Ende Michael-El Ponche Magico (1)

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Michael Ende El ponche mágico Ediciones del Prado Proyecto gráfico y diseño de cubierta: Alfonso Ruano Título original: Der satanarchäolügenialkohöllische Wunschpunsch Traducción del alemán: Jesús Larriba y Marinella Terzi © 1989 by K. Thienemans Verlag, Stuttgart-Wien © Ediciones SM, 1989 © Ediciones SM/Ediciones del Prado, junio 1993, de la presente edición ISBN: 84-348-4039-1 (Ediciones SM) ISBN: 84-7838- 249-6 (Ediciones del Prado) Depósito legal: M-13032- 1993 Impreso en España/Printed in Spain Imprenta: Artes Gráficas COIMOFF, SA

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Michael Ende

El ponche mágico

Ediciones del Prado

Proyecto gráfico y diseño de cubierta: Alfonso Ruano

Título original: Der satanarchäolügenialkohöllischeWunschpunsch

Traducción del alemán: Jesús Larriba y Marinella Terzi

© 1989 by K. Thienemans Verlag, Stuttgart-Wien© Ediciones SM, 1989

© EdicionesSM/Edicionesdel Prado,junio 1993, de lapresente edición

ISBN: 84-348-4039-1(EdicionesSM) ISBN: 84-7838-249-6 (Edicionesdel Prado) Depósito legal: M-13032-1993ImpresoenEspaña/Printedin SpainImprenta:ArtesGráficas COIMOFF, SA

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ERA la última tardedel añoy habíaoscurecido

demasiadopronto.Nubesnegrashabíanentenebrecidoelcielo,y unatempestaddenieveazotabadesdehacíahorasel Parque Muerto.

En el interior de Villa Pesadillano se movía nada,exceptoel temblorosoresplandordel fuegoqueardíaconllamas verdes en la chimeneaabierta y sumergíaellaboratorio mágico en una luz espectral.

El reloj de pénduloquehabíasobrela cornisade lachimeneapusoen marchasusengranajesrechinando.Setratabadeunaespeciedereloj decuco,perosu ingeniosomecanismorepresentabaun pulgardolorido sobreel quedescargaba sus golpes un martillo.

� ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! � gritó.Así pues, eran las cinco.De ordinario,BelcebúSarcasmo,ConsejeroSecreto

de Magia, seponíade buenhumorcuandolo oía dar lashoras.Pero aquella tarde de San Silvestre le echó unamiradamásbien pesarosa.Le hizo un gestode rechazocon un leve movimientode la manoy se dejó envolverporel humodesupipa.Conel ceñofruncido,sesumióensus cavilaciones. Sabía que le esperabaalgo muydesagradabley que le iba a llegar muy pronto, amedianoche lo más tarde, al cambiar el año.

El mago estabasentadoen una cómodabutacadeorejasqueun vampiromuy dotadoparala artesaníahabíahechopersonalmente,muchosañosantes,con tablasdeataúdes.Los cojinesestabanconfeccionadosconpielesdeogroque,por el pasodel tiempo,sehallabanya un pocoraídas.Estemuebleeraunaherenciafamiliar y Sarcasmolo teníaen granestima,pesea que,por lo demás,eradeideasmásbienprogresistasy estabaal día,cuandomenosen lo que se refería a su actividad profesional.

La pipa en que fumaba representabauna calaveracuyos ojos, de cristal verde, se encendíancon cadachupada.Las nubesde humoformabanen el aire figurasextrañasde los más diversos tipos: cifras y fórmulas,serpientes enroscándose,murciélagos y, sobre todo,signos de interrogación.

Belcebú Sarcasmo suspiró profundamente, selevantóy comenzóa ir y venir dentrode su laboratorio.

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Le iban a pedir cuentas,de esoestabaseguro.Pero¿conquiéntendríaquehabérselas?¿Y quépodíaaduciren sudefensa?Y, sobretodo, ¿aceptaríansusmotivos?Su altay esqueléticafigura se hallaba cubierta con una bataplisada de seda verde cardenillo (éste era el colorpreferido del ConsejeroSecretode Magia). Su cabeza,pequeña y calva, parecía apergaminada,como unamanzanarugosa.Sobre su nariz aguileñase asentabanunas gafas enormes de armadura negra y con unoscristales, fulgurantes y gruesos como lupas, queagrandabansusojos de forma poconatural.Las orejaslecolgabandela cabezacomoel asadel cubo.Teníala bocatanestrechacomosi sela hubieranabiertoenla caraconuna navaja de afeitar. En resumidascuentas,no eraprecisamenteun tipo enel quesepuedeconfiara primeravista. Pero eso no le preocupabalo más mínimo aSarcasmo.Nuncahabíasido un personajemuy sociable.Prefería no darse a ver y actuar en secreto.

INTERRUMPIÓ sus paseosy se rascó la calva,

pensativo.� Al menosel elixir 92 tendríaqueestarterminado

hoy � murmuró� . Al menoseso.Siemprequeno vengaotra vez a interrumpirme el maldito gato.

Se acercó a la chimenea.En las llamasverdeshabíasobreunastrébedesuna

marmitadevidrio enla quehervíaunaespeciedesopadeaspectobastantenauseabundo:negracomoel alquitrányviscosa como la baba de un caracol.

Mientras examinabael mejunje removiéndoloconuna varita de cristal de roca, escuchaba,sumido en suspensamientos,el rugido de la tempestad,quesacudíalaspersianas.Por desgracia,la sopateníaque burbujearunbuen rato hasta estar perfectamente cocida yconvenientemente transformada.

Cuandoel elixir estuvieraacabado,resultaríaunapoción totalmente insípida que podría echarse encualquiercomidao bebida.Las personasquelo tomarancreeríanfirmementeque todo lo que procedíade manosde Sarcasmocontribuíaal progresode la humanidad.Elmagoteníael proyectode ponerloa la ventadespuésdeAño Nuevo. Lo venderíancon la etiqueta «Dieta delhombre sano».

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Perotodavíano estabaa punto. La cosanecesitabasu tiempo, y ahí estaba el problema.

El ConsejeroSecretoguardóla pipa y dejó que sumirada se deslizarapor la penumbradel laboratorio.Elresplandordel fuegoverdedanzabasobrela montañadelibros viejosy nuevosqueconteníantodaslas recetasqueSarcasmonecesitabapara sus experimentos.Desdelososcurosángulosdel salón emitían misteriososfulgoresretortas,vasos,botellasy tubosenformadealambiqueenlos quesubíany bajaban,goteabany humeabanlíquidosde todos los colores. Además había ordenadoresyaparatoseléctricosen los quetremolabanconstantementelámparasminúsculasdelasquesurgíanleveszumbidosypitidos.En un rincón menosiluminadosubíany bajaban,constantey silenciosamente,flotandoenel aire,bolasconluces rojas y azules,y en un recipientede cristal hacíaremolinosun humoque,de tiempoen tiempo,secontraíapara formar una fantasmagórica flor fosforescente.

Comoya sehadicho,Sarcasmoestabaa la alturadelos nuevostiemposy, en ciertosaspectos,sehallabapordelante de su época.

Sólo en lo referente a sus plazos se encontrabairremediablemente atrasado.

UNA leve tosecillale hizo estremecerse.Miró a

su alrededor.En la vieja butacade orejashabíaalguiensentado.

«¡Ah! � pensó� . ¡Ha llegadoel momento!Ahoraloimportante es no achicarse.»

Naturalmente,un mago � sobretodo unode la tallade Sarcasmo� estáacostumbradoa que se le presententodotipo decriaturasextrañas,a menudosin anunciarseysin haber sido invitadas. Pero en esos casosse trataordinariamentede espíritusque tienen la cabezadebajodel brazo,o demonstruoscontresojosy seismanos,o dedragonesquevomitan fuego,o de cualquierotro tipo demonstruosidades.Una cosaasíno habríaasustadolo másmínimo al ConsejeroSecreto:estabafamiliarizado conesosseresy tratabacon ellos todoslos días,o todaslasnoches.

Pero el visitante recién llegado era completamentedistinto. Tenía un aspecto normal, como cualquier hombrede la calle, inquietantementenormal. Y eso fue lo que

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desconcertó a Sarcasmo.El tipo llevabaun correctoabrigo negro,un rígido

sombreronegro en la cabeza,guantesnegros,y teníasobre las rodillas una cartera negra. Su rostro eratotalmenteinexpresivo,sólo un pocopálido, casiblanco.Tenía los ojos descoloridosy un poco saltones.Mirabasin pestañear. No tenía párpados.

Sarcasmo hizo un esfuerzo y se acercó al visitante.� ¿Quién es usted? ¿Qué busca aquí?El otro se tomó tiempo. Pasó un rato observando a su

oponentecon una mirada fría y luego replicó con vozsorda:

� ¿Tengo el placer de hablar con el ConsejeroSecreto Doctor Profesor Belcebú Sarcasmo?

� Tiene usted ese placer. ¿Y...?� Permítame que me presente.Sin levantarsede la butaca,el visitantese quitó un

momentoel sombrero:en eseinstantepudieronverseensu tersa y blanca cabezados pequeñasprotuberanciasrojas que parecían tumefacciones purulentas.

� Me llamo Oruga,MaledictusOruga,si ustedmelo permite.

El mago seguía resuelto a no dejarse impresionar.� ¿Qué le da a usted derecho a importunarme?� ¡Oh! � dijo el señorOrugasin sonreír� . Señor,si

me permite la observación,usted no deberíahacerunapregunta tan necia.

Sarcasmose frotó los dedoscon tanta fuerza quecrujieron.

� ¿Acaso viene usted de...?� Exacto � corroboró el hombre� . De allí.Y mientrasdecía eso, señalócon el pulgar hacia

abajo.Sarcasmo tragó saliva y siguió callado.El otro prosiguió:

� Vengo por encargopersonalde Su ExcelenciaInfernal, su bien amado Protector.

El mago intentó simular una sonrisa de regocijo,pero sus dientesparecieronencasquillarsesúbitamente.Sólo con gran esfuerzo logró murmurar:

� ¡Qué honor!� Lo es, señor mío � respondió el visitante� .

Vengopor encargopersonaldel Ministro delasTinieblasSupremas,Su ExcelenciaBelcebú,que le ha otorgadoausted la inmerecida distinción de llevar su mismo nombre.Mi insignificanciaes sólo un órganoejecutorde ínfimacategoría.Si cumplo mi encargode forma satisfactoriapara Su Excelencia,podré esperarque me asciendanpronto e incluso que me hagan espíritu maléfico condepartamento propio.

� Mis mejores deseos,señor Oruga � balbucióSarcasmo� . ¿Y en quéconsistesu encargo?� su rostroadquirió ahora un tinte ligeramente verdoso.

� Yo estoy aquí � explicó el señor Oruga� enmisión puramenteoficial, comoagenteejecutivo,por así

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decir.El mago tuvo que carraspear.Luego dijo con voz

ronca:� Pero,¡por todoslos agujerosnegrosdel universo!

¿Qué pretende hacer usted en mi casa? ¿Tal vezsecuestrarme? Aquí tiene que haber un error.

� Ya se verá � opinó el señor Oruga.Sacó un documentode su cartera negra y se lo

mostró a Sarcasmo.� Usted conoce, sin duda, este contrato, señor

Consejero.En sumomentolo cerrópersonalmenteconmijefe y lo firmó con su propiamano.En él sedice que lesonotorgadosa ustedduranteestesiglo, por partede suProtector, poderes extraordinarios, realmenteextraordinarios,sobre la naturalezaentera y sobre loshombres.Perotambiénsedicequeustedsecomprometeacumplir antesde fin de año,directao indirectamente,lassiguientes misiones: exterminar diez especies deanimales,seanmariposas,peceso mamíferos;contaminarcincoríos,o cincovecesel mismorío; provocarla muertede diez mil árbolespor lo menos,y así sucesivamente,hastael último punto: desencadenaren el mundo unaepidemia nueva cada año, como mínimo, que hagasucumbira hombreso animales,o a unosy otros.Por fin:manipularel clima del paísde forma que se alterenlasestaciones del año y haya períodos de sequía oinundaciones.Mi querido señor,en el año transcurridosólohacumplidoustedla mitaddeestasobligaciones.Mijefe piensaque eso es lamentable,muy lamentable.Yustedsabequé significa esoparaSu Excelencia.¿Tieneusted algo que objetar?

Sarcasmo,que ya había intentadorepetidasvecesinterrumpir al visitante, espetó:

� Perotodavíano se ha acabadoel año. ¡Por todoslos diablos!, Aún estamosen la tarde de San Silvestre.Tengo tiempo hasta medianoche.

El señor Oruga lo miró con sus ojos sin párpados.� Es cierto, ¿y piensausted...� echóunaojeadaal

reloj y prosiguió� realizartodo lo quefalta en las pocashoras que quedan? ¿Lo piensa realmente?

� ¡Naturalmente! � chilló furioso Sarcasmo.Peroluegoagachósúbitamentela cabezay murmurócon vozcasi imperceptible� : No, imposible.

El visitante se levantó y se acercó a una pared,contigua a la chimenea, de la que colgaban,esmeradamenteenmarcados,todos los diplomascon lostítulosdel ConsejeroSecretodeMagia.Comola mayoríade sus colegas, Sarcasmo tenía en gran estima esos títulos.En un diploma podía leerse, por ejemplo, «MANA»(Miembrodela AcademiadeNegrasArtes);enotro, «DrHC» (Doctor Horroris Causa);en un tercero, «ECIA»(Encargadode la Cátedrade Infamia Aplicada); en uncuarto, «MCSA» (Miembro del Consejo Supremo deAquelarres), y había muchos más.

� Escúcheme,pues � dijo Sarcasmo� . Intentemos

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hablarsensatamente.No dependede mi mala voluntad,que la tengo en abundancia, créame.

� ¿De verdad? � preguntó el señor Oruga.El magosesecócon un pañueloel frío sudorde la

calva.� Harétodo lo quefalta tanprontocomopueda.De

eso puede estar seguro Su Excelencia. Dígaselo, porfavor.

� ¿Lo hará? � preguntó el señor Oruga.� ¡Maldita sea! � exclamó Sarcasmo� . Han

surgido ciertas complicacionesque me han impedidocumplir a tiempo mis obligacionescontractuales.Unpequeño aplazamiento, y volverá a estar todo en orden.

� ¿Complicaciones? � repitió el señor Orugamientrasseguíaexaminandolos diplomas sin especialinterés.

El magosesituó detrásde él, tan cercaqueparecíahablarle al rígido sombrero negro.

� Probablemente,ustedmismo estáenteradode loque logré en los últimos años.Era más de lo que miscondiciones contractuales exigían.

El señorOrugasevolvió y dirigió suvidriosamiradaal rostro de Sarcasmo.

� Digamos que era lo suficiente; para ir tirando.Angustiado,el ConsejeroSecretoparloteabacada

vez más y terminó por enredarse en sus explicaciones:� Nadie puedehaceruna guerrade exterminiosin

que, más pronto o más tarde, lo advierta el enemigo.Precisamentepor mis grandes logros, la naturalezaempiezaahoraa defenderse.Se preparaparadevolverelgolpe, sólo que no sabeexactamentecontra quién. Losprimerosqueempezarona rebelarsefueron,naturalmente,los espíritus elementales:los gnomos, los enanos,lasondinasy los elfos, que son los másavispados.Me hacostado mucho trabajo y mucho tiempo capturar yneutralizara todoslos quehabíanaveriguadoalgo sobrenosotrosy podíanserpeligrososparanuestrosplanes.Pordesgracia,no esposiblematarlos,ya quesoninmortales.Peroyo conseguíencerrarlosy paralizarlospor completoconmis poderesmágicos.Porotraparte,esunacoleccióndignadeverse.Estáexpuestaenel pasillo,si esqueustedquiere convencerse por sus propios ojos, señor Gusano...

� Oruga � dijo el visitante sin aceptar la invitación.� ¿Cómo? ¡Ah, sí! Señor Oruga, naturalmente.

Disculpe.El mago logró esbozar una sonrisa nerviosa.

� Los otros espíritus elementales se hanatemorizadoy hanhuidoa los rinconesmásapartadosdelmundo. Así que nos hemos librado de ellos. Pero,entretanto,han empezadoa sospecharlos animales.Hanconvocadoun Consejo Supremo,el cual ha decididoenviar observadoressecretosen todaslas direccionesdela rosade los vientosparadescubrirla causadel mal. Ydesgraciadamentetambiényo tengoen casaun espíadeésosdesdehace cerca de un año. Se trata de un gato

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pequeño.Por fortuna,no esprecisamenteuno de los másdespabilados.Si quiereustedverlo, ahoraestádurmiendo.Además, duerme muchísimo, y no sólo por naturaleza.

El mago sonrió sarcásticamente.� Me he ocupadode que no advierta cuál es mi

verdaderaactividad.Ni siquierasospechaqueyo séparaquéestáaquí.Lo he alimentadoespléndidamentey lo hecolmadode mimos; por esocreequesoy un gran amigode los animales.¡El pobreimbécil me adora!Peroustedcomprenderá, señor Gusano...

� ¡Oruga! � dijo el otro, esta vez con bastanteaspereza.Su macilentorostro sólo estabailuminado porlas oscilantesllamasdel fuego de la chimeneay ofrecíaun aspecto sumamente huraño.

El mago inclinó ceremoniosamentela cabezaenseñal de asentimiento.

� Perdón,perdón� sepasóla manopor la frente� .Estoy un poco distraído. Es por el estrés. Ha sidoagotadorcumplir mis obligacionescontractualesy, almismotiempo,engañarconstantementeal espíaquetengoenmi propiacasa.Porque,aunqueesun infeliz, ve y oyemuybien,comotodoslos gatos.He tenidoquetrabajarencircunstanciassumamentedifíciles. No creoqueseatrevausted a negarlo. Sobre todo, me ha costado muchotiempo, por desgracia, querido señor... Ummm...

� Es triste � le interrumpió el señor Oruga� ,realmentetriste. Pero todo eso es su problema,amigomío. Y no altera el contrato. ¿O me equivoco?

Sarcasmo bajó la cabeza.� Créame,señor: yo habría disecadohace tiempo

esegato, lo habríaasadovivo en el horno o lo habríaenviadoa la Luna. Peroesohabríaalarmadoal ConsejoSupremode los Animales.Porqueallí sabenqueel gatoestáen mi casa.Y es muchomás difícil dejar fuera decombatea los animalesquea los gnomosy a otrosseresdela mismacalaña;másdifícil, incluso,queneutralizaralos hombres.Con los hombresapenashay dificultades.Pero¿haintentadoustedhipnotizara un saltamonteso aun jabalí?No haynadaquehacer.Y si sereunierantodoslos animalesdel mundo,desdelos másgrandeshastalosmáspequeños,y se lanzaranjuntos contra nosotros,noserviríade nadaningúnrecursomágico.Tengala bondadde explicarle esto a Su ExcelenciaInfernal, su queridojefe.

El señorOrugacogió su carterade la butacay seacercó nuevamente al mago.

� Transmitir explicaciones no es cosa de miincumbencia.

� ¿Qué significa eso? � gritó Sarcasmo� . SuExcelenciatiene que reconocerlo que acabode decir ytiene que reconocerlopor su propio interés. A fin decuentas,yo no puedohechizar.Es decir, sí puedo,perohayciertoslímites,sobretododetiempo,inclusoparamí.Y además,¿porquéesaterribleprisa?De todosmodos,elmundo va a perecerenseguida,porque estamosen el

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mejorcaminoparalograrlo.Así quepocoimportaqueseaun par de años antes o después.

� Esosignifica � dijo el señorOrugarespondiendoa la primerapreguntade Sarcasmoen tono glacialmentecortés� que ahoraestáustedadvertido.Volveré aquí amedianocheen punto.Así rezael encargoquese me hadado. Si ustedno ha saldadohastaentoncessu pasivocontractual en materia de maldades...

� ¿Qué ocurrirá?� Seráustedsecuestradopor ordende la autoridad,

señorSarcasmo� dijo el señorOruga� . Le deseounaplacentera noche de San Silvestre.

� ¡Espere! � gritó Sarcasmo� . Sólo una palabra.Por favor, señor Gusano, ¡uy!, señor Oruga...

Pero el visitante había desaparecido.El magosedejócaeren la butacadeorejas,sequitó

lasgruesasgafasy secubrió el rostrocon las dosmanos.Si los nigromantespudieranllorar, él lo habría hecho.Pero de sus ojos sólo brotaron dos secos granos de sal.

� ¿Y ahora qué? � rezongó� . ¿Ahora qué, portodas las pruebas y torturas?

LA magia � lo mismola buenaquela mala� no

escosafácil. Los profanossuelencreerquebastarecitarcualquierfórmula secretacomo «abra-cadabra»y, quizá,tenerunavarita mágicacon la queuno accionaun pococomo un director de orquesta.Con eso se lograría latransformación, la aparición o cualquier otra cosa.

Perono esasí.Enrealidad,cualquier clasedeacciónmágica es enormemente complicada: requiereconocimientos ingentes, gran cantidad de accesorios,materialesdifíciles de conseguiry una preparaciónquepuededurar díase incluso meses.Además,el trabajoessiempre sumamentepeligroso,puesel máspequeñoerrorpuede tener consecuencias totalmente imprevisibles.

Belcebúcorrió por las habitacionesy los pasillosdesu casa buscando desesperadamenteun medio parasalvarse.Peroestabaconvencidodequeya erademasiadotardeparatodo.Gimió y suspirócomoun almaen pena.Sus pasos retumbaban en el silencio de la casa.

Sarcasmono podía cumplir el contrato; por eso,ahora lo único que le preocupabaera salvar la piel,

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escondersedel ejecutorde la sentenciainfernalen algunaparte o de algún modo.

Sin duda,podíatransformarse,por ejemplo,en unarata,o en un perfectomonigotede nieve,o en un campode ondaselectromagnéticas(si bien en estecasopodríanverlo en todas las pantallasde televisión de la ciudadcomounaalteraciónde la imagen).Perosabíamuy bienque así no engañaríaal enviado de Su ExcelenciaInfernal. Él lo reconocería bajo cualquier figura.

Tambiénera inútil huir a algunaparte,por remotaque fuera: al Sahara,o al Polo Norte, o a los picos delTíbet, pues las distancias geográficas carecían deimportanciaparaaquelvisitante.Por un instante,el magopensóesconderseen la catedralde la ciudad,detrásdelaltar o en lo alto de la torre; pero desechóesa ideainmediatamenteporque no estabaseguro de que losfuncionariosinfernalestenganhoy dificultadesparaentrary salir de allí a su antojo.

Sarcasmorecorrió apresuradamentela biblioteca,donde se apilaban unos junto a otros mamotretosantiquísimosy libros de consulta recién salidos de laimprenta.Ojeó los títulosquefigurabanenel lomo delosvolúmenes.Allí había obras como Eliminación de laconciencia.Manualpara adelantados, o Directricesparaenvenenarfuentes, o Léxicoenciclopédicodemaldicionesy execraciones, pero nadaque pudieraserle útil en suapurada situación.

Siguiópasandoapresuradamentedeunahabitaciónaotra.

Villa Pesadilla era un caserón gigantesco ytenebroso.Por fueraestaballenadetorrecillasy torreonesoblicuos. Por dentro, llena de cuartos con múltiplesrincones,depasillossinuosos,deescalerasdesvencijadas,de bóvedascubiertasde telarañas.Era tal como uno seimaginala casadeun auténticobrujo.El propioSarcasmohabíahecho en otro tiempo los planos de la vivienda,porqueenel aspectoarquitectónicosu gustoeramásbienconservador.En los ratosdebuenhumorsolíallamara lavilla su «pequeñoy acogedorhogar».Pero,de momento,no estaba para esas bromas.

Ahora seencontrabaen un largo y tenebrosopasilloen cuyasparedeshabíacientosy miles de grandestarroscolocadosen altasestanterías.Era la colecciónquehabíaqueridoenseñaral señorOrugay a la queél llamabasu«MuseodeCienciasNaturales».En cadaunodelos tarrosse hallaba uno de los espírituselementalescapturados.Habíaenanos,duendes,trasgosy elfosdetodaslasclases;además,ondinasy espíritusacuáticosconcolasdepezdemuchoscolores,geniecillosdel aguay sílfides,y hastaunpar de espíritusdel fuego, llamadossalamandras,quesehabíanocultadoen la chimeneade Sarcasmo.Todoslosrecipientes estaban cuidadosamente etiquetados yrotuladosconla denominacióndel contenidoy la fechadela captura.

Todas estas criaturas se hallaban absolutamente

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inmóviles en su prisión, porque el mago las habíasometidoa una hipnosisduradera.Sólo las despertabapara hacer con ellas sus crueles experimentos.

Además, había entre ellas un pequeñomonstruoparticularmenterepugnante:el llamado juzgalibros,queenlenguajepopularrecibetambiénel nombredesabidilloy quisquilla.Estosespírituspequeñossuelenpasarsuvidaponiendoreparosa los libros. Todavíano se ha logradoestablecerconcertezaparaquéexistentalescriaturas,y elmago conservabaaquel ejemplar con el propósito dedescifrar el enigma mediante una observación prolongada.En un momentodeterminado.Sarcasmotuvo la seguridadde que, de algún modo, podríaserle útil parasus fines.Peroahoraya no le interesaba.Por meracostumbre,alpasargolpeabaaquíy allá con los nudillos la pareddeunrecipiente de cristal. Nunca se movía nada.

Porfin, llegó a un pequeñogabineteconun saledizo,en cuya puerta podía leerse:

MAURIZIO DI MAURO, CANTOR DE CÁMARA

La pequeñahabitaciónestabaequipadacon todo loque en materia de lujo puededesearun gato mimado.Había mueblesviejos dondeafilar las uñas,ovillos delana y otros juguetes.Sobre una mesita baja había unplato con nataazucaraday bastantesmáscon diferentesbocadosapetitosos.Había,incluso,un espejode la alturadeun gato,anteel queunopodíaadmirarsupropiafiguramientrasseaseaba.El conjuntoculminabaenunacoquetacestitaenformadecamacondosel,tapizadadeterciopeloazul y con cortinas también azules.

En esacamitadormíaacurrucadoun gatopequeñoygordo.La palabragordose queda,quizá,un pococorta.En realidad,el gato estabarechonchocomo unabola. Ycomo tenía la piel de tres colores � parda, negra yblanca� , parecía un cojín repleto y ridículamenteestampado, con cuatro patitas cortas y una cola birriosa.

Hacía más de un año que Maurizio estabaallí enmisión secretapor encargodel ConsejoSupremode losAnimales.Cuandollegó, estabaenfermoy desmedrado,ytan flaco que se le podían contar las costillas.

Al principio se comportó ante el mago como sisimplementehubiera buscadorefugio en su casa,y lepareció que ese proceder era muy inteligente. Pero cuandoadvirtió que el magono lo echabade casa,sino que locolmabade mimos,se olvidó rápidamentede su misión.Y pronto llegó a sentir verdaderoentusiasmopor elhombre.De todos modos,se entusiasmabacon bastantefacilidad, particularmentepor todo lo que constituíaunhalagoparaél o respondíaa suconcepcióndeun estilodevida elegante.

� Las personasdel mundoelegante� habíadichorepetidasvecesal mago� sabemosquéeslo queimporta.Conservamos nuestra categoría incluso en las desgracias.

Éstaeraunadesusfrasesfavoritas,aunqueno sabía

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muy bien qué significaba realmente.Un pardesemanasmástarde,habíacontadoal mago

lo siguiente:� Es posibleque al principio me tomaraustedpor

un gato callejerocualquiera.No se lo reprocho.Porqueustedno podíaimaginarquedesciendode un distinguidolinaje de caballeros.En la familia di Mauro ha habidocantoresfamosos.Aunque usted tal vez no me crea,porquede momentotengo la voz un poco cascada� enrealidadsu sonidoparecíamáspropiodeunaranaquedeun gato� , yo tambiénlo fui en otro tiempo y enternecíconmis cancionesdeamorlos corazonesmásaltivos.Dehecho,mis antepasadoserandeNapóles,de donde,comoes sabido,procedentodos los grandescantores.El lemade nuestroescudoes«Bellezae intrepidez»,y todoslosdemi estirpeestuvieronal serviciode la unao de la otra.Peroluego me puseenfermo.Casi todoslos gatosde laregión en que yo vivía enfermaronrepentinamente.Almenos,todos los que habíancomido pescado.Y a losgatos distinguidos les gusta comer pescado.Pero lospecestenían veneno porque el río del que procedíanestabacontaminado.Entoncesperdí mi maravillosavoz.Los otros murieron casi todos.Mi familia se encuentraahora junto al Gran Gato del cielo.

Sarcasmose habíacomportadocomo si la cosalehubiera causado una profunda conmoción, aunquedemasiadobien sabíapor quéestabacontaminadoel río.Mostró a Maurizio una compasióninmensay llegó allamarle «héroetrágico».Eso le agradósobremaneraalpequeño gato.

� Si tú quieresy confíasen mí � le habíadicho elmago� , me cuidaréde tu salud y te devolveréla voz.Encontraréuna medicinaadecuadapara ti. Pero has detenerpaciencia,puesesascosasrequierensu tiempo. Ysobre todo deberás hacer lo que te diga. ¿De acuerdo?

Como es natural,Maurizio estuvode acuerdo.Y apartir de aquel día siemprellamó a Sarcasmo«queridomaestro».De la misión del Consejo Supremode losAnimales apenas volvió a acordarse.

Naturalmente, él no sospechabaque BelcebúSarcasmo,por su espejo negro y por otros mediosmágicosdeinformación,habíadescubiertoya paraquélehabíanenviadoel gatoa casa.Y el ConsejeroSecretodeMagia había decidido inmediatamenteaprovechar laspequeñasdebilidadesde Maurizio para neutralizarlodeuna forma que, con toda seguridad,no levantaríasussospechas.De hecho,el pequeñogatose sentíacomo enJauja.Comíay dormía,y dormíay comía,y engordabacadavez másy sehacíacadavez máscomodón,hastaelextremode queahoraya erademasiadoperezosoinclusopara cazar ratones.

Pero ni siquiera un gato puede dormirininterrumpidamentedurante semanasy meses.Y asíMaurizio sehabíalevantadodecuandoencuandoy habíavagadopor la casasobresusminúsculaspatasy con una

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barriga que ahoracasi rozabael suelo.Sarcasmohabíatenido que estarsiemprealerta para que el gato no losorprendieraen una de susperversasbrujerías.Y esolohabíallevadoa la desesperadasituaciónen queahoraseencontraba.

Frentea la camitacon dosel,contemplócon deseosasesinos la estampada bola peluda que respirabaacurrucada en los cojines de terciopelo.

� ¡Maldito bastardo � musitó� , todo es culpa tuya!El gato comenzó a ronronear entre sueños.

� Comode todasformasestoyperdido � murmuróSarcasmo� . voy a darme el gusto de retorcerte elpescuezo.

Suslargosy nudososdedosseacercaronal cuellodeMaurizio, el cual dio mediavueltasin despertarse,quedóechadosobresu lomo, separódel cuerpolas cuatropatasy ofreció tentadoramente su garganta.

El mago dio un paso atrás.� No � dijo envoz baja� . No meserviríadenada.

Además, para eso siempre hay tiempo.

POCOdespués,el magosehallabaotravez enel

laboratorio.Estabasentadojunto a la mesa,iluminadaporuna lámpara, y escribía.

Había decidido redactar su testamento.Con su churriguerescay caprichosacaligrafía, ya

había escrito en una hoja lo siguiente:

MI ÚLTIMA VOLUNTAD

En plena posesiónde mis facultadesmentales,yo, BelcebúSarcasmo,Consejero Secreto de Magia, Profesor, Doctor,etcétera,etcétera,enel día dehoy,a la edaddecientoochentaysiete años, un mes y dos semanas...

Se detuvo y mordió su estilográfica,que conteníaácido cianhídrico en lugar de tinta.

� Una buenaedad realmente � murmuró� . Perodemasiadojoven todavíapara gentescomo yo. En todocaso, demasiado joven para ir al infierno.

Su tía la bruja, por ejemplo, sumaba ya casi

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trescientasprimaverasy seguíadesarrollandouna granactividad profesional.

Se asustóun poco, porque el pequeñogato saltóinesperadamentea la mesa,se colocójunto a él. bostezóarqueando grácilmente la lengua, se estiróconcienzudamentehaciadelantey haciaatrásy estornudócon energía un par de veces.

� ¡Uff! � maulló� . ¿Qué huele aquí tanapestosamente?

Se sentó en el testamento y empezó a limpiarse.� ¿Ha dormido bien el señor cantor de cámara?

� preguntó el mago, irritado, y lo apartó de un manotazo.� No lo sé � respondióMaurizio lamentándose� .

¡Estoysiempretan terriblementecansado...!Y no sé porqué. ¿Quién ha estado aquí?

� Nadie � rezongó el mago en tono pocoamistoso� . No me molestesahora, por favor. Tengotrabajo, y es muy urgente.

Maurizio olfateó el aire.� Perohay un olor muy raro. Aquí ha estadoalgún

extraño.� ¿Qué dices? � replicó Sarcasmo� . Son

imaginaciones tuyas. Y ahora cierra la boca.El gato comenzó a lavarse la cara con las patas; pero,

de pronto, se detuvo y observó al mago con asombro.� ¿Qué pasa, querido maestro? Parece usted

terriblemente deprimido.Sarcasmo negó con un gesto nervioso.

� No pasanada.Y ahoradéjameenpazdeunavez.¿Entendido?

PeroMaurizio no hizo caso:al contrario.Se sentónuevamenteencimadel testamento,frotó sucabezacontrala mano del mago y ronroneó quedamente:

� Ya me imaginopor quéestáustedtriste,maestro.Hoy. cuandotodoel mundocelebraenalegrecompañíalanoche de San Silvestre, usted está aquí solo yabandonado. ¡No sabe cuánto lo siento!

� Yo no soy como todo el mundo � refunfuñóSarcasmo.

� Esoescierto � admitió el pequeñogato� . Ustedesun genioy un granbenefactorde los hombresy de losanimales.Yo lo sémuy bien.Pero¿noquiereustedhacerunaexcepcióny salir a divertirseun poco?Estoysegurode que le sentaría bien.

� ¡Unaideatípicadeun gato! � respondióel mago,más irritado cada vez� . A mí no me gusta la alegrecompañía.

� Pero, maestro � prosiguió Maurizio convehemencia� , ¿no dicen que la alegría compartidaesdoble alegría?

Sarcasmo dio un puñetazo en la mesa.� Está demostradocientíficamente� dijo en tono

cortante� que la partede algo es siempremenorqueeltodo. ¡Yo no comparto con nadie! ¡Tenlo presente!

� Está bien � respondióel gato, asustado.Luego

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añadióconvoz insinuante� : En último término,metienea mí.

� Sí � estallóel mago� . ¡Tú eresprecisamenteloque me faltaba!

� ¿De verdad? � preguntó aliviado Maurizio� .¿Me ha echado realmente en falta?

Sarcasmo resopló con impaciencia.� ¡Desaparecede una vez! ¡Lárgate! ¡Vete a tu

habitación! Yo tengo que pensar. Tengo problemas.� ¿Puedoserle de algunaayuda,querido maestro?

� preguntó obsequioso el gato.El mago suspiró y puso los ojos en blanco.

� Bueno � prosiguió al cabo de un rato� . Si teempeñas,puedesremoverla esencianúmero92. Estáenla calderaque hay al fuego en la chimenea.Pero tencuidadode no dormirte otra vez porque,si te duermes,puede pasar cualquier cosa.

Maurizio saltóde la mesa,corrió haciala chimeneabrincandoconsuscortaspatasy agarróla varitadecristalde roca con las zarpas delanteras.

� Seguroqueesunapócimaimportante� conjeturómientrascomenzabaa removercuidadosamente� . ¿Eslamedicina para mi voz que usted anda buscandodesdehace tiempo?

� ¿Seráscapazde callartealgunavez? � replicó elmago con aspereza.

� ¡Sí, sí, maestro! � respondió sumisamenteMaurizio.

Duranteun largo rato hubo silencio.Sólo se oía elulular de la tempestad de nieve en torno a la casa.

-MAESTRO � dijo finalmenteel gato, casi

musitando� , maestro, desearía decirle una cosa.Como Sarcasmono contestó,sino que se limitó a

apoyar la cabeza en las manos con un gesto deagotamiento, Maurizio prosiguió en voz más alta:

� Tengo que contarle algo que me tortura laconciencia desde hace tiempo.

� La conciencia... � repitió Sarcasmocon unamueca� . ¡Mira, hasta los gatos tienen eso!

� ¡Oh, y mucho! � aseguróMaurizio muy serio� .Quizáno todos,peroyo sí. No en vanodesciendodeunafamilia de rancio abolengo.

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El magoserecostóy cerrólos ojos con un rictus dedolor.

� Lo que quiero decirle � explicó Mauriziotartamudeando� es que yo no soy lo que parezco.

� ¡Y quién lo es! � replicó ambiguamenteSarcasmo.

El gatoseapartópararemovery fijó la miradaenellíquido negro.

� Maestro,le he ocultadouna cosadurantetodo eltiempoquehe pasadoaquí.Ahora meavergüenzomuchodeello. Por esohe tomadola decisiónde confesarletodoesta tarde, que es una tarde especial.

El magoabrió los ojosy observóa Maurizio a travésde los gruesoscristales de sus gafas. Sus labios secontrajeronsarcásticamente.Peroel pequeñogato no loadvirtió.

� Maestro,usted sabemejor que nadie que en elmundoestáocurriendoalgo horrible. Cadavez hay máscriaturasenfermasy muerenmásárboles;los ríos y losmaresestán más contaminadoscada día. Por eso, losanimales convocaronhace tiempo una gran asamblea

� en secreto, naturalmente� , y en ella se decidióaveriguarquiéno quéerala causadeestacalamidad.Paraello, nuestro Consejo Supremo envió a todas partesagentes secretos que debían observar qué ocurrerealmente,y asílleguéyo a sucasa,queridomaestro,paraespiarle a usted.

Hizo una pausa y miró al mago con los ojosenrojecidos.

� Créame,maestro� prosiguióluego� , me resultómuy difícil, puesestaactividadno estáde acuerdoconmis nobles sentimientos. Lo hice porque tenía quehacerlo. Era mi deber para con los otros animales.

Volvió a hacer otra pausa y añadió en voz más baja:� ¿Está usted ahora enojado conmigo?� ¡No te olvidesde remover! � dijo el mago,quea

pesarde su triste estadode ánimo tuvo que esforzarsepara contener una sonrisa.

� ¿Puede perdonarme, maestro?� Está bien, Maurizio, te perdono. Corramosun

tupido velo.� ¡Oh, qué nobleza de corazón! � musitó

conmovidoel pequeñogato� . Tan prontocomorecobrela salud y no esté tan cansado,me dirigiré al ConsejoSupremode los Animalesy explicaréallí queustedesunalmadeDios. Selo prometosolemnementeparael nuevoaño.

Estaúltima menciónvolvió a ponersúbitamentealmago de mal humor.

� Deja esachacharalacrimógena� balbució� . Meataca los nervios.

Maurizio se quedóperplejo y guardósilencio. Nopodía comprender el repentino desabrimientode sumaestro.

En ese momento llamaron a la puerta.

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EL magose levantóy se quedótieso como una

vela.Llamaron por segundavez; en esta ocasión los

golpes fueron fuertes y claros.Maurizio había dejado de remover y observó

ingenuamente:� Maestro, creo que han llamado.� ¡Psiss! � siseó el mago� . ¡Silencio!El viento sacudió las persianas.

� ¡Todavíano! � chilló Sarcasmo� . ¡Por todaslasarmas químicas, esto no es un juego limpio!

Llamaron por tercera vez, ahora con bastanteimpaciencia.

El mago se tapó los oídos con las manos.� Tienen que dejarme en paz. No estoy en casa.Los golpes se transformaronen martillazos, y a

travésdel silbido de la tempestadse oyó confusamenteuna voz ronca que parecía bastante irritada.

� Maurizio � susurróel mago� , mi queridogatito.¿tendríasla bondaddeabrir y decirquehesalidodeviajeinesperadamente?Di sencillamenteque he ido a casademi ancianatía Tirania Vampir para celebrarcon ella lafiesta de San Silvestre.

� Pero,maestro � dijo sorprendidoel gato� , esoseríalisa y llanamenteuna mentira.¿Me pide realmenteeso?

El mago levantó los ojos hacia el cielo y suspiró.� ¡Mal puedo decirlo yo mismo!� Está bien, maestro,está bien. Por usted, estoy

dispuesto a hacer cualquier cosa.Maurizio saltó hacia la puerta;haciendoacopiode

sus escasasfuerzas, colocó un taburete debajo delpicaporte,sesubióa él, giró la gigantescallave,hastaquese abrió la cerradura,y se quedócolgadodel picaporte.Una ráfaga de viento abrió la puerta y sopló por lashabitaciones,inclinó lasllamasdela chimeneae hizo quelos papeles del laboratorio giraran en torbellino.

Pero allí no había nadie.

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EL gatocruzóla puertay dio un pardepasoscon

precaución.Escrutóla oscuridaden todaslasdirecciones,volvió a entrar y se sacudió la nieve de la piel.

� Nada � dijo � . Tiene que haber sido un error.¿Dónde está usted, maestro?

Sarcasmo emergió de detrás de la butaca de orejas.� ¿Es cierto que no hay nadie?� Absolutamente cierto � aseguró Maurizio.El magosalió corriendoal vestíbulo,cerróla puerta

dando un portazo y la aseguró con todos los cerrojos.� No puedenesperar.Quierenvolvermeloco ahora

mismo.� ¿Quiénes? � preguntó Maurizio, sorprendido.Volvieron a llamar, esta vez con verdadera rabia.El rostro de Sarcasmo se transformó en una

caricaturaqueexpresabaa la vez miedoe ira. Su aspectono era precisamente bello.

� ¡Conmigo no! � balbució� . ¡No, conmigo no!¡Tendremos que vérnoslas!

Salió cautelosoal vestíbulo y el gato lo siguiósolícitamente.

El mago llevaba en la mano izquierda un anilloadornadoconun granrubí.Obviamente,setratabadeunapiedramágica.Podíaabsorbery almacenaruna ingentecantidadde luz. Y cuandoestabadebidamentecargada,constituía un arma aniquiladora.

Sarcasmolevantólentamentela mano,cerróun ojo,apuntóy un rayo láserrojo cruzó silbandoel corredorydejó en la puertade la calle unahendidurahumeantedeltamañodeun ojo deaguja.El magodisparóunasegundavezy unatercera,y siguió disparandoy disparandohastaque quedarontotalmenteacribillados los tablonesde lapuerta y se agotó la energía del rubí.

� Así que era eso � dijo, y respiróprofundamente� . Ahora no se oye nada.

El magovolvió al laboratorioy sesentónuevamentejunto a la mesa para seguir escribiendo.

� Pero, maestro � tartamudeó el gato,horrorizado� , ¿y si le ha dado usted a alguien?

� Le estaríabienempleado� mascullóSarcasmo� .¿Por qué anda merodeando junto a mi casa?

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� Peroni siquierasabeustedquiénera.A lo mejorera un amigo suyo.

� Yo no tengo amigos.� O alguien que necesitaba ayuda.El mago sonrió un instante con amargura.

� Tú no conocesel mundo, pequeño.El que daprimero, da dos veces. No lo olvides.

En ese momento volvieron a llamar.

SARCASMO apretó las mandíbulas en silencio.� ¡La ventana!� exclamóMaurizio� . Creoquees

en la ventana, maestro.Saltó a la repisa, abrió una hoja y miró por una

rendija de la persiana.� Aquí hay alguien � susurró� . Pareceque es un

pájaro, una especie de cuervo o algo así, creo yo.Sarcasmoseguíasin decir nada.Se limitó a hacer

con las manos un ademán de rechazo.� Puedetratarsede un casode emergencia� opinó

el gatoy, sin esperarlas instruccionesdel mago,subiólapersiana.

Junto con una nube de nieve, entró volando en ellaboratorioun ave tan desplumadaquemásbien parecíauna patata grande e informe en la que alguien habíaclavado aquí y allá un par de plumas negras.

Aterrizó en el sueloy, antesdedetenerse,sedeslizóun trecho sobre las patas. Extendió las plumas, queofrecían un aspecto lastimero, y abrió su vistoso pico.

� ¡Bueno! ¡Bueno! ¡Bueno! � chilló en tonoimpresionante� . ¡Os tomáis vuestro tiempo para abrir!Aquí puedeuno desangrarsemientrasespera.Y encimarecibíslasvisitasa tiros. La última plumademi colaestáhechatrizas,acribilladapor los disparos.¡Vaya modales!¿En qué país vivimos?

De repentesedio cuentadequehabíaun gatoquelomirabacon los ojos muy abiertosy chispeantes.Metió lacabezaentrelas alas,formandounaespeciede joroba,ygraznó casi imperceptiblemente:

� ¡Oh, un devorapájaros!¡Lo que faltaba! ¡Ya estábien, caramba! ¡Esto va a tener un mal endesenlace!

Maurizio, quedurantesu cortavida no habíacazadoni un solo pájaro � y mucho menosuno tan grandeeinquietantecomoaquél� no comprendióal principio que

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era él el aludido.� ¡Hola! � maulló muy digno� . ¡Bienvenido,

forastero!El mago seguía mirando en silencio y con

desconfianzaa aquelextrañopájaro.El cuervosesentíacadavez másmolesto.Con la cabezaladeada,observabaalternativamente al gato y al mago. Finalmente graznó:

� Si no lesimportaa los señores,yo aconsejaríaquealguiencierrela ventana,porqueno vienenadiedetrásdemí. Peroentraun frío de perrosy yo tengoya en el alaizquierda reumaticismo, o como se diga.

El gato cerró la ventana, saltó de la repisa y comenzóa caminarcon pasolento, trazandoun círculo en torno alrecién llegado. Sólo quería sabersi le pasabaalgo alcuervo, pero éstepareció interpretarde otra maneraelinterés de Maurizio.

Entretanto,Sarcasmohabíaconseguidorecuperarelhabla.

� Maurizio � ordenó� , pregúntalea ese bellacoquién es y qué busca aquí.

� Mi maestrodeseasaber � dijo el gato con lamayordelicadezaposible� cómote llamasy quéesperasde nosotros.

Mientras hablaba, fue estrechando sus círculos.El cuervo giraba la cabezay no perdíade vista a

Maurizio.� Dale a tu maestroun cordial saludode mi parte

� y mientrashablabale guiñabadesesperadamenteun ojoal gato� . Mi nombrees JacoboOsadíasy soy, por asídecir, el recaderoaéreo de su distinguida tía madamTirania Vampir � ahoraguiñó el otro ojo� . Además,nosoy un bellaco,si se me permite,sino un cuervoviejo yduramente probado por la vida, el cuervo de lasdesgracias, se podría decir sinrodeos.

� ¡Un cuervo! � dijo Sarcasmodespectivamente� .Pero tienes que advertirlo; si no, no te reconoce nadie.

� ¡Muy gracioso! � murmuró Jacobo Osadíasamedia voz.

� ¿Desgracias?� preguntósolícito Maurizio� . ¿Aqué desgraciaste refieres?Habla sin miedo. Mi buenmaestro te ayudará.

� Yo hablo de mala suertesiempreque la tengo� respondió sombríamente Jacobo� . Ahora, porejemplo, he tenido que encontrarmecon un terribledevorapájaros;y un díasemecayeronlasplumascuandomevi envueltoenunanubecontaminada.Esasnubessonmásfrecuentescadadía, y nadiesabepor qué � volvió ahacer otro guiño al gato y prosiguió� : Y a tu buenmaestropuedescomunicarlede mi parte que no tienenecesidadde mirarme,si tanto le importanmis harapos.No tengo nada mejor.

Maurizio levantó los ojos para mirar a Sarcasmo.� Ya lo ve, maestro. Es un caso de emergencia.� Pregúntalea esecuervo � dijo el mago� por qué

te ha guiñado disimuladamente los ojos varias veces.

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Jacobo Osadías se adelantó al gato:� Lo hehechosin darmecuenta,señorConsejerode

Magia. Eso no significa absolutamentenada. Son losnervios.

� ¡Ya! � respondió Sarcasmo arrastrando lapalabra� . ¿Y por qué estamos tan nerviosos?

� Porqueno megustannadalos tiposengreídosque,como eseque hay ahí, hablancon palabrasaltisonantes,tienen las uñas afiladas y faros en el rostro.

Maurizio terminó por advertir que las injurias ibandirigidas contra él. Como es natural, no podía dejarimpune la ofensa.Adoptó su aspectomás amenazador,erizó la piel, echó las orejas hacia atrás y bufó:

� Maestro,¿mepermiteque le arranquesu infamepico a ese desvergonzado?

El mago cogió al gato en brazos y lo acarició.� Todavía no, mi pequeñohéroe. Tranquilízate.

Dice quevienedepartedemi muy apreciadatía.Veamosqué es lo que tiene que comunicarnos.Aunque mepregunto si podemos creerle algo. ¿Qué opinas tú?

� Modales, desde luego, no tiene � rezongóMaurizio.

El cuervo extendió las alas y graznó airado:� ¡Bien! ¡Picoteadme la rabadilla los dos!� Es sorprendente� dijo Sarcasmomientrasseguía

rascando cariñosamente al gato� , es realmentesorprendenteque mi tía, antestan aristocrática,se rodeeúltimamente de un personal tan ordinario.

� ¡Qué...! � chilló el cuervo� . Me habéishechoestallary van a saltarchispas.¿Quiénes ordinarioaquí?No esun placervolar de nocheen mi estadoy en mediodeunatempestadparaanunciarla visitadela jefa y llegarjustoenel momentodela cena,peroa un lugardonde,envez de darle a uno algo que llevarse al pico, figura élmismoenel menú.Ahoramegustaríapreguntarcon todaclaridad quién es ordinario aquí.

� ¿Qué acabas de decir, cuervo? � preguntóalarmado Sarcasmo� . ¿Piensavenir la tía Tirania?¿Cuándo?

Jacobo Osadíasseguíaenojado y daba pequeñosbrincos en el suelo.

� ¡Ahora! ¡Enseguida! ¡Inmediatamente!¡En uninstante! ¡En cualquier momento! ¡Ya casi está aquí!

Sarcasmo se recostó en la butaca y suspiró:� ¡Maldita verruga! ¡No faltaba más que esto!El cuervo lo observó de soslayo y gangueó

satisfecho:� ¡Vaya! Una malanoticia,por lo queseve. ¡Cosa

típicamente mía!� No hevisto personalmentea la tía Titi desdehace

medio siglo � gimió el mago� . ¿Québuscaaquí contanta urgencia? Su visita es hoy particularmenteinoportuna para mí.

El cuervo se encogió de alas.� Ella dice que, a toda costa, tiene que pasar la

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nochede SanSilvestrede esteaño con su muy queridosobrino,dice ella, porqueel sobrino,dice ella, tieneunarecetaespecialparaun poncheo algo así,dice ella, quenecesita urgentemente, ha dicho ella.

Sarcasmoarrojó el gato al sueloy se levantóde unsalto.

� Estáenteradade todo � bramó� . ¡Por todoslostumoresdiabólicos,lo único que quierees aprovecharsede mi situación! Bajo el pretexto de los sentimientosfamiliares,quiereintroducirseenmi casaparacometerunrobo intelectual.¡La conozcobien, oh, la conozcomuybien!

Luego barbotó una interminable maldiciónbabilónicao egipcia,trasla cualcomenzarona tintinearyresonar todos los aparatos de vidrio del recinto ychisporrotearonen zigzag por el suelo una docenaderelámpagos esféricos.

Maurizio, que no conocíaaún este aspectode sumaestro,se asustótanto que,dandoun salto gigantesco,buscóla salvaciónen la cabezade un tiburón disecadoque colgabade una paredjunto a otros trofeostambiéndisecados.

Congransobresalto,el gatotuvo quecomprobarallíque el cuervo habíahecholo mismo y que los dos, sinadvertirlo,sehabíanabrazadomutuamente.Penosamenteimpresionados, se separaron inmediatamente.

El Consejero Secreto rebuscó con manostemblorosasentre las montañasde papelesquehabíaensu escritorio, revolvió todo y bramó:

� ¡Por la lluvia ácida,ésano va a conocerni unacomademis valiosísimoscálculos!Esapérfidahienacreeque ahora puede hacersecon los resultadosde misinvestigacionessin pagar un céntimo. Pero está muyequivocada.¡No va a heredarnada,absolutamentenada!Depositaréinmediatamentelasactasconlasfórmulasmásimportantesen mi sótanosecreto,que estácerradoporprocedimientos mágicos absolutamenteseguros. Ellanunca entrará allí, ni ella ni ningún otro.

Iba a salir corriendo, pero se detuvo y escrutóellaboratorio con ojos furiosos.

� ¿Dóndete has metido, Maurizio, por todos lospesticidas?

� Estoy aquí � contestóMaurizio desdela cabezadel tiburón.

� Escúchamebien � le gritó el mago� . Mientrasyo esté fuera, vigila atentamentea ese impertinentecarroñero.¿Entendido?Y no te duermasotra vez. Cuidade queno metael pico en cosasqueno le importan.Lomejoresquelo llevesa tu habitacióny te sientesdelantedela puerta.No te fíesdeél, no entablesconversaciónniaceptessus intentosde congraciarsecontigo.No olvidesque te pediré cuentas.

Salióconpasoapresurado,y subataverdecardenilloflotó en el aire.

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LOS dosanimalesestabansolos,sentadosfrente

a frente.El cuervoobservabaal gato,y el gatoobservabaal cuervo.

� ¿Qué pasa? � preguntó Jacobo al cabo de un rato.� ¿Qué va a pasar? � bufó Maurizio.El cuervo volvió a hacerle un guiño.

� ¿No has cogido onda, colega?Maurizio estaba desconcertado,pero no quería

admitirlo. Por eso dijo:� Cierra el pico. ¡Nada de chácharas!Así lo ha

ordenado mi maestro.� Pero ahora no está aquí � insistió Jacobo� .

Ahora podemos hablar con franqueza.� No intentes congraciarteconmigo � respondió

Maurizio muy serio� . No te esfuerces.Eresun insolentey no tienes categoría. Me caes mal.

� Yo no caigo bien a nadie; a eso ya estoyacostumbrado� respondióJacobo� . Peroahoratenemosque ayudarnos mutuamente. ¡Ésa es nuestra misión!

� Cállate � refunfuñóel gatoconvoz ronca,y tratóde adoptarun aspectoamenazador� . Ahora vamosa mihabitación. Salta, y no intentes escaparte. ¡Vamos!

Jacobo Osadías contempló a Maurizio con unexpresivo movimiento de cabeza y preguntó:

� ¿Eres tan imbécil, o sólo finges serlo?Maurizio no sabíacómo actuar.Desdeque estaba

solo con Jacobo,el cuervole parecíamuchomásgrande,y su pico, más puntiagudo y más peligroso.Involuntariamente,arqueóel lomo y erizó el bigote. ElpobreJacobo,quetomóestopor unaamenazaseria,sintióenlassieneslos latidosdel corazón.Voló sumisamentealsuelo.

El pequeñogato, sorprendidopor el efecto de sugesto, saltó tras el cuervo.

� Si no me hacesnada,yo tampocote hago nada� cloqueó Jacobo, y se acurrucó.

Maurizio adoptó una actitud arrogante.� ¡Adelante, forastero! � ordenó.� ¡Está bien! ¡Se acabó! � graznó Jacobo con

resignación� . ¡Ojaláme hubieraquedadoenel nido con

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mi Clara!� ¿Quién es Clara?� ¡Ah! � exclamó Jacobo� . Mi pobre esposa.Y comenzóa caminarsobresus frágiles patas.El

gato lo siguió.Cuandollegaronal largo y oscuropasillo en quese

hallaban los tarros, Maurizio, que había reflexionadoentretanto, preguntó:

� ¿Por qué me llamas colega?� ¡Maldita seala sogadel ahorcado!Porquesomos

colegas o, al menos, lo fuimos un día, creo yo.� Un gatoy un pájaronuncasoncolegas� declaró

Maurizio con altivez� . No sueñes,cuervo.Los gatosylos pájaros son enemigos naturales.

� Naturalmente� corroboróJacobo� . Quierodecirque naturalmenteeso sería propiamentenatural. Pero,naturalmente,sólo cuando la situación es natural. Ensituacionesno naturales,los enemigosnaturalesson aveces colegas.

� ¡Alto! � dijo Maurizio� . No entiendo unapalabra. Explícate con más claridad.

Jacobo se detuvo y miró a su alrededor.� Tambiéntú estásaquí como agentesecretopara

observar a tu maestro, ¿o tal vez no?� ¿Cómo? � preguntóMaurizio, ahora totalmente

desconcertado� . ¿Lo eres tú también?Pero ¿por quéenvía el Consejo Supremo otro agente a esta casa?

� No, a estacasano � respondióJacobo� . A mí nome han enviadoaquí. ¡Ah! Tus malasentendederasmeestánsacandode mis casillas.En suma:yo soy espíaencasade mi madam bruja, igual que tú en casa de tumousiur mago. ¿Lo has entendido ahora?

Maurizio se sentó, pasmado de asombro.� ¿Es eso cierto?� Tanciertocomoqueyo soyun avedemalasuerte

� suspiróJacobo� . Y hablandode otra cosa:¿tendríasalgo que objetar si me rascara?Me pica desdehaceunrato.

� ¡Por favor! � respondióMaurizio moviendounapata con gesto magnánimo� . No en vano somos colegas.

COLOCÓ elegantementela cola alrededorde su

cuerpo y contempló cómo Jacobo se rascaba plácidamente

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la cabeza con una de sus garras.De repentesintió gran simpatíapor aquel cuervo

viejo.� ¿Porquéno te hasdadoa conoceren cuantohas

llegado?� Lo he hecho � graznó Jacobo� . He estado

haciéndote guiños constantemente.� ¡Así queeraeso! � exclamóMaurizio� . Podrías

haberlo dicho en voz alta con toda tranquilidad.Ahora era Jacobo el que no entendía nada.

� ¿Decirlo en voz alta? � respondió con vozronca� . Paraque oyera todo tu jefe. No estásen tuscabales.

� Mi maestro está enterado de todo.� ¿Cómo? � jadeó el cuervo� . ¿Lo ha averiguado?� No � respondióMaurizio� . Lo he puestoyo al

corriente del asunto.Al cuervo se le quedó el pico abierto.

� No puedeser verdad � balbució al cabo de unrato� . No me cabe en la cabeza. Repítelo.

� No tuve más remedio que hacerlo � declaróMaurizio con gesto grave� . Hubiera sido pococaballerososeguir engañándole.Lo observéy examinédurantemucho tiempo y comprobéque es un hombrenoble y un verdadero genio y que merece nuestraconfianza.Aunque hoy se comportade forma un tantoextraña,lo reconozco.Peroa mí me ha tratadosiemprecomoa un príncipe.Y esodemuestraquees un hombrebondadoso y un benefactor de los animales.

Jacobo contempló a Maurizio, consternado.� ¡No esposible! Tantaimbecilidadno cabeen un

sologato.Quizáendoso tresjuntos,perono enunosolo.Has estropeadotodo, muchacho.Ya no hay nada quehacer.Ahora todo el plan de los animalesterminarámal,en unacatástrofe.Yo lo veíavenir, ¡lo vi venir desdeelprincipio!

� Tú no conocesa mi maestro� maulló ofendidoelgato� . De ordinario es totalmente distinto que hoy.

� Contigo, quizá � gritó Jacobo� . Te ha envueltopor completo; en grasa, como cualquiera puede ver.

� ¿Por quién te tienes? � bufó Maurizio� . ¿Porqué has de estar tú mejor enterado de todo que yo?

� ¿No tienes ojos en la cara? � gritó Jacobo� .Bastaque echesuna mirada a tu alrededor.¿Quécreesque es lo que hay ahí?

Y señaló con un ala las estanterías repletas de tarros.� ¿Eso?Esunaenfermería� respondióMaurizio� .

Me lo ha dicho mi maestroen persona.Trata de curaralos pobres gnomos y elfos. ¿Qué sabes tú de eso?

� ¿Quequé sé yo? � JacoboOsadíasestabacadavez másfueradesí� . ¿Quieresquete digaquées?¡Esoesunaprisión,unacámaradetortura!Tu buenmaestroesen realidaduno de los seresmásabyectosquehay en elmundo.¡Esoeslo quees!¡Así estánlascosas,mentecato!¡Oh, un genio,un benefactor!¡Sí, tos ferina! ¿Sabescuál

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essuespecialidad?Contaminarel aire,envenenarel agua,hacerenfermara los hombresy los animales,destruirlosbosquesy los campos.En esoesgrandetu maestro;enlodemás, nada.

Maurizio estabatan indignado que casi no podíarespirar.

� Re... re... tira inmediatamentelo que acabasdedecir, detractor. De lo contrario..., de lo contrario...

Sele erizótantola piel queparecíael dobledegordode lo que ya era.

Pero Jacobo estaba lanzado y ya no podía detenerse.� ¡Ven aquí! � vociferó� , ¡panzudoniño mimado,

perezososacode bienestar!Tú no sirvesparaotra cosaqueparajugarconovillos delanay paraestartumbadoenel sofá.Lárgate,lameplatos;si no,haréde ti un paqueteyte enviaréa tu casa,junto a tu elegantefamilia de gatitoszalameros.

Los ojos de Maurizio comenzarona brillar con unfulgor salvaje.

� Yo desciendode una antigua familia noble decaballeros napolitanos. Mis antepasadosse remontanhasta Mioderico el Grande. Y no permito que nadieinjurie a mi familia. Y mucho menos un truhánadvenedizo como tú.

� ¡Ah, ya! � chilló Jacobo� . Tus antepasadosagotarontodo su cerebroy no pudieronlegartea ti nadade él.

Maurizio encogió las uñas.� ¿Sabesconquiénestáshablando,miserableavede

corral?Tienesdelantede ti a un gran artista.Yo soy unminnesínger famoso y, antes de perder la voz, heenternecido los corazones más altivos.

El viejo cuervo soltó una carcajada impertinente.� Estoy segurode que tú, con tu miniestaturay tu

minicerebro,eresun minnesínger.¡Perono te pavoneestanto, fatuo escobón!

� Pueblerinoiletrado � bufó Maurizio conel mayordesprecio� , ni siquierasabesquéesun minnesínger.¡Ytu lenguaje es barriobajero, miserable vagabundo!

� Me importa un pepino � replicó Jacobo� . Yohablocomome saledel pico, porquetengouno,y tú no,piojoso barón gatuno...

Y súbitamente,sin que ningunode los dos supieraexactamentecómo surgió ni quién empezó, formaronjuntosun manojode pelosy plumasque rodabanpor elsuelo. El gato mordía y arañaba,y el cuervo dabapicotazosy clavabalasgarras.Perocomoel tamañoy lasfuerzasdelos doseranbastanteparecidos,ningunodelosdoslograbavenceral otro.Unasvecesvolabael cuervo,yel gato lo perseguía;otrasvecesocurríalo contrario.Deestemodollegaronsin darsecuentaal laboratorio.Jacobopicoteabaconsañala colade Maurizio, y esole producíaal pequeñogato un dolor insoportable;pero al mismotiempoMaurizio le habíahechoal cuervouna llave queestaba a punto de asfixiarlo.

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� Ríndete o eres cuervo muerto � balbucióMaurizio.

� Ríndetetú primero � jadeóJacobo� o te arrancola cola.

Y al fin se soltaronlos dos al mismo tiempo y sesentaron frente a frente sin aliento.

El gato intentó,con lágrimasen los ojos, enderezarla cola,queahoraya no ofrecíaun aspectoelegante,sinoque había tomado una forma de zigzag. Y el cuervocontemplabacon melancolíalas plumasesparcidaspor elsuelo, que en realidad le eran muy necesarias.

Pero,comosueleocurrir trasestaspeleas,los dossesentíanbastantepacíficos y dispuestosa reconciliarse.Jacobopensabaqueno deberíahabersido tanrudoconelpequeñogato,y Maurizio meditabasi no habríasido, talvez, injusto con el desventurado cuervo.

� Perdóname, por favor � maulló.� Lo siento � graznó Jacobo.� ¿Sabes?� prosiguióMaurizio convoz temblorosa

al cabodeun rato� , yo no puedocreerlo quehasdichohaceun momento.Porque¿cómopuedeuno tratar tanbien a un gato-artistatan grandecomo yo y, al mismotiempo, ser un vulgar truhán? Eso no es posible.

� Sí, sí � respondió Jacobo, gesticulando conenergía� . Desgraciadamente,esposible.Lo quepasaesque no te ha tratado bien. Te ha domesticado paraengañarte.También mi jefa, madam Tirania lo haintentadoconmigo. Sin embargo,yo no me he dejadodomesticar.Me he limitado a comportarmecomo si medejara. Pero ella no se ha dado cuenta.Yo sí la heengañado a ella.

Rió ladinamente.� En todo caso, así he averiguadomuchascosas

sobre ella y también sobre tu curioso maestro. Pero¿dónde estará desde hace tanto tiempo?

Los dossepusierona escuchar.Perono seoíanada.Sóloel vientode la tempestadgemíay silbabafuerade lacasa.

PARA llegar a su sótanosecreto,fortificado por

procedimientos mágicos absolutamente seguros,Sarcasmotenía que recorrer un verdaderolaberinto depasadizossubterráneos,cada uno de los cualesestaba

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cerrado con varias puertas mágicas que sólo podíanabrirse y cerrarsede forma muy complicada.Era unproceso que exigía mucho tiempo.

Jacobose acercóa Maurizio y le susurrócon vozmisteriosa:

� Escúchameatentamente,gatito. Mi madam nosólo es la tía de tu maestro,sino quetambiénle paga.Élle proporcionalo que ella le pide, y ella hacegrandesnegocioscon los brebajesvenenososqueél prepara.Mimadam es una bruja multiplicadineros, ¿entiendes?

� No � respondióMaurizio� . ¿Quées una brujamultiplicadineros?

� Tampocoyo lo sémuy bien � admitió Jacobo� .Ella sabehechizarcon dinero.Logra de algúnmodoqueel dineroaumentepor sí mismo.Cadauno de los dosesperversopor sí solo. Pero cuando se unen una brujamultiplicadinerosy un mago de laboratorio,¡adiós!, seciernen las tinieblas sobre el mundo.

De pronto,Maurizio sesintió terriblementecansado.Aquello era demasiadopara él, y comenzóa añorarsucamita con dosel.

� Si estástan enteradode todo � preguntócon vozlastimera� , ¿porquéno te hasdirigido anuestroConsejoSupremo y se lo has comunicado?

� Yo contabacontigo � respondióJacoboconciertaaspereza� , porquehastaahorano tengoningunapruebade queestánconfabuladoslos dos.Entrelos hombres,telo aseguro,el dineroesel puntocapital,especialmenteenel caso de tu maestro y mi madam. Hacen todo por dinero,y con dinero puedenhacertodo. Es el peor instrumentomágico que existe. Pero eso no lo hemosdescubiertohastaahoralos animales,porqueentre nosotrosno haynadasemejante.Yo sólo me enteréde que tambiénencasade Sarcasmohabíaunode nuestrosagentes,peronosabía quién. Bueno, pensé, con la ayuda del colegalograré reunir pruebas. Particularmente, esta noche.

� ¿Por qué particularmenteesta noche? � quisosaber Maurizio.

Inesperadamente,el cuervo emitió un prolongadograznido,cargadode presagios,que resonópor todaslashabitaciones y conmovió hasta los tuétanos al gato.

� ¡Perdona!� prosiguióel cuervoenvoz baja� . Esnuestra forma de reaccionar cuando se avecina unatormenta. Porque nosotros presentimos esas cosas.Todavíano séquéseproponenésos,peromeapuestomisúltimas plumas a que se trata de una inaudita humanada.

� Una... ¿qué?� Bueno, no se puede decir cerdada,porque los

cerdosno hacennadamalo.Poresohevenidovolandodenochey en plenatempestad.Mi madam no sabenadadeesto. Yo contabacontigo. Pero ahora has puesto a tumaestroal corriente,y hemosperdidola ocasión.¡Ojaláme hubiera quedado en el nido con mi Amalia!

� Creí que tu esposa se llamaba Clara.� Ésta es otra � graznó involuntariamente

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Jacobo� . Pero ahorano sé trata de cómo se llama miesposa, sino de que tú lo has estropeado todo.

Maurizio miró desconcertado al cuervo.� Me parecequelo vestododemasiadonegro.Eres

un pesimista.� Es cierto � asintió secamenteJacoboOsadías� .

Por eso tengo razón casi siempre. ¿Nos apostamos algo?El gato le dirigió una mirada altiva.

� Está bien. ¿Y cuál será la apuesta?� Si tienes tú la razón, yo me trago un clavo

oxidado; si la tengo yo, te lo tragas tú. ¿De acuerdo?Maurizio procuró mostrarse tranquilo, pero le

temblaba un poco la voz cuando contestó:� ¡De acuerdo! Acepto la apuesta.

JACOBO Osadías asintió y comenzó

inmediatamentea inspeccionarel laboratorio.Maurizio losiguió.

� ¿Estás buscando ya el clavo?� No � respondióel cuervo� . Buscoun escondite

adecuado para nosotros.� ¿Por qué?� Porquetenemosque escuchara los señoressin

que se den cuenta.El gato se detuvo y dijo indignado:

� No. Yo no hagounacosaasí.No espropiode micategoría.

� ¿De qué?� Quierodecir queesoespococaballeroso.Esono

se hace. A fin de cuentas, yo no soy un cualquiera.� Yo sí � dijo el cuervo.� Perono se debeescucharfurtivamente � afirmó

Maurizio� . No está bien.� Entonces, ¿qué harías tú?� ¿Yo? � meditó Maurizio� . Yo le preguntaría

directamente al maestro, cara a cara.El cuervo miró al gato de soslayo y graznó:

� ¡Bravo, señor conde! ¡Cara a cara! Sería unaescena digna de verse.

Entretantohabíanllegado a un rincón oscuroy sehallabanjunto a un contenedorde hojalataque tenía latapaabierta.Sobreél habíaestainscripción:RESIDUOSESPECIALES.

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Los dos animales echaron una ojeada a lainscripción.

� ¿Sabes leer? � preguntó Jacobo.� ¿Acasotú no? � respondióMaurizio con aire de

suficiencia.� No mehanenseñado� admitióel cuervo� . ¿Qué

dice ahí?Maurizio no pudoresistirla tentaciónde dárselasde

sabio delante del cuervo.� Dice RESTOS DE COMIDA, o, ¡ah, no!, dice

PRODUCTOS INFLAMABLES , aunque en realidadcomienza con una zeta...

En eseinstanteseoyó entreel fragordela tempestadun ruido que resonabacomoel zumbidode unasirenayse acercaba rápidamente a la casa.

� Es mi madam � susurróJacobo� . Siemprehaceeseruido infernal porquepiensaque es de buen tono.Vamos. En ningún sitio estaremosmejor que en elcontenedor.

Dio un vuelo y se posó encima de la pared delcontenedor. El gato seguía dudando.

Entoncesse oyó una voz chillona que salía de lachimenea:

¡Tralará, tralarí!La visita ya está aquí. ¿No sabes quién es? Pues,¡ven y lo ves!

Al mismo tiempo bajó ululando por el tubo de lachimeneauna ráfagade viento, de suerteque las llamasde fuego verde se inclinaron y el recinto se llenó dedensas nubes de humo.

� ¡Oh...! � tosióJacoboOsadías� . Esella.Rápido,gatito. ¡Apresúrate!

La voz de la chimenease acercabacadavez más.Sonaba como si alguien silbara por un tubo muy largo:

¡Al negocio, al negocio!¡Sacadle provecho!Ni descanso ni ocio:¡al negocio derechos!

Luego se oyó de pronto un lamentoprocedentedeltubo de la chimenea y una voz murmuró confusamente:

� Un momento...,me parece...que me he quedadoenganchada... Bueno... sí... ahora... puedo seguir.

El cuervocomenzóa saltarencimadel contenedorygraznó:

� ¡Ven de una vez! ¡Vamos! ¡Arriba!El gatosaltójunto a él. El cuervole dio un empujón

con el pico para que se metiera y entró tras él.En el último instantelograroncerrarla tapauniendo

sus fuerzas.La estridentevoz salidade la chimeneaestabaahora

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muy cerca:

¿Qué cuesta el mundo entero?¡Dinero! ¡Dinero!Si la bolsa se vacía,¿qué hacer con la mercancía?Pero somos millonariosy cobramos honorarios.

En esemomentocayó por el tubo de la chimeneauna verdaderagranizadade monedas.Luego se oyó ungolpeseco,sevolcó la marmitaconla esencianúmero92,su contenido hizo que las ascuaschisporrotearan(asípues,demomentono podíasalir al mercadola «Dietadelhombresano»)y Tirania Vampir chilló, sentadasobrelasllamaradas:

Vamos, vamos...¡Aplausos, aplausos!

LA gente suele imaginarsea las brujas como

mujeresapergaminadas,flacas y viejas que tienen unaenormejorobaen la espalda,muchasverrugascon pelosenla caray un solodienteen la boca.Perola mayoríadelas brujas tienen hoy día un aspectomuy diferente.Encualquier caso,Tirania Vampir era el polo opuestodetodo eso. Es cierto que era relativamentepequeña,almenosen comparacióncon la estaturade Sarcasmo.Encambio, era increíblemente gorda.

Suvesturarioconsistíaenun trajedenocheamarilloazufre,con muchasrayasnegras,de modo que parecíaunaenormeavispa.(De hecho,el amarillo azufreerasucolor preferido.)

Iba cubiertade joyas,e incluso susdienteserandeoro macizoy estabanempastadoscon brillantes.Llevabaun anillo encadaunode susregordetesdedosy hastalasuñasestabanlacadasen oro. Secubría la cabezacon unsombreroqueeratan grandecomounaruedade coche,yen cuya ala tintineaban centenares de monedas.

Cuandosalió de la chimeneay se levantó,parecíauna especie de lámpara de pie, pero muy cara.

A diferencia de las brujas de otras épocas,erainmuneal fuego,queno le causabaningúndaño.Así que

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se limitó a apagarcon gestode fastidio las llamitas queaún chisporroteaban en su traje de noche.

Su achatadorostro, con grandesojeras y mejillasfláccidas,estabatanmaquilladoqueparecíaunescaparatede cosméticos.Comobolso llevabadebajodel brazounapequeña caja de caudales con cerradura digital.

� ¡Hola! � exclamó,e intentó dar a su estridentevoz un tono amable, mientras miraba en todas lasdirecciones� . ¿Hay alguien aquí? ¡Cucu! ¡Muchachito!

No hubo respuesta.Tirania Vampir no podía soportar que no se le

prestaraatención.Sobretodo en lo que se referíaa susespectacularesapariciones.El hechode queSarcasmonoestuvierapresenteen el momentode su exhibición lairritó ya contra él.

Inmediatamenteempezóa husmearentrelos papelesde la mesa.Perono pudo llegar muy lejos, puesprontooyó unospasosqueseacercaban.Era Sarcasmo,queporfin sedabaa ver. Con los brazosabiertos,la bruja corrióal encuentro de su sobrino.

� ¡Belcebú! � gorjeó� . ¡Belcebucito!¡Deja quetevea! ¿Eres tú o no eres tú?

� Soy yo, soy yo, tía Titi � respondió,y contrajoelrostro esbozando una sonrisa amarga.

Tirania trató de abrazarlo;pero, por el volumendesu cuerpo, no lo logró sin gran esfuerzo.

� Erestú, mi muy caro sobrino � graznó� . Desdeel principio he pensadoqueerastú. No podíaserningúnotro, ¿no es cierto?

Tembló tanto de risa que tintinearon todas lasmonedas.

Sarcasmo intentó librarse del abrazo y rezongó:� Tambiényo he supuestoenseguidaque erastú,

tía.Tiraniasepusodepuntillasparadarleun pellizcoen

la mejilla.� Esperoquemi visitaseaparati unagratasorpresa.

¿O tal vez esperabasque viniera a verte algunabrujitamona?

� En absoluto,tía � replicóhurañoSarcasmo� . Mitrabajo no me deja tiempo para esas cosas. Ya meconoces.

� Claro quete conozco,muchachito.No en vanotehecriadoy hefinanciadotu formación.Y por lo queveo,no vives mal en la actualidad, a mi costa.

A Sarcasmono parecióagradarlequele recordaranaquello.

� Tampocotú vives mal a costa mía, segúncreo� respondió malhumorado.

Tirania seseparóde él, dio un pasoatrásy preguntóen tono de amenaza:

� ¿Qué quieres decir con eso?� ¡Oh, nada!respondióevasivamenteel sobrino� .

Tú no hascambiadonadaenel mediosiglo quehapasadodesdequenosvimospersonalmentela última vez,querida

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tía.� Tú, en cambio � dijo ella� , has envejecido

terriblemente, muchacho.� ¿Ah, sí? � replicó él� . Entonces tengo que

decirte que has engordado horriblemente, anciana.Durante un segundo se miraron los dos muy

enojados. Luego dijo Sarcasmo, cambiando de tono:� En cualquier caso, es maravilloso que los dos

seamos los de siempre.� Al cien por cien � asintió Tirania� . Entre

nosotrossiguehabiendola mismaarmoníaqueha habidosiempre.

LOS animales del contenedor estaban tan

apretadosel uno contra el otro que cada cual podíapercibir los latidos de su compañero.

Apenas se atrevían a respirar.La conversaciónentre el mago y la bruja siguió

desarrollándoseen esetono insulso.Estabaclaro que seacechabanmutuamentey que ningunose fiaba del otro.Pero al fin se agotaronsus reservasde frases vacías.Entretanto, los dos se habían sentadoen sillas y seexaminaban con los ojos semicerrados como dosjugadoresdepoker antesdela partida.Un silencioheladollenabael recinto.En el punto,equidistantedeambos,enquese cruzabansusmiradas,surgióen el aire un gruesotémpano que cayó al suelo con gran estrépito.

� Y ahora, a los negocios � dijo Tirania.El rostro de Sarcasmo era impenetrable.

� Ya me imaginabaque no veníassólo parabeberconmigo un ponche cualquiera de San Silvestre.

La bruja se levantó.� ¿Por qué se te ha ocurrido semejante idea?� Por esecuervotuyo, JacoboOsadías,o como se

llame.� ¿Ha estado aquí?� Claro, lo has enviado tú.� Yo no he hecho tal cosa.Queríaque mi visita

fuera una sorpresa.Sarcasmo sonrió sin alegría.

� No le des tanta importancia,querida tía. Así hepodido prepararme para tu amable visita.

� ¡Ese cuervo se toma demasiadaslibertades!

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� exclamó la bruja.� La misma impresión tengo yo � respondió

Sarcasmo� . Es provocativamente desvergonzado.La tía asintió.

� Estáenmi casadesdehacemedioaño,y hatenidodesde siempre un carácter rebelde.

El mago y la bruja volvieron a observarseensilencio.

� ¿Quésabeél de ti y de tus negocios?� preguntófinalmente Sarcasmo.

� Absolutamentenada � dijo Tirania� . Lo queocurre es que es un plebeyo. Por lo demás, nada.

� ¿Estás completamente segura?� No tengo ninguna duda.

Jacobo sonrió en silencio y dijo al gato en voz baja:� ¡Hasta ese punto puede engañarse uno!

� ¿Porqué soportasen tu casaa esaimpertinenteave de corral? � siguió preguntando Sarcasmo.

� Porque yo sé mucho de él.� ¿Y qué sabes de él?A la bruja le fulguraron los empastes de brillantes.

� Todo.� Explícate.� En realidades un espíaque el ConsejoSupremo

delos Animaleshaenviadoa mi casaparaquemevigile.Esebellacosecreemuy listo. Estáconvencidode queyono me he dado cuenta de nada.

Jacobo cerró bruscamente el pico.Maurizio le dio un empujón y susurró:

� ¡Hasta ese punto puede engañarse uno, colega!

El mago alzó las cejas y asintió pensativo:� Ya ves � dijo � . Tambiényo tengo desdehace

algúntiempoun espíaencasa,un gatototalmentealeladoquecree ser un cantante.Es crédulo,glotón y fatuo; ensuma,un caráctermuy agradable,al menosparamí. Fuejuegodeniñosneutralizarlodesdeel principio.Le llenélabarrigade comiday de somníferos.Anda siempremedioadormilado,pero está contento y es feliz, el pequeñoidiota. A mí me adora.

� ¿Y no sospecha nada?� Confía ciegamente en mí � respondió

Sarcasmo� . ¿Sabesquéhahechohoy?Me haconfesadotodo: por quéestáaquí y quiénlo ha enviado.Hastameha pedidoperdónpor habermeengañadodurantetodo eltiempo. ¿Puedes imaginarte un imbécil como ése?

La tensiónentreel mago y la bruja estalló en unasonoracarcajada.Aunque rieron a dúo, la carcajadanofue precisamente armónica.

En el contenedor,Maurizio no pudo reprimir unsuspirosilencioso.Jacobo,que estabaa punto de decir

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algo sarcástico,lo advirtió y, por delicadeza,se abstuvode cualquier comentario.

-DE todosmodos � dijo Tirania, nuevamente

seria� , se imponela máximacautela,amigo.Si noshanenviadoespíasa casaes porqueel ConsejoSupremodelos Animalessospechadenosotros.Sólomepreguntoporculpa de quién, jovenzuelo.

Sarcasmo aguantó la mirada de la tía y replicó:� ¿Y tú me lo preguntasa mí? A lo mejor hassido

tú un poco imprudente,Titi. ¡Quién sabelo que puedeimaginarel cerebrode un cuervocomo ése!Esperemosque ese tipo no contagie a mi estúpido gato y le meta en lacabeza ideas peligrosas.

Tirania echó una ojeada al laboratorio.� Tendríamosque interrogar a los dos. ¿Dónde

están?� En la habitacióndel gato � respondióel mago� .

Le heordenadoa Maurizio queencerraraallí al cuervoylo vigilara.

� ¿Y cumplirá tus órdenes?� De eso puedes estar segura.� Entonces dejemos ese asunto, de momento

� decidióla bruja� . Si espreciso,lespediremoscuentasa los dosmástarde.Ahoratengoquediscutircontigoalgomás urgente.

Sarcasmo volvió a ponerse en guardiainmediatamente.

� ¿De qué se trata, querida tía?� Todavíano me haspreguntadopor quéhe venido

a verte.� Pues entonces te lo pregunto ahora.La bruja serecostóy, duranteun rato, observóa su

sobrinoconexpresiónadusta.Sarcasmosabíaquela tía leibaa echarunodesussermones.Él los odiabaporquetrasellos se ocultaban siempre intenciones distintas.Tamborileónerviosamenteenel respaldode la silla, miróal techo y silbó.

� Bien, escúchameatentamente,BelcebúSarcasmo� comenzóla bruja� . En el fondo, todo lo quehoy eresme lo debesa mí. ¿Estásde acuerdo?Cuandotus buenospadres,mi cuñadoAsmodeoy mi bella hermanaLilit,perecierontrágicamenteen la catástrofenaval que ellos

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mismoshabíanprovocado,yo te recogíen mi casay tecrié. Me ocupéde que no te faltara nada.Yo mismateenseñélos rudimentosdel rentablearte de torturar a losanimalescuandoaún estabasen la tierna edad infantil.Más tarde te envié a las escuelasmás diabólicas, alInstituto de Sodomay Gomorray al Colegio Ahrimán.Pero tú fuiste siempre un tipo difícil de educar,muchachito.Cuandotodavíaestudiabasenla UniversidaddeTécnicasMágicasdeHediondburgo,tuvequeencubrirtus arbitrariedadesy ocultar tu incapacidad,porque losdossomoslos últimosmiembrosdenuestrafamilia. Todoesto me costó una buena suma de dinero, como biensabes.Tus buenasnotas en Diabólica Superior me lasdebes también a mí porque, como presidentade laSociedadInternacionalde Níquel Corrosivo, hice valermis influencias.Yo me ocupéde quete admitieranen laAcademia de Negras Artes, y yo te introduje en losCírculos Abismales, donde pudiste conocerpersonalmenteal que es protector tuyo y patrón de tunombre.En suma,creo que estástan en deudaconmigocomo para no desoír una pequeñapetición mía, cuyocumplimiento no va a costarte absolutamente nada.

Sarcasmotenía el rostro contraído.Cuandoella lehablabaasí, casi siempre quería engañarlode algunamanera.

� ¿Que no me va a costar absolutamentenada?� preguntó pausadamente� . ¡Me gustaría estar seguro!

� Estábien � dijo la bruja� . Casi no vale la penahablardeello. Entrelascosasquete legótu abueloBelialSarcasmofigura, si mal no recuerdo,un antiquísimopergamino de unos dos metros y medio de longitud.

Sarcasmo asintió vacilante:� Estáen algúnrincón de mi almacén.Tendríaque

buscarlo.Lo arrojé allí porque no sirve para nada.Alparecer,originariamenteera mucho más largo. Pero elabuelito Belial lo rasgó en dos trozos en uno de suscélebresataquesde rabia.Malvado como era,a mí sólome dejó la segundamitad. La otra nadiesabedóndeseencuentra.Probablementese trata de algunarecetaque,desgraciadamente,no tieneningúnvalor, ni siquieraparati, querida tía.

� ¡Exactamente!� dijo Tirania,y sonriócomosi sudentadurafuera de azúcar cande� . Y puesto que tú,comoesdesuponer,seguirásteniendoenel futuro interéspor mi financiación, podrías regalarmeese trozo depergamino, que en realidad carece de valor.

El súbito interésde la tía por eselegadopuso enguardia al mago.

� ¿Regalar? � dijo escupiendo literalmente lapalabra,comosi setrataradealgonauseabundo� . Yo noregalo nada. ¿Quién me hace regalos a mí?

Tirania suspiró.� Está bien. Me lo suponía. Espera un momento.Comenzó a manosearcon sus uñas doradas la

cerraduradigital desubolso-cajadecaudales.Y mientras

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lo hacía, recitó mecánicamente:

¡Oh, Mammón, príncipe del mundo entero,tú nos das poder sobre hombres y cosas!De cero sacas a espuertas el dineroy con dinero todo es agua de rosas.

Luegoabrió de un tirón la pequeñapuertablindada,sacó un grueso fajo de billetes y se lo mostró a Sarcasmo.

-¡M IRA! � dijo � . Quizá estote convenza

de que,unavez más,yo no buscootra cosaquetu bien.Mil, dos mil, tres, cuatro, ¿cuánto quieres?

Sarcasmosonriócomo unacalavera.La ancianatíaacababadecometerun errorcapital.El magosabíaquelabruja tenía el poder de producir tanto dinero comoquisiera � especialidadnigrománticaqueél no dominabaporque era de otra rama� , pero también sabía queTirania era la avariciaen personay jamásdabaun solocéntimosin algún motivo. Si ahorale ofrecíauna sumatan grande,debíade ser muy importanteparaella aqueltrozo de pergamino.

� Querida tía Titi � dijo, aparentementetranquilo� , tengola impresióndequemeocultasalgo.Yno estaría bien.

� ¡No tolero que me digaseso! � replicó la bruja,indignada� . Así no podemos hacer negocios en común.

Se levantó,se acercóa la chimeneae hizo como sicontemplara ofendida las llamas.

� Eh, gatito � musitó Jacoboa su compañerodefatigas� , no te duermas precisamente ahora.

Maurizio se estremeció.� ¡Perdón! � dijo quedamente� . Es por los

somníferos... ¿Podrías darme un pellizco fuerte?Jacobo lo hizo.

� ¡Otro más fuerte!Jacobolo pellizcó con tanta fuerza que Maurizio

estuvo a punto de maullar, pero se contuvo heroicamente.� Gracias � murmuró con lágrimasen los ojos� .

Ahora estoy de nuevo en forma.

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-SABES, Belcebú � comenzóla bruja en tono

sentimental� , entardescomola dehoy recuerdosiemprelos viejos tiemposenquetodavíaestábamostodosjuntos:el tío Cerberoy su encantadoraesposaMedusa;PequeñoNerón y su hermanaGhulgia; mi primo Viraso, quesiempremehacíala corte;tus padresy el abuelitoBeüal,quete teníasobresusrodillas. ¿Teacuerdasqueduranteuna meriendaquemamosun bosque entero? Fue unaépoca muy divertida.

� ¿Adondequieresir a parar?� preguntóSarcasmodisplicente.

� Quiero comprarte ese rollo de pergaminosimplementecomo un pequeño recuerdo del abueloBelial. Lo hago por amor a la familia.

� ¡No digas tonterías! � replicó él.� Está bien � dijo la vieja, ahora con su voz

habitual,y revolvió denuevosubolso-cajadecaudales� .¿Cuánto quieres? Te ofrezco cinco mil más.

Sacóotros fajos de billetes y los tiró delantedelmago, esta vez bastanteirritada. Ahora había ya unmontónconsiderable,en todo casomuchomásde lo quecabía en su bolso-caja de caudales, relativamentepequeño.

� ¿Qué?� preguntóexpectante� . Diez mil. Es miúltima oferta. Acéptala o no hay trato.

Las arrugasdel rostro de Sarcasmose hicieronmásprofundas.Contempló la ingente cantidadde dinero atravésde los gruesoscristalesde susgafas.Susmanossemovieron convulsivamentehacia los billetes; pero lasdetuvo.En su desesperadasituación,el dinero no podíaservirlede nada.Perocuantomásle ofrecíala bruja,másseguroestabadequele ofrecíapoco.Teníaquedescubrirsus intenciones ocultas.

Probó con la táctica del golpe de mano y, por asídecir, lanzó un disparo al bulto.

� Vamos,vamos,muchachita� dijo con la mayortranquilidadposible� . Yo sé que tú tienes la primeraparte del rollo.

A la tía se le cambióel color de la cara,por debajodel grueso maquillaje.

� ¿Cómo...,digo..., por qué...?Eso no es másque

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una sucia treta tuya.Sarcasmo sonrió triunfante.

� Bueno,cadauno de nosotrostiene suspequeñosmedios de información.

Tirania tragó saliva y luego admitió en voz baja:� Está bien. Puestoque estásenterado...Yo sabía

desdehacetiempoquiénhabíaheredadola primeraparte:tu prima en tercer grado, la estrella de cine MegaraMomia, de Hollywood. Por su lujoso estilo de vida,necesitabasiempre ingentessumasde dinero; por esopude comprarle el pergamino, aunque me costó unafortuna.

� ¡Vaya! � dijo Sarcasmo� . Ahora ya se vaaclarandoel asunto.De todosmodos,metemoquete hantimado a fondo. Lo que viene de esaregión rara vez esauténtico.

� ¿Qué quieres decir?� Que muy probablementeno es el original, sino

alguna de esas imitaciones comunes.� Es el original. Estoy absolutamente segura.� ¿Se lo has mostradoa algún experto?Déjame

examinarlo.La mirada del brujo reflejaba una actitud expectante.Frunciendo la boca, la tía replicó:

� Enséñame el tuyo, y luego te enseño yo el mío.� ¡Bah! ¿Sabes?� respondióSarcasmocon gesto

de desinterés� . En el fondo, a mí me es indiferente.Quédate con tu parte y yo me quedo con la mía.

Estas palabras surtieron efecto.La tíasequitódela cabezasugigantescosombreroy

comenzóa sacardel interior de la enormeala un largorollo de pergamino.¡Paraesosehabíacubiertola cabezacon unapamelatan estrafalaria!Además,ahorasepodíaver que sólo le quedabanalgunosmechonesteñidosderojo chillón que,en la partesuperiordel cráneo,estabanenroscados en un raquítico moño con forma de cebolla.

� Es el original � dijo, nuevamenteirritada, y letendió al sobrino el extremo rasgado.

Sarcasmose inclinó, se ajustó las gafasy, por laspeculiaridadesde la letra y por otras características,advirtió inmediatamente que su tía tenía razón.

Sarcasmo intentó cogerlo, pero la tía se lo quitó.� ¡Las manos quietas, muchacho! Ya es suficiente.� ¡Hummm! � murmuró Sarcasmo,y se frotó la

barbilla� . Parecequeesrealmentela primerapartede lareceta. Pero ¿para qué es la receta?

Tirania se movió inquieta en su silla.� No te entiendo,Belcebú.¿Porqué hacestantas

preguntas?A fin de cuentas,diez mil tálerosno sonunabagatela.¿O pretendeselevarel precio, viejo estafador?Bien, ¿cuánto? Dilo de una vez.

Y la bruja comenzóa sacarde su bolsito-cajadecaudales más fajos de billetes.

A Sarcasmo le sudaba la calva.� Me pregunto � murmuró� quién estafaaquí a

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quién,queridatía. Así quehablade unavez. ¿Quéclasede receta es ésa?

Tirania cerró sus puños, pequeños y regordetes.� ¡Oh, al viernes negro tú y tu curiosidad! Es

sencillamenteuna antigua receta de un ponche. Meapetece tomarlo esta noche porque, al parecer, esexquisito.Los buenosdegustadoressomosasí: pagamoscualquier suma por esos placeres especiales.

� No escierto, tía � replicó Sarcasmomoviendolacabeza� . Los dos sabemos que, al menos desde hace cienaños, has perdido el sentido del gusto. No puedesdistinguir el zumo de frambuesadel ácido sulfúrico. ¿Aquién pretendes ocultar algo?

Tirania se levantó temblandode ira y caminó agrandes zancadas por el laboratorio. Durante laconversaciónhabíaestadocadavez más inquieta y, envarias ocasiones, había mirado disimuladamente al reloj.

-ESTÁ bien � le gritó súbitamente� . Te lo

diré, maldito calavera dura. Pero antes tienes que jurar porel TenebrosoBanco-Palaciode Plutón que luego mevenderás tu parte del rollo de pergamino.

El mago rezongó algo e hizo un ambiguomovimientode cabezaque podía interpretarsecomo unasentimiento.

La bruja acercósu silla a la de su sobrino,sesentójadeando y dijo con voz apagada:

� Ahora escúchame:se trata de la recetapara elfabuloso ponche genialcoholorosatanarquiarqueologica-vernosode los deseos.Es uno de los más antiguosypoderososhechizosnegrosdel universo.Sólo funcionalanochede San Silvestre,porqueentoncesel deseotieneuna virtud muy especial. Hoy nos encontramosprecisamentea mitad de las doce nochesque hay entreNavidad y Reyes,durante las cuales,como es sabido,andansueltastodaslas fuerzasde las tinieblas.Por cadavasode estabebidamágicaqueuno tomade un tragosele cumple un deseo, si lo formula en voz alta.

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Explicación de la palabra

GENIALCOHOLOROSATANARQUIARQUEOLOGICAVERNOSO

Éstaes unade esaspalabrasquese usanmuchoenlos libros de magia y a las que se da el nombre depalabras-catalejo, quizá porque pueden estirarse yencogersecomo aquellosviejos anteojosde latón querecibían el nombre de catalejos.

Hay palabras-catalejoque ocupanvarias líneas, oincluso una página entera. En casos muy especialesforman todo un capítulo.Al parecer,hubo un libro queconstaba de una única palabra gigante de este tipo.

Los magos y las brujas creen que las palabras-catalejogozandeunaeficaciaespecial.Lasnormasa quedebeajustarsesuformaciónsonsencillas.Sucreación,encambio,es muy difícil. De hecho,las letras iniciales ofinales de una palabrapuedensuperponersea las letrasfinaleso inicialesde otra palabra.Así pues,las palabrascentralesdeunapalabra-ca-talejolargatienenqueencajartanto en la anterior como en la siguiente.

En el caso presente se trata de los siguientescomponentes básicos:

1 GENIAL 2. ALCOHOL 3. OLOROSO 4. SATÁN 5. ANARQUÍA 6. ARQUEOLÓGICO 7. CAVERNOSO

Con ellos se forman seis palabras-catalejo«sencillas» (con una sola articulación):

1. GENIALCOHÓLICO 2. ALCOHOLOROSO3. OLOROSATANICO 4. SATANÁRQUICO5. ANARQUIARQUEOLÓGICO 6. ARQUEOLOGICAVERNOSO

De ellas resultan cinco palabras-catalejo«dobles»(con dos articulaciones cada una):

1. GENIALCOHOLOROSO 2. ALCOHOLOROSATÁNICO3. OLOROSATANÁRQUICO 4. SATANARQUIARQUEOLÓGICO5. ANARQUIARQUEOLOGICAVERNOSO

Conellasseformana suvezcuatropalabras-catalejo«triples» (con tres articulaciones cada una):

1. GENIALCOHOLOROSATÁNICO2. ALCOHOLOROSATANÁRQUICO3. OLOROSATANARQUIARQUEOLÓGICO4. SATANARQUIARQUEOLOGICAVERNOSO

De ellas resultannuevamentetres palabras-catalejo«doblemente-dobles»(con cuatro articulaciones cadauna):

1. GENIALCOHOLOROSATANÁRQUICO2. ALCOHOLOROSATANARQUIARQUEOLÓGICO3. OLOROSATANARQUIARQUEOLOGICAVERNOSO

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De ellas se derivan estas dos palabras-catalejo«quíntuples» (con cinco articulaciones cada una):

1. GENIALCOHOLOROSATANARQUIARQUEOLÓGICO2. ALCOHOLOROSATANARQUIARQUEOLOGICAVERNOSO

Y finalmente la última palabra-catalejo«doble-mente-triple» (con seis articulaciones):

GENIALCOHOLOROSATANARQUIARQUEOLOGICAVERNOSO

Sarcasmohabíaescuchadola explicaciónde la tíacon los ojos extraviados.Su cerebroestabatrabajando.Súbitamente preguntó con gran excitación:

—Por el Giga-Gamma-Super-Gao,¿cómo puedesestar segura de eso?

—El modo de empleose halla al comienzode lareceta, en la parte del pergamino que tengo yo.

Por el cerebrodel magocruzabancomorelámpagosmil pensamientosdistintos.De pronto habíadescubiertoqueeseponchede los deseosle permitiríasubsanarenunabrir y cerrarde ojos todassusomisionesen materiademaldades.Lo quetan repentinae inesperadamenteestabaa su alcanceerasu salvación.Aún podíadarleun chascoal alguacil infernal. Pero, naturalmente, tenía queconseguirser el dueño exclusivo de aquella fabulosabebida.En ningúncasole daríaahoraa la tía su partedelpergamino,por mucho que le ofreciera a cambio. Alcontrario, tenía que hacersecon la parte de la bruja acualquierprecio, aunquetuviera que quitarle la vida oenviarlaa una galaxia lejanamedianteun conjuro. Peroeso no era tan fácil de hacer como de imaginar. Élconocíademasiadobien los poderesde la bruja y teníapoderosas razones para guardarse de ella.

Paraquenosenotaraquele temblabanlasmanos,selevantóy deambulócon los brazoscruzadosa la espalda.Cuando llegó al contenedor con la inscripciónRESIDUOS ESPECIALES se detuvo, absorto en suspensamientos,tamborileóen la tapacon las uñasde losdedos el ritmo de la canción infernal de moda y canturreó:

«Calma, sangre, calma», cantó Dráculacuando vio a la señorita Rosa...

Dentro del contenedor,el cuervo y el gato seacurrucarón,seabrazaronel uno al otro y contuvieronelaliento. Habíanescuchado,palabrapor palabra,toda laconversación.

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DE repente, Sarcasmo dio media vuelta y dijo:

—Me temo, Titi, que no vamos a sacar nada enclaro, aunquelo siento por ti. Te has olvidado de undetalleo, másexactamente,dedos:del gatoy del cuervo.Ellos querránestarpresentes.Y comotienesqueformulartusdeseosenvoz alta,seenterarándetodo.Y entoncessete echaráencimael ConsejoSupremode los Animales.Silos encerramosa los dos o los expulsamosde casa,tambiénseremossospechosos.Seríaun irresponsablesi tediera mi parte de la receta.No puedo permitir que teexpongas a semejante peligro, querida tía.

Tirania sonrió, y sus dientes de oro volvieron abrillar.

—Eres muy amable conmigo, muchachito. Mealegra que te preocupestanto de mí. Pero estásmuyequivocado. ¡El gato y el cuervo tienen que estarpresentes!Y es muy importantetenerloscomo testigos.En eso está precisamente la gracia del asunto.

El mago preguntó:—¿Cómo es eso?—A fin de cuentas—explicó la bruja— no setrata

de una pócima cualquiera. El ponchegenialcoholorosatanarquiarqueologicavernosotiene unapropiedadqueesideal.Transformaen lo contrario lo queunodesea.Deseauno salud,y surgeunaepidemia;hablaunodebienestargeneral,y enrealidadprovocala miseria;habla uno de paz, y el resultado es la guerra. ¿Hascomprendido ya que se trata de una poción maravillosa?

Tirania sonrió de placer y prosiguió:—Ya sabescuántome gustanlos actosbenéficos.

Sonmi pasión.Puesbien,hoy voy a organizarunafiesta,¿qué digo?, ¡una orgía benéfica!

Los ojos de Sarcasmocomenzarona brillar tras losgruesos cristales de sus gafas.

—¡Por el estroncioradiactivo! —exclamó—.Y losespíasseránlos testigosde que sólo hemoshechoobrasbuenas,actos de caridad en favor del pobre mundodoliente.

—Será una velada de San Silvestre —gorjeóTirania— como la vengoimaginandodesdeque aprendíel abecé de las brujas multiplicadineros.

El sobrino la interrumpió con voz ronca:—El mundorecordarádurantesiglos estanoche,la

noche en que estalló la gran catástrofe.

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—Y nadiesabrá—chilló ella— cuálfue el origendela hecatombe.

—No, nadie—jaleóél—. Puesnosotrosdos,tú, Titi,y yo, estamos aquí, limpios como corderos inocentes.

Seabrazarony comenzarona bailar.Todoslos tarrosy marmitasdel recintoempezarona tocarunachirrianteydesentonadadanza de la muerte con aire de vals, losmueblesgolpearonel suelocon las patas,el fuegoverdedela chimeneallameórítmicamentey el tiburóndisecadode la pared siguió el ritmo abriendo y cerrando suimpresionante dentadura.

-¡EH, gatito! —musitó Jacobo—. No me

encuentro bien. Se me va la cabeza.—A mí me pasalo mismo —respondióMaurizio,

tambiénen voz baja—. Es por esamúsica.Porquelosmúsicos tenemos un oído muy sensible.

—Los gatos,quizá—dijo Jacobo—.Peroa nosotrosno nos afecta nada la música.

—Quizáes tambiénpor los somníferos—conjeturóel gato.

—En tu caso,tal vez;peroenel mío no —precisóelcuervo.

—¿Estáscompletamentesegurode que has leídobien lo que hay escrito en el contenedor?

—¿Por qué? —preguntó con miedo Maurizio.—Quizá es venenoso el producto en que nos

encontramos.—¿Qué? ¿Crees que estamos ya contaminados?El gato estaba tan asustado que quiso saltar

inmediatamente del contenedor.—¡Alto! ¡Ahora no! Tenemosqueesperarhastaque

se marchen los dos. De lo contrario, ¡se acabó!—¿Y si no se marchan?—Entonces—rezongósombríamenteel cuervo—,

tendremos un mal endesenlace—¡Perdóname! —suspiró compungido el gato.—¿Qué tengo que perdonarte?—No sé leer.Hubo un largo silencio. Luego, el cuervo graznó:—¡Ojalá me hubiera quedado en el nido con

Támara!

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—¿Es otra más? —preguntó Maurizio.Pero el cuervo no contestó.

EL magoy la bruja sehabíandejadocaeren sus

sillas e intentabanrecobrar el aliento. De cuando encuando se le escapabaa uno de los dos una sonrisamaligna. Sarcasmolimpió las gafas, que tenían loscristalesempañados,con la mangade la bata.Tirania sesecó el sudor del labio superior con un pañuelito,procurando conservar intacto el maquillaje.

—¡Ah, muchachito!—dijo como de pasada—.Túhashabladovariasvecesde «nos»y de «nosotros».Peroentendámonosbien: yo necesitotu partedel pergaminoytu ayudadeexperto:peroya te lashepagadobien,¿noescierto?Naturalmente,sólo yo beberéy formularédeseos.Llegado ese momento, tú te mantendrás al margen.

—Te equivocas, querida tía —respondióSarcasmo—.Tú no conseguiríasotra cosaqueachispartee inclusoponerteenferma.Ten en cuentaqueya no eresuna jovencita. Déjame tranquilamenteeso a mí. Túpuedesdecirmelos deseosquedeboformularparati. Sinesta condición, no colaboro.

Tirania se enfureció.—¿He oído bien? —gritó—. ¡Has jurado por el

Tenebroso Banco-Palacio de Plutón venderme tu parte!Sarcasmo se frotó las manos.—¿Sí? No lo recuerdo.—¡Poramordel diablo,muchachito!—jadeóella—.

¡No pensarás violar un juramento como ése!—Yo no he jurado nada—respondióél sonriendo

sarcásticamente—. Habrás oído mal.—¿Adondehaido a pararnuestroantiguosentidode

la familia? —dijo, y se tapó la cara con las manoscubiertasde anillos—. ¡Ni siquiera una tía ancianaycandorosa se puede fiar de su sobrino preferido!

—Por favor, Titi —dijo él—, no comiencesotravezcon esas bobadas.

Durante un rato se miraron los dos con ojos hostiles.—Si no cambiasde actitud—dijo al fin la bruja—,

estaremos sentados aquí hasta el próximo año.

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M IRÓ otra vez al reloj, y era evidenteque le

costabadominarse.Le temblabanlasmejillas, y su doblepapada vibraba.

Sarcasmosaboreabasecretamentela situación,pesea que sus perspectivasno eran mucho mejores.Habíadependidodurantetantosy tan largosañosde la bruja,yella se lo habíahechosentir tanclaramente,queahoralecausabaverdaderoplacer tenerla,al fin, una vez en susmanos.

Le hubieragustadoprolongarmásaqueljuego,perotambién para él faltaban pocas horas hasta la medianoche.

—El próximoaño—murmuróun pocoausente—vaa empezar enseguida.

—Exactamente—saltó Tirania—. ¿Sabeslo queocurrirá entonces,imbécil? El ponche de los deseospierde su poder de inversión al primer toque de lascampanas de San Silvestre.

—Estás exagerando, como de costumbre, Titi—afirmó Sarcasmo,un tanto inseguro—.Yo odio lascampanadasporquemeponenlos pelosdepunta.Peronopretenderásconvencermede que un solo toque decampanapuededestruirtodo el podermágicoinfernal deuna poción tan eficaz.

—El poder mágico, no; pero sí el poder deinversión,¡y esoesmuchopeor! Entonces,la mentirasetransformaen verdad, ¿entiendes?Entoncesse cumpleliteralmente todo lo que se ha formulado.

—Un momento —dijo irritado el mago—. ¿Quésignifica eso?

—Eso significa queel ponchedebeestarpreparadoantesde la medianoche,y cuantoantesmejor.Porqueyotengoquebebermehastala última gotay formular todosmis deseosantesdequesueneel primertoquedel repiquede Año Nuevo. Si quedaalgún resto,por pequeñoquesea,se irá todo a pique. Imagínatelo quepasaríaen esecaso:todosmis deseos,aparentementebuenos,incluidoslos que he expresadoantes,no se transformaríanen locontrario, sino que se cumplirían al pie de la letra.

—¡Horrible! —gimió Sarcasmo—. ¡Espantoso!¡Aterrador! ¡Monstruoso!

—Así es —corroboró la tía—. Pero si nosapresuramos, saldrá todo bien.

—¿Bien? —preguntó Sarcasmo, perplejo.—Quiero decir mal, naturalmente—lo tranquilizó

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ella—. Bien paranosotros,peromal en realidad.Todo lomal que podemos desear.

—¡Maravilloso! —exclamó Sarcasmo—.¡Grandioso! ¡Fabuloso! ¡Embriagador!

—¡Tú lo hasdicho,muchacho!—respondióTirania,e intentóanimarlodándoleunaspalmadasenla rodilla—.Así que da el paso de una vez.

Al ver quesu sobrinoseguíaobservándolaindeciso,sacóotravezdesubolso-cajadecaudalesfajosy fajosdebilletes y los amontonó delante de él.

—A ver si estosirve paraponeren movimientotuentumecidocerebro.Aquí tienes veinte mil, cincuenta,ochenta, cien mil. Pero ésta es realmentemi últimapalabra.¡Ve de una vez, y tráemetu parte del rollo!¡Rápido! ¡Corre! Si no, cambiaré de opinión.

Pero Sarcasmo no se movió.Temíaque las amenazasde la tía fueranen serio y

sabíaqueconesteúltimo envitesejugabatodo,peroteníaque arriesgarse.

Con el rostro petrificado, dijo:—Quédate con tu dinero, tía Titi. No me interesa.La brujaperdiólos nervios.Jadeante,le tiró a la cara

nuevos fajos de billetes y gritó fuera de sí:—¡Toma,toma,toma...!¿Quémáspuedoofrecerte?

¿Cuánto pides, hiena? ¿Un millón? ¿Tres? ¿Cinco?¿Diez?

Metió las dos manosen la montañade billetes ycomenzóa tirarlos al aire como una loca, con lo queparecióquecaíanpor el laboratorioun montónde coposde nieve.

Finalmentese dejó caer, agotada,en una silla yjadeó:

—¿Quéte ha pasado,Belcebucito?Anteserasvenaly avaricioso,un muchachosimpáticoy sumiso.¿Porquéhas cambiado tanto?

—No hay nadaquehacer—repusoél—. O me dastu partedel pergaminoo me dicesclaramentepor quéteinteresa tanto la mía.

—¿A quién?¿A mí?—preguntóla brujaenvoz bajay en un último intento de hacersela tonta—. ¿Porquédices eso?¿Qué interés puedo tener yo en semejantecosa? Se trata sólo de una broma de San Silvestre.

—Eso —dijo fríamenteSarcasmo—ni siquieramehacereír. Nuestrosentidodel humor es muy diferente,queridatía.Serámejorqueolvidemosel asunto.Así pues,pasemosla hoja. ¿Te apetecetomar una infusión decicuta?

Pero,en vez de agradecerel ofrecimiento,Tiraniacayó en un ataquede ira. Palidecióbajo su maquillajeamarillo azufre, lanzó un grito inarticuladoque resonócomola señaldeunaboyasilbante,selevantódeun saltoy comenzó a dar pataletas como un niño enrabietado.

Peroya se sabeque. tratándosede brujasy magos,tales ataques tienen consecuencias completamentedistintas que en el caso de los niños enrabietados.

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Con un crujido estruendoso,se reventóel suelodelpiso; de la grieta brotaron llamas y humo. Y ungigantescocamello rojo sacóla cabeza,quese asentabasobreun cuello en forma de serpiente,abrió la boca ylanzó al Consejero Secreto un rugido ensordecedor.

Pero el mago no se dejó impresionar por eso.—Por favor, tía —dijo con gesto cansado—.Me

estás destrozando el pavimento, ¡y el tímpano!Tirania le indicó al camello que desapareciera,el

suelodel piso secerrósin quequedaraningunahuella,yla bruja dejó perplejo al mago con algo inesperado:

Lloró.Esdecir,hizo comosi llorara,porque,naturalmente,

las brujas no puedenderramarverdaderaslágrimas.Detodosmodos,arrugóel rostro como un limón reseco,sesecó los ojos con el pañuelito y gimió:

—¡Oh,muchachito,jovenperversoy cruel! ¿Porquétienesque enojarmesiemprede estamanera?Ya sabesque soy muy temperamental.

Sarcasmo la contempló con gesto de fastidio.—Penoso —se limitó a decir—, realmente penoso.La bruja fingió un par de sollozos por si surtían

efecto,peroluegorenuncióa seguirhaciendoel númeroydeclaró con voz quebrada:

—Estábien. Si te lo digo, me tienestotalmenteentusmanos.Y, naturalmente,te aprovecharássin pudordela situación,¡te conozcobien! Peroquévoy a hacer.Detodosmodos,estoyperdida.Hoy ha estadoenmi casaunfuncionario infernal, un tal Maledictus Oruga, porencargode mi protectorMammón,ministro de FinanzasInfernales.Me ha comunicadoqueestamismanoche,alfinalizar el año, seré secuestradapersonalmente.¡Y túeresel únicoculpabledeesto,BelcebúSarcasmo!Porserclienta tuya, estoy en un gravísimo aprieto. Porque túnuncahascumplidoa tiempo,yo me he retrasadoen misnegociosy no he podido hacer tantasmaldadescomodebía,segúnmi contrato.Por esome piden cuentaslosCírculosAbismales.¡Me hacena mí responsablede eso!¡Ésaesmi recompensapor haberfinanciadoa un sobrinoincompetentey perezoso,dejándomellevar por el apegoala familia! Si tienes un ápice de conciencia deculpabilidad,dameinmediatamentetu partede la recetaparapoderbebermeel ponchede los deseos.Es mi únicasalvación. Si no, te maldeciré con la maldición másterrible que existe: con la maldición de una tía ricasoltera.

Sarcasmosehabíalevantadocuanalto y esqueléticoera.Durantela peroratade Tirania, la puntade su narizhabía ido adquiriendo un color cada vez más verdoso.

—¡Detente! —exclamó, y levantó la mano enademándepararun golpe—.Detentey no hagasalgoqueluegote pesaría.Si es como tú dices,no nosquedaotroremedio que hacer causacomún. Porquecada uno denosotrostiene en sus manosal otro. Tambiénaquí haestado ese alguacil infernal, y yo seré secuestrado

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personalmentea medianochesi no saldo mi deudaenmateria de maldades.Navegamosen el mismo barco,querida,y nos salvaremosjuntos o juntos nos iremosapique.

Tirania, quese habíalevantadomientrashablabaelmago, miró a su sobrino y abrió los brazos.

—¡Muchachito —balbució—, déjame darte un beso!—Luego, luego —respondióevasivo Sarcasmo—.

Ahoratenemosquehaceralgomásurgente.Tenemosqueprocederinmediatamentey encomúna la preparacióndelfabuloso ponche genialcoholorosatanarquiarqueologica-vernoso.Luegolo beberemosalternándonos,un vasoyo,un vaso tú, y formularemos juntos nuestros deseos,primero yo, luego tú, luego otra vez yo...

—No —le interrumpió la tía—. Mejor, primeroyo,después tú...

—Podemos echarlo a suertes —propuso él.—De acuerdo —respondió ella.Y los dospensabanquemástardepodríanencontrar

algunatreta paraburlar al otro. Y los dos sabíanque elotro pensaba eso. No en vano eran de la misma familia.

—Entoncesvoy a buscarmi partedela receta—dijoél.

—Te acompaño,muchachito —respondió ella—.Confiar es bueno, pero controlar es mejor, ¿no te parece?

Sarcasmosalió presuroso,y Tirania le siguió consorprendente agilidad.

EN cuantoseextinguieronlos pasosdeambos,el

gatosaltódel contenedory rodópor el pavimento.Estabamareadoy sesentíamal. El cuervo,queno seencontrabamejor, lo siguió aleteando.

—Bien —graznó—. ¿Has oído todo?—Sí —dijo Maurizio.—¿Y has comprendido todo?—No —respondió Maurizio.—Puesyo sí —declaróel cuervo—. ¿Y quién ha

ganado la apuesta?—Tú —dijo Maurizio.—¿Y qué hay del clavo oxidado, colega?¿Quién

tiene que tragárselo?—Yo —dijo Maurizio. Y un pocoatropelladamente

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añadió—: ¡Qué le vamos a hacer! De todas formas,¡quiero morirme!

—¡Bobadas!—rezongóJacobo—.Era una broma.¡Olvídalo! Lo importantees que te hayasconvencidodeque yo tenía razón.

—Por eso quiero morir —respondióMaurizio congestotrágico—.Ningún caballerominnesíngersobrevivea una vergüenza como ésta. Tú no comprendes eso.

—¡Bah! Deja de hablar en ese tono altisonante—dijo Jacobo,irritado—. Paramorir no te faltarátiempo.Ahora tenemos algo más importante que hacer.

Y recorrió el laboratoriosaltandosobresusdébilespatas.

—Tienes razón. Lo aplazaré un poco —afirmóMaurizio—, porqueprimeroquierodecirle lo quepiensoa eseinfamesin escrúpulosal queantesllamabamaestro.Le escupirémi desprecioa la cara.Tiene que enterarsede...

—No harásnada —cacareóJacobo—.¿O es quequieres echar todo a rodar otra vez?

Los ojos de Maurizio brillaban furiosamenteresueltos.

—Yo no le temo. Tengo que mostrarle miindignación.De lo contrario,ni yo mismopodríamirarmea la cara. Debe saber qué opina de él Maurizio di Mauro.

—Sí, claro —dijo secamenteJacobo—. Eso leimportarámucho.¡Ahora,hazel favor de escucharmedeuna vez, fatuo tenor dramático! Esos dos no debenadvertir que sabemos qué se proponen.

—¿Por qué no? —preguntó el gato.—Porque mientras no sepan que lo sabemos,

tendremos alguna posibilidad de impedir todo.¿Entiendes?

—¿Impedir? ¿Cómo?—Por ejemplo, con... ¡Uf, no lo sé todavía!

Tendríamosque planear algo para que no terminen atiempo su ponchemágico.Podemoshacernosel loco ytirar el recipienteen que tienenel brebajeo..., bueno,yase nos ocurrirá algo. Tenemos que estar en guardia.

—¿Estar en qué?—No entiendesnada,muchacho.Tenemosqueestar

muy atentos, ¿comprendes? Hemos de observarcuidadosamentetodo lo quehacen.Poresoesprecisoqueellos no adviertanquenoshemosenteradode todo. Éstaes nuestra única ventaja, colega. ¿Tienesya clara ladirección del vuelo?

Voló y se posó sobre la mesa.—¡Ah! —dijo Maurízio—. Eso significa que el

futuro del mundo está ahora en nuestras zarpas.—Más o menos —respondió el cuervo mientras

revolvíacon las pataslos papelesde la mesa—.Peroyono diría zarpas.

Maurizio se engalló y murmuró como quien hablaconsigo mismo:

—¡Oh, unagranproeza!...El destinomellama...Un

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noble caballero como yo no se arredra ante el peligro...Tratabade recordarcómoseguíala famosa Aria de

los gatos, cuando Jacobo graznó súbitamente:—¡Oye, ven aquí!Había descubiertoel pergamino de Tirania, que

seguíaencimade la mesa,y lo examinóprimerocon unojo y luego con el otro.

El gato se colocó a su lado de un salto.—¡Mira, mira! —susurró el cuervo—. Si lo

arrojáramosal fuego, se acabaríatoda estahistoria delponchemágico.Tu mismo maestroha dicho que con lasegunda parte sólo no puede conseguir nada.

—¡Lo sabía!—exclamóMaurizio—. Estabasegurode que se nos ocurriría una idea fabulosa.¡Rápido! ¡Alfuego con él! Y cuando los dos truhanes lo esténbuscando, nos presentamos nosotros y les decimos...

—Queha sido el viento —lo interrumpióJacobo—.Les diremos eso si no nos queda otra salida. O, mejor, queno sabemosnadade nada.¿Creesque estoydispuestoadejar que esos dos acabenconmigo retorciéndomeelpescuezo?

—Eres un plebeyo —afirmó Maurizio,decepcionado—. No tienes ningún sentido de la grandeza.

—Es cierto —asintió Jacobo—.Por eso estoy aúnvivo. Ven. Échame una mano.

Cuandolos dos iban a ponersemanosa la obra, laserpientede pergaminose desenrollósúbitamentepor símisma y su parte delanterase irguió como una cobragigantesca danzando ante el encantador.

A los dos héroesse les heló inmediatamentelasangre,al uno debajode las plumas,al otro debajodelpellejo. Se abrazaron y contemplaron el final delpergamino, que, balanceándose, parecía mirarlosamenazadoramente desde arriba.

—¿Morderá? —musitó Maurizio temblando.—Ni idea —respondió Jacobo, y castañeteó

levemente.Antesde quecomprendieranlo queocurría,el rollo

de pergamino se enroscó alrededor de ellos en unmovimiento fulminante y los fue envolviendocadavezmás,hastaque se asemejarona un paquetedesdecuyapartesuperiormirabanatónitasunacabezade gatoy unacabeza de cuervo. Los dos estaban inmovilizados yapenaspodíanrespirar.La envolturaseiba apretandomásy más.

El gato y el cuervoluchabancon todassusdébilesfuerzas, pero el pergamino no se rasgaba.

—¡Ay! ¡Oh! ¡Uf! —era lo único que lograbanproferir.

De pronto, resonó la voz ronca de Sarcasmo:

¡Espíritu maligno! ¡Fantasma enmascarado,a la orden del maestro,retrocede presto!

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En esemismo momento,la serpientede pergaminose desenroscó,dio algunosrespingosy quedó tendida,inerte como una larga tira escrita.

-M IS más rendidas gracias. Excelencia

—jadeó Jacobo—. ¡Ha faltado poco!Maurizio ni siquierapudohablar,primeroporquele

dolíantodoslos huesos,pero tambiénporquelo dejó sinhabla el hecho de que les hubiera salvado la vidaprecisamenteSarcasmo,del que queríavengarsecon sumás profundo desprecio. Su corto entendimientoeraincapaz de afrontar semejantes complicaciones.

Entonces apareció Tirania detrás del mago.—¡Por todoslos tributos! —exclamó—.Pobrecitos,

¿os habéis hecho daño?Le acarició la cabeza al cuervo.También el mago le pasó al gato la mano por el lomo

y le dijo en tono bondadoso:—Escucha.Lo que hay aquí no son juguetes.En

realidad, tú deberíassaberlo, Maurizio di Mauro. Nopodéis tocar nada sin mi permiso. Son cosas muypeligrosas.Podríapasarosalgo, y esopondríamuy, muytriste a tu buen maestro.

—Blablablá—musitóel cuervoconun graznidocasiimperceptible.

El mago y la bruja intercambiaronuna miradarápida. Luego, ella preguntó:

—Jacobito,mi queridocuervo,¿cómoes que estásaquí?

—¡Oh, madam! —respondióJacobocon gesto deinocencia—. He querido anunciar su visita.

—¿Sí? Pero yo no recuerdohabértelo ordenado,avecilla.

—Lo he hechopor mi propiacuenta.He creídoqueustedqueríaahorrarmeesamolestiapor el mal tiempoypormi reumaticismo, peroyo queríatenerestaamabilidadcon usted.

—Está bien, está bien. Has sido muy amable,Jacobito.Peroen el futuro serámejor queme preguntesantes.

—¿Hemetido la pataotra vez?—preguntóJacobo,compungido—. ¡Oh, soy realmente un cuervo calamitoso!

—Dime —preguntóel magodirigiéndoseal gato—,

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¿dónde habéis estado metidos todo el tiempo, pillines?Maurizio iba a contestar,pero el cuervo se le

anticipó rápidamente:—El repugnante devorapájaros ha querido

enchiquerarmeen su habitación,Excelencia;pero yo mehe escapadoy he bajadocorriendoal sótano.Luego halogrado atraparmey me ha encerradoen un cajón queapestaba.Yo he protestadoallí durantehoras,porqueesono son modales,y así no se trata a ningún huésped,yentoncesél ha abiertoy me ha dicho quecerrarael picoporque,si no, me meteríaal horno como a un pollo deasador,y entoncesyo le he dadounatorta, y luegosehaarmadounatrifulca, y derepenteestábamosotravezaquí,no sé cómo, y entoncesesaestúpidaserpientede papelnos ha envuelto durantela riña y entoncesha llegadousted,por suerte.Peroesegato,perdonenquelo diga,esegatodeberíaestarenunajaula,allí esdondedeberíaestar,porqueesmuy peligroso,unabestiasangrienta,esoesloque es.

Maurizio habíaescuchadoel torrentedepalabrasdelcuervo con los ojos como platos. Había intentadointerrumpirlo un par de veces,pero afortunadamentenohabía tomado la palabra. Ahora le dijo Sarcasmosonriendo:

—¡Bravo, bravo, mi valiente caballero! Pero enadelante tenéis que llevaros bien. ¿Me lo prometéis?

—¡Hastaahípodíamosllegar! —graznóel cuervo,yle volvió la espaldaal gato—.Yo no puedollevarmebiencon uno que me llama pollo de asador.Antes tiene queretirar esa palabra.

—Pero... —objetó Maurizio.Sin embargo, la bruja lo interrumpió:—¡No hay peros que valgan —dijo con voz

meliflua—. Tenéisque ser amigoslos dos, pillines. Mifamososobrino y yo hemosideadoalgo exquisito paravosotros.Si osestáisquietecitosy oslleváisbien,podréiscelebrarconnosotrosla fiestadeSanSilvestre.Serámuydivertido, ¿verdad, muchachito? Sí, sí, lo será.

—Sin duda—respondióSarcasmocon una sonrisaambigua—.Habrásorpresasmagníficas,siempreque osportéis bien.

—Si no hay más remedio —rezongó Jacobo—,haremos las paces, señor barón. ¿De acuerdo?

Rozócon el ala a Maurizio y ésteasintiócon ciertoaire de necedad.

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ENTRETANTO, la bruja había enrollado otra

vez la serpientede pergamino.Ahora,el magosacóde lamanga de su bata un rollo que parecía exactamente igual.

—Ante todo, Titi —declaró—, tenemos quecomprobara título de ejemplosi las dos partesestabanoriginariamenteunidas.¿Conocesla fórmula y sabesquétienes que hacer?

—Está todo claro —respondió ella.Luego, dijeron a dúo:

Por la fuerza de sesenta y seis pentagramas del revés se muestran falsas o reales partes que del conjunto nacen. ¡Fórmula de la oscura noche, enséñame tu poder sin límite! Bajo el rayo y las llamas, ¡únete! ¡Preparados... Listos... Ya!

En el mismoinstantelanzaronlos dosal airesurollode pergamino.Un relámpagoterrible y cegadorcruzó elrecinto,y el airedela habitacióncentelleóconmillaresdeestrellitascomo si hubiera estalladouna bengala.Peroesta vez no se oyó ningún ruido.

Como atraídospor una increíble fuerzamagnética,los extremosde lasdosparteschocaronel unoconel otroy seunierontan perfectamentey sin rastrosde adhesivoscomo si nunca hubieran estado separados.

Bajo el techodel laboratorioflotabaunaserpientedepergaminoque medía unos cinco metros y descendíalentamente hacia el suelo con amplios y pausadosmovimientos ondulatorios.

El mago y la bruja asintieron, satisfechos.—Y ahora —dijo Sarcasmodirigiéndose a los

animales— tenéis que dejarnos solos un momento.Vamos a preparar la fiesta de San Silvestre y no osnecesitamos.

Conla secretaintencióndeimpedirqueel ponchedelos deseosestuvieraa punto antesde las doce, Jacobopidió y suplicó que se le permitiera quedarseallí yprometióqueno molestaríalo másmínimo. Maurizio seunió a su petición.

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—Aquí no tenéis nada que hacer, bribonzueloscuriosos —dijo Tirania—. Nos estáis importunandoconstantementecon vuestraspreguntas.Además, tieneque ser una sorpresa para vosotros.

Comolassúplicasy los consejosno servíandenada,la brujacogióal cuervoy el magoal gato.Los llevaronala habitación de Maurizio y los dejaron allí.

—Podéis echar una siestecita —sugirióSarcasmo—paraqueluegono oscanséisdurantela fiesta.Sobre todo tú, gatito.

—O podéisjugar un rato al ovillobol paramatareltiempo —añadió Tirania—. Lo importante es que osportéisbien y no volváis a reñir. Cuandoestétodo listo,vendremos a llamaros.

—Y para que no miréis antesde tiempo y nosagüéis la fiesta a nosotros y a vosotros —prosiguióSarcasmo—, os vamos a encerrar hasta que llegue la hora.

Cerróla puertay dio la vueltaa la llave desdefuera.Sus pasos se alejaron.

JACOBO Osadíasrevoloteabasobre el respaldo

del sofá de felpa, de cuya tapicería salían algunosmuelles,porqueel gatohabíaafiladoallí susuñasmuchasveces.

—¡Ya ves!—graznóirritado—. Los dossuperespíasestamos aquí sentados esperando candidamente.

Maurizio habíacorrido inicialmentehaciasu lujosacama con dosel; pero luego, aunque se sentía másenfermoy cansadoque nunca,habíatomadola heroicadecisión de no meterse en ella. La situación erademasiado grave como para pensar en dar una cabezadita.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó perplejo.—¿Quequéhacemosahora?¡Unaimpresiónpenosa,

esoes lo quehacemos!¡Pasóla oportunidadde evitar lacatástrofe! Por algo digo yo que:

En el futuro las cosas irán a peor y el desastre será aún mucho mayor.

Y es verdad,porquerima. Esto va a tener un malendesenlace.

—¿Por qué repites eso constantemente?—se

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lamentó Maurizio.—Ésaesmi fielosofía—declaróJacobo—.Hay que

contarsiemprecon lo peor,y luegohay quehacercontraello todo lo que se pueda.

—¿Y qué podemos hacer? —preguntó Maurizio.—Nada —admitió Jacobo.Maurizio se hallaba delantede la mesita baja, y

desde ella lo atraían la nata dulce y otros bocadosexquisitos. Le costó un esfuerzo enorme, pero logróvencer la tentación porque conocía muy bien losperniciosos efectos que ese alimento ejercía sobre él.

Hubo un largo silencio.Sólo la tempestadde nievesilbaba alrededor de la casa.

—Te voy a confesarunacosa,gatito —dijo por finel cuervo—. Estoy harto de ser agentesecreto.Nadiepuedeexigirme que ejerzaesaprofesión.Es superioramis fuerzas de cuervo. Lo dejo. Abandono.

—¿Precisamenteahora?—preguntóMaurizio—. Nopuedes hacer eso.

—Claro que puedo —respondió Jacobo—. Noquieroseguir.Quierovolver a llevar unavida normaldevagabundocomoantes.¡Ojaláestuvieraahoraal calordelnido con mi Ramona!

Maurizio se sentó y levantó la vista hacia él.—¿Ramona? ¿Por qué precisamente Ramona?—Porquees la que más lejos está —dijo Jacobo,

apesadumbrado—, y eso es lo que yo querría ahora.—Mira —replicó Maurizio trasun brevesilencio—,

tambiényo preferiríarecorrerpaíseslejanosy enternecercon mis cancionestodoslos corazones.Perosi esosdostruhanesdestruyenestanocheel mundo con su magia,¿quévida de minnesíngerhabríaluego, si es que quedavida?

—¿Y qué? —graznó airado Jacobo—. ¿Quépodemoshacer nosotrosfrente a eso?¿Porqué no sepreocupaningún otro, por ejemplo, allá arriba, en elcielo? Me gustaríasaberuna cosa:¿por qué tienen losmalostantopoderenel mundoy los buenosnuncatienennadamásque,a lo sumo,reumaticismo?Esono esjusto,gatito. Ahora me declaro en huelga.

Y metió la cabezadebajodel ala parano ver ni oírnada.

Esta vez hubo un silencio tan prolongadoque elcuervo miró por debajo del ala y dijo:

—Al menos podrías contradecirme.—Tengo que reflexionar sobre lo que has dicho

—respondió Maurizio—. Porque mi postura escompletamentedistinta. Mi bisabuelaMía, que era unaanciana gata muy sabia, decía siempre: «Si puedesentusiasmartepor algo,hazlo;si no puedes,duerme».Yotengoquepoderentusiasmarme;por esoprocurosiempreimaginarmela mejor de todaslas posibilidadesy, luego,hacer todo lo posible por alcanzarla. Pero,desgraciadamente,yo no tengo tanta experienciade lavidani tantotalentoprácticocomotú. Enotro caso,seme

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ocurriría algo que pudiéramos hacer.El cuervosacóla cabezade debajodel ala, abrió el

pico y volvió a cerrarlo.Esteinesperadoreconocimientopor parte de un artista famoso pertenecientea unaantiquísimaestirpedecaballerosnobleslo dejósin habla.En todasucasquivanavida decuervono le habíaocurridonada semejante.

Carraspeó.—¡Hummm...! Bueno —cacareó—.En todo caso,

unacosaessegura:mientrasestemossentadosaquí,no searreglaránada.Tenemosquesalir. Pero¿cómo?La puertaestá cerrada. ¿Se te ocurre algo?

—Tal vez pueda abrir la ventana —propusoMaurizio, solícito.

—¡Inténtalo!—¿Para qué?—Tenemosque ponernosen camino, en un largo

camino, probablemente.—¿Hacia dónde?—En busca de ayuda.—¿Ayuda? ¿Del Consejo Supremo?—No. Para eso es ya demasiadotarde. Cuando

llegásemosallí y el Consejo pudiera tomar algunamedida,habríapasadoya la medianoche.Eso no tieneningún objeto.

—¿Quién otro puede ayudarnos?Jacobose rascó pensativamentela cabezacon la

garra.—Ni idea. Quizá ahora sólo pueda salvarnosun

pequeño milagro. Es posible que el destino tengacompasión,aunque,segúnmi experiencia,no hay queconfiar mucho en eso. De todos modos, podemos probar.

—Esoespoco—dijo Maurizio lúgubremente—.Poreso no puedo entusiasmarme yo.

Jacobo asintió sombríamente.—Tienes razón. Aquí no hace frío. Pero mientras

sigamos acurrucados aquí, no tenemos ningunaoportunidad.

Maurizio reflexionóun instante,tomó impulso,saltóa la repisa y abrió la ventana con algún esfuerzo.

Entró un torbellino de nieve.—¡Vamos! —graznó el cuervo, y salió volando.

Atrapado por una ráfaga de viento, desaparecióinmediatamente en la oscuridad.

El pequeñoy barrigudogatohizo acopiode todo suvalor y saltó detrásde él. Cayó desdebastantealtura ychocócontraun ventisquero,quesecerrópor encimadeél. Con grandes fatigas, logró salir pataleando.

—Jacobo Osadías, ¿dónde estás? —maullóangustiado.

—¡Aquí! —oyó que decía cerca la voz del cuervo.

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EN cualquier tipo de magia es importante

conocer las fórmulas adecuadas,disponer de losaccesoriosadecuadosy llevar a cabola acciónadecuadaenel momentoadecuado;perotambiénesimportantequeuno sehalle en la actitud interior adecuada.El estadodeánimoenqueseencuentraunohadeestarenconsonanciacon la obraquesepropone.Además,estorige tantoparala magia mala como parala buena(que tambiénse da,aunquequizá con menos frecuenciaen nuestrosdías).Paraobteneralgo buenopor procedimientosmágicosseprecisaunadisposiciónde ánimo entrañabley armónica,mientrasqueparahaceralgomaloserequiereunaactitudde odio y confusión.

Y precisamentedeesosehabíanocupadoentretantoel mago y la bruja.

El laboratorio brillaba con el frío resplandordeinnumerablesproyectoreseléctricos, lámparasy tubosfluorescentes,que relampagueabany centelleabandesdetodos los rincones.El recinto estaballeno de vapores,pues de varias palanganashumeantessurgían nubesdensasdedistintoscoloresquesearrastrabanpor el sueloy luego ascendíanjunto a las paredes,formandofigurasgrotescasy rostrosdetodoslos tipos,grandesy pequeños,queluegosedeshacíanparaadoptarinmediatamenteunaforma nueva.

Sarcasmoestaba sentado junto a su armonio ypulsabalas teclascon gestosampulosos.Los tubos delinstrumento estabanhechos con huesos de animalestorturadoshastala muerte. Los más pequeñoseran depatasdegallinas;los mayores,depatasde focas,perrosymonos; los más grandes, de patas de elefantes y ballenas.

La tía Tirania se hallaba junto a él y pasabalaspáginas. Cuando cantaron juntos la coral C02 delCancionero de Satanás el efecto fue bastanteescalofriante:

La octava campanada desata el nudo del mal. ¡Verdad, razón, sentido, hacia el abismo marchad! Caóticas mis palabras mendaces fluyen ya:

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Mentira es el futuro y falso lo real.

Espíritu y Natura desorden conocerán. Capricho es el sentido; capricho la libertad.

Quien mate su conciencia tendrá el poder total. ¡Gran enseñanza es ésta del arte de hechizar!Rompamos las cadenas.Juremos conjurar. ¡Arriba la locura! ¡Viva lo irracional!

Y a cada estrofa seguía el estribillo:

¡Ponche embrujado, bulle, bulle! ¡Mágico hechizo, fluye, fluye!

Éseerael coro.No esextrañoqueel magoy la brujano quisieranpermitir quelos animalesfuerantestigosdelacto. En todo caso,ellos se hallabanen la disposiciónadecuada para su obra.

—En primer lugar —declaróSarcasmo—,tenemosque hacer un recipiente idóneo para el ponche.

—¿Hacer?—preguntó Tirania—. ¿No tienes unamala ponchera en tu vajilla de soltero?

—Queridatía —dijo despectivamenteSarcasmo—,no tienesni ideadebebidasalcoholorosatánicas.Ningunaponcheradel mundo,aunqueestuvieratalladade un solodiamante,podríaresistirel procesonecesarioparanuestraobra.Saltaríaen pedazos,o se fundiría, o se evaporaríasin más.

—¿Qué hacemos entonces?El mago sonrió con aire de superioridad.—¿Has oído alguna vez hablar del fuego frío?Tirania negó con un movimiento de cabeza.—Entonces,prestaatención.Ahora puedesaprender

algo, Titi.Fuea unaalacenay sacóunaespeciede gigantesco

tubode sprayy seacercóconél a la chimenea,en la queen ese momento ardía el fuego en grandes llamaradas.

Mientras hacía que algo invisible sisearaen lasllamas, dijo:

Aire, brasas, llamas en el tiempo danzan. Su salvaje titilar resplandece en el hogar.¡Pieles de salamandra! Por la fuerza del pasado, aire, brasas, llamas, ¡quedaos rígidos, helados!

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Al instante, el fuego dejó de llamear, se quedóparado,absolutamenteinmóvil, y adquirió el aspectodeuna extraña planta con muchas hojas dentadasqueemitían fulgores verdes.

Sarcasmometió las manossin protecciónalgunayfue cogiendo una hoja tras otra hasta que reunió unbrazado.Apenashabíaacabadoderealizarestaoperacióncuandose encendióen la chimeneaun fuego nuevo ycomenzó a danzar como antes.

El magosedirigió a la mesaquehabíaen el centrodel laboratorioy colocó allí las rígidashojascristalino-verdescomo las piezasde un puzzle. Donde los bordesdentadosencajabanperfectamente,las hojassefundieronal instanteen un solo bloque. (En cualquier fuego, lasdiferentes formas de las llamas, si se ensamblaran,constituirían siempre un todo, sólo que cambianconstantementey con tanta rapidez que es imposibleobservarlo a simple vista.)

Bajo las expertas manos de Sarcasmo surgiórápidamenteuna bandejaplana,a la que luego le pusoparedeslaterales,hastaquepor fin aparecióun recipienteredondoy doradoquepodíatenerun metrodealturay dediámetro.El recipientebrillaba conunaluz verdosay, dealgún modo, parecía irreal.

—Bueno—dijo el mago,y selimpió los dedosenlabata—. Esto ya está. Tiene buena pinta. ¿No te parece?

—¿Y crees que no se romperá? —preguntó la bruja.—De eso puedes estar segura.—BelcebúSarcasmo—dijo la vieja con unamezcla

de envidia y admiración—, ¿cómo lo has hecho?—Es difícil que comprendas estos procesos

científicos, querida tía —respondióél—. El calor y elmovimiento no se dan sólo en el tiempo que discurrepositivamente.Si se esparcensobre ellos momentosnegativos o partículas antitiempo, se anulanrecíprocamente,y el fuegopasaa serrígido y frío, comohas visto.

—¿Y es posible cogerlo?—Naturalmente.La bruja pasó cautelosamentela mano por la

superficie del enorme recipiente y preguntó:—¿Podrías enseñarme a mí todo eso?Sarcasmo sacudió la cabeza.—¡Secreto empresarial!

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EL ParqueMuerto, que rodeabaVilla Pesadilla,

no era especialmentegrande.Aunque se hallaba en elcentrode la ciudad,casi ninguno de los vecinosde losalrededoreslo habíavisto, porqueestabacircundadoporun muro de piedra de tres metros de altura.

Pero los magospuedenponer también obstáculosinvisibles, hechos,por ejemplo, de olvido, aflicción oconfusión.Así, Sarcasmohabíalevantadoalrededordesufinca una barrera invisible de angustia y temor quediscurríapor fueradel muro de piedray queimpulsabaalos curiososa alejarserápidamentedeallí y a no ocuparsede lo que había al otro lado del muro.

Sólo en un punto había una puerta alta de rejasoxidadas.Perodesdeallí no sepodíacuriosearel interiordel parque, porque impedía la visión un espeso yenmarañadosetode gigantescosespinosnegros.Éstaerala puerta que usaba Sarcasmocuando salía en sumagomóvil, cosa que ocurría pocas veces.

El Parque Muerto había estado poblado en otrotiempo —cuando todavía no se llamaba así— pormultitud de árbolesmaravillosamentebellos y arbustospintorescos:peroahoraestabantodossin hojas,y no sóloporque era invierno. Durante decenios,el mago habíahecho con ellos experimentos científicos, habíamanipuladosu crecimiento,habíaatrofiadosu capacidaddereproducción,leshabíaextraídolassustanciasvitalesyhabíaterminadopor someterlosuno tras otro al martiriodefinitivo. Ahorasóloselevantabanhaciael cielo algunasramassecasy deformesque parecíanpedir ayuda congestodolorosoantesde su final, sin que nadie hubieraescuchadosus gritos silenciosos.En el parqueno habíapájaros desde hacía tiempo, ni siquiera en verano.

El gato avanzabahundiéndoseen la nieve, y elcuervo lo seguíaa saltitos y con vuelos cortos, perocuando volaba el viento lo derribaba de cuando encuando.Los dos recorríanel caminoen silencio porquenecesitaban todas sus fuerzas para seguir adelante.

El alto muro de piedra no habría constituido unproblemaparaJacobo.perosí paraMaurizio. Peroel gatoseacordóde la puertade rejas,por la quehabíaentradoen su momento. Los dos se deslizaronpor entre losbarrotes forjados en espiral.

La barrera invisible de angustia no les planteó

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especiales dificultades, pues estaba construidaespecíficamentecontra los hombresy formada por elmiedoa los fantasmas.Es decir: cuandoentrabanen esazona, hasta los escépticosmás recalcitrantescreíansúbitamente en los fantasmas y tomaban las deVilladiego.

Tambiénmuchosanimalescreenen los fantasmas;pero los gatosy los cuervossonlos quemenoscreenenellos.

—Dime,Jacobo—preguntóMaurizioenvoz baja—,¿crees que hay espíritus?

—Claro —respondió Jacobo.—¿Has visto alguno en alguna ocasión?—Yo, personalmente,no —dijo Jacobo—.Pero,en

tiemposantiguos,todami parentelaseacurrucabaen lospatíbulosenquesebalanceabanlos ahorcados.O anidabaen los castillos encantados.Y allí había cantidad deespíritus,muchosespíritushabíaallí. Y nadietuvo nuncaproblemascon ellos. Al contrario,con algunostuvieronmis gentes una buena amistad.

—Ya —dijo Maurizio armándosede valor—. Lomismo les ocurrió a mis antepasados.

Así, cruzaron la barrera y llegaron a la carretera.Las ventanasde las casas estabanfestivamente

iluminadas,puestodaslas familiascelebrabanla tardedeSan Silvestre o se preparabanpara la divertida fiesta.Apenaspasabancoches,y aún eranmenoslos peatonesque.con pasoapresuradoy el sombrerometidohastalasorejas, se dirigían a alguna parte.

En la ciudadnadiebarruntabala hecatombeque seestabapreparandoen Villa Pesadilla.Y nadieobservóalbarrigudo gato y al maltrecho cuervo que se habían puestoen camino hacia un lugar impreciso para buscar lasalvación.

Al principio meditaron si debían dirigirsesimplemente a alguno de los transeúntes. Peroinmediatamenterechazaronsemejanteidea porque, enprimer lugar, era poco probablequeunapersonanormalentendierasusmaullidosy graznidos(quizáselimitaría acogerlosy encerrarlosen unajaula) y, en segundolugar,sabían que había pocas esperanzas de éxito si los animalespedían ayuda a los hombres. Eso estaba más quecomprobado.Incluso en los casosen que escucharlosgritos de socorrode la naturalezahabría redundadoenbeneficiode los propioshombres,éstosse habíanhecholos sordos.Habíancontempladolas lágrimasdesangredemuchos animales, y se habían limitado a seguircomportándose como antes.

No, de los hombresno cabíaesperaruna salvaciónrápida y decidida.Pero, entonces,¿dequién?JacoboyMaurizio no lo sabían.Simplemente,seguíancaminando.Por la carretera,sin tráfico ni capade nieve,les resultabaun poco más fácil; sin embargo, avanzaban muylentamentecontra la tempestadde nieve y aire, que lessoplabadefrente.Peroquienno sabeadondeva tampoco

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suele tener mucha prisa.Trascaminarun buenratoensilencio,Maurizio dijo

en voz baja:—Jacobo,tal vez seanéstaslas últimas horas de

nuestrasvidas. Por eso tengo que decirte algo. Jamáshubieracreídoqueun día llegaríaa hacermeamigodeunpájaro,y muchomenosde un cuervo.Pero ahoraestoyorgullosode haberencontradoun amigo tan perspicazycontantaexperienciadela vida comotú. Sinceramente,teadmiro.

El cuervo carraspeó,un poco violento, y luegorespondió con voz ronca:

—Tampocoyo habría pensadonunca que un díatendríaun auténticocompinchequeesun artistafamosoy, además,un pollo pera. No puedo expresarlobien.Nadie me ha enseñadobuenas manerasni palabraselegantes.¿Sabes?Yo sólo soy un vagabundocorriente,un día aquí y otro día allí, y así me he ido abriendocaminoen la vida. Yo no tengotantasletrascomotú. Eldesvencijadonido enquesalí del cascaróneraun nido decuervomuy corriente,y mis padreseranunospadresdecuervomuycorrientes,demasiadocorrientestal vez.A mínadie me ha tenido un cariño especial,ni siquiera yomismo.Y en músicano soy nadie.Yo no he aprendidoninguna canción hermosa. Pero a mí me parecemaravilloso que alguien sea capaz de eso.

—¡Oh, Jacobo,Jacobo!—exclamóel pequeñogato,y a duraspenaspudo disimular que estabana punto desaltárselelas lágrimas—.Yo no desciendodeunaantiguaestirpede caballerosnobles,y mis antepasadostampocoerandeNapóles.A decirverdad,ni siquierasédóndeestáesaciudad.Y tampocome llamo Maurizio di Mauro.Esomelo heinventadoyo. En realidadmellamo simplementeFélix. Tú sabesal menosquiénesfuerontuspadres.Yo nisiquieraséesoporquecrecíen un húmedoagujerode unsótanoentregatoscallejerosasilvestrados.Allí hacíademadrea vecesuna y a vecesotra, segúnvenía o segúnquién quería en cadamomento.Los otros gatitos eransiempremucho más fuertesque yo cuandoluchábamospor la comida. Por eso me he quedadotan pequeñoytengoun apetitotan grande.Y tampocohesido nuncaunminnesínger famoso. Jamás he tenido buena voz.

Hubo un largo silencio.—Entonces,¿porquécontabastodoeso?—preguntó

Jacobo, pensativo.El gato reflexionó.—No lo sé muy bien —reconoció—.Era el sueño

demi vida.¿Entiendes?¡Me hubieragustadotantoserunartistafamoso,esbelto,guapoy elegante,depiel blancaysedosa,y conunamaravillosavoz! Uno deesosa quienestodos aman y admiran.

—¡Hummm! —murmuró Jacobo.—Era sólo un sueño—prosiguióel gato—,y en el

fondo yo siempre sabía que nunca podría hacerserealidad.Por esome he comportadocomo si fuera todo

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eso. ¿Crees que ha sido un pecado grave?—Ni idea —graznó el cuervo—. De pecadosy

pamplinas pías no entiendo nada.—Pero ¿estás enfadado ahora conmigo por eso?—¿Enfadado?¡Qué tontería! Un poco chiflado sí

quemeparecequeestás.Perono importa.A pesardeeso,eres un tipo excelente.

Duranteun momento,el cuervo posósu maltrechaala sobre los lomos del amigo.

—Y pensándolo bien —prosiguió luego—. tunombre no me desagrada; al contrario.

—No, yo me refiero a que no soy un cantor famoso.—¡Quién sabe! —dijo el cuervo, pensativo—.He

conocido casos en que ciertas mentiras se hicieronverdaderas y, entonces, dejaron de ser mentiras.

Félix miró de soslayoa su compañerocon gestodeinseguridadporqueno habíacomprendidobien lo queelcuervo acababa de decir.

—¿Creesque aúnpuedollegar a serlo?—preguntócon los ojos muy abiertos.

—Si vivimos el tiempo suficiente... —respondióJacobo, más bien para sí mismo.

El gato prosiguió, excitado:—Ya te he habladode mi abuelaMía, la anciana

gatasabiaque tantascosasmisteriosassabía.Vivía connosotrosen el agujerodel sótano.Ahora estáya con elGran Gato del cielo como todos los demás,exceptoyo.Pocoantesde morir me dijo algo: «Félix, si realmentequieres ser un día un gran artista, tienes que conocer todoslos abismosy cumbresde la vida, puessólo quien losconocepuedeenternecertodos los corazones».Eso medijo ella. Pero ¿puedes explicarme tú a qué se refería?

—Bueno —respondiósecamenteel cuervo—. Losabismos ya los has vivido bastante en tu propia carne.

—¿Tú crees? —preguntó aliviado Félix.—Claro—graznóel cuervo—.No esfácil descender

a abismos más profundos. Ahora sólo te faltan lascumbres.

Y siguieronavanzandoensilencioentrela nievey elviento.

Lejos, al final de la carretera,se recortabasobreelcielo nocturno la torre de la gran catedral.

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ENTRETANTO, en el laboratorio el trabajo

estaba en plena marcha.El primer paso que había que dar era reunir las

diferentessustanciasnecesariaspara elaborarel ponchegenialcoholorosatanarquiarqueologicavernoso.Las largastiras de pergamino estaban desenrolladassobre elpavimentoy sujetascon libros paraqueno seenrollarande nuevo.

Tras estudiardetenidamente,una vez más,el mododeempleo,Sarcasmoy Tiraniacomenzaroncon la recetapropiamentedicha. Los dos estabaninclinadossobreeltexto y descifrabanlo queallí habíaescrito.Paraun no-mago, la empresahabríasido absolutamenteimposible,pues se trataba de una escritura cifrada enormementecomplicada,del llamado«códigoinfernal».Perolos dosconocíande pe a pa el modode descifrarlo.Además,lasindicacionessobrelas sustanciasbásicasnecesariaseranbastante inteligibles al principio.

Escrito en nuestrocódigo,el comienzode la recetadecía así:

Cuatro dañinos elementosmanan de las fuentes del infierno:el cocitus, el axerón,el stix y el pirifligitón.Hielo y fuego, veneno y cieno,de cada uno cien gramos al menos.Remuévase y agítese con rabiay se obtendrá una mezcla extraordinaria.

Comocualquiermagode laboratoriobien equipado,Sarcasmotenía provisiones suficientes de los cuatroelementosbásicos. Mientras los reunía y, luego, losmezclaba cuidadosamenteen una coctelera especial,Tirania leyó en voz alta el punto siguiente:

A continuación, dinero licuado: más de diez mil táleros plateados, que a los pobres se ha robado en la tierra, de cabo a rabo. Del capital líquido, tres cuartos de litro. Mézclese con ardor y obsérvese el color.

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Comoesnatural,la bruja conocíala forma de licuarel dinero.A los pocosinstantesbrillabanen la poncherade fuego frío tres cuartosde litro. Un resplandordoradose esparció por todo el recinto.

Luego, Sarcasmovertió el líquido infernal de lacoctelera,y se apagóel resplandor.La poción estabaahoraoscuracomo la noche;pero de vez en cuandolacruzabanrelámpagosque parecíanarteriaspalpitantesyvolvían a desaparecer inmediatamente.

La tercera instrucción decía:

Cójanse lágrimas de cocodrilo en cantidad más que suficiente, y déjeselas fluir con mucho tino mientras en la victima se piense. Tras remover con pasión, añádase el brebaje lloroso a la anterior poción, hasta conseguir un caldo rojo.

Naturalmenteesto ya era algo más difícil porque,como ya se ha dicho, los magosy las brujas malos nopueden derramar lágrimas, ni siquiera falsas. Perotambién en este caso encontró Sarcasmo una solución.

En efecto, recordó que había almacenadoen subodegavarias botellasde lágrimasde cocodrilo de unaañadamuy aceptable.Selashabíaregaladoañosantesunjefe de Estadoquefigurabaentresusmejoresclientes.Elmagobajó a la bodega,cogió las botellas,queeransiete,vertió su contenido en el mejunje negro, lo agitóenérgicamente,y el líquido secoloreóde nuevoy sefueenrojeciendo poco a poco hasta quedar como la sangre.

Y así siguieronadelante:unasvecesera Sarcasmoquien sabía lo que había que hacer, y otras Tirania.Impulsadospor sumalavoluntadcomún,cooperabancontanta facilidad como si no hubieranhechootra cosaentoda su vida.

Sólo una vez se produjo un altercado: cuandollegaron a un pasaje que decía así:

Utilícense sesos en igual número a la mitad del largo del color preferido. ¡Procúrese que no haya equivocaciones en el momento de medir las porciones!

Los dos sabían perfectamentecómo se mide lalongitud de un color. Ahí no habíaningún problema.Ladivergenciasurgióenquécolorpreferidodebíaregiraquí.Tiraniainsistíaenqueteníaqueserel suyo,porquea ellale pertenecíala partedel pergaminoen queseencontrabala instrucción.Sarcasmo,por su parte,seempecinabaenquesólo podíatratarsede su color preferido,puestoquetodo el experimentose desarrollabaen su laboratorio.Probablementeno se habrían puesto de acuerdo tan

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pronto sobreesepunto si no hubierancomprobadocongran alivio que la mitad del amarillo azufre eraexactamenteigual de larga que la mitad del verdecardenillo. Así se resolvió también este problema.

Peronadieesperaráen serioencontrarimpresaaquíla lista de todoslos ingredientesnecesariosparaprepararel ponche genialcoholorosatanarquiarqueologicavernoso.La razónde queseapreferiblerenunciara ello no residesólo en queesalista completaalargaríamásde lo debidola presentehistoria,sino tambiénen unapreocupacióndemayorpeso:no puedepreversedeantemanoa quémanosirá apararun libro comoéste,y no debemoshacera nadiecaeren la tentaciónde ponersea fabricar por su cuentaesta diabólica bebida.Ya hay en el mundo demasiadagente de la calaña de Sarcasmoy Tirania. Por esopedimosal lectorsensatoquecomprendaqueaquíhasidopreciso pasar por alto la mayoría de los datos.

JACOBO Osadíasy Félix estabansentadosal pie

dela torredela catedral,queselevantabaenel cielo delanochecomo una gigantescaparedrocosacon múltiplessalientes.Los dos tenían la cabezamuy levantadaymiraban en silencio hacia arriba.

Al cabo de un rato, el cuervo carraspeó.—Allí arriba —dijo— vivía en otro tiempo una

lechuzaqueeraconocidamía.SellamabahermanaBubú.Era unaancianasimpática.Teníaideasun pocoextrañassobreDios y el mundo;por esopreferíavivir sola y nosalía más que de noche. Pero sabía un montón de cosas. Siestuviera aún aquí, podríamos pedirle consejo.

—¿Pues dónde está ahora? —preguntó el gato.—Ni idea. Emigró porque ya no aguantabala

contaminación.Siempre fue un poco melindrosa. Esposible que haya muerto hace tiempo.

—Es unalástima—dijo Félix. Y al cabode un ratoañadió—:Tal vez la molestabanlos toquesde campana.Allí arriba, tan cerca, tienen que ser increíblementefuertes.

—No creo—opinó Jacobo—.El toquedecampanasno ha molestado nunca a una lechuza.

Y luego repitió pensativo:—El toque de campanas...,espera...,el toque de

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campanas.Súbitamente dio un salto y chilló a voz en grito:—¡Eso es! ¡Ya lo tengo!—¿Qué? —preguntó asustado el gato.—Nada—respondióJacobo,denuevoenvoz baja,y

metió la cabezaentre las alas—. No sirve. No tieneningún sentido. Era una tontería. Olvídalo.

—¿Qué? ¡Dilo!—Me acaba de venir una idea.—¿Qué idea?—Bueno,hepensadoqueseríaposiblehacerquelas

campanasde San Silvestresonaranantes,ahoramismo,¿entiendes?Así el ponchemágico perderíasu poderdeinversión.Porqueellos mismoshan dicho que el primertoque del repique de Año Nuevo bastapara eso. ¿Lorecuerdas?Así, desusdeseosengañososno saldríanmásque cosas buenas. Eso es lo que pensaba.

El gato miró perplejo al cuervo. Le costó un ratocomprender. Pero, luego, sus ojos comenzaron a brillar.

—Jacobo—dijo con admiración—,JacoboOsadías,viejo amigo,creoqueeresrealmenteun genio.¡Ésaeslasalvación! Por eso puedo entusiasmarme de verdad.

—Estaríabien—rezongóhurañoJacobo—.Sóloqueno es posible.

—¿Pero por qué no?—Bueno, ¿quién va a tocar las campanas?—¿Quién?¡Tú, naturalmente!Vuelasahoramismoa

la aguja de la torre y tocas. Eso es un juego de niños.—¡Sí. diablos! ¡Un juego de niños dice éste! ¡Tal

vezdeniñosgigantes!¿Hasvisto algunavezdecercaunacampana como ésas, infeliz?

—No.—¡Puesentonces!Son tan grandesy tan pesadas

comoun camión.¿Creesqueun cuervopuedebalancearun camión, si encima tiene reumaticismo?

—¿No hay campanasmás pequeñas?No importacuál sea.

—Escucha,Félix: incluso la más pequeñaes máspesada que una cuba de vino.

—Entoncestendremosque intentarloentre los dos,Jacobo.Entre los dos lo lograremos,no te quepaduda.¡Vamos! ¿A qué esperas?

—¿Adonde quieres ir, mentecato?—Tenemosque entraren la torre y llegar a donde

cuelganlas cuerdasde las campanas.Si tiramoslos doscon todas nuestras fuerzas, lo lograremos.

Llevado de su entusiasmopor las grandesgestas,Félix echóa correr en buscade unapuertade accesoalinterior de la torre de la catedral.Jacobovoló tras élrenegandoy protestando,y tratódeexplicarlequehoy nose tocan las campanascon cuerdasy a mano,sino conmotores eléctricos y apretando botones.

—Tanto mejor —respondióFélix—. Entoncessólonecesitamos encontrar el botón.

Peroestaesperanzaresultóvana.La únicapuertade

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accesoa la torre de la catedralestabacerrada.El gatosecolgó del enorme picaporte de hierro, pero sin éxito.

—¿Lo ves? ¡Ya te lo decía yo! —comentó elcuervo—.Desiste,gatito.Lo queno puedeser,no puedeser.

—¡Puedeser! —dijo Félix fieramenteresuelto,ylevantóla miradahaciala torre—.Si no espordentro,porfuera.

—¿Qué quieres decir? —gritó Jacobo,despavorido—.¿Pretendessubir a esatorre trepandoporla pared? ¿Y con este viento? ¡Te falta algún tornillo!

—¿Tienes alguna idea mejor? —preguntó Félix.—En todo casotengoclaraunacosa—respondióel

cuervo—: que eso es lisa y llanamente una locuradescabellada.Y no piensesqueyo voy a colaborarenunacosa así.

—Entonces tendré que hacerlo solo —dijo Félix.

AHORA, el gigantescovasodefuegofrío estaba

ya lleno hastael borde.El líquido quehabíaensuinteriorteníauna tonalidadvioleta. Era una mezclade los másextraños ingredientes,pero todavía distaba de ser elponchede los deseos.Paraesohabíaque hechizarlo;esdecir,habíaquesometerloa unaseriede procedimientosquelo pusieranen condicionesde adquirir los auténticospoderes nigrománticos.

Éstaerala parteprincipalmentecientíficadel trabajoy le correspondía a Belcebú Sarcasmo. La brujamultiplicadinerossólo podíaservirle,en mayor o menorgrado, de auxiliar.

El textode queahorasetratabaestabaredactadoenel lenguajetécnicode los magosde laboratorio,e inclusopara Tirania era casi incomprensible. Decía así:

Tórnense flebos católicosy un políglomo catafálquico,y déjense ambos suspendidosen tremuloso vaivén an-atómico.Por medio de ectopasas laminadas,purgúese con cismotímica mirta,previamente alcoholizada

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y con antigases aderezada.Plantado sobre una colmenilla humanade proclámato no flasteado,el acífero respiradero se tingamacon el termostato gratinado.Conjetúrese la unglicóticasegún su grado de acidez,balonícese la escleróticaen relación a su ingravidez.La dosis todavía no está empicarada;por un ganocuarto criminalpermanece la complejidad apatrañadacomo inestabilo bromohol.Vigilar la aparición de fuelles cerebralesen el momento del diabólico contacto,pues, si se frotan las fresas quimerales,se reborta fácilmente el sadofacto.De ocurrir, se produce de forma timíticaun enceramiento galaxo-paralajoen la sal piromática y alquímica,similar al asdrubálico minimajo....

Y continuaba mucho más, en el mismo tono.Sarcasmohabíapuestoenmarchatodassuscomputadorasmágicas,queestabanconectadasconel ordenadorcentraldel infierno, y las alimentabacon las informacionesnecesarias.Las computadorastrabajabana todo gas—sies posible aplicar esta expresión a los aparatoselectrónicos—,chirriaban, piaban, crepitaban,emitíanlucesintermitentesy escupíanfórmulasy diagramasqueindicabanal mago lo que debía hacer en el momentosiguiente con el líquido de la ponchera.

Así, en una ocasión tuvo que crear un campoantigravitatorioparaconseguirla ingravidezabsoluta.Deestemodo pudo sacardel recipientetodo el mejunje.Ellíquido flotó enmediodel recintocomoun enormebalónun poco gelatinoso,y Sarcasmopudo bombardearloconuna carga concentradade partículasperversasque nohabría podido atravesar el vaso de fuego frío.

Pero,duranteestafase,él y sutíasevieronafectadostambién por la ingravidez, circunstanciaque dificultóconsiderablementeel trabajo. Porque Sarcasmoflotabajunto al techodel laboratoriocon la cabezahaciaabajo,mientrasque Tirania giraba horizontalmenteen el airealrededorde su propio eje. Sin embargo,el magologróparar el generadorantigravitatoriomedianteun certerodisparo, con lo cual el líquido volvió a caer en surecipientecon un leve chapoteo,peroSarcasmoy Tiraniase dieron un doloroso golpe al chocar contra elpavimento.

De todosmodos,estossucesosson casi inevitablesen experimentostan arriesgados,y apenasinfluyeron enel entusiasmo con que trabajaban los dos.

Sin embargo,un poco despuéssurgió un incidente

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imprevistoy aterrador,inclusoparael magoy la bruja:ellíquido de la ponchera cobró repentinamente vida.

Hay seresvivos unicelulares,llamadosamebas,quesontanminúsculosqueordinariamentesólopuedenverseconel microscopio.Pero,en estecaso,todo el contenidodela poncheradecristalsetransformóenunasolaamebagigantescaqueabandonóel recipientey seesparciópor elpavimento del laboratorio como un gran charcogelatinoso.La tía y el sobrino se apartaronde ella yterminaronpor huir en direccionesdistintas.Después,elgigantescounicelularseescindióen dos,y cadapartesedeslizótrasunodelos fugitivos,conla evidenteintenciónde fagoci-tarlos.Sólo con astuciay esfuerzolograronelmagoy la bruja que las dos partesentrarannuevamenteen la ponchera, donde, hambrientas, se lanzaroninmediatamentela una contra la otra y se devoraronmutuamente.Ahora eran otra vez un simple líquido, yestaba conjurado el peligro.

Porfin habíaconcluidoel procesodehechizamiento.La sustanciadel recipienteparecíaahora espejeanteyopacacomo el mercurio.Estabapreparadaparaabsorbercualquierpodermágico,en estecasola misteriosavirtudde hacer realidad todos los deseos.

FÉLIX habíasaltadoa un saledizobajoquehabía

sobrela puertalateral; de allí, al tejadillo de la entradaprincipal. Luego trepó a una torrecilla cubierta desalientessemiesféricos,y desdesu aguja,dandoun saltoarriesgado.seposósobreun alféizar.Allí estuvoa puntode resbalar.puesel alféizarsehallabacubiertode hielo ynieve; pero al fin consiguió mantener el equilibrio.

El cuervo aleteabamirando hacia él. —¡Bastaya!—dijo con gran vehemencia—.¡Baja inmediatamente!Terminarás por romperte todos los huesos. Estásdemasiado gordo y no tienes condiciones para eso.

Pero el gato siguió trepando.—¡Oh! —gritó Jacobo furioso—. Debería

arrancarmela última pluma por no habertenido el picocerrado.¿No hay un solo gramo de sesosen tu neciacabezade gato?Te estoydiciendo que no tiene ningúnsentido. Las campanasde allá arriba son demasiadopesadas para los dos juntos.

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—Eso ya se verá —respondió imperturbable el gato.Siguió trepandoy trepando.Cuantomássubía,más

implacablemente le silbaba la tempestad en las orejas.Ya habíaalcanzadoel extremosuperiordel rosetón

quehabíasobrela puertaprincipal cuandosintió quesusfuerzas desfallecíansúbitamente.La cabeza le dabavueltas.Nunca habíasido de constituciónatlética; peroahora comenzabaa hacersenotar la estancia en elcontenedor de productos tóxicos.

Al saltara unagárgolaquerepresentabaun demoniosonriendo sarcásticamentey con orejas puntiagudas,comenzó a resbalar lenta pero irremediablemente.Sehabríaprecipitadoen el abismo—que ahoraera mortalincluso para un gato entrenado—si Jacobono hubieraacudidovolandoy lo hubieraagarradode la cola en elúltimo instante.

Jadeantey tembloroso,el pequeñogato se apretócontrala paredparaprotegersedel heladovientoe intentócalentarse las patas, ya insensibles.

El cuervo se posó frente a él. —¡Bien! —dijo—.Ahora en serio:aunquelogresllegar hastalas campanas,y no lo lograrás,no tieneningún sentido.¡Usa los sesosuna vez en tu vida, amiguito! Supongamos queconseguimosentrelos dostocar las campanas(cosaque,comote he dicho, es totalmenteimposible),entonceslasoirían tambiénmi madam y tu maestro.Y si las oyen,cogeninmediatamenteondade quesu pociónha perdidoel poder de inversión. ¿Y qué? De ese poder puedenprescindirahorasin dificultad.Sóloeraparaengañarnosanosotros.Y si nosotrosnoestamospresentes,no necesitanel poder de inversión. Entoncesdesearána sus anchasmaldades manifiestas, que luego se cumplirán. No tendránnecesidad de violentarse, porque nosotros no losmolestaremos.¿Ote figurasquepuedesbajarde la torre,desandartodo el caminoy llegara tiempoparaasistira lavelada?¿Cómote imaginastodoeso?¿Sabesquéserádeti? ¡Serátu final! Moriráslastimosamentepor naday paranada. Eso es lo que ocurrirá.

Félix no escuchaba.La voz del cuervopenetrabaensusoídoscomosi llegarade muy lejos; peroél se sentíademasiado enfermo y agotado para seguir unosrazonamientostan complicados.Sólo sabía una cosa:ahorahabía la misma distanciahacia arriba que haciaabajo, y él quería llegar arriba porque así lo habíadecidido, tuviera sentido o no. El hielo le cubría losbigotes,y el viento le llenabade lágrimaslos ojos, perosiguió trepando.

—¡Eh! —gritó irritado el cuervoa sus espaldas—.Tengoquedecirteunacosa:a partir deahorano volveréaayudarte,hazlo solo. Yo no tengo ningún aprecioa loshéroes,tengoreumaticismo y estoydefinitivamentehartode tu terquedad,paraque lo sepas.Ahora me largo, ¿looyes?Me evaporo,ya mehe ido. ¡Adiós! ¡Hastala vista!¡Ciao! ¡Suerte, señor colega!

En eseinstantevio queel gato sebalanceabaen el

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aire, agarrado a una canal con las patas delanteras.Levantó el vuelo hacia él, luchó con el viento de latempestadparallegarhastael gato,lo cogiódel pescuezocon el pico, tiró y. con sus últimas fuerzas, lo metiódentro de la canal.

—¡Disecadoquerríaestar!—balbució—.Al parecer,me caí del nido siendo huevo; por eso tengo un pocotocada la cabeza, no hay duda.

Luego sintió que lo abandonabansus fuerzas.Elefecto de la estanciaen el contenedorse hacía notartambién en él. Tenía un malestar angustioso.

—Yo no me muevo de aquí —jadeó—.Me quedoaquí sentado.Aquí me quedo.Por mí puedehundirsetranquilamenteel mundo entero. No puedo más. Siintento volver a volar una sola vez, caeré como unapiedra.

Miró por encimadela orilla dela canal.Abajo, muydebajo de ellos, parpadeaban las luces de la ciudad.

EN la fase que tenían que afrontar a

continuación, la dirección podía correr nuevamenteacargode Tirania. Porquela instrucciónsobreel mododeintroducir en el poncheel poderde cumplir los deseosestabaredactadaen la jerga de las brujas.Se tratade unintrincado lenguaje que emplea nuestro vocabularionormal,perohacedeél un usoabsolutamentefalaz.En él,ningunadelaspalabrastieneel significadoordinario.Así,globo significamuchacho, cubasignifica muchacha,estallarsignifica pasear,maleta significa jardín, estirar significa ver,trago significa perro, ligero significa pintado,indolentemente significa súbitamente.

Así pues,la frase«Un muchachoy una muchachapaseabanpor el jardín y vieron súbitamenteun perropintado»se dice en la jerga de las brujas:«Un globo yuna cuba estallaron en la maleta e indolentementeestiraron un ligero trago».

Tirania dominabaestelenguajecon sumafacilidad.Sin esteconocimiento,no sedescubríaningúnsentidoenel texto de la receta.Los no iniciadosno habríanpodidopresumirque se ocultara tras él algo más que simplesinsensateces:

Si sois un maestro,

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tomad un cabestro diestro como el que más. Soplad en un vaso de raso y de paso. ¡Qué caso tan infernal!

¡Menudo trabajo los majos andrajos debajo del queso! ¡Qué cuco ese barco, y el charco con arcos qué parco y travieso!

Sobre la azotea, la fea corchea pasea en biplano.¡Maldita espinilla que brilla y cosquilla te pilla en... la mano!El actor, con tacto,en el acto exactohizo un pacto con el ratón.Pero si en la ventate tienta la renta,cuenta las cuarenta, que cuarenta son.

El pasajeenteroeraunascincovecesmáslargo;peroaquí puede bastar este ejemplo.

CuandoTirania terminó de traducirlo, se apagarontodas las luces del laboratorio. La tía y el sobrino sehallabanenteramentea oscurasy comenzarona hechizara porfía. Con el vértigo de un delirio provocadopor lafiebre surgieron de las tinieblas apariciones que sedesplazaban unas a otras y luego volvían a desaparecer.

Se formaronen el aire torbellinoscentelleantesquegiraron velozmente y se apilaron unos sobre otrosconstituyendouna especiede mangueraque se encogiócada vez más hasta tener el tamañode un minúsculogusano,que luego fue engullido por un pico sin pájaro.En su interior flotó unanubegrisáceade la quecolgabapor la cola el esqueletode un perro, cuyos huesossetransformaronen serpientesincandescentesque rodaronpor el suelo entrelazadasen un ovillo. Una cabezadecaballo con las cuencasde los ojos vacíasenseñólosdientes y piafó una carcajada espantosa.Ratas conminúsculos rostros humanos danzaron en círculoalrededorde la ponchera.Una gigantescachincheazul,sobrecuyo caparazónse sentóla bruja, compitió en unaespeciede carreracon un escorpiónamarillo del mismotamaño, sobre el que cabalgó el mago. Goteando del techocayeronen grancantidadsanguijuelasrosáceas.Seabrióun huevodel tamañode un hombre,y salieronmuchasmanos negraspequeñasque caminarondando saltitoscomolas arañas.Aparecióun reloj dearenaenel quelosgranitosse deslizabande abajoarriba.Un pezen llamas

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cruzóla oscuridadnadando.Un minúsculorobotmontadoen un triciclo atravesócon su lanza a una paloma depiedra,queinmediatamentequedóreducidaa cenizas.Uncalvo gigantecon el tórax desnudose aplastóél mismocomo un acordeón...

Así continuaron desarrollándose losacontecimientos.Las aparicionesse sucedíana ritmocreciente, y todas terminaban por desapareceren laponchera,cuyo contenidoburbujeabay siseabacomo sihubieranmetido un hierro incandescentecadavez quepenetraba en él una nueva aparición.

TRAS un frenéticotorbellinodeimágenesqueno

fue posibledistinguir,el conjuntoterminóenunaespeciedeexplosión,trasla cualel ponchedelos deseosbrilló ensuvasode fuegofrío con tonalidadesrojasy anaranjadas.Sarcasmo volvió a encender la luz.

El mago y su tía estabantotalmente exhaustosdespués de aquel esfuerzo común. Tuvieron quereponersetomandounosestimulantesmágicosespecialespara resistir la última parte de la preparación,que eratambiénla más difícil. Peroahorano podíanpermitirseningún descanso, porque el tiempo avanzabainexorablemente.

Esta cuarta y última parte del procedimientonopodíadesarrollarseen nuestromundo,dentro de lo quellamamosespacioy tiempo. Había que trasladarsea lacuarta dimensión. Y así la propia introducción estabaredactada en lenguaje exorbital, absolutamenteintraducibie para nosotros porque en él sólo puedenexpresarse cosas y acontecimientos de la cuartadimensión, que en nuestro mundo ni siquiera existen.

Esteúltimo y supremoesfuerzoera imprescindibleparaintroducirenel poncheel poderdeinversión,el cualhacequese cumplalo contrariode todoslos deseosqueuno formula.

La introducción al respecto rezaba así:

Picamordas furicraso, tic craca bubula: locorapo drac odiaso, ¡espitaco sula!

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Chivaneno gritidillo vocifero saño. Colerargia quilerillo malapiel, tregaño. Iramón us artillera crujimí molares, espumajo rabillera horreor calares. Gargará gluf panzañal salivar ratado, felinarra garañal, ¡sanguina mazado!¿Yerro cuma drama laso? Eruc gigantula: Picamordas furicraso, ¡espitaco sula!

Al principio, ni Sarcasmo ni Tirania pudierondescifrarestapartede la receta.Perolos dossabíanquesóloenla cuartadimensiónesposiblehablary entenderelexorbitaly. así,no lesquedómásremedioquetrasladarseallí.

Pero la cuartadimensiónno estáen otra parte,enalgún lugar lejano, sino aquí. Lo que ocurre es quenosotrosno la percibimos porque ni nuestrosojos ninuestros oídos están preparados para ello.

La tía Titi no habríasabidocómoseguiradelanteenestepunto; pero BelcebúSarcasmoconocíaun métodopara saltar de una dimensión a otra.

Cogióunajeringuilla y un pequeñoy extrañofrascoen el que se movía constantemente un líquido incoloro.

LuciferinoSaltoDimensional

rezaba la inscripción.—Hay que inyectarlo directamenteen la vena

—declaró él, y Tirania asintió con un ademán dereconocimiento.

—Ya veo,jovencito,queno te hiceestudiarenvano.¿Has experimentado el producto?

—Un poco,Titi. He hechoalgunosviajescon él, enparte por razones de investigación, en parte por placer.

—Entonces, partamos en el acto.—Tengo que advertirte, querida tía, que la cosa

encierra ciertos peligros. Todo depende de la dosisadecuada.

—¿Qué significa eso? —quiso saber ia bruja.Sarcasmoesbozóuna sonrisanada tranquilizadora

para ella.—Significa —dijo— que puedes aterrizar en

cualquier otra parte, Titi. Si la dosis es insuficiente,aunqueseapor muy poco,caesen la segundadimensión.Allí serías totalmente plana, tan plana como una

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proyección cinematográfica.Serías tan plana que nisiquiera tendríasreverso.Y sobre todo, jamás podríassubira nuestraterceradimensiónpor tus propiasfuerzas.Tal vez tendríasqueserparasiemprey eternamenteunafilmina bidimensional,muchachita.Pero si la dosis esexcesiva, serás catapultada a la quinta o la sextadimensión. Estas dimensiones superiores son tandesconcertantesque ni siquiera sabríasqué elementosforman parte de ti y cuáles no. Quizá volveríasincompleta o mal formada, suponiendo que volvieras.

Durante unos instantes se miraron en silencio.Ella sabíaque, de momento,su sobrinonecesitaba

perentoriamentesu colaboración.Mientras no estuvieradefinitivamente elaborado el ponche genial-coholorosatanarquiarqueologicavernoso,no podíaprescindir de ella. Y él sabía que ella lo sabía.

La bruja esbozótambién una sonrisa cargadadepresagios.

—Bueno—dijo pausadamente—,supongoqueharástodoperfectamente.Confíoplenamenteentu egoísmo,jo-vencito.

Él introdujo en la jeringa el líquido incoloro, sedesnudaronlos dosel brazoizquierdo,el magocomprobómeticulosamentela cantidad,pusola inyeccióna la tía yluego se inyectó él mismo.

Los perfiles de los dos comenzarona vibrar, adesvanecersey a estirarsegrotescamentea lo largo y a loancho, hasta que terminaron por no verse.

Pero en la poncherade fuego frío empezaronadesarrollarse las cosas más extrañas, al parecerespontáneamente...

-¿QUE yo soy un genio? —cacareó el

cuervo—.¡Sí, un genio realmentemaravilloso!¡Deberíahacermeyo mismo picadillo por mi maravillosa ideagenial! Jamásvolveréa pensar,lo juro, o caminaréa pieel restode mi vida. La reflexión sólo da disgustos,nadamás que disgustos da eso.

Pero el gato no lo oía. Había trepadoya un buentrechohaciadondecomenzabael empinadotejadode laaguja de la torre.

—Lo va a lograr —se dijo Jacoboa sí mismo—.

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Creo que estabaequivocado.¡Lo está consiguiendoelchaval!

Reuniósusescasasfuerzasy voló enbuscadel gato;perono lo encontróenla oscuridad.Aterrizó enla cabezadela estatuadeun ángelquetocabala trompetadel juiciofinal y miraba en todas las direcciones.

—Félix, ¿dónde estás? —gritó.No hubo respuesta.Desesperado, lanzó un grito hacia las tinieblas:—Y aunque consigasrealmente llegar hasta las

campanas, tú, minicaballero, tú..., y aunqueconsiguiéramostocarlas entre los dos..., cosa que esimposible...,no tendríasentidoa pesarde todo...,porquesi las tocamos ahora ya, no será el repique de Año Nuevo,sinoun toquecualquiera.Porquelo importanteno sonlascampanas,sino que tiene que ser precisamenteamedianoche.

No seoyó otro sonidoqueel silbido del viento, quesoplabacontra las esquinasde la torre y las figuras depiedra. Jacobose agarró a la cabezadel ángel de latrompeta y gritó fuera de sí:

—¡Eh, gatito! ¿Siguesexistiendoo te hasdespeñadoya?

Duranteuna fracción de segundotuvo la sensacióndequeenalgúnlugarmuy alto seoíaun maullidodébil ylastimero.Se lanzó a la oscuridady voló en buscadelsonido, dando tumbos en el aire.

De hecho, Félix había alcanzado —ni él mismo sabíacómo— una ventanaojival por la quepudo entraren latorre. CuandoJacoboaterrizójunto a él, lo abandonarondefinitivamentesusfuerzas.Sedesmayóy cayórodando,afortunadamentea poca profundidad.En medio de laoscuridad,quedó tendido como un minúsculo fardo depelos sobre la madera del armazón de las campanas.

Jacobosaltó trasél y le dio empujonescon el pico.Pero el pequeño gato no se movía.

—Félix —graznó el cuervo—, ¿estás muerto?Como no obtuvo respuesta,bajó lentamente la

cabeza. Un temblor recorrió su cuerpo.—Una cosahay que reconocerte,gatito —dijo en

voz baja—.Quizáno teníasmuchojuicio; pero,enciertomodo, has sido un héroe.Tus distinguidosantepasadospodrían estar bastante orgullosos de ti, si hubieranexistido.

Luego se le nublaron los ojos y se desplomó.Elviento silbaba alrededor de la aguja de la torre eintroducíaen su interior la nieve que poco a poco ibacubriendo a los dos animales.

Muy cercade ellos, gigantescasy fantasmagóricas,las enormes campanas colgaban del maderamen,ennegrecidopor el paso de los años, y esperabanensilencio el comienzodel nuevoaño, que debíansaludarcon sus formidables voces.

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EN su vaso de fuego frío, el ponche giraba

velozmentecomo en unacentrifugadora,puesdentrodelvasodabavueltas,fulgurandoy chisporroteando,la colade un cometasemejantea una doradagigantescaquehubiera enloquecido.

Sarcasmoy Tirania habían vuelto de la cuartadimensióny, totalmenteagotados,se habíandejadocaeren sus sillas. En aquel momento les habría gustadotomarse algunos minutos para relajarse.Pero les eraabsolutamenteimposible permitirse tal cosa: los habríapuesto en grave peligro de muerte.

Contemplaban el recipiente con ojos vidriosos.Aunque,en principio, el poncheestabaa puntoy ya

no tenían nada que hacer, en estos últimos minutosanterioresa la culminacióndesudiabólicaobrahabíaquevenceraún una dificultad, que resultó ser la mayor detodas. Consistía en no hacer algo concreto.

Segúnla última de las instruccionesdel pergamino,ahora sólo tenían que esperar hasta que el líquidoestuvieratotalmenteen reposoy sehubierandisueltoporenterotodaslas turbulencias.Perohastaesemomentolesestabaabsolutamenteprohibido preguntar algo, y nisiquiera podían pensar una pregunta.

Toda pregunta (por ejemplo, «¿Saldrábien?» o«¿Por qué hago esto?» o «¿Tienealgún sentido?»o«¿Quésaldrá de ahí?») encierrauna duda. Y en estosúltimos instantesno se podía dudar absolutamentedenada.Ni siquierapodíaunopreguntarsementalmenteporqué no podía plantear ninguna pregunta.

Porqueel ponche,mientrasno estuvieraen plenoreposoy fuera claro y transparente,se encontrabaen unestado muy delicado e inestable, en el que podíareaccionarincluso antelos sentimientosy pensamientos.La másmínimadudaacercadeél podíahacerquetodo elmejunjeexplotaracomounabombaatómicay volaranporlos airesno sólo el magoy la bruja, sino tambiénVillaPesadilla y el barrio entero.

Ahora bien, es sabidoque no hay nadamásdifícilqueno pensaren algo concretoquesele ha dicho a uno.Porejemplo,normalmenteunono piensaen los canguros.Perosi sele dicequedurantelos cincominutossiguientesno debepensaren los cangurosbajo ningún concepto,¿cómose las arreglaparano pensarprecisamenteen loscanguros?Sólohayunaposibilidad:esprecisopensarcon

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la mayor concentraciónposible en algo distinto, sea loque fuere.

Puesbien.Sarcasmoy Tiraniaestabanallí sentados,y por el miedo y el esfuerzode no pensaren ningunapregunta, los ojos se les salían literalmente de las órbitas.

El magorecitabaen voz baja todaslas poesíasquehabía aprendidoen su desierto de infancia. (Entre losnigromantes,desiertode infanciaeslo queen el casodelas personas normales se llama jardín de infancia.)

Monótonamente y sin pausas murmuraba:

Soy una pequeña sabandijay ya resulto nauseabunda.Quiero dejar de ser canijapara volverme bestia inmunda.

O:

Cuando el niño se comió la rana fue tan grande su alegría,que decidió que el mal haríasiempre que le viniera en gana.

O:

Benjamín pone mucho cuidado al desplumar al viejo gallo,porque el que desea ser taimadono puede cometer fallos.

O, finalmente,hastalas cancionesde cuna que sumadre solía cantarle cuando era pequeño:

¡Mi niño dormido está!El conde, su padre,ha ido a chupar sangre,y vuela sin parar.¡Mi niño dormido está!¡Bebe, mi niño, bebe!Los colmillos te crecen yay podrás tragar como papá:un mordisco aquí, otro allá. ¡Bebe, mi niño, bebe!

U otros versos y canciones igualmente edificantes.Entretanto,Tirania Vampir calculabamentalmente

cuántohabríaproducidohastael díadehoy,contodoslosinteresesde los intereses,un único táleroquese hubieracolocadoel añoceroen unacuentabancaria,suponiendoque el banco existiera en la actualidad.

Hizo el cálculo con la siguientefórmula, conocidapor todos los magos y brujas multiplicadineros:

Cn = Co (1 + i)n

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Habíallegadoya a unasumadedineroqueequivalíaal contravalordevariasbolasdeoro del tamañodel globoterráqueo,pero todavía le faltaba mucho para llegar anuestrosdías.Calculabay calculaba,puesdesuscálculosdependía su vida.

Pero cuantomás se prolongabanlos minutos —elponche no estabaaún en pleno reposo ni totalmenteclaro—,mayorsensaciónteníaSarcasmode que todo sulargo cuerpo se curvaba para formar un signo deinterrogación. Y a Tirania le parecía que todas lasinterminablescolumnasde númerosque veía delantedeella estaban compuestasde miríadas de signos deinterrogación,microscópicamentepequeños,quebailabany semezclabanunoscon otrosy no queríanestarseen ellugar que les correspondía.

—¡Por todos los genes clonizados! —suspirófinalmenteSarcasmo—.No voy a poderaguantarmás.Yano me sé ninguna poesía más...

Y Tirania musitó despavorida:—Me he hecho un lío con mis cálculos. Igual....

igual... Creo que es igual a...¡PlafffiEl sobrinohabíapropinadoa sutía unabofetadacon

toda la violencia de la desesperación.—¡Ay! —gritó la bruja fuera de sí.Y le dio a su vez un sopapotan fuertea su sobrino

que las gafas de éste volaron por el laboratorio.Y así comenzóentre los dos un intercambio de

golpes digno de dos campeones de lucha libre.Cuando finalmente se detuvieron, se hallaban

sentadosen el sueloy se mirabanjadeantes.El sobrinotenía un ojo amoratado, y la tía, la nariz ensangrentada.

—No hasido por motivospersonales.Titi —explicóSarcasmo,y luego señalócon un gestoel vasode fuegofrío.

—¡Mira!El torbellino de chispasde la cola del cometase

habíaapagadopor completo,habíandesaparecidotodaslas turbulencias, y el ponche genialcoholorosatanar-quiarqueologicavernosobrillabaclaroe inmóvil contodoslos colores del arco iris.

Los dos emitieron un profundo suspiro de alivio.—Lo de la bofetada—dijo Tirania— hasido la idea

salvadora. Eres un gran tipo, muchacho.—Sabes,tía —comentóSarcasmo—.Ya ha pasado

el peligro. Ahora podemospensarlo que queramos.Ydebemos hacerlo a nuestro antojo, ¿no crees?

—De acuerdo—respondióla bruja, y pusolos ojosen blanco.

El magosonriósarcásticamente.Naturalmente,habíahechoaquellapropuestacon segundaintención.La tía seiba a encontrar con sorpresas.

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CUANDO el cuervo y el gato se recobraron

lentamentede su desmayo,al principio creyeronestarsoñando.Sehabíaparadoel viento,estabatodo encalmay la noche era clara y estrellada. Ahora no sentían frío y elgigantescoarmazónde las campanasestabacubierto deunamaravillosaluz dorada.Unadelasgrandesfigurasdepiedraque contemplabanla ciudaddesdeel exterior delventanalojival habíagirado y habíaentradoen la torre.Pero ahora la estatua no parecía de piedra, sino muy viva.

Setratabadeun ancianoeleganteconunalargacapabordadaen oro, sobre cuyos hombroshabíaun gruesotapiz de nieve. Llevaba una mitra en la cabezay unbáculo en la mano izquierda.Bajo las cejas,blancasymuy pobladas,sus clarosojos azulesmirabana los dosanimales no con expresión hostil, pero sí con ciertaperplejidad.

En un primer momentosehabríapodidopensarqueera San Nicolás; pero no podía tratarsede él, puesnollevaba barba. ¿Y quién ha visto alguna vez un SanNicolás afeitado?

El ancianoseñorlevantóla manoderecha.Y Jacoboy Félix sintieronrepentinamenteque no podíanmoverseni emitir el menorsonido.Los dosestabanatemorizados;pero al mismo tiempo se sentían,inexplicablemente,enbuenas manos.

—¡Caramba,pilluelos! ¿Qué hacéis aquí arriba?—dijo el anciano señor.

Se acercóalgo más y se inclinó sobre ellos paraexaminarlosatentamente.Al hacerlo,cerró un poco losojos, sin duda era miope.

El cuervoy el gatoseguíansentadosy conla miradalevantada hacia él.

—Ya séquéos proponéis—prosiguióel anciano—.Habéishabladobastantealto mientrasescalabaisla torre.Pretendéisescamotearmemi maravillosorepiquede AñoNuevo.Creoqueno esprecisamenteun buendetalle.Yotengosentidodel humor y admito las bromasdivertidas,porquea fin de cuentassoy San Silvestre.Pero lo quevosotrospretendíaishacerera una broma de mal gusto,¿no os parece? Menos mal que he llegado a tiempo.

Los animales intentaron protestar, pero aún nohabían recobrado el habla.

—Sin duda—continuóSanSilvestre—,vosotrosno

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sabíaisque yo vengoaquí una vez al año, el día de mifiesta, para ver durante unos minutos si todo está enorden. En castigo de la mala pasadaque pretendíaisjugarme,deberíatransformarosduranteun ratoen figurasdepiedray colocarosaquíentrelascolumnas.Sí, lo voy ahacer.Al menoshastamañanapor la mañana;asítendréistiempoparareflexionarsobrevosotrosmismos.De todosmodos, antes quiero saber si tenéis algo que alegar.

Pero los animales no reaccionaron.—¿Habéisperdidoel hablade repente?—preguntó

sorprendido San Silvestre. Pero luego se acordó—:¡Caramba, caramba! Perdonad. Había olvidado porcompleto...

Hizo un nuevo movimiento con la mano.—Ahorapodéishablar,peropor ordeny sinexcusas,

¡por favor!Y al fin los dos héroesincomprendidospudieron

explicarentregraznidosy maullidosquélos habíallevadohastaallí, quiéneserany en quéconsistíanlos malvadosplanesdel mago y la bruja. En su excitación,a veceshablaronlos dos al mismo tiempo, de modo que a SanSilvestre no le resultó fácil entendertodo claramente.Perocuantomásescuchaba,másamistosamentebrillabansus ojos.

ENTRETANTO, Belcebú Sarcasmoy Tirania

Vampir sehabíanmetido ellos mismosen unasituaciónsinsalida.Cuandoel magopropusodarriendasueltaa lospensamientos,lo hizo siguiendoun plan astuto.Queríasorprendera la tía y cogerla desprevenida.Como elponchede los deseosestabapreparado,ya no necesitabasu ayuda. Había decidido excluirla para ser el únicoposeedordel increíble poderde la bebidamágica.PeroTirania sólo habíaaceptadola pausaen aparienciay conidénticos propósitos.También ella pensabaque habíallegado el momento de deshacerse de su sobrino.

Una vez más, los dos reunieron en el mismomomento todas sus fuerzas mágicas e intentaronparalizarsemutuamentecon su mirada mágica. Estallóentre ellos una terrible lucha sorda. Pero pronto secomprobóque,en lo tocantea las fuerzasde la voluntad,eranlos dosigual defuertes.Y asísiguieronsentados,sinintercambiaruna palabra,sin moverse.Y sus esfuerzos

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eran tan grandesque les corría el sudor por la cara.Ningunodejabade mirar al otro, y los dos hipnotizabansin cesar con todas sus energías.

Una rechonchamosca,que habíadecididoinvernaren algún rincón de la polvorienta alacena,se despertósúbitamentey rompió con su zumbido el silencio dellaboratorio.Percibióalgo que la atrajocomoun rayo deluz intenso.Perono eraunaluz, sino los rayosdeenergíaparalizadoraqueemitíanlos ojosdela brujay del magoyque zigzagueabanentre los dos en ambasdireccionescomo enormesdescargaseléctricas. El moscardónsemetióentrelos rayose inmediatamentecayóal sueloconun apagado«zas»,incapazdemoversiquieraunapata.Yasí permaneció el resto de su corta vida.

Pero ahora tampoco la tía y el sobrino podíanmoverse.Los dos habíansido hipnotizadospor el otromientrashipnotizabana porfía. Y, precisamentepor eso,no podían dejar de hipnotizarse mutuamente.

Poco a poco, los dos fueron vislumbrando quehabíancometidoun error fatal.Peroahoraerademasiadotarde.Ninguno de los dos podíamover un solo dedo,ymuchomenosgirar la cabezaen otra direccióno cerrarlos ojos para interrumpir la mirada mágica. Además,ninguno debía hacerlo antesde que lo hiciera el otroporque,de lo contrario,quedaríaa merceddel poderdelotrosin posibilidadderesistencia.La brujano podíadejarde hipnotizar antesque dejara el mago, y el mago nopodíadejarantesquedejarala bruja. Por su propiaculpahabían caído en lo que en medios mágicos se llamacírculo vicioso, en un círculo fatídico.

NUNCA termina uno de aprender—dijo San

Silvestre—.Aquí seve cuántopuedeequivocarseinclusouno de nosotros. He sido injusto con vosotros, mispequeños amigos, y os pido perdón.

—No vale la pena hablar de ello, Monsignore—respondióFélix conun elegantemovimientodepata—.Una cosa así puede pasar en las mejores familias.

Y Jacobo añadió:—Está perdonado,Reverendo.No se preocupede

eso. Yo estoy acostumbrado a que me traten mal.SanSilvestresonriósatisfecho.Peroinmediatamente

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volvió a ponerse serio.—¿Y qué hacemosahora? —preguntó un poco

desvalido—. Lo que habéis contado parecerealmentehorrible.

Félix, al quela inesperadaayudadeunainstanciatanalta había llenado nuevamentede entusiasmoheroico,propuso:

—Si Monsignore tuviera la bondad de tocarpersonalmente las campanas...

Pero San Silvestre movió la cabeza.—¡No, no, querido; eso no! Es absolutamente

imposible. Todas las cosasdel mundo han de tener suorden,el espacioy el tiempo,y tambiénel final del añoviejo y el comienzo del nuevo. No es lícito cambiardeliberadamente nada; si no. se trastocaría todo...

—¿Qué te decía yo? —comentó el cuervo,apesadumbrado—.¡Nada que hacer! Ha sido en vano.Tienequehaberordenaunquesevayaal diabloel mundoentero.

SanSilvestreno oyó la impertinenteobservacióndeJacobo, pues parecía tener su mente en otra parte.

—Ah, sí.sí, el mal, recuerdo...—suspiró—.¿Quéesrealmenteel mal y por quétienequeexistir enel mundo?Allá arriba discutimos a veces sobre eso. Pero esrealmente un gran enigma, incluso para nosotros.

Sus ojos adoptaron una expresión ausente.—Contempladodesdela eternidad,mis pequeños

amigos, el mal presenta un aspecto completamentediferentequeen el reino del tiempo.Allí seve que,a finde cuentas,siempretiene que estaral servicio del bien.Es, por así decir, una contradicciónen sí mismo. Buscasiempre el poder sobre el bien, pero no puede existir sin elbien, y si alguna vez consiguierael poder completo,tendría que destruir aquello sobre lo que anhela tenerpoder. Por eso, amigos, sólo puede durar mientras esincompleto.Si fuerapleno,sedesintegraríapor sí mismo.Por esono tienecabidaen la eternidad.Eternosólo eselbien, que pervive sin contradicción...

—¡Oiga! —gritó JacoboOsadías,y tiró con el picode la capadorada—.No me lo tome a mal, Reverendo,peroahoratodo esome importa un bledo.Cuandoustedtermine con su fielosofía, será demasiado tarde.

A SanSilvestrele costóesfuerzosvisiblesvolver alpresente.

—¿Cómo?—preguntó,y sonrió beatíficamente—.¿De qué estábamos hablando?

—De que tenemosque hacer algo ahora mismo,Mon-signore—explicó Félix—, para evitar una terriblecatástrofe.

—¡Ah. sí, sí! —dijo San Silvestre—. Pero ¿qué?—Probablemente.Monsignore. ahora sólo puede

salvarnosunaespeciedemilagro.Ustedesun santo.¿Nopodría hacer sencillamente un milagro, aunque seapequeño?

—¡Sencillamenteun milagro! —repitió SanSilvestre

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un poco perplejo—. Mi pequeñoamigo, eso de losmilagrosno es tan sencillo. Ninguno de nosotrospuedehacermilagros,a no ser quese lo ordenendesdearriba.Yo tendríaquecomenzarpor presentarunapeticióna unainstancia superior, y puedentardar mucho tiempo enaceptarla, si es que la aceptan.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó Félix.—Meses,años, tal vez decenios—respondióSan

Silvestre.—¡Demasiado tiempo! —graznó Jacobo.

malhumorado—. ¡Que se vaya al diablo! Nosotrosnecesitamos algo ahora mismo, en el acto.

La mirada de San Silvestre pareció alejarsenuevamente del mundo.

—Los milagros —dijo en tono solemne— nosuspendenel ordendel mundo.No sonhechosmágicos.Proceden de un orden superior, que el limitadoentendimiento terreno no puede comprender...

—Muy bien —graznóJacoboOsadías—:pero, pordesgracia,nosotrostenemosqueenfrentarnoscon hechosmágicos, y además esta misma noche.

—Estábien,estábien—murmuróSanSilvestre,quenuevamentetuvo que esforzarsepara descenderde laselevadasesferasdesuspensamientos—.Francamente,yooscomprendo,amigos.Perometemoqueno esmucho loquepuedohacerpor vosotros.Ni siquieraestoysegurodequeme estépermitido actuarpor mi propiacuenta.Perotodavez queme encuentroaquíexcepcionalmente,quizáhabría una pequeña posibilidad...

Félix le dio con la cola al cuervo y musitó:—Mira, nos va a ayudar.—Habrá que verlo —respondió escéptico el cuervo.

-SI os he entendido bien -—prosiguió San

Silvestre—,bastaríaun solo toque del repique de AñoNuevoparaneutralizarel poderde inversióndel ponchearqueolineal...

—Del ponche genialcoholorosatanarquiarqueo-logicavernoso —le corrigió solícito Félix.

—Exactamente —dijo San Silvestre—. Paraneutralizarel poderde inversiónde eseponche.¿No esasí?

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—Eso es lo que hemos oído —corroboró el gato, y elcuervo asintió.

—¿Y creéis que eso bastaríapara alterar algo elterrible producto?

—Seguro—afirmó Jacobo—.Perosiemprequeesosdos engendrosdel diablo no se enterende nada. Asídesearíanbienesparahacermaldades,y sóloconseguiríanbienes.

—Bueno, bueno —reflexionó San Silvestre—.Unsolo toque de mi concierto de Año Nuevo podríaregalároslo. Sólo espero que nadie lo eche en falta.

—Nadie lo echaráen falta, Monsignore—exclamóentusiasmadoFélix—. En un concierto carece deimportancia un toque más o menos, como bien sabecualquier cantor.

—¿Nopodríaserun pocomás?—suspiróJacobo—.Lo digo para prevenir cualquier eventualidad.

—De ningún modo —respondióSan Silvestrecongestosevero—.En realidad,ya es demasiado,porqueelorden del mundo...

—De acuerdo, de acuerdo —le interrumpiórápidamenteel cuervo—.Perono estaráprohibido hacerpreguntas.¿Y cómolo vamosa hacer?Si ustedda ahorael toque, lo oirán los dos malvados y estarán prevenidos.

—¿Tocar ahora? —preguntó San Silvestre, y surostro adquirió otra vez una expresiónde arrobo—.Notendríasentido,puesno seríaun toquedel repiquedeAñoNuevo.El repiqueno comienzahastala medianoche.Ytiene que ser así, porque el principio y el fin...

—¡Efectivamente!—graznóirritado el cuervo—.Acausadel orden.Sóloquedespuésesdemasiadotarde,esdespués.

Félix le hizo una seña para que se callara.La mirada de SanSilvestreparecióperderseen la

lejanía.De pronto, dio la impresiónde que era muchomás grande y majestuoso.

—En la eternidad—dijo— vivimos fueradel tiempoy del espacio.No hay antesni después,y el efecto nosigue a la causa,sino que los dos constituyenun todopermanente.Por esopuedoentregarosahoraya el toque,aunque no sonará hasta la medianoche.Su efectoprecederáa la causa,comoen tantosdonesqueprocedende la eternidad

Los animalesse miraron.Ninguno de los doshabíaentendidolo queSanSilvestreacababade decir. Peroélpasó lenta y cuidadosamente los dedos por laimpresionantecurvaturade la campanamásgrande,y depronto teníaen la manoun trozo de hielo transparente.Cogido entre el índice y el pulgar, se lo mostró a losanimales,que lo miraronpor todaspartes.En el interiordel cristalde hielo brillabay centelleabaen forma de unasola nota una lucecita de una belleza supraterrena.

—Aquí tenéis —dijo amistosamente—.Cogedlo,llevadlo inmediatamenteallí y echadlodisimuladamenteal ponchesatanicoetcétera.Perono lo echéisfuerani lo

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perdáis, porque sólo tengo éste y no puedo daros otro.JacoboOsadíascogió cuidadosamenteel trozo de

hielo con el pico y, como no podíadecir otra cosa,hizo«¡hum! ¡hum! ¡hum!» un par de veces con sendasinclinaciones de cabeza.

También el gato hizo una elegantereverenciaymaulló:

—Mis más rendidas gracias, Monsignore. Nosmostraremosdignos de su confianza.Pero ¿no podríadarnos un último consejo?¿Hay algún modo de quelleguemos a tiempo?

San Silvestre lo miró, y nuevamente suspensamientos retornaron de muy lejos, de la eternidad.

—¿Quédecías,amigo?—preguntó,y sonrió comosonríen los santos—. ¿De qué estábamos hablando?

—Perdón—tartamudeóel gato-. Esqueyo creoqueya no puedobajar la torre enteragateando.Y el pobreJacobo se encuentra también casi sin fuerzas.

—Es cierto, es cierto —respondióSanSilvestre—.Bueno.piensoqueno hayningúnproblema.Volaréisconel toquedecampana.Peroagarraosbienel unoal otro. Yahoratengo que despedirme.Ha sido una gran alegríaconocera doscriaturasde Dios tan valientesy honradas.Hablaré de vosotros allá arriba.

Levantó la mano en ademán de bendecir.El gato y el cuervo se abrazaron,y ya estaban

volandocon la velocidaddel rayo a travésde la noche.Con gran sorpresa suya, a los pocos segundos seencontrabannuevamenteen la habitacióndel gato. Laventana estaba abierta, y era como si no hubieranabandonado el recinto.

Peroel trozo de hielo, con la bella luz dentro,queJacoboOsadíastenía en el pico, probabaque no habíasido un sueño.

LO quehaceque la vida de los nigromantessea

fatigosay nadaconfortableesla circunstanciadequehande tenersometidosconstantementea su control todoslosseres,incluidos los objetosmássimples,de su esferadepoder.En el fondo,no puedenpermitirseni un momentode distraccióno de debilidad,porque todo su poder sebasa en la coacción. Ninguna criatura, ni siquiera unobjeto inanimado,les serviríaespontáneamente.Por eso

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se ven obligadosa manteneren permanenteesclavitud,mediantesusradiacionesmágicas,todo lo quelos rodea.Si serelajaranduranteun solominuto,estallaríaun motíncontra ellos.

Es posiblequea un hombrenormal le resultedifícilcomprenderquehayapersonasqueencuentrenplacerenejercerestetipo de coacción.Perosiempreha habido,ysigue habiendo en nuestros días, algunos que noretrocedenante nada con tal de conseguiry mantenersemejante poder, y no sólo entre los magos y las brujas.

Puesbien,cuantasmásenergíasdesuvoluntadteníaqueemplearSarcasmoparaoponersu paralizadorafuerzahipnóticaa la de Tirania, menosfuerza le quedabaparamantenersometidosa control duraderolos incontablesespíritus elementales de su Museo de Ciencias Naturales.

Todo empezó cuando la pequeñay repugnantecriaturadenominadajuzgalibroscomenzóa moverse,seestiróy enderezó,miró a su alrededorcomodespertandoy. cuandocomprendiódóndese encontraba,se puso tanfuriosa en su tarro que salió con él disparadade laestantería.La caídano fue tan grandecomo paraque selesionaragravemente,pero sí lo suficientepara que suprisión de cristal se hiciera añicos.

En cuanto lo vieron las otras criaturas, que yaestabandando golpesy haciéndoseseñas,siguieron suejemplo. Los recipientesse fueron rompiendouno trasotro, las víctimas liberadasayudarona liberarsea losotros prisionerosy así fue aumentandoel número deliberados.El oscuropasillo se llenó enseguidade cientosy cientosdepequeñasfiguras,de gnomosy duendecillos,de geniecillosdel aguay elfos,de salamandrasy enanosde todaslas clasesy formas.Todoscorríansin direcciónfija y chocandounos con otros, pues no conocían latenebrosa Villa Pesadilla.

El juzgalibros no se ocupó mucho de los demás,porque era demasiadoinstruido como para creer en laexistenciadesemejantescriaturas.Hinchó lasaletasde lanariz y venteó. Llevaba muchísimo tiempo sin poderponerpegasa un libro y estabarealmentehambrientodehacerlo.Su infalible olfato le dijo dóndeencontraríaelmaterial apropiado, y se puso en camino hacia ellaboratorio.Un pocovacilantes,lo siguieronalgunos,conla esperanzade que les mostraríael camino hacia lalibertad; luego se fueron uniendomásy máscriaturasaestafila, hastaque finalmenteestuvoen marchatodo elejército de millares de unidades encabezadopor eljuzgalibros, que, sin pretenderlo realmente, había asumidoasí el papel de caudillo de la revolución.

Ahora bien, todos estosespíritusson de pequeñaestaturapero, como es sabido,poseenfuerzasinmensas.Comosacudidospor un terremoto,los murosdel edificiotemblaron hasta los cimientos cuando aquel ejércitoirrumpió en el laboratorioy comenzóa golpeartodo loque allí había,grandeo pequeño.Los cristalesde lasventanassaltaronen pedazos,laspuertasreventarony las

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paredes se agrietaron como si hubieran estallado bombas.Finalmente los objetos, que estaban aún muy

cargados con las fuerzas mágicas de Sarcasmo,comenzarona cobrarunafantasmagóricavida propiay adefendersecontra los rebeldes.Las botellas, tubos decristal, retortasy marmitasse pusieronen movimiento,silbaron,soplaron,danzaronun ballet y lanzaroncontralos atacanteslas esenciasque contenían.Muchos sehicieronpedazosen estecombate;pero tambiénalgunosde los espírituselementalesrecibieronuna lección bienmereciday prefirieronhuir, cojeandoy lamentándose,alParque Muerto, y ponerse a salvo.

El juzgalibrossehabíaapartadodeestecaosy habíabuscadorefugioenel silenciodela biblioteca,parasaciaren paz su voracidad. Sacó el primer mamotreto queencontróy empezóa ponerleperosa diestroy siniestro.Peroel libro mágicono toleró esetratamientoe intentóatraparlo.

Mientras luchabanlos dos, comenzarona cobrarvida los demáslibros de la biblioteca. Salieronde lasestanterías en formación a centenares y millares.

Ahora bien, es un hechoconocidoque,a veces,loslibros setienenentresí un odio mortal.Aun tratándosedelibros enteramentenormales,cualquiera que tenga unpoco de tacto no colocaráJustine junto a Heidi ni Lasleyes tributarias junto a La historia interminable, aunque,naturalmente,los libros normalesno puedenoponerseaeso.Pero el casode los libros de magoses totalmentedistinto, sobre todo cuandorompen las cadenasde laesclavitud.Así, en pocosinstantes,los incontableslibrosformaron, según su contenido, distintos grupos decombate,quese lanzaronunoscontraotroscon las tapasabiertas e intentaron devorarse. Entonces, hasta eljuzgalibros se asustó y huyó.

Finalmente, también los muebles comenzaronaparticipar en aquel alboroto general. Crujiendo, sepusieronen movimiento armariospesados,brincaron ybailaron baúlesllenos de ensereso de vajilla. Sillas ybutacasgiraroncomopatinadoressobreunasolapata,lasmesas galoparon, se encabritaron y cocearon comocaballosen un rodeo: en una palabra:fue lo que suelellamarse un verdadero aquelarre.

El reloj de pareddel mecanismocruelno selimitó agolpear con el martillo el dolorido pulgar, sino querepartiógolpesa diestroy siniestro.Sus agujasgiraroncomohélices,y el propio reloj sedespegóde la paredydio vueltas como un helicóptero sobre el campo debatalla.Y cadavez que pasópor encimade las cabezasdel magoy de la bruja, que seguíansin podermoverse,los golpeó con todas sus fuerzas.

Entretanto,hasta los últimos espírituselementaleshabíanhuido de la casay se habíandispersadoen todaslas direcciones.Los libros, mueblesy objetos,quehastaaquel momento se habían limitado a luchar entre sí,comenzarona dirigir contrasusopresoressu ira común.

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Sarcasmoy Tirania sufrieron impactos de libros quellegabanvolando, mordedurasde la cabezade tiburón,chapuzones de matraces de cristal, empujones decómodasy golpesdepatasde mesasquecoceaban,hastaquelos dosrodaronal mismotiempopor el suelo.Pero,como es natural, con esto se había interrumpido lahipnosis recíproca, y los dos pudieron recobrarse.

—¡Alto! —tronó Sarcasmo con energía.Levantó los brazos,y de sus diez dedos salieron

relámpagosrojos quechocaroncontratodoslos rinconesdel laboratorio,penetraronen todas las habitacionesdeVilla Pesadilla, atravesaron los tortuosos pasillos,subieronpor la escalerahastael almacény bajaronhastael sótano, mientras él bramaba:

¡Rebeldes criaturas en derredor,obedeced mis órdenes con temblor!¡De nuevo estáis bajo mi controly servís solamente a vuestro señor!

De todos modos, con esto no pudo lograr queretornaranlos espírituselementalesquehabíanescapado,puesya estabana salvodesuacciónmágica.Perotodoelfrenesíquereinabadentrodela villa sedetuvoal instante.Lascosasquesilbabanpor losairescayeronal sueloentrecrujidos y chirridos, las que se mordían o estabanentrelazadasse separaron,y todo quedóinmóvil. Sólo lalargaserpientede pergaminoen quese hallabala recetaserpenteabacomounaorugagigantesca,pueshabíacaídoenla chimeneaabiertay las llamasla estabanreduciendoa cenizas.

Respirando con dificultad. Sarcasmo y Tiraniapasearonsu mirada por el laboratorio.El panoramaerapavoroso:no había más que libros desencuadernados,ventanas y vasijas rotas, muebles volcados ydesvencijados,cascos y vidrios. Del techo y de lasparedescaíangotasde esenciasqueformabanen el suelocharcoshumeantes.El magoy la bruja no habíansalidomejor parados:estabanllenos de chichones,rasguñosycardenales, y tenían los vestidos rotos y embadurnados.

Sólo el ponchegenialcoholorosatanarquiarqueologi-cavernososeguíaintactoensu vasodefuegofrío, situadoen el centro del laboratorio.

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EL gato y el cuervo acababande llegar de la

aguja de la torre a la habitación del gato cuandocomenzarona oírseen el pasillo el tintineo y el estallidode los tarrosde cristal. Como no podíansospecharcuálera la causade aquel fragor infernal, habíansalido a laoscuridaddel jardín y se habíanrefugiadoen la ramadeun árbolseco.Allí estabansentadosahora,muy apretadosel uno al otro, y escuchabanasustadosel supuestoterremotoqueestremecíala villa entera,y contemplabancómo se rompían los cristales de las ventanas.

—¿Crees que están riñendo? —murmuró Félix.Jacobo,que seguíateniendoen el pico el trozo de

hieloconla lucecitadentro,selimitó a hacer«hum,hum»y a encoger las alas.

Ahora,el vientoestabatotalmenteen calma.Habíandesaparecidolos nubarronesnegrosy el cielo estrelladobrillaba como millones de diamantes. Pero hacía más frío.

Los dos animalestemblarony se acercaronmás eluno al otro.

Sarcasmoy Tiraniaestabansentadosfrentea frente,separadospor la gigantescaponchera.Se miraban conodio manifiesto.

—¡Maldita bruja! —rechinó él—. ¡Ha sido todoculpa tuya!

—¡El culpablehassido tú, pérfido impostor!—silbóella—. ¡No vuelvas a hacerlo!

—Has empezado tú.—No, has sido tú.—Estás mintiendo.—Queríasdeshacertede mí parabeberteel ponche

tú solo.—Eso es lo que querías hacer tú.Obstinados, se callaron los dos.—Jovencito—dijo finalmente la bruja—, seamos

razonables.Sealo quefuerelo quehapasado,lo ciertoesquehemosperdidomuchotiempo.Y si no queremosquela elaboracióndel poncheno nossirva de nada,debemosapresurarnos.

—Tienes razón, tía Ti ti —respondióél con unasonrisa sospechosa—. Así que vamos a llamarinmediatamentea los dosespíasparaempezar,por fin, lavelada

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—Serámejor quevaya contigo,muchacho—opinóTirania—. paraqueno sete ocurraotra vez haceralgunatontería.

Y treparon apresuradamentepor los montonesdeescombros y salieron corriendo al pasillo.

—Hansalido—susurróFélix, queteníaojos degatoy podíaver mejorel interior de la casa—.¡Ahora,rápido,Jacobo! Sal volando. Yo te sigo.

Jacobovoló de la ramaa una de las ventanasrotasdel laboratorioconaleteosinseguros.Félix tuvo quebajardel árbol gateandocon las patasagarrotadaspor el frío,afanarseparallegar a la casacruzandola gruesacapadenieve,saltaral alféizary entrarconcuidadopor el agujerode la ventana.Vio algunasplumasensangrentadasen lasastillas del cristal y se asustó.

—Jacobo—musitó—, ¿qué te ha pasado?¿Estásherido?

Luegotuvo queestornudarun pardevecescon tantafuerzaqueestuvoa puntode caer.Era evidenteque,paracolmo de desgracias, había cogido un fuerte catarro.

Echó una ojeada al laboratorio y vio la devastación.—¡Cielos —quiso decir—, qué panorama hay aquí!Pero su voz no era ya más que un pitido ronco.Jacoboestabaenel bordede la poncherae intentaba

unay otra vez echardentroel trozo de hielo. Perono lolograba. Se le había helado el pico.

Miraba a Félix en busca de ayuda y hacíaconstantemente: «¡Hum, hum, hum!».

—¡Escúchame!—pitó el pequeñogato con gestotrágico—.¿Oyesmi voz?Esoestodo lo queha quedadode ella. ¡Se acabó para siempre!

El cuervo aleteó airado en el borde de la ponchera.—¿A quéesperas?—pitó Félix—. Echael toqueal

ponche.—¡Hum, hum! —respondió Jacobo. e intentó

desesperadamente abrir el pico.—Espera,voy a ayudarte—musitóFélix, queal fin

habíacomprendido.Saltóal bordedela ponchera;peroletemblabantanto todos los miembrosque estuvoa puntodecaerdentro.En el último instante,seagarróa Jacobo,que a duras penas logró mantener el equilibrio.

En aquel momentooyeron la voz de la bruja, quedecía en el pasillo:

—¿Noestánahí?¿Quésignificaesodequeno estánahí? Oye, Jacobito, cuervo mío, ¿dónde os habéis metido?

Y luego la voz ronca de Sarcasmo:—Maurizio di Mauro, mi queridogatito,ven con tu

buen maestro.Las voces se acercaban.—GranGatodel cielo,ayúdanos—balbucióFélix, e

intentó abrir con las dos patas el pico de Jacobo.De repenteseoyó «plum»y la poncheracomenzóa

vibrar; perono seoía nada.Sólo la superficiedel líquidose rizó como si se le hubiera puestocarnede gallina.Luego se alisó nuevamente,y el trozo de hielo con la

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campanadadentrosedisolvió en el ponchede los deseossin dejar ninguna huella.

Los dos animales saltaron de la poncheray seocultaron detrás de una cómoda volcada. En aquelinstante entró Sarcasmo, seguido de Tirania.

-¿QUÉ ha sido eso?—preguntórecelosala

bruja—. Aquí ha pasado algo. Lo noto.—¿Quépuedehaberpasado?—comentóél—. A mí

lo único que me preocupaes saberdóndeestánlos dosanimales.Si se han largado, habrá sido inútil todo eltrabajo que nos ha costado elaborar el ponche.

—¿Inútil? ¿Quédices? —exclamó la bruja—. Almenos podemos cumplir todas nuestras obligacionescontractuales antes de la medianoche. ¿Te parece poco?

Sarcasmo le cerró la boca.—¡Chisss!—silbó—. ¿Estásloca. Titi? A lo mejor

se encuentran aquí y nos están oyendo.Los dosescuchabany, naturalmente,Félix tuvo que

estornudar sonoramente en aquel momento.—¡Anda! —exclamó Sarcasmo—.¡Jesús, señor

cantor de cámara!Los animalessalieron lentamentede detrás de la

cómoda. Jacobo tenía una mancha de sangre en lasplumasde la pechugay caminóarrastrandolasalas.Félixse acercó renqueando.

—¡Anda! —dijo pausadamentetambién Tirania—.¿Cuánto tiempo lleváis aquí?

—Ahoramismo,enesteinstante,hemosentrado,porla ventana—graznóJacobo—.Allí me he cortado,comopuede ver usted, madam.

—¿Y por qué no os habéisestadoen la habitacióndel gato, como se os había ordenado?

—Así lo hemoshecho—mintió descaradamenteelcuervo—.Hemosestadodurmiendotodo el tiempo.Perocuandohan empezadolos crujidos y el alboroto, noshemosasustadotantoquehemoshuidoal jardín.¿Quéhaocurrido?Ha sido terrible.¡Y quéaspectotienenustedes!¿Qué les ha pasado?

Le dio un aletazoal gato, y éste repitió con vozdébil:

—¿... les ha pasado?Y en ese momento tuvo un fuerte acceso de tos.

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Quienha visto unavez a un pequeñogatosufrir unviolento ataque de tos, sabe hasta qué punto esdesgarradoraesa escena.El mago y la bruja fingieronpreocuparse mucho.

—Esa tos no augura nada bueno, pequeño—comentó Sarcasmo.

—Me parece que estás bastante mal —añadióTirania—. ¿No os ha ocurrido nada más?

—¿Nada más? —gritó Jacobo—.¡Vaya, muchasgracias!Hemosestadomediahora ahí fueraacurrucadosenel árbol, y con un frío de perros.¡Nadamás! ¡Yo soyun cuervo, madam, y no un pingüino! Siento mireumaticismo en todoslos miembros,tantoqueno puedomover las alas. ¡Nada más! ¡Nos hemoslibrado de lamuertepor los pelos!¡Nadamás!Ya lo decíayo, estovaa tener un mal endesenlace.

—¿Y aquí dentro?—preguntóTirania con los ojossemicerrados—. ¿Habéis tocado algo?

—Absolutamente nada —graznó Jacobo—.Tenemosbastanteconel sustoquenosdio haceun ratolaserpiente de pergamino.

—Déjalo estar, Titi —dijo el mago—. Estamosperdiendo el tiempo.

Pero ella negó con un movimiento de cabeza.—He oído algo, estoy segura.Echó a los animales una mirada penetrante.Jacoboabrióel pico paracontestaralgo,perovolvió

a cerrarlo: no se le ocurría nada más.—He sido yo —logró decir Félix con su voz

catarrosa—.Perdonen,pero el hielo me habíadejadolacola tan rígida como un bastón y completamenteinsensible.Así que,por descuido,le hedadoconella a laponchera:pero ha sido un golpe muy débil, y no hapasado nada, maestro.

El cuervo miró a su colega con un gesto de elogio.El mago y la bruja parecieron tranquilizarse.—Os extrañará—dijo Sarcasmo—queestoparezca

un campo de batalla. Y os preguntaréis,mis pequeñosamigos,quiénnosha dejadoasía mi ancianatía y a mí.¿No es cierto?

—Sí, ¿quién? —dijo Jacobo.—Bien, os lo voy a decir —prosiguió el mago en

tono patético—. Mientras vosotros dormitabais en laacogedorahabitacióndel gato,nosotroshemostenidoquelibrar un combateterrible, un combatecontra podereshostiles que querían aniquilarnos. ¿Y sabéis por qué?

—No, ¿por qué? —dijo Jacobo.—Os hemos prometido una grande y maravillosa

sorpresa,¿no es cierto? Y nosotroscumplimos lo queprometemos. ¿Podéis adivinar en qué consiste?

—No, ¿enqué?—preguntóJacobo,y Félix dijo lomismo en voz baja.

—Entonces, escuchady alegraos, mis pequeñosamigos—anuncióSarcasmo—.Mi buenatía y yo hemostrabajadoincansablementepor el bien del mundoentero

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con grandessacrificiospersonales—al decir estoechóaTirania una miradapenetrante—,con grandessacrificiospersonales.El poderdel dinero—aquíseñalóa la bruja—y el poderdel saber—en estemomentosellevó la manoal pechoy bajó humildementelos ojos— se alían ahoraparaderramarfelicidad y bendicionessobretodacriaturadoliente y sobre la humanidad entera.

Hizo una pequeñapausay se llevó teatralmentelamano a la frente antes de proseguir:

—Perolos buenospropósitosponeninmediatamenteen pie de guerraa las fuerzasdel mal. Y esasfuerzassehan lanzadocontranosotrosy han arriesgadotodo paraimpedirnuestronobleproyecto.El resultadolo tenéisa lavista.Perocomonosotroséramosun solo corazóny unasolaalma,no hanpodidodoblegarnos.Los hemospuestoen fuga. Y ahí veis nuestraobracomún:esamaravillosabebidaque poseeel podermágico y divino de cumplirtodoslos deseos.Lógicamente,un podertan grandesólopuedeponerseenmanosdepersonalidadesqueesténmuypor encima de hacer de él el menor uso egoísta,personalidades como tía Titi y yo...

Al parecer, esto era demasiadoincluso para élmismo.Tuvo quellevarsela manoa la bocaparaocultarque sus labios se contraían con una sonrisa cínica.

Tirania le hizo un gesto de asentimientoy tomórápidamente la palabra:

—Te has expresadomuy bien, muchacho.Estoyemocionada. Ha llegado el gran momento.

Luego se inclinó sobrelos animales,los acaricióydijo en tono muy enfático:

—Y vosotros,mis queridospequeños,habéissidoelegidosparasertestigosdeestefabulosoacontecimiento.Esoes un gran honorparavosotros.Os sentísfelicesdeello, ¿no es cierto?

—¡No sabe usted cuánto! —graznó Jacobo,irritado—. Yo se lo agradezco muchísimo.

TambiénFélix quisodecir algo,perotuvo un nuevoacceso de tos.

EL magoy la bruja buscarondoscopasintactas

entre la vajilla desparramadapor el suelo, encontrarontambiénun cazo,acercaronsillas y sesentarona los dos

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lados del recipiente del ponche.Llenaronsuscopascon el opalescentemejunjey se

lasbebierondeun trago,sin respirar.Cuandoterminaronjadeaban,puesel poncheeramuy alcoholorosatánico.Delas orejasde Sarcasmosalieronespiralesde humo,y lasescasas guedejas de Tirania se enroscaron comotirabuzones.

—¡Oooh! —exclamóél, y se limpió los labios—.¡Qué bien sienta!

—Siií —dijo ella—. Anima bastante.Y comenzarona formular susdeseos.Naturalmente,

tuvieron que hacerlo en verso, para que surtiera efecto.El mago improvisó con más rapidez su primera

estrofa:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos: Que diez mil árboles enfermosvuelvan a brotar,.y los sanos, jóvenes o viejos,crezcan todavía más.

Ahora también la bruja tenía preparada ya su estrofa:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:Las acciones de «Talar y Hermanos»comenzarán a bajary sólo como papel higiénicose podrán utilizar.

Luego se sirvieron otra copa y se la tomaronrápidamentedeun trago,porqueyano lesquedabamuchotiempo: tenían que beberse todo antes de la medianoche.

Nuevamentefue Sarcasmoel primero en recitar suestrofa:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:Que de todos los mares y los ríosla contaminación desaparezca,y repletos de peces y límpidos,como en el pasado, permanezcan.

E inmediatamente después exclamó Tirania:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:Todo aquel que deje de ser escrupulosoy envenene fuentes y manantialesno podrá degustar vinos y espumosos.¡Se conformará con beber aguas fecales!

De nuevo llenaron las copas y se las echaronapresuradamente al coleto. Esta vez se adelantó la bruja:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:¡Se acabó con la matanza de focas,fuera el comercio de marfil!

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¡Salvemos las ballenas, que quedan pocas!¡Abajo el tratante vil!

Y al instante entró el sobrino:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:¡Prohibido exterminar animales,cualquiera que sea su especie!Todos son necesarios, todos valen:vertebrados, aves, peces...

Vaciaronunavez mássuscopas,y la voz del magoretumbó:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:Terminemos con la poluciónque modifica las estaciones.¡Que reine de nuevo la razón!¡Que el clima no sufra alteraciones!

Y, tras pensar un poco, la bruja canturreó:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos: Quien le haga al cielo un agujero,en la batalla por el poder,al lento fuego del hervideroexpondrá su infame piel.

Empinaronnuevamenteel codo, y en estaocasiónvolvió a ser más rápida la bruja:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:Aquel que entre pueblos y razassiembre la discordia y la guerra,aquel que trafique con armasjamás podrá evitar la quiebra.

Y enseguida recitó Sarcasmo con voz estentórea:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:Que el océano conserve la viday se diluya la marea negra,que los mares y las costas sigandando alimentos a la Tierra.

Cuantomásbebíany versificabana todo trapo,másdifícil les resultaba contener la risa.

Imaginaban mentalmente la catástrofe que susdeseos,aparentementetan nobles,iban a provocaren elmundo, y les producíaun placer increíble engañarporcompletoa los dosanimalesallí presentesy, con ellos,asu Consejo Supremo. Además, la pociónalcoholorosatánicainfluía cadavez másen ellos.Aunquelos doseranbuenosbebedoresy podíantrasegarbastante,la rapidezcon queteníanquebebery la diabólicafuerza

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del ponche comenzaban a dejarse sentir.

CUANTO mástiempollevabanparloteando,más

altisonantesy retóricossehacíansusdeseos.Cuandocadauno se había echado al cuerpo más de diez copas,empezaron a jalear e hipar.

En aquelmomentole tocabanuevamenteel turno aTirania:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:La riqueza, de la que todos alardeamosy que es motivo de felicidad... ¡Hip!,no se obtendrá a costa de los despojados,que sufren abusos sin piedad.

Y luego volvió a dejarse oír la voz de Sarcasmo:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:Las fuentes de energía más peligrosasserán suprimidas de cuajo... ¡Hup!El viento y el sol son otra cosa,nos ayudarán en el trabajo.

Tras la copa siguiente, la bruja gritó:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:Sólo lo bueno y real será objeto de venta,aquello que el trabajo del hombre fomenta.Con la vida, la justicia y la conciencia,nadie deseará tener desavenencias... ¡Hop!

Y el mago roncó:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:Que no aparezcan nuevas enfermedades,ni de forma natural ni artificiales... ¡Hopla!Y las viejas tienen que desaparecer¡a la una, a las dos, y a las tres!

Y cadauno de ellos volvió a echarseal coleto unacopa llena, y Tirania chilló:

Ponche de los ponches, cumple mis deseos:

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Los niños se sentirán alegresy tendrán confianza en el futuro... ¡Hup!El lema será que sean felices¡aunque haya que derribar muros!... ¡Hip!

Y Sarcasmorecitóunanuevaestrofa,y asísiguierony siguieron. Fue una especiede carrera de rimas ylibacionesen la que a vecesuno y a vecesotro llevabauna ligera ventaja, pero ninguno lograba despegarsedefinitivamente del otro.

Al cuervoy al gatolos llenabadepavory temblorloque veían y oían. Porqueellos no podíancomprobarloqueacontecíaenel mundoexteriortrasla formulacióndeaquellosdeseos.¿Habríasurtidoefectoaquelúnicotoque,hastaentoncesinaudible,del repiquede Año Nuevo?¿Otal vez había sido demasiadodébil para neutralizareldiabólicopoderde inversióndel ponche?¿Y si el magoyla bruja estabanen lo cierto y ocurría exactamente locontrario de los deseosque formulaban?En ese caso,habría comenzadoa desencadenarsela peor catástrofepara el mundo entero, y ya nadie podría detenerla.

JACOBO Osadíashabíametido la cabezadebajo

de las alas, y Félix se tapaba con las patasalternativamente los oídos y los ojos.

Entretanto, también el mago y la bruja parecíandesfallecerpoco a poco, en parte porque cada vez lescostabamástrabajoversificar y porqueya hacíatiempoque habían cumplido de sobra su tarea contractualdemaldades,perotambiénporquela cosales resultabacadavez menosdivertida.Tampocoellos podíanver con suspropiosojos las consecuenciasde su deseohechizo,y lasgentesdesu calañasólo sientenverdaderoplacercuandopuedendeleitarsedirectamentecon las calamidadesqueprovocan.

Por eso decidieronentonceshacercon el restodelponchede los deseosalgo parasu diversiónpersonalyhechizar en su entorno inmediato.

A Jacoboy Félix no les quedósangreen las venascuando oyeron eso. Ahora sólo había dos posibilidades: secomprobaríaquela campanadadeSanSilvestreno habíasurtidoefecto,y entoncesya no habríanadaquehacer;oque había neutralizado efectivamente el poder de

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inversióndel ponche,y entonceslo notaríanal instanteSarcasmoy Tirania. Lo que en esecasoles esperabaalgato y al cuervo no era difícil de adivinar. Se miraronangustiados.

Pero, entretanto, Sarcasmoy Tirania se habíanechadoya másde treinta copasal coleto y estabanmásborrachosque una cuba. Apenaspodíanmantenerseensus sillas.

—Ahora escucha,querida...¡Hip!, queridatúa Tati—tartamudeóel mago—. Ahora vamos a empezarconnuestros encantadores animalitos. ¿Qu...qu...é te parece?

—¡Buenaidea,Belcebucito!—respondióla bruja—.Ven aquí, Jacobo, mi impertinente cuervo decala...¡Hip!...dades.

—Pero, pero... —graznó Jacobo,asustado—.Porfavor, madam, conmigo no, no. Yo no quiero. ¡Auxilio!

Trató de huir y se tambaleó por el laboratoriobuscando dónde esconderse.Pero Tirania se habíasopladoya una copa llena y recitó, no sin esfuerzo,lasiguiente estrofa:

Ponche che los ponches, cumple miz décheos:Jacobo, se terminaron... ¡Hup!..., tus dolores.¡Fuera las lesiones, fuera el reumatismo!Un nuevo traje de be...bellas plumas ponte.¡Abajo los achaques de tu organismo!... ¡Hip!

El magoy la bruja (y, enalgunamedida,tambiénelcuervo,siemprepesimista)habíanesperadoqueel pobresequedaríaahoratotalmentedesplumadocomo un gallopeladoy que,retorciéndosededolor, sedesplomaríamásmuerto que vivo.

En vez de eso, Jacobo se vio súbitamenteembellecidopor un plumajeagradablementetibio y negroazulado.Erael plumajemáshermosode todasu vida. Loahuecó,se irguió. sacóla pechuga,extendióprimero elala izquierday luego la derechay las contemplócon lacabeza ladeada.

Las dos estaban íntegras.—¡Gran Cuervo! —graznó—. Félix, ¿ves lo que

estoy viendo yo, o me he vuelto loco de remate?—Lo veo —musitó el gato— y te felicito de

corazón. Para ser un cuervo viejo, casi pareces elegante.Jacobo agitó sus flamantes alas y gritó

entusiasmado:—¡Hurraaa!Ahorano medueleabsolutamentenada.

Me siento como recién salido del nido.Sarcasmoy Tirania miraban perplejos al cuervo.

Teníanel cerebrodemasiadoobnubiladoparacomprenderlo que pasaba.

—¿Có...cómo?—murmuró la bruja—. ¿Qué...quétonteríasestáhaciendoese,¡hip!, estúpidopájaro?To...does una equivocación.

—Túa Tatitata —sonrió el mago—, habráshechoalgo mal, ¡hip! Siempreconfundestodo. Eres un poco

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chapucera,vieja. Ahora te voy a enceñarcómohaceesascosas, ¡hup!, un verdadero experto. Fíjate.

Se echó al coleto una copa entera y murmuróconfusamente:

Ponche che chos ponches, cumple miz checheos:¡Transfórmate en un gato apuesto,de cuerpo sano y peripuesto!... ¡Hip!Deseo que te cambie la voz,¡conviértete en un gran tenor!

Félix, que un instante antes estaba gravementeenfermo y apenaspodía emitir un solo sonido, sintiósúbitamentecómosulamentablefigura, pequeñay obesa,seerguía,crecíay adquiríael tamañode un gatoelegantey musculoso. Ahora su piel no era ridículamenteestampada,sino blancacomo el jazmín y suavecomo laseda, y sus bigotes no habrían desentonado en un tigre.

Carraspeóy, con una voz que de pronto sonó tanfuerte y armoniosa que él mismo quedó al instantehechizado por ella, dijo:

—Jacobo, amigo mío, ¿cómo me encuentras?El cuervo le guiñó un ojo y graznó:—De primera, Félix, francamente principesco.

Exactamente como tú habías querido siempre.—Sabes,Jacobo—comentóel gato,y seretorciólos

bigotes—, en adelantedeberíasllamarme Maurizio diMauro.Porqueestenombrerespondemejora lo quesoy,¿no crees? ¡Escucha!

Hizo unainspiraciónprofunday comenzóa maullarmelodiosamente:

—O solé mió...— ¡Chisss!—lo interrumpióJacobo,y le pidió con

un gesto que se callara—. ¡Cuidado!

PERO, afortunadamente,el mago y la bruja no

oyeronnada,porquesehabíanenzarzadoen unaviolentadiscusión.Tartamudeandoy a gritos,cadacualculpabaalotro de haber hecho algo mal.

—¡Pretendesser un experto! ¿Un experto zú?Déjamequeme ría, ¡ja, ja! Tú eres,sencillamente,¡hip!,un ignorante ridiculiforme.

—¿Cómo te permites eso? —bramó Sarcasmo—.

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Precisamentezú, vieja diletante, quieres mancillar mihonor forpe...porfe...profesional.

—Ven, gatito —musitóJacobo—.Esmejor quenosevaporemosde aquí porque,si no, todavíapuedetenertodo un mal endesenlace para nosotros.

—A mí me gustaríaver cómo termina—susurróelgato.

—Por desgracia—respondió el cuervo—, siguesteniendotan pocos sesoscomo antes.Pero, bueno, uncantantetampoco los necesitamucho. Vamos, rápido,hazme caso.

Y mientrasel magoy la brujaseguíandiscutiendo,elcuervo y el gato salierona hurtadillaspor una ventanarota.

Del ponchede los deseosno quedabanya másquealgunosrestos.La tía y el sobrinoestabanmásborrachosqueunaespita.Y comosueleocurrirlesa laspersonasdemal caráctercuandotienentanto alcoholen la sangre,sequitaban la palabra con una irritación absurda.

De los animalesse habíanolvidadoy. por tanto,noadvirtieron su desaparición.Tampoco se les ocurriópensar que algo podía haber neutralizado el poderinversorde la bebidamágica.En vez de eso,se dejaronllevarpor unaira incontenibley decidieronlosdosasestaral otro un golpeclaroy definitivo conel poderdel propioponche. Los dos tenían el propósito de endosarsemutuamentelas maldadesy malignidadesmás grandesquecabía.Cadaunoqueríaqueel hechizotransformaraalotro en un ancianodecrépito,feo como un demonio yenfermodemuerte.Así quelosdosvolvierona bebersealmismo tiempo una copa llena y gritaron al unísono:

Ponche chechos ponchesss. chumpe miz checheos:Para ti la belleza, la eterna ¡yuju!...ventud, el mayor de los gozos.Para ti la sabiduría y... ¡Hip!..., la sa...salud.¡Y un corazón bandado...zo!

Y, con gran turbación de ambos,súbitamentesehallaronfrentea frentejóvenesy belloscomoel príncipey la princesa del cuento.

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TIRANIA se palpó en silencio el talle, grácil y

esbeltocomoun junco(aunqueel trajedenocheamarilloazufrele quedabaahoramuy ancho),y Sarcasmosepasóla mano por la cabeza y exclamó:

—¡Diablos! ¿Quéha brotadoen mi cabecita?¡Hip!¡Ole! ¡Qué maravillosacabellera!Que alguienme traigaun pejoy un espeine...,digo,un jopey un esneipe...,esto,un espejo y un peine para domar estas melenas.

Y efectivamente,una abundantecabellera negracubríasorprendentementesu cabeza,antescalva.A la tía,en cambio, le caía por los hombrosun cabello rubio yonduladocomo a la sirenaLorelei. Y mientrassetocabacon los dedos la cara, antes llena de arrugas, exclamó:

—¡Tengola piel, ¡hip!, tersacomoel pompisde unbebé!

Y deprontosedetuvieronlos dosy sedirigieronunasonrisacariñosacomosi sevieranpor primeravez (cosaquedealgúnmodoeracierta,puesnuncasehabíanvistocon aquella figura).

El ponche de los deseoshabía transformadoporcompletoa los dos,aunqueno como ellos querían;peroalgo seguía igual o incluso había aumentado: suborrachera.Porqueningúnhechizopuedecontrahechizarsu propia acción. Eso es absolutamente imposible.

—Belbucecito—balbucióla tía—,eresrealmenteunbebé encantador. Pero, ¡hip!, de repente te veo doble.

—Calla, preciosa—farfulló el sobrino—. Tú eresparamí un sueño:ahoratienesunaaureola,o tal vezdos.En cualquiercaso,te adoro,queridísimatitatía.Me sientotransformado en el fondo del alma. Tengo unossentimientostan puros, ¿sabes?Una inmensaternuraydulzura.

—A mí me ocurrelo mismo—respondióella—. Derepente,mesientotanbienenel fondodemi corazónquepodría abrazar al mundo entero.

—Tatía —logró decir Sarcasmo—,eres una tíaenzancadora.Me gustaría reconciliarme contigo parasiempre. En adelante podemos tucearnos, ¿de acuerdo?

—Pero, querido niño —replicó ella—, nosotrossiempre nos hemos tuceado.

Sarcasmoasintió, dejandocaer la cabezasobre elpecho.

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—Cierto, cierto. Una vez más tienes muchísimarazón.Entonces,a partir de ahoranosllamaremospor elnombre.Yo, por ejemplo,mellamo...,¡Hip!... ¿Cómomellamo yo?

—N...n...no tiene ninguna importancia —dijoTirania—. Vamos a empezaruna nueva vida, ¿no escierto?Porquelos doshemossido, ¡hip!, personasmalasy perversas.

El mago comenzó a sollozar.—Sí, eso es lo que hemos sido. Monstruos

repugnantesy abominables,eso es lo que hemossido.¡Hup! Yo me avergüenzo muchísimo, tía.

AHORA tambiénla tía comenzóa llorar como

un becerro.—Ven a mi regazovirginal, noven joble..., ¡Hip!,

jovennoble.A partir deahoratodoserádistonto.Los dosseremosamablesy bondadosos,yo contigoy zú conmigo,y los dos con todos.

Sarcasmo gimió con más fuerza.—¡Ay, sí, ay,sí! ¡Así será!Estoytanemocionadode

nosotros...Tirania le acarició las mejillas y gangueó:—No lloresasí,por favor, quemevasa romperel...,

¡Hip!..., cariño. Y ademásnio es necesario,porqueyahemos hecho un bien enorme.

—¿Cuándo?—preguntó Sarcasmo,y se secó laslágrimas.

—Pues esta noche.—¿Cómo?—Porqueel poncheha cumplido al pie de la letra

todos nuestros buenos deseos, ¿entiendes?No hainvertido nada.

—¿Cómo lo sabes?—Bueno—dijo la tía—, míranosa nosotros.¡Hip!

¿No somos una prueba?Sólo en esemomentocomprendióSarcasmolo que

Tirania acababade decir. La tía miró al sobrino, y elsobrinomiró a la tía. A él se le pusola caraverde,y aella, amarilla.

—Pe...pe...pero eso significa —tartamudeóSarcasmo— que no hemos cumplido nuestro contrato.

—Peor todavía —gimió Tirania—: hemos

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derrochadotodolo queantespodíamosapuntarennuestrohaber. Y lo hemos derrochado por completo.

—Entonces estamos irremediablementeperdidos—bramó Sarcasmo.

—¡Socorro! —gritó la bruja—. ¡No quiero, noquiero que me secuestren!Mira, todavía queda unaúl.úlúl...última copa de ponche para cada uno. Si laempleamosparadesearalgomu...mumu...muymalo,algoin...infernalmente malo, quizá podamos salvarnos aún.

CON prisa de locos, los dos llenaronsuscopas

unaúltima vez.Sarcasmollegó a volcar la poncheraparaque salierahastala última gota. Luego se bebieronsuscopas de un trago.

Intentaronunay otra vezversificar,peroningunodelos dos logró formular un deseo infernalmente perverso.

—No mesale—lloriqueóSarcasmo—.Ni siquieraati te puedo hechizar, Titi.

—A mí tampoco me sale, muchacho —suspiróella—. ¿Y sabesp...p...por qué? Porque ahora somosdemasiado buenos para eso.

—¡Es terrible! —selamentóél—. Yo desearía...,yodesearía... ser como antes. Así no habría ningúnproblema.

—Yo también, yo también —suspiró ella.Y aunque no era una estrofa rimada, la poción

mágicales cumplió estedeseo.De golpevolvieron a serlo quehabíansidosiempre:tiposdeaspectohorribley demal carácter.

Perono lessirvió de nada,porqueya no quedabaniuna gota del ponchegenialcoholorosatanarquiarqueolo-gicavernoso.Y la última copales dio el golpede gracia.Se cayeron de las sillas y se tumbaron sobre el pavimento.

En aquel instante resonó un imponentetoque decampanadentro del vaso de fuego frío, que saltó enpedazos.Fueracomenzarona tocar las campanasde AñoNuevo.

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SEÑORES —dijo Maledictus Oruga, que

súbitamenteestabaotra vez sentadoen la vieja butacadeorejas—,parecequeha llegadoel momento.Ha expiradosu plazo, y yo voy a cumplir mi cometido.¿Tienenaúnalgo que objetar?

Un ronquido a dúo fue la única respuesta.El visitante paseósu mirada sin párpadospor el

desolado laboratorio.—¡Vaya —murmuró—, pareceque los señoresse

han divertido de lo lindo! Cuando se despierten,notendrán tantas ganas de juerga.

Cogió una copa,se la acercóa la nariz, la olió sinespecial interés y la retiró asustado.

—¡Puaf! —dijo, y la arrojó con un gestode asco—.¡Quéaromamáspestilente!Sehueleinmediatamentequeen la bebida había algo angelical.

Movió la cabeza y suspiró.—¡No sécómobebeesola gente!Claroquehoy día

ya no hay buenoscatadores...Bien, ya es horade retirarde la circulación a esta gentuza incompetente.

Buscóen su carteranegray sacóalgunossellosdesecuestro,en los que estabagrabadala figura de unmurciélago. Los humedeció con la lengua y pegócuidadosamenteunoenla frentedeSarcasmoy otro enlade Tirania. Las dos veces se oyó un leve siseo.

Luego, Maledictus Oruga volvió a sentarseen labutaca, cruzó una pierna sobre otra y esperó a losfuncionariosinfernalesencargadosdeembalaralmas,quellegaríanenseguidapara trasladara los dos. Entretantosilbó satisfecho, pensando en su próximo ascenso.

En ese instante, Jacobo Osadías y Maurizio di Mauroestaban juntos en el tejado de la catedral.

Trashuir de la villa, habíanvuelto a subir allí; estavez sin el menor esfuerzo,dadala fortalezaque ahoratenían. Contemplabanfelices cómo los hombres seabrazabantraslos millaresdeventanasiluminadas,cómoincontablesbengalasvolabanpor encimade la ciudadyestallabanenhacesdechispasmulticolores,y escuchabanemocionadosel impresionanteconciertode las campanasde Año Nuevo.

SanSilvestre,queahoraeranuevamenteunasimplefigura de piedra,observabacon una sonrisaextasiadaelesplendor de la fiesta desde lo alto de la torre.

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—Feliz año nuevo, Jacobo —dijo Maurizio diMauro con cierta emoción en la voz.

—Igualmente—respondióel cuervo—. Te deseomuchos éxitos. Que te vaya bien, Maurizio di Mauro.

—Eso suena a despedida —comentó el gato.—Sí —graznósordamenteJacobo—.A la larga es

mejor así, créeme. Cuando las circunstancias sonnuevamentenaturales, los gatos y los pájaros sonnuevamente enemigos naturales.

—En realidad es una lástima.—¡Bah, déjalo estar! —respondióel cuervo. Está

bien así.Se quedaron callados y escucharon las campanadas.Me gustaríasaber—dijo finalmenteel gato—quéha

sido del mago y de la bruja. No lo sabremos nunca.—No importa —dijo Jacobo—.Lo importantees

que todo ha salido bien.—¿Ha sido así? —preguntó Maurizio.—¡Claro! —graznó Jacobo—. Ya ha pasado el

peligro.Los cuervospercibimosesascosas.En esono nosequivocamos nunca.

El gato reflexionó un instante.—En cierto modo —dijo luegoen voz baja—,casi

me dan pena los dos.El cuervo le echó una mirada cortante.—¡Cierra de una vez la boca!Los doscallarony volvierona escucharel concierto

de las campanas.Ninguno de los dos quería separarsetodavía.

En cualquiercaso—nuevamentefue Maurizio quienal fin tomó la palabra—,seráun año muy buenoparatodossi en todaspartesocurrelo que nosha ocurrido anosotros.

—Lo será —asintió Jacobo.pensativo—.Pero loshombres nunca sabrán a quién se lo deben.

—Los hombres no —corroboró el gato—. Y sialguiense lo explicara,en el mejor de los casoscreeríanque es un cuento.

Hubo una nueva pausa,esta vez más larga. Peroninguno de los dos hacía ademán de despedirse.Contemplabanel cielo estrellado,y lesparecíamásalto ymás ancho que nunca.

—Mira —dijo Jacobo—,ésassonlascumbresde lavida que no habías conocido hasta ahora.

—Sí —asintió conmovido el gato—, ésasson. Apartir de ahorapodréenternecertodoslos corazones,¿noes cierto?

Jacoboechó una rápida ojeadaal gato, apuestoyblanco como la nieve, y sentenció:

—Los de los gatos, sin duda. A mí me bastacompartirconmi Elvira el calordel nido.Sele abriránlosojos cuando me vea así: joven y con una frac de primera.

Luego se arregló con el pico un par de plumassueltas.

—¿Elvira?—preguntóMaurizio—. Con sinceridad,

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¿cuántas esposas tienes?El cuervo carraspeó un poco perplejo.—¡Bah! Mira, de las mujeres no puedes fiarte.

Tienesquecubrira tiempotusnecesidadesconunabuenaprovisión;si no, al final te quedassin nada.Y los quenotenemoscasa puesta,necesitamosun nido caliente entodas partes. Pero tú no entiendes aún esto.

El gato se indignó.—¡No lo entenderé nunca!—Ya veremos, señor minnesínger —comentó

secamente Jacobo.El sonidode las campanasse iba apagandopoco a

poco. El cuervo y el gato guardabansilencio, sentadosuno al lado del otro. Al cabo de un rato, Jacobo propuso:

—Ahora deberíamosinformar al ConsejoSupremo.Luego, volveremos los dos a la vida privada y sesepararán nuestros caminos.

—Espera—dijo Maurizio—. Al ConsejoSupremopodemosir más tarde. Ahora me gustaría cantar miprimera canción.

Jacobo lo miró, asustado.—Lo veía venir —graznó—. Pero ¿para quién

quierescantar?Aquí no hay público, y yo no soy nadaaficionadoa la música,nadaaficionadoa la músicasoyyo.

—Voy a cantar —respondióMaurizio— para SanSilvestre y en honor del Gran Gato del cielo.

—Está bien —respondió el cuervo, y agitó lasalas—,si te empeñas...Pero¿estássegurode quete va aescuchar alguien de allá arriba?

—Estono lo entiendestú —respondióel gato,muydigno—. Es un problema de categoría.

Se limpió rápidamente el pelo, brillante como la seday blancocomoel jazmín,sealisó los imponentesbigotes,adoptó la postura adecuaday, mientras el cuervo loescuchabapacientementepero sin entender palabra,comenzóa maullar al cielo estrelladosu primeray másbella aria.

Y como, sorprendentemente,de pronto hablabacorrectamenteel italiano, cantócon su melodiosavoz detenor gatuno napolitano:

Tutto è ben'quell'che finisce bene...

Que ENDE - FIN - itiva significa:

«Bien está lo que bien acaba».

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ÍNDICELas cinco ..................................................................Las cinco y ocho .....................................................Las cinco y once ......................................................Las cinco y veintitrés ..............................................Las cinco y media ...................................................Las seis menos cuarto .............................................Las seis menos diez ................................................Las seis .....................................................................Las seis y cinco........................................................Las seis y cuarto ......................................................Las seis y veinte ......................................................Las seis y media ......................................................Las siete menos veinticinco ...................................Las siete menos veinte ............................................Las siete menos cuarto ............................................Las siete menos diez ...............................................Las siete ...................................................................Las siete y cinco ......................................................Las siete y diez.........................................................Las siete y cuarto ....................................................Las siete y veinte .....................................................Las siete y veintitrés ...............................................Las siete y veinticinco ............................................Las siete y media .......................................................Las ocho menos veintiséis.........................................Las ocho menos veinte Las ocho menos cuarto .............................................Las ocho menos diez .................................................Las ocho .....................................................................Las ocho y cinco .....................................................Las ocho y cuarto ....................................................Las ocho y media ....................................................Las nueve menos cuarto .........................................Las nueve .................................................................Las nueve y cuarto ..................................................Las nueve y veinte ..................................................Las nueve y media ..................................................Las diez menos cuarto.............................................Las diez ....................................................................Las diez y cuarto .....................................................Las diez y media .....................................................Las once menos veinte ............................................Las once menos cuatro ...........................................Las once y ocho .......................................................Las once y cuarto ....................................................Las once y veintiséis ...............................................Las doce menos veinticinco ...................................Las doce menos cuarto ...........................................Las doce menos once ..............................................Las doce menos ocho ..............................................Las doce menos cinco .............................................Las doce ...................................................................