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RESUMEN

Después de una destrucción sistemática de la naturaleza durante varios decenios, el discurso de la biodiversidad es la réplica de lo que podría llamarse “la irrupción de lo biológico”; esto es, la supervivencia de lo biótico como problema central del orden moderno; en este sentido, el discurso de la biodiversidad se declara garante para salvar a la naturaleza de las prácticas des-tructoras y solvente para instituir en su lugar una cultura de la conservación. Sin embargo, el discurso aún tiene vacíos que se ha pretendi-do llenar a través de debates que últimamente han versado sobre la importancia que tiene el conocimiento local, las formas de vida —usos y costumbres— y la producción tradicional, dentro del andamiaje que soporta el signifi ca-do de la biodiversidad. Por una parte, para los gobiernos de los países industrializados y las instituciones gubernamentales internacionales el conocimiento tradicional es un bien de la hu-manidad que cuando es mejorado se convierte en una innovación tecnológica susceptible de ser patentada y fi nalmente comercializada, sin que los dueños del conocimiento base se bene-fi cien en ningún momento. Por otro lado, para campesinos, intelectuales y activistas el conoci-miento local, las formas de vida y la producción tradicional son la base para reconstruir el terri-torio de campesinos e indígenas, para fortale-cer la cierta autonomía y autosufi ciencia en la que viven; pero con su participación activa en la defi nición de todo aquello que les impacte. A partir de estas refl exiones se están construyendo espacios que den respuesta a la privatización, respuesta fundamentada en el concepto de “lo comunal” (Grain, 2005).

ABSTRACT

After several decades of systematic nature des-truction, the discourse on biodiversity is the answer of what might be called “the irruption of the biological”, i.e. the biotic issue surviving as the core issue of the modern order. In this regard, the biodiversity discourse declares itself the sponsor of saving nature from destructive practices and capable to institute a culture of conservation instead. Nevertheless, there re-main gaps in the discourse, which have been intended to be fi lled with discussions address-ing lately the relevance of the local knowledge, the ways of life –habits and customs– and the traditional production, within the frame that supports the meaning of biodiversity. On the one hand, for industrialized countries govern-ments and international governmental institu-tions, traditional knowledge is an asset of the humankind, which improved becomes a tech-nological innovation that may be subject to patent and fi nally traded, without any benefi t to the owners of the basis knowledge. On the other hand, for peasants, intellectuals, and local knowledge activists, ways of life and traditional production are the basis for rebuilding the peas-ants’ and natives’ territory, to strengthen the limited independence and self-suffi ciency they live with, but with their active involvement in the determination of everything that affects them. Based on these considerations, spaces are being built to provide an answer to privati-zation, an answer based on the concept of “the communal” (Grain, 2005).

Palabras clave: biodiversidad, propiedad intelectual, cultura, te-rritorio, desarrollo alter-nativo.

Key words: biodiversity, intellectual property, culture, terri-tory, alternative develop-ment.

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Introducción

La crisis ambiental es producto de formas irracionales de apropiación de los recursos naturales, generadas por dos tipos de nece-sidades: a) la urgencia de las culturas domi-nantes por adueñarse de un mayor número de recursos naturales para transformarlos en mercancías, provocando con su apropia-ción y producción inconmensurables pro-blemas ambientales; y b) la supervivencia de los habitantes de las zonas marginadas, pertenecientes mayormente a los países del Tercer Mundo. Desde este punto de vista, la problemática ambiental es un problema social y cultural que se presenta según los fi nes que muevan la depredación. En otras palabras, mientras unos pocos depredan con fi nes de lucro, una porción mayor de individuos depreda para sobrevivir. Es importante hacer notar que aunque el mayor número de individuos que depredan pertenece a las culturas tradi-cionales, la intensidad de la abrasión de la naturaleza viene de los individuos pertene-cientes a la cultura occidental. El motor de la depredación es la cantidad de naturaleza necesaria para ser transformada en bienes suntuarios, iconos de la modernización. Uno de los aspectos más sobresalientes de la crisis es la pérdida de la biodiversidad, consecuencia de la creciente demanda de-mográfi ca, la tala inmoderada de árboles y la introducción de la ganadería y la agricultura tecnifi cada en las zonas rurales, sin que se exija una mínima responsabilidad por los impactos ocasionados. Aunada a esta gran pérdida está la escasez de agua, el sobreca-

lentamiento de la tierra y demás fenóme-nos ecológicos que son problemas cada vez más visibles. Sin embargo, las estrategias de mitigación de la crisis ambiental y de salvaguarda de la biodiversidad se elabo-ran sin dejar de tener como punto central la racionalidad económica mercantil (Leff, 1998), fundamento que promueve la conti-nuidad de la estrategia desarrollista a través de un discurso liberal del desarrollo (Crush, 1998; Escobar, 1996; Esteva, 1999; Rist, 1999; Sachs, 1999; Santiago, 2001) maqui-llado de verde, que redunda en los tópicos del desarrollo sustentable diseñados por la Comisión Bruntland (WCED, 1987). Se trata de un discurso matizado por tintes biocolonizantes porque toma los territorios de los habitantes de las megadiversidades para proteger la naturaleza; los locales no tienen cabida en este discurso, pero sí co-mo informantes ecológicos, razón para ser defi nidos como rescatables, para que no se pierdan los valiosos datos desconocidos so-bre la biodiversidad.1

A. Biodiversidad

La diversidad biológica o biodiversidad se ha convertido en un tema de moda entre las personas que trabajan en las diferentes áreas desde la ecología, la antropología, la agricultura, la religión y la economía; tam-bién es razón de ser para algunas organi-zaciones no gubernamentales y compañías multinacionales, entre otras. El interés es la solución de la problemática ambiental que se cierne sobre la vida en el planeta; es de-

1 En este sentido, “[el] pro-blema fundamental [de los programas ambientalistas del Norte] es [que] la rela-ción con el medio ambiente depende a menudo de una clasifi cación de los pueblos indígenas como parte de la “fauna” de la zona. [Es decir], se ha reciclado la antigua identifi cación occidental de los pueblos indígenas con la natura-leza en el contexto en la oposición naturaleza/civi-lización, aunque los signos valorativos han quedado invertidos. [Los represen-tantes del paradigma “sal-vemos la Tierra” como] el Banco Mundial, el BID y otros grupos internaciona-les simplemente consideran los asuntos indígenas como asuntos ecológicos” (Assies, et al. 1999: 12).

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cir, la posibilidad de encontrar formas para que tanto animales, plantas, seres humanos y otras formas de vida no desaparezcan, lo que es cada día más posible. La creciente ola de fenómenos climáticos, en conjunto con la desaparición de especies, hace que el discurso sobre la conservación se vuelva apremiante, “lo cual no siempre favorece el análisis de alternativas, sino más bien a los que más y más fuerte hablan, es decir a los que detentan el poder de la ciencia, el capi-tal y la política” (Escobar, 1997: 11). La biodiversidad —antes naturaleza— ha sido defi nida por la Agenda 21 como: “el termino aplicado a la variedad de genes, especies y ecosistemas encontrados en nues-tro planeta. Contiene todo tipo de formas de vida —desde la vida de las plantas y de animales hasta microorganismos— y el agua, la tierra y el aire en el cual ellos viven e interactúan” (Sitarz, 1994: 114). Es decir, que el término biodiversidad contiene toda expresión de vida, medida por el número de especies; sin embargo, los ecólogos, am-bientalistas y biólogos modernos dicen que el sentido de biodiversidad es más amplio y que “también abraza los diferentes genes que cada organismo individual contiene; las distintas poblaciones y variedades que evidentemente engendra dentro las espe-cies; y el trabajo de ensamblaje que cada especie realiza cuando comparte un hábitat común” (Tuxill, 1999: 7). Esto signifi ca que la biodiversidad, para los conocimientos involucrados directamente con ella, está conformada por una serie de ámbitos que van desde la diversidad gené-tica, y pasan por la diversidad individual,

la diversidad poblacional, la diversidad de especies, y la variación de todos estos as-pectos que se puede dar dentro de una sola especie confi nada en la complejidad de un ecosistema. Es en esta red de defi niciones y caminos intrincados en los que se ha invo-lucrado la ciencia moderna para seccionar y “congelar” a la naturaleza y así facilitar su estudio, hibridación, comercialización y su cuidado a través de patentes. La ciencia moderna está abriendo espacios para que la apropiación de la naturaleza con fi nes de lucro sea más fácil. Esta pauta es usada por la lupa del prospector ecológico, contrata-do por las multinacionales para la caza de genes. Regularmente estos personajes tie-nen la función comparable a la de un espía porque, para el caso genético, sólo se remite a recopilar datos y muestras de la biodiver-sidad enclavada en un ecosistema, tomando a los habitantes como informantes. La biodiversidad es un concepto propagado e institucionalizado2 a partir de la emisión de dos documentos: La Estrategia Glo-bal de la Biodiversidad (WRI, IUCN, UNEP, 1991) y la Convención sobre biodiversi-dad fi rmada durante la Cumbre Mundial de Río de Janeiro en 1992. La diáspora del discurso se ha llevado a cabo por las orga-nizaciones ambientales no gubernamenta-les del Norte, específi camente el Instituto de los Recursos Mundiales de Washington D.C. (WRI por su sigla en inglés), la Aso-ciación Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos Natura-les (IUCN, por su sigla en inglés), el Fondo Global para el Ambiente y el Programa para

2 El concepto de biodiversi-dad fue acuñado a partir de la unión de las pala-bras diversidad y biológi-ca en 1985. Desde ese año el nuevo término se ha ex-pandido y exportado a di-versos sectores. En 1986 se llevó a cabo un simposium al que le precedió el libro titulado Biodiversity (Wil-son, 1988) editado por el biólogo E. O. Wilson quien hizo popular este concepto. Diez años después, Takacs (1996: 39) describe su esencia de esta manera: “en 1988, biodiversidad no parece como palabra clave en el Biological Abstracts, y diversidad biológica sólo aparece una vez. En 1993, la palabra biodiversidad apareció sesenta y dos veces, y diversidad biológica die-cinueve veces”. Diez años después es difícil contar cuantas veces la palabra “biodiversidad” es usada cada día por científi cos, diseñadores de políticas, y otros. Mientras la historia de este término es relati-vamente corta (compara-da con otros términos que están en la enciclopedia), ya ha traído a colación im-portantes temas fi losófi cos. Algunos de ellos están en-redados en la defi nición de “biodiversidad” […].

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el Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP, por sus sigla en inglés). El fundamento que subyace en las promul-gaciones de estas instituciones internacio-nales para la conservación de la biodiver-sidad es hallar formas de utilización de los recursos naturales que garanticen su con-servación a largo plazo. Esa postura esta-blece que sólo a través de la racionalidad del conocimiento científi co sobre la biodi-versidad es posible acoplar ésta a sistemas adecuados de administración y mecanismos apropiados que determinen los derechos de propiedad intelectual, con la fi nalidad de proteger los descubrimientos que, en un momento dado pudieran convertirse en aplicaciones remunerativas. El nuevo dis-curso de la naturaleza es un caldo de culti-vo para crear proyectos delineados por las iniciativas convencionales de utilización y privatización de los recursos naturales. El permiso que está implícito en el discurso, ha dado pie al establecimiento de procesos científi cos y tecnológicos llamados biopros-pección, que no es otra cosa que la pesquisa y categorización de la naturaleza por parte de especialistas que se dedican a encontrar especies, las cuales conduzcan hacia impor-tantes aplicaciones comerciales y farmacéu-ticas, por mencionar uno de ellos. Los proyectos de prospección de la biodi-versidad, generalmente desvanecen las al-teridades inmersas en las localidades y las trasladan al ámbito de la contabilidad de las especies existentes o en peligro de ex-tinción, pasando a ser la diversidad parte de un número más dentro de la racionalidad económica. El discurso de la biodiversidad,

desde este punto de vista, es un recurso que manejable o administrado ya sea como “ciencia para la conservación (y campos re-lacionados), [estrategia del] desarrollo sus-tentable, y/o [estrategia de protección para generar] benefi cios compartidos ya sea a través de derechos de propiedad o a través de otros mecanismos” (Escobar, 1998:58). Shiva (1997) le llama a este proceso bio-imperialismo y propone como su opositor la biodemocracia. Esta última tiene como premisa el reconocimiento de los derechos de las comunidades, la redefi nición de la productividad y la efi ciencia que muestre, como consecuencia, ecosistemas de usos múltiples: la afi rmación del carácter bio-diverso de la cultura y el control local por parte de las comunidades. Por una parte, el discurso de la biodiversidad —visto desde el Norte— es un sistema que: “[engulle] al ambiente [y] orienta la construcción de una nueva racionalidad social. La estrategia discursiva de la [biodiversidad] genera una metástasis del pensamiento crítico, disol-viendo la contradicción, la oposición y la alteridad, la diferencia y la alternativa, pa-ra ofrecernos en sus excrementos retóricos una re-visión de [la naturaleza] como una expresión del capital Leff” (1998: 23). Por otro lado, los habitantes de las comunida-des están de acuerdo con que los recursos naturales —biodiversidad— son patrimo-nio de la humanidad y pueden darse diver-sas formas de apropiación, pero dentro de los tiempos de reproducción de la natura-leza para que no se dañe esa biodiversidad. Sin embargo, hay algo más que no debe de dejarse de lado u olvidarse: el dueño prin-

[Sin embargo] el reto es la reconciliación de los proce-sos y los elementos basados en las perspectivas sobre la biodiversidad. Sobre todo, el problema mayor a resol-ver para la biodiversidad [como discurso] es cómo su conservación puede ser integrada a las necesida-des de la sociedad (Faith, 2003:1). Traducción libre de la autora.

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cipal es “el que mantiene esa vida, quien la vive, la sustenta, la alimenta y la preserva [no quien la transforma]” (Vía Campesina, 2001: 2).

Los organismos genéticamente modifi cados (OGMS)

La biotecnología3 es la estrategia científi ca y tecnológica utilizada para transformar la biodiversidad. En el plano de los hechos, la biotecnología hace posible que existan historias de combinaciones genéticas que bien podrían ser de fi cción, pero que son una realidad posible gracias a la interven-ción de los científi cos, puente que une a la naturaleza con los sistemas productivos a través de la ingeniería genética. Esta úl-tima es defi nida como: “un conjunto de técnicas que permiten modifi car el material de la herencia de los seres vivos, [y hace] posible (literalmente) suprimir, introducir, bloquear o multiplicar genes en los cromo-somas de los organismos vivos. Esto con-fi ere la posibilidad de crear seres vivos con nuevas combinaciones de material genéti-co, que no existían antes en la naturaleza” (Gómez-Alarcón, 2000: 25). El resultado de estas combinaciones, re-gularmente, es una planta o animal mo-difi cado por la inserción del material ge-nético de otra especie muy distinta que de ninguna manera natural hubiera buscado realizar este cruzamiento. Esto se conside-ra un éxito científi co porque incrementa la concepción novedosa de la naturaleza —biodiversidad— y, al mismo tiempo es un

potencial éxito económico porque la com-binación del material genético puede ser comercializada. Es decir, que a través de la “bioinnovación” los científi cos tienen una nueva tecnología que proveen OGMS que, fi nalmente, son patentados por las grandes transnacionales.La bioinnovación, denominada terminador es resultado de estas combinaciones: “un mecanismo de suicidio diseñado genética-mente, que se puede activar mediante un estímulo exterior específi co. Como resulta-do, las semillas de la siguiente generación se destruyen por autoenvenenamiento” (Gó-mez-Alarcón, 2000: 27). Los mecanismos son desencadenados por la utilización de productos químicos fertilizantes y fungi-cidas, paquetes con marca registrada de la compañía. Las empresas transnacionales argumentan:

(…) el uso de OGMS trabaja a favor de la conserva-ción de la biodiversidad porque a) aumentan tres veces más las cosechas sin necesidad de aumentar la superfi cie agrícola, salvando así valiosas selvas tropicales y hábitats de animales; b) disminuye los cultivos producidos con agroquímicos, utilizan-do menos recursos naturales y contaminando me-nos; y c) no atentan contra la vida porque son una extensión de los métodos tradicionales de cultivo y selección de plantas (Kimbrell, 1998: 46).

La Asociación Internacional para la Conser-vación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales (UICN) en su reporte “Organis-mos genéticamente modifi cados y biosegu-ridad”, de agosto de 2004, establece una lista de benefi cios y riesgos que podrían

3 La biotecnología moderna descansa en un conjunto de metodologías de desarrollo reciente que permiten ma-nipular el material genéti-co: extraerlo o introducir-lo, cortarlo, pegarlo, leer-lo, sintetizarlo o amplifi -carlo (López-Munguía, 2000:15).4 BENEFICIOS: Aumento en la productividad agrícola y la marícultura, maxi-mizando los rendimientos por hectárea y per cápita. Potencial de fomento de la seguridad alimenta-ria. Desarrollar “solucio-nes específi cas” frente a problemas que enfrentan determinadas colectivida-des, tales como la aparición de una nueva plaga o en-fermedad. Otro benefi cio reivindicado en el caso de algunos OGM agrícolas es la reducción del uso de pesticidas. Los benefi cios re-lativos a la captación del carbono y al cambio climá-tico pueden acrecentarse si se utilizan árboles GM. En algunos pocos casos, la propuesta de introducción de OGM incluyen usos in-tencionalmente “invasores. La ingeniería genética ha sido aplicada en insectos, bacterias y otras formas de vida no alimenticias, con el fi n de satisfacer necesi-dades agrícolas específi cas. Un importante benefi cio de muchos OGM agrícolas es

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conllevar los OGMS4 Y DECLARA, PARA PATEN-TIZAR LA NEUTRALIDAD DEL DOCUMENTO:

[t]odos los “benefi cios” enumerados en esta sec-ción se basan en reivindicaciones directas y de-claraciones de fuentes no comerciales, o sea los que proponen el uso de OGM. En ese sentido, se describen sólo los benefi cios “pretendidos”. […], los autores no pudieron encontrar ningún dato estadístico o de evidencia que confi rme o desapruebe estas afi rmaciones. También se hizo notar el hecho de que la validez o probable vali-dez de estas reivindicaciones es una cuestión de análisis, que debe basarse, si es posible, en un ac-ceso más amplio a los datos científi cos (evidencia directa). (UICN, 2004: 18).

De acuerdo con lo establecido en este do-cumento es bien cierto que se vislumbran una serie de benefi cios para la humanidad, pero son sólo benefi cios pretendidos —ali-viar el hambre y medicinas accesibles—, no son situaciones científi cas reales; no obs-tante, este marco fundamenta las propues-tas y políticas de los actores que no sólo están a favor de la generación y utilización de OGMS en la vida cotidiana, sino que los comercializan. La IUNC trata de presentar este reporte desde un punto neutral, pero ha participado en la elaboración y emisión de documentos que promueven la inves-tigación para la producción de OGMS. El reporte “Conserving the Worlds Biological Diversity”, auspiciado por el Instituto para los Recursos del Mundo (WRI), el Banco Mundial y la WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza), dice:

[u]n mayor esfuerzo es requerido para establecer centros de investigación [...], donde se capacite gente que lleve a cabo la investigación necesaria, y se generen incentivos necesarios que le dé al trabajo el prestigio que merece. Tales centros de investigación están describiendo las bases de un bienestar de largo plazo para la humanidad. Sin el conocimiento que proviene del campo de la investigación ecológica, será imposible desarro-llar sistemas de administración de recursos sanos ecológicamente5 necesarios para apoyar6 a la gen-te que ahora vive en el [mundo], sin mencionar el mejoramiento de sus condiciones en el futuro (McNeely, 1990: 72).

La naturaleza (biodiversidad) debe ser es-piada. Se ha convertido en una urgencia moderna entrar en su intimidad para co-nocer sus estrategias de supervivencia y de evolución, tomar su esencia y principios —a la par de los procesos científi cos y tecnoló-gicos generados a través del conocimien-to tradicional—, ponerla al alcance de la humanidad como producto resultante de una innovación tecnológica. Para conven-cer que es la única salida, políticos y, en su momento, científi cos y tecnólogos estruc-turan su discurso dentro de un contexto salvador: “hay que conocerla para usarla, y hay que usarla para salvarla” (Daniel Jansen citado por Escobar, 1999b: 215).

Los derechos de propiedad intelectual sobre la biodiversidad

La lucha por el control de la biodiversidad no es nueva, lo que es nuevo es la estructura

la merma en el uso de fos-fatos orgánicos y piretrinas insecticidas. Aunque la lis-ta de benefi cios futuros po-tenciales que se reivindica que se obtendrán de los OGM es muy extensa, cabe mencionar aquí en especial el concepto de vacunas co-mestibles, tanto porque se encuentran actualmente en ensayo como porque en-traña un valor potencial inestimable para la hu-manidad. RIESGOS: Estabi-lidad ecológica de los OGM: aun dentro de la teoría del ADN de Watson-Crick, cada gen puede controlar varios caracteres diferentes en un mismo organismo. La inserción de un nuevo gen puede tener un im-pacto accesorio imprevisto en el resto del genoma del receptor, lo que puede cau-sar efectos secundarios in-esperados. Cruzamiento/contaminación genética: Los OGM podrían cruzarse con sus parientes silvestres y con otras especies sexual-mente compatibles dentro del área en la cual son in-troducidos. Competencia con especies naturales: un carácter promovido con frecuencia por los que de-sarrollan cultivos GM es su mayor productividad gra-cias a un crecimiento más rápido. La maduración rápida puede, sin embar-

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en la que se presenta y los artifi cios que se emplean para poseerla. Los reglamentos de las políticas neoliberales del GATT (General Agreement Tariffs and Trade), sustitutos de las reglamentaciones y concesiones que da-ba el Papa Alejandro VI a los colonizadores de la recién inventada7 América en 1492, son lo sustantivo de la nueva estructura. En el afán de apoyarla, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) puntualizó en la Resolución Internacional Sobre Recursos Filogenéticos de 1983 que, la naturaleza y sus recursos son patrimonio de la humani-dad y deben estar disponibles sin restricción alguna. Sin embargo, debido a las secrecías que guardan los productores de organis-mos genéticamente modifi cados, el acuerdo no tuvo mucha resonancia. Por ello, para 1989 la FAO hizo una interpretación de los acuerdos de 1983 y reconoció entonces los derechos de los campesinos sobre las aportaciones en la conservación de espe-cies, a través de la innovación tecnológica tradicional. Esta disposición tampoco fue del agrado de los países ricos por lo que cambiaron el escenario para llevar a cabo los acuerdos sobre propiedad intelectual; ya no sería la FAO ni la Organización Mundial, entidades de las Naciones Unidas, sino el GATT. La naturaleza, a través de la historia entre colonizadores y subordinados: “[…] ha pasado a ser un objeto sin vida, “materia muerta” y manipulable. Su capacidad de renovación y crecimiento ha sido negada. Se ha vuelto dependiente de la gente [por lo que] [e]l desarrollo de la gente es, por

lo tanto, esencial para el desarrollo de la naturaleza” (Shiva, 1997: 206).La situación desventajosa de los países de la periferia los ha llevado a aceptar los condi-cionamientos del GATT sobre los derechos de propiedad intelectual ligados al comer-cio (Trade Related Intellectual Property Rights, TRIP). Esto es una imposición que facilita la fi rma de proyectos, tratados y demás instrumentos legales que permiten el saqueo de la riqueza genética; es decir, los condicionamientos sobre los derechos de propiedad intelectual son una correa de transmisión para la biopiratería. Para las trans-nacionales los recursos naturales ubicados en el Tercer Mundo son improductivos porque los habitantes locales no tienen la capacidad científi ca y tecnológica para aprovecharlos en la construcción de su propio desarrollo. Al ser improductivo, el conocimiento científi co y tecnológico tra-dicional no es considerado como paten-table porque carece de la rigurosidad que sólo los investigadores podrían darle. Esta visión del insalvable abismo que existe en cuestión de derechos intelectuales sobre los recursos biológicos se encuentra en el documento “Conserving the World Biolo-gical Diversity”, publicado por IUCN, WRI, CI, WWF-US. En este documento el Banco Mundial afi rma: “muchos de los recursos pueden ser conservados a través de las ac-ciones tomadas para cubrir las necesidades inmediatas de los pobres rurales. Pero es inevitable la existencia de un abismo entre la conservación que puede ser alcanzada a través del desarrollo rural y la acción que es deseada para el bien de la humanidad”

go, servir como una venta-ja competitiva signifi cati-va que podría permitir a un organismo convertirse en invasor —extenderse a nuevos hábitats y causar daños ecológicos o econó-micos—. Mayor presión de selección sobre organismos que son objetivo y sobre los que no lo son: otro resultado de un cambio de este tipo es que puede aumentar la presión para que las especies se adapten, como si se trata-ra de un cambio geológico o de otra presión de selección natural. Impacto sobre los ecosistemas: cuando existen los tipos mencionados de si-tuaciones y riesgos, siempre van acompañados del ries-go de daño o destrucción del ecosistema. Imposibilidad de seguimiento: en caso de que una especie sea intro-ducida específi camente con el propósito de interactuar con especies naturales o re-emplazarlas, como en el ca-so de los insectos y bacterias GM antes descritos, se crea también el riesgo de “abrir la caja de Pandora”.5 Cursivas de la autora.6 Idem.7 [E]l descubrimiento [de América] no signifi ca tanto un accidente histó-rico del continente ame-ricano, sino un proceso de cambio político y cien-tífi co de Europa misma:

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(McNeely et al, 1990: 118). El incremen-to de la biodiversidad y la construcción del bien de la humanidad son recompensados con una patente. Tal es el caso de una bac-teria que fue creada a partir de plasmidas de tres clases de bacterias. El “innovador” es el biotecnólogo llamado Chakravarty quien transplantó estas tres en una cuarta. Lo que hizo fue pasar los genes, cambiando la “in-timidad” de un organismo que ya existía. El microorganismo no es un producto de la naturaleza, es resultado de una invención, de una manipulación humana, por lo tanto patentable.

Avances sobre la legislación de propiedad intelectual del conocimiento tradicional

Las cuestiones son: ¿Se toma en cuenta el mejoramiento genético realizado a través de los años por los campesinos locales? ¿Son susceptibles los usos y las costumbres de ser patentizados para protegerlos de los depre-dadores transnacionales? Los pueblos indí-genas —y las organizaciones comunitarias locales, éstas en menor medida— han ex-presado, por medio de numerosos instru-mentos y declaraciones, que la búsqueda de la autodeterminación es la razón más importante para intervenir en las discusio-nes sobre los mecanismos para proteger su conocimiento. Su conocimiento colectivo es, después de todo, un elemento clave de su existencia cultural distinta, autodeter -minada y autoidentifi cada. Esta cuestión es la médula del debate en la Organización

Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Las naciones de la periferia están buscando el diálogo político que les permita encon-trar formas de protección de su biodiversi-dad y sus expresiones socioculturales.8 La solicitud fue hecha por el Grupo de Países de América Latina y el Caribe (GRULAC). En los documentos presentados9 este gru-po argumenta que la razón de otorgarle protección intelectual a los conocimientos vernáculos, en tiempos de la sociedad del conocimiento donde la ciencia y la tecno-logía están en desarrollo constante:

[…] es que muchos conocimientos pueden, aún sin la aplicación estricta del método científi co, en-contrar soluciones a problemas todavía no resuel-tos en el mundo moderno. Ejemplo de lo anterior lo ofrece: la medicina naturista o natural, los pro-cesos de curación como la acupuntura, que son generalmente usados como complementos o sus-titutos de la medicina formal cuando esta se hace insufi ciente, inaccesible o inútil. Además, el cono-cimiento y las innovaciones de las comunidades indígenas y locales implican un valor agregado intelectual sobre el estado natural del producto o proceso que se ha incorporado, ya sea de manera individual o colectiva (OMPI, 2000: 1).

Lo manifestado por el GRULAC en los do-cumentos es que el problema esencial entre los conocimientos, las innovaciones y las prácticas de las comunidades indígenas y locales y la propiedad intelectual es la falta de reconocimiento de los intereses especia-les de dichas comunidades y el desarrollo de sistemas de control del uso de sus obras a través de fórmulas adecuadas de propiedad

la Europa que reconoce a América entre el siglo XV y el siglo XVI descubrió la capacidad en sí misma de ampliar [su] mundo” (Montemayor, 2001: 19). Los europeos al extenderse en territorio “descubierto” “vistieron” a sus habitan-tes con ropas de “infi eles” y procedieron a “domesticar-los” a través de la espada y el rezo; asimismo hicieron con sus recursos naturales para los cuales obtuvieron patentes por medio de títu-los de propiedad concedidas por el Papa a través de los reyes europeos. Estos títu-los son documentos donde se registra una patente so-bre la vida, que no es otra cosa que piratería legaliza-da, fundamentada en una idea eurocéntrica. 8 En septiembre de 2000, la misión permanente de la República Dominicana, en nombre del Grupo de Países de América Lati-na y el Caribe (GRULAC) presentó ante la Asamblea General de la OMPI dos do-cumentos a estudiar: “Los conocimientos tradiciona-les y la necesidad de otor-garles una protección de propiedad intelectual apro-piada” y “Comité de la OMPI sobre la relación en-tre la propiedad intelec-tual, los recursos genéticos y los conocimientos tradi-

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intelectual. El Grupo también manifi esta que para la creación de riqueza en comu-nidades indígenas y rurales es necesario una forma jurídica adecuada que proteja esos conocimientos; así se generaría un cierto grado de certeza en las transacciones eco-nómicas entre los poseedores del conoci-miento y las empresas que estén interesadas en divulgarlo y/o comercializarlo; además de establecerse un intercambio justo, se ahorrarían costos infructuosos en desarro-llo científi co y tecnológico.La respuesta de la OMPI a la propiedad inte-lectual de los conocimientos tradicionales fue constituir el Comité Intergubernamen-tal sobre Propiedad Intelectual y Recursos Genéticos, Conocimientos Tradicionales y Folclore. Las conclusiones a las que ha lle-gado la Comisión versan sobre las siguien-tes decisiones. Éstas han tomado como base el artículo 8j: Conocimiento, innovaciones y prácticas tradicionales del Convenio so-bre la Diversidad Biológica fi rmado en la Cumbre de la Tierra, llevada a cabo en Río de Janeiro el 5 de Junio de 1992:10 La pri-mera discusión del Comité versó sobre si la protección debe discurrir sobre el folklo-re o sobre una categoría más amplia como son los conocimientos tradicionales, que incluyen el folklore. Hoy en día esa aparen-te contradicción se encuentra totalmente superada y la comunidad internacional se ha pronunciado a favor de la necesidad de proteger adecuadamente los conocimientos tradicionales de los cuales el folklore cons-tituye una subcategoría.La segunda problemática que se suscita se relaciona con la necesidad de defi nir qué

se entiende por conocimientos tradiciona-les, como requisito previo a su protección. No obstante, cabe recordar que hay quie-nes sostienen que, tal como ya ocurre en otras categorías protegidas por el derecho de propiedad intelectual, es posible que tal defi nición no sea necesaria a fi n de deli-mitar el alcance del objeto para el que se solicita la protección. Al respecto, la OMPI reconoció a los titulares de conocimientos tradicionales el derecho a decidir cuáles son las expresiones que constituyen sus propios conocimientos, innovaciones, culturas y prácticas, así como también las maneras en que deberían defi nirse. Hasta el momento, queda planteada una pregunta por resol-ver, ésta se refi ere a si es necesario crear un sistema de protección sui generis,11 o si alcanza con los diferentes sistemas ya exis-tentes. Es decir, si corresponde proteger a los conocimientos tradicionales mediante el derecho de autor, patentes y demás sistemas ya conocidos o si es necesaria la adopción de un nuevo sistema que se adapte a las particulares características que presenta el conocimiento tradicional. El debate está en la mesa y los portadores del conocimiento tradicional están a la espera de una estra-tegia que los proteja de la biopiratería y el despojo de sus territorios, sustentada en la falsa salvaguarda de la biodiversidad.

B. La conservación de los recursos naturales a través de la diversidad

Mientras que la concepción dominante de la conservación de la biodiversidad avanza

cionales” (OMPI, 2001). El GRULAC en el primero de dichos documentos esbo-za un lineamiento de qué debe ser entendido por co-nocimientos tradicionales. Según el citado documento, la expresión conocimientos tradicionales latu sensu abarca: los conocimientos tradicionales strictu sen-su; innovaciones; signos distintivos, el folclore; la garantía de origen de las artesanías y la protección del diseño de las artesanías. Por su parte, el término conocimientos tradiciona-les entendido strictu sensu hace referencia de mane-ra enunciativa a los cono-cimientos y prácticas sobre plantas y animales, medi-cina natural, tratamien-tos médicos, conocimientos alimenticios, cosméticos y perfumería, etc, en los cua-les existe un valor agregado intelectual y que se encuen-tran en el “dominio públi-co”. En el caso de las inno-vaciones, estaríamos ante los mismos conocimientos y prácticas referidos al defi -nir los conocimientos tra-dicionales strictu sensu, con la distinción de que en el caso de las innovaciones los conocimientos no se en-cuentran en el “dominio público”. Por su parte, la expresión “signos distin-tivos” se refi ere a signos y

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hacia la codifi cación de los recursos natura-les, otro discurso también se va consolidan-do a través de la generación de estrategias mejoradas por experiencias locales. Para estas experiencias,

(…) [la] biodiversidad tiene como fundamento el reconocimiento de la diversidad humana, el aceptar que somos diferentes y que cada persona y cada individuo tiene la libertad de pensar y de ser. Visto de esta manera la biodiversidad no es sólo fl ora, fauna, tierra, agua y ecosistemas, es tam-bién culturas, sistemas de producción, relaciones humanas y económicas, formas de gobierno, en esencia es la libertad (Vía Campesina 2001: 3).

Desde este punto de vista la biodiversidad está afi ncada en un contexto más amplio. Más allá de la contabilidad de los recur-sos naturales son el signifi cado y la utilidad lo que hacen a los recursos naturales tras-cendentales para las culturas tradicionales. Mientras más diversos sean esos recursos la cultura tendrá una mayor gama de mati-ces. Las comunidades indígenas o rurales, regularmente se entretejen y copian a la naturaleza para expresarse: culinariamen-te, por medio de sus vestidos, cultural y religiosamente. Es por eso que la homo-geneización no es parte de su estructura sociocultural, porque viven compartiendo su fuerza de trabajo, tierras, creencias y te-rritorio, dentro de un ámbito territorial que es muy diferente al defi nido ofi cialmente. Los campesinos e indígenas —específi ca-mente estos últimos— han sobrevivido a la homogeneización, unos en mejores po-sibilidades para conservar y fomentar sus

propias estructuras organizativas y cultu-rales, y otros en franca desventaja frente a la invasión política, cultural y religiosa después de una invasión territorial. Si bien es cierto que los indígenas tienen condicio-nes semejantes, sus especifi cidades locales y regionales los hacen heterogéneos. Por eso no puede haber un patrón común que los defi na porque se expresan a partir de su relación con la naturaleza.El fallecido activista indígena Mixe y el an-tropólogo Floriberto Díaz describían lo que es una comunidad y, sin nombrar la palabra, lo que es la diversidad existente en las culturas tradicionales: la comunidad, sus formas de autogobierno y reglas normativas (usos y costumbres) tienen mucho que ver con aspectos ligados a la tierra, el idioma y la educación. Díaz explica que la comuni-dad no es sólo como un conjunto de casas con personas, sino personas con historia, pasado, presente y futuro, que no sólo se pueden defi nir en concreto físicamente, si-no también espiritualmente en relación con la naturaleza toda. Los habitantes de las co-munidades utilizan este espacio para reali-zar acciones de recreación y transformación de la naturaleza, teniendo como vínculo de primer orden los sistemas productivos crea-dos a través de la relación estrecha con la tierra. Alrededor de esta relación hombre-tierra se generan las diferentes formas de expresión que le dan sentido a los usos y costumbres. Al cambiar una de las partes se empiezan a desarticular las demás expresio-nes unidas al núcleo, empezando a perderse la razón de permanencia en las localidades cercanas a la naturaleza, así como la preser-

símbolos utilizados para identifi cación de tribus, fa-milias, productos, etc., así como aquellos utilizados en ceremonias religiosas o má-gicas. Por último, folclore se refi ere a las creaciones y ex-presiones culturales que se transmiten de generación en generación, pudiendo ser detentados por un in-dividuo o por comunidades enteras. El documento con-cluye con el pedido por par-te de los países suscribientes de la creación de un comité permanente que examine la relación entre la propie-dad intelectual, el acceso a los recursos genéticos y los co-nocimientos tradicionales de las comunidades locales e indígenas.9 Los objetivos son:1. Promover el respeto, la preservación y la protec-ción de los conocimientos tradicionales y las inno-vaciones.2. Promover una distribu-ción justa y equitativa de los benefi cios derivados de esos conocimientos.3. Promover el uso de esos conocimientos e innovacio-nes en benefi cio de la hu-manidad.4. Ordenar y organizar la administración de ese co-nocimiento.5. Promover la creación de sistemas jurídico-eco-nómicos que permitan un

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vación de las tradiciones, ya que son poco congruentes con el sistema dominante. Si se pierde el sentido de lo que signifi ca la tierra para el hombre —en términos de trabajo y sustento— la comunidad inicia un proceso de desintegración que la lleva a hacer conce-siones a los sistemas dominantes en la bús-queda del sustento, en donde el caso más recurrente es la migración hacia las grandes urbes.12 Sin embargo, los fundamentos del arraigo de las culturas tradicionales a un territorio se encuentran en la diversidad de plantas, pues ésta les provee comida, medi-cina y abrigo.

La visión alternativa para el aprovechamiento de los recursos naturales

La situación actual de quienes se pretende sean los protagonistas —en muchos casos lo son, pero ese tema no se trata en este documento— de las estrategias alternativas es precaria, ya que muchos viven en la ex-trema pobreza. Es característica de éstos el vivir en espacios denominados megadiver-sidades, por lo cual la visión alternativa del aprovechamiento de los recursos naturales nace de un ambientalismo de los pobres (Toledo, 1999) que está en un proceso de expansión en el Tercer Mundo, y que en-carna la construcción de una modernidad alternativa, basada en la “biodemocracia” (Escobar, 1997; Shiva, 1997). Esto,

(…) implica [establecer] una estrategia dual mo-derna: por una parte, debe facilitar a la gente el

fortalecimiento de sus propias organizaciones, o la creación de nuevas, utilizando sus recursos relativamente magros en la búsqueda de una al-ternativa y de una resolución autónoma de sus problemas. Por otra parte, [...] debe contribuir al surgimiento de un nuevo pacto social, cimen-tado en el reconocimiento de que son esenciales la erradicación de la pobreza y la incorporación democrática de los desamparados dentro de una estructura productiva más diversifi cada (Barkin, 1998: 55).

Una propuesta alternativa para la biodiversidad: administración integral de los recursos naturales (AIRN)

La propuesta de la administración integral de los recursos naturales (AIRN) es deriva-da de una historia de lucha y refl exión de los pensadores del Sur (Barkin, 1998; Bar-kin y Paillés, 2001; Blauert y Zadek, 1999; Escobar, 1999; Leff, 1998; Toledo, 2001) quienes han promovido formas alternativas para concretar el discurso sustentable. Las bases de esta propuesta son: a) la partici-pación activa de la población local en el diseño e implementación de los planes y programas, de tal manera que ellos mismos generen una capacidad de administración, y la recuperación de las instituciones sociales y de la identidad cultural (Barabás y Barto-lomé, 1999; Barkin, 1998 y 2001; Regino, 1999); y b) la incorporación racional de la diversidad ecológica en un programa que contribuya a la diversifi cación de la econo-mía local desde sus bases (Toledo, 2000;

desarrollo sustentable de las comunidades poseedoras de esos conocimientos.6. Ayudar a mantener esquemas tradicionales de conservación de la biodi-versidad.10 Artículo 8. Conservación in situ: Cada Parte Con-tratante, en la medida de lo posible y según proceda: j) Con arreglo a su legislación nacional, respetará, preser-vará y mantendrá los cono-cimientos, las innovaciones y las prácticas de las comu-nidades indígenas y locales que entrañen estilos tradi-cionales de vida pertinen-tes para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica y promoverá su aplicación más amplia, con la apro-bación y la participación de quienes posean esos co-nocimientos, innovaciones y prácticas, y fomentará que los benefi cios derivados de la utilización de esos co-nocimientos, innovaciones y prácticas se compartan equitativamente. 11 “Los países soberanos tie-nen el derecho de prohibir a terceras partes el acceso a recursos tangibles ubicados en sus territorios. Aunque la soberanía no se reduce a una mera afi rmación de derechos de propiedad, al menos por analogía, la soberanía nacional otorga

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Leff, 1998). La estructura teórica de esta estrategia ha sido reconfi gurada a través de un continuo proceso de revisión bibliográ-fi ca y de trabajo de campo en comunidades campesinas (Santiago, 2004). Compartir el espacio y las ideas básicas con los campesi-nos, demostró claramente que la sustenta-bilidad por sí misma no es un pensamiento único, estandarizable en una fórmula, sino que es el resultado de una integración com-pleja de pensamientos que son entendidos de manera diferente a medida que las per-sonas asimilan las propuestas dentro de su individual cotidianidad. Estos planteamien-tos surgen de una estructura teórica, que es traducida en la práctica conforme cada comunidad o grupo de personas inventa y específi ca dentro de sus propias reglas, para así participar en una estrategia regio-nal, procesos que son transformados en la experiencia diaria.La manera particular de participar en la sus-tentabilidad que tienen los habitantes de una región depende principalmente de las condiciones locales. Esto no sólo incluye características tangibles como son los recur-sos naturales y las instituciones locales, sino también la red de relaciones e instituciones que delinean la producción, los mecanis-mos de la organización local que permiten la toma de decisiones y guían el ejercicio de la autoridad, donde están involucradas las prácticas religiosas. El trabajo de campo que subyace a este apartado revela la centra-lidad de un adecuado balance entre todas esas facetas, si el proyecto sustentable desea caminar más allá del estadio de las buenas

intenciones para convertirse en el motor del desarrollo sustentable. El planteamiento de la administración inte-gral de los recursos naturales busca constan-temente que los habitantes recreen, dentro de sus culturas, las propuestas productivas como una alternativa a) para la reconstruc-ción de su proyecto de vida, b) ecológica-mente sustentable para que los “insumos” —léase: recursos naturales— de los sistemas productivos no escaseen y c) complementa-ria a los sistemas productivos tradicionales que diversifi que su economía y para que ellos, sí así lo deciden, puedan continuar con sus tradiciones. Al ir incluyendo dentro de sus formas de vida las propuestas inte-grales los habitantes evitarían convertirse en refugiados económicos de los centros urba-nos nacionales e internacionales. En cam-bio, aprenderían a contribuir al desarrollo de su región sin sacrifi car su dignidad, eva-luando y calibrando las nuevas actividades, al mismo tiempo que desarrollarían nuevas relaciones dentro de su propia cultura y con la otredad dominante. La interiorización de estos procesos les prevendría de unirse a la gran franja de mano de obra barata —una oportunidad transitoria con fecha de caducidad, concentrada en los polos de desarrollo—, para convertirse en los pro-tagonistas de su propio desarrollo regional sustentable. Este enfoque pretende encontrar las estra-tegias adecuadas a las formas de vivir de los grupos señalados para que los fortifi que y se evite que, como piezas de rompecabezas, vayan llenando las diferentes gamas del pai-saje de la pobreza extrema y la degradación

un derecho de control de recursos nacionales equi-valente a un derecho de propiedad real y a un de-recho de propiedad perso-nal (siempre que el recurso provenga originalmente del país en cuestión). En función de su soberanía, un gobierno nacional tie-ne el derecho de prohibir la entrada a su territorio y a regular los términos bajo los cuales partes extranje-ras pueden recolectar re-cursos genéticos dentro del país, de modo que el go-bierno podría exigir, por ejemplo, que los recolectores obtengan permiso de comu-nidades locales suministra-doras de los recursos desea-dos. El requisito de que la comunidad se involucre en el proceso general de con-cesión del consentimiento es una función del derecho soberano de un país a con-trolar el recurso (CRUCIBLE II; 2001: 241)”. 12 Resumen hecho a par-tir del trabajo de Carlsen (1999).

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ecológica. Los confl ictos entre los técnicos y los desposeídos son reducidos, a medida que los extraños reconocen que los locales tienen la primacía sobre el territorio porque llegaron primero. Finalmente, esta estrate-gia puede contribuir a reducir la violencia legal o los movimientos políticos que sólo traen luchas fratricidas, en las que regular-mente mueren personas y líderes que tratan de defender sus territorios y culturas.Una de las maneras de evadir confl ictos es compartir conocimientos a través de la ca-pacitación en nuevas tecnologías y de la ac-tualización de las tecnologías tradicionales, ambas dentro del contexto local-regional; lo anterior traería como consecuencia la for-mación de profesionales y técnicos comu-nales: microempresarios, dueños de manera individual o colectiva de los pocos servicios locales y de los productos sustentables que serían ofrecidos al resto de la sociedad. Por lo tanto, las comunidades se benefi ciarían a través de sus recursos naturales sin poner en riesgo el hábitat, porque mientras éstas toman una porción para alcanzar su bie-nestar, irán reconstruyendo y conservan-do los ecosistemas inmersos dentro de su territorio. La idea, por consiguiente, es inducir nue-vas formas de apropiación, en las que una parte de los recursos sirva para alimentar los servicios y sistemas productivos; otra, para que los habitantes continúen con los usos tradicionales de ellos; y fi nalmente, la más importante, estaría abocada a la recons-trucción y conservación de la biodiversi-dad erosionada. La esencia de la propuesta —AIRN— está fundamentada en la recrea-

ción de la cotidianidad local, en la misma escena donde se realiza la reconstrucción de los ecosistemas y se inducen lo proyectos productivos, escapándose de las confeccio-nes frías y acartonadas que pululan en los escritorios de ciudad. Este paradigma re-chaza la visión de considerar incapaces a los locales para diseñar sus propias estrategias de desarrollo, exhortándolos a defi nir las formas de cómo, dónde y cuándo se lle-varán a cabo. En otras palabras, promueve la participación activa de los locales, en un proceso que propicia una amalgama in-tegral y sustentable de lo selecto13 de las dos sabidurías generadas por la humanidad: la de las sociedades industrializadas y la de las sociedades tradicionales.La propuesta descrita no promueve una au-tarquía14 ilusa en las comunidades indígenas y rurales, pero sí tiene como meta avanzar hacia la autosufi ciencia alimentaria, ener-gética, económica, y en general lograr ser autosufi cientes respecto de la satisfacción de sus necesidades básicas,15 para estar en condiciones equitativas a la hora de rea-lizar intercambios socioeconómicos justos con el resto de la sociedad. Es importan-te decir que, al dejar que las comunidades controlen sus territorios con sus formas de gobierno tradicional, no se está pro-piciando la separación del Estado-nación. Los habitantes locales están conscientes de que se encuentran en desventaja y que no podrían relacionarse, efectivamente, con el mundo exterior, sin tener de por medio un gobierno fortalecido, que regule las rela-ciones con la región y el resto del mundo. Sin embargo, la AIRN es un catalizador de

13 Por selecto se considera to-do aquello que no dañe los sistemas ecológicos de una región o localidad.14 En el caso mexicano el gobierno tiene suspendido el reconocimiento a ni-vel constitucional de las formas de gobierno de los pueblos originarios, prin-cipalmente porque dentro de esos patrones sociopolíti-cos tradicionales se encuen-tra el control del territorio que lleva a la autonomía indígena. Sin embargo, los indígenas y los campesinos reconocen que no podrían establecer relaciones con las naciones industrializadas porque las formas de inter-cambio les son desconocidas y defi nitivamente estarían en desventaja. Ellos desean que se respeten sus formas de expresión y continuar siendo mexicanos, pero sa-ben que necesitan capaci-tarse para obtener su au-tosufi ciencia en todos los sentidos.15 Los pueblos originarios están concientes de no po-der construir una nación con sus características ac-tuales porque no tienen los conocimientos para nego-ciar a niveles nacionales e internacionales, carecen de los medios productivos exis-tentes en el resto de la socie-dad, mucho menos tienen el poder económico para comprar la tecnología ne-

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un proceso político que pretende fortalecer las instituciones locales, incrementando la conciencia del uso alternativo de sus recursos naturales; motivando la defensa de mane-ras más apropiadas y fl exibles, y con una sincronización más democrática entre las normas de estas comunidades y aquellas de la sociedad dominante.Por tanto, la participación activa de las co-munidades indígenas y rurales dentro de los procesos de reconstrucción y preservación de los ecosistemas es vital, porque la historia los ha puesto en los centros más ricos en diversidad ecológica; como consecuencia de ello conocen los tiempos de recreación de los ecosistemas y saben cómo deben ser tratados, producto de un desarrollo cul-tural imbricado en la biodiversidad de sus regiones. Esa cualidad ha sido una razón para darles la tarea de “guardianes de sus bosques”, sin ninguna prestación adicional; un trabajo más que deben realizar para po-der seguir haciendo uso de sus ecosistemas, denominados bienes de la nación o áreas protegidas. Los programas ofi ciales de “res-cate” de los ecosistemas agregan dentro de sus planes cómo “rescatar” a estos pueblos, a los que ven como parte de la “fauna” por-que tienen un conocimiento amplio de su entorno natural. Como éste está en peligro de extinción el gobierno decide proteger a estos grupos, sin cuestionar la suprema-cía de las elites reinantes en la localidad. Este pensamiento transforma los asuntos indígenas en asuntos ecológicos (Assies, et al 1999), dándoles un trato de subordina-dos, en lugar de darles un trato político igualitario. El proceso del AIRN reconoce

la necesidad del control territorial por los locales porque los habitantes no podrían proteger y reconstruir un territorio en don-de no ejercen una capacidad política y/o de gestión. La premisa control territorial, basada en la articulación de la cierta autonomía (Regi-no, 1999) que experimentan los pueblos respecto del resto de la sociedad, es el crisol donde se afi na la recuperación de su digni-dad, a través de la rehabilitación ecológica de “su” territorio y no el del patrón, del amigo o del gobierno. El control del terri-torio es total para los comuneros porque es el espacio local-regional donde construyen día a día sus diferentes proyectos de vida, ya que es el uso de la biodiversidad territo-rial lo que les permite crearlos, recrearlos o abandonarlos. Este concepto de territorio se amplía desde el lugar donde están ubi-cadas sus viviendas hasta donde colectan la fl ora y cazan la fauna necesaria para su supervivencia. El territorio les provee del material para hacer sus viviendas (morillos), obtener sus alimentos (animales del bosque y del río; siembra de maíz) y la energía para cocinarlos (leña).16 El control del territorio les ofrece una capacidad de autogestión, y por ende, la posibilidad de continuar su línea de sangre a través de la herencia de la parcela a sus hijos. La visión alternativa de los proyectos de aprovechamiento alterna-tivo de los recursos naturales fortalecen y propician: a) la participación activa de los habitantes de las comunidades, b) la defen-sa del territorio y su control, y c) establece como prioridad la autosufi ciencia en todos los sentidos.

cesaria para transformar sus recursos; por lo tanto, necesitan del apoyo de las instancias gubernamenta-les, no gubernamentales o de individuos que les pro-porcionen la capacitación y el fi nanciamiento para lo-grar entablar intercambios justos por sus productos. 16 Los recursos naturales para los habitantes de las localidades rurales e indí-genas tienen una connota-ción de uso —tradición en decadencia debido a la cri-sis material en que viven— más que de comercializa-ción a gran escala.

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La participación activa

La participación activa de las comunidades dentro de la conformación de los progra-mas de desarrollo alternativo es una premisa de vital importancia porque la normati vidad ecológica necesaria está defi nida dentro de su sistema cultural. El desarrollo debe estar entonces conducido a través de los princi-pios de la sustentabilidad alternativa, llevada a cabo por medio de una estrategia donde los recursos naturales y humanos estén inte-grados y no sean tratados diferencialmen-te; es decir, un diseño que defi enda a la biodiversidad, pero que también defi enda a las otras diversidades. Este es el principio en el que está basado el uso alternativo de los recursos naturales. Es en sí una estra-tegia que permite mayor autonomía para que la gente reconstruya sus sociedades y produzca bienes y servicios en un diseño sostenible, mientras se expanden los servi-cios de protección ambiental que siempre se han proporcionado. Sin embargo, esta reconstrucción no puede ser posible sin la intervención de los movimientos políticos de base que algunas veces tienen como in-termediarios a ONG no normalizadas por las políticas del norte.17

Estas organizaciones no gubernamentales son intermediarias que sirven como correa trasmisora de las demandas de los pueblos colonizados por las estrategias desarrollistas y que continúan siendo colonizados por las nuevas versiones del mismo discurso. Tanto los movimientos de base como los interme-diarios para la democracia están conscientes de que las políticas de desarrollo no pueden

ser diseñadas ni generadas desde “las altu-ras” de un escritorio gubernamental, que tiene a su vez un escritorio más alto en al-gún lugar fuera del territorio nacional o del continente. Las políticas de reconstrucción de la diversidad biológica y sociocultural para ser exitosas deben con “la participa-ción directa y [activa] de los benefi ciados y de otros que pudieran ser impactados; debe implicar más que un papel meramente de consulta” (Barkin, 1998: 61).

La defensa del territorio

La lucha por la defensa del territorio tiene mucho que ver con la autonomía y es una defensa de lo cultural y de la autodeter-minación (Regino, 1999). El cambio de los sistemas productivos debido a la impo-sición de sistemas de monocultivo o a la propagación de OGTS dentro de los sistemas tradicionales ha provocado el desfalco ali-menticio que hoy viven las comunidades lo-cales. No obstante, los movimientos de base han demostrado que el fortalecimiento y la transformación de los sistemas productivos tradicionales, así como las economías loca-les, a través de fl ujos de capital que tengan la misión de apoyar la diversidad, conllevan el fortalecimiento de las localidades. En su ensayo “El otro zapatismo”, que trata el es-tudio de iniciativas sustentables comunales, Toledo (2001) dice que del fortalecimiento de las comunidades indígenas y rurales se han derivado cinco fenómenos principales: 1) defensa de los valores culturales tradicio-nales; 2) mantenimiento y/o reproducción

17 Los movimientos de base están hoy involucrándose con redes que trabajan a nivel mundial y que di-funden las resistencias que se presentan en contra de los embates de la globali-zación. El EZLN, por ejem-plo, se ha apoyado en estas redes que luchan contra la homogeneización de las culturas y la distribución de organismos genética-mente modifi cados. Uno de los luchadores contra los OGMS es el francés José Bové, líder de la Confédé-ration Paysanne (Confe-deración de Campesinos) que es contestataria de las políticas agrícolas indus-trializantes del gobierno francés, políticas que se intensifi caron después de la segunda guerra mun-dial. La generación de dis-cursos sobre el uso de OGMS ha puesto en marcha dos redes: una formada por la red gubernamental, la ciencia y los agentes de las transnacionales y por el otro lado, están las redes de activistas globalifólicos que toman a los OGMS como bandera para una lucha contra los generadores de capital.

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de la estructura comunal basada en la equi-dad entre los miembros de la comunidad y el consenso a través de la asamblea comuni-taria; 3) alta efi ciencia tecnológica y admi-nistrativa; 4) control colectivo de los proce-sos económicos e intercambios basados en un cierto “equilibrio productivo”; y 5) uso conservacionista de los recursos naturales. El desarrollo de estas expresiones exitosas ha sido posible debido al signifi cado que tiene el territorio para estas comunidades donde “la naturaleza es la fuente primaria de la vida que nutre, apoya y enseña. [...] Por ello, la defensa de la (su) naturaleza [ubicada dentro de su región] es también la defensa de su (la) cultura (op. cit,: 7)”

Autosufi ciencia

Supone la mínima dependencia de la comu-nidad y sus familias de los insumos externos, sin que deba confundirse con la autarquía. Tiene que ver con la diversifi cación de los sistemas productivos tradicionales o la re-cuperación de ellos con un sentido híbri-do para que los habitantes puedan asegurar su subsistencia. La autosufi ciencia para un habitante de una comunidad signifi ca la po-sibilidad de abastecerse de la leña caída o de la tumba de árboles viejos. En algunos luga-res la leña es utilizada también para alimen-tar el fuego de los calentadores o para los hornos de pan; es decir, que la autosufi cien-cia energética es importante para mantener el equilibrio vital. Otro de los elementos que son parte funda-mental en la vida rural es la autosufi ciencia

económica, que regularmente es utilizada para la compra de artículos externos, los cuales han pasado a ser parte de la cultura comunal como son las pilas para radio —en donde no existe energía eléctrica— o para la compra de medicinas. Sin lugar a dudas la autosufi ciencia alimentaria es uno de los aspectos que más se han deteriorado en la vida de los habitantes de las sociedades rurales, ya sea por vía de la pérdida de la fertilidad de la tierra o por la extinción de animales y plantas comestibles y medicina-les. Este rubro es el más crítico en la vida de los campesinos e indígenas porque atañe a la supervivencia; por consiguiente, es un elemento que cuando se deteriora provoca el desarraigo y la pérdida paulatina de la identidad, a medida que los individuos son expuestos a otros comportamientos aleja-dos de los comportamientos comunales.Se podría seguir nombrando una serie de aspectos que conciernen a la autosufi ciencia de los pueblos rurales; sin embargo, muchos de ellos han perdido gran parte de ella o es-tán en el proceso. De ahí la importancia de los movimientos políticos enmarcados en la defensa del territorio y de la biodiversidad, pues estos dos aspectos hacen que las socie-dades tradicionales puedan pervivir a través de los tiempos, contribuyendo a recrear la di-versidad biológica y su propia diversidad cultural. Las comunidades locales con cul-turas tradicionales son individuos que ad-ministran una red de sistemas complejos de recursos que no sólo se encuentran en su pueblo: el sistema de recursos comprende toda una región que puede ir desde la mon-taña hasta las costas de los mares. Es por

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eso que los campesinos tienen un sentido amplio de la biodiversidad y en función de ella generan actividades productivas que les ayuda a asegurar su subsistencia.

Conclusiones

Hoy la naturaleza es concebida como bio-diversidad, en este sentido el discurso se crea para abarcar un mayor número de se-res vivos hasta llegar a la intimidad misma de los recursos naturales: los microorga-nismos. Sin embargo, es importante decir que la creación de un nuevo nombre para la naturaleza ha tenido como sustento la pérdida de especies de animales y plantas de manera irreversible. Allais (1992), citado por Boff (1996: 13-14), dice que “cálculos estimativos afi rman que entre 1500 y 1850 presumiblemente se eliminó una especie cada diez años. Entre 1850 y 1950, una especie por año. A partir de 1990 está desa-pareciendo una especie por día. De seguir este ritmo, en el año 2000 desaparecerá una especie por hora”. Ante esta situación pen-sadores, técnicos, la sociedad, universidades e intelectuales se han dado a la tarea de generar una serie de discursos teóricos que invitan a buscar alternativas que aminoren esta desaparición tan atroz. En este sentido, algunos lo hacen desde proyectos alternati-vos y otros a través de proyectos privados; cada cual lucha por encontrar respuestas tecnológicas y científi cas, además de espa-cios políticos que ayuden lograr su objetivo. Los primeros ponen como piedra angular la relación intima que sostienen diariamente

con la naturaleza y los consecuentes saberes que recopilan sobre la diversidad biológica local ubicada dentro de su territorio; los segundos argumentan que es importante y vital guardar la intimidad genética de todas las especies, contando al ser humano, en especies de museos o laboratorios para que no se pierda la información en este proceso de extinción que vive el planeta. Los pro-yectos privados aíslan el genoma de las es-pecies y realizan intercambios genéticos entre genes de semillas, animales, bacterias y microorganismos que se encontraban ori-ginalmente en las megadiversidades; estos hallazgos, accidentes o desarrollos biotec-nológicos después se patentan. Finalmente, son transformados en productos farmacéu-ticos o agroquímicos que tuvieron como base las “hierbas” (plantas) de territorios in-dígenas o rurales; regularmente son puestos fuera del alcance de los subordinados al asignarles precios altísimos o provocando la erosión de la biodiversidad mediante me-canismos de suicidio ecológico.El concepto de biodiversidad nace con el objetivo principal de rescatar la naturale-za. Con este afán en mente se emiten dos documentos que lo institucionalizan: La estrategia global de la biodiversidad (WRI, IUCN, UNEP, 1991) y la Convención sobre biodiversidad fi rmada durante la Cumbre Mundial de Río de Janeiro en 1992. A par-tir de ellos se han generado discusiones y tratados que bucan establecer estrategias políticas a nivel nacional e internacional sobre la clarifi cación de la biodiversidad y las estrategias para su conservación. Esta estructura discursiva ha sido tomada como

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fundamento no sólo para salvarla, sino para darle un cariz de propiedad privada al pa-tentar los productos generados a través de la ciencia y la tecnología. El argumento que subyace a estas estructuras de propiedad privada es el de hallar formas de utilización de los recursos naturales para que se garan-tice su conservación a largo plazo. Esto se ha convertido en una tendencia mundial, promovida por las grandes transnacionales de los países industrializados, que deja fuera del escenario a los portadores de culturas tradicionales, quienes “por casualidad” se encuentran ubicados en las megadiversida-des del Tercer Mundo. Los organismos internacionales como el Banco Mundial y la FAO, declaran que los recursos sólo pueden ser conservados a tra-vés de la ciencia y la tecnología moderna (como organismos genéticamente modifi -cados) para cubrir las necesidades de los pueblos rurales y del resto de la sociedad; sin embargo, esta conservación no puede ser alcanzada a través del desarrollo rural, que poco puede hacer por el bien de la hu-manidad. Las estrategias alternativas, ema-nadas de los individuos que viven en las culturas tradicionales, son insufi cientes para poner a salvo a la población mundial de la crisis ambiental que existe. Por su parte, los habitantes de la diversidad tradicional no se oponen a que la naturaleza sea trans-formada para benefi cio de la humanidad, pero demandan que se reconozca la contri-bución científi ca y tecnológica sobre la pre-servación de esa biodiversidad que ellos han hecho a través de sus usos y costumbres, lo que los ha llevado a tener un conocimiento

tradicional de los ecosistemas. Fundamen-tando este reclamo, el Grupo de Países de América Latina y el Caribe (GRULAC) es-tableció una querella en la que demanda una forma jurídica adecuada que proteja esos conocimientos, para que se genere un cierto grado de certeza en las transacciones económicas entre los poseedores del cono-cimiento y las empresas que estén interesa-das en divulgarlas y/o comercializarlas. La OMPI creó en consecuencia el Comité In-tergubernamental sobre Propiedad Intelec-tual y Recursos Genéticos, Conocimientos Tradicionales y Folclore. El Comité tiene avances lentos respecto de los cuales la co-munidad internacional se ha pronuncia-do a favor; por ejemplo, ha reconocido la necesidad de proteger adecuadamente los conocimientos tradicionales de los cuales el folklore constituye una subcategoría. En la OMPI aún se está trabajando al respecto, mientras los portadores del conocimiento tradicional están a la espera de una resolu-ción favorable que justifi que jurídicamente la demanda de intercambios justos con el resto de la sociedad.Finalmente, en este documento se propone una estrategia que busca fortalecer y diversi-fi car el proyecto de vida de los habitantes de las comunidades indígenas y rurales, pero que al mismo tiempo conserve y recupere la biodiversidad enclavada en sus territo-rios. A esta estrategia se le ha denominado administración integral de los recursos na-turales (AIRN), la cual tiene cuatro puntos sustantivos: la participación activa local en el diseño y puesta en marcha de todos los proyectos que tengan que ver con la apro-

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piación de la biodiversidad enclavada en los territorios donde habitan las culturas tradi-cionales, para que éstas puedan benefi ciarse y así diversifi car sus economías, es decir, para que tengan la posibilidad de construir un proyecto de vida digno, sin tener que dejar de lleno sus formas de vida. Para ello es importante que ellos mantengan el espa-cio territorial en el que recrean su cotidia-nidad; en otras palabras, es necesario que conserven el cierto nivel de autonomía en el que viven. Los proyectos para la biodiver-sidad deben tener una estructura integral para que los pueblos puedan lograr una au-tosufi ciencia alimenticia, energética, etc. La participación activa de los pueblos tradi-cionales es vital, ya sea en proyectos nacio-nales o internacionales, porque así se irán apropiando de conocimientos utilizados por científi cos, tecnólogos, políticos y otros actores de la conservación de la naturaleza a través de la biotecnología, estructura que les deja fuera. Además, no sólo reconstrui-rían su proyecto de vida sino que podrían seguir brindando a la humanidad los ser-vicios ambientales que han proporcionado desde siempre, pero que escasamente han sido reconocidos por el resto de la sociedad hasta hoy día.

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