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“Es importante que los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos” Santo Padre Francisco

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“Es importante que los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos”

Santo Padre Francisco

EL TERCER MANDAMIENTO

"Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días

trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo

es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás

ningún trabajo" (Ex 20,8-10; cf. Dt 5,12-15).

"El sábado ha sido instituido para el hombre y no el

hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre

también es señor del sábado" (Mc 2,27-28).

EL DÍA DEL SÁBADO

2168 El tercer mandamiento del Decálogo proclama la

santidad del sábado: "El día séptimo será día de descanso

completo, consagrado al Señor" (Ex 31,15).

EL DÍA DEL SEÑOR

¡Este es el día que ha hecho el Señor, exultemos y

gocémonos en él! (Sal 118,24). El día de la Resurrección:

la nueva creación

2174 Jesús resucitó de entre los muertos "el primer día de

la semana" (Mt 28,1; Mc 16,2; Lc 24,1; Jn 20,1). En

cuanto "primer día", el día de la Resurrección de Cristo

recuerda la primera creación.

2176 La celebración del domingo observa la prescripción

moral, inscrita en el corazón del hombre, de " dar a Dios

un culto exterior, visible, público y regular bajo el signo

de su bondad universal hacia los hombres" (S. Tomás de

Aquino, s. th. 2-2, 122,4).

La eucaristía dominical

2177 La celebración dominical del Día y de la Eucaristía

del Señor tiene un papel principalísimo en la vida de la

Iglesia. "El domingo en el que se celebra el misterio

pascual, por tradición apostólica, ha de observarse en toda

la Iglesia como fiesta primordial de precepto" (CIC, can.

1246,1). "Igualmente deben observarse los días de

Navidad, Epifanía, Ascensión, Santísimo Cuerpo y

Sangre de Cristo, Santa María Madre de Dios,

Inmaculada Concepción y Asunción, San José, Santos

Apóstoles Pedro y Pablo y, finalmente, todos los

Santos" (CIC, can. 1246,1).

2179 "La parroquia es una determinada comunidad de

fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular,

cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo

diocesano, se encomienda a un párroco, como su pastor

propio" (CIC, can. 515,1). Es el lugar donde todos los

fieles pueden reunirse para la celebración dominical de la

eucaristía.

La obligación del Domingo

2180 El mandamiento de la Iglesia determina y precisa la

ley del Señor: "El domingo y las demás fiestas de

precepto los fieles tienen obligación de participar en la

Misa" (CIC, can. 1247). "Cumple el precepto de

participar en la Misa quien asiste a ella, dondequiera que

se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta

como el día anterior por la tarde" (CIC, can. 1248,1)

2181 La eucaristía del Domingo fundamenta y ratifica

toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están

obligados a participar en la eucaristía los días de

precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria

(por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños)

o dispensados por su pastor propio (cf CIC, can. 1245).

Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen

un pecado grave. Día de gracia y de descanso

2184 Así como Dios "cesó el día séptimo de toda la tarea

que había hecho" (Gn 2,2), la vida humana sigue un ritmo de

trabajo y descanso. La institución del Día del Señor

contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y de

solaz suficiente que les permita cultivar su vida familiar,

cultural, social y religiosa (cf GS 67,3).

2185 Durante el domingo y las otras fiestas de precepto, los

fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o actividades

que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia el día

del Señor, la práctica de las obras de misericordia, la

distensión necesaria del espíritu y del cuerpo (cf CIC, can.

1247). Las necesidades familiares o una gran utilidad social

constituyen excusas legítimas respecto al precepto del

descanso dominical. Los fieles deben cuidar que legítimas

excusas no introduzcan hábitos perjudiciales a la religión, a

la vida de familia y a la salud. El amor de la verdad busca el

santo ocio, la necesidad del amor acoge el justo trabajo (S.

Agustín, civ. 19,19).

EL CUARTO MANDAMIENTO

Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus

días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar (Ex 20,

12). Vivía sujeto a ellos (Lc 2, 51).

El Señor Jesús recordó también la fuerza de este

“mandamiento de Dios” (Mc 7, 8 -13). El apóstol enseña:

“Hijos, obedeced a vuestros padres en el Señor; porque esto

es justo. “Honra a tu padre y a tu madre”, tal es el primer

mandamiento que lleva consigo una promesa: “para que seas

feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra”“ (Ef 6, 1-3; Cf.

Dt 5 16).

2197 El cuarto mandamiento encabeza la segunda tabla.

Indica el orden de la caridad. Dios quiso que, después de Él,

honrásemos a nuestros padres, a los que debemos la vida y

que nos han transmitido el conocimiento de Dios. Estamos

obligados a honrar y respetar a todos los que Dios, para

nuestro bien, ha investido de su autoridad.

2198 Este precepto se expresa de forma positiva, indicando

los deberes que se han de cumplir. Anuncia los

mandamientos siguientes que contienen un respeto particular

de la vida, del matrimonio, de los bienes terrenos, de la

palabra. Constituye uno de los fundamentos de la doctrina

social de la Iglesia.

2199 El cuarto mandamiento se dirige expresamente a los

hijos en sus relaciones con sus padres, porque esta relación

es la más universal. Se refiere también a las relaciones de

parentesco con los miembros del grupo familiar. Exige que

se dé honor, afecto y reconocimiento a los abuelos y

antepasados. Finalmente se extiende a los deberes de los

alumnos respecto a los maestros, de los empleados respecto a

los patronos, de los subordinados respecto a sus jefes, de los

ciudadanos respecto a su patria, a los que la administran o la

gobiernan.

Este mandamiento implica y sobrentiende los deberes de los

padres, tutores, maestros, jefes, magistrados, gobernantes, de

todos los que ejercen una autoridad sobre otros o sobre una

comunidad de personas.

2200 El cumplimiento del cuarto mandamiento lleva consigo

su recompensa: “Honra a tu padre y a tu madre, para que se

prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te

va a dar” (Ex 20, 12; Dt 5, 16). La observancia de este

mandamiento procura, con los frutos espirituales, frutos

temporales de paz y de prosperidad. Y al contrario, la no

observancia de este mandamiento entraña grandes daños

para las comunidades y las personas humanas.

CARTA ENCÍCLICA

LUMEN FIDEI

DEL SUMO PONTÍFICE

FRANCISCO

(52-53)

Fe y familia

En el camino de Abrahán hacia la ciudad futura, la Carta a

los Hebreos se refiere a una bendición que se transmite de

padres a hijos (cf. Hb 11,20-21). El primer ámbito que la

fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia.

Pienso sobre todo en el matrimonio, como unión estable

de un hombre y una mujer: nace de su amor, signo y

presencia del amor de Dios, del reconocimiento y la

aceptación de la bondad de la diferenciación sexual, que

permite a los cónyuges unirse en una sola carne

(cf. Gn 2,24) y ser capaces de engendrar una vida nueva,

manifestación de la bondad del Creador, de su sabiduría y

de su designio de amor. Fundados en este amor, hombre y

mujer pueden prometerse amor mutuo con un gesto que

compromete toda la vida y que recuerda tantos rasgos de

la fe. Prometer un amor para siempre es posible cuando se

descubre un plan que sobrepasa los propios proyectos, que

nos sostiene y nos permite entregar totalmente nuestro

futuro a la persona amada. La fe, además, ayuda a captar

en toda su profundidad y riqueza la generación de los

hijos, porque hace reconocer en ella el amor creador que

nos da y nos confía el misterio de una nueva persona. En

este sentido, Sara llegó a ser madre por la fe, contando con

la fidelidad de Dios a sus promesas (cf. Hb 11,11).

En la familia, la fe está presente en todas las etapas de la

vida, comenzando por la infancia: los niños aprenden a

fiarse del amor de sus padres. Por eso, es importante que

los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia,

que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos. Sobre

todo los jóvenes, que atraviesan una edad tan compleja,

rica e importante para la fe, deben sentir la cercanía y la

atención de la familia y de la comunidad eclesial en su

camino de crecimiento en la fe. Todos hemos visto cómo,

en las Jornadas Mundiales de la Juventud, los jóvenes

manifiestan la alegría de la fe, el compromiso de vivir una

fe cada vez más sólida y generosa. Los jóvenes aspiran a

una vida grande. El encuentro con Cristo, el dejarse aferrar

y guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia,

le da una esperanza sólida que no defrauda. La fe no es un

refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida.

Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y

asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena

ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad

de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades.

La familia en el plan de Dios

2201 La comunidad conyugal está establecida sobre el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia están

ordenados al bien de los esposos y a la procreación y educación de los hijos. El amor de los esposos y la generación de los

hijos establecen entre los miembros de una familia relaciones personales y responsabilidades primordiales.

2202 Un hombre y una mujer unidos en matrimonio forman con sus hijos una familia. Esta disposición es anterior a todo

reconocimiento por la autoridad pública; se impone a ella. Se la considerará como la referencia normal en función de la

cual deben ser apreciadas las diversas formas de parentesco.

2203 Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituyó la familia humana y la dotó de su constitución fundamental. Sus

miembros son personas iguales en dignidad. Para el bien común de sus miembros y de la sociedad, la familia implica una

diversidad de responsabilidades, de derechos y de deberes.

La familia cristiana

2204. “La familia cristiana constituye una revelación y una actuación específicas de la comunión eclesial; por eso [...]

puede y debe decirse Iglesia doméstica” (FC 21, cf LG 11). Es una comunidad de fe, esperanza y caridad, posee en la

Iglesia una importancia singular como aparece en el Nuevo Testamento (cf Ef 5, 21-6, 4; Col 3, 18-21; 1 P 3, 1-7).

2205 La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el

Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la

oración y el sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La

familia cristiana es evangelizadora y misionera.

2206 Las relaciones en el seno de la familia entrañan una afinidad de sentimientos, afectos e intereses que provienen

sobre todo del mutuo respeto de las personas. La familia es unacomunidad privilegiada llamada a realizar un propósito

común de los esposos y una cooperación diligente de los padres en la educación de los hijos (cf. GS 52).

VOCABULARIO

MANTO

manto es prenda de vestir amplia y sin mangas que se pone encima de los demás vestidos. Durante mucho tiempo fue uno de los primeros atributos de la soberanía y que, como tal, fue llevado por los dioses y los reyes. Aparece en la Biblia relacionado igualmente con todos los representantes de la autoridad, siendo signo de la función que éstos realizan. El manto más célebre, sin duda, fue el del profeta Elías, que lo transmite a su discípulo Eliseo, escogido para sucederle (1Re 19, 19) y que participa del poder de su predecesor. También es símbolo de protección y, como tal, llevado por diferentes santos y por la santísima Virgen. Finalmente, con frecuencia, es el soporte de signos emblemáticos, que señalan la pertenencia a una orden monástica o religiosa, a una cofradía o a un cuerpo constituido.

MATRIMONIO

Unión de hombre y mujer para la constitución de una nueva familia. Su institución proviene de Dios, pues de

Él viene el amor que hace que una pareja abandone cada cual su casa e inicien una aventura común.

Figuradamente, Israel, por la fe, se unió en matrimonio con Dios. Asimismo, la Iglesia es la esposa de Cristo.

MISERICORDIAS

En las sillerías de coro reciben este nombre las piezas de madera añadidas debajo de cada asiento, con el fin de que durante los largos oficios religiosos, cuando los clérigos o monjes debían permanecer en pie, aliviasen la fatiga y cansancio apoyándose sobre ellas, es decir, semisentándose sin perder la posición erecta. Debido a su colocación habitualmente oculta mientras el asiento permanecía horizontalmente disponible como tal, fue común decorar dichas misericordias con las tallas más atrevidas: muchas veces obscenas y otras simplemente burlescas.

MITRA

La mitra es un sombrero litúrgico usado por papas, cardenales, obispos, abades mitrados (y algunos canónigos

por especial 189 privilegio) que simboliza la autoridad; y las dos cintas que cuelgan de la parte posterior de la

mitra (“ínfulas”) se interpretan como el espíritu y la letra de los dos Testamentos de la Sagrada Escritura. El

llevar la mitra sobre la cabeza significa que el obispo ha de poseer el mensaje bíblico y que deberá de

comunicarlo a los creyentes. La mitra que el obispo lleva sobre la cabeza se ve, algunas veces, tirada a los pies

de un santo. Quiere decir que éste ha rehusado aceptar la dignidad episcopal tantas veces como mitras haya en

el suelo. Además de la mitra episcopal, a los sacerdotes del Antiguo Testamento se les suele representar con

una mitra abombada, alta y muy puntiaguda.

Próximos Beatos

+Claudio José (Manuel Mateo Calvo), Hermano de La Salle, Nació en Aliaga en 1902, martirizado el 1 de septiembre de 1936 en Tortosa con el hermano Ángel Amado. +Marciano Pascual (Pascual Escuín Ferrer) Nacido en la Hoz de la Vieja (1907), Hermano de La Salle, martirizados el 13 de agosto de 1936 en Tortosa. +Andrés Sergio (Andrés Pradas Lahoz), Natural de la Hoz de la Vieja (1908), Hermano de La Salle, martirizado el 13 de agosto de 1936 en Tortosa.

+Jenaro (Mariano Navarro Blasco), Hermano de La Salle nacido en Tortajada (1903), martirizado en Torredembarra (Tarragona) el 11 de noviembre de 1936. +Arístides Marcos (Pedro Jose Cano Cebrián), Hermano de La Salle natural de Villalba de los Morales (1906), martirizado en Benicarló (Castellón) el 12 de agosto de 1936. + Serapio Sanz Iranzo, Mercedario de Muniesa (1879), martirizado en Lérida el 20 de agosto de 1936