El Bolsillo Magico

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EL BOLSILLO MÁGICO. Roberto Piumini El caballero Angelito tenía todo lo que debe tener un caballero: fuerza y valentía para luchar contra los malvados, un buen caballo que lo llevaba a todas partes y una larga capa que lo resguardaba del frío. Sin embargo, le faltaban un palmo o dos de estatura, pues era un caballero bastante bajito. Por eso precisamente lo llamaban Angelito: si hubiera sido alto como un gigante, le habrían llamado Angelote o Angelón, o por lo menos Ángel, sin una letra de más ni una de menos. Un día, cuando cabalgaba por el bosque, Angelito se cruzó con una anciana. La buena mujer las estaba pasando canutas, porque tenía que llevar hasta su cabaña un haz de leña la mar de grande, pero, por más esfuerzos que hacía, no lograba arrastrarlo. Angelito, que la vio tan apurada, se bajó el caballo y le dijo: - Yo os ayudaré, buena señora. Y así lo hizo: ató el haz de leña a su caballo y ayudó a montar a la anciana a sus espaldas. Luego, los dos siguieron el camino hacia la cabaña donde vivía la anciana. A todo esto, la mujer no había abierto la boca ni para decir gracias. Pero, sin que Angelito se diera cuenta, le metió algo en el bolsillo de la capa. Al poco, llegaron a la cabaña. Angelito ayudó a la anciana a descabalgar, le entregó el haz de leña y se despidió. Y fue entonces cuando la anciana despegó los labios por vez primera. -Recuerda, caballero –dijo-: ¡A veces lo más sencillo es buscar en el bolsillo! Angelito no entendió nada. “¡Qué mujer más rara!”, pensó. “Debe estar majareta…” El caso es que el caballero siguió su camino, y al poco rato, en la oscuridad del bosque, unos bandidos le tendieron una emboscada. Eran tres: uno se apoderó de su caballo, el otro se lanzó sobre el propio Angelito y el tercero le puso una espada en la garganta. -¡Menudo tapón de caballero! –le dijeron-. ¡Danos ahora mismo todo lo que lleves encima, pedazo de renacuajo, o te enviaremos al otro mundo de un tajo en la garganta! Angelito se dio cuenta de que estaba en un apuro, y entonces se acordó de lo que le había dicho la anciana, y se dijo a sí mismo: “A veces lo más sencillo es buscar en el bolsillo”. Se metió, pues, la mano en el bolsillo, y allí encontró un cofre de plata. -¡Tened este cofre! –les dijo a los bandidos-. ¡Vale muchísimo dinero! Uno de los bandidos alargó la mano, y entonces ocurrió una cosa sorprendente: el cofre empezó a moverse como si fuera un ser vivo, saltó a la garganta del bandido y le dio un mordiscazo tremendo que le hizo aullar de dolor. Luego, se fue a por el segundo bandido, al que le soltó un soplamocos colosal, y más tarde saltó sobre el tercero, al que le aporreó la cabeza diez o doce veces. Los bandidos aterrados, pusieron pies en polvorosa, pero el cofre se fue tras ellos, abriendo y cerrando la tapa, que parecía la boca de un perro rabioso. Angelito, la mar de divertido, exclamó: -¡Qué cosa más curiosa! Luego, se puso de nuevo en marcha, y al poco llegó a la orilla de un río. Las aguas eran muy profundas y caudalosas, así que Angelito pensó: “No tengo más

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EL BOLSILLO MGICO. Roberto Piumini

El caballero Angelito tena todo lo que debe tener un caballero: fuerza y valenta para luchar contra los malvados, un buen caballo que lo llevaba a todas partes y una larga capa que lo resguardaba del fro. Sin embargo, le faltaban un palmo o dos de estatura, pues era un caballero bastante bajito. Por eso precisamente lo llamaban Angelito: si hubiera sido alto como un gigante, le habran llamado Angelote o Angeln, o por lo menos ngel, sin una letra de ms ni una de menos.

Un da, cuando cabalgaba por el bosque, Angelito se cruz con una anciana. La buena mujer las estaba pasando canutas, porque tena que llevar hasta su cabaa un haz de lea la mar de grande, pero, por ms esfuerzos que haca, no lograba arrastrarlo. Angelito, que la vio tan apurada, se baj el caballo y le dijo:

- Yo os ayudar, buena seora.

Y as lo hizo: at el haz de lea a su caballo y ayud a montar a la anciana a sus espaldas. Luego, los dos siguieron el camino hacia la cabaa donde viva la anciana.

A todo esto, la mujer no haba abierto la boca ni para decir gracias. Pero, sin que Angelito se diera cuenta, le meti algo en el bolsillo de la capa.

Al poco, llegaron a la cabaa. Angelito ayud a la anciana a descabalgar, le entreg el haz de lea y se despidi. Y fue entonces cuando la anciana despeg los labios por vez primera.

-Recuerda, caballero dijo-: A veces lo ms sencillo es buscar en el bolsillo!

Angelito no entendi nada. Qu mujer ms rara!, pens. Debe estar majareta

El caso es que el caballero sigui su camino, y al poco rato, en la oscuridad del bosque, unos bandidos le tendieron una emboscada. Eran tres: uno se apoder de su caballo, el otro se lanz sobre el propio Angelito y el tercero le puso una espada en la garganta.

-Menudo tapn de caballero! le dijeron-. Danos ahora mismo todo lo que lleves encima, pedazo de renacuajo, o te enviaremos al otro mundo de un tajo en la garganta!

Angelito se dio cuenta de que estaba en un apuro, y entonces se acord de lo que le haba dicho la anciana, y se dijo a s mismo: A veces lo ms sencillo es buscar en el bolsillo.

Se meti, pues, la mano en el bolsillo, y all encontr un cofre de plata.

-Tened este cofre! les dijo a los bandidos-. Vale muchsimo dinero!

Uno de los bandidos alarg la mano, y entonces ocurri una cosa sorprendente: el cofre empez a moverse como si fuera un ser vivo, salt a la garganta del bandido y le dio un mordiscazo tremendo que le hizo aullar de dolor. Luego, se fue a por el segundo bandido, al que le solt un soplamocos colosal, y ms tarde salt sobre el tercero, al que le aporre la cabeza diez o doce veces. Los bandidos aterrados, pusieron pies en polvorosa, pero el cofre se fue tras ellos, abriendo y cerrando la tapa, que pareca la boca de un perro rabioso.

Angelito, la mar de divertido, exclam:

-Qu cosa ms curiosa!

Luego, se puso de nuevo en marcha, y al poco lleg a la orilla de un ro. Las aguas eran muy profundas y caudalosas, as que Angelito pens: No tengo ms remedio que volver atrs. Pero de pronto se acord de la anciana del haz de lea y entonces se dijo: A veces lo ms sencillo es buscar en el bolsillo

Esta vez, lo que encontr en el bolsillo fue un ovillo de cuerda. En cuanto lo sac, el ovillo salt de su mano y empez a volar de un lado a otro del ro: ahora estaba en esta orilla, ahora estaba en la de enfrente. El ovillo iba y vena veloz como un murcilago y, en un periquete, form sobre el ro un puente de cuerda, tan slido y resistente que Angelito y su caballo pudieron pasarlo con total seguridad.

-Vaya con el bolsillo! exclam Angelito.

Aquella misma noche, el caballero lleg a un gran palacio donde viva una princesa. Se llamaba Lindaflor, y llevaba tiempo buscando marido. Era tan bonita, que Angelito se enamor de ella nada ms echarle el ojo. A la luz de la luna, le pregunt:

-Lindaflor, me querras por esposo?

Lindaflor respondi con decisin:

- Sois demasiado bajo, caballero Angelito. A m siempre me han gustado los muchachotes altos

Angelito no se inmut. Con deciros que no movi ni una pestaa! Por tercera vez aquel da, se dijo: A veces lo ms sencillo es buscar en el bolsillo, y lo que encontr fue esta vez en su capa fue una ciruela madura. Lindaflor, que no haba cenado, la mir con ojos golosos.

-Hummm, qu ciruela ms apetitosa! dijo- En nuestro reino no se cran frutas as! Verdad que me dejaris darle un mordisquito?

-Por supuesto, princesa.

Lindaflor, pues, mordi la ciruela. Y sabis qu sucedi? Pues que en cuanto le hinc el diente, la princesa disminuy un palmo, lo mismo que si le hubieran quitado de golpe unos zapatos de tacn.

-Oh, Angelito! exclam Lindaflor-. Ahora tenis la estatura perfecta. Maana mismo le diremos al cura de palacio que nos case en la capilla! Ser una boda preciosa, no tengis duda! Y ahora venid aqu, que me muero de ganas de besaros!

Angelito y Lindaflor juntaron sus labios y se besaron hasta notar que les faltaba aire.

Al da siguiente, se casaron en la capilla del palacio, y desde entonces vivieron la mar de felices.

Y colorn colorado, este cuento se ha acabado.

Y el que piense que miento, que se caiga de su asiento.