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Cuenta mi abuela que a su vez su abuelita le contaba, que hace muuuchos años, conoció a un hombre que tenía unos ojos muy grandes,

el pelo liso y pelirrojo

una nariz GRANDOTA

También tenía unas manos grandes y las llevaba siempre muy limpias.

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Era alto, muy alto, porque aunque nació pequeñito luego creció , creció y creció tanto que

se hizo GIGANTE

Se llamaba JUAN Casi siempre iba vestido con chándal y en algunas ocasiones usaba traje y corbata. Pero muy pocas veces ya que apenas salía de su casa que era un castillo muy alto, tan alto que tocaba las nubes. No estaba solo. Tenía dos mascotas: Estrellita, una gatita negra como el carbón y Luna una perrita marrón. También tenía un hermano, pero éste no era gigante.

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A Juan le encantaba cultivar patatas, pimientos, cebollas, tomates, alcachofas, zanahorias y andaba casi todo el día trabajando en su huerto, cosa que hacía con mucho cuidado. Su hermano se encargaba de vender los vegetales en el mercado de la ciudad. Juan lo acompañó una vez, con mucha ilusión, pero como no lo conocían la gente al verlo gritaba. ¡Oh, Oh, hay un gigante , hay un gigante………..La gente corría para todos lados tropezando unos con otros ,con cajas de verduras, patatas, zanahorias…… se veían gentes ,despavoridas, aterrorizadas en todas las direcciones . El pánico se apoderó de todo el mercado. Juan y su hermano ante tal situación se quedaron petrificados sin saber reaccionar ante tal desorden que en un momento se ocasionó con la llegada de Juan. La tristeza de Juan era tan grande que dos lágrimas enormes se escaparon de sus ojos formando dos grandes charcos gigantes que alcanzaron algunas de sus gigantescas verduras esparcidas por el suelo.

El hermano de Juan miró a su hermano y la tristeza también se hizo dueña de él. Sus gritos hacía la gente no eran escuchados ante tal algarabía pero él no paraba de chillar diciendo: ES UN GIGANTE MUY BUEEEENO , NO HACE DAÑO A NAAADIE. Juan y su hermano regresaron al castillo donde Estrellita y Luna los esperaban con mucha alegría dando vueltas sobre sí mismas y dando saltitos sobre las pantorrillas de Juan.

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Parte de la tristeza de Juan desapareció con la bienvenida de sus dos mascotas. Lo que no se esperaban Juan y su hermano es algo que ocurrió poco después cuando los habitantes del pueblo empezaron a comer sus frutas y verduras. Juan continuaba muy apenado, encerrado en su habitación sin querer ir de nuevo al mercado. Aquel día había sido horrible y no quería volver a salir. Su hermano continúo llevando aquellas jugosas verduras cultivadas con esmero por Juan. JUAAN, JUUUANNN, llegó su pequeño hermano aquel día al castillo, su voz cargada de fuerza y alegría,buscaba a Juan por todas partes. Juan estaba en su huerto con Estrellita y Luna y hasta allí llegó el eco de los gritos de su hermano pequeño.

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Juan salió del huerto y en dos zancadas se puso delante de su hermano dispuesto a escuchar lo que tenía que decirle. JUAAN!, ¿sabes qué ha ocurrido ? Todos los niños del pueblo al comer tus frutas y verduras han crecido tanto que se han hecho gigantes como tú. Oh! Qué sorpresa entonces……..el secreto está en las FRUTAS Y VERDURAS. De repente, escucharon mucho ruido fuera de las murallas del castillo. Al asomarse vieron que ese alboroto estaba formado por los padres y las madres de los niños del pueblo que se acercaban a gran velocidad hacia la puerta principal del castillo. Venían con antorchas, tridentes, rastrillos, palas y hachas. Estaban rabiosos y enfadados.

Alexander, el hermano de Juan, comprendió rápidamente que los padres de los niños que se habían convertido en gigantes venían en busca de su hermano para vengarse; pues culpabilizaban a Juan, y a las frutas y verduras que él cultivaba, de la transformación de sus hijos. Creían que él los había envenenado o hechizados. Alexander, con cara de pocos amigos, dijo a su hermano:

- Rápido, Juan, tienes que marcharte de aquí ahora mismo por la puerta de atrás. Estos padres enfurecidos son capaces de cualquier cosa, incluso de

matarte. Juan, sin entender nada de lo que pasaba, fue empujado por su hermano hacia la parte de atrás del castillo. Se despidió rápidamente de él y cerró la puerta.

Cuando hubo pasado un buen rato; y los padres de los niños gigantes ya estaban allí. Alexander comió tantas frutas y verduras del huerto de su hermano que creció, y creció, y creció tanto que se hizo más alto que su propio hermano; aunque el dolor y la pena que le había producido la huida de Juan, hizo que se

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convirtiera en un gigante muy, muy, muy malo. Mientras tanto, Juan anduvo perdido durante largas horas por el bosque cercano al castillo. Asustado se puso a llorar de tristeza al lado de un arroyo. En ese preciso momento, se le apareció una maga que le preguntó:

- ¡Hola, gigante! ¿Qué te ocurre? ¿Por qué lloras? Juan, sorprendido, y con mucha pena, le dijo:

- He huido de mi castillo, dejando allí a mis dos preciosas mascotas, Luna y Estrellita; y a mi querido hermano Alexander. Los habitantes del pueblo venían a matarme, pues al parecer, las frutas y verduras que yo cultivaba con gran esfuerzo y dedicación, y que mi hermano vendía en el mercado del pueblo han hecho que los hijos de estos campesinos crezcan tanto que se han convertido también en gigantes. ¡Todo ha sido por mi culpa! ¡Me siento tan desgraciado! ¡Me gustaría dejar de ser gigante para que las personas no me tuviesen tanto miedo!

La maga, que había derramado unos polvos mágicos alrededor de Juan sin que éste se diera cuenta, hizo que el gigante, poco a poco, se fuera tranquilizando. En ese momento, le dijo:

- ¡Juan! Existe un país llamado Chuchilandia a unas cuantas leguas de aquí. En ese país, al probar una de sus deliciosas chuches, puedes pedir el deseo que más desees en este mundo y de este modo, se te cumplirá.

Juan animado por lo que le había contado la maga decidió ir en busca de ese mágico país para dejar de ser un gigante al que todo el mundo temía. Tras recorrer kilómetros y kilómetros por el bosque, Juan se encontró con un enorme precipicio, en el que había un larguísimo puente hecho de madera. Justo delante del puente había un Trol, que le impedía el paso. Éste le dijo que si quería pasar al otro lado tenía que pasar 3 pruebas.

- ¿Y cuáles son esas pruebas? -dijo Juan, que seguía asombrado pues apenas nunca había salido de su castillo.

El Trol, con una voz que resonaba en todo el bosque, enumeró, una a una, las pruebas:

- En primer lugar, tendrás que atravesar aquella zarza de espinos que ves allí, sin derramar ni una gota de sangre.

- En segundo lugar, tendrás que levantar esa piedra negra conmigo encima. Te advierto que pesa miles y miles de toneladas.

- En tercer y último lugar, tendrás que adivinar un acertijo. Durante la primera prueba, Juan atravesó la zarza de espinos con la lentitud y la paciencia que había aprendido al cultivar sus frutas y verduras. En la segunda prueba, echó mano de su ingenio, ya que para levantar la piedra con el trol encima hizo palanca con el tronco de un roble milenario.

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El trol desafiando a Juan, reía y reía, pues sabía que el siguiente acertijo no lo acertaría:

- ¿Qué animal tiene los pies en la cabeza? -preguntó el Trol. Juan, acordándose de cómo, en ocasiones, tenía que curar a sus dos mascotas, Luna y Estrellita, del ataque de unos bichos que les producía bastante picores. Con tono seguro y confiado, le contestó al Trol.

- El animal que tiene los pies en la cabeza es el…¡Piojo!

Al pronunciar la respuesta, el Trol desapareció. Se esfumó de repente; y Juan pudo cruzar el puente con mucho cuidado, demostrando que poseía un gran equilibrio.

Cansado de tan duras pruebas, nuestro gigante bonachón se apoyó en la rama de un enorme pino para descansar un rato sin saber que al tocar la rama había accionado un mecanismo por el cual se había formado un enorme agujero negro bajo los pies del gigante con más de mil metros de profundidad y por el que Juan caía y caía sin poder hacer nada. Al aterrizar en el centro de la Tierra, Juan pudo ver que

estaba rodeado de lava y se encontró delante de él, con tres enormes túneles. Cada uno de estos túneles conducía hacia una dirección bien distinta. Juan leyó los tres carteles encima de cada túnel: Vuelta al Castillo, Llegada a Chuchilandia y Entrada al Submundo. Juan, muy nervioso y dudoso, no sabía qué dirección tomar a continuación.

(Tercero de primaria, Ceip Ciudad de Oscua)

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(CEIP Gerardo Fernández. Mollina) El gigante pensó que lo más fácil era entrar en Chuchilandia. Pero después de pensarlo bien decidió ir por la puerta que daba entrada al SUBMUNDO. Tan, tan taaaaaan (hay que leerlo con musiquilla de misterio) Cuando pasó por la puerta se encontró con muchos bichos raros, parecían peligrosos y venenosos. Por suerte tenía un spray anti insectos en su mochila.

Pssssss, pssssssssssssssssssssssss, pssssssssssssssss

Sólo los dejaba dormidos, pero le daba tiempo suficiente para escapar. Corrió todo lo que pudo y comenzó a ver una luz al final del túnel. Cual fue su sorpresa que apareció otra vez delante de las tres puestas. Tan, tan taaaaaan (hay que leerlo con musiquilla de misterio).

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Juan se tranquilizó y decidió ir por el camino de Chuchilandia. Pero en mitad del camino se encontro con el guardian de Chuchilandia que no le dejó pasar porque era muy grande y se comería todas las chuches.

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Juan se enfadó tanto que el guardián se asustó. El guardián asustado llamó al ejército y entre todos lo agarraron y se lo llevaron a la cárcel de Chuchilandia. La cama era de esponjita, las rejas de trasto negro, las esposas de gominola. En ese entorno pasó unos pocos de días hasta que llegó alguien preguntando por él.

¡¡¡ERA SU HERMANO ALEXANDER!!!!

Pero su hermano, no venía para salvarlo sino para engañarle dándole una manzana

envenenada. Juan, confiando en su hermano, se la comió y a los pocos días MURIÓ.

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Pero la maga que se había enamorado de él lo resucitó.

¡HABÍA RESUCITADO!

Salieron de la cárcel muy acaramelados y fueron en busca de la chuche mágica. Al tomarla se convirtió en un niño de tamaño normal. Pero todavía quedaba algo envenenado, negro y malo… SU HERMANO Tan, tan, taaaaaaaaann…. (CONTINÚA CEIP FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE CON ALUMNADO TERCER CICLO DE PRIMARIA:) ¿Qué hizo que Alexander, de ser un hermano bueno y protector de Juan, se convirtiera en un ser odioso y malvado? Queridos amigos, esta es otra historia y queda para otro día. Lo cierto es que Alexander y sus mascotas se dedicaron a robar las frutas y verduras de Juan. Pero, si esto en sí ya es malo, lo peor es que una a una las fueron inyectando de una ponzoña mortal– que como bien sabéis es un veneno -. Alexander y sus mascotas empezaron a relacionarse con gente de la peor calaña, y que por tanto no tenían nada de bueno que ofrecer, y ¿Para qué? Su intención era vender el cargamento de fruta y verdura que tenían emponzoñado. Y como preguntando se llega a Roma, al final supieron de un ser que vivía en una montaña no muy

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lejana. La única descripción que consiguieron de su comprador era que llevaba una capucha de cuero negro tapándole el rostro. Tras preguntar a pastores y campesinos, finalmente dieron con el misterioso comprador encapuchado. Hicieron el trato y vendedor y mascotas se fueron muy contentos. Habían conseguido lo que querían: ganar dinero y de camino envenenar a la gente. Y además, Alexander nunca podría ser culpado. Lo que no sabía es que la compra de frutas y verduras fue vista por un niño pequeño que jugaba, casualmente, en aquel lugar, con una humilde pelota de trapo llena de rotos y que antes había escuchado como Alexander hablaba a sus mascotas de lo bien que se sentiría al saber que la gente enfermaría al comer sus frutas envenenadas. El pequeño se quedó entre sorprendido y asustado al ver cómo dos personas de lo más raras, un gigante y un encapuchado hacían un trato. Después observó, cómo el gigante y sus mascotas se alejaban y al poco rato el encapuchado se reunía con un ser aún más extraño, pues llevaba un gorro parecido a un cucurucho y una especie de varita “mágica” en su mano izquierda. En un momento dado el encapuchado se quitó la máscara y ¡Oh sorpresa! ¿Sabéis a quién vio el niño? Efectivamente era Juan – el supuesto gigante malvado - . Pero, más perplejo (que como sabéis, significa confuso), se quedó cuando la especie de maga hacía girar la varita en el aire al tiempo que decía: “Lo que malo se hizo, en bueno se deshizo”. Seguidamente, Juan y la maga comían de la fruta y lejos de enfermar, cantaban y reían muy contentos. El niño, que a estas alturas de la historia, ya sabemos que se llamaba Gabriel, salió corriendo y al poco tiempo en todo el pueblo sabían de la hazaña de Juan y Cristobalina y de que las frutas y verduras podían volverse a comer. Pero, Alexander, que estaba celebrando su venta en un bar del pueblo, también se enteró. Se enfureció tanto que ordenó a sus mascotas que corrieran a destruir cuanta fruta y verdura sanas encontraran. Durante toda la noche, Luna y Estrellitas, en contra de su voluntad, pero obedeciendo a su cruel amo, destrozaron todo lo bueno que encontraron a su paso. El daño fue tan grande que la policía se puso a investigar. Después de tres días dieron con una pista que no dejaba lugar a dudas sobre los causantes de aquel destrozo: huellas de dos animales y de un ser gigantesco. Todo, pues, culpaba a Alexander y sus mascotas. Enterado del destrozo, Juan fue a hablar con Alexander. Éste, sorprendentemente, confesó a Juan:

- Hermano, estoy tremendamente arrepentido de todo cuanto he hecho. No sé qué me ha pasado Quiero volver a ser bueno.

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Conmovido, Juan dio un abrazo a su hermano, pero lo que no vio fue qs dedos índice y corazón cruzados y … CEIP. Nuestra Señora del Rosario de Humilladero, alumnos de 6º curso de primaria. De repente, al oír los ruidos que venían del exterior del castillo, se despertó de su hamaca, se frotó los ojos y comprobó que todo había sido un sueño. Se acercó a la ventana y pudo ver cómo un grupo de personas se dirigían hacia el castillo ,con palos y antorchas en las manos; él, ni corto ni perezoso se dirigió hacia el huerto, en donde estaba su hermano cultivando con esmero sus verduras como siempre hacía , exclamando: -¡Juannnnnnnnn…….!, ¡ven, corre!... tenemos que prepararnos para la batalla. ¿Qué batalla’, ¿qué estás diciendo? preguntó asombrado., Ven ràpido y lo comprenderás todo. Alexander, tenía aún muy reciente el sueño y no quería por nada del mundo que se hiciese realidad. Entonces, se armó de valor, y se dirigió junto con su hermano a la puerta principal de la muralla , dió un paso al frente y sin pensarlo dos veces, alzó las manos y dijo: -¡Deteneos….! ¡Esto es ridículo!, no usemos la violencia para arreglar los problemas, ¡¡¡ MI HERMANO ES INOCENTE…..!!…Él no ha hecho nada malo, ¡NO ES CULPABLE! escuchadme y os explicaré lo que ha ocurrido. Juan , mientras tanto, boquiabierto, observaba a su hermano , sin entender nada. Pues bien, como sabéis, mi hermano mayor ha estado siempre cultivando las frutas y verduras con mucho amor y dedicación: las regaba cada día, las abonaba,, les cortaba las malas hierbas, las protegía del frío ... del calor, de los insectos… incluso en sus momentos de soledad les contaba sus alegrías, sus penas ..incluso les cantaba y les contaba cuentos. Es decir, el tiempo que les dedicó a ellas y el amor que les puso, ha sido el verdadero motivo por el que vuestros hijos se han hecho gigantes, ese es el verdadero secreto , el amor de Juan era tan grande, que lo traspasó a los frutos de su huerto. La gente del pueblo, al oír las palabras de Alexander, se quedaron pensativos y preguntaron: -Si eso es verdad, ¿por qué tú no creciste ? Entonces , Juan dio un paso adelante y con lágrimas en sus enormes ojos exclamó: Mi hermano no se ha hecho grande por fuera.. sino por dentro.. Él l tiene un corazón GIGANTE y hoy hemos podido comprobarlo…. Al decir estas palabras, se fundieron en un fuerte abrazo que hizo que los padres de los niños soltaran los palos, las armas y las antorchas y aplaudieran este gran momento...pues comprendieron que lo importante no son las apariencias físicas,, sino “EL TAMAÑO DEL CORAZÓN”. Dicen por ahí que Estrellita y Luna lanzaron fuegos artificiales y que tuvo lugar en el castillo una enorme fiesta, a la que fueron invitados todos los habitantes del pueblo y que allí ya no se miraban si eran guapos o feos, grandes o pequeño, gordos o flacos, sino que buscaban si tenían un grandísimo corazón al igual que Juan y Alexander.

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Así fue como terminó la historia que me contó mi abuela que decía su abuelita que tenía un corazón de GIGANTE.

¿Sería la madre de Juan y Alexander?.

Fin