Cuenca Nazarena 2015

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Comisión de Publicaciones de la Junta de Cofradías de Cuenca y Javier Hevia Ceva

Documentación

La Red CreativaDiseño y Maquetación

Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca

Edita

A las Juntas de Diputación de las Vbles. Hdades. de Semana Santa

Agradecimientos

Editorial MICDepósito Legal: CU-510/2008

Imprime

Javier RomeroIlustración de Portada

Antonio Abarca ContrerasCoordinación

SumarioSaludas

Entrevistas12

16

Al PregoneroJosé Aguilarpor Javier Hevia

Al CartelistaLuis Miguel Caballeropor Rafael Redondo

Hablan las Hermandades

68

72

62

Pregón Juvenil Semana Santa de Cuenca 2014por Lucía Álvaro Burgos

58 La Semana Santa de Florencio Martínez de la Fuentepor Óscar Martínez Pérez

82 El manto de la Soledad. Su historia y su última restauraciónpor la Junta de Diputación de la Hermandad

Historia de dos títulospor la Junta de Diputación de la Hermandad

Hermandad del Stmo. Cristo de la Agonía. 300 años de historiapor José Vicente Ávila

88 Veinticinco años de conciertos sobre marchas procesionales en la Parroquia de San Estebanpor Rafael Torres

74 Un proyecto más: La Casa de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Luzpor Aurora Garrote Armero

102 El Futuro de la Semana Santa

78 75 años de la talla de Jesús Amarrado a la Columnapor la Junta de Diputación de la Hermandad

Opinión22 El Jesús Nazareno de Cuenca.

Tres imágenes históricas: El Jesús de Sisante, el Nazareno de Cañete y el Jesús de las seis de El Salvador.por Miguel Romero

36 Jueves Santopor Gregorio Martínez de las Heras

52 De las “Nuevas Constituciones de la Hermandad del Huerto que se venera en la ermita de San Antonio Abad de Cuenca del año 1902” por Juan Manuel Velasco Salamanca

38 II Encuentro de Oraciónpor Rafael Torres

54 La innovación en la gastronomía de Semana Santapor Juan Carlos Luján

32 Gracias Chemapor Antonio Abarca

40 20 años no es nadapor Israel Casanova Valero

56 Jesús, fundamento de nuestra Semana Santapor Ángel Horcajada

34 Santo Entierro. Semana Santa de Cuencapor José Luis Lucas Aledón

44 Espacio Marco Pérezpor la Comisión Ejecutiva de la JdC

35 Oración del Huertopor Leonor Culebras

46 Un primer pasopor José Andrés Sevilla

Investigación106 José Lopez Calvo.

(1930-1957. Apuntes para una vida)por Fernando J. Cabañas Alamán

122 La restauración de las imágenes procesionales. El caso particular de la sagrada imagen de María Santísima de la Esperanza.por Francisco Javier Moraleja Izquierdo

130 La Semana Santa de Cuenca en 1935por Enrique Valero Moscardó

Queremos dar las gracias a todas las entidades y empresas que aparecen en esta publicación, ya que sin su colaboración hubiera sido prácticamente imposible que este ejemplar de la revista Cuenca Nazarena, verdadero testimonio del sentimiento nazareno conquense, se hubiese podido editar.

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Comisión de Publicaciones de la Junta de Cofradías de Cuenca y Javier Hevia Ceva

Documentación

La Red CreativaDiseño y Maquetación

Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca

Edita

A las Juntas de Diputación de las Vbles. Hdades. de Semana Santa

Agradecimientos

Editorial MICDepósito Legal: CU-510/2008

Imprime

Javier RomeroIlustración de Portada

Antonio Abarca ContrerasCoordinación

SumarioSaludas

Entrevistas12

16

Al PregoneroJosé Aguilarpor Javier Hevia

Al CartelistaLuis Miguel Caballeropor Rafael Redondo

Hablan las Hermandades

68

72

62

Pregón Juvenil Semana Santa de Cuenca 2014por Lucía Álvaro Burgos

58 La Semana Santa de Florencio Martínez de la Fuentepor Óscar Martínez Pérez

82 El manto de la Soledad. Su historia y su última restauraciónpor la Junta de Diputación de la Hermandad

Historia de dos títulospor la Junta de Diputación de la Hermandad

Hermandad del Stmo. Cristo de la Agonía. 300 años de historiapor José Vicente Ávila

88 Veinticinco años de conciertos sobre marchas procesionales en la Parroquia de San Estebanpor Rafael Torres

74 Un proyecto más: La Casa de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Luzpor Aurora Garrote Armero

102 El Futuro de la Semana Santa

78 75 años de la talla de Jesús Amarrado a la Columnapor la Junta de Diputación de la Hermandad

Opinión22 El Jesús Nazareno de Cuenca.

Tres imágenes históricas: El Jesús de Sisante, el Nazareno de Cañete y el Jesús de las seis de El Salvador.por Miguel Romero

36 Jueves Santopor Gregorio Martínez de las Heras

52 De las “Nuevas Constituciones de la Hermandad del Huerto que se venera en la ermita de San Antonio Abad de Cuenca del año 1902” por Juan Manuel Velasco Salamanca

38 II Encuentro de Oraciónpor Rafael Torres

54 La innovación en la gastronomía de Semana Santapor Juan Carlos Luján

32 Gracias Chemapor Antonio Abarca

40 20 años no es nadapor Israel Casanova Valero

56 Jesús, fundamento de nuestra Semana Santapor Ángel Horcajada

34 Santo Entierro. Semana Santa de Cuencapor José Luis Lucas Aledón

44 Espacio Marco Pérezpor la Comisión Ejecutiva de la JdC

35 Oración del Huertopor Leonor Culebras

46 Un primer pasopor José Andrés Sevilla

Investigación106 José Lopez Calvo.

(1930-1957. Apuntes para una vida)por Fernando J. Cabañas Alamán

122 La restauración de las imágenes procesionales. El caso particular de la sagrada imagen de María Santísima de la Esperanza.por Francisco Javier Moraleja Izquierdo

130 La Semana Santa de Cuenca en 1935por Enrique Valero Moscardó

Queremos dar las gracias a todas las entidades y empresas que aparecen en esta publicación, ya que sin su colaboración hubiera sido prácticamente imposible que este ejemplar de la revista Cuenca Nazarena, verdadero testimonio del sentimiento nazareno conquense, se hubiese podido editar.

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Presidente de la Junta de Cofradías

Un año más me dirijo a todos vosotros a través de la re-vista “Cuenca Nazarena”, publicación oficial de la Semana Santa conquense.

En la memoria de todos nosotros quedará para siempre la edición del 2014 como una de las más brillantes de los últimos años. Fueron muchos los factores que lo hicieron posible: masiva participación; orden y seriedad de todas las Hermandades a lo largo de sus desfiles procesionales; ausencia absoluta de incidentes; cumplimiento de hora-rios; etc.

Un año ha transcurrido ya desde que las puertas de la San Andrés se cerraron con la alegría de la Resurrec-ción. Pues bien, ahora que ya estamos a punto de abrir nuevamente esas puertas, podemos afirmar que el curso nazareno ha transcurrido lleno de buenas noticias. Sin lu-gar a dudas, la ampliación del Museo Nazareno gracias al espacio permanente dedicado a don Luis Marco Pérez es tal vez el acontecimiento más relevante.

Pero todo esto ya forma parte de la historia, y desde la Junta de Cofradías somos conscientes, porque es nuestra responsabilidad, que no debemos caer en la autocompla-cencia.

De cara a esta próxima Semana Santa todo ha sido pre-parado con la misma intensidad y cariño que la edición anterior, buscando, cuando menos, el mismo resultado, aunque somos conscientes de que el listón está muy alto.

Debemos cuidar la imagen que de nuestra Semana San-ta se hace. Multitud de publicaciones inundan estos días la ciudad con monográficos que hablan y venden la imagen de la Semana de Pasión. Resulta sorprendente que nada de este “desmedido e incontrolado mercadeo” repercuta económicamente en las hermandades o en la propia Junta de Cofradías. Es decir, se usa y abusa de la marca “Semana Santa de Cuenca” para beneficio particular, sin que reper-cuta lo más mínimo a los responsables del hecho. ¿Hay algo que dé más a Cuenca que su Semana Santa? Pero, ¿dónde está el límite?: No es fácil la solución, pero desde la Junta de Cofradías hemos dado los primeros pasos para intentar controlar el uso, pero sobre todo el disfrute para beneficio propio, de nuestra imagen. Y, así, este año, el cartel oficial cuenta con el necesario copyright que nos permite tener controlada su difusión.

Quiero seguir haciendo hincapié en el esfuerzo que re-quiere La Procesión Camino del Calvario. Se siguen dando actitudes que desvirtúan el “Rito de las Turbas”. Persisten “extraños comportamientos” que nada tienen que ver con él: se impide el avance normal de la procesión; se salta y se baila; se profieren insultos a los nazarenos;… Fundamental resultará la actitud e implicación que la nueva Junta Regido-ra del Grupo Turbas adopte en los próximos años.

Por otro lado, y una vez consolidada la estructura de la Junta de Cofradías con la reforma del Estatuto, son las Her-mandades las que tienen que dar un paso al frente y cambiar de manera radical su sistema de financiación. No es de reci-bo que las mismas sean sustentadas única y casi exclusiva-mente por las subastas de enseres. El pago de la cuota anual debería ser el principal pilar económico de las hermandades, y para ello, ineludiblemente, es necesario subir las mismas. Todos sabemos las precariedades por las que se pasa cuando vienen un par de años seguidos sin que se pueda subastar.

Debemos sentirnos satisfechos por todo lo logrado: te-nemos un presente que requiere toda nuestra dedicación; y un futuro lleno de alicientes y retos por alcanzar.

La Semana Santa de Cuenca será lo que los NAZARE-NOS queramos que sea, pues la responsabilidad es de todos, siendo nuestras Hermandades y en última instancia la Junta de Cofradías los canalizadores de estas voluntades.

Ha llegado nuestro tiempo, volvamos a revestirnos con túnicas y capuces arropando a nuestras SAGRADAS IMÁ-GENES. Recordad que el SILENCIO debe presidir nuestras procesiones y que la DEVOCIÓN y el RESPETO deben acompañarnos en todo momento.

Mi reconocimiento a todas las junta de diputación de las diferentes hermandades por su continua y eficiente labor a lo largo de todo el año.

Gracias a todos los miembros de la Junta de Cofradías por el apoyo unánime mostrado. Y la mayor de mis grati-tudes es para la actual Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías por su inmensa labor en favor del bien común.

Mil gracias a mi familia por el sueño que me ha permi-tido vivir.

¡Disfrutad de vuestra Semana Santa y Feliz Pascua de Resurrección!

Jorge Sánchez Albendea

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Presidente de la Junta de Cofradías

Un año más me dirijo a todos vosotros a través de la re-vista “Cuenca Nazarena”, publicación oficial de la Semana Santa conquense.

En la memoria de todos nosotros quedará para siempre la edición del 2014 como una de las más brillantes de los últimos años. Fueron muchos los factores que lo hicieron posible: masiva participación; orden y seriedad de todas las Hermandades a lo largo de sus desfiles procesionales; ausencia absoluta de incidentes; cumplimiento de hora-rios; etc.

Un año ha transcurrido ya desde que las puertas de la San Andrés se cerraron con la alegría de la Resurrec-ción. Pues bien, ahora que ya estamos a punto de abrir nuevamente esas puertas, podemos afirmar que el curso nazareno ha transcurrido lleno de buenas noticias. Sin lu-gar a dudas, la ampliación del Museo Nazareno gracias al espacio permanente dedicado a don Luis Marco Pérez es tal vez el acontecimiento más relevante.

Pero todo esto ya forma parte de la historia, y desde la Junta de Cofradías somos conscientes, porque es nuestra responsabilidad, que no debemos caer en la autocompla-cencia.

De cara a esta próxima Semana Santa todo ha sido pre-parado con la misma intensidad y cariño que la edición anterior, buscando, cuando menos, el mismo resultado, aunque somos conscientes de que el listón está muy alto.

Debemos cuidar la imagen que de nuestra Semana San-ta se hace. Multitud de publicaciones inundan estos días la ciudad con monográficos que hablan y venden la imagen de la Semana de Pasión. Resulta sorprendente que nada de este “desmedido e incontrolado mercadeo” repercuta económicamente en las hermandades o en la propia Junta de Cofradías. Es decir, se usa y abusa de la marca “Semana Santa de Cuenca” para beneficio particular, sin que reper-cuta lo más mínimo a los responsables del hecho. ¿Hay algo que dé más a Cuenca que su Semana Santa? Pero, ¿dónde está el límite?: No es fácil la solución, pero desde la Junta de Cofradías hemos dado los primeros pasos para intentar controlar el uso, pero sobre todo el disfrute para beneficio propio, de nuestra imagen. Y, así, este año, el cartel oficial cuenta con el necesario copyright que nos permite tener controlada su difusión.

Quiero seguir haciendo hincapié en el esfuerzo que re-quiere La Procesión Camino del Calvario. Se siguen dando actitudes que desvirtúan el “Rito de las Turbas”. Persisten “extraños comportamientos” que nada tienen que ver con él: se impide el avance normal de la procesión; se salta y se baila; se profieren insultos a los nazarenos;… Fundamental resultará la actitud e implicación que la nueva Junta Regido-ra del Grupo Turbas adopte en los próximos años.

Por otro lado, y una vez consolidada la estructura de la Junta de Cofradías con la reforma del Estatuto, son las Her-mandades las que tienen que dar un paso al frente y cambiar de manera radical su sistema de financiación. No es de reci-bo que las mismas sean sustentadas única y casi exclusiva-mente por las subastas de enseres. El pago de la cuota anual debería ser el principal pilar económico de las hermandades, y para ello, ineludiblemente, es necesario subir las mismas. Todos sabemos las precariedades por las que se pasa cuando vienen un par de años seguidos sin que se pueda subastar.

Debemos sentirnos satisfechos por todo lo logrado: te-nemos un presente que requiere toda nuestra dedicación; y un futuro lleno de alicientes y retos por alcanzar.

La Semana Santa de Cuenca será lo que los NAZARE-NOS queramos que sea, pues la responsabilidad es de todos, siendo nuestras Hermandades y en última instancia la Junta de Cofradías los canalizadores de estas voluntades.

Ha llegado nuestro tiempo, volvamos a revestirnos con túnicas y capuces arropando a nuestras SAGRADAS IMÁ-GENES. Recordad que el SILENCIO debe presidir nuestras procesiones y que la DEVOCIÓN y el RESPETO deben acompañarnos en todo momento.

Mi reconocimiento a todas las junta de diputación de las diferentes hermandades por su continua y eficiente labor a lo largo de todo el año.

Gracias a todos los miembros de la Junta de Cofradías por el apoyo unánime mostrado. Y la mayor de mis grati-tudes es para la actual Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías por su inmensa labor en favor del bien común.

Mil gracias a mi familia por el sueño que me ha permi-tido vivir.

¡Disfrutad de vuestra Semana Santa y Feliz Pascua de Resurrección!

Jorge Sánchez Albendea

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Delegado Episcopal en la Junta de Cofradías

“Cincuenta años después del Concilio Vaticano II, la Iglesia está llamada a recorrer una nueva etapa de evan-gelización, dando testimonio de que Dios ama a toda persona, empezando por los más pobres y excluidos, y a fomentar, con la esperanza la fraternidad y la alegría, el camino de la unidad”1.

Estas palabras del Papa Francisco nos pueden servir de itinerario en nuestro camino para prepararnos a celebrar, durante el tiempo de Cuaresma, la Semana Santa, que es el centro de nuestra fe: contemplar el misterio de la Pa-sión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Esta tarea, que nos incumbe a nosotros como miem-bros de una cofradía de la Semana Santa, es la tarea de toda la Iglesia. Por eso, nos corresponde a nosotros apor-tar, con responsabilidad y creatividad, nuestra particular contribución en esta nueva época de la evangelización.

El Papa Francisco nos indica tres pasos a recorrer en este camino:

El primero es contemplar a Dios y las maravillas de su amor, hacer morada en Él, pues el vino a habitar entre nosotros.

Contemplar significa poner las raíces de nuestra exis-tencia en Dios, es tener un momento de nuestra jornada para buscar el rostro de Dios. Abrir nuestro corazón a este Dios que sale a nuestro encuentro para después, poderlo comunicar a los demás. Contemplar significa además, vi-vir en compañía de los hermanos, partir con ellos el Pan de la Comunión y de la fraternidad que nos introduce en el seno del Padre ( Jn 1,18), porque «la contemplación que deja fuera a los demás es un engaño» (EG, 281).

Para realizar esto es necesario dilatar la propia interio-ridad a la medida de Jesús y del don de su Espíritu.

La segunda palabra que expresa este movimiento de evangelización es Salir. Salir como Jesús salió del seno del Padre para anunciar la palabra del amor a todos, hasta entregarse por entero, a sí mismo en el madero de la cruz. Debemos salir de nosotros mismos para comunicar a to-dos, generosamente, el amor de Dios. Salir ofreciendo a los demás la luz del Evangelio que hemos encontrado. La luz está hecha para ponerse encima del candelero y que alumbre a todos los de la sala, no para ponerla debajo del celemín (Mt. 5,15). Esta luz se ofrece y se propone, no se impone.

La tercera palabra en este camino es hacer escuela. El Papa San Juan Pablo II, en la Carta Novo Millenio Ineun-te, invitó a toda la Iglesia a convertirse en «la casa y la es-cuela de la comunión» (cf. nº 43). Hay que formar, como exige el Evangelio, hombres y mujeres nuevos, y para este fin se necesita una escuela de humanidad a la medida de la humanidad de Jesús. Él es el hombre nuevo al que en todo tiempo se puede mirar, cuyo camino se puede seguir para hacer frente a los retos que tenemos delante. Sin una ade-cuada labor de formación, resulta ilusorio pensar en poder realizar un proyecto serio y duradero al servicio de una nueva humanidad. Estar preparado, para nosotros miem-bros de una Hermandad, significa llenar nuestra vida del Evangelio, crecer en el seguimiento de Jesús en nuestra vida cotidiana.

Que este tiempo de preparación para celebrar la Se-mana Santa nos ayude a encontrarnos con el Crucificado-Resucitado para poder ser testigos suyos.

Joaquín Ruiz Requena

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1. Discurso del Papa Francisco 29 septiembre 2014.

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Delegado Episcopal en la Junta de Cofradías

“Cincuenta años después del Concilio Vaticano II, la Iglesia está llamada a recorrer una nueva etapa de evan-gelización, dando testimonio de que Dios ama a toda persona, empezando por los más pobres y excluidos, y a fomentar, con la esperanza la fraternidad y la alegría, el camino de la unidad”1.

Estas palabras del Papa Francisco nos pueden servir de itinerario en nuestro camino para prepararnos a celebrar, durante el tiempo de Cuaresma, la Semana Santa, que es el centro de nuestra fe: contemplar el misterio de la Pa-sión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Esta tarea, que nos incumbe a nosotros como miem-bros de una cofradía de la Semana Santa, es la tarea de toda la Iglesia. Por eso, nos corresponde a nosotros apor-tar, con responsabilidad y creatividad, nuestra particular contribución en esta nueva época de la evangelización.

El Papa Francisco nos indica tres pasos a recorrer en este camino:

El primero es contemplar a Dios y las maravillas de su amor, hacer morada en Él, pues el vino a habitar entre nosotros.

Contemplar significa poner las raíces de nuestra exis-tencia en Dios, es tener un momento de nuestra jornada para buscar el rostro de Dios. Abrir nuestro corazón a este Dios que sale a nuestro encuentro para después, poderlo comunicar a los demás. Contemplar significa además, vi-vir en compañía de los hermanos, partir con ellos el Pan de la Comunión y de la fraternidad que nos introduce en el seno del Padre ( Jn 1,18), porque «la contemplación que deja fuera a los demás es un engaño» (EG, 281).

Para realizar esto es necesario dilatar la propia interio-ridad a la medida de Jesús y del don de su Espíritu.

La segunda palabra que expresa este movimiento de evangelización es Salir. Salir como Jesús salió del seno del Padre para anunciar la palabra del amor a todos, hasta entregarse por entero, a sí mismo en el madero de la cruz. Debemos salir de nosotros mismos para comunicar a to-dos, generosamente, el amor de Dios. Salir ofreciendo a los demás la luz del Evangelio que hemos encontrado. La luz está hecha para ponerse encima del candelero y que alumbre a todos los de la sala, no para ponerla debajo del celemín (Mt. 5,15). Esta luz se ofrece y se propone, no se impone.

La tercera palabra en este camino es hacer escuela. El Papa San Juan Pablo II, en la Carta Novo Millenio Ineun-te, invitó a toda la Iglesia a convertirse en «la casa y la es-cuela de la comunión» (cf. nº 43). Hay que formar, como exige el Evangelio, hombres y mujeres nuevos, y para este fin se necesita una escuela de humanidad a la medida de la humanidad de Jesús. Él es el hombre nuevo al que en todo tiempo se puede mirar, cuyo camino se puede seguir para hacer frente a los retos que tenemos delante. Sin una ade-cuada labor de formación, resulta ilusorio pensar en poder realizar un proyecto serio y duradero al servicio de una nueva humanidad. Estar preparado, para nosotros miem-bros de una Hermandad, significa llenar nuestra vida del Evangelio, crecer en el seguimiento de Jesús en nuestra vida cotidiana.

Que este tiempo de preparación para celebrar la Se-mana Santa nos ayude a encontrarnos con el Crucificado-Resucitado para poder ser testigos suyos.

Joaquín Ruiz Requena

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1. Discurso del Papa Francisco 29 septiembre 2014.

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Entrevista al Pregonero de la Semana Santa 2015

Voy a hacer un pregón sencillo, dirigido al nazareno de a pie y a los turbos

Por Javier Hevia

Este año, he tenido la suerte y el enorme placer de entrevistar a un nazareno, turbo, compañero tantos años de la Junta de Cofradías y sobre todo… un amigo.

José Aguilar, Pataco, es una de las muchas tradiciones vivas de nuestra Semana Santa, a sus 65 años decide asumir la responsabilidad de ser su pregonero, y lo hace sin complejos, consciente de sus limitaciones, de sus virtudes y defectos, con la naturalidad del que va a hablar con sus amigos de su vida nazarena. Se define a sí mismo como “cunero”, que, por lo que me cuenta, (yo ni lo sabía), es aquel que nace en una familia nazarena. La suya se remonta a su bisabuelo y hoy sus hijos siguen la tradición de la saga tan involucrada en la Semana Santa de Cuenca. Cualquier nazareno conquense, que se precie, al menos los que ya tenemos una edad, tenemos recuerdos en los que no falta algún miembro de esta familia. Yo, concretamente, a su tío Antonio, con el que desfilé cuando era niño detrás del guion de la Soledad de San Agustín.

Pertenece a varias hermandades, Bautismo, Medinaceli, Santa Cena, Jesús del Puente, Jesús de las 6, la Exaltación,... y sobre todo del Prendimiento. Cuando José habla de “El Beso”, los ojos le brillan de una forma especial…: con esa mirada, entre perdida y poseída, al mismo tiempo de admiración y placentera; mezcla de nostalgia, emoción y profunda devoción… ¡Cuántas veces he visto esa mirada! Mirada que se

hacía más evidente todos los Miércoles Santo cuando “El Beso” traspasaba las puertas de San Esteban a los sones de la Banda de Horcajo. ¡Cuántas veces le he visto tener que enjugarse una lágrima!, al mismo tiempo que entablando una conversación consigo mismo dando gracias por el momento vivido, esbozaba una placentera sonrisa.

Comienzo la entrevista preguntándole sobre el momento en que le comunican su elección como pregonero y los minutos previos:

Son momentos de muchos nervios,… incluso duda. Cuando me propusieron no sabía si aceptar o no: es un compromiso muy grande y no tenía claro si podría dar la talla de los otros pregoneros anteriores. Pero al final, pensé que de mí iba a quedar poco el día de mañana, y una de las cosas que podría dejar era mi pregón. Así que me atreví y acepté, siendo consciente que tendré que poner y dar lo mejor de mí.

Has vivido muchas Semanas Santas y en diferentes épocas. De todas ellas, ¿con cuál te quedas?

Realmente, llevamos unos años muy buenos, al menos en lo que se refiere a mi hermandad, y creo que por participación y por vivencias, estos últimos son los que con más emoción he vivido. Hoy en día, las hermandades no tienen los problemas económicos de hace años, pero sí echo en falta nazarenos capaces

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Entrevista al Pregonero de la Semana Santa 2015

Voy a hacer un pregón sencillo, dirigido al nazareno de a pie y a los turbos

Por Javier Hevia

Este año, he tenido la suerte y el enorme placer de entrevistar a un nazareno, turbo, compañero tantos años de la Junta de Cofradías y sobre todo… un amigo.

José Aguilar, Pataco, es una de las muchas tradiciones vivas de nuestra Semana Santa, a sus 65 años decide asumir la responsabilidad de ser su pregonero, y lo hace sin complejos, consciente de sus limitaciones, de sus virtudes y defectos, con la naturalidad del que va a hablar con sus amigos de su vida nazarena. Se define a sí mismo como “cunero”, que, por lo que me cuenta, (yo ni lo sabía), es aquel que nace en una familia nazarena. La suya se remonta a su bisabuelo y hoy sus hijos siguen la tradición de la saga tan involucrada en la Semana Santa de Cuenca. Cualquier nazareno conquense, que se precie, al menos los que ya tenemos una edad, tenemos recuerdos en los que no falta algún miembro de esta familia. Yo, concretamente, a su tío Antonio, con el que desfilé cuando era niño detrás del guion de la Soledad de San Agustín.

Pertenece a varias hermandades, Bautismo, Medinaceli, Santa Cena, Jesús del Puente, Jesús de las 6, la Exaltación,... y sobre todo del Prendimiento. Cuando José habla de “El Beso”, los ojos le brillan de una forma especial…: con esa mirada, entre perdida y poseída, al mismo tiempo de admiración y placentera; mezcla de nostalgia, emoción y profunda devoción… ¡Cuántas veces he visto esa mirada! Mirada que se

hacía más evidente todos los Miércoles Santo cuando “El Beso” traspasaba las puertas de San Esteban a los sones de la Banda de Horcajo. ¡Cuántas veces le he visto tener que enjugarse una lágrima!, al mismo tiempo que entablando una conversación consigo mismo dando gracias por el momento vivido, esbozaba una placentera sonrisa.

Comienzo la entrevista preguntándole sobre el momento en que le comunican su elección como pregonero y los minutos previos:

Son momentos de muchos nervios,… incluso duda. Cuando me propusieron no sabía si aceptar o no: es un compromiso muy grande y no tenía claro si podría dar la talla de los otros pregoneros anteriores. Pero al final, pensé que de mí iba a quedar poco el día de mañana, y una de las cosas que podría dejar era mi pregón. Así que me atreví y acepté, siendo consciente que tendré que poner y dar lo mejor de mí.

Has vivido muchas Semanas Santas y en diferentes épocas. De todas ellas, ¿con cuál te quedas?

Realmente, llevamos unos años muy buenos, al menos en lo que se refiere a mi hermandad, y creo que por participación y por vivencias, estos últimos son los que con más emoción he vivido. Hoy en día, las hermandades no tienen los problemas económicos de hace años, pero sí echo en falta nazarenos capaces

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de llevar los pasos. Me refiero, sobre todo, al esfuerzo que esto supone: la vida cambia y los trabajos se han vuelto más sedentarios, menos físicos, por lo que a las nuevas generaciones les cuesta muchísimo más todo lo que suponga un esfuerzo físico. En cuanto a mis primeras épocas de nazareno, recuerdo las procesiones con cuatro ó cinco hermanos en cada fila, eso, felizmente, hoy está totalmente superado.

¿Algún recuerdo especial?Muchos... Pero, recuerdo una vez que, llegando a las curvas

de los juzgados con las turbas, había tres mujeres con velo y de rodillas que nos gritaban: ¡Sinvergüenzas! ¡Canallas!,…. Yo me fui a ver a mi padre y le conté que nos estaban insultando. Él me contestó: “No hagas caso, esto es una representación y estas señoras no lo saben. Nosotros tenemos tanta fe como ellas pero no lo entienden. Eso se me quedó grabado.

De los años más recientes ¿ha habido alguno especial para ti?

Si, recuerdo sobre todo el último año que fui presidente de la procesión del Silencio que tuve un final de procesión muy agradable, donde se reunieron representantes de diferentes hermandades y amigos y me hicieron un pequeño homenaje, cosa que siempre llevo en el corazón, porque fue como el reconocimiento a mi labor.

Nazareno de a pie, de cetro, turbo,… miembro de la Junta de Diputación en la Junta de Cofradías ¿dónde te sientes más cómodo?

Todo es importante. Para un conquense ser hermano mayor, secretario, representante es importante. Cuando vas con tu tulipa, quizás, al no tener tanta responsabilidad vas más tranquilo. Ser turbo…, si de verdad lo sientes,… también es muy emocionante. Pero un verdadero nazareno debe asumir las responsabilidades que le toquen y saber comportarse en cualquiera de los papeles que desempeña.

¿Tienes algún rincón de Cuenca preferido para ver los desfiles?

Me gusta mucho la Puerta de San Juan, tanto espectador, de nazareno o de turbo. Concretamente, en las turbas es el sitio donde mejor se pueden oir los roncos tambores y las “clarinás” salen más finas. Por supuesto la salida de todas las procesiones,… Aunque cualquier sitio de Cuenca es capaz de emocionarme.

¿Cómo ves la Semana Santa? ¿Una puesta en escena? ¿Tradición? ¿Devoción?

Pues es complicado. Yo creo que va todo junto: con un escenario como nuestra ciudad, la puesta en escena es inevitable; la tradición también, porque desde muy pequeños vivimos las procesiones, así lo hacen nuestros padres y a estos los suyos,…; y por supuesto la devoción, que para mí, como diríamos en el argot taurino, se le supone. Aunque, actualmente, de todas ellas, creo que la tradición es lo que más influencia tiene.

Tienes familiares músicos, ¿cómo ves la música en la Semana Santa, estancada o por el contrario se renueva cada año?

Creo que hay mucha innovación. Cada año se componen marchas nuevas; las bandas son muy completas, mucho más que antes, que contaban con menos músicos y menos instrumentos. Y con todo, el resultado final en los desfiles es impresionante

Hablemos de tu pregón. Cuando subas a la tarima de la Iglesia de San Miguel, tu primer pensamiento, ¿para quién va a ser?

Yo tengo muy claro que soy pregonero por la gracia de Dios, y, también, por las hermandades que me votaron. Aparte de eso, hay muchos nazarenos que he querido y quiero mucho, sobre todo, lo de los años más difíciles. No voy a decir nombres porque me dejaría alguno, pero creo que para ellos serán mis pensamientos.

¿Qué tipo de pregón tienes pensado?, y, ¿qué te gustaría que nos quedara de él?

Voy a hacer un pregón sencillo dirigido al nazareno de a pie y a los turbos. No soy poeta ni escritor, por eso pretendo hablar de mis vivencias, de mis momentos nazarenos… Momentos como los que vivís todos vosotros. Yo querría saber transmitiros mis sentimientos. Lo más importante para mí es que me dijeran que algunos nazarenos de Cuenca se han llegado a emocionar. Voy a hablar para ellos… Y me gustaría emocionarles, porque ellos son los que viven, los que sienten nuestra Semana Santa y a ellos a los que quiero llegar.

El Viernes de Dolores estará mucha gente pendiente de ti, pero esto no tiene que preocuparte, porque allí estaremos también tus amigos, tu familia nazarena para que te sientas como en casa. Suerte.

Entrevista

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de llevar los pasos. Me refiero, sobre todo, al esfuerzo que esto supone: la vida cambia y los trabajos se han vuelto más sedentarios, menos físicos, por lo que a las nuevas generaciones les cuesta muchísimo más todo lo que suponga un esfuerzo físico. En cuanto a mis primeras épocas de nazareno, recuerdo las procesiones con cuatro ó cinco hermanos en cada fila, eso, felizmente, hoy está totalmente superado.

¿Algún recuerdo especial?Muchos... Pero, recuerdo una vez que, llegando a las curvas

de los juzgados con las turbas, había tres mujeres con velo y de rodillas que nos gritaban: ¡Sinvergüenzas! ¡Canallas!,…. Yo me fui a ver a mi padre y le conté que nos estaban insultando. Él me contestó: “No hagas caso, esto es una representación y estas señoras no lo saben. Nosotros tenemos tanta fe como ellas pero no lo entienden. Eso se me quedó grabado.

De los años más recientes ¿ha habido alguno especial para ti?

Si, recuerdo sobre todo el último año que fui presidente de la procesión del Silencio que tuve un final de procesión muy agradable, donde se reunieron representantes de diferentes hermandades y amigos y me hicieron un pequeño homenaje, cosa que siempre llevo en el corazón, porque fue como el reconocimiento a mi labor.

Nazareno de a pie, de cetro, turbo,… miembro de la Junta de Diputación en la Junta de Cofradías ¿dónde te sientes más cómodo?

Todo es importante. Para un conquense ser hermano mayor, secretario, representante es importante. Cuando vas con tu tulipa, quizás, al no tener tanta responsabilidad vas más tranquilo. Ser turbo…, si de verdad lo sientes,… también es muy emocionante. Pero un verdadero nazareno debe asumir las responsabilidades que le toquen y saber comportarse en cualquiera de los papeles que desempeña.

¿Tienes algún rincón de Cuenca preferido para ver los desfiles?

Me gusta mucho la Puerta de San Juan, tanto espectador, de nazareno o de turbo. Concretamente, en las turbas es el sitio donde mejor se pueden oir los roncos tambores y las “clarinás” salen más finas. Por supuesto la salida de todas las procesiones,… Aunque cualquier sitio de Cuenca es capaz de emocionarme.

¿Cómo ves la Semana Santa? ¿Una puesta en escena? ¿Tradición? ¿Devoción?

Pues es complicado. Yo creo que va todo junto: con un escenario como nuestra ciudad, la puesta en escena es inevitable; la tradición también, porque desde muy pequeños vivimos las procesiones, así lo hacen nuestros padres y a estos los suyos,…; y por supuesto la devoción, que para mí, como diríamos en el argot taurino, se le supone. Aunque, actualmente, de todas ellas, creo que la tradición es lo que más influencia tiene.

Tienes familiares músicos, ¿cómo ves la música en la Semana Santa, estancada o por el contrario se renueva cada año?

Creo que hay mucha innovación. Cada año se componen marchas nuevas; las bandas son muy completas, mucho más que antes, que contaban con menos músicos y menos instrumentos. Y con todo, el resultado final en los desfiles es impresionante

Hablemos de tu pregón. Cuando subas a la tarima de la Iglesia de San Miguel, tu primer pensamiento, ¿para quién va a ser?

Yo tengo muy claro que soy pregonero por la gracia de Dios, y, también, por las hermandades que me votaron. Aparte de eso, hay muchos nazarenos que he querido y quiero mucho, sobre todo, lo de los años más difíciles. No voy a decir nombres porque me dejaría alguno, pero creo que para ellos serán mis pensamientos.

¿Qué tipo de pregón tienes pensado?, y, ¿qué te gustaría que nos quedara de él?

Voy a hacer un pregón sencillo dirigido al nazareno de a pie y a los turbos. No soy poeta ni escritor, por eso pretendo hablar de mis vivencias, de mis momentos nazarenos… Momentos como los que vivís todos vosotros. Yo querría saber transmitiros mis sentimientos. Lo más importante para mí es que me dijeran que algunos nazarenos de Cuenca se han llegado a emocionar. Voy a hablar para ellos… Y me gustaría emocionarles, porque ellos son los que viven, los que sienten nuestra Semana Santa y a ellos a los que quiero llegar.

El Viernes de Dolores estará mucha gente pendiente de ti, pero esto no tiene que preocuparte, porque allí estaremos también tus amigos, tu familia nazarena para que te sientas como en casa. Suerte.

Entrevista

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Luis Miguel Caballero, o Diacha que es como to-dos lo conocemos -acrónimo de los apellidos -Diaz Chavarría- de su esposa, Cristina, inseparable compa-ñera y pieza angular en su vida-, nace en Cuenca en el año 1970. Pasa sus primeros años de vida en la loca-lidad de Las Pedroñeras, debido a la profesión de su padre -que en paz descanse-. A su regreso a su ciudad natal comienza a interesarle el mundo de la fotografía. Entorno en el que se adentra de la mano de dos grandes fotógrafos de Cuenca, Lorenzo Díaz Encinas, su sue-gro, y Amancio Contreras Muñoz, ambos miembros de la Asociación Fotográfica Conquense, en la que él también se integra.

Fotógrafo de profesión, su fotografía es versátil, no se define exclusivo en un único estilo, y así, paisajes, costumbres y retratos son captados magistralmente por su objetivo. Sus fotografías aparecen ilustrando varios libros y revistas sobre todo de temas nazarenos. Posee varios premios de fotografía repartidos por toda la geo-grafía española: Campo de Criptana, Oviedo, Sevilla, Barcelona, Tarancón y, cómo no, también en su ciudad natal, Cuenca, donde sólo en el año pasado se hizo con un total de ocho. También sus primeros trabajos audio-visuales están dedicados a la Semana Santa de Cuenca. Son varios los DVDs que, junto a Cristina, tienen con esta temática. Desde hace ya unos cuantos años se en-carga de realizar la grabación, para que quede constan-cia para la posteridad, del acto del Pregón, que se cele-

bra en la coqueta Iglesia de San Miguel, presidida para la ocasión por su venerado Ecce-Homo de San Miguel.

Ferviente amante y defensor de la Semana Santa de Cuenca, se integra en ella siendo joven, ya que, como expresé antes su infancia la pasó en Las Pedroñeras. Se enorgullece de ser nazareno de tulipa y bancero, y actualmente miembro de la Junta Directiva del Ecce-Homo de San Miguel. Además, pertenece a las herman-dades de: San Juan Evangelista, Nuestra Señora de las Angustias, Nuestra Señora de la Soledad del Puente, Exaltación, Jesús con la Caña, Descendimiento, Jesús de las Seis y, cómo no, -nos apostilla-: “También soy Amigo del Museo de la Semana Santa, algo a lo que se debería apuntar todo nazareno de Cuenca que se precie”. Es un asiduo colaborador en las diversas pu-blicaciones que editan las hermandades: revistas, cita-ciones, carteles, paneles,… han sido y son ejemplo de sus trabajos.

Pero, ante todo, Luis es una buena persona. Amigo de sus amigos -que son muchos- y fiel colaborador para todo lo que lo necesites o le pidas. Me congratulo de contar con su amistad desde hace años: durante quince años hemos vivido en el mismo barrio, donde nuestra amistad se fue consolidando, incluso a nivel familiar, con su mujer Cristina y sus hijos Cristian y Aarón; con él he compartido banzo bajo el Ecce-Homo de San Miguel y los buenos e importantes momentos de esta hermandad.

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Por Rafael Redondo

Luis Miguel CaballeroEntrevista al Cartelista de la Semana Santa de Cuenca 2015

Así que quieres ser Tú. Tú quieres ser la imagen de mi cartel. ¡Pues sea!

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Luis Miguel Caballero, o Diacha que es como to-dos lo conocemos -acrónimo de los apellidos -Diaz Chavarría- de su esposa, Cristina, inseparable compa-ñera y pieza angular en su vida-, nace en Cuenca en el año 1970. Pasa sus primeros años de vida en la loca-lidad de Las Pedroñeras, debido a la profesión de su padre -que en paz descanse-. A su regreso a su ciudad natal comienza a interesarle el mundo de la fotografía. Entorno en el que se adentra de la mano de dos grandes fotógrafos de Cuenca, Lorenzo Díaz Encinas, su sue-gro, y Amancio Contreras Muñoz, ambos miembros de la Asociación Fotográfica Conquense, en la que él también se integra.

Fotógrafo de profesión, su fotografía es versátil, no se define exclusivo en un único estilo, y así, paisajes, costumbres y retratos son captados magistralmente por su objetivo. Sus fotografías aparecen ilustrando varios libros y revistas sobre todo de temas nazarenos. Posee varios premios de fotografía repartidos por toda la geo-grafía española: Campo de Criptana, Oviedo, Sevilla, Barcelona, Tarancón y, cómo no, también en su ciudad natal, Cuenca, donde sólo en el año pasado se hizo con un total de ocho. También sus primeros trabajos audio-visuales están dedicados a la Semana Santa de Cuenca. Son varios los DVDs que, junto a Cristina, tienen con esta temática. Desde hace ya unos cuantos años se en-carga de realizar la grabación, para que quede constan-cia para la posteridad, del acto del Pregón, que se cele-

bra en la coqueta Iglesia de San Miguel, presidida para la ocasión por su venerado Ecce-Homo de San Miguel.

Ferviente amante y defensor de la Semana Santa de Cuenca, se integra en ella siendo joven, ya que, como expresé antes su infancia la pasó en Las Pedroñeras. Se enorgullece de ser nazareno de tulipa y bancero, y actualmente miembro de la Junta Directiva del Ecce-Homo de San Miguel. Además, pertenece a las herman-dades de: San Juan Evangelista, Nuestra Señora de las Angustias, Nuestra Señora de la Soledad del Puente, Exaltación, Jesús con la Caña, Descendimiento, Jesús de las Seis y, cómo no, -nos apostilla-: “También soy Amigo del Museo de la Semana Santa, algo a lo que se debería apuntar todo nazareno de Cuenca que se precie”. Es un asiduo colaborador en las diversas pu-blicaciones que editan las hermandades: revistas, cita-ciones, carteles, paneles,… han sido y son ejemplo de sus trabajos.

Pero, ante todo, Luis es una buena persona. Amigo de sus amigos -que son muchos- y fiel colaborador para todo lo que lo necesites o le pidas. Me congratulo de contar con su amistad desde hace años: durante quince años hemos vivido en el mismo barrio, donde nuestra amistad se fue consolidando, incluso a nivel familiar, con su mujer Cristina y sus hijos Cristian y Aarón; con él he compartido banzo bajo el Ecce-Homo de San Miguel y los buenos e importantes momentos de esta hermandad.

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Por Rafael Redondo

Luis Miguel CaballeroEntrevista al Cartelista de la Semana Santa de Cuenca 2015

Así que quieres ser Tú. Tú quieres ser la imagen de mi cartel. ¡Pues sea!

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carteles de las Semanas Santas de aquellos años. Y porque no enlazar aquella técnica con la era digital. Por mi edad, que no soy ni muy mayor ni muy joven, creo que soy uno de los últimos que pudieran vincular la fotografía analógica -de ne-gativo- con la fotografía digital, y demostrar que no son, ni mucho menos, incompatibles. El resultado final ahí lo tenéis: un cartel sobrio, casi monocromo, en tonos entre sepia y tie-rra, si no fuera por el morado de los nazarenos que aparecen en la base de la misma, y una rotulación a la que le he prestado mucha atención y le he dado mucha relevancia. He querido escoger una tipología romana, simulando la de la época y he presentado la fecha en numeración normal y en numeración romana. Para mí el texto era parte imprescindible: en un cartel la imagen tiene que captar la atención, pero el texto tiene que explicar de que se trata.

Estoy contento, muy contento del resultado final.

Como fotógrafo ¿Cómo ves la Semana Santa?Como fotógrafo veo la Semana Santa como una fuente in-

agotable de luz y color,… un sinfín de luces y sombras… En la Semana Santa siempre hay algo que puedas fotografiar: una luz; una sombra; un gesto,... cualquier elemento es digno de ser fotografiado.

Y, ¿cómo nazareno?Como nazareno… yo le llamo “rezar”. Cada vez que con mi

familia salimos en procesión, siempre lo he vivido como algo especial, donde hay momentos: para la espiritualidad y hablar de tú a tú con mi Ecce-Homo; para encontrarme con mis her-manos de cofradía y compartir con ellos lo que nuestros an-tepasados nos han legado. El Luis fotógrafo queda totalmente eclipsado por el Luis Miguel nazareno.

La fotografía es tu trabajo, de él ¿inviertes muchas horas para la Semana Santa?

Pues, te podría decir que muchas, muchísimas horas. Hay días que acaba la jornada y no he hecho otra cosa. Pero, como es algo que me encanta y con la que disfruto tanto, intento co-laborar con todo el mundo que me lo pide. Nunca escatimo ni en tiempo ni en trabajo, si hay que trasnochar se trasnocha. Por ejemplo, desde el mismo momento que Antonio Abarca, como vicepresidente de la Junta de Cofradías, me comunicó que había sido elegido cartelista me dieron las tantas pensando e imagi-nando como iba a ser el cartel.

Defínete como nazareno y hermano de bastantes herman-dades que eres.

Pues, no le doy un significado especial. Me considero un nazareno más de los tantos y tantos que hay en Cuenca… Soy uno más, totalmente anónimo bajo mi capuz y mi túnica.

Hablemos de nuestra hermandad, el Ecce Homo de San Miguel, de tu participación antes y ahora.

En el Ecce-Homo yo empecé de joven. Fue una de las pri-meras imágenes que llamaron mi atención. Sin ser todavía her-mano, yo siempre le acompañaba por las aceras. Me gustaba hacerle fotos y más fotos…Y poco me fui involucrando más y más: primero me hice hermano; salí de nazareno; y así hasta ahora que formo parte de la Junta Directiva de la Hermandad. Ahora mismo, con mi familia lo vivo intensamente. En cuanto pasan las Navidades, Cristina va sacando las túnicas y en casa se empieza a oler a Semana Santa.

¿A quién dedicas el cartel?En primer lugar a mi esposa, Cristina, y a nuestros dos hi-

jos, Cristian y Aarón; a mi suegro, Lorenzo, porque junto a él me formé como fotógrafo; a mi familia, a toda mi familia,… y muy especialmente a Juan Martínez Ballesteros. Y, como no, a todos los nazarenos de Cuenca representados en sus herman-dades, con un guiño de especial complicidad a aquellas que con su voto hicieron que este año el cartel sea una obra mía. Y dentro de éstas, una mención especial a la hermandad de San Juan Evangelista, sé que fue la primera que me propuso para que fuera cartelista y con esa decisión han conseguido que una obra mía pase a formar parte del elenco de los elegidos que tienen el honor de ser el responsable de realizar el cartel anunciador de la Semana Santa de Cuenca.

¿Quieres añadir algo más?No… Bueno, tan solo repetir que me gusta trabajar para la

Semana Santa Cuenca. Que me siento feliz entre capuces, túni-cas, banzos e iglesias. Y que acepto y aceptaré las críticas a mi cartel. Si son constructivas siempre aprenderé algo: soy cons-ciente de que es imposible agradar a todo el mundo, pero no os quepa duda que en este cartel he puesto lo mejor de mí como profesional, como persona y, sobre todo,… como nazareno.

Muchas gracias Luis. Muchas gracias Diacha. Que disfrutes de esta Semana Santa como te mereces y Feliz Pascua de Resu-rrección.

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Se le puede ver, de Domingo a Domingo, con sus cámaras, intentando captar esa imagen, esas instantáneas, inéditas o con un encuadre único con las que luego sorprender a sus amigos. Bueno, ¿he dicho de Domingo a Domingo? No. De Domingo a Domingo, no. Porque el Miércoles Santo…, el Miércoles Santo es especial: el Miércoles Santo lo reserva para acompañar, con riguroso hábito nazareno, a su Santísimo Ecce-Homo de San Miguel.

Y, sin más, pasamos a la entrevista.

El cartel está en la calle. La presentación fue todo un éxito, ¿cómo te sientes?

La verdad es que me siento impresionantemente bien. No he de negar que he tenido momentos de nerviosismo, de in-certidumbre, de cierta inseguridad ante tanta responsabilidad… pero, al final creo que ha salido bastante bien. Ver como los nazarenos de Cuenca han recibido mi cartel me ha llenado de un sano orgullo. He sentido, en todo momento, su apoyo… No me lo esperaba.

Hasta llegar al cartel actual, ¿cuántos has tenido en mente o incluso desarrollados?

Habré tenido diseñados por lo menos diez. Prácticamente, tenía seguro que uno de esos diez sería el cartel de la Semana Santa de Cuenca 2015. Los veía y repasaba a diario y estaba decidido a que el que menos me cansara sería el escogido. Creía que sería así de sencillo. Pero nada de eso… Cuando ya lo tenía casi decidido, en una de las conversaciones que mantuve con los miembros de la Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías, me dijeron que el cartel no solo se distribuía por España, sino que son numerosas las personas de fuera de nuestro país que lo piden; además, decían, que tenían contrastado que el día de la presentación del cartel, era el día que más visitas recibía la web de la institución nazarena. Ese comentario me hizo reflexionar y cambiar por completo el sentido que hasta ahora había queri-do dar a mi cartel. Ese carácter de internacionalidad hizo que mi cartel sacrificara parte de su sencillez y sobriedad para aportarle un carácter más representativo de la ciudad y de la grandiosidad de nuestra Semana Santa. Y así, a base de fotomontajes, fueron apareciendo: el cerro de la Majestad con su particular Calvario conquense; la iglesia de Nuestra Señora de la Virgen de la Luz, como una de las enseñas de la Cuenca nazarena; y en primer plano, una fila de nazarenos morados, color por excelencia de

la Semana Santa. Todo, dispuesto alrededor de la figura de Jesús del Puente, imagen principal del cartel.

Bueno, pues, explícanos cómo has hecho el cartel.El cartel, como todos, tiene su historia. Seguro que cuando

se supo que yo iba a ser el cartelista, quien más quien menos, pensó: “Está claro, este año tenemos Ecce-Homo”. Entonces me planteé que pertenezco a muchas hermandades, y si bien es cierto que con la que más estoy involucrado es con la del Ecce-Homo, no es menos cierto que de todas me siento hermano y que todas significan algo especial para mí. Por esta razón, casi desde el principio, tenía claro que de aparecer algo que identificara a una hermandad tenía que ser de una a la que yo no perteneciera.

La razón de por qué elegí al Nazareno del Puente tam-bién tiene su anécdota. De todos es sabido que me dedico a la fotografía comercial, es mi profesión. Tengo una tienda y, entre otras muchas cosas, realizo reportajes de vídeo y fotos de cualquier celebración: bodas, comuniones, congresos, exposi-ciones,… Es lo que nos da para vivir. Pues, estando realizando un reportaje de boda a unos amigos, -buenos nazarenos, dicho sea de paso-, en la iglesia de la Virgen de la Luz, al querer cap-tar una fotografía de un momento especial, no sé si una mi-rada, un guiño… No recuerdo muy bien qué. El caso, es que cuando disparé mi cámara y fui rápidamente a ver el resultado en la pantalla –es lo que tienen ahora las cámaras digitales, que puedes ver el resultado inmediatamente-, cual no sería mi sorpresa, cuando vi que la pareja aparecía totalmente desenfo-cada y aparecía totalmente enfocada y esplendorosa la imagen de Jesús del Puente. Tras un primer instante de decepción por la foto errada, ya que yo me tengo considerado como un buen profesional y la foto tampoco entrañaba ninguna dificultad, de pronto, me vino una idea a la mente: Aparté la vista del visor de mi cámara. La dirigí hacia la figura de Jesús y… mi-rándole a los ojos y en voz muy baja, le dije: “Así que quieres ser Tú. Tú quieres ser la imagen de mi cartel. ¡Pues, sea!” Y así es como decidí que fuera el Nazareno del Puente la imagen sobre la que se centraría mi cartel.

Dicha esta anécdota, paso a relatar los aspectos más téc-nicos de la obra. El cartel consta de veintidós fotografías, to-das ellas analógicas. He querido hacer un pequeño homenaje a aquellos fotógrafos de los años finales de la década de los setenta y de la década de los ochenta, en los que los monta-jes de fotografías analógicas protagonizaron gran parte de los

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carteles de las Semanas Santas de aquellos años. Y porque no enlazar aquella técnica con la era digital. Por mi edad, que no soy ni muy mayor ni muy joven, creo que soy uno de los últimos que pudieran vincular la fotografía analógica -de ne-gativo- con la fotografía digital, y demostrar que no son, ni mucho menos, incompatibles. El resultado final ahí lo tenéis: un cartel sobrio, casi monocromo, en tonos entre sepia y tie-rra, si no fuera por el morado de los nazarenos que aparecen en la base de la misma, y una rotulación a la que le he prestado mucha atención y le he dado mucha relevancia. He querido escoger una tipología romana, simulando la de la época y he presentado la fecha en numeración normal y en numeración romana. Para mí el texto era parte imprescindible: en un cartel la imagen tiene que captar la atención, pero el texto tiene que explicar de que se trata.

Estoy contento, muy contento del resultado final.

Como fotógrafo ¿Cómo ves la Semana Santa?Como fotógrafo veo la Semana Santa como una fuente in-

agotable de luz y color,… un sinfín de luces y sombras… En la Semana Santa siempre hay algo que puedas fotografiar: una luz; una sombra; un gesto,... cualquier elemento es digno de ser fotografiado.

Y, ¿cómo nazareno?Como nazareno… yo le llamo “rezar”. Cada vez que con mi

familia salimos en procesión, siempre lo he vivido como algo especial, donde hay momentos: para la espiritualidad y hablar de tú a tú con mi Ecce-Homo; para encontrarme con mis her-manos de cofradía y compartir con ellos lo que nuestros an-tepasados nos han legado. El Luis fotógrafo queda totalmente eclipsado por el Luis Miguel nazareno.

La fotografía es tu trabajo, de él ¿inviertes muchas horas para la Semana Santa?

Pues, te podría decir que muchas, muchísimas horas. Hay días que acaba la jornada y no he hecho otra cosa. Pero, como es algo que me encanta y con la que disfruto tanto, intento co-laborar con todo el mundo que me lo pide. Nunca escatimo ni en tiempo ni en trabajo, si hay que trasnochar se trasnocha. Por ejemplo, desde el mismo momento que Antonio Abarca, como vicepresidente de la Junta de Cofradías, me comunicó que había sido elegido cartelista me dieron las tantas pensando e imagi-nando como iba a ser el cartel.

Defínete como nazareno y hermano de bastantes herman-dades que eres.

Pues, no le doy un significado especial. Me considero un nazareno más de los tantos y tantos que hay en Cuenca… Soy uno más, totalmente anónimo bajo mi capuz y mi túnica.

Hablemos de nuestra hermandad, el Ecce Homo de San Miguel, de tu participación antes y ahora.

En el Ecce-Homo yo empecé de joven. Fue una de las pri-meras imágenes que llamaron mi atención. Sin ser todavía her-mano, yo siempre le acompañaba por las aceras. Me gustaba hacerle fotos y más fotos…Y poco me fui involucrando más y más: primero me hice hermano; salí de nazareno; y así hasta ahora que formo parte de la Junta Directiva de la Hermandad. Ahora mismo, con mi familia lo vivo intensamente. En cuanto pasan las Navidades, Cristina va sacando las túnicas y en casa se empieza a oler a Semana Santa.

¿A quién dedicas el cartel?En primer lugar a mi esposa, Cristina, y a nuestros dos hi-

jos, Cristian y Aarón; a mi suegro, Lorenzo, porque junto a él me formé como fotógrafo; a mi familia, a toda mi familia,… y muy especialmente a Juan Martínez Ballesteros. Y, como no, a todos los nazarenos de Cuenca representados en sus herman-dades, con un guiño de especial complicidad a aquellas que con su voto hicieron que este año el cartel sea una obra mía. Y dentro de éstas, una mención especial a la hermandad de San Juan Evangelista, sé que fue la primera que me propuso para que fuera cartelista y con esa decisión han conseguido que una obra mía pase a formar parte del elenco de los elegidos que tienen el honor de ser el responsable de realizar el cartel anunciador de la Semana Santa de Cuenca.

¿Quieres añadir algo más?No… Bueno, tan solo repetir que me gusta trabajar para la

Semana Santa Cuenca. Que me siento feliz entre capuces, túni-cas, banzos e iglesias. Y que acepto y aceptaré las críticas a mi cartel. Si son constructivas siempre aprenderé algo: soy cons-ciente de que es imposible agradar a todo el mundo, pero no os quepa duda que en este cartel he puesto lo mejor de mí como profesional, como persona y, sobre todo,… como nazareno.

Muchas gracias Luis. Muchas gracias Diacha. Que disfrutes de esta Semana Santa como te mereces y Feliz Pascua de Resu-rrección.

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Se le puede ver, de Domingo a Domingo, con sus cámaras, intentando captar esa imagen, esas instantáneas, inéditas o con un encuadre único con las que luego sorprender a sus amigos. Bueno, ¿he dicho de Domingo a Domingo? No. De Domingo a Domingo, no. Porque el Miércoles Santo…, el Miércoles Santo es especial: el Miércoles Santo lo reserva para acompañar, con riguroso hábito nazareno, a su Santísimo Ecce-Homo de San Miguel.

Y, sin más, pasamos a la entrevista.

El cartel está en la calle. La presentación fue todo un éxito, ¿cómo te sientes?

La verdad es que me siento impresionantemente bien. No he de negar que he tenido momentos de nerviosismo, de in-certidumbre, de cierta inseguridad ante tanta responsabilidad… pero, al final creo que ha salido bastante bien. Ver como los nazarenos de Cuenca han recibido mi cartel me ha llenado de un sano orgullo. He sentido, en todo momento, su apoyo… No me lo esperaba.

Hasta llegar al cartel actual, ¿cuántos has tenido en mente o incluso desarrollados?

Habré tenido diseñados por lo menos diez. Prácticamente, tenía seguro que uno de esos diez sería el cartel de la Semana Santa de Cuenca 2015. Los veía y repasaba a diario y estaba decidido a que el que menos me cansara sería el escogido. Creía que sería así de sencillo. Pero nada de eso… Cuando ya lo tenía casi decidido, en una de las conversaciones que mantuve con los miembros de la Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías, me dijeron que el cartel no solo se distribuía por España, sino que son numerosas las personas de fuera de nuestro país que lo piden; además, decían, que tenían contrastado que el día de la presentación del cartel, era el día que más visitas recibía la web de la institución nazarena. Ese comentario me hizo reflexionar y cambiar por completo el sentido que hasta ahora había queri-do dar a mi cartel. Ese carácter de internacionalidad hizo que mi cartel sacrificara parte de su sencillez y sobriedad para aportarle un carácter más representativo de la ciudad y de la grandiosidad de nuestra Semana Santa. Y así, a base de fotomontajes, fueron apareciendo: el cerro de la Majestad con su particular Calvario conquense; la iglesia de Nuestra Señora de la Virgen de la Luz, como una de las enseñas de la Cuenca nazarena; y en primer plano, una fila de nazarenos morados, color por excelencia de

la Semana Santa. Todo, dispuesto alrededor de la figura de Jesús del Puente, imagen principal del cartel.

Bueno, pues, explícanos cómo has hecho el cartel.El cartel, como todos, tiene su historia. Seguro que cuando

se supo que yo iba a ser el cartelista, quien más quien menos, pensó: “Está claro, este año tenemos Ecce-Homo”. Entonces me planteé que pertenezco a muchas hermandades, y si bien es cierto que con la que más estoy involucrado es con la del Ecce-Homo, no es menos cierto que de todas me siento hermano y que todas significan algo especial para mí. Por esta razón, casi desde el principio, tenía claro que de aparecer algo que identificara a una hermandad tenía que ser de una a la que yo no perteneciera.

La razón de por qué elegí al Nazareno del Puente tam-bién tiene su anécdota. De todos es sabido que me dedico a la fotografía comercial, es mi profesión. Tengo una tienda y, entre otras muchas cosas, realizo reportajes de vídeo y fotos de cualquier celebración: bodas, comuniones, congresos, exposi-ciones,… Es lo que nos da para vivir. Pues, estando realizando un reportaje de boda a unos amigos, -buenos nazarenos, dicho sea de paso-, en la iglesia de la Virgen de la Luz, al querer cap-tar una fotografía de un momento especial, no sé si una mi-rada, un guiño… No recuerdo muy bien qué. El caso, es que cuando disparé mi cámara y fui rápidamente a ver el resultado en la pantalla –es lo que tienen ahora las cámaras digitales, que puedes ver el resultado inmediatamente-, cual no sería mi sorpresa, cuando vi que la pareja aparecía totalmente desenfo-cada y aparecía totalmente enfocada y esplendorosa la imagen de Jesús del Puente. Tras un primer instante de decepción por la foto errada, ya que yo me tengo considerado como un buen profesional y la foto tampoco entrañaba ninguna dificultad, de pronto, me vino una idea a la mente: Aparté la vista del visor de mi cámara. La dirigí hacia la figura de Jesús y… mi-rándole a los ojos y en voz muy baja, le dije: “Así que quieres ser Tú. Tú quieres ser la imagen de mi cartel. ¡Pues, sea!” Y así es como decidí que fuera el Nazareno del Puente la imagen sobre la que se centraría mi cartel.

Dicha esta anécdota, paso a relatar los aspectos más téc-nicos de la obra. El cartel consta de veintidós fotografías, to-das ellas analógicas. He querido hacer un pequeño homenaje a aquellos fotógrafos de los años finales de la década de los setenta y de la década de los ochenta, en los que los monta-jes de fotografías analógicas protagonizaron gran parte de los

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Entrevista

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Cuenca me tiene ensimismada desde que tengo uso de razón. Tal vez por ello, siento como el “mejor nazareno conquense” mi Semana Santa y la hago tan mía como el respirar de cada uno de los días que vivimos.

Las circunstancias de vida hacen a cada cual seguir unos ca-minos u otros. Descubro en mí el hecho de que, aún no habiendo nacido en esta ciudad colgada, pues de la Serranía vengo, he ido creciendo, tanto en estudios como en trabajo, a los pies y callejas de una Cuenca virginal como la definiera Pedro de Lorenzo, y me he sentido el hombre más dichoso. Sus piedras milenarias, haciendo muralla, reconstruyendo conventos o, simplemente ele-vando edificios, ha sido el alimento de mi vocación histórica, porque vaya o venga de Cuenca, siempre viene conmigo como esa patria del alma y en ello, “abronco” a todos los que me rodean cuando no ver en ella, tanta riqueza patrimonial como yo descu-bro, porque tiene tanta, que atesora un Relicario como bien diría el gran escritor conquense.

Pero yo me siento aquí -entre sus piedras- mejor que en mi propia casa. Da igual que abra o cierre los ojos, porque siempre la veo, la siento y la añoro; puedo ver, paso a paso, sus calles y rincones, tanto las calles más encostadas de la ciudad vieja como las calles largas y perfiladas de la ciudad nueva. Sin embargo, me siento mejor, en el paisaje urbano que la historia pasada nos de-jase como herencia, teniendo la Plaza Mayor o antigua Plaza del Mercado como referencia. Subo calle de San Pedro arriba, altos de Cuenca, y me reencuentro con blasones de antaño, nobleza venida a menos, conventos transformados en Hoteles, buenos aposentos, y una iglesia que tiene -según algunos- huella del mis-terio templario y que alberga a San Pedro, en nombre y raza, la de su Cofradía poderosa. Atrás dejé la catedral con sus Grecos hoy homenajeados, con su Dolorosa de Mena y el díptico bizantino.

Por Miguel Romero Saiz

El Jesús Nazareno de CuencaTres imágenes históricas: El Jesús de Sisante, el Nazareno de Cañete y el Jesús de las seis del Salvador.

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Cuenca me tiene ensimismada desde que tengo uso de razón. Tal vez por ello, siento como el “mejor nazareno conquense” mi Semana Santa y la hago tan mía como el respirar de cada uno de los días que vivimos.

Las circunstancias de vida hacen a cada cual seguir unos ca-minos u otros. Descubro en mí el hecho de que, aún no habiendo nacido en esta ciudad colgada, pues de la Serranía vengo, he ido creciendo, tanto en estudios como en trabajo, a los pies y callejas de una Cuenca virginal como la definiera Pedro de Lorenzo, y me he sentido el hombre más dichoso. Sus piedras milenarias, haciendo muralla, reconstruyendo conventos o, simplemente ele-vando edificios, ha sido el alimento de mi vocación histórica, porque vaya o venga de Cuenca, siempre viene conmigo como esa patria del alma y en ello, “abronco” a todos los que me rodean cuando no ver en ella, tanta riqueza patrimonial como yo descu-bro, porque tiene tanta, que atesora un Relicario como bien diría el gran escritor conquense.

Pero yo me siento aquí -entre sus piedras- mejor que en mi propia casa. Da igual que abra o cierre los ojos, porque siempre la veo, la siento y la añoro; puedo ver, paso a paso, sus calles y rincones, tanto las calles más encostadas de la ciudad vieja como las calles largas y perfiladas de la ciudad nueva. Sin embargo, me siento mejor, en el paisaje urbano que la historia pasada nos de-jase como herencia, teniendo la Plaza Mayor o antigua Plaza del Mercado como referencia. Subo calle de San Pedro arriba, altos de Cuenca, y me reencuentro con blasones de antaño, nobleza venida a menos, conventos transformados en Hoteles, buenos aposentos, y una iglesia que tiene -según algunos- huella del mis-terio templario y que alberga a San Pedro, en nombre y raza, la de su Cofradía poderosa. Atrás dejé la catedral con sus Grecos hoy homenajeados, con su Dolorosa de Mena y el díptico bizantino.

Por Miguel Romero Saiz

El Jesús Nazareno de CuencaTres imágenes históricas: El Jesús de Sisante, el Nazareno de Cañete y el Jesús de las seis del Salvador.

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Mayor es inigualable. No pudieron cantarla por des-conocida las plumas de Quevedo, en su carcelaria de Uclés, ni la de Cervantes en su caminar por La Man-cha, ni siquiera le dio tiempo a Fray Luis de León o Fray Ambrosio de Montesinos. Aún así, otros como Jorge Manrique en sus Coplas, Juan de Mena o el marqués de Santillana, que por aquí anduvieron, acordaron por ser tiempos remotos, ensalzar una tierra sin saber que, un tiempo después, tendría santo y seña en la Pasión de Cristo. Pero si la han cantado y mucho Baroja, Ma-chado, Valdivieso, Carlos de la Rica, González Ruano, Pedro de Lorenzo, Diego Jesús Jiménez y como no, nuestro añorado Federico Muelas, en otros muchos.

En su canto, la Cuenca del Belén transformada en Calvario, con sus días grises, apenas bruñidos de oro viejo en el ocaso de la agonía crepuscular de la tarde que muere y va envolviéndose en tinieblas. Todos ha-blan de Ella, del respeto y sentimiento que merece, de la sobriedad y la modestia que almacenan sus procesio-

nes, de su carácter y originalidad que la hacen tan única como el eslogan de esta ciudad. Arriba, sus Tres Cruces iluminadas advierten que empieza el tiempo de pasión y abajo, San Antón, se prepara también para abrir las puertas de su iglesia, templo barroco de una Semana Santa internacional con esa sublime belleza plástica de una imaginería que bien representa nuestro insigne y, poco a poco, reconocido en su merecimiento, Luis Marco Pérez.

Pero ahora quiero dejar la Cuenca patrimonial y be-lla en su estructura y caserío, para rendir tributo a tres imágenes que por Jesús Nazareno vienen representadas. Tres que hablan de tiempo de Pasión y cuyos rostros bien le definen: El Jesús Nazareno de Sisante, el de la Roldana, la otra, el Jesús Nazareno de Cañete, el que a bien tuviera desfilar en Cuenca una noche de viernes santo y la sublime por esencia, la inigualable en hechu-ra, la sentida y solemnemente adorada, Jesús Nazareno de las Seis, del Salvador, la de las Turbas de Cuenca.

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Pero ahora estoy en las alturas más altas y sin más entretenimiento que divisar una de las imágenes más bellas que puede entregar la vista, desciendo para seguir camino y llegó de vuelta a la plaza mayor, luego me retuerzo un poco entre Pilares y la Merced, por eso de seguir la estela de la belleza de sus iglesias conventuales y dejando la huella judía desciendo -una vez que he ba-jado Zapaterías- por la calle de Alfonso VIII buscando ese nudo de calles que me advierten que allí hay mucha Semana Santa enclaustrada. Y tanto que la hay, porque los Oblatos de San Felipe albergan imágenes de siem-pre, a su lado, San Andrés, ahora dedicada en remozado atuendo a otros menesteres, pero me remeto en esa Ca-lle Solera, la que tanto quiero porque ahí se retuerce mi Jesús Nazareno del Salvador.

Que encrucijada de calles más solemne, aquella, la del jardín del Salvador y todas sus ramificaciones que le enaltecen. Calle de las Tablas, calle de San Juan, de Melchor Cano, de Santo Domingo con su fuete, donde

aún se escuchan los cánticos de los escolares, al lado de donde la Soledad del Puente tiene Asociación; bajas y subes, retuerces las monjillas Benidictinas, y sin más dilación, tanto por abajo como por arriba, llegas al Sal-vador, el centro semanasantero por excelencia.

Toda Cuenca es pasión de vértigo en sus edificios al aire, casi voladizos todos, suspendida a su suerte, que-riendo volar, mientras su luna te ilumina cada rincón y cada torre, como en ningún lugar del mundo. Cuenca no parece real y sin embargo, lo es. Entre sus piedras re-suenan las horquillas al mismo ritmo que las pisadas de aquellos caballeros andantes de le Medievo; pero antes y ahora, sigue siendo la Cuenca virginal, la de madera y yeso, la de tea y tiza, la de los colores de sus facha-das, la de los cien campanarios al azul, la de las hoces misteriosas, la de los hortelanos del Huécar, la de los carpinteros de Tintes, la de la recóndita soledad, la de los poetas, músicos, pintores y....soñadores del tiempo.

Pero Cuenca es, ante todo, la pasional. Su Semana

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Mayor es inigualable. No pudieron cantarla por des-conocida las plumas de Quevedo, en su carcelaria de Uclés, ni la de Cervantes en su caminar por La Man-cha, ni siquiera le dio tiempo a Fray Luis de León o Fray Ambrosio de Montesinos. Aún así, otros como Jorge Manrique en sus Coplas, Juan de Mena o el marqués de Santillana, que por aquí anduvieron, acordaron por ser tiempos remotos, ensalzar una tierra sin saber que, un tiempo después, tendría santo y seña en la Pasión de Cristo. Pero si la han cantado y mucho Baroja, Ma-chado, Valdivieso, Carlos de la Rica, González Ruano, Pedro de Lorenzo, Diego Jesús Jiménez y como no, nuestro añorado Federico Muelas, en otros muchos.

En su canto, la Cuenca del Belén transformada en Calvario, con sus días grises, apenas bruñidos de oro viejo en el ocaso de la agonía crepuscular de la tarde que muere y va envolviéndose en tinieblas. Todos ha-blan de Ella, del respeto y sentimiento que merece, de la sobriedad y la modestia que almacenan sus procesio-

nes, de su carácter y originalidad que la hacen tan única como el eslogan de esta ciudad. Arriba, sus Tres Cruces iluminadas advierten que empieza el tiempo de pasión y abajo, San Antón, se prepara también para abrir las puertas de su iglesia, templo barroco de una Semana Santa internacional con esa sublime belleza plástica de una imaginería que bien representa nuestro insigne y, poco a poco, reconocido en su merecimiento, Luis Marco Pérez.

Pero ahora quiero dejar la Cuenca patrimonial y be-lla en su estructura y caserío, para rendir tributo a tres imágenes que por Jesús Nazareno vienen representadas. Tres que hablan de tiempo de Pasión y cuyos rostros bien le definen: El Jesús Nazareno de Sisante, el de la Roldana, la otra, el Jesús Nazareno de Cañete, el que a bien tuviera desfilar en Cuenca una noche de viernes santo y la sublime por esencia, la inigualable en hechu-ra, la sentida y solemnemente adorada, Jesús Nazareno de las Seis, del Salvador, la de las Turbas de Cuenca.

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Pero ahora estoy en las alturas más altas y sin más entretenimiento que divisar una de las imágenes más bellas que puede entregar la vista, desciendo para seguir camino y llegó de vuelta a la plaza mayor, luego me retuerzo un poco entre Pilares y la Merced, por eso de seguir la estela de la belleza de sus iglesias conventuales y dejando la huella judía desciendo -una vez que he ba-jado Zapaterías- por la calle de Alfonso VIII buscando ese nudo de calles que me advierten que allí hay mucha Semana Santa enclaustrada. Y tanto que la hay, porque los Oblatos de San Felipe albergan imágenes de siem-pre, a su lado, San Andrés, ahora dedicada en remozado atuendo a otros menesteres, pero me remeto en esa Ca-lle Solera, la que tanto quiero porque ahí se retuerce mi Jesús Nazareno del Salvador.

Que encrucijada de calles más solemne, aquella, la del jardín del Salvador y todas sus ramificaciones que le enaltecen. Calle de las Tablas, calle de San Juan, de Melchor Cano, de Santo Domingo con su fuete, donde

aún se escuchan los cánticos de los escolares, al lado de donde la Soledad del Puente tiene Asociación; bajas y subes, retuerces las monjillas Benidictinas, y sin más dilación, tanto por abajo como por arriba, llegas al Sal-vador, el centro semanasantero por excelencia.

Toda Cuenca es pasión de vértigo en sus edificios al aire, casi voladizos todos, suspendida a su suerte, que-riendo volar, mientras su luna te ilumina cada rincón y cada torre, como en ningún lugar del mundo. Cuenca no parece real y sin embargo, lo es. Entre sus piedras re-suenan las horquillas al mismo ritmo que las pisadas de aquellos caballeros andantes de le Medievo; pero antes y ahora, sigue siendo la Cuenca virginal, la de madera y yeso, la de tea y tiza, la de los colores de sus facha-das, la de los cien campanarios al azul, la de las hoces misteriosas, la de los hortelanos del Huécar, la de los carpinteros de Tintes, la de la recóndita soledad, la de los poetas, músicos, pintores y....soñadores del tiempo.

Pero Cuenca es, ante todo, la pasional. Su Semana

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La Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Naza-reno de El Salvador quedó constituida como hermandad, sin lugar a dudas una de las más antiguas de cuantas forman parte de nuestros desfiles, en el año 1662. Muchos años después, concretamente en 1707 se incorporará al Cabildo de San Ni-colás de Tolentino, que pasará en esa fecha a presidirlo. Esta hermandad, considerada desde sus inicios, como la formada por las clases dominantes de la ciudad -caso que ya no se die-ra- tiene una imagen cuya talla es considerada milagrosa “en recuerdo de los numerosos favores y mercedes experimentados por esta ciudad en las enfermedades de las gentes y falta de aguas para los campos y otros contratiempos.”

Las primeras constituciones conocidas de la misma son aprobadas el 14 de mayo de 1778 con un total de 50 artículos, y son definitivamente aprobadas el 25 de febrero de 1782 por el Consejo de Castilla, tras varios informes del Corregidor de la ciudad y de los comisarios nombrados con este fin. Desde 1904 incorpora al desfile el paso de Jesús Caído y la Verónica, donación de don Mariano Catalina, previa autorización del resto de las hermandades que componen el desfile. En 1941 realiza su desfile con la talla actual de Luis Marco Pérez que todavía no incorpora la talla del Cirineo. Desde la década de los años cincuenta se incorporan a la Hermandad las tradicio-nales Turbas. (1)

Pero es magnífica su talla. Impresionante su belleza. Tur-badora su mirada. Preciosa su policromía. Dolorosa y esperan-zadora, a la vez, su expresión. Es, realmente, única y poderosa.

El grupo escultórico está compuesto de dos esculturas re-presentando una escena citada en la narración evangélica a cerca de la pasión de Cristo: “Jesús con la cruz a cuestas es ayu-dado a portarla por Simón de Cirene”. Son esculturas de gran volumen y peso, algo mayor al tamaño natural, realizadas en talla de bulto redondo y concebidas para ser expuestas proce-sionalmente sobre andas, como así va. La figura de Jesús viste de una ostentosa vestimenta con túnica ricamente adornada que contrasta de una manera notoria con sus pies descalzos y la sobriedad del madero que abraza. La figura de. Cirineo ataviado con túnica corta sobriamente rematada, con gorro dorado y sandalias en ambos pies.

La figura principal “Jesús” está realizada sobre un embón de madera de pino componiendo su estructura diversos blo-ques de madera en cortes de diferentes tamaños, encolados y ensamblados paralelos entre sí, dejando en el centro una zona hueca para evitar las enormes tensiones de los bloques maci-zos. las piezas han sido unidas y encoladas considerando la verticalidad de la figura sin la utilización de clavos ni espigas realizándose lo que se denomina en unión viva. Los brazos y manos se ha realizado de manera exenta al embón escultóri-

co central unido por diferentes espigas de madera. La cabeza unida y tallada al tronco central presenta una clara abertura longitudinal como punto de origen al haberse practicado la colocación y fijación de ojos de cristal. Policromadas en su totalidad, y realizada con diferentes técnicas de ejecución y di-seño. La imprimación o aparejo ejecutado en diferentes capas muy finas y bien lijadas, compuestas mediante sulfato cálcico y cola proteínica. La policromía o capa pictórica estará dividi-da en ropajes y carnaciones.

La escultura del Cirineo ejecutada igualmente al igual que el Jesús, por don Luis Marco Pérez, el gran imaginero nacido en Fuentelespino de Moya, tres años después, es una talla muy atrevida, arriesgada y resulta de movimiento, con mayor separación de elementos escultóricos (dedos y brazos). En actitud flexionada y en tensión de sus músculos, ayuda al sostenimiento de la cruz entre sus dos manos. Policromada también en su integridad pero más sobriamente para no restar importancia a la figura principal, con grandes toques maes-tros de ejecución anatómica, como sus brazos, piernas y dedos completamente separados. El gorro plano, resaltado mediante oro, la vestimenta marrón de óleo industrial y sandalias dora-das. Las carnaciones al óleo y envejecidas mediante betunes. (2)

La Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Sal-vador acordó, en sesión del 31 de diciembre de 1939 estable-cer una comisión para recaudar fondos con los que costear la imagen del Nazareno, el Cirineo y las andas del paso que, por un importe de 10.000 pesetas deberían estar acabadas para el viernes santo de 1940 con el fin de sustituir a uno anterior que había sido destruido en la guerra civil de 1936. Es una figura de gran tamaño con hábito de nazareno tallado y decorado con abundantes labores doradas, si bien el cíngulo es de hilo. Luce potencias y corona metálicas y gira la cabeza hacia la de-recha, portando sobre el hombro izquierdo la cruz, que sujeta con una mano bastante crispada como si hiciera realidad lo que J.L. Lucas Aledón expresara en su verso: “Bajo el madero de arista dura que clava su infierno en Tu carne viva...”

La actitud de marcha está muy lograda y las imágenes tienen basas separadas. Las andas decoradas con un friso de motivos vegetales y bastante sencillas, fueron realizadas por Apolonio Pérez. El retablo de la iglesia donde pernocta du-rante todo el añó, es obra de los hermanos Pérez del Moral y está compuesto por columnas salomónicas. Fue el primer paso de la “gran reconstrucción” que realizase marco tras la Guerra Civil. Preside la procesión del “Camino del Calvario” de la madrugada del viernes santo y recibe el nombre de “San Agustín” porque la anterior imagen se guardaba en la iglesia del desaparecido convento de agustinos situado en la plaza de Cánovas y que ahora ocupan edificios civiles. (3)

1. Texto de Antonio Pérez Valero. Las Hermandades de nuestra Semana Santa. Año 1990

2. Luis Priego Priego. Cuadernos de Semana Santa. Año 1999

3. Francisco Portela Sandoval. “Luis Marco Pérez”. año 1999

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La Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Naza-reno de El Salvador quedó constituida como hermandad, sin lugar a dudas una de las más antiguas de cuantas forman parte de nuestros desfiles, en el año 1662. Muchos años después, concretamente en 1707 se incorporará al Cabildo de San Ni-colás de Tolentino, que pasará en esa fecha a presidirlo. Esta hermandad, considerada desde sus inicios, como la formada por las clases dominantes de la ciudad -caso que ya no se die-ra- tiene una imagen cuya talla es considerada milagrosa “en recuerdo de los numerosos favores y mercedes experimentados por esta ciudad en las enfermedades de las gentes y falta de aguas para los campos y otros contratiempos.”

Las primeras constituciones conocidas de la misma son aprobadas el 14 de mayo de 1778 con un total de 50 artículos, y son definitivamente aprobadas el 25 de febrero de 1782 por el Consejo de Castilla, tras varios informes del Corregidor de la ciudad y de los comisarios nombrados con este fin. Desde 1904 incorpora al desfile el paso de Jesús Caído y la Verónica, donación de don Mariano Catalina, previa autorización del resto de las hermandades que componen el desfile. En 1941 realiza su desfile con la talla actual de Luis Marco Pérez que todavía no incorpora la talla del Cirineo. Desde la década de los años cincuenta se incorporan a la Hermandad las tradicio-nales Turbas. (1)

Pero es magnífica su talla. Impresionante su belleza. Tur-badora su mirada. Preciosa su policromía. Dolorosa y esperan-zadora, a la vez, su expresión. Es, realmente, única y poderosa.

El grupo escultórico está compuesto de dos esculturas re-presentando una escena citada en la narración evangélica a cerca de la pasión de Cristo: “Jesús con la cruz a cuestas es ayu-dado a portarla por Simón de Cirene”. Son esculturas de gran volumen y peso, algo mayor al tamaño natural, realizadas en talla de bulto redondo y concebidas para ser expuestas proce-sionalmente sobre andas, como así va. La figura de Jesús viste de una ostentosa vestimenta con túnica ricamente adornada que contrasta de una manera notoria con sus pies descalzos y la sobriedad del madero que abraza. La figura de. Cirineo ataviado con túnica corta sobriamente rematada, con gorro dorado y sandalias en ambos pies.

La figura principal “Jesús” está realizada sobre un embón de madera de pino componiendo su estructura diversos blo-ques de madera en cortes de diferentes tamaños, encolados y ensamblados paralelos entre sí, dejando en el centro una zona hueca para evitar las enormes tensiones de los bloques maci-zos. las piezas han sido unidas y encoladas considerando la verticalidad de la figura sin la utilización de clavos ni espigas realizándose lo que se denomina en unión viva. Los brazos y manos se ha realizado de manera exenta al embón escultóri-

co central unido por diferentes espigas de madera. La cabeza unida y tallada al tronco central presenta una clara abertura longitudinal como punto de origen al haberse practicado la colocación y fijación de ojos de cristal. Policromadas en su totalidad, y realizada con diferentes técnicas de ejecución y di-seño. La imprimación o aparejo ejecutado en diferentes capas muy finas y bien lijadas, compuestas mediante sulfato cálcico y cola proteínica. La policromía o capa pictórica estará dividi-da en ropajes y carnaciones.

La escultura del Cirineo ejecutada igualmente al igual que el Jesús, por don Luis Marco Pérez, el gran imaginero nacido en Fuentelespino de Moya, tres años después, es una talla muy atrevida, arriesgada y resulta de movimiento, con mayor separación de elementos escultóricos (dedos y brazos). En actitud flexionada y en tensión de sus músculos, ayuda al sostenimiento de la cruz entre sus dos manos. Policromada también en su integridad pero más sobriamente para no restar importancia a la figura principal, con grandes toques maes-tros de ejecución anatómica, como sus brazos, piernas y dedos completamente separados. El gorro plano, resaltado mediante oro, la vestimenta marrón de óleo industrial y sandalias dora-das. Las carnaciones al óleo y envejecidas mediante betunes. (2)

La Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Sal-vador acordó, en sesión del 31 de diciembre de 1939 estable-cer una comisión para recaudar fondos con los que costear la imagen del Nazareno, el Cirineo y las andas del paso que, por un importe de 10.000 pesetas deberían estar acabadas para el viernes santo de 1940 con el fin de sustituir a uno anterior que había sido destruido en la guerra civil de 1936. Es una figura de gran tamaño con hábito de nazareno tallado y decorado con abundantes labores doradas, si bien el cíngulo es de hilo. Luce potencias y corona metálicas y gira la cabeza hacia la de-recha, portando sobre el hombro izquierdo la cruz, que sujeta con una mano bastante crispada como si hiciera realidad lo que J.L. Lucas Aledón expresara en su verso: “Bajo el madero de arista dura que clava su infierno en Tu carne viva...”

La actitud de marcha está muy lograda y las imágenes tienen basas separadas. Las andas decoradas con un friso de motivos vegetales y bastante sencillas, fueron realizadas por Apolonio Pérez. El retablo de la iglesia donde pernocta du-rante todo el añó, es obra de los hermanos Pérez del Moral y está compuesto por columnas salomónicas. Fue el primer paso de la “gran reconstrucción” que realizase marco tras la Guerra Civil. Preside la procesión del “Camino del Calvario” de la madrugada del viernes santo y recibe el nombre de “San Agustín” porque la anterior imagen se guardaba en la iglesia del desaparecido convento de agustinos situado en la plaza de Cánovas y que ahora ocupan edificios civiles. (3)

1. Texto de Antonio Pérez Valero. Las Hermandades de nuestra Semana Santa. Año 1990

2. Luis Priego Priego. Cuadernos de Semana Santa. Año 1999

3. Francisco Portela Sandoval. “Luis Marco Pérez”. año 1999

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Pero hay otro Jesús Nazareno en la provincia que historia hi-ciera en nuestra Semana Santa de Cuenca. En la villa manchega de Sisante, la que ahora llaman “la Joya barroca de La Mancha” alberga en su seno desde el año 1695 lo que primero fuera un Beaterio y, luego ya desde 1701, el primer convento de Sisante si-guiendo la regla de san Francisco de Asís, conocido vulgarmente como el convento de Clarisas Nazarenas. Aquí, el padre Hortela-no tuvo la iniciativa como protector de este cenobio, de mandar a sus ocupantes albergaran la imagen del Nazareno que llegaría el 14 de septiembre de 1711 adquirido por 15.000 reales de vellón y que en principio fuera obra encargada por el rey Carlos II para ocupar lugar en el convento de San Agustín de Alcalá de Henares. Su origen es dudoso en cuanto al origen de su encargo, pues en alguna ocasión he leído, fue una imagen que encargó el propio monarca para regalar al papa Inocencio XI en recuerdo de su fa-llecimiento, sin embargo, desconocemos el por qué, esta imagen nuca llegase al Vaticano y sí al convento alcalaino, motivo por el que el padre Hortelano aprovechase la ocasión para traerlo hasta su pueblo, Sisante.

Obra de una gran escultura del periodo barroco español, Luisa Roldán, llamada “La Roldana”, nacida en 1654, hija del también escultor Pedro Roldán y formada en los talleres de su padre con claras influencias de la escuela sevillana de finales del XVII, cuyos sólidos representantes fueron Martínez Montañés y Alonso Cano, aunque en una época dominada ya por José de Arce y cuya influencia estilística sería cada vez mayor en la etapa que se denominará Rococó. La Roldana tuvo que luchar contra su género, pues no estaba demasiado bien visto que una mujer dedicase su tiempo al arte, tanto de la pintura como de la es-cultura; sin embargo, tal fue su capacidad de trabajo y su buen hacer, que el propio rey Carlos II insta a que se alije en Madrid y desde el 1692 sea su escultora de Cámara Real, cargo que osten-taría tambiénpor Felipe V, el primer borbón español. En la Corte alcanzaría mucha fama por sus esculturas de pequeñas dimensio-nes en barro cocido, si cabe más, que por sus tallas de madera. sin embargo, dos van a destacar sobre las demás, por un lado la imagen de San Miguel Arcángel que realizase por encargo real para el Monasterio de San Lorenzo del Escorial y luego la talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, imagen que llegaría, por cir-cunstancias de la vida, hasta la villa de Sisante para su convento de Clarisas.

En una talla de vestir con el cuerpo anatomizado y trabajadas la cabeza, manos y pies, de aproximadamente 167 cms. de altura y 60 cms. de envergadura. Posees características estilísticas de su autora bien expresadas en la delicadeza y precisión de los rasgos, de una gran belleza formal, hondo dramatismo en la expresión del rostro, con la boca entreabierta y la mirada fija en el especta-dor que lo contempla desde abajo, de extremado patetismo y, a la vez, de efecto esperanzador. El Nazareno carga la pesada cruz sobre su hombro izquierdo al tiempo que gira e inclina la cabeza ligeramente hacia la derecha, apoyando su peso de todo el cuerpo en la pierna izquierda que adelanta un poco, y aprovechando así también la postura para dejar atrás el pie derecho que será el prin-

cipal objeto de la devoción popular. La talla sufrió desperfectos al iniciarse la contienda bélica de 1936 y sus ojos fueron vaciados, la nariz mutilada, el rostro raspado y la cruz, destruida. Las manos fueron también dañadas. Finalizada la guerra, en abril de 1940 fue enviada a restaurar al taller del escultor e imaginero Coullaut-Valera, quien basó en fotos detalladas del original su proceso.

Pero el motivo de traerlo aquí, no solo es por su calidad artís-tica, sino por su protagonismo como Nazareno que desfilase en la Semana Santa de Cuenca, bien el 5 de abril de 1939 como aducen algunos, o bien, el 20 de marzo de 1940 como aseveran los inves-tigadores Carlos Julián Martínez y Ramón Pérez en su estupenda crónica de los Cuadernos de Semana Santa de 1999.

Siguiendo a D. Luis Calvo, académico al que mucho admiro por sus grandes trabajos, la imagen del Nazareno de Sisante fue la única que desfilase en la Semana Santa de 1939. Sin embargo, cierto es, que al mencionar las Actas municipales del año 1940 nos lleva a incidir en esa posible confusión que supone el hecho de que al ser el año 1939 el momento de ejecutarse la primera procesión después del conflicto civil de 1936-1939 y siendo espe-cial ese momento quiso llamarla “Procesión del desagravio” con una sola imagen, pero la confusión viene determinada porque al año siguiente 1940 aparecen ordenes de procesión para presi-dencias municipales, demostrando con ello, que en este último año, desfilaran más de una imagen y por tanto, difícilmente pudo celebrarse ese año la llamada “del Nazareno de Sisante” por ser la única imagen.

De una u otra manera, El Nazareno de Sisante, desfiló en la Semana Santa de Cuenca. Si bien no fuera en 1939 como dice Don Luis por no aparecer referencia alguna en las Actas Muni-cipales a la Semana Santa conquense, bien pudiera ser -según la buena crónica de Federico Muelas- el año siguiente, es decir, el 1940 siguiendo el mismo camino que hiciera el año anterior la imagen de la Virgen de la Luz, y si luego, en 1941 cuando vuelva las imágenes a las procesiones de Cuenca. Así nos dice el poeta de Cuenca:

“La Semana Santa de 1940 tendrá un carácter excepcional, fuertemente emotivo y aquellos que lo contemplen no la olvida-rán nunca. Pero en 1941, desfilarán las procesiones que Cuenca se merece: auténticamente conquenses...Creyó la horda terminar con la Semana Santa de Cuenca al destruir sus imágenes. Pero las procesiones desfilarán este año de 1940 por las calles conquen-ses...”

Esta imagen sisanteña -en cuyos Estatutos quedó claro que solamente desfilaría y saldría del convento cada cien años- y en palabras de las hermanas clarisas, solamente ha desfilado en cinco ocasiones desde que allí la custodian: la primera de ellas en 1711, la segunda en 1814 en honor del triunfo frente al francés -ya que no había podido salir en 1811 por estar en plena guerra de la Inde-pendencia-, la tercera en 1911 al cumplirse el centenario, la cuarta en 1940, año que se pide vaya a desfilar a la ciudad de Cuenca una vez restaurada y como conmemoración del año triunfal del final de la guerra del 36 y siendo ahora, la quinta ocasión en 2011, cumpliéndose el Centenario. (4)

4. Carlos J. Martínez Soria y R. Pérez Tornero. “Realmente fue un día más...? “ Cuadernos de Semana Santa, 1999

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Pero hay otro Jesús Nazareno en la provincia que historia hi-ciera en nuestra Semana Santa de Cuenca. En la villa manchega de Sisante, la que ahora llaman “la Joya barroca de La Mancha” alberga en su seno desde el año 1695 lo que primero fuera un Beaterio y, luego ya desde 1701, el primer convento de Sisante si-guiendo la regla de san Francisco de Asís, conocido vulgarmente como el convento de Clarisas Nazarenas. Aquí, el padre Hortela-no tuvo la iniciativa como protector de este cenobio, de mandar a sus ocupantes albergaran la imagen del Nazareno que llegaría el 14 de septiembre de 1711 adquirido por 15.000 reales de vellón y que en principio fuera obra encargada por el rey Carlos II para ocupar lugar en el convento de San Agustín de Alcalá de Henares. Su origen es dudoso en cuanto al origen de su encargo, pues en alguna ocasión he leído, fue una imagen que encargó el propio monarca para regalar al papa Inocencio XI en recuerdo de su fa-llecimiento, sin embargo, desconocemos el por qué, esta imagen nuca llegase al Vaticano y sí al convento alcalaino, motivo por el que el padre Hortelano aprovechase la ocasión para traerlo hasta su pueblo, Sisante.

Obra de una gran escultura del periodo barroco español, Luisa Roldán, llamada “La Roldana”, nacida en 1654, hija del también escultor Pedro Roldán y formada en los talleres de su padre con claras influencias de la escuela sevillana de finales del XVII, cuyos sólidos representantes fueron Martínez Montañés y Alonso Cano, aunque en una época dominada ya por José de Arce y cuya influencia estilística sería cada vez mayor en la etapa que se denominará Rococó. La Roldana tuvo que luchar contra su género, pues no estaba demasiado bien visto que una mujer dedicase su tiempo al arte, tanto de la pintura como de la es-cultura; sin embargo, tal fue su capacidad de trabajo y su buen hacer, que el propio rey Carlos II insta a que se alije en Madrid y desde el 1692 sea su escultora de Cámara Real, cargo que osten-taría tambiénpor Felipe V, el primer borbón español. En la Corte alcanzaría mucha fama por sus esculturas de pequeñas dimensio-nes en barro cocido, si cabe más, que por sus tallas de madera. sin embargo, dos van a destacar sobre las demás, por un lado la imagen de San Miguel Arcángel que realizase por encargo real para el Monasterio de San Lorenzo del Escorial y luego la talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno, imagen que llegaría, por cir-cunstancias de la vida, hasta la villa de Sisante para su convento de Clarisas.

En una talla de vestir con el cuerpo anatomizado y trabajadas la cabeza, manos y pies, de aproximadamente 167 cms. de altura y 60 cms. de envergadura. Posees características estilísticas de su autora bien expresadas en la delicadeza y precisión de los rasgos, de una gran belleza formal, hondo dramatismo en la expresión del rostro, con la boca entreabierta y la mirada fija en el especta-dor que lo contempla desde abajo, de extremado patetismo y, a la vez, de efecto esperanzador. El Nazareno carga la pesada cruz sobre su hombro izquierdo al tiempo que gira e inclina la cabeza ligeramente hacia la derecha, apoyando su peso de todo el cuerpo en la pierna izquierda que adelanta un poco, y aprovechando así también la postura para dejar atrás el pie derecho que será el prin-

cipal objeto de la devoción popular. La talla sufrió desperfectos al iniciarse la contienda bélica de 1936 y sus ojos fueron vaciados, la nariz mutilada, el rostro raspado y la cruz, destruida. Las manos fueron también dañadas. Finalizada la guerra, en abril de 1940 fue enviada a restaurar al taller del escultor e imaginero Coullaut-Valera, quien basó en fotos detalladas del original su proceso.

Pero el motivo de traerlo aquí, no solo es por su calidad artís-tica, sino por su protagonismo como Nazareno que desfilase en la Semana Santa de Cuenca, bien el 5 de abril de 1939 como aducen algunos, o bien, el 20 de marzo de 1940 como aseveran los inves-tigadores Carlos Julián Martínez y Ramón Pérez en su estupenda crónica de los Cuadernos de Semana Santa de 1999.

Siguiendo a D. Luis Calvo, académico al que mucho admiro por sus grandes trabajos, la imagen del Nazareno de Sisante fue la única que desfilase en la Semana Santa de 1939. Sin embargo, cierto es, que al mencionar las Actas municipales del año 1940 nos lleva a incidir en esa posible confusión que supone el hecho de que al ser el año 1939 el momento de ejecutarse la primera procesión después del conflicto civil de 1936-1939 y siendo espe-cial ese momento quiso llamarla “Procesión del desagravio” con una sola imagen, pero la confusión viene determinada porque al año siguiente 1940 aparecen ordenes de procesión para presi-dencias municipales, demostrando con ello, que en este último año, desfilaran más de una imagen y por tanto, difícilmente pudo celebrarse ese año la llamada “del Nazareno de Sisante” por ser la única imagen.

De una u otra manera, El Nazareno de Sisante, desfiló en la Semana Santa de Cuenca. Si bien no fuera en 1939 como dice Don Luis por no aparecer referencia alguna en las Actas Muni-cipales a la Semana Santa conquense, bien pudiera ser -según la buena crónica de Federico Muelas- el año siguiente, es decir, el 1940 siguiendo el mismo camino que hiciera el año anterior la imagen de la Virgen de la Luz, y si luego, en 1941 cuando vuelva las imágenes a las procesiones de Cuenca. Así nos dice el poeta de Cuenca:

“La Semana Santa de 1940 tendrá un carácter excepcional, fuertemente emotivo y aquellos que lo contemplen no la olvida-rán nunca. Pero en 1941, desfilarán las procesiones que Cuenca se merece: auténticamente conquenses...Creyó la horda terminar con la Semana Santa de Cuenca al destruir sus imágenes. Pero las procesiones desfilarán este año de 1940 por las calles conquen-ses...”

Esta imagen sisanteña -en cuyos Estatutos quedó claro que solamente desfilaría y saldría del convento cada cien años- y en palabras de las hermanas clarisas, solamente ha desfilado en cinco ocasiones desde que allí la custodian: la primera de ellas en 1711, la segunda en 1814 en honor del triunfo frente al francés -ya que no había podido salir en 1811 por estar en plena guerra de la Inde-pendencia-, la tercera en 1911 al cumplirse el centenario, la cuarta en 1940, año que se pide vaya a desfilar a la ciudad de Cuenca una vez restaurada y como conmemoración del año triunfal del final de la guerra del 36 y siendo ahora, la quinta ocasión en 2011, cumpliéndose el Centenario. (4)

4. Carlos J. Martínez Soria y R. Pérez Tornero. “Realmente fue un día más...? “ Cuadernos de Semana Santa, 1999

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Y nos queda, hablar de otra imagen por lo que supuso y por su desfile en Cuenca. Hace un tiempo, no mucho, llegaba a mis manos un precioso artículo de José Manuel Alarcón Sepúlveda sobre “el Jesús del Puente de Tomás Marqués Amat, que pertenece a la parroquia de Cañete y a su Cofradía nazarena.

Porque lo curioso de esta imagen es su participa-ción en la Semana Santa conquense como consecuen-cia de una casuística que determinó su presencia en la ciudad de las hoces. Y hete aquí, un servidor, de esas Tierras de Cañete, el que puedo constatar en función de la información recibida de aquellos lares, como este hecho fue una realidad que gratamente se recuerda.

Nos dice Alarcón, “que pasaron los fríos días de la guerra y las Hermandades de Cuenca salieron de la sombras que las cubrieron durante tres años con nue-va fuerza e ilusión, con las manos vacías y el corazón rebosante, apenas llorando lo que se perdió porque no había tiempo. Había que construir el futuro, una nue-va Semana Santa sobre la herencia intacta de nuestros mayores”, y realmente fue así, por esa razón la Venera-ble Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Puente, histórica cofradía conquense con más de tres siglos de vida por aquellos años, ya había atravesado otras desgraciadas guerras, no solo la del 36 sino antes, la de Secesión con los borbones, la de la Independen-cia con Napoleón y la del Carlismo y su imagen, tan loable y solemne, había sido destruida.

Acabada en 1939 la guerra, las Hermandades con-quenses se pusieron con agilidad para retomar las pro-cesiones, reuniéndose la Junta de Diputación de esta citada hermandad para planificar su puesta en valor, decidiendo encargar una talla nueva que, hacia el 31 de enero de 1940 se encuentra a punto de su finaliza-ción. Se le había encargado al escultor Tomás Marqués Amat, el cual, por aquella fecha aún no le había dado tiempo a finalizar el policromado de la imagen, ya que quería que los hermanos estuvieran de acuerdo en los colores que él quería aplicar. Una vez decidido y acla-rado algunos otros aspectos importantes del conjunto de la imagen, establecido el pago y su totalidad presu-puestada, se llegaba a la Junta General de la Herman-dad del 17 de marzo de dicho año, 1940, cuando se comunicaba que el paso estaba acabado y entregado al hermano Pedro Carralero, el cual lo tenía en su propia

casa por no estar la iglesia de San Antón en condicio-nes de ser abierta al culto por aquellos días.

Cuando todo esto sucedía, una comisión de la Her-mandad de Jesús Nazareno del Salvador se presentó en la Junta de la hermandad del Jesús del Puente para soli-citarles la cesión de su nueva imagen y que pudiera sa-lir en la procesión Camino del Calvario, la madrugada del Viernes Santo. Después de ardua deliberación, se decidió permitir su cesión, incluso siendo los propios nazarenos de esa hermandad los que pudieran portarla y una vez recibida de madrugada y entregada al finali-zar la procesión, el convenido quedaba cerrado.

En palabras de Alarcón, “doce banzos se subasta-ron en aquella Junta, doce capuces morados que bajo el sagrado peso caminaron por las calles de Cuenca con el Jesús del Puente que tallara Marqués Amat.”

Sin embargo, el 16 de marzo de 1941, en una nueva Junta de la Hermandad de Jesús del Puente, se deci-de encargar una nueva imagen y unas nuevas andas, para lo cual, se manifiesta una tremenda ilusión por ello. De la despedida del Jesús de Marqués solo nos ha quedado un frío apunte en el libro de cuentas de 1942 en referencia al ingreso de 2.500 pesetas por la venta de la talla y de 1.000 pesetas por el dinero de las andas. El destino final de esta magnífica obra fue la Iglesia parroquial de Cañete, donde aún recibe culto en su altar y sale en procesión de Semana Santa con la cruz a cuestas, precisamente el mismo día que salió en Cuenca, el Jueves Santo. A pesar de la importante fama que ha adquirido la nueva imagen realizada por Jesús Capuz Mamano, nos dice Alarcón Sepúlveda, “no quisiéramos que el olvido caiga sobre esta parte tan importante de nuestra historia y sentimiento que es el Nazareno que tallara Tomás Marqués Amat. Fue aliento espiritual de la cofradía en una época dura, pero ilusionada, de la que ahora es símbolo. Tiempos en los que la Hermandad despertaba de un mal sue-ño.” (5)

Ahora, ese Jesús Nazareno desfila por las calles de Cañete con solemnidad, con devoción y con senti-miento, porque sus cofrades y vecinos tienen en él ese valor añadido de haber sido, el primer Nazareno que desfilase después de la guerra de 1936-39 en la Sema-na Santa de Cuenca, procesión de la madrugada del Viernes Santo, en las Turbas. ¡Un símbolo y un hecho!

5. Alarcón Sepúlveda, José Manuel: “El Jesús del Puente de Tomás Marqués Amat” Revista Capuz, páginas 20-22

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Y nos queda, hablar de otra imagen por lo que supuso y por su desfile en Cuenca. Hace un tiempo, no mucho, llegaba a mis manos un precioso artículo de José Manuel Alarcón Sepúlveda sobre “el Jesús del Puente de Tomás Marqués Amat, que pertenece a la parroquia de Cañete y a su Cofradía nazarena.

Porque lo curioso de esta imagen es su participa-ción en la Semana Santa conquense como consecuen-cia de una casuística que determinó su presencia en la ciudad de las hoces. Y hete aquí, un servidor, de esas Tierras de Cañete, el que puedo constatar en función de la información recibida de aquellos lares, como este hecho fue una realidad que gratamente se recuerda.

Nos dice Alarcón, “que pasaron los fríos días de la guerra y las Hermandades de Cuenca salieron de la sombras que las cubrieron durante tres años con nue-va fuerza e ilusión, con las manos vacías y el corazón rebosante, apenas llorando lo que se perdió porque no había tiempo. Había que construir el futuro, una nue-va Semana Santa sobre la herencia intacta de nuestros mayores”, y realmente fue así, por esa razón la Venera-ble Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Puente, histórica cofradía conquense con más de tres siglos de vida por aquellos años, ya había atravesado otras desgraciadas guerras, no solo la del 36 sino antes, la de Secesión con los borbones, la de la Independen-cia con Napoleón y la del Carlismo y su imagen, tan loable y solemne, había sido destruida.

Acabada en 1939 la guerra, las Hermandades con-quenses se pusieron con agilidad para retomar las pro-cesiones, reuniéndose la Junta de Diputación de esta citada hermandad para planificar su puesta en valor, decidiendo encargar una talla nueva que, hacia el 31 de enero de 1940 se encuentra a punto de su finaliza-ción. Se le había encargado al escultor Tomás Marqués Amat, el cual, por aquella fecha aún no le había dado tiempo a finalizar el policromado de la imagen, ya que quería que los hermanos estuvieran de acuerdo en los colores que él quería aplicar. Una vez decidido y acla-rado algunos otros aspectos importantes del conjunto de la imagen, establecido el pago y su totalidad presu-puestada, se llegaba a la Junta General de la Herman-dad del 17 de marzo de dicho año, 1940, cuando se comunicaba que el paso estaba acabado y entregado al hermano Pedro Carralero, el cual lo tenía en su propia

casa por no estar la iglesia de San Antón en condicio-nes de ser abierta al culto por aquellos días.

Cuando todo esto sucedía, una comisión de la Her-mandad de Jesús Nazareno del Salvador se presentó en la Junta de la hermandad del Jesús del Puente para soli-citarles la cesión de su nueva imagen y que pudiera sa-lir en la procesión Camino del Calvario, la madrugada del Viernes Santo. Después de ardua deliberación, se decidió permitir su cesión, incluso siendo los propios nazarenos de esa hermandad los que pudieran portarla y una vez recibida de madrugada y entregada al finali-zar la procesión, el convenido quedaba cerrado.

En palabras de Alarcón, “doce banzos se subasta-ron en aquella Junta, doce capuces morados que bajo el sagrado peso caminaron por las calles de Cuenca con el Jesús del Puente que tallara Marqués Amat.”

Sin embargo, el 16 de marzo de 1941, en una nueva Junta de la Hermandad de Jesús del Puente, se deci-de encargar una nueva imagen y unas nuevas andas, para lo cual, se manifiesta una tremenda ilusión por ello. De la despedida del Jesús de Marqués solo nos ha quedado un frío apunte en el libro de cuentas de 1942 en referencia al ingreso de 2.500 pesetas por la venta de la talla y de 1.000 pesetas por el dinero de las andas. El destino final de esta magnífica obra fue la Iglesia parroquial de Cañete, donde aún recibe culto en su altar y sale en procesión de Semana Santa con la cruz a cuestas, precisamente el mismo día que salió en Cuenca, el Jueves Santo. A pesar de la importante fama que ha adquirido la nueva imagen realizada por Jesús Capuz Mamano, nos dice Alarcón Sepúlveda, “no quisiéramos que el olvido caiga sobre esta parte tan importante de nuestra historia y sentimiento que es el Nazareno que tallara Tomás Marqués Amat. Fue aliento espiritual de la cofradía en una época dura, pero ilusionada, de la que ahora es símbolo. Tiempos en los que la Hermandad despertaba de un mal sue-ño.” (5)

Ahora, ese Jesús Nazareno desfila por las calles de Cañete con solemnidad, con devoción y con senti-miento, porque sus cofrades y vecinos tienen en él ese valor añadido de haber sido, el primer Nazareno que desfilase después de la guerra de 1936-39 en la Sema-na Santa de Cuenca, procesión de la madrugada del Viernes Santo, en las Turbas. ¡Un símbolo y un hecho!

5. Alarcón Sepúlveda, José Manuel: “El Jesús del Puente de Tomás Marqués Amat” Revista Capuz, páginas 20-22

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El Domingo de Resurrección de 2014 será recordado por poner punto y final a una Semana Santa que podría ser cali-ficada como excepcional y maravillosa en todos sus aspectos, máxime cuando se venía de “padecer” la de 2013, que tan infaustos recuerdos dejó en todos los nazarenos de Cuenca.

Pero, la procesión de “El Encuentro” de 2014 tendrá tam-bién un significado especial para todos los que de una u otra forma nos sentimos parte, nos identificamos o simplemente somos seguidores de la Banda de Tambores y Trompetas de la Junta de Cofradías. Ese 20 de abril estará marcado para siempre en la historia de esta agrupación musical y de la Junta de Cofradías, y por consiguiente en la de la Semana Santa de Cuenca.

Y lo estará porque momentos antes de comenzar esta pro-cesión, en las inmediaciones de la Puerta de Valencia, el lugar donde se reune la Banda antes de acceder a la Iglesia de San Andrés, José María Izquierdo llamó la atención de todos y en un sencillo acto, carente de cualquier tipo de protocolo, anunció al grupo que éste sería su último desfile y que este ya no lo haría como responsable del grupo sino como un integrante más de la formación. Llamo a Javier Poyatos, otro de los grandes con mayúsculas del grupo y con un entrañable abrazo le dejó que él corriera con esta responsabilidad. Difí-cil papeleta para Javier, que aunque ya lo tenían hablado en alguna ocasión, nunca le habían puesto ni fecha ni momen-to: “Javier, alto, muy alto, deja el listón Chema. Pero, cuando él ha depositado en ti esa responsabilidad es porque, sin duda alguna te considera la mejor persona y la más capacitada para sucederle. Así que adelante y a no defraudarle”.

Y lo tendrá, porque que hoy en día la Banda de Tambores y Trompetas de la JdC sea una bonita realidad se lo debe-mos principalmente a él, a José María: a su actitud inquieta y perseverante ante la vida; a su pasión por la música y, sobre todo, por la música nazarena de trompeta, tambor y bombo; a su decisión por cumplir un sueño, haciendo suya la ilusión de que la JdC contara con su propia Banda de Tambores y Trompetas; a su compañerismo, amistad, lealtad y compro-miso con todos los componentes del grupo;… Pero, sobre

todo, por su amor a la Semana Santa de Cuenca, a la Semana Grande de su ciudad, a sus tradiciones y a sus gentes.

José María Izquierdo Muñoz, “Chema”, verdadero “alma mater” de la corta historia de la Banda, si la comparamos con la trayectoria que Chema lleva dedicada a este tipo de agrupa-ciones musicales (esta Banda se fundó en el año 2006, por lo tanto la de este año será su décima participación consecutiva en los desfiles procesionales de Cuenca). Él es el principal culpable de que un grupo de amigos, -más bien yo diría una familia-, recién terminado San Mateo, se empiecen a reunir en la nave que la JdC tiene en el polígono industrial Campsa, a prepararse para participar en la celebración de la Semana Santa de su Ciudad. Y así comienzan sus ensayos, seis meses antes de que tenga lugar el primero de sus desfiles. Seis meses, en los que alrededor de las ocho de la tarde, -en principio du-rante dos días a la semana, que pasarán a ser tres después de Navidad, e incluso cuatro ya en Cuaresma-, se reunirán alre-dedor de un mismo fin, de un mismo objetivo,… Descanso, libros, familia, parejas, amigos… todo quedará relegado a un segundo plano en favor de… no se bien cómo explicarlo: ¿Un sentimiento? ¿Una pasión? ¿Una obsesión? ¿Una adic-ción? ¿Una ilusión?… ¿O tal vez será la suma de todas estas y otras cuantas más?… No sé. No tengo claro que conjunción de circunstancias y condiciones se dan en los componentes de esta Banda para que, año tras año, todos tengan el mismo objetivo. Decidme, ¿cuántos de los nazarenos de hermandad estarían dispuestos a aportar este tiempo, trabajo y esfuerzo en sus cofradías? Pocos, muy pocos. ¿Verdad?

Como digo no sé las razones pero si sé a quien se debe. Se debe a Chema. José María ha sido quien les ha inculcado todos estos valores: Amor y respeto para honrar a su Semana Santa; Disciplina, rigor y marcialidad para darle ese toque de prestigio y seriedad que les caracteriza en todas sus actuacio-nes; Amistar y compromiso con el grupo.

Este artículo pretende ser el reconocimiento a su trabajo y actitud con la Semana Santa de Cuenca. El primero de los muchos homenajes y actos que sin duda alguna le sucederán.

Gracias Chema.

Por Antonio Abarca Contreras. Vicepresidente de la Junta de Cofradías de Cuenca

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El Domingo de Resurrección de 2014 será recordado por poner punto y final a una Semana Santa que podría ser cali-ficada como excepcional y maravillosa en todos sus aspectos, máxime cuando se venía de “padecer” la de 2013, que tan infaustos recuerdos dejó en todos los nazarenos de Cuenca.

Pero, la procesión de “El Encuentro” de 2014 tendrá tam-bién un significado especial para todos los que de una u otra forma nos sentimos parte, nos identificamos o simplemente somos seguidores de la Banda de Tambores y Trompetas de la Junta de Cofradías. Ese 20 de abril estará marcado para siempre en la historia de esta agrupación musical y de la Junta de Cofradías, y por consiguiente en la de la Semana Santa de Cuenca.

Y lo estará porque momentos antes de comenzar esta pro-cesión, en las inmediaciones de la Puerta de Valencia, el lugar donde se reune la Banda antes de acceder a la Iglesia de San Andrés, José María Izquierdo llamó la atención de todos y en un sencillo acto, carente de cualquier tipo de protocolo, anunció al grupo que éste sería su último desfile y que este ya no lo haría como responsable del grupo sino como un integrante más de la formación. Llamo a Javier Poyatos, otro de los grandes con mayúsculas del grupo y con un entrañable abrazo le dejó que él corriera con esta responsabilidad. Difí-cil papeleta para Javier, que aunque ya lo tenían hablado en alguna ocasión, nunca le habían puesto ni fecha ni momen-to: “Javier, alto, muy alto, deja el listón Chema. Pero, cuando él ha depositado en ti esa responsabilidad es porque, sin duda alguna te considera la mejor persona y la más capacitada para sucederle. Así que adelante y a no defraudarle”.

Y lo tendrá, porque que hoy en día la Banda de Tambores y Trompetas de la JdC sea una bonita realidad se lo debe-mos principalmente a él, a José María: a su actitud inquieta y perseverante ante la vida; a su pasión por la música y, sobre todo, por la música nazarena de trompeta, tambor y bombo; a su decisión por cumplir un sueño, haciendo suya la ilusión de que la JdC contara con su propia Banda de Tambores y Trompetas; a su compañerismo, amistad, lealtad y compro-miso con todos los componentes del grupo;… Pero, sobre

todo, por su amor a la Semana Santa de Cuenca, a la Semana Grande de su ciudad, a sus tradiciones y a sus gentes.

José María Izquierdo Muñoz, “Chema”, verdadero “alma mater” de la corta historia de la Banda, si la comparamos con la trayectoria que Chema lleva dedicada a este tipo de agrupa-ciones musicales (esta Banda se fundó en el año 2006, por lo tanto la de este año será su décima participación consecutiva en los desfiles procesionales de Cuenca). Él es el principal culpable de que un grupo de amigos, -más bien yo diría una familia-, recién terminado San Mateo, se empiecen a reunir en la nave que la JdC tiene en el polígono industrial Campsa, a prepararse para participar en la celebración de la Semana Santa de su Ciudad. Y así comienzan sus ensayos, seis meses antes de que tenga lugar el primero de sus desfiles. Seis meses, en los que alrededor de las ocho de la tarde, -en principio du-rante dos días a la semana, que pasarán a ser tres después de Navidad, e incluso cuatro ya en Cuaresma-, se reunirán alre-dedor de un mismo fin, de un mismo objetivo,… Descanso, libros, familia, parejas, amigos… todo quedará relegado a un segundo plano en favor de… no se bien cómo explicarlo: ¿Un sentimiento? ¿Una pasión? ¿Una obsesión? ¿Una adic-ción? ¿Una ilusión?… ¿O tal vez será la suma de todas estas y otras cuantas más?… No sé. No tengo claro que conjunción de circunstancias y condiciones se dan en los componentes de esta Banda para que, año tras año, todos tengan el mismo objetivo. Decidme, ¿cuántos de los nazarenos de hermandad estarían dispuestos a aportar este tiempo, trabajo y esfuerzo en sus cofradías? Pocos, muy pocos. ¿Verdad?

Como digo no sé las razones pero si sé a quien se debe. Se debe a Chema. José María ha sido quien les ha inculcado todos estos valores: Amor y respeto para honrar a su Semana Santa; Disciplina, rigor y marcialidad para darle ese toque de prestigio y seriedad que les caracteriza en todas sus actuacio-nes; Amistar y compromiso con el grupo.

Este artículo pretende ser el reconocimiento a su trabajo y actitud con la Semana Santa de Cuenca. El primero de los muchos homenajes y actos que sin duda alguna le sucederán.

Gracias Chema.

Por Antonio Abarca Contreras. Vicepresidente de la Junta de Cofradías de Cuenca

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Blanca, en Getsemaní, la luna abríala cerca del Misterio desvelado,

la Tierra sobre el surco del aradomarcaba la razón de tu porfía.

Un Ángel luminoso te seguíabajo el olivo verde, consternado,el cáliz de la ofrenda rebosado,

mientras todo tu ser se estremecía.

El tumulto en la noche se perdíaciñéndote la túnica escarlata

y jugando la baza de tu suerte.

¿Cómo, Señor, aceptarás la muertesiguiendo del Amor su profecía

si es ese mismo Amor quién te delata?

Oración del Huerto

Leonor Culebras. 2015

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Por José Luis Lucas Aledón

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En la tarde-noche de los Viernesantos en Cuenca, des-plomada la luz crepuscular por la lejanía de los oteros del Termillo, comienza su desfilar la procesión del SANTO EN-TIERRO en la alzada irrazonablemente ciudad de Cuenca.

Burbujea en luces, murmullos e impaciencias la Plaza Ma-yor cuando los primeros Congregantes asoman por la puerta ojival de S.I.C.B, mocha de torres y campanario, de la ciudad.

Como leño o tronco abatido, desgajado, desbrozado se deslizaban rio abajo en los lomos acuáticos de titán del vie-jo Júcar, de igual forma resbala calle abajo el Cuerpo cadá-ver del Crucificado, según la experta gubia de Marco Pérez. Cuatro esquineros gruesos cirios en perpetua ignición lamen fachadas y muros por donde el sepelio discurre, aguanta las correnteras, que suben por el callejón de Sta. Catalina, por los Oblatos y el refrior de la Puerta S. Juan. Repta el mue-lle callejero del Escardillo. Abajo tas el barandal el Huécar corre hacia su delta en cruz con las verdes aguas del Júcar, no existen ya los sahumerios hortelanos, ni los saucos, ni el membrillo y los kakis, ni los murmullos de la Fuente la Don-cella, pero el río sabe llevar cosido a sus aguas el recuerdo de

caballones, y surcos de tierra mollar, bien removida para la sementera por el azadón hortelano. Sepelio y río volverán ha encontrarse.

Triste el funerario cortejo prosigue su andanza de triste-zas de nuevo coinciden en paralelo por la calle de los Tintes, ahora las aguas del afluente están impregnadas de aromas de los hortales y hocinos, acurrucados bajo las rocas.

Cruzan puente, suben, doblan calleja y llegan hasta el atrial de El Salvador, en par los portones con bronce a cincel labrados por Zapata.

Entra el Cuerpo frío, yerto con la máxima lentitud de la procesión. El ambiente se le llena con el floreo de las cornetas y el ronroneo de las cajas destempladas.

La luna esquiva torres, tejados y cúpulas de árboles para alumbrar con su carita de plata desde muda Mangana a la Virgen en la soledad dolorosa ante la Cruz.

Pero la comitiva no se despliega, tampoco los espectado-res todos comprimidos en un bloque se dirigen a la ermita escueta entre el riscal y musgos con intención de darle a la Madre el pésame y reconfortarla en su dolor y Angustia

Santo EntierroSemana Santa de Cuenca

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Blanca, en Getsemaní, la luna abríala cerca del Misterio desvelado,

la Tierra sobre el surco del aradomarcaba la razón de tu porfía.

Un Ángel luminoso te seguíabajo el olivo verde, consternado,el cáliz de la ofrenda rebosado,

mientras todo tu ser se estremecía.

El tumulto en la noche se perdíaciñéndote la túnica escarlata

y jugando la baza de tu suerte.

¿Cómo, Señor, aceptarás la muertesiguiendo del Amor su profecía

si es ese mismo Amor quién te delata?

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Leonor Culebras. 2015

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Por José Luis Lucas Aledón

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En la tarde-noche de los Viernesantos en Cuenca, des-plomada la luz crepuscular por la lejanía de los oteros del Termillo, comienza su desfilar la procesión del SANTO EN-TIERRO en la alzada irrazonablemente ciudad de Cuenca.

Burbujea en luces, murmullos e impaciencias la Plaza Ma-yor cuando los primeros Congregantes asoman por la puerta ojival de S.I.C.B, mocha de torres y campanario, de la ciudad.

Como leño o tronco abatido, desgajado, desbrozado se deslizaban rio abajo en los lomos acuáticos de titán del vie-jo Júcar, de igual forma resbala calle abajo el Cuerpo cadá-ver del Crucificado, según la experta gubia de Marco Pérez. Cuatro esquineros gruesos cirios en perpetua ignición lamen fachadas y muros por donde el sepelio discurre, aguanta las correnteras, que suben por el callejón de Sta. Catalina, por los Oblatos y el refrior de la Puerta S. Juan. Repta el mue-lle callejero del Escardillo. Abajo tas el barandal el Huécar corre hacia su delta en cruz con las verdes aguas del Júcar, no existen ya los sahumerios hortelanos, ni los saucos, ni el membrillo y los kakis, ni los murmullos de la Fuente la Don-cella, pero el río sabe llevar cosido a sus aguas el recuerdo de

caballones, y surcos de tierra mollar, bien removida para la sementera por el azadón hortelano. Sepelio y río volverán ha encontrarse.

Triste el funerario cortejo prosigue su andanza de triste-zas de nuevo coinciden en paralelo por la calle de los Tintes, ahora las aguas del afluente están impregnadas de aromas de los hortales y hocinos, acurrucados bajo las rocas.

Cruzan puente, suben, doblan calleja y llegan hasta el atrial de El Salvador, en par los portones con bronce a cincel labrados por Zapata.

Entra el Cuerpo frío, yerto con la máxima lentitud de la procesión. El ambiente se le llena con el floreo de las cornetas y el ronroneo de las cajas destempladas.

La luna esquiva torres, tejados y cúpulas de árboles para alumbrar con su carita de plata desde muda Mangana a la Virgen en la soledad dolorosa ante la Cruz.

Pero la comitiva no se despliega, tampoco los espectado-res todos comprimidos en un bloque se dirigen a la ermita escueta entre el riscal y musgos con intención de darle a la Madre el pésame y reconfortarla en su dolor y Angustia

Santo EntierroSemana Santa de Cuenca

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ción de la Eucaristía (memorial), se convierte en fuente de amor en el corazón de cada uno de nosotros.

El mandamiento del AMOR es el gran mandamiento cristia-no. Todas las normas que rigen la vida de un discípulo de Jesús se concretan verdaderamente en una: amar. El testamento o última voluntad de Jesús, la esencia del mensaje del Maestro para los cristianos de ahora y de todos los tiempos es el mandamiento del AMOR.

La vida diaria nos ofrece múltiples oportunidades para prac-ticar el mandamiento del amor con nuestros hermanos. La esen-cia del cristianismo no consiste en el cumplimiento riguroso de unos mandamientos, sino que es el encuentro con una persona que se llama Jesucristo. El ser humano no puede vivir sin amor. Necesitamos amar y ser amados. Y no hay amor si no se aprende a conjugar el verbo servir.

Con buen criterio CARITAS conmemora y nos recuerda a todos, cada Jueves Santo, que es el día del AMOR FRATERNO. Y nos corresponde a nosotros, cristianos y hermanos nazarenos, que el amor fraterno sea todos los días y que no haya que esperar cada año a que llegue semana santa y su celebración del Jueves,- o Navidad o Corpus Christi- para acordarnos de los más necesita-dos. Olvidamos muy pronto el amor fraterno al sumergirnos en nuestra burbuja de comodidad, y somos capaces de estremecer-nos y de que se nos ponga carne de gallina al recordar en estos días la Pasión y Muerte de Cristo.

Somos incapaces de abarcar el amor que Dios nos tiene ante el hecho de ofrecernos a su Hijo para que muera por nosotros y, sin embargo, ya nos ha hecho callo la miseria humana que malvive en los soportales de las ciudades y que recurre a la droga y al alcohol porque nadie los ama.

Hoy en esta sociedad en la que estamos conviviendo se hace presente cada vez más la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro ( Jn 16, 19-31).Leerla y veréis que es actual como toda la Palabra de Dios, aunque multiplicada por no sé cuántos miles de casos. Ni podemos ni debemos olvidarnos de esta realidad que rodea a la sociedad de nuestro tiempo: muchedumbre de ham-brientos, de desplazados, de mendigos sin techo y sin cuidados médicos y lo que es más grave: sin esperanza de un futuro mejor. Ni podemos ni debemos seguir mirando como el rico Epulón que fingía no conocer al mendigo. Y no podemos echarle la cul-pa a Dios de estos males y miserias- como hacen muchos – .La respuesta está en el corazón de los hombres.

Siguen llamando múltiples Lázaros a las puertas de esta socie-dad opulenta y epulona. No escuchamos al estar inmersos en la fiesta, vivimos en una sociedad sorda, ciega, fría e inmisericorde como en los tiempos de los antiguos profetas “tus ojos y tu corazón buscan solo tu propio interés, sangre inocente que derramar opresión y vio-lencia que ejercer”

“Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que pue-dan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo. (Ex 3,7-8.10)” Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.-Papa Francisco

Jesús confirma que el amor a Dios no puede separarse del amor al prójimo. No podemos amar a Dios, a quién no vemos, si no amamos a nuestros prójimos que están a en nuestra presencia (Cf.1 Jn 4,20).

“El amor de Dios es el primero como mandamiento, pero el amar al prójimo es el primero como actuación práctica” (S. Agustín)

“¡Qué duda cabe que uno de los peligros que más nos acecha en la vivencia del cristianismo es el individualismo! Se trata de vivir la fe de un modo privado relegándola al íntimo de la concien-cia y sin tener una expresión en la caridad cristiana. Pero tenemos un modo concreto y a la mano para practicar el mandamiento del amor: es la práctica de las obras de misericordia las cuales nos per-miten salir al encuentro del sufrimiento y de la necesidad de nues-tros hermanos.” (P. Octavio Ortiz.Catholic.net)

Y no olvidemos que como como canta el gran místico espa-ñol San Juan de la Cruz “…al atardecer seremos examinados del amor…” y somos realmente lo que amamos y lo que nos aman.

Dios nos llamó a la existencia por amor y nos llama a amar, esa es la tarea fundamental del hombre y la única que puede dar sentido nuestra vida. Amar a Dios y a los hombres es la respuesta al Jueves Santo, amor, que siempre hemos de dar a cualquier persona que reclame desde su sufrimiento nuestra atención. Siempre es po-sible amar. Estamos hechos para amar, para el encuentro y el don. En el ejercicio de la caridad se van encontrando soluciones para los problemas, pero el amar al prójimo también es un camino para conocer mejor todo los que Dios nos ha revelado. Nuestro corazón debe ser corazón abierto al otro y al mundo.

“A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley… por eso amar es cumplir la ley entera” (Romanos, 13,8-10)

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Semana Santa. Semana grande del cristianismo. Nos prepara-mos para conmemorar el mayor drama de la historia y la Iglesia se estremece como si fuese la primera vez. La liturgia siempre vigilan-te para dar a Dios el culto debido con puntualidad nos hace una llamada para que nos congreguemos en torno a Cristo que sufre la Pasión. Pasión incruenta hoy, pero auténtica Pasión. La Pasión de Cristo, es el amor a los hombres aún a pesar de nuestras indiferen-cias y falta de correspondencia.

Cristo estaba ansioso de celebrar la Pascua con sus apóstoles. Les pide que preparen todo lo necesario para celebrar la cena de la Pascua. La fiesta más grande para el pueblo de Israel que celebra la libertad que Dios proporcionó al pueblo judío al sacarlos de la es-clavitud de Egipto. De hecho la palabra pascua (pesáh, en hebreo) significa “paso”. El paso de la esclavitud a la libertad, Jesús sabe lo que esta Pascua significa, y como buen judío quiere celebrarla, no la teme, la desea y no huye, sino que la prepara cuidadosamente. Quiere compartir la mesa con sus apóstoles, despedirse en su adiós en el tiempo.

Cristo está a punto de entregar su vida en la cruz y anticipa sacramentalmente su sacrificio, es el cordero que se inmola por la salvación de los hombres.

Juan 13, 1-15. Los amó hasta el extremo:Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo que había llegado su hora de

pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, el propósito de entregarle….Jesús se levanta de la meda se quita sus vestidos y tomando una toalla y echado agua en un lebrillo se dispuso a lavar los pies de los discípulos, lle-gando a Simón Pedro le dice:<<Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?>> Je-sús le respondió :<<Lo que yo hago, tú no o entiendes ahora…>>Simón Pedro le dice <<no me lavarás los pies jamás.>> Jesús respondió <<Si no te lavo, no tienes parte conmigo.>>Simón Pedro le dice:<<Señor, no sol9o los pies, sino hasta las manos y la cabeza.>>…Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa y les dijo : <<¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?, me llamáis “ el Maestro” y “ el Señor”, y decís bien porque lo soy. Pues si yo el, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.

En este día santo nos congregamos para recordar y renovar la última Cena del Señor en la que Jesús nos confió tres misterios que conmemoramos en la celebración litúrgica de ese día. La institu-

ción de la Eucaristía, la institución del sacerdocio y la entrega del nuevo mandamiento del amor.

La alegría del Jueves Santo arranca de comprender que el Crea-dor se ha desbordado de cariño para sus criaturas e instituye la EUCARISTÍA, fuente y cima de la vida cristiana (LG 11), para que podamos tenerle siempre cerca.

Se queda con nosotros a través del sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino. La Eucaristía es el alimento que nos permite perseverar en el amor y amar más allá de lo que nos creíamos y éramos capaces. Eucaristía es el sacramen-to del amor, de la entrega, de la donación de Jesús a nosotros, es también sacramento de unidad y comunión fraterna. Desde la Eu-caristía sabemos que debemos vivir en constante acción de gracias a Dios por todos los dones que recibimos. Para ello es preciso que antes nos dejemos amar por Jesús. Por el lavatorio de los pies a sus apóstoles - al que Pedro se resiste - nos da un mandamiento nuevo, el del servicio a los demás es decir el del AMOR: “que os améis unos a otros como yo os he amado.”(cf. Juan 13,34). Pero esto solo es posible si permanecemos unidos a Él, como los sarmientos a la vid (cf Jn.15, 4), Y decidió quedarse con nosotros en la Eucaristía para que pudiéramos permanecer en Él.

Toda la liturgia del Jueves Santo está toda embebida en el recuerdo de la Redención.

Las palabras del Señor en esa noche son una promesa de amor de que jamás estaremos solos sin Él, de que podremos alimentar nuestra alma y cuerpo con el mismo Dios nuestro Creador.

Inmersos en nuestros desfiles procesionales, no dejemos pa-sar por alto lo que este día significa y representa para el mundo cristiano. En la fiesta del Jueves Santo celebramos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles. Cristo instituye el sacramento del OR-DEN, es decir el Sacerdocio, gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Cristo, sumo sacerdote y único mediador, ha hecho de la Iglesia “un Reino de sacerdotes para su Dios y su padre “(Ap. 1,6; Ap. 5,9-10; 1 P 2, 5,9). El sacerdocio es también ministerio de la Palabra en la transmisión de la fe por la catequesis, y es servicio al pueblo fiel, - sería muy prolijo enumerar aquí y ahora todas las actividades y misiones que realizan los sacerdotes - de quién se han de sentir servidores los obispos y presbíteros. Este sacerdocio tiene un modelo: JESUCRISTO. El amor manifestado por Jesús en la Última Cena, y vivido cada día en la Iglesia mediante la celebra-

Opinión

Por Gregorio Martínez de las Heras

Jueves Santo

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ción de la Eucaristía (memorial), se convierte en fuente de amor en el corazón de cada uno de nosotros.

El mandamiento del AMOR es el gran mandamiento cristia-no. Todas las normas que rigen la vida de un discípulo de Jesús se concretan verdaderamente en una: amar. El testamento o última voluntad de Jesús, la esencia del mensaje del Maestro para los cristianos de ahora y de todos los tiempos es el mandamiento del AMOR.

La vida diaria nos ofrece múltiples oportunidades para prac-ticar el mandamiento del amor con nuestros hermanos. La esen-cia del cristianismo no consiste en el cumplimiento riguroso de unos mandamientos, sino que es el encuentro con una persona que se llama Jesucristo. El ser humano no puede vivir sin amor. Necesitamos amar y ser amados. Y no hay amor si no se aprende a conjugar el verbo servir.

Con buen criterio CARITAS conmemora y nos recuerda a todos, cada Jueves Santo, que es el día del AMOR FRATERNO. Y nos corresponde a nosotros, cristianos y hermanos nazarenos, que el amor fraterno sea todos los días y que no haya que esperar cada año a que llegue semana santa y su celebración del Jueves,- o Navidad o Corpus Christi- para acordarnos de los más necesita-dos. Olvidamos muy pronto el amor fraterno al sumergirnos en nuestra burbuja de comodidad, y somos capaces de estremecer-nos y de que se nos ponga carne de gallina al recordar en estos días la Pasión y Muerte de Cristo.

Somos incapaces de abarcar el amor que Dios nos tiene ante el hecho de ofrecernos a su Hijo para que muera por nosotros y, sin embargo, ya nos ha hecho callo la miseria humana que malvive en los soportales de las ciudades y que recurre a la droga y al alcohol porque nadie los ama.

Hoy en esta sociedad en la que estamos conviviendo se hace presente cada vez más la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro ( Jn 16, 19-31).Leerla y veréis que es actual como toda la Palabra de Dios, aunque multiplicada por no sé cuántos miles de casos. Ni podemos ni debemos olvidarnos de esta realidad que rodea a la sociedad de nuestro tiempo: muchedumbre de ham-brientos, de desplazados, de mendigos sin techo y sin cuidados médicos y lo que es más grave: sin esperanza de un futuro mejor. Ni podemos ni debemos seguir mirando como el rico Epulón que fingía no conocer al mendigo. Y no podemos echarle la cul-pa a Dios de estos males y miserias- como hacen muchos – .La respuesta está en el corazón de los hombres.

Siguen llamando múltiples Lázaros a las puertas de esta socie-dad opulenta y epulona. No escuchamos al estar inmersos en la fiesta, vivimos en una sociedad sorda, ciega, fría e inmisericorde como en los tiempos de los antiguos profetas “tus ojos y tu corazón buscan solo tu propio interés, sangre inocente que derramar opresión y vio-lencia que ejercer”

“Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que pue-dan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo. (Ex 3,7-8.10)” Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.-Papa Francisco

Jesús confirma que el amor a Dios no puede separarse del amor al prójimo. No podemos amar a Dios, a quién no vemos, si no amamos a nuestros prójimos que están a en nuestra presencia (Cf.1 Jn 4,20).

“El amor de Dios es el primero como mandamiento, pero el amar al prójimo es el primero como actuación práctica” (S. Agustín)

“¡Qué duda cabe que uno de los peligros que más nos acecha en la vivencia del cristianismo es el individualismo! Se trata de vivir la fe de un modo privado relegándola al íntimo de la concien-cia y sin tener una expresión en la caridad cristiana. Pero tenemos un modo concreto y a la mano para practicar el mandamiento del amor: es la práctica de las obras de misericordia las cuales nos per-miten salir al encuentro del sufrimiento y de la necesidad de nues-tros hermanos.” (P. Octavio Ortiz.Catholic.net)

Y no olvidemos que como como canta el gran místico espa-ñol San Juan de la Cruz “…al atardecer seremos examinados del amor…” y somos realmente lo que amamos y lo que nos aman.

Dios nos llamó a la existencia por amor y nos llama a amar, esa es la tarea fundamental del hombre y la única que puede dar sentido nuestra vida. Amar a Dios y a los hombres es la respuesta al Jueves Santo, amor, que siempre hemos de dar a cualquier persona que reclame desde su sufrimiento nuestra atención. Siempre es po-sible amar. Estamos hechos para amar, para el encuentro y el don. En el ejercicio de la caridad se van encontrando soluciones para los problemas, pero el amar al prójimo también es un camino para conocer mejor todo los que Dios nos ha revelado. Nuestro corazón debe ser corazón abierto al otro y al mundo.

“A nadie le debáis nada, más que amor; porque el que ama a su prójimo tiene cumplido el resto de la ley… por eso amar es cumplir la ley entera” (Romanos, 13,8-10)

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Semana Santa. Semana grande del cristianismo. Nos prepara-mos para conmemorar el mayor drama de la historia y la Iglesia se estremece como si fuese la primera vez. La liturgia siempre vigilan-te para dar a Dios el culto debido con puntualidad nos hace una llamada para que nos congreguemos en torno a Cristo que sufre la Pasión. Pasión incruenta hoy, pero auténtica Pasión. La Pasión de Cristo, es el amor a los hombres aún a pesar de nuestras indiferen-cias y falta de correspondencia.

Cristo estaba ansioso de celebrar la Pascua con sus apóstoles. Les pide que preparen todo lo necesario para celebrar la cena de la Pascua. La fiesta más grande para el pueblo de Israel que celebra la libertad que Dios proporcionó al pueblo judío al sacarlos de la es-clavitud de Egipto. De hecho la palabra pascua (pesáh, en hebreo) significa “paso”. El paso de la esclavitud a la libertad, Jesús sabe lo que esta Pascua significa, y como buen judío quiere celebrarla, no la teme, la desea y no huye, sino que la prepara cuidadosamente. Quiere compartir la mesa con sus apóstoles, despedirse en su adiós en el tiempo.

Cristo está a punto de entregar su vida en la cruz y anticipa sacramentalmente su sacrificio, es el cordero que se inmola por la salvación de los hombres.

Juan 13, 1-15. Los amó hasta el extremo:Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo que había llegado su hora de

pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, el propósito de entregarle….Jesús se levanta de la meda se quita sus vestidos y tomando una toalla y echado agua en un lebrillo se dispuso a lavar los pies de los discípulos, lle-gando a Simón Pedro le dice:<<Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?>> Je-sús le respondió :<<Lo que yo hago, tú no o entiendes ahora…>>Simón Pedro le dice <<no me lavarás los pies jamás.>> Jesús respondió <<Si no te lavo, no tienes parte conmigo.>>Simón Pedro le dice:<<Señor, no sol9o los pies, sino hasta las manos y la cabeza.>>…Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa y les dijo : <<¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?, me llamáis “ el Maestro” y “ el Señor”, y decís bien porque lo soy. Pues si yo el, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.

En este día santo nos congregamos para recordar y renovar la última Cena del Señor en la que Jesús nos confió tres misterios que conmemoramos en la celebración litúrgica de ese día. La institu-

ción de la Eucaristía, la institución del sacerdocio y la entrega del nuevo mandamiento del amor.

La alegría del Jueves Santo arranca de comprender que el Crea-dor se ha desbordado de cariño para sus criaturas e instituye la EUCARISTÍA, fuente y cima de la vida cristiana (LG 11), para que podamos tenerle siempre cerca.

Se queda con nosotros a través del sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino. La Eucaristía es el alimento que nos permite perseverar en el amor y amar más allá de lo que nos creíamos y éramos capaces. Eucaristía es el sacramen-to del amor, de la entrega, de la donación de Jesús a nosotros, es también sacramento de unidad y comunión fraterna. Desde la Eu-caristía sabemos que debemos vivir en constante acción de gracias a Dios por todos los dones que recibimos. Para ello es preciso que antes nos dejemos amar por Jesús. Por el lavatorio de los pies a sus apóstoles - al que Pedro se resiste - nos da un mandamiento nuevo, el del servicio a los demás es decir el del AMOR: “que os améis unos a otros como yo os he amado.”(cf. Juan 13,34). Pero esto solo es posible si permanecemos unidos a Él, como los sarmientos a la vid (cf Jn.15, 4), Y decidió quedarse con nosotros en la Eucaristía para que pudiéramos permanecer en Él.

Toda la liturgia del Jueves Santo está toda embebida en el recuerdo de la Redención.

Las palabras del Señor en esa noche son una promesa de amor de que jamás estaremos solos sin Él, de que podremos alimentar nuestra alma y cuerpo con el mismo Dios nuestro Creador.

Inmersos en nuestros desfiles procesionales, no dejemos pa-sar por alto lo que este día significa y representa para el mundo cristiano. En la fiesta del Jueves Santo celebramos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles. Cristo instituye el sacramento del OR-DEN, es decir el Sacerdocio, gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Cristo, sumo sacerdote y único mediador, ha hecho de la Iglesia “un Reino de sacerdotes para su Dios y su padre “(Ap. 1,6; Ap. 5,9-10; 1 P 2, 5,9). El sacerdocio es también ministerio de la Palabra en la transmisión de la fe por la catequesis, y es servicio al pueblo fiel, - sería muy prolijo enumerar aquí y ahora todas las actividades y misiones que realizan los sacerdotes - de quién se han de sentir servidores los obispos y presbíteros. Este sacerdocio tiene un modelo: JESUCRISTO. El amor manifestado por Jesús en la Última Cena, y vivido cada día en la Iglesia mediante la celebra-

Opinión

Por Gregorio Martínez de las Heras

Jueves Santo

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El guion de la obra fue elaborado por el párroco de San Es-teban, José Antonio Gómez Serrano, que captó la atención de los asistentes a través de un dialogo donde le puso voz y vida a las imágenes situadas en el altar, desde la representación de la agonía de Jesucristo en el Huerto de los Olivos hasta que muere en la Cruz y es recogido en los brazos de su Madre. Terminó el acto con la iluminación del Sagrario y “la voz off de Jesucristo”, dirigiéndose al publico asistente en forma de canto final.

Lo representativo del guion consiste en adecuar ese sufri-miento humano del Dios-Hombre a la sociedad actual en la que vivimos: en las mujeres maltratadas; en los ancianos; en los dro-gadictos; en los inmigrantes; en todos los parados; especialmen-te los jóvenes que no encuentran la posibilidad de realizarse; en todos los enfermos marcados por su dolor; y en todos los que sufren en su cuerpo y alma;… tal y como vivió Jesucristo su cruda realidad en Getsemaní.

En la parte musical, intervino el Coro del Conservatorio, dirigido por Pedro Pablo Morante, que interpretó piezas de T.L.

Victoria del oficio de Semana Santa y motetes del propio director del Coro, realizados expresamente para ser escuchados en este tratado de Oración. Las obras fueron: Caligaverunt Oculi, Vere Languores, Amicus Meus, Laudate Dominum y O Vos Omnes.

Los oradores que pusieron voz a las imágenes de Semana Santa que intervinieron en el II Encuentro de Oración son: como voz en off, Aitor Anguiniano; como dueño del Huerto, Rafael Torres; como San Juan, Paco Auñón; como Virgen de la Esperanza, Gracia Picazo; como Cristo, Luis Enrique Buendía; como Ángel, Isabel Chacón; como Judas, Pablo López; como Olivo, Ángel Horcajada; y como Virgen de las Angustias, Ba-biana Blanco.

Durante los dos días de su celebración, El Encuentro con-siguió convertir la repleta iglesia de San Esteban en conciencia social: condujo a momentos de reflexión interior, de escucha, de alabanzas, de peticiones, y contemplaciones basadas en la Pasión, y Muerte de Jesucristo, que finalizaron con el rezo del “Padre Nuestro” por todos los asistentes.

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Durante los días 14 y 15 de marzo de 2014 se celebró en la céntrica iglesia de San Esteban, el II Encuentro de Oración, con el sugerente titulo de “Getsemani”. Estuvo organizado por las hermandades de María Santísima de la Esperanza, Prendimiento de Jesús, Jesús Orando en el Huer-

to, que ya intervinieron en la Iª edición, uniéndose para este Segundo Encuentro las hermandades de San Juan Evange-lista y de Ntra. Sra. de las Angustias, que por primera vez en su historia permanecerían varios días en la iglesia de San Esteban.

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El guion de la obra fue elaborado por el párroco de San Es-teban, José Antonio Gómez Serrano, que captó la atención de los asistentes a través de un dialogo donde le puso voz y vida a las imágenes situadas en el altar, desde la representación de la agonía de Jesucristo en el Huerto de los Olivos hasta que muere en la Cruz y es recogido en los brazos de su Madre. Terminó el acto con la iluminación del Sagrario y “la voz off de Jesucristo”, dirigiéndose al publico asistente en forma de canto final.

Lo representativo del guion consiste en adecuar ese sufri-miento humano del Dios-Hombre a la sociedad actual en la que vivimos: en las mujeres maltratadas; en los ancianos; en los dro-gadictos; en los inmigrantes; en todos los parados; especialmen-te los jóvenes que no encuentran la posibilidad de realizarse; en todos los enfermos marcados por su dolor; y en todos los que sufren en su cuerpo y alma;… tal y como vivió Jesucristo su cruda realidad en Getsemaní.

En la parte musical, intervino el Coro del Conservatorio, dirigido por Pedro Pablo Morante, que interpretó piezas de T.L.

Victoria del oficio de Semana Santa y motetes del propio director del Coro, realizados expresamente para ser escuchados en este tratado de Oración. Las obras fueron: Caligaverunt Oculi, Vere Languores, Amicus Meus, Laudate Dominum y O Vos Omnes.

Los oradores que pusieron voz a las imágenes de Semana Santa que intervinieron en el II Encuentro de Oración son: como voz en off, Aitor Anguiniano; como dueño del Huerto, Rafael Torres; como San Juan, Paco Auñón; como Virgen de la Esperanza, Gracia Picazo; como Cristo, Luis Enrique Buendía; como Ángel, Isabel Chacón; como Judas, Pablo López; como Olivo, Ángel Horcajada; y como Virgen de las Angustias, Ba-biana Blanco.

Durante los dos días de su celebración, El Encuentro con-siguió convertir la repleta iglesia de San Esteban en conciencia social: condujo a momentos de reflexión interior, de escucha, de alabanzas, de peticiones, y contemplaciones basadas en la Pasión, y Muerte de Jesucristo, que finalizaron con el rezo del “Padre Nuestro” por todos los asistentes.

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Durante los días 14 y 15 de marzo de 2014 se celebró en la céntrica iglesia de San Esteban, el II Encuentro de Oración, con el sugerente titulo de “Getsemani”. Estuvo organizado por las hermandades de María Santísima de la Esperanza, Prendimiento de Jesús, Jesús Orando en el Huer-

to, que ya intervinieron en la Iª edición, uniéndose para este Segundo Encuentro las hermandades de San Juan Evange-lista y de Ntra. Sra. de las Angustias, que por primera vez en su historia permanecerían varios días en la iglesia de San Esteban.

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Al menos eso dice la canción. Se cumplen esos años de la fundación de la Venerable Her-

mandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, y en la memoria se asienta como que siempre ha estado ahí: reco-rriendo plazas y rincones; procesión de girola y miserere; de ca-lle todavía contenida;... Se acostumbra un Lunes Santo, en no-che íntima, con su cortejo de nazarenos negros que flanquean a un Cristo de mirada insostenible entre rezos de coro, sonidos de palabra y silencio de tambor. Y el recuerdo de un día vacío se difumina, entre sombras de espera, nostalgia de que casi todo está por venir y, sin embargo, ya se va. Día de rumor callado… donde todo transcurre a otro ritmo; una pausa entre marchas procesionales; un instante eterno...

Pero Cuenca no lo puso fácil. Pocas cosas son sencillas en esta ciudad, donde el espíritu de roca lo empapa todo, y tantas iniciativas y anhelos se precipitan por sus abismos, muchas veces sin llegar a nacer. Pero de ese mismo espíritu surge la tenacidad, la capacidad para sacudir su alma inmóvil, la ilusión por crear algo nuevo que sea de y para todos, que permanezca en nosotros aunque nosotros ya faltemos. Vencer perezas, incomprensiones, somnolencias de capital replegada en sí misma; tribunales alre-dedor de un café que juzgan tamaña impertinencia; barras de bar convertidas en solios que pontifican, decretan y promulgan los cánones de “nazarenía”, el ser y no ser de la Semana Santa velando por la corrección de lo que por naturaleza debería ser incorregible, cátedras que imparten doctrina a quien quiera oír-les sobre cuál es la única verdad que cabe en Semana Santa, en la nuestra, claro, porque no existe otra. En fin, lastres de una ciudad pequeña donde cambiar algo se antoja un mundo, ya que todo está bien porque de toda la vida se ha hecho así, y por lo tanto tiene que ser así y no puede ser de otra manera, ¡ea!

Han pasado veinte años…, un instante apenas, un minús-culo lapso en la muy dilatada trayectoria de la Semana Santa de Cuenca. Por ello, podría parecer presuntuoso, incluso in-solente, -por favor no despertemos a las “vacas sagradas” de su feliz y próspero letargo”-, hablar todavía de historia con nuestro pequeño historial. Un recorrido que a todas luces re-sulta corto si lo comparamos con hermandades que escriben su vida por siglos. Sin embargo, esa brevedad es sinónimo de intensidad y fuerza en hacer y sentir, y mucho más en estos tiempos tan vestidos de imágenes y tan desnudos de concep-tos, donde la peana es más importante que el santo y las redes más que los peces. Intensidad y fuerza que se renuevan cada año haciendo que cada vez sea distinto, diferente de ti…, di-ferente de mí...

La voluntad de muchos y también, por qué no decirlo, un poco de suerte, -no me atrevo a decir que gracias a la situa-ción socioeconómica-, han servido de contribución a lo que en un principio parecía imposible, pero ahí está: Lunes Santo tras Lunes Santo, todavía unas pocas losas que construyen un largo camino, pero que ya va andando. Como es inevitable algunos se han marchado, memoria y respeto queda de to-dos ellos. La vida sigue. Existen dificultades, escollos que se superan con la ilusión y las ganas de los hermanos, como no podía ser de otra manera… No todo está terminado, porque siempre continua su recreación; siempre existe un cambio por imperceptible que nos parezca tantas veces; un proyecto que aguarda su momento de ver la luz; una sonrisa y una mirada cómplices.

Sin nostalgia…, un solo momento y sin descanso se puede echar la vista atrás, porque, al fin y al cabo, veinte años no es nada; o sí.

Por Israel Casanova Valero

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Al menos eso dice la canción. Se cumplen esos años de la fundación de la Venerable Her-

mandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, y en la memoria se asienta como que siempre ha estado ahí: reco-rriendo plazas y rincones; procesión de girola y miserere; de ca-lle todavía contenida;... Se acostumbra un Lunes Santo, en no-che íntima, con su cortejo de nazarenos negros que flanquean a un Cristo de mirada insostenible entre rezos de coro, sonidos de palabra y silencio de tambor. Y el recuerdo de un día vacío se difumina, entre sombras de espera, nostalgia de que casi todo está por venir y, sin embargo, ya se va. Día de rumor callado… donde todo transcurre a otro ritmo; una pausa entre marchas procesionales; un instante eterno...

Pero Cuenca no lo puso fácil. Pocas cosas son sencillas en esta ciudad, donde el espíritu de roca lo empapa todo, y tantas iniciativas y anhelos se precipitan por sus abismos, muchas veces sin llegar a nacer. Pero de ese mismo espíritu surge la tenacidad, la capacidad para sacudir su alma inmóvil, la ilusión por crear algo nuevo que sea de y para todos, que permanezca en nosotros aunque nosotros ya faltemos. Vencer perezas, incomprensiones, somnolencias de capital replegada en sí misma; tribunales alre-dedor de un café que juzgan tamaña impertinencia; barras de bar convertidas en solios que pontifican, decretan y promulgan los cánones de “nazarenía”, el ser y no ser de la Semana Santa velando por la corrección de lo que por naturaleza debería ser incorregible, cátedras que imparten doctrina a quien quiera oír-les sobre cuál es la única verdad que cabe en Semana Santa, en la nuestra, claro, porque no existe otra. En fin, lastres de una ciudad pequeña donde cambiar algo se antoja un mundo, ya que todo está bien porque de toda la vida se ha hecho así, y por lo tanto tiene que ser así y no puede ser de otra manera, ¡ea!

Han pasado veinte años…, un instante apenas, un minús-culo lapso en la muy dilatada trayectoria de la Semana Santa de Cuenca. Por ello, podría parecer presuntuoso, incluso in-solente, -por favor no despertemos a las “vacas sagradas” de su feliz y próspero letargo”-, hablar todavía de historia con nuestro pequeño historial. Un recorrido que a todas luces re-sulta corto si lo comparamos con hermandades que escriben su vida por siglos. Sin embargo, esa brevedad es sinónimo de intensidad y fuerza en hacer y sentir, y mucho más en estos tiempos tan vestidos de imágenes y tan desnudos de concep-tos, donde la peana es más importante que el santo y las redes más que los peces. Intensidad y fuerza que se renuevan cada año haciendo que cada vez sea distinto, diferente de ti…, di-ferente de mí...

La voluntad de muchos y también, por qué no decirlo, un poco de suerte, -no me atrevo a decir que gracias a la situa-ción socioeconómica-, han servido de contribución a lo que en un principio parecía imposible, pero ahí está: Lunes Santo tras Lunes Santo, todavía unas pocas losas que construyen un largo camino, pero que ya va andando. Como es inevitable algunos se han marchado, memoria y respeto queda de to-dos ellos. La vida sigue. Existen dificultades, escollos que se superan con la ilusión y las ganas de los hermanos, como no podía ser de otra manera… No todo está terminado, porque siempre continua su recreación; siempre existe un cambio por imperceptible que nos parezca tantas veces; un proyecto que aguarda su momento de ver la luz; una sonrisa y una mirada cómplices.

Sin nostalgia…, un solo momento y sin descanso se puede echar la vista atrás, porque, al fin y al cabo, veinte años no es nada; o sí.

Por Israel Casanova Valero

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euros de lo que supusieron las obras de acondicionamiento y re-modelación de los espacios. Por lo que, la cantidad final de todo el proceso asciende a 38.000 euros); también es de agradecer la colaboración recibida del personal del Museo de Cuenca, persona-lizado en los dos directores, Félix de la Fuente y Magdalena Barril, que estuvieron durante el periodo de tiempo que duraron todos los trámites hasta conseguir que, finalmente, las reproducciones en bronce de las figuras de escayola elaboradas por Marco Pérez, y que más tarde sirvieron para la realización de algunas de las tallas del conjunto de su imaginería, tanto de Cuenca como de otras poblaciones, pudieran formar parte de esta importante empresa.

Gracias también a las hermandades que han cedido parte de su patrimonio para que podamos contemplarlo y disfrutarlo en este recinto. Especialmente: a la hermandad de N.P. Jesús Nazareno de Medinaceli y a su consiliario, Don Manuel Moset, por acceder a que la antigua y magnífica talla de Jesús de Medinaceli, que estuvo desfilando como imagen titular de esta hermandad hasta 1971, pueda ser de nuevo admirada; y a la hermandad de Jesús Nazareno de El Salvador, que tras muchas peripecias e intentonas, lograron, finalmente, que la figura del Cirineo que acompaña al “Jesús del Salvador” en la procesión del Amanecer Santo, pudiera formar parte de las obras expuestas. Muchas gracias, de corazón, por vuestro empeño, vuestra actitud y disposición, y por la pericia demostrada.

Queremos dar las gracias también a la persona que nos ha cedido parte de su colección privada y que quiere permanecer en el anonimato.

Pero, además de los anteriores reconocidos, muchas han sido las personas que nos han ayudado a desarrollar este proyecto. Unos con sus consejos y apoyo que, de forma totalmente altruista, han ido aportando en algún momento de la realización del trabajo: Javier Hevia, gracias por tu apoyo y tu ánimo, esenciales en los momentos de flaqueza -que los hemos tenido-, pero sobre todo por tu ayuda en las gestiones con el Museo de Cuenca; Enrique Martí-nez, gracias por tus consejos y sugerencias profesionales que tanto nos ayudaron en la decisión de cómo debíamos plantear las obras que se tenían que acometer; y a los “chicos del Museo” -Rubén y Cristina-, por el trabajo extra que tuvieron que realizar.

También hay que dar las gracias a los ejecutores del proyecto, tanto en cuanto a obra de albañilería y electricidad para modificar

y acondicionar las dependencias e instalaciones existentes, como a la empresa ejecutora del proyecto museístico, porque lejos de quedarse en una mera actitud de mera relación comercial, se in-volucraron de una forma especial y personal, sin escatimar tiempo ni esfuerzo en todo el proceso, sacando y poniendo lo mejor de lo que profesionalmente podían aportar: gracias a los hermanos Zafra, Sergio y Eduardo, por vuestro esmero y dedicación; y a Emi-lio y Pacheco, de La Red Creativa, gracias a vosotros también por vuestro magnífico trabajo que hace que el espacio de Luis Marco Pérez sea lo que es: una perfecta continuación y ampliación del Museo de la Semana Santa de Cuenca, además de un digno lugar donde honrar, estudiar y conocer al gran imaginero de Fuenteles-pino de Moya.

Pero si de verdad hay personas que merezcan nuestro agradeci-miento, estos son, sin lugar a ninguna duda, José Benedicto y José Andrés Sevilla. Sin su colaboración y compenetración, nada de lo que hoy es este maravilloso Espacio podría haber sido posible.

El primero, “Pepe”, paisano de Marco Pérez y amigo personal del escultor. Gran luchador para que la figura de “Don Luis” -como a él le gusta llamarle-tenga el sitio que merece en la historia de las artes plásticas de este país. Y a conseguir este objetivo ha dedicado gran parte de su vida: recopilando cualquier tipo de documento que tuviera que ver con la persona del insigne escultor y promo-viendo, por toda la geografía nacional, exposiciones, conferencias y otros actos culturales que ayudasen a reponer la valía y la consi-deración que Don Luis obtuvo merecidamente y que con el paso del tiempo se fue diluyendo. Él puso a nuestra disposición todo lo que él poseía. Gracias Pepe.

El segundo, José Andrés, un nazareno de Cuenca, de los de verdad, de los comprometidos con su fe y con la tradición de su ciudad y de su gente. Uno de esos trabajadores infatigables que, de vez en cuando, tienes la suerte de conocer y trabajar a su lado. Una de esas personas que, aunque estén hasta el cuello de trabajo, como le pidas algo, jamás te van a dar un no por respuesta. José Andrés, gran conocedor y adepto y adicto al escultor Marco Pérez, ha sido el engranaje perfecto en torno al cual ha girado la clasificación de toda la información y la documentación que se ha recopilado, además de un fiel aliado a la hora de buscar y conseguir obras para la actual muestra y con las que se pretenden mantener vivo y reno-vado el espacio en el futuro. Gracias José Andrés.

Por La Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca

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A modo de introducción y agradecimiento:Si bien es cierto que desde siempre la “casta nazarena conquense”

-dicho lo de “casta” con toda la intención que se le supone-, tuvo como sueño y designio poder contar con un Museo de Semana San-ta donde poder prolongar, durante el resto del año, lo que Cuenca vive, revela y significa durante los ocho días en que anualmente se conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. No es menos cierto, que también desde siempre ha querido honrar como se merece a su imaginero por excelencia, al excelso escultor de Fuentelespino de Moya: a Don Luis Marco Pérez.

Hoy, gracias a Dios, podemos estar orgullosos de poder dar por conseguidos ambos objetivos. Y lo que es más importante todavía, los dos interconectados de tal manera que, no sólo se complementan, sino que ya no se concibe el uno sin el otro: el Espacio Marco Pérez es ya una realidad que, lejos de ser un añadido, se muestra consustancial a la propia existencia del propio Museo.

Mucho ha sido el trabajo que ha desempeñado la Junta de Cofra-días, especialmente los miembros de su actual Comisión Ejecutiva, pero ese era nuestro empeño y nuestro deber al estar ostentando estos puestos. En este afán hemos arrastrado y comprometido a muchas personas e instituciones, a las que ahora queremos agradecer su parti-cipación y colaboración.

En primer lugar, gracias a las personas e instituciones que por su situación y con su influencia y compromiso han contribuido a que este proyecto saliera adelante: A Ángel Mariscal, subdelegado del Gobierno de España en Cuenca, porque fue tras su asistencia a la conferencia que se ofreció en el Museo de la Semana Santa sobre la figura de Luis Marco Pérez y su posterior interés sobre el perso-naje, lo que desencadenó lo que hoy ya es una excelente realidad; gracias a los patronos de la Fundación del Museo, porque desde que les presentamos el proyecto lo hicieron suyo y no solo contamos con su aprobación, sino también con su apoyo y confianza, -muy especialmente al Ayuntamiento de Cuenca, por haber considerado nuestra petición y habernos cedido, temporalmente, la escultura de “El Hombre de la Sierra”, sin lugar a dudas, uno de los pilares donde se asienta este Espacio-. Y, como no, nuestro agradecimiento tam-bién a las autoridades de Castilla-La Mancha, encabezadas por la Presidenta del Gobierno Regional y del titular de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, María Dolores Cospedal y Marcial Marín, respectivamente, por el interés que mostraron siempre por el proyecto. Interés que finalmente se vio plasmado en una subven-ción de 15.000 euros para sufragar parte de la ejecución del proyecto museístico, que ascendía a 27.000 euros. (En este punto, es conve-niente aclarar que a la cantidad de 27.000 euros es lo que ha costado desarrollar el proyecto museístico. Para obtener la suma total de lo que ha supuesto todo el proyecto, habría que sumarle otros 11.000

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euros de lo que supusieron las obras de acondicionamiento y re-modelación de los espacios. Por lo que, la cantidad final de todo el proceso asciende a 38.000 euros); también es de agradecer la colaboración recibida del personal del Museo de Cuenca, persona-lizado en los dos directores, Félix de la Fuente y Magdalena Barril, que estuvieron durante el periodo de tiempo que duraron todos los trámites hasta conseguir que, finalmente, las reproducciones en bronce de las figuras de escayola elaboradas por Marco Pérez, y que más tarde sirvieron para la realización de algunas de las tallas del conjunto de su imaginería, tanto de Cuenca como de otras poblaciones, pudieran formar parte de esta importante empresa.

Gracias también a las hermandades que han cedido parte de su patrimonio para que podamos contemplarlo y disfrutarlo en este recinto. Especialmente: a la hermandad de N.P. Jesús Nazareno de Medinaceli y a su consiliario, Don Manuel Moset, por acceder a que la antigua y magnífica talla de Jesús de Medinaceli, que estuvo desfilando como imagen titular de esta hermandad hasta 1971, pueda ser de nuevo admirada; y a la hermandad de Jesús Nazareno de El Salvador, que tras muchas peripecias e intentonas, lograron, finalmente, que la figura del Cirineo que acompaña al “Jesús del Salvador” en la procesión del Amanecer Santo, pudiera formar parte de las obras expuestas. Muchas gracias, de corazón, por vuestro empeño, vuestra actitud y disposición, y por la pericia demostrada.

Queremos dar las gracias también a la persona que nos ha cedido parte de su colección privada y que quiere permanecer en el anonimato.

Pero, además de los anteriores reconocidos, muchas han sido las personas que nos han ayudado a desarrollar este proyecto. Unos con sus consejos y apoyo que, de forma totalmente altruista, han ido aportando en algún momento de la realización del trabajo: Javier Hevia, gracias por tu apoyo y tu ánimo, esenciales en los momentos de flaqueza -que los hemos tenido-, pero sobre todo por tu ayuda en las gestiones con el Museo de Cuenca; Enrique Martí-nez, gracias por tus consejos y sugerencias profesionales que tanto nos ayudaron en la decisión de cómo debíamos plantear las obras que se tenían que acometer; y a los “chicos del Museo” -Rubén y Cristina-, por el trabajo extra que tuvieron que realizar.

También hay que dar las gracias a los ejecutores del proyecto, tanto en cuanto a obra de albañilería y electricidad para modificar

y acondicionar las dependencias e instalaciones existentes, como a la empresa ejecutora del proyecto museístico, porque lejos de quedarse en una mera actitud de mera relación comercial, se in-volucraron de una forma especial y personal, sin escatimar tiempo ni esfuerzo en todo el proceso, sacando y poniendo lo mejor de lo que profesionalmente podían aportar: gracias a los hermanos Zafra, Sergio y Eduardo, por vuestro esmero y dedicación; y a Emi-lio y Pacheco, de La Red Creativa, gracias a vosotros también por vuestro magnífico trabajo que hace que el espacio de Luis Marco Pérez sea lo que es: una perfecta continuación y ampliación del Museo de la Semana Santa de Cuenca, además de un digno lugar donde honrar, estudiar y conocer al gran imaginero de Fuenteles-pino de Moya.

Pero si de verdad hay personas que merezcan nuestro agradeci-miento, estos son, sin lugar a ninguna duda, José Benedicto y José Andrés Sevilla. Sin su colaboración y compenetración, nada de lo que hoy es este maravilloso Espacio podría haber sido posible.

El primero, “Pepe”, paisano de Marco Pérez y amigo personal del escultor. Gran luchador para que la figura de “Don Luis” -como a él le gusta llamarle-tenga el sitio que merece en la historia de las artes plásticas de este país. Y a conseguir este objetivo ha dedicado gran parte de su vida: recopilando cualquier tipo de documento que tuviera que ver con la persona del insigne escultor y promo-viendo, por toda la geografía nacional, exposiciones, conferencias y otros actos culturales que ayudasen a reponer la valía y la consi-deración que Don Luis obtuvo merecidamente y que con el paso del tiempo se fue diluyendo. Él puso a nuestra disposición todo lo que él poseía. Gracias Pepe.

El segundo, José Andrés, un nazareno de Cuenca, de los de verdad, de los comprometidos con su fe y con la tradición de su ciudad y de su gente. Uno de esos trabajadores infatigables que, de vez en cuando, tienes la suerte de conocer y trabajar a su lado. Una de esas personas que, aunque estén hasta el cuello de trabajo, como le pidas algo, jamás te van a dar un no por respuesta. José Andrés, gran conocedor y adepto y adicto al escultor Marco Pérez, ha sido el engranaje perfecto en torno al cual ha girado la clasificación de toda la información y la documentación que se ha recopilado, además de un fiel aliado a la hora de buscar y conseguir obras para la actual muestra y con las que se pretenden mantener vivo y reno-vado el espacio en el futuro. Gracias José Andrés.

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A modo de introducción y agradecimiento:Si bien es cierto que desde siempre la “casta nazarena conquense”

-dicho lo de “casta” con toda la intención que se le supone-, tuvo como sueño y designio poder contar con un Museo de Semana San-ta donde poder prolongar, durante el resto del año, lo que Cuenca vive, revela y significa durante los ocho días en que anualmente se conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. No es menos cierto, que también desde siempre ha querido honrar como se merece a su imaginero por excelencia, al excelso escultor de Fuentelespino de Moya: a Don Luis Marco Pérez.

Hoy, gracias a Dios, podemos estar orgullosos de poder dar por conseguidos ambos objetivos. Y lo que es más importante todavía, los dos interconectados de tal manera que, no sólo se complementan, sino que ya no se concibe el uno sin el otro: el Espacio Marco Pérez es ya una realidad que, lejos de ser un añadido, se muestra consustancial a la propia existencia del propio Museo.

Mucho ha sido el trabajo que ha desempeñado la Junta de Cofra-días, especialmente los miembros de su actual Comisión Ejecutiva, pero ese era nuestro empeño y nuestro deber al estar ostentando estos puestos. En este afán hemos arrastrado y comprometido a muchas personas e instituciones, a las que ahora queremos agradecer su parti-cipación y colaboración.

En primer lugar, gracias a las personas e instituciones que por su situación y con su influencia y compromiso han contribuido a que este proyecto saliera adelante: A Ángel Mariscal, subdelegado del Gobierno de España en Cuenca, porque fue tras su asistencia a la conferencia que se ofreció en el Museo de la Semana Santa sobre la figura de Luis Marco Pérez y su posterior interés sobre el perso-naje, lo que desencadenó lo que hoy ya es una excelente realidad; gracias a los patronos de la Fundación del Museo, porque desde que les presentamos el proyecto lo hicieron suyo y no solo contamos con su aprobación, sino también con su apoyo y confianza, -muy especialmente al Ayuntamiento de Cuenca, por haber considerado nuestra petición y habernos cedido, temporalmente, la escultura de “El Hombre de la Sierra”, sin lugar a dudas, uno de los pilares donde se asienta este Espacio-. Y, como no, nuestro agradecimiento tam-bién a las autoridades de Castilla-La Mancha, encabezadas por la Presidenta del Gobierno Regional y del titular de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes, María Dolores Cospedal y Marcial Marín, respectivamente, por el interés que mostraron siempre por el proyecto. Interés que finalmente se vio plasmado en una subven-ción de 15.000 euros para sufragar parte de la ejecución del proyecto museístico, que ascendía a 27.000 euros. (En este punto, es conve-niente aclarar que a la cantidad de 27.000 euros es lo que ha costado desarrollar el proyecto museístico. Para obtener la suma total de lo que ha supuesto todo el proyecto, habría que sumarle otros 11.000

Espacio Marco PérezPor La Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca

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El día 17 de noviembre de 2014 pasará a la historia de nuestra ciudad y de nuestra Semana Santa como el día en el que, por fin en Cuenca, se dedicaba un espacio museístico para honrar la memoria y la obra del más grande artista, escultor e imaginero que ha dado nuestra tierra.

Y lo ha tenido que hacer, como en anteriores distincio-nes, la familia nazarena de Cuenca, acogiendo en el Museo de la Semana Santa de Cuenca tres salas dedicadas a don Luis: “El Espacio Marco Pérez”. A los hechos me remito al afirmar que si no fuera por la Semana Santa, en Cuenca ya nos habríamos casi olvidado de uno de sus hijos más insig-nes. La memoria histórica a veces es muy débil. A don Luis Marco Pérez le hemos hecho esperar 30 años.

Han tenido que pasar 30 añosPoco podía imaginar a finales de los años 70 un ya ave-

jentado don Luis, cuando empezó a entregar sus primeras obras al Museo de Cuenca, el poco tiempo que se iban a ver expuestas en este lugar. Qué poco podía imaginar, don Luis, que su obra póstuma no se iba a exponer de forma permanente en este museo, cuando dio orden a su pupilo y amigo, José Rincón, de que tras su muerte entregara todo su legado artístico, cientos de documentos y decenas de dibujos y esculturas, al Museo de Cuenca.

En noviembre de 1984, un artículo de Clara Acebes en la Gaceta Conquense, denunciaba que toda la obra de Marco Pérez se encontraba almacenada en cajas: “El legado póstumo de Luis Marco Pérez a Cuenca, 59 esculturas, 90 dibujos, numerosos relieves y todas sus herramientas, se en-cuentran almacenadas en cajas en dos salas cerradas al pú-blico en el Museo de Cuenca, ante la imposibilidad de ser mostradas dignamente en este Museo por falta de espacio”.

En el blog dedicado a don Luis se puede encontrar más información sobre este hecho. http://luismarcoperez.blogspot.com.es/2013/11/luis-marco-perez-la-obra-de-un-escultor.html

Con el Espacio Marco Pérez hemos empezado a subsa-nar estos 30 años de ostracismo con la figura de don Luis.

Tres salas para conocer al escultor e imaginero de Fuentelespino de Moya

Tres salas son las que forman el Espacio Marco Pérez. Tres salas dedicadas a la vida de don Luis, a su obra como escultor y a su obra como imaginero. Tres aspectos que quedan perfectamente recogidos en este espacio.

La obra religiosa de don Luis es en Cuenca y en varios lugares de nuestra geografía perfectamente conocida. Su estilo

se repite por toda España en sus Vírgenes y en sus Cristos, en sus sayones y en sus composiciones religiosas. Pero su vida, sus estudios y formación académica, su trabajo como profe-sor de Universidad en Cuenca, Valencia, Valladolid y Madrid, su obra civil, sus premios y distinciones profesionales a nivel nacional e internacional no son tan conocidos ni tan recono-cidos en Cuenca.

En los magníficos paneles retro-iluminados que tienen las tres salas, podemos acercarnos un poco más a la figura de Luis Marco Pérez a través de los resúmenes que allí se muestran de su todos los aspectos de su vida.

Luis Marco Pérez imagineroUna preciosa sala dedicada a las imágenes de Semana San-

ta que Luis Marco Pérez fue creando para toda España se pue-de disfrutar en nuestro Museo: una magnífica colección de las maquetas de varios pasos de don Luis, pasadas en 1996 a bron-ce por la familia “Del Pozo” de la empresa “Solán de Cabras”, y cedidas ahora por el Museo de Cuenca; un precioso Cristo crucificado con la Dolorosa a sus pies y la espectacular talla de un casi desconocido, para los más jóvenes, Jesús de Medi-naceli, que desfiló en Cuenca hasta 1971; son una muestra de la extensísima obra religiosa de Marco Pérez, que se puede observar casi al completo en los audiovisuales de los paneles explicativos de esta sala.

Luis Marco Pérez. Vida y obraLa mejor obra de don Luis, para muchos, preside esta

sala y recibe a los visitantes de este espacio: “El hombre de la Sierra”. Medalla de Oro de la Exposición de Bellas Artes de Madrid de 1926 y que desde esa fecha ha estado en el Parque de San Julián, algunas veces en estado lamen-table por el vandalismo de algunos impresentables. Ahora destaca, más que nunca, en el espacio dedicado a su autor, cedido temporalmente por el Ayuntamiento de Cuenca. Y a su lado, el Cirineo de nuestro “Jesús del Salvador” se exhibe orgulloso, fiel exponente del estilo de las esculturas religio-sas de don Luis.

Luis Marco Pérez escultor. En cuanto a la obra civil, hay que resaltar que, como dije anteriormente, es para mucha gente la gran desconocida de Luis Marco Pérez. Es curioso que las obras por las que recibió los más grandes galardones a nivel nacional e internacional, hayan pasado desaperci-bidas en algunos de los rincones de nuestra ciudad, dentro de algunas instituciones. como Diputación Y, sobre todo, en el Museo de Cuenca, con donde sus obras permanecen guardadas en cajas desde hace 30 años.

Por José Andrés Sevilla

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El día 17 de noviembre de 2014 pasará a la historia de nuestra ciudad y de nuestra Semana Santa como el día en el que, por fin en Cuenca, se dedicaba un espacio museístico para honrar la memoria y la obra del más grande artista, escultor e imaginero que ha dado nuestra tierra.

Y lo ha tenido que hacer, como en anteriores distincio-nes, la familia nazarena de Cuenca, acogiendo en el Museo de la Semana Santa de Cuenca tres salas dedicadas a don Luis: “El Espacio Marco Pérez”. A los hechos me remito al afirmar que si no fuera por la Semana Santa, en Cuenca ya nos habríamos casi olvidado de uno de sus hijos más insig-nes. La memoria histórica a veces es muy débil. A don Luis Marco Pérez le hemos hecho esperar 30 años.

Han tenido que pasar 30 añosPoco podía imaginar a finales de los años 70 un ya ave-

jentado don Luis, cuando empezó a entregar sus primeras obras al Museo de Cuenca, el poco tiempo que se iban a ver expuestas en este lugar. Qué poco podía imaginar, don Luis, que su obra póstuma no se iba a exponer de forma permanente en este museo, cuando dio orden a su pupilo y amigo, José Rincón, de que tras su muerte entregara todo su legado artístico, cientos de documentos y decenas de dibujos y esculturas, al Museo de Cuenca.

En noviembre de 1984, un artículo de Clara Acebes en la Gaceta Conquense, denunciaba que toda la obra de Marco Pérez se encontraba almacenada en cajas: “El legado póstumo de Luis Marco Pérez a Cuenca, 59 esculturas, 90 dibujos, numerosos relieves y todas sus herramientas, se en-cuentran almacenadas en cajas en dos salas cerradas al pú-blico en el Museo de Cuenca, ante la imposibilidad de ser mostradas dignamente en este Museo por falta de espacio”.

En el blog dedicado a don Luis se puede encontrar más información sobre este hecho. http://luismarcoperez.blogspot.com.es/2013/11/luis-marco-perez-la-obra-de-un-escultor.html

Con el Espacio Marco Pérez hemos empezado a subsa-nar estos 30 años de ostracismo con la figura de don Luis.

Tres salas para conocer al escultor e imaginero de Fuentelespino de Moya

Tres salas son las que forman el Espacio Marco Pérez. Tres salas dedicadas a la vida de don Luis, a su obra como escultor y a su obra como imaginero. Tres aspectos que quedan perfectamente recogidos en este espacio.

La obra religiosa de don Luis es en Cuenca y en varios lugares de nuestra geografía perfectamente conocida. Su estilo

se repite por toda España en sus Vírgenes y en sus Cristos, en sus sayones y en sus composiciones religiosas. Pero su vida, sus estudios y formación académica, su trabajo como profe-sor de Universidad en Cuenca, Valencia, Valladolid y Madrid, su obra civil, sus premios y distinciones profesionales a nivel nacional e internacional no son tan conocidos ni tan recono-cidos en Cuenca.

En los magníficos paneles retro-iluminados que tienen las tres salas, podemos acercarnos un poco más a la figura de Luis Marco Pérez a través de los resúmenes que allí se muestran de su todos los aspectos de su vida.

Luis Marco Pérez imagineroUna preciosa sala dedicada a las imágenes de Semana San-

ta que Luis Marco Pérez fue creando para toda España se pue-de disfrutar en nuestro Museo: una magnífica colección de las maquetas de varios pasos de don Luis, pasadas en 1996 a bron-ce por la familia “Del Pozo” de la empresa “Solán de Cabras”, y cedidas ahora por el Museo de Cuenca; un precioso Cristo crucificado con la Dolorosa a sus pies y la espectacular talla de un casi desconocido, para los más jóvenes, Jesús de Medi-naceli, que desfiló en Cuenca hasta 1971; son una muestra de la extensísima obra religiosa de Marco Pérez, que se puede observar casi al completo en los audiovisuales de los paneles explicativos de esta sala.

Luis Marco Pérez. Vida y obraLa mejor obra de don Luis, para muchos, preside esta

sala y recibe a los visitantes de este espacio: “El hombre de la Sierra”. Medalla de Oro de la Exposición de Bellas Artes de Madrid de 1926 y que desde esa fecha ha estado en el Parque de San Julián, algunas veces en estado lamen-table por el vandalismo de algunos impresentables. Ahora destaca, más que nunca, en el espacio dedicado a su autor, cedido temporalmente por el Ayuntamiento de Cuenca. Y a su lado, el Cirineo de nuestro “Jesús del Salvador” se exhibe orgulloso, fiel exponente del estilo de las esculturas religio-sas de don Luis.

Luis Marco Pérez escultor. En cuanto a la obra civil, hay que resaltar que, como dije anteriormente, es para mucha gente la gran desconocida de Luis Marco Pérez. Es curioso que las obras por las que recibió los más grandes galardones a nivel nacional e internacional, hayan pasado desaperci-bidas en algunos de los rincones de nuestra ciudad, dentro de algunas instituciones. como Diputación Y, sobre todo, en el Museo de Cuenca, con donde sus obras permanecen guardadas en cajas desde hace 30 años.

Por José Andrés Sevilla

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Ahora ya no valen excusas. Las salas están ahí. Es el mo-mento de sacar de nuevo a la luz esas obras almacenadas para el disfrute de la gente de Cuenca y visitantes, de expertos y profanos, de nazarenos y escépticos;… Como todo el mundo ha reconocido en sus declaraciones, el Espacio Marco Pérez del Museo de la Semana Santa de Cuenca es, sin lugar a du-das, el sitio más adecuado para ser el referente de todo aquel que quiera conocer o recordar a don Luis: en el Museo de los nazarenos de Cuenca, los que siempre le hemos querido y le hemos admirado como imaginero y, desde ahora, lo hacemos también como artista y gran escultor.

Esta sala de “Marco Pérez Escultor” cuenta ahora mismo con cuatro magníficas obras de una colección privada, cedi-das por un tiempo al Museo, y documentación y dibujos de don Luis. Las cuatro obras son muy representativas de las diferentes temáticas que don Luis trabajó a lo largo de su vida como escultor: “El Garrut”, magnífico busto de la etapa de los “tipos” de Cuenca; un precioso busto femenino de barro de su primera etapa como escultor; un elegante pie de lám-para en madera representando a una ninfa, obra claramente clasicista; y por último, una obra excepcional en sí misma, “ Héctor”, por ser la única obra surrealista que se conserva de Luis Marco Pérez.

Un primer pasoEl día de la inauguración, entre todas las felicitaciones

de amigos y asistentes al acto, y exultantes por el trabajo ter-minado y por el resultado final, unas palabras de Pepe Bene-dicto, biógrafo de don Luis, que tanto ha colaborado con la cesión de material para estas salas, fueron las que me devol-vieron a la realidad con una sola frase: “Galán, habéis dado un primer paso muy importante”.

“¿Un primer paso, Pepe?” -pensé al instante-. “Con el trabajo que ha llevado montar este espacio, ¿tan solo un pri-mer paso?”

Pero luego me di cuenta de que Pepe tenía toda la razón. Habíamos dado solamente el primer paso para honrar la vida y obra de Luis Marco Pérez. Quizás el paso más difícil, pero solamente el primero. Falta mucho por hacer.

Un lugar donde disfrutar la obra de don Luis.El Espacio Marco Pérez, debe ser el lugar para exponer

toda la obra que el escultor conquense fue creando a lo lar-go de su vida. El trabajo que toca ahora es intentar negociar cesiones temporales de colecciones particulares, de institucio-nes y museos, para que la obra, tanto religiosa como civil, de don Luis se pueda disfrutar en este lugar. Obras que vayan cambiando de tal forma que en cualquier momento podamos acudir a descubrir que hay de nuevo.

Algunas obras tan significativas como la “Princesilla de la Hinojosa”, de 1921, la obra más antigua conservada de don Luis; o “El alma de Castilla es el silencio”, 3ª medalla de la Exposición de Bellas Artes de 1922; “la Vieja Serrana”, de 1930, magnífica obra que refleja el trabajo de don Luis con “los tipos” de Cuenca; “La Gitana”, de 1937; “Diana Cazado-ra”, de 1950; el busto de “El Serrano”; el “Retrado de María Sevillano”;… y tantas y tantas otras, dejen de estar recogidas, guardadas u ocultas a los ojos de los amantes de la obra escul-tórica y retratos de don Luis Marco Pérez.

Si don Luis Marco Pérez decidió regalar su legado a Cuen-ca, ahora nos toca a los conquenses corresponderle mostran-do, con orgullo, su obra en el Espacio Marco Pérez, en el Mu-seo de la Semana Santa de Cuenca.

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Ahora ya no valen excusas. Las salas están ahí. Es el mo-mento de sacar de nuevo a la luz esas obras almacenadas para el disfrute de la gente de Cuenca y visitantes, de expertos y profanos, de nazarenos y escépticos;… Como todo el mundo ha reconocido en sus declaraciones, el Espacio Marco Pérez del Museo de la Semana Santa de Cuenca es, sin lugar a du-das, el sitio más adecuado para ser el referente de todo aquel que quiera conocer o recordar a don Luis: en el Museo de los nazarenos de Cuenca, los que siempre le hemos querido y le hemos admirado como imaginero y, desde ahora, lo hacemos también como artista y gran escultor.

Esta sala de “Marco Pérez Escultor” cuenta ahora mismo con cuatro magníficas obras de una colección privada, cedi-das por un tiempo al Museo, y documentación y dibujos de don Luis. Las cuatro obras son muy representativas de las diferentes temáticas que don Luis trabajó a lo largo de su vida como escultor: “El Garrut”, magnífico busto de la etapa de los “tipos” de Cuenca; un precioso busto femenino de barro de su primera etapa como escultor; un elegante pie de lám-para en madera representando a una ninfa, obra claramente clasicista; y por último, una obra excepcional en sí misma, “ Héctor”, por ser la única obra surrealista que se conserva de Luis Marco Pérez.

Un primer pasoEl día de la inauguración, entre todas las felicitaciones

de amigos y asistentes al acto, y exultantes por el trabajo ter-minado y por el resultado final, unas palabras de Pepe Bene-dicto, biógrafo de don Luis, que tanto ha colaborado con la cesión de material para estas salas, fueron las que me devol-vieron a la realidad con una sola frase: “Galán, habéis dado un primer paso muy importante”.

“¿Un primer paso, Pepe?” -pensé al instante-. “Con el trabajo que ha llevado montar este espacio, ¿tan solo un pri-mer paso?”

Pero luego me di cuenta de que Pepe tenía toda la razón. Habíamos dado solamente el primer paso para honrar la vida y obra de Luis Marco Pérez. Quizás el paso más difícil, pero solamente el primero. Falta mucho por hacer.

Un lugar donde disfrutar la obra de don Luis.El Espacio Marco Pérez, debe ser el lugar para exponer

toda la obra que el escultor conquense fue creando a lo lar-go de su vida. El trabajo que toca ahora es intentar negociar cesiones temporales de colecciones particulares, de institucio-nes y museos, para que la obra, tanto religiosa como civil, de don Luis se pueda disfrutar en este lugar. Obras que vayan cambiando de tal forma que en cualquier momento podamos acudir a descubrir que hay de nuevo.

Algunas obras tan significativas como la “Princesilla de la Hinojosa”, de 1921, la obra más antigua conservada de don Luis; o “El alma de Castilla es el silencio”, 3ª medalla de la Exposición de Bellas Artes de 1922; “la Vieja Serrana”, de 1930, magnífica obra que refleja el trabajo de don Luis con “los tipos” de Cuenca; “La Gitana”, de 1937; “Diana Cazado-ra”, de 1950; el busto de “El Serrano”; el “Retrado de María Sevillano”;… y tantas y tantas otras, dejen de estar recogidas, guardadas u ocultas a los ojos de los amantes de la obra escul-tórica y retratos de don Luis Marco Pérez.

Si don Luis Marco Pérez decidió regalar su legado a Cuen-ca, ahora nos toca a los conquenses corresponderle mostran-do, con orgullo, su obra en el Espacio Marco Pérez, en el Mu-seo de la Semana Santa de Cuenca.

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Sus dos hermandades del alma, la de San Juan Bautista y la de Cristo de la Luz, rinden un sentido homenaje a Óscar Pinar con una exposición antológica de su obra nazarena.

Óscar Pinar Álvaro (Cuenca, 1927), autor del cartel de Semana Santa del año 1995, pintor y nazareno conquense, ambas vocaciones por devoción y tradición familiar, son el germen del arraigo a la ciudad y a su tradición, a sus paisajes y sus colores, a su trabajo y a su dedicación. Los cuadros de Pinar, que representan diferentes momentos de toda la imagi-nería en procesión en los desfiles de nuestra ciudad, suponen la más representativa obra pictórica de nuestra Semana Santa.

La exposición titulada ‘Óscar Pinar: Semana Santa por las calles de la Cuenca’, desde el 13 de marzo en el Museo de Semana Santa constará de una muestra física de sus obras de temática nazarena más significativas y de la proyección del audiovisual ‘El pincel de la Semana Santa de Cuenca’, de

Diego Castillejo Arana, con un recorrido nazareno, profesio-nal y artístico de nuestro pintor. Serán expuestos, además, diversos documentos personales y profesionales del home-najeado que, traspasando fronteras, ha llevado el nombre de Cuenca y de su Semana Santa por todos los caminos que ha recorrido.

Además, se ha trabajado en la clasificación y recopilación de su obra nazarena con la edición de un catálogo, que servi-rá de relación por primera vez de la obra de un autor de esta temática dentro de la Semana Santa de Cuenca.

Sirva, pues, este homenaje a Óscar Pinar como colofón a su carrera pictórica y nazarena; él mismo pidió que fuera en el Museo de Semana Santa, no en otras salas, quería en la de referencia para la vida nazarena; su familia, sus hermandades y su ciudad le rinden, le rendimos un sincero y merecido ho-menaje con esta exposición.

Homenaje por sus hermandades del alma

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Sus dos hermandades del alma, la de San Juan Bautista y la de Cristo de la Luz, rinden un sentido homenaje a Óscar Pinar con una exposición antológica de su obra nazarena.

Óscar Pinar Álvaro (Cuenca, 1927), autor del cartel de Semana Santa del año 1995, pintor y nazareno conquense, ambas vocaciones por devoción y tradición familiar, son el germen del arraigo a la ciudad y a su tradición, a sus paisajes y sus colores, a su trabajo y a su dedicación. Los cuadros de Pinar, que representan diferentes momentos de toda la imagi-nería en procesión en los desfiles de nuestra ciudad, suponen la más representativa obra pictórica de nuestra Semana Santa.

La exposición titulada ‘Óscar Pinar: Semana Santa por las calles de la Cuenca’, desde el 13 de marzo en el Museo de Semana Santa constará de una muestra física de sus obras de temática nazarena más significativas y de la proyección del audiovisual ‘El pincel de la Semana Santa de Cuenca’, de

Diego Castillejo Arana, con un recorrido nazareno, profesio-nal y artístico de nuestro pintor. Serán expuestos, además, diversos documentos personales y profesionales del home-najeado que, traspasando fronteras, ha llevado el nombre de Cuenca y de su Semana Santa por todos los caminos que ha recorrido.

Además, se ha trabajado en la clasificación y recopilación de su obra nazarena con la edición de un catálogo, que servi-rá de relación por primera vez de la obra de un autor de esta temática dentro de la Semana Santa de Cuenca.

Sirva, pues, este homenaje a Óscar Pinar como colofón a su carrera pictórica y nazarena; él mismo pidió que fuera en el Museo de Semana Santa, no en otras salas, quería en la de referencia para la vida nazarena; su familia, sus hermandades y su ciudad le rinden, le rendimos un sincero y merecido ho-menaje con esta exposición.

Homenaje por sus hermandades del alma

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Estas constituciones, aprobadas por el fiscal diocesano el 20 de Junio de 1902, aportan una serie de asuntos, muchos de ellos ya en desuso o modificados por el devenir histórico; ante lo que considero, son relevantes para entender el devenir de la hermandad y, a su vez, conocer también la activad que se realizó en aquellos convulsos momentos del albor del siglo XX. Por una parte, es relevante exponer que el número total de hermanos no podían ser más de cien, los cuales tenían la obligación de pagar una cuota anual de 3 pesetas y para la admisión de un nuevo hermano, era necesario el aval, bien de palabra o por el escrito de un hermano de facto. De tal forma, estos pagaban una cuota extraordinaria de ingreso de 7 pesetas y 50 céntimos, un precio ciertamente elevado, pues el salario medio no superaba las 100 pesetas mensuales.

Los hermanos de la hermandad de “El Huerto” tenían el deber de asistir al desfile del Jueves Santo, siendo sancionados con el pago de 1 peseta si no lo hacían de forma justificada. Dicha procesión estaba presidida y organizada por los herma-nos mayores, que no sólo tenían el cometido de velar por el buen discurrir de esta, sino que también, y como cosa un tanto anecdótica, debían”prohibir el uso de un paso demasiado lento o breves y continuos descansos”5 , reflejo de que esto era una realidad constante, además de evidenciar la forma de desfilar del momento (en cierto modo tan poco semejante al presente).

Igualmente tenían la obligación de confesar y comul-gar el día de la función religiosa, el segundo día de Pascua de Resurrección6, que debía realizarse con el beneplácito del Señor cura párroco del Salvador, pues, desde la unificación parroquial y hasta el año 1957, la ermita de San Antón junto con otras iglesias intramuros de la ciudad estaban bajo la ju-

risdicción de esta parroquia. Esto contribuye a la percepción del control que de los hermanos tenía la hermandad en los actos que esta organizaba, junto con el profundo cariz reli-gioso imperante en la España del momento, y, actualmente, en detraimiento.

Así mismo, es significativo mencionar aspectos en el cam-po económico de la hermandad, hoy en día perdidos, que tie-nen una directa conexión con lo que una organización católica de estas características representaba, como es el semblante ca-ritativo y de auxilio al resto de hermanos. Este es un aspecto íntimamente ligado al origen de las cofradías pasionales, como, por ejemplo, la asistencia a los hermanos en la muerte, los cua-les eran acompañados por los hermanos mayores portando la insignia de la hermandad,7 además de la celebración de una misa de Réquiem por el eterno descanso de su alma8 .Junto con esto, a su defunción, los hermanos recibían un bien en metáli-co de veinte pesetas acompañado de igual percepción para su viuda9. Esto era sumamente importante en el momento, debido a la compleja situación en que se quedaba la mujer al enviudar, sobre todo en el ámbito económico. Esta premisa también era aplicable a hermanos solteros que percibían la cantidad de 40 pesetas, o para los casos especiales de segundas nupcias; igual-mente la hermandad tenía como imposición eximir del pago de la cuota a aquellos hermanos que tras llevar 40 años como tal, se encontraran en un estado precario10.

Dichas constituciones fueron novedosas en determinados aspectos, pero siguieron sosteniendo la centenaria tradición en otros muchos. Estas se mantuvieron vigentes hasta después de la guerra civil, aunque con los cambios lógicos que la herman-dad demandara11 para el nuevo momento que el país vivía.

5. (Nuesvas Constituciones de la Hermandad del Paso del Huerto , 1903)6. (I, Art. 3, 1902)7. (II, Art. 2, 1902)8. (I, Art. 5, 1902)

9. (III, Art.12, 1902)10. (III, Art.11, 1902)11. (Recuenco, 1998)

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La redacción y aprobación de estas constituciones hay que abordarlas dentro de un momento muy concreto en la historia de nuestra Semana Santa, a la vez que, de la ciudad de Cuenca. Hablamos de una época que comienza en las postrimerías del siglo XIX y que se prolonga hasta la primera década del siglo XX; este es un periodo de profundos cambios, no sólo en el espacio político o socioeconómico, sino también en el ámbito religioso, siendo esta una cuestión determinante para entender la percep-ción de la Semana Santa y de las hermandades que la integran.1

En primer lugar, es en este mismo año, 1902, fue cuando se configuró el aspecto y forma de la que, posteriormente, vendrá a llamarse procesión de “El calvario”;2 también tiene lugar la aparición de los denominados “capuces armados”, procedentes de Sevilla, a partir de 1898.3 Estas y otras cuestiones estarán acompañadas de fenómenos muy importantes, como son las modificaciones y apariciones de nuevas constituciones de her-

mandades, llevadas a cabo por el afán de ponerse a tono con los nuevos tiempos, así como rectificar las cuestiones ya en des-uso y tipificar otras que comenzaban a generalizarse. En este aspecto no se eximirá la hermandad del Huerto, la cual, con la Junta general celebrada el 31 de marzo del año 1902, decidió la creación de unos nuevos estatutos cuya redacción correría a cargo del entonces secretario de la hermandad, Don Victoriano Sanz Castellanos, exponiendo, entre otros motivos, exponiendo entre otros motivos que las anteriores con fecha del 9 de abril de 1741 hacían “difícil una interpretación clara y concreta”4 y su redacción era incompatible con el entonces uso de la legua caste-llana. Para esta labor el propio Victoriano Sanz, usó como guías de referencia los dos libros de actas que la hermandad tenía en su poder y que habían sido recogidas por los ocho secretarios que en el cargo le precedieron, durante el siglo y medio que llevaba la hermandad como tal.

De las “Nuevas Constituciones de la Hermandad del Paso del Huerto que se venera en la ermita de San Antonio Abad de la ciudad de Cuenca del Año 1902” que se encuentran en la Biblioteca Nacional Española.

1. (Recuenco, 1998)2. (Valero, 1997)

3. (Valero, 1997)4.(Nuevas Constituciones de la Hermandad del Paso del Huerto , 1903)

Por Juan Manuel Velasco Salamanca

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Estas constituciones, aprobadas por el fiscal diocesano el 20 de Junio de 1902, aportan una serie de asuntos, muchos de ellos ya en desuso o modificados por el devenir histórico; ante lo que considero, son relevantes para entender el devenir de la hermandad y, a su vez, conocer también la activad que se realizó en aquellos convulsos momentos del albor del siglo XX. Por una parte, es relevante exponer que el número total de hermanos no podían ser más de cien, los cuales tenían la obligación de pagar una cuota anual de 3 pesetas y para la admisión de un nuevo hermano, era necesario el aval, bien de palabra o por el escrito de un hermano de facto. De tal forma, estos pagaban una cuota extraordinaria de ingreso de 7 pesetas y 50 céntimos, un precio ciertamente elevado, pues el salario medio no superaba las 100 pesetas mensuales.

Los hermanos de la hermandad de “El Huerto” tenían el deber de asistir al desfile del Jueves Santo, siendo sancionados con el pago de 1 peseta si no lo hacían de forma justificada. Dicha procesión estaba presidida y organizada por los herma-nos mayores, que no sólo tenían el cometido de velar por el buen discurrir de esta, sino que también, y como cosa un tanto anecdótica, debían”prohibir el uso de un paso demasiado lento o breves y continuos descansos”5 , reflejo de que esto era una realidad constante, además de evidenciar la forma de desfilar del momento (en cierto modo tan poco semejante al presente).

Igualmente tenían la obligación de confesar y comul-gar el día de la función religiosa, el segundo día de Pascua de Resurrección6, que debía realizarse con el beneplácito del Señor cura párroco del Salvador, pues, desde la unificación parroquial y hasta el año 1957, la ermita de San Antón junto con otras iglesias intramuros de la ciudad estaban bajo la ju-

risdicción de esta parroquia. Esto contribuye a la percepción del control que de los hermanos tenía la hermandad en los actos que esta organizaba, junto con el profundo cariz reli-gioso imperante en la España del momento, y, actualmente, en detraimiento.

Así mismo, es significativo mencionar aspectos en el cam-po económico de la hermandad, hoy en día perdidos, que tie-nen una directa conexión con lo que una organización católica de estas características representaba, como es el semblante ca-ritativo y de auxilio al resto de hermanos. Este es un aspecto íntimamente ligado al origen de las cofradías pasionales, como, por ejemplo, la asistencia a los hermanos en la muerte, los cua-les eran acompañados por los hermanos mayores portando la insignia de la hermandad,7 además de la celebración de una misa de Réquiem por el eterno descanso de su alma8 .Junto con esto, a su defunción, los hermanos recibían un bien en metáli-co de veinte pesetas acompañado de igual percepción para su viuda9. Esto era sumamente importante en el momento, debido a la compleja situación en que se quedaba la mujer al enviudar, sobre todo en el ámbito económico. Esta premisa también era aplicable a hermanos solteros que percibían la cantidad de 40 pesetas, o para los casos especiales de segundas nupcias; igual-mente la hermandad tenía como imposición eximir del pago de la cuota a aquellos hermanos que tras llevar 40 años como tal, se encontraran en un estado precario10.

Dichas constituciones fueron novedosas en determinados aspectos, pero siguieron sosteniendo la centenaria tradición en otros muchos. Estas se mantuvieron vigentes hasta después de la guerra civil, aunque con los cambios lógicos que la herman-dad demandara11 para el nuevo momento que el país vivía.

5. (Nuesvas Constituciones de la Hermandad del Paso del Huerto , 1903)6. (I, Art. 3, 1902)7. (II, Art. 2, 1902)8. (I, Art. 5, 1902)

9. (III, Art.12, 1902)10. (III, Art.11, 1902)11. (Recuenco, 1998)

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La redacción y aprobación de estas constituciones hay que abordarlas dentro de un momento muy concreto en la historia de nuestra Semana Santa, a la vez que, de la ciudad de Cuenca. Hablamos de una época que comienza en las postrimerías del siglo XIX y que se prolonga hasta la primera década del siglo XX; este es un periodo de profundos cambios, no sólo en el espacio político o socioeconómico, sino también en el ámbito religioso, siendo esta una cuestión determinante para entender la percep-ción de la Semana Santa y de las hermandades que la integran.1

En primer lugar, es en este mismo año, 1902, fue cuando se configuró el aspecto y forma de la que, posteriormente, vendrá a llamarse procesión de “El calvario”;2 también tiene lugar la aparición de los denominados “capuces armados”, procedentes de Sevilla, a partir de 1898.3 Estas y otras cuestiones estarán acompañadas de fenómenos muy importantes, como son las modificaciones y apariciones de nuevas constituciones de her-

mandades, llevadas a cabo por el afán de ponerse a tono con los nuevos tiempos, así como rectificar las cuestiones ya en des-uso y tipificar otras que comenzaban a generalizarse. En este aspecto no se eximirá la hermandad del Huerto, la cual, con la Junta general celebrada el 31 de marzo del año 1902, decidió la creación de unos nuevos estatutos cuya redacción correría a cargo del entonces secretario de la hermandad, Don Victoriano Sanz Castellanos, exponiendo, entre otros motivos, exponiendo entre otros motivos que las anteriores con fecha del 9 de abril de 1741 hacían “difícil una interpretación clara y concreta”4 y su redacción era incompatible con el entonces uso de la legua caste-llana. Para esta labor el propio Victoriano Sanz, usó como guías de referencia los dos libros de actas que la hermandad tenía en su poder y que habían sido recogidas por los ocho secretarios que en el cargo le precedieron, durante el siglo y medio que llevaba la hermandad como tal.

De las “Nuevas Constituciones de la Hermandad del Paso del Huerto que se venera en la ermita de San Antonio Abad de la ciudad de Cuenca del Año 1902” que se encuentran en la Biblioteca Nacional Española.

1. (Recuenco, 1998)2. (Valero, 1997)

3. (Valero, 1997)4.(Nuevas Constituciones de la Hermandad del Paso del Huerto , 1903)

Por Juan Manuel Velasco Salamanca

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Opinión

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Page 54: Cuenca Nazarena 2015

El asunto de la gastronomía semanasantera es algo re-currente año tras año por la razón simple de ser la alimen-tación una necesidad humana cotidiana inexcusable. El tiempo todo lo desgasta y erosiona, el uso afina la sustancia y la depura, la aligera de adherencias prescindibles llegadas con el fútil boato y la atrabiliaria ostentación. Al traspasar la distancia de los años, poco a poco pero inexorablemente se asienta la tradición en los actos y creaciones humanas; cuando el avance se cuantifica en siglos, estos, ya tienen bastante solera para estar suficientemente refinados, cla-rificados y, en una palabra, netos para poder ingresar en la intrahistoria, que es esa Historia en letra pequeña que no entra en el contenido de los textos oficiales, pero que es lo que más ahonda y deja su huella en el corazón de las personas.

La tradición familiar en este contexto tan unido al pre-cepto religioso como son los usos alimentarios de la Pa-sión, es la gran protagonista en su desarrollo temporal en la

cuarentena de la Cuaresma, desde el Miércoles de Ceniza al Domingo de Resurrección, cuando tiene su reinado y extiende su dominio a bocas de propios y extraños, que todos son bienvenidos.

La Cocina Familiar de Semana Santa en cuanto a tra-dición diversa y distinta, ha constituido la tesis de muchos textos desarrollados con anterioridad. Hoy hemos querido exponernos a y en la modernidad, que como no podía ser de otra forma, ha infiltrado todos los rincones, no ya de la Cocina, sino de la Gastronomía como materia más amplia y general. Para ello recurrimos a dos de los adalides inno-vadores asentados en los fogones de nuestra ciudad: José Ignacio Herráiz, del restaurante Raff; y Quico Pérez, del restaurante Nazareno y Oro. Ellos han propuesto unos pla-tos polivalentes en la tradición y casi en la norma, porque, ya se sabe, todas ellas tienen su excepción y aquí se trata de una mínima y venial, porque estamos en el entorno, transgresión.

Quico Pérez. Nazareno y Oro

Atún Rojo asado sobre Crema de Pisto y Salsa de Gambas al Ajillo

Ingredientes:Lomo de atún, gambas, ajo, brandy, salsa de soja, vinagre de Módena, guindilla, cebolla, tomate, pimiento verde,

calabacín.

Preparación:Ponemos en un cazo un poco de aceite con las cabezas,

las machacamos bien y dejamos que se doren. Añadimos un poco de brandy, reducimos 15 minutos agregando

un poco de agua y colamos. En una sartén freímos unas gambas troceadas, ajos picados y un poco de guindilla,

añadimos el caldo de las gambas y dejamos reducir. Freímos en una sartén pimiento verde, cebolla, calabacín y tomate; trituramos hasta conseguir una crema. Asamos el atún en tacos con un poco de sal, procurando sellar por fuera y

dejar el centro poco hecho. Ponemos en un cazo vinagre de Módena y salsa de soja, dejamos reducir. Servimos el atún

sobre una base de crema de pisto, salseado con las gambas y decorado con unas gotas de la reducción de soja-Módena.

Quico Pérez. Nazareno y Oro

Torrija con Helado de Café y Gelatina de Resoli

Ingredientes:Pan tipo brioche, resoli, leche, canela, azúcar, helado de café, gelatina neutra.

Preparación:Empapamos el pan con una mezcla de leche, canela,

azúcar y unas gotas de resoli. Lo ponemos en la plancha muy caliente para dorarlo por fuera.

En un bol, ponemos un poco de resoli y le añadimos la gelatina para que espese hasta la textura de un sirope.

Servimos la torrija sobre la gelatina de resoli, decorando con una bola de helado de café.

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Por Juan Carlos Luján Alarcón . Fotos Aurelio Lorente

Canelón de Ajo Arriero

José Ignacio Herráiz. Raff

Ingredientes:200 grs. de Ajo Arriero8 láminas de calabacín

50 grs, de puré de albaricoque50 grs. de olivada

Hojas

Elaboración:Escaldar y refrescar el calabacín.

Rellenarlo con el ajo arriero y el albaricoque. Darle forma de canelón.

Acompañar con las hojas y la olivada.

Vieira a la Plancha con Crema de Patata y Trufa

Ingredientes:Vieiras, patatas, mantequilla, trufa, cebollino,

perejil y aceite de trufa.

Preparación:Hervimos las patatas y, ya cocidas, las machacamos con una nuez de mantequilla, incorporando agua de

cocción hasta conseguir una crema.

Ponemos la vieira limpia a la plancha con sal y una gota de aceite. Servimos sobre lecho de puré con láminas

de trufa por encima, decorando con cebollino en rama, perejil y aceite de trufa.

Quico Pérez. Nazareno y Oro

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Opinión

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El asunto de la gastronomía semanasantera es algo re-currente año tras año por la razón simple de ser la alimen-tación una necesidad humana cotidiana inexcusable. El tiempo todo lo desgasta y erosiona, el uso afina la sustancia y la depura, la aligera de adherencias prescindibles llegadas con el fútil boato y la atrabiliaria ostentación. Al traspasar la distancia de los años, poco a poco pero inexorablemente se asienta la tradición en los actos y creaciones humanas; cuando el avance se cuantifica en siglos, estos, ya tienen bastante solera para estar suficientemente refinados, cla-rificados y, en una palabra, netos para poder ingresar en la intrahistoria, que es esa Historia en letra pequeña que no entra en el contenido de los textos oficiales, pero que es lo que más ahonda y deja su huella en el corazón de las personas.

La tradición familiar en este contexto tan unido al pre-cepto religioso como son los usos alimentarios de la Pa-sión, es la gran protagonista en su desarrollo temporal en la

cuarentena de la Cuaresma, desde el Miércoles de Ceniza al Domingo de Resurrección, cuando tiene su reinado y extiende su dominio a bocas de propios y extraños, que todos son bienvenidos.

La Cocina Familiar de Semana Santa en cuanto a tra-dición diversa y distinta, ha constituido la tesis de muchos textos desarrollados con anterioridad. Hoy hemos querido exponernos a y en la modernidad, que como no podía ser de otra forma, ha infiltrado todos los rincones, no ya de la Cocina, sino de la Gastronomía como materia más amplia y general. Para ello recurrimos a dos de los adalides inno-vadores asentados en los fogones de nuestra ciudad: José Ignacio Herráiz, del restaurante Raff; y Quico Pérez, del restaurante Nazareno y Oro. Ellos han propuesto unos pla-tos polivalentes en la tradición y casi en la norma, porque, ya se sabe, todas ellas tienen su excepción y aquí se trata de una mínima y venial, porque estamos en el entorno, transgresión.

Quico Pérez. Nazareno y Oro

Atún Rojo asado sobre Crema de Pisto y Salsa de Gambas al Ajillo

Ingredientes:Lomo de atún, gambas, ajo, brandy, salsa de soja, vinagre de Módena, guindilla, cebolla, tomate, pimiento verde,

calabacín.

Preparación:Ponemos en un cazo un poco de aceite con las cabezas,

las machacamos bien y dejamos que se doren. Añadimos un poco de brandy, reducimos 15 minutos agregando

un poco de agua y colamos. En una sartén freímos unas gambas troceadas, ajos picados y un poco de guindilla,

añadimos el caldo de las gambas y dejamos reducir. Freímos en una sartén pimiento verde, cebolla, calabacín y tomate; trituramos hasta conseguir una crema. Asamos el atún en tacos con un poco de sal, procurando sellar por fuera y

dejar el centro poco hecho. Ponemos en un cazo vinagre de Módena y salsa de soja, dejamos reducir. Servimos el atún

sobre una base de crema de pisto, salseado con las gambas y decorado con unas gotas de la reducción de soja-Módena.

Quico Pérez. Nazareno y Oro

Torrija con Helado de Café y Gelatina de Resoli

Ingredientes:Pan tipo brioche, resoli, leche, canela, azúcar, helado de café, gelatina neutra.

Preparación:Empapamos el pan con una mezcla de leche, canela,

azúcar y unas gotas de resoli. Lo ponemos en la plancha muy caliente para dorarlo por fuera.

En un bol, ponemos un poco de resoli y le añadimos la gelatina para que espese hasta la textura de un sirope.

Servimos la torrija sobre la gelatina de resoli, decorando con una bola de helado de café.

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Por Juan Carlos Luján Alarcón . Fotos Aurelio Lorente

Canelón de Ajo Arriero

José Ignacio Herráiz. Raff

Ingredientes:200 grs. de Ajo Arriero8 láminas de calabacín

50 grs, de puré de albaricoque50 grs. de olivada

Hojas

Elaboración:Escaldar y refrescar el calabacín.

Rellenarlo con el ajo arriero y el albaricoque. Darle forma de canelón.

Acompañar con las hojas y la olivada.

Vieira a la Plancha con Crema de Patata y Trufa

Ingredientes:Vieiras, patatas, mantequilla, trufa, cebollino,

perejil y aceite de trufa.

Preparación:Hervimos las patatas y, ya cocidas, las machacamos con una nuez de mantequilla, incorporando agua de

cocción hasta conseguir una crema.

Ponemos la vieira limpia a la plancha con sal y una gota de aceite. Servimos sobre lecho de puré con láminas

de trufa por encima, decorando con cebollino en rama, perejil y aceite de trufa.

Quico Pérez. Nazareno y Oro

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Opinión

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AMIGO, seguramente que perteneces a una o varias CO-FRADÍAS/Hermandades. Yo te pregunto, ¿tendría razón de existir tu Cofradía/Hermandad sin conocer a JESÚS?.. Por-que el fundamento de la Semana Santa es JESÚS.

Jesús de Nazaret fue hijo de un carpintero y desarrolla su labor junto a los pobres.

PALESTINA, patria del pueblo judío, estaba gobernada en-tonces por Tres poderes:

PILATOS, que representa a los romanos, el pueblo invasor. Su único objetivo es obtener los tributos de la zona conquistada y mantener la dificil paz en un pueblo con orígenes guerreros.

HERODES, que representa el poder político del pueblo ju-dío sometido. Administra la ley humana y mantiene su estatus con el fin de que se mantenga la paz social. En realidad sólo es una forma más de dominar a los belicosos judíos.

EL SANEDRÍN, que representa el poder religioso, otro de los brazos que contienen al pueblo frente a los romanos. Siguen la Ley divina, rígida y cerrada, que discrimina a las personas por razón de su raza, sexo, costumbres, etc. Representa, a un Dios vengador y justiciero. A un Dios que selecciona los pueblos y desea que se le hagan ofrendas.

y ahí aparece Jesucristo, “el que ha de venir” (Lc 7, 19), en principio uno de los numerosos profetas que surgen por todas partes, “la esperanza de Israel” (Hch 28, 20). Finalmente, el Me-sías enviado por Dios para la salvación de los hombres.

El programa de Jesús consistió fundamentalmente en hacer posible el Reino de Dios en ia tierra, no s6io combatiendo ia miseria tísica, sino, sobre todo, ofreciendo un estilo de vida in-compatible con las ambiciones de este mundo, luchando por mejorar la condición humana contra todo lo que deshumaniza a la persona humana.

La llegada de Jesús al mundo supone la instauración de un orden nuevo en el que el hombre no viva ya eslavizado por le Ley (AT). Es fiel al Padre y por ello se enfrenta con toda la so-ciedad de su tiempo, incluso, finalmente con los que le seguían que, en principio, pensaban que la salvación anunciada era tan sólo el derrotar al poder político romano.

Así Jesús con su vida y hechos manifiesta las bases del ver-dadero reino de Dios:

-Ante el poder político: acepta la autoridad y las leyes de su tiempo (Mt 17, 24-27), pero se sitúa ante ellas con entera libertad (Lc 13, 10-17).

-Ante los escribas y fariseos: no siendo extremadamen-te culto, adopta una postura crítica en la interpretación de la ley (Mt 23,1-39).

-Ante los sacerdotes: significó un giro radical del régi-men de la Antigua Alianza. El será, a partir de ahora, el único mediador con Dios.

Ya no será el templo, el único lugar de encuentro, n~ los antiguos sacrificios lo que agrada a Dios. Jesús establece un nue-vo orden en las relaciones del hombre con Dios, como Padre cercano.

Por todo ello, destroza la estructura social piramidal y los sistemas de control que existían, propiciando la doctrina revolu-cionaria y universal del amor, en la que se antepone el espíritu a la letra. Acepta al hombre tal y como es, no hay separaciones políticas, económicas o religiosas.

Había mucha gente interesada en que aquel profeta de Ga-lilea desapareciera. Jesús no murió en una cruz porque Dios así lo habría predestinado. SU MUERTE FUE CONSECUENCIA DE SU VIDA.

LO MATARON... porque con su forma de vivir criticaba a la gente bien de su tiempo, a la gente que tenía poder, a la gente que se consideraba buena, a la gente que sólo pensaba en su feli-cidad, a la gente que se aprovechaba de los demás.

Fue entregado por el partido sacerdotal, el Sanedrín, faná-ticos de la Ley, molestos ante la práctica de Jesús con los publi-canos y pecadores, con su actitud ante el sábado, y las críticas a las leyes de impureza y discriminación, en resumen, contra sus tradiciones.

Y presentaron el proceso como obra de los romanos repre-sentados por Pilato que dio su colaboración, y lo condenó como subversivo político.

Si Jesús hubiera vivido de otra forma, no hubiera muerto en cruz. Pero él prefirió la muerte antes que engañar y mentir, antes que callarse ante las cosas que estaban mal y las injusticias del mundo, antes que hablar de Dios de forma falsa, antes que abandonar su misión.

Su muerte, fue una muerte vergonzosa. Los líderes y los héroes, cuando mueren violentamente luchando por una causa justa, suelen ser admirados y honrados. En cambio la muerte de Jesús estuvo rodeada de vergüenza. Sus amigos escaparon aver-gonzados.

Pensaban que todo había terminado en un fracaso lamenta-ble. Sólo algunas mujeres y Juan lo acompañaron hasta el final ( Jn 19, 25).

Y tras su muerte viene la resurrección no como premio a una labor bien hecha, sino como contestación a la búsqueda del acer-camiento al prójimo, a la liberación personal. El principal fruto de la resurrección es la liberación. (Reflexión literal de “Curso Básico de Formación Cofrade”. Obispado de Orihuela-Alicante-Tema In).

Las Cofradías/Hermandades de Semana Santa, “deben se-guir siendo dique de contención contra la secularización; una gran carpa que impide secarse el humus cristiano de nuestra tie-rra; expresión de vida cristiana y taller de santidad”.

Jesús, fundamento de nuestra Semana Santa

Por Ángel Horcajada

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AMIGO, seguramente que perteneces a una o varias CO-FRADÍAS/Hermandades. Yo te pregunto, ¿tendría razón de existir tu Cofradía/Hermandad sin conocer a JESÚS?.. Por-que el fundamento de la Semana Santa es JESÚS.

Jesús de Nazaret fue hijo de un carpintero y desarrolla su labor junto a los pobres.

PALESTINA, patria del pueblo judío, estaba gobernada en-tonces por Tres poderes:

PILATOS, que representa a los romanos, el pueblo invasor. Su único objetivo es obtener los tributos de la zona conquistada y mantener la dificil paz en un pueblo con orígenes guerreros.

HERODES, que representa el poder político del pueblo ju-dío sometido. Administra la ley humana y mantiene su estatus con el fin de que se mantenga la paz social. En realidad sólo es una forma más de dominar a los belicosos judíos.

EL SANEDRÍN, que representa el poder religioso, otro de los brazos que contienen al pueblo frente a los romanos. Siguen la Ley divina, rígida y cerrada, que discrimina a las personas por razón de su raza, sexo, costumbres, etc. Representa, a un Dios vengador y justiciero. A un Dios que selecciona los pueblos y desea que se le hagan ofrendas.

y ahí aparece Jesucristo, “el que ha de venir” (Lc 7, 19), en principio uno de los numerosos profetas que surgen por todas partes, “la esperanza de Israel” (Hch 28, 20). Finalmente, el Me-sías enviado por Dios para la salvación de los hombres.

El programa de Jesús consistió fundamentalmente en hacer posible el Reino de Dios en ia tierra, no s6io combatiendo ia miseria tísica, sino, sobre todo, ofreciendo un estilo de vida in-compatible con las ambiciones de este mundo, luchando por mejorar la condición humana contra todo lo que deshumaniza a la persona humana.

La llegada de Jesús al mundo supone la instauración de un orden nuevo en el que el hombre no viva ya eslavizado por le Ley (AT). Es fiel al Padre y por ello se enfrenta con toda la so-ciedad de su tiempo, incluso, finalmente con los que le seguían que, en principio, pensaban que la salvación anunciada era tan sólo el derrotar al poder político romano.

Así Jesús con su vida y hechos manifiesta las bases del ver-dadero reino de Dios:

-Ante el poder político: acepta la autoridad y las leyes de su tiempo (Mt 17, 24-27), pero se sitúa ante ellas con entera libertad (Lc 13, 10-17).

-Ante los escribas y fariseos: no siendo extremadamen-te culto, adopta una postura crítica en la interpretación de la ley (Mt 23,1-39).

-Ante los sacerdotes: significó un giro radical del régi-men de la Antigua Alianza. El será, a partir de ahora, el único mediador con Dios.

Ya no será el templo, el único lugar de encuentro, n~ los antiguos sacrificios lo que agrada a Dios. Jesús establece un nue-vo orden en las relaciones del hombre con Dios, como Padre cercano.

Por todo ello, destroza la estructura social piramidal y los sistemas de control que existían, propiciando la doctrina revolu-cionaria y universal del amor, en la que se antepone el espíritu a la letra. Acepta al hombre tal y como es, no hay separaciones políticas, económicas o religiosas.

Había mucha gente interesada en que aquel profeta de Ga-lilea desapareciera. Jesús no murió en una cruz porque Dios así lo habría predestinado. SU MUERTE FUE CONSECUENCIA DE SU VIDA.

LO MATARON... porque con su forma de vivir criticaba a la gente bien de su tiempo, a la gente que tenía poder, a la gente que se consideraba buena, a la gente que sólo pensaba en su feli-cidad, a la gente que se aprovechaba de los demás.

Fue entregado por el partido sacerdotal, el Sanedrín, faná-ticos de la Ley, molestos ante la práctica de Jesús con los publi-canos y pecadores, con su actitud ante el sábado, y las críticas a las leyes de impureza y discriminación, en resumen, contra sus tradiciones.

Y presentaron el proceso como obra de los romanos repre-sentados por Pilato que dio su colaboración, y lo condenó como subversivo político.

Si Jesús hubiera vivido de otra forma, no hubiera muerto en cruz. Pero él prefirió la muerte antes que engañar y mentir, antes que callarse ante las cosas que estaban mal y las injusticias del mundo, antes que hablar de Dios de forma falsa, antes que abandonar su misión.

Su muerte, fue una muerte vergonzosa. Los líderes y los héroes, cuando mueren violentamente luchando por una causa justa, suelen ser admirados y honrados. En cambio la muerte de Jesús estuvo rodeada de vergüenza. Sus amigos escaparon aver-gonzados.

Pensaban que todo había terminado en un fracaso lamenta-ble. Sólo algunas mujeres y Juan lo acompañaron hasta el final ( Jn 19, 25).

Y tras su muerte viene la resurrección no como premio a una labor bien hecha, sino como contestación a la búsqueda del acer-camiento al prójimo, a la liberación personal. El principal fruto de la resurrección es la liberación. (Reflexión literal de “Curso Básico de Formación Cofrade”. Obispado de Orihuela-Alicante-Tema In).

Las Cofradías/Hermandades de Semana Santa, “deben se-guir siendo dique de contención contra la secularización; una gran carpa que impide secarse el humus cristiano de nuestra tie-rra; expresión de vida cristiana y taller de santidad”.

Jesús, fundamento de nuestra Semana Santa

Por Ángel Horcajada

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donde el periodista y poeta reflejó magistralmente estos diez años de Semana Santa… “En Busca del gran paso perdido: “La Cena” de Marco Pérez” Extra de Semana Santa 1993. Al año siguiente: “Gran exposición de Nicolás Muller (con fiasco conquense) en el antiguo “MEAC” de Madrid; en Marzo del mismo año: “Pregon-cillo literario (y un poco de matute” de la pasión según Cuenca; “El gran “paso” de Fausto Culebras que nunca existió: “La Cena”. También en este año publicó en “Cuadernos de Semana Santa” “La Semana Santa de González Blanco”.

En 1995 se publican entre otros, “Los jóvenes líricos con-quenses canta a la pasión de Cuenca”, “Luis Marco Pérez: El gran centenario que se asoma a la Semana Santa”, “Historias y memorias de la Hermandad de “La Cena” y su legado artístico”, “Edición grandiosa de las XXXIV Semanas de Música Religiosa”, “García Lorca, penitente “sui generis” en la Semana Santa con-quense”, “El gran ensayo sobre el fenómeno ritual y sacro de Las Turbas”, “Cuenca, renacida y gloriosa tras el “baño” de espíritu de la Semana Santa” y “El centenario de Luís Marco Pérez comienza su cuenta atrás”.

En 1996 publicó; “Marco Pérez: un rescate perentorio de la Cuenca esencial y profunda”, “La Cuenca nazarena en su mejor transposición poética”, “Los “Cartoon” de Oscar Pinar, una vi-sión popular de la Semana Santa”, “Un Congreso Nacional de Es-cultura con Luís Marco Pérez…”, “Una biografía-“dossier” sobre Marco Pérez, digna de mayor atención”, ”Fuentelespino de Moya honra a Marco Pérez en el centenario de su nacimiento”.

En 1997 publicó: “Una pregonera de la Semana Santa de Cuenca, en Alicante”, “José Guerra Campos: Una Semana Santa que se purifica cada año”, “Las Turbas de Cuenca: Del clamor de la calle al silencio de las salas de arte”, “Un Bajo relieve olvidado de Luís Marco Pérez”. Al año siguiente: “Una “Biblia” histórica para asistir a la Semana Santa conquense”, “La Cuenca que aguar-da al viajero en Semana Santa descrita por Leandro de la Vega”, “La Semana Santa, momento para el encuentro de los hijos de Cuenca”, “Las Saetas conquenses: conferencia de Luís Leal”.

En 1999 publicó: “Monseñor del Hoyo: Una lectura cultural cristiana de la Semana Santa”, “Las Turbas: algo más que un rito; algo menos que una “movida”, “Cuatro poetas intérpretes de la Jerusalén en piedra íbera”, “Alejandro de la Cruz, el último pregonero”.

En 2000 escribe los siguientes artículos: “Nicolás Muller, el fotógrafo que cayó del caballo, rendido ante el descubrimiento de Cuenca”, “ El “Portone” de El Salvador, de Miguel Zapata, listo para Semana Santa”, “Presentación del Cartel de la Semana Santa de Miguel Angel Moset”, “Salvador Zanón: Censo urgente de los semanasanteros de pro de Cuenca”, “El “Portone” de “El Salvador”, un portavoz artístico para todos”, “Semana de Música Religiosa: Del importante hoy al decisivo mañana”, “Oratorio del Júcar y el Húecar, de “Cuaderno de la Merced”, “El gran pregón lírico de Federico Muelas jamás olvidado”.

En el año 2001 publica “Lorca, Nadal y Morla: El viaje iniciá-tico a la Semana Santa de Cuenca”, “Deslumbrante celebración de la XL Semana de Música Religiosa”, “Vía Crucis de Cuenca: Emilio Morales pone su fervor plástico. Los poetas rezan sus sal-mos poéticos”.

En 2002 escribe los siguientes artículos: “La Semana de Mú-sica Religiosa extiende sus alas y levanta el vuelo”, “Aurelio Caba-ñas resume su arte en el excelente cartel de Semana Santa”, “Un Sacrilegio estético: el emplazamiento del monumento al nazare-no en Cánovas”, “Nota sobre el monumento de la Hermandad de San Juan Evangelista”, “Cuenca bañada por la Semana Santa en la luz de su hermosura”, “Nota, a pie de página, sobre la signifi-cación de las Turbas”, “Valencia : Puerto de embarque del nuevo periplo de Marco Pérez”.

En 2003 publica “El día que murió Luís Marco Pérez en el exilio de Madrid”, “Las Turbas, una tradición ininterrumpida en Semana Santa”, “Un magnifico pregón y un ejemplar pregonero: José Luís Muñoz”, “Ortiz Echagüe: La gran versión plástica de la Semana Santa de Cuenca”, “Nueva lectura de “Joven Poesía Nazarena””, “Morales pudo dar más en el Cartel semanasantero”.

Es evidente que la Semana Santa conquense despierta un deslumbramiento entre quienes la sienten y entienden espiritual y culturalmente como es el caso de Martínez Ruiz: “…Soy con-quense y he vivido bajo la luna de plata de Mangana. Y, a la vez que testigo, tengo fe de carbonero para creerlo. Y mi conclusión es esta: Cuenca, en lo que tiene de vieja ciudad punitiva, es el lugar para sentirnos Dios por un minuto al menos; un paraíso para creernos sus criaturas inmortales por un año. El aconteci-miento de la Semana Santa nos toca por eso en la raíz, en la misma entraña.”

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El pasado mes de Mayo, la Diputación conquense bajo la ini-ciativa de Marta Segarra rindió un emotivo e intenso homenaje al periodista, poeta y escritor, Florencio Martínez Ruiz (Alcalá de la Vega 1930-Madrid 2013), uno de los grandes hombres e intelectua-les que ha dado Cuenca y cuya desaparición mutiló la voz y la pala-bra escrita de Cuenca y su provincia.

Cincuenta años de periodismo literario convirtieron a Floren-cio Martínez Ruiz en uno de los periodistas, poeta y crítico literario más respetados en el mundo literario español e hispanoamericano.

Dejando a un lado su compromiso radical con la cultura espa-ñola, que ejerció como nadie desde las páginas de la prensa nacional (ABC, Mundo Hispánico, La Estafeta Literaria, Punta Europa, etc, etc) y su lírica que plasmó en poemarios magistrales como El Ca-briel Dormido o Cuadernos de la Merced; muchas son las cosas que adeuda Cuenca a quién sin duda ha sido uno de sus más eficaces y esforzados costaleros.

Muchas sin duda, pero entre todas ellas, la más perdurable, la que convertirá en el futuro su obra literaria y periodística en un referente inexcusable de todo cuanto fuimos los conquenses algún día, será la de haber dotado a nuestra cultura de una imagen propia y, lo que es más importante, de una legitimidad histórica alejada de los grandes mitos de una Cuenca arcaica y provinciana.

Los datos del ADN espiritual e intelectual de Florencio nos re-miten siempre a Cuenca y su Cultura y como es lógico a la Semana Santa de Cuenca, que a través de sus miles de artículos, sobre Cuen-ca y lo conquense se ve reflejada en la prensa, radio y televisión a nivel nacional, provincial y local.

Los textos de Florencio Martínez Ruiz son deliciosos, llenos de rigor y conocimiento gracias a su privilegiada formulación huma-nística y por su precisión estilística —nuestro escritor y periodista tuvo el don de aquietar el ritmo de su sintaxis y de serenar la ca-dencia de sus párrafos- más que utilizar servilmente el lenguaje, lo hizo “cantar”, con un vocabulario extraído de las raíces del idioma, embutiendo impresiones, metáforas, juicios críticos, alusiones y lo-cuciones en textos calados de belleza, como el guante a la mano, haciendo en el mármol de su prosa una estría viva y sugerente.

Rastrear la obra literaria y periodística de Martínez Ruiz es sen-cillo; basta con repasar la hemeroteca conquense, y nacional para darse cuenta de la cantidad y calidad de textos que dedicó a la Se-mana Santa en sí y a sus protagonistas…

Sin ser ni mucho menos exhaustivos, recordaremos su pregón, parte de las crónicas, artículos y notas de su “agenda” periodística.

El Viernes de Dolores, 17 de marzo de 1989 pronunció el Pre-gón de la Semana Santa de Cuenca, en la Iglesia de San Miguel, siendo uno de los pregones más literarios e intensos de la larga lista que comenzase Federico Muelas. De su lírico pregón recordamos estas palabras: “…en los días cuaresmales y pascuales, Cuenca vive sin intersección de planos, la magna eclosión de la naturaleza y la máxima revelación religiosa, el hecho estético y el hecho pasional en un solo fervor teogónico (…) Es el momento de su gran irradia-ción visionaria, cuando explota por dentro y se abre a los rumbos estelares y las coordenadas de infinito…

“…prefiero nuestra Semana Santa a todas las demás y la declaro libre de servidumbres y a salvo de la confusión babilónica. Y pido, por supuesto, a quien corresponda, que su celebración figure como sello de nuestra identidad cosmogónica y espiritual, aunque sea con alguna licencia y sobresalto de los silfos de la verde orilla del Júcar y de los monseñores de la Congregación de Culto…”

Desde 1953 en que comenzase a colaborar en “Ofensiva” la temática semana santera ha estado presente en todos los medios en los que Florencio desarrolló su intensa y prodigiosa carrera periodística-literaria. Recordamos los publicados en la prensa na-cional que tuvieron una importante repercusión, como el titulado: “Cuenca crucificada en la Alta Serranía” (ABC, 1975); en 1990 pu-blica en ABC en la sección Tribuna Abierta; “García Lorca en la Semana Santa de Cuenca”; en el mes de Abril de 1991, el semanario “Madrid” le dedica varias páginas a las Turbas conquenses, bajo el título “Las Turbas de Cuenca”. Saltamos los artículos dedicados a Federico Muelas en el ABC tan vinculado a la semana de pasión.

“Diario de Cuenca”, “Gaceta Conquense” y el “Día de Cuenca” también acogieron muchas colaboraciones del periodista que desde Madrid mandaba sus textos a su “querida” Cuenca. En 1991 escribe: “La Pasión de Cuenca, según Gutiérrez Solana”. Al año siguien-te también en el diario conquense publica “La Semana Santa de González Blanco” que como nos dice José Vicente Avila supuso un auténtico hallazgo, pues fue el inicio de partida del libro “El Rito de las Turbas” de Luis Calvo.

Entre Julio de 1993 y el verano de 2003, Florencio Martínez Ruiz y su heterónimo Eduardo Alcalá, coordinó y redactó ínte-gramente las cuatro páginas culturales de “El Día de Cuenca”,

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donde el periodista y poeta reflejó magistralmente estos diez años de Semana Santa… “En Busca del gran paso perdido: “La Cena” de Marco Pérez” Extra de Semana Santa 1993. Al año siguiente: “Gran exposición de Nicolás Muller (con fiasco conquense) en el antiguo “MEAC” de Madrid; en Marzo del mismo año: “Pregon-cillo literario (y un poco de matute” de la pasión según Cuenca; “El gran “paso” de Fausto Culebras que nunca existió: “La Cena”. También en este año publicó en “Cuadernos de Semana Santa” “La Semana Santa de González Blanco”.

En 1995 se publican entre otros, “Los jóvenes líricos con-quenses canta a la pasión de Cuenca”, “Luis Marco Pérez: El gran centenario que se asoma a la Semana Santa”, “Historias y memorias de la Hermandad de “La Cena” y su legado artístico”, “Edición grandiosa de las XXXIV Semanas de Música Religiosa”, “García Lorca, penitente “sui generis” en la Semana Santa con-quense”, “El gran ensayo sobre el fenómeno ritual y sacro de Las Turbas”, “Cuenca, renacida y gloriosa tras el “baño” de espíritu de la Semana Santa” y “El centenario de Luís Marco Pérez comienza su cuenta atrás”.

En 1996 publicó; “Marco Pérez: un rescate perentorio de la Cuenca esencial y profunda”, “La Cuenca nazarena en su mejor transposición poética”, “Los “Cartoon” de Oscar Pinar, una vi-sión popular de la Semana Santa”, “Un Congreso Nacional de Es-cultura con Luís Marco Pérez…”, “Una biografía-“dossier” sobre Marco Pérez, digna de mayor atención”, ”Fuentelespino de Moya honra a Marco Pérez en el centenario de su nacimiento”.

En 1997 publicó: “Una pregonera de la Semana Santa de Cuenca, en Alicante”, “José Guerra Campos: Una Semana Santa que se purifica cada año”, “Las Turbas de Cuenca: Del clamor de la calle al silencio de las salas de arte”, “Un Bajo relieve olvidado de Luís Marco Pérez”. Al año siguiente: “Una “Biblia” histórica para asistir a la Semana Santa conquense”, “La Cuenca que aguar-da al viajero en Semana Santa descrita por Leandro de la Vega”, “La Semana Santa, momento para el encuentro de los hijos de Cuenca”, “Las Saetas conquenses: conferencia de Luís Leal”.

En 1999 publicó: “Monseñor del Hoyo: Una lectura cultural cristiana de la Semana Santa”, “Las Turbas: algo más que un rito; algo menos que una “movida”, “Cuatro poetas intérpretes de la Jerusalén en piedra íbera”, “Alejandro de la Cruz, el último pregonero”.

En 2000 escribe los siguientes artículos: “Nicolás Muller, el fotógrafo que cayó del caballo, rendido ante el descubrimiento de Cuenca”, “ El “Portone” de El Salvador, de Miguel Zapata, listo para Semana Santa”, “Presentación del Cartel de la Semana Santa de Miguel Angel Moset”, “Salvador Zanón: Censo urgente de los semanasanteros de pro de Cuenca”, “El “Portone” de “El Salvador”, un portavoz artístico para todos”, “Semana de Música Religiosa: Del importante hoy al decisivo mañana”, “Oratorio del Júcar y el Húecar, de “Cuaderno de la Merced”, “El gran pregón lírico de Federico Muelas jamás olvidado”.

En el año 2001 publica “Lorca, Nadal y Morla: El viaje iniciá-tico a la Semana Santa de Cuenca”, “Deslumbrante celebración de la XL Semana de Música Religiosa”, “Vía Crucis de Cuenca: Emilio Morales pone su fervor plástico. Los poetas rezan sus sal-mos poéticos”.

En 2002 escribe los siguientes artículos: “La Semana de Mú-sica Religiosa extiende sus alas y levanta el vuelo”, “Aurelio Caba-ñas resume su arte en el excelente cartel de Semana Santa”, “Un Sacrilegio estético: el emplazamiento del monumento al nazare-no en Cánovas”, “Nota sobre el monumento de la Hermandad de San Juan Evangelista”, “Cuenca bañada por la Semana Santa en la luz de su hermosura”, “Nota, a pie de página, sobre la signifi-cación de las Turbas”, “Valencia : Puerto de embarque del nuevo periplo de Marco Pérez”.

En 2003 publica “El día que murió Luís Marco Pérez en el exilio de Madrid”, “Las Turbas, una tradición ininterrumpida en Semana Santa”, “Un magnifico pregón y un ejemplar pregonero: José Luís Muñoz”, “Ortiz Echagüe: La gran versión plástica de la Semana Santa de Cuenca”, “Nueva lectura de “Joven Poesía Nazarena””, “Morales pudo dar más en el Cartel semanasantero”.

Es evidente que la Semana Santa conquense despierta un deslumbramiento entre quienes la sienten y entienden espiritual y culturalmente como es el caso de Martínez Ruiz: “…Soy con-quense y he vivido bajo la luna de plata de Mangana. Y, a la vez que testigo, tengo fe de carbonero para creerlo. Y mi conclusión es esta: Cuenca, en lo que tiene de vieja ciudad punitiva, es el lugar para sentirnos Dios por un minuto al menos; un paraíso para creernos sus criaturas inmortales por un año. El aconteci-miento de la Semana Santa nos toca por eso en la raíz, en la misma entraña.”

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El pasado mes de Mayo, la Diputación conquense bajo la ini-ciativa de Marta Segarra rindió un emotivo e intenso homenaje al periodista, poeta y escritor, Florencio Martínez Ruiz (Alcalá de la Vega 1930-Madrid 2013), uno de los grandes hombres e intelectua-les que ha dado Cuenca y cuya desaparición mutiló la voz y la pala-bra escrita de Cuenca y su provincia.

Cincuenta años de periodismo literario convirtieron a Floren-cio Martínez Ruiz en uno de los periodistas, poeta y crítico literario más respetados en el mundo literario español e hispanoamericano.

Dejando a un lado su compromiso radical con la cultura espa-ñola, que ejerció como nadie desde las páginas de la prensa nacional (ABC, Mundo Hispánico, La Estafeta Literaria, Punta Europa, etc, etc) y su lírica que plasmó en poemarios magistrales como El Ca-briel Dormido o Cuadernos de la Merced; muchas son las cosas que adeuda Cuenca a quién sin duda ha sido uno de sus más eficaces y esforzados costaleros.

Muchas sin duda, pero entre todas ellas, la más perdurable, la que convertirá en el futuro su obra literaria y periodística en un referente inexcusable de todo cuanto fuimos los conquenses algún día, será la de haber dotado a nuestra cultura de una imagen propia y, lo que es más importante, de una legitimidad histórica alejada de los grandes mitos de una Cuenca arcaica y provinciana.

Los datos del ADN espiritual e intelectual de Florencio nos re-miten siempre a Cuenca y su Cultura y como es lógico a la Semana Santa de Cuenca, que a través de sus miles de artículos, sobre Cuen-ca y lo conquense se ve reflejada en la prensa, radio y televisión a nivel nacional, provincial y local.

Los textos de Florencio Martínez Ruiz son deliciosos, llenos de rigor y conocimiento gracias a su privilegiada formulación huma-nística y por su precisión estilística —nuestro escritor y periodista tuvo el don de aquietar el ritmo de su sintaxis y de serenar la ca-dencia de sus párrafos- más que utilizar servilmente el lenguaje, lo hizo “cantar”, con un vocabulario extraído de las raíces del idioma, embutiendo impresiones, metáforas, juicios críticos, alusiones y lo-cuciones en textos calados de belleza, como el guante a la mano, haciendo en el mármol de su prosa una estría viva y sugerente.

Rastrear la obra literaria y periodística de Martínez Ruiz es sen-cillo; basta con repasar la hemeroteca conquense, y nacional para darse cuenta de la cantidad y calidad de textos que dedicó a la Se-mana Santa en sí y a sus protagonistas…

Sin ser ni mucho menos exhaustivos, recordaremos su pregón, parte de las crónicas, artículos y notas de su “agenda” periodística.

El Viernes de Dolores, 17 de marzo de 1989 pronunció el Pre-gón de la Semana Santa de Cuenca, en la Iglesia de San Miguel, siendo uno de los pregones más literarios e intensos de la larga lista que comenzase Federico Muelas. De su lírico pregón recordamos estas palabras: “…en los días cuaresmales y pascuales, Cuenca vive sin intersección de planos, la magna eclosión de la naturaleza y la máxima revelación religiosa, el hecho estético y el hecho pasional en un solo fervor teogónico (…) Es el momento de su gran irradia-ción visionaria, cuando explota por dentro y se abre a los rumbos estelares y las coordenadas de infinito…

“…prefiero nuestra Semana Santa a todas las demás y la declaro libre de servidumbres y a salvo de la confusión babilónica. Y pido, por supuesto, a quien corresponda, que su celebración figure como sello de nuestra identidad cosmogónica y espiritual, aunque sea con alguna licencia y sobresalto de los silfos de la verde orilla del Júcar y de los monseñores de la Congregación de Culto…”

Desde 1953 en que comenzase a colaborar en “Ofensiva” la temática semana santera ha estado presente en todos los medios en los que Florencio desarrolló su intensa y prodigiosa carrera periodística-literaria. Recordamos los publicados en la prensa na-cional que tuvieron una importante repercusión, como el titulado: “Cuenca crucificada en la Alta Serranía” (ABC, 1975); en 1990 pu-blica en ABC en la sección Tribuna Abierta; “García Lorca en la Semana Santa de Cuenca”; en el mes de Abril de 1991, el semanario “Madrid” le dedica varias páginas a las Turbas conquenses, bajo el título “Las Turbas de Cuenca”. Saltamos los artículos dedicados a Federico Muelas en el ABC tan vinculado a la semana de pasión.

“Diario de Cuenca”, “Gaceta Conquense” y el “Día de Cuenca” también acogieron muchas colaboraciones del periodista que desde Madrid mandaba sus textos a su “querida” Cuenca. En 1991 escribe: “La Pasión de Cuenca, según Gutiérrez Solana”. Al año siguien-te también en el diario conquense publica “La Semana Santa de González Blanco” que como nos dice José Vicente Avila supuso un auténtico hallazgo, pues fue el inicio de partida del libro “El Rito de las Turbas” de Luis Calvo.

Entre Julio de 1993 y el verano de 2003, Florencio Martínez Ruiz y su heterónimo Eduardo Alcalá, coordinó y redactó ínte-gramente las cuatro páginas culturales de “El Día de Cuenca”,

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Tres siglos invocando el nombre del Santísimo Cristo en su Agonía. Trescientos años de hermandad de licenciados y es-tudiantes de Teología, que dieron fe de vida de la Hermandad en sus documentos, encontrados en buena hora, porque quien guarda halla; de sastres y cordoneros, que hilaron como imagi-nario cordón de cordones umbilical de familias enteras que pa-saron el testigo de la Hermandad de padres a hijos, de abuelos a nietos. El escudo ovalado de las tres cruces del Monte Calvario, sobresaliendo la central de Cristo, del mayor dolor que sufrió en el sagrado madero, nos parece hoy símbolo tricentenario (cada cruz cien años) de la cofradía de oro viejo y granate, que se constituyó con el nombre de Venerable Hermandad del San-tísimo Cristo de la Agonía (Advocación del Santo Rosario), el 12 de mayo de 1715.

El fervor y el sentimiento hacia la imagen del Cristo de la Agonía, el de la buena muerte, han marcado las pautas de una Hermandad modélica, que desde 1902, es decir hace 113 años, desfila en la procesión del mediodía en “El Calvario”, que comenzó denominándose “Los Misterios desarrollados en el Calvario”. Desde 1902 y hasta 1924, con la talla del Cristo de la Agonía de marfil; desde 1925 hasta 1936, con la imagen del Cristo de la Agonía de Tomás Marqués, conocido como el de “los Morones” (apellido de rancio abolengo en la Hermandad), destruido en la incivil contienda fratricida de “nunca jamás”, que dio origen a la recuperación de la Semana Santa a partir de 1940. El Cristillo de marfil se salvó de los embates destructores de la incomprensión, desfilando desde 1941 hasta 1950 en el mediodía del Viernes Santo conquense.

Fue en 1946 cuando de nuevo la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía volvió a contar con una talla apropiada al desfile en “El Calvario”. Una imagen de Cristo Crucificado, de serena expresión ante la Muerte, del escultor Federico Coullaut-Valera, que puso lo mejor de su arte con esta talla que impresiona en su desfile anual por las calles de Cuen-

ca, como también lo hacen las tallas del Ecce-Homo de San Miguel y de Jesús con la Caña, realizadas por este gran escultor, así como la Soledad de San Agustín. Con estas tallas de Cou-llaut Valera, o de nuestro Marco Pérez, Capuz, Bueno o Marín, el verso interrogante del poeta Miguel de Hoyos se hace palabra de oración por esta Jerusalén viviente que es Cuenca, midiendo las Cruces de la “hora nona” por la calle del Peso Real por las que el “paso” pasa, con qué pesó y con qué paso de pisada pau-sada por el sonido del tambor: “¡Dime un momento escultor! / ¿Cómo lograste labrar / esa efigie de dolor, / que hace con verla, llorar?”

Sintetizar trescientos años de larga historia, de sentimientos nazarenos de amor y devoción al Santísimo Cristo de la Ago-nía, en pequeñas y grandes tallas que han visto desfilar muchas generaciones, bien en los días de Cuaresma de los tiempos fun-dacionales o bien cada Viernes Santo desde que se definió y fue completando la procesión en “El Calvario”, nos llevaría dece-nas de páginas para un libro, pero obligado es citar los valiosos documentos hallados en el desván de su casa por el cofrade José Morón Gutiérrez, que vieron la luz en una doble página de “Diario de Cuenca” del 15 de abril de 1973, Domingo de Ramos, firmada por José Vicente Ávila.

Esos documentos trataban de la propiedad del Cristillo de Marfil, de los obligados cambios de iglesia de las tallas del Titu-lar de la Agonía, desde Santo Domingo a San Andrés y de San Andrés hasta su ubicación definitiva en El Salvador, además de las donaciones del Cristo de la Agonía (1925) conocido como “el de los Morones”, normas de régimen interior y el no me-nos importante documento de las Concordias para formalizar la procesión “En El Calvario”, firmadas por el vicario general, Timoteo Hernández Mulas, que ocupó la Canonjía Doctoral y Vicaría Capitular del Obispado y Cabildo Catedral. Hernández Mulas fue nombrado en 1908 obispo de Guadix y Baza, cargo que ocupó hasta 1921.

Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía

300 años de historiaPor José Vicente Ávila (Hermano del Cristo de la Agonía)

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Tres siglos invocando el nombre del Santísimo Cristo en su Agonía. Trescientos años de hermandad de licenciados y es-tudiantes de Teología, que dieron fe de vida de la Hermandad en sus documentos, encontrados en buena hora, porque quien guarda halla; de sastres y cordoneros, que hilaron como imagi-nario cordón de cordones umbilical de familias enteras que pa-saron el testigo de la Hermandad de padres a hijos, de abuelos a nietos. El escudo ovalado de las tres cruces del Monte Calvario, sobresaliendo la central de Cristo, del mayor dolor que sufrió en el sagrado madero, nos parece hoy símbolo tricentenario (cada cruz cien años) de la cofradía de oro viejo y granate, que se constituyó con el nombre de Venerable Hermandad del San-tísimo Cristo de la Agonía (Advocación del Santo Rosario), el 12 de mayo de 1715.

El fervor y el sentimiento hacia la imagen del Cristo de la Agonía, el de la buena muerte, han marcado las pautas de una Hermandad modélica, que desde 1902, es decir hace 113 años, desfila en la procesión del mediodía en “El Calvario”, que comenzó denominándose “Los Misterios desarrollados en el Calvario”. Desde 1902 y hasta 1924, con la talla del Cristo de la Agonía de marfil; desde 1925 hasta 1936, con la imagen del Cristo de la Agonía de Tomás Marqués, conocido como el de “los Morones” (apellido de rancio abolengo en la Hermandad), destruido en la incivil contienda fratricida de “nunca jamás”, que dio origen a la recuperación de la Semana Santa a partir de 1940. El Cristillo de marfil se salvó de los embates destructores de la incomprensión, desfilando desde 1941 hasta 1950 en el mediodía del Viernes Santo conquense.

Fue en 1946 cuando de nuevo la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía volvió a contar con una talla apropiada al desfile en “El Calvario”. Una imagen de Cristo Crucificado, de serena expresión ante la Muerte, del escultor Federico Coullaut-Valera, que puso lo mejor de su arte con esta talla que impresiona en su desfile anual por las calles de Cuen-

ca, como también lo hacen las tallas del Ecce-Homo de San Miguel y de Jesús con la Caña, realizadas por este gran escultor, así como la Soledad de San Agustín. Con estas tallas de Cou-llaut Valera, o de nuestro Marco Pérez, Capuz, Bueno o Marín, el verso interrogante del poeta Miguel de Hoyos se hace palabra de oración por esta Jerusalén viviente que es Cuenca, midiendo las Cruces de la “hora nona” por la calle del Peso Real por las que el “paso” pasa, con qué pesó y con qué paso de pisada pau-sada por el sonido del tambor: “¡Dime un momento escultor! / ¿Cómo lograste labrar / esa efigie de dolor, / que hace con verla, llorar?”

Sintetizar trescientos años de larga historia, de sentimientos nazarenos de amor y devoción al Santísimo Cristo de la Ago-nía, en pequeñas y grandes tallas que han visto desfilar muchas generaciones, bien en los días de Cuaresma de los tiempos fun-dacionales o bien cada Viernes Santo desde que se definió y fue completando la procesión en “El Calvario”, nos llevaría dece-nas de páginas para un libro, pero obligado es citar los valiosos documentos hallados en el desván de su casa por el cofrade José Morón Gutiérrez, que vieron la luz en una doble página de “Diario de Cuenca” del 15 de abril de 1973, Domingo de Ramos, firmada por José Vicente Ávila.

Esos documentos trataban de la propiedad del Cristillo de Marfil, de los obligados cambios de iglesia de las tallas del Titu-lar de la Agonía, desde Santo Domingo a San Andrés y de San Andrés hasta su ubicación definitiva en El Salvador, además de las donaciones del Cristo de la Agonía (1925) conocido como “el de los Morones”, normas de régimen interior y el no me-nos importante documento de las Concordias para formalizar la procesión “En El Calvario”, firmadas por el vicario general, Timoteo Hernández Mulas, que ocupó la Canonjía Doctoral y Vicaría Capitular del Obispado y Cabildo Catedral. Hernández Mulas fue nombrado en 1908 obispo de Guadix y Baza, cargo que ocupó hasta 1921.

Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía

300 años de historiaPor José Vicente Ávila (Hermano del Cristo de la Agonía)

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al mal estado y humedad de la capilla en que en la actualidad está la citada imagen; visto igualmente el favorable informe del señor cura párroco de El Salvador (….) venimos en acceder y por el presente accedemos a la solicitud por los exponentes. Lo que de orden de S.E. Ilma. tengo el honor de trasladar a V. para su co-nocimiento y fines consiguientes. Dios guarde a V. muchos años.--Cuenca, 9 de diciembre de 1921. Fdo: Felipe Morales. Vicario.

De San Andrés a El SalvadorEn el año 1929 se hizo necesario el cambio de “domicilio” de

nuevo y esta vez ya definitivo, desde la que fuera iglesia de San Andrés a la parroquia de El Salvador. Con fecha de 29 de enero del citado 1929, la Secretaria de Cámara y Gobierno del Obispado de Cuenca emite un Decreto, firmado por Lectoral Crisóstomo Escribano, del que recogemos lo más sustancioso del documento:

“Vista la precedente exposición que nos ha dirigido don Jesús Borja, hermano mayor de la V. Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía, establecida canónicamente en la iglesia parroquial de El Salvador, solicitando nuestra autorización para poder colo-car la imagen de su excelso titular el Stmo. Cristo de la Agonía en el altar preparado a lado del Evangelio, en la capilla recientemen-te restaurada de Nuestra Señora de la Soledad y el Santo Sepulcro (….); vistos igualmente los favorables informes del M.I. Cabildo de Caballeros de Ntra. Sra. de la Soledad y del Santo Sepulcro (….) y del reverendo señor cura párroco de El Salvador; por el presente y por lo que a Nos toca, venimos en conceder y conce-demos nuestra autorización y permiso para que la V. Hermandad

del Stmo. Cristo de la Agonía pueda colocar, de un modo estable y permanente, la imagen de su Titular (….) en el altar preparado al efecto en el lado del Evangelio de la Capilla de Ntra. Sra. de la Soledad y Santo Sepulcro (….) quedando obligada la referida V. Hermandad al cumplimiento de lo establecido en las cláusulas 12 y 13 de la Concordia vigente ente el M. Iltre. Cabido de Caballe-ros de Ntra. Sra. de la Soledad y del Santo Entierro y la Parroquia de El Salvador, y a lo que Nos o nuestros sucesores dispusiéramos en beneficio y provecho de la V. Hermandad y de la iglesia....”. Se da traslado del Decreto a todos los afectados.

Procesión “En El Calvario”Otro de los documentos que se salvaron de los embates des-

tructores, es el de la incorporación de la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía a la Procesión “En El Calva-rio”, conocida inicialmente como de “Los Misterios desarrollados en El Calvario”. Se trata de las famosas Concordias que firmaron inicialmente las Hermandades del Santísimo Cristo de la Luz, que era la única que desfilaba en el mediodía del Viernes Santo, la Hermandad del Cristo de la Agonía y la Hermandad del Cristo de la Salud (Descendimiento). Meses más tarde lo haría la Her-mandad del Santísimo Cristo del Perdón (La Exaltación) y años después la Cofradía de la Virgen de las Angustias. Concordias que siguen vigentes con las modificaciones que los tiempos han venido demandando.

En el año 2002 se celebró el Centenario de esta Procesión “En El Calvario”.

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La Hermandad del Cristo de la Agonía contó desde su inicio con una pequeña imagen de Cristo Crucificado, que se encuen-tra en la capilla del Socorro de la Catedral, pues cuando Rufino Morón donó a la Hermandad la talla del Cristo de la Agonía, en 1925, la cofradía le regaló al canónigo y sacristán esa imagen, que el propio Morón colocó en la referida capilla.

La historia nos dice que la Venerable Hermandad del Santí-simo Cristo de la Agonía desfilaba los días de Cuaresma en pro-cesión nocturna de santo rosario, bien con la pequeña imagen y posteriormente con la talla del Cristillo de Marfil que en 1730 regaló a la cofradía don Juan Cerdán de Landa. Al respecto de esta procesión de Cuaresma, Antonio Rodríguez publicó un trabajo en el libro “Cuenca en el recuerdo”, que trataba sobre la prohibición que hizo el alcalde de Cuenca, en 1860, de la procesión nocturna de cuaresma, debido al escándalo e irreverencias que producían algunos vecinos.

Sobre la propiedad del Cristillo de Marfil había un pleito en-tre la parroquia de El Salvador (Santo Domingo y San Andrés eran iglesias filiales) y la Hermandad, lo que motivó un expedien-te firmado el 3 de abril de 1901 por el citado provisor Hernández Mulas, que en resumen dice así:

“En el Expediente instruido por este Provisorato a instancia de los individuos que forman la Junta Directiva de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía, bajo la advocación del Santo Rosa-rio, en esta ciudad, sobre pertenencia de la imagen del Santísimo Cristo, tallado en marfil y colocado en cruz y peana de ébano, hemos dictado auto en este día, cuya parte dispositiva dice así:

“Provisorato y Vicaría General del Obispado de Cuenca: Ve-nimos en resolver y resolvemos, de conformidad con lo solicitado por dicha Cofradía, y en su virtud mandamos al señor cura ecóno-mo de la filial de Santo Domingo, que ponga nota marginal en el inventario de los objetos de la iglesia, correspondiente al número que ocupa el Santo Cristo en cuestión, haciendo constar que por auto de este Tribunal se ha declarado que dicha imagen corres-ponde a la Cofradía del mismo título, y por lo tanto, se dé de baja en el inventario. Entréguense originales de estas diligencias al expresado señor cura para el cumplimiento de lo acordado y para que las archive en el de la mencionada iglesia. Lo mandó y firma Su Señoría de que yo el notario doy fe.—Dr. Timoteo Hernández Mulas.—Ante mí – Eusebio Ramírez.

De Santo Domingo a San AndrésOtro de los documentos que en su día fueron encontrados se

refiere al traslado de la talla del Cristo de la Agonía desde la igle-sia de Santo Domingo a la de San Andrés. Resumen del escrito dirigido a D. Miguel del Mazo, presidente de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Agonía, con fecha 9-12-1921.

“Secretaría de Cámara y Gobierno del Obispado de Cuenca: Vista la precedente instancia que Nos ha elevado al presidente y secretario de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Agonía, esta-blecida canónicamente en la iglesia de Santo Domingo de Silos, filial de la Parroquia de El Salvador, de esta ciudad, solicitando el traslado de la imagen del titular de dicha Hermandad a la iglesia de San Andrés, filial también de la misma Parroquia, en atención

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al mal estado y humedad de la capilla en que en la actualidad está la citada imagen; visto igualmente el favorable informe del señor cura párroco de El Salvador (….) venimos en acceder y por el presente accedemos a la solicitud por los exponentes. Lo que de orden de S.E. Ilma. tengo el honor de trasladar a V. para su co-nocimiento y fines consiguientes. Dios guarde a V. muchos años.--Cuenca, 9 de diciembre de 1921. Fdo: Felipe Morales. Vicario.

De San Andrés a El SalvadorEn el año 1929 se hizo necesario el cambio de “domicilio” de

nuevo y esta vez ya definitivo, desde la que fuera iglesia de San Andrés a la parroquia de El Salvador. Con fecha de 29 de enero del citado 1929, la Secretaria de Cámara y Gobierno del Obispado de Cuenca emite un Decreto, firmado por Lectoral Crisóstomo Escribano, del que recogemos lo más sustancioso del documento:

“Vista la precedente exposición que nos ha dirigido don Jesús Borja, hermano mayor de la V. Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía, establecida canónicamente en la iglesia parroquial de El Salvador, solicitando nuestra autorización para poder colo-car la imagen de su excelso titular el Stmo. Cristo de la Agonía en el altar preparado a lado del Evangelio, en la capilla recientemen-te restaurada de Nuestra Señora de la Soledad y el Santo Sepulcro (….); vistos igualmente los favorables informes del M.I. Cabildo de Caballeros de Ntra. Sra. de la Soledad y del Santo Sepulcro (….) y del reverendo señor cura párroco de El Salvador; por el presente y por lo que a Nos toca, venimos en conceder y conce-demos nuestra autorización y permiso para que la V. Hermandad

del Stmo. Cristo de la Agonía pueda colocar, de un modo estable y permanente, la imagen de su Titular (….) en el altar preparado al efecto en el lado del Evangelio de la Capilla de Ntra. Sra. de la Soledad y Santo Sepulcro (….) quedando obligada la referida V. Hermandad al cumplimiento de lo establecido en las cláusulas 12 y 13 de la Concordia vigente ente el M. Iltre. Cabido de Caballe-ros de Ntra. Sra. de la Soledad y del Santo Entierro y la Parroquia de El Salvador, y a lo que Nos o nuestros sucesores dispusiéramos en beneficio y provecho de la V. Hermandad y de la iglesia....”. Se da traslado del Decreto a todos los afectados.

Procesión “En El Calvario”Otro de los documentos que se salvaron de los embates des-

tructores, es el de la incorporación de la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía a la Procesión “En El Calva-rio”, conocida inicialmente como de “Los Misterios desarrollados en El Calvario”. Se trata de las famosas Concordias que firmaron inicialmente las Hermandades del Santísimo Cristo de la Luz, que era la única que desfilaba en el mediodía del Viernes Santo, la Hermandad del Cristo de la Agonía y la Hermandad del Cristo de la Salud (Descendimiento). Meses más tarde lo haría la Her-mandad del Santísimo Cristo del Perdón (La Exaltación) y años después la Cofradía de la Virgen de las Angustias. Concordias que siguen vigentes con las modificaciones que los tiempos han venido demandando.

En el año 2002 se celebró el Centenario de esta Procesión “En El Calvario”.

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La Hermandad del Cristo de la Agonía contó desde su inicio con una pequeña imagen de Cristo Crucificado, que se encuen-tra en la capilla del Socorro de la Catedral, pues cuando Rufino Morón donó a la Hermandad la talla del Cristo de la Agonía, en 1925, la cofradía le regaló al canónigo y sacristán esa imagen, que el propio Morón colocó en la referida capilla.

La historia nos dice que la Venerable Hermandad del Santí-simo Cristo de la Agonía desfilaba los días de Cuaresma en pro-cesión nocturna de santo rosario, bien con la pequeña imagen y posteriormente con la talla del Cristillo de Marfil que en 1730 regaló a la cofradía don Juan Cerdán de Landa. Al respecto de esta procesión de Cuaresma, Antonio Rodríguez publicó un trabajo en el libro “Cuenca en el recuerdo”, que trataba sobre la prohibición que hizo el alcalde de Cuenca, en 1860, de la procesión nocturna de cuaresma, debido al escándalo e irreverencias que producían algunos vecinos.

Sobre la propiedad del Cristillo de Marfil había un pleito en-tre la parroquia de El Salvador (Santo Domingo y San Andrés eran iglesias filiales) y la Hermandad, lo que motivó un expedien-te firmado el 3 de abril de 1901 por el citado provisor Hernández Mulas, que en resumen dice así:

“En el Expediente instruido por este Provisorato a instancia de los individuos que forman la Junta Directiva de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Agonía, bajo la advocación del Santo Rosa-rio, en esta ciudad, sobre pertenencia de la imagen del Santísimo Cristo, tallado en marfil y colocado en cruz y peana de ébano, hemos dictado auto en este día, cuya parte dispositiva dice así:

“Provisorato y Vicaría General del Obispado de Cuenca: Ve-nimos en resolver y resolvemos, de conformidad con lo solicitado por dicha Cofradía, y en su virtud mandamos al señor cura ecóno-mo de la filial de Santo Domingo, que ponga nota marginal en el inventario de los objetos de la iglesia, correspondiente al número que ocupa el Santo Cristo en cuestión, haciendo constar que por auto de este Tribunal se ha declarado que dicha imagen corres-ponde a la Cofradía del mismo título, y por lo tanto, se dé de baja en el inventario. Entréguense originales de estas diligencias al expresado señor cura para el cumplimiento de lo acordado y para que las archive en el de la mencionada iglesia. Lo mandó y firma Su Señoría de que yo el notario doy fe.—Dr. Timoteo Hernández Mulas.—Ante mí – Eusebio Ramírez.

De Santo Domingo a San AndrésOtro de los documentos que en su día fueron encontrados se

refiere al traslado de la talla del Cristo de la Agonía desde la igle-sia de Santo Domingo a la de San Andrés. Resumen del escrito dirigido a D. Miguel del Mazo, presidente de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Agonía, con fecha 9-12-1921.

“Secretaría de Cámara y Gobierno del Obispado de Cuenca: Vista la precedente instancia que Nos ha elevado al presidente y secretario de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Agonía, esta-blecida canónicamente en la iglesia de Santo Domingo de Silos, filial de la Parroquia de El Salvador, de esta ciudad, solicitando el traslado de la imagen del titular de dicha Hermandad a la iglesia de San Andrés, filial también de la misma Parroquia, en atención

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12 de mayo de 1715. Se funda la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía (Advocación del Santo Rosario) en la iglesia de Santo Domingo de Silos. El 24 de julio se dicta auto de aprobación por el provisor general señor Busto.

18 de enero de 1718. Bula del Papa Clemente XI sobre jubileos e indulgencias para la Venerable Hermandad.

8 de abril de 1730. Se da cuenta del regalo de la talla del Santísimo Cristo de Marfil a la Hermandad, por parte de don Juan de Landa. (La cofradía desfilaba en las noches de Cuaresma con el Cristo de Marfil).

31 de enero de 1785. Bula del Papa Pío VI concediendo a la Hermandad el Privilegio de usar ornamentos encarnados en la fiesta anual del Cristo de la Agonía. La fiesta anual se había creado en 1832.

3 de abril de 1901. Auto de propiedad para la Hermandad de la talla del Cristo de Marfil, por parte del Tribunal Eclesiástico del Obispado de Cuenca.

26 de marzo de 1902. El provisor del Obispado, Timoteo Hernández Mulas, aprueba la solicitud de las Hermandad del Cristo de la Agonía, del Cristo de la Luz y del Cristo de la Salud, de incorporarse a la procesión que todos los años salía el Viernes Santo a las diez de la mañana, con la única imagen del Santísimo Cristo de la Luz. El orden sería Agonía, Crucifixión (Luz) y Descendimiento. Todo ello mediante una Concordia solicitada el 17 de marzo. El Viernes Santo. La primera procesión de los “Misterios en el Calvario” salió el 28 de marzo de 1902.

29 de septiembre de 1921. El Obispado accede al traslado de la imagen del Cristo de la Agonía desde Santo Domingo a la iglesia de San Andrés.

5 de abril de 1925 (Domingo de Ramos). El obispo Cruz Laplana bendice la imagen del Santísimo Cristo de la Ago-nía (réplica del Cristo de Limpias), de los talleres de Tomás Marqués Casola, de Barcelona, donada a la Hermandad por Rufino Morón Alonso, presbítero y sacristán mayor de la Catedral de Cuenca. (La Hermandad regaló al señor Morón el pequeño Cristo de la Agonía de madera que tenía desde el inicio, y éste lo coloca en la Capilla del Socorro de la Catedral.

29 de enero de 1929. Autorización para el traslado de la imagen del Cristo de la Agonía desde San Andrés a la parro-quia de El Salvador.

11 de abril de 1941, Viernes Santo. La talla del Santísimo Cristo de la Agonía, de marfil, desfila en la procesión “En El Calvario”, tras la guerra civil.

16 de abril de 1946. El obispo Inocencio Rodríguez bendice la imagen del Santísimo Cristo de la Agonía, talla de Coullaut Valera, que había llegado a Cuenca el día 14.

19 de abril de 1946, Viernes Santo. Primer desfile de la nueva imagen, sola, del Santísimo Cristo de la Agonía.

8 de abril de 1955, Viernes Santo. Se incorporan al paso del Cristo de la Agonía las imágenes de la Virgen María, San Juan y María Magdalena, desfilando por vez primera en conjunto.

15 de abril de 1960, Viernes Santo. La procesión “En El Calvario” invierte su recorrido, ascendiendo primero al Casco Antiguo. Desde 1902 lo hacía en sentido contrario.

31 de marzo de 1972, Viernes Santo. El Cristo de la Agonía de marfil vuelve a desfilar, estrenando andas y cruz tallada por Coullaut Valera. No desfilaba desde 1950.

11 de mayo de 1980. El obispo Guerra Campos bendice el Retablo del Cristo de la Agonía en la parroquia de El Salvador, obra de los hermanos Pérez del Moral.

9 de marzo de 1996. Magna Exposición en el salón de actos de la Diputación Provincial, con motivo del Cincuen-tenario de la imagen del Santísimo Cristo de la Agonía, de Coullaut Valera. Se celebraron diversos actos ese año, entre ellos un Concierto en el Teatro Auditorio, a cargo de la Agrupación Musical Nuestra Señora de Riánsares, de Tarancón. Se editó un CD. También intervino el Coro del Conservatorio.

21 de abril de 2007. Se inaugura el Museo de la Semana Santa de Cuenca. La imagen del Cristo de la Agonía de Marfil se puede contemplar desde entonces en este lugar, salvo el Viernes Santo, que desfila en “El Calvario”.

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12 de mayo de 1715. Se funda la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía (Advocación del Santo Rosario) en la iglesia de Santo Domingo de Silos. El 24 de julio se dicta auto de aprobación por el provisor general señor Busto.

18 de enero de 1718. Bula del Papa Clemente XI sobre jubileos e indulgencias para la Venerable Hermandad.

8 de abril de 1730. Se da cuenta del regalo de la talla del Santísimo Cristo de Marfil a la Hermandad, por parte de don Juan de Landa. (La cofradía desfilaba en las noches de Cuaresma con el Cristo de Marfil).

31 de enero de 1785. Bula del Papa Pío VI concediendo a la Hermandad el Privilegio de usar ornamentos encarnados en la fiesta anual del Cristo de la Agonía. La fiesta anual se había creado en 1832.

3 de abril de 1901. Auto de propiedad para la Hermandad de la talla del Cristo de Marfil, por parte del Tribunal Eclesiástico del Obispado de Cuenca.

26 de marzo de 1902. El provisor del Obispado, Timoteo Hernández Mulas, aprueba la solicitud de las Hermandad del Cristo de la Agonía, del Cristo de la Luz y del Cristo de la Salud, de incorporarse a la procesión que todos los años salía el Viernes Santo a las diez de la mañana, con la única imagen del Santísimo Cristo de la Luz. El orden sería Agonía, Crucifixión (Luz) y Descendimiento. Todo ello mediante una Concordia solicitada el 17 de marzo. El Viernes Santo. La primera procesión de los “Misterios en el Calvario” salió el 28 de marzo de 1902.

29 de septiembre de 1921. El Obispado accede al traslado de la imagen del Cristo de la Agonía desde Santo Domingo a la iglesia de San Andrés.

5 de abril de 1925 (Domingo de Ramos). El obispo Cruz Laplana bendice la imagen del Santísimo Cristo de la Ago-nía (réplica del Cristo de Limpias), de los talleres de Tomás Marqués Casola, de Barcelona, donada a la Hermandad por Rufino Morón Alonso, presbítero y sacristán mayor de la Catedral de Cuenca. (La Hermandad regaló al señor Morón el pequeño Cristo de la Agonía de madera que tenía desde el inicio, y éste lo coloca en la Capilla del Socorro de la Catedral.

29 de enero de 1929. Autorización para el traslado de la imagen del Cristo de la Agonía desde San Andrés a la parro-quia de El Salvador.

11 de abril de 1941, Viernes Santo. La talla del Santísimo Cristo de la Agonía, de marfil, desfila en la procesión “En El Calvario”, tras la guerra civil.

16 de abril de 1946. El obispo Inocencio Rodríguez bendice la imagen del Santísimo Cristo de la Agonía, talla de Coullaut Valera, que había llegado a Cuenca el día 14.

19 de abril de 1946, Viernes Santo. Primer desfile de la nueva imagen, sola, del Santísimo Cristo de la Agonía.

8 de abril de 1955, Viernes Santo. Se incorporan al paso del Cristo de la Agonía las imágenes de la Virgen María, San Juan y María Magdalena, desfilando por vez primera en conjunto.

15 de abril de 1960, Viernes Santo. La procesión “En El Calvario” invierte su recorrido, ascendiendo primero al Casco Antiguo. Desde 1902 lo hacía en sentido contrario.

31 de marzo de 1972, Viernes Santo. El Cristo de la Agonía de marfil vuelve a desfilar, estrenando andas y cruz tallada por Coullaut Valera. No desfilaba desde 1950.

11 de mayo de 1980. El obispo Guerra Campos bendice el Retablo del Cristo de la Agonía en la parroquia de El Salvador, obra de los hermanos Pérez del Moral.

9 de marzo de 1996. Magna Exposición en el salón de actos de la Diputación Provincial, con motivo del Cincuen-tenario de la imagen del Santísimo Cristo de la Agonía, de Coullaut Valera. Se celebraron diversos actos ese año, entre ellos un Concierto en el Teatro Auditorio, a cargo de la Agrupación Musical Nuestra Señora de Riánsares, de Tarancón. Se editó un CD. También intervino el Coro del Conservatorio.

21 de abril de 2007. Se inaugura el Museo de la Semana Santa de Cuenca. La imagen del Cristo de la Agonía de Marfil se puede contemplar desde entonces en este lugar, salvo el Viernes Santo, que desfila en “El Calvario”.

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Clarín que clama al cielo, golpe seco de la horquilla. Voso-tros sois la marcha que lleva el paso de la tradición, la liturgia y la pasión armonizándolos con mano experta. Cuenca, tus empedradas calles, son escenario de la pasión, muerte y resu-rrección del Mesías.

Tú, eres consuelo de una madre quebrantada. Sólo sus he-rreros y tú recogéis sus lágrimas de cristal.

Tú haces melodía el repicar de las horquillas contra el sue-lo, amparas en tu regazo a los pasos errantes de los nazarenos.

Las empolvadas andas vuelven a relucir en San Antón. Son el refugio de familias, son el encuentro del hombro del nazare-no con su Soledad del Puente.

Los desgastados banzos, son testigos mudos de los bance-ros que durante mucho tiempo los han llevado sobre sus hom-bros.La iglesia se llena de los embriagadores olores de las rosas frescas, que lucen bellas sobre las andas, armonizando aquello que ya es perfecto; fascinando nuestros sentidos por completo sin dejar escapar a visitantes, que de ti se enamoran Cuenca.

Domingo. Palma en mano, mi sonrisa corresponde a sus bruscos movimientos, que aclama sin cesar al hijo de Dios y a la madre. Resuena “la palma al viento”, mientras madre e hijo pasan los arcos; a lo que Cuenca responde abriendo sus cielos, iluminando con pulcra luz su rostro.

Lunes de dolor e impotencia. Aquel que ayer entró triun-fante y fue aclamado, ha sido crucificado y traicionado.“Padre, perdónales, pues no saben lo que hacen…”. El negro y el gra-nate inundan Cuenca. El silencio cubre la Plaza Mayor, cuan-do las puertas de la catedral se abren y dejan ver al inocente crucificado.

Precursor del silencio. Bautista, tú que bautizaste al Me-sías, limpiaste un pecado que no existía. Veo tu sombra en San Felipe Neri; tu rostro indescifrable. Veo en cada rasgo tuyo a Marco Pérez. Puedo sentir cuando te miro a los ojos, cada movimiento delicado de sus manos, creándote; puedo sentir también tu tristeza. Puedo oír en tu interior “Marco Pérez ha muerto”.

María Santísima de la Esperanza; tu belleza a nada se pue-de comparar. Tu rostro. Tu manto. Tu mirada. Eres la protec-tora de mis palabras, la inspiración de mis poemas, mi virgen desde niña. A ti te imploro Madre, en esta noche oscura.

Santa María Magdalena. Tú has sido mi confidente. Aquel día al verte, alencontrarte a solas, al ver tu mirada cer-tera, tu hermoso rostro junto al mío, las lágrimas afloraron de mis ojos. Mis manos temblaron de emoción, pues mien-tras ayudabaa prepararte, vi tu mirada en la mía; me hice una contigo.

XII Concurso Literario. Pregón Juvenil Semana Santa 2014

Por Lucía Álvaro Burgos

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Clarín que clama al cielo, golpe seco de la horquilla. Voso-tros sois la marcha que lleva el paso de la tradición, la liturgia y la pasión armonizándolos con mano experta. Cuenca, tus empedradas calles, son escenario de la pasión, muerte y resu-rrección del Mesías.

Tú, eres consuelo de una madre quebrantada. Sólo sus he-rreros y tú recogéis sus lágrimas de cristal.

Tú haces melodía el repicar de las horquillas contra el sue-lo, amparas en tu regazo a los pasos errantes de los nazarenos.

Las empolvadas andas vuelven a relucir en San Antón. Son el refugio de familias, son el encuentro del hombro del nazare-no con su Soledad del Puente.

Los desgastados banzos, son testigos mudos de los bance-ros que durante mucho tiempo los han llevado sobre sus hom-bros.La iglesia se llena de los embriagadores olores de las rosas frescas, que lucen bellas sobre las andas, armonizando aquello que ya es perfecto; fascinando nuestros sentidos por completo sin dejar escapar a visitantes, que de ti se enamoran Cuenca.

Domingo. Palma en mano, mi sonrisa corresponde a sus bruscos movimientos, que aclama sin cesar al hijo de Dios y a la madre. Resuena “la palma al viento”, mientras madre e hijo pasan los arcos; a lo que Cuenca responde abriendo sus cielos, iluminando con pulcra luz su rostro.

Lunes de dolor e impotencia. Aquel que ayer entró triun-fante y fue aclamado, ha sido crucificado y traicionado.“Padre, perdónales, pues no saben lo que hacen…”. El negro y el gra-nate inundan Cuenca. El silencio cubre la Plaza Mayor, cuan-do las puertas de la catedral se abren y dejan ver al inocente crucificado.

Precursor del silencio. Bautista, tú que bautizaste al Me-sías, limpiaste un pecado que no existía. Veo tu sombra en San Felipe Neri; tu rostro indescifrable. Veo en cada rasgo tuyo a Marco Pérez. Puedo sentir cuando te miro a los ojos, cada movimiento delicado de sus manos, creándote; puedo sentir también tu tristeza. Puedo oír en tu interior “Marco Pérez ha muerto”.

María Santísima de la Esperanza; tu belleza a nada se pue-de comparar. Tu rostro. Tu manto. Tu mirada. Eres la protec-tora de mis palabras, la inspiración de mis poemas, mi virgen desde niña. A ti te imploro Madre, en esta noche oscura.

Santa María Magdalena. Tú has sido mi confidente. Aquel día al verte, alencontrarte a solas, al ver tu mirada cer-tera, tu hermoso rostro junto al mío, las lágrimas afloraron de mis ojos. Mis manos temblaron de emoción, pues mien-tras ayudabaa prepararte, vi tu mirada en la mía; me hice una contigo.

XII Concurso Literario. Pregón Juvenil Semana Santa 2014

Por Lucía Álvaro Burgos

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Viéndola entrar en los arcos, lloro sin cesar. Mater mea…La palma vuelve a estar presente, baila hipnotizada por una melodía que desconozco. Melodía que banceros y discípulo comparten estrechamente, creando unos lazos inquebranta-bles, nazarenos, emotivos.

Lleva nuestros pecados materializados en forma de cruz a su espalda, cargando con un peso inaguantable, siendo salva-dor nuestro.

El Calvario palpita en mi alma nazarena estrechándola cual corona de espinas. El sol, auxiliador nuestro, hace brillar madera, marfil y espejos. Siento lanza y clavos en mi cuerpo, pues todo su dolor, angustia y tristeza se hace mío. Cada peca-do es una espina clavándose en mi alma. El Calvario, se cubre de sombras y muestra todo su dolor, retirando aquel escaso sol que apenas consolaba mi alma.

La oscuridad lo ha cubierto todo. Cuenca se suspende en una melancolía indescriptible. Aquellas aguas claras y verdo-sas, ahora son negras. Lloran el Júcar y el Huécar; los únicos reflejos en sus aguas son las cálidas velas que iluminan su cuer-po yacente.

La cruz está desierta. La madre, desolada. Esa visión me desgarra por dentro, hace que mis pasos errantes vayan sin rumbo. Lo único que puedo mirar es su rostro desolado, las lágrimas que resbalan por sus mejillas. Es noche de desolación.

El sábado, hace que mi alma rota se recomponga. Domingo de resurrección. Dulce amargor en la sonrisa de

cada nazareno, pues él ha resucitado. El color ha vuelto a cada flor; los hermosos verdes de esas aguas han retornado, resaltan-do Cuenca, vestida de gala.

Aquellos capuces que hacían anónimos tantos rostros, desaparecen. Guiones y estandartes lucen esplendorosos por las calles. Hoy es cuando los recuerdos de tiempos pasados me aprisionan.

Veo a Marco Pérez esculpiendo en cada rincón al que di-rijo mi mirada.Veo a tantos artistas, a tantos escultores que vuelven a mi memoria, en cada lugar que es más hermoso que el anterior. Todos han sido fieles admiradores tuyos Cuenca, han sido tuyos y de tu Semana Santa.

En la plaza, frente al nazareno, aquel negro oscuro lleno de dolor, se convierte en un hermoso verde. Hace que ese rostro brille con esperanza de nuevo. Es ese momento en el que madre e hijo se encuentran, en el que sabes que todo aca-ba. Pero la alegría que sientes en lo más profundo de tu alma nazarena, te llena por completo.

Veo a las palomas emprender su vuelo, lejano, como la próxima Semana Santa.

Cada año, doy gracias por tener en mi alma ese capuz, esa sensibilidad especial que solo un nazareno puede tener.

Los años, no me han hecho dejar a un lado a la Semana Santa, me han hecho entenderla mejor, que como la luz de una tulipa quede dentro de mí.

Las lágrimas que he llorado por la Semana Santa, son des-de el corazón, porque cada gota de lluvia era como una espina clavada en mi alma.

Cuenca, me conquistaste desde niña, veo cada año como mi pasión por ti aumenta.

Nunca dejaré de lado aquel sentimiento que hizo de mi alma de niña un alma nazarena.

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Entonces, las lágrimas del Jordán rozaron suavemente con tu piel; aquellas aguas quedaron benditas, limpiando aquel pecado inexistente. Fue entonces, cuando la voz del padre sonó: …”Se abrieron los cielos, descendió el Espíritu Santo sobre Él…”

Silencio y traición se respiran bajo los últimos alientos del sol en Cuenca. El cielo despejado y oscuro será cómplice de esta noche, donde Él será traicionado, prendido y negado por aquellos que ama. El alma de nuestra ciudad sufre una lenta agonía con Getsemaní palpitante entre las sombras, con un beso sacrílego, con el silbido de la espada en el aire, con el eco de la negación en cada calleja solitaria, con las mira-das suplicantes y con la amargura de la Madre y el discípulo amado.

El chasquido del látigo hiere su piel. Las lágrimas rojas que brotan de su espalda son amparadas por las empedradas calles. La columna de mármol, opresora de sus manos.

Caña cual cetro, espinas por corona. Los bordados de su capa son sus lágrimas suplicantes. Su única riqueza, su mirada.

El tibio atardecer, acentúa cada rasgo, cada lágrima y cada bordado de su manto. Entre un centenar de rosas, se alza la Madre. Cada lágrima derramada es el alma de un penitente. Cada rosario rezado, es la esperanza de un nuevo día. Cada rosa, es un niño entre sus filas.Mi alma acoge tu pena. Mis ojos lloran con los tuyos. Mi corazón es embestido por flechas de crueldad; porque te amo Madre. Vela por nosotros. Por aquellos que cada Jueves Santo, se recogen entre tus filas. Por aquellos banceros que tellevan sobre sus hombros. Por aque-llos que no pueden desfilar físicamente, pero lo hacen desde el alma. Vela por todos nosotros. Madre. Mi Madre....

Nazareno del puente. Lo que para algunos resulta insulso, a mí me embriaga; pues cada parte tu cuerpo describe realidad. Cada vez que te veo, siento que en tu interior vives, pues una belleza tan perfecta no puede ser inerte. Madera con alma de nazareno; solo nosotros, podemos percibirla, podemos obser-var tras de esa hermosa figura y percibir tu dolor.

La esencia del olivo vuelve a mí, perturbando mi paz. Get-semaní revive, amenazante. El sudor es sangre. El miedo, es un ángel. Impresionas; a aquel que peca das fe. Esa medalla, guarda una historia que cada nazareno guarda en el ático del alma, allí donde jamás pueda ser extraviada.

Cae el peso del pecado a tus espaldas en forma de cruz, sobre ti. Verónica limpia con cuidado tu ensangrentado rostro, quedando grabado para siempre, en aquel paño bendito.

El auxilio llega cuando la amenazante cruz cae sobre ti. Niño y hombre, hombre y niño, son tus auxiliadores.

He aquí el hombre justo y misericordioso. Tu mirada pun-zante, clama al cielo reclamando ayuda. Pues tus cargas con los pecados de todos, sufriendo por aquellos que amas.

El alba no ha florecido. La Madre recoge en su regazo mi tristeza en esta noche silenciosa. Pataco, aquel hombre cono-cido por todos, con su impecable porte, con su perilla, con su serenidad y amor por ti, Madre, vuelve a mi memoria. Ecos de tiempos pasados recorren mi mente. Es cuando el yunque y el martillo se encuentran. Cuando le entonan el motete a mi Virgen. Cuando siento mis raíces nazarenas más presentes que nunca. Cuando veo brillar sus lágrimas en los primeros destellos del alba. Cuando con paso sereno dobla la curva de la audiencia; es cuando mis sentimientos están aflor de piel.

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Viéndola entrar en los arcos, lloro sin cesar. Mater mea…La palma vuelve a estar presente, baila hipnotizada por una melodía que desconozco. Melodía que banceros y discípulo comparten estrechamente, creando unos lazos inquebranta-bles, nazarenos, emotivos.

Lleva nuestros pecados materializados en forma de cruz a su espalda, cargando con un peso inaguantable, siendo salva-dor nuestro.

El Calvario palpita en mi alma nazarena estrechándola cual corona de espinas. El sol, auxiliador nuestro, hace brillar madera, marfil y espejos. Siento lanza y clavos en mi cuerpo, pues todo su dolor, angustia y tristeza se hace mío. Cada peca-do es una espina clavándose en mi alma. El Calvario, se cubre de sombras y muestra todo su dolor, retirando aquel escaso sol que apenas consolaba mi alma.

La oscuridad lo ha cubierto todo. Cuenca se suspende en una melancolía indescriptible. Aquellas aguas claras y verdo-sas, ahora son negras. Lloran el Júcar y el Huécar; los únicos reflejos en sus aguas son las cálidas velas que iluminan su cuer-po yacente.

La cruz está desierta. La madre, desolada. Esa visión me desgarra por dentro, hace que mis pasos errantes vayan sin rumbo. Lo único que puedo mirar es su rostro desolado, las lágrimas que resbalan por sus mejillas. Es noche de desolación.

El sábado, hace que mi alma rota se recomponga. Domingo de resurrección. Dulce amargor en la sonrisa de

cada nazareno, pues él ha resucitado. El color ha vuelto a cada flor; los hermosos verdes de esas aguas han retornado, resaltan-do Cuenca, vestida de gala.

Aquellos capuces que hacían anónimos tantos rostros, desaparecen. Guiones y estandartes lucen esplendorosos por las calles. Hoy es cuando los recuerdos de tiempos pasados me aprisionan.

Veo a Marco Pérez esculpiendo en cada rincón al que di-rijo mi mirada.Veo a tantos artistas, a tantos escultores que vuelven a mi memoria, en cada lugar que es más hermoso que el anterior. Todos han sido fieles admiradores tuyos Cuenca, han sido tuyos y de tu Semana Santa.

En la plaza, frente al nazareno, aquel negro oscuro lleno de dolor, se convierte en un hermoso verde. Hace que ese rostro brille con esperanza de nuevo. Es ese momento en el que madre e hijo se encuentran, en el que sabes que todo aca-ba. Pero la alegría que sientes en lo más profundo de tu alma nazarena, te llena por completo.

Veo a las palomas emprender su vuelo, lejano, como la próxima Semana Santa.

Cada año, doy gracias por tener en mi alma ese capuz, esa sensibilidad especial que solo un nazareno puede tener.

Los años, no me han hecho dejar a un lado a la Semana Santa, me han hecho entenderla mejor, que como la luz de una tulipa quede dentro de mí.

Las lágrimas que he llorado por la Semana Santa, son des-de el corazón, porque cada gota de lluvia era como una espina clavada en mi alma.

Cuenca, me conquistaste desde niña, veo cada año como mi pasión por ti aumenta.

Nunca dejaré de lado aquel sentimiento que hizo de mi alma de niña un alma nazarena.

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Entonces, las lágrimas del Jordán rozaron suavemente con tu piel; aquellas aguas quedaron benditas, limpiando aquel pecado inexistente. Fue entonces, cuando la voz del padre sonó: …”Se abrieron los cielos, descendió el Espíritu Santo sobre Él…”

Silencio y traición se respiran bajo los últimos alientos del sol en Cuenca. El cielo despejado y oscuro será cómplice de esta noche, donde Él será traicionado, prendido y negado por aquellos que ama. El alma de nuestra ciudad sufre una lenta agonía con Getsemaní palpitante entre las sombras, con un beso sacrílego, con el silbido de la espada en el aire, con el eco de la negación en cada calleja solitaria, con las mira-das suplicantes y con la amargura de la Madre y el discípulo amado.

El chasquido del látigo hiere su piel. Las lágrimas rojas que brotan de su espalda son amparadas por las empedradas calles. La columna de mármol, opresora de sus manos.

Caña cual cetro, espinas por corona. Los bordados de su capa son sus lágrimas suplicantes. Su única riqueza, su mirada.

El tibio atardecer, acentúa cada rasgo, cada lágrima y cada bordado de su manto. Entre un centenar de rosas, se alza la Madre. Cada lágrima derramada es el alma de un penitente. Cada rosario rezado, es la esperanza de un nuevo día. Cada rosa, es un niño entre sus filas.Mi alma acoge tu pena. Mis ojos lloran con los tuyos. Mi corazón es embestido por flechas de crueldad; porque te amo Madre. Vela por nosotros. Por aquellos que cada Jueves Santo, se recogen entre tus filas. Por aquellos banceros que tellevan sobre sus hombros. Por aque-llos que no pueden desfilar físicamente, pero lo hacen desde el alma. Vela por todos nosotros. Madre. Mi Madre....

Nazareno del puente. Lo que para algunos resulta insulso, a mí me embriaga; pues cada parte tu cuerpo describe realidad. Cada vez que te veo, siento que en tu interior vives, pues una belleza tan perfecta no puede ser inerte. Madera con alma de nazareno; solo nosotros, podemos percibirla, podemos obser-var tras de esa hermosa figura y percibir tu dolor.

La esencia del olivo vuelve a mí, perturbando mi paz. Get-semaní revive, amenazante. El sudor es sangre. El miedo, es un ángel. Impresionas; a aquel que peca das fe. Esa medalla, guarda una historia que cada nazareno guarda en el ático del alma, allí donde jamás pueda ser extraviada.

Cae el peso del pecado a tus espaldas en forma de cruz, sobre ti. Verónica limpia con cuidado tu ensangrentado rostro, quedando grabado para siempre, en aquel paño bendito.

El auxilio llega cuando la amenazante cruz cae sobre ti. Niño y hombre, hombre y niño, son tus auxiliadores.

He aquí el hombre justo y misericordioso. Tu mirada pun-zante, clama al cielo reclamando ayuda. Pues tus cargas con los pecados de todos, sufriendo por aquellos que amas.

El alba no ha florecido. La Madre recoge en su regazo mi tristeza en esta noche silenciosa. Pataco, aquel hombre cono-cido por todos, con su impecable porte, con su perilla, con su serenidad y amor por ti, Madre, vuelve a mi memoria. Ecos de tiempos pasados recorren mi mente. Es cuando el yunque y el martillo se encuentran. Cuando le entonan el motete a mi Virgen. Cuando siento mis raíces nazarenas más presentes que nunca. Cuando veo brillar sus lágrimas en los primeros destellos del alba. Cuando con paso sereno dobla la curva de la audiencia; es cuando mis sentimientos están aflor de piel.

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Con motivo del nacimiento de la primera hija de Los Príncipes de Asturias, Doña Leonor, se obsequió a la recién nacida con un hábito completo de la Hermandad, -túnica, capuz, capa, cinturón, escudo y guantes-, confeccionado en terciopelo por las operarias de la empresa conquense “Arte-sanía del Bordado en Oro San Julián”. Los Príncipes median-te sendas cartas agradecieron los dos obsequios.

En fecha 29 de Julio de 2013, la Hermandad, de nuevo, se dirige a la Casa Real para volver a solicitar el título de “Real, cumpliendo ya el requerimiento de estar vinculada con un miembro de la Casa Real. El día 14 de Agosto de 2013, se recibe carta remitida desde el Palacio de la Zarzuela la Casa Real, donde se nos comunica que hay que enviarle de nuevo la documentación debidamente actualizada, y en la que se recogieran todos los puntos que se relacionaban en la carta de fecha de 7 de Enero de 2005, así como el pertinente aval del Obispado de la Diócesis dando su conformidad a la petición.

Con fecha 12 de Septiembre de 2013, la Hermandad re-mite toda la documentación requerida a la Casa Real. El 23 de dicho mes la Casa Real notifica a la hermandad el acuse de recibo de todo su expediente a la vez que nos informa que: “el asunto será objeto de estudio y, una vez despachado con S.M. el Rey, con mucho gusto se le comunicará la decisión que se adopte al respecto.”

Definitivamente, mediante escrito del Palacio de la Zar-zuela, fechada el 10 de Octubre de 2013, y firmada por Don

Domingo Martínez Palomo, Jefe del Gabinete de Planifica-ción y Coordinación de la Casa de S.M. el Rey, se comunica a la Hermandad, que S.M. el Rey le ha concedido el título de ”REAL”. Remitiendo el documento acreditativo del mismo.

Con el envío del tan ansiado título, se da por felizmente terminado un proceso que la Hermandad inició el día 21 de Noviembre de 1992.

El paso siguiente era obtener el título de “Ilustre”. Para ello dirigimos el oportuno escrito, fechado el 19 de Octubre de 2013, al Sr. Obispo de la Diócesis, Don José María Yan-guas Sanz, para solicitarle formalmente el título la petición, ya que, de palabra, le habíamos informado de cuál era nues-tra pretensión con anterioridad. Petición que ya nos había ex-presado su voluntad de concedérnoslo, aunque lo dejó supe-ditado a que se resolviera el expediente de petición de “Real”.

Finalmente, en carta de fecha 27 de Noviembre de 2013, se comunica a la Hermandad, que: “con gran alegría le remi-to el Decreto por el cual Su Excelencia Reverendísima otorga el titulo de “ILUSTRE” a la querida Venerable Hermandad de Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol.”, remitiendo asimismo el citado Decreto fechado el día 15 de Noviembre de 2013.

Con ambas concesiones, “Real” e “Ilustre”, y desde el día 15 de Noviembre de 2013, la hermandad pasa a denomi-narse: “REAL, ILUSTRE Y VENERABLE HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LA AMARGURA CON SAN JUAN APOSTOL.”

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Con fecha 22 de Diciembre de 2004, la hermandad se diri-ge a la Casa Real con objeto de solicitar para la misma el título de “Real”, aportando, al efecto, un extenso dossier y abundante documentación.

La petición se basó, -ya que en el año 1992 se hizo la misma petición, que fue denegada-, en que la Hermandad ostentó dicho “título” durante seis años desde 1949 a 1955, al unificarse en el año 1949 con la Real Cofradía de Nuestra Señora de las Angus-tias, pasando a llamarse, una vez fusionada y tras la pertinente erec¬ción canónica “Real, Ilustre y Venerable Cofradía de Nues-tra Señora de la Amargura y Nuestra Madre de las Angustias”.

Con fecha 7 de Enero de 2005, la Secretaría de Despacho del Gabinete de S.M. El Rey Don Juan Carlos I, a través de su Jefe Adjunto, comunicó a la Hermandad una serie de requisitos y normas muy estrictas que hay que cumplir, entre ellas que la Hermandad tenía que estar vinculada con la Casa Real a través de alguno de sus miembros, “dado que el título solicitado es la más alta distinción que otorga la Corona”.

En Junta de Diputación, celebrada el día 25 de Enero de 2005, se tomó, por unanimidad de todos sus miembros, el acuerdo de nombrar Camarera de Honor de la Hermandad a S.A.R. Doña Letizia Ortiz Rocasolano, en ese momento Princesa de Asturias.

Después de abundante correspondencia entre la Casa Real y la Hermandad, mediante carta fechada en el Palacio de la Zarzuela el día 31 de Mayo de 2005, se comunicó que S.A.R. la Princesa de Asturias, había aceptado el cargo de Camarera de Honor, para el que fue propuesta, adjuntándose la correspon-diente credencial. La aceptación del cargo por parte de S.A.R. es motivo de orgullo y alegría por lo que significa para nuestra hermandad, puesto que desde ese mismo momento está vincu-lada de por vida con la Casa Real.

Como muestra de agradecimiento y respeto, se obsequió a S.A.R. con un icono, obra del iconógrafo conquense Don Anastasio Martínez Sáez, y un pergamino con el nombramien-to de Camarera de Honor, obra del pintor-restaurador con-quense Don Agustín Carretero Almagro.

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Por la Junta de Diputación de la Hermandad

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Con motivo del nacimiento de la primera hija de Los Príncipes de Asturias, Doña Leonor, se obsequió a la recién nacida con un hábito completo de la Hermandad, -túnica, capuz, capa, cinturón, escudo y guantes-, confeccionado en terciopelo por las operarias de la empresa conquense “Arte-sanía del Bordado en Oro San Julián”. Los Príncipes median-te sendas cartas agradecieron los dos obsequios.

En fecha 29 de Julio de 2013, la Hermandad, de nuevo, se dirige a la Casa Real para volver a solicitar el título de “Real, cumpliendo ya el requerimiento de estar vinculada con un miembro de la Casa Real. El día 14 de Agosto de 2013, se recibe carta remitida desde el Palacio de la Zarzuela la Casa Real, donde se nos comunica que hay que enviarle de nuevo la documentación debidamente actualizada, y en la que se recogieran todos los puntos que se relacionaban en la carta de fecha de 7 de Enero de 2005, así como el pertinente aval del Obispado de la Diócesis dando su conformidad a la petición.

Con fecha 12 de Septiembre de 2013, la Hermandad re-mite toda la documentación requerida a la Casa Real. El 23 de dicho mes la Casa Real notifica a la hermandad el acuse de recibo de todo su expediente a la vez que nos informa que: “el asunto será objeto de estudio y, una vez despachado con S.M. el Rey, con mucho gusto se le comunicará la decisión que se adopte al respecto.”

Definitivamente, mediante escrito del Palacio de la Zar-zuela, fechada el 10 de Octubre de 2013, y firmada por Don

Domingo Martínez Palomo, Jefe del Gabinete de Planifica-ción y Coordinación de la Casa de S.M. el Rey, se comunica a la Hermandad, que S.M. el Rey le ha concedido el título de ”REAL”. Remitiendo el documento acreditativo del mismo.

Con el envío del tan ansiado título, se da por felizmente terminado un proceso que la Hermandad inició el día 21 de Noviembre de 1992.

El paso siguiente era obtener el título de “Ilustre”. Para ello dirigimos el oportuno escrito, fechado el 19 de Octubre de 2013, al Sr. Obispo de la Diócesis, Don José María Yan-guas Sanz, para solicitarle formalmente el título la petición, ya que, de palabra, le habíamos informado de cuál era nues-tra pretensión con anterioridad. Petición que ya nos había ex-presado su voluntad de concedérnoslo, aunque lo dejó supe-ditado a que se resolviera el expediente de petición de “Real”.

Finalmente, en carta de fecha 27 de Noviembre de 2013, se comunica a la Hermandad, que: “con gran alegría le remi-to el Decreto por el cual Su Excelencia Reverendísima otorga el titulo de “ILUSTRE” a la querida Venerable Hermandad de Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol.”, remitiendo asimismo el citado Decreto fechado el día 15 de Noviembre de 2013.

Con ambas concesiones, “Real” e “Ilustre”, y desde el día 15 de Noviembre de 2013, la hermandad pasa a denomi-narse: “REAL, ILUSTRE Y VENERABLE HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LA AMARGURA CON SAN JUAN APOSTOL.”

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Con fecha 22 de Diciembre de 2004, la hermandad se diri-ge a la Casa Real con objeto de solicitar para la misma el título de “Real”, aportando, al efecto, un extenso dossier y abundante documentación.

La petición se basó, -ya que en el año 1992 se hizo la misma petición, que fue denegada-, en que la Hermandad ostentó dicho “título” durante seis años desde 1949 a 1955, al unificarse en el año 1949 con la Real Cofradía de Nuestra Señora de las Angus-tias, pasando a llamarse, una vez fusionada y tras la pertinente erec¬ción canónica “Real, Ilustre y Venerable Cofradía de Nues-tra Señora de la Amargura y Nuestra Madre de las Angustias”.

Con fecha 7 de Enero de 2005, la Secretaría de Despacho del Gabinete de S.M. El Rey Don Juan Carlos I, a través de su Jefe Adjunto, comunicó a la Hermandad una serie de requisitos y normas muy estrictas que hay que cumplir, entre ellas que la Hermandad tenía que estar vinculada con la Casa Real a través de alguno de sus miembros, “dado que el título solicitado es la más alta distinción que otorga la Corona”.

En Junta de Diputación, celebrada el día 25 de Enero de 2005, se tomó, por unanimidad de todos sus miembros, el acuerdo de nombrar Camarera de Honor de la Hermandad a S.A.R. Doña Letizia Ortiz Rocasolano, en ese momento Princesa de Asturias.

Después de abundante correspondencia entre la Casa Real y la Hermandad, mediante carta fechada en el Palacio de la Zarzuela el día 31 de Mayo de 2005, se comunicó que S.A.R. la Princesa de Asturias, había aceptado el cargo de Camarera de Honor, para el que fue propuesta, adjuntándose la correspon-diente credencial. La aceptación del cargo por parte de S.A.R. es motivo de orgullo y alegría por lo que significa para nuestra hermandad, puesto que desde ese mismo momento está vincu-lada de por vida con la Casa Real.

Como muestra de agradecimiento y respeto, se obsequió a S.A.R. con un icono, obra del iconógrafo conquense Don Anastasio Martínez Sáez, y un pergamino con el nombramien-to de Camarera de Honor, obra del pintor-restaurador con-quense Don Agustín Carretero Almagro.

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La Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Luz ha emprendido en los últimos 75 años uno de los proyectos más significativos en su historia comprendida desde la reorga-nización de la misma tras la Guerra Civil hasta nuestros días; dicha reorganización, adquisición de la talla de su imagen titular, de La Lanzada y de Santa María Magdalena y la cons-trucción del retablo de la capilla y ahora, la edificación del inmueble que servirá como su sede y almacén, constituyen actuaciones importantes en las que la participación de la her-mandad se hizo y en estos años se hace plena: son los propios hermanos los que contribuyeron y contribuyen en el desarro-llo de otro proyecto de hermandad. Contribuyeron: porque fue un matrimonio, ambos hermanos de la hermandad, ya fallecidos, los que donaron el antiguo edificio que después de su demolición, ha servido como solar para el nuevo; y contri-buyen: porque son numerosos los hermanos que han cedido su trabajo para llevar a cabo la construcción del edificio.

La donación del edificio de la calle San Vicente, 8Don Emilio Sáiz Díaz y Doña Matilde Hernáiz López le

han entregado a la hermandad, probablemente, toda su vida; Don Emilio, con mayor actividad y no solo en nuestra her-mandad, sino en toda la Semana Santa de Cuenca, es uno de los conquenses más activos dentro de nuestra tradición y Doña Matilde, su esposa, apoyó y continuó la labor de su marido.

Don Emilio Sáiz, profesor de dibujo del instituto Alfonso VIII y del colegio de los Salesianos de la ciudad, después también de forma particular en la casa de la calle San Vicente, dedicó su vida profesional a la enseñanza en Cuenca. Es uno de los conquenses que favorece activamente la reorganización de la Se-mana Santa de Cuenca , en la que ya participaba en los desfiles anteriores a la Guerra Civil.

Fue el autor del cartel de la Semana Santa de 1941, siendo las copias que se hicieron del mismo hechas por D. Emilio una a una y no a través de imprenta .

Durante la primavera de 1939, fue un miembro activo de las reuniones que se celebraban en la parroquia de El Salvador tras la misa dominical para el restablecimiento de los desfiles procesiona-les, asumiendo en cierta medida las funciones de la Junta de Cofra-días que, en junio de 1945, establece sus bases y es aprobada por el obispo diocesano D. Inocencio Rodríguez Díez en enero de 1946.

La primera sesión de la Junta de Cofradías se desarrolló el domingo 10 de marzo de 1945, solicitando a las hermandades que propusieran una terna de hermanos cada una para que la Junta Provisional de la que formara parte D. Emilio, las elevara al obispo. Un año después, a primeros de marzo de 1947, el obispo hizo públicos los nombres de los vocales elegidos de las ternas que se propusieron, siendo constituida la Junta de Cofra-días el 15 de marzo, no tomando posesión hasta el 1 de junio de 1947; en esa junta, Don Emilio fue nombrado vocal de la prime-ra Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca.

Por Aurora Garrote Armero. Junta de Diputación de la Vble. Hdad. del Santísimo Cristo de la Luz

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La Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Luz ha emprendido en los últimos 75 años uno de los proyectos más significativos en su historia comprendida desde la reorga-nización de la misma tras la Guerra Civil hasta nuestros días; dicha reorganización, adquisición de la talla de su imagen titular, de La Lanzada y de Santa María Magdalena y la cons-trucción del retablo de la capilla y ahora, la edificación del inmueble que servirá como su sede y almacén, constituyen actuaciones importantes en las que la participación de la her-mandad se hizo y en estos años se hace plena: son los propios hermanos los que contribuyeron y contribuyen en el desarro-llo de otro proyecto de hermandad. Contribuyeron: porque fue un matrimonio, ambos hermanos de la hermandad, ya fallecidos, los que donaron el antiguo edificio que después de su demolición, ha servido como solar para el nuevo; y contri-buyen: porque son numerosos los hermanos que han cedido su trabajo para llevar a cabo la construcción del edificio.

La donación del edificio de la calle San Vicente, 8Don Emilio Sáiz Díaz y Doña Matilde Hernáiz López le

han entregado a la hermandad, probablemente, toda su vida; Don Emilio, con mayor actividad y no solo en nuestra her-mandad, sino en toda la Semana Santa de Cuenca, es uno de los conquenses más activos dentro de nuestra tradición y Doña Matilde, su esposa, apoyó y continuó la labor de su marido.

Don Emilio Sáiz, profesor de dibujo del instituto Alfonso VIII y del colegio de los Salesianos de la ciudad, después también de forma particular en la casa de la calle San Vicente, dedicó su vida profesional a la enseñanza en Cuenca. Es uno de los conquenses que favorece activamente la reorganización de la Se-mana Santa de Cuenca , en la que ya participaba en los desfiles anteriores a la Guerra Civil.

Fue el autor del cartel de la Semana Santa de 1941, siendo las copias que se hicieron del mismo hechas por D. Emilio una a una y no a través de imprenta .

Durante la primavera de 1939, fue un miembro activo de las reuniones que se celebraban en la parroquia de El Salvador tras la misa dominical para el restablecimiento de los desfiles procesiona-les, asumiendo en cierta medida las funciones de la Junta de Cofra-días que, en junio de 1945, establece sus bases y es aprobada por el obispo diocesano D. Inocencio Rodríguez Díez en enero de 1946.

La primera sesión de la Junta de Cofradías se desarrolló el domingo 10 de marzo de 1945, solicitando a las hermandades que propusieran una terna de hermanos cada una para que la Junta Provisional de la que formara parte D. Emilio, las elevara al obispo. Un año después, a primeros de marzo de 1947, el obispo hizo públicos los nombres de los vocales elegidos de las ternas que se propusieron, siendo constituida la Junta de Cofra-días el 15 de marzo, no tomando posesión hasta el 1 de junio de 1947; en esa junta, Don Emilio fue nombrado vocal de la prime-ra Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca.

Por Aurora Garrote Armero. Junta de Diputación de la Vble. Hdad. del Santísimo Cristo de la Luz

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Dinámico en su participación en las diferentes hermanda-des de nuestra Semana Santa en la posguerra (fue secretario de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, miembro de la junta de diputación de la hermandad de Ntra. Sra. de la Amargura con San Juan, entre otras), su labor más solícita y continuada está en nuestra hermandad del Santísimo Cristo de la Luz.

En febrero de 1940 se reúne junto con Pedro Carralero, Felipe García, Telesforo Pérez, Damián Martínez, José López, Cipriano Álvaro y Alejandro Pérez (actuando como secretario) para organizar el desfile procesional del Viernes Santo solicitan-do a las MM. Carmelitas Descalzas la imagen del Cristo de la Luz que tienen en propiedad (y que desfiló hasta el año 1943), hermano mayor en 1946 , vicesecretario desde 1950 (hasta en-tonces ocupaba el puesto de vocal) y colaboró, por ejemplo, ade-lantando el importe económico del coste del grupo de La Lan-zada; intermediario para la donación a la hermandad de la talla de Santa María Magdalena (si bien era un rumor en la herman-dad que la señora que hacía la donación era una estratagema: él mismo quien lo hacía), haciéndose cargo él del vestuario de la imagen y que año tras año renovaba para cada desfile en el Mar-tes Santo, imagen que cuidaba y veneraba con gran entusiasmo.

Y fue un Martes Santo, el 17 de abril de 1984, el día en el que Emilio Sáiz, don Emilio, fallecía, cuando su hermandad con Santa María Magdalena por las calles de la ciudad, desfilaba hacia la Plaza Mayor. El paso de la procesión por Carretería se volvió ante el balcón de la casa en la que se encontraba su capilla ardiente.

Matilde Hernáiz López, su esposa, siempre en segundo lu-gar y apoyando a su marido, continuó su labor en esta her-mandad después del fallecimiento de Emilio Sáiz, siendo la ca-marera de la hermandad hasta 2005, nombrándola entonces la hermandad Camarera de Honor. Tras el fallecimiento de ésta, y siendo siempre explícito el deseo de este matrimonio de legar la casa de la calle San Vicente a la hermandad, el 28 de junio de 2008, se celebró Junta General aceptándose la herencia de dicho inmueble.

La construcción del nuevo edificioEn Junta General Extraordinaria, el día 19 de enero de 2013,

es presentado el proyecto básico de construcción de la casa, sien-do aprobado por los miembros de la hermandad que acudieron a la convocatoria. En dicho proyecto se presentaba la construc-ción de un nuevo edificio, puesto que el estado de conservación del heredado presentaba importantes carencias y problemáticas que hacían casi imposible su adecuación para su uso. El antiguo edificio fue demolido. El arquitecto José Leandro Sánchez Sahu-quillo, hermano, ha realizado todos los proyectos precisos para la ejecución de la demolición del antiguo edificio y construcción de la nueva obra, junto con el también hermano José Manuel Calzada Valero, arquitecto técnico, que ha dirigido la ejecución de las acciones realizadas. Ambos han trabajo altruistamente en este proyecto de la hermandad.

Y fue el 26 de junio de 2014 el día en el que se iniciaron las obras: entusiasmo, trabajo, responsabilidad, ilusión, compro-miso, colaboración y esfuerzo. Han intervenido activamente en diversas actuaciones de la obra hermanos que han facilitado su trabajo colaborando generosamente: Cándido Álvarez (carpinte-ría: de las vigas antiguas de la casa ha realizado el portón prin-cipal), Rafael Redondo (cerrajería: restauración de los balcones y realización de la barandilla), José Luis Segovia (electricidad), Mario Lejarraga (sanitarios y material de fontanería), Carlos Ló-pez (pintura) y José Miguel Pasarón (fontanería) entre otros. Ha sido un trabajo de coordinación importante entre los miembros de la Junta de Diputación (a destacar el área económica) y los numerosos hermanos que, a parte de los nombrados, han colabo-rado y siguen colaborando vivamente en este proyecto con apor-taciones económicas o personales. Sea testimonial un homenaje cada Martes Santo a Emilio Sáiz y a Matilde Hernáiz, sea una exposición homenaje, sea una oración por el alma de un hermano ante el Cristo de los Espejos, sea una medalla al niño que llega a la hermandad recién nacido, sea un nazareno anónimo de tulipa, un bancero o un miembro de la Junta de Diputación. Es una her-mandad y éste, un proyecto cumplido más de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Luz.

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Hablan las Hermandades

Dinámico en su participación en las diferentes hermanda-des de nuestra Semana Santa en la posguerra (fue secretario de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, miembro de la junta de diputación de la hermandad de Ntra. Sra. de la Amargura con San Juan, entre otras), su labor más solícita y continuada está en nuestra hermandad del Santísimo Cristo de la Luz.

En febrero de 1940 se reúne junto con Pedro Carralero, Felipe García, Telesforo Pérez, Damián Martínez, José López, Cipriano Álvaro y Alejandro Pérez (actuando como secretario) para organizar el desfile procesional del Viernes Santo solicitan-do a las MM. Carmelitas Descalzas la imagen del Cristo de la Luz que tienen en propiedad (y que desfiló hasta el año 1943), hermano mayor en 1946 , vicesecretario desde 1950 (hasta en-tonces ocupaba el puesto de vocal) y colaboró, por ejemplo, ade-lantando el importe económico del coste del grupo de La Lan-zada; intermediario para la donación a la hermandad de la talla de Santa María Magdalena (si bien era un rumor en la herman-dad que la señora que hacía la donación era una estratagema: él mismo quien lo hacía), haciéndose cargo él del vestuario de la imagen y que año tras año renovaba para cada desfile en el Mar-tes Santo, imagen que cuidaba y veneraba con gran entusiasmo.

Y fue un Martes Santo, el 17 de abril de 1984, el día en el que Emilio Sáiz, don Emilio, fallecía, cuando su hermandad con Santa María Magdalena por las calles de la ciudad, desfilaba hacia la Plaza Mayor. El paso de la procesión por Carretería se volvió ante el balcón de la casa en la que se encontraba su capilla ardiente.

Matilde Hernáiz López, su esposa, siempre en segundo lu-gar y apoyando a su marido, continuó su labor en esta her-mandad después del fallecimiento de Emilio Sáiz, siendo la ca-marera de la hermandad hasta 2005, nombrándola entonces la hermandad Camarera de Honor. Tras el fallecimiento de ésta, y siendo siempre explícito el deseo de este matrimonio de legar la casa de la calle San Vicente a la hermandad, el 28 de junio de 2008, se celebró Junta General aceptándose la herencia de dicho inmueble.

La construcción del nuevo edificioEn Junta General Extraordinaria, el día 19 de enero de 2013,

es presentado el proyecto básico de construcción de la casa, sien-do aprobado por los miembros de la hermandad que acudieron a la convocatoria. En dicho proyecto se presentaba la construc-ción de un nuevo edificio, puesto que el estado de conservación del heredado presentaba importantes carencias y problemáticas que hacían casi imposible su adecuación para su uso. El antiguo edificio fue demolido. El arquitecto José Leandro Sánchez Sahu-quillo, hermano, ha realizado todos los proyectos precisos para la ejecución de la demolición del antiguo edificio y construcción de la nueva obra, junto con el también hermano José Manuel Calzada Valero, arquitecto técnico, que ha dirigido la ejecución de las acciones realizadas. Ambos han trabajo altruistamente en este proyecto de la hermandad.

Y fue el 26 de junio de 2014 el día en el que se iniciaron las obras: entusiasmo, trabajo, responsabilidad, ilusión, compro-miso, colaboración y esfuerzo. Han intervenido activamente en diversas actuaciones de la obra hermanos que han facilitado su trabajo colaborando generosamente: Cándido Álvarez (carpinte-ría: de las vigas antiguas de la casa ha realizado el portón prin-cipal), Rafael Redondo (cerrajería: restauración de los balcones y realización de la barandilla), José Luis Segovia (electricidad), Mario Lejarraga (sanitarios y material de fontanería), Carlos Ló-pez (pintura) y José Miguel Pasarón (fontanería) entre otros. Ha sido un trabajo de coordinación importante entre los miembros de la Junta de Diputación (a destacar el área económica) y los numerosos hermanos que, a parte de los nombrados, han colabo-rado y siguen colaborando vivamente en este proyecto con apor-taciones económicas o personales. Sea testimonial un homenaje cada Martes Santo a Emilio Sáiz y a Matilde Hernáiz, sea una exposición homenaje, sea una oración por el alma de un hermano ante el Cristo de los Espejos, sea una medalla al niño que llega a la hermandad recién nacido, sea un nazareno anónimo de tulipa, un bancero o un miembro de la Junta de Diputación. Es una her-mandad y éste, un proyecto cumplido más de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Luz.

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Este año 2015 la Ilustre y Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna celebra el 75º Aniversario de la talla de su Titular, y es que efectivamente, fue en el año 1940 cuando Luis Marco Pérez realiza la talla del “Amarrao”, siendo la primera contribución que el escultor realiza, tras la Guerra Civil, con destino a nuestros desfiles procesionales. Previamente, había realizado los grupos escultóricos del Descendido y de la Santa Cena, y el Ángel del Paso del Huerto de San Antón: Sin embargo, y como bien indica Julián Recuenco en su libro “His-toria de la V.H. de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna”, los primeros son destruidos en la contienda bélica y el segundo es venerado en la actualidad en San Clemente.

Aunque el primer libro de actas que se conserva en la Her-mandad se inicia en el año 1942, los trabajos para reflotar la mis-ma tras el parón que supuso la Guerra Civil se iniciaron nada más finalizar la contienda, participando ya en la Procesión de Paz y Caridad celebrada el 21 de Marzo de 1940 –Jueves San-to—que es cuando desfila la talla por primera vez por las calles de Cuenca. Tanto Luis Calvo en su obra “50 años… y un día”, como Antonio Pérez Valero en “A través de mi Capuz”, hablan de la presencia de la Hermandad en este primer desfile de Paz y Caridad de la renovada Semana Santa. Otros autores, como José Manuel Vela en su publicación anual “Cofradía”, dan veracidad a este dato, como también es un hecho contrastado que fue la imagen actual, de Luis Marco Pérez la que puso en la calle la Hermandad aquel año, dándose la circunstancia de que hoy, 75 años después, esta talla es la única que queda de aquella prime-ra Semana Santa de posguerra, ya que el resto de imágenes que desfilaron o bien fueron sustituidas a lo largo de los años, o bien pertenecían a alguna localidad cercana y fueron traídas a Cuenca para la ocasión.

Como anécdota, sí que debemos señalar que la talla que rea-lizó Luis Marco Pérez sufrió el cambio de la cabeza, siendo el propio escultor de Fuentelespino de Moya el encargado de sus-tituirla por otra. Lamentablemente no está documentado el año concreto en que se produjo este cambio, el porqué del mismo

(al parecer no gustaba la cabeza original a los hermanos de la época), ni qué ocurrió con la cabeza sustituida, que es de supo-ner sería destruida. Así mismo también es curioso añadir que la corona que lleva actualmente la Imagen es anterior a la Guerra Civil y, por tanto, ya la portaba la talla anterior (donada por José Cobo en 1915), destruida en la contienda.

Para cerrar esta reseña histórica, señalar que la Talla desfiló en esos primeros años sobre unas andas cedidas por el Ayuntamien-to de la ciudad. Fue en 1943 cuando la Hermandad decide susti-tuir estas andas por otras realizadas por los Hermanos Vera, que costaron 1.500 pesetas, y que fueron elegidas por delante de otros diseños presentados por Luis Estival y Nemesio Pérez del Moral.

En lo que respecta al apartado artístico, la talla de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna mide 165 centímetros y pre-senta una anatomía muy marcada, como es característico en la obra de Luis Marco Pérez, destacando el nivel de concrección con el que el autor talla los músculos, recreándose en los detalles de manos y pies. Es interesante en este punto remitir a los lecto-res a los números 4 y 5 de la revista digital de la Hermandad “La Columna”, donde el hermano Miguel Ángel Martínez Valiente nos ofrece un completo estudio anatómico de la talla, que se completará en el próximo número.

El rostro presenta facciones suaves, estando el Señor miran-do al frente, con la mirada perdida. La cabeza se remata con una corona de metal dorado que, como hemos señalado anteriormen-te, se conserva de la antigua imagen donada por José Cobo.

La talla presenta el torso desnudo y únicamente se cubre con un paño de pureza cuyos pliegues transmiten movimiento, sen-sación que también percibimos al contemplar el pie izquierdo y el hombro derecho de la Imagen ligeramente adelantados. La espalda, lleva marcados los latigazos con los que el Sayón (reali-zado por Marco Pérez en 1956) está castigando al Señor.

Mención especial merecen las manos de la talla, minucio-samente labradas, que se encuentran atadas a una columna de media altura por medio de unos cordones dorados que rodean el cuello de la Imagen.

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Este año 2015 la Ilustre y Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna celebra el 75º Aniversario de la talla de su Titular, y es que efectivamente, fue en el año 1940 cuando Luis Marco Pérez realiza la talla del “Amarrao”, siendo la primera contribución que el escultor realiza, tras la Guerra Civil, con destino a nuestros desfiles procesionales. Previamente, había realizado los grupos escultóricos del Descendido y de la Santa Cena, y el Ángel del Paso del Huerto de San Antón: Sin embargo, y como bien indica Julián Recuenco en su libro “His-toria de la V.H. de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna”, los primeros son destruidos en la contienda bélica y el segundo es venerado en la actualidad en San Clemente.

Aunque el primer libro de actas que se conserva en la Her-mandad se inicia en el año 1942, los trabajos para reflotar la mis-ma tras el parón que supuso la Guerra Civil se iniciaron nada más finalizar la contienda, participando ya en la Procesión de Paz y Caridad celebrada el 21 de Marzo de 1940 –Jueves San-to—que es cuando desfila la talla por primera vez por las calles de Cuenca. Tanto Luis Calvo en su obra “50 años… y un día”, como Antonio Pérez Valero en “A través de mi Capuz”, hablan de la presencia de la Hermandad en este primer desfile de Paz y Caridad de la renovada Semana Santa. Otros autores, como José Manuel Vela en su publicación anual “Cofradía”, dan veracidad a este dato, como también es un hecho contrastado que fue la imagen actual, de Luis Marco Pérez la que puso en la calle la Hermandad aquel año, dándose la circunstancia de que hoy, 75 años después, esta talla es la única que queda de aquella prime-ra Semana Santa de posguerra, ya que el resto de imágenes que desfilaron o bien fueron sustituidas a lo largo de los años, o bien pertenecían a alguna localidad cercana y fueron traídas a Cuenca para la ocasión.

Como anécdota, sí que debemos señalar que la talla que rea-lizó Luis Marco Pérez sufrió el cambio de la cabeza, siendo el propio escultor de Fuentelespino de Moya el encargado de sus-tituirla por otra. Lamentablemente no está documentado el año concreto en que se produjo este cambio, el porqué del mismo

(al parecer no gustaba la cabeza original a los hermanos de la época), ni qué ocurrió con la cabeza sustituida, que es de supo-ner sería destruida. Así mismo también es curioso añadir que la corona que lleva actualmente la Imagen es anterior a la Guerra Civil y, por tanto, ya la portaba la talla anterior (donada por José Cobo en 1915), destruida en la contienda.

Para cerrar esta reseña histórica, señalar que la Talla desfiló en esos primeros años sobre unas andas cedidas por el Ayuntamien-to de la ciudad. Fue en 1943 cuando la Hermandad decide susti-tuir estas andas por otras realizadas por los Hermanos Vera, que costaron 1.500 pesetas, y que fueron elegidas por delante de otros diseños presentados por Luis Estival y Nemesio Pérez del Moral.

En lo que respecta al apartado artístico, la talla de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna mide 165 centímetros y pre-senta una anatomía muy marcada, como es característico en la obra de Luis Marco Pérez, destacando el nivel de concrección con el que el autor talla los músculos, recreándose en los detalles de manos y pies. Es interesante en este punto remitir a los lecto-res a los números 4 y 5 de la revista digital de la Hermandad “La Columna”, donde el hermano Miguel Ángel Martínez Valiente nos ofrece un completo estudio anatómico de la talla, que se completará en el próximo número.

El rostro presenta facciones suaves, estando el Señor miran-do al frente, con la mirada perdida. La cabeza se remata con una corona de metal dorado que, como hemos señalado anteriormen-te, se conserva de la antigua imagen donada por José Cobo.

La talla presenta el torso desnudo y únicamente se cubre con un paño de pureza cuyos pliegues transmiten movimiento, sen-sación que también percibimos al contemplar el pie izquierdo y el hombro derecho de la Imagen ligeramente adelantados. La espalda, lleva marcados los latigazos con los que el Sayón (reali-zado por Marco Pérez en 1956) está castigando al Señor.

Mención especial merecen las manos de la talla, minucio-samente labradas, que se encuentran atadas a una columna de media altura por medio de unos cordones dorados que rodean el cuello de la Imagen.

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A lo largo de estos 75 años de historia, la talla ha sufrido, como todas, el paso del tiempo. Por este motivo, la Herman-dad decidió restaurarla en el año 1979, por mediación de los hermanos Pérez del Moral. Posteriormente, en el año 2000, se volvió a realizar el proceso, siendo el encargado de este trabajo el afamado restaurador D. Raimundo Cruz Solís, quien, en su estudio de Madrid, realizó un magnífico trabajo que volvió a dotar de todo su esplendor a la imagen. Como anécdota, seña-lar que se dejó sin tocar el pie izquierdo, que recogía todas las muestras de fe que le dejan, diariamente, los hermanos y de-votos del barrio de San Antón que se acercan por la Parroquia.

Han pasado 75 años de la creación de la talla, y desde la Junta de Diputación de la Hermandad se entendió que era una ocasión muy especial que merecía la preparación de unos actos conmemorativos. Desde un primer momento se entendió que había dos protagonistas en este Aniversario. Por un lado, como no puede ser de otra manera, el protagonista principal: la Talla de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna; por otro, ob-viamente, su autor, el escultor Luis Marco Pérez.

Precisamente para honrar la memoria de este último y te-nerle presente en este Aniversario, la Hermandad ha preparado un acto en el Cementerio de San Isidro, lugar donde descansan los restos del escultor. Nuestro Consiliario, D. Gonzalo Marín oficiará el rezo de un responso en su recuerdo, y posterior-mente dos niños de la Hermandad depositarán un ramo de flores en su lápida. Tras este breve y sentido acto, se realizará una comida popular de Hermandad en los alrededores del Ce-menterio, con todos los hermanos que lo deseen. Este acto en memoria de Luis Marco Pérez será el domingo 8 de Marzo a las 13:30 h. (es posible que este acto se haya celebrado ya en el momento en que se publiquen estas líneas)

Pero no acaba ahí el reconocimiento al escultor de Fuente-lespino de Moya, puesto que también estará también presente en otro de los actos que la Hermandad ha preparado para esta Cuaresma. En este caso se trata de un Concierto de Marchas Procesionales que se llevará a cabo el sábado 21 de Marzo de 2015, a las 20:30 h. en el Teatro Auditorio de nuestra ciudad. La fecha, no es casual, y es que, como comentábamos al prin-cipio de este artículo, fue ese día, pero 75 años atrás, cuando el “Amarrao” hacía su primer desfile procesional.

El Concierto será ofrecido por la Agrupación Musical “Ntra. Sra. de Riánsares”, de Tarancón, conocida ampliamente en entre los nazarenos conquenses por sus brillantes partici-paciones año tras año en nuestros desfiles procesionales. La agrupación, dirigida por D. Isabelo Chaves, pondrá sobre el escenario alrededor de 100 músicos que a buen seguro nos de-leitarán con un concierto sobrio y lleno de matices, en el que interpretarán un interesante repertorio -con alguna que otra sorpresa- que, a una semana apenas del inicio de la Semana Santa, llegará a los corazones nazarenos de los asistentes. Al menos esa es la ilusión con la que la Hermandad ha organizado este acto que, además, contará con la participación del Coro de Cámara “Alonso Lobo” que no ha querido faltar a esta cita tan importante para la Hermandad.

Pero, como hemos dicho anteriormente, el protagonista principal de este Aniversario es, obviamente, la Talla de Nues-

tro Padre Jesús Amarrado a la Columna. Por este motivo, cerra-remos estos actos conmemorativos con una Misa de Acción de Gracias que tendrá lugar el domingo 10 de Mayo de 2015 a las 12:00 h. en la S. I. Catedral Basílica de Cuenca. La Ceremonia será oficiada por el Consiliario de la Hermandad, D. Gonzalo Marín, con la aportación musical del Coro de Cámara “Alonso Lobo”. Será una ceremonia distinta, especial, como la ocasión merece, y una buena oportunidad de disfrutar de la presencia del “Amarrao” en la Catedral dos años después de su participa-ción en el Vía Crucis de la Fe. Será un día en el que, a muchos, nos vengan grandes recuerdos a la cabeza, no sólo de ese día, sino de los varios que, por desgracia, a lo largo de los años, la lluvia ha obligado a finalizar el desfile de Jueves Santo, antes de lo previsto, en el citado templo.

Al finalizar la Misa, se celebrará un Besapié Extraordinario a nuestra Sagrada Imagen, para que todos los hermanos y asis-tentes a la ceremonia puedan mostrarle su devoción.

Culminarán así unos actos que, además, tendrán su reflejo en la propia procesión de Jueves Santo y es que, se pretende tener un recuerdo hacia aquellos hermanos que, en los difíciles años cuarenta de reconstrucción de nuestra Semana Santa, y nada más acabar la Guerra Civil, superaron todas las adversida-des y se pusieron manos a la obra para reflotar la Hermandad, dejándonos como legado la impresionante talla que aún hoy veneramos y vemos desfilar cada Jueves Santo. Este homenaje se simbolizará mediante la utilización en el desfile del Guión más antiguo que se conserva en la Hermandad, que data del año 1941, que irá tocado con escudo y cordones del mismo año (todo ello se expone durante todo el año en el Museo de la Semana Santa). Así mismo, para atar las manos de la Imagen a la Columna se utilizarán los cordones más antiguos que se conservan, que son del año 1943. Será, sin duda, una de las cu-riosidades que nos dejarán los desfiles de la Semana Santa 2015

Ya para finalizar, informamos sobre un reto que nació en el año 2002, con el 150º Aniversario de la Hermandad, y que ahora, 13 años después, tenemos la ilusión de que se convierta en realidad enmarcado en los actos de este 75 Aniversario. Se trata de la posibilidad de que la Hermandad viaje a Roma este año para contemplar la reliquia de la Sagrada Columna donde Cristo fue flagelado que se encuentra en la Basílica de Santa Práxedes de la capital italiana. El viaje tendrá lugar del 1 al 4 de Junio y al mismo podrán apuntarse cuantos hermanos deseen hasta cubrir las plazas disponibles. Además de esta visita, dis-frutaremos del resto de encantos que ofrece esta bella ciudad: Coliseo, Foro Romano, Palatino, Basílica de San Pedro,… Ade-más, asistiremos a la Audiencia que su Santidad el Papa ofrece cada miércoles en la Plaza de San Pedro. Sin duda una opor-tunidad única para visitar Roma y una experiencia inolvidable para la Hermandad.

Cerraremos así por tanto un año especial, con un im-portante programa de actividades que servirán para honrar a Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna y para recor-dar a los que ya no están, pero que en su día, hace 75 años, trabajaron para que hoy tengamos la suerte de disfrutar de un legado único que, entre todos, debemos cuidar y valorar como Él merece.

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A lo largo de estos 75 años de historia, la talla ha sufrido, como todas, el paso del tiempo. Por este motivo, la Herman-dad decidió restaurarla en el año 1979, por mediación de los hermanos Pérez del Moral. Posteriormente, en el año 2000, se volvió a realizar el proceso, siendo el encargado de este trabajo el afamado restaurador D. Raimundo Cruz Solís, quien, en su estudio de Madrid, realizó un magnífico trabajo que volvió a dotar de todo su esplendor a la imagen. Como anécdota, seña-lar que se dejó sin tocar el pie izquierdo, que recogía todas las muestras de fe que le dejan, diariamente, los hermanos y de-votos del barrio de San Antón que se acercan por la Parroquia.

Han pasado 75 años de la creación de la talla, y desde la Junta de Diputación de la Hermandad se entendió que era una ocasión muy especial que merecía la preparación de unos actos conmemorativos. Desde un primer momento se entendió que había dos protagonistas en este Aniversario. Por un lado, como no puede ser de otra manera, el protagonista principal: la Talla de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna; por otro, ob-viamente, su autor, el escultor Luis Marco Pérez.

Precisamente para honrar la memoria de este último y te-nerle presente en este Aniversario, la Hermandad ha preparado un acto en el Cementerio de San Isidro, lugar donde descansan los restos del escultor. Nuestro Consiliario, D. Gonzalo Marín oficiará el rezo de un responso en su recuerdo, y posterior-mente dos niños de la Hermandad depositarán un ramo de flores en su lápida. Tras este breve y sentido acto, se realizará una comida popular de Hermandad en los alrededores del Ce-menterio, con todos los hermanos que lo deseen. Este acto en memoria de Luis Marco Pérez será el domingo 8 de Marzo a las 13:30 h. (es posible que este acto se haya celebrado ya en el momento en que se publiquen estas líneas)

Pero no acaba ahí el reconocimiento al escultor de Fuente-lespino de Moya, puesto que también estará también presente en otro de los actos que la Hermandad ha preparado para esta Cuaresma. En este caso se trata de un Concierto de Marchas Procesionales que se llevará a cabo el sábado 21 de Marzo de 2015, a las 20:30 h. en el Teatro Auditorio de nuestra ciudad. La fecha, no es casual, y es que, como comentábamos al prin-cipio de este artículo, fue ese día, pero 75 años atrás, cuando el “Amarrao” hacía su primer desfile procesional.

El Concierto será ofrecido por la Agrupación Musical “Ntra. Sra. de Riánsares”, de Tarancón, conocida ampliamente en entre los nazarenos conquenses por sus brillantes partici-paciones año tras año en nuestros desfiles procesionales. La agrupación, dirigida por D. Isabelo Chaves, pondrá sobre el escenario alrededor de 100 músicos que a buen seguro nos de-leitarán con un concierto sobrio y lleno de matices, en el que interpretarán un interesante repertorio -con alguna que otra sorpresa- que, a una semana apenas del inicio de la Semana Santa, llegará a los corazones nazarenos de los asistentes. Al menos esa es la ilusión con la que la Hermandad ha organizado este acto que, además, contará con la participación del Coro de Cámara “Alonso Lobo” que no ha querido faltar a esta cita tan importante para la Hermandad.

Pero, como hemos dicho anteriormente, el protagonista principal de este Aniversario es, obviamente, la Talla de Nues-

tro Padre Jesús Amarrado a la Columna. Por este motivo, cerra-remos estos actos conmemorativos con una Misa de Acción de Gracias que tendrá lugar el domingo 10 de Mayo de 2015 a las 12:00 h. en la S. I. Catedral Basílica de Cuenca. La Ceremonia será oficiada por el Consiliario de la Hermandad, D. Gonzalo Marín, con la aportación musical del Coro de Cámara “Alonso Lobo”. Será una ceremonia distinta, especial, como la ocasión merece, y una buena oportunidad de disfrutar de la presencia del “Amarrao” en la Catedral dos años después de su participa-ción en el Vía Crucis de la Fe. Será un día en el que, a muchos, nos vengan grandes recuerdos a la cabeza, no sólo de ese día, sino de los varios que, por desgracia, a lo largo de los años, la lluvia ha obligado a finalizar el desfile de Jueves Santo, antes de lo previsto, en el citado templo.

Al finalizar la Misa, se celebrará un Besapié Extraordinario a nuestra Sagrada Imagen, para que todos los hermanos y asis-tentes a la ceremonia puedan mostrarle su devoción.

Culminarán así unos actos que, además, tendrán su reflejo en la propia procesión de Jueves Santo y es que, se pretende tener un recuerdo hacia aquellos hermanos que, en los difíciles años cuarenta de reconstrucción de nuestra Semana Santa, y nada más acabar la Guerra Civil, superaron todas las adversida-des y se pusieron manos a la obra para reflotar la Hermandad, dejándonos como legado la impresionante talla que aún hoy veneramos y vemos desfilar cada Jueves Santo. Este homenaje se simbolizará mediante la utilización en el desfile del Guión más antiguo que se conserva en la Hermandad, que data del año 1941, que irá tocado con escudo y cordones del mismo año (todo ello se expone durante todo el año en el Museo de la Semana Santa). Así mismo, para atar las manos de la Imagen a la Columna se utilizarán los cordones más antiguos que se conservan, que son del año 1943. Será, sin duda, una de las cu-riosidades que nos dejarán los desfiles de la Semana Santa 2015

Ya para finalizar, informamos sobre un reto que nació en el año 2002, con el 150º Aniversario de la Hermandad, y que ahora, 13 años después, tenemos la ilusión de que se convierta en realidad enmarcado en los actos de este 75 Aniversario. Se trata de la posibilidad de que la Hermandad viaje a Roma este año para contemplar la reliquia de la Sagrada Columna donde Cristo fue flagelado que se encuentra en la Basílica de Santa Práxedes de la capital italiana. El viaje tendrá lugar del 1 al 4 de Junio y al mismo podrán apuntarse cuantos hermanos deseen hasta cubrir las plazas disponibles. Además de esta visita, dis-frutaremos del resto de encantos que ofrece esta bella ciudad: Coliseo, Foro Romano, Palatino, Basílica de San Pedro,… Ade-más, asistiremos a la Audiencia que su Santidad el Papa ofrece cada miércoles en la Plaza de San Pedro. Sin duda una opor-tunidad única para visitar Roma y una experiencia inolvidable para la Hermandad.

Cerraremos así por tanto un año especial, con un im-portante programa de actividades que servirán para honrar a Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna y para recor-dar a los que ya no están, pero que en su día, hace 75 años, trabajaron para que hoy tengamos la suerte de disfrutar de un legado único que, entre todos, debemos cuidar y valorar como Él merece.

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“Es un símbolo de unión, de esfuerzo y de superación para todos los Hermanos y devotos, y está en el amor, la en-trega y la pasión de cada uno de nazarenos de Cuenca”.

Corría el año 1942. Las circunstancias obligaban y, al ha-berse perdido prácticamente todo en la guerra que acababa de terminar, cada Semana Santa era una Semana Santa nueva. El Jueves Santo de aquel año comenzaba a parecerse a los de años atrás, a los de toda la vida, con el habitual bullicio de gente avanzando calle abajo por la Carretería, los corri-llos de curiosos formándose en el entorno del Puente de San Antón y las familias acudiendo a la ermita del viejo arrabal para componer las filas de la procesión más añeja de Cuenca.

Aquel año desfilaba, por primera vez, la talla de la Virgen de la Soledad que el insigne imaginero conquense Luis Marco Pérez había hecho brotar de la madera unos meses atrás. Salió a la calle con sencillez, ataviada con un vestido granate y el manto negro anterior a la guerra, así como la corona de reina que su camarera le regaló en 1927, la primera de este tipo que existió en las procesiones de Cuenca. En realidad, no hacía falta nada más; la imagen cautivó a todos con su afligida her-mosura, su melancólico rostro surcado de lágrimas brillantes como estrellas y su intensa presencia. A pesar de la pequeñez de sus modestas andas y de la forzosa austeridad de su atavío, la Soledad se veía grandiosa.

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Junta de Diputación de la V.H. de Ntra. Sra. de la Soledad del Puente

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“Es un símbolo de unión, de esfuerzo y de superación para todos los Hermanos y devotos, y está en el amor, la en-trega y la pasión de cada uno de nazarenos de Cuenca”.

Corría el año 1942. Las circunstancias obligaban y, al ha-berse perdido prácticamente todo en la guerra que acababa de terminar, cada Semana Santa era una Semana Santa nueva. El Jueves Santo de aquel año comenzaba a parecerse a los de años atrás, a los de toda la vida, con el habitual bullicio de gente avanzando calle abajo por la Carretería, los corri-llos de curiosos formándose en el entorno del Puente de San Antón y las familias acudiendo a la ermita del viejo arrabal para componer las filas de la procesión más añeja de Cuenca.

Aquel año desfilaba, por primera vez, la talla de la Virgen de la Soledad que el insigne imaginero conquense Luis Marco Pérez había hecho brotar de la madera unos meses atrás. Salió a la calle con sencillez, ataviada con un vestido granate y el manto negro anterior a la guerra, así como la corona de reina que su camarera le regaló en 1927, la primera de este tipo que existió en las procesiones de Cuenca. En realidad, no hacía falta nada más; la imagen cautivó a todos con su afligida her-mosura, su melancólico rostro surcado de lágrimas brillantes como estrellas y su intensa presencia. A pesar de la pequeñez de sus modestas andas y de la forzosa austeridad de su atavío, la Soledad se veía grandiosa.

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de cinco pétalos, tan características en la obra de Encarnación que pueden ser tenidas como su firma. El manto, lógicamen-te, estaba pensado para adaptarse armónicamente a las andas de Marco Pérez; de ahí la gran importancia del eje central en torno al que se articula toda la composición, cuya verticalidad y rectitud se apreciaba magníficamente en esas andas, en las que el manto tenía una caída menos inclinada. Este eje separa las dos mitades del dibujo, que son idénticas. Está claro que Encarnación puso en esta obra toda su maestría, y acaso todo su cariño, bordando con multitud de técnicas distintas, tanto en piezas separadas como directamente sobre la tela.

El manto causó sensación. Cuando los hermanos vieron a su Soledad desfilar orlada de oro, con el manto abultado, formando aquellas vistas tan amplias que se le colocaban en-tonces, y aquella elegante cola cayendo por la parte trasera del paso dorado… sintieron, seguramente, que todos los esfuerzos habían merecido la pena. Tanto es así que, aquel año 1954, el del estreno, los hermanos no dudaron en sacar el paso entero a las puertas de San Antón, concluida la puesta en andas, para fotografiar el magnífico conjunto. Unas fotografías que han quedado para la posteridad como la mejor muestra del orgullo de toda una Hermandad, que veía culminados años de bús-queda, de sudor, de apretarse el cinturón para que cada año la Madre saliera un poquito más hermosa a las calles de Cuenca, saltando las barreras que la época imponía con ilusión pero, sobre todo, unidos. O, al menos, eso debieron pensar los her-

manos entonces, sin sospechar que, en realidad, el manto de Encarnación no vendría a cerrar una época sino, más bien, a abrir otra, a iniciar una nueva búsqueda, un nuevo camino que nos lleva hasta hoy.

Y es que, visto con la perspectiva de los años, el manto no hizo más que dar alas a los sueños de una Hermandad que no había parado de soñar, y de cumplir sus sueños, desde que se decidió a levantarse a sí misma de las cenizas. Parece que, una vez puesto, una vez visto en la calle, el manto espoleó la imagi-nación de los hermanos, y ya no pudieron considerar termina-do aquel proyecto que habían comenzado años atrás. Aquellas ganas de seguir creciendo, de seguir sumando, aquel asombro-so inconformismo llevo a que se adquiriese la emblemática corona de Granda, la de las estrellas azules, o a la creación de un paso de plata. Y, finalmente, aquel bendito inconformismo llevó a la hermandad, dos décadas después de que Encarna-ción diera las últimas puntadas al manto, a incorporar al paso el palio, hoy un elemento emblemático e irrenunciable de nuestra estética. Pero, en todo este proceso, el manto siempre estuvo ahí, como eje central, como pieza clave en torno a la que giraron todos los cambios, a la que siempre se miraba cuando se introducía alguna novedad en el paso. Porque, con los años, aquel manto donado por Esteban Portilla y bordado por Encarnación Román dejó de ser el manto de Esteban, o el de Encarnación; dejó de ser el manto azul, o el manto nuevo, y se convirtió en El Manto. Sin más. El Manto de la Soledad.

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Pese a todo, a partir de aquel momento la Hermandad se concentró en la titánica tarea de construir, en torno a la nueva Titular, un ajuar procesional a la altura de lo que los hermanos querían para Ella. Y así, sorteando las dificultades de una épo-ca donde nada sobraba, todo escaseaba y conseguir cualquier cosa costaba una barbaridad, se hizo posible tal logro gracias a que todos los miembros de la corporación compartieron una misma ilusión y un mismo esfuerzo, una misma meta: colocar siempre el listón más alto, crecer sin cesar, y construir para el futuro. Todos pusieron su granito de arena. La Hermandad sufragó íntegramente, y en tiempo récord, el coste de las anti-guas andas, las que diseñara el propio Marco Pérez. Andas que, por cierto, y aunque muchos lo desconozcan, también llevaban palio, aunque éste nunca se llegara a realizar. Algunos herma-nos, los que pudieron, donaron enseres e incluso prendas para el ajuar de la Virgen, como la hermosa y añorada Saya de los dragones, la primera bordada que llevó la Soledad, con la que salió durante tantos años y que, por desgracia, hace mucho que no se contempla.

Y la fortuna quiso que en 1953, el mismo año en que se había estrenado aquella primera saya bordada, al hermano Es-teban Portilla le tocase un premio de Lotería Nacional. Con la que estaba cayendo, podría haberlo gastado íntegramente en sí mismo o en su familia y nadie se lo hubiera reprochado. Pero el bueno de Esteban tomó una decisión que supondría un punto de inflexión en la historia de la Hermandad: pagar de su

bolsillo la hechura de un manto de terciopelo bordado en oro para su Virgen de la Soledad. Dado que unos años antes se ha-bía tomado la decisión de sustituir el color negro, el que había distinguido a la dolorosa del Jueves Santo desde hacía siglos, por el azul noche, se quiso mantener este color también en la nueva pieza. Y con esta premisa en mente, y la intención de que el manto fuese el colofón a aquel esfuerzo enorme que se estaba haciendo para crear un paso de gran belleza, la Herman-dad se dirigió a otra de sus hermanas, Encarnación Román, de cuyas manos comenzaban a salir las obras que la convertirían en la gran bordadora de nuestra Semana Santa.

El manto que ideó Encarnación es una obra fantástica, que destila elegancia y brillantez por sus cuatro costados. Una com-posición de clara inspiración barroca, en la que se aprecia una trama de motivos vegetales muy estilizados que, partiendo de una hoja de cardo situada en la cola del manto, se va extendien-do por casi toda la superficie de la tela, y sólo deja dos peque-ñas islas sin cubrir, como dos ventanas en las que se asoma el azul intenso del fondo. Los tallos, adelgazados hasta conver-tirse, en muchos casos, en finas líneas, se enroscan y caraco-lean dibujando formas circulares, sinuosas, o bien se extienden como abanicos, formando una composición de gran continui-dad que parece estar creciendo y germinando en una explosión de flores de mil formas distintas. Porque, ante la ausencia de hojas de cardo o acanto que llenen el dibujo, son las flores que lo salpican las que toman protagonismo, especialmente las

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de cinco pétalos, tan características en la obra de Encarnación que pueden ser tenidas como su firma. El manto, lógicamen-te, estaba pensado para adaptarse armónicamente a las andas de Marco Pérez; de ahí la gran importancia del eje central en torno al que se articula toda la composición, cuya verticalidad y rectitud se apreciaba magníficamente en esas andas, en las que el manto tenía una caída menos inclinada. Este eje separa las dos mitades del dibujo, que son idénticas. Está claro que Encarnación puso en esta obra toda su maestría, y acaso todo su cariño, bordando con multitud de técnicas distintas, tanto en piezas separadas como directamente sobre la tela.

El manto causó sensación. Cuando los hermanos vieron a su Soledad desfilar orlada de oro, con el manto abultado, formando aquellas vistas tan amplias que se le colocaban en-tonces, y aquella elegante cola cayendo por la parte trasera del paso dorado… sintieron, seguramente, que todos los esfuerzos habían merecido la pena. Tanto es así que, aquel año 1954, el del estreno, los hermanos no dudaron en sacar el paso entero a las puertas de San Antón, concluida la puesta en andas, para fotografiar el magnífico conjunto. Unas fotografías que han quedado para la posteridad como la mejor muestra del orgullo de toda una Hermandad, que veía culminados años de bús-queda, de sudor, de apretarse el cinturón para que cada año la Madre saliera un poquito más hermosa a las calles de Cuenca, saltando las barreras que la época imponía con ilusión pero, sobre todo, unidos. O, al menos, eso debieron pensar los her-

manos entonces, sin sospechar que, en realidad, el manto de Encarnación no vendría a cerrar una época sino, más bien, a abrir otra, a iniciar una nueva búsqueda, un nuevo camino que nos lleva hasta hoy.

Y es que, visto con la perspectiva de los años, el manto no hizo más que dar alas a los sueños de una Hermandad que no había parado de soñar, y de cumplir sus sueños, desde que se decidió a levantarse a sí misma de las cenizas. Parece que, una vez puesto, una vez visto en la calle, el manto espoleó la imagi-nación de los hermanos, y ya no pudieron considerar termina-do aquel proyecto que habían comenzado años atrás. Aquellas ganas de seguir creciendo, de seguir sumando, aquel asombro-so inconformismo llevo a que se adquiriese la emblemática corona de Granda, la de las estrellas azules, o a la creación de un paso de plata. Y, finalmente, aquel bendito inconformismo llevó a la hermandad, dos décadas después de que Encarna-ción diera las últimas puntadas al manto, a incorporar al paso el palio, hoy un elemento emblemático e irrenunciable de nuestra estética. Pero, en todo este proceso, el manto siempre estuvo ahí, como eje central, como pieza clave en torno a la que giraron todos los cambios, a la que siempre se miraba cuando se introducía alguna novedad en el paso. Porque, con los años, aquel manto donado por Esteban Portilla y bordado por Encarnación Román dejó de ser el manto de Esteban, o el de Encarnación; dejó de ser el manto azul, o el manto nuevo, y se convirtió en El Manto. Sin más. El Manto de la Soledad.

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Pese a todo, a partir de aquel momento la Hermandad se concentró en la titánica tarea de construir, en torno a la nueva Titular, un ajuar procesional a la altura de lo que los hermanos querían para Ella. Y así, sorteando las dificultades de una épo-ca donde nada sobraba, todo escaseaba y conseguir cualquier cosa costaba una barbaridad, se hizo posible tal logro gracias a que todos los miembros de la corporación compartieron una misma ilusión y un mismo esfuerzo, una misma meta: colocar siempre el listón más alto, crecer sin cesar, y construir para el futuro. Todos pusieron su granito de arena. La Hermandad sufragó íntegramente, y en tiempo récord, el coste de las anti-guas andas, las que diseñara el propio Marco Pérez. Andas que, por cierto, y aunque muchos lo desconozcan, también llevaban palio, aunque éste nunca se llegara a realizar. Algunos herma-nos, los que pudieron, donaron enseres e incluso prendas para el ajuar de la Virgen, como la hermosa y añorada Saya de los dragones, la primera bordada que llevó la Soledad, con la que salió durante tantos años y que, por desgracia, hace mucho que no se contempla.

Y la fortuna quiso que en 1953, el mismo año en que se había estrenado aquella primera saya bordada, al hermano Es-teban Portilla le tocase un premio de Lotería Nacional. Con la que estaba cayendo, podría haberlo gastado íntegramente en sí mismo o en su familia y nadie se lo hubiera reprochado. Pero el bueno de Esteban tomó una decisión que supondría un punto de inflexión en la historia de la Hermandad: pagar de su

bolsillo la hechura de un manto de terciopelo bordado en oro para su Virgen de la Soledad. Dado que unos años antes se ha-bía tomado la decisión de sustituir el color negro, el que había distinguido a la dolorosa del Jueves Santo desde hacía siglos, por el azul noche, se quiso mantener este color también en la nueva pieza. Y con esta premisa en mente, y la intención de que el manto fuese el colofón a aquel esfuerzo enorme que se estaba haciendo para crear un paso de gran belleza, la Herman-dad se dirigió a otra de sus hermanas, Encarnación Román, de cuyas manos comenzaban a salir las obras que la convertirían en la gran bordadora de nuestra Semana Santa.

El manto que ideó Encarnación es una obra fantástica, que destila elegancia y brillantez por sus cuatro costados. Una com-posición de clara inspiración barroca, en la que se aprecia una trama de motivos vegetales muy estilizados que, partiendo de una hoja de cardo situada en la cola del manto, se va extendien-do por casi toda la superficie de la tela, y sólo deja dos peque-ñas islas sin cubrir, como dos ventanas en las que se asoma el azul intenso del fondo. Los tallos, adelgazados hasta conver-tirse, en muchos casos, en finas líneas, se enroscan y caraco-lean dibujando formas circulares, sinuosas, o bien se extienden como abanicos, formando una composición de gran continui-dad que parece estar creciendo y germinando en una explosión de flores de mil formas distintas. Porque, ante la ausencia de hojas de cardo o acanto que llenen el dibujo, son las flores que lo salpican las que toman protagonismo, especialmente las

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Obviamente, los años no pasan en balde. La lluvia, el trasiego que lleva poner y quitar el manto para que salga en procesión, llevarlo a su lugar de reposo, donde las amorosas manos de las monjas lo han cuidado tantos y tantos años, para luego volverlo a sacar… todas estas cosas hicieron que el manto de Encarnación se fuese deteriorando. Tanto es así que, incluso, la Hermandad llegó a temer que fuera irrecupe-rable, y tuvo que estudiar la posibilidad de hacer uno nue-vo. Afortunadamente, se optó por la restauración y, gracias a ello, no sólo hemos conservado hasta nuestros días esta joya de nuestro patrimonio, sino que su valor sentimental, que ya era grande, creció aún más. Y es que, aquel manto fruto del amor de un hermano por su Virgen, hecho con el amor de una artista por su trabajo y la devoción de una her-mana por su Soledad; aquel manto fue restaurado por Eva María Gómez Román, hija de Encarnación, quien, además de realizar un trabajo magnífico, dejó para siempre prendido al manto, también, el amor de una hija por su madre. Fue en 1996; Encarnación era ya muy mayor, y no podía acometer la restauración de su propia obra, pero Eva se armó de toda la paciencia del mundo y, haciendo un esfuerzo que sólo pueden calibrar quienes conocen cómo se borda una pieza de estas características, pasó toda la labor a nuevo terciopelo. También entonces se aprovechó para añadirle unas piezas a la parte baja de las vistas del manto, que quedaba corto debido a que, con el palio, la colocación del manto había cambiado mucho con respecto a la original.

La pieza más emblemática del ajuar de la Virgen recupe-raba su esplendor, y desfilaba, una vez más, por esa Cuenca nuestra de piedra y agua, de cuestas infinitas, cobijando a la Madre, como siempre. El manto fue testigo de aquellos años inolvidables, de aquellos desfiles magistrales, incluso de aquel del cambio de recorrido, en el que se perdió tanta lírica, tanta poesía, pero se ganó tanta dignidad y brillantez para un des-file que se ahogaba en su itinerario antiguo. Pero también fue protagonista de la inexorable lluvia que, desgraciadamente, castigó la Procesión de Paz y Caridad con tanta dureza y en tantas ocasiones, deteriorándose progresivamente hasta que el terciopelo acabó mostrando daños más que visibles en zonas bastante amplias de la superficie del manto. Había que hacer algo. Por eso se decidió llevar a cabo una nueva restauración, para devolver a esta valiosa pieza su esplendor, y aprovechar la ocasión para subsanar, en la medida de lo posible, el tradi-cional problema de dimensiones que presentaba a la hora de colocarlo en el paso.

Y así se hacía. Los bordadores del Taller sevillano Hilos con Arte de Brenes, artistas reconocidos en el mundo cofrade de toda España, asumían la responsabilidad y tomaban en sus expertas manos el Manto de la Soledad para mimarlo,

cuidarlo y tratarlo con la ternura que en su día le dedicaran Encarnación, Eva y todos los nazarenos de morado y negro. Rafael Fernández Marchena y Fernando Enríquez Morán asumieron el reto de recuperar la obra de arte y devolverle su brillantez. Y lo han hecho con sumo rigor, y un enorme respeto al diseño original de su creadora. Pero, sobre todo, lo han hecho con muchísimo cariño, con muchísimo amor. Primero separaron las piezas de bordado del antiguo tercio-pelo y reprodujeron el dibujo dándole el tamaño que iba a llevar. Más tarde pasaron ese dibujo al nuevo terciopelo con la técnica del estarcido, -consiste en ir pinchando con una aguja por encima del dibujo una vez colocado éste sobre el lugar que va a ir en el terciopelo, a continuación, sobre el papel, se espolvorean polvos de talco que se cuelan por los agujeros dejando levemente marcado el terciopelo-, una vez hecho esto, comenzaron a prender de nuevo las piezas a la tela. Con infinita paciencia y un gran detallismo sustituyeron las pocas partes que no eran recuperables, intentando salvar siempre que era posible la labor original tanto de Encarnación como de Eva. En cuanto al problema de las dimensiones del manto, lo solucionaron con astucia y delicadeza, mediante una reducción proporcional de los cabos o líneas que forman parte del dibujo, lo que ha permitido evitar la eliminación de partes de la composición original, y ha facilitado que el dise-ño primigenio de la pieza se mantenga a salvo. De esta forma, Rafael y Fernando han conseguido reducir el manto, pero de-jando la idea de Encarnación intacta, como intacta queda la historia de la Hermandad, y la huella de la intervención de 1996. En definitiva, un magnífico trabajo en el que nuestros hermanos de Brenes han puesto todo su esfuerzo, todos sus conocimientos y toda su maestría.

Hoy, año 2015, esta crónica llega a nuestros días como si de un bonito sueño se tratara, un sueño con final feliz. El manto de Nuestra Señora de la Soledad, aquel que fue posible por la generosidad del hermano Esteban, aquel que salió de las geniales manos de la hermana Encarnación, y que fue re-cuperado por su hija Eva, saldrá este año renovado gracias al mimo y el cariño de Rafael y Fernando, y de todos los miem-bros del taller que ellos dirigen. Pero, al mismo tiempo, con-servará su esencia, que no está tanto en el estilo que le dio su autora, o en la puntada de sus restauradores, o en el color más o menos azul de la tela. Su esencia está en lo que significa para nosotros, en toda la historia que queda inscrita en esos hilos para siempre, en cada persona que, alguna vez, ha sido parte de la vida del manto. Su esencia está en el amor, la entrega y la pasión que le dieron forma y lo han traído hasta nosotros. Su esencia está en que ha sido siempre, y lo seguirá siendo, un símbolo de unión, de esfuerzo y de superación para todos los hermanos y devotos de Nuestra Señora de la Soledad.

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Obviamente, los años no pasan en balde. La lluvia, el trasiego que lleva poner y quitar el manto para que salga en procesión, llevarlo a su lugar de reposo, donde las amorosas manos de las monjas lo han cuidado tantos y tantos años, para luego volverlo a sacar… todas estas cosas hicieron que el manto de Encarnación se fuese deteriorando. Tanto es así que, incluso, la Hermandad llegó a temer que fuera irrecupe-rable, y tuvo que estudiar la posibilidad de hacer uno nue-vo. Afortunadamente, se optó por la restauración y, gracias a ello, no sólo hemos conservado hasta nuestros días esta joya de nuestro patrimonio, sino que su valor sentimental, que ya era grande, creció aún más. Y es que, aquel manto fruto del amor de un hermano por su Virgen, hecho con el amor de una artista por su trabajo y la devoción de una her-mana por su Soledad; aquel manto fue restaurado por Eva María Gómez Román, hija de Encarnación, quien, además de realizar un trabajo magnífico, dejó para siempre prendido al manto, también, el amor de una hija por su madre. Fue en 1996; Encarnación era ya muy mayor, y no podía acometer la restauración de su propia obra, pero Eva se armó de toda la paciencia del mundo y, haciendo un esfuerzo que sólo pueden calibrar quienes conocen cómo se borda una pieza de estas características, pasó toda la labor a nuevo terciopelo. También entonces se aprovechó para añadirle unas piezas a la parte baja de las vistas del manto, que quedaba corto debido a que, con el palio, la colocación del manto había cambiado mucho con respecto a la original.

La pieza más emblemática del ajuar de la Virgen recupe-raba su esplendor, y desfilaba, una vez más, por esa Cuenca nuestra de piedra y agua, de cuestas infinitas, cobijando a la Madre, como siempre. El manto fue testigo de aquellos años inolvidables, de aquellos desfiles magistrales, incluso de aquel del cambio de recorrido, en el que se perdió tanta lírica, tanta poesía, pero se ganó tanta dignidad y brillantez para un des-file que se ahogaba en su itinerario antiguo. Pero también fue protagonista de la inexorable lluvia que, desgraciadamente, castigó la Procesión de Paz y Caridad con tanta dureza y en tantas ocasiones, deteriorándose progresivamente hasta que el terciopelo acabó mostrando daños más que visibles en zonas bastante amplias de la superficie del manto. Había que hacer algo. Por eso se decidió llevar a cabo una nueva restauración, para devolver a esta valiosa pieza su esplendor, y aprovechar la ocasión para subsanar, en la medida de lo posible, el tradi-cional problema de dimensiones que presentaba a la hora de colocarlo en el paso.

Y así se hacía. Los bordadores del Taller sevillano Hilos con Arte de Brenes, artistas reconocidos en el mundo cofrade de toda España, asumían la responsabilidad y tomaban en sus expertas manos el Manto de la Soledad para mimarlo,

cuidarlo y tratarlo con la ternura que en su día le dedicaran Encarnación, Eva y todos los nazarenos de morado y negro. Rafael Fernández Marchena y Fernando Enríquez Morán asumieron el reto de recuperar la obra de arte y devolverle su brillantez. Y lo han hecho con sumo rigor, y un enorme respeto al diseño original de su creadora. Pero, sobre todo, lo han hecho con muchísimo cariño, con muchísimo amor. Primero separaron las piezas de bordado del antiguo tercio-pelo y reprodujeron el dibujo dándole el tamaño que iba a llevar. Más tarde pasaron ese dibujo al nuevo terciopelo con la técnica del estarcido, -consiste en ir pinchando con una aguja por encima del dibujo una vez colocado éste sobre el lugar que va a ir en el terciopelo, a continuación, sobre el papel, se espolvorean polvos de talco que se cuelan por los agujeros dejando levemente marcado el terciopelo-, una vez hecho esto, comenzaron a prender de nuevo las piezas a la tela. Con infinita paciencia y un gran detallismo sustituyeron las pocas partes que no eran recuperables, intentando salvar siempre que era posible la labor original tanto de Encarnación como de Eva. En cuanto al problema de las dimensiones del manto, lo solucionaron con astucia y delicadeza, mediante una reducción proporcional de los cabos o líneas que forman parte del dibujo, lo que ha permitido evitar la eliminación de partes de la composición original, y ha facilitado que el dise-ño primigenio de la pieza se mantenga a salvo. De esta forma, Rafael y Fernando han conseguido reducir el manto, pero de-jando la idea de Encarnación intacta, como intacta queda la historia de la Hermandad, y la huella de la intervención de 1996. En definitiva, un magnífico trabajo en el que nuestros hermanos de Brenes han puesto todo su esfuerzo, todos sus conocimientos y toda su maestría.

Hoy, año 2015, esta crónica llega a nuestros días como si de un bonito sueño se tratara, un sueño con final feliz. El manto de Nuestra Señora de la Soledad, aquel que fue posible por la generosidad del hermano Esteban, aquel que salió de las geniales manos de la hermana Encarnación, y que fue re-cuperado por su hija Eva, saldrá este año renovado gracias al mimo y el cariño de Rafael y Fernando, y de todos los miem-bros del taller que ellos dirigen. Pero, al mismo tiempo, con-servará su esencia, que no está tanto en el estilo que le dio su autora, o en la puntada de sus restauradores, o en el color más o menos azul de la tela. Su esencia está en lo que significa para nosotros, en toda la historia que queda inscrita en esos hilos para siempre, en cada persona que, alguna vez, ha sido parte de la vida del manto. Su esencia está en el amor, la entrega y la pasión que le dieron forma y lo han traído hasta nosotros. Su esencia está en que ha sido siempre, y lo seguirá siendo, un símbolo de unión, de esfuerzo y de superación para todos los hermanos y devotos de Nuestra Señora de la Soledad.

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cal nacional e internacional. Se dispuso para ello concretar una fecha permanente para su celebración. Estableciéndose que fuera siempre el viernes anterior al Viernes de Dolores. Fecha que ha permanecido invariable en todas las ediciones. También se acordó que los conciertos estarían siempre interpretados por la Banda de Música de Cuenca, afianzando, de esta forma, el especial vínculo que nuestra hermandad mantenía con esta banda de música. Tales decisiones fueron asumidas por un equipo directivo formado por: Ramón Gómez Couso, Francisco J. Escribano Villanueva, Luis Villanueva Vergara, Luís Herráiz de la Torre, Jesús Córdoba Blan-co, Fernando Cuesta Cuenca, Eduardo Moya Escutia y Antonio Armero Patiño.

En 1992, el concierto se abrió con un homenaje al extraordi-nario conquense Alfonso Cabañas Cabeza, fallecido el uno de abril de ese año. Para ello, se modificó el programa previsto, in-terpretando en primer lugar su marcha fúnebre: “Marco Pérez ha muerto”. Durante esta edición también se escuchó “Por tu cara de pena”, del compositor José López Calvo, dedicada a la Virgen de las Angustias del Santuario. Se trata de una pieza ecléctica, que contiene una primera parte andaluza y otra castellana, acoplando los sonidos conquenses del miserere y de las turbas. Por último, cabe destacar la satisfacción que supuso para muchos asistentes es-cuchar por primera vez la marcha procesional titulada “La Quinta Angustia” de Francisco Grau Vergara, ganadora del concurso orga-nizado por la Fundación Sevillana de Electricidad en 1991. Y que desde este estreno se convirtió en una de las favoritas de nuestra Semana Santa.

A partir de 1993 y hasta 1997, a excepción de 1996, los con-ciertos de “El Huerto”, que es como se conocen coloquialmente,

además de la música instrumental, intervino también el Coro del Conservatorio de Cuenca, bajo la dirección de Fortunato Sáiz de la Iglesia. Entre otras obras corales, se han podido escuchar: el himno litúrgico “Stabat Mater Dolorosa” -“Estaba la Madre sufriendo” de Tartani (s. XVIII)-, una plegaría meditada sobre el sufrimiento de María durante la crucifixión de su hijo; y, como no, el “Miserere de Cuenca”. Las mismas piezas que se interpretan, año tras año, desde las escaleras de la iglesia de San Felipe Neri, al paso de nuestras queridas imágenes.

En 1995, concretamente el 31 de marzo, el concierto estuvo de-dicado al recuerdo del hermano Pablo Cañas, que había fallecido recientemente. El Concierto incluyó por primera vez tres marchas procesionales de gran belleza y que eran desconocidas para la ma-yoría de los asistentes: “Esperanza Macarena” (Morales), “Estrella Sublime” (M. Farian) y “Corpus Christi. (Anónimo).

En 1996 actúan la soprano Marián Cortés y la pianista Elisa Pulla, que interpretan entre otras obras “El Mesías de Haendel”. En el apartado de marchas procesionales se escucha por primera vez “Corona de Espinas”, compuesta por Aurelio Fernández Cabrera, director de la Banda. Fuera de programa se estrena la marcha “En tu dolorida presencia”, compuesta por el músico Usano. El concier-to estuvo dedicado a la memoria del escultor Luís Marco Pérez en el año que se cumplía el centenario de su nacimiento.

En el VII Concierto de Marchas, celebrado del día 14 de mar-zo de 1997, se estrena la composición “Entre Banzos” de Juan Car-los Aguilar Arias. Músico por aquel tiempo de la Banda, de la que, pasados unos años, pasase a ser director de la misma. También se estrena la marcha del músico conquense Pedro J. García Hidalgo: “Noche de Olivos”.

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Fue en la iglesia parroquial de San Esteban Protomartir, un viernes, 8 de marzo de 1991, en plena Cuaresma y a tan solo una semana del ansiado Viernes de Dolores, cuando la Hermandad de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban organizó su primer Concierto de Marchas Procesionales con la Cooperativa Banda de Música de Cuenca, dirigida por Aurelio Fernández-Cabrera Pérez-Cejuela. La iniciativa nació como un acto más dentro del marco del quincuagésimo aniversario de la reaparición de la herman-dad tras la contienda civil española, siendo presentado por Pedro Eduardo Pérez, gran conocedor de la Semana Santa conquense. La primera marcha procesional que se pudo escuchar en el templo

fue “Dolorosa” de A. San Nicolás, y lo cerró “Nuestro Padre Jesús” de Emilio Cebrián, marcha que para nuestra hermandad tiene un especial significado.

La respuesta de los nazarenos y de la gente de Cuenca fue impresionante, llenando el templo, por lo que el equipo direc-tivo de la hermandad dispuso repetir el evento, en años sucesi-vos, como un acto cultural más dentro de la abundante y variada oferta que existe alrededor del entorno nazareno de Cuenca. Un acto dedicado a la música nazarena; una actividad que ilustrase las marchas procesionales compuestas tanto por músicos conquen-ses como aquellas otras que forman parte del patrimonio musi-

Por Rafael Torres

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cal nacional e internacional. Se dispuso para ello concretar una fecha permanente para su celebración. Estableciéndose que fuera siempre el viernes anterior al Viernes de Dolores. Fecha que ha permanecido invariable en todas las ediciones. También se acordó que los conciertos estarían siempre interpretados por la Banda de Música de Cuenca, afianzando, de esta forma, el especial vínculo que nuestra hermandad mantenía con esta banda de música. Tales decisiones fueron asumidas por un equipo directivo formado por: Ramón Gómez Couso, Francisco J. Escribano Villanueva, Luis Villanueva Vergara, Luís Herráiz de la Torre, Jesús Córdoba Blan-co, Fernando Cuesta Cuenca, Eduardo Moya Escutia y Antonio Armero Patiño.

En 1992, el concierto se abrió con un homenaje al extraordi-nario conquense Alfonso Cabañas Cabeza, fallecido el uno de abril de ese año. Para ello, se modificó el programa previsto, in-terpretando en primer lugar su marcha fúnebre: “Marco Pérez ha muerto”. Durante esta edición también se escuchó “Por tu cara de pena”, del compositor José López Calvo, dedicada a la Virgen de las Angustias del Santuario. Se trata de una pieza ecléctica, que contiene una primera parte andaluza y otra castellana, acoplando los sonidos conquenses del miserere y de las turbas. Por último, cabe destacar la satisfacción que supuso para muchos asistentes es-cuchar por primera vez la marcha procesional titulada “La Quinta Angustia” de Francisco Grau Vergara, ganadora del concurso orga-nizado por la Fundación Sevillana de Electricidad en 1991. Y que desde este estreno se convirtió en una de las favoritas de nuestra Semana Santa.

A partir de 1993 y hasta 1997, a excepción de 1996, los con-ciertos de “El Huerto”, que es como se conocen coloquialmente,

además de la música instrumental, intervino también el Coro del Conservatorio de Cuenca, bajo la dirección de Fortunato Sáiz de la Iglesia. Entre otras obras corales, se han podido escuchar: el himno litúrgico “Stabat Mater Dolorosa” -“Estaba la Madre sufriendo” de Tartani (s. XVIII)-, una plegaría meditada sobre el sufrimiento de María durante la crucifixión de su hijo; y, como no, el “Miserere de Cuenca”. Las mismas piezas que se interpretan, año tras año, desde las escaleras de la iglesia de San Felipe Neri, al paso de nuestras queridas imágenes.

En 1995, concretamente el 31 de marzo, el concierto estuvo de-dicado al recuerdo del hermano Pablo Cañas, que había fallecido recientemente. El Concierto incluyó por primera vez tres marchas procesionales de gran belleza y que eran desconocidas para la ma-yoría de los asistentes: “Esperanza Macarena” (Morales), “Estrella Sublime” (M. Farian) y “Corpus Christi. (Anónimo).

En 1996 actúan la soprano Marián Cortés y la pianista Elisa Pulla, que interpretan entre otras obras “El Mesías de Haendel”. En el apartado de marchas procesionales se escucha por primera vez “Corona de Espinas”, compuesta por Aurelio Fernández Cabrera, director de la Banda. Fuera de programa se estrena la marcha “En tu dolorida presencia”, compuesta por el músico Usano. El concier-to estuvo dedicado a la memoria del escultor Luís Marco Pérez en el año que se cumplía el centenario de su nacimiento.

En el VII Concierto de Marchas, celebrado del día 14 de mar-zo de 1997, se estrena la composición “Entre Banzos” de Juan Car-los Aguilar Arias. Músico por aquel tiempo de la Banda, de la que, pasados unos años, pasase a ser director de la misma. También se estrena la marcha del músico conquense Pedro J. García Hidalgo: “Noche de Olivos”.

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Fue en la iglesia parroquial de San Esteban Protomartir, un viernes, 8 de marzo de 1991, en plena Cuaresma y a tan solo una semana del ansiado Viernes de Dolores, cuando la Hermandad de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban organizó su primer Concierto de Marchas Procesionales con la Cooperativa Banda de Música de Cuenca, dirigida por Aurelio Fernández-Cabrera Pérez-Cejuela. La iniciativa nació como un acto más dentro del marco del quincuagésimo aniversario de la reaparición de la herman-dad tras la contienda civil española, siendo presentado por Pedro Eduardo Pérez, gran conocedor de la Semana Santa conquense. La primera marcha procesional que se pudo escuchar en el templo

fue “Dolorosa” de A. San Nicolás, y lo cerró “Nuestro Padre Jesús” de Emilio Cebrián, marcha que para nuestra hermandad tiene un especial significado.

La respuesta de los nazarenos y de la gente de Cuenca fue impresionante, llenando el templo, por lo que el equipo direc-tivo de la hermandad dispuso repetir el evento, en años sucesi-vos, como un acto cultural más dentro de la abundante y variada oferta que existe alrededor del entorno nazareno de Cuenca. Un acto dedicado a la música nazarena; una actividad que ilustrase las marchas procesionales compuestas tanto por músicos conquen-ses como aquellas otras que forman parte del patrimonio musi-

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El 27 de marzo de 1998, se escucha por primera vez en el con-cierto las marchas “Cuenca Santa” de Francisco J. Gil, -finalista del Concurso Nacional de Marchas Procesionales, celebrado en Cuenca en fechas anteriores-; “La Oración del Huerto” de Julián López Calvo en 1978 y dedicada a la hermandad; “Por un Viejo Turbo”, de José López Calvo, obra que dedicó a su amigo José María Muro. El músico y compositor Pedro José García Hidalgo estrena y dirige “Malco”, marcha dedicada a la hermandad de San Pedro Apóstol; “Lienzo Sagrado”, de Juan Carlos Aguilar Arias, obra que resultó ganadora del Concurso de Marchas Procesiona-les organizado por la Asociación Cultural Hoces Nazarena, junto con la marcha “Las Cruces de la Merced”, del director de la Banda, Aurelio Fernández Cabrera.

En el IX Concierto, se celebró el día 12 de marzo de 1999. En su programa se incluyeron la obra “Cristo Pollinico” de Raúl Mo-reno, con el fin de dar a conocer marchas y compositores de otras regiones de España. Pedro José García Hidalgo estrena otra obra: “Flevit Amare”, esta vez dedicada a la V. H. de la Negación de San Pedro. En la mitad del concierto, Manuel Calzada, presidente en esos momentos de la Junta de Cofradías de Cuenca, presenta la edición del primer CD de marchas procesionales de la Banda de Música de Cuenca. El presidente hace entrega a un representante de la Banda de la insignia de la máxima institución nazarena: “con agradecimiento por su desinteresado esfuerzo y su colaboración en la realización del CD, plasmando su calidad en esta antología musical nazarena”.

El 7 de abril de 2000, décima edición, se estrenan las obras: “Tu Silenciosa Mirada”, de Juan Carlos Aguilar Arias, dedicada a la hermandad de la Virgen de la Soledad de San Agustín; y “Filius Dei”, de Aurelio Fernández-Cabrera, obra ganadora en el Concur-so de Marchas Procesionales de la ciudad de Orihuela. Se recupera la marcha “Camino del Calvario” de Jesús Calleja, director de la Banda de Cuenca en los años 40. En este Concierto se realiza, formalmente, el hermanamiento entre la Venerable Hermandad de Jesús Orando en el Huerto con la Banda de Música de Cuenca, aprobado en Junta General Ordinaria de la hermandad celebrada el día dos de mayo de 1999. Se adopta el acuerdo, por unanimidad, para que la agrupación musical pase a formar parte como miem-bro numerario de la hermandad. Refrendaron el hermanamiento los Hermanos Mayores, que hicieron entrega de una escultura del alfarero Tomás Bux.

Dos obras fueron protagonistas en el XI Concierto, que se celebró el 30 de marzo de 2001: “Cantos de Tristeza y Esperan-za”, de José López Calvo, marcha ganadora del Primer “Concurso de Marchas Procesionales Ciudad de Alicante”; Y “Mater Dei”, de Aurelio Fernández-Cabrera, marcha lenta galardonada con el primer premio en el “5º Certamen Nacional de Marchas Procesio-nales para la Semana Santa de San Fernando (Cádiz)”.

En el XII Concierto celebrado el día 9 de marzo de 2002 se in-terpreta por primera vez la gran obra “Virgen del Valle” del com-positor andaluz Vicente G. Zarzuela. Y se estrenan las piezas:“Et Descenderunt Eum”, de Pedro José García Hidalgo, dedicada a la hermandad del Descendimiento;, y “El Buen Jesús” de Aurelio Fernández-Cabrera que obtuvo el tercer premio en el Concurso de Marchas Procesionales “Ciudad de Málaga”. En el desarrollo del concierto se rinde un merecido homenaje al componente de la banda de música, Constancio Aguirre Belmar, fallecido recien-temente, dedicándole la interpretación de la marcha del maestro Texidor: “Sueño Eterno”.

En el XIII Concierto, celebrado el día 4 de abril de 2003, se es-trenan: “Llora Jerusalén”, de Aurelio Fernandez-Cabrera, marcha lenta ganadora del “III Concurso Nacional de Composiciones de Marchas Procesionales Ciudad de Alicante”; y “Marcha por Nuestro Cristo Yacente”, de José López Calvo. Impresionante in-terpretación de la Banda de Música que fue dirigida por el propio compositor. Concluida la marcha, el autor ofreció la partitura de la misma a José María Álvarez de Toledo, Conde de la Ventosa, y maestre del Muy Ilustre Cabildo de Caballeros de Cuenca, que la aceptó emocionado. José Sola Palmer, músico valenciano, estrena la marcha lenta: “Oratio Hortus”, dedicada a la Hermandad de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban, que según sus pro-pias palabras textuales: ”tanto ha hecho y sigue haciendo por la música de Semana Santa”. Se escucharon por primera vez en el concierto: “El Héroe Muerto”, de Mariano San Miguel; “Marcha Fúnebre” de Beethoven; y “Hosanna”, del compositor Ricardo Dorado

Llegó el 2004, y el 26 de marzo se celebró el XIV Concierto. En esta ocasión celebrado el día 26 de marzo de 2004, se estrenan las marchas: “Santo Rostro”, del músico conquense, José Carlos Martínez. “La Negación”, de José Vicente Monedero, dedicada a la hermandad de La Negación de San Pedro. “30 Denarios”, de Juan Carlos Aguilar Arias, compuesta para la hermandad del Prendimiento de Jesús en el anuario de su Primer Centenario; y “Jesús Marcha al Calvario”, del maestro Aurelio Fernández-Cabrera.

En el ecuador del concierto se presenta un CD doble de Mar-chas Procesionales, que consta de veintisiete composiciones es-cogidas de entre todas las interpretadas en los conciertos. Está producido por la propia hermandad e interpretado por la Banda de Música de Cuenca en grabación realizada la Iglesia de San Miguel. Con este CD la hermandad de El Huerto de San Esteban pretende rendir el merecido homenaje a Don Aurelio Fernández-Cabrera en el año de su jubilación como director de la Banda de Música de Cuenca y también reconocerle como el principal “cómplice” con el que contó la hermandad para la instauración del Concierto, así como a la propia banda.

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El 27 de marzo de 1998, se escucha por primera vez en el con-cierto las marchas “Cuenca Santa” de Francisco J. Gil, -finalista del Concurso Nacional de Marchas Procesionales, celebrado en Cuenca en fechas anteriores-; “La Oración del Huerto” de Julián López Calvo en 1978 y dedicada a la hermandad; “Por un Viejo Turbo”, de José López Calvo, obra que dedicó a su amigo José María Muro. El músico y compositor Pedro José García Hidalgo estrena y dirige “Malco”, marcha dedicada a la hermandad de San Pedro Apóstol; “Lienzo Sagrado”, de Juan Carlos Aguilar Arias, obra que resultó ganadora del Concurso de Marchas Procesiona-les organizado por la Asociación Cultural Hoces Nazarena, junto con la marcha “Las Cruces de la Merced”, del director de la Banda, Aurelio Fernández Cabrera.

En el IX Concierto, se celebró el día 12 de marzo de 1999. En su programa se incluyeron la obra “Cristo Pollinico” de Raúl Mo-reno, con el fin de dar a conocer marchas y compositores de otras regiones de España. Pedro José García Hidalgo estrena otra obra: “Flevit Amare”, esta vez dedicada a la V. H. de la Negación de San Pedro. En la mitad del concierto, Manuel Calzada, presidente en esos momentos de la Junta de Cofradías de Cuenca, presenta la edición del primer CD de marchas procesionales de la Banda de Música de Cuenca. El presidente hace entrega a un representante de la Banda de la insignia de la máxima institución nazarena: “con agradecimiento por su desinteresado esfuerzo y su colaboración en la realización del CD, plasmando su calidad en esta antología musical nazarena”.

El 7 de abril de 2000, décima edición, se estrenan las obras: “Tu Silenciosa Mirada”, de Juan Carlos Aguilar Arias, dedicada a la hermandad de la Virgen de la Soledad de San Agustín; y “Filius Dei”, de Aurelio Fernández-Cabrera, obra ganadora en el Concur-so de Marchas Procesionales de la ciudad de Orihuela. Se recupera la marcha “Camino del Calvario” de Jesús Calleja, director de la Banda de Cuenca en los años 40. En este Concierto se realiza, formalmente, el hermanamiento entre la Venerable Hermandad de Jesús Orando en el Huerto con la Banda de Música de Cuenca, aprobado en Junta General Ordinaria de la hermandad celebrada el día dos de mayo de 1999. Se adopta el acuerdo, por unanimidad, para que la agrupación musical pase a formar parte como miem-bro numerario de la hermandad. Refrendaron el hermanamiento los Hermanos Mayores, que hicieron entrega de una escultura del alfarero Tomás Bux.

Dos obras fueron protagonistas en el XI Concierto, que se celebró el 30 de marzo de 2001: “Cantos de Tristeza y Esperan-za”, de José López Calvo, marcha ganadora del Primer “Concurso de Marchas Procesionales Ciudad de Alicante”; Y “Mater Dei”, de Aurelio Fernández-Cabrera, marcha lenta galardonada con el primer premio en el “5º Certamen Nacional de Marchas Procesio-nales para la Semana Santa de San Fernando (Cádiz)”.

En el XII Concierto celebrado el día 9 de marzo de 2002 se in-terpreta por primera vez la gran obra “Virgen del Valle” del com-positor andaluz Vicente G. Zarzuela. Y se estrenan las piezas:“Et Descenderunt Eum”, de Pedro José García Hidalgo, dedicada a la hermandad del Descendimiento;, y “El Buen Jesús” de Aurelio Fernández-Cabrera que obtuvo el tercer premio en el Concurso de Marchas Procesionales “Ciudad de Málaga”. En el desarrollo del concierto se rinde un merecido homenaje al componente de la banda de música, Constancio Aguirre Belmar, fallecido recien-temente, dedicándole la interpretación de la marcha del maestro Texidor: “Sueño Eterno”.

En el XIII Concierto, celebrado el día 4 de abril de 2003, se es-trenan: “Llora Jerusalén”, de Aurelio Fernandez-Cabrera, marcha lenta ganadora del “III Concurso Nacional de Composiciones de Marchas Procesionales Ciudad de Alicante”; y “Marcha por Nuestro Cristo Yacente”, de José López Calvo. Impresionante in-terpretación de la Banda de Música que fue dirigida por el propio compositor. Concluida la marcha, el autor ofreció la partitura de la misma a José María Álvarez de Toledo, Conde de la Ventosa, y maestre del Muy Ilustre Cabildo de Caballeros de Cuenca, que la aceptó emocionado. José Sola Palmer, músico valenciano, estrena la marcha lenta: “Oratio Hortus”, dedicada a la Hermandad de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban, que según sus pro-pias palabras textuales: ”tanto ha hecho y sigue haciendo por la música de Semana Santa”. Se escucharon por primera vez en el concierto: “El Héroe Muerto”, de Mariano San Miguel; “Marcha Fúnebre” de Beethoven; y “Hosanna”, del compositor Ricardo Dorado

Llegó el 2004, y el 26 de marzo se celebró el XIV Concierto. En esta ocasión celebrado el día 26 de marzo de 2004, se estrenan las marchas: “Santo Rostro”, del músico conquense, José Carlos Martínez. “La Negación”, de José Vicente Monedero, dedicada a la hermandad de La Negación de San Pedro. “30 Denarios”, de Juan Carlos Aguilar Arias, compuesta para la hermandad del Prendimiento de Jesús en el anuario de su Primer Centenario; y “Jesús Marcha al Calvario”, del maestro Aurelio Fernández-Cabrera.

En el ecuador del concierto se presenta un CD doble de Mar-chas Procesionales, que consta de veintisiete composiciones es-cogidas de entre todas las interpretadas en los conciertos. Está producido por la propia hermandad e interpretado por la Banda de Música de Cuenca en grabación realizada la Iglesia de San Miguel. Con este CD la hermandad de El Huerto de San Esteban pretende rendir el merecido homenaje a Don Aurelio Fernández-Cabrera en el año de su jubilación como director de la Banda de Música de Cuenca y también reconocerle como el principal “cómplice” con el que contó la hermandad para la instauración del Concierto, así como a la propia banda.

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la proyección de imágenes, este año, y ya para todos los poste-riores, del hermano Juan Ignacio Domínguez Montejano. Como dato anecdótico cabe reseñar que este año el concierto tuvo que retrasar su comienzo debido a la caída del músico más veterano de la Banda de Música, Ángel Moreno, que le obligó a abandonar el lugar al haberse fracturado la cadera.

El XIX Concierto, celebrado el 27 de marzo de 2009, comenzó con el homenaje al músico Ángel Moreno, el más veterano de la Banda, el mismo que el año anterior sufrió una caída que le obligó a ausentarse. Llevaba 67 años como músico, comenzando cuando tenía doce con el director Jesús Calleja. En el Concierto de ese año se estrenaron las marchas procesionales: “Camino de lágrimas” de Sergio Mateo y Óscar Contreras, dedicada a la Hermandad de la Virgen de la Amargura con San Juan Apóstol, con motivo de la celebración de su primer centenario de existencia(1909-2009); “He aquí el Hombre” de José López Calvo, escrita para la Her-mandad del Ecce-Homo de San Miguel, con el añadido para esta marcha del himno Eucarístico del Pange Lingua de Santo Tomás de Aquino, la parte vocal estuvo interpretada por el profesor de música, Herminio Carrillo. Se recuperaron del cajón del olvido: “Jerusalén” de José Vélez y “Calvario” de Francisco Javier Alonso. A la finalización del mismo, la Congregación de Ntra. Sra. de la Soledad y de la Cruz del Muy Iltre. Cabildo de Caballeros y Escu-deros concedió a la Banda de Música de Cuenca un corbatín para su bandera en reconocimiento al extraordinario trabajo que hacen por y para la Semana Santa.

El XX Concierto, tuvo lugar el día 12 de marzo de 2010, se estrenaron las marchas procesionales: “Senderos de Promesas” del músico José Mencías, dedicada a la Virgen de Tejeda; y “Marcha por un Guitarrista Conquense” de los directores y compositores José López Calvo y Juan Carlos Aguilar Arias, dedicada al músico conquense Ismael Martínez Marín. Se escuchó por primera vez en el mismo la obra de Rubén Ruipérez “En tu Primera Caída”. El canto del Miserere de Cuenca que desde su primera edición pone el broche final a los Conciertos, contó con la participación de Herminio, que también intervino en la marcha de “Por tu Cara de Pena”.

Durante el Concierto se presentó a todos los asistentes un CD para conmemorar los veinte años de Conciertos en la Iglesia de San Esteban, bajo el inestimable mecenazgo de la UCLM. Se

trataba del segundo compromiso discográfico entre la Banda de Música y la Hermandad del Huerto. Fue grabado en el Paraninfo de la UCLM del Campus de Cuenca. Se trata de un CD cargado de singularidades, que recogía obras estrenadas durante estos vein-te años de conciertos junto a otras recuperadas felizmente por el maestro Aguilar Arias. Se puso en circulación de forma no venal al simbólico precio de 5 euros, que fueron destinados a la Asocia-ción Benéfica Cultural “Ayuda a Cité Soléil” de Puerto Principe (Haití), que escolariza a 2.000 niños, además de proveerles de ropa y alimentación diaria, así como de gestionar diversos centros ocu-pacionales.

Este Concierto se realiza fuera de su día habitual: el viernes anterior al Viernes de Dolores. Que este año al caer el 19 de marzo coincidía con la festividad de San José, que por aquel entonces era festivo. que este , para evitar su coincidencia con el 19 de marzo, celebración de San José, que se celebró en la ciudad.

La XXIª Edición del Concierto se celebró el 8 de abril de 2011. En ella se estrenó la marcha procesional “Lagrimas de Madre”, del profesor del Conservatorio José Antonio Esteban. Se escucharon por primera vez los acordes de las marchas procesionales: “Calle del Peso” de Luis Vicente Sánchez; “La Caída” de José Vélez; y “Al Capataz” de José Luis Torijano, dedicada al jefe de banceros del paso del “Bautismo de Jesús”, Antonio Garrido.

En el XXII Concierto, celebrado el día 23 de marzo de 2012, se estrenaron las marchas procesionales: “Orfebres de la Ribera”, del músico y compositor sevillano Manuel Alejandro González Cruz, compuesta para la Hermandad organizadora del Concier-to; así como “La Belleza de la Virgen”, del compositor y anterior director de la Banda de Música, Aurelio Fernández-Cabrera. En el curso del mismo se escucharon por primera vez las marchas procesionales: “Semana Santa en España” de Aurelio Cabañas y Óscar Contreras, y “Santísimo Cristo de la Salud” de Fernando Ugeda y Antonio Enrique Galindo Moreno. En esta última, los compositores plasmas las emociones y sentimientos vividos en el desarrollo del Vía Crucis que se celebró en Madrid, en el mes de agosto del año anterior, con motivo de la celebración de La Jornada Mundial de la Juventud, y que fue presidido por su San-tidad el Papa Benecicto XVI. Cuando la Banda de la Escuela Municipal de las Mesas tuvo el gran honor de acompañar a esta hermandad en tan importante evento.

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Concluido el concierto los integrantes de la Banda de Música hacen entrega de una placa de reconocimiento a la persona de Don Aurelio, por su labor como director de la misma durante 23 años, entregando la misma el músico más veterano, Ángel Mo-reno. También se le hace entrega de una batuta de plata. En esta ocasión el encargado es el músico más joven de la banda: Julián Caballero.

El broche final a unos de los Conciertos más emotivos y afec-tuosos que se han vivido durante estos veinticinco años lo puso el director en sus palabras de despedida: “Quiero agradecer a la Her-mandad del Huerto, su apoyo, fidelidad, reconocimiento y cariño que siempre nos ha dispensado, tratándonos como lo que somos: hermanos. Y a todos ustedes, gracias por su masiva asistencia a estos Conciertos año tras año; por su apoyo y entusiasmo demos-trado en los mismos hacía su Banda de Música. Sus aplausos nos gratifican y nos han animado para seguir adelante en esta compli-cada y difícil tarea que es “el arte de combinar los sonidos con el tiempo”… Gracias, muchas gracias. Comprenderán que no pueda seguir hablando. Antes de bajarme de este atril quiero llamar a Ra-món Gómez Couso, anterior Secretario de la hermandad y “Alma Mater” de estos conciertos para entregarle mi batuta de director para que la guarde él, junto con un especial abrazo de amistad. Pues con el empecé esta relación musical en 1991 y es mi deseo que la conserve. Gracias Ramón.”

El XVº Concierto, celebrado el día 11 de marzo de 2005, estu-vo dedicado a la “Procesión del Silencio (1905-2005)” en su I Cen-tenario. Para ello se confeccionó un programa de marchas proce-sionales en el cual cada hermandad que compone esta Procesión estuviera representada. Fue un Concierto repleto de peculiarida-des comenzando por la recuperación de la bandera de la Banda de Música tras una delicada restauración, hacía aproximadamente 30 años que no salía representando y acompañando a la misma.

La Banda de Música fue dirigida por primera vez en estos Conciertos por Juan Carlos Aguilar Arias, que al mismo tiempo se presentó ante sus paisanos como el nuevo director de la misma. Dentro del programa se estrenaron las marchas: “No lo Negaste en la Cruz” del docente y músico Manuel Millán, dedicada a la hermandad de la Negación de San Pedro; y “Jesús del Puente”del músico Rubén Ruiperez Jiménez, compuesta para la hermanad del Jueves Santo. Por primera vez se interpretan en los conciertos las

obras de “San Pedro Apóstol” de Julián López Calvo y “Pan Com-partido Sangre Derramada”, de José López Calvo, dedicada a la hermandad del Huerto de San Antón. El Concierto tuvo un mo-mento especial cuando se pidió una oración por las victimas del brutal atentado del 11-M de Madrid. En su memoria se escuchó la marcha “Nuestro Padre Jesús” de Emilio Cebrian.

El 31 de marzo de 2006 se celebró el XVIº Concierto y estuvo ofrecido al “Hermanamiento de las hermandades del Huerto de Cuenca”, efectuado unos días antes como reconocimiento y reno-vación de la fraternidad que siempre ha existido entre dos cofra-días que promueven la adoración y su culto a Jesús Orando en el Huerto de los Olivos. En el programa se incluyeron tres estrenos, “Virgen de la Esperanza” de Luis Vicente Sánchez y “La Palma al Viento”, obra de Sergio Mateo y José Mencías, y “Caminando con la Cruz” de Aurelio Fernández-Cabrera, anterior director de la Banda de Cuenca.

El XVII Concierto, se celebró el día 23 de marzo de 2007, estuvo dedicado, con todo merecimiento, al escultor de Fuentele-spino de Moya, Luís Marco Pérez, promotor de la reconstrucción de nuestra Semana Santa desde 1940 y autor del grupo escultóri-co de Jesús Orando en el Huerto, paso titular de la cofradía or-ganizadora de estos Conciertos. Se escucharon por primera vez las marchas: “Bautizando a Jesús”, dedicada a la Hermandad del Bautismo de Jesús, del compositor y director Fernando Ugeda; “Esperanza Marinera”, del afamado compositor Abel Moreno; y la marcha lenta “El Evangelista” de José Vélez. Por primera vez, desde que comenzaran los Conciertos de Marchas Procesionales, se proyectaron audiovisuales en el mismo. En esta ocasión, estas producciones fueron realizadas por Producciones Play.

El 7 de marzo de 2008 se interpretó el XVIII Concierto. En él se estrenaron: la Marcha Procesional “María Magdalena”, del di-rector y compositor Fernando Ugeda, dedicada al paso homónimo de la Hermandad del Cristo de la Luz; y “Dolor y Llanto”, ópera prima de Óscar Contreras y Sergio Mateo, jóvenes conquenses ligados al Conservatorio “Pedro Aranaz” y a la Banda de Música respectivamente, y que estaba dedicada al paso y Hermandad de la Soledad del Puente. Además, se pudieron escuchar por primera vez en el concierto las obras: “El Cristo de la Lanzada” de Ricar-do Márquez; ”Oremos” de Ricardo Dorado; y “Aurora de Santa Marina” de Abel Moreno Gómez. El conciero vueve a contar con

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El XIX Concierto, celebrado el 27 de marzo de 2009, comenzó con el homenaje al músico Ángel Moreno, el más veterano de la Banda, el mismo que el año anterior sufrió una caída que le obligó a ausentarse. Llevaba 67 años como músico, comenzando cuando tenía doce con el director Jesús Calleja. En el Concierto de ese año se estrenaron las marchas procesionales: “Camino de lágrimas” de Sergio Mateo y Óscar Contreras, dedicada a la Hermandad de la Virgen de la Amargura con San Juan Apóstol, con motivo de la celebración de su primer centenario de existencia(1909-2009); “He aquí el Hombre” de José López Calvo, escrita para la Her-mandad del Ecce-Homo de San Miguel, con el añadido para esta marcha del himno Eucarístico del Pange Lingua de Santo Tomás de Aquino, la parte vocal estuvo interpretada por el profesor de música, Herminio Carrillo. Se recuperaron del cajón del olvido: “Jerusalén” de José Vélez y “Calvario” de Francisco Javier Alonso. A la finalización del mismo, la Congregación de Ntra. Sra. de la Soledad y de la Cruz del Muy Iltre. Cabildo de Caballeros y Escu-deros concedió a la Banda de Música de Cuenca un corbatín para su bandera en reconocimiento al extraordinario trabajo que hacen por y para la Semana Santa.

El XX Concierto, tuvo lugar el día 12 de marzo de 2010, se estrenaron las marchas procesionales: “Senderos de Promesas” del músico José Mencías, dedicada a la Virgen de Tejeda; y “Marcha por un Guitarrista Conquense” de los directores y compositores José López Calvo y Juan Carlos Aguilar Arias, dedicada al músico conquense Ismael Martínez Marín. Se escuchó por primera vez en el mismo la obra de Rubén Ruipérez “En tu Primera Caída”. El canto del Miserere de Cuenca que desde su primera edición pone el broche final a los Conciertos, contó con la participación de Herminio, que también intervino en la marcha de “Por tu Cara de Pena”.

Durante el Concierto se presentó a todos los asistentes un CD para conmemorar los veinte años de Conciertos en la Iglesia de San Esteban, bajo el inestimable mecenazgo de la UCLM. Se

trataba del segundo compromiso discográfico entre la Banda de Música y la Hermandad del Huerto. Fue grabado en el Paraninfo de la UCLM del Campus de Cuenca. Se trata de un CD cargado de singularidades, que recogía obras estrenadas durante estos vein-te años de conciertos junto a otras recuperadas felizmente por el maestro Aguilar Arias. Se puso en circulación de forma no venal al simbólico precio de 5 euros, que fueron destinados a la Asocia-ción Benéfica Cultural “Ayuda a Cité Soléil” de Puerto Principe (Haití), que escolariza a 2.000 niños, además de proveerles de ropa y alimentación diaria, así como de gestionar diversos centros ocu-pacionales.

Este Concierto se realiza fuera de su día habitual: el viernes anterior al Viernes de Dolores. Que este año al caer el 19 de marzo coincidía con la festividad de San José, que por aquel entonces era festivo. que este , para evitar su coincidencia con el 19 de marzo, celebración de San José, que se celebró en la ciudad.

La XXIª Edición del Concierto se celebró el 8 de abril de 2011. En ella se estrenó la marcha procesional “Lagrimas de Madre”, del profesor del Conservatorio José Antonio Esteban. Se escucharon por primera vez los acordes de las marchas procesionales: “Calle del Peso” de Luis Vicente Sánchez; “La Caída” de José Vélez; y “Al Capataz” de José Luis Torijano, dedicada al jefe de banceros del paso del “Bautismo de Jesús”, Antonio Garrido.

En el XXII Concierto, celebrado el día 23 de marzo de 2012, se estrenaron las marchas procesionales: “Orfebres de la Ribera”, del músico y compositor sevillano Manuel Alejandro González Cruz, compuesta para la Hermandad organizadora del Concier-to; así como “La Belleza de la Virgen”, del compositor y anterior director de la Banda de Música, Aurelio Fernández-Cabrera. En el curso del mismo se escucharon por primera vez las marchas procesionales: “Semana Santa en España” de Aurelio Cabañas y Óscar Contreras, y “Santísimo Cristo de la Salud” de Fernando Ugeda y Antonio Enrique Galindo Moreno. En esta última, los compositores plasmas las emociones y sentimientos vividos en el desarrollo del Vía Crucis que se celebró en Madrid, en el mes de agosto del año anterior, con motivo de la celebración de La Jornada Mundial de la Juventud, y que fue presidido por su San-tidad el Papa Benecicto XVI. Cuando la Banda de la Escuela Municipal de las Mesas tuvo el gran honor de acompañar a esta hermandad en tan importante evento.

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Concluido el concierto los integrantes de la Banda de Música hacen entrega de una placa de reconocimiento a la persona de Don Aurelio, por su labor como director de la misma durante 23 años, entregando la misma el músico más veterano, Ángel Mo-reno. También se le hace entrega de una batuta de plata. En esta ocasión el encargado es el músico más joven de la banda: Julián Caballero.

El broche final a unos de los Conciertos más emotivos y afec-tuosos que se han vivido durante estos veinticinco años lo puso el director en sus palabras de despedida: “Quiero agradecer a la Her-mandad del Huerto, su apoyo, fidelidad, reconocimiento y cariño que siempre nos ha dispensado, tratándonos como lo que somos: hermanos. Y a todos ustedes, gracias por su masiva asistencia a estos Conciertos año tras año; por su apoyo y entusiasmo demos-trado en los mismos hacía su Banda de Música. Sus aplausos nos gratifican y nos han animado para seguir adelante en esta compli-cada y difícil tarea que es “el arte de combinar los sonidos con el tiempo”… Gracias, muchas gracias. Comprenderán que no pueda seguir hablando. Antes de bajarme de este atril quiero llamar a Ra-món Gómez Couso, anterior Secretario de la hermandad y “Alma Mater” de estos conciertos para entregarle mi batuta de director para que la guarde él, junto con un especial abrazo de amistad. Pues con el empecé esta relación musical en 1991 y es mi deseo que la conserve. Gracias Ramón.”

El XVº Concierto, celebrado el día 11 de marzo de 2005, estu-vo dedicado a la “Procesión del Silencio (1905-2005)” en su I Cen-tenario. Para ello se confeccionó un programa de marchas proce-sionales en el cual cada hermandad que compone esta Procesión estuviera representada. Fue un Concierto repleto de peculiarida-des comenzando por la recuperación de la bandera de la Banda de Música tras una delicada restauración, hacía aproximadamente 30 años que no salía representando y acompañando a la misma.

La Banda de Música fue dirigida por primera vez en estos Conciertos por Juan Carlos Aguilar Arias, que al mismo tiempo se presentó ante sus paisanos como el nuevo director de la misma. Dentro del programa se estrenaron las marchas: “No lo Negaste en la Cruz” del docente y músico Manuel Millán, dedicada a la hermandad de la Negación de San Pedro; y “Jesús del Puente”del músico Rubén Ruiperez Jiménez, compuesta para la hermanad del Jueves Santo. Por primera vez se interpretan en los conciertos las

obras de “San Pedro Apóstol” de Julián López Calvo y “Pan Com-partido Sangre Derramada”, de José López Calvo, dedicada a la hermandad del Huerto de San Antón. El Concierto tuvo un mo-mento especial cuando se pidió una oración por las victimas del brutal atentado del 11-M de Madrid. En su memoria se escuchó la marcha “Nuestro Padre Jesús” de Emilio Cebrian.

El 31 de marzo de 2006 se celebró el XVIº Concierto y estuvo ofrecido al “Hermanamiento de las hermandades del Huerto de Cuenca”, efectuado unos días antes como reconocimiento y reno-vación de la fraternidad que siempre ha existido entre dos cofra-días que promueven la adoración y su culto a Jesús Orando en el Huerto de los Olivos. En el programa se incluyeron tres estrenos, “Virgen de la Esperanza” de Luis Vicente Sánchez y “La Palma al Viento”, obra de Sergio Mateo y José Mencías, y “Caminando con la Cruz” de Aurelio Fernández-Cabrera, anterior director de la Banda de Cuenca.

El XVII Concierto, se celebró el día 23 de marzo de 2007, estuvo dedicado, con todo merecimiento, al escultor de Fuentele-spino de Moya, Luís Marco Pérez, promotor de la reconstrucción de nuestra Semana Santa desde 1940 y autor del grupo escultóri-co de Jesús Orando en el Huerto, paso titular de la cofradía or-ganizadora de estos Conciertos. Se escucharon por primera vez las marchas: “Bautizando a Jesús”, dedicada a la Hermandad del Bautismo de Jesús, del compositor y director Fernando Ugeda; “Esperanza Marinera”, del afamado compositor Abel Moreno; y la marcha lenta “El Evangelista” de José Vélez. Por primera vez, desde que comenzaran los Conciertos de Marchas Procesionales, se proyectaron audiovisuales en el mismo. En esta ocasión, estas producciones fueron realizadas por Producciones Play.

El 7 de marzo de 2008 se interpretó el XVIII Concierto. En él se estrenaron: la Marcha Procesional “María Magdalena”, del di-rector y compositor Fernando Ugeda, dedicada al paso homónimo de la Hermandad del Cristo de la Luz; y “Dolor y Llanto”, ópera prima de Óscar Contreras y Sergio Mateo, jóvenes conquenses ligados al Conservatorio “Pedro Aranaz” y a la Banda de Música respectivamente, y que estaba dedicada al paso y Hermandad de la Soledad del Puente. Además, se pudieron escuchar por primera vez en el concierto las obras: “El Cristo de la Lanzada” de Ricar-do Márquez; ”Oremos” de Ricardo Dorado; y “Aurora de Santa Marina” de Abel Moreno Gómez. El conciero vueve a contar con

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Secretario de la Venerable Hermandad de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban, en la fecha de inicio de estos Conciertos (1991), y Alma Mater de los mismos por su dedi-cación y entrega.

“En los años anteriores a la celebración de los Conciertos, había pocas oportunidades de de escuchar a la banda con cierta tranquilidad, interpretar marchas procesionales a no ser acudiendo al Almudí a sus ensayos o en la propia proce-sión, con las dificultades que esto supone”.

¿Qué supone 25 años de conciertos en San Esteban?El hecho de que se hayan celebrado ya veinticinco años

ininterrumpidos los conciertos de Marchas Procesionales, me sugieren varias razones que podrían dar respuesta a este “éxito”. En primer lugar, que fue una buena idea de la Her-mandad y de la Banda de Música de Cuenca, en segundo lugar, que desde un principio fue muy bien acogida por todo el público de Cuenca y en tercer lugar que ha habido muchas personas implicadas y con interés en que esta manifestación perdurase en el tiempo, como la colaboración imprescindible de la Parroquia de San Esteban.

¿Cómo ha sido desde tu punto de vista la trayectoria de estos 25 conciertos?

Sin lugar a duda, y así se puede comprobar año tras año, la mejora de los conciertos es innegable. Principalmente por la

calidad de los músicos que componen la Banda de Música de Cuenca y el trabajo de sus directores D. Aurelio Fernández-Cabrera, con el que comenzamos esta andadura y en la actua-lidad con Don Juan Carlos Aguilar Arias que ha mantenido y mejorado su extraordinario nivel.

¿Qué han aportado estos Conciertos a la Semana Santa de Cuenca?

En los años anteriores a la celebración de los Conciertos, había pocas oportunidades de de escuchar a la banda con cierta tranquilidad, interpretar marchas procesionales a no ser acudiendo al Almudí a sus ensayos o en la propia proce-sión, con las dificultades que esto supone. Estos Conciertos permitieron al público apreciar la verdadera calidad de nues-tra Banda de Cuenca en un lugar idóneo para ello como es el Templo de San Esteban.

Se han estrenado innumerables obras de otros composito-res de otras ciudades y se han recuperado otras que estaban en el olvido, gracias principalmente a los directores D. Aurelio y D. Juan Carlos.

Y un aspecto muy importante que ha aportado este acto ha sido el despertar el interés de muchos músicos jóvenes de Cuenca por componer Marchas Procesionales, porque sabían que iban a tener la oportunidad de estrenar sus obras en este magnífico escaparate que son los “Conciertos del Huerto”.

Ramón Gómez Couso

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Fotografías: Enrique Buendía

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En el XXIII Concierto, celebrado el día 15 de marzo de 2013, se interpretaron por primera vez en el concierto los sonidos de la marchas procesionales: “Entre Palmas y Ramos” del director y compositor Fernando Ugeda; y “Precursor” del músico Luis Vicente Sánchez. Además, intervinieron con la palabra dos gran-des conocedores de nuestra Semana de Pasión: José Miguel Ca-rretero y José Vicente Ávila. Dentro del programa se incluyó la marcha “Marco Pérez ha muerto”, como homenaje al escultor e imaginero Luis Marco Pérez, con motivo de la conmemoración del XXX Aniversario de su muerte.

Con especial cariño fue recibida por el público asiente la in-terpretación de la marcha “Ntro. Padre Jesús”, una y mil veces escuchada, y de especial significado para nuestra hermandad. En esta ocasión estaba dedicada al hermano Paco Zafra, que días antes había falleció trágicamente en accidente laboral.

Y llega el último de los celebrados hasta la fecha, el XXIV, celebrado el día 20 de marzo de 2014. En él se estrenaron va-rias marchas procesionales: “Vera Icón”, de los jóvenes músicos conquenses David Guirado y Álvaro Rozalén, que con apenas veinte años de edad emocionaron al auditorio con una pieza de-dicada a la Hermandad de “Jesús Caído y la Verónica”; también se estrenaron “El Huerto” de Luis Alberto Nevado, director de la Banda de Música de la localidad de Iniesta (Cuenca), dedicada a la Hermandad del “Huerto de San Antón”; y “Sombras de Pasión” de Juan Carlos Aguilar. Además se escuchó por primera vez en el concierto: “Mesopotamía” del murciano José Vélez, compuesta para la Hermandad conquense de ”Ntro. Señor Jesucristo Resuci-tado”, que en palabras del propio compositor era una marcha de “amplia sonoridad y de carácter épico-bíblico”. Otras novedades fueron: “La Soledad” de Carlos Cerveró y “Costalero” de Martín

Salas. En definitiva, resultó una edición intensa de los “Concier-tos del Huerto”, difícil de borrar en la memoria de los asistentes.

Como se puede comprobar en este documento, a lo largo de la historia de estos veinticinco Conciertos de Marchas Pro-cesionales con la Banda de Música de Cuenca, la organización de los mismos ha procurado desarrollar siempre un interesante programa de obras, cuidando al máximo su selección e intentan-do siempre que fuera del agrado del público asistente. La cultura musical de los nazarenos conquenses es de primera, como de pri-mera han sido y tienen que seguir siendo estos Conciertos. Año tras año, la Hermandad se esfuerza en confeccionar un extraor-dinario programa donde no falten estrenos de los compositores locales y nacionales que aumentan la larga lista de inspiraciones sinfónicas, sin renunciar al rescate de las antiguas marchas pro-cesionales que habían caído en el olvido. En estos veinticinco años se han interpretado cerca de doscientas cincuenta marchas procesionales, de las cuales casi un centenar han sido en riguroso estreno o se escuchaban por primera vez en el mismo.

Una particularidad que se ha dado en todos estos veinticinco conciertos ha sido que todas las obras estrenadas o que se inter-pretaban por primera vez en los mismos han estado dirigidas por sus compositores.

En estas actuaciones musicales de la Banda, hemos conocido a nuevos compositores pero, sin duda, lo más gratificante ha sido descubrir las obras, de indudable calidad, de los jóvenes autores conquenses, cumpliendo así uno de los principales propósitos de estos Conciertos.

La Hermandad seguirá trabajado y esforzándose para servir de estímulo, ofreciendo esta actividad a nuestros músicos y com-positores, colaborando humildemente para el mayor esplendor de la Semana Santa conquense.

Y a vosotros, director y músicos de la Banda de Música de Cuenca, gracias por haberle dado a este concierto vuestra gran e indudable calidad artística. Durante todo este tiempo de “Her-manamiento” habéis conseguido que el “Concierto del Huerto” haya logrado ser el decano y el más tradicional de cuantos se celebran en nuestra ciudad.

“VEINTICINCO CONCIERTOS PARA EL FUTURO: EL LEGADO DE UNA HERMANDAD”Así han transcurrido estos veinticinco años de Conciertos de Mar-chas Procesionales que comenzaron como un acto más dentro de una celebración y se han convertido en toda una tradición. Esta historia musical quedará, para siempre, acuñada en el corazón de los nazarenos de Cuenca.

Los ecos del sonido procesional se han colado entre las pa-redes y vidrieras de la Iglesia de San Esteban para quedarse y no abandonarlas jamás, consiguiendo que la música nazarena este unida y para siempre entre la “Hermandad del Huerto de San Esteban” y “la Banda de Música de Cuenca”... Dejémonos llevar de sus sonidos y… recordemos, cerremos los ojos y… sintamos la vibración que se produce en nuestro cuerpo cada vez que escucha-mos una Marcha Procesional en ese templo.

Y como cada año, cuando la Semana Santa de Cuenca, el santo y seña del que escribe este articulo y de muchos más con-quenses, se atisbe cercana, volverán los sonidos procesionales para hacerse un espacio en la Parroquia de San Esteban, y delante del Altar Mayor se colocarán sillas que serán ocupadas por los compo-nentes de la Banda de Música de Cuenca. En el lado derecho del templo, con las baterías encendidas, como si fuesen los momentos previos de la salida a la calle en la Procesión del Silencio, el “Paso”. Es entonces cuando “Reza” con música la Hermandad de la “Ora-ción del Huerto de San Esteban”.

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Secretario de la Venerable Hermandad de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban, en la fecha de inicio de estos Conciertos (1991), y Alma Mater de los mismos por su dedi-cación y entrega.

“En los años anteriores a la celebración de los Conciertos, había pocas oportunidades de de escuchar a la banda con cierta tranquilidad, interpretar marchas procesionales a no ser acudiendo al Almudí a sus ensayos o en la propia proce-sión, con las dificultades que esto supone”.

¿Qué supone 25 años de conciertos en San Esteban?El hecho de que se hayan celebrado ya veinticinco años

ininterrumpidos los conciertos de Marchas Procesionales, me sugieren varias razones que podrían dar respuesta a este “éxito”. En primer lugar, que fue una buena idea de la Her-mandad y de la Banda de Música de Cuenca, en segundo lugar, que desde un principio fue muy bien acogida por todo el público de Cuenca y en tercer lugar que ha habido muchas personas implicadas y con interés en que esta manifestación perdurase en el tiempo, como la colaboración imprescindible de la Parroquia de San Esteban.

¿Cómo ha sido desde tu punto de vista la trayectoria de estos 25 conciertos?

Sin lugar a duda, y así se puede comprobar año tras año, la mejora de los conciertos es innegable. Principalmente por la

calidad de los músicos que componen la Banda de Música de Cuenca y el trabajo de sus directores D. Aurelio Fernández-Cabrera, con el que comenzamos esta andadura y en la actua-lidad con Don Juan Carlos Aguilar Arias que ha mantenido y mejorado su extraordinario nivel.

¿Qué han aportado estos Conciertos a la Semana Santa de Cuenca?

En los años anteriores a la celebración de los Conciertos, había pocas oportunidades de de escuchar a la banda con cierta tranquilidad, interpretar marchas procesionales a no ser acudiendo al Almudí a sus ensayos o en la propia proce-sión, con las dificultades que esto supone. Estos Conciertos permitieron al público apreciar la verdadera calidad de nues-tra Banda de Cuenca en un lugar idóneo para ello como es el Templo de San Esteban.

Se han estrenado innumerables obras de otros composito-res de otras ciudades y se han recuperado otras que estaban en el olvido, gracias principalmente a los directores D. Aurelio y D. Juan Carlos.

Y un aspecto muy importante que ha aportado este acto ha sido el despertar el interés de muchos músicos jóvenes de Cuenca por componer Marchas Procesionales, porque sabían que iban a tener la oportunidad de estrenar sus obras en este magnífico escaparate que son los “Conciertos del Huerto”.

Ramón Gómez Couso

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Fotografías: Enrique Buendía

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En el XXIII Concierto, celebrado el día 15 de marzo de 2013, se interpretaron por primera vez en el concierto los sonidos de la marchas procesionales: “Entre Palmas y Ramos” del director y compositor Fernando Ugeda; y “Precursor” del músico Luis Vicente Sánchez. Además, intervinieron con la palabra dos gran-des conocedores de nuestra Semana de Pasión: José Miguel Ca-rretero y José Vicente Ávila. Dentro del programa se incluyó la marcha “Marco Pérez ha muerto”, como homenaje al escultor e imaginero Luis Marco Pérez, con motivo de la conmemoración del XXX Aniversario de su muerte.

Con especial cariño fue recibida por el público asiente la in-terpretación de la marcha “Ntro. Padre Jesús”, una y mil veces escuchada, y de especial significado para nuestra hermandad. En esta ocasión estaba dedicada al hermano Paco Zafra, que días antes había falleció trágicamente en accidente laboral.

Y llega el último de los celebrados hasta la fecha, el XXIV, celebrado el día 20 de marzo de 2014. En él se estrenaron va-rias marchas procesionales: “Vera Icón”, de los jóvenes músicos conquenses David Guirado y Álvaro Rozalén, que con apenas veinte años de edad emocionaron al auditorio con una pieza de-dicada a la Hermandad de “Jesús Caído y la Verónica”; también se estrenaron “El Huerto” de Luis Alberto Nevado, director de la Banda de Música de la localidad de Iniesta (Cuenca), dedicada a la Hermandad del “Huerto de San Antón”; y “Sombras de Pasión” de Juan Carlos Aguilar. Además se escuchó por primera vez en el concierto: “Mesopotamía” del murciano José Vélez, compuesta para la Hermandad conquense de ”Ntro. Señor Jesucristo Resuci-tado”, que en palabras del propio compositor era una marcha de “amplia sonoridad y de carácter épico-bíblico”. Otras novedades fueron: “La Soledad” de Carlos Cerveró y “Costalero” de Martín

Salas. En definitiva, resultó una edición intensa de los “Concier-tos del Huerto”, difícil de borrar en la memoria de los asistentes.

Como se puede comprobar en este documento, a lo largo de la historia de estos veinticinco Conciertos de Marchas Pro-cesionales con la Banda de Música de Cuenca, la organización de los mismos ha procurado desarrollar siempre un interesante programa de obras, cuidando al máximo su selección e intentan-do siempre que fuera del agrado del público asistente. La cultura musical de los nazarenos conquenses es de primera, como de pri-mera han sido y tienen que seguir siendo estos Conciertos. Año tras año, la Hermandad se esfuerza en confeccionar un extraor-dinario programa donde no falten estrenos de los compositores locales y nacionales que aumentan la larga lista de inspiraciones sinfónicas, sin renunciar al rescate de las antiguas marchas pro-cesionales que habían caído en el olvido. En estos veinticinco años se han interpretado cerca de doscientas cincuenta marchas procesionales, de las cuales casi un centenar han sido en riguroso estreno o se escuchaban por primera vez en el mismo.

Una particularidad que se ha dado en todos estos veinticinco conciertos ha sido que todas las obras estrenadas o que se inter-pretaban por primera vez en los mismos han estado dirigidas por sus compositores.

En estas actuaciones musicales de la Banda, hemos conocido a nuevos compositores pero, sin duda, lo más gratificante ha sido descubrir las obras, de indudable calidad, de los jóvenes autores conquenses, cumpliendo así uno de los principales propósitos de estos Conciertos.

La Hermandad seguirá trabajado y esforzándose para servir de estímulo, ofreciendo esta actividad a nuestros músicos y com-positores, colaborando humildemente para el mayor esplendor de la Semana Santa conquense.

Y a vosotros, director y músicos de la Banda de Música de Cuenca, gracias por haberle dado a este concierto vuestra gran e indudable calidad artística. Durante todo este tiempo de “Her-manamiento” habéis conseguido que el “Concierto del Huerto” haya logrado ser el decano y el más tradicional de cuantos se celebran en nuestra ciudad.

“VEINTICINCO CONCIERTOS PARA EL FUTURO: EL LEGADO DE UNA HERMANDAD”Así han transcurrido estos veinticinco años de Conciertos de Mar-chas Procesionales que comenzaron como un acto más dentro de una celebración y se han convertido en toda una tradición. Esta historia musical quedará, para siempre, acuñada en el corazón de los nazarenos de Cuenca.

Los ecos del sonido procesional se han colado entre las pa-redes y vidrieras de la Iglesia de San Esteban para quedarse y no abandonarlas jamás, consiguiendo que la música nazarena este unida y para siempre entre la “Hermandad del Huerto de San Esteban” y “la Banda de Música de Cuenca”... Dejémonos llevar de sus sonidos y… recordemos, cerremos los ojos y… sintamos la vibración que se produce en nuestro cuerpo cada vez que escucha-mos una Marcha Procesional en ese templo.

Y como cada año, cuando la Semana Santa de Cuenca, el santo y seña del que escribe este articulo y de muchos más con-quenses, se atisbe cercana, volverán los sonidos procesionales para hacerse un espacio en la Parroquia de San Esteban, y delante del Altar Mayor se colocarán sillas que serán ocupadas por los compo-nentes de la Banda de Música de Cuenca. En el lado derecho del templo, con las baterías encendidas, como si fuesen los momentos previos de la salida a la calle en la Procesión del Silencio, el “Paso”. Es entonces cuando “Reza” con música la Hermandad de la “Ora-ción del Huerto de San Esteban”.

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Músico, compositor y director de Banda, que estreó en estos conciertos las marchas de procesión: “Marcha por Nrto. Cristo Yacente”, año 2003; “He aquí el Hombre”, año 2009; y “Marcha por un Guitarrista Conquense”, junto a Juan Carlos Aguilar.

D. José, este año los Conciertos del Huerto cumplen vein-ticinco años, ¿qué significa para usted como músico, compo-sitor y director este aniversario?

Me alegro mucho de que los conciertos de la Hermandad del Huerto sigan realizándose año tras año. Yo siempre que he podi-do y coincidía que estaba en Cuenca me gusta asistir. Cuando es-cucho a la Banda de Música Cuenca me emociono mucho y más ahora que estoy muy delicado de salud… ya no puedo desplazar-me hasta mi Cuenca para escucharla. Me acuerdo cuando salía, con doce años, en las procesiones de la Semana Santa tocando el bombardino y acompañando a mi padre que tanto amor me inculco por la música. Estaba de director al maestro Calleja.

Usted ha estrenado tres marchas de procesión en estos conciertos, ¿con cuál de ellas se queda?

De las que tres que he estrado y he dirigido en el Concierto del Huerto, me quedo sin dudarlo con “Marcha Por Ntro. Cristo Yacente”. En ella puse todo mi conocimiento musical, sin olivar el sentido religioso y litúrgico que me gustaba que tuviera, por eso le puse la letra del “Requiem Eternam donaeis Pater Nos-ter”, que cantaron los músicos de la banda con el consiguiente asombro del público asistente. Quiero aclarar, como ya he dicho otra veces, que no he querido componer muchas marchas proce-sionales, creo que tendré unas diez u once, no me acuerdo bien. Siempre he pretendido que cada marcha compuesta sea diferen-te, y cuando las estaba componiendo no me gustaba hacer armo-nía por hacer: tenía que sentir algo especial . Como cuando vi en Granada a la Virgen de las Angustias, y me dije: yo tengo que hacer una marcha para la Virgen de las Angustias de mi ciudad, para la Virgen del Santuario, que tan querida y venerada es.

¿Qué cree que han aportado estos conciertos a la Semana Santa de Cuenca?

Mucho, pero no solo a la Semana Santa, sino a toda la ciu-dad de Cuenca. Es un lujo cada vez que podemos escuchar a la Banda de Música de Cuenca y si, además, es interpretando nues-tras tan sentidas marchas de procesión…, con ese director, Juan Carlos Aguilar, que es un prodigio para la dirección y la compo-sición. Me estoy emocionando cuando recuerdo como le daba clases siendo yo un alumno en el Conservatorio Profesional de Música. La evolución de la Banda en armonía y contrapunto ha sido extraordinaria.

José López Calvo

Director durante 25 años de la Banda de Música de Cuenca, fue el gran cómplice con el que contó la hermandad para que este proyecto saliera adelante. No en vano, estuvo al frente de la Banda de Cuenca en diecisiete conciertos..

“Los inicios fueron muy fáciles: un día se presentó en la academia Ramón Gómez Couso, secretario de la Hermandad de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban, y me propuso su idea. Y a mí me pareció bien. Lo vi como un proyecto fantásti-co, y se lo comenté a los componentes de la Banda de Música. Y también les gustó mucho. Y de esta manera tan simple comen-zamos esta andadura musical que ya va a cumplir veinticinco ediciones. Mi deseo es que se siga haciendo muchos más… toda la vida”.

Aurelio, se cumplen veinticinco años de los Conciertos or-ganizados por la Hermandad del Huerto de San Esteban, ¿qué significado tiene para usted esta celebración?

Me enorgullece y me honra mucho esta celebración y saber que yo tuve parte de culpa en que saliera adelante, estando al frente dela Banda de Música de Cuenca en el primer concierto, allá por el año 1991.

¿Qué destacaría de los mismos?Es un concierto que desde el principio cayó muy bien entre

los nazarenos de Cuenca y al público en general. Solo hay que haber asistido a uno de ellos para ver como se pone la iglesia. Cada año se estrenan marchas procesionales nuevas y no cabe duda que eso es siempre un aliciente extra. Eso sí, no debe valer cualquier cosa. Hay que mantener el nivel de las piezas estre-nadas como se merece la Semana Santa de Cuenca y el propio concierto.

¿Cómo gran compositor, que lo es, que sensación tiene cuando se interpretan sus marchas?

Me agrada mucho cuando las oigo. Me emociono. Yo he compuesto treinta marchas procesionales… Algunas de ellas con premios importantes en concursos a nivel nacional. Todas me gustan mucho, pero siento algo especial cuando escucho “Cristo del Olvido”. Fue mi primera obra de ese estilo que compuse y está dedica al patrón de mi pueblo.

¿Cómo me actualmente los Conciertos y a la Banda de Música?

Los veo bien. Sobre todo los escucho con satisfacción. A mi me gustan y paso un buen rato. El año pasado eché en falta la presentación de los compositores a la hora de abordar su interpre-tación y para mi eso lo hace muy frío. En cuanto a la Banda, ob-servo que la ha evolucionado para bien. Cada vez hay más com-ponentes con estudios musicales y eso, sin lugar a dudas, redunda en la calidad del conjunto.

Aurelio Fernández-Cabrera

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Juan Carlos AguilarDirector de la Banda de Música de Cuenca y compositor de

marchas procesionales estrenadas en los Conciertos.

Aguilar. En este año 2015 , se cumplen 25 años de los Conciertos en la Iglesia de San Esteban. ¿Qué significa para ti como músico y director de la Banda de Música esta fecha?.

Para un músico conquense como yo, ya sea como instru-mentista o como director, este concierto supone una cita obli-gada, esperada y deseada como buen amante de nuestra Semana Santa. No debemos olvidar que este concierto es el decano de los conciertos de música procesional que se celebran en nuestra ciudad y esto es gracias a la persona de Ramón Gómez, secreta-rio de la Hermandad por aquel entonces, que fue quien tuvo la gran y brillante idea de querer organizar estos conciertos y que, como se ha podido comprobar a lo largo de los años, han cons-tituido un rotundo éxito de crítica y público. Tampoco hay que olvidar la buena disposición que tuvo y sigue teniendo la Banda de Música de Cuenca.

Lo has vivido desde tu perspectiva de músico con el ins-trumento del clarinete y con la batuta. ¿Qué destacas de esas dos etapas vividas en tu persona en estos Conciertos?

Aunque fue en el año 2004 cuando accedí a la plaza de di-rector de la Banda de Música de Cuenca, no fue hasta el año 2005 cuando debuté en este concierto como director y, por tan-to, como máximo responsable artístico. Anteriormente partici-pé durante catorce años como clarinetista. En ambas facetas, tanto como clarinetista como director, destacaría esa ilusión, ese ansia, esas ganas de interpretar marchas procesionales.

Si tuvieras que elegir una composición de las que has estre-nado en el Concierto del Huerto, ¿Cuál escogerías ? Y ¿Por qué?

Como compositor, he tenido la suerte de haber podido es-trenar todas mis marchas procesionales en los Conciertos que organiza la Hermandad. Así en el año 1997 pude estrenar “En-tre Banzos”, en 1998 “Lienzo Sagrado”, en 2000 “Tu silenciosa

mirada”, en 2004 “30 Denarios”, en 2010 “Marcha por un gui-tarrista conquense” (en colaboración con el maestro José López Calvo) y en 2014 “Sombras de Pasión”. Es muy difícil poder ele-gir sólo una de entre todas. Dependiendo de las circunstancias personales, del estado de ánimo que uno tenga en un momento preciso, te puede gustar una más que otra pero ya digo que de-pende del momento.

Tú ya formas parte de la historia de estos Conciertos , si pudieras elegir un momento de esa historia. ¿Cuál sería?.

Vuelvo a repetir que, año tras año, la celebración del con-cierto supone para mi un momento esperado y deseado. Pero, como es lógico, a lo largo de estos 25 años de conciertos he podido vivir momentos muy especiales. Como compositor des-tacaría el concierto celebrado en el año 1997, año en el cual estrené “Entre Banzos” que fue mi primera marcha de procesión aunque he de decir que siempre que he estrenado una nueva marcha ha supuesto para mi un momento muy especial.

Y como director, lógicamente fue el concierto que se celebró en el año 2005 ya que fue el primer concierto que dirigí como titular, sucediendo en el cargo a Aurelio Fernández-Cabreara que fue el encargado de dirigir la Banda hasta el año 2004.

¿Qué es para ti la Hermandad de Jesús Orando en el Huerto?Pertenezco a tres Hermandades. Como me gusta decir:

por tradición, por devoción y por obligación. Pertenezco a la Soledad de San Agustín porque mi abuelo Antonio “Pataco” pertenecía a ella y sacó, durante muchos años, el guión de esta Hermandad; pertenezco al Huerto de “San Esteban” porque mi padre fue bancero de esta Hermandad y, además, es un paso que me encanta; y pertenezco a la Verónica del Jueves Santo porque mi mujer y su familia pertenecen a esta Hermandad.

Como te digo mi padre era hermano del Huerto y yo recuer-do que siendo muy pequeño me llevaba a la subasta. Él fue Her-mano Mayor en varias ocasiones y también bancero. Un año, a un primo mío que vive fuera de Cuenca le tocó ser bancero de turno, pero no pudo venir ese miércoles santo y le cedió el ban-zo a mi padre y, aunque yo no estaba apuntado a la Hermandad, mi padre me dejó llevarlo a mi. Fue tan emocionante la expe-riencia de ser bancero del Huerto que ese mismo día le dije a mi padre que me apuntara. Podrás entender que para mi el Huerto es una mezcla de devoción, emoción, recuerdos, tradición, de muchas cosas a las que se les une el buen ambiente que reina entre todos los hermanos.

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Músico, compositor y director de Banda, que estreó en estos conciertos las marchas de procesión: “Marcha por Nrto. Cristo Yacente”, año 2003; “He aquí el Hombre”, año 2009; y “Marcha por un Guitarrista Conquense”, junto a Juan Carlos Aguilar.

D. José, este año los Conciertos del Huerto cumplen vein-ticinco años, ¿qué significa para usted como músico, compo-sitor y director este aniversario?

Me alegro mucho de que los conciertos de la Hermandad del Huerto sigan realizándose año tras año. Yo siempre que he podi-do y coincidía que estaba en Cuenca me gusta asistir. Cuando es-cucho a la Banda de Música Cuenca me emociono mucho y más ahora que estoy muy delicado de salud… ya no puedo desplazar-me hasta mi Cuenca para escucharla. Me acuerdo cuando salía, con doce años, en las procesiones de la Semana Santa tocando el bombardino y acompañando a mi padre que tanto amor me inculco por la música. Estaba de director al maestro Calleja.

Usted ha estrenado tres marchas de procesión en estos conciertos, ¿con cuál de ellas se queda?

De las que tres que he estrado y he dirigido en el Concierto del Huerto, me quedo sin dudarlo con “Marcha Por Ntro. Cristo Yacente”. En ella puse todo mi conocimiento musical, sin olivar el sentido religioso y litúrgico que me gustaba que tuviera, por eso le puse la letra del “Requiem Eternam donaeis Pater Nos-ter”, que cantaron los músicos de la banda con el consiguiente asombro del público asistente. Quiero aclarar, como ya he dicho otra veces, que no he querido componer muchas marchas proce-sionales, creo que tendré unas diez u once, no me acuerdo bien. Siempre he pretendido que cada marcha compuesta sea diferen-te, y cuando las estaba componiendo no me gustaba hacer armo-nía por hacer: tenía que sentir algo especial . Como cuando vi en Granada a la Virgen de las Angustias, y me dije: yo tengo que hacer una marcha para la Virgen de las Angustias de mi ciudad, para la Virgen del Santuario, que tan querida y venerada es.

¿Qué cree que han aportado estos conciertos a la Semana Santa de Cuenca?

Mucho, pero no solo a la Semana Santa, sino a toda la ciu-dad de Cuenca. Es un lujo cada vez que podemos escuchar a la Banda de Música de Cuenca y si, además, es interpretando nues-tras tan sentidas marchas de procesión…, con ese director, Juan Carlos Aguilar, que es un prodigio para la dirección y la compo-sición. Me estoy emocionando cuando recuerdo como le daba clases siendo yo un alumno en el Conservatorio Profesional de Música. La evolución de la Banda en armonía y contrapunto ha sido extraordinaria.

José López Calvo

Director durante 25 años de la Banda de Música de Cuenca, fue el gran cómplice con el que contó la hermandad para que este proyecto saliera adelante. No en vano, estuvo al frente de la Banda de Cuenca en diecisiete conciertos..

“Los inicios fueron muy fáciles: un día se presentó en la academia Ramón Gómez Couso, secretario de la Hermandad de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban, y me propuso su idea. Y a mí me pareció bien. Lo vi como un proyecto fantásti-co, y se lo comenté a los componentes de la Banda de Música. Y también les gustó mucho. Y de esta manera tan simple comen-zamos esta andadura musical que ya va a cumplir veinticinco ediciones. Mi deseo es que se siga haciendo muchos más… toda la vida”.

Aurelio, se cumplen veinticinco años de los Conciertos or-ganizados por la Hermandad del Huerto de San Esteban, ¿qué significado tiene para usted esta celebración?

Me enorgullece y me honra mucho esta celebración y saber que yo tuve parte de culpa en que saliera adelante, estando al frente dela Banda de Música de Cuenca en el primer concierto, allá por el año 1991.

¿Qué destacaría de los mismos?Es un concierto que desde el principio cayó muy bien entre

los nazarenos de Cuenca y al público en general. Solo hay que haber asistido a uno de ellos para ver como se pone la iglesia. Cada año se estrenan marchas procesionales nuevas y no cabe duda que eso es siempre un aliciente extra. Eso sí, no debe valer cualquier cosa. Hay que mantener el nivel de las piezas estre-nadas como se merece la Semana Santa de Cuenca y el propio concierto.

¿Cómo gran compositor, que lo es, que sensación tiene cuando se interpretan sus marchas?

Me agrada mucho cuando las oigo. Me emociono. Yo he compuesto treinta marchas procesionales… Algunas de ellas con premios importantes en concursos a nivel nacional. Todas me gustan mucho, pero siento algo especial cuando escucho “Cristo del Olvido”. Fue mi primera obra de ese estilo que compuse y está dedica al patrón de mi pueblo.

¿Cómo me actualmente los Conciertos y a la Banda de Música?

Los veo bien. Sobre todo los escucho con satisfacción. A mi me gustan y paso un buen rato. El año pasado eché en falta la presentación de los compositores a la hora de abordar su interpre-tación y para mi eso lo hace muy frío. En cuanto a la Banda, ob-servo que la ha evolucionado para bien. Cada vez hay más com-ponentes con estudios musicales y eso, sin lugar a dudas, redunda en la calidad del conjunto.

Aurelio Fernández-Cabrera

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Juan Carlos AguilarDirector de la Banda de Música de Cuenca y compositor de

marchas procesionales estrenadas en los Conciertos.

Aguilar. En este año 2015 , se cumplen 25 años de los Conciertos en la Iglesia de San Esteban. ¿Qué significa para ti como músico y director de la Banda de Música esta fecha?.

Para un músico conquense como yo, ya sea como instru-mentista o como director, este concierto supone una cita obli-gada, esperada y deseada como buen amante de nuestra Semana Santa. No debemos olvidar que este concierto es el decano de los conciertos de música procesional que se celebran en nuestra ciudad y esto es gracias a la persona de Ramón Gómez, secreta-rio de la Hermandad por aquel entonces, que fue quien tuvo la gran y brillante idea de querer organizar estos conciertos y que, como se ha podido comprobar a lo largo de los años, han cons-tituido un rotundo éxito de crítica y público. Tampoco hay que olvidar la buena disposición que tuvo y sigue teniendo la Banda de Música de Cuenca.

Lo has vivido desde tu perspectiva de músico con el ins-trumento del clarinete y con la batuta. ¿Qué destacas de esas dos etapas vividas en tu persona en estos Conciertos?

Aunque fue en el año 2004 cuando accedí a la plaza de di-rector de la Banda de Música de Cuenca, no fue hasta el año 2005 cuando debuté en este concierto como director y, por tan-to, como máximo responsable artístico. Anteriormente partici-pé durante catorce años como clarinetista. En ambas facetas, tanto como clarinetista como director, destacaría esa ilusión, ese ansia, esas ganas de interpretar marchas procesionales.

Si tuvieras que elegir una composición de las que has estre-nado en el Concierto del Huerto, ¿Cuál escogerías ? Y ¿Por qué?

Como compositor, he tenido la suerte de haber podido es-trenar todas mis marchas procesionales en los Conciertos que organiza la Hermandad. Así en el año 1997 pude estrenar “En-tre Banzos”, en 1998 “Lienzo Sagrado”, en 2000 “Tu silenciosa

mirada”, en 2004 “30 Denarios”, en 2010 “Marcha por un gui-tarrista conquense” (en colaboración con el maestro José López Calvo) y en 2014 “Sombras de Pasión”. Es muy difícil poder ele-gir sólo una de entre todas. Dependiendo de las circunstancias personales, del estado de ánimo que uno tenga en un momento preciso, te puede gustar una más que otra pero ya digo que de-pende del momento.

Tú ya formas parte de la historia de estos Conciertos , si pudieras elegir un momento de esa historia. ¿Cuál sería?.

Vuelvo a repetir que, año tras año, la celebración del con-cierto supone para mi un momento esperado y deseado. Pero, como es lógico, a lo largo de estos 25 años de conciertos he podido vivir momentos muy especiales. Como compositor des-tacaría el concierto celebrado en el año 1997, año en el cual estrené “Entre Banzos” que fue mi primera marcha de procesión aunque he de decir que siempre que he estrenado una nueva marcha ha supuesto para mi un momento muy especial.

Y como director, lógicamente fue el concierto que se celebró en el año 2005 ya que fue el primer concierto que dirigí como titular, sucediendo en el cargo a Aurelio Fernández-Cabreara que fue el encargado de dirigir la Banda hasta el año 2004.

¿Qué es para ti la Hermandad de Jesús Orando en el Huerto?Pertenezco a tres Hermandades. Como me gusta decir:

por tradición, por devoción y por obligación. Pertenezco a la Soledad de San Agustín porque mi abuelo Antonio “Pataco” pertenecía a ella y sacó, durante muchos años, el guión de esta Hermandad; pertenezco al Huerto de “San Esteban” porque mi padre fue bancero de esta Hermandad y, además, es un paso que me encanta; y pertenezco a la Verónica del Jueves Santo porque mi mujer y su familia pertenecen a esta Hermandad.

Como te digo mi padre era hermano del Huerto y yo recuer-do que siendo muy pequeño me llevaba a la subasta. Él fue Her-mano Mayor en varias ocasiones y también bancero. Un año, a un primo mío que vive fuera de Cuenca le tocó ser bancero de turno, pero no pudo venir ese miércoles santo y le cedió el ban-zo a mi padre y, aunque yo no estaba apuntado a la Hermandad, mi padre me dejó llevarlo a mi. Fue tan emocionante la expe-riencia de ser bancero del Huerto que ese mismo día le dije a mi padre que me apuntara. Podrás entender que para mi el Huerto es una mezcla de devoción, emoción, recuerdos, tradición, de muchas cosas a las que se les une el buen ambiente que reina entre todos los hermanos.

Hablan las HermandadesHablan las Hermandades

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Músico y compositor alicantino, director de la Banda de la Escuela Municipal de Las Mesas (Cuenca). En el año 2008 estre-nó en el Concierto la marcha de procesión “María Magdalena”.

Fernando, este año los Conciertos del Huerto, cumplen veinticinco años. ¿Qué significa para ti como compositor, di-rector, y músico esta fecha?

Es una muy buena noticia para todos los amantes de la mú-sica procesional la afición que hay en Cuenca a este género mu-sical, se merece al menos otros veinticinco más.

Fernando, si tu vieras que elegir una marcha de las que han interpretado tuya, ¿Cuál escogería? Y ¿Por qué?

Sin duda La Magdalena, fue la primera vez que tuve la suerte de dirigir en este concierto y las sensaciones son las que per-duran en el tiempo, aunque cada vez que he venido a dirigir siempre me he ido con una gran satisfacción, tanto por parte de la banda como del público asistente.

Bajo tu perspectiva de músico en la Semana Santa, ¿qué aporta el Concierto a la Semana Santa?

Este concierto es un referente, es una necesidad,… como te decía al principio hay mucho interés por parte del mundo na-zareno hacia esta música; sobre los estrenos que van surgiendo, si son de su Hermandad, si van bien o no al paso al que son dedicados, … para luego seguirlos en las procesiones y ver cómo encaja la marcha en la forma de llevar el paso.

¿Conocías la existencia del mismo?Si. Cuando comencé mi labor como director en Las Mesas,

me informaron de la existencia de este concierto, poniéndolo como un referente en su género. Pero, por mucho que te ima-gines, la realidad lo supera todo cuando estás aquí y ves San Esteban abarrotada de público con un ambiente expectante.

¿Qué sensaciones tienes cuando se toca una marcha tuya en ese Concierto en la iglesia de San Esteban?

La verdad es que me gusta mucho estrenar en este concierto por ver la reacción del público, pues está muy cerca, y al fina-lizar, siempre vienen espectadores a decirte su opinión, lo que para un compositor es muy interesante, pues ves otros aspectos que quizás no has tenido en cuenta y que el público ha valorado, tanto positiva como negativamente. Esto es el mundo del arte, cada uno lo ve , bueno, en este caso lo oye de una forma y, como te decía, al estar tan cerca, es mucho más directo. Desde aquí agradecer a Juan Carlos Aguilar y a la Banda Municipal de Cuenca el trato y la atención que me han dispensado en todo momento, y a la Hermandad agradecer que siga apostando por las marchas procesionales y por los nuevos compositores que necesitamos un escaparate donde mostrar a todo el público conquense nuestras creaciones.

Fernando UgedaMúsico de la Banda de Música de Cuenca desde los 11

años. En 2006 se estrenó “La Palma al Viento”, compuesta junto a José Mencías. En el año 2008 “Dolor y Llanto”, junto al profesor del Conservatorio Oscar Contreras, y en el año 2009 “Camino de Lágrimas”, también compartida con Óscar.

¿Qué supuso para ti el estreno de la Marcha Procesio-nal “La Palma al Viento”, en el XVI Concierto celebrado en la Iglesia de San Esteban?

Para mí “La Palma al Viento” supuso una gran ilusión. Hay que tener en cuenta que era idea que llevaba mucho tiem-po en mi cabeza, pero desde mi humildad no me veía capaci-tado. Gracias a mi amigo y compañero, José Mencías, que hizo también suyo este proyecto conseguimos sacarlo adelante. El estreno fue como una carrera de fondo, después de meses de trabajo, bajadas de ánimo, un sin fin de partituras en la pape-lera,… Por fin, llegaba el día esperado. Ese día en que nuestra marcha vería la luz y sería escuchada por el público más criti-co: los nazarenos de Cuenca. ¿Gustaría o caería en el olvido? Esa era el gran dilema en el que estaba inmerso. Gracias a Dios, todos esos nervios y dudas se disiparon, y hoy en día es una marcha que casi todas las bandas llevan en su repertorio.

¿Qué destacarías del Concierto? ¿Añadirías algo nuevo?La gran afluencia de publico y la excelente difusión que

hace la Hermandad de las composiciones nuevas, de los com-positores conquenses y la recuperación de marchas que se en-cuentran aparcadas en el olvido. Llevo participando desde su primera edición y no he faltado ningún año a la cita.

¿Tienes previsto seguir componiendo marchas procesio-nales?

¿Nuevas composiciones? No lo sé. Lo que si puedo ase-gurar es que seguiré participando mientras pueda desde mi puesto de músico, que es en la realidad lo que soy.

Sergio Mateo

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Hablan las Hermandades

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Músico conquense, miembro de la Banda de Música de Cuenca y de la Joven Orquesta de Cuenca. Ha realizado estu-dios en el Conservatorio Victoria Eugenia de Granada. En el año 2006 estrenó en estos Concierto la marcha de procesión “Virgen de la Esperanza”.

¿Qué supuso para ti el estreno de la marcha “Virgen de la Esperanza”?

Respuesta: Bueno, como músico y nazareno conquense os podréis imaginar que estrenar tu primera marcha en el con-cierto de la Vble. Hdad. de Jesús Orando en el Huerto (de San Esteban) supuso un orgullo así como uno de los momentos más emotivos de mi vida, lo que cualquier músico criado aquí e interesado en la música procesional podría desear.

¿Cómo fue el estreno?El ponerte al frente de la Banda de Cuenca, “mi banda”,

para que interpretase algo que hasta entonces sólo había sonaso en mi cabeza o en mi ordenador, fue estremecedor desde el primer acorde, además de la culminación de un proyecto entre la Hermandad de María Santísima de la Esperanza y yo, que surgió cuando yo era bancero de la Virgen: como los respon-sables de la hermandad sabían de mi condición de músico, me pidieron que compusiese una marcha que encajase con el ritmo de procesionar de la Virgen. El resultado final creo que no pudo ser mejor.

¿Qué significa el Concierto desde tu perspectiva de músi-co y nazareno? ¿Que destacarías del mismo?

Para mí este concierto es el verdadero pistoletazo de salida de nuestra Semana Grande; es ese acto no oficial que muchos consideramos oficialmente el comienzo de la Semana Santa.

Como músico destacaría que es una oportunidad anual de escuchar lo más granado de la música procesional castellana, aunque últimamente nos vemos influidos por un estilo más andaluz (cosa que siento, pues soy un nazareno conquense ena-morado de la austeridad de las “Semanas Santas castellanas”), además de estrenos de grandes compositores del panorama na-cional.

¿En cuántas ediciones has participado? (como músico)Exceptuando una Semana Santa en la que estuve a caballo

entre Granada y Huelva (viví en Andalucía durante 8 años), el resto de ediciones desde que ingresé en 1996 en la Banda Muni-cipal de Cuenca, no he faltado nunca al concierto.

¿Tienes previsto estrenar más obras en el mismo?En próximas ediciones me encantaría estrenar alguna de

mis marchas fúnebres, siguiendo con ese gusto por el estilo aus-tero pero elegante de grandes maestros como Dorado, Cabañas, Sanmiguel, Urcelay o Fernández-Cabrera.

Luis V. Sánchez CaseroMúsico, natural del Camporrobles (Valencia). Es miembro

de la Banda de Música de Cuenca. En el concierto de 2006 es-trenó la marcha de procesión “La Palma al Viento”, compuesta con su amigo y compañero Sergio Mateo, y en 2010 “Senderos de Promesas”, dedicada esta última a la Virgen de Tejeda.

¿Cómo fue el estreno? ¿Y tus sensaciones?Fue muy emotivo. Los nervios eran evidentes, por el estreno

de una nueva composición y por lo que significa hacerlo en el Concierto del Huerto, donde el ambiente nazareno lo impregna todo, y donde se saben agradecer los esfuerzos por crear nuevas melodías para la Semana Santa conquense. Recibir el aplauso por tu música y ver el afianzamiento que la Palma al Viento ha ido teniendo en las procesiones desde entonces, hace que recuer-de aquel concierto con nostalgia positiva.

¿Qué significa el concierto desde tu perspectiva de músi-co? ¿Y de nazareno?

El concierto del Huerto, como músico de la Banda de Mú-sica de Cuenca, es el más importante del año, es donde mas pú-blico asiste, lo que inevitablemente motiva aún más al músico, y más aun sabiendo lo que significan cada una de las melodías que suenan para la gente que acude. Normalmente se tocan estrenos, aunque no pueden faltar clásicos dentro del género. Sea como sea todas las composiciones son acogidas con agrado, valorando el esfuerzo de todos aquellos que invierten parte de su tiempo en colorear con música las procesiones. Como músico considero que la labor del concierto del Huerto es sobresaliente por dar la oportunidad a nuevas marchas, a que jóvenes o consagrados compositores den a conocer sus creaciones. Como seguidor de la Semana Santa conquense destacaría el ambiente que se respira: todos con ganas de que llegue el Domingo de Ramos, pues por su proximidad creo que este concierto supone el pistoletazo de salida de la Semana Santa en Cuenca.

¿Qué destacarías del mismo?El gran respeto con el que el público escucha el concierto,

atentos, tanto a la música como a las imágenes que se proyectan. Cierto es que el aforo de la iglesia se queda corto, pero igual-mente no tendría sentido celebrarlo en otro lugar: concierto del Huerto e iglesia de San Esteban forman un todo inseparable.

¿En cuántas ediciones has participado?Con este año ya serán 13 los años los que habré participado

este concierto, donde además del 2006 por la Palma al Viento, destacaría el 2010 donde se estrenó Sendero de Promesas, una marcha que compuse pensando en la Banda de Cuenca y, por supuesto, pensando en que pudiera estrenarse en el concierto del Huerto, y que así fue. Gracias por ello a J.C. Aguilar, director de la Banda de Música de Cuenca, y a los responsables del con-cierto, la Venerable Hermandad de Jesús Orando en el Huerto.

José Mencías Sanglada

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Músico y compositor alicantino, director de la Banda de la Escuela Municipal de Las Mesas (Cuenca). En el año 2008 estre-nó en el Concierto la marcha de procesión “María Magdalena”.

Fernando, este año los Conciertos del Huerto, cumplen veinticinco años. ¿Qué significa para ti como compositor, di-rector, y músico esta fecha?

Es una muy buena noticia para todos los amantes de la mú-sica procesional la afición que hay en Cuenca a este género mu-sical, se merece al menos otros veinticinco más.

Fernando, si tu vieras que elegir una marcha de las que han interpretado tuya, ¿Cuál escogería? Y ¿Por qué?

Sin duda La Magdalena, fue la primera vez que tuve la suerte de dirigir en este concierto y las sensaciones son las que per-duran en el tiempo, aunque cada vez que he venido a dirigir siempre me he ido con una gran satisfacción, tanto por parte de la banda como del público asistente.

Bajo tu perspectiva de músico en la Semana Santa, ¿qué aporta el Concierto a la Semana Santa?

Este concierto es un referente, es una necesidad,… como te decía al principio hay mucho interés por parte del mundo na-zareno hacia esta música; sobre los estrenos que van surgiendo, si son de su Hermandad, si van bien o no al paso al que son dedicados, … para luego seguirlos en las procesiones y ver cómo encaja la marcha en la forma de llevar el paso.

¿Conocías la existencia del mismo?Si. Cuando comencé mi labor como director en Las Mesas,

me informaron de la existencia de este concierto, poniéndolo como un referente en su género. Pero, por mucho que te ima-gines, la realidad lo supera todo cuando estás aquí y ves San Esteban abarrotada de público con un ambiente expectante.

¿Qué sensaciones tienes cuando se toca una marcha tuya en ese Concierto en la iglesia de San Esteban?

La verdad es que me gusta mucho estrenar en este concierto por ver la reacción del público, pues está muy cerca, y al fina-lizar, siempre vienen espectadores a decirte su opinión, lo que para un compositor es muy interesante, pues ves otros aspectos que quizás no has tenido en cuenta y que el público ha valorado, tanto positiva como negativamente. Esto es el mundo del arte, cada uno lo ve , bueno, en este caso lo oye de una forma y, como te decía, al estar tan cerca, es mucho más directo. Desde aquí agradecer a Juan Carlos Aguilar y a la Banda Municipal de Cuenca el trato y la atención que me han dispensado en todo momento, y a la Hermandad agradecer que siga apostando por las marchas procesionales y por los nuevos compositores que necesitamos un escaparate donde mostrar a todo el público conquense nuestras creaciones.

Fernando UgedaMúsico de la Banda de Música de Cuenca desde los 11

años. En 2006 se estrenó “La Palma al Viento”, compuesta junto a José Mencías. En el año 2008 “Dolor y Llanto”, junto al profesor del Conservatorio Oscar Contreras, y en el año 2009 “Camino de Lágrimas”, también compartida con Óscar.

¿Qué supuso para ti el estreno de la Marcha Procesio-nal “La Palma al Viento”, en el XVI Concierto celebrado en la Iglesia de San Esteban?

Para mí “La Palma al Viento” supuso una gran ilusión. Hay que tener en cuenta que era idea que llevaba mucho tiem-po en mi cabeza, pero desde mi humildad no me veía capaci-tado. Gracias a mi amigo y compañero, José Mencías, que hizo también suyo este proyecto conseguimos sacarlo adelante. El estreno fue como una carrera de fondo, después de meses de trabajo, bajadas de ánimo, un sin fin de partituras en la pape-lera,… Por fin, llegaba el día esperado. Ese día en que nuestra marcha vería la luz y sería escuchada por el público más criti-co: los nazarenos de Cuenca. ¿Gustaría o caería en el olvido? Esa era el gran dilema en el que estaba inmerso. Gracias a Dios, todos esos nervios y dudas se disiparon, y hoy en día es una marcha que casi todas las bandas llevan en su repertorio.

¿Qué destacarías del Concierto? ¿Añadirías algo nuevo?La gran afluencia de publico y la excelente difusión que

hace la Hermandad de las composiciones nuevas, de los com-positores conquenses y la recuperación de marchas que se en-cuentran aparcadas en el olvido. Llevo participando desde su primera edición y no he faltado ningún año a la cita.

¿Tienes previsto seguir componiendo marchas procesio-nales?

¿Nuevas composiciones? No lo sé. Lo que si puedo ase-gurar es que seguiré participando mientras pueda desde mi puesto de músico, que es en la realidad lo que soy.

Sergio Mateo

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Hablan las Hermandades

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Músico conquense, miembro de la Banda de Música de Cuenca y de la Joven Orquesta de Cuenca. Ha realizado estu-dios en el Conservatorio Victoria Eugenia de Granada. En el año 2006 estrenó en estos Concierto la marcha de procesión “Virgen de la Esperanza”.

¿Qué supuso para ti el estreno de la marcha “Virgen de la Esperanza”?

Respuesta: Bueno, como músico y nazareno conquense os podréis imaginar que estrenar tu primera marcha en el con-cierto de la Vble. Hdad. de Jesús Orando en el Huerto (de San Esteban) supuso un orgullo así como uno de los momentos más emotivos de mi vida, lo que cualquier músico criado aquí e interesado en la música procesional podría desear.

¿Cómo fue el estreno?El ponerte al frente de la Banda de Cuenca, “mi banda”,

para que interpretase algo que hasta entonces sólo había sonaso en mi cabeza o en mi ordenador, fue estremecedor desde el primer acorde, además de la culminación de un proyecto entre la Hermandad de María Santísima de la Esperanza y yo, que surgió cuando yo era bancero de la Virgen: como los respon-sables de la hermandad sabían de mi condición de músico, me pidieron que compusiese una marcha que encajase con el ritmo de procesionar de la Virgen. El resultado final creo que no pudo ser mejor.

¿Qué significa el Concierto desde tu perspectiva de músi-co y nazareno? ¿Que destacarías del mismo?

Para mí este concierto es el verdadero pistoletazo de salida de nuestra Semana Grande; es ese acto no oficial que muchos consideramos oficialmente el comienzo de la Semana Santa.

Como músico destacaría que es una oportunidad anual de escuchar lo más granado de la música procesional castellana, aunque últimamente nos vemos influidos por un estilo más andaluz (cosa que siento, pues soy un nazareno conquense ena-morado de la austeridad de las “Semanas Santas castellanas”), además de estrenos de grandes compositores del panorama na-cional.

¿En cuántas ediciones has participado? (como músico)Exceptuando una Semana Santa en la que estuve a caballo

entre Granada y Huelva (viví en Andalucía durante 8 años), el resto de ediciones desde que ingresé en 1996 en la Banda Muni-cipal de Cuenca, no he faltado nunca al concierto.

¿Tienes previsto estrenar más obras en el mismo?En próximas ediciones me encantaría estrenar alguna de

mis marchas fúnebres, siguiendo con ese gusto por el estilo aus-tero pero elegante de grandes maestros como Dorado, Cabañas, Sanmiguel, Urcelay o Fernández-Cabrera.

Luis V. Sánchez CaseroMúsico, natural del Camporrobles (Valencia). Es miembro

de la Banda de Música de Cuenca. En el concierto de 2006 es-trenó la marcha de procesión “La Palma al Viento”, compuesta con su amigo y compañero Sergio Mateo, y en 2010 “Senderos de Promesas”, dedicada esta última a la Virgen de Tejeda.

¿Cómo fue el estreno? ¿Y tus sensaciones?Fue muy emotivo. Los nervios eran evidentes, por el estreno

de una nueva composición y por lo que significa hacerlo en el Concierto del Huerto, donde el ambiente nazareno lo impregna todo, y donde se saben agradecer los esfuerzos por crear nuevas melodías para la Semana Santa conquense. Recibir el aplauso por tu música y ver el afianzamiento que la Palma al Viento ha ido teniendo en las procesiones desde entonces, hace que recuer-de aquel concierto con nostalgia positiva.

¿Qué significa el concierto desde tu perspectiva de músi-co? ¿Y de nazareno?

El concierto del Huerto, como músico de la Banda de Mú-sica de Cuenca, es el más importante del año, es donde mas pú-blico asiste, lo que inevitablemente motiva aún más al músico, y más aun sabiendo lo que significan cada una de las melodías que suenan para la gente que acude. Normalmente se tocan estrenos, aunque no pueden faltar clásicos dentro del género. Sea como sea todas las composiciones son acogidas con agrado, valorando el esfuerzo de todos aquellos que invierten parte de su tiempo en colorear con música las procesiones. Como músico considero que la labor del concierto del Huerto es sobresaliente por dar la oportunidad a nuevas marchas, a que jóvenes o consagrados compositores den a conocer sus creaciones. Como seguidor de la Semana Santa conquense destacaría el ambiente que se respira: todos con ganas de que llegue el Domingo de Ramos, pues por su proximidad creo que este concierto supone el pistoletazo de salida de la Semana Santa en Cuenca.

¿Qué destacarías del mismo?El gran respeto con el que el público escucha el concierto,

atentos, tanto a la música como a las imágenes que se proyectan. Cierto es que el aforo de la iglesia se queda corto, pero igual-mente no tendría sentido celebrarlo en otro lugar: concierto del Huerto e iglesia de San Esteban forman un todo inseparable.

¿En cuántas ediciones has participado?Con este año ya serán 13 los años los que habré participado

este concierto, donde además del 2006 por la Palma al Viento, destacaría el 2010 donde se estrenó Sendero de Promesas, una marcha que compuse pensando en la Banda de Cuenca y, por supuesto, pensando en que pudiera estrenarse en el concierto del Huerto, y que así fue. Gracias por ello a J.C. Aguilar, director de la Banda de Música de Cuenca, y a los responsables del con-cierto, la Venerable Hermandad de Jesús Orando en el Huerto.

José Mencías Sanglada

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Page 100: Cuenca Nazarena 2015

José Vélez GarcíaMúsico, compositor y director que el año pasado presento

en Cuenca, en el Concierto la marca de procesión “Mesopota-mía” dedicada a la hermandad de “Jesús Resucitado”.

D. José, este año la Hermandad del Huerto celebra su 25 aniversario de Conciertos de marchas procesionales en la iglesia de San Esteban. Como músico, compositor y director ¿qué le sugiere esa fecha de aniversario?

Creo que veinticinco años promoviendo la música proce-sional en Cuenca es algo de lo que la Hermandad del Huerto debe sentirse orgullosa, a la vez que toda la familia cofrade de esta ciudad. La ocasión bien merece una celebración.

¿Conocía usted la existencia de estos conciertos en la ciudad de Cuenca? ¿Cuál es su impresión del mismo y qué destacaría?

Estos conciertos organizados por la Hermandad del Huer-to y ya consolidados tras veinticinco años tienen gran impor-tancia ya que son el preámbulo sonoro de la Semana Santa que todo hermano cofrade espera con ansiedad e ilusión. Ade-más, al realizarse en una iglesia grande y céntrica como es la de San Esteban, aseguran una gran afluencia de público.

El año pasado se escuchó por primera vez su marcha “Mesopotamia”, dedicada a la Hermandad de “Jesús Resu-citado”. ¿Cómo recuerda ese día? ,¿Qué sensaciones tuvo? ¿Cómo fue el momento de dirigir usted a la Banda de Mú-sica de Cuenca” ¿Obtuvo la respuesta del publico que espe-raba?

Todo padre está deseando ver al nuevo hijo que nace. Para los compositores, nuestro hijo es nuestra obra. Por tanto, el es-treno en Cuenca de “Mesopotamia” fue para mí un momento intenso e inolvidable. La iglesia llena, el público muy intere-sado, bien acompañado por los hermanos del “Resucitado”, y de intérprete, la gran Banda de Música de Cuenca, la cual tuve el honor de dirigir tras el amable ofrecimiento de su excelente director y compositor D. Juan Carlos Aguilar.

El comportamiento del público fue extraordinario y, como ya dije en los momentos previos a la interpretación de la marcha, lo que más me gusta de mis composiciones es que me han permitido hacer buenos amigos en muchos sitios y conocer a excelentes músicos.

En ese concierto se estrenaron además otras tres marchas, una de ellas del propio director. Por ello, estos conciertos son, bajo mi punto de vista, un excelente escaparate de promoción para la música procesional de y para Cuenca.

¿Conocía usted la Semana Santa de Cuenca? ¿Cómo la definiría con relación a la aportación musical que ofrece?

Hace unos treinta y cinco años aproximadamente tuve la ocasión de participar en dos procesiones aquí, en Cuenca, como miembro de la banda de música del Rgto. de Infantería Inmemorial del Rey nº 1. Recuerdo que llevábamos marchas de Ricardo Dorado (Mater Mea, Oremos) y de Mariano San Miguel (Mektub, El Héroe Muerto), entre otros compositores. También recuerdo que fue la primera vez que probé el “resoli”, y bien probado...

La aportación musical es tremenda ya que cuenta con un patrimonio de música procesional muy extenso. Y lo más im-portante, de autores de varios puntos de España además de conquenses, lo que le confiere una rica variedad de estilos.

¿Qué siente cuando se toca una marcha procesional suya por toda la España nazarena?

He tenido la suerte, por así decirlo, de que mi inspiración haya coincidido con el gusto de muchísima gente, lo que se ha traducido en una continua interpretación de mis marchas por parte de gran cantidad de bandas dentro y fuera de España. Ello hace que, evidentemente, me sienta orgulloso y contento de aportar mi grano de arena al patrimonio musical de la Se-mana Santa.

Para terminar, me gustaría agradecer a la Hermandad del Huerto la facilidad que dio para el estreno de “Mesopotamia” en su concierto de 2014, así como felicitar a todos los miem-bros de dicha Hermandad por esos veinticinco años de con-ciertos nazarenos y pedirles que sigan con esa labor en pro de la música procesional.

¡Enhorabuena y feliz Semana Santa 2015!

José Vélez García. Autor, entre otras composiciones, de las marchas “El Evangelista”, “Jerusalén”, “La Caída” y “Meso-potamia”.

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Page 101: Cuenca Nazarena 2015

José Vélez GarcíaMúsico, compositor y director que el año pasado presento

en Cuenca, en el Concierto la marca de procesión “Mesopota-mía” dedicada a la hermandad de “Jesús Resucitado”.

D. José, este año la Hermandad del Huerto celebra su 25 aniversario de Conciertos de marchas procesionales en la iglesia de San Esteban. Como músico, compositor y director ¿qué le sugiere esa fecha de aniversario?

Creo que veinticinco años promoviendo la música proce-sional en Cuenca es algo de lo que la Hermandad del Huerto debe sentirse orgullosa, a la vez que toda la familia cofrade de esta ciudad. La ocasión bien merece una celebración.

¿Conocía usted la existencia de estos conciertos en la ciudad de Cuenca? ¿Cuál es su impresión del mismo y qué destacaría?

Estos conciertos organizados por la Hermandad del Huer-to y ya consolidados tras veinticinco años tienen gran impor-tancia ya que son el preámbulo sonoro de la Semana Santa que todo hermano cofrade espera con ansiedad e ilusión. Ade-más, al realizarse en una iglesia grande y céntrica como es la de San Esteban, aseguran una gran afluencia de público.

El año pasado se escuchó por primera vez su marcha “Mesopotamia”, dedicada a la Hermandad de “Jesús Resu-citado”. ¿Cómo recuerda ese día? ,¿Qué sensaciones tuvo? ¿Cómo fue el momento de dirigir usted a la Banda de Mú-sica de Cuenca” ¿Obtuvo la respuesta del publico que espe-raba?

Todo padre está deseando ver al nuevo hijo que nace. Para los compositores, nuestro hijo es nuestra obra. Por tanto, el es-treno en Cuenca de “Mesopotamia” fue para mí un momento intenso e inolvidable. La iglesia llena, el público muy intere-sado, bien acompañado por los hermanos del “Resucitado”, y de intérprete, la gran Banda de Música de Cuenca, la cual tuve el honor de dirigir tras el amable ofrecimiento de su excelente director y compositor D. Juan Carlos Aguilar.

El comportamiento del público fue extraordinario y, como ya dije en los momentos previos a la interpretación de la marcha, lo que más me gusta de mis composiciones es que me han permitido hacer buenos amigos en muchos sitios y conocer a excelentes músicos.

En ese concierto se estrenaron además otras tres marchas, una de ellas del propio director. Por ello, estos conciertos son, bajo mi punto de vista, un excelente escaparate de promoción para la música procesional de y para Cuenca.

¿Conocía usted la Semana Santa de Cuenca? ¿Cómo la definiría con relación a la aportación musical que ofrece?

Hace unos treinta y cinco años aproximadamente tuve la ocasión de participar en dos procesiones aquí, en Cuenca, como miembro de la banda de música del Rgto. de Infantería Inmemorial del Rey nº 1. Recuerdo que llevábamos marchas de Ricardo Dorado (Mater Mea, Oremos) y de Mariano San Miguel (Mektub, El Héroe Muerto), entre otros compositores. También recuerdo que fue la primera vez que probé el “resoli”, y bien probado...

La aportación musical es tremenda ya que cuenta con un patrimonio de música procesional muy extenso. Y lo más im-portante, de autores de varios puntos de España además de conquenses, lo que le confiere una rica variedad de estilos.

¿Qué siente cuando se toca una marcha procesional suya por toda la España nazarena?

He tenido la suerte, por así decirlo, de que mi inspiración haya coincidido con el gusto de muchísima gente, lo que se ha traducido en una continua interpretación de mis marchas por parte de gran cantidad de bandas dentro y fuera de España. Ello hace que, evidentemente, me sienta orgulloso y contento de aportar mi grano de arena al patrimonio musical de la Se-mana Santa.

Para terminar, me gustaría agradecer a la Hermandad del Huerto la facilidad que dio para el estreno de “Mesopotamia” en su concierto de 2014, así como felicitar a todos los miem-bros de dicha Hermandad por esos veinticinco años de con-ciertos nazarenos y pedirles que sigan con esa labor en pro de la música procesional.

¡Enhorabuena y feliz Semana Santa 2015!

José Vélez García. Autor, entre otras composiciones, de las marchas “El Evangelista”, “Jerusalén”, “La Caída” y “Meso-potamia”.

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Hablan las HermandadesHablan las HermandadesHablan las Hermandades

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La vida de José López Calvo-+ —Pepe o el morros, como siempre le ha llamado casi todo el mundo que, con cariño, hasta él se ha acerca-do—, a pesar de ser vertiginosa e imprevisible, jamás ha dibujado en su discurrir una línea sinuosa que el propio Pepe no hubiese imaginado de antemano que se podía dar. Puede que algunas de las experiencias vi-vidas le hayan llegado aparentemente de manera repentina, pero jamás fueron imprevisibles... al menos para él. Su tenacidad, voluntad vital, confianza en sus propias capacidades, optimismo y excepcionales cua-lidades, siempre han hecho presagiar que lo que él previamente había visto dibujado en su horizonte, sería conseguido más pronto que tarde.

Con la seguridad de quien sabe que, desde siempre, los caminos que él quería trazarse inmediatamente estarían ahí para discurrir por ellos, López Calvo es el prototipo de una particular forma de vivir la vida, la música y las pasiones más íntimas.

La tenacidad, un referente fundamental en su vida —“soy burro, muy burro... y al final siempre consigo lo que me propongo”—, así como la esencia de algo inmaterial que desde siempre le ha acompañado —“desde niño siempre he tenido a mi lado un Ángel de la Guarda, alguien que ha velado por mí”—, han sido dos de los pilares fundamentales de una vida intensa, emocionante, rica... que no merecía dejar de vivirse. Y él lo ha sabido hacer muy bien desde niño.

Sirvan las líneas siguientes para indagar en los aspectos más persona-les e íntimos de una personalidad singular que, ojala, ayuden a descubrir la raíz de algunos aspectos fundamentales del mito viviente en el que, afortunadamente en vida y desde ya hace no pocos años, se ha convertido José López Calvo. Él sí puede decir a voz en grito que a veces uno sí que es profeta en su tierra pues, desde niño, ha gozado del afecto de sus paisanos, amigos y ciudadanía en general.

1. El objetivo de estas líneas es hacer un breve recorrido por aspectos y aconteci-mientos, más humanos que profesionales, acaecidos en la primera parte de la vida de José López Calvo, esto es la que discurre desde su nacimiento en Cuenca, en 1930, hasta que se produce su ingreso en el Cuerpo de Directores Músicos del Ejército en 1957, momento éste en el que el personaje inicia una definitiva y fulgurante carrera profesional que será abordada, previsiblemente, en un futuro no muy lejano.

2. Una de las fuentes fundamentales utilizadas para realizar lo que no pretende ser sino un breve bosquejo humano, más que biográfico, de José López Calvo, son las diversas conversaciones mantenidas con él y con Celia, su esposa, en fechas previas a la publicación del mismo.

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Por Fernando J. Cabañas Alamán

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La vida de José López Calvo-+ —Pepe o el morros, como siempre le ha llamado casi todo el mundo que, con cariño, hasta él se ha acerca-do—, a pesar de ser vertiginosa e imprevisible, jamás ha dibujado en su discurrir una línea sinuosa que el propio Pepe no hubiese imaginado de antemano que se podía dar. Puede que algunas de las experiencias vi-vidas le hayan llegado aparentemente de manera repentina, pero jamás fueron imprevisibles... al menos para él. Su tenacidad, voluntad vital, confianza en sus propias capacidades, optimismo y excepcionales cua-lidades, siempre han hecho presagiar que lo que él previamente había visto dibujado en su horizonte, sería conseguido más pronto que tarde.

Con la seguridad de quien sabe que, desde siempre, los caminos que él quería trazarse inmediatamente estarían ahí para discurrir por ellos, López Calvo es el prototipo de una particular forma de vivir la vida, la música y las pasiones más íntimas.

La tenacidad, un referente fundamental en su vida —“soy burro, muy burro... y al final siempre consigo lo que me propongo”—, así como la esencia de algo inmaterial que desde siempre le ha acompañado —“desde niño siempre he tenido a mi lado un Ángel de la Guarda, alguien que ha velado por mí”—, han sido dos de los pilares fundamentales de una vida intensa, emocionante, rica... que no merecía dejar de vivirse. Y él lo ha sabido hacer muy bien desde niño.

Sirvan las líneas siguientes para indagar en los aspectos más persona-les e íntimos de una personalidad singular que, ojala, ayuden a descubrir la raíz de algunos aspectos fundamentales del mito viviente en el que, afortunadamente en vida y desde ya hace no pocos años, se ha convertido José López Calvo. Él sí puede decir a voz en grito que a veces uno sí que es profeta en su tierra pues, desde niño, ha gozado del afecto de sus paisanos, amigos y ciudadanía en general.

1. El objetivo de estas líneas es hacer un breve recorrido por aspectos y aconteci-mientos, más humanos que profesionales, acaecidos en la primera parte de la vida de José López Calvo, esto es la que discurre desde su nacimiento en Cuenca, en 1930, hasta que se produce su ingreso en el Cuerpo de Directores Músicos del Ejército en 1957, momento éste en el que el personaje inicia una definitiva y fulgurante carrera profesional que será abordada, previsiblemente, en un futuro no muy lejano.

2. Una de las fuentes fundamentales utilizadas para realizar lo que no pretende ser sino un breve bosquejo humano, más que biográfico, de José López Calvo, son las diversas conversaciones mantenidas con él y con Celia, su esposa, en fechas previas a la publicación del mismo.

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La tristeza se hace presente nuevamente en su expresión cuando recuerda cómo, en plena Guerra Civil, uno de sus hermanos mayores, concretamente Manolo, un día no apareció a comer. La intranquilidad de la familia, que desde tiempo atrás imaginaba que esa situación podría llegar, se dio de bruces plenamente con el comentario de un vecino que les informó sobre el hecho de que lo habían visto subirse en un coche “de los que iban a la guerra”, a fin de incorporarse al ejército republicano. Su familia era reacia a que Manolo adoptase esa decisión. Pero la voluntad de Manolo era firme y ante la negativa rotunda a hacer caso a sus seres cercanos, al menos se había intentado de todas las formas posibles que no fuese destinado a tierras valencianas ante el azote que este bando estaba recibiendo en aquellas latitudes por parte del ejército sublevado.

“Se fue con Gabriel Barreda, que tenía una tienda”. Todo apunta, según recuerda Pepe, a que el comisario de entonces, a fin de evitar que el joven Manolo se encontrarse con el peor escenario que por aquel tiempo podían vivir los republicanos en tierras relativamente cercanas, les hizo un plan y dibujo un plano. Así, encaminaron sus pasos hacia la castello-nense Sierra de Espadán, debiendo atravesar el Puente de los imposibles5, habiendo recibido instrucciones claras sobre el hecho de que una vez en el frente, al presentarse ante los mandos militares, insistiesen en su proce-dencia conquense Ello, sin lugar a dudas, les ayudaría en sus intenciones al tiempo que les eximiría de correr mayores riesgos. Parece que, al menos en aquella posición, la condición de conquense seguía ayudando a aque-llos que querían, en este caso, no precisamente pasar de balde, pero sí regresar vivos a casa.

Pepe, al hablar de aquellos tiempos, se pone especialmente triste re-cordando cómo su hermano Manolo, desde el frente y tras tomar una población que estaba en manos del ejército nacional, le mandó un libro encontrado allí —España, mi patria, de José Dalmáu Carlés—, sabedor de que Pepe no compartía sus ideas republicanas y que le haría ilusión re-cibirlo, acompañado de una nota que rezaba “Toma Pepe, para que te ilustres”. Pero su nostalgia se torna en cierta rabia contenida insistiendo en que “mi poca cabeza me llevó, poco tiempo después, a desprenderme de él” a fin de obtener algunas monedas con las que darse algún capricho. “Como yo era un bala, poco después, estando en Aviación, no tuve más ocurrencia que, para conseguir algo de dinerillo, venderlo por dos reales. Resulta que mi hermano me lo había mandado, con todo su cariño, tras haberlo conseguido en primera línea de fuego y yo, como un irresponsa-ble, lo vendí por cuatro perras. Ay!”.

Su prodigiosa memoria le lleva a recordar cómo era aquel libro que, a tenor de lo que cuenta, Pepe debió casi memorizar fotográficamente. “Te hablaba de la historia de España, de los vascos más célebres, de José María Usandizaga, de los españoles más relevantes de nuestra historia...”.

En el colegioDe su etapa de colegial, Pepe es rotundo al afirmar que en lo único que

él destacaba, en “las Graduadas6”, era en “dar guerra y ser malo, pero malo, malo”, hecho éste que sin duda se vio especialmente reforzado por la bon-dad, en contraposición, que caracterizaba a su primer maestro, don Pedro7.

Así, recuerda la especial conexión que entre ambos se daba y que, unida al hecho de que Pepe, ya por aquella época, se sentía especialmente atraído por la Geografía, derivó en muchas ocasiones en que el bondadoso maestro no dudase en dejarle al frente de sus condiscípulos. El objetivo era que expusiese y compartiese con ellos sus conocimientos, al tiempo que intentaba trasladarles su ilusión por esta rama del saber. “Todo eso me encantaba. Lo de Europa... lo de las Islas... Yo lo sabía, él sabía que a mí me gustaba y frecuentemente me dejaba al frente de la clase”.

Tras su paso por “las Graduadas”, sus estudios primarios los comple-mentó en las “Escuelas Aguirre” con otro maestro, en este caso llamado don Juan. Todo apunta a que el nuevo maestro, hasta el que llegó debido a que su madre decidió cambiarlo de colegio, no estaba dispuesto a tolerar en él ese carácter inquieto que su maestro anterior le había permitido manifes-tar constantemente. De hecho, recuerda que don Juan “¡me cascaba de cada viaje...!”, aunque se consuela al recordar que, para hacer justicia a la verdad, no era él el único destinatario de aquellos pescozones. Parece ser que don Juan el herrero, al que llamaban así por su afición al mundo de la herrería —“y la verdad es que lo hacía muy bien”—, “nos atizaba a todos”.

“Calvito, Calvito... que no eres bueno!”, era el saludo que el joven Pepe recibía cada vez que se presentaba ante su maestro intuyendo éste que en la cabeza del pequeño ya estaban cociéndose nuevas travesuras que tarde o temprano se harían realidad. “Me encantaban las nueces y, cuando llegaba el tiempo de éstas, siempre buscaba una excusa para salir de clase e irme a cogerlas en un nogal que había muy cerca de la Escuela. Como no tenía una razón mejor que dar para abandonar la clase, yo solía decirle a don Juan que me estaba meando y que necesitaba salir. Él, imaginando lo que ocurriría, me daba permiso. Al regresar, conociendo lo inquieto que yo era, me llama-ba ante él, me tocaba los bolsillos, me sacaba las nueces, se las quedaba y a mí me daba un pescozón. ¡Y se las comía el jodió!”

5. Se trata de un puente, ubicado en el término valenciano de Víllora, construido para salvar el río Víllora o San Martín. Fue llamado así ante las numerosas dificul-tades que presentó su construcción dado lo agreste del terreno, debiéndose levantar altos pilares a fin de trazar, definitivamente, la línea ferroviaria Madrid-Valencia.

6. Se refiere a la Escuela Graduada a la que iba a clase, de niño, y que, con el paso de los años y tras numerosas reconversiones, ha llegado a ser el actual CIEP “Ramón y Cajal” de Cuenca.

7. El paso del tiempo le impide recordar más datos sobre su maestro, don Pedro, al margen de los ya comentados y del hecho de que tenía un hijo que debió cursar estudios eclesiásticos.

Con don Juan Carlos I, Luis Fernández de Mesa y Hoces y Miguel González González, en aquel momento Subdirector de la Unidad de Música de la Guardia Real.

En la entrega del Premio de Composición de la Escuela de Especialistas, con un General de Ingenieros.

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No pretenden estas reflexiones indagar en el compositor, ni en el di-rector de bandas, ni tan siquiera en el músico. Convencido de que antes que un “personaje”, López Calvo es un “ser humano” peculiar, lo que se pretende fundamentalmente, aquí y ahora, es dejar constancia de algunas —solo algunas— de las referencias vitales en las que se sustenta la primera parte de la vida y obra de este músico conquense, aquella que discurre entre su nacimiento y la obtención de plaza en el cuerpo de Directores Músicos del Ejército, en 1957. Tiempo habrá para enriquecer estas inicia-les observaciones, así como para ahondar en su obra y labores musicales.

Infancia, familia, primeros años (1930-1947).La singularidad de Pepe empezó a dar muestras patentes desde el mo-

mento mismo de su llegada al mundo. Todo apunta a que nuestro protago-nista nació el 18 de marzo de 1930 pero que una suerte de acontecimientos hizo imposible que su padre fuese a inscribirlo, en el oportuno registro, en la mencionada fecha. Dicha tarea administrativa tuvo lugar, sin embargo, un día después sin que, por unas razones u otras, se tomasen las medidas adecuadas en orden a que en la inscripción realizada a tal efecto figurase la fecha real del nacimiento, esto es el día 18. El caso es que, a efectos legales, el maestro nació el 19 de marzo de 1930, situación que a él no le incomoda en absoluto, ya que “así me puedo llamar José con más razón, jeje, a pesar de que Julián, mi hermano, siempre se ha empeñado en decir a todo el mundo que nací el 18”3.

El quinto de cinco hermanos —“no hay quinto malo”, recuerda—, pronto se mostró ante su entorno, según sus propias palabras, como un pequeño diablillo con las ideas muy claras y con una contundencia ar-gumental que le permitían hacer prevalecer sus criterios y opiniones por encima de los ajenos.

Uno de los aspectos que con mayor cariño, y también cierto orgullo nostálgico, recuerda de su infancia es todo lo relacionado con su pandilla, conocida como la de “Pepe el morros”. Ésta, pronto se hizo con la pro-piedad, de uso y paso, de lo que entonces se conocía como “los pinillos”, ubicados en el hoy desaparecido monte de “Los moralejos”4. La banda, integrada por un grupo de niños cuya edad máxima no superaba los 8 o 10 años, ejercía un control absoluto sobre dicho paraje, anulando las supues-tas servidumbres de paso a las que tenía derecho todo aquel que deseaba atravesarlos para ir de San Antón a los Tiradores o viceversa.

“Los niños de aquella época estábamos divididos en dos bandas —la de los chicos de San Antón y la de los Tiradores; los dos barrios más obre-

ros de la época— y éramos enemigos acérrimos”. Él, conocido como el jefe de los pinillos, era el encargado de, con tan solo 8 o 9 años, dar autorización a sus “secuaces” en torno a si permitir o no que su territorio fuese atra-vesado, al menos con facilidad, por quienes osaban intentarlo. Así Pepe, como indiscutible jefe de la banda que era, miraba regularmente desde sus dominios al Puente de San Antón y, en cuanto que veía asomar a alguien, mandaba a sus chicos a interrogar al osado en cuestión a fin de conocer el lugar exacto al que se dirigía y el fin que perseguía.

Aún recuerda cómo en cierta ocasión su presión llegó a poco menos que desesperar a unos chicos que decían ir a la otra parte de la ciudad “a ver a su tía Victoria”, empeñándose el pequeño Pepe en que eso no era cierto y no autorizando su paso. Era en situaciones similares a esa en las que “los de los pinillos”, con Pepe al frente, se hacían fuertes, obligando a esperar un tiempo exagerado a aquellos que deseaban pasar por allí. Era la mejor forma de que valorasen realmente lo trascendente que era para ellos atravesar territorio enemigo. “Esa era la mayor muestra de poder que, en aquellos tiempos, podíamos dar para hacernos respetar por los otros y yo, sabedor de ello, con la arrogancia del niño que se ve jefe de otros, miran-do al cielo solía autorizar el paso como si de una concesión o prebenda especial se tratase”, recuerda con morriña y una sonrisa todavía picarona.

Hay que hacer notar que fue por esta época cuando el seudónimo de “el morros” apareció en su vida —“tenía yo unos morretes más majos, jejeje”—, no trayéndole por entonces más que disgustos y enfrentamientos con aquellos que se atrevían a llamarle así. No pocos probaron la fuerza de sus puños y pies por esa confianza no merecida o falta de respeto que, por entonces, tenían quienes así llamaban a uno de los líderes infantiles más destacados de la ciudad.

La familia de Pepe vivía por aquel entonces en el cerrillo de San Agus-tín, hoy ya desaparecido. “Subiendo desde lo que posteriormente ha sido el bar de La maña,... por ahí estaba la tienda de Juan Martínez... y subía por ahí un callejón, donde luego se veía un poste de la luz eléctrica; ahí vivía yo, en el número 13 del Callejón de los Moralejos. Por cierto que luego, al darle nombre a las calles, le llamaron Travesía de San Agustín.”

Años más tarde, cuando el Ayuntamiento expropió esas casas a fin de pocedrr al desmonte y posterior urbanización de la barriada que actual-mente existe, a su madre le asignaron una casa que fue “lo único bueno que nos dieron ya que en la casa de San Agustín no teníamos ni agua corriente, teniendo que bajar a casa de la Amparo a coger agua; la Amparo era nuestra salvación.”

3. La situación descrita ha hecho posible que, a partes iguales, sean numerosos los programas de mano, artículos de prensa, semblanzas biográficas, etc. de López Cal-vo en los que, sin aclaración alguna al respecto, se utilicen indistintamente las fechas de 18 y 19 de marzo de 1930 como las de su nacimiento.

4. “Los pinillos” estuvieron ubicados, aproximadamente, en la zona que hoy ocupan la calle Princesa Zaida y aledaños. En los primeros años 70 del siglo XX, esta zona sufrió un desmonte que dio paso a la organización urbanística actual. En ella, el único recuerdo a aquellos tiempos lo constituye el que hoy es conocido como “Par-que de los moralejos”, conocido popularmente como “El Carrero”, ya que se creó llevando inicialmente la denominación de “Almirante Carrero Blanco” en homenaje al Presidente del Gobierno de España asesinado por ETA el 20 de diciembre de 1973.

Con su padre, Justi, poco tiempo después de ingresar en la Banda Municipal de Música de Cuenca.

Al margen de sus tareas profesionales, López Calvo siempre ha disfrutado creando y dirigiendo coros de aficionados.

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La tristeza se hace presente nuevamente en su expresión cuando recuerda cómo, en plena Guerra Civil, uno de sus hermanos mayores, concretamente Manolo, un día no apareció a comer. La intranquilidad de la familia, que desde tiempo atrás imaginaba que esa situación podría llegar, se dio de bruces plenamente con el comentario de un vecino que les informó sobre el hecho de que lo habían visto subirse en un coche “de los que iban a la guerra”, a fin de incorporarse al ejército republicano. Su familia era reacia a que Manolo adoptase esa decisión. Pero la voluntad de Manolo era firme y ante la negativa rotunda a hacer caso a sus seres cercanos, al menos se había intentado de todas las formas posibles que no fuese destinado a tierras valencianas ante el azote que este bando estaba recibiendo en aquellas latitudes por parte del ejército sublevado.

“Se fue con Gabriel Barreda, que tenía una tienda”. Todo apunta, según recuerda Pepe, a que el comisario de entonces, a fin de evitar que el joven Manolo se encontrarse con el peor escenario que por aquel tiempo podían vivir los republicanos en tierras relativamente cercanas, les hizo un plan y dibujo un plano. Así, encaminaron sus pasos hacia la castello-nense Sierra de Espadán, debiendo atravesar el Puente de los imposibles5, habiendo recibido instrucciones claras sobre el hecho de que una vez en el frente, al presentarse ante los mandos militares, insistiesen en su proce-dencia conquense Ello, sin lugar a dudas, les ayudaría en sus intenciones al tiempo que les eximiría de correr mayores riesgos. Parece que, al menos en aquella posición, la condición de conquense seguía ayudando a aque-llos que querían, en este caso, no precisamente pasar de balde, pero sí regresar vivos a casa.

Pepe, al hablar de aquellos tiempos, se pone especialmente triste re-cordando cómo su hermano Manolo, desde el frente y tras tomar una población que estaba en manos del ejército nacional, le mandó un libro encontrado allí —España, mi patria, de José Dalmáu Carlés—, sabedor de que Pepe no compartía sus ideas republicanas y que le haría ilusión re-cibirlo, acompañado de una nota que rezaba “Toma Pepe, para que te ilustres”. Pero su nostalgia se torna en cierta rabia contenida insistiendo en que “mi poca cabeza me llevó, poco tiempo después, a desprenderme de él” a fin de obtener algunas monedas con las que darse algún capricho. “Como yo era un bala, poco después, estando en Aviación, no tuve más ocurrencia que, para conseguir algo de dinerillo, venderlo por dos reales. Resulta que mi hermano me lo había mandado, con todo su cariño, tras haberlo conseguido en primera línea de fuego y yo, como un irresponsa-ble, lo vendí por cuatro perras. Ay!”.

Su prodigiosa memoria le lleva a recordar cómo era aquel libro que, a tenor de lo que cuenta, Pepe debió casi memorizar fotográficamente. “Te hablaba de la historia de España, de los vascos más célebres, de José María Usandizaga, de los españoles más relevantes de nuestra historia...”.

En el colegioDe su etapa de colegial, Pepe es rotundo al afirmar que en lo único que

él destacaba, en “las Graduadas6”, era en “dar guerra y ser malo, pero malo, malo”, hecho éste que sin duda se vio especialmente reforzado por la bon-dad, en contraposición, que caracterizaba a su primer maestro, don Pedro7.

Así, recuerda la especial conexión que entre ambos se daba y que, unida al hecho de que Pepe, ya por aquella época, se sentía especialmente atraído por la Geografía, derivó en muchas ocasiones en que el bondadoso maestro no dudase en dejarle al frente de sus condiscípulos. El objetivo era que expusiese y compartiese con ellos sus conocimientos, al tiempo que intentaba trasladarles su ilusión por esta rama del saber. “Todo eso me encantaba. Lo de Europa... lo de las Islas... Yo lo sabía, él sabía que a mí me gustaba y frecuentemente me dejaba al frente de la clase”.

Tras su paso por “las Graduadas”, sus estudios primarios los comple-mentó en las “Escuelas Aguirre” con otro maestro, en este caso llamado don Juan. Todo apunta a que el nuevo maestro, hasta el que llegó debido a que su madre decidió cambiarlo de colegio, no estaba dispuesto a tolerar en él ese carácter inquieto que su maestro anterior le había permitido manifes-tar constantemente. De hecho, recuerda que don Juan “¡me cascaba de cada viaje...!”, aunque se consuela al recordar que, para hacer justicia a la verdad, no era él el único destinatario de aquellos pescozones. Parece ser que don Juan el herrero, al que llamaban así por su afición al mundo de la herrería —“y la verdad es que lo hacía muy bien”—, “nos atizaba a todos”.

“Calvito, Calvito... que no eres bueno!”, era el saludo que el joven Pepe recibía cada vez que se presentaba ante su maestro intuyendo éste que en la cabeza del pequeño ya estaban cociéndose nuevas travesuras que tarde o temprano se harían realidad. “Me encantaban las nueces y, cuando llegaba el tiempo de éstas, siempre buscaba una excusa para salir de clase e irme a cogerlas en un nogal que había muy cerca de la Escuela. Como no tenía una razón mejor que dar para abandonar la clase, yo solía decirle a don Juan que me estaba meando y que necesitaba salir. Él, imaginando lo que ocurriría, me daba permiso. Al regresar, conociendo lo inquieto que yo era, me llama-ba ante él, me tocaba los bolsillos, me sacaba las nueces, se las quedaba y a mí me daba un pescozón. ¡Y se las comía el jodió!”

5. Se trata de un puente, ubicado en el término valenciano de Víllora, construido para salvar el río Víllora o San Martín. Fue llamado así ante las numerosas dificul-tades que presentó su construcción dado lo agreste del terreno, debiéndose levantar altos pilares a fin de trazar, definitivamente, la línea ferroviaria Madrid-Valencia.

6. Se refiere a la Escuela Graduada a la que iba a clase, de niño, y que, con el paso de los años y tras numerosas reconversiones, ha llegado a ser el actual CIEP “Ramón y Cajal” de Cuenca.

7. El paso del tiempo le impide recordar más datos sobre su maestro, don Pedro, al margen de los ya comentados y del hecho de que tenía un hijo que debió cursar estudios eclesiásticos.

Con don Juan Carlos I, Luis Fernández de Mesa y Hoces y Miguel González González, en aquel momento Subdirector de la Unidad de Música de la Guardia Real.

En la entrega del Premio de Composición de la Escuela de Especialistas, con un General de Ingenieros.

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No pretenden estas reflexiones indagar en el compositor, ni en el di-rector de bandas, ni tan siquiera en el músico. Convencido de que antes que un “personaje”, López Calvo es un “ser humano” peculiar, lo que se pretende fundamentalmente, aquí y ahora, es dejar constancia de algunas —solo algunas— de las referencias vitales en las que se sustenta la primera parte de la vida y obra de este músico conquense, aquella que discurre entre su nacimiento y la obtención de plaza en el cuerpo de Directores Músicos del Ejército, en 1957. Tiempo habrá para enriquecer estas inicia-les observaciones, así como para ahondar en su obra y labores musicales.

Infancia, familia, primeros años (1930-1947).La singularidad de Pepe empezó a dar muestras patentes desde el mo-

mento mismo de su llegada al mundo. Todo apunta a que nuestro protago-nista nació el 18 de marzo de 1930 pero que una suerte de acontecimientos hizo imposible que su padre fuese a inscribirlo, en el oportuno registro, en la mencionada fecha. Dicha tarea administrativa tuvo lugar, sin embargo, un día después sin que, por unas razones u otras, se tomasen las medidas adecuadas en orden a que en la inscripción realizada a tal efecto figurase la fecha real del nacimiento, esto es el día 18. El caso es que, a efectos legales, el maestro nació el 19 de marzo de 1930, situación que a él no le incomoda en absoluto, ya que “así me puedo llamar José con más razón, jeje, a pesar de que Julián, mi hermano, siempre se ha empeñado en decir a todo el mundo que nací el 18”3.

El quinto de cinco hermanos —“no hay quinto malo”, recuerda—, pronto se mostró ante su entorno, según sus propias palabras, como un pequeño diablillo con las ideas muy claras y con una contundencia ar-gumental que le permitían hacer prevalecer sus criterios y opiniones por encima de los ajenos.

Uno de los aspectos que con mayor cariño, y también cierto orgullo nostálgico, recuerda de su infancia es todo lo relacionado con su pandilla, conocida como la de “Pepe el morros”. Ésta, pronto se hizo con la pro-piedad, de uso y paso, de lo que entonces se conocía como “los pinillos”, ubicados en el hoy desaparecido monte de “Los moralejos”4. La banda, integrada por un grupo de niños cuya edad máxima no superaba los 8 o 10 años, ejercía un control absoluto sobre dicho paraje, anulando las supues-tas servidumbres de paso a las que tenía derecho todo aquel que deseaba atravesarlos para ir de San Antón a los Tiradores o viceversa.

“Los niños de aquella época estábamos divididos en dos bandas —la de los chicos de San Antón y la de los Tiradores; los dos barrios más obre-

ros de la época— y éramos enemigos acérrimos”. Él, conocido como el jefe de los pinillos, era el encargado de, con tan solo 8 o 9 años, dar autorización a sus “secuaces” en torno a si permitir o no que su territorio fuese atra-vesado, al menos con facilidad, por quienes osaban intentarlo. Así Pepe, como indiscutible jefe de la banda que era, miraba regularmente desde sus dominios al Puente de San Antón y, en cuanto que veía asomar a alguien, mandaba a sus chicos a interrogar al osado en cuestión a fin de conocer el lugar exacto al que se dirigía y el fin que perseguía.

Aún recuerda cómo en cierta ocasión su presión llegó a poco menos que desesperar a unos chicos que decían ir a la otra parte de la ciudad “a ver a su tía Victoria”, empeñándose el pequeño Pepe en que eso no era cierto y no autorizando su paso. Era en situaciones similares a esa en las que “los de los pinillos”, con Pepe al frente, se hacían fuertes, obligando a esperar un tiempo exagerado a aquellos que deseaban pasar por allí. Era la mejor forma de que valorasen realmente lo trascendente que era para ellos atravesar territorio enemigo. “Esa era la mayor muestra de poder que, en aquellos tiempos, podíamos dar para hacernos respetar por los otros y yo, sabedor de ello, con la arrogancia del niño que se ve jefe de otros, miran-do al cielo solía autorizar el paso como si de una concesión o prebenda especial se tratase”, recuerda con morriña y una sonrisa todavía picarona.

Hay que hacer notar que fue por esta época cuando el seudónimo de “el morros” apareció en su vida —“tenía yo unos morretes más majos, jejeje”—, no trayéndole por entonces más que disgustos y enfrentamientos con aquellos que se atrevían a llamarle así. No pocos probaron la fuerza de sus puños y pies por esa confianza no merecida o falta de respeto que, por entonces, tenían quienes así llamaban a uno de los líderes infantiles más destacados de la ciudad.

La familia de Pepe vivía por aquel entonces en el cerrillo de San Agus-tín, hoy ya desaparecido. “Subiendo desde lo que posteriormente ha sido el bar de La maña,... por ahí estaba la tienda de Juan Martínez... y subía por ahí un callejón, donde luego se veía un poste de la luz eléctrica; ahí vivía yo, en el número 13 del Callejón de los Moralejos. Por cierto que luego, al darle nombre a las calles, le llamaron Travesía de San Agustín.”

Años más tarde, cuando el Ayuntamiento expropió esas casas a fin de pocedrr al desmonte y posterior urbanización de la barriada que actual-mente existe, a su madre le asignaron una casa que fue “lo único bueno que nos dieron ya que en la casa de San Agustín no teníamos ni agua corriente, teniendo que bajar a casa de la Amparo a coger agua; la Amparo era nuestra salvación.”

3. La situación descrita ha hecho posible que, a partes iguales, sean numerosos los programas de mano, artículos de prensa, semblanzas biográficas, etc. de López Cal-vo en los que, sin aclaración alguna al respecto, se utilicen indistintamente las fechas de 18 y 19 de marzo de 1930 como las de su nacimiento.

4. “Los pinillos” estuvieron ubicados, aproximadamente, en la zona que hoy ocupan la calle Princesa Zaida y aledaños. En los primeros años 70 del siglo XX, esta zona sufrió un desmonte que dio paso a la organización urbanística actual. En ella, el único recuerdo a aquellos tiempos lo constituye el que hoy es conocido como “Par-que de los moralejos”, conocido popularmente como “El Carrero”, ya que se creó llevando inicialmente la denominación de “Almirante Carrero Blanco” en homenaje al Presidente del Gobierno de España asesinado por ETA el 20 de diciembre de 1973.

Con su padre, Justi, poco tiempo después de ingresar en la Banda Municipal de Música de Cuenca.

Al margen de sus tareas profesionales, López Calvo siempre ha disfrutado creando y dirigiendo coros de aficionados.

Investigación

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persona, estuvo, en palabras del propio López Calvo, la curiosidad que en los chavales de la época despertaba el ambiente que se generaba en torno a la banda de música.

“Lo mismo que a los chavales les daba por decir un día que iban a jugar a tal o cual cosa, un día, a mis amigos del barrio y a mí nos dio por decir que nos íbamos a hacer músicos y decidimos irnos a la Academia Municipal de Música que, entonces, estaba en San Antón, en unas escue-las abandonadas. Yo tendría unos 8 años”. Pues dicho y hecho... El día señalado, cerca de una treintena de niños y jóvenes decidieron acercarse a la Academia Municipal a probar suerte en el arte de la música.

“Yo fui un fracasado; yo no soy un triunfador”, dice repetidamente López Calvo con la convicción, sin embargo, de que la suerte y la fortuna se han puesto en numerosas ocasiones de su lado, aunque sin olvidar que dichas posibilidades solo dan fruto en las personas que tienen capacidad para retener a su lado lo que el azar o el destino ha puesto a su vera. El caso es que cuando llegaron a la Academia, allí se sentó Nicolás Cabañas, en ese momento director de la Academia, “con una paciencia tremenda”, dispuesto a hacerles, uno a uno, la prueba para valorar sus aptitudes y conocimientos musicales.

“Yo, como era un bicho, llegado el momento en que tuve que satisfa-cer su petición de cantar más alto, me puse a pegar gritos pensando que era eso lo que el maestro le pedía”. El maestro, desconcertado ante la reac-ción del pequeño, viendo el desastre de prueba de ingreso que estaba reali-zando, exclamó a voz en grito —“¡Me cago en el demonio!”—, dirigiéndose al niño para intentar descubrir cómo podía ser posible que siendo hijo de Justi, el tubista, y hermano de Julián12, uno de los clarinetistas, este nuevo López Calvo tuviese aparentemente tan pocas aptitudes para la música. “¿Cómo puedes ser tan malo, tan burro y tan zopenco? Anda... fuera de aquí”, le dijo Cabañas antes de descartarlo del cuasi improvisado proceso de ingreso en la banda.

Pero allí había un hombre, poco menos que escondido detrás de la estufa de serrín, intentando que el frío no se apoderase de los allí presen-tes. Se trataba del “señor Luis”, el conserje de la Academia, quien no había perdido detalle de los acontecimientos vividos minutos atrás. El caso es que cuando ya se marchaban los niños descartados, “que éramos casi to-dos”, llamó a dos o tres a su lado y, dirigiéndose a Pepe en especial, dada la amistad que le unía a su padre y las aptitudes musicales que parecía haber intuido que el pequeño poseía, pero que no había puesto en práctica, lo retuvo a su lado.

“Tú no has entendido nada —le dijo el Sr. Luis—. El maestro te pedía una cosa y tú hacías otra. Te voy a dar un ejemplo de música y tú lo vas a intentar repetir pero, cuando yo te diga más alto lo vas a cantar más

agudo, no gritando ni voceando.” Pidiéndole atención al niño, le puso sobre la pista de cómo entonar una nota —do— y lo mandó a un rincón para que la repitiese, en varias intensidades, hasta la saciedad. Luego vino el re, y el mi, y el fa... dándole siempre las mismas indicaciones: “vete al mismo sitio y sol que te crío, hasta que te aburras”. Y el niño, siguiendo las indicaciones del que en ese momento pasó a ser considerado por él como su primer Ángel de la Guarda, generó aquel día monótonas melo-días —do, do, do, do, do, do,... re, re, re, re, re, re, re,... mi, mi, mi, mi, mi, mi, mi,...— que como consecuencia inmediata tuvieron, al menos, el hecho de que el propio señor Luis llegase a la conclusión, ya intuida, de que el niño tenía condiciones para la música y que merecía la pena invertir en él su tiempo y escasos conocimientos para ayudarle a preparar una nueva prueba de ingreso que, sin duda y poco tiempo después, superaría... y de hecho superó.

Así, el hecho de ingresar en la banda de música conquense y de haber conseguido, tiempo después, debutar como músico se constituye, en la vida de Pepe y según sus propias palabras, en el triunfo más grande que he conseguido en mi vida “gracias al Sr. Luis que fue el que me salvo... mi Ángel de la Guarda”.

Una vez admitido y llegado el momento de escoger instrumento, de-cantándose por la tuba, dicha elección le produjo cierto enfrentamiento con su padre que no deseaba que su hijo se dedicase a tocar este instrumento.

Resulta que cuando Nicolás Cabañas preguntó a los nuevos educan-dos sobre el instrumento que les gustaría tocar, unos se decantaron por el clarinete, otros por la flauta... pero el pequeño Pepe, alucinado por el volumen que tenía el bajo, un instrumento de gran tamaño para un niño tan pequeño en aquel momento, sin pensarlo dos veces se lanzó a elegirlo gozando, además, del favor del director Jesús Calleja, quien aprobó dicha elección.

Pero, claro, estaba la otra parte. Justi, su padre, enterado de la elec-ción realizada por su hijo, se quedó descorazonado y gritándole —“¿la estufa?, ¿idiota?!—, al tiempo que intentaba darle un bofetón por tan descabellada elección, encontrándose como resultado una reacción hui-diza que hizo que el niño, antes de acabar la frase paterna, ya estuviese corriendo llegando la mano simplemente a acariciar el aire. “Haz lo que quieras pero escoge otro instrumento”. Pero su intención no era tal, “ade-más en aquellos momentos yo ya tenía unos morretes muy majos y el bajo me venía que ni pintado... siendo yo ya conocido por aquel entonces como Pepe el morros, jeje”.

El padre, erre que erre, se dirigió a Cabañas y Calleja a fin de abordar el asunto, acordando entre todos que, como mal menor y dada la insis-tencia del niño, se dedicase al bombardino, al menos transitoriamente.

11. Para más información sobre la Banda Provincial de Música de Cuenca y Nico-lás Cabañas Palomo puede consultarse el estudio que Fernando J. Cabañas Alamán publicó con el título Músicos conquenses de otros tiempos: III. Nicolás Cabañas Palomo (1871-1948) (véase Bibliografía).

12. José López Calvo repite reiteradamente que el miembro de su familia que real-mente siempre ha demostrado tener unas condiciones excepcionales para la música es su hermano Julián. Autor de, entre otras, la marcha El desprendimiento, habla de su hermano como una persona con gran inspiración y envidiable sentido melódico.

Al frente de la Unidad de Música de la Guardia Real, en el Palacio de El Pardo, Madrid.

Dirigiendo un concierto de la Unidad de Música de la Guardia Real.

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Quien conoce a Pepe, aunque sea ligeramente, sabe del infinito cari-ño y reconocimiento que siente hacia su primo Miguel Gallego Calvo8, por el que siente verdadera devoción. Sin embargo, estos sentimientos, en aquella época, no debían ser tan palpables, máxime cuando se daba el hecho de que Miguel siempre era valorado, pública y notoriamente, en virtud de su indiscutible inteligencia, destacados conocimientos y alto rendimiento escolar. En contra, los maestros solían hacen prevalecer en Pepe una valoración que se sustentaba fundamentalmente en su inequí-voca capacidad para hacer trastadas. “En mi orgullo más íntimo estaba el deseo de intentar ser mejor que mi primo, que era referencia para todo el mundo... Pero yo era más torpe y además un pájaro de cuidado, jeje”.

Sus recuerdos en edad escolar se completan con la experiencia vivida con otro maestro de escuela, éste apellidado Lozoya, que desempeñaba sus labores docentes en un colegio, ya desaparecido, que hubo en la calle Colón. Sabedor, aquél, de que López Calvo tenía dotes para la música, le propuso organizar un coro que, a juicio de nuestro protagonista, tuvo unos resultados catastróficos sonando mal... “pero mal, mal, mal... rema-tadamente mal”, recuerda con una expresión facial que ayuda a que la idea que desea transmitir sea inequívocamente clara y contundente.

En cierta ocasión, la agrupación coral en cuestión, se desplazó a Ma-drid para intervenir en un acto “que organizaba Falange” y donde todo da a entender que el pequeño, más que cantar, lo que realmente hacía era chillar “a grito pelao”. El caso es que su particular manera de entender el canto llamó especialmente la atención de Elola-Elaso9, “y no precisa-mente por la calidad, ni el timbre de mi voz, sino por los chillos que daba aquel niño inquieto y guerrero que estaba en aquel coro”. A ello contribuyó, sin duda, la peculiar imagen que transmitía al vestir un traje viejo, raído, medio destrozado y de una talla nada acorde con la que su pequeño cuerpo requería.

El caso es que la particular puesta en escena del niño llamó tanto la atención del conocido político —“tenía muy buena facha siendo muy alto, bien vestido... daba gusto verlo”, recuerda López Calvo— quien, al térmi-no del acto, se dirigió directamente hacia él y, sonriéndole, le mostró su simpatía al tiempo que le daba 25 pesetas de propina. Este acto sorprendió mucho al director de la Banda Municipal de Música de Cuenca, en ese momento Jesús Calleja, que hasta Madrid se había desplazado con ellos. Según recuerda López Calvo, el maestro Calleja se dirigió a continuación al pequeño para pedirle, en plan de broma se supone, la mitad de la pro-pina recibida, a lo que una contestación indiscutiblemente clara —“¡una leche, los cinco duros me los quedo yo!”— preludió una huída vertiginosa

que le alejó, a la velocidad del rayo, del escenario de los hechos. Pero nuevos acontecimientos curiosos, vividos también en aquellos

años y en Madrid, se suceden todavía hoy en la mente del maestro. Así, con cara mitad de pillo mitad de nostálgico resignado, recuerda otro he-cho acaecido por aquel entonces.

“Estábamos en Cibeles esperando para ir a cantar en un edificio que Falange tenía por la zona del Congreso de los Diputados y, de repente, me entraron ganas de orinar...” El caso es que todo el mundo tuvo que parar a fin de que el pequeño Pepe evacuase adecuadamente. Él, viendo abierto un establecimiento público, sin dudarlo dos veces se metió dentro con la sorpresa de que, al salir, un empleado del mismo lo paró y le pidió un real por haber orinado allí. “Y yo le dije ¿yo un real? ¡aaaaanda! Y salí corriendo, persiguiéndome el encargado del establecimiento sin llegar a alcanzarme nunca.” Fue a partir de entonces que se empezó a asociar al pequeño Pepe, en los ambientes familiar y musical, con tan curiosa anéc-dota, siendo vinculado su singular carácter a la peculiar y descabellada idea de aquel empleado que osó quererle cobrar un real por “hacer pis”.

Ingreso en la Banda Municipal de Música de Cuenca.Su padre, conocido en la ciudad como “el abuelo Justi”, trabajaba en

el taller de carpintería de Apolonio, célebre en la época, en el que también estaban empleados José Calvo Portero, tío de Pepe, y Amancio Contreras. Pocos recuerdos tiene López Calvo de aquella época, aunque sí perdura en su memoria el hecho de que regularmente él iba a la carpintería a cargar su carretilla con serrín y virutas, llevando esta valiosa mercancía inme-diatamente a casa donde su abuela María, especialmente, la aprovechaba para calentar la casa.

El abuelo Justi tenía una especial devoción, la música. Dicha pasión la había vivido y disfrutado al máximo dada su pertenencia a la Banda Municipal de Música de su ciudad. Además, sus amistades más estrechas también las tenía en dicha agrupación. Así, por aquellos años, era famoso en toda Cuenca el conocido Trío de la banda que estaba integrado por “Montejano al plato, Agustín10 al bombo y mi padre, el abuelo Justi, que era el único tubista que había”... estando considerado como el grupo que, en sí mismo, abanderaba la fama y reputación de toda la banda.

No es difícil imaginar que en casa de los López Calvo la música era una referencia inevitable. Justi y su hijo Alfonso procedían de la extinta Banda Provincial de Música de Cuenca que había dirigido Nicolás Caba-ñas Palomo11. Pero, al margen de dichas influencias, que sin duda hacían presagiar que alguno más de la familia llegase a vivir la música en primera

8. José López Calvo tiene compuesto un Canto a Cuenca con letra de su primo Mi-guel Gallego Calvo, del que se trata brevemente en otro lugar de esta publicación. 9. Se trataba de José Antonio Elola-Elaso Idiacaiz, político de trascendental relevan-cia en esos años, que fue nombrado en 1941 Delegado Nacional del Frente de Juven-tudes, siendo posiblemente ésta la responsabilidad que ocupaba cuando se produjo la anécdota narrada.

10. Recuerda que Agustín, posteriormente, llegó a ser Policía Municipal y que tenía un hijo, conocido como Pepete, que tocaba, también en la Banda de Música, el trom-bón y el requinto.

Dirigiendo el Coro de Santa Cristina, en Madrid. Con uniforme de gala en el Palacio Real, Madrid.

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persona, estuvo, en palabras del propio López Calvo, la curiosidad que en los chavales de la época despertaba el ambiente que se generaba en torno a la banda de música.

“Lo mismo que a los chavales les daba por decir un día que iban a jugar a tal o cual cosa, un día, a mis amigos del barrio y a mí nos dio por decir que nos íbamos a hacer músicos y decidimos irnos a la Academia Municipal de Música que, entonces, estaba en San Antón, en unas escue-las abandonadas. Yo tendría unos 8 años”. Pues dicho y hecho... El día señalado, cerca de una treintena de niños y jóvenes decidieron acercarse a la Academia Municipal a probar suerte en el arte de la música.

“Yo fui un fracasado; yo no soy un triunfador”, dice repetidamente López Calvo con la convicción, sin embargo, de que la suerte y la fortuna se han puesto en numerosas ocasiones de su lado, aunque sin olvidar que dichas posibilidades solo dan fruto en las personas que tienen capacidad para retener a su lado lo que el azar o el destino ha puesto a su vera. El caso es que cuando llegaron a la Academia, allí se sentó Nicolás Cabañas, en ese momento director de la Academia, “con una paciencia tremenda”, dispuesto a hacerles, uno a uno, la prueba para valorar sus aptitudes y conocimientos musicales.

“Yo, como era un bicho, llegado el momento en que tuve que satisfa-cer su petición de cantar más alto, me puse a pegar gritos pensando que era eso lo que el maestro le pedía”. El maestro, desconcertado ante la reac-ción del pequeño, viendo el desastre de prueba de ingreso que estaba reali-zando, exclamó a voz en grito —“¡Me cago en el demonio!”—, dirigiéndose al niño para intentar descubrir cómo podía ser posible que siendo hijo de Justi, el tubista, y hermano de Julián12, uno de los clarinetistas, este nuevo López Calvo tuviese aparentemente tan pocas aptitudes para la música. “¿Cómo puedes ser tan malo, tan burro y tan zopenco? Anda... fuera de aquí”, le dijo Cabañas antes de descartarlo del cuasi improvisado proceso de ingreso en la banda.

Pero allí había un hombre, poco menos que escondido detrás de la estufa de serrín, intentando que el frío no se apoderase de los allí presen-tes. Se trataba del “señor Luis”, el conserje de la Academia, quien no había perdido detalle de los acontecimientos vividos minutos atrás. El caso es que cuando ya se marchaban los niños descartados, “que éramos casi to-dos”, llamó a dos o tres a su lado y, dirigiéndose a Pepe en especial, dada la amistad que le unía a su padre y las aptitudes musicales que parecía haber intuido que el pequeño poseía, pero que no había puesto en práctica, lo retuvo a su lado.

“Tú no has entendido nada —le dijo el Sr. Luis—. El maestro te pedía una cosa y tú hacías otra. Te voy a dar un ejemplo de música y tú lo vas a intentar repetir pero, cuando yo te diga más alto lo vas a cantar más

agudo, no gritando ni voceando.” Pidiéndole atención al niño, le puso sobre la pista de cómo entonar una nota —do— y lo mandó a un rincón para que la repitiese, en varias intensidades, hasta la saciedad. Luego vino el re, y el mi, y el fa... dándole siempre las mismas indicaciones: “vete al mismo sitio y sol que te crío, hasta que te aburras”. Y el niño, siguiendo las indicaciones del que en ese momento pasó a ser considerado por él como su primer Ángel de la Guarda, generó aquel día monótonas melo-días —do, do, do, do, do, do,... re, re, re, re, re, re, re,... mi, mi, mi, mi, mi, mi, mi,...— que como consecuencia inmediata tuvieron, al menos, el hecho de que el propio señor Luis llegase a la conclusión, ya intuida, de que el niño tenía condiciones para la música y que merecía la pena invertir en él su tiempo y escasos conocimientos para ayudarle a preparar una nueva prueba de ingreso que, sin duda y poco tiempo después, superaría... y de hecho superó.

Así, el hecho de ingresar en la banda de música conquense y de haber conseguido, tiempo después, debutar como músico se constituye, en la vida de Pepe y según sus propias palabras, en el triunfo más grande que he conseguido en mi vida “gracias al Sr. Luis que fue el que me salvo... mi Ángel de la Guarda”.

Una vez admitido y llegado el momento de escoger instrumento, de-cantándose por la tuba, dicha elección le produjo cierto enfrentamiento con su padre que no deseaba que su hijo se dedicase a tocar este instrumento.

Resulta que cuando Nicolás Cabañas preguntó a los nuevos educan-dos sobre el instrumento que les gustaría tocar, unos se decantaron por el clarinete, otros por la flauta... pero el pequeño Pepe, alucinado por el volumen que tenía el bajo, un instrumento de gran tamaño para un niño tan pequeño en aquel momento, sin pensarlo dos veces se lanzó a elegirlo gozando, además, del favor del director Jesús Calleja, quien aprobó dicha elección.

Pero, claro, estaba la otra parte. Justi, su padre, enterado de la elec-ción realizada por su hijo, se quedó descorazonado y gritándole —“¿la estufa?, ¿idiota?!—, al tiempo que intentaba darle un bofetón por tan descabellada elección, encontrándose como resultado una reacción hui-diza que hizo que el niño, antes de acabar la frase paterna, ya estuviese corriendo llegando la mano simplemente a acariciar el aire. “Haz lo que quieras pero escoge otro instrumento”. Pero su intención no era tal, “ade-más en aquellos momentos yo ya tenía unos morretes muy majos y el bajo me venía que ni pintado... siendo yo ya conocido por aquel entonces como Pepe el morros, jeje”.

El padre, erre que erre, se dirigió a Cabañas y Calleja a fin de abordar el asunto, acordando entre todos que, como mal menor y dada la insis-tencia del niño, se dedicase al bombardino, al menos transitoriamente.

11. Para más información sobre la Banda Provincial de Música de Cuenca y Nico-lás Cabañas Palomo puede consultarse el estudio que Fernando J. Cabañas Alamán publicó con el título Músicos conquenses de otros tiempos: III. Nicolás Cabañas Palomo (1871-1948) (véase Bibliografía).

12. José López Calvo repite reiteradamente que el miembro de su familia que real-mente siempre ha demostrado tener unas condiciones excepcionales para la música es su hermano Julián. Autor de, entre otras, la marcha El desprendimiento, habla de su hermano como una persona con gran inspiración y envidiable sentido melódico.

Al frente de la Unidad de Música de la Guardia Real, en el Palacio de El Pardo, Madrid.

Dirigiendo un concierto de la Unidad de Música de la Guardia Real.

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Quien conoce a Pepe, aunque sea ligeramente, sabe del infinito cari-ño y reconocimiento que siente hacia su primo Miguel Gallego Calvo8, por el que siente verdadera devoción. Sin embargo, estos sentimientos, en aquella época, no debían ser tan palpables, máxime cuando se daba el hecho de que Miguel siempre era valorado, pública y notoriamente, en virtud de su indiscutible inteligencia, destacados conocimientos y alto rendimiento escolar. En contra, los maestros solían hacen prevalecer en Pepe una valoración que se sustentaba fundamentalmente en su inequí-voca capacidad para hacer trastadas. “En mi orgullo más íntimo estaba el deseo de intentar ser mejor que mi primo, que era referencia para todo el mundo... Pero yo era más torpe y además un pájaro de cuidado, jeje”.

Sus recuerdos en edad escolar se completan con la experiencia vivida con otro maestro de escuela, éste apellidado Lozoya, que desempeñaba sus labores docentes en un colegio, ya desaparecido, que hubo en la calle Colón. Sabedor, aquél, de que López Calvo tenía dotes para la música, le propuso organizar un coro que, a juicio de nuestro protagonista, tuvo unos resultados catastróficos sonando mal... “pero mal, mal, mal... rema-tadamente mal”, recuerda con una expresión facial que ayuda a que la idea que desea transmitir sea inequívocamente clara y contundente.

En cierta ocasión, la agrupación coral en cuestión, se desplazó a Ma-drid para intervenir en un acto “que organizaba Falange” y donde todo da a entender que el pequeño, más que cantar, lo que realmente hacía era chillar “a grito pelao”. El caso es que su particular manera de entender el canto llamó especialmente la atención de Elola-Elaso9, “y no precisa-mente por la calidad, ni el timbre de mi voz, sino por los chillos que daba aquel niño inquieto y guerrero que estaba en aquel coro”. A ello contribuyó, sin duda, la peculiar imagen que transmitía al vestir un traje viejo, raído, medio destrozado y de una talla nada acorde con la que su pequeño cuerpo requería.

El caso es que la particular puesta en escena del niño llamó tanto la atención del conocido político —“tenía muy buena facha siendo muy alto, bien vestido... daba gusto verlo”, recuerda López Calvo— quien, al térmi-no del acto, se dirigió directamente hacia él y, sonriéndole, le mostró su simpatía al tiempo que le daba 25 pesetas de propina. Este acto sorprendió mucho al director de la Banda Municipal de Música de Cuenca, en ese momento Jesús Calleja, que hasta Madrid se había desplazado con ellos. Según recuerda López Calvo, el maestro Calleja se dirigió a continuación al pequeño para pedirle, en plan de broma se supone, la mitad de la pro-pina recibida, a lo que una contestación indiscutiblemente clara —“¡una leche, los cinco duros me los quedo yo!”— preludió una huída vertiginosa

que le alejó, a la velocidad del rayo, del escenario de los hechos. Pero nuevos acontecimientos curiosos, vividos también en aquellos

años y en Madrid, se suceden todavía hoy en la mente del maestro. Así, con cara mitad de pillo mitad de nostálgico resignado, recuerda otro he-cho acaecido por aquel entonces.

“Estábamos en Cibeles esperando para ir a cantar en un edificio que Falange tenía por la zona del Congreso de los Diputados y, de repente, me entraron ganas de orinar...” El caso es que todo el mundo tuvo que parar a fin de que el pequeño Pepe evacuase adecuadamente. Él, viendo abierto un establecimiento público, sin dudarlo dos veces se metió dentro con la sorpresa de que, al salir, un empleado del mismo lo paró y le pidió un real por haber orinado allí. “Y yo le dije ¿yo un real? ¡aaaaanda! Y salí corriendo, persiguiéndome el encargado del establecimiento sin llegar a alcanzarme nunca.” Fue a partir de entonces que se empezó a asociar al pequeño Pepe, en los ambientes familiar y musical, con tan curiosa anéc-dota, siendo vinculado su singular carácter a la peculiar y descabellada idea de aquel empleado que osó quererle cobrar un real por “hacer pis”.

Ingreso en la Banda Municipal de Música de Cuenca.Su padre, conocido en la ciudad como “el abuelo Justi”, trabajaba en

el taller de carpintería de Apolonio, célebre en la época, en el que también estaban empleados José Calvo Portero, tío de Pepe, y Amancio Contreras. Pocos recuerdos tiene López Calvo de aquella época, aunque sí perdura en su memoria el hecho de que regularmente él iba a la carpintería a cargar su carretilla con serrín y virutas, llevando esta valiosa mercancía inme-diatamente a casa donde su abuela María, especialmente, la aprovechaba para calentar la casa.

El abuelo Justi tenía una especial devoción, la música. Dicha pasión la había vivido y disfrutado al máximo dada su pertenencia a la Banda Municipal de Música de su ciudad. Además, sus amistades más estrechas también las tenía en dicha agrupación. Así, por aquellos años, era famoso en toda Cuenca el conocido Trío de la banda que estaba integrado por “Montejano al plato, Agustín10 al bombo y mi padre, el abuelo Justi, que era el único tubista que había”... estando considerado como el grupo que, en sí mismo, abanderaba la fama y reputación de toda la banda.

No es difícil imaginar que en casa de los López Calvo la música era una referencia inevitable. Justi y su hijo Alfonso procedían de la extinta Banda Provincial de Música de Cuenca que había dirigido Nicolás Caba-ñas Palomo11. Pero, al margen de dichas influencias, que sin duda hacían presagiar que alguno más de la familia llegase a vivir la música en primera

8. José López Calvo tiene compuesto un Canto a Cuenca con letra de su primo Mi-guel Gallego Calvo, del que se trata brevemente en otro lugar de esta publicación. 9. Se trataba de José Antonio Elola-Elaso Idiacaiz, político de trascendental relevan-cia en esos años, que fue nombrado en 1941 Delegado Nacional del Frente de Juven-tudes, siendo posiblemente ésta la responsabilidad que ocupaba cuando se produjo la anécdota narrada.

10. Recuerda que Agustín, posteriormente, llegó a ser Policía Municipal y que tenía un hijo, conocido como Pepete, que tocaba, también en la Banda de Música, el trom-bón y el requinto.

Dirigiendo el Coro de Santa Cristina, en Madrid. Con uniforme de gala en el Palacio Real, Madrid.

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periódico que en aquellos años salía los lunes”, ejerció sus influencias en favor de las enormes aptitudes que Pepe ya ponía de manifiesto de manera pública en cada actuación de la banda. Su tío, con el prestigio que tenía, consiguió contactar con un militar de alta graduación de Cuenca, concre-tamente de la Olmeda de la Cuesta, llamado Javier Murcia Rubio, del que él mismo había sido profesor con anterioridad.

Javier Murcia era teniente coronel en el INTA16, “que era donde pro-baban los aviones, siendo además superviviente de la Escuadrilla de García Morato. Gracias a este hombre entré yo en la música militar. Si no llega a ser por él, me habría sido imposible... Por otro lado, yo tenía amistad con Javier Elorrieta17, marido de una hija de Correcher, el dueño de la Casa Correcher, “que también me echó una mano a fin de hacer realidad que mis aspiraciones de ser músico militar”.

Relacionado con su ingreso en el ejército, López Calvo trae a colación el hecho de que fue por entonces cuando, oficialmente, se enteró de que él mismo no había nacido el día en el que toda la familia le decía que había venido al mundo.

Resulta que, siendo necesario entregar una partida de nacimiento para formalizar su inscripción, su padre se dirigió al Jugado y allí tuvo que tratar “con un funcionario que era conocido por su mal genio y al que, por su peculiar físico, se le apodaba comúnmente como el Che-pa”. Cuando su padre pidió dicha partida, al darle nombre y fecha de nacimiento de su hijo, el funcionario aludido, tras buscar en la fecha por él indicada —18 de marzo de 1930—, señaló que no figuraba ningún José López Calvo nacido aquel día, aunque sí uno que lo había hecho un día después, esto es el 19. Extrañado el padre, recordando que en efecto cuando lo inscribió lo hizo un día más tarde de nacer, aclarado el entuerto, el Chepa le dijo que ese era su problema y que, a todos los efectos y ya oficialmente para siempre, su hijo había nacido el día de San José de 1930, por lo cual se podía ir acostumbrado ya toda la familia a tal situación.

Parece que la conversación prosiguió y todo apunta a que cuando Justi le comentó al trabajador en cuestión que solicitaba tal documento porque su hijo se iba a alistar en el ejército, aquél reaccionó con una salida de tono inesperada. “¿Al ejército? ¿Pero cómo se le ocurre a usted enrolarlo en el ejército con tan solo 17 años? ¡Menudo padre!” Justi, le-jos de acobardarse, se dirigió a él aclarándole, aun sin ser necesario, que era la música lo que a Pepe le llamaba fundamentalmente la atención del mundo militar y que, “¡además...! ¿a usted qué le importa lo que haga

mi hijo o lo que haga yo?”, marchándose del Juzgado dando un portazo. Cuando López Calvo intentó ingresar en la banda de Aviación,

el ambiente que allí se respiraba era tremendamente relajado y sobre todo desenfadado. Recuerda cómo otro de los aspirantes originario de Cuenca, Antonio Moraga, al ser interrogado sobre el instrumento que le gustaría tocar y la obra con la que deseaba mostrar sus habilidades mu-sicales, sin dudarlo indicó su instrumento —clarinete— y una pieza —La gallina papanata— que no provocó sino una situación en la que a partes iguales se dieron cita la sorpresa y la sensación de que este joven esta-ba intentando reírse de alguien. “Aquello parecía cualquier cosa menos unas pruebas de acceso de músicos a una banda militar”.

Pero la contribución a que la situación fuese “desenfadada” no fue exclusiva de Moraga ya que otro pariente del susodicho, con muy similar formación y aptitudes musicales, con otra salida similar, provocó nuevas carcajadas y desconcierto similar.

El ambiente en general, en aquel momento, era propio de una Es-paña sumida en lo más profundo de un cuadro pintado en blanco y negro. Cuando llegó Pepe, con un traje raído, sucio, etc., que llevaba puesto desde hacía varios días esperando ser escuchado —“¡menudas pin-tas tenía yo...!”—, provocó el desconcierto entre quienes se disponían a escucharle. “Yo llevaba varios días, vestido con el mismo traje, viviendo en casa de mi tío, esperando el momento de ser escuchado”. Y, aunque se hizo esperar, el día llegó ante el inicial desconcierto del joven que, como bienvenida, escuchó de boca de los sargentos y brigadas —músicos de 1ª— que le habían de evaluar, palabras que mostraban dudas en torno a qué instrumento sería capaz de tocar el joven a la vista de las “trazas” con las que se había presentado ante ellos.

Ante la pregunta en orden a con qué instrumento y pieza iba a con-currir, una vez despejada la incógnita relativa al instrumento —en aque-lla ocasión fue el trombón—, su respuesta provocó una gran sorpresa y no precisamente en el tribunal, sino en él mismo.

“Yo voy a tocar la de Yuste”, afirmó seguro de sí mismo. El tribunal, desconcertado, se dirigió a él interrogándole sobre si su intención era, por casualidad, tocar alguna pieza salida del Monasterio de Yuste. Ante tan sorprendente pregunta, el joven, un pelín arrogante, constatando que la ignorancia de los miembros del tribunal no era poca, les dijo: “No; voy a tocar una obra de don Miguel Yuste, Subdirector de la Banda Municipal de Madrid y de la Banda del Real Cuerpo de Guardias Ala-barderos; clarinete solista...”.

16. Se refiere al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, dependiente del Minis-terio de Defensa.

17. De manera simpática, cada alusión que López Calvo hace a Javier Elorrieta va unida a la expresión de “¡heredó la Ciudad Encantada!”, haciendo notar así que el nivel socioeconómico en el que el mencionado Elorrieta se encontraba le permitía ser especialmente generoso con su entorno llegando a donar, por aquellos tiempos, el salario que cada mes percibía a una institución religiosa.

En formación, en el Palacio de El Pardo, Madrid. Cena de gala en Burgos. López Calvo recuerda que para esta cena hubo de adquirir un uniforme de gala que le costó ¡26.000 pts.! de la época y que solo usó en esa ocasión.

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Formación musical inicial en la banda conquense.A partir de aquel momento, la música entró de lleno en la vida de Ló-

pez Calvo estando dispuesta a instalarse en ella y no abandonarla ya jamás. Sus primeros pasos, como educando y tras las lecciones oficiosas recibidas poco tiempo atrás por “el Sr. Luis”, daría de la mano de José Ripoll, fliscor-no de la banda y profesor de la Academia Municipal de Música.

Ripoll, un músico de excepcionales cualidades musicales que había llegado a ser, según López Calvo recuerda, Cabo de Ingenieros, se había desplazado a Cuenca poco tiempo antes, procedente de Madrid, hastiado por no poder desarrollar allí sus intenciones interpretativas ni docentes. Poco antes, el maestro Calleja, enterado de su situación y una vez licencia-do en su empleo militar, contactó con él y lo convenció para que optase por prestar sus servicios en Cuenca donde, de alguna manera, podría de-sarrollar una buena labor. Y así fue. “Tenía una escuela estupenda al haber estudiado con uno de los mejores músicos de la época, Coronel, que había llegado a escribir un método13 que Ripoll puso en práctica en Cuenca”.

De la mano de este peculiar maestro —según López Calvo Ripoll lle-vaba, “al margen de la música, una vida privada un tanto licenciosa que le llevaba a no dormir casi ninguna noche en su propia casa”—, aprendió las posiciones fijas, su aplicación, su trascendencia... así como “recursos para desarrollar al máximo la flexibilidad del labio a fin de que, con una misma posición, pudiera hacer el to ri ro ri...”, recuerda Calvo cantando a pleno pulmón. Cuando alude a esta época, el maestro se siente especialmente feliz, tarareando constantemente ejemplos, ejercicios... que realizaba en aquellos tiempos. Fue una época gloriosa para él que derivó, algún tiempo después, en sus primeros pasos en la formación musical que tantos y gra-nados frutos ha dado a su vida profesional.

A partir de su contacto con Ripoll14, nuevos sonidos empezaron a salir de su bombardino, cada vez con mayor fluidez —“sol, re bajo, sol bajo,... uno tras otro, buscando la resonancia de ese sol... sol re sol si re fa sol la si... los que pasa con la resonancia de los cuerpos...”—, llegando, poco a poco y con el paso de los años, a convertirse en la base sólida sobre la que el propio López Calvo, años después y ya en plena madurez, crearía una particular y propia escuela interpretativa.

“De aquella época vivida en la Banda Municipal de Música hubo po-cos supervivientes. Sí que es cierto que algunos siguieron algún tiempo más; incluso, un par de nosotros llegamos a irnos al ejército. De hecho, había un trombonista bastante bueno, conocido como Pepete, que era hijo de Agustín el del bombo; también estaba Julián, el requinto. Pero ellos no

se sentían atraídos especialmente por el mundo del ejército. Incluso, para algunos, eso de ser cabo en el ejército estaba mal visto”.

A este respecto, López Calvo tiene una opinión clara que manifiesta de forma contundente. “Un músico militar es, ante todo, un músico. Está allí para hacer música. En aquella época el ejército era una mina para todo aquel que quería dedicarse a la música y buscar estabilidad laboral. Es cier-to que estaba vinculado al régimen de Franco pero, curiosamente y aunque él era muy negado para la música, el desarrollo que experimentó la música en aquellos años fue impresionante. De hecho, las bandas de música mili-tares y sus músicos de entonces eran de una calidad excepcional”.

Ingreso en la Banda de Aviación (1947)Llega un momento en la vida de López Calvo en el que desea dedi-

carse con toda su alma a la música encontrando, en el mundo militar, la oportunidad de aunar dos vocaciones. “Yo lo que quería era ingresar en una banda militar de categoría donde pudiese aprender música y vivir de ella”. Es por ello que decidiría supeditar a ese sueño sus esfuerzos, dando así comienzo a una etapa fructífera de trascendental repercusión en todos los órdenes de su vida.

“Barajé hacer oposiciones a la Guardia Civil, a la Policía Nacional... Hubo una época en la que le incluso estuve dándole vueltas a la idea de ingresar en la Legión, pero me asusté porque allí eran muy rigurosos. La razón fundamental era económica ya que se cobraba el 100 %; en África se cobraba mucho más y eso me llamaba mucho la atención... pero luego al final no fui... de lo cual me alegro.”

Parece que el origen de esta confluencia de gustos o deseos —la mú-sica por una parte y el mundo militar por otro—, tuvo su origen en una interpretación que, tiempo atrás y en Cuenca, había tenido la Banda de Aviación, bajo la batuta de Modesto Rebollo Patas. Por lo visto, en una conversación mantenida entre Rebollo y Jesús Calleja, que en ese momen-to era director de la Banda Municipal de Música de Cuenca, este último habría hecho referencias a Rebollo de las excepcionales cualidades de Cal-vo con el bombardino. Rebollo le informó de lo difícil que era entrar en dicha banda ya que el nivel musical era muy alto. No obstante y a pesar de tan negativos augurios, por las cabezas de Calleja, Calvo o Justi empezó a rondar la idea de que el futuro del joven Pepe bien podría estar ligado al mundo militar y, más en concreto, a aquella banda.

Pero dando vueltas al asunto y buscando la forma de ingresar, su tío, Daniel Calvo Portero15, que “fue director de Heraldo de Cuenca, un

13. Se refiere a Tomás García Coronel y a su Método completo de Trompeta.

14. Juan Máximo Rodríguez Peinado, en su estudio inédito titulado Entre la milicia y el arte: trayectoria del músico militar José López Calvo (1930) (véase Bibliografía), indica que Ripoll dejó escrito un método de trompeta que sirvió de base para el que, años después, ideó López Calvo a fin de llevar a cabo su propia labor docente. Todo

apunta a que, hoy en día, el manual de Ripoll se encuentra en paradero desconoci-do, habiendo sido su último dueño conocido Julián Gallego Calvo, primo de José López Calvo.

15. Daniel Calvo Portero era el padre del prestigioso periodista conquense Luis Calvo.

En Francia, al frente de la Unidad de Música de la Guardia Real.

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periódico que en aquellos años salía los lunes”, ejerció sus influencias en favor de las enormes aptitudes que Pepe ya ponía de manifiesto de manera pública en cada actuación de la banda. Su tío, con el prestigio que tenía, consiguió contactar con un militar de alta graduación de Cuenca, concre-tamente de la Olmeda de la Cuesta, llamado Javier Murcia Rubio, del que él mismo había sido profesor con anterioridad.

Javier Murcia era teniente coronel en el INTA16, “que era donde pro-baban los aviones, siendo además superviviente de la Escuadrilla de García Morato. Gracias a este hombre entré yo en la música militar. Si no llega a ser por él, me habría sido imposible... Por otro lado, yo tenía amistad con Javier Elorrieta17, marido de una hija de Correcher, el dueño de la Casa Correcher, “que también me echó una mano a fin de hacer realidad que mis aspiraciones de ser músico militar”.

Relacionado con su ingreso en el ejército, López Calvo trae a colación el hecho de que fue por entonces cuando, oficialmente, se enteró de que él mismo no había nacido el día en el que toda la familia le decía que había venido al mundo.

Resulta que, siendo necesario entregar una partida de nacimiento para formalizar su inscripción, su padre se dirigió al Jugado y allí tuvo que tratar “con un funcionario que era conocido por su mal genio y al que, por su peculiar físico, se le apodaba comúnmente como el Che-pa”. Cuando su padre pidió dicha partida, al darle nombre y fecha de nacimiento de su hijo, el funcionario aludido, tras buscar en la fecha por él indicada —18 de marzo de 1930—, señaló que no figuraba ningún José López Calvo nacido aquel día, aunque sí uno que lo había hecho un día después, esto es el 19. Extrañado el padre, recordando que en efecto cuando lo inscribió lo hizo un día más tarde de nacer, aclarado el entuerto, el Chepa le dijo que ese era su problema y que, a todos los efectos y ya oficialmente para siempre, su hijo había nacido el día de San José de 1930, por lo cual se podía ir acostumbrado ya toda la familia a tal situación.

Parece que la conversación prosiguió y todo apunta a que cuando Justi le comentó al trabajador en cuestión que solicitaba tal documento porque su hijo se iba a alistar en el ejército, aquél reaccionó con una salida de tono inesperada. “¿Al ejército? ¿Pero cómo se le ocurre a usted enrolarlo en el ejército con tan solo 17 años? ¡Menudo padre!” Justi, le-jos de acobardarse, se dirigió a él aclarándole, aun sin ser necesario, que era la música lo que a Pepe le llamaba fundamentalmente la atención del mundo militar y que, “¡además...! ¿a usted qué le importa lo que haga

mi hijo o lo que haga yo?”, marchándose del Juzgado dando un portazo. Cuando López Calvo intentó ingresar en la banda de Aviación,

el ambiente que allí se respiraba era tremendamente relajado y sobre todo desenfadado. Recuerda cómo otro de los aspirantes originario de Cuenca, Antonio Moraga, al ser interrogado sobre el instrumento que le gustaría tocar y la obra con la que deseaba mostrar sus habilidades mu-sicales, sin dudarlo indicó su instrumento —clarinete— y una pieza —La gallina papanata— que no provocó sino una situación en la que a partes iguales se dieron cita la sorpresa y la sensación de que este joven esta-ba intentando reírse de alguien. “Aquello parecía cualquier cosa menos unas pruebas de acceso de músicos a una banda militar”.

Pero la contribución a que la situación fuese “desenfadada” no fue exclusiva de Moraga ya que otro pariente del susodicho, con muy similar formación y aptitudes musicales, con otra salida similar, provocó nuevas carcajadas y desconcierto similar.

El ambiente en general, en aquel momento, era propio de una Es-paña sumida en lo más profundo de un cuadro pintado en blanco y negro. Cuando llegó Pepe, con un traje raído, sucio, etc., que llevaba puesto desde hacía varios días esperando ser escuchado —“¡menudas pin-tas tenía yo...!”—, provocó el desconcierto entre quienes se disponían a escucharle. “Yo llevaba varios días, vestido con el mismo traje, viviendo en casa de mi tío, esperando el momento de ser escuchado”. Y, aunque se hizo esperar, el día llegó ante el inicial desconcierto del joven que, como bienvenida, escuchó de boca de los sargentos y brigadas —músicos de 1ª— que le habían de evaluar, palabras que mostraban dudas en torno a qué instrumento sería capaz de tocar el joven a la vista de las “trazas” con las que se había presentado ante ellos.

Ante la pregunta en orden a con qué instrumento y pieza iba a con-currir, una vez despejada la incógnita relativa al instrumento —en aque-lla ocasión fue el trombón—, su respuesta provocó una gran sorpresa y no precisamente en el tribunal, sino en él mismo.

“Yo voy a tocar la de Yuste”, afirmó seguro de sí mismo. El tribunal, desconcertado, se dirigió a él interrogándole sobre si su intención era, por casualidad, tocar alguna pieza salida del Monasterio de Yuste. Ante tan sorprendente pregunta, el joven, un pelín arrogante, constatando que la ignorancia de los miembros del tribunal no era poca, les dijo: “No; voy a tocar una obra de don Miguel Yuste, Subdirector de la Banda Municipal de Madrid y de la Banda del Real Cuerpo de Guardias Ala-barderos; clarinete solista...”.

16. Se refiere al Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, dependiente del Minis-terio de Defensa.

17. De manera simpática, cada alusión que López Calvo hace a Javier Elorrieta va unida a la expresión de “¡heredó la Ciudad Encantada!”, haciendo notar así que el nivel socioeconómico en el que el mencionado Elorrieta se encontraba le permitía ser especialmente generoso con su entorno llegando a donar, por aquellos tiempos, el salario que cada mes percibía a una institución religiosa.

En formación, en el Palacio de El Pardo, Madrid. Cena de gala en Burgos. López Calvo recuerda que para esta cena hubo de adquirir un uniforme de gala que le costó ¡26.000 pts.! de la época y que solo usó en esa ocasión.

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Formación musical inicial en la banda conquense.A partir de aquel momento, la música entró de lleno en la vida de Ló-

pez Calvo estando dispuesta a instalarse en ella y no abandonarla ya jamás. Sus primeros pasos, como educando y tras las lecciones oficiosas recibidas poco tiempo atrás por “el Sr. Luis”, daría de la mano de José Ripoll, fliscor-no de la banda y profesor de la Academia Municipal de Música.

Ripoll, un músico de excepcionales cualidades musicales que había llegado a ser, según López Calvo recuerda, Cabo de Ingenieros, se había desplazado a Cuenca poco tiempo antes, procedente de Madrid, hastiado por no poder desarrollar allí sus intenciones interpretativas ni docentes. Poco antes, el maestro Calleja, enterado de su situación y una vez licencia-do en su empleo militar, contactó con él y lo convenció para que optase por prestar sus servicios en Cuenca donde, de alguna manera, podría de-sarrollar una buena labor. Y así fue. “Tenía una escuela estupenda al haber estudiado con uno de los mejores músicos de la época, Coronel, que había llegado a escribir un método13 que Ripoll puso en práctica en Cuenca”.

De la mano de este peculiar maestro —según López Calvo Ripoll lle-vaba, “al margen de la música, una vida privada un tanto licenciosa que le llevaba a no dormir casi ninguna noche en su propia casa”—, aprendió las posiciones fijas, su aplicación, su trascendencia... así como “recursos para desarrollar al máximo la flexibilidad del labio a fin de que, con una misma posición, pudiera hacer el to ri ro ri...”, recuerda Calvo cantando a pleno pulmón. Cuando alude a esta época, el maestro se siente especialmente feliz, tarareando constantemente ejemplos, ejercicios... que realizaba en aquellos tiempos. Fue una época gloriosa para él que derivó, algún tiempo después, en sus primeros pasos en la formación musical que tantos y gra-nados frutos ha dado a su vida profesional.

A partir de su contacto con Ripoll14, nuevos sonidos empezaron a salir de su bombardino, cada vez con mayor fluidez —“sol, re bajo, sol bajo,... uno tras otro, buscando la resonancia de ese sol... sol re sol si re fa sol la si... los que pasa con la resonancia de los cuerpos...”—, llegando, poco a poco y con el paso de los años, a convertirse en la base sólida sobre la que el propio López Calvo, años después y ya en plena madurez, crearía una particular y propia escuela interpretativa.

“De aquella época vivida en la Banda Municipal de Música hubo po-cos supervivientes. Sí que es cierto que algunos siguieron algún tiempo más; incluso, un par de nosotros llegamos a irnos al ejército. De hecho, había un trombonista bastante bueno, conocido como Pepete, que era hijo de Agustín el del bombo; también estaba Julián, el requinto. Pero ellos no

se sentían atraídos especialmente por el mundo del ejército. Incluso, para algunos, eso de ser cabo en el ejército estaba mal visto”.

A este respecto, López Calvo tiene una opinión clara que manifiesta de forma contundente. “Un músico militar es, ante todo, un músico. Está allí para hacer música. En aquella época el ejército era una mina para todo aquel que quería dedicarse a la música y buscar estabilidad laboral. Es cier-to que estaba vinculado al régimen de Franco pero, curiosamente y aunque él era muy negado para la música, el desarrollo que experimentó la música en aquellos años fue impresionante. De hecho, las bandas de música mili-tares y sus músicos de entonces eran de una calidad excepcional”.

Ingreso en la Banda de Aviación (1947)Llega un momento en la vida de López Calvo en el que desea dedi-

carse con toda su alma a la música encontrando, en el mundo militar, la oportunidad de aunar dos vocaciones. “Yo lo que quería era ingresar en una banda militar de categoría donde pudiese aprender música y vivir de ella”. Es por ello que decidiría supeditar a ese sueño sus esfuerzos, dando así comienzo a una etapa fructífera de trascendental repercusión en todos los órdenes de su vida.

“Barajé hacer oposiciones a la Guardia Civil, a la Policía Nacional... Hubo una época en la que le incluso estuve dándole vueltas a la idea de ingresar en la Legión, pero me asusté porque allí eran muy rigurosos. La razón fundamental era económica ya que se cobraba el 100 %; en África se cobraba mucho más y eso me llamaba mucho la atención... pero luego al final no fui... de lo cual me alegro.”

Parece que el origen de esta confluencia de gustos o deseos —la mú-sica por una parte y el mundo militar por otro—, tuvo su origen en una interpretación que, tiempo atrás y en Cuenca, había tenido la Banda de Aviación, bajo la batuta de Modesto Rebollo Patas. Por lo visto, en una conversación mantenida entre Rebollo y Jesús Calleja, que en ese momen-to era director de la Banda Municipal de Música de Cuenca, este último habría hecho referencias a Rebollo de las excepcionales cualidades de Cal-vo con el bombardino. Rebollo le informó de lo difícil que era entrar en dicha banda ya que el nivel musical era muy alto. No obstante y a pesar de tan negativos augurios, por las cabezas de Calleja, Calvo o Justi empezó a rondar la idea de que el futuro del joven Pepe bien podría estar ligado al mundo militar y, más en concreto, a aquella banda.

Pero dando vueltas al asunto y buscando la forma de ingresar, su tío, Daniel Calvo Portero15, que “fue director de Heraldo de Cuenca, un

13. Se refiere a Tomás García Coronel y a su Método completo de Trompeta.

14. Juan Máximo Rodríguez Peinado, en su estudio inédito titulado Entre la milicia y el arte: trayectoria del músico militar José López Calvo (1930) (véase Bibliografía), indica que Ripoll dejó escrito un método de trompeta que sirvió de base para el que, años después, ideó López Calvo a fin de llevar a cabo su propia labor docente. Todo

apunta a que, hoy en día, el manual de Ripoll se encuentra en paradero desconoci-do, habiendo sido su último dueño conocido Julián Gallego Calvo, primo de José López Calvo.

15. Daniel Calvo Portero era el padre del prestigioso periodista conquense Luis Calvo.

En Francia, al frente de la Unidad de Música de la Guardia Real.

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terio y calidad. Pero López Calvo sería la excepción, tal y como él mismo recuerda, ya que deseó que fuese Cuesta, concretamente, el que condujese sus pasos en esta nueva etapa que ahora se abría a sus pies.

Con Cuesta, López Calvo llegaría a tener una relación muy especial dada la especial predilección que el maestro siempre sintió por el joven Pepe, viendo en él a ese sucesor artístico por el cual sentía la obligación moral de transmitirle todos sus conocimientos y, ante todo, su amor por la música e impecables valores humanos.

López Calvo recuerda cómo por aquel entonces su maestro, Cuesta, dado el incuestionable prestigio del que gozaba, era constantemente lla-mado para realizar grabaciones nocturnas. En muchas ocasiones, “llegaba a clase, tras una noche de intensas grabaciones, sin ni siquiera haberse acostado, según decía”. Esa forma tan intensa de vivir la vida, en la que cada minuto era, por parte del maestro Cuesta, aprovechado para vivirlo intensamente dedicado a su pasión musical, pronto se convirtió en refe-rencia para el joven Calvo. Además, el hecho de que la fructífera vida profesional de Cuesta no mermase en absoluto su capacidad para, cada día, poner de manifiesto en clase qué nuevos recursos didácticos llega-ban a sus manos a fin de ponerlos en práctica con Pepe, se convirtió en una sensación especialmente atractiva para quien era, a fin de cuentas, el destinatario último y principal de una labor didáctica realmente intensa y de calidad.

Tras un curso en el conservatorio recibiendo clase de trombón, López Calvo decide regresar a sus orígenes, centrados en la tuba, planteándose recibir una formación oficial en dicha disciplina, por supuesto en el con-servatorio madrileño. Dicha decisión fue acompañada, desde el primer momento, por la voluntad inquebrantable de Cuesta, allanándole el cami-no al decidir ser él mismo el que también asumiese su formación en dicho instrumento ya que, en caso contrario, Pepe se vería obligado a abandonar

sus estudios por falta, en plantilla, de plaza docente efectiva en una espe-cialidad inexistente entonces en el plan de estudios.

Hasta entonces, todo apunta a pensar que no había habido jamás una cátedra dedicada a Tuba y, por ende, tampoco plaza de profesor para la misma ni, menos aun, alumnos que la cursasen. La firme voluntad de Ló-pez Calvo de formarse en la misma, así como la de Cuesta de que el joven alumno no se viese privado de una formación que reclamaba y merecía, hizo posible que se plantease el asunto al director del conservatorio, en ese momento Jesús Guridi27, contando para ello con el aval, asesoramien-to y beneplácito de otra de las grandes referencias de la música española, a la par que persona de peso en el conservatorio, como en ese momento era Julio Gómez.

Otras eran las reglas del juego que en aquel momento imperaban en el primer centro educativo musical del país y que permitían que, ante la aparición o presencia de un músico con talento y capacidad, como ya por entonces era López Calvo, se abriesen todas las compuertas que le facilitasen una formación de calidad adecuada a su perfil. Profesores e in-teresando, esto es Cuesta, Gómez, Guridi y el propio Calvo, pronto vieron que las enormes aptitudes que para la tuba tenía el joven y que sin duda le abrirían un futuro laboral prometedor, merecían los mayores esfuerzos por parte de todos para que el primer estudiante de tuba del conservatorio madrileño se iniciase en un futuro que se vislumbraba prometedor.

A este respecto, Calvo recuerda la conversación que se produjo en el despacho de Jesús Guridi, en ese momento director del conservatorio madrileño, entre él mismo y Julio Gómez. El paso de los años no ha bo-rrado de su memoria la escena en la que el compositor vasco, sentado en su silla de director y fumando un cigarrillo, atendió cordialmente a Julio Gómez, quien llegó acompañado del joven Pepe. Ante la propuesta clara de Gómez en orden a que “el chico quiere dejar el trombón y dedicarse a

21. Es a lo largo de esta etapa formativa, concretamente en el curso 1956-57, cuando López Calvo recibe clases de folclore de Manuel García Matos. Pocos años después, estando López Calvo destinado en Ibiza en calidad de director de banda de música, éste animó al mítico folclorista a conocer de primera mano la impecable calidad de la música popular ibicenca. Para tal fin, García Matos se desplazó hasta la isla alentado por el flamante director en ella destinado.

22. La información reproducida por Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.) acredita que López Calvo, a partir de 1949 y por espacio de tres años consecutivos, realizó los seis cursos de Tuba, en tan solo tres cursos académicos, y siempre con la máxima calificación: Sobresaliente.

23. Los cinco cursos de los que constaba la carrera de Composición fueron cursados por López Calvo en tan solo cuatro cursos académicos, obteniendo siempre la calificación de Sobresaliente, aunque hoy en día está extraviada el acta de Composición 5º, según cuenta Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.).

24. Hay que recordar que López Calvo, a instancias de Modesto Rebollo Pata, director de la Banda de Aviación, decidió realizar la prueba de ingreso en dicha banda tocando el trombón, en lugar del bombardino, siendo este último, sin embargo, el instrumento con el que habitualmente había desarrollado sus tareas interpretativas hasta ese mo-mento.

25. En aquel momento la asignatura recibía el nombre oficial de Trombón de pistones.

26. López Calvo recuerda el carácter vanidoso y presuntuoso que caracterizaba a Dora-do. Por lo visto, cuando en 1957 López Calvo decidió opositar al Cuerpo de Directores Músicos del Ejército, Dorado se llegó a apostar 2000 pesetas, con el director de la Banda de Música de Aviación, vaticinando que nuestro protagonista jamás sacaría la plaza ansiada. Lógicamente, Dorado hubo de pagar a Rebollo las 2000 pesetas jugadas, máxime ante el hecho de que López Calvo consiguió el número 1 de su promoción.

27. Jesús Guridi accedió a la dirección del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid en torno a 1956, estando en ese momento ubicado en el palacio de la familia Bauer, en la calle de San Bernardo.

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Parece que, con esa explicación, en ese momento López Calvo empe-zó a desbrozar el enmarañado camino que ante él se abría hacia la conse-cución de la ansiada plaza. Todo ello se completó con la interpretación de la obra en cuestión que, ya en la época, solía ser interpretada más bien por quienes deseaban opositar a bandas u orquestas y no simplemente ingre-sar como educandos, en calidad de tropa, en una banda militar.

“Con mi interpretación, quedaron todos medio bizcos”, hasta el pun-to de que un trompista de la Orquesta Nacional, “apellidado Arias18”, se dirigió al resto de miembros del tribunal vaticinando, ante la expectación del propio joven y escuchando él mismo dichos comentarios, que éste pronto estaría por encima de quienes ahora valoraban sus habilidades y conocimientos musicales. “¿No jodas?, le dijo uno a Arias. ¿Que no jo-das?, contestó Arias. ¿Pero tú has visto cómo ha tocado la obra? ¡Pero si su interpretación parece propia de una oposición más que de una prueba de ingreso a una banda militar! ¡Se trata de una obra de 2ª!”.

Concluida su interpretación, Arias lo cogió de un brazo, lo llevó a un lado de la sala y empezó a interrogarle sobre quién era, de dónde venía y, sobre todo, con quién había estudiado. Dándole sus referencias, cuando de la boca de Calvo salió el apellido Ripoll asociado a su formación musi-cal, Arias no dudó en exclamar sin miramientos que no le extrañaba, por tanto, que tocase así de bien pues José Ripoll era un gran fliscornista que lamentablemente se había visto en la obligación, tiempo atrás, de aban-donar Madrid en busca de un futuro que allí era incapaz tan siquiera de imaginar. “Menuda escuela tienes! ¡Sigue así; adelante, chaval!”, marcan-do al joven de 17 años esas palabras que aun hoy, muchos años después, resuenan en su cabeza.

Calvo fue admitido en la Banda de Aviación, en calidad de Educando de Banda voluntario, a finales de abril de 1947. Posiblemente fue ya en ese mismo momento cuando empezó a vislumbrar el próximo paso a dar. Éste estaría encaminado a cubrir la baja que, sin duda y a la vuelta de poco tiempo, podría producirse en el seno de la mencionada banda y que sería efectiva cuando el tubista que en ella prestaba servicios, y que curiosa-mente estaba formando parte del tribunal, se jubilase. “Calculé que debía tener por aquel entonces unos 51 años, aproximadamente, y pensé que no podría permitirme que cuando se produjese, la vacante la ocupase otro”.

Inmediatamente, López Calvo decidió cambiarse de instrumento y hacer de la tuba —la estufa, como la llamaba su padre, el abuelo Justi— su compañera de viaje. Hay que señalar que en la prueba de ingreso a la

Banda de Aviación, López Calvo, orientado por Modesto Rebollo Pata, su director, había optado por concurrir con el trombón debido a que al no existir en los planes de estudio vigentes en la época carrera de bombar-dino, le sería más difícil hacer carrera profesional en dicha especialidad.

Tan solo un año después, en 1948, el aludido tubista titular de la Ban-da de Aviación aprobó las oposiciones a solista de la Banda Municipal de Música de Madrid y abandonó la que tenía en Aviación. Dicha plaza fue convocada a oposición siendo ganada por López Calvo quien, en virtud de tal situación, ascendió en aquel momento a Músico de 3ª.

Formación en el conservatorio madrileño (1947-1957)Su llegada a Madrid, en los primeros meses de 1947, permite a López

Calvo tomar contacto con el conservatorio madrileño y, por tanto, empe-zar a certificar oficialmente la formación musical adquirida previamente en el seno de la Academia y Banda Municipales de Música de Cuenca.

Así pues, en calidad de alumno libre19, en ese primer año revalida con las mejores calificaciones todos los cursos de Solfeo20 y los dos primeros de Armonía, poniendo de manifiesto que la formación adquirida por en Cuenca, unida a sus excepcionales aptitudes musicales, eran incuestio-nables ya que en pocos meses consiguió adaptarlos al plan de estudios del conservatorio, alcanzando unas calificaciones realmente sorprenden-tes para alguien que llegaba de “provincias” y que, para mayor mérito, se examinaba “por libre” de todas esas asignaturas y en un único curso académico.

Una vez que consigue ingresar en el conservatorio madrileño, se ma-tricula como alumno oficial para dar así continuidad a su formación mu-sical, ahora de la mano de los grandes maestros que por aquel entonces dictaban docencia en las aulas del primer centro educativo-musical de nuestro país. Así pues, desde 1947 y hasta el curso 1956-57, cursaría en el estudios oficiales de Trombón, Armonía, Estética, Historia de la Música, Folklore21, Tuba22 y Composición23.

De hecho, la decisión de López Calvo de cambiar el bombardino por el trombón24, le llevaría poco después a realizar estudios en dicha discipli-na, esto es Trombón de pistones25, en el conservatorio de Madrid y bajo la dirección de Leopoldo Cuesta.

En el conservatorio daba clase un profesor mítico, Ricardo Dorado Janeiro—El dorado26, como solían llamarle habitualmente— que era la refe-rencia para todo aquel que en el mundo del metal quería formarse con cri-

18. Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.) supone que el mencionado Arias era, en realidad, el sargento Germán Arias Piñeiro.

19. En aquellos años y hasta la entrada de la reforma educativa que se introdujo en España a comienzos de la década de los 90, en el siglo XX, con motivo de la pro-mulgación de la LOGSE (1990), era posible cursar estudios musicales en calidad de “alumno libre”, condición que sin duda caracterizó la primera toma de contacto de López Calvo con el sistema de estudios reglamentado.

20. José López Calvo obtuvo la calificación de Sobresaliente en los tres cursos de Sol-feo y Teoría de la Música de los que constaba, en aquel momento, el plan de estudios regulado por el Decreto de 15 de junio de 1942 sobre organización de los Conservatorios de Música y Declamación, conocido habitualmente como “Plan del 42”. Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.) reproduce en su estudio las calificaciones obtenidas por López Calvo en el conservatorio madrileño.

En el Palacio de El Pardo, ante la letra del Himno de la Guardia Real (letra y música escritas por López Calvo).

Con don Juan de Borbón y Luis Fernández de Mesa.

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terio y calidad. Pero López Calvo sería la excepción, tal y como él mismo recuerda, ya que deseó que fuese Cuesta, concretamente, el que condujese sus pasos en esta nueva etapa que ahora se abría a sus pies.

Con Cuesta, López Calvo llegaría a tener una relación muy especial dada la especial predilección que el maestro siempre sintió por el joven Pepe, viendo en él a ese sucesor artístico por el cual sentía la obligación moral de transmitirle todos sus conocimientos y, ante todo, su amor por la música e impecables valores humanos.

López Calvo recuerda cómo por aquel entonces su maestro, Cuesta, dado el incuestionable prestigio del que gozaba, era constantemente lla-mado para realizar grabaciones nocturnas. En muchas ocasiones, “llegaba a clase, tras una noche de intensas grabaciones, sin ni siquiera haberse acostado, según decía”. Esa forma tan intensa de vivir la vida, en la que cada minuto era, por parte del maestro Cuesta, aprovechado para vivirlo intensamente dedicado a su pasión musical, pronto se convirtió en refe-rencia para el joven Calvo. Además, el hecho de que la fructífera vida profesional de Cuesta no mermase en absoluto su capacidad para, cada día, poner de manifiesto en clase qué nuevos recursos didácticos llega-ban a sus manos a fin de ponerlos en práctica con Pepe, se convirtió en una sensación especialmente atractiva para quien era, a fin de cuentas, el destinatario último y principal de una labor didáctica realmente intensa y de calidad.

Tras un curso en el conservatorio recibiendo clase de trombón, López Calvo decide regresar a sus orígenes, centrados en la tuba, planteándose recibir una formación oficial en dicha disciplina, por supuesto en el con-servatorio madrileño. Dicha decisión fue acompañada, desde el primer momento, por la voluntad inquebrantable de Cuesta, allanándole el cami-no al decidir ser él mismo el que también asumiese su formación en dicho instrumento ya que, en caso contrario, Pepe se vería obligado a abandonar

sus estudios por falta, en plantilla, de plaza docente efectiva en una espe-cialidad inexistente entonces en el plan de estudios.

Hasta entonces, todo apunta a pensar que no había habido jamás una cátedra dedicada a Tuba y, por ende, tampoco plaza de profesor para la misma ni, menos aun, alumnos que la cursasen. La firme voluntad de Ló-pez Calvo de formarse en la misma, así como la de Cuesta de que el joven alumno no se viese privado de una formación que reclamaba y merecía, hizo posible que se plantease el asunto al director del conservatorio, en ese momento Jesús Guridi27, contando para ello con el aval, asesoramien-to y beneplácito de otra de las grandes referencias de la música española, a la par que persona de peso en el conservatorio, como en ese momento era Julio Gómez.

Otras eran las reglas del juego que en aquel momento imperaban en el primer centro educativo musical del país y que permitían que, ante la aparición o presencia de un músico con talento y capacidad, como ya por entonces era López Calvo, se abriesen todas las compuertas que le facilitasen una formación de calidad adecuada a su perfil. Profesores e in-teresando, esto es Cuesta, Gómez, Guridi y el propio Calvo, pronto vieron que las enormes aptitudes que para la tuba tenía el joven y que sin duda le abrirían un futuro laboral prometedor, merecían los mayores esfuerzos por parte de todos para que el primer estudiante de tuba del conservatorio madrileño se iniciase en un futuro que se vislumbraba prometedor.

A este respecto, Calvo recuerda la conversación que se produjo en el despacho de Jesús Guridi, en ese momento director del conservatorio madrileño, entre él mismo y Julio Gómez. El paso de los años no ha bo-rrado de su memoria la escena en la que el compositor vasco, sentado en su silla de director y fumando un cigarrillo, atendió cordialmente a Julio Gómez, quien llegó acompañado del joven Pepe. Ante la propuesta clara de Gómez en orden a que “el chico quiere dejar el trombón y dedicarse a

21. Es a lo largo de esta etapa formativa, concretamente en el curso 1956-57, cuando López Calvo recibe clases de folclore de Manuel García Matos. Pocos años después, estando López Calvo destinado en Ibiza en calidad de director de banda de música, éste animó al mítico folclorista a conocer de primera mano la impecable calidad de la música popular ibicenca. Para tal fin, García Matos se desplazó hasta la isla alentado por el flamante director en ella destinado.

22. La información reproducida por Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.) acredita que López Calvo, a partir de 1949 y por espacio de tres años consecutivos, realizó los seis cursos de Tuba, en tan solo tres cursos académicos, y siempre con la máxima calificación: Sobresaliente.

23. Los cinco cursos de los que constaba la carrera de Composición fueron cursados por López Calvo en tan solo cuatro cursos académicos, obteniendo siempre la calificación de Sobresaliente, aunque hoy en día está extraviada el acta de Composición 5º, según cuenta Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.).

24. Hay que recordar que López Calvo, a instancias de Modesto Rebollo Pata, director de la Banda de Aviación, decidió realizar la prueba de ingreso en dicha banda tocando el trombón, en lugar del bombardino, siendo este último, sin embargo, el instrumento con el que habitualmente había desarrollado sus tareas interpretativas hasta ese mo-mento.

25. En aquel momento la asignatura recibía el nombre oficial de Trombón de pistones.

26. López Calvo recuerda el carácter vanidoso y presuntuoso que caracterizaba a Dora-do. Por lo visto, cuando en 1957 López Calvo decidió opositar al Cuerpo de Directores Músicos del Ejército, Dorado se llegó a apostar 2000 pesetas, con el director de la Banda de Música de Aviación, vaticinando que nuestro protagonista jamás sacaría la plaza ansiada. Lógicamente, Dorado hubo de pagar a Rebollo las 2000 pesetas jugadas, máxime ante el hecho de que López Calvo consiguió el número 1 de su promoción.

27. Jesús Guridi accedió a la dirección del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid en torno a 1956, estando en ese momento ubicado en el palacio de la familia Bauer, en la calle de San Bernardo.

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Parece que, con esa explicación, en ese momento López Calvo empe-zó a desbrozar el enmarañado camino que ante él se abría hacia la conse-cución de la ansiada plaza. Todo ello se completó con la interpretación de la obra en cuestión que, ya en la época, solía ser interpretada más bien por quienes deseaban opositar a bandas u orquestas y no simplemente ingre-sar como educandos, en calidad de tropa, en una banda militar.

“Con mi interpretación, quedaron todos medio bizcos”, hasta el pun-to de que un trompista de la Orquesta Nacional, “apellidado Arias18”, se dirigió al resto de miembros del tribunal vaticinando, ante la expectación del propio joven y escuchando él mismo dichos comentarios, que éste pronto estaría por encima de quienes ahora valoraban sus habilidades y conocimientos musicales. “¿No jodas?, le dijo uno a Arias. ¿Que no jo-das?, contestó Arias. ¿Pero tú has visto cómo ha tocado la obra? ¡Pero si su interpretación parece propia de una oposición más que de una prueba de ingreso a una banda militar! ¡Se trata de una obra de 2ª!”.

Concluida su interpretación, Arias lo cogió de un brazo, lo llevó a un lado de la sala y empezó a interrogarle sobre quién era, de dónde venía y, sobre todo, con quién había estudiado. Dándole sus referencias, cuando de la boca de Calvo salió el apellido Ripoll asociado a su formación musi-cal, Arias no dudó en exclamar sin miramientos que no le extrañaba, por tanto, que tocase así de bien pues José Ripoll era un gran fliscornista que lamentablemente se había visto en la obligación, tiempo atrás, de aban-donar Madrid en busca de un futuro que allí era incapaz tan siquiera de imaginar. “Menuda escuela tienes! ¡Sigue así; adelante, chaval!”, marcan-do al joven de 17 años esas palabras que aun hoy, muchos años después, resuenan en su cabeza.

Calvo fue admitido en la Banda de Aviación, en calidad de Educando de Banda voluntario, a finales de abril de 1947. Posiblemente fue ya en ese mismo momento cuando empezó a vislumbrar el próximo paso a dar. Éste estaría encaminado a cubrir la baja que, sin duda y a la vuelta de poco tiempo, podría producirse en el seno de la mencionada banda y que sería efectiva cuando el tubista que en ella prestaba servicios, y que curiosa-mente estaba formando parte del tribunal, se jubilase. “Calculé que debía tener por aquel entonces unos 51 años, aproximadamente, y pensé que no podría permitirme que cuando se produjese, la vacante la ocupase otro”.

Inmediatamente, López Calvo decidió cambiarse de instrumento y hacer de la tuba —la estufa, como la llamaba su padre, el abuelo Justi— su compañera de viaje. Hay que señalar que en la prueba de ingreso a la

Banda de Aviación, López Calvo, orientado por Modesto Rebollo Pata, su director, había optado por concurrir con el trombón debido a que al no existir en los planes de estudio vigentes en la época carrera de bombar-dino, le sería más difícil hacer carrera profesional en dicha especialidad.

Tan solo un año después, en 1948, el aludido tubista titular de la Ban-da de Aviación aprobó las oposiciones a solista de la Banda Municipal de Música de Madrid y abandonó la que tenía en Aviación. Dicha plaza fue convocada a oposición siendo ganada por López Calvo quien, en virtud de tal situación, ascendió en aquel momento a Músico de 3ª.

Formación en el conservatorio madrileño (1947-1957)Su llegada a Madrid, en los primeros meses de 1947, permite a López

Calvo tomar contacto con el conservatorio madrileño y, por tanto, empe-zar a certificar oficialmente la formación musical adquirida previamente en el seno de la Academia y Banda Municipales de Música de Cuenca.

Así pues, en calidad de alumno libre19, en ese primer año revalida con las mejores calificaciones todos los cursos de Solfeo20 y los dos primeros de Armonía, poniendo de manifiesto que la formación adquirida por en Cuenca, unida a sus excepcionales aptitudes musicales, eran incuestio-nables ya que en pocos meses consiguió adaptarlos al plan de estudios del conservatorio, alcanzando unas calificaciones realmente sorprenden-tes para alguien que llegaba de “provincias” y que, para mayor mérito, se examinaba “por libre” de todas esas asignaturas y en un único curso académico.

Una vez que consigue ingresar en el conservatorio madrileño, se ma-tricula como alumno oficial para dar así continuidad a su formación mu-sical, ahora de la mano de los grandes maestros que por aquel entonces dictaban docencia en las aulas del primer centro educativo-musical de nuestro país. Así pues, desde 1947 y hasta el curso 1956-57, cursaría en el estudios oficiales de Trombón, Armonía, Estética, Historia de la Música, Folklore21, Tuba22 y Composición23.

De hecho, la decisión de López Calvo de cambiar el bombardino por el trombón24, le llevaría poco después a realizar estudios en dicha discipli-na, esto es Trombón de pistones25, en el conservatorio de Madrid y bajo la dirección de Leopoldo Cuesta.

En el conservatorio daba clase un profesor mítico, Ricardo Dorado Janeiro—El dorado26, como solían llamarle habitualmente— que era la refe-rencia para todo aquel que en el mundo del metal quería formarse con cri-

18. Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.) supone que el mencionado Arias era, en realidad, el sargento Germán Arias Piñeiro.

19. En aquellos años y hasta la entrada de la reforma educativa que se introdujo en España a comienzos de la década de los 90, en el siglo XX, con motivo de la pro-mulgación de la LOGSE (1990), era posible cursar estudios musicales en calidad de “alumno libre”, condición que sin duda caracterizó la primera toma de contacto de López Calvo con el sistema de estudios reglamentado.

20. José López Calvo obtuvo la calificación de Sobresaliente en los tres cursos de Sol-feo y Teoría de la Música de los que constaba, en aquel momento, el plan de estudios regulado por el Decreto de 15 de junio de 1942 sobre organización de los Conservatorios de Música y Declamación, conocido habitualmente como “Plan del 42”. Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.) reproduce en su estudio las calificaciones obtenidas por López Calvo en el conservatorio madrileño.

En el Palacio de El Pardo, ante la letra del Himno de la Guardia Real (letra y música escritas por López Calvo).

Con don Juan de Borbón y Luis Fernández de Mesa.

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Además, al ver su predisposición favorable a asumir el reto, los orga-nizadores de los conciertos le prometieron que si la cosa iba bien, no solo recibiría el salario estipulado, sino “algo más”... lo que el maestro recuerda con nuevas risillas propias de un zagal que cuenta a su favor con el aval que da la experiencia de vida.

Pero en ese mismo momento surgió la imperiosa necesidad de salvar un nuevo escollo. La Banda de Aviación tenía como tarea inminente, por aquel entonces, realizar una grabación de música de pasodobles y su direc-tor, Modesto Rebollo, no estaba dispuesto a prescindir de Calvo. Ante esta nueva piedra en el camino, los empresarios valencianos decidieron mover todas las fichas a su alcance y llegar hasta el mismísimo ministro del Aire29, al cual tenían acceso directo. Finalmente, el ministro dio su autorización para que tanto él como un compañero suyo, “Alonso, que además tocaba el fagot en la Orquesta Nacional”, abandonasen momentáneamente la Banda de Aviación y se desplazasen a Valencia. Y allá que se fueron ante la cara de sorpresa, es de imaginar, del director de la Banda.

El contrato inicial era de 10 días... —“¡5000 pts. en total”— y este argu-mento fue comprendido y asumido inmediatamente, aunque a regañadien-tes, por Rebollo. Dicho sea de paso, el propio Rebollo cobraba, también por aquel entonces y al amigo Pepe, la cantidad de 40 pesetas mensuales por las numerosas clases particulares que, sin límite a modo de tarifa pla-na, le daba... “Pobrecico, ¡solo 40 pesetas al mes me cobraba!”, recuerda Calvo con nostalgia y afecto manifiestamente exteriorizados.

Así, Pepe llegó a Valencia a tocar la tuba en el escenario montado a tal efecto en la plaza de toros. El pueblo, expectante, tenía puestas todas sus esperanzas e ilusiones en el Cabo 1º que ¡desde Madrid! llegaba para reforzar a una banda de por sí con calidad contrastada. El impacto fue de tal calibre que ya el primer día, se dirigió a él un señor de Buñol con el áni-mo de cerrar su contratación para el certamen que habría de celebrarse... ¡un año después!

Fueron días de gloria, sin duda, para un joven que no contaba todavía con 20 años de edad y que veía que un pueblo, en el que le acababan de co-nocer, le aclamaba, llegando incluso a no tener que pagar en ningún bar las consumiciones que realizaba, o a cortarse el pelo gratis en una peluquería del pueblo merced a desempeñar en aquel momento un rol —“yo era el baix de Madrid”— que hacía que la banda del pueblo tuviese un éxito asegurado. “Me pasearon por el pueblo gritando ¡viva el baix!”, mientras me llevaban en hombros”, llevándolo en hombros a los ensayos que la banda realizaba y a los que solía asistir, en calidad de público, todo el mundo.

Sin duda que a esa especial satisfacción sentida por él contribuía el reconocimiento popular que le otorgaban sus méritos artísticos adereza-dos, qué duda cabe, por la cuantía del contrato —“¡era un sueño para mí, en aquellos tiempos, ganar 5000 pesetas en tan solo diez días!”—, unido al hecho de que cada jornada, cuando regresaba a la pensión donde dormía, “aparecían encima de la mesita de mi habitación 30 duros”.

Él, sorprendido por tan singular “hallazgo”, preguntó el primer día sobre el posible origen de esa cantidad... La respuesta le llegó en forma de sonrisa con un mensaje claro: “no te preocupes, cógelos... “¡y ya está!”. Educado y correcto, influenciado posiblemente por el carácter que su per-tenencia a una banda militar le imprimía, decidió ser obediente, coger las 150 pesetas que a partir de ese día regularmente aparecían en su habita-ción y olvidarse de ello sin que jamás llegase a saber quién era el donante anónimo que premió en aquellos tiempos su buen hacer.

Frustradas oposiciones a Músico de 2ª (1952)Las aspiraciones lícitas de crecer, profesional y personalmente, pronto

volverían a ponerse de manifiesto en López Calvo empujándole, nueva-mente, a trazarse objetivos con los que poder avanzar. Sería 1952 el año en el que se trazaría una nueva meta para la cual él sabía que estaba cua-lificado: ser Músico de 2ª.

Por ello, decidió concurrir a las oposiciones que se habían convocado a fin de cubrir plazas en diversas agrupaciones30, decidiendo apostar por la única que se adaptaba a su perfil de “bajo” y que tenía como destino la Es-cuela de Especialistas de León. Dicha plaza llevaba aparejado el cargo de Sargento, lo que implicaba para él, en caso de obtenerla, una substanciosa mejora de las condiciones laborales. Fueron los aspectos económicos, fun-damentalmente, los que le empujaron definitivamente a presentarse a di-chas oposiciones aun sabiendo que, en el caso de obtener la plaza ansiada, su alejamiento de Madrid traería consigo también el final de su formación musical en las aulas del viejo conservatorio de la calle de San Bernardo.

Nuevamente, su seguridad, formación y confianza en sí mismo serían los mejores baluartes para la nueva empresa emprendida. Sin embargo, los acontecimientos no discurrieron por donde la lógica hacía imaginar que lo hiciesen.

Los hechos acaecidos en esos días se centraron en un enfrentamiento protagonizado entre él y un miembro del tribunal de dichas oposiciones, Manuel Gómez de Arriba31. Gómez de Arriba era, a la sazón, director de la Banda de Música de la Región Aérea Central, más conocida como la

29. Es probable que se tratase de Eduardo González-Gallarza, quien desempeñó di-cha cartera ministerial entre 1945 y 1957.

30. Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.) señala que dichas oposiciones fueron convocadas mediante la Orden de 26 de febrero de 1952 por la que se publican varias va-cantes (BOMA de 28 de febrero de 1952), concretando las vacantes existentes en las

bandas de la Región Aérea Central (Madrid), en la Academia General del Aire (San Javier, Murcia) y en la Escuela de Especialistas (León).

31. A fin de adentrarse en la vida y obra de Manuel Gómez de Arriba resulta intere-sante conocer la publicación realizada al respecto por Mónica Gómez-Pompa Pérez bajo el título Manuel Gómez Arriba. Fragmentos de su obra (Véase Bibliografía).

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la tuba”, el director, sin pensarlo ni encontrar problemas de ningún tipo, contestó sin pensarlo: “Ah, bueno.... Jesús, tú sabes lo que haces. Que se haga lo que tú consideres oportuno. Si consideras que se debe cambiar, que así sea”.

Fue así como López Calvo se vio inmerso en un nuevo reto musical, esta vez en su formación académica como tubista y de la mano de su maes-tro Leopoldo Cuesta. Cuesta no dudó en hablar con franqueza con él y decirle que a pesar de que él no era tubista y que posiblemente no podría trasladarle con precisión los secretos de la técnica interpretativa de este instrumento, al ser López Calvo un músico integral con una musicalidad y técnica incuestionables, posiblemente no le resultaría difícil instruirle con la tuba si así lo deseaba. López Calvo sabía que un “sí” era la única respuesta que podría salir de su boca, permitiéndole ésta poder ampliar su formación musical y llegar a formarse con un músico global y de primera “como el propio Cuesta lo era”.

“Durante el tiempo que estudié con Cuesta hicimos de todo. Recuer-do las horas eternas que ambos pasamos trabajando con un método difícil y complicado del que no recuerdo su título, salvo que era italiano y que tenía unos ejercicios tan difíciles y complejos que ni siquiera el maestro Cuesta era capaz, en ocasiones, de hacerlos; eso era intocable”. Cuesta le dio el método en cuestión y animó al joven a ir poco a poco avanzando, “consiguiendo llegar, como mucho, al ejercicio 10; aquello era compli-cadísimo”, recuerda mientras, al hablar, me manera espontánea y natu-ral, salen de su garganta ejercicios melódicos y tarareos que le ayudan a transmitir los ejercicios, “musicales ante todo, por supuesto”, que en aquel momento jalonaron su formación tubística.

El nuevo reto había sido libre y personalmente adquirido por Pepe, superándolo con creces... lo que le permitió, inmediatamente, trazarse nuevos sueños, retos a fin de cuentas.

De “bolos” por Valencia (1949)Poco después de su llegada a Madrid en 1947, un nuevo horizonte

vislumbraron sus ojos decidiéndose a caminar hacia él, presto y seguro, sin miedo al impensable e imposible fracaso.

En torno a 1949, la Agrupación Musical Santa Cecilia de Sedaví, en Valencia, organizó un certamen al que habrían de concurrir diversas ban-das midiendo sus fuerzas ante un público especialmente curtido en cues-tiones musicales. Para dicha ocasión se decidió programar, como “pieza obligada” para todas las agrupaciones participantes, los tiempos tercero —Scherzo (Allegro)— y cuarto —Finale (Allegro molto–Poco andante–Presto)— de la 5ª Sinfonía de Beethoven.

Los promotores del certamen deseaban ir “sobre seguro” y para ello sabían que requerían, entre otros, un tubista capaz de enfrentarse al difí-cil reto de interpretar el papel de tuba de esta pieza. En dicha obra, este instrumento discurre por derroteros no propios sino más bien bastante ajenos. Queriendo, por tanto, al mejor tubista, decidieron lanzarse a bus-carlo en ambientes musicales madrileños... y allá que se fueron.

Inicialmente, todo su interés se centraba en la posibilidad de contar con un tal Iborra que, al parecer, formaba parte de la Banda del Genera-lísimo. Iborra declinó tal invitación ante la falta de tiempo para poderse dedicar de lleno a preparar una obra tan complicada para la tuba. Además, el nivel de exigencia que en materia musical siempre se ha dado en tierras valencianas, fue el detonante final que precisamente empujó a Iborra a no aceptar la invitación, según recuerda López Calvo.

Todo apunta a que el posterior e inevitable periplo de los promotores valencianos por bandas y orquestas afincadas en Madrid, tanto militares como civiles, concluía, en todos los casos, con las mismas conclusiones. Por una parte el rechazo del tubista de turno, una vez conocidos los detalles del repertorio a interpretar; por otra, la indicación de que el que sin duda podría enfrentarse a dicho reto, tanto por sus cualidades musicales como por su energía vital, era “un Cabo 1º muy joven pero muy bueno con la tuba” que se encontraba en la Banda de Aviación28. Tras varios comentarios en el mismo sentido, los valencianos dirigieron sus pasos hacia la aludida banda, “ataviados con sus garrotes y cigarros”, buscando al tubista Calvo.

Calvo, nada más escuchar las primeras palabras salidas de las bocas de los empresarios en cuestión, sin casi conocer los detalles, decidió que acep-taría. No obstante, y para que los señores venidos de levante no tuviesen ni la más mínima duda de su preparación técnica, mientras se desarrollaba la conversación, repentinamente decidió hacer una pequeña exposición públi-ca de su capacidad realizando diversos ejercicios técnicos e interpretando algún pequeño fragmento. Todo esfuerzo era poco a fin de asegurarse el suculento manjar que intuía que se pondría en su mesa pero que todavía no tenía asegurado. Esta improvisada interpretación reafirmó la decidida decisión de los empresarios de proponerle el trabajo sin ningún tipo de duda ni vacilación.

López Calvo aceptó el nuevo reto, sin pensarlo ni un segundo, “muy animado, además y sobre todo, jeje, por las 500 pesetas diarias que me pro-metieron pagar”, afirma con una sonrisa picarona. Recuerda que en aquel momento, “a finales de los años 40, con escasamente 18 o 19 años de edad, para un chico de Cuenca que vivía en Madrid, esa cantidad era un aliciente que nadie en su sano juicio podría no tomar en consideración para aceptar un trabajo”.

28. Hay que recordar que tras su inicial ingreso como trombonista, en 1947 y en la Banda de Aviación, en 1948 obtuvo el empleo de Cabo 1º, como tubista, tras superar la oportuna oposición convocada a tal efecto.

En la Armería del Palacio Real en su toma de posesión de su destino en Madrid (1976).

En la Granja de San Ildefonso.

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Además, al ver su predisposición favorable a asumir el reto, los orga-nizadores de los conciertos le prometieron que si la cosa iba bien, no solo recibiría el salario estipulado, sino “algo más”... lo que el maestro recuerda con nuevas risillas propias de un zagal que cuenta a su favor con el aval que da la experiencia de vida.

Pero en ese mismo momento surgió la imperiosa necesidad de salvar un nuevo escollo. La Banda de Aviación tenía como tarea inminente, por aquel entonces, realizar una grabación de música de pasodobles y su direc-tor, Modesto Rebollo, no estaba dispuesto a prescindir de Calvo. Ante esta nueva piedra en el camino, los empresarios valencianos decidieron mover todas las fichas a su alcance y llegar hasta el mismísimo ministro del Aire29, al cual tenían acceso directo. Finalmente, el ministro dio su autorización para que tanto él como un compañero suyo, “Alonso, que además tocaba el fagot en la Orquesta Nacional”, abandonasen momentáneamente la Banda de Aviación y se desplazasen a Valencia. Y allá que se fueron ante la cara de sorpresa, es de imaginar, del director de la Banda.

El contrato inicial era de 10 días... —“¡5000 pts. en total”— y este argu-mento fue comprendido y asumido inmediatamente, aunque a regañadien-tes, por Rebollo. Dicho sea de paso, el propio Rebollo cobraba, también por aquel entonces y al amigo Pepe, la cantidad de 40 pesetas mensuales por las numerosas clases particulares que, sin límite a modo de tarifa pla-na, le daba... “Pobrecico, ¡solo 40 pesetas al mes me cobraba!”, recuerda Calvo con nostalgia y afecto manifiestamente exteriorizados.

Así, Pepe llegó a Valencia a tocar la tuba en el escenario montado a tal efecto en la plaza de toros. El pueblo, expectante, tenía puestas todas sus esperanzas e ilusiones en el Cabo 1º que ¡desde Madrid! llegaba para reforzar a una banda de por sí con calidad contrastada. El impacto fue de tal calibre que ya el primer día, se dirigió a él un señor de Buñol con el áni-mo de cerrar su contratación para el certamen que habría de celebrarse... ¡un año después!

Fueron días de gloria, sin duda, para un joven que no contaba todavía con 20 años de edad y que veía que un pueblo, en el que le acababan de co-nocer, le aclamaba, llegando incluso a no tener que pagar en ningún bar las consumiciones que realizaba, o a cortarse el pelo gratis en una peluquería del pueblo merced a desempeñar en aquel momento un rol —“yo era el baix de Madrid”— que hacía que la banda del pueblo tuviese un éxito asegurado. “Me pasearon por el pueblo gritando ¡viva el baix!”, mientras me llevaban en hombros”, llevándolo en hombros a los ensayos que la banda realizaba y a los que solía asistir, en calidad de público, todo el mundo.

Sin duda que a esa especial satisfacción sentida por él contribuía el reconocimiento popular que le otorgaban sus méritos artísticos adereza-dos, qué duda cabe, por la cuantía del contrato —“¡era un sueño para mí, en aquellos tiempos, ganar 5000 pesetas en tan solo diez días!”—, unido al hecho de que cada jornada, cuando regresaba a la pensión donde dormía, “aparecían encima de la mesita de mi habitación 30 duros”.

Él, sorprendido por tan singular “hallazgo”, preguntó el primer día sobre el posible origen de esa cantidad... La respuesta le llegó en forma de sonrisa con un mensaje claro: “no te preocupes, cógelos... “¡y ya está!”. Educado y correcto, influenciado posiblemente por el carácter que su per-tenencia a una banda militar le imprimía, decidió ser obediente, coger las 150 pesetas que a partir de ese día regularmente aparecían en su habita-ción y olvidarse de ello sin que jamás llegase a saber quién era el donante anónimo que premió en aquellos tiempos su buen hacer.

Frustradas oposiciones a Músico de 2ª (1952)Las aspiraciones lícitas de crecer, profesional y personalmente, pronto

volverían a ponerse de manifiesto en López Calvo empujándole, nueva-mente, a trazarse objetivos con los que poder avanzar. Sería 1952 el año en el que se trazaría una nueva meta para la cual él sabía que estaba cua-lificado: ser Músico de 2ª.

Por ello, decidió concurrir a las oposiciones que se habían convocado a fin de cubrir plazas en diversas agrupaciones30, decidiendo apostar por la única que se adaptaba a su perfil de “bajo” y que tenía como destino la Es-cuela de Especialistas de León. Dicha plaza llevaba aparejado el cargo de Sargento, lo que implicaba para él, en caso de obtenerla, una substanciosa mejora de las condiciones laborales. Fueron los aspectos económicos, fun-damentalmente, los que le empujaron definitivamente a presentarse a di-chas oposiciones aun sabiendo que, en el caso de obtener la plaza ansiada, su alejamiento de Madrid traería consigo también el final de su formación musical en las aulas del viejo conservatorio de la calle de San Bernardo.

Nuevamente, su seguridad, formación y confianza en sí mismo serían los mejores baluartes para la nueva empresa emprendida. Sin embargo, los acontecimientos no discurrieron por donde la lógica hacía imaginar que lo hiciesen.

Los hechos acaecidos en esos días se centraron en un enfrentamiento protagonizado entre él y un miembro del tribunal de dichas oposiciones, Manuel Gómez de Arriba31. Gómez de Arriba era, a la sazón, director de la Banda de Música de la Región Aérea Central, más conocida como la

29. Es probable que se tratase de Eduardo González-Gallarza, quien desempeñó di-cha cartera ministerial entre 1945 y 1957.

30. Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.) señala que dichas oposiciones fueron convocadas mediante la Orden de 26 de febrero de 1952 por la que se publican varias va-cantes (BOMA de 28 de febrero de 1952), concretando las vacantes existentes en las

bandas de la Región Aérea Central (Madrid), en la Academia General del Aire (San Javier, Murcia) y en la Escuela de Especialistas (León).

31. A fin de adentrarse en la vida y obra de Manuel Gómez de Arriba resulta intere-sante conocer la publicación realizada al respecto por Mónica Gómez-Pompa Pérez bajo el título Manuel Gómez Arriba. Fragmentos de su obra (Véase Bibliografía).

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la tuba”, el director, sin pensarlo ni encontrar problemas de ningún tipo, contestó sin pensarlo: “Ah, bueno.... Jesús, tú sabes lo que haces. Que se haga lo que tú consideres oportuno. Si consideras que se debe cambiar, que así sea”.

Fue así como López Calvo se vio inmerso en un nuevo reto musical, esta vez en su formación académica como tubista y de la mano de su maes-tro Leopoldo Cuesta. Cuesta no dudó en hablar con franqueza con él y decirle que a pesar de que él no era tubista y que posiblemente no podría trasladarle con precisión los secretos de la técnica interpretativa de este instrumento, al ser López Calvo un músico integral con una musicalidad y técnica incuestionables, posiblemente no le resultaría difícil instruirle con la tuba si así lo deseaba. López Calvo sabía que un “sí” era la única respuesta que podría salir de su boca, permitiéndole ésta poder ampliar su formación musical y llegar a formarse con un músico global y de primera “como el propio Cuesta lo era”.

“Durante el tiempo que estudié con Cuesta hicimos de todo. Recuer-do las horas eternas que ambos pasamos trabajando con un método difícil y complicado del que no recuerdo su título, salvo que era italiano y que tenía unos ejercicios tan difíciles y complejos que ni siquiera el maestro Cuesta era capaz, en ocasiones, de hacerlos; eso era intocable”. Cuesta le dio el método en cuestión y animó al joven a ir poco a poco avanzando, “consiguiendo llegar, como mucho, al ejercicio 10; aquello era compli-cadísimo”, recuerda mientras, al hablar, me manera espontánea y natu-ral, salen de su garganta ejercicios melódicos y tarareos que le ayudan a transmitir los ejercicios, “musicales ante todo, por supuesto”, que en aquel momento jalonaron su formación tubística.

El nuevo reto había sido libre y personalmente adquirido por Pepe, superándolo con creces... lo que le permitió, inmediatamente, trazarse nuevos sueños, retos a fin de cuentas.

De “bolos” por Valencia (1949)Poco después de su llegada a Madrid en 1947, un nuevo horizonte

vislumbraron sus ojos decidiéndose a caminar hacia él, presto y seguro, sin miedo al impensable e imposible fracaso.

En torno a 1949, la Agrupación Musical Santa Cecilia de Sedaví, en Valencia, organizó un certamen al que habrían de concurrir diversas ban-das midiendo sus fuerzas ante un público especialmente curtido en cues-tiones musicales. Para dicha ocasión se decidió programar, como “pieza obligada” para todas las agrupaciones participantes, los tiempos tercero —Scherzo (Allegro)— y cuarto —Finale (Allegro molto–Poco andante–Presto)— de la 5ª Sinfonía de Beethoven.

Los promotores del certamen deseaban ir “sobre seguro” y para ello sabían que requerían, entre otros, un tubista capaz de enfrentarse al difí-cil reto de interpretar el papel de tuba de esta pieza. En dicha obra, este instrumento discurre por derroteros no propios sino más bien bastante ajenos. Queriendo, por tanto, al mejor tubista, decidieron lanzarse a bus-carlo en ambientes musicales madrileños... y allá que se fueron.

Inicialmente, todo su interés se centraba en la posibilidad de contar con un tal Iborra que, al parecer, formaba parte de la Banda del Genera-lísimo. Iborra declinó tal invitación ante la falta de tiempo para poderse dedicar de lleno a preparar una obra tan complicada para la tuba. Además, el nivel de exigencia que en materia musical siempre se ha dado en tierras valencianas, fue el detonante final que precisamente empujó a Iborra a no aceptar la invitación, según recuerda López Calvo.

Todo apunta a que el posterior e inevitable periplo de los promotores valencianos por bandas y orquestas afincadas en Madrid, tanto militares como civiles, concluía, en todos los casos, con las mismas conclusiones. Por una parte el rechazo del tubista de turno, una vez conocidos los detalles del repertorio a interpretar; por otra, la indicación de que el que sin duda podría enfrentarse a dicho reto, tanto por sus cualidades musicales como por su energía vital, era “un Cabo 1º muy joven pero muy bueno con la tuba” que se encontraba en la Banda de Aviación28. Tras varios comentarios en el mismo sentido, los valencianos dirigieron sus pasos hacia la aludida banda, “ataviados con sus garrotes y cigarros”, buscando al tubista Calvo.

Calvo, nada más escuchar las primeras palabras salidas de las bocas de los empresarios en cuestión, sin casi conocer los detalles, decidió que acep-taría. No obstante, y para que los señores venidos de levante no tuviesen ni la más mínima duda de su preparación técnica, mientras se desarrollaba la conversación, repentinamente decidió hacer una pequeña exposición públi-ca de su capacidad realizando diversos ejercicios técnicos e interpretando algún pequeño fragmento. Todo esfuerzo era poco a fin de asegurarse el suculento manjar que intuía que se pondría en su mesa pero que todavía no tenía asegurado. Esta improvisada interpretación reafirmó la decidida decisión de los empresarios de proponerle el trabajo sin ningún tipo de duda ni vacilación.

López Calvo aceptó el nuevo reto, sin pensarlo ni un segundo, “muy animado, además y sobre todo, jeje, por las 500 pesetas diarias que me pro-metieron pagar”, afirma con una sonrisa picarona. Recuerda que en aquel momento, “a finales de los años 40, con escasamente 18 o 19 años de edad, para un chico de Cuenca que vivía en Madrid, esa cantidad era un aliciente que nadie en su sano juicio podría no tomar en consideración para aceptar un trabajo”.

28. Hay que recordar que tras su inicial ingreso como trombonista, en 1947 y en la Banda de Aviación, en 1948 obtuvo el empleo de Cabo 1º, como tubista, tras superar la oportuna oposición convocada a tal efecto.

En la Armería del Palacio Real en su toma de posesión de su destino en Madrid (1976).

En la Granja de San Ildefonso.

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La convocatoria de ese año ofertaba 15 plazas de director de 1ª Catego-ría y otras 50 para los de 2ª Categoría33. Los requisitos para acceder a ellas contemplaban una serie de méritos académicos que impidieron a López Calvo, en aquel momento, poder acceder a las de 1ª Categoría al no haber finalizado en ese momento los estudios oficiales de Composición y ser éste un requisito para concurrir a las mismas.

Trabajando codo con codo con Julio Gómez, su querido maestro y re-ferencia musical y humana para él, Gómez fue el principal apoyo que en ese momento tuvo Calvo para pelear a fin de abrirse un hueco en el mundo de la dirección. A sus 23 años, Calvo ya disfrutaba de un reconocido reconoci-miento en el mundo de la interpretación y algo le hacía presagiar que, si se lanzaba al mundo de la dirección, podría ocurrir algo similar. Sabía que su fuerza vital y su formación musical serían pilares fundamentales sobre los que construir una nueva página de su vida.

Publicadas las relaciones de aspirantes y miembros del tribunal, pronto supo que la empresa emprendida sería difícil —se habían presentado más de 160 candidatos por el turno libre— a pesar de que personas conocidas por él, como Julio Gómez o Victoriano Echevarría, entre otros, formasen parte del tribunal.

Fueron numerosas las pruebas realizadas, entre las que destacaban una de cultura general, ejercicios de Armonía, transcripciones para banda de piezas orquestales, dirección de una obra o repentización de otra.

López Calvo recuerda, a pesar de los años pasados y como si de ayer mismo se tratase, el motivo del ejercicio de Armonía que Echevarría propu-so a fin de ser desarrollado y que él decidió hacer en contrapunto trocado... “siendo el resultado muy bonito, maravilloso”, recuerda con orgullo.

Fue precisamente por entonces cuando la vida le enfrentó nuevamente a su comandante director, Manuel Gómez de Arriba, por razones similares a las que no mucho tiempo atrás les habían llevado a protagonizar un inicial desencuentro. Resulta que dos de las pruebas programadas —dirección de una pieza y repentización de otra— se debían llevar a cabo al frente de una banda que, para la ocasión, se decidió que fuese la de la Policía Armada34.

Dado que él estaba en la Banda de Aviación con el nivel y empleo de Músico de 1ª (Brigada), consideró que una vez limadas las asperezas que tiempo atrás se habían generado entre ellos, podría ser posible practicar estos ejercicios en el seno de su propia Banda. Pero ¿cuál no sería su sor-presa cuando al pedir permiso al comandante Gómez de Arriba, éste se lo negó? “Yo no entendía, en ese momento, por qué se portaba así conmigo, aunque más tarde comprendí que la razón que le había llevado tiempo atrás

a impedir que aprobase las oposiciones en León, seguía siendo la misma que ahora le empujaba a negarme cualquier posibilidad de promoción musical fuera de Aviación”.

No queriendo entrar en polémicas, Calvo decidió prepararse, como pudo, por fuera a fin de dirigir una obra —Maese Pérez el organista— que Julio Gómez había compuesto algo más de una década antes y que fue elegida para que los opositores demostrasen sus habilidades al frente de una ban-da. Por cierto que Calvo aun recuerda con cierto dolor cómo la banda en cuestión, llegado el momento de postrarse ante ella, empezó a dar multitud de muestras de desagrado, teniendo “salidas de tono”. “Que si la obra era difícil, que si se paraban cuando querían... El caso es que desde el tribunal tuvieron que salir en mi defensa y llamar la atención a los músicos que estaban impidiendo que yo pudiese hacer mi ejercicio de manera adecuada”.

El resultado final de esta oposición fue el ya imaginado: Calvo quedó el primero de su promoción. Pero es aquí donde se da una de las situa-ciones más curiosas de su vida. Calvo había obtenido el número 1 de su promoción, se le ofertó la posibilidad de, en primer lugar, asumir la direc-ción de la Banda Municipal de Música de Cuenca —otra que podía elegir fue la de Santiago de Compostela, recuerda— y, curiosamente, no aceptó ya no solo ir destinado a la agrupación en la que se había iniciado en la música —Banda Municipal de Música de Cuenca— y que además era la de su ciudad natal, sino tampoco hacerlo a cualquier otra. Es más, decidió no ejercer como director de bandas civiles, puesto éste por el cual tanto había luchado.

Las razones de esta decisión posiblemente puedan estar ligadas a su deseo de no abandonar Madrid y, por tanto, de no alejarse de las aulas y profesores del conservatorio madrileño. Obviamente, seguro que también pesó en él el deseo de no regresar a una ciudad como Cuenca en la que no había un especial futuro para un joven capaz, tenaz y ambicioso lícita-mente como era Calvo, sin olvidar que posiblemente fuese muy duro para un militar, con un espíritu castrense contrastado, ponerse al frente de una agrupación musical integrada por conocidos, amigos o familiares en la que previsiblemente cualquier parecido, en aspectos básicos —formación musical de los músicos, disciplina, rigor en la asunción de responsabi-lidades, etc.— con lo que él estaba habituado a ver y vivir en las bandas militares profesionales, sería mera casualidad.

El caso es que decidió quedarse, en calidad de Músico de 1ª y en la Ban-da de Aviación, esperando nuevos retos que intuía que, sin duda, pronto se plantearían en su vida.

32. Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.) da detalles muy interesantes sobre la oposición celebrada en 1953 y que se convocó a través de la Orden de 31 de julio de 1953 por la que se convocan oposiciones al Cuerpo Técnico de Directores de Bandas de Música Civiles.

33. A este respecto hay que recordar que la 1ª categoría estaba destinada a directores de Bandas Municipales de ciudades con presupuesto, en 1950, superior a 10 millones de pesetas; las de 2ª tenían como destinatarios a directores de Bandas de Música de ciudades con un presupuesto de entre 5 y 10 millones de pesetas anuales.

34. En aquel momento la Banda de Música de la Policía Armada pertenecía al ejérci-to, perdiendo tal consideración unos años después.

En Huesca dirigió, entre 1964 y 1967, la Banda de Música del Regimiento “Valladolid”.

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Banda de Aviación, en la que López Calvo prestaba servicio en ese mo-mento y desde cinco años atrás.

El caso es que López Calvo resultó suspenso a pesar de realizar un brillante examen. Eso ya habría sido razón más que suficiente para que el desconcierto se apoderase de él. Pero lo que ya no llegaba a comprender eran las razones por las cuales, según llegó a sus oídos, Gómez de Arriba se había dedicado, desde el momento mismo en el que se convocaron dichas pruebas, a menoscabarle públicamente ante el resto del tribunal. Parece ser que Gómez de Arriba lo tachaba de inmaduro, de mal músico, de no tener una buena técnica, de irresponsable... siendo estos, curiosa-mente, aspectos de acreditada ausencia, públicamente, en su forma de ser y actuar.

Gómez de Arriba “no solo me suspendió, sino que se dedicó a des-prestigiarme en León, diciendo por allí que yo era un creído con la tuba”, llegando a oídos de Calvo estos comentarios. En el momento en el que tuvo que realizar la prueba de lectura a primera vista, la convicción públi-ca que Gómez de Arriba había conseguido extender en el tribunal es que la repentización de Calvo sería una catástrofe segura. Conocidos estos comentarios por Pepe, con antelación a la realización de la prueba, algo en él le llevó a hacer una prueba brillante muy alejada de la idea que se había extendido merced a los comentarios de Gómez de Arriba. “Me miró el comandante, me dio la entrada y me puse a tocarla al tiempo que éste miraba al teniente trasladándole con su mirada la idea de que no había nada que esperar de mí... Y sin embargo lo hice muy bien. Quedé muy satisfecho.” Calificada la prueba, le fue inimaginablemente asignada una nota bajísima.

Tan injusta situación hizo que López Calvo empezase a acordarse, tal y como él mismo recuerda hoy en día, de toda la familia, antecedentes y familiares directos e indirectos de Gómez de Arriba, y no precisamente para subirlos a un altar.

Ya de regreso a Madrid, Gómez de Arriba, quien había oído las quejas y comentarios que por doquier le dedicaba López Calvo, lo llamó a su presencia y con una carcajada le dijo “¿Creías que iba a permitir que te quedases en la Virgen del Camino pasando frío cuando resulta que en breve va a salir una plaza aquí en Madrid que quiero que sea para ti?”

López Calvo, boquiabierto, descubrió entonces que las verdaderas razones de tan extraña, a la par que aparentemente injusta, actuación de Gómez de Arriba estribaban en que aquel no deseaba que bajo ningún concepto se alejase de la Banda de Aviación, su banda, y de Madrid, donde le esperaba, sin duda, un futuro mucho más prometedor y laureado que el que, por su juventud, el propio Calvo imaginaba que podía tener en tierras leonesas. “Quería que yo fuese suboficial en su banda antes que simplemente tropa en León”. La aclaración de los hechos hizo que López Calvo se arrepintiese inmediatamente de los comentarios vertidos contra Gómez de Arriba, en pleno enfado, del cual había llegado a decir incluso que si es que era capaz de valorar de manera tan pobre una interpretación

como la que él mismo había llevado a cabo en aquella oposición era por-que sin duda no tenía ni idea de música.

Tras la lógica petición de Calvo en orden a ser perdonado por el co-mandante Gómez de Arriba, finalizó el peculiar desencuentro protago-nizado por ambos... aunque hay que hacer notar que no seria el último.

Oposiciones a Músico de 1ª (1953)Tal y como Gómez de Arriba le había avanzado, pocos meses después

de los hechos acaecidos en León se publicó la convocatoria de una plaza de Músico de 1ª con destino en la misma banda en la que López Calvo prestaba sus servicios como Músico de 3ª, esto es en la Banda de Aviación.

Esta nueva opción laboral coincidió en el tiempo con la oferta que le hizo Victoriano Echevarría de asumir la vacante de tuba de la Banda Municipal de Música de Madrid. Pepe estuvo sopesando los pros y contras, decidiendo finalmente descartar el ofrecimiento de Echevarría convencido de que su vida, en el ámbito militar, le reportaría más gratificaciones perso-nales y profesionales que en el civil.

Centrado en las oposiciones a Músico de 1ª, esta nueva convocatoria no estuvo libre de desencuentros entre López Calvo y algún miembro del tribunal. En este caso fue con Manuel Larios Botello, miembro del tri-bunal calificador y en ese momento Director de la Banda de Música de la Academia General del Aire, con el que se produjeron fricciones. Todo apunta, según Juan Máximo Rodríguez Peinado, a que Larios era reacio a que un militar tan joven como Calvo —en aquel momento contaba con tan solo 23 años de edad— asumiese un empleo militar tan importante. De hecho, Larios estaba plenamente convencido de que Calvo fracasaría a la hora de realizar la prueba de lectura a primera vista, dándole así “motivos” para argumentar, con razón, su más que previsible calificación negativa. Sin embargo, una vez más Calvo, en la repentización volvió a dar muestras de esa inequívoca formación musical que durante años estaba cultivando y de la que daba muestras brillantes, especialmente, en los peores momentos.

El ejercicio mereció tales valoraciones por parte del tribunal que con-cluyó con el hecho de que Calvo, a tan temprana edad, asumió el empleo de Brigada que iba asociado al de Músico de 1ª, prestando como tal sus servicios en la Banda de Aviación en la que ya llevaba más de un lustro como músico.

Oposiciones a Director de Bandas de Música Civiles (1953)No debía llevar mucho más de un mes disfrutando de su tan anhelado

empleo de Brigada, obtenido en junio de 1953, cuando un nuevo reto se puso en su punto de mira: intentar ingresar en el Cuerpo Técnico de Directores de Bandas de Música Civiles32. Hay que hacer notar que desde tiempo atrás barajaba la opción de intentar canalizar sus nuevos esfuerzos en orden a empuñar una batuta al frente de una banda u orquesta. A pesar de que su decisión de centrarse en el mundo militar ya estaba tomada, esta oferta repentina le animó a, al menos, intentarlo.

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La convocatoria de ese año ofertaba 15 plazas de director de 1ª Catego-ría y otras 50 para los de 2ª Categoría33. Los requisitos para acceder a ellas contemplaban una serie de méritos académicos que impidieron a López Calvo, en aquel momento, poder acceder a las de 1ª Categoría al no haber finalizado en ese momento los estudios oficiales de Composición y ser éste un requisito para concurrir a las mismas.

Trabajando codo con codo con Julio Gómez, su querido maestro y re-ferencia musical y humana para él, Gómez fue el principal apoyo que en ese momento tuvo Calvo para pelear a fin de abrirse un hueco en el mundo de la dirección. A sus 23 años, Calvo ya disfrutaba de un reconocido reconoci-miento en el mundo de la interpretación y algo le hacía presagiar que, si se lanzaba al mundo de la dirección, podría ocurrir algo similar. Sabía que su fuerza vital y su formación musical serían pilares fundamentales sobre los que construir una nueva página de su vida.

Publicadas las relaciones de aspirantes y miembros del tribunal, pronto supo que la empresa emprendida sería difícil —se habían presentado más de 160 candidatos por el turno libre— a pesar de que personas conocidas por él, como Julio Gómez o Victoriano Echevarría, entre otros, formasen parte del tribunal.

Fueron numerosas las pruebas realizadas, entre las que destacaban una de cultura general, ejercicios de Armonía, transcripciones para banda de piezas orquestales, dirección de una obra o repentización de otra.

López Calvo recuerda, a pesar de los años pasados y como si de ayer mismo se tratase, el motivo del ejercicio de Armonía que Echevarría propu-so a fin de ser desarrollado y que él decidió hacer en contrapunto trocado... “siendo el resultado muy bonito, maravilloso”, recuerda con orgullo.

Fue precisamente por entonces cuando la vida le enfrentó nuevamente a su comandante director, Manuel Gómez de Arriba, por razones similares a las que no mucho tiempo atrás les habían llevado a protagonizar un inicial desencuentro. Resulta que dos de las pruebas programadas —dirección de una pieza y repentización de otra— se debían llevar a cabo al frente de una banda que, para la ocasión, se decidió que fuese la de la Policía Armada34.

Dado que él estaba en la Banda de Aviación con el nivel y empleo de Músico de 1ª (Brigada), consideró que una vez limadas las asperezas que tiempo atrás se habían generado entre ellos, podría ser posible practicar estos ejercicios en el seno de su propia Banda. Pero ¿cuál no sería su sor-presa cuando al pedir permiso al comandante Gómez de Arriba, éste se lo negó? “Yo no entendía, en ese momento, por qué se portaba así conmigo, aunque más tarde comprendí que la razón que le había llevado tiempo atrás

a impedir que aprobase las oposiciones en León, seguía siendo la misma que ahora le empujaba a negarme cualquier posibilidad de promoción musical fuera de Aviación”.

No queriendo entrar en polémicas, Calvo decidió prepararse, como pudo, por fuera a fin de dirigir una obra —Maese Pérez el organista— que Julio Gómez había compuesto algo más de una década antes y que fue elegida para que los opositores demostrasen sus habilidades al frente de una ban-da. Por cierto que Calvo aun recuerda con cierto dolor cómo la banda en cuestión, llegado el momento de postrarse ante ella, empezó a dar multitud de muestras de desagrado, teniendo “salidas de tono”. “Que si la obra era difícil, que si se paraban cuando querían... El caso es que desde el tribunal tuvieron que salir en mi defensa y llamar la atención a los músicos que estaban impidiendo que yo pudiese hacer mi ejercicio de manera adecuada”.

El resultado final de esta oposición fue el ya imaginado: Calvo quedó el primero de su promoción. Pero es aquí donde se da una de las situa-ciones más curiosas de su vida. Calvo había obtenido el número 1 de su promoción, se le ofertó la posibilidad de, en primer lugar, asumir la direc-ción de la Banda Municipal de Música de Cuenca —otra que podía elegir fue la de Santiago de Compostela, recuerda— y, curiosamente, no aceptó ya no solo ir destinado a la agrupación en la que se había iniciado en la música —Banda Municipal de Música de Cuenca— y que además era la de su ciudad natal, sino tampoco hacerlo a cualquier otra. Es más, decidió no ejercer como director de bandas civiles, puesto éste por el cual tanto había luchado.

Las razones de esta decisión posiblemente puedan estar ligadas a su deseo de no abandonar Madrid y, por tanto, de no alejarse de las aulas y profesores del conservatorio madrileño. Obviamente, seguro que también pesó en él el deseo de no regresar a una ciudad como Cuenca en la que no había un especial futuro para un joven capaz, tenaz y ambicioso lícita-mente como era Calvo, sin olvidar que posiblemente fuese muy duro para un militar, con un espíritu castrense contrastado, ponerse al frente de una agrupación musical integrada por conocidos, amigos o familiares en la que previsiblemente cualquier parecido, en aspectos básicos —formación musical de los músicos, disciplina, rigor en la asunción de responsabi-lidades, etc.— con lo que él estaba habituado a ver y vivir en las bandas militares profesionales, sería mera casualidad.

El caso es que decidió quedarse, en calidad de Músico de 1ª y en la Ban-da de Aviación, esperando nuevos retos que intuía que, sin duda, pronto se plantearían en su vida.

32. Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.) da detalles muy interesantes sobre la oposición celebrada en 1953 y que se convocó a través de la Orden de 31 de julio de 1953 por la que se convocan oposiciones al Cuerpo Técnico de Directores de Bandas de Música Civiles.

33. A este respecto hay que recordar que la 1ª categoría estaba destinada a directores de Bandas Municipales de ciudades con presupuesto, en 1950, superior a 10 millones de pesetas; las de 2ª tenían como destinatarios a directores de Bandas de Música de ciudades con un presupuesto de entre 5 y 10 millones de pesetas anuales.

34. En aquel momento la Banda de Música de la Policía Armada pertenecía al ejérci-to, perdiendo tal consideración unos años después.

En Huesca dirigió, entre 1964 y 1967, la Banda de Música del Regimiento “Valladolid”.

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Banda de Aviación, en la que López Calvo prestaba servicio en ese mo-mento y desde cinco años atrás.

El caso es que López Calvo resultó suspenso a pesar de realizar un brillante examen. Eso ya habría sido razón más que suficiente para que el desconcierto se apoderase de él. Pero lo que ya no llegaba a comprender eran las razones por las cuales, según llegó a sus oídos, Gómez de Arriba se había dedicado, desde el momento mismo en el que se convocaron dichas pruebas, a menoscabarle públicamente ante el resto del tribunal. Parece ser que Gómez de Arriba lo tachaba de inmaduro, de mal músico, de no tener una buena técnica, de irresponsable... siendo estos, curiosa-mente, aspectos de acreditada ausencia, públicamente, en su forma de ser y actuar.

Gómez de Arriba “no solo me suspendió, sino que se dedicó a des-prestigiarme en León, diciendo por allí que yo era un creído con la tuba”, llegando a oídos de Calvo estos comentarios. En el momento en el que tuvo que realizar la prueba de lectura a primera vista, la convicción públi-ca que Gómez de Arriba había conseguido extender en el tribunal es que la repentización de Calvo sería una catástrofe segura. Conocidos estos comentarios por Pepe, con antelación a la realización de la prueba, algo en él le llevó a hacer una prueba brillante muy alejada de la idea que se había extendido merced a los comentarios de Gómez de Arriba. “Me miró el comandante, me dio la entrada y me puse a tocarla al tiempo que éste miraba al teniente trasladándole con su mirada la idea de que no había nada que esperar de mí... Y sin embargo lo hice muy bien. Quedé muy satisfecho.” Calificada la prueba, le fue inimaginablemente asignada una nota bajísima.

Tan injusta situación hizo que López Calvo empezase a acordarse, tal y como él mismo recuerda hoy en día, de toda la familia, antecedentes y familiares directos e indirectos de Gómez de Arriba, y no precisamente para subirlos a un altar.

Ya de regreso a Madrid, Gómez de Arriba, quien había oído las quejas y comentarios que por doquier le dedicaba López Calvo, lo llamó a su presencia y con una carcajada le dijo “¿Creías que iba a permitir que te quedases en la Virgen del Camino pasando frío cuando resulta que en breve va a salir una plaza aquí en Madrid que quiero que sea para ti?”

López Calvo, boquiabierto, descubrió entonces que las verdaderas razones de tan extraña, a la par que aparentemente injusta, actuación de Gómez de Arriba estribaban en que aquel no deseaba que bajo ningún concepto se alejase de la Banda de Aviación, su banda, y de Madrid, donde le esperaba, sin duda, un futuro mucho más prometedor y laureado que el que, por su juventud, el propio Calvo imaginaba que podía tener en tierras leonesas. “Quería que yo fuese suboficial en su banda antes que simplemente tropa en León”. La aclaración de los hechos hizo que López Calvo se arrepintiese inmediatamente de los comentarios vertidos contra Gómez de Arriba, en pleno enfado, del cual había llegado a decir incluso que si es que era capaz de valorar de manera tan pobre una interpretación

como la que él mismo había llevado a cabo en aquella oposición era por-que sin duda no tenía ni idea de música.

Tras la lógica petición de Calvo en orden a ser perdonado por el co-mandante Gómez de Arriba, finalizó el peculiar desencuentro protago-nizado por ambos... aunque hay que hacer notar que no seria el último.

Oposiciones a Músico de 1ª (1953)Tal y como Gómez de Arriba le había avanzado, pocos meses después

de los hechos acaecidos en León se publicó la convocatoria de una plaza de Músico de 1ª con destino en la misma banda en la que López Calvo prestaba sus servicios como Músico de 3ª, esto es en la Banda de Aviación.

Esta nueva opción laboral coincidió en el tiempo con la oferta que le hizo Victoriano Echevarría de asumir la vacante de tuba de la Banda Municipal de Música de Madrid. Pepe estuvo sopesando los pros y contras, decidiendo finalmente descartar el ofrecimiento de Echevarría convencido de que su vida, en el ámbito militar, le reportaría más gratificaciones perso-nales y profesionales que en el civil.

Centrado en las oposiciones a Músico de 1ª, esta nueva convocatoria no estuvo libre de desencuentros entre López Calvo y algún miembro del tribunal. En este caso fue con Manuel Larios Botello, miembro del tri-bunal calificador y en ese momento Director de la Banda de Música de la Academia General del Aire, con el que se produjeron fricciones. Todo apunta, según Juan Máximo Rodríguez Peinado, a que Larios era reacio a que un militar tan joven como Calvo —en aquel momento contaba con tan solo 23 años de edad— asumiese un empleo militar tan importante. De hecho, Larios estaba plenamente convencido de que Calvo fracasaría a la hora de realizar la prueba de lectura a primera vista, dándole así “motivos” para argumentar, con razón, su más que previsible calificación negativa. Sin embargo, una vez más Calvo, en la repentización volvió a dar muestras de esa inequívoca formación musical que durante años estaba cultivando y de la que daba muestras brillantes, especialmente, en los peores momentos.

El ejercicio mereció tales valoraciones por parte del tribunal que con-cluyó con el hecho de que Calvo, a tan temprana edad, asumió el empleo de Brigada que iba asociado al de Músico de 1ª, prestando como tal sus servicios en la Banda de Aviación en la que ya llevaba más de un lustro como músico.

Oposiciones a Director de Bandas de Música Civiles (1953)No debía llevar mucho más de un mes disfrutando de su tan anhelado

empleo de Brigada, obtenido en junio de 1953, cuando un nuevo reto se puso en su punto de mira: intentar ingresar en el Cuerpo Técnico de Directores de Bandas de Música Civiles32. Hay que hacer notar que desde tiempo atrás barajaba la opción de intentar canalizar sus nuevos esfuerzos en orden a empuñar una batuta al frente de una banda u orquesta. A pesar de que su decisión de centrarse en el mundo militar ya estaba tomada, esta oferta repentina le animó a, al menos, intentarlo.

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38. La Banda Municipal de Música de Cuenca, creada en 1896, fue disuelta en 1921 por el Ayuntamiento de Cuenca ante las graves irregularidades detectadas en su funciona-miento. Pocos meses después, en ese mismo año, dicha agrupación musical fue (re)creada, oficialmente, como si de una agrupación musical nueva se tratase. Para más informa-ción al respecto véase Cabañas Alamán, Fernando J (op. cit.).

BIBLIOGRAFÍACabañas Alamán, Fernando J: “Músicos conquenses de otros tiempos: III. Nicolás Cabañas Palomo (1871-1948)”, en Cuenca, Diputación Provincial de Cuenca, Cuenca 1993.

---: Nicolás Cabañas. Un hombre, un músico… un conquense, en CD Nicolás Cabañas. Un hombre, un músico… un conquense, Asociación cultural “Hoces Nazarenas”, Caja Castilla-La Mancha y Diputación Provincial de Cuenca, Cuenca 1996.

Gómez-Pompa Pérez, Mónica: Manuel Gómez Arriba. Fragmentos de su obra, Edición de la autora, Madrid 2009.Rodríguez Peinado, Juan Máximo: Entre la milicia y el arte: trayectoria del músico militar José López Calvo (1930-) (Inédito).

CANTO A CUENCAAludir al Canto a Cuenca compuesto por López Calvo, trae consigo

que el maestro ponga de manifiesto el dolor íntimo que desde hace lus-tros se apodera de él. Esta pieza, surgida en 1955 fruto de la colaboración llevada a cabo con su primo Miguel Gallego Calvo, autor de la letra, casi guarda el silencio de los justos desde que fue conocida por los conquenses hace ya muchos años.

El estreno tuvo lugar el 21 de noviembre de 1971, en el hoy desapa-recido Teatro Cine Xúcar, por parte de la Banda Municipal de Música de Cuenca, contando para la ocasión con la colaboración del coro, dirigido por Jesús María Muneta, de los PP. Paúles de Cuenca. El concierto se en-marcó en los actos conmemorativos del 75 aniversario de la creación ini-cial de la Banda Municipal de Música de Cuenca38, con un resultado que parece ser que fue, en palabras del propio Calvo, “bastante mejorable pues ni la interpretación realizada ni la grabación reflejan fielmente lo que yo deseaba transmitir con mi partitura”.

Todo apunta a pensar que en los archivos de Radio Nacional de Es-paña en Cuenca podría existir una grabación de una pieza que deja cons-tancia, al menos, de cómo un músico y creador de Cuenca es capaz de expresar el amor a su ciudad aunando elementos extraídos de su propia imaginación y otros tomados prestados, tando del Miserere de ¿Pradas? como del mayo de Cuenca.

El maestro lamenta que su ciudad natal, aquella en la que sabe que él mismo es una referencia viva en todo lo que a música se refiere, no se haya “tomado jamás en serio el hecho de hacer que, oficialmente, mi partitura sea establecida oficialmente como himno de Cuenca a fin de ser interpreta-do en los actos públicos”. Él se queja, y posiblemente no sin razón, de que con fondos públicos se hayan apoyado y apoyen proyectos que se centran en orquestas, coros, compositores, músicos y piezas de renombre, que pasa-do el tiempo no han tenido una repercusión duradera en el tiempo, “y sin embargo dicho proyecto en torno a la creación de un himno por, para y de los conquenses, guarde el silencio de los justos... o como quiera decirse”.

Canto a CuencaLetra: Miguel Gallego Calvo

Música: José López Calvo

Despierta Cuenca, de tu sueño de siglos,que llega la hora del alba

y una voz por las hoces va llamando a tus hijos a una lucha.

Nos ofrece guirnaldas de gloriarenacidas del viejo poderío.

Cuenca, sinfonía en piedraque bañada en silencio de lunay amasada entre rudos peñascosaún conserva polvo de su gloria.

La constancia del Huécar y el Júcartus peñascos supieron abrir

y hoy, las hoces en grave silencio,se levantan al azul sin fin.

Encantada y dormida mi ciudadque en las rocas tus sueños condensas.

¿Qué epopeya recogen tus moles?

Y el rumor de tus vastos pinares, ¿qué comenta?

Preferiste vivir ignoraday más cerca del cielo te encuentras.

¡Salve Cuenca! Madre de cien pueblosque hijos llevaron a cuestas. ¡Salve Cuenca!

En Ibiza dirigió, entre 1958 y 1951, el Regimiento “Teruel 48”.

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Oposiciones a Director Músico del Ejército (1957)Tras la experiencia anteriormente vivida, López Calvo sigue en Ma-

drid, tanto en la Banda de Aviación como formándose en el conservato-rio madrileño, sabedor de que a más formación mayores y mejores retos será capaz de trazarse y asumir.

Será a primeros de 1957 cuando el futuro, a modo de sueño al-canzable, abra una nueva puerta para él al convocarse oposiciones al Cuerpo de Directores Músicos del Ejército, concretamente 18 plazas decidiendo inmediatamente presentarse35.

Aun pasados muchos años, López Calvo recuerda aquellos días, en los que se desarrolló la oposición, como un verdadero calvario. Los ejercicios propuestos incluían, entre otras, pruebas de cultura general, composición de una “fuga de escuela”, transcripciones de piezas para banda, instrumentaciones de obras, dirección de una banda, redacción de temas, etc. y para ello la “encerrona36” o “clausura” era una caracte-rística habitualmente vinculada a varias de ellas.

Sí que es verdad que, por ejemplo, tras la finalización de la “fuga de escuela”, la suya mereció la calificación de un 10 y no solo eso sino que, además, obtuvo el reconocimiento, por parte de El dorado37, a una labor brillantemente hecha, haciéndole notar que jamás en este tipo de oposiciones él había calificado una fuga con un 10... hasta ese momen-to, claro.

Pero por otra parte, nuevos desencuentros con Gómez de Arriba le llevaron a no poder contar con la posibilidad de practicar con la Banda de Aviación, su banda, aquella en la que ya llevaba una década prestan-do servicio como músico. Calvo aun se queda desconcertado al recor-dar aquella situación máxime cuando “Gómez de Arriba había sido el que me había estado ayudando a preparar, durante mucho tiempo, las pruebas relativas a instrumentación, prestándome en todo momento su ayuda”... pero llegado el momento de la oposición, López Calvo se quedó desconcertado.

Por último, cabe destacar en el ámbito de “lo negativo”, el hecho de que la preceptiva condición de “encerrona” que iba asociada a la reali-zación de algunas pruebas, le llevó a estar, incluso, 48 horas trabajando sin parar, cerrado en una sala, “habiéndome visto obligado a tener que tomar algún medicamento, en aquellos días, para permanecer despierto y poder estar a la altura de lo que yo mismo esperaba de mí”.

Las pruebas de oposición duraron aproximadamente un mes con-cluyendo, nuevamente y tal y como ya había ocurrido años atrás con las oposiciones a directores de bandas civiles, con la obtención por parte de López Calvo del número 1 de su promoción, estando integrada ésta por un total de seis aspirantes aprobados.

Tras un par de meses en calidad de director auxiliar de su propia banda, y ante la no fácil asimilación de Gómez de Arriba por la pérdida de un brillante instrumentista, López Calvo dio por cerrada una etapa de su vida, la de suboficial, emprendiendo, al término del verano de 1957 una nueva forma de vida que le llevaría a diversos destinos.

Tras las oportunas prácticas desarrolladas durante unos meses, pri-mero en la Academia Militar Auxiliar de Villaverde y posteriormente en la Academia de Intendencia de Ávila, López Calvo se dedicó a re-correr diversos acuartelamientos de otros tantos lugares de España que le permitieron que su batuta dirigiese agrupaciones radicadas en Ibiza (1958-1961), Barcelona (1961-1964), Huesca (1964-1967), Toledo (1967-1976) o Madrid (1978-1988) donde cerraría, en el momento de su paso a la reserva, una brillante labor musical que culminaría con la asunción de la dirección de la Unidad de Música del Regimiento de la Guardia Real. Pero esa nueva etapa, la de oficial y director de bandas militares, tal y como se hacía constar al comienzo de estas líneas, ya no es objeto de este inicial recorrido por la vida del maestro. Tiempo habrá para que, en un futuro no demasiado lejano, nuevas páginas vengan a abordar de manera adecuada y detallada esta etapa que, desde 1957 y hasta la actualidad, tantos frutos granados y merecidos ha dado a López Calvo.

35. Según hace constar Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.), el expediente aca-démico de José López Calvo no hace alusión alguna a los estudios y calificación obtenida por Calvo en 5º curso de Composición. Al ser requisito imprescindible tener finalizados los estudios de Composición, es posible, según Rodríguez Peina-do, que el acta de dicha asignatura se extraviase ya que, obviamente, Calvo tenía cursados todos los estudios de esta carrera, habiendo sido admitido de hecho en la oposición aludida.

36. Hasta no hace demasiados años, en el mundo de la música estaba muy extendida la costumbre de que la realización de diversos ejercicios vinculados al mundo de la creación o composición se realizasen, por parte del aspirante, sin abandonar el aula, salvo para las imperiosas necesidades fisiológicas. Durante la realización de dichos ejercicios, independientemente del tiempo que se estableciese para ello y que podía

llegar a extenderse durante varios días, el aspirante no podía tener contacto con el exterior. Esta condición no se daba, en contra de lo que pueda creerse, exclusivamen-te en las oposiciones; también se llevaba a cabo en los exámenes finales de Armonía, de Contrapunto y Fuga, de Composición... que se cursaban en los conservatorios de música. Hoy, es una práctica ya totalmente desaparecida o al menos reducida a, como mucho, una jornada de mañana y tarde en la que se puede salir a comer en la hora establecida al efecto.

37. Alude a Ricardo Dorado Janeiro, conocido como El dorado, el cual ya se ha men-cionado al tratar su etapa de formación en el conservatorio madrileño. Dorado for-maba parte del tribunal y era, en ese momento y según informa Rodríguez Peinado (op. cit.), director de la Banda de Música de la Academia Auxiliar Militar sita en Villaverde, en Madrid.

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38. La Banda Municipal de Música de Cuenca, creada en 1896, fue disuelta en 1921 por el Ayuntamiento de Cuenca ante las graves irregularidades detectadas en su funciona-miento. Pocos meses después, en ese mismo año, dicha agrupación musical fue (re)creada, oficialmente, como si de una agrupación musical nueva se tratase. Para más informa-ción al respecto véase Cabañas Alamán, Fernando J (op. cit.).

BIBLIOGRAFÍACabañas Alamán, Fernando J: “Músicos conquenses de otros tiempos: III. Nicolás Cabañas Palomo (1871-1948)”, en Cuenca, Diputación Provincial de Cuenca, Cuenca 1993.

---: Nicolás Cabañas. Un hombre, un músico… un conquense, en CD Nicolás Cabañas. Un hombre, un músico… un conquense, Asociación cultural “Hoces Nazarenas”, Caja Castilla-La Mancha y Diputación Provincial de Cuenca, Cuenca 1996.

Gómez-Pompa Pérez, Mónica: Manuel Gómez Arriba. Fragmentos de su obra, Edición de la autora, Madrid 2009.Rodríguez Peinado, Juan Máximo: Entre la milicia y el arte: trayectoria del músico militar José López Calvo (1930-) (Inédito).

CANTO A CUENCAAludir al Canto a Cuenca compuesto por López Calvo, trae consigo

que el maestro ponga de manifiesto el dolor íntimo que desde hace lus-tros se apodera de él. Esta pieza, surgida en 1955 fruto de la colaboración llevada a cabo con su primo Miguel Gallego Calvo, autor de la letra, casi guarda el silencio de los justos desde que fue conocida por los conquenses hace ya muchos años.

El estreno tuvo lugar el 21 de noviembre de 1971, en el hoy desapa-recido Teatro Cine Xúcar, por parte de la Banda Municipal de Música de Cuenca, contando para la ocasión con la colaboración del coro, dirigido por Jesús María Muneta, de los PP. Paúles de Cuenca. El concierto se en-marcó en los actos conmemorativos del 75 aniversario de la creación ini-cial de la Banda Municipal de Música de Cuenca38, con un resultado que parece ser que fue, en palabras del propio Calvo, “bastante mejorable pues ni la interpretación realizada ni la grabación reflejan fielmente lo que yo deseaba transmitir con mi partitura”.

Todo apunta a pensar que en los archivos de Radio Nacional de Es-paña en Cuenca podría existir una grabación de una pieza que deja cons-tancia, al menos, de cómo un músico y creador de Cuenca es capaz de expresar el amor a su ciudad aunando elementos extraídos de su propia imaginación y otros tomados prestados, tando del Miserere de ¿Pradas? como del mayo de Cuenca.

El maestro lamenta que su ciudad natal, aquella en la que sabe que él mismo es una referencia viva en todo lo que a música se refiere, no se haya “tomado jamás en serio el hecho de hacer que, oficialmente, mi partitura sea establecida oficialmente como himno de Cuenca a fin de ser interpreta-do en los actos públicos”. Él se queja, y posiblemente no sin razón, de que con fondos públicos se hayan apoyado y apoyen proyectos que se centran en orquestas, coros, compositores, músicos y piezas de renombre, que pasa-do el tiempo no han tenido una repercusión duradera en el tiempo, “y sin embargo dicho proyecto en torno a la creación de un himno por, para y de los conquenses, guarde el silencio de los justos... o como quiera decirse”.

Canto a CuencaLetra: Miguel Gallego Calvo

Música: José López Calvo

Despierta Cuenca, de tu sueño de siglos,que llega la hora del alba

y una voz por las hoces va llamando a tus hijos a una lucha.

Nos ofrece guirnaldas de gloriarenacidas del viejo poderío.

Cuenca, sinfonía en piedraque bañada en silencio de lunay amasada entre rudos peñascosaún conserva polvo de su gloria.

La constancia del Huécar y el Júcartus peñascos supieron abrir

y hoy, las hoces en grave silencio,se levantan al azul sin fin.

Encantada y dormida mi ciudadque en las rocas tus sueños condensas.

¿Qué epopeya recogen tus moles?

Y el rumor de tus vastos pinares, ¿qué comenta?

Preferiste vivir ignoraday más cerca del cielo te encuentras.

¡Salve Cuenca! Madre de cien pueblosque hijos llevaron a cuestas. ¡Salve Cuenca!

En Ibiza dirigió, entre 1958 y 1951, el Regimiento “Teruel 48”.

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Oposiciones a Director Músico del Ejército (1957)Tras la experiencia anteriormente vivida, López Calvo sigue en Ma-

drid, tanto en la Banda de Aviación como formándose en el conservato-rio madrileño, sabedor de que a más formación mayores y mejores retos será capaz de trazarse y asumir.

Será a primeros de 1957 cuando el futuro, a modo de sueño al-canzable, abra una nueva puerta para él al convocarse oposiciones al Cuerpo de Directores Músicos del Ejército, concretamente 18 plazas decidiendo inmediatamente presentarse35.

Aun pasados muchos años, López Calvo recuerda aquellos días, en los que se desarrolló la oposición, como un verdadero calvario. Los ejercicios propuestos incluían, entre otras, pruebas de cultura general, composición de una “fuga de escuela”, transcripciones de piezas para banda, instrumentaciones de obras, dirección de una banda, redacción de temas, etc. y para ello la “encerrona36” o “clausura” era una caracte-rística habitualmente vinculada a varias de ellas.

Sí que es verdad que, por ejemplo, tras la finalización de la “fuga de escuela”, la suya mereció la calificación de un 10 y no solo eso sino que, además, obtuvo el reconocimiento, por parte de El dorado37, a una labor brillantemente hecha, haciéndole notar que jamás en este tipo de oposiciones él había calificado una fuga con un 10... hasta ese momen-to, claro.

Pero por otra parte, nuevos desencuentros con Gómez de Arriba le llevaron a no poder contar con la posibilidad de practicar con la Banda de Aviación, su banda, aquella en la que ya llevaba una década prestan-do servicio como músico. Calvo aun se queda desconcertado al recor-dar aquella situación máxime cuando “Gómez de Arriba había sido el que me había estado ayudando a preparar, durante mucho tiempo, las pruebas relativas a instrumentación, prestándome en todo momento su ayuda”... pero llegado el momento de la oposición, López Calvo se quedó desconcertado.

Por último, cabe destacar en el ámbito de “lo negativo”, el hecho de que la preceptiva condición de “encerrona” que iba asociada a la reali-zación de algunas pruebas, le llevó a estar, incluso, 48 horas trabajando sin parar, cerrado en una sala, “habiéndome visto obligado a tener que tomar algún medicamento, en aquellos días, para permanecer despierto y poder estar a la altura de lo que yo mismo esperaba de mí”.

Las pruebas de oposición duraron aproximadamente un mes con-cluyendo, nuevamente y tal y como ya había ocurrido años atrás con las oposiciones a directores de bandas civiles, con la obtención por parte de López Calvo del número 1 de su promoción, estando integrada ésta por un total de seis aspirantes aprobados.

Tras un par de meses en calidad de director auxiliar de su propia banda, y ante la no fácil asimilación de Gómez de Arriba por la pérdida de un brillante instrumentista, López Calvo dio por cerrada una etapa de su vida, la de suboficial, emprendiendo, al término del verano de 1957 una nueva forma de vida que le llevaría a diversos destinos.

Tras las oportunas prácticas desarrolladas durante unos meses, pri-mero en la Academia Militar Auxiliar de Villaverde y posteriormente en la Academia de Intendencia de Ávila, López Calvo se dedicó a re-correr diversos acuartelamientos de otros tantos lugares de España que le permitieron que su batuta dirigiese agrupaciones radicadas en Ibiza (1958-1961), Barcelona (1961-1964), Huesca (1964-1967), Toledo (1967-1976) o Madrid (1978-1988) donde cerraría, en el momento de su paso a la reserva, una brillante labor musical que culminaría con la asunción de la dirección de la Unidad de Música del Regimiento de la Guardia Real. Pero esa nueva etapa, la de oficial y director de bandas militares, tal y como se hacía constar al comienzo de estas líneas, ya no es objeto de este inicial recorrido por la vida del maestro. Tiempo habrá para que, en un futuro no demasiado lejano, nuevas páginas vengan a abordar de manera adecuada y detallada esta etapa que, desde 1957 y hasta la actualidad, tantos frutos granados y merecidos ha dado a López Calvo.

35. Según hace constar Juan Máximo Rodríguez Peinado (op. cit.), el expediente aca-démico de José López Calvo no hace alusión alguna a los estudios y calificación obtenida por Calvo en 5º curso de Composición. Al ser requisito imprescindible tener finalizados los estudios de Composición, es posible, según Rodríguez Peina-do, que el acta de dicha asignatura se extraviase ya que, obviamente, Calvo tenía cursados todos los estudios de esta carrera, habiendo sido admitido de hecho en la oposición aludida.

36. Hasta no hace demasiados años, en el mundo de la música estaba muy extendida la costumbre de que la realización de diversos ejercicios vinculados al mundo de la creación o composición se realizasen, por parte del aspirante, sin abandonar el aula, salvo para las imperiosas necesidades fisiológicas. Durante la realización de dichos ejercicios, independientemente del tiempo que se estableciese para ello y que podía

llegar a extenderse durante varios días, el aspirante no podía tener contacto con el exterior. Esta condición no se daba, en contra de lo que pueda creerse, exclusivamen-te en las oposiciones; también se llevaba a cabo en los exámenes finales de Armonía, de Contrapunto y Fuga, de Composición... que se cursaban en los conservatorios de música. Hoy, es una práctica ya totalmente desaparecida o al menos reducida a, como mucho, una jornada de mañana y tarde en la que se puede salir a comer en la hora establecida al efecto.

37. Alude a Ricardo Dorado Janeiro, conocido como El dorado, el cual ya se ha men-cionado al tratar su etapa de formación en el conservatorio madrileño. Dorado for-maba parte del tribunal y era, en ese momento y según informa Rodríguez Peinado (op. cit.), director de la Banda de Música de la Academia Auxiliar Militar sita en Villaverde, en Madrid.

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El presente artículo tiene por objeto la divulgación de las pau-tas que, en general, se siguen cuando llega el momento de someter a un proceso de restauración una escultura policromada. Más aún cuando se trata de imágenes que son objeto de culto; y esa parti-cular circunstancia hace que confluya en ellas la devoción popular y un conocimiento familiar por el público que, año a año, las ve pasar en un cortejo procesional durante la Semana Santa, o duran-te una procesión conmemorativa de la festividad de un patrón en cualquier localidad española. Al mismo tiempo nos detendremos en la reciente y satisfactoria restauración de la sagrada imagen de María Santísima de la Esperanza, efectuada por el profesor y es-cultor Juan Manuel Miñarro López, que devolvió a la imagen de esta corporación del martes santo a su magnífico aspecto original.

En este tipo de obras, es la madera el material utilizado por los diferentes imagineros para realizar las esculturas, que poste-riormente se someten a un proceso de policromía. Esta técnica sirve para buscar un efecto real que viene a ser distinto según la iconografía de la propia imagen, o la función que va a desarrollar la obra. Estas dos técnicas, por tanto, no son disociables a lo largo de la historia del arte.

Desde luego una escultura es una obra artística en tres di-mensiones que está conformada por volúmenes y que, en el caso de estar policromadas, se produce en ellas un deterioro manifies-tamente visible que, por una parte, genera el propio material de que están construidas y, por otro, a la manipulación a que son sometidas constantemente durante el traslado anual y periódico que sufren a lo largo del tiempo. Hemos de tener en cuenta, además, que estas realizaciones no están expuestas a la visión estática y permanente del espectador en un museo, lugar en el que se cuida al máximo detalle sus condiciones de humedad, iluminación, distancia respecto del público, etc. Son obras que se sitúan en las iglesias y capillas y que tienen un fin muy concreto: la veneración diaria por parte de los fieles. Esa veneración inclu-ye asimismo que, en los cultos anuales, se las ilumine con cera y, en el caso de las obras llamadas de candelero, se las vista con ropajes de tela que se adhieren a la imagen mediante el uso de alfileres y otros recursos, más o menos imaginativos, empleados por camareras y vestidores de la imagen. A ello hay que añadir el traslado sobre andas durante su recorrido anual, por las calles en procesión.

La restauración de las imágenes procesionales.El caso particular de la sagrada imagen de María Santísima de la EsperanzaPor Francisco Javier Moraleja Izquierdo

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El presente artículo tiene por objeto la divulgación de las pau-tas que, en general, se siguen cuando llega el momento de someter a un proceso de restauración una escultura policromada. Más aún cuando se trata de imágenes que son objeto de culto; y esa parti-cular circunstancia hace que confluya en ellas la devoción popular y un conocimiento familiar por el público que, año a año, las ve pasar en un cortejo procesional durante la Semana Santa, o duran-te una procesión conmemorativa de la festividad de un patrón en cualquier localidad española. Al mismo tiempo nos detendremos en la reciente y satisfactoria restauración de la sagrada imagen de María Santísima de la Esperanza, efectuada por el profesor y es-cultor Juan Manuel Miñarro López, que devolvió a la imagen de esta corporación del martes santo a su magnífico aspecto original.

En este tipo de obras, es la madera el material utilizado por los diferentes imagineros para realizar las esculturas, que poste-riormente se someten a un proceso de policromía. Esta técnica sirve para buscar un efecto real que viene a ser distinto según la iconografía de la propia imagen, o la función que va a desarrollar la obra. Estas dos técnicas, por tanto, no son disociables a lo largo de la historia del arte.

Desde luego una escultura es una obra artística en tres di-mensiones que está conformada por volúmenes y que, en el caso de estar policromadas, se produce en ellas un deterioro manifies-tamente visible que, por una parte, genera el propio material de que están construidas y, por otro, a la manipulación a que son sometidas constantemente durante el traslado anual y periódico que sufren a lo largo del tiempo. Hemos de tener en cuenta, además, que estas realizaciones no están expuestas a la visión estática y permanente del espectador en un museo, lugar en el que se cuida al máximo detalle sus condiciones de humedad, iluminación, distancia respecto del público, etc. Son obras que se sitúan en las iglesias y capillas y que tienen un fin muy concreto: la veneración diaria por parte de los fieles. Esa veneración inclu-ye asimismo que, en los cultos anuales, se las ilumine con cera y, en el caso de las obras llamadas de candelero, se las vista con ropajes de tela que se adhieren a la imagen mediante el uso de alfileres y otros recursos, más o menos imaginativos, empleados por camareras y vestidores de la imagen. A ello hay que añadir el traslado sobre andas durante su recorrido anual, por las calles en procesión.

La restauración de las imágenes procesionales.El caso particular de la sagrada imagen de María Santísima de la EsperanzaPor Francisco Javier Moraleja Izquierdo

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como la historia del arte, la biología, la química o las nuevas tec-nologías. Su posición respecto de las obras le han llevado a ser un mero ejecutor de los preceptos restauradores generados en el seno de los organismos internacionales, porque de la obra de arte im-porta su estado de conservación, su grado de deterioro, su reacción a los tratamientos que se aplican… y todo esto está regulado en grado sumo por las instituciones antes mentadas.

En el caso que nos ocupa, la intervención en las imágenes de-vocionales, el restaurador se sitúa en un difícil plano de actuación por cuanto debe respetar los criterios y filosofía antes menciona-dos y armonizarlos, en la medida de lo posible, con el gusto de los fieles que rinden culto a dicha imagen.

No obstante este difícil y equilibrado criterio no siempre ha presidido la labor del restaurador. En tiempos pasados y también en pleno siglo XX, y a tenor de las distintas intervenciones que han existido en las imágenes procesionales por parte de distintos escultores, que han dedicado su trabajo a este difícil oficio, es-taríamos hablando de dos formas bien distintas de restauración. Una de ellas la que lleva a intervenir en las imágenes procesiona-

les con los criterios anteriormente expuestos. Aquélla que trata de eliminar intervenciones posteriores a su ejecución y que le intenta devolver a la imagen su aspecto original. Y otra muy distinta es la que, junto a ésta, se ha ido practicando en determinados ámbitos relacionados con el mundo de las Hermandades y Cofradías. Se interviene por un escultor, retocando la imagen hasta modificar sus condiciones estéticas, hasta llegar a no respetar sus facciones originales. En muchos aspectos se ha producido una mejora en la imagen, o por lo menos ha sido del gusto de los hermanos tras contemplarla una vez restaurada; en otros el resultado final no ha estado exento de polémica.

Hay muchos y variados ejemplos a lo largo de la historia de la imaginería procesional. Vamos a citar algunos de ellos.

La muy venerada imagen de Ntra. Señora de la Esperanza de Triana, en Sevilla, sufrió varias y múltiples alteraciones, siendo ejecutada la actual mascarilla y manos por el escultor Castillo Las-trucci. Posteriormente el imaginero Luis Álvarez Duarte, en los años 80 del siglo XX, vuelve a repolicromar la imagen y a retallar cuello, labios y mentón.

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En definitiva, en este tipo de obras, se trasciende de los valo-res puramente artísticos para pasar a otra dimensión espiritual y estética.

Por tanto, el tratamiento que ha de darse a estas imágenes tie-ne que aunar su intrínseco nivel artístico, por cuanto son obras realizadas por escultores de proyección artística considerable, y su común destino de función puramente religiosa.

Para llegar a esta filosofía de actuación nos tendremos que re-trotraer, de forma sucinta, a la historia y el devenir de los criterios restauradores. Así, es en el siglo XIX donde se sitúa el origen del surgimiento de los primeros teóricos de la restauración y conser-vación de obras de arte, considerando esa actuación sobre ellas como una disciplina profesional. Y ya será en el siglo XX, cuando se introduzcan nuevos criterios de intervención, al tiempo que se regulan las distintas pautas de actuación por instituciones inter-nacionales.

También el final del siglo nos traerá la idea de bien cultural, y esta idea cambiará las formas de intervenir por parte de los pro-fesionales de la restauración; se trasciende del mero concepto de

rescate de una obra de arte sin más, para llegar a introducir la idea de que toda obra artística contiene en sí una información avalada por una documentación histórica y un destino concreto para el que fue creada. Cada obra queda singularizada y se acomete de forma independiente.

Surgen así toda una serie de pautas de actuación normativiza-das con el fin de preservar todo el interés cultural que una obra de arte encierra en sí misma.

Todo restaurador intervendrá en una obra atendiendo a un doble criterio: uno material que afecta a la obra directamente y otro de valor artístico, estético e histórico que engloba a la propia creación.

Por eso se deben preservar, en toda restauración, los datos his-tóricos y el gusto estético de cada época y cultura, utilizando para ello la ciencia como apoyo a todo tipo de tratamientos e interven-ciones que se realicen.

Todo esto ha hecho de la restauración una profesión y una labor de difícil cometido, donde el restaurador se ha ido haciendo un experto multidisciplinar en materias tan distantes y distintas

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como la historia del arte, la biología, la química o las nuevas tec-nologías. Su posición respecto de las obras le han llevado a ser un mero ejecutor de los preceptos restauradores generados en el seno de los organismos internacionales, porque de la obra de arte im-porta su estado de conservación, su grado de deterioro, su reacción a los tratamientos que se aplican… y todo esto está regulado en grado sumo por las instituciones antes mentadas.

En el caso que nos ocupa, la intervención en las imágenes de-vocionales, el restaurador se sitúa en un difícil plano de actuación por cuanto debe respetar los criterios y filosofía antes menciona-dos y armonizarlos, en la medida de lo posible, con el gusto de los fieles que rinden culto a dicha imagen.

No obstante este difícil y equilibrado criterio no siempre ha presidido la labor del restaurador. En tiempos pasados y también en pleno siglo XX, y a tenor de las distintas intervenciones que han existido en las imágenes procesionales por parte de distintos escultores, que han dedicado su trabajo a este difícil oficio, es-taríamos hablando de dos formas bien distintas de restauración. Una de ellas la que lleva a intervenir en las imágenes procesiona-

les con los criterios anteriormente expuestos. Aquélla que trata de eliminar intervenciones posteriores a su ejecución y que le intenta devolver a la imagen su aspecto original. Y otra muy distinta es la que, junto a ésta, se ha ido practicando en determinados ámbitos relacionados con el mundo de las Hermandades y Cofradías. Se interviene por un escultor, retocando la imagen hasta modificar sus condiciones estéticas, hasta llegar a no respetar sus facciones originales. En muchos aspectos se ha producido una mejora en la imagen, o por lo menos ha sido del gusto de los hermanos tras contemplarla una vez restaurada; en otros el resultado final no ha estado exento de polémica.

Hay muchos y variados ejemplos a lo largo de la historia de la imaginería procesional. Vamos a citar algunos de ellos.

La muy venerada imagen de Ntra. Señora de la Esperanza de Triana, en Sevilla, sufrió varias y múltiples alteraciones, siendo ejecutada la actual mascarilla y manos por el escultor Castillo Las-trucci. Posteriormente el imaginero Luis Álvarez Duarte, en los años 80 del siglo XX, vuelve a repolicromar la imagen y a retallar cuello, labios y mentón.

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En definitiva, en este tipo de obras, se trasciende de los valo-res puramente artísticos para pasar a otra dimensión espiritual y estética.

Por tanto, el tratamiento que ha de darse a estas imágenes tie-ne que aunar su intrínseco nivel artístico, por cuanto son obras realizadas por escultores de proyección artística considerable, y su común destino de función puramente religiosa.

Para llegar a esta filosofía de actuación nos tendremos que re-trotraer, de forma sucinta, a la historia y el devenir de los criterios restauradores. Así, es en el siglo XIX donde se sitúa el origen del surgimiento de los primeros teóricos de la restauración y conser-vación de obras de arte, considerando esa actuación sobre ellas como una disciplina profesional. Y ya será en el siglo XX, cuando se introduzcan nuevos criterios de intervención, al tiempo que se regulan las distintas pautas de actuación por instituciones inter-nacionales.

También el final del siglo nos traerá la idea de bien cultural, y esta idea cambiará las formas de intervenir por parte de los pro-fesionales de la restauración; se trasciende del mero concepto de

rescate de una obra de arte sin más, para llegar a introducir la idea de que toda obra artística contiene en sí una información avalada por una documentación histórica y un destino concreto para el que fue creada. Cada obra queda singularizada y se acomete de forma independiente.

Surgen así toda una serie de pautas de actuación normativiza-das con el fin de preservar todo el interés cultural que una obra de arte encierra en sí misma.

Todo restaurador intervendrá en una obra atendiendo a un doble criterio: uno material que afecta a la obra directamente y otro de valor artístico, estético e histórico que engloba a la propia creación.

Por eso se deben preservar, en toda restauración, los datos his-tóricos y el gusto estético de cada época y cultura, utilizando para ello la ciencia como apoyo a todo tipo de tratamientos e interven-ciones que se realicen.

Todo esto ha hecho de la restauración una profesión y una labor de difícil cometido, donde el restaurador se ha ido haciendo un experto multidisciplinar en materias tan distantes y distintas

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Algo parecido también ocurrió con la imagen de Ntra. Señora del Amparo, de la Hermandad de la Pollinica, en Málaga. Esta imagen, obra de Castillo Ariza, fue profundamente retocada por Antonio Dubé de Luque cambiando la policromía, después de ac-tuar en las manos, cuello y mascarilla. Y lo mismo ocurrió con las imágenes del popular Cristo de los Gitanos de Málaga, reto-cada por el afamado escultor Francisco Buiza en 1980 o la Virgen del Socorro, de la Hermandad del Amor, de Sevilla. La dolorosa, titular de esta antigua corporación penitencial, está atribuida al cordobés Juan de Mesa y Velasco, que pudo ejecutarla en torno a 1620. Fue Francisco Buiza quien intentó devolverle sus rasgos y fisonomía originales, dentro de lo posible, pues fueron muy altera-dos por las intervenciones de Gabriel de Astorga, en el siglo XIX, Eduardo Muñoz en 1931 y Antonio Castillo Lastrucci en 1931.

Para el caso de la Semana Santa de Cuenca, no encontramos ninguna actuación reseñable de estas características, excepción hecha del cambio de mascarilla de la Sagrada Imagen de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna que, como sabemos, fue cam-biada por su propio autor, Luis Marco Pérez, a petición del Alcalde de la ciudad, pues era el Ayuntamiento capitalino quien abonaba los honorarios a dicho escultor, y el rostro original salido de la gubia de tan buen artífice no era del gusto del regidor municipal. La modificación fue sustancial, pero no estamos ante un caso de restauración modificativa propiamente dicho.

En las imágenes procesionales de nuestra Semana Santa se ha actuado recientemente sobre obras lígneas de singular importan-cia, bajo criterios estrictamente científicos, bajo los criterios que deben presidir toda restauración de obras de arte o, mejor dicho, bienes de interés cultural. Podemos poner muchos ejemplos; sir-van las actuaciones llevadas a cabo por los Hermanos Cruz Solís en las imágenes procesionales de San Juan Bautista, Ecce Homo de San Miguel, Virgen de las Angustias o las efectuadas por Ma-ría del Mar Brox en el grupo procesional de San Pedro, San Juan Evangelista o en la Oración en el Huerto de San Esteban.

En este sentido una de las restauraciones paradigmáticas, de alta profesionalidad, la llevaron a cabo los citados Cruz Solís cuando restauraron una de las imágenes más sobresalientes de la Historia del Arte. La imagen del Cristo de la Expiración, el po-pular Cachorro que gubiara Francisco Antonio Gijón en 1682, se salvó por muy poco de las llamas y sufrió daños muy importantes en un incendio fortuito en su Capilla el 26 de febrero de 1973, junto con la Virgen del Patrocinio que sí se perdió en el incendio. Los afamados hermanos comenzaron la famosa restauración en junio de ese mismo año, que recogieron en un diario muy inte-resante que comienza, precisamente, con la retirada de todo el material carbonizado por las llamas y reintegración de partes con madera de cedro nueva, labor que llevaron a cabo en cuatro meses de trabajo.

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Algo parecido también ocurrió con la imagen de Ntra. Señora del Amparo, de la Hermandad de la Pollinica, en Málaga. Esta imagen, obra de Castillo Ariza, fue profundamente retocada por Antonio Dubé de Luque cambiando la policromía, después de ac-tuar en las manos, cuello y mascarilla. Y lo mismo ocurrió con las imágenes del popular Cristo de los Gitanos de Málaga, reto-cada por el afamado escultor Francisco Buiza en 1980 o la Virgen del Socorro, de la Hermandad del Amor, de Sevilla. La dolorosa, titular de esta antigua corporación penitencial, está atribuida al cordobés Juan de Mesa y Velasco, que pudo ejecutarla en torno a 1620. Fue Francisco Buiza quien intentó devolverle sus rasgos y fisonomía originales, dentro de lo posible, pues fueron muy altera-dos por las intervenciones de Gabriel de Astorga, en el siglo XIX, Eduardo Muñoz en 1931 y Antonio Castillo Lastrucci en 1931.

Para el caso de la Semana Santa de Cuenca, no encontramos ninguna actuación reseñable de estas características, excepción hecha del cambio de mascarilla de la Sagrada Imagen de Ntro. Padre Jesús Amarrado a la Columna que, como sabemos, fue cam-biada por su propio autor, Luis Marco Pérez, a petición del Alcalde de la ciudad, pues era el Ayuntamiento capitalino quien abonaba los honorarios a dicho escultor, y el rostro original salido de la gubia de tan buen artífice no era del gusto del regidor municipal. La modificación fue sustancial, pero no estamos ante un caso de restauración modificativa propiamente dicho.

En las imágenes procesionales de nuestra Semana Santa se ha actuado recientemente sobre obras lígneas de singular importan-cia, bajo criterios estrictamente científicos, bajo los criterios que deben presidir toda restauración de obras de arte o, mejor dicho, bienes de interés cultural. Podemos poner muchos ejemplos; sir-van las actuaciones llevadas a cabo por los Hermanos Cruz Solís en las imágenes procesionales de San Juan Bautista, Ecce Homo de San Miguel, Virgen de las Angustias o las efectuadas por Ma-ría del Mar Brox en el grupo procesional de San Pedro, San Juan Evangelista o en la Oración en el Huerto de San Esteban.

En este sentido una de las restauraciones paradigmáticas, de alta profesionalidad, la llevaron a cabo los citados Cruz Solís cuando restauraron una de las imágenes más sobresalientes de la Historia del Arte. La imagen del Cristo de la Expiración, el po-pular Cachorro que gubiara Francisco Antonio Gijón en 1682, se salvó por muy poco de las llamas y sufrió daños muy importantes en un incendio fortuito en su Capilla el 26 de febrero de 1973, junto con la Virgen del Patrocinio que sí se perdió en el incendio. Los afamados hermanos comenzaron la famosa restauración en junio de ese mismo año, que recogieron en un diario muy inte-resante que comienza, precisamente, con la retirada de todo el material carbonizado por las llamas y reintegración de partes con madera de cedro nueva, labor que llevaron a cabo en cuatro meses de trabajo.

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Y, tal y como dijimos al comienzo, no podemos culminar este breve artículo, sin mencionar la última restauración llevada a cabo en una imagen procesional titular de una Hermandad de nuestra Semana Santa. Esa no es otra que la efectuada a la dolorosa que gubiara Martínez Bueno. La imagen de María Santísima de la Espe-ranza que sale cada martes santo en procesión. Dicha intervención fue llevada a cabo por el Catedrático de Bellas Artes y escultor his-palense D. Juan Manuel Miñarro López.

Existía una honda preocupación en esta Hermandad y por ende en su Junta de Gobierno, por el estado de conservación de esta obra mariana, y más concretamente respecto de su policromía y, más alarmante, la constante existencia de una grieta en el rostro que cada vez se iba haciendo más visible. El órgano permanente de go-bierno de la corporación nazarena estimó encargar al Sr. Miñarro López los preceptivos informes previos y propuesta de actuación en la imagen. Según este informe previo de restauración emitido por el profesor Miñarro, en anteriores restauraciones no se resolvió la grieta de la mascarilla, a la vez que se planteaba la posible existencia de insectos en la estructura de la imagen. Así se propone, por parte del experto, una serie de actuaciones anteriores a la intervención final, con el fin de poder emitir un diagnóstico claro del estado de conservación de la imagen y acometer su restauración con las debidas garantías.

Consistían estas actuaciones en la realización de una explora-ción tomográfica con escáner CT. Practicando cortes en los tres planos: sagital, axial y coronal, y reconstrucción 3D. Un tratamien-to de atmosfera controlada (CAT) con nitrógeno seco durante un mes, como mínimo, y un estudio de florescencia ultravioleta, que se haría en el taller antes de comenzar a tratar la policromía. Estudios estratigráficos y de catas de la policromía. Además de un profundo estudio de los distintos ensambles de la madera y de la peana a la que se fija la talla escultórica.

Esto no es otra cosa que la realización del conocido TAC, que la Junta de Gobierno hizo realizar en un centro de nuestra ciudad, tal y como se pedía por el experto. Y que arrojó una serie de datos ob-jetivos sobre la estructura y los ensamblajes internos de la escultura. Y fue en el TAC donde se apreció por parte del grupo de expertos que llevaron a cabo la restauración, que la grieta tan marcada en la imagen se debía a un problema técnico que tenía su origen en el ensamblaje de las maderas cuando, por parte del escultor, se fue a proceder al tallado de la imagen: la orientación de las dos piezas de que se conforma la mascarilla de la Virgen presentaban distinta orientación; y ese hecho había provocado que una de las piezas se deformara, haciendo imposible su corrección si no se sometía a la madera y a la policromía a un lijado importante. Para subsanar di-cho defecto estructural, se hizo necesario despegar la mascarilla de la imagen y, tras sanearla, colocarla en la posición correcta.

Respecto de la policromía, se sometió a la imagen a una explo-ración con luz ultravioleta que dio como resultado el conocimiento

de la existencia de la policromía original de la talla cubierta por densos repintes y veladuras de pigmento al barniz.

Asímismo se sometió a un análisis a la madera para conocer qué tipo y que especie fue la utilizada por Martínez Bueno para la construcción de los ensambles previos a la realización y tallado de la imagen.

Otro de los problemas que se encontraron en ella tenía que ver con el soporte y la sujeción. La estructura de la peana era muy débil, anclada a la imagen con unos simples tornillos; lo que no hacía nada estable su sujeción, tanto a las andas como a la propia imagen.

Se decidió realizar una parrilla de madera de refuerzo y unir la escultura a la peana por dos grandes espigones de haya vapo-rizada, al mismo tiempo que se actuaba también sobre el cande-lero y brazos realizando nuevas rótulas y muelles, con el fin de mantener una tensión continua a la hora de ajustar y colocar en distintas posiciones tanto brazos, como codos y manos.

Tras estas enmiendas y rectificaciones, procedieron a la lim-pieza y devolución de la policromía original eliminando todos los repintes.

La imagen de la Virgen de la Esperanza se sometió a un completo tratamiento de restauración y conservación, haciendo el profesional una serie de recomendaciones en orden al mejor modo de conservar la imagen tanto de forma estática dentro de su capilla como a la hora de manipularla, pues no podemos olvidar que se hizo para salir en procesión y para recibir culto.

De todo ello debemos extraer una profunda reflexión que no es otra que la concienciación de que debemos conservar nues-tro patrimonio histórico, y más en concreto el que conforma el conjunto procesional conquense; elenco de obras posteriores a la Guerra Civil, de alto valor artístico por cuanto representa una época concreta de nuestra particular historia religiosa, cultural y social, que fue ejecutado e inspirado por escultores de gran cali-dad profesional y artística.

Sería de irresponsables maltratar el legado recibido de nues-tros mayores; más aún, aunque la responsabilidad de preservar todo lo que representa este conjunto de obras y creaciones des-cansa en las Hermandades y Cofradías de Semana Santa, no debe olvidarse que, en su conjunto, contienen la fe y la devoción, la tradición y el patrimonio de toda una ciudad; los sacrificios y las satisfacciones, los desvelos y el buen hacer de generaciones que trabajaron con ahínco para recuperar toda una expresión de siglos que cercenó una barbarie nacional.

Por eso se sigue sin comprender cómo es posible que, en al-gunos casos y situaciones, se tome tan a la ligera este legado. Es como si se desconsiderara e insultara a todos y cada uno de los que nos precedieron; que hicieron y aportaron su saber y parte de su vida, de forma altruista, en reconstruir una de las celebraciones más singulares de nuestro país.

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Y, tal y como dijimos al comienzo, no podemos culminar este breve artículo, sin mencionar la última restauración llevada a cabo en una imagen procesional titular de una Hermandad de nuestra Semana Santa. Esa no es otra que la efectuada a la dolorosa que gubiara Martínez Bueno. La imagen de María Santísima de la Espe-ranza que sale cada martes santo en procesión. Dicha intervención fue llevada a cabo por el Catedrático de Bellas Artes y escultor his-palense D. Juan Manuel Miñarro López.

Existía una honda preocupación en esta Hermandad y por ende en su Junta de Gobierno, por el estado de conservación de esta obra mariana, y más concretamente respecto de su policromía y, más alarmante, la constante existencia de una grieta en el rostro que cada vez se iba haciendo más visible. El órgano permanente de go-bierno de la corporación nazarena estimó encargar al Sr. Miñarro López los preceptivos informes previos y propuesta de actuación en la imagen. Según este informe previo de restauración emitido por el profesor Miñarro, en anteriores restauraciones no se resolvió la grieta de la mascarilla, a la vez que se planteaba la posible existencia de insectos en la estructura de la imagen. Así se propone, por parte del experto, una serie de actuaciones anteriores a la intervención final, con el fin de poder emitir un diagnóstico claro del estado de conservación de la imagen y acometer su restauración con las debidas garantías.

Consistían estas actuaciones en la realización de una explora-ción tomográfica con escáner CT. Practicando cortes en los tres planos: sagital, axial y coronal, y reconstrucción 3D. Un tratamien-to de atmosfera controlada (CAT) con nitrógeno seco durante un mes, como mínimo, y un estudio de florescencia ultravioleta, que se haría en el taller antes de comenzar a tratar la policromía. Estudios estratigráficos y de catas de la policromía. Además de un profundo estudio de los distintos ensambles de la madera y de la peana a la que se fija la talla escultórica.

Esto no es otra cosa que la realización del conocido TAC, que la Junta de Gobierno hizo realizar en un centro de nuestra ciudad, tal y como se pedía por el experto. Y que arrojó una serie de datos ob-jetivos sobre la estructura y los ensamblajes internos de la escultura. Y fue en el TAC donde se apreció por parte del grupo de expertos que llevaron a cabo la restauración, que la grieta tan marcada en la imagen se debía a un problema técnico que tenía su origen en el ensamblaje de las maderas cuando, por parte del escultor, se fue a proceder al tallado de la imagen: la orientación de las dos piezas de que se conforma la mascarilla de la Virgen presentaban distinta orientación; y ese hecho había provocado que una de las piezas se deformara, haciendo imposible su corrección si no se sometía a la madera y a la policromía a un lijado importante. Para subsanar di-cho defecto estructural, se hizo necesario despegar la mascarilla de la imagen y, tras sanearla, colocarla en la posición correcta.

Respecto de la policromía, se sometió a la imagen a una explo-ración con luz ultravioleta que dio como resultado el conocimiento

de la existencia de la policromía original de la talla cubierta por densos repintes y veladuras de pigmento al barniz.

Asímismo se sometió a un análisis a la madera para conocer qué tipo y que especie fue la utilizada por Martínez Bueno para la construcción de los ensambles previos a la realización y tallado de la imagen.

Otro de los problemas que se encontraron en ella tenía que ver con el soporte y la sujeción. La estructura de la peana era muy débil, anclada a la imagen con unos simples tornillos; lo que no hacía nada estable su sujeción, tanto a las andas como a la propia imagen.

Se decidió realizar una parrilla de madera de refuerzo y unir la escultura a la peana por dos grandes espigones de haya vapo-rizada, al mismo tiempo que se actuaba también sobre el cande-lero y brazos realizando nuevas rótulas y muelles, con el fin de mantener una tensión continua a la hora de ajustar y colocar en distintas posiciones tanto brazos, como codos y manos.

Tras estas enmiendas y rectificaciones, procedieron a la lim-pieza y devolución de la policromía original eliminando todos los repintes.

La imagen de la Virgen de la Esperanza se sometió a un completo tratamiento de restauración y conservación, haciendo el profesional una serie de recomendaciones en orden al mejor modo de conservar la imagen tanto de forma estática dentro de su capilla como a la hora de manipularla, pues no podemos olvidar que se hizo para salir en procesión y para recibir culto.

De todo ello debemos extraer una profunda reflexión que no es otra que la concienciación de que debemos conservar nues-tro patrimonio histórico, y más en concreto el que conforma el conjunto procesional conquense; elenco de obras posteriores a la Guerra Civil, de alto valor artístico por cuanto representa una época concreta de nuestra particular historia religiosa, cultural y social, que fue ejecutado e inspirado por escultores de gran cali-dad profesional y artística.

Sería de irresponsables maltratar el legado recibido de nues-tros mayores; más aún, aunque la responsabilidad de preservar todo lo que representa este conjunto de obras y creaciones des-cansa en las Hermandades y Cofradías de Semana Santa, no debe olvidarse que, en su conjunto, contienen la fe y la devoción, la tradición y el patrimonio de toda una ciudad; los sacrificios y las satisfacciones, los desvelos y el buen hacer de generaciones que trabajaron con ahínco para recuperar toda una expresión de siglos que cercenó una barbarie nacional.

Por eso se sigue sin comprender cómo es posible que, en al-gunos casos y situaciones, se tome tan a la ligera este legado. Es como si se desconsiderara e insultara a todos y cada uno de los que nos precedieron; que hicieron y aportaron su saber y parte de su vida, de forma altruista, en reconstruir una de las celebraciones más singulares de nuestro país.

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Por Enrique Valero Moscardó

Colaboración y Agradecimientos: Biblioteca Pública Fermín Caballero de Cuenca, Archivo Histórico Nacional, Biblioteca Municipal de Madrid, ABC,

Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca, Hermandad de la Santa Cena, Hermandad de San Juan Bautista, Antonio Pérez Valero.

Textos: Prensa local y nacional de la época, Federico Viejobueno, J.P.M., José María Portales, A. Parra, Julián de Vaca Manuel, R. Victoria y E. Valero

Fotografías: Colección Emilio Sáiz, O. Echagüe y Casa Relev.

En 1935 Cuenca tenía 18.000 habitantes, la población se había duplicado desde principios del siglo XX, debido a un imparable éxodo rural desde las localidades cercanas. En aquel año la ciudad fluía, inmersa en la modernidad y las continuas crisis sociales, acusaba los problemas por falta de trabajo, habitabilidad, sanidad, etc. asuntos que los dirigen-tes políticos querían reducir a toda costa. La Semana Santa de aquel año trajo algunas novedades, las voces hablaban de potenciar el turismo, atraer a muchos forasteros, lo cual seguía siendo un reto para los organizadores que, como ve-remos a continuación, no escaparían a ser criticados. Fue la penúltima vez que desfilaron los antiguos, admirados y venerados pasos.

A continuación, manteniendo el orden cronológico, se suceden las opiniones e informaciones aparecidas en los me-dios de la época, respetados en su forma, ahora son indispen-sables para comprender el momento al que había llegado la Semana Santa de Cuenca y los propios conquenses que en ella participaban.

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Por Enrique Valero Moscardó

Colaboración y Agradecimientos: Biblioteca Pública Fermín Caballero de Cuenca, Archivo Histórico Nacional, Biblioteca Municipal de Madrid, ABC,

Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca, Hermandad de la Santa Cena, Hermandad de San Juan Bautista, Antonio Pérez Valero.

Textos: Prensa local y nacional de la época, Federico Viejobueno, J.P.M., José María Portales, A. Parra, Julián de Vaca Manuel, R. Victoria y E. Valero

Fotografías: Colección Emilio Sáiz, O. Echagüe y Casa Relev.

En 1935 Cuenca tenía 18.000 habitantes, la población se había duplicado desde principios del siglo XX, debido a un imparable éxodo rural desde las localidades cercanas. En aquel año la ciudad fluía, inmersa en la modernidad y las continuas crisis sociales, acusaba los problemas por falta de trabajo, habitabilidad, sanidad, etc. asuntos que los dirigen-tes políticos querían reducir a toda costa. La Semana Santa de aquel año trajo algunas novedades, las voces hablaban de potenciar el turismo, atraer a muchos forasteros, lo cual seguía siendo un reto para los organizadores que, como ve-remos a continuación, no escaparían a ser criticados. Fue la penúltima vez que desfilaron los antiguos, admirados y venerados pasos.

A continuación, manteniendo el orden cronológico, se suceden las opiniones e informaciones aparecidas en los me-dios de la época, respetados en su forma, ahora son indispen-sables para comprender el momento al que había llegado la Semana Santa de Cuenca y los propios conquenses que en ella participaban.

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CONCORDIAEl día 25 de marzo de 1935, en casa de Damián Martínez, los

representantes de las diversas hermandades que componen el desfile <<En el Calvario>> han firmado la Concordia para futuras proce-siones de Semana Santa. Oficialmente queda adscrita a la misma la hermandad de la Virgen de las Angustias.

30 de marzo de 1935En las regiones más lejanas del planeta ha sonado ya el nombre de

la Ciudad desconocida. La construcción de la carretera que conduce a la Ciudad Encantada, ha contribuido a incrementar el desarrollo del turismo, ávido de contemplar estos singulares paisajes con sus gi-gantescas rocas, fantásticas figuras cinceladas por la Naturaleza. El Espíritu de la Ciudad, dotado de la inspiración que le proporciona esta romántica región, celebra, tradicionalmente, todos los años la me-jor de sus fiestas en la Semana Mayor con suntuosas procesiones. Sin prescindir de presenciar el interesante desfile de estas procesiones en la llamada Carretería decídete, distinguido turista, a la aventura, y lle-va el corazón hasta que encuentre su ambiente, para que puedas gozar de esa sugestiva emoción que has de experimentar y que jamás te ex-plicarás, pero que el eco de nuestro miserere, retumbando por estrechas callejuelas y antiguas plazoletas, te servirá de eterno recuerdo de un algo que en ningún otro sitio hallarás. Aunque te encuentres rendido de tanto callejeo, no desprecies la visión, en altas horas de una noche plateada, ni en el amanecer de un despejado día, para poder apreciar estas sensaciones que produce el fantástico cortejo…

Por cada calle y en cada hora hallarás un aspecto distinto, un motivo diferente.

J.P.M.6 de Abril de 1935<<La Semana Santa en su aspecto religioso>>Hay que lamentar que por falta de recursos económicos no poda-

mos difundir más el buen nombre de nuestra patria chica. Pero, como

en cosas de tanta importancia y vistosidad, como son las procesiones de Semana Santa, es necesario no dejar ningún cabo suelto, voy a prescindir de la atracción de turistas, de la afluencia de maravillosas bandas de música, de la profusión de festejos profanos, etc., etc. para fijarme sólo en un aspecto de aquellos que ha quedado un poco a la zaga: el aspecto religioso. No quiero con esto decir que los que tan extensamente han escrito del tema en otros aspectos hayan olvidado este propósito.

Visitador asiduo de Cuenca en estos días tan solemnes, he podido observar que grandes masas de personas ocupaban por completo las calles, azoteas, balcones y plazuelas. Pero ahondando un poco he visto mucha curiosidad frívola y poca fe. Mucho ir y venir de acá para allá, mucha contemplación de las largas filas de cofrades, exclamaciones de admiración por lo bien que toca la música… y nada más. El paso de una imagen a lo sumo atraía las miradas sobre el rico manto bordado en oro, sobre las andas de plata repujada, sobre las lucecillas disemi-nadas por entre las ramas de un olivo…

¡Qué poco fervor religioso se observa y qué poco se piensa en lo que representan nuestras hermosas imágenes! Si asistimos a una representación de la pasión de Jesucristo, si tenemos fe en El, si las procesiones salen para que los fieles recuerden mejor aquellas últimas escenas de la vida del Redentor, creo que no es mucho pedir que en estos días de Semana Santa le acompañemos con verdadera fe y no como si saliéramos a un espectáculo de índole profana. Espero, que los buenos conquenses lo harán así.

A. Parra

Rebaja de billetesCon motivo de las próximas fiestas de Semana Santa, la

Compañía de los ferrocarriles M.Z.A. ha concedido, en los billetes de ida y vuelta de Madrid a Cuenca, los precios siguientes: Clase 1ª: 25 ptas., y en 3ª: 15 ptas. Valederos desde el día 16 al 23 de abril ambos inclusive.

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23 de Febrero de 1935Va avanzando el tiempo y nada se dice de las fiestas de Sema-

na Santa. Sevilla, hace casi un mes, comenzó la propaganda de sus tradicionales procesiones, haciéndolo este año hasta por aviones. En Cuenca, tanto el Ayuntamiento como la Cámara de Comercio e In-dustria, hasta la fecha no han dado señales de vida en este sentido. Hace bastante tiempo que las bandas de Villamayor de Santiago y Casasimarro se han ofrecido, sin remuneración alguna (salvo gas-tos), para actuar; y como las dos dejaron gratísimos recuerdos, por las hermosas marchas ejecutadas en años anteriores, dignas de elogio por cuantos tuvimos la dicha de escucharlas, entiendo que las entidades citadas, en especial la Comisión de festejos, debían rápidamente con-feccionar un programa, tanto de fiestas religiosas como profanas; en el presente año, por causa de celebrarse dichas fiestas en época muy avan-zada, se podía dar una novillada, toda vez que el nuevo empresario de la Plaza de Toros, D. Arturo Barrera, es persona competentísima y seguro estará dispuesto a ello. La mayor o menor brillantez de dichas fiestas y los beneficios que puedan reportar económicamente al comer-cio en general, dependen únicamente de que inmediatamente comience a actuar la Comisión de festejos, confeccionando el programa, a base de que las bandas de música antes citadas sean contratadas. Digna de tener en cuenta es la <<Agrupación Musical Conquense>>, que, integrada por veinte conquenses entusiastas del Arte, dirigidos por el sin igual Flores, no dudo sería elogiada por su actuación, máxime te-niendo en cuenta el reciente triunfo obtenido en Madrid con motivo de las fiestas de nuestro patrón San Julián. También debe tenerse en cuen-ta la <<Coral Conquense>>, ya que en unión de la <<Agrupación Musical>> puso en el teatro María Guerrero de Madrid el nombre de Cuenca a la altura de cualquier capital de la Nación. Con estas dos agrupaciones y el <<Cuenca Sporting Club>> que serviría de comple-mento para organizar un buen partido de fútbol con cualquier equipo forastero, ya que estos valientes están hoy a la altura de su categoría, quedaría el programa de fiestas terminado. Con estos medios y nues-tras incomparables procesiones, creo que Cuenca quedaría al nivel que se merece, consiguiendo con ello que nuestra Patria chica fuese cada año más conocida en el mundo, y que el comercio pudiese beneficiarse con la atracción de forasteros. Creo que es la ocasión de sentirse con-quense, aportando cada uno cuantos medios a su alcance halle para el mejor esplendor de estas fiestas. Existe también el ofrecimiento de otra banda, que tiene verdaderos deseos de actuar en Cuenca, la cual está equipada con un buen número de artistas uniformados elegantemente. Quien quiera oír que oiga y ocasión es de cumplir con los deberes de verdaderos conquenses.

Federico Viejobueno

16 de Marzo de 1935<<Más sobre la Semana Santa>>Casi ultimado el programa de festejos, podemos adelantar al públi-

co que este año han de quedar satisfechos todos, tanto en los religiosos, que mejorarán y superarán a los de años anteriores, con la asistencia de dos bandas insuperables de música de la provincia, que en unión de la buenísima municipal han de tomar parte en todas las procesiones, como en los profanos: funciones de cine, teatro y futbol, También don Arturo Barrera, a quien Cuenca debe tributar un aplauso, está preparando un buen programa de toros para el día 21 de abril, Domingo de Resurrección. Las fiestas profanas serán los días 20, 21 y 22 de abril. Ahora queda por decir la última palabra y esta la tienen el Comercio y la Industria, en primer lugar; después, todos los amantes de Cuenca que deben hacer todo lo que puedan y más, para que nuestra Semana Santa sea la admiración de propios y extraños. Y como el movimiento se demuestra andando, orga-nícense por barrios comisiones, que al igual que los valencianos hacen para sus fallas, coticen lo que puedan, y si así se hace veréis como conseguimos que Cuenca sea lo que debe ser con la ayuda de todos sus buenos hijos. Y, al hablar de nuestra buenísima banda municipal quiero felicitar a su director Sr. Calleja y a ese puñado de jovencitos que el domingo de Piñata actua-ron admirablemente en la fiesta infantil. Al Ayuntamiento he de decirle que se impone la compra de instrumental y ampliación de la banda.

Federico Viejobueno

18 de Marzo de 1935Reunidas la mayoría de las cofradías de la Semana Santa de Cuen-

ca han acordado celebrar todas las procesiones con arreglo a la costum-bre tradicional. La Cámara de Comercio y el vecindario están realizan-do una suscripción popular para conseguir el esplendor de la misma.

ALGO DE PROPAGANDASe aproxima a toda marcha la Semana Mayor y Cuenca, como siem-

pre, permanece inactiva, sin ocuparse de hacer la propaganda que merece su Semana Santa, interesante entre las que más. Ya habló el buen conquense Viejobueno, abogando porque el Ayuntamiento y la Cámara de Comer-cio se ocupen de estos asuntos…luego vendrán las prisas, y tendremos el caso de todos los años: que en Miércoles Santo se reparten en Madrid los programas. ¿Quién va a venir ya?, otras poblaciones lo organizan mucho mejor, Segovia, Toledo…Una de las cosas que más favorece la propaganda es la facilidad de acceso a la Ciudad Encantada, que siempre ha sido lo que más ha interesado a los turistas y cuya fama se ha extendido a todos los países. Aunque por sí solas las procesiones son suficientes para que vengan a contemplarlas. Ya debería estar el programa en la calle. Al señor Alcalde, periodista destacado, hombre de moderna cultura, versado en estas cues-tiones, me dirijo en el presente artículo, encareciéndole que no quede una vez más el nombre de Cuenca sin la difusión que merece; que se sepa que la Semana Santa de Cuenca es por todos los conceptos interesante, atractivos sus paisajes, no quedando defraudados los que vengan a visitarla.

José María Portales.

Cuenca, Cuaresma de 1935

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CONCORDIAEl día 25 de marzo de 1935, en casa de Damián Martínez, los

representantes de las diversas hermandades que componen el desfile <<En el Calvario>> han firmado la Concordia para futuras proce-siones de Semana Santa. Oficialmente queda adscrita a la misma la hermandad de la Virgen de las Angustias.

30 de marzo de 1935En las regiones más lejanas del planeta ha sonado ya el nombre de

la Ciudad desconocida. La construcción de la carretera que conduce a la Ciudad Encantada, ha contribuido a incrementar el desarrollo del turismo, ávido de contemplar estos singulares paisajes con sus gi-gantescas rocas, fantásticas figuras cinceladas por la Naturaleza. El Espíritu de la Ciudad, dotado de la inspiración que le proporciona esta romántica región, celebra, tradicionalmente, todos los años la me-jor de sus fiestas en la Semana Mayor con suntuosas procesiones. Sin prescindir de presenciar el interesante desfile de estas procesiones en la llamada Carretería decídete, distinguido turista, a la aventura, y lle-va el corazón hasta que encuentre su ambiente, para que puedas gozar de esa sugestiva emoción que has de experimentar y que jamás te ex-plicarás, pero que el eco de nuestro miserere, retumbando por estrechas callejuelas y antiguas plazoletas, te servirá de eterno recuerdo de un algo que en ningún otro sitio hallarás. Aunque te encuentres rendido de tanto callejeo, no desprecies la visión, en altas horas de una noche plateada, ni en el amanecer de un despejado día, para poder apreciar estas sensaciones que produce el fantástico cortejo…

Por cada calle y en cada hora hallarás un aspecto distinto, un motivo diferente.

J.P.M.6 de Abril de 1935<<La Semana Santa en su aspecto religioso>>Hay que lamentar que por falta de recursos económicos no poda-

mos difundir más el buen nombre de nuestra patria chica. Pero, como

en cosas de tanta importancia y vistosidad, como son las procesiones de Semana Santa, es necesario no dejar ningún cabo suelto, voy a prescindir de la atracción de turistas, de la afluencia de maravillosas bandas de música, de la profusión de festejos profanos, etc., etc. para fijarme sólo en un aspecto de aquellos que ha quedado un poco a la zaga: el aspecto religioso. No quiero con esto decir que los que tan extensamente han escrito del tema en otros aspectos hayan olvidado este propósito.

Visitador asiduo de Cuenca en estos días tan solemnes, he podido observar que grandes masas de personas ocupaban por completo las calles, azoteas, balcones y plazuelas. Pero ahondando un poco he visto mucha curiosidad frívola y poca fe. Mucho ir y venir de acá para allá, mucha contemplación de las largas filas de cofrades, exclamaciones de admiración por lo bien que toca la música… y nada más. El paso de una imagen a lo sumo atraía las miradas sobre el rico manto bordado en oro, sobre las andas de plata repujada, sobre las lucecillas disemi-nadas por entre las ramas de un olivo…

¡Qué poco fervor religioso se observa y qué poco se piensa en lo que representan nuestras hermosas imágenes! Si asistimos a una representación de la pasión de Jesucristo, si tenemos fe en El, si las procesiones salen para que los fieles recuerden mejor aquellas últimas escenas de la vida del Redentor, creo que no es mucho pedir que en estos días de Semana Santa le acompañemos con verdadera fe y no como si saliéramos a un espectáculo de índole profana. Espero, que los buenos conquenses lo harán así.

A. Parra

Rebaja de billetesCon motivo de las próximas fiestas de Semana Santa, la

Compañía de los ferrocarriles M.Z.A. ha concedido, en los billetes de ida y vuelta de Madrid a Cuenca, los precios siguientes: Clase 1ª: 25 ptas., y en 3ª: 15 ptas. Valederos desde el día 16 al 23 de abril ambos inclusive.

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23 de Febrero de 1935Va avanzando el tiempo y nada se dice de las fiestas de Sema-

na Santa. Sevilla, hace casi un mes, comenzó la propaganda de sus tradicionales procesiones, haciéndolo este año hasta por aviones. En Cuenca, tanto el Ayuntamiento como la Cámara de Comercio e In-dustria, hasta la fecha no han dado señales de vida en este sentido. Hace bastante tiempo que las bandas de Villamayor de Santiago y Casasimarro se han ofrecido, sin remuneración alguna (salvo gas-tos), para actuar; y como las dos dejaron gratísimos recuerdos, por las hermosas marchas ejecutadas en años anteriores, dignas de elogio por cuantos tuvimos la dicha de escucharlas, entiendo que las entidades citadas, en especial la Comisión de festejos, debían rápidamente con-feccionar un programa, tanto de fiestas religiosas como profanas; en el presente año, por causa de celebrarse dichas fiestas en época muy avan-zada, se podía dar una novillada, toda vez que el nuevo empresario de la Plaza de Toros, D. Arturo Barrera, es persona competentísima y seguro estará dispuesto a ello. La mayor o menor brillantez de dichas fiestas y los beneficios que puedan reportar económicamente al comer-cio en general, dependen únicamente de que inmediatamente comience a actuar la Comisión de festejos, confeccionando el programa, a base de que las bandas de música antes citadas sean contratadas. Digna de tener en cuenta es la <<Agrupación Musical Conquense>>, que, integrada por veinte conquenses entusiastas del Arte, dirigidos por el sin igual Flores, no dudo sería elogiada por su actuación, máxime te-niendo en cuenta el reciente triunfo obtenido en Madrid con motivo de las fiestas de nuestro patrón San Julián. También debe tenerse en cuen-ta la <<Coral Conquense>>, ya que en unión de la <<Agrupación Musical>> puso en el teatro María Guerrero de Madrid el nombre de Cuenca a la altura de cualquier capital de la Nación. Con estas dos agrupaciones y el <<Cuenca Sporting Club>> que serviría de comple-mento para organizar un buen partido de fútbol con cualquier equipo forastero, ya que estos valientes están hoy a la altura de su categoría, quedaría el programa de fiestas terminado. Con estos medios y nues-tras incomparables procesiones, creo que Cuenca quedaría al nivel que se merece, consiguiendo con ello que nuestra Patria chica fuese cada año más conocida en el mundo, y que el comercio pudiese beneficiarse con la atracción de forasteros. Creo que es la ocasión de sentirse con-quense, aportando cada uno cuantos medios a su alcance halle para el mejor esplendor de estas fiestas. Existe también el ofrecimiento de otra banda, que tiene verdaderos deseos de actuar en Cuenca, la cual está equipada con un buen número de artistas uniformados elegantemente. Quien quiera oír que oiga y ocasión es de cumplir con los deberes de verdaderos conquenses.

Federico Viejobueno

16 de Marzo de 1935<<Más sobre la Semana Santa>>Casi ultimado el programa de festejos, podemos adelantar al públi-

co que este año han de quedar satisfechos todos, tanto en los religiosos, que mejorarán y superarán a los de años anteriores, con la asistencia de dos bandas insuperables de música de la provincia, que en unión de la buenísima municipal han de tomar parte en todas las procesiones, como en los profanos: funciones de cine, teatro y futbol, También don Arturo Barrera, a quien Cuenca debe tributar un aplauso, está preparando un buen programa de toros para el día 21 de abril, Domingo de Resurrección. Las fiestas profanas serán los días 20, 21 y 22 de abril. Ahora queda por decir la última palabra y esta la tienen el Comercio y la Industria, en primer lugar; después, todos los amantes de Cuenca que deben hacer todo lo que puedan y más, para que nuestra Semana Santa sea la admiración de propios y extraños. Y como el movimiento se demuestra andando, orga-nícense por barrios comisiones, que al igual que los valencianos hacen para sus fallas, coticen lo que puedan, y si así se hace veréis como conseguimos que Cuenca sea lo que debe ser con la ayuda de todos sus buenos hijos. Y, al hablar de nuestra buenísima banda municipal quiero felicitar a su director Sr. Calleja y a ese puñado de jovencitos que el domingo de Piñata actua-ron admirablemente en la fiesta infantil. Al Ayuntamiento he de decirle que se impone la compra de instrumental y ampliación de la banda.

Federico Viejobueno

18 de Marzo de 1935Reunidas la mayoría de las cofradías de la Semana Santa de Cuen-

ca han acordado celebrar todas las procesiones con arreglo a la costum-bre tradicional. La Cámara de Comercio y el vecindario están realizan-do una suscripción popular para conseguir el esplendor de la misma.

ALGO DE PROPAGANDASe aproxima a toda marcha la Semana Mayor y Cuenca, como siem-

pre, permanece inactiva, sin ocuparse de hacer la propaganda que merece su Semana Santa, interesante entre las que más. Ya habló el buen conquense Viejobueno, abogando porque el Ayuntamiento y la Cámara de Comer-cio se ocupen de estos asuntos…luego vendrán las prisas, y tendremos el caso de todos los años: que en Miércoles Santo se reparten en Madrid los programas. ¿Quién va a venir ya?, otras poblaciones lo organizan mucho mejor, Segovia, Toledo…Una de las cosas que más favorece la propaganda es la facilidad de acceso a la Ciudad Encantada, que siempre ha sido lo que más ha interesado a los turistas y cuya fama se ha extendido a todos los países. Aunque por sí solas las procesiones son suficientes para que vengan a contemplarlas. Ya debería estar el programa en la calle. Al señor Alcalde, periodista destacado, hombre de moderna cultura, versado en estas cues-tiones, me dirijo en el presente artículo, encareciéndole que no quede una vez más el nombre de Cuenca sin la difusión que merece; que se sepa que la Semana Santa de Cuenca es por todos los conceptos interesante, atractivos sus paisajes, no quedando defraudados los que vengan a visitarla.

José María Portales.

Cuenca, Cuaresma de 1935

Investigación

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zareno y San Juan, proceden, casi seguramente, de la misma mano y son muy estimables obras, matizadas de un exotismo que incita a investigar su origen. La procesión sale a las seis de la mañana de la Iglesia del Salvador y tiene casi el mismo recorrido que todas, que es agobiador. Las hermandades lucen túnicas moradas todas ellas, con capuz de terciopelo morado y verde las dos primeras y negro la de la Soledad. Entre el resoli, los obsequios de los hermanos mayores y el picante sol mañanero hacen que el final de la procesión sea movido y más alegre que corresponde a las tristuras litúrgicas del día. La impresión placentera de esta alegre mañana abrileña perdura largo rato. La Hermandad del Jesús Nazareno procura que esas sensacio-nes jocundas se prolonguen unas horas.

Viernes, a las once de la mañana. La procesión llamada <<En el Calvario>> se reducía antiguamente a la salida del Cristo de los Espejos o de la Expiación; hace ya unos cuantos años que se reno-vó con las demás hermandades e imágenes que hoy la componen, formando también en ella en la actualidad El Descendido, la mejor obra religiosa del laureado escultor conquense Marco Pérez, ganan-do en solemnidad y adquiriendo el magnífico efecto de luz que hoy tiene. Además, algunos de los nuevos pasos, como los de la Virgen de las Angustias y la Exaltación de Jesús Crucificado, tienen posi-tivo mérito. Los pasos son: Jesús despojado de sus vestiduras, La Crucifixión, La Exaltación, Agonía, Santo Cristo de la Expiación, Descendimiento, El Descendido y Nuestra Señora de las Angustias. Se inicia el acto en El Salvador, completándose con la totalidad de los pasos que salen de San Francisco. Son notables las esculturas del Santísimo Cristo de la Expiación o de los Espejos y de la Virgen de las Angustias. La primera procede también del convento de San Agustín, que se hallaba en el edificio que es ahora Parador de Santa Luisa, en la Plaza de Cánovas. La escultura de la Virgen, de propie-dad particular, restaurada discretamente, es de lo mejor que posee-mos, no sólo por su talla completa, sino por la gracia de sus líneas. Los colores vivos, amarillo y granate, salmón y granate, morado y azul celeste, en la luz radiante de este mediodía español, forjan un cuadro de color muy fuerte y que entona con el ambiente. Algunos años ha formado parte de esta procesión una estupenda talla, la bellísima Virgen de las Angustias que se venera en San Felipe, obra del gran Salcillo. Termina el fatigoso recorrido cerca de las tres de la tarde. En la misma iglesia del Salvador oyen los devotos el Sermón de Soledad esta misma tarde.

Viernes por la tarde. El Santo Entierro sale también del Salva-dor a las cinco de la tarde, y aunque sólo toman participación oficial dos pasos y el Cabildo de Caballeros de Nuestra Señora de la Sole-dad y el Santo Sepulcro, la presencia de niños con los emblemas de la Pasión, niñas que personifican a las tres Marías y los cofrades de todas las hermandades que son invitados a ésta, dan solemnidad y esplendor a la última muestra callejera del culto. Frente al elegante uniforme de los Capitulares, capa blanca, con birrete romano igual, de borla escarlata y negra, la nota riente, adorable, de los doce niños pasionarios, Marta, Samaritana, Verónica y las Tres Marías, quita empaque etiquetero al acto. Van también Heraldos de la Fama y de Armas. Es costumbre inveterada que esta procesión la presida el señor Obispo. La talla del Jesús yacente es antigua, pero la urna sepulcral es poco vistosa. El rostro de la Dolorosa tiene un gran verismo en la expresión.

Viernes, por la noche. La veneración por la Virgen de las Angus-tias, que recibe culto en la ermita de su nombre, se transforma en una sentida romería que este año acudirá a oír el Sermón de Soledad a las diez de la noche. El paraje es sencillamente encantador, rebo-sante de romanticismo y de poesía. La afluencia de fieles y de curio-sos puebla la amplia plaza y los atrevidos y juguetones contornos de la muchedumbre que acude contrita a orar a la pequeña ermita, que convida a la meditación y a elevar el alma a Dios.

De once de la mañana a una de la tarde.- Concierto musical en el Parque de Canalejas.

A las tres y media de la tarde.- Desencajonamiento de toros que se lidiarán el Domingo.

A las cinco de la tarde.- Gran función de circo con afamados artistas.

Actuación en el teatro Cervantes de una compañía de revistas, y proyección de grandiosos programas de cine en el Royal Cinema.

A las diez de la noche.- Gran función de fuegos artificiales por el pirotécnico de Valencia Sr. Caballer.

A las ocho de la mañana.- Primer circuito ciclista de Cuenca. Recorrido de 110 Km.

A las nueve de la mañana.- Tiro de pichón, con grandes premios.A las diez de la mañana.- Conciertos con bandas de música.A las once de la mañana.- En el Teatro Cervantes, dará una

charla Federico Santander.A las cuatro de la tarde.- Gran corrida de seis novillos-toros de

acreditada ganadería.

A las tres y media de la tarde.- Gran partido de futbol, entre Club Deportivo Español, de Barcelona, y el Cuenca Sporting Club.

Día 20, sábado

Día 21, Domingo de Resurrección

Día 22, lunes

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Todas las procesiones irán acompañadas de dos bandas de música y una de cornetas y tambores.

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A las ocho de la noche sale la Procesión del Silencio de la Igle-sia de San Francisco. Se compone de los pasos San Juan Bautista, La Cena, La Oración del Huerto, El beso de Judas, Jesús en el Pre-torio, La Negación de San Pedro, Jesús ante Anás y la Virgen de la Amargura con San Juan Apóstol. Esta procesión es moderna; la bellísima imagen de San Juan Bautista, hermosa escultura po-licromada que perteneció a la extinguida parroquia de San Juan, es, quizá, la mejor obra de los imagineros castellanos que existe en Cuenca; la escultura de Jesús ante Anás, que perteneció a la extin-guida parroquia de San Miguel, es digna de verse y tiene, además, el prestigio de su antigüedad. También es notable acierto del es-cultor Moreno Sastre, la Oración del Huerto. La cofradía del Beso lleva túnica y capuz blanco con una cruz negra sobre el pecho. La de Jesús ante Anás, rojo escarlata y capuz blanco con cruz roja, y el paso del Huerto túnica morada, capuz blanco y cruz morada. La emoción de oír en las tortuosas callejas de la parte alta de la ciudad los acordes lacrimosos del Miserere, de un Miserere de autor anónimo, composición orquestal muy conquense y muy hermosa, subyuga el ánimo y le prepara para entregarse a las dulzuras de la oración. Bastante después de la media noche, de una noche que el cercano plenilunio encanta y transfigura, regresa la procesión a la Iglesia de salida, excepto algunos pasos que por recibir culto ordi-nario en otras iglesias se quedan en ellas.

La archicofradía de Paz y Caridad dirige y ordena el acto en el que toman parte las hermandades de la Oración del Huerto, Jesús con la Caña, La Flagelación, El Ecce-Homo, Jesús Nazareno con la Cruz, El Cristo de las Misericordias y Nuestra Señora de la So-ledad. A las cuatro y media de la tarde se organiza en la Iglesia de San Antón y con gran orden y asistencia de numerosos cofrades recorre la totalidad de las calles principales de Cuenca. La escultura de Jesús con la Caña y Nuestro Padre Jesús tienen valor artístico. La Flagelación, aunque moderna, es una talla magnífica. Pero ninguna de ellas es comparable con el bellísimo busto del Ecce-Homo, que es, sin disputa, la mejor escultura de su género de Cuenca, obra de un imaginero de la buena época española y digna de la estimación en que se la tiene.

De madrugada. La procesión se titula <<Camino del Calva-rio>> y la integran los pasos de Jesús Nazareno, Jesús y la Verónica, San Juan y Nuestra Señora de la Soledad. Es típica de ella la ban-da de destemplados tambores y estridentes clarines que en son de mofa precede al Jesús Nazareno; por ella, por la hora riente de estos amaneceres de primavera temprana, hace fuerte contraste la unción de devotos con el jolgorio pseudojudaico de la banda. Las tres es-culturas estaban en el convento de San Agustín, que en la época de la exclaustración fueron trasladadas al Salvador (1834), y tienen, sobre su intrínseco valor artístico, la pátina ennoblecedora de los siglos. La Verónica es moderna y vale poco. Las tallas del Jesús Na-

Miércoles Santo

Jueves Santo

Viernes Santo

Programa de Semana Santa 1935

Investigación

Cuenca Nazarena134

Una fotografía muy poco conocida de la figura de Cristo en el paso de

la Santa Cena. El laureado escultor Marco Pérez quiso congelar la ex-

presión de tranquilidad del Maestro en el momento que comunicaba a

los apóstoles la inminente traición.

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zareno y San Juan, proceden, casi seguramente, de la misma mano y son muy estimables obras, matizadas de un exotismo que incita a investigar su origen. La procesión sale a las seis de la mañana de la Iglesia del Salvador y tiene casi el mismo recorrido que todas, que es agobiador. Las hermandades lucen túnicas moradas todas ellas, con capuz de terciopelo morado y verde las dos primeras y negro la de la Soledad. Entre el resoli, los obsequios de los hermanos mayores y el picante sol mañanero hacen que el final de la procesión sea movido y más alegre que corresponde a las tristuras litúrgicas del día. La impresión placentera de esta alegre mañana abrileña perdura largo rato. La Hermandad del Jesús Nazareno procura que esas sensacio-nes jocundas se prolonguen unas horas.

Viernes, a las once de la mañana. La procesión llamada <<En el Calvario>> se reducía antiguamente a la salida del Cristo de los Espejos o de la Expiación; hace ya unos cuantos años que se reno-vó con las demás hermandades e imágenes que hoy la componen, formando también en ella en la actualidad El Descendido, la mejor obra religiosa del laureado escultor conquense Marco Pérez, ganan-do en solemnidad y adquiriendo el magnífico efecto de luz que hoy tiene. Además, algunos de los nuevos pasos, como los de la Virgen de las Angustias y la Exaltación de Jesús Crucificado, tienen posi-tivo mérito. Los pasos son: Jesús despojado de sus vestiduras, La Crucifixión, La Exaltación, Agonía, Santo Cristo de la Expiación, Descendimiento, El Descendido y Nuestra Señora de las Angustias. Se inicia el acto en El Salvador, completándose con la totalidad de los pasos que salen de San Francisco. Son notables las esculturas del Santísimo Cristo de la Expiación o de los Espejos y de la Virgen de las Angustias. La primera procede también del convento de San Agustín, que se hallaba en el edificio que es ahora Parador de Santa Luisa, en la Plaza de Cánovas. La escultura de la Virgen, de propie-dad particular, restaurada discretamente, es de lo mejor que posee-mos, no sólo por su talla completa, sino por la gracia de sus líneas. Los colores vivos, amarillo y granate, salmón y granate, morado y azul celeste, en la luz radiante de este mediodía español, forjan un cuadro de color muy fuerte y que entona con el ambiente. Algunos años ha formado parte de esta procesión una estupenda talla, la bellísima Virgen de las Angustias que se venera en San Felipe, obra del gran Salcillo. Termina el fatigoso recorrido cerca de las tres de la tarde. En la misma iglesia del Salvador oyen los devotos el Sermón de Soledad esta misma tarde.

Viernes por la tarde. El Santo Entierro sale también del Salva-dor a las cinco de la tarde, y aunque sólo toman participación oficial dos pasos y el Cabildo de Caballeros de Nuestra Señora de la Sole-dad y el Santo Sepulcro, la presencia de niños con los emblemas de la Pasión, niñas que personifican a las tres Marías y los cofrades de todas las hermandades que son invitados a ésta, dan solemnidad y esplendor a la última muestra callejera del culto. Frente al elegante uniforme de los Capitulares, capa blanca, con birrete romano igual, de borla escarlata y negra, la nota riente, adorable, de los doce niños pasionarios, Marta, Samaritana, Verónica y las Tres Marías, quita empaque etiquetero al acto. Van también Heraldos de la Fama y de Armas. Es costumbre inveterada que esta procesión la presida el señor Obispo. La talla del Jesús yacente es antigua, pero la urna sepulcral es poco vistosa. El rostro de la Dolorosa tiene un gran verismo en la expresión.

Viernes, por la noche. La veneración por la Virgen de las Angus-tias, que recibe culto en la ermita de su nombre, se transforma en una sentida romería que este año acudirá a oír el Sermón de Soledad a las diez de la noche. El paraje es sencillamente encantador, rebo-sante de romanticismo y de poesía. La afluencia de fieles y de curio-sos puebla la amplia plaza y los atrevidos y juguetones contornos de la muchedumbre que acude contrita a orar a la pequeña ermita, que convida a la meditación y a elevar el alma a Dios.

De once de la mañana a una de la tarde.- Concierto musical en el Parque de Canalejas.

A las tres y media de la tarde.- Desencajonamiento de toros que se lidiarán el Domingo.

A las cinco de la tarde.- Gran función de circo con afamados artistas.

Actuación en el teatro Cervantes de una compañía de revistas, y proyección de grandiosos programas de cine en el Royal Cinema.

A las diez de la noche.- Gran función de fuegos artificiales por el pirotécnico de Valencia Sr. Caballer.

A las ocho de la mañana.- Primer circuito ciclista de Cuenca. Recorrido de 110 Km.

A las nueve de la mañana.- Tiro de pichón, con grandes premios.A las diez de la mañana.- Conciertos con bandas de música.A las once de la mañana.- En el Teatro Cervantes, dará una

charla Federico Santander.A las cuatro de la tarde.- Gran corrida de seis novillos-toros de

acreditada ganadería.

A las tres y media de la tarde.- Gran partido de futbol, entre Club Deportivo Español, de Barcelona, y el Cuenca Sporting Club.

Día 20, sábado

Día 21, Domingo de Resurrección

Día 22, lunes

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Todas las procesiones irán acompañadas de dos bandas de música y una de cornetas y tambores.

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A las ocho de la noche sale la Procesión del Silencio de la Igle-sia de San Francisco. Se compone de los pasos San Juan Bautista, La Cena, La Oración del Huerto, El beso de Judas, Jesús en el Pre-torio, La Negación de San Pedro, Jesús ante Anás y la Virgen de la Amargura con San Juan Apóstol. Esta procesión es moderna; la bellísima imagen de San Juan Bautista, hermosa escultura po-licromada que perteneció a la extinguida parroquia de San Juan, es, quizá, la mejor obra de los imagineros castellanos que existe en Cuenca; la escultura de Jesús ante Anás, que perteneció a la extin-guida parroquia de San Miguel, es digna de verse y tiene, además, el prestigio de su antigüedad. También es notable acierto del es-cultor Moreno Sastre, la Oración del Huerto. La cofradía del Beso lleva túnica y capuz blanco con una cruz negra sobre el pecho. La de Jesús ante Anás, rojo escarlata y capuz blanco con cruz roja, y el paso del Huerto túnica morada, capuz blanco y cruz morada. La emoción de oír en las tortuosas callejas de la parte alta de la ciudad los acordes lacrimosos del Miserere, de un Miserere de autor anónimo, composición orquestal muy conquense y muy hermosa, subyuga el ánimo y le prepara para entregarse a las dulzuras de la oración. Bastante después de la media noche, de una noche que el cercano plenilunio encanta y transfigura, regresa la procesión a la Iglesia de salida, excepto algunos pasos que por recibir culto ordi-nario en otras iglesias se quedan en ellas.

La archicofradía de Paz y Caridad dirige y ordena el acto en el que toman parte las hermandades de la Oración del Huerto, Jesús con la Caña, La Flagelación, El Ecce-Homo, Jesús Nazareno con la Cruz, El Cristo de las Misericordias y Nuestra Señora de la So-ledad. A las cuatro y media de la tarde se organiza en la Iglesia de San Antón y con gran orden y asistencia de numerosos cofrades recorre la totalidad de las calles principales de Cuenca. La escultura de Jesús con la Caña y Nuestro Padre Jesús tienen valor artístico. La Flagelación, aunque moderna, es una talla magnífica. Pero ninguna de ellas es comparable con el bellísimo busto del Ecce-Homo, que es, sin disputa, la mejor escultura de su género de Cuenca, obra de un imaginero de la buena época española y digna de la estimación en que se la tiene.

De madrugada. La procesión se titula <<Camino del Calva-rio>> y la integran los pasos de Jesús Nazareno, Jesús y la Verónica, San Juan y Nuestra Señora de la Soledad. Es típica de ella la ban-da de destemplados tambores y estridentes clarines que en son de mofa precede al Jesús Nazareno; por ella, por la hora riente de estos amaneceres de primavera temprana, hace fuerte contraste la unción de devotos con el jolgorio pseudojudaico de la banda. Las tres es-culturas estaban en el convento de San Agustín, que en la época de la exclaustración fueron trasladadas al Salvador (1834), y tienen, sobre su intrínseco valor artístico, la pátina ennoblecedora de los siglos. La Verónica es moderna y vale poco. Las tallas del Jesús Na-

Miércoles Santo

Jueves Santo

Viernes Santo

Programa de Semana Santa 1935

Investigación

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Una fotografía muy poco conocida de la figura de Cristo en el paso de

la Santa Cena. El laureado escultor Marco Pérez quiso congelar la ex-

presión de tranquilidad del Maestro en el momento que comunicaba a

los apóstoles la inminente traición.

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Un año más, en el especial dedicado por ABC (Blanco y Negro-Madrid-Sevilla) a la Semana Santa de España, fueron incluidas dos páginas resaltando la de Cuenca. En ellas se incluían las fotos de la Oración del Huerto del Miércoles Santo y del Descendimiento del Viernes Santo.

Cunde el entusiasmo ante las próximas fiestas de Semana Santa que se celebrarán en Cuenca. Los pueblos que carecen de sacer-dotes acuden en gran demanda al Obispado para no carecer de cultos durante la Semana Mayor. Se ha ordenado que salgan varios sacerdotes para los pueblos peticionarios.

Anoche salió la Procesión del Silencio, figuraron los pasos de San Juan Bautista, la Cena, Jesús en el Huerto, El Prendimiento, Jesús Injuriado, Negación de San Pedro, Jesús ante Anás y Caifás y San Juan y la Soledad. Precedía la banda de trompetas de la Avia-ción y presidieron representaciones de las Cofradías y el clero parroquial. Inmensa muchedumbre se agolpaba en calles y balcones. El desfile duró cinco horas, no recordándose tanta concurrencia. Entre los visitantes se encontraba el general Fanjul exdiputado a cortes por esta provincia.

Los cultos de Jueves Santo revisten en todos los templos gran solemnidad. Imponente concurrencia desfila por los sagrarios. Hay en esta población miles de forasteros y los hoteles y casas de huéspedes están atestados. Por la tarde, en la catedral, el Sr. Obispo lavó los pies a doce pobres ancianos. El sermón de Mandato lo pronunció el canónigo D. Juan García Plaza. Fue escuchado por una gran concurrencia. En la iglesia de San Antón se organizó la procesión titulada de Paz y Caridad, formada por siete Cofradías, figurando los pasos de Jesús Orando, Jesús Amarrado a la Columna, El Ecce-Homo, Jesús y el Cirineo, conocido por Jesús del Puente; el Cristo de las Misericordias o de los Ajus-ticiados y La Soledad. El desfile ha sido presenciado por miles de almas, que han seguido toda la Carrera hasta la Catedral, situada en la parte más alta de la ciu-dad. Los enormes pasos han sido llevados a hombros de los cofrades penitentes, que además ofrecen limos-nas. El orden ha sido completísimo. Mañana saldrán tres procesiones; la población presenta un aspecto po-cas veces igualado.

Miércoles Santo

Jueves Santo

Domingo de Ramos

Semana Santa de 1935

Cuenca Nazarena 137

La Hermandad del Cristo de la Luz con su paso titular, también llamado “Lanzada y Expiación” o Cristo de los Espejos, en la calle de las Torres durante la procesión

del Calvario. (fotografía: D. Emilio Saiz)

Esta noche, encima del cerro de la Majestad, ha apare-cido por vez primera un calvario con tres enormes cruces, iluminado con fuertes reflectores. La población se ha vis-to sorprendida agradablemente por este alarde de religio-sidad. La concurrencia de forasteros es tan grande, que ha llegado a faltar el pan.

Un Calvario iluminado con fuertes reflectores

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Investigación

Cuenca Nazarena136

Impresionante fotografía de la desaparecida talla de San Juan Bautista, obra del genial escultor Luis Salvador Carmona (siglo XVIII) y que abrió las procesiones de Cuenca el Miércoles Santo de 1935. Era la imagen titular de la antigua parroquia de San Juan, situada junto a la puerta que todavía lleva su nombre.

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Un año más, en el especial dedicado por ABC (Blanco y Negro-Madrid-Sevilla) a la Semana Santa de España, fueron incluidas dos páginas resaltando la de Cuenca. En ellas se incluían las fotos de la Oración del Huerto del Miércoles Santo y del Descendimiento del Viernes Santo.

Cunde el entusiasmo ante las próximas fiestas de Semana Santa que se celebrarán en Cuenca. Los pueblos que carecen de sacer-dotes acuden en gran demanda al Obispado para no carecer de cultos durante la Semana Mayor. Se ha ordenado que salgan varios sacerdotes para los pueblos peticionarios.

Anoche salió la Procesión del Silencio, figuraron los pasos de San Juan Bautista, la Cena, Jesús en el Huerto, El Prendimiento, Jesús Injuriado, Negación de San Pedro, Jesús ante Anás y Caifás y San Juan y la Soledad. Precedía la banda de trompetas de la Avia-ción y presidieron representaciones de las Cofradías y el clero parroquial. Inmensa muchedumbre se agolpaba en calles y balcones. El desfile duró cinco horas, no recordándose tanta concurrencia. Entre los visitantes se encontraba el general Fanjul exdiputado a cortes por esta provincia.

Los cultos de Jueves Santo revisten en todos los templos gran solemnidad. Imponente concurrencia desfila por los sagrarios. Hay en esta población miles de forasteros y los hoteles y casas de huéspedes están atestados. Por la tarde, en la catedral, el Sr. Obispo lavó los pies a doce pobres ancianos. El sermón de Mandato lo pronunció el canónigo D. Juan García Plaza. Fue escuchado por una gran concurrencia. En la iglesia de San Antón se organizó la procesión titulada de Paz y Caridad, formada por siete Cofradías, figurando los pasos de Jesús Orando, Jesús Amarrado a la Columna, El Ecce-Homo, Jesús y el Cirineo, conocido por Jesús del Puente; el Cristo de las Misericordias o de los Ajus-ticiados y La Soledad. El desfile ha sido presenciado por miles de almas, que han seguido toda la Carrera hasta la Catedral, situada en la parte más alta de la ciu-dad. Los enormes pasos han sido llevados a hombros de los cofrades penitentes, que además ofrecen limos-nas. El orden ha sido completísimo. Mañana saldrán tres procesiones; la población presenta un aspecto po-cas veces igualado.

Miércoles Santo

Jueves Santo

Domingo de Ramos

Semana Santa de 1935

Cuenca Nazarena 137

La Hermandad del Cristo de la Luz con su paso titular, también llamado “Lanzada y Expiación” o Cristo de los Espejos, en la calle de las Torres durante la procesión

del Calvario. (fotografía: D. Emilio Saiz)

Esta noche, encima del cerro de la Majestad, ha apare-cido por vez primera un calvario con tres enormes cruces, iluminado con fuertes reflectores. La población se ha vis-to sorprendida agradablemente por este alarde de religio-sidad. La concurrencia de forasteros es tan grande, que ha llegado a faltar el pan.

Un Calvario iluminado con fuertes reflectores

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Investigación

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Impresionante fotografía de la desaparecida talla de San Juan Bautista, obra del genial escultor Luis Salvador Carmona (siglo XVIII) y que abrió las procesiones de Cuenca el Miércoles Santo de 1935. Era la imagen titular de la antigua parroquia de San Juan, situada junto a la puerta que todavía lleva su nombre.

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…No sé, aunque lo presumo, que suerte correrán estas letras, pero no será ocioso decir que mientras en otras capitales y poblaciones, en la radio, en las carteleras, en las cartas (con sellos supletorios), en los coches oficiales, etc. se hace propaganda, Cuenca permanece muda, silenciosa, quieta, sosegada. Tal vez sea la sultana dormida al arrullo de sus aguas transparentes, quizá la señora recos-tada sobre el promontorio que por cabecera tiene un castillo en el que tanto se rememora y sueña, o la dama que sabedora de la vistosidad de su encajes, en un poco de egoísmo, quiere tenerlos para sí; pero, dama, señora, sultana, engreída por sus bellezas, debe pensar en que para ser querida y admirada, algún día ha de hacer alarde de ellas y ninguno más a propósito que al llegar la primavera, con los atavíos multicolores de los desfiles de Semana Santa. No se comprende como el rinconcito do tantos amores y plegarias se entonan, verdadero enjambre en la noche del Viernes Santo, donde la población conquense visita a su Vir-gencita de las Angustias para que no esté sola, << pues que le han quitado a su Hijo>> (según vulgar expresión) rincón que semeja un altar formado por riscos y peñas milenarias, tapizado de verde con las enredaderas y musgos, adornado con los ciriales de ciprés y los florones de frondosa arboleda y cantado con los dulces arpegios y melodías del Júcar que allá abajo le entona himnos que los humanos no comprendemos, no sea conocido de generación en generación, ni como las pinas cuestas que conducen al corazón religioso de la ciudad, tallado en piedras y forjado en hierros en una de las más valiosas catedrales españolas, y el circo rocoso de pigmeos que admiran el culebreo de plata del susurrante Hue-car y que como entrada tiene las <<Casas Colgadas>> y la magnífica obra de San Pablo, y esas montañas peladas y calvas que rematan en una Cruz dando la sensación de que sobre lo colosal y soberbio sólo existe Dios, no sean contadas por los poetas…

Evocaciones

Caballeros del Santo Sepulcro posando delante de la Soledad en la tarde de Viernes Santo.

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Investigación

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A su regreso de Madrid, el Español jugo en Cuenca, contra el equipo local, al que batió por el amplio resultado de ocho tantos a cuatro.

De madrugada ha salido la procesión titulada Camino del Calvario, con los pasos de Jesús con la Cruz, Jesús caído con la Verónica, San Juan y La Soledad. La precedían tambores y clarines. Las calles estaban invadidas de público. Muchos viajes han tenido que pernoctar en pueblos vecinos. En toda la provincia se han celebrado procesiones con esplendor magnífico. En la catedral ofició el prelado y el orden ha sido perfecto. A las diez de la mañana ha recorrido la población la procesión titulada del Calvario, en la que figuraban los pasos de la Crucifixión, Exaltación, Cristo de la Agonía, Cristo de los Espejos, el Descendimiento, Cristo Descendido, obra del escul-tor conquense Luis Marco Pérez, y Las Angustias. Su paso fue presenciado en todas las calles del trayecto por una inmensa muchedumbre de personas. El orden fue completo y se cantaron muchas saetas.

Esta tarde ha salido la procesión del Santo Entierro, que organizan los caballeros del Santo Sepulcro. Figuraban en ella todas las Cofradías. Las juventudes católicas eran portadoras de los pasos. La presidía el Obispo de la diócesis con el Cabildo Catedral. La procesión recorrió las calles entre la multitud; el gobernador civil y su señora presenciaron en medio de la calle el paso de la comitiva, y ante las imágenes se inclinaron, siendo aplaudidos. En otro punto del recorrido fue ovacionada la fuerza pública constantemente. La fe religiosa de Cuenca ha tenido una manifestación espléndida, y así se explica que todas las procesiones han revestido extraordinaria solemnidad. Al finalizar la procesión se ha cantado el Miserere en la iglesia del Salvador.

La solemnidad del Viernes Santo ha terminado con el Vía Crucis en el santuario de Las Angustias, por donde desfilan durante la noche para adorar al Cristo Yacente millares de personas. El espectáculo es imponente. El sermón de La Soledad lo ha predicado el canónigo D. Pedro Cruz Ocaña.

Pasó, pasó la Semana Santa, en su majestuoso cortejo de luces dejando una nota austera. Paseó victorioso Aquel en una atmósfera de misticismo bajo un cielo gris. Porque es de notar que hasta el sol no parece ser el mismo de siempre: semeja dar a todas las cosas otro aspecto distinto bajo el amortiguado brillo de su luz lechosa. Sí, luce de otra forma, yo no sé cómo, no sé decirlo y acaso no sepa decirlo nunca, pero sí como de Semana Santa, según la expresión popular. Nuevo resurgir de la represen-tación sagrada con el esplendor de las llamitas de fe. Poesía popular. Doble emoción la suya: religiosidad y estética. Emoción espiritual de un pueblo católico - católico a pesar de todo- que supo templar sus almas en la poesía de su raza. Magnitud de procesiones inmensas en los días esmerilados de tristezas doradas. Tradición y alegría, ¡Tanto vale! En la postal del corazón, en las galerías de nuestra niñez y en las avenidas de nuestra alma emerge el homenaje obligado a esos días abigarrados en su emoción y coloridos brillantes de la tarjeta postal. Que nos muestra a la España creyente, amatoria y buena, ondulante y elástica, como las vibraciones de una sae-ta andaluza o como la canción sempiterna y callada del alma castellana que sabe acompañar en el recio foso de su guitarra ideal. Yo he visto pechos enfervorecidos, luces innumerables, ruidos piadosos; y entonces la frase fundamental y pura escapaba de los labios: el pueblo es un santuario, un santuario que destaca en las tintas risue-ñas del sol de la Redención. Colorido, entusiasmo, religiosidad. Magnos momentos sin mistificaciones impuras. Y el alma sigue emocionándose en su etérea carrera del Gólgota por esos días ortodoxos y grises.

Julián Vaca de Manuel27 de abril de 1935

El Español triunfó en Cuenca

Viernes Santo

Momentos Entrevistos

El obispo de Cuenca D. Cruz Laplana y Lagunaen 1935.

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…No sé, aunque lo presumo, que suerte correrán estas letras, pero no será ocioso decir que mientras en otras capitales y poblaciones, en la radio, en las carteleras, en las cartas (con sellos supletorios), en los coches oficiales, etc. se hace propaganda, Cuenca permanece muda, silenciosa, quieta, sosegada. Tal vez sea la sultana dormida al arrullo de sus aguas transparentes, quizá la señora recos-tada sobre el promontorio que por cabecera tiene un castillo en el que tanto se rememora y sueña, o la dama que sabedora de la vistosidad de su encajes, en un poco de egoísmo, quiere tenerlos para sí; pero, dama, señora, sultana, engreída por sus bellezas, debe pensar en que para ser querida y admirada, algún día ha de hacer alarde de ellas y ninguno más a propósito que al llegar la primavera, con los atavíos multicolores de los desfiles de Semana Santa. No se comprende como el rinconcito do tantos amores y plegarias se entonan, verdadero enjambre en la noche del Viernes Santo, donde la población conquense visita a su Vir-gencita de las Angustias para que no esté sola, << pues que le han quitado a su Hijo>> (según vulgar expresión) rincón que semeja un altar formado por riscos y peñas milenarias, tapizado de verde con las enredaderas y musgos, adornado con los ciriales de ciprés y los florones de frondosa arboleda y cantado con los dulces arpegios y melodías del Júcar que allá abajo le entona himnos que los humanos no comprendemos, no sea conocido de generación en generación, ni como las pinas cuestas que conducen al corazón religioso de la ciudad, tallado en piedras y forjado en hierros en una de las más valiosas catedrales españolas, y el circo rocoso de pigmeos que admiran el culebreo de plata del susurrante Hue-car y que como entrada tiene las <<Casas Colgadas>> y la magnífica obra de San Pablo, y esas montañas peladas y calvas que rematan en una Cruz dando la sensación de que sobre lo colosal y soberbio sólo existe Dios, no sean contadas por los poetas…

Evocaciones

Caballeros del Santo Sepulcro posando delante de la Soledad en la tarde de Viernes Santo.

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A su regreso de Madrid, el Español jugo en Cuenca, contra el equipo local, al que batió por el amplio resultado de ocho tantos a cuatro.

De madrugada ha salido la procesión titulada Camino del Calvario, con los pasos de Jesús con la Cruz, Jesús caído con la Verónica, San Juan y La Soledad. La precedían tambores y clarines. Las calles estaban invadidas de público. Muchos viajes han tenido que pernoctar en pueblos vecinos. En toda la provincia se han celebrado procesiones con esplendor magnífico. En la catedral ofició el prelado y el orden ha sido perfecto. A las diez de la mañana ha recorrido la población la procesión titulada del Calvario, en la que figuraban los pasos de la Crucifixión, Exaltación, Cristo de la Agonía, Cristo de los Espejos, el Descendimiento, Cristo Descendido, obra del escul-tor conquense Luis Marco Pérez, y Las Angustias. Su paso fue presenciado en todas las calles del trayecto por una inmensa muchedumbre de personas. El orden fue completo y se cantaron muchas saetas.

Esta tarde ha salido la procesión del Santo Entierro, que organizan los caballeros del Santo Sepulcro. Figuraban en ella todas las Cofradías. Las juventudes católicas eran portadoras de los pasos. La presidía el Obispo de la diócesis con el Cabildo Catedral. La procesión recorrió las calles entre la multitud; el gobernador civil y su señora presenciaron en medio de la calle el paso de la comitiva, y ante las imágenes se inclinaron, siendo aplaudidos. En otro punto del recorrido fue ovacionada la fuerza pública constantemente. La fe religiosa de Cuenca ha tenido una manifestación espléndida, y así se explica que todas las procesiones han revestido extraordinaria solemnidad. Al finalizar la procesión se ha cantado el Miserere en la iglesia del Salvador.

La solemnidad del Viernes Santo ha terminado con el Vía Crucis en el santuario de Las Angustias, por donde desfilan durante la noche para adorar al Cristo Yacente millares de personas. El espectáculo es imponente. El sermón de La Soledad lo ha predicado el canónigo D. Pedro Cruz Ocaña.

Pasó, pasó la Semana Santa, en su majestuoso cortejo de luces dejando una nota austera. Paseó victorioso Aquel en una atmósfera de misticismo bajo un cielo gris. Porque es de notar que hasta el sol no parece ser el mismo de siempre: semeja dar a todas las cosas otro aspecto distinto bajo el amortiguado brillo de su luz lechosa. Sí, luce de otra forma, yo no sé cómo, no sé decirlo y acaso no sepa decirlo nunca, pero sí como de Semana Santa, según la expresión popular. Nuevo resurgir de la represen-tación sagrada con el esplendor de las llamitas de fe. Poesía popular. Doble emoción la suya: religiosidad y estética. Emoción espiritual de un pueblo católico - católico a pesar de todo- que supo templar sus almas en la poesía de su raza. Magnitud de procesiones inmensas en los días esmerilados de tristezas doradas. Tradición y alegría, ¡Tanto vale! En la postal del corazón, en las galerías de nuestra niñez y en las avenidas de nuestra alma emerge el homenaje obligado a esos días abigarrados en su emoción y coloridos brillantes de la tarjeta postal. Que nos muestra a la España creyente, amatoria y buena, ondulante y elástica, como las vibraciones de una sae-ta andaluza o como la canción sempiterna y callada del alma castellana que sabe acompañar en el recio foso de su guitarra ideal. Yo he visto pechos enfervorecidos, luces innumerables, ruidos piadosos; y entonces la frase fundamental y pura escapaba de los labios: el pueblo es un santuario, un santuario que destaca en las tintas risue-ñas del sol de la Redención. Colorido, entusiasmo, religiosidad. Magnos momentos sin mistificaciones impuras. Y el alma sigue emocionándose en su etérea carrera del Gólgota por esos días ortodoxos y grises.

Julián Vaca de Manuel27 de abril de 1935

El Español triunfó en Cuenca

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PARADORES, tu lugar de experiencias.

[ PARADOR de Granada ]

T 902 547 [email protected]

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PARADORES, tu lugar de experiencias.

[ PARADOR de Granada ]

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