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Evaluación del riesgo de extinción de Lontra longicaudis de acuerdo al numeral 5.7 de la NOM-059-SEMARNAT-2001 61 1. Datos generales del responsable de la propuesta Esta sección se dejó vacía por ser un ejemplo. 2. Nombre científico válido citando la autoridad taxonómica Lontra longicaudis annectens (Major, 1897). Nota 1: Las poblaciones que existen en México son todas asignables a la subespecie Lontra longicaudis annectens, por lo cual en la NOM-059-SEMAR- NAT-2001 debería utilizarse este trinomial. El sistema de clasificación taxonómica usado para proporcionar el nombre científico es el de Ramírez-Pulido, J., A. Castro-Campillo, J. Arroyo-Cabrales y F. Cervantes. 1996. Lista taxonómica de los mamíferos terrestres de México. Occasional Papers. e Museum, Texas Tech University 158:1-62. 7

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61Evaluación del riesgo de extinción de Lontra longicaudis

Evaluación del riesgo de extinción de Lontra longicaudis de acuerdo al numeral 5.7 de la NOM-059-SEMARNAT-2001

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1. Datos generales del responsable de la propuesta

Esta sección se dejó vacía por ser un ejemplo.

2. Nombre científico válido citando la autoridad taxonómica

Lontra longicaudis annectens (Major, 1897).

Nota 1: Las poblaciones que existen en México son todas asignables a la subespecie Lontra longicaudis annectens, por lo cual en la NOM-059-SEMAR-NAT-2001 debería utilizarse este trinomial.

El sistema de clasificación taxonómica usado para proporcionar el nombre científico es el de Ramírez-Pulido, J., A. Castro-Campillo, J. Arroyo-Cabrales y F. Cervantes. 1996. Lista taxonómica de los mamíferos terrestres de México. Occasional Papers. The Museum, Texas Tech University 158:1-62.

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Nombres científicos sinónimos

Los más relevantes para México (lista completa en Gallo, 1989: 47 y 48).

• Lutra longicaudis annectens Major, 1897.• Lutra longicaudis annectens Hall, 1981. The Mammals of North America,

John Wiley & Sons, p. 1033.

Nombres comunes

• Nutria de río neotropical: castellano, internacional (Gallo-Reynoso, 1997).

• Nutria neotropical: castellano, internacional (Spínola y Vaughan, 1995).• Nutria: castellano, en todo México (Gallo-Reynoso, 1989).• Perro de agua: castellano, extendido en todo el país.• Ahuitzotl: náhuatl del centro y occidente de México (Macazaga, 1985;

Sánchez, 1985).• Aitzcuintli: náhuatl del centro de México (Macazaga, 1985; Sánchez, 1985).• Acuitlachtli: náhuatl del valle de México (Sahagún, 1576; Gallo-Reynoso,

1989).• Acóyotl: náhuatl (Sahagún, 1576).• Amiztli: náhuatl del centro de México (Robelo, 1912; Macazaga, 1985).• Nanaciuta: mixteco (Clavijero, 1780).• Inan-duta: mixteco-amuzgo de Oaxaca y Guerrero (Gallo-Reynoso,

1989).• Tzul-ha: maya de Quintana Roo (Zavala y Medina, 1898).• Miliá-Lajá: chontal de Oaxaca (Gallo-Reynoso, 1989).• Piko (= pico): en Tamaulipas; origen indeterminado. Tibón (1983) men-

cionó que pudiera ser zapoteco, pero no parecen existir argumentos con-tundentes al respecto.

• Bajuri: rarámuri o tarahumara (Gallo-Reynoso, com. pers., 2002).

Nota 2: El nombre común que se cita en la NOM-059-ECOL-2001 es “nutria de río sudamericana”, pero sería más apropiado utilizar el nombre “nutria de río neotropical”, pues esta especie no sólo está presente en América del Sur.

Aunque no está establecido en la norma, se recomienda incluir su clasifi-cación taxonómica y una ilustración o imagen de la especie.

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Reino AnimaliaSubphylum/Clase Vertebrata/MammaliaOrden CarnivoraFamilia Mustelidae (Subfamilia Mustelinae)

3. Motivo de la propuesta

Lo que se busca ilustrar con este ejemplo es una especie de mamífero de amplia distribución del cual exista bastante información. Actualmente, la NOM-059-SEMARNAT-2001 considera a Lontra longicaudis (= Lutra longicaudis) como una especie amenazada y el resultado de la evaluación del MER arroja un resultado compatible con tal asignación.

4. MER

Criterio A. Amplitud de la distribución del taxón en México

• Descripción de la distribución.• Mapa.• Cómo se hizo el mapa.• Evaluación del tamaño relativo de la distribución.

Descripción de la distribución

Lontra longicaudis habita desde el noroeste y el este de México hasta Uruguay, es posible encontrarla en Paraguay y, ciertamente, hasta la provincia de Bue-nos Aires, en Argentina (Honacki, Kinman y Koeppl, 1982; Wilson y Reeder, 1993; Melquist, 1984; Redford y Eisenberg, 1992). Existe un resumen de la distribución geográfica general de la especie en Chehébar (1990). En general, las altitudes en que se conoce la presencia histórica de esta especie en México son menores a 1700 msnm (Gallo-Reynoso, 1997).

En la vertiente del Pacífico, la latitud máxima conocida para la distri-bución de L. longicaudis annectens corresponde al río Bavispe, Sonora, municipio de Bavispe (Roth y Cockrum, 1976; Gallo-Reynoso, 1996). Esto era una “especulación informada” de Gallo y Sánchez hasta la fecha en que se hizo este ejercicio, pudiéndose encontrar aún más al norte sobre el cauce del mismo río antes de girar hacia el sur (Gallo-Reynoso, datos aún no publicados).

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En la vertiente del Golfo de México, la latitud máxima conocida para la distribución de este taxón corresponde al río El Salado, afluente del río Con-chos (Gallo-Reynoso, 1997). Dentro de la cuenca del río Balsas, la latitud más oriental en que se ha registrado este taxón corresponde al río del Oro o Tamazulapan, afluente del río Mixteco. La latitud más al norte dentro de la propia cuenca del Balsas es la que corresponde al río Tilostoc (= Tlilostoc), presa reguladora de Santo Tomás, Estado de México.

En el sureste, las localidades extremas las representarían dos nuevos registros de Gallo-Reynoso (aún no publicados), ambas en el municipio de Progreso, Yucatán; las coordenadas extremas conocidas son para San Crisantoy para un ejemplar registrado de la península de Yucatán, de 40 millas al W de Mérida (Hershkovitz, 1951; Genoways y Jones, 1975; Leopold, 1959)y corresponden a la parte cerrada de la Ría Celestún.

La mayor altitud en la que se documentó en el siglo XX la presencia de L. longicaudis annectens en México es, aparentemente, de 1700 msnm. Esto ocurrió en cuatro localidades: río Temascaltepec (en la planta hidroeléctrica), Estado de México (ejemplar depositado en la CNMA-IBUNAM No. Cat. 24557); en Omilteme, cerca de Chilpancingo, estado de Guerrero (Leopold, 1959); en el río Bavispe, municipio de Nacori Chico, Sonora y, en el río Agua-caliente, parque nacional Cascadas de Basaseachic, municipio de Ocampo, Chihuahua (Gallo-Reynoso, datos aún no publicados). La única mención (actualmente no verificable) de este taxón en una altitud superior, se refiere a la hoy casi inexistente laguna de Santa Cruz Coacalco, Valle de México, ca. 2200 msnm, donde se dice que se cazó un ejemplar alrededor del año 1533 (Sahagún, 1576). Puede considerarse al menos como una posibilidad real en esa época, dado que los excedentes de Coacalco afluían hacia lo que entonces debió ser un limpio río Tula (tributario del río Moctezuma, que drena hacia la huasteca potosina-hidalguense).

Algunos registros inmediatos a la conquista española refieren su presencia, al menos ocasional, en lagunas del sur de la mesa central, particularmente en el llamado valle de México (laguna de Santa Cruz Coacalco; Sahagún, 1576).

En resumen, se tiene una lista de localidades (omitidas) ubicadas en los siguientes estados de la república: Campeche, Chiapas, Chihuahua, Colima, Durango, Estado de México, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán y Zacatecas.

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Cómo se hizo el mapa

El mapa muestra, sombreada, la distribución histórica conocida de Lontra longicaudis annectens (Major, 1897) de acuerdo con los datos geográficos de la más reciente revisión geográfica del taxón en México (Gallo-Reynoso, 1997). El mapa original de este autor, basado en los registros conocidos hasta esa fecha, se modificó a fin de ajustar con mayor precisión el contorno de la distribución, tanto al relieve como a las cotas de altitud máximas registradas para la especie. Las coordenadas de los puntos de colecta considerados son aproximadas y están calculadas a partir de cartografía.

Las localidades de registro de presencia reciente del taxón se definieron conforme a un año de referencia en el pasado (1980). Éste se eligió conside-rando que aproximadamente marcó el inicio de los actuales rasgos de la eco-nomía, de la industria, de la producción de energía hidroeléctrica en México y de numerosos cambios de paradigmas económicos en las áreas rurales de México que, al generar mayor pobreza, incrementaron la presión sobre los espacios naturales y sus recursos. La década 1980-1990, incluso, ha sido denominada como “la década perdida” por autores como Challenger (1998), quien menciona explícitamente la alteración más intensa de los sistemas hidrológicos a partir de 1980.

La lista de localidades incluidas para la elaboración del mapa contiene sola-mente aquellas de las que ese autor ofrece evidencia, directa o indirecta, de la presencia reciente de nutrias (por ejemplo, ejemplares vistos, pieles, cráneos, huellas y otros rastros). Para efectos del presente análisis se han omitido los resultados de entrevistas que efectuó Gallo-Reynoso a habitantes de distintas localidades, quienes informaron de registros visuales u otra evidencia. Así, lo que se ofrece aquí es una lista mínima de localidades en las que se ha confirma-do la presencia de nutrias durante el final del siglo XX (específicamente entre los años de 1981 a 1995). Si se incluyeran los sitios en que los entrevistados locales señalaron la presencia de nutrias, la lista de localidades con presencia reciente de esta especie sería algo mayor.

Evaluación del tamaño relativo de la distribución

El área de distribución conocida de L. longicaudis annectens (calculada a partir del mapa anexo) es de aproximadamente 933,515 km2, loqueequivale

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a47.67%delterritorionacional,porloqueelvalordeLontra longicaudisparaestecriterioesde1.

Área general de distribución histórica de la nutria de río neotropical en México. Se ilustran registros particulares en general posteriores a 1980 (círculos negros) y posteriores a 1994 (círculos blancos). De las localidades disponibles, incluidas las señaladas en la lista previa, en el mapa sólo se indican las más relevantes para definir la distribución reciente de la especie. La barra negra representa 200 km.

Criterio B. Estado del hábitat con respecto al desarrollo natural del taxón

• Antecedentes (tipo de hábitat que la especie ocupa).• Análisis diagnóstico del estado actual del hábitat y descripción de cómo

se llevó a cabo la diagnosis.• Evaluación de qué factores lo hacen vulnerable.

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Antecedentes (tipo de hábitat que ocupa la especie)

L. longicaudis annectens se encuentra asociada, principalmente, con áreas en las que prevalecen climas Aw (cálido subhúmedo con lluvias en verano), Am (cálido húmedo con lluvias en verano) y Af (cálido húmedo con lluvias todo el año), aunque en pequeñas porciones de Puebla, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Sinaloa, Sonora y Chihuahua puede hallarse en climas Bsw (semiseco o estepario con lluvias en verano). En Tamaulipas se le ha encontrado en sitios de clima Bsx’ (semiseco o estepario con lluvias poco abundantes en todo el año). La nomenclatura de los tipos climáticos es la de García (1984 y 1988).

Esta nutria ha ocupado cuencas de ríos con aguas claras y en regiones de relieve medianamente pronunciado, aunque también se conoce un número importante de registros en ríos y lagunas de agua dulce, en áreas de planicie costera y en algunas lagunas costeras de Sinaloa, Guerrero, Veracruz y Yuca-tán. L. longicaudis annectens está muy relacionada con los ríos y, en menor medida, con otros tipos de cuerpos de agua (lagunas y albuferas). Los ríos pueden ser de corriente lenta o relativamente rápida, caudalosos o incluso arroyos secundarios. Aun en ríos cuyo caudal disminuye en la época de sequía se ha registrado la presencia de esta nutria; por ejemplo, en distintas partes del estado de Guerrero se le ha encontrado en ríos de montaña, en los cuales el agua termina por quedar relativamente confinada a pozas más o menos profundas durante la época seca (Gallo-Reynoso, 1987).

Los tipos de vegetación que prevalecen en el área general de distribución histórica y actual de la nutria L. l. annectens son la selva perennifolia, algunos bosques mesófilos de montaña a altitudes hasta de 1700 m, la selva mediana subperennifolia y la selva baja caducifolia. En menor proporción se le ha re-gistrado en sitios con matorrales espinosos y matorrales espinosos con plantas carnosas (datos derivados de las localidades conocidas y sus relaciones con cartografía temática relativa a la vegetación (Rzedowski, 1978; Rzedowzki 2001; CONABIO, 2001).

L. longicaudis se relaciona principalmente con ríos de aguas claras y con una rica dinámica hidrológica (Eisenberg, 1989; Redford y Eisenberg, 1992, Emmons, 1990). La vegetación ribereña densa y la presencia de bosques de galería son factores adicionales para la permanencia de esta especie (Bertonatti y Parera, 1994). Las riberas de los ríos que tienen bancos de tierra, además de playones, son preferidas por estos animales puesto que este rasgo del ambiente les brinda buenas oportunidades de encontrar o acondicionar madrigueras y

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resbaladeros en los cuales con frecuencia juegan (Soldateli y Blacher, 1996). La composición botánica de la vegetación no parece particularmente deter-minante para la elección del hábitat de la nutria de río neotropical (Sánchez, obs. pers.).

Análisis diagnóstico del estado actual del hábitat (incluir aquí si existiese, el riesgo de factores ambientales estocásticos y drásticos, como sequías prolongadas o huracanes)

Al considerar la calidad del hábitat como un aspecto fundamental para la persistencia del taxón, la situación actual se puede analizar por separado para algunos de sus componentes principales (se comenta en cada inciso la estimación de la situación actual):

En las áreas de relieve más complejo dentro de su ámbito geográfico, estas nutrias parecen tener preferencia por tramos de río con pozas profundas que represan el agua y que la retienen aun en medio de periodos de sequía severos (Gallo-Reynoso, 1987; 1989 y 1997).

Presencia de presas del tipo adecuado, principalmente langostinos de los géneros Macrobrachium y Atya, aunque también son importantes otros crustáceos y algunos peces de nado relativamente lento (Gallo-Reynoso, 1989; Spínola y Vaughan, 1995). La depauperación de las poblaciones de las especies de las cuales las nutrias se alimentan, acuáticas en su gran mayoría, está asociada a efectos de la contaminación. Puede decirse que donde hoy aún existen nutrias, todavía se cumplen, aunque en muchos casos precariamente, condiciones del hábitat que permiten la existencia de las especies presa.

Presencia de vegetación riparia que ofrezca suficiente cobijo (Gallo-Rey-noso, 1989). La pérdida de densidad y el cambio o la remoción de la cubierta vegetal, en las riberas de los ríos donde habitan las nutrias, suelen tener un efecto negativo para la permanencia de las poblaciones de estos mamíferos, pues les reducen la disponibilidad de sitios frescos en los cuales suelen des-cansar y de rincones protegidos donde construyen sus madrigueras (Gallo-Reynoso, 1987).

Presencia de bancos de tierra en las riberas, en los cuales suelen construir sus madrigueras y desde los cuales también resbalan hacia el agua durante sus periodos de juego (Sánchez, 1980). Queda claro que si no existen sitios apropiados para la construcción de madrigueras de larga vida útil en los bancos ribereños, las nutrias no pueden permanecer por mucho tiempo en

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un área dada. Pero también existe otro factor, que podría parecer un tanto trivial, pero no lo es: el juego. Las nutrias utilizan los bancos de tierra lodosa de las riberas principalmente para deslizarse hacia el agua y estas actividades lúdicas son parte importante de la conducta social de los grupos familiares de nutrias, ya que promueven la cohesión dentro de los grupos familiares (Sánchez, 1980). El grado de alteración actual de este rasgo particular del hábitat no está documentado de modo suficiente, pero puede presumirse en un estado intermedio, pues pocos ríos han escapado de las transformaciones causadas por el hombre.

A pesar de que las nutrias continúan presentes en la mayor parte de su área de distribución histórica, sin duda en varios de los afluentes y en mu-chos ríos principales se hallan en situaciones complicadas o hasta precarias, debido a acciones como la captación de aguas y la construcción de presas hidroeléctricas y para riego, dado que son factores que inciden directamente en hábitats ocupados por las nutrias. Esas obras modifican de manera radical las condiciones de los ríos en cuanto al flujo de agua, variaciones en el caudal y fluctuaciones en las condiciones hidrológicas. Estos cambios con frecuencia tienen consecuencias severas para las formas de vida estrictamente acuáticas, lo que en muchos lugares ya representa un factor de deterioro ambiental no-civo para las poblaciones de nutria de río neotropical (Gallo-Reynoso, 1989; Sánchez et al., 1992).

Evaluación del estado actual del hábitat con respecto a las necesidades naturales del taxón

Esta nutria no suele aventurarse con frecuencia fuera de ambientes con las características antes descritas, lo cual hace que la calidad, cantidad, disponi-bilidad y estabilidad de factores como: tramos de río con pozas profundas que represen el agua y que la retengan aun en medio de periodos de sequía severos, presencia de vegetación riparia que ofrezca suficiente cobijo, presencia de bancos de tierra en las riberas y la presencia de presas, principalmente lan-gostinos de los géneros Macrobrachium y Atya, se consideren determinantes para la presencia y la permanencia de la especie. En general, puede decirse que, en México, las nutrias se encuentran en una situación intermedia, pero cada vez más limitante, respecto a las necesidades naturales de este taxón con su hábitat. Porello,seestimaconvenienteponderardosposiblesvalores:intermedioolimitante,equivalenteaunpuntajede2y,hostilomuylimi-tante,querepresentaunvalorde 3.

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Criterio C. Vulnerabilidad biológica intrínseca del taxón

• Antecedentes (historia de vida de la especie). • Análisis diagnóstico del estado actual de la especie y descripción de cómo

se obtuvo dicha diagnosis.• Evaluación de qué factores lo hacen vulnerable.

Antecedentes (historia de vida de la especie)

Las nutrias de río neotropicales son mamíferos poliestros (Mason y Mac-Donald, 1986). Como otros mustélidos, las hembras y los machos frotan sus exudados genitales en rocas o troncos (Larivière, 1999), con lo que pueden enterarse mutuamente del estado reproductivo que guardan (Gallo-Reynoso, 1989). Las hembras pueden tener implantación retardada del embrión, pero esto es sólo facultativo (Blacher, 1994; Jacome y Parera, 1995). Existe un dato acerca de que la gestación dura 56 días (Bertonatti y Parera, 1994). En Gue-rrero, las crías nacen en la época de sequía, entre febrero y abril (Gallo-Rey-noso, 1989), y en Chiapas nacen principalmente entre abril y junio (Álvarez del Toro, 1977). Las crías nacen con pelaje denso y con los ojos cerrados; los abren hasta cerca de 44 días después (Jacome y Parera, 1995). Las camadas son de 1 a 5 cachorros y, en promedio, de 2 a 3 (Asdell, 1964; Gallo-Reynoso, 1989; Parera, 1996), o de 3 a 4 en Chiapas (Álvarez del Toro, 1977). Las crías de una semana de edad miden 39.5 cm y pesan 320 g (macho); las crías de tres meses de edad alcanzan los 57 cm con un peso de 640 g (macho) según Gallo-Reynoso y Guerrero-Martínez (2001). Los cachorros pueden iniciar su vida independiente a los cuatro meses de edad (Álvarez del Toro, 1977), pero no se conoce con certeza la edad a la cual alcanzan la madurez sexual. Estas características, de baja fecundidad relativa y de altricidad de las crías, denotan una larga relación evolutiva con un ambiente comparativamente estable y con baja presión relativa de enemigos naturales.

Las nutrias suelen vivir en pequeños grupos familiares, formados princi-palmente por una o más hembras y crías, aunque pueden incluir también a varios machos (Mondolfi, 1970; Álvarez del Toro, 1977). En otros casos se ha encontrado que los machos suelen ser solitarios, excepto cuando el aparea-miento está próximo (Bertonatti y Parera, 1994). Construyen y acondicionan nidos utilizando hierba seca, ya sea en los bancos del río, en troncos huecos u otros recintos apropiados (Harris, 1968; Sánchez, 1980). Como se mencio-

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nó en una sección previa, tienen un amplio repertorio de conductas lúdicas que incluyen persecuciones terrestres y acuáticas, saltos en el agua, acecho simulado, exploración, resbalado desde las riberas, entre otros (Sánchez, 1980; Gallo-Reynoso, 1989).

Al parecer, las nutrias se alimentan más de crustáceos que de peces (sólo existe información detallada al respecto para muy pocos lugares de México), mientras que en algunos sitios los peces pueden tener una importancia mayor. Como ejemplos, en Guerrero se encontró que en los meses de noviembre, di-ciembre y enero, 93.3% del contenido de excretas correspondió a crustáceos de río, 5% a cuatro especies de peces y 1.7% a insectos y otros materiales (Gallo-Reynoso, 1987). En Costa Rica, Spínola y Vaughan (1995) y en Brasil, Olimpio (1992) encontraron una situación similar a la de Guerrero, pero Parera (1992 y 1993) halló predominio de peces en ríos y lagunas de Argentina. En Sonora se encontró que la composición de las especies presa correspondía en 95% a peces y el restante 5% presentaba plumas, pelos y restos de ranas e insectos (Gallo-Reynoso, 1996). Es probable que L. longicaudis sea principalmente un depredador que tiene preferencia por ciertos tipos de presas pero, en función de su abundancia y disponibilidad, puede tener cierta flexibilidad hacia otras, sin que se sepa si esa situación de sustitución de presas puede ser estable a largo plazo. Un componente adicional al de la palatabilidad de las presas, es la aparente preferencia de las nutrias por especies acuáticas de movimientos relativamente lentos (Spínola y Vaughan, 1995). Otros datos complementa-rios sobre sus preferencias de presas están consignados en Helder y Ker de Andrade (1997) y Passamani y Camargo (1995). Solamente en un caso se ha encontrado que esta nutria ingiera material vegetal: se hallaron restos de fru-tas de Marlierea (Mirtaceae), Manilkara (Sapotaceae) y Pouteria (Rubiaceae) en excretas, pero esto ocurrió en sólo 3% de excretas examinadas de la selva atlántica de Brasil (Quadros y Monteiro-Filho, 2000).

La fecundidad tiene valores conocidos de una a cinco crías en cada camada, pero usualmente sólo producen de dos a tres (Asdell, 1964; Gallo-Reynoso, 1989; Parera, 1996).

La tasa de crecimiento de la nutria neotropical es un dato no disponible para México, pero existen algunos datos aislados sobre crecimiento mensual para nutrias de esta especie, y sólo en cautiverio, en Argentina (Parera, 1996). Debido a las características y origen geográfico de esos datos, se prefiere referir al lector interesado a esa fuente.

En cuanto a la reproducción, en el estado de Guerreo, en general sucede en la estación seca, aunque el ciclo reproductivo se considera potencialmente

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poliéstrico continuo. Los testículos de los machos permanecen escrotados durante todo el año (Gallo-Reynoso, 1989).

Se ha sugerido que al menos en Guerrero, el movimiento de individuos hacia pozas permanentes en los tramos altos de los ríos, durante las secas, favorece que aquéllos que viven en una cuenca puedan establecer contacto (e intercambio genético) con los de cuencas vecinas, principalmente a través de migración cerca de los parteaguas en la siguiente época de lluvias (Gallo-Reynoso, 1989). Aun cuando no existe evidencia incontrovertible al respecto, se considera que la existencia de este proceso es altamente probable, no sólo en Guerrero, sino en muchas otras áreas donde las cabeceras de los ríos se hallan próximas entre sí.

Análisis diagnóstico del estado actual de la especie y descripción de cómo se obtuvo dicha diagnosis

En México, históricamente, L. longicaudis annectens habitó en casi toda la extensión de las áreas tropicales y subtropicales del país, excepto en una por-ción al norte de la Península de Yucatán (principalmente debido a la ausencia de corrientes superficiales en el terreno kárstico) y de la península de Baja California. La amplia verificación de campo que emprendió Gallo-Reynoso entre 1988 y 1989 permitió constatar que la nutria de río neotropical seguía presente hasta entonces en porciones de casi todo su ámbito histórico. Para los casos de las entidades del noroeste de la vertiente del Pacífico se está tra-bajando intensamente en Sonora, pero para Chihuahua, Sinaloa y Durango aún será necesario desarrollar un esfuerzo comparable; sin embargo, a juzgar por los resultados de la búsqueda efectuada por Gallo-Reynoso en el resto del país, es muy posible que los perros de agua también continúen presentes en esas regiones de México. No obstante, esto no significa que se encuentren a salvo de presiones diversas.

Solamente se tiene un dato explícito para México, que estima el ámbito hogareño de una nutria macho en un río de Guerrero central en 5 a 7 km del cauce en época de lluvias y en 2 a 4 km en las secas, concentrándose en áreas de pozas que conservan agua mientras no llueve (Gallo-Reynoso, 1989). Este mismo autor había señalado que el territorio de esta especie, en la misma región de Guerrero, puede estar entre 1.2 y 3 km de longitud de cauce de un río, aunque sin precisar si el dato es para hembras o machos (Gallo-Reyno-so, 1987). Una implicación de este dato, entre muchas otras, es que es muy

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probable que la densidad a lo largo de los ríos sea relativamente baja (Gallo-Reynoso, 1989; Sánchez et al., 1992).

La diagnosis del estado actual de la especie se basa en dos datos diferen-tes, el primero, de la comparación de la distribución histórica y la actual. El segundo, una evidencia aislada que nos puede dar una idea de la densidad de las poblaciones, ya que ese dato no se tiene para México. Asimismo, se extrajo información publicada y uno de los autores de este análisis con el MER, el experto de México en esta especie animal, aportó datos, incluso inéditos, de su historia natural, para poder evaluar qué tan robusta es ésta, en comparación con otras especies de grupos cercanos.

Evaluación de qué factores lo hacen vulnerable

Lontra longicaudis annectens tiene camadas al parecer pequeñas para un mustélido; sólo facultativamente podría tener implantación retardada de embriones, pero en ambientes tropicales puede ser innecesario activarla. Aunque la gestación dura cerca de dos meses, las crías dependen al menos cuatro meses de la madre. En cuanto a hábitos alimentarios, las nutrias de río neotropicales dependen de crustáceos acuáticos y peces de nado lento, aunque, por otro lado, hay evidencia de que bajo situaciones de restricción del alimento preferido, la nutria puede utilizar otros recursos, aunque quizá no sean los óptimos. El ámbito de actividad individual es reducido, lo cual parece representar un aspecto importante de vulnerabilidad. Si bien no se tienen cálculos de densidades para apoyar de modo más preciso el estado actual de la especie, su distribución actual no parece haber disminuido mucho de la considerada como histórica. Alconsiderartodoloanterior,esposiblequelosperrosdeaguatenganunavulnerabilidadintermedia. Porello,sedecidióadjudicarunvalorde2alcriterioC.

Criterio D. Impacto de la actividad humana sobre el taxón

• Factores de riesgo reales y potenciales con la importancia relativa de cada uno de ellos.

• Análisis pronóstico de la especie.• Evaluación del impacto.

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Factores de riesgo reales y potenciales con la importancia relativa de cada uno de ellos

A nivel nacional, la considerable modificación de los hábitats fluviales es el factor que más influye, si bien indirectamente, en el deterioro de las pobla-ciones de L. l. annectens. Ese factor actúa de manera sinérgica con actividades de subsistencia humana en el medio rural aledaño a los ríos y otros cuerpos de agua.

La contaminación de las fuentes de agua donde la nutria habita es pro-bablemente un factor de riesgo importante. Si bien el impacto es indirecto porque hasta ahora no es demostrable que la contaminación de los cuerpos de agua afecten de manera directa a la nutria, la tendencia anterior ha implicado afectación a aquellos sistemas en los que habita Lontra longicaudis annectens y probablemente en muchos casos la situación es representativa de un siste-ma inestable. Ya se dijo que este tipo de presión tiene un efecto directo en la disponibilidad de sus presas. La UICN identifica como fuentes generales de riesgo para este taxón la contaminación tierra-agua, aunque reconoce que muchas otras causas permanecen no especificadas (Hilton-Taylor, 2000). La presencia de industrias que vierten sus desechos a los cauces (en algunos casos desde las cabeceras de los ríos), ha alterado de forma significativa la calidad de las aguas. Entre las industrias de mayor impacto sobre los ríos en que habitan nutrias, pueden citarse las de beneficio de minerales, fabricación de papeles y cartones, refinación de azúcar y alcohol y petroquímica. En las partes medias y bajas de los cauces, se conducen ingentes cantidades de aguas negras urbanas y suburbanas, excedentes de fertilizantes y plaguicidas que empeoran la situación. En pocos sitios de su distribución se les puede considerar libres de este tipo de presiones. Se sabe que este taxón tiende a ser más abundante en sitios con redes hidrológicas extensas que tengan baja contaminación química, inorgánica y orgánica, y baja densidad de población humana (Blacher, 1987; Bardier, 1992). Puede decirse que, en las últimas déca-das, la cantidad de fuentes de contaminación industrial y urbana, relacionadas con la mayoría de los sistemas fluviales importantes del país es significativa (García y Falcón, 1984).

Otra amenaza indirecta es el grado de interferencia de actividades huma-nas rutinarias en los tramos de río donde viven las nutrias con las actividades alimentarias de éstas. En diversas regiones de México aún persisten prácticas artesanales de pesca (usualmente para consumo propio), basadas en técnicas nocivas para el entorno de las nutrias. Entre las que se han destacado y se han

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tratado de restringir con algún grado de éxito, al menos a nivel local, pueden citarse la pesca con porciones de dinamita (que se practicaba para causar un choque a los peces) y la pesca por vertimiento de cal viva (CaCO3) en las pozas, a fin de provocar asfixia a peces y langostinos. Con efectos menos drásticos y de más corta duración, se ha estimado la pesca con venenos vege-tales relacionados con la rotenona. Esa técnica busca intoxicar a los peces en pozas y represas temporales para facilitar su captura (Gallo-Reynoso, 1989). El problema con estos métodos no selectivos, es que afectan a todas las formas de vida acuáticas y, además, provocan que se desperdicie parte de la pesca (incluso de las especies más codiciadas), ya que los animales con frecuencia quedan muertos en el fondo de las pozas profundas e inalcanzables para los pescadores, quienes recogen su producto mediante buceo a pulmón. La extrac-ción de peces y crustáceos por el hombre constituye una competencia directa por recursos que en los plazos medio y largo casi siempre resulta insostenible para las nutrias. El estado actual de este factor de deterioro del hábitat para las nutrias significa un factor de presión importante.

A los anteriores factores de riesgo, vigentes y con tendencias aparentes de incremento, hay que agregar la caza furtiva oportunista que ejercen habitan-tes rurales. En algunos casos es justificada débilmente aduciendo la presunta afectación de la pesca de subsistencia local y supuestos motivos de seguridad personal de los pescadores, pero la mayoría de las veces obedece al afán de muchas personas por hacerse de una pieza de caza mediana, sea con arma de fuego o hasta con resorteras rústicas, como lo ha documentado Gallo-Reynoso (1989); esto puede ilustrarse con el dato de que la mayor parte de especímenes examinados en los últimos 15 años han sido piezas cobradas por habitantes rurales (véase una lista comentada de localidades y ejemplares en Gallo-Reynoso, 1997).

En apariencia, la nutria de río neotropical ya no significa mucho hoy día para el comercio de escala media a grande como animal de interés peletero. Esto puede deberse, entre otros factores, a la preocupación nacional e in-ternacional por su estado de conservación, lo que ha motivado la creación y operación de restricciones nacionales e internacionales para su captura y comercialización. En su papel de depredador, los efectos generales que tiene la nutria de río sobre la pesca de subsistencia rural, aunque variables regional-mente, tienden a ser poco significativos; no obstante, dan pretexto suficiente a pescadores y otros habitantes locales para cazarla de manera furtiva. Al pa-recer, esto se hace simplemente para generar unos cuantos pesos adicionales al vender la piel; o bien para evitar su presencia como “competidor” de las

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actividades pesqueras en pequeño o, al decir local, con la intención de reducir la probabilidad de mordeduras durante el buceo en las pozas, sitio donde la colisión de intereses con las nutrias es directa. No existen datos generaliza-bles al país en su conjunto, pero para una localidad en Guerrero, el índice de personas que refieren o muestran señales de mordeduras ocurridas durante esa actividad es de 10.5% (de una muestra de 67 individuos entrevistados por Gallo-Reynoso, 1989).

A pesar de que el saqueo de madrigueras (Coates-Estrada y Estrada, 1986) sigue ocurriendo de manera esporádica, hoy el comercio local no parecería ser el factor principal de riesgo, a juzgar por el nivel relativamente bajo de presencia de pieles de nutria, en comparación con las de felinos, en merca-dos como los de Chiapas (Aranda, 1991). No se conocen datos que indiquen actividad ilegal continua, peletera o de otro tipo a escala comercial, pero de presentarse, sin duda debe considerarse como un factor de riesgo.

Análisis pronóstico de la especie

Como pronóstico de la especie, Gallo-Reynoso (1986 y 1991) resumió de modo general el estado de esta nutria en México, y manifestó preocupación acerca de la conservación del taxón en los plazos mediano y largo.

Evaluación del impacto

En síntesis, las tendencias de distintas actividades humanas que inciden directamente sobre el número de individuos de la nutria de río neotropical, más aquellos factores negativos provocados de modo indirecto por el hom-bre, pueden considerarse de altogradodeimpacto y al parecer continúan en incremento, o al menos vigentes. Estoequivaleaunvalorde4puntosenelcriterioDdelMER.

Valor asignado total del MER (la suma de los valores de los criterios A + B + C + D)

A = 1, B puede ser 2 o 3, C = 3 y D = 4. Un primer total = 9. El segundo total = 10. De acuerdo con el sistema de puntuación del MER, la nutria está en un umbral donde puede o no considerarse como amenazada. Con un enfoque precautorio se decidió optar por el valor de 3 en el criterio B, lo cual implica

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no modificar la categoría actual de riesgo de extinción de la nutria de río neotropical, que es la de especie amenazada.

5. Relevancia de la especie

Al considerar su historia de vida y hábitos, ecológicamente L. longicaudis annectens es un taxón que podría tener un papel clave, quizá mayor al que hoy día se le reconoce, en los ecosistemas fluviales del trópico mexicano. Miller et al. (1999) definen la importancia de especies focales para el diseño de reservas y redes de reservas naturales y citan como uno de sus ejemplos a L. l. annectens.

En México, el estado de Nayarit es importante como sitio de referencia para el estudio taxonómico de la nutria neotropical, dado que la subespecie L. longicaudis annectens (Major, 1897) fue descrita originalmente como Lutra annectens, Major 1897. C. J. F. Major obtuvo el ejemplar tipo, con el cual des-cribió este taxón, en el “río de Tepic”, con referencia probable al río Santiago, en el tramo al cual confluye el río Mololoa, si no es que en el propio Mololoa, hoy altamente contaminado de acuerdo con Sánchez et al. (1992).

La nutria de río neotropical tiene una indudable importancia histórica en México, relacionada con el largo lapso durante el cual los pueblos nativos la han conocido y han tenido relación con ella. Incluso la toponimia nacional debe al menos dos de sus nombres a este mustélido (Escuinapa: ciudad que tomó su actual nombre del náhuatl [(Atl = agua + itzcuintli = perro + apan = río); es decir, “río de los perros de agua”], de acuerdo con Sánchez, 1985). La ciudad y puerto de Tampico, en cuyo escudo aparecen dos perros de agua, también debe su nombre a los perros de agua al venir del vocablo huasteco [(Tam = lugar de río + pico = perro), “lugar de río de los perros”], de acuerdo con Tibón (1983).

Como especie [L. longicaudis (Olfers, 1818)], la nutria de río neotropical quedó listada en el apéndice I de las regulaciones de comercio internacional de la CITES, desde el 1 de julio de 1975, y así permanece en la lista oficial (19 de julio de 2000, incluyendo las correcciones del 16 de agosto de 2000). En esa lista se indica que este taxón antes estuvo incluido en el género Lutra y que sus sinónimos a nivel de especie son: L. annectens, L. enudris, L. incarum y L. platensis (CITES, 2002). Por otra parte, todos los taxones de la subfamilia Lutrinae (es decir, la parte que representan de la familia Mustelidae) quedan protegidos por la CITES en su apéndice II.

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Método de evaluación del riesgo de extinción78

6. Propuesta de medidas de seguimiento (recomendaciones para la conservación de la especie)

En términos generales y respecto a la totalidad de su área de distribución en América, L. longicaudis annectens se considera como un taxón en situación intermedia respecto a su estado de conservación, pues mientras en algunos sitios y áreas particulares puede hallarse seriamente amenazada, en otros se considera que sus perspectivas de permanencia son positivas y altas (Melquist, 1984; MacDonald y Mason, 1992; Bertonatti y Parera, 1994). En varios sitios de América Central recién se le ha considerado un taxón de semejanza común (“frecuentemente observado en los hábitats apropiados”: Timm, 1994, La Selva, Costa Rica). Desde hace algunos años, la UICN la consideró vulnera-ble (V), con referencia a la subespecie L. longicaudis longicaudis, de acuerdo con Wilson y Reeder (1993). Sin embargo, en la más reciente actualización de su estado de conservación como especie, hecha por la UICN en 2000, L. longicaudis permanece en la categoría DD (datos deficientes). Esto significa que existe la necesidad urgente de reunir información sobre el estado de la especie en toda su área de distribución (Hilton-Taylor, 2000). A su vez, des-de el 2 de junio de 1970, la especie se incluyó como endangered in the entire range (U. S. [ESA] Fish & Wildlife Service, 2002). En un ejercicio general de evaluación de riesgo de extinción de mamíferos mexicanos mediante el uso de criterios integrados geográficos, biológicos y de interacción con el hombre, que efectuaron Ceballos y Navarro (1991), se diagnosticó a L. l. annectens como una especie amenazada.

En tanto se concluyen trabajos en actual proceso, las investigaciones más significativas, completas y de síntesis sobre la nutria neotropical en México continúan siendo las desarrolladas por Gallo-Reynoso (1987, 1989). Este autor ha resumido un punto de vista que debe considerarse para la conservación de Lontra longicaudis annectens en varios sitios de México: “Los ríos y arroyos perennes de las sierras tropicales en los cuales aún se conserva la vegetación riparia original, como bosque mesófilo de montaña, bosque tropical perenni-folio, bosque tropical subcaducifolio y selva baja caducifolia, con las estaciones de lluvia y de secas bien definidas, son los hábitats más estables para las nutrias neotropicales, debido a la gran diversidad de especies presa, disponibilidad de lugares para madriguera, calidad del agua, frondosa cubierta vegetal y mínima interferencia humana” (Gallo-Reynoso, 1989).

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De manera general, la nutria de río neotropical recibe protección de leyes como la LGEEPA (Semarnap, 1999) y de las modificaciones recientes a ésta, pero la supervisón del cumplimiento de la ley no solamente requiere refor-zamiento, sino también estímulo.

Actualmente no se tiene conocimiento de algún programa dirigido en par-ticular hacia la conservación de las nutrias en México. Gallo-Reynoso (1990) ya ha aportado información para el Action Plan for Latin American Otters, compilado por C. Chehébar, dentro de un plan general para la conservación de las nutrias del mundo coordinado por P. Foster-Turley, S. McDonald y C. Mason (Chehébar, 1990). En general, las recomendaciones de ese plan de acción aun no se han instrumentado en la práctica para México. Algunos estudios recientes y otros en preparación, ya se orientan hacia la acumulación de datos aplicables para la conservación de la nutria de río neotropical: por ejemplo, Carrillo-Rubio (en preparación) para Chihuahua; Gallo-Reynoso (1996 y 1999) para el río Yaqui en Sonora; González (1986) y Ruiz-Betancourt (1992) para la sierra de Santa Martha y Catemaco, respectivamente, en Ve-racruz; Macías-Sánchez (1998) para el centro de Veracruz; Orozco-Meyer y Morales-Vela (1998) para el sur de Quintana Roo; Brito-Cruz et al. (1998) para Temascaltepec, Estado de México; Cruz-Alfaro (en preparación) para Zimatán, Oaxaca, y para la selva lacandona (en preparación; véase Soler, 2002).

Existen evidencias de que, cuando se logran reducir suficientemente los efectos nocivos de la degradación del hábitat acuático y se aminora la caza furtiva, las poblaciones de L. longicaudis se recuperan con rapidez (Parera, 1993; Bertonatti y Parera, 1994).

Como resultado de una comparación inicial de la distribución de los prin-cipales centros de disturbio o contaminación relevantes para la nutria de río neotropical, basado originalmente en información geográfica-económica de García y Falcón (1984), los sitios en los que L. longicaudis annectens aún puede considerarse un taxón muy poco afectado por los cambios relacionados con la actividad humana pueden incluir el sur de Tamaulipas, el extremo sureste del país, una parte del istmo de Tehuantepec y una fracción de Sinaloa. En el resto del área histórica de distribución de la nutria de río neotropical, como se indicó antes, existen numerosos factores de contaminación y alteración que significan presiones considerables para las poblaciones naturales. La tendencia entre 1985 y 2000 ha sido de incremento en el establecimiento de industrias cuyas actividades involucran interacciones con las aguas de los ríos (INEGI, censos de actividad industrial para 1990 y 2000).

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Se han dado recomendaciones de protección ambiental relacionadas con la construcción y la operación de obras hidráulicas mayores, principalmente presas, que al introducir barreras artificiales en principio interrumpen y, luego, modifican el flujo y las características químicas y bióticas de los ríos. Lo que se recomienda es la adecuación de esos proyectos para permitir la migración de las presas (alimento) de las nutrias, y de las propias nutrias, río arriba y río abajo (Sánchez et al., 1992).

En cuanto a las áreas naturales protegidas (ANP), de las estimaciones hechas por Gallo-Reynoso (1997, 2002b), el propio autor señala la presencia de L. longicaudis annectens en 24 ANP de México. Además de que son muy pocas en comparación con las extensiones que se requeriría proteger, algunas de ellas solamente proveen protección limitada a las nutrias de río neotropi-cales. En principio, estas ANP son: 1) RB La Michilía, Durango; 2) RB Sierra de Manantlán, Jalisco y Colima; 3) RB Chamela-Cuixmala, Jalisco; 4) RB El Cielo, Tamaulipas; 5) RB Sierra Gorda, Querétaro; 6) RB Tehuacán-Cuicatlán, Puebla y Oaxaca; 7) RB Los Tuxtlas, Veracruz; 8) ZRF Ría Celestún, Campeche y Yucatán; 9) APFyF Laguna de Términos, Campeche; 10) RB Pantanos de Centla, Tabasco; 11) RB Calakmul, Campeche; 12) RB Lacantún, Chiapas; 13) RB Montes Azules, Chiapas; 14) APFyF Chan-Kin, Chiapas; 15) RB El Triunfo, Chiapas; 16) RB La Encrucijada, Chiapas; 17) RB La Sepultura, Chiapas; 18) ZPF Selva del Ocote, Chiapas; 19) APFyF Cascadas de Agua Azul, Chiapas; 20) PN Barranca del Cobre y río Urique, Chihuahua; 21) PN Basaseáchic, Chihuahua; 22) RB Lagunas de Chacahua, Oaxaca; 23) APFyF Sierra de Los Ajos y río Bavispe, Sonora, y 24) RB Sierra de Álamos y río Cuchujaqui, Sonora. Es evidente que queda mucho por hacer para proteger áreas importantes para este taxón en el sur de Tamaulipas, en buena parte de Oaxaca (en especial en el istmo de Tehuantepec), en Sonora y en Sinaloa.

Buena parte de las regiones terrestres prioritarias (RTP) definidas por la CONABIO se hallan relacionadas con el área histórica de distribución de Lontra longicaudis annectens; ésta puede ser una posible vía para definir y promover nuevas alternativas de conservación in situ de este taxón. Entre las RTP que parecen guardar mayor relación, al menos espacialmente, con registros recien-tes de la nutria de río neotropical están, en sentido inverso a las manecillas del reloj, a partir de Sonora y hacia el sur: Alta Tarahumara-Barrancas, San Javier-Tepoca, San José, río Humaya, río Presidio, Pueblo Nuevo, Guacamayita, Chamela-Cabo Corrientes, Manantlán-Volcán de Colima, Sierra de Coalco-mán, Infiernillo, Sierra del Sur de Guerrero, Sierras de Taxco-Huautla, Sierra Sur y costa de Oaxaca, Selva Zoque-La Sepultura, El Triunfo-La Encrucijada-

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Palo Blanco, La Chacona-Cañón del Sumidero, Selva Lacandona, Pantanos de Centla, Silvituc-Calakmul, río Hondo, sierra de Los Tuxtlas-Laguna del Ostión, Bosques mesófilos de la Sierra Madre Oriental, Valle de Jaumave, Sierra de San Carlos. Cabe señalar que esta lista no es exhaustiva, solamente pretende indicar algunas de las áreas en apariencia relevantes.

De manera similar, varias de las regiones hidrológicas prioritarias de Méxi-co (RHP) se hallan ubicadas en el ámbito histórico de distribución de la nutria de río neotropical. Entre las RHP que aparecen más relacionadas con registros recientes de la nutria de río neotropical están: río Yaqui-Basaseáchic, cuenca alta del río Conchos y río Florido, Chihuahua, cuenca alta del río Fuerte, río Baluarte-Marismas Nacionales, San Blas-La Tovara, Cajón de Peñas-Chame-la, río Purificación-Armería, ríos Coalcomán y Nexpa, cuenca baja del río Balsas, río Papagayo-Acapulco, río Verde-Lagunas de Chacahua, Soconusco, Malpaso-Pichucalco, La Sepultura-Suchiapa, río Tulijá-Altos de Chiapas, río Lacantún y tributarios, cabecera del río Candelaria, boca del río Champotón, humedales y lagunas de la bahía de Chetumal, río Hondo, Papaloapan, San Vicente y San Juan, Los Tuxtlas, río Tamesí y río San Fernando.

Para propiciar la conservación de las nutrias, se recomienda ampliamente promover la instauración formal de aquellas regiones terrestres prioritarias y regiones hidrológicas prioritarias que resulten de mayor importancia para las nutrias, como áreas protegidas en la práctica (principalmente áreas con mejor manejo e integración de las actividades humanas a programas de con-servación del entorno).

Por otra parte, se sugiere promover la instalación de programas de segui-miento, en puntos clave de su distribución geográfica. Deseablemente estos programas deberían tener un enfoque de evaluación periódica, quizá al nivel de subcuencas hidrológicas, de aspectos como: a) la presencia de individuos de este taxón, b) sus densidades locales y estimaciones de tamaños de pobla-ción, c) composición general por sexos y edades, d) condiciones hidrológicas abióticas y bióticas de los cuerpos de agua, e) uso general del hábitat, f) pre-sencia, disponibilidad y consumo de presas de las nutrias y, g) datos sobre la reproducción, entre otros.

Las prioridades de conservación de este taxón en México podrían incluir: a) evaluaciones de campo sobre las poblaciones actuales; b) identificación de hábitat clave en diversas áreas del país; c) protección inmediata de las áreas donde se sabe de existencia de poblaciones significativas; d) mejor vigilancia y cumplimiento de las leyes sobre vertimiento de desechos tóxicos hacia sistemas fluviales (entre otros temas) y, e) promoción de programas locales

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Método de evaluación del riesgo de extinción82

de información y educación (modificadas y adaptadas de una propuesta de Mason y MacDonald, 1990).

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8. Resumen

La evaluación de Lontra longicaudis annectes con el MER le otorga dos po-sibles valores; un primer total = 9, el segundo total = 10. De acuerdo con el sistema de puntuación del MER, la nutria está en un umbral donde puede o no considerarse como amenazada. Con un enfoque precautorio, se decidió optar por el valor de 3 en el criterio B, lo cual implica no modificar la cate-goría actual de riesgo de extinción de la nutria de río neotropical, que es la de especie amenazada.

Criterio A = 1. Ampliamente distribuida o muy amplia. El área de dis-tribución conocida de L. longicaudis annectens (calculada a partir del mapa anexo) es de aproximadamente 933,515 km2, lo que equivale a 47.67% del territorio nacional.

Criterio B = 2 o 3. Intermedio o limitante u hostil o muy limitante. La calidad, cantidad, disponibilidad y estabilidad de factores como: tramos de río con pozas profundas que represen el agua y que la retengan aun en medio de periodos de sequía severos, presencia de vegetación riparia que ofrezca suficiente cobijo, presencia de bancos de tierra en las riberas y la presencia de presas, principalmente langostinos de los géneros Macrobrachium y Atya, se consideren determinantes para la presencia y la permanencia de la especie. En general, puede decirse que, en México, las nutrias se encuentran en una

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situación intermedia, pero cada vez más limitante, respecto a las necesidades naturales de este taxón con su hábitat.

Criterio C = 2. Vulnerabilidad media. Lontra longicaudis annectens tiene camadas al parecer pequeñas para un mustélido; sólo facultativamente podría tener implantación retardada de embriones, pero en ambientes tropicales puede ser innecesario activarla. Aunque la gestación dura cerca de dos meses, las crías dependen al menos cuatro meses de la madre. En cuanto a hábitos alimentarios, las nutrias de río neotropicales dependen de crustáceos acuá-ticos y peces de nado lento, aunque, por otro lado, hay evidencia de que bajo situaciones de restricción del alimento preferido, la nutria puede utilizar otros recursos, aunque quizá no sean los óptimos. El ámbito de actividad individual es reducido lo cual es un aspecto importante de vulnerabilidad.

Criterio D = 4. Alto impacto. Las tendencias de distintas actividades humanas que inciden indirectamente en la viabilidad de la especie (conta-minación de los cuerpos de agua, interferencia en su alimentación debido a pesca artesanal con métodos de envenenamiento de peces y crustáceos) au-nada a aquellas actividades que si bien a escala menor inciden directamente sobre el número de individuos de la nutria de río neotropical (caza furtiva oportunista, asalto a las madrigueras, caza para obtención de pieles), pueden considerarse de alto nivel de impacto y al parecer continúan en incremento, o al menos vigentes.

Las prioridades de conservación de este taxón en México podrían incluir: a) evaluaciones de campo sobre las poblaciones actuales; b) identificación de hábitat clave en diversas áreas del país; c) protección inmediata de las áreas donde se sabe de existencia de poblaciones significativas; d) mejor vigilancia y cumplimiento de las leyes sobre vertimiento de desechos tóxicos hacia sistemas fluviales (entre otros temas) y, e) promoción de programas locales de información y educación (modificadas y adaptadas de una propuesta de Mason y MacDonald, 1990).

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