El internado Mont-Rose

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A todos los estudiantes que este curso están internos…

Agradezco a Marion Wasinta, asistente de educación en un «collège»,su valiosa aportación sobre el horario y el ritmo cotidiano de una clase

de sexto de Primaria actual.

A.–M. P.

www.edebe.com

Título original: Les 3 copines une rentrée qui déménage…

© Flammarion, 200887, quai Panhard et Levassor5647 Paris Cedex 13/France

© Edición cast.: Edebé, 2011Paseo de San Juan Bosco, 62

08017 Barcelona

Dirección editorial: Reina DuarteEditora: Elena Valencia

© Traducción del francés: Beatriu Cajal

Primera edición, marzo 2011

ISBN 978–84–683–0008–5 Depósito Legal: B. 89–2011

Impreso en España

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transfor-mación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares,salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Dere-chos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de estaobra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).

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Anne-Marie Pol

Ilustraciones de Claire Delvaux

El internado Mont-Rose

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–¡No iré!

¡Pum! Fleur cierra la puerta y, en una marea de

cabellos rubios, se tira en plancha sobre su cama.

Para llorar.

Diez segundos más tarde, entra Mamá.

–Ya tienes once años –suspira–, has de ser «razo-

nable»…

Dicho de otro modo, Fleur se ve obligada a acep-

tar este hecho espantoso: hoy, domingo 3 de sep-

tiembre, se va a un internado.

–¡NO!

Con la cara hundida en su colección de peluches

multicolores, añade entre hipos:

–¡No iré-e-e-e!

–Es demasiado tarde para echarse atrás… –replica

Mamá.

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Esta respuesta siempre aparece al final de los epi-

sodios de Pormenores que matan, la serie de televi-

sión que Mamá protagoniza. ¡Y cuando Jessica

Jewel habla como el personaje que le ha dado fama,

una policía despiadada, llegan los problemas!

Su hija le echa un vistazo inquieta, pero Mamá

sonríe:

–Es la mejor solución, cariño. Este año voy a estar

rodando todo el tiempo, ya lo sabes. No podré ocu-

parme de ti y…

Su sonrisa se acentúa.

–…¡En el internado Mont-Rose harás amigas!

–Porque tú lo digas…

Fleur no tiene ni una sola amiga y eso es una

espina clavada en su corazón. En los libros, siempre

hay a-mi-gas-has-ta-la-muer-te. ¿Existe de verdad

este tipo de amistad en la vida real? Fleur se lo pre-

gunta a menudo.

–Entonces harás amigos –insiste su madre–, por-

que el colegio es mixto.

–¿Chicos? ¡No, gracias! Son todos idiotas.

Silencio.

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–Venga –murmura Jessica Jewel–. Nos vamos.

El internado Mont-Rose se encuentra a 60 kiló-

metros de París, la entrada es a las cuatro de la tarde

y son ya las tres… ¡Hay que darse prisa!

Derrotada, Fleur coge su peluche preferido, Aris-

tote, por una pata, y lo mete, refunfuñando, en su

mochila de color rosa pastel…

Dirección: ¡el internado!

d

–¡Al coche! –grita el señor Perrot, el papá de Anaïs.

Tras la verja del jardín, Zorro, el perro, un cruce

de razas con el pelo tan duro como el de un cardo

borriquero, aúlla en señal de despedida.

Toda la familia acompaña a Anaïs al internado,

excepto él.

Quizás es injusto.

Anaïs lo acaricia por última vez deslizando la

mano entre los barrotes.

–Adiós, Zorro mío…

Después, de un salto, Anaïs monta en el mono-

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volumen. Papá cierra la puerta. Detrás, el bebé Noé

(que tiene nueve meses) preside desde su silla y los

gemelos, Mateo y Benito (de ocho años), sobreex-

citados como de costumbre, se pelean por la con-

sola.

Cuando todos se han abrochado el cinturón de

seguridad, el señor Perrot arranca. Anaïs contempla

cómo desfilan las casas y las tiendas de su barrio.

Lise Perrot, sentada delante, se vuelve hacia su hija.

Son igual de pelirrojas.

–¿Todo bien, ardillita mía?

–¡Perfecto!

Anaïs sueña con aventuras…

Ya el internado es una especie de aventura…

¡Pues que viva el internado!

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–Este año –dice entonces Julien Perrot– intenta

aprobar tu segundo sexto de Primaria, ¿de acuerdo?

¡PUM!

Sus padres la han matriculado en un internado

porque repite curso. Papá podría haber evitado

recordárselo, ¿no? Piensa en eso tres segundos pero,

en lugar de darle vueltas, prefiere imaginar cómo

será su internado: ¡Mont-Rose!

Bonito nombre, ¿verdad?

Será genial…

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