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CAPíTULO IX DETERMINISMO E INDETERMINISMO EN LA FíSICA MODERNA 1 CUANDO los filósofos expresan su punto de vista con res- pecto a nuevas teorías físicas, su actitud es por 10 general una de las tres siguientes: 1 '1) La nueva teoría se op :me al sistema filosófico aceptado y es, por lo tanto, falsa; 2 9 ) La nueva teoría es una confirmación brillante . del sistema filo- sófico aceptado y debe ser, por 10 tanto, bien recibida; o 3 '1) La nueva teoría puede slZr utilizada para mejoras más o me- nos importantes en el sistema filosófico aceptado y, por 10 tanto, cierto valor. Cuando el físico trata de continuar fuera de la física su manera de formular principios y dlZ mediante experimentos llega a la concepción de la ciencia llamada empirismo lógico. Esta concepción ha llegado a ser bas tante bien conocida en estos últimos años, esp?cialmente gracias a la obra del Círculo de Viena. Creo que tiene algún int eré s examinar el libro de Cassirer desde este punto de vista, pues- to que es el punto de vista más estrechamente relaci onado con el pensamiento del físico. 1) ObsE 'rvaciones sobre un libro de ERICH CASSIRER, Determin is m us und Indeterminismus in {der modemen Physik ; histo,ische und syste, 71a: tische Studien zum Kau }¡;!. "r -0!:>lem (Got e mbur go, Elanders Boktr yckerl Aktiebolag, 1937). '\ . 74 DETERMINISMO E I NDETERMINISMO Sin duda muchos exigirán 10 que se llama una "crítica in- manente" de una obra filosófica. Creo, no obstante. que semejante exigencia sólo significa habitualmente un pedido de detalles agotadores. y en el caso de un libro tan importan- te como éste sería hasta contraproducente. Pues. en el mej or de los casos, el resultado de una crítica inmanente de un libro es el reconocimiento de que, aunque sea una tontería. tiene un método. Yo no intentaré semejante crítica más bien escolástica. En cambio . deseo examinar cómo se juzgar la exposi- ción de Cassirer desde el punto de vista del empirismo - gico, según el cual sólo pueden darse en la cillncia las propo- siciones que pueden ser justificadas mediante la deducción lógica o las pruebas empíricas. Según esta concepción. los principios filosóficos, que no son científicos en el sentido antes mencionado , forman un sistema de proposiciones aisladas desde las cuales no existen puentes lógicos hasta el sistema de proposiciones cientí- ficas. De aquí que un sistema de principios filosóficos no puede ser nunca confirmado ni refutado por nuevas tz o- rías físicas. Hablando estrictamente. no puede experimentar mejora alguna con ellas. Si a menudo em parece posible, ello sólo puede deberse al hecho de que una coincidencia de matices sentimentales es tomada por una coincidencia lógica. Esto es posible muchas veces porque los principios físicos son formulados en un lenguaje no puramente físico. sino más bien metafísico. En ese caso. sin embargo. uno no debería decir. por ejemplo. que una teoría física se halla en contradicción con un sistema filosófico. sino más bien que la formulación metafísica de la teoría parece ser irreconci- liable con los principios físicos de que se trata. Cuando uno lee este libro de Cas sirer recibe inmediata- mente la impresión de que las anteriores consideraciones sobre la relación entre los principios científicos y los filo- 175

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CAPíTULO IX

DETERMINISMO E INDETERMINISMO EN LA FíSICA MODERNA 1

CUANDO los filósofos expresan su punto de vista con res­pecto a nuevas teorías físicas, su actitud es por 10 general una de las tres siguientes: 1 '1) La nueva teoría se op:me al sistema filosófico aceptado y es, por lo tanto, falsa; 29 ) La nueva teoría es una confirmación brillante . del sistema filo­sófico aceptado y debe ser, por 10 tanto, bien recibida; o 3'1) La nueva teoría puede slZr utilizada para mejoras más o me­nos importantes en el sistema filosófico aceptado y, por 10 tanto, po~ee cierto valor.

Cuando el físico trata de continuar fuera de la física su manera de formular principios y dlZ comprobar~os mediante experimentos llega a la concepción de la ciencia llamada empirismo lógico. Esta concepción ha llegado a ser bastante bien conocida en estos últimos años, esp?cialmente gracias a la obra del Círculo de Viena. Creo que tiene algún interés examinar el libro de Cassirer desde este punto de vista, pues­to que es el punto de vista más estrechamente relacionado con el pensamiento del físico.

1) ObsE'rvaciones sobre un libro de ERICH CASSIRER, D etermin ismus

und Indeterminismus in {der modemen Physik ; histo , ische und syste,71a: tische Studien zum Kau}¡;!."r-0!:>lem (Gotemburgo, Elanders Boktryckerl Aktiebolag, 1937). '\

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Sin duda muchos exigirán 10 que se llama una "crítica in­manente" de una obra filosófica. Creo, no obstante. que semejante exigencia sólo significa habitualmente un pedido de detalles agotadores. y en el caso de un libro tan importan­te como éste sería hasta contraproducente. Pues. en el mejor de los casos, el resultado de una crítica inmanente de un libro es el reconocimiento de que, aunque sea una tontería. tiene un método.

Yo no intentaré semejante crítica más bien escolástica. En cambio. deseo examinar cómo se de~ juzgar la exposi­ción de Cassirer desde el punto de vista del empirismo ló­gico, según el cual sólo pueden darse en la cillncia las propo­siciones que pueden ser justificadas mediante la deducción lógica o las pruebas empíricas.

Según esta concepción. los principios filosóficos, que no son científicos en el sentido antes mencionado, forman un sistema de proposiciones aisladas desde las cuales no existen puentes lógicos hasta el sistema de proposiciones cientí­ficas. De aquí que un sistema de principios filosóficos no puede ser nunca confirmado ni refutado por nuevas t zo­rías físicas. Hablando estrictamente. no puede experimentar mejora alguna con ellas. Si a menudo em parece posible, ello sólo puede deberse al hecho de que una coincidencia de matices sentimentales es tomada por una coincidencia lógica. Esto es posible muchas veces porque los principios físicos son formulados en un lenguaje no puramente físico. sino más bien metafísico. En ese caso. sin embargo. uno no debería decir. por ejemplo. que una teoría física se halla en contradicción con un sistema filosófico. sino más bien que la formulación metafísica de la teoría parece ser irreconci­liable con los principios físicos de que se trata.

Cuando uno lee este libro de Cassirer recibe inmediata­mente la impresión de que las anteriores consideraciones sobre la relación entre los principios científicos y los filo-

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sóficos no se aplican aquí. La mayotÍa de las afirmaciones que aquí se encuentran sobre las nuevas teorías físicas son aceptables por completo desde el punto de vista del físico y su extensión al del empirismo lógico. Podría decir todavía más. Las afirmaciones de Cassirer sobre la nueva mecánica de los quanta no están tan llenas de prejuicios metafísicos y contienen menos transiciones del lenguaje físico al meta­físico que algunas afirmaciones hechas por físicos en sus escritos profesionales o sus discursos en las festividades. Las proposiciones de Cassirer son casi todas científicas, tal como las entilZnde el empirismo lógico. Los sistemas aislados de proposiciones, tales como las que desempeñan el principal papel en la filosofía de escuela, apenas sé encuentran. De aquí que no pUlZda surgir ninguna contradicción evidente entre los principios físicos y los filosóficos. Lo que me produce cierto estado mental crítico es un fondo contra el cual se pone de relieve la exposición, un fondo que está claramente separado de las aserciones fundamentales, pero que en su terminología, extraña a la ciencia, me recuerda una y otra vez que el autor considera todo lo que dice sólo como una expresión más bien superficial, cuyo significado más profundo insinúa pero no quiere examinar.

Por esta razón he llamado al modo de pznsar de Cas­sirer, que se puede ver no sólo en esta obra suya, sino tam­bién en las anteriores, un "proceso de desintegración dentro de la filosofía de escuela".

Esta observación hecha en mi libro La ley de Causalidad y sus límItes 2) ha sido considerada con frecuencia como una crítica desfavorable del punto de vista de Cassirer. Es todo lo contrario. En el libro mencionado deseaba demos­trar que la "desintegración" de la filosofía de escuela, cons-

2) Das Kausalgesetz und ¡eine und ¡eine Grenzen (Viena: J. Sprin­ger, 1932).

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tituye una condición preliminar necesaria para el progreso de la ciencia desde las ciencias individuales hasta una cien­cia unificada. Precisamente en el caso del presente libro se puede hacer ver con claridad en qué consiste el proce~o

de desintegración que lleva a cabo Cassirer y, además, p:>­demos ver también cómo este proceso pzrmanece dentro de la filosofía de escuela, al menos en su fondo sentimental. Prácticamente considerada, la concepción de Cassirer d i? los principios físicos es casi exactamente la del empirismo lógi­co. No obstante, los contornos rigurosamente trazados se borran un poco al final en la dirección del idealismo tras'­cendental, 10 que es quizá sólo una cuestión de estilo. Me parece que esta falta de nitidez en los contornos es un poco peligrosa, pues sabemos que el lector se deja influ:r con frecuencia por el tono sentimental de una exposición más que por el contenido lógico y empírico.

,Algunas de las concepciones fundamentales de Cassirer se relacionan de una manera notable, o casi coinciden, con las concepciones de la ciencia originadas por el empirismo 16-gico. Cassirer indica repetidamente que la ciencia crea con­ceptos auxiliares, como los de fuerza, átomo, etc., para poder formular convenientemente las teorías que ha establecido en cierto tiempo, pero que en épocas posteriores esos conceptos auxiliares se convierten en esencias, "conceptos ontológicos", que son mantenidos, aunque ya no sean muy convenient~s

en el estado de la ciencia en ese tiempo. ~sta, empero, es precisamente la crítica hecha a los conceptos de existencia de los filósofos, por el Círculo de Viena, censurada tantas veces como "antifilosófica".

En mi ensayo con motivo de la muerte de Erost Mach 3) • caractericé como el núcleo plZrdurable de las doctrinas de Mach su lucha contra la " idolatría de los conceptos auxi-

8) Naturwis~n¡chaften. 1917: véasz Capítulo 11.

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liares". El filósofo católico francés J. Maritain, en el Con­greso Tomista de Roma, realizado en el verano de 1936, caracterizó como un gran servicio, e~ncial también para la filosofía católica, el hecho de que la finalidad del Círculo de Viena y de todo el movimiento del empirismo lógico fuese "desontologizar la ciencia".

La desintegración de la filosofía de escuela en la obra de Cassirer se revela muy claramente en su concepción general de la ley de causalidad. Cree que no existe una ley que pueda ser formulada como una ley precisa de la natura­leza. En su opinión, la ley de causalidad sólo afirma que existen, en general, leyes de alguna clase en la naturaleza. Kant trató también de formular la ley de causalidad COll

respecto a su contenido, afirmando, por ejemplo, que para cada proceso existe otro "al cual sigue de acuerdo con una regla". Cassirer rechaza no sólo la original fórmula cosmo­gónica de Laplace, sino también la formulación mucho más general de Kant; sólo admite el requisito formal, también atribuíble a Kant, de que la naturaleza pueda ser descrita con ayuda de reglas simples. Aquí, con todo, difícilmente hemos pasado por alto alguna contradicción con la concepción de la ciencia puramente positivista de Ernst Mach.

Otro rasgo fundamental de la concepción de Cassirer es el de que la forma de la ley causal y los conceptos de 10 que uno llama un objeto se condicionan mutuamente. ~sta es asimismo una tesis fundamental del empirismo lógico y h :l sido tomada del positivismo. Sólo que el empirismo lógico da a esta tesis un giro más formal: la forma de toda ley física depende de las variables que se adoptan para des­cribir el estado de un sistema. Puede suceder que con res­pecto a algunas variables para un cierto dominio de fenó­menos existan leyes deterministas, pero no para otras va­riables. Esta consideración conduce, en el caso extremo, a la aserción convencionalista de que mediante la adopción

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de ciertas variables puede hacerse válida la ley de causalidad. la cual, no obstante, nada dice acerca de la naturaleza SillO que es simplemente una "definición del estado de la cues­tión". Es decir, que en el lenguaje de Cassirer, mediante la adopción de un concepto apropiado del " objeto" se puede siempre hacer efectiva la validez de las leyes de causalidad. Como el positivismo, Cassirer evita este convencionalismo exigiendo solamente que las leyes de causalidad sean "sim­pIes". El concepto de simplicidad sigue siendo en este caso exactamente tan vago como en el caso de los positivistas. Y el requisito de la "existencia de leyes naturales" que, según Cassirer, constituye el contenido real de la ley general de causalidad, implica ese concepto impreciso de la "simpli­cidad" de un modo muy fundamental. La afirmación de que la ley general de causalidad puede ser expresada sólo vagamente era una de las tesis esenciales de mi libro La ley de causalidad y sus límites, el cual fué llamado en consecuen­cia "hiperescéptico" y "antifilosófico" por muchos. Sin embargo. la concepción de la causalidad de Cassirer, a la q'le he llamado en tono aprobatorio "desintegrante", posee exac­tamente ese mismo carácter. Puesto que Cassirer entiende por determinismo sólo el requisito de que existen leyes sim­ples en la naturaleza, no puede encontrar contradicción alguna, por supuesto, entre este requisito y la moderna me­cánica de los quanta. En lugar de las leyes de la física clá­sica tenemos otras leyes igualmen te exactas. La exposición de Cassirer no es, por lo tanto, una crítica de la física m')­derna desde el punto de vista del "determinismo filosófico", pero no es tampoco un intento de mejorar el "determini~­mo filosófico" con ayuda de la física moderna. Lo que hace Cassirer es realizar una investigación sobre la cuestión de cómo las reglas y leyes de la física han cambiado su forma en los años recientes a causa de la mecánica de l"s quanta. ESta investigación es realizada con un perfecto

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conocimiento del tema. Con excepción de unos pocos pun­tos oscuros, se halla de acuerdo con la física moderna y, naturalmente, nunca puede hallarse en contradicción con los principios de esta última. No pone, pues, a las leyes de­terministas filosóficas como jueces de los principios de la física; más bien está dispuesto a considerar que toda ley correcta cum.ple el postulado determinista.

Esta concepción es con seguridad completamente def-en­dible y más útil para comprender la física moderna que lo~ intentos realizados por muchos filósofos para formular la ley de causalidad con más precisión y para interpretar luego las teorías físicas de modo que se ajusten a ese plan. Un ejemplo de tal método es el libro muy conocido, y en mu­chos respectos sagaz, de la físico y filósofo Grete Hermann sobre La base {¡losófica de la teoría de los quanta 4). La autora parte de la formulación especial de Kant sobre la ley de causalidad y, de acuerdo con ella, trata de formular los principios de la física de los quanta de modo que para cada proceso exista otro al que sigue el primero de acuerdo con alguna regla. Sin embargo, después se ve obligada a in­troducir como "causa" un proceso que, aparte del efe.:to por el cual es aceptada, no puede ser observado, de modo que la ley de causalidad se convierte en una mera tautologí~. Semejante procedimiento estéril es evitado por Cassirer me­diante 'su muy amplia comprensión del determinismo. No obstante, muchas distinciones entre la física clásica y la mo­derna se pierden quizá por ello. Si se expresa la ley de causalidad, siguiendo a Laplace, como la posibilidad de pre­decir procesos futuros, ello también es estéril a menos de que se diga cómo deben describirse los estados de un sistema físico. Empero, se puede tratar de formular la posibilidad

4) Die naturphilo&ophischen Grundlagen du Quantenmechc.nik (B(t­Iín. 1935) .

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de predicción de acuerdo con las posibilidades experimentales y entender por descripción sólo la descripción de procesos que pueden ser efectivamente realizados. Por ejemplo, se puede decir que, según la física ~jásica, mediante un per­feccionamiento suficiente del mecanismo de puntería se pue­d.z dar en el centro de un blanco dentro de cierto grado deseado de aproximación; en tanto que, según la teoría de los quanta, si uno bombardea al blanco con electrones, nunca será posible impedir que se dispmen por debajo de cierto grado. Podemos decir, por 10 tanto, en cierto sentido, que en el campo de los procesos observables la nueva física ató­mica no es ya determinista del mismo modo que la mecánica clásica.

Cassirer caracteriza muy apropiadamente en sus rasgos generales el cam.bio en las leyes físicas debido a la física mo­derna, diciendo que ahora no es el concepto de la "cosa", sino el concepto de la "ley" el que ocupa el primer término, y que la llamada realidad física, el objeto físico, es solamente creado por la ley que obtenemos de la observación. Dice (en la página 164):

"Ya no tratamos con un ser, contenido en sí mismo y absolutamente determinado, cuyas leyes conocemos directa­mente y al cual podemos atribuirle estas leyes como sus atri­butos. Lo que forma realmente el contenido de nuestro conocimiento empírico es más bien el conjunto de observa­ciones que agrupamos en cierto orden y que podemos repre­sentar mediante conceptos teóricos de las leyes de acuerdo con este orden.

" Hasta donde se extiende el dominio de estos conceptos se extiende también nuestro conocimiento objetivo. Hay ob jetividad o realidad objetiva porque, y mientras, hay leyes; no a la inversa. De eso se sigue que no podemos hablar de un ser físico de otro modo que sujeto a las con­diciones del conocimiento físico, incluyendo sus condic'Íones

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generales así corno esas condiciones especiales que son válidas por sus observaciones y medicion'Zs."

Leyendo tales reflexiones, se llega a pensar que Cassirer acepta completamente la concepción positivista de la teoría de los quanta, según la cual conceptos corno "posición" o "velocidad de una ' partícula" sólo pueden ser empleados en ciertas condiciones exp¡zrimentales, y según las cuales las fórmulas de la física constituyen únicamente las instruccio­nes para relacionar entre sí a esas observaciones.

El lector se confirma aún más en su opinión del libro de Cassir'Zr cuando llega a la afirmación: "Si sucede que ciertos conceptos, corno los de posición, velocidad, masa de un elec­trón particular, ya no pueden llenarse para nos'otros con un contenido empírico concreto, deben ser eliminados del siste­ma teórico de la física, por importantes y provechosas que puedan haber sido sus contribuciones."

Cassirer empl'Za con frecuencia una terminología enlazada con el positivismo de Pi erre Ouhem del siglo XIX: "Elegi­rnos los conceptos de modo que mediante ellos sean descritos los fenómenos todo lo compl'Zta e inequívocamente que sea posible, de modo que mediante ellos sean conservados los fenómenos. Este requisito de crqí~Elv 'tel <pULvó~lEva se remonta a los albores de la física científica."

No obstante, cuando Cassirer trata de describir el verda­dero papel de conceptos como los de punto-masa, posición y velocidad de la física de los quanta, se expresa con bas­tante vaguedad. Expone las formulaciones más o menos condicionales de varios físicos como Schr6dinger, Heisen­berg, Oirac, etc., pero no se decide en favor de ninguna :Ie ellas como la más satisfactoria desde su punto de v:sta. Me parece que es mejor adoptar las últimas formulaciones de Niels Bohr que dió en el segundo Congreso para la Unidad de la Ciencia de Copenhague y que son plenamente compa­tibles con las formulaciones del empirismo lógico. Bobr

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dij~ allí con toda claridad que conceptos corno los de "posi~ ción de una partícula" y "velocidad de una partícula" son expresiones del lenguaje corriente que pueden ser empleaJas en la física atómica sólo en condiciones experimentales espe­ciales; desde luego, "posición" y "velocidad" pueden ser empleadas solamente en condiciones que se excluyen mutU3-mente. El término "punto-masa" nunca se presenta en la física atómica con todas las propiedades que tiene en el len­guaje corriente y en la física de procesos mecánicos macro~­cópicos. En la descripción de muchos experimentos fi~ra un punto-masa que a veces tiene una posición precisa, y a veces también una determinada velocidad. El hecho de que en esos casos se emplee el término "punto-masa" se debe a la relación con el movimiento de grandes cuerpos. En reali­dad, sin embargo, este término es empleado en un sentido algo diferente o, más exactamente, de acuerdo con reglas sin-

tácticas di feren tes. Por las conferencias que se dieron en el congreso antes

mencionado, se ve claramente ' que en la concepción comple­mentaria de la física atómica se trata únicamente de adoptar una nuel)a sintaxis de las palabras "posición" y "vdocidad de una partícula" diferente de la del lenguaje corriente 11) •

A este respecto señaló Strau~s que no se trata en absoluto de adoptar nuevos objetos misteriosos como "partículas sin

una posición precisa" G). En todas esas conferencias se demostró claramente que,

aunque pueda existir una diferencia entre Bohr y los puti­darios del empirismo lógico en sus opiniones sobre la apli­cación del principio de lo complementario a la biología y la psicología, no hay con seguridad diferencia en sus ideas sobre el significado de lo complementario en la física.

5) Véase la conferencia de M. STRAUSS. G) Véase. además de la conferencia de N. BOHR, las de M. SCHLICK,

V . LENZEN y mías.

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Me parece que Cassirer comenzó con una formulación de la concepción de lo complementario en la mecánica atómica que era algo vaga. tanto desde el punto de vista físico como desde el lógico. Este defecto aparece también de vez en cuando en su exposición general. Puede demostrarse fácil­mente que hay muchas partes en el libro de Cassirer que

. no pueden ser comprendidas desde el punto de vista del em­pirismo lógico. hecho que se relaciona. en mi opinión. con su abandono prematuro del análisis científico y su entrada a la metafísica.

Se ve un indicio de esta transición en afirmaciones como ésta: " ... pero un concepto como el del punto material. por la misma naturaleza de la materia. nunca puede ser enten­dido como la copia de un objeto físico: es una forma cuyo significado y contenido consisten en su utilidad para la teo­ría. en su capacidad para llegar a leyes simples y rigurosas para los fenómenos" .

¿Qué significa realmente llamar al punto material una " forma " ? Esto significa evidentemente en el lenguaje de la física que los enunciados en que figura el término "pun­to material" deben tener una forma sintáctica precisa para ser aptos para la representación de observaciones. y que esta forma sintática en la mecánica de los quanta no es ya la misma que en la mecánica clásica y en el lenguaje corriente. Cassirer. sin embargo. no emplea la palabra "forma" ex-

. presa mente en el sentido de "forma sintáctica" . Tal como él la emplea es una reminiscencia de la terminología kan­tiana. en la que espacio y tiempo son "formas de experien­cia" . Aquí la palabra "forma" no es tomada en el sentido de "forma espacial" como en el lenguaje corriente. ni en el sentido abstracto en que. por ejemplo. se habla de la " for­ma de una ecuación matemática". sino en un sentido com­pletamente específico que en realidad sólo se presenta en la filosofía kantiana y puede conducir a serios errores. Si uno

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,

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llama al punto material una "forma". hace uso de un len­guaje que no se ajusta bien al esquema de las proposiciones 'físicas. P ara ser correcto debería decir: "Punto material es una expresión que. combinada con otras palabras de acuerdo con reglas sin tácticas definidas. es apropiada para la representación de observaciones."

Es fácil ver que Cassirer. en otros lugares. se expresa real­mente como si. detrás del mundo de las relaciones que la teoría establece entre las observaciones con ayuda de sus sím­bolos. exiHiese otro mundo "real" al que nos podemos apro­ximar sólo imperfectamente.

Inmediatamente después de la afirmación antes citada. de que fuera de las relaciones entre las observaciones uno no puede hablar de un "ser físico". Cassirer dice:

" Este Eer ha perdido así su permanencia esencial. Se ha­lla hasta cierto punto incluído en el proceso del conocimien­to físico y debe ser considerado sólo como un límite al que tiende este proceso. pero que nunca es enteramente alcan­zado."

El "mundo real". esa ficción característica de toda filo­sofía de escuela. sigue siendo un " límite" en la concepción de Cassirer. Sería consecuente. no obstante. quitarle tam­bién ese papel. pues hasta en este respP.cto uno no puede hablar de él científicamente.

Apenas acaba de hablar Cassirer de este " límite" cuando vuelve a hacer afirmaciones en un sentido enteramente po si­tlvl~ ta . Uno ve en ello muy claramente la desintegración de la filosofía de escuela . la cual. empero. ha dejado todl­vía sin tocar cierto fondo oscuro. a saber. ese " límite" y esas " formas".

Que esta (en mi opinión ) no enteramente consecuente actitud crítica con respecto a la metafísica le impide expon'!r el sentido científico de la física de los quanta con completl daridad. puede verse en varias partes del libro de Cassirer.

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Cassirer expone los hechos establecidos por el princip;1) de incertidumbre de Heisen berg *) del siguiente modo: "De acuerdo con las condiciones en que es hecha la observación, el objeto nos muestra ha~ta cierto punto un aspecto dife­rente. Obtenemos, de acuerdo con la elección del instrumen­to de medición y el uso que hacemos de él, diversos cuadros del acontecimiento. Ninguna observación particular puede d~scubrir y mantener para nosotros a un tiempo la totalidad de los aspectos posibles. Mediante cada preparativo de me­dición particular se nos ocultan, por decirlo así. ciertas ca­racterísticas del acontecimiento. como por ejemplo la natu­raleza de la onda o la natural.zza de la partícula de luz. en tanto que otras son presentadas en su lugar. Qué es la cosa en un !entido absoluto. aparte de las circunstancias de la observación tal como ha sido realizada en los diversos expe­rimentos. es algo acerca de 10 cual ya no obtenemos una respuesta."

Mediante este modo de expresión describe Cassirer la si­tuación como si en la mecánica de los quanta se tratase de cosas absolutas. las cuales. empero. no pueden ser compren­didas en todos sus aspectos con un solo preparativo de me­dición. De este modo él lleva a la física la terminología de la filosofía del idealismo trascendental. que es enteramente extraña a la doctrina de 10 complementario de Bohr en .m forma física. La física de los quanta dice únicamente que. con ciertas disposiciones experimentales. conceptos oles co­

mo los de " partícula con una posición precisa" o "partícula con una velocidad determinada" pueden ser definidos. En otras palabras. los procesos físicos que se presentan con esas disposiciones experimentales pueden ser predichos mediante enunciados en los que uno se refiere a "una partícula con una

*) A este principio se 10 suele llamar también el principiO! de . indeterminación. de H eisenber¡t. (N. de D.)

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posición precisa" o "una partícula con una velocidad deter­minada". pero no hay disposición alguna por medí:> de la cual se pu'.?da predecir procesos mediante enunciados que impliquen "una partícula con una posición y una velocidad determinada". Esto. sin embargo. no significa que existan partículas tales que. a causa de io defectuoso de nuestros aparatos o de leyes naturales maliciosas. no podamos medir con todas sus características (posición y velocidad); signi­fica más bien que las combinaciones de palabras como "una partícula de coordenadas x. y. z y velocidad ux, uy• u. no deben ser introducidas en el lenguajl2 de la fíúca. Si decimol! ahora que las cosas que corresponden a esas combinaciones de palabras existen . no obstante. como cosas absolutas pero incognoscibl.-zs. entraríamos en la metafísica pura Y destrui­ríamos todo lazo con la experiencia. lo cual no es segurl-

mente el propósito de Cassirer. Cassirer caracteriza con frecuencia muy atinadamenté la

estructura lógico-ci.-z ntífica de las leyes de la mecánica de los quanta. pero luego las formula siempre en el lenguaje. de la filosofía idealista. privándolas de este modo de su sig­nificado científico claramente delineado y abriendo la pu.-zrta a interpretaciones erróneas en la dirección de una metafísica

absolutista. Que Cassirer no acepta fundamentalmente esta interpre­

tación metafísica de la teoría de los quanta se ve en la deter­minación con que rechaza la opinión de que pu.eden dedu­cirse de esa teoría toda clase de conclusiones en favor del libre albedrío o hasta de la responsabilidad moral. Con mucha más claridad que numerows físicos. Cassirer ve 10 engañoso de tales argum.-zntos y los caracteriza muy apro­piadamente. Dice. por ejemplo: "Sería muy malo en d mismo para la ética y para su dignidad que ella no pudit'ra mantener su autoridad sino vigilando las brechas en la ex·

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plicaci6n científica de la naturaleza y. por decirlo asr. deslio zándose por esas brechas".

En esas palabras caracteriza Cassirer hábilmen te los re. petidos intentos de los filósofos y de muchos físicos de em­plear las lagunas de la ciencia para introducir factores sobre­naturales.

En otro lugar dice: " . . . si la idea de la libertad ética fuese amenazada por estas ideas [de las leyes naturales ri­gurosas] no podría obtener ayuda alguna de la mecánica de los quanta. Por 10 que respecta a este problema no im ­porta qu.e pensemos que un fenómeno natural es rt>gido por leyes dinámicas rigurosas o que supongamos simple­mente una regularidad estadística. Pues aun desde este úl­timo punto de vista están determinado hasta cierto punto que la libertad ostensible. el libre albedrío. no puede hallar refugio en ella. Un hecho que. desde e! punto de vista físico. debe ser considerado como no completamente imposible. desde luego. pero. sí como improbable en el más alto grado. es un acto que no necesita se~ tomado en consideraci6n en el dominio de nuestra voluntad."

y en forma breve y precisa añade: "El problema de la naturaleza y la libertad sigue siendo el mismo. ya tom~mos

las I'i!yes generales que forman el concepto de la naturaleza. o las leyes dinámicas o las leyes estadísticas."

Esta separación de la cuestión de las leyes naturales de la cuestión de la libertad ética es tratada por Cassirer de una man'i!ra muy semejante a la de Schlick en sus Problemas de Etica 7). que fué atacada como extremadamente positivista. También e! rechazo del empleo de las lagunas en las leyes físicas para introducir factores espirituales se deriva de !Js líneas del pensamiento positivista y puede hallarse tratado

7) Fragen der Ethik (Viena: J . Springer. 193 O).

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en una forma muy semejante en mi libro La ley de causa­

lidad y sus limitaciones. Esta actitud áe Cassirer con respecto a la cuestión de las

relaciones entre la mecánica de los quanta Y la ética dehe ser valorizada tanto más en vista de! h'Zcho de que ha h abi­do muchos físicos que han apoyado con entusiasmo el m al uso de la teoría de los quanta y a veces hasta 10 han ini­ciado. Como un contraste con la argumentación rigurosa­mente científica de Cassirer sobre esta cuestión me gustaría citar unas pocas frases de una reciente conferencia del fa­moso físico inglés J. H. J eans. Éste dice: " El h ombre co­mún sencillo . . . creía que estaba en libertad de elegir entre 10 superior y lo inferior. entre lo bueno y lo malo, entre el progreso y la decadencia. A muchos " victorianos" les pa­recía que la ciencia se oponía a todas esas creencias. Nada sabían de superior ni inferior. de progreso n i decad·: nciJ; sólo sabían de una vasta maquinaria que funciona automá­ticamente y por su propia in t> rcia . como si hubiera sido puesta en movimiento en la primera mañana de la creación. Ahora empezamos a creer que esa oposición era erróne:l. que el Universo puede ser más parecido a la concepción que de él ha formado e! sentido común del hombre simple que 10 que se creía posibl'i! hace una generación, Y que la huma­nidad puede no haberse equivocado al creerse en libertad para elegir entre lo bueno y lo malo, para decidir la d irec­ción de su evolución, y para forjarse su propio futuro den­

tro de ciertos límites" 8) . Al final de su libro indica Cassirer qué empleo puede

tener su filosofía de la mecánica de los quanta. Cree que el cambio de punto de vista entre la teoría ondulatoria y la teoría de las partículas que realiza la teoría de los quanta dentro de la física . es análogo al cambio de punto

8) Scienrific Progres¡ (Londres. 1935) .

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ENTRE LA FlSICA y LA FILOSOFtA

de vista que tiene lugar cuando uno pasa de las considera­ciones científicas a las éticas o estéticas. Esta analogía ha sido insinuada también por muchos físicos, tales como P . Jordán y Grete Hermann , y hasta por N. Bohr, aunque muy cautamente y con muchas restricciones. Que se la consi­dere profunda y provechosa o simplemente superficial es más una cuestión de conjeturas acerca de la evolución futu­ra que de argumentación científica.

Para resumir : el libro de Cassirer debe ser bien acogido desde el punto de vista del empirismo lógico como un intento muy afortunado de continuar el ajuste de la filo­sofía idealista tradicional al progreso de la ciencia, que en mi opinión puede terminar únicamente con la completa desintegración de la filosofía tradicional. Los argumen­tos ingeniosos de Cassirer , expuestos en un lenguaje claro y comprensible, serán leídos con gran provecho por todos los físicos' y contribuirán a corregir muchas interpretaciones fal­sas de la fídca moderna. Para los partidarios de la filosv­fía de escuela el libro significa, como muchos escritos ante­riores de Cassirer, la salida de una impasse.

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'-.

CAPíTULO X

ERNST MACH y LA UNIDAD DE LA CIENCIA

El famoso filósofo y psicólogo norteamericano William J ames hizo en el año 1882 una excursión por Europl y en todas partes encontró hombres de ciencia interesados por sus trabajos. A fines de octubre, llegó Jam'?s a Praga y conoció a Ernst M ach. James describió sus impresiones de ese encuentro en una carta que e~cribió a su esposa, quien se encontraba en los Estados Unidos : " Mach vino á mi hotel y yo pasé cuatro horas paseando con él en su club ; mantuvimos una conversación inolvidable. No creo qne nadie me haya producido nunca una impresión tan fuerte de genio intelectual. Parecía que ha leído todo y que ha meditado acerca de todo y pose-e una absoluta simplicidad de maneras y una sonrisa atractiva, que son encantadorJs."

No deseo hablar aquí de la enorme actividad de Mach en física, fisiología , psicología, historia y lógica de la cien­cia, para hacer lo cual necesitaría una serie de notas. En cambio, hablaré acerca de la actividad de M ach sólo en la medida en que puede ser considerado como uno de los p re­cursores espirituales del Movimiento de la Unidad de la Ciencia y particularmente como el verdadero maestro del

Círculo de Viena.

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ENTRE LA FlsICA y LA FILOSOFtA

Cien años después del nacimiento de Ernst Mach no debemos olvidar o desestimar el hecho de que su obra goce todavía de plena vida. Si examinamos las opiniones de los obreros científicos del presente, encontramos que muchos de ellos rechazan decididamente su doctrina. Por otra parte hay gran número de hombres de ciencia que manifiestan con entusiasmo su completo acuerdo con él. Pero entre todos los que conocen la doctrina de Mach hay muy pocos que se conducen con imparcialidad o indiferencia a su res­pecto. A pesar de ello, las opiniones acerca de cuáles son los rasgos más característicos de su doctrina, son muy diferentes y a veces hasta contradictorias.

Por una parte, Mach es descrito como el opositor mas radical a todo intento de introducir en la ciencia factores que tengan algún matiz de una tendencia espiritualista. Hasta en un concepto que durante largo tiempo ha sido en física tan común, como es el de fuerza, vió una remini,­cencia perjudicial de la anticuada representación del mundo que tuvo el hombre primitivo, el cual fué animista y feti­chista. Por otra parte se nos dice que, según Mach, nuestro mundo consiste enteramente en percepciones o comple jos de percepciones; que no l'xiste una cosa como la matcria para la construcción del mundo. Por este motivo Mach ha sido proclamado como el campeón de la filo:ofía idea­lista dentro de la ciencia moderna y como un dirigente II~n la lucha contra el materialismo.

Insinuemos otra diferencia de opinión: por una plrte ~e .dice que Mach pretende que la ciencia no tiene que hacer más que registrar los hechos observables y resumir esoS hechos mediante fórmulas económicas y apropiadas. El hombre de ciencia, según Mach, tiene que estar en guardia contra las generalizaciones audaces mediante las cuales puzde introducirse en la ciencia un elemento animina o metafísico. Por otra parte, los físicos que trabajan en sus laboratorios

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MACH y LA UNIDAD DE LA CIENCIA

de investigación acusan a Mach de no reconocer ' la exis­tencia de hechos objetivos. Según esas personas, Mach sos­tiene que sólo hay opiniones subjetivas de' físicos par­ticulares, pero no hechos reales; no existe un verdadero mundo fíúco cuya exploración es, según se supone, el fin del trabajo de investigación de los físicos. Por este motivo se alega que la doctrina de Mach ejerce una influencia paralizadora en los trabajos de investigación y por lo tanto en el progreso de la ciencia. S610 la creencia en un mundo real. objetivo, puede dar al físicd la actividad mental y la fuerza que necesita para llevar a cabo su difícil empresa.

¿De dónde nacen estos juicios diferentes , a veces también contradictorios, acerca de los puntos principales de la fi !o­sofía de Mach? ¿ Cuál es la esencia de la doctrina de Mach de!.'crita por diversos autores de maneras tan diferent~s ? El principal motivo de estas diferencias es, según creo, que los filósofos, y a veces también los hombres de ázncia, se empeñan en discutir la doctrina de Mach en el lenguaj? de la filosofía tradicional. En este lenguaje se encuentran tér­minos como "idealismo", "espiritualismo", " materialili­mo", "mundo real objetivo", "opinión subjztiva del mun­do real", etc, Pero la cU'2stión estriba en que es imposible describir la doctrina de Mach en este lenguaje, en que es imposible describirla con los términos de la filosofía tra­dicional. Si deseamos formarnos un concepto ad'2cuado de la doctrina de Mach, nunca debemos olvidar que siemp:e rehusó el título de filósofo. Muchos filósofos lo han elo­giado por su modestia. Pero no creo que fuese pr·:cisamente modestia. Deseaba más bien trazar una clara línea divi­soria entre sU propia doctrina y la de la filosofía tradi­cional.

Para comprender la línea principal del pensamiento de Mach tenemos ante todo que prestar atención, según mi parecer, a un pasaje de la introducción de su libro El aná-

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lisis de las sensaciones 1). Explica allí cuál fué su propó­sito principal al escribir los estudios considerados común­mente como filosóficos. Mach parte del hecho de que los hombres de ciencia están acostumbrados a utilizar. en su campo científico particular. ci~rto sistema de conceptos o para decirlo más exactamente, ciertos términos técnicos. cier­to lenguaje técnico, lo cual es muy conveniente dentro de su campo especial, es decir dentro de la física. Pero este lenguaje técnico especial puede llegar a ser muy inconve­niente y hasta engañoso si se aplica a la descripción y for­mulación de los problemas fronterizos que surgen cum­do pasamos de una ciencia especial a una ciencia vecina, como por ejemplo. de la física a la biología o la psicología. He aquí las propias palabras de Mach: "Yo no pretendo el título de filósofo. Sólo deseo adoptar. en física, un punto de vista que no tenga que ser abandonado inmediatamente cuando examinemos el campo de otra ciencia. Pues todas las ciencias forman esencialmente un todo. Esto que afirmo, no soy quizá el primero en afirmarlo. Además. no deseo presentar mi exposición como una empresa extraordinaria. Creo, más bien, que habría hecho lo mismo cualquiera que hubiese tratado de estudiar un campo de la ciencia que no fuera demasiado reducido." Según M ach, fste deseo de utilizar un modo de expresión unificado en todos los cam­pos de la ciencia es una consecuencia del propósito fconó­mico de la ciencia. Este propósito implica la comprensión de todos los hechos posibles por medio del sistema de pro­posiciones más sencillo posible.

Puesto que Mach trata en sus estudios de tantas clases diferentes de problemas en los campos de la física. la fis io­logía y la psicología, muchos hombres de ciencia no hJn descubierto la tendencia principal de esos estudios. Con

1) B,irrage zur Analysc der Empfindungen (Jena: Fiseber 1886) .

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MACH y LA UNIDAD DE' LA CIENCIA

objeto de descubrir la clave de los mismos, tenemos que leer con atención otro pasaje de la misma introducción. Mach dice allí expresamente: "La base de todas mis inves­tigaciones acerca del fundamento lógico de la física. así como de la fisiología de las percepciones. ha sido una única opinión ( que todas las proposiciones metafísicas deben ser eliminadas, porque son inútiles y perturbadoras para el pro­pósito económico de la ciencia." y el famoso libro de Mach La mecánica y su evolución 2) comienza con esta frase: "La tendencia de este libro es explicativa o, para decirlo más exactamente, antimetafísica."

En los informes que los defensores de la filosofía tra­dicional han dado sobre la doctrina de Mach puede leerse con frecuencia que esa doctrina sostiene que el mundo se compone de percepciones y no de partículas materiales. Pero por los pasajes que acabamos de citar, en los que Mach describe expresamente el propósito principal de sus investigaciones. puede verse que estas investigaciones nada tenían que ver con problemas como el de si el mundo ~e

compone de percepciones o de materia. ~ste es más bit!n el modo típico como le gusta plantear un problema a la filosofía tradicional. Y es precisamente este modo de plan­tear un problema el que rechazaba Mach enfáticamente.

De aquí que la tendencia principal de Mach pueda ser descrita con los lemas unificación, (es decir, presentación económica) de la ciencia y eliminación de la metafísica. Veremos que ,estos dos propósitos se relacionan estrecha­mente entre sí. Y veremos que la doctrina más populari­zada de Mach, según la cual el mundo real consiste en percepciones, nunca fué formulada por él de esta manera metafísica. Si tratamos de averiguar 10 que pensaba real­mente cuando sostenía que nuestro mundo se compone de

2) Die Mechanik in ihrer Entwickelung (Leipzig. 1883) ,

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percepciones o complejos de percepciones, pronto veremos que la frase "complejo de percepciones" no es en modo alguno a los ojos de Mach una afirmación que se refiere a una propiedad del mundo real, sino sólo un medio útil para la unificación de la ciencia y la eliminación de la metafísica. Sería comprender mal los propósitos de Mach creer que la construcción del mundo mediante percepciones, que era meramente un medio para obtener un fin, era el verdadero fin de su filosofía. Muchos de sus intérpretes filosóficos se atienen firmemente a este medio para un fin, "el lenguaje de lo perceptible", y omiten los verdaderos propósitos de la doctrina de Mach, la unificación de la ciencia y la eliminación de la metafísica. Pues, según Mach, la ciencia es puesta en grave peligro y a veces frustrada, precisamente a causa de la presentación de algunos resul­tados científicos en términos metafísicos.

Si uno describe a la física como la ciencia de la materia, a la biología como la ciencia de la vida, a la p:ico!ogía como la ciencia de la mente y a la sociología como la ciencia de la mentalidad colectiva, se adoptan conceptos metafísicos o palabras como materia, vida, alma, alma co­lectiva, etc., y es obvio que palabras como materia y alma, por ejemplo, no son probablemente reducibles a los mismos términos. Es fácil demostrar que la adopción de expre­siones de esta clase hace imposible la representación de nuestras experiencias mediante un sistema unitario de tér­minos; en otras palabras, hace imposible la unificación de la ciencia.

Para salvar estas dificultades sugirió Mach la formula­ción de las leyes de la física como relaciones funcionales entre percepciones tales como verde, caliente, duro, etc., incluyendo también, por supuesto, las pzrcepciones de es­pacio y tiempo. Todo experimento físico consiste en obser­var cómo se relaciona la alteración de algunas percepciones

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MACH y LA UNIDAD DE LA CIENCU.

con la alteración de otras. Si no intervienen percepciones que afectan a nuestros propios cuerpos, por ejemplo, si 110

hay alteración de percepciones a causa de la intoxicación de nuestros nervios, nos hallamos en el campo de la física. Si observamos las relaciones entre las percepciones, inclu­yendo las percepciones que surgen de la alteración en nues­tros propios cuerpos, nos hallamos en el campo de la fisir)­logía o la psicología. Pero se ve que ya no podemos demos­trar la imposibilidad de un lenguaje unificado de la ciencia si partimos del lenguaje de las percepciones de Mach c:n vez de la terminología metafísica de la filosofía tradicio­nal y. debemos admitirlo, a veces hasta de la ciencia tra­dicional.

Por lo contrario, si partimos del punto de vista de Mach y formulamos todas las proposiciones científicas en función de percepciones, se hace posible la unificación de la ciencia. Mach nunca sostuvo que nuestro mundo consistiese '!n complejos de percepciones, sino que toda proposición cien­tífica era una afirmación acerca de complejos de percep­cioms. Bien sea una proposición de física, de biología o de psicología, sólo puede ser demostrada o refutada ~or

comparación con la observación. Pero acerca de las obs2t'­vaciones sólo podemos formular proposiciones que cont¡~­

nen términos de percepción como predicados, por ejemplo, verde., caliente, etc., alegre, penoso, etc. .

Vemos que, según Mach, la unificación de la ciencia es posible, pero sólo si se formulan todas las prop Jsiciones científicas como proposiciones acerca de complejos de p"r­cepciones, en el ~entido más amplio de esta palabra. Toda proposición que afirma algo acerca de nuestras obóerva­ciones contiene términos como vErde, caliente, etc., como predicados -términos de 10 perceptible, como los llama Carnap-. Una proposición que no es reducible a propo: siciones que contengan sólo términos de lo perceptible como

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predicados n o puede ser registrada por la experi"ncia: es una propofÍcién metafísica. De aquí que p3ra Mach la expreSlon "eliminación de la metafísica" signifique la eli­minación de todas las oraciones que no son reducibles a oraciones que contengan sólo términos de lo perceptib~p

como predicados. La eliminación de las proposiciones meta­físicas de la ciencia deja sólo oraciones de tipo homogéneo. a saber. oraciones con términos de lo perceptible como predic:l­dos. En consecuencia, si pedimos a la CÍ<zncia una repre­sentación económica de nu.estras experiencias, es d?Cir, una representación mediante un sistema de conceptos unificl­dos. deb"mos admitir únicamente proposicion-:?s reducibles a proposiciones que contienen sólo términos de lo percep­tible como predicados.

~I:'te es el verdadero significado de la doctrina de Mach según la cual todas las proposiciones de la ciencia tratan de percepciones. ~l no quería hacer una afirmación acerCl de la cuestión ¿en qué consiste el mundo?, sino indicar cómo tienen que ser formadas las proposiciones de la cien­cia para hacer posible la unificación de la misma. Su dedu<:­ció n es ésta: La unificación de la ciencia es sólo posible mediante la eliminación de las proposiciones metafísicas. Sólo quedan, por lo tanto, proposiciones de un tipo homo­géneo. De aquí que podamos formar con ellas un sistema lógico coherente.

La eliminación de la metafísica de la ciencia no era para Mach, como ahora comprendemos, una exigencia surgida de un estado de ánimo antimetafísico, sino el único medio de hacer po~ible la unificación de la ciencia. Según él. la metafísica debe ser eliminada "porque es contradictoria con la función económica de la ciencia".

Muchas personas se asombraron porque la filosofía de Mach, a la que se suponía una especie de idealismo (seme­jante a la filosofía del obispo Berkeley) cambiase tan fí-

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cilmente. o -para hablar con términos de la filosofía idea­lista- degeneras/'? tan fácilmente en el fisicalismo. Hemos visto que hasta el Círculo de Viena pasó muy rápidamenu del lenguaje fenomenalista, empleado por Carnap y por Schlick siguiendo a Mach. al lenguaje fisicalista reclamado por Neurath. En el fisicaJismo, que ahora desempeña un gran papel en todos los estudios que parten del punto de vista del empirismo lógico (de la manlZra más coherente y exacta en los estudios de Carnap) se emplea un lenguaje que parece muy cercano al materialismo.

Así. ha sido para muchos filósofos un enigma y casi una fuente de irritación el hecho de que las opiniones de un grupo que pretende poseer un sentido particular de la con­formidad lógica hayan podido oscilar tan fácilmente entre los polos opuestos del pensamiento humano, el idealismo y el materialismo.

Pero esta antítesis que existe según la filosofía tradicio­nal entre el materialismo y el idealismo no es, según Mach, una antítesis científica. A Mach no le gustaba emplear términos como "idealismo" y "materialismo", y si los uti­lizó fué sólo para rechazarlos. Aunque rechazó el mate­rialismo lo mismo que el idealismo, este rechazo no signi­fica que tratase de adoptar un punto de vista intermedio entre el idealismo y el materialismo. Para él tanto el idea­lismo como el materialismo son sistemas de proposiciones metafísicas, no teorías científicas, pues no pUlZden ser com­probadas ni refutadas por la experiencia. Poseía lo qu~ podría llamarse la aversión instintiva de un hombre de ciencia auténtico al uso de términos vagos en la ciencia como idealismo o materialismo. Esta aversión 10 indujo a veces a hacer declaraciones contra el uno o el otro de lns sistemas metafísicos. Y estas declaraciones fueron muchas veces mal interpretadas como declaraciones a favor del otro sistema, exactamente como si, al rechazar una especie de

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metafísica, defendiese la metafísica contraria. Desde el pun­to de vista de Mach la cuestión del "idealismo" o el "mate­rialismo" no puede ser planteada como un verdadero pro­blema CÍozntífico. Todo intento de explotar las conquistas de la ciencia para sostener la metafísica idealista o mate­rialista está condenado desde un principio al fracaso.

Lo que Mach sentía instintivamente podemos formu­lario hoy día en palabras, si tomamos el punto de vista del émpirismo lógico, tal como fué formulado con mucha pre­cisión en el libro Sintaxis lógica del lenguaje, de Carnap 8) y en su estudio "Comprobabilidad y significación" 4).

La transición del supue~to idealismo a la concepción fisi­calista de la ciencia se realizó muy fácilmente dentro del Círculo de Viena porque, de acuerdo con la doctrina del empirismo lógico, la cuestión que había que plantear no era si el idealismo y el materialismo eran opiniones co­rrectas acerca del mundo real. sino sólo qué lenguaje era el más adecuado para explicar de una manera económi:a y unitaria nuestras expzriencias, si era el lenguaje fenome­nalista o el lenguaje de la física. Puesto que cualquiera de estos lenguajes puede ser más conveniente qu'Z el otro dentro de un campo limitado, la elección de un lenguaje aceptado nada tiene que ver con la cuestión de si nuestro mundo real consiste en percepciones o es material. Lo que tiene . importancia esencial es solamente la cuestión de si creemos que es posible comprender todos los campos de la ciencia en un único lenguaje. Si la unificación de la ciencia, en este sentido. es condderada posible, como sostienen Carnap y los partidarios del Movimiento de Unidad de la Cizncia, tien'Z una importancia secundaria que esta unificación sea conseguida en función de las percepciones, como creía Ma.:h

S) The L ogical Syntax' of Language (New York, 1917) . 4) ·Philosophy of Science (1936 -37).

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MACH y LA UNIDAD DE LA CIENCIA

Y que Carnap demostró ser cierto en su primer estudio "La construcción lógica del mundo" rí), o que tenga que ser adoptado el lenguaje de la física, como declara Carnap en sus recientes estudios de acuerdo con las sugestiones de Neurath.

La alternativa esencial para nuestra concepción de la ciencia es más bien ésta: ¿ Sostenemos, de acuerdo con la filosofía tradicional. que la cuestión de si el mundo real se compone de materia o de percepciones y que otras como ella son cuestiones científicas o, con Mach, eliminamos las cuestiones metafídcas de esta clase de la ciencia como perturbadoras de su carácter económico y planteamos la que acabamos de mencionar del modo en que lo hace el empi­rismo lógico?

Luego preguntamos ¿qué lenguaje es el más conveniente C011)O lenguaje de una ciencia unificada? Desde este punto de vista, la cuestión metafísica parece ser, como declaró Mach, inútil. Y la cuestión tal como la plantea el empi­rismo lógico, de si es el lenguaje fenomenalista o el de la física el más conveniente como lenguaje de la ciencia unificada, deja de ser una cuestión de profunda impor­tancia metafísica y se convierte en una cuestión de conve­niencia. Es quizá comparable a la pregunta sobre qué sis­tema de símbolos es el más conveniente para la adopción de un simbolismo unificado en la lógica.

Si deseamos describir el papzl de Mach en la historia del pemamiento humano y en la evolución de la ciencia de una manera particularmente comprensiva y notable, pode­mos hacerlo, a mi parecer, mediante una antítesis clar3. La concepción tradicional de la ciencia se relaciona con cierta opinión acerca de la importancia que tiene la meta-

. ~) Der "logische Aufbau der \V eri (Berlín, 1928 ) .

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física para la ciencia. Según esta concepción hay dos méto­dos científicos:

19 ) El priffi/zr método se limita a registrar los hech~'1. incluyendo las reglas empíricas para resumir esos hechos. Los partidarios de este método de actividad científica no se preocupan por adoptar vastas generalizaciones e hipó­tesis. porque por ellas puede introducirse fácilmente en la ciencia elementos metafísicos. Esta clase de actividad cien­tífica posee. según sus partidarios. la ventaja de que todas las proposiciones admitidas por la ciencia son garantizad,ls por 13 eXp2riencia o la lógica y todas ellas son claras e in­.tuitivas. Este grupo científico se muestra ansioso por no adoptar frases vagas. Pero procediendo de este modo caute­loso sólo se crean ciencias especiales de pequeño alcance. La física. la biología y la psicología han reunido cada una de ellas un conjunto de hechos y reglas, pero no hay enbce alguno entre estos de~tlrtamentos especiales. Esta concep­ción de la ciencia es llamada frecuentemente concepción "positivista" de la ciencia. Esta concepción no está en modo alguno de acuerdo con la concepción del llamado "positi­vismo lógico", ni con la doctrina de Mach. Esta concepción pseudo-positivista de la ciencia no satisface nuestras aspi­raciones hacia la unidad de la ciencia.

29 ) Por lo tanto, junto a esta concepCión positivista, o más exactamente sobre ella, ha existido siempre la concep­ción metafísica de la actividad científica, porque se ha su­'puesto que está mejor adaptada para satisfacer nuestro deseo ,de una síntesis del conocimiento y de la unidad de la cien­cia. Según e~ta concepción, podemos alcanzar la unidad por la que luchamos mediante la adopción de audaces gene­ralizaciones e hipótesis metafísicas. Por ~dio de estas gene­ralizaciones metafísicas pueden resumirse y unificarse en una ciencia unitaria las ciencias particulares. Los principios ge­nerales de esta ciencia 'unificada son, por supuesto, propo-

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siciones metafísicas. El sistema metafísico más famoso. el cual. según fe suponía, comprendía y representaba a todas las ciencias esprciales. era el sistema de Hegel. En este siste­ma todas las ciencias particula1"2s. tales como la matemá­tica. la física. la biología. wn presentadas como pasos en la auto-evolución del espíritu ;:¡bsoluto·, Si deseáis un ejem­plo de la clase de proposición metafísica que sirve para lograr la unificación de la ciencia. podéis recurrir a los teoremas fundamentales de dialéctica de Hegel, verbí gratía. "toda cantidad. si es suficientemente aumentada, se convierte en una cualidad". Se supone que este teorema es válido tanto en fí sica como en biología. y en la biología tanto como en la historia. Este teorema es quizá particularmente int.?­resante. porque sigue d.esempeñando un gran papel y no e~tá reservado únicamente a los partidarios de la metafísica idealista de Hegel. Este teorema y otros muchos como él son utilizados hoy por el materialismo dialéctico, la filo­sofía oficial de la Unión Soviética. Mediante proposiciones de esta clase se derrumban las barreras entre las ciencias particulares. se consigue la unificación de la ciencia, pero sólo al precio de adoptar vastos sistemas de proposiciones muy vagas. Nunca se podrá alcanzar un acuerdo general de los hombres de ciencia por medio de semejantes prop::>-

siciones metafísicas. La opinión de la filosofía tradicional y de la ciencia

tradicional ha sido durante siglos la de que la actividad cien tífica tiene sólo esta alternativa: o bien sólo los teore­mas que pueden ser comprobados por la experiencia o la lógica son reconocidos como legítimos en la ciencia, caso en el cual las ciencias particulares siguen separadas por barreras insuperables, o bien admitimos la adopción de ;"'oposiciones metafísicas. caso en el cual puede lograrse la un}i.cación de la ciencia. pero tenemos que habérnoslas con

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proposiciones que nunca serán reconocidas por todos los hombres de ciencia.

O para decirlo más concisamente: o bien la renuncia a la unificación de· la ciencia o bien la adopción de proposi­ciones metafísicas en la ciencia.

La gran importancia de la actividad de Mach estriba t,n el hecho de que se negó a reconocer esa alternativa. Procla­mó. más bien. la unificación de la ciencia por medio de la ,!liminación de la metafísica.

Esta sentencia es precisamente la clave para la compren­sión d'Z la doctrina de Mach. de sus estudios. que parecen tratar de tantos temas y de tantos campos distintos de la cienCia. Lo que importó siempre para Mach fué la opor­tunidad de realizar el programa de nuestro "Movimiento pro-unidad de la Ciencia". de nuestros Congresos y de nuestra Enciclopedia. Si el centenario de Mach ha sido celebrado por tantos físicos. fisiólogos. psicólogos e histo­riadores de la ciencia. nosotros podemos enorgulkcernos especialmente por esas celebraciones. en las que tenemos un derecho especial a honrarlo como uno de los pr<'cursores espirituales d~.l "Movimiento Pro Unidad de la Ciencia". Pues. según ·:reo. dentro de nuestro movim:ento es par­ticularmen ~e ~ :ca Ja co~echa de la ,semill~ difundida por, Ma,h y ese movlmleni.o esta en la mas estncta concordancia con su verdadera intención.

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NOTA BIBLIOGRAFICA

El Capítulo I fué publicado con el título " Kausalgesetz lInd Erfah­rung" en los Annalen der Naturphilosophie de OSTWALD. VI. 443 Leipzi

ó• 1907) ; el Capítulo n . con el de " Die Bedeutung der physi­

kalischen Erkenntnisthw rie Machs für das Geistesleb ~n der Gegenwart". (TI Naturwissenschaften. V . 65 (Berlín. 1917) ; el Capítulo nI cc.n el de "Was bedeuten die gegenwartigen physikalischm Theorien für die allgemeine Erkenntnis\c'here ?" en Erkenntnis. l . 126 (Leipzig, 1930); el C: pítulo IV con el de " La Physiqu z contempora:ne mani­feste . t.elle une tendence a réintégrer un élément psychiqud " en Revue de synthese. VIII. 133 (París. 193"1) . y " Zeigt sieh in der mode n 'n Physik ein Zug zu einer spiritualistisehm Auffassung ?" en Erkenntnis, V . 65 (Leipzig. 1935) ; el Capítulo V con el de " Positivistisehe odcr metaphysisehe Auffassung der Physik?" con la traducción f rance~a "Coneeption positiviste ou conc€'¡ltion métaphysique de la physíque ?" en Scientia. L V 111. 1 (Milán . 1915) ; el Capítulo VI con el de "Logisierender Empirismus in der Philosophie der U,S ,S.R," en A.-tr. du Congres International de Philosophie Scient ifique (París. 1936) ; el Capítulo vn con el de " Die philosophisehen Missdeutungen der Quanten theorie" . en Erkenntnis (Leipzig. 1916) ; el Capítulo VIII con el de "Was versteht der Physiker unter der " Grosse" eines Korpers? " en Theoria. III. 76 {Gotemburgo. 1937) ; el Capítulo IX con el de " Bemerkungen zu E. Cassirer : Dererminismus und Indeterminismus in der mod.rnen Physik". Theoria. IV. 70 (Gotemburgo. 1938) ; el Capítulo X con el de " Ernsl Maeh - The Centenary of His Birtb" en Erkenntnis, VII. 247 (La Haya. 1938) .

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