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125 La cara oculta de la escuela. Educación y trabajo en el capitalismo ir M. Fernández Enguita Madrid, Siglo XXI, 1990 ---- ______s Educar para el trabajo: una lectura polémica En su último libro, Mariano Fernández Enguita vuelve a plantear uno de sus objetivos de estudio preferidos: las rela- ciones existentes entre el mundo de la educación y el del tra- bajo. Esta obra, frente a otras producciones suyas, nos ofre- ce, Sm embargo, una forma de mirar diferente, derivada en parte de algo que él nos confiesa: su deliberado intento de cambiar de rumbo, de dejar de analizar la escuela en tanto que institución predominantemente transmisora de ideolo- gía, para pasar a preocuparse por las prácticas sociales mate- riales que tienen lugar en su interior. Dicho en otros térmi- nos, se propone abandonar una concepción mecanicista del materialismo histórico, que relega la educación al terreno de la «superestructura y privilegia la incuicación de valores simbólicos entendidos como «falsa conciencia», por consi- derarla poco adecuada para dar cuenta de las funciones que cumplen las instituciones educativas escolares. Volvemos luego a esta cuestión metodológica y epistemo- lógica central con el fin de intentar dilucidar si realmente el autor ha logrado desasirse de unos esquemas de análisis un tanto rígidos, marcados por un cierto economicismo, o, si sigue en parte aprisionado en ellos, lo que le impidiría con- seguir las metas que se ha marcado. En todo caso este cambio de enfoque no solo confiere a este libro dimensiones de las que carecían ensayos suyos anteriores, sino que al estudiar las «correspondencias» escuela/trabajo desde una perspecti- va socio-histórica despierta una mejor comprensión y un mayor interés en el sector ya que, al evitar una aproximación ahistórica y atemporal, capta con mucha más profundidad y precisión las transformaciones, los cambios, los procesos reales que han tenido lugar tanto en el ámbito de las relacio- nes de producción como en el de la educación formal. En este sentido, y partiendo sobre todo de la Edad Media, aporta una gran cantidad de materiales y reconstruye la lógica de las modificaciones acaecidas en el campo de la producción y de la enseñanza a partir de las investigaciones realizadas por analistas sociales críticos no solo sociólogos, sino también historiadores, economistas, antropólogos, filó- sofos, pedagogos... Todo ello confiere a La cara oculta de la escuela complejidad y riqueza, al tiempo que le permite des- mitificar la historia del proceso de producción capitalista y la historia de «la escuela». Evita, en consecuencia, una visión continuista, evolutiva y de progreso lineal de los procesos sociocconómicos y saca a la luz las resistencias provocadas por la imposición del trabajo forzado y, en menor medida, por la escolaridad obligatoria. Así pues, estamos ante un libro de tesis, en el que se hace un gran acopio de apoyos documentales, escrito con agilidad y decisión. Hay sin duda que agradecer a su autor que nos permita a todos los que estamos interesados por tos proble- mas educativos apasionamos con la lectura de su último trabajo que podría ser en realidad uno de los primeros análi- sis genealógicos de la «formación profesional». Pero preci- samente por eso, porque estamos ante una obra que obliga a reflexionar, que estimula al debate, quisiera avanzar algunas anotaciones críticas. La escuela dc las letras frente a la escuela del trabajo Mi principal desacuerdo con el autor proviene de una di- ferencia de perspectiva, o si se prefiere de paradigmas, ya que al operar a partir de unas categorías de pensamiento en las que sigue estando presente el determinismo económico; al aceptar el caracter detenninante de las relaciones de producción —aunque sea en última instancia— sobre las re- laciones políticas y sociales, las interrelaciones entre escue- la/trabajo, es decir, lo que constituye el objeto de análisis, resulta casi una petición de principio. En consecuencia y pese a que el subtítulo del libro es «educación y trabajo en el capitalismo» la primera parece seguir ocupando una posi- ción de dependencia excesiva respecto al segundo. La escue- la en la actualidad —se afirma prepara para el mundo del trabajo— «no ya en términos cognitivos —que también—, sino y sobre todo en términos de actitudes, disposiciones, formas de conducta y aceptación de las reglas imperantes». Y en ocasiones la lectura de los textos se fuerza aún más, y prácticamente se llega a afirmar que la escuela prepara «directamente» para el mundo de la producción. Me pregun- to si en su admiración por Bowles y Gintís, Mariano no llega a extrapolar sus conclusiones a otros momentos histéricos. Esta ambignedad de fondo alcanza casi la contradicción en párrafos como este: «Por consiguiente, resulta claro que las escuelas antecedieron al capitalismo y la industria y se si- guieron desarrollando con ellos por motivos ajenos a ellos. Sin embargo, puede afirmarse que, desde un cieno momento de despegue del capitalismo, a! que seria tan difícil como ocioso poner fecha, las necesidades de éste en terminos de mano de obra han sido el factor más poderoso que ha influido en los cambios acaecidos en el sistema escolar en su conjun- to y entre las cuatro paredes de la escuela». Partir de un postulado de subordinación tan fuerte del sis- tema educativo con respecto al capitalismo es un obstáculo para entender cómo las escuelas se siguieron desarrollando bajo el capitalismo y la industrialización por motivos ajenos a ellos, y cuáles fueron esos motivos, es decir, impide vincular «la escuela» a otros sistemas de dominación que no sean las formas laborales de explotación. Posiblemente ten- dría importancia conocer no tanto un «origen primigenio» cuanto el momento histórico a partir del cual se ha generali- zado la concepción según la cual la escuela ha de funcionar como una empresa y ha de preparar para la inserción del mundo del trabajo y en qué medida esa concepción se ha materializado. Personalmente no creo que pueda afírmarse que las llama- das escuelas de primeras letras, los colegios de jesuitas, o incluso la escuela pública que se hace obligatoria a finales del siglo XIX —a principios del XX en España—, por citar sólo algunos ejemplos de instituciones «escolares» tuviesen como una de sus funciones «principales» preparar para el trabajo. En realidad uno de los factores que induce a confu- sión en la genérica referencia a la escuela. Bajo esa rúbrica se esconden instituciones educativas de distinta naturaleza, surgidas en épocas muy diversas y dirigidas a distintos - blicos. Es cierto que el libro, en su parte histórica, se centra ~PM3S6

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La cara ocultade la escuela.Educación y trabajoen el capitalismo

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M. FernándezEnguitaMadrid, Siglo XXI, 1990

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Educar para el trabajo: una lectura polémica

En su último libro, Mariano FernándezEnguita vuelve aplantearuno de sus objetivosde estudio preferidos:las rela-cionesexistentesentre el mundode la educacióny el del tra-bajo. Esta obra, frentea otras produccionessuyas,nos ofre-ce, Sm embargo,una forma de mirar diferente, derivadaenparte de algo que él nos confiesa: su deliberadointento decambiar de rumbo, de dejar de analizar la escuela en tantoque institución predominantementetransmisora de ideolo-gía, para pasara preocuparsepor las prácticassocialesmate-riales quetienen lugar en su interior. Dicho en otros térmi-nos, se propone abandonaruna concepciónmecanicistadelmaterialismohistórico,querelega la educaciónal terreno dela «superestructura y privilegia la incuicación de valoressimbólicos entendidoscomo «falsa conciencia», por consi-derarlapoco adecuadapara dar cuentade las funcionesquecumplen las institucioneseducativasescolares.

Volvemosluego a estacuestiónmetodológicay epistemo-lógica centralcon el fin de intentardilucidar si realmenteelautor ha logrado desasirsede unos esquemasde análisisuntanto rígidos, marcadospor un cierto economicismo,o, sisigueen parteaprisionadoen ellos, lo que le impidiría con-seguirlasmetasque se ha marcado.Entodo casoestecambiode enfoqueno solo confiere a este libro dimensionesde lasque carecíanensayossuyos anteriores,sino que al estudiarlas «correspondencias»escuela/trabajodesdeuna perspecti-va socio-históricadespiertauna mejor comprensióny unmayorinterésen el sectorya que,al evitarunaaproximaciónahistóricay atemporal,captacon muchamás profundidadyprecisión las transformaciones,los cambios, los procesosrealesquehan tenido lugar tanto en el ámbito de las relacio-nes de produccióncomo en el de la educaciónformal.

En estesentido,y partiendosobretodo de la Edad Media,aporta una gran cantidadde materialesy reconstruye lalógica de las modificacionesacaecidasen el campode laproduccióny de la enseñanzaa partir de las investigacionesrealizadaspor analistassocialescríticos no solo sociólogos,sino también historiadores,economistas,antropólogos,filó-sofos, pedagogos...Todo ello confiere aLa cara oculta de laescuelacomplejidady riqueza,al tiempo quele permite des-mitificar la historia del procesode produccióncapitalista yla historia de «la escuela». Evita, en consecuencia,unavisión continuista, evolutiva y de progreso lineal de losprocesos sociocconómicosy saca a la luz las resistenciasprovocadaspor la imposición del trabajo forzado y, enmenor medida,por la escolaridadobligatoria.

Así pues, estamosanteun libro de tesis, enel que se haceun granacopiode apoyosdocumentales,escrito conagilidady decisión. Hay sin duda que agradecera su autor quenospermitaa todos los que estamos interesados por tos proble-mas educativosapasionamoscon la lectura de su últimotrabajoque podría seren realidaduno de los primerosanáli-sis genealógicosde la «formaciónprofesional».Pero preci-samentepor eso, porqueestamosanteunaobra que obliga areflexionar,queestimula al debate,quisiera avanzaralgunasanotacionescríticas.

La escueladc las letras frente a la escuela del trabajo

Mi principal desacuerdocon el autor provienede una di-ferencia de perspectiva,o si se prefiere de paradigmas,yaqueal operara partir de unas categoríasde pensamientoenlas que sigue estandopresenteel determinismoeconómico;al aceptar el caracter detenninantede las relaciones deproducción —aunquesea en última instancia—sobrelas re-laciones políticas y sociales, las interrelaciones entre escue-la/trabajo, es decir, lo que constituyeel objeto de análisis,resulta casi una petición de principio. En consecuenciaypeseaqueel subtítulodel libro es «educacióny trabajoen elcapitalismo»la primera pareceseguir ocupandouna posi-ción de dependenciaexcesivarespectoal segundo.La escue-la en la actualidad—se afirma preparapara el mundo deltrabajo— «no ya en términos cognitivos —que también—,sino y sobre todo en términos de actitudes,disposiciones,formasde conductay aceptaciónde las reglas imperantes».Y en ocasionesla lecturade los textos se fuerza aúnmás,yprácticamentese llega a afirmar que la escuela prepara«directamente»para el mundo de la producción.Me pregun-to si en su admiraciónporBowles y Gintís, Mariano no llegaa extrapolar sus conclusionesa otros momentoshistéricos.Esta ambignedad de fondo alcanza casi la contradicción enpárrafoscomo este: «Por consiguiente,resultaclaro que lasescuelasantecedieronal capitalismo y la industria y se si-guieron desarrollandocon ellos por motivos ajenosa ellos.Sin embargo, puede afirmarseque, desdeun cieno momentode despeguedel capitalismo, a! que seriatan difícil comoocioso poner fecha, las necesidadesde éste en terminos demanode obra han sido el factormáspoderosoquehainfluidoen los cambiosacaecidosen el sistemaescolaren su conjun-to y entre las cuatro paredesde la escuela».

Partir de un postuladode subordinacióntan fuertedelsis-temaeducativocon respectoal capitalismoes un obstáculopara entendercómo las escuelasse siguieron desarrollandobajo el capitalismoy la industrializaciónpor motivosajenosa ellos, y cuáles fueron esos motivos, es decir, impidevincular«la escuela»a otros sistemasde dominaciónque noseanlas formas laboralesde explotación. Posiblementeten-dría importancia conocerno tanto un «origen primigenio»cuantoel momento histórico a partir del cualse ha generali-zadola concepciónsegúnla cual la escuelaha de funcionarcomo una empresay ha de prepararpara la inserción delmundo del trabajo y en qué medida esa concepciónse hamaterializado.

Personalmenteno creo que puedaafírmarsequelas llama-das escuelasde primeras letras, los colegiosde jesuitas,oincluso la escuelapública que se hace obligatoriaa finalesdel siglo XIX —a principios del XX en España—,por citarsólo algunosejemplos de instituciones«escolares»tuviesencomo una de sus funciones «principales»prepararpara eltrabajo.En realidaduno de los factoresqueinducea confu-sión en la genéricareferenciaa la escuela.Bajo esarúbricase escondeninstituciones educativasde distinta naturaleza,surgidasen épocasmuy diversasy dirigidas a distintos pú-blicos. Es cierto queel libro, en su parte histórica, se centra

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fundamentalmenteen instituciones «educativas»dirigidas alos niños procedentesde las clasespopulares—maestrosar-tesanos,orfanatos, work-houses,hospicios, escuelasangli-canasde HannahMore...— en las queel trabajoinfantil eramuy importante, pero lo que queda sin explicar son lasrazonespor las que esoscentrosdel Antiguo Régimenfuerondesbancadospor un modelo de escuelaque es una versiónempobrecidade «la escuelade letras» jesuítica dirigida aniños y jóvenesdel estadomedio.

Frente a una unilateralimbricación entre la escuelay eltrabajo —sesgopresenteincluso en análisis tan interesantescomo los de Paul Willis—, me preguntosi a partir de lashipótesis desarrolladaspor Karl Polanyi (La gran transfor-mación) y por Durkheim (Historia de la educacióny de lasdoctrinas pedagógicas),no se podría estudiar el nacimientode la escuelapública—institución quesacóa los niños de lacalle y de las fábricas—como unaestrategiaderivadade lacrisis del liberalismo económico y al servicio del Estadointerventor. En este sentido la escuelaestaríamásencamina-da a desempeñarfuncionespolíticasy sociales,de control yde integración,quede prepararpara el rendimientoproduc-tivo. Su función primordial ya no seriatanto prepararpara eltrabajocuantoprepararpara el consensoe impedirun tipo dedesagregaciónsocialpuestade manifiestopor el pauperismoque convertíaa los trabajadoresen una permanenteamenaza

para el orden social. Quizá la escuela de las letras triunfésobrela escueladel trabajoporqueal inculcar conocimientoslimitados y al producir sujetos individualizadoslos desclasay los reclasa,es decir, les otorga una identidad social querespondea unapolítica de seguridadsocial.

El estudio en profundidadno tanto de las homologíases-truturales, de los isomorfismos existentesentre distintas in-stituciones,cuantosus diferenciaspermitiría ponersordinaaexpresionescomo «saltaa la vista el paralelismoentre laposición del estudiante y del trabajadorasalariado»,o, «laescuelareproduceen múltiples formas la división del trabajoimperanteen la sociedad».De todosmodos,y aúnagudizan-do las diferencias,ya que de otro modo la polémicaquedaríamás diluida, el propio autor es conscientede que es necesarioanalizar las correspondenciasentre «la escuela»y el ámbitoproductivo, y tambiénsus diferencias.En su favor hay quereconocer ademásque en los últimos capítulos se recogentrabajos que no están focalizadosen «la escuela»como in-strumentode socializaciónpara el trabajo.Todo el problemaestáen sabersi el estudio de esasotras funcionesno llegariaa eclipsar, o al menosa relegar, la importancia de la tesisdefendidaen este libro, un libro que sin duda enriqueceelpanorama«laboral», un tanto renqueante,de la sociologíadela educaciónen nuestro país.

Julia Varela