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6Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo

REVISTA HAUCAYPATA

El conocimiento indígena y los puentes colgantes de los Andes centrales

Lidio M. [email protected]

VALDEZ, Lidio, M., 2016. El conocimiento indígena y los puentes colgantes de los Andes centrales. Revista Haucaypata. Investigaciones arqueológicas del Tahuantinsuyo, Nro. 11: 6-13. Lima.

Introducción La región de los Andes centrales, por su va-riada y accidentada topografía, es reconoci-da como una de las regiones más difíciles del mundo (Isbell 1985: 22). La sierra central en particular, con sus nevados, topografía acci-dentada, cañones profundos y ríos caudalosos (Cieza de León 1959: 256 y Rowe 1946: 232), es un territorio que ofrece retos significativos, las mismas que sin la ingenua imaginación de sus habitantes hubieran sido barreras suficien-tes para mantener aisladas comunidades en-teras. Caminar hacia una comunidad visible a la distancia y por lo tanto aparentemente cer-cana, a menudo requiere toda una jornada de esfuerzo que consume tiempo y energía pre-cisamente por la accidentada topografía. No obstante, al tiempo que el estado Inka floreció,

sus habitantes ya habían logrado superar satis-factoriamente las barreras impuestas por la na-turaleza, ya sea estableciendo los sistemas de andenería y los canales de irrigación que en con-junto expandieron significativamente la capaci-dad productiva de la región (Murra 1984: 120). Del mismo modo, los antiguos habitantes de la región lograron establecer una compleja red vial en un territorio bastante accidentado, entrela-zando de este modo a una serie de comunidades distantes (Hyslop 1984). Dichas construcciones fueron más tarde reconocidas por los primeros españoles como el “primer y más impresionante de las grandes cosas” (Von Hagen 1976: 20). Puede haber poca duda de que muchos seg-mentos de los caminos encontrados por los es-pañoles existieron antes del establecimiento del estado Inka. En una región reconocida por su

Resumen El conocimiento indígena y la tecnología andina son dos temas íntimamente relacionados. Sin embargo, pocas veces se ha discutido estos temas de manera conjunta. A su vez, la tecnología andina tal vez es el tópico que ha recibido mayor atención de los especialistas, mientras que el conocimiento rara vez es mencionado en las discusiones académicas. En este trabajo se hace un intento de abordar estos temas de manera conjunta, poniendo énfasis en el conocimiento indígena y sobre todo en la forma como este es transmitido. Para su efecto, se utiliza el caso del puente colgante de Tinkuqchaka, construido por la comunidad de Sarhua y establecido sobre el río Pampas, en la sierra central del Perú.

Palabras claves: Conocimiento indígena, tecnología andina, puente colgante, sierra central, Inka.

Abstract Indigenous knowledge and Andean technology are two intimately related themes. Nevertheless these themes have rarely been discussed together. Andean technology as a topic has probably received most specialist knowledge while indigenous knowledge is rarely mentioned in academic discussions. In this paper it is the intention to consider these subjects together, putting emphasis on indigenous understanding and learning, and how this is transmitted. To relate these considerations the hanging bridge of Tincuychaka, constructed by the community of Sarhua, across the Rio Pampas, in the Central Sierra of Peru is employed.

Keywords: Indigenous knowledge, Andean Technology, hanging bridges, Central Sierra, Incas.

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enorme diversidad ecológica (Brush 1976: 147; Isbell 1985: 24; Flannery et al. 2009: 13-24), el acceso a recursos únicos presentes solamente en nichos específicos (Murra 1972: 430) pudo haber sido una de las determinantes fuerzas que permitió la construcción de los primeros caminos de la región. Esto tal vez se dio poco después del establecimiento de los primeros asentamientos permanentes. El interés de mantener el acceso a diversos pisos ecológicos para establecer la autosuficiencia de las uni-dades domésticas (Brush y Guillet 1985: 20 y Mitchell 1978: 187), una estrategia que posible-mente ya existió antes del estado Inka, y el in-terés de mantener contacto con comunidades distantes para establecer el intercambio de pro-ductos (Alberti y Mayer 1974: 21 y Valdez 1997: 66), por ejemplo, pudieron haber sido los es-tímulos que permitieron el establecimiento de las primeras formas básicas de comunicación. Sin embargo, la energía y el tiempo invertido en la construcción de los caminos sobre un te-rritorio accidentado hubiera sido inefectivo sin su mayor componente: los puentes colgantes. Durante la estación lluviosa, el caudal de los ríos no sólo se incrementa rápidamente (Gade 1972: 94), sino tienen el potencial de separar efectivamente un sin número de comunidades por varios meses. En dicho contexto, incluso los caminos mejor diseñados hubieran sido de poco beneficio. En consecuencia, los puentes colgantes construidos ingeniosamente sobre ríos de corrientes rápidas constituyeron parte integral del sistema vial, que en última instan-cia permitieron la interacción de comunidades distantes (Lanning 1967: 167-168; Hemming 2010: 17; Morris y Von Hagen 2011: 91). Con el objetivo de explorar el significado par-ticular de los puentes colgantes y sobre todo de cómo el conocimiento de la construcción de tales obras de ingeniería indígena fue mante-nido y transmitido por varias generaciones, mi propósito es discutir como el conocimiento fue transmitido de manera efectiva dentro de una sociedad sin escritura. Para familiarizar a los lectores, primero hago una breve referencia a los puentes colgantes Inka.

Los puentes colgantes inka “La necesidad hizo que los indios inventen co-sas extrañas que son muy distintos de las co-sas que nosotros utilizamos para las mismas

cosas…” (Cobo 1990: 231). John Hyslop (1984: 317) cita al padre José de Acosta quien anotó que “los indios utilizan mi-les de formas para cruzar los ríos”. Aunque este puede ser una exageración, queda abierta la posi-bilidad de que los pueblos indígenas de la región utilizaron varias estrategias para cruzar los ríos, la misma que posiblemente varió dependiendo de sus caudales y de la topografía local. Puentes de piedra (Rumichaka) (Cieza de León 1959: 20; Gade 1972: 95; Hyslop 1984: 319) y puentes de troncos de árboles (Kulluchaka) probablemente fueron los más comunes y tal vez los más anti-guos, tal como indica la presencia de varios lu-gares identificados bajo dichos nombres. Así como anotó el Padre Bernabé Cobo (1990: 231), las soluciones a los retos impuestos por la difícil topografía nacieron de la ingenuidad de los habi-tantes de la región. La forma más impresionante de cruzar los ríos fue definitivamente mediante la construcción de los puentes colgantes (Cobo 1990: 232; Cie-za de León 1959: 129; Gade 1972: 95-96; Hyslop 1984: 323; Rowe 1946: 232; Morris y Von Hagen 2011: 94). Investigadores como Gade (1972: 96) y Hyslop (1984: 323-324) sostienen que la ma-yoría de tales puentes fueron establecidos en la sierra central del Perú, muchos de los cuales por ejemplo existieron a lo largo del camino real inka que entrelazó Cuzco-Vilcashuamán-Huamanga y Jauja (Cieza de León 1959: 119-121). La mayor presencia de los puentes colgantes en dicha re-gión deja abierta la posibilidad de que éstos ya existieron en la sierra central anterior al estable-cimiento del estado Inka y que dicha tecnología posiblemente se originó en la sierra central. Del mismo modo, se anota que los puentes colgan-tes más extensos, siguiendo a Cobo (1990: 233), fueron construidos sobre los ríos Vilcas y Apurí-mac. Cieza de León (1959: 129), quien recorrió el camino que une Jauja-Huamanga-Vilcashuamán y Cuzco, también menciona al puente colgante construido sobre el río Vilcas, ubicado al este de Vilcashuamán. Definitivamente este debe ser el río Pampas. Cieza de León añade que el puente en mención había sido construido de trenzas y que era tan resistente que los españoles incluso se atrevieron a galopar en sus caballos. Gade (1972: 96) determinó que los puentes col-gantes fueron construidos de una variedad de materiales vegetales y esta incluye ramas de ár-boles como el lloque, chachamoco, tasta, sauce,

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además de otras plantas como la chilca y la ca-buya. A esto merece anotar que Keswachaka, puente colgante construido sobre el río Apu-rímac, fue construido de ichu (McIntyre 1984: 160-162). Todos estos son productos vegetales que requirieron ser renovados anualmente y reemplazados del todo cada dos años. Aparte de la variación en el material utilizado en la construcción, la manera como los puentes fueron establecidos fue similar, sino idéntico. De la lectura de fuentes como las de Cobo, Es-tete, Xérez y Murúa, John Rowe (1946: 232) provee una de las mejores descripciones de la construcción de los puentes colgantes inka. Él señala que los puentes colgantes fueron cons-truidos habilidosamente y suspendidos de cua-tro torres hechas de piedra establecidos dos en cada margen y a los cuales fueron conectados

troncos gruesos que sirvieron para sujetar un to-tal de cinco cables o trenzas. Cinco cables trenza-dos, cada uno de un diámetro de 40 cm, fueron requeridos para cada puente; tres de los cables formaron la base del puente y dos para los pasa-manos. Para completar el piso, pequeños postes son colocados horizontalmente para asegurar los cables, y sobre este se coloca una serie de pe-queños palos , todos atados, los mismos que se extienden sobre el largo de la base del puente y sirven de piso. En general, los puentes colgantes son construc-ciones pesadas y, a su vez, son ensamblajes deli-cados establecidos elegantemente sobre corrien-tes caudalosas. Vistos a la distancia son obras únicas de la ingeniería e ingenuidad indígena andina, cuyo origen permanece desconocido (Hyslop 1984: 324) y tienen un futuro incierto.

Figura 1. Puente colgante de Tinkuqchaka siendo construido. Los tres cables de la parte central sirven de base al puente. Los dos cables de los extremos sirven de agarraderas. Foto Cirilo Vivanco Pomacanchari.

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Figura 2. Construcción del puente colgante de Tinkuqchaka. Sobre los tres cables de la base se ha colocado el piso que consiste de una serie de pequeños palos. Foto Cirilo Vivanco Pomacanchari.

Considerando que los puentes colgantes tie-nen una amplia distribución en la sierra central del país, existe la posibilidad que dichos puen-tes ya existieron antes del establecimiento del estado Inka. Demostrar esta posibilidad, sin embargo, no es una tarea fácil. Al mismo tiem-po, el futuro inmediato de los puentes colgantes es incierto puesto que en su gran mayoría han dejado de ser construidos y sistemáticamente sustituidos, por ejemplo, por puentes de cable de metal (Gade 1972). Los contados casos que aún siguen siendo reconstruidos en tiempos más recientes, constituyen excepciones de una tradición, que en el pasado fueron populares, y a la vez una muestra elegante de la tecnología andina e ingeniería indígena que garantizó la interacción de los pueblos distantes.

En la siguiente sección se discute la manera como el conocimiento básico de construir los puentes colgantes fue transmitido de una gene-ración a otra de manera eficiente. Para ello, tomo en consideración el caso de Tinkuqchaka, puente colgante establecido por los habitantes de Sarhua sobre el Río Pampas (figuras 1, 2 y 3).

La transmisión del conocimiento indígena La tecnología es una expresión material de las actividades llevadas a efecto por unidades socia-les, como las comunidades, y mediante la cual las poblaciones actúan sobre el mundo natural (Lemonnier 1992: 1-2). En el caso específico del puente colgante de Tinkuqchaka, este representa un medio por el cual los comuneros de Sarhua lo-gran superar la barrera impuesta por la presencia

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Figura 3. Vista general del puente colgante de Tinkuqchaka desde su lado oeste. Nótese que esta obra de inge-niería indígena es pesada, pero colocada de manera delicada sobre un río, como el Pampas, de crecida rápida.

Foto Cirilo Vivanco Pomacanchari.

del río Pampas. La construcción del puente permite la integración de los habitantes de Sar-hua en un mundo social más extenso a través de la interacción. Por la importante función que el puente cumple, su construcción también es parte integral de la comunidad de Sarhua en tanto que el puente define la identidad étnica de dicha población. Esta es una diferencia sig-nificativa que distingue a la comunidad de Sar-hua (Palomino 1978; Valdez y Vivanco 2015) y otras comunidades de la sierra central, por ejemplo, puesto que Sarhua es una de las pocas comunidades que aún preserva la tecnología que permite la construcción del puente col-gante. Por lo tanto, el mantenimiento de este importante conocimiento ha sido esencial para los habitantes de Sarhua, pues sin él habrían quedado aislados de otras poblaciones con las

que la interacción es necesaria. Entre otros, la comunidad entera participa ac-tivamente en la construcción del puente de Tin-kuqchaka. Ejemplos similares existen para otras comunidades que también efectúan diversas ac-tividades, como es la limpieza anual de los cana-les de irrigación, de manera activa y colectiva. En el caso de Tinkuqchaka, la comunidad de Sarhua participa colectivamente en todo el proceso de su construcción, desde la recolección de la principal materia prima, la preparación de las trenzas y la final construcción del puente. Todo este proceso permite que toda la comunidad actúe colectiva-mente, sin mayor distinción de edad y sexo. La participación colectiva de la comunidad es una instancia que facilita la socialización. Así como Eerkens y Lipo proponen (2007: 242; ver también Pelissier 1991: 81), la socialización es

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el contexto más apropiado para transmitir el conocimiento. En el cual, los participantes tie-nen una gran oportunidad de enseñar y apren-der, trabajando colectivamente hacia una meta común que, en este caso, es construir el puen-te necesario para toda la comunidad. La acti-vidad se desarrolla en un medio no sólo ami-gable, sino también de juego. Por lo tanto, la construcción del puente, desde la perspectiva de la comunidad de Sarhua, no representa una carga, sino provee una oportunidad para la so-cialización, el juego y sobre todo para enfatizar los valores comunales. Nuevamente, este es el mejor ambiente para aprender y transmitir el conocimiento, en este caso de una tecnología que permite construir el puente colgante. Al mismo tiempo, la participación conjunta de individuos de varias edades, entre adultos y jóvenes, también facilita que los más experi-mentados transmitan sus conocimientos a los más jóvenes de una manera efectiva. Esto es muy importante en tanto que el maestro y el aprendiz comprenden muy bien que la sobre-vivencia de la tecnología depende de una ense-ñanza efectiva y de un aprendizaje eficaz. Del mismo modo, el aprendizaje tiene que ser del más alto nivel para asegurar que lo construido – un puente colgante – debe garantizar las vi-das de quienes la utilizan. Este es un elemento de particular importancia que refuerza la idea de que el aprendizaje tiene que ser satisfacto-rio. Para garantizar que la transmisión del co-nocimiento sea eficiente, los aprendices tienen más de una oportunidad de aprender y perfec-cionar sus conocimientos; del mismo modo, los maestros tienen muchas oportunidades para transmitir sus conocimientos de manera eficiente, asegurando a su vez la sobrevivencia de la tecnología. De este modo, queda evidenciado que la en-señanza tiene que ser efectiva y que solo así se puede garantizar el proceso de aprendizaje. También solo de esta manera se puede asegu-rar que el conocimiento se ha transmitido de manera efectiva a la futura generación. Aquí es importante subrayar que la enseñanza efectiva incluye un periodo durante el cual el aprendiz observa todo el proceso (Gosselain 2007: 160). La observación se hace por varios años, ini-ciándose al momento que los más jóvenes lle-gan a mirar por primera vez el proceso de cons-trucción del puente colgante. Posteriormente,

el aprendiz participa directamente junto a los más adultos y aprende mediante la participa-ción directa, pero siempre bajo la guía de los más experimentados. Durante este transcurso, el aprendiz tiene más de una oportunidad de corregir sus deficiencias y perfeccionar su habi-lidad y conocimiento. Es en este ambiente, como el conocimiento indígena es transmitido y don-de la enseñanza está diseñada para garantizar el aprendizaje. Finalmente, la práctica anual per-mite que el conocimiento permanezca constante, facilitando recordar los detalles mínimos de la construcción del puente colgante. De esta discusión queda establecido que la transmisión del conocimiento indígena, como es el caso de los puentes colgantes, se efectúa en un ambiente que garantiza el aprendizaje. Por últi-mo, este modo de enseñanza es la que fortalece la sobrevivencia del conocimiento y de las tecno-logías que se mantuvieron constante por genera-ciones, no obstante de no haber sido registrados en forma escrita.

Discusión y comentario final La cultura andina, tal vez mejor sintetizado por el estado Inka, estaba basada sobre un amplio conocimiento que fue puesto en práctica conti-nuamente. Por lo tanto, el éxito de la tecnología andina radicó en la continua práctica que facilitó no sólo superar cualquiera deficiencia, sino tam-bién permitió su transmisión a las futuras gene-raciones de manera efectiva. En este contexto, los poseedores del conocimiento disponían de las mejores condiciones sociales para transmitir sus conocimientos, mientras que los aprendices tenían una secuencia de oportunidades para cap-tar y eventualmente demostrar lo aprendido me-diante la práctica. Esta colaboración mutua, más la responsabilidad grupal de ejecutar el trabajo de la mejor manera posible, hizo del aprendizaje todo un éxito. Esta breve reflexión permite una mejor apre-ciación de la importancia de como el conoci-miento indígena es transmitido y el por qué fue efectivo. El margen de error fue definitivamente limitado, mientras que las posibilidades para la innovación no tenían límites. Esta forma de pa-sar el conocimiento posiblemente antecedió al surgimiento del estado Inka y hay la posibilidad de que la tecnología que permitió la construcción de los puentes colgantes ya existía antes del naci-miento del estado cuzqueño. Si esta observación

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tiene alguna validez, la tecnología de construir los puentes colgantes posiblemente tiene una larga historia, durante la cual el conocimien-to no sólo fue transmitido con mucha eficacia, sino también fue posiblemente perfeccionada. En la actualidad somos partícipes e integran-tes de una sociedad donde la tecnología cambia con mucha prisa. La transmisión del conoci-miento es también rápida, breve y a menudo no da ninguna oportunidad para la práctica. Como resultado, existen mayores posibilidades para una deficiencia en el aprendizaje y que las tecnologías de las que a menudo dependemos no sean necesariamente confiables. Lo desafor-tunado de todo es que tecnologías que funcio-naron de manera efectiva por mucho tiempo vienen quedando relegadas y al parecer desti-nadas a perderse en el olvido. Este es el caso de los puentes colgantes, donde existe la triste posibilidad de que las próximas generaciones tal vez nunca lleguen a ver un puente colgante de la manera como los Inkas llegaron a cons-truirlo. De darse esto, la cultura andina habrá perdido un valioso conocimiento que muchas generaciones lograron valorar, mientras la sociedad “civilizada” de nuestros tiempos no muestra interés alguno.

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