes de consumo como los servicios de los capitales: u = f(q)

4) Precio de los bienes de consumo: pa, pb, pc y, precios de los servicios de los capitales: pt,pp,pk…

5) Cantidades iniciales de servicios poseídos por los sujetos o individuos: qt, qp, qk…

6) Cantidades ofrecidas de servicios: ot, op, ok…

Cantidades de bienes de consumo demandadas a precios de equilibrio: da, db, dc…

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7) Coeficientes técnicos fijos de producción, o sea cantidad de los diferentes factores T, P, K…, que son utilizados para la producción de una unidad de cada mercancía o producto A,B,C….

Ecuaciones del intercambio general

De acuerdo con el principio de “maximización de la satisfacción” se requiere que las utilidades marginales de los bienes y servicios comprados sean proporcionales a sus precios, se tendrán n relaciones ecuacionales para los servicios productivos de cada sujeto, donde pa = 1:

Ft (qt – ot) = pt fa (da)Fp (qp – op = pp fa (da)…………………….

Y da m – 1 ecuaciones para los bienes ya que la ecuación para el bien A, el numerario, se suprime:

fb (db) = pb fa (da)fc (dc) = pc fa (da)

…………………….

Para cada sujeto tiene que valer la ecuación de equilibrio siguiente:

Ot pt + op pp + ok pk = da + db pb + dc pc

De manera que existe un conjunto de m + n ecuaciones que deben ser resueltas para las m + n incógnitas (ot, op…,da, db….)

Ecuaciones de la producción y del cambio

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El equilibrio general del mercado se determina por los sistemas de ecuaciones siguientes:

a) cantidades de servicios ofrecidos en función de los precios:

Σot = Ft (pt,pp,pk…, pb,pc,pd…)Σop =Fp (pt,pp,pk…, pb,pc,pd…)

……………………………………..

En total n ecuaciones. b) cantidades de bienes demandados en función de los precios:

a) Σ db = Fb (pt,pp,pk…, pb,pc, pd…)b) Σ dc = Fc (pt,pp,pk…, pb,pc,pd…)

……………………………………….

En total m ecuaciones.

Las cantidades de servicios que se usan tienen que ser iguales a las que se ofrecen. Y sabiendo que:

Σda = Da, Σot = Ot, etc, se obtendrá:

atDa + btDb + ctDc = OtapDa + bpDb + cpDc = Op

…………………………………

En total n ecuaciones.

Y para concluir los costos de producción tienen que ser iguales a los precios de los m bienes finales:

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at pt + ap pp + ak pk = 1bt pt + bp pp + bk pk = pb

………………………………..

En total m ecuaciones.

En el sistema hay pues un total de 2m + 2n ecuaciones, de las que una por la ley de Walras es dependiente de las otras. De manera que las ecuaciones independientes son en total 2m + 2n – 1 y son iguales en número a las incógnitas del sistema que debe determinarse:

Incógnitas Número

1) Cantidades de los servicios de los Capitales ofrecidos (Ot, Op…,) n

2) Cantidades demandadas de los bienes Terminados (Da, Db …,) m

3) Precios de los servicios (pt, pp, pk…,) n

4) Precios de los bienes terminados (pb,pc…,) m – 1 ___________ 2m + 2n – 1

El equilibrio es posible.

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CAPÍTULO 8Los “nuevos” conceptos vulgares de capital,ganancia e interés

8.a. El problema del capital y del interés

La fuente del debate y de las controversias teóricas en el campo de la Economía Política, a raíz de la formulación marginalista, se planteará en su nivel más profundo, no tanto en la fijación de los precios y el equilibrio de los mercados, dando a entender como supuesto analítico que el capitalismo es una economía armónica y estable que sólo experimenta fluctuaciones temporales, sino en torno de uno de los planteos más duros e importante: ¿de dónde procede ese excedente, plusvalor o interés, y que de manera permanente va a para a manos de los propietarios del capital? O sea si las ganancias, la renta y el interés, constituyen un excedente del que pueden apropiarse los dueños de los medios sociales de producción (Mp) como consecuencia del poder que concede precisamente la propiedad de tales medios a la clase empresarial capitalista, posición ésta que corresponde a la economía clásica y Marx. O si deben ser considerados como un “rendimiento” específico de determinado “factor” de producción.

En este último caso, que es la posición del marginalismo, ya no se trata de que ganancia, renta e interés sean fragmentos de un todo excedentario que se apropian empresarios industriales (ganancia), terratenientes (renta) y capitalistas financieros (interés), sino que se intentará atribuir cada rendimiento como una compensación por su contribución al proceso económico a cada “factor” y no a la propiedad del factor, o sea se lo concibe con independencia de las clases que lo representan.

Fue este un afán persistente de los economistas marginalistas. Apuntaban siempre a rescatar al “capital” como un “factor” productivo en igualdad de importancia y función que el del trabajo asalariado y la tierra. Ningún factor tendría que estar por encima de

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los otros, de esta manera todos se convertían en necesarios e irreductibles. Tanto en el proceso de producción como en el de distribución el capital debía aparecer con toda fuerza subrayando su papel decisivo junto con los otros dos.

Pero al así hacerlo asignaba la ganancia cual si fuera el precio de un factor específico, que surgía del uso que de del mismo hiciera quien lo demandara y que debía pagar para dedicarlo a la producción de “bienes y servicios”. Y aquí surgían algunos problemas: ¿la ganancia era el precio de qué específico factor? Si se respondía que tal factor era “el” capital se planteaba entonces el interrogante ¿el interés precio de qué factor específico es? De manera que el tratamiento de la ganancia y del interés desembocaba en la necesidad de identificar, en principio, el factor, y en segundo lugar una vez hecho esto determinar que cosa era exactamente tal factor. Todo esto era en realidad enfrentar la teoría del capital y de la ganancia. ¿Cómo encaró el marginalismo el planteo y qué solución le dio? Veamos.

8.b. El planteo de los clásicos y de Marx

Como ya ha sido expuesto en el capítulo Introductorio y en el capítulo I, tanto en Smith como en Ricardo, ganancia, renta e interés del capital, aparecen o se muestran como simples “deducciones” del valor del producto del trabajo asalariado, de manera que el origen de tales categorías tienen su base en la apropiación de una parte del valor total producido por el trabajo, y apropiado por la sencilla razón de ser los empresarios propietarios del capital bajo cuyo dominio se desenvuelve el proceso global de producción. Esta fracción del valor producido es, entonces, concebido como excedente o como residuo. Como excedente luego de la reconstitución del valor de la fuerza de trabajo asalariada (Ft) expresada en el valor de los medios de vida y subsistencia del trabajador y de su familia; como residuo porque luego de abonar a los trabajadores precisamente su salario, queda un remanente.

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El planteo de Marx, continúa esta senda y desarrolla hasta su culminación lógica el mismo. Para él la diferencia entre el valor del producto final y el valor de la fuerza de trabajo, constituye el plusvalor como categoría general del excedente y las formas en que se descompone son la de ganancia empresarial, interés del capital de préstamo y renta territorial. El dinero adelantado (invertido) para ser fructificado en las condiciones de los trabajadores asalariados no propietarios y los capitalistas como propietarios no trabajadores, constituye una relación social de valorización del dinero y por lo mismo actuando como capital. Así el capital no es una cosa sino una relación social productiva, dentro de la cual mercancía y dinero se transforman en capital. Por eso tanto una como el otro aparecen como “capital”, se constituyen en medios idóneos para los propietarios de los medios de producción de adelantar valor como dinero y mercancías para recuperarlo luego acrecentado, que en la fórmula más sencilla del movimiento general del capital individual en Marx toma la siguiente forma:

D – M … P … ∆M – ∆D

8.c. La explicación marginalista

Esta forma de abordar el proceso de producción y de movimiento general del capital fue desechado rotundamente por la economía neoclásica. Consideró un planteo erróneo el hacer derivar la ganancia de los empresarios de un excedente apropiado por ellos a expensas de la explotación de la fuerza de trabajo asalariada. Y lo que intentaron fundamentar residió en reformular completamente la teoría del capital y el origen de la ganancia.

Establecieron que debía hacerse una clara diferenciación entre el interés del capital y la ganancia del empresario. Fue J. B. Say uno de los primeros en sistematizar tal diferenciación, el empresario compra según él, los “servicios productivos” de los trabajadores, del capital y de la tierra, a los cuales remunera o paga por el uso

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que hace de ellos para llevar a cabo el proceso de producción de mercancías.

Esta posición será la que ganará terreno en la nueva economía en sucesivas formulaciones. Por ejemplo en el caso N.W. Senior quien fundará el origen de la ganancia en la conocida concepción de la “abstinencia”, esto es el empresario capitalista se abstiene de consumir su capital y lo desplaza hacia lo futuro, por lo cual “debe” recibir o tiene derecho a percibir una remuneración. En este sentido la nueva economía afirmaría que la ganancia del empresario debe comprender como mínimo la recompensa de los siguientes tres componentes: intereses del capital, prima de riesgo, y el salario de administración del capital o salario por el trabajo del empresario propiamente dicho, de manera que el trabajo del empresario, como el del trabajador común asalariado, tiene que ser pagado por tal esfuerzo. Esta fue la posición de Hans von Mangoldt (1824 – 1868).

8.d. Capital y ganancia en John Bates Clark

Ahora bien, la teoría que ganó aceptación general respecto del tema fue la que se basó en la productividad marginal del capital que aparentó darle una explicación “racional”, y esto fue obra de John Bates Clark. Para él la ganancia del capital está plenamente justificada ya que el capital es productivo, la ganancia no es un robo sino un hecho completamente natural como compensación por su contribución a la generación de riqueza económica. Más aún la compensación o remuneración del capital se explica exactamente de acuerdo con los mismos principios que explican el salario del trabajador: el principio de la productividad marginal de los factores de producción.

Pero Clark se topará de inmediato con la necesidad de establecer con claridad qué es el capital entonces, ya que si bien en el caso del trabajo se puede hablar de horas-hombre para vincular si sombras de dudas el salario, y en el caso de la renta territorial se trata de hectáreas de tierra de determinada fertilidad, ¿de qué se

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habla cuando se establece la relación ganancia-capital, o a qué se refiere la afirmación de que la ganancia es el precio o el ingreso del “capital”?

Pues bien Clark enfrenta el problema sosteniendo que hay dos modos diferentes de entender el capital. Hay una primera acepción que determina como capital al conjunto de los bienes de capital que requiere el proceso de producción (maquinarias, equipos, instalaciones, mat. primas, etc.). Es ésta una determinación de carácter físico, técnica o material del capital y por tanto esencialmente heterogénea. La segunda acepción de Clark la refiere a un flujo de riqueza productiva. Este es una determinación general, abstracta, que se refiere a una cantidad o fondo de capacidad productiva a la que Clark llamó “Capital Puro” y la consideró como si fuera de carácter homogéneo y divisible. Clark a pesar de pensar este segundo concepto como de carácter general, le dio un sentido también físico como en el primer caso.

Para explicar su idea del Capital Puro, Clark la comparó con el ejemplo de una catarata, la cual en una determinada unidad de tiempo está constituida por una multitud de gotas de agua, que se desplazan e inmediatamente son seguidas por otras, y sin embargo la “entidad” catarata sigue siendo la misma. Pues del mismo modo, afirma Clark, el capital puro, puede ser concebido en un corte analítico temporal compuesto de mercancías-capital específicas que son usadas, consumidas y reemplazadas por otras , pero el capital puro es una unidad subsistente en todo momento. Clark creyó, erróneamente, que había establecido con seguridad la existencia de una entidad física homogénea, la de un factor productivo permanente cuya propiedad consiste en dar un rendimiento neto: el capital.

Debe señalarse que Clark sostuvo también que el pago por la administración no era una ganancia del capital sino un salario ya que el pago por el uso del capital es el interés siendo la ganancia el remanente que queda una vez remunerado los demás factores. Supuesto que la economía capitalista se caracteriza por la existencia de mercados competitivos, la función de producción agregada tiene que ser linealmente homogénea de primer grado, con lo cual

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no habría ganancias o como se suele decir la ganancia es cero, de aquí la expresión de rendimientos a escala constantes. La teoría de la productividad marginal del capital y su remuneración para toda la tradición posterior se asentó en la concepción del capital como valor y no como una entidad física específica, fuente futura de encendidos debates y preanuncio de un derrumbe teórico de la economía neoclásica en manos de J. Robinson, la escuela italiana de Cambridge y en particular Piero Sraffa.

8.e. Capital e interés en E. von Böhm Bawerk

Veamos ahora las grandes contribuciones de Bohm-Bawerk sobre el tema que estamos exponiendo y que se refieren a sus teorías del interés y del capital. El concibe, como si se tratara de una visión preanalítica, que una característica de la condición humana y de su comportamiento social es la subestimación del futuro y, por tanto, una sobrevaloración del presente. Tal característica va más allá de cualquier sistema económico-social pasado, presente y futuro, ya que nace de la vigencia de un principio económico esencial y universal: el de la escasez. Entonces no es un rasgo distintivo del capitalismo, el socialismo igualmente se enfrentaría con el mismo problema.

Los hombres, sostiene Bawerk, tienen ciertas necesidades que requieren, para ser satisfechas, el uso de determinados recursos materializados en una variedad de mercancías. Con relación a las primeras los hombres tienden a subestimar las necesidades futuras; respecto de las segundas se inclinan por sobreestimarlas, y con relación a las terceras, las mercancías presentes les permiten obtener mercancías futuras de mayor valor.

Estas afirmaciones se constituyen para Bawerk en tres “razones” o “argumentos” que fundamentan el que las mercancías presentes valgan más que las futuras, aun cuando sean de la misma clase, de modo que para hacer que ciertos hombres cambien mercancías presentes por mercancías futuras habrá que pagarles una “prima” o “agio” que permita igualar el valor de las mercancías

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presentes con el de las mercancías futuras. Este “agio” es el interés, que en el fondo no es otra cosa que un pago por “usar” capital y dedicarlo a la producción.

Las dos primeras “razones” Bawerk las denomina “psicológicas” y conforman la base de la denominada “teoría de la preferencia por el tiempo”, mientras que la tercera razón es de carácter tecnológica puesto que se estará dispuesto a pagar una “prima” para obtener mercancías presentes en la medida en que la posesión de ellas es un medio para destinarlas (invertir) a un proceso de producción que de un rendimiento físico superior que exige, entonces, “absorción de tiempo” o bien un proceso productivo indirecto, que da “rodeos” y prolonga el “período de producción”, lo que es sinónimo de aplicación de tecnología lo que culminará en que una cantidad de mercancías de consumo presentes puede representar una mayor cantidad de mercancías de consumo para lo futuro.

Bohm-Bawerk considera que a medida que se prolonga el “período de producción”, se usa cada vez más capital y se expande el producto final, aunque a una tasa decreciente. Los factores se van agregando como flujo, pero las mercancías están prontas en un punto discreto del tiempo. El capital será para él, como conclusión, productos intermedios, o sea elementos que apelan a métodos cada vez más indirectos o más prolongados. De aquí la relación que tiene el interés con el tiempo, ya que éste lo paga el empresario porque le permite aumentar la producción y sus ganancias.

8.f. El planteo de Irving Fisher

Esta concepción del interés y del capital de Bohm-Bawerk fue retomada y reformulada por Irving Fisher, para quien la determinación del primero reside en un factor objetivo calificado como “oportunidad de invertir” y que alude a la posibilidad de aumentar el consumo futuro, renunciando a una parte del consumo presente, y en un factor subjetivo que Fisher llama

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“preferencia por el presente”, que abarca “la impaciencia” o “deseo de gastar”.

La formulación anterior sobre la tasa de interés es una formulación que hace el marginalismo basándose en rigor en un escenario económico de carácter más bien pre-capitalista puesto que apela a situar las decisiones de ahorro en un agente al cual le es preciso “abstenerse” del consumo presente, lo que le significa un “sacrificio” y por tanto es este el fundamento de exigir una prima o agio (interés) para lograr que “ceda” (preste) su patrimonio dinerario a un tercero, o sea a un empresario productivo que destinará a usar el dinero como capital, por tanto para obtener un rendimiento que cubra el pago de aquella prima y reste aún un remanente en calidad de ganancia neta. El interés quedaba así determinado como el precio sino de un “algo” físico específico sí de una actitud económica de la cual nace el “derecho” a la percepción de un plus bajo la modalidad del interés.

Esta formulación pasaba por alto una serie de dificultades analíticas que al ser expuestas como críticas señalaban las incongruencias que contenía (y que aún contiene). Partiendo de que la relación que se establece es entre el propietario de un patrimonio dinerario y de un empresario productivo, siendo el objeto de la transacción el dinero como capital, los “ahorristas” que sacrifican su consumo de hoy por un consumo futuro, no pueden ser sino sectores sociales especiales para quienes la dilación de su consumo no les plantea dificultad alguna ya que nadie con necesidades insatisfechas tomará determinaciones que posterguen lo impostergable.

8.g. Deficiencias de la exposición marginalista

De manera que estos “ahorristas” son en realidad una fracción particular de empresarios capitalistas dedicados al tráfico de dinero (inversión financiera) que no sólo no se “abstienen” de consumir y no les significa esto “sacrificio” alguno del consumo presente, sino que más bien no quieren consumir porque si lo hicieran este gasto

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le recortaría la capacidad de su patrimonio para ofrecerla en préstamo con lo cual obtendrían menos volumen de ganancia. Son pues capitalistas ansiosos de valorizar su dinero como capital y esto no tiene nada que ver con abstención o sacrificio alguno, y si lo tuvieran sería exactamente al revés: no poder prestar (invertir) es un verdadero sacrificio y una abstención onerosa (el costo de no percibir la tasa de interés).

En tanto que para los sujetos de un sistema pre-capitalista las mercancías presentes valen más que las mercancías futuras, de manera que tendrá una alta “preferencia por el tiempo”, por eso si “ahorra” ello le significará una disminución del consumo presente, para los empresarios capitalistas son las mercancías futuras las que valen más que las mercancías presentes, ya que cualquier incremento del consumo presente a partir de un límite atentará contra el proceso de acumulación de su capital, y es esto lo que le resultaría un sacrificio y en términos actuales un “costo de oportunidad”.

En relación con la adjudicación de la ganancia neta del capitalista como precio de una capacidad empresarial de “administrar” o “gestionar”, es aún más insostenible. La economía neoclásica, como vimos, estableció una distinción entre el capitalista como propietario del capital y el empresario como “director” responsable de la combinación y eficiencia de los factores productivos, asignándole a este último la ganancia neta como la de “salario de administración”.

Si se trata de un “salario” por más elevado que fuera y por más que respondiera a una calificación especial, esto no lo colocaría fuera del pago por un trabajo calificado, de la misma manera que sucede cuando, como cualquier otro, la empresa contrata a un trabajador especializado, más todavía si como es notorio existe un mercado de “managers” al cual acuden los capitalistas para cubrir los puestos de dirección y administración, es cierto que se trata de un mercado laboral especial, pero mercado laboral al fin. La ganancia neta quedó inexplicada hasta hoy.

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Pero lo que quedó sepultada y completamente ignorada fue la cuestión crucial de ¿qué es el capital? Todavía a mediados del siglo XX, es posible encontrar la siguiente afirmación de un eminente economista: “La gente sigue formulándose la pregunta sin sentido: ¿qué es capital?” (J.A.Schumpeter, “Historia del análisis económico” F.C.E. México 1971, tomo I, p. 542).

La determinación de qué cosa es capital quedó “sobreentendida”, de acuerdo con lo expuesto antes, como un valor que pareció eliminar el problema de la heterogeneidad de los medios de producción que los empresarios usan para el proceso productivo. Pero al descansar en ello las dificultades no desaparecieron sino que se multiplicaron. ¿Qué es ese “valor-capital” del cual el interés vendría a ser su precio? ¿Una suma de dinero? ¿Mediante qué circunstancias tal suma “genera” un rendimiento? De manera que, para sintetizar la posición del marginalismo ante este problema puede resumirse diciendo que su búsqueda de un bien específico como “capital” fue pasando de concebirlo como un conjunto de medios físicos usados como medios de producción, luego cual si fuera el valor de ese conjunto, hasta tratarlo como un fondo de valor.

Sin embargo aquellas preguntas no fueron respondidas, y se volverían imperativas despejarlas cuando se pretendiera dar un status analítico serio a una construcción macroeconómica como la llamada “función de producción” en tanto base explicativa para una teoría del crecimiento económico del capitalismo: Y = ƒ (N; L; K) siendo N igual a trabajo asalariado, L igual a tierra o recursos naturales y K igual a capital. Si la cantidad de trabajo se mide en horas y la tierra en hectáreas ¿en qué se mide el capital? ¿cómo medir “algo” que no se ha determinado qué es? El capital se mostraba como palabra no como concepto. No había teoría que lo explicara. Esto se constituirá en el punto de partida de los debates entre la escuela de J. Robinson de la Universidad de Cambridge y Solow-Samuelson del M.I.T. Cambridge de los EE.UU.

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TERCERA PARTE

PIERO SRAFFA:PRODUCCIÓN CON EXCEDENTE SIN TEORÍA DEL VALOR

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CAPÍTULO 9Introducción general

Al considerar la labor analítica de Piero Sraffa (1898-1983) el lector puede sentir cierta perplejidad porque se enfrenta a una obra que no se ubica en la modalidad tradicional de encarar los problemas del capital y su resolución teórica. Es posible que le ocurra algo parecido al desconcierto que manifestara Thomas de Quincey en relación con la obra de D. Ricardo quien “…había deducido a priori, sencillamente por medio de la inteligencia, las primeras leyes que arrojaron un rayo de luz sobre el informe caos de los materiales” (“Confesiones de un comedor de opio inglés” Espasa-Calpe, 1954).

Con el análisis de Sraffa aparece una nueva e impactante modalidad de hacer teoría económica que se evade de la modalidad marginalista, pero que también se aparta de la línea analítica consabida de los clásicos y de Marx. En realidad P. Sraffa, en su labor teórica, se apartará de tres posible caminos analíticos que se practicaban en su época (la década de 1920 en adelante) en el análisis de la teoría académica vulgar neoclásica: 1º) el de “actualizar” y “acercar” la teoría económica a la realidad contemporánea del capitalismo bajo la denominación de “competencia imperfecta” (J. Robinson, E. Chamberlin, etc.); 2º) “reformular” la teoría marginalista al estilo de J.M. Keynes, y 3º) seguir la trayectoria de M. Kalecki, o sea “ignorar” al marginalismo, apuntando a las variaciones de la demanda efectiva y su conexión con el ciclo económico.

El camino de actualizar la economía que siguió en un principio J. Robinson en su Economía de la competencia imperfecta, se debía a la insatisfacción por el estado de la teoría marginalista y sus tropiezos con los fenómenos económico-sociales reales que no sólo escapaban a la comprensión prevista por aquella sino que directamente aparecían contradiciéndola (desocupación involuntaria real ante desocupación “voluntaria” prevista; dinero como inversión palpable del capital versus dinero idealmente neutral en la circulación; precios establecidos por las empresas ante

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precios determinados por la oferta y la demanda; crisis y depresión ante pleno uso de recursos y su equilibrio, etc.).

Para Sraffa la intención de “modernizar” la teoría siguiendo la línea de estudiar los “mercados imperfectos” estaba condenada al fracaso pues eso significaba moverse aún en el análisis de la estática irreal del marginalismo microeconómico à la Marshall, basado en el equilibrio de oferta y demanda, la flexibilidad de los precios que ahora son lentos para ajustarse, escasez de bienes y factores, sumados a la ley de los rendimientos decrecientes. Para él no hay fallas por ausencia de actualización: toda la teoría marginalista es una impostura. Ese camino lo había iniciado él mismo en sus escritos de 1925 (“Sulle relazione fra costo e quantitá prodotta”, Annali di economía, 2) y de1926 ( The laws of returns under competitive conditions”, Economic Journal 36) en los que advertía las inconsistencias de la economía marshalliana dominante, pero lo llevó más allá, lo llevó a concluir lo inútil de tal tarea.

No seguirá tampoco la acometida emprendida por J.M. Keynes y su obra Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. Keynes propuso reformular profundamente la concepción marginalista “desde adentro” no emparcharla sino eliminar partes ostensiblemente débiles y hasta contradictorias para alcanzar una formulación “racional”, coherente. Al hacerlo, no obstante haber llevado una profunda labor crítica de la ley de Say y de la teoría de la ocupación del modelo marginalista “clásico”, quedó a mitad de camino, lo cual propició, desde 1937 en adelante, la reconstrucción espuria de su análisis por parte de Hicks; Modigliani, Hansen, Samuelson y otros, que culminó en la increíble tergiversación de su pensamiento en el modelo IS – LM y sus variantes, éstas sí “actualizadas” constantemente hasta hoy.

Se apartará también Sraffa del tipo de análisis que llevará a cabo M. Kalecki. Éste influido por Marx había adoptado modos de análisis que le permitían establecer una conexión entre las variables institucionales o sociales y su versión analítica formal (matemática), cuando trata el movimiento del ciclo económico, la composición y los problemas de la realización de la demanda global y las

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cuestiones relacionadas con las decisiones de inversión de los capitalistas y la rentabilidad esperada. Kalecki rechaza totalmente al marginalismo y elabora un análisis constructivo en su reemplazo pero su cercanía a Marx (aunque no a su teoría del valor) lo convirtieron en un ignorado por la tradición académica mayoritaria y también, dicho sea esto de paso, despreciado por los economistas de la ortodoxia marxista vulgar soviética.

Sraffa adoptará otra línea de análisis y otra modalidad expositiva de su obra: i) recortará su ámbito de análisis y, ii) usará el instrumento de las ecuaciones lineales. De este modo se alejará, simultáneamente, de los neoclásicos y de sus impugnadores para retomar un planteo de carácter clásico pero en términos nuevos y estrictos en su formulación que, en realidad, se vincula con otro linaje teórico que lo acerca más con autores como Dmitriev, Bortkiewicz; Von Charasoff; Okishio, Shibata, Von Neuman, Leontieff, quienes analizan las relaciones económicas del capitalismo bajo la construcción de modelos lineales. Economía analítica que establece planteos y soluciones completamente diferentes de los modos más conocidos de concebir los problemas económicos del capitalismo.

La obra de Sraffa, a diferencia de muchas de las obras de aquellos economistas, y esto nunca es suficientemente resaltado en la literatura del análisis económico, es esencialmente teórica y, aun no siendo lo principal de ella, su “modo de exposición” adquiere una enorme importancia porque contribuyó a una mejor comprensión y a una mayor claridad de los términos problemáticos teóricos, al mismo tiempo dio lugar hoy a una modalidad de abordar los mismos, más desde los instrumentos matemáticos que desde la teoría económica, habiendo sido adoptados de inmediato en la investigación y la profesión. Pero tal situación de predominio de lo formal sobre lo teórico no puede serle imputada a él. Como muy bien afirma A. Mora Plaza “Sraffa es un economista puro que utiliza las matemáticas, pero que sustituye las conclusiones formales por los razonamientos económicos que ellas implican, a diferencia, por ej. de Von Neuman… nace una nueva teoría económica de la que Sraffa creó y puso la

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semilla. Aún está por desarrollar. En mi opinión no es la teoría de Sraffa una aportación más en la historia del análisis económico, sino una alternativa, tanto a la macroeconomía como a la microeconomía” (Cfr. A. Mora Plaza, “Descifrando a Sraffa” pp. 11,12.“www.eumed.net/libros/2010e/839/index.htm”). Es también, y ya sin dudas, una teoría alternativa a la teoría del plusvalor de K. Marx.

Razón, pues, le asiste a A. Roncaglia cuando afirma que cuando Sraffa “vuelve” a los clásicos “…es un retorno que hay que entender de modo especial, no simplista…” y que “…el cambio de planteamiento no sólo afecta al modo de resolver los problemas, sino también – y en primer lugar – al modo mismo de definirlos. “Producción de mercancías…” sugiere así, un cambio radical en el modo predominante de afrontar los problemas de la teoría económica en general” (A. Roncaglia, Sraffa y la teoría de los precios”, Editorial Pirámide, Madrid, 1980, p. 55).

De modo que la ambición teórica de Sraffa se situó muy por encima de una instancia crítica dirigida como objetivo único y principal el desafiar a la economía vulgar neoclásica y desmontar sus falsas construcciones argumentales. Su afán consistió en retomar un paradigma abandonado y despreciado por aquella economía que en manos de los clásicos y Marx, según él, sufriera un desvío que lo llevó a contradicciones insolubles, por tanto, a la infecundidad teórica y operativa.

Como trabajó en Cambridge encontró que la economía dominante en el mundo académico y de investigación estaba completamente influida por el paradigma marginalista en la versión de A., Marshall. Él consideraba que el marginalismo era una “aberración” en el desarrollo del análisis teórico de la economía, de modo que superarlo resultó ser su finalidad crítica primera y simultáneamente su inmediata víctima, ya que se propuso explicar consistentemente el sistema de relaciones mercantiles intersectoriales del capital sin apelar para nada a variaciones marginales, bienes escasos, factores de producción y sus productividades, pleno empleo, oscilaciones de oferta y demanda,

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conductas optimizadoras de los “agentes”, funciones de producción, dinero neutral.

Y para despejar dudas Sraffa afirmaba que “Es necesario volver a la economía política de los fisiócratas, de Smith, Ricardo y Marx. Y se debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y ii) continuar y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica tal se venía desarrollando desde Petty, Cantillón, los fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx. Este natural y consistente flujo de ideas fue súbitamente interrumpido y sepultado en el fondo; fue invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de un maremoto por la economía marginalista. Tiene que ser rescatada” (citado por Luigi Pasinetti “Continuity and Change in Piero Sraffa´s Thought. An Archival Excursus” pp.10-11) Sraffa, pues, ab-initio de su obra se aparta del análisis marginal.

Sraffa es parco pero muy claro en relación con lo que se propone y con sus precedentes teóricos: “La investigación se ocupa exclusivamente de aquellas propiedades de un sistema económico que no dependen de variaciones en la escala de producción o en las proporciones de los “factores”. Este punto de vista, que es el de los antiguos economistas clásicos desde Adam Smith a Ricardo, ha sido sumergido y olvidado desde el advenimiento del método “marginalista”. La razón es obvia. El enfoque marginalista exige que la atención se centre en la variación, porque sin variación, bien en la escala de la industria, bien en “las proporciones de los factores de producción”, no puede haber producto marginal ni costo marginal” (P. Sraffa, “Producción de mercancías por medio de mercancías”, Oikos-Tau, Barcelona, 1965, p.11).

Es claro aquí su objetivo crítico del marginalismo.Pero también se aparta de Smith de Ricardo y de Marx en una

posición que es claramente ostensible en relación con éste último y aceptando del anterior su análisis en términos de grano. Al respecto Heinz D. Kurz dice que Sraffa “…fue un crítico de la teoría del valor trabajo. Esa teoría involucraba, subrayó, una “corrupción” de la teoría del valor basa en el concepto de “costo real físico”, que él consideraba como el punto de partida correcto…En el argumento de Sraffa los valores trabajo no desempeñan ningún papel” (H. D. Kurz, “Las contribuciones de

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Sraffa a la economía: algunas notas sobre sus trabajos inéditos”, “Investigación Económica”, Abril-Junio, vol. LXVI, Nº 260, UNAM, 2007). De manera que todos los planteos aporéticos a que diera lugar la formulación de la vigencia de una ley del valor a partir de la obra de A. Smith, continuada por D. Ricardo y reexpuesta críticamente por K. Marx, como se expuso en la Primera Parte, fue dejada a un lado por Sraffa considerándolos de un enorme error conceptual y analítico: “Es una pura concepción mística la que atribuye al trabajo un don especial de determinar valor” (H. D. Kurz op.cit.).

Pero Sraffa, hizo algo más: exigió de su análisis, como un logro supremo, hacer de la Economía una ciencia matemáticamente rigurosa y por lo mismo elaborar teorías que pudieran ser comprobadas (verificadas, falsadas, etc.). Para él lo fundamental de la teoría económica, o sea el estudio del plusproducto y su distribución bajo estrictas condiciones de intercambio, consiste en que se trata de un problema puramente técnico, susceptible de una solución precisa. Construyó también su explicación positiva sin alusión ni fundamento en cuestiones de índole social, institucional, filosófica, o epistemológica previa, razón por la cual no aparecen oposiciones (antagonismos) y su resolución. La estructura socio-económica como sujeto del análisis por tanto no aparece, se parte de ella como de un supuesto, cual un dato dado. Sraffa, pues, plantea en realidad un tipo diferente de examen científico del de Marx y que se acerca más a la concepción de las ciencias físico-naturales en las cuales predomina de modo omnímodo el tratamiento matemático de las teorías e hipótesis.

Lo anterior fue advertido con aguda perspicacia por Joan Robinson cuando dice que algunos encontraran la lógica (de Sraffa) demasiado pura “…entramos de inmediato en el argumento sin ninguna discusión preliminar de los supuestos ni delimitación de tópicos. Es evidente que nos encontramos en una economía capitalista, pero… nunca se menciona el capital. Hay ganancia, pero no empresas; salarios, pero no sobre de pago; precios, pero no mercados. No se menciona nada más que las ecuaciones de producción y

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las condiciones necesarias del intercambio”. (J. Robinson, “Preludio a una crítica de la Teoría Económica” en “Crítica de la Teoría Económica” FCE. Lecturas Nº 21, p. 189).

De manera que el sistema económico que presenta al análisis lo elabora Sraffa sometido a restricciones que, sin embargo, son pertinentes y suficientes para su finalidad particular: demostrar que en condiciones dadas y supuesto el equilibrio, los precios relativos y la tasa de ganancia pueden ser interpretados sin recurrir a los conceptos neoclásicos de oferta y demanda regidos, por una pretendida “ley” de los mercados de “factores”, y de la demanda global como un elemento externo preexistente.

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CAPÍTULO 10Terminología de “Producción de mercancías…”

Uno de los aspectos que más resistencia ofrece al lector común y al que aborda por primera vez la obra de Sraffa es el de la comprensión de los conceptos con los que trabaja y sus significados. Damos una sucinta lista de los términos con los que trabaja en su obra.

1) Métodos de producción. Usado también como sinónimo de “técnicas” de producción. Son magnitudes que se combinan en términos de coeficientes de insumos, o sea de medios de producción (Mp) y de trabajo asalariado (Tw), que surgen del proceso físico productivo: “Denominaremos a estas relaciones “los métodos de producción y de consumo productivo” o, para abreviar, los métodos de producción” (Cfr. Op. cit., pp.17/18)

2) Industrias. Ramas de producción o conjunto de empresas de variados tamaños o escalas que producen un tipo de mercancía homogénea. Es de origen marshalliano.

3) Sistema económico. Este término tomado de modo inmediato de la literatura económica puede dar lugar a una interpretación equívoca. En Sraffa, como en los economistas matemáticos anteriores a él, claramente está vinculado a relaciones cuantitativas más que a aspectos institucionales. En los análisis de economía matemática se denomina así a un conjunto determinado de incógnitas que tienen como exigencia y condición de equilibrio el de satisfacer un igual número de ecuaciones compatibles e independientes. Brevemente por sistema económico se deberá entender un conjunto de ecuaciones que posee, lleva o tiene una solución matemática definida. Se advierte, entonces, que el término no alude a diferentes modos de producción en la organización social del trabajo como por ejemplo sistema feudal, sistema capitalista o sistema socialista. Es preciso

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en consecuencia diferenciar la primera acepción de carácter analítico-matemático de la segunda que es teórico-institucional. Se debe aclarar que por supuesto hay (¡debe haber!) una correspondencia entre ambos conceptos pero para este caso sus propiedades tiene que ser explicitadas al plantear y examinar un problema. El modo capitalista de producción que supone Sraffa es, a los efectos analíticos, transformado en relaciones cuantitativas generales sin hacer hincapié en sus aspectos socio-institucionales.

Lo que sí cabe observar en esta modalidad de teorizar es que se corre el peligro, por descuido de presentación o por desprolijidad teórica, de exponer sistemas económicos reales socio-institucionalmente diferentes que sean erróneamente analizados como idénticos desde lo formal-matemático.

4) Medios de producción. Equivalente a capital, aun cuando no en el sentido marginalista de este término. En razón del análisis, Sraffa concibe todo capital fijo como rotando en un solo período lo cual es igual a considerarlo como capital circulante. Dicho de otro modo no debe pensarse que los medios de producción son sinónimo capital fijo, quizás deba decirse en rigor que son capital fijo pero tratados como capital circulante.

5) Capital. Esta categoría es expresamente evitada por Sraffa en razón de sus connotaciones cuantitativas al estar ligada estrechamente con el supuesto de que “…representan cantidades que pueden medirse independientemente de, y antes que, la determinación de los precios de los productos” (“Producción…” op. cit. p. 25), él quiere liberarse de todo presupuesto y/o prejuicio de carácter marginalista. Por esta razón capital lo concibe en principio como un conjunto de medios de producción heterogéneos hasta dar con su propia formulación en términos de trabajo fechado.

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6) Valor. Toma este concepto como sinónimo de precio y usa a ambos de manera indistinta, ya que son o expresan “…relaciones que satisfacen las condiciones de producción…” (“Producción… op. cit. p. 24). En consecuencia deben interpretarse ambos conceptos como relaciones cuantitativas que satisfacen las condiciones matemáticas de solución de la producción de mercancías. Sraffa aclara que procura no usar el término “costo de producción” pero tampoco nada que se asemeje al sentido marginalista ni a lo que él considera que sería más apropiado como los clásicos “precio necesario”, “precio natural” o “precio de producción”. Valor y precio las prefiere por ser “…expresiones más cortas y no más ambiguas en el presente contexto (que no contiene referencia alguna a precios de mercado).” (Op. cit. p. 25). Breve: valor nada tiene que ver con teoría alguna objetiva (clásicos y Marx) ni subjetiva (Marginalismo).

7) Excedente. Residuo o remanente que surge en la economía luego de restar al producto bruto los medios de producción requeridos para obtenerlos, esto es, cuando con los métodos de producción en uso una sociedad produce más del mínimo necesario para el reemplazo de los medios que utiliza entonces aparece un plusproducto.

8) Producción. Proceso de carácter técnico por parte de las empresas que consumen mercancías producidas y trabajo asalariado para producir nuevas mercancías en un contexto de ramas o sectores que producen mercancías unas para otras, o sea mediante la división del trabajo.

9) Tecnología. Así denomina a un conjunto de “métodos de producción” específicos que las empresas utilizan para producir nueva masas de mercancías, expresables en relaciones de coeficientes de insumos.

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CAPÍTULO 11La teoría económica de Sraffa

Lo que Sraffa plantea y examina implícitamente en Producción de mercancías por medio de mercancías es la forma o figura del proceso de circulación del capital condensada en la siguiente fórmula: M´– D.D – M … P … M´ que corresponde al movimiento general del capital individual y cuya expresión desarrollada es la siguiente:

'' D

m

M

M

−+

+

md

MD

Es ésta la forma del proceso de reproducción global de

mercancías que contiene la fase del consumo mediado por la circulación del capital y es, a su vez, proceso de reproducción del capital mismo. M´ es la nueva masa de mercancías que contiene el excedente físico en relación con un período anterior de producción; D´ es el valor dinerario de aquella masa que comprende el valor inicial invertido más d que es la expresión dineraria del excedente físico o plus, siendo Mp la totalidad de los medios de producción utilizados (maquinarias, insumos, instalaciones, combustibles, etc.) y Ft la fuerza de trabajo asalariada. Sraffa considera el proceso de producción de mercancías como un proceso de reproducción sólo desde el ángulo

F t

M. . .P. . .

M p'

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Plusvalor y Excedente

de la reposición física de los componentes de M´ sin referencia alguna a cuestiones de valor. Además como en esta figura:

a) las mercancías son ya producidas con Mp. y Ft;

b) está presupuesto el consumo de toda la producción como condición para el flujo normal del capital y de las mercancías, o sea como producción y reproducción;

c) los elementos del proceso de producción parecen provenir de la circulación de mercancías y consistir sólo en mercancías inmediatas no en Ft y Mp como capital.

Partir de este contexto del movimiento general del capital individual brinda la posibilidad de un tratamiento muy amplio de la producción y circulación capitalista.

Esta forma en la que se mueve Sraffa y que él conscientemente adoptó es la que examina el Tableau Économique de François Quesnay (1694-1774), de allí su mención en el Apéndice D “Referencias a la literatura” de Producción… sobre que “La concepción original del sistema de producción y de consumo como un proceso circular se encuentra, por supuesto, en el Tableau Économique de Quesnay y aparece en agudo contraste con la visión presentada por la moderna teoría de una avenida unidireccional que lleva desde los ´factores de producción´ a los ´bienes de consumo´” (Oikos-tau, p. 131).

Marx ya había advertido que “El tableau Économique de Quesnay se basa en M´… M´, y la elección de esta forma y no de P … P ( P… M´- D´- M … P, ciclo del capital productivo individual. FHA) para contraponerla a D … D´ (D – M … P … M´- D´, ciclo del capital dinerario individual. FHA), la forma aislada a la que se aferraba el mercantilismo, da muestra de su tino, profundo y certero” (K. Marx, El Capital, edic. cit. II, 4, p. 116).

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En Sraffa la producción capitalista es, pues, producción de mercancías como forma general de la producción, lo cual le permite presentarla como si se tratara de un análisis de tal orden o sea más genérico que cualquier otro anterior a él y que refrenda bajo la modalidad formal lineal que la caracteriza. En términos actuales diríamos que él parte de concebir la economía capitalista como una economía de intercambio puro, una economía de equilibrio sin variaciones marginales, a la que analiza primero con reposición de los medios consumidos en el proceso de producción pero sin excedente, y luego con reposición y con excedente. Nada hay aquí de estudiar cómo produce el capital ni cómo se produce capital ni tampoco cómo se reproduce, o que ley preside su dinámica, él no se propuso esto sino sólo abarcar un aspecto específico de aquellos problemas que consideraba central dentro del paradigma clásico por él “reformulado” simultáneamente a la refutación marginalista de su obra teórica tal como hemos aludido antes.

Pero con más detalle ¿Cuál es tal aspecto específico? pues no otro que el de colmar las “lagunas” de Malthus-Ricardo en términos de la categoría de “excedente” salvando las contradicciones a que llevaría la teoría del valor trabajo incorporado respecto de la determinación de los precios y la tasa de ganancia del capital, pero simultáneamente lo resolvería sin apelar al instrumental de la economía vulgar neoclásica y su análisis en términos marginales. Dicho de otra manera este afán analítico fue el de dar con una solución consistente al controvertido problema del valor y la distribución utilizando solamente los datos que se encuentran en la concepción de F. Quesnay y de los economistas clásicos (A. Smith y D. Ricardo), que él reduce y resume en la siguiente estructura general: a) condiciones técnicas de producción y, b) la tasa del salario real, que permite la explicación de los precios de producción y la tasa de ganancia sin apoyarse para nada en los términos de la economía vulgar neoclásica, o sea desde otro paradigma como ya hemos dicho.

Suele creerse que la preocupación de Sraffa respecto de la importancia de dar con una explicación satisfactoria sobre el

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impacto que producen las variables distributivas en los precios relativos de las mercancías, es de origen ricardiano. Pero no es así, esta preocupación se la puede encontrar en Malthus ya que fue él quien le señaló a Ricardo tal posibilidad y que éste rechazó por no ser demasiado importante como explicación de la variación de los precios. Pues bien, este será uno de los problemas que abordará Sraffa en su obra. ¿Y por qué sería importante conocer esta relación? Lo sería por la magnitud de las proporciones que cada clase, por medio de sus ingresos, se apropia de una parte del valor global de la producción.

Ricardo es muy claro al respecto: “… al apreciar las causas de las variaciones del valor de los bienes, si bien fuera un error dejar de considerar por entero el efecto producido por un alza o una baja del trabajo, sería igualmente incorrecto darle mucha importancia; y, por consiguiente, en los capítulos siguientes de esta obra, si bien me referiré ocasionalmente a esta causa de variación, consideraré que todas las grandes alteraciones que tienen lugar en el valor relativo de los bienes, son producidas por la mayor o menor cantidad de trabajo que se necesita para producirlas” (D. Ricardo. “Principios de Economía Política” Edit. Sarpe – Madrid 1985, p. 48).

Así pues, el dice “...esta causa de variación (la de los salarios FHA) del precio de los bienes es relativamente leve en sus efectos… Los mayores efectos que podría producir en los precios relativos de estas mercancías un alza de salarios no pasan de 6 a 7 %, pues los beneficios no podrían admitir, probablemente, en caso alguno, una depresión general y permanente que fuese mayor” (Idem, p. 47).

En realidad esa división del producto será la preocupación central del pensamiento de Ricardo más que la variación de los precios. Concebía él que explicar o encontrar si existe una ley que determina esas proporciones es esencial ya que con ello se poseería una clave para entender como funciona la sociedad capitalista y por tanto de las fuerzas que regulan la acumulación de capital, el papel negativo de las rentas terratenientes, el nivel salarial, la incidencia impositiva, etc. Le decía a T.R. Malthus en una carta del 9/10/1820 que “La economía política piensa Vd. Que es una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza; yo creo que debería definirse como

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una investigación sobre las leyes que determinan la división del producto de la industria entre las clases que concurren a su formación. Ninguna ley puede ser establecida respecto de cantidades; pero sí puede fijarse bastante correctamente en lo que concierne a las proporciones. Cada día estoy más convencido que la búsqueda citada en primer término es vana y decepcionante, mientras que la última es el único objeto verdadero de la ciencia” (“The Works and correspondence of David Ricardo”, Cambridge, 1950, Edición Sraffa, vol. VIII pp. 278/9) Y es esta la línea analítica que sigue Sraffa.

En consecuencia, a partir de su finalidad teórica sustancial de elaborar un nuevo paradigma económico Sraffa al realizarlo, de hecho, cumplía una tarea de crítica destruens del marginalismo. Él se encuentra, en su tarea de lectura crítica de la teoría ricardiana, que el marginalismo había construido una interpretación tendenciosa de Ricardo al proponerlo como un antecedente del análisis en términos marginales y plantear que la clave de la economía ricardiana se hallaba en la teoría de la Renta, desdeñando el análisis del valor y la exposición sobre las ganancias. Ahora bien, al adoptar la modalidad analítico-expositiva de un modelo de carácter formal de equilibrio dejando a un lado el análisis de tipo parcial que parte de dotaciones iniciales de recursos productivos por otro más amplio, Sraffa logra alejarse de la lógica marginalista para construir una explicación positiva o constructiva mostrándola como contradictoria e inconsistente y desnudando toda la carga ideológica que contiene.

11.a. - Las “aporías” económicas en la obra teórica de Sraffa

El libro de Sraffa se compone de tres partes y una serie de Apéndices. En la Parte I se ocupa de la producción de mercancías por parte de industrias de productos simples y capital circulante; la Parte II en la que trata las industrias de productos múltiples y capital fijo; y la Parte III examina los desplazamientos en los métodos de producción.

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Repetimos que para Sraffa ni los precios ni la distribución del plusproducto están determinados por las “funciones de demanda y de oferta”. Los precios se determinan sin referencia alguna a una supuesta operación de la ley de oferta y de demanda, y la distribución la hace depender de las relaciones de conflictividad socio-económica entre las clases sociales. Tampoco requiere de teoría del valor previa de ningún tipo como hemos señalado. Veamos cuáles son los problemas aporéticos que se desprenden de la formulación sraffiana:

Aporía Nº 1)

“Si la economía produce más del mínimo necesario para el reemplazo y existe un excedente que distribuir, el sistema se hace autocontradictorio”, o sea, ¿cómo explicar la contradicción que el excedente o ganancia se distribuya en proporción a los medios de producción o capital adelantados en cada industria si los precios no pueden determinarse antes de conocer la tasa de ganancia?

Sraffa se ocupa de esta aporía en el cap. 2 “Producción con excedente” (p. 21)

Aporía Nº 2)

“¿Cuál es el impacto de las variaciones en el salario sobre la tasa de ganancia y los precios de las mercancías individuales, bajo el supuesto que los métodos de producción permanezcan inalterados” (p.29)

Examinado en cap. 3 , p. 29

Aporía Nº 3)

¿Qué procedimiento podemos establecer para saber, ante una variación de precios, si esta se ha producido como consecuencia de las particularidades de la mercancía que está siendo medida o si surge de las particularidades de la mercancía adoptada como patrón de medida?

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Al enfrentar lo planteado por estas tres aporías Sraffa resolverá la cuestión que había desafiado a Ricardo: la medición de las variaciones reales de la producción de mercancías, esto es, medición sin tener en cuenta las influencias monetarias.

Logrando: a) la obtención de una tasa de ganancia como resultado de la relación entre cantidades de mercancías independientemente de sus precios; b) la obtención de una modalidad de calcular o predecir, a partir de un cambio en las variables distributivas (W y g), el impacto sobre los precios relativos;

Aporía Nº 4)

¿Cómo disolver los diferentes medios de producción (capital) a una unidad homogénea de cantidades de trabajo, de modo que el trabajo en el proceso de producción se refiera a la utilización de medios que son producto de trabajos anteriores?

Sraffa trata este tema en capítulo 6 “Reducción a cantidades de trabajo fechadas” p. 57.

Aporía Nº 5)

¿De qué depende que el sistema use un conjunto de métodos de producción capaces de dar lugar a la formación de un excedente?

Esto se resuelve considerando el fenómeno de las decisiones de inversión en la economía capitalista.

Con estas dos últimas aporías Sraffa realizará la crítica del capital concebido como “factor de producción” y la de su remuneración en función de una inexistente productividad marginal.

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11.b - Premisas analíticas del modelo

1) Equilibrio general no parcial;2) Industrias (ramas) en equilibrio de largo plazo;3) Las industrias producen un solo tipo de mercancía;4) No considera el capital fijo. Todo capital es circulante;5) No hay circulación dineraria;

Debemos recordar que el análisis económico de P. Sraffa se desenvuelve siempre en términos de plusproducto (Excedente). .-“El estudio del ´plusproducto´ es el verdadero objeto de la economía” (Cfr. Heinz Kurz, “Las contribuciones de Sraffa a la economía: algunas notas sobre sus trabajos inéditos” Investigación Económica, abril-junio, año/vol. LXVI, Nº 260, 2007 Universidad Autónoma de México. D3/12/7:161:1). Expondremos el modelo sencillo de Sraffa que corresponde a industrias que producen una sola mercancía (Productos simples y capital circulante).

11.c – El Modelo de “Producción de mercancías…”

i) Sociedad extremadamente simple. Equilibrio sin excedente.

Este capítulo es de carácter eminentemente propedéutico. Se trata de una economía que produce en condiciones de equilibrio (¡pero no en el sentido walrasiano!), funcionando como economía de intercambio elemental (trueque) ya que implica trabajadores (productores); mercancías; valor de cambio; mercados e industrias, pero no empresarios, ganancias, ni capital: la condición es “producción de subsistencia”, ni tampoco dinero, exceptuado como un recurso de medida de valor.

Este punto de partida general permitirá a Sraffa presentar esta economía como un esquema sencillo de insumo-producto mediante ejemplos pedagógicos, primero para dos tipos de mercancías, luego para tres y finalmente generalizarlo para n cantidad de mercancías.

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Primer caso:x = trigo;y = hierro;

Con métodos de producción dados se produce:

280 x + 12 y = 400 x120 x + 8 y = 20 y

El conjunto de mercancías que constituyen el producto, es igual al formado por los insumos (Mp = medios de producción, y Tr = trabajo), no hay pues excedente. Cada industria ofrece a la otra el excedente de su producción llevándose a cabo el intercambio de acuerdo con la relación de cambio (valor de cambio): y = 10 x, y de este modo ambas industrias reponen sus existencias.

Segundo caso:x = trigo;y = hierro;z = cerdos;

240 x + 12 y + 18 z = 450 x90 x + 6 y + 12 z = 21 y120 x + 3 y + 30 z = 60 z

Siendo sus relaciones de cambio: y = 10 x = 2 z;

Al generalizar estos casos Sraffa obtiene una matriz del siguiente tipo (la notación no es la que usa Sraffa pero nada se altera con esta simplificación):

X es la cantidad anualmente producida de la mercancía “x”; Y la cantidad anualmente producida de la mercancía “y” y así sucesivamente.

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Además: Xx, Yx, …, Zx sean las cantidades de “x”, “y”, …, “z” utilizadas anualmente por la industria que produce X; y Xy, Yy, …., Zy las correspondientes cantidades utilizadas para producir Y, y así sucesivamente.

Las incógnitas a determinar son: px, py, …, pz, que indican respectivamente los valores unitarios de las mercancías “x”, “y”, …, “z”.

Las condiciones de producción son ahora las siguientes:

Xx.px + Yx. py + … + Zx. pz = Xpx Xy.px + Yy. py + … + Zy.pz = Ypy ………………………………………… Xz.px + Yz. py + … + Zz.pz = Zpz

Donde: Xx + Xy + … + Xz = X; Yx + Yy + … + Yz = Y; Zx + Zy + … + Zz = Z;

Cada una de las ecuaciones muestra que se cumple con la condición de reposición o subsistencia. La suma de la primera columna es igual a la de la primera línea; la segunda columna es igual a la de la segunda línea, y así de continuo. Al tomar como unidad de valor x ó bien y, igualando su precio a la unidad, se tendrá entonces: k – 1 incógnita; “…con k – 1 ecuaciones lineales independientes que determinan unívocamente los k – 1 precios” (Sraffa, “Producción…” p. 19).

ii) Sociedad de Producción con excedente. Sistema autocontradictorio.

En este tipo de sociedad o economía aparece ya claramente que se trata del capitalismo: no sólo hay industrias diferentes, trabajadores que perciben un salario, mercancías, mercados, precios, sino que están presupuestos los empresarios capitalistas puesto que al surgir un excedente da lugar a la aparición de la

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ganancia. Sraffa dice “Si la economía produce más del mínimo necesario para el reemplazo (reposición) y existe un excedente que distribuir, el sistema se hace autocontradictorio” (op. Cit. p.21).

Es decir que en este tipo de economía el conjunto de mercancías que constituyen el producto es mayor que el conjunto compuesto por los insumos de producción. Continuando la cita anterior dice Sraffa “En efecto, si sumamos todas las ecuaciones, el lado derecho de la ecuación suma resultante (o producto nacional bruto) contendrá, además de todas las cantidades que se encuentran en el lado izquierdo (o medios de producción y subsistencias), algunas adicionales que no están en el lado izquierdo. Contando tenemos ahora k ecuaciones independientes con solamente k – 1 incógnitas”

Pues bien ahora ya no es posible determinar ese excedente con antelación a la determinación de los precios, pero tampoco se pueden determinar los precios previamente al excedente puesto que para ello se requiere determinar la tasa de ganancia. Existe dependencia mutua entre excedente, precios y tasa de ganancia “El resultado es que la distribución del excedente debe ser determinada por medio del mismo mecanismo y al mismo tiempo que se determinan los precios de las mercancías”

Entonces, podemos concluir, que cuando aparece un excedente lo que se plantea es el problema de la ganancia que exige dar con un sistema de precios que permita no sólo reponer las existencias (insumos) de todas las industrias, sino también que la distribución del excedente como ganancia se haga a una tasa igual para todas las industrias. Hasta esta etapa de su análisis Sraffa considera “… los salarios como consistentes en los bienes necesarios para la subsistencia de los trabajadores…” de modo que en el sistema entran “…en pie de igualdad con el petróleo para las máquinas o los alimentos para el ganado” (op. Cit. p. 25). “Se trataría de una economía de esclavos” puesto que estarían valorados como un puro y simple costo de reproducción. (L.L. Pasinetti, “Lecciones de Teoría de la Producción”, FCE, 1984, p. 104).

En este momento Sraffa introduce la tasa de ganancia que, como ya se dijo, debe ser uniforme para todas las industrias,

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actuando como una incógnita que él denomina r, por lo que el sistema toma la expresión formal siguiente:

k = ecuaciones;k – 1 = incógnitas;

El sistema produce un excedente que debe distribuir proporcionalmente a los medios, y para que ello ocurra tiene que hacerse simultáneamente a los precios.

(Xx.px + Yx. py + … + Zx.pz) ( 1 + r) = Xpx (Xy.px + Yy. py + … + Zy.pz) (1 + r) = Ypy ………………………………….……………….

(Xz.px + Yz. py + … + Zz.pz) (1 + r) = Zpz

Entonces, dado que el sistema debe cumplir con la reposición de los insumos utilizados, en este caso la cantidad producida de cada mercancía debe ser igual o mayor que la cantidad de mercancías que se ha utilizado en todas las industrias en su conjunto “Este sistema contiene k ecuaciones independientes que determinan los k – 1 precios y la tasa de ganancia” (p. 22). Sraffa propone el ejemplo numérico de un ciclo anual:

280 x + 12 y = 575 x 120 x + 8 y = 20 y

Como se puede observar, ahora la producción de x excede las 400 utilizadas como insumos y se obtiene 575 sin que varíen el resto de las otras cantidades ( y ). La relación de cambio que permite la reposición y que las ganancias sean distribuidas para ambas industrias respecto de los anticipos o adelantos (inversión) es 15 x por 1 y siendo la tasa de ganancia para cada industria igual al 25 %.

iii) Excedente, bienes y salarios

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El surgimiento del excedente plantea para Sraffa la necesidad de establecer precisiones en torno de la tradicional división de los bienes salariales en términos de bienes necesarios y bienes de lujo, que él modificará por el de bienes básicos y no básicos, afrontando una nueva definición de la importancia y función de los salarios en su esquema analítico.

En relación con la distinción de bienes dirá “El criterio consiste en si una mercancía entra (directa o indirectamente) en la producción de todas las mercancías. Las que lo hacen serán denominadas productos básicos, y las que no lo hacen serán denominadas productos no básicos” (p. 24). Descarta los bienes “de lujo” por que tales productos no tiene ningún papel en la determinación del sistema. Su papel es puramente pasivo dirá (p. 23).

Como Sraffa está tratando aquí un sistema económico de autoreemplazo con excedente que se distribuye entre salarios y ganancias, siendo su objetivo analítico la categoría de la distribución, los precios y su variaciones, asi pues, como antes había mantenido a los salarios como parte componente de la subsistencia en el mismo nivel que los combustibles (petróleo), ahora hará que éstos se vuelvan explícitos “Hasta este momento hemos considerado los salarios como consistentes en los bienes necesarios para la subsistencia de los trabajadores, de modo que entraban en el sistema en pie de igualdad con el petróleo para las máquinas o los alimentos para el ganado. Debemos tener en cuenta ahora el otro aspecto de los salarios, puesto que además del elemento de subsistencia, que siempre está presente en ellos, pueden incluir una participación en la producción excedente” (p. 25).

Pero Sraffa aclara, pertinentemente, que “La desventaja de este proceder consiste en que implica relegar los bienes necesarios de consumo al limbo de los productos no básicos”, pero él no le asigna gran importancia al asunto ya que sostiene que “En cualquier caso la discusión que sigue puede ser adaptada fácilmente a la interpretación más apropiada, aunque no convencional, del salario…” (p. 26).

Sraffa concibe a los salarios bajo las siguientes características:

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a) No son adelantados por el capital. Esto es, no forman parte de su inversión;

b) Son pagados post-factum. O sea al final del período en que trabajan los trabajadores pero dentro del ciclo productivo.

“También supondremos en lo sucesivo que el salario se paga post-factum como una participación del producto anual, abandonándose así la idea de los economistas clásicos de un salario “adelantado” desde el capital” (p. 26)

c) Se dividen en dos partes o fracciones: i) salario de subsistencia; ii) como parte del excedente.(p. 25)d) junto con las ganancias forman parte del excedente, son variables “… seguiremos la práctica usual de tratar todo el salario como variable” (p. 26). e) son asimilados a una participación del producto anual; f) El trabajo es considerado de calidad uniforme por lo cual cualquier trabajador percibe un salario igual.

Quizás es pertinente a esta altura señalar que, como se puede ver, el sistema económico produzca o no un excedente, o sea que obtenga o no una ganancia, está en relación directa con los “métodos de producción” que el sistema elija, por así decir. Siendo así cabe entonces decir y ¿de qué depende tal elección? cuya respuesta no puede ser otra que su dependencia es de la inversión en búsqueda final y suprema de obtener ganancias por parte de las empresas capitalistas (Aporía Nº 5).

iv) Participación de los salarios en el excedente

“La cantidad de trabajo empleada en cada industria ha de ser representada ahora explícitamente, ocupando el lugar de las correspondientes cantidades de bienes de subsistencia” (p.27)

Sraffa denomina w al salario por unidad de trabajo, y Lx + Ly + … + Lz = 1, son tomadas como fracciones del trabajo anual de

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la sociedad que es considerado como la unidad. De modo que las ecuaciones son: (Xx.px + Yx. py + … + Zx. Pz) ( 1 + r) + Lxw = Xpx (Xy.px + Yy. py + … + Zy.pz) (1 + r) + Lyw = Ypy ………………………………….……………….………. (Xz.px + Yz. py + … + Zz.pz) (1 + r) + Lzw = Zpz

El sistema produce en condiciones de autoreemplazo (reposición) tal que:

Xx + Xy + … + Xz ≤ X;Yx + Yy + … + Yz ≤ Y;Zx + Zb + … + Zz ≤ Z

“La renta nacional de un sistema en estado de autoreemplazo se compone del conjunto de mercancías que quedan una vez que se ha extraído del producto nacional bruto, renglón a renglón, los bienes que van a reemplazar los medios de producción absorbidos en todas las industrias” (p. 27).

El valor residual de este conjunto de mercancías Sraffa lo denomina “mercancía compuesta” o también renta nacional al que hace igual a la unidad “Se convierte así en la medida de valor en términos de la cual se expresan los salarios y los k precios (ocupando el lugar de la mercancía única arbitrariamente seleccionada en términos de la cual eran expresados los k – 1 precios, además del salario)” (p. 28)

Así se puede formular la siguiente ecuación:

[ X – (Xx + Xy + … + Xz)] px + [ Y – (Yx + Yy + … + Yz)] py + … + [Z – (Zx + Zy + … Zz)] pz = 1

Todo lo cual suministra k + 1 ecuaciones que se comparan con k + 2 variables, siendo k precios, w salarios y r tasa de ganancia.

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“El resultado de añadir el salario como una de las variables es que el número de éstas excede ahora el número de ecuaciones en una y que el sistema puede moverse con un grado de libertad; y si una de las variables es fijada, las demás serán fijadas también” (p. 28). El excedente se reparte entre salarios y ganancias, si se fija una de ambas la otra queda también determinada.

v) La aporía clásica ricardiana

Una vez construido el instrumental analítico anterior Sraffa encara lo que para él es el problema ricardiano básico en torno de indagar cuál es el impacto de las variaciones de los precios y la ganancia cuando la relación de producción se da entre una clase de capitalistas que se apropia del excedente fruto de la explotación del trabajo asalariado, por tanto en las condiciones de subordinación de éste respecto de las decisiones de aquella. “... El problema del valor que preocupaba a Ricardo consistía en cómo encontrar una medida del valor que permaneciera invariable ante los cambios en la distribución del producto” (P. Sraffa, “Introducción” a “Principios de Economía Política y Tributación” D. Ricardo, FCE, 1985, p. xxxvi).

¿Cómo resolver, pues, el problema de la fijación proporcional del salario como expresión del trabajo y de la ganancia como rendimiento de los medios de producción, o sea como capital? Sraffa dirá “Procedemos a dar al salario (w) sucesivos valores que van de 1 a 0: éstos representan ahora fracciones de la renta nacional. Nuestro objetivo es observar el efecto de variaciones en el salario sobre la tasa de ganancia y sobre los precios de las mercancías individuales, en el supuesto de que los métodos de producción permanezcan inalterados” (p. 29).

Si salario puede tomar valores entre 1 y 0 ¿qué situación surge cuando w =1? En este caso todo el excedente es de propiedad de los trabajadores, con lo cual nos vemos enfrentados a un particular ejemplo de vigencia de la ley del valor trabajo contenido en el que: “A este nivel de salarios, los valores relativos de las mercancías son proporcionales a sus costos-trabajo, es decir, a la cantidad de trabajo que ha

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ido directa o indirectamente a producirlas.” Con rapidez Sraffa cierra la cita anterior diciendo que “Los valores no siguen una regla sencilla para ningún otro nivel de salarios” esto es, la ley del valor basada en el trabajo contenido o incorporado es sólo una posibilidad analítica no real de funcionamiento del modo capitalista de producción. (p. 29). Sraffa enlaza con A, Smith en esto -la ley del valor trabajo incorporado no rige cuando se verifica la acumulación de capital y la apropiación de la tierra-, y no con D. Ricardo ni K. Marx -la ley rige para aquellas relaciones pero también para la economía capitalista aunque no de modo directo y sencillo-. Entonces Sraffa se enfrentará a considerar las modificaciones que se producen.

Cuando el salario toma el valor w = 0, entonces se da el caso opuesto: todo el excedente es apropiado por los capitalistas; es la tasa máxima de ganancia. Ahora bien, como ninguno de los dos casos pueden ser estables, lo común es que 0 < w < 1, con lo cual lo que ahora se da es que, a partir de w = 1, cuando éstos se reducen aparece la tasa de ganancia. Ahora entonces “La clave del movimiento de precios relativos que sigue a una variación en el salario consiste en la desigualdad de las proporciones en que el trabajo y los medios de producción son empleados en las distintas industrias…Por la misma razón es imposible que los precios permanezcan inalterados cuando hay una desigualdad de “proporciones”. (p. 30)

Como consecuencia de esta relación entre las variaciones que se dan entre salarios w y tasa de ganancia r, surgirán industrias que tendrán un déficit y otras un excedente según sean las proporciones entre trabajo y medios de producción (entre trabajo asalariado y capital), por lo que existirá una “proporción crítica” (p. 31) de esta relación que marcará el límite o la frontera entre industrias con “déficit” e industrias con “excedente”. Ahora bien, dice Sraffa “Por complejo que sea el esquema de las variaciones de precios derivados de una variación en la distribución, su resultado neto, y su completa justificación, consiste simplemente en reestablecer el equilibrio en cada industria.” (p. 33).

De modo que lo que surge ahora es dar con la función invariante de una “industria fronteriza” ante los cambios de los

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precios relativos y, aunque no exista en la realidad tal industria, nada se opone a que “Supongamos que existiera una industria que empleara trabajo y medios de producción en tal proporción precisa, de modo que con una reducción salarial, y sobre la base de los precios iniciales, mostrara un perfecto equilibrio de salarios y ganancias… La mercancía producida por tal industria … sería incapaz, en cualquier caso, de variar de valor en relación al total de sus propios medios de producción, puesto que la recurrencia de la misma “proporción” se aplicaría igualmente a éstos” (p. 34).

Esto sería, pues, el modo de determinar una proporción “equilibradora” pero utilizando “…las correspondientes razones “puras” entre cantidades homogéneas. Hay dos razones correspondientes, a saber: la razón-cantidad entre trabajo directo e indirecto empleado, y la razón-valor entre el producto neto y los medios de producción. Adoptaremos ésta última” (p. 35). O sea que es posible derivar de una economía algo así como una especie de “industria compuesta” en la cual la razón entre el producto neto y los medios de producción se comporte como invariable ante cualquiera variación salarial.

En consecuencia:”… la única “razón-valor” que puede no variar ante los cambios en el salario… es aquella que es igual a la tasa de ganancia que corresponde al salario cero. Y esa es la “razón equilibradora” (p. 35). Y Sraffa denomina tasa máxima de ganancia a aquella que expresara el que la totalidad de la renta nacional fuera apropiada por los perceptores de ganancias. Designando con la letra R “… las dos razones coincidentes, a saber, la tasa de ganancia máxima y la razón “equilibradora” entre el producto neto y los medios de producción” (p. 35).

Con el análisis anterior Sraffa está ya en condiciones de enfrentar la fundamentación y utilidad de la “mercancía equilibrada” o mercancía patrón.

vi) La mercancía patrón

Aquí es que aparece la cuestión de la medida invariable de valor o unidad invariable de medida de los precios. Ricardo había pensado ya en lo útil de poseer una medida invariable que permitiese conocer ante una variación en el precio de una

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mercancía a qué causas obedecía: si a una variación de su costo en trabajo o a una variación igual en la mercancía con lo que comparaba o bien en el valor de la mercancía que oficia como dinero.

“Cuando las mercancías variasen en su valor relativo, sería deseable averiguar con certeza cuáles de ellas bajaron y cuáles aumentaron en su valor real, y ello sólo podría lograrse comparándolas sucesivamente con cierta medida standard invariable de valor, que no debe estar sujeta a ninguna de las fluctuaciones a las cuales están expuestas las demás mercancías. Es imposible poseer una medida de esta clase, ya que no existe ninguna mercancía que no se halle expuesta a las mismas variaciones que las mercancías cuyo valor queremos determinar; o sea, no hay ninguna que no esté expuesta a requerir más o menos trabajo para su producción” (D. Ricardo, Edic. cit. p. 33)

La crítica económica más seria sobre este tema coincide en que Ricardo buscaba afanosamente un patrón que fuera invariable ante cambios en el proceso de producción de mercancías en las diferentes ramas (“métodos de producción” en el lenguaje de Sraffa) y, suponiendo una técnica productiva dada, cuando se producen variaciones en la distribución del ingreso (rédito o renta). Este planteo ricardiano surge de su mismo objetivo de análisis preocupado por la magnitud del valor y su influencia en la tasa de crecimiento del producto, dicho en términos actuales y no sólo por lo que ocurriera con los precios y la distribución.

Marx ya había dado una respuesta en su “Teorías sobre el Plusvalor” desde la concepción del trabajo contenido, señalando la insuficiencia del análisis de Ricardo para resolver el problema: la falla de Ricardo, para Marx, se reconocía en que carecía del concepto de valor, que Ricardo llamaba “valor absoluto”. (K. Marx, Théories II, pp.189-230; y III, p. 159). Pero Sraffa afirma que Ricardo no tenía un particular interés en el problema de por qué dos mercancías producidas por las mismas cantidades de trabajo no tienen el mismo valor de cambio, sino “… en qué medida los valores relativos están afectados por las variaciones de los salarios” tal como

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fue mencionado en párrafos anteriores, (P. Sraffa, “Introducción” cit. p. xxvi) él planteará este mismo tema, y no el que examina Marx, resolviéndolo de una forma original.

Ahora bien, a pesar de la “fama” que han adquirido, ni la mercancía-patrón ni el sistema-patrón, constituyen por sí mismos el núcleo analítico central de la obra de Sraffa; son sí elementos particulares en la resolución de la aporía esencial sobre las variaciones de los precios y su medida. Para conocer en dónde reside la causa de la variación del precio de una mercancía, por ejemplo si es como consecuencia de cambios en las variables distributivas, la unidad de medida de los precios, o mercancía numerario, debe poseer cualidades como la de tener valor y éste ser invariable ante cambios en la distribución. Caso contrario no podría determinarse la variación de los precios relativos de las mercancías cuando se modifican la tasa de salario o la tasa de ganancia.

Para Sraffa “La necesidad de tener que expresar el precio de una mercancía en términos de otra que es elegida arbitrariamente como patrón, complica el estudio de los movimientos de precios que acompañan a una variación en la distribución. Resulta imposible decir, ante cualquier fluctuación particular de precios, si surge como consecuencia de las peculiaridades de la mercancía que está siendo medida, o si surge de las peculiaridades de la mercancía adoptada como patrón de medida” (Sraffa, op. Cit. p. 37). Si se pudiera disponer de una tal mercancía considera Sraffa que se dispondría de un patrón capaz de aislar los movimientos de precios de cualquier otra mercancía, “… de modo que pudieran ser observados como en un vacío) (p. 38).

Como no existe tal mercancía puede intentarse, sin embargo, en construirla de modo tal que “… una combinación de mercancías o una “mercancía compuesta” podría funcionar igualmente bien”. Entonces “Supongamos que segregamos del sistema económico existente aquellas fracciones de las industrias básicas individuales que, conjuntamente, forman un sistema completo en miniatura dotado de la propiedad de que las diferentes mercancías están representadas entre sus medios de producción totales en las mismas proporciones en que lo están entre sus productos” (p. 38).

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Esta forma de abordar la cuestión le permite a Sraffa suponer que el sistema existente desde el cual se puede partir incluya solamente industrias básicas y que ellas producen diferentes mercancías (hierro, carbón, trigo) en diferentes cantidades que suministran un producto excedente. Dirá que se puede construir un sistema a escala reducida en las proporciones requeridas para obtener una “mercancía compuesta” en precisas proporciones “Denominaremos a una mezcla de este tipo la mercancía compuesta patrón, o para abreviar, la mercancía patrón; y al conjunto de ecuaciones (o de industrias) tomadas en las proporciones que generan la mercancía patrón será denominado el sistema patrón”. (p. 40)

Sraffa generaliza este instrumento analítico tomando como unidad de la mercancía patrón la cantidad de la misma que formaría el producto neto patrón de un sistema patrón que empleara el trabajo anual total del sistema existente. “Tal unidad será denominada producto neto patrón o renta nacional patrón”. Se concluye así que en el sistema patrón la razón entre el producto neto y los medios de producción será la misma cualesquiera fueran las variaciones registradas en la división del producto neto entre salarios y ganancias, y cualquiera que fueran las consiguientes variaciones de precios (p. 41).

Tal como se puede observar las condiciones de producción de la mercancía patrón son tales que la relación entre la tasa de ganancia y el salario en el sistema patrón es de carácter lineal. Y esta relación lineal es válida para el sistema inicial cuando los precios y el salario se expresen en términos de la mercancía patrón. Si R es la razón patrón o tasa de ganancia máxima y w es la proporción del producto neto que va a los salarios, la tasa de ganancia será:

r = R (1 – w)

De modo que a medida que el salario se reduce gradualmente desde 1 a 0, la tasa de ganancia aumenta en proporción directa a la deducción total hecha del salario. (p. 42), entonces una vez dado el

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salario, la tasa de ganancia se determina en ambos sistemas (sistema real y sistema patrón) con independencia de las proporciones de las ecuaciones en ellos. Y Sraffa dice que: “proporciones particulares, tales como las proporciones patrón, pueden dar transparencia a un sistema y hacer visible lo que está oculto, pero no pueden alterar sus propiedades matemáticas” (p. 43). O sea que la relación entre salarios y ganancias no queda confinada en la propuesta de una construcción mental del sistema patrón sino que se puede generalizar al abarcar el sistema económico real porque éste se compone “de las mismas ecuaciones básicas que el sistema patrón, sólo que en diferentes proporciones; de modo que una vez dado el salario, la tasa de ganancia se determina en ambos sistemas con independencia de las proporciones de las ecuaciones en ellos”

Así culmina sus análisis reformulando en términos generales el problema de construir una mercancía patrón como equivalente a encontrar un conjunto de k multiplicadores adecuados, por ejemplo q a ; q b , … q k para ser aplicados, respectivamente a las ecuaciones de producción de las mercancías “a”, “b”, …”k”.

En conclusión, de lo que se ha estado exponiendo hasta aquí, el “artificio” de una “mercancía patrón” se muestra como una herramienta analítica y un útil recurso de comprensión económica, que es capaz de aislar los movimientos de los precios cuando la distribución cambia y facilita el estudio de la relación entre las variables distributivas en un cierto ámbito técnico dado. Pero simultáneamente se desprende que no es correcto afirmar que Sraffa resolvió la aporía de la medida invariable del valor (precios) tal como la expusiera Ricardo. De los dos problemas aporéticos formulados por Ricardo en su búsqueda de una medida invariable de los precios: a) cambios en la técnica de producción, y b) cambios en la distribución del excedente, lo que logra Sraffa es establecer una la solución que pasa por distinguir estas dos funciones dejando a un lado la primera. Uno de los dos problemas suscitados por D. Ricardo parece finalmente resuelto por este procedimiento elaborado por él: la mercancía patrón no varía con

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relación a las variaciones de la distribución supuesto un método de producción, pero cambiará cuando éste cambie.

“A un siglo y medio de distancia, la mercancía de Sraffa viene a realizar el sueño ricardiano de la “medida invariable” del valor”. Este entusiasmo de Luigi Pasinetti él mismo se encarga de situarlo y moderarlo, cuando a pié de página manifiesta “Esto, al menos por lo que se refiere a la característica de ser “invariable” al variar la distribución de la renta”. Y prosigue Pasinetti La importancia teórica de esta construcción consiste en haber demostrado la posibilidad de tratar la distribución de la renta independientemente de los precios y, además, haber demostrado que tal posibilidad no está ligada a la teoría pura del valor trabajo” (L. Pasinetti, “Lecciones de Teoría de la Producción”, FCE, México, 1984, p. 152).

La llamada por Pasinetti “teoría pura del valor trabajo” es la que se conoce como teoría del valor trabajo incorporado (o contenido, o insumido, etc.) que supone proporcionalidad entre las cantidades de trabajo incorporado en la producción de mercancías con los precios, cosa ésta que no se verifica en la economía capitalista que, como es sabido, no sólo no confirma aquella sino que exige la explicación de por qué cuando aparece la apropiación del excedente por los capitalistas mediante una tasa media de ganancia, se comprueba una relación no proporcional entre uno y otros. A esta última relación se la conoce como “teoría pura del valor capital”.

Precisada la lectura sraffiana de la teoría el valor de Ricardo, queda claro que no es de ningún modo la misma aporía que enfrenta Marx a partir de los mismos textos que él refiere a la naturaleza del valor, de allí que siga un sendero analítico completamente diferente ya que a un planteo distinto es distinta la respuesta (Teoría). Sraffa sólo en parte puede decirse que ha resuelto el problema teórico de Ricardo en torno de la medida invariable de los precios.

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vii) – Trabajo fechado

La exposición del tema alude al proceso de producción de mercancías como medios de producción (Mp) producidos a su vez en etapas anteriores o pasadas, con lo cual se obtiene una suma de trabajos directos (Tw) + trabajos indirectos (Mp), descomponiéndose a lo largo del tiempo hacia atrás en “estratos” o “capas” de ganancias ( r ) + salarios ( w ), constitutivos del precio de toda mercancía. Producción bajo las condiciones capitalistas no es otra cosa que trabajo realizado en distintas “épocas” materializado en el mundo de las mercancías.

“Denominaremos “reducción a cantidades de trabajo fechadas” (o para abreviar “reducción”) a una operación mediante la cual, en la ecuación de una mercancía, los diferentes medios de producción utilizados son reemplazados por una serie de cantidades de trabajo, cada una de las cuales lleva su “fecha” adecuada”. (p. 57)

Haciendo tal operación la fórmula matemática que se obtiene es la que Sraffa denomina “ecuación de reducción” para el producto en la forma de una serie infinita, esto es una serie de potencias, de modo tal que cuanto más cercana esté la ganancia (r) a su máximo, las necesidades de trabajo se hacen siempre más pequeñas a medida que se retrocede en el proceso productivo hacia “épocas” cada vez más lejanas y así sucesivamente hasta anularse en el infinito.

Lo anterior es, pues, una modalidad por la cual vuelve a ser presentado todo el proceso como una “reducción” a cantidades de trabajo incorporado, con lo cual se puede afrontar ahora el interrogante ¿qué es el capital?: son medios de producción producidos y usados para producir nuevas mercancías junto con el trabajo asalariado; entonces ¿qué son medios de producción?: pues en términos de Marx, capital constante (maquinarias, instalaciones, insumos, etc.) elaborados en tiempos pasados por el trabajo asalariado, o sea, “cantidades de trabajo fechadas”. De esta manera Sraffa se aparta por cierto del marginalismo pero también de Marx.

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El capital no es otra cosa que “trabajo fechado” en la concepción de Sraffa.

Lo que aparece como de gran importancia de este análisis de Sraffa consiste en que destruye de manera categórica todo los intentos de la economía vulgar neoclásica de individualizar un bien del que la ganancia pueda considerarse que sea su precio, o sea que no existe una cosa llamada capital a la que le corresponde un ingreso en igualdad de condiciones que al trabajo y la tierra.

En la Parte II de su libro aborda Sraffa la producción conjunta y la cuestión del capital fijo y la tierra, que, como hemos anticipado, no desarrollaremos. Pero sí podemos decir que en todos estos temas pone en práctica los instrumentos y análisis desarrollados en la Parte I que es decisiva para la comprensión del resto de su obra, y en la cual aparecen modificaciones que sin ser sustantivas matizan bastante la precisión tan rigurosa con que aparecen expuestos en la primera parte.

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