EL ÁRBOL DEL RELÁMPAGO (Historia de Bast) - Rothfuss Patrick

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    EL RBOL DEL RELMPAGO

    Por la maana: El Sendero Angosto

    Bast casi logr salir por la puerta trasera de la Roca de Gua.

    En realidad haba logrado salir, tena ambos pies sobre el prtico y la puerta estaba casi

    completamente cerrada tras l antes de que oyera la voz de su maestro.

    Se detuvo, la mano en el cerrojo. Le frunci el ceo a la puerta, que estaba casi a una mano de

    distancia de ser cerrada. No haba hecho ningn ruido. Lo saba. Conoca todas las silenciosas

    piezas de la posada, qu tablones suspiraban bajo el pie, cules ventanas se atoraban

    Los goznes de la puerta trasera chirriaban algunas veces, dependiendo de su estado de nimo,

    pero eso era fcil de evitar. Bast cambi su agarre en el cerrojo, hal hacia arriba de modo que la

    puerta no colgara tan pesadamente, luego la cerr lentamente. Ningn chirrido. El movimiento de

    la puerta fue ms suave que un suspiro.

    Se enderez y sonri. Su expresin era dulce y astuta y salvaje. Se vea como un nio travieso que

    ha conseguido robar la luna y comrsela. Su sonrisa era como la ltima franja restante de luna,

    afilada y blanca y peligrosa.

    Bast!La llamada se oy otra vez, ms fuerte. Nada tan grosero como un grito, su maestro nunca

    tendra inclinacin por los berridos. Pero cuando quera hacerse escuchar, su bartono no eradetenido por nada tan insustancial como una puerta de roble. Su voz se proyectaba como la

    resonancia de un cuerno, y Bast sinti que su nombre tiraba de l como una mano alrededor de su

    corazn.

    Suspir, luego abri la puerta con suavidad y volvi a entrar. l era moreno, y alto, y encantador.

    Cuando caminaba se vea como si bailara. S, Reshi?llam.

    Despus de un momento el posadero entr en la cocina; llevaba un limpio delantal blanco y su

    cabello era rojo. Fuera de eso, era dolorosamente comn. Su rostro sostena la pastosa placidez de

    los posaderos de todas partes. A pesar de la temprana hora se vea cansado.

    Le alcanz a Bast un libro de cuero. Casi olvidas esto, le dijo sin ningn rastro de sarcasmo.

    Bast tom el libro y fingi sorpresa. Oh! Gracias, Reshi!

    El posadero se encogi de hombros y su boca compuso la forma de una sonrisa. No hay

    problema, Bast. Mientras haces tus mandados, te molestara conseguir algunos huevos?

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    Bast asinti, metindose el libro bajo el brazo. Algo ms? pregunt diligentemente.

    Tal vez unas zanahorias tambin. Estoy pensando que haremos estofado esta noche. Es Abatida,

    as que necesitaremos estar listos para una multitud. Su boca se alz ligeramente en una de las

    esquinas mientras deca esto.

    El posadero empez a darse vuelta, luego se detuvo. Oh. El chico de los Williams pas por aqu

    anoche, buscndote. No dej ninguna clase de mensaje. Le alz una ceja a Bast. La mirada deca

    ms de lo que deca.

    No tengo la menor idea de qu quiere, dijo Bast.

    El posadero emiti un sonido como quitndole importancia y se volvi hacia la estancia comn.

    Antes de que hubiera dado tres pasos, Bast ya estaba afuera de la puerta y corriendo a travs de la

    luz del alba.

    Para cuando lleg, ya haba dos nios esperando. Jugaban en el enorme itinolito que yaca medio

    cado al pie de la loma, escalando por el lado inclinado y luego saltando al alto csped.

    Sabiendo que estaban mirando, Bast se tom su tiempo subiendo la diminuta loma. En la cima se

    ergua lo que los nios llamaban el rbol del relmpago, aunque estos das era poco ms que un

    tronco sin ramas apenas ms alto que un hombre. Toda la corteza se haba cado haca mucho, y el

    sol haba desteido la madera hasta dejarla blanca como hueso. Todo excepto la copa, donde

    incluso a pesar de todos estos aos la madera estaba chamuscada y ennegrecida.

    Bast toc el tronco con las puntas de sus dedos y traz lentamente su circunferencia. Lo rode, enel mismo sentido que las agujas del reloj. La manera correcta de hacerlo. Luego dio vuelta y

    cambi de mano, describiendo tres lentos crculos en el sentido contrario. Ese modo de girar iba

    en contra del mundo. Era la manera de destruir. Fue hacia atrs y adelante, como si el rbol fuera

    una bobina y l la estuviera enrollando y desenrollando.

    Finalmente se sent con la espalda contra el rbol y coloc el libro sobre una piedra cercana. El sol

    brill en las letras doradas, Celum Tinture. Luego se entretuvo tirando piedras al arroyo cercano

    que cortaba por la baja pendiente de la loma opuesta al itinolito.

    Despus de un minuto, un nio rubio regordete subi con dificultad por la colina. Era el hijo menor

    del panadero, Brann. Ola a sudor y pan fresco y otra cosa. Algo fuera de lugar.

    Su lento acercamiento tena un aire ritual. Lleg a la cima de la loma y se qued en silencio ah por

    un momento, el nico sonido provena de los otros dos nios que jugaban ms abajo.

    Por fin Bast volte a ver al chico. No tena ms de ocho o nueve, bien vestido, y ms rechoncho

    que la mayora de los otros nios del pueblo. Llevaba un fajo de tela blanca en su mano.

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    El nio trag con nerviosismo. Necesito una mentira.

    Bast asinti. Qu clase de mentira?

    El nio abri su mano torpemente, revelando que el fajo de tela era una venda improvisada,

    salpicada de rojo brillante. Se pegaba un poco a su mano. Bast asinti; eso era lo que haba olido

    antes.

    Estaba jugando con los cuchillos de mi mam, dijo Brann.

    Bast examin el corte. Recorra superficialmente la carne cerca del pulgar. Nada serio. Duele

    mucho?

    No como la tunda que me dar si descubre que estaba jugando con sus cuchillos. Bast asinti

    comprensivo. Limpiaste y devolviste el cuchillo?

    Brann asinti.

    Bast se dio golpecitos con un dedo en los labios, pensativo. Creste ver una enorme rata negra. Te

    asust. Le tiraste un cuchillo y te cortaste. Ayer uno de los otros nios te cont una historia sobre

    ratas que mordisqueaban las orejas y dedos de los pies de los soldados mientras dorman. Te

    caus pesadillas.

    Brann sinti un escalofro. Quin me cont la historia?

    Bast se encogi de hombros. Escoge a alguien que no te agrade.

    El nio sonri maliciosamente.

    Bast empez a hacer una cuenta con los dedos. Pon algo de sangre en el cuchillo antes de

    tirarlo. Seal la tela que el nio haba envuelto en su mano. Deshazte de eso tambin. La

    sangre est seca, se ve que no es reciente. Puedes fingir un buen llanto?

    El nio neg con la cabeza, pareca un poco avergonzado.

    Ponte algo de sal en los ojos. Asegrate de verte lloroso y con mocos antes de ir con ellos. Alla y

    solloza. Luego cuando te pregunten sobre tu mano, dile a tu mam que lo lamentas si rompiste su

    cuchillo.

    Brann escuch, asintiendo despacio primero, luego ms rpido. Sonri. Es buena. Mir nervioso

    a su alrededor. Qu te debo?

    Algn secreto?Pregunt Bast.

    El hijo del panadero pens por un minuto. El viejo Lant se est acostando con la Viuda Creel

    dijo medio esperanzado.

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    Bast agit las manos. Por aos. Todo el mundo sabe. Se frot la nariz, luego dijo, Puedes

    traerme dos bollos dulces ms tarde?

    Brann asinti.

    Ese es un buen comienzo, dijo Bast. Qu tienes en los bolsillos?

    El nio hurg un poco y extendi ambas manos. Tena dos drabines de hierro, una piedra plana

    verdosa, un crneo de pjaro, un cordel enredado, y un poco de tiza.

    Bast cogi el cordel. Luego, con cuidado de no tocar los drabines, tom la piedra verdosa entre

    dos dedos y le arque una ceja al nio.

    Despus de dudar un momento, el nio asinti.

    Bast se ech la piedra en el bolsillo.

    Qu tal si me dan la tunda de todas maneras? Pregunt Brann.

    Bast se encogi de hombros. Ese es asunto tuyo. Queras una mentira. Te di una buena.Si quieres

    que te saque del problema, eso es algo completamente distinto.

    El hijo del panadero se vea decepcionado, pero asinti y fue a bajar por la colina.

    El siguiente en subir fue un nio ligeramente mayor y vestido en andrajos. Uno de los chicos de los

    Alard, Kale. Tena el labio partido y una costra de sangre alrededor de un agujero de la nariz.

    Estaba tan furioso como slo un nio de diez aos puede estar. La expresin de su cara presagiaba

    una tormenta.

    Atrap a mi hermano besando a Gretta detrs del viejo molino! Dijo tan pronto hubo alcanzado

    la cima de la loma, sin esperar a que Bast le preguntara. l saba que me gustaba!

    Bast abri las manos con impotencia, encogindose de hombros.

    Venganza, escupi el nio.

    Venganza pblica? Pregunt Bast. O venganza privada?

    El nio se toc el labio roto con la lengua. Privada, dijo en voz baja.

    Cunta venganza? Pregunt Bast.

    El nio pens un poco, luego alz las manos y las separ unos setenta centmetros. As.

    Hmmmm, dijo Bast. Cunto en la escala de un ratn a un toro?

    El nio se frot un rato la nariz. Como un gato, dijo. Tal vez como un perro. No como el perro

    del Loco Martin. Como el de los Benton.

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    Bast asinti e inclin su cabeza hacia atrs con aire pensativo. Est bien, dijo. Orina en sus

    zapatos.

    El nio pareca poco convencido. Eso no suena como una venganza del tamao de todo un

    perro.

    Bast neg con la cabeza. Orinas en una taza y lo escondes. Dejas que se asiente por un da o dos.

    Luego una noche cuando l ha puesto sus zapatos junto al fuego, les echas la orina. Que no forme

    un charco, slo mjalos. En la maana estarn secos y seguramente ni siquiera olern mucho

    Cul es el punto? Interrumpi enojado el nio. Esa venganza no es ni del tamao de una

    pulga!

    Bast levant una mano apaciguadora. Cuando sus pies suden, empezar a oler a orines.Dijo con

    calma. Si se para en un charco, oler a orines. Cuando camine en la nieve, oler a orines. Ser

    difcil para l descubrir de dnde viene exactamente, pero todos sabrn que tu hermano es el que

    apesta. Bast le sonri al nio. Imagino que tu Gretta no querr besar al chico que no puede dejarde mearse.

    Una cruda admiracin se expandi por la cara del nio como un amanecer en las montaas. Eso

    es lo ms bastardo que he odo jams, dijo, maravillado.

    Bast trat de verse modesto y fall. Tienes alguna cosa para m?

    Encontr una colmena silvestre, dijo el nio.

    Eso servir para empezar, dijo Bast. Dnde?

    Ms all de lo de los Orissons. Despus del pequeo arroyo. El nio se agach y dibuj un mapaen la tierra. Ves?

    Bast asinti. Algo ms?

    Bueno s dnde tiene el Loco Martin su alambique

    Bast alz una ceja. En serio?

    El nio dibuj otro mapa y le dio algunas instrucciones. Luego se puso de pie y se sacudi las

    rodillas. Estamos a mano?

    Bast pas el pie por la tierra, borrando el mapa. Estamos a mano.

    El nio se sacudi las rodillas, Tambin tengo un mensaje. Rike quiere verte.

    Bast neg firmemente con la cabeza. Conoce las reglas. Dile que no.

    Ya le dije,explic el nio encogiendo los hombros de manera tan exagerada que resultaba

    cmico. Pero le dir de nuevo si lo veo

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    No haba ms nios esperando despus de Kale, as que Bast se meti el libro de cuero bajo el

    brazo y fue a dar una larga caminata sin rumbo. Encontr algunas frambuesas silvestres y se las

    comi. Bebi del pozo de los Ostlar.

    Eventualmente subi a la cima de un acantilado cercano, en donde se dio un gran estirn antes de

    meter la copia encuadernada en cuero de Celum Tinture dentro de un amplio rbol de espino,donde una gruesa rama formaba un acogedor escondrijo junto al tronco.

    Entonces mir hacia el cielo, limpio y brillante. Sin nubes. Poco viento. Clido pero no caluroso. No

    haba llovido en un ciclo completo. No era da de mercado. Horas antes del medioda en Abatida

    Las cejas de Bast se fruncieron un poco, como si estuviera haciendo un clculo complejo. Luego

    asinti para s mismo.

    Entonces Bast se dirigi de nuevo al peasco, pas por las tierras del viejo Lant y sorte las zarzas

    que rodeaban la granja de los Alard. Cuando lleg al pequeo arroyo cort algunos juncos y

    perezosamente los tall con un pequeo y brillante cuchillo. Despus sac el cordel de su bolsillo yamarr todos los juncos, fabricando una flauta.

    Entonces Bast se dirigio de nuevo al acantilado, paso por el lugar del viejo Lant y rodeo las zarzas

    que bordeaban la granja de los Alard. Cuando lleg al pequeo arroyo cort algunos juncos

    ociosamente con un pequeo cuchillo brillante, despus sac el hilo de sus pantalones y los uni,

    creando una flauta de pastor.

    Sopl a travs de la parte superior de las pipas y lade la cabeza para escuchar su dulce

    disonancia. Su brillante cuchillo recort un poco ms, y sopl otra vez. Esta vez la meloda estaba

    ms cerca, lo que hizo la disonancia mucho ms chirriante.

    El cuchillo de Bast se movi una, dos, tres veces. Entonces lo guard y acerc las pipas a su rostro.

    Inspir por la nariz, oliendo la frescura que emanaban. Lami los cortes recin hechos en los

    extremos de los juncos, con su lengua emitiendo, repentinamente, destellos de un rojo alarmante.

    Entonces tom aire y sopl por las pipas de nuevo. Esta vez el sonido fue brillante como la luz de la

    luna, vivo como un pez saltarn, dulce como la fruta robada. Sonriendo, Bast march hacia las

    colinas traseras de los Bentons, y no pas mucho tiempo antes de que escuchara el bajo y efmero

    balido de una oveja a lo lejos.

    Un minuto despus, Bast subi a la cima de una colina y vio a dos docenas de gordas y bobas

    ovejas pastando en el verde valle que haba debajo. Estaba oscuro y aislado. La falta de lluvia

    reciente significaba que el pastoreo era mejor en ese lugar. Las empinadas paredes del valle

    significaban que las ovejas no solan alejarse y que no era necesario preocuparse mucho por su

    cuidado.

    Una mujer joven se encontraba sentada bajo la sombra de un olmo que estaba en el valle. Se

    haba quitado los zapatos y la gorra. Su largo y espeso cabello era del color del trigo maduro.

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    Bast comenz a tocar. Una cancin peligrosa. Era dulce y brillante, y lenta e ingeniosa.

    La pastora se percat del sonido, o eso crey Bast al principio. Levanto la cabeza, emocionada

    pero no. Nunca miro en su direccin, simplemente se levant para estirarse un poco, ponindose

    de puntillas, poniendo las manos sobre la cabeza.

    Todava sin percatarse aparentemente de que le estaban tocando una serenata, la joven cogi una

    manta que estaba cerca, la extendi bajo el rbol y se tumb sobre ella. Era un poco raro, porque

    haba estado sentada ah antes sin la manta. Puede que le hubiese dado fro.

    Bast continu tocando mientras descenda por la pendiente del valle hacia ella. No se apresur, y

    la msica que tocaba era dulce, juguetona y lnguida al mismo tiempo.

    La pastora no dio seales de percibir ni la msica ni al propio Bast. De hecho, lo esquiv con la

    mirada, y mir en direccin al lejano final del pequeo valle como si fuese curioso que las ovejas

    estuviesen all. Cuando volvi la cabeza, expuso la hermosa lnea de su cuello desde su perfecta

    oreja con forma de caracola, hasta la suave curva de sus pechos, los cuales se mostraban porencima de su corpio.

    Al ver la resuelta mirada de la joven, Bast pis una piedra suelta y trastabill torpemente por la

    pendiente. Sopl y produjo una nota fuerte, similar a un graznido, y entonces dej salir un par ms

    de su cancin mientras agitaba con frenes uno de sus brazos para recobrar el equilibrio.

    La pastora rio entonces, Intencionalmente mirando al otro extremo del valle. Tal vez las ovejas

    hubiesen hecho algo gracioso. S. Seguro que haba sido eso. Podan ser animales muy graciosos a

    veces.

    Aun as, uno slo puede observar a las ovejas por un limitado periodo de tiempo. Ella suspir y serelaj, recostndose sobre el inclinado tronco del rbol. El movimiento tir accidentalmente del

    dobladillo de su falda hacia arriba, pasando la rodilla. Sus pantorrillas eran redondas y estaban

    tostadas por el sol, y cubiertas de un vello casi imperceptible de color miel.

    Bast continu bajando por la colina. Sus pasos eran delicados y elegantes. Pareca un gato sigiloso.

    Pareca que estaba bailando.

    Aparentemente satisfecha de que las ovejas estuviesen seguras, la pastora suspir, cerr sus ojos

    y apoy su cabeza en el tronco del rbol. Su rostro se inclin para buscar el sol. Pareca que estaba

    a punto de dormirse, mas a pesar de los suspiros que escapaban de su boca su respiracin pareci

    acelerarse. Y cuando se removi, inquieta, para ponerse ms cmoda, una de sus manos cay de

    tal manera que, accidentalmente, levant an ms el dobladillo de su vestido hasta mostrar gran

    parte de su muslo.

    Es difcil sonrer mientras tocas una flauta. De algn modo, Bast logr hacerlo.

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    El sol trepaba por el cielo cuando Bast regres al rbol del relmpago, agradablemente sudoroso y

    ligeramente desaliado. No haba ningn nio esperando cerca de las grises piedras esta vez, lo

    cual le vena bastante bien.

    Hizo un rpido crculo alrededor del rbol otra vez al llegar a la cima de la colina, una vez en cada

    direccin para asegurarse de que sus pequeos trabajos seguan en su sitio. Entonces se dej caera los pies del rbol y se recost en el tronco. En menos de un minuto ya tena los ojos cerrados y

    estaba roncando levemente.

    Despus de una hora, el silencioso sonido de pasos acercndose lo despert. Se estir y divis a un

    chico delgado con pecas y una ropa que haba sobrepasado ligeramente el punto en el que poda

    considerarse slo algo gastada.

    Kostrel!, dijo Bast feliz. Cmo est el camino hacia Tinu?

    Se ve bastante soleado para m hoy, dijo el chico mientras suba a la colina Y encontr un

    adorable secreto por la calzada. Algo en lo que creo podras estar interesado.

    Ah, dijo bast. Ven a sentarte entonces. Con qu clase de secreto has tropezado?

    Kostrel se sent con las piernas cruzadas en la hierba cerca de l. S dnde se baa Emberlee.

    Bast alz una ceja medio interesada. Era slo eso?.

    Kostrel sonri. Mentiroso. No finjas que no te interesa.

    Claro que me interesa, dijo Bast. Ella es la sexta chica ms atractiva del pueblo, despus de

    todo.

    La sexta?, replic el chico, indignado. Es la segunda, y lo sabes.

    Puede que la cuarta, concedi Bast. Despus de Ania.

    Las piernas de Ania son tan delgadas como las de un pollo, objet Kostrel con calma.

    Bast le sonri al chico. Es cuestin de gustos. Pero s, estoy interesado. Qu te gustara a

    cambio? Una respuesta, un favor, un secreto?

    Quiero un favor e informacin, dijo el chico con una pequea sonrisa de suficiencia. Sus ojos

    oscuros se vean sagaces en su delgado rostro. Quiero buenas respuestas a tres preguntas. Y lo

    valen, ya que Emberlee es la tercera chica ms bonita del pueblo.

    Bast abri su boca como si fuese a protestar, pero luego se encogi de hombros y sonri. No hay

    favor, pero te dar tres respuestas sobre cualquier tema, contrarrest. Sobre cualquiera excepto

    mi jefe, cuya confianza depositada en m no puedo traicionar de forma deliberada.

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    Kostrel asinti como respuesta. Tres respuestas completas, dijo. Sin ambigedades ni mierdas

    de ese tipo.

    Bast asinti. Siempre y cuando las preguntas sean centradas y especficas. Nada de dime todo lo

    que sepas sobre loque sea.

    Eso no sera una pregunta, seal Kostrel.

    Exacto, dijo Bast Y t prometes que no le dirs a nadie ms dnde se baa Emberlee, verdad?

    Kostrel frunci el ceo al escuchar eso, y Bast rio. T, pequeo embaucador, pensabas vender esa

    informacin una veintena de veces, verdad?

    Kostrel se encogi de hombros con naturalidad, sin negarlo y sin avergonzarse de ello tampoco.

    Es informacin valiosa.

    Bast rio entre dientes. Tres respuestas serias y completas si me garantizas que soy el nico al que

    se lo has dicho.

    Lo eres dijo el chico hoscamente. He venido aqu primero.

    Y con la condicin de que no le dirs a Emberlee que lo s. Kostrel se vio tan ofendido por eso

    que Bast ni siquiera se molest en darle tiempo para aceptar. Y con lacondicin de que no

    aparezcas t por all.

    El chico de ojos oscuros escupi un par de palabras que sorprendieron ms a Bast que su anterior

    uso de ambigedad.

    Vale, gru Kostrel. Pero si no sabes la respuestas a mi pregunta, puedo hacer otra.

    Bast lo pens un momento y luego asinti.

    Y si pregunto sobre un tema del que no sabes demasiado, puedo preguntar sobre otro.

    Otro asentimiento. Es justo.

    Y me debes otro libro, dijo el chico con los ojos brillantes. Y un penique de cobre. Y tendrs que

    describirme sus pechos.

    Bast ech la cabeza hacia atrs y solt una risotada. Hecho.

    Cerraron el trato con un apretn de manos, la delgada mano del nio era delicada como el ala deun pjaro.

    Bast se recost contra el rbol del relmpago, bostezando y frotndose la nuca. As que, cul es

    el tema?

    La triste mirada de Kostrel se anim un poco entonces, y sonri emocionado. Quiero saber sobre

    los Fae.

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    A Bast le cost mucho esfuerzo terminar su largo bostezo como si realmente no pasara nada. Es

    bastante difcil bostezar y estirarte cuando tu estmago se siente como si te hubieses tragado una

    masa de hierro amargo y tu boca se hubiese secado de repente.

    Pero Bast posea algo de disimulador profesional, as que bostezo y se estir, e incluso lleg al

    extremo de rascarse bajo uno de los brazos perezosamente.

    Y bien?, pregunt el chico con impaciencia. Sabes lo suficiente sobre ellos?

    Una cantidad considerable, dijo Bast, consiguiendo un mejor resultado a la hora de parecer

    modesto esta vez. Ms que la mayora de la gente, imagino.

    Kostrel se inclin hacia l, en su rostro poda apreciarse la determinacin. Pens que t lo sabras.

    No eres de por aqu. T sabes cosas. Has visto lo que hay realmente ah fuera en el mundo.

    Un poco, admiti Bast. Alz la vista al sol. Haz tus preguntas entonces. Tengo que estar en otro

    sitio pronto.

    El chico asinti seriamente, despus baj su mirada y la concentr en la hierba que haba frente a

    l, pensando. Cmo son?

    Bast parpade por un momento, ya que le haba tomado por sorpresa. Despus rio sin parar y alz

    sus manos. Tehlu misericordioso. Tienes idea de lo descabellada que es esa pregunta? Ellos no

    se parecen a nada. Se parecen a ellos.

    Kostrel lo mir indignado. No intentes engaarme!, dijo sealando a Bast. Dije que nada de

    mierdas!

    No lo intento, de verdad que no intento hacerlo. Bast alz sus manos a la defensiva. Es slo quees una pregunta completamente imposible de responder. Qu me diras t si te preguntara cmo

    son las personas? Cmo responderas a eso? Hay muchos tipos de personas, y todas son

    diferentes.

    Entonces es una gran pregunta, dijo Kostrel. Dame una gran respuesta.

    "No es slo grande", dijo Bast. "Se podra llenar un libro. "

    El chico encogi los hombros en un gesto de profunda indiferencia.

    Bast frunci el ceo. "Podra discutirse el hecho de que tu pregunta no es ni centrada niespecfica."

    Kostrel arqueo una ceja. "As que ahora estamos discutiendo? Yo pensaba que estbamos

    negociando informacin... Plena y libremente. Si t me preguntaras a dnde va Emberlee a

    darse sus baos y yo contestara en un arroyo, te sentiras como si me hubiese equivocado con

    la medida y te hubiese dado muy poco maz, no?

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    Bast suspir. Me parece justo. Pero si te contasetodos los rumores y fragmentos que he

    escuchado esto nos llevara muchos das. La mayor parte seran intiles, y algunos ni siquiera

    seran verdad porque slo proceden de las historias que he escuchado.

    Kostrel frunci el ceo, pero antes de que pudiera protestar, Bast levant una mano.

    Esto es lo que har. A pesar de la naturaleza imprecisa de tu pregunta, te dar una respuesta que

    cubre el mal estado de las cosas y..., Bast vacil, ... un verdadero secreto sobre el tema. De

    acuerdo?"

    "Dos secretos. Dijo Kostrel, sus oscuros ojos brillaban de emocin.

    "Es justo." Bast tom una larga bocanada de aire. "Cuando dices fae, ests hablando de cualquier

    cosa que vive en el mundo Fae. Eso incluye un montn de cosas que son... slo criaturas. Como

    animales. Aqu ustedes tienen perros, ardillas y osos. En el mundo Fae hay raums, resinillos y...

    "Y Trolls?"

    Bast asinti. "Y Trolls. Son reales.

    "Y los dragones?"

    Bast neg con la cabeza. "No que yo haya escuchado nunca. Ya no... "

    Kostrel pareci decepcionado. "Y qu hay de la gente de la gente ferica? Cmo caldereros fae y

    dems?"

    El muchacho entrecerr los ojos. "Ahora bien, esto no es una pregunta nueva, sino un intento de

    enfocar tu respuesta en curso"

    Bast se ech a rer sin poder evitarlo. "Divina pareja. En curso? Acaso a tu madre la asust un

    Juez cuando estaba embarazada? De dnde has sacado esa manera de hablar?

    "Me mantengo despierto en la iglesia." Kostrel se encogi de hombros. "Y a veces Abbe Leodin me

    deja leer sus libros. Qu aspecto tienen? "

    Se parecen a la gente normal", dijo Bast.

    "Como t y como yo? ", pregunt el muchacho.

    Bast luch contra la sonrisa que pugnaba por asomar a sus labios. "Justo como t y yo. Te seracasi imposible distinguirlos si te cruzaras con ellos en la calle. Pero hay otros. Algunos de ellos

    son diferentes. Ms poderosos.

    "Cmo Varsa el nunca muerto?"

  • 8/10/2019 EL RBOL DEL RELMPAGO (Historia de Bast) - Rothfuss Patrick

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    "Algunos", concedi Bast. "Pero algunos son poderosos de otras formas, del mismo modo que es

    poderoso el alcalde o un prestamista." La expresin de Bast se torn amarga. Muchos de ellos

    no es bueno que estn alrededor. Les gusta engaar a la gente. Jugar con ella. Hacerle dao.

    Parte de la emocin escap del cuerpo de Kostrel al escuchar esto. Suena como si fuesen

    demonios.

    Bast vacil, y luego asinti de manera reacia. Algunos son prcticamente demonios, admiti. O

    se parecen tanto a ellos que no hay diferencia.

    Algunos de ellos parecen ngeles tambin?, pregunt el chico.

    "Es bonito pensar eso", dijo Bast. "Espero que sea as."

    "De dnde vienen?"

    Bast lade la cabeza. "Esa es tu segunda pregunta entonces?", inquiri. "Deduzco que lo es, ya

    que no tiene nada que ver con el aspecto que tienen los Fae

    Kostrel hizo una mueca, pareca un poco avergonzado, aunque Bast no podra decir si lo estaba

    por haberse emocionado con las preguntas, o porque haba sido pillado intentando conseguir una

    respuesta gratis.

    Lo siento, dijo. Es verdad que un ser fae nunca puede mentir?

    Algunos no pueden, dijo Bast. A algunos no les gusta. Algunos mienten sin reparos pero nunca

    se retractaran de una promesa o romperan su palabra. Se encogi de hombros. Otros mienten

    bastante bien, y lo hacen a cada ocasin que se les presenta.

    Kostrel comenz a preguntar algo ms, pero Bast se aclar la garganta. Tienes que admitir, dijo

    l, que es una muy buena respuesta. Incluso te di unas cuantas preguntas gratis, para ayudar con

    el enfoque de las cosas, con cmo lo eran antes.

    Kostrel asinti ligeramente taciturno.

    Aqu est tu primer secreto. Bast alz un solo dedo. La mayora de los Fae no viene a este

    mundo. No les gusta. Les resulta tremendamente spero, como si llevaran una camisa de arpillera.

    Pero cuando vienen, les gustan ms unos sitios que otros. Les gustan los lugares salvajes. Los

    lugares secretos y extraos. Hay muchos tipos de Fae, muchas cortes y casas. Y todos ellos siguen

    las normas impuestas por sus propios deseos

    Bast continu en un tono de suave conspiracin. Pero algo que atraea todos los fae son los

    ambientes conectados con lo puro, las cosas verdaderas que dan forma al mundo. Lugares que son

    tocados por el fuego y la piedra. Lugares que estn cerca del agua y el aire. Cuando los cuatro

    estn en contacto

  • 8/10/2019 EL RBOL DEL RELMPAGO (Historia de Bast) - Rothfuss Patrick

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    Bast se detuvo para ver si el chico tena algo que decir al respecto. Pero la cara de Kostrel haba

    perdido la astucia afilada que tena antes. Ahora se vea como un nio otra vez, con la boca

    ligeramente abierta y los ojos muy abiertos por el asombro.

    Segundo secreto, dijo Bast. Los Fae tienen casi nuestra misma apariencia, pero no del todo. La

    mayora tiene algo que los hace diferentes. Sus ojos. Sus orejas. El color de su pelo o su piel. Aveces son ms altos de lo normal, o ms pequeos, o ms fuertes, o ms hermosos.

    Al igual que Felurian.

    S, s, dijo Bast con irritacin. Al igual queFelurian. Pero cualquiera de los Fae que tiene la

    habilidad para viajar hasta aqu tendr la suficiente maestra para esconder esas cosas. Se ech

    hacia atrs, asintiendo para s mismo. Ese es un tipo de magiaque toda la gente ferica

    comparte.

    Bast lanz el ltimo comentario al aire como un pescador que arroja un seuelo.

    Kostrel cerr la boca y trag con fuerza. No luch contra el sedal. Ni siquiera se haba dado cuenta

    de que haba mordido el anzuelo. Qu tipo de magia pueden hacer?

    Bast rod los ojos de manera dramtica. Oh, venga ya, esa es otra pregunta merecedora de un

    libro entero.

    Bueno, pues entonces tal vez deberas escribir un libro, dijo Kostrel rotundamente. As podras

    dejrmelo y matar dos pjaros de un tiro.

    El comentario pareci coger a Bast desprevenido. Escribir un libro?

    Eso es lo que hace la gente cuando sabe cada maldita cosa, no?, dijo Kostrel con sarcasmo. Loponen por escrito para poder presumir.

    Bast se qued pensativo por un momento, luego sacudi su cabeza como para despejar su mente.

    Vale. Aqu estn los huesos de lo que s. Ellos no lo consideran magia. Nunca usaran ese

    trmino. Diran arte o maestra. Hablan de aparentar algo o moldearlo.

    Mir al cielo y frunci los labios. Pero si estuvieran siendo francos, y rara vez lo son, te diran que

    casi todo lo que hacen es tanto glamoria o grammaria. Glamoria es el arte de hacer que algo

    parezca. Grammaria es el arte de hacer que algo sea.

    Bast continu a toda prisa antes de que el chico pudiera interrumpirlo. El glamoria es ms fcil.Pueden hacer que una cosa parezca otra que no es. Pueden hacer que una camisa blanca parezca

    azul. O que una camisa desgarrada parezca que est entera. La mayora de ellos tienen, por lo

    menos, una porcin de ese arte. Lo suficiente como para poder ocultarse a s mismos de ojos

    mortales. Si su pelo fuera de un blanco plateado, su glamoria podra hacerlo parecer negro como

    la noche.

  • 8/10/2019 EL RBOL DEL RELMPAGO (Historia de Bast) - Rothfuss Patrick

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    El rostro de Kostrel estaba perdido en el asombro de nuevo. Pero no luca estpido ni boquiabierto

    como antes, ahora era un asombro meditado. Un asombro perspicaz, curioso y hambriento. Era la

    clase de fascinacin que conducira a un nio a iniciar una pregunta que empezase con un cmo.

    Bast poda ver la forma de estas cosas movindose en los oscuros ojos del chico. Sus

    endemoniadamente inteligentes ojos.

    Demasiado inteligentes y por mucho. Pronto esas vagas ansias por saber cristalizaran en

    preguntas del tipo cmo hacen su glamoria?, o an peor cmo un joven muchacho podra

    romperlo?

    Y qu pasara entonces, con una pregunta como esa flotando en el aire? Nada bueno resultara

    de ello. Romper una promesa hecha honradamente y mentir descaradamente era retrgrado e iba

    en contra de sus deseos. Adems, era incluso peor hacerlo en este sitio. Sera mucho ms fcil

    decir la verdad, y luego asegurarse de que algo le pasaba al nio

    Pero, sinceramente, le gustaba el chico. No era aburrido, ni simple. Tampoco mezquino o vulgar.Te devolva el empujn. Era gracioso, encarnizado, estaba hambriento por saber y ms vivo de lo

    que tres personas del pueblo juntas podran estarlo. Era brillante como el cristal roto y lo

    suficientemente afilado como para cortarse a s mismo. Y Bast tambin lo era, aparentemente.

    Bast se frot la cara. Esto nunca sola ocurrirle. Nunca haba estado en conflicto con sus propios

    deseos antes de venir aqu. Y lo odiaba. Antes era tan sencillo Quera algo y lo tena. Ver y tomar.

    Correr y cazar. Sentir la sed y saciarla. Y si mientras persegua sus deseos sus planes eran

    desbaratados qu ocurra? Eso era simplemente la forma de las cosas. Su deseo segua siendo

    suyo, segua siendo puro.

    Ahora ya no era as. Ahora sus deseos se volvan complicados. Constantemente entraban enconflicto unos con otros. Se senta profundamente en contradiccin consigo mismo. Nada era

    simple ya, senta que tiraban de l desde tantos lados

    Bast?, dijo Kostrel, con su cabeza ladeada; la preocupacin era evidente en su cara. Ests

    bien?, pregunt. Qu pasa?

    Bast esboz una sonrisa sincera. Era un chico curioso. Por supuesto. As tena que ser. Ese era el

    camino. El estrecho camino que estaba entre los deseos. Slo estaba pensando. La grammariaes

    mucho ms difcil de explicar. No puedo decir que lo entienda todo tan bien como para saber

    explicarlo.

    Hazlo lomejor que puedas, dijo Kostrel amablemente. Cualquier cosa que me digas ya ser ms

    de lo que yo s.

    No, no poda matar a este chico. Sera algo demasiado complicado.

    Grammariaes cambiar una cosa, dijo Bast haciendo un gesto inarticulado. Convertirla en algo

    distinto de lo que es.

  • 8/10/2019 EL RBOL DEL RELMPAGO (Historia de Bast) - Rothfuss Patrick

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    Cmo convertir plomo en oro?, pregunt Kostrel. As es cmo hacen el oro ferico?

    Bast hizo amago de sonrer ante su pregunta. Buen intento, pero eso es glamoria. Es fcil, pero no

    dura. Es por eso que la gente que roba oro de los fae termina con los bolsillos llenos de piedras o

    bellotas a la maana siguiente.

    Podran convertir gravilla en oro si realmente lo quisieran?, pregunt Kostrel.

    No es esa clase de cambio, dijo Bast, aunque todava sonrea y asentadebido a su pregunta.

    Eso es demasiado grande. La grammaria se acerca ms amoldear. Se trata de convertir una

    cosa en algo ms de lo que ya es.

    El rostro de Kostrel se contrajo por la confusin.

    Bast tom una larga bocanada y dej salir el aire por su nariz. Djame explicrtelo de otro modo.

    Qu tienes en tus bolsillos?

    Kostrel hurg en sus bolsillos y extendi las manos. Haba un botn de latn, un pedazo de

    papel, la punta de un lpiz, una pequeo cuchillo plegable... y una piedra con un agujero en el

    centro. Por supuesto.

    Bast pas lentamente su mano por encima de toda la coleccin de peculiares artculos, para

    finalmente detenerse encima del cuchillo. No era especialmente bueno o sofisticado, sino slo una

    pieza de madera lisa, del tamao de un dedo, con una ranura en la que una pequea navaja

    estaba sujeta con una bisagra que yaca escondida.

    Bast lo cogi delicadamente entre dos dedos y lo coloc en la tierra entre ambos. Qu es esto?

    Kostrel introdujo el resto de sus cosas en sus bolsillos. Es mi cuchillo.

    Slo eso?, pregunt Bast.

    Los ojos del chico se estrecharon con suspicacia. Qu ms podra ser?

    Bast sac su propio cuchillo. Era un poco ms grande, y en lugar de madera, estaba tallado en un

    pedazo de cuerno, pulido y hermoso. Bast lo abri y la brillante hoja brill bajo el sol.

    Extendi su cuchillo junto al del nio. Cambiaras tu cuchillo por el mo?

    Kostrel mir de reojo el cuchillo con envidia. Pero incluso habiendo hecho esto, no hubo ni unapizca de vacilacin en l cuando neg con la cabeza.

    Por qu no?

    Porque es mo, dijo el chico mientras su rostro iba nublndose.

    El mo es mejor, dijo Bast afirmando lo evidente.

  • 8/10/2019 EL RBOL DEL RELMPAGO (Historia de Bast) - Rothfuss Patrick

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    Kostrel se estir y cogi su cuchillo, cerrando sus manos a su alrededor de forma posesiva. Su

    rostro estaba sombro como una tormenta. Mi padre me lo dio, dijo l. Antes de que cogiera la

    moneda del rey y se fuese para ser un soldado y salvarnos de los rebeldes. Fij sus ojos en Bast,

    desafindole a que dijera una sola palabra que negara eso.

    Bast no apart sus ojos, slo asinti serio. Entonces es ms que un cuchillo, dijo. Es especialpara ti.

    Todava aferrando el cuchillo con fuerza, el chico asinti, parpadeando con rapidez.

    Para ti es el mejor cuchillo.

    Otro asentimiento.

    Es ms importante que otros cuchillos. Y eso no es slo una apariencia, dijo Bast. Es algo que el

    cuchillo es.

    Hubo un destello de comprensin en los ojos de Kostrel.

    Bast asinti. Eso es grammaria. Ahora imagina que alguien pudiese coger un cuchillo y convertirlo

    en algo ms de lo que un cuchillo es. Convertirlo en el mejor cuchillo. No slo para ellos mismos,

    sino para cualquiera. Bast recogi su cuchillo y lo cerr. Si fueran realmente hbiles, podran

    hacerlo con otra cosa que no fuera un cuchillo. Podran hacer un fuego que fuese ms de lo que un

    fuego es. Ms vivaz. Ms caliente. Alguien verdaderamente poderoso podra hacer incluso ms

    que eso. Podran coger una sombra, su voz se fue apagando con suavidad, dejando un espacio

    abierto en el aire vaco.

    Kostrel contuvo el aliento y lo solt para llenarlo con una pregunta. Como Felurian!, dijo. Es

    eso lo que hizo para hacer la capa de sombras de Kvothe?

    Bast asinti con seriedad, contento con la pregunta, pero al mismo tiempo odiando que hubiese

    sido precisamente sa. Me parece probable. Qu hace una sombra? Oculta, protege. La capa de

    sombras de Kvothe hace lo mismo, pero ms.

    Kostrel asenta a medida que lo iba comprendiendo. Bast prosigui rpidamente, pues estaba

    deseoso de dejar este tema atrs. Piensa en la misma Felurian

    El chico esboz una amplia sonrisa, pareca no tener problemas para hacer eso.

    Una mujer puede ser un ser hermoso, dijo Bast con lentitud. Puede ser un foco de deseo.Felurian es, como el cuchillo, la ms hermosa. El foco de mayor deseo. Para todos Bast dej que

    su declaracin se desvaneciera lentamente en el aire de nuevo.

    Los ojos de Kostrel estaban muy lejos, obviamente dndole los ltimos retoques a sus

    conclusiones. Bast le dio tiempo para que lo hiciera, y tras unos instantes una nueva pregunta

    brot de los labios del chico. No podra ser slo glamoria?

  • 8/10/2019 EL RBOL DEL RELMPAGO (Historia de Bast) - Rothfuss Patrick

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    Ah, dijo Bast, sonriendo. Pero cul es la diferencia entre ser hermosa y parecerlo?

    Bueno, Kostrel se paraliz por un momento, luego manifest. Uno es realy el otro no. Sus

    palabras sonaron confiadas, pero este sentimiento no se reflejaba en su expresin. Uno sera un

    engao. Podras ver la diferencia, no?

    Bast dej la pregunta navegar. Estuvo cerca, pero no del todo. Cul es la diferencia ente una

    camisa que parece blanca y una camisa que es blanca?, inquiri.

    Una mujer no es lo mismo que una camisa, dijo Kostrel con vasto desdn. Lo sabras si la

    tocaras. Si ella se viera suave y rosada como Emberlee, pero su pelo tuviese el tacto de la cola de

    un caballo, sabras que no es real.

    Glamoria no es slo para ojos ilusos, dijo Bast. Es para todo. El oro ferico pesa. Y un cerdo bajo

    los efectos de la glamoria olera a rosas cuando lo besaras.

    Kostrel titube visiblemente ante eso. El cambio de Emberlee a un cerdo bajo los efectos del

    glamoria obviamente le dej sintindose ms que ligeramente aturdido.

    No sera ms difcil englamourar un cerdo? pregunt finalmente.

    Eres astuto, Bast dijo alentadoramente. Ests exactamente correcto. Y englamorando una chica

    bonita para hacerla ms bonita no sera mucho ms trabajoso. Es como colocar glaseado sobre un

    pastel.

    Kostrel frot su mejilla pensativamente. Se puede usar glamoria y grammaria al mismo tiempo?

    Bast estaba ms genuinamente impresionado esta vez. Eso fue lo que escuch.

    Kostrel asinti para s mismo. Eso es lo que debe hacer Felurian, dijo. Como crema en el

    glaseado de un pastel.

    Creo que s, dijo Bast. La que yo conoc se detuvo abruptamente, su boca cerrada.

    Conociste a un fae?

    Bast sonri como una trampa para osos. Si.

    Esta vez Kostrel sinti el anzuelo y enlaz ambos. Pero ya era muy tarde. Bastardo!

    Lo soy, Bast admiti felizmente.

    Me engaaste para que preguntara eso.

    Lo hice, Dijo Bast. Fue una pregunta relacionada a este asunto, y respond completamente y sin

    equivocacin.

    Kostrel se puso de pie y se enfureci, solo para regresar un momento despus. Devulveme mi

    penique, exigi.

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    Bast se meti la mano en el bolsillo y sac un penique de cobre. Donde toma Emberlee su

    ducha?

    Kostrel frunci el ceo, y luego dijo, Afuera, pasando el puente de piedra, haca las colinas cerca

    de media milla. Hay una pequea cuenca con un olmo.

    Y cundo?

    Despus de almorzar en la granja Boggan. Despus de lavar y hacer la colada.

    Bast arroj el penique, sonriendo todava como un demente.

    Espero que tu pene se te caiga, Dijo el chaval venenosamente antes de partir pisoteando colina

    abajo.

    Bast no hizo otra cosa que rerse. Trato de hacerlo de manera disimulada para no herir los

    sentimientos del muchacho pero no se contuvo.

    Kostrel volte desde la base de la colina, y grit, Y todava me debes un libro!

    Bast dej de rer y luego como algo que quedaba suelto en su memoria. Entr en pnico por un

    momento al recordar que Celum Tinture no estaba en su lugar habitual.

    Luego record haber dejado el libro en el rbol en la cima del acantilado y se relaj. El despejado

    cielo no mostraba indicios de lluvia. Por lo menos estaba a salvo. Adems, era casi medioda,

    quizs un poco ms. As que se dio vuelta y apur el paso colina abajo, deseando no llegar tarde.

    Bast corri casi todo el camino hasta la pequea ensenada, y al momento de llegar estaba

    sudando como un caballo de carreras. Su camisa adherida desagradablemente a l, mientras

    bajaba por la ribera hasta el agua, se la quit y la uso para quitarse el sudor de la cara.

    Un largo, plano de piedra sobresala hacia el interior del pequeo arroyo, formando de un lado un

    estanque calmado donde la corriente se volva hacia s misma. Una lnea de sauces surcaban el

    agua, hacindolo privado y sombreado. La orilla estaba descuidada con arbustos gruesos, y el agua

    era tranquila y calmada y clara.

    Sin camisa, Bast camin sobre el sobresaliente spero de piedra. Vestido, su cara y manos lo

    hacan lucir delgado, pero sin camisa sus anchos hombros parecan asombrosos, ms de lo quepodras suponer ver en un granjero de campo, en lugar de un holgazn que haca un poco ms que

    pasearse alrededor de una posada vaca todo el da.

    Una vez que hubo salido de la sombra de los sauces, Bast se arrodill para remojar su camisa en el

    estanque. Luego la escurri sobre su cabeza, temblando un poco al contacto del frio. Frot su

    pecho y brazos enrgicamente, sacudiendo gotas de agua desde su cabeza.

  • 8/10/2019 EL RBOL DEL RELMPAGO (Historia de Bast) - Rothfuss Patrick

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    Coloc la camisa a un lado, agarr la punta de una piedra al borde del estanque, luego tom una

    gran inhalacin y sumergi su cabeza. El movimiento hizo flexionar los msculos a travs de su

    espalda y hombros. Un momento despus sac su cabeza, jadeando ligeramente y sacudiendo

    agua de su cabello.

    Bast se puso de pie, alisndose el cabello hacia atrs con ambas manos. Derramando agua por supecho, haciendo surcos en el cabello oscuro, arrastrndola hacia su estmago plano y liso.

    Se sacudi un poco, luego pas por encima de un nicho hecho por un montculo afilado de rocas

    sobresalientes. Sinti todo a su alrededor por un momento antes de sacar una barra de jabn del

    color de la mantequilla.

    Se arrodill de nuevo al borde del agua, sumergiendo su camisa varias veces, luego restregndola

    con el jabn. Le tom un rato, como no tena tabla para lavar, y obviamente no quera roer su

    camisa contra las speras piedras. Enjabon y enjuag la camisa varias veces, escurrindola con

    sus manos, haciendo que los msculos de sus hombros y brazos se tensaran y retorcieran. Hizo un

    minucioso trabajo, aunque al momento en el que termin, estaba completamente mojado ysalpicado con espuma.

    Bast tendi su camisa sobre una piedra soleada para secarla. Comenz a desabrochar su pantaln,

    luego se detuvo y lade la cabeza de un lado, tratando de sacudirse el agua de sus odos.

    Pudo haber sido a causa del agua en sus odos que Bast no escuch el ajetreado alboroto

    proveniente de los arbustos que crecan a lo largo de la orilla. Un sonido que podra,

    posiblemente, ser gorriones parloteando entre las ramas. Una bandada de gorriones. Muchas

    bandadas, quizs.

    Y si Bast tampoco vio los arbustos moverse? O not que entre el follaje colgado de las ramas desauce haban colores que normalmente no se encuentran en los rboles? A veces un rosado

    plido, algunas veces rojo tmido. A veces un mal considerado amarillo o un azul aciano. Y

    mientras que los vestidos podran venir en esos colores buenotambin las aves. Pinzones y

    arrendajos. Y adems, era de conocimiento bastante comn entre las jovencitas del pueblo que el

    joven moreno que trabajaba en la posada era lamentablemente miope.

    Los gorriones se agitaban en los arbustos mientras Bast luchaba de nuevo con el cordn de su

    pantaln. Aparentemente el nudo le estaba dando algo de problema. Se revolvi con eso durante

    un rato, luego creci su frustracin y dio un gran estiramiento felino, brazos arqueados sobre su

    cabeza, su cuerpo flexionado como un arco.

    Finalmente pudo aflojar el nudo y se liber de los pantalones. No llevaba nada por debajo. Los

    arroj al lado y desde el sauce vino un graznido de la clase que podra haber provenido de un ave

    voluminosa. Una garza tal vez. O un cuervo. Y si una rama se sacudi al mismo tiempo, bueno,

    quizs un ave aterriz muy alejada de la rama y casi se cay. Ciertamente era lgico que algunas

    aves fueran ms tontas que otras. Y adems de eso, a ese momento Bast estaba viendo hacia otra

    direccin.

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    Bast se lanz al agua, salpicando como un nio y jadeando por el frio. Despus de algunos minutos

    se movi a una parte poco profunda del estanque donde el agua alcanzaba escasamente su

    estrecha cintura.

    Debajo del agua, un atento observador podra notar que las piernas del joven se vean un tanto

    extraas. Estaba sombreado all, y todos saben que el agua hace curvear la luz extraamente,haciendo que las cosas parezcan diferentes de lo que son. Y adems, las aves no son las ms

    atentas observadoras, especialmente cuando su atencin est enfocada en otra parte.

    Una hora o ms tarde, ligeramente hmedo y oliendo a dulce jabn de madreselva, Bast escal el

    acantilado donde l estaba bastante seguro que haba dejado el libro de su maestro. Era el tercer

    acantilado que l haba escalado en la ltima media hora.

    Cuando lleg a la cima, Bast se relaj al ver un rbol de espino. Caminando cerca, vio que era el

    rbol correcto, el rincn exacto que recordaba. Pero el libro haba desaparecido. Una vuelta rpida

    alrededor mostraba que no se haba cado a piso.

    Luego el viento sopl y Bast vio algo blanco. Sinti un frio repentino, temiendo que fuese una

    pgina libre arrancada del libro. Pocas cosas molestaban a su maestro por ejemplo un libro

    maltratado.

    Pero no, alcanzndolo, Bast no sinti papel. Era una tira suave de corteza de abedul. Tir de l y

    vio las letras crudamente garabateadas en un lado:

    Nesesito ablar com tigo. Ets inportantte.

    Rike

    Al atardecer: Aves y Abejas

    Sin idea alguna de donde podra encontrar a Rike, Bast regres al rbol relmpago. Justamente se

    haba sentado en su lugar habitual cuando una jovencita entr en el claro.

    Ella no se detuvo en la piedra griscea en vez de eso recorri rectamente el lado de la colina. Era

    ms joven que los otros, seis o siete. Usaba un vestido azul claro y tena listones violeta intenso

    entrelazados a travs de su cabello esmeradamente rizado.

    Ella nunca haba ido al rbol relmpago antes, pero Bast la haba visto. Incluso si no lo hubiera

    hecho, l hubiese adivinado por sus finas vestimentas y el olor de agua de rosas que ella era

    Viette, la hija ms joven del alcalde.

    Subi la baja colina suavemente, llevando algo peludo en la curvatura de su brazo. Cuando lleg a

    la cima de la colina se detuvo, ligeramente inquieta, pero en espera todava.

  • 8/10/2019 EL RBOL DEL RELMPAGO (Historia de Bast) - Rothfuss Patrick

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    Bast la mir silenciosamente por un momento. Conoces las reglas? pregunt.

    Ella se detuvo, listones violetas en su cabello. Estaba obvia y ligeramente asustada, pero su labio

    inferior sobresala, desafiante. Asinti.

    Cules son?

    La jovencita lamio sus labios y empez a recitar con una voz cantarina. Nadie ms alto que la

    piedra. Seal a la cada piedra griscea a los pies de la colina. Ven al rbol negro, ven solo. Se

    llev el dedo a sus labios, imitando un ruido callado.

    Sin decirle-

    Espera, Bast la interrumpi. Di las ltimas dos lneas mientras tocas el rbol.

    La nia palideci un poco a eso pero dio un paso adelante y puso su mano contra la madera

    blanqueada por el sol del ya muerto rbol.

    La nia aclar su garganta de nuevo, hizo una pausa, sus labios movindose silenciosamente como

    si recorriera el comienzo de un poema hasta encontrar el verso correcto nuevamente. Sin decirle

    a ningn adulto lo que se ha dicho, no sea que el relmpago te mate.

    Cuando dijo las ltimas dos palabras, Viette jade y retir su mano, como si algo hubiese quemado

    o mordido sus dedos. Sus ojos se abrieron al ver las yemas de sus dedos y descubrir que estaban

    de un intocable, rosa saludable. Bast escondi una sonrisa detrs de su mano.

    Bien entonces Dijo Bast. Ya conoces las reglas, yo guardo tus secretos, y t los mos. Puedo

    responder tus preguntas o ayudarte a resolver un problema Se sent de nuevo, su espalda

    recargada en el rbol y quedo al nivel de los ojos de la nia. Qu es lo que quieres?

    La nia saco la pequea bola de pelo blanca que cargada bajo el brazo. Maull. este gato es

    mgico? pregunt.

    Bast tomo al gato entre sus manos, y lo observo por un momento, era una cosa dormilona, casi

    completamente blanca. Un ojo era azul, y el otro verde. Lo es, definitivamente dijo, ligeramente

    sorprendido. Por lo menos un poco y se lo devolvi.

    Ella asinti seriamente. Quiero llamarla Princesa Rollo glaseado.

    Bast solo la miro, perplejo. Bien

    La nia frunci el ceo. no s si es nio o nia!

    oh dijo Bast. Estiro su mano, acaricio al gato y la devolvi. es nia

    La hija del alcalde estrecho las cejas. Estas mintiendo?

    Bast pestaeo Luego rio. "Porque me creste la primera vez y no la segunda?" Pregunto.

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    Bast asinti. "Pero recuerda actuar cansada. Sin jugar. Al da siguiente, estarn asustados. Llevarn

    a un doctor. Tratarn de alimentarte a la fuerza. Intentarn de todo. En algn momento, tu padre

    estar ah, y l te preguntar cul es el problema."

    Bast le sonri. "Ah es cuando comienzas a llorar. Sin aullar. Sin balbucear. Slo lgrimas. Slo

    qudate ah y llora. Entonces, di que extraas mucho a tu gatita. Extraas tanto a tu gatita que ya

    no quieres seguir viva".

    La niita pens en ello durante un largo minuto, acariciando con una mano a su gatita con la

    mente ausente. Finalmente asinti, "de acuerdo". Se gir para irse.

    "Espera!" dijo Bast rpidamente "Te di lo que queras. Ahora me debes."

    La niita se volte. Su expresin, una extraa mezcla de sorpresa y ansiosa vergenza. "No traje

    dinero". Dijo sin verle a los ojos.

    "Dinero no" dijo Bast. "Te di dos respuestas y una manera de conservar a tu gatita. Me debes tres

    cosas. Pagas con regalos y favores. Pagas en secretos..."

    Ella pens durante un momento. "Papi esconde la llave de su caja fuerte dentro del reloj de

    sobremesa".

    Bast asinti con aprobacin. "Ese es uno".

    La niita mir hacia el cielo, an acariciando a su gatita. "Una vez vi a mam besar a la criada".

    Bast alz una ceja ante eso. "se es otro...".

    La nia puso un dedo en su oreja y la mene. "Eso es todo, creo".

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    "Qu hay de un favor, entonces?" Dijo Bast. "Necesito que me arregles dos docenas de

    margaritas con tallos largos. Y un listn azul. Y dos brazadas de gemlings".

    En el rostro de Viette se form una mueca de confusin. "Qu es una gemling?"

    "Flores", dijo Bast. Mirndose confundido l mismo. "Tal vez t les llamas blsamos, Crecen

    salvajes por todo el lugar", dijo l, haciendo un amplio gesto con ambas manos.

    "Te refieres a los geranios?" pregunt ella.

    Bast neg con la cabeza. "No. Tienen los ptalos espaciados, y son como de este tamao". Hizo un

    crculo con su pulgar y el dedo de en medio. "Son amarillos y naranjas y rojos..."

    La nia lo qued viendo fijamente en blanco.

    "La Viuda Creel las mantiene en la caja de su ventana", continu Bast. "Cuando tocas las vainas delas semillas, saltan".

    El rostro de Viette se ilumin. "Oh! T dices las no-me-toques", dijo ella, su tono ms que

    ligeramente condescendiente. "Puedo traerte un puado de esas. Eso es fcil". Se gir para bajar

    corriendo por la colina.

    Bast le llam antes de que pudiera dar seis pasos. "Espera!" Cuando ella se dio la vuelta, l le

    pregunt. "Qu vas a decir si alguien te pregunta para quin son esas flores que ests

    recogiendo?"

    Ella puso los ojos en blanco de nuevo. "Les digo que no es de su estubida incumbencia", dijo ella.

    "Porque mi papi es el alcalde".

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    Despus de que Viette se fue, un fuerte silbido hizo que Bast mirara hacia abajo de la colina hacia

    donde estaba el Itinolito. No haba nios esperando ah.

    El silbido vino de nuevo, y Bast se par, estirndose bastante. Hubiera sorprendido a la mayora de

    las doncellas del pueblo lo fcil que identific la figura que estaba a la sombra de los rboles al

    borde del claro a sesenta metros de distancia.

    Bast se pase hacia abajo por colina, a travs del campo de hierba, y hacia dentro de la sombra de

    los rboles. Haba un chico mayor con una cara llena de manchas y nariz respingada. Tendra tal

    vez doce aos y su camisa y pantalones eran demasiado pequeos para l, mostrando demasiado

    sus muecas sucias en las mangas y tobillos desnudos abajo. Estaba descalzo y tena un ligero olor

    a agrio.

    "Rike". La voz de Bast no contena nada del tono amistoso y bromista que usaba con los otros

    nios del pueblo. "Cmo est el camino a Tinu?"

    "Es un largo y jodido camino", dijo el nio amargamente, sin ver a Bast a los ojos. "Vivimos en el

    culo de la nada".

    "Veo que tienes mi libro", dijo Bast.

    El chico se lo tendi. "No trataba de robarlo", murmur rpidamente. "Slo necesitaba hablar

    contigo".

    Bast tom el libro silenciosamente.

    "No romp las reglas", dijo el chico. "Ni siquiera entr al claro. Pero necesito ayuda. Pagar por

    ella".

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    "Slo... por favor?" Su mano se extendi y qued all sin rumbo, como si no supiera qu hacer

    con ella. Finalmente se asi de la manga de la camisa de Bast y tir una vez, dbilmente, antes de

    dejar caer la mano a su lado.

    "Simplemente no puedo arreglar esto por mi cuenta". Rike mir hacia arriba, con los ojos llenos de

    lgrimas. Su rostro estaba retorcido en un nudo de rabia y miedo. Un nio demasiado joven para

    no llorar, pero aun as lo suficientemente adulto como para no poder dejar de odiarse a s mismo

    por hacerlo.

    "Necesito que te deshagas de mi ap", dijo con la voz quebrada. "No s cmo. Podra apualarlo

    mientras est dormido, pero mi madre se enterara. l bebe y le pega. Y ella llora todo el tiempo y

    luego la golpea ms".

    Rike estaba mirando al suelo otra vez, las palabras salan a borbotones. "Yo podra llevarlo cuando

    est borracho a alguna parte, pero es tan grande. No lo podra mover. Encontraran el cuerpo y

    luego el los guardias del rey me atrapara. No podra mirar a mi madre a los ojos entonces. No si

    ella lo soportara. No puedo pensar en lo que eso le hara, si ella supiera que yo soy del tipo de

    persona que matara a su propio ap".

    Mir hacia arriba entonces, con el rostro furioso y los ojos rojos por el llanto. "Lo hara, aun as. Lo

    matara. Slo tienes que decirme cmo."

    Hubo un momento de silencio.

    "Est bien", dijo Bast.

    Bajaron al ro donde podran tomar agua y Rike podra lavarse la cara y reponerse un poco. Cuando

    el rostro del muchacho estuvo ms limpio, Bast not que no todas las manchas eran de tierra. Era

    fcil equivocarse, dado que el sol de verano le haba bronceado la piel de un color avellana. Incluso

    despus de que estuvo limpio era difcil decir que eran las dbiles sombras de moretones.

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    Pero cierto o no, los ojos de Bast eran agudos. Mejillas y mandbula. Una sombra alrededor de una

    flaca mueca. Y cuando se inclin para beber en el arroyo, Bast vislumbr la espalda del

    muchacho...

    "Entonces," dijo Bast mientras estaban sentados junto al arroyo. Qu es exactamente lo que

    quieres? Quieres matarlo, o que slo se vaya?"

    "Si slo se fuera, nunca dormira otra vez por la preocupacin de que regresara tramando algo."

    Dijo Rike, y luego se qued callado por un rato. "Se haba ido dos veces. " Sonri levemente.

    "Esos fueron buenos tiempos, slo yo y mi am. Era como mi cumpleaos todos los das cuando

    me despert y l no estaba ah. No saba que mi am poda cantar... "

    El muchacho se qued en silencio de nuevo. "Pens que se haba cado borracho en algn lugar y

    que finalmente se haba roto el cuello. Pero slo haba intercambiado un ao de pieles por dinero

    para beber..."

    El chico sacudi su cabeza, con ms firmeza esta vez.

    No, si se va, no permanecer lejos.

    Me puedo imaginar cmodijo Bast. Me dedico a esto. Pero necesitas decirme qu es lo que

    quieres realmente.

    Rike se sent un buen rato, apretando los dientes y relajando la mandbula alternativamente.

    Lejosdijo al fin.

    La palabra pareca engancharse en su garganta.

    Mientras se vaya para siempre. Si es que puedes hacerlo, realmente.

    Puedo hacerlodijo Bast.

    Rike mir sus manos un largo momento.

    Lejos, entonces. Yo lo matara. Pero ese tipo de cosas no estn bien. No quiero ser ese tipo de

    hombre. Uno no debera tener que matar a su ap.

    Lo puedo hacer por tidijo Bast fcilmente.

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    Rike se sent un rato, finalmente sacudi la cabeza.

    Es lo mismo, verdad? De todas maneras soy yo. Y sera ms honesto si lo hiciera con mis manos

    en lugar de con mi boca.

    Bast asinti.

    De acuerdo, entonces. Que se vaya para siempre.

    Y prontodijo Rike.

    Bast suspir y alz la mirada hacia el sol. Todava tena cosas que hacer ese da. Los engranajes de

    sus deseos no se detendran rechinando porque un granjero hubiese bebido demasiado. Emberlee

    iba a darse su bao pronto. Se supona que deba conseguir unas zanahorias...

    No le deba nada al chico, ni mucho menos. Ms bien era al revs. El chico le haba mentido. Haba

    roto su promesa.

    Tiene que ser prontodijo Rike. Cada vez es peor. Yo puedo correr, pero mi am no puede, y

    Bip es muy pequeo y tampoco puede. Y...

    Vale, valelo cort Bast agitando las manosPronto.

    Rike trag saliva.

    Qu me va a costar?pregunt con ansiedad.

    Muchodijo Bast sombro. No estamos hablando de lazos y botones. Piensa cunto deseas

    esto. Piensa cmo de grande es.

    Mir al nio a los ojo y l le mantuvo la mirada.

    Tres veces eso es lo que me debes. Ms un extra por el prontomir intensamente al nio.

    Piensa mucho en eso.

    Rike se haba puesto un poco plido, pero asinti sin retirar la mirada.

    Pues tomar lo que quieras de midijo, pero nada de mi am. No tiene mucho que no se haya

    bebido ya mi ap.

    Ya lo arreglaremosdijo Bast, pero no ser nada de ella. Lo prometo.

    Rike respir hondo, y asinti secamente.

    Muy bien. Por dnde empezamos?

    Bast seal el arroyo.

    Encuentra una piedra de ro con un agujero y tremela.

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    Rike lo mir extraado.

    Quieres una piedra de hadas?

    Piedra de la hadasBast lo repiti con una burla tan mordaz que Rike se ruboriz avergonzado.

    Ya eres mayorcito para estas tonterasBast mir al nio. Quieres mi ayuda o no?pregunt.

    La quierodijo Rike con un hilo de voz.

    Entonces quiero una piedra de ro.Bast seal de nueo al arroyo. Tienes que ser t quien la

    encuentre. No puede ser nadie ms. Y tienes que encontrarla seca en la orilla.

    Rike asinti.

    De acuerdoBast dio dos palmadas. Ve.

    Rike se fue y Bast volvi al rbol del relmpago. No haba nios esperando para hablar con l, as

    que dej pasar el tiempo. Tir piedras al arroyo y hoje Celum Tinture, mirando algunas de las

    ilustraciones. Calcificacin. Titulacin. Sublimacin.

    Brann, felizmente no azotado y con una mano vendada, le trajo dos bollos dulces envueltos en un

    pauelo blanco. Bast se comi uno y reserv el segundo.

    Viette trajo brazadas de flores y un delicado lazo azul. Bast teji una corona con las margaritasentrelazando el lazo entre los tallos.

    Entonces, mirando el sol, vio que casi era la hora. Bast se quit la camisa y la llen con la riqueza

    amarilla y roja de los no-me-toques que Viette le haba trado. Aadi el pauelo y la corona,

    entonces busc un palo e hizo un hatillo para poder llevarlo todo ms fcilmente.

    Ech a caminar hacia el puente donde estaba el Itinolito, despus ascendi hacia las colinas y

    alrededor del acantilado hasta que encontr el sitio que Kostrel haba descrito. Estaba

    inteligentemente escondido, y el arroyo se curvaba arremolinndose en un bonito y pequeoestanque, perfecto para un bao privado.

    Bast se sent detrs de unos arbustos, y despus de casi media hora de espera cay en un sopor.

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    El seco crujido de una ramita y el fragmento de una lenta cancin lo despertaron y, al mirar hacia

    abajo, vio a una mujer joven que se avanzaba prudentemente por la empinada ladera hacia el

    borde del agua.

    Movindose sigilosamente, Bast se escabull aguas arriba llevando su hatillo. Dos minutos ms

    tarde, estaba arrodillado sobre la hierba de la orilla con el montn de flores a su lado.

    Cogi una flor amarilla y sopl delicadamente sobre ella. Al rozar su aliento los ptalos, su color se

    desvaneci y cambi a un delicado azul. La solt y la corriente se la llev lentamente aguas abajo.

    Bast tom un puado de ramilletes, rojos y naranjas, y sopl sobre ellos de nuevo. Tambin

    cambiaron hasta ser de un plido y vibrante azul. Los esparci sobre la superficie del agua. Lo hizo

    dos veces ms, hasta que ya no quedaron ms flores.

    Entonces, cogi el pauelo y la corona de margaritas y volvi corriendo ro abajo hasta el acogedor

    hueco junto al olmo. Haba sido lo bastante rpido como para llegar justo cuando Emberlee estaba

    llegando al borde del agua.

    Suave, silencioso, se arrastr hasta el frondoso olmo. Incluso, llevando en una mano el pauelo y

    la corona, trep por el tronco con la agilidad de una ardilla.

    Bast se tumb a sobre una rama baja, a cubierto tras las hojas, respirando rpido, pero no fuerte.

    Emberlee se estaba quitando las medias, y dejndolas cuidadosamente en un seto cercano. Su

    pelo era de un rojo dorado bruido y caa en perezosos rizos. Su cara era dulce y redonda, una

    encantadora sombra de plido y rosa.

    Bast sonri cuando la vio mirar alrededor, primero a la izquierda, luego a la derecha. Entonces

    empez a desatar su corpio. Su vestido era de un azul aciano plido, con bordes de color amarillo

    y cuando lo extendi en la orilla, llame y se despleg como el ala de un gran pjaro. Quizs algnfantstico hbrido entre un pinzn y un arrendajo.

    Vestida solo con su camisn blanco, Emberlee mir alrededor de nuevo: izquierda y luego

    derecha. Entonces, se deshizo de l, un movimiento fascinante. Dej la prenda de lado y se qued

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    ah de pie, desnuda como la luna. Su piel cremosa era de un pecoso fascinante. Sus caderas

    amplias y hermosas. Las puntas de sus pechos pinceladas con el ms plido rosa.

    Correte dentro del agua, lanzando una serie de pequeos grititos consternados por su frialdad.

    Para ser justos, no se parecan a los de un cuervo, pero s que podan tener cierta similitud con los

    de una garza.

    Emberlee se lav un poco, chapoteando y temblando. Se enjabon, sumergi su cabeza en el agua

    y volvi a la superficie resoplando. Mojado, su cabello tom el color de las cerezas maduras.

    Fue entonces cuando el primero de los No-me-toques lleg, trado por la corriente. Lo mir flotar

    con curiosidad y empez a enjabonar su cabello.

    Ms flores aparecieron. Bajaron por el arroyo y trazaron crculos alrededor de ella, atrapadas en ellento remolino del estanque. Las mir asombrada. Entonces, pesc con ambas manos un puado

    del agua y se las llev a la cara, y respir hondo para olerlas.

    Se ro encantada y se sumergi, para emerger en medio de las flores, con el agua a raudales sobre

    su plida piel, corriendo sobre sus pechos desnudos. Las flores se aferraron a ella, como si no

    quisiesen dejarla ir.

    Fue entonces cuando Bast se cay del rbol.

    Hubo un breve garabateo loco de dedos sobre corteza, un poco de chillido, y golpe el suelo como

    un saco de sebo. Qued tendido sobre su espalda en la hierba y dej escapar un dbil y

    quejumbroso gemido.

    Oy un chapoteo, y entonces Emberlee apareci sobre l. Sostena su camisn blanco frente a ella.

    Bast mir hacia arriba, desde donde estaba tumbado en la alta hierba.

    Haba tenido suerte de aterrizar en ese parche de csped elstico, amortiguado con hierba alta y

    verde. Unos pies hacia uno de los lados y se habra deshecho contra las rocas. Cinco pies hacia el

    otro lado y habra acabado revolcndose en el barro.

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    Emberlee se arrodill junto a l, su piel plida, su cabello oscuro. Un ramillete aferrado a su cuello;

    era del mismo color que sus ojos, un plido y vibrante azul.

    Ohdijo Bast feliz al mirar hacia ella. Sus ojos estaban levemente aturdidos. Eres mucho ms

    hermosa de lo que me imagin.

    Alz la mano con la idea de acariciar sus mejillas, para encontrarse que estaba sujetando la corona

    y el pauelo atado.

    Ahdijo recordando, te he trado algunas margaritas tambin. Y un bollo dulce.

    Gracias, dijo ella cogiendo la corona de margaritas con ambas manos. Tuvo que soltar su

    camisn para poder hacerlo. Cay sobre la hierba.

    Bast pestae, sin encontrar palabras momentneamente.

    Emberlee inclin la cabeza para mirar la corona; el lazo era de un llamativo azul aciano, pero no se

    acercaba a la hermosura de sus ojos. La alz con ambas manos y se la puso orgullosamente sobre

    la cabeza. Con sus brazos todava alzados, tom un largo aliento.

    Los ojos de Bast resbalaron de su corona.

    Ella le sonri indulgente.

    Bast tom aliento para hablar, pero se detuvo y aspir por la nariz. Madreselva.

    Me has robado el jabn?pregunt incrdulo.

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    Emberlee ro y le bes.

    Un buen rato ms tarde, Bast tom el largo camino de regreso al rbol del relmpago, dando unlargo rodeo sobre las colinas al norte del pueblo. Las cosas eran ms rocosas por ese camino, no

    haba terreno llano para sembrar, la superficie demasiado traicionera para pastar.

    Incluso con las indicaciones del nio, le tom a Bast un rato encontrar la destilera de Martin. Sin

    embargo, tena que reconocerle el mrito al viejo bastardo loco. Entre las zarzas,

    desprendimientos de rocas y rboles cados no haba la posibilidad de que se hubiese tropezado

    con ello accidentalmente, encajonado en una pequea cueva dentro de la caja de un valle lleno de

    maleza.

    La destilera no era ningn artilugio chapucero montado con viejas ollas y alambres retorcidos. Era

    una obra de arte. Haba barriles y grandes espirales de tubo de cobre. Una gran tetera de cobre,

    del doble de tamao que lavamanos, y un fogn para calentarlo. Un canal de madera recorra el

    techo y hasta que Bast no lo sigui hasta fuera no se dio cuenta de que Martin recolectaba agua

    de lluvia y la llevaba a sus barriles de refrigeracin.

    Al ver aquello, Bast sinti la repentina urgencia de consultar el Celum Tinture y aprender cmo sellamaban las diferentes piezas que componan aquella destilera y para qu servan. Slo entonces

    se dio cuenta que se haba dejado el libro en el rbol del relmpago.

    As que, en su lugar, Bast hurg en el lugar hasta que encontr una caja llena de una variada

    coleccin de contenedores: dos docenas de botellas de todo tipo, jarras de barro, frascos viejos...

    Una docena estaban llenos. Ninguno llevaba etiqueta de ningn tipo.

    Bast levant una botella alta que haba, obviamente, en alguna ocasin contenido vino. Quit el

    corcho, lo olfate cautelosamente, entonces tom un prudente sorbo. En su rostro floreci un

    amanecer de alegra. Haba medio esperado trementina, pero esto era... bueno... no estaba

    completamente seguro. Dio otro trago. Haba algo de manzana, y... cebada?

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    Bast tom un tercer trago, sonriendo. Como fuera que se llamase, era estupendo. Suave y fuerte y

    un poquito dulce. Martin poda estar loco como un tejn, pero claramente, saba sobre su licor.

    Pas ms de una hora antes de que volviese hacia el rbol de relmpago. Rike no haba vuelto,

    pero Celum Tinture lo esperaba all en buen estado. Por primera vez, que l recordase, se alegraba

    de ver el libro. Lo abri en el captulo de destilacin y ley durante media hora, asintiendo para s

    en varios puntos. Lo llamaban serpentn de condensacin. Pens que pareca algo importante.

    En cierto momento, cerr el libro y suspir. Haba algunas nubes movindose, y seguro que no era

    buena idea dejar el libro sin vigilancia de nuevo. Su suerte no durara para siempre, y se

    estremeci al pensar en lo que pasara si el viento tirase el libro a la hierba y arrancase las pginas.

    Si hubiese una lluvia repentina...

    As que Bast vag de regreso a la posada Roca de Gua y se desliz silencioso por la puerta de

    atrs. Pisando cuidadosamente, abri un armario y meti el libro dentro. Haba recorrido la mitad

    de su silencioso camino hacia el exterior cuando oy pasos tras l.

    Ah, Bastdijo el posadero, has trado las zanahorias?

    Bast se qued helado, pillado embarazosamente a hurtadillas. Se enderez y sacudi

    inconscientemente sus ropas.

    No... No he encontrado el momento todava, Reshi.

    El posadero lanz un profundo suspiro.

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    No estoy pidiendo unse detuvo y olfate, entonces mir al hombre moreno de cerca... Ests

    borracho, Bast?

    Bast pareci ofendido.

    Reshi!

    El posadero puso los ojos en blanco.

    De acuerdo, has estado bebiendo?

    He estado investigandodijo Bast enfatizando la palabra. Sabes que Martin El Loco tiene una

    destilera?

    No lo sabadijo el posadero, dejando claro por su tono que no encontraba esa informacin

    especialmente emocionante. Y Martin no est loco, solo tiene un puado de desafortunadas y

    poderosas compulsiones. Y un toque de psicosis de guerra de cuando era soldado.

    Bueno, valedijo Bast despacio... Lo s, porque me lanz a su perro y cuando trep a un rbol

    para salvarme trat de cortarlo. Pero tambin, aparte de esas cosas, est loco. Loco de verdad.

    Bastel posadero le reprendi con la mirada.

    No estoy diciendo que sea malo, Reshi. Ni siquiera estoy diciendo que no me guste. Perocreme. Conozco la locura. Su cabeza no se asienta como la de una persona normal.

    El posadero asinti aprobatorio, pero impaciente.

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    Lo apunto.

    Bast abri la boca y pareci confundido.

    De qu estbamos hablando?

    De lo avanzado de tu investigacincontest el posadero, mirando a travs de la ventana. A

    pesar del hecho de que apenas ha sonado la tercera campanada.

    Ah. Vale!dijo Bast emocionado. S que Martin tiene una cuenta pendiente desde hace ya casi

    un ao. Y s que t has tenido problemas para saldar cuentas porque l no tiene nada de dinero.

    No usa dinerolo corrigi amablemente el posadero.

    Es lo mismo, Reshisuspir Bast. Y no cambia el hecho de que no necesitamos otro saco de

    cebada. La despensa se ahoga en cebada. Pero, ahora que sabemos que tiene una destilera...

    El posadero ya estaba sacudiendo la cabeza.

    No, Bastdijo. No voy a envenenar a mis clientes con vino de alambique. No tienes ni idea de lo

    que acaba conteniendo eso.

    S lo s, Reshidijo Bast lastimeramente. Ethel, acetatos y metanos. Y lixiviacin de estao.No

    hay nada de eso.

    El posadero pestae, obviamente tomado por sorpresa.

    Has estado leyendo Cellum Tinture?

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    Bast palideci ante esa declaracin. Por todos los dioses! No, Reshi dijo agitando las manos

    frente a l y dando un paso hacia tras. No le digas que yo beber de su vino. Me odia.

    El posadero ocult una sonrisa detrs de su mano.

    No es gracioso, Reshi dijo Bast enojado l me lanza piedras.

    No desde hace meses, seal el posadero Martn ha sido perfectamente cordial contigo en sus

    ltimas visitas

    Porque no hay ninguna piedra dentro de la taberna dijo Bast.

    Se justo, Bast sigui diciendo el posadero Ha sido civilizado durante casi un ao. Incluso ha sido

    amable. Recuerdas que se disculp contigo hace dos meses? Alguna vez has odo a Martn

    disculparse con alguien ms en este pueblo? Alguna?

    NO, dijo Bast malhumorado.

    El posadero asinti. Es un gran gesto de parte de l, le ha dado vuelta a la pgina.

    Lo s, murmur Bast, caminando hacia la puerta trasera. Pero si l est aqu cuando llegue a

    casa en la noche, cenar en la cocina.

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    Rike alcanz a Bast incluso antes de que llegara al claro, por no hablar del rbol del relmpago.

    Lo tengo dijo el muchacho levantando su mano triunfante. La mitad inferior de su cuerpo estaba

    empapada.

    Qu, ya? pregunt Bast.

    El muchacho asinti y sostuvo la piedra entre dos dedos. Era plana, suave y redonda, un poco ms

    grande que una moneda de cobre. Ahora qu?

    Bast se frot la barbilla por un momento, como tratando de recordar. Ahora necesitamos una

    aguja, pero tiene que ser tomada prestada de una casa donde no hayan hombres.

    Rike se qued pensativo un momento, entonces se acord. Puedo conseguir una de la casa de la

    ta Sellie.

    Bast se aguant la necesidad de maldecir. Haba olvidado a Sellie. Eso servir dijo de mala

    gana, pero trabajar mejor si la aguja proviene de una casa donde vivan muchas mujeres, entre

    ms mujeres mejor.

    Rike se qued pensativo durante otro momento. entonces Widow Creel, ella tiene una hija.

    pero tambin tiene un hijo seal Bast. Una casa donde no vivan ni hombres ni nios.

    Pero un lugar donde vivan muchas mujeres dijo Rike. Tuvo que pensar en ello durante un largo

    tiempo. A la vieja Nan no le agrado dijo, pero reconozco que me dara un alfiler.

    Una aguja recalc Bast, y la tienes que pedir prestada. No la puedes robar ni comprar. Ella te la

    tiene que prestar.

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    Bast haba medio esperado que el muchacho se quejara de los exigentes requisitos, del hecho de

    que la vieja Nan viviera muy lejos, al otro lado del pueblo, tan al oeste como pudieses llegar y

    dentro del territorio que todava poda considerase parte del pueblo. Le llevara una hora y media

    llegar all, e incluso entonces puede que la vieja Nan no estuviese en casa.

    Pero Rike no hizo ms que suspirar. Asinti seriamente, se dio la vuelta, y se fue corriendo, casi

    volando.

    Bast continu hacia el rbol del relmpago, pero cuando lleg al claro vio una maraa de nios

    jugando en la piedra gris, sin duda esperndolo a l. Cuatro de ellos.

    Observndolos desde las sombras de los rboles que llegaban a su fin en el claro, Bast dud,entonces mir hacia el sol antes de deslizarse entre los troncos, tena otras cosas que hacer.

    La granja de los William no era una granja en el sentido literal de la palabra. No desde haca

    dcadas. Los campos haban pasado tanto tiempo sin estar en barbecho que apenas y se

    reconocan, llenos de zarzas y mala hierba. El enorme granero haba cado en mal estado y la mitad

    del techo se haba abierto hacia el cielo.

    Caminado a lo largo del sendero a travs de los campos, Bast gir en una esquina y vio la casa de

    Rike. Era totalmente diferente al granero. Era pequea pero ordenada, las tejas necesitaban algo

    de reparacin, pero adems de eso, luca acogedora y cmoda. Cortinas amarillas se ondeaban

    afuera de la ventana de la cocina, y haba macetas con girasoles y calndulas.

    Haba una pluma con un tro de cabras en un lado de la casa, y un jardn grande y bien cuidado por

    el otro. Las tablas de la cerca estaban enlazadas entre s de manera muy estrecha, pero Bast pudo

    ver las lneas rectas de floreciente vegetacin en el interior. Zanahorias, l todava necesitaba

    zanahorias.

    Estirando un poco su cuello, Bast vio muchas cajas grandes detrs de la casa. Dio unos cuantos

    pasos ms hacia ellas antes de darse cuenta de que eran colmenas.

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    Justo entonces hubo un gran estallido de ladridos y dos perros negros con orejas felpudas

    corrieron desde la casa hacia Bast, aullando con todo lo que tenan. Cuando ellos se acercaron lo

    suficiente, Bast se apoy en una rodilla y luch con ellos en broma, rascndoles las orejas y por

    debajo del collar.

    Unos minutos despus, Bast pudo seguir caminando hacia la casa, los perros siguieron agitando la

    cola enfrente de l antes de lanzarse hacia un animal que se encontraba entre las malezas. Bast

    golpe gentilmente la puerta principal, aunque luego de todo el escndalo su presencia apenas y

    poda ser sorpresa.

    La puerta se abri unos cuantos centmetros, y por un momento todo lo que Bast pudo ver fue un

    pequeo pedazo de oscuridad. Entonces la puerta se abri un poco ms, dejando ver a la madre

    de Rike. Era alta, y su ondulado cabello caf se escapaba de la trenza que le caa por la espalda.Abri por completo la puerta sosteniendo a un pequeo beb semidesnudo entre sus brazos. Su

    cara redonda estaba contra el pecho mientras se amamantaba entretenidamente, haciendo

    pequeos gruidos.

    Mirando hacia abajo, Bast sonri tiernamente.

    La mujer observ a su hijo y luego le dio a Bast una sonrisa cansada. Hola Bast, qu puedo hacer

    por ti?

    Ah, bueno, dijo apenado, esforzndose para verla a los ojos. me estaba preguntando, seora,

    quiero decir, seora Williams

    Nettie est bien, Bast dijo indulgentemente. Ms de un ser fae consideraban a Bast de alguna

    manera un ser de mente simple, algo que a Bast no le importaba en lo ms mnimo.

    Nettie dijo Bast enseando su ms insinuante sonrisa.

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    Hubo una pausa, y ella se recarg contra el marco de la puerta. Una pequea nia se asom detrs

    de la falda azul de la mujer, nada menos que un par de serios ojos negros. Bast le sonri a la

    pequea quien desapareci detrs de la falda de su madre.

    Nettie observ a Bast con expectacin. Finalmente ella sugiri, te estuviste preguntando

    Oh, s dijo Bast Me preguntaba si tu esposo estaba por aqu

    Me temo que no,, dijo ella Jessom sali a checar sus trampas.

    Ah, dijo Bast decepcionado Estar de regreso pronto? Estara encantado de esperar

    Ella sacudi la cabeza Lo siento, har sus lneas, por lo que pasar la noche esquiando y secando

    su choza Asinti vagamente hacia las colinas del norte.

    Ah dijo Bast de nuevo.

    El beb respir profundo, situado cmodamente en los brazos de su madre, tranquilo y satisfecho.

    Nettie mir hacia abajo, luego a Bast, llevndose un dedo a los labios.

    Bast asinti y se apart de la puerta, observando como Nettie se detena en el interior, separando

    con habilidad de su pezn al beb adormilado con su mano libre, para entonces depositar al nio

    dentro de una pequea cuna de madera en el suelo. La nia de ojos negros emergi detrs de su

    madre y fue a echar una mirada al beb.

    Llmame si empieza a quejarse. Dijo Nettie suavemente. Lapequea nia asinti seria, se sent

    en una silla cercana, y comenz a mover gentilmente la cuna con su pie.

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    Nettie sali, cerrando la puerta detrs de ella, camin lo suficiente para acercarse a Bast,

    reacomodndose el corpio inconscientemente. A la luz del sol, Bast not sus marcados pmulos y

    esplndida boca. An as, estaba ms cansada que bonita, sus ojos negros pesaban con

    preocupaciones.

    La mujer alta cruz los brazos sobre su pecho Cul es el problema entonces? Pregunt con

    cansancio. Bast la observ confundido, no hay ninguno dijo l,

    Estaba preguntndome si tu esposo tena algn trabajo.

    Nattie descans los brazos y lo observ sorprendida Oh

    No hay mucho que hacer para mi en la taberna dijo Bast tmidamente, pens que tu esposo

    podra necesitar una mano extra

    Nettie mir alrededor, observando la vieja granja con detenimiento. Su expresin cambi l

    atrapa y caza la mayor parte del tiempo dijo Pero no tanto para que necesite ayuda, imagino

    Regres la mirada a Bast Al menosnunca ha mencionado que necesita alguna.

    Qu hay de ti? pregunt Bast, dando su ms encantadora sonrisa. Hay algo en los

    alrededores en lo que te pueda echar una mano?

    Nettie sonri a Bast comprensivamente. Fue solo una pequea sonrisa, pero arrebat diez aos y

    medio mundo de preocupacin de su cara, hacindola prcticamente brillar con encanto. No hay

    mucho que hacer dijo disculpndose

    Solo tres cabras, y el beb

    Lea? pregunt Bast No le tengo miedo a trabajar hasta sudar. Aparte debe ser difcil

    conseguirla con su esposo fuera durante das sonri optimista.

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    Trabaj duro durante media hora, pasado esto Nettie sali de la casa cargando un vaso de agua y

    un puado de gordas zanahorias que an tenan pegadas algunas hojas. Estoy segura de que al

    menos seis zanahorias valen tu trabajo

    Bast tom el vaso de agua, se tom la mitad, se encorv y verti el resto sobre su cabeza. Se

    sacudi un poco y se puso de pie, su rizada y oscura cabellera se peg a su rostro. Ests segura

    que no hay otra cosa en la que necesites una mano pregunt l con una sonrisa fcil en los labios.

    Sus ojos eran oscuros y risueos , ms azules que el cielo.

    Nettie sacudi su cabeza. Su cabello sala de la trenza, y cuando observ hacia abajo, los rizos

    sueltos cayeron sobre su rostro. No se me ocurre otra cosa Dijo.

    Tambin soy hbil con la miel dijo Bast, dejando el hacha descansada sobre su hombro desnudo.

    Se qued un poco contrariada al escuchar esto hasta que Bast seal las colmenas de madera

    repartidas por el descuidado campo. Oh, dijo ella, como recordando un medio olvidado sueo.

    Sola hacer velas y miel. Pero perdimos unas cuantas colmenas en aquelfro invierno, tres aos

    atrs. Despus otro a causa de las liendres. Luego lleg esa hmeda primavera y tres ms se

    fueron al garete con la tiza antes de darnos cuenta, Nettie se encogi de hombros. A principios

    de este verano le vendimos una a los Hestles para poder tener dinero para los impuestos

    Sacudi de nuevo su cabeza como si hubiese estado soando despierta. Se encogi de hombros y

    se gir para mirar a Bast. Sabes algo sobre abejas?

    Un poco dijo Bast dulcemente. No son difciles de manejar. Solo necesitan paciencia y dulzura.

    Lanz el hacha de forma natural y sta se qued clavada en un tocn cercano. Son como todo, en

    verdad. Slo necesitan saber que estn a salvo.

    Nettie observaba el campo, asintiendo de forma inconsciente a lo que Bast deca. Solo quedan

    esas dos dijo

    Suficientes para una cuantas velas. Un poco de miel. No mucho. A decir verdad, difcilmente dar

    para una botella.

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    Oh, vamos! dijo Bast gentilmente Un poco de dulzura es todo lo que algunos de nosotros

    tenemos a veces. Siempre vale la pena. Incluso si tenemos que esforzarnos un poco para

    conseguirlo.

    Nettie se dio la vuelta para mirarle. Esta vez se encontr con sus ojos. No habl, pero tampoco

    apart la mirada. Sus ojos eran como un libro abierto.

    Bast sonri, gentil y paciente, su voz era cli