Dialogo Critico

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2.2 MÉTODOS DESEADOS Los Métodos deseados son procedimientos que seguimos para poder encontrar ó hallar la verdad mediante algún impulso asociado a la idea o meta a la que se requiere llegar. Un método es un modo de decir ó hacer ó dicho de otra manera es un procedimiento que se siguen en las ciencias para encontrar la verdad y un deseo es un impulso asociado a la idea de un objetivo. 2.2.1 DIÁLOGO CRÍTICO Tiene su fundamento en la comunicación deliberativa, se denomina diálogo a una discusión llevada al cabo ante un grupo, por dos personas eruditas capaces de sostener una conversación equilibrada y expresiva sobre un tema específico. Es menos formal que una disertación o una mesa redonda y se asemeja a una entrevista abierta. Las características esenciales del diálogo son: Informalidad semejante a una conversación simple. Facilidad para comunicación directa, con gran índice de retroalimentación. Flujo triangulado de dos interlocutores especializados y el auditorio que les escucha. Obtención del apoyo entre dos personas y el de los observadores que comparten su responsabilidad. Genera interés entre los miembros del grupo. Exposición fácil a personas que carecen de aptitudes para presentar ideas. Se le conoce también como diálogo simultáneo, corrillos o discusión 66, es el sistema más efectivo por medio del cual se descompone un grupo grande en pequeñas secciones para facilitar la discusión y hacerla más efectiva.

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2.2 MÉTODOS DESEADOS

Los Métodos deseados son procedimientos que seguimos para poder encontrar ó hallar la verdad mediante algún impulso asociado a la idea o meta a la que se requiere llegar. Un método es un modo de decir ó hacer ó dicho de otra manera es un procedimiento que se siguen en las ciencias para encontrar la verdad y un deseo es un impulso asociado a la idea de un objetivo.

2.2.1 DIÁLOGO CRÍTICO

 Tiene su fundamento en la comunicación deliberativa, se denomina diálogo a una discusión llevada al cabo ante un grupo, por dos personas eruditas capaces de sostener una conversación equilibrada y expresiva sobre un tema específico. Es menos formal que una disertación o una mesa redonda y se asemeja a una entrevista abierta. Las características esenciales del diálogo son: Informalidad semejante a una conversación simple. Facilidad para comunicación directa, con gran índice de

retroalimentación. Flujo triangulado de dos interlocutores especializados y el

auditorio que les escucha. Obtención del apoyo entre dos personas y el de los observadores

que comparten su responsabilidad. Genera interés entre los miembros del grupo. Exposición fácil a personas que carecen de aptitudes para

presentar ideas. Se le conoce también como diálogo simultáneo, corrillos o discusión  66, es el sistema más efectivo por medio del cual se descompone un grupo grande en pequeñas secciones para facilitar la discusión y hacerla más efectiva. La sencillez del método, ausencia de formalidades y obtención de la participación activa de los asistentes obliga a los que sostienen el diálogo al uso de un lenguaje sencillo, sin retórica. Lo importante en la selección de este método es considerar el nivel cultural y social del grupo, su grado de cohesión, los fines o metas formales que persigue y el interés de sus integrantes. Asimismo, las finalidades que se pretenden con la deliberación y los objetivos para

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después de la discusión. Por encima de todo, no olvidemos que la obtención de la respuesta deseada es fundamental. Si no existe esta, el emisor ha fracasado definitivamente. Diálogos sin retroalimentación posterior caen generalmente en la esterilidad y generalmente lo oído queda en el campo intangible de las ideas y deseos, mas no en la movilidad actitudinal de sus testigos. De esta manera encontramos diálogos especializados frente al televidente, o descorridos a lo largo de una plana periodística, utilizados como instrumentos de culturización y movilización actitudinal de sus testigos presenciales.  El mecanismo del diálogo lleva inconscientemente a su testigo a participar en él, le hace inclinarse por una u otra razón de las expuestas, coadyuva a la toma de conciencia en relación a los problemas y fenómenos expuestos y, finalmente, forma a la larga, una disciplina en el arte de escuchar y asimilar los puntos de vista de otros, aspecto tan distraído de las ociosidades de nuestro tiempo.

 

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La máxima expresión del diálogo es el diálogo crítico, cuyo objetivo es llegar al

fondo de algún tema o asunto y aproximarse lo más posible a la verdad.

Los diálogos de Platón constituyen el prototipo de los diálogos críticos.

Los buenos seminarios académicos, se sustentan en el diálogo crítico. En la

educación superior es cada día más frecuente asistir a seminarios en vez de los

cursos tradicionales, lo cual es muy alentador. El auténtico seminario es aquél

en donde circulan las ideas con plena libertad en aras de la verdad o de lo que

se considera mejor para todos. En esta cultura de la participación generalizada,

es de primordial importancia saber dialogar, para enriquecer cada sesión.

El concepto de "diálogo crítico" tiene que ser entendido paralelamente y en

referencia directa al de "dialogicidad de la razón", puesto de relieve, en nuestro

tiempo, particularmente (aunque no sólo)  por la  "ética del discurso". Según

ésta, el uso correcto de la razón tiene lugar en la comunicación entre

interlocutores. En otros términos: aunque pueda haber diálogo sin razón, no hay

razón sin diálogo.

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¿Qué es dialogar?Recordemos que las etimologías de la palabra diálogo son dos palabras griegas: dia, a través y logos, razón y palabra. Así que dialogar es un intercambio verbal y razonado entre dos o más personas que se realiza de acuerdo a determinadas condiciones. El diálogo críticoLa máxima expresión del diálogo es el diálogo crítico, cuyo objetivo es llegar al fondo de algún tema o asunto y aproximarse lo más posible a la verdad. Los diálogos de Platón constituyen el prototipo de los diálogos críticos. Los buenos seminarios académicos, se sustentan en el diálogo crítico. En la educación superior es cada día más frecuente asistir a seminarios en vez de los cursos tradicionales, lo cual es muy alentador. El auténtico seminario es aquél en donde circulan las ideas con plena libertad en aras de la verdad o de lo que se considera mejor para todos. En esta cultura de la participación generalizada, es de primordial importancia saber dialogar, para enriquecer cada sesión.

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Las condiciones necesarias para el diálogo crítico

De acuerdo a Robert Apatow (1999) cuatro son las condiciones que hacen posible el diálogo crítico: La amistad, dialogar acerca de un solo tema por sesión, tener como propósito alcanzar la verdad o aproximarse a lo que entendemos por ésta y finalmente el respeto al logos: la razón y el lenguaje.

a) La amistad Es necesaria una relación de persona a persona entre los dialogantes. Una persona no puede dialogar cordialmente con un personaje, porque estaría necesariamente a la defensiva impidiendo que el personaje, con el delirio de grandeza que le caracteriza, lo avasalle, lo domine. Pero la persona tampoco puede dialogar normalmente con un personoide, ya que éste, cuando no está quejándose y sintiéndose víctima de todo, sólo está esperando que le digan qué hacer o qué opinar porque no tiene vida propia. Así pues sólo puede haber un diálogo cordial, fluido, natural, entre las personas libres, con la conciencia de su propia dignidad, dispuestas a aprender lo que no saben pero también de aportar lo que está en sus manos. Se requiere una relación de igual a igual. Al trascurrir del diálogo es preciso que los dialogantes asuman actitudes congruentes con la amistad. Como la cordialidad es una manera de ser y la amistad, una actitud hacia el otro, es preciso que ambas estén presentes durante el diálogo, y esto se muestra con otras actitudes afines como las siguientes: Cordialidad, honestidad, sinceridad, humildad, confianza, comprensión, aceptación de las diferencias y reconocimiento de los propios errores. Estar en desacuerdo con alguien no es atacarlo. Con frecuencia el exceso de susceptibilidad nos hace creer que cuando alguien piensa distinto de nosotros, nos está atacando personalmente y entonces nos sentimos obligados a responder y no siempre en buenos términos. Nuestra mentalidad tiene que cambiar para que el diálogo no se interrumpa.  b) - Abordar un solo tema en cada sesión Que el tema sea de interés general y aceptado por los dialogantes. Cuando el tema prende el interés de los presentes, el diálogo fluye con facilidad y abundancia de participaciones.

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No se vale proponer un tema con segundas intenciones. Hay que tener cuidado con los participantes manipuladores que suelen proponer temas para “llevar agua a su molino”, para sacar ventaja personal del mismo. No “picotear” los temas. Cuando durante un supuesto diálogo se pasa de un tema a otro a la menor provocación, ya no es un diálogo sino una charla informal o simple “cotorreo”. Cuidado con las digresiones. Es a todas luces aconsejable evitar las digresiones, salirse del tema. c) - La verdad Nadie es depositario de la verdad absoluta. Es sumamente importante estar convencidos de esto para no estar reclamando a cada instante que tenemos la razón, cuando de hecho no la tenemos. La práctica del diálogo crítico nos enseña que entre todos vamos llegando a la verdad, porque en el mejor de los casos, todos tenemos parte de ella. Cuidado con las actitudes dogmáticas impropias para dialogar. Nadie es absolutamente sabio ni absolutamente ignorante. La experiencia de vida nos dice que todos conocemos algo y que tenemos nuestra propia cultura por muy simple que pudiera parecer; que nadie, por muy inteligente y estudioso que sea, domina todos los conocimientos acerca de todo. Ante esto no nos queda más que unirnos y ayudarnos entre todos para conocer, saber, aprender y crecer. La objetividad absoluta es una tomadura de pelo. Una de las herencias del positivismo es “la vana pretención” como dijera Sor Juana, de ser absolutamente objetivos, cuando todos tenemos que opinar necesariamente desde nuestra propia subjetividad. Lo que sí debemos exigirnos entre todos, es el no distorsionar la información ni alterar los testimonios o datos. Nuestra subjetividad por ser ambivalente requiere ser moderada. Lo positivo de ésta, es que podemos confiar en ella porque contiene la verdad de nuestra propia experiencia vivida; pero al mismo tiempo nuestra subjetividad lleva consigo un cúmulo de prejuicios sin sustento que pueden impedirnos llegar a la verdad. Cuando no sea posible llegar a la verdad, al menos llegar a conclusiones provisionales o puntos de acuerdo. Para evitar caminar en círculo como el burro de la noria, a veces es necesario avanzar poco a poco mediante puntos de acuerdo aceptados por todos.

d)- Respeto al logos

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En griego logos significa razón y palabra. ”Como razón comprende y como palabra se hace comprender”, escribió Leopoldo Zea.(1987).

Como razón:Desde el punto de vista de su naturaleza, algunos autores han clasificado las verdades en: a) verdades de razón, aquéllas que requieren de razonamiento lógico o matemático. b) verdades de hecho las que requieren de prueba experimental, demostración fáctica o de argumentación convincente.En cuanto a lo que es evidente, lo que a todos nos consta, no es necesario razonarlo, probarlo, demostrarlo o argumentarlo; solo hay que percibirlo y aceptar dicha percepción.Pensar lógicamente. Lo menos que nos exige el logos, es transitar aceptablemente por los razonamientos deductivo, inductivo y analógico, respetando las leyes de la lógica y conociendo además las limitaciones de cada uno de los razonamientos anteriores: El primero, no es capaz de generar nuevos conocimientos; el segundo es de carácter probabilístico y el tercero es bastante débil ya que sólo se puede usar sin mucho riesgo de equivocarnos, cuando se trata de conceptos o de realidades semejantes para no caer en analogías abusivas. Saber argumentar. Cuando el razonamiento lógico no es suficiente, se hace necesaria la argumentación, entendida ésta como “el conjunto de técnicas de organización lógica de un texto o discurso destinado a demostrar la validez de una proposición, mediante las conclusiones derivadas de su análisis” (Noel Angulo Marcial). Naturalmente que toda argumentación requiere de una base lógica pero se nutre también de la vida real, de la experiencia vivida y de las necesidades humanas. Echar mano de los recursos intelectuales que están a nuestra disposición. Otra herramienta necesaria es la explicación, que pretende dar razón del por qué de las cosas o en qué consiste algo. Evitar los sofismas y sobre todo las falacias. Los pensamientos falsos pero con apariencia de verdad expresados involuntariamente se llaman sofismas. Cuando éstos se utilizan voluntariamente, reciben el nombre de falacias. Como palabra:Saber discurrir, enhebrar enunciados, párrafos y discursos completos, congruentes e inteligibles.

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Cuidar y ampliar nuestro léxico. Darle su justo valor a las palabras y llamar a las cosas por su nombre, lo que significa que únicamente utilizaremos las palabras cuyo significado conozcamos perfectamente. Para lograr lo anterior es preciso que leamos bastante y por gusto pero también que redactemos con frecuencia, aunque sea nuestro diario personal. Asimismo, evitar las incorrecciones del lenguaje (solecismos), la empobrecedora calca de vocablos y expresiones tomados acríticamente del inglés (barbarismos) y los disparates. Cuidar la semántica. Respetar el significado denotativo o propio de palabras y expresiones. Otra forma de cuidar la semántica consiste en definir el significado de arcaismos: palabras o expresiones actualmente en desuso; o de neologismos: palabras o expresiones nuevas cuyo significado no siempre es conocido por todos. Entre los primeros tenemos los latinismos, como por ejemplo: “ ex professo” y “mutatis mutandis”. Entre los segundos, encontramos múltiples expresiones originadas en las nuevas tecnologías que diariamente se están actualizando. Cuidar la sintaxis. Consiste en construir correctamente desde los enunciados bimembres hasta los discursos completos, de tal manera que todos sepan de qué o de quién se está hablando y qué es lo que se afirma o se niega de ese sujeto gramatical.Cuidar el estilo académico. Esto no nada del otro mundo, sino escribir en forma directa, con orden, claridad, unidad, concisión y precisión. Respetar la congruencia externa (el género al que pertenece el escrito en cuestión: ensayo, informe, monografía, etc.) así como la congruencia interna (que no haya contradicciones a lo largo del discurso). Evitar las afirmaciones sin respaldo o fundamento y darle el crédito que en justicia le pertenece, a cada autor del que se haya tomado informaciones o ideas.

Cómo dialogarUna vez que los dialogantes se ponen de acuerdo acerca de la fecha, la hora, el lugar y el tema, el que coordina el diálogo (d1) es el mismo que lo inicia mediante una lectura breve, un pequeño relato o formulando una pregunta que provoque la participación. El siguiente dialogante que toma la palabra (d2), antes de expresar su opinión, lo primero que hace es sintetizar (algunos autores emplean el término verificar) lo que dijo (d1). Y si éste está de acuerdo con la síntesis o verificación, el diálogo continúa; pero si no está de acuerdo el mismo

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(d1) sintetiza o verifica lo que dijo, o espera a que (d2) lo haga satisfactoriamente. Una vez sintetizado lo que expresó (d1), es cuando (d2) interviene expresando su punto de vista, que puede consistir en alguna de estas acciones: ampliar, profundizar, matizar, ejemplificar, rebatir, comentar, aclarar, explicar, demostrar, corregir, distinguir, definir, etc. . El diálogo continúa con un tercer dialogante (d3) que resume o verifica lo dicho por (d2) y así sucesivamente. El coordinador intervendrá lo menos posible y sólo lo hará para agilizar el intercambio de opiniones, procurando que todos participen, que nadie acapare la palabra, evitando las digresiones innecesarias y manteniendo el clima de cordialidad en todo momento. Sin importar el número de participantes, lo verdaderamente importante durante este proceso, es la capacidad de todos para reflexionar en forma conjunta con la mayor objetividad para conservar la integridad del logos, es decir el flujo del razonamiento, la atención concedida a las palabras y las posiciones sometidas a análisis, hasta llegar juntos a la verdad o aproximarse a ella.Cuando el diálogo empieza a empantanarse, cuando se aproxima a un callejón sin salida, es necesario hacer algo al respecto, sobre todo el coordinador. Los especialistas aconsejan que en ese caso se cambie el contexto del aquí y el ahora y empezar a imaginar, a soñar despiertos: “Qué pasaría si . . . “ o “Vamos a suponer . . .” como si los presentes vivieran en otro planeta y en otra época; es decir, en otras condiciones y circunstancias. Al final del diálogo conviene hacer una recapitulación de lo ocurrido, bien sea el mismo coordinador o bien, otro dialogante y cuando se tiene la fortuna de llegar a conclusiones, pues formularlas con claridad. Con frecuencia sólo se llega a acuerdos parciales o puntos de acuerdo aceptados por consenso y entonces hay que formularlos con claridad. Con frecuencia a los dialogantes que no están formados en la cultura del diálogo, les cuesta mucho trabajo aprender a escuchar con atención a los demás dialogantes, ya que están más preocupados por pensar lo que van a decir. Por esa razón al principio carecen de la habilidad para resumir o verificar lo que dijo el dialogante que les antecedió en el uso de la palabra. Ante esto y con toda la calma del mundo, el coordinador insistirá en que cada resumen o verificación sea fiel y no “más o menos”.