ELEUTERIA NO OLVIDO EL TEJIDO DE SU MADRE

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ANEXO 1

ELEUTERIA NO OLVIDO EL TEJIDO DE SU MADRE

Juliaca, 1960. La niña Eleuteria Llaquijo mira a su madre tejer en las tierras de

la parcela de Isla, en Puno. La mujer hila con rueca y usa palitos para hace ponchos y

chullo. Su diseño preferido son las figuras de llamas y animales típicos de la serranía.

Cuando las prendas ya están terminadas, madre e hija van

hacia el pueblo para ofrecerlas en las plazas.

Lima, 2004 Eleuteria tiene cuatro hijos y una casa-

taller en Villa el Salvador, su especialidad: las chompas de

hilo. Las confecciona entalladas, asimétricas, con grandes o pequeños escotes. Usa

remalladoras, máquinas de coser y tejedoras. Y lo mejor de todo: su demanda no es

poca.

La historia de esta señora comienza cuando se convierte en madre, a los 17 años.

Necesitaba trabajar: no podía hacerle caso a su anhelo de ser una mujer de oficina. Se

olvidó de eso y aposto por lo que ella sabía hacer: Tejer. Los primeros consumidores de

sus prendas aparecieron en los puestos de gamarra y en los mercados de la Av. La

Marina, no le iba mal, aunque acepta que la competencia “era a morir”. Los años y al

experiencia de otros le hicieron entender que su producto podía buscar un nuevo

público. Cambio los materiales corrientes por unos

de mayor precio. Su mercado se transformó tanto

que hasta hoy le resulta difícil acostumbrarse o, más

bien, aceptarlo. Las personas que negocian con

grandes centros comerciales empezaron a hacer

trato con ella: sus chompas de hilo aparecieron en los maniquíes de San Isidro y Surco.

Se lucían con una buena arca.