2007. Cuenca Nazarena

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Revista Cuenca Nazarena 2007. Edita la Junta de Cofradías de Cuenca.

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Queremos dar las gracias a todas las entidades y empresas que aparecen en esta publicación, ya que sin su colaboración hubiera sido prácticamente imposible que este ejemplar de la revista Cuenca Nazarena, verdadero testimonio del sentimiento nazareno conquense, se hubiese podido editar.

Antonio Abarca ContrerasJavier Hevia CevaRamón Pérez Tornero

Comisión de Publicaciones de la Junta de Cofradías

ZOOM-3000, S.L.Diseño y Maquetación

Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca

Edita

Antonio AbarcaFotografía Contraportada

A las Juntas de Diputación de las Vbles. Hdades. de Semana Santa

Agradecimientos

Graficas Martín y Mapa, S.L.Depósito Legal:

Imprime

David L. MeysonnierFotografía Cubierta

7 Saludas

13 EntrevistasAl Pregonero: D. Manuel Calzada Canales por Enrique Buendía13

Al Cartelista: Carlos Codes por Luisma Calvo17

82 InvestigaciónLos felices años 20 de la Semana Santa de Cuenca. La Prensa por Aurora Garrote Armero

83

Cuadernos para la historia por Israel José Pérez Calleja89

Semana Santa de Cuenca en 1909 por Enrique Valero Moscardó113

24 OpiniónRecuerdos por Monseñor José María Yanguas. Obispo de Cuenca25

Yo recorrí “Tus Pasos”, Señor. por Ángel Horcajada 26

Señoras y Señores,muy buenas noches por José Luis Muñoz Martínez

29

Recuerdos y nostalgias por Manuel Romanos Genzor33

Alimentación Cuaresmal. Usos y costumbres de Cuenca por Juan Carlos Luján Alarcón

35

Aniversario entre hortelanos por Julián López Hernáiz39

A los artesanos de la Semana Santa por Rafael Redondo Moya41

…Y la imagen, en baldosa viva, como testigo de nuestra Semana Santa por Miguel Romero Sáiz

43

Como decíamos ayer por Adrián López Álvarez48

54 Hablan las Hermandades

Vble. Hdad. de “La Negación de San Pedro”. 1997-2007: diez años de Hermandad por Juan Carlos del Olmo

55

Paz y Caridad brilló, con luz propia, desde el principio al final del desfile por Antonio Abarca

59

Domingo de Resurrección por Eva López García66

Pregón a Ntra. Sra. de la Soledad del Puente.“Canto a la Soledad del Puente” por Adrián López Álvarez

67

Pregón Infantil de la Vble. Hdad. de la Virgen de la Soledad. “Cambios” por Diego Salas Benito

72

Epílogo al XI Encuentro Nacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Cena. por Armando Martorell Montero

74

La Cofradía de la Virgen de las Angustias, presente en la X Muestra de Arte Sacro “Munarco” por José Manuel Vela

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SALUDA

Javier Caruda de Juanas

Para los que conformamos esta comunidad nazarena, hace tan sólo un ratillo que guardábamos túnicas, capuces y enseres para que descansasen durante un año.

Pero la realidad es que ha pasado ya un año desde que concluimos los desfiles procesionales del 2006. Desfiles que deben ser el inicio de una constante superación, de un tenaz trabajo que nos haga sentirnos ciertamente orgullosos de nuestra Semana Santa. Orgullosos y tranquilos, sabedores que estamos realizando un magnífico trabajo y que, a pesar de aquello que no podemos controlar, esta ciudad es mere-cedora de unos desfiles magníficos.

La ciudad, como siempre, pone a disposición de la Junta de Cofradías todos los recursos necesarios para la organiza-ción y desarrollo de nuestras procesiones.

Los nazarenos, por nuestra parte, ponemos nuestra ilu-sión y nuestro trabajo.

Este trabajo debe ser fruto de una máxima colaboración entre hermandades y Junta de Cofradías. Y en dicha rela-ción sólo nos debe preocupar trabajar con la idea global de la Semana Santa y no con la individual de nuestra Herman-dad. Debe prevalecer el criterio común anteponiéndose al pensamiento del individuo que tantas veces infectamos de cuestiones que nada o muy poco tienen que ver con nues-tros desfiles. Es cierto que muchas veces no se está a la altura de las circunstancias o que la sensación que se transmite no es la más acorde con el trabajo realizado. Pero siempre debe existir un poso de colaboración, de comunión y de lealtad entre las personas e instituciones que trabajamos conjunta-mente en esta maravillosa aventura que es la Semana Santa conquense.

Como presidente estoy convencido que este clima es el que debe presidir en este año electoral para nuestra Junta de Cofradías facilitando a los posibles candidatos el deseo de conformar una comisión ejecutiva que trabaje con ahínco durante los próximos cuatro años.

Tenemos en nuestras manos una herencia fabulosa con la obligación de perpetuarla y mejorarla aportando, como siempre, el buen hacer del nazareno y la fe del Cristiano.

Presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa

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SALUDA

Queridos hermanos nazarenos:

El Dios del Amor y de la Vida que cada día sueña con nosotros nos ha regalado la posibilidad de llegar un año más para vivir juntos los grandes misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. Este vivir juntos nos lleva a la posibilidad de rezar juntos, de soñar juntos y de luchar juntos. Desde esta comunión de vida nazarena es la me-jor manera para avanzar en nuestra propia espiritualidad e identidad semanasantera.

Este año la Iglesia Diocesana de Cuenca, entre otras mu-chas cosas, nos invita a vivir la Eucaristía dominical como centro y culmen de nuestra vida cristiana. Es en la Euca-ristía donde el nazareno se acerca a ese Cristo Muerto y Resucitado para expresarle su amor y adoración. Es en la Eucaristía donde el nazareno se cobija en los brazos de la Madre. Es en la Eucaristía donde el nazareno se alimenta y recoge fuerzas para luego procesionar por las calles en silen-cio penitencial para acompañar a sus sagradas imágenes. Es en la Eucaristía donde el nazareno hace “familia” y se siente “familia”, hermanos todos e hijos del mismo Padre Dios.

Este año se celebra el 50ª Aniversario de la Coronación canónica de la imagen de la Virgen de las Angustias. Gran amor y devoción hacia la Madre se derrocha cada día del año hacia la Señora, cada viernes y sobre todo durante la Novena, el Viernes de Dolores y cómo no, ese Viernes San-to empapado de dolor acompañando a la Madre a quien el hombre le arrebató a su Hijo.

Pedimos a Dios Nuestro Señor, bajo el amparo de la Se-ñora, que la Cuenca nazarena nunca olvide sus raíces cris-tianas y que toda la devoción que se derrocha en los días de la Semana Santa por las calles de nuestra ciudad sean cauce para penetrar en todas y cada una de nuestras fami-lias. Que D. Cruz Laplana y D. Fernando Español, cuando ya su próxima beatificación aparece cada día más cerca por el horizonte, intercedan por este mundo nazareno. Que su fidelidad a Dios y a la Iglesia sean ejemplo para nuestras vidas.

Con mi saludo y bendición, vuestro amigo

Delegado Episcopal de la Junta de Cofradías

José Javier Muñoz Pérez

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ENTREVISTA

D. Manuel Calzada Canales

Entrevista al Pregonero de la Semana Santa 2007

Texto y fotografías: D. Enrique Buendía González

Manolo Calzada Canales será el pregonero de la Semana Santa de Cuenca en el presente año 2007. Su designación como pregonero de la Semana Santa de Cuenca le llenó de orgullo nazareno y le colmó de satisfacción, al comprobar como su quehacer, fuera y dentro del complejo mundo de las hermandades, no había caído en el olvido.

Manolo, no es un novato en esto de pregonar. Personalmente, lo he escuchado en Priego en la proclama de sus Fiestas Patronales en honor al Cristo de la Caridad, del que es muy devoto; en Las Mesas, esta vez para anunciar la Semana Santa de aquella localidad manchega; también ha ejercido como tal en la Semana Santa de Casas de Haro; y lo ha hecho en el Centenario de la presencia de la Adoración Nocturna de Cuenca, de la que actualmente sigue siendo Presidente.

Pero, sin duda alguna, el ser pregonero de la Semana Santa de Cuenca de 2007 va a suponer para él uno de los episodios más importantes y significativos de su vida.

Esta entrevista, aunque escueta en las formas, tiene en las respuestas de Manuel Calzada lo que él siente por la Semana Santa de Cuenca. Ahí se la dejo. Al leerla, quienes lo conocen, verán fácilmente reflejada su expresividad y carácter de siempre.

¿Cómo es ese momento en el que uno recibe la noticia de que quieren que seas el pregonero de la Semana Santa de Cuenca?

Pues verás, yo tenía conocimiento de que había sido propuesto como pregonero por varias hermandades. Y, por lo tanto, siempre tienes la esperanza y la ilusión de que puedas salir elegido. Pero, realmente, no te lo crees hasta que suena el teléfono y recibes la llamada de la Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías para comunicarte que has sido el elegido y preguntándote si aceptas el encargo. Hasta el momento de esa llamada si que estuve inquieto…; a la espera… Sabedor de que cabía la posibilidad,… pero sin hacerme demasiadas ilusiones, ya que todos los candidatos que proponen las distintas hermandades son dignos merecedores para ejercer dicho pregón.

Pero cuando recibí la llamada y me dieron la noticia, toda esa incertidumbre y nerviosismo se transformó en una inmensa alegría: No existe mayor honor para un nazareno, que lo ha sido desde siempre, que tus propios hermanos te escojan para anunciar la Semana Santa de Cuenca. Este hecho para mí va a suponer llegar a la cima de toda una vida entregada por y para la Semana Santa de Cuenca. Siendo conocedor y aceptando de antemano, la enorme responsabilidad y el reto que supone este acto para el que he sido designado.

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Has sido nazareno de base, años más tarde de “cetro”’ y finalmente “responsable máximo” de la Junta de Cofradías. Luego, el silencio y… ¿quizás el olvido? ¿Cómo se encaja todo esto?

Se encaja con total normalidad. Cuando estuve al frente de la Junta de Cofradías la serví con total dedicación, lealtad y humildad. Y, sí, mi retirada fue en silencio; con la mente tranquila del que sabe haber actuado en todo momento consciente de la institución a la que representaba; sin rencor a nada ni a nadie; grabando en mi memoria montones de los inolvidables momentos vividos; y con gozo, mucho gozo, de haber compartido trabajo con los nazarenos de Cuenca.

Somos una pequeña ciudad, pero en materia de Semana Santa no tenemos envidia a nadie, porque podemos presumir y presumimos de tener la mejor del mundo. Y esto si que es importante para nosotros.

Pero, volvamos a tu pregunta. Cuando deje el cargo de presidente me retiré en silencio, sin hacer ruido,… Apartándome de lo que era estar en primera fila de cualquier responsabilidad semanasantera. Volviendo a ser un nazareno más. Y así sigo por el momento.

Sin embargo, siempre que me buscaron, y he de decir que fueron en numerosas ocasiones, nunca negué mi participación para aquello que me solicitaron.

Es verdad, quedé en silencio, pero creo que nunca en el olvido de muchos de mis hermanos nazarenos y nazarenas de Cuenca.

Un Católico practicante, ¿Cómo ve la figura del pregonero en nuestra Semana Santa?, ¿necesario? ¿testimonial festivo? ¿catequístico?...

Aquí debo decir, que el Pregonero, a mi entender, debe ser una persona que lleve dentro de su corazón la Semana Santa. Es necesario que el Pregón sea testimonio de lo que tú vives y has aprendido desde niño.

Nuestra Semana Santa, tu lo sabes muy bien Enrique, ha derivado muchas veces en un hecho únicamente festivo, demasiado folclórico, y a veces con demasiado “ruido”. Y nuestra Semana Santa es pura Catequesis procesional, yo diría más, nuestra Semana Santa, con sus cuarenta y dos pasos, constituye un auténtico sermón para meditar. No podemos ni debemos quedarnos en lo superficial que supone la maravilla escultórica, -que sí lo es-, tenemos que profundizar en todas y cada una de las escenas que representan cada escultura que contemplamos.

Entonces, a tu entender, ¿queda obsoleto en esta ciudad el mensaje de la Semana Santa o sigue teniendo sentido?

El mensaje de la Semana Santa nunca quedará obsoleto. Jamás. No puede. Cada año que pasa es un mensaje nuevo que cada uno debemos descubrir lo que significa para nuestro corazón.

El mensaje tiene todo su sentido, porque la misión fundamental de la Semana Santa es la evangelización y la propia vertebración social

de nuestra ciudad. Las Hermandades, por propia vocación, tienen que estar cada día más abiertas a toda la realidad que nos atañe. Pero no por su propia pervivencia, sino porque así son útiles. Intentando llevar el mensaje de Cristo e intentando recoger el mensaje de la sociedad.

La Semana Santa de Cuenca, a nivel institucional tiene un rango importante “de Interés Turístico Internacional”, ¿crees que seguimos teniendo el valor de calidad por el cual se obtuvo tal título?

Cuando se nos dio el prestigioso título de Interés Turístico Internacional, se obtuvo por muchos motivos, que por razones obvias no voy a pasar a enumerarte. Nosotros debemos estar eternamente agradecidos a los que fueron promotores de aquella idea, ya que, sin duda alguna, ha supuesto un gran impulso para que la Semana Santa de Cuenca sea conocida a nivel mundial. Por lo tanto, nos toca ahora a nosotros, muchos años después, mantener firme las cimientos y signos que sirvieron para conseguir este galardón. Y cómo hacerlo. Pues, simple y llanamente, con trabajo, mucho trabajo, e ilusión, apartando en todo momento lo que no es bueno para nuestra Semana Santa, y todos, todos, sabemos lo que debemos desterrar.

A nivel personal, creo que estamos perdiendo calidad en todos los aspectos de la vida, y, en este caso, la Semana Santa no iba a ser menos. Yo le pediría a todas las hermandades que nos pongamos las pilas y trabajemos codo con codo para ser mejores e intentar perfeccionar todo lo concerniente a nuestra Semana Santa. Es verdad que vamos creciendo en número de nazarenos en las filas, pero, no es menos cierto que estamos perdiendo en calidad penitencial. Es bueno que nuestros pasos estén cada día más arropados por nazarenos y más perfectos en todos los sentidos, pero estamos abandonando nuestras raíces más profundas de creyentes, de cristianos,… y éstas deberían ser lo más importante para nuestras vidas nazarenas.

¿Cómo estás viviendo estas semanas o días ya, previos al pregón?En este momento, estoy disfrutando ‘rebobinando’ todo lo que

yo he podido vivir como nazareno: desde que empecé, de niño, en las filas, hasta nuestros días… Han sido cincuenta años, nada menos y nada más, en los que he sido de todo: bancero, tulipero, turiferario y, por supuesto, directivo en una Hermandad y en la Junta de Cofradías. Es maravilloso poder hacer memoria y volver a disfrutar de los momentos vividos.

No obstante te mentiría si te dijera que no estoy nervioso. Claro que lo estoy. La responsabilidad de dar el pregón aquí, en mi Ciudad, es tremenda y conlleva un enorme compromiso. Todos los nazarenos que el Viernes de Dolores se concentrarán en la iglesia de San Miguel, estarán ávidos de escuchar mi mensaje y de que mis palabras les hagan indagar en lo más profundo de sus sentimientos nazarenos… Sin duda alguna, una enorme responsabilidad.

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ENTREVISTA

Pregonar la Semana Santa de Cuenca es un hito insustituible en nuestras vidas. ¿Dónde ha bebido su inspiración Manuel Calzada?

Muchos días me he marchado a besar los pies del Ecce-Homo, para quedar embebido de lo que quiere que diga esa tarde del día 30 de Marzo. Otras veces me he marchado a ese lugar por el que tú y yo, Enrique, hemos paseado tantas veces, dado el amor mutuo que tenemos a las tierras de Priego: “La Perla del Escabas”. ÉL me ha dejado inspirarme bajo la centenaria carrasquilla que está en ese Monte Santo.

Yo, sinceramente, puedo decir que jamás esperaba ser pregonero de la Semana Santa de Cuenca. Pero, como bien dices tú, cada uno de los nazarenos conquenses, tenemos algo fresco y encantador dentro de nuestro corazón que estamos dispuestos a compartir con todos nuestros hermanos. Yo que salí desfilando en las procesiones desde niño, tienes esos recuerdos imborrables dentro de tus retinas, y ahora, servirán de inspiración para formar parte de mi testimonio nazareno. Por tanto el Pregón que vaya a comunicar será, no te quepa la menor duda, un Pregón muy nazareno conquense. Un pregón mirando a nuestra Cuenca procesional; intimista; con recuerdos y cargado de vivencias; alternando prosa y versos; catequético; …

Seguro, pienso, que todavía le estarás dando vueltas y más vueltas al contenido de tu Anuncio buscando ese equilibrio que te deje plenamente satisfecho. ¿Puedes comentarnos cuáles van a ser las líneas maestras del mismo?

El Pregón actualmente se encuentra metido en el “horno” del ordenador, terminándose de cocer y, lógicamente, todavía sufrirá algún cambio. Pero, las líneas maestras, como tú dices, esas ya no las retocaré, ya que constituyen el armazón principal del contenido del pregón.

He querido hacer un Pregón desde el sentimiento nazareno. Nada nuevo. Muchos de vosotros lo habéis hecho ya. Sin fijarme en nadie especialmente, pero aprendiendo de todos;… Quiero, sin pretender ser orgulloso, dar el Pregón que desearían que hiciera: Nuestro Señor, el Ecce Homo de San Miguel; “el Jardinero del Júcar”; y Nuestra Señora de la Soledad y la Cruz.

¿Qué pasará en el interior del pregonero cuando vaya a empezar su pregón?

Me imagino que todo serán nervios ante la gran asamblea Nazarena de Cuenca presente allí. Pero no estaré sólo, tendré allí conmigo, a mi lado, a mi fiel Guardián que cubrirá mis espaldas y conducirá mis palabras,… que serán su Pregón.

¿A quien dedicarás desde tu interior el Pregón?El Pregón estará dedicado a todos los nazarenos y nazarenas de

Cuenca sin excepción; a los nazarenos de gorra de plato, a las voces de las alondras del Coro del Conservatorio de Cuenca, a las voces del mirlo del Coro Alonso Lobo de Cuenca. Pero, me deben permitir que se lo dedique especialmente a toda mi familia y amigos de corazón nazareno.

Tu detalle final para esta charla pre-pregón de la Semana Santa de Cuenca.

Ya que me lo pides, te he de decir que la Semana Santa no sólo se vive en la Semana de Pasión, sino que está presente todos y cada uno de los días del año. En el ir y venir cotidiano nos encontramos a Cristo en cada esquina… Ante la presencia de cualquier hermano, nos necesite o no, pero muy especialmente en aquellos que menos tienen y más sufren la injusticia social de este mundo. Esta es la realidad del nazareno y nazarena que vive los trescientos sesenta y cinco días del año.

Bueno, amigo Manolo, hemos terminado, o empezado. Tú que ya has estado en el escenario de San Miguel, con las espaldas cubiertas por la imagen del Ecce Homo de San Miguel, testimoniando tu actividad nazarena en los demás. Esta vez Él estará pendiente de tu alegato. Seguro que te emocionarás. Fo

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“El futuro de los carteles pasa por las obras digitales”

Carlos Codes es, como él mismo se define, “un hombre que se ha buscado la vida”, una vida íntimamente relacionada con el mundo del arte. Desde muy joven, Codes respiró aquel aire cultural que impregnaba la Cuenca de la década de los setenta. Por entonces, tomó contacto con la pintura de Zóbel, Feito, Canogal, Millares… y aquel ambiente le gustó. Entonces estaba en plena pubertad. Con el tiempo, aquel joven enamorado de la pintura fue creciendo, en lo personal y en lo artístico. Abrió su propio negocio –El Pequeño Japón- y gracias a él, asegura, se puede “dar el lujo” de gestionar la galería de arte Jamete y crear con total libertad. Sus obras se han expuesto dentro y fuera de Cuenca.

Como la mayor parte de los conquenses, también ha tenido su vinculación con la Semana Santa. Primero, como espectador desde las aceras de la Puerta de Valencia; luego, como nazareno. Ahora, desde hace unos años, de nuevo como espectador. Y también la ha reproducido en sus obras: trabajos para la Santa Cena, La Esperanza o El Prendimiento son una pincelada de su relación artística, siem-pre original, con la Cuenca nazarena.

Con orgullo recibió el encargo de crear el cartel anunciador de la Semana Santa 2007 y con satisfacción lo ha presentado. Es, sin duda, su trabajo artístico de mayor repercusión hasta la fecha.

¿Cómo fueron sus inicios en el mundo del arte?Empecé en la Plaza Mayor trabajando en Los Bohemios. Me

acuerdo que Luis Rodríguez me mandaba a hacer algún encargo al Museo de Arte Abstracto y a mi aquel ambiente me gustaba. Tomé contacto con la pintura de Zóbel, Feito, Canogal, Millares…todo eso me impregnó. Por entonces, tenía un estudio en Los Tiradores y empecé a pintar con unos botes de spray, como hacen ahora los gra-fiteros, sobre unos trozos de corcho. Pedí la Casa de Cultura y allí hice mi primera exposición. Luego expuse en la Caja de Ahorros, cuando era Caja Provincial de Cuenca. A partir de entonces ya no he parado y he ido evolucionando dentro de mi estilo y de mis co-nocimientos. Desde hace diez años llevo la galería Jamete y gracias a mi tienda –El Pequeño Japón- me puedo dar este lujo.

¿Qué tiene esta ciudad para que haya sido el lugar de encuen-tro de grandes artistas como los que ha citado anteriormente?

Zóbel hizo mucho; el trajo mucha gente aquí. No sé si es el entorno, la naturaleza, que es un privilegio… pero algo tiene. Sin embargo, todo aquel movimiento artístico ha bajado mucho, y eso que ahora hay muchos más medios que nunca. La calidad cultural de esta ciudad es más que notable.

Carlos Codes, cartelista de la Semana Santa 2007

ENTREVISTA

Por Luisma Calvo / Javier HeviaFotos: Fran Díaz (Global Castilla-La Mancha)

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¿El artista nace o se hace?Yo creo que me he ido haciendo poco a poco, trabajando. Tie-

nes que tener una base, trabajar y aprender. Es como un oficio.

En Cuenca, ¿un artista trabaja haciendo lo que quiere o pre-dominan los encargos?

Al tener otra profesión, yo hago lo que me da la gana. Cuando expongo voy libremente. Al hilo de esto he de decir que cuando realizo exposiciones fuera la gente te tiene un respeto por ser de Cuenca. Cuando les dices que has conocido a Saura o a Guerrero, el exponente máximo del expresionismo abstracto, se sorprenden, ya que han sido personajes que ellos han estudiado.

Hablemos de Semana Santa. ¿Qué imágenes lejanas guarda de esta celebración?

Aquella Semana Santa con la de ahora tiene poco que ver. Ahora veo las procesiones muy marciales, muy disciplinadas. Es-téticamente son perfectas. Me acuerdo de los turbos Rambo que iban con la cinta en la cabeza, con las deportivas… era patético. Hoy en día hay más uniformidad, más conjunción. También re-cuerdo las subastas de banzos en las escuelas Aguirre.

¿Cómo se enfrenta un pintor a un cartel como el de la Se-mana Santa?

Este encargo sabía para quien iba dirigido, lo que es y lo que supone la Semana Santa. Lo que más me costó fue elegir la ima-gen; no lo tuve claro hasta el último momento. Miré carteles y veía capuces, cruces, vírgenes… Primeros planos de nuestras imá-genes hay muy poquitos. Me lo pensé y dije: ‘A por El Judas’.

¿Por qué la imagen de El Prendimiento de Jesús?He mirado la talla y me paree que es de las más bonitas que

tiene Marco Pérez. Trabajé sobre otras dos imágenes. Una ense-guida la descarté. La otra se me quedaba muy sola en el plano, quedaba muy perdida y los laterales necesitaban mucho trabajo mío; iba a quedar con mucha abstracción. Me decidí por El Judas porque era una imagen más compacta.

Ha hablado de la abstracción. Su obra se acerca mucho más a lo abstracto y, sin embargo, aquí se ha decantado por un tra-bajo más figurativo…

Aquí soy más figurativo porque al utilizar una pantalla de se-rigrafía no me ha quedado más remedio. El trabajo es enteramente artesanal.

Además de la serigrafía, ¿qué técnicas ha utilizado para la confección del cartel?

Lo primero que lleva es un collage. Forre un tablero de DM con textos del Evangelio. A continuación fui metiendo colores de una forma un poco caótica; no me importaba dónde cayeran. También hay algún registro que sí está estudiado. Después me de-cidí por la imagen que iba a utilizar y su proporción. Por último, la pase a seda para estamparla: la imagen es una pantalla de seda, por eso es serigrafía, una técnica milenaria. Luego había que estampar. No me la podía jugar a una única estampación y por eso me lleve cinco planchas. Las planchas que finalmente no se utilizaron son muy válidas también; de hecho, de una de ellas voy a hacer una serie de serigrafías a tres colores.

Nos comenta que hay algunos registros que sí están “estu-diados”. ¿Cuáles son? ¿Qué representan?

El fondo en azul lo tenía muy claro. Es un azul de Cuenca de las siete o las ocho de la tarde del Miércoles Santo.

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ENTREVISTA

A la hora de hacer el cartel, ¿qué ha pesado más: los cono-cimientos artísticos, sus vivencias relacionadas con la Semana Santa, la fe…?

Tienes que tener los conocimientos artísticos. Luego, quieras o no, me he criado en la Puerta de Valencia y he visto la Semana Santa con cuatro añitos; para distraerme me bajaba a ver las pro-cesiones a las escaleras de la curva de la Puerta de Valencia. Allí he visto escenas alucinantes: como no podían subir La Exaltación a las tres de la tarde, sola a la Virgen de la Esperanza un Martes San-to por la noche… Además de esas primeras experiencias, he par-ticipado activamente en la Semana Santa: he sacado varios pasos. Mi abuelo ya sacó el San Pedro y yo también lo hice. También he sacado La Cena. Además, tengo el número 56 en el Cristo de los Espejos, hermandad a la que llevó 48 años apuntado. He vivido mucho la Semana Santa. Al ser de Cuenca, ya se sabe…

¿Ha estudiado los carteles anteriores antes de acometer este encargo?

Sí, he revisado lo que se ha hecho hasta ahora. Si te fijas, al margen de los primeros planos, en serigrafía no lo ha hecho nadie. Me gusta lo que hizo Torner, me encanta. Me gusta lo que hizo Cruz Novillo; creo que el futuro va a ser ese: trabajos digitales porque manuales es muy difícil.

Aunque en su faceta como artista esté siempre sujeto a la crítica, ¿le importa mucho lo que piense la gente del cartel?

Sí, ya que, al fin al cabo, es un hijo mío.

¿Concurso a encargo?Me he llevado una grata sorpresa con la Junta de Cofradías

porque, a pesar de lo que me contaban, la he visto muy democrá-

tica. Me eligieron por votación y a mi su presidente, Javier Caruda, jamás me ha hecho ninguna indicación, al margen de los plazos de tiempo. He sido muy libre a la hora de crear. Tampoco me han condicionado el tamaño. El trato ha sido extraordinario. El resul-tado de la designación es muy interesante y se puede comprobar en los últimos diez carteles con obras de gente como Cruz Novillo o Saura. Cada cartel que se haga por encargo será distinto, un mundo, y eso es lo bueno. Yo, en mi caso, he hecho un cartel muy de Cuenca y nazareno. En Cuenca hay mucha gente buena que puede hacer el cartel de Semana Santa.

¿Hace falta ser de Cuenca para hacer un buen cartel de la Semana Santa?

No es imprescindible, pero ayuda. Al fin y al cabo, estás im-pregnado por todo lo que rodea a la Semana Santa. A mi me ha servido mucho.

¿Cuáles son los elementos que tiene que tener un buen cartel?

El cartel es un mensaje publicitario que va con un texto. Si coges un cuadro y le pones un texto lo hemos cambiado y hemos hecho un cartel. El cartel debe llamar la atención y mandar el mensaje. Es así de fácil y no es otra cosa.

¿Es el cartel de la Semana Santa el trabajo más importante de los que has realizado hasta la fecha?

Creo que sí. He tenido exposiciones muy buenas como las que realicé en Bilbao o Madrid pero, como repercusión social, este el trabajo más importante.

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Recuerdos...Acaba de cumplirse un año desde mi consagración episcopal y

toma de posesión de esta querida diócesis de Cuenca. Los inicios de mi ministerio como Obispo coincidieron casi exactamente con mis primeros contactos con la realidad de la Semana Santa conquense, tan entrañablemente arraigada en el alma de sus habitantes.

Al recordar esos momentos, toma vida en mi cabeza el recuer-do, que enseguida será realidad que se renueva cada año por las empinadas calles de la parte alta de la ciudad. Comienzo ya como a presentir el toque agudo de las trompetas y el sonido redondo de los tambores, el rumor de los movimientos acompasados de los bance-ros, los golpes secos con los que se ordenan la marcha y detención de los Pasos, el perfume de las flores que los adornan con profusión y, sobre todo, los expresivos y bellos rostros, como suspendidos en el aire, de la Virgen Santísima en su diversas advocaciones y de las imágenes severas de Jesús flagelado, cargado con la Cruz o enclava-do en ella.

Asistí entonces al lento discurrir de la Semana Santa conquen-se con una difusa y, a la vez, expectante curiosidad –¡me habían hablado tanto de ella!-, sin saber muy bien cuánto me podría des-velar el alma de las buenas gentes que Dios acababa de confiar a mis desvelos de Pastor. A la curiosidad se acompañaba un creciente respeto, porque advertía que los conquenses se tomaban “aquello” en serio; a la curiosidad y al respeto se sumaron en distintos mo-mentos experiencias y sensaciones fuertes, en las que el silencio era factor fundamental. Recuerdo la impresión producida por el lento caminar de la Cruz en la noche del Lunes Santo, en el silencio de las naves de la catedral, roto sólo por las severas notas del canto gre-goriano, y su posterior aparición sobre las escaleras del templo ante la mirada enmudecida de una abarrotada Plaza Mayor. Se me hace presente también con fuerza el silencio que cae como un rayo sobre la misma Plaza apenas pone sus pies en ella la imagen de la Virgen en la procesión de la mañana del Viernes Santo; así como la piedad y la compostura de la gente en la procesión de la noche del mismo día. Un significado particular tuvo para mí como Obispo cobijar por un rato a la Virgen de la Soledad en el ingreso al Palacio episcopal, para acompañarla después hasta los Arcos.

Como puede leerse en lo que llevo dicho hasta ahora, pienso poder afirmar que, llegado a Cuenca justamente hace un año, co-mienzo a sentir su Semana Santa como un conquense más.

A todos animo a vivirla en su sentido más genuino: días en los que celebramos agradecidos y hacemos memoria de los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que se convierte en causa de salvación y de vida eterna para todos aquellos que no se limitan a verlo, sino que lo miran, descubriéndolo como su Redentor y Salvador del mundo. A la vez que disponéis para esos días hábitos y capuces, andas e imágenes, os invito a preparar también vuestras almas.

OPINIÓN

OPINIÓN

Por Monseñor José María Yanguas SanzObispo de Cuenca

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En mi peregrinar a Tierra Santa, caminé tras las huellas y “pa-sos” de Jesús. Experimenté el gozo de Nazaret y Belén, la tristeza de Getsemaní y el espaldarazo de fe pascua1 ante el Sepulcro vacío.

JERUSALÉN. ciudad santa, terrena y celestial, filón de sen-timientos, donde se descubre en cada palmo de tierra el eco, aún sonoro de todo un Dios que iba dejando, hilo a hilo. su vida y su sangre por el hombre deicida. Está rodeada de montañas y murallas, con siete puertas. aunque tres se hallan hoy cerradas. Ciudad de reyes. infinidad de veces destruida y reedificada, golpe de lágrimas y abismo de desolación sin “quedar piedra sobre pie-dra” cuando Tito. en el año 70, se apodera de ella con el ejército romano. Fue tan hondo su mensaje, que para mí, Jerusalén es un inmenso templo abierto donde cada palmo es un recuerdo del Se-ñor, porque las cosas allí están en actitud litúrgica: hablan. callan y gritan en silencio.

Alcancé la más ilusionada meta de mi vida-peregrinar a Tierra Santa a finales del verano, y actualicé, en el momento, los ardien-tes anhelos de Jesús, “celebrar la Pascua”… “Oh Jerusalén. si de ti llego a olvidarme, que mi diestra se olvide de mí! Si se me borra tu recuerdo, que se me pegue mi lengua al paladar” (Salmo 137, 5-6).

Recorrí con emocionante y viva presencia, el itinerario santo de nuestra redención:

BETFAGÉ (casa de los higos). Se llega a él por la vertiente oriental del monte de los Olivos. De aquí venía el Señor un do-mingo, y montado en un borrico se dirigió triunfalmente a la ciu-dad santa, entre palmas y ramos de olivos.. . Yo también cante

himnos de bendición a Dios y el Mesías. Lloró el Señor cuando se acercaba a la bajada del monte y miró a Jerusalén en fiestas. Este lugar se llama “DOMINUS FLEVIT (el Señor lloró)”.

CENÁCULO. Cae exactamente encima del llamado Sepulcro de David. Es una habitación amplia (14 metros de larga por 9 de ancha), desolada y triste, pero tremendamente emotiva para un cre-yente, y, sobre todo, para un sacerdote, porque aquí Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía, el sacerdocio y proclamó solemnemente el Mandamiento del Amor Fraterno. Cantamos, con voz quebrada, “Quédate, Buen Jesús, que anochece y se apaga la fe”, etc. ..

GETSEMANÍ -HUERTO DE LOS OLIVOS. Yo quisiera de-cir que estos olivos centenarios, de ocho o diez metros de circun-ferencia, presenciaron la Agonía de Cristo, porque habrían sido los únicos testigos de aquellas horas amargas. La historia parece decir lo contrario: Vespasiano, el año 70, mandó cortar todos los árboles existentes en diez millas alrededor de Jerusalén. Sí pode-mos decir, al menos así lo deseamos, que estos ocho viejos olivos, añosos y carcomidos, serán retoños de los “testigos” de la agonía de Cristo.

La roca de la agonía está dentro de la Basílica construida sobre la que en el siglo IV levantó Constantino. LA ROCA es blanca, rodeada de una simbólica corona de espinas. Aquí estuvo Cristo sólo, abandonado, se sintió impotente, desfallecido… su precio-sa sangre empapó esta roca. Sentado y de rodillas sobre la roca, medité durante la Hora Santa. Experimenté una clara sensación de misterio… Parece como si se hubiese dado cita y acudiesen en repugnante caravana mis miserias y las de todos los hombres, pues con todas cargó j pudo Cristo aquella noche. Yo, absorto y

Yo recorrí “Tus Pasos”, SeñorPor Ángel Horcajada. Fotografías cedidas por Pedro J. Ruiz Soria

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velando, “antes de que el gallo cantara”, me tragaba la respiración y exclamaba: ¡Bendita esta roca! Pero más bendito El Cristo de la Roca que ha querido regar cada día mi alma, más sedienta que la roca del huerto… Como junto a la Basílica de Getsemaní pasa la carretera de Jericó, y los coches cruzan a velocidades de vértigo, yo pensaba: que imagen más actual y semejante a aquella de las huidas en la noche de Getsemaní; “Horas del poder de las tinie-blas”…

PRETORIO. Se alza en el ángulo noroeste del templo de Je-rusalén, junto a la Torre Antonia, fortaleza-palacio edificada por Herodes en honor de Marco Antonio. Muy cerca, las Capillas de la Flagelación, de la Condenación y el Litóstrotos, hitos bien cuidados. para que no olvidemos los cristianos que, en estos es-pacios, Jesús de Nazaret, sujeto a una columna, caería desfalleci-do por la violencia y número de azotes: se pronunciaría la más injusta sentencia de muerte de toda la historia del mundo; por estas grandes y enormes piedras Cristo cruzó con la cruz a cues-tas durante la mañana del primer Viernes Santo, después de ser coronado de espinas y presentado al pueblo por Pilato en el Arco del Ecce Homo. Desde este lugar, pavimento de enormes losas estriadas herodianas, sale el Vía Crucis que todos los viernes del año recorre devotamente la Calle de la Amargura -Vía Dolorosa-. Setecientos peregrinos españoles hicimos este Vía Crucis, dispu-tándonos, en pequeñas parcelas. el peso de la cruz, mientras so-portábamos con humillación, las carcajadas hirientes de “judíos no cristianos”. ..

CALVARIO. (Sabemos que era un montículo de unos seis me-tros de altura, en forma de “calavera”, y allí llevaron al Señor). Apenas se entra en la Basílica del Santo Sepulcro, a mano derecha, una escalera empinada lleva al Calvario; este lugar bañado con la sangre de Cristo -hoy posesión de latinos y griegos- es ciertamente devoto y recogido. A la izquierda, a pocos metros, otra capilla per-teneciente a griegos ortodoxos, recuerda el lugar donde fue alzado Jesús Nazareno en la cruz; debajo del altar se puede observar la hendidura en que se apoyó la cruz.

¡AQUI MURIÓ CRISTO!...

La roca del altar de la Dolorosa (entre los dos altares cita-dos) se salpicó con la sangre de Dios hecho hombre: estas pie-dras oyeron estremecidas aquellas palabras: “Padre. perdónalos porque no saben lo que hacen”. Aquí fue la primera Misa, en este pequeño monte llamado “de la Calavera”, hacia las 3 de la tarde del primer Viernes Santo, siete de abril del año 30. Aquí, yo también, de una manera mística pero real e incruenta, cele-bré el sacrificio de Cristo, a las cinco de la madrugada del día 13 de septiembre, donde Cristo estuvo clavado entre el cielo y la tierra, consumando la Redención de los hombres…

Debajo del Calvario está la llamada Capilla de Adán. (Una tradición dice que allí estaba enterrado Adán, y que, al morir Jesús, cayó sangre suya por la roca horadada. sobre el cráneo de Adán, como símbolo de la redención humana).

SEPULCRO. Avanzado hacia la izquierda. se entra en la rotonda que cobija el Sepulcro del Señor, protegido por un templete semejante a un catafalco. Mide 2,07 metros de ancho por 1,90 de largo. Aquí se reza y se llora. de rodillas ... ¡Cuanta historia pendiente de este sepulcro!...

Los ritos que se pueden celebrar oficialmente aquí, son los latinos, griegos, ortodoxos, armenios y los coptos. Todos tienen su parte en la posesión del sagrado recinto, y todos la defienden tenazmente.

Aquí está el centro del Cristianismo, el lugar más santo del mundo. Desde este sepulcro. Cristo resucitó para no morir más: “Buscáis a Jesús Nazareno, el Crucificado: resucitó, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron” (Marcos 16,6)

Todos los pueblos se convierten ahora en Jerusalén. Toda Cuenca es Nazarena. Por nuestras calles camina Cristo con la cruz. Sigue “sus Pasos” ... Revive tu fe en Quien tanto padeció, porque “nos amó hasta el extremo”.

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Señoras y Señores, muy buenas noches

El escenario, a esa hora, estaba vacío. Bueno, casi vacío porque en la parte frontal, en el centro, habíamos colocado un micrófono de forma redondeada, marca Philips, en lo alto de un pié sin jirafa en el que en tipos de actos como el que nos ocupaba, era de obligado cumplimiento la colocación a media altura de la chapa rectangular que identificaba a nuestra emisora: “Radio Peninsular. Cuenca”. Todo ello en letras blancas sobre fondo negro.

Una enorme cortina de tela gris, semicircular, limitaba aquél escenario al tiempo que tapaba el viejo piano de cola que, para nosotros, los de la radio, servía de mesa en la que colocábamos el Itame ( un pequeño mez-clador, a pilas, de tres canales) ya que allí mismo, a pocos centímetros por encima de él, se encontraba el teléfo-no de órdenes y las líneas que permanentemente tenía allí la única emisora que había en la ciudad y que emitía en la frecuencia de 1.178 kilociclos de la Onda Media porque, la FM, no coqueteaba aún con nosotros.

Por José Luis Muñoz Martínez

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He de añadir que el escenario era el de La Casa de la Cultura, que las líneas allí casi sobraban porque la emisora estaba a menos distancia que un tiro de piedra, que el teléfono -una joya- era de los de manivela... de esos que había que darles unas cuantas vuel-tas para contactar con los Estudios y que, además de para hablar, había servido todas las tardes de clave o señal para que comen-zara el Santo Rosario desde el Seminario antes de que, don José Antonio Navarro Sahugar, grabase el rezo por vez primera revo-lucionándolo, y provocando llamadas de los oyentes (las) porque no entendían una letanía que nada tenía que ver con la tradicional cuando, en lugar de decir “Santa María”, don José Antonio, con música de fondo, sonidos de mar, vientos o lluvias, -anticipándose a la respuesta “Ruega por nosotros”-, decía: “Santa María de la Mar”, “Santa María de la lluvia”, “Santa María de los ríos”, “San-ta María de las flores…”. Un Rosario tremendo en aquélla radio de programas como “Ventana Abierta”, “A todo gas”, “Club del oyente”, “Reloj de la historia”, “Minarete”, “Cuenca hora dos” o la “Agenda de la ciudad” al que siguió el que se transmitía aqué-lla tarde-noche en la voz de don Anselmo de la Cruz, -a punto de finalizar ya-, por lo que había que estar atentos a la señal del timbre del citado teléfono. Y es que, entonces, en esos tiempos, no teníamos móviles ni transistores y había que hacerlo así. Y funcionaba.

-Rrrrrrrrr

“Señoras y señores, muy buenas noches. Les saludamos a uste-des desde el estrado de la Casa de la Cultura de Cuenca en donde va a tener lugar el Pregón de la Semana Santa de Cuenca 1971 a cargo de Acacia Uceta, la poetisa y escritora vinculada a nuestra ciudad. Pero antes, antes de proceder a escuchar las palabras de la pregonera, vamos a oír a la Banda de Música de Cuenca. Bajo la dirección de don Lucio Navarro, va a interpretar una selección de marchas lentas que acompañan a nuestros desfiles procesionales en estos días. “In Paradisum” del maestro Franco, “San Juan”del inolvidable maestro Cabañas,”Jesús Christus” de Espinosa y “Mi-sericordia” también del maestro Franco. Después, escucharemos con esa exectación que ha congregado aquí a numerosos conquen-ses, la voz de esta escritora y poetisa madrileña, vinculada enor-memente a Cuenca, Acacia Uceta, considerada como una de las poetisas de primer rango de la pléyade española. Sus versos se han publicado en revistas de Hispanoamérica y traducidos al francés, italiano y portugués. Está galardonada con el premio Fray Luis de León de Cuenca y con otros importantes galardones nacionales siendo su último libro el titulado “Detrás de cada noche” publi-cado por la Editora Nacional. Acacia Uceta que será presentada por don Luis Benítez Lumbreras, primer Teniente de Alcalde y Delegado de la Comisión de Festejos.

El director, los músicos están saliendo ya a este estrado en donde se encuentran con todas las autoridades provinciales y loca-

les, la Junta de Cofradías y numerosos conquenses que han venido a presenciar este acto con el que comienza la Semana de Pasión en nuestra ciudad.

El Viernes de Dolores es un día con características conquen-ses. Hoy, ha habido una ceremonia solemne en la ermita de la Pa-trona de la Diócesis y ahora, aquí, en la sala de la Casa de la Cul-tura, este Pregón de la Semana Santa precedido por las notas de la banda de música, notas que escuchamos en nuestros desfiles.”

Sin guión alguno, sin nota escrita que pudiera ayudarle a re-cordar algún dato, la voz de Rafael Núñez estaba llegando a cien-tos de hogares transmitiendo, micrófono en mano, lo que estaba sucediendo en La Casa de la Cultura. Memorizando la puesta en escena con la mirada perdida en un punto próximo a donde se en-contraban ubicadas nuestras líneas como si, al tiempo que escribía sus palabras en el aire, estuviera leyéndolas en la pintura blanca de la pared aunque sin perder detalle de lo que acontecía en la sala, gracias al pequeño hueco que dejaba la cortina colocada estratégi-camente encima del piano de cola.

“Hemos visto al Gobernador Civil de la provincia y Jefe Pro-vincial del Movimiento, don Manuel Garayo Sánchez acompaña-do de su esposa, a las primeras autoridades provinciales y locales. Aquí están también, en el estrado, los maceros del Ayuntamiento que van a dar solemnidad al acto...y ya, en el estrado, la Banda de Música de Cuenca. En el atril de dirección, don Lucio Navarro.

Una vez que la Banda de Música interpretara las marchas pre-vistas, anunciadas una tras otra por Rafael Núñez, sus treinta y seis componentes tenían que abandonar el escenario para que don Luis Benítez Lumbreras, primer Teniente de Alcalde, pudiera ha-cer la presentación de la pregonera.

“La pregonera en Cuenca , decía Rafael a través de la radio. La primera pregonera y creemos que, si la memoria no nos falla, primera pregonera en España ya que no tenemos noticia de que una mujer haya pregonado la Semana Santa en alguna de las capi-tales españolas. Su primera obra fue “El coro de las horas” a la que siguió “Quince años”, “Detrás no había nada”, “Una hormiga tan solo” y libros de poemas como “Frente a un muro de cal abrasado-ra” y el citado “Detrás de cada noche”.

Rafael Núñez, ahora sí, había extraído del bolsillo de su cha-queta un folio en el que, de forma resumida, había anotado la vida y obra de Acacia Uceta. La vida, obra, detalles de su ligazón con Cuenca gracias a su matrimonio con Enrique Domínguez Millán, al compañerismo profesional ya que, los tres, trabajaban en Radio Nacional de España...

Rafael Núñez, al menos así lo recuerdo, fue el primer locu-tor al que vi transmitir, en directo, un pregón de la Semana San-ta. Ocurrió a los dos años de formar parte, oficialmente, de la

Fotografía: Archivo José Luis Muñoz

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plantilla de Radio Nacional de España en Cuenca. Era el preludio de una semana en la que, entonces, los cines pintaban de negro sus pantallas, en las iglesias tapaban a las imágenes con colores morados sin saber bien por qué, se escuchaba música clásica, -un réquiem que duraba tres días-, a través de la radio y las “Jornadas de La Pasión” a cargo de la Scola Cantorum del Seminario de los Paúles en un sollozo largo que era eso: olor a cera, luz amarillenta cobijada en la tulipa por temor a vientos que se llevaban la propia sombra, humedad interior que se ahogaba en la pasión de uno mismo, sonidos de carracas enormes que rasgaban el alma y pro-cesiones en blanco y negro camino de un cementerio, entre dos luces y trigales verdes mientras las mujeres cantaban lo que ya he dicho en otra ocasión: “Perdona a tu pueblo, Señor”.

Don Enrique Álvarez Chirveches, el primer director que tuvo esta emisora nada más finalizar la etapa de Redera en Onda Corta en la Diputación Provincial, se congratulaba a través de las pági-nas del diario “Ofensiva” que Radio Nacional de España en Cuen-ca hubiera roto las barreras geográficas provinciales haciendo más pequeña la provincia gracias a las ondas. Y es que, gracias a ellas, Federico Muelas y Emilio Recuenco difundieron nuestra Semana Santa en los años 1944, 1945 y 1950 en lo que ya llamaron “pre-gones” como Pregones fueron, a través de nuestra emisora, los de Aristeo del Rey, Demetrio Castro, Jesús Suevos, Gabriel Juliá, For-tunato Martínez, Enrique Domínguez, Ismael Medina y Aristeo del Rey, de nuevo, en 1959.

Andrés Gallardo se refirió a Cuenca como Catedral invertida en el pregón que pronunció el Viernes de Dolores, 8 de Abril de 1960, y se volvía a hacer la provincia más pequeña en 1961 con el pregón pronunciado por Federico Muelas en el antiguo Cine Cervantes, con el de Aristeo del Rey en el Xúcar en 1962 y, en el mismo escenario, los pregones de Demetrio Castro, Pedro de Lorenzo y Luis Morales Oliver porque, a partir de 1966, con el de Clementino Sanz, los pregones se trasladan a La Casa de la Cultu-ra sucediéndose los de Luis López Anglada, Federico Muelas (aun-que lo leyera Joaquín Benítez Lumbreras), Diego Jesús Jiménez, Antonio Lucas Verdú y Acacia Uceta en 1971. Era el 2 de Abril y, como ya he reflejado, subió a la tribuna tras el concierto de la Ban-da Municipal de Cuenca para terminar su intervención diciendo: vuestra Semana Santa es así, como es. No la toquéis ya más. Y de testigo, siempre, un locutor de la emisora: Rafael Núñez, Ángel Mayordomo, Vidal Acebrón, Luis Plaza, Ovidio Martínez, Luis Calvo que estáis en los cielos recordados sean vuestros nombres.

Cuando han pasado cuarenta y nueve años de aquélla publi-cación en “Ofensiva” en la que, don Enrique, se alegraba de que la radio hubiera hecho más pequeña a la provincia gracias a las ondas, he querido siempre hacer mío el final del artículo cuando, a 1 de Enero de 1958, ofrecía a los oyentes la promesa y seguridad de que no se agotan las actividades para conseguir todo cuanto es objeto de inspiración dentro de lo que, a cada instante, nos está exigiendo la radio para Cuenca. En eso hemos estado siempre.

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Apenas hace unos pocos días han terminado las Navidades y más si hacemos caso al dicho popular conquense: “Hasta San Antón Pascuas son”, todavía no ha finalizado enero y, sin embar-go, pasaba hace unos días por la orilla del río y bajo el puente que en Zaragoza llamamos “de Las Fuentes” veo un grupo de gente, en su mayoría jóvenes, armados de tambores y bombos prepa-rando ya la celebración de la Semana Santa que, en Aragón se vive, sobre todo, desde el estruendo de los tambores y bombos que en la madrugada del Viernes Santo atruenan el silencio de la noche durante doce horas seguidas, en lo que aquí llamamos “La Rompida de la hora”, paré el coche y me quedé contemplando a los muchachos, quería que mi mente volara a la “Ruta del tam-bor” del Bajo Aragón turolense, a las tradiciones más puras de la Semana Santa aragonesa. Sin embargo, los tambores que sonaban en mi mente y en mi recuerdo no eran los impresionantes bom-bos calandinos o alcañizanos, sino los de la banda de cornetas y tambores de Cuenca abriendo paso al Jesús de la Borriquilla en las curvas del Peso y Solera…, veía a la Esperanza de Ladrón de Gue-vara saliendo de San Andrés…. veía, recordaba con nostalgia… con una cierta tristeza, mi vivencia profunda de la Semana Santa conquense, porque, desde la distancia y el recuerdo he llegado al profundo convencimiento de que la Semana Santa de Cuenca es, ante todo eso: una vivencia, no se puede contar, hay que vivirla pero sabiendo que se corre el riesgo de que el vivirla marca pro-fundamente al que pensaba haber pasado por allí como un simple espectador impávido, por eso veía yo con nitidez “mi” procesión del Hosanna a las orillas del Ebro, por eso escuchaba perfecta-mente el tambor ronco y la campana que nos llaman a la peniten-cia y a la conversión ante el Cristo de la Vera Cruz que baja por General Santa Coloma a la Puerta de Valencia… Y es que me di cuenta que ya “huele a cera”, huele a cera por el Peso y Solera, por el Salvador, San Antón y los Oblatos, por las curvas del Escardillo y la Audiencia, por Alfonso VIII y la Plaza Mayor, por la Puerta de Valencia y las Torres…. Y este olor llega hasta aquí, hasta las orillas del Ebro y me produce una borrachera de nostalgia, una nostalgia que me hace recordar tantas cosas, tantos momentos… Hay un grupo musical del Pirineo de Huesca que en una de sus canciones dice así: “El recuerdo vuelve tierno hasta el pan duro de ayer” y ese recuerdo me hacía ver, al contemplar aquellos mu-chachos ensayando, al Perdón, al Silencio bajando por Alfonso VIII, oía perfectamente el Miserere de Pradas ante los Oblatos, mientras veía el paso solemne y majestuoso del Jesús del Puente y confundía los redobles aragoneses con el estruendo de los tambo-res roncos y las clarinás desafinadas que en la Madrugá conquense acompañan al evangelista cuando unido a Cristo camina hacia el Calvario por las cuestas de Palafox, el Escardillo, Andrés de

Por Manuel Romanos Genzor

Cabrera, Alfonso VIII… Para ser crucificado “en una cruz de es-pejos” y tras el silencio espeluznante del entierro asistir al triunfo de la Resurrección, en la Plaza de Cánovas donde Cuenca entera resucita, donde el redoble de las campanas y las palomas al aire sobre los guiones de todas las hermandades anuncian el triunfo definitivo del Nazareno simbolizado en la magnífica imagen de Leonardo Martínez Bueno triunfo compartido por la que es Am-paro, protección para todos los hijos de Cuenca que deja en esta mañana de Luz que sea un nazareno de Cuenca quien le quite el luto, aquella que, a lo largo de la semana se ha llamado Esperanza, Amargura, Soledad, Aquella a quién pusieron Angustias, por su cara de pena como nos recordaba José Luis Muñoz en su pregón y que desde el puente de San Antón es Luz de Resurrección para Cuenca y para toda la humanidad.

Recuerdos en mi espíritu que me hacían viajar en el tiempo y comprobar que Cuenca sigue, como decía el poeta del Huécar, “cristalizada en mis amores”, porque contemplando aquel ensayo empecé a veros a todos: A ti, Antonio que me metiste en la sangre el veneno de la Semana Santa, me apuntaste a San Juan y lograste hacer de mí un nazareno de Cuenca, a vosotros, mis nazarenos del Resucitado y la Borriquilla con quienes he compartido tan-tos momentos y tantas vivencias, desde la amargura de suspender una procesión a la valentía (o temeridad) de salir desafiando el tiempo siguiendo la voz decidida de Serna, capataz de banceros del Resucitado, que logró que a la vez que le quitaba el luto a la Virgen, esta quitara el luto del cielo retirando las nubes para dejar paso al sol de la Resurrección sobre la Plaza de Cánovas. Os veo a todos: Alfredo y José Luis Marco que sois mi “guardia personal” en la Procesión del Hosanna, a Jesús Serna, José Ramón “Pelucas”, Javier Hevia, Charly, Cerrillo… os veo a todos desde mi recuerdo aunque no os nombre a todos.

Mientras esto escribo estoy escuchando el San Juan, de Ca-bañas, el Miserere de Pradas, Nuestro Padre Jesús, de Emilio Ce-brián… en fin, todas las marchas que tengo de la Semana Santa de Cuenca, porque recordar es volver a vivir y así revivo desde aquí la experiencia única de nuestra Semana Mayor con un senti-miento encontrado: De ilusión porque espero estar con vosotros para presidir la procesión de la borriquilla, de amargura, porque no podré estar ni en la misa de banceros ni celebrar con vosotros la Resurrección.

De todas maneras, espero abrazaros pronto: El Viernes de Do-lores en San Miguel.

Y es que “ya huele a cera” también en Zaragoza.

Recuerdos y nostalgias

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Alimentación Cuaresmal

Tiempo de Cuaresma. Antesala de Semana Santa. Cuarentena que ha de pasar el creyente para purificarse antes de su celebra-ción máxima. Momento de interiorización, reflexión y afirmación anual de los sentimientos religiosos. Catarsis del pasado y purga-torio de la fe, necesarios para adecentar el espíritu, previos a la comparecencia ante la revelación de la Pasión.

Época también de presentación pública, de exposición en la galería social, apariencia de lo que no se es más, de lo que se es. De exhibición de lo conveniente ante la asamblea. Del blanqueo del sepulcro del cuerpo sin reparar en el del alma: la hipocresía. Ceremonia histriónica de la presunción y la impostura. Bruñido de oropeles y ostentación de vestuarios.

Uno de los aspectos que formalmente más incide en la vida co-tidiana, es lo relativo a la alimentación en este periodo cuaresmal. El camino de la expiación por medio de la privación en la mesa, en una gradación de la penitencia entre el ayuno y la abstinencia; proceso minuciosamente normalizado por la ancestral ley divina.

Texto y fotografías: Juan Carlos Luján Alarcón

Usos y Costumbres en Cuenca

A lo largo de la historia del Cristianismo, los usos y costum-bres en torno a la alimentación han cambiado; evolucionando de forma sincrónica con el devenir temporal, que refleja los cambios y exigencias de la sociedad en cada etapa. Desde la represión insti-tucionalizada en tiempos de integrismo, hasta la permisividad de la tolerancia a regañadientes cuando domina la tendencia laicista. En origen, la Cuaresma, viene a ser el remedo piadoso de la grey cristiana, conmemorando los cuarenta días de ayuno que pasó Jesús en el desier-to, preparándose para la prueba suprema; imitando solidariamente sus padeci-mientos, al tiempo que se realiza una

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introspección espiritual, para afianzarse en la fe, perseverando en su práctica. Del ayuno estricto en el día emblemático de la sema-na, los viernes, del que ha persistido simbólicamente la vigilia de Viernes Santo, se pasa a la abstinencia de la carne –el ayuno siguió siendo opcional-, por ser el alimento más lujoso en su momento, inasequible por otro lado a una parte importante de la población y sólo accesible a las mesas nobles de riqueza garantizada. Después, hasta este sacrificio fue soslayable con el dispendio de las bulas. Así, el pescado toma protagonismo en las costumbres alimenti-cias cuaresmales con doble significado simbólico: como fuente de proteínas que satisface sin vulnerar el precepto de la abstinencia y como imagen esquemática, el pez, seña de identidad desde el cristianismo primitivo.

En principio, el abastecimiento de pescado fresco en las tierras del interior, era problemático y no había más oferta que el pro-ducto de la pesca fluvial; hasta que la demanda inspiró la codicia de los comerciantes y vislumbraron un buen dividendo a costa del fundamento espiritual, aplicándose en el negocio y creando vías comerciales para el pescado cecial o salado desde el remo-to norte, donde se obtenía en abundancia. Así el bacalao vino a ser el tótem de la mesa cuaresmal por antonomasia. Entonces, producto barato, de fácil transporte convencional e imperecedero, por lo que el almacenamiento por largo tiempo, no era ningún problema estructural. A raíz de todas estas ventajas esenciales, ya se tenía asegurada la presencia del bacalao en bruto en la despensa y, ahora, había que estimular la imaginación para dar merecida respuesta culinaria al hallazgo. La necesidad siempre ha sido bue-na consejera en la cocina y la carencia, acicate a la creatividad. De esta forma y con el tiempo, se conformó una cocina exclusiva, nutricionalmente rica, variada en prevención de la monotonía y, tan desarrollada, que trascendió la motivación de su génesis, para asentarse definitivamente por méritos propios, en los recetarios universales.

No cabe duda, que esta cocina del bacalao, comenzó por los guisos, donde tímidamente intervino en pequeñas cantidades como saborizante, dada la insipidez de los ingredientes vegetales integrados en ellos. Al hilo de las primeras incursiones, en los que el bacalao sustituyó a otros productos de origen cárnico, vedados, encontramos en este camino uno de los platos emblemáticos, el Potaje de Cuaresma o Garbanzada; probablemente emparentado con las adafinas judías y los tajines árabes, donde la conjunción de las legumbres –el ancestral garbanzo-, las verduras –la llamativa espinaca- y el bacalao desmenuzado, dan una de las muestras más gráficas de compenetración en la cocina. También son un ejemplo manifiesto, aunque más tardío y ahora casi olvidado, las Patatas en Ajovirón, que incluyen como particularidad, el uso de la espe-

cia mediterránea por excelencia, el azafrán, que aporta su elegante color dorado y aroma distintivo al guiso.

Hay que destacar en este apartado, como plato de fondo, lu-joso y barroco por demás, el Guiso de Viernes Santo; compendio culinario que no se atreven afrontar sino los más duchos y experi-mentados en el arte de la cocina, al que hay que dedicar paciencia y habilidad en partes alícuotas. Cocimiento en una salsa densa y perfumada, a la que no son ajenos el ajo, el pimentón y el pere-jil, y espesada con yema de huevo cocido; donde se incorporan tajadas de bacalao, medios huevos duros, ramilletes de coliflor y alcachofas partidas por la mitad, todo ello previamente rebozado en harina y huevo batido, y frito.

A todos los guisos anteriores, salvo el último, se le dedican las partes menos nobles de la bacalada en rama, porque los lomos se reservan para los segundos platos; tradicionalmente rebozados en harina y huevo y fritos, presentados envueltos en esas delicadas nubes doradas que tan atractivos los hacen. O también, inmersos en la sólida salsa de tomate de color próximo al granate.

Otras legumbres, judías y lentejas principalmente, singulari-zan con su presencia los llamados potajes viudos, empedrados con arroz o ensaladas bien aliñadas, que en compañía de la variedad de verduras, tristemente cocidas, quizá untadas con mahonesa, regadas con multicolores vinagretas o sofritas con ajo, o los insípi-dos hervidos, que cada uno se apaña para ilustrarlos con aditivos que no se salgan de la ley, constituyen la carta de los primeros platos.

Tal vez la dulcería sea la parte del menú cuaresmal más espera-da, ya en fechas cercanas o en la misma Semana Santa. El rito de las mujeres invadiendo los obradores de algunos hornos arcaicos, aún perdura. Galletas, magdalenas, bizcochos y, ya en sus cocinas, rosquillas fritas; dulces con los que invitar a los forasteros de la familia, que vienen atraídos por la nostalgia de la fiesta. Otras recetas de esta apartado, que también se hacen en casa y constitu-yen una buena parte del alma semanasantera, son toda la variedad de torrijas: de leche, de almíbar o vino; a las que se han adheri-do esas otras, fruto de la creatividad desbocada de los cocineros posmodernos, entre las que destaca ese híbrido con sobrecarga genética pasional, resultado de emborracharlas con resoli. Las bo-las de miga de pan sentado, almibaradas, en las que sobresalen los ecos sápidos de la naranja y la canela. Otros dulces, rescoldo de la herencia repostera árabe, el alajú y los pestiños, que pocos se atre-ven a hacer en casa por la complicación técnica, se adquieren en las confiterías y extienden su tipismo a todo el año como postres paradigmáticos de la cocina autóctona, ya plenamente turística.

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OPINIÓN

Tres usos de la cocina nazarena conquense, que si bien han perdido en mayor o menor medida raigambre entre las prácticas actuales, pero que en su momento gozaron de un protagonismo indiscutible en esta época del año.

Las rondas de las cuadrillas de amigos por tabernas y confite-rías para hacer la cata del resoli, cuando en cada establecimiento de este tipo se hacía resoli artesanal y competían entre ellos, en un concurso tácito anual, ante los paladares cualificados de los conquenses. Debido a la dinámica social, la legislación y el celo de las autoridades en su cumplimiento, más un cierto utilitarismo comercial, las tabernas a la antigua usanza, han ido desaparecien-do hasta su extinción, y las confiterías se han visto abocadas a suprimir la ceremonia ritual, que hoy en día sólo ha quedado en la memoria.

Otra de esas costumbres, se basaba en la necesidad de reponer fuerzas en medio del esfuerzo procesional, materializándose en las meriendas y almuerzos que se convocaban en el intermedio de los desfiles; el más significativo y celebrado era el realizado por los banceros y el público en general, durante el descanso de la procesión “Camino del Calvario” en los aledaños de la Pla-za Mayor. En tarteras, bocadillos o grandes hogazas comunales, subían las asistencias los alimentos cuaresmales primorosamente condimentados para tan señalado momento. La selección de los más fácilmente transportables, constaba de los bacalaos, rebozado y con tomate, escabeches, pistos y pimientos fritos; las tortillas de patata y escabeche, los huevos cocidos, queso... Mas, esta activi-dad, está en franca decadencia como consecuencia de la premura por adelantar la bajada y cumplir el horario sin un retraso escan-daloso. La institucionalización de esta tradición tuvo su cenit, en la creación de la Hermandad del Santo Almuerzo, que hizo de este uso, un asunto de vital importancia para sus integrantes, que lo extendieron a lo largo del año, normalizándolo con rango de ley consuetudinaria.

Las cenas de banceros y el gasto de los Hermanos Mayores, es la única tradición que permanece incólume de esta tríada, man-teniendo su vigencia. Las primeras se siguen celebrando en fecha y hora señaladas por las directivas de las hermandades, con menú fijo de judías con chorizo y oreja, y chuletas asadas. El segundo, varía según la hermandad de que se trate; el más extendido, tiene lugar al final del recorrido, cuando el santo ha quedado ya guar-dado en su ubicación habitual en esos días, en recintos anejos o más alejados ya convenidos de antemano, y consta de un refrigerio para los hermanos, especialmente para los más esforzados que han cargado con las andas, consistente en los dulces típicos regados con zurra y resoli. Otros pagan el bocadillo, el vino y la cerveza

del entreacto y, los más rumbosos, invitan a cenar a los que han participado en la puesta en andas, una vez ésta ejecutada. El gasto más famoso, por su vinculación con el momento más llamativo y controvertido de la Semana Santa de Cuenca, es el que los Herma-nos Mayores del “Jesús de la Seis” dan a las Turbas en la madruga-da del Viernes Santo, justo antes de la salida de El Salvador.

Como broche a esta pequeña síntesis de la gastronomía naza-rena conquense, hablaremos de su producto más difundido y que caracteriza esta celebración allende las fronteras, unido insepara-blemente a su Semana Santa como símbolo de la parte pagana de la fiesta: el resoli.

Con unos orígenes perdidos entre las brumas del pasado, tan inciertos como convenientes a la hora de envolver con un halo de misterio a bebida tan singular. Se le puede relacionar con los roso-lis o rosolios renacentistas toscanos, bautizados así en referencia a los pétalos de rosa que les daban su fragancia característica; tan apreciados, que llegaron hasta la corte del Rey Sol. Son licores muy dulces, con base alcohólica de aguardiente blanco, aromati-zados con los citados pétalos, frutas, hierbas y especias en princi-pio, que cuando llegan a la práctica popular, se alteran en sus in-gredientes atendiendo a la adaptación a los elementos disponibles habituales en cada zona; sufriendo mutaciones que los llevan a ser irreconocibles al compararlos con el original, cuando se desata esa creatividad fantástica que imponen las circunstancias, muchas veces desaforada y, conservando únicamente un aire de familia en la técnica de la elaboración y el nombre, apenas alterado.

Así, ya no hablamos de un solo resoli fruto de una receta con-vencional absoluta, hablamos de tantos resolis como elaboradores afrontan el acto alquímico, donde cada uno da su toque personal en el ajuste de cantidades, selección de saborizantes, los grados de dulzor y alcohólico... Encontramos pues, resolis de muy distinta factura, que dan resultados estéticos diferentes: desde el muy den-so hasta el ligero; del dulzor empalagoso a la acritud de las hierbas sin disfraz; del opaco al traslúcido; del que predomina el sabor de un ingrediente al equilibrado, armónico en el que participan to-dos sin destacar; del bravamente alcohólico para paladares recios al tenue, pensado para frágiles damiselas.

La receta base, el resoli más fiel a su esencia, con los ingre-dientes más elementales, parte de un caramelo disuelto en agua perfumada con canela en rama y peladura de naranja, azucarado con la misma cantidad usada en el caramelo; donde se realiza un cocimiento de café a la antigua usanza, de pucherillo. Macerado y filtrado antes de la adicción del aguardiente preciso, ya en frío, según la fortaleza que se desee.

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OPINIÓN

El Jueves Santo del presente año se cumple el 40o aniversario del estreno de las imágenes del Paso del Huerto de San Antón, obra del insigne escultor D. Federico Coullaut-Valera Mendigutía. Fue a mediados de los años sesenta del siglo pasado, después de ser desechada la idea de reformar el antiguo paso, cuando nació con fuerza la iniciativa de dotar de nuevas tallas a la Hermandad; la cual, estaba representada ante la Junta de Cofradías por D. Maxi-miliano López Llandres (mi padre). Él defendió el proyecto con una enérgica actuación () ante la Junta, consiguiendo que el traba-jo se encargara definitivamente al mencionado escultor, que tenía una brillante y extensa trayectoria artística en su haber y era muy querido en Cuenca, por la calidad de sus trabajos de imaginería para nuestra Semana Santa. El coste de la operación fue a cargo del Excmo. Ayuntamiento de Cuenca.

Después de formalizarse el encargo, D. Federico viajó a Cuen-ca para conocer el “paso” antiguo y algún otro dato de su interés acerca de la Hermandad, tras lo cual comenzó inmediatamente a trabajar con los bocetos de las futuras imágenes en su estudio que, en aquella época, tenía en la calle Ayala de Madrid (dos años más tarde se trasladó definitivamente a la hermosa villa, que pertene-ciera a su padre, en la Granja de San Ildefonso).

Por Julián López Hernáiz

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A partir de ese momento, a comienzos del año 1966, y hasta el estreno del “paso”, el Jueves Santo de 1967, tuve el privilegio de con-templar la evolución de los trabajos en el grupo escultórico, en las tres o cuatro ocasiones en que asistí al taller del laureado maestro, acom-pañando a mi padre o por delegación suya. Tenía entonces dieciocho años y comenzaba mi andadura universitaria y laboral en Madrid. Las sensaciones que viví y sentí, durante ese período, pertenecen a la par-te más preciada de mi memoria y, por eso, quiero traerlas a colación.

Mi primera visita al taller, en otoño de 1966, fue para ver los modelos de las imágenes en escayola. Recuerdo que el local era am-plio (ocupaba la planta baja del edificio) y bien iluminado, y que entre restos de barro y escayola, tallas en madera y alguna estatua de bronce, en un lugar destacado, estaban las hermosas imágenes de nuestro Señor arrodillado, en actitud resignada, y del Ángel oferen-te. Entonces ya me parecieron bellas las figuras de escayola; así que, pude imaginar el grado de perfección que tendría el resultado final, en madera policromada.

Mientras tanto, ya se había comenzado con la construcción de las nuevas andas, trabajo que se había encomendado a dos excelentes artesanos conquenses, los hermanos Pérez del Moral. Precisamente, para informar al escultor sobre las dimensiones de las andas (con-dicionadas como estaban por las estrechas calles de Cuenca), por si pudieran afectar al emplazamiento de las imágenes, me desplacé por segunda vez a su estudio (creo recordar que fue antes de Navidad). Para entonces, la talla en madera de la imagen de nuestro Señor estaba terminada (sin policromía) y la del Ángel bastante avanzada; en am-bos casos pude apreciar la enorme creatividad del artista.

El compromiso del escultor era tener listas las imágenes para su estreno en la Semana Santa de 1967 y, aunque no había motivos para pensar lo contrario, lo cierto es que el tiempo, más que correr, volaba. Faltaban cuatro meses escasos para tan esperada fecha y la preocupa-ción por llegar a tiempo crecía; así que, aprovechando que tenía que entregar a D. Federico un suéter que había olvidado en su último viaje a Cuenca, lo llamé al taller para concertar mi visita. Al cabo de unos días, pude comprobar que el Ángel ya estaba totalmente terminado; estuvo muy amable conmigo, como de costumbre, y cuando nos des-pedíamos, me dijo sonriéndome: “Dile a mi amigo Maximiliano que no se preocupe, que tendréis a punto las imágenes para el próximo Jueves Santo”. Me fui un poco sonrojado, porque pensé que mi pre-sencia en el estudio podía haber sido impertinente, pero muy conten-to por el mensaje de tranquilidad que me había transmitido.

Finalmente, en la Cuaresma de 1967, pude contemplar las dos imágenes ya totalmente policromadas y listas para ser llevadas a Cuenca, con tiempo de sobra para ponerlas en andas, a las que sólo faltaban los últimos retoques. En su estado definitivo, reconocí en el rostro de Jesús algunos rasgos muy parecidos a los de otras tallas del mismo autor, que ya llevaban años desfilando en nuestra Semana Santa, especialmente la del Ecce-Homo de San Miguel. En cuanto al Ángel, comprendí al verlo el por qué de las “discusiones bizantinas” sobre el sexo de los ángeles, ya que su aspecto era indefinido; no se podía decir que era femenino, pero lo parecía. Con todo, la descrip-ción más pintoresca la oí un tiempo después, en las calles de Cuenca: “Parece un vietnamita”; la verdad es que, quien lo dijo, no andaba desencaminado, pues tiene facciones orientales; o, simplemente, qui-so ser muy original poniendo un “toque” de actualidad. En cualquier caso: ¡Era una talla muy hermosa!

Una vez en Cuenca, las imágenes causaron un gran impacto, no sólo en el seno de la Hermandad, sino también entre el público en general. La opinión más extendida era la de que, en poco tiempo, una vez perdida la referencia del “paso” antiguo, pasarían a ser una de las tallas más representativas de la Semana Santa de Cuenca. ¡Y así ha sido!

Olvidaba decir que en medio de todo el trajín, discretamente, el hermano D. Pedro García, hábil herrero, se había encargado de labrar los cuatro grupos de luz, en hierro forjado, que adornarían las andas. Amigo inseparable de mi padre, aprendió tan noble oficio junto a él, siendo ambos adolescentes, en la fragua de mi bisabuelo paterno. Tam-bién tenían en común su otra ascendencia, la hortelana.

Antes de concluir, quiero evocar el recuerdo personal que tengo de D. Federico Coullaut-Valera. Podría tener cerca de sesenta años cuan-do yo lo conocí, en la época mencionada y, aunque mi trato con él se limitó a breves conversaciones en su estudio, llegué a la conclusión de que era un hombre muy sencillo (virtud que adorna a los sabios), extraordinariamente humano y de gran humildad; en una ocasión le oí decir de sí mismo, sin amargura, que siempre había vivido del en-cargo y que, por ello, no tenía obra propia. Vuelvo a insistir en la gran amabilidad que me dispensó, y he de añadir que sentía un gran respeto por su persona y una gran admiración por el artista.

Sólo me queda decir que, de aquel Jueves Santo del año 1967 con-servo varios recuerdos:

Primero, y principal, que aquél día el “orinalete de Jábaga” no hizo de las “suyas”, como en otras ocasiones (algunas bien recientes); hizo un tiempo espléndido, como tenía que ser, según el antiguo refrán popular: Tres jueves hay en el año....

Tuve el honor de llevar a hombros el nuevo “paso”, ya que, mi padre me obsequió con un banzo, en premio a mi labor de delegado; por cierto, nunca le agradecí lo suficiente el gesto que tuvo conmigo mi pariente, D. José Castellanos Frías (hoy en día, el hermano no 1 de la Cofradía) cuando me relevó en la Puerta de Valencia (yo era muy alto y ya llevaba una buena “paliza”, a esas alturas de la Procesión). ¡Gracias, de nuevo, querido Pepe!

Y, lo más importante: Aquella tarde pude ver la satisfacción refle-jada en los curtidos rostros de los viejos hortelanos.

Nota final:

Tenemos que empezar a pensar en el 50º aniversario y desde aquí animo a la Hermandad para que aporte todo aquello que crea oportuno (fotos, documentos, ideas, etc.) para contribuir a su bri-llantez. Por mi parte, quiero manifestar algo que está en el ánimo de todos: Conseguir que en la Procesión de Jueves Santo de 2017 pueda desfilar el “paso” antiguo junto con el actual; sería muy emotivo. Hasta entonces, ¡que Dios nos de salud a todos!

Jueves Santo de 1967. A mi lado: mi padre, Pedro García y su sobrino, Marcelino. Fotografía: Julián López Hernáiz

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OPINIÓN

A los artesanos de la Semana SantaTexto y fotografías: Rafael Redondo Moya

Quiero que este artículo sirva de homenaje a los hom-bres y mujeres nazarenos, la gran mayoría anónimos, que por sus diversos oficios han trabajado y trabajan por y para la Semana Santa “la de Cuenca”.

Unos han sido y son conocidos por sus trabajos, otros no tanto, y de algunos ni siquiera sabemos sus nombres. Pero a todos les mueve su Pasión y su Fe por nuestra Se-mana Santa y, cabe destacar que lo que menos importa es el tema económico, aunque todo cuenta.

Citaré a algunos de nuestros artesanos por ser con los que más he convivido y sigo haciendo:

Esteban Soria Benito y sus hijos Juan José y Javier, carpinteros y amigos personales del que suscribe. Esteban en su taller de “Los Moralejos” ha dedicado horas y horas a sus cruces, palos de tulipa, horquillas y andas; nazare-no: muchos años bancero y jefe de banceros de la Virgen de las Angustias.

Fernando Soria Higueras, en su viejo taller familiar de la calle Diego Jiménez, dónde guardaba la lista de las ba-terías que llevaban todos los pasos. Han sido treinta años luciendo imágenes; un nazareno, bancero y esta Semana Santa 2007, Hermano Mayor de la Soledad del Puente.

Maribel Rubio Olivares, esposa y madre de nazare-nos. Noches sin dormir para poder acabar los encargos de las hermandades: capuces para la hermandad de San Juan Evangelista, capas para la Virgen de las Angustias, etc… Cabe destacar que en el primer desfile de la Hermandad de la Santa Cena uniformó al escultor Octavio Vicent (q.e.p.d.), de la hermandad que su esposo Miguel Segovia (q.e.p.d.) era el secretario.

Miguel Ángel Quejido Ávila, transportista: puestas y quitadas de andas, traslados, esperas,…La noche de Miér-coles Santo recorre la parte alta de la ciudad junto con su hermano en sus dos camiones; San Pedro y Ecce Homo vuelven a su iglesia. Un nazareno y bancero de la Santa Cena.

Quisiera contar el porqué del artículo y mi perma-nencia en este grupo. Soy herrero, cerrajero y cofrade de siete de las hermandades participantes en nuestra Sema-na Grande.

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Hace cerca de treinta años desarrollaba mi trabajo en un taller de carrocerías de vehículos industriales, el taller de Pablo. Tenía-mos una amistad laboral con Luis Zafra Pérez y fue él quien me apuntó a la hermandad “del Resucitado”, y allí empezamos, con José Luis Marco, arreglando horquillas. No podíamos encontrar sesenta: veinte para el Domingo de Ramos y cuarenta para del de Resurrección. Pasaban del primero al segundo, enderezábamos las que se podían, pintábamos los palos y después junto con Ma-nuel García (q.e.p.d.), “Manolo”, colocaríamos abarcones nuevos a las andas de San Juan y la Virgen, compradas en un principio para la Virgen del Amparo. No cobrábamos nada por los trabajos realizados y luego José Luis invitaba a una cerveza (recuerdo el resfriado de Manolo trabajando en el mes de Febrero en la calle del Polígono).

Después, a través de la Semana Santa se afianza la amistad con Juanjo Soria. Comenzamos a realizar trabajos en equipo con su padre Esteban y su hermano Javi para algunas hermandades, como si de una sociedad se tratase, sin tener nada de por me-dio más que una gran amistad, que empezó en las hermandades. Nuestros trabajos consistían en: horquillas de todas las formas y clases, abarcones, mesas metálicas, acoplamientos, soportes, es-tructuras para andas…Virgen de las Angustias, Soledad del Puen-te, Cristo de la Agonía…y en varios pueblos, destacando las de Mota del Cuervo.

El año del jubileo (2000) la comisión nos encargó el montaje y traslado de andas e imágenes junto a la compañía de trasportes. Varios viajes con Juanjo a Sisante, trabajando en diferentes sitios y a horas imprevisibles; pero aquella experiencia mereció la pena, dejamos el listón alto, todo estuvo perfecto.

En la actualidad regento un taller de cerrajería y forja junto con mi hijo. Nunca faltan horquillas que arreglar de un año para otro y pasada la Navidad no hay día que no reciba la visita de alguien vinculado con la Semana Santa para encargar o arreglar algo. Du-rante la Cuaresma el taller pasa a ser totalmente semanasantero: horquillas en las paredes, carros para hacer o para cambiar ruedas, abarcones y algún año hasta andas completas.

Recuerdo dos anécdotas diferentes:

Faltaban quince días para Semana Santa, cuando Pepe López Moya y Pedro Paños querían preparar un artilugio metálico para el camping gas, que mantendría el chocolate caliente de después de la procesión de Miércoles Santo, y finalmente lo hicimos fun-cionar.

El segundo, ocurría con más tiempo de antelación pero no sin menos trabajo. José Luis Marco me encarga una especie de mim-brera metálica para el manto de la Virgen del Amparo. Recuerdo sus palabras: “hacer esto solo lo puede hacer quien entienda y sepa de lo que va”, y en aquello llevaba razón, lo conseguimos.

En fin, este ha sido mi relato y mi pequeño homenaje a mis compañeros y compañeras. Tengo que decir que los principales clientes de mi taller fuera del ámbito de Semana Santa son amigos, todos ellos vinculados a distintas hermandades.

Personalmente, intento no perder la tradición de trabajar por y para la Semana Santa, ayudado principalmente de mis dos hijos: el mayor que comparte mi trabajo, lo vive y le gusta; y el pequeño que aunque no vive de ello colabora y ayuda en su tiempo libre.

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OPINIÓN

… Y la imagen, en baldosa viva,

como testigo de nuestra

Semana Santa

En el discurrir del tiempo, la vida cambia, las costumbres modifican actitudes de rigor, las personas inventan hábitos y la sociedad infunde diferentes atmósferas entre el sentimien-to del alma impregnada de dolor y el bullicio de la alegría pasajera y desbordante. Pero, entre el cambio a veces poco deseado hay elementos que quedan inermes en ese devenir forzoso porque Cuenca es inefable como un misterio, como un dogma y sigue ahí, erguida siempre en su ilustre solar con una piel desafiante.

Esa piel, delicada a veces, en un ancho despliegue de sus piedras fantasmales como retablos alucinantes de seres impo-sibles se abre en flujos y reflujos, ofreciendo sorpresas adap-tadas perfectamente a su tradicional estética. Así sucede en nuestra Semana de Pasión. Porque un paisaje que parece haber enloquecido razonablemente nos ayuda a crear una nueva es-tética a su paso, un nuevo aporte de naturalidad sentimental del nazareno conquense.

Así, vemos claramente como la estética de la Semana San-ta conquense corresponde exactamente a su ética, ya que su exterioridad coincide tan justa y plenamente a su interioridad. Abre su escenario con toques de distinción artística, a veces con tanta humildad que pudiera pasar desapercibido, pero sir-ven para ayudar a comprender el profundo monumento de la naturaleza a la realidad espiritual de sus hombres. Ahora, se abre el peso de la fisonomía callejera.

Por Miguel Romero Sáiz. Director de la UNED

... a todos los artistas conquenses

Y por las calles de esta ciudad,

por las plazoletas más humildes,

por las cuestas más empinadas,

entre el crujir de los banzos

y el golpear de las horquillas,

entre el olor de la cera y del incienso

se oye el rumor de sus gentes,

como una canción doliente,

…es la Cuenca de la Pasión.

Ahora, quieren dejar su recuerdo en el destello de ese pasear, entre los paredones de fachadas familiares, algunas milenarias, en las córcovas de su misterio, en el resurgir del giro procesional, al lado de una u otra farola, en el credo de la roca. Cualquier lugar es ideal para el sentimiento.

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Centenarios, recuerdos imborrables, aniversarios del senti-miento, artistas del barro, del bronce, de la piedra y de la cerá-mica. Cuenca, tierra de alfareros, excelentes canteros y creadores intensos plasman ese dolor con la destreza del viento y la luz del amplio cielo de Cuenca. En los rincones, calles y callejas, plazue-las de encanto...

Calles, casas o rincones de fuerte sentimiento, movidos por la devoción o guiados por intensos motivos sirven de soporte para el artista. Casa de los Carretero, recuerdo del gran cofrade desapa-recido, lugar de culto y guarda de enseres, ofrecimiento del Her-mano Mayor, donación elevada, calle del gremio que la formó, tal cual los herreros, los hortelanos, los carpinteros, acceso a sus iglesias, homenaje del ceramista, etc, cualquiera de ellos y otros, sirven de bella excusa para su homenaje.

En esa procesión que bien llaman “del Perdón”, Martes Santo, momento en el que brilla esplendoroso el amor a Cristo y apuntan los colores verdes, amarillos, morados y blancos de los cofrades y todo vibra al conjuro de las trompetas heráldicas que anuncian la proximidad del Precursor. Por eso, ese San Juan Bautista, con su índice apuntando a las estrellas y señalando el camino está bella-mente plasmado en esa Plaza, en bronce ardiente, que le recibe de llegada en su solemne y aclamado ascenso en baile nocturno hacia su casa del Salvador.

O ese otro a emblema vuelto, en recuerdo de cofrades que desde el cielo advierten y siguen fieles al compromiso semanasan-

tero, en la calle de Alfonso VIII a mitad de camino y un poco más arriba de lo que dignamente será la Casa de nuestra Semana Santa, Museo vivo. Ahí, al giro del Peso y cuando asciende al sonido de sus trompetas de llamada,

Llega otra noche, la del Miércoles. En ella brillan los colores nazarenos y todo empieza a hacerse realidad. ¡Silencio¡¡Silencio¡, santo y seña de las Cofradías en la procesión que lleva su nombre. Hay demasiada calma entre el gentío, hay solemnidad en cada momento de su paso, de su innegable marcha.

Es una procesión de brillo y silencio, de reflexión y amargura, de cántico y llanto en la cara de Cristo. En la calle del Peso, al lado de San Andrés un ladrillo marca la solemnidad de su aniversario: I Centenario de la procesión del Silencio.

Cristo resignado mientras la luna de Cuenca se envuelve en una gasa de misterio y unos reflejos de luz rojiza que tiembla entre los arbustos alineados del monte. Judas y Cristo resignado ante el engaño. Realismo en la procesión ante ese lento caminar con la luna llena iluminando el rostro del Nazareno. Cuenca vive el silencio desde la altura y en la Puerta de Valencia, frente al con-vento de las Madres Concepcionista el ladrillo, sencillo y sin ins-cripción, lo deja tan reflejado como su canto.

Esa imagen sencilla de humilde hechura que sirve de reflejo de un momento bíblico. En ladrillo sin más detalle que el momento de inflexión, en una Puerta de Valencia, rincón de hortelanos del Huécar, teñidores y hacedores de forja con reflejo en cerámica de

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OPINIÓN

ese paso creado por Enrique Arévalo y luego como Prendimiento de Luis Marco Pérez y Jesús en el Pretorio del escultor Javier Ba-rrios. Bella muestra del Beso de Judas.

Y es en la tozudez de San Pedro que primero niega y luego llora:

“Aunque todos se escandalicen de Ti, yo nunca me escandalizaré”.

Calle de la nobleza conquense de aquellos siglos XVI y XVII. Calle empinada llena de blasones impertérritos que reciben el tin-tineo de las tulipas y el sonido estremecedor de las horquillas.

Y casi, en la continuidad del misterio, ¡otra vez el silencio¡, Cristo de pie, sólo, indefenso y maniatado, con ojos sin brillo, como sin fuerza para mirar a las nubes, empujado por la burla ante el Sumo Sacerdote del Sanedrín. El público queda perplejo ante su mirada triste, se enmudece de pasión, adula la esencia de su sacrificio y en esa anteplaza, casi bajo los arcos del Ayuntamiento y al lado de la gran Plaza Mayor, núcleo de historia y pasión, se eleva el barro en bella imagen del Ecce Homo de San Miguel.

Al final, otra Virgen. ¡Cuántas tiene Cuenca¡. Entre un silen-cio de ángeles, tímido y sentimental, viene a cerrar esa Madre de la Amargura. Esa Virgen apoyada en sus lágrimas, roto casi el silen-cio por el misticismo de su mirada y al lado, un ángel rezando su misericordia. Cierra la calle, la procesión, la llegada, el perdón…

La obra de Marco Pérez queda reflejada en ese lugar de refugio y oración, en la Plaza del Salvador, entre esa calle que encubre el dolor y el sentimiento de una Pasión cruda y real.

“No llores desde la altura,

que las lágrimas que lloras

son clavos de tu hermosura

y hacen amargas tus horas,

María de la Amargura.”

Pasó el miércoles y la quietud de campanas y el misticismo penetrante reina en Cuenca en la hora de la cumbre del Jueves Santo, cuando las cofradías se arremolinan en la rinconada del puente que más sabe de “avemarías” -como diría Ángel Martínez Soriano- . Ese Jueves de Pasión es de “Paz y Caridad” como día de luz y fuego, día de amor fraterno en ese compendio de amor y generosidad tan deseada.

Ahí queda ese Padre Jesús orando en el Huerto, suplicante, envuelto en la piedad de los hortelanos de las riberas de nuestros ríos. Esa Hermandad que como primera presidida por mujeres se enebra en esa talla de Coullat Valera como ideario de creencia pro-funda. Calle de Alonso de Ojeda, conquistador de tierras allende los mares, ahora sublime en espera de su llegada.

Luego, cubierto de mofa y escarnio, en el santo paso de Jesús con la Caña y su homenaje luce frente a la bella iglesia de la Vir-gen de la Luz en ese San Antón humilde como barrio y solemne como entorno que flaquea el propio río Júcar en su paso.

Y desde su templo, asido, acongojado y desfallecido, abruma-do por el peso de la Cruz, sin Cirineo, como queriendo sus cofra-des ser soporte y apoyo del dolor del Nazareno en su paso por las calles de Cuenca. Ese Jesús Nazareno del Puente. Llega arriba, al final casi de esa calle histórica de Alfonso VIII, hecho en bronce para mantener la eternidad y brilla en su oscura sencillez cerca ya de esos arcos ya citados que sirven de antesala a su catedral más anglosajona que gótica y queda como emblema de su Cofradía y de su sentimiento.

Formando parte de la Archicofradía de Paz y Caridad y desde 1940 con esa escultura de Tomás Márquez. Ahora realza su figura en el deambular de esa calle que asciende hacia el pórtico de una catedral inmensa.

Cerrando, en ese caminar silencioso, esa excelsa imagen que todos veneran como la Soledad del Puente, excelente talla de Luis Marco Pérez y que durmiese en San Roque y ahora lo hace en el Salvador.

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Nuestra Señora marca en su expresión la dulzura y el sufri-miento en bellísimas andas que la sostienen bajo el cielo de una Cuenca que clama por la Pasión.

Ahora llega la otra procesión tan esperada, esa que llaman “del Camino del Calvario”, la que ruge en llamada sin retorno, la del grito ensordecedor y desesperado, desgarrándose en demasiados murmullos incontrolados que no reciben perdón de Cristo por su impaciencia. En ese alba que deslumbra a pesar de la noche cerra-da, en ese amanecer que no llega, en ese preámbulo del desatino más religioso, tiemblan las estrellas y desde el portón, bello y bien cincelado por la mano del artista Zapata, se espera el atrueno de las “Turbas” impacientes cuando la tibia luz amarillenta se despa-rrama perezosamente en la ciudad.

En su compañía y sin que Cristo deje su rumbo hacia la muer-te, un San Juan bello, erguido, en ese momento en que el rictus de amargura del semblante del Apóstol parece predecir el suceso que ha de llegar. San Juan desciende mayestáticamente con su figura etérea, nimbada de gloria, remontándose, como su propia palabra, sobre las nubes que le sirven de dosel y rompiendo la admiración de las gentes que le aclaman y piropean a su paso.

Ese esbelto talle que también refleja la de la Plaza del Salvador, encubierta en ese rincón de encuentros semanasanteros.

Y hay otra, llamada brevemente “en el Calvario” cuando ya las turbas apagan difícilmente sus ecos y cuando se vive la íntima proximidad de la carne magullada de Cristo en la Cruz. Es esa hora central del Viernes Santo cuando el espíritu siente la emo-ción indefinible de lo irremediable y eterno. No hace mucho se conmemoraba su Centenario y así quedaba en esa calle del Peso.

La Cruz rutilante. La cruz que es perdón, que es agonía, que refleja con espejos su profunda pasión, que nos marca ese Des-cendimiento en el más lúgubre de los momentos. Cristo que es luz para las almas vacías, Cristo muriendo entre espejos, Cristo crucificado en luna fría y sobre frío cristal crucificado.

En esa calle Alfonso VIII queda reflejada la agonía.

Cristo de la Luz, arrastrado solemnemente desde el siglo XVII y ahora elevado sobre los capuces amarillos de ocre dorado que lo ensalzan y arropan entre sus corazones.

Y desde esa Agonía rutilante, se llega a ese Descendimiento en la calle del Peso, bellamente engalanada para el momento. ¡Artis-tas que funden su pasión en sentimiento bordado a tinta y pluma, a fuego y barro¡

En las puertas de San Esteban, en piedra de buen cantero, un Centenario.

O esa Virgen, en la Soledad más angustiada, en el sentir de cada momento profundo, en su majestuosidad intacta, la Soledad de San Agustín.

Y ya llega la noche de angustia, la noche que ha tendido su velo, con estrellas elevando la altura de la ciudad que empieza a vivir sus últimas horas más solemnes de ese Viernes Santo silen-cioso. La Virgen, la Señora, la que espera paciente en su hogar, la que espera en su aflicción, desgranando oraciones y ayudando a cantar al poeta:

“No recuerdas las horas

que a los pies de la Cruz, Virgen del alma,

volaron por Ti desagarradotas;

no vibre ya tu dolor el rayo:

no ya, con delirante desvarío

ni entre las penas del fatal desmayo,

como aurora dulcísimo de Mayo,

viertan tus ojos celestial rocío.”

Hermandad de Esclavos de Nuestra Santa Madre de las An-gustias. Constituida en abril de 1925, ha tenido tallas de Marqués, Salzillo, Enrique Cuartero y desde 1942 la del escultor conquense Luis Marco Pérez. Bella, sentida, Madre de Cuenca, Madre de to-dos, Señora y Dueña de cada hermano que sufre esa Semana de Pasión en una Cuenca elevada, sobrecogedora y mística.

Domingo de Resurrección, momento álgido y rebosante de alegría. ¡¡Cristo ha resucitado en las calles de Cuenca¡¡. Las ho-ces se visten de blanco, los chopos de la ribera realzan su esbelta figura, los pájaros trinan bajo el puente de San pablo, ¡Cristo ha resucitado¡

Desde su primera Junta allá por enero de 1954 y tras incerti-dumbres y avatares volvió a renacer tras 1973 y desde ese culto en la iglesia de Santa Ana, asciende brillante en su recorrido y bello en su presencia: Nuestro Padre Jesús Resucitado.

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Como decíamos ayer…Por Adrián López Álvarez

Era el mes de abril de hace tan solo un año, y los nazarenos y nazarenas de Cuenca nos disponíamos a celebrar nuevamente el siempre renovado y eternamente antiguo Misterio de la Pasión. A las preocupaciones reales y ficticias, las que jalonan todos los años el camino de las cenas, comidas y demás reuniones de Cuaresma, a los distintos quehaceres cofrades que marcan el púrpura calen-dario de nuestra espera; a todas estas incidencias se sumaba la sen-sación inevitable que en nosotros surge cuando se acerca la fecha. La pregunta, casi nunca expresada más que en un susurro, no vaya a ser que al decirlo en alto se cumplan los temores que esconde, de si saldrá todo bien. En ese momento no pensábamos que iba a ser una Semana Santa brillante, como al final resultó. Ahora, es justo que todos los cofrades nos felicitemos por ella, y por haber forma-do parte de este grandioso acontecimiento que, una vez más, ha sabido aunar el golpe de horquilla de miles de almas.

Siguiendo la senda que nos retorna a la calma chicha del estío, donde la insaciable sed de cera y de madero que todos llevamos dentro nos impulsa a veces a revisar que cada cosa está en su sitio, llegamos de nuevo a los días de nuestra transformación. La apo-teosis de la esencia íntima de Cuenca se va bosquejando en las aguas del Júcar y el Huecar, las fuentes hermanas que abrazan el cogollo sentimental de nuestra urbe. La anodina faz de cada calle parece transmutarse y muchos creemos oír el eco de un tambor que se acerca entre palmas, como el primer redoble del Domingo de Ramos. En ese aroma inconfundible que se respira cuando ya es noche cerrada, se diría que es posible olfatear la cera, o el in-cienso impregnando el aire. Así irá pasando la Cuaresma, y nos adentraremos de nuevo en nuestra Semana Grande.

Hace doce meses el debate era largo y enconado acerca del cambio de recorrido del Jueves Santo, que finalmente resultó exitoso para quienes, en último término, eran los auténticos im-plicados en el mismo: la Archicofradía de Paz y Caridad y sus Hermandades integrantes. En ese momento se puso en tela de juicio el trabajo de la Junta de Cofradías y, en un ejercicio de opinión a veces tan encomiable como poco medido, se desató una discusión que parecía incendiaria y que al final acabó resultando estéril. Y si entonces era éste el foco de disputa más importante de la comunidad nazarena, este año hemos regresado por cauces similares en una nueva reedición de aquel. Como no podría ser de otra forma, y también como habrán intuido los lectores y las lectoras de estas líneas, me estoy refiriendo al polémico Museo de la Semana Santa de Cuenca. Los intersticios de este nuevo teatro de operaciones donde se han encontrado opiniones divergentes de la Cuenca Nazarena no nos incumben en este momento. Pero sí debemos reflexionar sobre el mismo, por cuanto demuestra la desunión interna y la falta de coordinación en el seno de la gran Hermandad que formamos todos los cofrades.

Capeados otros temporales más agitados que ya son solo parte de la memoria cercana, no conseguimos librarnos sin embargo de la permanente sombra que parece haberse posado sobre la tan traí-da y llevada salud de nuestra celebración. El Museo es solamente otra coyuntura más de este escollo fundamental al que deberíamos enfrentarnos de una vez por todas, a fin de superarlo definitiva-mente. Por supuesto, la diversidad de opiniones no es dañina para ninguna comunidad, pues de hecho es deseable por configurarse como el constructivo motor de toda forma de mejora. Pero noso-tros vamos más allá, y nos mantenemos en una honda desunión que deberíamos reconsiderar severamente. Porque en definitiva, la Junta de Cofradías estuvo cimentada por los esfuerzos de mu-chos nazarenos conquenses que quisieron hacer de ella un punto de encuentro de todas las Hermandades de Cuenca, y esa es la idea que debe prevalecer por encima de los hechos transitorios. Sin embargo, parece instalada desde hace algún tiempo la imagen opuesta; esto es, la que interpreta que la Junta, como institución, es algo distinto a las Cofradías que son su espina dorsal y a las que en definitiva representa.

Por mi parte, prefiero hacer hincapié en la cara positiva de cuanto estamos iniciando en este histórico año 2007. En primer lugar, el Museo constituye la culminación de una larga cadena que va a cerrarse cuando se abran las puertas del edificio de la calle Alfonso VIII, y que no comenzó con las gestiones para su realización. El origen de esta intrincada senda debemos buscarlo en las ideas e ilusiones que llevan hondeando muchos años en las mentes de algunos comprometidos y activos miembros de nuestras filas. Esos anhelos se ven ahora plasmados, y lo que aquellas personas veían como un futuro lejano, es ahora un emocionante presente. Al menos, en nuestras manos está que así sea. En segundo lugar, nos ofrece la posibilidad de tener un punto de encuentro, un lugar de reconciliación y de regenera-ción donde dejemos aparcadas las rencillas. Y, dicho sea de paso, una herramienta fundamental para conocernos mejor y darnos mejor a conocer. La opinión de que alguna de las insistentes dificultades que hipoteca el futuro de los desfiles procesionales está ocasionada por la deficiente publicidad que en algún mo-mento se hizo de nuestras costumbres es casi unánime. ¿Qué mejor ocasión para mostrar a quienes quieran acercarse la au-téntica grandeza y dimensión de la Semana Santa de Cuenca? Puede que sea el momento de dar este paso adelante, asumir que estamos ante un momento crucial y que, más que nunca, debe-mos esforzarnos por seguir avanzando juntos hacia un futuro reluciente y esperanzador. Quizás sea la hora de asumir que las diferencias deben ser salvadas mediante el acuerdo y el diálogo, y que lo mejor para toda la comunidad nazarena es mantener un bloque bien construido.

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OPINIÓN

Cambiando de tema, aunque sin apartarme de la línea que seguía, me gustaría presentar a toda la comunidad naza-rena de Cuenca un colectivo recién nacido, pero que aglutina en su seno grandes proyectos e ideas renovadas. Me refiero a la Asociación Cultural Capuces de Cuenca, que ha comenza-do su andadura con el año que discurre y que está presidida por la firme voluntad de dar continuidad a un trabajo co-operativo y comprometido con el enriquecimiento cultural de nuestra Semana Santa. Cuantos somos parte integrante de este grupo queremos expresar y compartir con todos los que se ponen cada año el capuz, en las filas o fuera de ellas, nuestros mejores deseos. Ésos que guían nuestra labor y que la conducen a través de dos vías fundamentales: contribuir a la vivencia cultural que rodea (y antecede) a cada Semana de Pasión, y servir de nexo entre las generaciones más expe-rimentadas y las nuevas hornadas de hermanos y hermanas que, desde la fila que sigue al guión, acabarán manteniendo el rito de nuestros ancestros. No en vano, la idea surgió y se desarrolla entre un conjunto de jóvenes nazarenos y naza-renas conquenses, si bien nuestra Asociación está abierta a cualquier persona que esté interesada en formar parte de ella. Con humildad, con esfuerzo y, sobre todo, con pasión, que-remos seguir adelante y contribuir a que en un futuro más o menos cercano, nadie ponga en duda que la “crisis” que pa-rece agobiar a la Cuenca “semanasantera” era solamente cosa del pasado. No podría cerrar esta presentación sin mandar un emocionado saludo a los socios de Capuces de Cuenca, en especial a los que han compartido y comparten las fatigas que naturalmente conlleva nuestra labor; y también a las per-sonas del mundo cofrade que nos han dado su apoyo y nos lo siguen brindando.

Al vislumbrar el final de las líneas que escribo, me pre-gunto si dentro de una añada habremos madurado más en la barrica de las vivencias. Me gustaría saber si lo que hoy nos acuciaba, mañana se habrá convertido en un itinerario más de cuantos fueron salvados. Lo más probable es que ocurra esto. Con nuevas ideas e iniciativas, con un esfuerzo colectivo y sincero, seguiremos levantando el muro al que otros pusieron la base. Por supuesto siempre habrá nuevos acontecimientos más o menos afortunados que nos preocuparán y nos anima-rán. Pero lo importante es que asumamos que somos un esla-bón más dentro de la vía nazarena que atraviesa los tiempos; que lo importante es la continuidad. Todo sea para que nues-tros herederos puedan seguir estirando el hilo que nosotros recibimos y que les dejaremos, para que mantengan la tulipa encendida y el banzo al hombro, como si nunca nada hubiese fruncido el ceño de los que vinieron antes. Fo

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HABLAN LAS HERMANDADES 1997-2007:

Diez años de Hermandad

Decíamos ayer, desde este mismo foro, que cumplir años pue-de significarnos diversas cosas, diferentes apreciaciones sobre el paso del tiempo y la fugacidad de los momentos que vivimos en el presente, transformados inmediatamente en pasado.

Pero, cuando lo que cumple años es el sueño que un puñado de personas mimaron con ternura para crear una Hermandad, re-cuperando un paso perdido de la Semana Santa de Cuenca hasta cumplir hoy diez años, podemos asegurar sin temor a equivocar-nos que estamos de enhorabuena, a pesar de las reflexiones sobre esa fugacidad del tiempo citada y por ende, de la vida.

Si hurgásemos en la memoria en busca de negaciones y de lágrimas, muchas vivencias podrían plasmarse hasta llegar al día del primer desfile de esta joven Hermandad: desde las múltiples visitas al taller del escultor Vicente Marín siguiendo el proceso de la obra, hasta el recibimiento de las esculturas ya policromadas y traslado del conjunto procesional a la S.I. Catedral Basílica para su bendición por parte del recién estrenado D. Ramón del Hoyo como Excmo. Obispo de la Diócesis de Cuenca; pero… centrare-mos la atención desde aquella primera vez.

26 de marzo de 1997.

Y llegó la hora. Nuestro primer desfile por la calles de Cuenca, bajo la estela que iba dejando el cometa Hale-Bopp en la noche blanca de aquel Miércoles Santo; quizá muy pocos se acordasen de aquella coincidencia, nosotros y nosotras sí.

Los primeros escalones los habíamos superado con éxito, los nervios de la emoción flotaban en el aire mezclándose con el olor a cera de la tulipas ya encendidas, todos y todas juntos en la puer-ta de la Capilla de los Muñoz del templo Catedralicio.

El siguiente escalón: ¿cómo se desarrollaría el desfile? ¿encaja-ría nuestro conjunto escultórico en la Noche Blanca?.

El 26 de marzo de 1997, todos los hermanos y hermanas que participaron en el desfile procesional se encontraban en el inte-rior de la S.I. Catedral Basílica, esperando a que se abriesen las puertas.

Fuera, en la calle, la expectación. La novedad estaba servida.

Venerable Hermandad de “La Negación de San Pedro”

Por Juan Carlos del OlmoSecretario de la V.H. de La Negación de San Pedro

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Desde ese 26 de marzo del 1997, al 4 de abril de 2007, han pasado dos lustros, y los que son once años desfilando por las calles de Cuenca, en medio, nuevas ilusiones, nuevos quehaceres, iguales a los anteriores... ¡pero tan distintos!, y siempre con el afán de trabajar por engrandecer con nuestro esfuerzo y humildes aportaciones la Semana Grande de Cuenca.

Fondos de la Hermandad, Jubileo, Arte y Música.-

En estos diez años, la Hermandad ha podido afrontar el pago del conjunto escultórico, así como la reforma interior de sus andas; también ha conseguido tener varales propios, tanto del guión como los dos estandartes, donados por el afamado escultor cerámico y hermano de la Hermandad Tomás Bux; el año pasado se estrenaron faroles de cabecera de procesión donados también por Bux.

Ha conseguido tener estructuras de metal sólidas para el trans-porte del conjunto procesional y ubicación segura dentro del tem-plo que lo acoge, gracias a los ingenios de nuestro hermano Paco, técnico de mantenimiento en la Hermandad.

Esta Cofradía no olvida el compromiso que tiene con el cum-plimiento de lo recogido en sus Estatutos, con tal motivo ha ve-nido colaborando y colabora en diversas actuaciones de ayudas económicas de carácter social.

En el aspecto musical, también ha contribuido a engrosar el repertorio de la música procesional conquense, agradeciendo la aportación musical desinteresada de tres músicos conquenses, contando en su haber con tres marchas procesionales dedicadas a la Hermandad: “Flevit Amare”, 1999, de Pedro José García Hi-dalgo; “La Negación” , 2004, de José Vicente Monedero; y “No lo Negaste en la Cruz”, 2005, de Manuel Millán de las Heras.

Gracias también y de nuevo al hermano Tomás Bux y su her-mano Eduardo Bustamante Monedero (Lenon) maestro conquen-

se de la piedra, podemos contemplar un mural en la calle San Pedro, ubicado en la fachada del Centro Social de Mayores.

Se trata de un mural vertical en bajorrelieve donde se contem-pla el paso procesional que da nombre a la Hermandad, resaltando en un primer plano la figura de San Pedro, en un segundo plano el Soldado del Sanedrín y la Portera de Caifás, y en un tercer plano el resto de elementos que rodean al conjunto escultórico (pebeteros, columnas, leyenda,...), consiguiendo con ello un efecto tridimen-sional.

Con un toque surrealista y en su parte superior izquierda, se puede contemplar la luna llena del primer plenilunio prima-veral con la imagen dibujada del gallo de la pasión en actitud de canto.

El mural descansa a su vez sobre una base de piedra de nobel-da, tallada en su estela la leyenda: “Venerable Hermandad de La Negación de san Pedro”, asimismo, tallado en el lado izquierdo de ésta, el emblema de la Hermandad y en el lado derecho el escudo de Cuenca. A su vez, todo el perímetro del mural queda enmarca-do en piedra de las mismas características.

Es obligado citar también, el número de piezas que Tomás Bux ha venido donando a la Hermandad, y es que, cada año tiene un compromiso con esta joven Cofradía.

Se traslada a la primera celebración de los Actos y Cultos que, en Honor a su Titular, viene celebrando la Hermandad; de ahí hasta hoy en día, todos los años, sin que nadie se lo pidiera, ha venido ofreciendo a la Hermandad una escultura de cerámica con motivos alusivos a la misma, para ser sorteada entre los asistentes durante la comida de Hermandad, después de la Solemne Función Anual.

Piezas únicas, con las que, año tras año, deleita a las her-manas y hermanos de la Venerable Hermanad de La Negación

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de San Pedro con una genial y novedosa obra: un nazareno, el conjunto escultórico, un grupo de banceros, un gallo, mutación en Negación....

¿Con qué fin? la respuesta sencilla y escueta de Bux, pero car-gada de sentimiento: “para crear ambiente de hermandad”.

La hermandad ganó su Jubileo en el Año Santo de San Julián el 16 de mayo de 1998, de la mano de nuestro Consiliario y guía espiritual de la Hermandad, el M.I. Canónigo de la S.I. Catedral Basílica D. Anastasio Martínez Sáez, el cual ha veni-do mostrando su cariño, apoyo y entrega a la Cofradía desde su reconocimiento como tal, interviniendo activamente en las diferentes gestiones y actividades de la misma: Supervisión de las diferentes fases del conjunto procesional, Juntas Generales, Juntas de Diputación, Funciones religiosas, Misas por el Sufragio de los Hermanos Difuntos, Participación en los desfiles acompa-ñando a nuestro titular, gestiones de la Diócesis...., en definitiva, una gran referencia para los hermanos y hermanas de nuestra Hermandad.

Todas las contribuciones son reconocidas a D. Anastasio, como la de la pasada Cuaresma de 2006, que, por si no fuera poco, también quiso contribuir con su reconocido arte donando un Icono con la imagen de San Pedro, para que la Hermandad pueda disponer del mismo y conseguir un ingreso económico, que sin duda ayudará a paliar las deudas pendientes.

La Hermandad cuenta con una página Web donde, tanto los hermanos y hermanas así como personas interesadas, tengan in-formación sobre las actividades, historias o aspectos curiosos de la Cofradía.

Esta joven Hermandad ha participado activamente en la conmemoración del I Centenario de la Procesión del Silencio, junto con las hermandades que integran la Procesión del Miér-coles Santo.

Pero lo más importante de toda esta participación, es la unión entre hermanos generada entre las siete hermandades de la Noche Blanca.

Recientemente ha creado la Asociación Cultural “Flevit Amare” para llevar a cabo diversas actividades dirigidas a todos los grupos de edad que integran la Hermandad.

El año pasado ese consumó el Hermanamiento con la Aso-ciación Musical Moteña, coincidiendo con su XXV aniversario, y la edición de un disco compacto ilustrado por el artista Tomás Bux.

La Justificación de una Hermandad nueva para un paso de 1908.-

Pero, de todo lo reseñado anteriormente, destaca el esfuer-zo y el cariño aportado por aquellos hermanos y hermanas que han venido realizando las gestiones debidas para que la hermandad avanzase a pesar de sus penurias económicas, apor-tando desinteresadamente su trabajo y su tiempo.

Diversas actuaciones y aportaciones en poco tiempo, que se suman al espíritu inicial por el que surgió esta nueva Herman-dad con el ánimo conseguido de recuperar un paso de nuestra Semana Santa desaparecido en la contienda Civil, reflejado en el pasaje Bíblico de la Pasión de Jesucristo que da nombre a la Hermandad: “La Negación de San Pedro”.

El anterior paso desfilaba desde 1908 bajo la tutela de la V.H. del Prendimiento de Jesús, junto con los pasos de El Beso de Judas y Jesús en el Pretorio, donados por Mariano Catalina; se hizo solicitud a esta Hermandad el 26 de marzo de 1992, para el reconocimiento y apoyo de esta recuperación, a lo que no hubo objeción alguna en su Junta General celebrada el Do-mingo de Ramos de ese mismo año.

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La intención en el desfile procesional de la noche del Miér-coles Santo, era cubrir el hueco existente cronológicamente, por lo que, la ubicación dentro de éste debía de ser desfilando entre las Hermandades de San Pedro Apóstol y el Ecce Homo de San Miguel, logrando con ello un efecto esencial: el vacío de la figura de Jesús y la soledad de sus seguidores; simbolizándose los hechos ocurridos en su prendimiento y presagiándose la ineludible apa-rición de la cruz.

Desde la fundación en 1992, la Junta Directiva Constituyente presentó diversas solicitudes hasta su aprobación como Herman-dad en 1995, ya que, en esos casi tres años, diversos acontecimien-to de Régimen Interno se gestaban dentro del seno de la Junta de Cofradías (elecciones, presidencia seglar, estatutos...).

Tras una serie de dilatadas gestiones llevadas a cabo para la presentación del proyecto de recuperación del paso, ante la Co-misión Diocesana de Arte y su aprobación por parte de ésta, se presentaron tres maquetas en barro cocido de diferentes escul-tores siendo elegida la del escultor conquense D. Vicente Marín Morte.

El 25 de de mayo de 1995 la Hermandad era reconocida dentro del seno de la Junta de Cofradías como miembro de pleno derecho.

Por Decreto de Erección Canónica del Obispo de Cuenca S.E.R. Monseñor Guerra Campos, 19 de febrero de 1996, quedó erigida como asociación pública de fieles la Venerable Hermandad de La Negación de San Pedro; rigiéndose la Hermandad por los Estatutos aprobados en esa misma fecha.

Un mes y unos días más tarde, 30 de marzo de 1996, en el Tea-tro Auditorio de Cuenca, se llevó a cabo la Presentación Oficial de la Hermandad para todos los nazarenos y conquenses, institu-ciones públicas y medios de comunicación.

El 22 de marzo de 1997, en la Santa Iglesia Catedral Basílica, se procedió a la bendición del conjunto procesional por parte de S.E.R. Obispo de Cuenca, D. Ramón del Hoyo López.

Cuatro días después y desde esta misma Catedral, el 26 de marzo, saldría a recorrer por primera vez las calles de Cuenca un paso recuperado convertido en Hermandad.

Uniformidad, Emblema, Carácter Gremial y Ubicación del Paso.

Aun siendo de reciente creación, La Negación de San Pedro, ha sabido hacer suyos los aspectos más significativos de la Semana Santa Conquense: La secuencia cronológica pasional (el lugar que ocuparía en el desfile), la simbología cromática de su uniformidad e incluso el carácter gremial.

Así pues, una de las características de esta Hermandad es que, ajustándose a la tradición, se agruparía con un carácter gremial, el cual no es por casualidad, ya que fue impulsada en su mayoría y desde un principio por miembros del Cuerpo de la Policía Local y del Cuer-po de Bomberos, ambos del Excmo. Ayuntamiento de Cuenca.

No obstante la inscripción para pertenecer a la misma estaba y está abierta para todas aquellas personas interesadas; en la ac-tualidad, la gran mayoría de hermanos y hermanas que integran la Cofradía no tienen vinculación laboral con estos Cuerpos de Seguridad, siendo en total 635 sus cofrades.

Otro detalle que se mimó a la hora de poner en marcha la maquinaria que daría origen a la Hermandad fue la elección de los colores de su uniformidad: blanco y morado.

Túnica morada como símbolo de arrepentimiento y de peni-tencia. No se olvidó ni se olvida, que aunque de la Negación se trate, “ San Pedro salió fuera y lloró amargamente”. ( Cabe citar que alguno de los nombres que se barajaron para dar título a la Hermandad fueron tales como: El Hermoso Arrepentimiento de San Pedro, La Negación y Arrepentimiento de San Pedro, entre otros)

Capúz blanco, dentro del común denominador entre las Her-mandades que conforman la Procesión del Silencio; cíngulo blan-co, guantes blancos y calzado negro.

Asimismo, el emblema de la Hermandad está diseñado con referencias a la pasión, lo conforma una cruz recrucetada de color morado, es decir cuatro cruces superpuestas en una, siendo la for-ma de éstas la de la Cruz de la Orden del Temple.

El significado de este diseño, es la representación conocida del calvario a través de las tres cruces -la superior y las dos laterales- así como una cruz por cada negación; siendo la cuarta cruz, la invertida, la que simboliza el tipo de crucifixión que sufrió San Pedro.

El paso procesional se localiza en la actualidad y de for-ma definitiva para su veneración en la Iglesia de San Pedro; decimos definitiva porque hasta su ubicación en esta Iglesia, se realizaron diversos estudios para situación del conjunto es-cultórico al completo sobre sus andas, dado el gran peso de las imágenes y el daño que se le causaba a las talla en su puesta y quita de las andas, debido a su voluminosidad y dificultad de manipulación.

Provisionalmente, y mientras la Iglesia que acogió a la Her-mandad se encontraba en fase de restauración, fue la Parroquia de San Esteban Protomártir quien permitió guardar el conjunto procesional para el culto; el primer año, únicamente la figura de San Pedro permaneció en la Iglesia de San Nicolás, al no tener concesión de iglesia para su ubicación, gracias a este permiso se pudo celebrar la primera función religiosa el 1 de agosto de 1997, San Pedro Ad Víncula.

Epílogo.

Como acertadamente, citaba en la revista de la Hermandad nuestra Hermana Mayor en 1999, Yolanda Jordán:

“Todas las aportaciones son valiosas. Todos los sentimientos tienen cabida bajo la tutela de San Pedro, porque forma parte de nuestra naturaleza negar, pero también llorar amargamente.

Desde las complejas dudas que el corazón alberga, es posible siempre iniciar la búsqueda y siempre ha de alentarnos la esperan-za de una respuesta…”

Así de rápido, dos lustros, visto así no parece tanto, pero en medio queda muchas ilusiones realizadas y otras truncadas, mul-titud de quehaceres, todos ellos iguales a los anteriores, pero, ya lo dijimos, todos tan distintos; especialmente el trabajo de muchas personas, hermanos y hermanas, que acompañaron y acompañan a la Hermandad en su Vivir Nazareno.

Otros nos acompañan de otra forma, desde otro lugar y otra Semana Santa, iluminándonos con la luz viva de la memoria y los sentimientos, desde el corazón.

Por y para todas las luces que se encendieron, se encienden y se encenderán.

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Paz y Caridad brilló, con luz propia, desde el principio al final del desfilePor Antonio Abarca Contreras. Vicepresidente de la Archicofradía de Paz y Caridad

Ni las mejores previsiones de los nazarenos más optimistas podían jamás soñar con un Jueves Santo como el que tuvimos la suerte de celebrar el pasado año 2006.

Después de muchos años pendientes de las condiciones me-teorológicas, el Jueves Santo de 2006 nos permitía dirigir nuestra vista hacia el cielo, lejos de cualquier presentimiento de amenaza de lluvia, simplemente, para dar gracias por el esplendoroso día del que estábamos disfrutando y rezar para que el desarrollo del desfile procesional de Paz y Caridad discurriese tal y como los responsables de la Archicofradía habíamos planteado. Y de esta forma, poder dar solución a los graves problemas que veniamos padeciendo en los últimos años en el tramo final del recorido que hacían de estos momentos unos de los más deslucidos de la Sema-na Santa conquense.

A lo largo de doce meses, muchas e intensas fueron las sesio-nes de trabajo con las que pretendíamos dejar atado y bien atado cualquier aspecto del nuevo itinerario. Ningún detalle, por pe-queño que éste fuera, se dejó sin analizar y sin prever su posible repercusión en el desfile. Una y otra vez, machaconamente, repa-sábamos mentalmente, metro a metro, paso por paso, el desarrollo de la procesión: donde podíamos encontrar dificultades e incon-venientes y como subsanarlos; donde aparecerían nuevas estam-pas nazarenas que hicieran inolvidables los nuevos sentimientos provocados;…

Pero, el momento de la verdad había llegado y teníamos que sacar la procesión a la calle. Tras las puertas de la Iglesia de San Antón, nos esperaba Cuenca. La Cuenca nazarena que debería ratificar y certificar el éxito o el fracaso de nuestro anhelo, trabajo y esfuerzo de todo un año.

A las 16’25 horas del día 13 de abril, en el interior del templo, tomo la palabra Don Ángel, párroco de la iglesia y consiliario de la Archicofradía, para dirigirse a todos los presentes, -que en esta ocasión se encontraba bastante más despejado que en otros años, cumpliéndose, por tanto, las indicaciones dadas al respecto-, y animó a todos los nazarenos de la Archicofradía para realizar un desfile digno y mostrar, a Cuenca entera, con honra y honor, las distintas imágenes que íbamos a portar. Tras sus palabras, se dirigió a las puertas del templo y siendo las 16’30 horas en punto se abrieron para que, a los sones del Himno Nacional interpretado por la Banda de Cornetas y Tambores de la Junta de Cofradías, hiciera su salida el paso del Stmo. Cristo de las Misericordias. Tras el Cristo, una a una, se fueron incorporando las distintas hermandades que componen la Archicofradía de Paz y Caridad, organizándose rápidamente y conformando un vistoso desfile ya desde su salida.

El paso de la procesión por las calles de Calderón de la Barca y Carretería fue majestuoso: calles abarrotadas de público y nazare-nos que se iban incorporando a sus respectivas filas penitenciales,

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originando unas largas filas de penitentes en todas y cada una de las hermandades. Hecho éste que no pasó desapercibido a los me-dios de comunicación locales y que al día siguiente reflejaban con titulares y comentarios como: “Carretería respondió al cambio de recorrido”; “Paz y Caridad recupera Carretería para la Pasión“; “Carretería brilló en un Jueves Santo resplandeciente”;...

El público, que se congregó a lo largo de todo el recorrido, podía contemplar un magnífico desfile con todas las hermandades perfectamente organizadas, sin cortes, gustándose y recreándose en cada uno de los tramos por los que iban pasando, siendo un perfecto ejemplo de lo que debe ser un espléndido y digno desfile procesional.

Especialmente emocionante fue el momento en el que la her-mandad de “el Huerto de San Antón” llegó a la altura de la iglesia de San Esteban, donde en un alarde de esfuerzo, resistencia y sa-crificio, los banceros de “El Huerto” ofrecieron un extraordinario, conmovedor y solemne baile a los sones de la marcha procesional de “Nuestro Padre Jesús” -interpretado por la Banda de Música de Utiel-, en honor a la hermandad de “Jesús Orando en el Huerto -de San Esteban-“, en cuyo templo se encuentra su paso titular. Momento del que fueron testigos de excepción las gentes que allí se encontraban; los componentes de las directivas de ambas her-mandades, en cuyos ojos se reflejaban visiblemente la intensidad del momento que estaban viviendo; y, como no, el Estandarte del Hermanamiento, confeccionado para que sea firme deponente del compromiso de apoyo y colaboración mutuo que, las dos herman-dades que evocan el mismo pasaje de la Pasión de Cristo, habían suscrito a lo largo de la Cuaresma.

El transcurrir de la procesión por las calles de San Vicente, Pla-za de El Salvador, Solera, El Peso, -todas ellas calles con un induda-ble y especial sabor nazareno-, nos fue dejando toda una sucesión nuevos enfoques, nuevos efectos, inéditas estampas, nuevos senti-mientos,… que no dejaron indiferentes ni a los espectadores que en estos lugares se congregaban, ni a los propios nazarenos partici-pantes en el desfile. Lugares que con acierto y buen criterio fueron escogidos por la televisión de Castilla-La Mancha para retransmitir la Procesión de Paz y Caridad a toda la Comunidad Autónoma.

A la llegada del desfile a La Plaza Mayor, ésta se encontraba re-pleta de un público expectante por contemplar la procesión. Una a una las hermandades fueron llegando majestuosas, satisfechas, conocedoras de que, hasta el momento, todo estaba saliendo de forma inmejorable, tal y como se había programado.

Sin descomponerse ni un ápice hasta dejar las distintas imáge-nes en los lugares prefijados, las hermandades se iban disponiendo para disfrutar del merecido descanso.

En estos momentos la Plaza Mayor y las calles aledañas mues-tran uno de los matices más coloristas y entrañables de la Semana Santa: Por una parte el continuo bullicio del incesante ir y ve-nir de multitud nazarenos y gentes en una ordenada y armoniosa anarquía, que contrasta con la tranquilidad y el sosiego de los que se encuentran, ocupando todos los rincones y zonas menos transi-tadas, dando buena cuenta de las viandas y manjares que, a forma de avituallamiento, se encargan de reponer fuerzas, -Familias que se reencuentran y se reúnen año tras año en el mismo lugar que lo hacían sus antepasados. No tienen que quedar. Lo tienen aprendi-do. Saben perfectamente que allí van a estar los suyos,… Momen-tos donde todo se comparte; todo es de todos y siempre hay de sobra; donde invariablemente, año tras año, se comenta como va la procesión, y donde los veteranos no dejan de dar consejos a los noveles para que puedan acabar de la mejor forma la procesión, ya sea en su faceta de penitentes o, ni que decir tiene, en su trabajo como banceros.

Inmediatamente después de la entrada de la Virgen de la So-ledad en las dependencias del Obispado, alrededor de las 21’30 horas, se reanudó el desfile para iniciar el descenso hacia el templo de procedencia.

Al igual que a la salida, todas las hermandades se organizaron rápidamente conformando un desfile sencillamente espectacular e impresionante. Mención especial merece la actitud que tuvo Mon-señor Yanguas, obispo de la diócesis de Cuenca, que se estrenaba en estos quehaceres, y que acompañó a la Virgen de la Soledad hasta llegar a los arcos del Ayuntamiento, como si un nazareno más se tratara.

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Parsimoniosamente,… lentamente,… sin prisas,… Disfru-tando del momento que la Providencia y, porque no decirlo, nuestro esfuerzo nos estaba proporcionando vivir. Una a una se fueron deslizando todas las hermandades por las distintas calles del recorrido, arropadas en todo el trayecto por una enorme can-tidad de público, dejando forjados en la memoria infinidad de nuevos momentos de enorme plasticidad nazarena.

A las 23’15 horas y tras una bella y emotiva escena represen-tada por todos los hachones de la Archicofradía formando un cordón a la entrada de la iglesia de la Virgen de la Luz y, otra vez a los acordes del Himno Nacional, El “Cristillo” efectuaba su entrada en el templo después de siete horas de procesión, le siguieron El Huerto, El Amarrao, La Caña, El Ecce-Homo, El Auxilio y El Jesús del Puente, y para finalizar, La Soledad, que lo hacía a las 00’20 h. La Verónica se había quedado, este año, a la altura del edificio de Agricultura para tener su particular “Mo-mento Mágico” con las hermandades que le suceden y retirarse, tras su paso, a la Iglesia de San Fernando, donde recibe culto durante todo el año.

Tras el término de la procesión y la debida colocación de los pasos en la iglesia, todo eran felicitaciones y caras sonrientes, llenas de satisfacción y emoción por el impresionante desfile de Paz y Caridad que se había realizado.

Desde este documento quiero dar las gracias a todos y cada uno de los que hicieron posible este bello episodio que será re-cordado, sin duda alguna, como uno de los más insignes e inol-vidables de la Semana Santa conquense: Nazarenos de a pie y portadores de insignias que supieron cumplir a la perfección su papel, acompañando hasta el final del trayecto a sus imágenes en perfecto orden y comportamiento; A los dirigentes de todas las hermandades que componen la Archicofradía por el empeño y esfuerzo demostrado en todo momento para que todo saliese conforme a lo se había dispuesto; Y, como no, a los espectado-res, nazarenos pacientes, que con su presencia desde principió a fin ocuparon la totalidad de las calles por las que pasaba la procesión, arropando a todas y cada una de las hermandades que desfilaban.

Nadie era imprescindible, pero todos fuimos necesarios. To-dos juntos conseguimos dar sentido al principal objetivo que tiene, hoy por hoy, la Semana Santa de Cuenca, y que no es otro que el conmemorar y honrar de una forma digna y solemne la Pasión, Muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

Y por fin, en este 2006, la Semana Santa de Cuenca ha podi-do disfrutar de una Procesión de Paz y Caridad digna. La ciudad, la Archicofradía, las Hermandades y los nazarenos del Jueves Santo nos lo merecíamos.

Los excelentes resultados obtenidos no sólo auguran una solución definitiva a los serios problemas de organización que la Archicofradía tenía en el último tramo de su recorrido. Sino también, viene a demostrar y certificar algo que la mayoría de los nazarenos conquenses sospechábamos: la Semana Santa de Cuenca está viva.

Y, por lo tanto, no todo está fijado y es inamovible en ella. Se abre, pues, una puerta a la esperanza de poder dar solución a muchos de los problemas que actualmente aquejan a la Semana de Pasión de Cuenca. Solamente hay que tener intención y de-terminación para hacerlo, como lo tuvo la Archicofradía, y, por supuesto, no cerrarnos a posibles modificaciones amparados en el decrépito ideal de la inflexible tradición.

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La Cofradía de la Virgen de las Angustias, presente en la X Muestra de Arte Sacro “Munarco”

MUNARCO comenzó su andadura allá por el año 1997. Uno sólo era su propósito: poner la cruz en la puerta e iniciar un ca-mino, un itinerario por los sentidos, el corazón y el entendimien-to. Este recorrido emocional por la geografía cofrade nos trae los sones, los aromas, los modos de tan arraigados cultos pasionales y por unos días, Sevilla, en el corazón y la imaginación al me-nos, puede albergar tan ricas manifestaciones de la religiosidad popular. A MUNARCO le cabe la satisfacción de haberlo hecho posible.

La singularidad y diversidad de los ritos y costumbres no son más que la expresión de estéticas distintas y variadas tradiciones que se remontan a épocas y orígenes diferentes. No olvidemos que todos tienen en común la autenticidad que radica en su compro-miso evangélico. Jesús, la imagen que hemos visto de Dios, quiere que evitemos todo tipo de discusiones estériles y comparaciones innecesarias cuando le dice a la samaritana junto al pozo: el culto que Dios quiere es en espíritu y verdad.

Ahí radica la importancia, la finalidad y la razón de ser de las corporaciones cofrades. El culto verdadero va inseparablemente unido a la caridad. Esa es la vocación de tan magno y singular proyecto, esa es nuestra riqueza más allá del color de las túnicas, la originalidad de los bordados o el detalle escultórico. Culto y caridad es lo que legitima todo ello.

En esta décima edición, la organización del evento quiso poner broche al trabajo y esfuerzo desarrollados durante una década, diseñando una cita en la ciudad de Sevilla en los últi-mos días del mes de enero y primeros de febrero de 2006, que

Texto y fotografías: José Manuel Vela

habría de guardar un lugar especial en el recuerdo de tantos nazarenos y cuyo éxito habría de ser abrumador. La principal novedad, fue la participación de hermandades de diferentes lu-gares de la geografía, que desplazarían sus pasos procesionales hasta un lugar sagrado y cargado de religiosidad como es la cate-dral de Sevilla. En ella, bajo la nobleza de su piedra, se habrían de dar cita 18 pasos procesionales. Y la invitación a participar también fue cursada a la Semana Santa de Cuenca, una de las seis que ostentan la denominación de “Declarada de Interés Tu-rístico Internacional”.

La Junta de Cofradías, como institución madre que agluti-na a todas las hermandades y cofradías de nuestra Semana Santa, decidió, ante tal solicitud, que fuera la Real, Ilustre y Venerable Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias, la que ejerciera la honrosa labor de representación de la Pasión conquense. Cabría preguntar-se qué familia conquense a través de alguno de sus miembros no se encuentra vincula a esta hermandad cuyo número de cofrades representa un 10% de los habitantes de nuestra ciudad.

El propio presidente de la Junta de Cofradías, en rueda de prensa celebrada en la sede de la hermandad de la Virgen de las Angustias, manifiesta que éste es el paso procesional más repre-sentativo de nuestra Magna celebración. Esta circunstancia y el rendir culto a la patrona de la diócesis de Cuenca, manifestación sublime del fervor a la Madre de Dios, son sólo algunas de las razones que legitiman la propuesta de la institución nazarena, que es cursada oficialmente a nuestra hermandad en los primeros días del año 2006.

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La Junta de Diputación de la Cofradía de la Virgen de las An-gustias, se reúne en sesión extraordinaria para analizar tal solici-tud y tomar una decisión, analizando todas sus implicaciones, y decidiendo una vez comprometidas todas las condiciones de se-guridad necesarias para el adecuado traslado de la imagen hasta Sevilla y su custodia en la Catedral, aceptar el que entiende pro-fundo honor de representar a la Semana Santa conquense más allá de nuestras fronteras.

Son muchos los preparativos, y el celo en que la presencia de nuestra Cofradía en Munarco, sea impecable, sirviendo de espejo en el que todos los visitantes a la exposición puedan mirar y sen-tir la trascendencia y profundidad del sentir nazareno en nuestra ciudad.

Munarco se celebrará del día 27 de enero al 5 de febrero, contando con tras sedes diferenciadas. La primera y principal, la propia catedral de Sevilla, donde encontrarán cobijo los pasos procesionales. La segunda sede, la Casa de la Provincia, donde un gran número de artesanos se darán cita para dar a conocer su buen hacer y mostrar la calidad de sus trabajos a los miles de visitantes desplazados. El tercer enclave, se ubicará en los Reales Alcázares, espacio donde numerosas hermandades estarán representadas con enseres y objetos que las identifican y distinguen.

El día 25 de enero, la talla de la Virgen de las Angustias, las andas procesionales y diversos enseres, se desplazan desde nuestra ciudad a la ciudad de la Giralda.

La Junta de Diputación, viajará en pleno hasta Sevilla, encargán-dose personalmente de la llegada de la imagen y de su montaje en la Catedral, que tiene lugar el día 26 de enero a partir de las cinco de la tarde, prolongándose esta tarea durante más de cuatro horas.

Al día siguiente, todo está previsto. Cabe destacar el magnífi-co y muy cuidado montaje de iluminación, que permite crear un clima de gran intimismo en la nave de la catedral ocupada por los pasos procesionales.

La inauguración oficial de Munarco, tendrá lugar el sábado 28 de enero, día de San Julián, con asistencia de numerosas auto-ridades y el apadrinamiento del Arzobispo de Sevilla, Monseñor Carlos Amigo Vallejo, quien tras el acto inaugural, girará visita y departirá con las directivas de las diferentes cofradías presentes en el principal templo de la ciudad. Ese mismo día, en la mañana, se celebrará la Eucaristía en la Basílica de la Macarena en honor al patrón de Cuenca, San Julián, con asistencia de gran número de conquenses desplazados para asistir a la Muestra, y que será oficiada por el consiliario de la Junta de Cofradías de la Semana Santa de Cuenca.

Durante el fin de semana en que es inaugurado Munarco, se produce en las inmediaciones de la catedral, el desfile de nume-rosas bandas de música, que interpretan posteriormente un breve repertorio en un espacio habilitado para ello en las inmediaciones del acceso a los Reales Alcázares.

La nota desafortunada fue aportada por la lluvia, que estuvo presente de forma continuada hasta el sábado 28.

“El arte sacro conquense cautivó a los sevillanos”, es el titular de la prensa local conquense, que se hace eco de la notable admi-ración que ha causado la imagen de la Virgen de las Angustias, por la belleza de sus líneas en conjunción con la expresión de dolor de la Madre. No en vano, Marco Pérez, su autor, siempre manifestó ser su obra imaginera más acertada y de la que más orgulloso se sentía.

El día 5 de febrero, la exposición, que ha estado abierta al pú-blico durante una semana, toca a su fin. Y es de nuevo cuando la Junta de diputación de la Cofradía se desplaza a Sevilla, para rea-lizar personalmente el desmontaje y supervisar “in situ” el regreso a nuestra ciudad de la Virgen de las Angustias.

Munarco ha cerrado las puertas por este año, y el balance por parte de todos los participantes ha sido muy positivo. La Semana Santa de Cuenca, ha escrito una nueva página de su historia.

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Domingo de Resurrección

Amanece, la mañana está aún fría, cuando los hermanos se despiertan y alegres se enfundan en sus túnicas blancas. Llevan un año esperando este momento.

Raudos pasan por las calles ( ahora vacías pero dentro de unas horas re-pletas de gentes que de todas partes vienen y se reúnen junto al nazareno para ver el encuentro del HIJO y su MADRE), no tienen tiempo que perder, Mangana apenas marca las nueve y media y juntos celebran el misterio de la Resurrección. Son los primeros, como María Magdalena en contemplar el cuerpo del Señor, pleno de gloria.

En la plazuela empiezan a entrar los primeros rayos de sol que ya ca-lientan la primavera y los niños juguetones e inquietos quieren salir a mos-trar al mundo la gran noticia. Mientras en el interior, los banceros hacen

Por Eva López García

filas, meten el hombro, centran la imagen y… por fin se abren las puertas, primero aparece Él, Jesucristo Re-sucitado y detrás pero sin verle, su Madre, la Virgen del Amparo. Fuera les esperan todos los nazarenos que durante siete días han vivido junto a ellos la agonía y la muerte pero que hoy destapan sus cabezas y quieren acompañarles a su encuentro.

Las campanas tocan las diez de la mañana y la pro-cesión se divide en dos, zigzagueando en la bajada de las estrechas calles, disfrutando de los colores de las nuevas flores de jardines y balcones, a la vera de los ríos que acompañan con su sonido a trompetas, tambores, clarines y clarinetes.

Ya se acercan, todos quieren ser los primeros en contemplar el ENCUENTRO, las gentes se agolpan en las primeras filas. La Virgen llega a la esquina, la rodea y le ve, su hijo querido, amado, ha regresado triunfan-te. Su manto se torna al verde del valle y de sus mejillas levantan el vuelo cientos de palomas. Rompe un es-truendo de aplausos, ¡HA RESUCITADO!.

El sol está alto en el mediodía, cuando juntos, Resu-citado y Virgen del Amparo, recorren el camino de vuel-ta, bajo la atenta mirada de Conquenses y visitantes.

Llegan a la cuesta, ¡hace calor!, los banceros y ban-ceras sudorosos, aprietan con fuerza las horquillas y las baten contra el suelo marcando el paso. El hombro está dolorido y el banzo se clava en la subida pero las palabras de ánimo y la emoción del corazón, hacen que estos hombres y mujeres no cejen en el intento.

Al final de la cuesta aparece nuevamente San An-drés, está cerca el final del recorrido, pero todavía hay fuerzas para coger las imágenes a brazo y pasarlas en-vueltas en alegría.

¡Felicidades!. Un año más. Así desde hace 54 años.

Gracias, HERMANOS.

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Canto a la Soledad del PuentePreámbulo y Saludos

Hermanos y hermanas de la Soledad del Puente, nazarenos y nazarenas que habéis acudido aquí; recibid mi más cordial saludo y la sincera gratitud de quien, aún en el umbral del soliloquio que va a emprender, contempla a su público. Porque la palabra, libre por la voz del narrador, necesita ser cobijada en la mente del espec-tador para no extinguirse en la vacuidad del olvido. Tras estos salu-dos, que algunos califican de rigor y yo prefiero dar de corazón, no podría comenzar sin antes ofrecer unas palabras de agradecimiento y dedicatoria a aquellos que, en mayor o menor medida, han hecho posible este pregón. En primer lugar a los cofrades que, como yo, os encontráis bajo la advocación de la Soledad del Puente, pero especialmente a los miembros de la Junta Directiva, los cuales me recibieron con los brazos abiertos en el seno de la Hermandad y a quienes debo la confianza depositada en mí para esta labor. En segundo lugar a mi familia, por haberme educado en el amor al arte, la literatura y la música, y también con la tulipa en la mano; en especial a mi tío y padrino Juan, hermano por tradición de nuestra Soledad. Finalmente, a cuantos comparten conmigo inol-vidables recuerdos bajo los listones que servían de improvisados banzos a nuestro “Cristillo” o a la Virgen de la Esperanza, una muñeca vestida por las amorosas manos de mi madre y llevada con tanto corazón como si fuese la talla de Leonardo Martínez Bueno. Hace algún tiempo que dejamos aquel imponente Ecce-Homo de

Pregón a Ntra. Sra. de la Soledad del Puente

Iglesia Virgen de la Luz. 18 de Marzo de 2006. Por Adrián López Álvarez

escayola subido al casco antiguo con tanto sudor, pero ver los mis-mos rostros antes de desfilar, o en las juntas que jalonan la intensa espera cuaresmal, sigue siendo un motivo de alborozo, orgullo y satisfacción. Gracias a todos, y a José Luis, porque esta noche va a ser la batuta de la orquesta que complete mis palabras. Sin alargar más este preámbulo, tomo el testigo de nuestro hermano Joaquín Martínez Culebras y comienzo.

Preludio

No será mi voz tan clara ni mi elocuencia tan pura como lo eran las del glorioso Cicerón; y seguramente tampoco es este atril tan alto como el que ha servido a ilustres juglares de pulpito en San Miguel. Mas espero que las musas puedan verter sobre mí una sombra tan solo de la inspiración que regalaron a Homero, padre de todos los narradores, cuando éste las invocaba en el sublime inicio de la Iliada. Y a vosotros os pido que escuchéis mi humilde canto desnudos de toda afectación, olvidando que estáis en este templo, a un paso solamente de la susurrante orilla que conquistó a Gerardo Diego y alumbró a Federico García Lorca. Vamos a iniciar un periplo colectivo, un tránsito oculto y escabroso por las vías que conducen al interior de la roca, al exterior del espacio y a la esencia de las fuerzas motoras de la maquinaria mística de la Semana Santa en Cuenca. Dejad que sea mi mano la que os guíe en este viaje por el laberinto vertical y desmembrado de la ciu-Fo

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dad que camina suspirando al encuentro de su dolor y su agonía. Seguidme pues, porque ya llegamos a las últimas lomas que nos acercan a ella.

La llanura se encrespa en un fuerte oleaje que va a romper el espolón montañoso entre espumas de roca, allá donde la verticali-dad se hace corpórea y donde el vendaval ha socavado una doble cicatriz que sirve de cuerno resonante a los ecos de la sierra. En aquel lugar, mano alzada hacia el cielo y metáfora de volátil ascen-sión, garganta caliza ceñida por un collar de aguas esmaltadas de jade; se levanta una ciudad de tendencias góticas, a imitación de su terreno de asiento. Pues si os dejáis encantar por los recoletos sen-deros, veréis que en las riberas aledañas los álamos tejen compli-cadas nervaduras para trazar ojivas que flanquean elegantemente la adusta nave central, sujeta por rotundos pilares y rematada por agujas que fueron caprichosamente imaginadas por el céfiro antes que nadie pisase estos lugares. No es extraño que aquí naciese la catedral de aires normandos hoy mutilada por una incompleta fachada, ya característica sin embargo; la obra más antiguamente iniciada en la Península con el nuevo estilo, sustituto y heredero del oscuro e intimista Románico . Sus arcos hueros son todavía los ojos de la basílica, que levanta el rostro hacia los caminos lejanos de poniente. La urbe se deja caer ladera abajo, extendiendo su manto variopinto mientras los rascacielos se asoman a los jardines colgantes de las hoces hermanas. Mirad las casas graciosamente arracimadas en las altas terrazas del Huécar, ora apretadas en un conjunto que tiene sus curiosos ventanales hacia el abismo, ora henchidas de una pose principesca que las convierte en poderosas centinelas. Ahogados los sillares por la estrechez, se disfrazan de columnas en anhelante elevación, enroscadas y encajadas buscan-do otro horizonte más libre y menos constreñido.

Ofrendándose a los pies de este roquedo hallaréis que el bos-que teje sus maravillas con tanta delicadeza como la misma Arac-ne, sembrando de colores rutilantes cada estación y haciendo de este lugar la paleta cambiante del pincel de la tierra. Y es que si Venecia, la Serenísima, aparece etérea e inmutable entre los bri-llos espejados de sus canales; Cuenca tiene por tales a sus hoces, donde no encontraréis reflejadas sino sus múltiples esencias, sen-timientos y emociones, en cada matiz que aparece o se difumina suavemente. Aquí pone el invierno su huella blanca de tanto en tanto, o la caricia velluda de una niebla velada de misterios; el verano corona las campiñas de gualdos trigales; y el otoño se pa-sea engalanado con ropajes castaños, verdes y dorados, con una luz especial que no es declinante sino ostentosa y festiva. Aquí también se extiende una alfombra de terciopelo verde esperanza para aguardar a la primavera, mientras las flores completan con su hechicería detalles puntillistas en cualquier recodo. Pero no os detengáis en la belleza trémula del tapiz que envuelve la atalaya, ni paséis demasiado tiempo contemplando las crestas almenadas que antes os parecían menos rectas. Hemos llegado al umbral de esta maravilla manierista al tiempo que emprende un giro espiral, alegórico; una metamorfosis helicoidal hacia sus adentros usual-mente ocultos. Abrid los ojos, purificad cuerpo y mente en ablu-ción invisible y entrad por cualquier puerta dispuestos a recibir a Cuenca en sus horas de íntima meditación, despojada de los fatuos ropajes de la realidad.

Prodigioso y visiones de la pasión

Aquellos Que entren a través de los postigos en Viernes de Dolores podrán percibir la serena agitación que envuelve cada año los preparativos finales y las últimas horas largas y lentas de la Cuaresma. Mirad cual si fueseis foráneos, ya que esta evocación nos lo permite, como caen los naipes de la espera. Relojes de arena se rompen en el cielo y Cronos es desterrado fuera de la muralla cuando campanea el advenimiento de la Pasión. Los días que se suceden están fuera del tiempo y quienes podemos vivirlos so-mos testigos de una realidad onírica que nos regala la visión de lo esencial y lo insólito, el sonido jamás corrompido de nuestra me-ditación. En El Salvador, las infancias nazarenas otean la incon-mensurable altura de las andas con admiración, convenciéndose poco de que algún día las acariciarán con el hombro. Todo está candente, incluso las tertulias cofrades maduradas en la barraca de los meses procedentes y llevadas a las ondas radiofónicas por la inconfundible voz de Lucio Mochales, que esa tarde pone punto y final a su programa con la retransmisión del pregón oficial. Así, cuando las bóvedas de la capilla literaria y musical de San Miguel acojan la reverberación del verbo penitente, habrá comenzado la Semana Grande. Esa letanía cada año simétricamente diferente que pone prodigios a la vista de propios y extraños, toda vez que no puede dejar de sobrecoger y admirar a cuantos la sientes, la ven y la respiran.

Prodigios que podemos ahora percibir en toda su completa intensidad. Momentos que constituyen parte irremplazable de las vidas conquenses y visitantes, porque su huella se perpetúa en la existencia y en la infinitud. ¿Cómo sería posible olvidar la magia que nos espera en volandas de la sorpresa detrás de cada rincón o debajo de cada capuz en estos días? Si sabéis suspender el silencio, percibid la oración arrítmica y casi levitante que capuchas fantas-males dejan volar en la noche de Lunes Santo, acordes del Medie-vo para los silenciosos y dolientes pasos que hacen descender al Cristo de la Vera Cruz, entre cirios ahogados y maderas gimientes. Mirad a los ojos a la Virgen de la Esperanza cuando aparezca de puntillas a través de la puerta de San Andrés, engalanada de verde y oro barroco. Sollozos de luz y de diamante, manos implorantes agasajadas de lirios y candelas, la Señora del Perdón comienza su camino entre cánticos altisonantes y más íntimas devociones que callan lo que se ve sin mirar dentro del alma. Y esa misma noche sale a la calle la belleza estremecida, rutilante en toda su claridad, cuando la silueta de María Magdalena extienda su aura de aflic-ción. Lágrimas más fragantes que todos los perfumes brotan de sus ojos, y acarician nuevamente las mejillas de dalias rosadas, nimbos arrebolados de amor. Parece que la luminaria de las velas se aparta y mengua a su paso sereno, porque ni las tulipas pueden sustraerse a tanta compungida hermosura.

Dónde sino en Cuenca y en Semana Santa podría darse la no-che ilusoria y volátil del Miércoles Santo, henchida de silencios ní-veos que caminan en una procesión etérea y eterna, tal como una Santa Compaña de olivas plateadas cuya danza imaginó Machado en los campos de Jaén, sin saber que aquí la dan los hombros hortelanos de Castilla. Las estrella aletean abriendo ojos noctí-vagos, miradas de tecolote sobre la hiedra reptil de Alfonso VIII,

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para acrecentar si es posible la turbación de Pedro. Antes de que el gallo haga una fatídica “clarina” en las almenas de Mangana, antes incluso de que las sombras de una hueste de soldados vagantes se proyecten en la luna vidriosa del horizonte; el apóstol llorará amargamente escalinata aba-jo, recibiendo el arropo de sus escaso pero sentidos cofra-des. Jesús marcha solo hacia el Calvario, Ecce-Homo ante la multitud o ante la duda, penitente monte arriba y agua lenta, o sangre febril que corre por las venas de todas las plumas nazarenas. Noche de Silencio, con ciclópeos pasos que se cimbrean sobre esfuerzos no menos titánicos, y que dejan el retumbar de las horquillas suspenso entre un Mise-rere y otro presagio funeral.

No es posible en otra ciudad y en otro momento una ex-plosión visual como la que hace florecer de destellos, con-traluces y colores el mediodía de Viernes Santo, en el que toman partido las antiguas esencias tintoreras del Huécar y se ponen de largo granates y negros, morados, amarillos y marrones, tantos como ventanas ocultas esperan a ser abiertas y descubiertas esa tarde. Contemplad con asombro y venera-ción como emerge lentamente desde el oscuro tránsito de la Calle de San Juan la solemne figura del Cristo de los Espejos. Sobre la cruz hallaréis alegóricamente posado un cuero exá-nime que se eleva entre sudarios de luz salvífica, y vuestros ojos se encontrarán a sí mismos escrutando lo más íntimo de vuestro ser, en esbozo sobre pedazos de luna equinoccial. En esta ciudad Cristo resucita nada más morir, y predica desde el alto madero un mensaje nunca tan necesario como hoy: “amaos los unos a los otros”. Poned atención al escalofrío que produce el beso de las horquillas sobre el eco aterido de una pequeña calleja; o al roce, casi caricia, de la túnica al susurrar-le palabras de aliento al banzo.

La tarde de Jueves Santo

Alto, deteneos. ¿No percibís una calma plomiza flotan-do sobre la mañana? ¿No notáis que la tempestad se contie-ne dentro de cada postigo? La noche blanca puso su última mirada en la puerta de San Andrés, y las horquillas ma-drugadas han acallado su vigoroso salmo, convertido ahora en un retumbar alejado. Levemente, poco a poco, en silen-cio, los ánimos cofrades se reavivan después de la agitada duermevela o el sereno descanso. Es la mañana del Jueves Santo, revestida de una quietud entrecortada o de una es-pera insoportable, porque no es fácil saber cuál de estas dos emociones extremas vive cada corazón debajo de su túnica. Finalmente un bullicio general toma la calle, animado por la compañía de capuces flotantes entre el lejano tumulto y carreras impacientes para llegar a tiempo. Se está fraguando la tarde púrpura de Cuenca, revestida de azafranadas guir-naldas arbóreas en la curva de la Audiencia y de fuentes rumorosas en la del Escarillo, con los sinoples ropajes de la hiedra primaveral. El éxtasis milenario de las desgarbadas casas se invierte hacer el interior acercando así los aleros de un lado y otro de la calle, manos intentando entrelazarse para cubrir el camino penitente. Todo gira y se encadena en

Fotografía: Antonio Abarca Contrteras

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torno a la sierpe curvilínea que marca la ascensión a la ciudad vie-ja, auténtico eje de simetría y punto de fuga de cualquier mirada en perspectiva. Esta tarde el sol ha guardado esencias de amanecer para nacer más intensa su agonía anaranjada, larga expiración que abre horizontes concebidos en un imponible sfumato. Paz y Ca-ridad para el desfile que camina directamente al cielo, partiendo de la ribera entre cortinas de media tarde y regresando a ella en un catafalco de obsidiana. Su itinerario está preñado de vivencias irrepetibles, múltiples; sería quimérico pretender describirlas en este discurso, porque son extremadamente vivas, diferentes para cada cual, pero siempre inolvidables.

Recorramos el sendero emocional de Jueves Santo, arriba y abajo entre oquedades que nos permiten sorprendernos con pedazos de austera preciosidad. Detrás de una campana incon-solable que suena encima de la hoz y hace temblar las aguas, las puertas que os han recibido esta noche se abren y a través de sus jambas aparece el humilde y achicado Cristo de las Misericor-dias. Hoy es esfuerzo en clave de sudor bajo la tela, cuando an-taño fue postrer estertor de ajusticiados, inocencias condenadas con infamia. El paso del puente queda reflejado en el meandro del río, difuminando su arco iris penitencial entre brumas calei-doscópicas. Escuchad a lo lejos el tintineo alegre y metálico del último olivo, remontando las primeras rampas con el beso de la media tarde aún entre sus ramas. Sigamos luego la escalada de los pasos entre la semipenumbra azulina de Alfonso VIII, alte-rada de tanto en tanto por la luz ya declinante que se deja caer flotando de las altas vidrieras abiertas al exterior. Reprimamos el llanto y sintamos la convulsión que anula nuestro cuello al oír en boca del roquedal el Miserere, salmo inmemorial y ora-ción vetusta, tanto como himno indiscutible de nuestra Semana Santa. Más abajo, en la estrechez de la calle del Peso, los sueños incandescentes que cada tulipa contiene se van abrazando entre sí, y en la línea que marcan más allá de las sombras casi puede intuirse la eternidad.

Atardecer culminante de la Pasión según Cuenca que se esfu-ma en un canon polifónico de espíritus perseguidos en un contra-punto de pinceladas superpuestas. Esta es la hora aciaga que va a servir de testigo al restallar del latigazo color caña, hendiendo las carnes del mismísimo firmamento pero dando su beso mordiente a la espalda del Amarrado a la Columna. Y también es el escarlata sanguinolento que impregna de heridas de hiel cada rincón cuan-do llega peregrinando en su destierro Jesús con la Caña. Cada lucero que renace en Jueves Santo destila un brillo carmesí, simi-lar al de aquellos rubíes, año tras año contados y siempre alguno extraviado, del antiguo Ecce-.Homo de San Gil. Una brisa coral entona olores entre los pinares y levanta golondrinas sonrosadas cuyas plumas son pétalos de almendro en flor. Conforme avanza el cortejo, se ve más claramente el alma dual de la ciudad; siempre indecisa entre el arco plateresco y la incólume potencia sensorial de la esencialidad que Tapies, Saura, Millares, Sempere, Torner o Zóbel encontraron y dejaron aquí como un tesoro. Contagiado de esta fusión tan peculiarmente conquense, el paso de la Verónica marca el comienzo de la Vía Dolorosa.

El Nazareno del Puente camina hacia la abstracción y el simplismo entre flotantes yemas de violeta. Sereno sufrimiento, pausado caminar, con la túnica bosquejada en gubia viva hecha jirones, y el corto cabello castaño manchado por la sangre y por la

espina. Solo, tristemente solo en su ahogo, la cruz sostenida entre las manos delicadas y la mirada perdida, va buscando plenilunios de plata melancólica por los senderos de nuestra ancestral ciudad. Mirad como se deja en pos de un sueño de bondad, calle abajo, soberbiamente portado por sus banceros

FINAL

Y finalmente, llega Ella ¿No la veis a lo lejos, detrás de toda esta crestería enlutada que abre su caminar y la custodia? ¿No podéis distinguir el rítmico decaer de los varales? Sus pies besan el suelo lentamente, en una levitación enmudecida por horquillas que silencian llantos de tormento sobre el suelo. Minuciosamen-te, con primoroso cuidado, no queriendo perturbar la acongojada búsqueda de la Madre, los cofrades la llevan de la mano tras la huidiza sombra de su hijo. Se ha asomado al río en busca de una esperanza que perdió, hallando allí su alegría secuestrada; ha mi-rado al cielo en Palafox, viendo solo la espalda de un sol que la esquivaba. ¿Qué puede hacer sino seguir llorosa la estela de su sino?

Mirad su rostro alicaído, rebosante de un dolor que no puede perturbar siquiera un ápice de gracia que luce profusamente en él. Soledad del Puente, indecible amargura que se contiene en un corazón atravesado con encono, no queriendo aturdir el equili-brio de su gesto atribulado. Mejillas de seda y pétalos de rosa, ojos de perenne y glauco fondo. Dos cicatrices perladas surcan tu rostro, hijas de un lamento de aguas diamantinas. En tu camino no ternas, Soledad, pues tus hermanos han puesto su amor en for-ma de lirios blancos a tus pies. Te guardan columnas argentadas sujetando sobre un firmamento de azabache y áureas luminarias, y tu manto es un retazo del cielo nocturno de Jueves Santo, que se desprendió al verte suspirar y consiguió hacer que geniales manos repujasen sobre él los más bellos sueños de una ninfa. Cada año las campanas cantan salves a tu partida, y el Júcar quiere encara-marse en las laderas de la hoz para besarte el manto, aunque debe contentarse con mirarte desde abajo. Cada año levantas suspiros como losas a tus paso, siembras de miradas cautivas las calle, las puertas y ventanas.

Ya se va la Virgen entre puntillas bordadas y notas de una trágica marcha, fundiéndose su lúcida aureola con la noctámbula penumbra. Quizás esté pasando aquella puerta y venga a reco-gerse en esta capilla, a seguir aquí con su desvelo. Si rastro queda suspendido en el aire cortante de la madrugada, antecediendo al estruendoso y disonante amanecer, con el que se extingue. Mas sus cofrades nunca perdemos el hilo del Jueves Santo, que si bien puede estar oculto jamás está perdido. Y es que detrás de cualquier puerta, en la cercanía o el exilio; sentimos el ardor de la tulipa en nuestro pecho y vemos llegar delicadamente, como en un sueño, a la Soledad.

Esta Hermandad, que me abrió fraternalmente sus puertas, me recibió precedido de mi pluma. Ahora es la misma pluma la que retorna a la Hermandad para ofrendarle como tributo la emoción y pureza de los intensos momentos vividos en ella. Y aunque nun-ca será posible plasmar con palabras el sentimiento que en mi alma nazarena se esconde, siempre será un buen tributo la palabra humilde y desnuda, y el sentir cofrade que luce en la llama de mi espíritu – tulipa, dedicado a la Solead del Puente. A Ella y a todos mis hermanos en Ella, vayan las líneas que preceden.

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Cambios¡Qué frío tengo en las manos! ¡Si me hubiese subido los guantes!

Voy a soltar las manos de la barandilla. ¡Ay!, se me están cansando las piernas. ¡Vaya!, se me ha vuelto a dormir el pie. ¡A ver si se están quietos David e Inés!

-¡Mamá!, tengo hambre, ¿y los capuchinos?, ¿vienen ya?

- Anda, tomad el bocata, ¿vais a querer la fruta?- respondió mi madre. Era finales de marzo, principios de abril; época de grandes fríos, o de calor intenso. Época, en la que los almendros se tiñen de rosa y los dientes de león colorean el verdor de los campos. Época, en la que aún, las gotas de rocío se dejan entrever al más madrugador. Época, en la que aún, se puede ver un manto blanco que guarda, bajo el frío, los albores de la primavera. Época, con olor a torrijas que embadurna el aire con canela y azúcar; y de trasfondo, gotas de resoli que calientan las gargantas. Época de viernes de ayuno y abstinencia. Ya llega la Semana Santa.

-¡Sí!, ya se asoman por la curva, ¿no oís los tambores?- preguntó mi tía. Me quedé mirándola, la procesión no estaba en la calle: los nazarenos asomaban por sus gafas. Ya no veía los ojos de mi tía, sino el lento y pesado caminar de aquellos que acompañan al dolor con ferviente devoción. Ya no escuchaba los tambores, sino el traqueteo de las tulipas y el parsimonioso paso de los penitentes , porque la música de Semana Santa, no la ponen los tambores, cornetas clarines y demás instrumentos, sino cada gota de sudor que corre por la frente del bancero pensando que por cada una de ellas sale un cántico es-piritual que acompasa al de los ángeles; la música en Semana Santa la pone el paso del penitente, que con su pie desnudo y magullado, imita a Cristo en su camino al Calvario, con su pie desnudo, abre su corazón al milagro; la música en Semana Santa, la pone el nazareno que acompaña el dolor de su Madre, el sufrimiento de su Dios. Esto es música, y giré la cabeza para poderla escuchar.

Sí, allí estaba, la sinfonía mejor compuesta, porque cada uno la componía. Sinfonía compuesta por un Maestro desde la Eternidad. Sinfonía que avanzaba por las calles de esta ciudad tallada por la Semana Santa. Melodía que brillaba en las tulipas de cada uno de los penitentes y en los espectadores, como en un acto recíproco de dar y recibir, pero que realmente nadie da, sino que todo el mundo recibe. Luz de melodía sinfónica, melodía sinfónica luminosa, que envuelve el ambiente y lo transforma, que esculpe en el corazón el sentimiento más grande de amor, que convierte en oro y plata cada pavimento que pisan la Virgen y Cristo.

Apoyaba la barbilla en la barandilla enredada en la enredadera, con el afán de ver pasar a esos señores, que, cuando era pequeño, llamaba capuchinos, a aquellos señores, que no preguntaba quienes eran, sino qué hacían, con su voz dormida y su paso firme, ¿ a quién buscaban?, ¿dónde iban? Pero ya encontraron, ya se orientaron y si-guieron su paso, incesante, calmado, silencioso , armonioso…

Por Diego Salas Benito

Pregón Infantil de la Vble. Hdad. de la Virgen de la Soledad

Son estos pensamientos demasiado elevados para un niño de seis, siete , ocho años. Recuerdo mis ganas por ver tocar a los mú-sicos, hacer sacar de esos cachivaches de metal y madera, las notas que se grababan en mi cabeza y retumbaban en el pensamiento del silencio sosegado.

¡Qué decir de las andas¡ En mi infancia, y ahora, me resultan bellas y con personalidad, pues, ¿ qué pensaría el escultor de su obra cuando la hacía? ¿acaso podía decir algo inocuo de la maravilla que hacía? ¿se podría saber cómo la hacía? ¿quién le daba esa fuerza? Sólo decir que pocas veces, el hombre ha hecho tal maravilla; que es de las pocas veces en que el hombre se ha dejado aconsejar.

-Anda, tómate la fruta, y abróchate el botón que viene el aire fresco- levantaba la mano pesadamente y me abrochaba el botón de la trenca. Me giré, sin saber por qué, y allí estaba mi padre: en un cristal la procesión avanzaba; por el otro, su ojo que miraba y esbozaba una sonrisa, para hacer saber que estaba allí guardán-dome del peligro. Puso sus manos sobre mi cuello y volvía a girar la cabeza. Ahora, algunas cosas han cambiado, no muchas, pero sí algunas. Soy más viejo que antes, supuestamente más maduro. Es curioso, hay cosas que no cambian: el paso de las estaciones, los días del mes…. Somos nosotros quienes hacemos que las cosas cambien, que sean originales, nuevas, alegres o tristes, rápidas o lentas.

Papá, mamá; hay cosas que no cambian : el amor hacia un hijo no cambia; el afecto no cambia; el cariño, no cambia ; simplemente aumenta. Por eso, aún sigues, mamá, abrochándome el último bo-tón, no ya de la trenca, sino de la túnica; aún, papá, sigues apoyan-do las manos sobre mi cuello en señal de protección ya no viendo la procesión y guardándome del frío, ahora me das tu apoyo para aguantar el camino; ya no sólo veo una fila interminable de tulipas coloreadas en tus gafas, ahora veo mis ojos asomar por el capuz.

Papá, mamá; hay cosas que cambian: antes mi cara la cubría el frío, ahora un trozo de tela; mis manos antes desnudas, se visten ahora de algodón. ¡Qué diferente es la Semana Santa cuando miras por dos pequeños agujeros! Cuando ya no miras la procesión, sino a la gente que mira; cuando escuchas tu respiración silenciosa y calmada que es ahogada por el grito sin voz de la Madre que llora, del Hijo que sufre; cuando se te acelera el corazón porque tu Madre pasa por tu lado; cuando las horquillas irrumpen en el silencio de la oración.

¡Qué diferente! Y me doy cuenta ahora. Pierdo mi identidad, de forma paulatina y misteriosa sin dejar de ser yo; fundido en un torrente de puntiagudas tulipas andantes. Mis pasos se acompasan con el resto, poco a poco, forman uno, una procesión. Ahora, el nazareno es una nota imprescindible en medio de una sinfonía de luz. Porque la procesión se lleva por dentro.

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Como bien es sabido por todos los amantes de la Semana San-ta de Cuenca, durante los día 6, 7, 8 y 9 de diciembre pasados, se celebró en nuestra ciudad el IX Encuentro Nacional de Herman-dades y Cofradías de la Santa Cena, que fue organizado por la Vble. Hermandad de la Santa Cena de Cuenca. Estos encuentros se realizan desde el año 1990 de una forma bianual y con una sede itinerante; desde la primera edición que se celebró en Valladolid, ciudades como Ciudad Real, Huelva, Alicante, Zaragoza o Sevilla han acogido este Encuentro. Ya desde el año 2000 se nos había planteado en diversas ocasiones que fuese la hermandad conquen-se la organizadora del Encuentro, oferta que rechazamos varias veces hasta que en 2004, en la ciudad valenciana de Torrente, pre-sentamos nuestra candidatura que fue elegida por unanimidad.

Desde ese lejano mes de diciembre de 2004 mucho trabajo ha tenido la hermandad que realizar para que nuestra propuesta fuese todo un éxito. Ha sido un esfuerzo compartido por muchos her-manos, pues sin su ayuda no podríamos haber hecho ni la mitad de lo que hicimos; desde la Junta de Diputación hemos de decir que nunca nos sentimos solos, que siempre estuvieron nuestros hermanos detrás en unos casos y en otros delante tirando del ca-rro. Su aliento y sus palabras hacían que unos pocos pudiéramos conducir la nave hasta a buen puerto. A todos, de nuevo, muchas gracias.

Lo primero que hicimos fue crear un Comité de Honor que estaba compuesto por las máximas autoridades que presiden las distintas instituciones locales, provinciales y regionales, los cuales muy gustosamente aceptaron pertenecer al Comité, el mismo que luego se vio presidido por S.M. la Reina Doña Sofía.

El Encuentro contó con una inscripción total de 173 herma-nos o cofrades provenientes de diez cofradías: Archena, Alican-te, Torrent, Zaragoza, Sevilla, Huelva (la más numerosa con 34 cofrades), Valladolid, Alcira, Orihuela y Reus, sin olvidar los 68 hermanos de la Hermandad de la Santa Cena de Cuenca. Esta participación ha sido la más alta de todos los Encuentros si ex-ceptuamos el de Huelva que rondó los doscientos asistentes, por lo cual el primer objetivo se cumplía con éxito, pues no era otro que el de aumentar el número de participantes de las anteriores ediciones. Hemos de pensar que el número de asistentes de fue-ra de nuestra ciudad era alto si pensamos el coste económico de desplazarse a Cuenca y alojarse durante cuatro días en un puente temporada alta en nuestra ciudad. Para ello la Hermandad gestio-nó el alojamiento y manutención de todos los inscritos en el Hotel Torremangana.

Los actos que se desarrollaron a lo largo de las cuatro jornadas que duró el Encuentro fueron muy variados, desde los puramente culturales, a los religiosos, pasando por los de ocio o científicos. El IX Encuentro se inauguró, como no podía ser de otro modo, con una Misa Votiva sobre la Eucaristía en la Catedral concelebrada por diversos sacerdotes vinculados a la Santa Cena de Cuenca o a la Semana Santa de nuestra ciudad, presididos todos por Monseñor Yanguas, corriendo la parte musical a cargo del Coro del Conser-vatorio de Cuenca. Entre los actos religiosos el 8 tuvimos una misa y ofrenda a la Virgen de la Luz. Este es un acto que desde el primer Encuentro se viene realizando y que consiste en ofrecer a la pa-trona de la ciudad una ofrenda de productos típicos de los lugares de los asistente, así la Virgen recibió naranjas, limones, guirlaches, mermeladas, dulces típicos, vinos y repostería variada que con gran

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devoción depositamos a sus pies. Esta misa fue cantada por la mag-nífica Coral de la Cofradía de la Sagrada Cena de Huelva que deleitó a todos con su buen hacer y su devoción mariana, y una vez más queremos agradecerles lo bien que lo hicieron.

El día 7 era un día muy cargado de actividades con fructífe-ras e interesantes visitas al Parque Arqueológico de Segobriga y a la ciudad de Huete en donde se mostraron todos sus encantos de una forma inolvidable para todos. En el Salón de Actos del Ayuntamiento de Huete fuimos recibidos por la corporación, a la que agradecemos su colaboración, para a continuación proceder a desarrollar una mesa redonda con el tema de la juventud en las hermandades de la Santa Cena con diferentes jóvenes de toda España. Ese día cerrábamos los actos con una mesa redonda infor-mal que entre resoli y alajú debatió sobre la religiosidad popular hasta altas horas de la madrugada.

El 8, en la jornada matinal, se realizó una visita guiada a Cuenca. Aprovechando la visita para realizar un pequeño recorri-do nazareno y mostrar a las Cofradías que nos acompañaron los encantos de nuestra Semana Santa a través de las iglesias en donde se veneran nuestros pasos, allí fuimos recibidos por directivos de las hermandades que explicaron la vida de las mismas así como de sus imágenes titulares, directivos a los que queremos agradecer su colaboración en un día festivo. Ese mismo día los asistentes fui-mos recibidos en la Junta de Cofradías por parte de la Comisión Ejecutiva de dicha institución.

El último día por la mañana visitamos el recién inaugurado Belén de la Excma. Diputación Provincial en donde compartimos unos momentos y un intercambio de impresiones con el Alcalde de la ciudad José Manuel Martínez Cenzano, al cual queremos agradecer todo el apoyo y colaboración que nos ha prestado la institución que preside en la organización del IX Encuentro. La sorpresa surgió cuando la Coral de Huelva comenzó a cantar vi-llancicos cargados de gran devoción, deleitando a los asistentes con un improvisado concierto de navidad durante unos breves

minutos, convirtiendo ese instante en uno de esos que serán im-borrables en la mente de los hermanos de La Cena del Señor.

La parte más lúdica la tuvimos en la visita al Museo de Arte Abstracto que dejó impresionado a más de uno gracias a las ex-plicaciones muy acertadas y didácticas del personal del mismo, también el día 9 asistimos al concierto de la Joven Orquesta de Cuenca que interpretó un programa de marchas de Semana Santa pese a estar en fechas muy próximas a la Navidad, quedando todos sorprendidos al escuchar marchas que normalmente se interpre-tan con banda y que ese día fueron interpretadas por una orquesta resaltando lo diferente y maravilloso del concierto.

Por último dejamos la parte más científica del Encuentro, par-te que estuvo compuesta de las dos mesas redondas que ya hemos mencionado y de tres conferencias. Se inició con la que pronunció José I. Albentosa sobre El Cardenal Gil de Albornoz, conquense universal, defensor de la iglesia y de la dignidad de la celebra-ción eucarística. El día 8 Juan Zapata habló a los presentes sobre La Eucaristía y la Santa Cena: representación iconográfica en el arte español, cerrando el ciclo la conferencia escrita por Monse-ñor Cañizares, que no pudo asistir y que fue leída por Monseñor Yanguas, que llevaba el título El Sacramente de la Eucaristía en la doctrina Católica. Conferencias que serán publicadas por el Ser-vicio de Publicaciones de la UCLM en breve.

Todos los actos estuvieron marcados por el hermanamiento entre los asistentes sin importar la cofradía a que se perteneciera o la edad que tuviera cada uno pues el fin buscado era debatir so-bre la Santa Cena y honrar su advocación, a todo ello contribuyó notablemente a que durante estos cuatro días todos hicimos unas jornadas de convivencia al estar siempre juntos en comidas, cenas y actividades lo que reafirmó el fin que buscábamos en la Junta de Diputación de HACER HERMANDAD, primero entre nosotros y luego con nuestros hermanos de fuera de Cuenca.

No queremos terminar sin el consabido apartado de agrade-cimientos pues por su apoyo y colaboración conseguimos que el

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IX Encuentro Nacional de Hermandades y Cofradías de la San-ta Cena fuese un éxito. En primer lugar queremos agradecer a aquellos que colaboraron con su publicidad en el programa del Encuentro, a la Excma. Diputación Provincial, representada por su Diputado de Cultura, al Delegado de la Junta en Cuenca, al Sr. Obispo de la Diócesis, a los Delegados de Cultura y de Educa-ción, al Vicerrectorado de Extensión Universitaria, al inigualable apoyo de la Junta de Cofradías, a la Caja Castilla-La Mancha y al Ayuntamiento de la Ciudad representados por su alcalde y por el Concejal de Festejos José Luis Chamón, a todos gracias. No po-demos olvidar al diseñador del cartel del Encuentro, que en este caso coincide con el cartelista de nuestra Semana Santa, gracias a Carlos Codes por ese magnífico cartel que nos hiciste y que tanto ha gustado fuera y dentro de nuestra ciudad.

Concluimos hablando de un acto muy importante dentro de los Encuentros: el Cabildo General de Hermanos Mayores. En éste se debate sobre las conclusiones de los días de confraterniza-ción y se elige la ciudad que albergará el siguiente Encuentro. A continuación transcribimos literalmente el acta de dicha reunión en que se extrajeron las conclusiones del IX Encuentro Nacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Cena

CONCLUSIONES DEL IX ENCUENTRO NACIONAL DE HERMANDADES Y COFRADÍAS DE LA SANTA CENA

En Cuenca, siendo las 17:20 horas del día 9 de diciembre de 2006, en la Sala Guerra Campos del edificio de la Junta de Cofra-días de la Semana Santa de Cuenca, sita en la C/ Solera Nº 2, se re-únen los representantes y Hermanos Mayores de las Hermandades y Cofradías de la Santa Cena en Cabildo General, los asistentes son: Alfonso García Gómez, de la Hermandad de Archena; Juan Espinosa de los Monteros Llanos, de la Cofradía de Valladolid; José Ignacio Torrubia Ibáñez de la Cofradía de Zaragoza; Eduardo Fernández Felices de la Cofradía de la Santa Cena de Orihuela; José Manuel Domene Mestres, de la Cofradía de Reus; Vicente Marcilla Viñes, de la Hermandad de Torrent; Emilio Jesús Muñoz Jorva, de la Cofradía de Huelva; Juan Palacios Ávila, de la Her-mandad de Sevilla; Alejandro Cánovas Lillo, de la Hermandad de Alicante; Rafael Montoya Molina; de la Hermandad de He-llín y por parte de la Hermandad anfitriona Armando Martorell Montero, como Secretario, Ramón Pérez Tornero, en calidad de Vicesecretario y Juan Carlos García Recuenco como Representan-te ante la Junta de Cofradías, todos la presidencia de Julián López Martínez, Hermano Mayor de la Vble. Hermandad de la Santa Cena de Cuenca. Tras el rezo de un Padrenuestro para que nues-tros titulares nos iluminaran en los asuntos a tratar dio comienzo el Cabildo.

En esta reunión se extraen las conclusiones del IX Encuentro Nacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Cena.

Siguen siendo un tema crucial de este encuentro la juventud, acordándose que en el próximo se siga haciendo hincapié en lo mismo, pues el resultado de la mesa redonda dedicada a este tema fue gratamente sorprendente por el buen hacer de los jóvenes par-ticipantes. Quedó claro que existe una dicotomía entre las direc-tivas y los jóvenes, pues éstos encuentran problemas a la hora de que sus anhelos y propuestas sean tenidas en cuenta, aunque no es generalizable, ya que también pudimos apreciar grandes dife-rencias de unas Hermandades a otras en lo que a participación e integración de la juventud se refiere.

Se propone por parte del Hermano Mayor de Huelva el que se cree un foro de discusión en internet para que los jóvenes de todas las cofradías intercambien ideas y experiencias. Entre todos los asistentes se propone que traslademos a nuestras respectivas Cofradías la posibilidad de dotar una especie de becas, en la me-dida de las posibilidades de cada una, para que los jóvenes parti-cipen en mayor número en los próximos Encuentros. Del mismo modo se hace un llamamiento a todas las Hermandades para que indaguen el porqué la juventud no se anima a participar en los En-cuentros. También se acuerda tratar que los próximos Encuentros se presenten actividades más atractivas para este sector cofrade.

Respecto a la religiosidad popular, una conclusión clave de estos cuatro días la tenemos en que hay que mejorar las relaciones entre Cofradías y el clero, aunque existen excepciones de un diá-logo fluido y una colaboración bilateral.

También se ha profundizado en que se debe intentar involu-crar al clero, a través de sus consiliarios y capellanes, en la parti-cipación de sucesivos Encuentros; que su presencia no se limite únicamente a los actos litúrgicos, tratando que acompañen a las Cofradías en estos días de convivencia y experiencias comparti-das. Igualmente hay que potenciar el compromiso que adquieren con la Eucaristía los cofrades de las distintas Hermandades de la Santa Cena, haciendo ver que la Hermandad no se limita única-mente al día de la procesión.

A destacar por los presentes las palabras de Monseñor Cañi-zares, Cardenal Primado de España: dar sentido a la formación religiosa en torno a diferentes aspectos de la Encíclica de Juan Pablo II Iglesia y Eucaristía: El verdadero sentido de compartir el pan, vivir la Eucaristía fuera de la Iglesia, mantener y prodigar una actitud de servicio a hermanos y al prójimo en general, con-siderar la Eucaristía como un bien supremo de la Iglesia, respetar el sagrario como corazón vivo de la Iglesia, adorar al Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

Entre las propuestas para los próximos Encuentros tenemos las siguientes:

• Posibilidad de cambio de las fechas del Encuentro, dejándolo a elección de la Cofradía organizadora, ya que en este puente, al coincidir con la festividad de la Inmaculada Concepción muchas Hermandades no pueden asistir al tener actividades de culto.

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• Tratar en los próximos encuentros la formación espiritual de los hermanos y cofrades.

• Introducir la posibilidad de establecer un debate en el próxi-mo encuentro sobre el papel de la mujer en las Cofradías de la Santa Cena.

Seguidamente se pasa a la elección de la ciudad que acogerá el X Encuentro Nacional de Hermandades y Cofradías de la Santa Cena. El Hermano Mayor de la Santa Cena de Archena propone como organizadora a su Hermandad, propuesta que es aceptada por aclamación.

Antes de concluir, la Hermandad de la Santa Cena de Cuenca propone que se eleve a la casa de S.M. la Reina la presidencia de honor de los Encuentros Nacionales de Hermandades y Cofradías de la Santa Cena de modo indefinido, no para un único encuentro como ha sido en el caso de Cuenca.

El Hermano Mayor de la Hermandad de Huelva quiere hacer un agradecimiento público por la labor realizada a lo largo de los nueve Encuentros a don Juan Palacios, de la Santa Cena de Sevi-lla, agradecimiento al que se suman el resto de Hermandades.

Asimismo, Juan Palacios agradece a dos personas que han asis-tido a todos los encuentros y que en la actualidad son Hermanos Mayores de sus respectivas Cofradías, estos son Emilio Muñoz, de la cofradía de Huelva y Juan Espinosa de los Monteros, de la Cofradía de Valladolid.

Y sin más asuntos que tratar, tras rezar una oración por los hermanos difuntos de todas nuestras Cofradías se levanta la se-sión a las 18:45 horas, de todo lo cual, yo como secretario de la Venerable Hermandad de la Santa Cena doy fe.

Armando Martorell Montero. Secretario

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El tratamiento de la Semana Santa en la prensa es la fuente, quizá más fiel, del conocimiento del papel que juega esta tradición religio-sa en la cultura conquense de principio de siglo. Suponiendo que en la prensa se escucha la voz del pueblo y, dejando a parte los posibles intereses personales de los firmantes de los artículos, el enfoque de la Semana Mayor de Cuenca evolucionará notablemente durante la déca-da de los años veinte, dotando a esta tradición de un papel básico en el desarrollo turístico y económico de la ciudad.

La consideración a la prensa como un documento descriptivo de las actuaciones y problemáticas de una sociedad muestra la importancia del medio escrito en la manifestación de las acciones y de los intereses de la época a tratar.

La década objeto de este acercamiento a la Semana Santa supone un momento en la historia de Cuenca de estancamiento económico y social, a pesar del intento de fomento con las construcciones de obras públicas (como la plaza de abastos, nuevas escuelas y la plaza de toros, con cierta polémica) que, junto con la destrucción del arbolado y una política en relación con el patrimonio artístico e histórico poco afortu-nada1, dejaron a la ciudad en una situación de abandono nacional.

Dicha situación fue ampliamente criticada por la prensa y fue ésta la que encontró en la Semana Santa la posibilidad de crecimiento so-cial y económico de la ciudad, considerándola como estandarte pro-pagandístico para la atracción de turistas y posteriores inversiones en Cuenca.

Y de esta forma, pidiendo desde sus escritos un apoyo importan-te de las instituciones y aportando ideas y críticas para engrandecer nuestra fiesta, se hizo más patente la colaboración de las anteriores y se lograron momentos de esplendor leves en el desarrollo de nuestra Semana Santa.

Serán tres los enfoques que recibirán estas celebraciones en la pren-sa. La primera estriba en el contenido religioso, en el que el los actos litúrgicos y las procesiones adquieren total protagonismo; un segundo aspecto tratado son los festejos profanos, como consecuencia de los religiosos, que invitaban a la visita de Cuenca por turistas y foraste-ros; el último tratamiento buscará la vinculación de la Semana Santa, considerando a ésta en sus actos religiosos y festejos profanos, con el turismo y, por lo tanto, su importancia vital para el resurgir de Cuenca como ciudad.

Por Aurora Garrote Armero

Los felices años 20 de la Semana Santa de Cuenca. La Prensa

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El hecho religiosoLas procesiones y los actos litúrgicos nos muestran en los años 20 el

amplio abanico que suponen en Cuenca las celebraciones religiosas de la Semana Santa. La prensa se ofrece como medio de anuncio de todos ellos, buscando ante todo a ese público turista que se acerca a Cuenca en estas fechas.

Durante los días previos y los mismos de Semana Santa, los perió-dicos locales impregnan sus portadas con la información necesaria para participar en la casi ilimitada lista de actos. Las Tinieblas, los Santos Ofi-cios, el sermón de Soledad, vela al Santísimo… cultos que indicados con sus horas de inicio de celebración y lugar, el oficiante e, incluso, el acom-pañamiento musical motivaban en la época de asistencia masiva.

Cultos – En la S.I.C.B., a las 10 de la mañana, misa mayor, en la que se cantará la Pasión, según el Evangelista San Marcos; horas canónicas y a las 4 de la tarde solemnes tinieblas cantadas por los Paules y terminando con el miserere. (El Día de Cuenca, 13 de abril de 1927, Miércoles Santo)

Otros cultos más populares, como la visita a los Monumentos duran-te el Jueves Santo, serán considerados elemento tradicional y social, en el que aromáticas mujeres(…) van visitando los monumentos, ataviadas con la clásica mantilla (La voz de Cuenca, 18 de abril de 1928).

Y quizá, el culto más arraigado en Cuenca tiene lugar en la ermita de la Virgen de las Angustias. En todas las crónicas de Semana Santa y en todas las descripciones de los actos, ocupa un momento básico en el Vier-nes Santo la visita y acompañamiento a la Virgen: A las ocho de la noche hasta la madrugada del Sábado de Gloria, visita a la Virgen en su triste Soledad en la ermita de las Angustias, donde se da a adorar el cuerpo de Jesucristo yacente (El Día de Cuenca, 6 de abril de 1927)

Todos estos cultos son acompañados en la prensa de artículos que invitan a participar de estas fiestas en su aspecto más espiritual. Así, apa-recerán de carácter puramente religioso, describiendo momentos de la Pasión de Cristo, meditaciones, poemas de autores clásicos como Lope de Vega, contemporáneos como Gabriela Mistral o Narciso Díaz de Es-covar; tal es el caso del número extraordinario que La Voz de Cuenca pu-blica el 4 de abril de 1928, en el que además de los autores anteriormente citados, aparecen textos de W. Fernández Flórez y Emilio Castelar, de carácter religioso y de Basiliso Martínez Pérez, el cual aporta las líneas de descripción de nuestra Semana Santa.

Nos encontramos, pues, ante una prensa que nos muestra la Semana Santa como hecho religioso, dejando breves espacios para nuestro carác-

ter local. Firmas de renombre para marcar más esa autoridad necesaria para concebir estas fiestas como un acontecimiento cristiano, marcando su esencia espiritual.

Paralelamente, durante las fechas que acompañan a la Semana Santa, las informaciones acerca de las procesiones que la componen son tema de las portadas de los periódicos locales. De esta forma, aparecen las des-cripciones de las procesiones del Miércoles Santo, Jueves Santo y Viernes Santo.

La procesión de ‘El Silencio’ sería la procesión más moderna toman-do como referencia la década de 1920. Su tratamiento en la prensa sigue las directrices que el resto de procesiones: nos indica su lugar de inicio (Parroquia de San Esteban), su hora de inicio (variable según años, 20 horas ó 21 horas), las diferentes hermandades, mostrándonos sus uni-formidades y escudo, el número de hermanos, su recorrido por la ciudad y los ‘Pasos’ que las componen, llegando incluso a opinar el periodista acerca del valor artístico de los mismos (este último aspecto aparece sobre todo en crónicas posteriores sobre la Semana Santa), similar tratamiento al actual en líneas generales.

Desde esta óptica es tratada la procesión del Jueves Santo, tan solo destacando que su organización corre a cargo de la Archicofradía de Paz y Caridad. La procesión ‘Camino del Calvario’, sorprendentemente, pasa desapercibida en las descripciones de la primera mitad de los años veinte, variando su acercamiento en los años finales de la década (veremos su causa), aunque se destaca su mayor antigüedad respecto a las otras. La procesión ‘En el Calvario’ es descrita siempre en términos de solemnidad y orden, quizá en comparación con la anterior.

Pero sin lugar a duda, la procesión que más expectativas levantaba en la primera mitad de los años 20 era la del ‘Santo Entierro’, quizá motivada por el variopinto conjunto de participantes que la forman. Se trata del desfile descrito más exhaustivo en la prensa. Mostramos la descripción de la misma en El Día de Cuenca de 30 de marzo de 1920:

A las cinco de la tarde saldrá de la parroquia del Salvador la Solemne proce-sión del Santo Entierro, con asistencia de los acogidos en la Casa Beneficencia, de todas las hermandades, Seminarios, Cabildo Catedral y Santa Catalina, Exmo. Ayuntamiento, bajo mazas, gobernador civil y militar y el Excmo. señor obispo con el Tribunal eclesiástico.

En esta procesión forman heraldos de la Fama y de Armas, Niños Pasiona-rios, Marta Samaritana, Verónica y las tres Marías; los caballeros de Nuestra

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Señora de la Soledad y Santo Sepulcro, que la costean, los que concurrirán con los hábitos y distintivas capitulares (…).

Gozaba de tal expectación que, tal y como detalla y critica Manuel Cano, firma del artículo ‘Las procesiones de Semana Santa’ en El Día de Cuenca de 23 de abril de 1925, las autoridades pagaban 300 pesetas para que desfilara por Carretería las más bella y emocional procesión conquense, a pesar de ser una procesión ‘costeada’ por los Caballeros aspecto por el que duda y expone sus opiniones contrarias.

Una última procesión, no recuperada tras la Guerra Civil y de la que solo da información la prensa de 1929, denominada de ‘Soledad’, se iniciaría el Viernes Santo por la noche desde la Ermita de San Antonio Abad (San Antón) hasta las Angustias, conformándola solamente muje-res, durante la cual se rezará el Santo Rosario y será presidida por las esposas de las autoridades. Solamente figura la imagen de la santísima Virgen en su Soledad (…). (El Día de Cuenca, 28 de marzo de 1929).

Los actos profanosToda fiesta religiosa que se preciara era acompañada de un completo

programa de actividades socioculturales. La celebración de la Pascua de Resurrección es, en el cristianismo, probablemente la de mayor impor-tancia.

Durante la tarde del Sábado de Gloria y en el día de Domingo de Pascua o Resurrección, la ciudad de Cuenca era escenario de diferentes actos profanos para festejar la Resurrección. Así, las representaciones teatrales y los conciertos (mayoritariamente interpretados por la Banda Provincial y Municipal de Cuenca) eran los actos para el sábado, a los que seguían castillos de fuegos artificiales.

El Domingo de Resurrección despertaba a las seis con bonitas dianas por las bandas de música y a las tres de la tarde gran corrida de novillos toros, por los afamados diestros Blanquito, Maravillas y Agüero (El día de Cuenca, 1 de abril de 1928).

Los festejos profanos eran considerados un elemento base para la atracción del turismo a la ciudad, aspecto por el que lucharon y opinaron desde los periódicos locales.

Turismo y Semana SantaLas corrientes localistas que triunfaban en Cuenca motivaron nume-

rosas líneas de opinión acerca de la importancia de la Semana Santa en el desarrollo turístico de la ciudad.

Cuenca se encontraba en una posición baja respecto al resto de capitales de provincia y eran necesarios planes de dinamización para el turismo que supusieran un aumento en la inversión económica. La Semana Santa era la fiesta mayor de la ciudad, quizá la que más visi-tantes pudiera atraer y con la que más propaganda se realizara. De esta forma, desde la prensa se instó a las autoridades a comprometerse en el impulso de la fiesta, porque, subsidiariamente, implicaba el desarrollo de la ciudad.

Y no solo se hacía responsable a las autoridades y personas intere-sadas (a priori, económicamente), sino que a los mismos cofrades se les animaba a mejorar sus hermandades y procesiones.

El Martes Santo de 1920 El Día de Cuenca inicia el artículo de infor-mación de las procesiones con el abandono de las cofradías y del munici-pio de elementos que realcen la grandiosidad y lucimiento de las tradicionales procesiones de la semana de Pasión, idea que se vuelve a recoger el Miércoles Santo del año siguiente en el mismo periódico, aunque ya aporta otras noticias más preocupantes, como son las menguadas cifras de turistas y forasteros, motivadas por el reclamo de otras Semana Santa.

El mismo periodista utiliza estas líneas para reivindicar la necesida-des de invertir en Cuenca y no olvidarla en su abandono político; ejem-plifica dicho abandono con que nuestros políticos no nos han conseguido un expreso con vagones literas y nuestros hospedajes no les ha llegado la hora de la calefacción a vapor. Describe negativamente la situación de Cuenca.

Pero es aquí donde comienzan a fraguarse los elementos representati-vos de la Semana Santa de Cuenca que se desean vender cara al exterior; los tópicos, que aun se conservan en la descripción de nuestra fiesta reli-giosa, se eligieron para tener un elemento diferencial de las procesiones más turísticas del momento, como son las andaluzas. Llega incluso a mostrar a las nuestra comos aquéllas limpias de toda impureza cristiana y de todo andalucismo irreverente. Se seleccionan la solemnidad, la sobriedad, el rigor, el respeto y el orden como elementos atrayentes de nuestra Semana Santa, respecto a la posible visión folclórica y festiva, menos seria, de las procesiones andaluzas. Proponen, además, desde la prensa, la aparición de carteles anunciadores como los que disponen otras ciudades.

Estas preocupaciones son tema constante en los artículos relativos a la Semana Santa durante los siguientes años2, mostrando otros focos de crítica y de mejora a parte de los anteriormente mencionados. Recalcando la doble función religiosa y económica de la Semana Santa, se defiende constantemente a las hermandades por sus escasos recursos económicos y se invita de nuevo a la colaboración de las diferentes instituciones y em-presas de la ciudad; se pide reconstruir la fiesta (se esconde cierto concep-to de celebración en decadencia) con lujosas procesiones, una cuidadosa organización, medios de transporte adecuados y un programa de festejos atrayente, con una implicación totalmente en inversión económica.3

El año 1927 la crítica permite extraer elementos positivos de la Se-mana Santa, recalcando la publicación de nuevos y diferentes folletos de propaganda y difusión, como el de Luis Martínez Kleiser con los tres artículos que se publicaron en el periódico ABC de tirada nacional y que ahora se editaran en folleto de mano4; aun así, se pide mayor interés para lograr la propaganda. Las hermandades, poco a poco, van mejorando sus desfiles procesionales con las incorporaciones de novedades5 que logran el engrandecimiento tan pedido por la prensa. Es el año en el que la Hermandad de Jesús Orando en el Huerto de San Esteban estrena los primeros grupos eléctricos en las andas, la Soledad del Puente desfila con manto y corona nuevos y el Prendimiento adquiere 12 túnicas para los banceros. A pesar de éstos, se reprenden ciertos comportamientos públi-co se desde la misma prensa, como puede ser levantar el antifaz, esto es,

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el capuz de los nazarenos (existe cierta permisividad con los banceros) o volver el Paso a quien se le antoje y no solo a los hermanos enfermos.

En el número extraordinario de Semana Santa de La Voz de Cuen-ca de 10 de abril de 1927 se utilizan los mismos clichés y textos que en el programa o Álbum de la Cámara de Comercio de ese mismo año, al que acompaña una pequeña crónica de la visita al Santuario de Las Angustias del escritor Inocente García y Carrillo. Pues bien, el texto que nos muestra la Semana Santa de Cuenca es de los primeros en los que a la procesión ‘Camino del Calvario’ se le otorga cierto carácter de unicidad respecto al resto de procesiones nacionales. La nota predomi-nante y caracterizadora de todas nuestras procesiones es la austeridad y solemnidad, pero hace excepción a esta austeridad la tradicional procesión de la madrugada del viernes, en la que tradicionalmente obliga a consumir la bebida del día, el resoli. Esta tendencia de recalcar el consumo de la bebida ha marcado casi completamente la concepción negativa de la procesión.

Y en el mismo especial de 19286, Basiliso Martínez Pérez vuelve a incidir en este carácter de la procesión:

(…) El viajero, el turista, el ajeno a esta tierra, observará, si es un poco observador, algunos cuadros que contrastan fuertemente con la solemnidad del día; no le extrañe; no califique a nadie de lo que no es; es una rancia costumbre de esta tierra en estos días, como es algo esencial, genuino en todas las ciudades españolas que, con alguna solemnidad, celebran estas fiestas religiosas. ¡No había de constituir nosotros la única excepción! (…)

Buscar un elemento diferenciador de nuestra fiesta para poder com-petir turísticamente con el resto de ciudades supone un reclamo para los forasteros. La ruptura del canon conquense de sobriedad y respeto, la austeridad castellana contra el folclore andalucista, son los tópicos enfrentados que nacen en la rivalidad nazarena conquense para conse-guir la atención turística. El valor de lo único deriva en lo genuino de la Semana Santa de Cuenca.

La atracción turística debe ser la consecuencia del juego publicitario que motive al forastero en su venida a Cuenca. Continúa siendo un serio problema para nuestra ciudad la falta del interés por parte de las autori-dades competentes para la colaboración en actividades propagandísticas. El periódico La Voz de Cuenca dedica en la portada del día 16 de abril de 1928 un artículo bastante crítico titulado ‘Publicidad y propaganda’ y firmado con el pseudónimo de Otero, dedicado a la Semana Santa y a este tema.

Reciben en la redacción del citado periódico la propaganda de la Semana Santa de Valladolid, editado por la Asociación del Fomento del Turismo de la misma ciudad, folletos con imágenes acompañadas de textos literarios francamente buenos y una guía completa de actividades religiosas y turísticas en general. El periodista apunta con cierto tono irónico la gran falta de cortesía que tendrían por no poder devolverles el detalle con el envío de otro programa, porque no lo hay con ese nivel. La única publicidad ha sido la llevada a cabo con causa particular en los talleres de Ruiz de Lara.

Pide desde sus líneas que se publicite sobre la Semana Santa de Cuenca, en periódicos de circulación nacional, con folletos ilustrados, carteles artísticos e incluso en el medio radiofónico. El éxito de todas las fiestas es un problema de publicidad. No cabe duda.

Terminamos la década en 1929 con las Hermandades en pleno auge de innovación. Son numerosas las Hermandades que en este año incor-poran elementos en las procesión: el Huerto de San Esteban estrena guión, una corona de plata para la imagen de Jesucristo y un cáliz de oro para el ángel; el Prendimiento añade un grupo de tulipas; el Ecce Homo de San Miguel, un guión rojo de damasco; la Virgen de la Amar-gura y San Juan desfilará con andas de plata nuevas donadas por D. José Cobo; el Ecce Homo de San Andrés, una corona de plata donada por Dña. Carlota Pedraza; la Hermandad de Jesús Nazareno del Salvador contará en el desfile con un grupo de guardia romana; Nuestra Señora de la Soledad del Salvador también estrena andas de plata, donadas éstas por Félix Sáiz y la Virgen de las Angustias, un guión de damasco azul celeste bordado en oro. Tras esta amplia lista de innovaciones es evidente que las Hermandades buscan medios para engrandecerse, para hacer sus desfiles más lujosos y grandiosos.

Conseguir la presencia de visitantes en la ciudad con motivo de la Semana Santa implica llevar a nuestras Hermandades y desfiles a un ni-vel de exposición mayor. La búsqueda de elementos novedosos colabora con el interés de engrandecer la fiesta, que buscará en última instancia, el desarrollo del Turismo en Cuenca y el crecimiento de la ciudad.

La necesidad de nuestra capital castellana de darse a conocer para salir del anonimato social y cultural al que estaba sometida, hace que la misma sociedad busque mecanismos de desarrollo. Con una fiesta religiosa de la categoría de la Semana Santa de Cuenca, con el auge socioeconómico de las ciudades con festejos de estas características y con la situación de la ciudad en todos los aspectos, la dirección que se debía que tomar era evidente.

Si a esto le sumamos las políticas históricoartísticas que con escaso acierto se realizaban en la ciudad, es lógico que la prensa más localista se inclinara por guiar a la sociedad por la línea política peor gobernada. Además, la búsqueda de formas genuinas que resalten a la ciudad y que consigan el desarrollo de la misma es la estrategia seguida por los periodistas locales, al mismo tiempo que la crítica a las autoridades de no apoyar una tradición de carácter religioso y de vital importancia para Cuenca.

Volvamos la mirada hacia nuestra Semana Santa actual. Reflexio-nemos.

1. LÓPEZ VILLAVERDE, A.L. ‘Inmovilismo versus modernización en la provin-cia de Cuenca (siglos XIX y XX)’, Ciclo de Conferencias HISTOCUENCA, Servicio de Publicaciones de la Caja Castilla La Mancha, Obra Social y Cultural. Cuenca, 2006

2.‘Después de la Semana Santa’, La Voz de Cuenca, 13 de abril de 1925

3. ‘Sobre la Semana Santa’, El Día de Cuenca, 11 de abril de 1924

4. MARTÍNEZ PÉREZ , BASILISO. ‘Las bellezas de Cuenca’, La Voz de Cuenca, 4 de abril de 1927

5.‘Nazarenos, orden’, El Día de Cuenca, 3 de abril de 1923

6.MARTÍNEZ PÉREZ , BASILISO ‘Consumatum est’, La Voz de Cuenca, 4 de abril de 1928

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I. La verdadera trascendencia de una pionera publicación nazarena. A modo de introducción2

En el presente artículo se tratará de esbozar una breve panorá-mica analítica de carácter aproximativo acerca de uno de los hitos culturales más sobresalientes de la historia reciente de la Semana Santa de Cuenca: la aparición de las diez ediciones anuales publica-das de los Cuadernos de Semana Santa tristemente desaparecidos, aún recordados y todavía añorados. La totalidad de las seiscientas treinta páginas que engrosan la valiosa trayectoria de esta inolvida-ble revista, cuya decena de números salieron a la luz pública de ma-nera intercalada entre los años de 1985 y 2001, vienen a constituir, sin ningún género de dudas o reparo, uno de los instrumentos más eficaces, solventes y pedagógicos que pueden ser manejados actual-mente para intentar trazar de modo sereno un acercamiento cien-tífico y literario a una Semana Santa declarada de Interés Turístico Internacional, desarrollada en el incomparable escenario urbano de una capital como Cuenca, privilegiada con la algo más que honorí-fica distinción de calidad de Patrimonio de la Humanidad.

Por Israel José Pérez Calleja

A la memoria de mi abuelo materno D. Florentino Calleja Belmar (R.I.P.), en el 41º. aniversario de su intitulación como Hermano Mayor de la Vble. Hdad. de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado y María Santísima del Amparo de Cuenca.

Cuadernos para la historia1

Breve recorrido analítico por los añorados cuadernos de Semana Santa editados por la R. A. I. V. Hdad. de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador”

1. Este artículo está compuesto por un conjunto de breves apuntes y notas epilogales acerca del nacimiento, contenido y evolución de los Cuadernos de Semana Santa. El mismo, debido a la limitación de espacio disponible, supone el resultado abreviado de un más amplio y detallado estudio, bastante superior al centenar de páginas, elaborado durante los últimos meses y que no puede, en atención a la cir-cunstancia comentada, ser reproducido en toda su extensión en la presente edición de esta revista. No obstante, debido a la entusiasta aceptación e interés demostrado para con esta iniciativa por diversas entidades, se emplaza al lector insatisfecho a una futura publicación del trabajo completo.

2. Sirva esta nota como agradecimiento a las facilidades prestadas por la Real, Antiquísima, Ilustre y Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador” en las personas de su Vicesecretaria, Dª. Raquel Pinós Calvo y del

La venturosa publicación que aquí nos ocupa, con un formato que promediaba las sesenta y tres páginas por edición y unas dimen-siones aproximadas de 28_20,5 centímetros3, supo conjugar de una manera tan brillante como interesante, la participación de firmas muy autorizadas en el castigado estudio de nuestra manifestación penitencial por excelencia (con el hallazgo añadido de documentos de enorme relieve para el análisis del pasado, presente y futuro de nuestra Semana Santa) y en la recreación lírica de una tradición religioso-popular tan lindante con lo poético como es ésta, varias entrevistas, a modo de semblanzas, de personajes imbricados in-eluctablemente a la historia de la Hermandad editora y, por ende, al conjunto de la Semana Grande. Del mismo modo, jalonan im-periales los Cuadernos multitud de bellas instantáneas fotográficas que constituyen, por derecho propio, auténticos retratos y paisajes nazarenos, ricas ilustraciones artísticas, junto a un espléndido catá-logo de portadas originales realizadas de manera exclusiva para la

Cronista Oficial de la Hermandad, D. Lucio Mochales Correas, así como al resto de Hermanos de la misma, a quienes está dedicado también este estudio. En esta misma línea, también quisiera mostrar mi más sincera gratitud a, entre otras figuras sondeadas al respecto, D. Antonio Garrote Ortega quien, además de ser uno de los principales promotores de ese sueño nazareno que fueron los Cuadernos de Semana Santa, puso a disposición del aquí firmante, con absoluta diligencia y afabilidad, la formidable experiencia acumulada, así como toda la documentación requerida en su momento sobre el asunto que nos ocupa.

3. Respondiendo a la curiosidad del lector que desee acceder a la consulta de la colección completa publicada de los Cuadernos, debe apuntarse que, exceptuando las ediciones correspondientes a los años de 1992 y 1993, se encuentran disponibles para el usuario en las distintas hemerotecas públicas de la capital conquense.

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4. Nótese la siguiente reflexión acerca de la génesis y principales objetivos perse-guidos por los Cuadernos de Semana Santa, y su incardinación en una apuesta cultural más ambiciosa por la Semana Grande y cultura conquenses, abanderada por la Her-mandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador” en su día: “Desde hace unos años, se apostó por la utilización de los fondos de la Hermandad no únicamente en beneficio de sus hermanos, sino que este gasto trascendiera más allá de la propia Hermandad, que fuesen invertidos en bien de toda la ciudadanía e incluso que llegase a los visitantes. Así, se comenzaron a plantear, tímidamente al principio debido a la lógica inexperiencia, una serie de proyectos culturales que engrandecieran la Semana Santa para todos. Se pensó en realizar una publicación anual, coincidiendo con la Semana Santa, en la que se plasmaran diversos aspectos relacionados con esta cele-bración. Así nacieron los “Cuadernos de Semana Santa”, en los que las plumas más especializadas en estos temas, han dejado para la Historia las facetas más conocidas y las más desconocidas de nuestra Semana de Pasión, así como una gran colección de iconografía fotográfica. El primer Cuaderno, salió a la luz en la Semana Santa de 1985, con continuidad en la de 1986, donde por diversos motivos se interrumpió has-ta 1992, que vuelven a salir y desde entonces, con continuidad hasta hoy” (GARRO-TE ORTEGA, A. y LUJÁN ALARCÓN, J. C., “Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de El Salvador: una apuesta por la cultura en Semana Santa”, en AA. VV., Cuenca Nazarena, nº. 0, Cuenca, Junta de Cofradías de Semana Santa, 1994, p. 8).

5. En Sesión Extraordinaria de la Junta General de la Hermandad, celebrada con fecha de 21 de enero de 1985, se sometía a la voluntad de los presentes y se aprobaba, entre otros asuntos, la iniciativa cultural de editar los Cuadernos de esta manera: “En el siguiente punto, la mesa directiva expone la intención que tiene de realizar una revista con temas de nuestra Semana Santa y que iría acompañada de fotografías tanto actuales como antiguas y textos de varios autores queridos de nuestra ciudad. La Junta lo ve conveniente para el realce de nuestra Semana Santa y ofrece un voto de confianza tanto para la realización del Homenaje a nuestro escultor como para la realización de esta revista” (Archivo de la R. A. I. V. Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno de “El Salvador”, Libro de Actas de la Hermandad, f. 26v. Sesión Extraordi-naria de 21 de enero de 1985). En otro orden de asuntos, sin abandonar todavía esta misma fuente documental, hay que señalar que el otro y primer gran punto del día tratado en la citada Sesión Extraordinaria no fue otro que someter a votación los actos proyectados con motivo del homenaje al escultor D. Luis Marco Pérez, clamo-

publicación por afamados artistas conquenses, con objeto de enca-bezar la revista con la mayor prestancia posible, que bien pudieran haber sido consideradas, con la dignidad que les ha otorgado la in-maculada e inexorable pátina del tiempo, como auténticos Carteles de la celebración respectiva.

Como bien es de imaginar, parece necesario redundar en la obligada consideración y ponderación de todos los componentes internos de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador” como parte activa y responsable en la tarea de publicar los mencionados Cuadernos de Semana Santa. Y es que, de manera más que acertada, se apostó con suficiente brío por abrir una brecha cultural hasta entonces insólita y desconocida en el paisaje cofrade de Cuenca. Apoyada y renovada la confianza en los objetivos per-seguidos por esta iniciativa4 por los distintos Hermanos Mayores, los diversos miembros de las Juntas de Diputación correspondientes y resto de Hermanos todos que así lo quisieron y aprobaron, esta aventura hermosa, que también contó con la anuencia imprescin-dible de un buen número de colaboradores, fue recibida con anhe-lo por sus ávidos lectores durante tres grandes etapas: una inicial comprendida entre los años de 19855 y 1986, con un evidente tono experimental desde el punto de vista del contenido; una segunda y más enjundiosa fase, tanto cualitativa como cuantitativamente hablando, correspondiente a los años comprendidos entre 19926 y 1999, con la excepción consabida del año 19957; y una última y fugaz etapa capitalizada por la lujosa edición del Cuaderno de Se-mana Santa del año 20018.

Para avanzar rápidamente en esta serie de consideraciones ge-nerales, parece menester subrayar la trascendental relevancia de los Cuadernos como único y gran referente en cuanto a publicaciones anuales sobre la Semana Santa de Cuenca durante un buen puñado de años. En sus anheladas páginas convivieron saludablemente, por un lado, la académica investigación científica y la denostada belleza lírica de la prosa y el verso poético y, por otro lado y no sin cier-tos desequilibrios, el interés propio de la Hermandad con el de la Turba, polémico componente inseparable ligado y dependiente de aquélla (interrelación, por cierto, que terminaría desembocando en

la edición por parte del Grupo Turbas de su particular Memorial de periodicidad anual).

Esta publicación constituyó, por consiguiente, un paradigma pionero en lo relacionado con las publicaciones editadas, hoy cir-cunstancia y coyuntura afortunadamente común, por la Junta de Cofradías o Hermandades (más allá de las esporádicas apariciones de escritos sobre la denominada Semana Infinita o los números ex-tras y especiales publicados por los distintos diarios o semanarios conquenses de entonces) con el añadido, en absoluto baladí y he aquí una de sus más elefantiásicas riquezas, de acoger en sus páginas no sólo aportaciones relacionadas con la Hermandad en cuestión sino referidas a la globalidad de la Semana Santa de Cuenca. En cualquier caso, lo que sí parece algo más que una evidencia feha-cientemente constatada es el hecho de que esta loada iniciativa, aus-piciada y desarrollada con vigor por figuras como la de D. Antonio Garrote y continuada por una serie de personas anónimas volcadas con tan noble actividad, pese a tener que vencer una serie de incom-prensivas resistencias puntuales, se ha erigido en causa influyente de la merecida nombradía de la que hoy hace gala y goza la Herman-dad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador”.

La elaboración de la revista, en lo que vino a ser un incesante compromiso con la cultura conquense, fue amplia y brillantemente complementada por la programación de una más que comprome-tida serie de iniciativas dotadas de gran aceptación y repercusión. Así, la celebración de atractivos concursos fotográficos9, intere-santes encuentros o jornadas científicas10 y numerosas y variadas exposiciones11, afortunadamente testimoniadas en preciados catá-logos, situaron a la vanguardia de la difusión de la Semana Santa de Cuenca a esta Real y Antiquísima Hermandad del muy vene-rado Nazareno del Amanecer de Viernes Santo. Quizá el epílogo magnánimo a esta imponente caterva de propuestas e inquietudes culturales ofertadas por la Hermandad en cuestión, con destino no sólo a sus penitentes sino a todo el universo nazareno de Cuenca, no podría ser adornado con dos ápices o eventos de mayor calado como así fueron, por una parte, el encargo realizado, allá por el año 1992, de una pieza musical al maestro madrileño Cristóbal Halff-

rosamente aprobados por la Junta General de una Hermandad que desempeñó papel protagonista en tan merecida evocación.

6. Téngase en consideración la siguiente información periodística referida a la reaparición de la publicación que aquí nos ocupa en el año 1992: “Como comple-mento a esta información, hay que destacar la publicación de una revista. “Cuadernos de Semana Santa 1992”, obra que ha visto la luz gracias al esfuerzo de toda la Junta Directiva de la Hermandad del Jesús del Salvador. En la revista hay 86 fotos en blanco y negro y destacan 2 artículos. Uno de ellos lo escribe Dimas Pérez y se titula “Ayer y hoy de la devoción nazarena en el Obispado de Cuenca”. El otro, “Pitanzas y libacio-nes en Semana Santa”, pertenece a Juan Carlos Luján. En principio, la intención de la Junta Directiva de la Hermandad pretende distribuir la revista entre todos los herma-nos y entre todos los compromisos que han contraído, aunque no descartan poner a la venta algunos de los 2.000 ejemplares para cubrir gastos. No entra en los planes de la Junta Directiva, según afirman sus miembros, hacer negocio con la revista” (T. A., “Se refuerzan las medidas de seguridad para las Turbas”, en El Día de Cuenca. Diario Independiente. Especial Semana Santa, Año IX, nº. 2.400, 1992, p. 83).

7. La publicación anual de los Cuadernos correspondiente a este ejercicio fue sus-tituida o reemplazada por la edición de la siguiente referencia bibliográfica: CALVO CORTIJO, L., El rito de las Turbas, Cuenca, Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador”, 1995. Nótese, tal y como venía siendo tradición, la espectacular portada realizada expresamente para esta obra por el desaparecido artis-ta D. Antonio Saura. Durante el trascurso de ese mismo año, esta Hermandad tam-bién publicó el catálogo correspondiente a la Exposición titulada “Carlos Albendea. Retratos de Semana Santa 1969-1974”, celebrada en el Teatro-Auditorio de Cuenca durante la primera quincena del mes de abril.

8. En el tradicional Saluda de los Hermanos Mayores se alababa el reencuentro con la prestigiosa publicación, tras el interregno del año 2000 (Vid. ROMERO SE-QUÍ, P. y ESPEJO BERMEJO, A., “Los Hermanos Mayores, a los Nazarenos de Nues-tro Padre Jesús”, en Cuadernos de Semana Santa 2001, Cuenca, Iltre. y Vble. Hdad. de Ntro. Padre Jesús Nazareno de El Salvador, 2001, p. 3).

9. En el año 1991, coincidiendo con el quincuagésimo aniversario de la primera comitiva procesional en la que participó la actual Imagen titular de la Hermandad, excepción hecha del Cirineo, se celebró el I Concurso de Fotografía organizado por

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ter, cuya composición, titulada “Turbas, collage para orquesta”, fue estrenada e interpretada por la Orquesta Sinfónica de Madrid en el marco de la XXXIV Semana de Música Religiosa de Cuenca en el año 199612 y, por otra parte, la bendición de las actuales puertas de la Parroquia de El Salvador, obradas por el gran artista conquense de talla internacional D. Miguel Zapata, a cuya figura y creación está dedicado buena parte del último número publicado de los Cua-dernos de Semana Santa.

En otro orden de asuntos, toda vez que en las ulteriores conclu-siones del artículo se planteará argumentadamente una teoría posi-bilista acerca de la oportunidad y considerables beneficios cultura-les, absolutamente compatibles con las publicaciones actuales del mismo género, que podría reportar la recuperación, introduciendo algunos matices, de un valor unánime como es el que encarna los Cuadernos, hay que señalar el hecho de que la Hermandad supo armonizar este abundante flanco cultural con los inaplazables des-empeños naturales que deben afanar, en primera instancia, a una asociación de fieles como es una Hermandad de Semana Santa, en este caso la reunida alrededor de la advocación de Nuestro Padre Jesús Nazareno. De tal modo que, la fastuosa cristalización de todo este ramillete de proyectos culturales no fue impedimento ni rémo-ra alguna para que se desarrollaran con absoluta brillantez y decen-cia los anuales desfiles procesionales, siempre bajo su presidencia, de “Camino del Calvario”.

Desde un plano litúrgico si se quiere, también se siguió aten-diendo la solemne celebración de las funciones religiosas, a las que habría que añadir la definitiva consolidación de las Misas de los Primeros Viernes de Mes; la permanente custodia y ennoblecimien-to de las Sagradas Imágenes, función ampliamente ejecutada por su ilustre camarera, y de los diversos enseres procesionales. Tampoco se postergó la debida atención social mediante obras caritativas y asistenciales que, desde antiguo, viene prestando esta Hermandad, así como la altruista y generosa colaboración económica aportada, en aras de una mayor prestancia, a la Iglesia en la que son vene-radas las Imágenes (en esta coyuntura debería enmarcarse, entre otras actuaciones, la actual decoración de la Capilla presidida por

dicha institución. A lo largo de este año la Hermandad también colaboró estrecha-mente en la edición de la siguiente obra: TORRES, R., Libro del Jesús de las Seis, Ma-drid, Editorial Bitácora, 1991.

10. Vid. MARTÍNEZ SORIA, C. J. (coord.), Las Cofradías de Jesús Nazareno. Encuentro y Aproximación a su estudio (Actas de los Encuentros celebrados en Cuenca del 9 al 14 de febrero de 1998), Cuenca, Excma. Diputación Provincial de Cuenca, 2002. Téngase en consideración el hecho de que las citadas Jornadas fueron organizadas por las homónimas Hermandades conquenses de los Nazarenos de “El Salvador” y “Del Puente” (situando en otro campo de estudio a la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli debido a que, si bien venera de igual modo a un Nazareno, su figura maniatada no se corresponde con la tradicional Imagen de Aquél cargando con la Cruz hacia el Calvario, misterio este último com-partido por sendas Hermandades de Jueves y Viernes Santo y que, en atención al contenido de los distintos artículos escrutados, aquí más interesa. Ergo, a partir de este momento y siempre que se aluda a otra Hermandad capitalina relacionada con la advocación de Ntro. Padre Jesús Nazareno, debe entenderse que la misma, más allá de la radicada en El Salvador, no es otra que la reunida en torno a la devoción de Jesús “Del Puente”).

11. A continuación relacionaremos por estricto orden cronológico las siete grandes exposiciones, con las consiguientes referencias bibliográficas de sus respec-tivos catálogos, en las que, de una u otra manera, participó activamente la Herman-dad de Ntro. Padre Jesús Nazareno de “El Salvador”: MONEDERO BERMEJO, M. A., Catálogo de la Exposición Homenaje a Luis Marco Pérez, 1896-1983, Cuenca, Co-misión Organizadora del “Homenaje a L. Marco Pérez”, 1985 (esta muestra, ubicada en la Sala de Exposiciones de la Caja de Ahorros de Cuenca y Ciudad Real, contaba entre sus entidades organizadoras con la Hermandad editora de los Cuadernos); MONEDERO BERMEJO, M. A., Catálogo de la Exposición IV Centenario de la Pro-cesión Camino del Calvario, 1586-1986, 3-8 de Marzo de 1986. Sala de Exposiciones de la Caja de Ahorros de Cuenca y Ciudad Real, Cuenca, Comisión Organizadora de los Actos: Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la JCCM y Hermandades de Jesús Nazareno, San Juan Evangelista, Soledad de San Agustín y Cristo de los Espejos, 1986; OSUNA RUIZ, M. y GISBERT MARCO, Mª. I., Fondos sobre Semana Santa del Museo de Cuenca. 12 Abril-2 Mayo. Sala de Exposición de Ex-cma. Diputación Provincial de Cuenca (Antiguo Convento de Carmelitas), Cuen-

ca, Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno de “El Salvador”, 1992; GUERRA CAMPOS, J., La Semana Santa vista por los pintores conquenses, Cuenca, Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno de “El Salvador” y Excma. Diputación Provincial de Cuenca, 1993 (Exposición organizada por la Hermandad del Nazareno de “El Salvador” entre el 1 y 27 de abril de 1993 en el antiguo Convento de las Carmelitas); GUIJARRO MARTÍNEZ, J. A., Catálogo de la Exposición “Los niños de Cuenca con su Semana Santa”, Cuenca, Hermandad del Jesús de “El Salvador” y Excma. Dipu-tación Provincial de Cuenca, 1994 (Exposición organizada por la Iltre. Hdad. de Ntro. Padre Jesús Nazareno de “El Salvador” en el Salón de Actos de la Excma. Di-putación Provincial de Cuenca del 24 de Marzo al 16 de Abril de 1994); MUÑOZ, J. L., Carlos Albendea. Retratos de Semana Santa 1969-1974, Cuenca, Iltre. Hdad. de Ntro. Padre Jesús Nazareno de “El Salvador” y Excma. Diputación Provincial de Cuenca, 1995 (Exposición organizada por esta misma Hermandad y desarrollada en el Teatro-Auditorio de Cuenca del 1 al 17 de Abril de 1995); IBÁÑEZ MARTÍ-NEZ, P. M., Luis Marco Pérez. I Centenario (1896-1996), Cuenca, Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca, 1996 (Exposición organizada por la Consejería de Educación y Cultura de la JCCM y Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca y celebrada en el antiguo Convento de Carmelitas e Iglesia de San Miguel entre el 14 de Octubre y el 10 de Noviembre de 1996. La Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno de “El Salvador” participó como asociación colaboradora).

12. Un año más tarde, concretamente en la fecha de 16 de marzo de 1997, siendo Hermanos Mayores D. Luis Fernández del Moral y D. Evelio Núñez Carralero, se pre-sentó en un acto público celebrado en el Teatro-Auditorio de Cuenca la publicación de un CD bajo el título de “Turbas: Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Savador” con el contenido musical de tan exitoso encargo junto a un documental videográfico compuesto por breves fragmentos correspondientes a los diversos actos culturales organizados por la Hermandad durante ese último sexenio. En este mismo acto, se expuso una serie de cartones-boceto preparatorios donados por el pintor D. Víctor de la Vega, quien brillantemente decorara la Capilla de la Iglesia de El Salvador en la que se cela la Sagrada Imagen titular de la Hermandad. En este mismo sentido, en el año 1999, se publicaría un interesante documental denominado “Turbas. Imágenes para un concierto” en el que se alternan, bajo la cautivadora armonía musical de la obra, atractivas imágenes de la celebración del señalado concierto y de la procesión “Camino del Calvario”.

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el Nazareno realizada por el señalado artista conquense D. Víctor de la Vega), al igual que al resto de Hermandades que así lo pre-cisaran en su momento y ubicadas en el mencionado templo. En esta misma línea, debe resaltarse la continuación sin sobresaltos de procesos ordinarios y extraordinarios automatizados en todas las Hermandades como la renovación de la Junta de Diputación, la aprobación estatutaria de una nueva normativa13, la adquisición de un local, anexo a la repetidamente citada Iglesia, la construcción de una sobresaliente peana sobre la que dignificar el culto a la Imagen de la Caída, el compromiso de dotar de una mayor autonomía al Grupo Turbas y de restañar relaciones ciertamente deterioradas por el injustificable curso de los acontecimientos, la afortunada conse-cución del Título Real al que debe unirse todo un acontecimiento como es una Bendición Papal, o la participación decisiva en la or-ganización y celebración de efemérides tan señaladas como las pro-cesiones jubilares de Cuenca y Sisante y en la visita de la delegación conquense a eventos como la Muestra Nacional de Arte Cofrade desarrollada en Sevilla.

II. Cuadernos de Semana Santa. Páginas impres-cindibles para una aproximación a la Semana Santa de Cuenca

En este segundo y más extenso apartado central del trabajo, se acometerá la tarea capital de trazar sintéticamente un breve re-corrido analítico de carácter informativo por el contenido de las diez ediciones publicadas de los Cuadernos de Semana Santa. De tal modo que, agrupados en tres grandes etapas cronológicas y de manera individual, serán destacados y relacionados los escritos aportados en cada número por sus respectivos autores, subrayando los documentos y estudios dotados de una mayor relevancia y apar-cando para otra ocasión cuestiones referidas al capítulo fotográfico, ilustrativo, etc.

1) Primera etapa: 1985-1986. Entre la sensibilidad lírica y la investigación histórica

a) Cuadernos de Semana Santa 198514

Se trata del primer número publicado de los Cuadernos, cuya didascálica selección de textos recayó en el criterio de uno de los grandes poetas de la Pasión según Cuenca: José Luis Lucas Ale-dón. Este último aspecto referido a la función coordinadora del que fuera pregonero de la Semana Santa de Cuenca, está directa-mente relacionado con el abrumadoramente mayoritario carácter

de liricidad que condicionará a esta primera edición poblada por un rosario de versos y escritos prosaicos firmados también por un buen número de pregoneros, aunque ya en el análisis del contenido de la siguiente edición publicada podrá detectarse un incremento considerable de las aportaciones científicas. A continuación, debido al elevado número de artículos incluidos y en aras de ofrecer una mayor agilidad al lector, se citarán esquemáticamente cada una de las aportaciones:

- “A modo de introducción” (página 5). Se trata de un breve texto introductorio rebosante de musicalidad lírica y poética que bien pudiera pertenecer, debido a la calidad emotiva de su acento y contenido, al propio y citado selector de textos de la revista de esta edición.

- “Prólogo”, por José, Obispo de Cuenca (p. 7). El texto recoge el clásico Saluda litúrgico de Monseñor Guerra Campos, hasta el momento el único prelado conquense en pronunciar el Pregón de la Semana Grande, basado en un inequívoco mensaje cristiano de ensalzamiento de los mejores valores religiosos que contiene una celebración como la Semana Santa.

- “Tres sonetos a Cuenca en la Semana Santa” (p. 9). El primero de ellos es el titulado “Chopos del Viernes Santo”, rubricado por Lope Mateo; a continuación, puede disfrutarse de otro soneto del autor Demetrio Castro Villacañas (pregonero y hermano de prego-nero), cuyo título es “Cuenca en la luz de la hermosura”; y, para finalizar esta triple entrega, la última pieza poética se corresponde con el soneto “Noche del Viernes Santo en Cuenca”, compuesto por el celebrado poeta Enrique Domínguez Millán, miembro de una estirpe pregonera que alcanza a su persona, mujer e hijo.

- “Así fue y será nuestra gran Semana Santa”, por Eduardo Zo-meño (pp. 11-12). Este escasamente reconocido escritor conquense inaugura con el artículo citado una interesante trilogía de textos aportados en la presente edición. Así, la primera y sucinta pieza líri-ca mencionada, dotada de una excelente calidad poética, le sirve al autor para plasmar sus inmediatas sensaciones procesionales experi-mentadas a partir de la emoción desprendida por cada comitiva. El segundo de sus artículos es el titulado “Así sentimos Cuenca” (pp. 29-30). En el mismo, primeramente, el escritor redunda, mediante su consabida facilidad para expresarse y a partir de un escenario de-sarrollado entre un Jueves y Viernes de la Semana Santa de Cuenca posterior a la Guerra Civil, en el auxilio prestado a los condenados a muerte por la venerada Imagen del Santísimo Cristo de las Miseri-

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cordias, para señalar a continuación a la Hermandad de la Soledad del Puente como la encargada de designar en última instancia a los Hermanos responsables de acompañar e interceder por los reos; el último texto firmado por Zomeño en esta primera edición lleva como título “Ruta emocional de la Semana Santa conquense” (p. 50). A lo largo de las líneas que componen este escrito, el autor apela al azar personal de cada individuo como la más emocionante manera de vivir esta celebración, ya que la singularidad procesional de Cuenca está tejida e hilvanada por una multitud de irrepetibles momentos mágicos que parecen florecer, sin previo aviso, en el más insospechado escenario urbano de una procesión.

- “Cuenca en los días de Pasión”, por Federico Muelas (p. 13). Como no podía ser de otra manera, el poeta de Cuenca por anto-nomasia también posee su lugar en este feliz episodio inaugural de la revista que nos ocupa. El artículo citado, extraído de una publi-cación anterior del autor15, constituye un escalofriante relato cir-cunscrito a la madrugada del Viernes Santo conquense. El que fuera tantas veces pregonero de la Semana Santa de Cuenca, está presente en las páginas de esta primera edición con otro artículo titulado “Luces y músicas” (pp. 39-41), el cual, también previamente publi-cado16, propone una serie de cuestiones y alternativas relacionadas con la luminosidad y el acompañamiento musical más adecuado y deseable de las procesiones.

- “Palabras en la Semana Mayor de Cuenca”, por Carlos de la Rica (pp. 15-16). El que fuera también ilustre pregonero de nuestra Semana Grande y presidente de la Real Academia Conquense de Artes y Letras, participó con esta suerte de escueto pregón íntimo elaborado con el torrencial caudal repleto de sentimientos pertenecientes al lirismo y constante en el acierto de la palabra escrita, que siempre atesoró el in-olvidable párroco de Carboneras de Guadazaón.

- “Del capuz nazareno a la mantilla negra”, por Andrés Gallar-do Bernal (p. 19). Se trata de un sucinto y musical texto poético del citado autor y pregonero de origen murciano en el cual ensalza, a través del fervor particular profesado a la Imagen del Santo Ecce-Homo y la honda devoción general sentida hacia Nuestra Señora de las Angustias, esa fórmula mágica por la que las gentes de Cuen-ca interiorizan humildes y calladas el dolor de la tragedia a través de un secular cauce procesional.

- “Las velas del Santísimo”, por Enrique Chávarri (pp. 21-22). Este artículo, reproducido con posterioridad en otro medio escrito17, pertenece a otro de esos autores clásicos de la Semana Santa contemporánea de Cuenca. A raíz de unos emocionantes recuerdos de su infancia nazarena evocados con brillantez, el autor rescata esa casi hoy olvidada tradición de visitar los Monumentos dedicados a venerar a Su Divina Majestad.

- “Los cuatro Cristos de la Agonía”, por José Miguel Carretero Escribano (pp. 25-28). No podría faltar a una cita tan exclusiva como ésta, uno de los más pertinaces y esforzados estudiosos de la Semana Santa de Cuenca como es el mencionado autor conquense, hoy afortunadamente recuperado para la causa de la investigación histórica18. Este artículo, que viene a ser una versión conjunta de sendos escritos publicados por él mismo en el desaparecido Diario de Cuenca entre los años de 1981 y 1982, sirve al investigador y pregonero para trazar un rápido recorrido, no sin antes testimoniar obligada referencia a la familia Morón, por la génesis y evolución de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía a través de las cuatro Imágenes históricas de Cristo Crucificado que la misma veneró desde el lejano año 171519.

13. Estatutos de la Ilustre y Venerable Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno establecida en la Iglesia de “El Salvador” de Cuenca, Cuenca, Iltre. y Vble. Hdad. de Ntro. Padre Jesús Nazareno de “El Salvador”, 2001. Nótese por lo concisa de la misma, la muy interesante reseña histórica introducida de manera preambular en los citados Estatutos.

14. Esta edición inaugural de los Cuadernos de Semana Santa, compuesta por cincuenta y cinco páginas, contó para su publicación, al igual que el siguiente nú-mero correspondiente al año 1986, con la inestimable ayuda económica de la Caja de Ahorros de Cuenca y Ciudad Real. En esta misma línea, debe resaltarse la cir-cunstancia de que las diez ediciones publicadas de la revista fueran impresas en los talleres conquenses de Gráficas Cuenca.

15. MUELAS, F., Prosas conquenses II, Carboneras de Guadazaón (Cuenca), El Toro de Barro, 1983, pp. 352-353.

16. Ibíd., pp. 338-341.

17. CHÁVARRI, E., “Las velas del Santísimo”, en Programa Oficial de Semana Santa 1993, Cuenca, Excmo. Ayuntamiento de Cuenca y Junta de Cofradías, 1993, p. 42.

18. Vid. CARRETERO ESCRIBANO, J. M., “Acerca de la Semana Santa en Cuenca: Imágenes e imagineros; las marchas procesionales; Vida, Muerte y Vida”, en MARTÍNEZ DE LA PRESA, A. y VÁZQUEZ VARELA, C. (coords.), Jesús Na-zareno y Rescatado de Medinaceli. Actas del VI Congreso Nacional (Cuenca, 15 y 16 de abril de 2005), Cuenca, UCLM, 2005, pp. 103-140.

19. Vid. CARRETERO ESCRIBANO, J. M., “Reseña histórica de la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía”, en AA. VV., Cristo de la Agonía, Cuenca, Vble. Hdad. del Stmo. Cristo de la Agonía, 1998, pp. 19-140.

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- “Procesiones conquenses”, por Julio Larrañaga Mendía (pp. 33-35). Se trata de un artículo firmado por el recordado autor de la muy célebre Guía de Cuenca y que podría catalogarse de investi-gación por estar documentado en fuentes procedentes del Archivo Histórico Nacional. El estudio está basado en los estatutos u orde-nanzas del Cabildo de San Nicolás de Tolentino y Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno fechadas hacia el año 1783. A lo largo del mismo, vienen a subrayarse circunstancias tales como la pre-eminencia penitencial de esta Hermandad, el nulo efecto de la Real Cédula de 20 de febrero de 1777, la unión de Hermandad y Cabildo citados en el año 1707 o la autorización para celebrar procesión desde septiembre de 1614 por Real Cédula de Felipe III.

- “Camino al Calvario”, por José Luis Lucas Aledón (pp. 37-38). Quizá se esté ante la segunda aportación material escrita en esta edición del responsable de la afortunada selección de textos ofreci-da en esta publicación príncipe. Tal y como el título deja entrever, el autor ensambla una pieza lírica sobresaliente acerca de los impa-cientes prolegómenos de la denominada como noche de las Turbas y de su ascenso intrincado al Calvario conquense.

- “El paisaje espiritual de la Semana Santa de Cuenca”, por Joa-quín Benítez Lumbreras (p. 43). Este pregonero articula en el pre-sente artículo una breve invitación para presenciar y ser partícipe de la grandeza de la por él calificada como Semana Infinita. El autor destaca la humilde austeridad y pronunciado fervor que ha permi-tido a la ciudad de Cuenca durante siglos retrotraerse anualmente y con fidelidad espartana al drama de la Pasión, Muerte y Resurrec-ción de Nuestro Señor Jesucristo.

- “Domingo de Resurrección en Cuenca”, por César González Ruano (p. 45). El marchamo imperial de la pluma del César de Cuenca, como siempre han gustado denominarle quienes mejor co-nocieron a este ilustre vecino de la calle de San Pedro, lega a esta revista un maravilloso texto donde se exalta la función cíclica de la procesión celebrada el Domingo de Resurrección, en una coyun-tura en la que el desarrollo de la misma todavía no gozaba de la consolidación actual, ni constituía el excelso colofón que encarna a día de hoy.

- “Abril y Cristo por las calles de Cuenca”, por Rafael Pérez Rodríguez (p. 47). Este sucinto escrito, firmado por el inolvidable pregonero y padre de pregonero, está compuesto por seis excelentes párrafos formulados en amena prosa lírica cuyo hilo conductor está trazado a partir de dos temáticas enraizadas per se en la Semana Santa conquense como son el mes de abril y las Imágenes de Cris-to.

- “Pregón de Semana Santa”, por Ángel Martínez Soriano (p. 48). Se trata de una reproducción parcial del pregón de Semana Santa pronunciado por el autor en el año 1981, en la que conduce a quien le escucha por la belleza de los “Cristos” de la procesión de Paz y Caridad20. Este mismo autor publicó una de las primeras obras generalistas acerca de las Hermandades y desfiles procesiona-les de nuestra Semana Santa21.

- Por último, en las páginas finales del Cuaderno, se concate-nan textos meramente informativos sobre, en primer lugar, la com-posición, horarios e itinerarios de los ocho desfiles procesionales por entonces celebrados, con toda la riqueza histórica que supone retroceder unos años en el tiempo y vislumbrar los cambios genera-dos en los aspectos anteriormente apuntados22 y, en segundo lugar, acerca de la programación de la XXIV Semana de Música Religiosa de Cuenca bajo la dirección técnica de Pablo López de Osaba y de-sarrollada en los escenarios de la antigua Iglesia conventual de San Pablo, Iglesia de San Miguel e Iglesia románica de Arcas, toda vez que el actual Teatro-Auditorio aún no existía.

b) Cuadernos de Semana Santa 198623

- “La luz de una muerte”, por José, Obispo de Cuenca (pp. 3-8). La presente y segunda edición de los Cuadernos arranca con un bello artículo, a modo de típico Saluda, rubricado por el recordado Obispo Emérito de Cuenca D. José Guerra Campos en el que re-flexiona en voz alta sobre dos cuestiones capitales de nuestra fe: la vida y la muerte.

- “Imagen y luna”, por Israel Casanova Valero (pp. 9-14). En este artículo, firmado por un autor especializado en la figura de Luis Martínez Kleiser en su relación con Cuenca y su Semana Grande24, se esboza un más que sugerente recorrido poético por la procesión del Silencio y los tres desfiles celebrados el Viernes Santo.

- “El Relicario del Huerto del Jueves”, por José María García Atienza (pp. 15-20). Este siempre enigmático escritor contribuirá con el citado artículo a tejer de un halo legendario poco ajustado a la realidad, el origen de la joya que cuelga majestuosa del cuello de la Imagen de Nuestro Padre Jesús, venerada por la Hermandad de la Oración del Huerto de San Antón. A la consabida tradición, también con un recio sabor pretérito, que viene explicando desde hace años la razón y procedencia de este relicario, el autor del texto y relato rebate aquélla con una no menos disparatada hipótesis de carácter personal plagada e imbuida, eso sí, de un tono emotivo in-cuestionable, por la cual sería él mismo quien la habría depositado sobre los Sagrados hombros de la Imagen25.

- “Tuvo aquí, en Cuenca, Muerte y Agonía. El Dios-Hijo ¡Pri-mavera era!”, por José Luis Lucas Aledón (pp. 21-31). Se trata de un magnífico viaje lírico, de la mano del mejor guía posible para tamaño cometido, por el Viernes Santo conquense.

- “¿Pudo ser así el origen de “Las Turbas”?, por Miguel Ángel Monedero Bermejo (pp. 33-36). El autor, entre otras obras, del céle-bre Catálogo de la Exposición IV Centenario de la Procesión Cami-no del Calvario y de la famosa Guía Ilustrada de la Catedral y Mu-seo Diocesano de Cuenca, elabora el presente artículo a partir de las vivencias transmitidas en una conversación por José Ramón Zome-ño, a la sazón miembro de una linajuda estirpe de conquenses muy ligados a la Hermandad del Nazareno del Salvador. No obstante, el conjunto del texto parece carecer en un principio de cierto rigor histórico en alguno de sus más graves extremos afirmados, como

20. MARTÍNEZ SORIANO, A., “Pregón descriptivo –con retazos históricos– de los desfiles procesionales en la Semana Santa de Cuenca”, en CALVO CORTIJO, L., Pregones y Pregoneros. Semana Santa de Cuenca 1945-1991, Cuenca, Caja de Aho-rros de Cuenca y Ciudad Real, 1992, pp. 242-243.

21. MARTÍNEZ SORIANO, A., Pinceladas históricas de las Cofradías de la Sema-na Santa de Cuenca, Cuenca, Caja Provincial de Ahorros de Cuenca, 1981.

22. Nótese por lo denunciable y bochornoso del asunto, la incomprensible designación literal en este apartado informativo de la procesión de la madrugada del Viernes Santo conquense como “De los Nazarenos” o “De los Borrachos”.

23. Esta segunda edición tuvo una extensión de sesenta y cuatro páginas y acogió en su portada y contraportada una magnífica acuarela del pintor conquense Nicolás Mateo Sahuquillo realizada expresamente para esta publicación, valiosa

circunstancia esta última que se iba a institucionalizar para la cubierta de sucesivas ediciones. Como nota anecdótica, debe resaltarse la inclusión en la segunda página de la revista de una reproducción del sello conmemorativo del Cuarto Centenario de la procesión Camino del Calvario, cuya polémica data fue corregida debiendo ser retrasada a fortiori al año 2016.

24. CASANOVA VALERO, I., “Prólogo”, en Luis Martínez Kleiser y la Semana Santa de Cuenca, Cuenca, Asociación Cultural Hoces Nazarenas, 1995, pp. 7-13.

25. Sobre la inexactitud y escasa veracidad del relato firmado por García Atien-za y acerca del actual estado de la cuestión, Vid. RECUENCO PÉREZ, J., “La joya del Paso del Huerto”, en Cuenca Nazarena 2004, Cuenca, Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca, 2004, pp. 91-95.

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el supuesto carácter gremial de todas las Hermandades de Semana Santa, a excepción de la citada de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la existencia de prebendas históricas concedidas a los integrantes de la misma como las de poder transitar por el interior de la Santa Iglesia Catedral con la cabeza tocada e ingerir productos cárnicos en Viernes Santo, o de circunstancias harto insólitas como la de de-legar la función de banceros, debido siempre al componente ilustre y prócer de la Hermandad, en los criados de las casas señoriales. Toda esta suerte de privilegios habrían enconado, según curioso re-lato, a las demás Hermandades que habrían enviado a unos cuantos miembros de las mismas para increpar con tambores destemplados y clarines estridentes a la del Nazareno, gravosa circunstancia que habría sido aprovechada por esta última para equiparar tal escarnio con la recreación fabulosa de la turba judía camino del Calvario. En cualquier caso, Monedero Bermejo subraya el carácter verídico de su escrito ya que, a su parecer, los datos provendrían de la deci-monovena centuria, de manera que la tradición oral no los podría haber deformado en demasía.

- “Ideas para una reconstitución histórico-artística de la Semana Santa de Cuenca”, por José Luis Souto Alonso (pp. 37-42). Se trata de un interesante trabajo extremadamente crítico sobre la calidad estética alcanzada a partir de la reconstrucción histórico-artística de la Semana Santa de Cuenca y culminada con afanoso esfuerzo tras el desastre patrimonial religioso de carácter imaginero acaecido entre los años 1936 y 1939.

- “Aproximación a la imaginería procesional en la España con-temporánea”, por Francisco José Portela Sandoval (pp. 43-48). Este catedrático de la Universidad Complutense, coautor de la más com-pleta biografía académica dedicada a la obra del imaginero por exce-lencia de la Semana Santa de Cuenca D. Luis Marco Pérez26, aporta un estudio muy relevante sobre la imaginería procesional española de época contemporánea, atendiendo de un modo más pausado la etapa del siglo XX posterior a la Guerra Civil y el caso paradigmá-tico de Cuenca, el cual pondera, de manera antagónica al autor previamente citado, por el casi absoluto acierto de la reconstrucción de su catálogo, subrayando el valor extraordinario y excepcional de gubias tan preciadas como las de Capuz, Coullaut-Valera o el mencionado Marco Pérez.

- “La noche del Viernes Santo”, por Antonio Requena (pp. 49-56). Se trata de un interesante artículo rubricado por un turbo his-tórico que, en su día, dirigió la primera publicación monográfica sobre este fenómeno procesional del amanecer de Viernes Santo27. Dicho escrito constituye una vivencia nostálgica de lo que, no ha demasiado tiempo, significaba ser turbo, con la práctica de una se-rie de costumbres cuasi rituales que la masificación y el descono-cimiento de la tradición, lamenta acertadamente el autor, parecen convertir en hitos irrecuperables con el paulatino agotamiento de los esencieros de la misma.

- “Vieja polifonía actual la de nuestra Catedral”, por Rafael Pé-rez Rodríguez (pp. 57-60). Repite el autor colaboración en esta se-gunda edición consecutiva de los Cuadernos de Semana Santa con un magnífico artículo sobre esa otra desconocida joya durmiente, afortunadamente conservada, que es la música polifónica custodia-da en el primer templo conquense desde comienzos del siglo XVI y entre cuyos autores se encuentran apellidos de tan alta ralea en estas lides como los de Lobo, De Aranaz, De Castro Mallagaray o De Pradas.

- “XXV Edición de las Semanas de Música Religiosa de Cuen-ca”, por Dr. Pablo López de Osaba (pp. 61-63). Se trata de un muy esquemático escrito realizado con motivo de la celebración de las bodas de plata de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, sin cuyo auge y prestigio no podría entenderse la concesión y decla-ración de nuestra Semana Santa como digna de Interés Turístico Internacional. En el mismo artículo, el autor valoriza en su justa

medida la decisión de encargar anualmente el estreno de una parti-tura a un autor vivo y consagrado del panorama de la música sacra. Por último, al final del citado texto, se incluye en hoja aparte el programa oficial correspondiente a la mencionada vigésimoquinta edición de la misma.

2) Segunda etapa: 1992-1999. Consolidación de una revista admirada

a) Cuadernos de Semana Santa 199228

Esta segunda etapa o fase de consolidación definitiva de la pu-blicación editada por la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Na-zareno de “El Salvador” despuntó con la esperada edición corres-pondiente a 1992, año a quo de este período, tras el prolongado paréntesis de un lustro. Así, con una extensión de sesenta y cuatro páginas y encabezada su portada por una obra original realizada expresamente para la ocasión por el artista Miguel Ángel Moset, la revista iba a sufrir una reestructuración bastante necesaria encami-nada a simplificar su composición interna en cuanto al número de firmas invitadas.

- “Ayer y hoy de la devoción nazarena en el Obispado de Cuen-ca”29, por Dimas Pérez Ramírez (pp. 3-38). Se trata de un estudio analítico acerca de la evolución del culto a la Imagen de Jesús Naza-reno en la Diócesis de Cuenca, con una especial atención a Aquéllas veneradas por las Hermandades homónimas de la capital conquen-se. A pesar de no sortear ni defuir con demasiada prudencia cuestio-nes tan fangosas y rebatibles como la desafortunada presentación de la procesión “Camino del Calvario” como un mero concurso cra-puloso de borrachos sañudos o su particular teoría sobre el origen de la Turba, resultan muy valiosos los cuatro anexos adjuntados co-rrespondientes a las Constituciones de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Tarancón, el Cántico de la Pasión del Señor de Pozorrubio de Santiago y las relaciones de los veinticinco enclaves del Obispado de Cuenca en los que existían Cofradías en honor de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y de las sesenta y siete localidades en las cuales se veneraba desde antiguo una Imagen del Nazareno a pe-sar de no existir en éstas ninguna Cofradía bajo dicha advocación.

- “Pitanzas y libaciones en Semana Santa”30, por Juan Carlos Luján Alarcón (pp. 41-60). Este segundo artículo aparece firmado por otra de las grandes figuras responsables de la eclosión de los Cuadernos de Semana Santa, así como de la programación y organi-zación de esa catarata de actividades culturales que en la década de los años noventa, sobre todo, acaparó la Hermandad editora de esta revista. El texto en cuestión, dedicado como homenaje póstumo a la memoria del mítico tabernero Julián Botes, subraya la relajación absoluta que, actualmente, padecen tradiciones como la Semana Santa reconvertidas, con el olvido de algunas de sus costumbres, en una suerte de fiesta pagana. Así, Luján Alarcón, atendiendo las prescripciones cuaresmales de ayuno y abstinencia, repasa las enormes posibilidades culinarias que existen como alternativa, no sin recordar el escrupuloso respeto con que, muy alejado de afanes comerciales desmedidos bien conocidos hoy en día, las tabernas conquenses acogían años atrás esta celebración.

26. PORTELA SANDOVAL, F. y BONET SALAMANCA. A., Luis Marco Pé-rez. Escultor e imaginero, Cuenca, Excma. Diputación Provincial de Cuenca, Serie Arte, nº. 12, 1999.

27. AA. VV., Las Turbas. Aproximación a un estudio, Cuenca, Caja de Ahorros de Cuenca, 1980.

28. Para la publicación de esta edición se hace constar y agradece expresamente la colaboración prestada por el Párroco de El Salvador, D. Santos Sáiz Gómez.

29. El texto corresponde a la conferencia presentada por el conocido archivero taranconero en el Congreso Internacional de Santa Catalina y las Cofradías de Jesús Nazareno celebrado en Córdoba en el mes de noviembre del año 1990.

30. Acerca de esta misma temática y autor, Vid. LUJÁN ALARCÓN, J. C., “La gastronomía también es tradición”, en CALVO, L. M., MOCHALES, L. y BUENDÍA, E. (coords.), Crónicas de Semana Santa, Cuenca, nº. 61, 1998, pp. 22-24.

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- Por último, en las páginas ulteriores de la publicación, apare-ce una nueva sección titulada “Portarretrato de la Hermandad”, la cual, aunque demasiado intermitente en sus apariciones posteriores, aglutina una serie de emotivas fotografías familiares de personas muy reconocibles y participativas en el diario acontecer de la Her-mandad.

b) Cuadernos de Semana Santa 199331

- Antecediendo a los dos únicos artículos que componen esta nueva edición, figura una especie de Saluda rubricado por el enton-ces representante de la Hermandad en la Junta de Cofradías, Anto-nio Pérez Pinós, en la que porfiaba, no sin razonados argumentos, por una recuperación paulatina del esplendor que antaño atesoró esta procesión digna de la mayor nombradía, respeto y admiración.

- “Ordenanzas de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús que se venera en el Convento de Agustinos Calzados de la Ciudad de Cuenca”, por Jesús Moya Pinedo (pp. 5-45). El artículo que cons-tituye el cuerpo central de la presente edición viene firmado por uno de los más aviesos estudiosos de la Semana Santa conquense y fiel colaborador de esta revista. El trabajo que ahora nos ocupa se podría dividir en dos grandes apartados: por un lado, una trans-cripción de las cincuenta constituciones que vinieron a dotar de un régimen interno necesario a la citada Hermandad con fecha de 14 de mayo de 1778; seguidamente, recoge un conjunto de datos de elevado interés, en su mayoría Cartas de Obligación, procedentes del Archivo Histórico Provincial de Cuenca, acerca de otras Her-mandades como la de la Oración del Huerto de San Antón, San Juan Evangelista, Jesús con la Caña, Cristo de la Agonía, Jesús Na-zareno de “El Puente” o la Cofradía de la Sangre de Cristo, Vera Cruz y Misericordia.

- “Congregación de Nuestra Señora de la Soledad y de la Cruz”, por Gregorio de la Llana y Polo y redactado por Jesús Antonio Gui-jarro (pp. 47-53). El autor establece a partir del texto de este artículo una sucinta aproximación histórica al nacimiento y ejecutoria pro-cesional de la apuntada Congregación, ligada irremisiblemente al Cabildo de Caballeros y Escuderos de Cuenca y acaso uno de los aspectos más insondables de nuestra Semana Santa . Y es que no

debe obviarse el hecho rutilante de que sean los congregantes los encargados de soportar bajo su hombro el peso divino del cuerpo de Cristo sin vida, Imagen instalada en la mejor factura del catálogo conquense de Marco Pérez, y el de la Soledad ante la Cruz en el desfile más ceremonioso de la Semana Grande de esta capital, cons-tituyendo el mismo en origen, bien entrado el siglo XVI, la segunda comitiva procesional en salir por primera vez a las calles de Cuenca durante una Semana Santa.

c) Cuadernos de Semana Santa 199433

- “Sobre la fundación de la Cofradía de los Nazarenos. Real Pro-visión de Don Felipe III”, por Jesús Moya Pinedo (pp. 3-26). Con esta segunda aportación consecutiva a la revista, el autor estudia un interesante documento de archivo cuyo doble hilo conductor es, por un lado, la fundación de la Cofradía de los Nazarenos promul-gada por el rey Felipe III en Real Provisión del año 1614 y, por otro lado, la célebre Cédula Real dictada hacia el año 1777 por la que se prohibía, entre otras actividades, la de los disciplinantes.

- “Personajes que hicieron historia. Antonio Aguilar “Pataco”, con el Guión de la Soledad”, por José Luis Muñoz (pp. 27-32). Esta entrevista, publicada con anterioridad en el número especial de Se-mana Santa del ya citado Diario de Cuenca correspondiente al año 1970, repasa la figura de un personaje mítico de nuestra moderna historia nazarena como es la del admirado “Pataco” quien confiesa, entre otras muchas anécdotas, cómo fue una promesa la que le con-dujo a solicitar el Pendón de su Hermandad de la Soledad de San Agustín y portarlo majestuoso a perpetuidad hasta su muerte.

- “Noventa años del primer desfile de Jesús Caído y la Verónica. La Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno (De El Salvador) incorporó el “Paso” en la Semana Santa de 1904”, por José Vicente Ávila (pp. 33-42). Se trata de la primera aportación del periodista mencionado a esta publicación, en lo que vendrá a ser en futuras ediciones una más que fructífera y estrecha relación. La misma, aprovechando el nonagésimo aniversario de la incorporación a la procesión “Camino del Calvario” del segundo paso de la Herman-dad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, retrotrae al lector hasta el año 1902 para, a partir de las crónicas periodísticas del semanario

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conquense El Correo Católico, acompañarle por el panorama pro-cesional de principios de siglo pasado34.

- “La Semana Santa de González Blanco”, por Florencio Martí-nez Ruiz (pp. 43-49). Este artículo posee el inconfundible señuelo de calidad de una figura indiscutible de las letras conquenses y na-cionales como es el admirable Martínez Ruiz, el cual aporta para esta edición una breve sinopsis de aquella parte de la novela de Andrés González Blanco titulada Un amor de provincia en la que se describen las jornadas procesionales celebradas en Cuenca (Epis-cópolis) durante los últimos estertores del siglo XIX35.

- “Recuerdos de mi Semana Santa”, por Aurelio Cabañas Cabe-za (pp. 51-61). Se trata de un artículo rubricado por uno de los pro-hombres de la Semana Santa contemporánea de Cuenca, a la sazón benjamín del afamado director de la Banda de Música Municipal D. Nicolás Cabañas, en el que su testimonio memorioso, a la par que dilatada ejecutoria en funciones de responsabilidad en la Herman-dad del Prendimiento de Jesús, se torna capital para establecer una aproximación interesante al abultado período de tiempo transcurri-do entre el final de la Guerra Civil y el momento actual.

d) Cuadernos de Semana Santa 199636

- En la quinta página de la publicación, a modo de encabeza-miento, aparece la tradicional salutación de los Hermanos Mayores,

José Ángel Palacios Portalés (otro de los grandes responsables de la edición de los Cuadernos y del elenco de actividades culturales pro-gramadas por la Hermandad durante estos años) y Salvador Sancho Grau, y en el que se destaca la difusión cultural que desempeña esta revista y el enorme valor de iniciativas de primer rango como el entonces próximo estreno de la obra musical encargada a Cristóbal Halffter “Turbas, Nuestro Padre Jesús Nazareno de El Salvador”, o la recepción oficial dispensada por S.A.R. Don Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias y Hermano Mayor Honorario, a los rectores de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno en el Palacio de la Zarzuela.

- “Real Cédula de su Magestad [sic.] Don Carlos III de 1777”, por Jesús Moya Pinedo (pp. 7-15). El trabajo está basado en la transcripción de la afamada Cédula Real de 20 de febrero del año señalado por la que se prohíben bajo penalización espectáculos (empalados, disciplinantes, etc.) poco edificantes en unas cele-braciones presididas por la devoción como son las procesiones de Semana Santa. Se trata de un documento esencial para com-prender uno de los capítulos más interesantes de la trayectoria dieciochesca de la Hermandad del Nazareno de “El Salvador” y buena parte de la historia de la misma, debido a la información generada a partir del documento relativa a la fundación y evolu-ción de aquélla.

31. La cuarta entrega de los Cuadernos, dotada de una extensión de cincuenta y cuatro páginas, contó para su portada con una obra original realizada, de nuevo, por Nicolás M. Sahuquillo y con la celebrada colaboración del autor Jesús Antonio Guijarro Martínez, a la postre coordinador de una de las más emblemáticas seccio-nes que jamás haya compuesto durante su decenio de existencia la trayectoria de esta revista como era “Añeja Túnica del Amanecer”.

32. Para establecer una aproximación a este apartado, Vid. RECUENCO PÉ-REZ, J., “El Cabildo de Caballeros (ocho siglos de historia)”, en Gaceta conquense. Número extraordinario de Semana Santa, Cuenca, 1998.

33. Esta edición está encabezada por una portada original realizada expresa-mente para esta publicación por el que, años más tarde, fuera también brillante cartelista de la Semana Santa de Cuenca, Emilio Morales. Las ilustraciones conteni-das en las sesenta y dos páginas de este número son obra de Jesús C. Mateo y Óscar García Cardo, procediendo la mayoría de las instantáneas fotográficas del Archivo de la Hermandad. Por otro lado, en la página final de la presente edición se incluye un maravilloso dibujo del incalificable artista Lorenzo Goñi titulado “Procesión

de las Turbas en Cuenca”, previamente publicado en Blanco y Negro con fecha de 8 de abril de 1979.

34. Sobre este particular, Vid. ÁVILA, J. V., “100 años de Jesús Caído y la Ve-rónica en la procesión de la madrugada”, en El Día. Extra de Semana Santa, Cuenca, 2004, pp. 73-76.

35. Si bien la fidelidad en algunos extremos concernientes al apartado proce-sional parece harto discutible, para una aproximación más concreta al asunto refe-rido, Vid. MOTA, A. L., “La Semana Santa de Andrés González Blanco”, en AA. VV., Cuenca Nazarena, Cuenca, Junta de Cofradías de Semana Santa de Cuenca y UCLM, 2003, pp. 26-29 y UTANDA, Mª. C. y MOTA, A. L., Andrés González-Blanco en Episcópolis, Cuenca, Excma. Diputación Provincial de Cuenca, Colección Atalaya, nº. 1, 2003.

36. Una vez superada la consabida pausa editorial del año 1995, la presente publicación gozó de una extensión de sesenta y dos páginas y, como venía siendo norma habitual, fue encabezada en su portada por una obra original del profesor José María Lillo realizada expresamente para esta sexta edición de los Cuadernos.

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- “Son las Seis de la Mañana”, por Jesús Millán de las Heras (pp. 17-20). Constituye este emotivo escrito, a modo de vivencia nazarena ligada a la procesión “Camino del Calvario”, un válido y recomendable testimonio personal del que fuera hasta hace escasas fechas Secretario de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazare-no, a la sazón miembro de uno de los clanes familiares de mayor raigambre de la misma.

- “Añeja Túnica del Amanecer: José María Muro Charfolé”, por Jesús Antonio Guijarro Martínez37(pp. 21-38). El presente texto pertenece a la sección más longeva de la que han disfrutado las distintas ediciones de los Cuadernos como es “Añeja Túnica del Amanecer”. La misma, dirigida por el autor Jesús Antonio Guijarro Martínez y en cierta sintonía con la citada cuestación realizada en la edición anterior al añorado “Pataco”, está basada en una serie de entrevistas a personajes históricos de la Hermandad editora y, por consiguiente, de la Semana Santa de Cuenca. Para inaugurar esta serie de entregas, a modo de charlas informales, se eligió la persona de José María Muro Charfolé, histórico capataz de Turbas recien-temente desaparecido, que con su acertado magisterio al tambor trató de esparcir la semilla auténtica de una tradición depauperada. Así, a lo largo de la conversación, surge una considerable letanía de emocionantes anécdotas sobre la procesión “Camino del Calvario” aderezadas por su ponderación del papel de la mujer en nuestra ce-lebración, la apuesta decidida por una idea, entonces utópica, como la construcción de un Museo de Semana Santa y el reconocimiento, desde su habitual modestia, de ser el responsable último de que un vial de la conocida localidad alicantina de Benidorm se denomine en la actualidad Avenida de Cuenca.

- “La Última Cena”, por Juan Carlos Luján Alarcón (pp. 39-56). El presente artículo, firmado por otro de los colaboradores acos-tumbrados de la publicación, consta de dos grandes partes y está basado en una copiosa documentación de origen evangélico y de tipo oral procedente del actual Deán de la Catedral, D. Santos Sáiz Gómez, y del que fuera pregonero de la Semana Santa de Cuenca en el año 1995, D. Pedro Navarro Saugar. Así, primeramente, el autor dedica su estudio a la Última Cena en la que Jesucristo instauró la Sagrada Eucaristía, analizando y considerando la Pascua como la más importante fiesta celebrada por los judíos. Seguidamente, Luján Alarcón recrea con delicado detenimiento distintos detalles del Cenáculo, por gozar el mismo de una trascendencia cumbre en la Pasión, siendo el oficio de la Misa actual heredero directo de la cena pascual hebrea.

- Como remate gráfico a la presente edición reaparece otra de las secciones más anheladas de la publicación como es la del “Porta-rretrato de la Hermandad” (pp. 57-62). En esta ocasión, se adjunta copia de la misiva real, con fecha de 28 de noviembre del año 1994, procedente de la Casa de S.M. El Rey por la que S.A.R. El Príncipe de Asturias tiene a bien aceptar el nombramiento de Hermano Ma-yor Honorario de dicha Hermandad. A continuación, se intercalan una serie de testimonios gráficos de la recepción ofrecida por Su Alteza en el Palacio de la Zarzuela a la delegación de la Hermandad. Finalmente, se sucede un conjunto de históricas fotografías fami-liares correspondientes a los Actos organizados por la misma y al ámbito procesional.

e) Cuadernos de Semana Santa 199738

- Como no podía ser de otra manera, el primer texto de la pu-blicación es aprovechado para despedir con honor merecido al re-

cordado Obispo de Cuenca, D. José Guerra Campos, y ofrecer, pa-ralelamente, una calurosa bienvenida al nuevo Pastor de la Diócesis conquense, Monseñor Del Hoyo López, apenas enturbiada por el seguramente involuntario lapsus al evocar la figura de San Julián como primer Obispo de Cuenca, obviando la existencia de su ante-cesor en la Mitra conquense D. Juan Yáñez.

- “La Hermandad de N. P. Jesús Nazareno de “El Salvador” en el año 1750: un documento para su historia”, por Ramón Pérez Tornero y Carlos Julián Martínez Soria (pp. 5-46). El artículo ca-pital de esta edición está rubricado por dos rigurosos autores que son parte sustancial del reducido grupo de jóvenes investigadores y estudiosos que han profundizado de una forma comprometida, metódica y científica en el escabroso panorama de la historiogra-fía de la Semana Santa de Cuenca, amén de ser colaboradores asiduos en sucesivas ediciones de la revista. Se trata de un magní-fico artículo realizado a partir de la transcripción comentada de un valioso documento hallado en el Fondo de Desamortización del Archivo Histórico Provincial de Cuenca con una dimensión, en cuanto a su extensión, de 21 folios manuscritos y con una data del año 1750. El documento aludido recoge un pleito elevado ante la autoridad eclesiástica entre el Hermano Mayor y el donante de una túnica nueva, que debería ser lucida por la Imagen del Na-zareno en aquellos actos más importantes, acerca de quién debía custodiar el paño en cuestión. La auténtica riqueza del estudio viene determinada y definida por la cantidad de información complementaria y adyacente a la Hermandad que se desprende de los manuscritos, parte de la cual fue recogida acertadamente en un anexo imprescindible.

- “Añeja Túnica del Amanecer: Fernando Muñoz Crespo”, por Jesús Antonio Guijarro Martínez (pp. 53-63). En esta ocasión, la entrevista, salpicada por una envidiable amalgama de vivencias imprescindibles para descifrar la evolución de la Hermandad del Nazareno durante el siglo pasado, gira en torno a una de las figuras más sobresalientes de la Semana Santa conquense del siglo XX como era y es el inolvidable D. Fernando Muñoz Crespo. Sobrino de D. Cayo Conversa, además de haber sido añoso integrante de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador” (apenas hace unos años le fue concedido un merecido repostero de honor con motivo de su dilatada e intachable ejecutoria en el seno de la misma) posee una acrisolada trayectoria nazarena en Hermandades como el Ecce-Homo de San Gil o el Cabildo de Caballeros y Escuderos de Cuenca del que fue prioste. A lo largo de la charla y requerido por su interlocutor, Fernando Muñoz fija su atención en circunstancias como el creciente papel de la mujer en nuestra celebración, la proliferación esperanzadora de tulipas escoltando a las Imágenes en el Amanecer Santo de Cuenca o el proyecto de túnica diseñada por Gustavo Torner destinada a la talla de La Verónica.

- En la página final de la revista figura el característico Salu-da de los Hermanos Mayores, Luis Fernández del Moral y Evelio Núñez Carralero, los cuales aprovechan la coyuntura para detallar la programación de algunas mencionadas actividades desarrolladas durante su mandato como la presentación del CD sobre la célebre obra de Halffter, el documental recopilatorio con todos los actos or-ganizados por la Hermandad en el último sexenio o la donación por parte de Víctor de la Vega de los cartones-boceto preparatorios para la decoración cenital de la Capilla de la Parroquia de El Salvador en la que se venera la Imagen titular de la citada Hermandad.

37. Acerca de la relación de este autor con la Semana Santa de Cuenca, Vid. GUIJARRO MARTÍNEZ, J. A., Fundación, proceso y evolución de la Venerable Her-mandad de Jesús y La Verónica, Cuenca, Venerable Hermandad de Jesús y La Verónica (Vulgo “La Caída”), 1995 y Catálogo de la Exposición “Los niños de Cuenca con su Se-mana Santa”, ed. cit.

38. Encabezando las sesenta y cuatro páginas de extensión publicadas en la edición correspondiente a este año, aparece una muy original portada realizada expresamente para este medio por el ya nombrado dibujante Óscar García Cardo.

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f) Cuadernos de Semana Santa 199839

- La presente publicación comenzaba con la clásica salutación de los Hermanos Mayores, en esta ocasión tan alto honor recayó en las personas de F. Javier y J. Ricardo Ruipérez Sánchez. En el mis-mo se informaba detalladamente a los Hermanos de las principales tareas emprendidas y acometidas durante su mandato: restauración de las Sagradas Imágenes y Andas, mejora del habitáculo en el que se custodiaban los enseres procesionales y convocatoria y organiza-ción conjunta de los I Encuentros Nacionales de Hermandades de Jesús Nazareno.

- “Tradición y conflicto en la Madrugada del Viernes Santo con-quense en el siglo XVIII”, por Carlos Julián Martínez Soria y Ra-món Pérez Tornero (pp. 5-40). Este artículo viene a encarnar la se-gunda entrega de la trilogía de estudios realizados en colaboración para esta revista por sendos investigadores. Dotado de un indudable proceder científico, se trata de otro excelente y extenso artículo de investigación elaborado por los conocidos autores, basándose en la transcripción comentada de tres documentos históricos fechados durante el siglo XVIII y procedentes de varios archivos capitalinos. El primer documento, hallado en el Archivo Diocesano de Cuenca y datado hacia el año 1714, recoge la disputa, por la que media el Santo Oficio de la Inquisición, entre los Hermanos Julián de Pa-dras, quien solía pedir limosna para el Santo Entierro antes de la celebración de la procesión de los Nazarenos, y Bartolomé de Alar-cón, quien con el rostro cubierto, al igual que el primero, introdujo, a modo de broma, su mano en el limosnero sufriendo por parte de De Pradas una respuesta violenta ayudándose del crucifijo que por-taba y que estrelló en la testa de Alarcón; en el segundo documento trascrito, procedente del Archivo Municipal de Cuenca y fechado en el año 1732, se testimonia una orden de multa y arresto promul-gada por el Corregidor y Justicia Mayor de la ciudad de Cuenca para aquellos habitantes que, vestidos de nazarenos, no se uniformaran y comportasen debidamente, de lo que se extrae, al igual que a partir de ciertos detalles de los pasajes recogidos en el anterior texto, una más que probable distracción en el cumplimiento religioso de la tra-dición; el último documento, sito también en el Archivo Diocesano de Cuenca (circa 1790), se corresponde con el dictamen y enco-miendas que el Fiscal General Eclesiástico de la Diócesis de Cuenca propone al Sr. Obispo en relación a las Constituciones aprobadas en el año 1782 por la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Cabildo del Señor San Nicolás de Tolentino. De igual modo, tras una lectura reposada del documento transcrito, se denota una cierta tendencia hacia el intervencionismo eclesiástico y, por otra parte, inquietantes preocupaciones como la ostentosidad desmedida de la parvedad ofrecida por el Hermano Mayor.

- “García Lorca en la Semana Santa de Cuenca”40, por José Vicente Ávila Martínez (pp. 41-54). El infatigable estudioso de nuestra más preciada celebración que es este autor conquense, con motivo del primer centenario del nacimiento de tan reconocido poeta, repasa de manera comentada, hábil y lúcidamente, las tres

jornadas vividas en Cuenca por éste durante la Semana Santa de 1932, recogidas, a su vez, por uno de sus acompañantes, el chileno Carlos Morla Lynch41. Apenas cuatro años después de la publica-ción de Primer romancero gitano, el artífice a la postre de Poeta en Nueva York o La casa de Bernarda Alba presenció en Cuenca, también acompañado de Rafael Martínez, los desfiles procesionales de Miércoles, Jueves y Viernes Santo, marchando impresionado ha-cia Madrid, entre raíles y vía Aranjuez, en busca de Luis Cernuda, por la sobrecogedora dramatización penitente desarrollada por los conquenses, y que tan bien retratara con su poema el gran Federico evocando la procesión que pasa iluminada por la belleza serena de la Virgen de la Amargura, y por la amable acogida de amigos locales como el Catedrático de Arte y publicista Ángel Vegué Goldoni o el suficientemente conocido Giménez de Aguilar.

- “Añeja Túnica del Amanecer: D. Rodrigo Lozano de la Fuen-te”, por Jesús Antonio Guijarro Martínez (pp. 55-64). La tercera muestra de esta sección enfoca desde la particular mirada de su di-rector la figura del que fuera Alcalde de Cuenca y Presidente de su Excelentísima Diputación, D. Rodrigo Lozano de la Fuente. Como consecuencia de su faceta pública, este histórico miembro de la Her-mandad de Nuestro Padre Jesús (quien guarda enormes similitudes con D. Fernando Muñoz como la de compartir con él la túnica, también morada, del Ecce-Homo de San Gil, haber ostentado la más alta dignidad de la Hermandad del Nazareno y admirar en su día la fastuosidad de la Imagen gubiada por Marco Pérez para dicha Hermandad tras el final de la contienda civil) y antiguo director de la Residencia “Virgen de la Luz” contribuyó de manera decisiva al realce de la Semana Santa de Cuenca con dos hitos fundamenta-les: la fundación de las internacionalmente prestigiadas Semanas de Música Religiosa42 y el inestimable auxilio profesional que prestó, como médico especializado en ginecología, para el alumbramiento de varias generaciones de nazarenos conquenses. No obstante, qui-zá el motivo que más le enorgullece es el de haber contribuido de manera decisiva en la definitiva radicación en la capital de Cuenca del Museo de Arte Abstracto Español en detrimento de Toledo, enclave y capital regional en la que, en un principio, se pretendía localizar su sede.

- En las tres páginas finales de la edición comentada se detalla sistemáticamente el programa de actividades desarrollado durante la celebración en Cuenca, entre el 6 y el 15 de febrero de ese año, del señalado Encuentro de Hermandades de Jesús Nazareno orga-nizado por las dos asociaciones de fieles que veneran en esta capital a sendas Imágenes bajo esta advocación. Dichas jornadas giraron en torno a una serie de interesantes conferencias, recogidas cuatro años más tarde en la publicación de las Actas43 (y de la que de una de las cuales se dará cuenta en sucesivas líneas44), y exposiciones y fueron clausuradas con una solemne Misa concelebrada por Mon-señor Del Hoyo y el Nuncio de Su Santidad en España, Excmo. y Rvdmo. Mons. D. Lajos Kada, y con una inolvidable y fraternal comida de hermandad.

39. El número correspondiente a esta nueva edición estuvo encabezado por una portada original realizada expresamente para la publicación por el autor Javier Hevia. En las sesenta y siete páginas de las que consta la revista figuran una serie de bellas ilustraciones obradas por artistas como Mateo de la Vega, Natalia G. Carín, Antonio Mancheno (El Manchas), Juana Abad y Jesús Torri-jos, además de excelentes reproducciones de la obra pictórica de José Gutiérrez Solana.

40. Es francamente relevante el material gráfico que acompaña al texto, des-tacando y compitiendo, en igualdad de interés, estampas tan interesantes como las correspondientes al ómnibus que comunicaba a Cuenca con la capital de España en cuatro horas, la instantánea en la que se puede apreciar juntos a dos figuras de la talla intelectual de Martínez Kleiser y Juan Giménez de Aguilar, la reproduc-ción del dibujo con el motivo de la Virgen de las Angustias realizado por Federico García Lorca o la fotografía del recordado poeta granadino a los pies del Arco de Bezudo.

41. Vid. MORLA LYNCH, C., En España con Federico García Lorca (Páginas de un Diario Intimo. 1928-1936), 2ª. Edición, Madrid, Aguilar, 1958, pp. 216-229. En

este mismo sentido, Vid. MARTÍNEZ RUIZ, F., “García Lorca, penitente “sui géneris” en la Semana Santa de Cuenca”, en El Día de Cuenca. Cultural, Cuen-ca, 11-04-1995 y MUÑOZ, J.L., Andariegos, troteros y mirones en general, trajinantes y algún que otro bohemio. Diez siglos de viajes por las tierras de Cuenca, Cuenca, Ecma. Diputación Provincial de Cuenca, Colección Atalaya, nº 9, 2004, pp. 141-149

42. Vid. “La Semana de Música Religiosa acontecimiento nacional” y “I Sema-na Conquense de Música Religiosa”, en Boletín de Información Municipal, nº. 30, Cuenca, Excmo. Ayuntamiento de Cuenca, 1962, pp. 19-24.

43. MARTÍNEZ SORIA, C. J. (coord.), Las Cofradías de Jesús Nazareno. En-cuentro y aproximación a su estudio (Actas de los Encuentros celebrados en Cuenca del 9 al 14 de febrero de 1998), Cuenca, Excma. Diputación Provincial de Cuenca, 2002.

44. Vid. IBÁÑEZ MARTÍNEZ, P. M., “Aproximación histórico-artística a las Hermandades e Imágenes de Jesús Nazareno en la ciudad de Cuenca”, en Cuadernos de Semana Santa 2001, Cuenca, Iltre. y Vble. Hdad. de Ntro. Padre Jesús Nazareno de El Salvador, 2001, pp. 43-74.

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g) Cuadernos de Semana Santa 199945

- Se inaugura esta edición con el representativo Saluda de los Hermanos Mayores, José Ramón Zomeño Schoendorff y Saturnino Toledano del Olmo, en el que se subraya, amén de otras cuestiones rituales, la edificante tradición en la que se ha convertido la publi-cación anual de los Cuadernos de Semana Santa.

- “Peregrinos hacia la casa del Padre”, por D. Ramón del Hoyo López, Obispo de Cuenca (p. 5). La primera salutación del hoy Obispo de Jaén en todo el catálogo de esta publicación sirve a Mon-señor Del Hoyo, ocupando ya la cúspide diocesana conquense, para trasladar a los fieles los valores cristianos de la fe y de la verdad como acertados senderos de convivencia.

- “Tratamiento de conservación y restauración del Paso de Se-mana Santa “Jesús Nazareno” de El Salvador” y “Tratamiento de conservación y restauración del Paso de Semana Santa “La Veró-nica” de El Salvador (Cuenca)”, por Luis Priego Priego (pp. 7-15). Se trata de un detallado texto informativo, firmado por este profe-sor de Conservación y Restauración de Madrid, en el que se ofrece cumplida cuenta de los diversos y concienzudos tratamientos de conservación y restauración aplicados a las Sagradas Imágenes de esta Hermandad.

- “Escritores y poetas en Cuencalvario”46, por José Vicente Ávila Martínez (pp. 17-39). El autor se despide de su fructuosa relación de colaboración mantenida con esta publicación añorada con un armonioso artículo reporteril en el que propone un recorrido a tra-vés del lirismo por los distintos cortejos procesionales de la Semana Grande de esta impertérrita villa castellana de la mano de oradores y poetas que, ya fuera en prosa o en verso, legaron a la glosa de esta celebración un conjunto de escritos de indudable valor emotivo y musical, imantados desde su creación y para siempre al paisaje re-divivo de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesu-cristo según Cuenca.

- “¿Realmente fue un día más...?”, por Carlos Julián Martínez Soria y Ramón Pérez Tornero (pp. 41-53). Este artículo constituye

la última aportación conjunta de estos celebrados investigadores en la publicación objeto de estudio, a cuyo engrandecimiento han colaborado decididamente sus tres artículos rubricados en colabo-ración debido a su innegable pátina científica. El texto que aquí nos ocupa posee una enorme relevancia no sólo para los Cuadernos de Semana Santa sino para la bisoña, cuando no desértica, historiogra-fía moderna de la Semana Grande de Cuenca, ya que esclarece de modo definitivo e irrefutable uno de los enigmas más controverti-dos y señalados de la etapa moderna de nuestra celebración, como es la fecha exacta en la que discurrió por las calles de Cuenca el desfile del venerado y maltrecho Nazareno de Sisante obrado por Luisa Roldán y celado desde comienzos del siglo XVIII en el Con-vento de Clarisas Nazarenas de la citada localidad conquense. Así, los autores, apoyados en un abundante aparato de citas y en un tan sobresaliente como implacable aprovisionamiento documental47, principalmente hemerográfico, sitúan de modo muy argumentado en la fecha de 20 de marzo del año 1940, Miércoles Santo, el des-file procesional de esta reverenciada Imagen (comitiva que se vería completada en días sucesivos por las correspondientes al Jueves y Viernes Santo), contradiciendo la teoría apuntada por Luis Calvo Cortijo, y abrazada en su momento por algunos ilustres historia-dores de nuestra celebración por antonomasia, por la cual, entre otras afirmaciones, adelantaba prácticamente un año tan histórica efeméride48.

- “Añeja Túnica del Amanecer: Alfonso de la Rosa López”, por Jesús Antonio Guijarro Martínez (pp. 57-62). Las páginas finales de la publicación están destinadas a acoger la última entrevista de una sección emblemática de la revista como es la dirigida por Gui-jarro Martínez y que, para esta ocasión y en una suerte de magní-fica terminación a su trayectoria, ofrece el perfil más personal de un nazareno histórico de la Hermandad editora como es D. Al-fonso de la Rosa López. Digno portador de uno de los apellidos más arraigados en las filas del Nazareno del Amanecer Santo de Cuenca, este sempiterno bancero del Yacente se mostraba ya bas-tante preocupado entonces por la peligrosa dimensión que estaba alcanzando el fenómeno de la Turba. De entre el rico anecdotario

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y vivencias nazarenas confesadas, todas ellas realmente sugerentes, cabe resaltar circunstancias tan honrosas como la de que su familia custodiara durante varios años la indumentaria procesional de los romanos y el traje del Cirineo, cuando la efigie del último aún era de vestir, aquélla otra que le condujo a recuperar un pie, más tarde extraviado, de la Imagen del Nazareno fatalmente calcinado por las llamas homicidas del año 1936 o la despedida emotiva de su padre amortajado con la túnica preceptiva de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador”.

3) Tercera etapa: 2001. Epílogo glorioso de un final por escribir

a) Cuadernos de Semana Santa 200149

La última etapa catalogada de esta querida publicación nazare-na está representada por la lujosa edición de uno de los Cuadernos con más alta calidad de toda la colección, no sólo en cuanto al contenido ofrecido a lo largo de sus setenta y seis páginas, sino tam-bién gracias al sobrio, a la par que elegante, diseño y maquetación conseguido por el Estudio de Diseño de “Comando Café”, y por la que, tras el intervalo del año anterior, constituye por derecho pro-pio un punto y final memorable, quién sabe si reversible e igualable, a esta maravillosa aventura editorial que, incluso en su pálpito de expiración, se erigió en honrosa antítesis de esas otras revistas que languidecen ab intestato hasta diluirse.

- “Los Hermanos Mayores a los Nazarenos de Nuestro Padre Je-sús”, por Pedro Romero Sequí y Abel Espejo Bermejo (pp. 3-4). En el ya rutinario Saluda firmado por los Hermanos Mayores corres-pondientes a cada año se repasa de modo tan somero como adorna-do, entre otros asuntos, la relación de los distintos proyectos abar-cados por la Hermandad durante su prolijo mandato: aprobación de los Estatutos actuales, bendición de las nuevas puertas de la Iglesia de El Salvador realizadas por Miguel Zapata, reencuentro con la publicación que aquí reclama nuestra atención, presencia en MU-NARCO, nombramiento de un Cronista Oficial de la Hermandad, elaboración de cuidados y numerosos reposteros con el monograma de la misma, incorporación procesional de una escolta romana o instauración de la Misa de los Primeros Viernes de Mes.

- “Imágenes procesionales y Cofradías en la pintura”, por Miguel Cortés Arrese (pp. 7-17). Este Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), acompañado por un conjunto sobresaliente de reproducciones pictóricas de primer nivel, basa su estudio en un análisis cuidado de la fecunda relación que, a lo largo de los siglos, han estrechado el ámbito de las Cofradías y el de la pintura. El texto correspondiente abarca, en la búsqueda de su ob-jeto de interés, el amplio período cronológico comprendido entre el costumbrismo pictórico, allá por la segunda mitad del siglo XIX, y la abstracción de nuestros días, incluido, como no podía suceder de otra manera, el examen y atención del denominado “Grupo de Cuenca”.

45. Esta penúltima edición publicada, que vendría a clausurar esa etapa inter-media o fase de consolidación definitiva de la revista, fue diseñada por Antonio Garrote y maquetada por la empresa de comunicación y publicidad ZOOM 3000. En la segunda de las sesenta y cuatro páginas que engrosan este Cuaderno se repro-duce en miniatura una obra en cerámica moldeada por el artista conquense Tomás Bux con el motivo de dos aguerridos banceros de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador”.

46. Este texto obedece, en su mayor parte, al guión elaborado y utilizado por el avezado periodista para conjugar una serie de documentos visuales sobre la Semana Santa del año 1996 emitidos en el desaparecido programa de la televisión local conquense de título “Banzos y Capirotes”.

47. De extraordinario valor histórico y artístico resulta la transcripción del contrato formalizado entre el escultor D. Federico Coullaut-Valera y la Presidenta

de la Comisión Restauradora de Ntro. Padre Jesús Nazareno del Convento de Reli-giosas de Sisante, formalizado en Madrid el día 5 de abril del año 1940, por el que se acordaban las condiciones para que el afamado imaginero madrileño restaurara la mutilada talla religiosa.

48. Vid. CALVO CORTIJO, L., 50 años, y... un día, de la Semana Santa de Cuenca (1940-1990), Cuenca, Excmo. Ayuntamiento de Cuenca, 1990, pp. 9-16.

49. En este número final publicado hasta el momento, el más extenso de to-dos los existentes, cabe lamentar la ausencia definitiva de una brillante costumbre instaurada por los coordinadores de la publicación, exceptuando las ediciones de los años de 1985 y 1999, como era la de encabezar la portada de la revista con una obra original realizada expresamente para la ocasión por algún conocido artista conquense.

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- “Anacronismos”50, por Ramón Pérez Tornero (pp. 18-41). El presente artículo, rubricado ya en solitario por uno de los colabo-radores más comprometidos en los últimos años de edición de esta publicación como es este investigador optense, viene a ser el resul-tado transcrito y comentado de una conversación-entrevista mante-nida con Miguel Zapata51, creador de las actuales y célebres Puertas de la Parroquia de “El Salvador”, quizá uno de los proyectos más ambiciosos, simbólica y económicamente hablando, abordados por la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno con el flamante resultado conseguido de una auténtica pieza de arte ciertamente ad-mirable, e incardinada en la enjundia urbana del paisaje nazareno de Cuenca, y en aquella parte más relevante del copioso catálogo artístico de esta capital histórica. Miguel Zapata, prestigiado artista de nombradía internacional, representa en las citadas puertas tres motivos principales como son los de Jerusalén-Cuenca, la Trans-figuración del Señor y la Pasión. Así, en los siete plafones de tan bella estructura labrada distribuye las escenas correspondientes a la Entrada en Jerusalén (en la cual aparece el artista autorretratado junto a su madre), el Prendimiento, la Flagelación, el Camino hacia el Calvario (esta escena distribuida entre dos plafones), la Piedad y el Yacente, todo ello imbuido de ese precioso y preciso contraste, emanado de un patente sentido de lo inacabado, entre el bronce his-toriado y el acero cortén diseñado por el afamado escultor-pintor.

- “Aproximación histórico-artística a las Hermandades e Imáge-nes de Jesús Nazareno en la ciudad de Cuenca”52, por Pedro Miguel Ibáñez Martínez (pp. 43-74). El último artículo aparecido hasta el momento en los Cuadernos de Semana Santa, constituye el final soñado para culminar el intachable desarrollo y trayectoria de tan feliz publicación. El mismo, firmado por este Catedrático de Escue-las Universitarias de Historia del Arte de la UCLM, está compuesto por el texto íntegro de la conferencia de mismo título impartida con fecha de 13 de febrero del año 1998, en el marco del ya alu-dido I Encuentro Nacional de Hermandades y Cofradías de Jesús Nazareno organizado por las Hermandades homónimas radicadas en la capital conquense. El Dr. Ibáñez Martínez, quien ha aporta-do a lo largo de su contrastada actividad investigadora interesantes estudios sobre la Semana Santa conquense53, en el presente trabajo, más allá de alabar en términos cualitativos el actual catálogo ima-ginero conquense, acaso el más rejuvenecido de todos los grandes

núcleos procesionales de nuestro país, y de demandar una necesa-ria potenciación de la investigación científica para establecer pro-gresivamente un conocimiento más certero de esta celebración, formula con su habitual sentido argumentativo la más irrefuta-ble teoría, por entonces harto cuestionada pero sin fundamento historiográfico alguno que la rebatiera, sobre la eclosión u origen de los desfiles procesionales de la Semana Santa de Cuenca. La citada hipótesis, hoy asumida con naturalidad debido a la sólida fundamentación histórica de la misma, está basada en una serie de asertos imprescindibles para establecer una aproximación rigurosa a la raíz misma de nuestra Semana Grande: primeramente, el pro-fesor Ibáñez subraya el marco cronológico del siglo XVI como el momento histórico en el que se inserta el nacimiento de la Semana Santa de Cuenca, paralelamente a lo que había venido sucediendo en el resto de la Península54; en segundo lugar, este infatigable investigador vinculaba el origen de nuestras primeras procesiones con el Cabildo de la Vera Cruz, radicado en la desaparecida Ermi-ta de San Roque, el cual celebraba su ejercicio procesional el día de Jueves Santo, siendo, por tanto, antecedente directo de la pro-cesión actual organizada por la Archicofradía de Paz y Caridad y, por consiguiente, linaje histórico de la Semana Santa de Cuenca. Seguidamente, el actual presidente de la RACAL, sitúa la implan-tación de aquélla durante el siglo XVI y los tres primeros lustros aproximadamente del siglo XVII con la aparición paulatina, por estricto orden cronológico, de las procesiones organizadas por el apuntado Cabildo de la Vera Cruz (celebrada, tal y como se acaba de comentar, el Jueves Santo desde el siglo XVI y cuya sede fluc-tuaría entre la mencionada Ermita de San Roque y el Convento de San Francisco), el de Nuestra Señora de la Soledad (procesión del Santo Entierro desarrollada el Viernes Santo desde fechas pos-teriores del mismo siglo y a partir de la Parroquia de El Salvador) y, por último, el de San Nicolás de Tolentino (celebrada en la ma-drugada del Viernes Santo desde comienzos del siglo XVII y con sede en el Convento de San Agustín); por último, el autor de este artículo, concluye, entre otras consideraciones, con la atinada afir-mación de que el Cuarto Centenario de la procesión “Camino del Calvario”, celebrados sus fastos en el año 1986, debería reeditarse en atención a la documentación existente sobre el origen de la misma dentro de una década aproximadamente.

50. Este interesante texto apareció publicado también durante ese mismo año en la siguiente referencia bibliográfica: PÉREZ TORNERO, R., “Anacronismos”, en Turbas Memorial, Cuenca, Grupo Turbas, 2001, pp. 3-59. En esta misma línea, debe destacarse la reproducción a lo largo del artículo de excelentes ilustraciones extraídas del “Proyecto para las puertas en bronce y acero cortén de la Iglesia del Salvador de Cuenca que bajo el patrocinio de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno se habrán de realizar antes de la Semana Santa”. Resultan, de igual modo, bastante curiosas las distintas anotaciones personales caligrafiadas por el artista al pie de los numerosos y esquemáticos esbozos preparatorios.

51. El que fuera hace exactamente un año Cartelista Oficial de la Semana Santa de Cuenca, señala a lo largo de la entrevista a las aquí ya citadas personas de D. Antonio Garrote y D. Santos Sáiz como dos figuras cruciales para la cristalización efectiva de un proyecto de tan magna envergadura. En otro orden de asuntos, para una aproximación a la obra de este artista conquense, Vid. KNAUD, D. E., Miguel Zapata, Cuenca, Excma. Diputación Provincial de Cuenca, 1998.

52. En la siguiente referencia bibliográfica se avanzaron tres años antes de su primera reproducción completa las conclusiones principales de la mencionada po-nencia: IBÁÑEZ MARTÍNEZ, P. M., “Sobre el origen de la Semana Santa de Cuen-ca”, en CALVO, L. M., MOCHALES, L. y BUENDÍA, E. (coords.), op. cit., pp. 36-40. En esta misma línea, el texto íntegro de esta conferencia fue publicado poste-riormente en la edición de las esperadas Actas del I Encuentro Nacional de Herman-

dades y Cofradías de Jesús Nazareno: IBÁÑEZ MARTÍNEZ, P. M., “Aproximación histórico-artística a las Hermandades e Imágenes de Jesús Nazareno en la ciudad de Cuenca”, en MARTÍNEZ SORIA, C. J. (coord.), op. cit., pp. 149-179.

53. Vid. IBÁÑEZ MARTÍNEZ, P. M., “Evocación de Luis Marco Pérez”, en Luis Marco Pérez. I Centenario (1896-1996), ed. cit., pp. 7-18; “Noticias sobre imagi-nería procesional del siglo XVI en Cuenca”. Comunicación inédita presentada al I Congreso Nacional sobre la Escultura procesional en España posterior a la Guerra Civil, Cuenca, 17-20 de Octubre de 1996 (la celebración de dicho Congreso se en-marcó también en los actos conmemorativos del Centenario del nacimiento del escultor e imaginero Luis Marco Pérez y acogió, amén de la comunicación citada, aportaciones tan novedosas como la presentada por Carretero Escribano); “San Ro-que y los orígenes de la Semana Santa de Cuenca”, en IBÁÑEZ MARTÍNEZ, P. M., La vista de Cuenca desde el oeste (1565) de Van den Wyngaerde, Cuenca, Excma. Dipu-tación Provincial de Cuenca, Serie Arte, nº. 18, 2003, pp. 222-226 y 312-316 o “Las Imágenes de Semana Santa y la reconstrucción del patrimonio de los monumentos religiosos de Cuenca”, en MARTÍNEZ DE LA PRESA, A. y VÁZQUEZ VARELA, C. (coords.), op. cit., pp. 41-68.

54. Vid. LÓPEZ DELGADO, A., “La Semana Santa de Cuenca es tan antigua como cualquier otra de España”, en El Correo Conquense, nº. 154, Cuenca, 1998, pp. 24-26. Se trata de un texto-entrevista realizada por esta periodista a Pedro Miguel Ibáñez Martínez.

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III. El valor incalculable de una necesaria recu-peración. A modo de conclusión

Una vez analizado desde una perspectiva general y detenida el contenido de los Cuadernos de Semana Santa, debe señalarse que sus diez ediciones publicadas hasta el momento constituyen un magnífico legado para la historiografía conquense de la Semana Santa capitalina, gracias a la existencia contrastada y fehaciente de un elevado nivel medio en cuanto al interés científico y lírico de las numerosas aportaciones realizadas por los autores que han colabo-rado en sus páginas. A lo largo de la trayectoria de esta publicación se ha detectado una evidente y acusada preocupación progresiva de los coordinadores de la revista por incluir en la misma temáticas relacionadas con documentos archivísticos y hemerográficos e in-vestigaciones aproximativas de carácter académico, en detrimento de aquel iniciático y casi absoluto predominio, en los primeros nú-meros de los Cuadernos, de la prospección poética.

Esta publicación ha poseído y consolidado desde su origen como gran riqueza transversal el planteamiento de unos objetivos de estu-dio y difusión bastante alejados de egoístas, vanidosas o egocéntri-cas aspiraciones particulares limitadas a lo única y exclusivamente relacionado con la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador” como editora de la revista. El hecho, en absoluto baladí, de haber logrado aglutinar a lo largo de las ediciones de los Cuadernos de Semana Santa cuestiones concomitantes a todo el universo nazareno y cultural de Cuenca gravita poderosamente en el trasfondo, como causa mayor, del enorme grado de aprecio y consideración con el que siempre fue recibida y saludada esta publi-cación, y del creciente anhelo de la misma profesado más allá de los límites cofrades de la citada Hermandad del Nazareno.

Parece también de recibo destacar en este apartado final del artículo destinado a recoger las conclusiones del presente estudio aproximativo, la beneficiosa circunstancia de que los responsables y artífices de todos y cada uno de los Cuadernos publicados hayan gozado de un más que ajustado, equilibrado y brillante criterio a la hora de seleccionar en cada momento a los colaboradores pre-cisos para plasmar su idea a modo de aportaciones. De este modo, resultan escasas las firmas de verdadero pedigrí en este campo o materia que no han estampado su señuelo de creatividad y esfuerzo en alguna edición de la revista. Tanto es así que, una vez trascurri-das algunas décadas más, el estudio pormenorizado y concienzudo de la totalidad de la colección o catálogo de los Cuadernos de Se-mana Santa, más allá de la soñada certidumbre sobre la esperada

posibilidad de que próximamente pudieran volver a aparecer nuevas ediciones, podrá suponer el establecimiento de un certero y preciso acercamiento no sólo a la evolución finisecular de la Semana Santa de Cuenca sino una aproximación vigorosa para el conocimiento de algunos de los episodios capitales y más trascendentales de la historia de nuestra Semana Grande.

Y es que, prosiguiendo con la síntesis sosegada de este modesto estudio sobre esa aventura de la historia nazarena de Cuenca, la publicación que ha ocupado el esfuerzo de este artículo se erigió durante algún tiempo como el gran jalón y vanguardia editorial de periodicidad anual sobre esta tradición religioso-popular, viniendo a desaparecer paradójicamente y a contrario sensu, con el involun-tario desinterés mostrado por Hermanos como quien aquí escribe y demás agentes nazarenos y socio-culturales de la ciudad, en una favorable coyuntura histórica reciente en la que, siendo la totalidad de las mismas deudoras de éste, se ha generalizado, afortunadamen-te, un conjunto de interesantes publicaciones oficiales editadas por distintas Hermandades y Cofradías, luego de la definitiva consoli-dación de la insustituible y obligada publicación anual de la Junta de Cofradías de Semana Santa que es esta revista que ahora tienen ustedes entre sus manos, quizá el mejor epígono de la escuela origi-nada por los Cuadernos de Semana Santa.

Como quiera que en un futuro próximo la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de “El Salvador” bien pudiera reto-mar las riendas de esta noble iniciativa, toda vez que sus objetivos serían complementarios con los del resto de publicaciones nazare-nas editadas en la actualidad y a las que no sombrarían, y que en el seno de la misma aún anida el positivo recuerdo indeleble de esta rútila aventura escrita, desde estas líneas mal cosidas, amén de pretender constituir sincera invitación a navegar por sus páginas, se apuesta sin acritud ni dogmático ánimo postular por el incalculable valor simbólico de la asunción de una decisión encaminada a perge-ñar nuevas ediciones de los reputados Cuadernos de Semana Santa ya que, aislados de esa enjundiosa y costosa vorágine cultural en la que se enmarcó esta actividad puntual y desprovista de cualquier obligatoriedad relacionada con su periodicidad, la cristalización de este viejo e instructivo sueño nazareno podría estar más cerca de cumplirse, debido a que el mismo no supondría un gasto econó-mico inabordable ni entraría en contradicción con las inaplazables labores asistenciales y caritativas que, una vez atendido religiosa-mente el culto a las Imágenes y cumplido el obligatorio ejercicio procesional, debe imponerse una asociación de fieles como es esta admirada Hermandad.

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ENTREVISTA

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Panorámica de Cuenca hacia 1909. La antigua Torre de Mangana con su campana dominando desde el barrio del Alcázar y el

Seminario toda la parte baja de la población.Foto: Soler. Archivo: E. Valero

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Por Enrique Valero MoscardóTextos: Andrés González Blanco, E. González Blanco, prensa local, prensa nacional y Enrique Valero.Colaboración: B.P. Fermín Caballero, Hemeroteca Municipal de Madrid, Rafael Pérez, Antonio Pérez Valero, Venerable Hermandad del Prendimiento (Beso de Judas).

La Semana Santa de Cuenca en 1909

INVESTIGACIÓN

¡ Procesión de provincia por la Semana Santa! ….era un amanecer fresco y claro de abril,cuando nos despertaba la campana monjil

que en la alta torre canta como una congreganta….

Encapuchados lúgubres revestidos de hopasmoradas y con cierto tinte-patibulario,

que subían las cuestas arrastrando sus ropas,como Jesús debió subir hacia El Calvario…

El atambor cubierto lanza un redoble falsoComo la marcha fúnebre del que va hacia el caldalso.

¡Que irónicos sonaban los clarines!en la ciudad levítiva

en cuyo ambiente flotaese olor peculiar de sacristía.

Yo he ido a buscar sueños a las ciudades viejasa recorrer la calles que forman laberinto,a sentir sensaciones líricas y complejas,

con mi ensueño de cosas antiguas nunca extinto,al azar ambulando por angostas callejaso recorriendo a pasos militares el cinto

de murallas que evocan conquistas añejasbajo Alfonso VIII o Carlos V

Poemas de Provincia Andrés González Blanco, Abril 1909

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Los PreparativosReunión de la Archicofradía. 6 de febrero de 1909.

La Archicofradía de Paz y Caridad, por su parte y en sesión del día 6 de Febrero ha acordado hacer los nombramientos siguientes: Presidente: Iltre. Sr. D. Eusebio H. Zazo, Canónigo Magistral; Vicepresidente: D. Federico Viejobueno, concejal; Depositario: D. Daniel Castellanos, Presbítero; Secretario: D. Julián Sanz Cas-tellanos, Presbítero y Vicesecretario: D. Eusebio Martínez. Días más tarde habrá otra reunión a las dos de la tarde en la sacristía de San Antonio abad, para ajustar las cuentas definitivas y acordar lo procedente á las procesiones de Semana Santa.

La Archicofradía, animada de los más excelentes propósitos, quiere que reine el mayor orden, compostura y esplendor, como corresponde a la proverbial cultura y piedad de esta población.

El día 3 de Marzo la prensa conquense anunciaba la gran pre-ocupación existente y los trabajos que estaban realizándose para que las Procesiones de Semana Santa de aquel año fueran mas lucidas y esplendorosas que en años anteriores

Carta del Presidente de la Archicofradía de Paz y Caridad a todos los Hnos. Mayores , fechada en 13 de marzo 1909.

Muy Sr. Mío y estimado consocio:

Grato me es en este momento poder participar a Vd. y a la Her-mandad que tan dignamente preside, que con fecha 6 del próximo pasado mes de febrero he tomado posesión del cargo de Presidente de la Archicofradía de Paz y Caridad, para el que inmerecidamen-te fui nombrado por acuerdo de la Junta.

No extrañe, que aprovechando esta ocasión y velando por los prestigios del cargo que me ha sido confiado, me permita llamar su atención para que la fije en algunos puntos cuya observancia y mas estricto cumplimiento ha de dar como resultado el ordenamiento mas perfecto en nuestras procesiones de Semana Santa, que han adquirido justa fama por su organización y solemnidad……

Cualquiera por poco avisado que sea, comprenderá que es de muy mal efecto y favorece muy poco a la religiosidad de un pueblo ver cómo los individuos que forman una procesión olvidan todo comedimiento; abandonan, cuando les parece, las filas; entablan sin cesar conversaciones con los compañeros ó con las personas que encuentran al paso; se distraen y entretienen con menoscabo del orden que debe reinar; penetran con gran escándalo en los establecimientos públicos y realizan, en fin, tales actos que con ellos acreditan la falta de fe religiosa y que asisten a una diversión pública más que a una solemnidad de la religión católica.

Pero, otros abusos es necesario exponer:

Así, los encargados de los banzos dejan éstos en poder de indi-viduos que no pertenecen a las Hermandades ni visten las túnicas de éstas, tan luego como las procesiones llegan a los Arcos de la Plaza Mayor, con lo cual se interrumpe el orden de la Procesión y se da un espectáculo lamentable a la fuer de poco edificante. Comprendo perfectamente que los encargados de llevar los Pasos estarán molestos y fatigados por la larga Carrera desde la iglesia

de San Antón, y que es necesario proporcionarles algún descanso; pero las Hermandades tienen acordado que los banzos no sean cedidos sino a personas que vistan la misma túnica de las mismas, y el abuso contrario debe ser reprimido con energía.

Otro abuso que asimismo reclama inmediata y total correc-ción es el de que los banceros conduzcan las andas marcando el paso que indican las bandas de música asistentes a las procesiones, con lo cual se logra únicamente que las imágenes parezca que van bailando al compás de los acordes musicales, faltando abiertamen-te a la seriedad del acto religioso. Amén de que nuestro Excmo. Prelado tiene prevenido que se destierre tal abuso, yo creo, y así lo demuestra la experiencia, que para conducir cómodamente los Pasos, no se precisa dar a los mismos un movimiento, que además de ridículo, inspira poca devoción y se presta a las burlas más sangrientas.

Por último y por razón de ministerio cuando he tenido a mi cargo el sermón de Mandato, y que mejor se denominaría de Pa-sión, que se predica en la iglesia de San Antonio Abad al regreso de la procesión, he podido observar que eran muy contados los individuos pertenecientes a las Hermandades que se quedaban en el templo para escuchar la palabra divina.

Un poco de celo por parte de los Hermanos mayores, a cuyo cargo incumbe la organización y buen orden, un poco de interés por lo que se refiere a los que en ellas toman parte, y un poco de estímulo que a todos anime para que Cuenca, lejos de ser zaherida merezca la consideración universal.

Con esto se habrán realizado mis deseos, y como estoy seguro de que Vd. los hará conocer a la hermandad que preside, sólo me resta expresar a Vd. y a los demás consocios el testimonio de pro-funda gratitud por el auxilio que espero han de prestarme.

Eusebio H. ZazoPresidente Archicofradía de Paz y Caridad de Cuenca

Cuenca, 13 de Marzo de 1909

Prensa de la época “…Según nuestras noticias, en la procesión del próximo Miér-

coles Santo, llamada del Silencio, figurará un nuevo Paso, titulado “ Jesús en el Pretorio”, obra del laureado escultor madrileño D. Segundo Moreno Sastre, y regalo a la Hermandad del Prendimien-to del Excmo. Sr. D. Mariano Catalina, Presidente del tribunal de Cuentas, que tan extraordinariamente ha contribuido con su esplendidez y munificencia a la solemnidad de los actos públicos religiosos de la Semana Santa en esta capital.

El día 21 de marzo, a las once de la mañana, celebró su junta extraordinaria, en la sacristía de la iglesia parroquial del Salvador el M. I. Cabildo de Caballeros del Santo Sepulcro, con el fin de proceder al nombramiento de Camarera para las imágenes propie-dad de dicha institución.

La Casa Gómez-Santesteban de Pamplona ha confeccionado un juego de capas blancas, de gusto delicado e irreprochable, para

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las Procesiones claustrales. Son de corte esmerado, confección y telas selectísimas. Pero donde más se admira su exquisitez es en el traspaso que la mencio-nada casa ha hecho del bordado de oro, que tenía dos ternos ya deteriorados y poco menos que inservibles. En próximos meses será confeccionada una nueva túnica para la venerada imagen de Nuestro Padre Je-sús Nazareno del Puente de la ermita de San Antonio y que desfila el Jueves Santo.”

Otra noticia destacada, y ofrecida por la pren-sa, trataba del nombramiento de D. Rufino Morón Alonso, cura párroco de La Peraleja, como sacristán mayor de la S. I. Catedral Basílica. Nombrado por el Ilmo. Cabildo. D.Rufino potenciará, con el paso de los años, varias hermandades de nuestra Semana Santa e impulsará definitivamente la del Cristo de la Agonía.

Junta General de la Vble. Hermandad del Pren-dimiento. 28 de marzo de 1909

Entre otros acuerdos se tomó el de comunicar a la Hermandad del Stmo. Cristo de la Salud (Descendi-miento), que, ante la imposibilidad de poder sacar en la Procesión del Silencio los cuatro Pasos que posee la hermandad, y si lo desean sus hermanos, sin coste alguno, podrán portar el próximo Miércoles Santo el nuevo paso “ Jesús en el Pretorio” donado reciente-mente por el Sr. Catalina.

Actas-1909/ Vble. Hdad. del Cristo de la Salud (Descendimiento)

Se recoge la petición anteriormente expuesta por la Hdad. del Prendimiento, la cual será aceptada por los banceros del Descendimiento, y renovada en años sucesivos.

Es aprobado, igualmente, encargar al peluquero de esta capital D. Leovigildo Pontones, por ochenta pesetas, una peluca de mata de pelo rubio para la imagen de Maria Magdalena.

El Ayuntamiento y la Diputación

El Excmo. Ayuntamiento de esta capital, en se-sión del lunes próximo pasado, acordó conceder a las Hermandades, organizadoras de las procesiones de Semana Santa, la gratificación de ciento veinte pe-setas para atender a los gastos de dichas fiestas reli-giosas.

También la Excma. Diputación provincial, ha otorgado la impresión gratuita de los programas de mano que anuncian los referidos actos de Semana Santa. Aplaudimos con todo entusiasmo la conducta de ambas corporaciones, que por modo tan inmedia-to, cooperan a la mayor solemnidad y más creciente esplendor de nuestras procesiones, merecedoras de la justa fama que gozan.

El Excmo. Sr. D. Mariano Catalina, benefactor de la Semana Santa de Cuenca, en un fotografía de la época.

Archivo de la Hdad. del Prendimiento de Jesús (Beso de Judas)

Anuncio de la época.

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El Paso de “Jesús en el Pretorio”, donado en 1909 a la Hermandad del Prendimiento por D. Mariano

Catalina. La antigua fotografía fue tomada en el atrio de la parroquia de San Esteban. En 1936 sería

destruído al comenzar la Guerra Civil.. Fotografía: Colección E. Valero

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Día 4 de Abril. Domingo de Ramos

A las ocho de la mañana, en la S.I.Catedral Basílica, tendrá lugar la solemne bendición de Palmas por el Excmo. Sr. Obispo, verificándose después la Procesión con la asistencia de todas las Cruces parroquiales y de la Excma. Corporación municipal. Predicará después el Sr. Magistral, y en misa será cantada la Pasión según San Mateo.

Día 5. Lunes Santo

A las nueve de la mañana oficio divino y Misa de Feria. A dicha hora y en la iglesia parroquial de San Esteban, tendrá lugar la bendición del Paso “ Jesús en el Pretorio”, que, con destino a la Procesión del “ Silencio” ha donado el Excmo. Señor D. Mariano Catalina.

Día 6. Martes Santo

A la misma hora que el día anterior se celebrará Misa conventual en la S.I.Catedral y será cantada la Pasión según San Marcos.

Día 7. Miércoles Santo

A las nueve de la mañana, en la S.I.Catedral, Misa conventual, can-tándose la Pasión según San Lucas. A las tres de la tarde en dicha Santa Iglesia, serán cantados los Maitines o Tinieblas, y al final un Miserere a toda orquesta. A las ocho de la noche, de la iglesia del Protomartir San Esteban, saldrá la Procesión “ Del Silencio”, compuesta de los Pasos: Jesús orando en el Huerto, El Beso de Judas, Arrepentimiento de San Pedro, Jesús ultrajado ante Anás y Caifás, Jesús en El Pretorio y Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol, acompañados de sus respectivas Hermandades. En este día y los tres siguientes no se puede comer carne, aun teniendo la Bula.

Día 8 . Jueves Santo

A las ocho de la mañana, en la S.I. Catedral y en las nueve iglesias parroquiales y conventuales, se celebraran los Oficios propios del día, quedando expuesto S.D.M. en todos los monumentos hasta las nueve de la noche. En los Oficios de la Catedral tendrá lugar la solemnísima cere-monia de la Consagración de los santos Oleos por el Excmo. y Rvmo. Sr. Obispo. A los Oficios de la parroquia del Salvador concurrirá en Corpo-ración el Muy Iltre. Cabildo de Caballeros de Nuestra Señora y Santo Se-pulcro. A las tres de la tarde se hará por el Excmo. Sr. Obispo la humilde, piadosa y edificante ceremonia del Lavatorio de los pies a doce pobres, predicando el Sermón de Mandato el Iltre. Sr. Deán. A las cuatro y media de la tarde saldrá de la ermita de San Antonio Abad la Archicofradía de Paz y Caridad, en la que forman seis Cofradías, presididas por el Stmo. Cristo de las Misericordias, con los Pasos de, Jesús orando en el Huerto, Jesús atado a la Columna, Jesús con la Caña, Santo Ecce Homo, Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Soledad, acompañados de sus respecti-vas Hermandades. Terminada la Procesión habrá sermón de Pasión en la citada ermita, que predicará el Iltre. Sr. Magistral. En las iglesias, de Santa Cruz, Religiosas Justinianas (Petras), Religiosas Concepcionistas y Salva-dor darán guardia y adoración las correspondientes Secciones o turnos de la Adoración nocturna.

Día 9. Viernes Santo

A las cuatro de la mañana se expondrá de nuevo a S. D. M. en todos los monumentos hasta los Oficios propios del día, que se celebraran a las nueve de la mañana en la S. I. Catedral, cantándose en ellos la Pasión según San Juan.

A las seis de la mañana saldrá de la parroquia del Salvador la Proce-sión “Camino del Calvario”, en la que forman los Pasos, “ Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas”, “ Jesús Nazareno caído bajo el peso de la Cruz y la Verónica con el Santo Rostro”, “ San Juan Apóstol y Evangelista” y “ Nuestra Señora de la Soledad”, acompañados de sus respectivas Herman-dades. A las diez, de la expresada parroquia y de la de San Esteban, saldrá la Procesión “ En el Calvario”, en la que forman los Pasos, “Exaltación de Jesús crucificado”, “ Jesús en la Agonía”, “ Expiación y Lanzada”, “ Des-cendimiento” y “ Nuestra Señora de las Angustias”, acompañadas de sus respectivas Hermandades. A las tres de la tarde, en la ermita de Nuestra Sra. de Las Angustias y en la parroquia del Salvador, tendrá lugar un Vía Crucis, predicando el sermón de Soledad D. Pablo Martínez Gallego en la primera y D. Marcos Herminio Lozano, ecónomo del Salvador, en la segunda. A las cinco de la tarde se verificará en la iglesia del Salvador la solemne Procesión del “Santo Entierro” con asistencia de los acogidos en la casa de la Beneficencia, de todas las Hermandades, Seminarios, Cabil-dos Catedral y de Santa Catalina, Excmo. Ayuntamiento, Gobernadores civil y militar y el Excmo. Sr. Obispo de la Diócesis con el Tribunal ecle-siástico. En esta procesión formas Heraldos de la Fama, de Armas, Niños Jesús, la Samaritana, la Verónica, las tres Marías, los caballeros de Nuestra Señora de la Soledad y el Santo Sepulcro, que la costean, concurrirán con hábitos y distintivos capitulares. La ermita de Nuestra Señora de la Angustias estará abierta toda la noche del Viernes Santo hasta el toque de Gloria, en cuyo tiempo harán compañía a Nuestra Señora en su sole-dad tristísimo los hermanos de la Congregación y fieles devotos. A todas las Procesiones (que recorrerán la Carrera acostumbrada) concurrirán los cofrades vistiendo las túnicas peculiares de cada Hermandad o Paso y las Bandas de Música Municipal y Provincial, y en todas aquellas será canta-do el patético y característico Miserere procesional.

Día 10. Sábado de Gloria

A las ocho de la mañana en la S. I. Catedral, se cantaran los Maitines y se dirá Misa de Gloria, haciéndose repique general de campanas.

Día 11. Domingo de Resurrección

A las cinco de la mañana en la Catedral se cantaran Maitines y se dirá Misa de Resurrección. A las nueve se dirá Misa de Pontificial por el Excmo. y Rvdo. Sr. Obispo, quien al final dará indulgencia Papal con Indulgencia Plenaria.

Portada del programa de 1909

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La Semana MayorMañana, Lunes Santo día 5, tendrá lugar a las cinco de la tarde

en la Parroquia de San Esteban, por el señor Provisor, la bendición del nuevo paso Jesús en el Pretorio, destinado a la Procesión del Silencio.

Este año será el último que desfilen las imágenes que hasta la fecha habían constituido el paso de “La Exaltación”. D. Juan Ju-lián Jimenez, en atención a que las figuras resultaban pequeñas y poco artísticas, ha mandado construir otras al escultor valenciano D. José Tena. Un desembolso de 2.000 pesetas que la Hermandad podrá devolverle en plazo y forma que desee. Las figuras retira-das serán sorteadas entre los hermanos.

En los trenes del Martes Santo fueron numerosas las personas que llegaron a esta Ciudad, deseosas de presenciar las atrayentes y solemnes festividades religiosas de la semana.

Andrés González -Blanco regresa a su ciudad natalSe encuentran en nuestra población, el notable literato y

aplaudido periodista Andrés González Blanco, queridísimo ami-go nuestro de la infancia, que ha querido renovar las muchas y buenas amistades que dejó en Cuenca.

Al saludar a escritor tan culto, el Progreso Conquense se ofre-ce a el y tiene la satisfacción de enviar al Sr. González-Blanco el testimonio de su consideración más distinguida.

El Sr. González Blanco ha ensalzado a Cuenca y su provincia en muchos artículos publicados en las revistas más prestigiosas del país y extranjero.

Sábado de Gloria, 10 de Abril de 1909Con numerosa concurrencia de forasteros se han celebrado

en nuestra capital las interesantes y atractivas solemnidades de la Semana Mayor, que de año en año van tomando mas incremento y esplendor gracias al celo de las autoridades locales, al desprendi-miento y generosa munificencia de personas piadosas, al entusias-mo religioso de las Hermandades y á los elevados sentimientos de fe católica, nunca desmentidos, del pueblo conquense.

La nota saliente la han constituido las procesiones públicas que, a decir verdad, han resultado, tal vez como nunca, ordena-

das y magníficas; siendo forzoso confesar que entre todas ellas ha revestido inusitada grandiosidad la del Santo Entierro, presidida por los Muy Iltres. Sres. Provisor y Secretario de la Cámara del Obispado, en nombre de nuestro Excmo. Prelado, que no pudo asistir por hallarse algo indispuesto; Gobernador civil, de unifor-me; Alcalde de la capital; Capitán Delegado, en representación del Gobernador militar, Delegado de Sanidad Sr. Ballesteros y otras autoridades.

En la procesión del Silencio figuró el nuevo Paso denominado “Jesús en el Pretorio”, regalo del Excmo. Sr. D. Mariano Catalina, hecho aquel con delicado gusto artístico es lástima que las escul-turas que lo componen no sean de mayor tamaño.

También hemos admirado las artísticas andas donde era con-ducida la imagen de San Juan evangelista, donación de la virtuosa Srª. Dñª. Anselma Lledó, viuda de Espinosa.

Pero donde podemos decir, sin hipérbole alguna, que la pie-dad del vecindario de esta capital se ha desbordado y echado el resto ha sido en la afluencia de fieles que durante la noche de ayer ha asistido a la ermita de Nuestra Señora de las Angustias para acompañar a la Santísima Virgen en su triste Soledad. Ni un solo momento se ha visto la iglesia desierta de conquenses que querían rendir tributo de férvida devoción a su amadísima Patrona, siendo necesario a muchas personas esperar turno para conseguir el cum-plimiento de sus deseos.

Las bandas de música provincial y municipal, que respecti-vamente dirigen los señores Cabañas y Rubio, han ejecutado admirablemente inspiradas marchas fúnebres que han merecido universales aplausos.

A pesar de la extraordinaria afluencia de fieles ganosos de pre-senciar las solemnidades del culto, no ha habido que lamentar in-cidentes desagradables, debido á las acertadas medidas adoptadas por las autoridades y perfectamente secundadas por los activos inspectores de vigilancia y personal subordinado á sus inmediatas órdenes.

No queremos decir con cuanto dejamos relatado en esta cró-nica que no haya todavía algo que subsanar y corregir, lo hay, en efecto, y no dudamos que en breve se logrará la perfección posi-ble; no se improvisa ésta en un momento. Ni faltan elementos, ni escasea voluntad, factores ambos encargados de realizar lo que sería completamente y meta de nuestros deseos, por el decoro del culto público y por el buen nombre del pueblo de Cuenca.

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Magnífica fotografía de San Juan Evangelista sobre sus nuevas andas en 1909. La túnica sería cambiada en 1911.

Foto: Colección E. Valero

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INVESTIGACIÓN

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La Procesión del Santo Entierro, procedente de

la parroquia del Salvador, asciende hacia la Plaza Mayor en una tarde de

Viernes Santo a principios del siglo.

Foto: Colección E. Valero

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Andrés González Blanco conquense ilustreAndrés González-Blanco nació en Cuenca el 21 de Agosto de

1886, en la calle Alfonso VIII y fue bautizado en la iglesia de Santa Cruz. Niño aun pasó a Oviedo en cuyo Seminario comenzó sus es-tudios con licencia del Prelado, por su corta edad, pues sólo contaba once años. Distinguido por su aplicación y aficiones literarias, sacó en todos los exámenes la calificación de “Meritísimo”, saliendo de Oviedo a los dieciséis años se trasladó con su familia a Madrid, donde continuó sus estudios de filosofía y rápidamente obtuvo los aplausos de literatos como Villaespesa, Machado, Benavente y otros. Comenzó su vida de escritor colaborando en muchas revistas y periódicos, no descuidando en formarse una sólida carrera literaria y científica. A los dieciocho años realizaba trabajos de crítica e impresionaba por su tre-menda cultura, se expresaba en latín, francés, italiano e inglés correc-tamente. Figuró entre los primeros escritores de su época, y aunque publico numerosas novelas, su género más cultivado era la crítica lite-raria. Perteneció a varias redacciones de periódicos y revistas, asiduo concurrente del Ateneo y director del diario La Jornada. Nunca figuró en política, pues su carácter independiente y algo bohemio le indispo-nía a las intrigas y cubileos tan necesarios para medrar en este campo. Murió en Madrid el 21 de diciembre de 1924 a la edad de 38 años. Sus amigos y admiradores le ofrecieron un homenaje póstumo.

Algunas de sus obras fueron: Crítica de los escritores contempo-ráneos ( cinco tomos), Historia de la novela desde el Romanticismo hasta nuestros días ( obra premiada en 1909), Doña Violante (nove-la), La eterna Historia (novela), Poemas de Provincia ( poesías), Dra-maturgos españoles contemporáneos ( 1907), Rubén Darío (1920), Elogios de la Crítica ( 1911), Vida y obra de Marcelino Menéndez Pelayo, Salvador Rueda, Julieta Rediviva, Regalo de Reyes, Alma de Monja. Durante la guerra europea publicó: El general Joffre, Alberto I de Bélgica, El Krompinz y El general French. Tradujo: Paseos por Roma de Stendhal, Tratado de la vida elegante de Balzac, Paris de E.

EpiscópolisAndrés González Blan-

co, fue premiado en 1908 por su novela “Un amor de provincia”. Creada en 1907, utilizó sus recuerdos infanti-les, vividos en Cuenca en las postrimerías del siglo XIX. En su novela, nos introduce magistralmente al mundo provinciano y abrumador de

una ciudad llamada Episcópolis. La rodean los ríos Huéscar y Fúcar en abrazo dual, el cerro del Socorro, el de San Cristóbal, el antiguo puente de San Pablo también están allí; la Catedral, la Alameda, las huertas, las calles, todo es Cuenca. Suceden grandes procesiones durante la Semana Santa, y el escritor va desarrollando su trama y nos envuelve guiándonos por la pequeña y laberíntica capital.

Aunque en la obra, confunde las parroquias de donde proceden los Pasos, los horarios tampoco parecen ser justos, y es impensable, en nuestros días, el desarrollo que tiene la “Procesión de las Seis” de la mañana, conviene reiterar que el escritor lo vio y vivió todo de pequeño. Sin duda, aquellos “…miserables e irreverentes, vestidos con hopas rotas y locos de aguardiente..”, que “…daban trompeta-zos y le tocaban el tambor velado al Hijo de Dios..” fueron exagera-

de Queiros y todas las obras de este escritor portugues. En 1923: Ma-ria Jesús casada y mártir, de la que dijo Blasco Ibáñez que era la obra de un verdadero maestro de novelas. En 1924 escribió otra novela llamada Rosita Fuenclara., pero además, redactó numerosos artículos, crónicas y semblanzas en el extranjero y colecciones como: Los Con-temporáneos, La Novela de bolsillo, la Novela de Hoy, etc..Durante su corta vida recibió varios homenajes.

E. González Blanco. 1927 (hermana de Andrés G. B.)

Portada de la novela “Un amor de provincia”. 1909

Andrés González Blanco en un dibujo de 1909

dos, en los modales, por la conciencia infantil y piadosa que poseía “Andresito” en torno a 1890. Es fácil advertir que en 1907, año que realiza la novela, no conoce la procesión del Miércoles Santo, crea-da en 1905, pero sí “Las Tinieblas” en la Catedral; tampoco sabe de la ampliación que ha sufrido la procesión en El Calvario, cuatro Pasos más desde 1903, y recuerda sólo la antigua, cuando desfilaba únicamente el Cristo de la Luz ( ..” plácida procesión del Cristo de los Espejos”..). Acierta a situar el paso de “Jesucristo Amarrado” saliendo de la iglesia de Santo Domingo, así como el momento en el cual el paso de Jesús Nazareno (de las Seis) se encuentra con la Virgen de la Soledad en los Arcos de la Plaza, así era.

El escritor conoce a la perfección los nombres de parroquias, recorridos, lugares y establecimientos de la ciudad e incluso apellidos de la época, no olvida el Puente de San Pablo con sus arcos de piedra (no existía en 1907), ni la Catedral tan antigua (la torre del Giraldo parece no haberse hundido tampoco). En “Un amor de provincia” aparecen unos turbos anteriores a 1900, está claro, con una presunta antigüedad y tradición.

Son simples apreciaciones a su obra que, junto a los trabajos de Florencio Martínez Ruiz, Luis Calvo Cortijo, José Urbano Elche Co-rada, José Vicente Ávila, Julián Recuenco, A. Luis Mota y M. Carmen Utanda, que también hablaron de el, tratan de recordar y honrar nuevamente la figura olvidada de este ilustre literato y gran perio-dista conquense ( y no asturiano) que fue Andrés González Blanco; el , regresó por la Semana Santa de 1909 a su “..ciudad de ensueño”, “joya engastada en un cerro”, “ levítiva y una de las más hospitalarias del planeta”, según sus palabras. Jamás renegó de ella, sino que volvió en más ocasiones para escribir y contemplar el sitio donde más había arraigado, Cuenca.

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