El Urbanismo en Occidente 0

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 El urbanismo en Occidente  José M.ª B lázqu ez Mart ínez   Antigua: Hist oria y Ar queología de l as civiliz aciones [Web] P ágina mantenida por el T aller Digital de la Universidad de Alicante  

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Con este trabajo presentado al 16 Internationalen Kongress der Geschichtswissenschqften, celebrado en Stuttgart, 25 de agosto/1 de septiembre de 1985, queremos rendir justo homenaje a don Samuel de los Santos, director del Museo de Albacete, con quien me unió una gran amistad y del que recibí muchos favores

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  • El urbanismo en OccidenteJos M. Blzquez Martnez

    Antigua: Historia y Arqueologa de las civilizaciones [Web]

    Pgina mantenida por el Taller Digital de la Univers idad de A licante

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    [Publicado previamente en: Homenaje a Samuel de los Santos, Albacete 1988, pp. 179-183. Editado aqu en formato digital por cortesa del autor, con la paginacin original].

    El urbanismo en Occidente

    Jos Mara Blzquez Martnez Universidad Complutense de Madrid

    Con este trabajo presentado al 16 Internationalen Kongress der Geschichtswissenschqften, celebrado en Stuttgart, 25 de agosto/1 de septiembre de 1985, queremos rendir justo homenaje a don Samuel de los Santos, director del Museo de Albacete, con quien me uni una gran amistad y del que recib muchos favores.

    Cuando los romanos pusieron pie en Hispania, la Pennsula Ibrica conoca bien el fenmeno del urbanismo. En ge-neral, las ciudades iberas prerromanas estaban amuralladas, muchas de ellas con murallas ciclpeas, como Cstulo en el alto Guadalquivir; Carmo, tambin en el mismo ro; Olrdola, en la provincia de Barcelona, todas con torres cuadradas; Ullastret, en la de Gerona, con torres circulares, y la colonia griega, Ampurias, en la misma provincia, tambin con una muralla ciclpea del siglo IV a. de C.

    Las ciudades se encontraban situadas en la costa ibrica y en el valle del Guadalquivir, En el resto del pas haba gran cantidad de castra o de castella, citados en las fuentes. Estas ciudades eran los centros importantes polticos, econmi-cos y religiosos.

    Los Brquidas durante su breve gobierno fundaron una gran ciudad, capital de su corto imperio, Carthago Nova, tam-bin amurallada, en uno de los mejores puertos del Mediterrneo, junto a buenas minas de plata, pesquera y salinas. Durante la poca republicana era, por ser el mejor puerto de toda la costa ibrica, el mercado de todos los productos que llegaban del exterior o que venan de dentro (Str. 4.4.6).

    Los romanos poco despus de desembarcar en Ampurias, en el ao 218 a. de C., se dedicaron a fundar alguna ciudad amurallada, a imitacin de las ciudades etruscas, como Tarraco, que fue creacin de los Escipiones, al igual que Cartha-go Nova lo fue de los cartagineses (Plin. 3.21). Esta ciudad fue la base de operaciones del ejrcito romano en los prime-ros momentos de la conquista, y la capital de la Provincia Citerior. En poca de Augusto sufri, como diremos ms ade-lante, importantes transformaciones urbansticas interiores. En el ao 206 a. de C. Scipio fund Itlica, cerca de Hispa-lis, la actual Sevilla, a la orilla derecha del ro Guadalquivir (App., Iber. 37), para dejar los heridos de su ejrcito. En principio la ciudad tuvo la forma de un campamento romano. En origen era un oppidum civium romanorum, y colonia en tiempos del emperador Hadriano. La fundacin de colonias durante la Repblica Romana contribuy a mejorar, sin duda, el nivel del urbanismo, al mismo tiempo que a fusionarse la poblacin, indgena y romana, y a vivir bajo la legis-lacin romana y en localidades de aspecto romano, por el trazado de sus calles, templos, curia, y forum. Colonias ante-riores a Csar son Carteia, en el Estrecho de Gibraltar, fundacin del 171 a. de C., que fue la primera colonia latina fuera de Italia y uno de primeros casos conocidos de asentamientos de veteranos romanos; Corduba, que recibi el titulo a mediados del s. II a. de C., fundacin de Marcellus; segn Strabo (3.2.2). Una inscripcin hallada en los ltimos aos indica que haba un barrio de hispanos separado del de los romanos, algo parecido a lo que suceda en Ampurias (Liv. 34.9), que estaba formada por dos ciudades que una muralla divida; Valenta fue colonia en el ao 138 a. de C.; se fun-d con los veteranos que lucharon contra Viriato en una de las mejores vegas del Mediterrneo; Palma y Pollentia fue-ron colonias en el ao 123 a. de C. Se fundaron con 3.000 colonos de la Pennsula y su finalidad era mantener el mar limpio de piratas. La fundacin de la Colonia Metellinensis, a orillas del Guadiana, est en funcin de controlar a los lusitanos y las explotaciones superficiales de estao y oro nativo. La colonizacin en Occidente en gran escala es obra de Csar y de su hijo adoptivo, Augusto. Ello contribuy a extender enormemente el status jurdico romano y a que la vida a la romana se generalizada por amplias zonas de la Pennsula Ibrica. Csar fund 6 colonias. Dos lo fueron en los aos entre la muerte de Csar y el principado de Augusto y 15 durante los aos de gobierno del fundador del principa-do. Las colonias de Csar, salvo dos, Ampurias y Tarraco, se encuentran en el sur de la Pennsula, es decir en la zona que haba ya asimilado totalmente la vida de los romanos y que haba olvidado su propia idioma, segn Strabo (3.3.15). Las de Augusto estn emplazadas en el sur, entre los ros Tajo y Guadiana, en el Ebro y en Barcino.

    Algunos campamentos romanos de las Guerras Cntabras se convirtieron en ciudades, como Lucus Augusti, Lugo, y Asturica Augusta, Astorga en la provincia de Len. Muchas colonias se crearon sobre ciudades ya existentes

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    como Corduba, Carthago Nova, Barcino, Carteia, Hispalis, Ucubi, Tucci, Caesaraugusta, etc. Otras se fundaron ex no-vo, como Itlica, Emrita, Caesaraugusta, Valenta, etc. La extensin de las ciudades hispanas oscil mucho. As, Em-rita Augusta tenia 26 ha.; Lucus Augusti 9 10 ha., Tarraco 40 ha.; Corduba entre 70 y 75 ha., e Itlica 30 ha.

    Los generales romanos y emperadores fundaron ciudades desde el primer momento de la conquista, muchas veces con elementos indgenas, como Gracchurris, hacia el 179 a. de C, que lo fue por T. Sempronio Graco (Liv. Per. 41); Brutobriga, por Bruto Galaico, hacia el 136 a. de C.; Pompaelo, por Pompeyo, durante la Guerra Sertoriana; pero esta poltica de fundar ciudades mixtas continu, como lo indican los topnimos de Iulibriga, Iulipa, Caesarbriga, Augus-tbriga y Flavibriga, cuyo nombre alude a Julio Csar, a Augusto y a los Flavios. Estas fundaciones contribuyeron a mezclar la poblacin indgena y romana y a extender la asimilacin de la cultura romana entre la poblacin.

    Generalmente, el status colonial se daba a ciudades de nueva planta totalmente, como Emrita Augusta, para asentar veteranos de las Guerras Cntabras. La ciudad es totalmente nueva, y su planta refleja un campamento romano. Est amurallada y tiene cuatro puertas. La extensin de su territorio fue grande. Se lleg a repartir a cada centuria 400 yuga-das, siendo lo corriente entre 50 y 200 a. de C. La capital de Lusitania tuvo desde el primer momento un conjunto de ex-celentes edificios civiles y religiosos, y es un modelo de una fundacin romana ex novo. Cont desde el primer momen-to con edificaciones consagradas al culto al emperador, como un ara y un templo, un capitolio situado seguramente en el foro; que daban a la ciudad una gran categora urbanstica, segn cnones romanos; otros templos estaban consagrados a la Concordia Augusti y al dios de la guerra Marte.

    Se conservaron una serie de elementos arquitectnicos decorados con toda clase de armas, fechado en el tercer cuarto del s. II a. de C. Un templo hexstilo y perptero estaba dedicado, probablemente, al culto imperial. Descansaba sobre un gran podium e iba estucado. Era de una gran esbeltez y elegancia. Estaba rodeado, probablemente, por un ninfeo. Augusto pretenda con la fundacin de esta colonia ofrecer a los lusitanos el modelo de un asentamiento, atraerlos a la vida civil, ordenada y pacfica, en una ciudad planificada, segn los esquemas urbansticos clsicos, rodeada de muros, como todas las colonias y municipios de Italia, con edificios de esparcimiento, teatro, anfiteatro y circo. Los edificios de Emrita siguen la secular tradicin republicana, y estaba remodelada en el aspecto urbanstico, constitucional y religioso bajo el modelo de Roma. Las 13 faleras, las varias esculturas y los seis capiteles, las cuatro caritides, los siete frisos decorados deban estar en relacin con el templo de Augusto, pues este templo estara relacionado con otros edificios, como prticos y jardines, que formara un complejo dedicado al culto imperial. Estas piezas demostraran unas relacio-nes estrechas entre los talleres escultricos de Emrita y los de Roma, no slo en los temas, sino en la tradicin plstica. En modelos augusteos se inspiraran los escultores de Emrita y Tarraco. Las restantes colonias augusteas tendran edi-ficios ms o menos similares y de parecida calidad. Tarraco, por ejemplo, sufri unas importantes transformaciones ur-bansticas en poca de Augusto. Probablemente, llam el fundador del principado a arquitectos orientales, que hicieron una ciudad con terrazas a imitacin de las orientales. En ella residi Augusto durante las Guerras Cntabras (Senec. rhetor. contr. lo. praef. 11, Oros, 6.21.19). El templo dedicado al emperador, erigido poco despus de su muerte, desco-llaba como el principal ornato de la ciudad. En poca de Csar las ciudades hispanas tuvieron importantes mejoras, co-mo lo indican las construcciones de las murallas de Carmona sobre una de poca de los Brquidas, y la de Ampurias, donde el dictador haba asentado veteranos (Liv. 34.9.4).

    Las dos casas con excelentes mosaicos excavadas indican en una ciudad de origen griego la penetracin del urbanis-mo romano.

    El urbanismo de tipo mediterrneo estaba muy extendido a finales de la Repblica Romana, en amplias zonas de la Pennsula Ibrica, como el valle del Betis, del Ebro y en la costa ibrica. Mucho contribuy a ello el desarrollo de la economa y la exportacin de productos mineros y alimenticios a Roma (Str. 3.2.6). Se cuenta con dos fuentes literarias, adems de las arqueolgicas, importantes, para reconstruir el urbanismo a comienzo del Imperio: el gegrafo Estrabn y el naturalista latino Plinio, que fue procurador de la provincia tarraconense en poca de los Flavios, y que utiliza en la redaccin de su obra datos de Agripa, que estuvo organizando Hispania en poca de Augusto (Plin. 3.8.16-17). Strabo (3.2.1) escribe de las ciudades del sur o Turdetania las ciudades son numerossimas, pues, dicen ser doscientas. Las ms importantes por su trfico comercial son las que se alzan junto a los ros, los canales o el mar. Es decir, el comercio grande del sur de la Pennsula Ibrica con Roma, del que hay tantos datos en el libro tercero, captulo 2, de la Geografa de Estrabn, era el responsable de este desarrollo del urbanismo. Sin embargo las excavaciones efectuadas en Itlica demuestran que la ciudad fue indgena hasta Csar, recibiendo los primeros productos del comercio exterior a co-mienzos del s. I a. de C. Si en una fundacin romana se atestigua este hecho es de suponer que el urbanismo de tipo ro-mano se generaliz a finales de la Repblica Romana. Estrabn a continuacin enumera las principales ciudades bticas sealando su importancia. Crdoba, que la habitaron desde el comienzo un ncleo selecto de romanos y de indgenas vecinos; Cdiz, famosa por sus empresas martimas, y por su adhesin a la causa romana; Itlica, Ilipa, Astigi, Carmo, Obulco, Ategua, Urso, etc.

    Las ciudades que haba recibido colonos, como Paxaugusta (Beja) entre los clticos; Augusta Emrita entre los turde-tanos, y Caesaraugusta (Zaragoza) entre los celtberos, y otras semejantes, muestran bien claro, al decir de Estrabn (3.2.15), el cambio que se haba operado en su constitucin poltica, pero la arqueologa demuestra que en estas ciuda-des se generaliz todo el urbanismo de tipo romano en edificios civiles, militares, religiosos y administrativos, penetran-do el arte tpicamente romano, como la retratstica y la administracin romana. Plinio (3.7.) puntualiza ms los datos de Estrabn y afirma que hay en la Btica 175 oppida, 25 menos que los que cita el gegrafo griego, de los que nueve son colonias; los municipios de derecho romano; 27 de derecho latino; 6 libres; 3 federadas y 120 estipendiaras. Es decir, que el status jurdico romano haba hecho al cambio de era poco progresos.

    La poltica de Roma consisti en concentrar a la poblacin indgena, diseminada en pequeas aldeas y en caseros

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    extendidos por el monte, en castros. En Asturias y en Galicia el asentamiento de la poblacin en castros data de los pri-meros siglos del Imperio. En estos castros el urbanismo es tpicamente indgena, con murallas y casas de piedra circula-res. Esta concentracin de la poblacin favoreca su administracin y pacificacin. Plinio da datos sobre el urbanismo en las otras dos provincias hispanas. La provincia Tarraconensis, la ms grande en extensin de la Pennsula Ibrica, contaba con 293 civitates, de las que 12 eran colonias, 13 oppida de derecho romano, 18 del viejo del Latium, 1 de los federados y 135 estipendiaras (Plin., 3.18). Lusitania contaba con 5 colonias, 1 municipio con derecho romano, 3 con el antiguo del Latium y 37 ciudades estipendiaras. La extensin del ius Latii por el emperador por Vespasiano, en el ao 75, tuvo grandes repercusiones en el urbanismo. Muchas ciudades, sobre todo del sur, obtuvieron el ttulo de municipio, lo que indica un florecimiento de la vida municipal, y un perfeccionamiento del urbanismo de tipo romano. Creca el programa de la concentracin de la poblacin, como se deduce de comparar los datos que recoge Plinio, que escribe ha-cia el ao 70, y los del gegrafo Ptolomeo a mediados del s. II. Plinio en la provincia Tarraconensis menciona 179 n-cleos urbanos y 114 rurales o populi; en total 293. Ptolomeo menciona en su geografa 248 nombres de ciudades. El de las comunidades rurales haba descendido a slo 27, disminuyendo en 87 unidades, mientras las ciudades haban subido en 105 unidades. Este espectacular aumento, es de suponer, que se concentraba en las zonas que con anterioridad a los Flavios la urbanizacin era ms dbil, como sera el valle del Duero y al N. de este ro. Los foros, como lugar de mercado, se convirtieron poco a poco en ciudades. Su importancia era fundamentalmente econmica, pero tambin administrativa; as, el Forum Limicorum (Ptol 2.6.43) dio lugar a Ginzo de Limia, en la provincia de Orense; el Forum Gigurrorum (Ptol, 2.6.37) a Valdeorras, en las mismas provincias. Los bibali, habitantes del ro Bubal, se concentraron en el Forum Bibalorum (Ptol., 2.6.42), como los narbasi en el Forum Narbosorum (Ptol, 2.6.48), todos en la actual pro-vincia de Orense, en el ngulo NO., es decir en una zona que haba asimilado poco la cultura romana. Algunos fora die-ron lugar a la fundacin de colonias, como el Forum Augustanorum, que se convirti en la Colonia Libisosana Forum Augustana (Plin., 3.25), en la provincia de Albacete. El Forum Iulii (Plin., 3.10) fue una creacin de Csar sobre una importante ciudad oretana, Iliturgi, hoy Mengbar en la provincia de Jan. Toda esta revolucin urbana debi darse entre los Flavios y los Antoninos y entraba dentro de programa urbanstico romano. El campamento de la legin creada por Galba, o mejor dicho la canaba dio lugar a la ciudad de Len.

    La evolucin del urbanismo en muchas ciudades hispanas se puede seguir perfectamente en Conimbriga, en Lusita-nia, que por no ser colonia es muy significativo su urbanismo. Augusto hizo una verdadera revolucin urbanstica en las ciudades hispanas. La fisonoma de la ciudad se transform completamente. Se construyeron el foro, de esquema vitru-viano, las termas con una palestra y el acueducto, que permiti llenar la ciudad de fuentes. El acueducto parti de un pantano situado a tres kilmetros de la ciudad. La trada de aguas permiti el trazado del primer sistema de saneamiento de la ciudad y la salida de las aguas. Un templo dominaba las tiendas del foro, al igual que en Baelo, en la Btica. El ca-pitolio coronaba el forum rodeado de tabernae. Las tiendas estaban precedidas en Conimbriga por un prtico. Al este se encontraban la baslica y la curia.

    La funcin del foro era triple: administrativa, religiosa y comercial. Es importante sealar que Conimbriga en poca augustea era un simple oppidum, pero la ciudad configura su urbanismo como una ciudad tpicamente romana en sus edificaciones. El foro de Conimbriga destruy gran parte del hbitat indgena.

    Con los Flavios Conimbriga pas a ser municipio. Un gran programa de obras pblicas se llev a efecto con este mo-tivo, gemelo al que se hara en otras muchas ciudades hispanas, al conceder los emperadores Flavios el estatuto munici-pal. Se levant un nuevo foro sobre el antiguo. En este foro la funcin religiosa oscurece a la religiosa y administrativa en consonancia con el gran desarrollo que el culto imperial alcanz estos aos. Este segundo foro dispona de dos plan-tas. La inferior era una plaza pblica enlosada, llena de estatuas honorficas y rodeada en tres lados por un prtico, al igual que la planta superior, donde se construy un criptoprtico con un templo dedicado al culto imperial. El lado sur del foro tena una entrada monumental, orientada con respecto al templo. En el lado SE. deba erigirse un templo consa-grado a un genio tutelar, quizs de la ciudad. Una fuente se encontraba en la fachada de este templo. El foro no tena pa-ralelos exactos, pues carece de baslica y de curia. En poca flavia, probablemente se proyectaron las nuevas termas, ter-minadas en poca trajanea; para ello fue necesario demoler las de Augusto, y otro edificio, que debi ser un horreum, levantado en poca de Claudio. Las termas de Trajano son el doble en extensin que las de Augusto.

    Las casas adornadas con mosaicos, que han dado justa fama a Conimbriga, se datan en los siglos II y III. Indican un buen momento econmico y social de la ciudad. El municipio, al igual que Lusitania, no parece que fue afectado por las invasiones de los francos del 264, pero la existencia de tesorillos indica una gran inseguridad en la regin. En poca de la Tetrarqua, como muchas otras ciudades hispanas, fue amurallada. La muralla de comienzos del Imperio era ms ho-norfica que defensiva. El recinto de la ciudad se contrajo ahora, pues dej fuera de la muralla al anfiteatro, unas termas y tres ricas mansiones. La historia de Conimbriga es similar a la de otras muchas ciudades hispanas.

    Una ciudad del Occidente, que merece recordarse por su urbanismo es Itlica, que deba contar con unos 10.000 ha-bitantes, siendo el aforo del anfiteatro de 20.000 personas. El plano urbanstico de la ciudad muestra calles anchas, que se cruzan en ngulo recto, que contienen insulae grandes, cada una con una o ms domus, con patios abiertos, pequeos huertos interiores, y pavimentadas con excelentes mosaicos. Todas las calles estn enlosadas y porticadas, al igual que las ciudades del Oriente helensticas. Las aceras miden 4 m. Las vas secundarias medan 14 m. de ancho, de las que 8 eran las aceras y 6 la calzada central. Hoy se cree que la ciudad sufri una gran transformacin con posteriori- dad a los aos del gobierno del emperador Hadriano. El anfiteatro debe datarse en poca de los Severos, como el de Tarraco, que fueron aos de desarrollo urbanstico grande en Hispania. Es probable que arquitectos im- periales venidos del Oriente trajeran un plan nuevo urbanstico. Este programa sigue muy de cerca la reconstruccin

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    de Roma despus del incendio en tiempos de Nero. El nuevo barrio, sin embargo, debi ser abandonado pronto, debido a las dificultades que ofreca el terreno.

    Al final de la dinasta antoniniana algunas ciudades hispanas entraron en decadencia. En el gran santuario de Mulva, Sevilla, la pobreza es grandsima, bien manifestada en la ausencia de las monedas, entre los aos de los emperadores Cmmodo y Galieno. La aparicin de mosaicos en las villas a partir de la poca severiana indica bien claramente que los possessores abandonan lentamente la ciudad y se refugiaban en el campo. La invasin de los francos, que vivieron sobre el terreno cerca de 12 aos, segn el historiador hispano Orosio (7.41.2), contribuy a la decadencia de la ciudad y de una forma econmica, social y cultural con ella vinculada. Cstulo, por ejemplo, debi ser arrasada totalmente. La ciudad del siglo IV est toda ella levantada con material de rehecho y los edificios parecen ser pobres. La Itlica del Bajo Imperio tambin parece ser una ciudad pobre, comparada con lo que fue en el siglo II.

    Sin embargo, los aos de la Tetrarqua trajeron una recuperacin urbanstica grande, bien patente en el amuralla-miento de gran nmero de ciudades hispanas, que indica la recuperacin de la vida de la ciudad. Ello estaba en la lnea de la acusacin de Lactancio (de mort. pers., 7.8) a las Tetrarquas de la cupiditas aedificandi. Estas restauraciones urbansticas han dejado sus huellas en el circo de la capital de Lusitania y en la llamada Casa-Palacio de Clunia de poca constantiniana. Paulino, el futuro obispo de Nola en Campania, en carta a su maestro Ausonio, le habla de muchas ciudades hispanas entre los ros Betis y Ebro de la categora de Caesaraugusta, Barcino y Tarraco, pero esto era en vsperas de las invasiones de suevos, vndalos y alanos, que durante unos 70 aos, en compaa de los visigodos, asolaron gran parte de la Pennsula Ibrica. BIBLIOGRAFA ALARAO, J.; ETIENNE, R., y otros, Fouilles de Conimbriga, Pars,

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