El Arte en La Cristiandad

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Del P. Sáenz

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    El arte de la Cristiandad

    Durante mucho tiempo se consider el arte medieval como un arte decadente. Graveerror. La Edad Media fue una de las pocas en que el arte resplandeci con mayor fulgor. Y

    conste que al afirmar esto no pensamos tan slo en los artistas en sentido estricto. Lasociedad, en su conunto, vivi en un am!iente de !elle"a. #omo afirma $ui"inga, laesttica de la e%istencia se mostra!a en el aspecto cotidiano de la ciudad y del campo. Ya elmismo modo de vestir, con tanta diversidad de telas, colores, gorras y caperu"as, confer&a alos distintos estamentos de la sociedad un marco e%terno de hermosura y dignidad, quepermit&a perci!ir tanto las diferentes dignidades cuanto las delicadas relaciones entre losamigos y los enamorados. La esttica de las emociones no se restring&a a las alegr&as ydolores del nacimiento, el matrimonio y la muerte, en que el espect'culo esta!a impuestopor las circunstancias especiales. (odo lo que se refer&a al valor, el honor y el amor, eraconsiderado a travs de formas !ellas y estili"adas )cf. El oto*o de la Edad Media+ -/.

    En la presente cap&tulo anali"aremos las diversas manifestaciones del arte en la EdadMedia, pero lo haremos a la lu" de la catedral, punto de partida y lugar de retorno de todaslas e%presiones estticas que impregnaron de !elle"a la #ristiandad medieval.

    I. La catedral, un microcosmos

    0iendo la catedral la e%presin m's maestuosa de la sociedad medieval, y conteniendoen s&, aunque sea germinalmente, todas las llamadas !ellas artes, penetremos ante todo en elsignificado espiritual y cultural que tuvo en aquella poca.

    1. La catedral y la naturaleza

    1ugust 2odin, el m's grande escultor de los 3ltimos tiempos y un esp&ritu enamoradode la autntica !elle"a, 4de escrito5 Las catedrales de Francia han nacido de lanaturaleza francesa... Es el aire, a la vez tan ligero y tan dulce, de nuestro cielo, el que ha

    dado su gracia a nuestros artistas y afinado su gusto. La adorable alondra nacional, alerta

    y graciosa, es la imagen de su genio. Se lanza con el mismo impulso, y el vuelo de lapiedra dentada se irisa en el aire gris como las alas del p!aro" )Las #atedrales de6rancia, El 1teneo, 7uenos 1ires, 89:;,

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    1s& lo e%periment @guy cuando, yendo en peregrinacin a la catedral de #hartres, al verdesde leos cmo sus flechas !rota!an de los trigales, la compar a las plantas que nacen enla tierra de la 7eauce.

    Emile MAle constato la sim!iosis que los artistas de la Edad Media reali"aron entre lacatedral y el paisae, con su flora y su fauna, tan frecuentemente representadas en sus

    portales y capiteles, afirma que en el fondo del arte medieval, se encuentra una actitud desimpat&a csmica. 1quellos artistas u"garon que las plantas de las llanuras y los 'r!oles delos !osques de 6rancia ten&an !astante no!le"a como para contri!uir al adorno de la casa deDios. BCuin sa!r' nunca las ra"ones por las que eligieron tal o cual flor para ornato de sucatedral na encanta!a por su !elle"a y sus formas elegantes, otra parec&a inocente comoun ni*o, aqulla era la flor del pa&s, el em!lema de toda una provincia. Y o!raron con enterali!ertad. Muy controlados cuando de!&an e%presar los misterios de la fe, se sintieronenteramente li!res de elegir aquellos elementos de la naturale"a que les parec&an m'sadecuados para el decoro de la casa del 0e*or.

    2. La catedral en la ciudad

    6ruto de la tierra pero tam!in cora"n de la ciudad o de la aldea. #uando se o!servacon atencin las catedrales de @ar&s, de 7urgos, de 0iena o de #olonia, impresiona advertirla familiaridad que entonces e%ist&a entre el pue!lo y su iglesia, cmo sus gigantescasformas, leos de estar aisladas, al modo de los templos de la antigFedad cl'sica, en mediode espacios vac&os, emergen de una sa!ana de humildes casas, que parecen apretuarse a sualrededor y hasta aloarse a veces de!ao de su mismo campanario, armoni"'ndose conellas, o meor, coron'ndolas.

    @or otra parte, las catedrales, so!re todo las gticas, a diferencia tam!in en esto de lostemplos griegos y romanos, ha!&an sido conce!idas para ser vistas en perspectiva vertical.La mole imponente de la iglesia madre domina!a la pla"a de armas y se ergu&a por encimadel recinto ce*ido por las murallas, con sus torres puntiagudas que apunta!an al cielo. Losvieos planos de 0egovia, 2eims, 6lorencia, trasuntan la misma preocupacin en suconcepcin edilicia.

    o se trata de lirismo rom'ntico ni de retrica aparatosa. La ciudad encontra!a sureali"acin aca!ada en ese himno de piedra a la gloria de Dios. La catedral era el centrotopogr'fico y espiritual de la ciudad. $acia ella converg&an todos los caminos. (odas lasaspiraciones del hom!re medieval conflu&an en ella y en ella se vertica8i"a!an.

    ada escapa!a al influo de esas catedrales. #asa de Dios, ante todo, era al mismotiempo escuela, teatro, y lugar de reunin para los asuntos comunales de cierta importancia,sea del 'm!ito pol&tico como del econmico. En su interior se cele!ra!a el 0anto 0acrificiode la Misa, se administra!a el !autismo, se concerta!a el matrimonio y se reali"a!an los

    funerales. Es decir que desde la infancia hasta la muerte constitu&a el lugar de pasoo!ligado.

    Y lo que la catedral era en la ciudad, lo era tam!in, y a3n de manera m's intensa, laiglesia en los pue!los de campo, en las aldeas. Las iglesias rurales ense*orea!an el espacioagrario no slo por su prestancia arquitectnica sino tam!in mediante el sonido de suscampanas5 el toque del 1ngelus, a la ma*ana, el mediod&a y el atardecer, se*ala!a las horasde tra!ao y de descanso, ugando el papel de las modernas sirenas de f'!ricas. La campanaanuncia!a los d&as de fiesta, llama!a a socorro en caso de peligro, convoca!a al pue!lo para

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    las asam!leas generales, toca!a a re!ato cuando estalla!a alg3n incendio, ta*&al3gu!remente en ocasin de alg3n duelo. El entero acontecer cotidiano del pue!lo se pod&aseguir a su vo".

    3. La catedral y la vida cotidiana

    0e*ala Daniel2ops que la catedral era la casa del pue!lo, no por cierto en el sentidopol&tico que ha tomado esa e%presin, sino en cuanto que en ella el pue!lo se sent&acmodo. na casa muy particular, a la verdad, ya que su estructura conten&a algo demistrico para el pue!lo sencillo, slo inteligi!le a los eruditos, que conociendoprofundamente la Escritura y la teolog&a, esta!an capacitados para interpretar losnumerosos s&m!olos que la orna!an, pero ello no era !ice para que tam!in el pue!lohumilde la encontrase familiar. Las mismas formas revestidas de !elle"a que ofrec&an a lagente culta la ense*an"a espiritual m's su!lime, llega!an al cora"n de los fieles m'ssencillos ha!l'ndoles de la fe y e%citando su esperan"a. El lenguae de las catedrales se leshac&a particularmente accesi!le por el hecho de que muchos de los temas que inspira!an lasim'genes y esculturas, so!re todo de sus fachadas, esta!an tomados de las acciones quemecha!an su vida cotidiana. Logro hacer llegar la fe y su contenido a todos, llenando lasaspiraciones de sa!ios y sencillos, como lo hi"o notar 1ntonio Gramsci cuando se refer&a almodo pedaggico de la Hglesia #atlica en Europa.

    Este car'cter tan popular de la catedral, este contacto tan &ntimo entre la catedral y elpue!lo humilde es lo que e%plica que las im'genes de los reyes, no!les y o!ispos ocupen enella un lugar tan modesto, en favor de las ocupaciones, aparentemente !anales, de las artesy oficios. #omo es sa!ido, la catedral de #hartres se caracteri"a por sus famosos vitrales,varios de ellos ofrecidos por las corporaciones artesanales. @ues !ien, en la parte inferior delos mismos, sus donantes se han hecho representar maneando la paleta de al!a*il, elmartillo de carpintero, la masa de panadero, el cuchillo de carnicero. o se considera!aentonces que hu!iese inconveniente alguno en poner esos cuadros de la vida cotidiana al

    lado de las escenas heroicas de la vida de los santos. El tra!ao era una ocupacin llena dedignidad, apto para ser transfigurado por la virtud.

    1simismo el pue!lo reci!&a de la catedral una ense*an"a, sencilla pero completa, de loque de!&a ser su vida moral. Esto se reali"a!a so!re todo a travs de las representacionesesculpidas de las diversas virtudes y de los vicios opuestos. I#mo de!&an go"ar cuandove&an a la #o!ard&a figurada por un es!elto ca!allero que hu&a temeroso ante una lie!re, o ala Discordia representada en el altercado de un marido con su muer donde aca!a!anvolando por el aire el vaso de vino del uno y la rueca de la otra.

    Jam's la iconograf&a sagrada se ha e%tendido con m's complacencia a los tra!aosmanuales, a los gestos familiares de cada d&a.

    4. La catedral, suma de artes

    1l mismo tiempo que casas de oracin, las iglesias del Medioevo fueron catedrales delarte. El mo!iliario lit3rgico esta!a primorosamente tra!aado, desde los sitiales del corohasta el altar, que sol&a ser e%tremadamente so!rio. Detr's de la mesa de piedra, casidesnuda, se tend&an unas cortinas de lien"o, con los colores propios de las fiestas del d&a odel tiempo lit3rgico. lteriormente ese decorado, en ve" de ser movi!le, se ir&atransformando en un monumento fio, esculpido y pintado, el reta!lo, que en los siglosposteriores alcan"ar&a un imprevisi!le desarrollo. 0o!re el altar o so!re los grandes atriles

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    de los lectores y cantores, se desplega!an esplndidos misales y salterios, cuyas p'ginasresplandec&an de caligraf&as y miniaturas pletricas de colores.

    Dice Daniel2ops que varias formas art&sticas de!ieron su vida a la catedral, al deseoun'nime de la poca de poner la !elle"a al servicio de Dios. 1s&, por eemplo, ese e%tra*oarte que procede de la pintura, la orfe!rer&a y el vitral, el de los esmaltistas, que practicado

    ya en tiempos de #arlomagno, alcan" en la Edad Media una gran importancia y tuvo sucentro principal en Limoges. Hgualmente el arte de la tapicer&aK en ocasin de las principalessolemnidades, se aprovecha!an las columnatas que divid&an la nave central de las laterales,para colgar enormes tapices alusivos a la fiesta que se conmemora!a, cuyo suave coloridoarmoni"a!a tanto con las esculturas como con los vitrales, a*adiendo su cuota de !elle"a alconunto de la catedral. (am!in la m3sica puso su parte, creando un clima espiritual, sea atravs del canto gregoriano, que se ha!&a ido perfeccionando desde el siglo HH hastaentonces, como del canto polifnico, que hi"o su aparicin en #luny en el curso del sigloHH y se desarroll en el HHH, sin por ello suplir al gregoriano.

    M's adelante nos detendremos en la consideracin particular de las artes principales.#ontentmonos ahora con decir que esta !elle"a polifactica no de!e ser considerada comoalgo inmvil y cuaado, tal como se la puede admirar en los museos o, si es sonora,perci!irla a travs del disco. (odas las artes que se co!ia!an en la catedral toma!an parteconunta en la realidad mistrica de sus cele!raciones, y es en su transcurso cuandomostra!an especialmente la vitalidad que las anima!a. La catedral saca!a a flor de piel laplenitud de sus virtualidades en ocasin de las grandes fiestas, en el esplendor de la sagradaliturgia, por eemplo el d&a de la igilia @ascual, o cuando se lleva!a a ca!o la consagracindel rey. o dea de ser conmovedor que fuese la misma liturgia, el drama lit3rgico, quiendiese origen a un arte olvidado por siglos, el del teatro, al principio so!re li!retos sagradosy luego a!ierto a los otros temas de la e%istencia humana.

    6ue as& en la catedral donde la #ristiandad se sinti meor e%presada en sus anhelos

    m's puros y su!limes. 0u grande"a, al tiempo que suscita nuestra admiracin m's rendida,no dea de apa!ullarnos. =o somos m's que despoos>, e%clam 2odin, deslum!rado porel esplendor de la catedral de #hartres )cf. Daniel2ops, La Hglesia de la #atedral y de la#ru"ada+ :N8:N:/. BCuin no ha e%perimentado una sensacin semeante al contemplarlos diversos prticos de #hartres o al entrar en la catedral de #olonia

    Es evidente que el contacto permanente con la catedral no pudo dear de influir so!re elpue!lo cristiano. =n hom!re 4o un pue!lo4 no se ha!it3a en vano a vivir rodeado de!elle"a 4ha dicho con acierto Daniel2ops4K algo de ella penetra en l, y le har' luegooponerse a las vulgaridades y a las ca&das> )i!id., :N8/.

    HH. Los constructores de la catedral

    Las catedrales de la Edad Media no aparecieron por generacin espont'nea. 0on elproducto de un largo per&odo de gestacin y la e%presin m's ca!al del esp&ritu comunitariode la poca.

    8. Las fuentes inspiradoras del artista medieval

    M's all' del influo que so!re el artista eercieron la 0agrada Escritura y la naturale"a,=los dos vestidos de la Divinidad>, como se dec&a por aquel entonces, es posi!le se*alardiversas vertientes que confluyeron en la concepcin esttica del Medioevo. La primera

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    influencia que se puede detectar es la de la cultura cl'sica, que a travs del cristianismoprimitivo lleg hasta la Edad Media. @orque los primeros cristianos, apenas se vieron li!resde las persecuciones y pudieron salir a la lu" p3!lica, !uscaron la forma de edificio que lesparec&a m's adecuada para la cele!racin del culto, y as& adoptaron para sus iglesias lasestructuras edilicias de la !as&lica romana, que era un lugar de reunin para la

    administracin de la usticia y para los actos p3!licos. De manera an'loga, eligieron paralos !aptisterios la forma redonda o poligonal empleada en los ninfeos o en las termasromanasK y para los sepulcros copiaron la forma de los sarcfagos paganos. En lo que toca alos pisos se recurri enseguida al mosaico, que era una costum!re casi e%clusivamenteromana, represent'ndose en ellos di!uos simtricos y con mayor frecuencia figuras de&ndole sim!lica.

    Otra vertiente fue la que proven&a del arte !i"antino, Dicho arte, que desde los siglos Hal H inspir ampliamente el 'm!ito oriental, como puede o!servarse, por eemplo, en losmosaicos de Dafni, en Grecia, durante los siglos H y HH influy decisivamente en la#ristiandad occidental. Ello se hace evidente cuando se contemplan diversas !as&licas deHtalia del norte, como 0an Marcos de enecia, o tam!in del sur, como las de @alermo,

    Monreale o #efal3, las tres en 0icilia. 2efirindose a estas 3ltimas dice Daniel2ops que alcontemplarlas uno creer&a estar en alg3n !arrio de #onstantinopla. #uando los normandosque se posesionaron de 0icilia quisieron levantar monumentos dignos de la gloria a queam!iciona!an, recurrieron no slo a la tcnica de los !i"antinos sino tam!in a susarquitectos y artistas, sin que ello o!stara a que aceptasen asimismo algunos elementosart&sticos que el Hslam ha!&a legado a la isla en sus 8-P a*os de dominacin. 6ue as& como2oger HH hi"o construir la llamada #apilla @alatina, una de las o!ras maestras del arte de la0icilia medieval, pletrica de mosaicos rutilantes, de columnas antiguas y de techomusulm'n, desde donde un icono de #risto !endice con a!rumadora maestad. #uarentaa*os m's tarde, Guillermo HH edifica!a la catedral de @alermo. Y doce a*os despus, lamagn&fica !as&lica de Monreale, como @anten de la familia real, !ao la custodia de un

    @antocr'tor que en nada cede a la grande"a del meor #risto de 7i"ancio.La irradiacin de #onstantinopla lleg a regiones muy distantes de la Europa central,

    como por eemplo la primitiva 2usia. Luego de que el Gran Duque de Qiev, ladimir, logrque sus s3!ditos se convirtiesen al cristianismo, su hio, Jaroslav el Grande, llamado el#arlomagno ruso, hi"o construir en Qiev una esplndida catedral, 0anta 0of&a, cuyosmosaicos del @antocr'tor y la @anaghia son t&picamente !i"antinos.

    E. MAle se complace en destacar el influo que en el arte medieval eerci el Orienteque est' m's all' de 7i"ancio, influo muchas veces preterido o incluso ignorado por loscr&ticos de arte. 1quellas columnas asentadas so!re leones, que pueden verse en diversasciudades de Htalia del norte, como Mdena, erona, (rento y otras, se inspiran m's que en

    2oma, Grecia o 7i"ancio, en las vieas culturas del Oriente. Ya en el siglo H los asiriosdecora!an los manuscritos del Evangelio con graciosos prticos apoyados so!re leones. Losmones de Mesopotamia que los pintaron tendr&an ante sus oos las grandes ruinas de lospalacios asir&os, con sus columnas so!re !ase animal. Esos monumentos y miniaturasllegaron al Occidente y fueron asumidos por los artistas del Medioevo. Los motivos, untanto e%ticos, de columnas serpenteadas o en "ig"ag, as& como las que se acoplan por unnudo, tan frecuentes entre los artistas franceses e italianos del siglo HH, se encuentran ya enlos manuscritos orientales )cf. LRart religieu% du HHe siScle en 6rance...

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    6ue qui"'s la a!ad&a de #luny la que a!ri las puertas de la #ristiandad occidental aestas influencias del Oriente, de modo que no seria e%agerado afirmar que !uena parte delas o!ras del siglo HH, m's que en 7i"ancio, se inspiran en prototipos mesopot'micos osirios )cf. i!id., 989?/. Ello es particularmente visi!le en la fauna que adorna los capitelesy portales rom'nicos5 leones enfrentados, con un 'r!ol en el medio, 'guilas !icfalas, etc.

    (odo ello proviene del arte decorativo del Oriente, de los teidos de #onstantinopla,ampliamente inspirados en los de @ersia, #aldea y 1siria. Los teidos sas'nidas tuvieron ensu momento un prestigio tal que llegaron hasta la #hina. #uando la Mesopotamia se hi"o'ra!e, 7agdad reempla" a #tesifon, y los califas continuaron las tradiciones demagnificencia de los reyes sas'nidas. 1s& el arte decorativo de @ersia continuso!reviviendo en los talleres cristianos de #onstantinopla y en los talleres musulmanes dela Mesopotamia, 0iria, Egipto y hasta 0icilia. De all& pasaron al Occidente, ornandocapiteles, tapices y casullas. El estandarte 'ra!e tomado en la !atalla de las avas de (olosaque hoy se conserva en el museo del Monasterio de las $uelgas, cerca de 7urgos, es de eseorigen. El 'guila !icfala, que procede de las ciudades m's antiguas de #aldea, fue llevadaa los teidos orientales y qui"'s a los estandartes musulmanes. o dea de ser curioso el

    hecho de que en la !atalla de Lepanto los turcos hayan podido ver en los !arcos de donJuan de 1ustria el 'guila !icfala que antes ha!&a adornado sus !anderas.

    #omo se ve, tam!in hay que incluir el aporte 'ra!e entre las fuentes del arte medieval,si !ien como esla!n intermediario entre el Oriente y la #ristiandad occidental. 1quellosseres tan e%tra*os que se encuentran en las fachadas de las catedrales, al mismo tiempocuadr3pedos, p'aros y mueres, como concentrando la fuer"a, la rapide" y la inteligencia,se inspiran en motivos orientales que arri!aron a Occidente a travs del mundo musulm'n.1simismo los graciosos ara!escos que ornan tantos capiteles rom'nicos, formados por dosp'aros cuyos cuellos se entrela"an, llegaron del Oriente a los 'ra!es de Espa*a, y de all&pasaron a la Europa cristiana )cf. E. MAle, LRart religieu% du HHe siScle en 6rance,

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    TEl mismo MAle cree poder afirmar que el prtico de la a!ad&a de 2ipoll, en #atalu*a,cu!ierto de !aorrelieves, que semea una especie de arco de triunfo, reproduce los di!uosde una 7i!lia catalana, la 7i!lia llamada de 6arfa por el lugar donde se conserv durantemucho tiempo. ing3n eemplo mostrar&a meor que ste la influencia de las miniaturasso!re la escultura, ya que en 2ipoll el artista no slo se inspir en ellas, sino que las copi

    tal cual5 i!id., . #uando las corporaciones se organi"aron, fueroninscriptos en el gremio de los =talladores de piedra>, de tan ine%istente como era en aqueltiempo la diferencia que ahora esta!lecemos entre artesano y artista, y de tan apareadocomo i!a el respeto al tra!ao manual ya la m's elevada inspiracin art&stica.

    Los constructores de catedrales eran, por cierto, hom!res conocedores de su oficio,pero tam!in, y al mismo tiempo, hom!res de fe. #uando proyecta!an los planos de lascatedrales y tra!aa!an en su construccin a la par de los al!a*iles, sa!&an que esta!antra!aando para la gloria de Dios. B1caso no era Dios mismo el gran arquitecto En la tapade =La 7i!lia morali"ada>, o!ra que vio la lu" en iena, se lo representa!a con un comp'sen la mano, proyectando el universo entero. 0u arte y su fe eran dos cosas insepara!les porlo que, como ha advertido Daniel2ops, en aquel tiempo se esta!a a a*os lu" de esosartistas modernos que =hacen arte sagrado> declarando que no tienen fe )cf. La Hglesia de la#atedral y de la #ru"ada+ : )Las #atedrales de 6rancia... ;-/.

    La fecundidad fue prodigiosa. Las catedrales !rota!an como hongos, aqu& y all', engo"osa emulacin. Las iglesias rom'nicas de 6errara o de 0anta Mar&a del (rastevere, en2oma, as& como las de Uorms, 0alamanca o #oim!ra son contempor'neas de @oitiers o de0aintDenis, lo mismo que lo ser'n m's tarde Laon, #hartres, 2eims o 1miens en 6rancia,de Orvieto, 0iena o la !as&lica de 1s&s en Htalia, y las de 2ochester o Uestminster enHnglaterra, de las de 6ranVfurt o #olonia en 1lemania.

    La construccin de las catedrales puso a toda la #ristiandad en e!ullicin. na suertede fie!re creadora. #ierto autor ha o!servado que un maestro al!a*il que hu!iera

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    comen"ado su tarea a los veinte a*os como aprendi" en las o!ras de Laon o de @ar&s, y quehu!iera llegado a #hartres hacia los treinta, hu!iese podido tra!aar en los comien"os de2eims y vivir suficientemente como para poder contemplar las flechas de 1miens, cuatroo!ras maestras )cf. Daniel2ops, La Hglesia de la #atedral y de la #ru"ada+ :?9:)1imont, @L 88, 8NPN/. Y, como o!serva #aldern 7ouchet, lo m's curioso para lamentalidad moderna, tan celosa de la propiedad intelectual de sus o!ras, es que nunca hayatrascendido el nom!re del genio que conci!i el plan de la nueva catedral y dirigi sustra!aos )cf. 1pogeo de la ciudad cristiana+

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    de!&an ser representados con caracter&sticas determinadas5 el 'ngel y la irgen en la1nunciacin, la 0agrada 6amilia y los animales en la cueva de 7eln, el #risto del Juiciofinal, aureolado de gloria, y escoltado por los s&m!olos de los cuatro evangelistas, 0. @a!locon una espada en la mano y 0. @edro con las llaves, pareciendo as& que al artista se lehu!iese arre!atado la li!ertad de crear nuevas formas, sin em!argo y paradoalmente, en la

    innumera!le galer&a de las estatuas medievales de uestra 0e*ora, para poner un eemplo,no hay dos rostros idnticos. Dentro de los l&mites en que pod&an moverse, los artistassupieron evitar las copias y las actitudes convencionales. =El academismo se introducir&a enel arte precisamente en el momento en que la inspiracin parec&a no estar m's limitada, enque el arte sacro se volv&a cada ve" menos tradicional y lit3rgico, mientras que el arteprofano toma!a cada ve" m's e%tensin> )LumiSre du Moyen Wge, 8P/.

    ariedad en la unidad. @orque por encima de todas las diferencias es claramenteadverti!le la continuidad, podr&a decirse, de este inmenso y secular esfuer"o de losconstructores medievales. Las generaciones que se suced&an, por el hecho de ha!ersea!revado en las mismas fuentes espirituales, forma!an un todoK las tradiciones de losdiversos oficios se transmit&an sin traumas, y mientras se avan"a!a en la construccin,

    nadie e%perimenta!a escr3pulo alguno en recurrir a todas las novedades y progresos que latcnica i!a ofreciendo. En no pocas ocasiones, arquitectos de la poca gtica que tuvieronque llevar a trmino una catedral comen"ada en la poca rom'nica, lograron reunir, enarmon&a perfecta, una admira!le nave rom'nica y un esplendoroso pres!iterio gtico. Esque el esp&ritu de fondo era idntico, a pesar de la diversidad de las formas. El arte de la#ristiandad se desarroll al modo de un 'r!ol fecundoK las ramas eran diferentes pero eltronco era el mismo. =#uando ser&a imposi!le 4escri!e 2. @ernoud4, por eemplo, conce!iruna ventana a lo Le #or!usier hundida en un edificio estilo 89PP, y sin em!argo menos detreinta a*os los separan entre s&, en el castillo de incennes, en cam!io, se puede ver unaunto a la otra dos ventanas a!iertas a cien a*os de distancia, y que parecen hechas paraestar untas, aunque totalmente diferentes como arte y como arquitectura> )i!id., 89

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    utilidad. Es por otra parte sorprendente ver con qu facilidad los dos conceptos de !ello y3til se armoni"an en ellos, cmo, por una e%acta adaptacin a su fin, por una gracia encierta manera natural, un simple utensilio de hogar, un vaso, un arrn, una copa de cerve"aadquieren verdadera !elle"a. Es de creer que no se encontra!an en el dilema de sacrificaruna a otra, o agregar una para hacer aceptar otra, seg3n una concepcin corriente en el siglo

    3ltimo> )LumiSre du Moyen Wge... ?-P/.0e*ala #ohen que muy pro!a!lemente los constructores de catedrales no tuvieron

    conciencia de que esta!an llevando a ca!o o!ras su!limes. $ac&an algo pr'ctico y necesariopara el culto divino. El ilustre medievalista !asa su aserto en una constatacin histrica, esa sa!er, el escaso eco que aquellas construcciones, que suscitan en nosotros tantaadmiracin y resonancias tan profundas, encontraron en las o!ras literarias de la poca. 0ehu!iera esperado un coro de ala!an"as a la gloria de los arquitectos ya la pericia de losal!a*iles que lograron dar a Dios un templo tan digno de su poder. ada de eso podemosencontrar. 0er'n los poetas, los novelistas y los historiadores de los siglos H y 4los$ugo, los $uysmans, los erlaine, los #laudel4 quienes tean el elogio de la catedral. Loscontempor'neos de aquellas o!ras tan esplendorosas ha!r'n visto acumularse los materiales

    sin manifestar su admiracin, y so!re todo, ha!r'n orado en el coro o en las naves, sinimaginar que esta!an en un lugar tan esplndido. #osas propias de pocas de gloria )cf. Lagran claridad de la Edad Media... N;NN/.

    2odin, l s&, no ha ocultado su emocin frente a aquellos =admira!les o!reros que, afuer"a de concentrar su pensamiento en el cielo, llegaron a fiar su imagen so!re la tierra...Los gticos han amontonado piedras so!re piedras, cada ve" m's arri!a, no como losgigantes, para atacar a Dios, sino para acercarse a El... Y es el poeta quien ha guiado almaestro de o!ra y el que realmente ha levantado la #atedral> )cf. Las #atedrales de6rancia...

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    @oco a poco aquellos elementos se fueron fusionando hasta llegar a constituir el primer arterom'nico, el de la a!ad&a de 0aint6oy de #onques y la !as&lica de 0an $ilario de @oitiers,am!as del siglo H. De la misma poca es el coro de 0aint0ernin de (oulouse, anterior a laprimera #ru"ada, m's antiguo que la #hanson de 2oland.

    n a!anico de iglesias semeantes comen" a cu!rir Europa, desde #atalu*a hasta

    0ui"a. Eran edificios de estructura slida y ro!usta, construidos casi e%clusivamente conpiedra, cuyo e%terior se caracteri"a!a por un sistema de arquer&as ciegas que orna!an laparte inferior de las cornisas. 1 mediados del siglo H, dichas iglesias se fueron ampliandoKsus naves se alargaron y se hicieron inmensas. @or alg3n tiempo se tante en la direccin dela iglesia redonda, al estilo del @anten romano o de la #apilla @alatina de 1quisgr'n, peropronto ese plan fue a!andonado casi en todas partes, si !ien no definitivamente ya que,cuando a ra&" de la toma de Jerusaln, los cru"ados conocieron en Oriente las me"quitasredondas y los templarios tomaron como sede la cle!re me"quita de Omar, que es tam!incircular, entonces dicha forma volvi a aparecer en Europa, como puede verse, por eemplo,en las iglesias del (emple que hoy se conservan en Laon y 0egovia. #on todo, la iglesiaredonda sigui siendo una forma m's !ien singular.

    El modelo que prevaleci estuvo inspirado por la viea !as&lica romana, m's apta paraco!iar grandes multitudes, como eran las que se dirig&an a los diversos centros deperegrinacinK una nave central flanqueada por dos o m's lateralesT. 0o!rias y slidas,estas primeras iglesias de la tradicin rom'nica producen ya esa impresin de sacralidad yde placide" que conservar&a siempre dicho estilo. El arte del siglo HH fue so!re todo un artecontemplativo y mon'stico. o, por cierto, que todos los artistas de entonces fuesenmones, pero los que inspira!an su estilo y sus temas lo eran casi todos. #on el tiempo, lasnaves tender&an a ensancharse y elevarse, mientras que las torres y campanarios, que en lasiglesias paleocristianas y del primer !i"antino sol&an estar aisladas del edificio, seincorporaron ahora al !loque central, integrando en adelante su fachada.

    T#uando la 2evolucin 6rancesa destruy la !as&lica de 0an Mart&n de (ours, la m'santigua y la m's esplndida de todas las iglesias de peregrinacin en 6rancia, hi"odesaparecer uno de esos monumentostipos que e%plican toda una arquitectura. En efecto,so!re ese santuario se modelaron la mayor parte de las iglesias que alonan el camino de#ompostela. La red de iglesias rom'nicas que va de 0an Mart&n de (ours a 0antiago de#ompostela, muestra hasta qu punto el camino de #ompostela fue la gran ruta del arte )cf.E. MAle, LRart religieu% du HHe siScle en 6rance... ?99

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    Los templos rom'nicos que han llegado hasta nuestros d&as se nos muestrandespoados, ro!ustos como la fe de aquella gente, severos y grises. 1s& los hemos conocidoy as& los hemos amado. 0in em!argo, originalmente sus muros esta!an pintados, cu!iertosde coloridos frescos, como todav&a lo podemos o!servar en la !as&lica romana de 0an Juanante @ortam Latinam. 0us altares eran de plata y esmalte, y un crucifio imponente, que

    colga!a en la entrada del coro, domina!a el conunto con severa maestad.Entre 8PPP y 8?PP, la #ristiandad se cu!ri de edificios rom'nicos, desde las m's

    humildes iglesias rurales o capillas de templarios construidas en planta rectangular con'!side semicircular, hasta esas enormes !as&licas, aptas para acoger a miles de peregrinos.7rotaron iglesias en 6rancia, 1lemania, Espa*a, Htalia, Hnglaterra. (odas eran del mismoestilo, y sin em!argo muy diversas entre s&. (an rom'nica es 0antiago de #ompostela como0an 0ernin de (oulouse, 0an 1m!rosio de Mil'n, 0an Zenn de erona, las catedrales deDurham y Mdena, 0an Miniato de 6lorencia, y tantas otras... 1lgunos estudiosos hanintentado clasificarlas por escuelas, otros han querido catalogarlas por regiones. La!orinfructuosa qui"'s. (ratse m's !ien de un magn&fico poema en que cada regin pronuncisu estrofa original.

    1s& fue el rom'nico, primera e%presin arquitectnica del arte medieval. #onfrecuencia se ha considerado al gtico como el estilo propiamente medieval, en detrimentodel rom'nico. Mas ello no es as&. 1m!os estilos son t&picamente medievales. 0i la iglesiagtica sim!oli"a el vuelo vertical del alma m&stica hacia Dios, la iglesia rom'nica, en ciertomodo hori"ontal, e%presa el car'cter peregrino y viril de la Hglesia militante. Estaarquitectura que, como diimos, es profundamente monacal, constituye una delicada peroelocuente convocatoria a la vida interior, a la contemplacin silenciosa. Es cierto que elrom'nico se vio ulteriormente superado, pero eso no acaeci porque hu!iese entrado en unocaso cultural o cultual, sino porque, tcnicamente, se a!r&an camino nuevas soluciones asus dificultades edilicias. 1lguien ha dicho que si el rom'nico es la e%presin m'sesplndida de la fe, el gtico, que lo suceder', es la manifestacin m's lograda de laesperan"a que anida en el hom!re, de la nostalgia verticali"ante de Dios. Cuiero, con todo,confesar aqu& que mi predileccin particular recae en el rom'nico m's que en el gtico.

    ?. El gtico

    =El rom'nico es siempre m's o menos la !veda, la cripta pesada. El arte est' ah&prisionero, sin aire. Es la cris'lida del gtico>, escri!&a 2odin. )Las #atedrales de 6rancia...9 )i!id., 9:/.

    La catedral gtica se diferencia de la rom'nica por dos caracter&sticas nota!les. La

    primera es su verticalidad. adie que entre en una iglesia gtica dear' de e%perimentar unasuerte de vrtigo invertido, o lo que llama Daniel2ops, =la poderosa sugestin del augevertical de sus l&neas>. Mientras la !as&lica rom'nica est' enrai"ada en el suelo,slidamente apoyada so!re sus !ases, aqulla es una construccin erguida, un edificio queest' de pie. La segunda caracter&stica es la iluminacin. La iglesia rom'nica, por e%igenciastcnicas, esta!a impedida de a!rir ventanales en ra"n del gran espesor de sus muros,de!indose contentar con a!erturas peque*as que permit&an un paso menguado de la lu"K latcnica gtica4, en cam!io, al permitir el acceso a!undante de la lu", inundar&a el edificio

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    entero con una claridad pletrica de colores. #omo !ien se*ala Daniel2ops, esos dosrasgos distintivos que tanto nos impresionan cuando penetramos en el interior de unacatedral gtica, influyen de manera determinante en el alma. =@ues en ella se e%alta algoso!renaturalmente unido a ese &mpetu ya esa llamada a las alturasK y la instintiva dicha quederrama la lu" a torrentes parece la promesa de los esclarecimientos definitivos, y el refleo

    terrestre de la lu" increada> )La Hglesia de la #atedral y de la #ru"ada+ :-P/.o es que los arquitectos que hicieron las catedrales gticas, agrega el escritor francs,

    se propusieran de manera e%presa construir las naves con una altura tan vertiginosa comopara que pudiesen e%presar el &mpetu m&stico de las almas, ni multiplicar los ventanales conel fin de que la lu" que por ellas se filtrara sim!oli"ase al Dios que es la fuente de todailuminacin interior. En la !ase de las grandes innovaciones que el arte ha conocido seencuentra siempre un invento tcnico, en nuestro caso, la oiva, un recurso descu!ierto pararesolver el pro!lema del techo de la nave, m's apto que la antigua y pesada !vedarom'nica. La nueva copertura, que descansa!a so!re cuatro slidos pilares. Y cuyosaspectos tcnicos no tenemos ac' tiempo de desarrollar, no pesando ya casi nada, pod&aelevarse todo lo alto que se quisiera, y en consecuencia los muros pod&an ser mucho m's

    estrechos, lo que permit&a a!rir en ellos grandes ventanales que tender&an a ocupar !uenaparte del espacio. Esta innovacin, que hi"o posi!le la catedral gtica, no conten&a en s&misma ninguna significacin espec&ficamente religiosa. Lo prue!a el hecho de que sirvitam!in para cu!rir salas de toda &ndole, dormitorios o !odegas. =@ero, y ah& est' elmisterio del arte, la invencin tcnica se produo en el mismo momento y en lascondiciones en que, por todo un uego de concordancias, y por la coincidencia deaspiraciones, pod&a lograr sus m's nota!les triunfos y asumir su pleno sentido espiritual>)i!id., :-P:-8/. Y as& se ha!lar&a de la oiva, o meor, del cruce de oivas, como de uns&m!olo de la plegaria verticali"ada5 =la oiva que se cierra como se untan las manos>.

    Cueda!a un solo pro!lema5 cmo hacer para que aquellos cuatro pilares so!re loscuales ca&a todo el peso de los arcos de la oiva, se mantuviesen slidamente en su lugar. Lasolucin fue simple5 se los apuntal desde afuera del edificio, haciendo que el peso de lamole fuese recogido y conducido por los ar!otantes hasta unos maci"os pilares de piedra,los contrafuertes, !ien cimentados en la tierra. Y para estar todav&a m's tranquilos, se loscarg con un peso suplementario, el pin'culo, tam!in de piedra. 6ue una solucin sugeridapor el sentido com3n5 cuando una pared corre peligro de desplomarse, se la contiene conuna tra!a o!licua, y para evitar que sta se res!ale, se recarga lo m's posi!le su punto deapoyo en la tierra. 1nali"ando la configuracin e%terior e interior de estas catedrales, unespecialista del gtico ha se*alado que si el espacio interior es todo m&stica, el e%terior deled&ficio es todo escol'stica. @ero ello en &ntimo desposorio, ya que la m&stica del espaciointerior redunda hacia el e%terior, hacia esa =escol'stica de piedra>. (odos los recursostcnicos parecen contri!uir para e%presar dicha ideaK los pin'culos, por eemplo, no dan laimpresin de pesar so!re los contrafuertes, sino de integrarse en el movimiento ascensional,como si los elementos e%ternos del edificio no hiciesen sino retomar el impulso vertical delespacio interior. Las fuer"as hacia lo alto, que en el interior se encontra!an de algunamanera aprisionadas en el espacio cerrado, parecen li!erarse en la parte e%terior de modoque, ya sin limitacin alguna, se lan"an al infinito. Es el preludio del gran movimiento delas torres, de alturas hasta entonces am's alcan"adas )? metros en 2eims, 8?< en#hartres, 8;P en lm/, y de sus aguas, transfiguracin del trascendentalismo gtico.

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    o es una de las menores paradoas de la arquitectura gtica, como !ien lo se*alaDaniel2ops, la de dar la impresin de un &mpetu hacia el cielo cuando en realidad suentera estructura edilicia responde a un movimiento que va de arri!a hacia a!ao. (oda esafiligrana de vitrales y de oivas reposa so!re cimientos de enorme volumen, hundidos en elsuelo hasta m's de quince metros. #omo cuando se trata del rom'nico, algunos escritores

    han querido determinar diversas escuelas dentro del gtico. 0e ha ha!lado as& de un gticofrancs, el de Laon, otreDame de @ar&s, #hartres, 2eims, 1miensK de un gtico alem'n,algunos de cuyos e%ponentes ser&an aum!urg, 7am!erg, 0tras!urgK de un gtico ingls,con Uells, 0alis!uryK de un gtico espa*ol, el de Zamora, 0alamanca, 7arcelona, Len,7urgos, (oledoK de un gtico portugus, en Lis!oa, Oporto, EvoraK de un gtico italiano, elde 0iena, Orvieto, Mil'n... os parece un intento e%cesivamente li!resco y preferimosresaltar la unidad de un estilo que hi"o las delicias de la #ristiandad.

    Digamos, para terminar, que aquel arte casi so!rehumano no lo fue a la manera deiet"sche, sino al modo evanglico, y por eso sigui siendo profundamente humano. adaencontramos en l de colosal, de desmesurado, al modo de los templos romanos de ladecadencia. La arquitectura, grandiosa por cierto, conserva la dimensin humana, como lo

    prue!a, por eemplo, el tama*o que aquellos arquitectos asignaron a las puertas de suscatedrales y hasta a las gradas de sus escaleras, siempre a la medida del hom!re. @or eso see%perimenta mucha mayor impresin de maestuosidad en 1miens o en 0antiago de#ompostela que en 0an @edro de 2oma, ya que, aunque ello suene a paradoa, en lainmensidad del monumento renacentista 4espacios y puertas4 falta esa escala humana. Elprofundo humanismo de la doctrina tomista encuentra en el gtico su m's logradae%plicitacin.

    (al fue el arte que en la poca del 2enacimiento se quiso estigmati"ar calific'ndoselode =gtico>, cosa de godos, de !'r!aros, y en el cual 6nelon no ve&a m's que un confusoamasio de e%tra*os adornos )cf. Daniel2ops, op. cit., ::

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    6ue slo al fin de la era carolingia cuando reapareci t&midamente la escultura, no !aola forma de estatua sino de !aorrelieve, que en su origen no fue sino una transposicin dela miniatura. 2ecin en el siglo H la escultura comen" a germinar ya crecer.

    El primer espacio que logr conquistar fue el capitel. $asta entonces ste se ha!&acontentado con imitar los modelos corintios, pero ahora comen"a!a a revestirse de una

    decoracin geomtrica, vegetal o animal, e incluso humana, si !ien todav&a tosca y comoescondida en la piedra. Luego, cuando el prtico fue tomando mayores dimensiones,comen" a aparecer lo que se dio en llamar la estatuacolumna, es decir, la pilastra queadopta la forma humana, como pudo verse qui"'s por primera ve" en el prtico real de#hartresT. lteriormente la escultura gan otras partes del edificio, principalmente elt&mpano, espacio triangular entre las dos cornisas inclinadas del frontn y la hori"ontalinferior o dintel, que ofrec&a una amplia superficie para la representacin de grandesescenasTT.

    To se olvide la importancia que teman los prticos por ser el lugar de ingreso alinterior del templo o recinto sagrado. En uno de ellos se lee5 Hngrediens templum refer adsu!limia vultum )=entrando en el templo, eleva tu rostro a lo su!lime>/.

    TTiene aqu& a cuento recordar la famosa polmica que a ra&" de la introduccin deestos ornatos mantuvo 0. 7ernardo, especialmente con los mones de #luny. En los mismosmomentos en que el a!ad de #laraval despoa!a a las iglesias cistercienses de todos susadornos, @edro el enera!le, a!ad de #luny, hac&a cincelar los capiteles y esculpir lost&mpanos de sus monasterios. La elocuencia del ardiente apstol de la austeridad y deldespoo no logr persuadirlo de que la !elle"a fuese peligrosaK por el contrario, ve&a en ella,como cien a*os atr's ha!&a dicho 0. Odn, tam!in a!ad de #luny, un presentimiento delcielo. =El amor del arte 4escri!e E. MAle4 es una de las grande"as de #luny, que las tuvotantas> )LRart religieu% du HHe siScle en 6rance... p'gs. HHHHH/.

    #on todo, aquel arte, todav&a elemental, pero ya tan prometedor, esta!a &ntimamentesu!ordinado a la arquitectura. El escultor tra!aa!a para la arquitectura, ning3n detalle deornamentacin pod&a desentenderse del conunto arquitectnico. Las figuras de los prticosesta!an talladas en el mismo !loque que la columna o la pilastra, a tal punto que cuando losenerg3menos de la 2evolucin 6rancesa quisieron destruir las estatuas de las catedralesrom'nicas, no pudiendo separarlas de la piedra, tuvieron que destro"arlas a martilla"os.na de las cr&ticas que se ha hecho a estas primeri"as figuras de los prticos, como las de#hartres, por eemplo, es su aparente rigide", pero los que tal cosa o!etan no se dan cuentaque las hac&an as& adrede, ya que las l&neas de las estatuas ten&an que suetarse a las otrasl&neas e%igidas por la hilera de columnas a las que reempla"a!an. En esta primera etapa laescultura fue hia sumisa de la arquitectura, y es evidente que a ello se de!e laimpresionante sensacin de unidad que suscita la contemplacin de aquellas antiguas

    catedrales.

    0in em!argo, con el correr del tiempo se fue produciendo un cam!io altamentesignificativo. 0in traicionar lo m's m&nimo el plan unitario que ha!&a presidido la primitivamanera de construir, los escultores comen"aron a conce!ir sus o!ras con mayor li!ertad yautonom&a. 0us estatuas segu&an siendo esculpidas en los mismos !loques del edificio, peroahora parec&a como si se evadiesen de ellos, des!ordando, aunque slo fuese por lospliegues de los vestidos, la alineacin estricta de las l&neas arquitectnicas. 0i !ien este

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    cam!io trao consigo que el conunto del monumento perdiera tal ve" algo de su unidad,con todo la escultura gan en agilidad, perfeccin y gracia.

    El paso de la estatuacolumna a la estatua m's independiente fue, en cierta manera, eltr'nsito de la escultura rom'nica 4la de "elay, 1utun, Moissac, 0antiago de #ompostelay el esplndido prtico real de #hartres4, la escultura gtica 4la de 2eims, 1miens, 7urgos,

    aum!urg4, una evolucin semeante a la que implic el paso de la arquitectura rom'nica ala gtica. $a!&a llegado la hora en que la escultura alcan"ar&a una plenitud insospechada.La estatuaria, !ao la tcnica del altorrelieve, se e%presar&a en variad&simas figuras dediversas tallas, que i!an desde los ?P cent&metros hasta los - metros, ocupando arquivoltas,t&mpanos, rosetones, las columnitas de las puertas, las galer&as de las fachadas, los prticoslaterales, los contrafuertes, los pin'culos, los campanarios... La severidad de la estili"acin!i"antina ha!&a desaparecido casi por completo para dear lugar a un nuevo realismo, sacropor cierto, pero m's cercano a nosotros, a una euritmia de formas y de actitudes, donde elideal y la !elle"a se armoni"an de manera admira!le. La variedad y la gracia se notan, poreemplo, en la insinuacin de alg3n gesto, el es!o"o de una sonrisa, la inclinacin de unaca!e"a o el adivinarse de una rodilla !ao el pa*o de piedra. La cum!re de este esfuer"o se

    alcan" en el 2eims del 1ngel de la 0onrisa, en el prtico de 1miens con su famoso 7eauDieu, o en el @rtico de la Gloria de #ompostela con la imagen de 0antiago.

    (am!in en el campo de la escultura hu!o nota!les diferencias seg3n las regiones. Lam's llamativa y original sea qui"'s la que se cultiv en Htalia. La escultura italiana penetren algunas partes de la catedral a las que hasta 4entonces no ha!&a llegado en otros lugares,como por eemplo el p3lpito, que adquiri especial relevancia por el !osque de peque*asfiguras de m'rmol que lo decoraron, evocando escenas de la 0agrada Escritura, seg3npuede verse en las catedrales de 0iena y de @isaK y tam!in la puerta, cuyas hoas fueronadmira!lemente decoradas con gar!osas ilustraciones de !ronce, cual puede o!servarse en0an Zenn de erona o en el acceso posterior de la catedral de @isa.

    2efirindose a esto escri!e Daniel2ops5 =o sa!emos a qu inmemorial tradicin yaqu disciplina del arcano o!edecer&an al hacer esto, puesto que desde los tiempos !&!licos,la [puerta\ ha!&a tenido siempre un sentido sim!lico y su apertura significa!a el acceso alo divino. Desde 7i"ancio, desde la venera!le !as&lica de 0anta 0a!ina en 2oma, desde0alerno o desde $ildesheim se transmiti la costum!re de cincelar aquellas pesadas hoasKse las adorn con p'ginas enteras de !ronceK y cuando el 2enacimiento hi"o sonar unanueva hora, 1ndrs de @isa y Ghi!erti, dieron a esta tradicin su forma su!lime y seo!tuvieron as& aquellas gloriosas puertas que Miguel 1ngel apod [puertas del para&so\>)La Hglesia de la #atedral y de la #ru"ada... :P/.

    @reg3ntase Daniel2ops si era solamente esttico y decorativo el fin que intenta!an losconstructores al conceder una importancia tan grande a la pl'stica. =#iertamente que no.

    n 0&nodo reunido en 1rr's hacia el 8P?- ha!&a aconseado representar so!re los muros delos santuarios, las escenas y las ense*an"as de la 0agrada Escritura, pues, dec&a, ellopermite a los analfa!etos conocer lo que los li!ros no pueden ense*arles. 0an GregorioMagno lo ha!&a dicho ya en el siglo H. Esta intencin fue la de los artistas rom'nicos ygticos. 0e ha comparado a menudo la catedral, so!re todo desde &ctor $ugo, a un granli!ro de piedra donde pod&an instruirse los m's humildes, a una 7i!lia en im'genes queha!la!an con vo" que todos entend&an. 0in em!argo podemos maravillarnos leg&timamentede que un inmenso pue!lo pudiera comprender este lenguae, y se interesase por tantos

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    hechos, por tantas historias o por tantos signos que son letra muerta para la inmensamayor&a de los hom!res del siglo > )i!id., :;?. @ara el an'lisis de la escultura medievalen su conunto, cf. :-:;?/.

    ?. El =0peculum Maius> y los grandes temas de la escultura medieval

    1!undemos un tanto en la tem'tica que inspira!a a los escultores de la Edad Media. Elmundo de la escultura medieval es como un !osque inmenso. 1 nuestro uicio nadie lo hapenetrado meor que ese genio de la cr&tica del arte que es Emile MAle. El eminenteestudioso !asa .su investigacin en la teor&a que se encuentra e%presada en una o!ra que fuecl'sica durante el Medioevo, el 0peculum maius, del erudito dominico francs incent de7eauvais, autor en cierto modo compara!le con el mismo 0to. (om's, amigo como ste delrey 0. Luis, cuya !i!lioteca frecuenta!a. La o!ra, escrita a mediados del siglo HHH, esrealmente a!rumadora por los conocimientos que revela. Div&dese en cuatro grandes partes.

    En la primera de ellas, que lleva por t&tulo =Espeo de la aturale"a>, so!re la !ase delrelato de la creacin se estudian los diversos elementos que integran el cosmos, losminerales, los vegetales, los animales, y finalmente el hom!re.

    En la segunda parte, denominada =Espeo de la #iencia>, tras se*alarse hasta qu puntola ca&da original afect la naturale"a humana y la consiguiente necesidad que tiene elhom!re de un 2edentor para alcan"ar su salvacin, se e%plica cmo 5aqul puede cola!oraren la misma mediante el conocimiento y la accin cotidiana, pas'ndose luego revista a lasdiversas ciencias y artes ya los tra!aos del hom!re.

    En la tercera parte, titulada =Espeo moral>, se muestra que no !asta con sa!er y cono!rar, sino que es preciso comportarse .de una manera tica, ofrecindose a continuacin undetallado estudio de los diversos vicios y virtudes, en estrecho parentesco con el an'lisistomista de la 0umma (heologica. La o!ra se cierra con lo que su autor llama el =Espeohistrico>, donde el sa!io dominico e%pone las grandes l&neas de la historia de la salvacin

    que es, en 3ltima instancia, la historia de la #iudad de Dios. El 0peculum maius fue laEnciclopedia del siglo HHH.

    Emile M'le afirma que esta o!ra puede resultar la gu&a de consulta m's segura parallegar a comprender las ideas directrices de la iconograf&a medieval, especialmente en el'm!ito de 6rancia, al que dedica su estudio, aun cuando resulta f'cilmente aplica!le al deotras regiones de la #ristiandad, se*alando analog&as impresionantes entre aquel escrito ylos prticos de las catedrales. 0i !ien no consta que los artistas se hayan inspiradodirectamente en esa gran o!ra literaria, con todo, el hecho de que el =0peculum maius> nopertene"ca con e%clusividad a incent de 7eauvais sino a la Edad Media en su totalidad,permite afirmar los denominadores comunes. =El mismo genio ha dispuesto los cap&tulosdel Espeo y las estatuas de las catedrales5 es pues leg&timo !uscar en los unos el secreto de

    las otras> )cf. LRart religieu% du HHHe siScle en 6rance/.o resulta ello e%tra*o ya que la Edad Media conci!i el arte como la e%presin de la

    doctrina al tiempo que como c'tedra de la misma. (odo lo que el hom!re necesita conocer5la historia del mundo desde su creacin, los misterios del cristianismo, la vida y loseemplos de los santos, la diversidad de las virtudes, la variedad de las ciencias, artes yoficios, se transparenta!a en los vitrales de las iglesias, a travs de la lu" transfigurada, y semateriali"a!a en las estatuas de los prticos, cuyo ordenamiento erarqui"ado no era sino elrefleo del orden admira!le que reina!a en el mundo de las ideas, seg3n lo ha!&a e%puesto

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    0to. (om's. @or la intermediacin del arte, las lucu!raciones m's elevadas de la teolog&a yde la ciencia llega!an confusamente hasta las inteligencias m's humildes.

    2ecordemos asimismo un dato imprescindi!le para penetrar en el mundo de laiconograf&a medieval, y es su car'cter alegrico. (al es una de sus caracter&sticas m'spropias. 0u lenguae es eminentemente sim!lico. @ara el hom!re de aquel tiempo, no slo

    los doctos sino tam!in el pue!lo sencillo, la historia y la naturale"a eran un inmensos&m!olo. Y consiguientemente lo era tam!in el arte, que las representa!a5 mostra!a unacosa, invita!a a ver otra. El artista, ha!r&an podido decir los doctores, de!e imitar a Dios,que ha escondido un sentido profundo !ao la letra de la Escritura. La predileccin por elsim!olismo se advert&a particularmente en el 'm!ito de la liturgia. ase, si no, aunque tanslo fuera a modo de eemplo, los comentarios con que Guillaume Durand, prelado francsdel siglo HHH, acompa*a!a la e%plicacin de la 0anta Misa, donde hasta las r3!ricas setransfiguran. El sim!olismo del culto familiari"a!a a los fieles con el sim!olismo del arte.

    0e*ala E. MAle que desde la segunda mitad del siglo H, el arte de la Edad Media seconvirti en un enigma ine%trica!le, precisamente porque ha!la muerto el sim!olismo,entendindose la imagen en una forma muy diversa al modo como la ha!lan comprendidolos medievales. 1parecieron entonces los =tcnicos del arte>, quienes intentaron descifrarlos presuntos =enigmas> de los !aorrelieves y de las estatuas como si se tratase demonumentos de la Hndia. En el prtico de otreDame de @ar&s creyeron encontrar elsecreto de la piedra fiosofal, o en su Zod&aco un argumento en favor del origen solar detodos los cultos )cf. LRart religieu% du HHHe siScle en 6rance+, p'g.HH/.

    (rataremos ahora de aplicar las cuatro partes del li!ro de incent de 7eauvais a laiconograf&a medieval, siguiendo las eruditas e%plicaciones de E. MAle.

    a/ La naturale"a

    0i o!servamos cualquiera de las grandes catedrales, inmediatamente nos llamar' la

    atencin el ver all& representados, no slo en los capiteles de las naves sino tam!in en suparte e%terior, plantas diversas y animales e%tra*os para el europeo como el len, elelefante, el camello, e incluso fieras e%ticas y monstruosas. 1 fin de entender esta faunatan variada y original que nos o!serva desde las catedrales, es conveniente recurrir aaquellos famosos li!ros del siglo HH denominados =7estiarios>, antolog&as de f'!ulas o derelatos de animales reales o legendarios, con aplicaciones a la vida humana e incluso a losmisterios del cristianismo, que sin duda influyeron en la decoracin de las iglesias. En lanave de la catedral de Le Mans, por eemplo, un precioso capitel del siglo HH nos muestrauna lechu"a acosada por un grupo de p'aros peque*os. @or el 7estiario sa!emos que lalechu"a )nicticora%/, que no ve sino de noche, era una figura del pue!lo ud&o que prefierelas tinie!las a la lu", o!eto de !urla para los dem's. En un capitel de "elay se ve un

    personae que parece avan"ar hacia un animal compuesto, gallo por delante, serpiente pordetr's, lo que llama!an un !asilisco. El 7estiario e%plica!a que ese e%tra*o animal, queparticipa de la naturale"a del p'aro y de la serpiente, no era temi!le al hom!re sino por sumirada, que resulta!a letalK sin em!argo el fluido mortal que arroa!a no era capa" deatravesar un vidrio, y por consiguiente !asta!a con cu!rirse el rostro con una escafandrapara poder mirarlo impunemente. BCu es el !asilisco, agrega!a el 7estiario, sino unafigura del demonio, so!re el que #risto triunf encerr'ndose en el seno de una irgen m'spura que el cristal

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    n capitel del claustro de (arragona nos muestra un "orro tirado en tierra y que parecetan muerto que ]os p'aros revolotean despreocupadamente en torno a su cad'ver. El te%todel 7estiario nos informa que el "orro no est' muerto, sino que finge estarlo para atraer alos p'aros incautosK cuando stos est'n a su alcance, se levanta de un salto y los atrapaKimagen de los enga*os del demonio que nos atrae y nos devora. En otro capitel se ve un

    !arco dado vuelta, un hom!re que se cae al mar y un enorme pe" al que un nadador trata deatravesar con su pu*al. 0eg3n el 7estiario, la !allena era un animal que enga*a!a a veces alos navegantesK imagin'ndose ver una isla, amarra!an all& sus naves y hac&an fuego so!re laespalda del monstruoK de pronto la !allena se sumerg&a, arrastrando la nave y su tripulacinal fondo del marK imagen tam!in de las tretas enga*osas del demonio )cf. i!id.,

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    en la iglesia rom'nica la #aldea y la 1siria, la @ersia, el Oriente griego y el Oriente 'ra!e.(oda 1sia aporta sus presentes al cristianismo, como anta*o los Magos al i*o> )LRartreligieu% du HHe siScle en 6rance... )i!id., -9;8/.

    !/ El tra!ao, las artes y las ciencias

    Ya hemos se*alado poco antes el lugar que ten&an en las catedrales los calendarios depiedra, admira!lemente esculpidos en sus portales, como los encontramos en #hartres,1miens, 2eims, 6errara, caracteri"ando los distintos tiempos del a*o, en !ase a ladiversidad de las actividades agr&colas. En esos peque*os recuadros, o!ras de verdaderapoes&a, el escultor cristali"a!a los gestos permanentes y reiterados del hom!re com3n.2ecordemos que los artistas de las catedrales no viv&an leos de la naturale"a. 1l pie de lasmurallas de las peque*as ciudades de la Edad Media comen"a!a el campo, las llanuras, lastierras aradas y sem!radas, el no!le ritmo de los tra!aos virgilianos )cf. i!id., ;-;;/.

    Mas no slo el tra!ao dignifica!a al hom!re, y merec&a por ello figurar en lascatedrales, sino tam!in, y a3n en un grado superior, el sa!er y la ciencia. Las siete artesli!erales 4el trivium y el quadrivium4 a!r&an siete caminos a la inteligencia del hom!re,resumiendo el conunto de los conocimientos que ste pod&a adquirir, aparte de larevelacin. Y por encima de ellas, la filosof&a, su corona. Los medievales no dearon deesculpir estas siete u ocho Musas en la fachada de sus catedrales, generalmente !ao laforma de venes llenas de circunspeccin, maestuosas como reinas, cada una llevando ensus manos los atri!utos propios de su especialidad, de sim!olismo claro, sin duda, para suscontempor'neos, aunque no siempre para nosotros. os impresiona verlas en la catedral de#hartresK en ninguna parte las siete musas fueron m's honradas que en ese centro

    intelectual. (am!in en la catedral de @ar&s, Cue vio crecer a su som!ra la ovenniversidad )cf. i!id., N-.8?/.

    1 las figuras de las siete 1rtes y de la 6ilosof&a, ulteriormente se agregaron algunasotras, como la que representa a la Medicina, por eemplo en Laon, o la 1rquitectura, en#hartres, esta 3ltima !ao la forma de un hom!re que tiene en sus manos la regla y elcomp's. 0emeante esfuer"o por ampliar el marco un tanto estrecho del trivium y elquadrivium, descu!re el anhelo de co!iar en la catedral todo conocimiento, toda ciencia,toda arte )cf. i!id., 9?9

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    c/ El com!ate interior o la moral

    Esta parte del 0peculum maius se reflea tam!in en las catedrales del Medioevo. Escierto que el tema de la lucha espiritual, medular en el Evangelio, ya ha!&a tomado formaliteraria en el famoso poema que redactara @rudencio, espa*ol del siglo H, el primer poetacristiano, !ao el t&tulo de @sycomachia, donde el autor descri!e en versos virgilianos la

    !atalla de las irtudes y los icios. 1ll& vemos al @udor, oven virgen de armaduraresplandeciente, reci!iendo el choque de la Li!ido, una cortesanaK la @aciencia, reservada ymodesta, espera el ataque de la HraK la 0o!er!ia, so!re un ca!allo fogoso, enfrenta a la$umildad, quien toma la espada que le tiende la Esperan"a y le corta la ca!e"aK la Luuria,l'nguida, con los ca!ellos perfumados, es vencida por la 0o!riedadK la Discordia o $ere&aes derrotada por la lan"a de la 6e... Las irtudes, por fin victoriosas, cele!ran su triunfoelevando un templo semeante a la Jerusaln nueva del 1pocalipsis.

    (al el poema de @rudencio en que se inspiraron los artistas. Hnicialmente el tema fuerepresentado !ao un aspecto ca!alleresco, de torneo feudal. @ero en el curso del siglo HHHvari el estilo, mantenindose por cierto el tema de fondo. Las virtudes siguen triunfandoso!re los vicios, pero parecen ha!er vencido sin com!ateK tienen a stos !ao sus pies y nisiquiera se dignan mirarlos. Los artistas ya no quer&an representar la !atalla sino la victoria)cf. i!id., 8PP8P;/.

    Otras veces los vicios y las virtudes aparecen representados como dos 'r!olesvigorosos. no es el 'r!ol del vieo 1d'n y tiene por ra&" y tronco la so!er!ia. 0iete ramasprincipales parten del tronco5 la envidia, la vanagloria, la clera, la triste"a, la avaricia, laintemperancia y la luuria. #ada una de esas ramas, a su ve", da nacimiento a ramassecundariasK de la triste"a, por eemplo, !rotan el temor y la desesperacin. El segundo es el'r!ol del nuevo 1d'n. La humildad es su tronco, y las siete ramas principales son las tresvirtudes teologales y las cuatro cardinales, dividindose tam!in cada virtud en las virtudessu!sidiarias, seg3n el esquema cl'sico de los doctores medievales. 1d'n fue quien plant el

    primero de esos 'r!oles y Jesucristo el segundo. 1 nosotros toca la eleccin )cf. i!id., 8P/.#on frecuencia, las virtudes esculpidas en los !aorrelieves son mueres sentadas,

    inmviles, maestuosasK su escudo ostenta un animal her'ldico que testimonia su no!le"a.En cuanto a los vicios, no est'n ya personificados, sino presentados en accin. n maridoque pega a su muer, figura la discordiaK la inconstancia es un mone que huye del conventoarroando su cogulla. La virtud es, pues, representada en su esencia y el vicio en susefectos. De un lado, todo es reposo, del otro, todo tr'fago e inquietud. 0lo la virtud unificael alma y le da pa"K fuera de ella no hay sino agitacin. Los escultores rom'nicos del sigloHH prefirieron su!rayar el car'cter de lucha de la vida cristianaK el siglo HHH destac so!retodo la serenidad que comunica la victoria de la virtud )cf. i!id., 8P988P/. (ras la lucha, lapa", donde !rillan las l'mparas de las &rgenes prudentes de la par'!ola evanglica, tantas

    veces representadas en las catedrales. @orque la llama de esa l'mpara sim!lica, dec&an losdoctores, es la llama de la caridad. De este modo los prticos, de una arquivolta a otra, nosinvitan a elevarnos de los tra!aos a las virtudes, y de stas a la caridad, que es su reina )cf.E. MAle, LRart relig&eu% du HHe siScle en 6rance... ::8/.

    En #hartres, cerca de las virtudes, doce encantadoras y peque*as figuras sim!oli"an lasdos formas de vida del cristiano. 1 la i"quierda, seis venes sonrientes est'n a!ocadas altra!ao, lavando la lana, ponindola en la madea, hilando... 1 la derecha, otras seis venes

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    veladas, se ocupan en leer, meditar, re"arK una de ellas eleva los oos al cielo en actitude%t'tica. El primer grupo representa la vida activa, el segundo la contemplativa. En la partesuperior, una sola corona parece atri!uir la misma recompensa a los dos tipos de vida )cf. E.MAle, LRart religieu% du HHHe siScle en 6rance... 8 )#iv. Dei, 8.H, cap. H/. 1grega M'le5 =o resulta sorpresivo en forma alguna encontrar en 0ugera uno de los creadores de la iconograf&a nueva, porque 0uger fue uno de los grandesesp&ritus de la Edad Media. El a!arca!a en su vasta cultura toda la antigFedad cristiana5 los@adres, con su e%gesis sim!lica, le eran familiares. 0u maravillosa memoria le entrega!asu erudicin siempre presente, pero ello no lo a!ruma!a, porque ten&a el genio del orden. Eseste genio el que hi"o de l un hom!re de Estado5 [$a!r&a podido, dice su !igrafo,go!ernar el mundo\. Este hom!re de ra"n era al mismo tiempo un hom!re de pasin.#uando consagra!a la hostia, su rostro se !a*a!a en l'grimasK irradia!a alegr&a el d&a de

    avidad y el d&a de @ascua. Esta profunda sensi!ilidad e%plica su amor por el arte5 loama!a, como lo aman los verdaderos artistas, que adoran lo !ello y desprecian el !oato.Da!a todo a su o!ra sin reservarse nada para s& mismo. #uando @edro el enera!le, el grana!ad de #luny, fue a 0aintDenis, admir, como !uen conocedor que era, la iglesia y susmaravillasK pero cuando vio la peque*a celda en que 0uger se acosta!a so!re un lecho depaa, e%clam5 [Este hom!re nos condena a todosK construye no como nosotros, para lmismo, sino 3nicamente para Dios\> )LRart religieu% du HHe siScle en 6rance... 8-/. Esimportante se*alar que el influo de 0uger se irradi m's all' de su monasterio. 0a!emos

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    que una ve" terminados los tra!aos en 0aintDenis, hacia 88:-, el taller por l formado setraslad en pleno a #hartres.

    Las realidades que el uevo (estamento nos muestra a la lu" del sol, para ha!lar ellenguae de la Edad Media, el 1ntiguo nos las hace perci!ir al claroscuro de la luna y lasestrellas. En el 1ntiguo (estamento la verdad lleva un veloK pero la muerte de #risto

    desgarra ese velo m&stico. @or eso se dice en el Evangelio que cuando Jes3s muri, lacortina del (emplo de Jerusaln se rasg de arri!a a a!ao. El 1ntiguo (estamento no tienesentido si no es por su relacin con el uevo, y la 0inagoga, en el grado en que se o!stinaen e%plicarlo por s& mismo, lleva un velo so!re sus oos )cf. E. MAle, LRart religieu% duHHHe siScle en 6rance... 8

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    l&neas que consagra a cada uno de ellos 41d'n, o, Melquisedec, 1!raham, Hsaac, Jos,Moiss, David, 0alomn son tan concisas y claras que hu!iesen podido ser puestas en lasfilacterias de las estatuas correspondientes. En la entrada de las catedrales, los artistasrepresentaron a los patriarcas ya los reyes que 0. Hsidoro, en continuidad con los @adresanteriores, designara como figuras del 0alvador. Esas estatuas constituyen una especie de

    avenida sim!lica hacia #risto. (ras los patriarcas y los reyes, que figuraron a #risto porlos hechos de su vida, la Edad Media represent tam!in a los profetas, que lo anunciaroncon su pala!ra, so!re todo Hsa&as, Jerem&as y Daniel. 0eg3n MAle, fue el corto tratado Deortu et o!itu @atrum, atri!uido al mismo Hsidoro de 0evilla, la principal fuente a querecurrieron los artistas para seleccionar a estos 3ltimos. @or desgracia, las pala!ras de losprofetas, elegidas para las !anderolas de piedra que hay en cada una de sus estatuas, handesaparecido por la incuria del tiempo, lo que nos impide conocer el motivo preciso mercedal cual cada uno de ellos fue incorporado a la procesin de los que anunciaron a #risto )cf.LRart religieu% du HHHe siScle en 6rance... 8-

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    el tronco de JesT, Jerem&as )profeta del dolor/ presenta la cru", 0imen tiene en sus !ra"osal i*o divino, Juan 7autista el cordero, y por fin 0. @edro el c'li". El misterioso c'li", queal comien"o de la historia, aparec&a en manos de Melquisedec, se vuelve a encontrar ahoraen las de 0. @edro. 0on los cap&tulos mismos del =Espeo histrico> de incent de7eauvais. La 7i!lia se nos muestra ac' como fue entendida en la Edad Media5 una sucesin

    de figuras de Jesucristo )cf. E. MAle, LRart religieu% du HHHe siScle en 6rance... 8N/. ohay en toda Europa un conunto teolgico compara!le al que nos presenta la catedral de#hartres. @or otra parte esas estatuas son qui"'s las m's admira!les que produo la EdadMediaTT.

    TEl tema del ='r!ol de Jes> es frecuente en las catedrales. Jes suele ser representadodurmiendo so!re un lechoK de l !rota un 'r!ol gigantesco donde se asientan diversos reyes,y en la cum!re, la 0ant&sima irgen. #orresponde a la profec&a de Hsa&as5 =0aldr' unv'stago del tronco de Jes y un reto*o de sus ra&ces !rotar', y reposar' so!re l el esp&ritudel 0e*or> )Hs 88, 8?/, La primera ve" que aparece este tema es en 0aintDenis, por lo quese puede creer que fue 0uger quien lo mand hacer, introducindolo en la iconograf&amedieval. 1 partir de entonces se volver&a ha!itual.

    TT#on frecuencia en los prticos de las iglesias est'n tam!in representados losdiversos coros de los 'ngeles. 6ue sin duda Dionisio, con su De c^lesti hierarchia,traducida al lat&n precisamente durante la Edad Media, quien inspir a los artistas queesculpieron las nueve erarqu&as anglicas en el prtico meridional de #hartres. 1parecenrodeando a Dios, fuente de lu", seg3n la doctrina del 1reopagita, a modo de grandesc&rculos luminosos, y su resplandor disminuye a medida que se alean de dicha fuente. @oreso los 0erafines y los Cueru!ines, los dos coros m's elevados, llevan en sus manos llamasy !olas de fuego )cf. E. MAle, LRart religieu% du HHHe siScle en 6rance... /.

    @ero no es siempre en torno a #risto que se agrupa la escenograf&a iconogr'f&camedieval. 1 veces lo hace alrededor de la 0ant&sima irgen. 6ue a partir del siglo HH que la

    irgen, =otre Dame>, para emplear esa no!le pala!ra ca!alleresca que apareciprecisamente entonces, comen" a inspirar el gran arte. 0u culto se e%pres primero contimide", no atrevindose los artistas a separar la Madre de su $ioK pero con los a*os seavinieron a cele!rarla sola, y el siglo HH termin con su =(riunfo> )cf. E. MAle, LRartreligieu% du HHe siScle en 6rance... :, tan amado por la Edad Media,se de!e tam!in a 0uger. 0e lo encuentra en la iglesia de 0anta Mar&a del (rastevere de2oma, datando de una poca muy vecina a aquella en la que 0uger de!i hacer componer elvitral homnimo de otreDame de @ar&sK el mosaico de 2oma fue hecho por encargo deun amigo y un husped de 0uger, el @apa Hnocencio HH.

    El 1ntiguo (estamento confluye as& en #risto y en Mar&a. Mas los artistas no secontentaron con reproducir sus im'genes, sino que figuraron tam!in algunos misterios desu vida. Hluminados por los telogos, comprendieron que el Evangelio no es una merarecopilacin de hechos histricos o de escenas conmovedoras, sino una sucesin demisterios. 0i el 1ntiguo (estamento puede ser considerado como una gran figura, no quiereello decir que el uevo sea pura realidad f'ctica, carente de cualquier tipo de significacinsim!lica. El nacimiento de #risto, por eemplo, fue representado en #hartres a la manerade un acto sacrificial5 o!srvase all& un altar coronado de arcos, so!re el i*o recin nacido

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    !rilla una l'mpara ritual, la cuna es asimilada a un altar y el i*o representado comov&ctima. $e ah& una lectura teolgica de la avidad. @ero fue so!re todo el misterio de la@asin y Muerte del 0e*or el que ofreci al arte las m's ricas posi!ilidades de sim!olismo.#risto fue representado en la cru" como el nuevo 1d'n, de cuyo seno sale la nueva Eva, laHglesia, figurada al modo de una 2eina que recoge en un c'li" la sangre y el agua. Otra idea

    no menos importante5 al morir el 0e*or, no slo dio nacimiento a la Hglesia, sino quetam!in declar caducos los poderes de la 0inagoga. @or eso los artistas, al representar lacrucifi%in, pusieron a la Hglesia a la derecha de #risto ya la 0inagoga a su i"quierdaK de unlado la Hglesia coronada, con un estandarte triunfal en la mano, recogiendo en el c'li" elagua y la sangre que !rotan del costado del 0alvadorK del otro la 0inagoga, con los ooscu!iertos por una venda, teniendo en una mano el asta que!rada de su estandarte, y deandoescapar de la otra las ta!las de la Ley, mientras la corona cae de su ca!e"a. (am!in los dosladrones crucificados a am!os lados de #risto fueron considerados como s&m!olos de laHglesia y de la 0inagoga. 0e dec&a que la cru" de #risto ha!&a sido orientada de tal formaque ten&a detr's suyo a Jerusaln y delante a 2omaK en la hora de su muerte, el 0e*or da!ala espalda a la ciudad que mata!a a los profetas, para mirar a la #iudad 0anta de los

    tiempos nuevos )cf. E. MAle, LRart religieu% du HHHe siScle en 6rance... 8N89;/.@arece conveniente se*alar que las crucifi%iones del Medioevo divergen nota!lemente

    de las del primer milenio y comien"os del segundo. El arte antiguo representa!a a #ristoclavado en una cru" suntuosa, con los oos a!iertos, la ca!e"a alta, la corona so!re la frente,cual un triunfadorK el modo de representarlo en el siglo HHH, so!re todo en sus postrimer&as,es menos mistrico y m's conmovedor, ya que lo figura con los oos cerrados, la ca!e"ainclinada, los !ra"os fl'cidos, atendiendo qui"'s m's a la sensi!ilidad que a la inteligencia)cf. i!id., p'g. HHH/.

    Ya desde la antigFedad se teieron en torno al 1ntiguo y el uevo (estamento diversasleyendas, o comentarios apcrifos, muy amados por el pue!lo sencillo. Los artistas novacilaron en incluirlos en sus representaciones, dando de este modo forma esttica a lastradiciones populares. Y as& todo se integr en una !ella armon&a, escri!e MAle, la pala!radel Li!ro, el comentario de la Hglesia, y los ensue*os del pue!lo simple, como si el te%tosagrado no se hu!iese podido despegar ni del s&m!olo ni de la leyenda )cf. i!id., ?P

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    que, sin l, permanecer&an ininteligi!les> )E. MAle, LRart religieu% du HHHe siScle en6rance... 8-9/.

    (am!in encontramos en los prticos algunas figuras de personas que no pertenecieronal cristianismo. Es cierto que, como lo ha se*alado E. MAle, en l&neas generales el arte!i"antino fue infinitamente m's hospitalario que el nuestro con los grandes hom!res del

    mundo antiguo. En Oriente constituy una firme tradicin representar en la iglesia aaquellos que entre los paganos ha!&an ha!lado meor de Dios, a aquellos cuyas o!raspod&an ser consideradas como una =preparacin evanglica>. El =Manual del Monte1thos>, cuyas frmulas provienen ciertamente de la Edad Media, pide que el pintorrepresente, untamente con los profetas, a 0oln, @latn, 1ristteles, (uc&dides, @lutarco,0focles. En dichas representaciones, cada uno de ellos despliega una filacteria so!re la quese lee una sentencia suya relacionada con el Dios desconocido. El Occidente fue muchom's parco en esta materia. 0in em!argo algunos de aquellos personaes comparecen en lasfachadas de las catedrales medievales. En #hartres, por eemplo, #icern est' esculpido alos pies de la 2etrica, 1ristteles, !ao la Lgica, @it'goras, !ao la 1ritmtica, y@tolomeo, !ao la 1stronom&a. 1simismo no es infrecuente encontrar a la 0i!ila, por cuya

    !oca ha!la toda la antigFedad, mostrando cmo hasta los mismos gentiles vislum!raron a#risto. Mientras los profetas anuncia!an el Mes&as a los ud&os, la 0i!ila predec&a un0alvador a los gentiles, teste David cum 0y!illa )cf. i!id., )2ation. div. offic.,li!r, H, cap, 8/. 1s& se hi"o, de hecho, hasta el siglo H. @ero m's all' del car'cterpreceptivo de la norma, queremos se*alar la significacin espiritual de los cuatro puntoscardinales. El este, siendo el lugar donde nace el sol, es el s&m!olo de #risto, 0ol oriens e%alto5 all& se encuentra el pres!iterio y mirando hacia all& se cele!ra el 0anto 0acrificio de la

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    Misa. El norte, donde se encuentra la reg&n que se considera!a del fr&o y de la noche, eraconsagrado con preferencia al 1ntiguo (estamento. El sur, "ona que reci!e con m'sintensidad el calor del sol, "ona de lu" intensa, esta!a especialmente dedicado al uevo(estamento. En el oeste se encontra!a la fachada, casi siempre reservada a la representacindel Juicio finalK el sol, antes de acostarse, ilumina esa gran escena de la 3ltima tarde del

    mundo, la tarde de la resurreccin de los muertos. Los doctores de la Edad Media, quetuvieron siempre el gusto de las malas etimolog&as, relaciona!an =occidens> con=occidere>5 el Occidente era para ellos la regin de la muerte )cf. E, MAle, LRart religieu%du HHHe siScle en 6rance+ -;/.

    TT1l parecer, se de!e tam!in a 0uger la representacin en las iglesias de este tema, yaque el primer Juicio final que conocemos es el de la fachada de 0aintDenis. Luegovinieron los dem's.

    TTT1 propsito de los ancianos del 1pocalipsis, destaquemos la predileccin de losartistas por las com!inaciones simtricas. Dice E. MAle que la simetr&a era consideradacomo la e%presin sensi!le de una armon&a misteriosa. Los artistas gusta!an cotear losdoce patriarcas y los doce profetas del 1ntiguo (estamento con los doce 1pstoles deluevo. 6rente a los cuatro grandes profetas, pon&an los cuatro evangelistas. En #hartres, unvitral del transepto meridional, de un sim!olismo auda", muestra a los cuatro profetasOseas, E"equiel, Daniel y Jerem&as, llevando so!re sus espaldas a los cuatro evangelistas.$ay que entender por ello que los evangelistas encuentran en los profetas su punto deapoyo, pero que ven m's leos que ellos. En lo que se refiere a nuestros ?: ancianos del1pocalipsis corresponden con frecuencia a los 8? profetas ya los 8? apstoles reunidos )cf.LRart religieu% du HHHe siScle en 6rance... 9/.

    Desde el 1ntiguo (estamento al Juicio final5 he aqu& la 7i!lia de piedra puesta alalcance del pue!lo cristiano. Es cierto que en la Edad Media los fieles no leyerondirectamente la 0agrada Escritura, pero al conocerla a travs de los comentarios que de ella

    hicieron los @adres y doctores de la Hglesia, la penetraron mucho meor y m'sprofundamente que el com3n de los cristianos de hoy. El Li!ro 0agrado llega!a hasta ellosno slo por las lecturas de la liturgia y la pala!ra del sacerdote sino tam!in por las o!rasde arte. M's a3n, con frecuencia los sacerdotes e%plica!an en sus homil&as el sentidoespiritual y sim!lico de dichas o!ras. Y los artistas, inspirados por los telogos, fueron,ellos tam!in, a su manera, comentadores de la 7i!lia.

    . La lu" y los colores de la catedral

    La escultura no fue la 3nica de las artes que contri!uy a la educacin del pue!lo.(am!in las que tienen que ver con el color ocuparon un papel de primer orden. #omo yalo hemos se*alado anteriormente, al comien"o las catedrales no fueron !lancas, pero

    tampoco de ese gris so!rio que instintivamente identificamos con las o!ras de larga data.La arquitectura de la Edad Media era pol&croma. El color anima!a a la catedral entera. Laanima!a en el interior, ante todo, donde la lu" que entra!a por los vitrales uga!a so!re losdiversos tonos de la paleta, llenando de alegr&a los grandes espacios e incluso las estatuas y!aorrelieves que orna!an las diversas naves y que esta!an generalmente pintados. @erotam!in el color invadi el e%terior de las catedrales. 0a!emos, por eemplo, que en otreDame de @ar&s, las estatuas del portal esta!an coloreadas, destac'ndose so!re un fondocolor oro. o hace mucho se reali"aron en ella tra!aos de limpie"a que permitieron

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    descu!rir numerosas huellas de dicha pintura. n prelado armenio que visit @ar&s a finesdel siglo HHH dio que la fachada de otreDame parec&a ser una esplndida p'gina de unmanuscrito iluminado, deslum!rante de p3rpura, a"ul y oro.

    Es que el hom!re medieval ama!a los colores, no slo en la catedral sino tam!in en suvida diaria. Los estudiosos de las costum!res medievales han quedado impresionados por el

    colorido de las vestimentas. #aminar por las calles o por el campo de!&a ser entonces unespect'culo para los oos. 0o!re el teln de fondo de las fachadas profusamente pintadas,pasear&an todas esas personas, hom!res y mueres, vestidas de colores vivos, los clrigoscon su ropa negra, los hermanos mendicantes con sus h'!itos grises. Dice 2. @ernoud queen la actualidad se nos hace dif&cil imaginar semeante profusin de colores, sloencontra!le en raras ocasiones, como en Hnglaterra hasta no hace tanto tiempo, con motivodel matrimonio de un pr&ncipe o de la coronacin de un rey, o en algunas ceremoniaseclesi'sticas que se desarrollan en el aticano. Y conste que lo que referimos de la EdadMedia no se restringe slo a los vestidos de gala, ya que incluso los campesinos m'ssimples vest&an con ropas claras, roas, a"ules. La Edad Media parece ha!er tenido horrorde los tintes som!r&os. (odo lo que de ella ha llegado hasta nosotros5 frescos, miniaturas,

    tapices, vitrales, da testimonio de esa rique"a de colorido tan caracter&stico de la poca )cf.LumiSre du Moyen Wge... ?, porque sus autores pertenec&an a la familia romana de los#osmati.

    Otro espacio que reci!i color, al menos durante toda la poca rom'nica, fue el

    ocupado por las paredes y el pres!iterio de la catedral, amplias superficies que se presta!anpara el decorado. El descu!rimiento de los tesoros del fresco rom'nico es de reciente data,pero ha suscitado un coro de ala!an"as por su !elle"a y lo"an&a. 0e han encontrado muchaso!ras maestras de dicha pintura casi en todas aquellas regiones a donde se e%tendi laarquitectura rom'nica, tanto en 0an #lemente de 2oma como en la catedral de 1quileia, el!aptisterio de @oitiers, o las peque*as capillas de #atalu*aT. Los temas predileccionadospor los pintores rom'nicos eran, poco m's o menos, los mismos que eligieron losescultores. 1 la 7i!lia de piedra se agreg as& una 7i!lia de color .

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    TLos frescos del rom'nico catal'n que esta!an en los muros de esas capillas, han sidodesprendidos de los mismos y se encuentran ahora en los museos rom'nicos de 7arcelona yde ich. La !elle"a de los mismos es estremecedora.

    En la poca gtica, a causa de las transformaciones arquitectnicas que dicho estilotrao consigo, como la casi total desaparicin de los muros y la nueva distri!ucin de las

    !vedas, la pintura perdi su lugar predominante a favor de los vitrales que hicieronentonces su aparicin.

    0e*ala Daniel2ops que la persistencia del rom'nico en Htalia, as& como las formas tanpeculiares que asumi el gtico en dicho pa&s, tuvieron como resultado mantener en laiglesia vastas superficies de muros. El fresco, que el gtico francs descarta!a a favor delvitral, no ten&a, pues, ra"n para desaparecer en aquella regin. La pintura mural italiana seinspir no poco en modelos !i"antinos, como lo hicieron, y cu'n gloriosamente, #ima!ue y#avallini en el siglo HHH. @ero fue sin duda Giotto quien llev ese arte a su plenitud. $ioespiritual de 0. 6rancisco, logr transfundir el &mpetu m&stico del @overello en su admira!lepintura, tal cual puede admirarse en la !as&lica de 1s&s o en la capilla de la 1rena de @adua.Giotto e%pres as&, a su manera, en el plano de la pintura, lo mismo que se ha!&an propuestolos arquitectos y los escultores de las catedrales )cf. La Hglesia de la #atedral y de la#ru"ada... :N-:

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    que sustituyen casi totalmente al muro, algunas de las cuales cuentan con cien paneles4,construida por orden de 0. Luis, constituye una ilustracin completa de los diferentes li!rosque componen la 7i!lia, desde el Gnesis hasta los @rofetasK a la manera de las miniaturas,es qui"'s la m's admira!le de las 7i!lias historiadas. En otras iglesias gticas encontramos,m's all' de la mera acumulacin de historias !&!licas al estilo de la 0ainte#hapelle, un

    intento por esta!lecer las concordancias de los dos testamentos. #on frecuencia nos ofrecenel hecho evanglico en un medalln central, mientras que los medallones adyacentesmuestran sus figuras veterotestamentarias. En este intento se destaca, una ve" m's, lacatedral de #hartres con sus esplndidos vitrales. #hartres es la concrecin misma de laEdad Media hecha color.

    @ongamos un eemplo concreto del modo como los vitrales ilustran las per&copasevanglicas5 el del vitral de la catedral de 0ens que representa la par'!ola del !uensamaritano. (res medallones en forma de rom!o, que se destacan muy n&tidamente enmedio de la composicin, contienen el relato del Evangelio. 1lrededor de los mismos, seagrupan medallones circulares, que ofrecen el sentido tipolgico, la glosa agregada al te%to.1s&, en torno al primer medalln, que representa al viaero cuando es despoado por los

    ladrones, se ve la creacin de nuestros primeros padres, el pecado original y la e%pulsindel para&so. 1lrededor del segundo medalln, que nos muestra al viaero tirado en el sueloentre el sacerdote y el levita indiferentes, se ven diversas escenas5 Moiss y 1arn ante el6aran, Moiss reci!iendo la ley de Dios, la serpiente de !ronce, y finalmente el !ecerro deoro, en una pala!ra, la insuficiencia de la Ley 1ntigua. 6inalmente, en torno al tercermedalln, que representa al !uen samaritano conduciendo al herido a la hoster&a, se ve lacondenacin de uestro 0e*or, su pasin, muerte y resurreccin. BEs posi!le e%presar m'sclaramente la significacin glo!al de la par'!ola a la lu" de todo un conunto decorrespondencias e ideas concertadas

    Encontramos asimismo en los vitrales numerosas escenas de la vida de los santos. Elpue!lo no se cansa!a de ver en una u otra forma a sus protectores espirituales, ni tampocode o&r ha!lar de ellos, sea a travs de tantos poemas hagiogr'ficos en lengua vulgar, sea delos dramas populares, sermones, y so!re todo =leyendas 'ureas>, que se le&an p3!licamenteen las catedrales )cf. E. MAle, LRart religieu% du HHHe siScle en 6rance... ?N:?N-/. osiempre estos vitrales eran inteligi!les con facilidad, m'%ime que a veces se encuentran agran altura, leos de la vistaK sin em!argo, m's all' del !osque de ancdotas, lo que queda!aen pie era la eemplaridad del santo que resplandec&a en el tornasol de aquellosmaravillosos encuadramientos.

    BCuin era el que encarga!a los vitrales 1 veces, un donante generoso. 0e sa!e, poreemplo, que 0. Luis ofreci a la catedral de #hartres un vitral que representa!a a 0. Denis,el protector de la monarqu&a francesa, cuando era entregado a los leonesK 0. 6ernando de

    #astilla don a esa misma catedral un vitral consagrado a 0antiago, el Matamoros. M'sfrecuentemente era una corporacin la que ofrec&a el vitral. En #hartres, 89 gremiosdedicaron, por s& solos, :N vitrales. #uenta Daniel2ops que en @ar&s, incluso la=corporacin> de las prostitutas suplic al o!ispo que la autori"ase a ofrecer un vitral o unc'li", lo que al fin aca! por aceptar el moralista que reci!i el encargo de e%aminar esteespinoso asunto, con tal de que aquel ofrecimiento se hiciera discretamente

    Junto a las vidrieras =historiadas> aparecieron otras, de lectura m's sencilla,consagradas enteramente a una sola figura o a un grupo determinado5 #risto, la irgen, los

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    @rofetas, los 1pstoles. (oda una multitud, semeante a la que monta!a guardia en losprticos, se agolp as& en los ventanales de las naves, para entonar tam!in desde all& otrocoro de plegarias. Espect'culo realmente so!recogedor.

    Hntegra tam!in el campo del arte del color lo que se dio en llamar la iluminacin de losli!ros. Es conocida la imagen del mone copista, inclinado durante horas so!re su escritorio,

    caligrafiando e ilustrando las p'ginas de un 0alterio o de un Evangelio. 1penas es posi!leimaginar el tiempo que se necesita!a para reali"ar semeantes o!ras. =El color de lasminiaturas 4escri!e Daniel2ops4, dispuesto por capas sucesivas, despus de ha!ersesecado cada una de ellas, e%ig&a para el m's &nfimo detalle semanas de espera. @ero comolos copistas pusieron el tiempo en su uego, lo tuvieron tam!in a su servicio, y as&, con el!rillo de sus oros, de sus luminosos a"ules, de sus p3rpuras y de sus profundos violetas,estos artistas de los manuscritos nos presentan todav&a su o!ra con la intacta perfeccin deuna uventud eterna> )La Hglesia de la #atedral y de la #ru"ada+

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    restringida de la pala!ra, la relaciona!a con los sentidos, las emociones, la inteligencia y laplegaria, fundando as& una manera de vivir. Hnspirse pro!a!lemente en @latn, quiene%horta!a a =vivir musicalmente>, como dec&a.

    La m3sica es armon&a. Y la Edad Media fue una poca armnica y !uscadora dearmon&as. MAle escri!e que los hom!res de aquella poca go"a!an encontrando armon&as,

    so!re todo en !ase a los n3meros. 2elaciona!an los cuatro elementos con los cuatro puntoscardinales )sim!oli"ados por los cuatro r&os del @ara&so/, los cuatro vientos, las cuatroestaciones, las cuatro edades de la vida, los cuatro humores del cuerpo, las cuatro virtudescardinales. Las tres ciencias del trivium, sumadas a las cuatro del quadrivium, da!an eln3mero siete, que es la cifra de los planetas, pero tam!in la de los tonos de la m3sicagregoriana, e%presin de la armon&a universal, ya que el mundo es m3sica.

    En un 0alterio del siglo HHH, que se encuentra en la 7i!lioteca de Met", una miniaturamuestra al rey David, con la lira en sus manos, entre cuatro im'genes que representan losdiversos elementos5 el aire, el agua, la tierra y el fuego. El reypoeta, que tanto encomi la0a!idur&a ordenadora y las maravillas de la o!ra divina, aparece, en medio de loselementos, cual intrprete y corifeo de la sinfon&a csmica. En la Edad Media, David fueconsiderado frecuentemente como imagen de la m3sica. El canto que ac' entona en su liraes el eco del himno su!lime que !rota del mundo.

    En la iglesia de #luny, desgraciadamente desaparecida, ha!&a en torno al coro variasesplndidas columnas de m'rmol cuyos capiteles representa!an las estaciones, las virtudes,las ciencias... 6eli"mente su!sisten dos de esos c